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1. La magnitud de un sismo
Como ya sabemos, para medir los eventos sísmicos se establecen dos criterios: la magnitud y la
intensidad. La magnitud se expresa en unidades que se miden con un aparato llamado sismógrafo
y que proporciona un sismograma o registro de las ondas sísmicas. Para desarrollar estas
mediciones existen escalas que permiten medir la magnitud de un sismo.
La Escala de Richter no tiene un límite superior. Sin embargo, el terremoto de mayor grado
registrado ha sido de 9,6 y corresponde al de Valdivia de 1960 en Chile.
La Escala de Richter busca representar la energía liberada en un terremoto, sin embargo, los
métodos usados para su creación no permiten que esta escala sea efectiva en calcular de manera
exacta la magnitud de sismos superiores a 6.9.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20150223/54427548710/efectos-terremoto-magnitud-richter.html
Desde inicios del presente siglo, las limitaciones de la Escala de Richter, para otorgar descripciones
exactas de la liberación de energía en sismos mayores a 7, ha llevado a los sismólogos a crear otra
escala denominada Magnitud Momento, que a diferencia de la de Richter, no se satura y permite
describir eficazmente el tamaño de los sismos, ya sean muy grandes o muy pequeños. Esta escala
se comenzó a usar en 1979 y se considera más estándar que las otras existentes antes. Se
fundamenta en el concepto del “momento sísmico”, que representa la cantidad de energía
liberada durante el evento y se define a partir de tres parámetros:
Los parámetros anteriores son los que permiten determinar el “momento sísmico”, pero también
se puede hacer mediante cálculos de programas computacionales (Tarbuck, E. & Lutgens, F., 2001)
En Chile, se usan ambas escalas, Richter, que es la de Magnitud Local (Ml) y la Escala de
Magnitud Momento (Mw). A raíz del sismo ocurrido en Coquimbo en 2015, el director del
Instituto Sismológico Nacional (ISN) explicó que se sigue usando la Escala Richter para los sismos
de magnitudes menores a 6, pero para aquellos que son superiores a esta medida, se reemplaza
por la Escala de Magnitud Momento, debido a que esta no se satura como la de Richter y
representa de mejor manera el tamaño del terremoto. Esto ha llevado a pensar que la Escala de
Magnitud local o Richter es obsoleta, sin embargo hace un buen trabajo para magnitudes
menores a 6.
Fuente: http://www.biobiochile.cl/noticias/2015/09/17/por-que-el-centro-sismologico-usa-magnitud-local-ml-y-
magnitud-de-momento-mw.shtml
2. La intensidad de un sismo
Como ya hemos visto en unidades anteriores, la intensidad expresa el daño producido por el sismo
en las estructuras materiales y el efecto o impacto que causa en las personas. Esto se mide con la
Escala de Mercalli, que va desde 1 a 12 grados. Esta escala no es equivalente a las escalas de
magnitud y se expresa en 12 grados que se representan con números romanos.
Fue creada en 1902 por el sismólogo italiano Giusseppe Mercalli y se basa en el efecto o daño
producido en las estructuras y en la percepción de la gente. Para establecer la intensidad es
necesaria la revisión de registros históricos, entrevistas a las personas afectadas, noticias, etc. La
forma de determinar es entonces más cualitativa y subjetiva. Por ejemplo, en un mismo
La principal causa del daño que puede originar un sismo es la propia sacudida que produce la caída
de muchos objetos que pueden causar graves daños a las personas, dependiendo del tamaño y
peso de estos objetos y el derrumbamiento de edificios. El colapso de los edificios es muy grave,
pues sus habitantes quedan atrapados entre los escombros, tal como sucedió en Chile en el
terremoto de 2010. Muchas personas mueren en estas situaciones antes de ser encontrados y
rescatados.
La mayoría de los accidentes se producen los efectos del terremoto sobre las construcciones e
infraestructura. Ya se ha señalado el derrumbamiento que puede ser parcial o total, pero también
hay otros graves daños y accidentes como los incendios producidos por cortocircuitos, escapes de
gas y materias inflamables o las inundaciones por la destrucción de diques y embalses. Otro punto
de riesgo son también los puentes y carreteras. Los primeros porque se derrumban pudiendo dar
muerte a muchas personas y porque con sismos muy fuertes los caminos se agrietan generando
con ello también accidentes.
En el caso de producirse un maremoto o tsunami, la fuerza del agua que penetra en el continente
no sólo arrasa con construcciones y viviendas, sino también genera inundaciones, destrucción de
infraestructura vial y de terrenos agrícolas y en general produce un desastre generalizado, pues el
agua arrastra escombros, desperdicios y todo tipo de materiales, por lo cual, una vez pasado el
fenómeno, los costos de las reparaciones son muy altos. A todo lo anterior, se suma la pérdida de
vidas humanas, que en el caso de un tsunami puede ser mucho mayor que un movimiento telúrico
en el continente.
Los grandes sismos no sólo generan daños materiales y humanos, sino que también producen
importantes efectos en el medio ambiente e incluso a nivel astronómico. Por ejemplo, el
terremoto del 27 de febrero de 2010 en la zona centro sur, además de generar grandes destrozos
Como se puede apreciar, el territorio chileno es altamente frágil a la ocurrencia de este tipo de
eventos por la situación geológica en la que se encuentra. Los desastres naturales que pueden
ocurrir en nuestro territorio son difíciles de controlar, de acuerdo a lo que señala los expertos, sin
embargo sí es posible conocerlos y analizarlos para desarrollar políticas de prevención de los
riesgos.
Es importante tener presente que los desastres naturales son parte de los procesos propios del
planeta. Por ejemplo, el terremoto de Valdivia de 1960 generó un importante impacto ecológico,
con la creación de humedales y el levantamiento de costas, así como el avance permanente del
mar en algunas zonas.
Para saber más visite el video: “Efectos de tsunami posterior a terremoto 2010 en
Chile”, disponible en: https://youtu.be/A0Esiu66d90
En Chile, las entidades encargadas de promover protocolos de seguridad en este sentido son la
Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI) y el Servicio Hidrográfico y
Oceanográfico de la Armada (SHOA). A comienzos de 2016, ambas entidades presentaron una
versión actualizada del protocolo conjunto, en el cual se establecen los cursos de acción ante la
ocurrencia de un sismo de origen cercano o lejano y que implique variaciones en la zona marítima
pudiendo generar un tsunami en las costas chilenas. El objetivo fue apuntar a instrucciones más
precisas y específicas de cómo responder. Una de las cosas que se incorpora es el “estado de
precaución”, que es emitido cuando existe la posibilidad de que se genere un tsunami menor, es
decir, posibilidad de olas entre los 30 centímetros y un metro, que pueden generarse por sismos
leves o lejanos. Este estado de precaución se debe difundir a través del Sistema de Alerta de
Emergencias para celulares (SAE), los organismos del Sistema de Protección Civil en terreno y las
sirenas de la Armada.
Por otra parte, se destacó la importancia de generar una cultura de autocuidado frente a estos
eventos. A través de la actualización de este protocolo, se ratifican las coordinaciones,
responsabilidades y lineamientos comunicacionales que deberán seguir tanto el SHOA como la
ONEMI ante una eventual situación de emergencia.
Definir si la vivienda está en una zona de inundación o riesgo, a partir de las informaciones
oficiales entregadas para ello.
Se deben identificar las vías de evacuación, puntos de encuentro y las zonas sin riesgo de
inundación por tsunami, las cuales también deben ser previamente definidas. Estas deben
ubicarse al menos a 80 metros de la línea costera y hasta la cota 30, es decir, 30 metros
sobre el nivel del mar.
Tener claro dónde están las llaves de la red de gas y electricidad por si es necesario
cerrarlas en una evacuación.
Dentro de las medidas que se han encontrado en la revisión de otros protocolos de países
centroamericanos como Costa Rica, cabe señalar lo siguiente, a modo de aporte para nuestra
realidad:
Durante el sismo
Durante el sismo, si la persona está en el borde costero, debe protegerse siguiendo tres
reglas básicas: agacharse, cubrirse y afirmarse hasta que el terremoto termine. Es
importante mantener la calma y ayudar a calmar a otros, así también prestar ayuda en el
caso de tener cerca a discapacitados o personas enfermas.
Si la sacudida sucede cuando uno está en la calle o en el exterior, Ir hacia un área abierta,
alejada de edificios dañados. Después de un gran terremoto, siguen otros más pequeños,
denominados réplicas, que pueden ser suficientemente fuertes como para causar
destrozos adicionales.
Se debe evitar acercarse o entrar en edificios dañados, ya que existe gran peligro por caída
de escombros, derrumbamiento, revestimientos, etc. Sí es importante acudir a las redes
de emergencia, como bomberos, policía, etc., en caso de ser posible, para que asistan a
revisar los lugares afectados en la búsqueda de personas dañadas.
Utilizar linternas para el alumbrado y evitar el uso de velas, cerillas, o cualquier tipo de
llama durante o inmediatamente después del temblor, que puedan provocar explosión o
incendio.
Si durante el sismo no se ha podido mantener en pie, hay alta probabilidad de que ocurra
un tsunami. No se debe esperar a recibir una alerta, ya que el terremoto en sí constituye
una alerta natural de un tsunami. Se debe evacuar en forma inmediata y no demorarse
tratando de salvar las pertenencias.
En caso de recibir información oficial de alerta o tsunami o ver que se recoge el mar se
debe evacuar de inmediato. Se debe evacuar a pie, con tranquilidad, en el menor tiempo
posible, hasta alcanzar la zona libre de inundación por el tsunami y quedarse ahí hasta que
las autoridades le indiquen que es seguro regresar al hogar. Un tsunami puede durar hasta
24 horas. En caso de no poder acceder a un sector alto, aparte de alejarse se puede subir
a una construcción sólida como último recurso.
En el caso de las embarcaciones, es preferible evacuar hacia alta mar, sobre una
profundidad mayor a los 150 metros. En caso de no ser posible, se debe combinar amarre
flojo y anclaje, soltando mucha cadena para reducir la posibilidad de que la embarcación
sea arrastrada hacia la costa.
Si vive en una zona costera, siempre estar atento a ciertos signos que avisan la llegada de
un tsunami como el rápido aumento o descenso del agua de la costa. No sólo si ha
ocurrido antes un terremoto en el mismo lugar, sino si se ha sabido de la ocurrencia de
alguno en un lugar próximo o bien tener presente que cualquier evento sísmico originado
en el fondo marino también puede producir un tsunami que afecte a las costas.
Si se requiere comunicar con amigos o familiares, utilizar mensajes de texto por celular,
chat, correos electrónicos o internet en general. El exceso de llamadas puede congestionar
las redes celulares y fijas.
La Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública es el organismo
técnico del Estado de Chile encargado de la coordinación del Sistema Nacional de Protección Civil.
Su misión es planificar, impulsar, articular y ejecutar acciones de prevención, respuesta y
rehabilitación frente a situaciones de riesgo colectivo, emergencias, desastres y catástrofes de
origen natural, o provocados por la acción humana.
ONEMI fue creada por D.L. N° 369, en marzo de 1974 y actualmente su sede central está ubicada
en la calle Beaucheff 1671, en Santiago de Chile. La gestión de la actual administración de ONEMI
ha estado centrada en el reforzamiento del Sistema de Emergencia y Alerta Temprana y en el
fortalecimiento del Sistema de Protección Civil, sumado a la atención y apoyo en las situaciones
derivadas de las emergencias, por las diversas variables de riesgos a lo largo del país. (Sistemas
frontales, nevazones en la zona sur, afectación por inestabilidad post frontal, evacuación del
borde costero por alertas de tsunami, etc).
ONEMI ha constatado que la prevención es clave a la hora de salvar vidas y ha impulsado la tarea
permanente de educar a la población en materias de autocuidado a través del programa de Chile
Preparado. Además, ha desarrollado campañas junto a diversas instituciones públicas, como
CONAF y SERNATUR, en la misma línea de fortalecer las conductas preventivas.
Fuente: http://www.onemi.cl/presentacion/
En el Plan Nacional de Protección Civil, del año 2002, el Ministerio del Interior define el concepto
de Protección Civil, “entendida como la protección a las personas, a sus bienes y ambiente ante
una situación de riesgo colectivo, sea éste de origen natural o generado por la actividad humana,
es ejercida en Chile por un sistema integrado por Organismos, Servicios e Instituciones, tanto del
sector público como del privado, incluyendo a las entidades de carácter voluntario y a la
comunidad organizada, bajo la coordinación de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio
del Interior, ONEMI”. (Ministerio del Interior, 2002: pág 8).
Así, la protección no sólo debe ser entendida como el socorro a las personas una vez ocurrida una
emergencia o desastre. La misión de la Protección Civil abarca la Prevención, como supresión del
evento, y la Mitigación, para reducir al máximo el impacto de un evento destructivo. Aquí es
esencial la preparación adecuada, mediante planes concretos de respuesta; ejercitación y clara
información, para responder eficaz y eficientemente cuando una emergencia o desastre no ha
podido evitarse. Se pone especial énfasis en las actividades que dicen relación con la prevención,
la mitigación y la preparación, lo que por consecuencia lógica disminuirá las necesidades de
recursos, medios y esfuerzos en la respuesta durante un conflicto. Al centrar la atención en estos
elementos, se logra un mejor resguardo de vidas humanas, de las estructuras y bienes, ya que se
genera una Cultura Preventiva y una Conciencia de las Acciones pertinentes en cada una de estas
fases.
La idea de fondo es contar con una comunidad organizada, prevenida, preparada y entrenada,
para que el curso de la vida nacional no se vea alterado y no se comprometa el desarrollo del país.
La acciones en prevención son el primer y gran objetivo, en segundo término la rehabilitación, que
corresponde al restablecimiento de los servicios básicos indispensables en el corto plazo luego de
Para una mejor comprensión, las etapas de ciclo del manejo del riesgo se han agrupado en tres
fases:
Prevención: Aquí en esta fase están involucradas todas aquellas actividades destinadas a
intervenir en el riesgo, las acciones y gestiones previas a la ocurrencia del daño o del evento
adverso, a fin de evitarlo o suprimirlo definitivamente y, de no ser posible, reducir al máximo los
efectos que sobre las personas, los bienes y el medio ambiente puedan llegar a provocar los
fenómenos naturales o antrópicos (de origen humano). Son todas aquellas actividades destinadas
a suprimir o evitar definitivamente que sucesos naturales o generados por la actividad humana
causen daño. Por ejemplo, la erradicación de viviendas desde lugares de riesgo; erradicación de
industrias localizadas en zonas urbanas; sistema de cierre automático de válvulas para evitar
escapes de sustancias químicas, y de extinción rápida para impedir incendios. Por otra parte, está
también la mitigación, que son todas aquellas actividades tendientes a reducir o aminorar el
riesgo, reconociendo que en ocasiones es imposible evitar la ocurrencia de un evento. Por
ejemplo, la regulación de normas anti sísmicas o sismo resistentes para la construcción de
edificios, obras de represamiento o encauzamiento de ríos o canales, construcción de vías
exclusivas para transporte, de carga peligrosa, etc. Otro punto de esta fase es la preparación, que
corresponde al conjunto de medidas y acciones previas al evento destructivo, destinadas a reducir
al mínimo la pérdida de vidas humanas y otros daños, organizando las medidas y procedimientos
de respuesta y rehabilitación para actuar oportuna y eficazmente.
Bibliografía
Edured.cu. Escala de Richter. Consultado el 20 de octubre de 2016 en:
https://www.ecured.cu/Escala_de_Richter
Ministerio del Interior (2002). Decreto N° 156 que aprueba Plan Nacional de Protección Civil. 12 de
Marzo de 2002. Ministerio del Interior, República de Chile.
ONEMI. ONEMI y SHOA presentaron actualización de protocolo conjunto con nuevas medidas
preventivas ante tsunamis. Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Consultado el 23 de octubre
de 2016 en: http://www.onemi.cl/noticia/onemi-y-shoa-presentaron-actualizacion-de-protocolo-
conjunto-con-nuevas-medidas-preventivas-ante-tsunamis/
Tarbuck, E. y Lutgens, F. (2001). Ciencias de la Tierra: una introducción a la geología física [6ª ed.].
Prentice Hall, Madrid España.
Universia.cl. Efectos ambientales causados por el terremoto (18 de marzo de 2010). Consultado el
19 de octubre de 2016 en: http://noticias.universia.cl/vida-
universitaria/noticia/2010/03/18/265135/efectos-ambientales-causados-terremoto.html