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Escudo Ubicación
Historia:
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Cuando en 1834, el Gobierno de Rosas dispuso abrir un camino recto por el centro
de la que fuera la quinta de Don Carlos Dos Santos Valente, comenzaba a gestarse
lo que hoy se conoce como el barrio de Almagro.
El nombrado Valente, rico comerciante de origen portugués era propietario, entre
otros muchos bienes, de una quinta ubicada entre las actuales Virrey Liniers,
Billinghurst y Avs. Díaz Vélez, Medrano, Castro Barros e Hipólito Yrigoyen.
Sin embargo, esa quinta seria luego adquirida, en 1809, por Juan Bautista Ferreira;
siendo embargada tiempo después, en 1812, quedando como depositario Miguel
Marín, vecino de la zona.
Al abrirse finalmente dicho camino recto, que venía a reemplazar lo que en ese
tiempo era el Camino Real del Oeste, quedó definida la flamante Av. Rivadavia. Y
como consecuencia de la apertura de ese camino, la mencionada quinta quedó
dividida en dos partes; la parte sur fue adquirida el 29 de agosto de 1838 por
Miguel Ángel Rodríguez, en tanto que la norte la adquirió el 28 de septiembre de
1839, Julián de Almagro.
La presencia de Julián de Almagro, rico comerciante, hizo que la zona fuera
conociéndose con ese nombre, como ser la Quinta de Almagro, nombre que se
generaliza aún más cuando una de las estaciones del Ferrocarril del Oeste,
inaugurado el 29 de agosto de 1857, se nombra precisamente como Almagro, en
agradecimiento a la donación de Julián de Almagro de los terrenos para su
instalación.
Y finalmente el incesante incremento de la población de Buenos Aires y de sus
vecindades, motivado por la generosa inmigración que se instaló en el país a partir
de mediados del siglo XIX, creó la necesidad de subdividir en parcelas de menor
extensión las quintas que se encontraban instaladas en las afueras del centro de la
Ciudad, lo cual creó la necesidad de abrir nuevas calles y avenidas, además de
instalar establecimientos educativos y religiosos para la atención de la comunidad.
Hoy en día, en la antigua quinta de Rivadavia y Medrano, que le daría nombre al
barrio, se encuentra Las Violetas, una de las más distinguidas confiterías.
BALVANERA
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Los orígenes del barrio de Balvanera se remontan a la segunda mitad del siglo
XVIII, más precisamente el 7 de diciembre de 1797, cuando el matrimonio formado
por Antonio González Varela (apodado Miserere) y su esposa Josefa Ramírez,
donaron una parte de sus tierras para la construcción de un hospicio que sirviera de
albergue a los misioneros franciscanos.
Se sabe que ya en 1807, junto al hospicio, se estaba levantando la primitiva Iglesia
de Nuestra Señora de Balvanera y que ya se había terminado en 1810. Lo que se
ignora es la fecha exacta de su inauguración. De todas maneras, el término
Balvanera no era vox populi; ya que al lugar y sus alrededores se los conocía más
por el apodo de Miserere. Así, se hablaba del Hospicio de Miserere, de la Capilla de
Miserere y del barrio Miserere.
Y así fue como el 1º de abril de 1833, respondiendo a un pedido formulado
inicialmente en 1811, y reiterado en 1831, el Vicario Apostólico Monseñor Dr.
Mariano Medrano y Cabrera, erigió la Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera,
cuyo territorio estaba limitado aproximadamente y en términos actuales, por la Av.
Santa Fe, Ayacucho, Sarandí, el Riachuelo, Boedo y Medrano.
Ya pasados los años, a esa jurisdicción eclesiástica (bastante más reducida en su
extensión) se le fue superponiendo la parroquia civil y como consecuencia de ello,
se comenzó en el siglo XIX a designar jueces de paz, comisarios y otras autoridades
para esa “parroquia”. Entonces el nombre del barrio iría adquiriendo más tarde un
gran peso político, ya que allí vivieron Alem e Yrigoyen.
Y así fue como la erección de la parroquia, puede considerarse como un acto
fundacional, ya que a partir de entonces, lo que era sólo el nombre de una pequeña
capilla, se transformaría en la denominación de una zona de la Ciudad.
Ya entrado el siglo XX, la denominación de Balvanera seria dividida aun más; ya que
a la zona situada alrededor de la intersección de las Avs. Corrientes y Pueyrredón se
la llamaría Once, nombre proveniente de la Estación Once de Septiembre.
Además, se denomina Congreso a la zona sudeste de Balvanera, por estar situado
en ella el edificio del Congreso Nacional. Y finalmente, la parte noroeste es conocida
como Abasto, en recuerdo del antiguo Mercado de Abasto.
BARRACAS
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Como en tantos otros barrios porteños, los orígenes de Coghlan están vinculados
con el nacimiento de una estación de trenes. Ya que en octubre de 1887 el Pte.
Juárez Celman le otorgó a Emilio Nouguier la concesión de un ramal ferroviario (a
construir) entre la Estación Belgrano y el pueblo de Las Conchas (Tigre).
Para materializar la empresa, Emilio Nouguier conformó la Compañía Nacional de
Ferrocarriles Pobladores que, como primera medida, compró tierras en los lugares
donde se construirían las estaciones del nuevo ramal. Y así fue como en 1888, la
Compañía adquiere 30 hectáreas en lo que por entonces era el barrio de Belgrano;
pero que años después, darían lugar al barrio de Coghlan. En abril de 1889 se
inician las obras que, hacia fines de ese año, quedan paralizadas ya que la
Compañía aduce dificultades para obtener créditos. Pero en realidad esto fue
provocado adrede, ya que la intención de la Compañía no era construir el ramal,
sino concretar un excelente negocio inmobiliario. No obstante se debe rescatar que,
como derivación de su accionar, surgieron nuevos centros de población: Coghlan y
Saavedra Oeste en la Capital Federal, y Florida y Bartolomé Mitre en él, por
entonces, Partido de San Isidro. Entonces el Ferrocarril de Buenos Aires y Rosario,
fue el que debió concretar las obras y, el 1º de febrero de 1891, se inauguró la
Estación Coghlan.
La estación y el barrio deben su nombre a la memoria del Ing. irlandés John
Coghlan, quien durante treinta años (1857–1887) residió y trabajó en el país
proponiendo mejoras para el Puerto de Buenos Aires y presidiendo el Ferrocarril de
Buenos Aires y Rosario (que hasta su administración solo llegaba a Campana).
Una vez inaugurada la Estación Coghlan (cuando esto ocurrió residían en el lugar
sólo dos vecinos: Tomás Lambruschini y José Sanguinetti, dueños de extensas
quintas de verduras ubicadas sobre las actuales Congreso, las vías, Washington y
Tamborini), la renovada Compañía Nacional de los Ferrocarriles Pobladores se dedicó
a lo único que le importaba: el loteo de las tierras que habían permanecido en su
poder y el negocio que derivaba de ello. Y con el correr de los años, comenzó un
gran crecimiento del barrio debiéndose principalmente a la radicación de
importantes contingentes de inmigrantes, especialmente vascos franceses.
COLEGIALES
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En la época en que el barrio estaba a las afueras de la Ciudad de Buenos Aires, mas
específicamente en los suburbios de San José de Flores; el paraje era conocido con
el nombre de La Floresta, justamente por su abundancia de vegetación, ya que el
sitio poseía extrema variedad de plantas, árboles y flores, muchas de ellas
rodeando los Arroyos Maldonado y Cildáñez.
Durante muchos años, allí solo existieron quintas, mientras que en las lagunas,
formadas por el Arroyo Maldonado y por las lluvias, se practicaba la pesca.
No obstante, hacia mediados del siglo XIX, con el trasfondo del enfrentamiento
político entre unitarios y federales, y el conflictivo proceso de unificación de la
República, el entonces Gobernador de Buenos Aires, Dr. Pastor Obligado, promulga
la Ley que autoriza la construcción del Ferrocarril al Oeste, el primer ferrocarril
argentino.
El proyecto comenzaría en 1855, decidiéndose que su estación terminal estuviera
ubicada en el paraje de La Floresta (a dos kilómetros de San José de Flores). Pero al
no haber nada allí, los creadores del proyecto construyeron junto a la estación un
pequeño barcito conocido como Kiosco de La Floresta, ubicado en la mitad de la
cuadra del Pasaje Chilecito, entre las calles Bahía Blanca y Joaquín V. González;
siendo atendido por su dueño, Don Soldati. Generalmente durante las noches y
fines de semana, se sumaban la música tanguera y mujeres de la noche, que lo
hacían aún más animado. Sin embargo, también se afirma que de este pequeño
edificio ya desaparecido es que el barrio toma su nombre.
Y finalmente la inauguración del ferrocarril ocurrió un 29 de agosto de 1857,
llegando a las 13:30 horas a La Floresta, el primer convoy tirado por la locomotora
La Porteña.
En ese entonces, el recorrido ferroviario arrancaba desde la antigua Estación Del
Parque (actual Plaza Lavalle, donde se encuentra el reconocido Teatro Colón).
Y a partir de esa misma época, es que comenzaría el loteo de las tierras de Don
Faustino Ximenez, dando origen al pueblo de La Floresta, hoy convertido, y después
de muchas décadas, en barrio metropolitano.
Aquí, además, nació la primera línea de colectivos que recorría desde la Av.
Rivadavia y Lacarra hasta Primera Junta. El propulsor de este servicio, tan típico hoy
en día de la Ciudad de Buenos Aires, fue Don Manuel Rosendo Pazos.
LA BOCA
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Los historiadores coinciden en señalar a este barrio como el lugar en donde Pedro
de Mendoza fundó la Ciudad de Santa María de los Buenos Aires, en 1536.
En épocas de la colonia, el barrio era solo una zona de barracas para los esclavos
negros, que al llegar el período independiente, pasaron a utilizarse como saladeros
y curtiembres de cuero. Pero no se utilizo al barrio para solo eso, puesto que desde
un principio, La Boca del Riachuelo fue el puerto natural de la Ciudad desde fines
del siglo XVI hasta fines del siglo XIX; ya que debido a su poca profundidad y sus
bancos de arena, se lo mudo mas al norte (al hoy Puerto Madero), gracias al
proyecto presentado por el Ing. Eduardo Madero; hecho que significó el progresivo
deterioro del Riachuelo. Primitivamente, La Boca estuvo incluida dentro del barrio
de San Telmo.
Hasta que el 23 de agosto de 1870, el Gobernador bonaerense, Dr. Emilio Castro,
promulga su propia jurisdicción; con la designación de Sebastián Casares como
titular del lugar del nuevo Juzgado de Paz de La Boca del Riachuelo.
Ya a fines del siglo XIX, este era uno de los barrios en que había más fuerte
presencia italiana, preponderando los de origen genovés. Tenían tanta importancia
los italianos allí, que en 1882, a raíz de un conflicto laboral que culmino con una
huelga, un grupo de genoveses firmó un acta insólita que enviaron al Rey de Italia,
comunicándole que habían constituido la República Independiente de La Boca. Pero
inmediatamente, el entonces Pte. Julio Argentino Roca, hizo quitar la bandera
genovesa izada en el lugar, poniendo fin al conflicto.
Estos inmigrantes hablaban en su mayoría el dialecto xeneixe (de los genoveses)
como si estuvieran en su tierra; y se agrupaban en conventillos con fachadas de
chapas de metal acanalado, que pintaban con los sobrantes de pintura que traían
los marineros, y ya que la pintura de un mismo color no alcanzaba para una casa
completa, se comenzaron a emplear diversos tonos brillantes para colorearlas.
Otro hito histórico ocurrió en 1884, ya que ante los frecuentes incendios de los
conventillos, el barrio fue testigo de la creación del primer cuartel de bomberos
voluntarios del país, entidad a la que se denominó Asociación Italiana de Socorros
Mutuos Bomberos Voluntarios de La Boca.
LA PATERNAL
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Antes de finalizar el año 1700, estas tierras pertenecían a los Padres Jesuitas, hasta
ser luego confiscadas, primero por el Estado español y luego de la colonia por el
argentino.
Ya en el siglo XIX, mas específicamente en el año 1827, el entonces Pte. Bernardino
Rivadavia funda el pueblo de Chorroarín, haciendo traer a colonos alemanes al
territorio de La Paternal, pero la idea no tendría éxito.
Rápidamente, en 1833, se decidió distribuir chacras a colonos que venían de las
Islas Canarias, quienes eran fuertes en la agricultura. Aunque, sin embargo, mas de
veinte años después, en 1855, estos terrenos serian vendidos finalmente al
administrador de la Chacarita desde la época de Rosas, el señor Juan Farías.
Y recién para alrededor del 1900, fue cuando comenzaron a empedrarse algunas
calles con adoquines de granito, construyéndose en el centro de la calzada un
cantero de ocho metros de ancho, donde luego se colocarían las vías para los
Tranvías Lacroze.
El nombre del barrio se debió, para algunos, al pedido hecho por la Sociedad de
Seguros La Paternal, que era dueña de numerosos terrenos de la zona, donde,
además, construyó numerosas casas para sus obreros. Otros opinan que el nombre
le fue dado por una pulpería, conocida porque en ella paraban las carretas que iban
a Luján pasando por el Camino a Moreno (hoy Av. Warnes).
Pero en realidad, la historia oficial dice que el significado del nombre comenzó en a
gestarse en 1885, año en que circula el Ferrocarril Buenos Aires al Pacifico (hoy
FF.CC. San Martín), entre las Estaciones Palermo y Mercedes, abarcando 107
kilómetros.
Con el transcurso del tiempo, se fueron inaugurando nuevas estaciones en ese
mismo recorrido, debido a la demanda del desarrollo de la Ciudad de Buenos Aires;
logrando así que otras localidades fueran creciendo junto con este ramal ferroviario.
De esa forma, en 1887, fue inaugurada la Estación Chacarita, que más tarde seria
denominada La Paternal, el 12 de julio de 1904, por el Ministerio de Obras Publicas
y a pedido de dicha aseguradora ya mencionada. A partir de entonces, no solo la
estación paso a llamarse así, ya que todos los terrenos colindantes también
tomaron esa denominación.
LINIERS
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Lo que es hoy el barrio de Liniers estaba integrado por diversas estancias y chacras
que rodeaban la Ciudad y que con posterioridad fueron anexadas al inmenso
partido de San José de Flores. Pero la historia actual comenzaría un 29 de agosto
de 1857, cuando se llevo a cabo el primer viaje ferroviario del país. La estación de
cabecera, denominada Del Parque, se alzaba donde se encuentra emplazado el
Teatro Colón, y luego de un trayecto de algo menos de diez kilómetros se llegaba a
la Estación La Floresta.
Ya a comienzos de 1871, más precisamente el 19 de enero, por acta del directorio
de la empresa ferroviaria, se le otorgo al peticionante Francisco Sosa la pertinente
autorización para instalar una pequeña estación en el barrio. Y así fue como el 18
de diciembre de 1872 se convino en que la misma fuera denominada Liniers.
Las Hermanas de la Casa de Ejercicios sugirieron ese nombre para la estación, ya
que el Virrey Santiago de Liniers fue el gran héroe de las invasiones inglesas,
además de haber sido benefactor de esta congregación. En su etapa inicial, el
barrio poseía un territorio de proporciones mínimas en torno a la estación
ferroviaria, cuya extensión rumbo al norte no sobrepasaba el Camino de Gauna.
Mientras que el sector ubicado con rumbo sur de la actual Av. Rivadavia, si era
extenso, ofreciendo un paisaje pastoril, matizada por dilatadas quintas y escasos
pobladores.
El 30 de septiembre de 1875, se inauguró un icono para el futuro del barrio, la
primitiva Capilla de San Cayetano, santo patrono del pan y del trabajo.
Y a comienzos del siglo XX, la empresa del Ferrocarril del Oeste comenzó a erigir
numerosos edificios y demás instalaciones de los talleres ubicados en las
adyacencias de la estación. Tales actividades significaron un paulatino incremento
del número de pobladores. Además de las continuas subdivisiones de las antiguas
quintas, y otras extensas fracciones de terreno, que se acentuó durante la segunda
década; comenzando en ese entonces, el crecimiento del barrio.
Con el paso del tiempo y debido a la gran población, se formaron dos sub-barrios
dentro de Liniers, como el barrio de casas modestas Ramón Falcón y el Bajo Liniers,
que limita con el vecino Mataderos.
MATADEROS
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Zona de quintas y de escasa población, verdaderamente más cerca del campo que
de la Ciudad.
En el siglo XIX el barrio era conocido como Nueva Chicago, pero después del
traslado a esa zona de los corrales y mataderos que se encontraban, hasta 1901, en
los Corrales Viejos (lo que hoy conocemos como Parque de los Patricios), su nombre
cambió por el actual de Mataderos, alterándose notablemente su fisonomía, sin
perder por ello su condición de punto de encuentro con el campo.
La antigua denominación de Nueva Chicago se debía a que el barrio comenzaría a
poblarse rápidamente con trabajadores atraídos por el matadero en construcción,
en clara alusión a la ciudad estadounidense, típica esfera de trabajo obrero.
El 14 de abril de 1889, y auspiciado por la Municipalidad fue colocada la piedra
fundamental del nuevo matadero. Poco a poco, esta zona se fue poblando con una
gran cantidad de matarifes y gente relacionada con la industria de la carne, como
así también aquellos paisanos que arreaban las reses que llegaban por ferrocarril y
luego eran trasladadas al matadero. En ese nuevo establecimiento, se faenaban las
reses destinadas al consumo interno y a la exportación. No obstante, a partir de
1950, tanto el Mercado Nacional de Hacienda como el Frigorífico, ambos en
Mataderos, pasaron a depender del Ministerio de Economía.
Durante la década de 1960 e inclusive parte de 1970, era el lugar de encuentro de
payadores en la Capital Federal; y gracias a esto, el barrio marcó un hito en la
historia de la Ciudad, ya que fue un símbolo de tradición y de fuente de trabajo en
especial para las clases más necesitadas.
En otro orden, y en cuanto a movilización popular, Mataderos ocupó un lugar
preponderante en momentos muy agitados de la historia política argentina, ya que
dirigentes de establecimientos industriales de la zona poseían un gran poder
de convocatoria.
La recova del viejo mercado de siglo XIX, es a partir del 8 de junio de 1986, la Feria
de Mataderos; típico paseo familiar de fin de semana. Allí se realizan espectáculos
de doma de potros, lazo, corridas de caballos y guitarreadas, reuniones de canto y
danzas tradicionales; además de puestos de venta de comida y productos
tradicionales del campo.
MONTE CASTRO
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Historia:
La historia del barrio más ampuloso de la Ciudad tendría su inicio remoto en 1580,
con motivo de la fundación de Buenos Aires, por Juan de Garay; y con su
subsiguiente división y reparto del territorio en “Suertes” (denominación que siglos
después se transformaría en la denominación “barrios”). Justamente, el 24 de
octubre de aquel año fue adjudicada a Don Miguel Gómez de Saravia la Suerte Nº 7,
cuyos límites son hoy las actuales: Cnel. Díaz, Tagle, Av. Del Libertador y Cabrera.
Una década después, en 1590, una hija de Gómez de Saravia contraería matrimonio
con Juan Domínguez Palermo, quien ampliaría los terrenos con la adquisición de
chacras vecinas. Este fue el motivo por lo cual, con los años, se pasó a llamar al
lugar como Los terrenos de Palermo. Sin embargo, el reconocimiento oficial del
nombre ocurriría el 8 de octubre de 1635, cuando la gobernación colonial la
reconocería así. No obstante, en 1836, las tierras fueron adquiridas por el Gob. Juan
Manuel de Rosas para construir su casona colonial, la cual estaría rodeada por un
inmenso parque, en la intersección de las hoy Avs. Del Libertador y Sarmiento. Sin
embargo, cuando es derrotado en la batalla de Caseros (1852) por el Gral. J. J.
Urquiza, Gobernador de Entre Ríos, la zona se viene abajo por el abandono, siendo
dinamitada, y levantado allí el Colegio Militar, en 1869. Años después, durante la
Presidencia de Domingo F. Sarmiento, el 25 de junio de 1874, se autoriza la creación
del Parque Tres de Febrero y los jardines Zoológico y Botánico (todos en
conmemoración del aniversario de la batalla de Caseros). Aunque estos dos últimos
serian divididos el 30 de octubre de 1888. Al año siguiente comenzarían las obras;
pero con el correr de los años, se cedería bastante terreno a la Sociedad Rural
Argentina para realizar sus exposiciones anuales de ganadería; al Hipódromo
Argentino, a la Asociación de Polo (todos en el siglo XIX), los clubes Hípico, de golf y
Lawn Tenis, el aeroparque, el Jardín Japonés, el Planetario y la Mezquita Islámica Rey
Fahd (ya en el siglo XX); que terminarían desvirtuando la idea primitiva. En
definitiva: los primitivos Bosques de Palermo, quedarían reducidos a menos de la
mitad.
PARQUE AVELLANEDA
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El famoso parque constituye la zona más antigua del barrio. Una breve reseña
histórica deja ver que de las chacras que integraron el antiguo partido de San José
de Flores, solo adquiere gran relevancia la que llegaría a conocerse como de Pesoa,
en lo que hoy es el Parque Chacabuco.
Esas tierras pasaron por distintos dueños hasta quedar abandonadas. Aunque los
jesuitas se afincarían hacia el 1740, en la zona vecina conocida como La Chacarita
de Belén, anexando y ocupando, además, las tierras de Pesoa con las suyas.
A fines del siglo XVIII, expulsados ya los jesuitas del Río de la Plata, ambas chacras
se encontraban subdivididas en quintas y arrendadas a numerosos labradores.
Dicha situación continuó hasta que Agustín Pesoa decidió reivindicar una de ellas
como perteneciente a una herencia de su esposa, de allí su antigua denominación.
Tiempo después, el 8 de marzo de 1781, comenzaría a construirse en la misma los
edificios de un polvorín, que pasaría a conocerse como el Polvorín de Flores. Hasta
que en 1816, y como consecuencia del pleito de Pesoa, la propiedad se adjudicó
judicialmente a su viuda, quedando dentro el polvorín. Entonces para 1825, el
Gobierno Nacional le compraría a la viuda, las algo más de nueve hectáreas que
ocupaba la fabrica. Con el correr de los años, en 1889, y a medida que se extendía
la población de San José de Flores, aumentaba la preocupación pública y de las
autoridades del municipio por la ubicación y peligrosidad del deposito. Aunque ya
por entonces, el partido pasaría a integrar el municipio porteño.
Y en cuanto al final del polvorín, la Resolución del 11 de diciembre de 1889, dispuso
que el Departamento Ejecutivo de la Comuna, procediera a gestionar ante el
Gobierno Nacional la sesión gratuita de los terrenos para la formación de un paseo
público. Así pues, finalmente el 15 de mayo de 1903, se estableció el trazado y
nomenclatura del flamante parque, bautizándolo con el nombre de Chacabuco;
recordando la batalla victoriosa del Gral. San Martín sobre los Realistas, del 12 de
febrero de 1817, en Los Andes chilenos.
Hoy en día, por antigüedad, este sería el cuarto parque de la Ciudad; mientras que
por extensión, con 237.737 metros cuadrados, ocuparía el tercer lugar.
PARQUE CHAS
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Historia:
El valor histórico de todo el sector del barrio está relacionado primordialmente con
la familia Chas. Esta familia poseía infinidad de terrenos en la Ciudad; y justamente
una de esas fracciones conocida como Terrenos de Munita, dio origen a Parque
Chas.
Y si bien no estaba del todo claro la propiedad del mismo, después de muchas
discusiones con idas y venidas, quedó en poder de la Sociedad Francisco Chas.
Aunque, sin embargo, tras el fallecimiento de su titular, la propiedad en sucesión
continuó en la familia.
En 1889, los terrenos fueron loteados con una superficie aproximada de 675
hectáreas, con un costo aproximado de $140.000, quedando en 1910 finalmente, en
posesión del Sr. Vicente Chas, quien los compró en casi la mitad del precio de
tasación. La primera traza de lo que más tarde daría en llamarse Parque Chas fue
realizada por Julio Dormal (h) en 1924, pero el Concejo Municipal nunca trató el
proyecto. Pese a ello se abrió la calle La Pampa, como había propuesto Dormal, con
la aprobación de Chas, que al año siguiente, el 29 de septiembre de 1925, inaugura
en esa misma calle, entre Av. Triunvirato y Andonaegui, unas veinte casas
hermanadas en diez grupos que clasifico como para obreros, con el objeto de
popularizar sus terrenos. Pero además de lotear y subdividir sus tierras, también
contrata a dos jóvenes ingenieros: Frehener y Guerrico para diseñar el resto del
barrio. Y así fue como la urbanización resultante concluyó siendo una combinación
de amanzanamiento ortogonal tradicional con una radiocéntrica. La propuesta
sorprendió a Buenos Aires y encontró oposición básicamente en los funcionarios
municipales encargados de su aprobación. Sin embargo, la decidida acción de los
vecinos ayudó a Chas a concretar su idea. El barrio seria vendido casi en su
totalidad por un legendario rematador llamado G. G. Grosso, quien durante casi diez
años adjudicó los tres mil lotes de la urbanización.
Aunque años después, durante la intendencia de facto de Osvaldo Cacciatore, en
1976, le quitó el titulo de barrio, quedando así derogada la Ordenanza de 1972, que
dio origen oficial a cada barrio de la Capital Federal.
Nunca se explicó el porque de la decisión, ya que no se baso en ninguna razón de
orden urbanístico, social o histórico. Sin embargo, la gobernación le devolvería al
barrio el 6 de diciembre del 2005, el titulo arrebatado durante la dictadura militar.
PARQUE PATRICIOS
Escudo Ubicación
Historia:
Donde hoy está el Parque de los Patricios existió, desde 1872, el Matadero de los
Corrales que reemplazó al antiguo Matadero de la Convalecencia, ubicado en la
actual Plaza España, llamado así por su cercanía a los hospicios que daban nombre
a la zona, y que Esteban Echeverría describe magistralmente en El Matadero,
escrito en 1838. Nunca se confundió uno con otro, ya que el nombre oficial del viejo
era Matadero del Sur, mientras que cuando se inicia, en 1865, la construcción del
nuevo, se lo indica en planos como Nuevos Mataderos del Sur. La denominación de
Corrales Viejos no es apropiada debido a que durante todos sus años de actividad,
nadie lo reconocía de esa manera. Recién apareció bajo ese nombre cuando
concluida la construcción de los nuevos mataderos, en el barrio homónimo en 1901,
se inicia la mudanza; y al hablar de que estos iban desapareciendo bajo la arboleda
del nuevo Parque de los Patricios, se los empezó a recordar así.
Sin embargo, el de la Convalecencia tampoco fue el primero, ya que desde 1780
existía, a partir de una prohibición de ingreso de carretas al interior de la Ciudad,
una parada de carromatos en la actual Plaza Constitución, en territorio que
pertenecía a la orden de los Dominicos, donde se vendía como en un mercado los
productos y un poco más al sur (donde hoy está la propia estación) se faenaban las
reses en el llamado Matadero de Santo Domingo.
En el acerbo popular se lo considera como el último barrio de Capital Federal, ya
que siempre fue reconocido como tal, aunque recién toma entidad propia al crearse
el barrio de Mataderos. Carga en sus espaldas una rica historia de gente y sociedad.
Un ejemplo de esto es la sospecha de haber sido el lugar elegido para la fallida
primera fundación de Buenos Aires, el 2 de febrero de 1536.
Pero además de los mataderos, en esta zona desde 1871 y hasta bien entrado el
siglo XX, se llevaba a cabo la quema de residuos de toda la Ciudad, así que también
era popularmente conocido como La Quema. No obstante, el barrio adoptaría
finalmente su nombre cual cuando por la Ordenanza Municipal del 12 de septiembre
de 1902, se resolvió denominar Patricios, al nuevo parque construido en los terrenos
del viejo Matadero del Sur.
PUERTO MADERO
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Historia:
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Historia:
Este típico barrio porteño, toma su nombre del Convento de Recoletos Descalzos,
que se establecerían en una chacra llamada Los Ombúes, a comienzos del siglo
XVIII, recibida por el fundador y primer alcalde, Rodrigo Ortiz de Zárate, en el
reparto de tierras hecho por el Gral. Juan de Garay, en 1583. En ese momento, los
territorios se hallaban fuera de la traza de la Ciudad, y por ende, al fundarse el
monasterio, el barrio correspondía a los pagos de Montes Grandes; que años
después seria denominado como San Isidro.
El núcleo histórico del barrio en toda la era colonial, fue la histórica Iglesia del Pilar,
cuya edificación fue concluida en 1732, junto con el convento; por ese motivo el
barrio recibía a veces el nombre de El Pilar. La iglesia estaba situada originalmente
al borde de las barrancas que caían al Río de la Plata y al Arroyo Manso, hoy
entubado.
Toda la zona que rodeaba el convento era ocupada por grandes quintas que
comenzaban en las vecindades del Socorro y llegaban hasta la actual esquina de Av.
Santa Fe y Canning.
Entre tanto, el Cementerio de la Recoleta nacería junto con el templo como campo
santo, siendo el primer cementerio publico de la Ciudad. No obstante, durante la
época de Rivadavia seria expropiado y renombrado como Cementerio del Norte,
que más tarde seria conocido popularmente como Recoleta. Allí se inhumaría a
grandes personalidades del país, menos el ex Pte. Rivadavia, que lo inauguro, y
Dean Zavaleta, que lo consagró. En esa misma zona se encontraba el antiguo paseo
de La Recoleta, el lugar que durante la década de 1870, atrajo a las familias
pudientes del sur de la Ciudad, que escapaban de la epidemia de fiebre amarilla y
cólera; ya que debido a la altura del terreno se reducía la presencia de insectos
transmisores de la enfermedad. Estas familias, algunas de ellas miembros de las
élites gobernantes criollas, construyeron en el barrio mansiones y grandes edificios
de estilo francés, derivando que se haya aludido a Buenos Aires como la París de
América.
RETIRO
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Historia:
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Historia:
Para 1872, don Florencio Emeterio Núñez, hombre prominente y dueño de una
inmensa fortuna, adquirió una gran extensión de tierras ubicadas en una zona alta
del noroeste de Buenos Aires denominada Lomas de Saavedra, ya que era donde se
hallaba el casco de la estancia de don Luis María Saavedra (hoy sede del Museo
Histórico Brig. Gral. Cornelio Saavedra). Buenos Aires, en aquella epoca, trataba de
expandirse hacia el norte y el oeste después de haber sufrido un par de años antes
una grave epidemia de fiebre amarilla; y Núñez, empresario con un gran espíritu de
lucha, confió plenamente en el valor de esas tierras y vislumbró el progreso de la
zona.
Por ello, establecería su domicilio particular, en la intersección entre Av. Cabildo (ex
Av. 25 de Mayo) y Crisólogo Larralde (ex Acosta), y llevo a cabo allí una sociedad
denominada “Núñez y Cía.”, cuyo principal objetivo era la fundación de un pueblo
que se llamaría Saavedra en honor al primer presidente argentino.
Así fue como esta sociedad comenzó una batalla denodada contra el barro, los
bañados, la vegetación, los pozos insalubres y especialmente contra el Arroyo
Maldonado, para convertir el lugar en un modelo de pueblo con su debida
parcelación, sus calles, nivelación de piso, desagües y acueductos.
Ya a principios del año siguiente, los trabajos mencionados estaban muy
adelantados y entonces se programó la fundación del nuevo pueblo. Para ello, se
eligió como fecha fundacional el domingo 27 de abril de 1873, organizándose una
ceremonia a orillas del lago artificial de Saavedra, hacia donde, cerca de mediodía,
convergieron casi 2000 invitados, entre los que se encontraban jurisconsultos,
empresarios, políticos, comerciantes y personas interesadas en conocer las virtudes
del lugar, todos ellos llegados en un tren especial que había arribado a la Estación
de Núñez (inaugurada el mismo día y que diera origen a la fundación de ese barrio).
Muy pronto comenzaron los remates de aquellos terrenos y rápidamente se
levantaron casas quintas, de familia y comercios, en principio pulperías y luego
almacenes de ramos generales y despachos de bebidas.
Se irían afincando familias distinguidas y poco a poco la zona alcanzó un notable
desarrollo, acrecentado por la inauguración de la estación ferroviaria en febrero de
1891, de enorme importancia como medio de comunicación.
SAN CRISTÓBAL
Escudo Ubicación
Historia:
Escudo Ubicación
Historia:
Escudo Ubicación
Historia:
En 1708, el lugar fue por primera vez registrado en un plano de Buenos Aires, bajo
el nombre de Hornos y Barracas de San Pedro (o bien, Alto de San Pedro). Era un
sitio alejado de la Plaza Mayor, a pesar de ubicarse apenas a 1500 metros de la
misma. Los separaba un camino prácticamente intransitable y una especie de
arroyo denominado “el tercero del sur”, con zanjones inundables en épocas de
lluvias, logrando que ambas partes estuvieran casi siempre incomunicadas entre sí.
Y para solucionar este problema, se fue formando un camino precario sobre la calle
Real (hoy Defensa, considerada la más antigua de la Ciudad), estableciéndose así
una comunicación un poco más estable y directa entre el puerto, el arrabal y la
Plaza Mayor. Mas de un siglo después, el 31 de mayo de 1806, al finalizar la
segunda invasión inglesa, se inaugura la Parroquia de San Pedro González Telmo,
que le daría el nombre, por extensión, al barrio circundante. La razón de la elección
se debió a que San Telmo era patrono de los navegantes, y la populosa barriada fue
el sector del primitivo puerto de la Ciudad. En aquella época, entre esclavos y libres,
los negros traídos del África llegaron a ser la mitad de los habitantes del barrio,
impregnándolo de candombe. Mientras que el espectro social era completado con
hombres y mujeres indeseables de la Ciudad, que significaban el malevaje
arrabalero.
San Telmo fue históricamente el barrio más castigado por las distintas epidemias
que asolaron a Buenos Aires, por ejemplo: la viruela que hizo estragos en el Alto de
San Pedro, especialmente sobre la población de color; el cólera, que produjo diez
mil víctimas, causado por el hacinamiento y las malas condiciones de higiene; y la
fiebre amarilla de 1871, la peor de las epidemias sufridas, mato a miles de
personas, además de promover el alejamiento del barrio de las familias patricias
más tradicionales, quedando solo sus casonas, luego convertidas en conventillos.
No obstante, San Telmo no era solo muertes, ya que en el transcurso del siglo XIX,
aparecieron diversas pulperías, iconos del barrio, siendo la de La Paloma la más
famosa. En esos lugares se encontraban, según las décadas, un gran crisol de
razas, entre las que se destacan los ingleses (especialmente luego de las
invasiones), algunos italianos afincados cerca del Riachuelo, y ya en el siglo XX, los
“gallegos” eran la mayoría. Esto le iría infundiendo al barrio una característica muy
típica del lugar.
VÉLEZ SÁRSFIELD
Escudo Ubicación
Historia:
Tradicionalmente este barrio era parte del de La Floresta, con cuya historia y
desarrollo se encuentra totalmente vinculado. Su individualización como jurisdicción
independiente puede decirse que se inició el 26 de enero de 1910. En esa fecha,
debido al aumento de la población en la zona, la Municipalidad procedió a la
creación de la Subintendencia de Vélez Sársfield, con una jurisdicción bastante más
amplia que la que actualmente pertenece a este barrio de la Ciudad de Buenos
Aires.
El nombre es en homenaje al jurisconsulto Dalmacio Vélez Sársfield, nacido en
Amboy (departamento de Calamuchita, provincia de Córdoba) el 18 de febrero de
1800 y fallecido el 30 de noviembre de 1875. Es el autor del Código Civil, coautor
del Código de Comercio y, además, traductor de variados poetas latinos.
Como la mayoría de los demás barrios, en la parte norte se instalaron una gran
cantidad de quintas de verduras, hortalizas y hornos de ladrillos, casi hasta
principios del año 1930. Pero, sin embargo, debido a la cercanía amenazante del
Arroyo Maldonado costaba convencer a los vecinos para que llevaran a cabo la
construcción de sus viviendas en ese lugar. No obstante, el crecimiento fue
intensísimo y a partir de 1916 ya había gran cantidad de pobladores y, alguno de
ellos, habían levantado casas dignas del esplendor de la época sobre inmensos
terrenos.
Igualmente existían varios inconvenientes para el trazado de las calles, pues
todavía existían grandes fracciones de tierra que pertenecían a las familias Olivera,
Zunino, Campana, Viejobueno, entre otras de gran renombre en la época, que no
habían sido subdivididas. Aquellas casonas antiguas ocupaban grandes superficies,
cosa que prácticamente iría desapareciendo paulatinamente hasta la actualidad.
Una de las pocas manzanas que permanecería indivisible con el paso de los años,
es la del Colegio del Espíritu Santo, adquirida en 1918, ubicada entre la Av.
Avellaneda, y las calles Gómez de Fonseca, Saráchaga y Belén.
Dentro del barrio se encuentra un complejo denominado de “Casas Baratas”, que
fueron edificadas en 1928, durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, y a
instancias del Dip. Juan F. Cafferata, a quien siempre le preocupó que la gente de
escasos recursos tuviera acceso a una vivienda digna.
VERSALLES
Escudo Ubicación
Historia:
La zona que hoy ocupa el barrio de Versalles, era conocida dos siglos atrás con el
nombre de Monte Castro (actual barrio porteño), y cuyo único dueño seria en esa
época Don Pedro Fernández de Castro. Pero, sin embargo, ya a fines del siglo XVIII,
una gran porción de esos terrenos pasó a formar parte del patrimonio de Don Juan
Pedro de Córdoba, para que después de su deceso pasasen a manos de su hija
Mercedes, quién seria la responsable de subdividir el predio en varios lotes.
Aunque entrado el 1800, la zona es adquirida por Manuel de Sarratea y
posteriormente vendida a la Sra. Justa Visillac de Rodríguez. Que al fallecer esta, le
quedarían todas las hectáreas a uno de sus hijos, Luis José Rodríguez (ya que les
compraría la parte a sus hermanos), quedando como único propietario de los
terrenos.
Pero con la llegada del siglo XX, y la consecuente expansión agropecuaria e impulso
del ferrocarril (como en tantos otras zonas de la ciudad), comenzó a favorecerse la
urbanización de espacios alejados del centro, como ser Versalles.
Y como consecuencia entonces de la creciente red ferroviaria, se inauguró para el
1º de diciembre de 1911, la respectiva estación del Ferrocarril del Oeste, que
abarcaba en su recorrido desde el barrio de Villa Luro hasta esta zona lejana del
centro porteño, ya que la Compañía de Tierras del Oeste les compraría los terrenos
linderos a la actual Av. Gral. Paz, a las familias Rodríguez Visillac y Massini, para
subdividirlos; pero no obstante, estos aun no tendrían una denominación oficial.
Aunque justamente en ese momento, regresa de París el médico de la compañía, el
Dr. José Guerrico, quien habiendo quedado enamorado del Palacio de Versalles,
sugiere aquel nombre para la flamante zona. Y así queda estipulada la
denominación, hasta ese momento no oficial, del barrio. Para 1923, las vías serian
electrificadas; logrando, además, que los pasajeros transbordasen en Villa Luro a la
Línea Moreno–Once, pudiendo llegar así hasta las zonas más céntricas de aquel
viejo Buenos Aires. Aunque, sin embargo, el 5 de octubre de 1952, ese ramal del
tren dejaría de circular y la Estación Versalles quedaría en el olvido, desapareciendo
también.
Y como ultima curiosidad de este barrio, aquí se abrió lo que fue el primer
supermercado de la Capital Federal, como lo que hoy se entiende por tal, que seria
“Gigante S.A.”.
VILLA CRESPO
Escudo Ubicación
Historia:
Cuando en 1887, Buenos Aires vio acrecentado su territorio con la anexión de los
Partidos de San José de Flores y Belgrano, Villa Crespo aún no existía. Era por
entonces, solo una extensa zona de quintas que se encontraba en el camino al
Cementerio de La Chacarita, a ambos lados del antiguo Boulevard Corrientes y
surcado por el Arroyo Maldonado, que inducía una gran vegetación, impidiendo la
instalación de casas. Estas aguas fueron vistas como un drenaje de fluidos
industriales, provocando así el asentamiento de varios establecimientos en la zona
comprendida entre lo que fue el Camino a Moreno (hoy Av. Warnes) y el Camino de
los Muertos (Av. Corrientes).
Por esto, con el correr de los años la zona iría progresando lentamente, y en ello
mucho tuvo que ver el establecimiento de la Fabrica Nacional de Calzado, instalada
en las actuales Canning, Av. Warnes y Av. Corrientes.
La fabrica seria inaugurada por el Int. Dr. Antonio F. Crespo, el 3 de junio de 1888;
siendo esta una de las tantas obras del intendente, ya que también durante su
gestión comenzaron a rematarse los primitivos loteos. Provocando esto que,
alentados por la familia Lebrero (pionera del barrio), se comenzase a conocer a
estos terrenos como la Villa de Crespo, debido a que ya en la subasta estaban
demarcadas las ubicaciones de la futura plaza, la estación de tren, la seccional
policial, la escuela y demás edificios que componen una villa o pueblo en formación.
No obstante, la industria de la marroquinería seria el eje principal del flamante
barrio, ya que florecería en demasía por esos años; inaugurándose, además, la
mayor sucursal de la Ciudad de la Fabrica Nacional, en la actual manzana de Padilla,
Acevedo, Murillo y Gurruchaga.
No obstante, el barrio también crecería de la mano del conventillo El Nacional, más
conocido como el Conventillo de la Paloma, con 112 habitaciones y construido sobre
las calles Thames y Serrano. En él vivirían inmigrantes en su mayoría judíos,
mezclados además con españoles, italianos y algunos árabes.
Los judíos (llegados de Kiev y Smirna), formaron y forman la comunidad mayoritaria
del barrio, pero a su vez estaban divididos de acuerdo a los diferentes lugares
desde donde provienen. Así una parte del barrio era conocida como Villa Kreplaj, ya
que allí residían los escapados de la Segunda Guerra Mundial.