DANIEL E.

LIEBERMAN

« l~stc rs un Iibro monum ent a l. La historiadel cue,po

e crita
!111111c1110. por 11110 de nuestros mayores expertos. o
nos embarca en un ,·iaje épico que revelacómo los últi- z
<
1nos seis millones de años h a n couformadocada parte de
~
nosotros:cabeza. brazos. pierna s e incluso nuestro meta- ~
holi 1110. A través de la mirada de Lieberman la historia ~

rvolutiva no solo se hace pr esente sino que se convierte o z<

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en el medio para compr ender y modifica
r el futuro de ~ o:;
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nuestro cuerpo.» i:o
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NEIL SHUBL~
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autor de Yourlnner Fish
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«Nadie comprende el cuerp o humano como Daniel E.

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LA HISTORIA
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Lieberman ni sabe conta r su historia con mayor elocuen-
:
o
cia. Hay bajo nuestra piel una historiafascinante, ilumi- ~

na.dora y, en cierto sentido , alarmante.»

U)
~ DEL CUERPO
o:::
CI TRTSTOPHER
MCDOUCALL,
autor de Born to Run <
~
HUMANO
EVOLUCJÓN, SALUD Y ENFERMEDAD
PS

111l!íll~
111111líl I
III n.l OA ~ A IV\ n/ DDC'CC'~ITC'
 DANIEL E. LIEBERMAN

LA HISTORIA
DEL CUERPO HUMANO
Evolución, salud y e nferm edad

Tradu cc ió n d e
JOAN LLUÍS RI ERA

()
PASADOéf.PRESENTE
BARCELONA
 PREFACIO

Como a casi todo el mund o, me fascina el cuerpo humano, pero a dife-

rencia de muchos que, con buen criterio, relegan su interés por el cuer-
po de otro a las noches y los fine s de semana , yo lo he convertido en el
centro de mi carrera profes ional. Gozo de la gran fortuna de ser profe-
sor en la Universidad de H a rvard , donde enseño y estudio cómo y por
qué el cuerpo humano es como es. Mi trabajo y mis intereses me per-
miten hacer un poco de todo. Ad emás de trabajar con los estudiantes,
estudio fósiles, viajo a rincone s intere santes del planeta para ver cómo
usan sus cuerpos otras personas y realizo experimento s en el laborato-
rio sob re el funcionamiento del cuerpo humano y de los animales.
Como a muchos prof eso r es , me encanta hablar y disfruto con las
pregunta s que me hacen. Pero de todas las que suelen plantearme, la
que más detestaba era: «¿Qué aspecto tendrá el cuerpo humano en el
fu turo?,, ¡Odiaba esa pregunta! Soy prof esor de biología evolutiva hu-
man a, lo que quiere decir que estudio el pasado, no lo que nos depara
el futuro. No soy adivino, y la pregunt a m e hacía pensar en películas
cutre s de ciencia ficción que nos muestran a los humanos del futuro
lejano con un cerebro enorme, e l cuerpo pálido y delgado, y la ropa
brillante. Mi respuesta re flexi va era algo por el estilo de: «Los seres
humano s no están evolucionando mucho a causa de la cultura ... Esta
respue sta, o alguna variante, es la que suelen dar la mayoría de mis
co legas cuando les preguntan lo mismo.
D esde entonces he ca mbiado de parece r; ahora considero que el
futuro del cuerpo human o es una de las cuestio nes más fascinantes so-
br e las que podemos reflexionar. Vivimos tiempo s paradójicos para
nue stro s cuerpos. Por un lado, nu estra época probablemente sea la más
sana de toda la historia humana. Quien es vivimos en un país desarro-
llad o podemos albergar una esperanza razonable de que todos nues-
tro s hijos sobrevivan a la infancia, alcancen la vejez y lleguen a serpa-
10 1 \ 111\ll)ltl \DII <L ' l.l\1'1llll l \l\;>.1l
d res y ab uelo s. 11e m os vencido o sometido a muchas enfermedad es
qu e sol ían matar a multitud de personas, como la viruela, el sa ram -
pión, la polio y la peste. La gen te es más alta, y dolencias qu e e n otro
tiempo sup on ían una amenaza de muerte, como la apendiciti s, la di-
sentería, una pierna r ota o la anemia, hoy se remedian fácilm e nt e. N o
cabe duda de que en alg unos países todavía hay mucha malnutrició n y
enfer medad, pero csLOs males sue le n se r el resultado de un ma l gob ier-
no y de la desigua ldad social más que una consecuencia de la fa lt a de
alimentos o de conocimie ntos médicos.
Por ot ro lado, podría irnos mejor. muc ho mejor. Está bar ri e nd o el
mundo una o leada d e obesidad y de e nfermedades y discapac id a d es
prevenib les . Emre estas últimas se cue nt an ciertos cánceres, la s diabe -
tes de tipo 2, la osteoporosis, las do lencia s cardiacas, los acc id e nt es
cardiovascu lares, las enfe rmedades renal es, algunas alergias, la de-
menc ia, la d ep res ió n , la ansiedad, el inso mnio y otros trasto rn os . Mil es
de millones de p e rso nas sufren tamb ién de males como el dolor d e es-
palda, los pie s plano s, la fascitis plantar , la miopía, la artritis, el es t r eñi-
miento, el reflujo gás tric o o el síndr ome del intestino irritabk. A lgu-
nos de estos t ras to r nos son an tiguos, pero muchos son nuevo s o han
aumentado mu c h o su prevalenc ia e inten sidad en tiempos rec ie nt es .
] lasta cie n o punw , estas enferm ed ades van en aumento po rqu e vivi-
mos más años, per o la mayoría aparecen en personas de med ia na edad.
Esta tran sició n e pi demiológ ica no causa únicamente afücción , ta mbi én
probl emas eco n ó m icos. Ahora qu e em piezan a jubilarse los hij os de la
explosió n d e nata lid ad (los baby boomers), sus enfermedade s c 1·ó ni cas
com ienza n a agob iar a los sistema s de salud y a sofocar las eco nomí as.
Además, la ima ge n que nos mue stra la bola de cristal no pin ta bien
po rgue a m edid a que el desarro llo se ext iende por el planeta, estas en-
fermedades aumentan su prevalencia.
Los re to s que p lantea la salud está n prov ocando un intenso d ebate
en tre padr es, médico s, pacientes, pol íticos, periodistas, invest iga d ores
y otros. En buen a med ida, estas discu siones se han centrado en la o be-
sidad. ¿Por qué e ngordarno s? ¿Cómo perdemos peso y ca mbiamo s
nuestra d icta? ¿ ó mo impedim os que nuestros hijos sean o b esos?
¿Cómo podemo s e stimularlo s para qu e hagan ejercicio? Ante la n ece-
sidad urgente de ay udar a las perso na s enfermas, las discusio n es se han
centr ado tamb ié n en el desarrollo de nuevas curas para enfermedad es
no infecciosas qu e cada vez son más co mune s. ¿Cómo trata m os y cu-
ramos el cánce r, la s enfermedades car diovasculares, la diabe tes, la os-
l'H EI· \U() 1 1
teoporos is y el resto de e nf ermedades que probablemente ac-dbenma-
tándonos a nosotros y a nue stros seres quer ido s?
Mientras médicos , pac ientes, invest iga d ores y padres debaten e in-
vestigan sob re estas cues tio nes, sospec ho qu e pocos dirigen su at en -
ción a los antiguos bosques de África, donde nuestros antepasad os se
separa ron de los simi os y comenzaron a caminar e rguidos. Raro será el
momento en que piensen e n Lucy o en los neanderrales, y si alguna vez
se toma en cuenta la evo lución, suele ser para reconocer el hecho obvio
de que solíamos ser h o mbre s de las cavernas (signifique lo que signifi-
que eso), lo que tal ve z i m pi ique que nuestro cuerpo no está bien adapta-
do al estilo de vida moderno. Quien sufre un ataque al corazón necesita
atención médica inmed iata, no una lección d e evo lución humana.
Si alg una vez sufro un in fano, tambié n querré qu e mi médico pien-
se en atenderm e y no en la evoluc ión humana . E ste libro, sin emba rgo,
defiende que esta tende n c ia general en nuestra socieda d de no tener en
cuenta la evolución humana es una de las razones principales po r las
que no podemos preve n ir las enfe rmedad es p reve nibles. Nuestro cuer-
po tiene una histor ia, más aú n, una histor ia evo lutiva , de g ran relevan-
cia. De entrada , la evo lu c ió n explica po r q ué nues tro cuerpo es com o
es, y por tanto nos oí rece pi stas sobre cómo podemos evitar caer en fer-
mos. ¿Por qué tenemos te ndencia a engor d a r? ¿Por qué a veces no s
at ragantamos con la com id a? ¿Por qué tenemo s arcos en los pies qu e
pueden ap lanarse? ¿Po r qué tenemos una espa lda que puede causa rn os
dolor? Ot ra razón re lac io n ada por la cua l co n v iene considerar la h isto-
ria evolutiva del cu er po human o es que esta nos ay udaría a entender a
qué está adap tado nu es tro cuerpo y a qué no. Las respuestas a esta pr e-
gunta son difíciJes y poco intuitivas , pero tienen profu ndas irnp lica-
ciones para entend er qué promu eve la sa lud y la enfermedad y para
compren der por qu é a veces nuest ro cuerpo, de manera natur al, nos
convierte en enferm os . Por último, creo qu e la ra zón más apremi ante
para estud iar la histor ia d el cuerpo humano es qu e t0davía no ha aca-
bado. Seguimos evolucionand o. Sin emba rgo, en la actualidad la forma
más potente de evolu ción no es la evo lución biológica del tipo que des-
cribió Darwi n, sino la evo lu ción cultur al, media nte la cual desarrolla-
mos y transmit imos nueva s ideas y co ndu ctas a nue stros hijos, a nues-
tros amigos y a o tr as persona s. Algunos de estos comportamient os
nuevos, especialme nt e lo qu e comemos y las ac tividades que rea liza-
mos (o que dejamo s de rea lizar), pueden enfe rm arnos.
La evo lución hum ana es entretenida, interesante e iluminadora, y
12 l. ·\ II ISTllHI~ DEL CUE I\P( l ll ll~ l ,\Nll
1 3
bue na parte d e este libro explora el fant ást ico viaje que dio origen a
que hemos evolucionado para hacer, pero en condiciones a las que
nues tro cue rpo. De paso, intento resaltar el pro greso alcanzado po r la
nuestro cuerpo no está bi en adaptado , y luego tr ansmit imos esas mis-
ag ricul tura, la industr iali zación, la cie ncia médica y otras prof esio n es
ma s con diciones a nuestro s hij os, que también enfer man. Si queremos
c¡ue han he cho d e nu est ra época el mejor de los tiempos para ser huma-
frenar este círculo vicioso, tendr emos que averiguar de qué manera
no, p or el momento. No soy, sin embarg o, ningún Cándido, y como
podemos, de una fo rm a res petuo sa y sensata, motivarno s, empujarn os
nuestro reto es mejorar , los últimos capítulo s se centran en cómo y p or
y a veces incluso ob ligarno s a comer los aliment os que promueven la
c¡ué enfermamo s. S i Tolstoi fuese el auto r de este libro, quizá esc ribi e-
sa lud y a ser físicamente más activos. También hemo s evolucionado
se que "todo s los c u e rpos sanos se parecen, pero cada cuerpo con m a la par a hacer eso.
salud tiene su propia · m ala salud».
Los tema s ce nt 1·a les de este libro (la evolu ción humana, la sa lud y
la enferme d ad) son comp lejos y de enorme calado. He hecho t0 do lo
que ha estad o e n mi mano para qu e lo s hechos, las explicaciones y las
argumentacione s sea n simples y claras sin cae r en la banalidad ni e vi tar
cuestiones ese nci a les, es pecialmente cu ando se craca de enfermedade s
gra ves com o e l cánce r de mama o la di abetes. También he incluid o
mucha s refe re nc ias, e ntr e ellas sitios web, do nde el lector podr á inv es-
tigar más a fondo. Otra dificultad fue enco ntrar el equiJibrio ju st o en -
tre amp litu d y pr of undid ad. Por qu é nue stro s cuerpos son como son es
sencillam ente un te m a mu y vasto porq ue nu estro cuerpo es muy co m -
plejo. Po r con sig ui e nt e, me he centra do en unos pocos aspectos d e la
evo lución del cue rp o relacionados co n la dieta y la actividad fís ica , y
po r cada tem a q ue t r ata, hay al men os di ez que paso por alto. La m isma
adverte ncia se a pli ca a los último s ca pítul os, que se centran e n un as
pocas enfermedades que he elegido porque creo que ejemplifican pro -
blemas má s am pli os . Ad emás, la invest igación en estos campos avanz a
con gran rapi dez . Es in ev itable que algo de lo que incluyo acab e cadu-
cando. Me excu so p o r ello.
Para acaba r, he co ncluido el libr o un tan to apresuradame nte con
algu nas de mi s ideas so br e cómo pode mos apl icar las lecciones que n os
enseña la evo lu ció n d e l cue rpo hum ano en el pasado en beneficio d e su
futuro. Me iré d e la lengua ahora mismo y resumiré el núcleo de mi
argumento. No h emos evolucionado para es tar sanos, sino que fuimos
seleccionados p a ra tener tantos hijos co m o fuera posible en con dici o-
nes diversa s y adversas. Así pues, no evo lucionamos para tomar d eci-
sion es rac io na les sob re qué comer y cómo hacer ejercicio en cond icio-
nes de abunda ncia y comodi dad. Más aún , las interacciones entre los
cuerpos qu e he re damo s, los ambientes qu e creamos y las dec is ion es
que a veces toma m os, han puesto en mar ch a un insidioso bucle de r ea-
liment ación . Enfe rm amos de dolen cias cró nicas porque hacemos lo
 I TR O D UCCI Ó N

¿A qué estamos adaptados los humano s?

Si ent ablam os una batalla entre el pasado y el pr ese nte.

descubr iremos que hemos perdido el fu tu ro.

\ V 11'SH ) :s*Cll u RC II I LL

Érase una vez, en 2 0 1 2, un «mo no misterioso » que prota go ni zó un es-

pectáculo pa ral elo a la Co nvenc ión Nacion al Repub lican a que se cele-
braba en T a mpa , en el estado de Flo rida. El mo no en cu est ió n , u n ma-
caco rhesus esc apad o, llevaba más de tres años viviendo e n la s ca lles de
la ciudad, ro ba ndo comida de conte nedores y cub os de b asur a, esqui-
vando coc hes y eludiendo co n g ran astucia a los fru strad os age m es que
intentaban captur arlo. Se co nvirti ó en una leye nda local. Y e m onces,
cuando las hordas de políticos y periodistas descendie ron so br e la ciu-
dad para la co nven ción, el mono misterioso saltó d e rep e nt e a la fama
internacio na l. A los políticos les faltó tiempo para usar la hi s tori a del
mono como oportunid ad para pr o mocionar sus pumos de v ista . Lib er-
tarios y libe ra les aclamaron su tenaz evas ión de sus perseg uid o res
como símb o lo del instinto de lib erarse de las injustas intru sio nes en la
libertad de las p ersonas (y de los mono s). Los conse rvad o res int e rpr e-
taron los a ños de fallidos imen ws por captur ar el mono co m o símbol o
de un gobi e rn o pr ódigo e inepto. Los periodistas no pudi e ron res istir
la tentació n de cont ar la histori a del mono misterio so y su s capt o res
como una m e táfora del circo po lítico que se desar rollab a e n aqu ella
misma ciud ad . La mayoría de la gente simplemente se pr eg unt aba qué
demonios ha cí a un macaco solitario en un bar rio residen cia l d e Fl ori-
da, un lugar a l cual obviamente no pertenecía.
Como bi ó lo go y antrop ólogo, yo veía con o tros ojo s al mon o mis-
terioso y a las reacciones que inspiraba: como algo emb le m á ti co de la
forma inge nua e incoherente en que los humano s vemos nu es tro pro -
 LA lll STtll\1.-\ Da CUE llPl) 11U ~I A Ntl
1 (i
pio lugar en la natural eza. A prim era vista, el mono ejemplifica la ca-
pa cidad de algu nos animales para sobrevivir de maravilla en co ndi -
ciones a las que nunca estuv ieron adaptados . Los macacos rhe sus
evo lucionaron en el sur de Asia, donde su capacida d para obte ner una
g ran variedad de alimentos les permite habitar en prados, bosqu es e
incluso en zonas montaño sas. También pro sp e ran en aldeas, pueblos y
ciudades, y se usan a menudo en los labor atorios. En este sentido, el
ta lento del mo no misterioso· para sobrev ivir con la basura de Tamp a
no puede sorp render. Sin -embargo, la convicción general de que un
macaco suelto se encuentra fuera de su sitio en una ciudad de Florida
r evela lo poco y mal que nos aplicamos este razonami ento a nosotros
mismos. Cuando se considera desde una perspectiva evolutiva, la pr e-
sencia del mono en Tampa no es menos incongruente que la presencia
de la gran mayoría de humano s en ciudades, barrio s residenciales y
otros ambientes modernos.
Todos nosotros vivimos tan alejados de nue stro ambiente nat ur al
co mo el mon o misterioso. Hace más de seiscientas generacio nes, todos
é ramos cazado res-recolectores. Hasta hace relativam ente poco tiemp o
(u n abri r y cerrar de ojos en la escala evolutiva) nuestros antepasados
vivían en pequeñas bandas de menos de cincu e nta personas que se des-
plazaban de manera regular entre un campamento y otro, y sob rev i-
v ían de la caza, la pesca y las plantas que recogía n. Incluso despu és de
que se inventara la ag ricultur a, hace unos 1 0.000 años, la mayoría
de los agriculto res todavía vivían en pequ e ños pueblos, trabajaban
cada día para produci r suficiente alimento para satisfacer sus necesida-
des y nunca imaginaron una existencia qu e hoy es habitual en lugares
co mo Tampa, en Florida, donde todos dan por hecho que haya coc hes,
lavabos, aire acondicionado, teléfonos móvil es y una gran abundan cia
de com ida muy procesada y rica en calorí as.
Lamento tener que informa r que el mono misterioso fue captura-
do en octubre de 2012, pero ¿hasta qué punto deb emos preocuparnos
porque la gra n mayoría de los humano s de nue stros días vivan, como
antes el mono misterioso, en unas condiciones nu evas a las que nue s-
tros cuerpos no se adaptaron originalm en te? En muchos sentid os, la
respuesta es «muy poco», porque la vida a principios del siglo XX I es
basta nte buena para el ser humano medi o, y, e n términos generales,
nuestra especie está prosperando, en buena parte gracias al progreso
social, médico y tecnológico que se ha pr od u c ido durante las últimas
generaciones. Hay más de siete mil millones de personas vivas en la
1NT1l0DUC C IÓN I 7
actualidad, de las que un a bu ena parte esperan que sus hijos y nietos
vivan, como ellos mismos, hasta los setenta años y má s. Incluso países
que en términos genera les son pobres han realizado g rand es progr e-
sos: la esperanza de vida media en la India era de menos de cincuenta
años en 1970, mientras q ue hoy es de más de sesenta y c inco.' Miles de
millones de personas viven más, crecen más y viven más cómodamen -
te que la mayoría de lo s reyes y reinas del pasado.
Pero por buena qu e sea nuestra situación, podría ser mejor, y so-
bran r azo nes para pre.ocupar se por el futuro delcuer p o humano. Apar-
te de ]as amenazas potencial es que plantea el cambio climático , nos en-
fre ntamos a una masiv a explosión demográfica combinada con una
tr ansición epidemio lóg ica. A medida que la gente vive más y son me-
nos los que mueren por enfermedades causadas po r in fecciones o por
fa lta de alimentos, aumenta exponencialmente el número de personas
de me diana edad o mayor es que sufren enferm edad es no infecciosas
cró ni cas que solían se r rar as o desconocidas..' Malcr iados en la abun-
dan c ia, una mayoría d e adultos de países desarr o llado s como Estado s
U nid os o el Reino U nid o viven en mala forma física y con sobrepeso, y
la prevale ncia de la obes idad infantil se está disparando en todo el mun -
do, lo que presagia mil es de millones de p_ersona s más con mala salud y
obesas en décadas ve nid e ras. La mala forma física y e l exceso de peso, a
su vez, vienen acompañados de cardiopatías, infartos cerebra les y di-
versos cánceres, ade más de un gran número de dolencias crónicas y
costosas como la diab etes de tipo 2 y la osteoporo s is. Tambi én están
camb iando de forma pr eoc upante las pautas de ciertas discap acidades,
pu es en todo el mundo es cada vez mayor el número de personas que
su fre a lergias, asma, miopía, insomnio, pies plan os u otros problemas.
En pocas palabras, la meno r mortalidad está dand o pa so a una mayor
morbi lidad (mala salud) . Hasta cierto punto, este camb io se produce
porque mueren menos persona s jóvenes a causa d e enfer medades con-
tagiosa s, pero no debem os co nfundir enfermedades que son más comu -
nes en las personas may ores con enfermedades qu e realmente tienen su
cau sa en el proceso nor mal de envejecimiento.' A todas las edades, la
morbilidad y la mortalid ad se ven afectadas signifi cat iva mente por el
est ilo de vida. Los hombr es y las mujeres de cuar enta y cinco a setenta y
cinco años de edad qu e son físicamente activas, co m en frutas y verdu-
r as en abundanc ia, no fuman y consumen alcohol de mane r a moderada
tienen por término medio un a cuarta parte del riesgo de morir en un
año determinado que las per sonas con hábitos poco saludab les.4
 1 ·\ 111\TO Hl ,1 l)EI.ClJE Hl'O l l l 1~1 \\/0
La creciente incide ncia de tantísima s p e r sonas con enfe rm edades
crónicas no solo augura un aumento del sufr imi e nt o sino tamb ié n un os
costes médicos co losa les. En los Estados U nid os, el coste de la sanidad
es de ocho mil dó lares por persona y año, lo que suma casi el 1 8 por
ciento del producto int erior bruto (P I B) de esta nación. 1 Una frac ción
importante de este dinero se dedica al tratami ento de en fermed ades
prevenibles co mo la diabe tes de tipo2 y en fermeda des carcliovascula-
res. Otros países gastan menos en sanidad , pero sus costes está n cre-
ciendo a un ritmo pr eoc upante, empujad os p o r el aumento de enfe r-
medades crón icas (F rancia, por ejemplo, gas ta actua lmente el 1 2 po r
ciento de su P I Ben la ate nción sanitaria) . A medida que China, Indi a y
otros países en vías d e desarrollo se hagan m ás ricos , ¿cómo se enfr en-
tarán a estas enfe r meda des y a sus costes? Es ev idente que neces itamos
reducir el coste sani ta rio y desarrollar tr ata mi entos nuevo s y más bara-
tos para los miles de millones de perso nas qu e están enfer ma s ac tua l-
mente o lo estarán e n el futuro. ¿No se r ía mu cho mejor prevenir esas
enfermedades? Pero ¿cómo?
Esto nos tr ae de vue lta a la historia del mo n o misterioso. Si a tocio el
mundo le pareció n ecesa rio sacar al mono d e los barri os residen ciales
de Tampa, que desde luego no es el luga r a l qu e pert enece , tal vez de -
beríamos devo lver ta mbién a sus antiguos vec in os hum anos a un esta-
do natural más no rm al desde un punto ele visla biológico. Au nq ue los
humanos, como los maca cos rhesus, pueda n sob rev ivir y mu ltip lica rse
en multitud de amb ientes (incluidos los barrio s residenciales y los la-
boratorio s), ¿no goza ríamos de mejor sa lud si co miéramos los alimen-
tos que estamos ada ptados a consumir e hi c iéramos ejercicio tal como
lo hacían nuest ros a ntepasados? La lóg ica d e que la evolució n fund a-
menralmeme ad aptó a los humanos a so brevivir como cazador es-reco-
leccores más que como agricultores, tr abajadores de fábricas o em pl ea-
d os de oficina está in spirando a un crecient e m ov imiento de modernos
hombres de las cavernas. Quienes sigue n esta maner a de ent ender la
salud afirman qu e todos seriamos más sa nos y feli ces si comi é ram os e
h iciéramos ejerc icio de una manera m ás par ecida a como lo hacían
nuestros ante pasados de la Edad de Pi edr a. Se puede em pezar por
adoptar u na «paleod ieta», que consiste e n com er much a carn e (d e ani-
males alimen tad os co n pastos, natllralm e nt e), ademá s de fru tos secos ,
semillas, fruta s y ve rduras, y dejar de lado todo s los aliment os proce-
INTIWDCCC I ÚN
sa dos con azúcares y fécula s simples. Qui en se lo to m e realmenre en
se rio complemen tará su dieta con gusanos, y n unca co merá cerea les,
p ro ducto s lácteos ni nada que esté frito. Ta mbié n se pueden incluir ac-
tivida d es más paleolíticas en los hábi10s diari os, como cam inar o co-
rrer I o kilómetros al día (d escalzo, por sup uesto), t re par a unos cua n-
tos á rb o les, perseguir ardill as en los parqu es, lan zar p iedras , evitar el
sofá y do rm ir sobre un a tab la en luga r de un colchón. Para ser justos,
los defen ores de los es til os de vida pr imitiv os no sugier en que nadie
aba ndon e su trabajo, se mud e al desierto de Kalahari y ren uncie a todas
las como did ades de la v ida modern a como los lavabos, los coches y la
Int e rn et (que es esencial par a comunicar en un bl og las experie ncias
p ro pia s co n la Edad de Pied ra a otras personas simp at iza nt es). Lo q ue
sí s ug ieren es que pense mos en cómo usam os nu es tr o cue rp o, y espe-
c ialmente qué comemos y cómo hacemos ejer cic io.
P e ro ¿tienen razón ? Si u n estilo de vida pa leo líti co es claramen te
má s sa no, ¿por qué no vive n así más personas? ¿Q ué inconven ientes
ti e n e ? ¿Qu é alimentos y actividade s deberíam os aba n dona r o adopta r?
Aun qu e es obvio que los seres humano s no es tamos ad aptados a aba-
rrotamo s de comida ba sura y pasar el día est irad os en un sofá, nues-
tr os a nt epasados tampoco evol uciona ron para co me r pl antas y anima-
les dom esticados, leer libro s, tomar antibiót icos, beber ca fé y co rrer
de sc a lzos por calles plagada s de trozos de vidri o .
Estas y otras cuestio nes suscitan la pregunta fundam ental de este
1i b ro : ¿a qué está adaptado el cuerpo lwmano?
Esta es una preg un ta extraordinariament e difíci l de respon der
qu e ex ige múltiples en foq ues, uno de los cuales co n s iste en explorar la
hi s to ria evo lutiva del cue rpo humano. ¿Có mo y por qu é evolucio nó
nu es tr o cuerpo hasta se r lo qu e es hoy? ¿Qu é al im e n tos hemos evolu-
c ionado para consumir ? ¿Qu é actividades hemos evo lucionado para
rea lizar? ¿Por qué tenemo s el cerebro gra nd e, e l p e lo escaso , los pies
arque ado s y ot ras ca ra cte rísticas di stinti va s? Como veremos, las
re s pue stas a estas pre gunta s son fascinant es, a menu d o hipotéticas y
en ocasiones cont rarias a la intuición. Pero prim ero ha y que atacar la
cues tión más profunda y espi nosa de qué signi fica «adaptac ión», pu es
lo c ie rt o es que el concept o de adapta ción es notablemente difícil de
definir y de aplicar. Solo porque hayamos evo lucionado para alimen-
ta rn os co n ciertas com idas o realizar d etermin ad as ac tivid ades no sig-
n ifica qu e sean buena s para nosotros, o qu e ot ros a limento s u otras
acti vidad es no hayan d e ser mejores. Así pu es, a n tes d e ocuparnos de
20 LA III STOH I ,\ DE L CUE I\P O I IU~I. -\N\1
la historia del cuerpo hum ano, veamos de qué modo se deriva el con-
cepto de adaptació n de la teoría de la selección natur al, qu é significa
realmente este término y de qu é m o do puede ser relevante para nues-
tro cuerpo actual.
( ó MO FUNC I ONA L A S ELECCI ÓN NATURAL
Como el sexo, la evolución suscita opiniones igualm ente fuertes de
parte de qui enes la estudi an pr ofesio nalm ente y de qui enes la conside-
ran tan errón ea y peligrosa qu e c ree n qu e es un tema que no debería
enseñarse a los niño s. Sin emb argo, pe se a tanta controvers ia y apasio-
nada ignorancia, la idea de qu e la evo lución tiene luga r no debería ser
objeto de discusió n. La evo lució n no es más que cambio co n el tiempo.
lncluso los creacion istas más rec a lcitr antes reconocen que la Tierra y
sus especies no siempre han sid o igua les. Cuando Darwin publicó El
origende Lasespeciesen , 8 59, los cie ntífico s ya eran consci ent es de qu e,
de una manera u o tra, lo qu e otro r a h abía n sido fond os ma rinos, reple-
tos de conchas y fós iles marino s, habían acabado empujad os hasta las
tierras altas de las montañas. Los d esc ubrimi entos de mamuts fósiles y
de otros organism os extinguid os test im on iaban que el mundo se había
alterado profu nd amente. Lo radi ca l de la teoría de D arwin era su ex-
plicación, de una generalid ad ab rum ado ra, de la evolu ció n por medio
de la selección natural y sin necesida d de ningún agent e.6
La selección natural es un proce so notoriame nte simple que en
esencia es el resultado de tre s fen ómeno s comune s. El primero es la
variación: cada organismo difi ere de otros miembro s de su especie.
Nuestra familia , nuestro s vecinos y otro s seres hum anos varía n enor-
memente en peso, longi tud de la s pierna s, forma de la nariz, personali-
dad y tantas o tra s cosas. El segundo fe nómeno es la heredahilidad gené-
tica: algunas de las variac ion es pr ese ntes en cada poblaci ón se heredan
porque los pro gen itore s transmit e n sus genes a su descende ncia. Nues-
tro peso es mucho más heredabl e que nuestra personalidad , mientr as
que el lenguaje que hablamo s no tiene en absoluto una base genética
heredable. El tercer y último fen ó meno es el éxito reproductor diferen-
cial: todos los orga nismos, in cluido s los humanos, difi eren en el núme-
ro de descendient es qu e producen y que, a su vez, sobre viven hasta
reproducirse. A menudo , las dif ere nci as en el éxito reproductor pare-
INTROD UCC I ÓN 21
cen pequeñ as y sin importancia (mi herman o tiene un hijo más que
yo), pero estas difer encias pueden ten e r e fecto s drá sticos y significati-
vos cuando los individuos tienen qu e lu c h ar o competir par a sobrevi-
vir y repro ducir se. Cada invierno muere entre el 30 y el 4 o por ciento
de las ardill as de mi vecindario, un a prop orción parecida a la de los
humano s que fallecían durante las gran d es hambrun as y epidemias
de peste. La Pe ste Negra mató alm enos a un tercio de la pob lación de
. Europa en tre 1 348 y 13~o.
, . Si un o está de acuerdo en que existe n variación, heredabil idad y
extto reprodu cto r diferencial, deber á aceptar que también tien e lugar
la selecc ión natura l porque el resultado in e vitabl e de la comb inación
de eso s fenómenos es precisamente la se lecc ión natural. G uste o no,
hay selección natura l. Dicho formalm e nt e, la selección natural se pro-
duce siempr e que individuos con var iac io n es heredables di fieren en el
número de des ce ndientes que sobr ev iven en compara ción con otros
individuo s de la población; en otr as palabr as, difieren en su eficacia
biológica (o fim ess) relativa.7 La selecc ión n atur al se produc e más co-
múnment e y co n más fuerza cuando los orga nismos heredan variacio-
nes raras y perjudicia les, como la he mofilia (la incapacidad de coagu-
lar la sangr e), qu e reducen la capacidad de un individuo para sobrev ivir
y rep rodu cirse. Este tipo de caractere s tien en menos probabi lidad de
transmitir se a la siguiente generació n, lo qu e lleva a su reducc ión o
eliminación de la población. Este tip o d e filtro recibe el nombre de se-
lecció n negativa y a menudo conduc e a una falta de camb io con el
tiemp o den tro de una población, a mant e ner el status quo. Sin embargo,
ocas iona lmente se produce selección p ositiva cuando un org anismo
her eda al azar un a adaptación, un ra sgo nu e vo y heredab le qu e le ayuda
a sobr evivir y reproducirse mejor que sus competidor es. Los rasgos
heredabl es, por su propia naturaleza, tienden a aumenta r su frecuencia
de gen eración en generación, provocando cambios con el tiempo.
A prim era vista, pues, la adaptación par ece ser un concepto simple
que debería ser igualmente sencillo d e aplicar a los humanos, los mo-
nos misterioso s y otros seres vivos. S i una especie evolucionó y, por
consiguiente, cabe suponer queestá uadaptada» a una dieta o hábitat
det er minad os, los miembros de esa espec ie deb erían tener más éxito
cuando comen esos alimentos y vi ve n e n esa s circunstancias. No nos
cuesta aceptar que los leones, porejemp lo , están adaptados a la sabana
africana y no a los bosques templados, las islas desérticas o los zoos.
Siguie ndo la misma lógica, si los leo n es es tán mejor adaptados al Se-
22 1.,\ II ISTO HI A D C:I . ClJE lll'O IIU\I \l\ Ll
rengue ci, y por tanto allí sobr ev ive n m ejor, ¿no están los humano s me-
jor adap tados a vivir como cazadores-recolectores, y por tanto es así
como viviría n mejor? Por m uchas ra zones, la respuesta es «no necesa-
riament e», y reílexiona r sobre cómo y por qué es así tiene profundas
implic ac iones para entender por qué la historia evo luti va del cuerpo
humano es relevante para su pr ese nte y futuro.
EL ESPINOSO CO CE PT O DE LA ADAP T ACIÓN
Nuest ro cuerpo tie ne miles ele ad a pta ciones obvias. Las g lándulas su-
do rípar as nos ayud an a mant ene rn os frescos, el cereb ro a pensar y los
enzima s del intestino a diger ir. Estos atr ibutos son adap tacio nes por-
que son carac terísticas útiles y h e r edad as que toma ron forma gracias a
la selecc ión natur al e influye n pos iti vamente en la sup e rvivencia y la
rep rod ucción. Por lo general , ni p e nsa mos en ellas, y su va lo r adaptati-
vo so lo se hace evi dente cuand o d eja n de funcionar co m o es debido.
Por ejempl o, podrí amos pen sa r qu e la cera de los oído s no es más que
un inco rdi o inútil, pero en rea lid a d estas secreciones so n beneficiosas
porque ay ud an a prevenir infecc io ne s. No obstante , no toda s las carac-
te rística s de nuestro cuerpo so n a d apt aciones (no se me ocurre nada
útil que puedan hacer los hoyu elos d e la cara, o el pelo de las narinas, o
la tend encia a bostezar), y mu c has adap taciones funcionan de una for-
ma impr edecible o contraria a nu es tra intuición . Par a ent ender a qué
estamos adapt ados es esencial que id entifiquem os las ve rd aderas adap-
taciones y que interpretem os su r e leva ncia, algo que, sin embargo, es
más fác il de decir que de hace r.
El pr imer problema es id e ntificar qué características constituyen
adap tac iones y po r qué. Pen se m os en nuestro geno ma, qu e es una se-
cuenc ia de unos tres mil mill o n es de pares de molécu las (conocidos
como pa res de bases) que co difi ca n algo más de veint e mil genes. En
cada instante de nuestra vida, mile s de células de nuestr o cuerpo replican
estos miles de millones de pa r es d e bases, cada vez co n una precisión
casi perfecta . Sería lógico in fer ir qu e todo s estos miles de millones de
líneas de código son adapta cio nes vita les, pero resulta qu e casi una ter-
cera part e de nuestro genom a n o ti ene ningun a fun ció n ev idente, sino
qu e está ahí porqu e en algún m o m ento, a lo largo de la evolución, se
añadi ó o perdió su función . 8 N uest ro fenotipo (los rasgos observables,
I NT IH>DLI CC lt )N 23
como el colo r d e lo s ojos o el tamaño de l a péndice) tamb ién está reple-
to de caracte r íst icas que tal vez en o tro ti e mp o desempeñaro n un papel
útil pero que ya no lo hacen, o que simpl e m ente son subproducto s del
modo en que nos desarrollamos.9 Las muel as del juicio ( pa ra quie n
todavía las tenga) están ahí porque las he mo s heredado, y no afecta n a
nuestra capac idad para sobrevivir y re producirno s más qu e muc hos
otros de los rasgos que qu izá tengam os, como un pulgar de dob le arti-
culación, el ló bu lo de la oreja pegado a la pi el de la mejilla, o los pezo-
nes en los homb res. Por consiguiente, es e rr ó neo suponer qu e todas las
características son adaptaciones. Además, a unque sea fác il elabo rar
explicaciones ad lzocsobre el valor ada pt ativo de cualqu ier rasgo (un
ejemplo abs urd o ser ía argume ntar qu e la nar iz evolucionó para soste-
ner las gafas), la ciencia rigurosa ex ige q u e se ponga a prueb a si una
caracte rística particul ar es realment e un a ad aptación. 'º
Aunque las adaptacio nes no sean can abundan tes y fáciles de iden-
tificar como un o pudiera pensar, nu es tro c ue rpo está lleno de ellas. Sin
embargo, lo qu e hace que una adap tac ió n sea verdaderam ent e adapta-
tiva (es decir, qu e mejore la capacidad d e sob revivir y reproduci rse de
un individuo) suele depender del contexto. Llegar a compr en der esto
fue, de hec ho, un o de los frutos prin c ip ales que Darwin ob tuvo de
su famoso viaj e alrededor del mund o e n e l B eagfe. Darw in infir jó (a su
vuelta a Lo ndr es) que las variacion es e n la forma del pico entr e los
pinzones de las islas Galápagos eran ada pt acio nes para com er distintos
alimentos.D urant e la estación lluviosa, un pi co más largo y fino ayuda
a los pinzones a co mer algunos de sus a lim e nt os preferido s, como fru-
tos de cactus y garra patas, pero dur a nt e los periodos secos, un pico
más corto y grueso ayuda a los pinzo nes a comer cosas menos desea-
bles, como las se millas, que son más dura s y menos nutr itiva s.' ' De
este modo, la fo rm a del pico, que se hereda ge néticamente y varía den-
tro de una mi sma población, está suj eta a la selección natural en los
pinzones ele las Galápagos . Como las pa ut as de precipitación fluctúa n
entre estacio nes y entre años, los pin zones de pico largo tendr án, en
términos relativos, menos descendi ent es du ra nte los periodo s secos,
mientras qu e los pinzones de pico corto tend rán una descende ncia re-
lativamente men or durante los periodo s llu viosos, así qu e e l porce nta-
je de picos co rtos y picos largos irá va ri a nd o. El mismo proceso se apli-
ca a otras especies, incluidos los hu mano s. Muchas de las variaciones
entre los humano s, como el peso, la for ma d e la nariz y la capacida d de
digerir alime ntos como la leche so n heredab les y evo luciona r on en
 LA ltlST l) ll. l ,\ DE L CUERPO H UM A NO
24
ciertas poblaciones a ca u sa de circunstancias ambientales concreta s. La
piel clara, po r eje mpl o , no proteg e de las qu emadura s solares, per o es
una adaptación qu e ayuda a las células que hay debajo de la piel a sinte-
tizar la vitamin a D sufici e nte en hábitats templados con bajos nivele s
de radiación ultravioleta durant e el invierno."
Si las adaptaciones d e p enden del contexto, ¿qué contextos imp or-
tan más? Aquí ~s d o nd e la cuestión se torna difícil de una forma signi -
ficativa. Dado que, por d e finición , las adaptaciones son características
que ~os ay udan a tene r má s descendientes que otros en nuestra pob la-
ción, la selecc ión de adaptaciones será más potente cuando más proba -
ble sea que varíe e l núm ero de descendi ente s que sobreviven. Di cho
crudam ente, las adap tac ion es evolucionan con más fuerza cuando las
cosas se pon en mal. Por pon er un ejemplo , nuestros antepasado s de
hace unos 6 mil lones de a ño s comían fundam entalmente frutos, pero
eso no signifi ca qu e su s di e ntes estuviesen adaptado s a masticar uv as e
higos. Si unas sequí as grave s pero poco frecuentes hacían escasea r los
frutos, los indi vid uos con mo lares más gra ndes y gruesos que les sir -
viesen mejor para m as tica r alimentos menos deseables, como hojas,
tallos y raíces duros, gozaría n de una fuerte ventaía selectiva. D e l mi s-
mo modo, la tend e ncia cas i uni versal a que no s apetezcan los aJjmentos
ricos en calorí as, co m o los pasteles o las hamburgu esas, y a almace nar
el exceso en forma de grasa es maladaptativo en las actuales condicio -
nes de consta nte abundan cia, pero debió se r muy ventajosa en el pa sa-
do, cuando la comida e ra má s escasa y meno s calorífica.
Las adapt aciones también tienen costes que se contrapo nen a s us
beneficios. Cada vez qu e se hace algo, se deja de poder hacer otra cosa.
Además, co mo las co ndici o nes inevitablemente cambian, los cos tes y
beneficios relativos d e las variaciones también cambiarán inevitabl e-
mente, dependiendo d e l contexto. Entre los pinzones de las Galápagos,
los picos gruesos son m e no s eficaces para comer cactus, los picos fin os
son menos ef ica ces par a comer semillas duras, y los picos interm e-
dios son menos eficaces para comer los do s tip os de alimentos. Entr e lo s
humanos, tene r pie rna s cortas es ventajoso pa ra conservar el calo r e n
los climas fríos , pero una desventaja a la hora de caminar o correr lar-
gas distancias de una man era eficaz. Una consecuencia de estos y otros
compromisos es que la selecc ión natural raramente , o quizá nunca , al-
canza la perfe cción porque los entorn os siempr e están cambiando. A
medida que la pr ecipitación, la temperatura , el alimento, los depr ed a-
dores, las presas y o tro s factore s cambian con las estaciones, los años y
I N TH <.JDUCC IÚN
periodos más largos, tambi én cambia el valor adaptativo de cada uno
de estos rasgos. Las adapt acio nes de cada individuo son, pues, el resul-
tado imperfecto de una serie inacababl e de compromi sos que nunca
dejan de alterarse. La selecci ó n natural siempre empuja a los organis-
mo s hacia el estado óptimo , pero es te casi siempr e es imposible de al-
canzar.
La perfección tal vez no pueda alcanzarse, per o los cuerpos funcio-
nan notablemente bien baj o un a mplio abanico d e circunstancias gra-
cias al modo en que la evo lució n acumula adaptaciones en el cuerpo
má s o menos del mismo mod o qu e muchos de nosotros no dejamos de
acumul ar nuevos utensilio s de cocina , o libros o piezas de vestir. Nues-
tro cuerpo es un revoltijo d e adaptac iones que se han ido amontonan-
do a lo largo de millones de a ño s. U na analogía de este efecto de bati-
burr illo es el palimpsesto, una antigua página manu scrita en la que se
escribió más de una vez y que, po r consiguient e, contiene múltiples
capas de texto que comien za n a m ezclarse con e l tiempo a medida que
los textos más superficiales se van desgastando y borrando. Como un
palimpsesto, un cuerpo tie ne mú ltip les adaptaciones relacionadas que
a veces entran en conflicto, pero que otras veces trabajan al unísono
ayudándonos a funcionar de una man era eficaz en un amplio abaruco
de situaciones. Pensemos e n la di e ta . Los diente s humanos están sober-
biam ente adaptados para comer fruto s porque hemo s evolucionado a
part ir de simios que se alim e ntaban sobre todo de fruta; en cambio,son
muy poco eficaces a la hor a de com er carne cruda, sob re todo la dura
carn e de la caza. Más tarde, adquirimos mediante la evolución otras
adaptaciones como la habi lidad para fabricar he rrami entas de piedra
y cocinar que ahora nos pe rmiten com er carne, cocos, ortigas y prácti-
camente cualquier cosa qu e no sea venenosa. No obstante, las adapta-
ciones múltiples que intera cc ionan a veces dese mbocan en soluciones
de compromiso (Lrade-offe). Como exploraremo s en capítulos poste-
riore s, los humanos desarro llaron adaptaciones para caminar y correr
ergui dos, pero estas limitar on nu es tra capacidad para salir a toda velo-
cidad o trepar con gran agilidad.
E l último y más importa nte aspecto de la adaptación es absoluta-
mente crucial: ningún organi smo es tá adaptado en primer término para
se r sano, vivir mucho tiempo o alcanzar muchas de las otras metas que
las personas nos proponem os. Recordemo s, una vez más, que las adap-
taci ones son características modeladas por la selecc ión natural que pro-
mueven el éxito reprodu cto r relativo (fimess) . En consecuencia, las

adaptacion es evo lu cio n an para promover la salud, la longevidad y la
felicidad solo en la medida en que estas benefician a la capacidad de un in-
dividuo de dejar más descendientes. Volvie nd o a una cuestión anteri o r,
los hum anos evo lu cio n aro n para ser prope nsos a engordar no porqu e el
exceso de gra sa nos h aga más sanos, sino po rqu e aumenta la fert ilidad.
D el mismo m odo, la tend enc ia de nuest ra espec ie a sentirse preo cup a-
da, ansiosa o esrre sada es causa de mucho malestar e infelicidad, pe ro se
trata de anti g uas adaptaciones para evitar o hace r frente a los peligro s.
Y no hemos evo luc io n a d o única~ ente para cooperar, innovar, comu -
nicar y ayudar, si no tam bi én para engaña r, ro bar, mentir y mata r. E n
resumid as cuentas, mu c has de las adap taciones humanas no evo lu cio-
naron necesa ria mente p a r a promover el bi enesta r físico o mental.
Al final, intentar res po nder a la pregunta «¿a gué están adapt ad os
los hum anos?» es, par adó jicamente, un emp eño a la vez simple y qu i-
jotesco. De u n lad o, la res pu esta más fundame ntal es que ¡los hum a nos
estamos adaptado s a te ne r tantos hijos, nietos y bisnietos como sea po-
sible! D e otro lad o, la m ane ra en que nue str os cuerpos se las arr eg la n
para perpetua r se e n ]a sig uiente generació n es todo menos simple . A
causa de nu es tra co mpl eja historia evo lutiva , no estamos ada1)lad os
a una única di eta, h áb itat , entorno social o rég imen de ejercicio. D es d e
una perspec ti va evo lu tiva, la salud óptima no existe. En consecue n c ia,
los hum anos ( igua l qu e nu estro amigo, el mono misterioso) no so lo
subsisten sino que a vece s incluso mejo ran en co nd iciones nuevas pa ra
las qu e no están ad a p tados (como los barri os residenciales de Flo ri da) .
Si la evoluc ió n no nos proporciona nin gu na guía fácil de se guir
para opt imi za r la salud o prevenir las e nfe rm edades, ¿por qu é q u ie n
esté intere sado e n su bi enes tar debería preo cup arse por lo que oc urri ó
durant e la ev o luc ió n hum ana? ¿Qué re levanc ia tienen para nu estro
cuerpo los simios , los n ea nd ertales o los prim e ros agricultores de l neo-
lítico? Se me ocu rr en do s respuestas muy imp o rtantes, una relacionada
con nue stro pa sado evo lu tivo, la ot ra co n nu estro presente y futur o
evo lutiv o.
P O R QUÉ EL PASADO EVO L UT I VO H UMANO IMP OR TA
Todo quisque y todo cu e rp o tiene una hi stor ia, o en realidad tiene do s.
Una es la hi sto ria de nu es tr a vida, nuest r a biog raf ía: quiénes son nu es -
1NTHOD UC C IÓN
tra s padres y cómo se con oc ieron , dónd e nos cria mos y cómo se ha ido
mode lando nuestro cuerpo co n las vicisitudes de la vida. La otra histo-
ria es evolutiva: la larga cadena de acontecimientos qu e fueron trans-
forman do el cuerpo de nu es tr os antepasados, gene ració n a genera-
ción, a lo largo de millones de años, y que hizo nuestro cuerpo distinto
al de Hamo erecws, un pez o un a mosca.'l Las dos historias merecen
conocerse, y comparten c ie rto s elementos com unes: persona jes (con
algunos presuntos héroes y v ill ano s), escenarios, aconteci mientos in-
espe rados, triunfos y trib ulac ion es. 14 Ambas histor ias pueden enfocar-
se usando el método científico para formularlas como hipótesis con
hechos y suposiciones qu e pu e d en cuestionarse y rechazarse.
La historia evolutiva de l c u e rpo humano conforma un relato inte-
resa nte. Una de sus leccion es m ás valiosas es que no so mos una especie
inevita ble: si las circunstanc ias hubieran sido dife rentes, aunque solo
fuese ligeramente, seriamo s uno s seres muy distin tos ( o lo más proba-
ble es gue no existiéram os e n ab so luto). Para mu cha ge nte, sin embar-
go, la principal razón para ex p licar (y someter a pru eba) la historia del
cuerpo humano es la de ar ro ja r luz sobre el problema de porgué somos
co mo somos. ¿Porgué te ne mo s un cerebro gra nd e , unas piernas lar-
gas, un ombligo especialm ent e vi sible y otras pecul iar idades? ¿Porgu é
ca min amos sobre dos pie rn as y nos comunicamos por medio del len-
gua je? ¿Por qué cooperamos tanto y cocinamos nu estro s alimentos?
Un a razón práctica relac io na d a (y urgente) para toma r en considera-
ció n cómo evolucionó el cue rp o hu mano es para co noce r mejor a qué
estamos adaptados y a qu é no y, po r ende, por qu é enfe rmamos. En-
tend er por qué enfer mamo s es, a su vez, esencial para pr evenir y tratar
las enfermedades.
Para comprender mejor este a rgu mento, pensem os por un momen-
to en la diabetes de tipo 2, una e nfer medad casi totalme nte prevenible
cuya incidencia se está dispara nd o en todo el mund o. Esta enfermedad
se manifiesta cuando las cé lulas del cuerpo dejan de responder a la in-
sulina , una hormona que reg ul a la extracción de azúcar del torrente
sangu íneo para almacenar lo e n fo rm a de grasa. C uand o la incapacidad
para responder a la insulin a se ge nerali za, el cuerpo comienza a actuar
como un sistema de calefacc ió n ave riado que no co nsigue distribuir el
calo r desde la caldera hacia el res to de la casa, de manera qu e la caldera
se sobrecalienta mientra la casa se hiela. En el caso de la diabetes los
niveles de azúcar en sangr e no d ejan de subir, lo que a su vez estimula' al
páncreas para que produ zca má s insul ina, en vano. Co n el paso de los
 L\ l l l ~T()(ll ,\ DEI. C U ~ltPO IIUM/\NO
año s, el páncreas, fatigado, no puede producir la insulina suf ic ie nt e y
los niveles de azúcar se mantienen siempre elevados. El exceso de azú-
car en la sangr e es tóxico y provoca terribles problemas d e saiud que
desembocan en la muerte. Por sue rt e, la ciencia médica ha conseguido
reconocer y tratar los síntomas de la diabetes desde sus primeras fases ,
lo qu e permite que millones de diabéticos sobrevivan durante décadas.
A primera vista, se diría que la historia evolutiva del cue rp o hum a-
no no tie ne nada que ver con el tratamiento de los enfermos de diabe-
tes de tip o 2 . Como estos pacientes necesitan unos cuidados médico ·s
urg entes y caros , en la actualidad mil es de científicos estu dian los me-
canis mo s cau sa les de la enfermeda d , por ejemplo la razón de qu e a lgu-
na s célu las se tornen resistente s a la insulina, o de que las ago tadas cé-
1u las que producen insulina en el páncreas dejen de funciona r, o de que
cierto s ge nes predispongan a unas personas y no a otra s a la enferme -
dad. 1nvestigaciones como escas so n ese nciales para mejorar lo s trat a-
miento s. Pero ¿y si lo que queremos es prevenir la enferm edad? Para
p re venir un a enfe rmedad o cualquier otro problema complejo , n o bas-
ta co n co nocer sus mecanismos causales o inmediatos, sino tambi én
sus raíc es más profundas. ¿Por qué se produce? En el caso de la diabe-
te s de tip o 2, ¿por qué somos los hum anos tan susceptibles a esta enfe r-
medad? ¿Por qué en algunos casos nu estro cuerpo responde mal a los
esti los de vida mod ernos y acaba desarrollando diabetes d e tipo 2?
¿Por qué algu n as personas cor ren un riesgo mayor de contraer la ? ¿Por
qué fracasamos tanto en nuestr os int entos por convencer a la gente de
qu e coma al im entos más saludab les y haga más ejercicio para prevenir
la e nfe rmed ad?
Los esfue rzos por responder a estos y otros Po't¡ués n os lleva n a
tomar en cuenta la historia evol utiva del cuerpo human o. Nadie ha ex-
pre sado mejor este imperativo que el pionero de la genét ica Th eo do-
sius Oobzhan sky, quien escribió el célebre adagio: «Nada en la biolo-
g ía co br a senti do si no es a la luz de la evolución,,.' 1 ¿Por qu é? Pues
porque e n lo más esencial la vida es el proceso por medio del cua l los
sere s v ivo s uti lizan energía para hacer más seres vivos. Por ello, si que-
remos sabe r por qué nuestro aspe cto y nuestra manera d e fun c ionar y
de enferm ar son distintos de los de nuestros abuelos, nu es tro s vecinos
o el mo no misterioso, necesitamos co nocer la historia biológica, la lar-
ga cadena d e procesos que nos ha hecho distintos de nuestros abuelo s
y vecinos o d e los monos. Además, los detalles importantes de esta his-
toria se re m o ntan a muchísimas generaciones. Las distint as adaptacio-
INTI\UD UCC l~)N
nes de nuestro cue rpo se seleccionaron para ayudar a nuestros ant e-
pasados a sobrevivir y reprod ucirse en un número incalculable de
encarnaciones distantes, no solo como cazadores-recolecto res, tam-
bién como peces, m o nos, simios, austra lopitecos y, más recientem e n te ,
agricultores. Estas a d ap taciones explican y limitan el funcionamiento
normal de nuestro c u er po, la forma en que digerimos, pensamo s, n os
reproducimos, dormim os, caminamos, corremos, y mucho más. D e
ello se sigue que tomar en cuenca la larga historia evolutiva del cuerpo
ayuda a explicar por qué nos enfermamos o lesionamos cuand o no s
comportamos de un m odo al que estamos adaptados de forma po br e o
insuficiente.
Volviendoal probl ema de por qué los humanos contrae mos d ia b e -
tes de tipo 2 , la respuesta no está únicamente en los mecanismos ce lul a-
res y genéticos qu e provocan la enfermedad. A un nivel más pro fund o,
la diabe1eses un probl ema creciente por que el cuerpo humano, como
el de los primates cautivos, está adaptado fundamentalmente a un as
condiciones mu y distintas y eso hace que estemos inadecuadament e
adaptados para enfr e nt arno s a las dietas modernas y la inactividad físi-
ca_,r,Millonesde años de evolución favorecie ron a los antepasados qu e
ansiaban los aliment os rico s en energía, entre ellos los carbohidrato s
simples como el az ú ca r, que solían ser poco abundantes, y a los que a l-
macenaban de un a man era eficiente el exceso de calorías en forma d e
grasa. Además, po cos de nuestros antepasados distantes, quizá ningu -
no, tuvo la oportunid ad de desarrollar diabet es por ser físicamente in-
aclivo o ingerir mont o nes de rosquillas y refrescos. Nuestros ante pa -
sados tampoco experimen taron una selección fuerte para adaptar se a
las causas de otra s e nf erm edades y discapac idades como el endur ec i-
miento de las arterias, la osteoporosis o la miopía. La respuesta funda -
mental a la pregunt a de por qué en la actua lidad somos tantos los qu e
contraemos enf erm e dad es que en otro tiempo fueron raras es que mu-
chas de las carac te rí sticas de nuestro cuerpo eran adaptativas en los
ambientes en los qu e evo lucionamo s per o se han tomado malad apt a ti-
vas en los ambi ente s modernos que hemo s creado. Esta idea, qu e se
conoce como hip ó te s is del desajuste, está en el centro de un campo
nuevo y emerge nte , la medicin a evolutiva, que aplica la biología e v o-
lutiva a la salud y la e nfermedad . ' 7
La hipótesis de l d esajuste es el tema central de la segunda parte de
este libro, pero pa r a d etermin ar qué enfermed ades tienen su cau sa en
desajustesevoluti vos, nec esitamos algo más que una reflexión superfi-
 l.\ 111\l'\ ) III \ DEI (TFHPO lll ' M \ \l
cial so br e la evo lución humana. Algunas aplicaciones simpl istas de la
hipóte sis del d esajuste propon en que como los human os evo luciona-
ron com o cazadores -recolecto res, debemos estar óptimam ente adap ta-
dos a la fo rm a de vida de los cazadores-recolecto res. Es1e tipo de a rgu-
mentac ió n puede lleva r a prescripciones ingenuas basadas en lo qu e
observa mos que come n los bosqu imanos del Kalahari o los inuit ele
Alaska. U no d e los proble mas es qu e los propios cazadore s- reco lecto-
res no siem pr e están sanos y son mu y variables, en buena parte po rq ue
viven en un am pli o aban ico de entornos natu rales que van de los de-
siertos a la tundra ártica pasan d o por las selvas tropi ca les y los bos-
ques . No ex iste un a forma ele vida ideal y modélica de los cazador es-
reco lecto res . Pero lo más impo rtant e, como ya se ha com en tado, es que
la se lecció n na tur al no necesa riam en te adaptó a los cazado res- reco lec-
e
to res o cua lqui er o tr o ser vivo) a estar sano, sino a tener ta nto s h ijos
co mo pu eda que también sobreviv an para reprodu cirse. T ambi én vale
la pen a insist ir en qu e los cue rp os humanos (incluso los de aque llos
cazado res- reco lec1ores) so n recop ilaciones, a modo de pa limp ses-
tos, de ada p tacio nes qu e se fue ron acumulando y modifi ca nd o co n el
paso ele innum e rabl es gene raciones. Antes de que nues tr os antep asa-
dos fuese n cazado res-recolecto res, fuero n bípedos de aspecto simies-
co, y antes peq ueños mamíf eros, y así sucesivamen 1e. Y des de ent on-
ces, algu nas pob lac iones han desa rrollado por medio de la evolución
nu eva s adapt ac iones a la vida de agr icultor. Por cons igu iente, no hay
u n único amb ien te en el qu e evo lucionara el cuerpo hu ma no y al que,
por ta nt o, se enc ue ntr e adapta d o. Así que responder a la pregunta «¿a
qu é es tamos adaptad os?,, exige no solo que tomemos en cuenta a los ca-
zado res- reco lecto res de una fo rm a realista, sino que ademá s examin e-
mos la la rga cad ena de aco ntecim ientos que condujero n a la evo lución
de la caza y la reco lecció n, así co mo lo ocurrido desde qu e em pezam os a
cultivar o c riar nuestros alimento s. A modo de analogía , intenta r enten-
der a qu é es tá adap tado el cuerp o humano fijándonos úni camente en los
cazador es- reco lecto res sería co mo intentar entender el resu ltado de un
partido de fútbo l mirando sola mente un fragmemo de la segu nda parte.
En con cl us ión, es much o lo que podemos ga nar al co n siderar de
una fo rm a m ás que supe rfi cial la histor ia de cómo y po r qué evolu cio-
nó el cue rpo humano si realme nte deseamos compr ender a qu é esta-
mos adaptado s los humanos (y a qué no). Como la de cua lqui er fami-
lia, la histo r ia evo lutiva de nu es tra especie vale la pen a co noce rla pero
es co nfu sa, embrollada y llena de lagunas. Comparad o con las difi cul-
INTIIOOUCCIÓN
31
tades ele reco nstruir e l árbol de fam ilia de los ante pasados huma n os,
seguirle la pista a lo s pe rsonajes de Guerra y Pª{ es un juego de ni ñas.
o obstante, más de un siglo de intensas investigac iones nos ha pro-
porcionado un conocimien to coherente y amp liamente aceptado de
có mo evo lucio nó nu est ro linaje a partir de los gran des simios de algún
bosque africano h as ta convenirse en los modernos hum anos que habi-
tan en cas i todo e l pl ane ta. Dejando de lado los detalles precisos del
árbo l de familia (en esencial, quién engend ró a qu ién), p.uede destilar-
se la h isto ria de l cue rpo humano en cinc o grandes tran sformac iones.
N inguna de e llas íue inevitable, pero todas altera ron los cuerpos de
nuestros antepasados d e formas distintas añad iendo nuevas adaptacio-
nes y e liminando otras.
Pn JMCRA THAN'>JC JÓ N : Los primeros antepasados de /os humanos di-
vergen de !os sim iosy evolucionan hasta convertirse en bípedos er-
gu idos.
SE<, u
1
0 ,, THA N<.,I CIÓN : Los descendientes de aquellosprimeros a,uepa-
sados, !os austra/opitecos, desarrottan por medio de la evolución
adaptaciones para obtener y comer una amplia variedad de ali-
mentos, .Y n o una die1abasada casi exclusivameme en !osfrutos .
T EHCF.I\A THAN~JCIÚN : Nace unos 2 millones de años, !os primeros
miembros del género humano evolucionan lwsta adquirir un cuerpo
casi (aunque no completamente) modernoy un cerebroligeramente
mayor que !es permite convertirse en los primeros ca{adores -reco-
!ectores.
CUA HT A THANSJC JÓN : A medida que /os antiguos ca{adores-recolecw -
respr osperan y se dispersanpor buena parte del Viejo Mundo, la
evolución los dota de un cerebro aún mayor y de un cuerpo más
grande y de crecimiento má.slento.
Q U I NTA THANSIC JÓN : Los
humanos modernos desarrollan a {o !argo de
su evolución una capacidad especia/ para e/ lenguaje, /a cultura y
la cooperación que les permite dispersarse con rapide{ por todo el
globo hasta convertirse en la única especielwmana que /,a sobrevi -
vido en el planeta.
 L.\ III STO I\IA DEL CUE RP O II U~ l ,\Nt)
P OR QUÉ LA EVO L UC I ÓN TAMBIÉ N I MPORTA
PARA EL PRE SENTE Y EL FU TURO
Mu chos creerá n qu e la evolución es solamente el es tudio del pasado.
Yo tambi én solía creerlo, y lo mismo puede dec irse d e mi diccionario,
que define la evo lución como «el proc eso median te e l cual, según se
cree, se desarrollaron y diversificaron distinto s tipos de seres vivos a
pa rt ir de formas anteriores a lo largo de la historia de la Tierra». Esta
d efi nición no me satisface porque la evo lución ( que yo pr efiero definir
como cambio con el tiemp o) es un proceso dinámi co qu e sigue produ-
ciéndo se en la actua lidad. A diferencia de lo qu e o tro s suponen, el
cuer po humano no dejó de evo luciona r cuando fin a lizó el Paleolítico.
A l contra rio, la se lección natur al sigue actuan do in ca n sablemente, y lo
seg uirá haciendo mientra s los human os heredem o s va r iaciones que in-
fluyan , aunque sea del modo más leve, so bre el núm e ro de descendien-
tes que tenemos y qu e sobreviven hasta repr od u c ir se. En consecuen-
cia , nuestro cuerp o no es exactament e el mismo qu e el de nuestros
an tepasados de hace un os ciento s de ge ner acio nes . D el mismo modo,
nue str os descendi entes de aquí a ciento s de ge ne r ac iones también se-
rán distintos de noso tros.
La evoluc ión, ad emás, no se limita a la evo lución biológica. Los
ca mbio s con el tiemp o de los genes y los cuerp os so n de suma impor-
tanc ia, pero hay otra dinámica crucial que deb e tener se en cuenta, la
evolución culwral, qu e hoy por hoy es la fuerza d e cambio más podero-
sa en el plane ta, y está produ ciendo cambios radica les en nuestros
cue rpos. La cultur a es, en esencia, lo que la gent e a pr ende, de manera
q u e las culturas evo lucionan. Sin embargo, un a di fe ren cia fundamen-
tal entr e la evoluci ó n cultural y la biológica es qu e la c ultura no cambia
ú ni camente por m edio del azar sino también po r m edi o de la intención ,
y la fuente de este camb io puede provenir de cualquiera, no solo de los
pr ogenitores. Por ello, la cultur a puede evolucionar con una rapidez y
m ag nitud pasmosas. La evolución cultural hum a n a tuv o sus comien-
zos hace millones de años, pero se aceleró trem e ndamente con la evo-
lu ción de los hum anos modern os, hace uno s 200.000 años, y en la ac-
tualidad ha alcanzado una velocidad de vértig o. Si miram os lo ocurrid o
dura nte los último s ciento s de generacion es, veremos que hay dos
tr ansformacione s cultura les qu e han sido de v it al importan cia para el
cuerpo hum ano y que debemos añadir a nu est r a lista de transforma-
c io nes evoluti vas:
I NTROD UCC IÓN
33
La Revolu ción Agrícola., cuando/os humano s em-
SE XT A TR ANS IC IÓ N:
pe:r_arona cultivar y criar sus alimentos en ve{ de recogerlos y catar-
los.
SÉPTIMA T HANS ICIÓN: La Revol ución Industrial, que comen{ Ó cua ndo
empe:r_amos a u.sarmáquinas para reempl<l{arel traóaj o de Lasper-
son as.
Aun que estas do s última s tr ansformaciones no genera ron n uevas
especies, es imp os ible exage rar su importañcia para la hi s t oria del
cuerpo hum a no porgue mod ificaro n radicalmente lo qu e co m e m os y
la mane r a en qu e trabajam os, dormimo s, reguJamos la te mp e ra tur a
corpo ra l, int e racc ionamos e inclu so defecamos. Aunqu e es to s y ot ros
cambios e n e l ambi ente de nu estr o cuerpo han estimulado e n cie rta
medid a la se lecció n natural , en su mayor parte han inter accio n ado con
los cue rpos qu e hemos hered ado de diver sas maneras qu e todaví a te-
nemos qu e aca b ar de desentrañar . Algu nas de estas inte racc ion es han
sido benefic iosas, y en particular nos han permitido tene r m ás hijos.
Otra s, en ca mb io, han sido pe rjudi ciales, y aquí se inclu ye to d a una
serie de nu evas enfermedades por desajuste causadas po r con tagio,
malnutrici ó n e ina ctividad física. A lo largo de las últimas ge n e racio-
nes hemo s apr end ido a dom eñar o contener muchas de esta s enferm e-
dades, per o o tr as enfermedad es por desajuste que son cró ni cas y no
cont ag iosas, much as de ellas asociadas a la obesidad, sigue n a um en-
tando tanto e n prevalencia com o inten sidad. Se mire como se mir e,
gracias a lo s rápid os cambio s cultura les, la evolución del cu e rp o hu -
mano di sta mu cho de haber acabado.
Es por eso que, en mi opini ón, cuando se aplica a los hum an os, la
genial se nt e n cia de Dobzhan sky de qu e <<nada en la biología cobra sen-
tido si no es a la luz de la evolución» no se aplica únicament e a la evo lu-
ción por se lecc ión natural sino tamói én a la evolucwncultural. Ye ndo un
paso má s allá, si tenemos en cuenta que en la actualidad la fu e rza domi-
nante de l cambio evolutivo qu e actúa sobre el cuerpo humano es la
evolu ción cultural , debemos concluir que podremos entend e r mejor
por qu é cada v ez más gent e contra e enfermedades crónicas y n o inf ec-
ciosas po r d esa ju ste, y mejorar la manera de prevenire stas e nf e rm eda-
des, si consi d eram os las interacciones entre la evolución cultur a l y el
cuerpo qu e hemo s heredado y que aún evoluciona. Estas interacci ones
a veces ponen en marcha una desafort un ada dinámica qu e típic am ente
se desa rroll a de la siguiente manera: Prim ero, contraemos e nf er meda-
34 L ·\ III ST OIU -\ D EL Cl 1ERP O I I U~l ,\Nll

d es crónicas y no infecciosas por desajuste qu e ti ene n su causa en el

hec ho de que nuestro cuerpo está poco o m a l adap tado a los nuevos
am bientes que hemos crea do por medio de la cu lt u ra. A conLinuación,
por d iversas razones, a veces no logramos preve nir estas enfermeda- PRI MERA PARTE
des por desajuste. En alg unos casos, no en ten d e m os las causas de un a
enfe rmedad lo bastante bien como para pr even irl a . A menudo, los in- SIMI OS Y HUMAN OS
tentos de preve nción fracasa n porque es difíci l o imposi ble camb iar lo s
nue vos facto res amb ienta les responsables de l d esa juste. Oca siona l-
m ent e, promove mos inclu so l~s enfermeda d es p o r desajuste po rq ue
tr atamos sus sínt0m as con tanta eficacia q ue, sin quere rlo, perpetua-
rn os sus causas. En to d os los casos, sin emba rgo, al no considerar las
ca usas ambientales d e las en fermedad es po r d esajuste dejamos que se
prod uzca un círculo vicioso que permit e qu e la e n fermedad prevalezc a
o incluso se torn e más co mún o más gra ve. Es te bucle de realime nta-
c ión no es una for ma de evolució n bio lóg ica po rq ue no transm itimos
las enfermedades por desajuste directam e nt e a n uest ros hijos, sino una
fo rm a de evolución cultur al, porque tr ansm itim os los ambientes y
co ndu ctas que las provoca n.
Pero me estay ad elantando a mi propi o r e lato y a la histo ria de l
cuerpo humano. Ant es de pensar en cóm o int e r acc ionan la evo lució n
bi o lógica y la cu ltur al, tenemos que con sidera r la larga trayec to ria de
nu es tra histo ria evoluti va, cómo nuestra evo lu c ió n nos llevó a desarr o -
llar la capacidad par a la cultura y a qu é es tá r ea lmente adaptado el
cue rpo humano. Esta explo ración nos obli ga a r et rasa r el reloj unos seis
mill ones de años y situ arn os en un bosqu e d e a lgú n lugar de Á frica ...
 2

SIMIO S HECHOS Y DERE C H OS

Cómonoshicimosbípedos

Más rápidasson tus manos para combatir,

pero más largas mis piern as, para huir.
S HAK.ESPEARE, El sueñ o de una noche de verano

E l bosque está tranquil o, como de costumbre; so lo se oyen los sonidos

apaga do s del cru jir de las hojas, el zumbido d e los in sectos y el gor jeo
de algunos pájaros. De repente se desata el caos. Tres chimpancés des-
garran el dosel de los árboles con saltos espectacu lares de rama en
rama; con el pelo erizado, gritan salvajemente mientra s persiguen a un
grupo de colobos a un a velocidad de vértigo. En m e nos de un minuto ,
un chi mpancé ad ult o y experimentado da un sa lto fenomenal, captu ra
a un o de los aterrados monos y le machaca el cerebro contra un árbol.
La cacería acaba tan súbita mente como comen zó. Mientr as el vencedor
d es garra su presa y emp ieza a consumir su ca rne, otros chimpancés
ululan excitados. Para la mayoría de los hum anos, un a escena como
esta produce estup efacción. Observar cómo caza n lo s chimpancés pu e-
de resultar perturbador , no solo por la violencia, si no también porque
p referimos verlos como unos primos amables e inteli gentes. A veces
parecen un espejo de lo mejor que tenemos, pe ro cuando cazan, los
chimpancés reflejan las tendencias más oscuras de la hum anidad por su
ansia de carne, su capacidad para la violencia e inclu so su letal uso de la
estrategia y el trabajo en equipo.
La escena también pone de manifiesto cont rast es fundamentales
entre el cuerpo de los humanos y el de los chimpancés. Aparte de dife-
rencias anatómicas obvias como el pelaje, el hoc ico y la forma de cami-
n ar sobre cuatro patas, la espectacular destreza d e lo s chimpancés du-
rante la caza subraya hasta qué punto los human os somos atléticamente
patético s. Los hum anos casi siempre cazan con armas porque en la ac-
 l..-\ 111,TO H I \ Dl ' L CUEHP O II U ~l ,\N O
tualidad ni nguna persona podrí a co mp e lir co n un chimpancé en velo-
cidad , pote n cia y agilidad, sob re tod o en los árboles. Pese a mi deseo
de ser co mo Tarzá n, soy torpe tr epa nd o árbo les, pero incluso los más
experimenta do tienen que subir y bajar de los árboles con precaució n
y caute la. La hab ilidad de ascender po r el tro nco de un árbo l como si
fuera u na escalera, de saltar entr e r a m as de aspecto preca rio, de aga-
rrar en el aire a un mono que huye y cae r con aplom o sobre una rama
segura su pe ra co n mucho la de sLreza de los más en trenado s gi mnastas
human o s. Au nque presenciar cómo caza un chimpan cé resulte pertu r-
bado r, me re sult a imposible no ad mir ar las inhumana s hab ilidade s
acrobátic as d e estos simios con lo s qu e co m partimos más del 98 por
ciento de nuestro código genét ico .
Lo s hu m anos también somo s, e n co mp aració n, unos atle tas poco
do tado s en tier ra . Los humano s má s ve loces pu eden correr a unos 37
kilómetro s por hora dur ante m en os d e m edi o m inuto. A la mayoría de
mortales, le nto s como somos, es a veloc idad nos parece sobrehumana,
pero mu cho s mamífero s, en tre e l los lo s ch imp ancés y las cabras, co-
rren fácilme n te al doble de esa v e lo c id ad dura n te muchos minuto s sin
neces idad d e en trenadores ni a ños d e es fuerzo . Yo no le ga naría una
carr era ni a un a ardilla. Adem ás, los human os co rremos de una manera
torp e e in estab le, y somos inca paces d e da r g iro s ráp idos. La más míni-
ma promin e ncia, el bache más pequ e ño , pueden ha cer que un cor redor
tro piece y ca iga al suelo. Para co lm o, nos falta potenci a. Un chimpancé
adult o pesa de tí a 20 kilogram os, m uch o menos que la mayoría de los
hombr es, p ero las pruebas para med ir su fuerza indican que la potencia
muscular de un chimpancé medi o es m ás del d oble de la que alcanzan
los más fo rni cios ar.leras de élite. '
Al ini ciar nu estra explor ac ión d e la histo ria del cuerpo humano
co n el obje to de averiguar a qué estamos adap tad os, la pri mera pre-
gu nta q ue nos plante amos es: ¿po r qu é y cómo se to rnaron los huma-
nos tan pob remen te adaptad os a la vi d a en los árbo les, además de débi-
les, len tos y tor pes?
La re spu esta tiene que ver , de e ntrada, co n el hecho de que nos er-
gu imo s, que a to das luces es la prim e ra g ran tra nsformación de la evo-
lución hum ana. Si hay una adap tac ión in icia l clave, la chispa que des-
vió al linaje huma no hacia un a trayecto ria evo lut iva distinta de la que
sigui eron el resto de los simios, lo m ás probab le es que sea la bipeda -
ción, la ca p ac idad de manten erse e n pi e y cam in ar sobre dos pierna s.
Con su habitual presciencia , fue Darwin el pr imero en sugeri r esta idea
, 1~ll lh IIE C IIO\ Y D F.I\F C II U~
en 187 1. Sin u n regi stro fósil en qu e apo y ar se, Da rwin elaboró su co n-
jetur a razonando que los antepa sados má s an ti gu os de los human os
evoluc ionaron a pa rtir de simios y, al erguir se , 1ibraron las manos de la
locomoció n, que de este modo que daron di sponibl es para fa bri car y
utilizar herram ientas, lo que a su vez favor eció la evol ución de un cere-
bro de mayor tamaño, d el lengua je y de ot ras car acteríst icas propia s d e
los humanos:
SÓio el hombre se ha conven ido en bíped o, y creo que pod emos ver en
parte cómo ha !legad o a adoptar su acti1ud e recta , que constituye uno de
sus caracteres más conspicuos. El hombrt>no podr ía haber alca nzado su
actual posición dominante en el mundo sin e l uso de sus manos, que es-
tán tan ad111irablemen1eadaptadas a acluJr en o bediencia de su volumad
... Pero difícilmem e manos y brazos se hub ie ran hecho lo bastame per-
fecws para hab er fabricado armas, o para hab er lanzado con buena pun-
tería piedras y azagayas, miemras se hubi e ran usado habitualm ente para
la locomoción y para ~ostener todo el pesn d el cu erpo, o, co mo an1es se
ha señalado, mientras hubieran estado espec ial merne ada p1ados para tre-
par a los árbo les ... Si supone una ve111 a ja p::u a el homb re sostene rse
firmemente sob re sus pies y tener libres mano s y brazos, de lo que, por
su éxito preemi nente en la batalla por la vicia, no cabe duda alguna, en-
tonces no veo yo razón por la que no hubi e ra sido ventajoso para los
progenitores de l hombre haberse hecho cada vez más erectos o bípedos.
Así habrían sido más capaces de defenderse con piedra s o pa los, de ata-
car a su presa, o de obtener comida de otro modo. Los indi viduo~ mejor
construidos habrían tenido más éxito a la larga , y hab rían sobrev ivido en
mayor número. '
Un siglo y m ed io más Larde , tenem o s la s pruebas em píricas sufi-
cientes para decir q ue D arwin pro bablement e Luv ie ra razó n. Grac ias a
un peculiar co njun to ele circunstancias co nt ingentes, mu chas de las
cuales fueron pr ovoca das por el cambio c limático, los mi e mbro s más
antiguo s que co no cemos del linaje hum ano d esa rroll aron va rias adap-
taciones para ergui rse y caminar sobre do s pi es co n mayor fac ilidad y
frecuencia que lo s sim ios. Hoy estam os tan pl ena mente adap tados
a ser habitualm en te bípedos, que casi nun ca le pre stamos atenc ión a
nuestra insólita manera de sostenerno s, cami n a r y co rr er. Pero si m ira-
mos a nuestro alrede dor , ¿cuánt0 s anim ales, apa r te de aves (o cangu-
ros, para quien es viven en Austra lia) ve mos co rretear o salta r sobre
dos patas? La ev id encia sugiere que de todas la s g randes tr ansfo rma-
.¡o LA III ST O l ll A DEL CUEI\PO H U MANO SIMIOS 111::CIIOS V DERE C IIO S

ciones del cuerpo hum ano qu e se han produc id o du rante los últim os
m illones de años, este camb io adaptativo fue uno de los más trascen-
denta les, no solo po r las venta jas que supuso, sino tamb ién por sus des-
ventajas. Por tant o, ave rigua r de qué modo se adap taron nuestros más
,..
)
[._
.
.
'' -¿

1.\·
.

antiguos ancestros a la pos ic ión erecta es un pu nto de partida fund a- o -

\
mental para re lata r el perip lo del cuerpo hu ma no. Como primer paso, Humanos 1
1 - Gorilas
conozcamo s esos ante pasad os primo rdiales, co m enzando por el últi mo
C himpancés
ant epasado qu e com parti m os co n los simios.
2 -

'"'
"'
o
,e 3-
"'
V
-o
EL E SQU TVO ESLABÓN PERDIDO "'
V
4 -
e

El térm ino «eslabón perdi d o », que se remo nta a la era victoriana, es

ª._...,
·e 5 -
o
un a expresión qu e se sue le u sar incorrectament e y que por lo gener al o..
E 6-
se refiere a esp ecies de tr ans ic ión que son cru ciales para la histori a de
V
¡::; Último antepasa do
común de chimpancés
la vida . Aunque m uchos fós il es se etiquetan co n lige reza como eslab o-
nes perdidos, hay un a es p ec ie especialmente fund amental en el regis-
7-
ylrnm
\'
8-
tro de la evo luc ión hum a n a q ue verdader ament e es tá perdida: el últi -
Ultimo antepasado
mo antepasado co mú n (UAC) de humanos y simi os . Para nuestra g ran 9- común de chimpancés,
fru stración, hasta el momento esta especie nos es del todo desconoc i- humanos y gorilas
da. Co mo los chimp ancés y los gorilas, probablemente habitó, como Figura 1. Árbol de la evolución de hum anos, chimpancés y go rilas. Se mues-
Da rwi n infir ió, en un bos qu e 11uv ioso africano, un medio hostil para la tran las dos especiesde chimpancé ( el co mún y el bonobo); algunos expertos
co nservac ión de los hu esos, y por tanto para la form ación de un reg is- dividen los gorilasen varias especies.
tro fósil. Los hu esos qu e cae n al suelo del bos qu e se descomron en y
disue lven en mu y poco ti e mp o. Esta es la razó n de qu e tengamos m uy
poco s restos fósiles qu e nos in formen sobre los lin ajes del chimpancé y hum anos estamos más estrech a m ent e e mp arentados co n las dos espe-
el gor ila, y de que haya pocas probabi lidades de hallar restos fósiles de l cies de chimp ancé, el chimpanc é co mún y el pigmeo (tambi én conoci-
UAC.l do como bonobo), que con los gor il as . La figu ra 1 , qu e es tá basada en
Au nque la ausencia de p ru ebas no es pru eba de la ausencia, sin abu ndant es datos genéticos, mu est ra tamb ién que los linajes de los hu-
du da se presta a la especulac ió n desenfrenada . La escasez de fósiles co - manos y los chimpancés diver g ie ro n h ace de cinco a ocho millones de
rrespondientes a la pa r te d e l árbol de la vida dond e se encuentr a el años (el momento exacto sigue de b a ti é nd ose). En rigor, los humanos
UAC ha provoca do todo tipo de conjeturas y debates en torno a este constituye n un subconjunto es pecia l d e la familia de los simios que
eslabón perd ido. Aun así, p odemos realizar algunas inferencias r a- recibe el nombre de hominüws, qu e se d efi nen como todas aquellas es-
zo nables acerca de cu ándo y dónde vivió el UAC y qué aspecto tení a pecies que están más emparent ad as co n los humanos actu ales que con
med iante un a cu idadosa compa ración de las se mejanzas y diferencias los chimp ancés y el resto de los simi os. ~
entr e humanos y simi os en comb inación con lo qu e sabemos so br e Nuestro parentesco especialme nt e es tr echo con los chimp ancés fue
nues tro árbol evo lutivo. Ese á rb ol, tal como ilu str a la figura 1, muestr a toda un a so rpresa para los cient ífi cos d e la década de 1980, cuando se
que en la actualidad v ive n tr es especies de simi os africanos, y qu e los dispuso de las pruebas molecul ares n ecesarias para reso lve r este árbol.
..p l \ III STO K I .-\ DEI. CUE I\µ() IIU~I A1'0
Con anterior idad , la mayo r ía d e los expeno s supo nían que los ch im-
pancés y los gori las estaban m ás emparentado s entre sí que con los hu-
mano s a causa de su pa rec ido . No obstante, el hecho inimaginable de
que somos primos he rmano s de los chimpancés pero no de los gorila s
nos propo rcio na algunas va liosa s pistas para recon struir el UAC, pue s
aunque humano s y chim pa n cés compartan un UAC exclusivo, los chim-
pancés, los bonobos y los gori las se parecen mucho más entre sí que
a los humanos. Aunque los go rilas pesan de dos a cua tro veces más que
los chimpancés, si hic iéra m os crecer a un chimpa ncé hasta alcanzar el
tamaño de un go rila obte nd rí amos algo que de algún modo (aunque no
del todo) se pa rece ría a un go rila.; Los bonobos adultos también tienen
el aspecto e incluso se com p ortan como los ch impanc és adolescentes. 6
Además, gor ilas y ch impancés caminan y cor ren de la misma manera
peculiar, co nocida co m o andar sobrelos nudillos porque apoyan las ex-
tremidades ante riores sob re la parte media de los de dos de la mano. Po r
consiguie nte, a no se r qu e las muchas similari dades entre las distima s
especies de gran des simi os a fri canos evolucio nasen de manera indep en-
diente, lo cual es muy impr obable , el UAC de chim pa ncés y gorilas de-
bía ser un tanto pa recido a c h im pancés y gor ilas po r lo que respecta a su
anat0 mía. Sigu ie ndo la mi s m a lóg ica, el UAC de ch impancés y huma-
nos probab leme nte tam b ié n tenía una anatomía par ecida en mucho s
se ntidos a la de un chi m p ancé o un gorila.
Dicho rápido y ma l, cua nd o miramos un chim pancé o un gorila, lo
más probable es q ue m ir e m os un animal que de un a forma vaga se ase-
meja a un an tepasa do mu y d istante, a esa importa nt ísima especie perdi -
da de hace va rios cientos d e gene raciones. Debo insistir, sin embargo ,
en que es imp os ible co nt rastar esta hipótesis de una forma definitiva sin
la ayuda de pru ebas fósi les di rectas , lo que deja mucho espacio para opi-
nio nes diversas. Algunos p a leoantropó logos creen que el modo en que
los humanos cam ina n y se m antienen en pie erectos recuerda al modo
en que los gib ones, un si mi o de parentesco más lejano, se columpia n o
caminan por las ramas. De hec ho, durante más de cien años, cuando se
creía gue los chi mpancés y los gorilas eran primos hermanos, mucho s
estudiosos razonaban que los hu manos habían evo lucionado a part ir de
un a especie desco noc ida qu e tenía cierto aspecto de gibón.7 Alterna ti-
va mente, unos pocos pa leoa n tro pólogos especul an gu e el UAC tenía el
aspecto de un mono q u e ca m inaba sobre las rama s y trepaba a los árbo-
les usando las cu at ro ext r e m idades. 8 Pese a estas opiniones, el peso de la
evidencia sug iere qu e la p rim era de las espec ies del linaje humano evo -
Sl~II OS II ECIICl'> Y DEHE C II O~ -O
lucionó a partir de un antepasado q ue n o de bía ser dema siado diferente
de los actuales chimpancés y gorilas . E sta inferencia tiene serias impli-
caciones para entender cómo y po r qué, hasta donde sabe mos, los pri-
mero s homininos evolucionaron hac ia la pos ición erecta. Por suerte, a
dife renc ia del UAC q ue todaví a sig u e sin aparecer, dispo nemos de res-
tos tangibles de estos antepasad os tan an tiguos.
¿Q u IÉ ES FUERO , LO S PR I MEROS H OM JN I i os ?
Cuando yo estudiaba no dispo n ía m os d e ningún fósil útil g ue registra-
se lo que había ocurrido dura n te los prim eros millo nes d e años de la
evoluc ión humana. A falta de d atos, muc hos estudio sos no tenfan más
alte rn at iva que suponer (a veces sin d e masiado rigo r) q ue los fósiles
más ant iguos gue se conocía n e nt onces, como Lucy, q ue vivió hace
unos 3 millones de años, eran un b u e n sustituto de los pri meros y des-
conoc idos homininos. Sin em bargo, des d e mediados d e la década de
1990 hemos tenido la gran fo rtun a de d escu brir mucho s fósiles de los
pr ime ros millones de años de la es tirp e hu mana. Estos ho m ininos pri-
mordia les, que reciben nombr es a b st ru sos y nada melifluos, nos han
obliga do a reconsiderar el aspecto qu e deb ía tener el UAC y, lo gue es
más im portante, nos han reve lado mu chas cosas sobre los or ígenes de
la bip edación y de otras caracter ísticas qu e diferencia ron a los homini-
nos del resto de los simios. Has ta e l mom ento se conocen cuatro espe-
cies de los primeros hominino s, dos d e las cuales se m ue st ran en la fi-
gura 2. Antes de comentar el aspecto q ue tenían estas espec ies, a qué
estaba n ada ptadas y su releva ncia pa ra aco ntecimientos po steriores de
la evolució n humana, repasem os a lg un os datos básicos sobre quiénes
eran y de dónde venían.
De las especies propu estas de h o minin os, la más antigua de las que
co nocemo s es Sah.elanthropus tchadensis, que fue descubierta en 200 1
en el C had por un intrépido eq uipo fra n cés bajo la direcc ió n de Michel
Bru net. La obtención de fósiles de esta es pecie regu irió años de exte-
nua nte y peligroso trabajo d e cam p o porq ue hubo que excavarlos de
debajo de las arenas de la regió n sud es te del desierto de l Sahara. Hoy
esta área es un lugar yermo e in h óspito, p ero hace millon es de años era
un háb itat parcialmente boscoso cerca d e un enorme lago. Sahelanthro-
pus se conoce básicamente a p ar tir d e un ú nico cráneo (a podado Tou-
 L/\ III STORIA O E L CUERPO II UMANO
44
Saliela,ulirop us 1cl1adensis
{ distintos. El esqueleto de Ardi es el centro de una int ensa investigación
Ardipitl1ecus ramidus
Figura 2. Do s de los primeros hom ininos. Arriba, cráneo de Sahelant hr opus
ichadensis(apodad o Touma'1);abajo, una reconstrucciónde Ardipithecus rami -
dus (apodada Ardí ). El ángulo del foram en magno en Touma'iindica un c uello
orientado vert icalment e, una señal clara de bipedalismo.La reconstru cc ió n del
esqueleto parcial de Ardi p ithecus sugiere que estaba adaptadoal bipedali smo
pero también a tr epa r a los árboles. lm agen de Sahelanthropuspor corte sía de
Michel 13runet; dib ujo deArdipitlzecus © 2009 ]ay Matternes.
ma'i, que signifi ca «esperanza de vida» en la lengua de la regi ó n donde
fue hallad o) casi completo que se mu estra en la figura 2, adem ás de al-
gu nos dient es, fragmento s de mand íbula y unos cuantos hu esos má s.9
Segú n Brune t y su s co laboradores , Sahelanthropu.stiene una edad d e al
menos 6 mill o n es de años, pero podría ser de hace hasta 7,2 millone s
de año s.' º
Otra de las es p ecies propuestas de los primeros hominin os d e Ke-
nia, llamada Orro rin tugenensis, tiene uno s 6 millones de año s .' ' De-
safortun ada m e nt e, so lo tenemos unos cuantos trozos de esta enigmática
especie: un único fragmento de mandíbul a, algunos clientes y a lguno s
fragmentos de lo s hue sos de las extr emidad es. Todavía es poco lo qu e
SI M I OS H EC H OS Y DERE CHOS 45
sabemos sobre Orrorin, en parte porque no hay mucho que estudiar y
en parte porque los fósiles t0davía no se han analizado a fondo.
El más rico de los h a llazgo s de fósilesde los prim eros homininos se
produjo en Etiopía de la mano de un equipo internacional dirigido por
Tim White y colaboradores de la Universidad de Ca lifornia en Berke-
ley. Estos íósiles se han asig n ado a dos especies distintas de otro géne '...
ro, Ardipithecu.s.La especi e má s antigua, Ardipithecus lcadabba, está da -
tada entre 5,8 y 5,2 mill o ne s de años y de momento so lo se conoce por
un puñado de diente s y hu esos.'! De la especie más joven, Ardipithecus
ramidu.s,con una edad d a tada entre hace 4, 5 y 5,3 millones de años, se
di spone de un a colecci ó n más amplia de fósiles qu e incluye un notabl e
esqueleto parcial de un a h e mbra apodada Arcli, que se muestra en la
figura 2. 13 Esta especie también está represent ada por numerosos frag -
mentos, sobre todo de diente s, de más de una docena de individuos
porqu e nos ofrece un a rara y estimulante oportunidad de averigu ar
cómo se sostenían, caminaban y trepaban tanto ella como los otros ho-
mininos más antiguo s.
Todos los fósiles de Ardipilhecus, Sahelant!Lropus y Orron'ncabrían
en una bolsa de la compra. Aun así, nos _dan información concreta de
las primeras fases de la evo luci ón humana durante los primeros millo-
nes de años después de que n os separásemos de l UAC. Una revelación
qu e no debe sorprend er es que el aspecto ge ne ral de estos primeros
homininos era parecid o a l d e los simios. Tal como predice nuestro es-
trecho parentesco con los gra ndes simios africanos, presentan muchas
semejanzas con los chimpancés y los gorilas en los detalles de los dien-
tes, el cráneo y las mandíbula s, además de los bra zos, las piernas, las
manos y los pies. 14 Por e je mplo, sus cráneo s alojaban unos cerebro s
pequeños, dentro del r ango de tamaños de los chimp ancés, así como
un arco superci1iar promin ente encima de los ojo s, gra ndes incisivos y
hocicos largos y salient es. Muchas características de lo s pies, los brazos,
las manos y las pierna s d e Ardi se asemejan tamb ién a las que vemos en
los simios africanos, espec ia lmente en los chimpancés. De hecho, al-
gunos expertos opinan qu e estas antiguas especie s son demasiado pa-
recidas a los simios para ser realmente hominino s.' 5 A mi entender, sin
embargo, se trata de auténticos homininos por var ias razones, la más
importante de las cuales es que muestran seña les de adaptaciones a la
locomoción erecta sobre dos pierna s.
.¡6 1.-\ lll ST O Rl ,\ DJ::L. CUL::HI'() II U~I.-\ () '>1~110 ~ 111::
Cl l O\ \ D EH EC ll O, -17

Los PR I M E R OS H O MIN I NOS, POR FAVOR LE V ÁNTENSE

Cuello
oricmado
,·cnicalmenrl.'
Siendo las criaturas egocéntricas qu e so mos, los humanos so lemo s
consider ar er r óneame nte que los ra sgos más nuestros son es pe c iales
cuand o en real idad so lo son inusua les. E l bipedalismo no es una excep - Región lumbar
largay cun ada
ción. Co m o mu chos padres, recuerd o con cariño el mom en to e n que
Cintura aha
mi hija di o sus p rim ero s y triunfa les pasos , lo que de repente hi zo que v es1rccha
pareciera mu ch o más humana qu e nu estro perro. Una cree nc ia h ab i- Peh-is orie111ada
tual (so br e todo e ntr e los orgul losos pad res) es que caminar erg ui do es hacia los lados

especialme nt e costoso y difícil, tal vez porque a los niños humano s les An icubció n
grande en la
lleva mucho s años aprender a cam inar bi en y porque hay poc os an im a- cadera
les qu e sean bíp ed os de manera habitu a l. En realidad, la ra zó n de gue Rodilla;,
posicion&das bajo
los niños no den sus prim eros pasos m ás o menos hasta el año d e e d ad, las caderas
y de que d espué s pase n varios años más caminando y cor riend o de una Anic ulación
gr,rndc en la rodilla
manera tor pe, es que muchas de sus habil idades neuromuscu la r es tam-
llu csodd
bién requie ren un tiempo cons iderabl e para madurar. ' 6 Del mi smo talón grand e
modo que a n ues tr os niños de cereb ro gra nde les lleva años ca m ina r A reo en el pie -- .-,c,~

bien, tamb ié n neces itan años para habla r en lugar de balbu cear, co n-
trolar los esfín te res y manejar herra mientas con destreza. Ad e m ás,
aunque la bip edación habitual sea rara, la ocasional no es exce p c ion al.
Los simi os a vece s se yergue n y ca min an sobre dos pata s, ig u a l gu e
muchos o tro s m am íferos (entr e ellos mi perro). No obstant e, la bip e-
dación en los humano s difiere de lo qu e hacen los simios en un as p ecto
clave: noso tr os nos mantenemos erg uid os y caminamos hab itu a l m ente
sobre do s p iernas de una forma mu y eficiente porque hemos re nun cia-
do a la capacidad de ser cuadrú pedos. C uando los chimpan cés y otro s
simios caminan ergu idos, se tamba lean con unos andares torpes y e ner-
gética mente costosos porque carecen de unas pocas adapta c iones cla-
ve, co mo se m uest ra en la figura 3, qu e a nosotros nos permit e n cam i-
nar bi en. Lo má s fasc inante de aqu ellos primeros homin ino s es qu e
también po se ían algu nas de esas adapt aciones, lo que nos dice qu e de
algú n modo tambié n eran bípedo s qu e cam inaban erguid os . No obs-
tante, si A rdi es un bu en representant e de aquellos homini nos, to da vía
retenían muc h as carac terísticas ances Lrales útiles para trepa r a los ár-
boles. Aunqu e no s cueste reconstruir la manera precisa en que Ardi y
otros de los primeros hominin os ca min aban cuando no esta ban tre-
pand o, no cabe duda de que lo hacían de forma muy distint a a como
los hacemos no so tros, y desde luego mu cho más parecid a a como lo
hacen los simi os. Es te tipo de bipedación primordial era con to da pro-
H uman o C himpancé
Figura 3. Comparación de un humano y un chimpancé en la que se resaltan
algunas de las adaptaciones de los humanos para mantenerse y caminar ercc-
tOs. Figura adaptada de D. M. 13rambley D. E. Lieberrnan (2004), «E11 dur an-
ce runningand the evo lu tio n of I lomon, Natur e, .¡ 3 2, pp. 34í- 3p.
babilidad una form a int e rm edia y crucia l de loco moción erecta qu e
abrió el camino a otro s mod os de andar más m odernos, y solo se hizo
posible gracias a di versas adapta ciones que todavía retenemos en nu es-
tro cuerpo.
La primera de estas a d ap taciones es la forma de las caderas. Si mi-
ramos cómo camin a ergu id o un chimpancé, observaremos que man-
tiene las piernas separadas y que el tron co se ba lancea de un lado a otr o
como si sus andar es fue se n los de un borracho . En cambio, los hum a-
nos sobrios balancean su torso de forma cas i imp erceptible, por lo que
podemos dedicar cas i tod a la energía a despl aza rnos hacia delan te en
lugar de gastarla en int e nt ar estabilizar el tro nco. Nuestro andar má s
estable puede atribu ir se e n muy buena parte a un simple cambio en la
forma de la pelvis. Como mu estra la figura 3, el hueso grande y ancho
que forma la parte su p e rior de la pelvis (el ilion) es alto y mira hacia
atrás en los simios, mient r as que en los human os es corto y mira hac ia
 LA 111::iTOH I A DEL CUE RPO II U MA NO
lo s lad os . Esta orientació n hacia los lados es un a ad a pt ación crucial
para la bip edación porqu e pe rmite que los múscul os d e los lados de las
ca d eras (los glúteos menor es) estabilicen la part e su p e ri o r del cuer po
sobr e c ada una de las pie rn as mientr as caminamo s, c u a nd o solo una de
las pi e rn as se apoya en el suelo. Es fácil ver cómo fu n c io n a esta adapta-
c ión sos te niéndose sobr e una pierna tanto tiem po co m o sea posible
m ie ntra s se mantiene el tronc o derecho. (¡Hayqu e prob a rlo !) Al cabo
de un min uto o dos, no tam os cómo se nos cansan esos mú sculos. Los
ch im p a n cés no pueden sos te nerse en pie o camin a r d e es te modo por,.
qu e su cade ra mira hac ia at rás, lo qu e solo permi te qu e los mism os
mú sc u los ext iendan las pi ern as por detrás. La úni ca m a n era que tiene
un chi mpancé de evita r cae rse a un lado cuando so lo ti e n e un a piern a
a poya d a e n el suelo es ba lancea ndo marcadamen te e l tr o nco hacia el
mi sm o lado que la piern a. Pero no Ardi. Aunque la pe lvi s de Ardí es ta-
ba mu y di sto rsionada y hu bo qu e reconstruirla m e tic ul os am ente, todo
pa rece ind icar que tenía un a cadera corta que m ira ba h ac ia los lados,
ig ua l qu e en los humanos . ' 7 Ade más, el fémur de Orrorin tie ne una ar-
tic u !ac ió n con la cadera (la epífi sis superior) espec ia lm e nt e grande, un
cu e llo largo y un ancho cuerpo (o diáfisis) superi o r, un as ca racterísti-
cas qu e pe rmit ían que sus mú sculos de las caderas esta bili za ran el tor so
de fo rm a efic iente cua nd o ca minaban y que sop o rt ara n las elevadas
fue rza s de flexión hacia un o y otro lado que esta acc ión ca usa. ' 8 Estos
ca racteres nos informan d e qu e los primeros hominin os no tenían qu e
ba lancea rse de un lado a ot ro cuando caminaban.
O tr a adaptación import ante para ser bípedo es una co lumn a ver te-
br a l e n fo rm a de S. Como otr os cuadrúp edos, los simi os ti enen colum-
nas qu e se curvan suave m ent e (la parte frontal es lige r a m ente cón ca-
va), a sí qu e cuando se ye rgu en el tronco se les inclin a hacia delante de
man e ra n at ur al. En co nsec uencia, el tor so de los simi os se posiciona
d e fo rm a in estable en fre nt e de las caderas . En cambi o, la co lumna ver-
te br a l d e los humanos tie ne dos curvas. La curv a in fe rior o lumbar es
pos ibl e g racias a la existe ncia de un número mayo r d e v ért ebras lum -
ba re s (lo s simios suelen ten e r tres o cuatro mientra s qu e los huma nos
so le m os te ner cinco), varia s de las cuales tienen form a d e cuñ a, de ma-
nera q ue la superfi cie in fe rio r y la superior no so n p a ralel as. D el mis-
m o m o d o que las piedra s e n forma de cuña permit e n a los arquitecto s
cons truir est ructur as en forma de arco, como los pu e nt es , las vértebra s
en fo rma de cuña curv an la co lumna inferior hacia e l int e rior por enci-
m a de la pelvis, posicion a nd o el torso de forma estable sobr e las cacle-
SIMI OS I IEC II OS Y DE HEC II OS
49
ras. En los hum a n os, las vértebras del pecho y el cuello produ ce n otr a
suave curvatur a e n la parte superi o r de la columna que orient a la re-
gión superio r d e l cuello hacia abajo respecto al cráneo, en lugar de
orientarlo hacia a tr ás respecro al cr áneo. Aunque rodavía no he mo s
descubierto ningun a vértebra lumb ar de los primeros homini nos, la
forma de la p e lvi s de Ardí apun ta a un a región lumbar larga. '" Un a
indicación aún m ás clara de que tenían una columna en form a d e S
adaptada al bip e dali smo se encuentr a en la forma del cráneo de S ah el-
antluopus.En e l chimp ancé y otros simi os, el cuello emerge ce rca de la
parte posteri o r d e l cráneo con un ángul o ligeramente horizont a l, p ero
el cráneo de T o um a·i, que se muestr a en la figura 2, es tan com pl eto
que podemos d e ducir con segu rid ad qu e su cuello superio r era ca si
vertical cuand o e s taba en pie o camin ando. 2º Esta configuraci ó n so lo
sería posible si la c olumna de Toum ai"tuvi ese una curvatura hac ia atr ás
en la parte inf e rior , en el cuello o en amb as regiones.
Otras ad a ptacion es más crucial es inclu so para la locomoc ió n er ec-
ta en los prim e ro s homininos apar ecen en el otro extremo de l cuerp o,
en los pies. Al camin ar, los hum anos solemos apoyar primero e l ta ló n y
luego, mientra s el res to del pie tom a co nt acto con el suelo, tensa mo s el
arco del pie, lo qu e nos permite empujar el cuerpo hacia arriba y ha cia
delante al fin al d e l paso, sobre rodo con el pulgar del pie. La fo rma del
arco humano se d e be a la forma de los hu esos del pie, así co mo a mu -
chos ligame nt os y músculos qu e asegur an los huesos en su pos ici ón
como los cabl es e n un puente colgant e, y qu e se ponen tensos ( e n di s-
tintos grado s) cuand o el talón se despe ga del suelo. Adem ás, e n los
humanos la sup e rfi cie de las articul aciones entre los dedos y el r es to
del pie está muy r e dond eada y apunt a lige ramente hacia arrib a, lo qu e
nos ayuda a d oblar los dedos con un ángulo extremo (una hip e rext en-
sión) cuando e mpuj amos. Los pies de los chimpancés y ot ros simi os
carecen de ar co, lo qu e les impid e empujar contra un pie ten so, y sus
dedos son in ca p aces de extenderse tant o como en los humanos .
Lo interesa nt e es que el pie de Ardí (y un fragmento de pi e má s
reciente qu e po drí a pertenecer al mism o género) presenta alguna s in-
dicaciones de qu e la parte media podría haber sido parcialment e ten sa,
y que las articulacion es de los dedo s le permitían doblar el pi e ha cia
arribaal final del pa so.21 Estas caracterí sticas sugieren que Ardí , com o
los humanos p e ro a diferencia de los chimpanc és, poseían pie s capa ces
de generar una propul sión eficaz cuando caminaban erguido s.
Los indicios qu e acabo de resumir de la bipedación en los primer os
 LA III ST Oíll ·I DEL CU ERPO II U~ IAN()
hominin os son interesant es y sugerentes, pero si n duda escasos. Es
much o lo que desco noce m os sobre la forma en que es tas especies se
m ant e nían en pie, camin aban o corrían porqu e ca rece mo s de la ma yor
pa rt e de l esqueleto d e A rdí , y casi no sabemos nada sob re los esquele-
tos d e Sahelanthropusy de Orrorin. No obstant e , hay indi cios suficien-
tes de que estas ant ig uas especies se mantenían e rguid as y caminab an
de un a forma difere nt e a como lo hacemos noso tr os e n g ran parte por-
que rete nían numero sas adaptac iones antigua s para tre par por los ár-
bo les . El pie de Ard i, por ejemplo, tenía un dedo pul ga r muy musculo-
so y dive rgente, mu y úti l para agarrarse a las rama s o los troncos de los
á rb o les. Sus otros dedo s e ran largos y bastant e c ur vados, y su tobi llo
se in clinaba ligera m ente hacia dentro. Estas ca rac te rísticas, que so n
úti les para trepar, h acían qu e su pie funcion ar a de forma distint a a
como lo hace un pie moderno. Al caminar, p ro babl e mente usara sus
pi es m ás como un chimp ancé , sosteniendo el peso co n el lado extern o
d e l pi e en lugar de g irarlo hacia dentro (pronación) como ocurre en los
hum a nos.n Ardí tambi én tenía piernas corta s, y s i ca m inaba sobre la
parte exterior de sus pies, debía hacerlo con un pa so m ás ancho que el
nu es tro. También es po sible que mantuviera las ro d illas ligerament e
d ob ladas. Como cabría esperar, también hay mu c h os indi cios de la ha-
bilid ad de Ardi para trepar en la parte superior d e s u cuerpo, con ante-
bra zos largos y musculo sos y dedos largos y curvado s. 'l
Si nos alejamos de los detalles para ver la im agen g loba l, pode mos
a pr ec iar que los prim eros homininos ciertamente n o eran cuadrúp edo s
cu a nd o estaban en el sue lo, sino bípedos ocasiona les qu e se mantenían
e rectos y caminaba n erguidos de una forma clarament e no hum ana
cu and o no estaban tr epando por los árboles. No podí a n dar pasos con
la mi sma eficiencia qu e los humanos, pero probabl e mente pud ieran
ca min ar erguidos co n mayo r eficiencia y estabilid a d q ue un chimpa ncé
o un go rila. No obstante , estos antiguos ant epa sado s también eran
buen os trepadores y probablemente pasaran bu e na part e de su tiem po
lejos del suelo. Si pudi éramos verlos trepar, seg uram e nt e nos mar avi-
lla rí a la habilidad con qu e corr eteaban por los á rb ole s y saltaba n de
ram a en rama, aunque tal vez fuesen menos ági les qu e los chimpa ncés.
Si pudi éramos verlo s caminar , pensaríamos qu e su s andar es eran u n
poco raro s, con pasos cor to s que realizaban pisa ndo sob re los lados de
unos pi es largos y girado s hacia dentro. Es tentado r ima ginarlos tam-
ba leá ndo se inestable m ent e sobre dos pierna s como los chimpancés (o
lo s human os borracho s) cuando caminan, pero eso es improb able.
Si~IIO ~ II EC I IO S Y D Eíl ECIIOS
Sospecho qu e d ebían caminar bi en y tr epar bien, pero d e una forma
peculiar gu c ho y no vemos en ni ngún ot ro animal.
D I FERENC I AS EN LA D I ETA
Los animale s se desplazan po r mu chas razones, entre ella s pa ra escapar
de los depr e d a dores y para lucha r, pe ro una de las razone s pr incipales
para ca mina r o corr er es conseg uir alim ento. Por consig ui e nt e, antes
de pensar e n po r qué evoluc ionó el bipedalismo convie ne des taca r un
conjunto ad ic io nal de caracteres, todo s ellos relacionado s co n la dieta,
que distingue a los primeros hominin os.
En su m ayo ría, los primeros ho minino s como Toum a·,-y A rd i tie-
nen rostro s y dien tes parecidos a los de los simios, lo gue sug iere qu e
tenían una di e ta parecida en la qu e predominaban las frut as m adura s.
Por ejemp lo, ti e nen incisivos anchos co mo espátulas, mu y útil es para
morder una fruta tal como hacemos nosotros cuando hun di mos los
dientes en u na m anzana. Tambi én tienen muelas con un a corona baja,
la forma pe rf ec ta para machaca r la carne de los frutos fibro sos. Sin
embargo, hay a lgunos indicios sutil es de que estos prime ros m iembro s
del linaje hum a no estaban lige rame nt e mejor adaptados que los chim-
pancés para come r alimentos de baja calidad además de las fruta s. Una
diferencia es qu e sus muelas son a lgo ma yores y más gru esas que las de
simios como lo s chimpancés y los go rilas.24 Unos molare s má s gra ndes
y gruesos les hab rían resultado más út iles para romper alim e nto s más
duros y co rr eo sos como los tallos y las hojas. En segund o lu gar, Ard í y
Touma't'tie n e n un hocico algo más co rto, con los pómulos e n posición
más front al y e l ro stro más vertical.2 1 Esta configuración sitúa los mús-
culos ma sti ca d o res de tal manera gue producen una potenc ia d e mor-
disco ma y01-, útil para romper alimentos más duros y cor reosos . Por
último, los ca nin os (los colmillos) de los machos de los pr imeros homi-
ninos eran m ás pequeño s, cortos y de forma menos punti agu da que los
que hoy tiene n los machos de los chimp ancés.26 Aunque algu no s inves-
tigadores c ree n gu e unos canino s meno res en los machos sug ie ren que
luchaban men os entre ellos, una explicac ión alternativa y m ás conv in-
cente es gu e e r an adaptacione s para ma sticar alimentos m ás fibr osos y
correosos . 2 7
Si junt a m os todos estos indicios, pode mos conjetur a r co n cierta
 L i\ HISTORIADELCUERl'ü II UMA NO
segu ridad que los primeros homininos probablemente comían tanta
fruta como podían, pero que la selección natural había favorecido a los
más capaces de recur rir a alimentos menos d eseables, más dur os y fi-
broso s, como los tallos de plantas leñosas, q u e ha y que masticar a co n-
c iencia para rompe rlos. Estas diferencias relacionada s con la dieta so n
fran camente suti les. No obstante, cuand o las consideramos en comb i-
nación con lo que sabemos sobre su locomoc ió n y el entorno en el que
vivían , podemos comenzar a plantear hip ó tes is que expliquen po r
qué los prim eros homin inos se hicieron bíped os, situando el lin aje
humano sobre un camino evolutivo mu y di s tint o del que siguiero n
nuestros primos los simios.
¿POR QUÉ BÍPEDOS?
Platón definió a los humanos como bíp ed os sin plumas, pero no sabía
nada de los din osa urios, los canguros o los s uri catas. En realidad, los
humanos somos los úni cos bípedos que ca minan y no tienen ni plum as
ni cola. Aun así, e l andar sobre dos patas so lo ba evolucionado en con-
tadas ocasiones, y no hay ningún otro bíp e d o que se parezca a los hu-
manos, lo que hace más difícil evaluar las venta jas y desventajas com-
parat ivas de ser un hominino de postur a h a bitualmente erguida. Si la
bip edación en los homi ninos es tan excepc io n a l, ¿por qué evolucionó?
¿Y de qué manera influyó esta extraña ma n e r a de mantenerse en pie y
ca minar en los posteriores cambios evolut ivos del cuerpo de los hom i-
ninos?
Es imposible que lleguemos a saber co n certeza por qué la selec-
ción natura l favo reció las adaptaciones a l bip edali smo, pero creo que
los indicios dan fuerza a la idea de que en un principi o se seleccionó el
a ndar y la postur a erguida porque ayud aba a los primeros hominino s a
buscar y obtener alimento de manera m ás eficiente en el contexto de
los grandes cambios climáticos que se es ta b a n produ ciendo cuando di-
verg ieron los linaj es de los humanos y los c himp ancés.
El cambio climático es un tema de gra n int erés en la actualidad a
causa de los fuertes indicios de que los humano s estamos calentando la
T ierra al quemar ingentes cantidades de combustib les fósiles, pero ha
sido desde hace mu cho tiempo un facto r de gran influencia en la ev olu-
ció n humana, en particu lar en el momen to e n que nos separarnos de los
S IMIO S IIE C HOS Y DEREC IIOS
53
simi os . Lo s g ráficos de la figura 4 muestran la tempe r atura de los
océa n os de la Ti erra dur ant e los últimos 10 millones de a ño s. 18 Como
se puede ver, entre hace 10 y , millones de años e l clima g lobal de la
Ti erra se e nfrió considerablement e. Aunque este enfriamie nt o se pro-
duj o a lo largo de varios mill ones de años y con continuas flu ctuacio-
nes e ntre pe riodos más fríos y más cálidos, su efecto ne to e n África fue
la reducc ión de las selvas lluvi osas y la expansión d e lo s h ábit ats de
bosques poco densos.29 Ah ora imaginemos por un momento que du-
_.rant e es te period o somos el UAC, un simio ~e cuerpo grande que se
alim e nta de fruto s. Si vivim os en elcorazón de laselva lluvio sa, proba-
ble m ent e no apreciemos d emas iadas diferencias. Pero si te nemos la
desgrac ia d e vivir en los márge nes del bosque, el cambio deb e serb as-
tante estresa nte. A medida que a nuestro alrededor los bosques lluvio-
sos se re duc en y se convie rt en en un ambiente de a rb o lado disperso, los
frutos maduro s que tanto deseamos se van haciend o cada vez menos
ab und a nt es, más dispersos y más estacionales. Estos cambio s a veces
nos o bligan a desplazarnos más lejos para obtene r la mi sma cantidad
de co mid a, y cada vez más a menudo recurrimos a a lim en tos de respal-
do, más abund antes pero d e peor calidad que los alim e nto s pr eferidos
como la fruta madura . Para los chimpancés, los alimentos d e respaldo
típicos incluy en hojas y tall os fibrosos de plantas, así como diversas
plan tas her báceas,)º y los indici os del cambio clim át ico sug ieren que
los primeros homininos habrí an necesitado buscar y comer esos ali-
ment os m ás a menudo y más intensamente de lo qu e lo hac en los chim-
pa ncés . Ta l vez fuesen más como los orangutan es, cuyos hábitat s no
tienen la abund ancia permanente de los hábitats del c himp anc é, lo que
los ob liga a co mer tallos mu y duro s e incluso corteza cuando no dispo-
nen de fruto s.3'
Igual que los tipos duros pro speran cuando las cosas se po nen feas,
la selecc ión natural actúa co n mayor fuerza no durant e lo s tie mpos de
abundancia, sino durante los tiempos de estrés y escasez . Si, como
pensa m os , el UAC era un simio que se alimentaba fundamentalmente
de fr uto s y que vivía en una selva lluviosa, la selecc ió n natural habr ía
favorecido las dos transformaciones principales que vemos en los pri-
meros hominin os como Touma"i y Ardí. El prime r ca mbi o es que los
hominin os con molares más grandes y gruesos y la capacidad de mas-
ticar co n más fuerza habrían estado más preparado s par a comer ali-
mentos alternativos más dur os y fibrosos..El segundo cambio, y más
ampli o, el bipedalismo, es algo más difícil de valor a r como un a adapta-
 L ·\ II ISTOHI. \ DEI. CUEllPU II U MANO S l~II O S IIECIIO ~ Y DEREC l lll S
í5

o fruto s que cuelgan bajo s. ll Así pues, el bipedalis m o p o dr ía habe r sido

/ inici almente una adaptació n postural. Quizá la com p e tencia por el ali-
/ 1
/
m e n to fuese tan intensa q ue los homininos qu e po dí an erguirse mejor
- - - _¡ 2 recogía n más frutos dur an te las estaciones de escasez. En este co n tex-
o
1 to, los ho mininos co n cade ras que más se or ient ase n h acia los lados y
2
o tr os rasgos que les ay udase n a mantenerse de rec h os p odría n habe r
,..... 4
"'
e d is fru tado de una ven taja sobre otros al esta r er g u id os po rque gasta-

/
·~
... 6 ba n m enos energía y tenían más fuerza y esta b iIid ad. Por la misma ra-
~
... 8 Temperatura globa_l del mar zó n , se r capaz de ma ntenerse erguido y camina r erecro de una mane ra
e
ª
'§
10
En friamie nto al final
d el Mioceno
Más frío Más caliente más e ficaz podría haber ayudado a los primeros h o minin os a tran spor-
ta r m ás frutos, co mo hacen en ocasiones los c h i m pa ncés cuand o la
'-" 12
o co mp e tencia es inte nsa.l4
a.
E 14
... U na segunda ve ntaja de la bipedación, más sor p re nde nte y po si-
¡.:::16
b le m en te más impo rtan te, es que caminar sob re d os pi ernas podrí a ha-
18 be r ay udado a los prime ros homininos a aho rr a r e n e rg ía al desplaza r-
20 -'-,-------,-----.--- --+--- se . Co nviene recordar q ue lo más probable es qu e el UAC andase sobre
Tcmperaturn global de l mar los nudill os, una fo rm a dec idid amente peculi a r d e ca min ar sob re las
Más frío - --- -- ---- ---;, - Más calie111
c
c uatr o patas, pero co n u n eleva do coste energét ico. L os est udios d e la-
Figura 4. Ca mbio climático durante la evo lució n humana. El gráfico de la iz- bo r ator io que han pe rsuadid o a chimpancés par a qu e ca minen sobr e
quierda muestra la caída de la temperatu ra g lo bal del mar durante los últimos c int as p ara correr ata viad os con una máscara d e ox íge no han reve lad o
20 millones ele años, con un marcado eve m o d e enfriamient0 que coincide qu e estos simios gas tan cua tro veces más energ ía p a ra andar una dis-
más o menos co n el momento en que dive rg ie ro n los linajes de los humanos y ta n c ia d eterminada (so b re d os extremidades o sob re cuat ro) que los
los chimpancés. El gráfico se amplía a la d e recha para resaltar los últimos 5 hum a nos.ll ¡Cuat ro veces más! Esta extraordi n a ri a dif ere ncia se d ebe a
millones de año s. La temperatura media indi ca da por la línea central es el pro-
que los chimpancés tienen piernas cortas, se ta m b a lea n d e lado a lado,
medio de muchas íluctuaciones rápidas y de g ran magnitud (como indican los
zigzags). Nótese el marcado enfriamiento al prin cipio de la Edad de Hielo.
y s iempr e caminan co n cad era y rodillas flexio nada s . En co nsecue ncia ,
Gráfico modificado de J. Zachoser al. (200 1 ) , «Tr ends, rhythms, and aberra- los c himp ancés co nstan teme nt e gastan una g ra n ca ntid ad de ener gía
tions in global climate 65 Mato present», Súe nce, 292, pp. 686-693 . p a r a co ntraer la espa lda, las caderas y los mú sc ul os d el mu slo para evi-
ta r ca erse y darse de narices co ntra el suelo. Po r eso n o es extraño qu e
los ch imp ancés camin en rela tivamente poco, a pe na s 2 o 3 kiló metro s al
ción al cambi o cl imático pero prob abl e m e nt e fuese más imp o rtante a dí a.36 Con la misma can tidad de energía, un hum a no pu ede cam in ar
largo plazo po r var ias razones, u na d e las cua les puede res ultar sor- e ntr e 8 y 1 2 kilómetro s. Po r consiguiente, ele po d er ca min ar sobre dos
prendente . pi e rn as, con menos tamb aleos y con las cade ras y la s rodill as más rec-
Un a ve nt aja obvia del bipedali sm o es q ue mantenerse sob re dos t as, los pr imeros ho minin os hab rían gozado d e u na co n siderable ven-
pies hace q ue sea más fácil conseguir c ieno s fruto s. Los o ran gutanes, taja en ergética con resp ecto a sus primos qu e a nd ab a n sob re los nudi -
por ejempl o, a veces se yerguen has ta es tar casi en pie en las ramas 1lo s . Se r capaz de des plazarse más lejos gastando la mi sma cantid ad de
cuand o se alim enta n en los árboles, par a así alcanzar alim ento s que e ner g ía habría sido un a ad aptación muy be ne fi c iosa cu ando los b os-
cuelgan pr ecariamente manteniend o las rodill as rectas y aga rr ándose qu es llu viosos comen zar o n a encogerse, frag m e nt a rse y abr irse, ha-
por lo meno s a ot ra rama Y Los chim p anc és y algunos mo n os también c ie ndo que sus alim entos pr edilectos fuesen m ás r aros y más disperso s.
se yerguen d e un a manera parecida cu a ndo se alimentan d e bayas y H ay qu e tener en cuent a, sin embargo, que s i bi e n e l m od o en que ca-
 LA 111',TOH I A DEL C U ERPO IIUMANO
minan los humanos sob re dos p iernas es much ísim o m ás económico
que el mo do de and ar sobre los nu dillos de los chimp ancés, los prime-
ros homi ninos deb ie ron se r tan solo un poco más eficientes que los
chimp an cés y no tan eficie nt es co mo los hominin os pos teriores.
Como es de espe rar , se ha n p ropuesto otras hi pó tesis para explicar
que el bipe dalismo se vie ra fa voreci do en los prim eros homininos.
Otras de las venta jas adi cio n a les gue se han suge rid o para la postura
ergu ida son un a mayo r ca pac id a d para fabricar y utili zar herramientas,
para otear por encima de la hi e rba, para vadear d os e inclu so para na-
dar. N ingu na de es tas hipó tes is se sostiene cuand o se an aliza a fondo .
Las herr amientas de piedr a m ás antiguas no apa recen hasta millones
de años despu és de la evolu c ió n del bipedalismo. Po r otr o lado, los si-
mios puede n erguirse sin p ro bl e m a cuando necesita n otea r o vadear un
río, y hace falta bastant e im ag in ac ión para con vence rse de que los hu-
manos esta mos bien adap ta d os pa ra nadar, ya sea en té rmin os de coste,
ya de velocidad. (Ad emás, p as ar mu cho tiempo en algu no s de los lagos
y ríos de África es un a ma ner a segu ra de convertirse en alimento de un
cocodr ilo.) O tra de las ideas que se proponen des d e anti guo es que el
bipedalismo se se lecc ionó ini c ia lmente para ayud a r a los homininos a
acar rear comida, tal vez pa r a qu e los machos pudi e ran aprovisionar
a las hembras tal como hace n h oy los hombres en las soc iedades deca-
zado res- recolectores. D e hec h o, un a formulación de es ta idea es que el
biped alismo evo lucionó po rqu e favo recía a los m ac hos qu e intercam-
biaban comida por sexo co n las hembras.37Por tentadora que sea esta
idea, especialmente ant e e l h ec ho de que las hemb r as hum anas, a dife-
rencia de las hembra s de chimpan cé, no dan ningun a se ñal clara de que
esté n ovu lando, la hipótes is n o res ulta convince nte po r va rias razones,
de las cua les no es la meno r e l h ec ho de que, en los hu ma nos, a menudo
son las hembras las qu e abastece n a los machos . Ade más, todavía no
sabe m os hasta qu é punt o e r a n m ás grandes los m ac hos que las hem-
bras e ntr e los primer os ho mini nos, pero en especies pos teriores de ha-
min inos los machos eran a lr e d ed o r de un 50 po r ciento más grandes
que las hemb rasY Una di fe re n cia de tamaño ent re los sexos de este
or den suele estar asociada a ma c hos que compiten vigor osamente en-
tre sí por la op ortu nidad d e te n e r sexo con las hembr as en lugar de se-
duci rlas mediante la coo perac ió n y compartiendo co mid a.39
En suma, hay mu chas lín eas d e evidencia qu e sugieren que el cam-
bio climático espoleó la selecc ió n a favor del bipedalismo porque mejo-
raba la capac idad de los pr im e r os homininos para adq uirir alimentosde
SIMIOS II EC II O~ Y DEll t::Cll (l~ \7
respaldo a los que se veían obligados a recurrir cuando no había fruta.
Necesitamos todav ía más indicios para testa r plenamente esta pos ibili-
dad, pero sea cual fuere su causa, e l ca mb io a la bipedestación (soste-
nerse erguido) y el bipedalismo fue la pr im era gran transfor mac ión de
la evolución humana . Pero ~-porqué fu e tan importante la bipe dación
para lo gue oc urrió después en la evo lu c ió n humana? ¿Qué es lo que la
convierte en una adaptación de un a impo rt ancia tan fundamenta l?
POR QUÉ IMP ORT A E L l31PEDAL1S MO
El mundo ta ngible que nos rodea sue le p arecernos tan nor mal y natu-
ral que es tent ador, y a menudo tra nqu il izador, suponer qu e todo lo
que percib imos tiene un propósit o, ta l v ez por diseño, y qu e las cosas
son como deben ser. Esta forma de pe n sar puede llevarle a uno a creer
que los huma nos son tan inapelables co m o la Luna en el cielo y las le-
yes de la grave dad. Aunque la selecc ió n de l bipedalismo desem peñó
un papel inicia l fundamental en los prim e ros estadios de la evoluc ión
humana, las circunstancias contingentes en que apareció po ne n de ma-
nifiesto la falac ia de su inevitabilidad . S i los homininos no se hu bieran
hecho bípedos, los humanos no habría n evo lucionado nunca tal como
lo hiciero n, y lo más probable es qu e n adi e estuv iera hoy leye nd o esto.
Más aún, el bipeda lismo evolucionó ini c ia lmente a causa de una serie
improbable de eventos, todos los cua les es taban supeditados a circuns-
tancias ante rio res debidas a cambios fo rtuit os en el clima del mun do.
Probablement e, los homininos bípedos n o habrían podido evo luciona r
ni habrían evo lucionado si anterio rm e nt e no hubieran evo luc ionado
en los bosqu es lluviosos de África un os s im ios frugívoros que and aban
sobre los n udi llos. Además, si la Ti er r a n o se hubiera enfriado sustan-
cialmente dur ante aquellos muchos mill o nes de años, las co ndiciones
que favorecieron los inicios del bipe d a li smo entre aquellos simios tal
vez nunca se habr ían producido. El hec h o de que estemos aq uí es el
resultado de tira r muchos dados.
Fueran cuales fueran sus causas, ¿ fu e la capacidad de sos tenerse
habitualmente y caminar sobre dos p ie rn as la chispa que dese ncadenó
los desarro llos posteriores de la evolu ció n humana? En cierto modo, el
tipo de bipedalismo intermedio qu e ve m os en Ardí y sus compañeros
parece un desenca denante improbab le d e lo que vino después . Como
 L-\ III S T OK 1 \ DEL CUE H P() 1111~1•\N<l
ya hemos visto, los prim e r os homininos se parecía n de muchas mane-
ras a sus prim os los sim ios afric anos, con la excepc ión pr incipal de que
se manten ían erguidos sob re e l suelo. Si pudiéramos desc ubrir una po-
blación superviv iente de a qu e llos primeros ho mini nos , sería más pro -
ba ble que los enviáram os a un zoo gue a una escue la por gue su cereb ro
er a de tamaño modesto, pareci do al de los chimpa ncés . En este senúd o,
D arwin tuvo la cl arivi de n c ia de especular en 187 1 que, de todas las
caracte rísticas gue hace n di s tintos a los seres huma nos, fue el bipeda-
lismo antes g ue el ce rebro g r a nd e, el lenguaje o el uso de herramientas
lo c¡ue primero situó el lin a je hu mano sob re u n ca m ino distinto al de
los ot ros simios. El razo n a m ie nto de Darwi n era que el bipedalism o
inicialmente libe ró a las ma n os de la función locomoto ra, lo que des-
pué s per mitiría gu e la se le c c ió n natural favo rec iera nuevas capacida -
de s co mo la fabricació n y e l u so de herra mientas. A su vez, estas capa-
cidades seleccionar o n ce r e bro s más grand es, e l leng uaje y las otr as
habi lidades cog nit iv as qu e h a n hecho a los hum anos tan excepcional es
pe se a nuestra falta d e ve loc id a d, fuerza y destr eza atlét ica.
Parece que Darwin te ní a razó n, pero uno de los g raves problemas
de su hipó tesis era qu e no ex pl icaba cómo o po r q ué la selección natu -
ra l favo reció el bipe da lis m o e n un principio, y tamp oco podía explicar
po rgu é el hecho de d eja r Iibr es las manos favorec ió d espués la selec-
ción a favor de la fabri cac ió n d e herramientas, la cog nición y el len-
gua je. Al fin y al cab o, los cang ur os y los din osa uri os también tienen
man os sin cargas, pero la e v o lución no los llevó a tener un cerebr o
gr ande ni la cap acidad d e f a bric ar herramientas. A rgumentos de este
tipo llevaro n a m ucho s d e lo s sucesores de D arw in a defender que fue
el cere bro gra nde, no e l b ip e d alismo, lo que abri ó el camino a la evolu-
ción humana.
Más de cien años más ta rd e, tenemos un a idea m ás clara de cómo y
po r qué evo lucio nó el bip e d a lismo en un prin cipio y por qué fue un
cam bio tan monum ent al y d e tan importan tes co nsec uenc ias. Como ya
he mos visto, los prim eros bíp edos no se leva nta ro n sobre sus dos pies
co n el fin de dejar las m a n os libr es, sino que probab lemente lo hicieran
para recoger alim ent o de m a n era más eficiente y pa ra reducir el coste
energé tico de cam ina r (s i es qu e el UAC andaba sobr e los nudillos). E n
este sentido, el bip edali sm o p ro bablemente fuese un a ada ptación opor -
tu na para que un os simi os co n pr edilecció n po r los fru tos lograsen so-
br evi vir mejo r en un os h ábit a ts más abiertos a medid a que el clima de
Á frica se enfriaba. Ad em ás, la evolución del bip ed alismo habitual no
SIMIOS ll f.C I IOS Y D EH E C I IOS
59
requería un a tr ansfo rmación del cue rp o inm ediata y rad ica l. Au nq ue
son pocos los mam íferos que de ma n e ra h a bitu al se sostie nen y cami-
nan sobre dos paras, las características a n a tó m icas que hace n de los ho-
mininos un os bí pedos eficientes son en rea lidad cambios ligeros que
clarame nte estaba n sometidos a se lecc ió n n at ur al. Pensemos en la re-
gión lumbar. E n cualquier poblac ió n d e chim pancés enco ntr aríamos
que alrededo r de la mitad tienen tr es vé r teb ras lumbares, la o tra mitad
tiene cua tro, y un número muy pe qu eño d e chimpancés tiene cinco,
gracias a variaci ones genéticas her ed a bl es. ·1º Si hace vario s mi llones de
años tene r cinco vértebras lumbares le p ro porc ionó a algunos simios la
más ligera ve nt aja para ponerse de rechos o camina r, habrí a sido más
probab le qu e tr an smitieran esa variac ió n a su descendencia. Los mis-
mos pro cesos de selección debiero n a pli carse a otros carac teres que
mejoraron la ca pacidad del UAC p a r a se r bípedo, po r ejemplo en
qué grado tenían las vértebras lum ba res fo r ma de cuña, la o rientac ión
de las cad eras y la capacidad de los pi es d e te n sarse. No sabemos cuán-
to tiemp o hizo falta para que la se lecc ió n transformara un a po blación
del UAC en los primeros homini nos bípe d os, pero solo pu do pr odu-
cirse si los es tadios intermedios ini cia les les pr o porcio naban alg ún be-
neficio. Di cho de otro modo, los prim e ros homininos d eb iero n gozar
de una ligera ve ntaja evolutiva g rac ias a qu e eran parcialmente mejo-
res en su capacidad de sostenerse y ca mi na r ergu idos.
El ca mbi o siempre genera nuevas o po rtun idades y nuevos retos.
Una vez qu e evo lucionó el bipedalis m o, c reó nuevas condicio nes para
que se produj eran otros cambios evo lu tivos. Da rwin, como es natura l,
compre ndi ó esta lógica, pero se ce ntr ó fund amentalmente en có mo el
bipedalismo co nduj o a nuevos cambio s evo lutivos a causa de sus ven-
wjas,no a causa de sus desveruajas. Sí, la b ip edación liberó las manos y
sentó las bases para la posterior se lecc ió n fundamentada en la co ns-
trucción de herram ientas. Pero es tos cam b ios selectivos ad iciona les no
parece qu e adq uirieran importan cia dur a n te va rios millones de años, y
no se sigu ieron de manera inevitab le d e l hec ho de tener u n par de ex-
tremidades libres. Lo que Darw in n o to m ó demasiado en co nsidera-
ción fue qu e el bipedalismo tamb ié n le p la nteó a los hominin os retos
nuevos y susta nciales. Estamos ta n acos tumbr ados a ser bípedos, nos
parece ta n no rm al, que a veces olvid a m os hasta qué punto p uede ser
una for m a de loco moción problem á ti ca. Es posible que, al fi nal, estos
retos fuese n tan importantes com o su s b e n ef icios para los p oste rio res
eventos d e la evo lución humana.
60 L ,\ III STO HIA DE L CUERPO II U MANO
Un o de los p rin cipales problemas de ser bípedo es sacar ade lant e
un emba ra zo. La s hem bras embarazadas de los mamíferos, tanto si
son cuadrúpeda s co mo si son bípeda s, tienen que acarrear un m o nt ó n
de peso adiciona l n o solo del feto, sino también de la placenta y los
fluido s. Al fina l d e l e mbarazo, el pe so de una madre humana pr e ñad a
aume nta en ha sta 7 ki log ramos. Pero a diferencia de las madr es cua -
drúped as, es ta ma sa adic ional tiende a hacer más probable un a caída
porqu e de sp laza e l centro de gravedad por delante de las cade ras y los
pies. Co mo cua lqui er mujer embarazada certificará, a medida que el
emba razo avanza, se hace menos estab le y más incómodo, obligá ndola
o bien a contrae r má s los músculos de la espalda, lo cual es cansado, o a
inclinarse ha cia a trá s, desplazando el centro de masa hasta situ arlo en -
cima de las ca deras. Aunqu e esta po stura característica ahorra ene rg ía,
produ ce tension es d e cizalla en las vértebras lumbares, en la parte baj a
de la co lumna, porqu e las vértebras intentan deslizarse un a contra
otra. Por eso el d o lo r lumbar es un problema común y extenuante en
las madr es de nue s tra especie. Sin embargo, podemos ver que la sel ec -
ción nat ur a l ay ud ó a las madres de los homininos a hacer frent e a es ta
carga adic ional au m e nt ando el núm e ro de vértebras en cuñ a, que fa -
cilitan qu e la s madre s arqueen la espald a en la región lumbar: las mu-
jeres tiene n tr es mi entr as que los hombre s solo tienen do s.~' Esta
curv atura adiciona l reduce las ten sio nes de cizalla en la columna. L a
selección nat ur a l también favoreció a las hembras con vértebr as lum -
bares co n a rt icul aciones más reforzada s para resistir aquellas te nsi o-
nes. Y, co mo cabía pr edecir, estas adaptacio nes para hacer frente a los
problema s pr opios del embarazo en las hembras bípedas son muy anti-
gua s y pu ed e n a preciar se ya en las co lumn as vertebrales de hominino s
más antiguas d esc ubi e rtas hasta el momento .
Otra de sve nt aja d el bipedalismo qu e tiene consecuenciases la pér-
did a de velocidad. Cuando los primero s homininos se hicieron bípe-
dos, renunciaron a ga lopar. De acuerdo con las estimaciones m ás con -
servad oras, la incapa cidad de galopar limitó a nuestros antep asa dos a
ser la mitad d e rápido s que un simio típico cuando sale a la can:-era.
Además, do s ex tremidades son mucho menos establesque cuatro y ha-
cen que sea m ás difícil dar giros bru scos mientras se corre. Lo s depre-
dadores como los leon es, los leopardo s y los tigres de dientes de sable
probablem ent e se lo pa saban en grande cazando homininos, lo cual ha-
cía especialmente peligrosa s las incur siones de los primeros homi ni nos
en hábitat s abiertos ( arriesgándose a dejar de ser el antepasado de na-
SIM I OS II ECIIO~ Y D El{EC IIO S 61
die). El bipedalismo prob ab le m ente también difi cultó la capacidad de
trepar a los árboles con tanta agilidad como un simio cuadrúpedo. Se
hace difícil asegurarlo, per o lo s prim eros bípedos probablemente fue-
sen incapaces de cazar d e l mism o modo que lo hacen los chimpancés,
saltando de árbol en árbol. L a renuncia a la velocidad, la potencia y la
agilidad abrió el camino para que la selecció n natural, con el tiempo
(millones de años más tard e) hiciera de nue stros antepasados fabrican-
tes de herramientas y corre dor es de fondo. Hacerse bípedos también
condujo a otros de los ·probl e m as típicamente humanos como las tor-
cedura s de tobillo, el dol o r d e es palda y los probl emas de rodilla.
No obstante, a pesa r de las muchas desve ntajas de ser bípedo, los
benefic ios de sostenerse y caminar erguidos deben haber pesado más
que los costes en todos los estadios evoluti vos . Los primeros homini-
nos debieron caminar difi cult osa mente por algunas partes de África en
busca de frutos y otro s alim e nto s a pesar de su falta de velocidad y agi-
lidad sobre el suelo. Estos hominin os probablem ente también fuesen
bastante hábiles trepando a los árboles, y po r lo que sabernos este
modo de vida persistió durant e al menos 2 millones de años. Pero en-
tonces, hace unos seis mill o nes de años, se produjo otro estallido evo-
lutivo que dio lugar a un grupo div erso de ho mininos conocidos colec-
tivamente como austral o pit ecos. Los austra lop itecos son importantes
no solo porque son testimonio del éxito inic ial y la posterior importan-
cia del bipedalismo, sino también porque abri e ron el camino a cambios
posteriores y todavía má s re volu cionarios que transformaron aún más
el cuerpo humano.
 3

ES MUCHO LO QUE DEP ENDE

DE LA COM IDA

Cómo los austrafopitecos nos desengancha ron

un poco de lafruta

Desde qu e Eva mordió la manzana, es mucho lo que

depende de la comida.
B1 llt )N, Donju an

Much os de nosotros, y yo me in cluyo, comernos sobre todo alimentos

blando s y muy procesado s, p e ro poca fruta. Si sumáramos la cantidad
de tiempo que pasarnos ma s ticando , no llegaría a media hora al día.
Eso es bastante raro en e l caso d e un simio. Cada día, del alba al ocaso,
un ch impa ncé pasa casi la mi tad d e sus horas de vigilia masticando
co mo un crudívo ro.' Los chimp ancés suelen alimentarse de frutas del
bosque co mo higos y uvas s il vcs rres o fruto s de pa lm a, qu e no son ni
tan dulce s ni tan fáciles de m as ti car como los plátanos, manzanas y na-
ranj as domestica dos de los que gozamos nosotros. Al cont rario, son
fruto s ligeramen te amarg os, m e nos dulces que u na zana h o ria, muy fi-
br osos y recubierto s de cá scaras d ur as. Para obtene r las calorías sufi-
cientes comiendo frutos como es tos todo el día, u n ch impancé consu-
me cantidad es prodi giosas, a vece s un kilogramo en una ho ra, y luego
espe ra un par de horas a que su estómago se vacíe antes d e atracarse
otra vez. 2 Los chimpan cés y ot ros simios también se ven ob ligados a
veces a recur rir a alimento s d e m enor calidad, como hojas y tallos nu-
do sos, cua ndo la fruta n o es abundante. ¿Cuándo y dónde dejamos de
pasa r la mayor parte del día com iendo fruta? ¿D e qué modo afectaron
a la evolución de nuestro c u e rp o las adaptacione s a come r distintos
alimentos?
Las adaptaciones a comer cosas distintas en luga r de una dietaba-
sada en la fruta están en el núcl eo d e la segunda g ran tr ansfo rmación
de la histo ria del cuerp o hum ano . Co mo ya hemo s v isto, los primeros
Ó.j L.-\ lll ~TOHI. ·\ DEL CUEHl'O I IUM.\NO
homin inos pr obab lemen te nece sitaban comer hojas y tall os ocasional -
mente , pero la tend encia a un a diver sidad alimentaria ca da vez ma yor
se ace leró de manera drá stica hace unos 4 millones de años en sus des-
cendie nt es, un confu so grupo de especies que de maner a info rmal lla-
mamos au str alopi tecos (porque muchas de ellas pertenecen al género
Australopithecus) . Estos dive rsos y fascinantes ancestros oc upan un lu-
ga r especi al en la evoluc ión humana porgu e sus esfuerzos por alimen-
tarse cambia r o n a qu é estamos adaptado s de varios mod os que tod avía
result a n manifi esto s cada vez que nos miram_os al espejo. El más evi-
de nte de estos camb ios son las adaptacio nes en los die nt es y el rostro
para ma sti ca r aliment os duros y correoso s. Más import ante aún es el
hec ho de qu e los benef icios de bu scar el alimento en áreas más exten -
sas favoreció nue vas adapt aciones para caminar distancia s larga s de
mane ra hab itu al y eficiente, más allá de las que ya hemos visto en Ardi
y ot ros de lo s primeros hominino s. La combina ción de estas adapta-
ciones, qu e se prod ujeron emp ujadas en buena medida po r las exigen-
cias de l ca mbi o climático , tuvieron graves consecuencias, puesto qu e
ab rieron el camino a la evolución del género Homo un os pocos millo-
nes d e años m ás tard e y a mu chas e importantes caract erística s del
cuerpo humano . D e no haber sido por los australopiteco s, nu estro cuer-
po sería ho y mu y distinto , y probablem ente pasaríam os muc ho más
liempo subid os a los árboles atiborrándono s de fruta.
EL CLA N D E Lu c v: LO S AU STRALOPITE COS
Los au stralopiteco s vivieron en África aproximadamente entre hace 4
y I millone s de años, y es mu cho lo que sabemos sobre e llos gracias a
qu e di spon e mo s de un rico regis tro fósil de sus restos. El más célebre
de es to s fósiles es, naturalm ent e, la glamurosa Lucy , una diminut a
hembra que vivió en Etiopía hace 3,2 millones de año s. Po r desgracia
para e lla ( y por suerte para nosotros), Lucy murió en un panta no, que
en seguida la cubrió preservando algo más de una terce ra parte de
su esqu e leto. Lucy no es más qu e un o de cientos de fósile s que perten e-
cen a la es pec ie conocida como Australopith.ecusafarensis, que vivieron
en África oriental hace entre 4 y 3 millones de años. A su vez, Au. aforen -
sis es so lamente una entre más de media docena de especies distintas de
australopitecos. A di ferencia de lo que ocurre en la actualidad, cuando
ES M UC II O L(.) QUE D EPENDE DE LA COMIDA
no hay más que una so la especie de hominino, Romo sapiens, entonces
solía haber varias especies vivas al mismo tiempo, y los australopiteco s
eran un grupo de espec ies especialmente di verso. He resum ido en la
tabla 1 una suerte de qui én es quién en este grupo de parientes. H ay qu e
tener prese nte, no o bsta nte , que alguna s de estas especies so lo se cono-
cen por uno s pocos especí menes fósiles, d e modo que los pal eon tólo -
gos no acaban de pon e r se de acuerdo so br e cómo definirlos . A ca usa
de las incertidumbres y dif erencias entre especies, una buena n:ianera de
poner a lgo de orden entr e los australopitecos consiste en dividirl os en
dos gra ndes grupos: los g ráciles, de diente s más pequeños , y los robu s-
tos, de di entes má s grandes. Las especies m ás conocidas de austra lopi-
tecos grác iles so n Au. afarensis (famosos por Lucy), que provi enen
de África oriental, y Au. africanus y Au. sed iba, que vivían en el sur de
África. Los austra lopiteco s robustos más conocidos son Au. boisei y
Au. robustus, de África o rient al y del sur, respec tivamente . La figur a 5
ilustra el aspecto que debían tener unas po cas de estas especies.
En lugar de ce ntrarno s en los nombr es y fechas de estas espec ies,
consideremo s qu é aspecto general tenían y alguna s de las variacion es
que revelan. Si pudi é r amos observar un grupo, la primera impr es ió n
posiblemente se ría qu e se trataba de simio s erectos. Por su tama110, se
8
o
E
Australopicliecus
afncanus Australnpitliecus
afncanus Australnpithecus robustus
(macho) (hembra) (hembra)
Figura 5. Reconstrucción de dos especiesde australopitecos.A la izquierda ,
un macho y una hembra de Australopithecus af,icanus; a la derecha, una hem-
bra de Australopithecus rohustus . Nótese los brazos relativamente largos, las
piernas cortas, las cinturas grandes y los rostros anchos. Reconstrucciones©
20 13 John Gurche.
66 l.. \ III ST UH I A D E I. C UE ll l' O I IU~L\ NO E ~ ~I UCI I O U ) Q U E DEPE NDE O t l. \ ("( l\ 111>\

pa r ecía n más a los chimpancés que a los hum anos: las hembras alcan- ces más gran d es q ue los nuestros, y sus pómulos eran tan anchos, alto s
zaba n por término medi o 1 , 1 m de altur a y pesaban de 28 a 3 5 kilogra - y de posició n fr onta l que su rostro pa rece un plato de sopa. Sus mú scu-
mo s, mientras que los m achos medían alrededor de , ,4 me tros y pesa- los masticado r es e ran del tamaño de filetes pequeños. C uando Ma ry y
ba n d e 40 a 50 kilogr amo s. 3 Lucy, por ejemplo, ape n as llegaba a los 29 Louis Leakey <;lesc ub riero n la espe cie en 19í9, la gente se qu ed ó tan
ki log ramos, pero un esque leto parcial de un mac ho de la misma especie impresionada con sus poten tes ma ndíbula s que la apodaron «hombre
(ap o dado Kadanuu muu , qu e significa «hombr e gra nde») , pesaba unos cascanueces». Por lo que respecta al resto de su anatom ía. las espec ies
5"5" ki logr amos.~ Esto sig ni fica que los machos de lo s aus tralopiteco s de australo p i tecos ro bustos no parece que difirieran mucho d e sus pri-
e r an alrededor de. un 50 po r ciento más grandes que las hemb ras, una mos gráciles . 6
difer en cia de tamaño típ ica de especies como los go ri las y los ba bui- ·
nos, en las que los machos suelen combatir por las hemb ras. Las cabe- T~su ,. Espec ies de antiguos homininos
zas d e australopitecos también suelen presenta r un as pecto pareci do a
D atación Lu ga res Volume n .Masa
la d e los simios, con un cere bro pequeño, tan so lo un poco mayor que (millo nes donde se ha encefáli co cor)ora l
e l de los chimpancés, y retienen el hocico alarga do y los arcos supe rci-- Especie de años) ha llado (cm') (kg
lia r es prominentes. orno los chimpancés, tenían las piern as rel ati va- Primeros l10111i11ino
s

~
m e nt e cortas y los brazo s relativamente largos, pe ro lo s de dos de pi es y Sahelan1/1mp11slcl1ade11sis 2-6,0 C had
- -
ma n os no eran tan largos y curvados como los d e los c himp ancés ni tan Orrorin
llLf!e11ens1:s )
-- Ke nia
--

[E,of -¡
cortos y rectos como los de los humanos. Sus br azo s y hombr os eran - -
fu e rtes, buenos para trepar a los árboles. Por último , si pu diéram os ser
co m o Jane Gooda ll y obse rvarlos durante años, d esc ubriríamos que
los a ustralopitecos tení an unas rasas de c recimi e nto y reprod ucc ión
Ardipirl,ecus kad abha

,_Ardrj,itf,ecu., ra 111 idu s

-- - -
8-.1, 3

Ausrralopiucos g ráciles
Eti o p ía
Etiopía
--
o -
-
Au.sualop
i1/1ec11.,
pa rec idas a las de los simios: tardaban unos doce años en llegar a la anamen.r1
s 4,2-3,9 Ke nia , Eiiopía ? ?
m ad u rez y las hembras pro bablemente tenían hijo s cada cinco o seis - -
Au.srralapi
il,ecus af are11sis Ta nzania,
a ños. 1 3,9- 3,o Kc nia, E1iopía 400-5 íº 2 5-50
.__
En ot ros aspectos, sin embargo, los austra lo pi tecos cont rastaban A,wralopitl,ecus afi-icanu.s 3,0- 2,0 Sud á frica 400-56 0 30-4 0
no ya con los simios, sin o con los primeros hominin os qu e hemo s des- Ausrralopithecus sedi6a 2,0- 1,8 Su dáfrica 420-.150 ;,
- -- - --- -
crito an tes. Una diferencia muy marcada e imp o rta nt e era lo qu e co- Au.stralop
ithccus ¡Jarhi Etiopí a
2,) ·ll º ?
m ían. Aunque la variac ió n es amplia, en conjun to los austra lopit ecos -- - --
Ktnyam/,ropus l'Lal.)'Ops 3,5-3, 2 Kcni a 400-4 50 ;
pro bab lemente comie ran muchos menos frutos y de pendi eran m ás de - ~
---
Au.,tralopitecos rohu.,tfü
tub érc ulos, semillas, tallos de plantas y ot ros alim e nt os d uros y fibro- - --
Au.stralopithecus
- -- - - - - - -
sos. Los indicios crucia les que apoya n esta infe renc ia so n sus mu chas aethiopicus 2,7- 2,3 Ken ia. Etiopía 4 10
- - - - -
ad a p taciones como pr odigiosos masticadores. En co mpar ació n con
Australopithecus boi.,ú T anza nia,
2,3- 1,3 400-5 íº
su s supuestos antepasados, como Ardipithecu.s,te ní an los dientes más Kenia. Etiopía
-- - - - - -
g r a nd es, las mandíbulas más robustas y el rostro m ás a ncho y más alto, Au.srralopil hecus robu.s1us 2,0- 1,5 Sudá frica 450-5 30 1'.::::
co n p ómulos prominentes y músculos masticado res g ra nd es. No obs-
ta nt e, estas características varían entre especies, y so n especialm ente La otr a ca r ac ter ística distintiva, pero también variable, que d ebe-
ext r em as en tres espec ies de australopite cos robu stos : Au. 6oisei, Au . mos conside ra r en los australop itecos es su modo decami nar. Co mo
robustus y Au. aethiopicus. Dicho llanamente, es tas es pecies robu stas Ardi y el resto d e los primeros homininos, eran bípedos, pero a lgu nas
so n el equivalente hominin o de las vacas. Por ejemp lo, el más especia- especies de au str a lopi tecos debían tene r un andar más parec id o al nu es-
liza d o de los austra lopit ecos robustos, Au . 6oisei, ten ía mo lares dos ve- tro gracias a mu cho s ca racteres qu e co mparten con noso tr os, co m o las
68 Li\ HI STOR IA Del CUt lll'O II UMi\NU
cade ras más separadas, el pie más rígido con un arco parcial y el pulgar
d el pie más con o y en línea con el resto de los d edo s. Los indicios más
c laros del bipedalismo de los australopitecos se en cuentran en las hue-
llas d e Laetol i, un rastro dejado por varios indi viduos, un macho, una
hem br a y un niño, al atrave sar caminando una sup e rficie llana de ceni-
z as vo lcánicas húmedas en el norte de Tanzani a ha ce uno s 3,6 millone s
de años. Estas huellas y otras pistas de los esqu eletos que quedaron
pr ese rvados sugieren qu e las especies de austr alo pit ecos como Au. afa-
rensis cami.naban e rgui das de manera habitu al y de forma eficiente.
O tr as esp ecies de australopitec os como Au. sediba, sin embargo, debían
es tar más preparadas par a trepar a los árbo les y caminab an con zanca-
d as más cortas y apoyá ndose más en la parte lat e ral del pie. 7
L A PR I M ERA DIETA DE CO MI DA BASU RA
L os hum anos somos inusuales de muchas man e ra s, y no es la menor el
hecho d e que cuando preguntamos «¿Qué hay para comer?», dispo-
ne mos de una selecc ión sin precedentes de alim entos abundantes y
nutritivo s. Como ot ro s animales, sin embargo, nu es tro s antepasados
aus tral op itecos solo comían aquello que podían e ncontr ar, no en los
bosq ues ricos en frut as de los que gozaron sus predece sores, sino en
háb itats más abiertos y con menos árboles. Pa ra acabar de empeorar
las cosas, duran te la época geológica en que vivieron, el Plioceno (hace
d e 5, 3 a 2,6 millones de años), la T ierra se hiz o lige ramente más fría
y Á fr ica siguió torn ándo se más seca. Aunqu e es tos cambio s se produ-
je ro n co n altibajos (como demuestran los mucho s zigzags de la figu -
ra 4), la tendencia ge nera l en África durante la era de los australopite-
cos fue la expansión de los hábitats de bosque claro y de sabana, lo
qu e co mportó que la disponibilidad de fruto s fue se menor y más dis-
persa. x Esta crisis de los frutos sin duda ejer ció fue rces presiones de
se lecc ión sobre los austral opitecos, favoreciendo a los individuos me-
jor adap tados para conseguir otros alimentos .
Y así fue cómo los australopitecos (una s espec ies más que otras)
se v ieron empujados a conformarse de manera habitua l con comida
d e peo r calidad, alimento s de respaldo que un o come cuando no puede
co nseg uir lo que prefier e. Los humanos todavía tenemos que recurrir
a alim ento s de respaldo en raras ocasiones. L as be llotas fueron un ali-
ES MU C.lf( ) 1.0 QUE DEPENDE DE LA COMID A
mento común de último recur so en toda Europa dur ant e la Edad Me-
dia, y durante la grave hambruna d el invierno de 1944, ha c ia e l final de
la segunda guerra mundial, mucho s holandeses recurrieron a comer
bulbos de tu lipan es para no mo rir de hambre. Como ya h emos visto,
los simios ta mbi én tienen alim e nto s de respaldo: consumen hojas, ta-
llos, plantas herbáceas e incluso cortezas de troncos cuando no en-
cuentran frutos maduros. Un a specto importa nte de los al im entos de
res pa ldo es que pueden significar la diferencia entre vivir y morir,
de mod o qu e la selección natural tiende a actuar con fuerza sob re la~
adaptacio n es que ayudan a los an imal es a consumirlos:> A menudo de-
cimos que «uno es lo que come», pero la lógica evolutiva r e pli ca que a
veces «un o es lo que preferiría no comer» .
¿Cuá les e ran los alimento s de respaldo de Lucy y los otro s australo -
pitecos? ¿Y cuáles son los indicio s de que la selección natural por tales
aliment os tuviese algún efecto apr ec iable sobre la evolu c ión de su cuer-
po? Es imposib le dar una respu esta definitiva a estas preguntas, pero
podemo s hacer algunas deducc ion es razonables. En prim e r lu ga r, hay
indicios d e que los australopitecos vivieron en hábitats donde había al-
gunos árbo les frutales, de manera que probablemente comían fruta
cuando podían conseguirla igu al qu e lo hacen en la actualidad los hum a-
nos recolectores de los trópicos. Por ello, no es de extr añ a r qu e sus es-
queletos ret enga n algunas adaptacione s para trepar a los árbo les, como
los bra zos largos con dedos largo s y curvados, y que sus dient es tengan
mucha s de las características que suelen encontrarse en los s imi os frugí-
voros, por e jemplo incisivos superiore s anchos y ligeram e nte inclinado s
hacia delant e (útiles para pelar), y molar es anchos con corona baja (úti-
les para triturar la pulpa). Sin embargo, los hábitacscomo lo s bosc¡ues
claros tie nen menor densidad de árboles frutales que la se lv a lluvio sa, y
la fruta tiend e a ser más estacional. Es casi una certeza que lo s aust ralo-
pitecos se enfrentaban a una escasez de fruta durante cie rtos momen tos
del año, y que estos periodos de esca sez debían ser extremos dur ante los
años de sequía. En tales condi cione s, es probable que hicieran lo mismo
que hacen los gr andes simios: recurrir a otras plantas digeribles pero
menos apetecib les. Los chimpancés, por ejemplo, comen h o ja s (pen se-
mos en ho jas de parra), tallos de plantas (pensemos en esp á rr agos cru-
dos) y planta s herbáceas (pensemos en hojas frescasde a lba h aca).
Los estud ios realizados sobre la dentición de los aust ralopitec os y
los análisi s eco lógicos de sus hábitat s sugieren que tenían dieta s diver-
sas y comp lejas que no incluían únic amente frutos sino también hojas,
70 LA ll l~Tl>IIIA D EI. t:UERP , ) 11 U~IANll
tallos y semi llas co me stibles,'º pero es muy p roba ble que algu nos tam-
bién comenzasen a escar bar para conseg uir alimentos, aña di endo de
este modo a su die ta otros alimentos de res pa ldo nuevos, muy impo r-
tantes y altamente nut rit ivos. Aunque la m ayoría de las plantas alma-
cenan carbohidraros en partes aéreas como las semillas, los fruto s y en
el centro du ro de los tallos, algunas planta s corno las patatas y el jeng i-
bre almacenan sus reservas de energía bajo tie rr a en raíces, tubér culos
o bulbos, pues de es te modo quedan ocu Itas a la vista de herbívoro s
como aves y mo nos, al tiempo que está n m ás proteg idas de la deseca-
ción por el sol. E stas partes de las plant as se conoce n colectivamente
como órganos subterráneos de almacenamie n to (OSA). Lo s OSA son
difíciles de e ncontrar y hace falta algo de es fu erzo y habilidad para ex-
traerlos, pero so n ricas fuentes de agua y a lim ento, y suelen es tar dis-
ponibles dur ante todo el año, incluso durant e las estaciones secas . En
los trópicos, se encue ntran en zonas pant ano sas (las plantas como el
papiro tienen tub é rc ulos comestibles), pe rn también en háb itats abier-
tos como los bosques claros y las sabanas.'' Mu chos cazado res -r ecolec-
tores dependen en buena medida de los OSA, qu e en ocasiones llegan a
constituir hasta una terce ra parte o má s de su dieta. En la actua lidad
comemos estos ó rga nos en variedades cult ivada s, como las patatas, la
mandioca o las cebo llas.
Nadie sabe a cie ncia cierta cuántos OSA comían las di stin tas es-
pecies de austr alop itecos, pero es probab le qu e tubérculos, bu lbos y
raíces constitu ye ra n un a fracción sustanc ia l d e sus calorías y qu e para
algunas especies llegase n a ser más imp o rt a nt es qu e las frutas . D e he-
cho, hay una buena razó n para especular qu e un a dieta rica e n OSA
(llamémosle dieta d e Lucy) era tan eficaz que en parte hizo p osible la
notable radia ció n de estos homininos. P a ra valorar las vent ajas de
la dieta de Lucy, es ú til recordar que alred e d o r del 75 por cient o de los
alimentos vege tales que comen los chimpa ncés son frutas, y el resto
son hojas, semil las, hierbas y medulas de ta llos. Si la fruta de los chim-
pancés llevara un a etique ta con su valo r nu tr iciona l, veríamo s que son
extraordina riame n te ricas en fibra, moderadamente ricas en féc ulas y
proteínas, y bajas e n grasas . " Como cabe es pe rar, los alimentos de res-
paldo de los chi mpa ncés son más ricos e n fibra y más pobres en fécu-
las, o sea que ap o rt an menos caloría s. ' J En cambio, los OSA tienen
más féculas y so n m ás r icos en energía qu e mucho s frutos silv estres, y
tienen alrededor de la mitad del cont enid o de fibr a. q Los chi mpan cés
raramente escarba n en busca de OSA, qu e so n poco abund antes en los
ES ~I UC II O LO QUE D EPE NDE DE 1..-\ Cll.\t 11) \ 71
bos qu es, pero cuando los australopitecos comen za ron a escarbar par a
conseg uir la cena, debi eron comenza r a usar estos órganos subte rr á-
neos en lugar de los alimentos de respaldo a los qu e suelen recurrir los
ch imp ancés cuando no tienen fruta.
En resumen, los australopit ecos eran en genera l recolectores que
co m ían una dieta vari ada que inclu ía fruta , pero a lgunos también se
ben ef iciaban mucho de escarba r a menud o en busca ele tubérculos,
bulbos y raíces. Casi seguro también aprovech aba n otros alimentos
vege ta les de respaldo, entr e ellos hojas, tallos y se mi llas, y podemos
conje tu rar que, como los chimpan cés y los babuin os , deb ían disfrutar
de man era regular del consumo de algunos insectos como term itas y
la rvas, y debían comer carne cuando podían, probablem ente como ca-
rr o ñe ros, pues el hecho de ser bípedo s lentos e ine stab les segurame nte
los co nvertía en malos cazadores. Pero ¿qué dete rmin aba la selección
de a lim entos? ¿De qué ind icios disponemos? Y, lo q ue es más impor-
ta nt e, ¿de qué modo influy eron los desafío s qu e pl a n teaba la obtenc ión
de a limentos (un compone nte importan te de lo qu e Da rwin llamaba
«lu c ha por la superviv e ncia») en la evolució n del c ue rp o de los homi-
nino s de manera que pudi esen consegu irlos y comerlos?
A BUEL I TA, j QUÉ D I ENTES M ÁS G H /\NDES T I E ES!
N ues tro cuerpo está lleno de adaptaciones qu e nos ayuda n a adquirir ,
ma sti car y digerir los alimentos. D e todas ellas, nin gu na hay más reve-
lado ra que los dientes. Hoy apenas reparamos e n lo s di entes si no es
po r su aspecto y por el dolor que causan y el d ine r o qu e nos cuestan,
pe ro antes de cocinar y pro cesar los alimentos, perder los dientes po día
ser una sentencia de mu erte. Por cons iguiente, la selecc ión natura l ac-
túa co n fuerza sobre los di entes porque la form a y es tructura de cada
uno de ellos determin a en buena medida la capac id ad de un animal
pa ra romp er la comida en partículas más peq ueñas qu e pueda diger ir
des pu és para extraer los nutrientes y la energ ía vita l. Como digerir
partícula s más pequeñ as significa obtene r más e n e rgía, es fácil com-
pr e nd er que la capacidad de masticar de la maner a m ás eficiente po si-
bl e com portaba considerables benefic ios en té rmin os de fimess para
anim ales como los aus tralopitecos qu e, com o los simi os, probable-
m e nte se pasaban la mit ad del día masticando .
72 LA III ST O Hl ,\ DEL CUERPO II UMANO ES MU C H O L O QUE DEPENDE DE LA CO MIDA 73

Masticar los OSA debía sup o ne r un especia l desafío. Las raíces y

bulbos dome sticado s que comemos en la actua lidad se han selecciona-
do para qu e sean tiernos y baj os e n fibr a, y la cocción los hace todavía
más fáciles de masticar. En comparación, los OSA silves tre s y crudos
so n extra ordina riamente fibro sos y d e una dureza desag r adable para el
palada r mod erno . Si no se proce sa n, hay que m asticarlos much o, algo
que cualquiera puede compr obar si int enta comer un ñame o un coli-
nabo crud o: hay que masticarl o much o y con fuerza. D e hecho , algu- C himpa ncé Au.straíopit lzecus afarensis
nos OSA son tan fibr osos qu e lo s caza d.o res-recol ecto res los comen dé
un a fo r ma espec ial: los mascan durant e un largo tiemp o para extraer
los nut rient es y jugos que conti e ne n y luego esc up e n la pulp a sobrante.
¡Có mo debía ser eso de pasarse hora s y horas mascand o la com ida por-
qu e hay hambre y poco qu e co m e r! Si la supe rviv encia dependía de la
capacid ad de comer de la forma m ás eficiente alimento s duro s y co-
rreosos, la selección natura l habrí a favorec ido a los au stral opitecos
más ca paces de morder con fuerza y de resi sti r las inacababl es repeti- Austraí opichecus africanas A ustral opitl iecus boisei
cio nes de una intensa masticaci ón .
Figura6. Comparación entre un cráneode chimpan cé y de tres especies de aus-
Es por ello por lo que pod emo s inferir mu chas co sas sobre los ali-
tralopitecos.Australopithecusafarensisy Ausualop itlzecus afticmzusse incluyen en-
ment os, especialmente los de res p a ld o, qu e los aust ralopit ecos y otros hoisei es más robusto,con dientes
tre los gráciles, mientras que Australopitfw:us
hom inino s elegía n para comer, a partir de la forma y el tam año de sus más grandes,músculos de masticaciónmásgrandes y ro stro más grande y ancho.
dientes. Y lo que es más importante, si existe alguna carac terística de-
finitoria de los australopit ecos so n sus molares grandes , ancho s y de
grue so esmalte . Los molares d e los austra lopiteco s gráci les como Au. duro s. ' 6 Del mismo modo que las sudas m ás grand es y gruesas de las
africanu.seran un 50 por ciento m ás gra ndes que lo s de los chimpancés, botas de montaña hacen que estasseanmás res ist entes en los camino s de
con una corona de esmalte duro como una piedra (e s el tejido más piedra que las zapatilla s de deporte, desuela má s fina, los dientes más
duro del cuerpo) y el dob le de g rue so. Los austral opite cos robustos grande s y gruesos e ran apropiados para tritur ar alimento s más duro s
como Au. 6oisei son inclu so más ex tr emos, con m olares más del doble y fibro sos. Un esmalte grueso sirve para que lo s diente s resistan m ejor
en tamaño y del triple en gro sor. P ara poner estas dif ere ncias en pers- el desgaste de las altas presiones y de partí culas abra sivas que inevita-
pectiv a, el área de nuestro prim e r m o lar es má s o meno s la de la uña del blemente se me zclaban con la comida. Además, la superficie ancha y
dedo meñique, unos 1 2.0 milíme tr os cuadrados , mientra s que en Au. plana de los diente s es útil porque distribu ye sobre un área mayor la
boisei ese mismo diente es del tamaño de la uñ a del pulgar , unos 2.00 fu erza del mo rdisco y permite triturar los aliment os con un movimi en-
milím etr os cuadra do s. Ad emá s d e se r ancho s y grue sos, los dientes de to parcialmente de cizalla, que ayuda a romper la s fibra s correosas. Bá-
los austr alopitecos era n muy pl a nos, con cúspid es mucho más bajas sicamente, los au stra lopitecos, y sobre to do las es pecies robu stas, te-
que los dientes de los chimp a ncés, y tenían raí ces larga s y anchas que nían dientes gigantes con forma de rueda s de molino, bien adaptad os
ayu dab an a anclarlos en las mandíbulas.' 1 para triturar y pulverizar incansablemente alimentos correosos con
Lo s investigadores han dedi ca do m ucho tiempo a estudiar cómo y una fuerte presión. Si tuviéramos quecom er tubérculos sin cocerlos ni
po r qu é los australopitecos tenían mol ares tan grand es, grue sos y pla- pro cesarlos durante m edio día cadadía dur a nte toda la vida, tambi én
nos, y la respuesta, nada sorpr endente , es que estas cara cterí sticas eran no s gustaría tener una s muelas gigantescas . Hasta cierto punto , toda-
ada pta ciones para masticar alimen tos fibrosos y en ocasiones también vía lo hacemos, gr acias al legado queno s han d e jado los australopite-
7-l L \ II ISTOIU ,\ DE L C UEH PO IIU~IA NO
cos. A unq ue los molares d e los h u manos no so n tan grandes y anchos
co mo los de los australop itec o s, son más grand es y gruesos que los de
los chim pancés.
En la vida , casi todo ex ige compromi sos, y el tamaño de los dientes
no es un a excepción. El esp ac io de la mandíb ula para los dientes es li-
mitad o, por muc ho que se te n ga un hoc ico promin ente como los aus-
Lra lopi tecos. Po r lo que respec ta a los dientes frontales, los primero s
au str alopitecos, co mo Au. afa rensis, ten ían incisivos anchos y proyec-
tado s hacia delante como en lo s simios, bien adaptados para hincarlo s
en la frut a. Pero a medida qu e evoluc iona ron los molares de los aus-
tra lopi teco s, hac iéndose m ás g r andes y g ru esos , sus incisivos se hicie-
ron más pequeño s y más ve rti ca le s, y sus canin os también se encogieron
hasta q ueda rse más o meno s e n el tamañ o de sus incisivos. Hasta cierto
punto , los incisivos más pequ e ños reflejan la importancia cada vez me-
no r de la frut a en la dieta de es to s homininos, pero también la necesi-
dad de dejar espacio par a u no s molares más g randes. En la actualidad,
todav ía tenemos unos d ien te s fr o ntales pequ eñ os con caninos pareci-
dos a lo s incisivos.
Si las muelas son gra nde s y g ruesas para poder masticar dur an te
muchas ho ras al día una co m id a corr eosa , dur a y fibrosa, harán falta
tamb ié n unos bue nos múscu lo s masticado res. No es de extrañar, pues,
qu e los crán eos de los au stra lo piteco s, como los que se muestran en la
figura 6 , present en muchas tr aza s de uno s eno rmes músculos mast i-
cad o res que podí an gene ra r un a g ran fuerza de masticación. El múscu-
lo tempo ral, el que tiene fo r m a d e ab anico y se extiende a cada costa-
do d e la cabeza, era tan g r a nd e en muchos au stralopitecos que de la
part e sup erior y posterior d e l c rá neo acabar on emergiendo unas cres-
tas óse as que pr o porcionab a n a l músculo más espacio para insertarse .
Además , la cara ventral d e e ste m úsculo, qu e baja entre las sienes y los
póm u los para insertarse e n la m andíb ula, era tan gruesa que los pómu -
los ( lo s arcos cigomático s) qu ed a ron mu y desplazados hacia los lados,
por lo que su ros tro era ta n a ncho como alto. Los grandes pómulos
de los australopitecos ta m bi é n prop orcionaban mucho espacio para
ag randar eno rmeme nte otro d e los gran des músculos de la mastica-
ción, el masetero, que se ex ti e nde desde el póm ulo hasta la base de la
mand íbu la. Además de gran d e s, los músculos masticadores de los aus-
tr alopi tecos estaban con figu r ada s para gener ar fuerzas de una manera
eficient e. 17
Todo s hemos masticado algo algun a vez durante tanto tiempo y
ES ~I U CII O LO Q U E D El' E o\ D E DE LA Cll MI D ·\
75
con tanta fu erza que acabam os co n lo s m úsculos d olo rido s. Lo que
ocurre es qu e cuando los animales, h u m a n os inclu id os, g eneran fuer-
zas de masticac ió n tan g rande s, hacen q u e los hueso s d e la mand íbula y
la cara se defo rm en lige ra ment e, p ro vo can do da11os m icro scóp icos.
Unos niveles bajo s de defo rmació n y d a 1 o s leves son no r males y ha-
cen que los huesos se reparen so los y se h ag an más gru esos . 1 ~ En cam-
bio, deform aciones elev ad as y repetitiva s p ueden d aña r e l hueso gra-
vemente, inclus o hasta prov ocar un a fr actu ra. Po r tant o} las especies
que generan g ran des fuerzas d e masticació n tiende n a te ne r mandíbu-
las superio res e inferio res más gru esas, a ltas y anchas, qu e red ucen las
tensiones provoca das po r cada mo rd isc o, y los australo p itecos no son
ninguna excepción. Co mo puede o b se rva rse en la figur a 6, lo s austra-
lopitecos ten ían g rand es mandíbul as, y su a ncho ro stro est ab a fuerte-
mente reforzado co n g ruesos pilares y lá min as de hu eso q ue le permi-
tían masticar alimento s du ros y co rr eo so s du r,m te to d o el día sin
romperse la car a. 19 Este reforzam iem o fac ial ya es impr esio nan te en
los austr alopi tecos gr áciles, pero lo s au str alo piteco s rob usto s tienen
rostro s y mandíbu las ta n recios q ue pa rece n tangues blin d ad os.
En poca s palabras, a los austr alo pi teco s, como a lo s chimp ancés y
los gorilas, pr obablemente les encant ab a la fruta, pero pa rece que tu-
vieron que co mer lo q ue pod ían con seg u ir. N o había una ún ica dieta
de austr alop iteco, y la media docen a, m ás o men o s, de es pecies que
conocemos sin dud a tenían dietas va ri ada s qu e reflejaban la s cond icio-
nes ecológicas di versas en que viv ía n . P e ro a med ida qu e el cambio
climático fue haciendo más escasa s las frut as , los alim ento s de respa ldo
más correoso s, sob re todo ó rgan o s subt e rráneos d e almacenamiento,
debiero n co nve rt irse en recur sos cad a vez más imp o rtant es para estos
antiquísimos pari entes, una herencia qu e hasta cierto pu nt o todavía
conservamos.'° Pero ¿có mo co nseg uí a n h ace rse co n estos alim entos?
T A MB A LE ÁN D OSE P O R LO S T U B É R CU L OS
Cuando vam os a buscar comida al m e rcad o, cam biar la d ieta no impli-
ca más qu e alar ga r la mano para coge r una caja distin ta de es to o aque-
llo, o como mu cho aven tur arse por un p as illo qu e no solem os visitar.
Los cazador es- reco lecto res, en camb io, se p asan va rias ho ras cada día
caminando la rga s distancias en bu sca de alim ento. En este sentid o, los
 LA 111:STOHIA DEI. CUERPO II UMANO
chim pancés y otr os si mi os que habitan en los bosq ues se parecen m ás
a los compr ado res de nu es tr os días que a los cazado res-recolec tor es
porque rara vez tie nen qu e desplaza rse mu y lejos para llenar el estó-
mago, con independe nc ia d e si comen su di eta pr eferida o recurren a
alimen tos de res pa ldo co m o hojas, tallos y plantas herbáceas. Un a
hembra de ch imp an cé ca mi na por término me di o unos 2 kilómetr os al
dí a, en su mayor part e pa ra desp lazarse de un árbol con frutos a ot ro;
los machos de chimp a n cé ca minan por términ o medio un kilómetr o
más al día. 1 1 Por lo d emás, ambos sexos pa san la mayor parte del día
co~i endo, digir iend o, ac ical án dose y relacionánd ose socialmente. Cua n-
do la fruta escasea, los c him pan cés y otros simio s recurren a alime nto s
de respaldo qu e so n ub ic u os, así que no tie nen qu e cambiar mucho su s
hábitos de despl aza m ie n to. Básicamente, los simio s están rodead os d e
alimentos qu e e n gen e ra l e lig en ignora r.
Camb iar de un a di cta co nstituida fundament almente por fruta s a
otr a basada en tub é rcu los y otros alimento s de respaldo debe hab e r
afec tado mucho a las n ec esidades de desplazarse de los australopi tec os.
l labía muchas espec ie s d e au stralopit ecos, pe ro todas vivían en a m-
bieme s parcialm ent e abi e rto s, desde bosq ues claros junto a los ríos o
lagos hasta forma cio nes herbáceas. Ade más de ten er menos árboles fru-
tales, estos hábi tat s e ran m ás estacionales qu e las selvas tropicales e n
las que solía n habitar lo s s imi os. En consec uencia, los australopit ecos
debieron ded ica r tie mpo a bu scar aliment os que se encontraban má s
di spersos, y cas i con ce rt eza tuvieron que caminar cada día di stan-
cias más largas pa ra enco ntr a r alimento sufi cient e, a veces en paisa jes
abie rtos dond e habrí a n esta do expuestos a peligr osos depredador es y
al extenuan te ca lor. P e ro al mismo tiem po , los au stralopitecos pr o ba -
ble mente todavía tenían qu e trepar a lo s árbo les no solo para buscar
comida, sino ta mbi é n co m o luga res seguro s dond e dormir.
Las exige ncias de los largos desplazami ento s para encontrar comi-
da y agua sufi cient es se m anifie stan en mu chas adaptaciones impo r-
tant es para cam in ar que evo lucionaron en varias especies de austra lo-
piteco s, y que codav ía so n ev id entes en lo s hum anos modernos. Co m o
ya hemos visto, los pr im eros homininos como Ardi y Toumai e ran en
cierto modo bípedos, p e ro Ardi (y quizá también Toumai) no camin a-
ba del todo co mo noso tro s sino que prob ablement e diera pasos m ás
cortos usando so br e to d o la parte latera l del pie para apoyarse. Ardí
también retenía mucho s caracteres út iles para trepar a los ár b o les,
como los pies pren sile s con pulgar es di verge ntes que probableme nt e
E$ MUCIIO LO Q UE D EPENDE DE LA CO MID \ 77
compromet ieran su capacidadpar a cam in ar con tanta ef icie ncia como
nosotros. Sin embargo, hace un os 4 millones de años comenzaron a
aparecer en algunos australopit ecos varias adaptaciones a un bipeda-
lismo más hab itual y eficiente, lo que indi ca qu e hubo una fuerte selec-
ción para hace r al menos a alguna s d e aqu ellas especies má s aptas para
camina r largas distancias. Estas ada p tac iones son características tan
importantes del cuerpo humano m od e rn o que merece la pena conside-
rarlas para acaba r de entender có m o y por qué cami na mos co mo lo
hacemos.
Come ncemos por la eficienc ia . Cuand o los simios cam inan, no
pueden dar pasos como los hum a nos con caderas, rodi llas y tobillos
relativamente rectos, sino que ava nza n co n estas extre mid ades flexio-
nadas en un ángulo extremo. Unos andar es que recuerdan a los de
Groucho Marx pueden ser divert ido s de ver, pero son costosos y exte-
nuantes por razones que ayuda a iluminar la mecánica fund amenta l del
caminar. La figu ra 7 ilustra de qué m o do , cuando se cam ina, las pier-
nas funci onan como péndulos qu e a lte rn an su centro de rotac ión.
Cuando la piern a se balancea hacia de la nt e, el centro de rotación es la
cadera. Pe ro cuando la pierna toca e l suelo y sustenta el cue rpo, se con-
vierte en un péndu lo invertido cuyo ce nt ro de rotación es el tobillo.
Esta inversión permite a los hum anos y a otros animales ahorra r energía
usando un tru co ingenioso. Dur a nt e la prim era parte de cada paso, los
músculo s de la pierna se contr ae n par a empuj ar la piern a hac ia abajo,
de manera que el cuerpo describe un arc o por encima del pie y el tobi-
llo. Esta acció n de arqueo levanta el ce ntro de masa del cuerp o y alma-
cena energía pot encial de la mism a m anera qu e se acum ula energía po-
tencial en un peso cuando se levanta de l suelo. Entonces, durante la
segunda parte de cada paso, esta ene rgía almacenada se recupe ra sobre
todo en fo rma de energía cinética a m edid a qu e el cen tr o de masa del
cuerpo cae (igual que si dejásemo s ca er e l peso) . En co nsec uencia, el
caminar pendul ar es muy eficie nte, m ientras que resulta muy costo-
so cuando uno se arrastra como un c himpan cé con las caderas, las rodi-
llas y los tob illos flexionados, po rqu e entonces la gravedad siempre
está tirando de nuestro cuerpo hacia el suelo e intentand o flexionar to-
davía má s aquellas articulaciones . Andar como Groucho nos obliga a
contraer lo s m úsculos de las nalga s, los mu slos y las panto rrill as cons-
tantemente y con fuerza para pode r man tener la pierna co mo un pén-
dulo inverso rígido. Además, al flex ionar las articulaciones de las pier-
nas el paso se acort a y se avanza m e no s co n cada paso. Los expe rimentos
 l.A 111\ ro111
\ DEL Cl lE IW () 11l ~I \ N(l
que mid en el cos te e n ergé tico de caminar mu estran que camina r con
las cad era s y la r o dilla flexionadas es cons iderablememe men os efi -
ciente qu e nuest ra for m a habitual de ca min a r: un macho de chi mpan cé
de .¡ 5 kilogramos gas ta unas 1.¡o kilo calo rías para andar 3 kil ómetros,
una s tr es veces m ás d e las que nece sita un human o de 6j kil ogra m os
pa ra reco rrer la m is ma di stancia."
Por d esg ra c ia , nun ca podremos o bserva r cómo anda un au s t ral o-
piteco ni co n ve n ce rlo d e que lleve una m ásca ra de oxígeno pa ra pod e r
medi r el cos te d e s u loco moción. A lgunos investigadores· cree n qu e
estos ant epa sad os ca minaban co mo chimpancés erguidos, con la s ca -
der as, las ro dill as y los tobillos flex io nad os. ,, Pero hay varias se ri es ele
ind icio s que sug ieren q ue alguna s espec ies de australopitecos anda b an
de una forma e fic ien te, como noso tro s, co n las articulacion es relati -
vamente rec ta s ( ex tendid as) . Varias de las pi stas al respecto las e ncon -
tram os en los pi es, qu e mue stran mu chas de las características qu e re-
tene mos en la ac tu a lid ad. A diferencia de los simios y de A rdi , c u yos
~
r--o-
. o
Figura 7 . Ca mi na r y co rr er. Al caminar , la pierna funciona durant e e l pa so
como un pénd ulo in ve rt ido, elevando el centro de masa (círculo) en la prim e-
ra mitad del paso, qu e luego cae en la segunda mitad. Al correr, las pierna s
actúan más co mo u n mu elle, estirándose al tiempo que el centro de g rave d ad
cae en la prim era mi ta d d e la zancada, y encogié ndose después para ayu d ar a
empujar el cu erpo en la segu nda mitad de la zancada y,por último, en u n salto .
~;~ \ll "CIHl ll l Q U E l) E P EN l>t OE l. \ C<l~ II I) \ 79
pu lgares de los pies son largos y se separa n hac ia afuera pa ra ayu darl es
a aga rr ar cosas y trepar a lo s á rb oles, especies como Au. afarensisy Au.
africanus tenían pulgare s como lo s de los human os : co rtos, robustos y
en línea con el resto de los d edo s . ' 1 Como nosotros, también te nían en
el pie un arco longitudi nal pa rci al , capaz de tensar la parte cent ral del
pie cua ndo caminaban . 11 U n arco tensado y unas articulaciones orien-
tadas hacia arriba en la base de lo s dedos d el pie indican que los austra-
lopi tecos, como los hum ano s, p o dían usa r los pies de una forma efi-
cie nte para empujar el cue rp o h ac ia delante y hacia arriba al final de
cad a pa so. Y, lo que es más importante , alg una s especies de austra lopi -
teco s, como Au. ajaren.sis , te nían un hueso g rand e y plano en el talón ,
bien adapta do para recibir la s ele vada s fuerzas de impactO que provoca
ca m inar sobre los talon es!'' E s te tipo de taló n, cara cterístico tambi én
d e los humanos, nos dice q ue c u ando Lu cy camin aba, deb ía extend er
la pierna hacia delante co m o lo s human os, dand o un paso largo. o
obsta nte, al menos otra es p ec ie d e austr alopit eco, Au. sediha, tenía ta-
lo nes más pequeño s, menos es ta bles y proba blemente camin aba con el
pie g irado hacia adentr o, co n un go lpe de taló n menos marcad o y un
pa so más cono. 27
O tra serie de adapta cio n es qu e aumenta n la eficiencia al caminar y
que tod avía retenemos es ev id e nt e en muchas de las extremidade s infe-
riore s de los fósiles de au stra lo pit ecos.18 Los australopit ecos tenían fé-
mur es torcidos hacia dent ro , lo qu e situaba sus rod illas cerca de la línea
media del cuerpo, por lo qu e no tenían qu e caminar con un paso ancho,
es dec ir, no tenían que balan ce ar se de lado a lado como un borracho o
niñ o que empieza a andar. 29 Su s a rticulaciones de las caderas y las rodillas
era n gran des y bien reforz ad as, ca paces de resistir las elevadas fuer,:as
que se producen al caminar co n una sola pierna apoyada en el suelo. En
térmi nos generales, sus to bi !los ten ían una orient ación casi humana, con
más estabilidad pero meno s flex ibilid ad que los tobillos de los chimpan-
cés, supuestamente para evi tar las pelig rosas t0rced uras de tobillo.
Po r último, está claro qu e lo s au stralopit ecos tenían va rias adap ta-
cion es para estabilizar la pa rt e sup erio r del cuerpo cuando caminaban
bíped os. Todav ía no sab em os si la co lumn a larga y curva da en la re-
gió n lu mbar, que posicio na e l tr o nco encima de las caderas, ya había
evol ucionado en los prim er os h ominin os, pero no cabe duda de que ya
la tenían así especies de aus tra lo pi tecos como Au. africanusy Au . sedi-
ha.¡o Además, los austral o pit ecos tenían tambi én una pelvis ancha y en
form a de cuenco que se curva ba h acia afuera. Como ya se ha co ment a-
80 LA IIISTOII IA DEL CUEll l' O IIUMANO
do, las ca d e ra s anchas que miran hac ia afuera permiten qu e los m úscu-
los d e l lado de las caderas estabilicen la parte superior del cu e rpo cuan-
do so lo e stá ap oyada en el suelo un a pierna. Sin esta forma , s iempre
co rr er íamos e l peligro de caerno s de lado, y tendríamo s que tamba -
learno s g r o te sca mente como un chimp ancé.
T en ie ndo en cuenta todo esto, las especies de austr alop it ecos de-
bían ca minar de una forma bastan te efic iente y con un a nd a r b astante
parecido al de los humanos, un a conclusión que evocan la s famosa s
hue llas d e pi e que se han preserva do en Laetoli (Ta nzani a). Q ui ~n sea
que h izo aq uella s huellas (es mu y po sible que Au. afarensis) d ebía po-
de r cami n a r co n las caderas y las rodilla s derechas." Sin e mb a rgo, se-
ría un erro r co ncluir que la loco moc ión en los austral opit ecos fuese
idéntica a la nu estra, y todaví a debí an trepar a los árboles p a ra coger
fru tas, re fug iarse de los depredado res y quizá para dormir por la no-
che. No d ebe ría sorprendern os enco ntrar en sus esquele to s alguna s
ca ract e rística s heredadas de los simios que resultasen útil es p a r a trepar
a los .frb o lcs. Co mo los chimpancés y los gorilas, en términ os r e lativos
tenía n las pie rn as cortas, los brazos largos y los dedos de pi es y manos
lige rame nt e c ur vados. Muchas espec ies de austraJopiteco s te n fan fuer-
tes mús cul os e n los antebrazo s y hombr os orientados hacia arr ib a, bien
adapt ados para colgarse o alzar e l cuerp o. Las adaptacione s para trepar
a los ár bo les so n especialmente notab les en la parte superi or del cuerpo
de Au. sediba Y
L a se lecc ió n a favor del paso de caminar en los au str a lopiteco s
de jó var io s lega dos en el cuerpo human o. El más important e es qu e su
capac ida d pa r a caminar de una manera eficaz y eficiente d ese mp eñó
un pa pe l cl a ve en el arco de la evo lución humana aJ transformar a los
ho mi nino s e n caminado res de res istenc ia, bien adaptado s a lar gas an-
dad u ras a tr a vé s de hábitats abierto s. Hay que recordar qu e la selec-
ció n pa ra re du cir el coste de caminar es evidentemente d e p oca imp or-
tan cia par a los chimpancés, probab leme nte porque so lo ca min an un
pa r o tre s d e kilóme tros al día, y tambi én necesitan trep ar y sa lt ar por
los ár b oles. P ero si los australopit eco s tenían que desplaza r se a menu-
do a la rga s di stancias en busca de frut as o tubérculos, el a um e nto de la
eco no mía d e la locomoción debió ser muy ventajoso. P ense m os que
po r término medio una hembr a ad ult a de australo piteco p esa b a unos
30 ki logra m o s y tenía que recor rer uno s 6 kilómetro s al dí a , el doble
que un a h e mbra de chimpancé. Si cami nase de una man era ta n eficien-
te com o un a hembra humana , habrí a ahorr ado 140 kiloca lo rí as al día
E~ ~I UC I 10 L O QUE DEPENDE DEL ,\ CO MIDA 81
(que suman casi 1 .oo o ki localorías a la seman a) . Si hubiera sido so lo un
50 por ciento m ás eco n ó mica que un chim pancé, todavía se habr ía
ahorrado unas70 ki loca lo r ías al día (casi 500 kilocalorías a la semana).
Cuando el aliment o era escaso, diferencias como estas podían tene r un
beneficio selectivo notable.
Como ya se ha co m e ntado, ser bípedo co mportaba otros cos tes y
beneficios parael cue rp o de los hominin os. La desventaja más imp o r-
tante de mantener se e rgu ido es la incapacidad de correr al galope. L os
australopitecos d eb ie r o n ser lento s. Cua nd o se aventuraban lejos de
los árboles, debían ser una presa fácil para ca rnívoros como los leo-
nes, los tigres de di e nt es d e sable, los gu epardo s y las hienas, que ca za n
en espacios abierto s. Ta l vez pudieran suda r y esperar aJ mediodía para
moverse, cuando aq u e llos depredado res no habrían podido regu lar la
temperatura de un a forma tan eficiente. En cua nto a las ventajas, ca mi -
nar erguido hace qu e acarrear comida sea m ás fácil, y una postura ver-
tical expone men os s uperfi cie al Sol, lo qu e significa que la rad iac ió n
solar calienta meno s a los bípedos que a los cuad rúpedos.u
Una última ve nt a ja imp ortante de ser bíp edo, que ya había d esta-
cado Darwin, es que liberaba las manos para ot ras tareas, como la de
escarbar. Los OS A pu e d en estar a bastant es decímetros bajo el sue lo, y
pueden hacer falt a h as ta veint e o treinta minu ros para excavarlos co n
un palo. Sospecho qu e excavar no era un probl ema para los austra lop i-
tecos. La forma d e su s m anos es intermedia entre la de los simios y la
de los humanos, co n pulgar es más largos y dedos más cortos que los
simios,H y debían se r capace s de agarrar un palo con fuerza..Ad e m ás,
no hace falta mucha d es tr eza para selecciona r o modificar un palo para
escarbar, y desde lu ego es algo que pueden hacer los chimpancés, que
modifican palos par a coge r termitas y pin char pequeños mamífero s, y
escogen piedras adecua das para abrir nu eces.JI Es posible que la sel ec-
ción para escarbar c on ay ud a de un palo abriera el camino a la po s te -
rior selección par a fabri car y usar herram ient as.
N UE ST R O AU STRAL O PI TECO I NTE RIOR
¿Por qué habrían de int eresa rnos hoy en día los australopitecos? Apar -
te de caminar erguidos, debían ser muy dif erentes de nosotros. ¿De
qué manera pod e mo s r elacionarno s co n estos antepasados ex tin tos
 L \ IIIS ' I Olll ·\ DEL CUE Hl'O lll ' MANO
d es de h ace tanto tiempo cuyo ce reb ro era poco mayo r que el de un
chimpa ncé y pasaban el día buscando los alimentos de una dieta inima-
ginablemente desagradab le y correosa?
Creo que hay dos buenas razones para prestar at enc ión a los austra-
lopi tecos . La primera es que estos lejanos antepasado s fueron un estadio
inte rm edio y crucial en la evolución humana. La evolución suele produ-
cir se a tr avés de una larga se rie de cambios graduale s, cada uno de los
cuales depende de los evenLOsque lo precedieron. D el m ismo modo que
los a ustra lopit ecos no hab rían evoluciona do si los prim eros homininos
como SaheLanthropusy Ardipitliecu.sno se hubieran hec h o m ás o menos
bípedos, el género Homo no habría evolucionado si Australopithecus no
se hub ie ra hecho menos arbóreo , más habitualmente bípedo y menos
depen dien te de la fruta, ab riendo el camino a la posteri o r evolución pro-
vocada por nuevo s cambios cl im áticos. Aún más imp o rtant e es el hecho
de que demro de todos nosotros sigue habiendo mucho d e los australo-
pit ecos. L os humanos somos sim iosext raños pon¡u e pasamos muy poco
tiempo e n los árboles (¿q uié n ha pasado hoy algún rato e n lo alto de un
árbol?), ca mi namos mucho y la fruta no es lo único que ve mos en el de-
say uno , la co mida y la cena. Estas tendencias quizá come nzase n cuando
nos se par amo s de los simios, pe ro se intensificaron no tab lemente a lo
largo d e mi llones de años, dur ante los cuales evolucio n a ro n va rias espe-
cie s d e ausl ralopitecos. En nu es tr o cuerpo persisten m u c hos rastros de
aq uel los expe rimentos evolutivos. En comparación co n un chimpancé,
nu es tro s m olares son grande s y gruesos. El pulgar de l pie es corto y
grueso y claram ente inúti l para agarrarse a una ram a. Tenem os una es-
pa lda con la parte inferior larga y flexible, un arco en e l pi e, una cintura,
una rodi lla prominente y mucha s otras característica s que no s ayudan a
cam inar largas distancias. Hoy todo s estos rasgos nos parecen norma -
les, pero en realidad son in sól itos presentes únicame nte en nuestro
cue rpo y solo gracias a una fu ert e selección para reco lec lar y comer ali-
m entos de r espaldo hace millon es de años.
Con todo , no somos aus tr alopitecos. Comparados co n Lucy y su
esLir pc, nu es tro cerebro es tr es veces más grande, y tenemos piernas
largas, brazos corros y nada de hocico. En lugar d e co m e r en abunda n-
cia a lim entos de baja calid ad, dependemos de ali mentos de muy alta
ca lid ad co m o la carne, además de herramiencas,gas tronomía , lenguaje
y cultur a . Estas y muchas otras diferencias import antes evolucionaron
duran te la Edad de Hielo, que co menzó hace uno s dos millones y me-
di o d e añ o s.
.¡
LOS PR I MEROS
CAZADORES -R ECO L ECTO RES
Cómoevo lucionó en el género humano uncuerpo
casi moderno
Un día una Liebre se burló de las pa1ascortas y el paso
lento de la Tortuga, quien replicó, riendo: «Aunque
seas velozcomo el viemo, 1c ganaréen una carrera».
ga y
E st W O, La corru la liebre
¿A quién no le p r eocupa el rápid o camb io climático qu e se está pro-
duciendo en la ac tua lidad? Si no le preocupa , debería, porqu e el aumen-
to de las tempera tui-a s, la alteración d e los regimenes de lluvia s y los
cambios ecológ icos que aquellos provoca n po nen en peligro nu est ra s
fuentes de alimento. Como ya hemos visto, el cambio climático g lobal
ha sido desde hace mucho tiempo un mo tor de la evolució n humana a
causa de sus efectos sobre el eterno prob lema de «¿qué ha y par a co-
mer?». Co nseguir alimento suficiente en una época de cambio c lim áLi-
co global fue también lo que desencaden ó la era de los humano s.
Conseguir la comida (o, para el caso, el desayu no o la cena) proba-
blemente no es a lgo que hoy ocupe un lugar de stacado en nu estra lista
de preocupaci ones d iaria s; sin emba rgo, la mayoría de los an imales es-
tán casi siempr e ha m b rientos y ocupados en la búsqueda de calo rías y
nutrientes. Es evide nt e que los animale s tamb ién Lienen que conseguir
pareja y evitar se r comidos, pero la lucha por la supervivencia suele ser
una lucha por la com ida , y hasta hace poco tiem po la gran mayoría de
los humanos no eran un a excepción a esta regla. Hay que tener e n
cuenta también que conseguir alimentos es algo más difícil cuando e l
hábitat sufre drásticas alteraciones que hace n que los alimento s q ue so-
lemos comer desaparezcan o se tornen menos comunes. Como ya he-
mos visto, el reto d e encont rar lo bastante para comer dio pie a las d os

8.¡ LA III STCl lll A DEL CUE RPO II U ~IANO
prime r as grandes tran sfo rm aciones de laevoluc ión h umana. A medi-
d a que África se fue tornan do más fríay seca, hace mucho s millone s de
años, la fruta se hizo más escasa y dispersa, favo recie nd o a aquellos
a nt e pasados que tenían una mayor capacidad pa r a buscar alimento
gracias a la postur a ergu ida y el caminar bípedo. Ot r as respuestas evo-
lutivas fueron un ro stro an cho y unas muelas gra nd es y gru esas, ras-
gos apro piados par a una dieta que incluía, además de la fruta , otros
_alim e ntos, como tub érc ulos, raíces, semillas y nu eces. Sin embargo,
por m uy importan tes qu e fue~anestas transfo rm aciones, es difíci l ver
a L ucy y a los ot ros aus tr alopitecos como hum a no s. Aunque b ípedos,
r etuv iero n un cerebro de un tamaño más propio de un simio, y no ha-
b lab an , pensaban o comían co mo nosotros.
N uestro cuerpo y nue str a forma de comporta rn o s evoluc ion aron
ha sta po der recono ce rse co mo más "humano s» e n los albo res de la
Ed ad d e Hielo, un pe riodo de cambio del clim a d e la Tierr a qu e cons-
ti iu yó un auténtico p unto de inflexióny que se inici ó co n una tende n-
c ia co ntin ua de e nfri ami ento global hace de 3 a 2 mill ones de años.
Durante este per iodo, los océa nos de la Ti er ra se en friaro n un os 2
g r ado s centígrados.' Do s grados puede pare ce r a lgo trivi al, pero
co mo pr omedio g loba l d e las temperaturas de los océano s, repr esenta
un a cantidad ingent e de energía. El enfriamiento g lo bal inc luyó mu-
c hos camb ios ade lante y atrás, pero hace unos 2,6 millon es de año s la
Ti e rr a se había enfriado lo bastante para qu e se e xpand ieran los cas-
qu e tes de hielo polar. N ues tros antepasados no te ní an la menor idea
d e que a miles de kilómetro s de distancia se esta ban forma ndo gigan-
tescos g laciares, pero sin duda experimentaro n c icl o s de cambio s en
su h ábit at que se vie ron in tensificados porun a tumultu osa acti vidad
geo lóg ica, especialm e nte en África oriental. 2 Po r c ul pa de un enorme
punto ca liente volcán ico, la región entera se v io e mpuj ada hacia ar ri-
ba como un suflé, y luego (co mo algunos suíl és ) la parte ce ntral se
co lapsó, formando el Gran Valle del Rifty crea nd o una extensa som-
b r a o rográfica que secó bue na parte del Áfri ca o ri e nt al. El Valle del
R ift ta mbién albergaba mu chos lagos que aún h oy se llenan y secan
d e fo r ma cíclica.' Aunqu e el clima de África oriental fluctu ase a me-
nu do, la tendencia ge neral e ra que los bosqu es se e ncog iera n mien-
tr as se expandían las zonas de bosque claro , los ecos istema s herbá-
ceos y otros hábit ats más ár idos y estacionales . Ha ce un os 2 millon es
d e años , la región se parecía más al escenario d e El rey león qu e al de
Tar z.án. 4
LOS PRIMER OS C AZAD O RES-R ECOLEC TORE S
Imagine mos por un momento qu e somos un hambri ento ho!Il'.inin o
de hace un os 2 ,) millones de años; vivimos en un mosaic o ca m bíám~ de
herbazales y bosqu e claro , y nos preguntamos qué podemo s ce&ller.
¿Cómo nos las arr eglaríamos al ver que nuestros alimen tos prefeüdo s,
como las fr utas , se tornan escasos? Una solución, que ya h emoss'Alisto
en los aus tralopi tecos robustos de cara ancha y enorm es di e nte ~ .con-
siste en ce n tra rse cada vez más en alimentos más dur os y fib:i,,nsos,
como raí ces , tubér culos, bulbos y semillas, que cada vez so n m ás ..,.ihun-
dantes. E sto s hominin os debían pasarse eJ día mascand o a rd ua.ora.ente
hora tra s ho r a tra s hora. Por sue rte para no sotros, pare ce que Ja .ssclec-
ción natu ral tambi én favoreció una segunda y revoluciona ri a est.u:;ate-
gia para e nfre ntar se a los hábita ts camb iantes: cazar y reco lecta r,. E sta
innovadora fo rm a de vida implica segu ir recogie nd o tub é rc ul os y1..otr as
plantas pero in co rporó vario s com portamiento s nuevo s y transfárma-
dores que implicab an come r más carne, usar herramienta s p a ra est:raer
y procesa r a lim ent os, y coope rar intensamente para compartir allim en-
tos y en ot ras tar eas.
La evo lu ció n de la caza y la recolección subyace a la evo luc iiin del
género humano , Horno. Ademá s, las adaptac iones clave que se sel<lOClcio-
naron para h ace r que esta ingeniosa forma de vida fuese pos ibl&:'Clltre
los primeros hum anos no fue un cerebro grande, sino un cu e rp o mon la
forma m od e rna. Más que cualquier otra cosa, fue la evo !uc ió n de l:itllcaza
y la reco lecc ió n lo que llevó a nuestro cuerpo a ser lo qu e h oy es .
¿Q U I ÉNE S FUERON L OS PR I MEROS H UMA NOS ?
La Edad de Hiel o pr ecipitó la evoluci ón de la caza y la reco lecc iru 11ju n-
to con un cu e rpo moderno en varias de las pri meras espe c ies del~n e-
ro H orno, la más importante de las cuales es Horno erectus. E st a ~c íe
tan signifi ca ti va ha ocupado un lugar destacado en nu est r a co mpr en-
sión de la evo lu ción humana desde 1890, cuando Euge ne Du boiis, un
intrépido m é di co del ejército hola ndés, inspirado po r D arwi n y.'IWtros,
partió hacia Ind onesia con la intenció n de hallar el verd adero eslab ón
perdido ent r e lo s humano s y los simios. Bendecido por la su e rte;. a los
pocos m eses de su llegada Dub ois encontró los fósiles d e un crameo y
un fémur de un a especie a la qu e no tardó en llamar Pitheca nd'4!Tcp us
erectus («ho mbr e-simio erecto» ) . Más tarde, en 1929, se h a llarum. fósi-
1
86 LA IIIS TOII J;\ DEL CUE JWl) II UMt\NO
les parec idos en una cueva ce rca de Beijing (ento nces Pekín), en Chi-
na , que se descubrie ron como la especie Si11and1ropus pekinensis. E n las
décadas qu e sigu ieron apa recieron más fós ile s de naturaleza parecida
en África, en la Garganta d e Olduva i, en Tan zan ia , y en lugares como
Marrueco s y Argelia, en el norte de África. Como había pasado co n el
Hombre de Pekin, mu cho s de escos fósi les rec ib ieron en un principio
nuevos nom br es espec íficos, y no fue ha sta la seg unda guer ra mundial
cuando los estudiosos llegar on a la co nclusión de que todos aque llos
especímenes tan distames pertenecía n en rea lidad a una sola especie,
H. erectus.6 D e acuerdo con los mejores indi cio s de que disponem os en
la actualidad, H. erectus evol ucion ó como espec ie nu eva en África ha ce
1,9 millones de años y enseguida come nzó a di s per sarse desde África
hacia el resco d el Viejo Mund o. H. erecius ( o un a es pecie estrecha m em e
empare ntada) apa reció en las mo ntañas d el Cá u caso de Georgia h ace
1,8 millones de años, y tan to en Indo nes ia como en C hina hace 1,6 mi-
llones de años. En p anes de Asia, la especie p e rs istió hasta hace m enos
de unos pocos ciencos de miles de años.
Como cabe es perar de una especie qu e res is ti ó casi 2 millo nes ele
años en tres continentes, H. ereclus apa rec ió en una variedad de for-
mas, igua l qu e hoy nosot ros. La tabla 2 resum e a lgunos dato s ese ncia-
les. Su peso variaba emr e 40 y 70 kilogramo s, y su altura ent re 1 ,22
m etros y más de 1,8 5 metros .7 Muchos tení an e l ta m año de un humano
moderno, pe ro las hem bras se situaban en el ext remo más bajo de l in-
tervalo humano, al igual qu e toda un a pob lación d escub ierta en Geor-
g ia (en un luga r llam ado Dman isi). Si no s e nc o ntráramo s a un g rupo
de H. erecws en la ca lle, probab lemenLe les reco noc eríamos un aspec to
casi human o, sobre tod o del cuello para abajo. Ta l como muestra la fi-
gura 8, a elifcren cia de los australopiteco s, su cuerpo guardaba las pro -
po rciones de los humanos mode rnos, aunqu e e n términos relativos sus
pierna s era n larga s y sus brazos corcos . T ení a n la cintura alta y es tr e-
cha y pies co mpl e tam ente moderno s, pero los hues os de las cadera s se
orientaban ha cia los lados má s que los nu estros. Como nosotros, te-
nían los homb ros bajos y anchos y el pech o a n ch o, en forma de barril.
Sin embargo, su cab eza no se parecía mu ch o a la nu estra. Aunq ue H.
erecws ya no tenía hocico, su rostro era aJto y h o ndo , y los machos, en
particular, tenían un enorm e arco sup erci liar gu e se extendía co mo una
barra encima d e los o jo s. El cerebro de H. erectus era de tamaño int er-
medio entr e el cerebro d e un aus tralopi teco y el d e un humano, y tenía
el cráneo largo , aplanado en lo alto e inclin ado hacia atrás en lugar de
LOS PR1ME1l0S C.\lADU HES-RFCOU:Cr, )JU·.'>
/ lomo erectus /-1 01110 nea11derthalen.sis Ham o sapiens
(he mbra) (hembra) (hembra)
I· igu ra 8. Reconstrucciones de hembra s de tres especies de / l omo : J l. erectus,
JI. neandenl,afensis y H. sapie11s. Nótense las semejanzas ge n era les en las pro-
porcio nes del cuerpo, pero el mayor cerebro en laneanclcrta I y el rostro más
pequeño y la cabeza más redondeada de la humanamoderna. Hecons t ruccio-
nes «') 20 1 3 John Gurche.
se r redondeado como el nuestro . Sus dientes eran cas i idémicos a los
nuestros, aunque algo más grandes.
De la s mucha s especies de nu estro árbol de famili a, H. erecws fue
un a ele las m ás importantes , pero sus o rígenes evo lutivo s son co nfu sos.
1l ay al m e no s o tras dos espec ies tempra nas del géne ro H omo, también
resum id as e n la tabla 2, que podr ían haber sido su antep asa d o. La pri -
mera, H. l,abilis, es dec ir, «hombre hábil", fue descub ie rt a en 1960 por
Louis y M ary Lcakey y rec ibió este nombre porq ue su pu estamente fue
la primera que fabricó he rramie ntas de piedra. H. l1abilis tiene un a cro-
nología incierta , pero pro babl eme nte evolucionó hace un os 2,3 millo-
nes de año s y persistió hasta hace 1,4 millones de años. H . habilis tenía
un cue rp o de australopiteco: pequeño, con braw s largos y piernas cor-
tas . También tenía muelas g ra ndes y de esmalte grueso. Sin em bar go,
su ce rebr o e ra unos poco s cien tos de gramos mayor que el de cualq uier
austra lo pit eco, y su cráneo era redondeado y car ecía d e hoc ico . Sus
manos e r an casi modernas y b ien ada ptadas para la fabricación y uso
de her rami enta s de piedra .
H . habitis tuvo un contemporá neo menos con oc ido , H. rudolfensis .
H asta dond e sabemos, H. rudolfensis tenía un cerebro Iige ram ente ma-
88 LA III STO RIA DE L CUE ltPO H UMANO
yor que el de H. lzaóilis,pero sus d ientes y rostro eran mayo res, más
planos y má s pareci dos a los de los aus tra lop itecos.x Es plaus ible que
H. rudolfensis fuese unAustralopit hecus de cerebro grande y po r lo tan-
to no un miembro del género Homo .'>
Co n indepe nd encia de cuántas esp ec ie s hubiera del primer Homo y
del parentesco exac to que hubiera ent r e ellas, el panorama general que
se nos presenta a partir de los fósiles d esc ub iertos hasta el mo mento es
que la evo lu ción del cuerpo de aspecto hu mano se produjo en al menos
dos fases. Primero , en H. haóilis, el cerebro se expandió ligeramente y
el rostro per di ó el hocico. Luego, en H . erectus, evolucionó un a forma
mucho más mod erna de piernas, pies y brazo s, junto a unos di entes más
pequeños y un ce rebro ligeramente m ayo r . D esde luego el cue rp o de
H. erectus no e ra en un cien poc cient o igua l al nuestro, pero la evo lu-
ción de esta e specie clave marca el o rige n de un cuerpo que en su mayor
parte tiene aspecto humano, así como d e la for ma en que hoy co mem os,
cooperam os, nos comunicamos, usa mos he rr am ientas y nos com po rta-
mos en ge nera l. En esencia, H. erectus fue el primer antepasa do qu e
podemos caracte rizar como signifi ca tivam e nte humano. ¿Cómo y por
qué se produ jo esa transformación? ¿De qu é modo el origen de la caza
y la recolecció n permitió a los prim eros Ho rno sobrevivir al inicio de la
Edad de H ido , y de qué modo esta forma de vida seleccionó los ca m-
bios que vemos en su cuerpo, y por ta nto en el nu estro?
¿C óMO CONS EGUÍA L A CO MID A «H. SAP IE NS »r
Salvo que in ventemos una máquina d e l tiempo o descubram os una es-
pecie relicta ( es decir, remanente) de a lg un os de los prim eros H orno en
alguna isla desco nocida , tendremo s qu e h ace rn os una imagen de cómo
vivían los primeros miembros del gé ne ro hum ano estudiando sus fósi-
les y los artefac tos que dejaron en co mbinación con lo que sabemo s de
cómo viven hoy los cazadores- reco lec tores. Es inevitable qu e estas
reconstrucc io nes utilicen conjetu ra s, pero resulta sorprendente lo mu-
cho que podemos inferir de una m anera fiabl e. Esto se debe a que la
caza y la reco lecció n es un sistema int eg rad o con cuatro co mpon entes
esenciales: recolectar plantas alime n ticias, cazar para obtener carne,
cooper ar int ensamen te y procesar los alimento s. ¿Cómo,cuándo y por
qué llegaron lo s primero s humanos a a dq u irir estos comportamiento s?
Lll~ P I\IMEHü S C AZADllRES- RECOL ECT<..HIES
Comencemos por la recolección. En los hábitats africano s en los
qu e viv iero n los primero s H omo, la recolección de plantas aliment icias
sin dud a constituía la mayor parte de la dieta, probab lem ente el 70 por
ciento o más. Recolectar puede parece r fácil, per o no lo es. En una sel-
va llu viosa, los simios necesitan caminar tan so lo 2 o 3 kilóm etro s al
día par a coger la com ida necesaria simplement e agar rand o los fruto s y
ho ja s comestibles qu e se van encontrando. En ca m bio, los hominin os
de hábitats más abierto s tenían que caminar mucho má s cada día, al
meno s 6 kilómetros si nos guiarnos por lo que hacen los actuales caza-
dores- reco lecto res, para encont rar y luego ext raer alimentos para ha-
ce rlo s di geribles.' º Los alimentos extraídos se ob tienen de las partes
de la p lanta ricas en nutri entes, que están prot egidas, bien escond idas
bajo el suelo (como los tubér culos), bien encerrada s en cáscaras dura s
( co m o mucha s nueces), bien defendidas por tox in as ( como mucha s ba-
yas y raíces). Ade más, corno los hábitats abi ertos tienen densidades
baj as d e plantas comes tibles y son más estacionales qu e los bo squ es
tropica les repletos de fruto s, los primeros cazadores- recolec tores de-
biero n ve rse obligados a depende r de una gran vari edad de alimento s
ex traíd os. Los cazado res-reco lectores de África suelen bu scar alimen-
to s e n mu chas docenas de plantas distintas, mu chas de las cuales so n
es tacionales, arduas de encontrar y difíciles de extrae r. Por ejemp lo,
los ó rga nos subterr áneos de almacenamiento co nstituyen un alto por-
ce nt aje de la dieta de mu chos cazador es-recol ec tores africano s, pero
para exca var un tubérc ulo pueden hacer falta de diez a veinte minut os
de dur o trab ajo, y a menud o requiere desplaza r piedra s grand es qu e
obs tinad ame nte ento rp ece n la operación, y lu ego aún hace falta más
es fu erzo para machaca rlo o cocerlo con el fin de hacerlo diger ible.
Ot ro de los aliment os muy apreciados por los cazado res- recolectores
es la mi el, que es dulce , gustosa y rica en calorí as pero difí cil y a veces
pe lig rosa de consegu ir.
La s ventajas de comer plantas son que se pu ede predec ir con fiabi-
lid ad dónd e se encue ntr an, suelen ser relativa mente abundante s y no
se esca pan corriendo. U na gran desventaja de las planta s comestib les,
es pecia lmente las plant as silvestres, es que tienen un elevado con teni-
do de fibra indigerib le y un a densidad de nutri e nt es comparativament e
baja. Alguno s cálculos rápidos nos permiten inf erir que los primero s
Horno, especialmente las madres, debían tener pr ob lemas para recolec-
ta r la comida suficient e para sobrevivir y re prod ucirse. Una hembra
d e H. erectus que pesa ra un os 50 kilogramo s habría necesitado un as
 1.-\ 111\Tl)III \ DEL Cl F.HI'() IIUMAJ\()
1 .8 00 kilocaloría s al dí a so lo p a ra suplir las necesi dad es de su propio
cue rpo, y u nas 500 kiloca lorías s i estaba embarazad a o lactando, como
a menudo debía ocu rrir . Co n toda pro babilidad, tambi én necesitaría al
menos de 1.000 a 2 .000 kiloca lo rías más cad a día para ot ras crías ya
d este tada s pero no lo b as ta nte mayores como para busca r su propi o
alim ento. Sumand o tod o , p 1·o babl emente neces itase d e 3.000 a 4.5 00
kiloca lorías en un d ía norma l. S in embargo, los est udi os sobre cazado-
res- reco lectores co ntemp o rán eos de África muestran qu e las madres
so lo consigue n reco lecra r e n un dí a enrre 1.700 y :.i.ooo kilocalorías de
alim ento s vege tales, y las madre s lactantes ent o rpe cidas por njños
pequeños están en el extr e mo in ferior de ese rango. 11 Co mo es poco
probable qu e las h embr as d e If. erectu.s fuesen m:ís efic ientes en la bús-
qu ed a de alimentos que la s h e mbr as actuales, una madr e típica de H.
erectus con frecue ncia no d e bía se r capaz de reco lectar las calorías sufi-
cient es par a cu brir sus neces idad es energéticas y las de sus hijos depen-
d ie mes. Para resolver este d é fi c it era necesario obte ner más energía de
o tra s fu entes.
Una de estas fuente s e ra la ca rne. En yacimi ent os arqueo lógicos
d atados en al menos 2,6 mi! Io n es de años, pe ro pos ibleme nte más an-
tiguos, se ha n enc o ntra do hu esos de anima les con marcas de cortes
rea lizad os con herr ami e nt as líti cas simples qu e se uti liza ron para cor-
tar la carn e. " Algunos d e es t o s hu esos estab an ade más fracturados de
una for ma caracte rística para e xtra er la medula . Po r lo tanto, renemos
p ruebas irrefutabl es de qu e lo s hominino s comenzaro n a consumir
ca rn e hace al menos 2,6 millon es de años. Cuá nta carn e com ían es algo
sob re lo cual solo podemo s es p ec u lar, pero sabem os qu e la carne cons-
titu ye alrededor d e una te rce ra pan e de la dieta d e los caz adores-reco-
lector es de los Lrópicos (en háb itaLs templados co nsume n más carne y
pescado) .'! Ad emá s, a los caz ador es-reco lecto res de entonces debía
apetece rles la ca rn e Lamo co m o h oy a los chimp ancés y los humanos, y
po r u na buena ra zón. Come r un filete de antíl ope prop orciona cinco
veces más ene rg ía que un a ma sa igual de zana horia s, ad emás de grasas
y pr oteínas esenciales. Otr os ó rganos de los animal es co mo el hígado,
el co razón, la medula y el ce r e bro también aport an nu trientes vitales,
es pe cialmente g rasas, pero ta mbién sales, cinc, hierro y otros. La car-
n e es un a rica fuen te d e alime n to.
La carne ha sido un com pon e nte esencial d e la dieta humana desd e
los pr imeros Homo, per o se r un ca rnívoro a tiempo parci al es arduo ,
inci erto, peligroso y difí cil para los cazado res- reco lectores de nuestros
tiempos, y debía ser t0davía más di fíci l y ar riesgado en los albo res de l
Paleo lítico, mucho anees de qu e se inv e ntaran las armas arroja dizas.
Aunque los machos eran tanto cazador es com o carro ñer os, es impro -
bable que las madres de los prim eros H orno qu e estuv ieran emb ara za-
das o amamantando pudieran dedi carse a cazar o busc ar carroña de
forma habit ual, sobre t0do cuando estuv ieran cu idando de hijos pe-
queños q ue apenas caminaran . Por lo ta nt o, pode mos inferir que los
orígenes de la alimentación con carne co incid iero n con una divisió n
del trabajo por la cual las hembra s se dedicaban sobre todo a recolectar
mientr as que los machos no solo reco lec taban sino que también caza-
ban y buscaban carro ña. Un hito ese n cia l d e esta antigu a divisió n del
trabajo, todavía fundamental para la fo rm a de vida d e los cazadores-
recolect0res actuales, es compartir la co mida. Los chimpancés macho
casi nunca comparten el alimento , y n unca con sus hijos. Pero los caza-
dores- recolect0res se casan entre sí, y los mari dos invierten mucho en
sus esposas y descendencia aprovi sio nándol os de alimemo s. En la ac-
tua lidad, un cazador puede obtener d e 3 .ooo a 6.000 kilocalorías al día,
más que suficientes para suplir sus propia s n eces idades y abastece r a su
famil ia. Aunque los cazadores comp a rt e n la carne de las g randes pre-
sas co n toda la banda, todavía dan a s u fam ilia la mejo r parte de lo que
cazan . ' 4 Además, los padres cazan co n más frecue ncia cuando tienen
esposas co n niños pequ eños qu e ncces ita n se r amaman tad os y muchos
cu idados. Los padres, a su vez, dep end e n con frecuencia de las plan tas
qu e recoge n sus parejas, especial mente s i d es pués de una larga cacería
reg resa n a casa hambrientos y con las mano s vacías. Los pr imeros ca-
zado res- recolectores se habrían ben e fic iado tanto d e compart ir la co-
mida que se hace difícil imaginar cómo habrí an pod ido sob rev iv ir sin
que ma chos y hembras se abastecieran mutuam ente y coopera ran de
o tra s maneras.
Además, compartir la co mida no es a lgo qu e se dé úni camente en-
tre pa rejas o entre padres e hijos, sin o t a mbi én entr e los miembro s de
un mis mo grupo, lo que pone de manifiesto la impo rtancia d e un a co-
operació n social intensa ent re los cazado res -recolecto res. Una forma
básica de cooperación es la familia exte n sa. Lo s est udios sob re los ca-
zado res-re colectores muestran que las abue las, que so n bu scado res de
comid a mu y capaces, experimentad a s y que no suelen tener niños pe-
queños, pr oporcionan suplem ento s d e co mida que son crucia les para
las madre s, igual que hacen las herm an as, las prim as y las tías. D e he-
cho, se ha argumentado que las abuel as so n tan imp or tan tes que las
 L~ IIISTOHIA D EL CUEI\PO IIUMANO
he mbr as humanas fue ro n se le cc io nadas para v ivir mucho más all á de
la eda d en qu e pu eden se r m adr es porque ayu daban a apro visionar a
sus hijas y nietas.' 1 Los abu e los, tíos y otros mac hos a veces tamb ién
ay uda n. Co mpart ir y otr as fo rma s de coo perac ión también se extie n-
de n de una manera c ru cia l fue r a de las familias. Las madres de grup os
de caza do res-recolec tor es d e pe nd en unas de otra s para vigilar a los
niños,, <,mient ras qu e los m ac hos suelen com part ir la carne no so lo
con sus familiares sino tambi é n con ot ros hombr es. Cuando un caza -
dor ab ate una presa g rand e, p o r ejemplo un antílope de más de cien
kilog ramos, distribuy e la ca rn e e ntr e todos los de la banda. Esta fo r-
ma de co mpartir no es so la m e nt e un esfuerzo po r ser amable y ev it ar
el des pilfarr o, sino un a es trate g ia vital para redu cir el riesgo de pasar
hambre, puesto qu e la p roba bilid ad de que un cazador abata una pieza
g rand e en un d.ía dete rmin ado es baja. Al co mp artir la carne los dí as
que tiene suerte, el caza do r aum ent a sus pos ib ilid ades de obten er ca r-
ne de sus compañero s d e ca za lo s días que vuelv a a casa con las man os
vacías. Los hombre s a veces ta mbi én cazan en g rupo para aum ent a r
su probabi lidad de éxito y pa ra ayud arse a ac arr ear la caza has ta el
camp amento. No es de ex tr a ña r qu e los cazadores-recolector es sea n
m uy igualitar ios y den m uc ho valor a la recipro cidad, lo que ayud a a
aseg ur ar para to dos un abas te c imi emo más regu lar de recursos. H oy
vemo s la codi cia y el ego ísmo co mo pecados, pero en el mund o tan
coopera tivo de los caz ad o res- reco lectores, no co mpartir y no coo pe-
ra r po día signifi car la dif e renci a e ntr e la vida y la muert e. La coopera-
ció n de grup o prob able m e nt e ha ya sido fund amental para la form a
de vida de los cazado res-reco lecto res desde hace más de 2 millones de
años .
El último compon ent e ese ncial de la caza y la recolección es e l pro-
cesa mi ento de los alimentos. Mu chas de las plant as que los cazado res-
reco lecto res recogían p ara co m er eran difíciles de extraer, dur as d e
masc ar y molestas de di ge rir, po rqu e a menud o eran bastante más fi-
br osas que las planta s altam e nte domes ticadas que comemos hoy. U n
tu bé rculo o una raíz silvestr e cu a lquiera es mucho más difícil de masti-
car y di gerir que un nabo crudo de los que hoy podemos encontr a r e n
un sup erm ercado. Si los prim e ros Horno hubi eran necesitado co m er
gra ndes cantidades de pl a nta s silvestres sin pr oces ar, habrían tenid o
qu e co mer como chimp a ncés, la mitad del día ma sticando y llenand o el
estómago con alimento s r icos en fibr a, y la ot ra mitad esperand o a qu e
el es tómago se vacíe pa r a vo lver a llenarlo. La carn e, aunque m ás nu -
LOS PRIM E ROS CAZAD t )RES- llECOLE CTúHE S 93
tricia, tampoco era fácil de co mer po rgu e los primeros H omo, como
hoy los humanos y los chimpan cés, tie nen dienres bajos y p lanos que
no son adecuados para mast ica r la ca rn e. Qu ien haya inte n tado alguna
vez comer carne crud a hab rá no tad o e nseguida este prob lem a. Nues-
tros dientes planos son incapaces de corta r las correosas fib ras de la
carne, así que mast icamos has ta h ace r un a bola. Un chimp ancé tarda
hasta once horas en masti car poco m ás de un kilo de ca rn e . ' 7 En resu-
men, si los primeros caza do res- rec?lectores hubieran m asticado ali-
mentos crudos y sin pr oces ar tal co m o hacen los simios, no les hubi"era
quedado tiempo para se r cazador es-reco lectores.
La solución a este pr oblem a fue p rocesar los alime nto s, al princi-
pio con la ayuda de la tecnolo gía m ás simp le. Las herr ami e n tas de pie-
dr a más antiguas eran tan primi tivas que no es fácil reco nocerlas de
entrada como herr amienta s. Co noc id as colectivamente co mo herra-
mientas de la indu stri a o lduv aye n se ( por la Gargant a d e O lduva i, en
Tanzania), se fabricaba n usand o u n a piedra para reba ja r lige ramente
otra piedra de gra no más fin o. La m ayo ría son simples piedr as talladas
con un filo, pero ot ras so n herrami e n tas de corte con filos largos como
toscos cuchillos. Aunqu e estos anti guos artefactos está n m uy lejos de
las sof isticadas herramientas qu e u sa m os hoy, quedan fue r a de las ha-
bilidades de los chimp ancés, y su se ncillez no debe resta r nada a su
significación. Son notablemente af ila das y versátiles. Ca da primavera,
los estudiantes de mi departam e nt o fab rican her ramientas o ldu vayen-
ses y luego despiezan un a cab ra co n el fin de experimentar de primera
mano lo eficaz que era esta tecno log ía para despelleja r un an imal, se-
para r la carne de los hu esos y extr ae r la medula.
Au nque la carne de cabr a es di fíc il de masticar cruda , si p rimero se
corta en trozos pequeños se hace mu cho más fácil de mas ti ca r y dige-
rir. '8 El procesa miento de los alim ent os también hace m ilagros con las
plantas. Las form as má s simpl es d e p rocesamiento consisten en rom-
per las paredes celulares y otras fib r as no digeribles, co n lo q ue se con-
sigue qu e hasta las plan tas más fib rosas sean más fác iles d e masticar.
Además, el simple hecho de usar he rr am ientas de piedr a p a ra cortar y
machacar alimentos crudo s como tub érculos o trozos de ca rn e aumen-
ta considerablement e la cantid ad d e calorías que se ob tie ne con cada
bocado. ' 9 Esto se debe a que la co mid a que se ha mazado antes de con-
sumirla se digiere de un a form a m ás eficiente. Por eso no debe sor-
prender que los estud ios de las h err a m ientas de piedr a m ás antiguas
muestren que algu nas se usaban p a r a co rtar carn e, pe ro la m ayoría se
94 LA HI STO RIA DE L CUE RPO HUMANO
usa ban para corta r pla nt as. Los hum anos llev an pr ocesando los ali-
m entos al menos des d e que empeza ron a cazar y r ecolecta r.
Si juntamos tod os estos indicios y lineas a rgu me ntales, pode mos
con cluir que las prim e ras especies del gén ero hum ano resolviero n el
p ro blema de «¿qué h ay pa ra comer?» dura nt e un p eriodo de g rand es
ca mb ios climáticos ad op tando una estrateg ia r adi ca lmente nueva . En
luga r de come r más alime ntos de baja calidad , estos proge nitores ave ri-
guaro n cómo con segu ir , procesa r y COf!le r alim e nt os de mayo r calid ad
co nv irtiéndose en cazado res- recolector es.. Es te m o d o de vida obliga· a
reco rr er cada día gra nd es d istancias en busca d e a lime nto y ocas io n al-
me nte cazar o ap rovec h ar car roña. La caza y la reco lección tamb ién re-
quie ren elevados nivel es d e cooperació n y u na t ec nología simp le. Se
e ncuentra n restos evoca do res de todas estas co ndu ctas en los yacimie n-
tos arq ueológicos más an t iguos conocidos, qu e d a ta n de hace 2,6 mill o -
n es de años. Un a pe r so n a cor riente que se t ro p eza ra con uno d e es tos
yaci mientos en África o ri ental podría no reco n oce r lo que tiene ant e sus
ojos. El paisaje árido, se mid esértico, en que se e n c u e ntr an está salpica do
d e rocas volcánicas, y los fósiles son abund an tes . Pero si se mir a co n
d ete ni miento, pu ede n e nco ntr arse depósit os di spe rsos y pequ eños
(ape nas unos metros cu adr ados) de herram ie nt as de piedra sencillas
j u nto a unos pocos hu esos de animales, algu nos d e los cuales lleva n las
ma rcas del corte de la ca rn e. Algunas de las pie d ras fueron transpo rt a-
d as muchos kilóm etros d esde su o rigen y luego t a lladas allí mismo en
fo rm a de herram ientas. Muchos de los huesos ta mbi én tienen marcas d e
mo rdiscos de hienas, lo que nos recuerda q ue nu est ros antepasados tu -
vie ron que co mpe tir co n carnívoros atro ces y peli g rosos para pode r
disfr ut ar de aqu ellos va liosos alimentos. Los p rim e ros yacimien tos de-
bía n corresponde r a antiguos lugares de acti vi d a d e fím era. Imagi n em os
un g ru po de H habilis o d e H. erectus reun id o a la so mbra de un árbo l,
apres urándose a com p ar tir u n poco de carn e, pr ocesa r tubércu los, fru -
tas u otros aliment os r ecogi dos en algún otr o l u ga r, y fabricar sen cillas
h e rr amientas. Esta co mb inac ión de pautas b ás icas d e comporta mie nto
(come r carne, com partir , fab ricar herrami ent as y p rocesar alimentos)
p u ede parecern os corr ie nt e, pero en realidad es al go ú nico de los h o mi -
n inos, y transform ó el gé n ero humano.
¿Cuáles fuer on las co nsecuencias de la caza y la recolección pa ra la
evo lución del cu er p o huma no ? ¿Qué adapta ci o n es seleccionó esta for-
ma d e vida pa ra p ermi t ir qu e los primero s hum an os se convir tiesen en
caza dores- recolec tor es?
LOS PRI MEROS CAZADORES -RECOLECTORE S
CAM I NATAS
Los simios su elen caminar menos de 3 kilómetros al dí a, p ero los hu-
manos te n emos una capacida d prod igiosa para camin ar la r gas distan-
cias. Un huma no extremo, George Meega n, ha caminado rec ientemen-
te desde la p unt a más meridio n al de Amé rica del Sur h asta la parte más
septent rio n a l d e Alaska, camin ando una media de 1 3 kil ómet ros al
día.10 Au n que la camina ta d e Meega n sea insólita, la dis t a n cia media
que recor r ía se encuent ra dent ro del rango de lo que ca min a n los ac-
ruaJes cazado res- recolecto res cuando salen a buscar al im e n to (l as mu-
jeres 9 ki lóme tros al día y los homb res unos 15 kiló m et r os al día). 1 1
Como los a dult os de H. ereccus tenían más o me nos el mi sm o ta maño
que la mayo r ía de los hu manos m odernos que son caza d o r es- recolec-
tores actua les, también debía n reco rrer distancias par ec id as cada día en
un a mb iente cá lido y abierto co n el fin de encontrar el a lim e nto sufi-
ciente. Co m o cabría esperar, el lega do de las cam in atas h a q uedado
estam pado e n u na serie de adaptacio nes del cuerpo hu ma n o que tuvie-
ron su or ige n en los pri meros H omo y que ayudaron a q u e el géne ro
hum an o fu ese todavía mejo r q ue los australop itecos en l as ca minatas
de largo reco rr ido.
La m ás obv ia de estas ada p tac iones, evidente en la figu r a 9, son las
piern as la rgas. Las piernas de un H. erectustípico son de u n I o a un 2 0
por ciento m ás largas que las de un australopiteco d esp u és de corre-
gir po r las d ife rencias en el tamaño del cuerpo. 22 Cuand o d os pe rsonas
con pie rn as de longitud muy di st inta caminan juntaS, la de pi ernas más
largas se d esp laza más con cad a paso . Co mo el co ste de m over el cuer-
po una d i stancia determinada se paga por pasos, las pi e r nas m ás largas
reducen e l coste de caminar; segú n algunas estimaci o n es , la s piernas
más largas d e H . erectushabría n redu cido casi a la m itad e l cos te de los
desplaza mi e n tos en comparació n co n un australopiteco. 1 3 L a desve n-
taja d e las pie rn as más largas, sin embargo, es que ha ce n q u e trepar a
los árbo les sea más difícil (lo me jo r para trepar son los b razos largos y
las pie r nas co rtas).
Otro co nju nto de adaptac io nes important es para ca min ar que ve-
mos en H. erectus todavía se pue de apreciar en nuestro s pi es . Ya hemos
visto qu e a lgu nas especies de au stralo pitecos tenían u n p ie relativa-
mente m o d e rn o con un pul g ar rob usto y casi alinead o con los otro s
dedos, as í co m o un arco parcial q ue era capaz de ten sa r l a part e media
dd p ie d e m an era que los de d os pudie ran empujar el cue rp o hacia de-
 1 ~ III STl)lll \ D E I. < LIElll' O II UI \1\ 0
( .1bn. 1
"· 111/
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( ,lti 11.,,1
m.i" m,1
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P 1t•r n. 1<,
l.,r~.1..,
A ustrafopi1hecus Homoerec111
1
Figu ra 9. Algunas adaptaciones a cami n ar y correr en 1-/01110 crecws (compa-
radas con u n Ausualopitlucus ajizrensis). Los rasgos señalados a la izquierda
habrían ~ido beneficiosostanto para ca mina r como para correr, pero lo~indi-
cados a la derec ha son fundamcn 1alm c m e para correr. El tendón de Aquiles
no se pre<;er va, de modo que su long itud es una conjewra. Figura adaptada
de D.M. Bramble y D. E. l.icbcr man (2 00 .¡), «Endurance run ning and 1he
evolution of !l omo», Na1ure, 432, pp. 34 5-3 F·
lame y h acia arriba al final de ca d a pa so. Pero al par ece r Len ían los pies
lige ram ent e planos al caminar. Au nqu e nadie ha enco n lrado todavía
un pie completo de H. erecws, se li a n encon trad o en Ken ia huellas de
hace 1,5 mill ones de años que p1·o bablem enle fuero n hechas por H.
erectus y q ue son muy parecida s a las huel las que dejamos nosotros
cuando ca min amos por la play a. 2 ·1 Quienqui era que dej ara aquellas
huellas era un individuo alto qu e ca minaba con un paso largo y moder-
no y tenía un arco plenamente de s arrollado.
O t ras ada pLaciones a las la rgas camina tas se manifi estan en el
cuerp o (diáfisis) y articulaciones d e los huesos de las piernas , que so-
portan gra nd es fuerzas cada vez qu e d amos un paso. Dado que los bí-
pedos co m o los humanos y las ave s caminan sob re dos patas en lugar
de cuatro, cada paso aplica aproximadamente el dob le d e fuerza a la
pie rn a que en un animal d e cu at ro pata s. Co n el tiempo, estas fuerzas
LO~ PHIMER O\ CAZADORE~-ll l· ( ()1 1· ( ro1t 1-:, ') 7
pu eden provocar fra ctura s de tensión en los hu eso s y pueden dañar el
ca rtíla go de las ani cu laciones. La solución simpl e de la naturaleza para
so ponar estas fuerzas consis Le en agrand ar lo s hu esos y las ani cu lacio-
nes. Como hoy los humanos, el cuerpo d e lo s hue so s de H. erecws es
más grueso que en los austra lopi1ecos, lo que d e bió reducir las tensio-
n es por flexión y wrsión. 21 Además, las ani cu laciones de las cade ra s, la
rodilla yel tobillo so n más g raneles en H. erectus, lo que reduce las ten-
siones en es1as ar1iculaciones. 26
Un reto distin to pero no menos imponanre a l qu e wvieron que
e nfr entarse los prim eros cazadores- recolectores , igu al que hoy mu-
chos humanos, era el de mamene rse frescos mi e ntra s caminaban lar gas
di sta ncias bajo el ca lo r tropica l. Ca minar bajo e l so l ecuato rial expo ne
a los animales a los rigor es de la radiación so la r, y el propio caminar
ge nera una cantidad co nsiderab le de calor co rp oral. L a mayoría d e los
a nim ales de los tróp icos, incluidos los carní voros, 1ienen el buen sen ti-
do de descansar a la so mbr a cuando el sol es más fuene. Co mo los ho-
minino s bípedos no podían escapar corr iendo mu y rápido, la capaci-
dad de caminar larga s distancias durant e el dí a sin sob recalentar se
debió ser una adaptación crítica para los primer os cazadores- reco lec-
to res de África, pue s les permitía buscar com id a cu a nd o menos prob a-
b le era que los maLase n los carnívo ros. El co m edia nte inglés Noel
Cowa rd bromeaba en una ocasió n con que «so lo a los perros locos y a
los ingleses se les ocu rre pasear bajo el sol del m edi o día» , pero debe ría
h aber dicho «a los perro s locos y a los homi ninos».
Una manera simpl e d e mantenerse fresco es se r bíp edo. Mantene r-
se en pie y caminar erguido reduce enormemente la superficie co rpo -
ral que recibe la máxima exposición a la radi ación so lar directa, y hace
qu e el sol nos calie n te meno s.27 Nosotro s n os tostamos la coroni lla y
los ho mbros, mientras que los cuadrúpedo s tamb ié n se abrasan toda la
es palda y el cuello. Ülra adaptac ión es la forma d e l cuerpo de H. erec-
tus , más alta y de bra zos más largos que los austra lopitecos. A largar la
fo rm a del cuerpo no s ay uda a refrescarno s por medio d el sudor , secre -
ta nd o agua por la supe rfi cie de la piel. Cuando el sudor se eva po ra ,
enfrí a la piel, y por tanto la sangre que circul a por d ebajo de esta. Por
eso en las poblacion es humanas que evo lucionaron en hábitats cálidos
y ár idos, la selección ha co nducido a un a m ayor superfi cie corporal en
relación con la ma sa co rp o ral, lo que se ha consegu ido con una mayo r
altura, brazos más largos y figura más esbe lta qu e en las poblacion es
ad aptadas a hábitats más fríos (pensemo s en un tut si alto en comp ara-
 LA III STO RIA DEL CUER PO H UMANO
ción con un inuit ). Has ta qu é punto era H . erectus delgado de caderas
es todavía objeto de debate, pero no cabe dud a de que su formageneral
debió ayudarle a deshacer se del calor en el sol del mediodía. 18
Una última y espec ialm ent e atractiva adapta ció n que heredarnos de
los primeros Hornopara m a nt enernos frescos cuando caminamoses una
nariz exterior prominent e. E l rostro de los australopit ecos revela qu e
tenía n una nariz plana com o cualquiera de los simios o cualquier ot ro
maf!)ÍÍero de nuestros día s, mi entras que los márgenes de la cavidad na -
sal de H. habiLisy H . ere e tus , q ue forma un ángulo hacia afuera,indican
la presencia de una s na pi as de aspecto human o que sobresalían de la
cara.19 Aparte de ser a tra ct iva (para nosotro s), nuestra exclusiva nariz
juega un papel impo rtante e n la termorregu lación al generar turbulen-
cia en el aire que inhalam os a través de las fosas nasales. Cuando un pe-
rro o un simio respir an p o r la nariz, el aire fluye en línea recta a través
de las narinas hasta la cav idad nasal. En cambio, cuando un humano in-
hala por la nariz, el air e e ntr a por las narinas, da un giro de 90 grados y
luego atraviesa otro pa r d e vá lvulas antes de llega r a la cavidadnasa l.
Estas insólitas caracterís ticas hacen que el aire g ire formando vórtices
caó ticos. Aunq ue esta turbul e ncia obliga a los pulmones a trabajar un
poco más, aumenta el co nt acto entre el aire y las mucosas que revisten
la cavidad nasal. E l m oco re tiene mucha agu a pero no con demasiada
fuerza, de manera que cu an d o inhalamos aire caliente y seco a través de
la nariz, el flujo tur bu le nt o qu e se genera incrementa la capacidadde las
fosas y la cavidad nasa l p a ra humidificar el aire. Esta humidificació n es
importa nte porque el air e in spirado tiene que estar saturado de agua
para evitar que se se<3uen los pulmones. Además, e igualmente impo r-
tante, la turb ulencia ayu da a que la nariz vuelva a recoge r esahumedad
cuando exhalamos)º La evo lución de una nariz pr ominente en los pri-
meros Horno es un fuert e indi cio de selección para caminar largas dis-
tancias en cond iciones de ca lor y sequedad sin deshidratarse.
EVOL UC I ÓN PARA CORRER
Caminar largas distancias es fundamental para ser un cazador-recolec-
tor, pero a veces tambi é n h ay que correr. Una poderosa motivación
para salir corriendo hasta alcan zar un árbol o algún o tro refugioes qu e
nos persiga un depr edador. Aunque cuando a uno le persigue un león
LOS PRIM EROS CAZAD O HE S- RECO LECTORES
99
baste con correr más rápido que el com p añero más cercano, los huma-
nos bípedo s son comparativament e le nt os. Los humanos más rápidos
pueden correr a 37 kilómetros por hor a d e 10 a 20 segundos, mientras
que un león cualquiera puede correr a l menos el doble de ráp ido du-
rante unos cuatro minutos. Com o n oso tr os, los primeros Homo de-
bieron ser un os corredores de veloc id ad patétic os cuyas aterrorizada s
carreras a menudo debían acabar mal. E n cambio, hay ab und antes
indicios de que en los tiempos de H. e rectus , nuestros antepasados ya
habían evolucionado hasta adqu irir un a capacidad excepcional para
correr largas distancias a velocidades mod estás en cond icion es de ca-
lor. Las adaptaciones que subyacen a es ta capacidad ayudaron a trans-
formar el cuerpo humano de varias m ane ras muy importantes , y expli-
ca por qué los humanos, incluso los a tletas aficionado s, se cuentan
entre los mejores corredores de fondo en el mundo de los mamífero s.
En la actualidad, los humanos co rr en largas distancias pa ra mante-
nerse en forma, para desplazarse o s impl eme nte por placer, pero la lu-
cha por conseguir carne se encuentr a e n los orígenes de las carr eras de
fondo. Pa ra valorar esta inferencia e n su justa medida, intentem os
imagina r lo que cazar o buscar carroñ a d ebía representar para los pri-
meros humanos, hace dos millones d e años. La mayoría de los carn í-
voros cazan con una combinación d e v e locidad y potencia . Los gran-
des depr edado res, como los leones y los leopardos, pers igue n o se
abalanzan sobre su presa y la remata n con su fuerza letal. Estos peli-
grosos carnívoros pueden correr co n veloci dades de hasta 70 kilóme-
tros por hora, y poseen unas armas natur ales terroríficas: colmillos
como dagas, zarpas como cuchillos y p esa das garras con las qu e herir y
matar. Los cazadores y carroñer os, com o las hienas, los buitr es y los
chacales, también necesitan corr er y lu char porque se disputan acalo-
radamente los cadáveres, que son un recurso efímero que enseguida se
conviert e en el centro de riñas y combates a medida que van llegando
peligrosos carr oñeros dispuestos a todo p or un pedazo de ca rne .3' Hoy
cazamos y nos defendemos con la ayu da de tecnologías, como armas
proyectiles, pero el arco y las flech as no se inventaron hasta hace me-
nos de 10.000 años, y las puntasde lanz a más simples no se inventaron
hasta hace un os 500 .000 añosY Las armas más letales de que dispo-
nían los prim eros cazadores-recolectore s eran palos afilados, mazos y
rocas. Para unos homininos lento s, e ncl enque s y desarmad os debió ser
extremadamente peligroso y difícil d edicar se a la dura, brutal y arries-
gada tarea de comer otros animales.
10 0 LA 111~ ll l RI \ DEL CUE II PO II U\I ANO
U n a solución import ant e para este problema fue la ca rrera de fon -
d o. Tal vez la selección in icial para co rrer fuera ay ud a r a los primeros
H omo a consegu ir carr o ña. Los actuales cazado r es-reco lecto res en
ocas iones buscan carro ña co n eficacia observan do la pr ese ncia de bui -
t res vo lando en círculos en el ciclo, una señal segu ra d e un a matanza en
el sue lo. Ent0n ces co rren hasta donde se encuem re e l c u e rp o y con co-
raj e ex pul san a los leo nes u ot ros carnívo ros para lia ce rse con lo qu e
es tos h aya n dejado. H O tr a estrateg ia consiste en es c u c h ar aten tame me
p o r la noc he los sonido s que hacen los leo nes al caza r, y luego cor rer a
prim era hor a de la mañana al lugar de la matan za a nt es d e que lleguen
ot ros ca rroñeros . Cualquiera de las dos formas d e bu scar car roña re-
qui e re que los cazadore s- reco lecto res corran la rg as di stancias. Ade-
m ás, una vez que los hom inin os conseguían carn e, pr oba blemente de-
b ía se r ventajoso salir co rri endo con lo que pudi e r a n co nseguir para
co m e rlo en un lugar segu ro, lejos de otros carr o ñ e ro s.
Lo s cazadores- reco lec tor es llevan millones d e año s siendo carr o-
ñe ro s, pero hay indi cio s a rqu eológicos de qu e h ace 1 ,9 millones de
años los primeros hum anos ya cazaban grandes a nim .iles como el ñu o
el k udú .3~Si co rrer era importa nte para conseg uir c arr oña, ¡có mo no
se rí a par a los primero s caza d ores, lentos y mal p e rt r ec h ad os! Si inten-
tá se mos mata r un anima l gra nde como una cebra o un kudú sin nada
más le tal que un mazo o u n lanza de madera sin punt a , a menudo nos
par ece ría mejor seguir siend o vegetarianos. Sin una punta añadid a, las
lan zas no sirven para matar a la mayoría de los a nim a les si no se tiran
d es d e mu y cerca.JI Ade m ás, los primeros humano s caza dor es no co-
r rí a n d esde luego lo ba sta n te rápido para acer ca rse a la pr esa, y si lo
co n seg uían, se arriesgaba n a recibir una coz o un m or di sco. Mis cola -
borador es D avid Ca rri er, D en nis Bramble y yo mi s m o hemos defen-
did o qu e la solución a este pr oblema es un anti g uo m éwdo de caza b a-
sa do en la carrera de fondo que se conoce como caza d e per sistenc ia. 16
E s1a for ma de caza saca pa rtido de dos caracter ística s b ásicas de la for-
ma d e correr de los hum anos. En primer lugar lo s h um anos pued en
cor re r largas distan cias a ve locidades que en los c u a drúpedo s exige n
p asa r d el trot e al ga lop e. En segundo lugar, al co rr e r , los humanos re-
g u la m os la temperatu ra sud ando, mientras qu e los a nima les de cuatro
p a las lo hacen jadeando , algo que no pueden h ace r mi e n tra s galopan .17
Po r co nsiguiente , aunque las cebras y los ñúes pu e d an ga lopar mucho
m ás r ápid o que cua lqui e r h umano en carrera de ve loc id ad, podemo s
p e rse gu ir y matar a esto s animales más veloces fo r zá nd o los a galo par
1 OS PHI MERO\(. \Z \l>l>I\E\-l{ECOI.EC'I OIIE~ 10 1
bajo el calo r durant e un largo periodo de tiempo, hasta co n seg u ir qu e
sufran hip e rt e rmia y se desp lo men por un golpe de calo r. Eso es pr ec i-
samente lo qu e h acen los cazador es de persistencia. Normalm ent e , un
cazador o un g rup o de cazadore s elige un mamífero grande (a m e nu -
do el más g rand e q ue puedan ) para pe rseguirlo en mitad del dí a, cu a nd o
hace más calor. 1~ Al prin cipio d e la persecución, el animal se esca p a al
galope y bu sc a un lugar a la sombra donde esconder se y refresca rse
jadeando. P e r o los cazado res le sig uen la pista, a menudo caminand o, y
persiguen d e nu evo a su presa a la ca rrera, haciendo que el ate rrori za-
do animal g alo p e de nuevo antes d e reponerse del wdo. Al fi n al , tr as
muchos cic los int e rmitentes de ras Lrea r y persegu ir (una combinaci ó n
de caminar y co r rer) la temperat ur a del animal alcanza niveles le t a les,
y se cae po r u n go lpe ele calo r. En es te momento, uno de lo s caza d o res
puede matar a l animal de form a fácil, segura y sin necesidad d e a rm as
sofisticadas. T odo lo que necesita el cazador es la capacidad d e co rr e r y
caminar larga s di s tanc ias (a veces ha sta 30 kilómetro s), la in telige ncia
para rastrea r, h ábitat s parcia lment e abiertos y dispo nibilid ad d e ag ua
para beber a n Les y después de la cace ría.
La caza d e p e rsistencia se ha hec ho inusual desde la in ve n c ió n del
arco y la flec h a y ot ras tecno logía s co mo las redes, los perr o s d o m est i-
cados y las a rm as de fuego, pero to d avía se ha descrito rccien 1c m c nte
en muchas part es d el mund o, po r eje mplo en los bosquiman o s de l sur
de África, los n ativos ame ricanos d e Am érica del Norte y d e l S ur , y los
aborígenes d e A u strali a. l9 1lay tra zas d e este legado que pe rsis te n e n el
cuerpo hu mano , rep leto de adaptac iones que nos hacen exce p c io n ales
para correr la rgas d istancias, mucha s de las cuales aparecieron por pri-
mera vez en ./-f. erectus.
Una de las a d a ptaciones más imp o rtantes de los human os pa r a co-
rrer es nuestra ca pa cidad exclusiva para enfriarnos con el sud or y no
con jadeos, g r a c ias a millones de g lándulas sudorípard s y a la falta de
pelo en el cu e rp o . La mayorí a de los mamíferos tienen glán du las s ud o -
ríparas solam e nt e en las palma s, pe ro los simios y los mono s de l Vi ejo
Mundo tiene n a lgu nas g lándul as sudoríp aras en otros luga res del c uer-
po, y en algú n m o mento de la evo lución humana aumentam os de ma-
nera exuberante e l número de g lándu las hasta tener entres y I o mill o-
nes.40 Cuando au m enta nuestra tem pe ratura, las glándulas sudoríp a ras
secretan fund ame n talmente agua so br e la superficie del cuerp o . C u an-
do el sudor s e eva pora , enfría la piel, la sangre que circula por de b ajo,
y luego el cu e rp o entero.4' Los huma nos podemos sudar más de un li-
10 2 LA III STO IUA DEL C UERPO II UMANO
tr o en un a hora , lo bastant e para refrescar a un atleta qu e corre con
fuerza ba jo e l calor. Aunqu e la temperatura de Aten as durant e la ma-
rató n fe m e nin a de los juegos ol ímpicos de 2004 alcan zó los 35ºC, las
altas tasas de sudorac ión perm itieron a la ganado ra cor re r a una velo-
cidad m edi a de 17,3 kilómet ros por hora durante más de d os horas ¡sin
sufrir hip e rt e rm ia! Ningún otro mamífero puede hace r eso por falta de
glá ndul as sudorí paras, y po rque la mayoría de mam ífero s están cu-
bie r tos d e pelo . El pelaje es útil par a reflejar la radi ac ió n so lar, igual
que ·hace un sombre ro, para p rotege r la piel y para at raer un a pareja,
pero impide qu e el aire circule cerca de la piel, lo qu e impide que el
sudo r se eva pore. Los hum anos tienen la misma densidad de pelo que
los chimp ancés, pero la mayor parte del pelo de un human o es muy
fino , como el bozo.42Todavía no sabemos en qué mome n to de nuestra
evo! uc ió n multi plicamos las g lándul as sudoríparas y p e rdim os el pela-
je, pe ro sospec ho que estas adapta ciones aparecieron por prim era vez
o bie n en e l gé nero Horno o bien evolucionaron inicialm e nt e en Aus tra-
lopit!ie cus y acabaron de perfecc ion arse en Homo.
Aunque el pelaje y las g lándul as sudoríparas no se fos ilizan, los
huma nos tene mos docenas de adaptac iones adicion ales e n los múscu-
los y los hue sos que permiten la ca rrera de fondo y c u yo ra stro se ma-
ni fiesta po r primera vez en fós iles de H . uecLus. La m ayo ría de estas
ca ra cte rí sticas nos per mite usar las piernas a modo de g rand es muelles
pa ra salt a r de una manera efic iente de una pierna a la o tra de una for-
ma to ta lm e nte distinta a la de ca minar, que usa las pie r n as co mo pén-
dul os. T a l co mo muestra la figu ra 7, cuando el pie toca e l suelo dur an-
te la carr e ra, las caderas, las ro dillas y los tobillos se flex ionan dur ante
la primer a m itad del paso, haciendo que caigael centr o d e masa, po-
niend o en te nsión muchos de los músculos y tendon es d e las piernas.43
Cuando estos tejidos se contrae n, almacenan energía e lást ica, que lue-
go libe ra n al est irarse dur ant e la segunda parte delpa so, ayudándono s
a saltar en el aire. De hecho , al cor rer, las piernas de un hum ano alma-
ce nan y lib er an energía con tanta eficiencia que, de n tr o del intervalo
de velocida des de la carrera de fon do, correr es solam e n te de un 30 a
un 50 p o r c ie nto más costoso qu e caminar. Y lo qu e es m ás, estos mue-
lles son ta n eficaces en los human os que en la carr er a d e fondo (pero
no en la de ve locidad) el coste es independiente de la veloc id ad: cuesta
las mi sma s ca lorías cor rer oc ho kilómetros a 10 kiló metros por hora
qu e a 1 5 ki lómetros por hora, un fenómeno que a mu c ha gente le re-
sult a ex tr año .44
L OS P R I ME ROS C AZAD O RE S-R ECOL ECT O RES 103
Como aJ corr e r usam os las piern as como muelles, algunas de rw es-
. tras adaptaciones más importante s a la carrera son literalmente mu e-
lles. Uno de los fundam entales es el arco del pie en forma de bó ved a ,
que se desarroll a a partir del modo en que los músculos y los liga m en-
tos juntan los hu esos d e los pies en e l momento en que los n iñ os co-
mienzan a camin a r y correr. Como ya se ha explicado, el pi e de los
austraJopitecos tenía un arco parcial qu e les permitía tensar el pie al
caminar, pero qu e prob ablemente no era ni tan convexo ni tan es tabl e
como el nuestr o, _lo que significa que no podía funcionar como muell e
de una fonna tan efic iente. Aunque no tenemos ningún pie e~t er o d e
ninguno de los primero s H amo, las hu ellas y los pies parciale s indican
que H. erectus tení a un arco del todo human o. Un arco completo y d ás-
tico no es necesa ri o para caminar (basta con preguntarle a cua lqui e r
persona con los pie s pl anos), pero su acc ión de muelle ayuda a re du cir
el coste de la carr e r a en aprox imadam ente un 17 por ciento.~~ E l otr o
muelle importa n te y nu evo de la pierna humana es el tendón de Aqui -
les. Este tendón mide m enos de un centí metro en los chimpanc és y los
gorilas, mientr as qu e en los humanos es muy grueso y suele alca nz ar
más de diez centíme tr os; almacena y libera casi el 3 5 por ciento de la
energía mecánica ge ner ada por el cuerpo al correr pero no al cam in ar.
Es una lastima que los tend ones no se fosi licen, pero el pequeñ o tama -
ño del punto de inse rc ión del tendó n de Aqu iles en los huesos d el tal ó n
de los australopit ecos sugiere que este tendón era tan minúscul o e n los
australopitecos como en los simios africa nos, y qu e aumentó su tam a-
ño por primera vez e n el género Hamo .
Muchas de las adapta ciones más reveladoras que han evolu c ion a -
do en el género hum ano para correr sirven para estabilizar el cu e rp o.
Correr es esencia lm ente saltar de un a pierna a otra, lo que hace qu e el
paso sea mucho m e nos estable que el de caminar: el más pequ eño tr o-
piezo, posar el pie so br e terren o irregu lar o sobre una pela de p lá t ano
puede hacer caer fáci lm ente y herir a un corredor. Si hoy son un p ro-
blema las lesione s co m o las torcedura s de tobillos, en la saban a de h ac e
dos millones de años podían convertir se en sentencias de mu erte . Por
eso desde H . ereetus nos hemos benefic iado de una serie de caracte ríst i-
cas nuevas que, d e la cabeza a los pies, nos ayudan a no caer cuand o
corremos. Nin guna de staca más que el glúteo mayor, el músculo m ás
grande del cuerpo human o. Este enorme músculo apenas está activo al
caminar, pero se contrae con mucha fuerza al correr para impedir qu e
el tro nco se inclin e ha cia delante con cada zancada.46 (Es fácil com p ro-
1 04 1.,\ III S I Ollli\ DEL C UElll' O II U~ l /\NO
bar esto uno mismo; ba sta con caminar y corr e r co n la s mano s aga rra-
d as a las nalgas y obse rv ar cómo el músculo se co n tra e mu cho más con
ca da pa so cuand o se cor re .) Los simios tienen un g lúteo mayor pequ e-
ño , y a part ir de fós iles pode mos decir que no e ra mu ch o más grand e
e n lo s austral op itecos y que comenzó a agrandar se co n H. erectus.
U no s mú sculos grande s e n las nalgas tambi én ay ud a n a escalar y es-
pri ntar , pero com o los australopi tecos tambié n rea 1izaban estas activi-
d ad es tan to o más que H. erectus, es probabl e qu e e l agrandamienw del
mú scul o se debier a prin cipal mente a la carrera d e la r ga di stancia.
Ot ro conjunt o vita l de adaptacio nes que ap a rec ie ro n en los prim e-
ros J:.¡omo sir ven par a ayuda r a estabilizar la cabeza c u a nd o se corre. A
dif e renc ia d e lo qu e ocurr e cuando caminamo s, c uand o corremos sa-
cud imos la cabeza co n cad a salto lo bastante rá pid o como para prov o-
car una visión bo rr osa si no se compensa. Par a d a rse cue nta de este
pr o bl ema, basta co n mir ar lo que ocurre cuando corre una perso na con
un a co leta: las fue rzas qu e actúan sobre la ca beza h acen que la colet a
o sc ile di bujando un oc h o co n cada paso aunqu e la ca b eza se manten ga
ba s tante quie ta, lo que n os indica la presencia d e m eca ni smos de esta-
bili zac ión que no a pr ec iam os. Como los hum a no s t e n emos el cuello
corro un ido al cen tro de la base del cráneo, no p o d e m os flexionar y es-
tir a r el cuello para esta bili zar la cabeza tal como ha ce n los cuadrúpe -
d os . En su lugar, la evolución nos ha llevado a d esa rroll ar un nuev o
co njun to de meca nism os para mantener la vi sta es tab le . Una de estas
ad a pt acio nes es el aum ento de tamaño de los ó rganos se nsoriales d el
equilibri o, los cana les se micirculares del oído in te rno. Esto s canal es
fun c ionan como giroscop ios que captan lo depri sa qu e se mueve la ca-
b eza hacia delan te o atr ás (cabeceo), hacia lo s lado s ( balanceo) o en
rotac ió n, y dispar an reflejos que hacen que lo s mú sc ulo s de los ojos y
e l c uello compen sen esto s movimientos (incluso co n los ojos ce rra-
d os). Com o un os ca n ales semicirculares más g rand es so n más sensi-
b les, animal es co m o lo s perros y los conejos, cu ya ca b eza está somet ida
a mu chas sacudida s, tiend en a tener canales se mi c ir c ul ares más gran -
de s qu e los animales má s sedentarios. Por suer te, e l c 1·áneo preserva las
dimen siones de estos canales , y por eso sabem os qu e evoluciona ron
para ser mu cho ma yo re s co n relación al tamaño corp o r al en H. erectus
y e n los hum anos m o d e rno s que en los simio s y los au stralopiteco s.47
Ot r a d e las adaptac ion es es peciales para amo rti gua r la s sacudida s de la
cabeza es el ligamen to nu cal. Este extraño el e mento de la anatom ía,
qu e se d etecta por prim e ra vez en los prim ero s Homo p ero falta en los
1.0~ PI\I MEROS CAZ A DUI\ES-1\ECOLECTO Rl•S 10 5
simios y los au s tr a lop itecos, es co mo una banda de goma qu e conect a
la parte trase ra de la cabeza co n los bra zos sigu iendo la lín ea media
de la nu ca . Ca d a vez que el pie toca el suelo, el hombro y e l brazo de
ese lado del cue rp o caen al mismo t iem po que la cabeza se mueve h ac ia
delante. A I co n ectar la cabeza co n el brazo, el ligamento nucal p e rm ite
que el brazo, a l caer, tir e suavemen te de la cabeza hacia atr ás, mante-
niéndola cs cab le .4N
Co mo c u a lqui e ra puede imag in ar, hay otras caracterí sticas m á s en
el cuerpo hu m ano qu e nos ayud an a co rrer de una mane ra ef ici e n te y
que,po r lo qu e sab emos, evo lucio naro n en el género H omo . 4'> Estas
caracterí sticas, res um idas en la figura 9, incluyen dedo s de lo s pies
relativamen te c o rt os (para estabiliz a r el pie); !º cintu ra estr ec h a y h om-
bros bajos y a n c h os ( q ue ayudan a qu e el torso de l corred o r pueda gi-
rar con ind e p e nd encia de las caderas y la cabeza);!' y una pr edomin an-
cia de fibra s mu sc ul ares de co ntrac ció n lema en las piern as ( qu e n os
dan resis te n c ia a costa de velocidad) . P Muchos de estos cara c te res be-
nefician ta nto a l cami nar como al co rrer, pero algun os, co mo los
glúteos mayo res d e g ran tamaño, el liga memo nuca!, los grandes ca na -
les semicircula res y los dedos de los pies con os no mejoran la forma d e
caminar y e n ca mbi o resultan útiles para correr, lo que in dica qu e so n
adaptacio ne s p a ra co rrer mejo r. Estos rasgos sugieren que e n e l género
Homo se prod u jo un a fuerte selecc ión no solo para caminar s i n o tam-
bién para cor re r, sup uestamente par a caza r y buscar carroña . l l ay que
tener en cuenta tambi én que unas pocas de estas adapt aciones, e spe-
cialmente las pi e rna s larga s y los ded os de los pies cono s, co mprome-
ten nuest ra capacidad para trepar a los árbo les. Es posible que la se lec-
ción par a co rr e r co nvirti era al gé nero humano en los prim eros prim ate s
que son to rp es e n los árboles.
En suma , los ben eficios de adq u irir carne cazando o bu sc a nd o ca-
rroña expl ican mu ch as de las transfo rma ciones del ru e rpo human o
que se mani fi es ta n por primera vez en los primeros Homo y que p e rm i-
tieron qu e los prim eros cazado res- reco lectores no solo camin ase n sino
que tambi én co rri ese n largas distancias . Es imposible sabe r s i un H.
ereaus le g ana rí a u na ca rrera a un hu mano moderno, pero n o h ay dud a
de que es tos antepa sados dejar on un lega do de adaptaci o nes por to d o
nuestro cue rp o que exp lican cómo y por qué somos los hum a no s un o
de los pocos m am ífe ros que pueden cor rer y cor ren larga s di stan cias
con facilid ad , y po r qué somos el úni co mamífero que puede corr er
maraton es bajo e l calor.
I06 LA HI STO RIA DEL C UERPO II UMANO
A VUE LTAS CON LAS HERRAMI ENTAS
¿Quién podría vivir hoy sin herram ientas? Solía creerse que so lo los
humanos fabricaban herramientas, pero en realidad hay var ias otras
especies, ent re ellas los chimpancés, qu e ocasion almente usan her ra-
mientas simpl es, por ejemplo piedr as para cascar nueces, o modifican
ramitas para capturar termitas.11 No obs tante, desde la evol ución de la
caza y la recolección, la supervivencia d e los humanos ha dependido
enormeme nte de herramientas para ext ra er plantas del suelo, cazar y .
despiezar las presas, procesarlosalime nto s y muchas otras cosas. Los ·
humanos venim os fabricando herr amie nt as desde hace al menos 2,6
millones de años (tal vez más),y hoy e n dí a puede encontra rse en cual-
quier población humana de cualqui er lu gar del mundo un a amplia
gama de sofisticadas herramientas. No es d e extrañar que la selecció n a
favor de fabricar y utilizar herramientas ex plique varias características
distintivas del cuerpo humanoqu e evo lu cio naron por prim era vez en
el géne ro R omo.
Si hay una parte del cuerpo hum an o que refleja de manera más di-
recta nuest ra dependencia de las herra mi entas, es la mano. Los chim-
pancés y ot ros simios suelen sujetar los objeto s del mismo modo que
nosotro s sujeta mos el mango de un m a rtill o, usando los dedos para
apreta rlo contra la palma (agarre palmar). Algunas veces los chim-
pancés cogen un objeto pequeño en tr e e l latera l del pulgar y latera l del
índice, pero no pueden agarrar lápice s ni ot ras herramientas con pre-
cisión entr e la parte carnosa del pulgar y las puntas de los dedos
opuestos.1 4 Los humanos podemos agarrar de este modo porqu e, en
términos relat ivos, tenemos los pulgares largos y los dedos cortos,
además de múscu los muy fuertes en los pu lgares y huesos robustos en
los dedos, co n articulaciones largas.1 í Quien alguna vez haya intent a-
do fabricar una herramienta de piedra y usarla para descuartizar un
animal, en segui da habrá comprendid o lo importante que debió ser la
combina ción de precisión y fuerza para los primeros cazadores- reco-
lectores. Se necesita fuerza paragolpear d os piedras ent re sí para tallar
la herramienta, y sujetar con precisió n las herr amientas líticas de corte
cuando se despelleja y descuartiza un cu e rpo requiere una extr ao rdi-
naria fuerza en los dedos, dado que la h e rr am ienta va perd iend o su filo
con el uso y se torna resbaladiza con la grasa y la sangre. 16 Lo s austra-
lopitecos g ráciles como Lucy tení an man os intermedias entre los si-
mios y los humanos, y sin duda podía n sostene r y usar palos para es-
LOS PR IMEROS CAZADORES -R ECOLE C TORES 107
ca rb ar, pero unas manos capaces de un agarre pote nt e y de precisión
so lo se hicieron inequívocamente evidentes hace uno s 2 millones de
años. 17 De hecho, fue el fósil de una mano casi moderna de la Garganta
de O lduvai lo que inspiró a Louis Leaky y a sus colaboradores a darle
el nombre de Hom o liahilis a la especie másantigua de l géne ro humano.
Ot ra habilidad relacionada con las herram ientas que al parecer
evo lu cionó en el género H omo y que ayudó a camb ia r nu estro cuerpo
es el lanzamie nto. Aunqu e los primeros cazadores ca recieran de lanzas
co n punta para mata r animales á distancia, todavía tenían que lanzar o
hincar ar mas más simpl e como las jabalinas. Solo los hum anos pode-
m os hacer eso. Los ch impancés y otros primates a veces tiran piedras,
rama s y materias asquerosas como las hecescon cierta puntería, pero
no pueden lanzar algo con una combinación de velocidad y precisión.
Arrojan las cosas con torpeza con el codo recto, usando la parte supe-
rior d el cuerpo. Nosot ros lanzamos de una forma totalmente distinta,
normalmente comenza ndo con un paso en la dirección del lanzamien-
to con el torso mirando hacia un lado, el cod o flexionado y el brazo
'
doblado detrás del cuerpo. Entonces generamo s una enorme cantidad
de e n ergía al estilo de un látigo, rotando la muñ eca y d esp ués el torso,
con lo que liberamos movimientos hacia delan te en el hombro, el codo
y, por último, la muñeca. Aunque las piernas y la cin tur a sean impor-
ta n tes para lanzar con fuerza, la mayor parte de la e ne rgía de un lanza-
mi e nto provie ne del hombro, que cargamos como un a catapulta al
flexionar el brazo detrás de la cabeza. 18 Al soltar e n e l momento justo,
los human os podemos lanzar proyectiles como la n zas, piedras y pelo-
tas de béisbol a veloc idades de hasta 170 kilómet ros por hora con ex-
traordinaria precisión. Para realizar esta secuencia de movimientos
correctamente hace falta mucha práctica adem ás d e la anatomía ade-
cuada, y aunque parte de esta comenzó a evolucionar en los australo-
pitecos, la combinac ión completa no apareció h asta H. ereciu.s. Esta
an ato m ía incluye una cintura muy móvil, unos hombr os anchos y ba-
jos, una arti culación del hombro orientada hacia el lad o en lugar de
verticalmente, y una muñeca que se pueda extend e r mu cho.19Proba-
blemente, los cazado res de H. erectusfueron los primer os buenos lan-
zado res.
L os hu manos no necesitan las herramientas so lamen te para cazar y
descuartizar, sino tambié n para procesar los alimentos. Intentemos si
no comer alimentos crudos sin la ayuda de herramie nt as para cortar,
m o ler o enternece r. Podremos comer cosas como le chu ga, zanahorias
108 LA II I~ l'O lllA DEL CUEHPO II U MA NO
y man zanas, pero los al im e n tos más duro s y co rr eosos como la carn e o
los tubérculos nos resu llar án difíciles de traga r. El arte de la cocina
pr obablemente no se in ve nta se hasta hace meno s de un millón de años,
per o las piedras y h uesos hallados en los yac im ientos arqueológ icos
más an tiguo s m uest ran que los primero s H orno comenza ron a cortar y
machaca r los alim ent os ant es de llevárselos a la boca. 6ol ncluso un p ro-
cesamie nlO tan bá sico d e la comida ya ofrece ben eficios. Uno de e llos
es que redu ce e l tiempo y esfue rzo necesarios para masticar y dige rir.
A diferencia de los chimpan cés, que se pasa n má s de la miLaddel día
co miend o y dig ir iend o, a los cazadores-reco lec tor es que usaban herra-
mi entas les quedab a más ti empo para buscar a lim ento, cazar o hace r
01 ras cosas útile s. Además, e nternecer un tub é rculo o un trozo de car-
n e antes de mastica rl o lo ha ce más dige rible y aum enta de forma sig ni -
ficat iva la cantidad de ca lo ría s que se aprov echan. 6 ' Por último, pr oce-
sa r la comida pe rmit e q ue los dientes y los m úsc ulos masticadores sea n
más pequ eño s. orno ya h e mo s visto, la evoluci ó n de los australopit c-
cos los llevó a de sarr ol la 1· m olares muy gruesos y enormes músc ul os
mas ticad ores que les perm ití an masticar y tritur ar grandes cantidad es
de alimentos duros y fibroso s. En comparació n, los molares de H. erec-
tus red uje ro n su tama ño e n un 25 por cie nto, casi hasta alcanzar el de
los mo lares de lo hum a no s moderno s,62 y sus mú sculos masticador es
tambi én dism inu yeron cas i hasta el tamaño de los humanos actua les .
Estas redu ccio nes pe r mi ti e r o n a su vez qu e la se lección llevase a aco r-
ta r la pa rte in ferior de l ros tro en el género Ho rno. Somos los úni cos
primat es sin hoc ico, e n pa rt e gracias a las herramienta s.
'1 R l PAS Y C EREBR O
Norm almente pens am os co n el cerebro, pero a vec es el sistema di ges-
tivo parece asumir el co ntr o l y tomar dec isio nes por cuenta de tod o el
cuer po. Los instintos visce ral es son algo más que simples impul sos o
intuici o nes; po nen de m a nifie sto vínculos vitales entre el cerebro y las
vísce ras que camb ia ro n de una manera crítica en el gé nero Homo a raíz
de los o ríge nes d e la caza y la recolección.
Par a valo r ar en su j us ta medida de qué manera la caza y lareco lec-
ció n promovi er on camb ios en el cerebro y los in test inos y la relación
entr e estas do s par tes d e l cuerpo, conviene tener en cuenta que estos
l.ll~ PRIM EIIO~ ("\/•\l)<. H \1: \-1\E<.OI I C"IOHF',
dos ó rga nos son tejidos caros y c u esta mucha energía constru irlos y
mantenerlos. De hecho, el cer eb ro y e l tubo digesrivo co nsumen más o
meno s la misma cantidad de en e rgía por unidad de masa, ambos gastan
alrededor del 1 5 por ciento del coste metabólico basa l del cuerpo, y
ambos req uieren un aport e d e sa ng re parecido que les traiga oxígeno
y comb ust ible y se lleve los productos de desecho.6 ' Los int estinos tie-
nen alrededor de 100 millones d e ner v ios, más de los que hay en la co-
lumna verteb ral o en todo el siste ma n ervioso perifé rico. Este segundo
cerebro evoluc ionó hace ciento s de millone s de años para monitoriza r
y regul ar las complejas activid ad es d e l tracto digestivo, como degradar
los alim entos, absorber los n utrie nt es y facilitar el trá nsiro de alimen-
tos y heces de la boca al ano.
Una característica peculiar d e los human os es q ue nu estro cerebro
y nue stro sistema gastro intesti na 1 (vacío) son de tamaño parecido, con
un pe so de poco más de un kilog ramo cada uno. En la mayo ría de ma-
mífero s de masa corpo ral pa rec ida, el cerebro tiene a lrededor de una
quinta parre del tamaño que en lo l1u111 anos, mientras q ue el tracto di-
gestivo es el doble de largo.61 En OLras palabras, en término s relativos
los humano s tenemos pocas trip as y mu cho cereb ro. En un estud io que
se ha co nvertido en un hito, Lc slie A iello y Peter Wh ec le r propusieron
que nuestro exclusivo cocient e e ntr e el tamaño del ce rebro y el del
tracto d igestivo es el resultad o de un prof undo camb io energético que
come nzó con los primeros cazadores-recolect ores, por e l cua l, en esen-
cia, los prim eros Horno camb iaro n un intestino largo por un cerebro
grande porque se pasaron a un a dieta de alta calidad. (,1Según este ra-
zona mi ento, al incluir la carn e e n la d icta y comar más co n el procesa-
do de los alimentos, los primeros H omo lograron gasta r mucha menos
energía en digerir los aliment os y, e n co nsecuencia, d edi car más ener-
g ía a la construcc ión y mant enimi e nto de un cerebro más grande . Vea-
mos algu nas cifras. El cerebro de los aust ralopirecos e ra de unos 4 00 a
5 50 g ramos; el de H. habilis algo ma yo r, de unos 500 a 700 gramos; y
los primer os H. erectus tenían un ce r e br o de 600 a 1. 000 gra mos. Tras
corregir por el tamaño co rpo ra l, qu e también era mayor, el cerebro de
un H. erectus era por térmi n o me di o un 33 por ciento mayor que
el de un australop iteco.<'6Aunque los intestinos no se co nservan en el
registro fósil, algunos prop o n e n po r razonamien tos teó ricos que H .
erectu.s tení a un tracto digest ivo m ás pequeño que los aust ralopitecos.
D e se r así, los beneficios energético s de la caza y la reco lección po-
drían h abe r hecho posible la evo lu c ión de un cerebro d e mayor tama-
11 0 LA HI STO RI A DEL CUERPO H U M ANO
ño en parte al permitir que los primeros humanos se las arregla sen con
menos intestin os.
Un cerebro má s gra nd e debió ser be neficioso para los primero s
cazadore s-recolecto re s a pesar de tener un coste energético mayor.
Para cazar y recolectar d e una manera eficiente hace falta un a int e nsa
coo peración ba sad a en co mp artir alimento s e inform ación y ot ros re-
cur sos. Ad emás, la coo pe ración entre caza d ores- recolectores no se
produce únicamente e ntr e individuos de la mi sma familia, sino tam-
bién entre in divid uo s no empare ntados pero pertenecientes al mismo
gru po.67 Todo s ayu d an a todos. Las madres se ayudan a buscar comi-
da , pro cesar los alim e nto s y cuidar los hijos d e o tras madres. Los pa-
dr es se ayudan a caza r, comparten los frutos d e sus éxitos y trabajan
jun tos para const ruir r efugios, defender sus recu rsos y en otra s ac ti vi-
dades. Estas y o tras formas de cooperac ió n requieren, sin emb a rgo,
habili dades cogni tiva s co mpleja s fuera del alcance de los simios . Para
cooperar de una man e r a eficiente se neces it a una buena teoría d e la
me nte (par a intuir lo qu e otra persona está pen sando) , la capacidad de
comunicarse por medio del lenguaje, la facultad de razonar y la ca pac i-
dad de suprimir los impul sos. La caza y la reco lecc ión también requi e-
ren buena mem or ia pa ra recordar dónd e y cuándo encontrar los di s-
tin tos alimento s, así co m o una mente de nat uralista para pr ed ec ir
dó nde encontrarl os . E l ras treo, en particu la r, ex ige muchas habilid ade s
cog nitiv as sofi sticadas, entre ellas el pensa mi e nto deductivo y e l in -
duc tivo.68Es obvio qu e lo s primer os cazadores - recolectores de hac e 2
millones de añ os no e ra n tan cognitivame nte avanzados como lo s hu -
manos moderno s, p e ro d ebiero n beneficiarse de tener un cerebro m ás
grande y mejo r qu e e l de los australopitecos . Cua ndo la caza y la reco -
lección se hiciero n lo ba stante eficientes como para aumentar la di spo-
nibilidad de energía, este m odo de vida pe rmitió que la selección fa vo-
reciera la evo lución de un cerebro tod avía m ás grande. No es una
coincidencia qu e los mayor es incremento s de tamaño cerebral se pr o-
duj esen tra s el or ige n de la caza y la recolecc ión.
Quien más qui en m enos hemos pensado algu n a vez en lo que oc urriría
si nos qu edáramo s atrapado s en una isla desi e rta y tuviéramo s que so -
br evivir de la caza y la recolección. Ocurre de vez en cuando; el caso
más célebr e es el de A lexande r Selkirk , la in spiración de Robin so n
Crusoe , qu e aprendió a pers eguir y cazar cabras salvajes con lo s pie s
LOS PRIM EROS CAZA DORE S-RECOLECTORES 111
desnudos en una isla diminu ta a un as 400 millas al oeste de Chile.li<J
Otro ejemplo es Marguerite d e La Rocque, una muj er de la nobleza
francesa que fue abandonada durant e varios año s en una isla de la cos-
ta de Quebec en 1 54 1 junt o co n su amante, un criado y, al poco tiempo,
su hijo. Por desgracia, de este g rupo de cuatro solo sobrev ivió Mar-
guerite, viviendo en una impr ovi sada cabaña, alimentá ndose de plan-
tas comestibles y cazand o anim a les salvajes con armas sencillas hasta
que por fin fue rescatada. 70 Estas y otras historia s d_e supervivencia
. ilustran varias características única s de los hum ano s en las que hoy
apenas reparamos : la capa cid ad de cazar para con segu ir carne y de re-
colectar plantas, la habilidad pa r a fabricar y utilizar he rramientas, y la
resistencia. Todas estas cua lidad es distintivas se remo ntan a los oríge-
nes del género huma no, y en espec ial a H. erectus.
Pero Alexande r y Margu e rite no eran H. erectus . No solo tenían un
cerebro mucho más grande sin o qu e también se repr odu cían y criaban
de manera muy di stinta que su s a ntiguos proge nito res, y su manera de
pensar, comunicarse y comportarse era profu ndam ente distinta. Estas
diferencias ponen de manifi esto ha sta qué punto el éxito de la caza y la
recolección, una vez evoluc io nó, puso en marcha o tro s cambios im-
portantes en el cue rpo hum an o a l tiempo que las vic isitud es de la Edad
de Hielo seguían alterando, d e fo rma rápida y repeti tiva, los hábitats
en los que el género hum a no se esforzaba po r subsistí r.
 LA E ERGÍA EN LA EDAD DE HI ELO

Cómo la evolución nos dio un cerebro grande

y un cuerpo g rand e, gordoy cada ve{ mayor

Sencillamente, tenemos que equi Iib ra r nuestra deman-

da de energía y nuestros recurso s, que se agotan rápi-
damente . . i actuamos ahora poclremo s controlar nues-
tro futuro en lugar de dejar qu e el fu I uro nos conrrolea
nosotro s.

lma g in emos que de alg ún modo pudiésemos cl o n a 1· o tr ansportar al

siglo xx 1a toda una familia de H. erectusde hace 2 millon es de años, y
que les dejáramos caza r y rccolec1ar en el Sereng u c ti. Si pudiéramos
obse rv arlos durante un safa ri , pensaríamos que s us cue rpos se parecen
basta nt e a los de nuestr a propia familia del cuello par a abajo, pero tam-
bién nota ríamos qu e es tos hu manos primordi ales eran significativa-
m e nt e di stintos en ot ros aspec tos clave. El más o bvio es que su cerebro
e ra much o más peq ueño y qu e su rostro amplio y sin m emó n culmina-
ba en un os grand es arcos sup erciliares quede sta cab an so bre una frente
lar ga e inclin ada . Si los pudi é ramos observar durante muchos años,
descub rir íamos qu e sus hijo s maduraban mucho má s d eprisa que los
humano s modern os, alcan zando la edad adulta a lo s doc e o trece años,
y es posible que tuvie ran hijo s a un ritmo meno r qu e lo s actuales caza-
dores- recolectores. Tambi én sos pecho que serían má s bie n flacos, con
mucha m enos g rasa corpo ral qu e la más delgada de las supermode los
de nuestros días. Es tas diferenc ias ponen de m a nifi esto que, tras la
apari c ió n del genero H amo, nuestros ancestros co ntinu a ron evolucio-
na n do d e varias e important es maneras hasta co n ve rtir se en una espe-
cie co n cerebr o grande, qu e tarda en alcanzar la madurez pero se re-
produce co n rapidez y que tiene más grasa corp o ra l qu e cualqu ier otra
es p ec ie de primat e. Estos cambi os probablemente se produjer on de
1 1 -+ LA IIISTOR I A DEL CU ERPO MUMANO
m anera gradual, pero reflejan una profunda revolu ción en el modo de
usar la ene rgía en el cuerpo qu e abrió elcamino a la ev olución de nue s-
tra pr o pia especie, Horno sapiens.
Aunqu e la mayoría no nos damos cuenta de que nue stro cue rpo
u sa la ene rgía de una forma especial, lo cierto es que es así. Para com-
pr ender el extraordinario modo en que adquirimo s, almacenamos y
gas tamo s la energía, hay que entender que la vida es fundamentalmen -
te un a forma de usar ene rgía para hacer más vida. Todos los organis-
mos, de las_.bacterias a las ballenas, pasan la mayor parte del tiemp o
o bteni en do energía de los alim entos, que luego con sumen para crecer,
sobr evivi r y reproducirse. Como la selección natural favorece a los
individuo s con adaptacione s que les ayuden a tener más descendencia
qu e alc ance la madurez en comparación con otros individu os de sup o-
blac ió n, la evolución inev itablemente empuja a los organismos a ad-
quirir y usar la energía del modo que más increment e e l número de hi-
jos y nieto s que sobreviven. La mayoría delos orga ni smos, como los
rato ne s, las arañas y los salmones, lo consiguen gas tando tan poca
ener g ía co mo pueden para crecer y tanta como pueden para reprodu-
cirse. Estas especies maduran deprisa y producen docenas, centenas o
inclu so millares de huevo s o crías durante su corta vida. Aunque la
may o r parte de su progeni e muere, unos poquísimos afort unados lo-
g ran so brevivir. Esta est rat egia de mínimainversió n, d e vivir depri sa,
morir joven y criar abundantemente, tiene sentido cua ndo los recur sos
so n impredecib les y la morta lidad es elevada.Si la vida es incierta , es
mejor bu scar los beneficio s a corto plazo.
En muchos aspectos, los humanos somos una de las relativament e
poca s espec ies cuya evolución los ha conducido a una estrategia muy
di stinta qu e consiste en invertir más energía par a reproducirse má s
le nt am ente. Como los simios o los elefantes, madur amo s a un ritmo
pau sad o, crecemos hasta tener un cuerpo grande y tenemos menos hi-
jos pero dedicamos mucho más tiempo y energía a cr iarlos. Esta in-
usual est rategia tiene éxito porqu e si bien los simios y los elefantes
pr oduc en menos crías que los ratones, sobrevive y se reproduce una
frac ció n más alta de su desce ndencia. Un ratón común puede ser ma-
dre con tan solo cinco semanas de vida, tiene de cuatro a diez crías en
cada parto y puede producir una nueva camada cada dos meses a lo
largo de sus aproximadamente veinte mesesde vida. Sin embargo, la
gra n mayoría de sus crías muer en jóvenes.En comparación , una hem-
bra d e chimpancé o de elefante no se reproduce al menos hasta los
LA ENERGÍA EN L A EDA D DE HIELO ! ! 5
doce años y da a luz a un único hijo cada cinco o seis años duranae los
siguientes treinta años, más o meno s. Alrededor de la mitad eñe sus
crías sobreviv en ha sta reproducirse. Esta estrategia de inversiór ~ ele-
vada, de vivir despacio, morir viejo y reproducirse pausadarw:ente,
solo puedeevolucionar cuando los recursos son predecibles y la unor-
talidad infant il es baja. '
Los humanos obviamente usamos la energía y nos repr oduci m os
más como los chimpanc és que como los ratones, pero a lo largo o e la
Edad de Hiel o el género humano alteró esta estrategia de una forma
notabJe, sorprendente y trascendental. De un lado, nuestro s an tóepa-
sados intensifi ca ron la estrategia de los simios al evolucionar par.;a de -
dicar más tiempo y energía a crecer. Mientras que los chimpamcé s
maduran en doce o trece años, los human os tardan en madur ar -uno s
dieciocho años , y ga stamos bastante más energía para alcanzar un
cuerpo más gran d e y costoso con un cerebro mucho mayor que oron su-
rne un porcentaje má s alto de nuestro presupuesto diario de erwergía.
En otras palabras , los humanos invertimo s una cantidad d e en,ergía
mucho mayor que los simios simpleme nte para crecer y mant erae r el
cuerpo-Pero al mi smo tiempo hemos evolucionado de tal modo • que
hemos acelerado nu estra tasa reproductora. Los cazadores-r ecolkicto-
res suelen ten er hijo s cada tres años, una tasa que casi dobla la cr~los
simios..Además, como los bebés humano s tardan mucho más tiempo
en madurar, las madre s de los cazador es-recolectores tienen que ..ama-
mantar y cuid ar a sus hijos pequeños al mismo tiempo que siguen ali-
mentando y cuidando otros hijos mayores pero todavía inmaduros que
no están prep ara do s para buscar comida por sí mismos. Entre los si-
mios,ninguna madre tiene que enfrentar se nunca a un desafío de este
tipo en el cuidado de sus crías. En esenc ia, hemos evolucionaclo de
modo que combinamos con éxito las est rategias del simio y del z:::atón
de una forma co mpletament e nueva. Para conseguirlo, sin embargo,
fue necesaria una revolución energética que todavía tiene profutndas
consecuencias para la salud humana.
La manera en que evolucionó el género humano para de sar1?:10llar
esta estrategia única de usar más energía para crecer más, alcanzar un
cerebro más grande y una duración de la vida más larga al tiempo que
se reproduce todavía más rápido es la siguiente transformación cclave
en la historia del cuerpo humano. Esta parte de la historia con:ü.enza
aproximadamente con los inicios de la Edad de Hielo, justo desptMés de
la invención de la caza y la recolección y los orígenes de H. erectu.,,,._
1 1G LA II ISTOH IA DEL CUERPO II U MANO
M OVE R S E Y SOB REVIV I R EN LA EDAD DE HI E L O
D eja m os a nuestro héroe, H. erecw.s, cua ndo acababa de apa r ece r en la
evo lu ción. Lo s fósiles más antiguo s de H. erectus descubie rt os hasta el
mome nt o prov iene n de Kenia y se remon tan a hace 1,9 m ill ones de
años, pe ro la mi sma especie (o alguna variante estrecha m e nt e em pa-
rentada )' aparece poco tiempo después en otras pane s de l iejo Mu n-
do . L os fós iles m ás antiguos de fue ra de África proviene n ho y por hoy
de u n yacim iento de hace 1,8 millones de años, Dman isi, e ncl ava do en
u na reg ió n montaño sa de Geo rgia, entre el mar Caspio y e l mar Ne-
gro . Si la m edia docena de individuo s que se han hallado a ll í h;:ista la
fech a so n rea lm ent e H. erecws, se cue ntan entre los fósi les m ás pec¡ue-
ños c¡ue se co noce n de esta espec ie. Ent re los fósiles se encu e ntr a tam -
bié n el de un v iejo desdentado qu e probab lemente neces itaba ay uda
pa ra ma s ti ca r. l O tr os descub rimi ent os indican que H. erec tu s se dis-
pe rsó hac ia e l es te hasta el sur de As ia, probablemente a l s ur de l Hi-
ma lay a, h as ra a pa recer en Java hace 1,6 millones de años y e n C hina
más o me n os a l mi smo tiempo.~ H. erectus también se di spe r só hac ia el
oes te sigu ie nd o la costa del Medit e rr áneo hasta el sur d e Europa hace
al me nos 1 ,2 mi llon es de años. 1 H. erectussec onviertc así e n e l prim er
ho m inin o inte rco ntin ental (a unqu e se ha especulado qu e H . habihs
tambi én salió d e Á frica, una idea qu e discutiremos al f ina l d e es te ca-
pít ul o).
¿Cómo y po r qué se hizo global H. erectus con t-alrapid ez? Ceci l B.
D e M ille p odría habe r dramat izado este acontecimien to co m o un a mi-
g rac ión, tal vez con una larga marc ha de homininos su cios y cejud os
qu e pa recen aba ndo nar Á frica con nostalgia camino al no rt e, co n un
amp ul oso acompañamie nto orqu esta l. Uno puede incluso im ag in ar un
an tig uo M o isés H. erec1us qu e ab re las aguas del mar Rojo para co ndu -
cir a su cla n a O riente Med io. Pero en realidad no fue una mi g ración
sin o una di sp e rsió n gradual. Las disper siones se produ ce n c uand o las
pob lac io ne s se ex panden sin aum enta r su densidad, qu e es ju sta mente
lo gue u n o es p e ra ría de los prim eros cazadores-recolecto r es de cierto
éxito. Recor d emos que los cazadores- recolectores viven e n g r upos pe-
queño s co n un a baja densidad de población sobre un en o rm e ter rito-
rio. Si eran co m o los modern os cazado res-recolector es, podemos est i-
ma r que v ivía n en grupos de unas vein ticinco personas ( una s siete u
oc h o fa mili as) qu e habitaban territori os de 25 0 a 500 kilómetro s cua-
dra do s. ¡Con es tas densidad es, en la isla de Manhattan so lo v ivirían
L/\ ENE RG ÍA 1::NLA 1::D•\D DE II I EL O 1 17
entre seis y doce pe rso na s! Ademá s, una he mbr a de H. erectus que so-
breviviera a la infanc ia probabl emente pud iera llegar a tener un total
de cuatro a seis hijos, d e los que solo la mitad sobrevivirían hasta la
madurez. Si usamos estas cifras para estimar una tasa media de creci-
miento poblacional de a proxim adame nte 0,4 por ciento por añ o, una
población de H . erectus tard aría en dobla rse 1 75 años, y tras apenas
mil años habría aumentado unas cincuenta veces. Como estos caza-
dores- recolectores no vivían en pueb los o c iudades, la única ma n era
que tenía una poblac ió n d e crecer mant en iend o una den sidad ap ropia-
damente baja sería q u e los g rupos num erosos se dividieran y se di sper-
saran hacia nuevos territorios. Si una banda inicial de H. erecws gue
viviera cerca de Na ir ob i (Kenia) se escindiera y una nueva banda ma r-
chara hacia el no rte ca d a 500 años, y si el terr ito rio de cada nueva ban-
da fuese de 500 kiló m et r os cuadrados y apro ximada mente circular, no
harían falta más d e 50.00 0 años para que la espec ie se dispersa ra de
este modo siguien do e l va lle del Nilo hasta Egipto , y luego por el val le
del Jordán hacia el no r1e hasta las montaña s del Cáucaso.6 Aun e n e l
caso de que los gru pos se escindie ran cada 1 .ooo años, bastarían meno s
de 100 .000 años par a gue H. erectus se di spe rsase desde África o rien ta 1
hasta Georgi a.
No debe sorp re n dernos que H. erecw.s se dispersase con rapide z
sobre un área muy a mpli a y lejana. Lo qu e realmente llama la atención
es que estos cazado res- reco lecLorcs co menza ran a colonizar hábitats
templados durante la Eda d de Hielo. Mucha gente piensa en la Edad de
Hielo como un peri o d o d ur ante el cual bu en a parte del planeta estaba
cubierta por gigant escos glaciares, cuando en realidad se caracte riza
por ciclos repetidos d e e n friami ento ext remo, d ur ante los cuales se ex-
pandían los glaciar es, a los que segu ían cale n tamientos rápidos duran -
Le los cuales se contr a ían (estos ciclos expli can los zigzags de la figura
4). Al principio, estos c iclos eran de inte nsid ad med ia y durab an un os
4 0 .000 años. Luego, d esde hace I millón d e años más o menos, los c i-
clos se hicieron más la rgos e intensos, durand o hasta 100 .000 años.
Cada uno de los cic los a fectó de mane ra importan te los hábitats en lo s
que intentaban subsistí r los primeros humanos. Durante las época s m ás
frías (que comenzaro n a hacer se extremas ha ce unos 500.000 año s), la
temperatur a med ia d e lo s océanos cayó var ios g rados, y hasta una ter-
cera parte de la superfic ie de la Tier ra qu ed ó cubierta por el hielo, qu e
almacenaba hasta 50 mill o nes de metro s cú b icos d e agua . Los glaciare s
provocaron un desce n so d el nivel del mar de va rios metros que dejó
1 18 LA HI STORI A DE L CUERPO HUM ANO
expuestas las platafor mas contin e ntal es. Con los glaciares en su punto
álgido se po día caminar de Vietnam a Java y Sumatra, o atravesar a pie
el Ca nal de la Mancha de Francia a In g laterra. Cada ciclo del cambio
climático de la Edad de Hielo alteró también la distribución de las
plantas y los animales. Duran te los periodos fríos, la mayor pane de
Europa central y del norte se convirtió en una inhóspita tundra ártica
con poco que comer aparte de mu sgo y renos, y el sur de Europa se
conv irtió en un bosque de pinos rep leto de osos y jabalíes. Estas con-
diciones de bieron ser terijbles para los antiguos cazadores-recolecto-
res, sobre todo antes de la inven ció n del fuego, y los indicios de que
dispo nemos nos dicen que los prim eros humanos no vivieron al norte
de los Alpes y los Pirineos dur ante los periodos más fríos. Sin embar-
go, entr e los periodos glaciales , la s capas de hielo se ret iraban hacia los
polos, reto rnaban al sur de Europa los ricos bosques mediterráneos y
los hipopó tamos retozaban en e l T ámesis.7 Los human os ocuparon
bue na parte del Viejo Mundo templad o dur ante estos periodos más
suaves y ben evolentes.
Las poblac iones que vivían en Áfri ca no se vieron afectadas direc-
tamente por las glaciaciones, pe ro no p or ello dejaron de experimentar
ciclos de ca mbio climático. Al tiempo qu e fluctuaban los niveles de hu-
medad y te mperatura, el Sahara y otros hábitats abiertos como las sa-
banas se fueron expandiendo y co ntray endo de form a alterna con rela-
ción a las se lvas y los bosques claro s. 8 Estos ciclos actuaron como un
gigan tesco émbolo ecológico. Durante los periodo s más secos, cuando
el Sah ara se contr aía, loscazadores-recolectores prob ablemente pros-
peraron y se dispersaron desde el África subsahariana hacia el norte a
lo largo del valle del Nilo,a tr avés d e Oriente medio y desde allí hasta
Eu ropa y As ia. En cambio, durante los peri odos más secos, cuando el
Sabar a se expandía, los cazador es- re co lectores de África quedaron ais-
lados del resto del mundo. Además, durante los periodos más fríos y
secos de Euro pa y Asia, H . erectus debi ó sufrir condicione s muy duras
que p robab lemente los llevaron a la extinc ión o los empujaron hacia el
sur , de vu elta al Mediterráneo o el sur de Asia.
En pocas palabras, H. ereccus tuvo la mala suert e de aparecer en
África al principio de una fase de la hi storia de la T ierra difícil y de una
diná mica muy intensa. Sin emb a rgo , en lugar de resistir únicamente en
África , la especie no tardó en di spe rsarse casi globalmente y siguió
evoluc iona ndo por las inmensas regione s de África y Eurasia. Veamos
ahora má s de cerca quiéneseran estos humanos y cómo no solo resis-
LA ENERG ÍA EN LA EDA D D E HIE LO
tieron sino que inclu so prosperaron dur ante las drásticas fluctu aciones
de la Edad de Hielo.
Los HU MANOS ARCA ICOS DE LA ED AD DE HIEL O
Cuando las fam ilias o los compañero s d e piso se separan, a menud o
pierden el contact o, pero cuando una es pecie se dispersa, este aisla-
miento es aún más int enso y trascendental. A medida que las pob lacio-
nes se van alejand o y quedan aisladas reproductivamente , la se lección
natural y otros pr ocesos evolutivos aleatorios hacen que vayan dive r-
giendo con el tiemp o. Los visitantes de las islas Galápagos pueden ob-
servar fácilmente este fenómeno en las iguana s marinas, qu e varía n
tanto en tamaño y co lorac ión que los expertos a veces pueden decir a
qué isla pertenecen con solo mirarlas. Es muy probable que H . erectus
experimentara este mismo proceso. A med id a que las pob laci ones de
cazadores-recolec tor es se dispersaban po r varios continentes, enfren-
tándose a las vicisitude s de la Edad de Hi elo, comenzaro n a variar y
cambiar, especialme nte en tamaño. En ge ne ral se hicieron má s gran -
des, pero en algu nos casos su tamaño se redu jo. Por término medi o, un
H. erectus pesaba de 40 a 70 kilogramo s y m edí a de 1,30 a 1,8 5 met ro s,
pero la población ya mencionada de Dm anis i se situaba en el ext remo
inferior de esta horq uilla: tanto su cuerpo co m o su cerebro eran un 3 5
por ciento menor es qu e los de sus primos af ri ca nos.9No obsta nte, una
tendencia más co mún dentro de la especie es que el cerebro se fuera
haciendo mayor tan to en térmi nos absoluto s co mo en térm inos relati-
vos. Tal como muest ra la figura 10, el tamañ o del cerebro casi se dobló
dur ante el tiempo de existencia de la especie, ha sta alcanzar uno s nive-
les cercanos a los de los humanos modern os al cabo de un mill ón de
años.'º Aun así, a pesar de estas y otras variaciones , los fósiles de H.
erectus de lugares y tiempos distintos comp a rt en de forma constante un
conjunto de rasgos comunes, tal como se v e en la figura 1 1 . Sus crá-
neos son siempre largos y aplanados, con la frente baja, un arco super-
ciliar prominente y otra cresta ósea horizontal en la parte poste rior del
cráneo. Tod os tienen un rostro grand e y vertica l, con grandes órbita s y
una amplia nariz. Muchos tienen una ligera cre sta ósea (o quilla ) si-
guiendo la línea med ia en lo alto del crán eo. Como ya se ha com enta-
do, la forma general del cuerpo de H. erectus se parecía bastante a la de
12 0 LA III ST O IUA DEI. CUEII PO II UMANO LA l:N LltC; iA El\ L..\ 1. 1) \1 ) DE III E I l) 1 21

los humano s mode rno s, aun que Le ní an las cadera s más ancha s y acam-
panada s y h uesos más grue sos e n I oda el cuerpo.
H ace uno s 600 . 0 00 año s, algunos de los descend iente s de H. erectus
ya habí an evo luciona do lo ba s LanLc con relación a sus amepasa dos que
me rece n ser cla ificados como una especie clistillla. L a m ás conocida
ele estas es Ho mo lieidel bergen sú, u:irnbién mostrad a en la figura 1 1, que
se exten d ió desde el surd e Áfr ica h asta Inglaterra y Alemania. El con-
jumo má s espec tacu lar de fós iles de H. l1eidelb erge11
sis pr oviene de un
único yac imiento en Atapuer ca, la S im a de los l luesos. Allí , hace en1re
53 0 .000 y 6 00 .000 años, al meno s treinta cuerpo s fu e ro n ar rastrados
muc h os metros a lo largo d e un se rp entean te túnel natur al que se ex-
Homo erect11s f-lomo heidelbergenris

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ellos, incluso el minú sculo /l omoJloresiensis , so n va riaciones de un patrón
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...
e: común evidente en H omo erectus, con un ros t ro g rand e, vertical, prominente
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700 y un cráneo largo y bajo. No obstante, el tam año del cereb ro y del rostro va-
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.,. ~00 rían entre las especies, al igual que otros carac teres. 1mage n de H. floresiens
is
300 1 ..... por cortesía de Pcter Brown.
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t Ei! i! i!
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tiende en lo hondo de un acantilado pa ra se r ar rojados a una sima (su-
o C)
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t: ~
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" ...s "'::: oE
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puestamen te d espué s de mor ir). Sus esq u ele tos nos ofrecen una instan-
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tánea única de una poblac ión de esta es pec ie. Co mo H. erectu.s,tenían
-< "':i; "" E"' el cráneo largo y baj o con enormes arcos superciliar es, pero su cerebro
:i; :,
:i:
era más grande , de 1.1 00 a 1.4 00 centím c lro s cúbico s, y también su
Figur a I o . Tamaño cerebral. El grá fico superior muestra el incremento del rostro, con uno s orificios nasales espec ial mente g randes." Eran ade-
volumen encefálico a lo largo de la evoluc ión humana. El inferior muestra más individuo s de g ran talla, con un peso de 65 a 80 kilogramos . 11 Al
los interva los de volúmenes ence fá licos en distintas especies de hominin os. mismo tiempo, H. erectuso bien persistió e n A s ia o qui zá evolucionó
112 LA HI STOR IA DEL CUERPO HU MANO
hacia o tr a espec ie muy cercana qu e también tenía el rostro an c ho y el
cerebr o g rand e. U n resto especialmente interesante de este grupo es un
hueso de l de do bien conservad o hallado en una cueva del m ac izo de
Altai, en Siberia, a unos 3.000 kilómetr os de Bangladesh. E l ADN ex-
traído de es te fragmen to de hu eso indica que se trataba de un a d esce n-
diente de u n lin aje, hoy conocido como denisovanos, que pr esunta -
mente descend ió de H . erectusy compart e un último antepasa d o común
con los huma nos y los neande rtales de hace entre I mill ó n y ')00.000
años.' l Sigue sien do un misterio quién es era~ los denisova n os, pero
cuando los humanos modern os migra ron a Asia, un nú me ro mu y pe-
queño de ellos se cruzaron con alguno s de nosotros. 4
No es fác il clasifica r correctamente los fósiles en especies, y no hay
consenso sob re cuánt as especies desce ndieron de H. erectus ni sobre
cuál engen dr ó a cuál. Lo importante es que, en esencia, to d as so n va-
riante s d e H. erectus con el cereb ro g rande, de manera qu e al cons iderar
la evo lución del cuerp o huma no resulta convenientey razo nabl e agru-
parlas bajo el término "Homo arcaico» (o, coloquialmente, hum anos ar-
caicos). Los H omo arcaicos, como cab ría esperar, eran un os h áb iles ca-
zadores- reco lectores. Las herrami entas de piedra que fabr icaba n eran
algo más so fisticadas y diversas que las de H. erectus,'1 pe ro su may~r
innovac ión en cuestión de arm as fue la punta de lanza. La s la n zas sm
pun ta probable mente se usaran ya desde los principios d e la Edad de
Piedr a, pero casi nun ca se encuentran porque la madera no s uele con-
servarse. 16 Sin embar go, hace un os 5 00 .000 años los H orno a rca icos
inven tar o n un nuevo e ingenioso método de fabricar herrami e ntas de
piedr a muy fina s de formas predet erm inadas, entre ellas punta s trian-
gulares. 1 7 Este método requier e de una gran habilidady mu ch a pr áctica
para dom inarlo, pero revolucionó la tecnología de los pr oyect iles por-
que las pu nt as de piedra hechas de este modo son lo bastante lige ras y
afiladas como pa ra sujetarlas a un a lanza con brea o ligam entos. ¡Qué
diferenc ia debió suponer para los cazadores! Ahora las lan zas e ran más
puntiagud as y afiladas, y en luga r de rebotar contra las p resas, podían
atravesar el duro cuero de los anima les e inclusolas costillas y, un a vez
dentro, los b or des irregulares de las puntas infligían terrible s h eri das.
Arm ados con es tas finas punta s de piedra , los cazadores p o dían matar a
sus presas a mayo r distancia, redu ciendo así el riesgo de que el cazador
resultase herido y aumentando las posibilidadesde éxito. Ot r as herra-
mienta s fabricadas con esta técni ca de lascadode un núcl eo prep arado
también eran mejore s para despellejar animalesy parao tra s t areas.
L A ENER GÍA EN L A EDAD DE HfEL O 12 3
Una invención to d av ía más importante fue el control del fuego.
Nadie sabe con cer teza cuán do comenzaro n los humanos a hacer y
usar fuego de man era habitu al. En la actualidad, los indicios más anti-
guos del uso contr o lad o del fuego por los human os procede de un ya-
cimiento de un millón de años de antigüeda d de Sudáfrica y deotro de
hace 790.000 años d e Israel. 18 No obstante, los restos de fuego son in-
frecuentes hasta ha ce u n os 400.000 años, cuando com ienzan a aparecer
con regularidad restos de hogueras y huesos qu emados en los yac i-
mientos, lo que sug iere que el Homo arcaico, a dif ere ncia de H. erectus,
normalmente cocin aba sus alimentos.' 9 En el mom ento en que se esta-
bleció, la cocina fue un avan ce transformador . Para empezar, los ali-
mentos cocinados libera n mucha más energía qu e los no cocinados, y
es menos probable que pro voquen enfermeda des . El fuego tamb ién
permitió a los hum an os arcaicos mantenerse ca lient es en los hábitats
fríos, ahuyentar a los depredadores peligrosos, como los osos de las
cavernas, y mantene rse e n vilo hasta bien entra da la noche.
Pese a que en ocas io nes disponían del fuego, los extremos de la
Edad de Hielo deb ier o n se r duro s para los huma nos arcaicos,especial-
mente para las pob lac io n es del norte de Eur opa y Asia. Por ejemp lo,
durante los period os en qu e los glaciares recubrieron el norte de Eu ro-
pa, H . heidelóergensis q u edó restringida a los márge nes del Mediterrá-
neo, probablement e p o rqu e las poblaciones má s septentrionales se
extinguieron o se des pla zaro n hacia el sur. Sin embargo, en cuanto el
clima mejoraba se di spe rsaban de nuevo hacia el norte. Si estas di s-
persiones fueron imp ortantes, las poblaciones de H. heidelhergensisde
Europa y África no d eb ier on estar del todo aisladas genéticamente.
Los fósiles y los da tos molecula res indican, sin embargo, que h ace de
4 00.000 a 300.000 años di ve rgieron en varios lina jes parcialmente se-
parados.'º El linaje afri ca no evolucionó hacia los humanos moderno s
(cuyo origen discutiremos en elcapítulo 6) . Otro linaje evolucionó ha-
cia los denisovanos de A sia, y en Europa y Asia occ idental evolucio nó
la especie más fam osa d e R omo arcaico: los neandertale s.
N UEST R OS PRIM OS NEANDERTALES
Ninguna especie an cest ral despierta más pasione s que los neand erta-
les. Ya antes de 18 59, cuand o se publicó El origen de lasespecies, se ha-
1 2..j LA III STO RI A DEL C UER PO I IU~l ,\NO
bía n descubierto unos pocos fósiles de neandercale s, pero la espec ie no
se reconoció formalme nte hasta 1863. Desde entonce s, se ha escr ito y
d iscutido tanto sob re estos arquetí picos hombre s de las cavernas qu e
se han conven ido en una suerte de espejo: nu es tr a mane ra de verlos a
veces revela más sobre la concepció n que ten emos de nosotros mis-
mo s. En un princip io, los neandertales se conside r aron erróneament e
co mo un eslabón pe rdido: unos ante pasados brutos, repugnante s y
primitivos. Des pu és de la segunda gue rra mundial se produjo un a sa-
lud able pero extr ema reacción a este pu nto de v ista , m ot ivada en part e
po r la genera lizada repulsión hacia el racismo pse udo científico de los
na zis y en parte po rgu e se identificó correctamente a los neandertale s
como unos primos cercano s que lograron sobr ev ivir en Europa duran-
te las du ras condic iones glaciales, con un cer eb r o tan grande como el
d e los humanos mo de rnos, si no más. A part ir de lo s años 19)0, mu -
chos paleontó l.ogos clasific aro n a los neanderta les co mo una subespe-
cie (una raza geográf icamente aislada) de los human os, no como una
e specie distinta. Dato s recientes, sin embargo, de m uestran que los
ncandertal es y los human os mode rnos eran en rea lid ad especies di stin-
tas que diverg iero n gené ticamente hace al menos de 80 0 .000 a 4 00 . 000
años. 21 Aunqu e las do s especies se cruzaron e n pequ eña medida , lo
cie rto es que los ne and e rtales son primos ce rcanos, no antepasados. 22
Lo más importa nt e de los neandertales es que se trata de un a espe -
cie de Hamo arcaico qu e vivió en Europa y Asia occ idental desde hace
200. 000 años hasta hace 30. 000 años. Eran cazado res diestros e inteli -
gentes, bien ada pt ado s por la selección natur a l y b ien respaldados por
su ingenio para so brev ivir a las condicione s frí as , casi árticas, de la
Eda d de 1-1ielo. Tal co mo ilustra la figura 1 1 , los cráneos de los nean-
dertale s tienen la misma configu ración general que vemos en H. heidel-
bergensis: un crá neo largo y bajo con un ros tr o eno rme, una amplia
n ariz, arcos supe rciliares muy marcados y sin m entón . Sin embargo,
tenían un cerebro má s grande, con un volumen medio de casi 1. • 50 0
cent ímetro s cúb icos. Sus cráneos también tienen una serie de rasgo s
di stintivos qu e permiten que cualquiera que esté un poco entrenado
pu eda distingu irlos fácilmente. Los rasgos clás icos de los neandert ales
incluyen un ro st ro am plio especialmente inflado a ambos lados de la
n ariz, una prominencia del tamaño de un huevo en la parte posterior
d el cráneo, un surco so mero en la parte poster ior del cráneo y un espa -
cio en la mandíbu la inferior detrás de las mu elas del juicio. El resto de
su cuerpo se pa recía bastante al de otros H amo a rca icos, pero eran es-
LA E, E HCÍ A EN LA EDA D DE III ELO
pecialmente muscu losos y rob ustos, con antebrazos y pi e r n as cortos.
Esta for ma d el cuerpo, típ ica también de los pueblos árt icos como los
inuit y lo s la pones, les ay udaba a conservar el calor corpora l.
Lo s nea ndenal es era n cazadores-reco lecto res háb iles y diestros
que pr o babl eme nte wdavía existirían de no ser por H ~ sapiens. Los
neand e rt a les fabricaban herr amientas líticas complejas y sofist icadas
de una g r an varie dad de tipo s, por ejemplo punt as y ra spadore s. Coci-
naban su s a limento s y cazaban animales de gran tamaño co mo el uro,
_.el cie rvo y el caba llo.!' Sin embargo , pese a todos sus logros, los nean-
dertales no eran del todo m odern os en su comport amiento . Fab ricaban
pocas herrami entas con hue so, por ejemplo agujas, aunque debí an ves-
tirse con pie les. Enter raba n de una forma simple a sus mu e rto s, y ape-
nas dejaron restos de compo rtamiento simbólico como e l a rt e. No so-
lían comer pescado o ma risco, aunque estos abundaban en a lgu nos de
los háb itat s dond e viviero n. Raramente transportab an ma te ri as prim as
a más de 25 kilómet ros. Como veremos, cuando los hum anos mode r-
nos llegaro n a Europa hace unos 4 0 .000 años, prácticamente r eem pla-
zaron a lo s neande rtales.
CEREBR O e RANDE
De todos lo s ca mbios evide ntes en H. erectus y sus descend ien tes, los
humanos a rca icos, el más obvio e impresionante es el au m e n to del ce-
rebro ( o, má s propiam ente, e l encéfalo). Co mo se pued e ver e n la figu-
rn 10, e l ta maño del ce rebro casi se dobló en el género hu mano a Jo
largo de la Edad de Hielo, y especies como los neand er ta les ten ían un
cerebro inclu so un poco más grande que el tamaño medi o que ten emos
nosotros. Cabe suponer qu e estos enormes cerebros evo lu c io n a ron así
porgue no s ay udan a pensa r, recordar y realizar otras tareas cog ni tivas
compl ejas, pero si ser int elige nte es tan bueno, ¿porqu é e l ce reb ro no
evolucionó antes hacia un tamaño gra nde, y por qué no hay má s ani-
males co n un cereb ro tan g rande como el nuestro? La res pu es ta, como
ya he suger ido, tiene que ver con la energía. Para la m ayoría de las es-
pecies, un ce rebro gra nd e tendría un consumo energético prohibitivo
. )
mientras que los dividendo s de la caza y la recolección pe rmiti ero n en
H. erectus y en los Horno a rcaicos un agrandamiento d el cerebro que
antes no h abía sido posible.
 LA HISTORIA DEL CUER PO II U MAN O L A ENERGÍA EN LA EDAD DE HI ELO 12 7

1.soo cionada , de manera qu e si se conoce la masa corp ora l medi a de una

espec ie, se puede calcu lar su tamaño cerebral relati vo dividiendo el ta-
I.lS O • maño ce rebral real por el tamaño predicho a partirde la m asa corpora l.
Humanos
/ Est a razón , que se con oce como cociente de encefali zac ión (CE), vale
-::;,-1.000
2, 1 pa ra los chimpancés y s,1 para los humanos. E stas cifras significan
e
l::
~
~
qu e los chimpancés tienen un cerebro una s dos veces m ayo r que el típi-
..... 7SO co de un mamífero del mismo peso, mientras que el de lo s humanos es
~

..,.,
-e
~
soo
un as c in co veces mayor que el de mamíferos de ta maño par ecido; en
"
~ ·--~---- - - ------------
• compa raci ón con otros primates, los humanos te nemo s _.un cerebro

2 so
--- una s tr es veces mayor de lo esperado.
. -- -- -;rro s primates Fijém onos ahora en cómo ha evolucionado el tamaño ce rebral usan-

o
• do p ara ello estimacion es de la masa corporal obt enida s a partir de los
o 50 75 100
Masa corporal {k ilog ramos)
Figura 1 2. Relación entre la masacerebral y e l tamaño corporal en primares.
Las especies con un cuerpo más grande tienen un cere bro más grande, pero la
relación no es lineal. En comparación con los simi os, los humanos tienen un
cerebro unas tres veces mayor del que predi ce su tamaño corporal; en com-
paración con los mamíferos en general, nuestr o ce rebro es unas cinco veces
más grande.
Para evaluar de qu é modo evolucio nó e l ce rebro hasta hacer se má s
grande , primero tene mos que consid er a r e l as un to espinoso de cómo
medir su tamaño . Por término medio, e l vo lum en encefálico de un hu -
mano es de un os 1. 3 50 centímetros cúbi cos. En comparació n, el ce re-
bro de un m acaco ocup a unos 85 centím e tro s cúbicos, el de un chim -
pancé 190 ce ntím e tros cúbicos y el de un go ril a adulto 465 centím etro s
cúbicos. El cereb r o hum ano es, por tan to , mu cho más voluminoso que
el de los mon os y al menos tr es veces má s g r ande que el de los o tros
esqu e le tos y medicione s del volumen encefálico a partir de cráneos.21
Esta s es timaciones, resumida s en la tabla 2, indi ca n que los primeros
hom inin os tenían el cereb ro de un simio, mientra s que el tamaño cere-
br a l abso luto y relativo de los primero s H. er«ius e ra algo mayor. Un
m ac ho de H. erectu.sde hace 1, s millone s de año s co n un cerebro de
890 ce ntím etros cúbico s que pesara 60 kilogramo s tenía un CE de 3,4,
aproximadam ente un 60 por ciento mayor que el de un c him pancé. En
otr as palabra s, la evoluci ón inicial del género Homo implicó un incre-
ment o má s bien modesto del tamaño cerebral , p ero lu eg o el cerebro
ace le r ó su agrandamient o en relación con el peso cor p o ral. Hace I mi-
llón de añ os, el volumen encefá lico de nuestros ant e pa sado s superaba
T AB LA 2 . Especies del género Horno
H omo h.ahilis 2,4- 1,4 Tanzania, 5 10-690 30-4o
Kenia

grande s simios. Pe ro ¿hasta qué punt o es mayor el cerebro hum ano Homo rudolfensis 1,9- 1,7 Kenia, Eúopía 750-800
despu és de desco ntar las diferencias de tamaño corpo ral? La respu esta H omo erectus 1,9-0, 2 África., 6oo - 1.200 4o-65
a esta pregu nta se mu estra en la figura 1 2, qu e muestra un gráfico del Europa, Asia

tamaño cere br al fren te al peso corpora l para varias especies de prima- H orno heidelherge
nsis 0,7-0,2 África,Europa 900- 1.40 0 50-70
tes. Como se pued e ver, esta relación no e s lin ea l: a medida que el cuer- H orno neandenhalensis 0, 2-0.0 3 Europa, Asia 1.17 0- 1.74 0 6o-ss
po aumenta de tamaño , el cerebro se hace mayor en términ os absolutos H omo jl oresien.is 0.09-0.02 Indonesia 41 7 2s-30
pero menor en término s relativos.u.E sta re lac ión entre el tamaño del H omosapuns 0,2-pr esente Todo el 1. 100- 1.900 40-80
cerebro y el del cuerpo sigue una tend e ncia co herente y bien corre la- mundo
 I. A III ST Oll l ,1 DEL CUE H J>O II UMANO
1.000 cen tím etr os cúbicos, y hace 500.000 ya estaban dentro del r a ngo
de ta maños de los hum anos modernos, como se muestra en la figura
1o. De hecho, hac ia e l final de la Edad de Hielo el cerebr o tendí a a se r
inclu so mayo r q ue e n la act ualidad pero solo porq ue el cuerpo también
era más gran d e . A m edid a que el mund o se fue calentando desde h ace
uno s 1 2.000 a ños, d tamaño del cue rp o se ha reducido liger ame nt e,
pero tambi én e l cereb ro, de manera que el tamaño cerebral re lar i vo se
ha mant enid o aprox im adamente co n stant e en los primeros huma nos
modern os y en . los ac ruales.' 6 Despué s de correg ir por las ligera s dife -
renc ias de p eso co rp o ral, un humano mod erno medio tiene un ce r e bro
tan so lo un poco mayor qu e un nean cle rt al medio.
¿Có mo se agrandó el cerebro en e l gé nero humano? Hay do s ma -
neras pr incip a les d e ag randar un ce rebro : que crezca dur ant e m ás
tiem po o qu e c rezca más deprisa. En comparac ión con los sim ios, ha-
cemos las do s. 17 E n el momento de nace r, el cerebro de un chimp a ncé
tiene 130 ce nt í mc t ros cú bicos, y dur an te los tres años siguiente s tri pli -
ca su volumc n. 2 8 n recién nacido hum ano tiene un cerebr o d e 3 30
cen tím etro s cúb icos y cuadrupli ca este vo lumen durante los se is o s iete
años siguien tes. Así pue s, nuestro cereb ro crece dos veces más rápido
que el d e un c himp a ncé ames del nac imiento, y tras el parto también
crece má s rápido y dur ante más tiemp o. Buena parte del tam año adi -
cio na l se debe a que te nemos más o m e nos el doble de células ce re br a-
les o neur o na s . '9 L o s cuerpos celulares de estas neuro nas ad icio n a les
se e ncue ntr an sob re todo en la capa m ás exterior del cerebro , un a re-
gión qu e r ecibe e l n o mbr e de neoco rteza , que es donde se prod uce cas i
la totalidad de la s funcion es cogniti vas complejas, como la memo ri a, el
pensa mi ent o, e l le n g uaje y la conc ienc ia. Aunque la neocort eza huma -
na tiene un gro so r de apenas unos milím etros, estirado ocup a ría un a
superfi cie de 0,25 m et ros cuadrados . Más neuronas significa mil lo nes
ele con ex ione s m ás q u e en el cerebro de un chimpancé.lº Co mo e l ce re-
bro func iona po r medio de su red de conexiones, la neocorte za hum a-
na, g racias a se r mayor y estar más co nectada, tiene un potenc ia l mu -
cho mayo r p a ra re a lizar tareas compl ejas como recordar, razo n a r y
pensa r. Si un cerebro mayor nos hace má s inteligentes, los nea nd er tal es
y ot ros hum ano s a rcaico s de cerebro g rande debían ser bastante I istos.
Un cerebro má s grande conlleva , sin embargo, unos costes consi-
de rables. Aunqu e no constituya más q ue el 2 por ciento del peso cor-
poral , el ce rebr o co n sume alreded or de l 20 al 2 5 por ciento de la parti -
d a ener gética del c uerpo en reposo, con independencia de si es tamo s
LA EN!é ltC I A E1'. L ·\ EDAD DE JJIEI <l 129
du r miendo, mirando la te lev is ió n o dándole vue lLas al significado ele
esta frase. En cifras absolut as, e l cereb ro nos cues ta de 280 a 420 kilo-
calo rías al día , mient ras qu e el ce rebr o de un chimpancé cuesta aproxi-
madam ente de 100a 120 kilocaloría s al día. En nue srro mundo moder -
no ele alimentos ricos en ene rg ía, esta cantidad se co nseguiría con un a
rosquilla al día, pero un cazador- recolecto r sin rosquill as a mano tiene
qu e buscar de seis a diez zana lior ias más para co nseg uir las mismas ca-
lorías. Además, esto s coste s se ven multiplicados cuando hay que ali-
mentar a los hijos. U na muj e r e mb a razada que cuide de un niño de tres
a11os y otro de siete neccsiLa una s 4. 500 kiloca lo ría s al día para alimen-
tarse a sí misma, al feto y a lo s d os niñosY Si el cerebro de sus hijo s
fue ra del tamaño del de un c himp ancé, necesitar ía unas 450 kilocalo-
rías menos al día, una canti dad qu e en el Paleolítico no era poca cosa.
Tener un cerebro grand e p lantea ot ros reto s im portante s. En tocio
momento fluye por el cer e bro c asi un litro de sa ng re, del 12 al 1 5 po r
cie rno de t0da la del cuerpo , para apo rtarle combu stible, llevar.;e lo s
res idu os y mantenerlo a la te mp e ratura adecua da. En consecuencia, el
cerebr o humano requiere un s is te ma de riego sanguíneo especial para
apo rtar sangre oxigenad a y I u ego devolverla al co razón, el hígado y
los riñones. Además, el ce re bro es un órgano frág il que necesita mucha
prot ección para que no res u I te d a ñado en una ca ída o por un golpe en
la cabeza. Imaginemos qu e sac udimo s dos masas de gelat ina con forma
de cerebro, una dos vece s ma yo r que la ot ra. Como las fuerzas q ue
rom pen la gelatina aume nt an ex p o nencialmen te con el tamaño, es más
fácil que el cerebro de ge la tin a má s grande se de sga rre en su super-
ficie. Por tanto, los cereb ros m ás grandes necesi tan más protecció n
fre nte a las conmocion es. 32 U n ce rebro g rande tamb ién complica e l
nac imiento. La cabeza d e un rec ién nacido humano mide unos 12, 5
cenú metros de largo por I o d e ancho, pero las dim ensiones mínjmas
del canal del parto de un a mujer son de unos 11,3 ce ntímetros de larg o
por 12,2 de ancho. 13 Para atrave sarlo, el neo nato humano tiene que
en trar en la pelvis de la madre mi rancio hacia un lado y luego hacer un
giro de 90 grados dentr o d e l ca na l de manera que salga mirando hacia
aba jo y no hacia arriba. 34 E n las mejores circun stancias es un tránsit o
est recho, y las madres hu manas casi siempre necesi tan ayuda para dar
a luz.
Si se suman todos los costes, no es de extraña r que la mayoría de
los an imales no tengan un cerebro demasiado g rand e. Un cerebro más
g rande permite una mayor inte ligencia , pero es muy costoso y causa
1 30 L A H I STOH I A DEL CUl':HPO HUMANO
muchos problemas. E l hech o de que el cerebro se haya agrandado d es-
de que apa reció H. erec tus en la evolució n d e los humanos quiere dec ir
no solo que los hum an os a rcaicos obtenían energía suficiente, sino qu e
los beneficios de una ma yo r inteligencia su peraban a los costes. La-
mentablemente, cenem os mu y pocos restos directos de los logros inte-
lectuales de estos human os arcaicos aparte d e dominar el fuego y f ab ri -
car herrami entas más co mpl ejas, como las punta s de proyectiles. Lo s
mayore s beneficios d e un cerebro más g rande probablemente se en-
contrab an en co mp o rtamiento s que no pod emos detectar en el regi stro
arqu eológ ico. Uno d e los con juntos de nueva s habilidades debió se r
una mayor capacidad p a ra coo perar. Los hum anos somos extraordin a-
riamente bu enos a la h ora d e trabajar junt os: compartimos alimento s y
otros recur sos cruc ia les, ayudamos a cria r los hijos de los otros, tr ans-
mitimos informació n útil e incluso a veces arriesgamos la vida p ara
ayudar a nuest ro s ami gos o incluso a extr años necesitados. Los com-
portamientos de coo p e rac ió n necesitan, sin embargo, habili<bd es com-
plejas com o la capac id a d d e comunicarse eficazm ente, de controlar los
impulsos egoístas o ag res ivos, de comprend er los deseos e intencio nes
de los otr os y de segu í r las complejas interaccio nes sociales de un gru-
po.JI Los simios a veces cooperan, por eje mpl o cuando cazan,pero en
muchos co ntextos no pue den hacerlo de un a manera eficaz. Por ejem-
plo, las hembr as de c himp ancé compart en comida solamente co n sus
6
crías, y los macho s ca s i nun ca comparte n la comida.l Así pues, un o de
los beneficios evide nt es d e un cerebro má s g rande es que ayuda a los
humanos a interac tu a r e ntre sí de for ma coope rativa, a menud o en
grandes grupos. En un fa moso análisis, Robín Dunbar mostró qu e el
tamaño de la neoco rt eza en las especies de primate s se correlacio na ra -
zonablemente bien con e l tamaño de grup o.37Si la relación se cumpl e
para los hu manos , nu es tro cerebro debió evo lucionar para intera ctuar
en redes sociales d e unos , oo a 230 individu os, que no es una mala es-
timación del núme ro de personas que un cazado r-recolector típico del
Paleolítico debía co n oce r a lo largo de su vida .
Otro de los princ ipal es beneficios de un cerebro grande debió ser
una mayo r capacidad para la ciencia natur al. En la actualidad, la gen te
no sabe mu cho so bre los animales y las plantas que viven a su alr ed e-
dor, pero ese conoc imi ent o solía ser vital. Lo s cazadores-recolecto res
comen hasta vario s cente n ares de especies de plantas, y su subsiste ncia
depende de lo qu e sabe n sobre la estación en que se encuentra ca da
planta, sobre dónde en co ntr arlas en un paisaje ancho y complejo y so -
LA ENE RGÍA EN LA EDAD DE HI ELO 13 1
bre cómo procesarlos parasu co n sum o. La caza plantea desafíos cog-
nitivos aún mayores, especialm ente para unos hominino s débiles y
lentos. Los animales se esconden de los depredadores, y como los hu-
manos arcaicos no podían domeña r físicamente a sus presas, los pri-
meros cazadores dependían de una co mbinación de atletismo, ingenio
y saber hacer naturalista. Un caza d o r tiene que predecir el comporta-
miento de sus presas en distint as co ndiciones para poder encontrarlas,
acercarse a ellas lo bastante para matarl as, y rastrea rlas una vez heri-
das. Hasta cierto punto, 1~ cazado res utilizan habi lidades inductivas
para encontrar y seguir a los animal es, usando pistas como huellas,
rastro s y otras marcas visuales u o lfati vas. Pero para rastrear a un ani-
mal también hace falta una lóg ic a d eductiva para formular hipótesis
sobre lo que podría hacer un anim a l herido y luego interpretar las pis-
tas para contras tar las predicciones . Las habilidades que se usan para
rastrear a un animal podrían es ta r en los orígenes del pensamiento
científico.l 8
Sean cuales fueren los co ste s ini ciales de un cerebro grande, este
bien debía valerlos o no habría evo lucionado. Pero ¿por qué dedican
los hum anos tantos años más a su c recimiento junt o al del resto del
cuerpo? ¿Cuándo y porqué establ ec imos el ritmo de crecimiento del ce-
rebro y el cuerpo?
CRECIMI ENTO G RADUAL
Ser niñ o o niña es divertido, pero, d es de una perspectiva evolutiva, los
humano s pagamos un precio eleva d o por el ritmo dolorosamente lento
con que maduramos. El largo periodo de crianza , qu e lleva unos die-
ciocho años, les cuesta a los padre s mucho dinero ade más de un sustan-
cial coste en términos de eficac ia bio lógica o fimes s, especialmente a la
madr e, pu es limita el número de hij os que puede tener. Si nosotros y
nuestro s hermanos hubiésemo s m adur ado el doble de rápido, nuestra
madre podría haber tenido el dob le d e hijos. Al madur ar deprisa, tam -
bién nosotros mismos pagamos un coste en término s defitness: re_tra-
samos la edad a la que podem os repro ducirnos, reducimos el número
de año s reproductores y aumentamo s la probabilidad de acabar no te-
niendo ni un solo hijo. Además, d es de un punto de vi sta energético, la
pauta de crecimiento lento de los humano s infla el coste energético por
 1 33

t
LA ENER G ÍA EN LA EDAD D E 111El.U
1 J2 LA lll ~TO lt l,\ DEI. CU EIIPO II UMANO
(, j
-
descendiente. Se necesitan nada menos qu e doce millones de kiloca lo-

t
rías para que un humano crezca h asta co n vertir se en un adulto de die-
ciocho añ os, ap roximadamen te el doble de las que necesita un chim-
(,o -
panc é pa ra llega r a adulto. En bu e na med ida, podemo s agradecer al
H omo arcaico po r el hecho de que gas t e m os tanto tiempo y energía en
íl -
crecer.
Para en tend er cómo y por qu é los humano s arcaico s de ce rebro jO -
g rande pro lon ga ron su desarro llo con ta n alto coste, prim e ro d ebemos
compa rar las prLncipales fases por la s q u e pasan la mayor ía de los ma- 4Í -
míferos d e gran tamaño antes de llegar a adulto s, que se m uestran en la
figur a 1 3. En prim er lugar , durant e la fase infantil , los mamíf eros de-
penden de su s mad res para ob1ener leche y ot ros tipos de nutrim ento
mientras su cer ebr o y su cuerpo c rece n con rapidez. Tra s el d estete
el
40

3j
-

- ~ (
"'"
(que en realid ad es un proceso g rad u a l), los mamífero s pa sa n po r una
seg unda fasejuvenil, en la que ya n o d e pe nden de su madre para sobre-
viv ir, su cuer p o sigue creciendo d e manera gradual y co nt inú an desa- 30 -
rr ollando habil idades soc iales y cogn it iv as . El último estadio am es de
la edad adu lta es la adolescencia, que co mi enza cuando los test ículos o ! j -
los ova rios m aduran y dan un esti ró n. 3\1 La adolescencia es ese ncial-
mente ese p er iodo difíc il y usualm enLc i n fért il entre el inicio d e la pu- 2j -
be rtad y el fi n al del crecimiento esquelético dur ante el cual se alcanza (1"( Aduho
la madur ez reprod uctora. Es du ra nt e la adolescencia human a cua ndo 20 -
apa rece n los cara cte res sexuales sec unda r ios como los pech os y el pelo
púb ico, el cue rpo deja de crecer y aca ban de desarrolla rse m ucha s ha- Adulto Aduli o
1 í -
bilidad es soc iales e intelectuales. Joven
La figu ra 1 3 tambié n ilustr a d e qu é m odo la onto gen ia hum ana se
ve prolongada de va rias manera s es p ec ia les. La diferencia má s signifi- 'º - Aduli o

cativa es que hemos añad ido una nu eva fase, la infan cia,~º un estadio Joven Joven

de depende ncia exclusivamente h umano qu e se da después d el de stete 1 - Joven

per o antes de qu e el niño se pueda va ler por sí mismo para al imentarse
y an tes d e qu e su cerebro haya acabado de crecer. Una cría de chim- Nacimic1110
pancé fina liza el crec imiento de su cer e br o y le salen los pr im eros dien- Monos Chimpancés Primero ~ l lumanos
ho min ino ~
tes permane n tes aproxi madamente a lo s tres años de celad , p ero sigue
lactan do (aun qu e con una frecuenc ia cada vez menor) has ta los cuatro Figu ra 13. Diferencias en hisrorias vitales. Lo s humano s tenemos una histo-
o cinco años.4' En co mparación , los cazado res-recolectore s h umanos ria vital más prolongada, con un estadio añadido d e infancia y un periodo
suelen de stet ar a sus hijos a los tr es años, al menos t res años antes de más largo de juventud antes de la edad adulta. Los aust ralopitecos y Homo
que el ce rebro deje de crece r y comiencen a apa rece r los prime ros erectus primitivo tenían po r lo general una historia v ita l similar al chimpancé.
d ientes per manen tes. Vienen ento n ce s t res años de infanc ia, po r lo ge- La historia vital probablemente empezóa hacerse más lenta en especies de
Homo arcaico,pero todavía no está claro cuándo ni en qué medida.
neral hasta lo s seis o siete años d e ed ad , durante los cuales el niño sigue
1 34 LA HI ST OR IA DEL CUERPO HUM ANO
siendo muy inmaduro y necesita recibir un aporte abundant e de ali-
mento s de alta calidad. N ingún niño puede sobrevivir s in una buena
do sis d e atención y pacienci a por parte de adultos. Sin embargo, como
en los pueblos cazadores- reco lectores las madres d es te tan a sus hijos
tan pronto, abriendo el paso a la infancia, pueden quedar embarazadas
de nu evo relativament e ant es que las madres de los sim ios. A lo lar-
go de la duración normal de la vida, añadir una fase infantil de depen-
d encia po sterior al destet e permite que las madres de los cazadores-
recolecto res, con disponibilidad de ayuda y de alimento abundante,
pu edan tener casi el doble d e bebés que una madred e si mio Y
L a ot ra característica d e la historia vital human a que la hace espe-
cial es que hemos alarga d o significativamente las fase s juv enil y de
ado lesc en cia que siguen a la infancia. Estas fases dur an alrededor
d e cuatro años en los mono s y siete en los simios, mientras que en los
hum anos se prolongan durante unos doce años. Por términ o medio,
un a niñ a de un pueblo de cazadores-recolectores tiene la menarquia
entre los trece y los dieciséis años, pero no alcanza la pl ena madurez
(re pr oduc tora o social) ha sta cinco años después, y es poco probable
que se conv ierta en madre antes de los dieciocho.4 3 Los niño s alcanzan
la pubertad algo más tarde que las niñas, y raramente llega n a serpa-
dre s ant es de los veinte. Como bien saben padres y profe sore s, losado-
lesce n tes hu manos no so n del todo independientes de su familia, pero
pu ed e n ayu dar a cuidar a sus hermanos más jóven es, realizar muchas
ac tiv id ades domésticas, como cocinar, y comienzan a bu scar alimento
y a caza r, primero con ayuda, luego por su propia cuenta . En general,
los ado lescentes de nu estro s días han sustituido la caza y la recolección
po r la escue la secundaria o el trabajo en la granja.
¿C uándo y cómo se hizo tan prolongado nuestro d esa rroll o? ¿Por
qué d oblar la cantidad de tiempo dedicado al crecimiento del cerebro?
¿Por qué añadir un periodo de infancia que hace que la madre tenga
que am amantar un bebé al tiempo que cuida otros niño s may ores pero
to da vía inmaduros? Más aún , ¿por qué prolongar la fa se juvenil, por
no me ncion ar ese largo y d o loroso periodo que es la ado lescencia?
Aunque los animales de mayor tamaño suelen tardar más tiempo
en madur ar, nuestro pausado ritmo de desarrollo no se puede explicar
p o r el aumento del tamaño corporal en el género Horno. A fin de cuen-
tas, lo s go rilas macho pesan el doble que los humanos pero solo tardan
trece años en acabar de crec er (más o menos el tiempo que tarda en
madurar un elefante de cinco toneladas). Una explicación mucho más
LA ENERGÍA EN LA EDAD DE IIIEL O
probable es que el cerebro humano tarda más en madurar a cau sa de lo
grande que es y de la complejidad de sus conexiones. Un prim er fact o r
es el propio tamaño del cerebro. Entre los primates, los cerebros má s
grandes tardan má s tiempo en alcanzar su tamaño final: el diminuto
cerebro de un macaco crece en so lo un año y medio, el cerebro de un
chimpancé es cinco veces más grande y tarda tres años en crecer, y el
cerebro hum ano es cuatr o veces más grande que el de un chimpancé y
tarda al meno s se is años en alcanzar su tamaño fmal. También pod e-
mos estimar de manera razonable lo que tardaban los hominino s extin-
tos en alcanzar e l tamaño final del cerebro (sorprendentemente, con la
ayuda de los di ente s) .44 En los austra lopitecos como Lucy, el ce rebr o
crecía más o meno s tan deprisa como en un chimpancé, como cabe es-
perar del hecho de que sus cerebro s son de tamaño parecido. Los pr i-
meros H. erectus ta rdaban unos cuatro años en alcanzar un vo lum en
encefálico de 800 a 900 centímetros cúbicos.4 1 Para cuando evo luci o-
naron las especies de Homo arcaico, de cerebro más grande,las pauta s
de los primero s es tadio s de la historia vital ya eran bastante parecida s a
las nuestras. Los n ea ndertales, cuyo cerebro era tan grande co m o el
nuestro, o inclu so m ayor, alcanzaban el tamaño cerebral de adu lto e n
cinco o seis años, apena s un poco más rápido que la mayoría d e gent e
en la actualidad, con algunas excepcione s.46
El cerebro human o alcanza su tamaño final en seis o siete años (lo
que explica qu e niñ o s y adultos puedan compartir sombrero), pero es
obvio que el cereb ro y el cuerpo de un niño de seis años tardar á n toda -
vía doce año s más en completar su desarrollo. En qué mom ento de
nuestra historia se alarga ron las fases juvenil y de adolescencia es algo
más difíciJ de d e term inar, pero tenemo s algunas pistas intere santes.
Una de las mejores fuentes de indicios es el Niño de Nariokotome, un
esqueleto casi co mpleto de un macho inmaduro de H. ereaus que mu -
rió hace 1 , 5 millone s de años (probab lemente a causa de un a in fec-
ción) cerca de una ciénaga que cubrió su cuerpo y preservó la mayor
parte de su esqueleto. Su dentición indica que cuando murió tenía ocho
o nueve años, mientra s que su edad esquelética era típicade un humano
de trece año s. 47 Dado que acababan de salirle los segundos molares,
sabemos que probablemente le queda sen todavía unos pocos años
antes de Uegar a adulto. Por consiguiente, podemos inferir qu e los pri-
meros H. erectus m aduraban solo un poco más despacio que los chim-
pancés, lo que significa que la prolongación de las fases juvenil y de
adolescencia se de sarrollaron más recientemente en la evolució n hu -
 LA III STOHI \ DEL CUEHPO II UMANtl
m ana. Hay algunas pistas de qu e en esto los neande r ta les pod rían ha-
ber sido como H. erectu.s.Un adolescente neandertal d e l yac imiento de
Le M oustie r tenía doce años cuando murió (lo sa be m os por sus dien -
te s), pe ro todavía no le habían sa lidos las muelas del ju ic io, lo que indi-
ca qu e todavía le quedaban uno o dos años más de c r ec í miento. 48 Aún
nos fa lt an datas, pero es posib le que el prolongad o pe ri odo de desarro-
llo después de la infancia sea exclusivo de los humanos modern os.
Bien podría ser que los humanos arcaicos no pasase n 1a nr o tiempo en
la ado lesce ncia.
i reunimos todos los indicio s y observacio nes d ispon ibles, parece
pro bab le que a medida q ue el cerebro se hacía má s g r ande en el gé nero
humano, el periodo crítico de desarro llo inicial (la cta nc ia e infancia) se
ex tendi era para permitir un mayo r crecimiento de l ce r ebro. Aun en el
caso d e que las fases de de sa rrollo juvenil y de ad o lesce ncia no se alar-
gasen de l todo hasta la evo luc ión de los human os mod e rno s, es casi
seguro que las madr es de los humanos arcaico s se en fr entaba n a un
a pr ieto e nergético por panid a d oble. Primero, a ca usa d e la infancia, la
mayoría de las madr es te nían que amamanta r a un be b é al mismo tiem-
po qu e cu idaban de otro s niños pequeños. Por tan to, las madre s de los
humano s arcaicos necesitaban mucha ayuda y e ne rgía adiciona l. Po r
té r mino medi o, una mujer lacta nte necesitaba un as 2. 3 00 kilocaloría s
al dí a par a satisfacer las neces idades de su propi o c u e rp o, y va rios mi-
les d e ki localorías más para alimentar a sus hijos. o hay manera de
qu e pudiera sobreviv ir ele no ser por la dispo nibil id ad de comida
de alta ca lidad, lo que impli ca la carne y la cocció n d e los alimentos.
Además , tenía qu e vivir en un g rupo altamente coope rati vo, con ayuda
h ab itu al d el padre y abue los de sus hijos y de otro s .
El segu ndo problem a ene rgético que afrontaba n aquellas madre s
de ce re b ro gra nde y su progenie era cómo pagar por aque llos gra ndes
e inca n sa bl emenle costosos cerebros. El tejido ce reb r a l no puede al-
m ace n ar su propio sumini stro de energía, sino qu e d e be recibir un
aporte cont inuo y abu nd ante de azúcar con el ri ego sanguíneo. Breves
interrupc iones o déficits de azúcar en la sangre qu e se pro longuen du -
rante más de uno o dos minu tos provoca n daño s irr e p arables y a me-
nudo let ales . Po r consigu ient e, aquellas madre s de cereb ro grande
nec es ila b an almacenar muc ha energ ía para pagar los cos tes de sus vo-
race s cerebros y los cerebros tamb ién grandes d e sus h ijos du rante los
inev it abl es tiempos, a veces largos, en que rec ibían poca o ninguna
en ergía a causa tal vez de una hambrun a o un a e nf e rm edad. ¿Cómo
L A ENERGÍA EN LA ED -\D DI II I ELO 1 37
lograban sobrev ivir las madres de los primer os humanos en tiempos
de carencias, que probablemente fue se n los de más intensa se lecci ón
natural?
La respue sta es con montones de grasa . Como 01ros animales, al-
macenamos la mayor parte del exceso de energía en fonn a de grasa
que sirve de su mini stro de reserva en tiempos de necesidad. Sin em-
bargo, los humanos son inusualmente go rdos en comparación co n la
mayoría de los mamíferos, y hay buenas razones para creer que de sd e
el momentO en que en el Homo arcaico se agran dó el cerebro y se de-
moró el desarr o llo, n os hicimos relat ivamente gordos.
CUERP OS GO HD OS
Una de las característ icas insólitas del mundo moderno es la ca ntidad
de genle que se preocupa por la grasa. Aunque lo más probab le es que
la grasa y el peso hayan obsesionado a los humanos durant e millone s
de años, hasta hace po co nuestros anrepasados se obsesionaban so bre
todo por no le ner bastante grasa en su dieta y peso insuficieme en su
cuerpo. La grasa es la manera más ef icieme de almacenar en ergía, y en
algún momento de la evolución de nu est ros antepasados ap a recieron
varias adap taciones clave para guardar una mayor cantidad d e grasa
que otros primate s. A causa de esto s ante pasados, hasta el más flaco d e
nosotros es re lati vamente gordo en comparac ión con otro s primate s
salvajes, y nue s tro s bebés son especia lmente gordos en comp arac ión
con las crías d e ot r os primates. Ha y buena s razones para plantear la
hipólesis de que s in n uestra capac idad y propensión a almacena r grasa,
los humanos arca icos nunca hab rían evolucionado hacia un cerebro
grande y un cuerpo de crecimiento lento.
Nos ocuparemos más a fondo en o tros capítulos de cómo usa y al-
macena el cuerpo la grasa; por el momento, bastará con saber un par de
datos fundam e ntale s sobre esta vital sustancia. El primero es que los
componentes d e ca da molécula de grasa pueden provenir de la digestión
de alimentos grasos, pe ro nuestro cue rpo también la sintetiza co n igual
facilidad a part ir de carbohidratos (y por eso los alimentos sin grasa
tambiénengordan ). 49 El segundo es que las moléculas de grasa so n un os
útiles almacenes de energía altamente co ncentrada. Un solo gramo de
grasaalmacena nueve kilocalorías, más del doble de la energía po r gra-
 L A HI STO RIA DEL C UERPO H UMAN O
mo de los carbohidratos o las proteínas. Después de una comida, las
hormon as nos hacen convertir los azúcares, ácidos grasos y glicerol en
grasa dentro de unas células gra sas especiale s, de las que tenemos alre-
ded or de 30 . 000 millones. Luego, cuando el cuerpo nece sita energía,
otra s hormonas hacen que la grasa se des componga en sus componen-
tes, que el cuerp o puede quemar ( más so bre esto en el capítul o , o).
Todo s los animales necesita n grasa, pero los hum anos tenemos
un a especial necesidad de una gran cantidad de grasa desde el momen-
to mismo en que nacemos, en bu e na parte a cau~a de nu es tro cerebro
hambrie nto de energía. El cerebro de un bebé tiene una cuarta parte
de l tamaño del de un adulto, pero aun así consume una s 100 kilocalo-
rías al día, alrededor del 6o por ciento del presupuesto energético en
rep oso ( un cerebr o adulto con sum e entr e 28 0 y 42 0 kiloca lo rías al día,
del 2 0 al 30 por ciento del presupue sto en ergético del cuerpo). 1° Como
el cerebro requiere azúcar de man e ra incesante, dispon er de grasa
abund ante ga rantiza a nuestr o ce rebro un aporte fiable e inacabable de
energí a. U na cría de mono tien e alred edor de un 3 por ciento de grasa
co rporal, mientras que los bebé s humano s nacen con alr ededo r de un
1 5 por ciento de grasa corporal. 1 ' D e hecho, el último trim estre del
emb arazo se dedica en buena part e a engordar al feto. Durante estos
tres meses, el cerebro fetal tripli ca su masa, mientr as qu e las reservas
de gra sa aumentan ¡cien veces!l 2 Además, el porcentaje de grasa cor-
po ral de un humano sano aum ento ha sta el 25 por ciento durante la
infancia, y en los cazadores-recolectores adultos se redu ce después a
alrededor de un I o por ciento en lo s hombre s y un 1 5 por ciento en las
mujer es. La grasa es más que una re se rva de energía para el cerebro y
para el embara zo y la lactancia; también es esencial para aportar el
combusti ble que necesita el atletismo de resistencia qu e requiere la
vida del cazado r- recolector. C u a ndo caminamos y co rr emos, gran
parte de la energía que quemamo s proviene de la grasa (aunque a me-
dida que aumentamos la velocidad, quemamo s más carb ohidratos).13
La s células grasas también ayudan a regular y sintetiz ar hormonas
como el estróg eno, y la grasa de la piel actúa como un exce lente aislan-
te qu e nos ayuda a mantenerno s calientes.
En resumid as cuentas, sin toda esa cantidad de gra sa el cerebro hu-
man o no podría ser tan grande, las madres de los cazadores-recolecto-
res no serían tan capaces de proveer la suficiente cantidad de leche de
alta calidad a sus hijos de cerebro grande , y tendríamos meno s resis-
te ncia . Por desgracia, la grasa no se preserva en el regi st ro fósil, así
LA EN ERGÍA EN LA EDAD DE III ELO
1 39
que no podem os saber con seguridad en qu é moment o comenzaron a
engorda r nuestros antepasados con respect o a los otros primates. Tal
vez la tendencia comenzara con H. euccu.s, lo qu e habría ayudado a
alimentar a su cerebro ligeramente mayor y a s u ste ntar sus caminatas y
carreras a larga distancia. Aún más importante debía ser para los Horno
arcaicos tener un p orcentaje alto de grasa,especialmente en los bebés.
Si yo fuese un neand ertal durante un glacial inviern o europeo, también
me gu staría ten er una buena cantidad de grasa par a mantenerme ca-
1iente. Con el tiemp o tal vez podamos contra star esta hipótesis si ~veri-
guamos qué gene s incrementan las reservas de grasa en los humanos y
determinamos despu és en quémomento evo lucionaron estas adapta-
ciones genéticas.
El legado parad ójico del vitaJpapd de la grasa para la evolución
humana es qu e ahora muchos de nosotro s estamo s demasiado bien
adaptad os a qu e nos guste la grasa y a acumularla . En la película docu-
mental Super Size M e, Morgan Spurlock ga nó uno s 1 1 kilogramos en
solo veintiocho días comiendo exclusivamente comida de McDonald 's
(;una media de 5.ooo kilocalorías aJdía!) Estas proeza s extremas son el
legado de miles de generaciones de selecció n e n lo s humanos a favor
de adaptaciones para almacenar tanta gras a co mo sea posible durante
las rara s ocasion es en que uno podía permitírselo. Do scientos gramo s
de grasa almacenad os un martes habrían ba stado para sostener una ca-
cería de persistencia el miércoles. Acumular un par de kilos de gra sa
cuando la comida era abundante debía ser esencial dur ante las inevita-
bles épocas de escasez. Como el dinero en el b anco, las reservas de
gra sa permiten que los humanos estén activo s, mantengan el cuerpo e
inclu so se reprodu zcan durante las épocas d e vaca s flacas.14Por des-
gracia, la selección natural no nos ha preparado para la continua abun-
danci a, y mucho men os para los restaurantes de comida rápida, un
tema que discutir emos en el capítulo JO.
¿DE D ÓNDE VENÍA LA ENE RGÍA?
¿De dónde sacaban los Homo arcaicoslaenergía nece saria para formar
un cuerpo más grande y un cerebro aúnmay o r, para prolongar el cre-
cimiento y tal vez para destetar a sus hijos a una edad más temprana y
acumular más grasa? Solo hay dos maneras de conseguirlo. La primera
l.j O LA 111~ l'Olll \ DEL CUE H PO II UMANO
es simpleme nt e ad quirir m ás energía . La segu nd a es repartirla de di s-
tinta manera , ga stan do m ás en el crecimient o del cerebro y la re pr o-
ducción y menos en o tra s funciones. Los indici os sugieren que hi c ie-
ron las dos cosas.
Par a acabar de e n re nde r estas est rat egi as ene rgéricas, pensemos e n
el pr esupue sto toral d e e nergía del cue rpo co mo si estuviera con stitu i-
do por var ias part id as . La primera es la tasa m etabólica basal (TMB ),
la ene rgía qu e neces ita m os para atender las neces idades de los mu c hos
tejidos del cuer po sin tener que moverse, di ge rir alimentos ni nad a en
absoluto. P ar a to cios los m amíferos, la TMB es fundamenta lment e un a
función de la m asa co rp o ral,11y los hum a nos no somos excepcio nal es
en este senti do. Un chimp ancé medio de 40 ki log ramos tiene una T MB
de unas 1 .000 kiloca lo ría s al día, y un cazado r-reco lector medio d e 6 0
kilogr amos, de unas 1. soo kilocalorías a l dí a. 16 Sin embargo, tal com o
se ha comentado en e l capí tulo 4, los hum ano s hemos alterado el p o r-
centaje de energ ía qu e as ig namos a di stinta s partida s de nuestr a TBM .
Es razonabl e co nje turar que H. erectus y ot ros miembros de Homo ar-
ca ico log rar on suste nt ar un cerebro d espr o po rcionadamentc g ra nd e
en parte po rque ten ían un imestino relativ am ent e pequeño. Los int e s-
tinos peq ue ños (así como los dientes má s pequ eños) solo habrían sid o
posibles si estas espec ies co mieran una di eta de alta calidad con carn e
abu ndante y a lim entos bi e n procesado s.
Aunqu e un inte stino pequeño no s permit e tener un cerebro g r an-
de, tambié n hay que con siderar cuánt a ene rgía gasta en realid ad e l
cue rpo cada dí a (e l gas to ene rgético tota l o GET) en contraposi c ió n a
la cant idad de e nergía ad qu irida (la produ cc ión energética dia ri a o
PED ). Lo s huma no s so mos inusuales en amb os aspectos, y pro babl e-
mente tambié n lo fue ra n los humanos arca icos . El GET de los c hi m-
pancé s pr obabl emen te ande por las 1 .4 00 kilocalor ías diarias, mie ntr as
que los actu ales caz ador es- recolector es tie ne n un GET que varía e n t re
2.000 y 3.ooo kiloca lo rías diarias, más de lo qu e pr edice el tamaño cor-
po ral Y El GET ele los cazado res- reco lec to res es relativament e ele -
vado porq ue llevan u na vida moderad a me nt e activa caminando y oca -
sionalmen te co rriend o a larg a distanc ia, acarr ea ndo comida y niñ os,
escarb ando planta s, pro cesando alimento s y rea lizando otras tar eas
diaria s sin la ayuda d e ninguna máquina o bestia de carga. Co m o
los human os arc aico s pr obablemente tenían qu e desplazarse y trab aja r
tanto com o los caz ador es- recolecto res actuale s de tamaño par ecid o,
sus GET prob able me nt e no diferían dem asiado. Lo más important e,
LA ENERGÍ A EN l .1\ E l) ,\11 DF IIIE Ll)
sin emb argo, es que el PEO de u n cazador-recolector ad ul to suele ser
mayor que su GET. Aunque e l PEO es difícil de medir y varía consi-
derablemente de forma diaria, es tac io nal, individual e inc luso pobla-
cional, los estudios realizados en m uchas sociedad es indi can que un
cazador-recolec tor adulto medio adq ui ere alrededor de 3. 500 kiloca-
lorias al día. ¡M Esta es una estimación rosca con una gran variación y
muchas fuen tes de error, pero la co n c lu sión final es qu e los cazadores-
recolec tores suelen conseguir un excedente diario de en1re 1 .ooo y
2 . )oo kilocalorías . Este sustancial excedente procede de va rias fuentes,
entre ellas caza r para obtener ca rn e y recolectar sobre á reas más am-
plias en bu sca de recursos de a lta cal idad como miel, tubé rcu los, nue-
ces y bayas qu e aportan más energía d e la que cuesta obte nerlos. 19
O tros dos factores clave que ayudaro n a los hum anos arcaicos a
adquiri r unos modestos excede nt es de e nergía fueron la coope ración y
la tecnol og ía. Los cazadores-reco lec tore s no pueden so brevivir sin al-
gu na di visión del trabajo, sin co m partir habitualmente dentro y fuera
de la familia, y otras formas ele trabajo conjunto. No podemo s deter-
minar si los pr imeros cazador es- reco lectore s cooperaban tan intensa-
meme como lo hacen los actu ales, pe r o la selección no debió tardar en
empu jarlos a hacerlo. El papel d e la tecnología es más fácil de recons-
truir. Ya !ternos comentado q ue s in lu ga r a dudas las primera s herra-
mien1as líticas ayudaron a los pri m e 1·os Hamo a cortar y machaca r los
alimento s, y có mo más tarde los Horn o a rcaicos inventa ron pro yectiles
con punta de piedra, que hjcieron qu e la caza fuera más fácil y segura.
La cocin a fue un avance tecnoló g ico ig ualmente pro funclo. Cada vez
que comemos algo, tenemos que gas tar energía en ma stica rlo y dige-
rirlo ( por eso aumenta el pulso y la te mperatura corp o ral después de
una com ida). El procesamiento m ecá ni co de los alimento s, cortándo-
los, moli éndolos o machacándo los, re duc e significativa mente el coste
de la di gestión de alimentos de or ige n tanto vegetal co mo animal. La
cocina tiene efectos incluso más su s ta nc iales. Algunos alimento s, como
las patata s, liberan aproximad am e nt e el doble de calo rías y otros nu-
trient es cuando se comen coci nad os gu e cuando se come n crudos.<'°
Ot ro ben eficio de cocinar es qu e m ar a los gérmenes, lo que reduce
considerabl emente el coste para e l s iste ma inmunitario.
Con indep endencia de la fo rm a pr ec isa en que los humanos arcai-
cos log ra sen obteneruno se xcedentcs regu lares y seguro s de alimentos
de alta calidad, estos balances pos itivo s claramente pusieron en mar-
cha un bucle de realimentació n po s itiv a. !lay varias teoría s distintas
 LA I-IISTORIA DEL CU E R PO HUM ANO
sobre el func ion amiento de este bucle de realimentación, pero todas se
basan en el mismo principio básico: una vez que se satisfacen la s nec e-
sidade s bá sicas de l cuerpo se puede gasta r el excedente de en e rgí a de
cuatro mane ras di stintas. Se puede usar para crecer cuando se es jo v en,
se puede almace na r en forma de grasa, se puede ser más act ivo o se
puede gasta r en ten er y criar más hijos. 6 1 Si la vida es azarosa y las tasas
de morta lidad infantil son elevadas, la mejor estrategia evolutiv a es ser
más como un rató n que como un simio y destinar a la reproducción la
fracción más g r an de que se pueda del exce dente de energía. Sin e mbar -
go, si los niñ os sobrevi ven y crecen , se obtiene un gran benefic io de
evolucionar tal como aparentemente hizo el Horno arcaico: invirti e nd o
más energía en un a progenie menor pero de mayor calidad ex tendi en-
do su desa rr ollo de manera que puedan alcanzar un cerebro má s g ran-
d e. Como u n ce rebr o más grande permite un mayor apren di za je y
cond uctas cognit ivas y sociales más co mplejas, entre ellas el le ngu aje
y la coope ración, los descendientes irán teniendo una mayo r probabi-
lidad de sobrev ivir y reproducirse porque se convierten en mejor es
cazadores-reco lecto res. Como estos caza dores-recolectores m ás int e-
ligentes y coop e radores generará n exceden tes aún mayo res, la se lec-
ción con tinuar á favo reciendo cerebros más grandes y de crecimie nt o
más lent o junto a cuerpos más gordos qu e crecen durant e más ti e mp o.
Además , una s madres con suministros adecuados de alimen tos y con
fuert e apoyo socia l se habrían beneficiado de destetar a sus bebé s a una
edad más tempran a, pues así habr ían podido tener más hijos.
Todav ía n o podemo s contrastar dir ectamente muchos aspec to s de
este escena rio po rqu e no podemos demostrar cuándo emp eza ron los
hum anos a en gorda r o a destetar a sus crías antes que los simi os. Sin
embargo, podemos medir cuándo se hici eron más grande s el cerebro y
el cuerpo y cu án do se prolongaron lo s primeros estadios del creci-
miento . Estos indi cios sugieren un proc eso evolutivo gradual, ju sta-
mente lo que pred ice la hipótesis del bucle de realimentación . Tal como
muestra la figura ro, el tamaño cerebr al no se disparó de go lp e en el
gé nero hum ano sin o que aumentó paulatinamente a lo largo d e má s de
un millón d e años desde los orígenes de H. erectu.r. Es probabl e qu e
tam bién se haya seguido una trayectori a de cambio gradu al en la pro-
longac ión d el desa rrollo humano. Necesitamos más datos para con-
tr asta r estas in fe rencias, pero es más qu e probable que los camb io s en
los presu pu estos energ éticos alimenta dos por los excedentes de ener-
gía fuese n un a fuerza motriz clave tras la evolución del cue rpo de los
L A E NERGÍA EN LA EDAD DE HI EL O
143
humanos arcaicos cazado r es -re colectores durante la Edad de Hielo.
La tendencia del gé n e r o R omo a adquirir y usar más energía no
fue, sin embargo,universa l. Co mo cabría esperar, no todas las pobla-
ciones de la Edad de Hielo di sfrutaron de excedentes de energía, y el
registro fósilestá repleto de indicios de que du rant e ciertos periodos la
lucha por la subsistencia fue exigente y precar ia, y que en ocasiones
acabó en desastre.Cuando el alimento se tornab a escaso la dependen-
cia que tenía nuestro lin aje d e un gasto elevado de combustible pasaba
de ser una ventajaa ser una d es~entaja, igual qu e los coches que traga n
mucho se convienen en una carga costosa cuan do sube el precio de la
gasolina. Las poblaciones de humanos arcaicos sufrieron y probable-
mente muchasse extingui ero n en la Europa templada durante los pe-
riodos de expansión de los glaciares. El alimento también se puede tor-
nar escaso en los tróp icos, especialmente en las islas. De hecho, el
mejor ejemplode cóm o nuestra dependencia de la energía puede resul-
tar contraproducente es el caso de HomoJloresiensis, también conocido
como Hobbit,una especie e nana de humanos arcaicos de Indonesia.
UN GIRO ENERGÉT ICO : LA HI STOR IA
DE LOS HOBBIT S DE FL ORES
En las islas suelen prod uc ir se extraños procesos evo lutivos. En las islas
pequeñas y remotas, los animale s grandes a menudo tienen que en-
frentarse a crisis energ éti cas porque por lo genera l hay menos plantas
y menos alimento que en m asas de tierra más grand es. En estas condi-
ciones, los animales muy grandes lo pasan mal porque necesitan más
alimento del que puede proporcionarle s la isla. En cambio, a los ani-
males pequeños suele irle s m ejor que a sus parientes continentaleso de
islas más grandes porqu e t ie nen comida suficiente, tienen menos com-
petencia de otras especies p equ eñas y porque las islas suelen carecer de
depredadores, lo qu e los lib era de la necesidad de esconderse. En mu-
chas islas, las especies p equ eñas se hacen más grandes (gigantismo)
mientrasque lasgrande s se hac en más pequeñas (enanismo). Así,islas
como Madagascar,Mauricio o Cerdeña albergaron rat as y lagartos gi-
gantes (dragonesde Komo do) junto a hipopótamos , elefantes y cabras
en miniatura.
Estas mismas restriccio nes y procesos energéticos afectan tam..:
 --
1.¡.¡ LA lll ~T~>HIA D E L C UE H P() IIU ~l /\1 ()
bién a los caza d o res- reco lecto res /' y p a rece qu e el ejemplo m ás ex-
tremo se pro du jo en nu es tr o pr o pi o gé n e r o e n la remota isla d e Fl o-
res. Esta isla for ma pa rte del arc hipi é lago d e Indon esia , en e l lad o
o riental de u n a pr o funda fo sa oc eá ni ca qu e se para a Asia de un g ru po
de islas que ta m bién inclu ye Bali, Bo rn e o y T imo r. Inclu so cu a nd o el
nivel d el m ar desce ndió has ta sus ni vel es m á s bajos dur ant e la Ed ad
de Hielo, la isla de Flo res q uedó sep a r a da de la isla más p róx ima de
Indo nesia po r m uchas millas de océ an o p ro fu ndo. Au n as í, a lg un os
animales) cm re ellos rat as, lag a rt os v a r á n id o s y elefant es, d e a lg ún
modo co nsigu iero n salva r aq ue lla di sta n c ia y luego desarro lla ro n gi-
gantismo o en an ismo. H oy la isla tie ne r a ta s g igame s junto a d rag on es
de Komodo , y ha sta hace poc o ta mbi é n a lbe rg aba una espec ie de e le-
fante e na no (Sie godon).
Lue go es tá e l 11obbit. En la déca da d e 1 99 0 , uno s arqu eó logos qu e
trabaj aban e n F lo re s hallaro n una s he rr a m ie n tas primitivas dat a d as e n
al me nos 800 . 000 años ,6 l que indi cab a n qu e ant es incluso algú n homi -
nino, ta l vez H. erecrns, habí a llega do a Fl o re s nadando o en ba lsa . Más
tarde , en 2 003, un e quipo de inve stig ad o res a ustralianos e indon es ios
que excava ba n la c ue va de Lia ng 13ua s a lie i-on en los titul a res d e tod o
el mund o cu a nd o e nco ntra ro n un es qu e le t o p a rcial de un d imin uto fó-
sil hu man o da tad o entr e hace 95. 000 y 17 .000 años. Lo llamaro n H.
floresiensis y pr opusie ro n qu e se tr a taba d e lo s restos de un a es pec ie
enana de lo prim eros Homo.r.~Los m edio s d e com unicació n no ta rda -
ron en apod a r a es ta especi e Hobbit. Ex c a va c iones posterio res reco-
braron los rest0 s ele al meno s otro s se is incli v id uos muy pequ eño s.61 Se
trat aba de ge nt e pequ eña, d e alre de do r d e un metro de altura y un p eso
entre 25 y 30 kil og ramos, con un ce re br o minú sculo, de unos 4 00 cen -
tímetr os cú b icos, el de un c himpan cé ad ul to . Lo s fósiles pr ese nt a n una
extra ña mezcla de rasgos co mo a rcos s up e rc iliarcs g ra nde s, fa lta de
mentó n , pie rn as co rtas y pies largo s s in u n a reo co mpleto. Vario s estu -
dios sugie ren qu e e l cerebr o y e l c rán eo d e l H obbit (que se mu es tr a en
la figura 11) se parec e es pec ialm e nt e a l de H. erectus tras co r reg ir los
efectos del tam añ o.Gr.D e se r así, un a po s ibilid a d razonable se rí a qu e H.
erecws alcanzó la isla hace a l me no s 8 00 . 000 año s y fue emp ujad o po r
la selecció n na tura l a redu cir e l ce reb ro y l a es tatura para hace r frente
a la falta de al ime nto .
No h ace fa lt a d ecir qu e H. fl oresiensis h a ge nerado polémi ca. A lgu-
nos estu diosos de fie nde n qu e el ce re br o d e esta especie era se n cilla-
mente de ma siad o pe queño para e nca ja r e n un cuerpo de ese ta m a ño.
LA E 1' E IH , 1 \ ~-N L.\ EO \O DE 1111.1.l l
C ua nd o se co mpara n an ima les de distinta masacor pora l, las especies o
los in d iv idu os más g rande s t ie nden a tener un ce re b r o m ás grande en
té r m in os ab soluto s pe ro m ás pequeño en términ os re lat i vos . Los go ri-
las ti e n e n t res veces m ás m asa que los chimpancés, p e r o s u cereb ro es
so la m en te un 18 po r cien tO mayo r. De acuer do co n leyes de escala-
mi e n to típi cas, si el J lob bi t e ra un humano de m itad d e tamaño (u n
pi g m eo), habría qu e es pe ra r qu e su cerebro fuer a de u n os 1. 1oo centí-
me tro s cúbi cos; si era un H. erectusenano, espera ría m os que su cereb ro
(u e ra d e 500 a 600 ce ntím e tros cúbicos.G"Escas p re d icé io nes llevaron a
va r io s in ves tigadores a la co ncl usión de que los res to s d e l Hobbit de-
bían pr oce der de alg un a p obla ción de humano s m o d e rn os que sufría
d e una enf e rmedad q ue cau sa ena nismo ademá s d e un cer e br o pato ló-
g ic a m e nt e pequeño. S in e mba rgo, los análisis met ic ul osos d e la form a
de l c e r e b ro, el cráneo y las ex tr emidades de la es p ec ie i ndi ca n que H.
Jlo res iensis no parecía te ne r n ing una enfermedad co n oc id a ni sufría de
cre c imi e nto anorma l. 6N Ad emás , estudios de hip o p ó tam os enanos en
o tra s is las muest ran qu e du ra nte el proceso de ena ni s m o in sular, la se-
lecc ió n na tu ral pued e e ncoge r e l cerebro de las es pec ies d e formabas-
ta n te r ad ical , más q ue suf ic ie nte para explicar e l m inú sc ul o cerebro de
11. flo resie,isis.6<> Al pa rece r, cu a ndo las cosas se po n e n fe a s en las islas
p e q u e ña s, los cerebros g rand es y caros se convie rt e n e n un lujo dema-
siad o c os toso para per mit ír se lo.
Como Sherlo ck I Iolm es se ñaló en una ocasió n (a un que fuera en
u n a f icc ión) : «Cuan d o se ha e liminado lo imposibl e , lo q u e que da, por
im pr obab le que sea, d e be se r la verdad». Si el l lo bb it n o es un huma no
e n a n o d e ce rebro diminu to, e mo nces debe ser una a ut é nti ca especie de
ho m in ino. Hay en rea lida d d os posibilidades. La p r i me r a es que se tra-
te d e un d escendiente d e H. erectu.s. O tra posibilid ad m ás so rprendente
qu e s u g ie re n sus primi tivos p ies y manos, es qu e s e t r a te d e un rema-
n e n te de un a espec ie to d avía más primitiva, com o H. ltabil is, que salió
d e Á fri ca mu y tem pran o, d e algún modo acabó e n I ndo n e sia, y luego
n a d ó h as ta Flores sin d eja r ni ng ún otro rastro fu e ra de Áfr ica. Los dos
es ce n a ri o s requiere n un a con siderab le reducción d e l tamañ o cerebral.
E l ce r ebro más pequ e ño qu e conoce mos de H . erecw .s mi d e 600 centí-
m e t r o s cúbi cos y e l m á s peque ño de H. ha1'ilises d e 5 1 o ce ntímetros
cúb ico s . A sí pues, la se lecció n habría requerid o a l m en os u na reduc-
c ió n d e l 25 po r ciento d e l ta maño cerebral par a ex p li car el d iminuto
c e r e br o del H obbit.
P ara m í, lo más inte resante del Hobbit es lo qu e es ta so rpr endente
 LA H I ST ORIA DEL C U ERPO HU MANO
LA ENER G ÍA EN LA EDAD DE II IELO

especie nos reve la so bre la importancia de la en ergía para la evolución

¿Por qué? ¿Por qué se ext inguieron los otros tipos de humanos?
humana. En el contexto de una isla con rec ur sos limitados, las reduc-
¿Qué es bio lógica y conduct ualmente distinto en los humanos moder-
ciones en el tamaño del cerebro y del cue rpo n o son descabelladas sino
nos? ¿Qué adaptaciones so n exclusivas de los hu m anos mode rnos? ¿Y
justamente lo qu e uno predeciría para algú n tip o de Hornoarcaico en-
de qu é mo do el legado del Horno arcaico, incluida su capacidad para
frentado a un apo rte de energía insuficiente. E l cuerpo grande y el cere-
u sar y domeñar la energía de formas novedosas, ab rió el camino para la
bro grande son caros, lo que los convierte en di anas prioritarias para la
sigu ient e gran transformación de la historia del cuerpo hum ano?
selección natu ral a la hora de reducir costes. Al reducir su tamaño, H.
floresiensisprobable mente podía arreglárselas p a ra sobrevivir con 1 . 200
kilocalorías al día, tal vez r.440"1
cilocalo rías a l día durante los periodos
de lactancia, much o menos que una madr e de tamaño completo de H .
ereaus, que neces itaría unas 1.800 kilocalorías al día cuando no estaba
embarazada ni lacta nd o y hasta 2 . 500 kiloca lorías al día cuando daba el
pecho. No sabe mos qué clase de precio cog ni tivo pagó H. jl oresiensis
por tener un cerebro tan pequeño, pero al pa rece r le compensaba.

¿ QUÉ LES O C URR IÓ A LOS H U M ANOS ARCAICOS ?

Qu ien viaje po r los tró picos en la actualid ad tendr á la oportunidad de

ver muchas espec ies de primates distint as pe ro estrechamente empa-
rentadas y pod rá ap reciar sus semejanzas y dif erencias. Por ejemp lo,
hay dos especies de chimpancés, cinco esp ec ies de babuinos y más de
una docena de espec ies de macacos. Como hemos visto, dur ante la
Edad de Hielo la se lección natural conduj o a un grado de diversidad
parecido entr e los d escendientes de los prim e ros Horno, con los nean-
dertales en E uropa, los denisovanos en A sia , el Hobbit en Indo nesia
y otros. Y, nat ur almente, había una espec ie m ás: Horno sapiens. Evo-
lucionamos más o menos al mismo tiemp o qu e los neandertales, y si
pudiéramos obse r var a los primeros hum an os modernos hace unos
200 .000 años ta l vez no hubiéramos juzga do a estos antepasados tan
fun damentalmen te distintos de sus conte mp orá neos. Aparte del H ob-
bit , los humanos mo dernos y arcaicos tiene n un cuerpo bastante pare-
cido, e incluso u n cerebro igual de gran d e. Sin embargo, como es ob-
vio, los hu manos mode rnos somos únicos en vari os sentidos, y nu est ra
especie ha disfrut ado (hasta elmomento) d e un destino evolutivo muy
distinto. Para cu and o la Edad de Hielo lleg ó a su fin, todos nu estros
parientes cercanos se habían extinguid o, d e jan do a los human os mo-
dernos como la úni ca especie supervivient e d el linaje humano.
-

UNA ESPE C IE MUY CU LTIVADA

Cómo Loshumano s m odernos colonizaron el mundo

con una co mbin ación de maña y fuer za

La c u !tur a es, a grandes rasgos, aquello que nosotros

hace mo s y los monos no.

Frrrno, SOMEHSET (Lord llaglan)

Tenía ocho años cua nd o a pr e ndí que w dos los se res humanos fuero n en
otro Liempo cazad o res- reco lecLOresde la Edad d e Piedra. Recue rdo
cómo miraba emb elesa d o e n el televisor las imáge nes con grano d e los
tasaday, una tribu prim iti va q ue acababa de ser «descubierta,, en Fil ipi-
nas y que nunca habí a es tad o en contacto con el mund o moderno. Eran
solo veintiséis indiv idu os cas i completamente des nu dos que vivían en
cuevas, fabricaban h e r ra mi e ntas de piedr a y subs istían comiendo insec-
tos, ranas y plant as sa lvaj es. El descubrim ient o fasc inó al mundo en te-
ro. Los adultos, inclu id o mi pr ofesor de colegio, estaban especialme nte
entusiasmados po r e l h ec h o d e que su lenguaje no tu viera palabras para
la violencia o la guer ra. ¡Si hubi era más ge nte co mo los tasaday!
Po r desgracia, los tasa d a y eran un fraud e. Al parece r, la existe ncia
de la tribu fue esce ni f ica d a po r su «descu bri do r», Manuel Eliza lde,
quien presuntam ent e pa gó a un puñado d e lug areños para que camb ia-
sen sus tejanos y ca mi se t as p o r taparrabos de hojas de orquídea y co-
mieran bichos y ra n as e n lu gar de arroz y ce rd o para las cámaras de
televisión. Creo q ue e l fraud e de los tasada y engañó a todo el mundo
po rque el retrat o qu e o rqu es tó Elizalde de la soc ieda d humana pr imi ti-
va era justamente lo qu e mu chos deseaban ver y oír duran te la gue rra
de Vietnam. Lo s tasa d a y e ncarn aban la idea ro u sseauniana de q ue los
seres humanos no co nt a min ad os por la civil izació n son sanos, virtu o-
sos y pacíficos. A de m ás, el relajado modo de vida d e los tasaday con-
trastaba fuertemen te co n la sup osición tan p ro fundam ente asentad a de
, ;o LA III ST O RI A DEL CUER PO H UMANO
qu e la vida en la Edad de Piedra era ardua y qu e la historia human a
desde la invención de la agr icu ltur a ha sido un la rgo proceso de pro-
g reso casi continuo. El mi smo año que los tasaday aparecían en las par-
padeantes imágenes de la te levis ión y adornaban las páginas de Natio-
nal Geographic Maga'{_ Íne, e l antropól ogo Marshall Sahlin s publicaba su
influyente libro Economía de la Edad de Piedra.' Sahlin s argumentab a
qu e los cazadores-r ecolector es eran la «sociedad opul enta original»
po rq ue tenían pocas necesidades más allá del suste nto básico, no tenían
que trabajar incansa blem ent e, co mían una dieta muy vari ada y nutri ti-
va y tenían una vida social ri ca con mucho tiempo libre, y no dañada
po r la violencia. Según este m o do de pensar, todav ía popular, las con -
diciones de los seres hum ano s n o han hecho más que deteriorarse des-
de que nos hicimos ag ricu ltor es, lo que comenzó hace unas seiscientas
ge neraciones.
En realidad, la vida e n la n o tan lejana Edad de Pi edra probable-
mente no fuese ni tan espa nt osa ni tan idílica como la pintan algunas
co ncepciones extr emas. Au nqu e los cazadores-reco lecto res no tienen
que trabajar tantas hora s al d ía como la mayoría de los agricultores y
co ntra en menos enferm edad es contagiosas, no se sigue de eso que los
cazadores-recolector es fu es en un os ociosos hijos d e papá paleolíticos
que apenas tuviesen que trabajar y fuesen ricos porq ue no había nad a
más que pudiesen desear . En re alidad, los cazadore s-recolectores pa-
san hambr e a menudo y so lo log ran hacerse con la com ida suficient e
grac ias a que cooperan int e n sa m ente y trabajan mucho , lo que implica
muchas horas de caminar , co rr er, acarrear, escarba r y muchas otras
cos as. Con todo, hay algo de ve rd ad en el análisis de Sahlins. Un caza-
do r- recolector no tiene qu e trabajar más de lo necesa rio para satisface r
las necesidades de la familia y del grupo. Despué s pu ede descansar y
dedicar tiempo a activid ad es soc iales como el chismorreo y pasar tiem-
po con la familia y los amigos. Buena parte del es tr és contemporáneo
derivado de los desplazamiento s al trabajo, la amenaz a de perder el tra -
bajo, pagar la universidad , ahorrar para la jubilación, todo eso puede
llevarnos a comprender qu e e l sistema económico de los cazadores-
recol ecta res gozaba de cie rt os ben eficios.
Ya no quedan hoy tribu s del estilo de aqu ellos tasaday, pero un
puñad o de verdadero s g rup os de cazadores-re colectores persistie-
ron hasta hace poco y todavía existen unos pocos, aunque solo hasta
cierto punto sean verdadero s caza dores-recolectores . El estudio de es-
tos pueblos es fascinant e e imp o rtant e porque son los últimos seres hu -
UNA ESPEC IE M UY C UL TI VADA
manos con un a forma de vida muy parecida a la que siguieron nuest ros
antepasados duran te milesde generacion es . Aprender sobre sus dietas,
actividades y cult uras nos ayuda a ent e nd er un poco más a qu é estamos
adaptados los hum anos. No obstante, n o pode mos averigua r por qué
los humanos mode rnos somos como somos limitándonos a estud iar a
los cazado res- recolectores contempo ráneos porque nuestro cuerpo
evolucionó para hacer más que simpl eme nt e cazar y recolec tar. Más
aún, ninguna de estas poblaciones bus ca la comida exactamente como
se hacía en la Edad de Piedra: en mayor o menor medida, todas han
interaccionado durante milenioscon ag ri cu ltores y ganad eros.
Para entend er cómo y por qué el cu e rpo humano modern o es como
es, y por qué so mos la última especie d e human os que sobre v ive en
todo el plane ta, tenemos que retr oce d e r en el tiempo hasta el último
evento de especiac ión de la histor ia d e nu estro cuerpo: el o rig en de
Homosapiens. Si nos fijásemos únicame nt e en el registro fósil de esta
transformación, podríamos llegar a la co nclu sión de que los hum anos
modern os evolucionaro n a través de un puñado de modes tos camb ios
anatómicos qu e se manifiestancon es p ec ial claridad en la cabeza, con
un rostro más pequeño y un cráneo y ce rebro más redondead os. En
realidad, estos cambios, combinado s con lo que podemos observa r en
el registro arque ológico, sugieren que lo q ue difiere más profunda-
mente en los humano s modernos en co mp aración con los human os ar-
caicos es nuestra capacidad para el camb io cultural. Tenemos una ca-
pacidad única y sin precedentes para inn ova r y transmitir info rm ación
e ideas de una per sona a otra. Al pr in cipio , el cambio cultural de los
humanos modern os se fue acelerando d e forma paulatina, cau sando
cambios impo rt~ntes pero graduales e n la forma en que cazaban y re-
colectaban nuestros antepasados.Ent o n ces, hace unos 50. 000 años, se
produjo una revo lución culturaly tec n o lógica que ayudó a los huma-
nos a colo nizar todo el planeta. D esde ent onces la evolució n cultural
ha sido el motor de cambio predominante, potente y cada vez más rá-
pido. Por consigu iente, la mejor res pue sta a la pregunta de qu é hace
especial a Homo sapiensy porqué somos la ú nica especie humana viva es
que nuestra evo lución produjo algu no s pequeños cambios en nu estro
soporte físico (nues tro hardware) qu e co nt ribuyero n a desata r una re-
volución en nues tro soporte lógico (nue s tr o software) que todavía se
está pro duciendo a un ritm0cada vez m ás ráp ido.
 ...
152 IA lll ~TlH{l f\ DEI. CUERPO IIUM,\NO
¿Q UIÉNES FUERO LOS PRIM EROS u H OMO SAP IENS ,, ?
Ca d a religión o frece una exp li cación distinta sobre el cuán do y el dó n-
de del o rigen de nuestra es p ec ie, H. sapiens . Seg ún la Biblia heb rea
Di os creó a Adá n del bar ro del ja rdín del Edén y lue go hiw a Eva d e
un a de us costillas; en otr as tradicion es, los primer os humanos fueron
vom itados por d ioses, mo d e lados con barro o pa ridos por enormes
tortu gas. La cienc ia, sin embargo , propor ciona un único relato del ori -
gen de los hum an os mod e rn os . Además , este aco n tecimie nto ha sido
tan bien estudiado y con tr asta d o con múltipl es fuent es de indicios y
obse rvaciones que podem os a f irmar con un razonab le grado de con-
fianza que los humanos m o d e r n os evolucionar o n e n África a part ir d e
hum anos arcaicos hace al m e no s 2 00 .000 años.
La capacidad d e estab lece r el tiempo y el lugar del o rigen de nues-
tra especie se la debernos so b re todo al estudi o ge nético de muchas
per son as. Al co mpara r la va ri ac ió n genética entr e h umano s de todo el
mund o, los ge netista s pu ed e n calcu lar un árbo l genea lógico de nues-
tros grados de pa rentesco y, d es pu és de calib rar es te árbol, estimar en
qu é rnomenco co mparti mo s un antepasado comú n. Cientos de es-
tudi os de este tipo realizado s co n datos sobre miles d e personas coin-
ciden en que las raices d e todo s los human os v ivos se remontan a
un a población co mún ances t r a l qu e vivió en Áfr ica hace de 300.000 a
200 .000 años, y q ue una fra cc ió n de esos humanos se d ispersó fuera d e
África hace de 100.000 a 80 . 000 año s.2 En otra s pa labra s, hasta hace
mu y poco, todo s los seres hum a n os eran africanos. Est0 s estudios tam-
bién revelan que todos los se r es h um anos descie nden de un número de
ant epasados ext rao rdinar ia me n te pequeño. Segú n un o de los cálculo s,
t0do s los hum anos vivos e n la actualidad descienden de una población
de menos de 14 . 000 indi viduos re pr oductores d el África subsaharian a,
y la població n in icial que dio o r ige n a todos los hum anos no africanos
p robablemente co ntase co n m e nos de 3. 000 ind ivid uos) Nuestra re-
ciente divergencia a partir d e un a pequeña pob lac ió n explica otro he-
cho impo rtante que todo se r h um ano debería co noce r: somos una es-
pecie genéticamente hom ogé ne a . Si catalogamo s todas las variaciones
genéti cas que ex isten en el co nj unto de nuestra espec ie, encont rarem os
qu e aproxima d amente el 86 por cient o se encuentran en cualquiera de
las poblacion es.4 Para po ner este hecho en perspec tiv a, si elimináse-
mos la població n de tod o e l mundo menos, pon ga mo s por caso, la d e
Fiji o la de Lit uania, tod av ía re tendríamos cas i toda s las variaciones
U NA E~l' ECI E \ l l.!) <.U l l"l\ ' AD,\ 1 í3
genéticas humana s. Esta pauta contr as ta pod e rosamente con lo que
ocurre en ot ros simios, como los chimpancés, en los cuales d ent ro de
una poblaci ó n cualqu iera hay menos de l 40 por ciento de la variac ió n
genética t0 tal de la especie. 1
El AD fósil también aporta fuenes indi cios del reciente o rigen
africano de nu est ra especie. En las cond ic iones adecuadas (n i d emasia-
do cálidas, ni demasiado ácidas ni demas iado alcalinas), en los huesos
fósiles se pueden preserva r fragment o s d e AD durante mu chos miles
de años . Se han extraído restos de AD d e va rios de los primeros hu-
manos mod e rn os y de más de una doce n a d e hum anos arcaicos , sobre
todo nean d ert ales. Los hercúleos esfue rzos d e Sva nte Paabo y colabo-
rado res pa ra reco mponer e interpr etar esos fr agmentos reve lan que la
última vez que los linajes de los humanos m ode rn os y de los neander-
tales perte nec iero n a la misma poblac ió n a n cestra l fue hace apr oxima-
damente ele 5 0 0 .0 00 a 4 00 .000 años. 6 o es de ext rañar, pues, que el
AD de h umanos y neandertales sea tan p arecido : solo uno de cada
seiscien tos pares de bases difiere de los de u n neandertal. En la actuali-
dad se ded ica n muchos esfuerzos a ave ri g u a r cuáles son estos ge nes y
qué sig nifican .
En el J\D N de los humanos anti guos y modernos tam bién se es-
conden alg una s sorpresas. Los aná lisis m e t iculosos de las difere ncias
ent re los ge nom as de los neandertal es y d e l os humanos revelan que
todos los no africanos tienen un po rce nt a je m uy pequeño, entr e el 2 y
el 5 por ciento, ele genes que proced en de los n ea ndertales. Al parec er
se produj eron algunos cruzamientos e ntr e n ean den ales y hum anos
modernos hace más de 50 .000 años, pr o bab le menre cuand o los huma-
nos mode rn os se dispersaron desde Áfr ic a a tr avés de O riente Medio.7
Los descendi entes ele esta población se ex te ndi eron luego po r Europa
y Asia, lo qu e exp lica que los africanos ca rezca n de genes neand erra les.
Otro aco ntec imiento de hibridación se pro du jo cuando los human os se
extendieron po r Asia y se cruza ron con lo s d en isova nos. Alrededo r del
3 al 5 por cie nto de los genes de las persona s qu e viven en Ocea nía y
Melanesia provienen de los cle nisovanos. 11 A m edi da que se vaya des-
cubriendo más AD fósil, tal vez hallemos restos de otros cru zamien-
tos. Hay que tener en cuenta, sin emba rgo, qu e estos restos no se pue-
den interpretar como que humanos, n eandert ales y denisova nos sean
la misma esp ecie. A menudo las especies est rechamente empar ent adas
se hibridan m uy levemente cuando en tra n en contacto, y los humanos
evidenteme nte no son distintos. Perso na lm e n te, m e encan ta sab er que
 LA HI ST OR I A DEL CU ERPO HU MAN O
aunqu e los neandertales estén extinguidos, una pequeña parte de ellos
sobrevive en mí.
O tras pista s adicionales, distinta s y más tangibles, sobr e cuándo y
dón de evoluc ionaro n los humano s modernos provienen de los fósile s.
Tal como pr edicen los datos genéticos, los fósilesmás antiguos conoci-
dos hasta el momento de los human os modernos se han encontrado en
África y se han datado en hace uno s 195.ooo años,9y varios ot ros fósi-
les de los primero s humanos mod erno s de más de 1 50.000 años tam-
bién proceden exclusivament e d e África.'º La posterior diá spora ini-
cial d e H. sapiens alrededor del mundo se puede seguir a partir de
varios hu esos antiguos. Los human os modernos apareci eron por pri-
mera vez en O ri ente Medio hace de 150.000 a 80.oooaños ( las datacio-
nes so n inciertas), y luego posib lemente desaparecieron duran te unos
3 0 .000 años al tiempo que los neandertales se desplazaron a la región
dur ant e el punto álgido de una de las principales glaciacione s euro-
peas, dur ant e la cual quizá d espla zase n a los humanos temporalmen -
te.'' Lo s hum anos modern os con nuevas tecnologías volvi ero n a
apare ce r en Oriente Medio hace unos 50.000años y luego se exte n-
die ron rápida mente hacia el nort e, el este y el oeste. D e acuerdo con
las me jor es dataciones disponible s, los humanos modernos aparecie -
ron po r primera vez en Europa hace unos 40.000 años, en Asia hace
unos 6 0 .000 años y en Nueva Guinea y Australiahaceunos 40.000 años. 11
Los yac imi entos arqueológicos indi can que los humanos ta mbi én lo-
g raron cruzar el estrecho de Bering y colonizar el Nuevo Mundo en
algún mom ento de hace entre 30.000 y 15.oooaños.' 3
La crono logía precisa de la dispersión de los humanos cambiará a
medida qu e se realicen nuevos d escubrimientos, pero lo importante es
que en tan solo 175.ooo años tra s la evolución de los humanos moder-
nos en África, ya habían colonizado todos los continente s menos la
Antártida. Además, allí donde llegaban los humanos modernos caza-
do res- recolectores, los humano s arcaicos no tardaban en extinguirse .
Por ejemplo, los último s neandert ales conocidos de Europa se halla-
ron en un a cuev a del extremo má s meridional de España , y se han da-
tado en 3 0 .000 años, es decir , de 1 5.ooo a , 0 .000 años despué s de que
apa recie se n en Europa los humano s modernos.' 4 Los indicios sugieren
que a medida que los humanos modernos se dispersaban rápidamente
por Europa , las poblaciones de neandertales fueron reduciéndose hasta
acabar confinada s en refugio s aislad os hasta que desparecieron para
siempr e. ¿Por qu é? ¿Qué tenía H. sapienspara convertirse en la única
UNA ESPECIE M U Y CUL TI VADA
especie humana qu e ha sobrevivido en tod o el planeta? ¿En qué m edi-
da podemos atribuir nuestro éxito a nuestro cuerpo o a nuestra ment e?
¿QU É HAY DE "M ODERNO» EN LOS HUMANOS MODERNO S?
Del mismo modo que la historia la escriben los vencedores, la prehi s-
toria la escribieron lo s supervivi entes (nosot ros), y a menudo ínter:
pretamos lo que ocurrió como algo inevitabl e. Pero ¿y si fuesen nean-
dertales del siglo xxr quiene s escribiesen este libro, preguntándose po r
qué hace miles de años se había extinguido H. sapiensen lugar de e llos?
Como nosotros, pr obab lemente comenzarían por los indicios fósi les y
arqueológicos y se pr eguntarían qué hay de diferente en nuest ro cu er -
po y la manera en que lo usamos.
Paradójicamente, las diferencias más marcadas que se pued en dis-
cernir entre nosotros y los humanos arcaicos son contrastes anatómi-
cos cuya relevancia biológica es difícil de interpretar. La mayor part e
de estas diferencias son evid entes en la cabeza, y se resumen en do s
cambios principales en la forma en que esta se conforma, tal como se
muestra en la figur a r 4 . El primero es que tenemos un rostro pequ eño.
Los humanos arcaico s tenían un rostro voluminoso que se proy ec taba
frente al cráneo, mi entras que la cara de los humanos modernos es mu-
cho más plana y corta y queda casi metida bajo la regió n front a l d el
cráneo.' 1 Si metiéramo s un dedo verticalmente en la cuenca del ojo d e
un neandertal, probablement e saldría a mitad del arco superciliar en la
parte frontal del cerebro. Nuestra cara, en comparación, está mu cho
más retraída, de man era que un dedo introducid o de la misma manera
acabaría tocando el ló bulo central del cerebro . Un rostro más pequeño
y retraído tiene varias consecuencias respecto a la forma facial huma-
na, también evidentes en la figura 14. La más obvia es un arco sup e rci-
liar más pequeño. En el pasado se creía qu e el arco superciliar era una
adaptación para reforzar la parte superior del rostro, pero en realidad
no es más que una plataforma de hueso que conecta la frente con la
parte superior de las ó rbitas oculares, y por tanto su arquitectura es un
producto secundari o del tamaño del rostro y del grado en que este se
proyecta frente al cráneo. ' 6 Un rostro más plano también hace que los
humanos tengamos una cavidad nasal más corta y pequeña y una cavi-
dad oral más corta. Además, un rostro vertica lmente más corto nos da
 1 A IIISTORIA DEL CU ERP O II U~IAl'\0 UNA F.Sl'EC I E ~I UY CU LTIVADA 157

cráneo En cambio , el crá neo de un humano mode rno se parece m ás a una na-
--- redondeado ---..._
ranja: casi esfé rico, con una fre nte alta y contornos más redondeado s
en los lado s y la parte poster io r ( co mo se ve también en la fig ura 14).
uestra ca beza más globula r se d e ri va en parte de un ro st ro má s pe-
Cresta queño , pero también de tene r un ce rebr o más redond eado que se asien-
~ upcrciliar ,.;r
ta sobre un a ba se del cráneo que es mu cho menos plana. ' 7
pcquei1:i
Por lo demá s, no hay en la cab eza humana nada más que se a real-
Rostro pec¡uci\o
.- y re1raíclo _.,_ mente espec ia l. uestro cereb ro no es más grande , nuestra dentición
no es única, ni nu est ras orejas, ojos u ot ros órganos de los se ntido s. Un
rasgo menor pero distintivo de los humanos moderno s es el m en tón,
~ 1emón __.. una proy ecc ió n de l hueso en fo r m a de T invertida en la base de la man-
díbula inferi or. En los humano s ar ca icos no se encuent ra un ver d adero
P rimeros humanos modernos (!l omo sap iens) mentón , pero no está claro por qu é solo se presenta en los human os
modern os, aunque propuestas no fa ltan. •X Además, el resto d e l cue rpo
por debajo de l cuello es solo suti lment e distinto en los humano s mo-
dernos y a rca ico s. Probableme n te la diferencia más ob v ia es qu e las
caderas de los hu manos modernos so n menos acampanadas, y e n las mu-
jeres el canal de l parto es lige ram e nt e más estrecho pero m ás ho nd o. ' 9
Además, los hum anos modernos te nemos los hombro s me no s mu scu-
losos que lo s n ea nd en ales, la parte inferior de la columna un poco más
curva da, el torso con menos for ma d e barril y huesos del ta ló n m ás cor-
tos. Se suele d ec ir que los huma no s tenemos un esqueleto m e no s ro-
prominen1c busto, pero eso no es riguros am e nt e cierto. Los prime ros human os
mode rnos ten ía n los huesos de brazo s y piernas tan grues os co m o los de
los neande rtalc s, una vez descon tada s las diferencias debi d a s a l peso
corpo ral y la lo ngitud de las extr emidad es.'º En conjunto, la s difer en-
l l umano arcaico (!-101111J
11w11d
er1/1alensis)
cias anatómi cas entre los huma nos arca icos y modern os son mu cho
más sutiles por debajo que por enc im a del cuello.
Figura 14. Comparación enrrc el cráneo de los primero s humanos moder-
no s y los neandena les, ilustrando algunas de las caracte rísticas peculiares Aunqu e el cuerpo de los humano s modernos y el de los arca icos
de la cabeza humana moderna. Muchos de estos caracteres son el resultado de difiere de un a forma clara pero leve, el registro arqu eo lógico nos
ten er un rostro más pequeño y menos prominente. cuenta un a h istor ia distinta. Como las herramientas de pied ra , los hue-
sos de anim ales y otros artefactos hallados en antiguo s yac imi e ntos
son en su ma yo r parte el produc to de comportamientos apr e ndido s, no
u nos pómulos má s pequeños y unas órbitas oculares más cortas y cua- debe ext rañ ar qu e los indicios arqu eo lógicos de diferencias d e com-
drad as . portamient o en tre poblaciones com iencen siendo pequeña s y se vayan
U na seg unda caracter ística distintiva de la cabeza humana mod er- agra ndando co n e l paso del tie m po. De hecho, esta semejanza inic ial es
na es su forma glob ular. Si miramos de lado e l cráneo de cualquier hu- exactamente lo que uno predeciría . Tanto los neandertale s c o mo los
ma no arcaico, veremos que tiene forma de lim ón : largo y bajo, con humanos e ra n especies de cazadores -recolectores de cereb r o grande
gra nd es crestas óseas sobre las órbitas y en la parte tr asera del cráneo. que divergie ro n del mismo an te pasado común hace más de 400.000
 158 LA HI STO RI A DEL CUERPO HUM ANO
años. En consecuencia, neandert ales y humano s heredaron las mismas
tradiciones de fabricación de herram ientas, que se conoce n colectiva-
mente como Paleolítico Medio (véase el capítulo 5). Además, ambas
especies necesariamente vivían co n b aja densidad de pobl ación, caza-
ban animales grandes con lanzas, ha cían hogueras y cocinab an sus ali-
mentos. Pero si se examina con de tenimiento el registro arqueológico
de África, se observan algunas suge rentes trazas de que algo empezaba
a cambiar. 2 1 Varios yacimientos africanos de más de 70.000 años de
antigüedad muestran que losprimero s humanos modernos que vivían
en África en aquellos tiempos come rciaba n a largas distancias, lo que
sugiere la existencia de grande s y comp lejas redes sociales. Estos pri-
meros hum anos también fabricaba n nuevos tipos de herr amientas, en-
tre ellos peque ñas puntas de piedr a qu e se utilizaban como puntas de
flecha, así como varios tipos nuevo s d e herramientas de hu eso, por
ejemplo arpones para pescar.22 A nti guos yacimiento s de Sudáfrica
también ofrece n indicios de los ini c ios de l arte simbólico, po r ejemplo
en cuentas de collar teñidas y pie zas d e ocre grabadas. 3 Lo s indicios de
2
comporta miento simbólico en los n eande rtales son extrao rdin aria-
mente rar os. •4 Sin embargo, las trazas más antiguas de un comporta-
miento mode rno en África son efí m e ras. Por ejemplo, las puntas de
flecha para un astil aparecen y lu ego d esaparecen en Sud áfr ica entre
hace 65.000 y 60.000 años y no par ece que se estableciera n de forma
permanen te hasta más tarde. •1 Además, los primeros humano s moder-
nos cazadores-reco lectores no crearon arte permanente abundante, ni
construy ero n casas ni vivieron en p o blacion es de alta densidad .
Entonces, desde hace unos 50.0 00 años, ocurrió algo extraordina-
rio: se inventó la cultura del Paleolítico Superior. El moment o y el lu-
gar exactos de esta revolución so n incierto s, pero podría haber comen-
zado en el nort e de África para lu ego extenderse con rapide z por el
norte hacia Eu rasia y por el sur h acia e l resto de África. 26 Una diferen-
cia muy obvia en el Paleolítico Superio r es la forma de produ cir herra-
mientas de piedra. En el Paleolític o Medio , las herramienta s complejas
se fabricaba n de una forma muy la bori osa y técnicamente difíc il, pero
en el Paleolítico Superior los fabricante s de herramientas averiguaron
cómo produc ir en masa hojas fi nas y largas a partir de los már genes de
núcleos prismáticos. Esta innovació n p ermitió a los cazado res-reco-
lectores producir grandes cantid a d es d e herramientas más finas y ver-
sátiles a las que podían dar una a mpli a va riedad de formas especializa-
das. El Paleolítico Superior, sin emb argo, fue algo más que un a nueva
UNA ESPECIE MUY CULT I VA DA
man era de lascar la piedra: fue una verdadera revo luci ón tecnológica.
A difer encia de sus predece sores del Paleolítico Medio, los cazadores-
reco lectores del Paleolítico Superior comenzaron a crear grandes can-
tidad es de herramientas de hueso, entre ellas lez n as y agujas con las
qu e ha cer ropa y redes, y fabricaban también lámparas, anzuelos, flau-
tas y muchas otras cosas. También alzaban camp ame nto s más comple-
jos, en ocasiones con casas semipermanentes. Ademá s, los cazadores
del Pale olítico Superior crearon armas proyect iles much o más letales,
co m o lanzadores de arpones y lanzas.
Miles de yacimiento s arqueológicos indican que el Paleolítico Su-
perior implicó un a revo lución en la naturaleza de la caza y la recolec-
ción. Los pueblos del Paleolítico Medio eran buenos cazadores que
abatían sobre todo piezas grandes, mientras qu e los pueblo s del Paleo-
lític o Superior ampliaro n enormemente la var iedad d e animales de su
m enú , añadiendo pescado, marisco, aves,pequ eños mamífero s y tortu-
gas terrestres.27 Estos animales no solo son abundante s sino que ade-
má s pueden ser cogidos por las mujeres y los niñ os co n poco riesgo y
un a alta probabilidad de éxito. Nos han llega do p ocos restos de las
planta s que se consumí an durante el Paleolítico, p e ro los pueblos del
Pa leo lítico Superior debían recolectar una gran variedad de plantas,
que pro cesaban de una manera más efectiva, no so lo tostándo las sino
tambi én hirviéndolas y triturándola s.28 Estos y o tro s cambios de la
dieta contribuyeron a desencadenar una explosió n dem og ráfica. Poco
d espu és del inicio del Paleolítico Superior, el núm e ro y densidad de
yacimientos comienza a aumentar, incluso en lug ar es remotos y exi-
gentes como Siberia.
En muchos sentidos, la transformación más profund a que se hace
evidente durante la revo lución del Paleolítico Superi o r es cultural: de
algún modo, aquellas personas pensahariy se comportab an de manera
distinta . La manifestación más tangible de este cambio es el arte. En
yacimientos del Paleolítico Medio se hanhallado uno s pocos objetos
artísticos sencillos, pero son raros y palidecen en com par ación con el
arte d el Paleolítico Superior, que incluye espectaculares escenas pinta-
das en cuevas y refugios roco sos, figurastallad as , fabulosos ornamen-
tos y elaborados enterrami entos con ofrendas mortuor ias de soberbia
factura. Naturalmente, ni todos los yacimientos ni tod as las regiones
del Paleolítico Superior han preservado arte, pero los pueblos del Pa-
leo líti co Superior fueron los primeros queexpr esa ron d e manera habi-
tu a l sus creencias o sentimientos de formasimbólica sobre medios per-
 í
1•. \ 111S I OR 1 \ OEL C'l 11·I\ 1'0 11LI \1 \ 'l l l ' I\ \ E~PIC:
manente s. Ot ro co mp o nente de la revolución del Paleolítico Supe ri or
es el camb io cu ltur a l. Ca si nunca camb iaba nada durante el P aleo líti co
Medio : los yac imi e nto s de Francia, l srael y Etiopía son todo s básica -
mente igual es tanto si eran de hace 2 00 . 000, 100.000 o 6 0 .000 años.
Pero en cuanto co mi enza el Paleolítico Sup erior hace unos 50 . 000
años, pode mos utili zar los artefactos para ident ificar culturas di stin ta s
que realizaro n co ntribu ciones discreta s en el tiempo y el espac io. D es-
de el comien zo d e l P a leolít ico Superior, cada parte del mund o ha sido
testigo de u n a inaca ba ble serie de transfo rm aciones cultur ales al imen -
tadas por men tes in ag Olablemente inventiv as y creativas. Estos cam -
bios todavía pro sig uen en la actualidad a un ritmo acelerado.
En suma , si h ay al go que realmente dif ere ncia a los hum anos m o-
derno s en co mparación con nuestros prim os arcaicos es nuestra nota-
ble capa cidad y pr o pens ión a innovar a tr avé s de la cultura. Lo s nea n -
dertales y otr os hum a nos arcaicos cie r1ameme no eran estúp ido s, y un
puñado de yac im ie nto s arqueológicos de E.uropa sugieren que cu ando
los neand ertales e ntr aban en contaclO co n hum anos moder nos, tam -
bién ellos inte ntaban c rear su prop ia versió n del Paleolítico Sup e ri o r.' 9
Sin embar go, es o b v io que esta breve respu es ta no pasó de se r una imi -
tación imp er fec ta y so lo parcial. Cien tos de yac imientos arq ue o lógi cos
atestigua n qu e los nea ndertales carecían d e las tendencias de los hu m a-
nos mod e rn os a inv e nt ar nuevas herr ami e nt as, adoptar nu evo s co m -
por tamie nt os y ex pr esa rse por medio del a rt e. ¿Fue esa falta d e flex ibi-
lidad cul tu ra l e in ve nti va la razón de qu e nosot ros sobrevi v ié ra m os Y
ellos se extin gu ie ran ? ¿O es que simple me nte nos reprod ujim o s m ás
rápid o qu e el lo s ? U na manera de abo rdar es tas y otras pregu nt as re la-
cionadas es pr eg unt a rse si hay algo espec ial en el cuerpo hum a no m o-
de rno que hic ier a posib le o incluso dese nca denara los avances de l P a-
leolítico Sup erio r y posteriores. Obviament e, el primer luga r d o nd e
debemos mir ar e s e l ce rebro.
¿TIE NEN LO S ll UMANOS MO DERNOS
U CEREBH O MEJ OR ?
El cere b ro n o se fo s iliza, y todavía no h emo s encontrado ningún n ea n-
dert al co ng elado e n el fondo de un glaciar. As í las cosas, los único s in-
dicios q ue tene m os de diferencias en tr e el cere bro de los huma n os ar-
I E ~1 l) CULI 11 \1) \ 16 1
caicos y el de los modern os v ie n e d e estudiar el tamaño y la forma de
los huesos que rodean al ce rebro, d e comparar el ce reb ro humano con
el de primates no humano s, y de b u sca r genes que difi era n ent re huma-
nos y neanderta les que tengan algún efecto sobre el ce rebro en los hu-
manos . Dado lo incipiente d e nu es tr a comprensión d e cómo funciona
el ce reb ro, usar estas fuen te s de in dicios y obse rvac iones para tesrar
si el ce rebro humano moderno funciona de modo di stinto a como lo
hacía el de nuestros antepasa d os es un poco como int e ntar averiguar
en qué difiere n dos o rden ad o res exa minandos~ aspecto exter ior y al-
gunos co mponentes aleaw rios c u ya funció n no acabamo s de entender.
Pero tenemos que intentarl o u sa nd o toda la informa c ió n que tenga-
mos a n uestro alcance.
La co mparación más ob v ia que podemos hacer es d e tamaño, y me-
rece la pena repetir que el ce r eb r o d e los prime ros hu manos modernos
y el de los neandena les era igua l d e voluminoso. No hay ninguna rela-
ción Íu en e o simple entr e el tam a ñ o del cerebro y la int eligencia (una
variable notor iamente difícil d e m edir ), pero desafía la credul idad su-
pone r que los neandena les , co n su cerebro de gran tam año, no fuesen
realment e intcligentes. 10 E sto no sig nifica que humanos y neanden alcs
no pre se ntasen algunas d ife re n c ia s cognitivas, pero sig ni fica que esas
difer encias deben aparecer e n la m ás sutil y detallada arquit ectura y en
los patro nes de conexión d e l ce r eb ro. En consecuencia , se han dedica-
do muchos esfuerlQs a comp a r a r la forma de los hu esos que alojan el
cerebro (y demás compon e nt es d e l encéfalo) con el fin de contrastar
difere ncias en la estructur a su byacent e de este. Aunqu e no es posible
interpr etar estas variaciones d e forma definitiva, lo cie rto es que unas
pocas d iferencias clave en el tamaño de ciertos compo nent es del encéfa-
lo cont ribuyen a definir el cráneo m ás globu lar de los human os moder-
nos.!' Más aún, estas difere n c ias p odrían ser relevant es para posibles
difere ncias cognitivas entr e los hum anos mode rnos y los arcaicos.
D e las muchas estru ctura s d e l e ncéfalo, la más imp orta nte a consi-
derar son los lóbulos que co n forman su mayo r compone nte, el cere-
bro, ta l como se muestra e n la f igu ra 15. La capa externa del cerebro, la
neoco ne za, se halla especia lm e nt e expandida ta nto en los humanos
arcaicos como en los mode rn os y es la respo nsable del pensamiento
conscie nte, la planificación , e l le n g uaje y o tras tar eas cogn itivas com-
plejas. Esta, sin embargo, se di v id e en varios lóbul os co n funciones di-
fere nciadas y cuya compleja a na tom ía superficial qued a parcialmente
prese rvada en los cráneos fós il es . La d iferencia más obv ia y significati-
 L A III ST O RI A D EL C UERPO IIUM ANO
Figu ra 1 )· Lóbulos cerebra les. Distintas regiones del cerebro humano, entr e
ellas los lóbulos tempora les y la parte prefrontalde los lóbulos frontales, son
rclativamenre más grand es en los humanos que en los simios.Es posible que
algu nas de estas regiones sea n mayores en los humanos modernos que en los
humanos arcaicos.
va en la neocorteza de lo s hum anos modernos y arca icos es que los ló-
bulo s temporal es son a lr e de do r del 20 por ciento más grandes so la-
ment e en H. sapiensY Esto s dos lóbulos, que se encuentran detrá s de
las sienes, realizan muc ha s funciones que usan y organ izan recuerdo s.
C uando oímos hab lar a a lgu ien, percibimos e interpretamos los soni-
do s en ciertas parte s de los lóbulos temporales .J3 El lóbulo temp or al
tambi én ayuda a darl e sen tid o a lo que capta la vista y el olfato, com o
cua nd o ponemos nombre a una cara o recordamos algo al oír u oler
al go. Además, una parte profunda de los lób ulos temporales (un a es-
tru ctur a llamada hipoc a mpo) nos permite apr ender y almacenar in for-
m ación. Por con sigu ient e , es razonable plantear la hipótesis de que
un os lóbulos temporales má s gra ndes podría n ayu dar a los hum ano s
moderno s a destacar en e l le nguaje y la memoria. Un fascinante co rr e-
la to de estas facultade s podría ser la espiritu alidad. Lo s neurocirujano s
han descubierto que la esti mul ación del lóbulo temp ora l durant e la ci-
rugía en pacientes despierto s pu ede suscitar intensas emociones espiri -
tu ales incluso en perso n as qu e se declaran ateas .34
UNA ESPEC IE ~IU Y C ULTIV ADA
Otra parte del cereb ro hum ano que parece ser relativamente gran-
de en los humano s modernos son los lóbulo s parietales .31Este par de
lóbulos desempeña un pape l crucia l en la interpretación e integración
de la información sensor ial pr ocedente de las distinta s partes del cuer-
po. Entre sus muchas funciones, usamos esta parte del cerebro para
elaborar un mapa mental del mund o y averiguar dónde nos encontra-
mos,para interp retar símbolos como las palabras , para ent ender cómo
manejaruna herramie nta y par a las matemáticas. J 6 Si esta parte del ce-
rebro re~ulta dañada, se puede perder la capacidad para hacer varias
tareassimultáneas y para el pen sam ie nto abstracta .
Casi con seguridad existen otras diferenci as, pero so n más difíciles
de medir. Un candidat o es un a parte del lóbulo frontal conocida como
corteza prefrontal. Esta parte del ce rebro, del tamaño de una nuez, que
se encuentra detrás de las cejas, es alr ededor de un 6 por ciento mayor
en los humanos que en los simios después de correg ir por el tamaño, y
poseeuna estructura más co mpl eja con mayor conectiv idad. 17 Lamen-
tablemente,las comparacio nes de cráneos no revelan en qué momento
de la evolución humana se ag randó la corte za prefrontal, así que solo
podemos conjetur ar que es espec ia lmen te grande en los humanos mo-
dernos. Pero no cabe dud a de qu e su expansión fue imp ortante, pues si
el cerebro fuese un a orqu esta, la corteza prefrontal sería su director:
ayuda a coordina r y planificar lo qu e hacen ot ras partes del cereb ro
cuando hablamos, pensamos e int e racc ionamos con o tros. Las perso-
nas que tienen dañada esta reg ió n tie nen dificultad para contro lar sus
impulsos, no pueden planificar y to m ar decisiones de un a manera efec-
tiva, y les cuesta inter pretar las acc iones de otras personas y regu lar su
propio compor tamiento socia l. 13 En ot r as palabra s, la corteza prefron-
tal nos ayuda a coopera r y comp ortarnos estratégicamente .
Un efecto superficial del agrandamiento de los lóbu los tempo rales
y parietales es que estas expansio nes podrían contribui r a que la cabeza
humana sea más esférica porqu e se e ncuentr an justo encima de un a
estructura en forma de bisagra en el centro de la base del cráneo. A
medida que el cerebro crece con rapidez después del nac imiento, esta
bisagra se flexiona uno s 1 5 grado s más en los humanos modernos que
en los arcaicos, haciendo que e l ce re bro , y por tanto la caja cranea na
que lo envuelve, se redondeen al mi smo tiempo que el rostro rota algo
más por debajo del cereb ro anterior. 19 Aún más import ante es el hecho
de que los indicios de reorganización del cerebro hum ano moderno
podrían explicar algunos aspecto s especia les y adaptativo s de nuestra
16.¡ 1.A lll ~TO RIA Dhl. CUEH P O HUMANO
cognic ión. El éxiro de un cazado r - recolecto r depende fuertemente de
su habili dad pa ra cooperar con ot r os y para recolectar y cazar de una
forma eficiente. La cooperación ex ige poseer una teoría de la mente
sob re los otros, es decir, de entender sus mo1ivaciones y es tado mental,
así co mo la capacidad de contro lar los impul sos propio s y actua r de ma-
nera est ratégica. Toda s estas fun c ion es debieron beneficiarse de una
corteza prefro ntal más grande o m ás funci onal. La coo peración tam-
bién requie re la capacidad de comunicar con rapidez informaci ón sobre
emoc iones e intenciones, pero también sobre hechos e ideas . Lás ex-
pansiones del lóbulo temporal po drían haber mejorad o estas habi lida-
des y, junro con los lóbulos parieta les, tal vez ayudasen a los pri meros
hum anos mo derno s a razonar de una forma más eficaz para la búsque-
da de ali ment0 y para la caza. Estas pa n es del cereb ro no s permiten
elaborar ma pas mentales, interpr e ta r pi stas sensoriales necesarias para
rastrear ani males, deducir dónd e se e n cue ntran los recursos, y fabricar
y usar herr amientas. Ante la obse rva ció n de la expansión de estas re-
giones en los humanos modern os, es r azo nable especula r qu e nuestros
cerebros más redond eados no sol o n os ay udaron a tener un aspecto más
moderno , sino 1ambién a compo rt ar no s de una forma más mode rna.
l lay o tr os aspectos del cerebr o hum ano moderno q ue rambi én de-
ben se r difer entes, pero a falta de ce re bro s arcaicos que podamos es-
tudiar, so lo nos qu eda conjetu rar. U n a posibilidad es qu e el cerebro
humano esté co nectado de forma di st inta. En comparac ión con los si-
mios, el cereb ro hum ano forma una n eoconeza más g ru esa, co n neu-
ron as m ás largas y co mplejas qu e tarda n más tiempo en com pletar sus
conexiones. 40 orno en los monos y lo s simios, el cereb ro hum ano tie-
ne ci rcu ito s com plejos que conectan las regiones corticale s externas
del cerebr o con estru cturas más p ro funda s que interv ienen en el apren-
dizaje , el movimie nto del cuerpo y o tr as funciones. Au nqu e est0s cir-
cuitos no estén conec tados de una form a fundamentalment e di stinta en
el cerebro humano , parece que du r a nt e su desarro llo los hum anos po-
demos modificar estos circuitos e n m ayo r medida y co n más co nexio-
nesY Ta l vez los humanos, a di fe ,-e ncia de cualquier otra especie, ha-
yamos evolucio nado de tal mod o qu e el desarrollo del cue rp o se ha
pro longa do y así ha proporcionad o al ce rebro más tiempo pa ra madu-
rar, incluid os los periodos juvenil y d e adolescencia, qu e es cuando se
establecen y prot egen muchas de es ta s conexiones co mpl ejas, y cuan-
do se p od an muchas conexion es no utili zadas (que añaden rui do).42
Esta hipó tesis es sin duda especulativ a y necesita ser co ntra stada meti-
UNA E~l'Ec:IE MUY CULTIVAD ,, 16~
cu losa mente. 11 No obstante, es un hecho qu e e l d esarrollo se prolo ngó
en algún momento de la evo lución humana, lo que habría sido benef i-
cioso si ayudaba a los cazadores- recolectores a de sa rr ollar capacidades
soc iales, emocio nales y cog nitivas (entre ellas e l lengua je) que incre-
mentaran su probab ilidad de sobrevivir y reprod u cirse .H
Si los cerebro s de los humanos modernos y los arcaicos difieren en
su estructura y fu nción, debe haber diferencias ge n é ticas subyacentes.
U no podría esperar q ue haya genes que se exp resan en el cerebro que
aumentan la capacidad de coo perar y planificar y que se remontan más
o m enos a los tiempos en que evolucionaron lo s hu ma nos modernos;
algunos investigadores propone n que esos genes h a b rían evolucionado
en tiempos más recien tes, hace unos j O.ooo años, de sencadenand o el
Pale olítico Superio r. ,1 1.lasta el momento,sin emba rgo, no se han identi-
ficado genes de este tipo, pero a medida que mejora nu est ro conocimien-
to d e las bases genéticas del desarrollo y funcionamiento del cereb ro,
no hay duda de que los enco ntraremos y estimar e m os en qué momento
evolucionaron. Un cand idaro muy interesante es un gen conocido como
FOXP2 , que desempeña un papel crítico en la voca lización y otras fun-
ciones como el com porta miento de exploración . 16 A unqu e este gen di -
fiere en1rehuman os y simio s, los neandertales y los hum anos compa r-
ten la misma variante. 17 A medida que se estudie n mejor otros genes
q ue difieren entre los humanos y los neander1a les, será interesante des-
cubr ir qué efectos tienen sobre la cognición, si es qu e tienen alguno. Mi
co njetura es que los nean dertales eran muy inte ligentes, pero que los
humano s modernos so n más creativosy com u ni ca ti vos.
EL REGALO DE LA CONVERSA CIÓ
¿De qué sirve una idea creativa o un dato val ioso si n o se puede comu -
ni ca r? Algunos de los pr og resos culturales más importante s de los últi-
mos miles de años se produjeron gracias a m é todos más eficaces para
trans mitir la info rma ción, como la escritura, la pre n sa, el teléfono y la
int e rnet. Estas y otras revol uciones de la in fo rm ación, sin emba rgo, se
deben a un gra n sa lto mu y anterior y fundam e nt a l en la comunicación:
el hab la humana. Aun qu e los humanos arcaicos como los neanderta les
segu ramente tenían lenguaje, el exclusivo ros tr o corto y retra ído de
lo s humanos moderno s debió hacernos mejore s a la hora de emitir so-
166 LA HI STORIA DE L CUERPO H UMANO UNA ESPE C I E M U Y CULT IV ADA 167

nid os del habla claros y fáciles de entender y a un ritm o muy rápid o.

Somos una especie única por nuestra el001en cia.
Los son idos del habla son básicame nte un a co rri ente de soplos de
aire a presión, no mu y distintos de los que produc e la lengüeta de un
ins trumen to musica l como el clarinete. Del mi smo m odo que altera-
mos el volumen y el tono de un clarinete cambi an do la presión con que
sop lamos po r la lengüeta, variamos el volumen y el ton o de los sonidos
de l habla modifi ca ndo el flujo y el volumen d e esos soplos en el mo-
me nto en que sa len de l órgano de fonación (l a lar in ge) en_lo más alto
de la tr áquea . Cuan do de la laringe sale una ond a de so nido, su calidad
cambia de form a notable a su paso por el tracto voca l. Tal como mues-
tra la figu ra 16, este tr acto es esencialmente un tubo en forma de ,que
se extiende de la laring e a los labios, cuya form a p o d e mos modificar de
va rias mane ras mov ie ndo la lengua, los labios y la m andíbu la. Al cam - Humano moderno Humano moder no
bi ar la form a de l tracto ·vocal alteramos la cantida d d e energía corres-
p o ndie nte a las distintas frecuencias de los sop los d e ai re a su paso por
el tubo. El resulta do es una variedad de sonid os co m o los de un alfabe-
to. Po r ejemplo, a veces comprimimo s el tra cto voca l en determinado s
lu gares para añadir turb ulencia en frecuenci as específicas (como cuan-
d o h acemos los so nid os «s» o «ch»), o en otr as ocas io nes cerrarnos y
lu ego rápidame nt e ab rimos una parte del tr acto vocal para crear un
es talli do de energía a u na frecuencia determin ada ·(c o mo «g» o «p»).
La mayoría de los mamíferos vocalizan, p e r o Philip Lieberman ha
seña lado que el tracto vocal humano es especia l por dos razones.48 La
pr im era es que nu est ro cerebro posee una excepciona l capacidad pa ra
co nt rola r de forma rá pid a y precisa los movimi e n tos de la lengua y Chimpancé Humano arcaico (r econs tru cción)
o tras estru ctura s que modifica n su forma. Ad e má s, el rostro caracte-
rísticamente corto y retraído de los hum an os m o dernos imparte a Figura , 6. Anatomía de la producción del habla. El pan el supe rior iz-
nue stro tracto vocal una configura ción úni ca co n útiles propiedades quierdo (una secc ión transversa l de una cabezahumana moderna ) muestra
la posició n baja de la laringe humana, la lengua corta y redondeada y el es-
acústica s. La figura c6, qu e compara un chimpanc é y un humano, ilus-
pacioabierto entre la epiglotis y la parte posterior del veJodel pa ladar . Esta
tra este camb io de forma. En ambas especies , el tr acto vocal está for-
configurac ión ún ica hace que los tubos vertical y horizontal del tr acto vo-
mad o esencia lmente por dos tubos: un a por ció n vertica l detrás de la cal tengan casi la misma longitud y crea un espacio abierto entre la epiglo-
lengua y una horizonta l encima de la lengu a. S in embargo, el tracto tis y el velo del paladar (panel super ior derecho). Como otro s m amíferos,
voca l hu ma no gua rda proporc iones distint as porqu e una cara co rta el chimpancé tien e un tubo vert ical corto y un tubo horizontal largo, con un
h ace que la cavida d ora l sea corta, y por tan to re qui ere que la lengua espacio cerrado detrás de la lengua. Las reconstruccionesde Ho rno arcaico
sea también corta y red ondeada en lugar de larga y plana.4 9 Como la sugieren que su tracto vocal tenía una configuración más p arec ida a la del
lari nge está suspen did a de un diminuto hu eso fl otante (el hioides) chimpancé .
en la base de la le ngua , la lengua baja y redond ea da d e un humano po-
siciona la laringe muc ho más abajo en el cu ello que e n cualquier otro
 .....
L,\ IIIST O l\l i\ DEI. CU EltPO II U MANO
anima l. E n con secue ncia, los tub os horizontal y vertical de l tract o vo-
cal son igualmente largos en los hum anos. Esia configuració n di fiere
de to dos los otros mam íferos, inclu idos los chimpancés, e n los que la
porc ión horizo nt al del tracto voca l es al menos dos veces má s larga que
la porc ió n ve rtica l. O tr o rasgo impo rtante y relacionado d e l tra cto vo-
cal hum ano es que los mo vimientos de nuestra lengua ta n red o ndea-
da pu ede n modificar independien temente la sección tran sve r sa l de cada
tub o e n h asta di ez veces (como cua ndo decimos «ooo h,, en co m pa ra-
ció n a cu ando d ecim os «eeeh»).
¿De qu é modo afecta a nuestra habla la forma única d e l tra cto vo-
ca l huma no, co n porcio nes vertica l y horizontal igualment e largas? Un
tra cto voca l con do s tubos de igual longitud produce voc a les cu yas fre-
cue ncia s son má s diferenciada s y qu e requieren meno s pr ec isió n para
er ejec utad as adecu adamente.1° De hecho, la config u ració n hum ana
n os pe rmit e se r u n poco descu idados al hablar y todavía pr o du c ir vo-
cales di sc reta s qu e el oyente reco nocerá correctament e s in ten e r que
recurr ir a l contex to. Así, pode mos d ecir «cómo me pesa» s in que se
enti enda «có mo me pisa». Es fácil imaginar que cuando nu est r os ante-
pasad o s come nza ron a hablar, co mo sin duda hicieron los hu man os ar-
ca icos, de bi ó hab er un a fuen e ve ntaja selectiva en las fo rm as de los
trac tos voca les qu e hicieran qu e el habla fuese más fácil d e e n te nd er.
Pero h ay una pega . La config ura ción única del tracto v oca l hu ma-
no tambié n co nlleva un gasto sustanc ial. En todos los o tro s m a míf eros,
incluid os los simio s, el espacio qu e queda detrás de la nari z y la boca (la
farin ge) se d ivide en dos tub os parcialmente separados : un o interior
para e l a ire y otro exte rior para la co mida y el agua. Esta co nfi g ur ación
de un tubo d ent ro de otro se crea po r contacto entre la e pi g loti s, una
lámina d e cart ílago en forma de canaleta situada en la base d e la lengu a,
y e l ve lo de l pa lada r, una extens ió n carnosa del paJadar que sell a la na-
riz. En un p e rr o o un chimpancé, la comida y el aire sig u e n cam inos
distint os por la gargama . Pero en los humanos, a dife re n c ia de cual-
qui er o tr o an imal , la epiglot is es unos pocos centímetr os dema siado
baja pa ra e ntr a r en co ntacto co n el velo del paladar. A l bajar la lar inge
hasta un a pos ició n más baja en el cue llo, los humanos pe rdimo s el tubo
dentro ele un tubo y de sarr ollamos un granespacio com ún d e tr ás de la
lengua q ue at raviesan tan to la co mid a como el aire de cam in o al esófa-
go o la tr áquea. La consecuenc ia es que la comida sepu ed e qued ar alo-
jada en e l fondo de la ga rganta, bloquea ndo el paso del a ir e . Lo s hum a-
nos so mos la única especie que co rre el riesgo de asfix iarse cuando
U NA E~PE C.I E ~IUY C LIL: 11\' ADA
traga algo demasiado g rande o de manera imprecisa. Esta causa d e
muerte es más común de lo que uno pudi e ra pensar. Segú n la oenegé
nor teamericana Na tio nal afe ty Cou ncil , asf ixiarse con la comida es la
cua rta causa de mu erte acc identa l en Estados Unidos, ap roximada-
mente una décima parte de las muertes provocadas por accidentes ele
tráfico. Pagamos un p rec io mu y alw po r habla r más claramente.
La próxima vez que co ma y cha rle con los amigos, uno debe ría
pensar en que está hac iend o d os cosas únicas : hablar con gran clar idad
y tragar con cierto peligro. Ambas actividades son especiales de los
humanos modern os y so n posibles grac ias a que tenemos un rostr o in-
usua lmente pequeño y retraído. egu ramente los humano s arca icos
también hablaban co n la b oca llena durame la comida, pero su hab la
probablememc fuese un poco menos cla ra, y probableme nte fuese m e-
nos probable que se a hoga ran por un tro zo de comida.
L A 1'.VOLU C I Ó DE LA EVOL U C I Ó C UL T UHAL
Sean cuales fueren los rasgos biológicos qu e nos diferenciaron de los
humano s arcaicos, debie ron tene r grand es co nsecuencias. Las innova-
ciones que conduje ro n a l Pal eo lítico Sup erior probable mente se fue-
ron acumulando de ma n e ra g radua l, pero una vez que este period o es-
taba en pleno apogeo, ay udaron a los huma nos modernos a dispersa rse
rápidamente por todo el mund o, y nuestros primos arcaicos fue ro n
desapareciendo a llí do nd e nos ot ros llegá bamos. Los detalles de es te
reemplazo siguen sie nd o e n parte un misterio. Los humanos mod e r-
nos ciertamente int e racc io n amos y en ocas iones nos cruzamos con hu-
manos arcaicos, com o los neandena les, pero nadie sab e por qué sobre-
vivimos nosotros y no e llos.l' Teo rías no faltan. Una posibilidad es
que sencillament e nos re p rod ujim os más rápido que ellos, quizá
porq ue destetábam os a nt es a nuestros hijos o porque teníamos tasas de
mor talidad más bajas. Dife rencias muy su tiles en las tasas de natalidad
y mortalidad tiene n efectos graves, a veces devastadores, en los caza -
dores-recolectores, qu e tie nen qu e v iv ir con baja densidad de pob la-
ción. Los cálculos mu es tran qu e si tanto los humanos modernos co m o
los neandertales vivi e ra n e n la misma reg ió n pero la tasa de mortalidad
ent re los neanderta les fue se tan solo un I por ciento más alta que en los
humanos modern os, los n ean dertales se habrían extinguido en tan so lo
 LA HI STORIA DEL CUERPO HUMA NO
treinta generac iones, menos de mil años .P Ante los indi cios de que en
el Paleo lít ico Superio r la dur ac ión de la vida era mayor que en el Pa-
leolítico Medio,n es posible que la tasa de extinción de los nea ndertales
fuese todav ía más rápida. Otras hip ó tesis no exclusivas son que los hu-
manos modern os desplazaron co mp e titi vamente a sus pr im os porque
coope rab an mejor, que buscamos un a variedad mayor de alimentos,
tant o de reco lección como de caza, inclu yendo en nu estra di eta aves y
pesca d o, y que teníamos redes socia les más eficaces. H Los arqueó logos
seguirán debatie ndo estas y o tr as id eas, pero una conclu sión está clara:
algo en el comporta miento hu .mano debía ser beneficioso. En un ejem-
plo clás ico de lógica circular , d efi nim os aquello que es diferente en el
com portami ento de los humanos m o dernos como «modernidad con-
ductuab, .11
Se defina como se defin a la «modernidad conductual», lo cierto es
que sus co nsecuencias para nue s tro cuerpo han sido profundas desde
los ini cios del Paleo lítico Sup er ior, y tod avía tiene n importancia en la
actualidad , muchos miles de ge n e r aciones más tar de. ¿Por qué? Por-
qu e fu eran los qu e fueran lo s factores biológicos qu e nos hicieron cog-
nitiva y co nductual mente moder n os, se manifiestan fun dam entalmente
a través de la cultura. Este tér mino , cultura, tiene múltiple s significa-
dos, pero en lo más esencial es un co njun to de conocimientos, creencias
y valores aprendid os que hace n qu e los grupos piensen y se comporten
de m anera distinta , a veces de fo rm a adaptativa, a veces arbitraria. De
acuer do con esta definició n , lo s simio s como los chimpancés tienen
cultura s muy simples, y los hum anos arcaicos, co mo H. erectus y los
neanderta les, tenían cultur as so fi s tica das. Pero el re gistro arqueoló-
gico asociado a los humano s m odernos indica sin ambigüe dad que
tenemos una capacidad y pr ope n s ió n extraordinarias y especiales para
innova r y transmitir nuevas id eas. H. sapienses una espec ie fundamen-
talm ente y exuberante mente c ultur al. La cultur a es, de hecho, el rasgo
más di stintivo de nuestra espec ie. Un biólogo alienígena que nos visi-
tase sin duda se daría cuent a de h as ta qué punto el cuerpo humano di-
fier e del de otros animales (somos bípedo s, no tene mos pelo y tenemos
un cerebro gran de), pero qu edarían asombrados de la diversida d y a
menudo ar bitrariedad de nuestros comportamientos, con manifesta-
ciones como nuestras ropa s, h er r a mient as, ciudades, com id a, arte,or-
ganizac ió n social y nuestro b abel de lenguas .
U na vez desatada, lacrea ti v id ad cu ltural hum ana se ha convertido
en un imp arab le motor de cambio evo lutivo acelerado. Co mo los ge-
UNA ESPECIE MU Y CULTIVADA 17 1
nes, las culturas evolucionan. Pero, a diferenc ia de los genes, la cultu ra
evoluciona po r medio de procesos distint os que hacen de la evoluc ión
cultu ral un a fuerza mucho más potente y rápida que la selección natu-
ral. Esto se debe a que los rasgos cultural es, co nocidos con el nom bre
de «memes», difieren de los genes en var ios as pectos fundamenta les.16
Mientras que los genes nuevos solo surgen al azar por medio de mut a-
ciones aleatorias, los humanos solemos generar variaciones cu ltur ales
de manera inte ncionada. Invenciones como la agricultura, los ord e na-
dore s y el marxismo se crearon con ayud a del ing enio y con un pr o pó-
sit0. Además, los memes no solo se tran smit en de progen itores a d es-
cendientes, sino por múltiples vías. La lectu ra de este libro no es m ás
que uno de los muchos intercambios horizontales de inform ación que
se dan en la actual idad. Por último, aunq ue la evo lución cultural pue-
de produc irse de manera fortu ita (pen semos en modas como el an-
cho de la corbata o la longitud de la falda), el cambio cultural suele
producirse por mediación de un agent e de c ambi o, que puede se r un
líder persuasivo, la televisión o el deseo colec tivo de una comun id ad
por reso lver un desafío como el hambr e, la e nferm edad o la am enaza
de los rusos en la Luna. Conjuntamente, estas di ferencias hacen de la
evolución cultural una causa de cambio más rápid a y a menudo más
potente que la evolución biológica. n
La cultura en sí misma no es un rasgo biológico, pero las capac id a-
des que permiten que los humanos se comporten culturalmente, qu e
usen y modifiquen la cultura, sí que son ada p tac iones biológicas bási-
cas que en los hu manos parecen haberse de ri vado de manera espec ial.
Si los neanderta les y los denisovanos fuese n las únicas especies de hu-
e
manos que quedasen en el planeta, sospecho aunque no pueda dem os-
tra rlo) que rodavía estarían cazando y reco lecta nd o más o menos de la
misma manera que hace 100.000 años. Este n o es ciertamente el caso
de H. sapiens, y a medida que el cambio cu ltu ral se ha ido acelera nd o
desde el Paleolítico Superior, sus efectos sob re nuestro cuerpo tam-
bién se han acelerado. Las interacciones más básicas entre la cu ltu ra y
la biología del cuerpo son las distintas maneras en que las conductas
aprend idas (los alimentos que comemos, la ropa qu e llevamos, las acti-
vidades que realizamos) alteran el entorno d e nue stro cuerpo y por lo
tanto influyen en la manera en que este crece y funciona. Los efectos
no producen evo lución por sí mismos (eso se á a lamarckiano), pero
con el tiempo algunas de estas interacciones hace n posible el camb io
evo lutivo en las poblaciones. A veces las inn ovac iones cultu rales im-
 ,.....
1 72 L \ 111!-.TO ltl.\ 1)1'1. CUEHPO IIUMANO
puls an la actuación de la se lección natural en el cuerpo. Un ejempl o
mu y bien estudiado es la capac idad de digerir el azúca r de la leche en la
ed ad adulta (persistenci a de la lactasa), qu e evolucionó de manera in -
d ependiente en África, Ori e nte Medio y Europa entre los pueblos qu e
cons u mían leche de animal es . ;s En mucho s otro s casos, la cultura me-
jor a o niega los efecws de l m ed io sobre el cue rpo , amortiguando en el
cu erp o los efectos d e un a se lecc ió n natural que de o tro modo se pro-
ducir ía. Esta amort iguación c ultu ral es tan ubi cua qu e a menudo so lo
nos damos cuen ta de sus e fcc tos cuand o nos vemos privado s de tecno-
logías co mo la ropa , la co cin a o los antibióticos . Sin ellas, muchas de
las personas qu e viven e n la actualidad hace tiemp o qu e habrían sid o
el iminada s de l ace rvo génico.
ues tr o cuerpo est á ca rg ado de caracteres que ev olucio naron a lo
lar go de ciento s de miles d e años d e interac cion es entr e cultu ra y bio-
log ía. A lguna s de estas adaptaci o nes an 1eceden al origen de los buma -
n os mo dernos. Por ejempl o, la in ve nción de herrami entas de piedr a y
pr oyectiles hizo posible la se lecc ió n a favor de una mayo r destre1..ay d e
la capacidad d e lanzar co n potencia y precisión. Lo s diente s fuero n se-
lecc ionado s para ser más p equeño s después de qu e se come nzaran a
produ cir her ramientas lít ica s e n el Paleo lítico ln ferior, y nuestro siste-
ma diges tivo cambió tanto d es d e que se extend ió la prá ctica de cocinar
los alim entos qu e hoy d e p end emos d e esta para so brevivir. 19Aunque a
veces se supo nga que la bi o logía hum ana apen as ha cam biado desde la
apar ició n de H . sapiens h ace 20 0 .000 años, nues tr o imparable impulso
po r innovar sin duda ha d ese n cade nado pro cesos d e selección en el
cue rpo humano. Buena pa n e d e es ta selecció n ha sido reg iona l y h a
co ntribu ido a defin ir las var ia ciones que distingu e n a las poblacion es
de distinta s pa n es del globo . A medida que los pu eblos del Paleolítico
Sup erio r se dispe rsaro n por el mund o y se enfre ntaron a nuevos pató-
genos, alimen tos desco n oci do s y co ndiciones cl imát icas diversas, la
sel ecció n natu ral adaptó estas pob laciones recién ai sladas a sus varia -
d os entorno s.
Con siderem os, por eje mp lo, có mo evolucionaron distintas pobla -
cio nes hu mana s pa ra afrontar climas muy dispares. En los c:áljdos en-
torno s africanos dond e se o rig inaron los humano s modernos, el pri n-
cipal pr oblema es deshace rse d e l ca lor, pero a medida que los humano s
se di spe rsaron hacia los climas temp lados de E urop a y Asia duran te la
Edad de Hielo, retener e l ca lo r se fue conv irt iend o en un problema más
urge nte. Valela pena reco rdar qu e los primero s qu e migraro n fuera de
U AESPEC I E \I U \ ( U Lrl\'\I>~ 1 73
África eran afr icanos, y que ellos, igu a l que nosotros, habrían muerto
en los climas d el nort e duran te la Edad de 11iclo sin tecn o logías como
ropa, calefacc ión y vivienda. En buena m edid a, los primeros caza-
dores-recolecLOres modernos que se aventura ro n hacia el norte con-
cibieron adaptaciones culturales para sobreviv ir en aquellos gélidos
climas. Una de las inn ovaciones del Pal eo lítico Superio r fuero n las he-
rramientas de hu es o, como las aguja s, qu e faltan com pleta mente en el
Paleolítico Medio. Por lo que sabemo s, los n eand ertale s no cosían la
ropa. Los pueb los del Paleolítico Superior ·también co nstruí an refu-
gios donde gu a recerse del frío, así com o lá mp aras, arpones y o t ras tec-
nologías que fac ilit aba n su superviven cia en unos hábitat s muy riguro-
sos que, francamente, no son natur ale s s in o más bien inhós pi tos para
unos primates tr op icales. Estas inno vacio nes cultural es, sin embargo,
no bastaron para pro tegerlos del todo de los efectos de la se lección na-
tural sino que hi cieron posible una selecc ió n que de o tro mo d o no se
habría producido. D urante los inviern os te rrib lemente fríos d e la Edad
de Hielo, las adap1aciones cultural es pe rmit ie ron que perm anecieran
vivos el número suficie nte para que la selecc ió n natural favo reciera a
lo individuos co n va riaciones heredables qu e mejo rasen su capaci dad
para sobrevivir y reproduc irse. Esta se lección se man ifiesta en cam-
bios en la forma del cuerpo. Si se qui ere el iminar calor en un a región
cálida por medio del sudor, ayuda se r alto y delgado y tener ext remi-
dades largas pa ra maximizar el área de la sup erfi cie del cue rp o, pero
para retener ca lo r co rporal en los clim as frí os, ay uda ten er ex tr emida-
des cortas y un cue rp o más g rande y an c ho. <'° A medida que los euro-
peos del Paleo lít ico Supe rior tuvieron qu e so port ar los ext rem os de la
última Edad de ll ielo, la forma d e su cu er po fue cambiand o de un
modo pred ecible. Co mo otros african os, los primeros pu eb los que
emigraro n a Europa eran alws y del gados, p ero a lo largo d e d ecenas
ele miles de años evo lucionaro n y se hic iero n más bajos y forni dos, es-
pecialmente en las parte s más septentri o n a les del cont inente. 6 1
La forma del cuerpo es solo una de las mu chas características que
varían ent re poblaciones a causa de la se lección que se p rodujo desde
que los human os modernos cazadore s-reco lec to res se d ispersaro n por
el planeta hasta ocupar hábitats tan div ersos como el desierto , la tundra
ártica, la selva tro p ical y la alta mont aña . Seg ur ame nte ningún rasgo
ha recibido más atención, ni más equi voca d amente, que el color de la
piel. Hay al menos seis genes que codifican la producc ió n en la capa
externa ele la pie l d e pigmentos qu e actúan co mo un pr otec to r solar
 174 LA HI STO RIA DEL CUER PO H UMANO
na tural , bloq ueando la dañina radia ció n ultravioleta, pero que al mis-
mo tiemp o impid en la síntesis de vitamina D (que fabrica la piel en
respuesta a la lu z de l Sol)62 En consecue ncia, la selección n atur al favo-
reció la pig m e n tac ión oscura cerca del ecuador, donde la radia ció n ul-
trav ioleta es int ensa durante todo el año, mientras que en las p obl ac io-
nes qu e se des pl azaron a zonas temp ladas la selección actuó a favo r de
una menor pi g ment ación que gara ntizara unos niveles adecuados
de vitamin a D. L os estudios de la variación genética human a ha n iden-
. tificado cientos de genes más que lleva n la firma de una fu erte selec-
ción durante los ú ltimos miles de año s (que discutiremos en capítu los
posteri o res). Una advertencia que co nviene tener present e es qu e un
gran nú mero de los rasgos responsables de las diferencias entre perso-
nas y pob lac io n es, como la textura del pelo y el color de los ojos, son
literalme nte superfici ales, y muchos son simplemente variac iones
aleato rias que no tienen nada que ve r con la selección natur al, y mu cho
menos con la cultur al.
M AÑA, FUE RZA Y EL TRIUNFO DE LOS HUMAN OS
MODERNOS
A estas altura s ya de bería ser evident e que la historia del cu erp o huma-
no no no s o fr ece ninguna respuesta simple a la pregunta qu e plantea-
mos en el ca pítu lo 1: "¿A qué están adaptados los humanos? ». Nuestro
largo ca mino evo lutivo ha adaptado a los humanos a caminar ergu i-
dos, come r una dieta diversa, ser ca zadores, recolectar ampliamente,
ser atl etas de resistencia, cocinar y pr ocesar los alimentos, co mpartir la
comi da y mu cho más. Pero si hay alguna adaptación esp ec ia l de los
humano s mo de rn os que explique nu estro éxito evolutivo (hasta el mo-
mento ), esta d ebe ser nuestra adaptabilidad gracias a nuestra extraor-
dinari a ca paci d ad para comunicarn os, cooperar, pensar e inv entar . Las
·bases biológicas de estas capacidade s hunden sus raíces en nue stro
cue rpo , es pecia lm ente en nuestro cerebro , pero sus efecto s se mani-
fiesta n principalmente a través de nuestra manera de usar la cultura
para innova r y aju starnos a circunstancias nuevas y diversas. De spu és
de que los prim ero s humanos mod ern os evolucionaran en África ,
poco a poco inventar on armas más avanzadas y otras nu evas herra-
mientas, crearon arte simbólico, est ablecier on intercambios a gran dis-
UNA ESPEC I E MUY CU LT IVADA 175
rancia y de muchas otra s man eras novedosas comenzaron a compor-
tar se esencialmentecomo hum anos moderno s. Hi ciero n falta más de
100 . 000 años para que emergiera la forma de vida del Paleolítico Su-
peri or, pero esa revolución no fue más que un o de muchos avances
culturales que todavíahoy se producen, y a un ritmo acelerado. Du-
rant e los últimoscentena res de generaciones, los hum anos modernos
han inventado la agricultura, la escritura, las ciud ades, los motores, los
antibióticos , los ordenad o res y tanta s otras cosas. El ritmo y el ámbito
de la evo lución.cultural sup e ra hoy en mucho el ritmo y el ámbito de la
evo lución biológica.
Por consiguiente,es razo nabl e concluir que de todas las cualidades
qu e hacen especialesa los hum anos modernos , nue st ra capacidad para
la cultura ha sido la más tran sforma dora y responsable de nuestros éxi-
tos. Esta capacidadprobab le mente explique por qué los últimos nean-
dertale s se extinguieron tan pront o como los prim ero s humanos moder-
nos se establecieron en Europa, y por qué, a medida que nuestra
especie se dispersó po r A sia, probablem ente cau samos también la ex-
tinción de los denisovano s, los hobbits de Flore s y cualquier otro de
los descendientes de H. erectus. Muchas otras inn ovaciones cultur ales
permiti eron que los hum ano s m odernos cazado res- recolectores habi-
tar an prácticamente en cua lqui er rincón de la Tierra hace ya un os
1 5.ooo años, incluso en lugares inhóspitos como $ iberia, el Amazonas,
el desierto centralde Au stralia y Tierra de Fuego.
Bajo esta luz, la evolu ción hum ana parece se r, por encima de todo,
un triunfo de la maña sob re la fuerza, y de hech o mu chas de las expli-
caciones narrativas de la evo lución humana ponen el énfasis en este
triunfo. 6 3 Pese a nuestra falta de fuerza, velocidad , armas naturales y
otras ventajas físicas, hemo s aprovechado los medi os culturales par a
prosperar y establecer nuestro dominio sobre casi todo el mundo natu-
ral , desde las bacterias a los leo nes, desde el Ártico hasta la Antártida.
Un gran porcentajede los miles de millones que viven en la actualidad
gozan de vidas más largas y co n más salud que nunca antes. Gracias a
los mismos poderes de la in ve ntiva que desencad enar on el Paleolítico
Superior, hoy podemos volar, reemplazar órga no s enfermos, exami-
nar el interior de los átomos y viajar a la Luna. Qui zá algún día nuest ro
cer ebro nos permita conoce r las leyes últimas de la física que rigen el
universo, colonizarotros planetas o acabar con la pobr eza.
Por mucho que nue stra s notable s capacidades para pensar, apren-
der, comunicar, cooperar e innovar hayan hec ho posibles los logros
 LA IIISTO IU .\ DEL C llEHI'() 11U MANO
recient es d e nu es tr a especie, cr eo qu e es no so lo incorr ec to, sino in-
clu so peligr oso ver la evolució n hum ana úni ca ment e como e l tr iunfo
de la maña sobre la fue rla. El Paleolíti co S up e rior y ot ras inn ovac io-
nes cultur ales q ue ayudaron a los hum anos a co lon izar el plane ta y des-
plazar por co mp etencia a otras especie s de hum anos nos rep ortaro n
grandes bene f icios, pero nunca libraron a lo s cazado res- reco lecto res
d e tener que trab ajar y usar su cuerp o para so br evivir. Co m o hemos
visw, los caza dor es-re colectore s so n en e l fondo atletas profe sionales
cuya subsistenc ia les exige mantener se física m ent e activos . Po r ejem-
plo, un ho mbr e caza do r-recolecto r de la tribu hazda d e Tanza nia por
térmi no medi o pe sa 5 1 kilogramos , camina 1 5 kilómetros al día y tam-
bién cad a d ía tiene que trepar a los árbol es, esca rbar la tie rra en busca
de tub ércu los, acarr ear comida y realizar o tra s ac tividad es físicas .<•
4
Su
gas LOenergét ico tota l es de una s 2.6 00 ki loca lo rías al dí a. D ado que
1. 1 oo de esas ki loca lorías sustentan las n eces id ades básica s d e su cuer-
po (su metabo lism o basal), gasta 1.~ 00 k iloca lor ías al d ía en se r física-
mente activo, lo gue equ ivale a casi 30 ki loca lo rías po r kilog ramo y
d ía. En comp aración, un homb re eur opeo o nortea merica no típico
p esa un 5 po r cien t0 más y trabaja un 75 por ciento meno s, gas tando
apena s 17 kiloca lorías por kilog ramo y día e n actividad física. 61 En
otras palabr as, un cazador - reco leci-or trabaja má s o meno s el d oble por
unidad de pe so cor poral que un occidenta l ( lo qu e explica en buena
medida por qu é e l occ idental tiene más pr o babilidad es de tene r sob re-
peso).
Así pues, los human os moderno s caza dor es-r eco lecLOres pro spe-
raron g rac ias a u na combinació n de m a1·1a más fuerza, y llevaban una
vida trab ajo sa y f ísicamente exigente e n co mp aració n co n la m ayoría
de los human os pos industriales. Di cho esto, es importa nt e ha cer hin-
ca pié en qu e la caza y la recolecció n, pese a su s exigenc ias físicas, que-
dan muy lejos de se r la penosa existen cia d e trab ajo y mise ria que algu-
no s imaginan. Cua ndo los antropó logo s e mp eza ron a cuant ificar el
esfuerzo nece sa rio para ser cazador - reco lec tor , quedaron so rpr endi-
dos por la ca n tidad de tiempo qu e solían d e di car a «trabajar » inclu so en
ambi entes ho stile s. Los bosquimano s d e l Ka la hari, por ejempl o, dedi-
can un a media d e seis hora s al día a activ idad es como busca r co mida,
cazar, fabri ca r herra mientas y hacer el tr aba j o de la casa. 66 Eso no sig-
nifi ca, sin emb argo, que pasen el resto d e l día relajándose y pasá ndolo
bien. Co mo los cazadores -recolectore s n o producen excedent es de ali-
mentos , d escansan siempre que les es po sibl e para evitar de sp erdiciar
UI\.\ E\l'ECIE \IIJ Y CUL íl\ " \IH 177
energía, n o pueden perm itir se el lujo de retirarse cuand o cumplen 6)
años y s i re sul tan herid os o di sca pacitados, ot ros tie n e n qu e trabaj ar
más par a compe nsar. G ra c ias a las capacidades cognitiva s especiale s
de nu es tra es pecie, los hum anos modernos que viven co m o caz ador es-
reco lecLOres t rab ajan d uro, p ero no tan duro.
L a ca p acida d y pro pe nsión de nuestra especie a util iza r la cu ltura
para ad a pt a r, improvisa r y m ejo rar también explican o tr a ca racte rí sti-
ca fund a m e nt al de los hum anos modernos cazador es- recolecwres : su
ext raord in a ria variabilidad. A medida que los mod e rn os caza dore s-
reco lec tor es colonizaro n el pl aneta, inventaron una fan tás tica varie -
dad d e te cn o logías y estrategias para afrontar la d ive rs idad de nuevas
cond ic io n es. 67 En las gé lida s ex tensiones desarbolada s d e l none de Eu-
rop a ap ren di ero n a caza r m amut s y a construir cho zas co n s us hu e sos.
En O ri e n te Medio, reco lec taro n ca mpos de cebada si Iv es tr e e inventa -
ron la picd ra de moler para h ace r harina. En China , c rea ro n la pri mera
ce rámi ca, probabl emem e p ara hervir alimentos y ha ce r so p as. Mien-
tras que e n la mayoría de los luga res tropicales los buscado res d e ali-
mento ob tienen solamente alrededor de un 30 por c ie nt o de sus calo-
rías a tr avés de la caza de g ranel es mamíferos, los caza do res- recole ctore s
qu e co loni zaro n hábitats templ ados y árticos se las inge ni a ron para so-
brev iv i1· ob teniendo la may o r p arte de sus caloría s ele a nim ales, sobre
tod o d e pescado. Y mientra s qu e la mayoría de los caz a dor es- reco lec-
to res ti e nen qu e move r el ca mp amento de manera reg ular e n pos d e los
alim en tos es taciona les, a lgu nos, como los nativos am e ri can os del no-
roeste d e Am érica del No rt e, co nsiguieron establ ece rse e n poblad os
per m a n en tes. Así que lo cierto es qu e no existe una úni ca di e ta de caza-
do r-reco lector , del mismo m o do que no había un úni co s is tema de pa-
rent esc o o religión, ni una so la estrategia de movilidad , ni di vis ión del
trabajo ni tamañ o de g rup o.
La ironí a de la adapt abi lid ad cultural humana es g u e e l tal ento úni-
co d e nu es tra especie pa ra inn ova r y resolver probl emas n o so lo per-
mi tió a los cazadore s- reco lecto res prosperar en ca s i c u a lquier rin cón
de la ~l ie rr a, sino que co n el tiemp o también permit ió qu e algu no s de
ellos deja sen d e ser caza dor es-reco lectores. Desde hac e un os 1 2. 000
año s, un os pocos grupo s com e nzaron a establecer se e n co munid ades
permanentes , a cultivar planta s y a domesticar animale s . Estos cam-
bio s probabl emente fuese n gra du ales al principio, pero a lo largo de los
mil enio s dese ncadenaro n un a revo lución agrícola g lo b a l c uyo s efectos
tod av ía se sienten en tod o el pl aneta y en todo nuestro cu e rpo. La agri-
 L A HI STOR IA DEL CUERPO II U MANO

cultura perm itió que los humanos di spus ieran de más alimentos, y por
tanto tuvieran más hij os, pero también exigió nu evas formas de traba-
jo, transformó las di etas y abrióla caja de Pandora de las enferm eda-
des y los males soc iales. La agricultur a so lo lleva con nosot ro s uno s PARTE 11
cuantos centenares de generaciones, pe ro aceleró el ritmo y el ámbito
del cambio cultural de una forma tan drástica qu e hoy muchas per so- LA AGRICULTURA
nas a duras penas podrían imaginar el modo en que vivíam os antes de Y LA REVOLUCIÓN IND USTRIAL
que nuestros antepasados inventasen la agricultura, por no mencionar
la escritura , la rueda, las herramientas de metal y los motores. ·
¿Fueron estos y ot ros desarrollo s cultural es recientes un error?
Dado que el cuer po humano fue mold ea do, p aso a paso, durante mill o-
nes de años de bíp edo s frugívoros, lu ego au stralopiteco s y por último
cazadores-recolector es de cerebro grande y cu lturalmente creat ivos,
¿no se sigue de ello qu e nuestro cuerp o estaría mejor si viviéra mos del
modo al qu e no s ha adapta do nuestro pa sado evo lutivo? ¿Acaso la ci-
vilización ha lleva do al cuerpo hum ano por mal camino?
 7

PROGRESO , DESAJUSTE Y DISEVO LUCIÓ

La.sconsecuencias, buenas y malas, de tener un cuerpo

pal eolítico en un mundo pospaleolüico

o so mos, sin embargo, tan decadentes que pud iéra-

mos vivir hoy en una caverna o un wigwam o cubrirn os
co n piel es; ciena mente es mejor aceptar las ventajas,
por las que tanto hemos pagado, que la invenció n y la
indust ria ele la humanidad nos ofrecen.

1-lEN HY D >\VIO TII OHEAU, Wa/den

Másde uno ha deseado al g una vez abandonarlo todo y buscar una v id a

más simple en sim onía co n nuest ro legado evo lutivo. En Waldtn, 11en-
ry David T horeau d esc rib e los dos años que viv ió en una cabaña e n los
bosques de Wald en Pond , apartado de la culwra norteameñcan a d e
mediados del sig lo x I x, cuyo creciente co nsumi smo y materialismo lo
inquietaban. Quien es no han leído Walden a veces creen erróneam e nte
que Thoreau vivi ó aque llo s años como un ermitaño . En realidad , b us-
caba la simplicidad , la auto suficiencia, una mayo r conexión con la na -
turaleza y una so ledad so lament e temp ora l. La cabaña de Tho reau es-
taba a un paseo d e uno s c u antos kilómetro s del centro de Co ncord , en
el estado de Massachuse rts, que visitaba cada día o dos para charl ar y
comer con amigos, lleva r a lavar su ropa y di sfrutar de otras com o di-
dades propias d e un h omb re de letras acomodado. Aun así, Walden se
ha convertido en una especie de biblia d e los primi tivistas que de nu n -
cian los progreso s de la civiliza ción y ansían reg resar a los buenos v ie-
jos tiempos. De ac u e rd o con esta forma d e pensar, la tecnología m o-
derna ha conducido a l desarr ollo injusto de cl ases sociales de pudi ent es
y desposeídos, a un a a lie n ación y violencia ge nerali zadas y a la co rr o-
sión de la dignid ad. A lguno s primitiv istas qu errían que la especie hu -
mana volviese a un a id ea lizada vida agraria, y algunos incluso c reen
 LA III STO RIA OH CU ERPO HUMA NO
que la calidad de la existencia humana no ha hecho má s que empobre-
ce rse desd e que dejamo s de ser cazadores-recolectores del Paleolítico.
Es mu cho lo que puede decirse a favor de retorn ar a gozar de los
pla cere s simples de la vida, pero una oposición viscera l a la tecnología
y el pro g reso es simplista e inút il (y no es algo que Thoreau haya de-
fend ido nun ca). Muchos indicadores nos dicen que d esde el Paleolítico
la espec ie hu mana ha prosperado. La población mundi al d e principios
del siglo xx , es al menos mil veces mayor que durant e la Ed ad de Pie-
dr a. A pe sa r de que aún hay~ pobreza, guerras, hambrun as y enferme-
dad es inf ecciosas, vive en el mund o una cantidad sin prec edentes de
per so nas qu e no solo tienen suficiente alimento sino qu e además dis-
frutan con buena salud de un a vida larga. A modo de ejempl o, el inglés
medi o de nu estros días es 7 centí metros más alto que su bisabuelo , que
vivió hace cien años, su espe ranza de vida es treinta años m ás larga y
sus hijo s tienen diez veces más probabi lidades de sobr ev iv ir a la infan-
cia.' A demás, el capitalismo ha permitido que gente co rrient e como yo
mismo go cemos sin apenas reparar en ello de oportunidades que nun-
ca hubi eran siquiera imaginado los aristócratas de hace vario s siglos.
N o tengo ningú n deseo de vivir para siempre como un trascendenta lis-
ta en medi o del bosque, y menos aún en una caverna sin atención mé-
d ica, edu cación y saneamiento. También disfruto de la div ersidad de
alim en to s que como, me encanta mi trabajo y me entusiasma vivir en
una ciudad excitante, llena de restaurantes, museos, tiendas y gente in-
tere sant e. Tamb ién me gustan las nuevas tecnologías, co m o los viajes
en avió n, los iPods, las du cha s calientes, el aire acondi c io n ado y las
películas en 3D. T horeau y o tros tienen razón cuand o dia gnostican
q ue la vida moderna es cada vez más consumista y materiali sta, pero
no han cambiado tanto los deseos de las personas como s u s oportun i-
d ad es para satisfacerlos.
Po r ot ro lado, es igua lmente simplista e insensato ig n o rar muchos
reto s g ra ves y nuevos a los que hoy se enfrentan los seres vivos. Lo que
sigu ió al Paleolítico (la agricu ltur a, la industrializació n y otra s formas
de «progres o»), ha beneficiado mucho a la persona m edia, pero tam-
bién h a promovido nu evas enfermedades y otro s probl e ma s que eran
raro s o au sentes durante el P aleo lítico. Casi todas las epidemias de en-
ferm edade s infecciosas, como la viruela, la polio y la p es te, se produje-
ron d espu és de que comenzase la Revolución Indu str ial. Ad emás, los
estudi os so br e cazadores- reco lectores recientes revelan qu e si bien no
disfru tan de excedentes de comida, raramente su&en hambrunas o mal-
P ROG RESO , DESAJUST E Y D ISE VOLUC IÓN
nutrición grave. Los estilo s de vida moderno s también han fomen tado
nuevas enfermeda d es no contagiosas pero muy extendidas como las
cardiopatías, ciertos cáncer es, la osteoporo sis, la diabetes de tipo 2 y la
enfermedad de Alzheimer , además de mu chos ot ros trastornos m eno-
res como las caries y el estreñimiento cró nico. Hay buenas razones
para pensar que los e nt orn os modernos cont ribuyen a un porce ntaj e
considerable de enfe rm edades mentales com o la ansiedad y los tras-
tornos depresivos. 2
La historia de l progre so alcanzado por la marcha de la civilización
desde el final de la E d ad de Piedra también ha sido menos gra dua l y
continua de lo que much os suponen. Co mo mostrarán los siguientes
capítulos, la agri cu ltura generó más alimento y permitió e1crecimi en-
to de las poblaciones, pero durante la mayor parte de los últimos mil es
de años, los agricu l co res por término medio tenía n que trabajar mucho
más que cualquier cazador-recolec tor, su salud era peor y tenía una
probabilidad mayo r d e mori r joven. La mayoría de las mejora s en la
salud humana, como un a mayor longev idad y una menor mort a lidad
infantil,se produj e r o n so lamente durante los últ imos siglos. De h ec ho,
desde la perspectiva del cuerpo, muchas na ciones desarrollad as han
progresadotkmasiado e n los últimos tiempos. Por primera vez en la his-
toria humana, un g r an núm ero de personas se enfrentan a un exce so y
no a una escasez de com ida. Dos de cada tres norteamericanos tie nen
sobrepeso o son obe so s, y más de un tercio de sus hijos pesan dem asia -
do. Además, una may o ría de los adultos de las naciones desarro lladas
como Estados U nid o s o el Reino Un ido está n en mala forma fís ica
porque nuestra cultu ra ha hecho que sea fácil, y por lo tanto co mún ,
pasar el día sin acelerar en ningún momento el ritmo cardíaco. G rac ias
al «progreso,,, puedo d espertarme en mi blanda y cómoda cama, apre -
tar unos pocos boton e s para preparar el desayuno, conduciral trabajo,
tomar el ascensor hasta mi oficina y luego pasar las ocho horassiguie n-
tes sentado en una có m oda silla sin llegar nunca a sudar, pasarhambre
o sentir demasiado frío o calor. Hoy las máqu inas realizanpor mí casi
cualquiera de las tareas que en otro tiempo requerían actividad física:
conseguir agua, lav a r, adquirir y preparar la comida, desplazarse, in-
cluso cepillarse los di entes .
En resumen, la especie humana ha realizado progresos considera-
blesdurante los últimos miles de años desde qu e dejamosde ser cazado-
res-recolectores, pero ¿cómo y por qué una parte de ese progreso ha
sido perjudicial para nuestro cuerpo? Los capítulos siguientes hacen
 LA III STllHI \ DEL CUEHP() IIUMANO
una revi ió n de có mo ha camb iad o e l cuerpo humano durant e el Paleo--
lítico, pero prim ero debemo s co n s ider ar los pros y los cont ras d e no
vivir ya del modo al que nuest r o c u e rp o se había adapt ado dur ante mi-
llones de añ os de evolución. ¿ o n algun as formas de mala salud una
con secu encia necesaria de la c ivi Iizac ió n? Y, de mane ra más general,
¿de qué mo do han interaccionado d es d e el Paleolítico la evo lución bio-
lógica y la cu ltural afectando a l c u e 1-po humano para mejor o para peor?
¿CóMO SEGU I I\IOS EV OLUC I ONA lJO ?
Llevo más de veinte años en seña nd o evo lución hu ma na a estudia ntes
uni ve rsi 1a rios, y dur ante la m ayo r par te de ese tiempo he fina lizado
mis clases más o menos do nd e aca b ó el capítulo 6, co n el o rigen de los
hu man os mode rno s y su di sp e rs ió n po r todo el plane ta. Mi razón para
acaba r en el Paleo lítico era el co n se n so genera l de que desde en1onces
apen as se hab ía producid o nin g una evolución biológ ica d estacab le en
H. sapiens. De acuerdo con este pun to de vista, desd e qu e la evolución
cultur al se co nvirtió en una fu e rza má s podero sa qu e la se lección natu-
ral, el cu e rp o humano casi no se h a visto alterado, y los pocos cambios
que se han pr oducido dur ante los últim o 10 .000 año s p en enecen más
al ámbit o de los historiado res y lo s a rq ueólogos que al de los biólogos
evo !uti vos .
H oy lamento el modo en qu e so lía enseñar la evo lu ció n hu mana_
Para emp ezar, no es cierto qu e H. sapiens dejase d e evo lucionar cuan-
do acabó el Pal eo lítico. D e he c h o , e s ta idea tiene qu e se r errónea por-
qu e la se lecc ió n narura1 es la co n secuencia de la vari ac ión ge nética
heredab le y del éxito repr od u c t o r diferenci al. La ge n te sigue tran s-
mitie nd o sus ge nes a sus hij o s e hij as, y en la actualidad , igual que en
la Eda d ele Piedra , algun as p e r s onas tienen más de sce ndenc ia que
ot ras. D e ello se sigue que si las d if erencias de fert ilid ad entr e pe rso-
nas t iene n alguna base he redab le , la selección natural t0davía debe
seg uir en marcha_ Más aún , las ta sas acele radas d e evo lución cultura l
han ca mbi ado de forma rá pida y s ustancial qué come mo s, cómo tra-
baja mos, a qu é enfermed ad e s no s en frentamo s y o tro s facto res am-
bient a les qu e han crea do nu evas pres iones selectivas. Lo s antropólo -
gos y biólogo s evo lutivos h a n d e mo strado que la evo lució n cultura l
no ha parad o la selección natura l, y qu e no solo ha impul sado la selec-
l'I\OGIIES(l, DI S \Jl ~ l"E, Dl '>E\ U I llCI ÚI\
ció n sino que en ocas io nes incluso la ha ace ler ado. ; Como ve remo s,
la Revolución Ag ríco la ha sido un mo1or d e l camb io evo lutiv o es p e-
cialmente poderoso .
Una de las razo nes que nos lleva n a p e n sa r qu e la evolució n ya no
es demasiado fuerte es que la selección n arnra l es g radua l y a menudo
requiere de ciem os de generaciones para te n er un efecto no tab le.
Co mo una generac ión humana es de unos ve inte año s o más, no es fácil
d etectar en humano s cambios evolut ivos d e la m ag nitud de los qu e en
poco tiempo obse rva mos en bacteria s, leva duras o moscas del v ina gre.
Sin embargo , es pos ible medir en los hum a no s e fect os muy recien tes de
la selección natur al en el plazo de unas pocas ge ne raciones con la ayu-
d a de muestra s d e enor me tamaño y con mu c ho esfuerzo, y algun os
d e estos estudi os han logra do hallar indi cios f irm es de niveles bajo s de
se lección durant e los últimos siglos. Por ejem pl o, en poblaciones fin e-
sas y norteamericana s se ha produ cido e lecc ión sobre la edad en qu e
las mujeres tiene n su primer hijo y la ed ad e n que inician la meno pau-
sia, así como en el peso, altura , colesterol y ni ve les de azúcar en sang re
de hombres y muje res.4 i examinamos p e ri o do s más largo s, podem os
encontrar aún más indicios de selección rec ie nt e. Las nuevas tec nol o-
g ías que perm ite n la secuenciación rápida y b a r ata de genoma s ent eros
han revelado cien t0s de genes que han esta d o so metidos a una fu erte
selección dura nt e los último s miles de año s e n d eter minadas poblaci o-
nes.1 Como cab ría espera r, muchos de es to s ge nes regu lan la repro -
du cción o el sistema inmunitario y fuero n o bj e to de fuerte se lección
po rque ayudaban a sus porta do res a 1cne r m ás de scendencia o a sobre -
vivi r a enferme d ades infecciosas.6 Otr os d ese mp eñan un papel en el
metabolismo y ayuda ron a ciertas pobla cio n e s ag rícolas a adapt arse a
alimentos co mo los producto s lácteos y g ra n o s ricos en féculas. U nos
pocos genes están involu crado s en la term or re gu lación , presuntam en-
te porque permiti eron que poblaciones qu e se di spersaron muy lejos
estuvieran mejor adaptadas a un ampli o es p ec tro de climas. Mis co la-
borad ores y yo mi smo, por ejemplo, hem os e n co ntrado indicio s d e se-
lección fuen e po r un a variante de un gen qu e evo lucionó en Asia h acia
el fina l de la Edad de l lielo que h iw qu e los asiático s orie ntales y los
nativo s america no s tu viesen un pelo m ás g ru eso y más glándula s su-
dorípara s.7 Un benefic io práctico de es tudi a r estos y ot ros ge ne s de
evo lución recient e es que nos ayudan a ente n d e r mejor cómo y po r q ué
la gente varía e n su susceptibilidad a ciert as e nfermedad es y có mo res-
ponde a distinta s medicinas.
 LA HISTO RIA DEL CU ER PO HUMANO
Au nq ue la selección natural no h a cesa do desde el Paleolítico, es
sin emba rgo cierto que en los hum anos se ha pro du cido relativamente
menos selecc ión narural durante los úlcim os miles de años en compa-
r~ción co n los millones de años ant eri o re s. Esta diferen cia era de espe-
rar porqu e sol o han pasado seiscie nta s ge neraciones desde que los pri-
meros ag ricu lto res comenzaron a a ra r e l sue lo del O riente Medio, y los
antepasado s de la mayoría de la ge nt e co menzaron a cultivar hace me-
nos tiemp o, pr obablemente durant e las última s tr_escientas generacio-
nes. P ara ve rlo en perspectiva, ese es m ás o meno s el número de gene-
raciones de rato nes que han vivido en mi casa dur ant e el último siglo.
Aunq ue en trescientas generacion es pu ede tener lugar una selección
considerab le, la presión de selecció n ti ene qu e ser muy elevada para
que un a muta ción beneficiosa se exti e nda por toda una población o
una mutación perjudicial se elimin e ta n depri sa.8 Adem ás, durante los
últimos cientos de generaciones, la sel ección no ha venido actuando
siemp re en la misma dirección, lo qu e pu ede oscur ecer su rastro. Por
ejemplo, a ca usa de las fluctuacio nes en las temperatur as y la disponi-
bilidad de alime nto, durante algun os p e ri odos la selección debía favo-
recer a las perso nas más altas mientra s qu e en otro s periodos probable-
mente favo reciera a las más bajas. Po r últim o, y más importante, no
hay dud a d e qu e algu nos desarro llos cultur ales han amortiguado a in-
gentes cantid ades de humanos de los efec tos de un a selección natural
qu e de o tr o m odo se habría produ c id o. Pe nsem os si no en cómo la pe-
nicilina debió afectar a la selección cuand o este fárm aco comenzó a ser
comú n du ra nt e los años 1940 . Viv en en la actu alidad millones de
personas qu e con toda probabilid ad habrían muerto de tuberculosis o
neum onía si posee n genes que aum ent a n su susceptibilidad. En conse-
cuencia, aun que la selección natur a l no haya dejado de actuar, sabe-
mos qu e dur ante los últimos miles de años solo ha tenido efectos limi-
tados y reg ionales sobre la biología human a. Si criáramos una niña
C ro-Magno n del Paleolítico Superio r e n un a casa moderna de la Fran-
cia actu al, to davía sería una típica niña com o noso tro s, un ser humano
modern o, salvo por algunas leves dif e re ncias genéticas, la mayoría de
ellas pr obab lemente en su sistema inmunitari o y su metabolismo. Sa-
bemos qu e esto es cierto porque toda s las personas de todos los rinco-
nes del pl anet a comparten un últim o antep asado común de hace menos
de 200 . 000 años, y sin embargo las di stinta s poblacion es son en sum a-
yo r par te gen ética, anatómica y fisio lóg icam ente idénticas.9
Con ind ependencia de cuánt a se lecc ión se haya pr oducido desde el
PR O GRE SO, DESAJUSTE Y DI SEVOLUCIÓN
Pal eolítico, hay otras m aneras importante s en qu e los humano s hemo s
evo lucionado a lo largo de los últimos miles y c ient os de años. No toda
la evolución se pro duce por medio de la selecc ió n n atural. Una fuerza
má s rápida y poderosa en la actualidad es la e vo luci ón cultural , que ha
alt e rad o muchas interaccione s cruciales entr e los ge nes y el m edio al-
terand o el medio, no los genes. Todos los ó rgano s del cuerpo de una
per son a, desde los mú sculos y los huesos hasta e l cer ebro, los riñone s o
la pi el, son el result ado del modo en que sus ge n es se vieron afectado s
por se ñales procedente s del medio (fuenas , m o léc ul as, temperatur as)
durant e el periodo de desarrollo, y en todo m o mento sus funci o nes si-.
gu e n estando influid as por varios aspectos del m edio de ese moment o.
Aunqu e los genes hum anos han cambiado po co durante los último s
mil es de años, los cambi os cultural es han tran sform ado nuestro ent or-
no d e una forma dr ás tica, lo que a menudo ha tenido como resultado
una forma de cambio evoluti vo muy distint a de la se lección natural , y
po siblemente más import ante que esta. Por ejempl o, las toxina s del ta-
ba co, ciertos plásticos y otros producto s indu stri ales pueden cau sar
cá n ce r, a menudo año s después de la exposició n ini cial. Si una person a
cr ece comiendo alimento s blandos y muy pro cesa d os, su rostro se rá
má s pequeño que si crece masticando alimento s dur os y fibrosos.' º Quien
pa sa sus primeros año s en un clima cálido d esa rr o lla más gl ándula s
sud o ríparas funcionales que quien se haya c riado e n un clima frío.''
Estos y otros cambios no son genéticament e h e redabl es, pero son cul-
turalm ente heredables. D el mismo modo qu e les p as am os el ap ellid o a
nu es tr os hijos, tambi én les pasamos condici o n es ambi entales: las toxi -
n as a las que se ven expu estos, los alimento s q ue comen o las temper a-
tur as qu e experimentan . Al tiempo que la e volu c ión cultural se ac ele-
ra , lo s cambios ambi ent ales que afectan al m odo e n qu e nuestro cuerpo
c rece y funciona tambi é n se aceleran.
La forma en qu e la evolución cultural cambi a las interacciones en-
tr e lo s genes que hered amos y el medio en qu e vivim os tiene con se-
cu encia s important es. Durant e los último s cient os de gene ra cion es,
el cu e rpo humano ha ca mbiado en varios aspec tos a causa del cambi o
cultu ral. Maduramos más rápido, nuestro s dien te s se han hecho m ás
pequeño s, los hu esos m ás finos, los pies a m enud o más plano s y mu -
ch os tenemos más cari es. 1 2 Tal como veremo s e n los sigu ientes cap ítu-
los , también hay bu enas razones para pensar que hoy la gente duerm e
meno s, experimenta niveles más altos de estr és, an siedad y depresi ón,
y ti e ne más probabilidad de sufrir miopía. Ad em ás, en nuestro s día s el
 r
188 L '\ l l l ~T Oll lA DEL CUE11PO IILl~ I ANO
c u er po tiene qu e enfr ent arse a numerosa s en fe rm edades infecciosas
que en OLro tiempo eran raras o no existían . ada uno de esLOscambi os
e n el cuerpo humano tien e alguna base gen éLica, pero lo que ha cam-
biado no son Lanto los ge nes que desempeñan un papel en escas enfe r-
med ades como los medio s con los que imera cc io nan esos genes.
Cons ideremos e l caso de la diabetes de tip o 2, una enfermedad me-
t abólica que so lía se r rara pero que hoy se est á to rnando comú n en
LOdo el plane ta . Algunas personas son genéLica m en Le más susceptibles
a la diaberes de tip o 2, lo que ayuda a expli ca r que la enfermedad se
cs Lé haciendo má s pr eva lente en lugares co m o C hin a o India qu e en
Eu ropa o América. 'l in embargo, la diabe tes d e tipo 2 no se está ex-
t e n die ndo más rápido en Asia que en Améri ca a ca u sa de genes nuev o s
que ahora se esLén expa nd iendo por o riente , s i n o p o rque los nuevos y
m od erno s estilos d e vid a occ identales están b a rri e ndo el planeta e int e-
racc ionando con ge nes antig uos que ant e rio rm e nt e no tenían efectos
n eg ativos.
Dicho de otro modo no toda la evolució n tien e lugar por selecc ión
natural , y las inte racc io nes entre los genes y e l m e di o han ido cambian-
do con rapidez, a vec es d e forma radical, fund a m e nt almente a causa de
ca mbios en el en to rn o de nuestro cuerpo prov oca dos por la rápida
evo lución cu ltural. U na persona puede ten e r ge ne s que lo predi spone n
a los pies plano s, la mi o pía o la diabetes de t ip o 2, p ero sus antepasados
lejan os de los qu e he red ó esos mismos gen es pr o babl emente no sufr ían
esos problema s. Po r co nsiguiente, es muc ho lo qu e podemos gana r
usan d o la lente de la evo lución para estudi ar las cambiantes interacc io -
n es entre ge nes y ento rn o que se han produ c ido d esde el final del Pa-
leo lítico. ¿Qué ta l se de senvue lven los gen es y c u erpos que hemos he-
redad o de nuest ros ante pasados, los prim e ro s hum anos moderno s, e n
los nuevos en to rno s a los que los sometem os? ¿Y d e qué modo se pue-
d e aplicar en la prá ctica un a perspectiva evolutiva sob re esos cambi os?
P OR QUÉ LA M E DI C I NA ECES I TA
UNA DOS I S DE EVOLU C I ÓN
Pocas palabras prov oca n más pánico en la co n sulta del médico qu e
«cáncer», y p ocas no s hacen pensar meno s e n la evo lución. Si mañana
m e diagnost icaran un cánce r, mi primera pr eoc upa ción sería ave rigua r
l'IIOCI\ESO, OF~AIL ' ~ rE) DI\EVOLU<.:IÚ S
cómo lib rar m e de la enfermedad. Que rría saber qué tip o de células
eran cancero as, qué muta ciones provocaba n que se multiplica sen sin
control y qué int ervenciones médica s, como la cirugía , la radi ación o
la quimioterap ia, tenían más posibilidades de matarlas sin m ata rme a
mí. Aunq ue m e d ediqu e a esw dia r la evol ución human a, la teoría de la
selecció n nalUral esta ría muy lejos de mis pensamient os mientr as me
enfrentase a la enfermedad . Lo mi smo pasa ría si sufriese un ataque al
corazón, un dolor de muelas por una caries o una lesión de l te ndón de
la corva. C u a ndo estoy enfermo co n su lto a un médico, no a u n biólogo
evolutivo . D e ig ual modo, mis mé d icos han estudiado poca o nin guna
biología evo luti va durante su formación. ¿Por qué habrí an de hacerlo?
La evoluc ió n , a fin de cuentas, es a lgo que en su mayor pa n e se produjo
en el pasado, y los pacientes acnia les no son cazadores- reco lec tores, y
menos aún n ca n derra les. Una p ersona que sufre una cardio pat ía ne-
cesita ci ru gía, fár macos u OLros pr oce dimientos médicos que requie-
ren un p rof und o conoc imien to ele ca mpos como la gen ét ica, la fisiolo-
gía, la anato mía y la bioquímica. Por eso a los médicos y e nf ermeras
no se les ex ige qu e tomen cur sos d e bio logía evoluti va, y dud o que
ellos, las co mp añ ías de seg uro s y cualqu ier persona de la inclu sLria de
la salud pien se n alg una vez en D a rwin o en Lucy en el tra sc ur so de sus
trabajos. D e l mi smo modo qu e e l conoc imiento de la Rev olu ción In-
dustrial no ay ud a a un mecán ico a a rr egla r un coche, ¿por qu é el cono-
cimiento d e la hi sto ria paleolítica de l cuer po humano habría de ay udar
a un doctor a tratar una enfermeda d ?
Con siderar que la evo lució n es irrel evante para la med ic ina puede
parecer lóg ico e n un principio, pe ro esta manera de pen sa ,· es pro fun-
damente erró n ea y miope. Nues tro cue rpo no se diseñó co m o el de un
coche, sino que evolucio nó po r m edi o de la descenden cia co n modifi-
caciones. D e el lo se sigue que conoce r la historia evolutiva d e l cuerpo
ayuda a eva lu a r por quéun cuerp o t ie ne el aspecto que tiene y fun ciona
como fun ciona, y po r lo tanto por qué enferma . Aunque campos cientí-
ficos como la fisi ología y la bioquímica pueden ayudarn os a ent ender
los mecan is m os inmediatos que su byacen a una enferm ed a d , e l flore-
ciente campo de la medicina evo luti va nos ayuda a ent en der la causa
última de la e nf er medad. 14 El cá nce r, por ejemplo, es e n real id ad un
proceso ev olut ivo aberran te qu e se pr o duce dentro del c uerpo . Cada
vez que una cé lul a se divide, sus ge ne s tienen cierta p robab ilidad de
mutar, así qu e las células que se di v iden con más frecuencia ( como las
células de la sa ng re y las de la piel) o q ue se ven expuestas má s a menu-
 LA HI ST O RIA DEL CUERPO HUMANO
do a sustancias químicas que producen mutaciones (como las cél ul as
de los pulmones y el estómago) tienen una probabilidad mayor de ad-
quirir accidentalmente mutaciones que las llevan a dividirse sin con-
trol y formar tumores . La mayoría de los tumores, sin embargo, no son
cánceres. Para hacerse cancerosas, las cé lulas tumorales tienen que ad-
quirir nuevas mut acio ne s que les permitan competir mejor y desp laza r
a otr as células san as g ra cias a que toman sus nutrientese interfiere n en
su funcionam iento normal. En esencia, las células cancerosas no son
más que células anormales con mutac iones que les permiten sobrevivir
y reproducirse mej or que otras células. Si no hubiéramosevoluciona -
do para evolucionar, no tendríamos cáncer . 11
Si damos un paso má s, como la evo lución es un proceso que toda-
vía se está produ ciendo, compre nder cómo funciona puede ayud arn os
a evitar algunos fracasos y oportun idades perdidas, además de mejo-
rar nuestra capacidad para protegernos de muchasenfermedades y d e
tratarlas. Un ejempl o especialment e urgente y obvio de la neces id ad
de incorporar la biología evolut iva a la medicina es la forma en que
tratamos las enfe rm eda des infecciosas, que siguen evolucionand o co n
nosotros. Al no valorar adecuadamente que los humanosy los agentes
infecciosos del sida, la malaria o la tubercu losis siguen encerrados e n
una carrera arm amentís tica evolutiva, a veces sin querer ayudamos o
promovemos est0s agentes infecciosos porque usamos fármacos de
forma inepta o porq u e alteramos las condiciones ecológicas de forma
temeraria. 16 La pr eve nció n y el tratamiento de la próxima epidemia
requerirá un enfoqu e darwinista. La medicina evolutiva también ofre-
ce un a perspectiva cru cial para mejorar el uso de los antibióticos e n el
tratamiento de in fecc iones habituale s. El abuso de los antibióticos no
solo promueve la evo lución de nuevos superagentes infecciosos, sino
que altera la eco logía d el cuerpo en vario s aspectosque puedenco ntri -
buir al desa rrollo de nueva s enfer medades autoinmunes, como la en-
fermedad de Crohn (véase el capítu lo 11). La biología evolutiva al-
berga incluso la prom esa de ayud arnos a prevenir y tratar mejor el
cáncer. A menudo luch amos contra las células cancerosas intentando
matarlas con radiació n o sustancias químicas tóxicas(quimioterapia) ,
pero un enfoque evo lutivo del cáncer nos explica por qué a veces estos
tratamientos se nos vue lven en contra . La radiacióny la quimioterap ia
no solo aumentan la probabilid ad de que los tumores no )erales d esa-
rrollen muta ciones que los tr ansformen en células cancerosas, sino
que alteran el entorno de las células de tal manera que pueden in cre-
PROGR ESO, DESAJUS TE Y DISEVOLU C IÓN
mentar la ventaja selectiva de las nuevas mutaciones. Por esta razón, se
ha propues to que un tratamiento menos agresivo puede ser a veces
más beneficioso para los pacientes con ciertas formas de cáncer menos
malignas. 17
Otra aplicación de la medicina evolutiva es que no s llev a a recono-
cer que muchos síntomas son en realidad adaptacion es, lo que ayuda a
médicos y pacientes a repensar la m anera en que tratamos algunas en-
fermedades y lesiones. ¿Cuánta s veces tomamos un medicam ento sin
receta al primer signo de fiebre, náu sea, diarrea o simp lemente dolor y
malestar? Solemos ver estas molest ias como síntomas que hay que ~i-
viar, pero la perspectiva evolu tiva no s indica que pueden ser adapta-
ciones que deberíamos tomar en cuenta y poner a nu estro servicio. La
fiebre ayuda al cuerpo a luchar contra las infecciones, los dolores mus-
culares y articulares pueden ser seña les de que deberíamo s dejar de
hacer algo dañino como correr de forma incorrecta, y las náuseas y la
diarrea nos ayudan a purgarn os de t0xinas y microorg anis mos dañi-
nos. Además, como ya se puso de manifiesto en el capítulo 1 , la adap-
tación es un concepto complejo. Las adaptaciones del cuerpo humano
evolucio naron hace mucho tiempo so lo porque incrementab an el nú-
mero de descendientes reproductores que tenían nue stros antepa-
sados. En consecuencia, a veces e nf erm amos porque la selecc ión natu-
ral suele favorecer la fertilidad por e ncima de la salud , lo qu e significa
que no hemos evolucionado necesar iamen te para esta r más sanos. Por
ejemp lo, como los cazadores-r eco lectores del Paleo lítico se enfrenta-
ban a la escasez periódica de alimentos y tenían que ser físicamente
muy activos, fueron seleccionados para desear alimentos ricos en ener-
gía y para descansar siempre que les fuera posible, lo qu e les ayudaba a
acumu lar grasa y dedicar más ene rgía a la reproducc ión. Una perspec-
tiva evo lutiva predice que la mayoría de las dietas y lo s programas de
ejercicio físico fracasarán, como efectivamente ocurre, porque toda-
vía no sabemos cómo hacer frente a unos instintos primitivos, en otro
tiempo adaptativos, que nos empuj an a comer rosquillas y usar das-
censor. 18 Además, como el cuerpo es una compleja mezcla de adapta-
ciones, todas las cuales tienen costes y beneficios, y algun as de las cua-
les entran en conflicto entre sí, se ncillam ente no existe la dieta o el
programa de ejercicio óptimo y perfecto . Nuestros cu erpos están lle-
nos de compromisos.
Por último, y lo más import ante para este libro, conocer y tomar en
consideración la evolución en gene ral, y la humana en particular, es
 L,\ III S T O HI \ DEL CLIEHPO ll ll~ I ANO
indis pensable pa ra p reve nir y tratar un tipo de enfe rmedades y otros
trasrornos conoci d os bajo la rúbri ca de desajustes evolutivos.'~ La id ea
que subyace a la hipótesis d e l desajuste es extrao rdin aria mente simple.
Co n el tiempo, la e lecc ió n natu ral adap ta (aj usta) a los organismos a
unas condicio ne s am b ie ntal es determinadas. U na cebra, por ejempl o,
está adaptada a ca m inar y cor rer en la sabana africana, a comer hierba,
a escapar cor riendo d e los leo nes, a resistir ciertas enfermedades y a
subsistir en un clima cá lid o y árido. i transportásemos una cebra al
lugar donde ivo, en Nueva I nglaterra, ya no tend ría que preocup arse
por los leones, per o sufr irí a a causa de otro probl emas cuando in-
tentase enco ntr ar hi er ba s u ficieme para comer, pr otege rse del frío du-
ran 1e el inviern o y r es is tí r a nuevas enfermedades. Sin ayuda, la ceb ra
trasplamada es cas i eg ur o que enfermaría y moriría por culpa d e estar
tan mal adaptada ( tan desajustada) al medio que enco ntraría en uev a
Lnglate r ra.
La nacien te e importa nt e disciplina de la medicina evolutiva pr o-
po ne que, a pesa r d e to d os los progre sos realizados desde el Pa leo-
lítico, nos hemos vue lta un poco como esa cebr a. A medida que la in -
novació n se ha id o ac eler a nd o especialme nte de sde que comenzó la
ag ricultur a, hemo s co n ce bid o o adoptado un a lista creciente de nu evas
práct icas culwr ales que han tenido efectos con flictivos en nu es tro
cuerpo. D e un lad o, much os de los desarro llos re lativamente recientes
han sido beneficiosos : la ag ricultura conduj o a una mayor abund a ncia
ele alimento, y las m o de rna s prá cticas de higie ne y la medicina científi -
ca han logrado r educ ir la m ortalidad infantil y aum entar la longevi-
dad. D e otro lacio, sin e mb argo , numerosos cambios culturales han al-
terado las interaccio nes e n tre nuestros genes y nu estros entorno s d e
varios modo s qu e ha n pr o movido un ampli o aba nico de probl emas
ele salud. Esta s dole nc ias son enfermedadespor desajuste, que se de fin e n
como enferm ed ades que so n resultado de qu e nu estro cuerpo paleo lí-
tico está poco o m a l ad aptado a ciertos co m po rt amientos y condicio -
nes modern as.
No creo qu e sea posibl e exagerar la importa ncia de las enferm e d a-
des por desaju ste . L o m ás prob able es qu e la mayo ría de nosotro s fa-
llezcamos a causa de a lgu na o que suframos discapacidades provoca -
das por ellas. Las en fe rm ed ades por de sajuste so n responsables de la
mayo r partida de los cos tes de salud en todo el mundo. ¿Qué son estas
enfer medade s? ¿Por qu é no hacemos más po r pr evenirlas? ¿Y có m o
podrí a un enfoq ue evo lutiv o de la salud y la m edicina, incluid a un a
PltO(; I\ E:-.O, DE SAJU\ f"E Y DI SEV0LUCl( .lN 1 93
seria consideració n de la histori a evo lutiv a del cuer po hum ano, ayu-
darn os a prevenir y tratar estas enfer med ades?
Ü ESAJ USTE
En esencia, la teoría del desajuste evo luti vo aplica la teoría de la adap-
tación a las interacciones cambia m es e ntr e genes y ambi ent e. En pocas
palab ras: toda persona de cualqui er ge n eración hereda mil es d e genes
que interaccionan con su ambiente, y la mayoría de estos genes fueron
seleccionados du rante cientos, mile s o inclu so millones ele ge neracio-
nes ante riores porqu e mejoraban la ca pacidad de sus antepasados para
sob revivir y repr oducirse en ciert as co ndi ciones amb ienta les . Por con-
siguiente, gracias a los ge nes qu e h e redamos, estamos ada ptado s en
distintos grados a ciertas activid ad es, al imentos, co ndiciones climáti-
cas y otros aspecros de nuest ro ento rn o. Al mismo tiempo , por culpa
de cambios en nuestro ambiente, a veces (no siempr e) estamos mal o
inadecuadamente adap tados a otra s ac tividades, aliment os, co ndicio-
nes climáticas, etc. A veces (insist0, no siempre) estas res pu estas mal-
adaptat ivas pueden llevanos a en fe rma r. Por ejemplo, como la selec-
ción natural adaptó al cue rpo hum a no durant e los últim os mill o nes de
años a consumir una dieta diver sa d e frut0 s, tubércu los, caza, semillas,
nueces y otros alimentos ricos en f ibra pero bajos en azúcar, no debe
sorpr endernos que podamos desarrollar enfermedades co mo la diabe-
tes tipo 2 y enfermedades cardiovasc ular es por comer continuamente
alimentos cargados de azúcar pero p o bre s en fibra. Tambi én e nferma -
ríamos si solo comiéramos fruta . Cabe obse rvar, sin embargo, que no
todos los ambientes y comportam ientos nuevos reaccio nan nega tiva-
mente con el cuerpo que hemos he redad o, sino qu e a veces pueden ser
beneficiosos. Por ejemplo , los seres human os no evo lucionaron para
tomar bebidas con cafeína o cepi llar se los dientes, pero no sé de nin-
gún estudio que diga que cantidades m odera das de té o café sea n per-
judiciales, y cepillarse los dien tes es incu estionablement e sa ludable
(sob re todo si se comen much os alim entos azucarado s). H ay que re-
cordar también que no toda s las adaptac io nes promueven la sa lud. Es-
tamo s adaptados a que nos gust e la sa l porqu e es esencial para nuestro
cuerpo, aunque en exceso sea perjudi c ial.
Las enfermedades por desaju ste so n muchas, pero todas tienen su
 L A HI STOR I A DEL C UERPO H UMAN O
causa en cambios amb iental es que alteran las funcion es del cuerpo. La
ma ne ra más simple de clasifica rlas es de acuerd o co n la forma en que
ha cambiado un estímulo ambiental. En términ os ge ne r ales, la mayo ría
de las e nfermedades po r de sajus te se producen cuand o un estímu lo co-
mú n aumenta o disminuye m ás allá de los niveles a los qu e el cuerpo
es tá ada ptado, o cuan do el estímu lo es complet ame nt e nuevo y el cuer-
po no está adaptado a él en absoluto. Dicho de una forma sencilla, los
desa juste s son causado s por estímulos que son demas iado altos, dema-
siado bajos o demasiádo nue yos. Por ejemplo, a medid a que la evolu ción
cultura l transforma la dieta de la gente, algun as enf er m edades por des-
ajuste se producen por co m er demasiada grasa, o tr as p o r comer dema-
siado poca y aún otra s po r comer nuevos tipos de g r asa que el cuerpo
no pued e digerir (co mo las gr asas parcialmente hidrog enadas).
U na forma comp le me nt aria de pensar en los o ríg e nes de las enfer-
medad es por desajuste es en función de los dist int os proce sos que alte-
ran lo s ambientes, camb iando el grado en qu e lo s in div iduos está n
adaptado s a sus circu nsta ncias.'º De acuerdo co n esta lóg ica, la causa
má s si mple de una enferm edad por desajuste es la migraci ón, cuando
una s pe rsonas se des pl aza n a nuevos ambientes a los que no están bien
ad a pt ado s. Por ejempl o, cuando los europeos de l n orte se mudan a lu-
ga res soleados como Austr alia, tienen una mayo r p robabilid ad de de-
sarr olla r cáncer de pi el porqu e la piel pálida o frece po ca protecci ón
natura l frente a los eleva d os niveles de radiació n so lar. Los desajustes
pr ovo cados por la migrac ión no son únicament e un pr oblema moder-
no , sin o que debieron producir se también dur ante e l Pale olít ico, cuan-
do las pob laciones se di sper saro n fuera de Áfri ca y po r todo el mundo ,
encontrá ndose con nu evos patógenos y nuev os alimento s. Una dife-
rencia clave entr e ahora y ent onces, sin embargo , es que en el pasado la
di spe r sión de las pobla ciones tenía I_ugar de m aner a m ás gradu al, a lo
largo d e una escala de tiempo más dilatada y, por tanto , con tiempo
suficient e para que se pr oduj era selección natura l en respuesta a los
desaju stes que se producían ( tal como se comenta en e l capítulo 6).
D e los procesos que altera n los entorno s provoca nd o desaju stes
evolutivo s, los más comu nes y potentes se prod uce n a causa de la evo-
lu ció n cultural. Los cambio s tecnológicos y económicos de las últimas
ge ne ra ciones han alter ado las enfermedades inf ecciosas que contrae-
mos, los alimentos que com emos, los fármacos que tomamo s, el trabaj o
que hacemos , los contaminant es que ingerimos, la cantidad de energía que
gas tamos y consumimos , las tensiones social es que expe rim entamos
- .
PROGRES O, DESAJUSTE Y DI SEVO L UC IÓN
y tantas otra s cosas . Muchos de estos cambios han sido bene ficio sos,
pero tal com o se ex pl ica en los capítulos siguientes, estamo s potb re o
insuficient em ente adapta dos para enfrentarno s a ot ro s, lo qu e co ntr i-
buye al desarrollo de enferm edades . Ad emás, un a carac terís tica co-
mún de esta s enfermedad es es qu e se producen de result as d e in terac-
ciones cuy a ca u sa y efecto no son inmediatos ni , por consiguie nte,
evidentes. H ace n falta muchos años de contaminación para provo car
ciertas enfe rm e d a des (la mayoría de los cánceres de pulm ó n se d esa-
rrollan décad as d es pué s de que se ~mpi eza a fumar), y cuando a uno
le han picad o miles de veces mosq uito s y pulgas , pued e se r difícil
darse cuent a de que estos insectos a veces trans miten la malar ia o la
peste.
Una últi ma ca usa de las enfermeda des por desajuste qu e es tá r ela-
cionada con las anteriores han sido los cambios en nuestra hi sto ria vi-
tal o ciclo bi o lóg ico. A medida qu e madur amos pasamo s por vari os
estadios del d esa rroll o que afectan nue stra susceptibilidad a la ,enfer-
medad. Por ejemplo, vivir más años pued e aumentar el núm e ro de d es-
cendientes, pero tambié n aumenta la probabi lidad de causar más d años
al corazón y los vaso s sanguíneo s y acumul ar más mutacio nes en va-
rias líneas ce lu la re s. El envejecimiento no es causa directa de car diop a-
tías y cáncer , per o estas enfer medades aumentan su preval encia con la
edad, lo que ay uda a explicar el aum ent o de su incidencia a medid.a que
han ido aum enta nd o los años de vida. Además , pasar por la pubertad a
una edad más temprana puede aum entar las posibilidades de tener m ás
descendencia, pe ro también eleva la exposición a hormona s re p rodu c-
toras que aumentan la probabi lidad de ciertas enfermedad es . Las t asas
de cáncer de mama, por ejemplo, so n más altas en mujer es que co mi en-
zan a tener perio dos menstruales a una edad más tempran a (hay una
explicación m ás detall ada en el capítulo 10)."
Dadas las co mpl ejas causas de las enfermedade s por desa ju s te, de-
terminar qué en ferm edades son desajustes evolutivos es todo un cet o y
puede ser un asunto contencioso. Un probl ema especialmente e spin o-
so en el qu e ya he h ec ho hincapié es que no hay un a respu es ta simple a
la pregunta de a qué estamos adaptados los humanos. La histo ria evo-
lutiva de nu est ra esp ecie no fue sencilla, no todas las caracterí st icas del
cuerpo son adaptaciones, muchas adaptacione s implican com promi-
sos, y el cuerp o es un batiburrillo de adap taciones dive rsas que a v eces
entran en conflicto. En consecuencia, pu ede ser difícil identifi car qué
condiciones ambiental es son adaptativ as y hasta qué punt o. Por ejem-
 r
LA III STO IIIA DEL CUEIIPO II LIM.\N O
plo, ¿en qu é medida estamos adapt ado s a la comi da pica nt e? Estam os
adaptados a ser física mente activo s, p e r o ¿es 1amos malad aptados a ser
demasiado activos ? Es bien sabido q u e co rr e r demasiad o o la d ed ica-
ción int ensa a otros depones pued e reducir la fertil idad de una muj er,
y no está cla ro has ta qué punto las pru ebas de resistencia extrema co mo
los ultr amara i-ones incrementan el riesgo d e lesiones y enferm eda des.
O tro problema que plantea la id e ntifi cación de las enfe rm ed ad es
po r desaj uste es qu e nuestro cono cimi ento d e muchas enferm ed ades a
menu do es in s uficiente para determin a r qu é factores ambi ental es las
causan o influ ye n en ellas. El autismo, po r ejemplo, pod ría se r una en-
ferme dad por de sajuste porque solí a se r ra r o y solo recient emen te se ha
hecho más co m ún (y no solo porqu e h aya n ca mbiado los criter ios de
diagnóstico) y se da sobre todo en paí ses d esa rrollados. Sin embar go,
las causas ge nét icas y ambienta les d e l a u t ismo son oscura s, por lo qu e
es di rícil dec id ir si se trata de una enf c rmed a d causada po r un desa ju ste
entr e genes antiguos y ambientes mod e rn os . 22 A falta de mejor info r-
mación, so lo pod emos conjeturdr que mu c has enfermeda d es co mo la
esclerosis múltipl e, el trasto rno Por d éf ic it d e aten ción co n hip erac tivi-
dad (TO A 1!), e l cá ncer de páncreas, así c om o dolencias como el d o lo r
de espa lda ge ne rali zado, son casos d e d es aju sre evo lutivo.
Un último pr oblema de la identifi c ::ic ió n d e enferm ed ades po r de-
sajuste es qu e ca recemos de dato s só lidos so br e la salud d e los caza-
do res- reco lec tor es, especialmente del 1>a lco lítico. La ese ncia de las
enferm edad es por desajuste es que es tá n ca u sadas por el h ec ho d e que
nuestr o cue rp o está mal adaptad o a nu evas condici o nes ambi entale s.
Por tan to, las e nferme dades que sean co mun es en las pob lacion es occi-
demales pero rara s entre los cazado re s- reco lecto res son bu enas ca ndi -
datas a enf erm eda des por desajust e . Y a la in ve rsa, si una enfermedad
es com ún entr e cazadores- recolect o res s upu es tamente bien adap tad os
a los ambi e nt es en los que viven, es m e n os prob able qu e sea una en-
fermeda d por d esa juste. 1la habido va ri os int entos de identifi ca r en fer-
medades po r d es ajuste. El primer in te n to globa l se debe a Wes to n Pri -
ce ( 1870- 1948), u n dentista ameri ca n o qu e viaj ó por tod o el mund o
antes de la segunda gue rra mundjal par a recoger pruebas q ue respalda-
sen su teo ría d e qu e las dietas occidenta les mo dernas (es pecialmen te
las gu e tienen de m asiada harina y az ú ca r) ca u san caries, di ent es apiña-
dos y otro s probl emas de salud.13D es de entonc es, varios in vest iga d o-
res han recog ido d atos sobre la relación entr e salud y ambi ente en gru-
pos de caza dore s-r ecolectores y pob lac io n es qu e practican ag ricultura
PRll(; HE~O, DE SAJUSTE Y D ISEVOLUC IÚ N 1 97
de su b sistencia.' 4 Po r desg racia , estos estudios son p ocos, a veces se
basan en datos limitados o anec dóticos, y suelen te ne r tamaños mues-
erales p equ eños. Se puede co ncluir con una raw nable se guridad que la
diabe tes d e cipo 2 la mi op ía y ciertas cardiopat ía so n raras en esas
pob lacion es, pero hay mu y poca infor mación sobr e muc has ot ras en-
fermeda d es como el cá nce r, la depresión o el alzhéim e r. Lo s escépticos
tiene n razón cua ndo señalan que la ausencia de pr uebas no siempre es
prueba d e la ausencia. Además, ninguno de los con j untos de datos dis-
po nibl es de soc iedades no occ identales procede de es tudi os aleatoriza-
dos y cont rola dos, que expe rimenta lmente testen el efec to de una va-
riable det ermin ada , como un alimento o actividad , so br e la salud al
tiempo que controlan ot ros factores que Podrían afectar a los resu lta-
dos. P o r últim o, ya no qu edan g rupos de cazadores-reco lec tores estric-
1os, ni los ha habido en cien tos o quizá miles de año s . 2 ' La mayoría de
los caza d ores - reco lectore s cuya salud se ha estudi ad o fu man ciga rri-
llos, beb en alc ohol int ercamb ian alimentos con agric ult o res y hace
tie mp o qu e se enfrentan a enfermedades infecciosas co nl ra ídas a partir
de poblacion es exterio res .
Co n es tas adve rtencias en mente, 1odav ía es ÚI i I co ns iderar qué en-
ferm e dad es so n o podrí an se r desajus tes evo lutiv os. La rab ia 3 es una
lista par c ial de enfermedade s y otros problemas de sa lud para la que
hay a lg un a razó n para erce r qu e son causadas o ag ravada s por desajus-
tes evo lut ivo s. Dicho de o tr o modo, estas enferm edades podrían ser
más pr eva lentes, más graves o afectar a una edad m ás temprana po r-
qu e los se res human os no es tán bien adaptados a n u e vas circunstancias
amb ie n ta les que desem peña n algú n papel en la cau sa d e qu e se prod uz-
ca n. Co n v iene observar que la tabla 3 es una lista pa r cial; se sospecha
que mu c h as otr as enfer m edades lo son por desaju stes pe ro están po r
cont ras ta r, y he omit ido de la lista a 1odas las enfermedades infecciosas
que se producen por co nt acto de humano s con nuevo s pat ógenos. De
haber inclu id o esas enferm eda des, la lista seria mu cho más larga y
ala r m a nt e .
L a tab la 3, que so lo es una lista parc ial, sorp rende y asusta . ¡Y de-
be ría! Es importa nte hace r hin capié en que no rod as la s en fermedades
inclu id as en la lista está n ca usadas siempre por un de sa ju ste, y en mu-
chos casos el d esajuste es so lo una hipót esis y se neces i tan más datos
pa ra co ntr astar si rea lm ente están causadas o se ve n agravadas po r
nu evas in teraccione s ent re ge nes y ambiente. Pese a to da s estas pre-
venc io n es, debería quedar claro que la mayoría d e las enfe rmedades
 LA HIST OR IA DE L CUERPO HUMANO PROG RESO, DESAJUST E Y D I SE V O L U C IÓN 1 99

T ABLA 3. Enfermedades pordesaju ste no infecciosas hipoté ticas nos médico s qu e aflige n a los seres hu ma n os en la actualidad son d esa -
just es evoluti vos po rqu e son causados o se v e n ag ravados por los est i-
reflujo gástrico/ acidez crón ica pies planos
los de vida m od ern os que no están en sintoní a con la antigua b iología
acné glaucoma de nuestro cu erp o. D e hecho, dadoCjue las c ardi opatías y,en las nac io-
enfermedad de Alzheimer gota nes desarrollad as, los cánceres son resp on s abl es de más muertes qu e
ansiedad dedos en martillo cualesquier otra s enf ermedades, lo m ás probabl e es que acabe mos mu-
apnea hemorroides riendo a cau sa d e una enfermedad por de s a ju s te . Ad emás, las di scapa -
asma hipertensión cidade s que co n mayo r probabilidad r e du c ir án nuestra calid ad de
pie de ad eta deficiencia de yodo (bocio/ cretinis- vida a medid a que envejezcamos tam b ié n e s pr obable que ten ga n su
mo) causa en de s aju stes evolutivos. Una v ez m ás , convi ene insistir en qu e
trastorno por déficit de atenc ió n co n muelas del juicio impaCLadas la tabla 3 sol o es un a lista parcial porqu e exclu ye muchas enferm ed a-
hiperactividad des infecc io sas mo rt ales como la tube rcul o si s, la viruela , la g ripe y el
juanetes insomnio (crónico) sarampión qu e se exte ndieron ampliam e n te tr as los orígenes de la ag ri-
cánceres (solo algu nos) síndrome del intest ino irritable cultura, en bu ena part e porque entram os e n c o nt acto con an imales d e
g ranja y com enzamos a vivir en grand es grup os co n altas d ensidades y
síndrome de túnel carpiano intolerancia a la lactosa
poca higien e.
caries dolor lumbar
síndrome de fatiga crónica maloclusión
cirrosis síndrome metabólico
estreñimiento ( crónjco) esclerosis múltipl e EL C ÍR CULO VICIO SO D E LA D I SEVOL U CI ÓN
enfermedades coro narias miopía
enfermedad de C rohn trastorno obsesivo-c ompulsivo Antes de re tom ar la historia del cuer po human o y discutir de q ué
depresión osteoporosis forma de sde el fin al del Paleolítioo la evolu c ió n cultural ha alte rad o
diabetes (tipo 2) fascitis plantar nuestro s entorn os de modos que a veces caus an enfermedades po r d e-
dermatitis del pañal síndrome de ova rio poliquístico sajuste, ha y un a dinámica evolutiva adicional qu e debemos co nside-
rar: de qué modo la evolución cultur al a ve ces responde a estas enfer-
trastornos alimentarios preeclampsia
medad es . Esta no es en absoluto una cu es tión b anal, pues la natu raleza
enfisema raquitismo
de la respue sta ayud a a explicarporqué alguna s enfermedades po r d es-
endometriosis escorbuto ajuste, com o la vi ru ela y el bocio,se h an ex t inguid o o son infr ecu ent es
síndrome del hígado graso úlceras estomacales mientra s qu e ot ras, co mo la diabetes d e tip o 2, las enferm ed ades ca r-
fihromialgia diovascular es y los pie s planos, siguen s iendo pr evalentes o se están
tornando má s co mun es.
Para explo rar es ta dinámica, comp ar e m os d os enferm edad es p or
que probabl emente vayan a afectarno s están dese ncadenada s o se ven desajust e co mun es sobr e cuyos oríge n es e v o luti vos hablaremo s m ás
intensifica da s po r factore s ambi ental es que en su mayorí a se han hecho en el capítulo 8: el escorbuto y la caries . El esc orbut o tiene su causa en
comun es desde la agricultura y la indu strialización. Duran te la mayor una deficienci a d e v itamina C y solía se r c o mún entre mariner os, so l-
parte de la evolu ción humana, la gente no tenía oportunid ad de poner- dado s y otr os g ru pos con dietas sin fru ta ni v erdura fresca, qu e son las
se enferma o qu edar discapa c itada por enferm edad e s co mo la diabetes principale s fu entes naturales de vitamina C. 26 La ciencia mo dern a n o
de tipo 2 o la miopía. De ello se sigu e que un alto porc entaj e de trastor- averiguó la causa sub yacente al escorb u to h as ta 1932, pero mu cha s so-
20 0 L,\ lll ~Tt>H IA DEL CU EHPO II UMANO
cied ad es ave riguaro n cómo pr eveni r la enfe rmedad co miend o cierras
pl a nt as que son ricas en es ta v ita mina. ' 7 En la actualid ad, e l esco rbuto
es mu y raro porq ue e fácil de prevenir, incluso en pu ebl os que no
co nsum e n frut a o verdura fre sca, añadiendo vitamin a C a alimemos
pro cesa dos. El escorbuto es, por consiguiente, un a e nf e rm edad por
d esa ju st e que pertenece al pasado porque hoy podemos pr eve nir sus
causas de fo r ma eficaz.
Co m o co ntraste, co nsid ere mos el caso de las cari es, qu e son el re-
sul w d o de la acción de bacteria s que se adhieren a los dient es en una
fina pe lícu la de placa. La mayo ría de las bacterias d e la boc a so n natu-
ra les e in oc uas, pero unas pocas especies generan pr o blem as cuando
se alim e ntan de féculas y azúcares de los alimento s qu e ma sticamos
y lue go liberan ácidos que di suelven el diente, crea ndo un a caries. 28
C u ando no se trata, una ca ries puede extenderse y er os io n ar el diente
profundament e, provoca nd o un dolor agudo además d e un a g rave in-
fecc ió n. Po r d esgracia, los human os tenemos pocas de fensa s natura les
contra lo s mi croo rga nismos que causan las caries aparte d e la saliva,
pos ib lem e nte porgue no evo lucionamos para comer cant idad es copio-
sas de a liment os ricos en fécu las y azúcar. Las cari es se d a n co n baja
fr ec u e n cia en primates, so n raras en los cazadores- reco lec to res, co-
m e nza ro n a hacerse com un es tra s el origen de la agri cultura y llega ron
a su punt o álgido durant e los siglo x1x y xx.19 En la ac tua lidad , las ca-
ries afec tan a casi 2 . 500 millon es de personas en todo el m u nd o.lº
A u nque las caries so n d esaj ustes evolutivos con me ca ni smos cau-
sa les tan co noc idos co mo los del escorbuto, siguen sie ndo tr eme nda-
me nte co mun es porque no p reve nimos de una for ma eficaz sus causas
má s p rof unda s. Al contrar io, la evolución cultural ha d es arr o llado tra-
tam ie n to s efic aces para cura rlas cuando se produce n q ue con sisten en
q ue un d enti sta elimine las partes dañadas de la pieza , q u e luego res-
ta ura c on u n empaste. Tam bié n hemos desarro llado a lgu n as pr ácticas
par cia lme nt e efectivas pa ra preveni r que las caries sea n m ás frecuen-
tes, co m o ce pillarse los die nte s, limpiarlos con hilo d e nt a l, sellar los
di entes y hacer una limpieza bucal una o dos veces a l año. Sin estas
m edidas preve ntivas, habría muchos miles de millo n es d e ca ries más
por enc ima de los miles de millon es que ya hay, pero s i realm ente qui-
siér am o s pr eve nirlas, tendríamo s que reducir de form a dr ás tica el con-
su mo d e a limentos co n azúca res o féculas. Sin embargo, d es de el o ri-
gen d e la ag ricultura , la mayo r parte de la pobl ac ió n mund ial ha
d ependid o de cereales y g rano s como fuente princip a l d e ca lorías, lo
Pfl()C H ESO, DESAJU\TE, DI\EH ) l LCIÓ1' 20 1
que hace que sea imp os ibl e, salvo para un os pocos, una dicta qu e ver -
daderamente sir va pa r a pr evenir las car ies. Al final, las caries so n el
precio que pagam os po r di sponer de calorías ba ratas. Como la mayor ía
de los padres, p e rmito qu e mi hija coma alimentos que provoca n ca-
ries, la animo a cepil la rse los dientes y la llevo al dentista, y sé mu y
bien que prob ab le m e nt e tenga algun a que o tra caries. Co nfío e n q u e
me perdonará.
Así pues, a dife re n cia d el escorbuto, las caries son una form a de
enfermedad por desajuste qué todavía es pre vale me a causa de un b u cle
de realimentació n , un c írcul o vicioso causado po r interacciones ent re la
evolución cultural y la b io logía . El círculo comienza cuando enf e rma-
mos o nos lesiona m os a causa de un de saj uste evolu tivo que es conse-
cuencia de no estar adec u adame nte adaptados a un cambio en el e n w r-
no del cuerpo, po r rec ibir demasiado o demasia do poco de un estí mul o,
o estar expuesto s a u n estímulo demasiado nu evo. Aunque a me nud o
tratamos los sím o m as d e la enfermedad con di versos g rados d e éxiw,
no logramos preve nir las causas de la enfermedad , o escogemos n o ha-
cerlo. Cuando pasa m os a nuest ros hijos esas condiciones ambie m a les
ponemos en marcha un bucle de realimenta ción que permite qu e la
propia enfermed ad p e r sista o quizá aum ente su prevalencia e imen si-
dad de una generac ió n a la sig uiente. En el caso de las caries, yo n o se
las he transmitido a mi h ija, pero sí le he tran smitido una dicta qu e las
provoca, y lo más probabl e es que ella haga lo mismo con sus hijos .
Las desventajas d e n o tratar las causas ele una parologia se v ie nen
discutiendo y deba ti e nd o d esde hace siglos, a menudo en el co nt ex to
de la enfermed ad de un pa ciente. Segú n e l Oxford Engfislt Dictiona ,y,
el significado or ig in a l de la palabra «paliativo» (usada por primera vez
en el siglo xv) se refe rirí a a los cuidados que «alivian los síntoma s d e
una enfermedad o do le ncia sin ocuparse de la causa subyacente». 1 •
Además, mucho s a ntr o p ólogos y biólogos evolu tivos han dilucid ad o
cómo interacciona n la c u ltu ra y la biología durante largos periodos d e
tiempo estimuland o no so lo el cambio bio lóg ico sino también el cultu -
ralY Por ejemplo, la mi gración de los p ueb los pa leolíticos hacia cl im as
templados estimul ó la in vención de nue vas formas de vestido y vi vi e n -
da. Los mismo s procesos se aplican también a las enfermedades por
desajuste. Sin emba rgo, carecemo s de un buen término para referirnos
al pernicioso bu cle de r eal imentación q ue se p ro duce a lo largo d e m Cd-
tiples generacion es cu a n do no tratamos las causas de una enferm ed ad
por desajuste y en su lu gar transmitimos los propios factores am bi e n-
20 2 L A HI STO RIA DEL CUERPO HUMANO
tales qu e pro voc an la enferm edad , manteniendo la prevale n cia d e esta
o incluso ag rav ándola. Por lo general soy contrario a los neo logi smos,
pero creo <}U e «disevolución,, es un a nueva palabra útil y a propi ada
porque, des d e la perspectiva del cuerpo, el proceso es una fo rma per-
judici al (dis) d e cambio con el tiemp o (evolución).Insisto, la di se vo lu-
ción no es un a form a de evolución biológica, puesto que no tran smiti-
mos las en fe rm edades por desajuste directamente de una ge n e ración a
la siguien te, sino una forma de evo lución cultural, porq ue tr an smiti-
mos los co mp o rt amientos y ambi entes que promueven l_as e nf erm eda-
des por desajus te.
Las caries son, por desgracia, tan solo la punta del ice ber g d e las
enfer meda d es por desajuste con di sevo lución. De hecho, sos pech o que
un a por ción elevada de los tr asto rn os por desajuste de la tab la 3 están
sujetos a este pernicioso bucle de realimentación. Pensemos e n la pre-
sión sang uín ea alta (hipertensión), qu e afecta a más de mil mill o nes de
persona s y es uno de los pr incipales factores de riesgo de accident es
cerebr ova sc ula res, ataques al co razón, enfermedades rena les y otras
do lencias. 33 Co rno casi todas las enfermedades, la hipe rt e n s ió n está
causad a po r inte racciones entr e los genes y el ambiente, y co m o de
manera n atur al las arterias se endur ecen con la edad, también es un
efec to secun da rio del envejecimiento. Pero las principales ca u sas de la
hiperte nsió n en personas jóvenes y de mediana edad son las dieta s que
pr o mu eve n la o besidad, así como un a ingesta muy alta de sal , nivel es
bajos de acti vidad física y con sum o excesivo de alcohol. D isp o nemos
de muchos fármacos para tratar la hipertensión, pero el m e jor tr ata-
miento es tambi én la mejor form a de prevención: dieta y ejercicio , los
reme dio s de to da la vida.34 Así pu es, igual que las caries, la hip erten-
sión es un caso común de disevolución porque aunque sab e m os cómo
redu cir su p rev alencia, nuestra cultur a crea y transmite los factor es
ambien tales <}Uecausan la dolencia y mantienen su prevalen c ia. C omo
explorare m o s en los capítulos 1 o a 1 2, bucles de realimentac ión p areci-
dos ay ud an a explicar la incidencia de diabetes de tipo 2, en fe rm edades
cardi ovasc ul ares, algunas forma s de cáncer, malodu sio n es, mi opía,
pies planos y mucha s otras enferm edades comunes pordes aju s te .
Aun qu e la disevolución es causada por no tratar las ca u sa s de una
enfe rm ed ad p o r desajuste, a veces puede ocurrir que ag r av emos el
pr o ceso po r el modo en que tra tamos los síntomas. Por de fini ció n, los
síntom as son desviaciones del esta do normal de salud, co mo la fi ebre,
el dolo r, las n áuseas y los sarpullid os, que señalan la pre se ncia de un
PROG RE SO , DE SAJU ST E Y D ISEV OL U C I ÓN 203
estado de enfermedad . Lo s s ínt omas no instigan la enfermedad, pero
provocan sufrimiento y por eso los notamos y nos preocupan cuando
estamos enfermos. Cu and o es tamos resfriados, no nos quejamos de los
virus de la nariz y la ga rga n ta, sino de la fiebr e, la tos y la inflamación
de garganta que hacen qu e no s sintamos tan mal. De igual modo, un
paciente con diabetes probablem ente no piense en su páncreas sino que
le molesten los efectos tóx ico s de un exceso de azúcar en la sangre.
Como ya he argumenta do más arriba, los síntomas a menudo son adap-
taciones que nos e~pu ja n a ac tuar. En muchos casos, tratar los sínto-
mas ayuda al proceso d e sa nac ión, y en el caso de algunas enfermeda-
des (como el resfriado co mún) no tenemos más remedio que tratar los
síntomas. Es humano int e ntar aliviar el sufrimiento, y tratar los sínto-
mas a menudo es beneficioso , incluso necesario para salvar la vida. No
obstante, es posible qu e e n o casiones seamos tan eficaces en el trata-
miento de los síntomas d e una enfermedad por desajuste que reduzca-
mos la urgencia de tr atar su s causas. Sospech o que así ocurre con las
caries, y en capítulos pos te ri o res exploraremos los efectos de tratar los
síntomas de enfermed ades nu evas.
Creo que la form a e n qu e respondemos a las enfermedades po r
desajuste a través de la di sev olu ción es un proces o actual e important e
que merece la pena consid e rar mientras explora mos la forma en que ha
cambiado el cuerpo hum a no dur ante los último s 10 .000 años, desde
que empezamos a cultivar , co mer nuevos alim entos, usar máquinas
para hacer trabajo y se nta rn os en sillas todo el día. Está claro que no
todos los desajustes co ndu ce n a disevolución, pero muchos lo hacen, y
comparten varias cara cte rí s ticas comunes y pr edecibles. La primera y
más obvia es que tiend en a se r enfermedades crónicas no infecciosas
cuyas causas son difíciles d e trat ar o prevenir. De sde los inicios de la
moderna medicina cientí fi ca hemos aprendido a tratar o prevenir mu-
chas enfermedades infecc iosas identificando y matando los patógenos
que las causan. Las enf e rm edades causadas po r alimentación insufi-
ciente o malnutrición pu ed e n pr evenirse en la pr áctica aliviando lap o-
breza o proporcionand o co mpl ementos a la dieta. En cambio, las en-
fermedades crónicas no inf ec cio sas siguen siendo difíciles de prevenir
o curar porque suelen pr ese ntar múltiples causas que interactúan e im-
plican complejos compr o mi so s. Por ejemplo, nues tra evolución nos ha
proporcionado adaptac io n es par a que nos gu ste el azúcar, ganamos
peso y nos tomamos las co sas con calma, y multitud de factores, bio ló-
gicos y culturales, conspiran p ara que a las personas con sobrepeso les
20 -1 LA lll ~Tl) IUA DEL C:UFI\PO IIUMANO PIIOCllESO, DES \J ll~TE, l>l'>E\ ,)1.un ú r-. 20\

result e difícil perde r unos cu a nto s kilos (más sobre esto en el capítulo La pesada carga de las enfer medades p o r de sajuste qu e sufrimo s los
10) . Ot ras enf ermed ades nu evas, como la en fermedad de Cro lm , pro - humanos y el ciclo de realime ntac ió n d e la disevolució n que hace que
bable me nte sean enferm eda d es por desajuste pero sus causas siguen sigan siendo comu nes plant ean muchas preguntas . ¿Cómo sabem os si
elu diénclo nos. unca habr á un P as teu r para estas dole ncias. de verdad son enfe rm edad es por d esaju s te? ¿Qué aspec tos de los am-
Una segu nda caracterí s tica d e la disevolución es que uno espera bientes modernos provocan estas enferm e dad es? ¿Cómo las perp erua
que el proceso se aplique sobre wdo a enfe rm edad es por desajuste qu e la evolució n cultu ral? ¿Y qué d ebemo s hacer al respecto? ¿So n los ata-
tiene n un efecto bajo o desp rec iab le sobre la eficac ia rep rod ucto ra. ques al corazón, los cánce res y los pies p lanos subp roductos inev ita-
Enfer m edades co mo las ca ri es, la miopía o los pie s planos se pueden bles de la civilización, o pode mos prevenirlos de una manera eficaz sin
tr atar con tanta eficacia que no d i ficult an la capacidad de una persona tener que renunciar al pan , los coc hes y los zapatos?
pa ra encontra r pareja y tene r hij os . Ot ras, como la diabetes de tipo 2 , Lo s ca pítul os 10 a 12 exp lo ran las ba ses b io lógicas d e los dist intos
la osteoporosi s o el cánc er, ti en d en a no aparecer hasta qu e somos tipos de enferm edade s po r desaj u ste y po r qu é algunas (pero no todas)
ab uelos . Esta enfer medade s d e la m ediana edad o la vejez podría n ha- no son consecue ncias inevitab les del pr og reso. Tambi én di scutir é de
ber ten ido co nsecuencia s nega tiv as en el Paleolí tico por que los abue - qué modo una persp ect iva evo lutiva po dría ayudarnos a preve nir las
los de los cazado res- recolecto res dese mpeñan un pape l crítico por su enfermedade s po r desaj uste al ayud arno s a centrar la ate nció n d e una
atenc ió n a sus hijos y nietos. , 1 Pero el papel eco nóm ico del abuelo en el manera más eficaz en sus causas ambiema les. Pero prim ero veamos
sig lo xx 1 es muy distin to, y es dud oso que es tar en fer mo o morir con más a fondo lo que le ocurr ió al cuerp o humano tras el fin del Paleolí-
cincuen ta y tantos o sesen 1a y tanws años tenga algún efecto negativo tico. ¿D e qué modo cambi aro n la Revo lu ció n Agrícola y la Re volu-
sobr e e l nú mero ele h ijos y n ie tos. ción lnd ust rial el modo en que nuestro cuerpo crece y fun cio na, para
n a úh ima característica d e las enferm eda d es por desajuste que bien y para mal?
so n co mun es o se están hac ien do m ás preva lemes a causa de la disevo-
lución es que sus causas tie n e n otro s benefic ios cultura les, con fre-
cue ncia soc iales o econó mi cos. Las causas ele mu chas enferm edades
po r d esa justes, como fu ma r o b e b er demasiados re frescos azuca rados,
so n popu lares po rque pr o po rc io n an placeres inmediatos que se ante-
pone n a las pre ocupaci ones o las va loracione s rac ionales sobre sus
co nsecu encias a largo plazo. Ad emá s, existe un fuerte incentivo par a
que fabri cantes y publi cistas compla zcan los d eseos fruto de nuest ra
evo lució n y nos vendan produ c tos qu e aumentan nue stra comod idad ,
co nve niencia , efic iencia y pl ace r, o qu e nos hacen cree r que son venta -
josos . Por alg una razón es p o pu lar la comida ba su ra. Como yo, todos
usamos pr oductos comerciales vei nticuat ro horas al d ía, incluso para
do rmir. Muchos de esos p ro du ctos , como la silla en la que aho ra estoy
senta d o, me hacen sentir m ejor , pero no todo s son saludables para mi
cuerp o. La hipótesis de la di sevo lución pred ice que mientras acepte-
mo s o tratemo s los sínt o m as de los problema s creados por esos pro -
ducto s, y mientras los bene fi c ios superen a los costes, segui remos
comprá ndo los y usándo lo s y tr a n s mitiéndolos a nu estros hijo s, mant e-
nien do v ivo el ciclo mucho d es pu és d e que ha yamos desa pare cido.
 8

¿PARAÍ SO PERDID O ?

Los frutos y dislates de hacernos ag ri cultores

Con la intr oducción de la ag ricul tur a la humanidad en-

tró en un largo periodo de mezqu in dad , miseria y locu-
ra de las que solo ahora se está liberando gracias a la
benéf ica actuación de la maquina r ia .

B ERTRAND RuSSELL, !.A conquista de la felicidad

En P araísoperdido (libro 4), Milton imagina cómo se le aparecía el pa-

raíso a Satán antes de la caída del hombre, cuand o to d o era perfecto en
el Ed én. El paraíso, al parecer, es un parque ajardin ad o y perfumado
co lm ado de frutos suculentos y manadas de herbí vo ros que rozan los
pas tos : «Una alegre campiñ a de variada vista; flores tas cuyos ricos ár-
bo les rezumaban aromá ticos bálsamos y gomas, o tr os ca rgados de fru-
to d e refulgente cáscara dorada ... de sabor deli cios o ; e ntr e ellos, pra-
dos y suaves colinas, y rebaños que pastaban la bl and a hier ba».
A uno el paraíso le puede parecer atractivo , per o Sat án reacciona
co n resent imiento ante tant a dicha pastoral: u¡O h , infi ern o! ¿Qué mis
ojos co n dolor contemplan?». Me lo imagino co mo un sofisticado ur-
banit a condenado a vivir en un exilio pastoral lejos d e las comodidades
de la civilización. Encima de tener que ver cómo Ad á n y Eva retozan
des nud os, tal vez se estuviera preguntando dónd e p o drí a tomar un es-
presso decente. ¡Qué tor tur a! No así para Adán y E v a, q ue, tentados a
co m er el fruto del árbol del conocimiento del bie n y d el mal, son ex-
pul sad os del paraíso y por sus pecados condenad os a trab ajar como la-
b rieg os en el cruel mund o exterior. En la Biblia, Di os emite su juicio
co m o un a maldición que compendia la esencia mi ser ab le de la condi-
ció n hum ana:
«Maldit a será la tierra por tu causa; con dol o r co m e rás de ella to-
dos los días de tu vida. Espinos y cardos te produ cirá , y comerás plan-
20 8 L,1 III STlllll ·1 D E I. C U El!l'll ll U~IAN O
tas del campo. Con el sudor de tu ro stro come rás el pan hasta que vuel-
vas a la tierra , porque de ella fuiste to mado; pues polvo eres, y al polvo
vo lverás .» (Génes is 3: 17-19 , Bib lia de Reina-Valera).
Es dif ícil leer el veredicto de Dios sin reconoce r en la expulsión de
Adán y Eva del Jardín del Edé n un a alegoría de la primera gran causa
del desa ju ste: el fin de la forma de vida de los cazado res-recolectores.
Desde aquella transición, que co m enzó hace unas seiscientas genera-
cione s, el cas tigo para la especi e huma na ha sido trabaj ar la tierra con
esfuerz o, cultiva ndo nuestro pan d e cada día en lugar de recoger frutos
suculentos allí donde se nos ofrecen. En una rara instancia de encuen-
tro , cre ac ioni sras y biólogo s e vo lu tivos concuerdan en que desde en-
tonc es todo ha ido a peor pa ra los hu manos. Segú n Jared Oiamond, la
agri cultur a fue «el peor error en la hi storia de la raza humana».' Pese a
tener m ás ali mentos, y por tanto má s hijos, que los cazadores-recolec-
to res, los agr icultores por lo ge nera l tienen que trabajar más, comen
un a dieta de peor calidad , se e nfr enta n más a menud o a la inanición
porque sus cultivos fracasan oca s iona lmente a causa de inur.daciones,
sequía s u o tro s desastres, y vive n co n mayor densidad de población, lo
que fomenta las enfermedades inf ecciosas y las tensiones sociales. La
agricul tura tal vez haya conducido a la civilizació n a otros tipos de
«prog reso" , pero también ha causado miseria y muerte a gran escala. La
mayo ría de las enfermedades por d esajuste que sufrimo s en la actualidad
nacen de la transición de la caza y la recolección a la agricultura.
Si la agric ultura fue un e rr o r co losa l, ¿por qu é empezamos a prac-
tica rla? ¿C uál es la consecuencia d e tener un cuerpo adaptado por mi-
llones de años de evolución a la caza y la recolecció n para luego comer
únicam ente plantas cultivadas y animales que han pastado? ¿De qué
maneras se ha beneficiado e l c u e rp o de la agricultur a, y qué tipos de
en fer me dade s por desaju ste ha causado esta transición? ¿Y cómo he-
mos re spo ndido?
Los PRIM ERO S AGRI CU LTORES
A menu do se ve a la agricultura co mo una forma de vida antigua, pero
desde una perspectiva evolutiva es recie nte, única y, en términos com-
parat ivos, extraña. Más aún , la agricultura se origin ó de forma inde-
pendi ente en dis1intos lug ares, d e As ia a los Andes, en el plazo de unos
¿PARAÍSO l' EI\ DID O f 20 9
pocos miles de años desde el final de la Edad de Hielo. Una prim era
pregunta a plantear antes de considerar cómo afectó la agric ultur a al
cuerpo humano es po r qué se desarrolló la agricultura en tantos luga-
res y en tan poco espacio de tiempo tras m illo nes de años de caza y re-
colección.
No hay una respuesta única a esta pregunta, pero un factor podría
haber sido el cambio climát ico globa l. La Edad de Hielo acabó hace
1 1. 700 años, dando paso a la época del H o loceno, que no so lo ha sido
más cálida que la Edad de Hielo, si~o también más estable, co n menos
fluctuaciones extre mas en la temperatur a y la precipitación. 1 Dur ante
la Edad de Hi elo, los cazadores- recolectore s intentar on en oca siones
cultivar plantas po r ensayo y erro r, per o sus ex perimentos no acabaron
de enra izar, tal vez porque acabó con ello s e l rápido y extremo camb io
climático. Los exper imentos con cultivos te ní an más posib ilid ades de
éxito durant e el Holoceno, cuando las pau tas regio nales de temperatu-
ra y precipitación persistían de forma es table, con pocos cambios de
año en año o de década en década. Un clim a predecible y co herente
puede ser útil para los cazadores-r ecolecto re s, pero es esencia l para los
agricul cores.
Un factor mucho más important e qu e d ese ncadenó el or igen de la
agricultur a en di stintas partes del mun do fue la presión demográfica. !
Las exploraciones arqueológicas muestran qu e los campam e nto s, los
lugares donde viv ía la gente, se hicier on más grandes y num erosos
cuando come nzó a acabar la últim a gran g lac iación hace unos 18.000
años.~ A medid a qu e se retiraron los ca squetes polares y comenzó a
calentarse la Ti er ra, los cazadores -r eco lec tores experimentaro n una
explosión demográfica. Tener más hijos puede parecer un a be ndi ción,
pero también es una fuente de gran te nsió n para unas comunidad es
de cazadores-recolectores que no podí an sobrev ivir con den sidade s de
población elev adas. Incluso cuando las co ndi ciones climáticas fueron
relativamente benevolentes, alimentar má s bocas habría pue sto sobre
los encargados de buscar alimento una presión considerable par a com-
plementa r su tr aba jo de recolección con el cultivo de planta s co mesti-
bles. Sin emba rgo, una vez iniciado el cu lti vo, puso en marcha un cír-
culo vicioso porqu e el incentivo para cu) ti va r se ve amp lificado cuando
hay que alimentar familias más grandes. No es difícil imaginar el desa-
rrollo de la agricultura a lo largo de mucha s d écadas o siglo s de modo
parecido a como una afición puede acaba r convirtiéndose en una pro-
fesión. Al prin cipio, la obtención de a lim entos con cultiv os casuales
210 LA III ST O R IA DEL CUEI\PO II U M ANO
era una actividad comp lementaria qu e ay ud a ba a aprovisionar a las fa-
milias gra ndes, pero la combinación de má s hijo s que alimenta r y co n-
diciones climáti cas benignas aumentarí a los ben eficios de culti va r las
plantas en contrap osición a sus costes. Co n e l pa so de las generaciones ,
las plantas cultivadas evolucionaron hacia var iedades domesticadas, y
unos huer tos ocas ionales se convirti e ron e n g ranjas. El alimento se
hizo más pred ecib le.
Sean cua les sean los factores que in c linar o n la balanza y co nvirtie-
ron a los cazador es- recolectores en agr ic ult o r es a tiempo comp leto; el
origen de la ag ricultura puso en mar cha va ria s transformacion es im-
portante s allí y cuando se desarrolló. Los cazado res-recolectore s tien-
den a desplazarse con frecuencia, mjenrr as qu e a los incipientes gra nje-
ros les resul taba más beneficioso establ ece r se e n poblados perm anent es
para cuidar y defende r sus cultivos, campo s y rebaños durant e todo el
año. Los pione ros de la agricultura tambi é n d o mesticaron cierta s espe-
cies de plantas seleccionando, delib e r a da o inconscientement e, las
plantas más grandes y nutrit ivas así co m o las más fáciles de cultiva r,
cosechar y procesa r. A las pocas genera c ione s, esa selección tra ns-
formaba las planta s, haciéndolas dependi e nt es de los humanos para
reprodu cirse. Por ejemplo, el pro genito r silv es tre del maíz, el teos in te,
no prod uce m ás que unos poco s grano s d é bilm ente sujetos qu e se
desprenden de la planta cuando está n maduro s. Como los hum anos
seleccionaron mazorcas con granos m ás num e rosos y difíciles de des-
prender, las plantas de maíz pasaro n a d e pender de los human os para
extraer y planta r las semillas a mano. 1 Lo s agricultores también co-
menzaro n a dom esticar ciertos animale s, como las ovejas, los cerd os,
las vacas y las gallinas, seleccionando so br e todo las cualidades que los
hacían más dóc iles. Los animales menos ag res ivos eran más fáciles de
cruzar , y su pro genie era aún más fácil d e criar. Los agricultores tam -
bién seleccio naron ot ras cualidades úti les co mo el crecimiento rápid o,
la produ cció n de leche y la tolerancia a la seq uía . En la mayoría de los
casos, los animal es se hicieron tan dep e ndi e nte s de los humanos co mo
nosotr os de ellos .
Estos proceso s ocurrieron de forma un ta nto distinta por lo meno s
siete veces en distinto s lugares: el sudo es te d e As ia, China, Mesoa mé-
rica, los And es, el sudeste de Estados U nido s, el África subsa harian a y
las tierra s alta s de Nueva Guinea. El ce ntr o de innovación ag rícola
más estudiad o es el sudoeste de Asia, do nd e casi un siglo de int ensa
investigación ha creado una imagen deta llad a de cómo los cazadores-
¿PA RAÍSO Pl:.RD IDO ? 2 11
reco lec tor es, empujados por un a combinación de pre sion es climáticas
y ecológicas , inventaron la agr icultur a.
La h isto ria comienza al f inal de la Edad de Hielo, c u an do los caza-
do res- r eco lecrores del Paleolít ico Superior florecían a lo largo de la
costa or iental del mar Medit err áneo apro vechando la abunda ncia na-
tu ral e n esta región de ce reales , legumbres, nueces y fruto s silvestres,
además de animales como gacelas, ciervos y ovejas y ca br as salvajes.
U no de los yacimienros me jo r conservados de este per io d o es O halo
II, un campamento estacional en un margen del ma r de Ga lilea, donde
viv ie ron e n cabañas pro vision ales al menos media doce na de familias
de reco lec tores, aproximadam ente de veinte a cuar e nt a pe rsonas.6 El
yacimi ento contiene muchas semillas de cebada silvest r e y otras plan-
eas qu e bu scaban estos reco lec tores , así como las piedra s de moler que
usab a n p ara hacer harina, las hoces que fabricaron pa r a co rtar los ce-
rea les s il vestres y las pu ntas de flecha que hicieron para caza r. Proba-
blem e nt e la vida de quienes vivi eron en Ohalo II no di fe ría demasiado
de lo qu e los antropólogos han docume ntado entre los caz ad ores-reco-
lectores rec ientes de África, Aust ralia y el Nuevo Mund o.
E l f in a l de la Edad de Hi elo trajo consigo, sin e mb a rgo, muchos
cambio s a los descendiente s de O halo 11.A medida qu e e l c lima de la
regió n m edit erránea comenzó a hacerse más cálid o y húm edo hace
1 8. 000 añ os, los yacimiento s arqueológicos se hacen m ás num erosos y
exte ndid os, ent rando en áreas hoy ocupadas por el d es ie rt o. La culmi-
nac ió n d e esta explosión de mog ráfica fue un peri o do llamado Natu-
fie nse, datado entre hace 14. 700 y 1 1 .6 00 años.7 El N at ufi e nse antiguo
fue un a es pecie de era dora da de la caza y la recolecc ión. Grac ias a un
clima ben evo lente y abu nd ant es recursos natur ales, los natu ftenses
fueron ext raordi nariame nte ricos en comparación con la mayoría de
los cazad ores-recolect0res . Viví an de recoger los ab und a nt es cereales
silve s tre s qu e crecen de manera natural en esta reg ió n , y tamb ién caza-
ban animal es, sobre todo gace las. Los natufienses tenían tant o para co-
mer qu e se estableciero n de form a permanen te en g randes poblados,
de ha s ta 10 0 a 1 ,o habitantes, en los que construy er o n peq ueñas casas
con cimi ento s de piedra. Tamb ién producían multitud d e ob jetos artís-
ticos como brazaletes y colla res de cuentas y estatu il la s tallada s, hacían
inter cambios con grupos di stante s con conchas exó tica s y sep ultaban a
sus mu ertos en elaboradas tumba s. Si hubo algun a vez un Jar dín del
Ed én, d ebió ser este.
P e r o la crisis los go lpeó hace 12.8 00 años. D e r e pente, el clima
212 LA H ISTORIA DEL CUERPO II U MANO
mund ial se dete ri or ó de forma abrupta , quizá porque un enorm e la go
glacial de A mér ica de l Nor te se vac ió ca tast róficamente en el A dán -
tico, pertu rb an do te mp oralmente la Co rri ente del Golfo y afec tan -
do fuerte m ente los patr ones climáticos globa les.~Este evento, conoc ido
como Drya s R eciente,9 devolvió el mund o a la Edad de Hielo durante
cientos de años. ¡Qué profund ament e debió afectar este cambio a los
natu fienses, que viví an con alta densidad de población en pob lad os
permanentes pero todavía vivían de la caza y la recolección! En e l pl a-
zo de un a década o menos toda la reg ión do nd e vivían se tornó más frí a
y más seca, pr ovoca nd o una merma en su disponib ilidad de alimento.
Algunos g rup os respo nd ieron a esca cri sis retorn ando a una forma de
vida nómada, m ás sencilla.' º Pero otro s dec idieron resistir e int e nsifi-
car sus esfuerzos po r m antener su mod o de vida sedentario. En e ste
caso, la neces ida d debió ser la madre del in genio, puesto que a lgun os
experim enta ron co n éxito con los cultivos, creando la primera eco no-
mía ag rícola en a lgú n lugar de la regi ón que hoy comprende T un¡ uía :
iria, [sracl y Jo rda nia. En el plazo de un m ilenio ya habían domestica-
do higueras, ceba da, tr igo, garbanzos y lentejas, y su cultura cam bi ó lo
bastante co mo pa ra m erecer un nuevo nombre, Pre-Cerámica N eo lí ti-
ca A (PCNA). Estos pioneros de la ag ricu ltura vivieron en gra n d es
poblados que e n alg uno s casos alcanzaron hasta 30 .000 metros cua d ra -
dos (aproximadame nt e el tamaño de una manzana y media de la ciu-
dad de Nueva York), ocu pados por casas de adobe con las par ed e s y
los suelos rev ocados. El nivel más profu ndo de la antigua ciuda d de
Jericó (fa mosa po r sus muros) comprendía unas cincuenta casas y sos-
tenía un a pob lac ión d e quinientas per so nas. Los agricultores del PCNA
también hacían elabo radas piedra s de moler para triturar y mo lturar
aliment os, c rea ban estatuillas exqui sitas y cubría n con yesola cabe za
de sus mue rto s.''
Los cambios no dejaron de producir se. Al principio, los agr ic ul to-
res del P CNA comp lem entaban su diet a con la caza, sobre todo de ga-
celas, pero a l ca bo de un os mil años ya habían domesticado ovejas, ca -
bras, cerdos y vaca s. Po co después inv entaron la cerámica. A med ida
que se acumulab an estas y otras innovaciones, su nueva formade vida neo -
lítica florec ió y se expandió con rap idez a lo largo y ancho del Orient e
Medio y hasta Euro pa, Asia y África. E s casi seguro que cualquiera d e
noso tros ha comido hoy mismo algo que estos pueblos domesticaron
por pr imera vez, y qu ien tenga antepa sados en Europa o el Medite r r á-
neo, probab leme n te lleve sus genes.
¿PARA ÍSO PER DIDO ? 21 3
La agricultura también a parec ió y se desarro lló en otro s lugares
del mundo tras el fin de la E dad de Hielo, pero en cada reg ión las cir-
cunstancias fueron distinta s . 12 En Asia orie ntal, el arroz y el mijo se
domesticaron por pri mera vez en los valles de los r íos Yangtsé y A ma-
rillo hace unos 9.000 años. Si n e m bargo, la agricultura asiática comen-
zó más de 10 .000 años d esp u és de que los cazadores-reco lect0 res co-
menzaran a elabo rar cerámica , u na invención qu e les permiti ó cocer y
almacenar los alimentos.' l En Mesoamérica, las plantas.de la calabaza
se dom~sticaron hace un os 1 0 .000 años, y más tarde; _hace unos 6. 500
años, se domesticó el maíz. A med ida que la agricu ltura se iba estab le-
ciendo en México de form a pau latina , los agricul t0 res fueron do mesti-
cando ot ras plantas, com o la s haba s y los tom ates. La agricultura del
maíz se extendió de una m ane ra le nta pero inexorab le por todo el Nue-
vo Mundo. Otros centr os d e inn ovación agríco la del Nuevo Mundo
son los Andes, do nde se do me sticaron las patatas hace más de 7.000
años, y el sudeste de Esta d os Unido s, donde hace uno s 5.000 años se
habían domesticado plan tas co n semilla. En África, cereales como el
mijo perla, el arroz africano y el sorgo comenzaron a domesticarse al
sur del Sahara hace uno s 6. 500 años . Por último, parece probabl e que el
ñame y el taro ( una raíz tub e rosa rica en féculas) come nzaro n a do mes-
ticarse en las tierras altas de Nueva Guinea hace de 6. 500 a 10 .000 años.
Del mismo modo qu e las pl antas cultivadas ocuparon el lugar de
las plantas recolectadas, los a nim ales domesticados ocuparon el lugar
de los cazados.'~ Uno de los punto s calientes de la domesticación fue el
sudoeste asiático. Las oveja s y las cabras comenzaron a domesticarse
en Oriente Medio hace un os ro . 500 años, las vacas se domesticaron en
el valle del río Indo hace uno s 10.600 años, y los cerdos se domestica-
ron a partir de los jabalíes de forma independi ente en Europa y Asia
hace de 10 .000 a 9 .000 años. Otros animales se dom esticaron más re-
cientemente en diverso s lug a res del mundo, como las llamas en los An-
des hace unos 5.ooo años y las gallinas en el sud este asiático hace unos
8 .000 años. El mejor amigo de l hombre, el perro, fue en realidad la
primera especie que se do me sticó. Comenzamos a criar perros a parti r
de lobos hace más de 1 2 .000 añ os, pero todavía se discute cuándo,
dónde y cómo se produj o es ta dom esticación (y hasta qué punto los
perros nos domesticaron a nosotro s).
2 14 LA HIS T O RIA DEL CUERPO H UMA NO
¿C óMO Y POR QU É E EXTENDIÓ LA AGRICULT U RA?
Tod os los hum anos solían ser cazadore s-recolectores, pero ape na s uno s
miles de años m ás tarde solo quedaban un puñado de grupo s aislado s.
Buena pa rte d e es ta sustitució n se produjo poco después de que co-
menza ra la ag ri cultur a, porqu e con independenc ia del ori ge n de e sta,
en todo s los casos se extendió por contagio. Una de las principa les
razones de esta rápida expansión fue el crecimiento de la pob lac ión.
Como se reco rdará de capítulos anteriores, en los grupos d e human os
mod er nos cazado res-recolec tor es las madres suelen destetar a sus hi-
jos a los tr es año s, tienen hijo s cada tres o cuatro años, y su tasa de
mor talidad in fa ntil y juveni l pu ede llegar al 40 o 50 por c ie nto . Por
consig uiente , un a madre sa na de un grupo de cazador es- rec o l ecto-
res podría pari r en toda su v ida unos seis o siete niños, de los c u a les
tr es podrí a n so br e vivir has ta adu ltos. Por otras causas de morta lid ad
como a cc idente s y enfe rm edad es, las poblaciones de cazadores-re-
colecto res, po r sus propios m edi os, crece rían a un ritmo mu y le nto
(aproximadam e nte 0,0 15 por c ie nl o al año). 11 A este ritm o, una po-
blación se dob laría en unos 5.ooo años y tardaría 10.000 en cua d rupli -
carse. 16 l:<.
n co mparació n, una m ad re de un grupo de agri c ultor es de
subsis te nc ia puede destetar a sus hijo s entre uno y dos año s, la mitad
de la edad de d es tete en los cazado res- recolectores, porqu e s u e le di s-
pon e r de a lim ento suficie nte para alimentar a muchos hijos a la vez,
por ejemplo ce rea les, leche de a nim ales y otros alimento s fác iles de
dig erir. Por tant o, si las tasas de m ortal idad infantil fuesen tan alta s
en los ag ric ul core s como lo era n e ntr e los recolectores, las prim e ras
poblaciones de agricultores habrían tenido una tasa de cre cimi e nt o po-
blacional el doble d e alta. Aun con es te modesto ritmo de c re ci mient o,
las pob laciones se habrían doblad o aproximadame nte cada 2.000 años
y en 10.000 años hab rían crec id o una s treinta y dos veces . E n r ea li-
dad , la tasa d e c recim iento pobla cio nal fluctuó tras los co mienzo s
de la agri cultura , siend o a veces inclu so más alta, pero no ca bed ud a de
que puso e n marc ha la primera g ran explosión demográfi ca de la hi s-
to ria hum ana. 17
A m edida que las prime r as poblaciones de agricultore s iba n cre -
ciendo y exp andiéndo se, inev itab lemente entraban en contacto con
cazadores-reco lec tores. En ocas io nes se enfrentaro n, pero ot r as ve-
ces coexisti er on, co merciaron, se cruzaron entre ellos y, en definit iva,
intercamb iaro n genes y cul turas. 18 El mosaico de lenguaje s y c ultur as
de nuestro mundo lleva e n g r an medida la huella de la forma en quelos
agricultores se expandier o n e int eraccionaron co n cazadores-recolec-
tores. Según algunas es timaci o nes, el mundo pro bablemente tenía más
de un millar de lenguas dist int a s hacia el final del Nco lítico. 19
Si la agricultura fue «el ma yo r error de la hisro ria de la humani-
dad» y desencadenó un g ran número de enferm eda des por desajuste,
¿por qué se extendió ta nt o y tan deprisa? La razó n más imponanae es
que los agricultores produ ce n hijos mucho más rápi do que los ca7Ado-
res-recolectores. En la eco nomí a actual, un tasa reproductora más alta
suele tener ominosas co nnota ciones de gasto : má s bocas que alimen-
tar, más matrículas de co leg io y universidad que pagar. Demasiados
hijos puede ser una fuente d e pobreza. Pe ro pa ra los agricultores,
más hijos significaba má s ri qu eza porque los hijos so n una útil y fan-
tástica fuerla de trabajo. Tra s unos pocos años de cuidados, los hijos de
un agricultor pueden tr abajar en los campos y en la casa, ayudaren el
campo, pastorear los anima le s, atender a los he rmano s menores y pre-
parar alimentos. De hec ho, bu e na parte del éxito de la agricultura radi-
ca en que los granjero s c rí a n su propia mano de obr a mejor que los ca-
zadores-recolectores, lo qu e r edunda en más energía para el sistema y
un incremenLOde la tasa de ferti lidad.'º Así pues , la agricultura condu -
ce al crecimiento expo nenc ial de la población, qu e a su vez provoca la
expansión de la agricu Itura.
Otro facLO r que estimuló la expansión de la agr icultura es que los
agricultores transform a n la eco logía de su ento rno de tal manera que
entorpece, si no impide , la caza y la recolección. En algunas ocasiones,
los cazadores-recoleccor e s vi ve n en poblado s pe rm anentes o semiper-
manentes, pero la mayo ría de splazan su campamento una media doce-
na de veces al año porqu e pa sa do un tiempo les resulta menos trabajo-
so al grupo levantarlo, acarrear sus pocas pertenenc ias varias docenas
de kilómetros y mont arlo de nu evo, que quedar se donde están y tener
que desplazarse cada dí a m ás lejos para encont rar comida suficiente.
Los agricultores, en ca mbio , está n atados a sus campos y no pueden
migrar como hacen los caz ador es-recolectores. Los campos, los culti-
vos y las cosechas alma ce nada s necesitan atenc ión y defensa continua .
Cuando se establecen p e rman entemente, los agricultores alteran la
ecología de su entorno co rtand o arbustos, quemando campos y pasto-
reando animales como las vac as y las cabras, qu e al alimentarse de las
plantas jóvenes destruy e n los hábitats natur ales y promueven el creci-
miento de hierbasop o rtu ni s tas en lugar de árboles o arbustos. Una vez
 LA HISTO RIA DEL CUERPO II U M AN O
que un pueblo se torna agricultor, es di fíc il que vuelva a la caza y la
recolección. Ocur re a veces, pero en circunstanci as excepcionales. Los
maoríes que llegaro n a Nueva Zelanda h ace ochoc ientos años e ran
horticultores, pero descubrieron que era má s fác il recoger mariscos y
cazar grandes aves no voladoras (moas) que atend er sus cultivos como
hacían en otro s lugar es del Pacífico. Sin e mbarg o, con el tiempo ago-
taron aquellos recur sos (cazaron a los moas h as ta la extinción) y vol-
vieron a dedicar se a la agricultura."
Un último facto r que ayudó a que des pega ra la agricultura fue que
la primera agr icultura no era el trabajo ta n labor ioso y miserable en
que se convir tió más tarde. Los primero s agr icu h ores tenían que tra-
bajar mucho, sin dud a, pero los yacimient os a rqu eo lógicos nos indi can
que todavía cazaban animales, seguían rec ol ec tando y empeza ron a
practicar la ag ricultur a a pequeña escala. La vida de los pioneros de la
agricultura no de bió ser fácil, qué duda ca b e, pero la imagen popul ar
del trabajo pesa do e incesante, lasucied ad y la mi seria de los labri egos
probablemente se aplique mejor a los cam p es in os de los sistemas feu-
dales que a los prim eros agricultores del Neo lític o. Una niña nacida en
una familia de campesinos franceses en 1 789 te nía una espera nza de
vida de tan solo veintiocho años, probab leme nt e pasara por época s
de inanición y lo más probable es que mu rie r a a causa de una enfe rme-
dad como el sarampió n, la viruela, la fiebre ti fo idea o el tifus.22 No es
de extraña r qu e acabaran haciendo la revo lu c ión. Los primeros ag ri-
cultores del Neol ítico tenían una vida dur a, p ero todavía no estaba n
acosados por epidemias, como la viruela o la peste negra, y no estaban
oprimidos por un despiadado sistema feu d a l e n el que un puñado de
poderosos aristóc rat as poseían las tierras y se apropiaban de un a buen a
tajada de las cose chas. Estas y otras miserias habían de venir, pero para
entonces ya ser ía demasiado tarde para ret roced e r al pasado y al modo
de vida de los caza dores-recolectores.
En otras pa labra s, nuestros antepasad os le jan os que abando naron
la caza y la reco lección no habían perdid o la cordura. En sus mi smas
circunstancias, nosotros seguramente hab ríamos hecho lo mismo. Sin
embargo, con el paso de las generaciones, la agricul tura comenzó a ge-
nerar una serie de enfermedades pordesajuste y otros problemas por-
que millones de años de adaptaciones a la vida paleolítica no habían
preparado el cu erp o humano parala agri c ultura . Para explorar esro s
problemas, a mu chos de los cuales todavía n os enfrentamos , exam ine-
mos de qué modo la dieta de los agricul rore s, su carga de trabajo , el
¿PARAÍSO PERDID O ? 2 17
tamaño d e sus poblaciones y los sistemas de asentam ie nto afe ctaron a
la biolog ía huma na, para mejor y para peor.
L A DIETA D E LOS AG RICULTOR ES :
UNA BEND I C I ÓN Y UNA MALD I CI ÓN
Mi fam ili a ce leb ra ~l Día de Acció n de Gracias cada nov iemb re, su-
puesta m ente para conmemor ar la primera cosechade los primero s co-
lonos d e E stado s Unidos, un logro que en muy buen a parte fue posible
gracias a la ayu da de los indi os wampanoag (¡de cuyas tier ra s se apro-
piarían d es pu és los colonos !) . Como tantos estadouniden ses, celebr a-
mos el día a lo gra nde, asando un pavo y preparand o ingente s canti-
dades d e sa lsa de aránda no s, boniatos y otras viandas supu esta mente
loca les . P e ro el Día de Acción de Gracias no tiene rea lment e nada de
único : e n todo el mundo los ag ricultores festejan el éxico d e la cosecha
con vianda s cultivadas o criada s en su región. .Estos banq u etes cum -
plen mu c has funcio nes, entr e las cuales destaca agrad ec e r la b ue na for-
tun a de hab er sido bendec idos con abundancia de alime nt os . Y desde
luego h abía bu enas razones para estar agradecidos. ¿Qu é p e nsaría un
cazad o r-r ecolecto r del Pale o lítico si lo transportár am os a un super-
me rcado cua lquiera?
Gracia s a los modernos supe rmercados, cualquie r día pued e ser el
Día d e Ac ción de Gracias, pero la abundancia que se ofrece a los actua-
les co mprad ores no represe nta en absoluto el modo e n que han comido
la ma yo r ía de los agriculto res durante los últimos miles de año s. Antes
de la e r a del transp orte de alimentos, la refrigeración y lo s supermer-
cados, casi codos los agricultores sufrían una dieta terriblemente mo-
nóto n a. En la Europa del Neo lítico, la dieta típica de un campe sino es-
taba fo rm ada fundamenta lmente por pan de trigo u otros cereales
como la cebada y el cente no. Las calorías de estos cerea les se comple-
menta ban co n guisantes y lentejas, productos lácteos co mo la leche y el
queso, algo de carne y la fruta de la temporada.2 1 .Eso e r a todo , día tra s
día, año tras año, siglo tr as siglo. El principal beneficio d e cultivar unos
pocos c ulti vos básicos es la capacidad de producir mayores cantida des.
Como se exp lica en el capítulo 6, una mujer adulta típica de los cazado-
res- reco lectore s logra reco ger el equivalente de un as 2. 000 k.ilocalo-
rías a l dí a, mi entra s que los hombres conseguían con la caza entre
2 18 LA III STOHIA DEL CUERPO II UMANO
3.000 y 6.000 kilocalorias al día. 2 ~ L os esfuerzos aun ados de un grupo
de cazadores-reco lec10res bastaba n para consegu ir apenas la comida
necesa ria pa ra alimentar a un a p equ eña familia. En cam bio, un hogar
de los primeros agricultor es del N eo lítico eu ropeo que usaban única-
mente e l trab ajo manual, antes d e la invenci ón del arado, podía produ-
cir por tér m ino medio unas 1 2. 800 ki localoría s al día a lo largo del año,
es dec ir , co mida suficiente pa r a ali m entar familias de se is miembros.1 1
D icho de ot ro modo, los prim erns ag ricultores podían dupl icar el ta-
maño d e sus familias.
Más comida es algo bueno, pe ro las dietas de los agric ultores pue-
den p rovocar enfermedades po r d esajuste. Uno de los principal es pro-
blemas es un a pérdida ele var ie dad y calidad nutr iciona l. Los cazado-
res- reco lec tores sobreviven po rqu e co men prácticame nte de todo lo
qu e es comes tible aJlí dond e se e nc uentr en. Por co nsigu iente, consu-
men una di eta extraorcljnariamente diver sa que suele incluir muchas
docenas de especies vegetales e n u n a es tación dete rmin ada. 16 En com-
parac ión, los agricultores sac r ifi can la calidad y la dive rsidad por la
cant idad a l centrar sus esfue rzos e n un os pocos cultivos básico s de alto
rendim ien to. Es probable qu e m ás d e l 50 por ciento de las calorías que
cua lquiera de nosot ros hayam os co nsumido hoy prov enga n del arroz,
el maíz, el tr igo o las patatas. Ot ros cu ltivos que en ot ros tiempos o lu-
ga res ha n se rvido de aliment o bás ico de los campe sino s son cereales
co mo el mij o, la cebada y el ce nt e no y raíces feculenta s co mo el taro o
la mandi oca . Estos alimentos bá s icos pueden cultiv arse co n facilidad
en gra nd es cant idades, son r ico s e n ca lorías y pu ed en almacenarse
dura nt e mu cho tiempo despué s d e la cosec ha. Una de sus principales
desventa jas, sin embargo, es q u e ti end en a ser mucho más pobres en
vitaminas y minerales qu e la may o ría de las plantas silvestres que
co nsum e n los cazadores-reco lecto re s y otro s pr imat es .' 7 Los campesi-
nos qu e centran su dieta en es to s c u ltivos básicos sin co mplem entarlos
con otros alimentos como la ca rn e, la frut a y otra s verduras (especial-
ment e legumbre s) se arri esga n a sufrir deficiencias nutri cionales. A
difer enc ia de los cazadores-recolectores, los ag ricultor es son suscepti-
bles a e nf e rm edades como el esc o rbut o (por deficien cia de vitamina
C), la pel ag ra (por deficiencia d e vi tamina 8 3), el beriberi (por defi-
ciencia d e vitamina 81), el bocio (por deficiencia de yo do) y anemia
(po r insufi ciencia de hierro). ' 8
D epend er en demasía de uno s p ocos cultivos (a veces de uno solo)
tiene ot ras graves desventaj as, la m ayor de las cual es es la posibilidad
¿rARAÍ SO PERDID O ?
de qu e periódica mente se den periodos d e escasez d e alimento y ham-
brun as. Los huma nos, como o tros animales, puede n luchar cont ra la
escasez temporal de alimento que mando g rasa y perdiendo peso, siem-
pr e y cuando las épocas de vacas flacas qu ed en co mp ensadas por épo-
cas d e bonanza en las que se pueda recup e rar e l p eso. En general , la
mas a cor poral de los agric ultores de subsis tenci a fluctú a en unos pocos
kil os entre estacio nes en función de la disponibilidad de alimento y la
ca rga de trabajo. Es las va riaciones estac ion a les e n ocas iones son extre-
ma s. En Gambia, por ejem plo, los campes inos· sue len perder unos 4 o 5
kilo gramos dur ante la estac ión húmeda , cuand o tie n en que trabajar in-
te nsa mente para pla nta r y escardar culti vos e n un a época de escasez d e
alimenlO s y enfermed ades más frecuentes; si todo va bien, recuperan
el pe so durante la es ta ción seca, cuand o cosechan sus cultivos y repo-
san . •9 Sin embargo, cuando la cosecha es m a la , los agricultores d e
Ga mb ia y cualquie r ot ro lugar sufren de g rave malnutri ción, y las ta-
sas de mortalidad se d isparan, especialmen te e ntr e los niños. Los caza-
d ores- recolecto res también tienen ciclos de p é rdid a y ganancia de
pes o, pero cuando la variac ión climática a lte r a los ciclos nor males
d e crecimiento, las co nsecuenc ias son men os ex trema s porque los re-
co lec tores no están atados a unos cultivos b ás icos y simplemente cam-
bian a una dicta alternati va. En otras palabr as, los agriculto res pu ed en
co nsegu ir muchas más calorías que los cazado r es- reco lectores, pe ro
so n más vulnerables a d esastres como la seq uí a, las inundaciones , las
p lagas y las guerra s q ue con cierta frecuen cia acaba n con cultivos ente-
ros , a veces en un abrir y cerrar de ojos. Los ag ri c u ltor es logran sob re-
vivir a los malos años almacenando co mid a su fic icn te durante los años
d e bonanza (como José aconsejaba al fara ó n e n e l Génesis). Pero va-
rio s años consecu tivos de malas cosechas pr ov o ca n hambrunas d esas-
tro sas que han sido causa de muerte ocasion a l y recu rrente desde los
o rí ge nes de la ag ricu ltura.
Tomem os el caso d e la gran hambrun a d e la pat ata en Irlanda. Las
patatas llegaron a Irl and a desde Sudamérica e n e l sig lo xv11,y la plant a
se dio tan bien en la ecología de la isla qu e en el sig lo xv111 se convi rtió
en el cu ltivo básico (ay ud ada por un sistema minifundi sta de tenencia
d e la tierra que no dab a para sostener un a va r iedad de cultivos). Las
pa ta tas eran el apo rte p rincipal de caloría s para e l campesino irlan dés
medio (sobre todo durante el invierno), y co ntri b uyeron a que se pr o-
dujer a una explosió n demográfica. Pero e n 1 84 s se extendió por los
ca mp os de cultivo el mildiu de la patata, u n mi c roo rga nismo parecid o
 22 0 L\ III S T OR I A DEL CUER P O II U MA NO
a los hongos, acaba nd o co n más del 75 por cie nto de la cosecha dur ante
cuat ro años consec u tivos y ca usando más de un millón de muertes. ;o
Triste mente, la gra n hambrun a irlandesa es so lamente una de miles de
ham brunas qu e se han co brad o innumerabl es mu ertes desde los oríge-
nes de la ag ricul tura.!' Lo m ás probab le es que en estos mismos mo-
mentos haya un a hamb run a e n algún luga r del m undo. Aunque, con
toda segu ridad, a lo la rgo d e muchos millones de años de evolución
humana tamb ién han mu e rt o cazadores-reco lectores por falta de ali-
mento, la pro bab ilidad qu e _.ti e ne un cazador- reco lector de morir por
inanición deb ía de ser var ios ó rd enes de mag ni tud inferior a la de cual-
qu ier ag ricul to r.
Otra de las clases d e e nf erme dades por desa juste que puede haber
causa do la agricu ltur a so n las deficiencias nut r icionales. Muchas de las
mo léculas que hace n q ue lo s ce reales como el arr oz y el trigo sean nu -
tritivos, sanos y alim enti c ios so n los aceites, vita minas y minerales de
la cásca ra exte rior de fibr a y d e las capas ge rmin ales que rod ean a la
parte cent ral de la ra íz, fund amentalment e co m puesta por almidón.
Lament ab lement e, es tas p a r tes de las plantas ricas en nutrientes tam-
bién se echan a perd e r co n r a pidez. Como los ag ricultores tienen qu e
almacenar sus alim ent os d e b ase durante meses o años, al final apren-
d ieron a descasca rill a r los ce reales, a qu ita rles las capas exteriores,
tra nsform ando así el a rr oz «m oreno» en «bl anco». Estas tecnologías
no las tenían los prim e ros ag ricultores, pero un a vez que este refinado
se hizo comú n, elimin ó un g r an porcentaje del valor nutritivo de la
pl anta. Por ejemp lo, un a taza de arroz mo reno y una de arr oz blan-
co tienen cas i el mismo co n te ni do de calorías, pero la de arr oz moreno
tiene de tres a seis veces m ás v itamina B, además de otros minerales y
nu trient es com o vitam ina E , m agnesio, potasio y fósforo. Además, los
cerea les refina dos y las pl a n tas domesticadas como el maíz son pobr es
en fibra (la parte no d ige ribl e de la planta). La fib ra facilita el paso de
la comida y las heces p o r los in testinos, y dese mp eña un papel funda-
mental al red ucir la tasa d e di gest ión y abso rció n (más sobre esto en el
capí tulo ro). Ot ro riesgo d e l almacenamiento de alimentos a largo pla-
zo es la co ntamin ació n . La s a flatox inas, por ejemplo, son compu estos
dañi nos que produc en los h o ngos que crece n so br e cereales, nueces y
frut os secos , y semill as o leag in osas, y pueden pr ovocar daños en el hí-
ga do, cáncer y pro blem as n e ur ológicosY D ado qu e los cazadores-re-
colectores no a lma ce nan los al imentos más allá de un día o do s, rara-
mente o nun ca se viero n exp u estos a estas tox in as .
22 1
Un p rob lema de salud más, y m u y imp o rtante, que tiene su origen
en la dieta de los agricultores se debe a la abundancia de féculas . Los
cazadores - recolectores comían mu chos ca rb ohidratos complejos, pero
los agricult ores cultivan y luego pro ces an ce reales, raíces y tubérc ulos
y ot ras plantas ricas en carbohidr a tos simpl es, la fécula o almidón.
Aunqu e su sabor es muy bu eno, e n exceso puede producir toda una
serie de enfermedades por desajust e . E l m ás común de estos tras tornos
son los di entes picados. Después de un a co ~i da, los almidones y los
azúcares se pegan a los dientes y atr ae n b acterias que se mu ltiplican y
combina n con proteínas de la boca form a nd o la placa dental, un a pelí-
cula blanq uecina que envuelve el d ient e. A medida que las bacterias
digieren los azúcares, secretan ácidos qu e qu edan atrapado po r la placa
y van di solviendo el esmalte de la co r o n a dental, provoca nd o caries.
Las caries son raras entre los cazadores -r eco lectores pero muy comu-
nes en los primeros agricultores_n E n O ri ente Próximo, el po rcentaje
de indiv idu os con caries se ruspar ó d e un 2 por ciento antes de la agri-
cultura a alrededor del 1 3 por ciento e n e l N eolítico antiguo, y aú n más
en per iod os posteriores.H La figur a 1 7 mu estra algunos ejemplos de
aspecto do loroso. Cabe añadir que la s ca ri es no eran ningu n a pr eocu-
pación tri vial antes del descubrimi e nt o d e los antibióticos y los cuida-
dos dent a les modernos. Una caries que p enetre bajo de la coro na y
llegue a la dentina no solo es treme nd a m e nt e dolorosa sino qu e puede
provocar una infección gra ve, incluso m o rt al, que comienza en la man-
díbula y se desplaza hacia el resto de la cab eza.
Las co midas que son ricas en ca rb o hidr atos simples también ponen
en jaqu e el metabolismo del cuerp o. L os alimentos ricos en féculas,
especialmente los que han sido pro cesa d os para eliminar la fibra, se
conviert en enseguida en azúcar, por lo qu e producen un aumento súbi-
to de la co ncentración de azúcar en sa n g r e (más en el capítulo 10).
Nues tro sistema digestivo sencillam e n te no puede metabo liza r tanto
azúcar en tan poco tiempo, y a la larga la s diet as ricas en almid ón sim-
ple pueden contribuir al desarroll o d e di abetes de tipo 2 y otros pro-
blemas. No obstante, las dietas de los prim e ros agricultores no er an ni
de lejos tan refinadas y ricas en fécul as como las dietas modern as, in-
dustriales y altamente procesadas, y los e fectos negativos de un au-
ment o r ápid o de azúcar en sangr e quedab an compensados por una
actividad física regular y vigorosa . P o r co nsiguiente, la diab etes del
adulto ha sido rara hasta tiempos r ec ie ntes . Con t0do, parece que los
aument os de los niveles de azúcar e n san gr e causados por el consumo
222 LA HIST OR IA DE L CUER PO IILIM ANO
cazador- recolector
caries
agricultor neolírico
Figu ra 17. Las caries empezaron a hacerse comunes co n el origen de la agri-
cult ura, como ilustran estas dos mandíbulas, una de un cazador-recolector, la
otra de un agricultor neolítico. Imágenes por cortesía de Peabody Museum,
U niversiclad de Harvard.
de abu nd antes carbohidr a tos simples ya afectaron a los primeros agri-
c ult o res, pues hay indicios de que a lo largo de varios milenios evo lu-
c ionaron en algunas comu nidades agrícolas va r ias adaptacio nes para
aum en tar la producció n d e insulina y reducir la res iste ncia a la insuli-
na. 31Volveremos a ocup a rn os más adelante de esta s adaptaciones y de
su relac ión con trastornos por desajuste com o la diab etes y las enfer-
m eda des cardiovascu lares.
¿P•\ R.\ ISO PERDID O ? 22\
Naturalm ente, las dietas varían enormemente entre los agrícu lto-
res: los campes in os de China, Europa y Mesoamérica se criaron y c re-
cieron comiendo cosas muy distinta s. El desarro llo de la ag ricult ura en
estos y otros lugares condujo, no obstante , a parec idos compro1nisos
entre la cantidad de caloría s y la cali dad nutricional. Los agricufl .o res,
incluso los pi o neros neolíticos que carecían de abo nos, riego y .:a.r ado ,
pueden pro du cir mucha más comida de la que pueden obtener los
cazadores-reco lec to res, pero la dieta de un agricultor suele ser me~os sa-
ludable y supone más riesgos. Los agricultores consumen alimento s
más ricos en a lm id ó n y más pobres en fibra, en proteí na y e n vitan1. in as
y minerales. Lo s agricultores además corren un riesgo mayor que los
cazador es-r eco lectores de comer alimentos conta minado s y su fr en
hambrunas de for ma más habitual e intensa. En lo que atañ e a la dieta,
los humanos he m os pagado un prec io muy alto por el place r de d is fru-
tar de un feste jo anua l de la cosecha.
EL TRABAJ O DE L A TIERRA
¿De qué man e ra cambió la agr icul tu ra la actividad física que rea l iza-
mos y el modo en qu e usamos nuestro cuerpo? Aunque la caza y la re-
colección no so n fác iles, las pob lac iones no agrícolas como los bosqui-
manos o los hadza por lo general trabajan solamente de c in co a seis
horas al díaY' No es así la vida de un agricultor de subs iste ncia_ Para
hacer un cultivo, tiene que prepara r el terre no, por ejemplo quemand o
la vegetación, co rtand o la hierba y reti rando las piedras, y luego ti ene
que prepara r e l suelo cavando o arand o y tal vez abonánd o lo, para lue-
go plantar las se mill as, quitar las ma las hierbas y proteger los cultivos
de animales co mo los pájaros y los roe dores. Si todo va bien y la natu -
raleza le pr opo rciona la lluvia suficiente, llega el mome n to de cose-
char, trillar, aventa r, secar y por fin almacenar las semillas. Como si
todo eso fuese poco, los agricultores tamb ién tienen que cuidar sus ani-
males, proc esa r y coc inar grandes ca ntidades de comida (por ejemp lo
curando la carne y haciend o queso), hacerse la ropa , construir y repa-
rar sus casas y graneros, y defender sus tierra s y las cosechas a[mace-
nadas. La agricu ltura implica un trabajo dur o e inacabable, a ve fi:es del
amanecer al anoc hecer. Como decía George Sand: «Triste es, sin . du da,
agotar las fuerzas y los días surcando el seno de esta celo sa tierr a que
22 4 LA 111ST01l 1A DEL CUER PO II UMANl )
n os emp uja a exprimirla para obtener los tesoros de su fert ilidad, para
que al final de un día de lab o res, un pedazo del más osc uro y tosco pan
sea la única recompe nsa y e l único provecho de tan ard u o trabajo».17,
Es ev id ente que los agricultores, especialmente los o pr imido s por
un seño r feud al y los que tratan de sobrevivir a las h am b run as, tienen
que trab aja r mu chísimo, pero todos los indicios nos d icen que la agri-
cu ltura no siemp re fue tan m iser able como sugiere la pará bola de Sand.
U na forma muy simple de comparar la carga de traba jo de los agri-
cul to re s, los cazadores- reco lectores y los humanos posindu striales
modernos consiste en medir sus niveles de actividad física ( NAF). Un va-
lo r de NAF se obtie ne dividi endo el núme ro de calorías gastada s al día
( el gas to ene rgético total) po r la cantidad mínima de ca lo rías necesar ia
para q ue el cuerpo funcione (la tasa de metabolism o basa l, TMB). En
términos prácticos, el NAF es la razón entre lo que uno gasta y lo que
n ecesitaría para dormi r todo el día a la confortabl e te mp eratura de 25
g rado s. E l NAF vale al red edor de 1,6 para un tra bajado r sede ntario de
ofici n a, pero puede baja r hasta 1,2 para quien pase e l día en reposo en
un a cama de hospital, y subir hasta 2,5 o más en u n depo rt ista que se
esté entrenando para una mar atón o para el Tour de F rancia. Varios es-
tudi os han encontrado que los valores de NAF de los ag ricu ltores de
sub sis tenc ia de África, As ia y Sudamérica son, en p romedio, de 2,1
p ara los hombres y 1,9 para las mujeres (rango: 1,6 a 2,4 ) , so lo un poco
m ás airo que el NAF de la mayoría de los caz.adores reco lectores, que
e n pr ome dio es de 1,9 para los hombres y 1,8 para las mu jeres (rango :
1 ,6 a 2,2)Y Estos promedios no reflejan la conside rab le va riación dia-
ria , estaciona l y anual que se da entre y dentro de grupos, pero ponen
de m an ifi esto que la mayoría de los ag ricultores de subs iste ncia traba -
ja n tanto o so lo un poco m ás que los cazadores-recolec tores y que am-
bas formas de vida exige n lo que hoy considerarían una ca rga de traba-
jo moderada.
L os indicios de que la agricu ltura de subsistencia con lleva una can-
tida d d e trabajo físico pa rec ida o ligeramente super ior q ue la caza y la
rec olección n o deberían so rpre ndernos si consideramos e l tipo de acti-
vidades físicas que realizaban los agricultores antes de la in vención de
maquinaria como los tra c tore s. Como los cazador es- reco lectore s, los
agricu ltores por lo general tienen que caminar muchos kilómet ros al
día , per o también realizan muc has actividades que req ui eren una con-
side rab le fue rza en el tro n co y extremidades su pe riores, como cavar,
acar r ea r y leva ntar. Los agricultores probablement e nece siten más po-
¿t'.\R ,\Í~O l'E l tl)I on?
tencia y menos res istenc ia que los cazado res-reco lecto res, per o sus ac-
tividades varían cons id erablemente (a unqu e lo mismo pued e d ec ir se
de los cazadore s- r ecolectores). En cualquier caso, la principal diferen-
cia en la carga de tra baj o entre estos dos sis temas eco nómic os n o es e n
término s de trabaj o adulto , sino de trabajo infantil. Según la antropó-
loga Karen Kram e r, los niños de la may o r ía de las sociedad es d e caza-
dores-recolectores so lo trabajan una o dos horas al día , por lo ge ner a l
recolecta ndo, cazando, pescando, recogiendo leña y ayudando e n ta-
reas domésticas como procesar los alimeritos . i9 En cambio , los niñ os
de un agric ulto r d e su b sistencia trabajan por tér mino medio entre cua-
tro y seis horas al día (el rango es de do s a nueve hora s) cuidando el
huerto, atend iendo a lo s animales, aca rreand o agua , recogiendo leña,
procesando alim entos y haciendo otras lab ores domést icas. En otr as
palabra s, el trabajo infa ntil tiene una histo ria antigua en la agric u ltura
porque es necesario por su sustancial co ntribu ción al éxito econó mi co
de la familia, especialmente en una granja. El trabajo infan til tambi é n
ayuda a que los jóvenes aprendan las habilidades que necesitará n c uan -
do lleguen a adu ltos. E n la actualidad hem os sustitu ido el trabajo m a-
nual por la escuela, per o el fin último no difi ere tanto.
P 013LAC IONES , PE STES Y PLAGAS
De toda s las vent ajas de la agr icultura , la más fundame n tal y tr asce n -
dental es que más calo rías permiten fami lias más grande s, lo que se
traduce en crecimiento de la població n. Sin embargo, las poblacione s
más grandes y sus efec tos sobre los patrones de asentamiento de los
humanos tambi én promovie ron nuevo s tip os de enfermedad es infe c-
ciosas. Sin lugar a d u d as, estas enfermedades han sido y siguen siend o
el más devastad o r de lo s desajustes evo lutivo s provocado s por la R e-
volución Agrí cola .
Un prer requisito de las plagas es que las poblaciones sea n gra n de s,
algo que no oc u rrió h asta la llegada de la agricu ltura. Los pr imero s
pueblos de agricultor es eran pequeños en comparació n con los actua-
les, pero como bien se ñal ó el reverendo MaJthu s en un célebre e nsa yo
de 1798, incluso unos aum ento s modestos de la tasa de nacimientos de
una pob lació n provocarán aument os rápido s de su tamañ o en el curso
de una s pocas ge nerac iones.~º Un poblado incipiente de agr ic u ltores
 I .A I I I STO IU ,\ DEL CUERPO II UMANO t'l'>\l\ ·\ISO PE H D ID O ?

18. 000 . 000 vivían se había multiplicado al m e n os un cen tenar de veces desde ape-
16. 000 . 000 nas 5 o 6 millones hace 1 2. 000 años ha sta 600 millo nes en los tiempos
'ii"'
1.¡ .000 . 000 • del nacim iento de Jesús; a principio s d el siglo x 1x, el mun do prob able-
e: 1 2. 000 .000
::, men te tenía mil millones de habi tan te sY
E 10.000 .000 Inicio del eolítico
~5 Ot ro prerreq uisito de las pl agas so n asentamiento s permanentes

"
ll .000 .000
"ü
con alta densidad d e població n. Los ag ricultore s v ive n fun damental-
~
"'
a:
6 .000 .000

.¡ .000.000
• men te en pueblos, lo que les permite compa rtir recur sos comunes
2 .000 .000

o •' •' •1
• • como los molinos o los cana les d e r iego, comer ciar m ás fácilmente
y beneficiar se de economías d e esc ala. Estos beneficio s económico s y
) 'l . 000 .¡0 .000 30 .000 '
2 0.000 '
10. 000 o
socia les , co mbinad os con un ráp id o cre cimiento pob laci o nal, conduje-
Tiempo (años desde el presente) ron a un a expansió n constant e del tam año de los asenta mientos una
10 .000.000 . 000
vez que se estableció la agricultura. En el curso de unos po cos miles de
9. 000 .0 00 .000 o año s en Ori ente Medio, los pu e bl os pasaro n de ser minú sculos villo-
-;. 8 .000.000 .000 o
'ii
e: 7 .000 .000 .000 • rrios de d iez casas en el Natufi e n se, a ser aldeas neolíticas de cincuen-

•
:;:¡
E 6. 000 .000 .000
tas casas, y luego, hace 7.000 añ os, pu eblos de más d e m il habitantes.
e:
'º í .000 Hace 5.ooo años, uno s pocos pueb lo s aceleraron su crec imi ento hasta
•
.ü .000 .000

"'
:o 4 .000 .000 .000 convert irse en las prim eras ciuda d es, co mo Ur y Mohen jo Daro, con
o
P. J.000 .000 .000
• dece na s de miles de habitam es . A med ida que las poblacio nes crecían
2. 000 .000 .000

1.000 .000 .000

• • • en tamaño, las densidades de pob la c ión se dispara ro n. Los cazadores-
reco lector es necesa riamente viví a n con una baja den sid ad de pobla-
o 1 1 1
' '
2000
ción , p or debajo de una perso n a p o r kilómetro cuadrad o, pero los
1ll oo 18¡ 0 19 00 19¡ 0 20 50
ag ricu ltor es viven con densidad es d e poblac ión muc hos órd enes de
Figura 1 8 . Creci mie n10 de la población mundi al. El panel superior mue str a mag nitud más alt0s, entre un a y di ez per so nas po r kiló m etro cuad rado
estimaciones d el núm e ro de habitantes al final de l Paleolítico y el rápid o cre- en las econ omías agrarias simpl es, y por encima de cincue nt a personas
cimiento de la pob lació n tras el inicio del eo lítico, hace unos 10 .000 año s. po r kiló met ro cuadrado en los pu e b los más grandes Y
El panel inferio r m ues tr a el crecimiento de la pobla ción más reciente, d esde Viv ir en comun idades más g ra nd es y densas es socia lmente esti-
el inicio de la Revo lució n Industrial. Para más in formación, véase J. l l aw k s mulant e y econó micam ente pr ovec h oso , pero esas co munidad es tam-
et al. (2007 ), «11ecent acc elera1ion of human adapt ive evolution», Proceedings
bién plan tean riesgos que amena za n grave mente a la sa lud. El mayor
of t!1e Nationa! Academy of Sciences USA, 10 4, pp. 20753-207 58; C. Haub
pelig ro es el contagio. Hay mucha s cla ses de enfermedade s infeccio-
(20 1 1 ) , Ho w Many People !-lave Ever Lived on Eari/1?Population Reference

Bureau, http: / / www .prb .org/ Anicleshood HowManyPeopleHave Ever
LivedonEa rth .aspx.
crecerá exponencia lmente más rápido que una banda de cazad ores -r e-
colectores d e tamaño equ ivalente so lo co n que destete n a sus hij os con
dieciocho me ses e n I u gar de tres años, aun co n la misma tasa de m o rta-
lidad in fanti l. Car ec emo s de datos prec isos sobre la población mundial
antes d e lo s m o derno s cen sos, pero las est imaciones bien fund adas qu e
se resum en e n la fi g ur a 18 sugieren qu e el número de hum ano s qu e
sas, pero t0das está n causad as por org anismos qu e pa ra vivir tienen
que inva di r un huésped, alime ntar se d e su cuerpo, rep rod ucirse y lue-
go transmitir se a nuevos hués pede s p ara soste ner su ciclo biológico.
Por co nsigu iente, la supervi venc ia d e un agen te infec cioso depe nde
del núm ero de huéspedes qu e p ue da infecta r en un a población, de la
capacid ad que tenga para disper s arse ent re huéspede s y d e la tasa de
sup erv iven cia del huésped a la inf e cc ión. H Al congregar muc hos posi-
bles hué spedes en estrecho contacto, los pueblo s y ciudad es se convier-
ten en lugares ideales para las e n fe rm edades infecciosas, y por consi-
guiente en lugare s pelig rosos para los hu éspedes humanos . Otro de los
228 LA III STO RI ·\ DEL CUEl\l'O HUMANO
facto res que favorece n la expansió n de las enfermedades infecciosas es
el comercio. Como producen exc edente s, los agricultores comercian
con biene s y al hacerlo también intercambian microbio s y permiten
que los organismos infeccioso s sa lt en rápidamente de un a comu nidad
a ot r a. No es de extrañar, pues, que la agricultura diera pa so a una era
de ep idemia s de, encre otras, tuberculosis, lepra, sífilis, pe ste, viruela y
gr ipe.44 No es que los cazador es- r eco lecto res no enfermaran , pero an-
tes de la agricu ltura los hum anos sufrían sobre todo pará sito~ como
piojos, lombrices intestinales que adquirían con alimento s conta mina-
dos , y vi rus o bacterias, como el h erpes simple, que adqui rían por con-
tacco con otros mamíferos.4 1 Es pr o b able que enfermedades como la
malaria o el pian (un precur sor no venéreo de la sífilis) ya existieran
entre los cazado res-reco lecwres, pero con una tasa de incidencia mu-
cho men or que entr e los agriculto r es. D e hecho, no podía haber epide-
mias ante s del Neo lítico porgu e las den sidades de pob lac ión de los ca-
zadore s-reco lectores eran in feriores a una persona por kilómetro
cuad rado , po r debajo del um b r a l necesario para que se extiendan las
enfe r medades virulentas. La vir u e la, por ejemplo, es una ant igua en-
fermedad vira l que los human os p os iblemente adquiri esen de monos y
roedores (lo s orígenes de la enfe rm edad no están resueltos) que no
pud o extenderse de forma apr ec iab le hasta la aparic ión de asentam ien-
tos grandes y densos.46
Otro cfecro secundario insa lubr e de la agricultur a que también
promov ió enfe rm edades infecc iosas por desajuste es el deficie nte sa-
neamiento. Los cazadores- reco lecto res que vivían en campame ntos
temporales sencillamente se metían entre los arbustos para defecar,
y apenas producían desperdi cios . Tan pronto como los hum anos se es-
tabl ecieron en poblados permanente s, inevitablemente comenzaro n a
acum ul ar montones de residu os y ensucia r sus hoga re s. Las letrinas
per mane nt es con taminan el agua y e l suelo con materia feca l humana,
los desper di cios se acumulan y pudren, y las viviend as crean un am-
biente id ea l para animales pequeño s como los ratone s, las ratas y los
gor rione s que se alimentan de la com ida y la basura, y se benefician del
refug io seguro qu e les prop o rc iona n los humano s frente a sus depre-
dadores natura les, como los búhos y las serpientes. De hecho, el ratón
común (Mus musculus) evolucionó inicialmente en los poblados per-
manentes del sudoeste asiáti co e n los albores de la agric ultu ra, y las
ratas evo lu cionaron de una fo rm a tan eficiente para aprovech ar los
asen tami ento s humano s que la m ayoría de las ciudades ti enen más ra-
¿PAIIA ÍSO PERD IDO?
tas qu e personas. 47 Estas plagas a veces nos pagan la hospitalidad co n-
virtiéndose en vectore s de enfer medades. Los r oedores transmiten vi-
rus letales como el de la fiebre de Lassa y so n hu éspe des de pulgas qu e
llevan salmonela, chin ches de la cama y ácaro s, que a su vez transmiten
enfermedades como la encefalitis. Mientr as n o se empezaron a cons-
tru ir alcantarillas cer radas, sistemas sépticos y ot ras formas de sa nea-
miento público, la tran sición a la vida en los pueblos fue una fuente de
muchas enferme dades.
La evolución de la agricu ltura y el crecimiento de pueblos y ciu da-
d es también pro veyó estupendas condiciones eco lógicas para mucho s
insectos que transmiten enfermedades m o rtal es. El caso más noto rio
es que cuando los agricu ltores desbrozan un terre no para cultivos de
regadío, crean hábitats ideales para los mo squit os, que ponen sus hu e-
vos en charcas de agua estancada. Los mosq uito s, a los que no gusta el
so l y el calor, tam bién se esconden en las casas fr escas y en matas cerca-
nas, lo que los sitúa idealmente cerca de los hu m a nos, cuya sangre co-
di cian. Aunque la malaria es una enfermedad mu y antigua, la combina-
ción de zonas idea les para la cría y abund anc ia de huéspedes hum anos
au mentó su prevale ncia de forma drástica dur a nt e el Neolítico.48 Otras
de las enfermedades tra nsmitidas por mosq uit os qu e se hicieron más
comunes tras el origen de la agricultura so n la fiebre amarilla, el den-
g ue, la filariasis y la encefalitis. Además, el agua que corre des pac io
por los canales de riego promovió la expansión de otra enfer medad
parasitaria, la esqui stoso miasis (bilharúa sis), que es causada por gusa-
nos cuyo ciclo de vida comienza en moluscos d e agua dulce y conti núa
cua ndo los gusanos pene tran en la piel d e las pierna s de un humano
que esté vadean do el canal. También la ropa ay ud ó mucho a algun as
enfermedades, pue s crea un entorno apropiado para ácaros, pulgas y
piojo s. Los cazadores - recolectores, especia lm ente los que viven en cli-
mas templados, también se visten, pero los agr icu ltores son muchos
más y llevan mucha más ropa. Adán y Eva supu estamente se cubr ie ron
co n hojas de parra cuando fueron expulsados d e l J ard ín del Edén, pero
las sucias ropas de sus descendientes se conv ini e ron en un regalo del
cielo para millones de futuras generacione s d e minú sculos e incordia n -
tes parásito s.
Por último, los hum anos hemos extend id o sobre nosotros mismo s
un espantoso abanico de horrenda s enferm eda d es (más de cincuenta)
que adquirimos por vivir en contacto con a nim a les. 49 Estas enferme-
dades son causadas por algunos de los pat ógenos más perniciosos y
23 0 l.A III STOH IA DEL C U l:'.H.P O IIUM ANO
temibl es y sup o nen un grave ri esgo para los humano s; se cuentan
entr e ella s la tub erculosis, el sarampión y la difteria (de las vaca s); la
lepra (del búfa lo acuático); la grip e (de ce rdos y patos); y la peste¡ el
tifus y pos ib lemente la viruela (de r a ta s y ratones). Las g ripes, por
ejempl o, son causadas por viru s qu e mutan constantemente; vienen
de las aves ac uát icas y luego saltan a los animales de granja, como los
cerdos y los caba llos, donde siguen evo lucionando , dand o lugar a
nuevas var iedad es, algunas de las cuales son especialmente infeccio-
sas para los hu ma nos. Cuando se co ntrae , el virus produc e una res-
puesta infl ama to ria en las células qu e revi sten la nari z, la ga rganta y
los pul mones que provoca tos y esto rnudos , con lo que el viru s consi-
gue disper sar mill ones de copias a ot ros humanos cercano s.\º La ma-
yoría de las cepa s de gripe produ ce n in feccion es leves, pero una s po-
cas pu eden llega r a ser letales, po r lo general cuando favorecen la
neumo nía u ot ras infecciones respirat o ria s. La gra n epid emia de gripe
que asoló e l m undo en 19 18, al fin a l de la primera gu erra mundia l,
acabó co n la vida de ent re cuar e nt a y cincuenta millon es de perso-
nas,\ ' tr es veces más que el núm e ro d e civiles y soldado s qu e murie-
ron dura nte la prop ia guerra. U na ca ract erística alarmant e de esta
pandemi a es qu e fue especialme nt e leta l entre los adulto s jóvenes y
sanos, y no entre los viejos, tal vez porque los jóvenes tiene n un siste-
ma inmunitari o más simple, con m e nos a nticuerpos contra la gripe, lo
que los hace más susceptibles a la neumonía , que con frecu encia fue la
causa efec tiva de la muerte.
En to tal, debe haber más de un ce ntenar de enfermedad es infec-
ciosas po r desaj uste que fueron causadas o agravadas por el orige n de
la agr icultura. Por suerte, durant e la s última s generac iones la medici-
na moderna y lo s sistemas de sa ne a mi ento público han dado pasos
agigan tado s para prevenir y comb a tir mucha s de estas enfermedades.
Por prim era vez en miles de años , la gente de las nacione s desarrolla-
das raram ent e se preocupa por las ep id em ias o por sucumbir a un con-
tagio. Pero esta complacencia podría ser un error. A pesar d e la canti-
dad de nuev as tecnologías que no s ayudan a evitar, rast rear y tratar
las enfermedad es infecciosas, las po b lacio nes humanas son más gran-
des y densas qu e nunca, lo que no s mantiene vulnerab les a nueva s epi-
demia s. 52
2 31
¿MER EC I Ó LA PENA LA AGRI C ULTURA ?
Pese a todas las hambrun as, el trabajo y las enf er m e dad es causadas por
la ag ricultura, ¿qué tal les fue a los humanos y sus c u e rpos en el cur so
de la tra scendenta l tran sición de la caza y la reco lec ción a la agricultu -
r a? ¿M erecieron la pena las enfermedades po r d esa ju ste que provocó
la Revolu ción Agrícola?
Como suele ocurrir , la perspectiva que uno ten ga estará influida
p o r los criterios que use para medir e] éxito o el fraca so. Si, como la
m a yo~ía de la gente, uno cree que la agriruhura fue e l paso más grande
hac ia el progreso qu e jamás hayan dado los hum a nos , encontra rá algu-
n a ju stificación para estar contento de que su s a nt e pa sados adoptasen
esta forma de vida hace muchos cientos de ge ne rac io n es. Los primero s
ag ri c ul tores se benef iciaro n de tener más co mid a, y es te excedente lo
in v irti eron ensegu ida en tener más hijos, lo qu e a s u vez incrementó su
d e pend encia de la agricultura en contra de la r eco lecc ión. Así pues, si
unos cazadores-reco lecto res se cambiaban a la ag ri c ultura a causa de la
pr es ió n demográf ica, los beneficios seguram ente s up eraban a los cos-
tes, so bre todo desde un a perspectiva evolutiv a, e n la que la principal
m e dida del éxito es el número de descendi e nt es qu e se tienen. La
ag ri cultura no solo permiti ó que las familias fu ese n m ás grandes, sino
ta mbi én que la gente se estableciera en poblados, pu eblos y ciudades,
causando un cambio ma sivo, que todavía se está pr o duci endo, en los pa-
trones de asentamiento de los humanos. La ag ri c ultur a fue también lo
qu e hizo posibles los excedentes, y estos las art es, la literatura , la ciencia
y much os otros logros. En definitiva, la agricultur a hi zo posible la civili-
zac ión . La otra cara de la moneda, sin embargo, es qu e los excedentes de
la agricultura también hicieron posible la estratificac ión social, y por
cons iguiente la opresión, la esclavitud, la guerra, las hambrun as y otro s
mal es desconocidos en las sociedades de cazador es- rec ol ectores. La agri-
cultura también abrió la puerta a muchas enf erm e d ad es por desajuste,
d es de la caries hasta el cóle ra. Cientos de m illones de personas han
mu e rto por culpa de infecciones, malnutrici ón e inanici ón, unas muer-
te s que no se habrían producido si hubiéramo s se guido siendo cazado-
res-reco lectores. Aun así, pese a todas esas muert es, viven hoy en el
planeta seis mil millone s de personas más qu e si la Revolución Agríco-
la no se hubiera produ cido.
Aunque la agricultura ha sido muy bene ficiosa pa ra la especie hu-
mana en conjunto, para el cuerpo humano ha tenido tanto s beneficios
232 L.-\ III ST lllll~ 01::L CUl::HPl) IIU~IANO
como per¡u1c1os. Un indi cado r útil para eval uar el éxito de la agricul-
tura para la sa lu d humana es la estatu ra. En gene ral, la altura máx im a
que alcanza un a pe r so na está fuerteme nte infl uida por los genes, pero
su estat ur a rea l gueda fuertemente restri ngid a po r el ambiente: las per-
so nas qu e sufr en malnutrición , enfermedad u otras presiones fisio lógi-
cas no crecen has ta co mpl etar todo su pote ncial ge nético. Esto es de bi-
do a que un niñ o qu e c re ce tiene un a cantidad finita de energía qu e
pued e utilizar para mantener el cu_erpo, pa ra combatir infecciones ,
para rea lizar act ivi da d es o para crece r. Si un niñ o necesita destin ar ·un a
gra n part e de su limita da energía a combatir inf ecciones o a trabaj a r
intensamente, le que d a m enos energía para el crec imiento. Por eso, es-
tudiar cambios en la estatura es una buena medid a global para d oc u-
menta r cambios e n lo bien que se alimentaba n las personas o en qu é
med ida sufr ían por enfe rm edades u otro s ti pos de presiones. Los an áli-
sis de la es tat ura de los hum anos sugieren gue los estadios iniciales de
la agricultur a fue ro n ini c ialmente bene ficio sos para la salud en mu c has
partes del mund o, au nqu e no en todas. Co mo cab ría suponer, una d e
las histo rias d e éxito es la de Oriente Medi o, donde comenzó la agric ul -
tura. Estudi os me Lic ulo sos revelan que cuando comenzó el Neo lí tico
hace uno s 1 1.6 00 años y a lo largo de sus prim eros miles de años de
recorrido , la estatu ra d e sus habitantes aumentó al principio en un os 4
cent ímetr os en los hombres y un poco menos en las mujeres. Sin e m-
bargo, la esta tur a co m enzó a reducirse m ás tar de, hace unos 7.500
años, al mi smo tiem p o qu e, según nos di ce n m arcadores esquelé ticos,
la enfermedad y e l est r és nutricional se hiciero n m ás frecuentes. 1l P au-
tas parecidas d e pr og reso inicial segu ido de una reversión pos te ri or
tamb ién se obse rvan e n otra s partes del mund o, y en particul ar en
América. Por eje mplo, a medida que la ag ricultur a del maíz se iba in-
corp ora ndo a la dieta e n el este de Tennessee hace entre 1.00 0 y 5 00
años, la estatura au mentó en unos 2,2 ce ntím etros en los hombr es y
unos 6 centíme tr os en las mujeres.14 A juzga r por la estatura, much as
(pero no todas) pob la c iones de los prim e ros agr icultores se benef icia-
ron inicialment e d e su nueva forma de vida.
Sin embargo , si en lu gar de compar ar las pob laciones inmedi a ta-
mente ant es y des pu és de la Revolución Agríco la adoptamos un a p e rs-
pectiva m ás ampli a y co nsideramos los ca mbi os en estatura a lo lar go
de periodos m ás dilata d os, los efecros del modo de vida agrari o su e len
result a r m enos sa ]ud ab les.11 Con pocas excepcio nes, la esta tur a se
encogió a med id a que las economías agríco las se intensificaron. Por
233
ejemplo, la estatura de losagricu lto re s de la China y el Japón del Neo-
lítico antigu o se redujo en 8 cent ímetros a lo largo de va r ios miles de
años al tiem po que se extendía e l c ulti vo del arroz, 16 y cuando la agri-
cultura se arraigó en Mesoamé ri ca, la altura de los hombre s se redujo
en 5, 5 centí metros y la de las muj e re s en 8 centímetros. 17 En otras pala-
bras, la desafortu nada ironía de la in ten sificación de la ag ricultura es
que si b ien los agricultores pr odu cía n m ás alimento en términ os globa-
les, la ene rgía disponible para e l c recim iento de los niños disminuyó,
probablemente porque gastaban r e lativamente más ene rgía en comba-
tir infecc ion es, en enfrentarse a ocas ion ales escaseces de alimento y en
trabaja r largas horas en los cam pos .
O tros tipos de datos confirm a n qu e por lo general la transic ión a la
agricu ltur a afectó negativamente a la salud humana. El estrés agudo que
causan las infecciones o la inan ició n d eja surcos profundos y permanen-
tes en los di entes, la anemia po r falta de hierro en la dieta pr ovoca lesio-
nes esqu eléticase infecciones co m o la sífilis dejan en los hue sos las hue-
llas de la inflamación. Los inves tiga d o res que han tabulado la incidencia
de estas y o eras patologías antes y d es pu és de la transición a la agricultu-
ra encuent ran repetidamente que los esqu eletos de los descendientes de
los pion eros de la agricultura tie n en m ás señales de enfermedad, malnu-
trición y prob lemas dentales, con indep endencia de si se mir a en Suda-
mérica, Nortea mérica, África, Eur o pa o cualquier ot ro lugar.18 Dicho
de manera simple, en términos ge n e ral es la vida en el cam po se fue ha-
ciendo co n el tiempo más desag r adabl e, brutal , breve y dolor osa.
D ESAJUST E Y EVOL UC I ÓN DE SDE LA A GR I CULTURA
Aunque los primeros agricul to r es recog ieron algunos benefici os de
cambiarse a una economía agraria, esta nueva forma de vi da también
llevó a mu chas enfermedades por de saju ste y a otros problemas. ¿Qué
tipo de desarrollos evolutivos d ese n cade naron estos camb ios, y en
particu lar las enfermedades por d es ajuste? ¿En qué medida empujó la
agricul tura a la selección natural y cultural o simplement e condujo a
enferm edades por desajuste, y por tant o a unas vidas más miserables y
a más mu erte?
Co nside remos primero de qu é m odo la agricultura condu jo a la
selecc ió n natural. Valela pen a in sis tir en que los prime ro s agric ultores
 L.\ IIIS ro,u \ DEl CUEHPO II UM -\!l<O
v1v1e ro n hace unas 600 a 50 0 generac iones, y en la mayor parte del
mu nd o la ag ricultura se viene pr act icando desde hac e m enos de 300
ge nerac io ne s. Desde un a perspectiva evolutiva. esw n o es mucho
tie mp o p a ra qu e se den mucho s cambios evo lutivo s imp orta nt es, pero
e sufic ie nte para que genes con fu e n es efectos sobre la supe rvivencia
y la re pr oducción vean alte radas sus frecuencias de un a forma ap recia-
bl e d e ntro d e poblacion es. De hecho, como la agricult ur a alteró tan
pro fundamente las dieta s d e las pe rsonas, los patógen os qu e encontra-
ron, e l trab ajo que hiciero n y e l n úmero de hijos qu e podían tener, los
orígenes de la agricultura pr obab lemente inunsifi caron la se lecció n de
cienos genes. 19 Hay qu e considerar también que la selección natural
so lo pu e d e ac tuar sobr e var iac io nes existentes y h e re dabl es . En este
se n tid o, la agric ultura claramente es timuló las tasa de evo lu ció n por-
que, a m edida que las poblac iones explotaban dem ográf icamen te (en
un facto r de más de mil), ca d a ge neración ha producido mu chas más
mutaciones nu evas sob re las que puede actuar lase lección. Los inten-
tos d e m edir este aument o d e di ve rsidad han identi f ica d o más de un
m ill ó n de nuevas variantes ge né ticas que surgier o n e n varias pob la-
c io nes d e todo el planeta durante los últimos cente n a res d e gene racio-
nes.fo La ex istencia de tantas muta cio nes recientes es toda una cur a de
hu mild ad, pu es muchas de ellas son perjudiciales.
L a m ayoría de las mut ac iones que han surgido durante los últimos
cen te nar es d e generac io nes no se ha n visto sometidas a dema siada se-
le cc ió n , es p ec ialmente a selección positiva, y de hec ho má s d el 86 por
c ien to d e las mutacio nes qu e han apareci do probab lem e n te tengan
efectos n ega ti vos. 6 ' Pero con cantas nuevas mutaci o nes, n o debe extra-
ñar qu e los es tudios hayan id e ntifi cado más de un ce n te n a r de gene s
qu e se h a n visto favorec idos por la se lección natur a l rec ie nt e, muchos
a c a u sa d e la agriculrura. 6• Se rá n necesa rios años de in ves ti gac ión para
est udi a r to d os esos genes a fondo, pero como cabe es p e rar , una buena
parte de ellos ay udan al sistema inmunitario a enfren tarse a algunos de
los pa tóge nos más mo rtíferos qu e han a fligido a los human os desde los
or ígenes de la agricultur a: la peste bubónica, la lepr a, la fiebre tifoidea,
la fiebre d e Lassa, la malaria, e l saramp ión y la tubercu losis. Entre los
cas o s m e jor estudiados es tán los ge nes que ayudan a co nferir inmu ni-
dad fr e nt e a la malaria. Esta es una enfermedad anti gua que causan
pará s itos qu e transmiten los m os qui tos. Por ello, a m e did a qu e se ex-
tendía la agric ultur a la prevalenci a de la malaria aum e ntó a causa de la
may o r d e n s idad de población y las prácticas agrí co las qu e promo vie-
¿PARAÍ SO PERD I DO ?
ron la reproducci ón de los mosquitos. Co mo los parásitos de la malaria
se alimentan de hemog lobina, la prote ína con hierro que transp o rta e l
oxígeno en la sangr e, en la s pob laciones afectadas por la malaria se h an
seleccionado positi va m e m e varias muta cio nes qu e afectan a la h e mo -
globina.6' Una d e escas m utaciones produce la anemia falcifo rm e, que
hace que los glóbu los ro jos de la sangre tengan una forma de hoz anor-
mal; ot ras mutac iones r e du cen la capac idad de las células de la sa ngre
para producir ener gía después de una infección, o retar dan la forma-
ción de moléculas de hemoglobina. <• 4 En estos y ot ros casos, se consi-
gue inmunidad pa rc ia l c u ando se lleva u na so la copia del ge n mu tado,
mientras que tener dos copias del ge n causa anem ias graves, a veces
morta les. Qu e ge nes co n efectos tan graves para la vida se haya n co n -
servado so lo tiene sen tid o e n el contexto d e una selección natur al que
proporcione inmunidad fren te a una enfer medad con efectos todavía
más letales. En otr as palabr as, el be nefic io de proporc iona r inmuni dad
parcial a los agricul to r es de las áreas afectada s por la malaria er a m ayor
que el terrible pr ecio que se paga con la m uerte de algu nos pari en tes
por anem ia.
O tro s de los genes qu e expe rimentaro n se lecci ón positiva rec ie nt e
a causa de la agricultura d esempeña n papeles importa ntes ayudando a
los human os a adaptarse a los alimentos d omest icado s. ll ay varios
ejemplos, pero el má s est ud iado es el de lo s genes que ayud an a los
adultas a digerir la leche. Esta co ntien e una fo rma espec ial de azúcar,
la lactosa, que es d eg radada po r el enzima lacta sa. Los human os pre -
agrarios no tenía n que di ger ir leche después del destete, y en la ma yo-
ría de los human os, a m edida que maduran, con cuatro o cinco años, e l
sistema digestivo deja d e produ cir lactasa. Pero después de la dom est i-
cación de mamíf e ros co m o las cabra s y las vacas que pr oduce n leche,
la capacidad de di ge rir lactosa después de la infancia se convirt ió e n
una venta ja y promovió la se lección de genes qu e pe rmiten la pr oduc-
ción de lactasa en lo s adultos. D e hecho, va rias de esas mut acio nes
evolucionaron de fo rma ind epe ndi ente entre los africanos orienta les,
los indios del norte , los árabe s y los habita nt es de l sudeste asiático y de
Europa.6 1 Otras d e las adaptaciones que evol uc ionaron ayuda ron a lo s
agricultores a enfr enta r se a sub idas de azúca r en la sang re causad as por
la ingesta de muchos ca rb oh idratos. Por ejemplo, el gen TCF7L2, que
promueve lasecr ec ió n d e in suli na despu és d e una comida , tiene div er-
sas vari antes que evo lu cionaron de forma independie nte en Europa,
Asia orien tal y Áfri ca occ ide ntal alrededo r d e l periodo Neolít ico. 66 Tal
236 LA I II ST OIIIA DELCUEII PO II U MANO ¿P<\IIAÍSl) l'EHOIDll?

como se explica en e l capítulo 1 1 , estas y otras va riantes génicas ay u- La elaboración de nixtamal es tan solo una de miles de respuestas
d an hoy a proteger a los descendiemes de estos agricultor es de la dia - evolucivas c ultural es que ha forjado la agricultura. Estas inn ovaciones
b etes de tipo 2. cultural es, que in cluyen las form as primitivas de saneamien to , odonto-
La selección natu ra l es un proceso imp ar ab le que todavía debe es- logia, cerámica, domesticación de gatos y elaboración de quesos, han
tar actuando hoy, ayud ada por la reciente abunda ncia de nueva va ria- obviado o mitigado muchas enferm edades por desajuste que habían
ción genética. Pero aunque la Revolución Agríco la condujo a una se- aparecido o se ha bían intensificado desde que dejamos de se r cazado-
lecció n que ayudó a los atribulados agricultor es a e nfrentarse a nueva s res-recol ecto res. Algunas de estas invenciones, como la elabor ación de
die tas y enferme dades infecciosas, sería err ón eo concluir que la selec- nixtamal o de qu eso, fueron so luc ion es brillantes a problemas que apa-
ció n natura l ha sido el motor dominante de l ca mbi o evolutivo durant e recieron con la ag ricultura, pero que luego amor:tiguaron la se lecc ión
los últimos miles de años. Se mire como se mir e, las adaptaciones ge- natural en los hum anos. Ot ras, sin embargo, no son tant o so luciones
n éticas recientes que han evolucionado ind epend ient emente en distin - como parc hes que solo tratan los síntomas de los trasto r nos por des-
tas partes del Nuevo y el Viejo Mundo son m odestas en compara ción ajuste. Estas res pu estas paliativas pueden crear un pro ble m a po rque
co n la escala y magnit ud de la innovación cultural que los humano s tratar los s ín tomas en lugar de las ca usas de las enfermedades por des-
han concebido durante el mismo periodo de ti e mp o. Muchas de estas ajuste provoca a veces un bucle de realimentación perni cioso, al que he
inn ovaciones cultur a les, como la rueda, el arado, lo s tractores y la es- dado el nombre de disevoluc ión, que permite que la enfermedad per-
c ritura , han mejo rad o la productivida d eco nó m ica, pero bastantes fue- sista o inclu so se intensifiqu e. Sin emba rgo, antes de ocupa 1·nos de este
ron respuestas a enfe r medades por desajuste caus ada s por la form a de círculo vic ioso debemos considerar el siguiente capítul o de la hi sto ria
v ida agra ria. Dicho d e forma más rigurosa, mucha s de estas inn ova- del cuerpo human o: la era indu st rial.
c iones han actuado como amortig uadores culturales que han ampa rado
o incluso proteg ido a los agricultores de los p e lig ros y desventajas de
la agricu ltura, que de ot ro modo habría dado lu ga r a una selección aún
más fuerte de la que podemos detectar.
Piénsese si no en la malnutrición, un pr ob le ma que afecta a los
ag ricultores más que a los cazadores-reco lec to re s, porque la depen-
de ncia de aquellos de unos pocos alimentos b ás icos reduce la diversi -
dad nutricional y la ca lidad de sus dietas. Un e je mpl o es la pelag ra , un a
horrib le enferme dad producida por la insufi c ie ncia de vitam in a B3
( n iacina), que causa diarre a, demencia, erupci o nes en la piel y final -
m ente la muerte si no se trata. La pelagr a es co mún entre los camp e-
sino s que se alimentan fundamental mente de m a íz po rque la vitami-
n a 83 de este ce real está unida a otras pr o teí na s y no está disponibl e
para el sistema digest ivo humano. Los nativo s a m e ricanos agricult ores
nunca desarrolla ron durant e su evolución ge nes qu e les confirieran re-
sis tencia a la pelagra, pero hace mucho tiemp o qu e aprendieron a ha-
ce r un tipo especia l d e harina de maíz, qu e ll a man masa o nixtamal,
coc iendo el maíz con agua y cal antes de mol e rl o. Este proceso (que
r ec ibe el nombre de ni xtamalización) no so lo lib era la vitamina B3
par a la digestión sin o que además increm enta e l co ntenido de calcio
d e l maíz.67
 9

T IEMPOS MOD ERNOS , CU E RP OS

MOD ERNO
L a paradoja de la saludhumana en la era ind ustrial

Un martilleo de zu eco s so b re el paviment o, un breve

so nar de campa nas, y t0d os los elefa nt es enfermos de
melancolía, limpios y Iub ricados para la mo nóto na jor-
nada, volvíanotra vez a s u pesado ejercicio.

e, IA RL E!> D 1CKI:. s, Tiempos difíciles

La existencia humana ha experimentado mu chos y profu nd os cambios

durante los últimos miles de años, pe ro nun ca se produj eron tantos ni
tan deprisa co mo en los últimos 25 0 años. La vida ele mi abuelo ilustra
esta transformación. Nació hacia 19 00 e n Besarabia, un a reg ión pobre
y rural en la fro ntera entre Rusia y R u man ía. Co mo muchas panes ele
la Europa del este de aquellos tiemp os , Bc sar abia era un a economía
agraria, apenas tocada por la Revo lució n l ndu strial. En el pu eblo don-
de nació, nadie tenía electricidad, gas o fo ntanería interio r. Todo el
trabajo era realizado por humanos y a n im a les de granja. Siendo niño,
sin embargo, mi abuelo huyó con su fa mi lia a Estados Unidos escapan-
do de los pog romos. En Estados U nid os , tu vo la oportunidad de ir a la
escuela pública; luego luchó en la pr im e r a gue rra mundial y gracias a
los beneficios concedidos a los vetera nos log r ó asistir a un a facultad de
medicina y conv ertirse en médico en la ci udad de Nu eva York. Mu-
chos de nosotr os hemos presenciado c a mbi os considerables durante
nuestra vida, pero mi abuelo esencia lm e n te a travesó la Revolución in-
dustrial entera en unos pocos años de su juv entud , y luego experimen-
tó la mayoría de los cambios dd siglo xx .
¡Y cómo le gu staban esos cambios ! L e jo s de ser un ludita contrario
al progreso tecno lógico,' mi abuelo ac ogi ó con los brazos abiertos to-
dos los beneficios de la ciencia, la indu stri alización y el capitalismo.
:q o L. \ 111\T tl lll.\ DEL C UEIIPO II U~ I ANO
T al vez porque n ació ca mp es in o, mi abuelo disfrutaba especialmente
de un baño pom p oso, un coc h e g rande, aire aco ndic io nado y calefac-
ció n ce ntral. Ta mbi én se se ntía int ensa mente org ull oso de los progre -
so s que se habían pro du cido e n su profe sión, la pediatría. En la época
en qu e na ció, en Estad os U nid os morían alrededor del 1 5 al 20 por
cien to de los niños dur an te el prim er a110 de vid a, pero en el curso de
su ca rr era la mo rtalid ad in fa ntil se desplomó h as ta me nos del I por
ciento. 0 Esta im pres ion ante r educci ón de la mo rta lidad pu ede atrib uir-
se en muy bue n a medid a a los antibió ticos y o tr os nuevos fármacos
para tra tar a los bebés aqu ej ados d e enferme dades respira torias, enfer -
medades infecciosas y di arr ea. La s tasas de morta lidad in fantil también
se reduje ron co nsi derablem en te du rante el sig lo xx g racias a las medi-
da s d e pr evención co rno las me joras de higiene, la m ejor nutrició n y la
may o r facilidad para consultar a un doctor. A dif ere ncia de muchos
médicos, qu e so lo ven a su s pa cient es ad ultos cuando están enfermos,
los p ediatras ven a su s jóve n es p ac ientes de manera frec uente y regular
cu and o están sa nos para imp e dir que caiga n enf erm os. Los extraordi-
nar io s logro s de la pedi atrí a d u rante el siglo xx d emu est ran que la me-
di cina preven tiv a es rea lme nt e la mejor medicina .
Mi abuelo murió a principio s de los ochenta , pero estoy convenci-
d o de qu e le de sesp eraría el es tado de la ate nció n m édi ca preventiva
que hoy rec ibe n los niñ os de Estados Unidos. Aunqu e la mayoría toda-
vía reciben rev isio nes reg ul ares, vacunas y ate nci ó n o do ntológica, un
1 o por ciento no las rec iben a ca usa de la pobr eza y la dificultad d e
acce d er a la sanid ad. El po r ce ntaj e de bebés que n ace n con peso bajo, ac-
tu almente el 8,2 por cient o, no se ha reducido en déca das, y reciente-
m en te incl uso ha au ment ado a unqu e un peso baj o en el momento de
nace r incrementa con sider ab le m e nte el riesgo d e doce nas de proble-
m as de salud a corto y largo p lazo. 1 En 1900, los es tadou nid enses eran,
por térm ino medio, lo s más a lt os del mundo; hoy tien den a ser más
bajos que la mayo ría d e los euro p eos.4 Por últim o, E stados Unidos y
ot ros países están fra casa nd o estrep itosame nt e en la pr eve nción dela
obesidad infantil. D esde los años 1980, el porce nt aje d e niños obeso s
se ha más que trip licado en Esta d os Unidos, de l 5, 5 por ciento a aproxi -
m adamente el 17 por cient o, y en el resto del mund o se está producien-
do una tende ncia par ec id a. 1 H as ta el momento, los es fuerzos aunado s
de d octo res, pa ciente s, profesionales de la salud públi ca, educadores y
otros p ara inve rtir este crecie nt e prob lema han s ido por lo general in -
eficaces. Cada ve z son m ás lo s niño s (y sus p adr es) que están engor -
TIEMPOS MODE RNOS. CUEHl'O S Mll OEH Nt lS 24 1
dando demas iado, y los niños con sobrepeso son tantos que ya se ven
como algo no rm al.
Si ana lizamo s el estatus actual de l cue rp o human o como un todo,
muc hos países, como Estados Unid os, se e nfr entan a una nueva para-
doja. De un lado, el aumento de la riqu eza y lo s impr esionantes progre-
sos realizad os en la atención médic a, el saneamiento y la educación
desde la Revo luci ó n Indu strial han m ejo rado de manera espectac ular la
salud de mile s de millones de person as, especia lmente en las naciones
desarrolladas. _Los niños que nacen en la ac tua lid ad tienen tina prob a-
bilidad muc ho más baja de morir p o r e nf e r me dades infecc io sas po r
desaju ste cau sada s por la Revoluci ón Ag rí co la, y una probabilidad
mucho más al ta de vivir más año s, alc a nzar m ayor estatura y en ge nera l
esta r más sano s que los niños de la ge n erac ió n de mi abuelo. En co nse-
cuencia, la po b lación del mundo se ha tr iplic ad o dur ante el sig lo xx. Por
ot ro lado, sin e mbargo, nuestro cuerpo se e nfr enta a nuev os problema s
a los que ape n as nadie prestaba aten ción h ace un as pocas ge nerac iones.
En la act ualid ad la gente tiene una pr oba bilid ad mucho may o r de en-
fermar a cau sa de enfermedades por desa ju s t e co mo diabetes d e tipo 2,
cardiopatía s, osteopo rosis y cáncer d e co lo n , que o bien no ex istía n o
eran mucho m enos comunes durant e la mayor parte de la histo ria evo-
lutiva humana, incluida la mayor parte de la e ra ag rícola.
Para ente nd er có mo y porq ué ha ocur rid o todo esto, y cómo pod e-
mos enca rar es tos nuevos problem as, es n ecesario que primero exam i-
nemo s la era indu strial a tra vés d e la le nt e d e la evo lució n . ¿Cómo
afectó la Revo lu ción Indu strial, junt o co n e l crec imiento d el capi talis-
mo, la cienc ia m édica y la salud públi ca, a l mod o en que crece y fun cio-
na nuestro cu erp o? ¿De qué modo los tra sc endente s cambio s soc iales
y tecnológicos de los últimos sig los h an m ejora do o resuelt o las mu-
chas enfermeda d es por desajuste cr eadas p or e l desarrollo de la ag ri-
cultur a, al ti emp o que generaban nu evas enfermedades por d esa ju stes?
¿Q UÉ FUE LA REVOLU C I ÓN IN DUSTR IAL?
En lo más fund amen tal, la Revoluci ó n Indu st rial fue una revo lución
económica y tecno lógica en la que los humanos empeza mos a usar
combustibles fósi les para generar la energía que consumen una s má-
qu inas qu e fab ri can y transp ortan objetos e n g rande s cantidade s. Las
 LA III STOR IA DEL CUE RP O II UMANO
fábricas apar ecieron a finales del siglo xv 111en Inglat erra, y los méto-
dos de produ cción industrial se extendi eron rápi damente a Francia ,'
Alemania y Esta do s Unido s. En el cur so d e un siglo, la Revolución
Industri al se extendió a Europa del este y los paí ses del Pacífico, entre
ellos Japón. En el momento de esc ribir es to, una ola de industria liza-
ción está barriendo India , Asia, Sudaméri ca y partes de África.
Alguno s historiadore s objetan al término «Revolución Indust ria l».
En compara ción con las revoluciones políti cas, qu e pueden prod uci rse
en unos pocos dí as o años, la trans ición de la s economía s agrarias a las
industria les se pro duj o a lo largo de vario s siglo s; algunas partes del
globo, como la China rur al, aún están com e n zan do a industrializa r se.
Sin emba rgo, desde la perspectiva de la biol og ía evo lutiva, el términ o
«revolución» es de l todo apropiado po rqu e en m e no s de una docena de
gener aciones, los hum anos alteramos nu estro m arco de existencia, por
no mencionar el medio ambiente de la Ti e rra , de forma más rápi da y
profunda qu e cua lquier otra tran sform ac ió n cul tural previa. Antes de
la Revolución Indu stri al, la pob lación mundi al e r a inferior a mil mi llo-
nes, y en su mayoría estaba formada por ag ri cu ltore s rurales qu e ha-
cían todo su trabaj o co n sus propia s fuerzas o con la ayuda de ani ma les
domésticos. En la actualid ad hay siete mil mill o nes de habitantes en la
T ier ra, más de la m itad de los cua les viven e n c iudad es, y usamos m á-
quinas para realizar casi todo nuestro trab ajo . A nt es de la Revoluci ón
Industrial, el trabajo en las granjas requ e ría un am plio abanico de act i-
vidades y destrezas, por ejemplo par a culti var pl a nta s, criar animales y
hacer trabajo de carpin tería. Hoy la mayo ría d e nosotros trabaja mos
en fábricas u oficin as, y a menudo tenemos qu e es pecializarnos en ha-
cer solamente una s po cas cosas, como sum ar núm eros, poner pue rta s
en automóvi les o mir ar pantallas de orde nador. Ante s de la Revo lu-
ción Indu strial, los avances científico s apena s afec taban a la vida co ti-
diana de la mayo ría, la gente no viajaba y co mí a a limentos apenas pr o-
cesado s que se habían produc ido en la propi a reg ión donde vivían. En
la actualidad , la tecnol ogía está pre sente e n to do lo que hacernos, vo lar
o conducir miles de kilómetros es lo m ás norma l del mundo, y b uena
parte de los alimentos del mundo se produ ce n , pro cesan y cocinan en
fábricas lejos de dond e son consumido s. Tamb ié n hemos camb iado
la estruc tur a de nue stras familias y comu nid a d es, el modo en que nos
gobe rnamo s, cómo educamos a nuestro s hi jos, có mo nos entretene-
mos, cómo obten emos información y cómo r ealizamo s funciones vita-
les como dormi r o defecar. Hemo s industr ia liza do incluso el ejerc icio:
TIEMPOS MODERNO!>, C UE I\P OS M0D ER1'l )$
hay m ás gente que disfruta más vie ndo cómo comp ite n un os atletas
profes iona les en eventos dep ort ivos televisados que part icip a ndo ellos
mismos en lo s deportes.6
Tanto ca mbio en tan po co tiem po es impresionante. Para alguno s,
com o mi ab uelo, los cambios que desató la Revolución Indu strial fue-
ron lib e r ado res y emocionantes, y no hay duda de qu e los humano s de
las eco n o mí as occidentales de nuestro s días son más sa no s y pr ósperos
qu e h ace cie nt os de generaciones. Pero para algunos , los cambios que
ha traíd o la Revolución Indu strial han sido confusos, inqui e tantes o
desas tr osos. Co n independe ncia de si uno cree que la era indu strial ha
sido bue na o mala, hay tres cam bio s fundamentales que s u_bya cen a
esta re voluc ión. El primero es qu e los industrialistas do m e ñaron nue-
vas fuen tes de energía, fund ament almente para pr odu cir cosas . En
épocas pr e indu striales, la gente ocas ionalmenteutilizaba v ie nt o o agua
para ge n er a r energía, pero po r lo general dependían de los mú sculos,
hum a no s o d e animales, para rea liza r trabajo. Los pioneros d e la indus-
tria co m o J ames Watt ( que invent ó la máquina de vap o r) d esc ubri eron
cómo tran sfo rm ar la energía de los combustibles fósi les co m o el car-
bón, e l p et r óleo y el gas, en vapor, electricidad y otro s tip os d e energía
qu e se pu ed e usar para impu lsar máquinas. La primera de es tas se dise-
ñó par a pr oduci r telas, pero a las pocas décadas se in ve nt aro n ot ras
para produci r hierro, serrar made ra, arar campos, tran sp orta r objetos
y hac e r p ráct icamente cualquier cosa que uno pueda m a nufa ctu rar y
vend e r ( incl uso cerveza).7
Un seg und o component e importante de la Revo lu c ió n Indu strial
fue un a r eor ga nización de economía s e instituciones soc ia les . A medi-
da qu e la R evo lución Indu strial iba cobrando fuena , e l cap itali smo, en
el qu e lo s indiv iduos compiten para producir bienes y se r vicios a cam-
bio de un rédit o, se convirti ó en el sistema económico d o min ante en
todo e l mundo , promoviendo más industrialización y m ás c ambi os so-
ciales . A m edid a que los traba jadore s cambiabansu lu ga r d e actividad
de la granja a las fábricas o las compañ ías, más gente tuv o que trabajar
junt a aunque realizasen activid ades más especializadas. La s fábricas
requ e rían má s coordinación y regulació n. Además, fue necesa rio crear
nu ev as co mpañ ías privadas e instituciones gubernamental es para trans-
portar, v e nder y publicitar los bi enes producidos, para financiar las in-
versiones y para acomodar y gestio nar las hordas de pe rso nas que se
tra sla daron a vivir a las enorm es ciuda des quecreciero n alrededor de
los ce ntr os fabrile s. A medida qu e mujeres y niños en traron a formar
244 LA IIISTORIA DEL CUERPO II UMANO
parte de la fue rza laboral (el trabajo infantil era común dur an te la pr i-
m er a part e de la Revo lución Industrial), camb iaron las fami lias y las
co munid ades, y se reco nfigurar on las horas de traba jo, lo s hábitos de
co mid a y las clases soc iales. Al tiempo que se extendían las clases me-
dias, fue evo lu cionando una combinación de servic ios gube rn ament a-
les e in du stri as privadas para atender a sus necesida des, edu ca rlas, pro-
vee rla s d e los recur sos y equipamientos básicos como carrete ra s y
saneamie nt o, difundir información y entr etener. La Re vol ución In-
du str ial no creó so lamente trabajos de fábrica, también de of icina. .-
Po r úl tim o, la Revolución Industrial coincidió con un a tran sfor-
mac ió n d e la ciencia, que dejó de ser una rama amena pe ro no esencial
de la filo so fía para convert irse en una profesión vibrant e qu e ayudaba
a la ge nt e a ga nar más din ero. Muchos de los héroes de los inicio s de la
Revo lución I ndu strial fueron químicos e ingeniero s a menud o aficio -
11ados co m o Michael Far aday y James Wau, que carecía n de titulaci ón
formal o posic iones académicas. Como mucho s jóve nes vic torian os
exciLados po r los vientos de cambio, Charles Darwin y su her mano
mayor E ras mu s so ñaban de pequeños con conve rtir se e n químico s.~
O tros cam pos de la ciencia, como la biología y la med icina, tambi én
co ntri b u ye ro n de mane ra importante a la Revolución I ndu stria l, a me-
nu do promovie ndo la salud pública. Louis Pasteu r come nzó su car rera
com o q u ím ico trab ajando en la estruc tur a del ácido tart ár ico, qu e se
utili zaba e n la pr odu cción de vino. Pero mientras estudi aba la fermen-
tació n, de scub rió los microbios, inventó métodos para ester iliza r los
alime nt os y creó las primer as vacunas. Sin Pasteur y otro s pionero s de
la mi c robi o logía y la salud pública, la Revolución Ind ustrial no habr ía
pro g resa d o tamo ni tan rápido.
En suma , la Revo lución Industrial fue en realidad un a combina -
ció n de tr a nsfo rmaci ones tecnológ icas, económicas, cie ntífi cas y so-
ciales que de un a form a rápida y radical alteraro n el cur so de la historia
y reco nfi g urar on la faz del planeta en menos de diez ge neraciones, un
verd adero ab ri r y cerr ar de ojos en la escala del tiempo evo luti vo. Du -
rante ese mi smo periodo , la Revolución Indu strial también cambió
nue str o cuerpo. Ca mbió lo que comemos, cómo mastica mo s, cómo
traba jamos y có mo ca minamos y corremos, además de cómo nos ca-
lentamos o refre scamo s, cómo parimos, cómo enferm amos, madur a-
mo s, nos r epr oducimo s, envejecemos y nos relacionamo s. Mu cho s de
esto s ca m bios han sido beneficiosos, pero algunos han tenido efectos
negativo s e n el cuerpo humano, que tod avía tiene que evo lu cionar para
TIEMP OS MOD ERNOS, CU ERP OS M O DERNO S
enfrentar se a su nu evo e ntorno. Como el dominio de laenergía p ara
aliment ar a las máquina s fue lo que pu so los cimientos de la Revolu -
ción Indu strial, el prim e r lugar donde debem os examinar de qué ma -
nera ha causado esta revo lución dolen cias por desajuste es en los h áb i-
tos y tipos de trab ajos q ue hoy rea lizam os .
A CT IV I DAD F ÍS I CA
En su película de 1936, Tiempos mod ernos, C harles Chaplin lleg a a la
fábrica con su m o no d e trab ajo y con toda se riedad se pone a trabajar
en una cadena de mont aje con un par de llaves, apretando una inacab a-
ble co rriente de tuerc as. A medida qu e la cinta se acelera, Chaplin pone
de manifiesto cómi cament e algo que todo tr ab ajador de una fá bri ca
sabe muy bien: e l trabajo en una cinta de monta je puede ser duro e in -
tenso. Aunqu e en buen a medida la Revo lución Industrial reem pl azó
los mú sculos co n m otores como fuent e de fuerza mecánica para fabri -
car y mover cosas, e l tra bajo en las fábri cas sigue siendo arduo y ex i-
gente. En una fábri ca típi ca del sig lo x1x, se exigía a los empleados qu e
se presentasen listos pa ra trabajar en e l momento en que son aba un a
bocina o perdían el sa la rio de medio día. Luego se esperaba de e llos
que trabajas en de forma rápida e inint errumpid a durante doce o m ás
horas para ga rantizar que la producción conti nuase de manera efec ti va
y eficiente. Las se m an as de más de och enta horas, los salarios bajos y
las condicio nes d e trabajo peligrosa s eran tan comunes que con e l
tiempo los sindi catos y los go biern os come nzaron a aprobar refo rm as
que hicieran má s seguro y meno s inhum ano el trabajo en la fábric a .
Tras la aprobación de la Ley de Fábrica s ing lesa en 1802, dejó de p er-
mitirse que los niñ os d e menos d e tr ece año s trabajasen más de o c ho
horas diarias, y qu e los ado lescent es entre trece y dieciocho años tr a-
bajasen más de do ce ho ra s al día ( e l tr abajo infantil no se prohibi ó e n e l
Reino Unido hasta 190 1).9 Desde ent onces, los acuerdos laborale s en
algu no s países ha n seguido mejorando las condiciones de trabajo: en
Estado s Unidos , un tr aba jador medio d e un a fábrica trabaja en la ac-
tualidad una semana d e cuare nta hora s, aproximadamen te un 50 por
ciento menos qu e durant e el siglo xrx. ' 0 No obstante, en mucho s paí-
ses menos desarro llados, como en C hin a, mu chos trabajos en las fábri-
cas todavía exced en las nov enta ho ra s semanale s.'' En cualquie r caso,
 LA IIISTOHIA DEL CL 1 ERl'O IIUMANO
hasta hace p oco ti emp o el trabajo en la indu stria requería tanto o m ás
tr abajo qu e la agr icu lLUra,y en algunos lugares todavía ocup a mu c h as '
ho ras ago tadoras.
De sde la per spec tiva del cuer po, un a medida clave del trabajo es la
ca ntid ad de ac tiv idad física que requi ere. Pese a que pdícul as co m o
Tiemp os modernos o Metrópolis muestran un trabajo despiadadamente
ené rg ico en las fábricas , las ocupac io nes indu striales siempre ha n va-
riado en or m emen te en sus costes en ergéticos. La tabla 4 resume m e-
diciones de l cons um o horari o de lciloca lorías de los trabajadores
mie ntra s r eal izan diversas actividades. Muchas de estas son típi cas d el
traba jo gue se real iza en fábricas y oficinas, ot ras son más típi cas d e la
ag ric ultura, y como comparació n he incluido el coste de camin a r y co-
rrer . Como cabía es p erar, los tra bajos más agotadores son los de las
min as o los d e ca rga, en los que se maneja maquinaria pesada o se u sa
la pro pia fuerza físi ca. Estos trabajos indust riales tienen un cos te e n er-
gét ico má s o m en os ig ual a la ag ricultur a, si no más. Una segunda cl ase
d e traba jo indu st rial es más mode rados requ iere que los trabaja d o res
es tén de p ie y hagan cosas con la ayuda de herramientas y máquin as.
Esro s tr aba jos, qu e incluy en las líneas de mon taje o eltrabajo d e labo ra-
to rio, tie nd en a ser ene rgéticamente tan costosos como camin a r a un a
velocidad co n fo n a b le. Una última clase d e trabajo industrial qu e se h a
ido hacie nd o m ás co mú n a medida qu e los robots y otras m áq uin as
reemplazan o modifican la mano de obr a hum ana,consistenesené:ia lmen-
te en estar senta do hac iendo cosas co n las manos. Tareas como la m eca-
nog rafía , cose r o h acer trabajo ge ne ral en una mesa o mostrador so lo
son lige ram ent e m ás cos tosas que se ntarse qui eto. En un día típ ico, un
recepcionista o un caje ro de un ban co qu e se pase ocho horas se nt ado
frente a un orde n ado r gasta unas 775 lciloca lorías miemras hace su tr a-
bajo, un tr aba jado r de la industria automovi lística consume un as , .4 00
lcilocalorías, y un minero de carbón qu e realm ente tiene un trabajo dur o
gasta la barbaridad de 3.400 lcilocalorías . Medidas en rosquillas, un r e-
cepcioni sta gasta ca da día haciend o su trabaj o el contenido energét ico
de tr es rosqui llas azuca radas, mientras que el minero tendría qu e co m e r
quin ce rosq ui llas e n el trabajo solo para compensa r el gasto ene rgé úc o.
En o tr as pa labras, al principio la era indu strial exigía mucha ener -
gía , pero los cambios tecnológico s han hecho que muchos de los traba-
jos actua les (au nqu e no todos) sean menos arduos por lo que se refiere a
la activ id ad física . Esta s diferencias tienen implicaciones imp ortantes
po rque los camb ios e n el gasto energético , por pequeños qu e sea n , se
T IEMPOS ~IODEllNOS, CUEHP OS MODEH ' O S 247
van acumu lando a lo largo de mu c ha s horas de trabajo. Pensemos en lo
que supone coser, un tipo de trabajo industrial muy común. Un opera-
dor de una máquina de cose r e léc trica gasta unas 73 lcilocalorías por
ho ra, más o menos el mismo coste energético que estar senta do;·sin em-
bargo, usar una de las anti guas máquina s de coser a pedal tiene un coste
un 30 por ciento mayor, 98 ki localo rías por hora .' 1 A lo largo de un año,
el ope rador de la máqui na e léc tri ca habrá gastado apr oximadamente
52. 000 kilocalorías menos, ¡sufi c ie nt e para correr un os dieciocho mara-
tones !'l Pensemos también que ésas diferencias son mod estas en com-
paración con las demand as e n e rgé ticas de quienes trabajan sentados
frente a quienes trabajan d e pie. C uesta alrededor de 7 a 8 por ciento
más calorías manten~ en pi e qu e sentado, y aún más calor ías se uno
tiene que desplazarse. A lo la r go d e un año de 26 0 día s laborables de
ocho horas, un trabajador de un a fábrica de montaj e de automóviles
gasta rá aproximadamente 175 .ooo kilocalorías más que un trabajador
de ofic ina, una cantidad sufi c ie nt e para correr cas i sese nta maratones.
Dur ante los últimos millo n es d e años de historia de la human idad, nada
ha cambiado tanto la energét ica hum ana corno el bajo coste de trabajar
en un despacho utilizando máquina s impulsadas por la electricidad.
Una de las ironías d e la indu s tri alizació n es que su expans ión por el
mund o ha requerido qu e ca d a vez más gente pase su tiempo sentado.
Esto se debe, paradójicame n te, a que tarde o temprano una mayor in-
du strial ización reduce el porcentaje de trabajos de fabr icación al tiem-
po que aumenta el número d e tr abajadore s empicados en trabajos de
se rvicios, información o in ves ti gac ión. En países de sar ro llados como
Estado s Unidos, solo el 1 1 p or c iento de la fuerza labo ral trabaja en
fábrica s. Hay varios facto res qu e subyacen a la tendenc ia a pasar d e
tr aba jos para producir bienes a tr abajos para ofrecer se rvicios. Uno es
que la industria manufacturera ge nera más riqueza, lo qu e a su vez crea
la necesidad de banqueros, abogados, secretarias y contab les. Además,
una mayor riqueza increm e nt a los costes labora les, co n lo cual los fa-
brica ntes tienen un fuert e in ce nti vo para llevarse el trabajo a países
men os desarrollados con costes labo rales más bajos. E l sector de los
servic ios es la parte más g rande y que más crece en las eco nomías más
desa rrollad as como las de Estados Unidos y Eur o pa occ idental. Hoy
más gente que nunca se gana Ia vida escribiendo en un teclado, leyendo
la pantalla de un orden ador, hab lando por teléfono y ca minando de vez
en cuando de una reuni ó n a o tra d entr o del mismo edi ficio.
Y no es solo el trab ajo . La R evo lución Ind ustria l ha alterado pro -
 LA III STOR I A DEL C UER PO H UMAN O TIEM POS MO D ERNO S, CUEHP OS MO D ERN OS 249
1 •

TABL
A4. Coste energético de distinta s actividades calera s). 1 1 Los robots de cocina, los lavavajilla s, las aspiradora s y las
-.
Actividad . ...,
--- - -
";·
Coste"{lcilocaloríd:s/horá),*
1•
lavadoras han aligerado considerablement e la activid ad física requer i-
da para cocinar y limpiar. 16 El aire acondicionado y la calefacc ión cen-
Calceta 70,7 tr al han reducido la can tidad de energía qu e gasta nuestro cuerp o para
Usar máquina de coser eléctrica 73, 1 mantener una tempe ratura corporal estable. Innum erables aparatos,
Trabajo sentado de despacho 92,4 como los abridores de latas eléctricos, los co ntroles rem otos, las afeita-
Usar máquina de coser de pedal 97,7 doras eléctricas y las maletas con rued as han reducido, caloría por ca-
Usar 1eclado sentado 96,9 loría , la cantidad d e energía que gastamos para existir ..
De pie en reposo 107,0 En pocas palabras, a lo largo de un as pocas gene~aciones la Revo-
De pie, trabajo ligero Oavar) 140,0 lución. Indu strial ha reducido de un a forma drástica la cantidad de acti-
Trabajo en línea de montaje de coch es vidad física que realizam os. Muchos, como yo, podemos pasar fácil-
176,5
mente la mayor parte del día sen tados sin tener qu e esforzarno s más
Forjar metal 187,9
allá de dar unos pocos pasos y ap retar un os cuantos bot ones. Quiene s
Caminar sobre llano, 3-4 km/ h 181,8
hacen ejercicio ye nd o al gimnasio o co rri en do unos pocos kilómetros,
Trabajo doméstico (general) 196,5 lo hacen porqu e quieren, no porqu e tengan que hacerlo .
Trabajo de laboratorio (general) 205,6 ¿Cuánta activida d física menos rea liza nuest ro cuerpo hoy que an-
Jardinería 322,7 tes de la Revoluci ón Industrial? Como se ha come ntado en el capítulo
Trabajo con la azada 347,3 8, una medida simpl e del gasto energét ico g lobal es el nive l de act ivi-
Minería de carbón 425,3 dad física (NAF), e l cociente entre la energía que se gasta diariamente
Carga de un camión 435,9 respecto a la que se cons umiría descansando en la cama sin hacer abso-
Correr ( velocidad de fondo) 6oo-1.500 lutam ente nada . E l NAF de los hombres ad ultos con un trabajo de ofi-
• Datos de W. P. T. James y E. C. Schoíi cld ( 1990), H uman Energy Re'luirem en ts: A Manual
cina o adm inistrativo que implique esta r todo el día senta do es, por
far P/a,.ners alUÍ Nutr itionist.s, Oxfo rd Univc rsiry Pr ess, Oxford. Nótese que los valores es- término medio, de 1, 56 en los países desarr ollados y 1,61 en los menos
tán en rea lidad en kilocaloñas por hor a. desarro llados; en comparación, el NAF de quienes trabajan en una fá-
brica o en el cam po es de 1,78 en los paí ses desarrollados y r, 86 en los
menos desarrollados. 17 El NAF de los cazadores- recolectores es por
fundamente la actividad física que r ea liza la gente no ya en el trabajo, tér mino medio de r ,6 5, más o menos igual al de los agricu ltores o el de
sino dur ante el resto del día . Mucho s de los produ ctos de má s éxito que aquellos cuyo trab ajo los obliga a ser ac tivos . 18 Por consigu iente, en el
se han inv entad o y fabricado desde e l principio de la Revo lución In- curso de una o dos generacio nes, la cantidad de energía que gasta un
dustrial son los dispositivos que nos aho rr an trabajo. Coc hes, bicicle- trabajador de oficina típico siendo activo en un día normal y corr iente
tas, aviones , metros, escalera s m ecá ni cas y ascensores redu cen el coste viene a representar una reducción de un 1 5 por ciento, que no es bala-
energético de desplazarse. Recué rd ese qu e durante los últimos millo- dí. Si un granjero o un carpintero de tamaño medio que gasta aproxi -
nes de año s el cazado r-reco lecto r medio caminaba cada día una media madamente 3.ooo k.ilocalorías al día cambia de golpe a un estilo de vida
de 9 a r 5 ki lómetros, mientr as qu e hoy un americano típi co camina sede ntario al retira rse, su gasto energético se reducirá en una s 4 50 ki-
menos de me dio kilómetro al día aunque para desplaza rse al trabajo localorías al día. Si no compensa esa di ferencia comiendo mucho me-
reco rre un a media de 51 kilóm etr os e n coche. ' 4 Menos del 3 por ciento nos o haciendo mucho más ejercicio, acabará siendo obeso . ·
de los com pra dores de un centro co m ercia l de Estados U nid os usan las
esca leras si tienen una esca lera mecánica que les facilite el desplaza-
miento ( el porcenta je se dobl a si h ay carte les que animen a usar las es-
 LA HI STOR I A DEL CUERPO IIUM ANO
DIETAS IN D USTR l A LES
Según algunos pr og ramas de ciencia ficción co mo Star Trek, en el fu-
turo la comida se producirá en replicadores . Todo lo que habrá que
hacer es caminar hasta una máqujna con as pecto de microondas y pe-
dirle que pr oduzca lo que se desee, po r ejem pl o «té, Earl Grey, calien-
te» o «macarro ne s con queso» y, voila, lo s áto mos necesa rios para ha-
cer el plato se unirán de la manera precisa. En realida d, esta fantasía de
la comida del futur o no se aleja demasiado de la forma en que mucha
ge nte se sustenta en la actualidad y hace que las diferencias entre las
dietas del Paleolitico y de la era agrícola parezca n triviale s. Aunque los
agricult0re s ni cazan ni recogen, al menos cu ltiva n o crían y pr ocesan
sus propios alimentos . ¿Y nosotros? ¿Quié n d e nosot ros ha cultivado
o criado algo de lo que haya comido hoy? ¿Qu ién tuvo siquiera que
procesarlo? El americano o europeo med io co nsume alrededor de una
tercera parte de sus co midas fuera de su casa, y cuando co memos, la
mayoría de las veces desembalamos, co mbin a mos y calenta mos distin-
tos ingred ien tes. A mí me encanta cocinar, pero el trabajo más intenso
q ue hago no sue le pasar de pelar una za n a h o ria, co rtar una cebolla o
moler alguna cosa en un robot de cocina.
Desde una per spectiva fisiológica, la Revolución indu strial cam-
bió nuestras dietas tanto o más que la Revo luc ión Agríco la. Co mo ya
se explicó en el cap ítu lo 8, al cambiar de caza r y recolecta r a cu idar los
rebaños y cu ltiva r, los primeros agricu lto res incrementar on la canti-
dad de com ida qu e podían obtener, pero p agaro n un precio por ello.
Los agricu ltores no solo tienen que trab aja r mu cho, sino que los ali-
mentos que prod u cen son menos variad os, m enos nutritivos y más in-
ciertos que lo que co me un ca1..a dor-reco lcctor . A l usar máquin as para
pr oducir, trans por tar y almacenar alime n tos d e l mismo modo que ha-
cemos telas y coches, la Revolución Indu stria l redujo algu nos de esos
co mpromisos al tie mpo que magnificó otros. E sos cambios co menza-
ron a prod ucirse e n el siglo XIX, pero se intensificaron después de la
segunda guerra mu ndial, especialment e en la década de 1970, cuando
gigantescas co rporacio nes industriales se apoderaro n del negocio de
cultivar y pro du cir alimentos que antes es tab a en mano s de agriculto-
res a pequeña escala . '9 En buena parte d e l mundo desarrollad o, la co-
mida que come m os es tan industrial como los coc hes que condu cimos
o la ropa que ves t im os.
El mayor cambio que ha traído la revolución industrial alimentaria
T I EMPOS MODERNO S, C UERPO S MOOElll"<O ', 251
es qu e los pr od ucto res de alimentos (ya casi ni podemo s llam.ar los
agricu lto res o g ranjeros) han encontrado el mod o d e producir y C-abri-
car de la m anera más bara ta y eficie nte exactame nt e aque llo qcie la
gente h a d eseado durante millones de años: grasa, almidón, azúcar y
sal. E l re sultad o de su ingenio es una superabu ndancia de comida l:1:ara-
ta y r ica en calorías. Tomemos el caso del azúcar. E l úni co alirmento
realme n te dulc e que puede comer un cazador-reco lector es la miíel, lo
que su e le re querir caminar muchos kilómetros para en co n trar unmco l-
roena, trepar a un árbol, espantar con humo las abejas y Iu ego aca.JiG["ear
la mie l d e vu elta a casa. La caña d e azúcar se convirtió en un cultivo.en la
Edad M edia, y se extendió durant e el sig lo xv 111gracias so bre tomo al
uso d e es clav os para pr odu cir g randes cantidades en plantacioraes. 1 º
Con e l fin d e la esclavitud a finale s del siglo XIX, se ap lica ron mét.ooos
industri a les a la produ cción d e azúcar, y los actuales agricu ltores usan
tracto r es es pecializados para p lantar campos eno r m es d e va rieda des
domes t ica d as de caña de azúca r y remolacha azuca re ra , se leccionadas
para se r tan du lces como sea po sible. O tr as máquin as se utilizar1 para
rega r la s p lantas y para fabrica r y aplicar fertilizantes y pe sticidas, que
aumentan la prod ucción y minimi zan las pérdidas. Una vez han creci-
do, es tas p lantas superdulc es se cosechan y pro cesa n co n la ayuda de
otras máquina s que extraen el azúcar, qu e en tonces es empa quetad o y
transp o rta do a cualqu ier luga r del mundo po r medi o de barco s, oren es
y cam io nes. La disponibilidad d e azúcar aum entó d e for m a aún más
sensaciona l en la década d e , 970, cuando los quími cos id earon uo mé-
todo para tran sforma r la féc ula de maíz en un jarabe az u cara do (e l ja-
rabe de m aíz rico en fructo sa). Actual mente, alrededor d e la mitad del
azúcar que co nsumen los nor teamericanos se deriv a d e l maíz. T e.asco-
rregir p or la inflación, un kilo de azúcar cuesta hoy una quint a pane de
lo qu e cos tab a hace un sig lo. 21 El azúcar se ha hech o tan sobre.mun-
dante y ba rato que un estad o unid ense medio cons um e ¡m ás d e 4 f ki lo-
gramo s a l año !22 Co ntra toda lóg ica, hoy alguna gent e p aga más <!ine-
ro para co mpra r alimentos hec hos con menos azúcar.
Sa lvo quien tenga un huerto o compr e en un mercado de produc-
tos loca les, par a la mayor ía lo más probab le es que todo lo que DJma,
incluid os los huevos de ga llina s camperas y la lech u ga o rg ánica, se
haya pr o du cid o industrialment e, a menudo con la ay ud a d e subsi dios
gub ernam enta les para mantener cantidad es abundant es y p recios ba-
jos. Ent r e 198 5 y 2000, cua nd o el poder adqu isitivo d e un dólar se re-
dujo e n un 59 por ciento, el pr ecio de las frutas y las ve rdura s se dob ló,
zp LA HI STOR I A DEL CUERPO H UMAN O
el d el pesc ado aumentó en un 30 por ciento, y el de los productos lác-
teos se mantuvo más o menos igual; en cambio, el azúcar y los dulces
baja ro n d e pr ecio en un 25 por ciento, las grasas y aceites e n un 40 por
ciento y los refre scos carbonatados en un 66 por cient o. 2 J Al mismo
tiemp o, el tam año de las porcione s se disparó. Si entrár amos en un res-
taur ante americano de com ida rápida en 1955 y pidiése mo s una ham-
bur guesa con patatas fritas, co nsumiríamos unas412 kil oca loría s; en la
actu alidad , por el mismo pr ec io (en dólares corregid os por la infla-
ción), el mismo pedido contendría el doble de comida, co_n un total de
920 kiloca lorías . 24 El consumo de refrescos en Estado s Unido s se ha
más qu e dup licado desde 1970, alcanzando una media de má s de 150
litros al año. 11 Según estimacion es del gobierno de Estad os U nid os, las
porcion es m ás grand e y más ricas en calorías han pro voca d o que el
ame ricano m edio consuma un as 250 kilocalorías más al día en 2000
que en 1970, un aumento del r 4 por ciento.16
La co mida industrial puede ser barata, pero su pr o ducci ón se ha
cobrado un pre cio considerab le en el ambiente y la salud d e los traba-
jado res. Por cada kilocaloría de comida industrial qu e comemos, se
gasta ron apr oximadamente ro kiloca lorías de combustibl es fós iles para
plan tar, fertilizar, cosechar, transportar y procesar el alim ento antes
de qu e lleg ase a nuestro plato. 27 Además, salvo que el alim e nt o sea de
pro du cc ió n ecológ ica, para obt ene rlo se utilizaron enorm es cantidade s
de pesLicidas y abonos inorgá nicos que contaminan el agua y en oca-
sio nes so n tóx ico s para los trabajadores. El tiPo más extremo y per-
tur ba do r de comida industrial es la carne. Como dur ante millon es de
años los hum anos hemos desead o la carne más que cualquier otra cosa
(salvo quizá la miel), existe un fuerte incentivo para producir carne
barata y abund ante, sobre todo ternera, cerdo, Pollo y pavo. Sin em-
barg o, satisface r esta apetencia ha sido difícil hasta hace poco tiempo,
lo que m antenía el consumo en un nivel bajo. Pese a te ner animales
domestica d os, los primeros ag ricu ltores comían porlo ge n e ral menos
carn e qu e los cazado res-reco lectores porque los animale s so n más va-
lioso s vivos p o r su leche que mu ertos por su carne y por qu e los anima-
les de gran ja requieren de mucha tierra y cuidados, especialmente si
hay qu e pro duc ir y almacenar heno para alimentarlos durante el in-
viern o. La indu strialización de los alimentos ha alterad o es ta ecuación
de forma dr ástica al emplear nue vas tecnologías y econ o mías de esca-
la. La ma yo r parte de la carne qu e comen los norteamericanos y los
eur opeos se cría en gigantescas instalaciones que recib e n el nombre
T I EMPOS MODE RNOS, CUERPOS MOD ERNOS 2 53
de explotaciones gana d eras de engorde concentradas (EGEC). Las
EGEC son grandes campos e instalaciones en los que se alimen ta de
cientos a miles de an im ales con grano (frecuentemente maíz) en con-
diciones de hacinamie nt o. Los animales responde n igual que nosot ros
cuando se les alimenta co n un a gran abundan cia de fécula y sin eje rci-
cio: engordarL También su fren tasas elevadas de enferm edad po rqu e
los desechos concentrados y las elevadas densidades de animales favo-
recen las enfermed ades inf ecciosas, y po rqu e especies como las va cas
tienen un sistema d_iges tivo adaptado a come r hierba, no cereal. En
consecuencia, los anim a les requieren la continua administración de
antibióticos y otro s fármacos para controlar su diarrea crónica e im-
pedir que mueran ( además, los antibióticos también incrementan el
engorde). Además, las EGEC generan copiosas cantidades de conta-
minantes. ¿Realmente los beneficios económ icos de producir ind us-
trialmente La1 canti dad de carne barata de baja calidad compensa n los
costes para la saJud humana y el medio ambiente?
El otro gran cam bi o en la dieta humana desde la revolución d e la
industria alimenta ria es que, cada vez más, los alimentos se mod ifi can
y procesan para hacerlos más deseables, co nvenientes y fáciles d e al-
macenar. Millones de años de esfuerzos por conseguir comida s ufi-
ciente pr obablemente ex pli quen por qué la gente casi siempre pr e fi ere
alimentos procesados co n poca fibra y mucha sal, grasa y azúcar. ' 8 A
su vez, los fabricantes, padres, escuelas y cua lquiera que venda o pr o-
vea alimentos estar án más que dispuestos a darnos lo que queremos, y
se ha creado toda una profesión de ingenieros alimentarios para di se-
ñar nuevos aliment os pro cesados que sean atractivos, baratos y ten ga n
2
mucha vida de alm ace naj e. 9 Si todos los supermerca dos son com o el
mío, más de la mitad d e los alimentos que se venden están considera -
blemente procesados y están más preparados para ser consumidos que
la mayor parte de la «comida de verdad». Pasé años como padre int en-
tando limitar los esfue rzos de otras personas por servirle a mi hija estos
alimentos procesados . En lugar de una manzana, recibfa un dulce de
fruta, un Jruit rol!de manz ana, que absurdamente se publicita como un
sustituto de la fru ta co n el mismo número de calorías y vitamina C ,
pero que carece de la fibra y muchos nut rientes.
Procesar los alim e nt os moliéndolos en partícu las diminutas elimi-
nando la fibra y aum entando su contenido de almidón y azúcar cam -
bia el funcionamiento d e nuestro sistema dig estivo. Cuando com em os
algo, tenemos qu e gastar algo de energía para digerirlo, degradar las
 L A II I STOHI A D EL CU EHPO II UMAN O T I EMPOS MODERN OS, CUE llPOS MODERNOS

mol éc ulas y tran sport a r los nutri entes desde el inte stino al resto del to y las degra dan. Las partic ulas pequ eñas tienen más super ficie por
cue rp o. (Se pu ede apr eciar y m edir el cos te ene rgét ico de la digestión unidad de masa, así que se digieren d e fo rm a más eficiente. Además, los
por el aumento de la te mp e r a tur a cor poral des pué s de una comida. ) alimentos procesados con menos fibra , co mo la harina blanca o el arro z
Este coste se ve redu cido s ig nificativame nte ( en má s de un I o por blanco, requieren menos pasos y men os ti em po para ser dig erid os, por
ciento) cua ndo co memo s a lim entos más pr ocesa d os formados por par - lo que provoca n incrementos más rápido s de la concentración d e azúca r
tíc u las más pequeña s. ' º S i trituram os un tro zo de carne para hacer en la sang re. Estos alimentos (cono cid os co mo alimentos de aleo índ ice
una ha mbur guesa o mo le m os un puñado de caca hu etes para hacer u na glucémico ) se pued en degrada r con rapid ez y facilidad, pero nue str o sis-
ma nt eca, nuestro cuer p o ex traerá más ca lo rías po r g ramo de alimen to 1ema dig estivo no está bien adaptad o a los cambios rápidos qu e causa n
con menos coste. El int esti n o di g iere los alimento s con la ayuda de en- en los niveles d e azúcar. Cuando el p án c reas intenta producir la in sulin a
zimas , pr oteí nas que se u n e n a la superficie de las p art ículas de a limen- suficiente con la misma rapidez, a m enud o se pasa de la raya , lo qu e tie-
ne como resu ltado niveles elevado s d e in s ulin a que luego pr ovoca n una
TAB LA 5. Comparación entre la diet a de cazadores-recolectores y la dieta norte- caída de los ni ve les de azúcar en la sa n g r e p o r debajo de los no rmal es, lo
amer icana, y la ingesta diaria reco mendada en Estados U nidos (U.S.ROA) que nos hace se ntir hambre de nuev o . Es t e tipo de aliment o fom enta la
- ---- ---
Da tos promediado s para hombres y mujeres
-- -- obesidad y la di abetes de tipo 2 (m ás so br e es to en el capítulo I o) .
Entonc es, ¿hasta qué punto ha ca mbi ado la industrialización lo qu e
Ca{_ador- Am ericano
ft em U.S.RDA comemos ? D ebe mos desconfiar de las cara cterizaciones simplistas de las
recoLectJJr medio
dietas, tanto d e las actuales como de las d e l p asado, porque no hub o nu n-
Ca rbohidratos J 5- 40% p% 45-65% ca una diet a úni ca que comiesen los caza d o res- recolectores o lo s agr icul-
(% ener&ía diaria)
1\ zúcares simples 2%
--- - ---- -
< 10%
- tores, del mismo modo que no hay un a so la dieta occidental en nu estro s
15-30%
tiempos. Aun así, la tabla 5 compar a a pr ox imaciones razonab les a un a
(% ener~ía diaria)
Grasas
- -20-3 5% 33%
-
2 0-35%
- dieta típica y ge neralizada de un cazado r- r ecolecto r con estimac io nes de
lo que come hoy en día un norteam e ri ca n o medio y con la cant idad es
(% energía diaria)
diarias recomendad as (C OR). En co mp arac ió n con los recolec tores , los
G rasas satu radas 8- 12% 12-16% < 10%
usuarios de di etas industriales con sum e n un porcentaje relativamente
(% energía diaria)
elevado de ca rbohidratos, especialm e nt e azúca res y féculas refinadas.
G rasas insatur adas 13-23% 16- 22% 10- 15%
Las dietas indu striales también son co mpar ativamente bajas en pro teí-
(% energía diaria)
,__ - nas, altas en g rasas saturadas y extra o rdinariamente bajas en fib ra. Por
Proteín as 1 5- 30% 10-20% 10-35%
último, a pesa r de la habilidad que tie n en los fabricantes para carga r los
(% energ ía d iaria)
alimentos de ca lorías, las dietas indu s tri a les contienen cantid ad es bajas
Fibras (g / día) ~ 1oo g__ 10-20 g 25-38 g
- de la mayoría d e vitaminas y minera les, co n la obvia excepció n d e la sal.
Co lesterol (mg/ día) > 5oomg 225-307 mg < 3oo mg En resum en, la invención de la agr ic ultur a hizo que la pr ov isión de
Vitamina (mg/ día) 5oo mb 30- 100 mg 75-95 mg _ alimento s de los humanos aument ase e n ca ntidad pero se d ete riora se
Vitamina D (Ul/ día) 4 .000 UI 200 UI 1.000 UI en calidad, y la industrialización alime nt aria ha multiplicado este efec-
-Calc io (mg/ día) ·- - -- --
1.000- 1.500 UI__ 500-1.ooo mg 1.000 mg to. Durante los últimos siglos, hemo s d esarro llado muchas tecnologías
--- ---- - ·- t- --
Sodio (mg(d ía) < r .ooo mg 3·375 mg 1.500 mg para pr oducir muchísimos más alim e nt os, po r lo general pobres en nu-
Po tasio (mg/ día) _ :z_.ooo mg 1.328 mg 580 mg triente s y ricos en calorías. Desd e qu e co m enzó la Revol ución Indu s-
--·- trial hace un as doce generacio nes, estos cambios nos han permitido
Daros de la diera nonea mericana moderna de hrrp:/ /www.c dc.gov/ nchs/ dara/ ad/ ad 334.
pdf; las estimaciones de la dieta d e caza dores-recolectores se basa n en M. Konner y S. B. Eaton alimentar a una población más d e un orden de magnitud má s grande
(20 10), "Paleol ithic nw.ririo n: 2 5 yea rs latern, Nutriúon in C/inical Pracrict, 25, pp. 594-002. y alimentarlo s más. Aunque en la ac tu a lid ad aproximad am ente 800
 LA HI STORIA DE L CUERPO H UMANO
¡·
millones de personas siguen sufriendo de escasez de alimentos, más de
1 .6 0 0 millones de personas tienen sob rep eso o son obesas.
,.
M ED I CINA I N DUS TRI A L Y S A NEAMIENTO
Hasta la Revolución Industrial, el progreso médico (si realmente po-
demos usar ese término) consisúa sob re to do en reemplazar las ideas
igno rantes con las de los curanderos. L a ge nt e todavía usaba remedios
popu lares, algunosde los cuales probab lem ente se remontaban al Paleo-
1ítico, pero tenían poco conocimiento ú til qu e les ayudara a enfrentarse a
enfermedades de la civilización como epi d e mias, anemia, deficienciasde
vitam inas y la gota, que comenzaron a d arse a raíz de la Revolución
Agríco la y a las cuales los cazadores- reco lectores casi nunca, o tal vez
nu nca, tienen que enfrentarse. En Euro pa y América, los remedios po-
pulares pero ineficaces incluían copiosas sa ng rías, inmersiones en el fan-
go o la ingesta de pequeñas cantidades de v eneno, como el mercurio. La
anestesia no existíay las prácticas de higie n e co mo lavarse las manos an-
tes de arrancar un diente o asistir a un par to cas i nunca se tenían en cuen-
ta y en ocasiones incluso se ridiculizaban . No es de extrañar que las per-
sonas sensatas rehuyeran los médicos, qu e en su gran mayoría creían que
la gente enfermaba a causa de un deseq uilibri o de los cuatro humores
básicos: la bilis amarilla, la bilis negra, la flem a y la sangre."
Este deplorable estado del conocimie nto médico iba de la mano de
una s condiciones sanitarias espantosas qu e co n frecuencia hacían que la
gente enfermara y muriera. Los cazad o res- re colectores nun ca residen
en un campamento el tiempo suficient e o e n número lo bastante eleva-
do para acumular demasiada basura, y en ge n eral se mantienen bastante
limpios. Tan pronto como los humanos se asentaron en poblados, la
vida se tornó más sucia, y a medida qu e las poblaciones crecían y se
agregaba n en pueblos y ciudades, las co n d icio nes de vida se fueron ha-
ciend o menos sanitarias y más apestosas . Pu eblos y ciudades hedían
como poc ilgas. Las ciudades europ eas es tab an llenas de pozos negros,
gigantescas cavernas subterráneas dond e los habitantes tiraba n las he-
ces y otros desperdicios. Uno de los m ayo res problemas de los pozos
negros es que de ellos se filtran las aguas feca les (lo que se conoce con
el eufe mismo de «aguas negras,,), qu e acaba n contaminando riachuelos
y ríos, y por tanto el agua de boca. Las a lc antarillas, cuand o exisóan,
TIE MPOS MO DERN OS , CUERPOS MODERNO S
eran in suficientes o ineficaces. Los retretes eran un lujo d e los ricos y el
tratamien to de las aguas residuales simplemente no ex is tía. El jabó n era
una extravaganc ia, eran pocos los que podían disfruta r de duchas o b a-
ños regula res, y la ro pa de ves tir y de cama apenas se lavaba. Para col-
mo, la esteri lización y la refrigeració n todavíano se hab ían inventad o.
Durante miles de años después del origen de la agri cultur a, la vida era
hedio nda, las diarreas comunes y las epidemias de cólera h abituales.
A pesa r de ser un as pestilentes trampas mortales, a m ed ida que p ro-
gresaba la agricultur a las ciudades se convirtieron en imanes. La gen te
se fue hac inando en ciudades porq ue las áreas ud>anas o fr ecían en gen e-
ral m ás riqueza, más trabajo y más oportunidades eco nóm icas que las
empobreci das áreas rur ales. Antes de 1900, las tasas de m ortalidad e ran
más altas en las grand es ciudades inglesas como Lond res que en las zo-
nas ru rales, de modo que aque llas requeóan una entra d a con tinu a de
inmig rantes para man tener el ta maño de su población. P No obstan te, a
medida que avanzaba la Revo lución Industrial, las co ndi ciones en las
urbes comenzaron a mejorar sig nificativamente gracias a los prog resos
de la m edicina modern a, el saneam iento y d gobie rn o. De hecho, las
transfor m aciones eco nómicas de la Revolución Industria l queda ron
inextricable mente vinculadas a revoluciones contempo rán eas en medi-
cina, sa neamiento y salud pública. Estas distintas revo lu ciones comp ar-
tieron sus raíces en la Ilust ración, y es difícil imagi n a r la Revo lución
Indu str ia l sin las necesa rias mejoras en medicinae hig ie ne, que a su vez
pro p o rc ionaron un mayor ímpetu a la producción de b ie nes y servi cios.
Las fáb ricas necesitaban trabajado res para hacer sus pr oductos pero
tamb ié n para compr arlos. Además, la industrializac ió n suministr ó la
capac id ad técnica y el capita l financiero necesarios pa ra in stalar alcan-
tarill as, fabricar jabo nes y produ cir fármacosde bajo cos te. Estos pro-
gresos reduje ron la mortalidad y contribuyeron a una ex p losión demo-
gráfica que incrementó aún más la produccióneconó mi ca.
Si h ubiéra mos de identifica r el progreso de la m edi cina que más
revo lu cio nó la salud pública, sería el descubrimiento de los microb ios
y el co nsiguiente co nocimient o de cómo combat irl os . A nton ie van
Leeuwenhoek, que hizo mejoras sustancialesen el mi croscopio, publ i-
có las p rimeras descrip ciones de las bacterias y ot ros mi crobios en los
años I 670, pero él y sus coetáneos no llegaron a compre nder que aqu e-
llos " ani málculos», como los denominaban, pudi eran ser patógen os.
Sin emb argo, mucha gente sabía o sospechaba des d e h acía tiempo que
exis tían agentes invisibles de co ntagio y que d contac to con perso nas
 LA IIISTúlllA DEL CUERPO II UMANO
infe cta da s pod ía ser peligroso. El Levítico, por ejemplo, está lleno de
indi cac io n es para diagnost ica r la lepra y de reglas pa ra qu e m ar la ropa
d e los leprosos, limpiar sus casas y mantenerlos en c uarentena: «Y el
leproso en qui en hubie re llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza
d escu bierta , y emboza do pr ego na rá: ¡Inmun do! ¡in mund o !».Jl Algu-
n as cu lt u ras sabía n que el pu s d e las víctima s de viru e la podí a in fectar,
p ero e n a lgu na s ocasio nes ta mb ién inmunizar (los ch in os lo co nvirtie-
ro n en una mo rtífera med icina ) . En 1796, Edward Jen n e r hi zo su céle-
br e desc u b rim iento del pro ceso de vacun ación, que tes t ó ra sca ndo el
br azo d e un chiquill o de o cho año s co n pus de la hija de u n g ranje ro
infectada d e viruela vacuna. Vari as semana s más tard e, tuv o la osadía
de rasca r d e nue vo el brazo d e l c hico pero esta vez con pu s de un infec-
ta d o de virue la hum ana, sin que se desa rrollara la infecc ió n.
A pesa r de este co nocim ie n to, el hecho de que lo s microbio s cau-
sa n las in fecc iones no se demo s tró hasta 1856, cuando Lo u is Pasteur,
un quími co , recibió de la industr ia viníco la francesa e l enca rgo de ayu-
darle s a imp ed ir que su val io so v ino misteriosa ment e se conv irt iera en
vinagre. P astcu r no so lo desc ubri ó que unas bact eri as tra n sportadas
po r e l a ir e contam inaban el vino, sino también que ba s wba ca lentar el
v ino a 60 grados par a matar a los insidio sos microbios . L a pasteuri-
zac ión, e l simp le pro ceso d e ca lentar el vino, la lec h e u o t ras sustan-
c ias, me jo r ó de inm ediato los benefic ios de los vini cu lt o res y poste-
riorme n te evitó miles de m illones d e infecciones y mill o n es de muerte s.
Pasteur e nsegu ida co mpr end ió las implicac iones má s a m p lias de su
d esc ubrimient o y d irigió su ate nción a otros villano s mi c rob ianos, des-
cubr iendo los estreptococ os y los estafiloco cos, y d esar ro ll a ndo vacu-
na s cont ra el ánt raJC,el cóle ra aviar y la rabia. Pasteu r tambi én salvó a
la indu st ria fra ncesa de la sed a cuando desc ubrió la fu en te d e una plaga
qu e est aba ma tando a sus gusa n os. l•
Lo s d esc ub rimiento s de Pa ste ur causa ron enorm e e ntu siasmo en
e l mu n d o d e la ciencia, dando nacim iento al nuevo campo d e la micro-
biol og ía y d ese ncadenando un a ava lancha de nuevo s d es cubr imientos
dur a nt e las d éca das sigu ientes , cuando los flamantes mi c r o biól ogos se
dedic aro n co n fervor a pe rsegu i r e identi fica r las bact e ria s que causan
o tra s enfermedades co mo el ántrax , el cólera, la gonorrea, la lepra, la
fiebr e ti foide a, la difteria y la pe ste. El diminu to pro toz oo Plasmodium ,
que ca u sa la mala ria, fue desc ubi erto en 1 880, y los virus se descubrie -
ron en 19 L 5. De igual importa nc ia fue el descubrimiento d e que muchas
en fer m ed ade s in fecciosas se tran smiten a través de mo s q ui tos, piojos,
T I EMPOS M OD ERNO S, C UEHPO S MODEHNOS
pulgas, ratas y otr as saband ijas. Lue go v inier on los fármacos. Au n -
que Pasteur y ot ros pioneros de la microb iol ogía habían observado que
cierros hongos o bacter ias podía n inhibir el crecimiento de bacteria s
letales, como el ántra x, lo s prim eros fármacos eficaces como bact e rici -
das fueron desa rro ll ado s po r Paul Ehrl ich en Aleman ia en la década d e
, 880. Los primer os antibióticos basa do s en azufre se sinteti1.aron en
los años 1930. La p e n icilina se de scu br ió accidentalme nte en 1 92.8,
pero su importan cia n o se reconoc ió de _inm ediaLO, y este prime r fár-
maco milagroso no se fabricó en masa hasta la segu nda gue rra mu n .:.
dial. El núme ro d e v ida s qu e ha salvado la penici lina es incontable:
debe rondar los cientos de millo nes.
El deseo y lo s m ed ios para mejor a r la sa lud de la pob lación , combi -
nados con la rent ab ilid ad de la nueva ind u stria de la salud , p ropi ció
muchos otros pr og resos médicos durante los prim eros cien o má s años
después de la Revo luc ió n Industrial. Alg u nos de los avances m á s im -
portantes y lucrat ivos fueron el d esc u br imiento de las vitamina s,
el descubri mient o d e he rrami entas de d iagn óstico como los rayo s X, e l
desarro llo de la a nes te sia y la invenció n del condó n de goma. L a in -
venció n de la anestesia co nstituye un bu en ejemplo de la intera cc ió n
entre beneficios eco n ó m icos y progre so durante la era ind ustria l. 31 En
septiemb re de 1846 , W illiam Mo rton , u n d entista, realizó la prim er a
cirugía pública con éx it o en la que se ut ilizó éter co mo anes tés ico e n
el Hospital Gene ra l de Massachusett s, en Bost0 n, y ensegu ida pate n -
tó el anestésico. Pat e nta r los desc ubrimient os médicos no sorpr e nd e a
nadie hoy en día, p e ro la acción de Mor to n esca ndalizó al estahlisllmenl
méd ico, que desa probó su inten to de co ntrolar y sacar benefici o
económico de un a s u stancia q ue pod ía a livi ar el sufrimiento hu m a no.
Morton pasó el resto de su vida enz arza do en demandas legales , aun-
que su descubrimiento no tardó en ser ec lipsado por el clor o form o, que
era más barato, m ás seg uro y más efica z. Natural mente, la amb ic ió n
del dine ro tambi é n ay udó a inspirar (todavía inspira) muc has ma las
ideas en la medi cin a. Las per so nas enfermas o preocupad as por cae r
enfermas se gastan for tuna s en distint as manifestaciones de la charla-
tanería y se pres ta n a p one r en suspen so su increduli dad sobre la efica-
cia del tratamiento e legido. Por ejemp lo, dur ante el siglo XIX no e ra
raro que se vendieran los enemas reg u la res como una fórm ula m ágica
para promover la b u e n a salud . Emp resa ri os como John H arvey Ke llo-
gg cons truyero n «sa n a torios» de lujo donde los ricos pagaba n aleg re-
mente por permi tir q ue su colon fue se irr iga do diariament e, ademá s de
 26 0 LA III STORIA DEL CU ER PO H UMANO
hacer mucho ejerc ic io, comer una dieta rica en fibra con cereales int e-
g rales y otros tratam ie n tos.3 6
El otro g ran éx ito d e la batalla de la e ra industrial contra la e nfer-·
medad fue la preve n c ió n d e las infecciones g racias a un mejor sa nea-
miento e higie ne . Es tas inn ovaciones recibiero n su impulso en g ran
parte del descubr imie nto d e los gérmen es, pero también se vieron ayu-
dados por nuevos m é to d os de constru cción y fabricación, La nece-
sidad es la mad re de la in ve nción, y un mejor saneamiento e higien e se
convirtie ron en un a pr eoc upación ur ge nte porque las ciudades, qu e
crecían con rapidez, se n cillam ente ya no podían con tantos excremen-
tos de tan tos hum a n os . La s primeras ciud ades, como Roma, tenían re-
des de alcantarill ado me di anamente eficient es, construidas en mu chos
casos cubriendo los ri ac hu elos que se llevab an los desperdicios. Pero
muchas ciudad es to d avía depe ndían de gi ga ntescos pozos negros qu e
apestaban y tenía n filtr ac iones. En Londr es, los miles de pows negros
colmados se hiciero n ta n intolerables qu e en 18 15 la ciudad estú pid a-
mente permitió qu e se v ac ia ran en el río Tá mesis, vertiendo así todavía
más excreme ncos en la prin cipal fuente d e agu a de boca de Londr es.37
De un modo u otro, los lo ndin enses sopo rt aro n estas condiciones y las
frecuentes epidem ias d e có lera que provocaba n hasta el inusualm ent e
caluroso verano de r 8 5 8 , el G ran Hedo r, cua ndo la ciudad se torn ó tan
pestilente que e l Pa rl a m ento (cuyo edifi cio se encuentra a orillas d e l
Támesis) aprobó po r fin la construcción d e un nuevo sistema de alca n-
tarillas. T an entu sias m a d a estaba la reina Victoria con el alcantarillad o,
que mandó hacer u n tre n subterráneo po r una sección de la red qu e
atr avesaba el T ámes is co n el fin de inaugu rar su construcción. L as al-
can tarillas, unos gra nd es logros de la inge niería, se construyeron tam -
bién en otras ciud ad es del mund o, para alivio y orgullo de sus resid en-
tes. La ciud ad de Parí s to davía mantiene un encantador aunqu e un
tanto maloliente museo ( Le Musée des Égo ut s de Paris) queperm ite
ver y oler las cloacas d e Pa rís y conocer su gloriosa historia.
Los avances en la fo nt a nería interio r y la higiene personal compl e-
mentaro n la co nstru cc ió n de alcantarillas. H oy no le damos ningun a
importancia al inod o r o , p ero hasta final es del siglo x1x los lugares lim -
pios para defecar er a n u n luj o, y la tecno logía para mantener las agua s
residuales separadas d el agu a de boca er a pr imitiva e ineficaz. Aunque
Thomas Crapp er no inv e nt ó el váter, fue un pionero de su fabricaci ón
en masa, lo que permiti ó qu e todo el mund o pud iera deshacerse de sus
desechos en las rec ié n co nstruid as alcant arillas. Durante la prim era
TIE MPOS MODE RNOS, CUERPOS MODERN OS
mitad del siglo xx, el magnate Jo hn D. Rockefeller ayud ó a construir
retretes exterio res por todo el sur de Es tados Unidos pa ra co mb atir las
infeccio nes causadas por anquil osto m a, que se transmit en a través de
las heces hum anas.18 Hoy tambi é n so lemos lavarn os las manos con
agua y jab ón después de usar el in o dor o, pero la posibilid ad de lavarse
de una form a fácil, barata y eficaz es a lgo que recibió un co nsiderable
impulso g racias a los avances en fo nt anería interior y fabr icación de
jabones .dur ante el siglo x1x. Tam bi é n la ropa y las sába nas eran difíci-
les de lava r antes de que el de te rgen te y las telas de algo dón , más fá-
ciles de lava r, comenzaran a ser ase quibl es y comunes dur a nte la Revo-
lución Indu strial. De hecho, an tes d e l siglo x1x poca ge nt e reconocía
que lavar se tuviera beneficios p ara la salud. Cuando Ig n áz Semmel-
weis en Hun gría y Oliver Wend ell H o lmes Sr. en Estad os U nidos su-
giriero n ind ependientemente e n la d éca da de 1840 que los médicos y
las enferm eras podrían reducir dr ás ticamente la incidencia de la fie-
bre pu erp era l lavándose las man os, fu e ron recibidos co n irri sión. Por
suerte, e l descubrimiento de los mi crob ios por Pasteur unid o a la evi-
dencia de qu e la higiene básica sa lva b a vid as acabó conve n ciendo a los
escépticos. O tro importante avan ce e n la guerra contra los gé rmenes
fue el descubrimiento de John Li s ter en 1864 de cómo usa r ácido car-
bólico para matar microbios, qu e co nduj o al desarro llo de los antisép-
ticos, y más tarde de las técnicas d e ase psia. A Lister le fue concedido
el singu lar honor de operar la ax ila d e la reina Victoria e n 187 1.19
Por últim o, los industriales tra n sfo rmaron la segurid ad alimenta-
ria. Los cazadores-recolectore s no a lm acenan alimento s más allá de
unos pocos días, pero los agri cult o res no pueden sobr evi vir sin alma-
cenar sus cosechas durante meses, si no años. Ant es de la era indus-
trial, la sal era el conservante a lim e nt ar io más común y e ficaz. Las con-
servas se inventaron en 1 8 IO e n e l ejército francés a instancias de
Napoleó n Bonaparte, que creí a qu e lo s ejércitos marchan co n el estó-
mago. Los pioneros de la comid a en la ta comprendiero n ensegu ida que
la comid a en conserva había qu e ca lentarla primero pa ra qu e no se
echara a perder, pero después d e qu e Pas teur inventase la pasteuriza-
ción, los fabricantes de alimentos no tardaron en inge nia r dive rsas ma-
neras d e almacenar una gran va ri e d ad de alimentos co mo la leche, la
merm e lada y el aceite de forma se gur a y económica en latas, botellas y
otro s tip os de envases herméti cos. O tr o avance impor tant e fu e la refri-
gerac ió n y la congelación. De sd e antigu o la gente conse rv aba los ali-
mentos en fresco en bodegas, y los ri cos podían consegui r hiel o en ve-
 L A HIS TOJU A D EL C UE RP O IIUM AN O
rano, pero muchos alimentos había que comerlos cuando ya estaban
enmohecidos o rancios. La refrige r ac ión eficaz se desa rroll ó en Esta-
dos Unid os a partir de los año s 183 0, usando prin cipalmente nuevas
tecnol ogías para hacer hielo, y a las p ocas décadas ya habí a vagones de
tren refr igerados que transport aba n tod o tipo de alimentos a larga dis-
tancia para su venta.
Los avances en medicina, sa n ea mi ento y almacenamiento de ali-
mentos demuestran que las revo lu c iones industrial y científica no se
produj ero n de manera indep endi e nt e sino que se alimentaron mutua-
mente recompensando e inspir a ndo de scubrimient os e invenciones
qu e dier on réditos y salvaron inco nt a bl es vidas. Sin emb argo, muchos
de los camb ios forjados durant e la era indu strial no necesa riamente be-
neficia ron el crecimiento y fun cio n a mi ento de nuestro cuerpo. Ya he-
mos coment ado algunos de los e fec to s negativos de la indu strializa-
ción so bre lo que comemos y la forma en que trab ajamos. Dado que
pasamos alrededor de un tercio d e nu estra vida durm iendo, sería ne-
gligente po r mi parte no con side r a r de qué modo hemos cambiado
nuestra form a de reposar.
S UEÑO I NDUSTR I AL
¿ Hemos dormido bien anoche? E l estadoun idense medio pasa unas 7,5
ho ras en la cama cada noche per o so lame nte duerme 6 , 1 horas, 1 hora
menos que la media nacional de 1970, y de 2 a 3 horas m enos que en
40
190 0 . Además , solo una terce ra part e de los norteame rican os echa la
siesta . La mayoría de la gente du e rm e sola o con una úni ca pareja en
un a cama blanda y cálida alzad a varios centímetros sobr e el suelo, y
solemos forzar a nuestros bebés y a nu estros niños a dor mir como
adul tos en un estado de aislami e nto o casi aislamiento en sus propias
habitaciones con el mínimo de es tímul os sensoriales: sin luz, sin ruido,
sin olores, sin actividad social.
Un o pu ede preferir estos háb it os de sueño, pero so n modernos y
comparativam ente raros. Una r eco pil ación de inform es sobre los há-
bitos de sueño de cazadores-r eco lector es, pastores y agricultores de
subsiste ncia sugiere que, hasta hace po co, los human os no solían dor-
mir en con diciones de soledad y ai s lam iento, sin compartir sus camas
con niño s y otros miembros de la fami lia; que era habitu al echar la
T IEMP O S MO DERNO S, CUERPO S 11,¡()D EII NO S
sies ta, y que solían d o rmir más que nosotro s. 4 ' U n ca zador- recolecto r
d e los hadza se leva nt a cada mañana al am anecer (s iempre entre las
6: 30 y las 7:00 en el ecuador), disfruta cada mediodía de una siesta de
una o dos horas y se va a dormir hacia las 9.0 0 de la noche .~' Tampoco
era normal dor mir de un tirón, sino que se con sid e r aba normal despe r-
ta rse a media noche y luego tener un «segundo sueño». 4 l En las cult u-
ra s tradicionales, las camas suelen ser dura s, s in apena s ropa ni col-
c h ó n para minimiza r las pu lgas, chinches de las ca m as y otros parásito s.
Ad e más, la gen te so lía dormir en ambientes se nso rialmente muc ho
m ás complejos, a m enud o con una hoguera cerca , e scuchando los so-
nid os del mundo ex ter ior y tolerando los ru id o s, m ovimientos y las
ocasiona les actividade s sexuales de otros.
Hay muchos factor es que explican cómo y por qu é dormimo s de
una forma tan distint a a como solíamos. Uno es que la Revolución In-
du strial transformó el tiempo y nos propor cio n ó I uce s brillantes , ra-
dio , televisión y o tr as cosas divertidas que no s e ntr e tienen y estimulan
má s allá de la hora evo lu tivamente norma l de ir a dormir. 44 Por prim e-
ra vez en millones de año s, buena parte del mund o pu ede trasnoc ha r,
lo qu e favorece la falt a de sueño. Por si fuera p oco, hoy mucha ge nte
sufr e de insomnio porqu e experimenta más te ns ió n deb ido a una mez-
cl a de factores físicos y psicológicos, como e l e xceso de alcohol, una
di e ta inadecuada , falta de ejercicio, depresió n y es tr és.4 l Tambié n es
po s ible que el inusual entorno libre de estímul os en e l qu e hoy nos gus-
ta d ormir conuibu ya al insomnio.46 Caer do rmid o es un proceso gra-
dual dur ante el cua l e l cuerpo atraviesa varias fases d e sueño ligero y el
ce reb ro va perdiend o pr og resivamente la conciencia de los estímul os
externos antes de entrar en un estado de sueño pr ofu nd o en el que ya
no so mos conscient e del mundo que nos rod ea . Dur ant e la mayo r par -
te de la evolució n humana , este lento proce so p o drí a haber sido una
adaptac ión para ev itar caer en un sueño pr ofundo en circunstancias
pe ligrosas , por ejemplo si merodeaban leones por los alrededo res. Te -
ner un primer sueño y luego un segundo sueño durant e la noche tam-
bi én podría haber sido adaptativo. Tal vez el ins o mnio se produ ce en
algun as ocasiones porqu e al retirarno s a un a habita ción aislada deja-
mos de oír sonido s evo lutivamente norma les como el crepitar de la
hogu era, el ronquido de ot ra gente y los ladrid os le jano s de las hiena s,
qu e tranquilizan a alguna parte subconscien te d e l ce rebro haciéndol e
saber que todo está bien.
Sean cuales sean las causas, dormimos m e nos y peo r de lo que so-
 LA H I STO RIA DEL CUE RPO H UMANO
líamos, y al menos el 10 por ciento de la poblac ión d e los países desa-
rro llados sufre insom nio grave de manera habitua l. -17 La falta de sueño
no suele ser mortal, pero la falta de sueño crónica impide que el ce¡,e-
bro trabaje adecuada mente y perjudica la salud. Cuan do vamos cortos
de sueño duran te periodo s largos de tiempo, el s iste m a hormonal nor-
ma l del cuerpo respon de de varias maneras que so lían ser adaptativas
sola mente durante breves periodos de estrés. Normalmente cuando
dormimos -el cuerpo secreta un pulso de horm ona d el crecimiento que
es timul a el crecimiento gene ral, la reparación de las células y la fun-
ción inmune, pero la privación del sueño redu ce es te pulso y en su lu-
gar induce al cuerpo a pr oduci r más cantidad de otra hormona, el cor-
tiso l. 48 Los niveles elevados de cortisol desplaza n e l metabolismo del
cue rpo de un estado de crecimiento e inversió n a otro de miedo y hui-
da a l estimular el esta do de alerta y trasferir azúca r al to rrente sanguí-
neo . Este cambio es útil para saltar de la cama por la mañana y para
ayu darnos a huir de un león, pero cuandose ha ce n crónicos, los nive-
les altos de cortiso l deprim en el sistema inmunit a ri o, interfieren en el
crecimiento y aumenta n el riesgo de diabetes de tipo 2 . El sueño insufi-
cient e crónico también favorece la obesidad. D u ra nt e el sueño norma l,
e l cue rpo se encuentr a en reposo, lo que hace que los niveles de una
ho rm ona, la leptina, aum enten al tiempo qu e di sminu yen los de otra
h o rm ona, la ghrelina. La leptina suprime el apetito y la ghrelina lo es-
timula, de modo que este ciclo ayuda a no se ntir hambre mientr as
dormimo s. Sin embargo, cuando de forma habi tual dormimos dema-
sia do poco, los niveles de leptina caen y los de ghre lina aumentan, de
modo que el cerebro rec ibe una señal de hambr e por muy bien alimen-
tado que uno esté. 4 9 Por eso la gente con privación d e sueño siente más
anto jos por la comida, sobre todo por la rica en ca rb o hidrat os.
La ironía más crue l del sueño en la era indu str ial es que dormir
bi en es un privilegio de los ricos. La gente qu e tiene buenos ingresos
du er me más porque du erme de manera más eficiente (pasa menos
tiempo en la cama incapaz de dormirse). 10 L a ex plic ació n probable es
que la gente más rica está menos estresada y por eso concilia el sueño
con más facilidad. Para q uienes sufren porllega r a fin de mes, el estrés
d iario y el sueño insufi ciente generan un círcu lo vicioso porque el es-
tré s inhibe el sueño y el sueño insuficiente eleva el est rés.
T I EMPOS MODERNOS, CUER POS MODER NOS
L AS BUENA S NOT IC IAS: UN CUE RP O MÁS A L TO ,
MÁS LONGEVO Y MÁS SANO
Los últimos 1 50 años han transformado profundamente la forma en
que comem os, trabajamos, combatimos las enfermedades, nos lava-
mose incluso d o rm imos. Es como si la especie humana se hub ie r a h echo
un lavado de cara completo: nuestra vida diaria seria apen as co mpr en-
sible para nuestros antepasados de hace unas pocas generacio n es, por
mucho qu e genét ica, anatómica y fisiológicamente seamos e sencia l-
mente idénticos. E l cambio ha sido tan rápido que no hahabido tiempo
más que para un a minucia de selección natural.l'
¿Ha va lid o la pena? Desde la perspecúva del cuerpo human o, la
respuesta a es ta pr egunta debe ser «mucho, pero no al principio,, .
Cuando en E ur opa y Estados Unidos se construyeron las primera s fá-
bricas, los obreros trabajaban muy dur amente durante larguísim as ho-
rasyen condiciones peligrosas, y fueron en tropel a vivir a unas ciuda-
des grande s y conta minadas donde el contagio era frecuente. Trabajar
en una fábrica urbana tal vez fuese mejor que morir de hambr e en el
campo, pero p ara muchos el precio de los inicios del prog re so fue, y
todavía es, la desgracia. No obstante, la salud media de la gente co-
menzóa mejorar en naciones desarroll adas como Estados U nid os, In-
glaterra y J ap ón al tiempo que se acu mulaba riqueza y se ac el eraban
los progresos de la medicina. Las alcanta rillas, el jabón y las v acunas
contuviero n lo s ince santes brote s de enfermedades infecciosas qu e la
Revolución Agrícola había desatado mu chos milesde años an te s. N ue-
vos métodos d e pr oducción, almacenamiento y transporte de a limen-
tos increme nt aro n la cantidad y calidad de alimento disponibl e para la
población. Si n duda la guerra, la pobreza y otros males todav ía causa-
ban mucho su fr imi ento y muerte, pero en último término la Re vo lu-
ciónIndu st ri al hi zo que a la mayoría le fuese mejor que cien tos d e años
antes. Todos hemos tenido más pr obabilidad de haber naci do, menos
probabilidad de enfermar o morir pr ematuramente y más probabilidad
de ser más al tos y pesados.
Si hay una variable que subyace a los cambios causados por la
industrializació n y la medicina, d eb e ser la energía. Como ya se ha
comentado e n el capítulo 5, los seres humanos, como cualquier otro
organismo, utili za n la energía para satisfacer tres funciones b ásicas:
crecer, mant ener el cuerpo y reprodu cirse. Antes de la agricultura , la
cantidad de e n ergía que adquirían los cazadores-recolectores era solo
 LA III STORIA DE L CU EHPO II UMAN O
margina lme nte mayor que la necesa ria para crecer, mante ner el cu e rpo
y reproduc irse con la tasa de reempl azo. Los niveles dia rios d e act ivi -
dad física y los rend imi entos energéticos eran bajos, la morta lid ad in-
fantil aira y e l crec imiento de la població n lento. La agricul tur a ca mbi ó
esta ecuación al incrementar sustanc ialm ente la cantid ad de ene r gía
dispon ible, lo qu e p ermi tió q ue las tasas repro ducto ras se du plicaran.
Durante mil eni os , los ag ricultor es tuvie ron qu e llevar una vida muy
act iva, y sufrier on la carga de much as enfermedades po r desa ju ste.
Pero en tonces la inve nción de la industriali zación hizo qu e d e re pent e
tuvi ésemos a nu est ra disposición un sumi nistro de energí a apa re nt e-
mente inagotab le d e los combustibles fósiles, y tecnologías como lo s
motores y los tel ares mecánicos tr ansfo rmaron esa energía en tr abajo,
produ cie nd o ex p o n encialmente más riqu eza y más alimenlOs. A l m is-
mo tiempo, la m edi cin a modern a y el saneamiento redujeron s ustan -
cialmente no so lo la mo rtalida d sino tamb ién la cantidad de ener g ía q ue
la ge nte d ed icaba a combatir las en ferme dades. Si se gasta menos e n er-
gía pa ra ma nt en e rse sano , inev itab lement e se canaliza más ene rg ía h a-
cia el crec im ie n to y la rep roducci ó n. D e ello se sigue que las tr es co n se-
cu encias más pr ed ec ibles de la Revoluci ón lndu srrial sobre el c uerp o
hum ano so n un cue rp o más gra nde, más hijos y una vida más la rga.
o nside remos prim ero el ta maño co rpo ral medido po r la es ta tur a.
La altura es tá afecta da tanto por facto res genéticos corno amb ie ntal es
du rante el p er iodo en qu e se está creci endo: la buena salud ese n cial-
mente no s p er m ite crece r tanto co mo los genes permiten (p e ro no
más); la m a la sa lud y la mala nu trició n atrofian el crecimi en to . T al
como predi ce nu es tro mode lo d e balanc e de energ ía, el cue rp o hum a-
no se ha h ec ho má s g r ande desde la Revo lución 1ndustrial. Pero s i exa-
mina mos co n d e te nimi ento la estatu ra dur ante los último s siglos, vere-
mos qu e la mayo r p arte de ese cambi o ha sido reciente. A m o d o de
ejemp lo, La figu r a 19 mueSLracómo ha cambiado la altur a de los h om-
bres desde , 800 e n F ranciaY Dur ant e la prim era parte de la R evo lu -
ció n In du str ia l, la es tatur a aumentó poc o (de hecho d isminuy ó e n los
países más p ob res, co mo los Países Bajos). Los aumentos de estat ura se
ace lera ro n lige r amen te en la déc ada d e 1 860 y despega ron defin iti va-
mente durante los ú ltimo s cincuenta años. Irónicamente , si con sidera-
mos cómo h a cambiado la altura a lo largo de una escala de tiem p o m ás
larga, los últim os 40 .000 años (como mu estra la figura 19), res ul ta evi-
d ent e qu e los prog r esos reciente s han permitido que los eur opeos re-
cup eraran y lue go s up erar an ligera mente la estatu ra que hab ían te ni do
T I EMPOS ~I O DEH NOS, CUERPOS ~Iú D EI\ M)::,
178 .,----- --------- -- - - - - ----~
1800 18¡0 1910 2000
Añ o
Figura 19. Cambio en cs 1:1tu r a en los hombres franceses desde 1800 (y
comp aración con los euro peo s d el Paleolítico): Datos de R. Floud et al.
(20 11), The Changing Body : H calt!,, Nwrition , and Human Development in
die U7estern World since 1 700 , Cambri dge University Press, Cambridge;T.
J. 11atton y B. E. Bray ( 20 1o ), "Long - run trends in tbe hciglus oí European
men, 19th-2oth ccmuricsn, E conomi cs ami Human Biofogy , 8, pp. 40 ~-4 13; V.
Fo rmi cola y M. Giannccchin i ( 199 9) . «Evolutionary trcnd s oí stature in
uppcr Paleolithic and Meso lid 1ic Euro pc»,joumu/ of Human E110/ution, 36,
PP· 3 19-3 33·
e n el Pa leolítico. 11 En Europa, la esta LUra se red ujo hacia el final de la
Ed ad d e 11ielo, quizá en parte a cau sa de cambios genét icos que se pro -
du je ron mientras se adaptaban a un clima má s cálido, pero luego se
hizo aún menor dur ante los difícile s milenios de lo s principios del
Neolítico. Los prog resos en la agricultura come nza ron a-invertir la
tend encia durante el últ imo mil e nio, y no fue hasta el sig lo xx cuando
los eu ropeos recupera ro n la estatu ra que tenían los h omb res de las ca-
vernas. De hecho, los d atos sob re la estatura sugieren que hoy en día
los europeos son los más altos d e l p laneta. En 1 850 , los hombres ho-
landese s eran de medi a 4,8 centímet ros más bajos que los hombres de
Estado s Unidos. Desd e e nt o nc es, la estatura ha aumentado casi 2 0
cen tím etros entre los h ombres h o landeses pero so lo 10 centímetros
entr e los estadouniden ses , lo q ue hace que hoy en día los holandeses
sean los más altos del mund o . H
¿Y el peso? Nos ocupa rem os má s en el capítulo 10 de la obesidad y
d e lo que han ensanchado las c inemas, pero los d atos a largo plaw de
268 LA H ISTOR I A DE L CUERPO HUMAN O TIEMPOS MODERNOS, CU ERPOS M OD ERNO S

28
Lamentablemente , los aumentos de peso y es ta tur a de los adult os

i • • dur ant e los últimos sig los no se han traducid o en un descenso del por-
27 ce nt aje de bebés que nacen demasiado pequ eños . E l tamaño de los re-
c ié n nacidos es mo tivo de preocupación porq ue los bebés que nacen

~ 26
• co n poco peso ( que clín icamente se define corno m enos de 2, 5 kilo-

• ••
o g r a m os) tienen un riesgo mucho mayor de mor ir o sufrir mala salud
o..
....
o dur ant e la infancia y de adultos. Los datos d e F lo ud y colaboradores

t •••
..
u
"' 2\ • • reve lan que en Estados Unidos el peso medio a l n acer es significati-
"'
~
.,
-o
v a m e nte menor en los neg ros que en los bla n cos, p ero que en ambos
., g rup os la proporción de bebés de bajo peso ape n as ha variado desde
u
:.a
e
24 - 1 900 ( alrededor del 1 1 po r ciento entre los neg r os y 5,5 entre los blan-
cos). Esta disparid ad se debe sobre todo a di fe re n cias socioeconómi-
23

u
t •
1
1900
1
1
1910 1 971
l
2000
cas porque el peso al n ace r es un reflejo direc to de la cantidad de ener-
g ía qu e la madre pued e invertir en su proge nie. ~6 Países como Holand a
qu e proporcionan a todos sus residentes acceso a un a buena atención
m édi ca tienen un po rcent aje menor de beb és d e b ajo peso (alrededo r
d e l 4 por ciento).
La otra predicció n obvia del modelo ener gé tic o es que la combin a-
A ño
c ión de más calorías d e alimentos ricos en en e rg ía, menos actividad fí-
Figura 20. Cambios en el índice de m asa corporal (IMC) de los hombres sica y menos enferm edad cambia las caracte rí sti cas demog ráficas de
estadounidenses de edades comprendi da s entre cuarenta y cincuenta y nueve la s pob laciones hum anas. Además de crecer has ta un a mayor estat ur a
años desde 19 00 (algunos valores se ha n extrapolado). Modificado de R. Flo- y anchura, la gente co n un balance de energ ía p os itivo vive más años,
ud et al. (201 1), The Changing Body: H ealth, Nutrition, and H uman Develop-
pue den tener más hijos, y sus hijos tienen un a m a yo r probabilidad de
me111in tlie f,/7estem World sin ce 170 0, Ca mbridge University Press, Cam-
bridge. sob revivir. De hecho, si existe una medida de p rog reso universalment e
ace pt ada, se trata de la ba ja tasa de mortalid ad infantil. De acuerdo con
varios países sugieren que la e ne rg ía adi cional que hoy tant a gente te- es ta medida la Revo lu ción Industrial ha sid o un éxito rotundo. La
)

nemos a nues tr a disposición, co m o e r a de esperar ha aum en tado la re-
lación de peso a altura . Esta relac ió n se suele medir co n el índ ice de
masa co rp oral (TMC), que es e l peso de una persona (en kil og ramos)
dividido por su altura (en met ros) al cuadrado. La figu ra 20 muestra
medicio nes del IMC de homb res de Esta dos Unidos entr e cuarenta y
cincuent a y nueve años deedad durant e los último 100 años, a partir de
un estudi o m onumental realiza do po r Roderick Floud y co laborado-
res.15El g ráfi co pone de manifi es to qu e en 1900 un america no adulto
medio te nía un saludable IMC de alr ed edor de 2 3, pero desd e entonces
el IMC ha id o aum entando de m a n e ra co ntinua, aunqu e con un ligero
descenso des pu és de la segund a guerra mundi al. En la ac tu alidad, el
hombre nort eam ericano medio tie n e sobre peso ( definido co mo un IMC
po r enci m a de 25).
m o rtalidad infantil entr e los estadouniden ses bl a ncos ha descendid o
t re inta y seis veces e ntr e 1850 y 2 000, del 2 1 , 7 p o r ciento al o,6 por
c iento. l? U na mortalidad infantil más baja, co mbin ada con otros avan -
ces, también ha dob lado la esperanza de v id a . D e haber nacido en
r 8 50, nuestra esperanza de vida habría sido d e cuar enta años y la cau sa
d e la muerte probab lemente habría sido un a e n fe rm edad infecciosa.
U n bebé americano nac ido en el año 2000 pu ed e esp erar vivir setent a y
siet e años y probablement e muera por una en fe rm edad cardiovascular
o de cáncer. En medi o de estas alentadoras esta d ís ti cas hay, sin emba r-
go , ot ros datos que nos recuerdan que los ca m bio s d e los últimos siglos
n o han beneficiado a todo el mundo por igual. De sde 18 5o, la mortali-
dad infantil se ha redu cido en un factor de m ás de vein te entre los afro -
am ericanos, pero sigue siendo tres veces m ás a lt a qu e en los blanco s.
 LA III STOR IA DEL CUE RP O II U\ I \NO TIEMPO ~ MODFH NOS, CU ERP OS MODE II O~

.. •e..
cuando tener mu chos hijos pasó a ser una carga económ ica . L as ttami-
.•••
.
Tasa de
....
•,, . nacimiemo e•• • : ~::: lias com en za ro n a limitar su fecundidad, ay udados por nu evos méto-
• ••• ..'•, e • ': T amailo de
: IJ pob lac,ún
~ dos anti co nceptiv os. En 1929, el d emóg rafo nort eameri ca n o Warr en
Thomp so n pr o pu so que a medid a que las poblaci o nes p asaba n por la
••~. ••
Revolució n Jndu strial, at ravesa b an tambié n una «revo lución demo-

••
••• gráfica,, , ta l co mo se muestr a en la figura 2 1. La ob serv ació n básiica de
••
• •• Thomp so n fue qu e, tra s la indu strializació n, las tasas d e m o rtalidad

••
•
•• bajan g r acias a la mejora de las condic io nes, y las famili as reaccionan
•• ..
• .. reduciendo las ta sas de fecundidad. En co nsecuencia, las ta sas de creci-

"'
~ ..:.•
...... ... '
:
•••
Inicio de la Tiempo --... l· on de l,1
lr Jnsición trans:ición
F ig ur a 2 1. Modelo de tran s ición demográfica. Co n e l c rcc imie1110econó mi-
o, las casas de morta lid ad tien den a caer ames d e q u e di .,minu yan las casas de
na talidad, lo que da luga r a un incremenio inicia l d e la poblaci ón, qu e luego
s e es tab iliza. Este mod elo es di scutido y solo se ap lica a a lgu nos países.
La esperanza de vida de los afroamericanos es cas i se is año s meno r que
la d e los blancos. Una n iña nacida en 20 10 pu ede esper ar vivir 55,í
años si es de Zimbabu e pero 85,9 años si es de Ja pó n_1x Esla s pertina ces
difer encias reílejan anti g ua s disparidades soc io ec onó micas que limi tan
e l acceso a la alención médica, a una buen a nulrici ón y a mejo res con-
di cion es sanilarias.
El efecto de la Revoluci ón lndustrial so br e las ta sas de fecundid ad
es una cuestión más comp leja porque más a lim e nt o, menos trabajo y
m e no s enfermedad es co nll evan una fertilidad más alt a (la capacidadde
tener hijos), mientr as qu e un amplio abanico de factores cultur ales in-
fluyen sobr e la fecundid ad de una mujer (cuánws hij os tiene). Durante
la m ayor parte de la historia evolutiva human a, las muj eres por lo ge-
ne ral han tenido tasa s d e fecu ndidad elevada s porque las tasas de mor -
talidad infantil eran altas , los métodos anti conce ptivo s eran limitad os
y lo s niños eran un recur so económico valio so porqu e ayudab an al
cuidado de otros niños , el trabajo doméstico y e l trabaj o de la g ranj a
(véase el capítulo 8). Esa ecuación cambió durant e la era indu strial,
miento p ob lac ion al tienden a ser altas durant e las prim eras fa ses .Se la
industri alización, pero despué s se esta ncan o inclu so d esc ie nd en. El
modelo de tr ansición demográfica de Thompso n ha sido co ntroverti -
do porq ue no se aplica a todo s los países. Por ejemp lo en Francia las
tasas de natalidad se redujero n antes de que cayeran las tasas d e mort a-
lidad, y en mucho s países en v ías d e d esarrollo de Orienr e M edi o, sur
de Asia , Amé rica Latina y África , las tasas de natalidad se han mant e-
nido al Las a pesa r de que se han prod ucido reducciones sus ta n cia le s en
la mo rtalidad. S9 Estos países tienen tasas de crecimien to de la p o bla-
ción mu y e levada s. o d ebería ext raña r qu e el de sarroll o eco nó mico
iníluya p ero no d elermin e el tamañ o de las familia s.
En res um en, los efectos co mbin ados d e una menor m o rtalidad in-
fantil, un a ma yo r longev idad y un a mayo r fertilidad han a lim e nt ado
una expl os ión en el tamaño d e la població n mundial, como mu es tr a la
figura 1 8. Co mo el crecimien to de la población es imrín seca ment e ex-
ponen c ial, c ua lqui er aumento de la ferti lidad o desce nso de la mort ali-
dad, po r pequ e ño que sea, dese ncade na un crec imient o p o blacion al
rápido. Si una población inicial de I millón de person as c r ece al 3,5
por cient o anual , se doblar á más o men os en cada ge n e raci ó n , alcan-
zando 2 millon es en veinte años, 4 millones en cuar enta a ño s, y así su-
cesivamen te ha sta llega r a 32 millo nes en un sig lo. En rea lid ad, la tasa
de crecimiento g lobal alcanzó un pico en 1963 con un va lo r de 2,2 por
ciento an ua l y de sde entonces ha disminuido hasta apro x im adam ente
el 1,1 por c iento anual/'° lo qu e se traduce en una tasa d e duplica ción
de cad a sese nta y cuatro años. En los cincuenta años tr a n sc urrido s en-
tre 19 6 0 y 2 0 ro, la poblaci ón mundi al se ha más qu e doblado , pa san-
do de 3 .ooo mill ones a 6.900 millon es de personas. Si se m antiene la
tasa de crec imiento actual, a fin al de siglo habr á 14. 00 0 millone s de
habitan tes.
U no de los efectos secund arios más impo rtant es del cr ec imi ento
 LA HISTORIA DEL CUERPO HUMANO
de la pobl ac ió n y de la conce ntr ac ió n de la rique-Laen las ci ud ades ha
sido un a ten d enc ia a una mayor urb anizac ión. En 1800, so lo vivían en
ciuda des 2 5 millones de personas, alrededo r del 3 por cien to d e la ¡¡>o-
blac ión mundial. En 20 10, viven en ciudades unos 3.300 mill ones·de
per so na s, la mitad de la población mundial.
L A S MALA S NOTIC IAS:.MÁS D I SCAP ACIDAD CRÓN I CA
A CA USA DE MÁS ENFER MEDADES POR DESAJU STE
Desde muc has pers pectivas, la e ra indu strial ha traído mu ch os progre-
sos en lo que atañe a la salud humana. No cabe duda de que los prime-
ro s días de la Revo lución Indu strial fu ero n duros, pero a l ca b o de unas
poc as ge nerac iones las innova c io nes e n tecnología, m ed ic ina , gobier-
no y sa lud públi ca aportaro n soluc iones eficaces a mu cha s d e las en-
ferme d ades por desajuste causa das po r la Revolución Ag rícol a, sobre
todo por lo qu e respecta a la carga de enfermedades in fecc iosas que
comportaba la vid a con un a a lta densidad de població n, e n co ntacto
con anim a les y en condiciones poco sa lubres. Sin embargo, n o todos
es to s ava nces llegan a las perso nas qu e tienen la desgracia de vi vir en la
pobreza, espec ia lmente en las nac iones menos desarroll adas. Ademá s,
los progre sos rea lizados durante los últimos 150años tambi é n compor-
tan alguna s d esvent ajas import ant es para la salud de las pe rsonas. Lo
m ás esencial es qu e se ha producido una transición epid e mi o lóg ica. A
m edid a qu e mu e re menos gent e por m alnutrición e inf ecc ion es, espe-
cia lmente cuando son jóvene s, so n má s las personas qu e de sa rrollan
otros tip os de enferm edades no contagiosas a medida que e nv ejecen.
Es ta tran sic ió n todavía se está produ ciendo; en los cuare nt a a ño s que
han tr an scu rrid o desde 1970 a 20 10, el porcentaje de mu e r tes en todo
el mu nd o causadas por enfe rm eda des infecciosas o ma lnu trición ha
caído en un , 7 por ciento, al tie mp o que la esperanza de vida ha au-
mentado en o nce años y el porce ntaj e de muertes por enfer m eda des no
co nt agiosas ha aum entado en un 30 por ciento.6' Ahora qu e la gente
vive más, también son más los que sufr en de alguna di sca p ac idad . En
término s técn icos, unas tasas de m ort alidad másbajas han ve nid o acom-
paña das d e una s tasas más altas de morbi lidad (defmida co mo un esta-
do de m ala salud a causa de cualquier tipo de dolencia).
Para po ner en perspectiva esta tran sición epidemiológica, compa-
TIE MP O$ MODERN OS, CUERP OS MOD ERNOS 27 3
remos cómo viven hoy las personas mayores de Estados Unid os y
cómo vivían en la vej ez s u s abuelos y bisabuelos. Cuando Franklin D.
Roosevelt firmó la Ley de la Segu ridad Social en 1935, la vejez se d efi-
nía a partir de los sesenta y cinco años, aunque la esperanza de vi d a es-
timada para Estados U nidos en aquella época era de sesenta y un año s
para los hombres y sese nta y cuatro para las mujeres .62 En cambio, en
la actualidad una per so na mayor puede espe rar vivir de diecioc ho a
veinte años más. La otra ca ra de la moneda es que también debería es-
perar morir más lentamente. Las dos causas de muerte más comune s en
Estados Unidos en 1 93 5 e ran enfermedades resp iratorias (neum on ía y
gripe) y diarrea infecciosa, que matan con rap idez. En cambio, en 2007
las dos causas más com un es de muerte eran las enfe rmedades card io-
e
vasculares y el cánce r responsables cada una de alrededor del 2 5 por
ciento de las muen es tota l es). Algunas víctimas de ataques al corazón
mueren en minuto s u h o r as, mientras que la ma yoría de las perso nas
con patologías card iovasculares sobreviv en varios años, dur an te los
cuales tienen que comba tir compl icaciones como hipertensión , in sufi-
ciencia cardiaca, debili dad general y enfermedad vascular peri férica .
Muchos pacientes de cá ncer también viven varios años después del
diagnóstico gracias a la q u imiote rapia, rad ioterapia, cirugía y otros
tratamientos. Adem ás, mu c has de las otras ca usas principales de muer -
te en nuestros días so n e n fermedades crón icas como el asma, el alzhéi-
mer y patologías renales, y se ha producido un aumento de la inc iden-
cia de dolencias no morta les pero crónicas como la artrosis, la gota, la
demencia y la pérdid a d e audición. 6 J La prevalencia cada vez mayor d e
enfermedades cróni cas e ntr e las personas de mediana edad o de edad
más avanzada está cont ribu yendo a una crisis de la asistencia sani taria
porque los niños naci d os dur ante el hahyhoom posterior a la segun da
guerra mundial está n e ntr a nd o ahora en la tercera edad, y muchos de
ellos, un porcentaj e sin pr ece dentes, sufren enfer medades incap ac it an-
tes, debilitadoras y per s is tentes . El términ o acuñado por los epi de mi ó -
logos para referirse a este fenómeno es «exten sión de la morbilidad». 64
Una manera de cua ntifi ca r la extensión de la morbilidad qu e se está
produciendo en la actua lid ad es utilizando una métrica conocid a co m o
años potenciales de vi da p er didos (APVP) , que mide la carga globa l d e
una enfermedad como e l número de años perdid os a causa de mala sa -
lud y muerte.6i De ac uerd o con un sobrecogedo r análisis reciente d e
datos médicos de todo e l mundo entre los años 1990y 2010, la carga
de la discapacidad causa d a por enfermed ades contagiosas o re lacio -
27 4 LA Hl ~TOI\ I A DEL CUERPO II U M ANO
nadas con la nutri ción h a ca íd o e n más del 40 po r cient o, en tanto que la
car ga de discapacidad deb ida a enfermedades no co magiosas ha au-
mentado , especialmente en n a cion es desarrollada s. A modo de ejemplo,
los A PVP han aumentad o e n un 30 por ciento p ara la diabetes de tipo 2 ,
en un 17 por ciento para tras torn os neurológicos com o la enfermedad
de A lzheimer, en un 17 po r c ie nt o para las patolog ías renales crónicas,
en un 1 2 po r ciento para los tra sto rnos musculoes q uelé ricos como la
ar tri tis y el dolo r de espalda , e n un 5 por ciento p ara el de cáncer de
mam a, y en un 1 2 porciento p a r a el cáncer de hígad o.66 Aun después
de cor regir po r el crecimi e nt o d e la población, hay má s gente que sufre
di sca pacidad crónica a ca usa d e e nfermedades no co ntagiosas. Para las
en ferm edades mencionad as, e l n úme ro de año s que un a persona puede
esperar vivir co n cáncer ha a um ent ado en un 36 po r ciento, con patolo-
g ías cardiov asculares en un 1 8 p o r ciento, con enfer medad es neurológi-
cas en un 12 por ciento, co n diab e tes en un 1 3 por cien to y con enferme-
dades mu sculoesqueléticas e n u n 1 1 por ciento. 67 Pa ra muchos, hoy la
vejez signifi ca discapacid ad (y fa ctu ras del méd ico).
¿Es LA T RANS I C I ÓN EPI DE MI O L ÓG I CA
EL PR l,C I O D EL PR OG R ESO ?
¿En qu é medida es la par ad oja d e las tendencias actua les de la salud hu-
man a (qu e más gente vive m á s añ os pero sufre más a menudo y durante
más tiempo a causa de enfe rmedade s crónicas y co stosas) simplemente el
precio que pagamos por el pro g reso? Al fin y al cab o, de algo tenemos
qu e mo rir. Co rno las enferm e dad es infecciosas cada vez matan a menos
ge nte, es de sentido común es p e rar más enferm edad es como el cáncer y
la diab etes de tipo 2, qu e tie nd e n a afectar a las perso nas de edad más
avan zada. A medida que nu es tr o cuerp o envejece, los órganos y las célu-
las funcionan peo r, las artic ula c io nes se desgastan, se acumu lan mutacio-
nes y nos exponemos a má s toxin as y otro s age ntes perniciosos. De
acu erdo con esta lógica, si ca d a vez es menos probable morir joven por
ma lnu trición, gripe o cól era , d eberíam os con sider arn os afortunados
po r morir a una edad má s ava nzad a por osreopo ro sis o cardiopatías. La
misma lógica nos llevaría a co n s id erar trastorno s no letales pero en cual-
quier caso mortificantes como el síndrome del co lo n irritable, la miopía y
las carie s como consecuen cias n ece sarias y colatera les de la civilización.
T I EMPO S MO D ERNOS, CU F!IP OS '10D ERN 0S
¿H a causa do la era industrial un co mpr o miso entre u na menor
mortalidad y un a exte nsión d e la mo rb ilid a d? Hasta cierto punt o, la
respuesta es un sí incuestionable. Gra cias a la abund ancia de co mida,
las mejoras de sa lubri dad y saneamien to, y las mejo ras en las co ndi cio-
nes de trabajo, me nos gente, y sobre todo m e nos niños, con traen en-
fermedades in fecciosas y sufren por fa lta d e alimento, de manera que
viven más años. Ta mbién es inevitable qu e, co n la edad, au m ente la
probabi lidad d e ac u mular mutaciones ca n ce rí ge nas, se end urezcan las
arterias, los hu esos pierdan masa y otr as fun c io nes se deteriore n. Mu-
chos pr oblema de la salud se correlaci ona n est rechamente con la edad,
por lo que se hace n más preva lentes a med id a q ue las poblacio nes cre-
cen y un porcent aje cada vez mayor está fo rm ad o por personas de me-
diana edad o mayores. Según algunas esti m acio nes, el número d e años
que las personas v iven con discapacid ad es h a aumentado en to do el
mundo en un 28 po r ciento simplement e a ca u sa del crecimie nt o de la
población, y e n cas i el 1 5 por ciento p o rqu e ahor a hay más pe rso nas
viejas.68 Sin emb a rgo, porcada año de vi d a ga n ado desde 1990, so lo 10
meses son de ple na salud.6<JHacia el año 20 1 5, habrá más ge nt e con
más de sesenta y c inco años qu e con men os d e cinco, pero casi la mitad
de los mayores de cincuenta sufrirdn algú n ti po de dolor, disca pacidad
o incapacidad qu e requ erirá atención méclica .
Cuando se exa mi na desde una persp ec ti va evolutiva, sin embar go,
la transición e pid e miológica no se pued e ex pli ca r únicamente co mo un
compromiso entr e mortalidad y morbili d ad . Prácticamen te t0 d os los
análisis publica dos sobre los cambios en las ten dencias de sa lud co nsi-
deran solamen te lo ocurrido dur ante los últim os cien años, o p oco más,
y usan solament e d atos sobre las eco no mí as indu striales y ag ra rias de
subsistencia. Pe ro si no se toman en c u ent a los datos sob re la salud
de los cazado res- reco lectores, estas eva lu ac iones de los cambi os en la
salud g lobal so n com o intentar averigua r qui én ga nó un partid o de fút-
bol sabiendo so lam ente los goles mar ca d os du rante los últ imos mjnu-
ros. Además, aunque para los médicos y los qu e trabajan en la salud
pública renga se n tido categorizar las en fe rm e d ades en funció n d e si es-
tán causadas por inf eccio nes, malnut rició n , tu mo res, etc., una p erspec-
tiva evolutiva sug iere que también debe ríam os examina r en qu é medi-
da las enferm ed ades están causadas por d es aju stes evolutivos entr e las
condiciones ambi enta les (que incluy en la di eta , la actividad física, el
sueño y otros.fac to res) en las que hem os e v o lucionado y las que hoy
experimentam os .
 LA H ISTOR IA DEL CUERPO HUMANO TIE MP OS MO DE RNO S, CUERPO S MOD ERN OS 1.77

Si reexami namos la actual transición epidemiológica (es d eci r, el
compromiso entre morir joven por enfe rm e d ades infecciosas y exten-
der la morbilidad po r enfermedades no co nta giosas) desde un a persL
pectiva evolutiva, veremos la cuestión de una forma un tanto difer en·-
te. Bajo esta luz, es evidente que a medid a que las poblaciones crecen y
las personas vive n más años, son más los qu e enferman por dol encias
por desajuste que so lían ser poco comun es o in existentes y que no son
necesaria o ent eramen te consecuencias inevitable s del prog reso.
· Apoya esta perspectiva lo que sabemos so br e la salud de los cazado-
res-recolectores a partir de los pocos g rupo s qu e todavía queda n por
estudiar. Recordemos que los cazadores- reco lectores viven en pobla-
ciones pequeñas porque las madres tien en b e bés con poca frecuenc ia y
sus hijos sufren tasas elevadas de mortalidad neo natal e infantil. Pese a
ello, la vida de los caza dores-recolector es rec ient es no es necesa riame n-
Lepenosa, desve nturada y corta, como se su ele suponer. Los cazado res-
recolectores que so breviven a la infan c ia y la niñez suelen llegar a la
vejez: la edad más común en el momento d e la muerte es ent re sesenta y
ocho y setenta y dos años, y la mayoría llega n a ser abuelos o inclu so
bisabuelos.70 La ca usa de muerte más frec u e nt e son las infeccion es gas-
tro imestinales o r esp iratorias, las enferm e dad es corno la mala ria o la
tuberculosis, y los accidentes o la violenc ia.7' Los estudios de salud
también indican qu e la mayoría de las enfer m eda des no infecciosas que
matan o discapacitan a las personas ma yo res en las naciones desa rro-
lladas son rara s o desconocidas entre los caz adores-recolec tores de
mediana edad o edad avanzada.72 Estos estu dio s, sin duda de ám bito
y del aumento de la longevidad . Además, si nos fijamos con atención,
veremos qu e algunos de los datos epidemiológicos que se utilizan para
avala r la inevitabilidad de un compromiso entre mo rir joven por una en-
ferm ed ad infecciosa y morir a una edad más avan zada a causa de una
pato logía ca rdiovascular o ciertos cánceres, no resiste n un análisis me-
ticul oso. Es el caso, por ejemplo , de las tendencias reci e nt es de cáncer
de ma ma. En el Reino Unido, la incidencia de cáncer de mama entre las
mujeres de cincuenta a cincuenta y cuatro años casi se d o bl ó entre 197 1
y 2 00 4, pero TIO se dobló la población de mujeres de cin c u ei:tta y pocos
año s ( d e hech·o, la esperanza de vida aumentó solam ente c in co años du-
rant e e l mi smo periodo ) .7 J Además, enfermedad es metabólica s corno la
diabe tes d e tipo 2 y el end ur ecimiento de las arteria s no aument an sim-
pleme nt e porque la gente viva más años, sino qu e de he cho se están
hac ie nd o más prevalentes en edades jóvenes, a] tiem p o qu e aumenta
entr e lo s jóvenes la incidencia de la obesidad. 74 No cabe duda de que
algunas enfermedades, como el cáncer de próstata , so n m ás fáciles de
diagnos tica r en nuestros d ías, y por lo tanto parecen ser má s comunes,
pero los médicos de las naciones desarro lladas tie n en que tratar hoy
mu c ha s e nfermedades que solían ser extraordinariamente raras y que
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V, , ······ -
limitado, han puesto de manifiesto que los caza dor es-recolecto res ra ra- :.a 0.10
., ....
mente o nun ca co ntr aen diabetes de tip o 2, e nfermedades coro nari as, -o R ie sg o bajo
o
hipertensión, os teoporos is, cáncer de mama, asma o patologías hepáti- -o 0 . 05
~ o
c., ·cu
cas. Tampoc o par ece que sufran de go ta, mi opía, caries, pé rdid a de co
0.00
aud ición, pies pla nos y ot ras dolencias co mun es. Es obvio que los caza-
68 71 71. 73 74 71
dores- recolecto res no viven en perma ne nt e buena salud, sobre todo
Promedio de edad
desde que tienen a su disposición tabaco y a lcohol, pero todo parece
indicar qu e están sanos en comparación co n muchos de los est ad ou ni-
Figura 22 . Compresión de la morbilidad entre graduados de la Universidad
denses de la terce ra edad aunque nunca han r ecibido atención médica. de Pe nsi lvania. Los sujetos fueron divididos en distintas categorías de riesgo
En suma, si co mpar ásemos datoscontemporáneos de salud de per- en func ión de su IMC, consumo de tabacoy hábitos de eje rcicio. Las perso-
sonas de todo el mundo con datos equiva lentes de cazadores-reco lecto- nas con factores de riesgo más altos presentaron más discapacid ades a una
res, no llegaríamos a la conclusión de que las tasas crecientes de enfer- edad menos avanzada. Modificado de A. J.Vita, et al. ( 1998), «Aging, health
medades comunes por desajuste como las ca rdi opatías o la diab etes de risks, and cumulative disability», New Englandj ournal of M edicine, 338, pp.
1035- 104 1.
tipo 2 sean consec uencias simples e inevitab les del progreso económico
 L A lll ~T O HI A DE L CUER PO II U MA NO
casi nunca ap ar ece n en el mund o no industrializado . Un ejemplo es la
enfe r medad d e Cro hn, en la que el sistema inmunitari o d el cu erpo ata-
ca al int es tin o prov ocando terrib les síntomas como reLo nijon es, erup-
cio nes, vó mi to s e incluso artr itis. Las tasas de incidenci a d e la enferme-
da d de Crohn van en aumento en todo el mundo , y mu y espec ialm ente
emr c ad o lesce nt es y jóvenes de veinte a treinta año s.7 >
O tr a se ri e d e indi cios que apoyan la idea de que la tran s ició n epi-
demi o lógica no es el resultado de un compro miso inevita bl e causad o
por el pr og reso v iene de examin ar las causas de los cambio s de Lenden-
cia en la mo rt al idad y la morbilid ad. Esta es una tarea compl eja porq ue
es imp os ibl e se pa rar con precisió n qué factores causan la m ayo ría de
las enfe r m edad es crónicas no comag iosas y en qué medid a . Aun así,
var ios es tud ios co inciden en señalar la import ancia de los s iguient es
factor es com o causa s de morbilidad ent re los habitante s d e las nacio nes
desa rr o llada s (en o rden aproxim ado) : hiperten sión, con s umo d e taba-
co, ab u so d e l alco h ol, contamin ació n, dieta pobre en frut a, a lto índice
d e masa cor po ra l, nivel es elevado s de g lucosa en sangr e en ayuno, in-
act ivida d física, di etas bajas en nueces y semillas, y col este rol alto.76
Cab e no Lar qu e mu chos de esto s facto res no son inde pe ndi e nLes. El
con sum o d e alcohol, la dict a pobre y la inacLividad fís ica so n causas
co noc id as d e hip e rtensión, obesidad , niveles altos de azú ca r e n sa ngre
y perfil lipídi co mal o. En cualqui er caso, ningun o de esto s fa cwr es de
riesgo e ra comú n am es de la Revo lució n Agrícola o la Indu stri al.
Po r ú ltim o, pe ro no menos importante , hay indicios p ara cue stio-
nar o a l me nos at emperar la suposición de que una ma yor longevidad
necesar iame nte ha de venir aco mpañada de una exlensión d e la morb i-
lidad. En un o d e los prim eros tests de esta hipótesis, Jam es Frie s y cola-
boradores analizaron datos d e 1.74 1 personas que estudiaron en la
Unive rs id ad d e Pe nsilvania en 1939 y 1940 y luego fuer o n e ncuestad os
rep eLidam e nLe du rante más de cincu enta años.n Los d ato s recog idos
sobre tre s facto res de riesgo ( IMC, hábitos de cons umo d e taba co y
frecuenc ia co n q ue hacían ejercicio) , las enfermeda des c ró nica s qu e su-
frieron y su g rado de discapacidad (cuamificad o en fun ció n d e lo bien
que reali zaban ocho actividades cot idianas básicas: vest ir se, levantar se,
com e r, ca mi na r, lavar se, alcanzar una cosa, agarrar un a co sa y hacer
rec ad os) . L os qu e est aban clasificados como de alto riesgo (por tener
sob repe so, fum ar y no hacer basLante ejercicio) sufrier on una tasa de
morta lidad un 50 po r ciento má s alta que quienes estaban clasificad os
como d e b ajo riesgo. Además, tal como ilustra la figura 22 , estos indivi-
T I E~I P O', ~IO DER'I O, , Cl ' ERPO !> 'l ~) DEll N ll '> 279
duos de alto riego rec ibie ro n puntuacio nes d e di sca pacidad un 100 p o r
cien to más altas que los d e bajo riesgo y cru za ro n el umbral de mínim a
discapac idad aprox im adame nte sieLe años antes . En otras palabr as,
cuando estos univ e rs iLarios llegaron a los se Le nt a años, solo 1res facw-
res de riesgo (ningu no de los cuales inclu ía la c;lieca) explicaban un a
probab ilidad u n 50 p o r c iento mayor d e mo rir y dos veces más alt a de
tene r alguna discapac id ad. Por cierto que los resultados fueron los mi s-
mos para hom bres que pa ra mujeres, y el diseño del estudio man t u vo
constantes cualesquier a efe ctos debidos a la edu cación o la raza.
En úlLimo Lérmin o, la e ra industrial ha tenid o un éxito notable e n la
resoluc ión de mucha s de las enfermedad es po r desajuste que h abía
desatado la Revo luc ió n Agríco la. Sin embar go, al mismo tiempo he-
mos creado o agravado toda una se rie d e nu evas enfermedad es no
contag iosas q ue toda v ía cenemos que dom eña r y cuya preva le n cia e
intensidad wdavía van e n aumem o en wdo el mund o a pesar d e lo s es-
fuerzos aunad os para co ntr o larlas. EsLas enfe rmedades y la exten s ió n
de la morb ilidad qu e ha acompañado a la acLual Lransición epidemi o ló-
gica no son co nsecue n cias simples e inevi Lables de una mayor lo ng ev i-
dad y de una redU<.:ció n ele las enfermeda d es inf ecc iosas. No existe nin -
gún co mpro miso in e ludib le tras la corre lac ión ent re una m a yo r
longev idad y una ma yo r m orbilidad ; al com ra rio, todos los indi c ios
confirman la idea lógica d e que es posible v iv ir un a vida larga y sa lu da-
ble sin es Larco ndenado a contraer enfe rm edade s cró nicas no infecc io-
sas qu e causan año s d e d iscapa cidad. Por d esgrac ia, no todo el mund o
envejece tan bien. P ara e nt ender esLas tende ncias, usaremos ahor a la
lente de la evoluc ió n para inspecciona r m ás profunda mente las cau sas
de las enferm ed ad es po r d esajus Leque han a pa recido desde las R evo -
luciones Agríco la e Indu stri al. Una cues tió n igual mente importa nt e es
de qu é modo los fraca sos en nuestro s intent os po r trata r las causa s de
estas enfermedade s en algunas ocasiones fom entan una disevo luc ión,
el pernic ioso bucl e de r ea limentación que les p ermiLe mantener su pr e-
valencia o aument ar su frecuencia .
D e las disti ntas en fe rm edades po r de sa juste a las que nos enfrenta-
mos, algu nas de las m ás pr eocupantes so n las cau sadas por un e xc eso
de un estímu lo qu e so lía se r raro. Y de esta s en fermedades, las m ás
significad as y exten dida s están relacio nada s co n la obesidad, que ti en e
su causa en un exces o d e energía.
 PARTE 111

EL PRESENTE Y EL FUTURO
 10

E L CÍRCULO VIC IOSO DEL EXCESO

Por qué un exceso de energ ía

nos pu ede enfermar

.Mi salid a es el resultado de un exces o d e en trantes.

RI CIIARO M ONCKTON MI LNES

Yo m e crié en el temor a codo lo graso, tanto laco mida co mo el cuerpo.

Bajo la suposición de que uno es lo que come, mi m adr e co nsideraba el
queso, la mantequilla y cualquier cosa rica en gr asa co m o una especie
de ve ne no que había qu e ev itar a toda costa. Los hu e vos e ran gigantes-
cas pí ld o ras de veneno. N o estaba del todo en lo cie rto e n cuanto a qué
alim e n tos engordan, pe ro tenía toda la razón de p r e o cup arse por la
obes id ad. De los much os probl emas de salud a los qu e se enfrenta hoy
la es peci e humana, la obesidad se ha convertid o e n e l m ás gordo, en
sen tido Iitera! y figurado. Aunqu e la obesidad en s í no es un a enferme-
dad , s ur ge de tener un exceso de un estímulo que e n ot r os tiempos era
más rar o : la energía. A su vez, un exceso de energ ía, y e n particular un
exceso de grasas (so br e todo en el abdome n) , pu ed e ca usar muchas
enfe rm edades por desaju ste que son cada vez más prevalent cs a causa
de l e n to rno en el que hem os crecido y porque no log ramo s prevenir
sus ca u sas de una manera eficaz.
La o besidad es un pro blema tan generalizado y c o n spicu o y asun-
to d e ta nt as discusiones qu e muchas personas comien z an a hartarse de
lee r, habl ar y pensa r so b re ello. ¿Con qué frecue n c ia n os recuerdan
qu e d os tercios de los adulto s de países como Es tado s Unid os tienen
sobr e p e so o son obesos, que un tercio de sus hijos p esa n demasiado o
qu e e l porcentaje de obesos se ha duplicado des d e lo s años 1970?
¿C uá nto s anuncios má s pod emos digerir sobre ropa d e talla grande o
nu e vos pl anes de dieta? Si hay algo que todo el mundo sabe sobre la
obesi dad, es que intentar de shacerse de unos kilos es extr aordinaria -
 LA H ISTOR I A IJEL CUERPO H UMA NO
ment e difí cil, a veces imposible . Adem ás, ¿qué hay d e malo en un
poco de go rdura? A juzgar por las figurillas de Venus, unas estatuillas
calladas de mujeres sin ro stro , grandes pechos, anchas ca d e ra s y vien- ,
tres hin chad os, en la Edad de Piedra venerá bamo s los cuerpos gor- ,
dos.'
No es mi intención dorar la píldora de un tema importante, pero la
amplia confusión, debate, ira y coraje y angustia que suscita la epide-
mia de obes idad son testimonio de que necesitamos deses p e radamente
ente nder mej or cuándo y por qué es la ob_esidad un probl e ma. ¿Por qué
los humano s engordamos con tanta facilidad? Porqué la obes id ad pre-
dispone a ciertas enfermedades si los humano s estamo s a dapt ados a
acumular grasa? ¿Por qué está aumentando la incidenci a e int ensidad
de las enfermedades relacionadas con la obesidad? ¿P o r qué algunas
personas con sobrepeso enferman y otra s no? Par a abordar estas y
otras pr eg unt as tenemos que mirar a través de la lent e de la evolución.
Una pe rspectiva evolutiva confirma que los humano s está n exquisita-
mente adaptados a ganar peso y que acumular en el cuerpo un a canti-
dad rel ativamente grande de g rasa es algo normal. U na p e r spectiva
evolutiva revela por qué no estamos adecuadame nte adaptados a un
exceso de gras a no tanto en las nalga s, las piernas o el mentón co mo en
el abd ome n. Una perspectiva evo lutiva ayuda a dirigir la atenci ón a las
raí ces últim as del problema. De estas, las principales so n qu e no im-
porta no tanto cuánto comemo s como lo que comemos y que nuestro
cue rpo no está adecuadamente adaptad o a unos aport es inc esa ntes de
ene rgía en exceso, lo que cont ribuy e a muchas de las má s graves enfer-
medad es po r desajuste a las que hoy nos enfrentamo s, como la diabetes
de tip o 2, el endurecimiento de las arterias y algunos tipo s d e cáncer.
Po r último , una perspectiva evolutiva revela que la man e ra como tra-
tamos estas enfermedades por desajuste de la opulenci a pued e pr ovo-
car un bucl e de realimentación que agrava el problema.
ÜE QUÉ M ANE RA AL MACENA,
U SA Y CON VIERTE LA ENERG ÍA EL CU ER PO
La obesidad y las enfermedad es de la opulencia que esta lleva asocia-
das, como la diabetes de tipo 2 y las cardiopatías, son tipos de desajus-
tes causado s por lo que com emo s y por la cantidad de en ergía que con-
EL CÍRCULO V I CIO SO DEL EXCESO
sumimos en relación co n la que utilizamos. Aunque es obvio e imui tivo
que un exceso de he lado no puede ser bueno, ¿cómo puede ser perjudi-
cial un exceso de algo que, como la energía, es bueno? Para esclar ece r
este problema, lo primero es entender de qué manera el cuerpo co n-
vierte en energía los di stinto s tipo s de alimento, y de qué manera se
quema o se almacena esa e nergía. Intentaré por todos los medios exp li-
car estos complejos proceso s de la forma más simple.
Siempre que hace m os algo como crecer, caminar, digerjr, dormir o
leer estas palabras, gastamos energía. Casi toda la energía que u sa e l
cuerpo para sustentar su s actividades se almacena en una pequeña y
ubicua molécula llam ada ATP (trifosfato de adenosina). Las mol éc u-
las de ATP son co mo minú sculas baterías que circulan por el int erior
de las células del cuerpo, lib era ndo energía cuándo y dónde se necesi-
ta. Por otro lado, e l cuerpo sintetiza y recarg a moléculas de ATP que -
mando combustible s, que fundamentalmente son carbohidrato s y g ra-
sas. Pero no comemos únic amente para recargar estas moléculas sino
también para crear una s reservas de energía de manera que no se ago-
ten nunca las mo lécu la s de ATP, ni siquiera durante un instant e . El
ATP funciona en el cue rp o como el din ero que ganamos, usam os y
ahorramos. Del mi smo modo que e l balance de la cuenta bancaria es la
diferencia entre lo qu e se gana y lo que se gasta, el ha/aneede energía es
la diferencia entr e la e n ergía que se adquiere y la que se consum e a lo
largo de un periodo de tiempo determinado. A corto plazo, este balan-
ce casi nunca está en eq uilibri o: tra s co mer y digerir solemos tener un
balance positivo, y durante el resto del día (y la noche) tendemo s a te-
ner un balance ligeramente nega tivo. Sin embargo, a lo largo de perio -
dos de tiempo más lar gos, como días, semanas o meses, el balance de
energía se encuentra en estado estacion ario si no estamos ganando o
perdiendo peso. Di cho rápido y mal, la ganancia o la pérdida de pe so
son provocadas por periodo s prolongado s con balance positivo o ne-
gativo, respectivamente. Como pasar semanas o meses con un balan ce
de energía negativo no es bueno para el éxito reproductor, la mayoría d e
los organismos, incluidos lo s humano s, están bien adaptados par a evi-
tareseestado.
Una de las maneras de ev itar caer en un balance de energía neg ati-
vo es regulando la ca ntidad de energía consumida. Del mismo modo
que gastamos o despilfarramo s el sueldo en bienes y servicios como
comida, alquiler y entreten imiento, nuestro cuerpo gasta la energía en
distintas funcione s. U na fra cción imp ortante del presupuesto del cuer-
286 LA III STOII I .\ D EL CU ERPO II U MAl\ 0
po, el metabo lismo en repo so, se dedica a sati sface r las necesidades
esenciales co mo alim e n tar e l cerebro, mante ner la sangre en circula -
ción, respirar, repara r tejid os y mantene r el sistema inmu nitario. E l
metabolismo en rep oso d e un adulto medio requiere alrededor de
1 . 300 a 1.6 00 kiloca lor ía s a l día, pero este cos te varía eno rmemente ,
debido en buena parte a va riaciones en la ma sa co rpo ral sin grasa (un
cuerpo más g ran de co nsu m e más energía). 1 El resto de nuestr o pr es u-
puesto energé tico se co ns ume en hacer cosas, sob re todo en actividad
física, pero tambié n en dig e rir y mantener una temperatura corporal
estable. Ganduleando todo el día en la cama pod ríamos mantener equi-
librado nuestro ba lance d e e nergía con apenas una fracción más de la
demanda metabóli ca en reposo. En cambio, si d ecidiéramos correr una
maratón , necesitaríamos d e 2.000 a 3.000 kilocalorías más.
La Otra mane ra d e reg u lar el balance de energía es ingirie ndo ali -
mentos, que con tiene n e n e rgía en forma de en laces químicos. Por mu-
cho que haya disfrutado m i cerebro con la co mida que me acabo de
zampar, mi sistem a d iges tiv o la está tratand o bá sicamente como co m-
bustible, degradándola e n sus componente s básicos: prot eínas, ca rb a-
hidratos y g rasas . Las p ro te ínas son cad enas d e aminoác idos enro lla-
das; los carbohidra to s so n largas cadenas de mo léculas de azúcar ; las
grasas están const ituida s p o r tres largas m o léc ulas llamadas ácidos
grasos q ue mant iene u n id a s una única moléc ula incolora e inodo ra co-
nocida com o g licero l (de ahí que el término químico para referir se a
las grasas sea trig licéridos ) . La s prot eínas se ut ilizan fundame ntalme nt e
en la co nstrucc ión y m a nt e nimiento de los tejid os y rarame nte se de -
gradan para o b tene r ene rg ía. En cambio, los ca rboh idratos y las g rasas
se almacenan y se qu e man pa ra obtener energía, pero de distint a ma -
nera. La diferenc ia c lave qu e hay que recor da r es que los carbohid ra -
tos son much o má s fác il es d e degradar y que m ar que las grasas, pe ro
almacenan la e nergía co n meno s densidad. Un gramo d e azúcar co n-
tiene cuatro kiloca lorí as de energía , mientras qu e un gramo de gra sa tie-
ne nueve kiloca lo rías. D e l m ismo modo qu e guardamos más dinero de
forma más efici en te e n los bi lletes de mayo r va lor, nuestro cuer po tie -
ne el buen sent ido d e a lm ace nar la mayor part e de sus excedentes de
ene rgía en fo rma de g r asa , y muy poco en forma de carbo hid rato s, lo
que hace en forma d e glucógeno, una moléc ula grande y flácida. Las
plantas almac en an su s exced entes de carboh idrato s de forma mucho
más densa en el almi dó n .
Las distintas p ro pi e d ad es de la grasa y los carbohi dratos se ven re-
EL CÍR CULO VI CIOS O DE L EXCESO
flejadas en la forma en que el C11erpolos usa y almacena com o combus-
tible. 1maginemos que acabamo s de devorar un eno rm e trozo de pas1el
de choco late cuyos principales ingredientes fuese n har ina, mante-
quilla, hu evos y azúcar. Tan pr onto como el pastel es tá en nuestro
interior, el sistema digestivo comi e nza a degradarlo en sus g rasas y
carbohi dr atos const ituyentes, qu e son tran spo n ados de sde el intestino
delgado al to rrente sanguíneo, d o nd e siguen distintos d es tin os. El de la
grasa está orques tado principalm e nte por el hígado . U n a parte se aJ-
macena e n el propio hígado , al g o se q uema de inmed iato y algo se
almacena en los múscu los, pero e l res to es transportad o p or la sangre
hasta unas células g rasas especiali zadas (los adipocitos) que se encuen-
tran en LOdoel cuerpo. Un human o c ualq uiera tiene d ecenas de miles
de millone s de estas células, cada una d e las cuales contiene una única
gotita de grasa . A medida que se aña de grasa a una célula, se hincha
como un ba lón. Las células adjp o sas se divid en cuand o se ha cen dema-
siado vo lum inosas, pero solo mi e ntra s se está crecie nd o; la mayoría
de los ad u leos mantienen un núme ro co nstante de adipoc i tos.> Muchas de
estas cé lula s se encuentran debaj o d e la piel, donde fo rman la grasa
subcutánea, otras se encuentran en músculo s y otros órga n os , o revis1en
órganos d el abdo men, constituyendo la llamada grasa vis ceral ( o, sim-
plemente, g rasa abdo minal). Las di fe re ncias entr e la gr asa subcutánea
y la visce ral son importa ntes. Como co menta remos más adelante, las
células adiposas viscerales no se comportan igual que o tr as célu las adi-
posas, de manera que para much as e nferm edades asoc iada s con la obe-
sidad, el exceso de g rasa abdom in a l es un factor de riesgo más grave
que el simpl e sob repeso.·
Los otros componentes prin c ipal es del pastel eran ca rbo hidrato s.
Los enzim as de la saliva comienza n a d eg radar los di stint os carbohi-
dratos d el pastel en los azúcare s que los compone n, y a lo largo del
tracto di gest ivo otros enzimas continúan haciendo est e traba jo. Hay
muchos tip os de azúcar, pero las do s fo rmas básicas m ás impo rtantes
son la glucosa y la ftuctosa. 4 Es una lá sti ma que las et iqu etas de infor-
mación nu tricional de los aHment os no distingan entre es tos dos tipos
de azúca r, porque el cuerpo sí lo hace. Veamos qué hac e el cuerpo con
cada uno de ellos.
La glucosa, que no es muy dulce , es el azúcar constituyente del
almidó n, de modo que toda la harina de nuestro paste l se degrad a rá-
pidamente en glucosa. Además, la m itad del azúcar bl anco (suero sa) y
del azúcar de la leche (lactosa ) es g lu cosa. Así pue s, nue stro pastel
288 LA HIST ORIA DEL CUE RPO II UMANO
·1
cont iene grandes cantidades de g luco sa que el intesti no envía al to-
rrente sanguí neo tan rápido co mo pued e porque el cue rpo necesita un
aporte estable e ininterrumpid o de g luc osa. Pero hay un probl ema: ne-
cesitamos tener siempre la cantidad sufi ciente de glucosa para evjtar
que mueran las células (especialm e nt e las neuronas), pero un exceso
de glucosa es grave mente tóxico para los tejidos de todo el cuerpo.
Por eso, el cerebro y el páncreas continu amente monitori zan y estabi-
lizan los niveles de glucosa en la sa n g re, lo que consiguen regulando
los nlveles de la hormona insulin a . La insulina se .pr oduce en el pán-
creas, desde donde se bombea al to rren te sanguíneo cada vez que au-
mentan los nive les de azúcar en la sa n g re, por lo gene ral después de
digerir comida. La insulina rea liza otras tareas, pero su fun ción más
esencial es impedir que los niveles d e g lucosa aumenten demasiado, lo
que consigue de distintas manera s e n distintos órganos. Uno de los
lugares prin cipales donde se rea liza la acción de la insulin a es el híga-
do, donde acaba alrededor del 20 por ciento de la glucosa del pastel.
Normal mente, el hígado intenta converti r esta glucosa en glucógeno,
pero no pu ede almacenar mucho g lu cógeno demasiado rápido, de ma-
nera que los excedentes se convierten en grasa que se ac umul a en el
propio hígad o o se vierte en la sa n g re. El otro 80 por ciento de la glu-
cosa del pastel viaja alrededor d e l c u e rp o donde es captad o y quema-
do corno co mbustible por las cé lula s d e docenas de órganos , como el
cerebro, los músculos o los riñ o n es . La insulina hace qu e la glucosa
sobran te sea captada por células adip osas y transform ada también en
grasa. 1 Lo más important e de todo esto es que cuando los niveles de
glucosa aumentan después de una co mid a, el objetivo inm ediato del
cuerp o es reducir esos niveles tan d e pri sa como pueda, lo que consi-
gue tra nsformando en grasa la mayor part e del exceso de glucosa que
no se puede util izar enseguida.
El otro tipo de azúcar del pa stel es la fructosa, que tien e sabor dul-
ce. La fructosa, que a menudo forma par eja con la glucosa, se encuen-
tra de manera natu ral en la fruta y la miel, además del azúcar blanco
(suerosa, que es fructosa en un 50 por ciento). Si supon emos que el
pastelero usó azúcar en abundancia, nuestro pastel debe tener una bue-
na cantidad de fructosa. A diferencia de la glucosa, que pu ede ser me-
taholizada (qu emada) por las célu la s de todo el cuerpo, la fructosa se
metab oliza casi exclusivamente en el hígado . Sin embargo , este órgano
solo puede quemar la fructosa a cierta velocidad, de man era que con-
vierte el exceso en grasa que, como antes, se acumula en el hígado o se
EL C Í RCULO VI CIOSO D EL EX C ESO
vierte a la sangre. Como veremos, cualquiera d e es tos dos destinos
puede causar problemas.
Ahora que hemos revisado los aspectos básicos del modo en que
almacenamos la grasa y los carbohidratos com o e ner gía, ¿qué ocurre
cuando necesitamos recuperar esa energía una s h o ra s más tarde, tal
vez porque vamos al gimna sio a quemar el pastel? A medida que los
mú sculos y otros tejidos comienzan a consumir má s energía, los nive-
les de glucosa en la sa~gre comienzan a desce nd e r pro vocando la se-
creción de varias hormo nas cuya misión es liberar la energía almace-
nad a. Una de estas hor mona s, el glucagón, también se produce en el
pán creas, pero tiene en el hígado el efecto contrario a la insulina, ha-
ci endo que conviert a g lucógeno y grasa en azúca r. Otra hormona fun-
d a m ental, el cortisol, se produc e en las glándul as ad renales, que se en-
cuentran encima de los riñones. El cortisol tien e much os efectos, ent re
e llos bloquear la acción de la insulina, estimular las célul as musculares
p a ra quemar glucógeno y hacer quelascélula s a dip osas y muscula-
re s liberen triglicérid os al torrente sanguíneo. Si a h o ra mismo nos le-
vant áramos para co rrer unos cuantos kilómet ro s, los niveles de gluca-
gón y cortisol aumentaría n, haciendo que el cuerpo libere gran des
cantidades de la energía qu e tiene guardada.6
Si dejamos de lad o los detalles, lo esencial es que el cuerpo funcio-
n a como un barril de combustible, almacenand o e nergía después de
comer y liberándola cuand o se necesita.Este int e rca mbi o, que está me-
diad o por hor monas, se produc e a través de un flujo con tinuo de grasa
y carbohidratos de y hacia el hígado, las célula s adipo sas, los múscu-
los y otros órganos . Lo s humanos, como otros anima les, están prodi -
giosamente adaptados para mantenerse activo s inclu so durante largos
p e ri odos de balance energético negativo. Podemos cazar y recolecta r
con el estómago vacío. Pero recordemosque el cuerpo solo puede alma-
cen ar una cantidad pequ eña de glucógeno, qu e quema sobre todo
cuando se necesita un sumini stro inmediato o rápido de energía; lama-
yor parte de la energía se almacena en form a d e grasa, que se quema
lentament e para obtener un aporte de energía abundante y sostenido.
En consecuencia, cuando no tenemos alimento sufici ente para mante-
ner el peso constante (para mantener el balanc e de energía), aún pode-
mo s sobrevivir dur ant e semanas o meses quemando lentamente las
reserva s de grasa y reduciendo los niveles de actividad . De hecho,
cuando los niveles de glucógeno en el hígado d escienden mucho, el
cuerpo automáticame nte pasa a quemar sobre todo grasa (y, si hace
 L A 111:, ron 1A DEL CU ERPO HUMA NO
falt a, algo de prote ína ) pa ra seguir alimenland o a l ce r e bro , qu e no tie-
ne rese rv as pro pias de energía .
Ha sta no hace tanto tiempo, los humanos so lían pa sa r por largos
pe r iodos de balance energético negativo. Pasar hambr e era normal.
Aunqu e en la actu alid ad una de cada ocho per so na s sufr e escasez de
alim entos, miles de millon es se enfrentan a la circ unstancia evolutiva-
m e n te insó lita de Lener com ida de sobras. Esta sob reabu ndan cia puede
se r un prob lema po rq ue ingerir más calorías de las qu e se gastan du-
r ant e largos periodo s de tiempo hace que el cue rp o almacene más gra-
sa. P ero la cuestión es mu cho más compleja porqu e bu e na parte de esa
com ida ( incluido nuestr o tr ozo de pastel) está m uy pr ocesada y contie-
ne g ran des cantidades de azúcar y grasa, y poca fib r a. Aunqu e proce-
sar los alimento s de es te modo los hace más sabr osos, a l cuerp o le ases-
ta un dobl e go lpe. No solo recibe más calorías de las qu e necesiLa, sino
qu e la falta de fibra hace que absorba las calorías má s r á pido de lo que
e l h ígado y el páncrea s tardan en encargarse de e llas. Nu estro sistema
d iges tivo no evo lucionó para quemar tanta azúca r ni tan deprisa, así
qu e responde del únic o modo que puede hacerlo: e n v iand o la mayor
parr e del exceso de az úca r a la grasa visceral. Un po co d e grasa visceral
no e nin gún prob lema, pero por desgracia, en exces o pr ovoca una se-
rie de sínw mas qu e se co nocen colectivamente co m o síndro me meta-
bó lico . Estos síntomas incluyen la hipertensión, los ni ve les elevados de
tri g licé r idos y gluco sa en la sangre, el defecto d e un a pr oteí na llamada
HD L (m ás conocida como colesterol bueno) , y un exceso de otra pro-
te ín a llamada LDL (colesterol malo). La prese nc ia d e tres o más de
es tos síntoma s incrementa fuertemente el riesgo de mu chas enferme-
dad es, de las cuales las más importantes son las p a to log ías cardiova s-
cu la res, la diabetes de tipo 2 , los cánceres delos tejid o s re productores,
los cá nceres de los tejid os digestivos y enfermedades d e l riñón, la vesí-
cu la b iliar y el hígad o.7 D ado que la obesidad es uno d e los principales
fa cto re s de riesgo para el síndrome metabólico, tene r un airo índice
d e ma sa co rpor al (IMC , peso relativo a la aJrura) aumenta el riesgo de
m or ir por alguna de aqu ellas enfermedadcs.8 Co n un IMC superior a
3 5 se ti ene una proba bili dad un 4.000 por ciento ma yor de desarroll ar
di abe tes de tipo 2 y alred edor de un 70 por cient o m ayor de desarro-
llar una ca rdiopatía qu e si se tiene un saludable IMC d e 22. 9 No obs-
tante, esta s probabilid ades se ven alteradas po r la ac ti vidad física y
otros factor es, entr e ellos los genes y las propor c io ne s d e grasa visce-
ral y sub cután ea.
EL CÍRCULO V I C I OSO DE I EX CESO
Con esta in fo rm ac ión a mano, ya podemos abordar la preg u n ta de
por qué en la ac tualid ad los hu man os tienen tanta tendencia a ga n a r
peso, por qu é es ta n di fícil1perderlo y por qué las distintas dietas tiene n
efecros tan variados sob re nuestra capac idad de gana r o perder peso.
P OR Q UÉ. TE NEMOS TANTA T ENDENC IA A E 1 GORDAR
Desde la perspectiv a de los primate s, todos los humanos, aun lo s m ás
delgados, están relativ amente go rd os. Ot ros primares tienen por té r-
mino medio u n 6 por ciento de g rasa co rporal cuando son ad ultos, y
sus crías nacen co n alrededo r de u n 3 por ciento de grasa corpora l,
pero el porce nt a je d e grasa corpora l en los humanos cazadores- reco-
lectores ya es de un 1 5 por ciento en los recién nacidos, aume nta h asta
alrededor del 2 5 por ciento dura nte la infanci a y luego cae m ás o m e-
nos hasta el I o por ciento en los homb res y el 20 por ciento en las muj e-
res.'º Desde una pe rspectiva evo luti va, tiene sentido dispone r d e g rasa
abundante por las razones que se ha n expu esto en el capítulo 5. 13rcve-
mente, los hum a nos tenemos un ce reb ro voluminoso que req ui e re un
aporte incesa nte d e e nergía en abund ancia , alrededo r del 2 0 po r c iento
del metabolism o en reposo. Por cons ig uiente, es beneficioso pa r a los
bebés humanos di sp o ner de buenas rese rvas que garanticen que s iem -
pre podrán a lime nt a r su gran cerebr o. Además de esta dema nd a, las
madres humanas de jan de dar el pec ho a sus hijos a una edad rel a tiva-
mente corta y ti e ne n qu e alimentar no so lo el cuerpo y el cereb ro pro -
pios sino tamb ié n a sus hijos pequeñ os y a ot ros mayores y con ce r ebro
también mayor. Producir leche exige a la madre el consumo de un 20 a
un 25 por ciento más de calorías al dí a, y necesita producir leche in clu-
so cuando a ella mi sm a le falta comida.'' Por tanto, la reserv a de g r asa
de una madre e s un a póliza de gara ntía esencia l para ayudar a sus hij os
a sobrevivir y c rece r. Por último, la caza y la recolección obli gan a re-
correr largas di sta nc ias cada día, a m enud o con hambre, de manera qu e
a los cazadores-recolecto res les resulta muy beneficioso dispone r de
abundantes r ese rvas de energía pa ra bu scar comida y alimentar a sus
hijos durant e las ine v itables ocasiones en que no consiguen comida su-
ficiente para m a nt e n er un peso corp o ral consta nte. Tener un os quilito s
de más de gra sa co rp oral puede repr ese ntar la diferencia entr e la vida y
la muerte, y af ecta r fuer temente el éxito reproductor.
 L A HISTORIA DEL CUERPO H UMANO
D urante la evo lu ción del género hu man o, la selección natura l fa-
vorec ió a los hu m a no s que tenían más g rasa corporal que otro s prima -
res, y co mo la g ras a es tan important e pa ra la reproducción, la sel eo-
ción natural mo de ló en particular el sistema reproductor fem en ino
para que fun cio n e e n exquisita sintoní a con su estado energético , y e~-
pecialment e co n los cambios en su balance energético. 11 Cuan do está
embarazada , un a m uj er tiene que consumi r calorías suficient es p ara
nutrir se a sí mism a y a su feto, y después de dar a luz tiene que pro d u cir
ab undante leche, qú e es energéticamen te cara. En las economía s de
subsistencia, do n d e el alimento es limita do y la gente es fisicament e
muy activa, las madre s en potencia tienen un a menor probab ilida d de
conceb ir si es tá n p e rdi endo peso. Si un a mujer de peso nor ma l pi er-
de siquiera med io ki lo en un mes, su capacidad para quedar emba raza -
da decrece sig nifi ca tivamente duran te los meses posteriores. C o mo las
mujeres que ha n a lm ac enado más energ ía en forma de grasa tien e n un a
prob ab ilidad má s a lta de tener hijos que sobr evivan hasta rep ro du cir-
se, la selecc ión natu ra l ha favorecido de un 5 a un 10 por ciento m ás de
grasa corpora l e n las mujeres que en los hombre s. ' 3
E l mensaje fu n dam enral es que la g rasa es esencial para toda s las
especies, pero es pec ialmente para los hu manos. La importancia evo lu-
tiva de la g rasa co rp o ral humana ha dad o pie a muchas teorías que in-
tentan explica r por q u é los humanos engo rd amos con tanta facilid ad y
desarrollamos en fe rm edades como la d iabetes, y por qué alguna s pe r-
sonas tiene n un a ma yor susceptibilidad a estas enfermas que otr as . La
primera de estas teo rí as, que todavía se defiende, es la hipó te sis d el
geno tipo aho rrado r q ue propuso James N eel en 1962. 14 En aq uel a rtí-
culo, que supuso todo un hito, argu mentaba que la selecció n natur al
dur ante la Ed ad d e Piedra favoreció a los ge nes ahorradores qu e con -
ferían a sus pose ed o re s una propensió n a almacenar tanta gr asa com o
les fuera pos ible . Co mo los agricultores tienen más alimento qu e los
cazado res- reco lec to res y podían benefic iarse de perder esos ge n es,
Nee l pr edij o q ue las poblaciones que comenzaron a cultivar hace m e-
nos tiemp o hab rían retenido más genes ahorradores. Estas per sona s
sufrirían , por co ns igui ente, un mayor desajuste con los ambient es mo-
derno s con abu n da n cia de alimentos ricos en energía. A men ud o se
recurr e a la h ipó te sis del genotipo ahorrad or para explicar po r q u é po-
blacio nes como las d el sur de Asia, de las islas del Pacíficoy de n ati vos
americanos, qu e so lo recientemente han comenzado a comer d ieta s oc-
cidentales, son es p ecialmente suscep tibles a la obesidad y la di abet es.
EL C ÍR CU LO V I C I OSO DEL EXCE SO
Un grup o bien estudiado es el d e los indios Pima, que viven a lo largo
de la frontera entre México y Estado s Unidos. Mientr as que alrededor
del 1 2 por ciento de los pimas adult os que viven en México tiene diabe-
tes de tipo 2 , el número d e af ect ados por esta enferm edad aumenta
hasta el 60 por ciento ent re lo s pi m as que viven en Estados Unidos.''
Neel tenía razón en cuanto a que los humanos en ge neral tenemos
un ge notipo ahorrador qu e no s p e rmi te almacenar gra sa con facilidad,
pero décadas de intensas inves t iga ciones no han respaldado muchas de
las pr edicciones de la hip ó te s is del genotipo ahorr ado r. Uno de los
probl emas es que se ha ident ificad o cierto número de ge nes ahorrado-
res, pero no parece que ninguno d e ellos sea más prevaleme en pobla-
ciones como los pima, y no par e ce qu e estos genes tengan efectos muy
not ables.' 6 Los genes impo rta n , p ero la dieta y la actividad física son
predictores mucho más po te n tes de la obesidad y la enfermedad. Un
segund o problema con la hip ó tes is del genotipo ahorr ado r es que hay
pocos indicios de que las ha m b ru nas fuesen comunes dur ante la Edad
de Piedr a. A los cazador es- reco lector es no les suele sobra r la comida,
pero po r otro lado casi nun ca se qu edan sin alimento s, y su peso corpo-
ral so lo fluctúa un poco ent re es tac iones. ' 7 Tal como se ha revisado en
el capítulo 8, las hambru nas se h icieron mucho más comun es y graves
después de que comenzara la ag ri cultura. Así pues, cabria esperar que
los genes ahorradores fu ese n m ás prevalen tes en las poblaciones
que co menzaron a cultiva r h ace m ás tiempo, no menos. Los indicios
de que disponemos tampoco res p aldan esta predicción. Aunque algu-
nas poblaciones con tasas e lev a da s de obesidad y síndrom e metabó-
lico, como los pueblos del P a cífi co sur, adoptaro n la ag ricultura en
tiempos bastante recientes, otr os no, como ocur re con los pueblos del
sur de Asia. En cambio, la s c a ra cter ísticas más comunes de las pobla-
ciones de riesgo son que tie nd en a ser económicam ente pobres y co-
men alimentos baratos y ri cos en féculas, que adoptaro n estas dietas
hace muy poco tiempo y qu e ca rece n de los genes que los protegerían
de la resistencia a la insulina (v éase más adelante) . ' K
Una importante explicació n alternativa de estos y o tr os datos es la
hipótesis del fenotipo aho rrado r, pr opuesta por Nick H ales y David
Barker en 1992. ' 9 El fundam e nto de esta idea es la obse rvación de que
los bebés que nacen con poco pe so tienen una probabi lidad muchoma-
yor de ser obesos y des ar r o ll ar síntomas del síndrom e metabólico
cuando son adultos. Un caso bien estudiado es el de la hambruna ho-
land esa, que duró de novi embr e de r944 a mayo de 194 S. Las personas
294 LA III STORI.\ DEL CUERPO IIUMANO
que se estaba n gesta ndo dur ante esla grave hambruna mo straron de
adul tos tasas significa tivamenle más a ltas de proble mas de salud como
las cardio patías, la diab etes d e tipo 2 y las patologías renale s.' º Algo
parecido se ha observa do en ro edor es sometidos experime n lalmente a
una deficie ncia ene rgética durante la gestación. Escos efectos tienen
sentido tanto desde una perspect iva d el desarrollo como desde una
pers pect iva evolutiva. Si una ma dr e embarazada no disp o ne de la ener-
gía sufic iente , el hijo que lleva en e l út ero responde creciendo menos,
con menos masa muscular, men os células pancreáticas que fab rican in-
sulina, y órganos más pequeñ os, por ejemplo los ri ño nes . Estos indivi-
duos más pequeño s quedan así a daptado s a responder a un ambiente
pobre en energía no so lo en e l ú Lcro s ino también d espu és de nacer. y
al contrario, estos ind ividu os está n meno s preparados para responder
de adultos a un ambient e rico e n e ne rgía porqu e desa rr o llan rasgos
aho rrad ores, co mo la propens ió n a a lm acenar grasa abdom inal.'' Ade-
más, como tienen ó rgano s más peq u eños, tienen meno s capac idad para
respon d er a las dema nd as metabó licas provocadas por un exceso de
comida rica en energ ía.'' Po r co ns igui ente, cuando un os bebés de poco
peso en el momento de nace r crece n y se convienen en adu ltos bajos y
de lgad os, tienden a ser sanos, p e ro s i llegan a ser altos y g randes, co-
rren un riesgo mayo r d e síndr o m e m e tabó lico.'J As í pu es, la hipótesis
del feno tipo ah orr ador exp lica po r qu é las adaptacio n es a amb ientes
pobr es en energía hacen a las p e rso n as más susceptibles a enfe rmeda-
d es por desajus te en ambient es ricos e n energía.
La h ipótesis del fe no tipo a ho rr a d or es una idea importante porque
consider a de qué mo do las im e ra cc io nes entr e ge nes y amb iente du-
ran te el desarro llo moldean el cue rp o y explican la preva lencia del sín-
drom e metabó lico entr e los b ebés n ac idos con poco peso y tal vez en
las poblaciones de cuerpo pequ eño. Pero la hipótesis d el fenoti po aho-
rra dor no explica po r qué tanw s niñ os nacidos de madr es sanas o con
sobre peso también desarro llan las e n fermedades de la op u lencia. En
los países d esarrollado s, la mayo r part e de la gente q ue acaba teniendo
el síndrome metaból ico no na ció con baj o peso; al contrario, nació con
un peso eleva do (especialment e d es d e u na perspectiva evo lutiva de lo
que es normal), y en lugar d e desar ro llar fenot ipos ah o rr ador es, desa-
rrolló fenotipos derr ochado res. Co n esto quiero dec ir que los niños
qu e nacen con peso alto son gran d es sob re todo porque tienen mucha
g rasa corpo ral, a menudo el d o ble d e lo que solía ser no rmal. Los estu-
d ios a largo plazo muestran que esos beb és suelen mante nerse sanos
CL C ÍRCUL O VICIOSO DE L. E XC E !>O
si evitan el sobrepeso, pero tienen una prob abi lid ad mucho más alta de
d esa rrollar el síndrom e metabólico si continúan ganando una cant i-
dad desproporcionada de peso a medida que maduran. "~
Si juntamos todos los indicios y observ ac io n es, el resultado esencial
es que una ganancia excesiva de peso en relación co n la altura durante la
infancia es un fue rce factor de riesgo de cont rae r en el futuro enferme-
dades asociadas al sín drom e metabólico. Una d e las principales razones
de que los niños con,sob repeso sean prop ensos a converti rse en adultos
con sobrepesó u obesos es que desarrollan y lu ego conservan durante
toda la vida más cél ula s adiposas que los ni ños de p eso medio. Un aspec-
to crucial es que es tas células adicionales sue len encontra rse en el abdo-
me n, alrededo r de órganos como el hígado, los riñones y el intestin o.
Estas células adiposas viscerales (abdomin ales) se comportan de modo
distinto que los adi poc itos de cualquier ol ro lu gar del cuerpo en dos as-
pe ctos importan tes. ' 1 El primero es que son va r ias veces más sensibles a
las hormonas y por tamo tienden a ser metabó lica mente más activas, lo
que significa que son capaces de almacenar y Iibe ra r la grasa más dep risa
que las células ad iposas de otras partes d e l cue rp o. Lo segundo es que
cuando las célu las visce rales liberan ácidos g rasos (algo que las célu las
adiposas hacen co nt inuamente), vierten las mo léculas casi directame me
en el hígado, dond e la grasa se acumula y co n el ti empo reduce la capaci-
d ad del hígado pa ra regular la liberación de g lucosa a la sangre. Un ex-
ceso de grasa abdom inal (una p3117,a) es por tan to un factor de riesgo
pa ra la enfermedad meta bólica mayor que un I M C alto.16
Aunque todavía no ente ndemos por qu é a lgunas personas acumu-
lan grasa con más facili dad que ot ras, no es controver tido afirma r que
todo s los humanos esta mos preparados para acumular los excedentes
de energía en for ma de grasa y que todos hemo s her edado soluciones de
comprom iso en los modos de utilizar la ene rgía para crecer y reprod u-
cirse que no nos ha n adapta do para crecer sa no s en condiciones de ex-
ceso de energía. o obstante, si miram os cu alquier g ráfico de las tasas
d e obesidad a lo largo de las últimas décadas, resu lta evidente qu e el
p orcentaje d e perso nas con sobrepeso se ha mantenido constante
mie ntras que el po rce ntaje de gente obesa comenzó a crecer rápida-
me nte en las década s de 1970 y 1980. ¿Qué es lo que cambió?
 LA HIST O RIA DEL CUER PO IIUM ANO
¿C óMO Y POR QUÉ ENGORD A MOS?
La explicación más extendida, parcialmente cierta pero demasiado,
simplista de por qué está engordando más gente que nunca es que cada
vez más gente come más y hace menos ejercicio. Como ya se ha comen~
tado en el capítulo 9, hay muchos indicios de que la industrialización
d e los alimentos durante las últimas décadas ha llevado a un aumento
d el tamaño de las raciones y a comidas más den sas en energía. Otros
«avances» industriales, como la proliferación de coche s y aparatos que
n os ahorran trabajo, así como la tendencia a pasar más tiempo sentado,
han hecho que la gente sea menos activa. Si sumamos las calorías adi-
cio nales que ingerimo s y las que dejamos de gastar, obtenemos unos
grandes excedentes que se traducen en más gra sa .
Esta explicación de la epidemia de obesidad basada en «calorías
entrantes frente a ca lorías salientes» no es del todo errónea, pero la si-
tuación es más complicada porque también hemos modificado lo que
comemos. Recordemos qu e el balance de energí a está regulad o por hor-
m o na s, especialmente insulina . La principal funci ó n de la insulina es
tr ansferir la energía de los alimentos que digerimos a todas las células
d el cuerpo. Vale la pena insistir en que la insulina aum enta cuando au-
menta n los niveles de g lucosa en la sangre, y hace que las células mus-
cu lare s y adiposas ca pten y almacenen una fracción de ese azúcar en
forma de grasa. La insulina también hace que la grasa (triglicéridos)
d e la sangre entre en las células adiposas, al tiemp o que inhibe que es-
tas liberen triglicérido s de vuelta al torrente sanguíneo. 17 Así pues, la
insu lina nos lleva a engordar tanto si la grasaviene de comer carbohi -
d ratos como de comer grasas. Según algunas estimac iones, en Estad os
U nidos los adolescentes del siglo xx 1secretan mucha más insulina que
la que producían sus padre s cuando tenían la m isma edad en 1975.28
No es de extrañar que mucho s tengan sobrep eso. Como la insulin a
aumenta solamente despué s de comer alimentos que contienen gluco-
sa, un culpable evidente de los niveles más altos d e insulina y de la
acumulación de grasa debe ser la ingestión de má s a limentos ricos en
glucosa, como los refrescos y los pasteles. Hay, sin embargo, much os
otros factores que promueven la obesidad, entre ellos dos factores adi-
ciona les relacionados con el azúcar. Uno es la tasa con la que degrada -
mo s los alimentos en glucosa, que determina lo rápid o que el cuerpo
produce insulina. El otro factor, que es más indirecto, es cuánta fruct o-
sa comemos, y con qué rapidez llega al hígado.
EL CÍRCULO V IC I OSO DE L EXCESO 297
Para explorar estos efectos del azúcar sobre la obesidad compare-
mos cómo respond e el cuerpo después de comer una manzan a que pesa
100 gramos, y de spués de comer un a bolsa de dulces de fruta d e 56
gramos que alguna vez fueron manzanas, pero las procesaron indu s-
trialmente añadiéndoles azúcar para hacerlas más dulces y quitá ndol es
la fibra (y co n ella los nutrientes) para mejorar la vida úti l del produ c-
to. Si nos centramos solamente en el azúcar, una diferencia important e
que resulta evidente entre estos dos alimentos es que la manzana tiene
unos 13 gramos de azúcar mientr as que los dulces de frut a tienen 21
gramos, es dec ir , casi el doble de calorías. Una segunda difer encia es el
porcentaje de tipo s de azúcar. La manzana es glucosa en un 30 por
ciento; el dulce de fruta tiene hasta un 50 por ciento de gl ucosa. Así
pues, comi e ndo los dulces se obt iene más o menos la misma cantidad
de fructosa y m ás del doble de g lucosa. Por último, la manzana tiene ,
pela, y el azúca r se encuentra en el interior de células, y tanto aquell a
como estas contienen fibra. Esta fibra es la porción de la manzana que
no podemos digerir , pero que sin embargo desempeña un papel crucial
en la form a e n qu e digerimos el azúcar de la manzana. La fibra forma
las paredes d e las células que enc ierran los azúcares en la manzana , y
por tanto frena la tasa con la que degrad amos los carbohidrato s en azú-
cares. La fibra también recubre los alimentos y las paredes d e l interi or
del intestino, funci onando como una barrera que reduce la tasa con la
que el inte sti no transporta todas esas calorías, especialmente el azúcar,
desde el inte st ino hasta la sangre y los órganos. Por últim o, la fibra
acelera el trá n sito de los alimentos por el intestino, y hace qu e no s sin-
tamos llen os . En consecuencia, cuando comparamos los productos de
manzana, la real no solo aporta men os azúcar,sino que no s hac e sentir
mássaciados y hace que digiramos sus azúcaresde forma más gradual.
En comparac ió n, los dulces de fruta son alimentos que pod e mos califi-
car de alto índice glucémico porqu e elevan de forma rápid a y marcad a
los niveles de azúcar en la sangre (lo que se conoce como hipergluce-
mia).19
Es posible engordar por comer demasiadas manzanas, pero ahor a
tenemos informaci ón suficiente para entender por qué es mucho más
probable que los dulces de fruta no s engorden. Lo más obvio es que los
dulces de fruta tienen más calorías . Un segundo problema es la tasa
con la que obtenemos esas calorías. Cuando comemos la manzana, los
niveles d e insulina aumentan, pero lo hacen de forma gradual porque
la fibra de la m anzana reduce la tasa con la que extraemos la glucosa.
 LA 1115TORIA DEL CUERPO IIUMA O EL C lllCU
En consec ue nc ia , el cuerpo tiene tiemp o más qu e suficiente p a ra d ec i-
dir cuánta in s ulin a tiene que produ ci r para mante ner estab les los ni ve-
les de g lu cosa . En cambio, la carga dobl e de glucosa de los dulces de
fru ta alcanza enseg uida el torrente sa nguíneo, haciendo qu e los niv e les
de az úca r en la sa ngre se disparen, lo que a su vez hace qu e e l p á nc reas
bombee fren éticamente grandes ca ntid ades de insulina, a menudo de-
masia da. Este exces o inevitablemente pr ovoca que los nive les d e azú-
car en sangre acaben cayendo por debajo de los normal es, lo qu e h ace
que nos s int amos famélicos y desee mos comer más dul ces d e fruta u
otr os al im ento s d ensos en calorías pa ra subir de nuevo el niv e l de azú-
car a los va lores normale s. D icho de forma sencilla, los a lim en tos ricos
en g lu cosa, qu e se digiere con rapid ez, aportan muchas ca lo rí as y ha-
cen que si n tamos hambr e más pro nto. Las personas qu e come n ali-
mentos co n un m ayor porcentaje d e ca lorías en forma de pr o teín a y
gra sa ta rdan má s tiempo en sentir hambr e y por tanto, en té rmino s ge-
nerales, co m e n m enos que las perso nas cuyas calorías pr ov ie n e n sobre
tod o de a lime nt os azucarados o ricos e n almidón) º Los al im e nto s me-
nos pr oces ado s y con más fibra ta mbi én inducen hambr e m ás le nta-
ment e po rq ue el a limento está más tiempo en el estómago , qu e lib era
ho rmon as qu e suprim en el apetitoY
Pe ro la hi stor ia no se acaba con la glucosa: hay en la manzana otro
dul ce impos ibl e de ignorar: la fruct0sa . H oy en día es habit u a l (a ve ces
justifi ca dam e nte) demonizar la fru ctosa, en buena part e porque la in-
ven c ión d e l ja rab e de maíz rico en fru ctosa ha hecho qu e e l. a z ú car sea
ridí culam e nt e barato y abundante. Pero espero que se haya enten did o
que la manz a na y el dulce de fruta co ntienen más o me nos la mi sma
do sis d e fr ucto sa. De hecho, los chimp ancés comen una di eta co nsti-
tuida casi e nt e ram ente por frutos, así qu e deben digerir m o ntone s de
fructo sa, y sin e m bargo ni ellos ni otro s animales frugívo ro s acaban
sie nd o obesos . ¿Por qué la fructosa de la fruta natural es m e n os prob a-
bl e que pr omueva la obesidad qu e la fru ctosa de la frut a pr oces ad a o
de o tros alimento s ricos en fructo sa como los refrescos y e l zu mo de
frut a?
La res pu es ta , una vez más, tie ne qu e ver con la combinación de
ca ntid ad y tasa co n que la fructosa es metaboliza da po r el hí ga do. En
térm in os de ca ntid ad, un factor es la dom esticación. La mayo r part e de
los frut os qu e co m emos en la actua lidad han sido dome st icad os y se-
leccionados p a ra ser mucho más dulce s que sus progenitor es si lves tres.
Ha sta h ace po co, la mayoría de las manzanas eran como las m a nzana s
l. ü VICIOSO DEL EXCESO
silvestres y teníanun a ca ntidad de fructosa co nsiderable mente infe-
rior. De hecho, la mayoría de los frutos que co mían nu estros antepasa-
dos eran tan dulces como las zanahorias, qu e difíci lmente es un ali-
mento que fomente la obes idad . Aun así, los fru t0s domesticados no
está n repletos de fruct0 sa co m o sí lo están los alimenros procesados,
como los dulces de frut a o e l zum o de fruta, y también contienen mu-
cha fibra que, como ya se h a co mentado, en mu chos alimentos indus~
triales se elimina. Gracio s a la fibra , la fructosa de una manzana natural
se digiere de forma gradual y por tanto llega má s lentam ente al hígado.
En consecuencia, el hígado tien e tiempo de so bra s para metaboli:r..ar la
fructosa de la mam.ana y puede quemarla a un ritm o pausado. Sin em-
bargo, cuando los alimentos pr ocesados inundan el hígado con dema-
siada fructosa demasiado d e pri sa, este queda sat urado y convierte Ja
mayor pane de la fructosa e n g rasa (triglicé rid os). Una parte de esta
g rasa se acumula en e l hí ga d o, pr ovocando una inflama ción que des-
pués bloquea laacción de la in sulina en este órga no. Esto desencadena
una perniciosa reacció n e n ca dena: el hígado libera sus reservas de
glucosa hacia la sangre, lo qu e a su ver empuj a al páncreas a liberar
más insulina, enviando el exceso de glucosa y grasa a las célulasY El
resta de la grasa que produ ce el hígado a resulta s de un a dosis rápida
de fructosa se viene a la sa n g re, y también acaba en células adiposas,
en las arterias y en otr os lu ga res potencialment e ma los.
Si la fructosa suena a p e lig roso es porque lo es, pero solo en dosis
altas y rápidas. Durant e la m ayo r parce de la evolución humana, la úni-
ca fuente de fructosa abundante y fácil de dige rir qu e podían adquirir
nue stros antepasados era la mi el. Como ya se ha desc rito en el capítulo
9, las cantidades pantagrué li cas y baratas de fru ctosa no comenzaron a
esta r a nuestra disposic ió n h as ta la década de 1 970, cuando se empezó
a producir el jarabe de maíz ric o en fruct0sa. Ante s de la primera gue-
rra mundial, el nortea m e ri ca no medio consumí a uno s 1 5 gramos de
fructosa al día, en su m ayo r p arte con el consumo de frutas y verduras
que liberan la fructosa le nt a m ente; hoy en día , el americano medio
consume 55 gramos al día, so b re todo con refresco s y alimentos proce-
sados hechos con azúca r blanc o.Jl Al final, la principal razón de que
hoy la gente engorde más, es pecialmente en la ba rri ga, es que los ali-
mentos procesados nos a port a n demasiadas ca loría s, muchas en forma
de azúcar, cantogluco sa co mo fructosa, en do sis demasiado altas y de-
masiado rápidaspara los s is tem as digestivos qu e hemos heredado.Aun-
que hemos evolucionad o para comer abund a nte s carbohidratos y para
3 00 LA HI STO RIA DEL CUERPO H UMANO
almace narlos eficientemen te, n o estamos bien adaptados a consumir-
los con tanta abundancia en la form a pura en que se enc uentran en be-
bidas dulces como los refrescos y los zumos (sí, el zumo de fruta.es
com ida basura), además d e p as tel es, dulces de fruta, go losinas y tantos
otros alimentos industrial es . L os probl emas causados por las dietas.in-
du striale s explican porqu é mu chas dietas tradicionales que evoluci0-
na ron de manera independ ie n te en distintas soc ieda des agrarias de
codo el mundo consigue n impedir que engord emos. Por ejemplo, las
dietas clási~ s asiáticas y medite rr áneas rio parecen tene r mucho en co-
mún y ambas incluyen féc ula s e n abundancia (a rr oz, o pan y pasta), y
sin emba rgo ambas cocin as in co rp oran muchas ver dur as frescas que
co nt ienen fibra , y ambas so n ricas en proteínas además de grasas salu-
dab les, como el pescado y el ace ite de oliva (nos ocu paremos de las
g rasas más adelante). Estas di e tas también tienden a ser ricas en otros
nu trientes que favorecen la sa lud (o tro tema importa nte). En definiti-
va , es más difícil Uegar al so br e peso y más fácil mantener el peso si los
carbo hidratos se comen co n una dieta de toda la vida, de sentido co-
mún , con abundan1csfru tas y ve rdura s no procesada s.34
La dieta juega un pap e l d o min ante a la ho ra de explicar por qué
hay más gente gorda en todo e l mund o, pero hay vario s factores adi-
cio nales que también son importante s: los genes, el sueño, el estrés, las
bacterias del intestino y el ejerc ic io.
Primero , los genes. ¿No se ría fantástico que encontráramos un
ge n de la obesidad? Si as í fu e ra , podríamos bu scar un fármaco que
desactiva ra el gen y solucionaríamos el problema. Por desgracia, ese
ge n no existe, pero como todo s los aspectos del cu erp o se derivan de la
int er acción entr e genes y a mbi e nte, no debería so rpr endernos que se
hayan identificado docena s d e ge nes que aumentan la susceptibilidad
de las personas a engordar, y qu e afectan sobr e todo al cerebro.11El
gen más potente de los desc ubi ertos hasta la fecha, el FTO, afecta la
fo rma en que el cerebro regu la el apetito. Los que so lo tienen una co-
pia de esta variante de este ge n común pesan po r término medio 1,2
kilogra mos más que los que n o tienen la variante , y los que tienen la
mala suerte de llevar dos co pia s pesan por términ o med io 3 kilogramos
más .36 Los portadores de esta variant e del gen FTO tienen que esfor-
zarse un poco más para co ntr o la r su apetito, pero por lo demás no son
diferente s de los no port ador es cuando intentan perd er peso con dieta
o ejercicio.37Además, tanto e l ge n FTO como otros genes asociados
con el sobrepeso son muy a nt e ri o res al reciente aumento de la obesi-
EL CÍRCULO V ICIOSO DE L EX CESO 30 1
dad en los hum anos. Los genes que favorecen la acumulación de kilos
no barrieron las poblaciones humanas durante las últimas décadas,
sino que durante miles de generaciones cas i todas las personas qu e lle-
vaban esos genes tenían un peso corpo ral normal , lo que pone todavía
más de manifi es to que lo que hacambi ado n o son los genes, sino los
ambientes. De ello se sigue que si quere mo s atajar esta epidemia, no
debemos centra rn os en los genes, sino en los factores ambientale s.
Y qué duda cabe que nuestros ambie nt es han cambiado de much as
otras maneras aparte de la dieta. Como ya se ha señala90 en el capí tu-
lo 9, uno de los gra ndes dominios del ca mbi o es que estamos má s es-
tresados y dormim os menos, dos factor es re lac ionados que contribu -
yen a ganar pe so de formas perniciosas . L a palabra «estrés" tiene
connotaciones nega tivas, pero el estrés es una antigua ada pt ación
para salvarnos de situaciones peligrosas y para activar las reserv as de
energía cuando se necesitan. Si un leó n rug e en las inmediac iones, un
coche está a punt o de.atropellamos o simplem ente salimos a correr, el
cerebro indica a las glándulas adrenales ( que está n encima de los riño -
nes) que secreten una pequeña dosis d e la ho rm ona corciso l. El co rti-
sol no nos estresa, sino que se libera cuando estamos estresados. En tre
sus muchas fu ncio nes, el cortisol nos da la e nergía que neces itam os al
instante: hace qu e el hígado y las célula s ad iposas, especialmente las
células adipo sas viscerales, liberen g lucosa a la sangre; además, ace le-
ra el ritmo sanguíneo y aumenta la pr es ió n sa ngu ínea, y nos hace estar
más alertas e inhibe el sueño. El cortiso l tam b ién nos prepara para re-
cuperarnos del est rés haciendo que desee m os alimentos ricos en ener-
gía. Así pu es, el cortisol es una hormona n ecesar ia para mant enern os
vivos.
El estrés sin embargo tiene un lado oscuro: si no se abate, nos lle-
' A largo plazo,
va a engord ar. ' uno de los pr ob lemas del estrés crónico es
que aumenta los niveles de cortisol dur ant e largos periodos de tiempo.
Pasarmuchas horas, semanas e incluso m eses con un exceso de cortiso l
es perjudicial por varias razones,de las cuales no es la menor el hecho
de que promueve la obesidad a través de un círculo vicioso que funcio-
na del siguie nt e modo: Primero, el corti so l ha ce que no solo liberemos
glucosa sino que además ansiemos come r alim entos ricos en calorías
8
(por eso el estrés hace que nos apet ezca n comidas reconfortante s).3
Como ahor a sabe mos, ambas respuestas elevan los niveles de insulina,
lo que a su vez promueve el almacenami ento de grasa, sob re todo de
grasa visceral , qu e es unas cuatro veces má s sensible al corú sol que la
302 L \ 111, 1<lHI ~ DEL CllEHl'll 11l \I 1 'l'
grasa subc utá nea . ;9 Para acabar de empeo rar las cosas, unos nivel es de
insulina cons ta nt eme nt e elevados tambié n a fectan al cerebro p o rg ue
inhiben su resp ues ta a ot ra importa nte ho rm o na, la leptina , qu e las cé-
lulas adip o sas sec ret a n en señal de saciedad . La co nsecuencia es qu e el
cerebro esrresa do cree qu e estamos famélico . así que activa re íle jos
para sent ir ha mb re a l mi smo cie mpo que ac tiva otros reflejo s que n o
hacen esta r me nos act ivos.40 Por último, mi entr as persistan las ca u sas
e
ambiental e d e l est rés el tr abajo, la pobreza, los desplazamientos d ia-
rios a la ofic in a, etc .), seguiremos sec retand o demas iado corti so l, g ue
a su vez pr ovoc ar á un exceso de insulin a, qu e a su vez au menta r á el
apeti to y r edu c ir á la ac tividad. Ot ro círcu lo vicioso es la falta de sueño,
que a veces es e l res u Itad o de niveles eleva d os de estrés, y po r ta nt o
nive les alros d e co ni sol , pero que des pués incrementa el co rtiso l. El
sueño insuf icie nt e ta mbi én eleva los niveles d e ot ra hormona , la g hr e-
lina. Esta «ho rm o n a d el hambre» se pr odu ce en el estómago y el p án-
creas y es timul a e l a p e tito. Numerosos es tudi os han encontr ado q ue
las person as q ue d u e rm en menos tienen nive les más altos de ghr e lin a y
una probabi lidad m ás al ta de tener sobr e pcso .4 ' Al parecer, nu es t ra
historia evolu tiva n o nos adaptó bien pa ra hace r frente a un es tr és y
una pr ivació n d e l s ueño incesantes, inacababl es.
Ta mpoco liem os es tado nunca adaptados a ser físicament e ina c ti-
vos, pe ro la re la c ió n e ntr e ejercicio y obes idad suele ente nde rse mal ,
a veces g rave m ('nt e m a l. Si ahora mismo nos leva ntásemos y nos f ué-
semos a corr e r ci neo kilómetros, qu ema ríam os unas 300 kiloc a lo-
rías (dep en di e nd o d e nu estro peso). Un o podrí a pensar que estas ca-
lorías gastad as le ay uda rán a perder peso, pe ro numerosos estudi os h an
demo str ad o que e l eje rci cio regular ele mod e rado a vigoroso so lo con-
duce a pequ eñas redu cc iones de peso ( po r lo ge neral de 2 a 4 kil os)Y
Una expl icac ió n d e es te fenómeno es qu e qu e mar unas 300 kiloca lor ías
más un as p ocas v eces a la semana no es más qu e un númer o pequ e ño
de calorías en co mparaci ón con el pr esupu esto metabólico global d el
cue rp o, sobr e todo s i ya se tiene sobrepeso . Más aún, el ejercicio esti-
mula hor mo na s qu e d e forma tempo ral suprim en el apetito pero ta m-
bién estimul an otra s horm onas (co mo el corti sol) que nos hacen se ntir
más ha mbr e.4 1 A sí gue si cor remos 16 kilómetr os a la semana , so lo
perderemos pes o si co nseguimos superar el deseo natura l de comer o
beber un as 1. 000 lciloc a lorías adicional es (de dos a tres magdal e n as)
que man ten dr ían el balance de energía. 44 Ad emás, ciertas forma s d e
ejercicio reemp lazan la gra sa con músculo , con lo que no se produ ce
EI. CIHCL I. U \ ' I C l ll\0 DEL FXCE\ll
un a pérdida neta de peso (au nqu e sí más salud). Ser físicamente activo
pu ede no ayudarno s a per d er kil os con facilidad , pero ayuda a evitar
ganar peso. Uno de los m eca ni s m os más importantes de la actividad
fí sica es au mentar la sensi b ilid a d del músculo pero no de las células
adi posas a la insulina, de man e ra q ue se favorece la captac ión de la gr a-
sa en los músculos más que e n la b arriga .~' La activ idad fís ica también
incrementa el número de m itoco n d rias que queman grasa y azúcar. Es-
tos y ot ros cambios metabólicos ayuda n a explicar po r q u é la gente que
es muy activa puede com er ta n to s in pagar por ello.
Un último factor ambi e n tal a p ena explorado. es que no somos los
ú nicos organismos que se ali m e nt a n de la comida que ingerimos. ·ues-
tr o inte tino está lleno de m iles d e millones de microbios (es nuestro
mic robioma) que digieren p rote ín as, grasas y carbohid ra1os. propor-
cionan enzimas que nos ay ud a n a abso rber calorías y cie rt os nutrien-
tes, e incluso sintetizan vitam in as . Consti tuyen una pa rt e tan natural y
esenc ial de nuestro entorn o co m o las plantas y los anim a les que obser-
vamos cada día. Hay sólid os i ncl icios de que los cambios de dieta así
co mo el uso de antibi óticos d e a m p lio espectro puede n cont ribuir a la
obesidad al alterar el micro b iom a .·16 De hecho, una de las razones de
qu e se administre antibi ót icos a los animales criados ind ustr ialmente
es que e o les ayuda a ganar peso.
Se mire como se mire, los hum a nos estamos ada ptados a almacenar
g rasa, y mucha, pero sobr e tod o s ub cutánea. Una pe rspec tiva evoluti-
va sobre el metabolismo h u m a n o ta mbién nos ayu d a a ex plicar por qué
a la gente con sobrepeso les res ul ta tan difícil pe rder kilos. Pensemos
qu e una persona con sobr e p es o u o b esa no tiene un ba lan ce de energía
positivo si ya no está gan a nd o p eso; tiene un balance neu l ro igual que
un a persona delgada. Si ha ce u n a di eta o comienza a h acer más ejerci-
cio, lo que significa come r m e n os ca lorías de las qu e gasta, inevitable-
mente se sentirá hambri ento y ca n sado, lo que act ivará un deseo pri-
mario de comer más y hace r m e n os ejercicio. El hamb re y el letargo
son adaptaciones antigu as . Pr o b ablemente no haya hab ido ningún
m omento a lo largo de nu es tr a bi s to ria evolutiva en el q ue fuese adap-
tativ o no prestar atenció n al h a mbr e ni satisfacerla. Pe ro eso no quiere
de cir que estemos adapt ad os a es tar demasiado gor d os . Co mo vere-
mos más adelante, algun as p e r so n as consiguen ten er sob repeso pero
es tar en forma, pero la obes idad , sob re todo po r u n exceso de grasa
 LA ll !STORIA DEL CUERPO MUMANO
visceral, se asoc ia co n enfermedades metabólicas como la di ab etes de
tipo 2, las enfer me dades cardiovasculares y los cánceres d el apara to
rep roducto r. ¿Por qu é? ¿Y de qué modo la forma en que tr a tamos los ,
síntom as d e estas enfer medades a veces contribuye a su disevo lu ción?
L A D I ABETES DE T I PO 2 : UNA ENFER MED A D PRE VEN IBLE
Una de mis abue las sufrió diabetes de tipo 2 durant e década s y tenia al
azúcar por un ve neno a la altura de la belladona. Para educarno s sobre
sus peligros a m i he rm ano y a mí, dejaba siempre un cuenco co n az úcar
sobre la mesa d e la cocina a modo de señuelo y luego nos rega ñaba
cada vez que osábamos endulzar el té o el cereal del desayun o . H asta
cierto punt o, la ac titud de mi abuela tenía sentido porque un exc eso de
azúcar en la san g re, que es el diagnóstico básico de la diabetes, es tóxi-
co para los 1ejid os d e todo el cuerpo. Aun así, de niño no hice d e ma sia-
do caso de las ad ve rtencias de mi abuela. Toda la gente qu e conocía ,
incluidos mi s ot ros ab uelos, consumían azúcar en abundancia y ningu-
no era diab ético.
La diabetes es en realidad un grupo de enfermedades qu e se cara c-
terizan po r la inca pacidad de pro ducir suficiente insulina. L a diabet es
de tipo 1, qu e se d a sobre todo en niños, se produce cuando e l sistema
inmun itario des tru ye células del páncreas que se ocupan de fabricar in-
sulina. La diab etes gestacional aparece ocasionalmente durante el em-
barazo cuand o el páncreas de la madre produce demasiado po ca in suli-
na, lo que in d uce tanto en la madr e como en el feto un prolon g ado y
peligroso aum ento de azúcar. Mi abuela tenía la tercera y más común
de las formas d e la enferm edad, la diabetes de tipo 2 (Lambié n co no cida
como diabetes del adult o o diabetes mellitus de tipo 2), qu e es el tipo
del que nos ocupa rem os aquí po rque es una enfermedad po r d es aju ste
asociada al sínd ro me metabólico que solía ser rara, pero en la actuali-
dad es una d e las enfermedades que más rápido crecen en todo el mun-
do. Entr e 1 97 ) y 200 5, la incidencia mundial de la diabete s d e tip o 2
aumentó más de siete veces, y esta tasa sigue acelerándose, no solo en
países des arroll ad os sino tambi én en naciones en vías de desa rrolloY
Mi abuela te nía u na part e de razón cuando nos advertía de qu e la diabe -
tes de tipo 2 era cau sada por u n exceso de azúcar, pero también tien e su
causa en de m as iada grasa visceral y demasiado poca actividad fí sica.
EL CÍRCULO VICIOSO DE L EXCESO
A un nivel fundam ent al, la diabetes de tipo 2 comienza cuando las
células adiposas, musc u la res y hepáticas se to rnan menos sensibles a
los efectos de la insulin a. E sta pérdida de sensibilidad, conocida co mo
resistencia a la insulin a, d esencadena un peli g roso bucle de realime n -
tación. Norm alment e, d es pués de comer aum enta el nivel de glucosa
en la sangre, lo que provoca que el páncr ea s produzca insulina qu e
hace que las células adip os as, musculares y hepáticas extraigan la g lu -
cosa del torrent e san guíneo. Pero si estas célul as no responden adecua-
damente a la insulina , los 1:iveles de gluco sa en la sangre se mantienen
altos (o siguen aumen ta nd o si seguimos co miendo), y estimulan al
páncreas a respond er co n una producción aún mayor de insulina pa ra
compensarlo. Un diabé tico de tipo 2 sufre , po r tanto, un nivel elevado
de azúcar en la sang re qu e le provoca un a necesidad frecuente de o ri-
nar, sed excesiva, visión bo rrosa, palpitacion es y otros problemas. Du -
rante los primeros esta di os de la enferm edad, la dieta y el ejercicio
pueden invertír o fren a r s u curso, pero si el bu cle de realimentación se
mantiene durante un largo tiempo, la res istencia a la insulina se va in -
tensificando por todo el c uerpo, y las célul as del páncreas que sintet i-
zan esta hormon a acaba n exha ustas por exceso de trabajo. Al final, es -
tas células dejan de fun cio nar, lo que oblig a a los pacientes de diab etes
de tipo 2 en estado avan za d o a recibir inyec cio nes regulares de insu lin a
para controlar los nive les de azúcar y evitar cardiopatías, fallos rena-
les, cegue ra, pérdida d e se nsación en las extr emidades, demencia y
otras horribles compli cac iones . En muchos países, la diabetes es un a d e
las primeras y más costosas causas de mue rte y discapacidad.
La diabetes de tipo 2 es una enfermed ad angustiante a causa de l
sufrimiento que pr ovoc a, y frustrante po rqu e en buena medida pu ed e
evitarse, solía ser rara y hoy se considera un a consecuencia casi in ev i-
table de la opulencia, un pr oducto secundari o de la transición epid e-
miológica que se discut e en el capítulo 9. D e hecho, ya sabemos có mo
prevenir la mayoría d e los casos e incluso cómo curar la enfermedad en
sus estadios iniciales. En la búsqueda de tratam ientos, muchos científi -
cos médicos se centran en las maneras de ay ud ar a los diabéticos a en -
frentarse a sus enferm ed ad es y en el porqué de que algunas per so na s
desarrollen la enferm edad pero otras no. Estas son preguntas fund a-
mentales, pero se ha pr es tado bastante men os atención a la manera d e
impedir que la enfermedad comience a d esarrollarse. ¿Cómo pu ede
ayudar en esto una p ersp ec tiva evolutiva?
Para evaluar estas cu es tiones, examinemo s las interacciones entr e
 l. \ 111\Tllll l ~ O FL C U Elll'O lll '~I \1\0
ge n es y factor es ambient ales que causan la resist e n c ia a la insulina , qu e
es la causa fundamental d e la diabetes de tipo 2. C om o ya se ha discu -
tid o re petida veces, los niveles de glucosa en la sa ngre aumentan cuan-
do se digi ere una comida , proporc ionando combu s tibl e par a las célu-
las . Para po der llevar la g lucosa de la sangre a las cé lula s, hay qu e
tran sportarla a tr avé s d e la membrana celular con la ay uda de un as
pr o te ína s especiales llamada s transportadores de g luco sa, que se en-
cuen tran pr ácticam ente en todas las células del cu e rpo. Lo s tran sporta -
d o res de gluco sa de las células del hígado y el p á ncr e as so n pasivos y
s impl em en te permite n que la glucosa fluya libremente
modo qu e unas panícul as pequeñas se cuelan po r un ceda zo. Sin em -
del mism o
b argo, los transpo rtadore s d e glucosa de las células a dip o sas y muscu-
lare s no pe rmi ten el pas o de las moléculas de glu co sa a l inte rior de las
cé lula s a no ser que la insulina se una a unos rece ptores cer canos. Tal
com o se muestra en la figura 23, cuando una mo léc ul a d e insulina se
un e a uno d e estos recep to res, en el interior de la cé lul a se pr oduce un a
casc ada d e reaccione s qu e hace que el transport ado r de la g lucosa per -
mita la e ntra da de l azúcar de la sangre al intcrio r de la cé lula. na vez
en e l in terior , las mo léc ulas de glucosa se quema n ráp idame nte o se
co n v ie n en en glucóge no o g rasa (también bajo la dirección de la insu-
lin;:i). En resu men , e n condic iones normales, las cé lul as ad ipo ·as, mu s-
cul are s y hepáticas captan azúcar siempre que haya in s ulin a, sobre todo
de spué s d e una com ida.
La res istenc ia a la insulin a puede producirse e n cé lulas de muy dis-
tint o tipo , entr e ellas las adiposa s, musculares, hepát ica s e incluso cere-
bra les. Au nque las ca usas precisas de la resisten c ia a la insulina no se
conoce n del t0do , la resi stencia a la insulina en la s cé lul as muscular es,
ad ipos as y hepá ticas es tá fuertemente asociada a ni vele s elevado s d e
tri g licér idos por un exce so de grasa visceral. En par t icul ar, las pe rso-
na s con ab u ndan te gra sa visceral, y especialme nte gra sa hepática, y
cuya d ieta prod uzca nivele s altos de rriglicérid os e n la san g re, corren
un riesg o sig nificat ivame nte mayor de desarro llar r e s is ten cia a la insu-
lin a.4KE n términos prá cticos, las personas con forma d e manzana, que
tie nde n a acumular la g rasa alrededor del abd ome n , ti enden a co rrer
un riesg o mayor d e d iabete s que las personas co n forma de pera , qu e
ac u mula n la grasa so br e todo en las nalgas o las c a d era s . De hecho , al-
gu n as de las persona s que desarrollan resistencia a la in sulina no son
cl aramen te obe sas (es decir, tienen un lMC norma l) , pero tienen h íga-
d o g ra so (y se les d esc rib e como personas con ob es id a d oculta o TO FI,
E l C lll< l U) \ IC l ll\ll l)EI. E>.C"E~,1
\l oléculas
:\lolécul. 1s de g lucosa
dein~ulina
....**
** ....... ..
Tr ansportador
de glucosa
t
Sensibilidad
,1 la in~ulina
Figura 23. ll' c ani -,m u pu rcl q ue la in sulina aíccra a la cap 1ac ión d e g lu cosa
por la célula ~. La scél ula~mu~cu lare s.ad iposJsy deo1r os 1ipo s t ie ne n rece p-
to res de insul in a cer ca de tra nsp o rt ad o res de gluco sa en la su pe r(i c ic de la
célula. ' orm a l m e n te, l.i insulin a de l 1orreme sanguín eo se un e ,ti 1·cccp tor de
insulina , qu e -;cñala a l tran ~po n aclo r de glucosa que abra el paso a la gl ucosa.
C uando se p ro du ce res istencia a la in sulin a (co mo se muest ra a la clc rcc ha), el
receptor d e in s , 1I ina se wrna inse nsibl e e impid e que el tran sportador de g lu-
cosa la capt e, pn J\ oc and o niveles e lev ados de azúcar en la sang re.
del inglés «de lg ado por fuera, go rdo por demro» ).4~ Como y a hemos
visto, los al im c nt os que más contribu yen a un hígado gra so y otra s for -
mas de g rasa v isce ral son las qt1e con tienen g randes cant idad es d e g lu-
cosa y fructo sa fác il y rápida de digerir , lo que sue le presentar se en los
alimento s que con tienen una g ra n cantidad de jarabe de maíz alt o en
fructosa o az ú c ar blanco (suerosa). En este sentid o, los re fre sco s, los
zumos y o tro s a lim entos dul ces con montones de fruct0 sa y n ada de
fibra son esp ec ialm ente pelig rosos porque el hígado convi e rt e co n fa-
cilidad la ma y or parte de la fru cta sa en triglicéridos , que se acum ulan
en el hígado o se vi erten dir ectame nte al torrente sanguíneo . 1° L a falta
de ejercici o fís ico y las diet as baja s en grasas insaturadas tambi én pro-
ducen g rasa vi sce ral, y por tanto resistencia a la insulina (má s a d elan-
tes nos ocupa remo s de estos factor es).
Recon oce r que el exceso de g rasa visceral provoca resistencia a la
insulina, qu e a su vez subyac e a la diabetes de tipo 2, exp lica por qué
esta enfermedad por desajust e es casi completa ment e prev enible y por
qué vario s factore s interrelaciona dos hacen que algunas p er so na s de-
308 LA HI STORIA DEL CUERPO HUMAN O
sarrollen la enfe rmedad y otras la eludan . Dos de esos factores no po-
demos controlarlos: los genes y el ambiente prenatal. Pero tenem os
algo de control sobre los otros dos factor es, má s importantes, que de,
terminan el balance energético: la dieta y la actividad. De hecho, va-
rios estudios han demostrado que, en algunas ocasiones, perder pe so y a la in s ulina . Robert Lustig y colaboradores hanestimado que por cada
hacer ejercicio intenso puede llegar a revertir la enfermedad, al meno s
durante sus primeros estadios. Un estudio extre mo colocó a once dia-
béticos en una extenuante dieta ultrabaja en calorías, tan solo 600 kilo-
calorías al día dura nte ocho semanas. Seiscientas kilocalorías es una
dieta extrema que a la mayoría de la gente le resultaría más que difícil
(es el equivale nte de dos sándwiches de atún al día). Al cabo de dos
meses, sin embargo, estos diabéticos, pr ivados tan duramente de ali-
mento, habían perdido de media 1 3 kilogram os, sobre todo de grasa
visceral, su páncreas había duplicado la ca ntidad de insulina que pod ía
producir y recuperaron unos niveles de sens ibilidad a la insulin a casi
norma les. 1 ' La actividad física vigorosa también tiene un potente efec-
to para revertir la enferm edad porqu e provoca que el cuerpo secrete
hormonas (glu cagón, cort isol y otras) que hacen que las células h epá-
ticas, musculares y adiposas liberen energía. Estas hormonas bloquean
temporalmente la acción de la insuJina mientras se hace ejercicio, y
luego incrementan la sensibilidad de esta s cé lulas a la insulina durante
hasta dieciséis horas después de cada ses ió n de ejercicio.12 Cuando a
los adolescentes obesos con altos niveles de resistencia a la insu lina
se los persua de para que hagan un poco d e ejercicio (treinta minuto s al
día, cuatro días a la semana, durante doc e se mana s), su resistencia a la
insulina se reduce casi hasta niveles normal es . 1J Dicho llanamente , au-
mentar los niveles de actividad física y reducir los niveles de grasa vis-
ceral puede revertir la diabetes de tipo 2 en su fase inicial. En un estudio
especialmente notab le, se pidió a diez aborígenes australianos de me-
diana edad con sobrepeso y diabetes d e tipo 2 que retornaran a un
estilo de vida de cazado r-recolector. Al cabo de siete semanas, la
combinación de dieta y ejercicio había revertido la enfermedad casi com-
pletamente. 14
Hace falta más investigación sobre los efectos a largo plazo de las
intervenciones sobre la dieta y el ejercicio en los diabéticos de tipo 2,
pero estos y otros estudios suscitan la pregunta de por qué no tenem os
más éxito a la hora de seguir las prescripcione s de mayor actividad físi-
ca y dieta más sana para impedir que la enfermedad aparezca o avance.
El problema más grande, natura lmente, es el medio que hemos creado.
EL CÍRCULO VICIOSO DEI. EXCESO
A ca usa de la industrialización, los alimentos másbaratos y más abun-
dantes son bajos en fibra y ricos en carbohidratos simples y azúcar, es-
pecialmente jarabe de maíz rico en fructosa, todos lo s cua les favorecen
la obes idad, especialmente la visceral, y por consiguient e la resistencia
r 50 kilocaloría s que aumentamos la ingesta diaria de azúcar, la preva-
lencia de la diabetes de tipo 2 aumenta en un 1,1 por ciento tras corre-
gir factores como la obesidad, la actividad física y el consumo de alco-
hol. 1 s Lo s coches, los ascensores y otras_máquinas han reducido los
nivele s de actividad.física, agravando el problema. Para cuando la gente
tiene sobrepeso o es obesa, por no hablar de cuando contrae la diabetes
de tipo 2, ya es difícil, caro y prolongado el proce so de mod ificar su
dieta y su s hábitos de ejercicio.
Un prob lema secundario podría ser la forma en que tratamos la
enfermedad. Muchos médicos no ven a sus pacientes hasta que están en-
fermos, y para entonces no les queda casi másremedio que atacar la
enfermedad con un método sensato y generalizado que se desarrolla
en do s frentes. Primero, anima n a sus pacientes a aumentar su activi-
dad fí sica y reducir la ingesta de calorías, evitando so bre todo los exce-
sos de azúcar, almidón y grasa. Al mismo tiempo, la ma yoría de los
médicos recetan fármacos que permiten a los pacientes contrarrestar
los sínt omas de la enfermedad. Algunos de los fármacos más habitua-
les contra la diabetes mejora n la sensibilidad ala insulina de las células
adiposas y hepáticas, otros incrementan la capacidad de las células
pancreática s para sintetizar insulina, y aun otros bloquean la absorción
de glucosa en el intestino. Aunque estas medicaciones pueden mante-
ner a raya los síntomas de la diabetes de tipo 2 durante años, muchas
tienen efectos secundarios desagradables y solo so n parcialmente efi-
caces. Un estudio de gran tamaño que comparó la efect ividad del fár-
maco má s habitual, la metformina, con la de un cambio en el estilo de
vida en más de tres mil persona s encontró que cambiar la dieta y hacer
ejercicio era casi el doble de eficaz y tenía efectos a más lar go plazo.16
Visto bajo esta luz, la diabetes de tipo 2 esun caso de disevolución:
la enfermedad aumenta su prevalencia de una generación a la siguiente
porque no impedimos sus causas. Esta dolencia es ante todo una enfer-
medad por desajuste que rápidamente se está haciendo más común
porque uno s excedentes crónicos de energía contribuyen a lo largo de
muchos años a la obesidad. especialmente lavisceral, y a la resistencia
a la insulina. Aunque los remedios de siempre, la dieta y el ejercicio,
3 1o l .·\ III STOHI \ DE I. CUElll' l) IIUM 11\<l
so n co n mucho las mejores m a n e ra s de prevenir y trat ar la diabetes de
tipo 2, demasiada geme no ac túa ha sta que expe rim enta los síntomas.
Algunos diabéticos se curan a s í mi s mo s por med io de ca mbio s drásti-
cos en la dieta y el ejercicio; o tr os están demas iado d ebil itados para
rea lizar ejercicio inten so o alte rar d ema siado su dicta; la mayoría de
los di abéticos co mbinan fárm acos co n camb ios mo de rad os de dicta y
eje rcicio, y de esre modo ges ti o n a n la enfermeda d durante décadas.
H as ta cierto punto, este en foque ti ene sen tido para mu chas personas
po rqu e es pragmá tico y se encuadr a en las necesidades inm ediatas y las
capacidades de qui enes tal vez n o sea n capaces de emb arca rse en un
cambio drástico d e dieta y eje rc icio. Además , tras años de intemos fú-
tiles d e ay udar a los paciem es a perder peso y hacer más ejercicio, mu-
chos médicos se han torn ado p es imi s tas (o realistas) y ya so lo sugieren
objetivo s modestos para la p é rdid a d e peso y el ejer cicio porque las
presc ripciones más extrema s t ie nd e n al fracaso y acaban siendo con-
trapr odu centes. Por desgra cia , r es ignarnos a ges tio na r bá sicamente
los síntoma s de la enferm edad en u n núm ero cada vez mayo r de perso-
nas so lo perpetúa este d esafortunad o ciclo. Para acabar de empeorar
las cosas, mucha ge nte que se e nfrenta a la diabetes tambi én sufre otras
enfe rmedad es relacionada s, d e la s c ua les las más comunes son las pa-
to logías cardiovasc ulares..
E L ASES ! O S I LEN T E E 11\ l· L A~IA T O RI O
Cas i nun ca, ni siquiera cuando h acemos ejercicio, le pr estamos aten-
ción al corazón. ! lace su trabajo, b ombean do sangre ha cia y desde los
pulm ones y a través de tod as la s v e n as y arterias. Sin e mbar go, alre-
dedor de un tercio de nosotr os morí remos porque nu est ro sistema cir-
culatorio degenera década a década d e forma gradual y silenciosa. Al-
g un as patolog ías del corazón , co m o la insuficiencia cardiaca, pueden
ma ta rn os muy despacio, pe ro la causa más común de mu erte por un
pa to logía cardiovascular es el ataque al co razón. A menudo , el infarto
se ini cia co n una presión en e l p echo, dolor en los hom bros y brazos,
náusea y falta de aliento. Sin un tr atamie nto inmedi ato, esws síntomas
se int ensifican hasta provo ca r un dolor insoportabl e ante s de una pér-
dida d e concienc ia y, fmalm e nte, la muerte. U n asesino relacionado
co n es te es el ictus. No pod emos sent ir la rotura de un vaso sanguíneo
EL C IHCULO \ ICIOSO DFL EXCES( l 3l 1
en el cerebro, pero podemos experimentar d e re p ent e do lo r de cabeza,
una pan e del cu erpo se torna débil o insens ible, y sencimos confusión
y dificultad par a hablar, pensar o actuar.
Por lo que aLañe a sus causas inmedia tas, los ataques al corazón y
los ictus se pr od ucen por culpa de lo qu e p arece u n ev ident e error de
diseño en el siste ma circulatorio. Como otros tejid os, el corazón y el
cerebro esLán dotado s de vasos sanguíneos ex traor d inar iam ente estre-
chos que aport an oxígeno, azúcar, horm o n as y o tra s molécu las indis-
pcn ables. A medida que envejecemos, sus paredes se eng rue san y en-
durece n. Si se forma un coágulo en una d e las finas arter ias co ronarias
que irrigan los mú scu los del corazó~ esa región mu ere y el corazón se
pa ra. De modo parecido, si uno de los mi les de vasos diminuto s que
irrigan el cerebr o q ueda obstruido, se rom pe y ma ta una enorm e canti-
dad de neuron as. ¿Po rqu é son tan pequ e ñ os, y p or tanto suscept ibles
de quedar bloqu eado s, estos vasos de funci ó n tan c rítica? ¿Por qué los
icrus y los ataqu es al corazón son tan frecue nt es en los human os? ¿Y
hasLa qué punto so n las enfermedades ca rdi o va scul arcs un ejemplo de
d iscvolució n: un tr asto rno por desajust e gue p e rmitim os qu e persisLa
y prolifere porque con demasiada frecuenc ia n o logra mos tra tar sus
causas? Para respond er a esLas y otras pr eg unta s relacionada s, consi-
d eremos primer o los mecanismos básicos qu e c au san las enfermedades
cardi ovascular es y de qué forma constitu ye n tra swrn os por desajuste
causa dos por un exceso de energía.
Un ictus o un ataque al corazón puede n pa rece r eve ntos repenti-
nos, pero en la mayo ría de los casos esta s c ri s is so n en parle el final de
u n pro ceso la rgo y gra dual de endurecimiento d e las arteri as llamado
aterosclerosis. La ateros clerosis es una infl amación crón ica de las pare-
des arteriales qu e es consecuencia de cóm o tr ans po rtamos el colestero l
y los triglicérid os (gras as) alrededor d el c u e rp o. E l coles terol (una
molécula que ha recibid o muy mala prensa) es una sustancia pequeña ,
cerosa o grasosa. Tod as las células usan co lesterol para realizar mu-
chas funciones vitales, así que si no com e mo s s ufici ente colesterol, el
hígado y el intest ino lo sintetizan fácilmente a partir d e g rasa. Como ni
el colesterol ni los Lriglicéridos son solubl es en agua, dentro del torren-
te sanguíneo tienen que ser Lransportados po r pro teínas especiales lla-
madas lipoprot eínas . Este sistema de tran sporte es comp lejo, pero vale
la pena conocer algunos hechos. En prim er lu ga r , las lipoprot eínas de
baja densidad (LDL, a menudo cono cidas como co lestero l «malo»)
tra nspo rtan coleste rol y triglicéridos de l hí ga do a otros órganos, pero
3 12 LA III STOR I A DEL CUERPO IIUMA NO
r EL CÍRCULO
varían significativament e e n ta maño y densidad: las LDL que tr ans-
po rtan fundamenta lmente tr ig licéridos son más de nsas y más peque-
ñas que las que transportan so b re todo colesterol, q ue son más grandes ,
y menos densas. Las lipop ro teí nas de alta densidad ( HDL, o colestero l
«bueno") se ocupan sobre to d o de transportar co les ter~l de vuelta al'
hígado. 17 La figura 24 mu es tr a un diagrama de cómo comienza la ate -
rosclerosis cuando las LD L ( es pecialmente las más pequeñas y densas)
queda n ad heridas a la pa red d e un a arteria y reacc ionan con las molé-
culas de oxígeno qu e pasan. Se oxidan lentamente _co mo la carne de la
manzana cuando se vuelve m a rr ón . · cesante mente se acumulan dañ os e n las arterias, que se endurece n en
Es o de que a uno se le ox ide n las paredes de las arterias no puede
se r b ueno , y no lo es. Esta ox idac ión es uno de va rios procesos que
provocan la inílamació n crón ica de diversos tejidos de l cuerpo que con-
tribuye al envejecimient o y a un amplio aba nico de enfermedades.
E n el caso de las arte rias, la ox id ación de las LD L ca usa una inflama -
ció n de las células que co nstitu ye n la pared a rte rial, lo que a su vez
provoca que lleguen célu las b la ncas de la sangre par a limpiar el desas-
tre. Por de sgrac ia, las células bl a ncas desenca dena n u n bucle de real i-
men tac ió n positivo po rque p a rte de su respues ta co nsiste en crea r
una es pum a que at rap a más m o léculas pequeñas d e LDL, que tam-
bié n acaba n oxidá ndose. Co n el tiempo, esta mezcla espumosa se
coag ula formando una acu m u lación endurec ida, u na especie de mu-
gre sobre la pared art eri al, lo qu e conocemos como placa. Nuestro
cuerpo lucha contr as las placas en primera insta ncia con las HDL ,
qu e extrae n colestero l de las pl acas y lo retorn an al hígado. Así pu es,
las placas no se desa rro lla n úni ca mente cuando lo s niveles de LDL
(i nsisto, sobre todo las peque ñ as) son altos, sino ta mbi én cuando los
niveles de HDL son bajos . Si la placa se expand e, la pared de la arte-
ria a veces crece po r encima d e la placa, estrecha nd o y endureciend o
la arte ria de manera perm a ne nt e. Las placas tambi én incrementan la
proba bi lidad de un a obst ru cc ió n o de que un fr ag mento de placa se
despre nd a y sea ar rast rado p o r el tor rente sanguín eo. Estos coágu-
los de spr endidos so n peligrosos porque pueden acaba r alojándose en
una a rter ia más peque ña, a m enu do en el co razón o en el cerebro,
causa nd o una obstru cción qu e pr ovoca un ataqu e al co razón o un ic-
tus . Para acabar de empeo r a r las cosas, cuando los co nductos se es-
trechan, hace falta más p resió n para mantener el mismo flujo. Se crea
así u n círculo vicioso por el cu a l, a medida que unas arterias más du -
ras y estrec has incre me n ta n la pr esión sanguínea (hip ertensión), el
V I C I OSO D EL EXCESO 313
corazón tiene que trabajar más y aumenta la probabi lidad de un coá-
gulo o una rup tura .
El modo en que se forma n las placas y causan una enfe rm edad car-
diovascu lar es incuest ionable mente un ejemplo de diseño no inteligen-
te. ¿Cómo y por qué ha hec ho la se lección natural un a chapuza tan
gran de? Como es de espera r para una enfermedad comple ja, ciertas
varia ntes de algunos ge nes pueden in creme ntar ligeramente el riesgo,
pero la enfermedad tiene sus causas princ ipales en otros facto res, entre
ellos nuest~o enemigo inevi table: la edad. Con el paso de los años, in-
todo el cuerpo. Est udios rea lizad os co n momias antiguas, de las que se
obtuv ieron imágenes del co razón y las arterias con la ayuda de tomo-
grafía computerizada (una especi e de rayos X tridimens iona les) con-
firma n que esta for ma de envejec im iento ya se prod ucía en pob lacio-
nes antiguas, incluso en pueblos d e cazadores -recolector es del Ártico.18
Aunque cierto grado de ate rosclerosis es inevitable y desde Iu ego no es
nada nuevo, disponemos de indi cios só lidos de que la mayo r ía de las
formas de patologías cardiovascu la res son en parte, incluso en su ma-
yor pa rte, enfermedades po r desajuste. Pa ra empezar, los d iag nósticos
de ate rosclerosis en mo mias antiguas no prueban que aque llos indivi-
duos muriesen de un ataque al corazó n , y todos los estudios ( incluidas
autopsias) realizados hasta la fec ha en cazadores-recolecto res y otras
pob laciones tradicionales confi rman q ue, pese a tener cie rto grado de
ateroscle rosis, apa rentemente no sufre n ataques al corazón u ot ros in-
dicado res de enferm edades cardi ovasc ulares, como la hipertens ión. 19
Además, los ataques al corazó n so n causados específicame nte por ate-
rosclerosi s en las finas arte rias coronarias que alimentan al co razón, y
la incidencia de ateroscleros is co r onaria en las momias escaneadas es
al menos un 50 por ciento inferior a la observada en pob lac iones occi-
dentales. La hipótesis más razonab le es que, hasta hace poco, los hu-
manos raramente desarro llaba n ate r osclerosis en un grado suficiente
para provocar un ataque al co razó n . En la actualidad, sin embargo, las
enfer medades card iovasc ular es va n e n aumento a causa de las mismas
condiciones ambientales recie ntes que co ntribuyen a aumenta r los ni-
veles de diabetes de tipo 2: inactivida d física, dieta de baja calidad y
obesidad. A estos se añaden ot ros facto res de riesgo nuevos, en parti-
cular el alcohol, el tabaco y el estr és emoc ional.
El primero de estos factores que debe mos considera r es la activi-
dad física, necesaria para que el sistema cardiovascular crezca y fun-
3 1 -1 1 \ 111\TOII I \ DE L CUFIIPO II U~I..IMl n C I HCL I I.( l I I C 10~() D E L E'sCESO 31)

Form.ic ión de placa
{)
G riesgo.62 Desde un a persp e c tiva evo luti va, e stas estadí sticas tien e n
Placa e~pun10 s.i
de LD Ly
glóbulo, bl.111cos
P lac;i f'or m ¡¡da
Figu ra 24 . Fo rm ac ión de placa en una a rte ria. Primero, la oxidac ió n de lipo-
proteín as d e baja d ensidad (LD L, por lo ge neral las más peque ñas, qu e t rans-
portan so b re wcl o triglicéridos) desencadena una inflamac ión d e la par ed de
la arter ia . La infl a mación atrae g lóbulo s blancos y se forma un a pla ca es pu-
mosa qu e co n e l tiempo estrecha y end urece la arteria.
cion e ad ecu a dam en te. La activ idad ae rób ica no solo for ta lece la mu s-
cul atura d el co r az ó n sino que ad emás regula la forma en que se alma -
c en an , libe r an y u san las gra sas e n todo el cuerpo, y en particu la r en el
hígado y los músculos. M ucl 10 s estudi os han en contr ado re pet idamen -
te que incluso unos nive les di sc reros de activ id ad física, como caminar
unos 2 5 kilómetros a la se mana , aum entan sustanci almente los niveles
de H DL en la sangre al t ie mpo que reducen los d e triglicé ridos , lo qu e
en ambos casos dismin uy e e l riesgo de en fe rm e dad ca rdiovascu la r_<,,
Otro beneficio import an t e ele la acti vidad física es que reduce los ni-
veles de inflamación e n la s a rteri as que como he m os visto es el verd a-
dero culpable de la ate ros clero sis.'" En ge ne ral, la duración de la ac-
tividad parece tener m ás efecto s beneficioso s sobr e estos fac to res de
riesgo que la intensidad . í . a acti vidad física v igo ro sa tambi én reduce la
presión sanguínea aJe st imu lar el crecimien to d e nuevos vasos , y re-
fuerza los músculos de l co r az ó n y las pa red es d e las arteria s. Los adu l-
tos que hacen ejercicio de m a nera regu la r re ducen casi a la mitad e l
riesgo de ataque al co raz ó n o ictu s ( tra s corregí r por or ros factores d e
riesgo), y cuanto más im e n so es el ejercicio, m a yor es la reducción d e l
sentido porque el siste ma cardio vascular espe ra y necesita los estímu -
los que propo rciona la a c tividad física para es timu la r sus mecanism os
normales de reparación ( n os o cupar emos más d e cóm o y po r qu é es as í
en el capírulo 1 1) . Es no rm al se r vigoro sam e nte a ctivo duran te !Oda la
vida, así que no debería s o rpr e nder que la falta d e actividad física per -
mita que el cuerpo acumu le di ver sos tipos de p atol ogías , incluid a la
ater osclerosis.
La dieta, que es e l ot r o d eterm inant e pr inc ipal del balance enc rgé-
úco, también tiene efectos m uy notables sob re la ateroscleros is y las
enfermeda des cardiova s cu la res . Una opi nió n hab itu al es que unos ni -
veles elevados de gra sa en la dict a contribu ye n a niv e les altos de LDL
(o colesterol «malo,,), nive le s bajos de HDL (co lestero l «bueno») y
niveles elevados de tr igl icé rid os, un trío de sínt o mas que co lectiva -
mente se conoce com o dislipidemia , que sig n ifica «gra sa mala ». En
consecue ncia, la mayoría d e la ge nte cree qu e un n ivel alto de grasa en
la dicta noes saludabl e . · n realid ad, en qu é medida la gra sa cont rib u-
ye a la ateroscle rosis e s a lgo má s compl icad o po r varia s razones, e n
part icular que no toda s la s g rasas son iguales. Recordemos que las
grasas contienen mo lécu las conocida s co mo ácido s g rasos que tienen
largas cadenas de átomo s d e ca rb ono e hidr ógeno. La s diferencias e n
la estructura de estas cade n as dan luga r a tip o s al te rn ativos de ácid o s
grasos con propied ade s que difi eren críticamente. Lo s ácidos graso s
con menos átomos de hidrógeno son aceite s in saturados , que son lí-
 LA IIIST O RI A DEL CUERPO HU MA NO
gu idos a tempe ratura ambiente; los ácidos grasos con todo s los áto-
mos de h idrógeno posibles son g rasas saturadas, sólidas a temperatura
ambi en te. Tras la digestión, estas diferencias en apariencia poco im- ,
portantes resulta que sí que impo rta n porque los ácido s graso s satura-
do s estimu lan en el hígado la producción de más LDL sup uestame nte'
poco sa nas, mientras que los ácido s grasos insatur ados hacen que el
hígad o pr oduzca más HLD saludables. 6l Esta diferenc ia subyace al
con sen so genera l de que consu mir dietas más altas en grasas satura das
el eva e l rie sgo de aterosclerosis , y po r consiguiente de dolencias. car-
di o va sc u lares.64También exp lica los claros beneficios d e co mer gra-
sas insatur adas, sobre todo las qu e contienen ácidos g ra sos omega-3,
qu e so n co mu nes en el aceite de pe scado, aceite de lin aza y fruto s se-
cos. Se h a d emostrado que las di etas ricas en estos y o tr o s alimentos
con abunda ntes ácidos gr asos insatur ados elevan las HDL y reducen
las LD L y los triglicéridos, reduciendo los factores d e ri esgo asocia-
do s a las p at0logfas cardiovasc ulares.61De tociaslas g ra sas, las peores
so n las in satur adas que indu strialmente se han convertido en satura-
das bajo una presión y temperatur a elevadas. Estas grasas trans no na-
tura les no se vuelven rancias (de ahí que se usen en muchos alimentos
empa qu e tado s), pero provocan d esastres en el híga d o: aum entan las
g ras as LD L, redu cen las HDL e interfieren en la forma e n qu e el cuer-
po usa las g rasas omega-3.66 En esencia, las grasas trans so n un vene-
no d e ac c ión lenta.
Quie n lea esto con cierto escept icismo (como debe ser) puede pen-
sa r: ¡ajá!, pero ¿cómo se las ar reg laban los cazadores-reco lectores de
Áfric a y ot ros lugares para co nsegu ir alimentos con grasas sa ludables
para e l cora zón, como el aceite d e oliva, las sardinas o el lin o? ¿Acaso
no comían mu cha carne roja? Hay dos respuestas para e sta pr egunta.
La primera es que los estudios de la alimentación de lo s cazado res-re-
co lectore s revelan que sus dietas es taban dominadas po r gra sas insatu-
rad as e inclu ían ácidos grasos o mega-3. Estos ácidos g rasos so n abun-
dante s en las semillas y nueces, pero también los obte ní an de la carne
que co nsumían porque los anim ales salvajes que se alim e ntan de hier-
ba y arbu stos en lugar de maíz acum ulan más ácidos g rasos insatura-
do s en sus músculos. La carne de los animales alimentado s co n hierba
es más ma g ra y contiene de cinco a diez veces menos g rasas satu radas
que la d e los animales alimentados con maíz.0 Además, aunque los
caz ado res - reco lectores del Ár tico, como los inuit, comen g rand es can-
tidade s d e grasa animal, también ingieren muchos ace ite s sanos del
E L CÍR CU LO V ICIOSO DEL EXC E~O 3 17
pescado, lo que ayuda a mantener su coles terol dentro de los nivele s
saludables.63
Otra respuesta , francamente controver tid a, es que tal vez haya m os
demonizadodema siado las grasas saturad as, que posiblemente no sean
ran perjudiciales como sugiere el actual consenso. Comer grasas sa tu -
radas eleva los nivel es d e LDL, pero hace tiempo que se sabe, y se h a
mostrado repetid as veces, que los niveles b ajos de HDL están mucho
más fuertemente asoc iados a las enferm edades cardiovasculares qu e
los niveles altos de LD L. 69 Convie~e recordar, además, que la atero s-
clerosis está cau sad a por una combinación de niveles altos de LD L
junto a niveles bajo s d e HDL y niveles alto s de triglicéridos. Las per-
sonas que siguen una di eta rica en grasas pero baja en carbohidrato s
(como la Dieta Atkins) tienden a tener nivel es más altos de HDL y má s
bajos de triglicéridos qu e las personas qu e siguen dietas bajas en gra sa
y alcasen carbohidr atos. 70 En consecuencia, las personas que se at ie-
nen a dietas bajas en car bohidratos podrían estar mejor proteg idas d e
la aterosclero sis que las que se atienen a dietas bajas en grasas pe ro al-
tas en carbohidratos simpl es (unas dietas qu e reducen los niveles d e
LDL pero tambi én los de HDL, al tiempo que aumentan los nivele s
de triglicéridos). Ot ro factor muy importante es que las grasas LDL
más pequeñas y den sas causan mucha más inflamación en las pared es
arteriales que las g rasas LDL gra ndes y menos densas, pero las di e tas
altas en grasas satura d as tienden a increme ntar el tamaño de las LDL
más grandes y meno s sa ludables.7 ' Aunque las grasas insarnrad as so n
en genera) más salud ables que las satura das, estas quizá no sea n tan
malas como algunos piensan .71
Por último, h a y qu e recordar que no todo s los carbohidrato s de
nuestra dieta son igua les, y que muchos carb o hidr atos se convierten en
grasas que, a su vez, pued en incrementar el riesgo de aterosclerosi s.
Como ya se ha come ntado, los alimentos que aport an con rapi d ez
grandes cantidades de glucosa al tor rente sangu íneo y de fructo sa al
hígado son especialmente letales porque perjudican el funcionami ento
del hígado y aumentan los niveles de triglicéridos en la sangre. Esta s
comidas basura so n las que más contribuy en al exceso de grasa visce -
ral; son el auténti co archienemigo, porque es la grasa visceral la princi -
pal responsable de bombear al torrente sangu íneo los triglicéridos ·que
con el tiempo provocan inflamación, y por tanto aterosclerosis. Por
esta razón, una di eta ric a en frutas y verdur as frescas, constituidas so -
bre todo por carbohidratos complejos y que contienen pocos carbo hi -
 1 1 111' l l ll U I DEL Cl EH t'l ) 11 U MA NO
d ratos simples, es incuestionablememe sa lud able. Esos aliment os no
so lo prev iene n la acumulación de grasa v isce ra l sino qu e además apor-
tan anti oxidan tes que ayudan a reducir la in fla mació n."•
Aparte de las disputas sobre las grasa s, h ay o tras caracte rísticas de
lo s estilos de vida modern os que tambi é n d if ie ren de los que seguían
nu est ro s antepa sados en aspectos q ue favo rece n la atero sclero sis y las
en fer medades cardiovasculares. U no de ellos es el consumo excesivo
d e al, qu e es la única roca que comemo s. La may o ría de los cazado res-
·reco lecro res obtienen toda la sal que neces ita n , alrededo r ele I a 2 g ra-
mos al día, d e la carne, y rienen pocas fuente s na t urales alternativ as de
es te mineral sal\'o que vivan cerca del océ a no. 74 En la actua lidad , tene-
mo s sobr eabun dancia de sal; la usamo s p ara conservar alimento , y
sabe tan bie n que mucha gente roma más d e 3 a 5 gramo s al día . Sin
emb argo, el exceso de sal acaba en la sangre, d onde absorbe agua del
res to del cue rpo. De igual modo qu e m ás a ir e en un g lobo aumen ta la
p resió n, más agua en el sistema circulato rio e leva la presión sanguínea
en las a rterias. A su vez, la hipertensión c ró ni ca comporta una tensión
sob re el co razó n y las arterias que comporta les io nes e inflama ción, y
finalment e la formación de placas, tal como ya se ha descrito.71 El es-
tr és emocio nal cró nico tiene efectos parec ido s po rque aume nta la ten-
sió n sang u ínea. O tro problema es la poca f ibr a que llevan los alimen-
to s de masiado pro cesados. La abund anc ia de fibr a en la dieta man tiene
bajo s los niv e les de LDL al acelerar el I rá n s iLOde la comida por el in-
restino y absorbe r grasas saturadas.7'' Po r ú ltim o, no olv idemo s el alco -
hol y otras dr og as. Un consumo moderado de alcoho l baja la tens ión
de la sang re y mejo ra la composición de co les te ro l («bue no» respecto a
«malo»), pero el consumo excesivo daña e l h íga do, q ue deja d e fu ncio-
nar adecuada mente para regular los nive les d e g rasa y g lucosa. Los
fu mado res d e tabaco también se dañan el h ígado elevando los niveles
de LDL , y las toxinas que inhalan inflama n las paredes de las arteria ,
est imulando la for mación de placa.
Si jun ta mos todo s los indicios, no debería sorp rendernos qu e los
es tud ios so b re los cazadores-recolcct0res indi quen que tien en una
prob abilidad mucho meno r de contrae r un a e n fermedad card iovascu-
lar cua ndo enve jecen porque son físicamen te act ivos y come n una die-
ta natura l y sa na. Nuestros antepasado s pa leo líti cos, además, tampoc o
ten ían ciga rr illos. Pese a comer una dieta ri ca en carn e, los niveles de
col este ro l med idos en cazadores-recolecto r es son mucho más saluda-
bles qu e los medi dos en los industriali za d os o ccidentales.77 Ade más,
EL C llt ("l'l.l1 l'IC l<l,ll l)E L l·XCF.~,,
como ya se ha señalado, las evaluaciones de la salud de lo s cazado res-
recolcct0 rcs tanto médicas como posrmortem no a rr o jan prácticamen-
te indi cios d e enferme d ad es ca rdiovascula res, incluso e n p ersonas de
edad ava nzada . Estos dat os son necesariamente limit a d os , y no provi e-
nen d e e studio s comro lado s y alea torizado s, pero no se pued e por más
que co ncluir que los ataqu es al co razón y los icttt'> so n fu ndamenta l-
mente enfermedades po r d es aju ste que en buena me did a están causa-
dos por la combinación d e di c tas agrarias (especi,ilm e nt e indu striales)
juntO a un estilo de vida sede nt ar io. Los agr icult o res d e sub sistencia
que so n físicamente muy ac t ivo s tampoco tienen u n ri esgo elevado de
estas en fe rm edades, y la p ropen sión a ser víctima de una patología car-
diova scular probablemente no comenzase a aumen ta r ha s ta qu e la civi-
lizac ión permitió que su rg ieran clases altas. Uno d e los ca os más anti-
guos co n oc idos de aterosc lero s is (revelada por un a tomog rafía) es una
momia eg ipcia, la princesa Ahm ose -Meryet-Amón, que muri ó en 1 150
a.C Y Es ta rica princesa , hij a d el faraón, presuntame n te llevó una vida
consen ti da y sedentaria y co nsumi ó una d ieta rica en e n e rg ía.
L A EN la"l': IHI E D AD DE LAS MO t J A',
Si hay un a enfermedad qu e d ebe preocuparnos a tocios, es el cáncer.
Apr ox imadam ente el 40 por c ie nto de los estadouniden ses rec ibirán un
diag n ós ti co de cáncer en algú n momento de su vida, y a lred edo r de
una te rcer a parte de estos morirán a causa de la enfe r m edad , lo que
convierte al cáncer en la segu nda causa principal d e mu e rt e, po r detrá s
de las e n fer medades ca rd iova scula res, en Estados U ni do s y otros paí-
ses occ id enta les.7~ Los cánce res son un pro blema antiguo y de ningún
mod o exclu sivo de los hum anos. Puede n aparece r tambi én en ot ros
mamífero s, como los simi os y los perros (aunqu e co n m e nor frecuen-
cia) / º y a lgu nos cánce res lleva n miles de años aflig iendo a los huma-
nos. De h echo, quien pri m e ro dio nombre al cáncer y lo de scr ibió fue
el médico de la Grec ia clás ica Hipóc rates (460-370 a.C.) . Pese a su
antigüeda d, hay pocas du d as de que el cáncer es má s p r ev alente hoy
que en e l pasado. El pr im er aná lisis de las tasas de cá n c e r fu e publicado
en el s ig l o x 1x por Do meni co Rigo ni-Stern, méd ico j e fe d el Hospital
de Ve rona .8 ' De las 1 50 .673 mu ertes de veroneses q u e R igo ni-Stern
documentó entr e 1760 y 183 9, menos del I por ciento ( 1 . 1 36) fueron a
p o LA MISTOR I A DEL CU ERPO IIUM A NO
causa d e cáncer, y de estas, un 88 p o r ciento cor respondieron a muje-
res. Aun en el caso de que sup onga mos que Rigoni-Stern y sus cola-
borad o res pasaron por alto m uchos diagnósticos de cáncer , y que la
prevalencia de la enfermedad habría sido más alta si más vero neses hu-
bieran alcanzado la vejez, esta s tasas son al menos diez veces más b~jas
qu e las actual es.
El cánce r es un conjunto de e nferm edades difíciles de entender y
trat ar porque los hay de much os tipos, cada uno con causas distintas.
N o obstant e, todos los cánce rés co mi enzan con mutaciones al azar en
algun a célula. Lo más probabl e es que todos nosotr os tengamos ya al-
guna de escas células potencialm e nt e letales. Por suerte, la mayoría de
ellas permanecerá n latemes, s in h ace r nada, pero de vez en cuando una
de ella sufre otras mutacione s que h acen que funcione de una manera
anóma la, clonándose sin co n tro l ha sta formar un tumor. Aun otras
mut acio nes permiten a estas cé lulas extenderse como un fuego de teji-
do en tejido , consumiendo rec u rsos que deberían ser para otras células,
hasta que finalmente provocan fa llos en los órganos . Co mo bien ha
señalado Mel Greaves, el cánce r es en realidad un tipo de selección na-
tur al desmadrada, que se ha sa lid o fuera de contro l de ntro del cuerpo
porque los cánceres son célu las egoístas cuyas mu taciones les confie-
ren una ventaja reproducto ra sob r e las células norm ales.K, Además,
de l mismo modo que las pr es io n es ambientales promueven la evolu-
ción dentro de una población, las to xinas, hormonas y otros factores
que repr ese ntan presiones e n e l cuerpo establecen cond iciones que fa-
vorec en a las células cancerosas, que en consecuencia se reproducen
más eficientemente que las cé lul as normal es e invaden tejidos y órga-
nos a los que no pertenecen. Sin e mbarg o, la comparación con la selec-
ción natura l acaba aquí porqu e la s ve ntajas comparativas de las células
cancero sas duran poco y acaban sie ndo contraproducentes. Los facto-
res que provocan que las célula s mutante s prospere n dentro de un or-
gan ismo también hacen que su hu és ped muera, y rara mente pasan de
una ge neración a la siguiente. Co n la excepción de unos pocos cánce-
res tr ansmi tidos por virus, e l cáncer es una enfermedad que se recapi-
tula a sí misma de una mane r a independi ente y ligera mente distinta
casi en cada individuo en el que se produc e.
Lo s cánce res tienen much as causas. Una es sencillam ente el pro-
ceso de envejecimiento, que d a ti e mpo para que se produ zcan muta-
ciones, lo que explica que el riesgo de cáncer aumente con la edad.
Algunos cánceres se produ ce n p or culp a de la desafortuna da herencia
EL CiRCULO VI CIOSO DEL EX C ESO 32 1
d e genes que interfieren en la capacidad de las células para repar ar
mutaciones o pa rar de replicarse.8 l Otro conjunto de causas co mún y
ex tendido es el que incluye las toxina s, la r a di ación y otros age ntes
ambientales que provocan mutaciones pote n c ia lmente cancerí genas .
Unos pocos cánce res son causados por v iru s . Aquí , sin embargo, nos
centraremos en los cánceres causados po r un balance energét ico po si-
tiv o a largo plazo y por la obesidad. Estos cá n ceres de la opul e ncia
~on especialmente comunes en los órgan os r ep r o ductores, sob re todo
en las mamas, el útero y los ovarios en las mujere s, y en la próstata en
los hombres; no obs tante, los cánceres de ot r os órganos, como el co-
lon , a veces también se pueden ver afectados po r un exceso cró nico
de energía.
Cómo y por qué contribuye el balance d e e n e rgía a los cánceres de
órganos reproductores ha sido una pregun ta di fíci l de sondear porque
la relación causal es indirecta y comp leja . Las primeras pistas de un a
vía hacia el cánce r relacionada con la e n e r gía apa reció en forma de
unas desconcertantes correlaciones entre bebé s y cáncer de mama. Los
primeros médicos modernos, como Rig o ni -S te rn, se percataro n con
asombro de que las monjas tenían una probabilidad mayor de contraer
e
cáncer de mama que las mujeres casadas dur ante años, el cáncer de
mama se conoc ió co mo «enfermedad d e la s m o njas»). Estas ob se rva-
ciones recibiero n más tarde el espalda razo d e estud ios a gran escala
que pusieron de manifiesto que la prob ab ilidad d e que una mujer desa-
rrolle cáncer de mama, ovario o útero aum e nt a sign ificativament e con
el número de peri odos menstru ales q ue ex p er imenta y disminu ye
con el número de emba razos que tiene. 84 Tras d éca das de investigacio-
nes, hoy sabemos que la exposición acumulada a niveles altos de hor-
monas reproductoras, sobre todo estrógeno, es una de las causas pri n-
cipales que hay detrás de esta asociación . E l estrógeno actúa en mu chas
partes del cuerpo, pero es un estimulant e es pe cia lmente potente de la
división celular en las mamas, ovarios y útero d e las mujeres. Dur ante
cada ciclo menstrual, los niveles de estró ge no a umentan (igual que los
de otras hormo na s relacionadas, como la pro ges ter ona), lo que provo-
ca que las célula s que revisten la par ed del út ero se multipliquen y
agranden, prepar án dose para la posible imrlantación de un embr ión
fecundado. Estas subi das también estimulan la división de las células
mamarias. Así pue s, con cada periodo las mujere s experimentan repe-
tidamente dosis elevadas de ~trógeno que pr ovoc an la proliferaci ón
de células reprodu ctoras, lo que increm e nta en cada ocasión la proba-
122 l. .\ 111, l <.>HI \ DEI CUE llPl) II U ~l ·\'-ll
bilidad de que se prod uzca n muta cion es cancerosas y aumentan el nú-
mer o de copias de cual quier cé lul a mutante. Sin embargo, cuando un a
mujer se queda embara za da, da a luz y ama manta a su hijo, redu ce el
rie sgo d e cánce r de mam a y d e otro s tejid os de la reproduc ción porqu e
red uc e su exposición a las h o rm onas de la reproducción .x' La lacrancia
también ayu da a elimin ar las cé lul as qu e rev isten los conducLOs mama-
rio s, de haciéndose de pa so d e po sibles células mutante s.86
La asociación entre es trógen o y otras horm onas relacionada s con
los cán ceres del aparato reproduc to r pone en evidencia po r qué estas
en ferme d ades son desajus tes evolutiv os influido s por un estado cróni -
co d e balance energéti co po s itiv o. Reco rdemos que durant e millon es
d e a ños la selección natur a l favor ec ió a las mujeres que dedicaban a la
re pr o du cción cualqui e r exce d e nt e d e ene rgía, en parte po r med io de
la acció n ele las hormona s reproductora s como el estró geno. Sin em-
bar go, la selección nat ura l nu nea preparó el cuerpo de la mujer para
re sistir a largo plazo un e xce so d e energía, estróg eno y otr as hormon as
rel ac ion adas. En la actualidad las mujere s son muy diferente s y están
ex pu est as a un riesgo mucho ma yo r de desa rrollar cáncer que las ma-
dres d e tiempo atr ás porqu e s us cuerpos wdavía funcionan d el modo
en qu e evo lucionaron , es dec ir, para tener tantos hijos superviviem es
com o sea posible. El res u Itado es qu e las muje res que tienen más ene r-
gía tamb ién tienen un a mayor exposic ión acumulada a las horm o na s
de la reproducció n, las cuales , e n abund ancia, incrementan el riesgo de
cá n cer. 87
Si examinamo s la cuest ió n m ás a fondo, hallamos que hay do s vía s
qu e v incu lan la energía y el es tr óge no con tasas más altas de cánceres
d e los órganos reprodu ctore s en las muj eres de los países desarro lla-
do s. La primera es el número d e peri odos menstruales que experimen-
la una mujer. Po r tér m ino m edi o, en paí ses como Estados Unidos , In-
g late rr a o Japón , una muje r co mienz a a menstru ar a los doce o tre ce
años d e edad, y sigue hac iéndo lo ha sta que tiene entr e cincuenta y se-
se nta años . Como tien e a s u a lcance méto dos anticon ceptivos, solo tie-
ne un o o dos embara zos durante su vida. Ademá s, cuando da a luz, lo
más prob ab le es que ama mante a su hijo durant e menos de un año. Te-
niendo en cuenta todo eso, ex perimenta aproximadament e entre 350 y
40 0 pe riodo s menst rual es durant e toda su vida. En comparac ión, po r
término medio una muj er d e un grupo de cazadores-recol ector es co-
mi e n za a menstruar a los dieciséi s años y pasa la mayor parte de su
edad adulta entre embarazos y lactanc ia, a menudo esforzándo se po r
E l. CIBClll ll \ 1( l ()Sl l 1) 1,1. i-:,ci:scl
consegui r ene rgía para hacerlo. A s í pu es, en total exp e rim enta unos
1 50 periodo s. Como cada per iodo inunda el cuerpo de una muj er con
pote ntes ho rm o nas, no es de extrañar que las tasas de cánce r del apara-
ro reproducro r se hayan multipli cado durant e las última s generacio nes
al tiempo que se exten día el control p ren atal y la rique za .
La otra vía que en laza los balan ces de energía cró ni camente positi-
vos con los cánceres de los órga nos reproclucrores e n las muj eres es a
través de la g rasa. Ya hemos com e nt ado que las hembras h umanas es-
tán espec ialmente bien ada ptad as p ara almacenar los excedentes de
energía en las células ad iposas, qu e en co njunto actúan como una espe-
cie de ór ga no endocrino qu e sinteri za estrógeno que se libera al tor ren-
te sangu íneo. Las mujeres obesa s pueden tener nive les de estróge no
hasta un 40 po r cienro más alto s que las mujeres sin sobrepeso. ~8 En
consecuencia, las tasas de cáncer d e tejido s reprod ucto res en las muje-
res están fuertem ente co rrelacionada s con la obes idad d es pu és de la
menopausia. En un estudio de más d e 8 5.ooo mujeres ame ricanas post-
menopáu sicas, aque llas que eran ob esas tenían un riesgo 2, 5 veces ma-
yor d e desa rr o llar cáncer de mama que las mujeres que no tenían so-
brepeso. s9 Estas relaciones explican que los increme nto s e n las tasas de
muchos cánceres del aparato reproductor sigan de cerca los incremen-
LOsde las tasas de obesi dad.
La relació n entr e los exceden tes d e e nergía y el cánce r d e l apara LO
rep roductor tambi én se aplica a los h o mbr es, aunqu e no sea tan fuer1e.
Una de las much as funciones d e la princ ipal ho rmona repr o d ucLOra
masculina , la t.esroste rona , es est imul ar la g lándula pro stática para que
prod uzca un fluido lechoso que ayuda a protege r los espermaLOzoi des.
La prós tata produc e este fluido co ns ta ntemente. Vario s estudios han
puesLOd e manifiesro que la expo s ici ó n durant e toda la v ida a niveles
elevad os de test ostero na increm enta e l riesgo de cáncer de próstata,
especialmente en ho mbres que v iven en países desa rrollado s y con un
balance ener gé tico frecuentement e p o s itivo."°
Com o los cánceres de los ó rga no s rep roductor es so n en fer meda-
des por desaju ste vinculada s por med io d e las hormo na s reproducto-
ras a un exceso de energía, la actividad física tiene efect os potentes so-
bre las tasas de algunos c."Í.nce res. T iene sentido que sea así : cuanta más
energía gasta el cuer po en actividad física, menos gasta en bo mbear
hormona s sex uales. Las muj eres física m ente activas tien en ta sas de es-
trógeno alred edor de un 25 por cie nt o má s bajas que las sed e maria s.9'
Estas di ferencias pueden explicar e n pa rt e que var ios estudios hayan
 324 LA HI STORIA D EL CUERPO HU MANO
doc um en tado q u e solo un as pocas h o ras de ejercicio mod er ado a la
r
1
sema n a reduce n su stancialmente las tas as de muchos cánceres, inclui -
d o s los d e ma m a, út ero y prósta ta Y Var ios de estos estudi os h a n e n-•
ce ntr ad o que cuá n to más intenso es el ejercicio, menor es el ri esg o d ~
cáncer. En un es t u di o de más de 14 . 000 muj eres divididas en g rup os
segú n su fo r ma fís ica (mala, media o bu ena), las que tenían un a form a
física me di a su frí a n tasas de cáncer d e mama un 35 por cient o m ás b a-
jas, y las que t ení a n buena form a fís ica, tasas de cáncer ~e ma ma m ás
de un 50 po r c ie n to más bajas (t ras cor regi r por la edad , el peso, e l t a-
baco y o tr os facto res) .93
En re sum en , una perspectiva evo luti va explica por qué la so br ea-
b unda n cia d e la qu e hoy goza tant a ge nt e eleva sus niveles d e horm o-
n as rep roducto r as, lo cual, junto al co nt ro l de la natalidad, aum e nt a la
pr obab ilid ad d e q u e desarrollen cánce r d e mama, ovario, úter o o pr ós-
ta ta. Mu chos d e los cánce res de los ó rga nos reproductor es so n , p o r
ta nto, en fer m ed ad es por desajuste qu e en último análisis está n re lac io-
nad as co n un exceso de energía. A m edid a que el desarro llo eco n ó m ico
y las die tas d e a lim e n tos procesados b a rren el planeta, son m ás las p er-
sona s co n un b a lance de energ ía pos itiv o, a veces muy alto, y aum e nt a
el po rce n taje d e m u jeres y hombr es co n cáncer de tejidos re produ c to -
res.94 Pero ¿so n es tos cánceres eje mp los de disevolución ? ¿N u es tr a
fo r ma d e tra ta r lo s cá nceres del aparato reproductor hace qu e ca d a vez
sea n p eo res o m ás pr evalentes?
E n mu ch o s se ntid os, la respues ta es que no. Aunque al gu n as p e r-
so n as pue d a n redu cir el riesgo de co ntr aer uno de estos cán ce res h a-
ciendo m ás ejerc icio y comiendo m en os, el modo en que tr ata m os los
cáncer es es e l a d ec u ado. Si alguna vez rec ibo un diagnóstico d e cá n cer ,
sos p ech o que q u e rr é usar t0das las ar mas disponibles (fárm acos, c iru -
gía y radia ción) p a ra matar las célu las m u tantes lo an tes po sib le e im -
pedirl es q ue se extien dan po r todo mi cuerpo. Estos tratami en tos h an
incrementa d o la tasa de superv ive ncia d e unos pocos tipos de cá n ce r,
inclu id o el cá n ce r d e mama. No obsta nt e, en dos aspectos im po rt a nt es
la m ane ra como tr ata mos el cánce r pue d e ser algunas veces d isevo lut i-
va. E l p rim ero es qu e el cáncer es m ás pr evenible de lo qu e so le m os
sup one r. La s tasas d e cáncer del apa r ato reproductor se podrían r ed u -
cir sign ifi ca ti va m ent e con más activid ad física y cambios en la di e t a, y
otros tip os d e cá n ce r que tienen su o ri ge n en las sustancias carc in ogé-
nicas que r espir a m os e ingerimos p o d rían reducirse drásti ca m e nt e si
hicié ram o s a lgo m ás para regular la co nt amina ción y red ucir e l c on su -
EL C ÍR C ULO V I CIOSO DE L EX C ESO
mo de tabaco. Record em os, a d emás, qu e el cá nce r es básicamente un
J2 5
tipo d e evolución fuera d e co ntr ol en el que un as células mutantes se
repr oducen sin freno p or t o d o el cuerpo. D el mi smo modo que tratar
las bacterias con antibi ó ticos a veces crea con di ciones que favorecen la
evo luc ión de cepas re siste nt es, tr atar el cánce r co n sustancias química s
ve nenosas a veces pu ed e fav o rece r la evo lució n d e células cancerosa s
res istentes a los fárm acos . 91 D e ello se sigu e qu e pensar en el cánce r
d esde una perspectiva evo lutiva puede ayudarn os a diseñar estrategi as
más eficaces para luch a r co n tra la enferm ed ad . Un a posibilidad es
pr o mover que las célu las b e ni gnas puedan co mp etir favorablemen te
co n las células cancer osas; o tr a es atrap ar las cé lulas cancerosas pro -
mov iendo primero las qu e so n especialment e se nsibles a una determi -
nada sustancia química p a ra lu ego atacarlas cu and o se encuentran en
u n estado vulnerable. Co m o los cánceres son u na suerte de evolució n
dentr o del cuerpo, es p os ib le qu e una lóg ica ev o lu tiva nos ayude a en -
co ntr ar un modo mejo r d e co mb atir esta temib le enfermedad.
¿Nos ESTÁ M ATANDO LA SOBREA BU NDANC I A ?
La diabetes de tipo 2, las e nf e rm edades cardi ovasc ulares y los cánce-
res de los tejidos repr od u c to res no son las úni cas enfermedades de la
abun dancia. También lo so n la gota y el sínd rome del hígado graso (su
no mbre lo dice todo). E l so br e pe so tambi én co ntribu ye a muchas otr as
do lencias, como la inte rrup c ió n de la respirac ió n dur ante el sueño (ap -
nea) o enferm edades d el riñ ó n y de la vesícu la bi liar, y aumenta la p ro -
babi lidad de sufrir lesio n es d e espalda, cadera, ro d illa o pie. A medid a
q u e en todo el mund o la ge nt e hace menos ejercicio y consume más
ca lo rías, especialment e az ú cares y carbo hidr atos simples, estas y otra s
en fermedades de la o pul e n cia, todas ellas enfer medades por desajuste
qu e habían sido rara s du ra nt e la evolución hum ana, seguirán aumen -
ta ndo como lo han hec h o dur a nte los últim os años .s>6
¿Hasta qué punto so n las enfermedades d e la opulencia ejemplos
d e disevolución, de tal man e r a que enferm am os p or desajustes evolu -
tivos y luego permitim os qu e las enferm edad es sigan siendo prevaien -
tes o las agravamos p o rqu e n o conseguimo s atajar sus causas? Con-
cl uimos el capítulo 7 co n tr es características d e las enfermedades por
d esajuste. La prim er a, qu e ti e nd en a ser enferm ed ades crónicas, no in -
p.6 1 \ 111\ 'l llHI \ DEI C UEl \1'0 II LIM,\NO
fecciosas, con causas mú ltiples que interactúa n ent re e llas y son difíci-
les d e tratar o preve nir. La segunda, que estas enfermedades tienden a
ten e r un efecto bajo o insignificante sobre la eficacia reproductora. La
te rcera, que los factores que contribuyen a estas enfe rm eda des tienen
o tros valo res culturales que com portan com promisos en tr e sus costes
y su s ben e ficios.
La d iabetes de tipo 2, las enfermedades cardiova sc u lares y el cán-
cer de m ama tienen estas características. Todas ellas so n pr omovida s
por num erosos estímulos ambientales comp lejos, muy es pec ialmente
por nuevas dietas e inac tividad física, pero también porque vivimos
más año s, madur amos más jóvenes, usamos más anticonceptivos y ot ros
facto res. A demas, estas enfermedade s no suelen darse has ta la media-
na ed ad, po r lo que apena s afectan al número de hij os que tenemos
(la mayoría de las mujeres con diagnóstico de cáncer de m a ma tienen
de sese nt a a se tenta años). 97 Por último, es difícil va lorar lo s costes y
be ne ficios de la ag ricuhur a, la industrialización y o tr os desa rrollos
cultural es que han de sempeñado un papel muy importa nt e co mo pro-
motores de las enferm edades de la opu lencia. Por ejem pl o, la agric ul-
tura y la ind us tr ialización han hecho que la comida sea m e nos cara y
más abun d ante, lo que nos ha permitido alimentar a mil es d e millones
de perso nas. Al mismo tiempo, muchas de estas calo rí as baratas co-
rres po nde n a azúcares, féculas y grasas poco saludab les . ¿Poderno s
pe r mit irn os alimentar al mund o con fru tas y verdur as sa ludables ,
po r n o dec ir con ca rne de animales alimentados con pa sto s? Las fuer-
zas económicas son otro factor. De un lado, los sistem as d e mercado
han hec ho posib les muchas formas de prog reso que perm it en que un
mayor núme ro de perso nas de los países en vías de d esa rroll o vivan
más años y más sanos que sus abuelos. Sin embargo, no to do el capita-
lismo ha red undado en benef icios para el cuerpo hum a no, pu es comer-
cia ntes y fab ricante s viven de sacarle partido a los deseo s y la ignoran-
cia de la ge nt e. Por ejemplo, los anuncios engañosos de a lim e ntos «sin
grasa» tien tan a los cons umid ores a comprar produ ctos d e nsos en ca-
lo rías, ricos en azúcar y carbo hidr at0s simples, que engo rdan t0davía
más. Parad ój icamente, hoy cuesta más esfuerzo y din ero co nsumi r ali-
men tos con menos calo rías. Un vistazo rápido me d ice qu e, pese a su
apar ienc ia modesta y saludable, la bote lla de 440 centímetros cúbicos
de zumo de ará ndano rojo de mi nevera contiene 120 ki loca lorías, pero
un a insp ecció n más pausada revela que la et iqueta se re fiere a una de
las d os im proba b les racion es de la bote lla, de manera qu e s i la bebemos
1-
: 1 t" II\ C l l Ll) V I C l\l ~l) 1)1· 1 rxc1,,1
entera ingerimos 2 4 0 kilocalorías, tanto como una botella de Coca-
Cola de casi 600 centímet ros cúbicos . Tamb ién hemos llenado a gus to
nuestro ent0rno con coc hes, sillas, escaleras mecánicas, cont roles
rernot0s y ot ro~ aparatos que reducen nuestros niveles de actividad
física, caloría a calo rí a. Nuestro ambi ente es innecesariamente vbe-
sogénico. Por otro lad o, la industria farmacéutica ha desarrollad o un
fenomena l abanico d e fármaco s, algunos extrao rdinariamente e f ica -
ces; para tratar los sín tomas de estas enfermedade s. Estos fárm acos y
otros pr oductos sa lvan vidas y reduce n las discapacidades, pero tam-
bién puede n llevarno s a se r permi sivos y complacie ntes. En defini tiva,
hemos creado un amb iente que nos e n ferma por un exceso de energía y
luego nos mantiene vivos sin tener qu e reducir ese ílujo de energía_
¿Q ué podemos h acer? La soluc ión obvia y fundamental es ayuda r
a más per sonas a comer una dicta m ás sa lud able y hacer más ejercicio ,
pero esrc es un o d e los mayo res desafío s que encara nuestra espe ie
(este será el tema d e l capítu lo 13). La otra solución clave es centrarse
ele una manera má:, int e ligente y raciona l en las causas, no en los sí nto -
mas, de estas ení e rrn eda des. Tene r dema siada grasa, especialment e
grasa visceral, es un ri esgo de salu d respecto a muchas enfermedade s,
ademá de un sínt o m a de un desequ ilibr io energé tico, pero tener so-
brepeso o ser obe so no es una en ferm ed ad. La mayoría de las pe rso n as
con sobr epeso u obesas están justi íicadamenre hartas de quienes se
centran en el peso y n o e n la salud y estigmat izan o culpan a los obesos
por ser obesos. Es la m isma lóg ica ne fa sta qu e lleva a culpar a los po-
bres de ser pobr es. De hecho, es h abitual que las dos reprobac iones
vayan de la mano, pu esto que la obe sid ad es tá f uertcmentc correlacio -
nada con la pobreza. 9 8
An te tamaña obsesió n con la «ep idem ia» de obesidad, se ha produ-
cido una compr e nsib le reacción. A lgunos se preguntan si los alarmi s-
tas no habrán exagera d o el proble ma.'>'>Para estos, no solo estigmati -
zarnos inn ecesar iamente a unas persona s, sino que malgastamo s mile s
de millones de dó la res comba tiend o un a crisis inventada. ! lasta cieno
punto, los antiala rm istas tienen su p arte de razón. Superar cierto pe so
recomenda do no es n ecesa riamente p oco sano, como demuest r an la s
muchas person as con sob repeso que v iven muchos años con un a sa lu d
razonablemente buena. Alrededor d e un tercio de las personas con so-
brepeso no pr esenta n n ingu na señal de pr ob lemas metabólicos, tal vez
gracias a su ge nética . 'ºº Pero como este cap ítulo ha enfatizado reitera-
damente, lo qu e má s importa para la sa lud no es la grasa en sí misma.
328 LA HI ST ORIA D EL CUERPO HUMANO
Aú n más importante para predecir lasaludy la lon gev idad es dó nde
r
r
ac umulamos la grasa en el cuerpo, quécomemos y la actividad física
que realizamos.'º ' Un estudio fundamental que s iguió a casi 22.0 00
hombres de todos los pe sos , estaturas y edades d u rant e ocho años des-
cubr ió que los hombr es delgados que no hacía n ejercicio tenían u~
ri esgo de morir dos veces mayor que los obesos q u e realizaban activi-
dad física regular (t ras co rregir por otros factores, como el tabaco, el
alco hol y la edad). 1º 2 Esta r en forma puede mit ig ar los efecros nega ti-
vos de la gordu ra. Por co nsiguiente, una fracció n su sta ncial de pe rso-
nas en buena forma pero co n sobrepeso o incluso co n una ligera obesi-
da d no corren un riesgo mayo r de morir prematu r amente.
Para entender mej or có mo y por qué es tan imp o rtante la actividad
fís ica para la salud, ha llegado el momento de to m a r en consideración
o tra clase de trastornos po r desajuste que están su jetos a disevo lución:
las enfe rmedades por desuso . Estas dolencias no ti enen su origen en un
exceso de algo bueno, sino en un defecto.
I J
DESUSO
Lo queperdemosporfalta de uso
Porque al qu e ciene, le será dado, y tendr á m ás; y al qu e
no tiene, aun lo qu e tiene le será quitad o.
¿Quién n o se ha encont rado alguna vez atrapado en un atasco sob re un
puente y no se ha preguntado si será lo bastante fuerte para sostener
el peso de to d os aque llos coches y pe rsonas? Cuál no se r ía el caos y el
horror si el p u e n te se desplomara, y todos cayeran al río en medio de
una morta l llu via de hormigón, metal y ladrillos. Por suerte, este tipo
de accidente es ext raordinariamente improbab le po rque la mayoría de
los pu ente s es tán construidos para so portar muchos m ás coc hes y per-
sonas de los q u e llevan. Por ejemp lo, John Roebling de libera d amente
diseñó e l Pue n te de Brooklyn pa ra so portar seis veces m ás pe so del
que espe r aba q ue tuviera qu e agua ntar nunca. En la je rga de la inge -
niería, el Pue n te de Brooklyn tiene un coeficiente de segu r idad de
seis.' Resul ta t r anq uilizador saber que a los ingenieros norma lmente se
les requiere q ue usen coeficiente s de segurida d igualmente altos cuan-
do diseñan to d o tipo de estructuras importantes, como puentes, cables
de ascen so r y a las de aviones. Aunque los coeficient es de seguridad
incrementan los costes de construcci ón, son razonables y necesarios
porque r ea lmente nunca sabemos en qué medida tenemo s q u e hac er
fuertes las est ructuras que const ruimo s.
¿Y nuest r o cuerpo? Como bi en sabrá quien alguna vez se haya
roto un hueso, u n ligamento o un tendó n, parece que la selección natu-
ral no construyó estas estructuras con un coeficiente de seguridad su-
ficiente para a lgunas de las actividades que realizamos. Obv iamente,
la selección n a tu ral no adaptó los huesos y ligamentos huma n os para
resistir las fuerza s causadas por las colisiones de coches a g ra n veloci -

dad o po r los accidente s de bicicleta, pero ¿por qué tanta gen te se frac-
tur a la m11ñec.1.la espinilla o los dedos ele los pies por una sim ple caída
mientr as co rr en o caminan ? Aun mú s p r eocupa nte es la pr evalenc ia de
la osteo porosis, una enfermeda d que produce un desgaste paula tino
de los hue sos, que se tornan tan írág i les y qu ebradizos qu e acaba n res-
quebra jánd ose y rompiéndose. La m, tcop o ro sis es respon sable de que
más de un a tercera parte de las muj e res mayore s de Es1ado s U nidos se
fractur en algún hueso, pero hlli>tahace p oco era una enfe rm edad rara
en las per so na~de edad avanzada. Ta l como se explica en e l capítulo .¡,
las abuelas human as no evolucionaron par a renquear co n la ayu da de
un bastón o encama rse en su vejez, s in o para ayudar activam ente a
provee r a sus hijos y nietos.
Lamenta bleme111 e, los desaju stes p o r una capacidad inadecuada
para la d em an da no se ponen de m an í í ies to únicamente en el esquel eto.
¿Por qu é algun as personas se rcsí rían con stantemente mi entra s que
otras tien en sistemas inmunjrari os má s ca paces de protege rlos de in-
feccio nes? ¿Por qué a algunas per so n :.is les cuesta más adap tar se a tem-
peratura s ex tremas? ¿Por qué algunas p ersonas puede n respi rar oxíge-
no lo bastante rápido como para ganar e l Tourd efrance mi emra s que
otr os ap enas pueden inhalar el aire s u f ic iente para sub ir un tram o de
escaleras? ¿Po rqu é son tan comun es es tos y ot ros desaju stes pese a sus
g raves co nsec uencias para la sup e rv i ve nc ía y la reproducción?
Que te ngamos una capacidad in s ufi ciente para enfr entarn os a las
demanda s a las qu e sometemos a nu es 1r o cuerpo suele ser , co mo todos
los desaj u stes, consecuencia de qu e h e m os alterado las int eracc iones
entr e ge nes y ambiente, porque e n ti em pos recientes hemos modifica-
do nuestr o ambiente en varios se nti do s a los que nues tro cuer po está
inadecuad amente adap tado. A med id a qu e envejecemos , los genes que
hereda mo s interacc ionan de una m ane r a int ensa y constant e co n su en-
torn o, afecta ndo la manera en que crece y se desarrolla nu es tro cuerpo.
No obstante , a diferencia de las e nf e rm e dades de la opul encia qu e he-
mos di scutido en el capítulo 10, qu e son co nsecuencia del exceso d e un
eslÍmulo que en otros tiempos e ra poc o abu ndante (com o el azúcar),
estas en fe r medades son resultad o d e r ec ib ir demasiado poco de un es-
tím ulo que solía ser común. Si no se car ga el esqueleto cua nd o se es
jov en, no crece fuerte, y si no estimu lam os el cerebro sufi cientemente
mientr as envejecemos, correm os e l ri esgo de perder ca pa cidades cog-
nitiv as con mayor rapide z, lo qu e pu e d e favorecer enfermed ad es como
la deme n cia. ' Si encima no logramo s im pe dir las causas de esta s enfer-
3 31
m c dad es, permitimos qu e se desarrolle un pern ic ioso bucl e de disevo-
lu ción po r el que transmiti mos a nuesrro hijos los mi smo s ent o rno s. y
p e rm itimos de este modo que la enfermedad siga sie ndo co mún o que
in c lu so au mente su pr evalenc ia. Las enfenn edades por desuso dan
cue nt a de u na co nsid erable fracción de las discapacidades y enfe rm e-
dade s de las nacione s desarro lladas. Cuand o surge n, estas en fer-
medade s tienden a ser difíci les de tratar. pero so n e n gra n medid a
p rcve nibles si pres tam os atención a la manera en qu e n ues tro cuerpo
evo lu cionó para crece r y func ionar.
P O tl QUÉ TE EMOS QUE S0 M1·.TE 1l1' 0S
A T ENS I ONI~~ M I E ' TRA S C R t,.CEt- t OS
A m o do de experim ento mema l, imaginemos que so m os un inge niero
ele robót ica del futu ro lejano y podemos const ruí, · un os ro bo 1s prodi-
giosos que pueden hablar , caminar y realizar otras La reas sofistica das.
Seg uram ente con struiríam os cada robot para d ese mp eña r un a tarea
es p ecíf ica, y adec uaríamos sus capacidades a las funcion es qu e habr á
d e rea lizar (u n robot po licía tendría armas, un robot camarero, una
band eja). También diseña ríamos cada robot pa ra una s co nd iciones
a mbi e nt ales particular es, po r ejemplo calor extr e m o, frí o gé lid o o para
tt·abajar bajo el agua. A ho ra imaginemos que nos pid e n qu e di señe mos
un r obot sin saber qu é fu nciones habrá de dese mper ia r o a qu é co ndi-
cio nes ambienta les es tará expuesto. ¿Cómo crea r ía mo s ese robo t supe-
r ad a ptab le?
L a respuesta es qu e dise ñaríamos cada robo t p ara qu e se d esarr o-
llase d e una for ma din ámica para de este modo aju s ta r sus capaci dad es
y fun c ion ar bajo sus condic iones. Si el robot se e n co ntra se en un me-
di o con agua, desa rr ollarí a impermeabilidad, y si n ecesi tara rescata r
víc tim as de incendi os , desa rrollaría la capacidad d e re sistir al fuego.
Co m o los robots es tán const ruidos con un gran núme ro de compo nen-
tes int eg rado s, tendríam os que asegurarnos d e qu e lo s co mp o nentes
d e l robo t imeraccio na sen entre sí durante el de sa rr o llo d e maner a que
to d o encajase bien y el co njunto funcionase. D e este m odo, po r ejem-
pl o, la imp ermeabilid ad no interferiría con los m ovi mi e nt os d e lo s br a-
zos o las piern as.
Quién sabe si lo s ingen ieros del futuro serán capace s de tocio eso;
3 32 L A HI STOR I A DEL CUERPO IIUMAN O
lo que sí sabemos es que, gracias a la evolución, las plantas y los ani-
ma les ya pueden hacerlo. Como se desarrollan por medio de innume-
rables interacciones entr e los ge nes y el ambiente, los organismos
pueden construir cuerpo s e xtrema damente complejos y altamente in-
teg rad os que no solo funcionan bien, sino que además pueden adap'-
tarse a un amp lio espectro d e c ir cunstancias. Está claro que no pode-
mos for mar órgan os nuevos a vo lun tad, pero muchos ó rganos adaptan
sus capaci dades a las demandas respondiendo a las tensiones durante el
crec imi ento. Por ejemp lo, si corre mos más de niños, o cargamos peso
sob re los huesos de las pie rn as es tos crecen más gruesos. Otro ejemplo
del qu e menos gente se percata es la capacidad de suda r. Los humanos
nace mos con millone s de g lánd ul as sudoríparas, pero el porcentajede
glá ndul as que realment e sec reta n sudor cuand o pasamos calor está in-
fluid o por el calor qu e hayamos experimentado durant e los primeros
años d e vida.3 Otros aju stes respon den de forma dinámica a lo largo de
la v ida a las presiones ambientales, incluso en los adulto s. Si levanta-
mos pesas de mane ra reg u la r dur ante unas pocas semana s, los múscu-
los de los brazos se ca nsan y lu ego crecen haciéndose más grandes y
más fue rtes. Al contr ario, si quedamo s encamados durant e meses o
años, los músculos y los hu esos pierd en masa y fuerza.
La capacidad del cue rp o para ajustar sus caracte rísticas observa-
bles (su feno tipo) en res pue s ta a pr esiones ambienta les se conoce for-
malmente como plasticida d fa n olÍpica. Todo s los organ ismos requie-
ren pla sticidad fenocípi ca p a ra crecer y funci onar , y cuanto más
busc an los biólogos, má s e je mpl os encuentran.4 Tiene sentido que mi
cuer p o desa rro lle má s g lá ndul as sudorípara s si voy a vivir en un am-
b ient e rea lmente calu roso, hu esos más grue sos si tengo más proba-
bi lidad es de rompe rm e un brazo o una pierna, y piel más oscura du-
rante el veran o, cua nd o es m ás probable que me qu eme la piel. Sin
embargo, depe nde r de estas interacci ones tiene desventajas que pue-
den cond ucir a desaju stes c u a nd o algunas señales ambientales quedan
redu cida s, modificada s o faltan. A medida que la primavera avanza
hacia el veran o, suel o coge r co lor en la piel, lo que impid e que esra se
queme, pero si me meto e n un avión durante el invierno y vuelobasta
el ecu ado r, mi piel cla ra se quemará en muy poco tie mpo si no la pro-
tejo co n ropa o una cre ma so lar. Una perspectiva evolutiva del ruer-
po nos lleva a pen sar q ue ahora estos desajustes son más comunes que
nunca porque durante las última s generacione s hemos cambiado las
condicione s en las que nos desarrollamos, en algun os casos de un
r DESUS O 333
modo al que la selección natural no nos había preparado nunc a como e
los viajes en av ión). Estos desajustes pue d e n ser perniciosos porque a
menudo surg en du rante los primeros años d e vida pero causan pro-
blemas muc hos años después, cuando ya es d emasiado tarde par a co-
rregirlos.
Lo que nos tr ae de vuelta a los coefic ie nt es de seguridad. ¿Por qué
la naturaleza no cons truye los cuerpos del mi smo modo que los inge-
nieros construye n los puentes, con unos co e ficientes de segu ridad
generosos que nos permitan adapta~nos a un amp lio abanico de con-
diciones? La exp licación fundamental radica en los compromisos. Todo
implica compromi sos: más de una cosa signifi ca menos de otra. Unos
huesos más gruesos, por ejemplo, son má s difí ciles de fractu rar , pero
moverlos cuesta más energía. La piel oscu ra im pide que la piel se que-
me, pero limita la cantidad de vitamin a D qu e podemos sintetizar. 1 Al
favorecer los mecanis mos que ajustan el fenotip o a ambientes particu-
lares, la selección natural ayudaa1cuerpo a e nc ontra r el equilibr io justo
entre las diversas tareas y a conseguir el niv el de funcionamiento ade-
cuado: suficie nte pero no excesivo.6 Algu n as características, corno el
color de la piel y el tamaño de los mú sc u los, pu eden ajustarse de este
modo durante tod a la vida. El músculo, por ejemplo, es un tejido costo-
so de manten er, pues consume alrededo r d e un 40 por ciento de l meta-
bolismo de cue rp o en reposo. Por eso tie ne sent ido permitir que los
músculos se atrofien cuando no los nec es it a m os y hacerlos crecer cuan-
do nos hacen falta. Sin embargo,la mayo ría de nuestros rasgos, como la
longitud de las piernas o el tamaño del ce rebro , no pueden adapta rse de
manera cont inua a los cambios en el amb ie n te porque no pued en rees-
tructurarse un a vez que finalizansu crec imi ento. Para estos rasgos, el
cuerpo tiene que aprovechar señales d el am bi ente, es decir, tensiones,
para predecir la configuración óptim a de la estructura en el adulto al
principio de su desarrollo, a menudo en el út e ro o durante los primeros
años de vida. Aunque estas predicciones no s ayudan a ajustarn os ade-
cuadamente a nuestro entorno particular, las estructuras que no experi-
mentan los estímulos adecuados al principio de la vida pueden acabar
estando mal ajustados a las condicione s que expe rimentarán más tarde.
En resum en, realmente hemosev o lucionad o para «usarlo o per-
derlo». Como los cuerpos no están dise ñados sino que crecen y evolu-
cionan, nuestro cuerpo espera y, de h ec ho, requier e ciertas pre siones
mientras maduramos para poder desar rollar se adecuadamente . Estas
interacciones son bien conocidas y val o rad as en el cerebro: si priva-
 ..,
3H 1 \ 111, l"\lltl \ Dl"I CL Elll'<l lll \I \N<l
mos a un niñ o o niña d e l lenguaje o la inter acc ión social. su ce rebro
nunca se d esar ro llará adecuadamente, y el mejor momento para ap r en-
de r un nu evo idi oma o a to car el violín es cuando somos jóvene s . l nte -
raccio n es de igua l importancia caracte rizan o tros sistemas que in terac-
túa n int ensame n te co n el mundo exte rior, como el sistema inmunit a rio
y los órga n os qu e n os ayudan a diger ir la co mida, a mantener un a tem-
peratura del cue rpo estable y otras .
Visto bajo esta lu ;,,, podemos pr edecir muchas enfermedad es p or
desaj uste cuando el cuerpo deja de experi mentar tantas tensiones como
la selecc ión natural lo ha prep arado p ara esperar. Algunos d e estos
desaj us tes se ma ni fiesta n al principio d el desarrollo, pero otro s, como
la ostcoporos is, no em pi eza n a causa r pr ob lemas hasta una eclad avan -
zada. Es evide nt e que la osteoporos is y o tra s enferm edades relac iona-
das co n el envejecim ie nto son más co munes porque los humano s a l-
canzamos un a edad m ás avanzada, pero mu chos indicios s u g ie re n
q ue esas enfer m eda des so n preveni bles y de ningún modo inev itab les.
nos h uesos quebrad izos en un cuerpo de sese nta años son un d esa ju s-
te evo luti vo. /\de m ;:ís, es ros desajustes so n susce pribles de dise vo lu -
ción si no conseguimos p reven ir sus causas . l lay muchas enfe rm e d a-
des po r des uso, pe ro es te capítulo se ce ntr a en unos pocos ejemp los
comu nes e ilust rati vos. Come ncemos po r d os ejemplos del esqu e leto:
po r qu é desa rr o llamos os teo poros is y por qué muchos tenemos muela s
de l juicio impa ctada s. Ambos casos se de rivan de cómo crecen los h ue-
sos en resp ue s1a a las ten siones.
P OH QU I~ LO ~ II UESOS NECES I TAN TENS I ÓN
(PER O NO EXCES I VA)
o rno las vigas y co lum nas de una casa, nu estros huesos tiene n qu e
so porta r mucho p eso. Pe ro a difere ncia de las vigas de un eclific io, los
hue sos tam b ién tie n en qu e moverse, alm ace nar calcio, alojar la medul a
ósea y pr oporcio n ar puntos de anclaje para músculos, ligamento s y
tend o nes. Adema s, los h u esos tienen que crecer y por tanto cambiar de
forma y tama ño a lo la r go de la vida s in co mprom eter nuestra s ca p aci-
dades . Cuan d o sufre n u na lesión, tam bién tienen que reparar se a sí
mismos. Nin g ú n in ge ni ero ha consegu ido crear un material tan ver sá -
til y funciona l como e l h ueso .
33í
Los huesos log ran hacer tantas cosas y tan bien gracias a la selec-
ción natural. Du rante cien tos de mill ones de años, el hueso evolucio-
nó para ser un solo tejido con mú Iripies componentes que funcionan
co njunt amenre como el ho rm igó n a r mado, creando un materia l que es
a un tiempo rígido y resistente per o que también crece de una forma
din ámica como respuesta a u na co mbin ación de señales ge néricas y
ambi emales . La forma inicial de un hueso está muy controlada por los
genes, pero para que se de sar r o l le adecuadamente necesi ta los nu-
tri entes y las hormonas que le pe rmi tirán crecer arm oniosame nte con
e l resto del cue rpo. Ademá s, para q ue un hueso adulto alcance la for-
ma correcta tiene que ex peri mentar ciertas tensiones mecá nicas mien-
tr as crece. Cada vez que nos m ovemos, los músculos y el peso del
cue rpo aplican fuerzas a los huesos, lo que a su vez gene ra deforma-
ciones muy leves. Estas defo r mac io nes son tan ligeras que apenas las
no tamos, pero lo bas ranre gra nd es para que las célu las de los huesos
p ue dan medirlas y reaccio n a r a e l las constanteme nte. De hecho, estas
d eformacio nes son necesarias pai-.1 que un hueso se desar ro lle hasta
alcanzar su forma, tama ño y rcs isr encía adecuadas. Un hueso que al
crecer no experimenta una ca 1·ga s u ficie nte será para sie mpr e débil y
frág il, como los huesos de las p ier n as d e un niño que crece confinado
a un a silla de rueda s. A l contra ri o, s i cargamos mucho sob re un hueso
du rante el desarrollo, alcanza r á m ayo r groso r y será más fuerte. El
br azo de los tenisras ilustra b ie n es te prin cipio. Las personas que juga-
ron mucho al tenis de jóvenes t ie n en en su brazo dom inante, el que
u sa n pa ra sostener la raqu eta, hu esos hasta un 40 po r ciento más grue-
sos y fuertes que en el o tro brazo. 7 Ot ros estudios reve lan que los ni-
ños qu e corren y caminan más de sa rrollan huesos más g ruesos en las
piernas y los niños que mast ica n a limentos más duros y co rreosos de-
sa rr o llan huesos más g ruesos e n las mandíbulas. 8 Quien algo quiere,
algo le cuesta.
O tros factores, como los ge ne s y la nutrición, tamb ién tienen efec-
tos importantes sobre el crecim ie n to de los huesos, pero la capacidad
de l esqueleto para respo nder a l as ca rgas mecánicas durant e el desa-
rro llo es especialmente ad aptat iva. Sin esa plasticidad , nuestros huesos
tendrían que ser como el Puente de Brooklyn, gruesos en exceso para
ev itar que fallen, y po r tant o m ás g randes y costosos de mover. No
obstante, la for ma en que e l es quel ew se adapta a su entorno mecánico
tien e una desafortunada res t r icc ió n: en cuanto el esq ueleto deja de cre-
cer, los huesos no pueden crece r m ás en grosor. Si comenza mos a gol-
 LA III STOR IA DEL CUERPO IIU MANO
l.
pea r pelotas de ten is cuando somos adultos, los huesos de l brazo pue-
den hacerse un poco más gruesos, pero no tanto como los d e un tenista
ado lesce nt e. De hecho, nuestro esqueleto alcanza su tam año máximo,
poco des pu és de conve rtirnos en adultos, entre los diec io ch o y los
veint e años en las chicas y entre los veinte y los veinticin co en los chi~
cos .9 D esd e entonces, es poco lo que podemos hacer para que los hue-
sos sean más g randes, y al poco tiempo el esqueleto com enz ará a per-
de r hueso d u rante el resto de la vida.
Los hu esos tal vez no pueden hacerse más gru esos, pero no son en
absoluto inertes y podemos congratularnos de que retenga n la capaci-
dad de repararse a sí mismos. Como se ha comentado, cad a vez qu e nos
move mos, las fuerza que aplicamos a cada hueso provo ca n un as de-
form acio nes muy leves (unas distensiones). Estas deform ac ione s son
norma les y sa ludables, pero si son demasiado numerosas, rápida s o fuer-
tes, pue d en provoca r lesiones en forma de fisuras. Si estas fi suras se
acumul an, crecen y comienzan a unirse a otras fisuras más gr a ndes, el
hueso pued e fracturar se como un puente que se derrumb a b aj o el peso
de dema siados coches. Sin embargo, en condiciones norm ales , es tos de-
sast res no se produc en porque los huesos se reparan a sí mi sm os. Du-
rante es te proceso de reparación, el hueso viejo y dañad o es retirado y
reem plazado por hueso nuevo y sano. De hecho, el proceso d e repara-
ció n sue le inic iarse con la tensión del hueso. Cada vez q ue co rremos,
salta mos o tr epamos a un árbol, las deformaciones resultant es generan
seña les que estimulan la reparación justamente allí donde más se necesi-
te. 'º Cua nt o más usam os el esqueleto, mejor se conserva. Po r de sgr acia,
lo contrar io tamb ién es cierto: no usar bastante los huesos co nduc e a la
pérdi da de h ueso. Los astronautas, que en el espacio viven e n un entor-
no casi lib re de grave dad y por tanto someten a los huesos a muy pocas
tensiones, pierden hueso a un ritmo elevado y regresan de es tancia s lar-
gas con huesos pelig rosamente débiles. A su llegada, suele n necesitar
qu e cargue n con ellos para evitar que sus huesos se fractur e n al cami-
nar. O bv iame nte, la selección natural no adaptó a los hum ano s a vivir
en el espac io, pero no usar los huesos aquí en la Ti erra tant o co mo nues-
tra evo luc ión ha dispuesto que nuestro cuerpo espere qu e hagamos
con d uce a varias en fermedades del esqueleto por desajuste que son co-
mun es, entr e ellas la osteoporosis y las muelas del juicio imp a ctada s.
r
DESU SO 337
ÜS T EO P ORO S IS
La osteoporosis es una enferm edad debi litante que con frecuencia se
manifiesta casi sin avisa r en per so na s mayores, sobre todo en mujer es .
Un caso bastante comú n es que una mujer de edad avanzada se caig a y
se ro mpa la cadera o la mu ñeca. En circun stancias normales, su es q ue-
leto habría sido ca paz d e resistir una ca ída, pero sus huesos se han te r-
nado tan finos qu e les fa lta la fuerza para resistir el embate de la ca íd a.
Ot ro ~ipo de fractu ra co mú n se produ ce cuando un h_ ueso debilitad o d e
la columna ya no pue d e agua ntar el p eso del tronco y de repente ced e y
se colapsa como un a to rt a. Estas fra ctur as por compresión causa n d o -
lor crónico, pérdid a de altu ra y una pos tu ra encorvada. En conjunt o, la
osteoporosis afec ta al menos a un te rcio de las mujeres de más d e cin -
cuenta años y al menos al 10 por ciento de los hombres de edad pa rec i-
da, y su prevalencia se está disparand o en los países en desarroll o. ' '
Esta creciente epi de mi a es un grave pr ob lema social y económi co qu e
provoca mucho do lo r y malestar ad emás de miles de millones de d ó la-
res en costes sani ta rios .
A primera vista, la osteo poro sis es un a enfermedad de la vejez , as í
que el hecho de qu e su prevalenci a vaya en aumento no es n ingu n a
sorp resa, dado que la gen te vive más años . Sin embargo, las frac tur as
relacionadas co n la osteo po rosis so n extr aordinariamente rar as e n el
registro arqueológ ico, incluso des pu és de los inicios de la agri cultu -
ra.12Al contrari o, todos los indi cios apuntan a que la osteopor os is es
una enfermedad po r d esa juste much o más común en tiempos mod er-
nos, que tiene su causa en interac cion es entre los genes hered ado s y
varios factores de riesgo: actividad física, edad, sexo, hormona s y di e-
ta. El peor de los casos co rrespond e a un a mujer sedentaria postmen o-
páusica que no hizo m u ch o ejercicio de joven, no ingiere el calcio sufi -
ciente y tiene un a defic iencia de vitamin a D. Fumar también agrava la
enfermedad.
Para entender de q ué mod o int eractúan la edad, el sexo, el ejer ci-
cio, las hormon as y la die ta para cau sa r la osteoporosis, veamos d e qu é
forma influyen estos fac tor es de riesgo en los dos tipos principale s de
células que crean los hue sos: osteobla stos y osteoclastos. Los oste o-
blastos son las cé lul as que forman hu eso nuevo, mientras que los os-
teoclastos son las qu e di suelven y retir an el hueso viejo. Ambos so n
necesarios, por qu e d el mismo modo que a menudo bay que tirar tabi-
ques al suelo cua nd o ampliam os o resta ur amos una casa,estos dos ti-
 L ·\ III S ro111\ l)EL C U l.cltl'l l l ll'M \1\ l)

pos d e células tienen qu e trabajar jun tas para hace r c rece r y repara1·los ..------------
,, , \ l)ll 'oíb:tlO~

h u esos . Cuando un hu eso crece de manera no r ma l, los osreob la stos : (,~club,q ut'elimm.mhuc-,o)

so n más activos q ue los osteo clastos (de otro modo los huesos no ga-
na ría n grosor) . Pero a medid a que nos hacemo s ad u lws y el crecimi en-
ro de l esquelet0 se frena o cesa, los osteo blastos p rod uce n menos hue -
,-(
so y cada vez pasa n más tiempo regulando la re pa rac ió n del tejido '~~ ....
óseo , tal como mu est ra la figu ra 25. Durant e este pr oceso, los osteo-
o,,evbb, l(,s
b las tos primero dan señal a los osreoclast0s para g ue re tir en hueso de
'- ----------~ • •• :__(,c1u1a,.1uetunnan....,...9_
un lugar determin ado, y luego rellenan el hueco co n hu eso nuev o y C u e rp o de, énebr,1 san.1
sa no.' 1 En co ndicio nes no rmales, los osteobl asto s ree mpl azan más o
m enos la misma canti da d de hueso que los osteoc las tos retiran_ Sin
e m ba rgo, cuando la ac tividad de los osteocla stos sup e ra a la ele los os-
teob lastos, se desa rro lla o steoporosis. Estos dese quilibri os hacen qu e
los hu esos se torn en más finos y porosos, un grave p ro bl ema en el teji-
d o óseo esponjoso qu e rellena cieno s huesos com o las vé rtebras, así
co mo las articulacio nes (figura 25). Este tipo de h u es o es tá formad o Mj-,.eliminación
<¡uclormacionckhot""'}.C
>
po r un a gran cantidad d e ligeras y d iminutas va rill as o trabécul as y
Cuerpo d e véncbra conos1eu poro\b ....! - - - -- · - -- -- - - -- --. - -
p lacas. Mientr as crece, el esqu eleto crea millones d e es tos punrale vi-
ta les , pero, po r desg racia, cuand o deja de crecer p ie rd e la capacidad de t
fab ri carlos./\ par ti r d e ent onces, cuand o un osteoc las to demasiado en-
tu sias ta elimina o cona un punt al, ya no puede se r re p a rado o form ado
d e n ue vo. Puntal a punt al, el hueso se debilita perm a ne nt emente hasta
gu e un d ía su coefic ie nte de seguridad es demasiado baj o y se frac tur a.
Visto así, la ost eo po rosis es básicame nte un a e n fe rm edad cau sad a
p o r un exceso d e reso rció n de hueso por los osteoc las to s y una in sufi-
Cue rp o d e vertebraaplas tado
cie nte clepo ició n de hu eso por los osteob lastos. A m e did a que enveje-
ce mo s, los electos de este desequilibrio hacen qu e los h uesos se torn en
Figura 2 5. Os teo poros is. Esquema de una ~ccción transversal del cue rpo de
fr ág iles y luego se rompa n. De t0dos los facto res re la cion ados con la
una vérteb ra no rmal (arriba), llena de hueso esponjoso.El detalle d e la den.'-
edad que llevan a qu e los osteoclastos actúen a un ritm o mayor que los cha muestra có mo los osteoclasLOseliminan hueso,que es reemplazado por la
o steobl astos, la fal ta de estr óge no es el más impo rt a nt e . Entr e sus mu- acción de los ostcob lastos. La osteoporosis se producecuando la eliminac ión
ch as fu nciones, el estr óg en o estimula a los oste obl as tos a fabricar hue- de hueso se pr oduce a mayor ritmo que su rcemplaw, lo que da luga r a una
so a l tiempo que fren a a los osteoclastos para que d eje n d e retirar tejido pérdida de ma sa y densidad ósea (en medio) . Con el tiempo, la vértebra es
ó seo . Esta función du a l se tran sforma en un pro ble m a cuand o las mu- demasiado déb il para soportar el peso del cuerpo y seaplasta (abajo ) .
je res atraviesan la me nop ausia y sus niveles de es tr ó g eno se des plo-
man. De repente, los osteob lastos comie nzan a ir m ás d espac io al mis- también tie n en riesgo de osteopo rosis, pero menos qu e las m uje res
m o tiempo que los o steo cla stos se torna n más act ivo s, lo qu e condu ce a porque den tr o d e sus huesos con vierten testosterona en est róge no. Los
una tasa rápida de pérdida de hueso. Por eso, la admini stración d e es- hombres de e d a d av anzada no atr av iesan una menopausia , p e ro a m e-
tr óg eno a las mu jeres pos tmen opáusicas (terapi a d e reemp lazo de dida qu e d esc ie nde n sus niveles de testosterona, crean me n os est róge-
es tró geno) reduce o inclu so frena la pérdida d e hue so. Los hombr es no y se enfr e nt a n a un riesgo mayo r de fractura de hueso.
 L A li1S T 0 R1A DE L CUERPO H U MAN O DESUSO 34'

De los mú ltip les factores que convi e rten a la osteoporosis en una

modern a enfe r me dad por desajuste, uno de los mayores es la actividad
física, cuyos efectos beneficiosos sobre la salud de los huesos so n im- , t picode
posibles de exage rar. En primer lugar, co mo el esqueleto se form a so- oV>
..,
t masaósea
::, . .... - .. ....
bre todo an tes d e los veinte y pocosaño s de edad, realizar mu cha s acti- ' _,::
.., ,·
vidades qu e impliqu en cargar con pe so dur ante la juventud, y so bre -o
~ ¡-- - -J '--, ;L--- - - --,-U,-
m..,b-
ra..,1-p-a
r-a..,..la_o_
s_t~--u-
p_o_r..!
c::...
s~is- ·- .-- - - -l
todo dur ante la pub ertad , conduce a un pico má s alto de ma sa ósea. Tal
¿; . , ' ·~ •• .... . .
como enseña la figur a 16, las persona s que so n sedentarias de jóv enes .. ln ac. 1iva

entran en la mediana edad con una m asa de hue so considerablem ente - -.

.,.
" '
.
.
meno r que las perso nas más activas. La ac ti vidad física tambi én sigue
afectando a la salud de los hueso s a medida que envejecemos. D oce nas o 10 20 JO 40 so 60 70 80

de estudi os pru eb an que uno s nivele s alto s de actividad es qu e impli- Edad

quen llevar p eso redu cen considerab lem e nte y a veces inclu so fren an o
revien en lige ramente la tasa de pérdid a de hu eso en las perso na s ma-
yores. q Los cambios en la manera d e madurar y envejece r agr avan
este prob lema, espec ialme nte en las muj e re s. Las chicas de los pu eblos
cazado res-recolectores suelen llegar a la pub ertad unos tres años más
tarde qu e las n iñ as que crece n en países d esa rr ollados, lo qu e les o frece
unos pocos añ o s m ás para formar un esque leto fuerte y sano, bi e n pre-
parado para so p o rt ar año s de envejecimi e nt o. ' ! Además, nat uralm en-
te, cuantos más año s vivimos, más frág iles se to rnan los huesos y más
pr obable es q ue se fracture n.
Apa rte de la act ividad física y el est róge no, el otro factor principa l
que incrementa el riesgo de osteoporos is es la dieta, especia lm ent e el
calcio. Un cu erpo necesita calcio abundant e para funcion ar ad ecuada-
mente, y un a de las mu chas tareas qu e d es emp eñan los huesos es se rvir
de reserva de es te mine ral esencial. Si los ni veles de calcio en la sang re
caen demasia d o a causa de una ingesta in s ufi ciente con la co mid a, las
hormo nas es timul an a los osteoclastos para qu e resorban hu eso, resta-
bleciendo el eq uilibri o del calcio. Est a respuesta, sin embargo, debili ta
los huesos si e] tejid o no es sustituid o. En co nsecuencia, tanto los ani-
males co mo las per son as cuyas diet as so n perm anentemente d eficie n-
tes en calcio d esar rollan huesos end eble s, y lo pierd en más rápida-
mente al enve jecer . Además, las mod er na s diet as basadas en cerea les
tienden a ser te rribl emente deficient es e n calcio, de dos a cinco veces
por debajo d e las d ietas típicas de los caza d o res-reco lecto res, y solo
una minoría de los nor teamericano s toman el calcio sufici ente. ' 6 Este
problema, además, suele verse agravad o por niveles bajos de vitamin a
D , que ayuda a l int estino a absorber el c alci o, y por niveles b ajos de
Figura 26. Modelo general de la osteoporosis. Las perso n as físicamente inac-
tivas d esarrollan menos masa de hueso mientnS crece n . Tras el pico de masa
ósea, todas las personas pierden hueso, espeó.drnence las mujeres después de
la m enopausia. Las personas inactivas pierden hu eso m ás deprisa y cruzan
ant es el umbral de la osteoporosis porque partiero n de un pico de masa ósea
m ás b ajo.
proteína en la dieta, que también es necesaria para sintet izar hueso. ' 7
Quien esté preocupad o por la osteo porosis, sin e mbar go, debería tener
p re s ent e que con tomar sufic iente calcio y vit a mina D no basta par a
prev e nir o revertir la enferm edad. Todavía hay que so meter al esque-
l eto a esfuerzo para est imul ar a los osteobla sto s para qu e utilicen ese
ca lci o.
En defi nitiva, mill ones de años de selecció n natur al no han prepa -
rado a nuestro esq ueleto para madu rar sin abundante act ividad física
junt o a buenas dosis de calcio, vitamina D y proteí na s. Ad emás, hasta
ha ce poco, las mu jeres no atra vesaban la pub e rtad ha sta los dieciséis
años, lo que les daba vari os años más para con s truir un esqueleto más
firme y fuerte. Las variaciones genéticas iambi én d ese mp eñan un pa -
pel, pues algunas per sonas tienen una mayor pr e disposi ción a desarro-
llar os teopo rosis. No obstante, como ocurre co n mucha s otras enfer -
medad es por d esajuste, las personas que tienen esa genérica corr erían
un riesgo mucho menor si nuestro ambiente no hubier a cambiado tan-
to. U no de los probl emas más grandes de esta e pid e mia es que para
cuando se diagnostica la enfe rm edad, lo quea m e nudo ocurre a raíz de
una frac tura de hueso , ya es demasiado tardepa r a prev enirla. Llegados
3.¡2 1 A lll ~T\llll \ 1)1· I CL EHl',l IILM \:--ll
a ese punto, la mejo r esLrategia es fr e nar el prog reso de la enfe rmedad
y pre ve nir nuevas frac turas. Lo s m édicos suele n pr esc ribir una combi-
nación d e co mp leme nw s dierético'>, ejerc icio moderado (el ejercicio
vigoroso pue d e ser peligroso -:u anclo se tiene n huesos frágil e ), y fár-
macos. /\dmini~Lrar suplement os de est rógeno a las muj eres postme-
nopáusicas es muy eficaz, pero in crementan el riesgo de pawlogías del
corazón y de cáncer, por lo que m édicos y paciente::. se ven o bligados a
contraponer el riesgo de osLeoporosis al d e OLras do lenci as. Se han de-
sarro llado varios fár macos que reduce n la actividad de los os teoclas-
tos, pero a m enudo tie nen efectos secundarios desag radables .
La osteoporos is es, por Lanto, una enfermedad por desajus te que
en ciena med id a es un produ cto secunda rio del hecho de qu e pasamos
más promo por la pubertad y v ivimo s más años, pe ro las per so nas que
ingieren calc io sufic iente con la di eta y son física meme más ac tivas en
su juventud fo rman un esc1ueleto má s robus Lo y, por Lanto, más resis-
tente a la osLeopo ros is. Ademá s, si sigue n siend o físicame nte activos
mientras enve jece n (y toman e l ca lc io suficient e), perder á n hueso a
una tasa mucho má s lenta. La s mu je res postmenopáus ica::is iempre co-
rrerá n un rie sgo mayo r, pero las Lc ns io nes evolutivament e nor males
desd e la juvc nLud a la vejez ayuda11 a qu e su esqu eleLo desa rro lle un
coe ficie nt e de segu ridad adecuado. E n este sentido , la osteo po rosis es
un ejem p lo mu y exte ndido d e clisevo lución, porque mi emr as no consi-
ga mos convencer mejo r a la ge nte, es pec ialment e a las chi cas, de que
sea n físicame nte más activa s y co m an alimento s más ricos en calcio,
nos enfr ent a remos inevitabl em e nt e a un as rasas crecientes de esta in-
necesaria , debilitante y coswsa e nf e rm eda d.
U 'AS MUELAS D EL JU I C I O MUY POCO JU I C I OSAS
Dura nte mi ú lt im o año de carrera uni ve rsita ria, la ma ndíbu la me dolió
durant e mese s. l nten té ig norar a qu e l m alestar y aguanté co n analgési-
cos hast a qu e, d urante una limpie za de bo ca rutinar ia, el de nt ista me
reco m end ó que con sultar a sin d e m ora a un ciruja no especial ista en or-
tod oncia. Una placa d e rayos X reve ló qu e mis mue las del juicio (los
terce ro s mo la res) estaban d emostrando su poco jui cio tra tan do de sa-
lir. Como n o tenían espac io suf ici ente, h abía n rot ado en el hueso y es-
taban impac tand o con tr a las raí ces de mi s otros dientes . Así que, como
3 1)
la mayoría de mis compat riotas, tuve que so m ete rme a cirugía oral
para extraer aquellos indeseables dientes. Además de se r dolorosas, las
mu elas del juicio impactadas empujan a o tr os d ientes y los desplazan
de su posición co rrecta, pueden causar dañ os en los nervios y a veces
provocan graves infecciones orales . Ante s d e la invención de los anti-
bióticos, estas infecciones podían ser mortales . ¿Cómo y por qué dise-
ñó la evoluc ión nuest ra cabeza con tan poca ca b eza, dejando espacio
in s ufi ciente para wdos los d ientes y poniéndono s en riesgo de graves
s ufrimi entos e incluso de muerte? ¿Qu é h acía la gente con las muelas
i mpacLadas ames de la penicilina y la cirugí a mode rn a?
En realidad, la evo luc ión no fue tan mal diseñadora. Si se examina
un bu en númer o d e cráneos antiguo s y m oder n os, ensegui da se com-
pr end e que las mue las del juicio impact adas so n OLro eje mplo de un
desajuste evo lutivo . El museo en el que tr abajo ti ene miles d e cráneos
antiguos de todo el mundo. La mayo ría d e los c ráneos de los últimos
cie ntos de años son la pesad illa de un denti s ta: lle nos de cari es e infec-
cio nes, con los dientes apiñados en la mand íbu la y, al rededor de una
cua na parre de los casos, co n dientes impa ctados . Los cráneos de los
agricultores p reind ustr iales tambié n están rep le 1os de carie s y abscesos
de aspecto do loroso, pero menos del 5 por ciento tiene mu elas del jui-
cio impactadas.'~ Por su parte, la mayor ía d e los caz ad o res-reco lectO-
res tenían una sal ud d ental perfecta. Al pa recer, la odonwlogía y la or-
tod onc ia no eran m uy necesarias duran te la E d ad de Piedra. Durante
m illones de años, los humano s no LUvicro n nin g ún prob lema para que
les salieran las muelas del juicio, pero las innovacion es en las Lécnicas
d e preparació n de alim entos han echado a perde r el antiguo sistema
po r el que la int eracción entr e los ge nes y las tensio nes mecán icas
que se produce n al ma st icar permit en que la s m a nd íbulas y los dientes
c rezca n juntos de form a correcta. D e hec ho, la pre valenc ia de las mue-
las del juicio impactada s tiene mucho s paral e los con la os teopo rosis.
D el mismo mod o q ue las extremidades y la co lu mn a no crecen loba s-
tante fuertes si no se so mete a los huesos a las tens iones suf icientes al
ca min ar, corr er y hacer otra s actividades, las mand íbu las no crecen lo
bastante para aloja r todos los diente s, y es tos no encajarán como deben
s i no los sometem os a las tensiones suficientes al ma st icar co mida.
Veamos cómo ocur re todo esto. Cada vez q ue mast icamos, los
m úsculos mueve n los die ntes inferior es con fuerza co ntra los superio-
res para romper los alimentos. Cualq uiera qu e por accide nte haya me-
t ido un dedo en la boca de otra persona sa brá que los hum anos pode-
344 L A III ST O RI A D EL CU ERPO MU MA N O
mos morder con mucha fuerza. ' 9 Las fuerzas que generamos no s olo
machacan los alim ento s, también producen tensiones en el rostro. De
hecho, al masticar d efo rm amos los huesos d e las mandíbulas del mi sr
mo modo qu e al ca minar y correr deformam os los huesos de las pier-
nas.'º Masticar también nos obliga a aplicar esas fuerzas repetidame~-
te. Una com ida típica de la Edad de Piedra, especialmente algo tan
duro como un tr ozo de carne correosa, podí a obligar a masticar mile s
de veces. Estas grandes fuerza s repetidas ha cen que las mandíbula s se
vayan adapt ando co n e l tiempo haciéndose m ás gruesas, igual que co-
rr er o jugar al tenis hace qué los huesos de las pierna s o los brazos crez-
can más gruesos. En otras palabras, una niñ ez masticando aliment os
duros y correosos ayu da a que las mandíbula s crezcan grandes y fuer-
tes . Para poner a prueba esta hipótesis, mis colabo radores y yo criamos
damanes (un os pequeño s y adorables parient es de los elefante s que
mastican como los human os) con dietas de alim entos duros y bland os,
pero idéntic as po r lo qu e respecta a la nutrición . Los damane s que
masticaron la comida dura desarrollaron mandíbulas significati va-
mente más largas, g ru esas y anchas que los que masticaron alim e nto s
blandos. 11
Las fuerza s m ecá ni cas que se genera n al ma sticar los alimentos no
solo ayudan a qu e las m andíbulas crezca n ha sta alcanzar el tamañ o
y la forma corr ec ta s, s ino también a que los dientes encajen co rr ec-
tamente en la mandíbula. Las muelas tienen cúspides y surco s qu e
funcionan como mortero s. Cada vez que ma sticamos, empujamo s el
dient e inferi or con tra el superior con gran preci sión, de manera qu e
las cúspid es de las muelas inferiores encajen perfectamente en los sur-
cos de las superiore s y vic eversa. Así pues , par a masticar de una m a-
nera eficiente, las muelas inferiores y las superiores tienen que estar
en el lugar correcto y tener la forma adecuada. La forma de las mu elas
está controlada so bre todo por los genes, pero su posicionamient o en
la mandíbula está muy influ enciado por las fuerzas de masticaci ó n.
Las fuerzas que aplicamo s a los dientes, las encías y las mandíbula s
al masticar activan célula s óseas del alvéolo dental que desplazan al
diente hacia la po sición correcta. Si no mast icamos lo suficiente, los
dientes qued an, en mayor o menor medida, mal alineados. Los cerdo s
y monos experimentales criados con alim ento s molidos y ablanda-
dos que no les ob ligab an a masticar con fuerza desarrollan mandíbu-
las de forma an ó mala, con dientes mal alineados que no encajan bien. 21
Lo s dentistas se valen de los mismos mecani smos (fuenas que e mpu-
í D E SU SO
jan y rotan los dientes) para enderezar y alinear los dientes de sus pa-
cientes con la ayuda de apar a tos de ortodoncia (apliqu es dentales o
hrackets). Lo s apliques dentales so n básicamente banda s de metal que
aplican pr esiones constantes a los di entes para move rlos al lugar don-
de deb er ían estar.
En sínte sis, las mandíbulas y los dientes crecen junt os y encajan
gracia s a una serie de procesos que n o implican únicam ente a las fuer-
zas de masti cación, pero que so lo funcionan correctamente si se masca
y machaca la comida con cierta asi duid ad. Si no masticamos con fuerza
de niños, los dientes no acaban en la posición corre cta y las mandíbulas
no crecen lo bastante para alojar la s mu elas del juicio. En la actualidad
muchas personas necesitan acudir a la ortodoncia para end erezar los
dientes y a cirujanos dentistas p ara ext raer las muelas del juicio impac-
tadas porqu e nuestros genes no han cambiado mucho durante los últi-
mos siglos pero nuestra comida es tan blanda y procesada que ya no
masticamos con la fueaa y la frecuencia suficientes. Pensemos en lo
que comimos hoy mismo. Prob ablemente fuesen alime ntos muy
proce sados: hechos en puré, tritur ado s, machacados, batidos o de un
modo u o tr o cortados en tro zos p equ eños y luego cocinados hasta que-
dar blandos y tiernos. Gracias a las batidoras, los molinill os y otros
aparatas, podemos pasarel dí a co mi endo comida estup end a (arroces,
sopas, ¡suílé s!) sin tener que ma s tic a r para nada. Co mo hemos visto en
el capítul o 5, la cocina y el pr ocesa mient o de los alimentos fueron in-
novaciones importantes qu e permitieron que los dientes se hicieran
más pequeños y finos durant e la evoluci ón del género Homo , pero en
tiempos recientes hemos llevad o el proce sado de los alimentos a tales
extremos qu e los niños ya no sue len masticar tanto como deberían para
el crecimiento normal de las m andíbulas. Si intentásemo s comer como
un caverníco la durante unos día s (solo carne de caza asada, verduras
en trozo s grandes y nada que haya sido triturado, molid o, hervido o
ablandad o con tecnologíasmo d e rnas), los músculos de las mandíbulas
se fatiga rían porque no están acostumbrados a trabajar tanto. No esde
extrañar que los efectosde estas dietas modernas y flojas resulten evi-
dentes cada vez que un denti sta examina la boca de una per sona. Por
ejemplo , los jóvenes aborígen es austra lianos cuyas familia s han hecho
recientemente la transición a una dieta occidental tienen mandíbulas
más pequeña s y gravesproblema s de dientes apiñado s en comparación
con su s mayores, que se criaron comiendo alimentos más tradiciona-
les. •J De hecho, durante los último s miles de años el rostro humano se
 ....,
l \ 111\ l 1lHI \ DEL C lll Hl'\l lll ' II \Ml
ha hecho d e un 5 a un I o por cie nto más pequeño (tras cor regi r po r el
ta maño corpo ral ), más o menos la mi sma reducción de tam afio que
vemos en los rostros de anima les cria dos con alimentos coc i~ado s v
abla nd ados.· 1 • per son a: nuestro cuerpo h ospe d a todo un microb ioma formado por
Por mu cho que crea que las maloclu siones y las mue las d e l jui cio
imp actadas sea n tra srorn os por desa ju ste cuyas causas no hemos podi -
do prevenir, se ría absurdo renuncia r a la ortodoncia y forza r a los ni-
ños a mastica r sobre todo alimento s duro s y correosos. o puedo ni
imaginar lo be rri nche s y otros pr ob lemas que tendrían que so port ar
los padr es si inte m asen ahorrarse de este modo h:1factura de l d e nti sta.
Sin e mb argo, me pregunto si pod ríamos reducir la incidenc ia de los
proble mas d e o rt o don cia animando a los niños a mascar má s c hicl e.
Muc hos adulto s co nsideran que ma sca r chicle es molesto y p oco estéti -
co, pe ro los d enti s1as saben desde hace tiempo que el chic le s in azúcar
reduce la in cide n c ia deca ries. 2 1 Además, unos pocos experim e nto s han
reve lado qu e los ni ños que masca n chicle duro y gomoso d es arro llan
una s mandíbul as má s grande y tienen los dientes más rectos. ,r, e ne-
cesira más in ves tigac ión, pero pu edo pr edecir que mascar m á s c hi cle
ayu daría a la pr óx ima gene ración a come r a gusto y, adem ás, hacerlo
con las mu el as d e l juicio.
ÜN POCO D E SUC I EDA D O II AC E DA ÑO A NAD IE
Pa ra mucha s p er so nas, los micro bio s so n gérmenes, pestes in v is ibles
que cau a n e nfermedades y pr ovocan podredumbre. ¡Cuanto s m en os
mejo r! A sí qu e as id ua mente des infe ctamos la casa, la ropa , la com id a y
el cuer po con un ar senal de armas germ icidas, como jabón , le j ía , vapo r
y an tibió ticos. M uc hos padre s inte ntan también impedir qu e s u s hijos
se meta n cua lqu ie r porq uería en la boca, un instinto muy natura l que
pare ce imp osib le d e frenar (m i hija tenía una especial pred ilecc ión por
la grava cuando empezó a cam inar) . Pocos cuestio narían la pr e mi sa de
que se r m ás Ji mpi o es más sano, y los pa dr es, publicistas y o tro s no de-
jan de reco rd a rn os qu e el mund o es tá lleno de gérmenes pe lig ro sos.
No les fa lta ju stifi cación. La pas teuri 7.ació n, el saneamiento pú bli co y
los antib ió ticos h an salvado más vidas que cualquier otro prog reso de
la medi cina.
Sin emb a rgo, desde una perspec tiva evolutiva, los rec ie nt es es-
,-1 7
fuerzas por esterilizar el cuerpo y todo lo que este roca no son norma-
les y en ocasiones pued e 1en e r co n ecuencias pe rni ciosas. Una razón
d e ello es que ninguno de nosotros es sola y exclu sivamente su propi a
bill ones de o rgan ismos que h abitan de manera natural en nuestro in-
tes tin o. tracto respiratorio , pie l y ot ros órganos. Segú n algunas estima-
cio nes, hay en el cuerpo di ez veces más microb ios que células propi as,
y conjuntame nte todos esos microb ios pesan va rios kilos.1 7 Ouran1e
mi llones de años, hemos coevolucionado con estos microbios y con
nume rosas especies de gusa n os, lo que explica que la mayor parte de
nuestro microbioma sea ino c u o o realice funcione s importames, com o
la d e ayudarnos a digeri r o la d e limpiar la pie l y el cuero cabelludo. 2 s
D e pendemos de esos orga ni sm os tamo como e llos de penden de noso-
tro s, y si los erradicá se mos, sufrir íamos. Po r suene , los antibiótico s y
antipa rasitarios no matan t0do nuestro microbio ma, pero el abuso de
estos potentes fármacos acaba co n algunos mic rob ios y gusanos ú tiles
cuya ausencia puede con 1ribu ir a la aparició n de nu evas enfermedacles.
U na razón relacionad a, y relevant e para es te cap ítulo, para no es-
teriliza r t0do lo que vemos ni ab usar de los antib iót icos y otras medi-
cac iones es que ciertos mi c rob ios y gusanos pare ce n desempeñar un
papel crucial al ayudarno s a so meter nues1ro sis1ema inmuni1ario a las
te nsio nes necesarias. D el mi s mo modo que nuestros huesos necesitan
te nsión para crecer, el siste ma i nmu ni1ario neces ita gérme nes para ma-
d ur a r adecuadamente. Como cu alquier ot ro sistema del cuerpo, el sis-
te ma inmunitario necesi1a in te ractuar con su entor no durante su desa-
rr o llo con el fin de ajus1a r adecuadament e su ca pa cidad a la demanda.
Una respuesta insuficie nt e d e l siste ma inmunitar io frente a un invaso r
extraño y dañino puede sig nif icar la muerte, m ientras que una res-
puesta excesiva también es p e lig rosa, ya sea en fo rm a de reacción alé r-
gica o de enfermedad au to inmun e, que se pro du ce cuando el sistema
inmunitario ataca por e rr o r a las células del pr o pio cuerpo. Adem ás,
co mo ocurre con otro s sis te ma s, los primeros años de vida son espe-
cia lmente importante s pa ra e l entr ena miento del sistema inmunitar io .
Cuando nos enfrentamos p or p rimera vez al cruel mundo exterior fue-
ra del ambiente relativa m e nte pr oteg ido del útero de la madre, somos
ataca dos por multitud de nu e vo s patógeno s. Como otros niños, proba -
bleme nte muchos de noso tros hemos pasado por una serie inacabable
de pequ eños resfriados y p rob lemas gastro intes tinales. Estos resfria-
dos son molestos, pero ayu d an a desarro llar el sistema inmunitari o, a
 L A III STOR IA DEL CUE RPO HUM ANO
gue lo s leucocitos de la sangre aprendan a reconocer y matar a un am-
p lio espectro de patóge n os extraños, como los vir u s y las bacterias per-
judi ciales! 9 Los niños que son amamamados también se mantienen
san os gracias a la leche de la madre, que está cargada de anticuerpos.y
ot ros factores de protecc ión y proporciona un esc ud o inmunológico.JO
Los niños de pueblos caza dores-recolectores suelen tomar el pecho
durante unos tres años, lo que ayuda mucho a su sistema inmunitario
m ientr as crecen en medi o de un mundo de gérm e ne s y gusanos. Cuan-
do los agricultores comenzaron a destetar.a sus hij os a una edad más
temp rana, redujeron sus defensas inmunológica s al mismo tiempo que
c reaban entornos con m ás patógenos perjudicia les .
La idea de que una cierta cantidad de suciedad es normal e incluso
n ecesar ia para el desarrollo de un sistema inmunita rio sano ha dado en
co nocer se como hipótesis de la higiene. Articul ada o riginalmente por
David Strachan,3' ha provocado una revolució n en nuestra forma de
ver un a gran variedad d e enfermedades, desd e la en fermedad inflama-
to ria intestinal y enferm edades autoinmunes h asta algu nos cánceres e
incluso el autismoY Su ap licación original fue co m o hipótesis para ex-
p lica r por qué el sistema inmunitario a veces ca u sa alergias. A diferen-
cia de los ejemplos previos comentados en es te mi smo capítulo, las
a le rg ias no se produ cen por una falta de capac id ad de responder a una
d em anda, sino que se tr ata de respuestas inflamato ri as perniciosas que
se pr oduce n cuando el sistema inmunitario reacc io n a exageradamente
fr ent e a sustancias po r lo genera l benignas, como los cacahuetes, el po-
le n o la lana. Muchas rea cciones alérgicas son leves, pero como todo el
mundo sabe, pueden se r graves e incluso poner en ri esgo la vida. Unas
d e las respuestas alérgicas más temibles son los ata qu es de asma, que se
pro du cen cuando los mú sculos que rodean las vías respiratorias en los
pulmones se contraen y el revestimiento de esta s vías se inflama, de
manera que la respir ac ión se torna dificultosa o imposib le. Otras res-
pue stas alérgicas causan erupciones en la piel, pi cor de ojos, secreción
na sa l, vómitos, etc. Una tendencia particularm ent e preocupante, por-
que sug iere un proceso de disevolución, es qu e las alergias y el asma
está n en aumento en las naciones desarrolladas. La incid enciade asma y
o tr os trastornos relacionados con el sistema inmunitario se ha más
qu e tri plicado desde lo s años 1960 en los países co n ingresos elevado s,
a l mi smo tiempo que disminuía la tasa de enfermeda des infecciosas.n
A modo de ejemplo, las alergias a los cacahuetes se han doblado duran-
te las dos últimas déca das en Estados Un.idos y otros países ricos.14
DESU SO 349
Dado que n o es po sible explicar es tas tendencias rápidas y recientes
apelando a camb ios genéticos o m ejore s diagnósticos, su ca usa debe
ser en parte ambiental. ¿Es posible que tenga la culpa la falta d e expos i-
ción a ciertos gérmenes y gusanos con los que hemos coevo lucionado?
Para explorar cómo y por qué un exceso de higiene podría h acer
que unas su stanc ias por lo común in ocuas como la leche o e l pol e n de-
sencadenen unas reacciones potenci almente mortales,debemo s co men-
zar por repasa r brevemen te cómo nos protege el sistema inmunitario.
Cada vez que e n nu estro cuerpo penetra una sustancia ext r aña, un as
células especia l iza das digieren a los intru sos y luego exhiben fr agme n-
tos (conocid os co mo antígenos) en su superficie, como si fue ran orna -
mentos navideños . Ot ras células inmun itarias, los linfocitos T co lab o-
radores, qu e se enc uentran en todo el cuerpo, son atraídas y e ntran en
contacto con los antígenos. Por lo gene ral, los linfocitos T co lab ora-
dores toleran lo s antígenos y no hacen nada, pero ocasiona lm ente uno
decide qu e un antíge no es perjudi cia l. Cuando ocurreeso, el lin foc ito
T colaborad o r tiene dos opciones . Una es reclutar a un le u coc ito de
gran tamaño para que fagocite y di giera cualquier cosa q u e co nten ga
el antígeno. Es te tipo de respuesta celular funcionabien par a e limin ar
células entera s d el cuerpo que puedan haber sido infectada s p o r v irus o
bacterias. La otra opción, que funci ona mejor para comb at ir in tru sos
que nadan po r la sangre u otro s fluido s, es que los linfocitos T co lab o-
radores activ en cé lulas que produc en anticuerpos específico s co n tra el
antígeno extraño. Hay varios tipo s de anticuerpos, pero las r eacc ione s
alérgicas casi s ie mpr e implican anticuerpo s IgE (o inmunog lobu linas
E). Cuando estos anticuerpos se unen a un anúgeno, atra en a otras cé-
lulas inmuni ta ri as que lanzan una guerra sin cuartel contra cua lq uier
cosa que pre sente el antígeno. Entre las armas utilizadas se c uent an
sustancias quími cas, como las histam inas, que provocan inflamaci ón,
así como erupcio nes, secreciones na sales y la obstrucción de vía s en los
pulmones. Ta mbi én desencadenan espasmos musculares que co ntri -
buyen al asma , la diarrea, la tos, los vómitos y otros síntoma s d esag ra-
dables qu e n os ay udan a expulsar a los invasores.
Los antic u er pos nos proteg en de muchospatógenos mortal es, pero
causan alergias cuando de man era inapropiada atacan su stancias co-
munes e inoc ua s. La primera vez qu e eso ocurre, la reacción suele ser
leve o moderada . Sin embargo, nu est ro sistema inmunitario tie n e me-
moria, y cuan d o nos encontr amo s por segunda vez con el mi smo anú -
geno, las cé lu las produ ctoras de anticuer pos específicosco n tr a ese an-
 l.\ lll~r\llll\ DFL C L' f.lll' ll lll ~l.\1'll
tígeno ya está n a la espe ra, preparadas par a atacar. Las células activad as
se apresuran a clonarse y producir cantidades fenomena les de anti -
cue rpos contr a ese anrígeno concreto. Un a vez accionado el gatillo, las
cél ulas de ataqu e re sponden corno un enjambre d e abejas asesinas en -
lo qu ecidas. causando una respuesta inflam a toria masiva que pued e
matarn os. Visto as í, la s reacciones alérgicas so n respuesras inm une s
inaprop iadas causadas por linfocitos T co lab o r ad ores mal informad os.
¿Po rq ué habrían d e de cidir unos linfocitos T co labo radores que una s
sustancias inocuas son enemigos mortal es? ¿Y qu é relación puede te-
ne r esta respu esta con una falta de gérm e nes y gusanos?
Las alerg ias tien en múltiples causas, p e ro ha y varias maner as de
c¡ue unas condici o nes anorma lmente estéri les al principio de nuestro
de sarrollo pued an explicar por qué las al e rgi as se están haciendo cad a
vez más prevale nt cs. La primera hipóte s is ti e ne que ver con distinto s
lin focitos T co lab ora d o res. La mayorí a de los viru s y bacte rias act i-
va n linfocitos T co labo radores de tipo 1 (o Th 1, por el ing lés /1elper,
colabora do r), que reclutan a unos glóbulo s b lanco s que acaban co n las
cé lulas infectada s ig ual que un pez grand e d e vora uno pequeño . En
ca mbio, los linfociLOs T colaboradore s de tipo 2 (Th2) est imulan la
produ cción de anti c uerpo s y activan las re s pu es tas inflamatori as antes
de scritas. Cuand o ciertas infecciones como la del virus de la hepatiti s
/\. estimulan a los linfoc iLOs Tli 1, suprim e n e l núm ero de células Tl12. 11
La hipót esis orig in al d e la higiene dice que co mo durant e casi toda la
l 1is tor ia humana hemos estado combatien d o constantemen te infeccio-
n es leves, nues tro sistema inmunitario s ie mpre estaba moderadam ente
ocu pado atacand o bacteria s y virus, lo qu e Iimitab a el núm ero de linfo -
citos T h2. Desde qu e la lejía, la esterilizac ión y lo s jabones ant ibióLicos
han creado para no sot ros unos entorn os má s libr es de gér menes, los
sistemas inmun itar ios d e los niños han te nid o m ás linfociLOsTh 2 dan -
do vueltas por el cuerp o, lo que incremen ta la probabi lidad de que uno
de ellos cornera un te rrible error y ataque eq uiv ocadamente una sus-
tancia inocua qu e toma por enemiga. Cuando es to ocurre, se desar ro-
lla una alergia .
La hipót esis o ri ginal de la higiene ha rec ibido mucha ate nció n pero
no explica del todo por qué se están h ac ie nd o tan comunes tant as
alergia s. En primer luga r, aunque las cé lula s Th, a veces regu lan a
las células T l12, estos dos tipos de linfocit os s u elen trabajar junto s.l6
Ad emás, dura nte las últimas décadas hemos cas i erradicado mucha s
infeccione s víricas como el sarampión , las p aperas, la rubeola y la v ari-
cela, w d as la s cuales act ivan a los linfociros Th 1. Sin e mb argo, co n-
cr.1er estas enfermedades no sup one ninguna protección frente a las
alergias .; U n a idea alternativa. conocida como hipótesis de los «viejos
amigosn, es qu e muchas a lergias y ot ras respuesta s inmunit arias in-
apropiadas se produce n hoy co n más frecuencia po rqu e nu estros mi-
crobi omas son g ravemente a no rmalesY Durante mill o n es de año s
hemos co nvivid o con innume rables microbios, gu sanos y otros o rga-
nism os minú sculos que eran o mnipresentes en nuestro ambiente. Es-
LOS mi c roo rg ani smos no siemp re son del todo inocuos, p e ro segura-
mente era adaptativo tolerar los, limitándonos a mant ene rl os a raya en
lugar de lanzar una respues ta inmunitaria en toda regla. ¡Qu é horrible
y corta se ría la vida si estu v iér amos siempre enferm os , libr ando un
ataqu e mas ivo contr a cada o rg anismo de nuest ro microb io ma! Por una
buena 1·az.ón, nuestro siste ma in munitario y los patógenos con los que
convi v imos han llegado por m edio de una coevolu ció n a un a sue rte de
equ ili brio como el de una guerra fría, limitándon os a m a nt ene rnos a
raya.
Vis to así, muchas resp u es tas inmunitaria s inapropiada s co rno las
alerg ias podrían es1ar hacié nd ose más prevalent es en lo s paí ses desa-
rrollad os porque hemos peri u rbado ese equilibri o que d esde hace
tanto tiempo habíamos desarrollado por coevolución co n mu chos de
nues tro s «v iejo s amigos». Grac ias a los antibiótico s, la lej ía, los colu to-
rios, las pi ama s potabilizado ra s y ot ras formas de sa ne amient o e higie-
ne, ya no no s tro pezamos con un amplio espectro de pequeños g usanos
y bac te ri as . Libr es de enfr entarno s a gérmenes y g u sa n os, nu estro sis-
tema inmunitari o se ha vuelto excesivamente reacti vo y se m ete en líos
como uno s ad olescente oc iosos que no supieran dar sa lid a co nstructi-
va a la energía que llevan acumulada. La hipótesis d e los «viejos ami-
gos» e xp lica p o r qué la expo s ición a un amplio abani co de gé rm enes de
anima les, su c io, agua y otra s fuent es está asociada a un as tasas meno-
res d e ale rg ias. 19Además, la hipót esis podría ayudar a ex plicar también
los ind ic ios cada vez más firme s de que la exposició n a c ie no s parásitos
a veces ayuda a tratar enfe r medades autoinmune s co m o la escle rosis
mú ltip le, la e nfermedad inflam atoria del intestino y oLr as. 4° En un fu-
turo no muy lejano, el médico podría recetarno s gusanos o hec es.4'
En re sum en, hay bu ena s ra zones para creer qu e e l asma y otras
alergi as so n enfermedades por desajuste en las que un a ex p os ición in-
suf icient e a microorganismo s contr ibuye a un desequilib rio q ue, para-
dójicamente, causa un a respuest a excesiva a sustancias ext rañ as por lo
 f
3 p. LA HI ST O I\ I A DE L CUERPO HUMANO
demás inocuas. No obstant e, e l sistema inmunitari o es mucho más
co mplejo de lo que hemos descrito, y no hay du da de qu e otros fact0-
res, muchos de ellos genéticos, tambié n desemp eña n un papel crucial.
Los gemelos , por ejemplo, tie ne n m ás probabilidad de la esperada de
co mp art ir la misma alergiaY Aunque es improbabl e qu e unos gen~s
responsables de alergias esté n incrementando con rapide z su frecuen-
cia, otro s factores ambient a les qu e perturban el siste ma inmunitario
son ciertame nte más comunes, como es el caso de la comaminac i?n y
diversas sustancias tóxicas de la comida, el agua y el aire .
Las hipótesis de la higiene y d e los «viejos amigo s» sugi eren que la
forma en que venimos tratand o a lguno s trastorn os inm unitarios po-
dría ser una causa de disevolu c ió n. Es vital, inclu so necesa rio para sal-
var vidas, centrarse en los síntom as de una respu esta alérgica, pero
tamb ién necesitamos abord ar m ás adecuadamente las causas para po-
de r pr evenirlas. Ta l vez los niñ os n o desarrollasen tan fácilmente aler-
g ias que ponen su vida en pe ligro, ni posiblemente cierta s enfermeda-
des autoinmune s, si nos aseg ur ás em os de que tienen un microbioma
adec uad o. Del mismo modo qu e los niños necesitan los alimentos y el
ejercicio apro piados, todo apunta a que también neces itan el tipo co-
rrecto de microo rganismos e n su intestino y las vía s respiratorias.
Ademá s, cuando enferma n y re qui ere n antibióticos (qu e sí salvan vi-
das), qui zá las prescripciones anabió ticas debería n ir siempre seguidas
de pr escripciones probióticas para restablecer los viejos amigos y ayu-
da r a mantener su sistema inmunitari o apropiadam ente ocupado.
QU I EN ALG O QU I ERE, ALGO LE CUESTA
La s enfe rmedades por desuso, en las que una falta de tensiones causa
un a ca pacidad inadecuada o in a propiada , están muy extendidas. Estoy
conv encido de que a cualquiera se le ocurrirán otras enferme dades por
desajuste que pertenecen a es ta categoría genera l: vitamina s y otros
nutri entes en cantidades in suficientes, sueño insufi ciente, músculos
débil es en la espalda, falta de ex po sición a la luz del sol y otras. Tal vez
el ejemplo más obvio del principio d e «quien algo qui ere, algo le rues-
ta» sea la necesidad de ser físicame nt e activo par a estar físicamente en
for ma. Las actividades vigo r osas como correr, ascend er montañas o
nadar requieren que los mú scu los u sen más oxíge no, así que respira-
DESUSO 353
mos más int ensamente, nuestto ritmo ca rdíaco se acelera, la presión
sanguínea aumenta , los músculos se fatiga n , e tc. Estas tensiones dese n-
cadenan num erosas respuestas adaptativa s en los sistemas cardiova scu-
lar, respiratori o y musculoesquelético que incr ementan su capacidad.
La musculatura del corazón se ensancha y fortale ce, las arterias crecen y
se tornan más elásticas, los músculos añade n fibra s y los huesos se ha-
cen más gru esos. La otra cara de este siste ma altamente adaptable son
los problemas que causa una inactivid ad prolongada. La selección na-
tural no áda ptó a los cuerpos para crece r e n condiciones patológi ca-
mente anor mal es de baja actividad. Adem ás, las adaptaciones para aho-
rrar energía redu ciendo las capacidad es innece sarias (mantene r los
músculos es mu y costoso) conducen a g rave s reducciones de la forma
física en las personas sedentarias, cuyos mú sc ulo s se atrofian, sus arte-
rias se vuelven r ígidas, etc. Muchos estudio s revelan que las per sonas
que son físicame nte más activas tienen una mayor probabilidad de vivir
más años y envejece r mejor quelasper so na s in activas.4 l
Muchas enfermedades por desajuste debid as al desuso son también
enfermedade s de disevolución porqu e h emo s permitido que sigan
siendo preval em es o que se agraven al no a ta ca r sus causas. Los ejem -
plos explicado s aquí (osteoporosis, mu e las impa ctadas y alergias) en-
cajan por sus caracterí sticas en el grupo d e las enfermedades por de-
sajuste disevolutiva s. En primer lugar, h e m os conseguido tratar con
razonable eficacia la mayoría de sus sín to ma s, pero no hemos hecho
demasiado para prevenir sus causas, a veces p o r ignorancia. En segu n-
do lugar, ningun a de las enfermedad es por desajuste discutid as aquí
suele afectar a la eficacia reproductor a d e las personas afectada s (la
excepción es una reacción alérgica extrema no tr atada). Se puede viv ir
durante mucho s años con osteopor osis, mal a den tadura y cier tas aler-
gias. En terce r luga r, para todas estas e nf e rm edad es, las relaciones en-
tre las causas amb ientales del desajuste y lo s efectos fisiológicos son
graduales, osc ura s, demoradas, marginal es o indir ectas, y muchas ve-
ces son promovid as hasta cierto punt o por factore s culturales que va-
loramos, co mo comer deliciosos alim e nt os pro cesados, red ucir la
carga de trab ajo o mantenernos limpi os . De he cho, muchos de estos
problemas surgen de un deseo básico y co mún de evitar la tensión y el
desorden. A los niños les encanta corr e tea r y ju gar (a menudo en me-
dio de la suciedad), pero a medida que c rece mos, solemos dejar de dis-
frutar de esos placeres. Probablement e se a adaptativo para los adulto s
tomarse las cosa s con calma y estar Bmpi o sie mpr e que sea posible. Sin
 L \ 111', l"l lHI \ DEL ( LIElll'P IIL ' ~I \ ,o 1) 1 ._,1 '',()

embar go, solo en Liempos rec ie nte s uno s pocos afo rtun ados hemos po- mente cierto. Permitir q ue nuesLros hij os desconozcan este dicho
did o permitirnos el lujo de sa ti sfa cer estas predi leccio nes hasta un gra- conduce a un pernicioso círcul o vicioso en el que problemas como la
d o ex tremo, creando un os a mbi e nt es placentero s, confortab les y lim- osteoporos is se hacen más prevalence s, especialmente a medida que
pi os hasta un punto que nin g ún cave rn ícola hu biera podido imaginar. la ge nte vaya viviendo más años. Quiz ..1 algún día desarrollemos fárma-
Pero el hecho de que podamos v ivir una vida de exce pcional comod i- cos milagrosos que curen esto s problemas, pero lo dudo. En cua lquier
dad y limpieza no signifi ca que sea buena para nosot ro s, especialmente caso, ya sabemos cómo prev enir o reduc ir u incidencia e intensidad
pa ra los niños. Para crece r adecuadame nte, cas i todas las pan es del por medio de la dieta y el eje rcicio, que además ofrecen mucho s otros
cuerp o necesitan experim e ntar algú n tipo de tensió n aprop iada cau sa- beneficios y placeres. De q ué modo podríamo s convence r a la gente
da p o r interaccione s con el mund o exter io r. D e l mi smo modo que no pa ra qu e cambie sus hábitos, y por tamo su cuerpo, es el asunto del ca-
exigi rle a un niño que razo ne c rí tica menLe embota su intelecto, libra r pítulo 1 3, pero antes de llega r ah í, me gus Laría conside rar una úhima
de tens iones sus huesos, mú sc ul os y sistema inmun itario impide qu e catego ría de Lraswrnos po r de saju ste qu e conducen a toda una se rie de
estos ó rganos ajusten sus ca pacidad es a sus dema nd as. prob lemas en parte a causa de la manera e n que respondem os a ellos:
La olució n a las enf er m e dad es por desuso no es volver a la Edad las enfe rmedades de la innovación.
de Pi edra . Muchos inventos re c ie ntes han hecho qu e nuestra vida sea
m ejor , más práctica, có m od a y sabr osa . Muchos lec Lores de este libro
podrían no estar vivos de no se r por los anti bió ticos y las moderna s
téc nicas de saneamiento. No t icne ningú n sentido renunciar a estos y
ot ros progresos , pero no s se rí a útil reco nsiderar cuá ndo y cuánto usar-
los, pe rmitirlos y prescr ibirl os. La buena noticia ace rca de las enferm e-
d ades po r d esuso más co mun es es que los esfue rzos por tratarlas sue len
se r m ás una cuesLión de Lipo qu e d e grado. Esto es cien o sobre tod o de
la acti vidad física. La mayo ría d e los padr es an im an a sus hijos a hacer
d e pone, y la mayoría de la s escuelas requieren un nivel de educación
física m odes to (aunque in ade c uad o) . Lo que LOdavía no hemos aver i-
gu ad o es cuánt0 ejercic io es sufi ciente y cómo podemo s ser más ef i-
cientes a la hora de con ve ncer a la ge nLe par a qu e sea activa, especial-
mente cua ndo envejece. Pero ¿cuánta suciedad es suficiente pero no
demasiada? ¿Puede algu ien s ig ui era imaginar an un cios gubernam en-
tales qu e anime n a Jos pad re s a permitir que sus hijos coman tierra?
Puedo imaginar, sin emb a rgo, un mund o en el que los tratamienw s
con antibió ticos se sigan co n un a visita a un gastroente rólogo que re-
ce tar á gus anos, bacter ias o m a ter ia fccal especialmente procesada para
re stabl ece r la ecología de l in testi no del paciente .
En con clusión, el cuerpo humano no fue di se ñado por un ingen ie-
ro como el Puente de Brook.lyn sino que evolucionó para crecer inte r-
acc io n ando co n su entorno . A ca usa de millone s de generaciones de
sel ección natu ral sobre estas int e racciones , todo cue rpo necesita expe -
rim entar tensiones apr op ia da s y suficientes para ajustar sus capac ida-
des. El viejo adagio «qui e n alg o qui ere, algo le cuesta» es prof uncia-
r'

ll

LOS PELIGROS OCULTOS

DE LA NOVEDAD Y EL CONFO RT

Por qué las innovaciones

cotidi anas pueden hacernos daño

Si cons idera mos cualquier persona en cualquier perio-

do de su vida, siempre la encontraremos ocupada en
nuevos p lanes paraaumentar su conforL
ALEXIS DE TOCQUEV IIJ.E,
La democraciaen Amirica

El peligro está en tod as p a rt es, pero ¿por qué algunas personas se en-
tregan deliberadamente a co nd uctas potencialmente perjudiciales que
pueden evitar? El ejemplo arquetíp ico es el tabaco. En la actualidad,
más de mil millones de personas se han convertido vo luntariamente en
adictos al tabaco pese a ser conscientes de que fuma r pone en peligro
su salud. Por varias razones, millones de personas se dedican a otras
actividades que evidentement e no son naturale s y que pueden ser per -
judiciales, como las camas de bronceado, el consumo de drogas o el
puentismo. También h acemos caso omiso conscienteme nte de lasmu -
chas sustancias quími cas peligro sas de nuestro entorno. Yo compro
productos como la pintura y el desodorante que están fabricados con
sustancias sospechosas, a lgu n as de las cuales creo que son tóxicas o
cancerígenas, pero qu e decido no investigar aunque no confío en que
mi gobierno las regule con la exigencia que yo preferiría. Un ejemplo
es el nitrito de sodio, una sus tancia química qu e se usa para conservar
alimentos (previene e l botuli smo) y para que la carne parezca más
roja, pero que se ha vinculado al cáncer. Después de que el gobierno
de Estados Unidos ordenase niveles más bajos de nitrito de sodio en
los años 1930, las tasas de cáncer de estómago descendieron notable-
mente, pero a><>rqué todavía permitimos pequeñas cantidades en la
 1 \ 111\"l(ll{I \ DEI. ( lil·.ltl't) 11u~1:.-.:o
co mida ? ' ¿Po r qu é permitimo s que los constructores util ice n en las ca-
sas table ros co nglo merados que con tienen formaldehíd o, un co nocido
ca rcinógcno? ¿ Y por qué permitirno s que las empresas co nt aminen
nue<;tro ai re, nue stros ríos y nuestros alime nw s con sus tanc ias quími-
cas q ue sa bemos q ue contr ibuyen a la enfe rmedad y la mu e rt e?
o hay respuestas simples pa ra esw s enigmas, pero un factor im-
porta nte y bien estudiado es la forma en gue evaluam os los costes en
re laci ó n con los beneficio s. So lemos valora r más los costes y los bene-
ficios en el corto plazo que en el ÍULurolejano (los econom ista denomi-
nan desc u ento hiperbólico a es te compo rtamiento) , lo qu e nos per mite
pa recer miis racio nales respecto a nuestros objetivos a largo plazo que
respecto a nue stros deseos, acc io nes y placeres menos rac io na les e in-
med iatos. L::n co nsecue ncia, 10leramos o disfrutamos d e cosas pot en-
cialmente dañi nas porque mejo ran más nuestra vida acwal de lo que
juzga m os que sería n sus eve nt uales costes o riesgos. Las d os is suelen
juga r un pap el crucial en estas jui cios. El gobierno de Estado s Un idos
permit e pequeña cantidades de nitrito de sodio en los alimentos y for-
maldehído en los conglomera dos basándose en estimac io nes de los
riesgo s para la salud a largo plazo en relación con los be ne ficios eco-
nóm icos a cono plazo de la ca rn e bar ata y la madera aseq ui b le. Conti-
nuame nt e aceptamos otras dec isiones de co mpromi so qu e no son tan
evi de nt es. D eja r qu e cien o porc entaje de gente muera a ca usa de los
conta min a ntes de los coche s o los accidemes de carretera es un precio
q ue al pa rece r esta mos dispues to s a pagar a cambio del benef icio de te-
ne r coc hes . La mayo ría de los es tado s patroc inan el juego para ge nerar
ing resos a pe sar de los costes sociales de la corrup ción y las lud opatías.
C reo q u e hay otras exp licac iones evolutivas, más profunda s, de
por qué lo s hu manos a veces hacemos cosas nuevas qu e pued en ser
perjudiciales. La pr incipal es q ue en realidad no conside ramo s que mu-
chos comportam ientos nuevos pued an ser perjudicial es porqu e no los
co nside r am os novedosos y estamos psicológ icament e pr edi spues tos
a co nside r ar que el mund o qu e nos rodea es normal , y por tanto be nig-
no. Yo me c rié pensando gue es tr adiciona l y habitual ir a l co legio, via-
jar en coches y aviones, co me r alimentos enlatados y ver la televisión.
Ta mbi én m e crié pensando que era normal que la gent e e n ocasiones
tuv iera acc id en tes de coche , y del mismo modo me parece anormal
que alguie n muera de gripe o inanición. Formar hábitos es uno de
nue stro s hábitos, y cuestionar todo lo que hacemos pu e d e pr od ucir
un a enorme infelicidad. En co nsec uencia, no cuestion o mi s conducta s
LO~ l 'F I I C HO ~ t)C L' LT O~ I)~ l. ·\ Nl1\ ED ID, 1·:1 C\)1\1 l lll r ,'i 9
o mi entorno del modo que debería o podría hacerlo una persona ra -
cional. Es norm al pinta r las paredes de un a casa de blanco y cons idera-
mos que las sustancias químic as pote ncialment e dañinas que contiene
la pinwra son un efecto secundario pote n cial pero inevitable de v iv ir
en una casa. La histor ia nos enseña gue la gente corr iente puecle acos-
wmbrarse a actos h orrendos que por lo general nos parece rían incon-
cebibles, lo que la filósofa Hanna h Are ndt llamaba «la bana lidad d el
mal». La lógic-d evo luti va sugiere que lo s humanos nos acostumbra-
mos a co nductas y as p ectos de nuestro entorno que son nuevos y poco
saludables en cua nto se tornan cotidiano s.
La tende ncia inherente a aceptar el mundo que nos rodea como
algo norm al (la ban a lidad de lo cotidiano) puede tener efectos ins idio -
sos que conduzcan a d esaj ustes y disevo luc ión por caminos sorpren -
dentes. Basca con que miremo s a nues tr o alrededo r. Probabl e ment e
leamos es to sentados y bajo una luz arti ficial para ver las palabras. Tal
vez lleve mos pues tos un os zapatos y e l ai re de la habitació n se ha ya
calentado o refresca d o. Ta l vez sorbamos un refresco. A nuestras abue-
las estas circunsta nc ias les parecerían no rm ales, pero ninguna ele el las,
incluido el hecho d e es tar sentado leyen d o, son realmeme normalc -;
para un ser hum ano , y todas son potenc ialmente dañ inas en exceso.
¿Por qué? Porque nu es tr o cuerpo no está adap tado a noveda des co m o
leer, semarse dur a nt e mu cho tiempo y bebe r un refresco azucarado.
Eso no es nada nu evo. D el mismo modo qu e todos sabemos qu e el ta-
baco es perjud icia l, sa bem os que un exceso de alcohol es malo para e l
hígado, que dem as iado azúcar produce car ies y que ser físicamen te in-
activo provoca el det e ri oro del cuerp o. Pero creo que a la mayor ía d e la
gente le sorprende sabe r que muchas o tr as cosas que hacemos ca d a día
también son potenc ia lm ente perjudicia les en exceso justament e por la
misma razón: nuestro c uerpo no está bien ada ptado a ellas.
Lo que nos lleva a la segunda explicación evolutiva de por qué lo s
humano s a menudo h acen cosas nuevas y potencia lmente perjudiciale s:
solemos confundir el co nfort con el b ienes tar. ¿A quién no le g ust a un
estado de comodi dad física? Es un placer no tener que trabajar hor as y
horas sentado en el s u elo, o pasando frío o calor. Aho ra mismo estoy
set11ado en una sil la m iemras escribo esta s palabras porque es más có-
modo que estar de pi e, y la calefacció n de mi casa está progr amada para
unos idílicos 2oºC. Má s tarde, esta misma mañana, me pondr é los zapa-
tos y un abrigo para ir al trabajo, do nde pod ré subir en ascensor h asta el
piso donde está mi oficina para evita r el esfuerzo de subir las esca leras.
 LA HIST OR I A DE L CUE RP O HU MAN O
r LOS PELIGRO S OC ULT OS DE LA NOVEDAD Y EL CONFO
Entonces podré sentarm e cómodamente dur ant e e l resto del día en otra
habitación con la tempe ratura acondicion ada. Conseguir y consumir
mis alimentos no me exigirá casi esfuerzo, e l agua de la ducha estará a la,
temperatura justa y la cama en la que dormir é es ta noche será blanda y
cálida. Si, por lo qu e sea, tuviera dolor de cabeza, me tomaría una medi-·
cina para aliviar el dolor. Como la mayoría de mis semejantes, doy por
supuesto que cua lquie r cosa que sea cómod a se rá buena para mí. Y has-
ta cierto punto es así. Los zapatos que du elen suelen ser malos, igual
que la ropa que apri eta. Pero ¿más confort es m ejor? Desde luego que
no. La mayoría de la gente sospecha que un co lchón demasiado blando
puede provocar problemas de espalda, y codo el mundo sabe que evitar
el esfuerzo físico no es saludable. Pero está e n la naturaleza hum ana
dejar que los instint os de la comodidad se ante p ongan a los juicios ra-
cionales (cogeré el ascensor solo esta vez), y a menudo no nos d amos
cuenta de qu e ciertas comodidades cotidiana s y normales son perjudi-
ciales cuando se llevan al extremo. Adem ás, el co nfort es rentable. Todo
el día vemos y oímo s anuncios de productos qu e ape lan a nuestro deseo
aparentemente insaciable de más comodidad.
Hay muchos ejemplos de cosas cotidian as, normales y conforta-
bles que en realidad son novedosas y pu ede n provocar problemas de
salud. Este capítulo se centra en solo tres conductas que ya he indic ado
que muchos estamos haciendo en este mi sm o in stante: llevar zapato s,
leer y sentarse. Estas actividades pueden co ntribuir al círculo vicioso
de la disevolució n po rqu e los desajustes evo lutiv os que a veces pr ovo-
can (pies ano rm ales, miopía y dolor de espalda) han estimulado la in-
vención de remedios (ortopedia, gafas y cirugía de la columna) para
tratar sus síntomas, pero fracasamos estrepitosamente a la hora de pre-
venir los prob lem as. En consecuencia, estas dol e ncias se han hecho tan
prevalen tes que la mayoría de la gente cree, también, que son nor males
e inevitables. Pero no tienen por qué serlo, y la so lución no es igno rar-
las, sino adoptar una perspectiva evolutiva so bre lo que es normal que
nos ayude a diseñ ar mejores zapatos, libro s y s illa s.
SENT JDO Y SENS IBILIDAD DE LO S ZAPA T OS
A veces corro descalzo y con los años m e h e acostumbrado a que me
griten, «¿No te due le?,, «¡Cuidado con la cac a de perro!,, «¡No pises
RT
cristale s !,,. Me encantan especialmente lasreacciones d e la gente que ca-
mina con su perro. Por algun a razón, consideranaceptab le que su perro
camine y corra sin zapatos pero anormal que un hum ano hag a lo mis-
mo. Esta y o tras reacciones ponen de manifiestohasta qu é punt o hemos
perdido el contacto con nu estro propio cuerpoy hemos d esa rrollado
un a perspectiva distorsionada de la novedad y la normalidad . Al fin y al
cabo, lo s humano s caminaron y corrieron con lospies desca lzos durante
millon es d e años, y muchos todavía lo hacen. Además, cu and o la gen-
te emp ezó a llevar zapatos, lo qu e probablemt!!)leoc urri ó hace unos
2
4 5.ooo añ os, su calzadoera mínimo en comparaciónco n lo s estándar es
actuales , sin talones gruesos y acolchados, ni soportes para el arco ni
otr as cosas que hoy son carac terísticas comunes.Las sandali as más anti-
gua s co n oc idas, que datan de hace 10 .000 años,consistían en una s sue-
las finas qu e se ataban al tobillo con bramante;loszapatos m ás antiguos
que se conservan, de hace 5.500 año s, eran básicamente m ocasines.l
H oy en d ía los zapatos son ubicuos end IDW1d o d esa rroll ado, don-
de ir d esca lzo se considera excéntri co, vulgaro poco higi é ni co. Muchos
resta ur a ntes y negocios no atie nden a los clientesque van de scalzos, y
es h abitu al creer que los zapatos cómodos y anató mi cos so n saluda-
bles. 4 L a mentalidad que no s lleva a creer que llevar zapato s es más
no rm a l y mejor que ir descalzo resultó especialment e ev id ente en la
controversia acerca de cor rer descalzo. El interés en es te te ma se des-
pertó en 200 9 con la publicació n del superventasN acidos para correr, un
libr o so br e un a ultramarató n en una región remota del nort e de Méxi-
co, pero qu e también argum entaba que las zapatillas para corr er pro-
vocan lesiones. 1 Un año más tarde, mis colaboradores y yo publicamo s
un estu dio acerca de cómo y por qué la gente puede c orre r descalza
cómodam ente sobre superficies duras tomando contact o con el suelo
de un a forma libre de impacto que no requierede la amortiguación que
pr oporc iona un zapato (más sobre eso enseguida).6 Desd e ent o nces, se
ha produ cido un abundante y apasionado debate público . Como suele
ocurrir , los puntos de vista más extremos tienden a recibir mucha más
ate nci ón. En uno de los extrem os están los entusiastas de correr descal-
zos, qu e acusan a los zapatos de ser innecesariosy provocar lesiones, y
en el ot r o ex tremo hay quien se opone vigorosament e a co rr er descal-
zos y c reen que la mayoría de los corredores deberían llevar zapatillas
con arco de apoyo para evitar lesiones. Algunoscríticos han ridiculi za-
do el mo vimiento que promueve correr descalzosco mo nad a más que
«otra moda pasajera de la comunidad de los corredores, ,. 7
 L,1 lll ~T Oll l \ 1)11. Cl., 1.ltl'<.l II L'M \ O l. ll\ l'ELI G IIO\ OCU LTOS DE L.\ ,)\ ED \ D \ 11 e t l 'I tlllT

Como biólogo evo lutivo, las dos posic iones extremas me parecen Caminar clcsc alw Corr er descalzo
poco pl ausibles y reve ladoras . De un lado , dado que los hqmanos han \ pi~ando d e 1aló n p isand o de ,,,Ión
ido desca lzos durame millones de ai'los, deb emos concl uir que la moda >·º
reciente es llevar zapa tos. Por otr o lad o, los humanos llevamos varios o
~0
miles de a11 os llevando zapatos de uno u ot ro tipo, a menudo sin nin- :;; "'
.:; o.. o 2 .0

gún daño apare m e. En rea lidad , lo s za p atos tienen beneficio s pero [:

-e ..,
o
u
tamb ién algun os costes que a menudo no tomamos en cons ideración o"' 1. 0
u"'
porque ir calzado se ha convertido en a lgo tan normal y habitual como "'
N E
~= ..@
:;¡ .......
llevar ropa interior. Además, la mayoría de los zapat0 s, especia lmente u.. o.o
las za patillas de de porte , son extr ao rd i n a ri amcnte cómodos . La mayo- o L~ jO 7i 100 o 2) jO 71 100

ría de la gent e sup o ne que cualqui er zapa to cómodo debe ser también % paso ~. pdSO
sano, pero ¿es cierta esa suposición ?
Corr er ca l1.ado Co rrer desc.1lzo
Más allá de las co nsideracione s d e es tilo , la funció n más imp orta nte
pi sand o de 1.1ló n pi sand o de a111
c pié
de los zapato s es protege r las plant as de los pies. Los pies de las perso- , .o , .o
o o
nas qu e cam inan desca lzas, igual que las d e los animales, cum plen esta --¡¡,-...
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funci ón co n callos, que están hec h os de qu eratina, una p ro te"ína ílexi- "'
o -e, oQ.
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ble pa recida al cabello que tambi én cons titu ye los cue rnos de los rino- ;e o
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ceron tes y las pezuñas de los caballos. N u estra piel forma ca llos de ma- o
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nera na tu ral cuand o caminamos desca lzos. Cada primavera, cuando E '·º
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emp ieza a hacer el ca lor suficient e para pasar más tiempo descalzo, mis
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c:r-º
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callos crecen, y cada invierno se redu ce n cuando dejo de ir descalzo.
No llev ar zapat0 s crea un círcu lo d e de p e nd encia: duele ca min ar des-
calzo sin callos, lo qu e nos empuj a a ll eva r zapatos que inhib en la for-
mación de callos. No hay duda ele qu e las s ucias de los zapa to s pueden
cr m ás protecro ra s que los callo s, pero la desventaja d e los za patos
co n suc ia gruesa es qu e limüan la per ce p ción sensorial. Ten em os en la
plant a d el pie una rica y extensa red d e nervi os que enví an al ce rebro
info rmación vital sob re el terr eno que pi samos y activan reflejos fun-
damental es que no s ayudan a evit a r les ione s cuando notamo s algo afi-
lado, des ig ual o cal iente bajo el pie. u alq uier zapato int erfi ere con
esta co municació n, y cuanto más g ru esa es la suela, menos inform a-
ción re c ibimos . D e hecho, inclu so los calcetines reducen la estab ilidad,
lo que expli ca que los artistas de a r tes mar ciales, mucho s bailar ines y
los pra ct icant es de yog a prefier an ir d esca lzos para maximi za r super -
ce pción senso rial.
D e todas las pa rt es de un zapat o que amortiguan y protegen el pie,
el talón es la que más hace. El taló n es la prim era parte del cuerp o (o el
zap ato ) qu e entr a en contacto con e l s uelo al caminar, y a veces cuando
co rr emo s. El impacto gener a un r ápido pic o de fuerza so bre el suelo,
o .o
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u.
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r-ig ura 27. Fucrüts en el suelo al caminary al corrc1· (d cscal7.0y cal1,ad o), me-
did as en unidades de peso corporal. Al caminar, so le mos apoyar primero el
talón, generando un pequeño pico de impacto.AI correr descalzos, pisar con
el taló n genera un pico de impacto más altoy más rápido. Un zapato con amor-
tigua ción en la suela reduce considerablemente la tasa del pico de impacto. Si
se ap oya primero el amepié (calzadoo dcscalw), no se genera pico de impacto.
ta l como se mu est ra en la figu ra 27, que se conoce como pico de im-
pa cto. Los picos d e impactO pueden igualar la fuerza del peso del cu er-
p o a l ca minar y ser hasta tres veces el pesodel cuerpo al corre r.x Corno
toda acc ión tiene una reacc ió n igual y opue sta, lo s picos de impa cro
env ían u na ola de choque que sube por la piern a y la columna y rápida-
m ente alcanza la cabeza ( en menos de una ccntés i ma de segundo cuan-
do co rremos) . Un impacto fuerte con el talón puede nota rse como un
go lp e co n un ma zo. Po r suerte , la almohadilla d el tal ón del pie absorbe
es t as fuerlas lo bastan te co mo para que camin a r descalzo sea co mp le-
ta m ent e confo rtable, pero puede ser dolor o so cor rer descalzo largas
 LA HISTORIA DEL CUERPO HUMANO
distancias sobre un a superfic ie dura como el cemento o el asfalto si se
pisa con el talón. Po r eso la m ayoría de las zapati llas para correr úenen
tal ones gruesos y acolc hados hechos con materia les elásticos que fre- ,
n an los picos de impacto, consiguie ndo así que la pisada con el talón
sea cómoda y menos perjudicial (como se mue stra en la figura 27) .
Estos zapatos también n os p ermiten caminar con más comodidad.
Sin embargo , lo que la ge nte que suele ir descalza sabe es que no se
necesita un zapato con un talón acolchado para evi tar la incomodidad
al cam inar o corr er sobre una superficie dura. Cuando se camina des-
calw, se tiende a apoya r má s suavemente el talón , reduciendo el pico
de impacto, y cuando se cor re, se puede evitar comp letamente el pico de
impa cto si se apoya p rimero la parte delantera del pie y luego se baja el
talón, en lo qu e se co noce como pisada de antepié.9 Es fácil compro-
barlo simplemente sa ltando descalzo (¡ahora mismo!). Como se verá,
lo natura l es caer sobre la part e anterior del pie y luego bajar el talón,
d e manera que el aterriza je sea suave, blando y tranquilo. En cambio, si
no s forzamos a caer primero con los talones, el impacto será fuerte,
duro y doloroso (hay que p robarlo con cuidado). El mismo principio
se aplica al correr, que e n realidad no es más qu e saltar de una pierna a
ot ra . Al apoya rse suave m ente con el antepié, o a veces con el pie me-
dio, se puede cor rer d e prisa sob re superficies dur as sin ninguna amor-
tiguació n porgue no se genera ningún pico de impacto notable; po r lo
que atañe al pie, el ate r rizaje es tá libre de colisión. Dado que el dolor es
una adaptación para ev it ar comportam ientos perjudiciales, no es de
extraña r que muchos co rr ed ores descalzos o minim alistas experimen-
tados tiendan a pisa r de antepié o de mediopié cuan do corren largas
di sta ncias sobre superficies duras o irregu lares, y que muchos corre-
dores que habitu alme nt e u san zapaúllas y suel en pisar de talónadop-
ten una pisada de antep ié cuando se les pide que cor ran descalzos sob re
una supe rficie dur a.' º Es c ierto que algunos corre dores descalzosapo-
yan sobre el taló n , sob re todo cuando corren despacio, distancias cor-
tas o sobre superficies blandas, pero no tienen por qué correr de este
modo si resulta d olo roso.'' Muchos de los co rredores más rápidos y
mejores del mund o pisan de antepié incluso cuando llevan zapatillas.
Dejemos clara un cosa: yo no defiendo que pisar con el talón no
se a natu ral o sea erró n eo; a l contrario, hay varias razones por las que
tanto quienes corren descalzos como quienes corren calzados pr efie-
ren en ocasiones pisar d e talón, especialmente sobre superficies blan-
d as. La pisada de taló n p er mit e alargar el paso fácilmente, y requiere
LOS PELIGROS OCULTO S DE LA NOVEDAD Y EL CONFORT
mucha menos fuerza en los múscu los d e la pantorrilla (que tienen que
contraerse con fuerza mientras se estiran para bajar el talón suavemen-
te cuando se pisa de antepié). La pisada de talón también es más suave
para el tendón de Aquiles. Además, los gruesos tacones de muchos za-
patos hacen que sea difícil no pisa r de talón. Lo que intento dejar claro
es qu e cuando se pisa de talón con un a zapaúlla con amortiguació n, el
cuerpo deja de recibir la información sensoria l que espera y que puede
ayudarle a modular la postura para m od ificar el impacto. La conse-
cuencia es que si.se corre con zapa till as amortiguadas y en baja forma,
es fácil pisar de~as iado fuen e en ca d a paso. 11 Gracias a la amortigua-
ción de las zapatillas, estos picos de im pacto no hacen daño, pero si se
corre unos 40 kilómetros a la sema n a d e este modo, cada pierna sufre
alrededor de un millón de impactos fuertes al año. Estos impactos pue-
den tener efectos perjudiciales. Estud ios realizados por Irene Oavis y
otros han reve lado que los corredores que generan picos de impacto
más altos y rápidos tienen una pr obabilidad significativamente más
alta de acum ular lesiones por esfuerzo repetitivo en pies, esp inilla, ro-
dillas y región lumbar.'l Misest udi antes y yo hemos observado que los
miembros del equipo de Harvard de campo a través que pisan de talón
resultan lesionados más del dob le de vece s que los que pisan de ante-
pié. ' 4 Lo fundamental es que tanto si se pisa de talón como si se pisa de
antepié, hay que hacerlo con suavidad, e ir descalzo nos da menos op-
ciones.
Los zapatos tienen otras caracterí st icas diseñadas para aumentar el
confort que también afectan al cue rp o. Muchos zapatos, incluidas las
zapatillas para correr, úenen un sopo rte para el arco diseñado para
apoyar el arco del pie. En buen esta do, el arco del pie se parece a una
media bóveda que de manera natura l se aplana un poco al caminar, es-
tirándose para que el pie se tense y tran sfiera el peso a la bola del dedo
gordo. Al corre r, el arco se apl an a mu cho más, actua ndo como un
enorme muelle que almacena y libera ene rgía, ayudando a empujarnos
hacia arriba (véase el capítulo 4). El pie tiene unos doce ligamentos y
cuatro capas de musculatura que traban y sostienen los huesos del
arco. Del mismo modo que un colla rín libera a los músculos del cuello
del trabajo de sostener la cabeza, un soporte para el arco en el zapato
libera a los músculos y ligamentos del pie de la tarea de sostener el
arco. Los sopo rtes de arco se incluyen en muchos zapatos porque redu-
cen la cantidad de esfuerw qu e tie n en que hacer los múscu los del pie.
Otra característica que nos ahorra esfuerzo es una suela rígida, pues
 L \ III STO III \ IJI I Cl ' LIIP() ll l!\ I .\NO
permi te qu e los mú sc ulo s d el pie I rabajen menos para empujar e l cu e r-
po hacia delante y hac ia arriba ( esta es la razón de que caminar p or la
arena can se los pies). La mayo ría de los za patos tambié n tienen suc ias
curva d as hac ia arriba en la pun tera. Esta curvatu ra, que recib~ el n o m -
bre de reso rte de la punt era, requi ere menos esfuerzo mu scular de los
dedos del pie cuando I ie nen qu e empujar al final del paso.
Los so po rtes para el arco y las suelas rígidas y curv adas so n in-
cues1iona bl cmente có mod os, pero pu eden ca usar diver sos p~ob lemas .
Uno de los más com un es son los pies planos, un probl ema que se pro-
du ce cuando el arco del pie no se desar ro lla o se colapsa de form a p e r-
manent e. Alrede do r d e un 25 por ciento d e los esta douniden ses tiene
pies plano s' 1 y, por tan to, más tendencia a sufrir malestar o les io n es
porque un arco caído ca mbia el modo en qu e funcio na el pie y pr ovoca
movim iento s inapropiado s en el tobillo , la rodill a e incluso las cad e ras.
Los ge nes pue de n pr e di sponer a alguna s per so nas a desarroll~r pi es
planos. per o la m ayo ría de las veces el probl ema tiene su cau sa e n la
debilidad de los músc ul os qu e deberían ay udar a crear y mant e ne r
la forma del arco. L os es tudi os qu e han co mp ara do perso nas qu e h abi-
lUalmente ca minan de sc alzas y per so nas qu e suelen ir ca lzada s han re-
velado que las que van desca lzas cas i nun ca tienen pies planos y que
además suele n tene r a rcos mejo r formad os, ni demasiado alio s ni d e-
masiado bajos. ' 6 Yo mi smo he examinado un gra n número de pi es, y
casi nu nca he vi s10 un arco plano en un a per so na qu e sucia ir de sca lza ,
lo que refu erza mi c ree n cia en qu e los pies p la nos son un desaju ste evo-
lutivo.
O tro prob lem a relacion ado y común q ue puede resultar de lleva r
zapa to s es la fascit is pl a nta r. ¿Qui én no ha se ntid o algu na vez un d o lo r
intenso y agudo en la planta del pie al leva ntar se por la mañana o d es-
pués de corr er? Est e dolor se d ebe a la infl am ación de la fascia plantar ,
una lámina ele un te jid o parecido al tend ó n qu e se sitúa en la plant a del
pie y traba j a jum am e nt e con los músculos p ara tensar el arco. La fa sci-
tis plantar tiene múltiple s causas, pero un a ele ellas es que los mú sc ul os
del arco d el pie se deb ilit en y la fascia ten ga que comp ensar estos mú s-
culos d ébi les qu e y a no son capaces de mant ener el arco. La fasc ia n o
está bien di seña d a para tant o esfue rzo y acaba inflamándo se y pr odu-
ciend o d olo r. ' 7
Cuand o duel en lo s pies, duel e todo el cuerpo , así que la gent e co n
dol or en lo s pi es sue le estar desesperada por encontrar un tratami e nto.
Por desgracia , a m enudo ayudamo s a estos infeli ces aliviando su s sí n -
l tl' 1'1:1 ll .t lOS ll< l ' L n 1, DE l. ,\ Ntll El) \1) \ U < tl 1' l <ll\T
coma s en lugar de remediar las ca u sas de sus problemas. Los pies fuer-
tes y flexibles so n pies sanos, p e r o en lugar de fortalece r los pies de sus
paciente s, muchos pod ó logos prescriben soluciones o rtopédicas y
aco n sejan a sus pacientes que lleve n zapatos cómodos con so po rte para
el arco y sue la rígida. Estos tratamientos son ef icaces para aliviar los
sín toma s de los pies plano s y la fascit is plantar, pero si no se dejan en su
momento, puede n crear un círc ul o vicioso porque no impiden que se
pro du zca el problema y con e l t ie mp o permiten qu e los músculos del
pie s·se debiliten todav ía má s. La co nsecuencia es que la ge nt e que lleva
di spo sit ivos o rtop édico s d epe nd e de ellos cada vez más. En es1e senti-
do , tal vez deberíamos tr ata r e l pi e má s como tratamo s otras pan es del
cue rp o. Si su frimo s un esguin ce o alguna lesión en el cue llo o el hom-
bro , tal vez lleve mos un co llarín u otro soporte para aliviar el dolor
temporalmente , pero lo s m é di cos ra ramente presc riben so pon es per-
m an entes , sino qu e indica n qu e es tos dejen ele usarse tan pronto como
se a po sible y se realice tera pia fí s ica para recob rar la fuerza.
Como las fuerzas qu e ca u s an las lesiones por esfue rzo repetitivo
so n el resultado de la forma e n qu e movemos el cuer po, o tra forma de
pr eve nción y tratamiento que no se usa suficienteme nt e es observar
có mo se mueve una per so n a c u a nd o camina y co rr e y en qué medida
sus mú sculos pueden controlar esos movimiento~. Aunque algunos
m édi cos examinan la po st ura de un paciente qu e sufr e una lesión por
esf ue rzo repetitivo, much os se I imi ta n a tratar los sínt omas del proble-
ma rece lando medicación , o rt o p edia o zapatos con am o rti g uación. Va-
rios estudios han enco ntrad o qu e las prescripciones de zapato s para el
co ntr o l del movimiento, que limit an la medida en q ue el pie rota hacia
de ntro ( pronación) o hacia fu e ra (supinació n), no redu cen la preva-
lenc ia d e lesiones en los cor r e d ores.' ~ Otro estudio halló que los corre-
do res en realidad tenía n un a pr oba bilidad mayor de sufrir lesiones
cuando corrían con zapa ti !la s má s ca ras y amo rtiguad as. '? Lamenta-
blem ente, cada año entre un 20 y un 70 por cient o de los corredores
sufren lesiones por esfuerzo repe ti tivo, y nada indi ca qu e las tasas ha-
ya n id o a menos a medid a gue la tec nología de las za pati llas se hacía
má s so fisticada durante los último s treinta años.ºº
Ha y aún otros aspecto s d e l ca lza do que produ ce n desa justes. ¿Con
qué fre cuencia lleva mos za p atos in có modos porgue tienen estilo? Mi-
llo n es, tal vez miles de millon es d e personas llevan zapatos con puntera
es tr ec h a o taco nes altos. Esos za pato s pueden ser esti losos, pero no son
sa lud ab les. Las puntera s es tr ec h as aprietan de un a form a muy poco
 LA HI STO RIA DEL CUER PO HU MANO
r LO S PE LI G RO S OCULTOS DE LA NOVEDAD
natur al la parte anterior del pie y cont ribuyen a proble m as comunes
como los juanetes, los dedos mal alineados o los ded os en martillo! '
Los taco nes altos realzan las pantorrillas, pero afectan a la postura nor- ,
mal, acortan permanentemente los músculos de la pan to rrill a y some-
ten la bo la del pie, el arco e inclu so la rodilla a fuerzas ano rm ales que
pr ovoca n lesiones.12 Encerrar el pie codo el día en cuer o o plá stico sue-
le cons iderarse higiénico, pero en realidad crea un ambiente sudoroso,
cálid o y pobre en oxígeno que es un paraíso para mu ch os hongos y
bacter ias que causan irritaciones e infecciones, como e l pi e d e atleta.'!
En resum en, muchas perso nas sufren problemas en los pies porque
estos evo lucionaron para ir d esca lzos. Zapatos minim a listas los ha
hab id o desde hace miles de años, pero alguno s zapato s modernos di-
seña dos para una combinación de confo rt y estilo pu ed e n interferir
sustancia lmente en las funciones naturales del pie. No creo que haya
necesidad de abandonar del todo los zapatos, y un núm ero cada vez
mayor de consumidores ya está respondiendo a esto s d esa justes lle-
vando zapatos minimalistas que no tienen ni tacón, ni suel a rígida, ni
so port e p ara el arco ni puntera estr echa. Será interesa nt e ver si así les
va mejo r, y necesitamos urgent emente entender có m o adaptar a la
gen te co n pies débiles a las mayo res demandas muscul ares qu e supone
llev ar zaparos minimalistas. Ta mbién sospecho que es saludable
alenta r a los niños a caminar desca lzos e intentar qu e lleve n zapatos
minimali stas de manera que sus pies se desarro llen adecua d amente y
crezcan fue rtes. Por desgracia, la mayoría de la gente qu e hoy sufre
prob lema s en los pies responde tr ata ndo los síntomas, aliviando el do-
lor co n di spositivos ortopédicos, zapatos cada v<a.más có m o dos, ciru-
gía, fá rm acos y toda una serie de pr oductos que encuentran a su dispo-
sición en las amplias secciones de cuidados de los pies qu e tienen las
far macias. Mientras sigamos ence rrand o los pies en zapa tos cómodos
y aparente mente normales, los podó logos y otros qu e se pr eocupen
po r el modern o dolor de pies segu irán estando muy atar ea dos .
EL ENFOQUE DEL ENFOQUE
Leer es a la mente lo que el ejerci cio es al cuerpo, y un a activ idad tan
habitu al y esencial que apenas re paramos en la t.areafís ica qu e implica
leer las pa labras. Incluso quien lea este libro a la manera de Samuel
V EL CO NFORT
Goldwyn, "parte d e él hasta el fina],,,14 habrá de enfocar 1avist a dur an-
te periodos prolongados sobre unas cadenas de letras, neg ro sobre
blanco, situad as pr o bablemente a un bra zo de distancia del rostro.
Mientras los o jos revolotean de una letr a a otra, se mantienen enfo ca-
dos fijamente en la página. A veces, cuando estoy inmerso en la lectura
de un libro rea lm e nte bueno, pierdo la conciencia de mi propio cuerpo
y del mundo qu e m e rodea durante hor as. Pero mirar unas pal abra s, o
cualquier otr a cosa, a tan poca distanc ia durante horas no es n a tur al.
La escritura se inventó hace irnos 6.000 años, la imprenta dur ant e el
siglo xv y hasta e l s ig lo XIX no empezó a ser habitual que muchas p er-
sonas pasaran la rg as horas leyendo. En la actualidad, en los países d e-
sarrollados mu c ha s personas se pasan muchas horas mirando fij am en-
te las pantaJlas de s u s ordenado res.
Tanto en foca r reporta muchos beneficios, pero a veces hay quep a-
gar el precio d e una mala vista. Los miopes no tienen problemas para
enfocar lo qu e está ce rca, como un libro o una pantalla de ordenador,
pero todo lo que está lejos, por lo general más allá de 2 metro s, lo ven
borroso. En Es ta d os Unidos y Europa casi una tercera parte de lo s chi-
cos de entre siete y diecisiete años de edad acaban teniendo miopía y
necesitando gafas para ver bien; el porcentaje de personas con miopía
es incluso más alto en algunos países asiáticos.11 La miopía es tar\ co-
mún que llevar gafar es de lo más normal e incluso estiloso. Pero todo s
los indicios apuntan a que la miopía solía ser muy rara. Los es tudios
realizados en todo el mundo indican que las tasasde miopía son de me -
nos del 3 por cie nt o entre los cazadores- recolectores y en las poblacio-
nes que aún practican la agricultura de subsistencia.16 Además, entre
los europeos, la mi o pía solía ser infrecuente salvo entre las cla ses altas
educadas. En r 8 r 3, James Ware observó que «entre la Guardia d e la
Reina muchos so n miopes, mientr as de los 10.000 guardias d e a pie
menos de medi a d oce na son miopes».27 En la Dinamarca defin a le s del
siglo XIX, la in cid e n cia de la miopía entr e los trabajadores no cua lifi ca -
dos, los marineros y los granjeros era inferior al 3 por ciento, mi e ntra s
que llegaba al 1 2 p o r ciento entre los artesanos y al 32 por ciento entre
los estudiante s universitarios. 18 Cambios parecidos en la prevalenci a
de la miopía se han documentado también en poblaciones de cazado-
res-recolectore s qu e han hecho la tr ansición a un estilo de vida occi -
dental. En los a ño s r 960, uno de estos estudios realiw prueba s de vi-
sión a inuits d e la isla Barrow, en Ca nadá.2 9 Aunque menos d el 2 por
ciento de los mayores tenían miopía, ni que fuera leve, la mayo ría de
 I. A 111!, TOHI \ DFI. CUE HPO ll lJ~I. \I\() l. lh f>E I f(.1\ 0~ () C UI TOS DE L A N O VE D •\D V ELC<)NFOll T

los jóve nes adultos y de los ni ño s en edad escolar e ra n mi o pes, algunos

fuerteme nte. Los indi c ios d e qu e la miopía es un tra s to rn o recie.u e co-
bran se nt ido si se cons id e ra q ue, hasta hace poco, se r mi o pe y ver bien
Co rn c.i
solo de cerca suponí a una g rave desventaja. En I iempo s pasados, los
individuos con mala vis ión de lejos debían ser peo res caza d ores y tener - ----
tambié n más dificulta de s para recolecta r alimentos, además de te- --~
ne r m enos capacidad para detecta r depredador es, se rpi entes y o tros
peligros. Es probable que las pe rsonas portador as d e ge n es que contri- -------
bu ye ran a la miopía muri eran más jóvenes y tuvie ran m enos .hijos, lo
qu e habría mantenid o la b aja frecue ncia de este ca rác 1e r.
La mi opía es un rasgo complejo causado por much as int eracciones
Ojo normal
entre un g ran núme ro d e gen es y múltiples factor es a mb ienta les. ¡o in
emba r go, como nuest ros ge nes no han cambiad o mu c h o dur ante los
últ im os siglos, la recie nt e epid emia mundial de miopía d ebe ser funda -
me ma lm ente el result ad o d e ca mbios ambientales . D e todo s los faFtO-
res id e ntifi cado , el c u lpa ble más común es tr ab aja r co n algo situado
mu y cerc a: enfocar la vi sta du rante largos periodos d e tiempo sob re
una s im áge nes cercana s, co m o cua ndo se cose o se lee n p a labras en una
página o pantalla.!' U n es wdi o realizado sobre más d e un millar de ni-
ño s d e Singapur en co ntró qu e qui enes leían más de d os libro s a la se-
ma na ten ían una pr obab ilid ad tres veces mayo r d e te ne r una fuen e
mi o pí a (tr as corregi r p o r e l se xo, la raza, la escuela y e l g rado de mio-
pí a de los padres)Y o o bstant e, algunos es1udios han e nco ntrado que
lo s jó vene s que pasa n m enos tiemp o en el exterio r I ie n c n más probabi - Ojo miope
lid ad de ser miopes con ind ependencia de lo qu e lea n. P o r tanto , una
cau sa r elacionada pero más fundame ntal puede se r una falta de estí-
mul os v isuales suficient e me nte intensos y diver sos durant e la infan cia Figura 28. Meca ni smo de enfoque del ojo sobre objetos lejanos. En un ojo
y la ad o lescencia.n Ot ros fac tores cuyo papel ca u sa l no tiene tanm normal, la luz es e nfocada primero por la córnea y luego por el cristal ino
a poyo emp írico pero m e re cen ser estudiados más a fo nd o son, entre (que es relajado por la contracciónde los músculos ciliares)de modo qu e el
haz converge en la ret ina del fondo del ojo. Un ojo miope(abajo) es demasia-
ot ro s, las dietas ricas en a lmi dón y los estirones de c re c imi ento al prin-
do largo y hace qu e la imagende objeros lejanos se enfoque en un pumo ante -
c ip io d e la adolescenci a. l 1
rior a la rctina.
Para investigar qué fac tores causan miopía y re v a lu ar la forma de
trat ar es te problema, co n sid eremos primero el fun c ionam iento norm al
del o jo al enfocar la luz. El proce so de enfoque im pli ca d os pasos prin- cristalino, u n d isco transparente del tamaño del botón d e un a cami sa.
cipa les qu e se resumen e n la figu ra 28. El primer paso se produ ce en la Como la có rn ea, e l cristalino es co nvexo, lo que le perm ite enfo car la
có rn ea, la cubierta ext e rior tr ansparente de la p art e fr o ntal del ojo. luz que le llega d e la córnea hacia la ret ina, en la parte poste rior de l ojo .
Co mo la córnea tiene un a curvatura natural, igual qu e una lente de Allí, unas cé lu la s n erviosas especializada s conv ierten la luz en una co-
aum e nt o tuerce los rayo s d e luz , dirigiéndolos a tr avé s d e la pupila ha- rriente de señ ale s que se envían al cereb ro, don de se tr ansforma n en
c ia el cri stalino. El sigui e n te pa so, el enfoque pr ec is o, se prod uce en el una imagen pe r cept ible. Sin embargo, a dif erencia de la córn ea, el c ris-
372. L A HISTORIA D EL CUE RPO HUM ANO
talino puede cambiar de forma y alterar su enfoque . Estos cambios de
forma se cons iguen mediante la acción d e cientos de fibra s diminuta s
que suspenden el cristalino detrás de la pupila .31 Un cristalino normal,
es muy convexo, pero las fibras son como muelles que constantemente
tira n del cristalino, aplanándolo como una cama elástica. En este esta-
do aplanado, el cristalino enfoca en la retina la luz de los objeto s leja-
nos. Para enfo car en la retina los rayo s de luz procedentes de objetos
cercanos relativamente grandes, el crista lino tiene que adoptar una
forma má s convexa. Este ajuste (lla~ado acomodación) se produce
cuando los diminutos músculos ciliares unid os a cada fibra se con-
traen, aliviando la tensión sobre el cri s talino y permitiend o que este
retorne a su forma natural, más convexa. En otras palabras, al leer
este libro, cient os de músculos diminutos se contraen en cada uno de
los ojos para aflojar las fibras y mantener el cristalino curvado , enfo-
cando de este modo sobre la retin a la luz de la página o pantalla cerca-
na. Cuando el lecto r alzala vista y mira h acia lo lejos, esos mú sculos se
relajan y las fibras se tensan, aplanando el cristalino de manera que
ahora puede enfoca r objetos lejanos .
Muchos cientos de millones d e años d e selección natural han per-
feccionado el globo ocular. Su sistema de enfoque suele funcion ar tan
bien que mu chos de nosotros no pen sa mo s dos veces en la visión clara.
Pero, como en cualquier sistema de gran com plejidad, variaciones pe-
queñas pu ed en perjudicar su función , y la miopía no es ninguna excep-
ción. La ma yo ría de casos de mjopía se producen cuando el globo ocu-
lar crece demasiado alargado, como mue stra la figur a 2.8.36 Cuando
ocurre eso, el cristalino todavía enfoca lo s objetos cercanos co ntrayen-
do los músc ulos ciliares, lo que permit e qu e el cristalino tome una for-
ma más convexa. Sin embargo, cua ndo alguien con un globo ocular
demasiado alargado intenta enfoca r la vi sta en un objeto lejano rela-
jando los mú sculo s ciliares, elpunto d e enfoque del cristalino aplanado
se sitúa por del ante de la retina: se queda corto. La consecuencia es que
todo lo que es tá lejos (usualmente má s allá de 2 metros), qu eda desen-
focado, a vec es terriblemente desenfocado . Por desgracia, la gente con
miopía también corre un riesgo mayor de sufrir otro s problemas ocu-
lares como g laucoma, cataratas, des pr e ndimient o de retina y otr as re-
tinopaúas.J7
Uno podría pensar que un problema tan extendido e importante
como la miopía se conocería mejor, pero lo cierto es que los mecanis-
mos por los cuale s el trabajo prolongado de cerca o la falta de estímu-
LOS PELI G ROS OCULTOS DE LA N OV EDAD Y EL CONFORT 373
los visuales en el exterior pueden llevar aJ ojo a ser demasiado alargado
todav ía no se conocen bien. U na hipótesis propu es ta hace ya tiempo es
que las horas que se pa san enfocando objeto s ce rcanos alargan el globo
ocular porque increm entan la presión en el interior del ojo. Según esta
hip ótesis, cuando se mira algo cercano (como esta página) , los múscu-
los ciliares tienen qu e contraerse continuamente y otro s músculos ro-
tan los ojos hacia el interior (convergen) para mantener la visión hino-
·cu lar. Como los músculos ciliares y los respon sable s de girar los globos
oc ulares están anclado s en la pared exterior del ojo (la esclerótica), lo
que hacen es comprimir el globo, aumentando la presión en la gran
cámara posterior (vítrea), que se alarga.38 En experimentos en los que
se implantaron sensor es en el interior de la cámara posterior del globo
ocu lar de macacos se midieron presiones elevada s cuando se ob ligaba
a los monos a enfocar objetos cercanos.39 Aunque en los human os
no se han realizado mediciones directas de pr es ión, nuestro globo ocu-
lar se alarga ligeramente cuando enfocamos objetos cercanos.40 Por ello,
se ha propuesto como hipótesis que los niños en pleno crecimiento cu-
ya s paredes oculares todavía no han acabado de fortal ecerse y que mi-
ran persistentemente objetos cercanos estiran las paredes de los ojos
tanto que estos se alargan de forma perman e nte, de forma muy ligera
pero suficiente para causar miopía. Un tr abajo extremo e incesante
con objetos cercanos también podría causar es te pro ceso en adulto s.
La gente cuyo trabajo les obliga a pasar muchas horas con los ojos con-
tra los oculares de un microscopio a menud o s ufr en una miopía que se
agrava progresivamen te.4'
La hipótesis del trab ajo de cerca es controvertid a y nunca se ha
contras tado directam ente en humanos. Tampoco consigue explicar los
halla zgos de otros experimentos con anim ales que indican que entra-
d as visuales anormale s pueden causar miopía con independencia del
trab ajo de cerca. Este fenómeno se descubri ó por accidente cuand o un
grupo de investiga dore s que estudiaban el m o do en que el cerebro per-
cibe la información visual se percataron d e que los monos a los que
habían cosido los párp ados para mantener su s ojo s cerrado s tenían
g lobos oculares anorma lmente alargados, ha sta un 21 por ciento más
d e lo normal.42Intrig ados, los investigadores realizaron una serie de
experimentos que revelaron que la miopía d e lo s mono s no estaba de-
se ncadenada por un esfuerzo excesivo enfoc ando de cerca sino por una
falta de entradas visuales normales (si es qu e lo que un mono ve en un
lab oratorio puede considerarse normaJ).4 3 Es tudio s más recientes que
 37~ LA II ISTO RI \ IJ l, L C:l 1 1.Hl' l ) II U~ IA l\ ll
expe rim enta l m ent e hicieron bo rr osa la v isión d e gatos y pollos confir -
mar on que la m iop ía puede tener s u ca u sa en imáge nes no en focadas,
que de alg ún mo do afectan al crec imi ent o norma l del globo ocular.~'
Ade más, lo s niiios que pasan más ti e mp o en el interior que en el exte-
rio r tien en una probabi lidad más a lta de d esarro llar miopía.~; El me-
can ismo por el cual se produ ce es te c recimien 10 anormal t<*lav ía se
desco noce, pe ro toda s estas fu ent es d e indi cios obser vacionales y ex-
perimenta les ha n conducido a pla n tea r la hip ó tesis de que el alarga-
miento no r ma l de l ojo requier e una mezcla de estímu los visua les com -
plejos, co m o va riacio nes en la int e n s id ad d e la luz y diversidad de co-
lores en lu ga r de los colores ten u es y apagados típicos del interior de
u na casa o las pág inas de un libr o.
Sea n cua les sea n los facto res a mbi e nt ales que con tribuyen al desa-
rroll o de la m io pí a, el prob lem a lleva va rios miles d e años con noso-
tro , aun que fu ese menos frec uent e en e l p asado qu e ahora. De hecho,
la inca pa cida d d e d istinguir obj e tos leja nos se usa co mo metáfo r~ en el
uevo T es1amcnto : «Pero el que n o I ic ne estas cosas tiene la vista muy
cona; es ciego, habiendo olvid ado la puri ficació n de sus anriguos peca-
dos». ~6 El tra sLOrno fue diagn os tica d o tamb ién po r Ga leno, el médico
del sig lo 11, qu ien presumibleme nt e ac u ñó el 1érmino «miopía». Pero
hasta la in venc ión de los anteoj os dur a m e el llenac imiento, las perso-
nas co n miop ía tuvieron que so po rt ar su discapac idad sin demasiada
ayud a. D esde ent onces, los ant eo jos se m ejoraro n y refinaro n median -
te num erosas i nn ovac iones, enl re e ll as e l desa rro llo de las lentes bifo-
cales po r Benj amín Franklin e n 1 784 . En la actu alidad, person as con
los ojos mu y a larg ados puede ve r ob je los lejanos sin pr oblemas g racias
a la tecnología, y es dudoso qu e la miopí a teng a en la actualidad el me-
nor efecto nega tivo sobre la eficac ia reproductora de nadie. En este
sentid o, las ga fas pro1egen a los miope s d e la selecc ió n natural. Si aca-
so, las g afa s han sido objeto d e mu c ha evo lució n cult ural, haciéndose
más lige r as, más finas, más ve rsá til es e incluso invisibles (lentes de
con tacto). La s m odas de las g afas ca m bia n co nstant emente, tent ando a
las per so n as m iopes a comprar n uevas mo ntura s cada pocos años para
ver y ser vistos con estilo.
La rec ie nt e evo lución cultur a l d e las ga fas, co mbin ada con la im-
portanc ia d e pod er enfocar la v ista, h a susc itado la interesante hip óte-
sis de que la s ga fas han causado coevo lución. Reco rdemos que este
tipo d e ev o lu ci ó n se prod uce cuando los desa rro llos culturales estimu-
lan la se lecció n de genes, como en el caso clás ico de qu e beber la leche
Lll~ 1'1;.11( .l ll l ~ l)Cl ' I ro s D E L.1 Nú \ U ) \1) \ El (() /\ H llff 37 5
d e los animales de g ranja ha favorec ido la preva lencia de ge nes pa ra la
per siste ncia de la lactasa (véa se el cap ítul o 8). L a hipótes is d e qu e las
g afa s han causad o coevolució n es difí ci l d e contrastar, pero resulta
conc ebible que a medida que las lentes co r recwra s se hiciero n asequi-
bl es y comu nes d uran te lo s ú ltimos sig los, se h a pr oducido una relaja-
ción de la selección com ra los ge nes del et é reos qu e com ribuye n a la
miopí a. De ser así, podríamos predeci r qu e la pr eva lencia de la mi o pía
h a aumentado g radualmen te y co n in dep e nd enc ia de los factor es
ambientales que tambi én causan el pr ob lema . Esta hipótes is es im-
p rob ab le a la vista de lo rápid o que ha aume nt ado la pr eva le n cia de
la miopía. Una idea más extrema y fran ca m e nt e p erru rbadora es que la
in vención de las lent es co rrecto ras ha sid o tan b eneficiosa para tanta s
pe rso nas que de hec ho ha permitid o la se lección indirecta d e ge nes
p ara la inteligenc ia qu e, ind irec tame nt e, ca u san miopía. Un est ud io de
1958 muy discutido hall ó que los niño s mi opes ele Estado s U nid os te-
n ían coef icientes d e inteligencia sig nifi ca ti va ment e más alto s qu e lo s
n iños con vista no rm al, y e ta corre lac ión se h a rep licado desde enton -
ces en lugares co mo Singa pur , Dinamarca e Isra el. 11 Aunq ue la corre-
lación no implica ca usalidad, se han pr op u es to numerosas hip ó tesis
para explicar estas co rr elac ion es. Una posib ilid ad es que, co m o el ta-
mañ o del globo y el tama ño d el ce rebro es t..ín fue riemente co rr elac io-
n ad os, las leme s co rr ectora s han permit ido la selecció n de ce rebro s
m ás grandes, y por ta mo ojos más gra nd es y, p or tanto, más pr o p ensos
a desarro llar mio pía.-18 De ser así, la elevada in cidencia d e la mi opía
po drí a ser un pr odu cto secund ario de la se lecc ión de ce rebr os má s
grand es. Esta hip ó tesis probable mente sea e rr ó nea por va ria s razones,
d e las cua les no es meno r el hecho de qu e e l tam año encefá lico haya
di sminuido d esde la Edad de ! licio (capít ul o 5), y es dud oso qu e los
hum anos de cerebro gra nde de la Ed ad d e 11ie lo fuesen mio pes. E ntr e
las hipó tesis alte rn ativas, se ha suge rid o que a lg un os de los ge nes que
afectan a la intelige ncia tambié n afect a n a l crec imiento del g lo bo
oc ular , o que qu izá los ge nes qu e contribuy e n a la intelige n cia se en-
cuentran en los cro moso mas ce rca de ge n es qu e causan miopía. -19De
ser así, la invenció n de las lentes corr ectoras n o so lo habría elimin ado
cua lqui er selecció n negat iva sobre la mi o pí a sin o que ad em ás habría
pe rmitido que la selecció n a favor de la int e lige ncia haya ten id o como
r esultado una m ayo r propo rción de ge nt e I is ta y miope. Esta hip ótesis
no me convenc e po rgu e los niño s qu e lee n m ás frecuente ment e se nci-
llam ente tienen una mayo r probabilidad d e desarrollar miopía , y tam-
 LA III STORIA DEL CUERPO HUMANO
bién es posible que los n iños miopes lean y pasen menos tiempo en el
exterior porq ue no ve n bien los objetos lejanos. En cualquier caso, los
niños miopes acaban leye nd o más qu e los niños con visión norm al y
por consiguiente saca n m ejor puntuació n en los tests de intelige ncia,
qu e favorecen a los niño s qu e más leen.
Nos qued a mucho p or aprender sobr e la miopía, pero hay dos he-
chos que están d a ros. El prim ero es qu e la miop ía es un desajuste evo-
1u tivo que solía ser infr ecue nte pero se ve agrava do por los.ambi en tes
moderno s. ~n segu nd o lu gar, aunque no entendemos del t_odo qu é fac-
t0res hacen que los g lo bo s ocu lares de los niños se alarguen más de lo
debido, sabemos cómo tr atar los síntoma s de la miopía de maner a ef i-
caz con la ayuda de lentes corre ctoras. Las gafas no son más qu e una s
simples lentes qu e tue rce n las ondas de luz antes de que lleguen al o jo
de tal manera que el punt o de enfoqu e vuelva a situarse sobre la retina.
Las gafas permit en que aproxima dament e mil millones de perso n as
miopes vean con clar idad , y a medida qu e más paísesexperimenten un
desar rollo económ ico , es te número sin dud a irá en aumento. Las gafas,
como los zapatos, son ta n comune s hoy en día que han pasado de ser
poco atra ctivas («los ho mbr es raramente intentan conquistar a las mu-
jeres que llevan gafas») a pasar inadvertida s o convertirse en acce so-
rio s de moda.
La elevada preva le n cia de la miopía, combinada con el modo en
que usamos las gafas pa r a tratar los síntom as de este problema en lu ga r
de sus causas, suscita var ias hipótesis sobr e cómo promocionamos
la disevolución de es te tr as torno . Una idea controvertida, basada en la
teoría de que el esfue rzo de enfocar de cerca causa miopía, es que el
uso de ga fas de hecho ag rava el problema. Si las contracciones de los
músculos del ojo provoca n la miopía, pr escrib ir lentes correctoras , que
hacen que todos los objetos lejanos aparezca n corno si estuviesen ce r-
ca, establece un bu cle d e realimentación positivo que hace qu e to d o
parezca estar cerca. 1° Co mo ya se ha seña lado, no todos los indicios
son cohere ntes con esta teo ría, que ha recib ido algún respaldo de un os
pocos estudios que apa rente mente reduj eron el progreso de la mi op ía
en niños dándo les gafas par a vista cansada. !' Una idea alternativa, ba -
sada en la hipó tesis de la pri vación visual, es que las gafas ni impiden ni
agrava n la miopía, pe ro in directamente pueden promover otr os facto-
res que causan miopía al ha cer que sea más fácil que los niños con ries-
go de miopí a pa sen d ema siadas horas ley endo o haciendo otras acti-
vidades en el inte rior, que no le proporci onan suficientes estímu los
LOS PELI GROS OCU LT OS DE LA NOVEDAD Y EL Ct> NF O RT 377
visuales. U na solución obvia es anima r a esos niños a pasa r más tiempo
en el exterior . Otra podría ser reem plazar las aburrida s pág inas impre-
sas ( como esta) por estimulantes libr os electrón icos con intensos cam-
bios de color y brillo que excitarían la vista de los niños. ¿No seña bo-
nito que los libros para niños se proyectasen con imágenes brillantes y
dinámica s sobre paredes dista nt es? Iluminar los amb ient es del interior
de las casas con colores más vivos tambi én podría ay udar .
Nos queda mucho por sabe r so br e la miopía, pero có mo y por qué
las per sona s se tornan miopes y có m o les ayudamos reca lca varias ca-
racterísticas típicas de la disevolución. La primera es que, como mu-
chos desajustes evolutivos, la m io pí a se transmite involuntar iamente
de padres a hijos por un mecan ismo que no es darwinian o. Aunque
ciertos genes puedan predispo ne r a algu nos niños a la miopía, los fac-
tores primari os que causan mi opía y que los padres transmite n a sus
hijos so n ambientales, y es incluso p osible que las gafas a veces agra-
ven el probl ema. La segunda es que posiblemente sepamos ya lobas-
tante para prevenir el desarrollo d e la miopía, pero hasta el momento
su pr evenc ión ha recibido escasa atenci ón. Sospecho que los esfuerzos
por pr even ir la miopía serían mu c ho más intensos si las gafas fuesen
menos eficaces y menos atra ct ivas.
DEME EL SI LL ÓN MÁS CÓ MODO
A fin ales de los años 192 0, dos jóvenes empren dedores de Michigan
organizaron un concurso para da r nomb re al sillón abatib le y tapizado
que acababa n de inventar. De las mucha s propuestas que recibieron,
escogieron La-Z-Boy (de "l azy hoy », "perezoso"; otras pos ibilidades
era n Sit-N-Snooze, usentarse y roncar>,, y Slack-Back, «gan dul"), y su
compañía sigue produciendo hoy lujosos sillones co n el mismo nom-
bre. Los mode los actuales ofrecen di ec iocho «niveles de confort" con
respa ldos y reposapiés que se regulan por separado, además de un «so-
porte lumbar total en todas las pos iciones». Si se paga un extra, se pue-
den aña di r características co mo motores vibradores para masaje, un
asient o que se puede inclinar para ayuda r a sentar se y levantarse del
sillón , posavasos y otros. Por lo q ue cuestan algun os sillones La-Z-
Boy se puede pagar un billete de av ión de ida y vuelta al desierto de
Kalahari o cualquier otro lugar rem oto del planeta, dond e costaría has-
 L-\ IIIST<llll \ DEI C'l ' EIIPO lll 1 \I.\NO
tante encon trar siquie ra una simp le silla, por no hablai; d e sill o nes
acolchado s, ab at ibles y con reposa pi és. Pero eso no quiere clcc i r que
no se vaya a enco ntrar a nadie se n tado. Los cazadores-reco lecto res y
lo 5 ag ricu lio res de ubsistencia tr abajan mucho para conseg uir cada
calo ría qu e come n , y raramente tie nen excedentes de energ ía. C u a ndo
una ge nte traba jad o ra con aliment os limitados encuentra la opo rtu ni-
da d , tiene e l b u ·n sentido de senta rse o recostarse, que cuesta mu c ha
m eno energ ía que estar de pie. Sin emba rgo, cuando ses icn tan , suel en
· hace rlo en ..:ucli llas, o descansan so b re el suelo con las piern as d obla-
das o es tirad as . l.a s sillas, cuando ex isten, suelen ser tabur e tes, )' los
ú nicos resp aldo so n árboles, rocas y pa redes.
Pa ra lo s q u e lee mos libros co m o este, sentarse en un silló n có m odo
es un a ac tividad per fectamente no rm al y agradable, pero una pe r s p ec-
tiva evo lut iva n os enseña qu e se nt a rse de este modo es inu sua ,,, l. P e ro
¿so n sa lud ab les las sillas? ¿Debe ría decir adiós a la silla de o fic ina e n la
qu e esc ribo es tas palabras y esc ribir de pie, o tal vezdesde u na c i nLa en
movim icn 10 jun to a la mesa? ¿D ebe rían mis lectores leer esto e n c u c li-
llas ? Y ya pues tos, i deberíamos des hacernos de los colcho n es y d o r-
m ir como nu es t ro s antepasados so b re duras esterillas?
¡Q ue no c und a el pánico ! o voy a hacer que nadie se sie n te m al
por se nt a rse e n una silla y para qu e conste, no tengo intenció n a lg un a
de de sha ce rm e d e las sillas de mi p ropia casa. Pero tal vc-zhaya razo nes
pa ra p reocuparse po r la cantid ad de tiempo que pasamos se m a d os, es-
pec ialm ent e si so mos inactivos du rante el resto del día. Una ele la s ma-
yo res pr eoc upa c io nes tiene que ve r co n el balance de energ ía ( véa se el
ca pítu lo 10). Por cada hora q ue pa samos sentados en un des pac h o , ga s-
tam os unas ve inte kilocalorí as m enos que estando de pie po rgu e y a no
tensa mos los m ú ·culos de las piern as, la espalda y los hombr os co mo
hace m os pa ra so stener nuestro peso y cambiarlo de pierna . 1• E s ta r de
pie un as oc ho h ora s al día eq u iva le a unas 16o kilocalorías, e l equi va-
lente d e ca m inar media hora . A lo largo de las semanas y los m eses, la
di ferenc ia ene rgé tica entre pasa rse mucho tiempo sentado o pe r m an e-
ce r d e pie es sorp rendente.
O tro de lo s p roblemas que ca usa sentarse horas y horas-e n có m o-
da s silla s es la a tr o fia muscu lar, es pecialmente de los múscul os c e _nt r a-
les d e la espalda y el abdomen que estabilizan el tronco . Po r lo qu e
res pecta a la ac ti v idad muscula r, se nta rse en una silla noes m uy di stin-
ta de acos tarse en u na cama. Se reco noce ampljamente que e l re p oso
prolo nga d o en la cama tiene mu c ho s efectos perjudiciales par a e l c ue r-
ltl\ l'E ll l , R()\ llC l l l TO ~ DEL\ Nll \ EO.\ D \ EL< ( l f\ h ll U' 379
po, ent re ellos la debilitac ió n d e l co razón, la d ege neración muscular, la
pé rdida de hueso y un gra d o e leva d o de infl amación de tejidos.H El
re poso prolongado en un a sil la tie ne casi el mi smo efccro porque tam-
poco usamos ninguno de lo s mú scu los de las pi e rn as para sostener el
peso del cuerpo, y si la s il la ti ene respaldo, re posaca bezas y apoyabr a-
zo s, uno puede dejar d e u sa r m u cho s de los m úsc ulos de la parte supe -
rior de l cuerpo. Por eso los sillo nes de La- Z - Boy son tan cómodo s.
Ec harse hacia delante o r e p a n c higa rse en una silla también exige me-
nos esfuerzo muscular q u e se m a rse derecho. H Pero pagamos un precio
po r canta comodidad. L os mú sc u lo s se dete rio ra n en respuesta a perio-
dos prolongados de inac ti v id ad y pierden libr as musculares, especial-
men te las fibras de co ntra cc ión lenta, q ue so n las que proporcionan
resistencia.11 Meses y añ os se n tá ndose co n un a ma la postura en sillas
co nfon ables, en comb in ac ió n co n o tros hábi to s sede marios, llevan a
qu e los músculos del tro nco y a bd o minales se debiliten y faúguen mu y
pr onto. En cambio, se n ta rse e n cuclillas o en el suelo o incluso en un
tabur ete requiere más co nt ro l po stu ra! co n la ayuda de diversos mús-
culos d e la espalda y el abd o m en, lo que ay uda a mantenerlos fuen es.1(,
Ot ro tipo de atrofi a ca u sa d a tambi én po r esta r senta do durante ho -
ras y horas es el acort a mi e n to d e mú sculos. C uando se inmovilizan las
arti culaciones durante pe ri o d o s pr olo ngados, los mú sculos que ya no
se es tiran se acortan , lo qu e ex p lica que lleva r za paws de tacón alto
aco rte los músculos ele la p a n LOrr illa. Las sillas no son una excepción .
C uando nos sentamos e n u na sil la no rmal y co rri eme, las caderas y las
ro di llas quedan flexion ad as e n áng ulos recto s, u na posición que aco rta
los músculos flexores d e la ca d e ra, que cruza n po r delante de esta. En
co nsecuencia, si se pa::.an mu c has ho ras sentad o, estos músculos flexo-
res pueden acortarse de fo rma pe rm anente. L uego, cuando nos leva n-
ta mos, estos flexores má s co rto s qu ed an tensos y tiran de la pelvis ha-
cia delante, formando u n a c u 1·va lu mbar exagera da . Para contrarrestar
esta curvatura, se cont rae n lo s mú scu los isq uio tibiales de la parte pos-
ter io r del muslo, inclin a nd o la p e lv is hacia atr ás y da ndo lugar a un a
postur a con la espalda p la n a y los h o mbros ca rga dos hacia delante. Po r
suen e, los estir.imiemo s in c re m en tan eficazmente la longitud de lo s
mú sculos y la flexibilid ad , p o r lo qu e es u na bu en a idea que quien ten-
ga qu e pasar horas y h o r a s sen ta do se leva nte d e vez en cuando para
hace r unos esúramien tos .17
Los desequilibrios mu sc ul ares causad os po r pasar muchas ho ras
sen tad o en sillas tambi é n se h an suge rido co mo un a de las razones ele
380 LA HI STOR I A DEL CUERPO HUM ANO
un o de los problemas de salud más comunes en todo el planeta: el do-
lor d e la región lumbar de la espalda, la lumbalgia o lumb ago. Depen-
dien do de dónde viva uno y del trabajo que realice , las pr obabilidades ,
de tener lumbalgia se sitúan entre el 60 y el 90 por cie nt o. 18 Algunos
casos de lumbalgia tiene n su origen en fallos es tru ctural es como una
hernia discal o un trau ma que daña la columna; sin e mb argo, en lam a-
yo ría de los casos el dolor lumbar se diagnostica como "inespecífico,, o
«idiopático", unos eu femismos médicos reserv ado s a los problemas
cuyas causas no se conocen bien. Pese a décadas de int ensas investiga-
cion es, seguimos siendo terriblemente ineficaces a la hora de diagnos-
tica r, prevenir y tr atar la lumb algia. Eso ha llevado a mu chos expertos
a la co nclusión de que la lumbalgia es una consecuencia casi inevitable
de l poc o inteligente diseño evolutivo de la curvatura lumb ar humana,
qu e ha maldecido al lina je humano desde que nos erguimo s hace unos
6 m illones de años.
Pero ¿es eso cierto? A día de hoy, el dolor lumbar es la causa más
com ún de discapacidad, co n un coste de miles de millone s de dólares al
año. Actualmente dispon emos de analgésicos, este rill as eléctricas y
otr os medios bastante ineficaces para aliviar la lumb algia , pero pense-
mos por un momento en cómo habría afectado el d o lo r de espalda a un
cazador- recolector del Pa leo lítico. Aunque nuest ros a nt epasados sim-
plemen te soportaran el dolor, no cabe duda de que los pr oblemas de
es palda habrían redu cido su capacidad para recolectar alimentos, ca-
za r, escapa r de los depredadore s, proveer a su pr oge nie y hacer otras
tarea s que afectan al éxito repr oductor. Por consiguiente , es probable
qu e la selección natur al favoreciera a aquellos individu os con una es-
pa lda menos susceptible a las lesiones. Como ya h emo s co mentado en
el ca pítulo 2, la selecció n en respuesta a las demandas biomecánica s del
embara zo probab lemente explique que las mujere s tengan adaptacio-
nes que extienden su curva lumbar a lo largo de m ás vértebras y que
te ngan articulacion es más reforzadas que los hombr es . La selección
para fo rtalecer la column a también podría explicar qu e hoy los huma-
no s sola mos tener cinco vértebras lumbares, un a m e no s que los prime-
ros homininos como H. ereccus.Tal vez la región lumbar de la columna
sea un a estru ctura mucho mejor adaptada de lo qu e creemos. De ser
así, ¿es la alta incidencia actual de lumbalgia un ejemp lo de desajuste
evo lutivo porque nuestro cuerpo no está bien adaptado al modo en que
lo utilizamos? ¿No podrí a ser que simplemente este mos mal adaptados
a pa sa r horas sentados y a otras formas de inactividad?
L O S PELIGROS OCU L TOS D E LA NOV EDAD Y EL CONFOR T
Por desg rac ia, el dolor lumbar es un problema tan complejo y mul-
tifactorial que los inten sos esfue rzos por hallar respuestas sim pl es de
por qué se pr o duce y cómo preve nirl o son (y serán) exasperada mente
inconclusos. Los es tudi os diseñado s para asociar el dolor lumb ar con
factores causa les es pecíficos en paíse s desarrollados no han co nsegui-
do en general d es velar indicios claro s de factores como los ge nes, la
estatura, el peso , el tiempo que se pasa sentado, la mala postura, la ex-
posición a vib raciones , el deporte ni siquiera el levantamie n to d e pe-
sas.19No obsta nt e, los·análisis g lobales de la incidencia de do lo r lum -
bar alrededor del mundo revelan siempre que es el doble de frecuente
en los países de sa rr ollados que en los menos desarrollados; ademá s,
dentro de los paí ses de bajos ingre sos, la incidencia es ap rox im ada-
mente del doble en las áreas urb anas que en las rurales.6oPor e je mpl o,
el dolor lumb ar afecta a alrededor de l 40 por ciento de los ag ri cult ores
del Tíbet rur al pero al 68 por ciento de los operarios de máquina s de
coser de la India , mu chos de los cuales describen su dolo r como «per-
sistente e inso portable,,. 6 ' Ninguna de estas dos poblaciones se pa sa el
tiempo cómo damente repanchigado en un La-Z-Boy, pero un a ten-
dencia genera l es que las personas qu e frecuentemente carg an co n peso
o realizan otros trabajo s que «desloman» acaban teniendo meno s lesio-
nes en la espald a que los que se pasa n horas y horas sentados man eja n-
do una máquina.
Si conside ramos las pautas interculturales de lesiones lumb ares
juntamente co n lo qu e sabemos so br e la evolución funciona l d e la es-
palda, hallare mo s indi caciones de que el dolor lumbar es en parte un
desajuste evo lu tiv o, aunque con múltiple s causas. La cuestió n fund a-
mental que debemo s considera r es que , desde una perspectiv a evoluti -
v~ ninguna de las poblacione s estudiadas hasta el moment o utiliza la
espalda de una m anera normal. Nadie ha cuantificado tod avía la inci-
dencia de la lumbalgia en los cazado res-reco lectores, pero los recolec -
tores rarame nt e se sientan en sillas, nunca duermen sob re colc hones
blandos,62 a menudo caminan aca rrea ndo pesos moderad os y tambi én
cavan, trepan, preparan alimentos y co rren. Tampoco dedi can h oras y
horas a tr aba jo s extenuantes como arar la tierra o levantar p esos que
cargan a la espalda con esfuerzos repetitivos. En otras palabr as, los ca-
zadores-r eco lec tores usan la espalda con moderación, ni tan intensa-
mente com o los ag ri cultores de subsistenc ia ni tan mínimame nt e como
los trabajadores d e oficina sedentari os. En términos generales, caen
hacia )os valores medio s de un imp orta nte modelo del riesgo de d olor
 LA II ISTOR I A DEL CUERPO HUM ANO LOS PI,.1.1(,ROS OCU LT OS DE LA NOVEDAD ) EL CON Fú ll r

levantar grande s pesos o realizar otras ac tivid ades que causan lesione s
por esfuerzos repe titivo s en los músculos, huesos, ligament os, di sco s y
s nervios de la es pa ld a . Po r esta razón, los ag ricultores de subsistenc ia
~
del Tíbet, que cava n s us campos y cosec han sus cultivo s durant e se m a-
...
~
nas inacabables, y los tr abajadores de mud anzas, que cargan con g ran -
..o des pesos, sufre n les ion es de espalda, per o estas tienen causas di srinta s
E
...2 que las lesiones de qui e nes pasan el dí a e ncorvados sobre sus o rd ena -
e

t
'º
·;;; Fortalecimiento
~
"'"'fui Lesión
"'
"'
a: por fatiga
Atrofia
o agricultura pro babl e m ent e fuese mala cosa para la espalda hum ana.
·;;,
c:::i
Baja Media Alta
Actividad física
F igura 29. Modelo de la relació n entr e los niveles de actividad fí sica y las le-
s io nes lumb ares. Las perso na s con niveles de actividad física mu y altos o
mu y bajos corren un riesgo mayo r de lesión, aunque por razo nes distintas.
Modif icado de la figura ó.4 de M. A. Adams et al. (2002), Tl,e Bi omecl,anics
of Back Pain, Ch urchill- Livings tone , Edimburgo.
lumb ar propu esto por Micha el Adam s y colaboradores ,63 ilu strad o en
la figu ra 29. Según este model o, una espalda sana requ ie r e un equili-
bri o aprox imad o entr e cuán to se usa la espalda y lo bi e n qu e esta fun-
cio na. U na espalda normal y en forma necesita tener un co nsiderable
grado d e flexibilidad, fuerza y resistencia, así como c ie rto grado de
coo rdin ac ió n y equilibrio. Co mo la gente que pasa mu cho tie mpo sen-
tada ti ende a tener una espa lda débil y poco ílexible, tie ne n un a mayor
probabi lid ad de experimentar di stensiones, esguinces, les io ne s articu-
lares , he rnias discales u otras causas de dolor cuando so m e te n la espal-
da a mo v imi entos y esfuerz os inu suales. De acuerdo co n las predic cio-
nes, la ge nte que sufre dolo res de espalda en los paí ses d es arrollado s
tiende a tener un porcentaj e m enor de fibras de co ntr acc ión lenta, lo
qu e sig n ifica que su espalda se fat iga más rápidamente , y ta mbi én tiene
me nos fu erza en los mú sculos cent rales del tronco, flex ibilid ad reduci-
da en ca dera y columna, y má s pauta s anómalas de mov imi ento. 64 En el
o tro ex t re mo del espectro están las personas cuyo trabajo les obliga a
dores o máquin as d e co se r.
En resume n, probabl eme nte exista un equilibrio entre cómo se usa
la espalda y lo sa na qu e esrá. Una espalda norma l no vive mimad a p or
sillones sino qu e se usa en diversas medida s con imensidad moderada
durant e todo el día , in cluso mientr as se duerme. La adopci ón de la
Ahora nos enfr enta m os al problema opu esto por culpa de nuestros có-
modos asientos, as í c o m o los carros de co mpra, las maletas con ru ed as ,
los ascensores y mil es de otra s tecnologías que nos ahorran es fuer zo .
Libres al 11n de des lomarno s, ahora sufrim os de una espalda d ébil e
inflexible. La co nsec ue ncia resultará muy familiar: durante meses o in -
cluso años no se mim o s ningún dolor, pe ro tenemos la espalda débi l y,
por tanto, susce ptib le a las lesiones. Y em onces, un día cualqu ie ra , nos
agachamos a recoge r un a bolsa, dorm imos en una mala posición o n os
caemos en la ca lle y, ¡zas !, nos lesionamo s la espalda. Una visita a l m é-
dico suele saldar se co n un diagnóstico de lumbalgia inespecífi ca y un
fajo de recetas par a a livi ar el sufrimient o. El problema es que cu a ndo e l
dolor de espalda co mi enza, entramos en un círculo vicioso. El instin to
natural nos dice qu e re posemos después de la lesión lumbar y lu ego
evitemos las ac liv idad es que suponga n un esfuerzo par a la espa ld a.
Pero demasiad o r e poso solo debilita los músculos, haciéndon o s m ás
vulnerables a un a nuev a lesión. Por suerte, las terap ias que refu erza n
la espalda, incluid os los ejercicios aerób icos de bajo impacto, parec e n
ser eficaces par a m e jorar la salud de la espalda.6 !
M ÁS A LL Á DE L CONFO RT
Prácticamente en todas las bolsas traseras de los asientos de los avio-
nes de Estado s U nid os se puede enco ntr ar una revista, SkyMalL, qu e
vende un extraño abanico de producto s, muchos diseñado s para au-
 L A HI STOR I A DEL CUERPO HUMAN O
mentar nuestro confort, como za pato s que absorben los imp actos, coji-
nes inflables y calefac tores de exter ior para hacer má s ag radables las
noches frescas junto a la piscin a . A veces, al final de un largo viaje, mi ,
hija y yo competim os a ver qui én e ncuent ra el produc to más absurdo,
y el premio se lo suele llevar un in ve nt o para aume nt ar el confo rt de las
mascotas. Mi prefe rido es el cuenco de la comida elevado para que el
perro no tenga que forza r el cue ll o comiend o y bebiend o a la altura del
suelo. Estos y muchí simos otros produ ctos testimonian el insaciable
deseo de nu estra espe cie por aum e ntar no solo nu~str a comod idad sino
también la de nues tr os animal es de compañía. Suele d arse por supues-
to y se explota siemp re en la publ icidad que cualquier cosa que nos
haga estar más cómo do s tiene qu e se r buena para noso tr os, y la gente
paga enorm es canti dades de diner o para evitar pasa r frío o calor, subir
escaleras, recoge r , leva ntar se, g irar o lo que sea. A lo la rgo de las últi-
mas genera<:iones, nu estras an s ias de comodidad y placer físico han
inspirado muchas invencione s nu e vas y notables, y han hecho ricos a
algunos empr endedores. Pero a l mi smo tiempo, alg un as de estas inno-
vaciones fomentan La discapa cid ad , especialmente ent re quienes no
son capaces de atem per ar sus deseos de confort.
Las máquina s qu e no s dej an vivir más cómodament e no son más
que la puma del iceberg del amplí sim o espectro de dispo sitivos conce-
bidos por los humanos desde el P a leol ítico que han creado nuevos estí-
mulos para el cuerpo hum ano. Imaginemo s que tr ansportamos un
hombre de las cave rn as a una ciudad moderna e int ent amos explicarle
nuevas tecnologías en las que hoy ya ni reparamos, co mo el teléfono, la
ducha, las motos , las arma s de fu ego y tantas otras . D el mismo modo
que la selección natura l pur ga Las muta ciones deletérea s y promueve
las adaptaciones, la evolución cu ltur al va escogiendo las mejores inno-
vaciones y dejando de lado las m e no s útiles o perjudici ales. Atrás han
que dado los días de las hachas de man o, los astrolabios y la deficiente
imagen de los te lev isores en blan co y negro, por no m encionar los cor-
sés de ballenas y el vend ado de cabeza. Pero la selecc ión cultural no
siempre actúa con los mi smos crit e ri os que la selecc ió n natural. Mien-
tras que esta solo favorece a las mutacion es nuevas que mejoran la ca-
pacidad de los organi smos par a so brevivir y reproduc ir se, la selección
cultu ral puede pr om over conductas nuevas simplem ente porque son
populares, lucrativa s o de algún modo beneficiosas. Llevar zapatos,
leer y sentarse en sillas son innovacione s que obviamente fueron selec-
cionadas porque proporcionan much os beneficios y pl ace res, pero los
LOS PELIGRO S OCULTOS DE LA NOVE DAD Y EL CONFORT
desajustes evolu tivos que también cau sa n c u ad ran fácilmente con las
caracte rísticas de la disevolución. En particu lar, tendemos a tratar los
síntomas de los tra stornos de pies, la m a la vist a y los problemas de es-
palda, pero hace mos poco para preveni r sus causa s. Además, ningu no
de estos problemas afecta la capacidad de las personas para viv ir vida s
largas y felices, o tener muchos hijos. Por ot r o lado, estos desajuste s
han mantenido su preva lencia o se está n agra va ndo, en parte porque
no s report an mu chos beneficios.
El hecho de reconocer que muchas inn ovac iones, incluidas las di-
señadas para nu estro confort y convenienc ia, no siempre son benefi -
ciosas para la salud humana no significa qu e h ayamos de evitar todos
los nuevos producto s y tecnologías. Pe ro un a perspectiva evo lutiva
del cuerpo hum ano nos enseña que algu na s n ovedades pueden produ-
cir desajustes evo lutivos. Millones de años de evo lución no han adap-
tado nue stro cuerpo a muchas de las m o d erna s tecnologías, al meno s
no en cantidad es o grados extremos. Pe n se m os en los tres ejemplos
destacado s en es te cap ítulo: llevar zapatos, leer y sentarse en sillas. Por
sí mismas, estas conductas cotidianas que fueron desconocidas hasta
tiempos recientes son inocuas y a menudo beneficiosas. Sin embargo,
en exceso pu ede n causa r diversos prob le m as qu e a menudo no sabe -
mos reco nocer como perjudiciales porq u e s u s daños se acumulan de
forma muy lenta y g radual a lo largo de pro lo n ga dos periodos de tiem-
po, oscureciend o cualquier relación en ca u sa y efecto. Además, son con-
fortables, pr ácticas , placenteras y norm ales.
Un ejercic io int eresante es hacer un rec u e nt o de todas las cosas qu e
cada día comemos, llevamos o de algú n m odo emp leamos que son to-
talmente nu evas y podrían producir enfermeda des o lesiones por de -
sajuste si se usa n en exceso. He aquí un as po cas. El colchón, blando y
confortab le, puede debilitarnos la espa ld a si es demasiado blando
y confo rtabl e. Las bombillas, que nos pe rmit en permanecer más tiem-
po en el in terior, tamb ién pueden priva rn os d e la suficiente expo sición
a la luz brillant e del sol, y afectar la vista y e l estado de ánimo. Los jabo -
nes antibacterianos, que matan los gérme ne s de l baño , también pueden
promover la evo lución de nuevas bacterias que podrían enfermarn os
todavía más. Lo s audífonos intrauriculares que usamos para escuc har
música pueden provocar pérdida de audició n si n o mantenemos un vo-
lum en mod erado. Aún más insidiosos so n lo s pe ligros que superficial-
mente parec en ha cernos la vida más fácil p e r o qu e en realidad nos de-
bi litan: escalera s mecánicas, ascensores, malet as con ruedas, carr os de
 386 LA II ISTORIA D EL C UE RP O II UMA NO
la compra , abrel atas eléctricos y tanto s otros . Estos di spositivo s son
una gran ayuda para los cuerpos qu e ya está n dañados, pe ro so n poten-
cialmente perjudiciale s para los qu e todavía están sanos. Año s y años
de depend enci a innecesaria de estos aparato s que nos aho rran trabajo
pueden contri buir a la decrepitud.
La soluc ión a las enfermedad es d e la nov edad y el confort no es
renunciar a toda s las comodidad es mod e rna s sino parar el ciclo de di-
sevolución en el que tratamos los síntomas de los problema s qu e crea-
mos en lugar de abordar sus causas . Volviendo sobre IQs a rgum entos
desarrollado s en este capítulo, no hay nece sidad de renun ciar comple-
tamente a los zapatos, pero podrí a mo s e vit ar algunos probl e mas de los
pies si anima m os a la gente, y especia lm e nt e a los niños, a ir descalzos
más a menudo o a llevar zapatos minirnali stas (una hipó tes is que toda-
vía hay qu e te star ). Leer también es un a invención moderna obvia-
mente mar avi llo sa que ni podemos ni debemos desincentivar. No obs-
tante, podríam os prevenir o rebajar a lguno s casos de miopí a buscando
otras form as d e lectura para los niño s (y haciendo que sa lga n más al
exterio r). Y no hay necesidad de tirar tocias las sillas y sillone s de la
casa y la oficina y limitarse a esta r d e pi e o en cuclillas, pero tal vez las
mesas par a trab ajar de pie deberían se r má s comunes entre los trabaja-
dores de oficin a sedentarios.
Natura lm ente, estos y otro s ca mbio s no serán fáciles d e conseguir
por varias razone s. Para empezar , ¿a qui én no le gusta la comodidad y
la conve niencia? Hay miles de mill ones de dólare s por ganar creando
prod uctos qu e hacen la vida más fác il y plac entera y conven ciendo a
los demá s p a ra qu e los compren y los u se n. No tenemos qu e renu nciar
a todo lo nuevo, pero una perspectiva evolutiva de lo qu e es norma l y
confo rtab le pu ede inspirarnos un esc ept icismo mejor informado que
nos ayude a di señar mejores zapatos y si llon es, por no hablar de col-
chon es, libro s, gafas, bombillas, casas , pueblo s y ciudad es. De qué
modo nos puede ayudar la lógica evo luti va a conseguir esa transfor-
mación es el asunto del que no s oc upar e mos en el sigu ient e y último
capítulo.
I J
SUPERVIVENCIA DEL MEJOR DOTADO
¿"Puedela lóg ica evolutiva ayudarno s a cultivar un futuro
mejor para el cuerpo humano i'
Cuando reflexionamos sobr e esta lucha nos podemos
consolar con la completa segurida d de que la guerra en
la naturaleza no es incesante, qu e no se siemc ningún
miedo, que la muerte es gene ralmente rápida y que el
vigoroso, el sano, el feliz , sobrev ive y se multiplica.
' [ origen
C 11ARLES D ,,RW IN , J.::, de las especies
I-:lay u n chiste popular sobre un grupo de oc toge n a rios que discuten
su s pr oblemas de salud. «Tengo tan mal los ojos qu e ya no veo nada
con claridad .» «La artriti s del cuello me du ele tanto qu e no puedo gira r
la cabez a.» «La medicin a del corazón me mar ea.» «Sí, es el precio por
vivir tantos años, ¡pero al menos todavía pod emo s conducir!»
En más de un sentido , el chiste es obviam e nt e reci ente. Los último s
mil es de años de evo lución cultural han alterado sig nificativamente el
es tad o del cuerpo hum ano, a veces para peor (so bre todo al principio),
pero al final, la mayo ría de las veces, para mejor. Gracias a la agricu ltu-
ra, la industrialización, el saneamiento, las nu evas tecno logías, las m e-
jora s en las institucione s sociales y otros desa rroll os culturales, tene-
mos más comida, más energía, menos trabajo y otra s bendiciones que
e nriqu ecen y mejor an inconmensurahlement e nuestra s vidas. Miles de
millone s de personas dan por hecho que vivirán mucho s años en buena
sa lud . De hecho, quien tiene la gran fortuna de haber nacido en un país
rico y bien gobernado puede esperar vivir má s d e setenta u ochenta
año s, no sufrir nunca o raramente a causa de enfermedades contagio sas
grav es, no tener que hacer trabajo físico extenuante , disponer siempre
de comida en abundancia y tener unos hijos igualment e sanos y afortu-
nado s. A quienes no han tenido tanta suert e, un pronó stico como este
 LA IIISTORI A D EL CUERPO HUMANO
debe so n arles como el anuncio de un as vacaciones para to da la vid a.
Para se r sinceros , las mejora s más notables de la salud y el bien es-
tar huma nos se h an producido gr acias a la intensa oleada, to d avía ere- ,
ciente, de pr og reso científico qu e co menzó hace pocos sig los. Mu c hos
de estos avances reso lvieron pro blemas que eran consecuenc ias p e rni -
ciosas de la R evoluc ión Agrícola . Como hemos visto,aunq ue lo s ag ri-
cul tores t ie nen m ás comida y pu eden tener más hijos que los reco lect o-
res, tambié n tie n~n que trab ajar más incansa blemente y su fr e n m ás a
causa de hamb run as, malnutri ción y enfermedades infecc iosas . D u-
rante las ú lti mas ge neraciones , h emos apr endido a contro lar mu cha s
de las enfe rm edades contagiosas qu e surgiero n o se tornaro n e pid é mi-
cas tr as e l ad ve n imiento de la ag ric ultura. Enfermedades co m o la vi-
ruela, el sa ram pión , la peste e inclu so la malaria han sido err adi cad as o
puede n cur arse o prevenirse con las medidas adecuadas. D e m a nera
parecida, las en ferm edades de la malnutri ción y la faha de hi g ie ne y
sanea mien to qu e proliferaron d espués de que la gente se ase ntar a en
pueblos y ciudades permanentes, hoy en día existen todavía en a lgu nos
lugar es d el m u nd o fundamenta lme nte a causa del mal gob ier n o, de-
sigua lda d socia l e igno rancia. A medid a que la democrac ia , la in for-
mació n y el prog reso econó mico se extienden por todo el mund o, los
hu ma nos nos hacemos más altos , vivimos más años y progresa m o s de
d iversas m ane r as. Pero por supu esto hay algunos compromi sos in evi-
tables po rque to do el mundo tiene que morir de algo. No m o rir d e jo-
ve n por dia rr ea, neu monía o mal aria implica una mayor p ro b abil idad
de morir a un a edad avanzada d e cán cer o enfermedad cardi ova sc ul ar.
D e ig ual modo, a medida que los cuerp os acumulan el desgaste de los
años, el en vejec imiento inevit ab leme nte nos trae decrep itud , aun que
los coches y o tras tecnologías todav ía nos permitan movern os.
E l v iaje evo lu tivo de nues tr o cuerpo todavía está muy lejos d e aca-
ba r. La selección natural no fin alizó co n la llegada de la ag ri cultur a
sino q ue ha co n tinu ado, y continú a, adap tando las poblacio n es a cam-
bios en las dietas, los gérmenes y los amb ientes. Pero la v el oc id ad y
po tenc ia de la evo lución cultural ha supe rado enormement e la ve lo-
cidad y pote n cia de la selecció n natur al, y los cuerpos que he m os h ere-
da do to d avía están adaptados en buena medida a las diversas co ndi cio-
nes ambi e nta les en las que evo lucionamos durante millones d e añ os. El
pr odu cto fin al d e toda esa evoluci ón es que somos un os bíp e d os de
ce rebr o gra nd e y moderadament e go rdo s que se reprodu ce n re la tiva-
mente rápid o pe ro tardan much o en madu rar. También estam os ada p-
SUPERV I VENC IA D EL MEJOR DOTAD O
tados para ser atleras de resiste ncia físicamente activos que de manera
habitual caminan y co rr e n largas distancias y que a menudo trep an,
cavan y acarrean cosas. H emos evolucionado para comer una dieta di-
versa que incluye fib ras, tub érculos, carn e de caza, semillas, nueces y
otros alimentos que tiend en a ser bajos en azúcar, carbohidra tos sim-
ples y sal pero altos en pr ot eínas, carbohidratos complejos, fibra s y
vitaminas. Los humanos tamb ién estamos ma ravillosamente adapta-
dos a fabricar y usar herrami entas, comunicarnos con eficacia, coop e-
rar intensamente, inn ova r y usar la cultur a para enfrentarnos a un am-
plio abank o de desafíos . Estas extraordin arias capacidades cultur ales
hicieron posible que H om o sapiens se dispersase rá pidamente por todo
el planeta y luego, parad ó jicamente, dejase de ser cazador-recolector.
El principalcompro mi so entre los nuevos ento rnos que hemos crea-
do y los cuerpos qu e he m os heredado son las enfer medades por d es-
ajuste. La adaptación es un concepto compl icado, y no hay ningú n
ambiente concreto al qu e se haya adaptado el cuerpo humano, pe ro
nuestra biología sigue es tando imperfectamente adap tada a vivir co n
altas densidades de pob lac ión en asentamientos pe rmanentes en med io
de los desechos que ge n e ramos. También estamos inadecuadamente
adaptados a ser física m e nt e demasiado ociosos, a comer demasiado
bien, a vivir con demas iad a comodidad, con demasiada limpieza, y mu-
chas otras cosas. Pese a los pr ogresos recientes en sanidad y saneamien-
to, son demasiados los qu e enferman a causa de un amplio espectro de
enfermedades quesolía n se r raras o desconocidas. Cada vez más, estas
enfermedades son do lenci as crónicas no infecciosas, muchas de las cu a-
les surgen de haber prog resado demasiado. Dur ante millones de años ,
los humanos lucharon por mantener un balance energético, pero en la
actualidad milesde mil Io nes de personas son obesas por comer dema-
siadascalorías (sobre to d o de dosis masivas de azúcar) y tener demasia-
da pocaactividad física . Al tiempo que acumul amos un exceso de g rasa
en nuestrasbarrigas y nu es tro estado físico mer ma, las enfermedades
de la opulencia van en aum ento, especialmente las patologías cardi o-
vasculares,la diabetes d e tip o 2, la osteoporos is, el cáncer de mama y el
cáncer de colon. En Esta do s Unidos, la tasa de diabetes de tipo 2 está
aumentado entre los ad o lescentes, con un 2 5 por ciento con prediabe -
tes, diabetes u otros facto res de riesgo para las enfermedades card io-
vasculares.' El prog reso ec onómico también nos ha traído más cont a-
minación y otros ca mbio s ambientales potencialmente perjudiciales
(por demasiado, demasia d o poco o demasiado nuevo) que contribuye n
 L 1\ III ST O RI A DEL CU EHPO II UMANO
al aumento de las tasas de enfermedades por desajuste, como cienos
cánceres , alergias, asma, gota, enfe rmedad celíaca, depresión y otras.
La próxima ge neració n de americanos co rre el riesgo de convertirse en
la primera generac ió n que vive menos años que sus padres.'
La actual tr ans ició n epidemiológica que nos está trayend o menos
morta lidad pero m ás morbi lidad no es so lamente un problema de las
naciones ricas. El resto del mundo está yendo en la misma dir ecció n .3
In dia, por ejemp lo, ha logrado mejoras impresionantes en la es peranza
de vida, pero ahor a se enfrenta a un a ava lancha de diabetes de tipo 2 e n
la clase media, con un número de casos que se espera que aume n te d e
50 millones en 20 ro a más de 100 m illo nes en 2013.4 Los países eco n ó-
micamente d esarr o llados ya tienen p rob lemas para pagar el cos te c re-
ciente de las enferme dades crónicas e ntre los jóvenes y la mediana
edad (po r ejemplo, la d iabetes dobla el coste medio de la atención m é-
dica de un a perso n a).¡ ¿Có mo se enfr ent arán a este reto los países m e-
nos ricos co mo la In dia ?
A grandes rasgos, nos enfrentamos a la paradójica situación de qu e
al cuerpo hu ma no Leva mejor en mu c hos sentidos pero, al mismo t ie m-
po, le va peo r en ot ros . Para ente nd er esta paradoja y qué de b emos
hacer, tenemos que usar la lente de la evo lución para sopesar dos pr o -
cesos relaciona d o s. E l primero, qu e acab amos de resumir, es qu e los
cambios en nu es ti·o ento rno nos ha n hec ho cada vez más prope n sos a
enferm edades ca usa das por desajustes evolut ivos. Entender po r qué se
produ cen los desajus tes es fundament al para determinar cómo pr e ve-
nirlos o trata rlos , lo cual resalta la imp o rtancia del segundo pr oceso, el
perni cioso bu cle de realimentació n d e la disevolución. Aunq ue mu -
chas enferm ed ades por desajuste so n pr even ibles (pero no todas), d e-
masiado a m enudo no conseguimos ab ord ar sus causas ambient a les y
permi timos que las enfermedades m ant engan su prevalencia o se in-
tensifiquen cua nd o, a través de nu es tr a cultura, transmitimos a nu es-
tr os hijos las mi smas condiciones ambi entales que inducen la en fe rm e-
dad. Las excepc io nes obvias e impo rta nt es a este círculo vicioso so n las
enfe rm eda des infecc iosas, que he mos aprendido a prevenir basta nt e
bien desde el d esa r ro llo de la micro bi ología y los métodos mo d e rn os
de saneami ent o. L as enfermedades cau sadas por la malnutrició n t am-
bién han d ejad o d e se r comunes alli d o nde hay buen gobiern o. P ero
por varias razones ex plicadas en los capítulos ro a 1 2 , parece m os ser
incapaces de apl ica r la misma lógi ca pr eventiva a un amplio es p e ctro
de enf erm ed ad es ca u sadas por un co nsumo excesivo de energ ía, un a
SU PER V I VENC I A DEL MEJOR D OTA D O
39 1
falta de tensiones y esfuerzos fi siológicos y aspectos nuevos a nuestro
entorno. Estas enferm ed ades por desajuste son las que con mayor
probab ilidad nos causará n d isca pacidades, nos mat ará n y nos costa-
rán dinero. Estados Unidos, p o r ejemplo, gasta más de dos billones de
dólares al año en atención mé di ca, casi el 20 por cien10 del producto
nacional bruto, y se esti ma que aproximadamente el 70 por ciento de
las enfermedades que trata m os so n prevenibles.6
En conclusión, aunqu e e l cue rpo humano ha llegado muy lejos du-
rante los últimos 6 millone s de años, su· viaje está lejos de haber acaba"-
do. Pero ¿qué futuro Je es p e r a? ¿Seguiremos arreglándo noslas como
buenamente podamos? ¿Log ra remos desarro llar nuevas tecnologías
que por fin cu ren el cáncer, resuelvan la epidemia de obes idad y hagan
a la gente más sana y feliz? ¿ O nos encaminamos hacia un futuro como
el que describe la película WALL-E, en el que acaba mos siendo una
raza de gente gorda, déb il y crónicamente enfer ma que depende de
medicinas, máquinas y g ra nd es corporacione s para sob revivir? ¿Cóm o
puede ayudarnos una per spec tiva evolutiva a traza r un futuro mejor
para el cuerpo humano? O b v iamente, no hay un único enfoque para
resolver este nudo gordian o, así que examinare mos cada una de las op-
ciones con la ayuda de la le n te d e la evolución.
E NFOQ UE l: D EJ E M OS QUE L A SE LECC I ÓN NATU RA L
HES U E L VA EL PROBLEMA
En 1209, un ejército crist ia n o m asacró entre diez mil y veinte mil per-
sonas en la ciudad de Béz iers, e n Francia, en un intento por acabar con
la herejía. Como no era pos ibl e distinguir a los fieles de los herejes, se
cuenta que a los verdugos se les o rdenó: «matadlos a todos; Dios sabrá
distinguir a los suyos,,. Ac titud es tan desalmadas son infrecuentes, por
suerte, pero a menudo m e p regu ntan si la selección natur al resolverá
los problemas de salud a los qu e hoy nos enfrentamos de una form a
igualmente brutal. ¿Acaba r á la selección natu ral con aquellos cuyo
cuerpo no pueda soporta r los ambientes modernos, adaptando así a
nuestra especie a la com id a ba sura y la inactividad física?
Vale la pena reiter ar u n a vez más que la selección natural no ha
dejado de actuar en la actu a lid ad. Esto se debe a que la selección natu -
ral es básicamente el result a d o inevitable de dos fenómenos que roda-
 LA HISTOR IA DE L CUE RP O 1-1U MAN O
vía se dan: la variación heredable y el éx ito reprodu ctor diferen cial.
D el mismo modo qu e la selección natur al debe estar actuando sob re
las personas con m enor inmunidad hacia cie rt as enfermedades infec- ,
ciosas, es de supo ner que haya personas peor adapt adas genéricamente
a los actuales entornos de sobreabundancia e ina ctividad física. Si tu-
viesen menos hijos que alcanzasen laedad reproductora, ¿no acabarían
por desaparecer sus gen es del acervo génico? Por la misma lógica, ¿no
tendrían un a probabilidad mayor de tran smitir sus genes beneficiosos
aquellos que gozan de una mayor capacidad p ar a resistir las enfer me-
dades asociadas a la inactividad, las dietas m o d ernas y diversos conta-
minantes?
No pode mos d escar tar completamente es ta s ideas. Según un estu-
dio de 2009, las muj eres americanas más baj as y robustas tienen una
fecundidad ligeramente más alta, lo que apu nt a a que las generaciones
futuras pod rían se r más bajas y rechonch as s i estas tendencias se pr o-
longan dur ante el tiempo suficiente (lo cu al n o está nada claro)7 Ade-
más, las enfermeda d es infecciosas todavía pu eden ser potentes fuerza s
selectivas. Cuando llegue la próxima pandemia mortal, cualquier per-
sona cuyo sistema inmun itario le confiera a lguna resistencia gozará de
una importan te ve n taja en términos de efi cac ia biológica o fiiness.
Quizá la selección ta mbién favorezca a las personas con genes qu e les
ayuden a resistir tóxicos comunes, cánce r d e piel u otras causas am-
bientales de enfe rm edad. También es hip o té ticamente posible que las
tecnologías de criba ge nética permitan a los padre s del futuro seleccio-
nar artificialment e las características qu e proporcionen algún benefi-
cio a sus hijos.
La evoluc ión hu mana no ha acabado, p ero las probabilidades de
que la selección natural adapte nuestra esp ecie de forma drástica y re-
levante a las enfer m eda des no infecciosas por desajuste más comun es
son remotas a no se r que las condiciones cambien dramáticame nte.
U na de las razones es que muchas de estas enferm edades tienen poco o
ningún efectO sob re la fecundidad. La diabetes de tipo 2, por ejempl o,
se desarrolla gen era lmente después de qu e la gente se haya repro du-
cido, e incluso entonc es puede gestionar se adecuadamente durante
años.8 Ot ra con sideración es que la selección natur al solo puede actuar
sobre variaciones qu e afecten al éxito reproductor y que ademá s se
transmitan genética mente de progenit o res a descendientes. Algunas
enfermedades relacio nadas con la obesidad pueden dificultar la fun-
ción reproduct ora, pero estos problemas tiene n causas fuertemente
SUPERVIV E NC I A DEL MEJOR D OTADO
393
ambientales. 9 Por último, aunq ue la cultura a veces est imula la selec-
ción, también es un potente amortiguador. Cada a ñ o se desarrollan
nu evos product os y terapia s que permiten que personas con enferme-
dad es co munes por desajuste puedan sobrellevar m e jor sus síntomas.
La se lecc ión que se produzca pr obablemente lo haga a un ritmo dema-
siado lento para medirlo durante nuestras vidas.
ENFOQUE 2 : I NVERTIR MÁS EN I NV E S T I GACIÓN
BIOMÉD I CA Y TR ATAMIE NTOS
En 1795, el marqués de Condorce t predijo que la medicina acabaría
prolongando la vida indefinidamente, y todavía hay persona s inteli-
ge nt es que se apresuran a hace predicciones optimi stas sobre nuevos y
desl um b rant es descubrimient0s que frenaránel e nv e jec imiento, ven-
cerán el cáncer o curarán otras enfermedades.' º U n amigo mío, por
ejemp lo, propone que un día modificaremos genéticamente los ali-
me nt os pa ra que produzcan compuestos que inhib an Ia g rasa en las cé-
lul as, e imagina que gracias a la bioingeniería tendríamos magdalenas
que, co midas con eldesayuno, prevendrían la obesi d ad . Aun en el caso
de q u e se pudiera desarr ollar una magdalena así y n o tuviese ningún
efecto secundario pelig roso (lo cual es casi imposib le), mi impresión es
que haría más mal que bien, porque la gente qu e las comie ra perdería
el in cen tivo para ser físicam ente activa y comer de una manera sensa-
ta, y por consiguiente no recib iría los muchos ben e fi c ios físicos y men-
tal es qu e reportan el ejerc icio y una buena dieta .
Aunque los remedios rápi dos para las enfermedade s complejas
pueden ser una forma peligrosa de ciencia ficción, n o cabe duda de que
mu ch as décadas de investigac ión médica moderna (y mu chos errores
por el camin o) nos han prop o rcionado un gran núm e ro de tratamien-
tos beneficio sos para enfermedades por desajuste que salvan vidas y
alivia n el sufrimiento. Huelga decir que debemos segui r invirtiendo en
la in vest igación médica fundamental para promove r nuev os adelantos.
Pero n o deberíamos esperar más que progreso s lent os y graduales. La
ma yo ría de los fármacos di sponibles en la actualida d tienen una efica-
cia limit ada y efectos secu ndario s indeseables,y ent re los tratamientos
para la s dolencias no infecciosas, pocos ofrecen verdaderas curacio-
nes: la mayoría se limitan a mitigar síntomas o re du ci r el riesgo de
 LA III STOR I \ D l:.LCUE Rl'O IIUM ANO
394
mu erte o enfer medad. Po r ejemplo, no dispon emos de pro cedimientos
farma céu ticos o quir úr g icos que curen de form a permanent e la diab e-
te s d e tipo 2, la osceo poro sis o enfermedad es ca rdiova sculares. Mu-
chos de los fárma cos que ayudan a los adult os que sufren diabetes de
tipo 2 son menos eficace s en los adolescentes qu e co ntraen la enf erm c-
d ad. 11 Pe se a susta ncia les inversiones, la tasa de mo rtalid ad de much os
tip os de cáncer apena s ha cambiado desde 1950 ( tra s corre gir por la
ed ad y el tamaño de la población). " El auti sm o, la enferm edad de
Cro hn , las alergias y mu chas otras enfermedade s todaví a son difícil es
de tr atar. No s queda much o camino por reco rr e r.
O tr a de las razones por las que no debem os espe rar gran des avan-
ces bi omédicos en el futu ro inmediato para las enf ermedad es crónicas
por desaju ste, especialm ente las que no están relacionada s con pató ge-
nos, es que no es fác il atacar de una manera e ficaz las causas de estas
enf er me dades. Los gu sa nos y gérmenes pernic ios os pu eden comba-
tir se co n saneam ie nro, vacunaciones y antibi ó ticos , pero las enfer-
m edad es ca usadas por un a dieta inadecuad a, in act ivid ad física y en -
vejec imiento tienen o rígenes complejos que impli can muchos factor es
cau sales que se resiste n a los remedios simp les. Los gene s que se han
id entifi cado como fa ctores de muchas de estas enfermedades crón icas
han resultad o ser ex tra ordinariamente num e rosos y diver sos, y so n
poco s los qu e tiene n efecto s importantes sobr e cua lqui era de ellas. 13
En la pr áctica, esto sign ifica que las mutacio nes ge néticas que hacen
qu e un vecino nuestro sea más susceptible a la di abe tes, las enfermeda-
des ca rdiov asculares o el cáncer son raras y es poco probable que coin -
cidan con las m utaci o nes que nos afectan a noso tro s o a nuestros hijos.
A dem ás, aunque pudi é ramos diseñar fármaco s dir igid os a estos gene s
in frec uentes, a menudo los efectos serían limit ado s. Por consiguient e,
no pod emos esper ar que la ciencia desarroll e uno s poco s tratamientos
muy eficaces que curen la mayoría de las enf ermedades no infecciosas
po r desaj uste. No habr á un Pasteur para estas enferm edades.
Y ahí radica el dilema , porque muchas de estas enfermedades so n
prevenib les hasta cie rto punto (a veces mucho) por medio de cambio s
ambi enta les difícil es de aplicar y cambios co nductual es difíciles de
adop tar. Los remedi os de siempre (las dieta s y el eje rcicio) no son pa-
nac eas, pero hay doce nas de estudios que de mu es tran con toda clari -
dad qu e redu cen sustancialm ente las tasas de las enfermedades por
de saju ste más comun es. Por citar un ejemp lo entre muchos, un estu-
dio de treinta mil pe r sonas de la tercera edad d e c incuenta y dos países
SU PER VIVENC I A D EL M EJOR DOTAD O 395
encontr ó qu e adoptar un estilo d e vida más saludabl e ( un a di e ra rica en
fruta s y ve rdur as, no fumar, eje rcicio mode rado y no beber alco hol en
exceso) redu cía las tasas de enferm edades cardiova scu lares a proxim a-
dam ente e n un 50 por ciento. q También se ha dem ost rad o qu e redu cir
la expo sició n a carcinógenos , como el tabaco o el nitrit o d e so dio, re-
du ce la in c id encia de cánce r de pulmón y de estómago, y es probable
(a unqu e hace n falta más dato s) qu e reducir la exposición a ot ros car ci-
nógeno s co noc idos, como el be nceno y el formalde hído , di s minuiría la
incid enc ia d e otros cánce res. No cabe duda de qu e la pr evenc ión es
la más p0te nt e de las medicina s, pero a nuestra espec ie le su e le faltar la
vo lun tad política o psicológica par a actuar de form a pr eve nti va en su
pr opio int e rés.
Mer ece la pena pregu ntar se hasta qué punto los es fu e rzos por tra-
tar lo s s ínto ma s de las enfe rm ed ades por desajuste co mun e s tienen el
efecto d e pr o mover la discvo lución porque reúran d e la pr eve nción
tanto atención como recur sos . A nivel individual, ¿e s má s probabl e
que un a per so na no coma un a di cta saludable y no haga e l sufici ente
ejercicio si sa be que tendrá acc eso a los cuidados médi cos necesarios
para tr a ta r los síntomas de enfe rm edades que sus elecc io nes causarán
much os a ño s más tarde? En un sentido más amplio de ntr o d e nue stra
soc ied ad , ¿d isponemos del din ero para tratar enferm ed ades a expensas
del necesa ri o para prevenirl as?
No co nozco la respuesta a es tas preguntas, pero ba jo cu a lquier ba-
remo obj etiv o, estamos prestand o a la prevención un a ate nc ió n y unos
recur sos in sufi cientes. Pa ra va lorar la magnitud de es ta c u es tió n, pen-
semo s en qu e un estudio de int e rvención a gran esca la y m e ticulo sa-
mente co ntr o lado reveló que los no rteamericano s adulto s qu e no esta-
ban en bu ena forma física pero lu ego la mejora ron redujeron a la mit ad
sus tasas de enfermedades ca rdi ovasculares. 1 I Dad o qu e e n Estados
Unido s la atenc ión médica a un enfermo cardiova sc ul a r c ues ta unos
18.000 d óla re s adicionales al año , se puede calcular que co n co nven cer
a tan so lo un 2 5 por ciento más de la población para qu e es té n en forma
sup o ndría un ahorro de más de 58.000 millon es de d ó lar es al año
so lo en la atención a enferm edades cardiovasculares. 16 P ara po nerl o en
per spectiva, es ta cifra equ ival e m ás o menos al dob le d e l pre supue sto
anual de in ves tigación de los In stituto s Nacionales d e la Sa lud (N IH),
y solo e l 5 por ciento de ese pre supuesto se dedica a la in ves tigación
sobre prev e nción de enferm ed ades. 17 Nadie sabe lo qu e costa ría per-
suadí r a un 2 5 por ciento má s de americanos para qu e se m a nt e ngan en
 LA III STOR IA DEL CUERPO HUMAN O
fo r ma (ni siquiera cómo co n seguirlo), pero un estudio de 2008 estimó
que un gasto de I o dólar es p o r per sona y año en programas sociales de
b ase pa ra aumentar la activ idad física, prevenir el co nsumo de tabaco y ,
mejorar la nutrición habrían ahorrado a Estados U nid os más de 16 .000
millones de dólar es a l año en costes médicos en menos de cinco años.' 8
Las cifra s exactas son di sc utible s, pero lo impo rtant e, en mi opinión, es
que, se mire como se mire, la pr evención es una fo rma fundamental -
me nt e preferib le y econó mi ca d e promove r la salud y la longevidad.
La mayoría de la ge nt e está de acuerdo en que gastamos demasiado
poco en prevención , pero ta mbién sospechar á que sería difícil conse-
guir que unas per so nas jóvenes y sanas eviten cond uctas que incre -
ment an su riesgo de futuras e nf ermedades. Pensemos en el tabaco, que
causa más muerte s prevenibles que cualquier otr o facto r de riesgo im-
po rt ante (es decir, inact iv id ad física, dieta in ad ecuada y exceso de al-
coho l). Tra s largas bata ll as legales, los esfue rzos de la salud pública
por desincentivar el co nsum o d e tabaco han logrado reducir a la mitad
e l po rcentaj e de nort ea m e ri canos fumadores de sde los años 195 0. ' 9
Aun así, todavía fuma e l 2 0 por ciento de ellos, lo que provocó un as
44 3. 000 muert es prematuras en 2011 con unos costes directos de
96 .00 0 millone s de dó la res al año. De igua l modo , la mayoría de los
norteamerica nos sabe n que d ebe rían hacer más ejerc icio y seguir un a
die ta más sana, pero so lo el 20 por ciento llega n a sa tisfacer las reco-
me nd aciones dietética s es tablecidas por el gobierno. ' º
1lay muchas y di versas razones por las que no logramos persuadir ,
alenta r o de algú n modo animar a la gente a usar su cuerpo de un modo
má s acorde con la fo rm a en que evolucionaron ( vo lvere mos sobre esto
ensegu ida), pero uno de los factores implicados es que todavía segui-
mos los pasos de l marqués d e Co ndorcet, a la espe ra del siguiente des-
cubrimiento de la ciencia. Te m erosos de la muerte pero confiados en
la ciencia, gastamos mil es de millones de dólares int enta ndo averiguar
cómo cultiva r órganos enfermos, buscando nu evos fármacos y dise -
ñando partes artificiales del cuerp o para reemplazar las que se deteri o-
ran. No estoy sugiriendo en abso luto que dejemos de invertir en estas
y otras áreas. Al co ntr ar io: ¡invirt amos más! Pero no lo hagamos deu n
mod o que promueva el círculo vicioso que se deriva de tratar las en-
ferm edades por d esa ju ste e n lug ar de prevenirlas. En la práctica, esto
significa que los planes de seguro médico debería n gastar más en pre-
venció n (lo que, a la larg a, les ahorraría dinero en tratamientos). Ade-
más , los pr esupuestos de sa lud pública no deberían destinar fondos a la
SUPERVIVENCIA DEL MEJ OR DO TAD O 397
investigación sobre tratami entos para enferme dades a expensas de la
financiación de la investigación sobre medicina preventiva. Por des-
gracia , el minú sculo po rcentaje de fondos que el NIH dedica a la medi-
cina preventiva nos dice que eso es preci samente lo que se está hacien-
do en Estados Unidos .
Otro de los factores de releva n c ia es el dinero. En Estados Unidos
y mu chos ot ros países, la atenci ón médica es en buena parte una indus-
tria lucrativa. 1 1 En consecuencia, e xiste un fuerte incentivo para inver-
tir o promover tratamientos como antiácidos o correctores ortopé di-
cos que alivi an los síntomas d e e nfermedade s y que la gente tiene que
com prar a menudo y durante años . Ot r a manera de ganar mucho dine-
ro es favoreciendo los procedimi ent os caros como la ciru gía en lugar
de tratamiento s preventi vos m ás ba r atos como la fisioterapia. La me-
dicina preventiva también está distorsionada por los b enefic ios econó-
mico s. La s dietas de adelgazamiento, por ejemplo, sustentan una in-
dust ria multimillonaria en Estados U nid os y muchísimos otros países,
en buena part e porque la mayoría no son eficaces y las per sonas con
sobrepeso están dispuestas a segu ir pagand o grandes sumas de dinero
en nuevos planes, que mucha s veces son literalmente dem asiado bue-
nos para se r ciertos.
En ú ltimo análisis, no tenemos má s opción que seguir invirtiendo
y centrándo nos en tratar las enfermedades por desajust e, y por lo tanto
desvia nd o tiempo, dinero y esfu e rzos que de otro modo podrían dedi-
carse a la prevención, porque son mu chas las personas que actua lmen-
te están aquejadas de estas dolencias y porque los esfuerzos por pro-
move r la prev ención no funcionan demasiado bien. Esta deprimente
valoración nos fuerza a pregu ntarnos si podemos mejorar algo en nues-
tros in tentos por modificar las conductas.
ENF O QUE 3: EDU CAC IÓN Y PODER PERSONAL
Co nocer es poder. Por eso la gen te necesita y merece tener información
útil y contrastada sobre cómo funciona su cuerpo y requiere las herra-
mientas nece sarias para alcanzar sus meta s. Por consiguiente, una de las
piedras angu lares de la salud pública debería ser educar a las personas y
conferi rles el poder y las habilidad es personales que les permitan usar
y cuidar mejor de sus cuerpos y toma r decisiones más racionales.
 LA III STOHl 1\ DEL CUERPO ll UMANO
La invest igac ión y una buena dosis de ensayo y e rror han llevado a
un a rápida evoluc ión de las es tr a tegias de la salud públic a d urante las
últimas décadas. Antes de los años 1990, la mayo r p arte de los esfuer-
zos se destinaba n a ofrecer edu cac ión básica sob re la sa lud , en la creen-
cia de que las personas tom an deci siones más racionales si disponen de
mejor inform ación . Cuan do es tudi aba en el instituto, nos enseñaban
esta dí sticas alarmantes sobr e el tabaco, las droga s y el sexo sin protec-
ció n, y nu estro s pro fesores nos most raban imáge nes esca lofriantes de
los pulmon es de los fumado re s . o es del todo so rpr ende nte que los
est udio s d e la eficacia de esto s pro g ramas reve lase n qu e propo rcionar
este tip o de información es necesa rio, pero no sue le ser suficiente para
pr oduc ir cambio s persis tentes e n las conductas. 22 E n la actualidad, los
progra mas de sa lud pública d e fiend en un enfoq ue mu cho más global
que n o se limite a propor cio nar in formación, sino ta mbi én las habili-
da d es que una pe rsona neces ita rá para realizar cambio s dentro de su
entorn o social. 1 J Las inter ve n c io nes eficaces en sa lud pública también
requ iere n prog ramas que ac tú e n a múltiples niveles: ent re individuos
como médicos y pacient es, d e nt ro de comunidade s co mo las escuelas o
las ig les ias, y a tr avés de in stitu cio nes del gob iern o po r medio de cam-
pañas de información pú b lica, impu estos y leg islació n.14 Pero hay
o tr os fac tores que en tran en co nfli cto y limitan la ef icacia de estos cs-
f ue rzos. Por ejem plo, en Esta d os Unido s la publi cid ad come rcial gasta
mile s de millones de dólares ca da año en co merc ializar comida para
niño s que es sab rosa y apet ec ib le, aunque poco sa l u dab le. Por término
med io, en 2004 un niño ame r ica no de entre dos y siete años vio en la
tel ev isión más de 4. 400 anun c io s de comida dir ig ida a ellos, y solo al-
red ed o r de 164 anunci os de int erés público relacionado s con el ejerci-
cio o la nut rición; ¡eso es veinti siete veces menos!11
La ef icacia de mucha s ca mpañ as educativas también es desalenta-
d o ra. U n estud io realizado en un a gran univers id ad america na requi-
rió a casi dos mil estudiant es que tomaran un curso de q uince semanas
sobr e salud y bienestar qu e incluía información so br e los beneficios de
la activ idad física y la die ta. La mitad de los est udi a ntes asistieron a
cinco sesion es, y la otra m ita d tomó el curso en lín ea. Las evaluaciones
co nd uctuales poste ñ ore s a l c ur so revelaron que los es tudi antes habían
increm entado su nivel diar io d e actividad de intensidad moderada en
un 8 por cien to, pero a cambi o habí an reducido el eje rci cio más vigoro-
so; también co mían un 4 por ciento más de fru tas y verduras y del 8 al
6
1 1 por ciento más de cereal es int eg rales.1 Quienes tomaron el curso
SU PERV IVENC IA D EL MEJOR D OT ADO 399
en línea camb iaron sus hábitos men os que qui enes asistie ron a las cha r-
las. Otros estudios han llegado a resulta d os pa recidos.27 La educac ión
es esencial, pero sus efectos son limit ados .
No hacen falta estudios multimi llonarios para saber qu e no debe-
ríamos espe rar d emasiado de los cambios de conducta aunqu e mejore-
mos la calidad y el alcance de la educac ión para la salud. Si te ngo ham-
bre y puedo eleg ir ent re un trozo d e pas te l de chocolate y un trozo de
apio, no hay duda de que casi siempre pr eferiré el trozo de pastel. No
hay eñ el cuerpo ningu na sabiduría que de forma natural nos lleve a
elegir alimentos sa ludables en el con texto d e la actual abundanc ia.'g Al
contrario, los expe rimentos confirman un a y otra vez q ue niños y
adultos prefi eren ins tintivamente alime n tos que hemos evo lucionado
para de sea r (dulces, feculentos, salados y g rasos) y que factore s como
la publicidad, la varieda d donde elegi 1·, la pr esió n de grup o y el coste
tienen en la actualidad un podero so efecto so bre las decisiones d e qué
comer. 2 9 Lo mismo puede decirse d e la ac ti v idad física. C uando puedo
elegir entre sub ir po r la escalera m ec ánica o subir a pie, cas i siempre
prefier o la escale ra mecánica. En eso estoy con la mayoría. Más aú n, en
los centros comerc iales, los carteles q u e an iman a sus clientes a subir a
pie en luga r de usa r las escaleras mecá ni cas solo aumentan lo prime ro
en un 6 por cient o, la misma eficacia que tie nen las campaña s pa ra au-
mentar la activida d física a través d e los med ios de comun icac ió n en
masa.lº
Por qué nos compo rtamos irracionalm ente con respecto a nuestra
salud es cada vez más objeto de investigacio nes innovadora s. N ume ro-
sos exper im entos han demostrado que los hu manos se co mp orta n de
muchas forma s que están fuera de nue st ro contro l consc iente . Reac-
cionamo s por instinto. Estos juicios in sta nt áneos tienden a apa recer
relacionados a decisiones frecuentes , repet itivas e inmediatas, como
cuando tenemos que decidir si co me r e l chocolate o el apio, o si subir
por las escaleras o tomar el ascenso r. 3 ' Aunqu e es posible supr imir es-
tos instintos con fo rmas más lentas y delib e radas de pensamie n to, estas
formas de cont rol conducrual son difíci les. Por ejemplo, te nd emos a
descontar el valo r de las recompensas presen tes (una galleta más) en
contra de las recom pensas en el fu turo lejano (salud a una edad avan-
zada) en proporc ió n a la magnitud d e la d emo ra. Estos y ot ros instin-
tos poco sa lud ab les son, presuntamente, ant iguas adap tacione s que
solían mejo rar las probabiljdades d e sob rev ivir y tener más descen-
dencia en tiemp os de escasez, y solo e n tiem pos recientes se han hecho
4 00 LA IIISTORIA DEL CUERPO IIUMAN O
perversamente adaptativas en un entorno de abund a n cia. Dicho de
otro modo, constantemente tomamos decisiones irracional es sin que
sea cu lp a nuestra. Estas tend encias naturales nos hacen vulnerable s a ,
los fabricantes y vende dore s que pueden aprovechar se fácilmente de
nuestro deseo básico de comer demasiado, tomar alim e nto s poco salu-
dables y hacer poco ejercicio. Como estas conductas poco saludables
son instintos muy profundo s, superarlas es muy difí cil.
La co nclusión final es que conocer es poder,pero no ba sta. Lama-
yor ía ne cesitamos informaci ón y habilidades, per~ . tambi én motiva-
c ió n y re fuerzo para su per ar los deseos básicos y tomar deci siones má s
sa ludab les en ento rno s replet os de comida abundant e y aparatos para
ahorrarnos esfuerzos.
ENF O QUE 4: CAMBIEMOS EL ENTORNO
A quien le preocupe la epid emia de obesidad, el aumento global de
enfermedades crón icas no inf ecciosas, los costes crec í.entes de la aten-
ción m édica o la salud de su propia familia, debe pr egu ntar se si está de
acuerdo con los tres siguie nt es enu nciados:
1. En el futuro inmediato , la gente seguirá contraye nd o enferm e-
dade s por desajus te.
2 . Los prog resos de la ciencia médica en el futuro seguirán au-
mentando nuestra capacidad para diagnosticar y tratar los sín-
tomas de las enfermedades por desajuste, pero apenas desarro -
llará n verdaderas curas.
3. Lo s esfuerzos por edu car a la gente sobre la dieta, la nutrición y
otras formas de promov er la salud tendrán efectos limitados
so bre su compo rtami ento en los entornos actua les.
Para qui en esté de acuer do con esto, la única opción que nos queda
es cambiar el entornoen que vivela gentede manera que promuevala
sa lud p o r medio de la preve nción. Pero ¿cómo?
A modo de experimento menta l, imaginemos que un tir ano tan ob-
sesionado con la salud como con el coste de la atenció n sani taria toma
el con tr ol de su país y obliga a su pueblo a realizar camb ios radica les en
su vida cot idiana. Los refresco s azucarados, los zumos d e fruta, las go-
S UPERVIVENC I A D E L MEJOR DOTADO 40 1
losinas y otros alimentos cargados de azúcar quedan prohibi dos, igual
que las patatas ch ip, el arroz blanco, el pan blanco y otros carbohidra-
tos simples. Los pr op ietarios de los restaurantes de comida rá pida son
enviados a prisión, igual que los fumadores, los borrachos y cua lqui era
que contamine la comida, el aire o el agua con uncarcinógen o o toxin a
conocido. Los agricultores dejan de recibir subsidios par a cultiv ar
maíz, y las vacas tienen que ser alimentadas con pasto o heno. Todos
tienen la ob ligación de hacer unas cuantas flexiones al día, 1 50 minu to s
de ejercido intenso a la semana, 8 horas de sueño por la noc h e y una
limpieza regu lar d e los dientes con hilo dental.
Por saludable que pueda ser , esta especie de campamento fasc ista
de la salud es, por suerte, imposible (habría un levantamiento o un gol-
pe de estado) y é ticamente incorrecto porque los seres humanos tienen
el derecho a dec idir qué hacer con su cuerpo. Pero es casi seguro que
muchas e nfe rmed ades comunes por desajuste serían más infrecuente s,
igual que la in c id encia de algunos cá nceres. La libertad es más valiosa
que la bu ena sa lud , pero ¿podemos cambiar nuestros entornos de una
manera eficaz p e ro que respete lo s derechos de las persona s?
Una perspect iva evolutiva proporciona, según creo, un marco de
trabajo útil qu e se basa en dos prin cipios. El primero es que como to-
das las enfermedades son el resultado de interacciones entre ge n es y
ambiente, y no pod emos modificar nue stros genes, la forma más eficaz
de prevenir las enfermedades por desajuste es modificand o nuestro
entorno . El segu nd o principio es que el cuerpo humano fu e adaptado
por millones de generaciones en lo que Darwin llamaba "lucha por la
supervivencia» en condiciones que difieren sustancialmente de la s ac-
tuales. Ha sta hac e poco, los humanos no tenían prácticamen te más op-
ción que com port arse del modo que dictaba la selección natural. N u es-
tros antepasados se veían compe lidos por las circunstancias a comer
una dieta sa lu dab le, a realizar mucha actividad física y dormir todas las
horas, y raramente, si acaso alguna vez, vivían en asentami e ntos per -
manente s, abarrotados de gente y sucios que favorecían las e nf e rme -
dades infecciosas . Así pues, los human os no siempre evolucionaron
para elegir comportarse del modo que máspromuevela salud, sino
que se vi eron forzados a hacerlo . Dicho de otro modo, una perspect iva
evolutiva sugie re que a veces necesitamos ayuda de fuerzas externas
para ayudarnos a nosotros mismos.
La lógica que dicta que los humanos necesitan ser alentados y a
veces inclu so ob ligados a actuar en su propio bien no es controvertida
 LA IIISTORIA DEL CUE RPO IIUMANO
cua nd o se ap lica a los niños, con qui enes no se puede contar qu e tomen
decisiones racionales y a qui enes no necesariamente hay que penalizar
por circunstancias que escapan a su cont rol (incluidos los mal os pa-
dr es). Por es ta razón, los gobie rn os prohíbe n la venta de alco hol y ta-
baco a los menores , requieren que los padres vacun en a su s hijos y
hacen obliga tori a la educación en las escuelas (aunque en g rad os di-
versos). En la actualidad, muchas escuelas prohíben los refrescos azu-
ca rad os y otros alimentos poco sa ludables. Los gobiernos también
prohíben que los niños sean forzado s a trabajar largas horas ~n fábri-
casY Es ta s y otras leyes se co nsid e ra n ampliamente acep tab les porr a-
zones ét icas, sociales y prácticas, pero también tienen se ntido desde
una pe rspec tiva evolutiva. C ier tos tipos de coacción ( in co ncebibles
du rante e l Pal eolítico) salvag uard an a los niños de aspectos nu evos y
perjud iciales de su entorno de lo s que ellos mismos no pu e d e n prote-
ge rse.
¿Y los adu ltos? Yo no soy ni filó sofo, ni abogado ni po líti co, pero
co nfí o en qu e se me per mita compa rtir mi opinión, qu e en ese ncia es
una ve r sió n del «patern alismo liberta rio" o «paternalismo blando,,
sustem ada por una visión evo luti va.ll Como much os, c reo que los
adulto s tien en derecho a hace r lo que deseen siempre y cua ndo no per-
judiquen a su prójimo. Tengo derec ho a fumar siempr e y cuando otra
pe rsona no se vea obligada a inhala r mi humo o paga r por los costes
méd icos de mi tratamiento de cá nce r de pulmón. Tambi é n tengo dere-
cho a co m er tantas rosquillas y bebe r tantos refrescos az uca r ado s como
pued a to lerar y permiti rme. Al pr opio tiempo, los hum an os (y yo mis-
m o) a veces nos comportamos de maneras que no redundan e n nuestro
propio bien porqu e carecemos de la informac ión suficie nt e, po rque no
podemos co ntrolar nuestro entorn o, porque somos inju stament e ma-
nip ulados por otros o, y esto es crucia l, porque estamos mal adap tados
a co ntr o lar nuestros deseos más pr ofun dos de comodid ades y calorías
qu e so lían se r difíciles de encontra r. En consecuencia, un papel razo-
nable para el gobierno que beneficiaría a todos es el de ay ud arnos a
re alizar elecc iones que raciona lmente juzgaríamos qu e redundan en
nu estro bien. En otras palabras, e l gob ierno tiene el derecho e incluso
la ob ligación de alentarnos o incl uso empujarnos a co mp o rtarn os de
un a m anera r acional al mismo tiempo que preserva nu estro der echo a
com portarnos irracionalmente si así lo decidimos. El gobierno tiene
tam bi én el deber de garanti zar qu e recibimos la informaci ó n necesaria
para tomar decisiones racionales y de protege rnos de inju stas manipu-
SU PER VIVENCIA D EL MEJOR DOTADO
laciones. Un ejemp lo no controvertido de este principio es que no se
debe permitir a lo s produ ctores de alimentos que impidan qu e us
clientes conozca n las sustancias químicas pe rjud iciales que contienen
sus productos . Además, el gobierno no debería impedirme que fume,
pero debe info r mar m e de los peligros que eso encierra, incentivarm e
para dejar de fumar y gravar el consumo con fuertes impuestos para
pagar la carga que mi consumo de tabaco impone sobre los demás.
(Co mo suele deci r se, «haz lo que quieras mient ras yo no tenga que
pagar por ello».)
Si uno está de acuerdo en que la sociedad debería promover la sa-
lud por medio de un paternalismo blando, usando su iníluencia para
modificar los e n tor n os evolutivamente nada naturales en los que vi-
vimos, la pregunta n o es si debemos actua r o no, sino cuánto y de qu é
modo.
Comencemos por los niños porque, como ya se ha observ ado , es
relativamente poco con trovertido regular los ambientes en que viven
unos niños qu e a menud o no pueden tomar decisiones racionales e n su
propio bien. Además, la mala forma física, la obesidad y la exposic ió n
a produ ctos qu ím icos nocivos du rante la infancia tienen fuertes e fecto s
negativos sob re la sa lud años después. Así pue s, un lugar obvio donde
comenzar serí a obl igar a las escuelas a dar más educación física, ha-
ciendo hincap ié en la buena forma física más que en los deport es. La s
autoridades sanitarias de Estados U nidos recom iendan una hora d e ac -
tividad física a l día para los niños y los ado lescentes, pero solo un a
minoría de los est udi antes americanos son así de activos.1.o1 Por eje m -
plo, un estudio de más de quinientos estudian tes americanos de in sti tu-
to haJJó que solo a l r ededo r de la mitad de estos participaban en alguna
forma de educac ión fí sica, y pocos hacían siquiera la mitad de la ac tivi -
dad física que reco miendan las autoridades san itarias.JI ¿Y en la uni-
versidad? La m ay oría de estas solían requer ir educación física, pero e n
la actualidad pocas lo hacen . Por ejemp lo, donde yo imparto docenci a,
en Harvard, e l req ui s ito de la educación física se anuló en 1970, y las.
encuestas realiza das sobre los estud iantes de Harvard indican que so lo
una minoría hacen eje rcicio vigoroso más de tres veces a lasemana .
Un aspecto más p o lémico de las norm as a considerar para los niñ os
es la comida ba sura. Existe un consenso casi universal de que deb emos
prohibir que se ve nda y sirva alcohol a lo s menores porque el vin o, la
cerveza y los licores pu eden ser adictivos y, si se abusa de eJJos, nefas-
tos para la salu d . ¿A caso es diferent e el exceso de azúcar? Des de una
 LA III ST ORI A D EL CUERPO HUMANO
perspectiva evolutiva, ¿hasta qué punt o serí a diferente limitar la venta
a los niños de refrescos azucarados, b ebida s endulzadas y otro s alimen-
tos cargados de azúcar, que también so n adi ctivas y perniciosas para la ,
salud en g randes cantidades?>6 Hemos e volu cionado para qu e nos ape-
tezca el azúca r, pero la mayoría de los fruto s silvestres tienen pocos
azúcares y el único alimento realment e azu carad o que llegar on a pro-
bar los niños de los cazadores-reco lec tore s es la miel. ¿Y las comidas
rápidas? Estos alimentos diseñados indu strialm ente suponen un riesgo-
bajo en cantidades pequeñas e infrecuente s, pero si se consum en en ex-
ceso causan poco a poco un deterioro de la sa lud, y los deseamos hasta
el punto de la adicciónY ¿Prohibir o limit ar el consumo de refrescos
azucarados y patatas fritas en las esc ue la s es realmente diferente de re-
querir que los niños se pongan el cintur ó n d e seguridad? Y ya puestos,
¿es de algú n modo distinto limitar la v enta de est0s alimento s fuera del
colegio a limitar el tipo de películas qu e pu eden ver los niño s?
Regu lar lo que hacen los niños pu ed e se r aceptable, aunqu e impo-
pular (sobr e todo para la industria ag roa limentaria y sus muchos
grupos de pres ión) pero los adult os son un caso aparte, porqu e tienen
derecho a enfe rmar si quieren. Ad emá s, sol emos conceder a las com-
pañías el derecho a vender los produ cto s qu e la gente desee, como los
cigarrillos o los sillones, tanto si so n saludabl es como si no. Pero en
realidad hay muchas excepciones a es to s der echos. En estados Unidos
es ilegal vender no solo LSD o hero ína , sin o también leche no pasteu-
rizada o importa r haggis (el plato nac io nal de Escocia). En el espíritu
del patern alismo blando, una táctica má s ra zonable y justa sería pro-
mulgar norm as que ayuden a las perso n as a hacer elecciones que racio-
nalmente pued an juzgar en su bien . Co mo g ravar las cosas es menos
coercitivo qu e prohibirlas, qujzá un prim e r paso sería poner impuestos
o cargos económ icos sobre los indi viduo s qu e hagan elecciones poco
saludables co n el conocimiento de que afe ct an a otros. En es te sentido,
¿sería un impue sto sobre los refrescos azu ca rados distint o de los im-
puest0s sob re el tabaco o el alcoho l? E s toy convencido de que todos
podemos imag inar muchas maneras d e alent ar (o empujar ) que po-
dríanayudar a que los entornosmodernos promuevanmejor la pre-
vención. U no podría ser regular la publi cidad de la comid a basur a
igual que regu lamos la del tabaco y e l a lco hol. (Cada vaso grande de
refresco pod ría llevar una etiqueta qu e dig a: "Las autoridade s sanita-
rias adviert en de que el consumo d e az úcar en exceso causa obesidad,
diabetes y enferm edades cardjovasc ul a re s».) O tro sería requ erir que
SU PERVIVENC I A DEL MEJOR DOTA DO
lo s alimentos enva sad os etiqueten el contenido y cantid ad de las por-
ciones de alimento sin ningún tipo de ambigü edad ni engaño, y que se
d eje de comerciálizar los alimentos repletos de azú car, qu e engorda,
co mo alimentos «sin g rasa,,. Quizá podríamos o bligar a qu e los edifi-
ci os hagan que las escaleras sean más accesible s qu e los ascensores.
Aún otros «empujon es" serían dejar de recompen sar o incentivar a
p ersonas o compañía s para que actúen de algun a form a que promu eva
la enfermedad. Esta lóg ica nos llevaría a dejar d e dar sub sidios a los
agricultor es que culti ven demasiado maíz qu e se convi erta en ·jarabe
rico en fructosa, tern era alimentada con maíz y ot ros alimentos poco
sa ludables.
En resumen, si la evolu ción cultural nos meti ó en es te lío, ¿no debería
sacarn os de él? Durant e millones de años, nu es tr os ant epasados de-
pendieron de la innov ación y la cooperación para con seguir alimentos
sufi cientes, para as istir en el cuidado de los hij os de otro s y para so-
br evivir en ambiente s hostiles como desiert os, tundr as y selvas. Hoy
nec esitamos innovar y cooperar de otras ma ne ras par a evitar comer
dem asiado, sobre tod o demasiado azúcar y alim entos indu striales
pro cesados, y para sobr evivir en ciudades, suburbio s y otro s ambien-
te s poco naturales. Por eso necesitamos tener a l g obiern o y a otra s ins-
titucion es sociales de nuestro lado, porqu e n o h emo s evolucionado
p ara elegir un estilo de vida saludable. La ma yo ría de la gent e no en-
ferm an por culpa suy a; contraen enfermedad es cr ónicas al envejecer
porqu e crecieron en un ambiente que les anim a, se du ce y a veces inclu-
so fuerza a enfermar . Para muchas de estas enferm edade s, solo nos
qu eda tratar los síntom as. Si no queremo s ac abar siendo una especie
ca da vez más dependi ente de medicinasy costos as tecnolog ías para ha-
ce r frente a los síntomas de las enfermed ad es prevenibl es , necesi-
tamos modificar nuestro entorno. De hecho , es cuestionable que
podamos seguir permitiénd onos el coste de la tr ayectoria qu e hoy se-
guim os hacia una ma yor longevidad y tamañ o de población combina-
dos con unaumentode la morbilidadcrónica.
Creo que es razonable concluir que los pr oces os de evolución cul-
tur al de nuestro s día s están reemplazando g radualm ente una forma de
coe rción con otr a. Dur ante millones de año s, nu es tro s ant epasados se
v ieron obligados a con sumir una dieta que de man era natural era sana,
y a ser físicamente activos. La evolución cultur a l, es pecialment e desde
 LA HI STOR IA DEL CUEHP O II U MA NO
que los human os co menzaron a culúvar los ca mpos, ha transfor mado
el modo en que nuest ro cuerpo interactúa co n su entorno. Hoy much as
personas todavía vive n en la pobreza y sufr e n por enfermedad es cau-
sadas por sanea miento deficiente, cont agio y malnutrición, que era n
mucho menos comun es en el Paleolítico. Qu iene s tenemos la fortuna
de vivir en el mundo desarrollado hem os esc apado a esas mise rias, y
ahora pod emos eleg ir ser tan inactivos co m o qu eramos y come r todo
lo que deseemos. D e hecho, para algun os, esos hábitos son los qu e ad-
quieren por defecto . A menudo, sin embargo, esas elecciones o de seos
nos hacen enferm ar de otros modos, lo que lue go nos obliga a tratar
nuestro s sínto mas. Ahora mismo, mu c h os nos sentimos satisfec hos
con el siste ma que hemos creado, gracias a l au m ento de la esperanza de
vida y una salud por lo general decente. Pe ro pod ría ser mucho mejor,
y a medida que los ambientes de desaju s tes qu e hemos creado y qu e
transmitimos a nu est ro s hijos por med io d e l p e rn icioso círcu lo vicioso
de la disevoluc ión se vayan intensif ica nd o , aumentaremo s nu estro
riesgo de sufr ir a causa de enfermedad es in necesa rias y prevenibl es.
ÚL TI MA S P A LABRAS : M A HC II A ATRÁS II AC IA EL FU TUR O
Algunas personas creen, erróneament e, qu e la selección natural signi-
fica "supervi vencia del más dotado» (en s uper lativo). Darw in nun ca
utilizó esa expresió n (fue acuñada en 1 864 por Herbert Spence r), ni lo
hubiera hecho nun ca, pues la selección na tur a l se describe mejo r como
«supervivenc ia del mejor dotado,, (co mp arat ivamente). La selecc ión
natural no conduc e a la perfección: so lo e limin a a aquellos qu e tie nen
la desgracia de se r menos aptos o dotad os qu e o tro s. ¿Podemos asignar
a la «superv ivenc ia del mejor dotado» a lgún significado útil en la ac-
tualidad, cuando tanto s de nosotros cr ee m os que hemos dejado at rás la
evolución?
Una respuesta común a esta pregunta es qu e la evolución todavía
importa porque explica por qué nuestro cuerpo es como es, y por qué
enfermamos . Recordémoslo: «Nada en la biología cobra sentid o si no
es a la luz de la evolu ción». Nuestra hi sto ria evo lutiva explica cómo y
por qué nu est ro esqueleto, corazón , intestino y cerebro funcionan
como fun ciona n. La evolución tambi én exp lica cómo y por qu é en el
curso de apen as 6 millones de años cambiamos de ser simios en una
SU PERV IV ENC I A DEL MEJOI\ DO TA DO
se lva africana a ser un os bípedos erectos y cam in ado res que miran a
través de telescopios galaxias lejanas en bu sca de o tra s forma s de vida .
H a n sido 6 millone s de años prodigiosos, pero la evo luci ón de nuestra
es p ec ie se produjo por medio de contada s transfo rmaci ones. Ninguno
d e esos cambios fue dr ástico, todo s fueron evento s accidentale s supe-
di ta dos a otros cambio s anteriores y, por lo ge ne ral , impulsados por
ca mbi os climáticos.
En el gran esquema de las cosas, si hay un a a d a pta ción humana
sumam ente transfo rmad ora de que nos h<!Yªd o tado nuestra evolu-
c ió n , deb e ser nuestra capacidad para evolu-cionar po r m edio de la cul-
tu ra , y no solo a trav és de la selección natural. E n la actualidad, la
evo lu c ión culLUral está superando en ritmo a la se lección natur al,
inclu so aventa jánd o la. Muchas de las inven cio n es r ecien tes de los
hum a nos se adoptar o n por que ayudaban a nu est ro s antepa sado s a
pr o ducir más alimen to s, obtener más energía y te n e r más hijos. Sin
e mb a rgo, unos pr oductos colaterales no inten c io nad os de estas inno-
vac io nes cultural es fuero n un aumento de los ni ve le s de enfermeda -
d es inf ecciosas a causa de poblaciones más gra nd es y densas, sanea-
mi e nt o inadecuado y co mida menos nutritiva. La civili zación también
t rajo consigo hambruna s extremas, dictadur as, g u e rra s, esclavitud y
mu c hos otros infortuni os de nuestra historia. E n ti e mpo s más recien-
te s hemo s realizado mu chos progresos para rectif ica r esto s problemas
creado s por el hombr e, y puede decirse que qui e n es vivimos en el
mundo desarro llado estamos mejor de lo qu e nun ca estuvieron los
caza do res-recolecto res.
La evolución, la sup ervivencia del mejor d ota d o, nos ha traíd o
has ta don de estamos y explica mucho de lo bu eno y ma lo de los seres
human os del siglo xx 1.Pero ¿y nuestro futuro ? ¿Nos p ermitirán nues-
tra s infin itamente inventivas mentes continuar progresand o con nu e-
vas tecn ologías? ¿O estamos abocados al colap so ? ¿Pen sar en la evo-
lu ción puede ayudarnos a mejorar la condición hum ana?
Si hay una lección rea lmente útil que apr end e r d e la compleja y
rica hi storia evolutiva de nuestra especie, es qu e la cu lt ura no nos per-
mite tra scender a nu estra biología. La evoluci ó n hum ana nunca fue
un triunfo de la maña sobre la fuerza, y debemos m os trarn os escé pti-
cos ante la ciencia ficción de que en el futur o ha ya de ser de otro
modo. Por listos qu e seamos, no podemos alt erar los cuerp os que he-
mo s her edado si no es de la manera más sup e rfi cial , y es peligrosa-
mente arrogante creer que podemos diseñar pi es, cé lulas hepáticas,
 LA H ISTOR I A DEL CUERPO H UMANO SUPERVIVENCIA DEL MEJOR DOTADO

cerebros u o tras par tes del cuerpo mejo r de lo que ya lo hace la natu - dotado, pero su futuro depe nd e de cómo lo usemos. Al final de Cándi-
raleza. Nos gus te o no, so mos unos primates desnudos, bípedos y li- do, la crítica que hace Voltair e del optimismo comp laciente, el prota-
geramen te go rdos qu e se desviven por el azúcar, la sal, la grasa y las gonista encuentra la paz y de clara: «Tenemos que cultivar nuestro jar-
féculas, pero seg uim os es ta ndo adaptados a comer una dieta diversa dín». A lo que yo añadiría: tene mos que cultivar nuestro cuerpo.
de frutas y ve rdur as fibr osas , de nueces, semillas y tubérculos, de car-
ne magra. Di sfrutamos del descanso y la relajación, pero nu estro
cuerpo sigue siendo e l d e un os atletas de resistencia que evoluc io -
naron para cami nar mu ch os kilómetro s al día y a menudo co rre r,
además de cavar, tr e pa r y ac arr ear cosas. Nos gustan muchas co mo-
did ades, pero no estamo s bien adaptados a pasar nuestros días en e l
int erior de casas, sent ad os en sillones, llevando zapatos con sopo rt es
para el arco, miran d o ate nt amente libros o monitores dura nte horas y
horas. En consecuenc ia, mi les de millones de personas sufren po r en-
fermedades de la opul e n cia, la novedad y el desuso que solían ser ra-
ras o desconocidas. Lu ego tratamos los sínto mas de estas enferm ed a-
des porque es más fác il , más lucrativo y más urgente que trat ar su s
causas, muchas de las cu ales de todas forma s no entendemos. A l h a-
cerlo, perpetua mos un pe rni cioso bucle de realimentación, de disevo-
lución, entre la cult ura y la biología.
Tal vez ese bu cle no sea tan malo. Tal vez alcancemos algun a su er-
te de estado estacion ar io en el que perfeccio nemos la ciencia de tr at ar
las enfer medades pr eve nibl es de la opulencia, el desuso y la noved ad .
Lo dudo, y sería inse n sa to qu edarse de br azos cruzados a la espera d e
que los científ icos d el futur o venzan por fin el cáncer, la osteoporos is
o la diabetes. Hay un m o d o mejor que ya tenemos a nuestra dispos i-
ción: basta con que p reste mos más atención a cómo y por qué nue st ro
cuerpo llegó a ser co m o es. Todavía no sabemos curar la mayo ría d e
las principales enfe rme d ad es que matan o discapacitan a las person as,
pero sabemos cómo h ace rlas menos probabl es y, a veces, cómo pr eve -
nirlas usando nuest ro cu er po de una forma más parecida a como evo-
lucionó para ser usado. D el mismo modo qu e las innovaciones cu ltu -
rales causaron mu ch as d e estas enfermedades por desajuste, otr as
innovaciones cultura les p odrían ayudarn os a prevenirlas. Logra rl o
requerirá que aune m os ciencia, educación y acción colectiva e int eli-
gente.
Del mismo modo qu e este no es el mejor de los mundos posibl es,
nuestro cuerpo no es el m ejo r de los cuerpos posibles. Pero es el únic o
que tenemos, y vale la pen a disfrutarlo, cuid arlo y protegerlo. En el
pasado el cuerpo hu m ano fu e moldeado por la supervivencia del m ejo r
 AGRAD EC I M IE N T OS

Me sie n to especialmente agrad ecido a m i esposa, Sonia, que leyó cada

página (a menudo muchas veces) y a mi h ija, Eleanor. Ambas me han
d ado su apoyo y han tolerad o m is la rgas horas de trabajo sopo rtando
demas iadas conversacio nes sob re los au st.ralop itecos, el ejercicio, la
dicta y toda una serie de enfe r m ed ad es ( mu chas de las cuales, po r for-
tun a, no llega ro n a apa recer siqui e r a en el libro). Varios amigos y mag-
níficos co labo radores me ayu d a ro n a co rreg ir y revisar pan es del li-
b ro. Vaya mi agrad ecimient o espec ia lm ente hacia David Pilbeam,
Caro le l loove n, Alan G arber y T uc kc r Coo dri ch, que leyeron varios
ca pítul os . También recibí útil es c ríticas d e O fer 13ar- Yosef, Rachel
Ca r mo d y, Steve Co rbett, Irene Da v is, Je rcmy DcSilva, Pcter Elliso n,
D avid H aig, Katie l linde, Pam Jo h n so n, Benjamín Lieber man, Char-
lie Nunn, D avid Raichlcn y C h ct Sh e r wood .
Por su ayuda, colaboració n , m a rav illosas conversaciones y otras
for mas d e apoyo, esto y agra d ec id o a Brian Ad dison, Meir Barak, Ca-
ro linc Bleekc, Mark Blumenk ram z, D en n is 13ramble, Eric Cas tillo,
Fuzz Cro mpton, Adam Dao ud , C hri s D ean, Maureen D evlin, Pierr e
d ' Hemeco ur t, Heather Dingwa ll, Caro ly n Eng, 13renda Frazier, Mi-
chael y Do rothy Hint ze, Jea n- Jac qu es Hub lin, Soumya James, Farish
A. Jenkin s J r., Yana Kamber ov, Ka ren Krame r, Kristi Lewton, Phi lip
Lieberman, Dav id Ludw ig, Meg Lync h , Za rin Machanda, Mickey Ma-
haffey, Chris McD ougall, Rich a rd M eadow, Bruce Morgan, Yannis
Pitsil ad is, John Polk, Herm an P o nt zer, A nn e Prescott, Philip Right-
mir e, Ne il Roach, Cra ig Rod gers, Campbell Rolian, Maryellen Ruv o-
lo, P ardi s Sabet i, Lee Saxby, Jo hn Shea, T an ya Smith, CliffTab in, No -
reen T u ross, Madhusudhan Ve nka d esa n , A nna Warrener, Wi lliam
We rbe l, Katherine Whitcome, R ichard Wr angham y Katie Zink. Mis
di scu lp as si inadvertidame nte m e d ejo a algu ien.
Ta m bié n quiero expr esa r m i ag rad ecimie nto a mi agente, Max
41 2 LA HI STORIA DEL CUERPO II U MANO

Bro ckman , po r su in ces ant e apoyo y ayud a, y a mi extrao rdinario y

at e nto edit or, Erro ll McDo nald, con quien he te nido la g ran fortun a de
t rabajar.
Po r últ imo, qui ero d ar las gracias a los mu cho s es tudiant es qu e me
h an br ind ado el privil eg io de enseñar y apr end er.

NOTAS

1. I NTR O DUCCIÓ N - ¿A qué eslamos adapuulos los hum anos ?

1. Haub, C ., y O. P. Sharma (2006), «India's population rea li ty : Reconci-

ling ch a nge and tradition», Populaúon Bulleún, 6 1, pp. 1-2 0 ; http:/ /
d ata. wo rld bank.org/ indicato r / SP.DYN.LEoo. IN.
2. Vo lve rem os a ocuparnos de estas cuestiones en el ca pítu lo 9 . Un resu-
men muy amplio de las pruebas de la transición epid em io ló gi ca aparece
resumid o en un número especial sobre la carga global qu e supon e la en-
ferm ed ad , publicado en diciembre de 20 12 en The L ancet.
3. Hay ílick, N. ( 1998), «How and why we agc», Experim ental Geronwlogy,
33, PP·6 39-653.
4. Kh aw, K .- T., et al. (2008), «Combined impact ofh ea lrh b ehaviou rs and
mo rt alit y in men and women: T he EPIC-No rfolk Pr os p cc rive Popula-
tion St udy », PLOS Medicine, 5, p. e 1 2.
5. OECD ( 20 11), Healihala Glance2011, Organization ofE co no m ic Coo-
perat io n and Development Publishing, París; http:/ / dx.do i.o rg/ 10. 1787/
hea lth _g lance-20 11-en.
6. A lfrcd Ru ssel Wallace también desarrolló la misma teo rí a bási ca, que
pr esentó co njuntamente con Darwin en 1858 en la Socied ad Lin neana
de Lo ndr es. Wallace merece más crédito del que sue le rec ibir , pero
D arwin di sponía de una teoría más completa y docum entada, que publi-
có al año sigu iente en El origen de las especies.
7. A vec es la selección natural se conoce corno "supervi ve n cia del más do-
tado » ( en superlativo: survival of 1hefiues1), una frase qu e Darwi n no
utilizó nun ca, y que en realidad debería enunciarse com o «supo-viv encia
d el m ejo r d otado» (en compara tivo: survival of diefiu er) . [El matiz entre
el supe rlativo y el compara tivo se pierde en castellano. La fcase es de
He rbert Spencer, y Darwin no la adoptó hasta la qui nta edición de El
origen de las especies; las tradu cciones habituales de fiue st al t:.&Stellano,
«el m ás dot ado» o «el más apto», no reflejan bien el sentido del inglés
co m o «aju ste» al medio. En la biología evoluúva,fi tness tierre h oy una
 L A III ST O RI A DEL CU ERPO II UMANO
de fi nició n precisa relacion ada con la capacidad de so br e vivir y repr odu-
c irse tran smitiendo los ge ne s propios a las sigui e nt es ge neraciones.
T a mpo co tiene fiiness una tr aducción establecida en cas te llano; en la
prese nt e obra se viene como eficacia biológica o se de ja el térm ino origi-
n a l en ing lés . (N. del 1)]
8 . T h e ENCODE Pro ject Conso rtium (20 12), «An integ ra red encyclope-
di a of DNA elements in che human genome»,Nawr e, -189, p p. 57-74.
9. Los bió logos suelen refe rirse a estas características co m o «enjutas,, a
ca u sa de un célebre ensayo de S1ephen J. Gould y Ricl1.11·d Lewomi n en
el qu e esto s autores arg ument aban que muchoscar acte ,·es n o son adap-
tac io n es sino propied ades emergentes del desarrollo o la es tru ctu ra. La
ana logía que usaban era n las enjutas o albanegas, los es pa c ios entre dos
a rcos ad yacentes, que e n las iglesias se suelen deco ra r. Go uld y Lewon-
tin argu m entaban qu e del m ismo modo que las enjut as so n subproduc -
to s ele la for ma en que se co nstruyen los arcos, y no caracterí sticas inten-
c io n adas d el diseño, mu chos de los caracteres delos o rgani s mos que hoy
par ece n te ner alg un a fun ción no surgieron inicialme nt e como adapta-
cio n es . Para leer el artícul o, véase Lewon6n, R. C. , y S . J. Co uld ( 1979),
«Th e spand rels o fS an Marco s and the Panglossian pa ,·ad ig m : A critique
o f che ad aptationist p rog ramme», Prou edings of die R oyal Society of
London B , 205, pp. 5 8 1- 598.
1 J lay m uc has discusio nes exce lentes sobre esta cuest ió n . U na clásica que
o.
w d av ía vale la pena leer es W illiams, G. C. ( 1?(,6) , Adaptation and Naw-
ral Selecúon, Prince to n Univers ity Press, Princeton, N u eva Je rsey.
1 1. A unqu e Darwin fue qui en prime ro escribió sobre los p in zo nes de las
Ga lá pagos, mucho de lo qu e hoy sabemos sobr e la se lecc ió n en estas
aves se lo debemos a Peter y Rosemary Grant. D os bueno s tr abajos de
di v ul g ación sobr e sus invest igaciones son Grant, P. R. ( 1991 ), «Natur al
se le ctio n and Darwin' s finches», Scientific Am erican, 265, pp. 8 1-87
( ha y trad . cast.: «La se lecc ió n natural y los pinzon es de Darwin n, Inves-
tigación y Ciencia, 18 3, Di ciembre de 1991); y W e in c r , ]. ( 1994), Tlie
B eak ofth.e Finch: A S1ory of Evol ution in Our Time , Kn o pf, Nueva York
(h ay trad. cast. : ELpico del pin 1ón: una historia de la evo lución en nuestros
días , Ga laxia Gutenber g, Barcelona, 2002).
r 2. J ab lon ski, N. G. (2006) , Sk in: A Natural History, Univ e rs ity o fCa lifor-
nia Pr ess, Berkeley.
r 3.U na m ag nífica y recom endab le revisión de los tr azos pr in cipa les de es-
to s aco nt ecimiento s es Shubin , N. (2008), Yourlnner Fi s h: Ajoume y into
the 3.5- Billion - Year H istory ofth.e Human Body, Vintag e Books, Nueva
York.
14. Para un análisis penetrant e de cómo los científicos exp lica n la historia
evo lutiva hum ana por m edio de narraciones, y d e có mo el aná lisis de
OTAS
esas narrac io nes n os dice algo sobr e la ciencia, véase Landau , M. ( , 99 1),
Narraú ves of Human E volution, Yale University Press, New J-lave n , C T.
15. Dob zhans ky,T. ( 1973) , «No thing in biology makes sense except in che
light of ev o luti o n », Tl1eAm erican Bio logy Teacher, 3í, pp. 125- 129 .
16. En los parqu es zoo lóg icos, los prima tes que co men una dieta d e m asü 1do
procesada y n o h acen suficiente ejercicio contraen diabetes de tip o 2 a
través de m eca ni s m os parecidos a los que actúan en los human os. Véa se
Rosenblum , l. Y., T. A. Barbolt, y C. F. Howa rd J r. ( 198 1), «D iabe tes
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17. Para una int ro du cc ión al ca mp o de la medicina evo luti va , véa se
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2. S IMI OS H ECHOS Y DE ll EC II OS - Cómo//OS hicimos bípedos
1. Los experim e nto s que intentan medir la fuerza de los chimpancés son difí -
ciles de eva lu ar por culpa de factores como la moúva ción y la inhi bici ó n.
El primero ele es to s estud ios, de 1926, llevó a sugerir que los chimpan cés
tienen cinco veces más fuerza que los humanos, pero estudios más reci en-
tes de Finch ( 194 3), Edwards ( 1965) y Scholz et al. (2oo6) indican qu e los
chimpancés se ría n solamente una s dos veces más fuertes que los hum a nos
más fuert es. Aun así, la diferencia es sorprendente. Las refer en cias so n:
Bauman , J. E. ( 1926) , «Observa tion s on rhe strength of the chimpanz ee
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142 (hay tr ad. cast.: El origen del lzombre , Crítica, Barcelona, 2009).
3. H ay cientos de simios fósiles de d ocenas de especies extintas que vivieron
du rante el periodo de hace unos 20 a unos 10 millones de años. Sin embar-
go, las relaciones entre estas es pec ies y sus relaciones con los chim pancés,
los gori las y el UAC no están cl a r as y siguen debatiéndose . Para un a revi-
sión de estos fósiles, véase F ~eag le, J. ( 20 13), Primace Adaptation and Evo-
ftaion, 3• ed., Academic Press, Nu eva Yor k.
4. E l término solía ser ..homínid o »; sin embargo, de acue rdo co n las com-
plejas reglas de la clasificació n l inn ea na, el hecho de que los humanos
esté n má s estrec hamenre em pa r e nt ad os con los chimpancés q ue con los
go rilas ex ige el rérmino «ho minin o» po rque pertenecemos a la tribu Ho-
m uunae .
5. Shea, B. T. ( 198¡), ..Paedo m o rph os is and neoteny in the pyg my chim-
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cogn ition relative to chimpa nzees», Currenl Biology, 20, pp. 226-2 30.
7. El pri ncipal propo nente de es ta idea fue el gran anato mista b ritánico sir
A rthu r Keith, quien la defen di ó e n su ob ra clásica: Keith, A. ( 1927), Con-
s
cerning Man Origin, Watts, L o ndr es.
8. Wh ite, et al. ( 1009), «Ardipithecus ramidus and the paleob iology of early
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9. Las descripcion es oñginales d e los restos de los cráneos puede n verse en
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Nac ure, 4 34, pp. 752-755. Los postc ráneos todavía tienen que desc ribirse.
Relacos de divul gación sob re escos cráneos y cómo se d escubrie ron pue-
den e nco ntr arse en Reader, J. ( 20 1 1), M issing Links: In Search of Human
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NOTAS
10. Un método de datación compara fósiles del yacimiento con fósiles pare-
cidos datados de África orie ntal. Otro mé todo utiliza una nueva técnica
basada en isótopos de beri lio. Véase Vig naud, P., et al. (2002), «Geo logy
and palaeomo logy of the Uppe r Miocene To ros-Menalla hominid loca-
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15. Wood, B., y T. Harrison (20 12), «The evo lutionary context of the first
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16. El mejor predictor de cuándo comienzan a andar los animales es su tasa
de desarrollo cerebral (contada desd e la concepción) , y en este sentido
los humanos están donde deberían en co mparación con otros anim ales,
desde los ratones a los elefantes. Véase Ga rwicz, M., M. Christe nsson, y
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from Midd le Awash, Ethiopi a, a nd e ar ly homin id denta l evolution",
Science, 30 3, pp. 1503-1 505.
27. A lg un o s inv estigadores han suge rid o qu e los canin os m ás peq ueños in-
d ica n un sis tem a social con me n os e nfr e ntami ento s entr e m achos, tal ve:z.
inclu so el desa rro llo de vín culos d e p a reja . Sin embar go, las di ferencias
e ntr e e l ta maño de los canin os en m ac h os y hembra s en o tra s es pecies de
prim a tes no pred icen demasiad o bien e n qu é medida co mpi ten los ma-
ch os entr e e llos, y las estimacio n es del ta maño co rpora l d e especies pos-
teriores apun tan a que los mac h os d e lo s primeros hom inin os eran alre-
dedo r de un 50 por ciento mayo re s qu e las hembr as, lo qu e co nstituye
un a seña l de qu e los machos co mp et ían intensament e e ntre ell os. Una
hip ó te sis alternativa es que la longitud de los canino s limit a la abertura
de la b oca y, por consigu ient e , la fu e r za del mordi sco. Para tener caninos
NOTAS
grandes , hace fa lta ten er una abertur a buca l a n c ha y siruar los múscu los
que cierran las ma ndíbula s hacia atrá s, lo que hac e qu e estos músc ul os
sean menos efic iente s a la hora de gen e ra r fu e rza de masticació n . Por
esta razón , los can inos más ·pequ eños se asoc ia n co n aber tur as buc ales
más pequ eña s y una masticación más pot e n re . P a ra más detalles sob re
estas hipótesis, véa se Lo vejoy, C. O. (2009), «Reexamin ing huma n o ri-
gins in the ligh t of Ardipithecus ramidus», Science, 3 26, pp. 74e1-8; P lav-
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in catarrhin es w ith special re fe rence to early h o mi nins», Americanjour-
nal of PhysicaL Amlzropology, 1 50, pp. 247- 2 59.
28. Estos datos proced en de muchas fuentes, pero los indicios más só lid os
proceden de las conc has de uno s minú sc ul os o rga nismos marinos, los
foram inífero s, qu e form an unas co nc has d e carbonato de ca lcio
(CaCO ¡) y cuan do mueren se hund en ha s ta e l fo nd o del océano. C uan-
do los océa nos e ran más cálidos, los ácom os d e oxíg eno que se incorpo-
raban a estas co nchas tenían un mayor po rce nt a je del isót0 po pesa do de
18
oxígeno ( 0 e n luga r de 160). Así pu es, a n a liza nd o el cociente entre 1"0
16
y 0 en la rgos tes tigos ext raídos del fond o d e l océano se pueden co noce r
los cambio s e n la tcmp e rarura del océan o a lo la rgo de l tiempo. La figu ra
4 está tomada de un estudio especialmente co m ple to de los isóro pos de
oxígeno: Zac ho s, J., et al. (200 1), «Trend s, rhythm s, and aber rati o ns in
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3 1. Para una descri pc ión de cómo hacen frente a l pr o blema los orangu tanes,
véase: Kno tt, C. D . (2005), «Energetic res po n ses to food availabil iry in
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38. Pa ra se r fran co s, no tenemos los fósiles suficientes para estim a r ad ecua-
dam ent e la dife renci a de tamaño entre machos y hembras e n ninguno de
los prim e r os h o mininos. Lo s me jore s indicios de esras dif e rencia s di-
m ó rficas provi enen de australopite cos posteriores, en los qu e los ma-
chos e ran al re dedo r de un 50 por ciento más grandes qu e la s h embras.
Véase Pl avca n, J. M. (2.005), «Sexual dirnorphism in Ausiralopidiecu.s
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pp . 1075- 1078.
3· Es MUCHO LO QUE DEPENDE DE L A CO MIDA - Cómol.osaustralop it ecos
nos desenganclzaronun poco de lafruta
1. Los crudívoro s o crudi stas con sideran gue no es bueno coce r la comida
po r enc im a d e la temperatura co rpor al normal, basándose e n la lóg ica de
qu e los hum ano s evolucio naron p ara comer alimentos crudo s, y porqu e
cree n q ue el ca lo r destru ye los enzima s y vitaminas natural es . A unqu e es
cierto q u e nue stro s antepasados so lo comían alimentos crudos y qu e la
comida d em as iado proc esada pu ed e ser poco saludable, su s o tra s afir-
mac ione s no so n ciertas. Para la may o ría de alimentos, la cocción e n rea-
lidad aum e nta la disponibilidad de nutrientes. Adem ás, lo s hum anos
llevamos coc inando el tiempo suficiente para que la cocc ión se haya
conve rti do en un a necesidad bio lóg ica y un universal hum ano. El crudi-
NOTAS
42 1
vorismo solose ha hec ho posibl e en tiempos recientes gracias al proc esa -
do de alimentos al ta m e nte do mesticados que so n mucho menos fibro sos y
más ricos en ene rgía que las variedade s silve str es, las únicas dispo nibl es
en otros tiempos. Aun así , los crudista s suelen perder peso,sufren de baja
patógenos que el ca lo r de struye. Para saber má s, véase Wrangham, R . W.
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6. Lo cierto es que no di spon emos de ningún esque leto parcial de austral op i-
tecos robustos qu e esté ra zo nablemente comp leto. Por eso, aunqu e sabe-
mos mucho sobre su s ca racterí sticos cráne o s, no estamos tan seguro s d el
aspecto que tenía el resto de su cuerpo.
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107, pp. 11245-11249.
9. Como ya se hacomentado en el capítulo 1, hay un ejemplo especialmente
bien documentado d e se lección por los alimento s de respaldo referido a
los pinU>nesde las Ga lápago s, estudiado s prim ero por Oarwin y más re -
cientemente por Peter y Ro semary Grant. Durante las sequías prolon ga-
das, mueren de inanición mucho s pinzon es porqu e sus alimentos preferi -
dos, como los frutos de los cactus, se tornan escasos. Sin embargo, los
pinzones con el pi co a lgo más grueso tienen una probabilidad más alt a
de sobrevivir a es tas seq uía s porgue tienen más capacidad para comer
422 LA IIISTOlilA DEL CUERPO II UMANO
alim entos más d uros como las semillas. En estas condiciones , los p in zo -
nes de pico más g rueso tienen más descend ientes que sobreviven, y
co mo el groso r del pico se hereda, el porcentaje de pájaros con e l p ico
más g ru eso aume nta en la sigu ien te generación. Hay una so b e rbi a d es-
cripció n de estas investigac iones en Weiner, J. ( 1994), The Beak of tlze
Finclz: A tory of Evolution in Our Time, Knopí , Nueva Yo rk ( ha y trad.
cast. : EL pico del pin{Ón: una historia de la evolución en nuestros días, Ga-
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17. La prod ucc ió n de fuerzas ef icient es saca provecho de principios s impl es
de la física newtoniana. Como todos los músculos, los de la m as ti cación
generan fu erz as de rota ción, que reciben el nombre de mo m e nto de
fue rza o t0r qu e, q ue mueven la mandíbu la. Del mismo modo qu e un
mango má s lar go en una llave permite aplicar más torqu e ap lica nd o la
misma fue rza, al desplaza r los puntos de inserció n de los m úscu los de
la masticación separán do los de la mandíbula, au menta el corqu e qu e
pueden ge ner ar estos músculos, y por tan to la fuer.i:adel mo rd isco. Este
prin cipio ex pli ca mucho de la co níi gu ración del cráneo de los aust ralo-
pitecos. Por e jem plo, como puede verse en la figura 6, los au stra lo pit e-
cos tenían pómulos impre sionantes que sobresalían hacia delant e del
rostro y se ex ten dían hacia los lados. Los pómulos anchos y posiciona-
NOTAS 423
dos hacia el frente per mit ían que los múscu los maseteros de losaustralo-
pitecos gene rasen una gran fuerza tanto en sentido verrical como hori -
zonral cuando ma sticaban. Sumando la cant idad de fuerza que podía
produc ir cada mú scu lo, podemos estimar que Au. boisei debía haber sido
capaz de morder con una fuerza 2,5 veces mayor que un humano. No
habría sido muy buena id ea meter el dedo en la boca de un ausrralop ite-
co. El lecror encontrará más detalles en E ng, C. M., c1 al. (2013), «13ite
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20. Po r consigu iente , e l camb io climático, expl ica la tendencia general q ue
vemos en los au stralopit ecos hacia dientes más gran des y gruesos, ros-
tros más amplios y mandíbula s más gran des, qu e culmina en las especies
robustas, como Au. boisei y Au. rohusw.s,todas las cuales evolucionaron
d esde hace 2,5 mi llo nes d e años.
2 1. Ponczcr, H ., y R. W. W' rangham, «The ontogeny of ranging in wi ld
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dio halló que, al ca min ar, un chimpancé gasta 0,30 mililitros de oxígeno
por kilogramo y metro , m ient ras que un hum ano gasta 0,05 mililitro s de
oxígeno por kilogramo y metro. Du rante la respira ción aeróbica, u n li-
tr o de oxígeno se conviene en 5, 13 kiloca lor ías.
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29. Carecemos d e fému res completos de homininos más antiguos, así que
ignoramos si esta carac terística es única de los australopitecos o si evo lu-
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1 2. Los indicios claro s m ás antiguos son de hace 2,6 mill o n es y proceden de
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30 . E s fác il demostrarlo uno mi smo con un sencillo exp e rim e nto en un día
frí o . 13asta con pedirle a un ami go o amiga que exh ale po r la n ariz y luego
p or la b oca y observar có mo sale más vapor cuand o se e x ha la o ralmente
qu e n asalment e por que la turb u lencia nasal retien e má s vapor de agua.
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31· Una lanza sin punta, s i n o es muy pesada, simpl eme nte rebota en el·cue-
ro de un anim al. Ad e m ás, normalmente no es el agu jero que hace la lan-
za lo que mata al anim a l, sino las laceraciones causadas por los márgenes
denta dos y afilados d e la punta de la lanza, qu e p rovocan hemorr agias
interna s y con siguie n teme nte la muert e. Ai:f hoy los cazadores ar ma-
dos con lanzas co n pu n ta d e metal tienen que ace rcarse a pocos metros
de sus presas pa ra te n er a lguna posibilidad de matarlas. Para conocer
más deta lles, véase C hur c hill, S. E. ( 1993), «Weapo n technology, prey
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37. La explicac ión de es ta limit ación es que el ga lope es un paso pendul ar
que provoca qu e las v ísce ras del animal se desp lacen adelante y atr ás co n
cada sa lto, golpea nd o rí tmi camente el diafrag ma como un pistón. Un
cuadrú pedo al g alope ti ene que sincronizar cada paso con una ún ica res-
piración, lo que les impid e jadear (pues esto imp lica muchas respirac io-
nes ráp ida s, cortas y p oco profundas). Pa ra saber más, véase Bramb le,
D. M., y F. A. Je n ki n s J r. ( 1993), «Mam malian locomotor-respiratory
integ ration: Im pl icatio n s for diaphragmatic and pulmonary design»,
Science, 262 , pp. 2 35-2 40.
38. Los cazadores sue le n pe r segu ir a la presa más grande que pueden porq ue
los animales grandes t a rdan menos en sufrir hipertermia. La razon de
ello es que el ca lo r del cu erpo aumenta como una función cúbica del ta-
maño del cuer po, m ie n t ras que la capacidad de perder calor aumenta de
manera linea l.
39. Liebenberg, L. (2006), «Persistence hun ting by modem hunter-gathe-
rers", Current Anth ropology, 47, pp. 10 17-1026.
NOTA S
40. Montagna , W. ( 1972), "Th e ski n of non human primate s", American Zoo-
Logist, 12, pp. 109- 124.
4 1. Se necesitan 53 1 kilocalorías pa r a evaporar un litro de agua, y de acuer-
do con la ley de la conservació n de la ene rgía, este cambio de estado en-
fría la piel en la mismamagnitud.
42. Schwa rtz, G. G., y L. A. Rose nb lum ( 198 1), «Allometry of hair density
and the evolucion of human ha i rl essness", AmericanJ ournal of Physical
Anthropology, ~ ~. pp.9-12.
4 3. Recuérdese del capí(Ulo 3 que esto e s lo contrario del caminar, durante el
cual el centro de masa asciende du rante la primera mitad de cada paso. El
proceso de caminar usa fundamenta lmente una mecán ica pendular para
move r el cuerpo, mientras qu e e l pr oceso de correr usa la mecánica de
masas y mueJles.
44. El mismo fenómeno se ha do c umentado en canguros . Para una explica-
ción completa, véase AJexa nde r, R. M. ( 199 1), «Energy- savi ng mecha-
nisms in walking and runni ng »,Journal of Experimental Biology, 16o, pp.
5 5-69.
45. Ker, R. F., et al. ( 1987), ..The sprin g in the arch of the human foot», Na-
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46. Lieberman, D. E., D. A. Raic hl e n, y H. Pontzer (2006), «The human
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47 . Spoor, F., B. Wood,y F.Zonneveld ( 1994), «lmplicationsof early homi-
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48. Lieber man, D. E. (2011), Evolution of the Human Head, Harvard Uni-
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49. Para una lista complera de es tas carac terísticas y sus funciones, véase
Bramble, D. M., y D. E. Lieberma n (2004), «Enduran ce runn ing and the
evolut ion of Ho1110Jt, NaJ.Ure, 432 , PP· 345 -352.
50. Rolian , C., et al. (20<>9), «Wa lki ng , ru nning and the evolution of short
toes in humans»,} ournalof E xpe rimental Biology, 212, pp. 7 13-721.
51. Los humanos tenemos un torso mu y móvil que puede girar con indepen-
dencia de la cadera y lacabeza. Esta capac idad de girar es importan te al
correr porque, a diferencia de lo q ue ocurre al caminar, al correr una
parte de cada zancada pasa e n el a ire, balanceando una pierna hacia de-
lante y la otra hacia atcis. Este movimie nto en tijera gene ra un momento
angu lar que, si no se controla, rota r ía el cuerpo del corredor a la izquier-
da o la derecha. Por consigu ien te, u n corredor necesita balancear simul-
tán eamente los brazos y gi rar e l to rso hacia el sentido contrario a las
piern as para generar wi mome n to angu lar igual en la dirección contra-
ria. Además, la rotación indepe ndi e nte del torso ayu da a impedir que la
 LA lll ~TOH I A DEL CUERPO HUMANO
4 3º
cabeza se vea em puj ad a d e u n lado a o tr o. Pa ra u na explicación más
co mpl eta, véase Hi nr ic h s, R. N. ( 1990), «Up pe r extre miry funcúon in
d istan ce ru n nin g", e n P. R . Cava nagh (ed.), B iomechanics of Di.stance
Running, Human Kinetics, C h ampaign, 1L, pp . 107- 134; Pontzer, J l. . et
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running»,jo urnal of Exper imental Biology, 21 2, pp. 52 3-534.
52. Los m úsc ulos t iene n d os t ip os prin cipales d e fib ra s: d e contracción le n ta
y de contra cció n rápid a. L as fibr as ráp idas se co nt raen más dep risa y co n
más fuerza , per o se fa t ig a n p ro nto y con sume n m ás energ ía. Al contr a-
rio, las fib ras le nras so n m e j o res para la econo m ía p e ro limitan la ve loci-
dad. La mayo r ía de los a n im a les, inclu idos los simi os y los mono s, tie ne n
po rcentajes e lev ad o s d e fib ras rápidas en las p ie rn as que les ayud a n a
corre r de p ris a tram os co rt os, m ientr as qu e e n los mú sculos de las p ier-
nas ele los h umano s p re d o min an las fibr as le nt as, qu e nos o frecen res is-
tenc ia . Por e jem plo , e l mú sc u lo d e la pant o rrill a tie ne aproxi madam ente
un 60 po r cie n to de fibra s le rn as en los h um a nos, pe ro solo del 15 a l 20
por c ie nto e n los m acacos y los chimpancés. So lo po demos especular q ue
en las piern as d e H . erectu s t a mb ién pr ed o min a ban las fibr as lentas. Para
refe re ncias, v éas e A cosca, L. , y R. H. Hoy ( 1987), «F iber- rype composi-
tion o f selec ted hindl i rn b m u scles o f a prim a te ( cy no molgus monkey)»,
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NO T AS 43 1
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thc evolution of high-speed rh row in g in Homo», Nawre, 498(7455), pp.
483- 486.
59. O tra ca racterística import ant e q ue ayuda a los hu manos a lanzar es la
b aja «t0 rsión» del húmero. En la m a yor ía de la ge nt e, y ta m bién en los
c him pa ncés, el húm ero pres e nt a una t0 rsión de mane ra qu e la arricula-
c ió n de l codo se o rien ta de m ane r a n a tural hacia el int e rio r, pero las pe r-
so nas que, como los jugad o res pr o fes io nales de béisbo l, lanzan a menu-
do desa rrollan hasta 20 gra dos m e n os d e tors ión h ume ra l e n el brazo que
u sa n p ara lanzar en co mpar ac ió n co n el otro brazo. Esta co nfigu ración
es una venta ja porq ue cuant o me n o r es la tors ión, más se pu ede do blar el
b razo hacia atrás, almace nand o m á s e nerg ía elástica . Los dos esqueletos
conoci d os de H. erectus tiene n va lor es de torsió n hume ra l in fe riores a los
d e la mayoría d e los jugad or es d e b é isbol profesio nales. Pa ra más deia-
llcs, véase Roach, N. T ., et al. ( 20 12 ), «Th e effect of hu m e ra l to rsion o n
ro tatio nal range of motion in rh e s h o ulder and th row ing pe rforma nce»,
Jo urnal of Anatomy , 22 0, pp. 29 3 -30 1; Larso n, S. G. (2007), «Evolutio-
n a ry transformation of the h o m in in s hou lder», Evolutionary A,uhropolo-
gy, 16, pp. 172- 187.
60. Los indic ios arqueológicos m ás a nt ig uos del fuego son de la cueva Won-
d c rwe rk en el surd e África. Si el fu ego se usaba o no pa ra coc inar, y cuán-
d o coc inar empezó a ser habitu a l es a lgo que no es tá cla ro (esta cues tió n
se d iscute más en el capítul o 5) . V é a se Berna, F., e t al. ( 20 12), «Micros-
t ra t ig raphic evidence of in s itu f i r e in the Ac heulean str ata o f Won-
de rwe rk Cave, No rth em C a p e prov ince, Sout h A frica» , Proceedings of
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6 1. Ca rm od y, R. N.,G . S. Weintr a ub , y R. W. Wrangham ( 20 1 1), «Energetic
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62. Brace, C. L.,S. L. Smith,y K . D . Hunt ( 199 1), «W hat b ig tee th you had,
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63 . P ara un a excelente revisión, vé a se A lexand er, R.M. ( 1999), .Energyfo r
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64. So br e el tamaño del cereb ro, véase M a rrin, R. D. ( 198 1), « Re lat ive brain
size and basal metabo lic rat e in te r res trial vertebr ares», Na ture, 293, pp.
57-60; para datos sobr e el ta m añ o d e l tracto digestivo, vé ase C hivers, O.
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432 LA HI STORIA DEL CUE RPO ltUMAN O
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66. Lieb erm an, D. E. (20 11), The Evolution of rhe Human H ead, Hasvard
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6 7 . Véase Hill, K. R., et al. (201 1), «Co-residence patt ern s in hunt er-g;ath e-
rer soc ieties show un ique hu m an socia l stru ctu re», Science, 3111: .. pp.
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tio n in hu nter-gat herers», Nature, 481, pp.497-5 0 1.
68. Para un a descripción y análi sis d etall ados de estas habi lidades, véase L.
Lie b enberg (200 1), Tlie Art of Tra.cláng: Th.e Origin of Science, DA vid
Philip Publishers, Claremont, Sudáfrica .
69. Kra s ke , R. (2005),Marooned: The Srrange bur True Adve,uures of Akxa n-
der Selkirk, Clarion Books, Nueva York.
70. H ay va rios rclaws de sus peripecias, el más célebre d e los cuales es la
versión más bien pía de Marguerite de Nava rre ( Marga rit a, Reina con-
so n e d e En rique JI, Rey d e Navarra) en Heptameron, http: // digit.al.li -
b ra ry. u p enn.ed u / women / nav ar re/ heptameron / h eptame ron.h tm l
( tr ad. al inglés). ( Hay trad. cast.: Heptamerón, Edi cione s Cáte dra, Ma-
dr id , 1991.)
5. LAENERGÍA EN LA EDAD DE HI ELO - Cómo la evolución
nos di o un cerebro grandey un cuerpo grande, gordoy cada ve{ mayor
1. Para un a revisión de la teoría evo lutiva que hay detrá s de estas esa:r- ate-
g ia s a lte rnativas, véase Stearn s, S. C. ( 1992), Tl1eEvolution of Lifo His-
tories, Oxford University Pr ess, Oxford.
2. Aun e n las mejores circunstanc ias, es difícil defi nir de forma precisa las
es pec ies fósiles. Algu nos expertos cons ideran H. erecrus una esp ecie
mu y variable, pero otros ve n las variantes de África or ie ntal , Georg ia y
o tr os lugare s como especies difer entes aunque estrechamente em par en-
tadas. Para el propó sito de es te libr o considerar emos H. erectus en_d sen-
tido má s amplio (seruu lato) si n preocuparnos por la taxonomía preci sa.
3. Rightmire, G. P., D. Lordkipanid ze, y A. Vekua (2.006), «Anatomical
de sc ripti ons, comparative studies, and evo lutio nar y s ign ificance of the
homin in skulls from Dmani si, Republic of Georgia»,journal of Hu man
Evolution, 50, pp. 115-14 1; Lordk.ipanidze, D., et al. (2.005), «Tbe ear -
liest too thless hominin sku ll», Nature, 434, pp. 717-7 r 8.
4. Antón, S. C. (2003), «Natural hi story of Horno erectus», Year6oo /c of
Plzysical Anthropofogy,46, pp. I 2.6-170.
5. A lgunos estudiosos clasifican a los primeros europeos como una esp ecie
distinta, Homoantecessor,pero los caracteres qu e di s tingu en a esta esp e-
NOTAS 433
ciedeH. ereccus son muy sutiles. Bermúd ez de Castro, j .,et al. ( 1997), «A
hominid from the Lower Pleitocene of Atapuerca, Spain: Poss ib le ances -
tor 10 N ean dert als and mode rn humans», Science, 2.76,pp. 1392.- 1395.
6. Esta estimación, sin duda tosca, supone una tasa de crecimiento anual de
0,004, una distan cia media entre los ceneros de los territorio s de 24 kiló-
metros, y e l establecimiento de un nuevo territor io hacia el norce cada
5ooañ os.
7. Véase Shree v e, D. C. (2001), «Diffe remiation of the British late Mid dle
Pleist0cene int erglacials: The evidence from mammalian b ios trati gra-
phy», Quater n a,y ScienceReviews, 2.0, pp. 1693-1705.
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during th e Pli oce ne-Pleistocenen, Earth and Planetary Science Leuer s,
220, pp. 3-24.
9. Righrmir e, G. P., D. Lordkipanidze, y A. Vekua (2oo6), «Anatomica l
descrip tions, comparative studies and evolutionary sign ifica n ce of the
hominin s kulls from Dmanisi, Republic of Georgian,Jo umal of H uman
E>'IJ!ution, 50 , pp . 115- 141; Lordkip an idze, D. T., el al. (2.007) , «P ostc ra-
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12.. Arsua ga, J. L., et al. (1997), «Size variation in Middle P leistocene hu-
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13. Reich, D., et al. (20 10), ..Genetic history of an archaic hominin group
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14. Reich,D., et al. (20 11), «Denisova adm ixture and the first modern hu -
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15. Klein, R. G.(2009), The Human Career, 3rd. ed., University of Chicago
Pres.s, Chicago.
4 34 LA II ISTORIA DEL CUERPO II UMANO
16. Las la nzas más antiguas halladas hasta el momento proce d e n d e un yaci-
mient o de Alemania de hace 400.oooa ños. Estasimpres ion a nt es jaba linas
medía n 2, 3 metros de long itud , estaban hechas de una m adera densa y
probab leme nte se usasen pa ra alancear caballos, ciervos y ta l vez incluso
e le fan tes. Véase T hieme, 11. ( , 997), «Lower Palaeolithic hu ntin g spears
fro m Cermany»,Nature , 38), pp. 807-810.
17. Este m éto do de fabricación de herramientas recibe e l no mbre de técnica
L eva llo is por el suburb io de Pa rís donde se descubrió es te tipo de herra-
mi entas en el siglo x1x. Sin embargo, los restos más antiguo s de esta téc-
n ica p rovi enen del yacimie nt o sudafricano de Kathu Pan. Véase Wi lkins,
J., et a l. (2.012), «Evidence fo r ea rly hafted hun1ing tech no logy», Science,
338, PP· 942-9 46.
18. Ber n a, F. P., et al. (20 12), «Microstra tigraphic evidence of in situ fire in
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South A frica», Proceedingsoft! ,e NationalAcademyof Scie n ces USA , 109,
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cont r o l o f fi re at Gesher Benot Ya'aqov, Israel,,, Science, 304, pp. 725-
7 27. Pa ra una discusión de las limitaciones de estas int e r p retaciones,
véa se tam bién Roebroeks , W., y P. Villa (20 11), «On Ll1e ea rl iest eviden-
c e fo r habitual use of fire in Europ e», Proceedings oft!, e NationaL A cade-
my of Sciences USA , 108, pp. 5209-52 14.
19. Karkana s, P., et al. (2007), «Evid ence for habitual use o f fir e a r che end of
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21. Green, R . E., et al. (20 1o), «A draft sequenceof che Nea nd erta l genome»,
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tion tim es in wild chimp a nzees and gorillas suggest. c a rl ic r divergcnce
times in greatape and hu man evo lution», Proceedings of tlze National Aca-
demy of Sciences USA , 109, pp. 15716- 15721.
22. Q ue ha ya indicios de cru za miento no significa que los nea nd e rtales y los
hum anos modernos sean la misma especie. Muchas espec ies pueden cru-
zar se y se cruzan ( el té rmino técnico es que se "hibrida n »), pero si la hi-
br id ac ión es mínima y las especies siguen siendo muy di st intas , clasifi-
carlas co mo una sola especie resulta más confuso q ue cla ri fica dor.
23. Los a nál isis químicos de sus hu esos sugieren que co mí a n tanta carne
co mo ot ros carn ívoros, co mo los lobos y los ror ro s. Véa se Bocherens,
H . D ., e t al. (2oo r), «New isotopic evidence for dieta ry b a b ies of Nean-
d erta ls fr om Belgium»,journalofHu manE11o lution, 40, p p. 497-505; Ri-
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NOTAS 4 35
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Neandenhal s and early modern human s», Proceedingsof 1he Nac/onal
Academyof cience s USA , 1o6, pp. 16034- 16039.
24. Para ser pr ecisos , la masa del cerebro muest ra una relación pote ncia l con
la masa co rpo ra l con un exponente de 0,75 . En forma de ecuación: masa
cerebral= masa corporal 0 •71• Véase Martin , R. D. ( 198 1), ..nelative bra -
in size and basa l m etabolic rare in terrestrial vertebrates», Na ture, 293 .
pp. 57-6o.
25. Para un resume n d e estos datos y wdas las ecuaciones para real iza r los
cálculos, véase L iebe rman, D. E. (20 1 1), Evolution of the Human fl ead,
Harvaro Universi ty Press, Cambridge, MA.
26. Ruff, C. B., E . Tr inkaus , y T. W. 1lolliday ( 1997), «Body mass and en-
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27. Vrba, E. S. ( 1998), «Muhiphasic grow th models and the evolution of
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29. El cerebro huma n o contiene unos 1 1.) 00 millones de neuronas, mie n t ras
<1u e el de los c h imp ancés tiene un promedio de 6.500 millones d e ne ur o-
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31. Habría nec es itado unas 2.000 kilocalorías y un 1 5 por ciento adic ional
para su fet0; un ni ño de tres años promed io que haga una cantidad mo-
derada de eje r c ic io necesita unas 990 kílocalorías, y uno de sie te años
necesita 1 . 200 ki localo rías si suponemos unos niveles moderado s d e ac-
tividad fís ica .
p . Una de las m a n e ra s que tiene el cerebro ele protegerse es con unas m e m-
branas especia lm ente gruesas que d ividen el cerebro en comparti m entos
(izquierd o y de r ec ho, superior e inferio r) . Estas bandas funciona n co m o
436 LI', HI STO RIA D EL C UERPO HU MA NO
las divisiones de cartó n de una caja d e bot ellas de vino, qu e impid e n que
esta s se golpeen una s contra otra s. Adem ás, el cerebro se encuent ra in-
merso en un g ran baño de líquido bajo presión que absorbe los impac.os,
y las paredes del cráneo son espec ia lm e nt e gruesas. · hijos cuando todavía eran inmaduros. Pa ra m ás información, véase
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39. Alguno s experros consideran qu e la ado lescencia es una fase exc lusiva-
me nte humana, definida en primer té rmin o por la acele ració n del crcci-
miemo. Sin emba rgo, casi todo s los m a míferos de tamaño gran de pasan
por una aceleración del crecimi ent o ( es pecialmente en la masa co rporal)
mucho ames de que finalice el creci mi e nto esquelético.
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41.. Aunque en comparación con los s imio s los humanos necesitan más
energía total para madurar , e l cos te de cada bebé es men o r para las
madr es humana s. En un impo rta nt e y cl arividente artícul o, Leslie Aie-
llo y Cathy Key señalaron que la pr o duc ción de leche es espec ial menee
costosa para las madres de cuerpo d e gran tamaño, pues aum enta la
dema nda energética de la madr e en un 2 5 a 50 por ciento. U na madre de
los pr imeros humanos que pesa ra 50 kilo gramos y estuvi era amaman-
ta ndo un bebé necesitaría por término medio 2. 300 kilocalorías al día,
un 50 por ciento más que un a madre de 30 kilogramo s que también
estuviera dando el pecho. Así pu es, pod emos calcula r que una madre
humana de 50 kilogramo s que de steta . a sus hijos a los cinco años como
los simio s gastar á la fabulo sa ca ntidad de 4,2 millones de kilo calorías
por niño , 1,7 millones de kilocaloría s má s que si desteta a sus hijos a
NOTAS 437
los tres años . Po r co nsiguiente, una madr e q ue di sp usiera de un aporte
fiable de alim entos de alta calidad como ca rne, medul a y planeas pro-
cesadas obtend ría un fuerte beneficio re produ cto r si destetara a sus
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44. Estas estimaciones son posiblesporque en todos los mamíferos, incluidos
los humanos y ot ros primates, el cerebro alc anz a e l tamaño adulto más o
menos a la misma edad en que salen los prime ros molares permanentes.
Además, co mo los dientes tienen estructura s mi croscóp icas que, como
los anillos de los á rbo les, preservan un regi stro del tiempo, los anatomis-
tas pueden usar los dientes paraestima r la e dad a la que salió el prim er
molar de un animal, que es lamismaa la que e l ce rebro dejó de crecer.
Para más detall es, véase Smith, B. H . ( 1989), «D enta l development as a
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49. Una molécula de grasa es técnicamente un triglic érido formado por tres
ácidos g rasos y átomos de carbono;el glicerol es un tipo de alcohol inco-
loro, inodoro y de sabor dulce.
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53. E l g lucógeno (el carbohidrato q ue a lm ace namos en los mú scu los y el
h ígado) se quema más rápido qu e la gra s a pero es mucho más denso y
pesado, y el cuerpo solo puede alm ace narl o en pequeñas cant idades. A
no ser .que uno co rra realmenle rá p id o, qu ema sobre todo g rasas. Para
más detalles, véase el capítulo I o .
54 . Ellison, P. T. (2003), On Fmil e Ground, Harvard Unive rsiry Press,
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5 5. Esta relación gene ral conoc ida co m o ley d e Kleiber es la observación de
q ue a medida que un o rganismo a um e n ta su masa, su metabo lismo au-
menta con un exponente de 0,7 5 ( la ec ua ción es TMB = masa corpo-
ral º,71).
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59. Esto es cien o no solo para los hu m a n os s in o también para los mamíferos
en general. Véase Pontzer, H. ( 20 12 ) , «Rel ating ranging eco logy, limb
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60 . Pa ra una revisión , véase el capíru lo 5 d e W rangham, R. W. (2009 ), Cat-
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6 1. Pa ra algunas de las teorías fund ament a les y referencias, véase C harn ov,
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62. Existen va rias pob laciones humanas de «p ig m eos» (c uya estaiura no su-
pe ra 1,5 metro s) q ue han evolucionado en lu ga re s con limitaciones de
energía com o las selvas tropicales o las is las . Q ui zá la pequeña esta tur a
de los ho mi n inos de Dmani si en Georgia ta mbi é n refleje selección para
ahor rar e nerg ía en los primeros colonizad o re s d e E ura sia.
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10. Por ejemp lo, la muestr a Hert o comprend e tres indiv id uos data d os en
160.000 años , e l ya cimiento de Dj ebel I rhoud inclu ye varios fós iles b a -
sad os en r6o .ooo años y el crán eo Singa de Sud án es de ha ce r 33 .ooo
años. U no s po cos fós iles de hu manos mode rn os podrí an ser al go m ás
an tiguo s, com o u n c ráneo par cial de Florisba d, en Sudáfrica, qu e p o drí a
N O TAS 44 1
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13. Los datos genéticos y la m ayo r p arte de los indicios arq ueo lógicos mu es-
tr an que la ocupac ió n h um ana d el Nuevo Mund o se p rodujo hace menos
de 30.000 años, pr obab le m e nt e menos de 12.000 años. Para una revisión
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18. U na idea im p r obab le es qu e el mentó n sirve pa ra reforzar la manci íbu la,
pero ¿po r q ué los hu man os, que cocinan los alimentos , necesitan un re-
fuerzo ad icio nal ? O tr as especulaciones co n poco apoyo son qu e ay ud a a
orientar adec uada m e nt e nuestros incisivos inferiores, que nos ay ud a
a hablar o q ue es atr ac ti vo. Para una revis ión de estas y otras ideas, vé ase
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24. Para una revisión de este debate , véa se D'Err ico, F., y C. Stringer(20 11),
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Africa: lmplications for human behav_iorand dispersa!,,, Scienct, 322,
pp. 733-735.
26. Po r razones históricas, los a r queólog os usan el térm ino «Edad de Piedra
Ta rdía» para el Paleo lítico Supe rior en el África sub saha riana. Aquí uso
el término «Paleolítico upc ri or,, para ambos.
27. Stiner, M. C., N. D. Munro , y T. A. Surovell (2000), «T he ton oise and
the hare. Small-game use, th e broad-spe ctrum revol mi o n, and paleoli-
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year-old evidence of planr foo d procc ssing», Proceedings oftl,e National
AcademyofSciences USA, 107, pp. 18815-188 19.
29. Esta enigmática industria , cono cida como Chihclperron iano, solo se en-
cuen tra en unos pocos yaci m ie n to s datados entre hace 3 5.000 y 29.000
años. Contiene alguna s herra m iemas típicas del Paleo lítico Medio y al-
gunas piezas decorativ as, co m o pendientes tallados y anillos de marfil.
Hay quien cree qu e est.a indu s tri a es una mezcla, pero o tr os creen que se
trata de una versión nea nd e rt a l del Paleolítico Supe rio r. Para más in-
formac ión y para saber de ot r os punt os de vista, véase Bar - Yosef, O., y
J. G. Bordes (20 10) , ..who we re che makers of the C hatclpe rronian cul-
tu re?»,Journa/ of Human EvoLuúon, 59, pp. 586- 593; Me llars, P. (2010),
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como nosotros? Investigació n y Ciencia, agosto de 201 o); Caro n, F.,et al.
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Renne, Arcy-sur-C ure, France», PLJJS One,6, e21545.
30. Esta es una cuestió n espinosa p o r varias razones. Primero , el tamaño en-
cefálico tiene que correg ir se por el tamaño corporal (las personas más
grandes suelen tener un cereb r o má s grande), pero la relac ión no es muy
estrecha dentro de una mi s m a espec ie, por lo qu e estas correcc iones sue-
len ser imprecisas. En segu nd o lu ga r, ¿cómo podemos defi nir, y másaún
medir , la inteljgencia? La m ayo rí a de los estudios han encon tradooorre -
444 LA HI STOR IA DEL CUE RPO II UMANO
lacio nes muy leves (de 0,3-0,4) entr e el tama ño ce rebr al y las medidas
d e inteligenc ia basa das en tests, pero es necesario se r muy cautos antes
d e extraer conclusiones fu ertes a partir de est0s es tudi os, porque es im-
po sible medir la inteligencia sin alguno s sesgos pr econcebidos sobre lo
que es la inte ligenc ia. ¿Es la capacidad de resol ve r problem as matemáti-
cos y usar una gramática co rrecta, o es la capac ida d d e rastrear un kudu e
imaginar lo que otros es tán pensando? Adem ás, no es posible correg ir la
multitud de efectos amb ienta les sobre las medida s d e la inteligencia. Aun
as í, nunca falta qu ien lo intente. Para un ejemp lo, vé a se Wicelson, S. F.,
H. Beresh, y D. L. Kiga r ( 2006), «Int elligcnce a nd brain size in I oo post-
morte m brains: Sex, laceral ization and age factors», Bra in, 129, pp. 386-
398.
3 , . Por favor, que nadie p iense que estos estu dio s tiene n n ada que ver co n la
freno logía, la pseud ocienc ia del siglo x1x qu e supo nía que sutiles va ria-
cion es en la forma exte rn a del cráneo reflejan diferencia s significat ivas
e n el cerebro que so n re levantes para la personalidad, el intelecto y ot ras
funciones.
p. L icberman, D. E., B. M . McBratney, y G. Kr ov it z (2002), «T he evo lu-
tion and develo pme nt of c ranial form in Homo sapiens», Proceedings of
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hum an species», Na cure Communications, 2., pp. 5 88. En cuanto a los estu -
di os sobre escalamie nt o, véase Rilling, J., y R. Se ligma n (2002), «A
qu antitative morpho m etri c comparative anal ys is o f che primate tempo-
ra l lobe»,Journal of H uman Evolution, 42, pp . 50 5-5 34; Semendefer i, K.
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University Pr ess, Ca mbrid ge, pp. 257-289.
33. Las lesiones en un a r eg ión del lóbulo tempora l co n oc ida como área d e
Wern ecke hacen que el le nguaje pierda todo se n t id o .
34. Pers inger, M. A.(200 1), «T he neuropsychiatry of paranormal expe rien-
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NOTAS 445
(2005 ), «Neur al connect ivity and cortica l suhstratcs of cog niti on in ho-
minoids »,Journal of Human Evolution, 49, pp. 547-569.
38. E l caso má s célebre de lesió n de la región prefro nraJ es e l caso de Phin eas
Gage, u n tr abajado r de ferr ocarriles que resultó heri do en una terrible
explos ión que le clavó una va ra de hierro a través de l o jo h asta el cere-
bro. Sor prend entemente, Gage sob revivió, pero desd e entonces se torn ó
irasc ib le e impaciente. Para má s informac ión, véase Dam asio, A . R. (2005),
Descartes Error: Emocion, Rea.son, and tlze Human Brain , Pe n gu in, Nue-
va York ( hay trad. case.: El error de Descartes:la emoción, la ra{Óny el ce-
rehro lzumano, Crít ica, Barce lona, 1996).
39. Para una explicación de estos pr ocesos, véase Lieberm a n, D. E ., K. M.
Mowbray, y O.M. Pearson (2000), «Basicranial influences on ove rall era-
n ial s hape» ,Journal of Human Evolution, 38, pp. 291-3 1 5. Sobre los indi-
cio s de que esto ocur re de forma distinta en los hum anos m o d e rn os que
e n los n eander tales en los p rim eros años de vida, véase G un z, P., et al.
(20 12), «A uniquely mode rn hum an pattem of endocranial d evc lopment.
1ns ig hts fr om a new cran ial reco nstruction of the N ea nderca l newborn
from Mezmai skaya»,journal of Human Evolution, 62, pp. 300-3 r 3. Nóte-
se tamb ié n qu e otro factor que conduce a una base craneana m ás flexio-
nada y u n cerebro más redondead o es el rostro pequeñ o. A l tie mp o que el
ce rebro crece por encima de la base craneana, el rostr o crece h acia abajo
y hacia delante a partir de la base craneana. Por consiguiente, la long itud
de l rostro tamb ién afecta el grado de flexión de la base craneana. Los
an im ales co n un rostro relativam ente más largo tienen un a b ase craneana
m ás p la n a que permite que u na fracción mayor del rost ro se pr oyecte
hac ia de lante del neuroc ráneo.
40. Miller, D. T., et al.(20 12), «Pro longed myelination in human n eocortica l
evo luci o n » Proceedingsofihe Nacional Academy of Sciences USA, 109, pp.
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4 1. Pa ra un resume n, véase Lieberman , P. (2013), Tlu Unpredictahle Spe-
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42. Kande l, E. R., J.H. Schwartz, y T. M. Jessel (2000),Principies of Neural
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4 3. Un estud io de Tan ya Smith y colaboradores compar ó dos jóvenes nean-
dertal es que no eran niño s con una gran muestra de jóvenes hu manos
 LA III ST ORI A D EL CUE RPO II UMA NO
mode rnos. U no de los neandena les (del yacimien to b e lga de Scladin a)
m uri ó a lo s ocho año s de edad pero era tan madu ro co m o un humano de
d iez años. El o tro neandertal (Le Moustier 1) tení a un o s doce años en el
m o mento de mo rir pero su esqueleto era el de un hum ano moderno de
di eci séis. Se necesitan an álisis de más fósiles para co nfirm ar estas dife-
re ncias, pero si se sostienen, querría decir que lo s hum a nos a rcaicos te-
ní an un perio do de crecimient0 juvenil y adolesce nt e ant es de conve r-
tirse en adult0s . Véase Smith, T., et al. (20 10) , « D e nt a l evidence for
ont ogenetic diffc ren ces between modern humans a nd Nean derth als»,
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.¡8. Li eberman, P. (2006), Towardan Evoluúonary Biology of Language, Har-
va rd Univers ity Press, Camb ridge, MA.
49 . E ste camb io de forma se produ ce sobre todo po rq ue e n los primates el
ta maño de la lengua se relaciona estrechamente con la masa corporal , así
qu e cuando el ros tro human o se hizo más peque ño, no ocu rrió lo pro pio
con la lengu a, sino que esta se hizo más co n-a pe ro m ás alta, con la base
situada más abajo en la ga rganta humana que en otro s pr imates.
50. Esta pro piedad del habla humana, que se conoce co mo habla cuántica,
fue propuesta in icialmente por Kenneth Stevens y A rthur House. Véase
Steven s, K. N., y A. S. House ( 195 5), «Oevel o p me nt o f a quanti tative
dc scrip tion of vowel articulation», J ournal of tite A coustical Society of
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5 1. E s prob able que tambi én en África se produjese cru z a m iento con Homo
a rcaico. Véase Hamm er, M. F., et al. (20 11), uG en e ti c evidence for ar-
c hai c ad mixture in A frica", Proceedings ofthe N aciona l Ac ademy of S cien-
NOTA ~ 44 7
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Sto ne Age ca lvaría from lwo E leru, Nigeria: Morphology and ch ron o-
logy» , PL oS One, 6, e24024.
52 . Si los caza dore s-recolecrores de la Eur opa de la Edad de H ie lo se p ar e-
cían a los m o dernos cazado res- recol ecto res subán icos qu e v iv en en te-
rrito rios de I oo kilómetros cuad rados por persona, en reg io n e s com o
Italia pod ían vivir un máximo d e tres mil personas. Véa se Zub ro w, E.
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Mellars y C . 13. Stringe r (ed.) Tit e H uman Revolution, Un iver s iry Pr ess,
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54. Para u n res um en de estas teo rías, véase Stringer, C. (20 12), Lon e S urvi-
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advicc fro m Uncle Screwtap e», Ev olutionary Anthropology 20, pp. 4 8-53.
56. La un idad bás ica de la transmi sió n de la información bio lóg ica e s e l gen,
y una unid ad cultural equ iva le n te es el meme, por lo gen e ra l un a id ea,
por ejemp lo u n símbolo, un hábi to , un a práctica o una cree ncia. L a p ala-
bra umem e» provi ene de la voz gr iega que significa «imitan,. Co m o los
genes, los m e mes se transm ite n en tre individuos, pero a dife r e n c ia de
aquel lo s, n o pasan únicamen te d e progenitores a dcscendi e m e s . Véase
Dawki ns, R. ( 1976), Tl,e Selfish Gene, O xford Univer.;ity Pr ess , Oxfo rd
(hay tr ad . cast.: El gen egoísta, Sa lva t, Barcelona, 2002).
57. Se han escrit o muchos y excelente s análisis sobre la evolució n cu ltu r a l y la
selecció n, en los cuales me he ba sado. Para saber más, véase C a va ll i-Sfo r-
za, L. L. , y M . W. Fcldman ( 198 1), Culwral Transmi.ssionand Evoluti on: A
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ton, D C .
 L A HIST OR I A DEL CUERP O IIUMANO
58. La lactasa es el enzim a que nos p er mite digerir la lacto sa, el azúcar de la
lec he. Hasta tiempos recie nt es, los humano s, como ot ro s mamíferos,
perdían la capacidad de produc ir lactasa tras el destete, per o mutacionei.
que evolucionaron en el gen LCT permit en que algunos humanos conti-
núen sinte tizando el enzim a c uand o son adultos. Ti sh koff, S. Á..,e1al.
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59. Wrangham, R. W. (2009) , Catching Fire: How Coolcing Made Us Human,
Basic Books, Nuev a York .
60 . ! lay dos princip ios gene ra les. E l primero (conoc ido como ley de Berg-
man n) dice que la masa co rporal aumenta de acue rdo co n una relación
pote ncial con un expon en te d e tr es mientr as que el área superficial lo
hace con un expone nt e d e d os, d e manera que los indi vi duo s más gran-
de s tienen relativamen te m enos área superficial. Por cons igu iente, en los
cli mas fríos los animales tiende n a ser más grandes. E l seg und o principio
( conoc ido corno regla d e A llen ) dice que las extre mid ades más largas
ayu dan a aumenta r el área sup e rfi cial, de manera que en climas fríos re-
sult a út il tener extremidade s corra s.
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gatherers and human evolutio n» , Evolutionary Anthropology, 14, pp. H-6 7.
65. Hay una pequeña compli cac ión en este análisis, pue sto qu e no he corre-
g id o los efectos de esca lami e nt o. A medida qu e los an imales, incluidos
los humanos, se hacen más gra nd es, gastan relativa mente menos energía
realizan do tr abajo . Aun así, lo im portante es qu e los occ identales seden-
tarios gastan menos ener gía po r unidad de masa co rporal para trabajar
qu e los cazadores -re colectores.
66. Le e, R. B. ( 1979), The ! Kung San: Men, Women and Worlc in a Foraging
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NOTA S
-149
67. Para u n resumen de la variacióne n tre los cazadores-recolecto res, véase
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3. Hay muchos libros excelem es sobre esta cuestión. Entre los de co nsulta
más reco mendable están: Od ling-Smee, F. J., K. N. Laland , y M. W.
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mice by expressio n of a selccred E DAR variant», Celf, 1p , pp. 691-702.
La var ian te del ge n tiene otro s efec tos, ernrc ellos mama s más pequeñas
e incisivos super iores con una lige ra for ma de pala.
8. Es fácil calcular el núm ero d e gene raciones necesaria s para que las fre-
cuenc ias gé nicas cambien usa nd o la ec uación !:,p= spq 2 I ( 1 - sq'),.d~nde
p y q so n las frecuencias de lo s do s a lelos del mismo ge n , óp es el cambio
en la frec uencia del alelo (p) por ge nerac ión, y ses e l coe ficiente de se-
lecció n (don de o,o es nada y 1,0 e l I oo por ciento).
9. P ara u na rev isión, véase Ta Ltersa ll , l. , y R. DeSalle (20 1 1) , Ro ce? De-
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14. Hay va rios libros excelent es sob re m edicina evolutiva. E l pr imer estudio
imp ort ant e sobre el tema, q ue to d av ía es una buena lectu ra, es Nesse, R.,
y G. C. W illiams (1994), Wlzy U" /e Get Sick.: The Ne w Science of Darwi-
nian M edi cine, New York Ti mes Books, Nueva York ( hay trad. cast.:
¿Por t¡ué enfe rmarrws? Grij albo , B a rce lona, 2000). O tr os bu enos libros
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16. Para una rev isión de este complejo tema, véa se: Dunn , R. (20 11), Th e
Wiíd Lifeof Our Bodies, HarperCollins, N u e va York.
17. Esta es una cuestión que se debate para mu c h os tipos de cánce r, incluido
el de próstata. Dos cswdios publicado ~ e n e l pl azo de un año en la misma
revista pero con concl usiones diferentes so n : Wi lt, T. J., e1 al. (1012),
«Radical prostatccto my versuso bserva tio n fo r loca lized prostate caneen,,
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tale caneen,, N ew Englandj ournal of M edicin e, 364, pp. 1708- 17 17.
18. Una entr eten ida rev isión de la hisw r ia de las dictas es Foxcroft, L.
(20 12), Calories and Corsets: A History o.f Dieti11g over Tivo Tl,ousand
Years, Prof ile 13oo ks, Londres.
19. Véase Gluck man, P., y M. 1lanson (200 6) , Misma1cl1: The L ifesiyfe Di -
seases Timehomh , Oxfo rd University P rc ss, Oxfor d.
20. Nesse, H. M. (200 5), «Maladaptation a nd n a tur al sclcction», Tl,e Qua r-
1erlyRevie1vof Biology, 8o, pp. 61-70.
2 1. Esta cuestión está bien eswdiada; un o d e lo s p rimeros artículos funda -
mentales qu e mue str an este efecto es Co ldit z, G. A. ( 1993), «Epidemio-
logy ofb reast cance r: Findings from th e N ur ses' ll ealth Study», Cancer,
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24. Véase,por ejemp lo, Mann, G. V., et al. ( 1962), «Ca rdiovascular di sease in
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25. Véase, por ejemplo, Wilm sen, E. ( 1989),Lanci Filied with Flie s: A Politi-
cal Eco nonzyoftlze Kafahari, University of Chicago Press, Chicago.
26. Muchos animale s sintetizan vitamina C, pero los monos y simi os frugí-
voros perdie ron esta capac idad hace milesde millones de años . Así pues,
en los órga nos de cier tos animales pueden encontrarse pequeñas canti-
dades d e vita mi na C.
27. Carpe n ter, K, J. (1988), Tlze Histo,y of Scurvy an.J Vitamin C, Ca mbrid-
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28. Para má s info rmación sob re el microbioma oral humano, pu ed e con sul-
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29. Para un a revisión de la historia y evolución de las caries, véa se H illson,
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9. El Dr yas Reciente fue un periodo de enfriamiento; su nombre proviene
de una bellaflor alpina, Dryasocwpeta la, muchomás abundantedurante
ese periodo.
10. Se trata del pueblo co noc ido como harifienses. Goring-Mo rris, A . N.
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12. Para un a re visió n, véase Smith, B. D. (2001), Tht Emergence ofAgricul-
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170-20 .¡.
16. Para calcu lar la 1asa de crecimi ento de una población, la ecuac ió n es: Nt
= N o *ert, d o nde N t es el tamaño de la población en el tiempo t, N o es el
tamaño ele la población en el año o, y r es la tasa de crecimi e n to ( 1 por
cie nw es o,o 1) , 1 es el número de año s, y e es la base del loga ritm o natu -
ral (2,7 182 8 1828).
17. Bocque t-Appel , J. P. (201 1) , «W hen the world 's populatio n took off:
T hc sprin gb oard of the Neo lithic d emograp hic transition» , S cience, 333,
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19. o es fác il d efinir lo que con s1itu ye un lenguaje distin to , p e r o pu ede
ve rse una lis ta bastante comp leta en Lewis, M. P., ed. ( 2009), Et! uwlo-
gue: Languag es of t!1e World, 16t h ed ., SIL lnternation al, Da lla s, TX ;
htt p: //www .ethn ologue.co m.
20 . Kra me r, K. L., y P. T. Ellison (2 o ro) , «Pooled energy bud ge ts: Re situa-
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22. Par a una revisió n, véase Sée, H. (2004), Economicand Social Conditions
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Para una ex p osición contemporánea , véase Arthur Young ( 1792), Tra-
NOTAS
veis in Frana, d isp on ible en línea en http ://www.cc onlib.org/ librar y /
YPDBooks/ You np;/ yngTFo. html.
Esta es una ele la s mu chas descripciones de Young de la pobreza q ue
vio, a menudo ag ravada por un brutal sistema impo sitivo: uCuando as-
cendía a pie por una larga colina para de scansar a mi yegua, se me u n ió
una pobre muj e r qu e se qu ejó de los tiemp os y de que vivía en un tr iste
país. Al pregunt a r le por sus razones, dijo que su marido no tenía más que
un pedazo de tierra, una vaca y un pobre y pequ e ño caballo, perotenían
[pesados] impuesto s. Ten_ía siete hijos ... A esta muje r, a una distancia no
muy grande, se le podían echar unos sese nta o setenta 3ños, tan dob lega-
da estaba su fig ura y s u tez arrugada y endur ecida por el trabajo, pero m e
dijo que solo cenía ve int io cho,,.
23. VéaseBogaard , A. (2 00 4), Neolitl,icFarming in Central l:.uro p t, Routled -
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24. Marlowe, E W. (2 00 s) , «l lunter-gath erers and human evolution", Evo -
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AgricuúuralExpansion in Prehiston" c Europe, Univc rsi1y of Chicago Pr ess,
Chicago.
26. Los estudios etnográfico s, que solo pr oporc ionan estimaciones mí ni-
mas, indican qu e lo s bo squimanos del sur de Áfri ca comen con regu la ri-
dad hasta unas sese nt a y nueve especies distima s de plantas, los ach é ele
Paraguay comen a l m eno s cuarenta y cuatro especies, y los hadza
de Tanzania al m e n os sesenta y dos especies. l lay dacos en Lee, R . B.
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 LA III STO HIA D EL CUE R PO II U M A NO
52. Un ejem plo te m ible es la viruela , que he m os e rradi cado mediant e v ac u-
nacio nes, de modo que ya nad ie recibe la va c u na. Si reaparecie ra , las con-
secuencias se rían desas trosas en un mund o e n e l qu e ya pocos so n inm u-
nes. Cua ndo los eu ropeos trajeron la viru e la a l Nu evo Mundo, dond e los
pobladores nunca habían entr ado en cont ac to co n el virus, el conta gio
acabó con alred ed or del 90 por cien10 de los n a ti vos americanos.
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Segú n la FTFA, la organ izac ión que regula el fútb o l internacional, mil es
de millon es de p e rsona s miran el fútbol (el d eporte más popular del
mundo) pero so lo a lrededor de 2,5 millone s ju egan a este dep o rte:
http ://www. fi fa.com / mm / document/ fifafact s/ bcoff surv / e ma
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64. El tér mi no procede de un artículo clásico de 1980 de J a m es Fries,·quien
acu ñó la expresión «compr es ión de morbilidad». La hip ótes is de Fries es
qu e la carga de enferm edad es de la vida de una perso n a qu eda compri-
mida en un periodo más co rto anterior a la muerte si la e d ad d e inicio de
la prime ra do lencia crón ica se pospone, pero que la m o rb ilidad se ex-
t ien d e por un periodo más largo si las personas adquieren d o lencias cró-
n icas a una edad más temp rana. Véase Fries, J. H . ( 1980 ), «A ging, natu-
ral dea th, and the compr ession of morbidity», New Engla ndj ournal of
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65. Téc n icame nte, el valor de APVP suma el número de a ños qu e una per-
so na vive con una discapac idad y el número de años de v ida qu e pierde a
causa de esa discapacidad .
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4. El ot ro az úcar simple bás ico es la galactosa, que se en c ue ntr a e n la leche y
siem pr e se a pa rea con la g lucosa.
5. A d e má s, una par te de la g lucos a se une a pro teínas en to do e l cuerpo y
dañ a los te jidos por oxid ac ió n .
6. Aquí h e s im plificado. Ot ras horm onas, entr e ellas la h o rmo n a del creci-
mi e nt o (G H) y la epi nefri na (t amb ién conoc ida com o adr e n a lina), tam-
bi é n lleva n a la produ cc ió n de ene rgía de una forma pa rec id a .
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8. Téc ni cam ent e, el [MC se ca lcu la como la masa en ki log r am os dividida
po r la es tatu ra en metro s e le vada al cuadrado (kg/ m '). E s ta , e n realidad,
no es la m ejor form a de c ua ntificar la obesidad porqu e e l p es o es un pará-
m et ro c úb ico (en la esc a la d e u na potencia de 3) mientr as qu e la estatura
es lin ea l ( en la escala de un a pote ncia de 1) . A consecue n c ia d e e llo, millo-
nes d e p e rso na s altas c ree n q ue so n más gordas de lo q ue so n y mi llones de
pe r so na s bajas creen que so n m ás delgadas de lo que so n . M ás aú n, el IMC
se co rr el ac io na débil ment e co n el porcentaje de gr asa co rp o r al y no da
cu e nt a e n abs oluto de qu é part e de la grasa es viscera l o s ub cutánea. Sin
emb ar go, se mide tan to qu e toda vía se utiliza ampliam e nt e .
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13. La gra sa in fl u ye so br e va rias funciones metab ólicas produ c ie nd o una
hor mona lla mad a le ptina. C uan1a más grasa se tiene, más alt os so n los
niveles d e le pt in a y viceve rsa. La lep tina tiene va rios efectos, e n tre e llos
la regulac ió n d e l ap eti to. En condiciones nor males, cuand o e l c u e rp o tie-
ne mucha g r asa los ni ve les de leptina suben y el ce rebro supri m e el a pe-
tito; cuan d o los ni ve les de leptina bajan por falta de g rasa, re ron1a el
apetito. L os ni ve les de le ptina también ayudan a regular la o vu lac ió n en
las muje res . En co nsec ue ncia, unos niveles bajos de grasa co rpor a l re du-
cen la ca pa c id a d de u na mujer para concebir. Par a más de ta lles, v éase
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29. Hay dos ma neras habituales de m edir esta propiedad. La prim era es el índi-
ce g lucé mico (JG ), que mide la rap id ez con la que 100gramos de un alimen-
to h acen sub ir los niveles de azú ca r e n sa ngre en comparac ión con I oo gra-
mos de g lucosa pur a. La carga g lucé mi ca (CG) mide el gra do en que una
porció n de un alimento aument a los ni ve les de glucosa (el IG multiplicado
por los carbohidratos disponibles). Pa ra una manzana típica, el JG es 39 y la
CG es 6; para unfoa u oll(un dulc e d e fr uta) el IG es99 y la CG es 24.
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34· Recientement e se ha publicado un estudi o qu e testa esta hipótesis. En él,
se hizo qu e ve in tiuna personas (de ed ades co m pre ndidas entre 18 y 4 o)
perdieran de l I o al r 5 por ciento de su peso co rp oral con una d ieta y lue-
go se distr ibuyero n los inctividuos aleato ri a m e n te en tres g rupos qu e du-
rante tre s meses co mieron cada uno u n a di e ta di stint a, pero to das co n el
mismo número de calo rías: ( 1) una dieta ba ja e n g rasa, (2) una dieta baja
en carbohidr atos y ( 3) una dieta debajo índi ce g lucémico. A los q ue co-
mieron la d ieta ba ja en grasa les fuepeor q u e a los ot ros dos g rup os; los
de la dieta baja e n carbohidratos qu ema r o n 300 kilocalorías más al d ía
que los d e la di eta baja en grasa, pero m ostraro n niveles elevados de cor-
tisol y de marca do res de inflamació n; los q u e co mieron la dieta de bajo
índice g lucémi co que maron 150 kiloca lo rí as m ás al día que el g rup o de
la dieta baja en g rasa, pero ninguno m ostró los efectos negativos de la
dieta baja en ca rbo hidratos. Véase Ebb e lin g, C. B., et al. (20 12), «Effects
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57. Las IIDL también lleva n colesterol a los t es tí c ul os, los ova rios y las
glándulas ad re nal es de los riño nes, dond e el co les te ro l se transforma en
hormo nas, co m o e l est rógen o, la testos te ro n a y e l co ni sol. ótese tam-
bién que ni las 11DL ni las LDL son moléc ul as d e co leste rol (aun qu e lo
comcngan), d e m o do que los términos pop u lares «co lesterol buen o" y
«colestero l mal o,, son equí vocos. Utilizo los t é rmi nos aquí po rque so n
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6 5. Estos ác idos g rasos se denominan N-3 u omega-3 porque su en lace d o-
ble d e ca rb o n o se sitúan en el terce r carb ono desde el finaJ d e la ca d e n a
de l ácido g raso. Pa ra un buen resume n de los indicios sobre s us be n e fi-
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73. Co mo ejemplo, en Es p a ñ a se realizó un estudi o aleator izado con contr o l
que puso a 7.447 pe rso na s e ntr e cincuenta y cinco y ochenta años qu e
tenían sobrepeso, en fermedades cardiova sculares o fumaban en una di e-
ta baja en grasa o en una di eta mediterrán ea, co n abundancia de aceite de
oliva, verdu ras y pe sca do. Tra s cinco años, se d io po r acabado el estu di o
porque las person as qu e seg uían una dieta medi terrá nea ya mostraban
una casa un 30 po r cie nt o m enor de muerte por in fa rto, iccusu otras en-
fermedades cardiova sc ular es. VéaseEstru ch, R., et al. (2013), "Primar y
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mago. Para un res um e n cl ásico de los beneficios de la fibra y lo s aspectos
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8 3. Un ejem pl o bien est udiad o es el ge n p53 ge n, que ayud a a ini c iar la re pa -
ración d el A DN e impid e qu e las célula s pertu rbadas pro life ren . Los a n i-
male s, incluid os los hum an os, co n muta cio nes en este gen tie nen tasas d e
cáncer m ás a lta s c uand o se los so mete a estímul os que inducen mu tac io-
nes. Par a un a rev isió n , véa se L ane, D. P. ( 1992), «p53, g uardi a n of th e
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8 5. Los biólog os sol ían pe nsa r qu e la lacta ncia frecuente suprimía la ov ul a-
ción, p ero los ind icios más recie nt es apuntan a qu e el coste e nergé t ico
tot al ele a m a mantar es la ca usa dom inante d e este efecto. Véase Valegg ia ,
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1 1. DE SUSO - Lo 9ueperdemos por falta de uso
Técnicamente, un coefic ieme de seguridad es la res isten cia o capac idad
1.
máxima de una estructura dividida por su ca r ga m áx ima esperada.
2. Véase.Horstman, J. (20 12), "The Sciuuific American Healthy Aging Bra1i1:
The Neuroscitnce of Malcing rheMo.stof Your Matur e M ind, Jossey-Bass,
San Francisco.
3. Mientras unos invest iga dor es japoneses int e l1laban en tender por qué
algu nos soldados tenían más facilidad qu e o tr os par a aclimatarse a las
condicione s hú medas y cálidas del Pac ífi co sur , de scubri eron que
las personas que habían experimentado m ás ca lo r dur ante los prim eros
tres años de vida habían desarrollado más g lá ndula s sudorípara s fun-
cionales y las co nse rvaban de adultos. Véase Kun o, Y. ( 1956), "Huma n
Perspira1i.on, C ha rles C. Thomas,S pringf ield , I L
4. Los reptiles propo rcio nan muchos ejemplos es tup end os. Si se crían lagar-
tos en ramas más estrechas, desarrollan extremidad es más cortas, y en al-
gunas especies cambi ar la temperatura del hu evo det ermina el sexo del
individuo. Véase Losos, J. B.,et al. (2000), «E vo lu tionary implications of
phenotypi
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5. Una magnífica explicación de estos aspecto s de la biol og ía se encu entra
en Jablonski, N.(2 007), Sk.in:A Natural Hisi ory, Uni ve rsity of Califor-
nia Pr ess, Berkeley.
NOTAS 477
6. La ide a de que los cuerp os ad aptan sus estructura s hasta a justar se a la
demanda, pero sin superarla, se conoce como hipótesis d e la sinm orfo -
sis. Para saber más, véase Weibel, E. R., C. R. Taylor, y H . H oppeler
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sa nt e, s in e m bargo, es que los geme los también tiend e n a co m pa rti r el
mi s m o mi c ro bioma, lo qu e infla las estimaciones del pap e l d e los genes.
P a r a m ás in formac ión, véase Turnba ugh, P. J., et al. (200 9) , «Aco re gut
mi cro bi o m e in obese and lean twin s», Nawre, 4)7, pp. 4 80-484.
43. E n tre los mu chos estudi os q ue han examinado este efccro, un o d e mis
pr efe rid o s es el Stanfo rd Runn e rs Study, dir igido po r e l D r. J a m es Fries
y co la b o r a d o res. Este estudi o lleva sigu iendo desd e 198 4 d os gru pos de
es ta d o unid e nses de más de cin c uent a años: un g rupo inclu ía 5 38 co rre-
dore s a f ic io nados, el otr o gru po 423 individuos de co nt ro l s a n os , sin so-
br epeso p ero sedentario s qu e n o hacía n mucho ejercicio. T ras d os déca-
d as, los a fi c iona dos a co rr er tenían una prob abilid ad d e mori r e n u n año
dacio un 20 po r ciento inferior q ue los contr oles sedent ar ios, y d e los 22~
part ic ip a nt es qu e murier on , so lo u na tercera parte er a n co rr e d or e s (una
dif e re n c ia del doble). Ad em ás, los cor redores tenían ni vel es un 50 por
c ie n to m e no r de discapa cidad : el equi valente a cuerp os ca to rce a ños más
jóve n es . Véase Chakr avarr y, E .F. , et al. (2008), «Redu ce d di sab ility and
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2. Sospecho qu e lo s nea ndertales averigu aro n cómo enro llar pieles e n lo s
pies duran te e l inv ie rn o, pero esos mater iales no sobreviven tant o e n e l
registro arqu eo lóg ico, y los primeros indi cios indirectos del calzad o pro-
vienen de estudi o s del gro sor de los hue sos del pie basados en obser v acio -
nes de q ue en las pe r sonas calzadas este g rosor es menor que en las d escal -
zas. Véase T rink a u s, E., y H. Shang (200 8), «Anatomical evidence fo 1· the
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NO T A S
9. Esto también es ciert o poi- lo que respecta a cam inar (de puntillas), pero
no es una forma de caminar común porque es mu y poco eficientey po r
lo general innecesaria.
10. Nigg, B. M. (2010), «Biomeclzanics of Sports Shoes, Topline Prinring,
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1 1. Siempre hay vañación , y aunque muchos cor redo res descalzos experi-
mentados prefieren pisar de antepié, algunas per sonas que habitualmen-
te corren descalzas a veces pi san de talón. Todavía no sabemos hasta qué
punto escavariación se ve afectada por factores como la destreza,la dis-
: tancia recorrida, la dur eza del firme , la velocidad y la fatiga. Aunque los
co rr edores descaJws habitual es de la tribu kalenjin de Kenia, que son
famosos corredores de la rga di stancia, suelen pisa r de antepié cuando
co rren descalzos,un estudi o so bre personas desca lzas del norte de Kenia,
los daasenach, halló que a m e nud o pisan de talón, especialmente cuando
va n despacio. Los daa se n ac h , sin embargo, son pastores, vivían en un
desierto cálido y arenoso y no corre n muy a menud o. Véase Lieberman,
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1 2. Mi opinión personal es que co rre r bien en reco rrid os largos es una des-
treza, igual que tantas o tr as de strezas atléticas como nada r, lanzaro tre-
pa r, y que podemos a pr e nd e r mu cho de la forma en que se mueven los
cor redores descalzos experimentado s. Se nece sita más investigación,
pero muchos entrenadores y expe rtos creen que un a buena forma de co-
rrer suele implicar pisar s uav e mente con el pie cas i plano, con zancadas
co rtas, de manera que e l pi e to me contacto con el sue lo debajo de larodi -
lla, y con una cadencia a lta de uno s 170-180 pasos por minuto, y sin in-
clinar demasiadolas ca d e r as . U na consideración import ante, sin embar-
go, es que este estilo de correr requiere más fuerza en los músculos de los
pies y en los gemelos . Además, si no se ha corrido de este modo con an-
teri oridad, es crucial hace r la tran sición despacio y co n cuidado para ga-
nar fuerza en los múscu lo s y adaptar los tendon es, ligamentos y huesos.
En caso contrario, se cor re e l riesgo de lesión.
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perjudiciales porque el c u e rp o amortigua las fuerza s, véase Nigg, B. M.
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23. Además, ¿de dó nde hemos saca do la idea de que los zapato s son menos
sucios que los pies? ¿Co n qu é frecuencia se lavan los zapaLOsy con qué
frecu encia los pies? Par a un a revisión de estas y ot ras cue stiones, véase
H owe ll, L. D. (20 10),«T he Barefoot Book.,Hunter Hou se, Alameda, CA.
24. Zierol d, N. ( 1 969 ), M oguls, Cowa rd-M cCam1, Nue va York.
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34. El mecanismo dietético propuesto es que los alimcnros feculento s, ricos
en almid ón, suben los niveles de insulina, que entonce s co ndu ce a unos
niveles má s alto s en la sangre ele un determinado factor de c recim iento
(conoc ido como IGF- 1) que actúa no so lo sob re las placas de crec imien-
to de lo s huesos sino también en las paredes de l globo ocu lar. D e ser co-
rrecto, este mecan ismo ayudaría a ex p lica r las observaciones d e que las
personas miope s tienden a ser más altas y c recer más rápido que las de
vista normal , y que las personas con diabete s d e tipo 2 (que tien en nive-
 LA II I S T O RIA DEL CUER P O II UMANO
les altos d e in s u lin a) tambi én tienen más tende ncia a ser miopes. Para
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16. Es ta cifra se basa únicament e en los trece millone s d e es tadounid enses
qu e s ufrier on un ataqu e al co razó n en 20 11 , pero es claramente una su-
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 Í N DI CE ALFABÉT I CO
acc id entes, 276, 321-322, 358
Ad a m s, Michael, 382
Adán, 152, 207-208, 229
a dip oc itos, 287,295
A DN , 122, 153
ado lesce ncia, 132, 134-136, 164,370
ac 1-ó b ico, ejercicio, 383
Agríco la, Revolució n, 33, 185,20 5,
225, 23 1-232, 236,2 41 ,2 50, 256,
265,276, 278-279, 388
agr ic u ltore s, 16, 18, 26, 29-30, 150-
1 5 1, 183, 186, 197, 207-2 10, 212-
229, 231-233, 235-2 36, 242, 249-
250-252, 254, 261- 262, 265,292,
3 19 , 343,348,378, 38 1, 383,388 ,
4 0 1, 40 5
agricu ltu ra, 12, 16, 26, 33, 150- 151,
17 1, 175, 177- 178, 182-1 83, 185,
I 92, 196, 198-200, 20 5, 207-2 16,
2 19-237, 239, 241-2 42 , 246 , 249-
25 1, 255-258, 264-266, 27 1,275,
2 7 8-279, 293, 3 18-3 19, 326-337,
369-370, 383, 387-388
agua, 70, 76, 10 1, r 17, 168, 1.83, 225,
22 8-229, 243, 251-252, 2óo, 3 52, 36o
A ie llo, Leslie, 109
alca nt ar illas, 260, 265
alcohol, consumo de, 17, 197, 202,
262, 276-278, 309,3 13, 3 18, 328,
3 59, 395-396, 402-404
a le rg ias , 10, 17, 348-3 53, 390, 394
A lz he imer, 183, 197,274
andar, mod o d e, 42, 46-47, 50, 52,
56, 67, 77, 79-80
anemia, 1o, 2 18, 2 3 3, 2 3 5, 255
anestesia, 2 5 5, 2 5 8, 2 59
antebrazo, 50, 80, .125
antepasad os, 11 , 16, 18- 19, 24, 27,
29-32, 39- 43 , 50, 60-6 1, 66, 68,
78, 8 1-82 , 84, 87-88, 94, 99, 10 5,
115, 120, 122, 124, 137, 139, 143,
151- 152, 157 , 16 1, 168, 178, 186 ,
188, 19 1, 193 ,2 12,2 16,23 1,264,
299, 3 18,378,380, 40 1, 405,4 07
antiácido, 397
antibióticos, 19, 172, 17 ¡, 190,22 1,
240,253 , 2 5 9, 32 3, 325, 343, 346-
347, 3 50-3 F, 3 54, 394
anticuerpo, 230, 348-35 0
amígeno, 349-3 50
antioxidan tes, 3 18
antisépticos, 26 1
ántrax, 25 8
antropólogo, r 7 6
ansiedad , 10 , 18 3, 187
apendicitis, 1o
apetito, 264, 298, 300, 302
arco del pi e, r 1, 49 -5 0, 68, 78-79 ,
82, 95- 97, 103, 144, 276, 361,
365-369
Ardi, 44-4 6, 48-5 1 , 53, 57, 64, 67,
76,78
Ardipichecus, 4 5, 66, 82
kadahha, 4 5, 6 7
49 2 L A HISTO RI A DEL C UERPO
ramidus, 44-4 5, 67
arqueológ icas, evidenc ias, 85-86 ,
93-94, 96-97, 1oo, 10 2-!04, 107 -
108, 116- 1 17 , 119-120, 1n -1 36,
144, 151,155, 1 57-159, 170,2 09,
211,2 16, 31 3, 319, 337-338
arterias, endur ec imiento de las
(arteriosc le rosis), 29, 202, 274 ,
277,284,299, 3 10-318, 355
articulaciones, 2 3, 4 7-49, 6o, Tl- 79,
96-97, 106- 107, 274, 338,379- 380
artritis, 274, 278
asfixia, 168- 169
asma, 17, 273, 276, 348-349, 35 1,
390
audición, pé rd ida de, 273,276, 385
aus1ralopitecos, 29, 31, 61, 63-82 ,
84-88 , 95, 97- 98, 10 3-104, 106-
110, 1,5, 178
Australopithecr,s 64-6 6, 82, 88, 102
aethiopicus, 66-67
aforen.sis, 64-65 , 67-68, 73-74, 79-
80, 96
africanus, 65 , 67 , 72-73, 79
anamensis, 67
boisei, 6 5-6 7, 7 2-73
garlii,67
rohusius, 6 5- 67
sediha, 65 , 67-6 8, 79-80
autismo, 196, 348, 394
babuinos, 66, 71 , 146
Beagle, 23
beriberi , 2 18
biliar, vesícula, 290, 325
binocular, visión, 373
biomédica, inve stigación, 393-397
bipedalismo , 44, 46, 49, p~1 , 68 ,
77
bocio, 199, 2 18
bonobos, 4 1-42
H UMANO
bo tul ismo, 357
brazos, 39, 4 5, 66, 69, 80, 82, 86-88,
95, 97, 105, 107, 157,3 10, 331-
332 , 335-336, 344
Oru ne t, Michel, 4 3-44
cabeza, 103-I05 , 113, 119- 120, 128-
130, 155- 157, 163- 164
ca d e r a, 47-48, 55, 59-60, 68, 77-80,
86 , 96-97, 10 2, 105, 120, 157,
284 , 306, 325,337,366,379,382
ca lc io, 236,254,334,337 , 340-342 ·
ca llos, 362
c a lor , 24, 27, 76, 97-99 , 10 1- 102,
10 5, 125, 172- 173, 183,229, 331-
3 32, 359, 362, 384
ca lor ías, 16, 24, 29, 63 , 70, 83, 89-
90, 93, 102, 108, 129, 141, 177,
200 -20 1, 217-220, 223- 225, 247-
248, 250,253,255, 268- 269, 290-
292, 296-299, 30 1- 303, 308-309,
325-327 , 378, 389, 402
campamentos, 16, 92, 159, 177, 209,
2 15,228,256, 40 1
cá n ce r, 10, 17, 183, 187- 19 1, 195,
197, 199,2 0 2, 204-20 5, 220, 269,
272-275, 284, p 9-32 1, 325, 342,
348, 357, 388, 390 - 39 1, 393-394,
40 1, 408
d e có lon, 24 1, 3 2 1, 389
d e hígado, 274
d e mama, 12, 19 5,27 4,277, 321-
324, 326, 389
de páncreas, 196
de piel, 194, 392
d e pr óstata, 277,32 1, 323-324
d e pulmón, 195,39 5, 402
d el apa rato diges tivo, 290, 357,
395
del aparato repro ducto r, 290,
304, 321-325
ÍN D ICE A L FABÉT I CO 493
musc ul a res, 289, 296, 30 5-3o6,
cara, 22, 75, 85, 98,155,166
carbohidratos, 29, 70 , 137- 138, 221- 308
222, 235, 254-255 , 264, 285-287, pan c reát icas, 294, 304
cer ea les, r9 , 200, 211, 213-214, 2 17-
289, 296-297, 299-300, 303, 309,
218, 220 - 221, 236, 252-253, 259,
. 317, 325-326, 389, 401
carbólico, ácido, 26 1 340, 398
cerebe lo, r 62
carcinógenos, 358, 395,401
cardíaca, insuficiencia, 273, 310 cerebro, 9 , 19, 22, 27, 31, 39, 45-46,
cardíaco, ritmo, 183, 3 53 5~, 66, 82, 84-90, 108-11 1, 113,
cáries, 183, 187, 189, 196, 198-204, 115, 119 , 121-122, 124- 140, 142,
221,222,23 1,274,276,343,346, 144- 146, 151, 155, 157, 16o- 167,
170, 174, 175, 178, 187, 263-264,
359
carnívoros, 81, 90, 94, 97, 99-100 286, 288-29 0- 291, 300- 30 2, 311,
cartílago, 96, 1 68 3 12, 3 30, 333- 334, 362,37 1) 373,
cavernas, homb res de las, 1 1, 18, 375 ,388 , 406,408
124,266,384 mas a, 126
caza, 33, 61, 85, 88, 9 1, 94, 99-100, tamaño, 110, 120, 126-1 28, 135,
105-w8 , 110- 11 1, 113, 134, 139, 142 , 145
14 1, 15 1, 164, 176- 177' 2 11) 216, chimp an cé s, 37-38, 40- 59, 6 1, 63,
66 , 69 - 82, 90-93 , 102-103, 106-
249, 289,38 0
cazadores-recolector es, 16, 18, 22, 108, 1 14- 115, 126- 130, 132- 133,
29-31, 56, 70, 72, 75-76, 83- 111, 135, 140, 144- 146, 153, 166- 168,
113, 115-119, 122,125, 129-130, 170, 29 8
I Jl , 134, 138, 140- 144, 149- 151, cigo má t ico , arco, 74
154, 157- 159, 164- 165, 169, 173, ciru gía, r62, 189,259,273,324,343 ,
175-178, 182-183, 189, 19 1, 1<)6- 36o, 368, 397
197,200,20 4, 208-2 11, 213-229, ciud ades, 15- 16, 117,170, 175,182,
231, 236-237, 247 , 249-250, 252, 2 12, 227-229, 231, 239, 242-24 3,
254-256, 261- 263, 265, 275-276, 257 , 25 9- 260, 264,272, 384, 386,
291-293, 308, 3 13,3 16, 318-319, 388, 405
J22, 340,343, 348, 369, 378, 38o- civ ilizac ión, 149, 178, 181, 183-184,
381,389, 404, 407 205' 207-208, 23 1, 25 5, 274, 3 19,
celíaca, 390 407
células, 22, 24, 27, 28, 138, 189- 190, climát ico, ca mbio, 17, 39, 52-54, 56,
230,235,26 4, 274, 285, 288, 296- 64, 7 5' 82 - 8 3, 94, 118, 209, 407
297, 305-3o6, 3 11-31 2, 320-322, clo rofo rm o, 259
)24-325, 335, 337- 338, 344, 347, coc ina, 25, 27, 7 1, 108, 123, 125,
134, 141,158 ,1 72,174,2 23,2 42,
349-350, 371,393, 407
adiposas, 138, 287, 289, 295-2()6, 247, 300, 345-346
299, 301-303, 305-300, 308- codo, 10 7
cogni tiva s, habilidades, 58, 1 w,
309, 323,
hepáticas, 305-306, 308-309, 407 125, 132, 165
 494 L ,-\ I II STORIA DEL CL'ER PO H U~ I ANO Í ND I CE A LF ABÉT ICO 495

colestero l, 278 , 3 1 1-3 , 2, 3 17-3 18 pulga res, 2 3, 49-50, 68, 72, 76, co lmillos, 5 1, 99 Ehrl ich, Paul, 2)9
bueno (HDL ), 290 , 3 12, 3 14-3 18 79 , 8 1-82 , 95, 96 fr o ntales, 48, 74 Eliza lde, Manuel, 149
malo (LD L), 290, 3 1 1-3 12, 314- deduct ivo , pensamiento, 1 rn in cisivos, 45, 51, 69, 74 emba razo, 60, 138, 304, 32 1-322,
318 defeca r, 33, 228 , 242, 26o mola res, 24, 51, B,66 , 69 , 72, 7 4 , 380
conciencia, 128, 3 1 o déficit d e aten ción con hiperactiv idad 82, 108, 13), 342 emocione s, 162, 164- 16i, 313, 318
cond ón , 2)9 (TD A H), 196 mu elas, ) 1, 73-74, 84, 87, 189 , enan ismo, q J- '4i
con du cta , 11, 34, 9-h 142, 17 1, 357- defor m acio nes, 75, 33)-336 344, 3 í3 encefa litis, 229
360, 384-385 , 396-4 00 . deme ncia, 1o, 2 36, 273, 305, J30 del juicio, 23, 124, 1 36 , 19 8, end oc rino , sistema, J23
consum ismo, 18 1 dengu e, 229 334, 336, 342-346 ene rgí~, conservación de la, 46-48 ,
có rn ea, 3 70-3 7 1 denisova nos , 122- 123, 146, 153, 17 1, dieta y nutrición , 10, 12, 19, 2 1, 25 - 5)- )6, )9- 6 1, 76-8 1, 83-84, 102-
co rporal, temp era tu ra , 3 3 , 8 1, 1oo - 17 5 26 , 29, 3 1, ) 1-52, 63, 68-7 1' 7 4- 104, 106- 109, 113- 119, 123- 126,
101, 129, 141,2 47,253,286 , 334 den tal, esmalte, 72-73, 87, 221 76 , 82, 84, 89-90, 109, 137' 140, 128- 146 , 166, 176- 177, 19 1- 192,
co rrer , 19, 24-25 , 38-3 9 , 5 1, 'i 5, 78, de pred ado res, 24, ) 1, 6o, -,6, 80- 8 1, 150-151 , 159, 170, 174, 177- 178, 194- 195, 2 15,233 , 235, 243- 249,
8 1, 96,98- 10 5, 150 19 1- 192, 196, 98 -99 , 123 , 13 1, 143,228 , 370, 19 1, 193- 194, 196, 199, 20 1-203, 253-25 5, 265-266, 279, 283-297,
246, 286, 289 , 30 1-302, 30 6 , 34 3- 380 208,2 12, 2 16-219, 221, 223 , 23 2- 300- 3 12, 3'4-3 15, 319-324, 327-
344, 352,36 1, 363- 366 , 408 depres ió n, 10, 187, 197,263,39 0 2 34, 236,2 49,252, 254-2 55 , 25 9, 328, 333-334, 3)1 - 353, 365-366,
cortisol , 263, 289, 30 1-30 2 , 308 de sca lzos, cor rer y caminar, 19, 360- 26 3, 27 5, 278-279, 283, 291-293 , 378, 387-39 1, 406-408
cráne o, 4 3-4 5, 49, 73-7 4 , 8 5-87, , 04, 365, 368 , 386 298 , 300-301, 303, 30 <¡-3 1o, 3 13, enfer medades
119, 121, 124 , 127, 14_~- 145, 1) 1, desternr , 132., 134, 139, 14 2, 2 14, 3 1 5-3 19, 324, 326-327, 337, 34 0- auro inmun es, 190, 347- 348, 3 5 1-
15¡- 157, 161 , 163 ,3 43 226,235 ,3 48 342, 34.¡-345, 355,370, 388-389 , 352
C rapper, Thoma s, 260 destr eza , 3 7-3 8, 46, 58, 8 1, 172, 24 2 392-398,400- 40 1, 405, 408 car diova sculares, 1o, 18, 193,
crecimiento , ho rmona d e l, 264 diabete s, 10, 12, 27-29, 203, 222 , di fteria , 230, 2)8 199, 202, 222, 269, 272-27 4,
C rohn , en ferm ed ad d e, 19 0, 204, 292-293 , 304-3 10,3 89, 404, 408 d ige rir, 22-23, 7 1, 92-93, 108- 109, 276, 290, 304, 3 10- 3 1 1, 313,
278, 394 ges rncio na l, 304 140 - 141, 172, 194,2 14, 235 ,253, 3 1 5-3 19, 325-326, 388-389,
cuadrúp edos, 46 , 48 , 50, 60-61, 8 1, tipo 1,30 4 283 , 28)-2 86, 288, 297-299 , 307, 394-395,40 4
97 , 100, 104 tipo 2, 10, 17, 18,27- 29, 183, 188, 334 , 347 cró nicas, 10, 12, 17- 18, 33-34,
cuello , 44, 47-4 9, 86, 97 , 10 4 , 157, 193, 197- 199, 202,204 , 22 1, d iges tión, '3 7, 14 1, 220, 236, 253 , 203, 273-274, 278-279, 325,
166, 168, 365 ,3 67, 384 236 , 241 , 2) 4, 263, 273-274, 3 16 389- 390, 394, 400, 405
cuevas, 86 , 122, 144, 149, 154 , 159, 277, 284 , 290, 293-294, 304- discapacidades , '°, 17, 29, 192, 199, de desajuste, 196, 380
182,2 56 3 io, 3 13, 325-326, 389-39 0, 27 1-279, 305,327 , 331,374, 3 80, hep áticas, 276
cultivos, 208- 2 10, 2 12, 2 15-2 19, 39 2, 394 384 , 39 1 infeccio sas, 182, 18), 188, 190,
223,229 , 233,25 0, 383 diag nós tico , 196, 2)8, 272,3 04,3 13, d ise nt ería, 10 194, 197, 199, 203, 208, 225,
3 19-32 0, 324, 326,349 D o bzhansky, T heodosius, 28 , 3 3 227-228, 230, 236, 240-24 1,
Diamond , J a red , 208 d o mésticos, animales, 19, 10 1, 177, 253, 258, 265, 271-272, 274-
Darwi n, C har les , 1 1, 20, 2 3, 38-4 0, diarr ea, 19 1, 236,2 40, 252,257, 273, 210, 2 12- 213, 235,237,242 , 2 52 277, 279-348, 388, 390, 392,
58-59,7 1,S r,8 5, 189 ,244 , 387, 349,388 do rm ir, 19, 76, 80, 204, 224 , 242 , 40 1) 407
40 1,406 dient es, 24- 25, 44-45, p,6o , 64- 66, 262 -264, 285,378,4 0 1 menta les, 183
Darwin , Era smus , 244 69, 7 1-7 4, 8 1, 85, 87-88, 93, t08, D ubo is, Eugene, 85 meta bó licas, 276, 304
dedos 132, 135-1 36, 140, 172, 183, 187, Dunbar , Robín, 130 no infec ciosas, 10, 17, 33-34, 203,
de las man os, 42, 69, 80-8 1 , 106 193 , 196 , 200-20 1, 221,233 , 342- 276, 279,389 , 392-394,400
de los pies, 49-) 0, 66 , 68 , 79-80, 346, 40 1 renale s, 1o, 202, 273,2 94,305
95, 105,3 30,366,3 68 caninos, 51, 74 Edad Media, 69,25 1 respir atoria s, 2 30, 240, 273, 276,
 LA III STOI\IA DEL CUEI\ PO HUMANO
ent orno , 24, 26, 30, 5 2, 172, 183,
187- 188, 190, 192- 194, 199,20 1,
2 15,229, 2.¡5, 263 ,28 3, 303, 327,
330-33 1, 333 , 335-336, 347-348,
3 50, 3 5-1,3 57, 3 59, 38 9-392, 398,
400- 406
enzimas, 22,2 35,253,287, 303
epidemias, 2 1, 182, 190, 2.16, 228,
230, 25 5-257, 260,284,296,3 0 1,
327,337 , 34 1, 370, 39 1, 400
e piglotis, 167- 168
equili bri o, 104, 382
erupc iones en la pi el, 2 36, 278, 348-
349
escle rosis mú lriple, 196, 198, 3 5 1
esco rbut o, 198-2 0 1, 2 r 8
escritu ra, 165, 175, 178,236, 369
esófa go, 168
espalda, 55, 60-6 1, 82 , 97, 325,352,
3óo, 378-383, 385
do lor de, 1o- 1 1, 6 1, 196, 274,
3óo ,380 -38 1, 38 3, 385
esperanza de v ida , 17, 44 , 182, 2 16,
269, 272,277 ,390,40 6
esqueleto, 44- 4 5, 50, 64, 66, 68-69,
80, 121,127,132,13 5, 144, 157,
232- 23 3, 330, 3 34-33 8, 340- 342,
406
estó mago, 63 , 76, 92 , 190, 26 1, 289,
298,302 ,3 57,395
estreñim ien to, 1o, 18 3, 198
estrés , 26, 51, 150, 187, 232-233,
263-265) 300-302, 3 13, 3 18
estróg eno, 138, 32 1-323, 338- 340,
342
éter, 259
Eva, 63, 152,207-208, 229
evolución, 11- 12, 18, 20, 22, 25-26,
28-34, 38- 4 1, 4 3, 4 5, 52, 54, 56-
59, 63- 64 , 69, 7 1, 80 , 82-85, 88,
94, 98 , 10 1- 102 , 10 4, ro6, 108-
110, 113- 114, 116, 120, 122,127 ,
130, 135- 137, 139, 14·2, 146, 1. 51,
154, 163, 165, 169, 17 1, 175- ( 76,
184-185, 187-191, 194, 198-205,
208, 220, 229, 233-2,4 , 2 36, 241 )
263, 279, 284,292,299, 320, 3 2 5'
332,33 6,343, 345, 374, 38 1, 384-
385, 387-388, J'}0-}92, 398 , 40 5-
407
biología evolutiva, 9, 29, l 84,
189- 190,201,2<>3,242, 362
del cuerpo humano, histori a de la,
11, 19, 22, 26-30, 34, 40, 87,
181, 189, 193, •9>, 241, 26 9,
302-303, 400-407
desajustes evolutivos, 29, , 92-
20 1, 225,275,322 , 32 5, 334 ,
343, 36o, 366, 376-377, 380-
38 1, 385,390
med icina evolutiva, 29, 189- 192
perspectiva evolutiva, 16, 26,
13 1, 188, 191,205 , 208, 23 1,
234, 275, 284,2 91, 29 4 , 30 3,
305, 3 1h 324- 325, 33 2 , 346,
3óo, 378, 381, 385-38 6, 39 1,
40 1-402, 404
farin ge, 168
fasc itis plantar, 10, 366-367
fécu la, 19,70, 185,200 , 2 13,221,
25 1-2 53,255,293, 300, 326, 4 08
fecund idad, 269-270, 392
fémur, 48, 79, 85
fenotipo, 22, 293-294, 332- 3 3 3
fert ilidad, 26, 184, 191, 196, 215 ,
224,269,27 1
feto, 60, 129, 138, 292, 304
fibra , 70, 72-73, 89, 92~ 3, 19 3, 220 -
22 1, 223, 252-255,259, 290, 29 7-
300, 3o7, 309, 318, 389
fiebre, 191, 202-203, 26o
amarilla, 229
Í NDICE ALFABÉT I CO
de Lassa, 229, 234
tifoidea, 216,234 ,258
física
actividad, 12 , 176, 18 3, 202, 221,
223-224, 245-249 , 265, 268,
275, 286, 290, 293, 303-30.¡,
308-309, 3 13, 3 1 5' 323-324,
327-328, 337, 340 - 341, 354,
389,396 , 398-399 , 401,4 03
inactividad, 29, 3 3, 2 78, 3 13, 326,
39 1-392, 394, 396
Floud, Rodcri ck, 268-269
fósiles, 20, 40, 42-43 , 4 5, 64-65, 79,
85-86, 88, 94, 102- 10 4 , 107, 109,
116, 119- 120, 122- 124, 138, 143,
144, 1 5l , 1 53- 1 55, l 60 -1 6 1
fósiles, combustibl es, 24 1, 24 3, 2 51,
265
fracturas, 75, 90, 96, 330, 33 3, 336-
339, 34 1-34 2
Franklin, Benjamín, 374
frente, 113, 119, 15 5- 157
Fries, James, 278
frontal, lóbulo, 162-1 63
fructosa, 251, 287-288, 296-299,
307, 309,317, 405
fruta, 25, p - 53, 57, 63-6 4, 69-71,
74-76, 82, 84, 193, 199 -2 00, 217-
218, 2; 3, 288, 297-300
fumar, 195, 204, 278,337, 357, 395,
402-403
gasto energético tot al (G ET) , 140-
14 1, 246-247
genes, 20 , 22, 28, 32, 139, 153, 16 1,
16;, 17 1, 173- 174, 184- 189, 192-
193, 193- 197, 202,2 12,214,232 ,
234-236, 266, 290, 29 2-29 4, 300-
301, 306, 308, 313' 3 2 I, 3 JO,3J2,
335, 337, 343-345 , 3 52,366,37 0,
374-375, 377, 381, 392, 394,4 0 1
49 7
genética ,20-23, 28-29, 38, 58- 59,
189-190, 195-196, 265, 391-392
genoma , 22, 153, 185
genot ipo, 292-293
gigan tismo, 143-144
glánd ula s
adre nales, 289, 301
pro stát ica, J23
sudorípara s, 22, .. 10 1-102, 185 ,
187,332
glauco m a, 198, 372
glicero l, 138, 286
glucóge nos, 286, 288-289, 3o6
glucosa, 287-288, 296-302, 304-308,
3 17-3 19
go norrea, 258
Gooda ll, Jane, 66
gori las, 40-43,45, 50- 51,66 , 7 5, 80,
103,126,134 , 145
go ta, 198, 255, 273, 276, 325, 390
grasa, 24-28, 70, 90-9 1, 136-1 40,
142, 19 1- 192, 2 18-220, 250- 25 3,
255, 283- p2 , 315-328, 388-3 91,
393-394, 398-399, 404, 407- 408
gr ipe, 199,228,230,273,27 4, 3 ; 8
hadza, tribu, 223, 262
Ha les, Ni ck, 293
hambre, 69, 72, 83, 8; , 9 1-<)2, r 50,
17 1,1 83, 253, 264, 290-29 1, 298,
3° 2-3 °3, 399
hambruna, 21, 69, 136, 182, 2 19-
220, 223-224, 231, 293-295, 388,
407
hem ofilia, 21
hem og lobina, 23 5
Hielo, Edad de, 54, 82, 84-8;, 88,
111, 115, 117-119, 123- 125, 128,
143, 146, 172- 173, 185,209, 211-
213 , 267, 37;
hígado, 90, 129, 220, 273, 287-290,
 LA 111',TOR I A DFI. CUER PO II U MA M)
295-296, 298-299, 30 1, 306-3 07,
3 1 1- 3 12, 3' 1-3' 8, 32 5' 3 59
hio ide s, 166
h ipcrg luce m ia, 297
h ipert e n s ión , 198, 202, 27 3. 276-
2 78, 290, 3 12-3 13,318
11ip óc ra tes, 3 19
ho c ic_o, 3 7, 4 5, 5 1, 66, 74, 82, 86-88,
108
l lol m c s, Olivc r Wendell, 26 1
H oloccno , 54, 209
homí n ino s, .¡ 1, 6 1, 65, 67, 70-73 , 76-
77, 79-80, 8 ¡-86, 88-89 , 9 5, 1 16,
1 3-1- 1,1
H am o, 3 1, 6..¡, 85-90, 95, 98, 102-
10 6, 109- 111, 115, 120- 128, 132-
147, 151, 167,292,345
erecws, 27, 85-90, 94-99 , 10 1- 10 5,
107- 109, 111, 113, 115- 123,
125, 127, 130, 135- 136, 139-
l 40 , 142, 144- 1.¡6, 170, 175,380
flo resi ensis, 120- 12 1, 127, 14 3-
146
liahi!is, 87-88, 94, 98, 107, 109,
116, 120, 127, 145
l1eide!hergensis, 120- 12 1, 123- 124,
127
neandenlzalensis, 87, 120- 12 1,
127 , 156
rudo/fensis , 87-88, 127
sapiens , 65,87-88, 114, 125, 127,
146 , 151- 152, 154- 156, 162,
170-- 172, 184, 389
ho rm o n as, 27, 138, 195, 263- 264, 288-
289 , 295-296, 298, 30 1-302, 305,
308, 3 1 1, 320-324, 331,337,340
hu e so s, 40, 44-45, 47, 49, 75, 79 , 86,
90, 93 -9 4, 96-97, 10 2- 10 3, 106,
108 , 120, 122- 123, 125, 153, 154-
1 55, l 57, 16 1, 166, 187,27 4, 329-
330, 332-344 , 347, 3 53- 3 54, 365,
379, 383 - 384
herramiemas d e. 125, 158- 159,
173, 177
lndu 1ria~ n evoluc ió n , 33, 182, 189,
205,226, 219 - 25 0, 255-263, 266,
269-272
industrialización , 12, 182, 198, 239,
242-24, , 2..¡6-2 4 7, 252, 254-257,
261-262, 26 5, 2 70, 2 78, 296, 309,
326, 387
infancia, 9, 1 17, 13 2- 134, 136, 138,
182, 235, 268 -2 69 , 276,29 1,295,
370, 403
infantil
monalidad , 1 1 5, 142 , 183, 192,
214, 226 , 240 , 26 5, 269, 275
obesidad, 17, 240
trabajo,225 , 24 4 , 245
inmunitario, sis te m a, 14 1, 185- 186,
230, 234, 26..¡, 278,286 , 304,33 0,
334, 347-3 S2, 3 54 , 392
inmunoglobuli na s E , 349
insectos,37,7 1, 14 9 , 195 , 229
insomnio, t0, 17, 262 - 263
instinto, 15, 108, 19 1, 346, 360, 383,
399-400
insulina, 27-28 , 222, 23 5, 253, 288-
289, 293-29 4, 296 - 309
inteligencia, 1o 1, 129 - 130, 161, 375-
376
intestino, 22, 10 8 - 1 1o, 140, 220,
2n -2s4, 278, 287-288, 29 s, 297,
300,303, 309, 3 1 1 , 3 18, 340, 347,
352, 354, 4o 6
enfermed ad in fl amat0r ia de l, 3 5 1
irritable, sín d ro m e del , 10, 198
jabón, 256-257, 26o-261, 265, 346,
350, 385
Jenner, Edw a rd, 25 8
ÍND ICE ALF\IH . rl CO
juane rcs, 198, 368
kilocaloría s. 78, 80-8 1, 90-91, 129,
132, 136 - 1-41, l.t 6, 176, 2 17-2 18.
246-2.¡9, 2 5 1- 252 , 286, 302, 108-
309, 326-327, 378
Kramer, Karcn, :!25
La Rocquc, M a rgue ritede, 111
labios, 166
lacta ncia , 90, 13 2- 133, 136, 138,
146,32 2
Lamarckia na , evo lución, 171
lar inge, 166- 16 8
lavar, 18 1, 18 3, 2 5 5, 260, 278
Lcakey, M a r y y l .o uis, 67, 87
leche, 23, 1 32 , 138, 172, 2 10. 2 14,
235,252, 258,26 1, 287, 29 1-292,
348- 349, 3 7 4 , 40 4
lee r, 19,281, 159 - 36o, 368,372,378,
384-386
Lceuwe nhoc k , An to nic van , 217
lengua, 166 - 168
lepra , 228,230,234,258
lesiones, 29, 10 3, 189, 19 1, 196 , 20 1,
23, , 3 18, 325,33 4,336 , 36 1-362,
365, 368 , 38 0- 383, 385
leucoc itos, 34 8 - 34 9
ligament os, 4 9, 10 3-10 5, 122,32 9
lipopr o teína, 3 1 1-3 12, 314
Lister, Joh n , 26 1
Lucy, 1 1, 4 3, 64 - 66 , 69-70, 79, 82,
84, 106, 135 , 189
lumba r, reg ió n , 47-49 , 59-60, 79,
365,377, 379-383
Lustig , Robe n , 309
machos, 5, , 56, 65-66, 68, 76, 78,
86,9 1-92, 127, 130, 134-1 35
malari a, , 90, 19 5, 228-229, 234-2 3 S,
258, 276, 388
-199
malnut rición, 10, 33, 183 , 203. 219,
231-233, 236,272, 27-4-27), 388,
-¡90,.¡o6
mandíbu la, .¡4-.¡5, 66-67, 72 . 74-75.
124, 157, 166, 22 1-222, 335, 3..¡2-
3.¡6
manos, 39, .¡2- 59-60, 8 1, 87-88.
1o6- 108, '-IS
manua l, trabajo, 21 8, 2 2 5
máq uinas, uso de, 33, 1-40, 183 , 203,
22.¡, 241-2.¡3, 2..¡5-2. ¡6, 2 5 1, 309,
381, 383-384, 39 1
masa corpora l, 97, 109, 12 7, 1.¡o
145, 219, 286
índice de (IMC), 266-268, 278,
290,29 5,306
masticación, 72-75, 3..¡-4-345
medi cación, 19 1, 309, 3.¡7, 367
medic ina, 29, 188- 19 2, 20 3, 2 30,
240,2 44,2 55-262 , 26') , 27 1,34 6,
360, 393, 395, 397
médicos, 11, 85, 188- 189 , 19 1, 239-
240, 256, 26o, 27 5, 278, 30 5' 309-
3 10, 3 19, 321, 3.¡ 2,35 1,3 67, 374,
380, 383, 398
medu la, 90, 93, J 34
Meegan, Geo rge, 95
memoria, 110, 128, 162
me narquia, 134
me nopausia, 185, 323 , 338-339, 3.¡1
menstruación, 19 5, 3 2 1-3 2 2
men tón, 113, 124, 144 , 156- 157, 284
metabolismo, 176, 18 5- r 86, 221,
224, 264, 286, 29 1' 30 3' 3 3 3
basal, 176
microbiología, 244, 390
microbioma, 303, 347 , 3 5 1-3 S2
m icrobios, 228, 244 , 257 -2 59, 260-
261, 303, 346-34 7, 35 1
migrar, 116, 122, 172- 173, 194, 20 1,
215
m inerales, 218, 220 , 22 3, 2 s s
 LA HI STORIA DEL CUERPO II U MA NO
mio pía, 10, r7, 29, r87- 189, 197-
198, 202,204 , 274,276, 360,369-
377, 386
m o mias, 313,3 19
m on jas, enfermedad de las, 319-32 5
m o nos, 15- 16, 18, 2 1 , 26, 28-29, 37-
38, 42, 54, 70,10 1, 126, 133- 134,
138, 164, 228, 344 ,37 3
misterioso, 1 5-1 6, 18, 21, 26, 28
m o rbilidad, 17 1 272-275 1 278-279,
390,405
mo rtalidad, tasas de, 169,214,226,
266-27 1, 278,39 4
Morto n, William , 259
m osquito s, 19¡, 229 1 234-235 1 258
muert e, 1o, z.8, 7 1,92 1 10 3, 169, 199,
z.08, 219-220, 230-23 1, 2.33, 235-
236, 25~ 265,269,272-273,27 5-
z.76,29 1, 30 5, 3 10,3 19 , 343,347,
358, 387,39 4, 396
muj er, 171 60, 95, 129, 136, 138, 157,
159, 185, 19 5- 196 , 2 l 7, 2 24, 232-
233, 243, 254,269,2 72, 276,27~
z.84, 29 1-292, 320-324, 326,330,
337-34 2, 380, 392
muñeca , 107 1 330,337
mu scular, degener ación, 379
m usculoesqueléticos, tra stornos, 273
mú scu los, 49, 5 5, 60, 75, 77, 80, 102-
10 3, !06, 187, 24 3, 24 5) 287-289,
302-303, 3 1 l l 3' 5) 3 32-3 3 5, 348,
3 52-3 54, 365-367, 378-379, 382-
383
ciliares, 37 1-373
ele las pantorrilla s, 77, 36 5,368,379
de los glúteos, 48, 77, 103-104
de rotació n de los ojos, 373,376
flexores de la cade ra, 80, 379
isquiotibial es, 379
masticadores, 5 1, 66-67, 73-74,
10 8,343
masetero , 7 4
oculares, 1 0 4
temp o ral, 74
muslos, 5 5, 77, 379
muta ciones, 171 , 1861 189-19 1, 195,
2 34- 2 3 5' 2 74, 320-322, 384, 394
nacimi en to, 128-129 , 1631 225
nadar, 56, 3 5 2
nariz, 20 , 2 3, 96 1 98, 1 19 1 1 24, 1 561
167-1 68, 203,23 0
nasales, cavidades, 981 1 55
natalidad, 1 o
contr o l d e la , 324
tasa d e, 169,27 1
Natufiense, periodo , 211-212, 227
náuseas, 191 , 20 2, 2731 310
neande rta les, 1 1, 26, 122- 125, 127-
128, 135 - q6 , 139, 146, 153- 158,
16o-16 1, 165 , 169- 17 1, 173, 17 5,
189
Neel, J am es, 292-293
Neolíti co, periodo , 2q -2 18, 22 1,
223, 226, 228-229, 232-233, 235,
267
nervi os, 10 9, 343 1 362,383
nervio so perif é rico, sistema, 109
neum onía, 186, 230, 270,273 , 388
neuro na s, e28 , 1641 288, 3 1 1
obesidad , r o, 17, 33,202, 240 1 254,
264, 266, 2 77, 278-279, 283-284,
287 , 290, 292-293 , 295- 303, 306,
3o9, 3 I 3, J2 I , 32 3, 327-328, 391-
393, 400, 403-4 04
oculare s, g lobos, 372-376
ocular es, órb itas, 155-156
ojos, 23, 45 , 86, 1041 155, 157, 162,
174 , 348, 369-377 , 385
olfato , 13 1, c62 , 260
omega 3, ácidos grasos, 316
Í NDICE A LFABÉTICO
oral, cavidad, q5 , 166
origen de Las especies, EL, 20, 12 3
orto d onci a, aparatos de, 343, 345-346
os teo poro sis, 10, 17, 29 1 183, 204,
24 1, 174,276, 330,334, 336-343,
3 S3, 3 5 5, 389, 394, 408
ovarios , 132,32 1, 324
Paabo, Svante , 153
pa leo dieta, 18
Paleo líti co, periodo, 32, 9 1, 129-
1 30, 1 58-159, 182, 184 1 186- 188,
191-1 92, 194,196,19 9, 204-205,
2 17 , 226 , 250, 256, 266-268, 380,
3 84, 40 2, 406
Inferior , 172
Medio , 158- 160 1 170, 173
Superior , 158-160 1 16 5, 169-1 731
175 - 176, 186,2 11
pal eo ntol ogía, 65, 124
pá ncr ea~ 27-28, 196,203, 25 3,288 -
290 , 298-299, 302, 304-306, 308
paperas, 3 50
pará sito s, 228-229, 2 34-2 3 5, 262,
351
parieta l, lóbulo, 162- 164
parto , cana l del, 1 29, 1 57
Pa steur, Louis, 204, 244, 257-258,
260-261 , 346,394,404
pata ta, 70 , 141, 213, 218-2 19 1 251,
401) 404
p atóge no s, 172, 194, 197, 20 31 229,
2 34, 257, 347-349, 3 51) 394
Pekín, hombre de (Sinanthropus
pekinensis), 86
pelo, 19, 22, 37, IOI-J02, 132, 170,
174, 185
pelvi s, 47-49, 79, 129, 379
pe rdido, eslabón, 40-4 3, 8 5, 124
per ros, 46 , 97-98 1 JO 1, 1041 168,
213, 3 r9 , 361,384
peso
al nacer, 268
corporal , 126-12 8, 157,176, 2911
293,3° 1, 363
peste, ro, 2 1, 182, 195, 216, 225,
228, 230, 2 3 4 , 2 58, 388
Piedra, Edad de , r 8-19, 122, 149-
151, 182-184, 284, 292-293, 343-
344, 354
piel, 24, 97, 10 1- 102 , 138, 173- 174,
187, 189,194,229,236,287 , 332-
333, 347-34 8 , 362 , 392
piernas , rn, 20, 24, 27, 381 45-48, 50,
55-57, 65 -66, 77-80, 82, 86-88,
95-96, 10 2- 103, 10 5, 107, 125,
144, 157,22 9 , 284, 331-333, 335,
344, 363-365, 3 78-379
pies, 10, 111 17, r9, 39, 45, 49-50, 54,
58-6o, 66, 76 , 78-80, 86, 88, 95-96,
103, 105, 110 , 144- 145, 187- 188,
198-199, 202, 204-205, 276, 330,
36o-362, 36)-368 , 385-386, 407
Pithecanihropus erectus, 85
plagas, 219, 225-230, 258
Plioceno, 54, 68
pobreza, 175, 182, 20 3, 215, 240,
265, 272, 30 2, 327,406
polio, rn, 182
pómulos, 5 1, 66-67 1 74,15 6
postura, p, 55-56, 60, 81,84 1 337,
365, 367-368 , 379, 381
prefrontal, corteza, 162-164
Price, Weston, r 96
primates, 29, 105, J07-J08, 113,
126--r27, 130,135,137 , 139,146 ,
161,173,200, 218, 291-292, 408
progesterona , 3 2 1
progreso, 12, 16- 17, 150,165, 181-
205, 208, 23 c-232 , 239-241, 255-
259, 264- 266, 269, 27 1-272, 274-
218, 326, 342,346,354, 388-389,
393, 400, 40 7
í02 LA I II STOR I A D EL CUE llPO
pronación, 50, 367
proteínas, 70, 90, 137, 221, 223,
235-236, 2)3-215, 286,290,298,
300, 30 3, 306, 341, 362,3&9
pube rtad, 132 , 134, 195, 340-342
pulmon es, 98 , 190, 195,2 30,31 0,
348-349, 395,398,4 02
quera ti na, 362
quimiot erap ia, 189-190, 273
radiotera pia, 2 73
ratas, 14 3- 144 , 182, 228,230,259
retina, 37 1-372 , 3 76
Rigo ni-S cern , Dome nico, 319- 321
riñone s, 129 , 187, 288-290
rodi llas,29 4-29í, 30 1, 32í
ropa, l í9, 17 1- 17 3, 181,223,229 ,
250, 2íÚ-2í7 , 26~ 26~2 83, 332 ,
346, 360, 362
rubco la, 3 50
Sal1elaru hropu s rcliadensis, 43-,n, 49-
í O, 67, 82
Sah lins, Mar sha ll, 150
sal, 19 3, 20 2, 250, 252, 255, 261 ,
3 18, 389 , 408
saliva, 200, 287
salud, 2o r-20 3, 230, 240-24 1, 244 1
26í-269, 274-275, 283, 290-29 1)
293-295 , 299-3 00, 302-303, 3 15-
3 19, 325- 328, 335-336, 346-34 8,
366-369, 378-38 6, 393-394
saneamien to , 182 , 228-230, 237,
241 , 244, 25 5- 261, 265,274, 246,
251,25 4,257,262,2 75, 287-39 0,
394,4 06-407
sangre, 97, 10 1, 106,109, 129,229 ,
235,256,286-289 , 296-297,31 0,
II UMANO
3 12, 3 1í , 317-3 r8, 340, 348-
349
az úcar en, 27-28 , 136, 185, 203,
221, 235, 253, 278, 288-290,
295-299,30 1, 304- 306
cé lulas de la, 189, 2 3 5
coágu los, 3 11-3 13
sang uín eos, vasos, 19 í , 3 1 1
s a rampión , 10, 199, 2 161 230, 234,
35°
se d e n tarismo, 104, 2.12, 224 , 249,
3 19,323 , 337,34 0, 353 ,379, 381,
386
e mm elweis, Ig naz, 261
s ífili s, 228,233
S ima de los Huesos, 120
s imi o, 26, 37-6 1, 69 , 74-77, 80-81,
84-85, 89, 93, 91 , 98, 10 1, 104,
4 06, 110, 114- 11í' 126- 128, 130,
134- 135, 142, 153, 163- 165, 168,
1 70, 200, 3 1 9
Spe nce r, Herbert, 406
S tr ac han, David , 348
s udar, 81, 10 1, 183,332
s u pe rciliares, arco s, 4 5, 66, 86, 113,
r 19,1 21, 124, 144, 155- 156
s up e rvivencia, 22, 58, 7 1-72, 83,
106, 111, 146, 155, 173,227,2 34,
322,324 , 330,387-409
s upina ción, 367
tacone s, 365, 367-368, 379
ta mañ o, talla, 39, 42, 4 5, 56, 58, 65-
66 , 72, 74, 84, 86, 95 , 103 - 105,
108-110, 119- 12 1, 125-13 0, 132,
134- 135, 138, 140, 142, 144-146,
155, 161, 163, 177, 185, 197,218,
249,265,267,283, 333-334, 336,
344,3 46,3 75
tasa meta bólica basal (TMB) , 140,
224
ÍND ICE ALFAB ÉT I C O
tecnología , 93-9 4, 122, 141, 18 1-
182, 242, 260- 261, 27 1, 367, 374
temporal, lóbulo, 162-164
tendone s. 102-10 3, 189, J29, 334,
366
de Aquiles, 96, 103, 365
testosterona , J23 , 339
T homp son, Warrcn , 27 1
Thoreau, Henry David , 18 1- 182
tifus, 2 161 230 - 3 52
wb illos, 50, 6 1, 77 -78, 97, 102- 103,
366
esguince de, 79
wxina , 89, 187, 19 11 220,27 4, 318,
320-321, 40 1
tráquea , 166-168
trepar, 19, 25, 39, 44 , 46, 50-5 11 6 1,
66, 68-69, 76, 79-8 0, 95, 105, 176,
250,408
tr iglicérido s, 286 , 289-29 0, 296,299,
306-307, 311- 3 12, 3 14-317
tuberculosis, 186, 190, 199, 228,
230,234,276
tumor , 190, 275 1 320
último ante pasado común (UAC),
40-43, 53, 59, 122, 152, 157, 186
ultr avio leta, radiación , 24, 174
vac u nac ión , 357,394
vacu n as ,2 40,244,258, 265
var icela , 3 50-3 5 1
vérte b ra , 48-49, ¡9-60, 338-339,
38 0
ve rt e bral , columna, 48-49 1 60 , 79,
1 0 9, 157, 337, 343, 360, 363, 380,
382
viejos amigo s, hipótesis de los, 3 5 1-
v ir uel a, 10, 182, 199,2 16,2 28, 230,
25 7,388
virus , 203, 228-230, 258, 320- 32 1,
348 - 350
vista, 23, 4í , 86, 104, 155, 157 1 162,
17 4 , 348, 369-377, 38 5
vita min as, 2 18, 220, 223, 25 51 258,
3°3 , 3 52,389
13,, 2 18,220
8 , 2 18, 236
3
e, 199 - 200, 218,2 53
D , 24, 174, 333, 337, 340-34 1
E, 22 0
voca l, tracw , 166- 168
Ware, J a mes, 369
W hee ler , Peter, 109
W hi te , Tim , 45
 ÍNDICE

Prefacio.. ......... ..... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

1. Introducción: ¿A qué estamos adaptados los humanos? 15

PAHTEI

SIMIOS Y HUMAN OS

2. Simios hechos y derechos: Cómo nos hicimos bípedos. . . . . 37

3. Es mucho lo que depende de la comida: Cómo los
aus tralopitecos nos desenga nc h aron u n poco de la frut a . . . 63
4. Los pr imeros cazadores-recolectores: Cómo evolucionó
en el género humano un cuerpo cas i moderno . . . . . . . . . . . 83
5. La energía en la Edad de Hielo: Cómo la evolución
nos dio un cerebro grandey un cuerpo grande,
gordo y cada vez mayor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 3
6. Una especie muy cultivada: Cómo los humanos modernos
colo nizaron elmundo con una combinación
de maña y fuerza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

PARTE 11
LA AGRICULTURA Y LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

7. Pr?greso, desajuste y disevo lución : Las consecuencias,

buenas y malas, de tener un cuerpo paleolítico en un mundo
po spale<t1ftico.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
8. ¿Paraíso perdido?: Los frut os y dislates de hacernos
agricultores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
 1 -1 ll l ~Tlll\1 -\ DEL ( l 'Elt l' (l IIL~l ,\"0

9. T iempos moderno s, cuerpo s mo d e rn os: La paradoja

de la salud humana en la era indu s t rial ... ............. . 2 39
()
I'. \ t-:. \ D O éi PRESENTE

P ·\ llTE 111

EL PRESENTE Y EL FUTU RO

10 . El círculo vicioso del exceso: Po r qué un exceso

de energía nos puede enfe rm ar .... ............ . . . .. .
r 1. De suso : Lo que perdemos por falta de u so .... . ...... ..
r 2. Los pelig ros ocultos de la noveda d y e l co nfort: Por qué
las innovac ione s cotidianas pued e n hacerno s daño ..... . 357
13. Supe rvivencia d el mejor d otado: ¿P u ede la lógica El LÍI ulo origi nal de es1ao br <1de D anie l E. Lieberma n es: Tlie Su"} oft!,e J /11111
a11Bod,. Evol11-
1i"o11.l l eal tl,. a11dD1úase
e volu ti va ay uda rn os a cult ivar u n futuro m ejor para
el cue rpo huma no? .......... . ...... . .... .. ... .. . .
primera edición en lengu:i ing lesa fue p11blic;1da por P,111tl1eonBollks. Nuev,1 York. 20 1¡
!'>11

Agradecimiencos. .. . . .. . . . . ... . . . 4 1J l. os derec hos orig inales de e,ta obr ., pc rtenecen ,1:
Notas . ..... .... ... . ......... . 41 3
Índice alfabético ....... ...... .. . lL' 20 1 3, D dnrcl E. Liebe m1<1n
491
l .os d e rechos exclusivos ele p ub licaci c'men leng ua ca, tell.,n ,1pc rt (•nc ccn a:

~') Ed ic iones de Pasado y P rese nte . !'>.l... 201¡

Pa 11C laris, 147, .{ ', , ", o}:0 10 Harcdo n..,
cclic ion cs@ pas;idop resen1c.nun
w~w. p asado p resente.co m

Es ta pr im e ra ed ición de La !,iswáa del cuerrolwma110h,, s iclu co111p11e

st. 1en tipos Fourn ier por
Vícto r Ig ual. Go n,alo Pontón h a rea lizaclu 1:, correcci ó n de pn reba s y /\rona. S. L.U. lr.tcoo r-
di n ado la realización d e la ob ra. Se ha imp rrso sobre p,,pcl neutro de 80 g y encuadernado en
rú s ti ca p or No vopri nt. El 12 d e mayo de 20q fue pues1;r .1 J;, vcnr. , a tra vé~ ele la distribuido ra
U DL.

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