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INTRODUCCION:
Las punas de la sierra central del Perú aparecen como una región hostil y poco adecuada
para la vida. Ubicadas en una zona altitudinal extrema, entre 3800 y 4600m, se
caracterizan por una eficiencia térmica muy baja, inadecuada para la formación de suelos,
por lo que su flora casi se limita a un sistema de pastizal propio de ecosistemas
clasificables como “paramo húmedo” (Holdridge 1947; Tosi 1960)
Otro punto fundamental son las bajas temperaturas reinantes, con promedios anuales de
5-7° C, a altitudes de 3950m, y de 3-4°C, a 4500m, deben contarse entre los factores que
determinan su deficiente productividad primaria de energía. A una altitud de 4000m se
suelen registrar unos 240 días del año con temperaturas iguales o menores de 0° C, lo
que debe ilustrar una de las condiciones que impiden la descomposición de materia
orgánica, y con ello la constitución de suelos adecuados para el desarrollo de plantas que
no sean pastos forrajeros de consumo animal.
Las características del paleo clima en las regiones de altitud extrema en los Andes
tropicales permanecen como un área todavía abierta para la investigación científica. El
conocimiento de las condiciones medioambientales del Pleistoceno Final y del Holoceno
es aun escazo y superficial. Con la sola excepción de la versión de procesos glaciares en
correlación invertida, respecto del hemisferio norte, propuesta por McNeish(1971), parece
haber un consenso general en favor de una correspondencia de la secuencia de
glaciaciones en los Andes con las observadas en Norteamérica y el Viejo Mundo. Es
ahora evidente que estos avances glaciares fueron de una magnitud considerable. La
línea actual de los hielos está por encima de los 5000 m, pero es clara la presencia de
morrenas terminales a menos de 4000 m. Por ejemplo, el pueblo de San Pedro de Cajas,
en el sureste de la región de Junín, está ubicado en un gran circo glaciar, desecado
gracias al drenaje producido por dos ríos, el Yanayacu y el Shaca, que cortan una
morrena a una altitud de 3900 m. Más al sur de la región, cerca de la ciudad de La Oroya,
se pueden notar morrenas terminales y laterales a altitudes de 3600 m. Obviamente, la
mayor gradiente de algunos valles debe haber facilitado el desplazamiento de glaciares
hasta menores altitudes aún. Estos procesos fueron más marcados en el caso de la
cordillera Oriental, debido a regímenes de precipitación más intensos. Así, los glaciares
de San Antonio y Huaytapallana, al este de Huancayo, unos 150 km al sur de Junín, han
dejado morrenas en el piso del valle a 3400 m de altitud, esto es, más de 1000 m más
abajo que la actual línea de nieves perpetuas en Huaytapallana. Los intentos de
determinación del inicio del Holoceno presentan también problemas. De acuerdo a las
informaciones de Cardich (1964), el estadio glaciar “Antarragá” sería contemporáneo con
la fase climática Janca 4, fechada entre 9000 y 8000 AC, marcando el final del
Pleistoceno. Datos más recientes (Wright y Bradbury 1975; Matos 1976) indican que la
región circundante del lago de Junín habría estado libre de hielos desde hace 16500
años. Si consideramos que el espejo del lago de Junín está a casi 200 m más de altitud
que el lago Lauricocha, entonces las ocupaciones en las cuevas de Lauricocha,
reconocidas como el Horizonte Cultural Lauricocha I, no son pleistocénicas sino
primordialmente del Holoceno.
Las condiciones climáticas del Holoceno se conocen en términos generales sólo gracias a
los esfuerzos de investigación de Cardich (1964). Su esquema considera una serie de
fases a partir de 8000 AC, cuando una franca desglaciación que habría durado unos 1000
años se habría interrumpido por un recrudecimiento del frío, al cual llama “estadio
Sheguel-Huaman”. Hacia 6000 AC, un nuevo retraimiento de los hielos habría iniciado
una etapa de eficiencia térmica excepcionalmente alta, coincidente con el optimum
climaticum, que se ha registrado en otras áreas del mundo. Esta situación habría
prevalecido hasta 2000 AC, cuando el clima se habría estabilizado en niveles
comparables a los regímenes de temperatura moderada que se observan en el presente,
pero con etapas alternas de mayor humedad. Las peculiaridades climáticas del Holoceno,
sin embargo, aún están por ser determinadas con mayor exactitud. Esfuerzos en esta
dirección están siendo realizados por Wright, a base de estudios de sedimentos en lagos
de las punas de Junín, y por Cardich, utilizando criterios arqueológicos (Cardich 1975).