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El General Serrano
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El General Serrano

Francisco Serrano y Domínguez, nació en 1810 en la Isla de León, San


Fernando, en la bahía de Cádiz. El General Serrano falleció en 1885, en
Madrid. Se casó con Antonia Micaela Domínguez Borrell, II condesa de
San Antonio, que tenía 19 años y él iba a cumplir los 40. Tuvieron cinco
hijos.

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A lo largo de 45 años llegó a: Regente del Reino; Presidente del Poder


Ejecutivo de la I República; Presidente del Gobierno Provisional;
Presidente del Gobierno en dos ocasiones; Ministro Universal; Capitán
General del Ejército; Capitán General de Cuba; Ministro de la Guerra en
cuatro ocasiones; Ministro de Estado; Embajador en Francia en dos
ocasiones; Senador desde 1845; Presidente del Senado (1865-1866 y
1879-1885); Diputado desde 1839; Vicepresidente del Congreso de los
Diputados en 1842; duque de la Torre con Grandeza de España;
poseedor del Toisón de Oro en 1866 y otras condecoraciones y
distinciones civiles y militares, nacionales y extranjeras de la época.

El General Serrano
El General Serrano fue testigo de primera fila de: La minoría de Isabel II
con las dos Regencias, la de su madre la reina María Cristina de Borbón
y la del General Espartero; el Reinado personal de Isabel II en sus
principales etapas: la Década Moderada, la revolución de 1854, el Bienio
Progresista y el Gobierno largo de la Unión Liberal (O’Donnell); el
destronamiento de Isabel II y el Sexenio revolucionario y la Restauración
de Alfonso XII.

El General Serrano por méritos propios, como militar, alcanzó los


puestos de más alta graduación: Capitán General de Granada en 1847;

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Director General de Artillería en 1854; Capitán General de los Ejércitos
Nacionales en 1856; Capitán General de Cuba en 1859; Capitán General
de Castilla la Nueva en 1865; General en Jefe del Ejército Español en
¡Compra Revista de Historia y
1874; y en cuatro ocasiones Ministro de la Guerra, como se ha
apoya la cultura!
comentado.
Ya nos siguen más de 65.000
Francisco Serrano, como político, ocupó el más alto cargo del Estado,
fans en Facebook, 9.400
pues el 15 de junio de 1869, fue elegido por las Cortes Constituyentes,
seguidores en Twitter, 5.500 +1
Regente del Reino. Ninguno de sus contemporáneos, con la excepción
en Google+ y 19.000 cultas y
de Espartero, alcanzó tan alto
selectas puesto, ni
personas Narváez,
reciben ni O’Donnell, ni Prim.
gratis
Serrano fue en política el hombre
nuestros situacionespor
de lashistóricos
artículos límite, siendo
requerido en situaciones extremas a
email.Apúntate para resolver
nuestro problemas concretos.
selecto
Era un hombre dialogante,
boletín, propenso a la conciliación,
y te avisaremos cuandoque supo
escuchar a su oponente y no dudaba,
publiquemos cuandoartículo
un nuevo lo juzgaba necesario,
llegar a un consenso.histórico,
Según el profesor
para queJesús Pabón: “Coincide un
lo leas
momento con Espartero, otro
cuandocon Narváez; dilatadamente con
te plazca.
O’Donnell, pues llega a ser gran figura de la Unión Liberal.
Personalmente relacionado con todos, menos dispuesto a la
Regístrate,
identificación con ninguno, amante
inclinado de la
a un proceder político y
Historia
conciliador, pero independiente. Serrano será el hombre de las crisis, es
decir, de los momentos agudos y de transición: Ministro Universal, Jefe
de Gobierno Provisional, Regente”.
El General Serrano. El militar made with

Descendiente de una familia de militares, Serrano se sintió atraído


desde su infancia por la milicia. Con 12 años, el 17 de abril de 1822
como Cadete en el Regimiento de Caballería de Sagunto. Tres años más
tarde era Alférez. A causa de las liberalidades de su padre, el Mariscal
de Campo, Francisco Serrano Cuenca, durante la Década Ominosa
(1823-1833), recayó sobre él la acusación de liberal, pasando a la
situación de indefinido durante tres años, hasta 1828, posteriormente
pasó a la de ilimitado, hasta que en 1830 fue purificado. Entonces
solicitó plaza en el Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras,
siendo destinado a Málaga y nombrado Subteniente, destino en donde
permaneció hasta 1832. La Primera Guerra Carlista, iniciada a la muerte
de Fernando VII, supuso el comienzo de su carrera militar y su época de
gran soldado. A lo largo de los siete años que duró la contienda, se
consolidó su prestigio militar, empezándola de Subteniente y
acabándola de Mariscal de Campo. En 1833 regresó al arma de
Caballería, en el Regimiento de Coraceros de la Guardia de Madrid. Fue
ayudante del General Espoz y Mina, General en Jefe del Ejército del
Norte, durante el año 1835, y de su padre, General en Jefe de Cataluña,
desde el año 1836, obteniendo la Cruz Laureada de San Fernando. Al
firmarse el Convenio de Vergara en 1839, ya era Coronel, y al año
siguiente ascendió a Brigadier. En octubre de 1847 fue nombrado
Capitán General de Granada. Durante esa época combatió con éxito
contra los piratas rifeños, situados en las Islas Chafarinas.
Posteriormente solicitó Real Licencia para viajar por Europa y conocer a
fondo la organización militar rusa y prusiana. Posteriormente solicitó
otra Licencia para estudiar los sistemas de defensa de Francia y
Alemania, pues poseía aptitudes y conocimientos de estrategia militar,
por lo que a partir de 1855 formó parte de la Junta de Defensa
Permanente del Reino y a partir de 1858 fue vocal permanente de la
Junta Consultiva de Guerra.

Tres situaciones importantes marcaron su actuación militar: tropas del


General Serrano derrotaron a las del General Pavía, marqués de
Novaliches, en la batalla de Alcolea, en 1868, cerca de Córdoba, batalla
decisiva para la suerte de Isabel II. Serrano pretendía llegar a Madrid y lo
consiguió; en el frente del Norte, siendo Jefe del Estado, ante el
recrudecimiento del carlismo, a comienzos de 1873. Para evitar el vacío
de poder, desgajó la Presidencia del Poder Ejecutivo, la del Consejo de
Ministros, designando al General Zavala como Presidente del mismo,
partió hacia el norte. En menos de un mes reorganizó las fuerzas y
comenzó la ofensiva contra los carlistas. En 1874, las tropas de Serrano
ayudadas por las del General Concha, marqués del Duero, deshicieron
las posiciones carlistas de los Montes Galdames y el Paso de las
Muñecas, arrebatándoles la ciudad de Bilbao.

También es importante su actuación en los sangrientos sucesos de la


noche de San Daniel, el 10 de abril de 1865, en la que la Guardia Civil y
unidades de Infantería y Caballería del Ejército, reprimieron de forma
sangrienta a los estudiantes de la Universidad Central de Madrid que
realizaban una serenata en la Puerta del Sol de apoyo al rector de la
misma, Juan Manuel Montalbán. Montalbán había sido depuesto tres
días antes por orden del gobierno del Partido Moderado, del General
Narváez, a raíz de no haber destituido al catedrático Emilio Castelar tras
la publicación por parte de éste en el diario La Democracia de un
artículo, El Rasgo, muy crítico con la reina Isabel II, los días 21 y 22 de
febrero de 1865. Hubo nueve muertos y más de un centenar de heridos.

La sublevación de los Sargentos de Artillería del cuartel de San Gil –


situado en la actual plaza de España - cerca del palacio Real, el 22 de
junio de 1866, fue un motín contra la reina Isabel II bajo los auspicios de
los partidos Progresista y Democrático con la intención de derribar la
Monarquía. Aunque no fueron los Sargentos los que se sublevaron, no
fue un movimiento militar; en él los progresistas y demócratas
aprovecharon el descontento de los Sargentos de Artillería, cuestión
que venía tiempo atrás, por el tema de los ascensos, por la cual los
Sargentos podían ascender hasta el empleo de Comandante pudiendo
ocupar los mismos destinos, sin tener la debida formación y
preparación. Los Oficiales protestaron y la orden fue anulada. El
enfrentamiento entre Oficiales y Suboficiales fue inmediato. Hubo
muchos muertos, entre ellos bastantes civiles, que fueron engañados
por los organizadores. El General Serrano intervino en la represión no
dudando en ofrecerse a O’Donnell, Jefe del Gobierno. Por esta acción
Isabel II le concedió el Toisón de Oro.

El General Serrano, El político


Al finalizar la Primera Guerra Carlista, Serrano entra en la política
militando en el Partido Progresista, al ser elegido diputado a Cortes por
Málaga. Una de sus primeras actuaciones como diputado fue votar a
favor de la candidatura única de Espartero como Regente del Reino, en
1841. Las relaciones con Espartero se fueron deteriorando poco a poco,
motivadas por las tendencias dictatoriales de Espartero, su
personalismo político y la implacable actitud de éste ante los
fusilamientos del General Diego de León y sus seguidores, tras el fallido
rapto de la niña Isabel II de 11 años y de su hermana Luisa Fernanda, de
nueve, en 1841. En el nuevo Gobierno que Espartero ofreció a López,
éste ofreció a Serrano el Ministerio de la Guerra, siendo Ministro por vez
primera. Tenía 33 años. El rechazo sistemático de Espartero a todas las
propuestas planteadas por el Gobierno López, añadido por el
bombardeo de Barcelona – a Barcelona hay que bombardearla una vez
cada 50 años - y disolución de las Cortes en 1842, causaron la ruptura
total entre los dos Generales y la dimisión del Gobierno López. Días
después España entera se levantó contra Espartero.

Apoyado por algunos progresistas para expulsar al Regente Espartero,


antes de que de Francia llegaran los moderados con Narváez a la
cabeza, Serrano se puso al frente de la revolución que liquidó la
Regencia a Espartero. Investido Ministro Universal en 1843, reinstaló al
Gobierno López, como Gobierno Provisional y ese día lanzó un
Manifiesto al país, donde explicaba su trayectoria política: La suerte de
España consiste en la expulsión de ese hombre, cuyas ambiciosas
miras todos conocen ya; preciso es vencer el obstáculo que se opone a
la paz, a la concordia, a la libertad de nuestra patria. Aquellos que ven el
porvenir como yo lo descubro, que vengan a unirse conmigo, que
acudan a defender al País, a la Reina, a la Constitución. Tras el
encuentro de Torrejón de Ardoz en 1843, entre las tropas leales al
Regente y las de los sublevados que mandaba Narváez, Espartero tuvo
que abandonar España el 30 de julio de 1843. Repuesto el Gobierno
Provisional de López, Serrano volvió a ser Ministro de la Guerra y se
nombró Capitán General de Madrid a Narváez. El Gobierno Provisional
dio pronto muestras de debilidad, al permitir la disolución de los
Ayuntamientos, la Diputaciones Provinciales y del Senado. Se veía
claramente que el nuevo Gobierno lo iba a manipular Narváez desde su
nuevo puesto en Capitanía y por el Partido Moderado. El tema prioritario
para éstos era la mayoría de edad de Isabel II, aprobado por el
Congreso y el Senado, el ocho de noviembre de 1843. Isabel II tenía 13
años recién cumplidos.

Todo parecía presagiar una época de paz y felicidad para los españoles,
pero no fue así: los errores, abusos de poder, pronunciamientos,
conmociones populares, intrigas y deslealtades estuvieron presentes a
lo largo de todo el reinado de Isabel II. El Presidente en funciones
propuso la creación de un nuevo gabinete bajo la presidencia de
Olózaga, que la reina aceptó, bajo presiones no muy adecuadas del
mismo Olózaga, no demostradas. Por los servicios concedidos a la
Nación, Serrano fue ascendido a Teniente General y se le concedió la
Gran Cruz de la Real Orden de San Fernando.

El General Serrano. Política y milicia


Nuevamente el Partido moderado en el poder, Serrano militó en el
Partido puritano, - ala izquierda del moderantismo – tras su ruptura con
Olózaga. Es la época de la privanza de Serrano con la Reina; situación
de la que no quiso aprovecharse, comprendió que era necesario dar
paso a Narváez, actitud no comprendida aplicándole el apelativo de
Judas de Arjonilla, en alusión a las tierras familiares que, desde la Edad
Media, después del reparto de tierras que hizo el rey Fernando III el
Santo, poseía en la provincia de Jaén: Arjona, Arjonilla, Lopera y
Escañuela. Para resolver la espinosa Cuestión de Palacio en 1847 fue
nombrado Capitán General de Granada que ocupó hasta 1848.
Posteriormente se alejó momentáneamente de la política en sus tierras
de Arjona, aunque siguiéndola muy de cerca a través de la
correspondencia con el General O’Donnell, del que era muy amigo.
Igualmente mantuvo correspondencia con Narváez. De 1843 a 1853
estuvo tranquilo en Madrid, como senador que se interrumpió en 1853.
Vino el último Gobierno de la Década Moderada dirigido por Luis José
Sartorius, conde de San Luis.

La gran capacidad de Sartorius para cerrar los ojos ante los negocios
turbios y su falta de escrúpulos políticos, le llevó a conceder cargos y
ventajas a quien le pudiera proporcionar beneficios económicos o
políticos. El caso más escandaloso fue el trazado del ferrocarril de
Madrid a Irún, pues la Compañía del Norte indemnizaba con 40.000
duros por kilómetro que la vía férrea atravesaba, resultando de ello “un
t razado arbitrario, destinado a favorecer a determinados propietarios
influyentes, sin exceptuar la Casa Real”. La caída del conde de San Luis
fue estrepitosa. La causa fue la pérdida de una votación en el Senado,
precisamente sobre el tema de los ferrocarriles. Sartorius disolvió las
Cortes y comenzó a Gobernar a base de decreto. La gestación de la
Revolución dev1854, estaba en marcha. La coalición capitaneada por un
grupo de Generales, que contaba con Serrano, Ros de Olano, Dulce y
Messina, no escatimó medios ni energía para hacer caer al Gobierno del
conde de San Luis. La prensa se unió al sentimiento de los militares
publicando en diciembre de 1853 un Manifiesto, al que se adhirieron
después, escritores y políticos, tanto progresistas como moderados. El
Gobierno de San Luis reaccionó multando y suprimiendo la prensa, y
desterrando a los militares a Tenerife, Mallorca, León y a Serrano a
Arjona. También desterró a muchos políticos, pero se equivocó, pues,
concretamente O’Donnell que había sido desterrado a Santa Cruz de
Tenerife, permaneció oculto en Madrid, sin que la policía pudiese
detenerle. El 28 de junio de 1854, se alzaron los militares, siendo el
encuentro entre las tropas sublevadas, mandadas por O’Donnell, y las
del Gobierno, por el General Blaser, Ministro de la Guerra, la tarde del 30
de junio, en Vicálvaro - la Vicalvarada - en las cercanías de Madrid. Fue
un tanteo de la situación y al final los dos bandos se retiraron,
convencido cada uno de haber vencido. Lo único claro es que los
sublevados no pudieron apoderarse de Madrid, y eso se apuntó como
un éxito del Gobierno. Buscando refuerzos, O’Donnell bajó al Sur,
deteniéndose en Manzanares, Ciudad Real. Serrano, desterrado en
Arjona, al enterarse de la situación se reunió con O’Donnell, lo mismo
hizo el joven secretario particular de O’Donnell, el futuro Presidente del
Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo. Viendo que el grueso del
Ejército permanecía leal al Gobierno, Cánovas redactó el Manifiesto de
Manzanares. La difusión de dicho Manifiesto supuso el inicio de la
Revolución, pronunciándose Barcelona, Zaragoza, Valladolid, Granada,
Sevilla y otras provincias. La situación se hizo tan insostenible que
Sartorius presentó su dimisión a la Reina. Así acabó la Década
Moderada y llegó la Revolución de los días 17, 18, 19 y 19 de julio de
1854, que llenaron Madrid de barricadas, consignas revolucionarias,
saqueos e incendios.

La Reina llamó a Espartero, 11 años después de haber sido expulsado


de España. Comenzaba el Bienio Progresista (1854-1856). Espartero
formó su Gabinete en el cual era él el Presidente del Consejo de
Ministros, sin cartera, O’Donnell fue Ministro de la Guerra y Ultramar y
Serrano pasó a ser Director General de Artillería. Meses después, por
amistad hacia O’Donnell, Serrano se afilió al Partido Unión Liberal.
O’Donnell nombró a Serrano Capitán General de Madrid y miembro de la
Junta de Defensa Permanente del Reino. Desde estos cargos, Serrano
colaboró estrechamente con O’Donnell sofocando los violentos sucesos
de julio de 1856 tras la marcha de Espartero, que puso fin al Bienio
Progresista.

El General Serrano. El diplomático


El gobierno de O’Donnell sustituyó en la embajada en Paris a Olózaga
por Serrano. Posteriormente fue nombrado Embajador Extraordinario y
Plenipotenciario de España en la Francia del II Imperio. En París, Serrano
se enteró de los problemas que estaba teniendo O’Donnell; sofocar los
motines de Zaragoza y Barcelona; disolución de la Cortes, los
Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales; supresión de la Milicia
Nacional; represión de la prensa, todo presionado por Isabel II que
quería, además, la anulación de los efectos de la Desamortización de
los bienes eclesiásticos y la devolución de los bienes que, en el Bienio
Progresista, le habían embargado a su madre, la Reina María Cristina. El
Ministro de Hacienda, Manuel Cantero, se opuso a ambas. Como
O’Donnell cedió ante la Reina, Cantero tuvo que presentar la dimisión lo
que supuso una importante fisura en el gabinete recién creado. A esto
se sumó la crisis del rigodón; el 10 de octubre, la reina cumplía 26 años
y en Palacio de celebró un baile por tal motivo. La Reina eligió a Narváez
para bailar un rigodón, mostrándose, además, muy afectuosa con él
durante toda la noche, ignorando por completo a O’Donnell, que se dio
cuenta, que esa noche iba a ser la última que pasaba como Presidente
de aquel Gobierno. Este incidente hizo volver al poder a Narváez y al
Partido Moderado, iniciándose el Bienio Moderado (1856-1858).

Al enterarse Serrano de la sustitución de O’Donnell por Narváez en la


Presidencia del Gobierno, el 17 de octubre de 1856 mandó una carta al
Primer Secretario de Estado, presentando la dimisión de su cargo como
embajador, dimisión que no le fue aceptada, por lo que muy
contrariado, Serrano tuvo que seguir de embajador en París. El 22 de
mayo de 1857 volvió a pedir la dimisión de su cargo de embajador en
Francia, alegando esta vez, problemas de salud y que ahora sí le fue
aceptada, volviendo a España a finales de 1857, incorporándose a sus
tareas como senador, participando con O’Donnell y otros destacados
miembros de la Unión Liberal. Un año después, el 30 de junio de 1858,
Isabel II llamó a O’Donnell a gobernar de nuevo. Fue el Gobierno Largo
de la Unión Liberal.

El General Serrano. Cuba


El 20 de septiembre de 1859, durante el Gobierno Largo de la Unión
Liberal, presidido por O’Donnell, Serrano fue nombrado Gobernador-
Capitán General de la Isla de Cuba, sustituyendo al Teniente General
Gutiérrez de la Concha, cuyo mandato había sido tachado de férreo e
impopular, cesando como Director General de Artillería. Desempeñó
este cargo hasta el 10 de diciembre de 1862 y por su positiva actuación
al servicio de la Corona durante estos tres años, fue recompensado con
la Grandeza de España de primera clase, con el título de duque de la
Torre. A bordo del barco Francisco de Borja , Serrano partió hacia La
Habana desde Cádiz, en 1859. Al igual que durante su embajada en
París, le acompañó su esposa Antonia Micaela Domínguez Borrell, II
condesa de San Antonio, cubana y con parientes importantes en la isla.
Le acompañó también, su ayudante, el Coronel Verdugo y su esposa, la
poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda.

La impresión que causó en Cuba fue muy positiva, habida cuenta, que
el nuevo Capitán General había sido Ministro de la Guerra. Además su
amable y franco trato personal, su sencillez, su fama de político liberal,
la naturalidad de su carácter, le ayudó mucho para ganarse el aprecio y
simpatía de los cubanos. Acabó con todas las rígidas etiquetas
existentes. Abrió las puertas del Palacio de Capitanía General y las de su
residencia privada, a todos los cubanos y empezó a pedirles sus
opiniones, así como enterarse de sus quejas con la mayor libertad y
franqueza. Organizó el Comité Español, formado por isleños y
peninsulares, que lo componían 12 personas de asegurado prestigio
para recabar información y promover la política reformista; autorizó al
Partido Liberal de Cuba a que pudiera reunirse como lo hacía en 1834 el
Partido Peninsular, que se reunía semanalmente para tratar asuntos
administrativos o políticos de la Isla. Se constituyó el Comité
Reformista, presidido por el rico cubano, José Ricardo O’Farril y
Herrera, que deseaban que el Gobierno español autorizase que Cuba
estuviese representada en las Cortes y la obtención de reformas
políticas, económicas y administrativas que la Isla necesitaba. Este
talante aperturista le proporcionó no pocos disgustos a Serrano, pues
tropezó con la sistemática reserva que unos y otros Gobiernos tuvieron
siempre hacia las reformas en Cuba. Un ejemplo fue la oposición de
Serrano a la idea de la Intendencia General de Hacienda que había
propuesto la contribución directa, pues decía que eso solo se podía
hacer cuando hubiera estadísticas y catastros reguladores. A la larga,
esta norma del Gobierno peninsular, fue una de las causas primordiales
del movimiento insurreccional de Yara el 10 de octubre de 1868. El 10
de diciembre de 1862, Serrano cesaba como Gobernador-Capitán
General de Cuba, y tras una solemne despedida y entre grandes
muestras de afecto, embarcó en el barco San Quintín que le condujo a
la península.

Al llegar a Madrid, influyó decisivamente en la creación del Ministerio de


Ultramar. Desde su escaño en el senado defendió los intereses y
reformas de Cuba, su representación en las Cortes y el problema de la
trata de negros.

El General Serrano. La culminación de su carrera política


Nada más llegar a España fue nombrado Ministro de Estado por
O’Donnell, cargo que ocupó pocos meses a causa de la última crisis del
Gobierno Largo de O’Donnell, quien presentó la dimisión a la Reina en
marzo. La caída de O’Donnell y la Unión Liberal, supuso el ocaso del
reinado de Isabel II. La dilatada permanencia de O’Donnell, 56 meses
seguidos, no tuvo precedentes en lo que iba de siglo, y ningún otro
Gobierno lo conseguiría después. Al caer O’Donnell, Serrano dimitió de
su cargo como Ministro de Estado, cediendo el testigo al marqués de
Miraflores, que además pasó a ser el nuevo Presidente del Gobierno.
Tras los Gobiernos moderados de Miraflores, Arrazola y Mon, Narváez
fue llamado de nuevo a gobernar, pero la cadena de errores de estos
gobiernos moderados, culminada por los sangrientos sucesos de la
Noche de San Daniel, precipitó la caída de Narváez, seguida por el
levantamiento de Prim en Villarejo de Salvanés (Madrid), que
desembocó finalmente en la sublevación el 22 de junio de los Sargentos
de Artillería del cuartel de San Gil, en Madrid. La situación
prerrevolucionaria era palpable y conduciría a la Revolución de 1868, la
Septembrina o Gloriosa. Aunque la sublevación del cuartel de San Gil,
se sofocó con éxito, Isabel II volvió a prescindir de O’Donnell y de su
Unión Liberal, llamando de nuevo a Narváez. Esta ingratitud de la Reina
hacia O’Donnell, fue el acto más grave por Isabel II durante su reinado y
la causa de que O’Donnell desengañado y muy dolorido, se exiliase
voluntariamente en Francia, donde falleció el cinco de noviembre de
1867. A raíz de esto, Serrano, viendo la actitud de la Reina, también
quebrantó su adhesión a Isabel II. Comienza el año 1868. Isabel II no
cuenta más que con la ayuda de Narváez, pero duró poco, pues éste
fallece el 23 de abril. Isabel II perdía al segundo de los Generales que la
habían ayudado a mantener su Corona.

En 1867, tras la muerte de O'Donnell, Serrano alcanzó la jefatura política


de la Unión Liberal. Desde entonces, en un nuevo giro político, participó
en la conspiración para destronar a Isabel II, acercándose a los
progresistas, liderados por el General Prim, y a los demócratas, razón
por la cual fue desterrado a Canarias. En 1868 encabezó, junto con Prim
y el almirante Topete, una Revolución, que derrocó a la Reina, gracias a
la decisiva victoria militar en la batalla de Alcolea del 28 de septiembre.
La Revolución de 1868, la Gloriosa, se había consumado. Isabel II había
sido destronada.

La Junta Provisional Revolucionaria de Madrid le encargó el 3 de


octubre la formación de un Gobierno Provisional, que aceptó al día
siguiente y que quedó constituido el 8 de octubre. Tras la promulgación
de la Constitución de 1869, las Cortes Constituyentes le invistieron el 15
de junio de 1869 con el cargo de Regente del Reino. Con 58 años se
convirtió en uno de los protagonistas más significativos del Sexenio
Revolucionario (1868-1874). Pero al carecer de un proyecto de Estado,
fue desplazado por Prim “político nato y neto”. Mientras Serrano
representaba la Revolución, Prim la dirigía. Serrano ocupó la Regencia
hasta el dos de enero de 1871, en que el Rey Amadeo I de Saboya llegó
a España y llamó a gobernar a Serrano en dos veces; la primera, el
cuatro de enero de 1871, tras el asesinato de Prim, y la segunda, el 24
de mayo de 1872, después de la dimisión de Sagasta.

Ante el incremento del carlismo en abril de 1872, Serrano fue nombrado


General en Jefe de todo el Ejército del Norte, derrotando
definitivamente en Oroquieta, Navarra, al autoproclamado “Carlos VII”.
Implicado después en diversas maniobras políticas - suscribió el
convenio de Amorebieta con los líderes carlistas de Vizcaya, que fue
mal recibido por las Cortes Generales, por lo que solicitó a Amadeo I
que suspendiese las garantías constitucionales, a lo que se negó el rey.
Tras la proclamación de la Primera República pasó a Francia, tras
fracasar en su intento de sublevar la Milicia Nacional.

En 1874 regresó a España poco antes del golpe de estado del General
Pavía, y tras éste, aceptó el cargo de Presidente del Poder Ejecutivo de
la República, disolviendo las Cortes republicanas en 1874, instaurando
una especie de dictadura republicana de concentración, con talante
conservador, pero con ciertas aspiraciones liberales. Serrano gobernó
apoyado en la Constitución de 1869, que era, la primera Constitución
democrática. Serrano acabó con la rebelión cantonal y levantó el cerco
de Bilbao en 1874, dejando a los carlistas prácticamente derrotados.
Pero la destrucción de las fuerzas políticas republicanas había abierto
el camino para la restauración de los Borbones, precipitada en los días
finales de diciembre de 1874 por el pronunciamiento de Martínez-
Campos en Sagunto.

El 31 de diciembre de 1874, Serrano cesó como Presidente del Poder


Ejecutivo de la República y como General en Jefe de los Ejércitos de
Operaciones del Norte, pasando el día siguiente a Francia. Su
protagonismo político había terminado.

Restaurada la Monarquía de los Borbones en la persona de Alfonso XII,


Serrano, permaneció voluntariamente retirado de la política durante tres
meses, residiendo con su familia en Biarritz. Al darse cuenta de la
correcta conducta del nuevo Rey, impulsada por la política liberal de
conciliación de su primer ministro, Cánovas, el General Serrano decidió
regresar a Madrid en 1875, para presentarse ante el nuevo Monarca,
reconociendo así públicamente su acatamiento a la Restauración de
Alfonso XII, que lo recibió muy afectuosamente.
A finales de 1882, fue elegido Presidente del Senado y un año más tarde
embajador en Francia, por segunda vez. El cinco de febrero de 1884,
por motivos de salud, Serrano presentó su dimisión, que el rey Alfonso
XII aceptó. El nueve de febrero volvía Serrano a España.

El General Serrano. El hombre


Serrano estuvo toda su vida muy ligada a las villas jienenses de Arjona,
Arjonilla, Lopera y Escañuela. La familia de su padre procedía de Arjona.
También influyó el hecho de que a pesar de los altos cargos políticos y
militares, Serrano fue un hombre sencillo, amante de la agricultura y de
la caza, en su finca Cortijo de la Torre , en Escañuela, donde hallaba la
paz y sosiego que le hacían olvidar las múltiples preocupaciones de los
altos cargos que desempeñó. Organizaba cacerías a las que, durante el
tiempo que fue Regente del Reino, asistían ministros, embajadores,
políticos y Generales.

El verano de 1884, por agradar a su esposa, lo pasó en Biarritz, pero ya


la salud de Serrano no era ya buena; le habían diagnosticado una grave
enfermedad vascular, por lo que volvió a su finca, el Cortijo de la Torre ,
mientras su esposa permaneció en Biarritz, porque le horrorizaba la
vida en el campo. En el otoño de 1885, Serrano experimentó un
agravamiento de su enfermedad, teniendo que ser trasladado desde
Jaén a su casa de Madrid, donde falleció el 26 de noviembre de 1885,
diez horas después que Alfonso XII, a los 75 años.

En su testamento, Serrano había dispuesto que le enterrasen en la


iglesia de las Salesas Reales, donde reposaban los restos de su gran
amigo, el General O’Donnell, pero no pudo ser ante las dificultades
presentadas por el Obispo de Madrid-Alcalá, siendo enterrado en la
Sacramental de San Sebastián de Madrid, actualmente desaparecida.
Después de muchas gestiones, su mujer, la duquesa de la Torre, logró el
permiso necesario para trasladar los restos de su marido a la madrileña
iglesia de los Jerónimos, el 23 de abril de 1897, donde hoy se
encuentran.

Autor: José Alberto Cepas Palanca para revistadehistoria.es

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Bibliografía.

COMELLAS, José Luis; MARTÍNEZ GALLEGO, Francesc; ORTUZAR,


Trinidad; POVEDA, Ángel Ramón; RUEDA, Germán.

Los generales de Isabel II.

CARR, Raymond. España 1808-1975.

FONTANA, Josep, VILLARES, Ramón. Historia de España.

Situación de disponible forzoso y sin mando.

Oficiales que habían dejado de percibir haberes durante Reales


licencias temporales. Tenían que volver a solicitar la entrada en el
Ejército si deseaban entrar en él.

Las Juntas de Purificación estaban encargadas de depurar a todos los


funcionarios, empleados públicos y profesores liberales, con la
obligación de no permitir ningún tipo de publicidad liberal.

Francisco Espoz Ilundain, conocido como Francisco Espoz y Mina (1781-


1836). Capitán General de Navarra y Cataluña. Gobernador Militar de
Galicia. Militar isabelino.

Manuel Pavía y Lacy (1814- 1896) fue General de Artillería. Primer


marqués de Novaliches. Fue derrotado por el Mariscal Serrano en la
batalla de Alcolea. Ministro de la Guerra. Fue senador y obtuvo el Toisón
de Oro.
Juan de Zavala y de la Puente (1804- 1879). Fue Presidente del Consejo
de Ministros en 1874. Además de ser I marqués de Sierra Bullones, fue,
por derecho propio y matrimonio, una vez duque, cuatro veces marqués
y cinco veces conde. Ministro de Estado, de Guerra y de Marina. Militar
isabelino.

Joaquín María López (1798-1855) fue un político que pertenecía a una


familia acomodada y nobiliaria, cuyo origen se remonta a la Corona de
Aragón. Senador y Ministro togado del Tribunal de Guerra y Marina. Bajo
su Gobierno, Isabel II fue declarada mayor de edad.

Salustiano de Olózaga Almandoz (1805-1873) fue un político, abogado y


escritor. Fue preceptor de Isabel II. Presidente del Consejo de Ministros.

La reina Isabel II se había encaprichado de él. Serrano era conocido


como el “general bonito”. Sus intimidades con la soberana eran harto
públicas y conocidas. El marido de Isabel II, Francisco de Asís decía que
Serrano la llamaba “Isabelita”. “Te suplico como madre afectuosa, que
te muestres atenta a tu propio bien y a la tranquilidad de los españoles,
y a volver con tu esposo”, le decía María Cristina a su hija Isabel II.

El asunto de la Cuestión de Palacio, estaba relacionada a que Narváez


se opuso a Carlos Luis, conde Montemolín, pero veía muy bien la boda
con el príncipe de Nápoles, Francisco de Paula Borbón, conde de
Trapani con Isabel II.

Se denomina como Grito de Yara al inicio del proceso independentista


de Cuba de España que fue iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el
10 de octubre de 1868.

Lorenzo Arrazola García (1795-1873) fue un político, abogado y


catedrático de Universidad.

Alejandro Mon y Vidal (1801-1882) fue un político y jurista español,


Ministro de Hacienda en varias ocasiones y Presidente del Consejo de
Ministros en 1864.

Juan Prim y Prats (1814-1870), conde de Reus, marqués de los


Castillejos, vizconde del Bruch, fue un militar y político liberal del siglo
XIX que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros. En su vida
militar participó en la Primera Guerra Carlista y en la Guerra de África,
donde mostró relevantes dotes de mando, valor y temeridad. Tras la
Revolución de 1868, La Gloriosa, se convirtió en uno de los hombres
más influyentes en la España del momento, patrocinando la
entronización de la Casa de Saboya en la persona de Amadeo I. Murió
asesinado poco después.

Juan Bautista Topete y Carballo (1821-1885) fue un marino, militar y


político, Vicealmirante de la Armada Española, héroe de la Guerra del
Pacífico. Políticamente, se le recuerda por su capital intervención en la
Revolución de 1868.

Práxedes Mariano Mateo-Sagasta y Escolar (1825-1903) fue un ingeniero


de Caminos y político, miembro del Partido Liberal, de matiz
progresista, varias veces Presidente del Consejo de Ministros en el
período comprendido entre 1870 y 1902 y famoso por sus dotes
retóricas.

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