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t6ricos y de legislaci6n social de la Gortina del s. V a.C. Una obra, en su- ·


ma, que ofrece al lector español la posibilidad de tratar con una edici6n
bilingüe griego-castellano del texto de Gortina y un exahustivo comenta-
rio al respecto, que la convertirán en libro de consulta 'llsiduo para espe- ENTRE MUJERES ANDA EL JUEGO:
cialistas y profanos en el tema.
A VUELTAS CON LA HOMOSEXUALIDAD
Roxana-Beatrjz 'Martínez· Nieto FEMENINA EN LA ANTIGÜEDAD

·.
B .J . BROOTEN, Lovc bctwccn Women. Early Christian Res-
'· ponses to Female Homocroticism, Chicago-Londres, Univer-
sity of Chicago Press, 1996, XXII + 412 pp.

L. SANFBLIÚ, Juego de damas. Aproximación histórica al ho-


moerotismo femenino, Málaga, .Servicio de Publicaciones. de
la Universidad de M álaga, 1996, ·1sJ pp. ·

A mediados del pasado año 1996, cuando ya estaba en prensa un tra-


bajo mío sobre la homosexualidad femenina en la Antigüedad1, vieron la
luz otros dos libros sobre el mismo tema, el de Brooten y e~ de Sanfeliú
arriba citados, bien que con enfoques y fines algo diferentes, ámbito de es-
tudio, en el caso del segundo de ellos, más amplio pero a la vez más super-
ficial y, como intentaré poner de manifiesto, merecedores ambos de una
valoraci6n muy distinta, tanto en el fondo como en la forma. Aunque en
principio me disgust6 el hecho de no haber podido disponer de estos libros
un poco antes para tenerlos en cuenta en mi mencionado trabajo, la ver-
dad es que la práctica coincidencia en sus respectivas fechas de publica-
ción me habría dejado a lo sumo unas pocas semanas, tiempo que, para
alguien que, como yo, se encontraba entonces bregando con los mil . y un
detalles que afloran a la hora de ultimar la edición de un libro, se revela a
todas luces insuficiente si lo que se quiere es emitir un juicio razonada y
razonablemente crítico. El tiempo transcurrido desde entonces me ha per-
mitido hacerlo de · forma reposada, y es también Tempus quien amable-
mente me permite exponerlo a la consideraci6n de los lectores.

1
Desde Leshoa con amor. Homosexualidad fcmem'na en la Antigüedad, Madrid, Ediciones Clá·
sicas, 1996. Puede verse la reseña de L. PARRA GARCfA en el n• 16 (1997), pp.91-99, de esta mis·
ma revista.

·.
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Tras un primer capítulo de introducci6n (pp.1-26), dedicado básicamen- liar la posible crítica de que la segunda parte se dedique casi exclusiva- ·
te a aclarar cuestiones terminol6gicas y a insertar el libro en el contexto mente al análisis exhaustivo de l!1l solo pasaje, bien que de indudable im-
de la investigaci6n actual sobre mujeres y homosexualidad en la Antigüe- portancia, de entre las fuentes cristianas primitivas. En todo caso, la pro-
dad ofreciendo a la vez un breve pero bastante completo status quaestio- pia autora nos advierte de esta elecci6n en su ámbito de estudio y declara
nis, los once capítulos restantes del libro de Brooten se dividen en dos expresamente que el principal objetivo de su libro es "to provide readers
partes. A pesar de su título, "Female Homoeroticism in the Roman with a solid basis for interpreting Paul's teaching on homoeroticism and
World", la primera parte (caps. 2-6, pp.27-186) analiza los testimonios an- for bringing that interpretation into church and public policy debates
tiguos sobre el particular tanto latinos como griegos e incluso hebreos; en about lesbians, gay roen, and bisexuals" (p.192 s.); tanto para el primero
ella tienen cabida, con pormenorizados análisis fruto de una, en general, de estos cometidos como para el segundo (de candente actualidad, espe-·
atenta lectura de las fuentes y un buen manejo crítico de la bibliografía cialmente en la sociedad norteamericana), la autora, como investigadora
moderna pertinente, desde la poesía de Safo, de Aristófanes, de Marcial o de la Iglesia antigua y profesora de Estudios Cristianos en la Brandeis
Juvenal, d~sde la prosa de Platón, de Séneca, de Plutarco o de Luciano, University, está perfectamente capacitada. Pero hay algunas cuestiones de
pasando por un buen número de textos mágicos, astrológicos ·o médicos, contenido que sí me gustaría puntualizar.
hasta las pormenorizadas clasificaciones onirocrít~cas de Artemidoro, sin Veamos, en primer lugar, el mencionado pasaje de la Epístola. a. los ro-
olvidar .algunas. represen_tacioties, artística~, SO~re todo pinturas: vasculares miwos de Pablo, en concreto los versículos 26 y ss.:
griegas·, que verosJniilrriente se suél~n interp~etar :también-co~o tes~imo­
nios de la existencia de relaciones homoeróticas entre mujéres en este pe- "Las mujeres trocaron el uso natural por el uso contra natura, y
ríodo. del mismo modo (oµolws) también los varones, dejando el uso na-
La impresión general que proporciona este repaso a las fuentes anti- tural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por
guas no cristianas es la de una fuerte hostilidad hacia el homoerotismo fe- otros, realizando actos vergonzosos unos varones con otros y reci-
menino y en sentido amplio hacia toda práctica que implique autonomía biendo en sí mismos el pago debido a su extravío ... [sigue una
sexual en la mujer. Según subraya Brooten en varios lugares, esta tradi- larga lista de transgresiones] Quienes hacen tales cosas merecen la
ción hostil constituye el trasfondo esencial de las primitivas enseñanzas muerte" 2•
cristianas sobre sexualidad, y· concretamente de su concepción de la homo-
sexualidad femenina. A estudiar esta cuestión se dedica la segunda parte, La tesis principal de Brooten se basa, por un lado, en la interpretaci6n
cuyo epígrafe es precisamente el mismo subtítulo del libro: "Early Chris- de este pasaje como una condena explícita del homoerotismo femenino, y
tian Responses to Female Homoeroticism" (caps. 7-12, pp.187-362). En re- por otro lado, en tratar de explicar las palabras de Pablo en el contexto
alidad, ésta es la parte central del libro de Brooten, y su meollo lo consti- de lo que Brooten sostiene eran actitudes romanas contemporáneas respec-
tuye· un detallado comentario del capítulo I, versículos 18-32, de la Epís- to a esta práctica sexual. Respecto a lo primero, creo que se debe insistir
tola a Jos romanos de Pablo de Tarso (de hecho, el análisis y discusión d~ en la profunda ambigüedad del texto, especialmente del adverbio oµolws.
este pasaje y ·de sus " ecos intertextuales" ocupa más de la cuarta parte del Es cierto que éste puede implicar una similitud específica, en el sentido de
libro, sin contar la bibliografía anotada que sobre la cuestión nos ofrece en que los hombres, al adoptar las prácticas homos~xuales, actuaron precisa-
sus pp.363-372), al que sigue un repaso de otros testimonios del cristianis- mente como las mujeres, con lo que el texto aludiría directamente al ho-
mo primitivo sobre el amor entre mujeres, desde la literatura apocalíptica, moerotismo femenino. Pero también puede implicar simplemente una simi-
pasando por Tertuliano, Clemente de Alejandría o Juan Crisóstomo, hasta litud general en la conducta de los sexos, por lo que, con ese "cambio del
Agustín de Hipona. uso natural por el uso contra natura", Pablo se estaría refiriendo a que las
De entrada y en general, nada hay que objetar a la esbozada distribu-
ción del contenido del libro de Brooten. Su primera parte ofrece una pin- 2
tura bastante completa y matizada de la situación y conceptualización del Rom., 1, 26-32: at H ydp Oi\>.nat auTwv µ<n\>.>.aeav ri]v tj>ootKi¡v xpf\atv els Ti¡v rrapd tj>úatv,
Óµo(WS' Tf Kal ol OpafVfS' dtj>ÉVT<S' T-l¡V tj>UOLK'l)V XPi\OLV Tf\S' 6r¡).flaS' fe<rnlÍ&r¡aaV l V TÜ Óp(en aim;jv
h·omoerotismo femenino en la antigüedad grecolatina, especialmente en ds d>.>.l\>.ous. lipa<V<S' (v liparntv ri]v da)(TlµoaÚVllV KaT<pya(óµevot Kal ri]v dvnµta0lav ijv i8n Tf\S'
época romana, y la extensi6n y profundidad de sus discusiones pueden pa- tr>.áVT)S' alÍTWV Ev É"aUTOLS' dtro>.aµ¡ldvoVT<S'. [ ... ) OÍ. Tcl TOLQÜTQ trpáaaOVT<S' aelOL 6awiTou fla(v.
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mujeres fomentaban las perversiones sexuales, quizás introduCiendo va- congénito (la mezcla inadecuada del esperma masculino y el 6vulo femeni- ·
riantes en las posturas o el método del coito, mientras que los hombres no) . Como reconoce la propia autora, este pasaje plantea notables dificul-
fueron aún más lejos en sus prácticas y cayeron en· la homosexualidád. Ya tades a la hora de distinguir entre "Sorano", "Pseudo-Sorano" o simple-
entre los propios autores cristianos de la antigüedad encont~amos ejemplos mente "soránico", y algunas frases son claramente añadidos del compila-
tanto de ésta (Agustín de Hipona, De nuptiis et concupiscentia, II 20; es- dor, por ejemplo la discusi6n de la "divina providencia" como ordenadora
colio a Clemente de Alejandría, Pedagogo, lI 10) como -de aquella inter- de los roles sexuales .masculino y femenino (pp.148-150). A pesar de ello,
pretaci6n (Ambrosio, Comm. Íl1 epist. heati Pauli: in epist.. ad Rom., 34; Brooten no duda finalmente en adscribir todo el pensamiento principal del
Juan Cris6stomo, In epist. ad Rom. homil., IV), y frases como .la de Am- pasaje al propio Sorano. Sin embargo, no es seguro que el excurso sobre
brosio (quod quidam aliter interpretantur, non perspicientes vim dict1) no las tríhadas no sea una "aportaci6n personal" de Celio Aureliano, quien en
hacen más que confirmarnos que el correcto sentido del pasaje paulino es- otros lugares de su .compilaci6n no duda en atribuir a Sorano nociones
tuvo sometido desde muy pronto a una intensa discusi6n. Cabe pensar, cristianas que difícilmente habría éste sostenido; dada, además, la natura-
por supuesto, que de la primera interpretaci6n no debería excluirse necesa- leza del c~pítulo en cuesti6n, que reflejaría de manera conspicua el talante
·riamente una referencia a prácticas homosexuales tanto como heterosexua- de la época de Celio Aureliano, pienso que lo más probable es que se trate
les. Pero, aun así, creo que se debe ser extremadamente cauto a la hora de de una interpolaci6n de su propia mano. Respecto a los textos astrol6gi-
sustentar determinadas hip6tesis sobre el homoerotismo femenino en la cos, éstos demuestran, según Brooten, que ya en época romana existía el
Antigüeilad en un texto tan ambiguo como éste; un texto, además, ~xtre­ concepto de orientaci6n sexual: una tendencia o inclinaci6n sexual ínsita
madamente parco al hablar de las mujeres, frente a su profusa descrij>ci6n· en cada individuo y que lo acompaña · durante toda su vida (pp.140-1 y
de las passiones ignon1iniae de los varones. Respecto al segundo punto, 242-3). Pero creo que Brooten cae aquí en el error de traducir las catego-
Brooten argumenta, como dijimos, que las ideas de Pablo y de los poste- rías de la antigua astrología a las de la moderna sexología, al pensar que
riores Padres de la Iglesia sobre el sexo entre mujeres eran muy similares los antiguo's tuvieron un concepto de la orientaci6n sexual en general, y
a las de los paganos, pero aquí cabría objetar simplemente que hay una en particular de la homosexualidad, identificable con el nuestro. Es cierto
diferencia de peso: ningún autor pagano juzga nunca a las homosexuales que la antigua astrología identificaba determinadas configuraciones de as-
merecedoras de la muerte ni las condena al fuego eterno, como hacen en tros· que inducían a convertirse en tríhadas o vkagos, según Ptolomeo,
cambio los cristianos con frecuencia. · Fírmico Materno, Vecio Valente y otros autores, a las mujeres que nacían·
Como dijimos anteriormente, Brooten recopila y analiza un buen nú- o eran concebidas bajo su influencia. Pero esos. términos, tn"has y vÍJ'ago,
mero de textos astrol6gicos y médicos, en general poco conocidos pero de se refieren normalmente a mujeres masculinas, fálicas, que desean y hasta
un ·alto valor a la hora de estudiar comportamientos sociales y particular- penetran sexualmente a otras mujeres e incluso a muchachos, y no me pa-
mente sexuales en el mundo antiguo. Entre los textos médicos, Brooten rece que esa imagen de inversi6n genérica, que no es más que un.a fanta-
dedica una atenci6n especial (pp.147-162) al testimonio de Celio Aureliano, siosa construcci6n masculina (o más bien machista) de una mujer hiper-
médico y escritor romano del siglo V, traductor y divulgador del tratado masculina, se corresponda exactamente con ninguna "orientaci6n sexual".
Sobre las enfermedades agudas y crónicas, la obra principal del famoso Además, las mismas configuraciones astrales que según estos autores dan
médico griego del siglo II Sorano de Éfeso. La compilaci6n de Celio .Aure- lugar a las tríhadas son de aplicaci6n también, con s6lo pequeñas variacio-
liano dedica un capítulo. (IV .9, 131-137: De !1J00ihus sive suhact1's, :quos nes, en el caso de las prostitutas, y no creo que pueda decirse que la pros-
Gnwci malthacos vocant) a tratar las caractedstica:s y etiología de ia· ho- tituci6n sea tampoco una orientaci6n sexual innata.
mosexualidad masculina, ofreciendo · de paso una breve fenomenolog~a de No podía faltar en un libro como éste un análisis más o menos amplio
la actividad lésbica (femiI1ae trihade.s appellatae). ~sta alusi6n a la homo- de la figura y la obra de Safo. A ello dedica Brooten las pp.29-41 de su li-
·sexualidad femenina constituye en realidad una comparaci6n con la: mas- bro, incidiendo especialmente en la cuesti6n de la larga tradición adversa
culina (los molles mm·es) al objeto de mostrar que "tal afecd6n, como afir- sobre el tribadismo, o en general la promiscuidad sexual ("erotomanía,,, al
ma Sorano, es propia de una . mente perversa y depravada" ( est enim, ut decir de Taciano, Oratio ad Craecos, 33), de la poetisa de Lesbos, cuyo
So1·anus ait, malignae ac foedissimae mentis passio), causada por una per-. origen puede remontarse probablemente a la Atenas del siglo V a . C., don-
turbaci6n de las facultades mentales que tiene su origen en un defecto de sabemos que se representaron algunas comedias tituladas con su nom-
40 TEMPVS Reseñas Bibliográficas 41

bre. En la p.38, así como en la 360, ya en las conclusiones finales, Brooten neón (67, 12), tumbadas una junto a la otra en un diván, i1!ter ~e nserunt
sostiene que el descrédito provocado por esos continuos átaques a la vida ehriaque iunxerunt oscula; en la p.48 encontramos una discusión de los
sexual de la poetisa no s6lo contrihuy6 a la pérdida casi total de sus escri- versos 306-311 de la sátira VI de Juvenal (el nocturno encuentro sexual
tos (y de rebote de los de otras mujeres relacionadas de un modo u otro de Tulia y Maura junto al altar de Pudicitia), pero nada se dice de la no-
con ella), sino que sirvió también " to discredit her among women and the- table e igualmente relevante descripción de los misterios de la Bona De11
reby to limit women's intellectual and creative role models". Pero esta ar- en los versos 315 ss., una descripción que, a mi parecer, puede conectarse
gumentaci6n se tambalea, a mi entender, si acudimos al testimonio, escaso. bien con el testimonio del epistológrafo Alcifr6n, Cartas de cortesanas, 14,
pero aleccionador, de otras poetisas de la Antigüed!id. En efecto, aunque · 3~7 (mencionado brevemente por Brooten en pp.53-54, pero au~e~te del ín-
.los pocos versos conservados de autoras como Corina, Erina o ·N6side no dice· de fuentes), quien describe una fiesta en la que s6lo participan hete-
permiten desvelar gran cosa respecto a sus tendencias sexuales, sus ·refe- ras y en cuyo desarrollo el vino y el sexo tienen un papel central, testimo-
rencias al ámbito privado femenino, y en él al tema del afecto o la admi- nios ambos importantes para la hipótesis, defendida por autores como
raci6n hacia otra mujer, podrían llevarnos a considerar a alguna de ellas, Cantarella', del banquete y la fiesta como contexto propicio para las re~a­
como hizo Barnard con Erina, "lesbiana en el sentido moderno, si no físi- ciones homoeróticas femeninas; también en Alcifr6n, es posible que la am-
ca, al menos psicol6gicamente'". Es más, esas referencias, unidas a ·la imi- bigua amenaza de la hetera Tais a sus "colegas" Mégara y Euxipe ("Y o.
tación del estilo, la métrica o incluso el dialecto sáficos, podrían ser .t am- las atacaré no con chanzas ni con insultos, sino donde más les duela": IV
bién, más que simples t6picos literarios, verdaderas señas de identidad de 6, 5) sea una velada alusi6n al amor lésbico, que sabemos gozaba de. un
la poesía femenina de la Antigüedad. D'e hecho, hay un testimonio de, épo- cierto predicamento en la isla de Samds, de donde procede la tal Euxipe;
ca romana (no citado por Brooten) que cuadra' bast¡mte maf con· la hip6te- nada se dice tampoco de la "escuela del vicio" (uxoA.T); Ka.KoEpyla.s) en
sis de que Safo estaba desacredi!ada: como mo.delo ·de rol en . esie pe,ríodo: 1 que, según .Eusebio de Cesarea, Vita Constantin!, 111 55, 3, se habí~ con-
se trata de los poe~as que Julia fü,tlbila, dama de :h onor de la ~mpe~atriz !. vertido el templo de Afrodita en Afaca, donde ciertos hombres afemmados
Sabina, esposa de Adriano, dej6 grabados :sobre el ·Coloso ~e. Men:món~ en . 1 .
(yúvvL8Es) renegaban de su naturaleza en honor de la diosa y las muj?res
la Tebas egipcia del siglo--II d::c:,. y en· los que la pO:etisa ''utiliz:aba e'· les- se entregaban a acoplamientos ilícitos y a actos innombrables y abomma-
bio (en una variante un tant~ artifidal) para relacionar su actividad ·poé- bles (rra.pá.voµOL oµLA.ta.L KAEljJ( ya.µot TE <f>6opa.(, dppT)TO( TE ~a.l Érr(ppT) TO~
tica con la que es siempre el modelo· a seguir por fas poetisas, Safo, como rrpá.~ns); ni de la intrigante afirmación del gramá~ico Moens, s. v..heta1-
. si se tratara de las «señas de identidad» de la poesíá femenina"•. · Iist11a, según la cual el término TPL~á.s era evitado en el dialecto átic~; y,
Fuera ya de sus posibles implicaciones, no es éste de Julia Balbila el aunque se trata de un .testimonio mucho más tardío, ~ampoco ~e m~nc10na
único pasaje antiguo relevante que escapa a la atenci6n de Brooten. Es el escolio de Tzetzes a Hesíodo, Op., 693, donde el fil6logo b1zantrno nos
cierto que su amplia recolección de testimonios (citados tanto en original advierte de que las esposas jóvenes de hombres viejos son particularmente
como. en traducci6n inglesa, en algunos casos por primera vez) es ya .de proclives a las relaciones tribádicas. . .
por sí una gran labor, y supera con creces los materiales aportados por Brooten pasa también por alto algunas representaciones artísticas que
otros estudiosos que se habían ocupado anteriormente del tema (K.roll, pueden ser relevantes a este respecto. En primer lugar, e~iste un nutrido
Pastre, Hallet) 5 • Sin embargo, pudo (pudimos) haber ofrecido algunos más. conjunto de pinturas vasculares, la mayoría de época arcaica, en que apa-
Por. ejemplo, nada se dice de la pareja formada por Fortunata y Escintila, recen dos mujeres (a veces más; normalmente de pie, a veces también sen-
dos mujeres que, durante la famosa cena de Trimalción descrita en el Sati- tadas) envueltas en el mismo manto. Ya Guarducci1 señaló que en estas
pinturas se entrecruzan el significado religioso de la escena, en la que po-
dría verse una especie de danza o procesión ritual, con la plasmaci6n, in-
5
S. BARNARD, " Hellenistic women poets'', CJ, 73 (1977-78), p.20!1. genua pero significativa, de los lazos de amor o amistad de las mujeres
4
A. BERNABÉ - H. RODRIGUEZ SOMOLINOS, Poetisas griegs6, Madrid, 1994, p.227.
5
W. KRoLL, "Leshische Liebe", RE, XXID (1924), cols. 2100-2102¡ G. PASTRE, Athl:nes et
6
"le peri/ snphiquo". Homo6ex11nlité lcminine en Crece sncienne, París, 1987; JUDITB P. HALLET, E. CANI'AREu.A, Sc.,uifn natum. La hiscxunlidnd en el mundo Rntiguo, Madrid, 1991, p.120.
"Fem_a le Homoeroticism and the Denial oí Roman Reality in Latin Literaturc", YJC, 3 (1989) 1M. GUARDUCCI, "Due o piu donnc sotto un solo manto in una serie di va si greci arcaici",
209-227. MDAI (A), 53 (1928) 52-65.
42 Reseñas Bibliográficas 43
TEMPVS \l
representadas, y un reciente trabajo de Koch-Harnack' (no citado por que la representación de un hermafrodita, como pretende Brooten (p.58), ·
Brooten) ha llegado a la conclusión, aunque con argumentos de diverso creo que aquí es evidente la representación de un inminente coito lésbico
peso, de que en esas figuras se representa una clara relación homoerótica con penetración artificial. Es cierto, sin embargo, que de esta copa, como ¡
femenina, con evidentes conexiones con las que siri duda existieron entre ha advertido el citado Kilmer, sólo se nos han conservado ilustraciones
(actualmen~e ha desaparecido de la Colección Castellani . que la albergaba·
11
las much.achas del grupo sáfico o las de los coros de Alemán. Más claro se
nos antoja e~ senti~o homoerótico de ·ciertas representaciones de ·parej~s (o en Roma), lo que podría suscitar dudas sobre la validez de su testimonio,
tríos) femenmas en las que, anarte de det~rminados . gestos :(fa caricia . del y que el propio Beazley no la incluyó en su conocida recopilación de vasos
pecho o de la barb:illa) .Y de la· indumentaria exhihida (buenos yesti<J:os y de figuras rojas, quizá por sospechar que se tratase de una falsificación. I'
adornos), aparece también la fJor de loto, que ~n la iconográ'fía clásica · to- Pero de lo que no cabe dudar es de que existieron realmente prácticas de
coito artificial entre mujeres, como corroboran bastantes textos antiguos. 1
ma con frecuencia un sentido ·erótico, como ha puésto de relieve también
el citado tra~ajo de Koch-Harnack. :~n mi opinión,. estas representaci~nes En efecto, esa "cosa" que tiene la lesbia Megila en lugar de miembro viril
pued~n relacionarse directamente con ·1~s imágenes que Brooten recoge co- (Luc., Dmer., 5, .5: lxw yá.p TL avTt TOU d.v8pdou), o esos " lascivos instru-
mo figs. 1 y .6' en l~s. que sendas par~jas de mujeres se intercambian guir- mentos arfíd~les", ."misteriosa monstruosidad carente de esperma", de que
naldas y sutiles cancias; además, es importante destacar el hecho de. que habla el ~orintio Caricles (Ps. Luc., Am., 28: ciaEA.ywv ópyá.vwv TÉxva.crµa.
basta~te~ de sus elementos comunes (los objetos eróticos - la flor de loto, ... ci.crnópwv TEpá.crTLOV a.tvL yµa.) no pueden ser más que algún tipo de arti-
la g~urnalda-, los .gestos) se .encuentran con facilidad. en escenas de pede- lugios fálicos, probablemente de cuero, como los conocidos ólisho1; que
rastia, lo que confirmaría la mterpretacíón homoerótiCa:. de estas imágenes. usarían algunas mujeres en sus relaciones homosexuales, de forma similar
S~,guiendo con la~ r~present~cio~es. v~sculares, Brooten afirma en p.153 a· esos penes postizos, ajustables a la .pelvis mediante correas, que pode-
que Greek vase pamt~g~ dep1ct md1v1dual women with dildoes, althoug mos ver hoy día en cualquier sex-shop.Quizá podrían reinterpretarse tam-
I .know ?f ~? vase pamtmg that shows o~e woman penetrating another bién -en este sentido pasajes como el de Ffrmico Materno, .!ffatheseos lihri,
w1th a dildo . Esto es verdad sólo hasta cierto punto, pues, aparte de di-" VII 25~ 1 (mulieres quae virili animo succi.ntae in modum virorum cum
versas ~eprese~taci~nes de o~jetos fálicos que podían servir no sólo para la mulieri.hus coire desidere.nt), o incluso el de Celio Aureliano, TP, IV'9, 132
autoestm~ulac1ón, smo también para la práctica del coito artificial (Broo- (femi.nac tri.hades appellatae (...) mulierihus magis quam viris misceri fes-
t~n menc10na ~ntre ellas las representaciones de ól~shoi dobles, pero se ol- tina.nt et easdem invide.ntia pe.ne virili secta.ntur) 11 • Aunque Brooten estu-
·v1da .de otras imágenes ~n las que aparecen mujeres vistiendo el perizom,1 dia, obviamente, tales testimonios, creo que no profundiza lo suficiente en
P.rop1~ de los coros satíncos, con falo y cola equina)9, contamos con el tes- este aspecto, ampliamente atestiguado como vemos, y además pasa por al-
t1momo de una copa ática de finales· del siglo VI a. C., estudiada reciente- to un testimonio que me parece particularmente revelador, al confirmar 'de
mente por Kilm~~ 1 º, en la. qu~ pode1?os ver a una mujer desnuda que, apo- modo indirecto el uso ocasional entre algunas mujeres del ólishos como pe-.
yada en unos cojmes, se melina hacia delante con las piernas semiflexiona- ne postizo: en efecto, la alus.ión de Corito, una de las protagonistas del
d~s (posición típica en. las representaciones de coito heterosexual a tergo), sexto de los Mimiamhos de Herodas, a la "suavidad de ensueño" de un
mientras que otra mujer, de pechos prominentes y pezones erectos, se le par de hermosos ólishoi "cuyas correítas son de lana y no de cuero" (vv.
acerca por detrás con lo que parece ser un ólishos ceñido a su pelvis. Más 71-72: ol 8€- lµa.vTlcrKoL / lpL' oux lµá.vTES) no puede significar, en mi opi-
nión, más que los consoladores, al menos los más sofisticados y de mayor
8
calj.dad, como parecen ser éstos, incorporaban un _¡tccesorio indispensable
G. KocH-HARNACK, Erotiach e Symhole. Lotoshlüte und gemeinaamer il'lantel aufantiken Va- para tales prácticas homosexuales 12•
scn, Berlín, 1989. Echo tambié?" en falt11, en la nutrida bibliografía empleado por Brooten, los li-
bros de J. ROSENB~UM, Geschi~Ji_t~ ~ez: Luataeuch~ im Altertume, Berlín, 1921 8 (l• .ed. 1882), y
de. B. SERGENT, L homosexuah,te mitJaque dans /Europe ancienne, París, 1986, ilj1portarites a
m1 entender por razones que mas adelante expondré. - 11
9 '
Pene vir11i es, en efecto, la lectura de la edición de AMMAN (Amsterdam, 1755), frente a pae·
Cf. al respecto loe arúculos de B.H. l'IILL, "Note on AJA .XXXIV (1930), pp.334-343'\ 'AJA, ne virih; de ediciones más recientes, y así lo entiende también D. DALLA, Uhi Venus mutatur.
35 (1931) 51-52, y de A. KoSSATZ-DEISSMAN~,- "Zur Herkunft des Perizoma im Satynmiel" OmoseasualitA e diritto ne/ mondo romano, Milán, 1987, p.216, n. 7. ·
JDAI, 91 (1982) 65-90. . F ' 12
10
De la misma opinión son KocH-HARNACK, op.cit., p.133, y A. RIST, "That Herodean diptich
MAR'I'IN F. KIU.I ER, Greek Érotica, Londres, 1993, p.30 y fig. Rl41.3, B. again", CQ, 43 (1993) 440-444.
44 TEMPVS Reseñas Bibliográficas 45

A pesar de todo, las anteriores observaciones y críticas no desmerecen muy personal de los signos de puntuaci6n. En general, la autora hace gala
un trabajo que, en r~sumidas cuentas, s6lo puede calificarse de impresio- de un lenguaje ampulosamente elevado y pretendidamente ~ie~~ífico, q~e
nante por la rec?lecci6n de fuentes, tanto primarias como . secundarias, y la mayoría de las veces, por desgracia, se queda en puro sigmf1cant~ . sm
por la lectura mmuciosa y el penetrante análisis a que se las somete. Co- contenido. Añade a esta terminología arcaísmos sospechosos, como utilizar
mo ya apuntamos, Brooten profundiza en muchas cuestiones importantes el verbo e11saya1· con el sentido de intentar (aunque me malicio que ª<I1;1Í
planteadas por investigadores anteriores de la talla de F~ucault Boswell 0 se incurre más bien en galicismo), junto con eximios ejemplos del lengua1e
Halperin, y . su amplia recolecci6n de pasajes antiguos relev:ant~s, a'u nque " políticamente correcto" que nos invade últimamente (como la lindeza de
ya he.mos V1sto que no es todo lo exhaustiva que pudiera esperarse en un llamar "sexo comercial" a la prostituci6n).
estudio de tal envergadura, supera con creces la del libritó de· Pastre (lo Encontramos tamb_ién errores que podrían calificarse de veniales en
que no es difícil) o la del limitado artículo de Hallet y ofrece bastante ma- comparaci6n con los que veremos más adelante, pero ~ue a fin de c.u entas
terial desconocido incluso para Kroll . .En suma, el libro de Brooten supone delatan de igual modo el poco cui~ado en la redacci6n del trabaJo. Así
un gran avance en este campó de estudios - no s6lo en el particular del ho- ocurre, por ejemplo, en la página 53, en la que se nos habla de "la citada
moerot~s~ó femeni~o sino .en el más amplio sobre mujer, sexo y género en Catalina", cuando hasta entonces no se ha mencionado a nadie con ese
la Antiguedad, pomendo fm a la parad6jica situaci6n de que, frente a la nombre. Al final, pero no sin el esfuerzo suplementario para el lector de
~b~dante proliferaci6n de publicacfones en este último campo durante las volver atrás y repasar en balde varias veces lo anterior, nos enteramos de
ultIIDas 'décadas, en aquél no contáramos hasta ahora con ningún trabajo que esta Catalina es la protagonista de la Histona de la monja alférez, Ca-
de conjunto serio y riguroso- y a la vez es una clara muestra de lo~ im- talina de Erauso, qmen, . an onar el convento, se " enrro la"( sic,
tras abd "
portantes beneficios que puede aportar a la investigaci6n el contacto de ihid.) de grumete en un barco y, después de múltiples y equívocas aventu-.
primera mano con un amplio µúmero de fuentes antiguas. - ras, acaba "enrrolada" (p.54) en el ejército y ascendida a alférez.
Po~ desgracia, no ~odemos_ decir lo mismo del otro libro_que suscita la Por lo que respecta al contenido, en la página 12 la autora declara el
redacci6n de estas págmas, Juego de d,1mas. Ápl'Oximación históiica al ho- objetivo de su trabajo: "Rastrear en lo posible la evoluci6~ a l? lar~o del
moel'Otismo femenino, cuya autora es Luz SanfeÜú. Sus 153 páginas se tiempo de los papeles e identidades genéricas que se han ido vivenciando
agr.upan, como es usual en los trabajos de investigaci6n hist6ri~a, eli una las mujeres orientadas sexualmente o emocionalmen~e haci~ ot;~s m'!-jeres
sene de capítulos que tratan el tema' apuntado-en el título en orden c~ono- y establecer su relaci6n con los contextos y cambios sociales . De1ando
. 16gico, desde la Antigüedad hasta lo~ comienzos del siglo XX (pp.l 7-J29), aparte la expresi6n tautológica "evolución a lo largo del tiempo", el pala-
enmarcados por u-? capítulo jntroductorii> (9)5) y otro de conclusiones bro vivenciaJ~"e y la cacofónica secuencia de adverbios en -mente (que se
(131·1~7), al que sigue la relaci6n de la bibliografía ·utiliza~a (149-152), y repite de manera sospechosa en otros lugares), poco habría que ~bj~tar a
precedido todo ello por un breve pr6logo (5-8)" de la profesora Ana María esta declaraeión de intenciones. Pero bajemos hasta el párrafo sigmente,
Aguado, de la Universidad de Valencia, que encierra unas atinadas obser- en el que se intenta fijar premisas y conceptos de partida: "Partimos del
vaciones sobre la i~portancia del estudio de las relaciones de género para hecho de que la orientación sexual, tenida junto con el género por un as-
la cabal comprensi6n de todo proceso hist6rico de construcci6n social y pecto que tiene su origen en la biología de.los sexos y, que (sic) de for~a
cultural. innata dicta la naturaleza, forma parte sm embargo de la construcción
Pe~o tanto el lucido proleg6meno de la profesora Aguado como el cultural, que socialmente hacemos sobre los _sexos. Es decir, la orientaci?n
anuncio o re~lamo_ q~e o~tenta el libro en su portada, por el que sabemos sexual se aprende, se modela y se transforma, como otras muchas va~1~­
que é~te h~ sido distmgmdo con el VI Premio Victoria Kent, otorgado por_ bles de la personalidad en contacto con el entorno en que nacemos Y v1v1-
la Umversidad de Málaga, contrastan, según veremos a continuaci6n con mos". Aquí sí que surge alguna objeción, porque, a mi entender, si la
el nivel y valor de la obra, así en el plano del contenido como en el de la orientación sexual se aprende, entonces la heterosexualidad sería tan s6lo
forma. un puro azar convertido en norma por la tradición y la cultura de una so-
En efecto, desde la primera pági~a de este libro llama poderosamente ciedad. Pienso, empero, que la orientaci6n sexual tiene un componente
la atenci6n lo descuidado de la redacci6n, acentuado por una alarmante biológico innegable, como es el instinto de reproducción, que no se pueqe
proliferaci6n de errores, tanto tipográficos como ortográficos, y un uso infravalorar o soslayar, como hace aquí la autora .
46 Reseñas Bibliográficas 47
TEMPVS

. En todo caso, se trata de planteamientos discutibles que, en buena l6- En la p.48, al hablar de la aparición, en la Italia renacentista, de ,ªl.gu-
g1ca, no deben incidir negativamente en el rigor que toda investigaci6n- nas mujeres de la nobleza cuya educación les permitía obtener por mentos
científi~a e~tá obligada a tener. Pero uno se ve abocado a dudar de que propios cierto poder y prestigio social, se nos dice que "en Italia (.) se
esa obhgaci6n se haya mantenido ni siquiera de lejos en este libro, pues acuñ6 el término de «virago» para denominar a algunas de estas mujeres
p~r él pululan numerosas afirmaciones err6neas fruto del desconoci- ( .. .)", siendo Catalina Sforza la mujer a quien se otor~6 "por prh~1.era vez
miento de las fuentes y de la bibliografía más importan-t e. Por ejemplo, y de forma elogiosa" este calificativo. Pero ya hemo~ visto más .arr~a cómo
en la p.38, al hablar de las prohibiciones y recomendaciones estableci- los astrólogos de época romana utilizaban este térmmo como sm6mmos ~e
d.as por ?iversos ~~ncilios y .adoptadas po.r las reglas monásticas "a par- trihas y, a poco que acudamos a un diccionario latino medianamente seno,.
~u del siglo XIII ·, para evitar en lo posible el contacto etitre las mon- 1 veremos quev.úago aparece ya en Plauto para designar a una mujer hombru-
jas dentro de los conventos, · lá autora afirma que "no se detallan las 1 na un marimacho, digamos, y con este sentido se utilizará, con mayor o me-
razones para imponer dichas ..n?rma_s". Para sacada de su· errór (la$·ra- no~ frecuencia a lo largo de toda la Antigüedad y de la Edad Media. Difícil-
zones se detallan con frecue1:1.ci¡i, y_la a~opci6n comenz6. bastante· an- 1: '
mente, pues, podemos hablar de que " se acunN6'' y se utiliz'ó ."por pr~era

tes), remititpos a la .aut.ora al -dens.o- artículo ,-de S~ .Troianos en el J.ahr- vez" en la Italia renacentista un término que ya tenía largos siglos de histo-
huch dei'. Osterreichischen Byzantinistik :deLaño '1989, pp.29·48, sohre ria. A menos que lo que queramos decir sea que en esa época y contexto
el tr~tamiento de la homosexualidad en el derecho can6nico y civil bi~ 1. su sentido comenzó a perder parte de su carga negativa; pero no creo que
zantmo. · · 1. las afirmaciones vertidas en este. pasaje pequen tanto de incoherencia sin-
E~ ~a misma pá.gina 38 se da un Salto de más de tres si~los sin la· me- táctica y farragosidad (cosa, por otra parte, nada rara de encontrar en es-
n~r dificultad y con agravante. En efecto, inmedia'tamente después de ex- ¡ te trabajo) cuanto de inexactitud y error manifiesto,. provocado ~or la es-
plicarnos lo de las normas monásticas antedichas, la autora alude a cierto 1· casa atención prestada a las fuentes del tema que se mtenta estudiar.
pasaj e de la novela La Arcadia, ~el escritor británico Philip Sidney, co- Respecto al uso de la bibliografía, cabe dec~ qu~ son profusos lo~ casos
menzando el párrafo con la expres16n "También en esta época" ... sin caer ¡· de citas inútiles, que ni aportan nada nuevo ru confuman con autoridad lo
en la cuenta de que Sidney es de finales del XVI. dicho (véase, por citar algún caso, la nota 131 en la p.82). A veces, tam-
Más adelante, en las pp.45-11,6 la autora afirma que las relaci~nes lésbi- bién, las referencias a las fuentes secundarias son poco claras; citemos, entre
cas fueron prácticamente desconocidas durante toda la Edad Media,. y otros muchos ejemplos, el que detectamos al fmal de la p.133: P?ra apoy~r su
.cuan~~ se .aludía a ellas se hacía por medió de eufemismos y sin ninguna afirmación de que "el posible origen biológico de-la homosexualidad contmu~
especific~ci6n. Est.o es s6l? pa~cialmente cierto: la autora pasa por alto la· (siC: la tilde que falta debe de ser la que encontramos en continuo, en la pági-
larga sene de escritos perutenciales que proliferaron durante toda la Edad na siguiente) vigente en las investigaciones científicas", .la autora recurr~ ? la
Media. en el mun?o c~istiano, tanto cat6lico como ortodoxo. Es cierto ·que autoridad de un articulo del doctor Simon Le Vay publicado en la prestigiosa
los primeros perutenciales que conocemos, escritos en el siglo VIII dedi- revista ~cience., pero cuando bajamos la vista al correspondiente lugar de~ pie
can s6lo unas breves líneas a esta práctica, así como que no todo.s U:encio- de página al que nos remite la nota 211, nos encontramos de buenas a pnme-
nan. el l~sbianismo ni le adjudican las mismas penas; pero en ellos se irán ras con que se está citando sin más otro artículo, esta vez de. un tal Herrero
enriqueciendo paulatinamente las distinciones y clasificaciones, hasta lle- Brasa, publicado en la revista española Claves de 1;1zón pJ'áct1ca. Otras veces,.
gar ~ textos mucho más explícitos, como el que encontramos en el peni- la cita funciona a modo de apoyo de una idea que encuentra difícil acomodo
tenci~l de. Burchard de Wori:ris~ de comienzos del siglo XI, en el que, con en el contexto. Un ejemplo: la referencia a Brown (Afectos vergonzosos. Sor
amplio lujo de detalles, se distmgue entre la autoestimulaci6n con instru- B enedetta, entre santa y leshia1ia, trad. esp ., Barcelona, 1989) en el tercer
mentos fálicos, el coito lésbico artificial y la estimulación por fricci6n en- párrafo de la p .9 no tiene relaci6n alguna ~on el hilo ar~umental:. se está
tre ambos sexos 15• • hablando de la dificultad que para el estudio de las relaciones eróticas en-
tre mujeres plantea la escasez de fuentes y de estudios teóricos, idea. que
se retoma en el párrafo cuarto, mientras que en este tercero la menciona-
da referencia subraya la variedad de las experiencias sexuales en general Y
13
El jugoso texto puede consultarse en la Patrología Latina de MICNE, vol. 140, co!s. 971-972 . su normal inclusión dentro de categorías sociales bien definidas. No tie-

. •.
48 Reseñas Bibliográficas 49
TEMPVS

nen, pues, raz6n de ser ni la referencia concreta al libro de Br~wn ni el · marca un hito en la interpretaci6n de las fuentes antiguas sobre la horno- ·
por tanto con que se enlaza a continuaci6n el párrafo siguiente. · sexualidad, o de los ya citados de Dalla, para toda la discusi6n sobre la
' En cuanto a las fuentes primarias que se utilizan en la obra, veremos a p lasmaci6n o no en el derecho romano de la homosexualidad femenina y
c~ntin~aci6n un claro ejemplo de c6mo se despilfarra oscuridad e inexac- de los matrimonios entre mujeres, de Koch-Harnack, respecto a la simbo-
titud a la hora de citarlas, y revelaremos los crasos errores que se cometen logía er6tica de la pintura vascular griega y su relaci6n con el homoerotis-
en su nombre y a su costa. mo femenino, de Kilmer, que estudia, entre muchas otras, algunas pintu-
Y_ai:n~s a centrar?º~, para ello en el primer capítulo, "La . Antigüedad. ras vasculares con alusiones más o menos claras al homoerotismo femeni-
Los mic10s de un mito ' que he leído con particular atenci6n por ser este no, de Pastre, que, con todas las críticas que se le puedan hacer - y son
el ámbito de mi especialidad. Pues bien, la primera en la frente: si vamos a muchas- , era hasta hace bien poco el único libro dedicado íntegramente al
hablar de. la homosexualidad femenina en la Antigüedad clásica y no conoce- tema de la homosexualidad femenina en la antigüedad, de Rosenbaum,
mos todos los términos con que se refieren a ella nuestras fuentes, y :si encima quien escribi6 algunas interesantes páginas que constituyen prob-
los pocos que citamos los e.5cribimos mal, apañados estamos. En efecto, para ablemente el primer int ento moderno de discusi6n seria y rigurosa de bue-
la autora existen s6lo ".los términos · «frictice» en latín o «trih.adas» en na parte de las fuentes relativas al tema, o de Sergent, que relaciona los·
griego" (p.17). Digamos, para su conocimiento, que ambos términos: (es antiguos grupos femeninos didáctico-cultuales como el de Safo con la ho-
decir, lat. fn'ctrix y gr. TPL~ás) son de aparici6n tardía en sus respectivos mosexualidad iniciática? ¿D6nde están los artículos de Cassio 11, sobre el
idio~as taunque ya Marcial utiliza el verbo fricare, "frotar, restregar"; en. uso tardío del gentilicio A.Éa~Lm para designar a las homosexuales, o de
sentido obscen~, la primera aparici6n de· frictrix -un posible calco semántico Gentili1', sobre el homoerotismo femenino en los tíasos espartanos tal co-
del gr. TPL~ás, derivado del verbo Tp(~w, "frotar, restregar"- no· se docu- mo los reflejan los partenios de Alemán, o los de Lardinois 19, imprescindi-
menta hasta Tertuliano, ya en ·el siglo III d. C.; TpL~ás, por su parte, está bles para el estudio de la personalidad de Safo en su contexto social, o de
ause?te de las fu.e?tes griegas hasta el siglo II d. C., si bien se· encuentra ya Hallet2º o de Greene2t, sobre el erotismo femenino en la poesía de Safo, o
un siglo antes utilizado como préstamo directo, tri.has, en algunos autores la- los ya citados de Kroll o de la propia Hallet, con abundante acopio de
tinos); además, existen en ambas lenguas otros términos, algunos mucho más fuentes específicas sobre el tema?
antiguo~ (com~ ÉTmp(oT~La, ya en Plat6n, o también yuvmKe-páoTpLa; en La autora nos hurta la respuesta a estas preguntas, que sin duda asal-
un papuo escrito en el ·siglo II· d. C. pero en el que probablemente se,co- tan a todo aquel que conozca un poco el panorama bibliográfico sobre es-
pia una obra de comienzos de época helenística) y más usuales (los citados tos temas, nada menos que hasta el capítulo final de conclusiones, donde,
hmpLaTpLa y el préstamo lat. tri.has), por no citar otros qu~ no: se docu- casi de pasada, nos informa de que ha trabajado sólo con "lo publicado en
mentan .hasta época medieval (gr. Ma~La, el precursor del vocablo usual nuestro país alrededor del tema" (p .136). En principio, encuentro injustifi-
en las lenguas modernas, fünqp(oTpLa y d.ppe-vo8r¡A.uµav~s, aunque ~ste cado limitar de tal forma un trabajo que se pretende de análisis histórico
último_designa propiamente a una mujer de tendencia bisexual). : . en un ámbito universal o al menos occidental, y me pregunto si tales limi-
En general, la bibliografía a la que se acude" en este capítulo,. a menu- taciones de las fuentes de información no encubrirán otras. Aun así, acep-
do para apoyar. simples obviedades, es, por decir-lo en términos suaves, ;pe- tando que se nos cercene la posibilidad de oír otras voces tanto o más in-
regrina. Salvo el conocido libro ·de Pomeroy 14 y el ya citado de Cantarella,
la a·utora no menciona ningún estudio mínimamente serio sobre el tema.
n A.C. CASSIO, "Post classical Afo~LaL", CQ, 33 (1983) 296-297.
¿Qué hay del libro de Calame15 , por lo que respecta a las funciones sociales 18
de los grupos de muchachas semejantes al de Safo, o del de Dover 16, que B. GENTIU, "11 Partenio di Alcmane e l'amore omoerotico femmini le nei tiasi spartani",
QUCC, 22 (1976) 59-67.
19
A. LARDINOIS, "Leabian Sappho and Sappho of Lesbos", en J. BREMMER (ed.), From Sappho
14 to de Sade. llfoments in the history oí sexuality, Londres - Nueva York, 1989, pp.15-35; Id.,
SARAH B. POMEnOY, Dioaaa, rameras, capo6aa y esclavas. Mujeres en IR Rntigüedad clásica "Subject and cireumatance in Sappho's poetry", TAPhA, 124 (1994) 57-84.
trad. esp., Madrid, 1987. ' 20
15 J.P . HALLET, "Sappho and her social context: Sense and sensuality", Signs, 4 (1979) 447-
C. CALAME, Lea choeun de jeunes fil/ca en Crece RrchRii¡ue. I. Morphologie, fonction re!i-' 464.
gieuse et socia/e, Roma, 1977. 2
16 t E. GREENE, "Apostrophe and Women' s Erotics in the Poetry of Sappho'', TAPhA, 124
K.J. DOVER, Creek Homosexuality, Londres, 1978. (1994) 41-56.
50 TEMPVS Reseñas Bibliográficas 51

formadas simplemente por el hecho de que sus obras no están traducidas a · Fernau (pp.18-19). De Safo, "emblemática para el colectivo lesbiano", ·
nuestra lengua, y juzgando entonces como honrosas excepciones (¿o tal como proclama la autora, no se cita ningún texto, ni siquiera una alu-
vez simples descuidos?) los tres títulos foráneos, uno francés y- dos ingle- sión a un mínimo fragmento . .Cuando leemos alborozados la nota 15
ses, que se le han colado en su lista bibliográfica, aun así, digo; la citada (p.19), que remite a una traducqión de Safo, en Hiperión, de 1993 (cuyo
lista tiene ausencias bastante sonadas, por no decir imperdonables. Conce- autor no "s e menciona), comprobamos desolados que la cita que la genera
damos, en principio, que el libro sobre amor y poesía en la antigua Grecia no ~s un texto de Safo, sino de fa introducción a la anónima traducción
de Adrados 22, que dedica varias páginas al tema de la homosexualidad fe-· antedicha.
menina, y la ya mencionada edición de las Poetisas griegas d{' Be~nabé y Incongruencias, inexactitudes y errores de bulto se suceden en las pági-
Rodríguez Somolinos, que le hubiera venido muy bien para •citar alg!Íll nas siguientes, siempre arropados por la pésima redacci6n generalizada
fragmento significativo de Safo (que inexplicablemente bri)lqri por su au- que ya indicamos. Así en la p.23 se nos dice (respeto el peculiar uso de las
sencia), pudo no conqcerlos la autora dada la proximidad a· Ja des-u traba- comas): "las concepciones de Safo, entenderán el amor entre mujeres des-
jo de la fecha de publicación de aquéllos. Pero, por poco qu~ fodagara en pojándolo de toda sexualidad explícita. Este amor perfecto incidía desde
la bibliografía", la autora .se habría encontrado sin duda con el librito de la visi6n sáfica en un erotismo tdtalizadQr. Las «hetairas», amantes, ami-
Fernández Galiano 21 sobre Safo, que a pesar de su brevedad es quizá el es- gas, o discípulas1 recrearán en sus poesías un universo de intimidad donde,·
tudio más riguroso sobre la poetisa de Lesbos, en todas sus dimensio_nes belleza, sensibilidad y, sobre todo, expresión artística darán origen a la
(literaria, social, afectiva, sexual~ etc.), que se haya p'Ublicado . hasta la fe- búsqueda dentro del espacio social de una visi6n de la realidad, particular-
o
cha en nuestro país, ·con el artículo de Schrader24 sobre la homo.se·xuali- mente femenina" . En general, la autdra nos da la impresi6n de querer
dad en Grecia, que c.ontiene un :apartado breve ·pero :denso dedic~do· a )a traspasar a Safo ·actitudes ideales que están s6lo en su mente, no en la
homosexualidad femenina. ¿Y qué decir de la conocida Histoii'a de Ja se- poetisa. Es cierto que ·en Safo llls referencias sexuales están casi siempre
xualidad de Foucault? De los tres tomos que la componen, sólo cita ·el se implícitas, hábilmente aludidas o bellamente veladas; lo que se encuentra I·
primero, cuando son precisamente los dos tomos siguientes los que se dedi- normalmente son expresiones de amor o deseo, de nostalgia o celos. Pero
can de forma íntegra a la antigüedad clásica. Es cierto que en ellos sólo se no se puede negar que determinados pasajes se refieren a un amor real
alude en un par de ocasiones a la homosexualidad femenina, pero el cono- tendente a su consumaci6n física. Recordemos s6lo, a título de ejemplo, el 1
-cimiento y manejo crítico ·de sus planteamientos teóricos y conclusiones fr. 94, en el que Safo se lamenta con amargura de una amiga que la aban-
generales, apoyados, como se sabe, en un vasto acopio de fuentes y un don6 y la engañ6, y recuerda c6mo, adornadas ambas con flores y guirnal- 1
amplio y agudo análisis de éstas, parece una conditio sine qua non de todo das y perfumadas con ungüentos, "sobre un blando lecho dabas salida al
estudio moderno sobre cuestiones históricas de sexo y género, especialmen- deseo". 1
te si se refieren a la Antigüedad . . . Por otra parte, hablar de Safo como líder de un thfasos es algo anacr6-
1
Sería de esperar que, en un capítulo sobre . homoerotismo femenino en nico, a pesar de que en ello incurran no pocos estudiosos modernos. Lo
la Antigüedad, el análisis de la obra de la poetisa de Lesbos ocupara un. cierto es que el término no es empleado nunca por Safo (al menos en lo
lugar destacado . .Pero, en verdad, lo que hace la autora con Safo es difíc.il- que se nos ha transmitido) ni por las fuentes antiguas que hablan de ella 2s.
mente explicable. De entrada, nos enteramos del ambiente social que ro- Otros anacronismos se detectan en las pp.21 y 22, en las que la autora pa-
deaba. a Safo y de sus circunstancias personales y familiares 'a través de rece poner a Plat6n e incluso a Ovidio como contemporáneos de Safo. Pre-
una dudosa biografía escrita por Weigall y de la breve novela epistolar de cisamente en la p.22, al referirse al conocido mito del andr6gino que relata
el Simposio plat6nico, encontramos la siguiente perla: "Según este mito el
término «sexo» derivaría de la palabra griega «secci6n» o «corte»". Es
22
F. RODRÍGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesía en la Grecia antigua, Madrid, 1995. obligado recordar aquí que ni sección es palabra griega, ni por supuesto.
23
M. FERNÁNDEZ GALIANO, Safo, Madrid, 1958. A este trabajo de GALIANO le ha salido ahora
un serio competidor: se trata del librito homónimo con que la profesora ANA IRIARTE h a inaugu-
rado la colección "Biblioteca de mujeres", recién irúciada por Ediciones .del Orto (Madrid, 1997). 2
s Cf. A. LARDINOIS, "Subject and Circumstance ... " , cit., pp.78-80. Según este autor, el modelo
24
C. ScnRADER, "Bases didácticas para .una interpretación de la homosexualidad. en Grecia", que mejor concuerda con los datos que poseemos serla el de Sa.fo como instructora de coros de
en E. MARTÍN et al., Aspectos didácticos del grie.go. 2, Zaragoza, 1987, pp.139-164. jóvenes muchachas.
52 TEMPVS Reseñas Bibliográficas 53

sexo, ni en ningún lugar no ya de este mito, sino de la obra toda de Pla- Y menos mal, porque si no acudiéramos a Cantarella, difícilmente los ha-
tón se intenta explicación etimológica alguna en un sentido similar; llaríamos alguna vez. Por ejemplo, al citar el testimonio de Alcifrón se nos
Tampoco parece tener muy clara la autora la relación de Safo con la dice (p.28) que "en sus libros de Cartas: las Ca1·tas de pescadores, de ühra-
posteridad, al menos en cuanto . a fechas. En p.i26 habla del "descubri- dores, de parásitos y de hetair,1s, describe el mundo de las cortesanas, sus.
miento de la poesía de Safo a finales del siglo XIX", pese a que en la 27 costumbres, problemas (... )" . Pero esta descripción no la hace Alcifrón "en
se habla de "mediados del s. XVI cuando tuvo lugar el redescubrimiento sus libros de Cartas", sino sólo, evidentemente, en el dedicado a las cartas
de su poesía". Es difícil entender cómo ~e puede redescubrir algo dos siglos de heteras. Del mismo modo, en la página siguiente se nos dice que Lucia-
antes de su descubrimiento. · no relata la aventura homosexual de una cortesana "en los Diálogo;': pe-
Pero lo peor se descubre antes, en las pp.23 a 25. Para una- vez que la ro Luciano escribió otr~s muchas obras que también son conocidas como
autora decide citar textos antiguos (de Safo, ya se sabe, ninguno), lo hace Diálogos (marinos, de dioses, de los muertos, etc.), no sólo los Diálogos de
acudiendo a una traducción catalana (M. A. Anglada, Les Gerwanes de cortesanas, a la que pertenece realmente esta referencia. Se refiere tam-
S,1fo. Antología de poetes Hel.Jenistiques, Barcelona, Edhasa, 1983), a la bién la autora a las explícitas alusiones a la homosexualidad femenina
que remite sin darnos las referencias concretas de los poemas aludidos. de Marcial ·y Juvenal, "que desprecian a las mujeres en sus escritos",
Bueno,. piensa el todavía confiado lector; podremos al menos oír la· voz de sin concretar nada más ... Y mejor que no concrete, porque cuando inten-
autoras como Corina, Telesila, Praxila, Mirtis o Cleobulina, un grupo de ta hacerlo un poco más nos habla de Séneca (pero en realidad no se trata
poetisas al· que nuestra autora llama "colectivo de escritoras femeninas" del más famoso Lucio Anneo Séneca, sino de su padre, conocido como Sé-
(pero, ¿ha habido alguna vez una escritora que no sea femenina?). Sin em- neca el Viejo) o de un tal Celio Aurelio (supongo que se refiere a Celio Au-
bargo, cuando uno acude a una edición fidedigna, comprueba con estupor reliano).
que ninguno de los textos citados se corresponde con nada de lo qu~ de es- · Ahorramos el repaso detenido de los restantes capítulos, y saltamos
tas poetisas se nos ha conservado. ¿De quién son entonces esos textos? El. con alivio directamente a la página 135, ya en el capítulo de conclusiones,
título de la traducción catalana utilizada y algunos nombres citados por la donde tropezamos con la afirmación de que "la «Lesbiana»" (sic) es un
autora me llevan a consultar pacientemente la A11tologla Palatina y: .. "destilado ideológico". ¡He aquí la clave del fallo del jurado que premió
¡Vaya! De los tres poemas a que· alude en la página 24, el primero podría este espécimen de libro! Se ve que su criterio (¿ideología?) estaba un poco
ser el poema dedicado a Safo por Dioscórides (AP VII 407 = 502 en la achispado tras gustar de tal licor (¿destilado?) ... En fin, ¿a qué seguir?
traducción de Galiano para la "Biblioteca Clásica· Gredos") ... ¡Caramba! Porque, verdadéramente, uno llega a pensar que ·1a autora, además de no
El segundo se parece sospechosamente al epitafio de Safo compuesto por haber repasado mucho su original, tiene en poca estima la capacidad men-
Antípatro (AP VII 14 = 608 BCG). Pero sigamos leyendo ... ¡Bingo! De los tal de sus lectores cuando lee, en la misma página 135 del capítulo. de con-
dos textos cuya traducción cita en la misma p.24 y siguiente, el primero clusiones, que "la homoerótica femenina es un fenómeno polimorfo, cultu-.
(en el que, con la consabida prosa de la autora, "el amor hacia. otras mu- ral y carente de explicaciones que lo expliquen". Pues eso ...
jeres se reconoce y expresa abiertamente los delicados sentimientos profe- Por supuesto, no quisiera que, por alguna extraña ósmosis, mis críticas
sados hacia la amada, son sobre todo una prueba del valor concedido ha- al libro de Sanfeliú influyeran negativamente en la opinión que algún lec-
cia el propio sexo") es en realidad el epitafio del poeta Meleagro a la joven tor poco avisado de este artículo pueda extraer acerca del libro de Broo-
Heliodora (APVII 476 = 831 BCG), su ."cariño", "qu~rida entre los muer- ten, el cual, repito, me parece un trabajo brillante y acertado en la mayo-
tos", "flor para mí deleitable", "mi amada": una relación, como se com- ría de sus planteamientos y análisis, ni tampoco que se entendieran como
prueba, claramente heterosexual. No alcanzamos ·a vislumbrar ' qué puede una mera colección, más o menos furibunda, de notas de lectura pergeña-
a
haber llevado a la autora recurrir a lá traducci6n catalana d"e un"os poe- das con mucha prisa y poco tacto. Y o las consideraría más bien como una
mas que ni son lo que ella afirma que son ni dicen lo que ella afirma que obligada voz de alarma ante situaciones, por desgracia cada vez más fre-
dicen. cuentes, en las que, amparados o escudados en posiciones supuestamente
A pesar de que con Safo y las poetisas citadas hace lo que acábamos vanguardistas y progresistas, se nos cuelan engendros pseudocientíficos de
de ver, con· otros textos la autora tiene la deferencia al menos de remitir a pésima calidad, escaso rigor científico y abultados errores de contenido,
la conocida obra de Cantarella, donde se citan con sus referencias precisas. que a lo único que parecen aspirar es a aprovechar la curiosidad que susci-
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ta, en un sentido amplio, el tema de la mujer y la sexualidad para defen-


der unos planteamientos que no guardan relación alguna con la pretendida
dimensi6n científica en la que dicen apoyarse.

Juan Francisco Martos Montiel PODER Y AUTORIDAD EN ROMA:


Universidad de Málaga
~ . ¿DUALISMO ESENCIAL O TEORÍA
DUALISTA DEL PODER?

J .Mª ROYO ARPÓN, Palabras con poder, Madrid, Marcial


Pons, 1997, 153 pp.

Es incuestionable que la literatura y con ella sus unidades básicas, las


palabras, son un valioso complemento para el estudio de las instituciones
de la Antigüedad, pues representan un verdadero espejo de la realidad so-
cial y cultural de un pueblo y también de su realidad jurídica. Para desta-
car la impórtancia de los textos literarios en el escrutinio de los pueblos
del pasado acomodan perfectamente las palabras del insigne latinista fran-
. •. cés Bayet 1: "un pueblo expresa en su literatura, de modo perdurable, la
·''.· inteligencia y . el alma propias. Una obra literaria no se concibe sin un es-
critor que intente darle una forma personal, lograda, la más bella posible.
Pero todo escritor, aparte de la atmósfera que lo envuelve, tiene tras sus
espaldas todo el largo pasado de un pueblo. De ahí la importancia de los
fenómenos de civilización y de la lengua incluso antes de que nazca una li-
teratura escrita, y especialmente en el caso de los latinos: porque entre la
fecha tradicional de la fundación de Roma (753) y las más antiguas obras
que podían leer los romanos de la época clásica - discurso senatorial de
Apio Claudio, el Ciego (280) y la primera obra de Livio Andrónico (240)-
una larga historia había elaborado el temperamento latino, y lo había do-
tado de un pensamiento, de una imaginación y de una lengua ... " . Pero las
palabras, esa especie de átomos de la literatura, si bien inmutables morfo-
lógicamente, pueden ser, sin embargo, variables en su significado a través
del tiempo. La versatilidad del lenguaje permite la acomodación de los
términos, constante su forma, a los cambios económicos, políticos, sociales,
culturales y de toda índole que marcan el devenir de los pueblos. Especial-
mente sensibles a las mutaciones semánticas son las palabras al servicio

1
BAYET, Lítératnre latine, Barcelona 1966, trad. de Espinosa Alarc6n, p. 21.
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TEMPVS 22 (1999)

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