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"Don Segundo Sombra"

Capítulo 1

Da a entender que tiene 14 años, por cuando dice "catorce años de chico abandonado, de
guacho". Cuenta que lo separaron de su madre cuando era chico, con el pretexto que debía ir al
colegio. Lo llevaron a vivir a la casa de sus tías, Tía Asunción y Tía Mercedes. Al principio lo
trataban muy bien, pero con el tiempo lo único que hacían era echarle la culpa de todo. Solo se
preocupaban de que fuera a misa y rezara. Con el tiempo los regaños de sus tías fueron
convirtiéndose a un simple coscorrón.

Fue al colegio por solo tres años ya que sus tías pensaban que ya no valía la pena seguir con su
educación, entonces lo mandaban a hacer comisiones, que lo hacían vivir en la calle. Con el paso
del tiempo, fue conquistando la calle con simpatía y popularidad, se hizo vagabundo y se sentía
como un hombre maduro, él llamaba su casa "la prisión", y a la calle, "el paraíso". Esto fue así
hasta que empezó a cansarse de ser popular ya que no sentía la misma emoción de los primeros
días. Esto hizo que su soledad fuera cada vez mayor.

Fabio Cáceres, su protector, lo había llevado a conocer su estancia y por un año tuvieron una
relación más cercana, incluso le había hecho regalos (2 petizos), hasta que dejó de verlo.

Capítulo 2

Volviendo del rio, Fabio vio a un caballo con su jinete, pero él solo pudo ver una silueta, por eso es
que pensó que había visto a un fantasma, una sombra (por mas que no dé el nombre, esa es la
primera aparición de DS). Luego de esto, el protagonista llega a "La Blanqueada", el patrón del
negocio se llamaba "Don Pedro", y allí también estaba "Burgos" tomando algo. Cuando Fabio se
pone a charlar con ellos, les cuenta de la extraña sombra que vio, a lo que Don Pedro le dice que
seguramente había sido DS. También le cuentan que DS es de San Pedro (Buenos Aires) y que se
dice que tuvo problemas con la policía. Luego de esto, DS entra a la pulpería.

Su pecho era vasto, coyunturas huesudas, los pies cortos, las manos gruesas y cuerudas, su tez era
aindiada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños, flequillo cortado a la altura
de las cejas.

Su indumentaria era de gaucho pobre: un simple cinturón, blusa corta, pantalón largo hasta los
talones y un pañuelo negro en su cuello, alpargatas.

DS buscaba trabajo, y Don Pedro le daba datos seguros, ya que al estar tratando continuamente
con gente del campo, estaba al tanto de todos los acontecimientos, le dijo que en lo de Galván hay
unas yeguas para domar.

A todo esto, como tape Burgos estaba borracho, empieza a provocar a DS, quien tarda en darse
cuenta que los comentarios van para él. Se van todos de la pulpería y Fabio se prepara para ver la
lucha entre DS y Burgos, pero al final no sucede nada ya que DS conserva la calma y no le devuelve
el ataque, Burgos se disculpa y se va. DS se va en su caballo y al lado, Fabio lo sigue caminando.

Capítulo 3

Fabio se despidió de DS y se fue a su casa. Allí estaban sus tías quienes lo retaron y no lo dejaron
comer la cena (Mercedes: flaca, angulosa, nariz en pico de carancho; Asunción: panzuda, tetona y
voraz en todo placer). Fabio quería encontrarse nuevamente con DS, por eso es que decide
escaparse llegar a lo de Galván antes que DS, y ocupar el puesto de trabajo. Preparó sus cosas (se
lleva consigo sus botas, riendas, bozal, el poncho que le regalo Don Fabio y mudas de ropa, además
de cosas para preparar el caballo), y se fue en la noche con su caballo.

Finalmente llegó al galpón, donde un viejo lo hizo pasar hasta que al mediodía empezaron a llegar
los peones para almorzar. Entre esos hombres, estaba Goyo López: Fabio lo conocía del pueblo.
Jeremías luego le da órdenes a Fabio de cuidar a un caballo llamado "Sapo". A la hora de la comida
se lució haciendo bromas y riéndose, y esto le hizo recordar su época de vagabundo en el pueblo.

Capítulo 4

Fabio se despierta a trabajar y luego almuerza. El protagonista describe al domador Valerio Laires:
tape forzudo, callado y risueño. Al mediodía llega DS. Valerio lo hizo pasar y conversaron sobre las
yeguas a domar. Fabio le pregunto a DS si lo reconocía, pero él prefirió hacer como que si no lo
conocía. Cuando llegó el patrón "Don Leandro", se puso a hablar con DS de trabajo: a la tarde, DS
haría una doma de yeguas, la última fue la que más le costó. A esta altura, Fabio tenía 15 años.

Capítulo 5

Después de dos semanas, a Fabio le llegó una mala noticia: en el pueblo se habían enterado de que
él estaba allí y que posiblemente lo iban a obligar a volver a casa. Cuando se enteró de que habría
un "aparte y arreo", Fabio se dio cuenta de que esa era la solución a su problema: ir de resero
junto a la tropa. La tropa saldría dos días para el sur, hacia otro campo del patrón. Los otros reseros
eran Valerio, Horacio, DS, Pedro Barrales y Goyo. Cuando finalmente el patrón le dio la autorización
para ir con los demás, se sintió muy feliz y contento. Como tenía que conseguir un caballo, Horacio
le recomendó una chacra en donde podría conseguir uno a buen precio. En el camino a la chacra,
una chinita lo saludó, asustándolo. Llegó a la chacra y encargó su potrillo/caballo para el día
siguiente. Al regresar se cruzó con la misma chinita que lo había asustado, su nombre era Aurora.

Capítulo 6

Fabio se despertó tipo 3 de la mañana para comenzar a preparar sus cosas para el viaje. Antes de
salir tomó unos mates con Valerio, Horacio, DS, Pedro Barrales y Goyo. El creía que de "peones de
estancia" habían pasado a ser "hombres de pampa". Al rato partieron: sacaron la tropilla y Fabio se
ubicó por delante de todos, cumpliendo con "el mas macho de los oficios". En el camino, recordó a
Aurora: en los forcejeos, ella había perdido un anillo, y la madre la regañó por eso. Fabio se ofreció
a buscarlo, pero terminaron jugando. Quedaron en encontrarse al día siguiente. Mientras Fabio
seguía su camino, se sintió un hombre gozoso de vida.

Capítulo 7

Siguieron la marcha, Fabio se volvió para atrás de la tropilla y empezaron a chalar, contaron la
historia de Venero Luna, de la vez que habían ido a "Las Heras". Llegaron a una pulpería, comieron
y tomaron, pero antes de partir de nuevo, DS y Valerio cambiaron de caballo. Quisieron ensillar al
nuevo potrillo de Fabio, pero este le dio una jineteada, haciendo que Fabio callera al suelo, por lo
tanto, tuvo que seguir su camino montando el caballo/petiso de Festal.

Capítulo 8

Continuaron la marcha. Llegaron a la estancia de "Don Feliciano Ochoa", descansaron la tropa y


entraron a comer junto a los peones del lugar. Se quedaron a descansar antes de partir de vuelta.
Un chico de 12 años lo admiraba y le mostró un lugar aparte del resto para que Fabio descansara.
Volvieron a la marcha en mejores condiciones. Un tiempo después, fueron a carnear un cordero.
Fabio se sentía un inútil ya que Goyo era un experto en eso. Comieron y se unieron a la tropa
nuevamente. Fabio se dio cuenta de que todavía tenía muchas cosas que aprender. Cenaron, no
tenían agua y sentía muchísimo cansancio y dolor. Finalmente llegaron a un pueblo.

Capítulo 9

Después de que Fabio se despertara, se encontró con DS, y este lo ayudó a ensillar y montar su
caballo sin que nadie los viera, y victorioso, Fabio pudo desmontar a la vista de todos. Recibió
halagos y felicitaciones. En el proceso se había lastimado las manos. Continuaron su camino con las
primeras gotas de lluvia, hasta que se largó del todo. Si bien se habían puesto abrigos, terminaron
empapados. Finalmente vieron el sol salir. Siguieron caminando.

Capítulo 10

Mientras Comadreja (el caballo de Fabio) se alimentaba a orillas de un río, el chico recordaba sus
cinco años pasados y la huída de la casa de sus tías. Para Fabio, el mérito no era de él, sino que de
DS, a quien llamaba "su padrino". DS lo había guiado con mucha paciencia, hacia todos los
conocimientos del hombre de pampa (ejemplos: le enseñó el manejo del lazo y las boleadoras), lo
vigiló como médico (ejemplos: le enseñó a curar el mal de vaso y el mal de orina), le enseñó la vida
(ejemplos: le enseñó a aceptar sin rezongar lo sucedido, la fe en los amigos). DS también estuvo
para la diversión (ejemplos: guitarreadas y bailes). Fabio lo admiraba muchísimo: DS en todos los
pagos/lugares tenía amigos, era querido y respetado, su palabra podía arreglar hasta el asunto más
complicado. Pero aún así, esa popularidad lo cansaba: DS quería su libertad, era un espíritu
"anárquico y solitario".

Llevados por el oficio, recorrieron gran parte de la provincia: Ranchos, Matanzas, Pergamino, Rojas,
Baradero, Lobos, El Azul, Las Flores, Chascomús, Dolores, El Tuyú, Tapalqué y muchos otros
partidos.
Conocieron las estancias de Roca, Anchorena, Paz, Ocampo, Urquiza. Conocieron los campos de "La
Barrancosa", "Las Víboras", "El Flamenco", "El Tordillo" (lugar en el cual ocasionalmente
trabajaron).

Fabio describe otra característica mas de DS: era un admirable contador de cuentos, y tenía fama
de narrador. Sus relatos, cambiaron completamente la vida de Fabio: por las noches su imaginación
se poblaba de diferentes escenas y fantasías.

Estaban en una estancia el día de Navidad, una noche en la que el patrón daba un gran baile. Allí
Fabio se encontró con Pedro Barrales, a quien no veía hace mucho tiempo. Se quedo con el toda la
noche.

Capítulo 11

Entraron a un lugar en el que había un baile. Llegó el patrón dando pie al baile. Los hombres
comenzaron a sacar las mozas a bailar, quienes se mostraban muy serias y pudorosas. Anunciaron
la polca de la silla. Se armó un gato con relación. Fabián, en un momento, apartó a su morochita,
pero cuando intentó besarla, se enojó, por lo que intentó con otra chica que estaba de verde, con
la cual tampoco tuvo éxito. Finalmente ya casi al amanecer se fue a dormir.

Capítulo 12

En la noche de despedida, cuando estaban mateando, incitaron a DS a que contara una de sus
historias. La historia era sobre un paisanito enamorado y las diferencias que tuvo con un hijo del
diablo.

El paisanito se llamaba Dolores, y trabajaba a orillas del rio Paraná, y le gustaba espiar a las
muchachas mientras se bañaban. Una tarde, vio a una mujer que lo impresionó. Cuando ella
estaba por salir del rio, de una flor surgió un flamenco, y diciendo palabras en guaraní, la redujo.
Dolores corrió en su ayuda pero el ave se la llevó volando. Dolores se desmayo. Cuando volvió en
sí, se dirigió a un lugar donde una viejita lo iba a ayudar para que salve a la mujer, quien era la hija
de una vecina de la viejita. La viejita le contó la historia del flamenco: una mujer bruja entró en
tratos con el diablo, con el cual tuvo un hijo muy feo. Cuando la bruja/madre estaba por morirse,
su hijo le pidió que, al no poder crecer, le haga un embrujo/gualicho para que pueda conseguir
mujeres. La bruja/madre le dio unas instrucciones, y luego, que cuando ya esté convertido en
flamenco diga otras palabras más para reducir a la mujer. Después de eso, podría llevarla a una isla
donde tendría siete días antes de que se rompa el encanto. Después de decirle todo esto, la
bruja/madre murió.

La viejita le dio un arco, flechas envenenadas y un frasco con agua bendita. Dolores tenía que
dirigirse al río y remar en un bote hasta un remanso, el cual lo llevaría a las islas del encanto. En las
islas del encanto tendría que matar un caburé, sacarle el corazón, meterlo en un frasco con agua
bendita y arrancarle tres plumas de la cola para colgarse en el pescuezo.
Dolores obedeció, y después de seis días, logó hacer todo lo explicado por la viejita. Al día
siguiente se escondió a esperar al flamenco, y cuando este salió y se transformó, lo castró. El enano
huyó corriendo a la selva. A todo esto, Dolores desembrujó a su morochita del Paraná, la cual se
llamaba "Consuelo" y también desembrujó a todas las demás mujeres. Años después, la pareja se
hizo rica y tuvo una gran estancia en la isla.

Capítulo 13

Después de dos días de marcha, llegaron un domingo a Navarro, donde Don Segundo se encontró
con un viejo amigo, quien los invitó a ambos a una riña de gallos. Al mediodía, almorzaron en la
"Fonda del Polo" comedor en él la que habían españoles, irlandeses, alemanes, un gordo, criollos,
etc. Luego de comer se fueron al reñidero de gallos. La pelea sería pareja. Fabio participó en las
apuestas, apostaba por el bataraz, el cual termino ganándole al otro gallo, dejándole a Fabio una
ganancia de $195. Luego de esto, DS y él se dirigieron a una estancia.

Capítulo 14

A las 11 partieron hacia el pueblo. DS y Fabio pararon en un almacén, ya que DS quería hacer unas
compras. Mientras DS estaba haciendo su compra, apareció un policía que dio por preso a DS, pero
este hizo caso omiso. Como pasaron galopeando por la comisaría, les hicieron unas preguntas, las
cuales DS se encargó de responder mintiendo: dijo que él era de "Cristiano Muerto" y Fabio de
"Callejones", también dijo que sus libretas las tenía un tal "Isidro Melo" (personaje inventado).
Luego de esto se fueron para la feria, donde había asadores con diferentes carnes. Almorzaron.
Luego de esto comenzó el remate. En un momento, uno de los hombres que estaba en la feria,
conocido de DS, les habló para una arreada de 600 novillos, destinados a un campo grande en las
costas del mar. El mismo hombre los invitó a tomar una copa. En el almacén se encontraron con un
anciano medio ebrio, "Pastor Tolosa" (conocido por Lasarte, vecino viejo del Carmen de Areco), el
cual reconoció a DS, llamándolo por su nombre: Ufemio Díaz. Pastor y Ufemio se habían conocido
en una de las fiestas de Raynoso. Luego de despedirse, DS y Fabio se fueron con los demás peones
y la tropa. Llevaban un mes de arreo sin complicaciones mayores, pero tres días antes de
entregarlo se les complicó: los animales estaban muy sedientos, estaban desesperados. Como a las
10 pasaron por una estancia. Como los animales empezaron a olfatear, se largaron a correr en
busca de agua, atropellando todo a su paso hasta que la encontraron, y empezaron a beber
desesperadamente. Los peones y el patrón de esa estancia los ayudaban. Luego tuvieron que
degollar a un animal y curar algunos otros. Después de esto, todo siguió como antes hasta que
llegaron a destino.

Capítulo 15

Llegaron a la estancia, que parecía olvidada. Don Sixto Gaitán, el patrón, la familia vivía en un
puesto cerca de las casas y tenía un hijo embrujado. Fabio salió al campo a ver a su tropilla, fueron
hacia el mar, llegaron a un cangrejal en el que la yegua Garúa y el bayo Comadreja habían quedado
atrapados. La yegua salió solita y a Comadreja lo ayudaron, luego volvieron al rancho. Al atardecer
comieron y luego Don Segundo tendió hizo su cama afuera. Don Sixto dormía en su habitación.
Fabio no podía dormirse. Al rato, Don Sixto comenzó a luchar contra fuerzas invisibles defendiendo
a su hijo embrujado. Fabio estaba tan asustado que no pudo moverse, hasta que apareció Don
Segundo y juntos lo sacaron de la habitación. Durmieron afuera los 3. A la mañana, luego de tomar
unos mates, se fueron al potrero vecino, donde al día siguiente deberían recoger hacienda alzada.
El viejo se había ido a ver al hijo.

Capítulo 16

Al caer la tarde llegaron a la población y hablaron con la gente de ahí sobre los caballos. Un
hombre le preguntó a DS de donde eran, y este les dijo que eran de San Antonio. El mismo hombre
le contó que el también había trabajado ahí, en los campos del general Roca. Llegaron al rancho.
Había aproximadamente unos 20 hombres, y al día siguiente, llegarían unos 10 más. Comieron la
cena y se fueron a dormir. De madrugada Fabio salió con su Moro, junto a dos hombres de unos 20
años. Uno era alto, aindiado, lampiño; el otro, era rubio y flaco, con ojos sesgados de gato pajero.
Se dirigían a un lugar medanoso cerca del mar. Cuando llegaron al rodeo, a Fabio le llamo la
atención el entrevero que había: estimaba que había 5000 animales, de todos los pelos y tamaños.
También le llamó la atención el gran número de animales heridos de todas clases. Comieron y
matearon. Luego, cuando Fabio se había alejado de los demás, escucha unos gritos: un toro iba en
su dirección, y unos paisanos lo estaban corriendo. Fabio supo controlarlo, haciendo quedar al toro
sobre el lomo.

Capítulo 17

Empezó el torneo. Fabio, con su bayo y el rubio al rubio, con gateadito liviano, formaban una
pareja luciente y ligera. Se dedicaron al aparte. Cada cual se esforzaba en lucir su crédito, su
conocimiento y su audacia. Don Segundo, con su alazán y un viejito, con su petiso cebruno,
formaron pareja. Un paisano se cayó y lo ayudaron, se había lastimado la pierna izquierda.
Aprovechando la distracción el animalaje armó un revuelo. Un toro barroso hirió a Comadreja, el
caballo de Fabio, y este lo cambió por su lobuno, Orejuela. Continuaron el trabajo que finalizó no
mucho después, contando con unos 200 animales. El rubio quiso curar a Comadreja, y este le dijo a
Fabio que si quería venderlo, él lo iba a comprar. Pero Fabio, que le tenía cariño al caballo, no podía
imaginarse a si mismo abandonándolo allí, herido. A esto, el rubio le explicó que se llamaba
"Patrocinio Salvatierra" y vivía en una tierra linda y pareja. No solo se ofreció a comprar a
Comadreja, si no que también al lobuno. Luego de esto, se fueron a ver unos cangrejales. Cuando
estaban volviendo al puesto, en el camino se encontraron con el toro que había herido a
Comadreja, el cual arremetió contra Fabio una vez más, pero este no resultó herido. Como Fabio
sentía mucha rabia por todo lo sucedido, quería quebrar al toro con la ayuda de Patrocinio. En una
arremetida del toro, a Fabio se le cortó el lazo y cayó quebrándose la eslilla. Patrocinio le puso el
lazo al toro, y Fabio lo acuchilló. Luego quedo inconsciente.

Capítulo 18

Fabio soñó que estaba en la estancia de Galván, quien le decía que se había convertido no solo en
hombre si no que en algo mejor: gaucho. Le dijo "el que sabe los males de esta tierra por haberlos
vivido, se ha templado para domarlos" (ser gaucho no consiste simplemente en adiestrarse en las
distintas tareas del campo, es también sufrir y dominar el sufrimiento). También le dijo que lo
esperaba su estancia y que estaría cerca de él. Fabio se sentía como si fuera otro, y tenía una
impresión de muerte. Cuando recobró el conocimiento, estaba en una pieza junto a Patrocinio y
una chica bonita que lo cuidaba. Fabio se había quebrado la eslilla, lastimado la cabeza y tenía el
costillar machucado. Durmió hasta el amanecer, y cuando despertó, se encontró en el cuarto al
hombre/paisano caído en el rodeo. El brazo de Fabio estaba inmovilizado por unas ligaduras de
cuero y lana que le había puesto DS. Patrocinio cebó mates hasta que vino una curandera que le
revisó las vendas, dijo que no había que cambiar absolutamente nada porque estaba vendado por
alguien que sabe y no corría peligro alguno. Luego de esto, fue a curar al otro hombre, que luego
se lo llevaron para su rancho. Fabio quiso ir a matear con los demás, pero se encontró con la chica
linda que había cautivado su atención, y se pusieron a charlar mientras tomaban mate. La chica le
preguntó sobre la noche que pasaron en lo de Don Sixto Gaitán, y le contó que esa misma noche el
hijo de él había muerto. A esto, Fabio, que estaba asustado por la coincidencia, le contó la historia
vivida. Luego de esto, la chica, llamada "Paula" le cuenta que ella es hermana de Patrocinio, y que
ambos estaban allí para ayudar. Entra Patrocinio a la cocina y le cuenta a Fabio que a la mañana
siguiente se iría para su rancho y empezó a hablarle de los caballos, resolvieron que el bayo y el
lobuno serían vendidos por $80. A todo esto, Fabio asumió que como Patrocinio se iba para su
rancho, Paula también. Había tomado la decisión de partir con ellos al día siguiente cuando Paula
le dice que en realidad, ella no se iría.

Capítulo 19

En el rancho eran: Don Candelario (dueño de la casa), Fabiano (un mensual), Numa (un muchacho
de su edad), Doña Ubaldina (mujer del patrón), el puestero (hombre afable, de pocas palabras),
Paula (hacendosa y risueña), las 3 muchachas de la casa (secas y ariscas, nunca salían de la pieza), y
él. Numa estaba atrás de Paula y Fabio la celaba, le guardaba rencor a Paula por haberle inspirado
amor a semejante vagabundo/holgazán. Fabio tenía pesadillas. Al tercer día volvió la curandera y le
aflojó las vendas. A los diez días del tratamiento, se sentía sano del brazo y enfermo del alma. Los
"juegos" entre él y Paula crecieron, como también la antipatía por Numa, el cual siempre estaba
burlándose de Fabio, hasta que un día se enfrentaron. Fabio lo hirió con su puñal en la cabeza. Al
día siguiente, en la cocina, Fabio le dijo a Don Candelario que se iba. Fabio pensaba que lo habían
atendido por demás bien y que él había faltado a la casa con una injusticia. Cuando Fabio intentó
hablarle a Paula, ella no quiso. Cenaron. Saludó a todos, y cuando tocó saludar a Paula, apenas
intercambiaron algunas palabras. Fabio se fue en la noche.

Capítulo 20

De mañana llegó a un puestito, en el cual encontró a DS, y juntos siguieron el camino hacia el
norte. A los 6 días de marcha, llegaron a un boliche donde habría esa tarde una carrera.
Almorzaron en una pulpería, y allí un borracho les dio datos sobre la carrera. DS se encontró con
dos amigos, los cuales también tenían oficio de reseros. La primera carrera era entre un colorado y
un ruano. DS apostó por el ruano. Fabio tenía $380 y quería apostar, le apostó $100 a un perudo
panzón. Perdió, pero DS ganó $50. Tomó otra apuesta y ganó $30. Apostó $100 nuevamente frente
al perudo y perdió. Luego de posturas chicas, perdió $70. DS perdió $50. Los compañeros de Fabio
iban ganando, por lo que les dio $100 para que los jugaran, pero los perdieron. A Fabio le
quedaban solo $5, le apostó al perudo 5 de sus caballos y perdió. Los caballos que le quedaban
eran: Garúa, el Vinchuca, el Moro y el Guasquita. Luego de esto, Fabio y DS siguieron su rumbo por
el campo.

Capítulo 21

Llegaron a una parte de un campo donde pudieron parar para descansar y cenar. Fabio estaba
cenando mates cuando DS, su padrino, empezó a contar un cuento, el cual se desarrollaba en
tiempos de Jesucristo y los Apóstoles.

Jesús, sabía andar de pueblo en pueblo enseñando el Evangelio y curando con palabras. En estos
viajes que realizaba, siempre llevaba de asistente a San Pedro, ya que Él lo quería mucho, por
creyente y servicial. En uno de esos viajes, justo cuando estaban por llegar al pueblo, a la mula del
Señor se le perdió una herradura. San Pedro divisó un rancho que tenía un letrero que decía
"Errería", y pararon allí. Del rancho salió un anciano harapiento llamado Miseria que los invito a
pasar. El anciano encontró una argolla de plata grandota, con eso hizo a martillo una herradura y se
la puso a la mula. El Señor le preguntó al anciano cuanto le debían por la herradura, pero este,
como vio que los dos hombres eran tan pobres como él, no les cobró nada. Cuando se estaban
yendo, San Pedro le dice al Señor que eran unos desagradecidos por no haberle dado
absolutamente nada a cambio al anciano. Entonces, volvieron al rancho para concederle al anciano
tres Gracias, que él podría elegir a su gusto. Antes de empezar, el Señor le advirtió que pensara
bien antes de hacer su pedido, que no se apure. La primer Gracia que eligió fue que el que se
siente en su silla, no se pueda levantar de ella sin su permiso. La segunda Gracia fue que el que se
subiera a sus nogales, no se pueda bajar de ellos sin su permiso. La tercer Gracia fue que el que se
meta en su tabaquera no pueda salir de ella sin su permiso. A todo esto, San Pedro le dijo varias
veces que pidiera el Paraíso, pero el anciano no le daba importancia y le decía que calle. Las tres
Gracias fueron concedidas, y apenas el anciano quedó solo, empezó a rabiar por no haber sacado
más ventaja a esas tres Gracias, y dijo que si en ese mismo momento se presentara el diablo, le
entregaría su alma a cambio de veinte años de vida y dinero. En ese mismo momento, se presentó
un caballero, el cual le dijo que podía darle lo que estaba pidiendo. Firmaron los dos un contrato, y
ni bien el caballero/diablo se fue, Miseria vio que el diablo le había dejado una bolsa de oro, y
además, se veía mucho más joven y mozo. En esos 20 años, su vida cambio radicalmente, trató con
príncipes, gobernadores, alcaldes, viajo por todo el mundo, tuvo traros con hijas de reyes y
marqueses, etc. Cuando se cumplió el último año, en su rancho se presentó el diablo, haciéndose
llamar "Lilí" y le exigió la convenido en el contrato. Miseria se fue a arreglar para presentarse al
infierno como era debido, pero Lilí se sentó en una silla, y debido a la primer Gracia, no se pudo
levantar a menos que tuviera el permiso. Entonces Miseria aprovechó y le pidió que les concediera
otros 20 años de vida más y dinero. A esos 20 años los pasó igual de bien que los anteriores.
Cuando se estaba por cumplir el último año, el anciano regresó a su rancho. Lucifer ordenó que lo
fueran a buscar dos, entonces se presentó Lilí con otro hombre. Miseria, con el pretexto de que se
iba a arreglar, los dejó a los dos diablos solos, ofreciéndoles nueces de los nogales. Como esas
nueces eran muy ricas, Lilí y su compañero terminaron arriba del árbol. Quisieron bajar y no
pudieron debido a la segunda Gracia, por lo que Miseria les hizo firmar nuevamente el contrato de
los 20 años de vida y dinero. Cumplido el plazo, volvió al rancho, donde todos los diablos se habían
presentado, hasta el Rey de los Infiernos estaba allí. Miseria le pidió al Rey que probara su
identidad haciendo que todos los diablos se metieran en su cuerpo, volviéndose una hormiga. El
Rey lo hizo y metió a la hormiga en su tabaquera. Los demonios no podían salir de allí debido a la
tercer Gracia. Miseria le pegaba a la tabaquera con un martillo todos los días. Gracias a esto, no
hubo más desgracias en el pueblo y todo iba como Dios manda. Como había gente que vivía de las
desgracias y vicios de la gente (por ejemplo curanderos, médicos, abogados) comenzaron a morir,
por lo que fueron a pedirle ayuda al Gobernador, el cual también estaba afectado por la situación.
Este les dio dinero como solución. Un tiempo después, un procurador le contó la verdad al
Gobernador, le contó que todo eso estaba sucediendo por culpa de Miseria. El gobernador lo
mandó a traer y el exigió que liberar a todos los demonios. Como Miseria estaba viejo y aburrido
del mundo, cumplió con lo mandado y los diablos prometieron no volver más por su casa. Luego, el
viejo se dejó morir. Miseria fue a las puertas del cielo donde se encontró con San Pedro, quien no
lo dejó pasar por haber rechazo el Paraíso/Cielo tres veces mientras el Señor le concedía las
Gracias. Luego de esto, fue al Purgatorio y tampoco pudo entrar ya que ahi solo podrian entrar las
almas destinadas al Cielo, pero como él lo había rechazado, no podía quedarse allí, por lo que se
dirigió al Infierno. El mismo Lilí le abrió la puerta, pero como los demonios/diablos habían sufrido
mucho por las palizas de Miseria, del miedo le cerraron la puerta. Es por eso que se dice que
Pobreza y Miseria son cosas que nunca se irán de la tierra porque en ningún lado quieren admitir
su existencia.

El relato había durado una hora, luego se durmieron.

Capítulo 22

Luego de 4 días, llegaron a una estancia nueva. Don Juan, el patrón, tenía 12 potros bayos y
regalaba 2 por la amansadura. Fabio se ofreció para hacerlo. Don Segundo lo ayudó domando 5
baguales. El quinto que le tocó a Fabio, fue más difícil que los demás, pero logró sobrellevarlo,
aunque con el tobillo dolorido. El patrón elogió a Don Segundo. A las diez de la mañana se
tomaron un descanso. El hombre que los había ayudado a la mañana a enlazar los potros, le
ofreció a Fabio trabajo de domador, de parte del patrón. La propuesta lo halagaba, pero para Fabio,
vivir separado de DS, su padrino, le parecía imposible. Luego llegó el patrón, quien le preguntó su
nombre, de donde venia y el nombre de sus padres, pero Fabio evadió todas las respuestas,
contestando vagamente. Fabio rechazó la oferta de trabajo con la excusa de que tenía
compromisos que no podía dejar de cumplir.

Capítulo 23

Se quedaron en la estancia hasta dejar bien mansos y entrenados a los potros. Entre todo eso,
Fabio se hizo amigo de Antenor Barragán (muchachote grandote y delgado, ágil y fuerte, visteador
invencible, su ocupación era cualquiera, su cara morena, fina y alegre, era bondadoso, y le gustaba
meterse en apuros para probarse). Partieron un día domingo, y fueron al boliche del arroyo. Allí,
junto al pulpero “de mala bebida” tomaron unas cañas. Al salir, unas de las personas que vio Fabio
fue Antenor, quien lo invito a tomar una copa. Fabio estaba hablando con él cuando un
desconocido se les acercó, les dio la mano y comenzó a hablar en voz alta con todo el mundo.
Parecía de 50 años y al parecer venía de lejos. Al rato, el hombre logró ser el centro de atención
general. Este le hablo a Antenor como si lo conociera, hizo alusión a su destreza física y su
habilidad para el visteo. No se sabía muy bien lo que este hombre quería, ya que daba muchas
vueltas. Así fue provocando a Antenor, incitándolo a pelear. En eso, DS interviene y le dice a
Antenor que estaba desperdiciando la ocasión para divertirse un poco con aquel desconocido que
había demostrado cierto resentimiento. Todos salieron al patio a presenciar la pelea, en la cual
Antenor terminó acuchillando al desconocido/forastero y huyendo a caballo. Luego llegó la policía
con un médico, y ellos se fueron.

Capítulo 24

Fabio reflexiona sobre todo lo sucedido, "¿Somos como creemos, o vamos aceptando los hechos a
manera de indicaciones que nos revelan a nosotros mismos?". "La ley del fuerte es quedarse con la
suya o irse definitivamente", ·Del suelo no voy a pasar" suele decir el domador, entendiendo con
ello que a todo hay un límite y que, al fin y al cabo, el poder está en no asustarse ante él. DS solía
llamar a su cuerpo "La Osamenta" y este, no debía denegarse al empleo que él quisiera darle.

Una semana anduvieron sin trabajo, hasta que se ofrecieron como peones para un arreo de 600
novillos, la marcha duraría doce días. Salieron al atardecer de un día caluroso y tormentoso.
Después de cenar, ya de noche, cayó un rayo que hizo que toda la tropa/hacienda se asustara y
alborotara. Recordaron que tenían que pasar por el cauce de un zanjón hondo y tenían que
impedir que los animales cayesen allí. Fabio, junto a uno de sus compañeros, luchaban para que
los animales dejaran de caer en la zanja, pero en eso, el caballo de Fabio se resbaló, haciéndolo
caer, pero logró salir. Luego de que la tormenta hubiera terminado, juntaron los novillos dispersos.
Como había animales que no habían podido salir de la zanja, Fabio y los demás hombres bajaron a
la zanja a rescatar a los animales, pero cinco vacunos estaban heridos y agonizando. Mandaron un
chasqui a ofrecer al carnicero la carne de los quebrados/heridos, por el precio que quisiera. Este
mismo chasqui, debía mandar a otro hombre a que le cuente el incidente al patrón. Fabio llevaba
tres caballos: el Moro, el Vinchuca y el Guasquita, mas los dos baguales que había recibido como
pago por la doma de los bayos.

Entre todos los animales que había en la tropa/hacienda, había unos 30 torunos chúcaros, que casi
siempre peleaban. Un bayo bragado era el peor de todos ellos, el cual se había peleado un par de
veces con un palomo. Un día, ocurrió un episodio/conflicto entre ese bayo bragado y el caballo de
Demetrio, es decir, el palomo. Como el palomo resultó herido, tuvieron que sacrificarlo.

Seis días más anduvieron. A la tarde llegaron a un potrero, donde dejaron la hacienda. Demetrio
cayó de su mancarrón golpeándose la cabeza y durmiéndose al instante. Los demás matearon,
arreglaron sus caballos, sus prendas de trabajo, y esperaron la noche.

Capítulo 25

Se levantaron a la salida del sol y salieron. Cuando estaban pasando por las quintas de Navarro, le
vinieron recuerdos a la mente de la riña de gallos, y apareció su viejo amigo, Pedro Barrales, quién
traía noticias para él, y le entregó una carta, la cual estaba dirigida a Fabio Cáceres y la había
firmado Don Leandro Galván. En la carta decía que el padre de Fabio, "Fabio Cáceres", había
muerto y que este dejaba en manos de su hijo la tarea de llevar a cabo el negocio de su padre. A
todo esto, Fabio sentía una mezcla de sentimientos: ternura, tristeza, ira. Fabio fue a donde estaba
DS y Pedro. DS le dijo que lo reemplazarían en la tropa, y también le dijo que lo acompañaría.
Fabio no podía creer lo que decía la carta, él creía que no tenía que recibir consejos, ni dinero ni un
nombre siquiera, de absolutamente nadie. DS le explicó que su padre era un hombre rico, y que no
había nada malo en él, y dio a entender que su madre era una persona digna de admiración.

A Fabio le había dado vergüenza que Pedro lo tratara con cierto distanciamiento, por eso lo
provocó, pero Don Segundo, (al que le puso un nuevo apodo: Tata, como un gesto para
demostrarle su gratitud por seguir reconociéndolo como el mismo gaucho de siempre a pesar de la
situación), hizo que le pidiera disculpas. Luego, Fabio pensó en rehusar la herencia, en huir, y un
par de cosas más. En lugar de alegrarse por las riquezas que tendría, se entristecía por las pobrezas
que iba a dejar, ya que detrás de todas ellas, estaban sus recuerdos de resero vagabundo y una
voluntad de andar.

Se despidieron de los compañeros (entre todos los apretones de manos, Fabio sentía que se decía
adiós a sí mismo) y marcharon al mismo rancho del día de la riña de gallos. Fabio se sentía ajeno,
algo incomprensible pesaba sobre su entendimiento. Tuvo pesadillas. A la madrugada ensillaban
para marcharse, y mientras, Fabio se dio cuenta de que él era muy distinto a DS y Pedro, ya que él
había dejado de ser un gaucho. Matearon antes de salir para lo de Galván, lugar donde según
Fabio, "Lo saludarían como a un recién nacido, le entregarían sus bienes y su plata, se haría cargo
del establecimiento, se vestiría como un señor, mandaría a la gente, y se haría servir como un
magnate”. Luego, Fabio pregunta si todo eso quiere decir que había dejado de ser un gaucho, a lo
que DS, su padrino, le responde: "¿Que más te da?", Fabio responde diciendo que preferiría seguir
con su vida de gaucho o morir, ya que él no estaba en condiciones como para merecer todo
aquello. Luego de esto, Fabio vuelve a preguntarle a DS si es que todo ese dinero que había
heredado iban a desmentir su vida como paisano, a lo que DS le responde que si Fabio es un
gaucho de verdad, llevaría su alma por delante "como madrina e'tropilla" (esto quiere decir que
ser gaucho o no serlo es una condición espiritual, una forma de conducta).

Capítulo 26

Esa noche llegaron a Luján. Al día siguiente partieron y hicieron noche en “La Blanqueada” donde
el pulpero los agasajó. Luego, al día siguiente, visitó al peluquero, el cual lo trató con mucho
respeto, luego visitó al platero, el cual le ofreció sus vidrieras, luego visitó a los copetudos, los
cuales se mostraron más cariñosos que nunca. Todos ellos no mostraron señales de acordarse del
pasado de Fabio. Al mediodía comieron en “La Blanqueada”, donde Don Pedro preguntó acerca de
su ausencia. Como Don Pedro se tuvo que quedar a atender su negocio, DS y Fabio partieron hacia
lo de Galván. En el camino, Fabio volvió a afligirse: en su condición anterior, nunca se había
ocupado de su nacimiento, ya que "guacho" o "gaucho" le parecían lo mismo, porque entendía que
ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo. Pensó que él era lo que los
ricos tienen por la deshonra de familia.

Finalmente llegaron, y se encontró con Don Leandro, el cual lo miraba con un gran cariño. Leandro
empezó a hablarle, y este dijo algo que hizo que Fabio reviviera el sueño que había tenido tiempo
atrás (se refiere al sueño que tuvo al quedar inconsciente quebrando al toro) "Ya has corrido el
mundo y te has hecho hombre, mejor que hombre, gaucho. El que sabe de los males de esta tierra,
por haberlos vivido, se ha templado para domarlos". Fabio se sentía como si fuera otro y tenía una
sensación de muerte.

Luego de esto, Leandro llamó a Raucho, su hijo (curtido por la vida de campo, daba impresión de
fortaleza, de confianza en sí mismo y de alegre simpatía, tenía facciones finas y una expresión de
inteligencia franca), para que se fueran haciendo amigos. Este le mostró su tropilla, su cuarto, y le
consiguió un permiso para que comieran en la cocina con los peones. Matearon con Don Segundo
y Valerio, el cual mostró una gran alegría a ver a Fabio. Luego de esto, estuvo conversando por
mucho tiempo con Raucho sobre su pasado, pensando con detenimiento los episodios de su
existencia. Fabio se dio cuenta que hasta ese momento, nunca había podido hacer eso, "pensar
con detenimiento", ya que su presente siempre lo obligaba a una continua acción atenta. Hablaron
hasta que Fabio se cansó, y luego durmieron.

Capítulo 27

Habían pasado 3 años desde que había llegado a la estancia, donde todo allí era suyo. Para Fabio,
la pampa de Dios había sido bien suya, ya que sus cosas fueron amigas por derecho de fuerza y
baquía. Fabio se había quedado allí por los consejos de su tutor, Leandro, reforzados por DS, y
además, porque este aceptó quedarse en el campo.

Los dos primeros años vivió en el rancho con DS. Desde que Fabio llegó allí, nunca consideró a la
casa principal como una residencia en la que pudiera vivir, él tenía como un instinto salvaje, que lo
hacía tender cama afuera y escapar de todo encierro. También continuó levantándose al alba y
acostándose a la caída del sol.

DS, Fabio se reunían frecuentemente con Raucho. La amistad entre Fabio y Raucho se había
sellado muy pronto. Les gustaba intercambiar potros. Mutuamente se sirvieron de padrinos
durante la amansadura de los potros/caballos. Ese compañerismo que tenían, estaba hecho de un
modo "muy gaucho", y para ellos, esa era una forma de estar siempre presentes el uno para el
otro.

En la casa de DS, su padrino, pasaban los mejores ratos, mateando, guitarreando, mientras DS
contaba fantasías, relatos o episodios de su vida. A raíz de estas charlas, Racuho empezó a
influenciar a Fabio con sus aficiones. Raucho sabía mucho en cuanto a lecturas, libros y idiomas.
Raucho también le contaba sus aventuras y diversiones.

A todo esto, poco a poco, a Fabio se le fue formando un nuevo carácter y nuevas aficiones,
buscaba educarse. La educación que le daba Don Leandro, los libros, y algunos viajes a Buenos
Aires con Raucho, lo fueron transformando en un hombre culto. Pero aún así, había algo
"inadaptado" que le quedaba de sus vivencias pasadas.

Esa misma tarde, a las 5, se fue al callejón, lugar donde se encontraría con DS. Fabio sabía que DS
estaba hecho para irse, ya que tres años de permanencia en un mismo lugar, lo habían saturado de
inmovilidad. Juntos fueron a una loma nombrada "Del Toro Pampa", lugar donde habían acordado
despedirse. Volvieron a desearse una vez más la mejor de las suertes, y Fabio lo vio alejarse
lentamente, para él, DS era su padre adoptivo. La soledad que todo esto le provocaba, le hizo
sentir una mezcla de sentimientos, no sabía si rezar, o si dejar fluir su tristeza. Luego de esto, dio
vuelta su caballo y lentamente, se fue para las casas. Fabio se fue, como quien se desangra.

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