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Oír voces

Manuel Desviat

Pep Carrió, Solo existe la


herida de uno mismo, 2012

S abemos qué es percibir e imaginar,


pero nadie nos autoriza, como escri-
be Lantéri-Laura, a pretender que sabe-
al demonio que le importunaba dema-
siado en su retiro de Warturgo1–, para
los psiquiatras de hoy basta su presen-
mos con la misma certeza qué es aluci- cia para diagnosticar esquizofrenia. Las
nar1. De las voces, de las conversaciones “voces alucinatorias que comentan la
“percibidas sin objeto”, solo sabemos propia actividad, que discuten entre
lo que nos cuentan quienes las oyen. ellas sobre el enfermo u otros”a son un
Presentes en la historia de la humani- criterio suficiente para diagnosticar la
dad desde sus orígenes, ora como ex- esquizofrenia para la CIE-10, al igual
periencias místicas, comunicaciones de que para el DSM IV TR: “…si las ideas
1
Lantéri-Laura G. Las alu- los dioses o el demonio –recuérdese delirantes son extrañas, o si las ideas
cinaciones. México D.F: cuando Lutero lanzó su tintero a la cara delirantes consisten en una voz que co-
FCE; 1994.

a
Criterios para el diagnóstico de esquizofrenia en el DSM: “Sólo se requiere un síntoma del Criterio
A si las ideas delirantes son extrañas, o si las ideas delirantes consisten en una voz que comenta
continuamente los pensamientos o el comportamiento del sujeto, o si dos o más voces conversan entre
ellas.(DSM IV TR). Y en la CIE-10: “Presencia como mínimo de un síntoma muy evidente o dos o más
si son menos evidentes, de cualquiera de los grupos uno a cuatro…- siendo el 4: “Voces alucinatorias
que comentan la propia actividad, que discuten entre ellas sobre el enfermo u otros”.

2 Átopos 
co-Psychologique, como puede com-
probarse en los Annales médico-psy-
chologiques, de mediados del siglo xix5,
en la encuesta realizada por la Society
or Psychical Researchb y, más cerca de
nosotros, en las investigaciones que re-
cogen Marius Romme y Sandra Escher
de personas en poblaciones sanas que
escuchaban voces.7

El hecho es que con la medicalización


de la locura, a mediados del siglo xix,
las voces se convierten en síntoma de
enfermedad, en alucinaciones auditi-
vas. Un síntoma físico donde se pierde
su contenido semántico, establecién-
dose la duda de si su contenido signifi-
ca algo. Así pues, nos encontramos una
vez más en esto de las voces con la con-
tinuidad o la discontinuidad o, dicho de
otra manera, con la ruptura o no entre
la razón y la locura, con la estanqueidad
o permeabilidad entre lo normal y lo Esquirol J.E.D. Des
2

patológico. Una interrogación que se maladies mentales. Pa-


acompaña de otra interpelación crucial: ris: Frénésie; 1989.

menta continuamente los pensamien- ¿tienen algún sentido las voces o son
Esquirol E, Daquin J.
3

tos o el comportamiento del sujeto, o si solo ruido? Por una parte, la psicopato- Sobre las pasiones.La
dos o más voces conversan entre ellas”. logía descriptiva, hoy preponderante, filosofía de la locura.
Pero no ha sido siempre así. Desde que sostiene que esas voces son ruido, que Madrid: AEN; 2000.

Esquirol2-4 y posteriormente su discípu- debemos aislar la señal neurológica


Esquirol J.E.D. Memo-
4

lo Jean Pierre Farelt introducen en la causal del ruido en que viene envuelta. rias sobre la locura y
psiquiatría las alucinaciones como per- Convertidas en signo, las alucinaciones sus variedades. Ma-
cepciones sin objeto, acabando con la dejan de tener valor psicoterapéutico; drid: DorSA, 1991

polisemia que venía arrastrando desde importan en el diagnóstico solo en el


Garrabé J. Ey. Le Ples-
5

la antigüedad, surge el debate en los último tercio del siglo pasado. sis-Robinson: Institut
foros médicos de si uno puede alucinar Synthélabo; 1997.
sin padecer alienación mental, si se En el otro extremo de la consideración
Berrios G.E. Historia
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puede escuchar voces sin estar loco. clínica y psicopatológica, Henry Ey es-
de los síntomas de los
Controversias que en Francia animaron cribe en su Traité des Hallucinations trastornos mentales.
múltiples sesiones de la Societé Médi- que, desde su primer contacto con la México DF: FCE; 2008.

b
Encuesta con 1684 respuestas positivas de las 17000 recibidas en sujetos que eran considerados
normales (Berrios G, Historia de los síntomas…, pp. 77-79)6.
  Átopos 3
psiquiatría, se sintió fascinado por la causas, pero, sin embargo, en la segun-
alucinación: “este misterio por el cual da, tendríamos que extender el desdén
se transparenta el milagro de la percep- y el desconocimiento de la psicopatolo-
ción, y que constituye la clave de bóve- gía al propio cuerpo de los psiquiatras
da de toda la psicopatología, porque y psicólogos clínicos.
es en relación a ella que se ordenan to-
dos los interrogantes a los que debe La cuestión, digámoslo una vez más, no
responder el saber psiquiátrico5, 8. Clave es naturaleza versus cultura, pues no se
de bóveda de la semiología, de la psi- niega la importancia del soporte biológi-
copatología, y delimitación de dos for- co (véase en este número el artículo de
mas de afrontar el tratamiento. Pues si Vicente Molina), sino el ingenuo e intere-
lo que el contenido de lo que el pacien- sado planteamiento que pretende redu-
¿Para qué entretener- te escucha ya no tiene significado para cirlo todo a la biología. La psicopatolo-
nos en escucharlas, en
buscar un sentido a lo el terapeuta, ¿para qué entretenernos gía encuentra su razón de ser en la
que se dice?, ¿para en escucharlas, en buscar un sentido a búsqueda del sentido de los síntomas,
qué enredar más al su- lo que se dice?, ¿para qué enredar más sea cual sea la metáfora que utilicemos
jeto, si la alucinación
al sujeto, si la alucinación solo es ruido, para conceptualizar el trastorno o males-
solo es ruido, contin-
gencia, y lo que impor- contingencia, y lo que importa es la falla tar psíquico, y las alucinaciones, como se
ta es la falla neurofisio- neurofisiológica que la provoca? Actuar viene sosteniendo en esta revista Áto-
lógica que la provoca? lo más eficaz y rápidamente posible, pos10, se engarzan en la biografía del su-
con dosis poderosas de neurolépticos, jeto, según el imaginario colectivo, en la
cuando no varias sesiones de TEC, se idea que de la enfermedad se hace en
convierte en la primera opción para una cada momento histórico cada cultura.
buena mayoría de discípulos de los
Rome M, Escher S.
7 DSM, las CIE y numerosas y consensua- En cualquier caso, formen parte o no
Dando sentido a las das guías. El engarce con la biografía, del tránsito de la locura a las caracterís-
voces. Madrid: Funda- con la patobiografía del sujeto, está ticas de la modernidad; sea la esquizo-
ción para la preven-
fuera de lugar o sirve como una distrac- frenia una enfermedad de la soledad y
ción tratamiento de la
esquizofrenia.; 2005. ción coloquial, para vestir el acto médi- cierto desamparo de nuestra época
co o la historia clínica. ante la laicidad de la razón ilustrada, las
E y H. Traité des Hallu-
8
voces y el delirio son (para muchos clíni-
cinations. París: Mas-
Volviendo a Henry Ey, en una conferen- cos) una defensa ante el caos, ante el
son; 1973.
cia de 1945, recogida en sus Estudios desmoronamiento de la razón que pro-
9
E y H. Estudios psi- psiquiátricos9 (p. 15 t 1), decía que la duce el brote psicótico: una reconstruc-
quiátricos. Buenos Ai- primera causa de la crisis de la psiquia- ción, un intento de resolución de la cri-
res: Polemos; 2008.
tría era el desinterés casi total de los sis, de cegar la rotura de sentido de las
10
Véase, entre otros, el poderes públicos y de la opinión públi- palabras, de la vida. Como José María
artículo de Namdev ca en relación a los problemas sociales Álvarez y Fernando Colina escribieron
Freund y Ana Moreno, de la psiquiatría, y la segunda, el desco- en esta revista11, las voces son gritos
Escuchando voces…y
nocimiento, cuando no el desdén, que que reclaman la presencia de alguien,
contarlo en la red, Ato-
pos, 11, 2011. el cuerpo médico manifestaba en rela- gritos para combatir la soledad. Todas
ción al hecho psicopatológico. Hoy po- significan ven… Son compañía, así lo
Álvarez J M. Las vo-
11
dríamos estar de acuerdo, casi setenta atestiguan en mucha ocasiones los pa-
ces y su historia, Ato-
pos, 6, pp 4-12.
años después, con la primera de las cientes que atendemos.

4 Átopos 
–No, doctor, con la medicación ya no tado, aseado, sonriente, tranquilo; cosa 12
Schreber DP. Sucesos
memorables de un en-
oigo las voces. Pero, doctor, ahora na- que no es habitual en él.
fermo de los nervios-
die me avisa de los peligros…- P. lleva- Madrid: AEN, 2003.
ba muchos años conviviendo con vo- –Las voces me han dado vacaciones,
ces y delirios megalomaníacos y de doctor, tenía mucho trabajo, ya sabe,
referencia; voces que −nos decía− “no soy ministro de economía, y todo está
me dejan vivir”. La clozapina resultó efi- mal. La crisis… –Pablo viene relatando
caz y acabó con ellas. desde hace años que su trabajo es
–¿? mental, generalmente lo cambia y suele
–De los semáforos en rojo… andar muy ocupado en ingentes tareas
de ámbito internacional. Es la primera
–Las “chicas” me han abandonado, es- vez que se da, que las voces le dan va-
toy sola…Me cuenta J., 66 años, en tra- caciones.
tamiento desde los 20 años, que, prác-
ticamente sin familia, vive sola, en una Están las voces auténticas, y las de la
infravivienda del barrio de Tetuán, con enfermedad. Como escribió Schreber12.
menos de 400€€ de renta al mes. Las que nos cuentan, y las que nos es-
conden. Unas nos las otorgan, son de la
–Te veo muy bien, Pablo –le digo a un enfermedad, son para nosotros; otras
paciente de 40 años que viene encorba- son de ellos: las auténticas.

  Átopos 5

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