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Escritos de Estética y Semiótica

del Arte ______


Jan Mukarovsky
Colección Comunicación Visual

¡elección. P r ó l o g o , N o t a s y B i b l i o g r a f í a de J o r d i L l o v e t

GG

Editorial Gustavo Gilí, S. A.


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2. Función, norma y valor estético tendía una concepción consecuente de la autonomía del arte respecto a
los fenómenos de las otras series evolutivas con las que el arte entra en
como hechos sociales* contacto, 3 llegaba a ser cada vez más claro que incluso el requisito conse- (
cuentemente mantenido de la inmanencia evolutiva permitía, e incluso exigía',
que se tuviera en cuenta la correlación del arte con las otras lineas evolu-
tivas. Por supuesto hace falta tener siempre en cuenta que contra las inter-
venciones desde fuera, que manifiestan ¡ncesamentemente el esfuerzo de ale-
jar una serie evolutiva de su propia identidad, actúa siempre la inercia inte-
rior de la misma, que mantiene dicha identidad. Sólo así, la evolución
puede ser comprendida como un proceso natural. Como ejemplos de las
dos etapas sucesivas, pueden ser mencionados el estudio sobre el poema
Máj [ M a y o ] de Mácha, de 1928 (Trabajos de los Institutos Científicos de
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina de Praga, XX)
y la disertación estructuralista sobre VzneSenost prlrody [La dignidad de la
Naturaleza] de Polák, de 1934 (Cuadernos Filológicos de la IIIa sección
de la Academia Checa, año X). Aunque el primero de ellos parte del punto
de vista de la autonomía pura de la poesía, mientras que el otro tiene en
cuenta la correlación de la literatura con las otras series evolutivas, sobre
todo con la evolución de la sociedad, la perfección de la base noética no
Introducción
compromete de ninguna manera los resultados concretos del primero de los
trabajos, y los dos estudios coinciden en cuanto a la inmanencia evolutiva.
El tratado que presentamos aquí en forma de libro fue ya pu-
Una vez eliminado el requisito de la separación absoluta entre
blicado en parte en la revista Sociálnl problémy [Problemas Sociales] (año IV,
la literatura y los fenómenos circundantes, apareció la necesidad de tomar
1935), en la que salieron sus dos primeros capítulos bajo el título de «Fun-'
en consideración el desarrollo de la esfera general del arte, en cuyo contexto
ción y norma estética como hechos sociales». Los dos siguientes, tercero
evolucionan todas las artes, influyéndose recíprocamente (de modo que el
y cuarto, aparecen por primera vez en este libro. 1 La distancia temporal
desarrollo de una de ellas no puede ser plenamente comprendido sin tener
entre la aparición de las distintas partes del trabajo no implica, sin embargo,
en cuenta la evolución paralela de las demás. Compárese, por ejemplo, la
ninguna incoherencia en cuanto a su contenido. Los conceptos de función,
influencia reciente de la evolución del cine sobre j a del teatro, y viceversa).
norma y valor estético, están tan estrechamente ligados, que constituyen
Pero puesto que también los límites que separan toda la esfera del arte de los
el triple aspecto de lo estético; por eso tratar de cualquiera de ellos, sin
fenómenos estéticos extraartísticos son evolutivamente variables, fue nece-
tener en cuenta los dos restantes, sería necesariamente incompleto. No obs-
sario en lo sucesivo tener en cuenta la relación entre el arte y los fenómenos
tante, cada uno de ellos tiene su problemática particular, lo que determina
estéticos extraartísticos. Sin embargo, ni la esfera global de los fenómenos
la organización del estudio en tres apartados (el cuarto capítulo tiene carác-
estéticos, sean artísticos o extraartísticos, está aislada de todo el amplio
ter de resumen).
campo de los demás fenómenos, en particular de todos los aspectos y pro-
Creemos necesario hacer una pequeña introducción acerca de ductos de la actividad humana. Por eso resultó indispensable tomar tam-
la intención de la que ha surgido el presente trabajo. Fue precedido por bién en consideración la posición de la función estética entre las demás
una serie de estudios basados en un material concreto, en particular lite- funciones que pueden ser desempeñadas por un fenómeno, especialmente
rario, pero encaminados siempre hacia conclusiones generales. Nuestro in- las funciones culturales, en el sentido más amplio de la palabra. Una vez
terés estaba siempre centrado en el esfuerzo por descubrir los principios ampliado de esta manera el trasfondo noético, fue posible el retorno a los
fundamentales de la construcción de una obra artística. Es natural que el problemas clásicos de la filosofía del arte, durante algún tiempo despreciados;
punto de vista noético elemental - a pesar de no haber cambiado funda- es decir, a la cuestión de la norma y del valor estéticos. El punto de partida
mentalmente y de permanecer en la inmanencia, es decir en la conformidad del estudio lo constituye, por supuesto, el análisis de la función estética
interna con las leyes que rigen la evolución de la estructura artística- haya que al mismo tiempo incorpora lo estético a los fenómenos sociales, y acentúa,
ido evolucionando en el transcurso del tiempo. Si al comienzo se produjo gracias a su carácter energético, el carácter ininterrumpido de la evolución
una inclinación hacia los principios teóricos del formalismo ruso,2 que de- inmanente de la esfera estética.
Es lógico que mientras preparaba el presente estudio, y traba-
' Publicado en Úvahách a pfednáíkách, vol. 4. Ed. F. Borovy. Praga 1936. jando ya en él, el autor se haya encontrado frecuentemente con opiniones
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diversas, como por ejemplo la teoría de la corriente de Dessoir, perfec-
cionada por E. Utitz, y a la que incumbe el mérito -después de la iniciativa en parte por las barreras de la estratificación social (posibilidad limitada del
de Guyau- de haber ampliado definitivamente el horizonte de la investi- acceso a las obras de arte y a (a educación estética para algunas capas de
gación estética hasta la esfera de lo estético en el sentido más amplio de la sociedad). No obstante, las consecuencias de la acción del arte alcanzan
la palabra;4 más de una vez surgió también la ocasión de evocar a algunos también a personas que no tienen ninguna relación directa con él (por
artistas, quienes, al resolver problemas inherentes a la propia creación, lle- ejemplo la influencia de la poesía sobre la evolución del sistema lingüístico).
gan a veces a conclusiones de valor general. Asi, por ejemplo, son importan- La función estética ocupa un campo de acción mucho más amplio que
tes las formulaciones teóricas del poeta O. Wilde quien, en relación con el arte mismo. Cualquier objeto y cualquier acción (sea un proceso natural
la concepción simbolista del arte, percibió su carácter de signo (semioló- o una actividad humana) pueden llegar a ser portadores de la función es-
gico); 5 otro ejemplo lo constituye el interés con el que los hermanos Capek tética. Ésta no pretende ser una afirmación panesteticista, puesto que: 1) no
se han dedicado al arte periférico,8 hasta entonces omitido, a pesar de ser un se afirma la necesidad, sino únicamente la posibilidad general de la función
constante compañero de viaje en la evolución de arte «superior» y no li- estética; 2) no se cuestiona la posición dirigente de la función estética
mitarse a recibir sus influencias, sino influir también, a su vez, sobre el arte entre las restantes funciones de los fenómenos dados para toda la esfera
superior, de manera que sin él la historia del arte no podría ser comprendida de la función estética; 3) no se trata de confundir la función estética con
en toda su complejidad. Es imprescindible mencionar a F. X. Salda y O. otras funciones, ni tampoco de concebir las otras funciones como meras
Zich que aúnan la creación artística con la investigación teórica sobre el variantes de la función estética. Con esta afirmación expresamos sólo la
arte, y cuyas incursiones científicas han servido al autor como punto de opinión de que no hay ningún límite fijo entre la esfera estética y la extra-
partida desde los comienzos mismos de su trabajo. estética; no existen ni objetos ni procesos que, por su esencia y su estruc-
tura, y sin que se tenga en cuenta el tiempo, el lugar y el criterio con que
Siempre que el presente estudio hecha mano de opiniones aje-
se les valore, sean portadores de la función estética, ni tampoco otros
nas al autor, se indican las citas y las referencias correspondientes. El es-
que tengan que estar, en vista de su estructura real, eliminados de su al-
fuerzo principal se ha centrado en presentar un esbozo sistemático de nues-
cance. A primera vista esta afirmación podría parecer exagerada. Sería po-
tra propia concepción de algunos problemas fundamentales de estética. Por
sible oponerle ejemplos de cosas y de acciones que son, al parecer, total-
esto no parecía conveniente presentar una crítica, ni ocasional ni sistemá-
mente incapaces de una función estética (por ejemplo algunas funciones
tica, de las opiniones ajenas: la crítica ocasional corre el peligro de deformar
fisiológicas elementales, como la respiración, o algunas operaciones inte-
las ideas ajenas, entresacadas de su contexto original; por una parte, ya
lectuales muy abstractas), igual que se podrían mencionar ejemplos de
con anterioridad han sido efectuados resúmenes sistemáticos de trabajos
fenómenos que parecen, gracias a su estructura, predeterminados a la acción
y opiniones acerca do las relaciones entre arte y sociedad,7 por otra parte, el
estética, como los productos del arte. El arte moderno, comenzando por el
intento de hacerlo en este libro podría quitarle claridad a la intención prin-
naturalismo, no excluye ninguna esfera de la realidad al elegir sus temas,
cipal, que consiste en la solución de algunos problemas de estética ge-
y a partir del cubismo y las corrientes cercanas a éste, no impone límites
neral desde el punto de vista sociológico, y no en una crítica de los métodos
a la elección del material y la técnica, igual como (a estética moderna insiste
de la sociología concreta del arte, hasta ahora titubeantes entre la con-
en la amplitud de la esfera estética (J. M. Guyau, M. Dessoir y su escuela,
cepción causal y la concepción estructural de la relación entre el arte y la
y otros). Ambos, arte y estética, han ofrecido suficientes pruebas de que
sociedad. El presente trabajo sólo significa para el autor la primera etapa
incluso cosas a las que, según la concepción tradicional, no se les atribuirla
en el camino hacia otros problemas de la filosofía del arte, especialmente
un valor estético, pueden convertirse en hechos estéticos. Recuerdo por
hacia la cuestión de la participación del individuo en el proceso evolutivo,
ejemplo la frase de Guyau: «Respirar profundamente, sentir cómo la sangre
y hacía la problemática de la obra artística como signo.
se purifica en contacto con el aire, ¿no es ésta precisamente una sensación
embriagadora, a la que sería difícil negar valor estético?» (Les probfémes
Bratislava, enero de 1936. efe l'esthétique contemporaine) o la frase de Dessoir: «El designar una má-
quina, la solución de un problema matemático, la organización de un de-
terminado grupo social, como cosas bellas, es algo más que una forma de
1 expresión» (Ásthetik und allgemeine Kunstwissenschaft, Stuttgart 1906).
También pueden ser mencionados ejemplos contrarios, según los cuales, las
La función estética ocupa un lugar importante en la vida de los obras de arte, portadoras privilegiadas de la función estética, pueden ser
individuos y de toda la sociedad. Es verdad que el círculo de personas privadas de ella y ser destruidas como inútiles (compárese los frescos, los
que entran en contacto directo con el arte es considerablemente limitado, esgrafitos cubiertos por una nueva capa de pintura), o utilizadas sin que
en parte por la relativa escasez de vocación estética - o al menos por su se tenga en cuenta su finalidad estética (compárese la transformación de los
limitación, en cada caso particular, a una determinada esfera del a r t e - , palacios antiguos en cuarteles, etc.). Existen, desde luego - t a n t o en el arte

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como fuera de é l - , objetos que, gracias a su estructura, están predestinados desplazamientos en el tiempo, podemos mencionar que, a diferencia de lo que
a la acción estética; ésta es incluso la característica consustancial del arte. hoy ocurre, en el siglo XVII (en la época del rococó) la ropa masculina te-
No obstante, la aptitud activa a la función estética no es una propiedad real nia la misma función estética que la femenina; después de la guerra mun-
del objeto, aunque éste haya sido construido intencionalmente en vista de dial la función estética del vestir y del habitat se ha extendido por una
esta función, sino que se manifiesta sólo en circunstancias determinadas, superficie social mucho más amplia y abarca mayor número de situaciones
es decir en un contexto social determinado: el fenómeno que fue portador que antes de la misma.
privilegiado de la función estética en una época o un país determinado, Al delimitar la esfera estética y la esfera extraestética es, pues,
puede perder esta función en otra época u otro país. En la historia del arte necesario tomar en consideración que no se trata de esferas separadas
no escasean ejemplos en los que el valor estético, o incluso artístico original con precisión y sin conexiones mutuas. Las dos están en una relación di-
de una creación determinada, fue redescubierto gracias a la investigación námica permanente, que se puede caracterizar como una antinomia dialéc-
científica (compárese por ejemplo N. S. Trubetzkoy; Jozhenie Afanasia Ni- tica. No se puede investigar el estado o la evolución de la función estética
kitina kak literaturnypamiatnik, [Aventuras de Afanasi Nikitin como mo- sin preguntarse en qué medida está extendida sobre la superficie total de
numento literario] París, 1926, o el artículo de R. Jagoditsch: «Der Stil der la realidad; si sus límites son relativamente precisos o borrosos; si se mani-
Altrussischen Vitae», en la colección de informes del II o Congreso Interna- fiesta igualmente en todos los estratos del contexto social, o si prevalece
cional de Eslavistas, Varsovia 1934). sólo en algunas capas y medios: todo esto, naturalmente, considerado en re-
Los límites de la esfera estética no están, pues, determinados lación con una época y un conjunto social determinados. Dicho de otra
únicamente por la realidad misma, y son muy variables. Esto es evidente manera, para el estado y la evolución de la función estética, no es carac-
sobre todo desde el punto de vista de la valoración subjetiva de los fenó- terística solamente la comprobación de dónde y cómo se manifiesta, sino tam-
menos. Todos conocemos personas para las que todo adquiere una función bién la constatación, de en qué medida y en qué circunstancias se halla
estética, igual que conocemos también otras, para las que la función estética ausente o por lo menos atenuada.
existe en una medida mínima; sabemos incluso por nuestra experiencia per- Ahora centraremos nuestra atención en la organización interna
sonal que los límites entre la esfera estética y extraestética, siendo depen- de la esfera estética misma. Ya hemos señalado que está sujeta a variaciones
dientes del grado de perceptibilidad estética, varían para cada uno de no- múltiples, que dependen tanto de la intensidad de la función estética en I09
sotros con el cambio de edad, del estado de salud, e incluso según el estado distintos fenómenos, como del lugar que ocupa esta función respecto a las
de ánimo momentáneo. Pero apenas reemplazamos el punto de vista in- distintas formaciones del conjunto social dado. Existe, sin embargo, cierto
dividual por el punto de vista del contexto social, resulta que, a pesar de limite que separa la múltiple esfera de lo estético en dos sectores princi-
todos los matices individuales y fugaces, existe una localización considera- pales, de acuerdo con la importancia que posea la función estética respecto
blemente generalizada de la función estética en el mundo de los objetos a las demás funciones: se trata de un límite que separa el arte y los fenó-
y los procesos. El límite entre la esfera de la función estética y los fenómenos menos estéticos extraartísticos. El límite entre el arte, por un lado, y el
extraestéticos no estará, de esta forma, totalmente determinado, puesto que resto de la esfera estética y los fenómenos extraestéticos, por otro, es im-
la presencia de la función estética varía ampliamente, y pocas veces es portante no sólo para la estética, sino también para la historia del arte,
posible afirmar con seguridad la ausencia total de los residuos estéticos porque de él depende, de manera decisiva, la selección del material histó-
aún más escasos. Sin embargo, será posible averiguar objetivamente - s e - rico. Parece que una obra de arte está caracterizada de manera unívoca
gún los síntomas- la participación do la función estética, por ejemplo, en por una determinada factura (por el modo como ha sido hecha). En realidad,
la cultura del habitat, del vestir, etc. este criterio es válido solamente, y aún con limitaciones, 9 para el contexto
Pero apenas trasladamos el criterio, sea en el tiempo, sea en el social al que la obra está (o ha sido) originalmente dirigida. Apenas tene-
espacio, o sólo de una formación social a otra (por ejemplo de un estrato mos delante de nosotros un producto vinculado por su origen a una so-
a otro, de una generación a otra, etc.), llegamos a la conclusión de que ciedad que nos aparece lejana en el tiempo y en el espacio, ya no podemos
al mismo tiempo cambia también la localización de la función estética y la aplicarle nuestra propia escala de valores; hemos mencionado ya el hecho
delimitación de su esfera. Así, por ejemplo, la función estética del acto de que muchas veces hace falta averiguar, mediante un procedimiento
de comer es evidentemente más fuerte en Francia que en nuestro país; la científico complejo, si tal producto fue obra de arte en su contexto social
función estética del vestir en nuestro medio urbano es más fuerte en las correspondiente; y es que nunca se puede excluir la posibilidad de que la fun-
mujeres que en los hombres: sin embargo esta diferencia no es válida, a ción de la obra haya sido originalmente muy distinta de la que nosotros le
veces, para el medio donde la gente usa trajes regionales. La función esté- atribuimos desde el punto de vista de nuestra escala de valores. Por lo demá9,
tica del vestido se diferencia también según las situaciones típicas de cada la transición entre el arte y lo que está fuera de él, es siempre paulatina, y
contexto social determinado: así, la función estética de la ropa de trabajo a veces casi incomprobable. Tomemos, como ejemplo, la arquitectura: toda
será'muy débil en comparación con la de la ropa festiva. 8 En cuanto a los la arquitectura forma una serie ininterrumpida, comenzando por productos sin

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así la subordinación y la superioridad de Ia9 funciones puede irse modi-
ninguna función estética y terminando por obras de arte, sin que a veces ficando, pero no hasta el punto de producirse casos en que alguna de ellas
sea posible localizar el punto a partir del cual comienza el arte. Mejor dicho, predomine total y claramente sobre las demás.14
esta frontera no se puede fijar nunca con precisión, ni siquiera cuando se
Se trata de nuevo, en consecuencia, de una antinomia seme-
trata de la arquitectura relacionada con nuestro propio contexto social, y
jante a la que hemos comprobado en cuanto al límite entre la esfera estética
menos todavía, por supuesto, tratándose de productos que nos resultan
y la extraestética: allí se trataba de la contradicción entre la ausencia total
exóticos por su distanciamiento local o temporal. Existe, finalmente, otra
de la función estética por un lado, y su presencia por otro, aquí se trata de la
dificultad, señalada por E. Utitz (Grundlegung der a/lgeme¡r>en Kunstwissen-
contradicción entre la subordinación y la superioridad de la función es-
schaft, II, Stuttgart 1920, p. 5) cuando dice: «Kunstsein ist etwas ganz an-
tética dentro de la jerarquía de las funciones. La esfera de lo estético no
deros ais Kunstwort». Es decir, la cuestión de la valoración estética de las
está, pues, separada en dos sectores herméticamente aislados, sino que,
obras de arte, es fundamentalmente distinta del problema de los limites
como conjunto, está dominada por dos fuerzas contradictorias que al mismo
del arte: incluso una obra de arte que valoramos negativamente desde nues-
tiempo la organizan y desorganizan, es decir, mantienen ininterrumpido el
tro punto de vista, pertenece al contexto del arte, puesto que precisamente
proceso de su evolución. Al ver el arte desde esta óptica, su principal tarea
respecto al arte se ¡a valora. Este principio teórico es, sin embargo, muy
aparece como la renovación permanente de la amplia esfera de fenómenos
difícil de aplicar en la práctica, sobre todo cuando se trata del llamado arte
estéticos; hablaremos más detalladamente sobre este problema en el se-
periférico,10 denominado también por K. Capek «la más modesta de las artes».
gundo capítulo de este estudio, al tratar de la norma estética.
Al preguntarnos ante un producto de esta índole (por ejemplo las novelas
No es posible determinar de una vez por todas lo que es arte y
por entregas o las imágenes de los rótulos de las tiendas) si funciona en tanto
lo que no lo es. Más arriba hemos mencionado algunos casos de transición
que arte, puede ocurrir fácilmente que confundamos la comprobación de
paulatina o de vacilación entre la esfera del arte y lo que está fuera de él.
función con su valoración.
Ahora intentaremos exponer una enumeración más detallada de ejemplos,
Es evidente que la transición entre el arte y la esfera extra- ordenados sistemáticamente con el fin de que de ellos se deduzca clara-
artística, e incluso estraestética, es tan poco distinguible y de comprobación mente la multiplicidad y la multiformidad con que se aplica, precisamente
tan complicada, que una delimitación realmente precisa es ilusoria. Es nece- en este terreno de transición, la contradicción de la doble fuerza que rige la
sario, pues, renunciar a cualquier intento de establecer un límite entre arte evolución y el estado de la esfera estética:
y no-arte, entre lo estético y lo extraestético. A pesar de todo, tenemos la
1. Algunas artes forman parte de una serie ininterrumpida, en
sensación muy clara de que la diferencia entre el arte y la esfera de lo que
la que se encuentran también fenómenos extraartísticos, e incluso extra-
son sólo fenómenos «estéticos» es fundamental. ¿En qué consiste? En
estéticos. Como ejemplo hemos mencionado la arquitectura; sin embargo,
el hecho de que en el arte la función estética es una función dominante,
también la literatura se encuentra en una situación semejante. En la arqui-
mientras que fuera de él, aunque esté presente, su papel es secundario. 11
tectura, compiten con la función estética las funciones prácticas (por ejemplo
Contra esta afirmación se podría objetar que incluso en el arte la función
la protección contra los cambios atmosféricos, etc.); en la literatura, la
estética está a veces, sea por parte del autor, sea por parte del público,
función comunicativa. 15 Es posible mencionar también toda una serie
subordinada intencionalmente a otra función, por ejemplo en el caso de la
de manifestaciones lingüísticas que se encuentran entre la comunicación
reivindicación de «lo tendencioso» en el arte. No obstante, esta objeción no
y el arte: la retórica. El propio objetivo de la retórica, y sobre todo de sus
prueba nada: mientras se incluye espontáneamente una obra en la esfera
formas más típicas, como la elocuencia política o religiosa, es el de influir
del arte, la importancia dada a otra función que no sea la estética no se valora
sobre la convicción de los oyentes, influencia cuyo recurso lingüístico más
como un caso normal, sino como polémica contra la destinación consus-
eficaz es el lenguaje emocional (destinado a expresar los sentimientos). 18
tancial del arte. El predominio de alguna de las funciones extraestéticas es un
Y puesto que el lenguaje emocional - e n tanto que parte estable del sistema
fenómeno incluso frecuente en la historia del arte; pero el predominio de la
lingüístico- suministra a veces recursos formales a la poesía,17 la retórica se
función estética es siempre percibido como el caso básico, «no marcado»,
desplaza tanto y tan fácilmente, al terreno de la poesía, en especial a través
mientras que el predominio de alguna otra función se estima como «mar-
de algunos de sus géneros y en algunas épocas de su evolución, que se
cado», es decir, como una alteración del estado normal.12 Esta relación entre
la concibe y valora como arte; por supuesto que existen también, al con-
la función estética y las demás funciones del arte, se desprende lógica-
trario, otros géneros y épocas en su evolución que ponen de manifiesto el
mente del carácter del arte como esfera de fenómenos estéticos por exce-
carácter comunicativo de la retórica. Una oscilación semejante entre la
lencia.13 Finalmente, es necesario recordar que el requisito de la supremacía
poesía y la comunicación es característica también del ensayo. En este con-
de la función estética, alcanza su plena importancia sólo al realizarse la di-
texto cabe mencionar también algunos géneros de la poesía misma, cuya
ferenciación mutua de las funciones; no obstante, existen también medios
esencia consiste en la vacilación entre la primacía de la función estética y la
que desconocen la diferenciación consecuente de la esfera funcional, como
función comunicativa; es sobre todo la poesía didáctica y la novela biográfica.
por ejemplo la sociedad medieval o folklórica; es verdad que aún en casos
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También la línea divisoria entre la poesía y la prosa está, hasta cierto punto, recordar el carácter múltiple y oscilante de las funciones del folklore musical,
determinada por la mayor participación de la función comunicativa - e s decir que aquí no podemos tratar detalladamente.
extraestética- en la prosa, en comparación con la poesía. Tampoco en otras 2. Hemos examinado los casos en que el arte deriva a la
artes la supremacía de la función estética es absoluta. El drama oscila entre • esfera de fenómenos extraartísticos, y hasta extraestéticos. Ahora nos ocu-
el arte y la propaganda; 13 la historia de la construcción del Teatro Nacional paremos de casos contrarios, ya que existen también fenómenos que por
checo19 muestra claramente que en ella habla decisivos motivos extraestéticos, su esencia están arraigados fuera del arte, pero que tienden al arte, sin llegar
sobre todo la necesidad de una propaganda nacional. La danza como arte a él de manera permanente: así, por ejemplo, el cine, la fotografía, la arte-
está estrechamente relacionada con la educación física, cuya función es sanía artística, la jardinería. En el cine es donde la tendencia artfstica se
higiénica y comprende también formas en las que la educación física y la manifiesta de manera más sugestiva. Por algunos aspectos que le son pro-
danza se confunden hasta ser indiscernibles (la escuela de Dalcroze); aparte pios, la cinematografía está estrechamente vinculada con diversas artes, sobre
de eso, en la danza se manifiestan, a veces como fuertes concurrentes de la todo con la poesía épica, el drama y la pintura. En las distintas épocas de
función estética, la función religiosa (la danza ritual) y la función erótica. su evolución, se acerca sucesivamente a alguna de estas manifestaciones
artísticas. Además de esto, tiene también requisitos suficientes para llegar
Ahora trataremos del arte clásico, con excepción de la arqui-
a ser un arte independiente, que utilice sus propios recursos para la supre-
tectura, de la que ya hemos hablado; es decir, de la pintura y la escultura.
macía de la función estética. Chaplin crea un tipo de arte dramático cine-
También aquí existen, totalmente fuera de la esfera del arte, creaciones de
matográfico totalmente diferente del arte dramático escénico (mímica y ges-
carácter puramente informativo, como por ejemplo las imágenes y los cro-
ticulación para ser vistos de cerca); en cambio los directores rusos como
quis en ciencias naturales; además de esto, hay casos en los que la función Eisenstein, Vertov y Pudovkin llevan a la perfección el aprovechamiento del
estética se manifiesta como secundaria al lado de otra función predominante, espacio específico para la cinematografía, cuya tercera dimensión está dada
por ejemplo un mapa que sirve de objeto decorativo. Y finalmente, los hay por la movilidad de la cámara. Por otro lado, y ante todo, la cinematografía
que se mueven en el límite mismo entre el arte y la esfera extraestética, por es una industria. Por eso los criterios puramente comerciales deciden sobre
ejemplo la pintura, el grabado o toda plástica al servicio de la publicidad. su oferta y demanda en una medida mucho mayor que en cualquier otro
Es verdad que el cartel es tema de interés extraartístico, puesto que su ob- arte; por eso, igualmente, la cinematografía se ve obligada - c o m o cualquier
jetivo principal es publicitario; pero a pesar de esto es posible seguir, de ma- producto industrial- a adoptar, inmediatamente y de manera pasiva, cual-
nera continua, la historia del cartel como fenómeno perteneciente al arte quier perfeccionamiento recién descubierto relativo a su maquinaria y a su téc-
plástico. Existe finalmente un género de pintura y escultura ya totalmente nica. En este sentido, basta comparar la selectividad intencional de la mú-
artístico, cuya peculiaridad consiste en una oscilación entre la comunicación sica (cuando, en las distintas épocas de su evolución, elige un repertorio
y la manifestación que tiene finalidad en si misma: es el retrato, que es al limitado de instrumentos, determinado por las tareas artísticas, entre la
mismo tiempo una representación, estimada según el aspecto real del per- reserva de las posibilidades técnicamente accesibles en el momento dado),
sonaje, y una elaboración artística sin relación obligatoria con la realidad. con la rapidez precipitada con la que fue introducido el sonido en el cine,
Esto es lo que distingue funcionalmente un retrato de un cuadro que no pre- destruyendo para un tiempo indefinido las posibilidades de evolución ar-
tende retratar, aunque reproduzca de manera realista el aspecto del mo- tística logradas por el cine mudo. Aunque la cinematografía tiende conti-
delo.20 La música, finalmente, es el arte donde menos se manifiestan las nuamente al arte, por el momento no se puede decir que haya entrado en,,
conexiones directas con la esfera extraartística. Este hecho está dado por el la esfera en la que la función estética es, de iure, dominante. Algo distinto
carácter especial del material musical; la nota, que siendo concebida ne- es el caso de la fotografía, que oscila en el límite entre una manifestación
cesariamente como componente del sistema tónico, contiene y.a por sí sola per se y una manifestación comunicativa, pero aceptando esta situación
un matiz estético; compárese la conocida novela de Grillparzer, Der arme como parte de su esencia. En sus comienzos, la fotografía fue considerada
Spie/mann, cuyo protagonista alcanza el éxtasis tocando siempre la misma como una nueva técnica de la pintura (cf. el epigrama Daguerotipo de Hav-
nota. A pesar de esto, se encuentran casos en los que la función estética Ifcek: «Los pintores han hecho muchas cosas, tan sólo no supieron hacer
no es dominante, sino sólo secundaria; se trata, por ejemplo, de las se- la luz, al fin la luz se ha enfadado con ellos y ella misma ha empezado
ñales melódicas (militares, y otras) y de los slogans publicitarios medio a pintar»). En la mayoría de los casos, la fotografía estaba en manos de
cantados (en las estaciones de trenes, en las calles), cuyo objetivo principal pintores profesionales, y adoptaba procedimientos de composición utilizados
es el de llamar la atención sobre una mercancía. La oscilación entre la supre- también por la pintura. Con el tiempo, manejada por fotógrafos profesionales,
macía de la función estética y otra función, se manifiesta, por ejemplo, en la la fotografía se transformó en una manifestación extraestética, puramente
música marcial y en el canto que acompaña al trabajo; en los himnos nacio- comunicativa: los conceptos «fotografía» y «cuadro» llegaron a ser contra-
nales y estatales la función estética compite con la función simbólica, es dictorios. Bajo la influencia de la pintura impresionista, la fotografía (sobre
decir, con una variante de la función comunicativa. Finalmente es necesario todo la fotografía «amateur») se acerca otra vez a la pintura. Y al final se dio

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cuenta de su destino específico, el de mantenerse en el límite. Debido a este éste le explicó los principios de la artesanía artística. El maestro intentó
carácter oscilatorio de la fotografía, es característico que su género principal, fabricar una silla de montar perfecta siguiendo los consejos del profesor, pero
o al menos uno de sus géneros más importantes, siga siendo, a lo largo de sólo consiguió hacer una silla como las que fabricaba antes. El profesor
toda su existencia, el retrato, basado, como hemos mencionado más arriba, le reprochó su falta de fantasía, mandó hacer proyectos de sillas de montar
en la misma oscilación. a sus alumnos y él mismo dibujó varios de ellos. Cuando el guarnicionero
La relación quo tiene con el arte la llamada artesanía artística, vio los proyectos, se rio, y dijo al profesor: «Profesor, si yo tuviese tan poca
es diferente de la sostenida por la fotografía. Bajo la denominación «arte- idea de lo que es montar a caballo y de lo que es el cuero y el trabajo ar-
sanía artística» no encuadramos la designación secular de algunos tipos tesanal, tendría tanta fantasía como usted.» La artesanía artística fue hasta
de artesanía, por ejemplo la orfebrería, como sucede en algunos manuales de cierta medida una anomalía, pero al mismo tiempo, como hemos visto, un
historia del arte, sino un fenómeno histórico cuya determinación temporal hecho indispensable y natural de la evolución de la esfera artística. Una
precisa corresponde a finales del siglo XIX y comienzos del XX. La artesanía ojeada rápida sobre la artesanía nos ha descubierto un nuevo aspecto de la
relación dialéctica entre el arte y la esfera de los fenómenos estéticos ex-
que se dedica a la fabricación de objetos de uso cotidiano, ha tenido
traartísticos.
desde siempre, en la mayoría de sus ramas, un cierto matiz estético, e
incluso solía encontrarse en una estrecha coexistencia exterior con el arte Para completar los ejemplos que hemos enumerado más arriba
(por ejemplo el gremio de los pintores, como una do las organizaciones falta mencionar todavía la relación entre el arte y la jardinería. La jardinería,
artesanales). No obstante, con la aparición de la artesanía artística surge una cuyo objetivo es el cultivo de las plantas, se aproxima al arte e incluso llega
relación mutua que difiere totalmente de la suave coexistencia paralela: esta a ser arte, cuando la arquitectura exige la adaptación de la naturaleza a las
vez la artesanía intenta traspasar sus limites, convertirse en arte. Por parte creaciones arquitectónicas. Por eso podemos observar un auge particular-
de la artesanía se trataba de un intento de salvar la producción manual, mente fuerte de la jardinería, en su función artística, en la época del barroco
que perdía su sentido práctico en la competencia con la producción in- y del rococó, cuando se necesitaba su incorporación en la construcción de
dustrial; la función estética hipertrófica debía suplir la degeneración de las los palacios (Le Notre, en Versalles). Actualmente se cuenta sobre todo
funciones prácticas de la artesanía, desempeñadas mejor por la producción con la incorporación de la jardinería en la concepción urbanística, que solu-
industrial. Por parte del arte, que acogió con entusiasmo el despertar de la ciona toda la extensión de una ciudad según un proyecto único: véase por
artesanía artística (véase la participación de artistas como diseñadores), se ejemplo el proyecto Vi/fe Radieuse de Le Corbusier, en el cual «las casas
trataba de renovar el contacto con el material en el pleno sentido de la y los rascacielos sobre pilares dejan todo el suelo para la circulación, y so-
palabra, como por ejemplo la madera, la piedra, el metal, etc.; y es que el arte bre todo para los peatones; el terreno entero de la ciudad se convierte en un
(en particular el más próximo a la artesanía - la arquitectura) perdió, durante parque» (K. Teige, Nejmensí byt [El piso más pequeño], Praga 1932, p. 142).
el período del apogeo súbito de la técnica de la producción, la sensibilidad 3. Para finalizar, adjuntamos una mención sobre dos casos
del material corpóreo; los nuevos materiales eran admitidos sólo como particulares, a los que incluimos en la misma categoría, no porque haya una
sucedáneos de otros, sin que se tuvieran en cuenta sus propiedades espe- relación entre ellos, sino porque ambos difieren de los casos indicados bajo
cíficas: véase la arquitectura modernista. El camino para la artesanía artís- los apartados 1 y 2. Se trata del culto religioso y de la belleza de la natu-
tica fue preparado teóricamente por el análisis del material corpóreo del arte: raleza (sobre todo en el paisaje) en relación con el arte. Es sobradamente
véase el libro Der Sí/7, de G. Semper, publicado en los años 1860-1863. conocido que el culto religioso contiene en general una dosis considerable
La artesanía, para la cual las propiedades del material (por ejemplo la dura- de elementos estéticos; en algunas religiones la estetización del culto va
bilidad) son fundamentales por razones totalmente prácticas, contribuiría al tan lejos, que el arte llega a ser su parte integrante (véase el arte eclesiás-
hecho de que en el arte se aprovecharan las posibilidades plásticas ofrecidas tico católico y ortodoxo). La liturgia está a veces tan impregnada de la
por la materia. No obstante, en cuanto la artesanía hubo entrado plena- función estética, que los teóricos no titubean en considerarla como arte,
mente en la esfera del arte, es decir, en cuanto tendió a la fabricación de pie- sobre todo en las épocas en que el aspecto religioso del culto está debili-
zas únicas con una función preponderantemente estética, perdió sus propias tado (véase por ejemplo el renacimiento de la religiosidad en las obras de
funciones prácticas: comenzaron a fabricarse recipientes en los que daba artistas románticos como Chateaubriand después del período de ateísmo
«lástima» beber, muebles que nadie «se atrevía» a utilizar, etc. Pronto comen- durante la Revolución francesa). Para la iglesia, sin embargo, el aspecto do-
zaron incluso a aparecer vasos, en los que resultaba difícil beber, etc. Esta minante del culto es su función religiosa. Si a pesar de esto se admite el
degradación de las funciones prácticas de la artesanía está magníficamente arte como parte integrante del culto, es con la condición de que se some-
mostrada en la anécdota de Loos sobre el guarnicionero (Trotzdem, Inns- terá a las reglas ajenas a su propia esencia, es decir, a las normas que se
bruck 1931, pp. 15 y ss.): Había un guarnicionero que fabricaba sillas refieren no sólo al tema, sino también a la composición artística de la obra
de montar perfectamente funcionales; no obstante, él quería fabricar sillas (por ejemplo el manto azul de las madonas medievales). El objeto de estos
de montar modernas. Fue, entonces, a pedirle consejo a un profesor de arte; reglamentos es el de poner obstáculos a la función estética, obstáculos

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también la creación objetiva de las cosas, con el fin de conseguir un efecto
que, sin embargo, no deben suprimirla ni subordinarla, sino únicamente
estético y la actitud estética subjetiva respecto a las mismas. Asi, por ejem-
convertirla en gemela de otra función diferente. Se puedo decir que en el
plo, en los periodos en que la colectividad tiene la tendencia a aplicar in-
arte eclesiástico (y hasta cierto punto también en el ámbito entero del culto
tensamente la función estética, también al individuo se le concede una
correspondiente) existen, al mismo tiempo, dos funciones dominantes, de
mayor libertad en cuanto a la adopción de una actitud estética, sea activa
las cuales la primera, religiosa, convierte a la otra, estética, en el medio de su
(creando las cosas), sea pasiva (percibiéndolas). Puesto que la tendencia
realización; más que de una jerarquización se trata, pues, de una cierta
a ampliar o reducir la esfera estética es un hecho social, ésta se manifiesta
«contaminación» de dos funciones. En cuanto al arte religioso medieval, es
siempre en toda una serie de síntomas paralelos. En este sentido, por ejem-
necesario tener en cuenta que el contexto del que surgía no conocía - i g u a l
plo, el simbolismo y el decadentismo poético, con su panesteticismo, son
que el amblante folklórico en la actualidad- una diferenciación mutua clara
paralelos y similares a la artesanía artística contemporánea que amplifica
de las distintas funciones. El segundo caso que queríamos mencionar es el
excesivamente la esfera del arte; todos estos fenómenos son síntomas de
de la belleza del paisaje. La naturaleza por sí misma es un fenómeno extra-
una hipertrofia excesiva de la función estética en el contexto social con-
artístico, mientras no está transformada por la mano del hombre, movida
temporáneo. Un conjunto semejante de fenómenos paralelos puede encon-
por un afán estético. A pesar de esto, el paisaje puede producir el mismo
trarse también en nuestros días: la arquitectura moderna (constructivista) 22
efecto que una obra de arte. La solución del misterio, tal como lo señaló en
tiende, tanto en la teoría como en la práctica, a privarse del carácter artístico,
Checoslovaquia por ejemplo Hostinsky 21 en su estudio Co jest malebné?
y proclama la ambición de convertirse en una ciencia, o más exactamente
[¿Qué es lo pintoresco?] (edición de Zd. Nejedly, Praga 1912) y como la
en una aplicación de conocimientos científicos, sobre todo sociológicos; por
formuló con claridad Dh. Lalo (Introduction a l'esthétique, París, p. 131),
otro lado aparece, en la poesía y la pintura, el surrealismo, apoyándose en
es sencilla: «Para los espíritus cultivados, el arte se refleja en la naturaleza
la investigación científica del subconsciente; 23 en parte interviene también
y le presta su esplendor». El predominio de la función estética viene desde
el realismo socialista en la literatura, sobre todo rusa, que exige del arte
fuera.
ante todo una descripción sintética y la propagación del nuevo sistema
Los ejemplos que hemos ¡do acumulando en los párrafos pre- social. El denominador común de estas tendencias diferentes y en parte
cedentes tenían un solo objetivo: señalar la variedad de transiciones entre mutuamente opuestas, es la polémica contra «la esencia del arte», tan pro-
el arte, por un lado, y la esfera de los fenómenos estéticos extraartlsticos y fesada en un pasado no muy lejano; dicho de otra manera, es la reacción
la esfera, extraestética, por otro. De ello resulta que el arte no es una esfera contra la realización del predominio absoluto de la función estética en el
cerrada; no existen límites rigurosos ni criterios unívocos que distingan el arte, reacción que se manifiesta en la aproximación del arte a la esfera de
arte de lo que está fuera de él. Ramas enteras de producción pueden encon- fenómenos extraestéticos.
trarse en el límite entre el arte y los demás fenómenos estéticos, o también
El círculo de lo estético evoluciona, pues, como conjunto. Ade-
extraestéticos. En el transcurso de su desarrollo, el arte cambia sin cesar su
más de esto, está en una relación permanente con aquellos sectores de la
extensión, ampliándola y volviéndola a reducir. A pesar de ello - y preci-
realidad que, en un momento dado, no son en absoluto portadores de fun-
samente por e l l o - se mantiene la validez irreducible de la polaridad entre
ción estética. Una unidad e integridad tal, es posible sólo a base de una
la superioridad y la subordinación de la función estética en la jerarquía fun-
consciencia colectiva que establece las relaciones entre las cosas, con-
cional. Sin el requisito de esta polaridad, la evolución de la esfera estética
virtiéndolas en portadoras de la función estética, y unifica los estados de
carecería de sentido, puesto que precisamente esta polaridad marca la diná-
consciencia individual aislados entre si. No suponemos la consciencia co-
mica del continuo proceso evolutivo.
lectiva como una realidad psicológica, 24 ni tampoco entendemos este tér-
En resumen, de todo lo que ha sido dicho hasta ahora sobre la
mino como una designación global de un conjunto de componentes comu-
extensión y la acción de la función estética, se pueden sacar las siguientes
nes a los distintos estados de consciencia individuales. La consciencia co-
conclusiones: 1) Lo estético no es una característica real do las cosas, ni
lectiva es un hecho social; es posible definirla como un lugar de conver-
tampoco está relacionado de manera unívoca con ninguna característica de
gencia de los distintos sistemas de fenómenos culturales, como el idioma,
las cosas. 2) La función estética no está tampoco plenamente bajo el do-
la religión, la ciencia, la política, etc. Estos sistemas son hechos reales,
minio del individuo, aunque desde el punto de vista puramente subjetivo cual-
aunque no sean directamente perceptibles por los sentidos: su existencia se
quier cosa puede adquirir (o al contrario carecer de) una función estética,
demuestra con el hecho de que, respecto a la realidad empírica, manifiestan
sin tener en cuenta el modo de su creación. 3) La estabilización de la función
una fuerza normativa: así por ejemplo una desviación del sistema lingüís-
estética es un asunto de la colectividad, y la función estética es un com-
tico, mantenida por la consciencia colectiva, se siente y valora espontánea-
ponente de la relación entre la colectividad humana y el mundo. Por eso
mente como un error. También la esfera de lo estético se manifiesta en la
una extensión determinada de la función estética en el mundo de las cosas
consciencia colectiva ante todo como un sistema de normas; de eso trata-
está relacionada con un conjunto social determinado. La manera como
remos en el segundo capítulo de este estudio.
este conjunto social concibe la función estética, predetermina finalmente
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No obstante, no debemos concebir la consciencia colectiva como colectividad (por ejemplo la forma de vestir del representante del poder
algo abstracto, es decir, sin tener en cuenta la colectividad concreta que o de su servicio, su residencia, etc.). El poder aislador de la función estética
es su portadora. Esta colectividad concreta, el conjunto social, está dife- - o más bien de su capacidad de llamar la atención sobre una cosa o una
renciada por dentro en capas y medios. No es pensable que aquello que persona- convierte la función estética en un acompañante importante de la
llamamos su consciencia esté sin relación con esta diferenciación de la función erótica; cf. por ejemplo la ropa, sobre todo femenina, en la que a
sociedad; esto es, por supuesto, válido también en cuanto a la esfera esté- veces estas funciones se unen hasta resultar indistinguibles una de otra.
tica. El propio arte, aunque gracias a la supremacía de la función estética Otra característica significante de la función estética es el pla-
y de la considerable autonomía quo se desprende de esta supremacía, esté cer que provoca. De aquí se desprende la capacidad de facilitar los actos a los
en buena medida aislado de la realidad y excluido de una relación directa que la función estética se adjunta en tanto que función secundaria, o tam-
y activa con las formas y las tendencias de la convivencia social (véase bién la capacidad de intensificar el placer relacionado con estos actos; cf.
la conocida fórmula de Kant: «das intereselose Wohlgefallen»), 25 manifiesta el aprovechamiento de la función estética en la educación, en el acto de
una serie de problemas sociológicos complejos. Tanto más la esfera estética comer, en el habitat, etc. - Finalmente, es también necesario mencionar
extraartística, a la que dirigimos ante todo nuestra atención, está incluida en la tercera característica especial de la función estética, condicionada por el
el sistema total de la morfología social, y participa en las funciones sociales. hecho de que ésta se une ante todo a la forma de una cosa o de un acto: es
La ocasión principal de verificar la relación entre la esfera esté- la capacidad de suplir otras funciones, de las que el objeto (cosa o acto)
tica por un lado, y la organización y la vida del conjunto social por el otro, ha sido privado en el transcurso de su evolución. De lo cual se desprende
se nos ofrecerá al investigar las normas estéticas en el capítulo 2. Sin em- el frecuente matiz estético de los anacronismos, ya sean materiales (por
bargo, es posible presentar también, en cuanto a la sociología de lo estético, ejemplo ruinas, trajes regionales de los lugares donde las demás funciones,
algunos apuntes desde la perspectiva de la función estética. como la función práctica, mágica, etc., han perdido su sentido), o inma-
1. La función estética puede convertirse en un factor de dife- teriales (por ejemplo distintos ritos). Aquí hace falta incluir también el co-
renciación social en los casos en que una cosa (o un acto) determinada tiene nocido fenómeno de las obras científicas que, habiendo tenido en la época
una función estética en un medio social, pero no la tiene en otro, o cuando de su aparición, junto a su función intelectual, también una función estética
en un medio social tiene una función estética menos acentuada que en otro. que jugaba un papel secundario, sobrepasan su valor científico, funcionando
Como ejemplo indicamos la comprobación de P. Bogatyriev (Germanos/a- en adelante como fenómenos preponderantemente o totalmente estéticos,
vica, año II) de que un abeto de Navidad que en las ciudades tiene una cf. la Historia de Palacky o las obras de Buffon. La función estética, al
función preponderantemente estética, en el campo de Eslovaquia oriental, suplir las otras funciones, se convierte a veces en un factor de economía cul-
donde llegó desde las ciudades como «un bien cultural en descenso», tiene tural, en el sentido de que conserva las creaciones y las instituciones hu-
ante todo una función mágica. manas que había n perdido sus funciones originales, prácticas, para tiempos
2. La función estética como factor de la convivencia social, se posteriores en que puede surgir la posibilidad de que se las vuelva a utilizar,
manifiesta por sus características fundamentales. La principal de ellas es atribuyéndoles entonces de nuevo otra función práctica.
aquella que E. Utitz (Philosophie in ihren E/nze/gcbieten, Ásthetik und Phi- La función estética significa, pues, mucho más que algo flotante
losophie der Kunst, p. 614) señala como la capacidad de aislamiento del en la superficie de las cosas y del mundo, como se suele considerar a veces.
objeto afectado por la función estética. A esta definición se le acerca aquella, Interviene de manera importante en la vida de la sociedad y del individuo,
según la cual la función estética consiste en dirigir la máxima atención tomando parte en la gestión de la relación - n o sólo pasiva, sino también
sobre un objeto dado (L. Rotschild, «Basic Conceps in the Plástic Arts», The activa- entre el individuo y la sociedad, por un lado, y la realidad en el
Journal of Phi/osophy, vol. XXXII, año 1935, n.° 2, p. 42). Siempre que en centro de la cual están situados, por otro. La continuación de este estudio
la convivencia social surge la necesidad de poner de manifiesto algún acto, está dedicada, como ya hemos indicado, a una aclaración más detallada
cosa o persona, dirigir la atención sobre ellos, o liberarlos de conexiones de la importancia social de los fenómenos estéticos; como introducción
indeseables, la función estética aparece como factor adjunto; véase la fun- ha sido necesario tratar de delimitar la esfera de lo estético e investigar su
ción estética de cualquier ceremonial (incluyendo el culto religioso), o el dinámica evolutiva.
carácter estético de las fiestas. Gracias a su capacidad aisladora, la función
estética puede llegar a ser también un factor socialmente diferenciador; véase 2
la sensibilidad acentuada respecto a la función estética, y su aprovecha-
miento más intenso en las capas sociales superiores, que pretenden distinguirse El primer capitulo de este estudio tenía por objetivo mostrar el
de las demás (la función estética como factor de la llamada representa- carácter dinámico de la función estética tanto en relación con los fenómenos
ción), o el aprovechamiento intencional de la función estética para acentuar que la contienen, como en relación con la sociedad en la que esta función
la importancia de los detentadores del poder, y para aislarlos del resto de la se manifiesta. El segundo capítulo pretende demostrar lo mismo respecto a..

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la norma estética. Si no ha sido fácil comprobar la variabilidad - p o r su- Aceptamos la definición teleológica del valor c o m o capacidad de una cosa
puesto natural dentro de una e v o l u c i ó n - de la función estética que tiene para lograr un objetivo determinado; es natural que la determinación del
por definición el carácter de energía, es más difícil aún descubrir el carácter objetivo y del camino conducente a él, depende de un sujeto determinado,
dinámico de ta norma estética, que pretende ser una regla de validez invaria- y que entonces cada valoración contiene un momento de subjetividad. El
ble.20 La función en tanto que fuerza viva parece estar predeterminada a caso extremo es cuando el individuo valora una cosa desde la perspectiva
cambiar constantemente la extensión y la dirección de su cauce, mientras de un objetivo totalmente singular; en este caso la valoración no se puede
que la norma, que es una regla y una medida, parece, por su propia esencia, regir por ninguna regla, y depende completamente de la libre decisión del
estática. La estética surgió como una ciencia sobre las reglas que rigen la individuo. Menos aislado se encuentra ya el acto* de valoración en aquellos
percepción sensorial (Baumgarten). 2 7 Durante mucho tiempo parecía que su casos en que su resultado sólo es válido para el individuo en cuestión,
única función era la investigación de las condiciones generalmente obliga- pero el objetivo correspondiente es conocido por el individuo a partir de
torias de la belleza, cuya validez se derivaba de suposiciones sea metafísicas, experiencias anteriores. Aquí existe la posibilidad de regir la valoración por
sea cuanto menos antropológicas; en este segundo caso el valor estético una regla determinada, sobre cuya obligatoriedad decide en cada caso par-
y su criterio, la norma estética, eran concebidos como hechos inherentes ticular el individuo mismo; por eso también aquí la decisión depende final-
a la constitución del hombre, es decir hechos que se desprendían de su mente de la libre voluntad del individuo. Sobre una norma auténtica se puede
condición natural. La estética experimental, después de haber sido fundada hablar sólo tratándose de objetivos generalmente reconocidos, respecto a los
por Fechner, todavía partía del axioma según el cual existen condiciones cuales el valor se percibe como existente independientemente de la volun-
generalmente obligatorias de la belleza, para la comprobación de las cuales tad del individuo y de su decisión subjetiva, es decir, como un hecho de la
era suficiente eliminar, acumulando experiencias, las desviaciones casua- llamada consciencia colectiva; esto se refiere, entre otras cosas, también al
les del gusto individual. Como es sabido, la evolución consecutiva obligó a la valor estético que determina la medida del placer estético. En estos casos,
estética experimental a tomar en consideración el carácter variable de las el valor está estabilizado por la norma, que no es otra cosa que una regla
normas, y a contar con sus premisas. También en otras ramas y corrientes general que debe ser aplicada a cada caso concreto que le incumbe. El
de la estética moderna se manifestó la desconfianza respecto al carácter individuo puede no estar de acuerdo con esta norma, o incluso tratar de
obligatorio ilimitado de las normas: en la mayoría de las corrientes apareció negar su existencia y su obligatoriedad colectiva en los momentos en que
un escepticismo extremo respecto a su propia existencia y validez, o al está valorando, aunque lo haga en contradicción con la norma.
menos un esfuerzo por limitar esta validez a un solo caso particular cada A pesar de que la norma tiende a una obligatoriedad sin ex-
vez (la norma deducida do la personalidad del autor). Finalmente, aparecía cepciones, nunca puede lograr la validez de una ley natural - de otra ma-
la tendencia a salvar el carácter obligatorio general de la norma, dedu- nera se convertiría en una ley natural y dejaría de ser una norma. Si, por
ciendo empíricamente los modelos de las obras ya creadas, consideradas ejemplo, al hombre le fuera imposible sobrepasar los límites del ritmo ab-
como excelentes; el inconveniente que se presenta en este caso es por una soluto, así como le es imposible percibir con la vista los rayos infrarrojos
parte de inducción necesariamente incompleta, y por otra parte la petitio y ultravioletas, el ritmo se transformaría de una norma que exige ser cum-
principü. plida, pero que puede no cumplirse, en una ley de la constitución humana,
No vamos a ocuparnos de la critica de las diferentes soluciones, mantenida necesaria e inconscientemente. La norma, pues, aunque tienda
sino que intentaremos presentar frente a ellas una prueba positiva de que a la validez ilimitada, se autolimita al mismo tiempo gracias a esta ten-
la contradicción entre la pretensión de la norma a la obligatoriedad general, dencia. No sólo puede ser violada, sino que es pensabie - y en la práctica
sin la cual la norma no existiría, por un lado, y su carácter real tanto limitado muy f r e c u e n t e - el paralelismo de dos o más normas aplicables a casos con-
como variable por otro, no es paradójica, sino que puede ser teóricamente cretos iguales, midiendo el mismo valor y compitiendo mutuamente. La
comprendida y dominada como una antinomia dialéctica que sirve de cata- norma está, pues, basada en una antinomia dialéctica fundamental entre
lizador en la evolución de toda la esfera estética. La parte primordial de la validez incondicional y la potencia meramente reguladora, e incluso sólo
nuestra prueba se referirá a la relación entre la norma estética y la organi- orientativa, que implica la posibilidad de su violación. Cada norma tiene
zación social, ya que el carácter variable y obligatorio de la norma no pue- esta tendencia doble y antagónica, entre cuyos polos se encuentra el esce-
den ser comprendidos y justificados simultáneamente ni desde el punto de nario de su evolución. A pesar de eso, los diferentes tipos de normas gravi-
vista del hombre como género, ni del hombre como individuo, sino úni- tan de manera desigual sea hacia uno, sea hacia otro polo. La diversidad
camente desde el punto de vista del hombre en tanto que ser social. 28 A pesar de la gravitación sale a la luz cuando comparamos, por ejemplo, la norma
de esto, antes de abordar la propia sociología de la norma estética, es ne- jurídica que ya por su denominación habitual, «ley», tiende a la validez incon-
cesario adquirir algunos conocimientos fundamentales analizando noéti- dicional, con la norma estética - s o b r e todo en su aplicación más específica,
la norma artística-, que por lo general sirve sólo de trasfondo para una vio-
camente su esencia.
lación permanente.
Partiremos de una reflexión general acerca del valor y la norma.

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de la función estética, y por consiguiente objetos de placer estético. Sin
A pesar de eso, también la norma estética puede probar una ten-
embargo, existen ciertas premisas en la constitución objetiva de la cosa (del
dencia a una validez invariable. En la evolución misma del arte se encuentran
portador de la función estética), que facilitan la aparición de la función
de vez en cuando períodos que imponen la reivindicación de una validez
estética. La potencia estética no es, por supuesto, inherente al objeto: para
permanente e incondicional de la norma. Como ejemplo, recordamos tanto
que las premisas objetivas puedan hacerse valer, tienen que participar de
la poesía del clasicismo francés como la poesía simbolista. La fe en la
algún modo en la constitución del sujeto del placer estético. Las premisas
validez de la norma fue tan fuerte en el período clasicísta, que Chapelain
subjetivas pueden tener una justificación tanto completamente individual,
pudo escribir en el prefacio a su poema épico La Pucelle: «Para la elaboración
como social, como finalmente antropológica, dada por la condición natural
de este tema he aportado sólo un conocimiento considerable de lo nece-
del hombre en tanto que género. Y estas premisas fundamentales, antro-
sario... Se trataba únicamente de verificar si este género poético, relegado
pológicas, son justamente los principios que nos interesan. Podemos nom- „
por nuestros escritores más célebres, está realmente muerto, o si su teoría,
brar toda una serie de ellas. Para las «artes temporales» (Zeitkünste) es, por
que conozco bastante bien, podría servirme para demostrar a mis amigos con
ejemplo, el ritmo, condicionado por la regularidad de la circulación de la
este ejemplo, que sin dar siquiera altos vuelos a la imaginación es posible
sangre y de la respiración (es importante también la circunstancia de que la
aprovecharla con éxito».-0 Traducido a nuestra terminología, esta cita ex-
organización rítmica del trabajo es la que mejor le conviene al hombre); para
presa una confianza incondicional en que la aplicación perfecta de la norma
las artes espaciales, tales premisas son la recta vertical (o perpendicular), la
es suficiente por sí sola para crear un valor artístico. En cuanto al simbolismo,
línea horizontal, el ángulo recto y la simetría (premisas que se pueden dedu-
basta recordar el deseo de crear «una obra absoluta», válida eternamente sin
cir enteramente de la constitución y de la posición normal del cuerpo hu-
tener en cuenta el tiempo y el medio, deseo que se había manifestado con
mano; véase A. Schmarsow, Grundbegriffe der Kunstwissenschaft, Leipzig-
tanta intensidad, por ejemplo, en el caso de Mallarmé. 30 También es posible
Berlín 1905); 3 1 para la pintura lo son el carácter complementario de los
indicar, como muestra de la tendencia de la norma estética a la obligato-
colores y algunos otros fenómenos del contraste de color y de intensidad
riedad total, la intolerancia mutua de las normas estéticas competidoras,
(véase por ejemplo Seracky, Kvantitativní urcenl barevného kontrastu na
que se manifiesta a veces de tal forma, que !a norma estética se ve polé-
rotujlclch kotoucích [La determinación cuantitativa del contraste de colores
micamente substituida por otra, más autoritaria, por ejemplo, por la norma
rotatorios], Praga 1923); para la escultura es la ley de la estabilidad del
moral - a l adversario se le trata de impostor- o la norma intelectual - e l ad-
centro de gravedad. De estos principios pueden ser deducidos algunos otros;
versario es declarado ignorante o imbécil-. Incluso cuando se subraya el
por ejemplo: de la ley de la simetría se deduce la división fundamental de
derecho al juicio estético individual, al mismo tiempo se impone la reivin-
la superficie de un rectángulo por el punto de intersección de las diagona-
dicación de la responsabilidad por el mismo: el gusto personal es un com-
les (simetría absoluta). Hay también otros principios cuya relación con la base
ponente del valor humano de su portador.
antropológica es mucho menos unívoca que en el caso de los mencionados
La antinomia de la obligatoriedad ilimitada y de su negación, más arriba - a pesar de lo cual, algunos no pueden ser considerados ine-
la variabilidad permanente, es, pues, válida también para la norma estética, xistentes, y por lo tanto omitidos, como por ejemplo el de la sección áurea.
aunque aparentemente prevalezca la negación. También aquí, como en otros Como una superestructura inmediata de los principios constitutivos, es ne-
casos, el elemento positivo sirve de base, de la que hace falta partir al ana- cesario considerar algunas normas convencionales antiguas que han adqui-
lizar el carácter específico de la norma estética. Así, tenemos que pregun- rido, gracias a una costumbre prolongada, una naturalidad que admite la de-
tarnos si existen realmente principios estéticos que se desprendan de la cons- formación, sin que esta última haga desaparecerlas de la subconsciencia en la
titución misma del hombre, que justifiquen la tendencia de la norma estética que existen en tanto que trasfondo (cf. por ejemplo el repertorio de conso-
a la validez legal. Hemos sugerido ya que la concepción primitiva de la nancias en la música, basada en octavas que, como es conocido, se iba
estética experimental fracasó precisamente intentando averiguar tales prin- ampliando con la evolución sucesiva de la música). La enumeración de prin-
cipios. La diferencio entre nuestra concepción y la de la estética experi- cipios antropológicos que acabamos de hacer, no pretende ser de ninguna
mental primitiva, consiste en el hecho de que en el caso de aquélla, los manera completa. Y por más que lo sea, es seguro de antemano que su red
principios fueron considerados como normas ideales, cuya localización y no puede ser nunca tan amplia y densa como para poder contener en de-
mantenimiento preciso podrían asegurar una perfección estética, mientras que talle los equivalentes de todas las normas estéticas posibles. No obstante,
para nosotros estos principios son solamente premisas antropológicas ne- para poder suponer que la norma estética como conjunto, tiene su fundamento
cesarias para la tesis de la antinomia dialéctica de la norma estética, tesis constitutivo, basta la existencia de la relación parcial entre ella y la base
cuya antítesis con los mismos derechos es la negación (y por consiguiente psicoflsíca.
la violación) de los principios constitutivos. i Ahora surge la cuestión de cómo funcionan estos principios res -
El objetivo de la función estética es la consecución del placer pecto a las normas auténticas. Significaría negar la historia del arte, suponer
estético. Ya en el primer capítulo hemos dicho que es posible que cualquier que estos principios son normas, e incluso ideales, cuyo cumplimiento.
cosa o acción, sin que se considere su constitución, lleguen a ser portadores
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aunque se lleve a cabo sólo dentro de lo posible, representa una perfección las estéticas, a pesar de que también varíen. No obstante, hay normas
estética. Ya que, por lo general, dentro de la evolución del arte, los princi- todavía más estables que las lingüísticas que, aplicadas a un material con-
pios fundamentales no sólo no se cumplen, sino que sucede (o contrario: creto, también se transforman: son, por ejemplo, las normas legislativas, que
los períodos que tienden a su mantenimiento más consecuente, alteran con ya por su denominación de «leyes» manifiestan una tendencia a ser aplicadas
períodos en que se les respeta lo menos posible; los períodos de deforma- de manera incondicional y siempre igual. Incluso Englis (Te/eologie jako
ción más o menos radical son incluso más frecuentes, y no es posible cali- forma védeckého poznánl [Teleología como forma de conocimiento cientí-
ficarlos siempre como decadentes. Es también característico que el respeto fico], Praga 1930), a pesar de que intente distinguir el pensamiento «nor-
extremadamente riguroso de los principios antropológicos desemboca en la] mativo» simplemente deductivo, del pensamiento «teleológico» evaluador,
indiferencia estética. El ritmo mecánicamente regular, la simetría de una señala que «la interpretación per analoglam», necesaria para la solución de
figura geométrica, etc., son estéticamente indiferentes. La gran importancia casos que el legislador no habia especificado al formular la ley, pero que
de los principios constitutivos consiste, sin embargo, en toda una variedad aparecen en la práctica, «no es una interpretación, sino la creación de nue-
de normas estéticas, tal como se manifiestan en un estudio sincrónico (es- vas normas; y los códigos legislativos contienen una autorización especial
tático) y diacrónico (temporalmente dinámico), reduciendo a un deno- para este tipo de interpretaciones, lo que no sería necesario si se tratase
minador común la constitución psicofísíca del hombre en tanto que género, realmente sólo de la interpretación de las normas existentes».
de manera que estos principios constituyen un criterio espontáneo tanto También las normas estéticas se transforman al ser aplicadas.
de la convergencia como de la contradicción entre las normas concretas Sin embargo, mientras las normas legislativas, cuando no se trata de una
y dicha constitución. No sirven para limitar la variabilidad evolutiva de legislación real, se transforman dentro de unos límites muy estrechos, y las
las normas, sino para ser una base fija, y únicamente respecto a esta base transformaciones de las normas lingüísticas son eficaces, pero invisibles, las
puede la variabilidad ser percibida como la violación de un orden.32 La de las normas estéticas tienen lugar en una extensión muy amplia y al des-
fuerza centrífuga, es decir, la tendencia deformadora, no podría manifes- cubierto. La forma en que la transformación de una norma es advertida, no
tarse sin la fuerza centrípeta representada por los principios constitutivos. tiene siempre la misma intensidad en todos los sectores de la esfera estética;
Shklovsky, que afirmaba (en el artículo «El arte como método» en Teoría la manera más llamativa es la que se observa en el arte, en que la violación
de la prosa),33 que la deformación artística significa derroche máximo de de la norma estética es uno de los recursos principales del efecto. Aquí nos
energía, solamente podía tener razón suponiendo que en alguna parte fun- encontramos en el umbral de la evolución del lenguaje de los fenómenos
damental, como un rasgo positivo oculto, funciona la ley sobre la conserva- artísticos; su problemática es amplia y compleja gracias a las relaciones mu-
ción de la energía, porque de otra manera la deformación dejaría de ser tuas que existen entre los distintos problemas. No podemos dedicarnos
lo que es, es decir, dejaría de ser la negación de la regularidad. Y precisa- aquí a una explicación detallada y sistemática (véase un intento de esbozo
mente los principios constitutivos son la expresión de la conservación má- en nuestro estudio sobre Vznesenost prlrody [La dignidad de la naturaleza],
xima de la energía en la esfera estética. de Polák,35 Praga 1934), pero a pesar de ello, y de acuerdo con lo que
En los párrafos precedentes hemos intentado exponer la justi- trataremos en el contexto de este estudio, es necesario decir algunas pala-
ficación de la multiplicidad de normas estéticas (la coexistencia de nor- bras sobre el proceso por el que se transforma y multiplica la norma estética
mas en mutua competencia), pero falta todavía una explicación genética, en el arte.
es decir, es necesario aclarar cómo llega a realizarse esta multiplicidad. La obra artística es una aplicación no adecuada de la norma
Para eso será necesario concebir la norma estética como un hecho histó- estética, de modo que su estado actual no se altera por una necesidad invo-
rico, es decir, tomar como punto de partida su variabilidad en el tiempo. Es luntaria, sino intencionalmente, y por esto generalmente de manera muy
la consecuencia necesaria de su carácter dialéctico, mencionado más arriba. sensible. La norma es violada incesantemente. Sin embargo, es necesario
Por eso la norma estética manifiesta una variabilidad temporal común con señalar que examinando, en adelante, el aspecto evolutivo de la norma es-
otros tipos de normas; cada norma cambia tan sólo por el hecho de ser tética, utilizamos la palabra «violación» en sentido diferente de aquel en que
aplicada repetidamente y tener que adaptarse a las tareas exigidas por la la hemos empleado más arriba, cuando se trataba del no cumplimiento de
práctica. Así, por ejemplo, las normas lingüísticas, sean gramaticales, léxicas los principios estéticos; aquí la entenderemos como relación entre la norma
o estilísticas, se transforman sin cesar.34 Pero la transformación es tan lenta temporalmente precedente y la norma nueva, distinta de aquélla, y que se
-aparte de las formaciones lingüísticas pertenecientes a la esfera de la pato- halla en proceso de formación. La violación de los principios constitutivos
logía lingüística, es decir aparte de lenguajes especiales- que parece in- por una norma concreta, y la violación de una norma más antigua por una
visible, convirtiendo el problema de las transformaciones lingüísticas en norma nueva, son dos cosas diferentes. En la evolución puede ocurrir incluso
uno de los problemas más complicados de la lingüística. Bajo la influencia que la norma conforme con el principio constitutivo correspondiente (por
del fin práctico de la lengua y del hecho de que su función normal es ejemplo, en la poesía, el ritmo que mantiene rigurosamente el esquema mé-
comunicativa y no creativa, las normas lingüísticas son mucho más fijas que trico) sea considerada como una violación si estuvo precedida por un período

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de deformación de dicho principio: compárese la frase de un teórico ruso
de la poesía, según el cual es posible que oigamos el silencio, si le ha- el placer estético, precisamente cuando debe alcanzar la máxima intensidad,
precedido el ruido de un tiroteo. La historia del arte, vista desde la perspectiva como la que se logra en el arte, necesita el desagrado estético como con-
de la norma estética, aparece como una historia de revueltas contra las nor- traste dialéctico. Aún violando la norma lo máximo posible, el placer es la
mas dominantes. De aquí se desprende el rasgo especial del arte auténtico, sensación dominante producida por el arte, y el desagrado es el recurso de
que consiste en el hecho de que, en la sensación que provoca, el placer es- su intensificación; no es casual que precisamente la estética del surrea-
tético se confunde con el desagrado. Esta característica especial fue muy lismo sea manifiestamente hedonista. El valor artístico es indivisible; tam-
bien expresada por F. X. Salda,30 cuando dijo: «La sensación que nos produce bién los componentes que producen el desagrado se convierten, dentro del
una obra artística no es una sensación de algo elegante y fino, [...] sino más conjunto de la obra, en elementos positivos, pero solamente dentro de la
bien de algo duro y riguroso - de algo que difiere claramente del carácter obra: fuera de ella y de su estructura, volverán a tener un valor negativo.
convencional y de la comodidad agradable de la expresión artística co- La obra estética viola, pues, hasta cierto punto y a veces con-
rriente!...] Los conocedores y aficionados bien educados, tachan de crudo a siderablemente, la norma estética válida para el momento dado del pro-
cada creador artístico auténtico al inicio de su carrera, y hablan de su arte ceso. No obstante, aún en los casos extremos tiene que mantenerla simul-
como de algo interesante y curioso, pero no lo valoran como algo bello táneamente: incluso hay períodos en la evolución del arte, en los que el
y de buen gusto» Boje o zitrek; Nová krása, jeji geneze a charakter [Luchas cumplimiento de la norma prevalece visiblemente sobre su violación. Pero
por el futuro; La nueva belleza, su génesis y su carácter]). La palabra «buen siempre hay en una obra artística algo que la une al pasado, y algo que
gusto» empleada por Salda recuerda involuntariamente una de las violacio- tiende al futuro. Por lo general, las tareas están compartidas por diferentes
nes más radicales de la norma estética a las que el arte puede llegar: la grupos de componentes, de los cuales algunos mantienen la norma, otros la
violación de la norma mediante el aprovechamiento intencional del mal gusto. descomponen. En el momento en que la obra artística aparece por primera
¿Qué es el mal gusto? 37 No es en absoluto todo lo que no vez a la vista del público, puede ocurrir que llame la atención sólo aquello
concuerda con la norma estética del momento dado de la evolución. Más que la distingue del pasado; pero aún en casos asi aparecerán más tarde los
amplio que el concepto de «mal gusto» es el de «fealdad»; es feo para lazos con lo que precedía dentro de una evolución dada. El cuadro Le dejeu-
nosotros aquello que nos parece estar en desacuerdo con la norma estética. ner sur l'herbe de Manet, provocó, después de su primera exposición, protes-
Del mal gusto hablamos sólo cuando valoramos un objeto producido por tas como obra revolucionaria e innovadora. Sólo la investigación posterior
las manos del hombre y en el que observamos al mismo tiempo tanto la ha descubierto las relaciones con el precursor de Manet, Courbet, tanto en
tendencia a cumplir una norma estética determinada, como la falta de capa- en lo que se refiere a la composición, como en la utilización de los colo-
cidad de realizarla; los fenómenos de la naturaleza pueden ser feos, pero res (véase el análisis detallado de Deri en Die Malerei ¡m XIX Jahrhundert,
no de mal gusto, aparte de los casos excepcionales en los que un fenómeno Berlin 1920). 38 Pero aún valorando positivamente un fenómeno artístico
natural nos recuerda un producto humano. El desagrado que nos produce nuevo, es posible que la fuerte impresión que produce la violación de la nor-
un objeto de mal gusto no se basa, pues, únicamente en la sensación del ma actual, haga que pasen desapercibidos los aspectos conformes con ella;
desacuerdo con la norma estética, sino que está reforzado por nuestra lo demostró, por ejemplo M. Hysek, partiendo de la obra de Bezru6 (77/ kapi-
aversión hacia la incapacidad del autor. El mal gusto es, pues, la antítesis tofy o Petru Bezrucovi, [Tres capítulos sobre Petr Bezruó], Brno 1934).
más aguda del arte, que ya por su denominación indica la capacidad de lograr Una obra de arte auténtica, oscila siempre entre los estados
plenamente el objetivo propuesto. Y a pesar de esto, el arte utiliza algunas pasado y futuro de la norma estética: el presente, bajo cuyo punto de vista
veces el mal gusto para lograr sus fines. Un ejemplo instructivo lo ofrece la percibimos, aparece como tensión entre la norma pasada y su violación,
el arte plástico surrealista, que utiliza - c o m o objetos que representa y como destinada a llegar a ser parte de la norma futura. Como ejemplo muy suges-
piezas para los montajes tanto pictóricos como plásticos- productos del tivo puede indicarse la pintura impresionista. Una de las normas típicas y
período de la mayor degradación del gusto (finales del siglo XIX), imitaciones fundamentales del impresionismo, es la tendencia a reproducir la percepción
industriales del arto y de la artesanía artística, láminas de las revistas ilus- sensorial pura, no deformada por ninguna interpretación intelectual o emo-
tradas, etc. De est3 manera, la norma del arte «superior» está violada de la cional; en este aspecto el impresionismo está en correlación con el natu-
manera más radical, y el desagrado estético provocado forma parte del efecto ralismo en la poesía. No obstante, desde el comienzo, y de una forma simul-
artístico. El caso del surrealismo ha sido escogido por lo llamativo de la tánea, existe en el impresionismo una tendencia que se manifiesta cada vez
forma en que se efectúa la violación de la norma estética. Aunque en otras más y que está opuesta a la primera: es la tendencia a alterar la coordi-
épocas y corrientes el desagrado estético no suele estar acentuado de ma- nación real de los datos sensoriales sobre el objeto representado; en este
nera tan ostentosa, constituye un componente casi permanente del arte sentido, el impresionismo, y sobre todo el impresionismo tardío, está ya
vivo. Si nos preguntásemos ahora cómo es posible que el arte, fenómeno sobre el mismo camino que el simbolismo poético. 33 La transición entre las doá
estético privilegiado, pueda provocar desagrado, habria que responder que tendencias contradictorias se hace posible anulando el contorno lineal, y poí
consiguiente también la perspectiva lineal, así como que transformando el

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contorno en una combinación de manchas de color sobre una superficie. Y
menos estéticos extraartísticos. Paulhan muestra que la función decorativa
las dos tendencias contradictorias están designadas por la historia con el
y también la práctica pueden unir estrechamente el arte con la esfera de ios
mismo nombre: impresionismo. Así ocurre siempre en la historia del arte:
demás fenómenos estéticos. O. Hostinsky dice de manera aún más sugestiva:
ninguna etapa de la evolución corresponde plenamente a la norma heredada
«Si consideramos como arquitectura un portal con una puerta decorativa,
de la etapa anterior, si no que crea, violándola, una norma nueva. La creación
¿con qué derecho consideraremos un armario precioso u otro mueble por-
que correspondiese plenamente a la norma heredada sería una estandardiza-
tátil, fabricados a lo mejor por el mismo artesano, como obras de grado
ción fácil de reproducir; a este límite se aproximan únicamente las obras
inferior?» (O vyznamu prúmys/u uméleckého [Sobre la significación de la in-
epígonas, mientras que una verdadera obra de arte es irreproducible y su
dustria artesanal], Praga 1887). El autor señala uno de los puentes naturales
estructura es, como hemos mencionado más arriba, indivisible, gracias
entre el arte y el resto del círculo estético; no obstante, hay muchos otros
precisamente a la diversidad estética de los componentes a los que reúne
caminos por los que las normas se trasladan de la esfera del arte superior
en un complejo único: no obstante, con el tiempo desaparece la sensación
a la esfera extraartística. Mencionaremos por lo menos un ejemplo más: la
de las contradicciones, equilibradas hasta entonces casi violentamente por
influencia del gesto teatral sobre los gestos pertenecientes a la esfera de
la estructura: la obra llega a ser realmente armoniosa y bella en el sentido
la llamada buena educación. Es conocido que «la buena educación» en la
del placer estético no perturbado por nada. F. X. Salda escribió correcta-
sociedad es un hecho con fuerte matiz estético (cf. M. Dessoir, Ásthetik und
mente que «la belleza cobra valor sólo con la perspectiva de la distancia»
allgemeine Kunstwissenschaft), pero su función dominante es diferente: es
(Boje o zítrek, Nová krása, její geneze a charakter). La estructura llega
la de facilitar y regular los contactos sociales entre los miembros de una
a ser divisible en las distintas normas que ya pueden ser aplicadas sin
colectividad. Se trata, pues, de un hecho estético extraartístico, y esto es
perjuicio también fuera de la esfera de la estructura dentro de la cual
válido también sobre los gestos en el sentido más amplio de la palabra,
han sido creadas, e incluso fuera de la esfera del arte en general. Una vez
incluyendo la mímica y los fenómenos lingüísticos, en particular la entona-
terminado este proceso, la etapa evolutiva, hasta entonces actual, pasa a
ción y la articulación. La función estética desempeña aquí una tarea im-
formar parte de la reserva histórica, pero las normas creadas por ella, se
portante de amortiguar la primitiva expresividad espontánea del gesto, y de
infiltran poco a poco en toda la amplia esfera de lo estético, sea en forma
transformar el gesto-reacción en un gesto-signo. Sin embargo, podemos
de conjuntos enteros, cánones, o como fracciones particulares (grupos peque-
observar otro fenómeno interesante: los gestos sociales difieren no sólo de
ños de normas o normas particulares aisladas). Todo lo que acabamos de
una nación a otra (aunque se trate de naciones .de cultura aproximada-
decir sobre el proceso de creación de las normas, es válido en su totalidad
mente igual y de las mismas clases sociales dentro de esas naciones), sino
sólo tratándose de una sola formación: de aquel arte que llamamos, por
también de una época a otra dentro de la misma nación. Para comprobar
falta de otro término, arte «superior». Es aquel arte cuyo portador (con algu-
este fenómeno basta observar pinturas y dibujos, y en particular grabados y
nas limitaciones que mencionaremos más adelante) suele ser el estrato
fotografías de una época relativamente tan reciente como los años cuarenta
social dominante. El arte superior es la fuente y el renovador de las nor-
y cincuenta del siglo pasado. Los gestos más convencionales, por ejemplo
mas estéticas; al lado de él existen también otras formaciones artísticas
la postura de pie, nos parecen exageradamente patéticos: estando de pie, las
(por ejemplo el arte de salón, el arte de bulevar, el arte popular, etc.); no
personas hacen avanzar una de las dos piernas que no lleva el peso del
obstante, éstas, por lo general, adoptan la norma ya creada por el arte
cuerpo, sus manos parecen expresar una excitación desproporcionada res-
superior. Como hemos señalado en el primer capítulo, aparte de los dife-
pecto a la situación, etc. La gesticulación social está sujeta, pues, a una
rentes géneros de arte existen, por supuesto, fenómenos estéticos extraartís-
evolución; ¿pero cuál es la fuente de esta evolución? Igual que la percep-
ticos. Y aquí surge la siguiente pregunta: ¿de qué manera penetran las
ción sensorial, en particular la visual y la auditiva, evoluciona bajo la influen-
normas estéticas creadas por el arte superior en este sector?
cia del arte (la pintura y la escultura permiten al hombre experimentar cada
Es preciso recordar lo que ya hemos sugerido en el primer vez de manera nueva el acto de la visión, y la música renueva el acto auditi-
capítulo sobre la transición paulatina entre el arte y el resto de los fenó- vo), igual que la poesía renueva sin cesar en el hombre la sensación de que
menos estéticos. F. Paulhan (Mensonge de l'art, París 1907) tiene razón al hablando se realiza su relación creadora con la lengua; 40 también la gesticula-
decir, que «las artes superiores, como la pintura y la escultura son, a su ción tiene su arte correspondiente que va renovándose continuamente: es
manera, al mismo tiempo también artes "decorativas": la finalidad de un cua- el arte teatral, y desde hace poco también el arte cinematográfico. Para el
dro o de una estatua es la de decorar una sala, un salón, una fachada, una actor, el gesto es un hecho artístico en el que domina la función estética.
fuente»; a esta cita hace falta añadir que las artes decorativas son para Eso le permite liberarse del contexto de relaciones sociales, y adquirir una
Paulhan «aquel tipo de producción que trabaja la materia, dándole formas posibilidad acentuada de transformación. La nueva norma, surgida de esta
útiles, o limitándose a decorarla»; las artes decorativas en la concepción transformación, vuelve a penetrar desde el escenario a la sala de especta-
de Paulhan y en la concepción francesa en general no son, pues, ya en dores. La influencia del arte escénico sobre el gesto fue conocida desde hace
absoluto artes auténticas, sino artesanía artística, y por consiguiente fenó- mucho por los pedagogos, y condujo al aprovechamiento del diletantismo
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teatral como medio educativo (cf. las representaciones escolares humanis- sector de la esfera estética o en algún medio social, pueden sobrevivir mucho
tas). Hoy día esta influencia se manifiesta de manera muy evidente en la tiempo; las normas nuevas se estratifican paulatinamente a su lado, y así
vida, sobre todo mediante el cine: en los últimos años hemos podido obser- surge la convivencia y la competencia de muchas normas estéticas paralelas.
varla particularmente en todo un sistema de gesticulación de las mujeres, Hay casos, sobre todo en el folklore, en los que las normas estéticas per-
más imitativas que los hombres, comenzando por la manera de andar y ter- duran durante siglos enteros. Es, por ejemplo, generalmente conocido el
minando por los movimientos más menudos, como la manera de abrir la hecho de que «para las formas arquitectónicas, el campesino (checo) adoptó
polvera o el juego de los músculos de la cara. De esta manera, las nuevas los modelos basados en el Renacimiento y en el barroco tardíos; para la ropa,
normas estéticas penetran directamente desde el arte a la vida cotidiana, el traje regional y su decoración, son decisivas las formas del traje ciudadano
siendo a veces su escenario un taller de artesanía, a veces las habitaciones y aristocrático en diferentes períodos de la moda a partir de los comienzos
de los salones. En la esfera extraartística, estas normas adquieren un valor del siglo XVI; y para la decoración ornamental pintada, tallada, bordada y
mucho más obligatorio que en el arte que las ha creado, porque en ella aplicada, encontraremos modelos en la pintura y el arte de tallar ornamental
funcionan como criterios auténticos de los valores, y no como un mero tras- del Renacimiento y del barroco tardíos» Ceskoslovenská vías tivéda [His-
fondo para su propia violación. toria y geografía checoslovaca], VIII, Praga 1935, p. 201). En cuanto a
Pero ni siquiera esta aplicación de las normas es totalmente automática, los bordados populares eslovacos, V. Prazák señaló (Bratislava, VII, pá-
porque aún aquí la norma está sujeta a la acción de distintas influencias, por ginas 251 y ss.) que «el pueblo campesino eslovaco, todavía en los si-
ejemplo la moda. La moda, en su esencia, no es un fenómeno preponde- glos XIX y XX, decoraba sus bordados con ornamentos renacentistas, in-
rantemente estético, sino más bien económico. H. G. Schauer la defino troducidos en Eslovaquia por la moda aristocrática de los siglos XVI y XVII».
como «el dominio exclusivo de que se beneficia un producto en el mer- De la poesía que oscila entre el folklore y la poesía culta, pueden ser men-
cado, durante un determinado tiempo» y el economista alemán W. Sombart cionadas las inscripciones de los años treinta y cuarenta del siglo XIX, en-
dedicó al aspecto económico de la moda todo un estudio (Wirtschaft und contradas en el cementerio de Albrechtice cerca de Písek, que mantienen
Mode). A pesar de esto, la función estética tiene un papel muy importante - j u n t o con la versificación silábica- todo el estilo de la poesía barroca de
entre las numerosas funciones de la moda (como la función social, a veces los siglos XVII y XVIII, como lo testimonia por ejemplo la comparación del
la política, y en el caso de la moda de confección, también la erótica). La trabajo del alfarero con la creación divina, tema típico para la poesía no sólo
moda ejerce una influencia nivelizante sobre la norma estética, suprimiendo barroca, sino también medieval, o la descripción naturalista del cuerpo
la múltiple competencia de normas paralelas en beneficio de una sola norma; descompuesto por la enfermedad, en los siguientes versos:
después de la segunda guerra'mundial se produce, simultáneamente con la
intensificación de la moda - p o r lo menos en Checoslovaquia-, la eliminación De las piernas cala sin cesar podrida carne,
de la diferencia entre la manera de vestir en las ciudades y en el campo, hasta que aparecieron los huesos muy desnudos;
y entre las distintas generaciones. La nivelización es compensada, por otro de costras se cubrió toda su cara,
lado, por la rápida sucesión temporal de las normas dictadas por la moda; y ciego se volvió para mayor miseria.*2
no es necesario citar ejemplos, encontraremos muchos hojeando varios años Basta comparar esta descripción con algunas descripciones ba-
de una revista de modas. El propio terreno de la moda comprende los fe- rrocas auténticas, por ejemplo la de la Canción de la muerte de KoniáS,
nómenos extraartísticos, pero de vez en cuando se extiende también al citada por J. VI5ek (Déjiny ceské literatury [Historia de la literatura checa],
arte, en particular a algunas de sus ramas laterales, como el arte de salón o II, 1, p. 56), para que quede claro que en el caso de las inscripciones de
de bulevar, y se manifiesta ante todo ejerciendo influencia sobre el con- Albrechtice se trata de un anacronismo real del canon poético barroco en el
sumo; véase la popularidad de los cuadros con ciertos temas que forman momento en que se publicaba Mayo de Mácha, la obra más grande del
parte del amueblamiento standard (por ejemplo pinturas representando ra- romanticismo checo. 43 En los primeros dos casos que acabamos de men-
mos de flores, etc.). Puede ocurrir incluso que lleguen a ser incluidas como cionar (el folklore checo y eslovaco) la longevidad de la norma es explica-
parte de cada vivienda normal algunas obras concretas, así por ejemplo ble por integración de la norma y de la función estética en el sistema fijo
hace algunos años podíamos encontrar en muchos hogares la Crucifixión de todas las normas y diversas funciones típicas del folklore (véase más
de Max.41 abajo), mientras que el tercer caso (las inscripciones sepulcrales) se ex-
Hemos dicho más arriba que la fuente de la que surgen las nor- plica, por lo visto, por la existencia de un género poético estancado, la poe-
mas estéticas, es el arte superior, desde el cual las normas penetran en los sía religiosa, arcaica ya en el momento de la creación de las inscripciones.
demás sectores de la esfera estética. Sin embargo, este proceso no es tan Hemos indicado ejemplos de anacronismos realmente evidentes
simple como si las normas se sustituyeran al mismo ritmo que, por ejemplo, en el mundo de las normas estéticas; tales casos son relativamente raros,
se suceden las olas que llegan a la costa sólo después de haberse roto la y posibles solamente bajo condiciones especiales. No obstante, la coexis-
precedente. Las normas que se hayan afincado muy fijamente en algún tencia en la esfera estética, a veces muy estrecha, de normas de diferentes

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épocas, está al orden del día. Así, por ejemplo, observando la poesía checa más adelante de la relación de la norma estética con las demás normas.)
contemporánea encontramos en ella, aparte de la estructura que puede ser Se impone la idea de que la jerarquía de los cánones estéticos está en rela-
denominada de posguerra (sabiendo por supuesto que se trata otra vez de ción directa con la jerarquía de las clases sociales: la norma más reciente
un conglomerado de varios cánones diferentes, en parte ya considerablemente que se encuentra en la cumbre, parece corresponder a la clase social su-
petrificados), también el canon simbolista, el de Lum/ry en alguna parte perior, e igualmente la siguiente graduación de las dos jerarquías parece ser
periférica, por ejemplo en la poesía para adolescentes, incluso el de Máj común, de manera que, sucesivamente, a cada capa socialmente inferior le
{Mayo, de Mácha), es decir, en total cuatro conjuntos de normas. También deberla corresponder el canon cada vez más bajo. Como esquema funda-
en otras artes podríamos comprobar en el momento actual varios cánones, mental de contornos aproximados, esta idea tiene cierta justificación, pero
en la pintura, por ejemplo, todos con seguridad, comenzando por el im- no debe ser comprendida dogmáticamente, como una prefiguración incon-
presionismo y terminando por el surrealismo. Una imagen aún más exacta dicional de la realidad.
que la creación en uno u otro arte, podría proporcionárnosla la estadística del Ante todo no debemos olvidar que para la relación entre la
consumo; por ejemplo, en cuanto a la literatura, las estadísticas extraídas morfología social y la norma estética no sólo es importante la división de la
de las bibliotecas públicas. La coexistencia de diferentes normas se mani- sociedad en clases, es decir la estratificación vertical, sino también la di-
fiesta también fuera del arte; así, por ejemplo, es generalmente conocido visión horizontal, por ejemplo las diferencias de edad, sexo o profesión. 48
el hecho de que los objetos que son portadores de una función estética, Todos los tipos de la división horizontal pueden incidir; asi, por ejemplo, la
como los muebles, la ropa, etc., suelen ser distinguidos en la producción y diferencia generacional puede ser la causa de que los miembros de una
en las tiendas no sólo según el material y la ejecución, sino también según misma clase social tengan el gusto diferente, pero que en cambio los miem-
los diferentes gustos. bros de clases distintas, pero pertenecientes a la misma generación, coincidan
En una misma colectividad existe, pues, simultáneamente, toda considerablemente en cuanto al gusto. Las diferencias generacionales son
una serie de cánones estéticos.45 Los conocemos no sólo por la experiencia también foco de la mayor parte de las revoluciones estéticas, mediante las
objetiva, cuyos ejemplos han sido mencionados, sino también por la ex- cuales adquieren valor los nuevos cánones, o se trasladan de un medio social
periencia subjetiva. Del mismo modo que cada uno de nosotros es capaz a otro. También es muy corriente la diferencia entre el gusto de las mujeres
de hablar en varias formaciones de una misma lengua, por ejemplo en va- y el de los hombres, pudiendo ocurrir a veces que la acción estética de las
ríos dialectos sociales, entendemos subjetivamente también distintos cánones mujeres tenga un carácter conservador en comparación con la de los hom-
estéticos -cf. ios ejemplos de poesía mencionados-, aunque por lo ge- bres - a s í sucede por ejemplo en el medio folklórico- y otras veces, en
neral sólo uno de ellos nos parece adecuado para nosotros, y forma parte cambio, las mujeres son portadoras del gusto progresista; véase el estudio de
de nuestro gusto personal. Pero la coexistencia de varios cánones diferentes L. Schücking sobre la familia como factor en el desarrollo del gusto en la
en una sola colectividad, no es de ninguna manera pacífica; cada uno de literatura inglesa del siglo XVIII, en el que se señala la parte de las mujeres
ellos manifiesta la tendencia a ser el único canon, y a eliminar a los demás; en la aparición de la novela sentimental (citado según la traducción rusa del
eso se deduce del hecho, mencionado más arriba, de que la norma estética libro La sociología del gusto literario, Leningrado 1928). Pero tampoco es
pretende tener una validez incondicional. Con una fuerza especial se ma- necesario que el gusto más reciente esté en relación con la capa superior.
nifiesta la naturaleza expansiva de los cánones recientes respecto a los más Así, por ejemplo, en la Austria de preguerra, y sobre todo en Rusia, la clase
antiguos. Esta exclusividad mutua pone en movimiento continuo a toda la socialmente dominante era la aristocracia, pero el arte superior, del que salió
esfera de lo estético. Con la intolerancia de los diferentes cánones está rela- la renovación de la norma estética, era dominio de la burguesía.
cionada también la circunstancia, señalada por G. Tarde {Les /oís de l'imita- Al mismo tiempo, la relación entre la jerarquía estética y la je-
tion, París 1895, p. 375), según la cual las normas estéticas, igual que las rarquía social es irrefutable. Cada clase social, e incluso cada medio (por
éticas, suelen tener a veces carácter negativo, es decir, están formuladas ejemplo el campo, la ciudad) tienen su propio canon estético, que pasa
como prohibiciones. a ser uno de sus rasgos más característicos. Cuando, por ejemplo, un indivi-
Los distintos cánones se distinguen entre ellos, como ya hemos duo pasa de una clase baja a una más alta, se esfuerza generalmente ante
indicado, por su cronología relativa. Pero esta distinción no es únicamente todo por adquirir al menos los signos exteriores del gusto de aquella clase
temporal, sino también cualitativa, puesto que cuanto más antiguo es el en la que quiere ser incluido (el cambio, desde el punto de vista estético,
canon, tanto más fácilmente se comprende, y tanta menos oposición se le en cuanto a la manera de vestir, la vivienda, la conducta social, etc.). Puesto
presenta. Por esto es posible hablar de una auténtica jerarquía de cánones que el cambio del auténtico gusto personal es una cosa extremadamente
estéticos, en la cumbre de la cual se encuentra el canon más reciente, el difícil, este gusto espontáneo es uno de los criterios seguros, aunque a
menos mecanizado y menos relacionado con otros tipos de normas; mientras veces ocultos, de la pertenencia original. Cada vez que en una colectividad
que los cánones más antiguos, más mecanizados y más integrados con los determinada se manifiesta la tendencia a la eliminación de la jerarquía social,
demás tipos de normas, se encuentran en la parte inferior de ella. (Trataremos esta tendencia se refleja también en la jerarquía de los gustos. Así, por

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ejemplo, el intenso desarrollo de los esfuerzos socialistas por la liquidación jerarquía social. Este proceso es muy complejo, porque ninguna de las capas
de las clases en los últimos decenios del siglo XIX, fue conscientemente acom- sociales es - p o r influencia de la estratificación horizontal- un medio homo-
pañado por el desarrollo de la artesanía artística, la fundación de teatros po- géneo, y por eso en una sola clase se pueden comprobar por lo general
pulares, y los intentos de educación artística. En el primer capítulo de este varios cánones estéticos. Por ejemplo, la esfera de la clase social dominante
estudio hemos mencionado la estrecha correlación entre el desarrollo de la no coincide generalmente con la esfera de la norma estética más reciente,
industria maquinista y la activación de la artesanía artística, pero al mismo ni siquiera cuando la norma estética proviene realmente de esta clase. Los
tiempo existía y se experimentaba la conexión con las tendencias del des- . portadores de la norma más reciente (en tanto que creadores artísticos
arrollo social. Ya el inspirador de los esfuerzos por la cultura estética i y en tanto que público) pueden pertenecer a la juventud que está en la
J. Ruskin consideraba sus esfuerzos como intentos de mejorar la sociedad i oposición - a veces no sólo estética- respecto a la generación adulta que
(mejoramiento de la moral pública, etc.), y sus seguidores W. Morris y | está realmente en el poder, y que sirve de modelo a las clases inferiores.
W. Crane eran de convicción socialista. En el II o Congreso sobre Educación • Otras veces los portadores de la norma de vanguardia son individuos
Artística, S. Waetzold pronunció un discurso en el que encontramos las que han entrado en contacto con la clase dominante no por nacimiento,
siguientes palabras: «La nación está tan dividida, tanto socialmente como sino por educación, procediendo ellos mismos de capas inferiores, como por
en su vida espiritual, que entre una clase y otra apenas hay comprensión ejemplo Mácha en la poesía checa, y unos decenios más tarde Neruda y Há-
alguna» - y confiaba que la educación artística conseguiría una nueva con- lek.51 En los dos casos -trátese de la juventud contestataria o de indivi-
solidación social.41 Incluso aquellos propagadores de la educación artística duos pertenecientes a otras capas- en la clase dominante misma surge al
cuyo punto de vista no es socialista, manifiestan la opinión según la cual el principio una oposición contra la nueva norma y sólo después de la ate-
arte y la cultura estética en general deben servir de factores de unión social; nuación de dicha oposición ésta puede convertirse en la norma de la clase
Langbehn, autor del escrito ñembrant ais Erzieher, quiere transformar, si- realmente dominante. Y asi podríamos seguir repasando, desde la óptica
guiendo este camino, a la nobleza, la burguesía, y los campesinos alemanes de la disposición de los cánones estéticos, también las demás clases. En
en «eine Adelspartei ¡m hóheren Sinne». Junto con el esfuerzo por liquidar, todas ellas encontraríamos muchas complicaciones; pocas veces lograríamos
o al menos atenuar la jerarquización social, va también el esfuerzo por , encontrar un caso en el que el canon estético estuviese tan firmemente ligado
equilibrar el gusto, y esto al nivel más alto posible: ta norma estética más : a una formación social determinada que tuviese, dentro de ella, una posi-
reciente, y por consiguiente la más alta, debe convertirse en la de todos.48 ción exclusiva o que no sobrepasase el marco de la misma. Un ejemplo del
La continuación de esta acción social y al mismo tiempo es- caso en que el canon estético sobrepasa el medio en el que está arraigado,
tética, se produce en los comienzos de la revolución rusa, cuando (a van- interviniendo en otro medio, está mencionado en el artículo de R. Jakobson
guardia artística se une con la vanguardia social.40 Sin embargo, en los y P. Bogatyriev, «Die Folklore ais eine besondere Form des Schaffens»
períodos posteriores del cambio social ruso aparece el esfuerzo por encon- (Dohum natalicium Schrijnen, 1929): 52 en los círculos cultos rusos de los
trar el equivalente estético de la sociedad sin clases en la unificación del siglos XVI y XVII se cultivaban tanto la literatura como el folklore literario,
gusto sobre el nivel medio; sus síntomas son, por ejemplo, en la literatura cuyo propio lugar de origen era, por supuesto, el campo. No obstante, a pesar
el realismo socialista como regreso al cliché poco refrescado de la novela de esta complejidad, el esquema del descenso de la norma estética caducada
realista,50 es decir al canon más antiguo, ya en considerable declive; y en la en los eslabones de la jerarquía estética y social, sigue siendo válido.
arquitectura el clasicismo de compromiso. La relación entre la organización
Pero descendiendo así, la norma no pierde su valor de manera
social y la esfera de normas estéticas no está, pues, estancada y unívoca ni
real e irreparable, puesto que por lo general no se trata, por parte de la
siquiera en el sentido de que a una determinada tendencia social, por ejemplo
capa inferior, de adoptarla pasivamente, sino de recrearla activamente a la
al esfuerzo por liquidar las diferencias de clase, tenga que corresponderle
vista de la tradición estética del medio dado y del conjunto total de todos
siempre y en todas las circunstancias la misma reacción en la esfera estética:
los tipos de normas válidas para este medio. Sucede también a veces que
unas veces el intento de igualar los cánones se efectúa al nivel más alto, otras
el canon que habla descendido ya a la periferia más baja, se eleva repen-
veces se trata de la aceptación general del promedio, y en otras ocasiones
tinamente hasta el mismo foco de los procesos estéticos, y se convierte
se propone finalmente (véase la nota sobre Tolstoi) la generalización en el
- e n su aspecto transformado, por supuesto- otra vez en una norma joven
sentido de la arcaización de la norma estética del nivel más bajo.
y actual. Es un proceso frecuente sobre todo en el arte actual: ejemplos de
La conexión entre la organización social y la evolución de la ello se indican en el estudio «Contradicciones dialécticas en el arte moderno»
norma estética es, evidentemente, indiscutible, igual que el esquema del (Listy pro uméní a kritiku [Revista para el arte y la crítica], 1935). En este
paralelismo mutuo entre las dos jerarquías tiene su justificación: sólo enton- sentido podemos hablar, pues, de la circulación de las normas estéticas.
ces es incorrecto, cuando está concebido como una necesidad automática, Existe, sin embargo, otro punto importante, que no debe ser ol-
y no como mera base de variantes evolutivas. Por regla general, al envejecer vidado en un estudio sociológico de la norma estética. Es la relación entre
y estancarse, las normas estéticas descienden también en la escala de la la norma estética y las demás normas. Hasta ahora hemos procedido, en
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nuestras reflexiones, de manera que podía parecer que la norma estética en- únicamente para la clase social culturalmente dominante, creadora de los
traba sola en contacto con la colectividad, sin que se tuviese en conside- valores y las normas culturales, por otro lado aquel que corresponde al medio
ración el contexto dentro del cual actúa, es decir, sin tener en cuenta el social portador de la cultura folklórica. Respecto a la cuestión que nos in-
volumen total de todos los tipos de normas, reconocidas en la colectividad teresa, son medios realmente contradictorios.
dada como criterios de valores más variados. Este procedimiento fue adop- El medio en que se constituyen las normas, permite necesaria-
tado como una limitación metódica con el fin de simplificar la explicación. mente que la relación entre ellas sea relativamente libre, puesto que es la
En realidad no existe una barrera hermética entre la norma estética y las de- libertad la que hace posible el movimiento evolutivo intenso de las distintas
más normas. Gracias a (a proximidad mutua entre ellas, son característicos normas. Aquí la norma estética alcanza más fácilmente una autonomia que
los casos en los que la norma estética se convierte en otra norma, y al revés. la aisla de las demás normas. Con la autonomía de la norma estética, está
Así, la norma ética, realizada en una obra novelesca por la contradicción asimismo relacionado en este medio el derecho del autor, reconocido en
entre el héroe bueno y el malo, se convierte - c o m o parte de la estructura una medida considerable por la sociedad, de deformar, en la esfera del arte,
poética- en una norma estética, y con el tiempo se transforma en un cliché también otras normas además de la estética (por ejemplo las normas éticas),
que ya no tiene nada que ver con el valor ético auténtico, y puede ser mientras éstas funcionen en tanto que componentes de la estructura ar-
concebido hasta como cómico. En la actual arquitectura funcional, que tística, es decir estéticamente; por esto también el llamado arte de bulevar,
rechaza cualquier criterio estético, las normas prácticas (por ejemplo las sea poético, sea plástico, suele emplear la función estética para ocultar otras
higiénicas, etc.) llegan a ser, en cuanto se integran en la obra y a veces a funciones, no toleradas por la sociedad. Al liberarse la función estética de
pesar de la voluntad del arquitecto, al mismo tiempo normas estética. Es la unión con las demás funciones, es natural que la norma estética evolucione
posible indicar también casos contraríos de normas estéticas convirtiéndose rápidamente, sufriendo cambios violentos. En cambio, en el medio que
en normas extraestéticas; así, un fenómeno lingüístico insólito (por ejemplo es portador de una cultura folklórica realmente inalterada (como por ejem-
una inversión del orden de las palabras, o un grupo de palabras lexicalizado) plo en nuestro país el medio rural de la Rusia Transcarpática), los diferentes
surgido en una obra poética por razones estéticas, puede pasar más tarde al tipos de normas están muy estrechamente ligados constituyendo una es-
lenguaje no poético, comunicativo, y llegar a formar parte de la norma lin- tructura coherente, de acuerdo con las observaciones de la investigación
güística comunicativa. Algunas deformaciones del orden de las palabras utili- etnográfica moderna basada en las tesis de Lévy-Brühl, Durkheim y otros
zadas por Mallarmé, se convirtieron con el tiempo en recursos estilísticos autores (cf. el trabajo del etnógrafo ruso P. Bogatyriev, basado precisa-
del lenguaje escrito no poético, tal como lo testimonia la frase del poeta Coc- mente en un material recogido en la Rusia Transcarpática). Gracias a esta
teau (Le Secret professionel): «Stéphan Mallarmé influye actualmente sobre unión, la norma estética es mucho menos variable en el medio folklórico que
el estilo de la prensa diaria, sin que los periodistas se den cuenta de ello».63 en otros medios, y a veces se mantiene sin cambios fundamentales durante
Los estrechos contactos entre la norma estética y las demás nor- siglos enteros. Algunos etnógrafos dedujeron de este hecho hasta una tesis
mas, hacen posible su inclusión en la esfera total de las normas. Por eso, exagerada, según la cual «el pueblo no produce, sino que sólo reproduce».
al tratar la relación entre la norma estética y la organización social, no Lo correcto de esta afirmación - e n lo que se refiere a la norma- es la obser-
debemos omitir la circunstancia de que no se trata de un contacto entre dos vación de que el medio folklórico no crea su norma, sino que la adopta
fenómenos aislados (es decir, entre la norma estética y un determinado de la esfera estética -particularmente del arte- de la clase dominante. Ésta
componente de la colectividad), sino que se establece una relación mutua no es, no obstante, una razón suficiente para negarle la originalidad estética
entre dos sistemas enteros: la esfera - o , mejor dicho, la estructura- de a la producción popular. Al contrario, la etnografía moderna ha demostrado
ías normas, y la estructura de la sociedad, para la cual las normas dadas que la diferencia entre el folklore auténtico y la producción industrializada
constituyen el contenido de la consciencia colectiva. El modo como la de objetos de folklore (la industria de arte popular) consiste precisamente en
norma estética esté relacionada con las demás normas e incluida en su el hecho de que la producción industrial está esquematizada, mientras que la
estructura total, determina así, en una medida considerable, también su re- creación popular auténtica (por ejemplo los huevos de pascua, los borda-
lación con las demás formaciones sociales. Estudiando la sociología de la dos) es infinitamente variada y matizada. Pero esta variedad tiene el carácter
norma estética, hace falta plantearse dos cuestiones: la primera de ellas se de mera variante de la norma, y no de su violación continua. La inmovilidad
refiere a la estrecha relación de la norma estética con las demás normas; de la norma estética en el folklore está originada, como ya hemos dicho, por
la segunda a su posición, de subordinación o de superioridad, en el conjunto su integración en el sistema global de normas: en el medio folklórico, la
de todas ellas. Las respuestas serán diferentes según los distintos medios unión mutua entre las normas es tan estrecha, que una estorba el movimiento
sociales. Comenzaremos aclarando la primera de ellas, referente a la inten- de la otra. 51 Con esto, el medio folklórico se diferencia claramente de otros
sidad de la integración de la norma estética entre las demás normas; como medios, particularmente de aquel que es creador de las normas y los valo-
ejemplo opondremos entre sí dos tipos de contextos de normas, correspon- res culturales y del que tratamos más arriba. Está claro que esta diferencia
dientes a dos medios sociales diferentes; por un lado el contexto válido tiene un alcance considerable para la característica de las dos formaciones

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sociales mencionadas, y que la cuestión de la unión mutua de diferentes
tipos de normas es importante también para la sociología de la norma esté- las utilitarias («representar las cosas útiles»), y en parte también las emocio-
tica. nales («manera pura y conmovedora»). Es en la lírica popular urbana donde
el aspecto emocional alcanza claro predominio sobre el aspecto estético:
No obstante, más arriba hemos mencionado otra cuestión im-
«María no canta que Pepe la quiere y que dentro de un año celebrarán una
portante para la valoración sociológica de la relación entre la norma estética
boda, sino que el Pepe de los ojos azules está andando detrás de otra.
y de las demás normas. Se trata de saber si en un medio social dado, la
Fregando el suelo, Anna no canta que quiere dar un paseo por Stromovka,
norma estética tiende a dominar a las demás normas o si, al contrario, mani-
sino que desea estar nada más ni nada menos que en una tumba oscura...
fiesta una tendencia a la subordinación dentro del sistema total de normas.
En el fondo María no es un ser profundamente melancólico; al contrario,
También aquí emplearemos como ejemplo la confrontación de dos medios,
parece más bien que es dicharachera y chismosa. Entonces, cuando quiere
esta vez del medio culturalmente dominante (el mismo que en el ejemplo
elevarse a esferas más altas (en lo que consiste, al fin y al cabo, la tarea
precedente) con el medio popular no folklórico, es decir con el medio popu-
más importante de la poesía y de la música), se eleva a la esfera de senti-
lar urbano, tal como habla cristalizado en nuestro país simultáneamente con
mientos tristes y desconsoladores: por nada se siente tan ennoblecida como
el desarrollo de las ciudades, sobre todo las grandes, en la primera mitad
por la perspectiva de verse pronto en un ataúd con una corona de flores
del siglo pasado. Desde el punto de vista de la unión de diferentes tipos de
sobre la cabeza» (K. Capek, Písné lidu prazského [Canciones del pueblo
normas, estos dos medios no se distinguen fundamentalmente uno del otro:
praguense], Marsyas). La excitación emocional, no como reacción inme-
en los dos, la relación de las normas es mucho más libre que en el folklore.
diata a la realidad, sino como pura función del objeto, es decir de la can-
En cambio, se diferencian en cuanto a la inserción jerárquica de la norma
ción cantada, domina, pues, en la poesía popular de las ciudades; y la norma
estética. En el medio culturalmente dominante - a l menos en el actual, tal
emocional prevalece en ella sobre la norma estética: cuanto más conmo-
como lo conocemos por nuestra propia experiencia- la norma estética ad-
vedora la canción, tanto más valor tiene. Para la diferencia entre la jerar-
quiere con mucha facilidad la supremacía sobre las demás, por ejemplo las
quía de las normas en la poesía popular y en la poesía superior, es carac-
fluctuaciones del arte-por-el-arte que, comenzando por el siglo pasado, apa-
terística la transformación que se produce en cuanto la forma de la poesía
recían insistentemente en las corrientes artísticas más variadas (por ejemplo
popular de la ciudad penetra en la poesía escrita: su norma emocional
en la literatura francesa del periodo realista en la obra de Flaubert, y al poco
cambia inmediatamente de substancia y se convierte en estética (cf. el artículo
tiempo en las obras de los simbolistas), y las fluctuaciones paralelas del
sobre Vítézslav Hálek en Slovo a s/ovesnost I, 1935). La diferencia entre la
panesteticismo fuera del arte. Se trata naturalmente de una mera tendencia
supremacía de la función estética y su subordinación, corresponde, pues,
a la supremacía de la función estética, no de un predominio real y duradero.
a la diferencia social entre la capa que es el propio portador de los procesos
Al contrario, a veces se levanta una resistencia contra el predominio de
culturales y la capa popular urbana.
la función estética, resistencia que precisamente por su intensidad da tes-
Acabamos de aclarar, en rasgos generales, la sociología de la
timonio de la fuerza de la tendencia contra la que se opone. En cambio,
norma estética. Resulta que la manera de abordar el problema de la norma
en la capa popular prevalecen por lo general otras normas sobre la función
estética desde el punto de vista sociológico no es sólo una de las formas
y la norma estética, incluso en creaciones que pueden ser consideradas
posibles, o incluso laterales, sino que se trata, junto con el aspecto noético
como arte: la norma suprema de «la más modesta de las artes» (término
del problema, de una necesidad fundamental, puesto que posibilita averiguar
de J. Capek) no es la norma estética. Acerca del arte popular plástico escribió
en detalle la contradicción dialéctica entre la variabilidad y la multiplicidad
J. Capek con razón Maliñ z lidu [Pintores del pueblo], en el libro Nejs-
de la norma estética y su pretensión de invariabilidad incondicional. Hemos
kromnéjsi uméní [La más modesta de las artes]), comparándolo con el
señalado además que, teniendo su fuente en el arte de aquella clase social
arte superior: «Las grandes estatuas y cuadros reclaman nuestra admira-
que es portadora de los procesos culturales, las normas estéticas se renuevan
ción, expresando de manera suprema la belleza y el poder del mundo y de
continuamente: las más antiguas descienden por lo general sobre la escala
la vida. El arte más modesto, del que quiero hablar, os invoca también:
de la jerarquía social y frecuentemente, habiendo bajado hasta el nivel más
quiere representar de manera pura las cosas útiles, necesarias para el hombre;
bajo, vuelven a elevarse repentinamente penetrando en el arte de la clase
está impregnado de la devoción al trabajo y a la vida, y entre ol uno y la
culturalmente dominante. Esto, por supuesto, no es más que un esquema
otra conoce también las obligaciones y las alegrías; no se propone metas
general, complicado en el proceso real tanto por las influencias de la es-
altas, sino que realiza su modestia de manera pura y conmovedora, y esto
tratificación horizontal de la sociedad, como por la variabilidad de la rela-
ya es un mérito considerable. Quiere ser sólo un intermediario entre las cosas
ción entre la norma estética y las demás normas, variabilidad que depende
de uso cotidiano, y el hombre; y su lenguaje, aunque pobre y poco pre-
de la solidez de la unión recíproca entre los diversos tipos de normas y de su
tencioso, está dotado de rara graciosidad y de fervor silencioso, es natural
jerarquización. El propio esquema general, y aún más sus complicaciones,
y auténtico». Es evidente que sobre la norma y la función estética preva-
dan testimonio del hecho de que la norma estética no debe ser concebida
lecen, en el arte popular no folklórico, otras funciones y normas, en particular
como una regla que funcione a priori, y que no puede medir con la exactitud

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de una máquina las condiciones óptimas del placer estético, sino que es La problemática del valor estético tiene que ser investigada,
una energía viva, que con toda la multiformidad de sus manifestaciones pues, en si misma. Su problema fundamental consiste en la validez y el
- y precisamente mediante esta multiformidad- organiza la esfera de los alcance de la valoración estética. Partiendo de ella, se nos abre el camino
fenómenos estéticos y determina la dirección de su proceso. Por otro lado, hacia dos lados: hacia la investigación de la variabilidad del acto concreto
aunque la posibilidad de que haya una norma estética válida generalmente de la valoración, y hacia la averiguación de los requisitos noéticos de la vali-
y a priori sea ilusoria - p u e s t o que los principios antropológicos del ritmo, dez objetiva (es decir, independiente del receptor) del juicio estético.
de la simetría, etc., a pesar de la gran importancia que tienen para la noética Centrémonos en primer lugar en la variabilidad de la valoración
de la norma estética, no son normas estéticas ideales- resulta que la norma estética actual. Enseguida nos encontramos plenamente en el ámbito de la
estética existe y actúa realmente, y que el reconocimiento de su variabilidad sociología del arte. Ante todo, la obra artística misma no es, de ninguna
no implica de ninguna manera el no reconocimiento de su importancia, o manera, un ente permanente: con cada cambio en el tiempo, en el espacio
incluso la negación de su existencia. o en el medio social, varía la tradición artística actual, a través de cuyo
prisma está percibida la obra; y bajo la influencia de estas variaciones cam-
bia también el objeto estético que corresponde, en la consciencia de los
3
miembros de una colectividad determinada, al artefacto material, es decir
Después de la función y la norma estética, nos ocuparemos a la creación del artista. En consecuencia, aunque una obra determinada
del valor estético. A primera vista podría parecer que la problemática del esté valorada positivamente en dos épocas diferentes, el objeto de la valo-
valor estético se ha agotado en lo tratado sobre la función estética, es decir ración resulta ser cada vez otro objeto estético, es decir, en cierto sentido
sobre la fuerza que crea el valor, y sobre la norma estética que es la regla otra obra de arte. Es natural que, variando de esta manera el objeto estético,
con la que se le mide. Pero ya en los dos capítulos precedentes hemos cambie también con frecuencia el valor estético. A menudo se observa
señalado que: 1) La esfera de la función estética es más amplía que la esfera en la historia del arte cómo el valor de una obra determinada se convierte,
del valor estético en el sentido estricto de la palabra, ya que en los casos con el transcurso del tiempo, de positivo en negativo, de superior o excep-
en que la función estética sólo acompaña a otra función, la cuestión del cional en mediano, y viceversa. Es muy frecuente el esquema de un ascenso
valor estético, al estimar la acción o el objeto dado, es también sólo secun- repentino, seguido de un descenso y de otro ascenso, pero esta vez al-
daria. 2) El cumplimiento de la norma no es una condición indispensable canzando ya otro grado de valor estético (cf. nuestra monografía sobre el
del valor estético, particularmente allí donde este valor predomina sobre libro de Polák, VzneSenost prirody [La dignidad de la naturaleza], en Cua-
los demás, es decir en el arte. De esto se desprende que el arte es la esfera dernos filológicos, Academia checa, X, Praga 1934). En cambio, hay obras ar-
propia del valor estético, puesto que representa la esfera privilegiada de fenó- tísticas que se mantienen durante mucho tiempo, sin ningún descenso, a
menos estéticos. Mientras fuera del arte el valor está subordinado a la nivel alto; son los llamados valores «eternos», como por ejemplo en la poe-
norma, aquí la norma está subordinada al valor: fuera del arte, el cumpli- sía los poemas de Homero, valorados a partir del Renacimiento; en el arte
miento de la norma es sinónimo del valor; en el arte la norma es violada con dramático las obras de Shakespeare o de Moliére, en la pintura las obras de
frecuencia, y aún cuando es mantenida, su cumplimiento es un recurso, no Rafael o de Rubens. Aunque cada época vea estas obras de otra manera
un objetivo. El cumplimiento de la norma produce el placer estético; sin em- - l o que demuestra a las claras la evolución de la concepción escénica de
bargo, el valor estético puede contener, al lado del placer, también fuertes las obras de Shakespeare- estas obras ocupan siempre, o casi siempre, el lu-
elementos do desagrado, sin que su integridad se vea afectada por ello; véase gar más elevado en la escala de valores estéticos. No obstante, seria un
F. W. J. v. Schelling, Schriften sur Philosophie der Kunst, Leipzig 1911, error comprenderlo como invariabilidad. En primer lugar, es probable que
p. 7: «In dem wahren Kunstwerk gibt es keine einzelne Schónheit, nur das una observación más detallada haga aparecer, aún en esos casos, oscilacio-
Ganze ist shón».55 La aplicación de la norma estética subordina un caso nes, a veces incluso considerables; y en segundo lugar, el concepto de
individual a la regla general y concierne a un solo aspecto del objeto, su fun- valor estético, aunque éste sea culminante, no es unívoco: hay diferencias
ción estética, que no tiene que ser necesariamente dominante. En cambio, entre las obras cuyo valor sentimos como «vivo» o «histórico», o «represen-
la valoración estética estima el fenómeno en toda su complejidad, puesto tativo» o «escolar» o «exclusivo» o «popular», etc. Con todos estos ma-
que todas las funciones y valores extraestétícos se conciben como com- tices, alternándose progresivamente, o realizándose simultáneamente varios
ponentes de! valor estético (c/. nuestro artículo Básnické dílo ¡ako soubor de ellos,56 la obra artística puede permanecer siempre entre los valores
hodnot. Jízdnl rád literatura a poezie [La obra poética como conjunto de «eternos», y esta permanencia no será un estado, sino - i g u a l que en el caso
valores. Planificación de la literatura y la poesía], en nuestra edición, pá- de las obras que se mueven en la escala- un proceso.
ginas 187 y ss.) por esto mismo la valoración estética concibe la obra de El valor estético es, pues, variable en todos sus grados, siendo
arte como un conjunto (una unidad) cerrado y actúa de manera individua- Imposible que se quede en una inmovilidad pasiva. Los valores «eternos»
lizante; el valor estético en el arte se manifiesta como único e irrepetible. cambian y se transforman en parte más lentamente, en parte de manera me-

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aquello que es tan valioso, por ser extremadamente auténtico, en el proceso
nos perceptible que aquellos que están a niveles inferiores. Pero ni siquiera
mismo de su desaparición».
el ideal mismo do la durabilidad invariable del valor estético, independiente
La variabilidad del valor estético no es, pues, un mero fenómeno
de las influencias del exterior, no es en todas las épocas y en todas las cir-
secundario que se desprende de la «imperfección» de la creación y la per-
cunstancias el más alto y el único deseable. Incluso, además del arte creado
cepción artísticas, de la incapacidad humana para alcanzar el ideal, sino que
con la intención de que su duración y su validez sean lo más prolongadas
pertenece a la esencia misma del valor estético, que no es un estado (ergon),
posibles, existe también el arte determinado, ya por la intención del artista,
sino un proceso (energeia).M Por eso, aún sin cambios en el tiempo y el
a una validez pasajera, es decir, creado para el «consumo». Asi, por ejem-
espacio, el valor estético aparece como un proceso multiforme y complejo,
plo, en la poesía son las obras «ocasionales» o los criptogramas, creados por cuyas manifestaciones son, por ejemplo, los desacuerdos en las opiniones
el artista para un ostrecho circulo de amigos, o las obras-testimonio que de los críticos acerca de las obras recién creadas, la inestabilidad de los gus-
dependen temáticamente del conocimiento do determinadas circunstancias, tos en el mercado artístico y del libro, etc.; también desde este punto de
conocidas sólo en la época dada, o por un circulo limitado de personas. En vista puede servirnos de ejemplo la época actual, con cambios rápidos de
el arte plástico la pretonsión a la durabilidad de un determinado valor artístico gustos artísticos que se manifiestan por ejemplo en una desvalorización sú-
se manifiesta frecuentemente por la elección del material. Por ejemplo, una bita de obras poéticas en el mercado del libro, en la aparición y desaparición
escultura de cera nace evidentemente con distintas pretensiones de durabi- rápida de valores en el mercado del arte plástico, etc. Todo esto es, natural-
lidad que la de mármol o bronce; un mosaico nace con otra intención, en mente, sólo una película acelerada del proceso que se desarrolla en todas
cuanto a la duración ¡limitada de la obra y del valor, que una acuarela, etc. las épocas. Las razones de esta dinámica 9on, como ha señalado Karel
El arte de «consumo» está, pues, en continua oposición al arte «duradero».57 Teige en su libro Jarmark umén! [La feria del arte] (Praga 1936), sociales:
No obstante, hay períodos en los que los artistas dan preferencia a un efecto la relación libre entre el artista y el consumidor (el cliente), entre el arte y la
a corto plazo, pero intenso, en lugar de un efecto que crezca paulatinamente sociedad. Pero también en épocas anteriores el proceso del valor estético
y llegue a ser duradero. Como ejemplo sugestivo puede servir el arte actual. reaccionaba siempre vivamente frente a la dinámica de las relaciones socia-
El período del simbolismo continuaba aun buscando el valor duradero, les, siendo al mismo tiempo predeterminado por ella, e interviniendo en ella
independiente de los cambios del gusto y de los receptores ocasionales. de manera retroactiva.
El deseo de conseguir una obra «absoluta» hizo fracasar a Mallarmé; 58 nues- La sociedad crea instituciones y órganos mediante los cuales
tro Brezina (cf. nota 18.2) expresa en una ocasión la convicción de que es influyen sobre el valor estético, regulando la valoración de las obras de
posible encontrar «una formación métrica tan elaborada que no haya otra arte. Son por ejemplo la crítica, el peritaje artístico, la educación artística
más perfecta» (véase nuestra Introducción a la edición de Hartl de los (incluyendo en ella las escuelas artísticas y las instituciones cuyo objetivo
Zalmy [Salmos] de HlaváCek, Praga 1934, p. 12). Comparemos esto con es la educación de la percepción pasiva), el mercado de las obras de arte
la declaración de un artista actual, A. Bretón (Point du ¡our, París, p. 200): y sus medios publicitarios, las encuestas sobre las obras de más valor, las
«Picasso es, a mi modo de ver, tan grande, sólo porque le ha mantenido sin exposiciones artísticas, los museos, las bibliotecas públicas, los concursos,
cesar en una postura defensiva frente a las cosas del mundo exterior, in- los premios, las academias, y a veces incluso la censura. Cada una de estas
cluyendo aquellas que había creado él mismo; porque estas creaciones no instituciones tiene sus tareas específicas y puede tener también otros obje-
eran para él nada más que meros momentos de su contacto con el mundo. tivos además de la influencia sobre el estado y la evolución de la valoración
Buscaba la transitoriedad y lo efímero en sí mismo, al contrario de los artistas estética (así por ejemplo los museos tienen por tarea reunir el material para
que perseguían orgullo y satisfacción. En el transcurso de 20 años se han la investigación científica, etc.) y esta otra tarea puede ser a veces la prin-
vuelto amarillos los recortes de periódos (pegados sobre sus cuadros), cipal (por ejemplo, en el caso de la censura, la regulación de las funciones
cuya tinta de imprenta, antaño tan fresca, contribuyó considerablemente a extraestéticas de la obra en el interés del Estado y del régimen social y
la insolencia de aquellos magníficos papiers collés del año 1913. La luz ha moral en el poder); a pesar de esto, todas toman parte en la influencia sobre
desteñido los grandes recortes azul y rosa, y la maliciosa humedad los ha el valor estético, y al mismo tiempo son exponentes de unas tendencias
torcido. Y está bien. Las maravillosas guitarras, pegadas de tablillas finas, sociales determinadas. Así, por ejemplo, el juicio del crítico es interpretado
auténticos puentes de la casualidad, construidos una y otra vez, día a día, unas veces como búsqueda de valores estéticos objetivos, otras como manifes-
por encima de una corriente de canto, no han soportado la frenética carrera tación de la relación personal del crítico respecto a la obra juzgada, otras como
del cantante. Pero todo esto ocurre de manera como si Picasso hubiera popularización de obras artísticas nuevas, difícilmente comprensibles para
contado con este empobrecimiento, con este agotamiento, esta descompo- los profanos, y otras como propaganda de una corriente artística determi-
sición. Como si quisiera rendirse de antemano en la lucha cuyo resultado nada: todos éstos son componentes de una actividad crítica, prevaleciendo
es evidente, pero en la cual combaten, a pesar de todo, las creaciones de la siempre uno de ellos en cada caso concreto. Pero ante todo un crítico es
mano del hombre contra los elementos, para lograr con su condescendencia siempre o portavoz, o, al contrario, detractor, y en algunos casos disidente

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de una formación social determinada (clase, medio, etc.). Arne Novák60 propia estructura artística (cf. la tradición actual, bajo cuyo ángulo se va-
mostró muy bien, en su conferencia sobre la historia de la crítica checa, pro- lora cada obra), y por otro por el movimiento y los cambios de la estructura
nunciada en el Circulo Lingüístico de Praga (abril 1936), que, por ejemplo, de la convivencia social. El puesto de la obra artística en un grado de
la critica negativa del poema Mayo de Mácha, hecha por Chmelensky, 61 no la escala del valor estético, y su permanencia en el mismo; en algunos
es sólo una manifestación de un casual desagrado personal del crítico res- casos el cambio de su situación o incluso su exclusión absoluta del sistema
pecto a la obra de Mácha, sino que, al mismo tiempo y principalmente, del valor estético, dependen de otros factores más que de las propiedades de
- e n el contexto de la actividad crítica de Chmelensky y de sus opiniones teó- la propia creación material del artista, que es la única que permanece, que
ricas sobre el papel do la crítica- corresponde a los esfuerzos de un reducido pasa de una época a otra, de un lugar a otro, de un medio social a otro. No
medio literario de entonces por impedir la afluencia do valores estéticos es posible hablar de relatividad, puesto que para la persona que valora,
inusitados que pudieran corroer el gusto y la ideología de aquel medio. Como situada en un punto determinado del tiempo y el espacio, y dentro de un
mostró Arne Novák en la conferencia mencionada, es característico de medio social concreto, cual o tal valor de una obra dada aparecen como una
aquel momento, o un poco más tarde, un aumento de los lectores no sólo cualidad necesaria y permanente.
en número, sino en cuanto a difusión en las distintas capas sociales. No obstante, ¿hemos solucionado - o mejor dicho eliminado-
El proceso de la valoración estética está, pues, relacionado con el problema de la objetividad del valor estético añadido a una obra material?
la evolución social, y su investigación constituye un capítulo de la sociología Este problema, abordado durante siglos, tanto desde el punto de vista meta-
del arto. Por lo demás, no debemos olvidar el hecho, mencionado ya en el físico como apoyándose en la constitución antropológica del hombre o con-
capítulo precedente, de que en una sociedad determinada no existe un solo cibiendo la obra como una expresión singular, y por lo tanto definitiva,
arto poético, plástico, etc., sino que se dan siempre varios simultáneamente ¿carecerá de cualquier validez o permanencia? Aún reconociendo la variabili-
(por ejemplo el arte de vanguardia, el arte oficial, el arte de bulevar, el arte dad de la valoración estética, existen fenómenos que prueban que este
popular urbano, etc.) y que, por consiguiente, existen también varias escalas problema sigue siendo vigente. ¿Cómo explicar, por ejemplo, el hecho de
de valor estético. Cada una de estas formaciones tiene su vida propia, que entre obras de la misma corriente artística, e incluso del mismo artista,
entrecruzándose y penetrándose a veces mutuamente. Un valor que había es decir, entre creaciones surgidas aproximadamente dentro del mismo estado
perdido la validez dentro de alguna de ellas, puede pasar, descendiendo o as- de la estructura artística y bajo las mismas condiciones sociales, haya algu-
cendiendo, a otra formación. Puesto que dicha estratificación corresponde nas que parecen tener, con toda evidencia, más valor que otras? Es igual-
a la estratificación social, aunque no siempre directa y exactamente, la mente evidente que entre una valoración entusiásticamente positiva y otra
variedad de las capas en el arte contribuye al complejo proceso de creación violentamente negativa no hay un abismo tan profundo como entre estas
y transformación de valores. dos valoraciones por un lado y la indiferencia por otro; suele suceder in-
Finalmente, hace falta añadir que el carácter colectivo o incon- cluso que el elogio y la reprobación se encuentren simultáneamente dentro
dicional de la valoración estética so refleja también en los juicios estéticos de la valoración de una sola obra. ¿No será esto un indicio del hecho de
individuales. Las pruebas son múltiples: así, por ejemplo, las encuestas rea- que la concentración de la atención -sea aprobatoria, sea refutante- sobre
lizadas por algunas editoriales han comprobado que en la mayoría de los una obra determinada puede basarse, por lo menos en algunos casos, en
casos los lectores deciden comprar un libro no en base a los juicios de la un valor estético objetivamente superior? ¿Cómo comprender, si no es ad-
crítica profesional, que parecen expresar demasiado el gusto individual de mitiendo la existencia de un valor estético objetivo, el hecho de que una
los propios críticos, sino atendiéndose a las recomendaciones do amigos obra de arte pueda ser considerada como valor estético positivo aún por
pertenecientes a la misma comunidad de lectores que el comprador (véase aquellos críticos que desde otro punto de vista tienen una postura de re-
L. Schücking, Die Soziologie der literarischen Geschmacksbi/dung, Leipzig chazo violento respecto a ella, como sucedió por ejemplo cuando la crítica
y Berlín 1931, p. 51); es conocida también la autoridad de las encuestas que checa contemporánea aceptó el poema Maj de Mácha? La historia del arte,
se hacen anualmente a los lectores; los coleccionistas de obras de arte aunque su metodología trate de reducir, dentro de lo posible, la participación
plástico se deciden a veces por una obra determinada únicamente porque de la valoración a valores históricamente explicables {cf. el libro de Polák,
el nombre de su autor es al mismo tiempo una etiqueta de un valor gene- Vznesenost prírody, pp. 6 y ss.), choca, a pesar de esto, con el problema
ralmente reconocido; asi se explica el esfuerzo de los comerciantes por crear del valor que posee una obra independientemente de sus aspectos históricos;
estos nombres-valores (K. Teige, Jarmark umenl [La feria del arte], pp. 28 se puede afirmar incluso que la existencia de este problema la prueban
y siguientes) y también la importancia que tienen los expertos, cuyo papel precisamente los intentos continuos de limitar la influencia del mismo sobre
consiste en identificar a los autores de las obras y en juzgar la autenticidad la investigación histórica. Finalmente, es necesario recordar que cada intento
de las mismas (M. J. Friedlánder, Der Kunstkenner, Berlín 1920). para imponer un nuevo valor estético en el arte, igual que cada contraataque
contra aquél, se organizan en nombre del valor objetivo y duradero; sola-
El valor estético ha resultado, pues, ser un proceso cuyo movi-
mente la suposición de la existencia de un valor estético objetivo puede ex-
miento está determinado por un lado por la evolución inmanente en la
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plicar ol hecho de que «un gran artista no pueda comprender que la vida instintivamente, y su comprobación indirecta es posible sólo después de
podría ser expresada o la belleza formulada por otros medios que los que una confrontación de juicios de muchos períodos y medios. De todos mo-
él había elegido» (O. Wilde, The Critic As Artist). dos, mucho más importante que las reglas es la cuestión fundamental de si
El problema de un valor estético objetivo, independiente de las el valor estético objetivo es una realidad o una apariencia ilusoria.
influencias exteriores, no puede ser, pues, soslayado. Sin embargo, hace El punto de partida que se nos ofrece para responder a esta
falta prepararse para abordar su solución analizando cuidadosamente el pregunta es el carácter de signo (semiológico) del arte, mencionado más
concepto «valor estético objetivo». No cabe duda de que el arto creado arriba.62 En primer lugar hace falta una explicación concisa de lo que es la
por el hombro para el hombre no puede crear valores independientes del esencia del signo en general. La definición corriente es la siguiente: un
hombre (en cuanto a las manifestaciones de la función estética fuera del signo es algo que substituye una cosa y se refiere a ella.63 ¿Con qué finalidad
arte, hemos señalado en el capítulo precedente que el efecto estético no se emplea el signo? Su función más característica es la de servir para la
puede ser considerado como una característica duradera do las cosas). El comunicación entre los individuos en tanto que miembros de la misma co-
punto de partida elegido por ejemplo por la filosofía escolástica {cf. J. Ma- munidad; ésta es sobre todo la finalidad del lenguaje, el conjunto de signos
ritain, Art et scolastique, París 1927, pp. 43 y ss.) y que repercute en la más desarrollado y completo. No obstante, hace falta señalar que aparte
obra de Wilde, consisto en la distinción entre el ideal invariable do la belleza de la función comunicativa, el signo puede tener también otras funciones;
y sus realizaciones variables, y puede parecer válido sólo mientras se deduce así por ejemplo el dinero es un signo que reemplaza otras realidades en
de todo el sistema metafísico; fuera de él tiene el valor dudoso de una salida función de valores económicos; pero su objetivo no es la comunicación, sino
por necesidad. No queriendo incurrir en el error de confundir la noética la facilitación de la circulación de mercancía. El mundo de los signos co-
con la metafísica, podríamos tener en cuenta - i g u a l que lo hemos hecho municativos es, no obstante, enormemente extenso: cualquier hecho puede
tratando de la norma estética- la constitución antropológica del hombre, convertirse en un signo comunicativo. Y a este mundo pertenece también el
común a todas las personas, y válida como base de la relación invariable arte, aunque de una manera que lo diferencia de cualquier otro signo co-
entre el hombre y la obra; relación que, proyectada en un fenómeno ma- municativo.
terial, podría parecer el valor estético objetivo. Sin embargo, el inconve- Para comprobar esta diferencia específica que caracteriza el arte
niente consiste en el hecho do que la obra artística como conjunto (puesto en tanto que signo, dirigiremos primero nuestra atención a aquellos tipos
que sólo el conjunto representa un valor estético) es, en toda su esencia, de arte en los que la función comunicativa se manifiesta de manera más clara,
un signo que se dirige al hombre como miembro de una colectividad orga- puesto que son precisamente estas artes las que hacen posible una com-
nizada, y no sólo como una constante antropológica. Es justo lo que escribió paración. Son la poesía y la pintura. Una obra poética o pictórica contiene,
Wilde sobre el arte (The Critic As Artist): «el sentido de cada creación bella por regla general, un mensaje; aunque en algunos períodos de su evo-
depende tanto de aquel que la percibo como de aquel que la ha creado. lución la función comunicativa disminuye hasta alcanzar el grado cero64
E incluso es más bien el observador quien presta mil significados a un (por ejemplo la pintura absoluta, el suprematismo, 65 la poesía en un len-
objeto bello, lo convierte en maravilloso para nosotros y lo hace entrar en guaje artificial), esta disminución no representa un estado normal, sino
contacto con la época, de manera que aquél llega a ser parte esencial de la negación del mismo. De la misma manera la lingüística moderna habla de
nuestras vidas». la terminación «cero» - y no de la ausencia de terminación- en los casos
Aún al investigar las posibilidades noéticas y las premisas obje- de las formas gramaticales que, careciendo de una terminación, se distin-
tivas del valor estético, no es posible, pues, escapar del alcance del carácter guen de las formas que la poseen.6® Como la terminación forma parte del pro-
social del arte. No so trata yo, por supuesto, de la investigación de la re- pio concepto de una forma gramatical, así la comunicación, es decir el tema
lación entre una obra artística concreta y una colectividad concreta, es (contenido), forma parte del concepto de la pintura y la poesía. La pintura
decir de la sociología del arte, sino de leyes generalmente válidas y caracte- y la poesía son artes temáticos. No obstante, la comunicación contenida en
rísticas para la relación entre la obra artística en tanto que valor estético en una obra poética o pictórica, ¿es una comunicación auténtica, o se distingue
general y una colectividad cualquiera o un nvembro de cualquier colectivi- de alguna manera de ella? ¿Y cómo? Lo característico de la obra poética
dad. Una reflexión do este tipo puede dar por resultado sólo un cuadro y pictórica reside en que, en ellas, la función estética, predominando sobre
general cuyo contenido cambia según cada caso concreto, y que no per- la función comunicativa, ha transformado la misma esencia de la comuni-
mite realizar una deducción de reglas criticas especiales. Por lo demás, es cación.
evidente que, siendo variable la valoración, cada justificación concreta de Una obra de poesía épica hablará - i g u a l que una manifestación
un juicio estético es válida sólo respecto a la relación entre la obra y aquella puramente comunicativa- de un acontecimiento que había ocurrido en tal
sociedad o aquella formación social desde cuyo punto de vista es pronun- y tal lugar, en tal y tal época, en tales circunstancias y con tales personajes
ciado dicho juicio. Desde una óptica temporal y socialmente limitada, el como factores; no obstante, habrá una diferencia: mientras concebimos una
valor estético de una validez general puede ser nada más que supuesto determinada manifestación como una comunicación, lo importante para no-
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sotros será la relación entre la información y la realidad de la que se habla. que su obra fuese concebida como una narración documental sobre su
Lo cual significa que el receptor que percibe la manifestación en cuestión juventud? La respuesta a esta pregunta, sin que ni ésta ni aquélla hayan sido
se preguntará, sin formular expresamente la cuestión, si aquello que se narra formuladas expresamente, será decisiva tanto para captar la atmósfera sen-
ha ocurrido realmente, o si las circunstancias del acontecimiento han sido timental e ideológica, bajo cuyo prisma los lectores verán la obra de Ném-
las que se indican. Esto no significa que la respuesta a estas preguntas tenga cová, como para la matización significativa del conjunto y los detalles. «El
que ser positiva; puede ser formulada en el sentido de que la manifestación carácter ficticio» del género narrativo es, pues, algo muy diferente de la
fue parcial o completamente ficticia. En este caso, el receptor intentará ave- ficción informativa. Todas las modificaciones de la relrcíón auténtica de la
riguar cuál era la intención del emisor. Y de esta averiguación o suposición manifestación lingüística, que se encuentran en el lenguaje comunicativo,
surgirá otra modificación de la relación de autenticidad de la manifestación pueden jugar también un papel en la poesía: por ejemplo, la mentira. Pero
(es decir de su relación respecto a la realidad); por ejemplo: se trata su papel es el de los componentes de la estructura, y no de los valores vitales
de una manifestación ficticia con la intención de engañar al receptor, de de importancia práctica. Si hubiera vivido el barón PráSil,68 habría sido un
desviar su comportamiento, es decir, se trata de una mentira; o bien: se mistificador y lo que hubiese contado habría sido una mentira; pero el poeta
trata de una manifestación ficticia, con la intención de hacer pasar por autén- que inventó el barón PráSíl y sus mentiras no es un mentiroso, sino precisa-
tico un acontecimiento ficticio, pero sin la intención de desviar el compor- mente un poeta, y los cuentos de Frágil en su presentación son una manifes-
tamiento del receptor, sino de poner a prueba su credulidad: se trata, pues, tación poética.
de una mistificación; u otro caso: se trata de una manifestación ficticia, cuya ¿Se podrá decir acaso que, en vista de este estado de cosas, el
intención no es sólo engañar al receptor, sino presentarle una posibilidad signo artístico está privado de cualquier contacto inmediato y obligatorio
de otra realidad, distinta do aquella en la que vive, consolarle, y eventual- con la realidad? ¿Acaso el arte es, respecto a la realidad, inferior a una som-
mente asustarle mostrándole la diferencia entre la ficción y la realidad: es, bra que, cuando menos, testimonia la presencia del objeto, aunque éste no
pues, la ficción pura. sea visto por el espectador? En la historia de la estética es posible encontrar
Sin embargo, en cuanto una manifestación lingüística narrativa corrientes que responderían positivamente a una pregunta formulada de
esté concebida como una creación poética en la que prevalece la función esta manera: por ejemplo la teoría estética de K. Lange, que interpreta el
estética, la postura respecto a la manifestación será diferente y toda la es- arte como una ilusión, o la teoría de F. Paulhan, que considera que la
tructura de la relación auténtica de la misma tendrá otro aspecto. El problema esencia del arte consiste en la mentira; cerca de esta concepción se encuen-
de sí el acontecimiento narrado habla sucedido o no, perderá importancia tran también todas las corrientes que se inclinan al hedonismo y al sub-
vital para el receptor (lector); tampoco se planteará la cuestión de si el poeta jetivismo estético (arte como estimulante del placer, arte como creación so-
quiso o pudo engañar al lector. No pretendemos afirmar, no obstante, que berana de la realidad hasta entonces no existente).
la cuestión del fundamento real del acontecimiento narrado deje de existir. No obstante, estas opiniones no corresponden a la verdadera
Al contrario, la circunstancia de si el poeta presenta el acontecimiento na- esencia del arte. Para explicar su error partiremos de un ejemplo concreto.
rrado como real o ficticio, hasta qué punto y de qué modo lo hace, será Imaginémonos al lector de la novela Crimen y castigo de Dostoievsky. De
un componente importante de la estructura de la obra poética. En los ma- acuerdo con lo que hemos dicho más arriba, el problema de la veracidad
tices de este modo de presentación consiste a menudo, por ejemplo, la dife- de la historia del estudiante Raskolnikov está fuera del interés del lector.
rencia entre las técnicas de las distintas corrientes artísticas (romanticismo- A pesar de esto, el lector siente una relación fuerte entre la novela y la
realismo en algún aspecto), géneros (cuento-cuento de hadas), y dentro de realidad, pero no la realidad narrada por la novela, el acontecimiento localizado
una obra determinada la relación mutua entre los distintos componentes en la Rusia de los años diez del siglo pasado, sino la realidad intimamente
y partes (por ejemplo, a veces en una novela histórica la relación entre los conocida por el propio lector, las situaciones que había vivido o que -según
personajes y acontecimientos que se encuentran en primer plano y son las circunstancias en que v i v e - podría vivir, los sentimientos y movimientos
ficticios, y los personajes y acontecimientos del fondo, que son reales). de voluntad por los que pueden ser acompañadas esas situaciones, o las
La cuestión de la base real del acontecimiento narrado, mirándola desde actitudes que pueden surgir, a base de aquéllas, en el lector mismo. Alre-
la óptica de la estructura de la obra y del modo en que está presentada, dedor de la novela que había absorbido al lector, se acumulan no sólo una,
se distingue fundamentalmente del problema del alcance realmente comu- sino muchas realidades; cuanto más profundamente atraído se siente el
nicativo del acontecimiento narrado, tal como lo plantea por ejemplo el his- receptor por la obra, tanto más amplia llega a ser la esfera de las realidades
toriador literario. Al juzgar Babicka [La Abuela] de B. Némcová 07 el historia- corrientes e importantes en la vida de aquél, realidades respecto a las cua-
dor puede preguntarse si la infancia de la escritora correspondía realmente les la obra adquiere una relación auténtica. La transformación de la relación
a la acción del cuento, si la familia Pankl vivía de veras en Staré Bélidlo, etc. auténtica obra-signo constituye, pues, al mismo tiempo su atenuación y su
En cambio, para los lectores la cuestión de la veracidad se plantea sólo en fortalecimiento. La relación se atenúa en el sentido de que la obra no alude
el sentido siguiente: ¿hasta qué punto quería la escritora, si es que lo quería, a la realidad descrita directamente por ella, y se refuerza de manera que la

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realidad descrita directamente por ella, y se refuerza de manera que la obra más para conseguir una postura global respecto a la realidad que para acla-
artística en tanto que signo adquiere una relación indirecta (figurada) res- rar cualquier realidad particular. Pero ésta es, precisamente, la característica
pecto a los hechos importantes de la vida del receptor y mediante ellos res- general del arte en tanto que signo, que aquí se descubre con más claridad.
pecto al conjunto de valores representado por el universo entero del re-
Bastante similar es el caso de la arquitectura, como señaló
ceptor. Y así, la obra de arto adquiere la capacidad de aludir a realidades que
justamente P. Valéry en su ensayo en forma de diálogo, Eupalinos, en el que
no son aquellas que representa, a sistemas de valores que no son aque-
Sócrates, hablando de la música y la arquitectura, dice lo siguiente: «Las
llos de los que ha surgido ella misma, y que no constituyen la base sobre la
artes de las que estamos hablando - a diferencia de las demás- tienen que
que está construida.
engendrear en nosotros, mediante números y relaciones numéricas, no una
En este punto se presenta la oportunidad de dirigir nuestra fábula, sino aquella fuerza oculta que da origen a todas las fábulas». A pesar
atención sobre las artes que no tienen «contenido», es decir sobre las artes de esto, es necesario hacer una distinción, ya que aparte de eso, y como
atemáticas, como la música y la arquitectura," 9 para comprobar si también dice el mismo Valéry, la arquitectura también «habla», es decir contiene un
ellas pueden adquirir aquella múltiple relación auténtica que distingue las mensaje, pero de un tipo totalmente diferente al de la poesía o la pintura.
creaciones de las artes temáticas de las verdaderas manifestaciones comu- La comunicación contenida en una obra arquitectónica está en relación es-
nicativas. La música, de acuerdo con su esencia, no comunica mediante trecha con la función práctica desempeñada por la obra; edificio «signi-
recursos como una cita, una cita autorizada, etc. (cf. O. Zich, Estetika drama- fica» la destinación del mismo, es decir, los procesos y los actos que deben
tického umeni [La estética del arte dramático], Praga 1931, pp. 277 y ss.).70 efectuarse dentro de su área, delimitada y formada por la mamposteria:
No obstante, puedo tender a la comunicación, pero esta comunicación es «Aquí - d i c e el edificio- se concentran los comerciantes. Aquí juzgan los
la negación de su propio carácter, igual que en la poesía o en la pintura lo jueces. Aquí gimen los prisioneros. Aquí, los amantes del derroche. Estos
fue un fenómeno contrario, es decir la tendencia a lo atemático. A pesar de edificios comerciales, juzgados y cárceles, hablan muy claramente cuando
que una manifestación musical no comunique, puede establecer, aquella aquellos que los construyen saben hacerlo bien» (Valéry, Eupalinos). La co-
relación auténtica, 71 de manera muy intensa con esferas extensas de la ex- municación contenida en una obra arquitectónica está, por lo general, ab-
periencia vital del receptor, y por lo tanto con los valores válidos para aquél, sorbida y oculta por la función práctica, con la que se encuentra en es-
relación que hemos constatado como característica de las manifestaciones trecha relación: llega a ser visible sólo cuando el edificio finge una fun-
con función estética dominante, en las artes temáticas. Oscar Wilde des- ción que no es la que desempeña realmente: una casa de vecinos con
cribe con mucha precisión esta relación múltiple de la música y a pesar aspecto de palacio, una fábrica que se asemeje a un castillo, etc. La des-
de su carácter materialmente indeterminado, auténtica, en su ensayo The tinación fingida (palacio, castillo) llega a ser entonces la verdadera comuni-
Critic As Artist, ya mencionado: «Cada vez que toco alguna composición cación para el receptor.73 Precisamente por esto, en todos los demás casos,
de Chopin, tengo la sensación como si llorara por los pecados que no he cuando la finalidad expresada coincide con la real, y la comunicación es
cometido nunca, y como si estuviese triste a causa de tragedias que nunca casi imperceptible, la acción preponderante recae sobre la múltiple e inde-
he vivido. Me parece que la música provoca siempre esta sensación. Le crea terminada relación auténtica, específica para la obra de arte. También aquí
al hombre un pasado que no conocía y lo llena de una atmósfera de tris- esta relación es llevada y determinada por recursos plásticos «formales». El
teza que sus lágrimas no han descubierto todavía. Me puedo imaginar proceso del establecimiento de esta múltiple relación auténtica está descrito
a un hombre que, después de haber vivido una vida perfectamente gris, también por Valéry en el diálogo mencionado, cuando Faidros describe la
al escuchar por casualidad una composición singular, descubre que su alma, impresión causada por una obra arquitectónica: «Nadie se daba cuenta,
sin quo él lo supiese, pasó por experiencias terribles y conoció placeres encontrándose delante de la materia, delicadamente privada del peso y tan
asombrosos, feroces amores románticos o grandes abnegaciones». Expe- simple a la vista, que su percepción estaba dirigida hacia una especie de t
riencias que uno no ha tenido, pero hubiera podido tener, biografías en vibración de felicidad, mediante curvas casi invisibles, redondeles insigni-
potencia sin contenido concreto, así caracteriza Wilde la relación auténtica ficantes y omnipotentes, y mediante aquellas combinaciones profundas de
de la música; sus palabras expresan poéticamente la multiplicidad y la inde- la regularidad y la irregularidad, creadas y al mismo tiempo ocultas por el
terminación material de la relación auténtica de la obra artística respecto artista, para dotarlas de tal irresistibilidad que llegaban a ser indefinibles.
a su signo; por las mismas razones otro poeta, P. Valéry, en Eupalinos, llama Llevaban al receptor, subordinado a su presencia invisible, de una visión
«inagotable» la emoción que proporciona la música;72 la música, siendo pri- a otra, del silencio profundo al susurro de placer en tal medida, que se
vada de la función comunicativa, descubre con más claridad que las artes aproximaba y alejaba, se volvía a acercar y erraba alrededor de la obra, siendo
temáticas el carácter específico del signo artístico. ¿Cuál es, pues, el so- dirigido en sus movimientos sólo por ella y convirtiéndose en un juguete de
porte de su significación? No es el contenido, puesto que no lo hay, sino su propia admiración. Quiero, decía aquel hombre de Megara (el construc-
los componentes formales: el nivel del tono, la formación melódica y rít- tor Eupalinos), que mi obra conmueva a la gente del mismo modo que con-
mica, el timbre, etc. Por eso, en este caso,' la relación auténtica sirve mucho mueve el objeto del amor».

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Las artes «atemáticas» nos han mostrado, pues, que la relación al objeto reproducido, se puede comprobar la validez significativa del color;
específica auténtica que une a la obra de arte en tanto que signo con la así, por ejemplo, el color azul, sobre todo cuando rellena de manera con-
realidad puede ser llevada no sólo por el contenido, sino también por los tinua la parte superior de la superficie del cuadro, evocará, incluso en una
demás componentes. Volveremos ahora otra vez a las artes temáticas, para ver obra privada de toda reproducción concreta, la significación del «cielo»; re-
si sus «componentes formales» pueden llegar a ser, o incluso son siempre tam- llenando la parte inferior de la superficie del cuadro, será interpretada sig-
bién factores significativos y portadores de la relación auténtica. Concen- nificativamente como «agua». La calidad del color tiene que ver también con
traremos nuestra atención sobre la pintura, puesto que -gracias a la lingüís- la relación del color respecto al espacio; el hecho conocido de que los
tica funcional- hoy es evidente que todos los componentes de la poesía, colores «calientes» salen aparentemente al primer plano y los «frios» al se-
en tanto que partes del sistema lingüístico, son portadores de la energía gundo, tiene un alcance no sólo óptico, sino también semántico (significati-
significativa, comenzando por la articulación de los sonidos y terminando vo); así por ejemplo en la pintura abstracta es posible crear un espacio
por la construcción de la frase. En la pintura, la situación es distinta, puesto sin validez concreta, es decir, un mero espacio - significación, únicamente
que a primera vista puede parecer que el material con que trabaja este con ayuda de la combinación de los dos grupos de colores mencionados.
arte, es decir la superficie, la mancha de color o la línea, es puramente óp- Aparte de esto, la mancha de color es portadora del contorno, de la misma
tico; los elementos más complejos y secundarios, como el espacio en pers- manera que lo es la línea; con el contorno la mancha adquiere la significa-
pectiva y en color o el contorno, son también aquí factores significativos ción de concreción, y eso aún cuando no se refiere a ningún objeto determi-
evidentes. Pero ni siquiera los elementos básicos mencionados carecen de nado; por esto mismo la pintura suprematista, que ha llegado más lejos que
la posibilidad de establecer la relación auténtica. Una superficie enmarcada las otras corrientes de la pintura en la tendencia de suprimir cualquier «con-''
es otra cosa que un mero campo de visión, aunque en algunos casos puede tenido», elegía como forma preferida de las manchas de color, el cuadrado
coincidir con él por su contenido. La delimitación por un marco concede o el rectángulo, las más indiferentes de las formas geométricas, para que la
propiedades significativas determinadas, como por ejemplo el hecho de que mancha de color dejara de actuar por su forma y fuese, en la medida de lo
aquello que está abarcado por el marco se manifiesta como una unidad posible, sólo un valor óptico puro sin el matiz significativo de la concreción.
(conjunto) significativa. La línea divide la superficie: con su dirección y En la pintura moderna, la significación del contorno de la mancha de color
su transcurso rige el proceso de percepción del espectador y determina no suele descubrirse a veces de manera que el contorno delimitado por la mancha
sólo la organización óptica, sino también la organización significativa del de color, en parte coincide, y en parte difiere del contorno lineal. Podríamos
sector enmarcado. Aún cuando el cuadro no tiende a la concreción, la línea seguir enumerando las posibilidades significativas del color; asi por ejem-
adquiere fácilmente la función de un contorno, aunque en tales casos no se plo también la diferencia entre el color en tanto que característica del ob-
trate de la reproducción de un objeto; asi surge, pues, la concreción abs- jeto (color local) y el color en tanto que luz, son de naturaleza semántica, etc.
tracta como significación pura. Estas propiedades significativas de la línea Los componentes de una obra de pintura son, pues, factores
fueron aprovechadas por algunas corrientes modernas de la pintura, como significativos, igual que los componentes lingüísticos de una obra poética:
la pintura absoluta (Kandinsky) 71 y las corrientes próximas a ésta. Final- no obstante, por sí mismos estos componentes no están unidos a una rea-
mente, ni siquiera una mancha de color es solamente un fenómeno óptico, lidad determinada con una relación directa, sino que - c o m o sucede con los
sino también significativo. Ya la calidad del color por sí misma tiene posi- componentes de una obra musical-, son portadores de una energía signifi-
bilidades significativas de gran alcance. El simbolismo de los colores, ex- cativa en potencia, que, emanando del conjunto de la obra, determina una
tendido y establecido de manera general sobre todo en la Edad Media, es postura frente al mundo real.
un hecho histórico-cultural conocido (compárese por ejemplo Zíbrt, «Sym- Hemos tratado del carácter semiológico de la obra artística; he-
bolika barev u starych Cechú», Listy z ceskych déjin kulturních [El simbo- mos mostrado que el arte está estrechamente vinculado con la esfera de
lismo de los colores de los antiguos checos, Revista de la Historia Cultural los signos comunicativos, pero de tal manera, que resulta ser la negación
Checa], Praga 1891); es natural que el simbolismo de los colores haya inci- de una comunicación auténtica. La comunicación auténtica se refiere a una
dido también en la pintura: «¿Por qué está Cristo en los cuadros siempre realidad concreta, conocida por el que emite el signo y de la que debe ser
vestido de azul? Porque los ojos de los creyentes se fijaban siempre con informado aquel que lo recibe. Sin embargo, la realidad comunicada direc-
ansia en el cielo, mansión del desposado celestial y morada póstuma de los tamente por la obra de arte (mientras se trate de las artes temáticas) no
creyentes» (Th. Wohlbehr, Bau und Leben der bildenden Kunst, Leipzig constituye el propio portador de la relación auténtica, sino su mero inter-
y Berlín 1914). Así, el azul se convirtió en el color más noble de los cris- mediario. La verdadera relación con la realidad es, en este caso, múltiple,
tianos, aunque, por su efecto psíquico, pertenece a los colores «fríos». Pero y alude a hechos conocidos por el receptor, hechos que sin embargo no
aún hoy, cuando el simbolismo de los colores no constituye un sistema fijo están y no pueden estar pronunciados ni indicados en la obra misma, porque
ni se encuentra en el primer plano de nuestro interés, e incluso en obras de forman parte de la experiencia Intima del receptor. Estos hechos reales pue-
pintura abstracta, en las que la significación del color no se puede atribuir den ser múltiples, y la relación de la obra de arte respecto a cada uno de

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artística consiste en que el investigador descompone la forma en compo-
ellos es indirecta, figurada. Los hechos con los que puede estar confron- nentes (como líneas rectas y curvas, líneas convexas y cóncavas, delimi-
tada la obra de arte en la consciencia y la subconsciencia del receptor, están tadas con claridad o no, etc.) y que a cada uno de los componentes le atri-
integrados en una postura intelectual, emocional y volitiva global que el buye una significación constante (por ejemplo: color claro = optimismo, os-
receptor adopta frente a la realidad. Las experiencias que vibran en el recep- curo = pesimismo, línea recta = claridad y concisión, inmediatez y precisión,
tor gracias al impacto de la obra de arte, transmiten, pues, sus movimientos, sensatez y utilidad). Contra un procedimiento semejante es necesario seña-
a la imagen global de la realidad en la mente del receptor. El carácter inde- lar que los componentes formales pueden ser comprendidos sólo desde la
terminado de la relación auténtica de la obra artística está, pues, compen- perspectiva del conjunto y adquieren significados muy diversos según la
sado por el hecho de que el individuo receptor no responde a la obra con posición que tienen dentro del conjunto; así, por ejemplo, el color negro, en-
una reacción parcial, sino con todos los aspectos de su postura frente al contrándose en medio de colores claros, puede actuar como noble y festivo,
mundo y la realidad. Surge una pregunta: ¿la interpretación de una obra como sucede en los retratos de Rubens; el significado de las líneas curvas
artística en tanto que signo es, entonces, únicamente individual, diferente puede variar desde una sensación casi mística de la delimitación pura por
e incomparable según cada individuo? La respuesta ha sido anticipada ya por su propia esencia hasta un registro racionalista y mecánico. Los paralelismos
la comprobación del hecho de que la obra artística es un signo, y por lo de este tipo, como la identificación del color oscuro con el pesimismo, son
tanto, ya por su esencia, un hecho social; la postura que el individuo adopta demasiado burdos para aclarar la compleja vida interna de una obra de
frente a la realidad no es una propiedad personal exclusiva; en personali- arte». Los valores extraestéticos contenidos en una obra de arte forman,
dades fuertes está predeterminada hasta cierto punto y en las menos fuer- pues, un conjunto, pero un conjunto dinámico, no mecánicamente esta-
tes totalmente, por las relaciones sociales en las cuales el individuo se bilizado. El dinamismo del conjunto de los valores extraestéticos de una
encuentra integrado. Y así el resultado al que se llega analizando el ca- obra artística puede llegar hasta tal punto, que en ta obra aparezca un con-
rácter de signo de la obra artística, no lleva en absoluto al subjetivismo es- traste total entre dos valoraciones, por ejemplo una despectiva y otra admi-
tético: sirve únicamente para probar que las relaciones en que entra la rativa y positiva; véase la representación monumentalizante de temas «ba-
obra artística como signo, ponen en marcha la postura del receptor frente jos», corriente en la pintura realista del siglo XIX (los Peones camineros
a la realidad; y el receptor es un ser social, miembro de una colectividad. de Courbet); o el aprovechamiento de los recursos formales de la epopeya
Esta comprobación nos acerca al objetivo: si las relaciones auténticas esta- heroica para describir héroes y acciones que se encontraban, hasta entonces,
blecidas por la obra de arte se refieren a la manera como el individuo y la sólo en géneros literarios «bajos», procedimiento utilizado en la poesía épica
colectividad conciben la realidad, llega a ser evidente que la cuestión que por los poetas románticos {cf. J. Tyñianov, Archaisti i novator/, Lenin-
es particularmente importante en vista de nuestro objetivo, es la do los grado 1929). 75 Las contradicciones mutuas entre los distintos valores ex-
valores extraestéticos contenidos en una obra de arte. traestéticos contenidos en una obra pueden ser de muchos tipos y de las
La obra de arte, aún cuando no contiene juicios de valor pro- intensidades más variadas; pero ni siquiera en los casos en que aquéllas alcan-
nunciados de manera directa o encubierta, está impregnada de valores. Todo zan el máximo de cantidad o de intensidad, se rompe la unidad de la obra
en ella, comenzando por el material, incluso el más corpóreo (por ejem- artística, porque esta unidad no tiene el carácter de una suma mecánica, sino
plo la piedra o el bronce en la escultura) y terminando por las formaciones que se le presenta al receptor como una tarea, cuya realización es nece-
temáticas más complejas, es portador de valores. La valoración, como aca- saria para eliminar las contradicciones que aquél encuentra en el transcurso
bamos de señalar, pertenece a la esencia misma del carácter específico del del complejo proceso de percepción y valoración de la obra.
signo artístico: la relación (auténtica) de la obra artística interviene, gra- Los valores extraestéticos en el arte no son, pues, sólo asunto
cias a su multiplicidad, no sólo en cosas particulares, sino en el conjunto de la obra artística misma, sino también del receptor. Naturalmente, éste
de la realidad, y afecta a la postura global del receptor frente a ella; y preci- aborda la obra con su propio sistema de valores, con su propia postura frente
samente esta postura es la fuente y el regulador de la valoración. Y puesto a la realidad. Ocurre con mucha frecuencia, e incluso casi siempre, que una
que cada uno de los componentes de la obra de arte, sea el «temático» o el parte, a veces considerable, de los valores percibidos por el receptor en la
«formal», adquieren en el contexto de la obra aquella múltiple relación autén- obra artística está en contradicción con el sistema válido para aquél mismo.
tica, estos componentes se convierten en portadores de los valores extra- Esta contradicción y la tensión que se desprende de ella, se produce de la
estéticos. manera siguiente: o el artista que ha creado la obra pertenece al mismo
Los valores llevados por los distintos componentes de la misma medio social y a la misma época que el receptor, y entonces las contradic-
obra entran en relaciones mutuas, unas veces positivas, otras veces negati- ciones entre los valores efectivos para éste y los valores contenidos en la obra
vas; de esta manera se influencian recíprocamente y es posible que un mismo son la consecuencia del desplazamiento de la estructura artística, conse-
componente material sea, según las circunstancias, portador de valores di- guido intencionalmente por el artista; o la obra proviene de un medio tem-
ferentes; véase H. Lützeler, Einführung in die Philosophie der Kunst, Bonn poral y socialmente diferente que el receptor, y en ese caso las contra-
1934, p. 27: «El atomismo de la investigación de la forma de una obra
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dicciones dentro de los valores extraestéticos son inevitables. 76 La obra conjunto real de valores extraestéticos, y únicamente como dicho conjunto.
artística como conjunto de valores extraestéticos no es una mera réplica al Los componentes materiales del artefacto artístico y el modo como son uti-
sistema de valores vigentes y obligatorio para la colectividad receptora. Por lizados en tanto que recursos formales, tienen el papel de meros conducto-
esto mismo los valores contenidos en una obra artística no son percibidos, res de energía, representada por los valores extraestéticos. Si nos pregunta-
en cuanto a su carácter obligatorio, de la misma manera que los valores váli- mos en este momento, dónde se ha quedado el valor estético, veremos que
dos en la práctica, pronunciados -mientras se trate de pronunciarlos- en se ha disuelto en los distintos valores extraestéticos y no representa, propia-
manifestaciones puramente comunicativas; como ejemplo instructivo nos mente, nada más que la denominación global de la integridad dinámica
sirve la práctica de la censura, que establece una diferencia entre las opi- de las relaciones mutuas de aquéllos. La distinción entre el criterio «for-
niones pronunciadas en tanto que comunicaciones, y las opiniones que se mal» y «temático» en la investigación de una obra artística es, pues, inco-
desprenden indirectamente de la obra artística o están directamente pro- rrecta. El formalismo de la escuela estética y teórico-literaria rusa tenía razón
puestas en ella; sólo una rigurosidad extrema lleva a la identificación del afirmando que todos los componentes de la obra artística son, sin distin-
arte con la manifestación comunicativa desde este punto de vista. ción, partes de la forma. No obstante, es necesario añadir que igualmente
Hemos llegado a tal punto en nuestras reflexiones, que pode- todos los componentes de la obra artística son portadores de la significa-
mos abarcar la relación mutua entre el valor estético y los demás valores ción y de los valores extraestéticos y, por lo tanto, forman parte del contenido.
contenidos en la obra, y poner en evidencia su verdadera naturaleza. Hasta El análisis de la «forma» no debe ser limitado al mero análisis formal; y por
ahora nos hemos limitado a afirmar que el valor estético domina en una otro lado tiene que quedar claro que sólo toda la construcción de la obra
obra de arte. Esta afirmación se desprende, con lógica aplastante, de la artística, y no únicamente su parte llamada «contenido» entra en relación
esencia del arte, esfera privilegiada de fenómenos estéticos que se distingue, activa respecto a los valores vitales que rigen el comportamiento humano. 77
gracias a la supremacía de la función y el valor estéticos, de un número El predominio del valor estético sobre los demás valores distin-
infinito de otros fenómenos, en los cuales la función estética es facultativa guibles en el arte es, pues, más que una mera superioridad exterior. La in-
y subordinada a otra función diferente. Los medios que no conocen la fluencia del valor estético no consiste en absoluto en absorber y reprimir
diferenciación de las funciones, como la sociedad medieval y la rural, no los demás valores, sino en que, a pesar de arrancar a cada valor particular
tienen consciencia del predominio de la función estética en el arte, y por del inmediato contacto con el valor vital correspondiente, introduce todo
consiguiente el concepto de arte no existe para ellos con el mismo sentido el conjunto de valores, contenidos como unidad dinámica en una obra de
con que lo entendemos en la época actual; un ejemplo de ello es que arte, en contacto con el sistema general de aquellos valores que consti-
en la Edad Media las artes plásticas se incluían en el campo de la producción tltuyen las fuerzas motrices de la práctica de la vida de la colectividad re-
material en el sentido más amplio de la palabra. Afirmando que la función ? ceptora. ¿Cuál es la naturaleza y el objetivo de este contacto? Ante todo
y el valor estéticos predominan en una obra de arte sobre los demás valores] hace falta tener en cuenta que, como ya hemos indicado, este contacto es
y funciones, no pronunciamos ningún postulado respecto a la relación prác- rara vez idílicamente tranquilo: por lo general, los valores contenidos en una
tica frente al arte, pudíendo predominar aún hoy, tanto para individuos obra artística son un poco diferentes, tanto por lo que se refiere a las re-
como para colectividades enteras, otra función que la estética; sólo deduci- laciones mutuas entre ellos como a la calidad de cada uno en particular, de
mos, suponiendo la existencia de la diferenciación de las funciones, la con- la composición del sistema de valores válido para una colectividad. Se pro-
secuencia teórica que se desprende de la posición que el arte ocupa den- duce, pues, una tensión mutua, y en ella consiste la propia significación
tro de toda la esfera de fenómenos estéticos. y la acción del arte. El movimiento libre del conjunto de valores que rigen
Pero aún a esta formulación, únicamente teórica (hecho del que la práctica de la vida de una colectividad está limitado por la necesidad
somos conscientes) se le reprocha, de forma equivocada, «el formalismo» continua de la aplicación práctica de los valores; el desplazamiento de
y «el-arte-por-el-artísmo»; el hecho de que la obra artística tenga finalidad los distintos miembros de la jerarquía (la revalorízación de los valores) es
en sí misma, que constituya un aspecto de la posición dominante de la muy difícil, y está acompañado por fuertes conmociones de toda la práctica
función y el valor estéticos, suele ser confundido con la «carencia de interés» de vida de la colectividad en cuestión (evolución frenada, inseguridad de los
del arte, según Kant. Para refutar este error hace falta abordar la posición y el valores, disgregación del sistema, algunas veces golpes revolucionarios); en
carácter del valor estético en el arte desde el interior de la estructura artís- cambio, los valores de una obra artística - c a d a uno de los cuales está por
tica, es decir, desde los valores extraestéticos, extendidos sobre los distin- si mismo fuera de la obligatoriedad actual, sin que el conjunto, sin embargo,
tintos componentes de la obra, hacia el valor estético que da unidad a la carezca de validez en potencia- pueden desplazarse y reformarse sin pro-
obra artística. Así comprobaremos una cosa extraña e inesperada; hemos blema, pueden cristalizar experímentalmente en agrupaciones nuevas disol-
dicho más arriba que todos los componentes de la obra artística, tanto viendo las antiguas, se pueden adaptar a la evolución de la situación social
temáticos como formales, son portadores de valores extraestéticos que se y a los nuevos aspectos de la realidad en cuestión, o por lo menos buscar
interrelacionan dentro de la obra. La obra artística aparece finalmente como un las posibilidades de tal adaptación.

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Vista desde esta óptica, la autonomía de la obra artística y el recordar la frase de V. Shklovsky: «Un camino vivo, un camino sobre el
dominio de la función y el valor estéticos dentro de ella, no aparecen como cual el pie siente las piedras, un camino que vuelve - ése es el camino del
un atenuante del contacto entre la obra de arte y la realidad natural y so- arte» (Teorie prózy [Teoría de la prosa], traducción checa, Praga 1933,
cial sino, al contrario, como su animador continuo. El arto es un factor página 27). Si esta tarea es demasiado fácil, es decir, si las convergencias
vital de extrema importancia, incluso en aquellos períodos evolutivos y prevalecen sobre las contradicciones, la eficacia de la obra se debilita y se
aquellos aspectos que ponen de manifiesto la autofinalidad del arte y el pierde rápidamente, porque la obra no impone al receptor ni que permanezca
dominio de la función y el valor estéticos; a veces un período evolutivo ni que vuelva a ella; por eso las obras con bases dinámicas débiles se auto-
con una autofinalidad marcada puede intervenir muy intensamente en las matizan rápidamente. Si, en cambio, el descubrimiento de la unidad es una
relaciones del hombre frente a la realidad; véase el caso del poema Mayo tarea demasiado difícil para el receptor, es decir, si las contradicciones pre-
de Mácha, tratado en mi estudio «Contribución a la problemática actual del valecen demasiado sobre las convergencias, puede ocurrir que el receptor
fenómeno poético de Mácha», en Listy pro uméní a kritiku IV, 1936. no sea capaz de comprender la obra en tanto que construcción intencional.
Por fin podemos volver definitivamente a la pregunta de la que No obstante, la inmensidad de las contradicciones que crean un exceso
hemos partido, es decir, si puede ser probada de alguna manera la validez de obstáculos, no paraliza el efecto que puede producir la obra en la misma
objetiva del valor estético. Hemos señalado ya que el objetivo directo de la medida que la falta de ellas: una impresión de desorientación, de incapa-
valoración estética actual no es el artefacto artístico «material», sino el «objeto cidad de descubrir la intención unificadora de la obra artística, es corriente
estético» que es su reflejo y correlativo en la consciencia del receptor.78 incluso en el primer encuentro con una formación artística totalmente inha-
A pesar de esto, el valor estético objetivo (es decir independiente y duradero) bitual. La tercera posibilidad es finalmente aquella en la que tanto las con-
tiene que ser buscado, si es que existe, en el artefacto material, el único que vergencias como las contradicciones, condicionadas por la construcción del
dura sin cambios, mientras que el «objeto estético» es variable, siendo de- artefacto artístico material, son poderosas, pero se mantienen en equilibrio;
terminado no sólo por la construcción y por las características del artefacto este caso es, evidentemente, óptimo, y corresponde de manera más com-
material, sino también por el estadio evolutivo correspondiente de la estruc- pleta al postulado del valor estético independiente.
tura artística inmaterial. El valor estético independiente (suponiendo que No debemos olvidar, sin embargo, que al lado de la construcción
exista), inherente al artefacto artístico material, tiene, en comparación con el interna de la obra artística, y en estrecha relación con ella, se encuentra
valor estético del objeto en un momento dado, un carácter sólo potencial: también la relación entre la obra en tanto que conjunto de valores y los va-
el artefacto artístico material construido de tal y otra manera tiene la capaci- lores vigentes, desde el punto de vista práctico, para la colectividad que
dad, sin que se tenga en cuenta la situación evolutiva de la estructura artís- recibe la obra. El artefacto material entra, durante su existencia, en contacto
tica en cuestión, de provocar en la mente de los receptores «objetos estéticos» con muchas colectividades diversas y con muchos sistemas de valores que
con un valor estético actual positivo. La pregunta sobre la existencia del se diferencian entre sí. ¿Cómo se manifiesta, desde este punto de vista, el
valor estético objetivo puede ser formulada, pues, sólo en el sentido de si la postulado de su valor estético independiente? Es evidente que también
construcción de un artefacto artístico material de esta índole es posible. aquí el papel de las contradicciones es por lo menos tan importante como el
¿De qué modo participa el artefacto material en el nacimiento de las convergencias. Una obra calculada para una armonía apacible con los
del «objeto estético»? Hemos visto ya que sus características, algunas veces valores vitales reconocidos, no es percibida como no estética, sino como no
también la significación que se desprende de la composición de tales carac- artística, sencillamente hecha sólo para gustar (kitsch). Sólo la tensión entre
terísticas (el contenido de la obra), entran en el «objeto estético» como los valores extraestéticos de la obra y los valores vitales de la colectividad,
portadores de valores extraestéticos, que establecen relaciones mutuas com- conceden a la obra la posibilidad de actuar sobre la relación entre el hombre
plejas, positivas y negativas (convergencias y contradicciones), de manera y la realidad, que es el quehacer más propio del arte. Por eso se puede afir-
que surge un conjunto dinámico, mantenido en unidad por las convergencias mar que el valor estético independiente del artefacto artístico, es tanto más
y al mismo tiempo movido por las contradicciones. grande y duradero, cuanto menos fácilmente se somete la obra a la interpre-
Podemos juzgar, pues, que el valor independiente del artefacto tación literal desde el punto de vista del sistema de valores generalmente
artístico será tanto más grande, cuanto más numeroso sea el conjunto de aceptado en la época o el medio en cuestión. Volviendo a la construcción
valores extraestéticos que el artefacto logre atraer y cuanto más potente sea interna del artefacto artístico, no es, sin duda, difícil coincidir en la opi-
el dinamismo con el que sepa regir la relación mutua entre aquéllos; todo eso nión, según la cual las obras con fuertes contradicciones internas ofrecen
sin tener en cuenta los cambios de su calidad de acuerdo con cada época. -precisamente por su carácter desmadejado y por la multiplicidad de sen-
Como criterio principal del valor estético, se considera generalmente la im- tidos que se desprende del m i s m o - una base mucho menos conveniente
presión de unidad que produce la obra. Sin embargo, la unidad no debe ser para la aplicación mecánica de todo un sistema de valores vigentes en la
comprendida estáticamente, como una armonía perfecta, sino dinámicamente, práctica, que las obras sin contradicciones internas o con contradicciones <••
como una tarea impuesta por la obra al receptor; en este contexto conviene sin vigor. También aquí la multiformidad, la variedad y la multiplicidad de

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sentidos del artefacto material se manifiestan como valor estético positivo La función estética es uno de los factores más importantes de
en potencia. El valor estético independiente del artefacto artístico depende, la actividad humana: cualquier acción humana puede estar acompañada
pues, desde todos los puntos de vista, de la tensión cuyo vencimiento por ella y cualquier cosa puede llegar a ser su portadora. Tampoco es un
incumbe al receptor; pero esto es algo totalmente diferente de la armonía, mero epifenómeno, prácticamente insignificante, de otras funciones, sino un
proclamada a veces como la forma superior de la perfección, y la perfección codeterminador del comportamiento humano respecto a la realidad; así por
máxima de la forma en el arte. ejemplo, al producirse cambios en la jerarquía de las funciones de un objeto
No obstante, de los principios a los que hemos llegado no es determinado, la función estética actúa de manera que se adhiere a la nueva
posible deducir reglas detalladas. Las convergencias y las contradicciones función dominante y la refuerza llamando la atención sobre ella y elevándola
entre los valores extraestéticos, de las que acabamos do hablar, y su venci- por encima de las demás; otras veces suple una función desaparecida de
miento por el receptor, pueden sor realizadas -incluso tratándose del mismo una cosa o una institución que ha sido privada temporalmente de ella, con-
artefacto artístico material— de maneras infinitamente variadas, que se des- servándolas de esta manera para un nuevo uso y una nueva función, etc.
prenden de la variedad infinita de los encuentros posibles de la obra con Es así como la función estética se integra en los procesos sociales.
la evolución de la estructura artística y con la evolución de la sociedad. De La norma estética, reguladora de la función estética, no es una
esto éramos ya conscientes en el momento de plantearnos la cuestión del regla invariable, sino un proceso complejo que se renueva continuamente.
valor estético válido independientemente. Sin embargo, era indispensable Gracias a su estratificación en normas antiguas y recientes, superiores e
esforzarse por encontrar la respuesta, porque sólo el axioma del valor esté- inferiores, etc., y a los cambios evolutivos de la misma, la norma estética
tico objetivo, buscado siempre de nuevo y realizado en las variantes más se integra en la evolución social, unas veces determinando la pertenencia
diversas, da un sentido a la evolución histórica del arte: sólo por él se puede del individuo a un medio social determinado, otras veces el traslado del indi-
explicar el pathos de los intentos tantas veces repetidos de crear una obra viduo de una capa a otra, y finalmente acompañando y señalando los des-
perfecta, igual que las vueltas incesantes de la evolución a los valores ya plazamientos en la estructura general de la sociedad.
creados (así, por ejemplo, la evolución del drama contemporáneo fue regida También el valor estético, que actúa particularmente en el arte,
por las intervenciones siempre renovadas de ciertos valores duraderos, como donde la norma estética es más violada que mantenida, pertenece por su
son las obras de Shakespeare, Moliére, etc.). Por eso es necesario que esencia a los fenómenos sociales. No sólo la variabilidad de la valoración
cada teoría del valor estético se ocupe del problema del valor objetivo, in- estética actual, sino también la estabilidad del valor estético objetivo tiene
dependiente, e incluso cuando esta teoría cuenta con la variabilidad irre- que ser deducido de la relación entre el arte y la sociedad. El valor estético
ducible de la valoración actual de las obras artísticas. La importancia del pro- entra en relación estrecha con los valores extraestéticos contenidos en la ,,
blema del valor estético independiente, reluce con más claridad todavía al obra, y mediante ellos con el sistema de valores que determina la práctica de
tratar de encontrar su solución, lo que nos ha llevado al objetivo funda- la vida de la colectividad receptora de la obra. La relación del valor estético
mental del arte, es decir, el de regir y renovar la relación entre el hombre y la con los valores extraestéticos consiste en que el valor estético prevalece
realidad en tanto que objeto del comportamiento humano. sobre los demás, pero no los altera, sino que sólo los une en un conjunto,
separando cada valor particular de su relación directa con el valor corres-
pondiente válido en la práctica, pero posibilitando, en cambio, la relación
4 activa entre el conjunto total de los valores extraestéticos de la obra y la
postura global que adoptan los individuos frente a la realidad, en tanto que
En los tres capítulos precedentes de este trabajo hemos tratado miembros de una colectividad, con el objetivo de actuar de una manera u
de tres conceptos correlativos: la función, la norma y el valor estéticos. otra. Mediante el valor estético el arte actúa sobre la postura emocional y
Nuestra intención, al incluir las palabras «hechos sociales» en el título del tra- volitiva del hombre frente al mundo, interviniendo directamente como regulador
bajo, no fue la de limitar nuestra relación respecto a la materia tratada, sino básico del comportamiento y del pensamiento humano, a diferencia de la
la de esforzarnos por probar que también un análisis noético abstracto de ciencia y la filosofía que influyen en el comportamiento humano mediante el
la esencia y del alcance de la función, la norma y el valor estéticos, tiene proceso mental.
que tener por punto de partida el carácter social de los tres fenómenos trata- Lo estético, es decir la esfera de la función, la norma y el valor
dos. El lugar que ocupaba, respecto a la estética, a veces la metafísica, a estético está, pues, ampliamente extendido sobre la esfera global de la
veces la psicología, pertenece con derecho, ante todo, a la sociología: actividad humana, siendo un factor importante y multilateral de la práctica
la investigación noética de toda la problemática de fenómenos estéticos, tarea de la vida; no tienen razón aquellas teorías estéticas que lo limitan a uno
propia de la estética, tiene que ser construida suponiendo que la función, solo de sus aspectos múltiples, declarando como objetivo de la intención
la norma y el valor estético son válidos únicamente respecto al hombre, al estética únicamente el placer, la expresión o la excitación emocional, o el
hombre en tanto que ser social. conocimiento, etc. Lo estético incluye todos estos aspectos y muchos otros,

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particularmente en su manifestación superior, el arte; de todos modos, a Si algo general puede decirse de todos los formalistas rusos, ello es su
cada uno de estos aspectos le incumbe sólo aquella parte que le corresponde afición metodológica por los conceptos de estructura, funcionamiento interior, sistema, fun-
en la formación de la postura global del hombre frente al mundo. ciones arguméntales, unidades de composición. A partir de la teoría de la ostranenie, o el
estrañamiento del lenguaje poético respecto al lenguaje común -teoría tan antigua como
la Poética de Aristóteles y resucitada ya por los románticos alemanes-, los formalistas (
rusos se abstuvieron generalmente de conectar lo literario con series discursivas de tipo ex-
traliterario, y, sentando las bases para el método estructural aplicado a la literatura, desa-
rrollaron un tipo de crítica literaria típicamente inmanente, alejado de toda retórica ideoló-
Notas gica y de todo comentario sociopolltico.
Para los formalistas, analizar un poema o una obra en prosa significaba,
1. N. de! A. Introducción escrita en ocasión do la primera edición en forma ante todo, separar los niveles de actuación de dicho texto, empezando a veces por el ni-
de libro de este trabajo, en ol año 1936. vel más elemental, el fonético, y pasando luego al análisis formal de las conexiones «sin-
2. Formalismo ruso: Escuela de critica literaria y análisis del lenguaje poé- tácticas» entre las partes de una obra, para acabar analizando el nivel semántico o ¡nter-
tico fundada en San Petorsburgo en 1916 y disuelta por efectos del estalinismo hacia textual, y relacionar finalmente, según una ley de interfuncionalidad e interdependencia,
1930. A diferencia de las corrientes de critica literaria predominantes en el siglo XIX, los todos los estratos de funcionamiento de la obra. Dando un paso más, los formalistas
formalistas rusos propugnaron centrarse en el lenguaje mismo, como elemento donde se apuntaron a un esquema «metaliterario», o sistema de la literatura, en el que toda obra ten-
hallarla la especificidad do la literatura. Con ello pasaban a significar, en la historia de dría su lugar de acuerdo con leyes fijadas en cierto modo de antemano por una evolución
la critica, la primera escuela moderna que retomaba el estilo analítico c inmanente de la literaria que a veces domina por encima de la voluntad creadora de un autor.
Poética de Aristóteles. Razonablemente atacados por L. Trotsky en su famoso articulo de Lite-
El formalismo ruso significó un rechazo de los métodos do crítica literaria ratura y Revolución, de 1924, y también por A. Lunatcharsky y B. Arvatov, entre otros, la
dominantes en Europa en el siglo XIX, especialmente de todos aquellos métodos que con- critica «oficial» como órgano teórico-literario del partido en los primeros años estalinistas
sistían en el paralelismo entro la serie de lo propiamente literario, y alguna serio do carác- acabó ahogando la iniciativa colectiva de los miembros de la OPOIAZ, aunque autores
ter extraliterario, por ejemplo, la crítica biográfica (Sainte-Beuve), la crítica sociológica como Propp y Bajtin siguieron, años más tarde, influidos por la metodología del forma-
(Plejánov), o la critica a partir-de la filosofía o la religión. lismo. Su tardío descubrimiento en Europa, durante la década de los sesenta, colaboró a
Los formalistas rusos surgieron como escuela de critica literaria con el nom- configurar, sobre todo en Francia e Italia, el método del estructuralismo en critica literaria.
bre de OPOIAZ (siglas rusas de lo que, traducido, es «Sociedad para ol estudio del len- 3. La afirmación del autor no es del todo cierta. Cierto es que los formalistas
guaje poético»). En un principio, la escuela reunió dos grupos de estudiosos: algunos rusos chocaron con la tradición de crítica literaria histórica y cultural que existía en su
discípulos de Badouin do Courtenay, interesados en la teoría del lenguaje (L. Jakubins- ' época, por su afán de considerar la obra de arte como un fenómeno autónomo que re-
ky, E. D. Polivanov) y otro conjunto heterogéneo do investigadores del lenguaje poético en quiere para su estudio un procedimiento también autónomo, y no tomado de otras ciencias.
particular, y lo literario en general (V. Shklovsky. B. Eijenbaum, S. I. Bornstein). Pronto se En este sentido, es elocuente la declaración programática de Jakobson al inicio de su
completó este grupo con la incorporación a la OPOIAZ de O. Brik, V. Zirmunsky, J. Ty- carrera: «El objeto de la ciencia de la literatura no es la literatura sino la literariedad (llte-
ñianov, B. Tomachevsky y V. Vinogradov. raturnost), es decir, aquello que convierte un texto en una' obra literaria. Sin embargo,
Mientras el Círculo Lingüístico de Moscú se ocupaba casi exclusivamente hasta hoy, los historiadores de la literatura se parecían más bien a la policía que, propo-
del lenguaje en todos sus aspectos (lo «poético» como una de tales manifestaciones posi- niéndose arrestar a alguien, cogería al azar a todos los que hallarla en la casa, y se llevarla
bles del lenguaje), los miembros de la OPOIAZ eran historiadores y analistas de la lite- presos hasta a la gente que pasan por la calle. Del mismo modo, los historiadores de la
ratura, críticos literarios en suma, que aceptaron considerar la lingüística como la más rele- literatura echaban mano de todo: la vida personal, la psicología, la política, la filosofía» («La
vante de las disciplinas auxiliaros para el comentario de lo literario. En cualquier caso, el nueva poesía rusa», Praga 1921; en R. J „ Questions de Poétique; París 1973, p. 15).
artículo de R. Jakobson sobre la poesía de V. Khlebnikov, señaló este punto de inflexión
Pero también es cierto, por el contrario, que otros autores, más propia-
en que se encuentran la teoría literaria y la lingüística, conexión quo influiría significa-
mente relacionados con el formalismo escolar, puntualizaron también desde el principio
tivamente sobre los formalistas de la OPOIAZ.
que la literariedad no podía ser desvinculada de las otras series culturales que constituyen,
Pero los formalistas de San Petersburgo no se apoyaron únicamente en la junto con la literatura, la suma de discursos y manifestaciones que configuran de un modo
ciencia del lenguaje tal como la iban construyendo los lingüistas dol Círculo de Moscú, ni aproximativo el vasto conjunto de la historia. Especialmente, y sólo a guisa de ejemplo,
se ciñieron aquéllos, como tampoco lo hicieron éstos, al análisis de las literaturas de J. Tyñianov puntualizaba ya en el año 1927: «El estudio dé la evolución literaria no es
vanguardia. Los formalistas se preocuparon en general del procedimiento, del método y la posible si no se considera la literatura como una serie, un sistema puesto en correlación con
construcción que toda obra presenta como uno de sus aspectos formales característicos, otras series o sistemas y condicionado por ellos (...). El estudio de la evolución literaria no
y aunque recurrieron ampliamente a conceptos metodológicos propiamente lingüísticos, rechaza la significación dominante de los principales factores sociales; al contrario, sólo en
en ningún momento rechazaron modelos de análisis procedentes de otros campos. Tal es este marco puede ser la significación comprendida en su totalidad» («Sobre la evolución
el caso del «morfologismo» analítico que predomina en la obra de V. Propp, de hecho literaria», en T. Todorov (ed.), Théorie de la Littérature; París 1965, pp. 136 y s.).
un postformalista, y también es el caso del análisis de las estructuras narrativas (Shklovsky,
En este sentido, lo que Mukarovsky afirma a continuación no puede ser
Tomachevsky), estilísticas (Eijenbaum, Tyñianov, Vinogradov, Bajtin) sin excluir los pro-
considerado como una aportación original del funcionalismo de la Escuela de Praga, como
blemas de la evolución literaria (Shklovsky, Tyñianov) e incluso la relación entre literatura
parece entenderse, sino como una herencia de una discusión ya muy ventilada en los
y sociedad (Tyñianov, Volochinov).
tiempos inmediatamente anteriores del formalismo ruso.

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4. Efectivamente, Dossoir y su discípulo Utitz, como quedó patente en sus suavizar los conflictos de orden psicológico que surgen en la asamblea aérea de los azarados
colaboraciones en la revista Zeitschrift für Aesthctik und allgemeine Kunstwissenschaft, creada viajantes. Un caso simétricamente inverso lo constituyen esos monos de trabajo en tela
por el primero en 1906, y en sus obras respectivas, significaron en su momento la critica tejana que lanzaron los diseñadores de moda en 1975, y que suelen vestir los domingos
más abierta contra la teoría estética de la Einfühkmg (vid. nota 1.2.). A Dessoir cabe el señoritas poco emparentadas con la mecánica.
mérito de haber estudiado una naturaleza estética que no se halla únicamente en los ob- Por otro lado, sociedades como la popular china, han resuelto toda la
jetos de arte sino en muchos otros fenómenos de la vida cultural y la vida cotidiana. Por lo serie de problemas económicos que se derivan de la renovación obligada de la moda, a base
demás, tal distinción entre lo meramente artístico y lo generalmente estético, se encuen- de suprimir, por un lado, las diferencias entre traje de trabajo y traje de fiesta, y, por otro,
tra ya en la Kritik der Urteilskraft de Kant, y éste es otro de los elementos kantianos que la mayoría por no decir todos los aditamentos estéticos que puede poseer un trozo de tela
caracterizan la teoría estética de Mukafovsky, como la de Dessoir. cubriendo el cuerpo. Aunque en modo alguno está reñida la función estética del traje
Dessoir estableció también una serie de categorías objetivas do lo estético, con su dimensión utilitaria, lo cierto es que el vestido característico de los habitantes de
la China popular se acerca al grado cero de función estética, mientras, por el contrario,
tales como lo bello, lo feo, lo trágico, lo sublime, etc., que él consideraba categorías inhe-
la vestimenta no alcanza cotas muy elevadas en los países capitalistas en lo que se refiere
rentes a las cosas y no al sujeto receptor de lo estético, como habia sido el punto de vista
a perdurabilidad del tejido, utilidad de los bolsillos, carácter elemental y doméstico de las
de los teóricos de la Einfühlung. Precisamente porque las categorías de lo estético se cen-
hechuras, etc...
traban para Dessoir en el objeto y no en el sujeto, pudo éste avanzar, en cierto modo,
por su camino de reducción científica de la estética. El lector interesado en el análisis semiológico del vestido, que es el que se
apunta en estas páginas de Mukafovsky, puede consultar R. Barthes, Systéme de la Mode,
5. A decir verdad, no puede decirse de Oscar Wilde que aportara gran París 1967.
cosa a la historia de la semiótica, ni que llegara a considerar la obra de arte, en general, 9. N. del A. Cf. el escándalo surgido alrededor de la estatua de Rodin
como una organización de signos, como sostiene Mukafovsky. En The Critic as Artist se leen L'áge d'airain, a la que se reprochó al principio que no fuera más que un vaciado de un
algunas referencias a la Poética de Aristóteles («one perfect little work of aesthetik cri- cuerpo real.
ticism»), y allí reconoce también Wilde -aseveración tan moderna como c l á s i c a - , que el
10. Vid. nota 2.6.
material fundamental de la literatura lo constituye el lenguaje («But Aristotle, like Goethe,
deals w i t h art primarily in its concrete manifestations, taking Tragedy, for ¡nstance, and 11. Éste es uno de los puntos centrales de la estética de Mukafovsky:
investigating the materiaI it uses, which is language...»). En la misma obra, establece una definir lo «artístico» precisamente por la relevancia predominante de una determinada fun-
distinción, que Lessing ya había señalado en su Laokoon, entre el modo de representar de ción, que se denomina la «función estética». No hay duda de que, con ello, se salva el
la pintura y el de la literatura; y sostiene repetidamente que «la forma lo es todo. Es el gran escollo que significa una denominación como «lo artístico», que incluye desde siem-
secreto de la vida». pre, tácitamente, un determinado juicio de valor, a veces independiente de lo estético.
A pesar de que se considera generalmente como una aportación original del
A pesar de todo, no puede deducirse de estas referencias escuetas y poco
Círculo de Praga la teoría de la interrelación de diversas funciones en el objeto artístico
desarrolladas, que las ¡deas de O. Wilde acerca de la estética y la critica literaria fueran
o en el lenguaje, la teoría de las funciones de Mukafovsky tiene precedentes muy claros
precisamente de orientación semiótica. Wilde representa más bien, en Inglaterra, un epígono
en la lingüística del Círculo de Moscú, especialmente en R. Jakobson, y, antes todavía,
de la teoría alemana do la Einfühlung impregnada de un neoclasicismo de origen igual-
en la teoría del lenguaje del discípulo de Badouin de Courtenay, L. Jakubinsky. En efecto,
mente alemán (Goethe y la Aufklárung tan citada por él), con no pocos rasgos de idea-
tanto V. Erlích (fíussian Formalism, The Hague-París, 3." edición, 1969) como I. A m -
lismo postromántico.
broggio (Formalismo e Avanguardia in Russia, Roma 1968) coinciden en señalar a Jaku-
6. Mukafovsky escribe «perifernímu uméní», es dccir, literalmente, «arte de binsky como uno de los precursores de la teoría de las funciones del lenguaje que
periferia». Como se verá en éste y otros artículos de la presente edición, el autor se re- luego desarrollarían extensamente los lingüistas y teorizadores de la literatura del período
fiere al conjunto de manifestaciones artísticas de una cultura que no han accedido in- formalista, y, especialmente, los lingüistas del Círculo de Praga. Según Erlich: «Mientras
mediatamente, por razones de diversa Indole que a menudo no tienen nada que ver con los errabundeos de Shklovsky en " l a poesía y el lenguaje abstraídos de sentido" eran una
la calidad intrínseca del producto artístico, a la esfera do lo que so denomina «artes su- tentativa provocadora, pero relativamente poco convincente, de vindicar los experimen-
periores» o «artes mayores». En el caso de los hermanos Capék (R.U.R.. El juego de los tos futuristas, Jakubinsky emprendió la demostración de la autonomía del sonido en poesía
insectos) el autor dice de ellos que se han dedicado al arte periférico por el hecho de que en los términos contundentes de la lingüística funcional. Partió de la premisa, tomada
cultivaron un género o un estilo literario situado realmente, en su momento, en la periferia ciertamente de Badouin de Courtenay, de que "los fenómenos lingüísticos debían clasificarse,
del marco «legalizado» de la tradición literaria coetánea. Pero no cabe duda de que hoy entre otras cosas, desde el punto de vista del objeto para el que el hablante emplea su
merecen un puesto más que «central» - y a no periférico- en la historia de la literatura checa. material lingüístico". El paso siguiente en la argumentación de Jakubinsky consistió en
distinguir tajantemente la lengua «práctica», «en la que las representaciones lingüisticas ca-
7. N. deI A. Cf. por ejemplo H. A. Neodham, Le déve/oppement de l'eslhé-
recen de existencia independiente y sólo sirven como medios de comunicación», de otros
tique sociologique en France et en Ang/eterre au XlXe siécle, París 1926, y H. Lützeler,
tipos de discurso, en los que los sonidos bastan per se. El discurso «práctico», sostenía
Einführung in die Philosophie der Kunst, Bonn 1934, pp. 59 y ss.
Jakubinsky, es estéticamente neutro, amorfo» (V. E., loe. cit., pp. 73 y s.; citado según la
8. Por supuesto que hoy la cosa se plantea de un modo muy distinto. Aparte traducción de Ed. Seix-Barral, Barcelona 1974, pp. 103 y s.).
de que el «traje regional» típico sea una constante antropológica en cuanto a la homoge-
neidad del valor estético entre el traje festivo y el traje de a diario, hoy salta a la vista que Por su lado, Ambroggio comenta: «Se si classificano i fenomení linguistici
determinados atuendos de trabajo superan, por lo que se refiere a su función estética, las secondo il fine con cui ¡I paríante ímpiega in ciascun caso il materiale verbale, dice Jaku-
binskij, si profila una distinzione fondamentale: "Se il parlante le utilizza (le rappresen-
cotas del vestido festivo. Las azafatas de casi todas las compañías aéreas del mundo cons-
tazioni linguistiche) con il fine puramente pratico della comunicazione, abbíamo il sistema
tituyen un ejemplo de esta hiperfuncionalidad estética del vestido laboral, sin duda para

104 100 104


della lingua pratica (del pensiero lingüístico), nel quale le rappresentazioni linguistiche Sin embargo, nunca se señalará con suficiente énfasis un fenómeno que so
(suoni, partí morfologiche, ecc.) non hanno valore autonomo e sonó soltanto un mezzo opone a esta entropía del lenguaje textual. Libre, por un lado, para que a través de su
di comunicazione. Ma sono concepibili (ed esistono) altri sistemi linguistici, nei quali il práctica el sujeto se configure y se genere, el texto literario, mientras pretenda ser lectura
fine pratico regredisce in ultimo piano (benché possa anche non scomparirre del tutto) e además de escritura, revela en su espacio la presencia de una constricción: la que supone,
le rappresentazioni linguistiche assumono valore autonomo» (L. Jakubinsky, O zvukach
precisamente, el orden comunicativo de la lengua. En este sentido, y siguiendo una deno-
stichotvornogo jazyka, en Sborniki po teorii poeticeskogo ¡azyka, I, p. 17; loe. cit.. p. 167).
minación que, por hegeliana, Mukafovsky podría compartir, se puede calificar el texto litera-
12. Marcado¡No-marcado: Bajo este par de conceptos, la lingüística del rio como aquel espacio semiótico en que el método de la dialéctica se une al mito de la
Círculo de Praga designaba aquel fenómeno del lenguaje por el que determinados pares escritura. Especialmente cierto para el texto literario que investiga su forma a partir del
de elementos lingüísticos, básicamente de orden fonético, pero también de orden morfo- simbolismo, hoy puede decirse que el texto es la escritura animada por el gesto teórico
lógico, actúan, con su presencia, como designadores de una diferencia gramatical de algún de la dialéctica del sujeto y del objeto. En los polos opuestos de esta tensión, como hemos
orden (básicamonte semántico). Según Trubetzkoy, Principes de Phonologie, París 1949, dicho, se hallan:
p. 89, «Une marque de corré/ation est une particularité phonologique par l'exístence ou non- a) por un lado, una práctica innovadora de la significación: la escritura del
existence de laquelle une série de paires corrélatives est caracterisée (par ex. la nasalité escritor (del écrivant, que no del écrivain, cabrá decir a partir de Barthes) que supone la
vocalíque qui, en franipais, différencie los paires correlatives an-a, on-o, in-e, un-eu)». El transgresión del orden de la lengua y, sobre todo, la transgresión de su orden sémico-
lector interesado hallará la ampliación morfológica y semántica de esta teoría fonética, figurativo; una práctica innovadora que se sitúa más allá de la socialidad establecida, cri-
que fue propiamente la teoría amplia en que se apoyó Mukafovsky para sus definiciones ticándola desde una especie de «exterior lingüístico»; y
estéticas, en J. Vachek, The Linguistic School oí Prague. Bloomington-Londres 1970, b) por otro lado, en el extremo opuesto, un uso reiterativo del lenguaje: la
pp. 84 y ss.). escritura para el lector comunal, que supone la aceptación del estereotipo lingüístico que,,
13. N. del A. A esta frase y a algunas que la preceden añadimos que hay lejos de inventar, satisface comunicando.
que distinguir los casos del predominio de alguna de las funciones extraestéticas cuando Es decir, formularemos que el texto resume una doble actitud frente a la
éste corresponde a un postulado colectivo, de los casos de desviaciones individuales con- palabra: la práctica del lenguaje por parte de un sujeto-escritor, pero también la experien-
dicionadas por las disposiciones psicoflsicas de cada individuo; algunos lectores leen una cia del lenguaje por parte de un sujeto-lector, anclado en un universo semiótico colectivo
novela únicamente con el fin de instruirse o de excitarse emocionalmente; la imagen la y colectivizante. Situándose en la perspéctica del lector, el escritor se mantiene a una dis-
valoran sólo como una noticia acerca de la realidad. Para los receptores de esta categoría tancia «no excesiva» del habla de su comunidad. Como «escritor», el que escribe se aleja
una obra de arte no funciona en tanto que arte, sino como un fenómeno completamente ex- de la socialidad que impone y señala el orden comunicativo y la normatividad propias del
traestético, o sólo estéticamente matizado; su relación respecto al arte no es adecuada y no sistema de una lengua. Todo consiste, en consecuencia, en un juego de similitud y dife-
puede servir da norma. rencia, en el juego de una transgresión ciertamente utópica - pues no tiene lugar, sino
14. Es el mismo punto de vista que sostendría R. Jakobson en sus artículos que lo busca. El texto de hoy - a él se refería ya M u k a f o v s k y - se plantea la escritura como
sobre lenguaje poético, y que formuló do un modo muy coherente y exhaustivo en su experiencia de los límites, pero no cesa de articularse con la «moralidad» lingüistica que le-
paper «Linguistics and Poetics», de 1960: «Cualquier intento de reducir la esfera de la galiza el uso coloquial/comunicativo del lenguaje.
función poética a la poesía, o de reducir la poesía a la función poética, desembocaría sólo 16. Curiosamente, el nacimiento de la retórica como ciencia y artilugio, se
en una simplificación excesiva y engañosa. La función poética no es la única función halla unido al nacimiento de la propaganda política. Platón comentaba ya en el Fedro, criti-
del arte del lenguaje, es sólo su función dominante, determinante, mientras que en las cando a leguleyos y juristas: «... en los tribunales nadie se preocupa ni lo más mínimo por
actividades verbales no juega más que un papel subsidiario, accesorio» (Ensayos de Lin- la verdad, sino por lo convincente. Pues bien: esto es lo verosímil: aquello a lo que debe
güistica General, Barcelona 1975, p. 358). ceñirse quien se proponga hablar con arte» (Fedro, 272, d, e.).
15. He aquí, apuntado por Mukafovsky, el punto central a cuyo alrededor Sabido es, como leemos en el Gorgias, que Platón consideraba la retórica
discurren hoy todavía las teorías literarias inspiradas en el estructuralismo y la semiótica: como el «simulacro de una parte de la política», y la situaba al mismo nivel que las téc-
se trata del punto de sutil articulación entre el lenguaje literario que corresponde a la ori- nicas culinarias, sin que cediera nunca a los argumentos de los oradores de su época. Gor-
ginalidad del sujeto-escritor, y la regulación «obligada» del lenguaje de acuerdo con la gias, propagandista político, opinaba que la retórica enseñaba al orador «a estar apto para
norma colectiva del lenguaje hablado; el equilibrio entre la articulación lingüística que persuadir con sus discursos a los jueces en los tribunales, a los senadores en el Senado,
puede caracterizar al sujeto-escritor, y el nivel comunicativo que debe poseer el texto para al pueblo en las asambleas; en una palabra, a todos los que componen toda clase de reunio-
«conectar» con el sujeto-lector. nes políticas». Sócrates respondía con estas palabras: «El orador, pues, no se propone
Parece ciortamente inevitable que el escritor - q u e toda práctica de len- instruir a los tribunales y a las otras asambleas acerca de la materia de lo justo y de lo
g u a j e - se sitúe en este punto en que dos articulaciones se cruzan, el punto en que se injusto, sino únicamente conseguir que crean» (Gorgias, 455 a).
reúnen lo que denominaremos el punto de vista lingüístico del lector, por un lado, y por 17. N. del A. Algunos lingüistas, por ejemplo Ch. Bally, identifican incluso,
otro el punto de vista del escritor. Como «escritor», el autor tiendo a modificar la norma y por supuesto sin razón, el lenguaje poético con el lenguaje emocional, omitiendo la
de una lengua, y puede llegar, así, a modificar o revalorar determinados aspectos del habla diferencia fundamental entre una manifestación cuya finalidad reside en ella misma (la
antes no usados o caídos ya en desuso; como «escritor», el sujeto del texto es también poesía) y una manifestación comunicativa (efecto producido sobre los sentimientos).
el sujeto de la práctica del lenguaje, de la práctica de la significación a través del lenguaje
18. Todavía preocupa esta oscilación del teatro entre la función estética y la
de la innovación que rompe el límite comunicativo del uso del lenguaje: como «escritor»,
función política de propaganda. Román Jakobson, en la linea de su tradicional plantea-
el sujeto asume la génesis del sentido.
miento semiótico-cultural de la historia literaria, se propone actualmente un nuevo tra-

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bajo sobre los elementos estéticos y políticos en la obra de Bertold Brecht: «Pour Brecht, ción parece insistir precisamente en la equivalencia entre el psiquismo y la consciencia». Y .
c'est le probléme de la structure des poémes d'un homme qui est á la fois poSte et pro- más claramente, escribe Freud en El problema del análisis profano ( 1 9 2 6 ) : «Cuando al-
pagándote politique. La question sociale et politique, la question de l'idéologie, joue un guien habla de subconsciencia, no sé si la entiende en sentido t ó p i c o : algo que se encuen-
trés grand róle, ce qui n'exclut aucunemenent l'analyse de la structure de sa poésie, comme tra en el alma por debajo de la consciencia, o en sentido cualitativo: otra consciencia, sub-
Brecht fui-méme le comprennait fort bien» («Entretien avec R. J.» en Critique 348, mayo terránea por así decirlo».
de 1976). J. Laplanche y J. B. Pontalis puntualizan todavía en su Diccionario de
19. N. del T. La construcción del Teatro Nacional checo desempeñó un Psicoanálisis (Barcelona 1971): «Si Freud rechaza el término "subconsciente", es porque
rol muy importante en el proceso del renacimiento de la lengua y la cultura checas en le parece que implica el concepto de una "segunda consciencia" que, por muy atenuada
la segunda mitad del siglo XIX. que se suponga, se hallaría en continuidad cualitativa con los fenómenos conscientes. Sólo
20. Respecto a la «distancia estética» que media entre la pintura y la foto- la palabra inconsciente es capaz de indicar, según Freud, por la negación que contiene,
grafía, Cf. Walter Benjamín, «Pequeña historia de la fotografía», en Discursos Interrumpi- la separación tópica entre dos territorios psíquicos y la distinción cualitativa de los procesos
dos, I, Madrid 1973; pp. 79 y ss. que en él se desarrollan». Contra la idea de una segunda consciencia, «el argumento más
poderoso proviene de lo que nos enseña la investigación analítica: una parte de estos
21. Otakar Hostinsky ( 1 8 4 7 - 1 9 1 0 ) . Profesor de estética e historia de la
procesos latentes posee particularidades y caracteres que nos son extraños, nos parecen
música en la Univerdiad Carolina de Praga. Al igual que J. Durdík, y partiendo de los
incluso increíbles y se oponen directamente a las propiedades bien conocidas de la cons-
neokantíanos Herbart y Fechner, sentó para la estética checa importantes bases teóricas. Fue
ciencia» (S. Freud, Das Unbewusste, 1915, G. IV., K, p. 269).
partidario de un arte nacional y propugnó el realismo artístico. Intentó la aplicación al
M u y elemental debería ser el conocimiento que Mukafovsky tenia de la
campo de la estética de los principios teóricos de Darwin («Darwin y el drama» en Lumír,
obra de Freud, a juzgar por el uso continuo que hace de la palabra subconsciente, en lugar
1873), difundió la música y la estética wagneríana en Bohemia (Das musikatisch-Schóne
de inconsciente, y, sobre todo, porque emplea siempre la palabra subconsciente como
und das Gesamtkunstwerk von Standpunkte der forma/en Ásthetik, Leipzig 1877) y ana-
sinónimo de una consciencia apagada, dormida, situada por debajo de la consciencia diurna,
lizó el teatro de los Meíníngen (Epos und Drama, 1911). Los fundamentos de su estética
fueron recopilados por Z. Nejedly, en 1921. a partir de sus lecciones universitarias. pero sin una actividad propia, característica y analizable: y en una línea de homogeneidad
cualitativa con la consciencia. Por decirlo de otro modo, la estética de Mukafovsky no
22. Constructivismo: Se designa con este término el movimiento vanguar- es una estética que pueda dar cuenta de la inflexión de la actividad inconsciente del su-
dista que tuvo lugar en la Rusia de los años veinte, y que alcanzó múltiples facetas de la jeto en su práctica artística. Como hemos señalado en el Prólogo, la estética del autor se
producció n artística, desde la pintura y la poesía a la moda, el cine y la arquitectura. Here- abre analíticamente al dilema de la obra como organización semiótica y como reflejo de una
deros, en cierto modo, del experimento futurista de los años diez, los constructivistas cultura más amplia, pero no aporta nada por lo que se refiere a la investigación de la ins-
proponían una revolución estética de acuerdo con los nuevos logros de la técnica y la tancia del sujeto inconsciente en el espacio del arte
ciencia, y también de acuerdo con los nacientes ideales revolucionarios de la Rusia de su
24. [ N . del A. A una interpretación errónea de esta índole puede llevar
momento. Su programa formal, llevado a la práctica con una gran diversidad de medios,
sólo el término poco feliz de «consciencia colectiva».]
se basaba en la manipulación de un material según los principios de la tectónica, estructura Aquí se pone una vez más de manifiesto el antipsicologismo de Mukafovs-
y construcción, adecuando la forma a la necesidad utilitaria del objeto ky. Enojado con una tradición estética cuyo psicologismo significaba un idealismo a ultranza
Según V. Quilici, L'architettura del construttivismo, Bari 1969, «la individua- (los teóricos de la Einfühiung), el autor parece rechazar toda hipótesis de fundamentar lo
ción del constructivismo como corriente autónoma se produce en 1920, cuando un grupo psicológico en el campo del sujeto, y, por un lado, reduce a «subconsciente» lo que para
de constructivistas, junto con constructivistas del LEF, condujeron dentro de la Inchuk Freud tiene una entidad heterogénea respecto a la consciencia, y, por otro, habla única-
(Instituto de Cultura Artística) la lucha contra los defensores del «arte puro» y el «arte mente de una «consciencia colectiva» como una realidad no psicológica, sino como una
aplicado». En esto hecho, los constructivistas intervinieron con un programa independiente especie de memoria cultural, archivo de lo socialmente legalizado. Pocos años más tarde
y con declaraciones aprobadas por el pleno del Inchuk. En esto primer equipo de trabajo se tras la publicación de este artículo de Mukafovsky, Freud precisaría que no es necesario
encontraban A. Gan, I. Medunesky, A. Rodochenko, V. Sepanova y los hermanos Sten-
hablar de un «inconsciente colectivo», pues el inconsciente posee ya, de por si, un carácter
berg». Otros autores del campo pictórico y arquitectónico, asi como del campo del diseño,
filogenético, aunque su análisis debe penetrar en la historia simbólica del sujeto individual:
que se unieron al grupo ínicialmente constituido, fueron Tatlin, Lavinsky, L. Popova, M.
«No es fácil trasladar los conceptos de la psicología individual a la psicología de las masas,
Soholov, Rozanova y El Lissitsky.
y por mi parte no creo que se adelantaría mucho adoptando el concepto de un incons-
23. El autor no emplea casi nunca los términos «inconsciente», «inconscien- ciente "colectivo". De por si, el contenido del inconsciente es ya colectivo, es patrimonio
cia», de característica tradición freudiana, sino los términos «subconsciente» y «subcons- universal de la Humanidad» (Moisés y la religión monoteísta, H; Obras Completas. IX,
ciencia», más propios de la terminología del psicólogo C. G. Jung. Madrid 1975, p. 3 3 2 1 ) .
Efectivamente, Freud apenas usó estos segundos términos, aunque ya fueran 25. O «el puro bienestar desinteresado», una fórmula de Kant, acuñada en
habituales en la psicología y la psicopatologfa de fines de siglo. El término «subcons- la Crítica del Juicio (1790), n.° 2. Como es sabido, Kant se preocupó por conseguir un
ciente» (Unterbewusste) aparece en los Estudios sobre la histeria (1895), sin que parezca tipo de valoración estética que fuera totalmente autónoma respecto a cualquier tipo de
existir ninguna diferencia clara entre lo que se quiere significar con este término, y lo interés (Interesse) por aquel objeto que fuera portador de una función estética. En este
que Freud entendió más tarde por inconsciente (Unbewusst). Pronto abandonó y criticó sentido, como ya hemos aclarado en una nota anterior, Kant vale como punto de partida
Freud el empleo del término subconsciente: «Debemos evitar - e s c r i b e en La Interpreta- para innumerables estéticas modernas que se proponen el análisis intrínseco de «lo esté-
ción de ios sueños (1900)—, la distinción entre supraconsciencía y subconsciencia, tico» y «la belleza», estéticas que, por lo menos a partir de Herbart, suelen ser denominadas
a la que es tan aficionada la literatura actual sobre las psiconeurosis, ya que esta distin- «formalistas». Un análisis atento permitiría darse cuenta de los elementos de puro rasgo

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kantiano que se hallan presentes, do hecho, en las «estéticas» estructuralistas y de inspira- un proceso que no puede aceptar esta estabilidad de la norma más que como punto de
ción semiótica. En un extromo metodológicamente opuesto, Mukafovsky prefiere, en este partida para \a actividad gramatical del texto que, por ello, se convierte en lo que hoy
contexto, el método totalizante y sintetizador (Hegel: «Das Wahre ist das Ganze») de la denominamos práctica significante (J. Kristeva). Havránek lo vio asi: «La estabilidad es
estética hegeliana, donde pueden verso los orígenes de otra larga tradición estética, preo- siempre la marca inmanente de una norma» (p. 4 1 6 ) . Pero esta estabilidad, o el mismo
cupada por la explicación de la dialéctica arte-sociedad, objeto artístico-cultura, que pasa de un concepto de eficacia comunicativa, se pone a prueba a través del espacio lingüístico de la
modo muy especial por (os intentos marxistas de elaborar una estética sociológica (Lukács). escritura: «La norma lingüística de la escritura, permite que cada uno de los cortes (Schich-
te ~ momentos de la diacronla) del lenguaje escrito disponga en parte de los distintos
26. Curiosamente, este articulo del autor coincide, en cuanto a elabora-
medios de los planos fonológico, gramatical y lexical (que sirven en gran medida a la inte-
ción y publicación, con el artículo do Bohuslav Havránek, miembro del Círculo Lingüístico
lectualización del lenguaje escrito); la norma lingüística de la escritura permite igualmente
do Praga, denominado «Zum Problem dor Norm in der heutigen Sprachwissonschaft und
los distintos usos de tales niveles, precisamente en el sentido de conseguir distintas auto-
Sprachkultur» (en Actes du Quatriéme Congrés International de Linguistes, Copenhague
matizaciones y actualizaciones del lenguaje» (p. 4 1 5 ; subrayados del editor).
1936, pp. 151-156. Aquí se cita a través de Josef Vachek, A Prague School Reader in
Linguistics, Indian Univ. Press, 1964, pp. 413-420. Traducción del editor). El mero conocimiento, por parte del escritor, de tal norma lingüistica de la
En este artículo, Havránek establecía ya que la norma lingüistica -die Sprach- escritura, hace que «su coerción no pueda ser sentida únicamente como negativa, sino
norm- no debía remitir siempre a la codificación del lenguaje (el sistema, el esquema, la también como positiva» (p. 416). Pues «ciertamente, la historia del lenguaje nos muestra
Zangue), sino que cabía hablar, y éste era de hecho el aspecto más interesante para una con toda claridad que la norma lingüística de la escritura cambia a través del tiempo, que se
teoría do la evolución lingüistica, do una norma lingüística interior a la manifestación-habla halla sometida a un proceso. No existe ninguna norma lingüistica fosilizada, mientras per-
del lenguaje: «En mi opinión, hay quo señalar una distinción entre una - m e j o r o p e o r - manezca vivo el lenguaje escrito; pero toda norma lingüística de la escritura tiene su propio
codificación de la norma lingüística, y la propia norma lingüística» (p. 414). Hasta este desarrollo, que nunca se corresponde con el desarrollo del habla» (Mundart) (p. 4 1 6 ) .
momento, señala Havránek, se habla tendido a confundir la norma lingüistica con la codi- A l Circulo de Praga no se le escapaba, por lo tanto - y el articulo de M u -
ficación de la misma que se constituye a través de las gramáticas y los compendios lin- kafovsky está impregnado de esta filosofía del lenguaje hablado y el lenguaje escrito,
güísticos. «A diferencia de aquello, yo quisiera considerar la norma lingüistica como una y de las diferencias entre a m b o s - , que la literatura - y por analogía muchos sectores de la
pura manifestación interior al lenguaje» (p. 414). actividad «artística»- se constituía como un sistema con leyes propias, y, lo que es más,
Siguiendo una tradición que, como comentamos, inician los estoicos {vid. como aquel sistema en que la escritura, por su permanencia, ponía a prueba la sistemati-
nota 1.1.), y reformulan los autores tan caros a Noam Chomsky (Juan Huarte de San cidad del lenguaje hablado, señalando no sólo el carácter combinatorio de las unidades
Juan, Schlegel, Humboldt), tradición que, por ío demás, marca todavía el desarrollo actual slgnicas y funcionales de un lenguaje, sino también, y especialmente, el carácter abierto
de la lingüística, Havránek se refiere también a una energeia (la Tátigkeit humboldtiana), del sistema lingüístico por la inflexión en el mismo de un sujeto activo: el escritor. Lo que
a distinguir de un ergon (el Werk del alemán, obra acabada, codificación, estructura), y de empezaba a ponerse en evidencia era. sencillamente, eso: la escritura es el espacio en
acuerdo con estos conceptos define su norma lingüistica, «interior al lenguaje hablado», el que el lenguaje se practica - es la escena de una práctica de la significación.
como aquol mecanismo quo asegura la dialéctica productiva entro el esquoma de la lengua 27. R. G. Baumgarten (1714-1762) delimitó por vez primera con el nom-
como sistema, y la actualización del lenguaje quo significa todo acto do habla: «Por norma bre de Aesthetica aquel sector de la filosofía que se ocuparla de todo lo relativo a la per-
lingüística (Sprschnorm) yo entiendo algo que so ha designado, hasta ahora, por un lado cepción sensorial y los sentimientos. Siguiendo un método que procedía de Spinoza,
como actividad del lenguaje (Sprachwerk) y por otro lado como construcción del len- Baumgarten aceptaba que existe un amplio sector de fenómenos y actos que escapan
guaje (Sprachgebilde), pero quo ahora designaré desde el punto de vista de una relación a la «racionalización clara», y que caen, de lleno, en el campo de los «pensamientos con-
de compromiso: un compromiso con la esfera del ergon para conseguir en la esfera de fusos». Pero mientras la filosofía de F. A. Wolff se caracterizaría por una valoración prio-
la energeia lo que uno se ha propuesto y quiere que sea adecuado» (p. 414). ritaria de todo lo relativo al «pensamiento claro» y en arreglo a este método lógico-deduc-
Poro la aportación do Havránek alcanza mayor interés para esta edición tivo establecerla una lógica y una metafísica de estricto corte racionalista, Baumgarten
de Mukafovsky cuando distinguo entro una norma lingüística del habla (Sprachnorm), y se propuso anteponer a la lógica de W o l f f . o método del conocimiento claro, una ciencia
una norma lingüística do la escritura. Esta tooría del funcionamiento lingüístico do la es- todavía anterior, entendida como método del conocimiento sensible u «oscuro», que deno-
critura, que do hecho los formalistas rusos ya habían esbozado, convierte la «norma» en minarla estética. Con esto se formulaban dos tendencias en la metodología de la estética,
un espacio interior al texto y a toda escritura, en el que se hace posible la actividad re- que eran ya, de hecho, muy antiguas: por un lado los que opinan que puede hablarse en
modeladora del orden comunicativo del habla. So trata de una norma antinormal, de un términos racionalistas de las sensaciones más alejadas de la formulación lógico-lingüistica,
espacio abierto y mutable donde se opera la movilidad y la reordenación del lenguaje y por otro, la de aquellos que piensan que, acerca de lo relativo a la percepción sensorial y a
hablado: «La norma lingüística de la escritura se diferencia de la norma del lenguaje popu- los sentimientos, es mejor callarse - o encontrar, para comentarlos, un "lenguaje" adecuado
lar, primero, del mismo modo que se distinguen entre si el lenguaje escrito del lenguaje a la especificidad de lo que se trata.
hablado, es decir, por una mayor diferenciación funcional y estilística del primero; y se-
gundo, por una elevada consciencia de la norma (Normbewusstsein) y una progresiva rela- 28. Conviene aquí puntualizar, en relación con las notas 2.23 y 2.24, que
ción de compromiso, que está ligada a una enérgica exigencia de estabilidad» (p. 415). el mecanismo de la norma estética, al actuar como censura o fijación de un estilo, equivale
Las posibilidades del sujeto hablante de remodelar el orden de la lengua no ciertamente, como escribe Mukafovsky, a la acción de lo social y lo colectivo sobre el
parecen existir para Havránek, debido a la propia economía del lenguaje, que tiende a esta- sujeto y su producción artística. Lo que no afirma el autor, sin embargo, es que la viola-
bilizar las formas de expresión para asegurar una determinada economía comunicativa (la ción de la norma - t e m a del que habla acto s e g u i d o - poco tiene que ver con lo social-
«enérgica exigencia de estabilidad»), Pero ya hemos visto (nota 2.15) que la comunicación mente establecido. De acuerdo con la ampliación metodológica que del psicoanálisis ha
se halla reñida, en cierto modo, con la significación. Significar en literatura, en escritura, es hecho cierta semiótica moderna, conviene apuntar que, mientras la perduración de una

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norma estética depende de los mecanismos sociales de censura y equilibrio simbólico (la valía a lo social, «suma de acuñaciones depositadas en cada cerebro» y la parole equivalía
socialidad se establece como un contrato real y simbólico que tiende a la persistencia), a lo individual, a los actos verbales tal como se dan en el lenguaje cotidiano, a una comu-
en el extremo opuesto, la transgresión o violación de toda norma deberá plantearse a partir nicación inteipersonal; dicha dicotomía, decimos, ha sido considerada insuficiente por
de la negatividad propia del sujeto, capaz de substituir una fórmula social por una nueva muchas tendencias lingüísticas possaussurianas preocupadas por el problema de la gene-
formulación semiótica. Esta nueva exprosión puede o no ser «colectivizaba», pero, en ración del habla.
cualquier caso, tiene su origen en esta capacidad del sujeto de instalar, en el contexto Coseriu, en su trabajo aludido, pone de manifiesto la insuficiencia de esta
semiótico de una cultura, la fórmula de la heterogeneidad y la diferencia. dicotomía a través de los puntos siguientes:
- L a dicotomía langue-paro/e no puede explicar el acto verbal, es decir,
29. N. de! A. Citado según F. Brunetiére, L'évolution des genres (Segunda
aquel punto en que la lengua y el habla se encuentran y / o se separan.
lección).
- S i la langue equivale a lo social, y la parole a lo particular, ¿cómo se ex-
30. N. del A. Cf. el prefacio a la edición de los ¿almy [Salmos] de Havlííek. plica la comunicación como proceso de simetría máxima entre un acto codificador (emisor)
con la característica noética del simbolismo, Praga 1934. y un acto de-codificador (receptor)? Y, sobre todo, ¿cómo se explica la significación
31. N. de! A. Véase también: G. Semper, Kleine Schriften, Berlín y Stuttgart original y los significados heredados, archivados por la tradición?
1 884, articulo Über die formelle Gesetzmassigkeit des Schmuckes ais Kunstsymbol, pp. 326 - S í estos dos sistemas langue-paro/e sólo son explicados en un momento
y siguientes. sincrónico, ¿cómo se explica la dinámica entre los hechos del habla y los de la lengua?
Para solucionar tales puntos conflictivos del modelo de Saussure, Coseriu
32. N. del A. K. Teige: Neoplasticismus a Suprematismus, Stavba a básñe
propone la ampliación de la dicotomía mediante un estamento intermedio entre la langue
[Neoplasticismo y suprematismo, La construcción y la poesía], 1927, p. 114: «También
y la parole, al que denomina norma. Entre el conjunto de posibilidades en estado neutro
en la arquitectura es posible pronunciarse en principio por la asimetría; muchas razones
de la langue (el sistema, para Coseriu), y el conjunto de actualizaciones de estas posi-
concretas lo recomiendan. Pero entonces es necesario admitir la simetría como un caso es-
bilidades en actos verbales individuales y concretos (el habla), tiene que verse la exis-
pecial de la asimetría».
tencia implícita, en toda comunidad lingüística, del estamento de la norma, en el sentido
K. Teige ( 1 9 0 0 - 1 9 5 1 ) . Teórico y organizador de la vanguardia cultural y
de aquellos hechos lingüísticos aceptados como «normales» por dicha comunidad, más que
artística checa en el período de entreguerras. Se interesó por la estética de la poesía, las
los hechos «normativos». Es decir, la norma lingüistica no tiene que entenderse como
artes figurativas, la arquitectura, el teatro, el cine. Mantuvo contacto estrecho con los mo-
obligatoriedad que el sistema de una lengua señale de un modo insistente, explícito, a
vimientos teóricos y prácticos de vanguardia del rosto de Europa. En esto sentido, impartió
través de la pedagogía del habla o de los llamados «medios de comunicación», sino como
cursos en la Bauhaus durante los años veinte.
un hecho automático del lenguaje que tiende, sencillamente, a evitar la dispersión de los
33. Víctor Shklovsky (1893- ). Uno de los más conocidos y original prota- hablantes, es decir, a evitar que la distancia entre la lengua y el habla se convierta en una
gonista del formalismo ruso (vid. nota 2.2.). Además do sus trabajos puramente literarios, en cámara oscura en la que la «comunicación» se haría altamente equívoca. Ahora bien, la
Europa se le conoce sobro todo por las ediciones que se han hecho do su Teoría de la norma del lenguaje, si por un lado es un aparato de economía comunicativa, por el otro
Prosa (1923), de su estudio sobro L. Tolstoi (on francés: 1969), y por los artículos mayores, parece señalar también el espacio lingüístico, o por lo menos los resquicios de una lengua,
como el que incluye la antología de T. Todorov, sobre «El arte como procedimiento». Fue por los que se cuela el proceso de la significación.
uno do los animadores más destacados y más brillantes de la OPOIAZ o Escuela para el Los hechos del sistema de una lengua pasan a ser hechos del habla a través
Estudio el Lenguaje Poético, entre 1914 y 1930 aproximadamente. Shklovsky fue el pri- de la «codificación» implícita de las posibilidades del sistema que realiza la norma de la
mer representante del formalismo ruso que renunció a los principios metodológicos y fi- lengua en cuestión. Este nivel intermedio entre el sistema (langue) y el habla (parole), per-
losóficos de la OPOIAZ cuando la persecución ideológica que protagonizó el ostalisnismo mite solventar parte de los problemas que planteaba la dicotomía de Saussure, sobre todo
soviético alcanzó a esta escuela de crítica literaria. en lo que respecta al estudio de las variaciones diacrónicas.
El artículo citado por ol autor (del libro O teorii prozy, Moscú 1925), puede Colocándose en el plano del sistema de una lengua, cabe considerar la
hallarse en la antología citada do T. Todorov, Théorie de la Littérature. París 1965. norma y el habla como grados sucesivos de realización del sistema. Según Coseriu, «po-
34. Después do los lingüistas del Círculo do Praga (vid. nota 2.26). L. Hjoms- demos decir que el sistema es un conjunto de oposiciones funcionales; la norma es la
lev y E. Coseriu han sido posiblemente quienes mayor atención han dedicado al estudio de realización colectiva del sistema, que contiene el sistema mismo, y, además, los elementos
la norma lingüística. En un trabajo intitulado «Sistema, Norma y Habla», en Teoría del len- «no-pertinentes», pero normales en el hablar de una comunidad; el habla es la realización
guaje y lingüistica general, Madrid 1967, Coseriu critica la dicotomía saussuriana langue- individual-concreta de la norma, que contiene la norma misma, y además la originalidad
parole. y la considera insuficiente e incapaz de explicar el dinamismo real que existe entre expresiva de los individuos hablantes» (loe. cit., p. 97 y s.).
el habla de una colectividad (la parole de Saussure) y el sistema lingüístico o código de re- El sitema, en consecuencia, define un conjunto de posibilidades; conjunto no
ferencia para los hablantes (la longuc). Coseriu considera que entre estos dos extremos de tanto de limitaciones como de libertades; la norma se impone al individuo como limita-
funcionamiento del lenguaje hay que aceptar la existencia real de un estamento-pivote, ción de estas posibilidades y caminos abiertos, equivaliendo, de hecho, al nivel de estruc-
donde tiene lugar la dialéctica tan peculiar del lenguaje, por la que el habla refleja la exis- turación del lenguaje, aquel nivel por el que se asegura la economía lingüistica: el nivel
tencia de un código regulador, legalizador y «economizante», pero por la que. asimismo, el que limita la dispersión y la diferencia a efectos de una estabilidad que cabe considerar
sistema de una lengua incluye en su estructura la posibilidad de que se acuñen, al nivel antropológica, y que tiende a confirmar la «comprensión» mutua entre dos personas ha-
del habla, fórmulas que no existían todavía en el acervo lingüístico de los hablantes, es blando una misma lengua; el habla, finalmente, es el acto verbal concreto, en el que se
decir, algo que no formaba parto de la «norma» colectiva de determinada comunidad refleja una regulación normal y normativizante de las posibilidades amplias que ofrece el
lingüistica. Es decir, la dicotomía saussuriana langue-paro/e, en la que la langue equi- sistema.

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Téngase en cuenta, respecto a la aplicación que nuestro autor hace del con- uso re-modelador de los elementos del lenguaje, a su nivel especialmente semántico (los
cepto de norma, que tanto él como los autores propiamente especializados en cuestiones recursos de la metáfora como horizonte infinito del sentido literario), pero también sintác-
lingüisticas, partían de la teoría funcionalista de la norma lingüistica que se elaboró paula- tico (como suele hacer el surrealismo, a diferencia del simbolismo, para quien la sintaxis
tinamente en el marco del Circulo de Praga. consistía en una especie de última garantía de lo poético) y también ortográfico y topo-
35. Matéi Milota Zdivad Polák (1788-1856) Autor de un extenso poema. gráfico (desde los caUgramas de Apollinaire o Salvat-Papasseit a la typoesía y el letrismo
La dignidad de ta naturaleza, donde so canta en un tono filosófico y pedagógico la riqueza de los años sesenta y setenta).
y fuerza de lo natural. Véase también el articulo do Mukafovsky, «El arte», en este mismo Para citar uno de los últimos ejemplos de teoría del lenguaje donde se
volumen. hace especial mención de la actividad semiótica del sujeto a través del lenguaje poético,
36. FrantiSek Xavor Salda (1867-1937). Escritor polígrafo, y personalidad apuntemos que N. Chomsky, siguiendo muy de cerca en sus postulados de partida una
central de la vida literaria checa durante los años 30, cuya enseñanza en el campo de la tradición lingüística que abarca de Juan Huarte (Examen de Ingenios, 1575) pasando por-,
poética y do la critica literaria influyó notablemente en los adeptos checos al simbolismo. la lingüistica racionalista de Port-Royal, hasta Wilhelm von Humboldt, significa un notable
Véase también el articulo del autor «El arte y la concepción del mundo», en este mismo esfuerzo por demostrar que la relación del individuo con el lenguaje, no es en modo alguno
volumen. una relación estática, normativa y fija, sino que el individuo se relaciona con la lengua
desarrollando un trabajo activo do producción y generación de significado, y ello es es-
37 El lector hallará en las distintas publicaciones del filósofo, teórico de la
pecialmente cierto para el caso del lenguaje poético: «La explicación de esta posición central
estética, sociólogo y critico de la cultura Galvano Della Volpe, las aportaciones más in-
de la poesía radica en su asociación al lenguaje. La poesía es única en el sentido de que
teresantes y exhaustivas de la crítica moderna sobre el problema del gusto artístico y lite-
su propio medio es ilimitado y libre; es decir, su medio, el lenguaje, es un sistema con ¡li-
rario, tanto desde un punto de vista sincrónico (en arreglo a la estratigrafía social de un
mitadas posibilidades de innovación en orden a la formación y expresión de ideas. La
momento dado) como desde un punto de vista histórico (la evolución del gusto de acuerdo
producción de cualquier obra de arte va precedida de un acto mental creador cuyos medios
con la evolución histórica de las sociedades). Véanse, entre otros. Critica del gusto, Milán,
son proporcionados por el lenguaje. Asi, el uso creador del lenguaje que, bajo ciertas con-
3." edición, 1972; versión castellana. Barcelona 1966; Storia del gusto. Roma 1971; ver-
diciones de forma y organización, constituye la poesía, acompaña y sirve de base a cual-
sión castellana, Madrid 1972.
quier acto de la imaginación creadora, sin importar el medio en que se lleve a cabo. De
38. Por lo demás, como se conoce hoy ampliamente, los impresionistas so- este modo, la poesía logra su situación única entre las artes y la facultad creadora artística
lían recurrir a temas de los siglos de oro de la pintura europea, especialmente al Renaci- se relaciona con el aspecto creador del uso del lenguaje» (N. Chomsky, Lingüistica cartesia-
miento y al Barroco italianos. Concretamente para el caso de Le déjeuner sur l'herbe, Manet na. Madrid 1972, p. 47).
tomó de un fragmento situado en la esquina inferior derecha del Juicio de París, de Ra-
Mencionemos, de paso, que el racionalismo chomskiano ha sido severa-
fael, el esbozo y la «arquitectura» do los personajes que aparecen en su cuadro. mente criticado por parte de aquella teoría semanalltica del lenguaje poético que pretende
Tan grande fue, en efecto, ol rechazo que suscitó el cuadro de Manet, que que la génesis de la significación lingüistica no se halla, de hecho, en el esquema de una
la censura oficial del Salón de 1863, no aceptó que la tela se exhibiera en las salas prin- lengua, sino en la estructura simbólica del inconsciente del sujeto (vid. J. Kristeva, «L'engen-
cipales, y fue desforrado, junto con muchos otros ejemplos de una nueva norma estética drement de la formule», en Séméiotiké, Recherches pour une semanalyse, París 1969).
que chocaba contra lo tradicional, al llamado Salón des Refusés. donde so exhibió, en 41. /V. del A. Compárese con el estudio La moda en la literatura, de H. G.
definitiva, lo más selecto y sensible a la modernidad de aquella imponente muestra do Schauer, donde el interesante ejemplo del tema poético sobre el adulterio muestra que la
pintura. moda literaria se distingue de la moda propiamente dicha por su persistencia, y que la
39. Téngase en cuenta, a esto respecto, que los pintores impresionistas con- moda como factor de la creación poética puede impedir la relación directa entre la temática
taron siempre con el apoyo crítico y la amistad incondicional de los grandes autores del literaria y teatral por un lado, y la situación real de la sociedad por otro. El estudio fue
simbolismo y el decadentismo francés. Cf„ por ejemplo. Baudelaire, «Peintres et Aqua- publicado por primera vez en la revista Moravsky listech, en 1890, y volvió a ser editado en
fortistes» en Oeuvres Completes. París 1961, pp. 1145 y ss. y Mallarmé, «Le Jury de Pein- las Obras Completas de H. G. Schauer, Praga 1917.
ture pour 1874 et M. Manot» en Oeuvres Complótes, París 1945, pp. 695 y ss.
42. N. del A. Fechado y citado según la publicación de R. Rozec: Inscripcio-
40. Que la poesía constituye el lugar donde con mayor rendimiento se nes antiguas en tas capillas sepulcrales del cementerio de Albrechtice, Plsek.
pone en actividad «la relación creadora con la lengua», es algo que habían intuido ya las
antiguas poéticas, y que se ha venido aceptando a lo largo de toda la historia de la lingüis- 43. N. del T. Máj [ M a y o ] : Poema lírico-épico, la mejor obra del romanti-
tica y del análisis literario. Aristóteles, en su Poética, aceptaba ya que a los poetas habla cismo checo, cuyo autor, Karel Hynek Mácha ( 1 8 1 0 - 1 8 3 6 ) , encarnó el romanticismo re-
que dejarles un amplio margen do libertad en su forma do tratar el lenguaje, y permitirles volucionario y la contradicción entre los grandes ideales y la imposibilidad de realizarlos,
expresiones inéditas o incluso incorrectas: «Respecto a las modificaciones en la dicción, convirtiéndose en un símbolo para las generaciones posteriores. Bajo el titulo Mij se pu-
éstas pueden ser muchas, y dejamos su elección a la voluntad de los poetas. Además, no blicó, en el año 1858, un volumen que recogía obras de la joven generación literaria reunida
es igual la corrección exigida en política que la exigida en poética...» (Poética, 1460 b). alrededor de V. Hálek y J. Neruda y que al mismo tiempo fue un manifiesto con el que esta
generación se presentó al público. A diferencia de Mácha, estos escritores preparaban ya
Los preceptistas y retóricos medievales no dejaron de señalar las posibili-
dades de articulación lingüistica que posee la poesía y la literatura en general, a diferencia el camino al realismo.
del lenguaje hablado; y el redescubrimionto de la retórica aristotélica por parte del Ba- 44. N. del T. Lumír: revista que en la segunda mitad del siglo XIX agrupó
rroco europeo siguió señalando y permitiendo la teorización de esta diferencia fundamen- a un círculo de poetas y escritores, encabezados por el poeta Sládek. La revista representaba
tal entre el «uso habitual» del lenguaje y aquel uso específico, propio de lo escrito, que la corriente que luchaba por una concepción más moderna de la creación literaria, opo-
modernamente tiende a ser denominado la práctica significante del lenguaje; es decir, el niéndose a lineas más conservadoras de la literatura checa.

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45. N. del A. Cf. O. Hostinsky en el folleto O socializad uménl [Sobre la so- [Flores sepulcrales], 1857; Kosmické plsné [Cantos cósmicos], 1878) y periodista checo.
cialización del arte], Praga 1903: «Entre el pueblo - i g u a l que en el público más aco- figura central de la denominada «generación de mayo», de quien el poeta chileno Neftalí
modado e inteligente- no domina de ninguna manera el gusto único, sino al contrario, Ricardo Reyes Basualto tomó, por azarosas razones, su pseudónimo de Pablo Neruda.
la mayor variedad de gustos, y por esto el punto de vista del pueblo respecto al arte no Vítézslav Hálek ( 1 8 3 5 - 1 8 7 4 ) . Escritor en verso y prosa. Fundador de la
puede ser definido por una sola fórmula cuya validez sea general. Semejante dogmatismo revista Mayo.
serla refutado por una simple ojoada a los repertorios de los teatros, a las lecturas do los 52. Hay traducción francesa en R. Jakobson, Questions de Poétique, París
circuios más amplios, a las tiendas con cuadros e imágenes. V en esta mezcla variada no se 1975.
manifiesta sólo una graduación de lo peor a lo mejor, sino que al mismo tiempo se su-
53. N. de! A. Acerca de la conversión de la norma estética poética en la
perponen en ella las numerosas capas históricas, do modo que lo que hoy gusta a la
norma lingüistica extraestética, compárese también el articulo de R. Jakobson Co je poezie?
gente es producto, como término medio, do una evolución artística de más de un siglo».
[¿Qué es la poesía?] en la revista Volné sméry, XXX, p. 238.
46 N. del A. Las diferencias de edad y sexo son, por supuesto, de origen
54. N. del A. Cf. el artículo de P. Bogatyriev, «Contribución a la etnografía
biológico, pero en la sociedad adquieren un carácter social: asi por ejemplo la pertenencia
estructural» (Slovenská miscellanea [Miscelánea eslovaca], Bratislava 1931), en el que
a una determinada generación, en el sentido social, no depende siempre de la edad física.
se muestra con ejemplos que «en las investigaciones etnográficas nos encontramos con
47. N. del A. Esta cita, igual que la siguiente (de Langbehn) procedo del hechos que tienen varias funciones, conectadas entre ellas a veces de manera que es po-
escrito de J. Richter, Die Entwicklung des kunsterziehcrischcn Gedankens. Leipzig 1909. sible determinar con precisión, cuál de ellas es, en el caso dado, la más fuerte».
48. N. del A. En este contexto podemos recordar que L. N. Tolstoi en su tra-
55. Traducción: «En la verdadera obra de arte la belleza no aparece como
tado ¿Qué es el arte? exigía, con la misma finalidad do llegar a la igualdad social, la uni- algo concreto y aislable; sólo el conjunto es bello».
ficación del canon estético do manera que se eliminasen precisamente las cumbres de la
jerarquía estética, propagando la generalización del canon del arte popular. 56. N. del A. Asi por ejemplo el poema Mayo de Mácha representa hoy día,
al celebrarse el centenario de la muerte del poeta, una acumulación extraordinaria de
49. Acerca de la relación entre revolución política y revolución artística en
todos los matices del valor estético nombrados más arriba.
la Rusia anterior y posterior a 1917, cf. Camilla Gray, The Russian Experiment in Art, 1863-
1922. Londres 1962; con una abundante bibliografía. 57. Hay que subrayar que existe un «arte» todavía más efímero que el que
Mukafovsky denomina aquí «arte de consumo», y éste es el arte que hoy se elabora para la
50. En efecto, aniquilados por el estaünismo los más preciosos ejemplos
sociedad de consumo. La obsolescencia es un fenómeno característico de muchos objetos
de dinamismo cultural y estético que siguieron a la euforia revolucionaria de 1917, la cri-
de uso cotidiano creados por una industria de consumo con ciertas pretensiones estéticas,
tica literaria oficial soviética - q u e pasó a depender del Comité Central del Partido Sovié-
y destinados a soportar una vida más o menos corta, sea por la mala calidad del material
t i c o - , derivó en una propaganda panfletaria y legalizadora del realismo más estricto, según
de construcción, sea por el «estilo» programadamente provisional con que se fonsuran
el modelo lejano del gran realismo francés y ruso del siglo XIX (Balzac y Tolstoi). Asi, la in-
teligencia liberal do A. V. Lunatcharsky - C o m i s a r i o del Pueblo para la Instrucción Pú- este tipo de objetos para el consumo. Se observa, actualménte, una curiosa evolución de
blica hasta 1 9 2 9 - quedó sustituida por el dogmatismo cegato de A. A. Shdanov, amigo todos los géneros y subgéneros del mal gusto en función de unas necesidades prioritarias
de dinámica del mercado. Cf. G. Dorfles, Símbolo, Comunicación y Consumo, Barcelona
y consejero de Stalin para asuntos de arto y literatura; el enorme esfuerzo por formalizar
1967.
una nueva teoría de la literatura y su evolución que llevaron a cabo los formalistas de la
OPOIAZ entre 1916 y 1930 fue barrido, y se proclamó el retorno a los métodos socio- 58. Acerca de la obra de Mallarmé como «obra absoluta» y su teoría del
lógicos y la estética de la representación mimética (presionado por el partido comunista Livre como manifestación escrita e infinita de la historia del pensamiento y de las civiliza-
húngaro, G. Lukács fue un fiel defensor del retorno a estos métodos a partir de los años ciones, cf. Jacques Scherer, Le üLivren de Mallarmé, París 1957. Mallarmé había dicho una
treinta); el experimentalismo poético protagonizado por los futuristas (Maiakovsky a la vez que «un libro no empieza ni termina, a lo sumo da la impresión de hacerlo». A partir de
cabeza) quodó truncado y desplazado por novelas históricas inacabables, tediosas y a una visión de la escritura como acto «verdadero y global», Mallarmé esbozó la posibilidad
veces incluso plagiadas (Sholojov); la pintura do Malévitch y todo su programa estético fue de dedicarse, ilimitadamente, a la construcción de un sólo y gran libro, en el que se ha-
sustituido por cuadros «realistas» tan aleccionadores como de pésimo gusto relamido. llarían, escritos, la totalidad de los registros de pensamiento y de acción que atraviesan
a un sujeto y al mismo tiempo lo vinculan a una historia objetiva (cf. J. P. Richard, L'Uni-
51. [N. del A. En cuanto a la relación de la poesía de Mácha con la pro-
vers imaginaire de Mallarmé, París 1961).
cedencia social del poeta, véase el articulo «Contribución a la problemática actual del
fenómeno poético de Mácha», en Lisly pro uménl a kritiku [Revista para el arte y la critica], 59. Aquí demuestra el autor muy claramente que detrás de su concepción del
IV. En cuanto a Neruda, hay muchas pruebas do cómo so había manifestado su proceden- signo estético y del valor estético se halla la teoría del lenguaje de W. von Humboldt,
cia del medio social bajo, en tanto que componente de su poesía, como en Hfbitovní kvíti y también, indirectamente, la teoría estética del romanticismo alemán. Efectivamente, a este
[Flores sepulcrales]; se conoce también la conmoción con la que fue recibido este libro. lingüista citado cabe el mérito de haber insistido en que el lenguaje no es un aparato
Detalles interesantes sobre su asimilación posterior y paulatina a la capa dominante, se capaz de desarrollar un trabajo siempre idéntico, sino una complicada máquina capaz de
encuentran en su correspondencia con Svétlá, publicada por A. Cermáková-Suková (Praga convertir el uso del lenguaje en un proceso energético sin fin. El lingüista norteamericano
1912); Neruda reprocha a Svétlá, procedente de una familia burguesa praguense, que se L. Bloomfield consideraba ya la lingüística de Humboldt como la primera gran aportación
porto con él como una «matrona» y Svétlá misma so caracterizó como la «institutriz» del moderna a la lingüística general. Algunos decenios más tarde, N. Chomsky rinde todavía
poeta.I homenaje a la doctrina «procesual» de Humboldt con estas palabras: «La caracterización
Por supuesto, Mukafovsky se está refiriendo a Jan Neruda (1834-1891), del lenguaje hecha por Humboldt como energeia (Tatigkeit: actividad haciéndose), antes
prosista (Malostránské povfdky [Cuentos do la Malá Strana], 1878), poeta ( H r b i t o v n l kvítl que como ergon (Werk: producto, obra acabada), como «una producción activa», antes que

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como «un producto sin vida», extiende y elabora, a veces casi con las mismas palabras, las 66. Por ejemplo, en castellano, diremos que «casa» o «árbol» poseen termi-
formulaciones típicas de la lingüistica cartesiana y de la filosofía del lenguaje y de la nación cero de singular, respecto a la terminación marcada de plural en -s o -es respecti-
teoría estética románticas. Para Humboldt, la única definición cierta del lenguaje es «ge- vamente (casas, árboles).
nética»: Es necesario ver en el lenguaje el trabajo indefinidamente renovado que lleva a cabo 67. N. del T. Babíéka (trad. La Abuela): Novela, en parte autobiográfica,
el espíritu con el fin de conseguir el sonido articulado para la expresión del pensamiento» de la escritora B, Némcová ( 1 8 2 0 - 1 8 6 2 ) , en la que la autora describe su infancia idílica en
(Cartesian Linguistics, Nueva York 1966, p. 19). el medio rural, con todas las costumbres, tradiciones y supersticiones populares, y con el
Una vez más, en consecuencia, el lector puede darse cuenta del alcance personaje central de su abuela, en el que se concentran todos los rasgos positivos, sen-
que tuvo la teoría del lenguaje en la configuración de la estética de Mukafovsky. Nuestro cillos y armoniosos de los campesinos chocos. Cf. nota 13.6.
autor pertenece, por excelencia, a una generación de filósofos, críticos y teóricos de la
68. N. del A. Cuento checo de G. A. Bürger, «El Barón de MOnchhausen»,
estética cuyo discurso se caracteriza por hallarse en el punto de flexión ontre la filosofía dia-
en el que el protagonista, el Barón PráSif, inventa historias fantásticas que nunca le han ocu-
léctica alemana (do Hegel al materialismo histórico) y la teoría semiótica del lenguaje.
rrido.
60. Arne Novák (1880-1939). Profesor do la Universidad Masaryk de Brno.
69. Vid. nota 2.64. Por lo demás, también la semiótica de la arquitectura
y crítico literario. Su gran obra crítica es la Breve historia de la literatura checa (en alemán,
reclama en nuestros días un estatuto metodológico autónomo. En nuestro país, las investi-
1907), que resultó fundamental duranto varios decenios.
gaciones aisladas de Tomás Llorens y Helio Piñón significan el esfuerzo más avanzado
61. Josef Krasoslav Chmelensky (1800-1839). Fundador do la crítica tea- por dotar al análisis semiótico de la arquitectura de los elementos críticos más ajustados
tral en Bohemia, crítico literario y musical, y poeta. Defensor de una literatura nacional de a su especificidad, y al mismo tiempo más atentos a sus problemas de orden contextual.
gran riqueza formal y elevado valor moralista, a relacionar con el clasicismo de J. Jungmann. (Cf., especialmente, T. Llorens. «El estudio del significado de la arquitectura: problemas y cri-
terios epistemológicos» en Arquitectura, historia y teoría de los signos. El Symposion de
62. Aparte de la referencia del autor a la semiología del arte, que se halla
Castelldefels, Publicaciones del COACB, Barcelona 1974; Id., «Towards a Theory of aes-
en este mismo capítulo, en el apartado primero, véase también el primer artículo de esta
thetic significaron», Comunicación en el 1.« r Congreso de la IASS, Milán 1974; H. Piñón,
sección, «El arto como hecho semiológico», anterior cronológicamente, aunque de mayor
Aspectos de la significación arquitectónica. Publicaciones de la ETSAB, Barcelona 1975;
alcance teórico, y más innovador que el articulo presente.
T. LL. y H. P., «Eclecticismo e ideología», en Arquitecturas bis, 8 / 1 9 7 5 ; id., id., La arqui-
63. Ésta es, de hecho, la definición del pionero de la semiótica moderna, tectura entre necesidad e ideología (de próxima publicación, Ed. Gustavo Gili).
Ch. S. Peirce. Vid. nuestra nota 1.1.
70. Otakar Zich ( 1 8 7 7 - 1 9 3 4 ) . Compositor y critico musical checo. Profesor
64. El hacho do quo Mukafovsky no estableciera una clara distinción entre de estética en la Universidad Carolina de Praga, maestro del propio Mukafovsky, y discípulo
la comunicación que caracteriza habitualmente a todo mensaje lingüístico, y la significación de O. Hostinsky (cf. nota 2.21.). Puede ser considerado como uno de los precursores del
que puedo caracterizar a una estructura semiótica no-lingüistica, hace quo tienda a con- estructuralismo checo. Su enseñanza se hizo sensible en múltiples miembros del Circulo
siderar el modo semiótico de la pintura con el mismo criterio semiológico qua la poesía. Es de Praga por lo que se refiere a problemas de estética y filosofía del arte.
evidente que ol código de la pintura no posee las mismas características que el código
71. Con notables matices, el término de Mukafovsky «múltiple relación autén-
lingüístico, y quo, por consiguiente, su posible carácter «comunicativo», no puede valorarse
tica», citado ya más arriba, puede equipararse, en cierto modo, con el tipo de significación
de acuerdo con las leyes semiológicas quo rigen la comunicación mediante los lenguajes
propio de la literatura que la moderna semiología francesa denomina «sígnifiance» - signi-
naturales. Ésta es una desviación teórica todavía en boga, según la cual, el vasto conjunto
ficancia. El término, que tiene su origen en los escritos de psicoanálisis de J. Lacan, viene
de los sistemas de signos son denominados y considerados como «lenguajes», y se aplica
a denominar, según R. Barthes y especialmente según J. Kristeva, aquella significación exis-
a códigos de hecho no-lingüísticos - c o m o la pintura o la m ú s i c a - el mismo tipo de análisis
tente en el texto, pero que requiere el análisis del proceso de producción significante de
quo so aplica al lenguaje-lenguaje, el que hablamos con palabras.
dicho texto, a partir de la cadena significante tal como se presenta al lector. Según la autora:
Esto es algo quo proviono do una antiquísima tradición, y que se resume «Nous désignerons par sígnifiance ce travaíí de différenciation, stratification et confron-
en la fórmula do Horacio, Ars Poética. 361: Ut pictura poesis. es decir, tal como os la pin- t a r o n qui se pratique dans la langue, et dépose sur la ligne du sujet parlant une chaine
tura, así es la poesía. No hay duda que el estudio de la especificidad semiótica de cada signifiante communícative et grammaticalement structurée» («Le texte et sa science», en
sistema de signos ha permitido, posteriormente a Mukafovsky, establecer las reglas de Sémeiotiké, Recherches pour une sémanalyse, p. 9, París 1969).
significación propias a cada sistema de signos, sin pretender que el criterio de «comunica-
ción lingüística» deba dar resultado en campos semióticos distintos del lenguaje. En el 72. N. del A. Cf. con otro párrafo de Eupalínos, en el que se habla de la
mismo sentido habrá que interpretar la afirmación del autor, unas líneas más abajo, de sensación provocada por la música: «¿No era una plenitud cambiante, semejante a una llama
que «la pintura y la poesía son artes temáticas». permanente que aclara y calienta tu ser entero quemando continuamente recuerdos, presen-
timientos, nostalgias y augurios, y despertando una multitud de emociones sin causa visi-
65. Suprematismo: Con este nombre, Malevitch definió su particular concep-
ble?» Véase también H. Delacroix, Psychologie de l'art (París 1937, pp. 210 y ss.). El
ción de la obra artística, que supone una de las rupturas más importantes de nuestro siglo
mundo de ía música es autónomo, no quiere ser dependiente del mundo de fenómenos
en la batalla contra la sujeción do la pintura al tema real. En 1915 llegó Malevitch a unas
acústicos corrientes. A pesar de eso tiene una potencia (significativa) característica tanto
formas puras, liberadas por completo de la perspectiva tradicional, que navegan en un
del lenguaje como de los sonidos no musicales... La música generaliza los sentimientos des-
espacio pictórico autónomo y sin referencia alguna al mundo exterior. Por sus escritos, cendiendo hasta la vibración rítmica de la emoción absoluta... Asi surgen formaciones
sabemos que las formas suprematistas corresponden a unas supuestas entidades per- musicales, cuya estructura presenta el contorno de vibración emocional que se produce en
fectas, conocibles de manera apriorística y situadas en un más-allá sobrenatural, de tipo neo- las capas de la vida emocional más profundas que las emociones corrientes. Este dina-
platónico.

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mismo interior, cuyo esquema es la música, se transforma en contacto con ella y bajo su
influencia, creando la música como su símbolo y su expresión. 78. Aquí introduce el autor una diferencia, poco marcada por las palabras i""
que usa, entre el «arte acto artístico material» y el «objeto estético». El artefacto es, sencilla-'
73. N. del A. En relación con esto hace falta recordar - a u n q u e sea con una mente, el objeto material que sirve de soporte para lo otro, es decir, para lo que el autor
alusión b r e v e - que al tema en la arquitectura pertenece también el valor simbólico de denomina el «objeto estético». Según el autor, pues, «objeto estético» debe entenderse
la obra arquitectónica, que se distingue sobre todo en aquellos periodos de la evolución en " ° : , L m e n ° S e n ( . e s , o s . P á i r r a f o s ' « m o un sinónimo de experiencia estética o de significación
que el edificio, sobre todo público, representa la ideología del medio del que ha surgido « l i t e , y se refere, sin lugar a dudas, al carácter coyuntural propio de la relación entre
y al que sirve, en algunos casos también su poder y su peso social; cf. por ejemplo el un «yeto-receptor del arte, y un objeto («artefacto») artístico material. Para facilitar la com-
valor simbólico de un castillo o una catodral medievales o de los palacios renacentistas prensión de este fragmento, hemos entrecomillado la palabra «objeto» y «objeto estético»
o barrocos. cada vez que el autor le da este significado opuesto o complementario a la materialidad
del objeto-artefacto artístico.
74. Compárese con las palabras del propio Kandinsky: «A pesar de todas
las diferencias que la forma puede ofrecer, jamás franqueará dos límites exteriores: 1) O
bien la forma, considerada en tanto que delimitación, sirve, en virtud de esa misma delimita-
ción, para destacar sobre la superficio un objeto material y, en consecuencia, para dibujar
un objeto material sobre esa superficio; 2) O bien la forma permanece abstracta, es decir,
que no representa ningún objeto real sino que constituye un ser puramente abstracto. A esta
categoría de seres que, por abstractos que sean, viven, se agitan y hacen sentir su influen-
cia, pertenecen el cuadrado, el circulo, el triángulo, el rombo, el trapecio y las innumerables
formas cada vez más complicadas que no tienen nombre en las matemáticas. Todas estas
formas son ciudadanas del reino de lo abstracto y sus derechos son iguales» (De lo espi-
ritual en el arte, Buenos Aires, 4." edición, 1967, p. 56).

75. Hay una traducción en lengua románica: J. Tyñianov, Avanguardia


e tradizione. Barí 1968.
76. N. del A. Podría surgir la pregunta de si no hace falta contar también
con los casos de identificación absoluta o, al contrario, do desacuerdo total entre los va-
loros extraestéticos contenidos on la obra y el sistema de valores válido para el receptor.
En lo quo so refiere al acuerdo total, o por lo menos a la tendencia a tal acuerdo, existen,
por supuesto, tales casos, como por ejemplo en aquellas formaciones del arto - p o r lo
general b a j a s - que surgen del esfuerzo por facilitar al receptor el acceso a la obra, elimi-
nando todos los obstáculos quo puoda encontrar por el camino. Poro aún on tal caso
so trata sólo do una tendencia, nunca Novada completamente a término, puesto que en una
medida determinada y de un modo determinado, los desacuerdos entre la valoración
del receptor y los valores contenidos en la obra, existen también en este caso; véase por
ejemplo el conocido hecho de que los lectores de las novelas on serie prefieren leer nove-
las de otro modio y que traten de otro modo do vida quo ol quo ellos mismos conocen.
En lo quo so refiere a la posibilidad contraria, es decir, a la posibilidad de un desacuerdo
total entre los valores contenidos en la obra y el sistema de valores del receptor, esta ten-
dencia extrema so encuentra con frecuencia on la historia del arte, y a voces incluso en
forma provocativamente aguda (cf. el satanismo como una tendencia del simbolismo que
invertía toda la escala de valores: el mal aparece como un valor positivo, el bien como un
valor negativo, etc.). Una diferencia mutua invencible entre los valores válidos para el re-
ceptor y aquellos que están contenidos en la obra puede hacer que la obra pierda el sentido
para el receptor y no sea percibida ni valorada en tanto que obra artística: por ejemplo la
incomprensibilidad de las obras surgidas de aquellos medios, cuyo sistema de valores no
tiene ningún punto en común con la postura del receptor frente a la realidad; por ejemplo
la postura frente al arte medieval de los siglos XVII y XVIII; aquí hay que incluir en parte
también a los poetas y artistas «malditos», que pasan a veces toda su vida desapercibidos
y se hacen famosos sólo en el momento en que aparece la posibilidad de una relación, por
lo menos parcialmente positiva, entro su obra y el sistema de valores que pretende hacerse
válido.

77. Vid. nota 2.2.

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