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1. Selección del donante y receptor: Una adecuada evaluación y selección del donante y
receptor puede contribuir a mejorar los resultados del TX en términos de supervivencia.
2. Prevención y tratamiento del rechazo agudo: La terapia de inducción (antagonistas
del receptor de la IL2 o timoglobulina) previene del rechazo agudo y pude ayudar a
mejorar los resultados del injerto renal. Se debe realizar biopsia antes de tratar un rechazo
agudo, si las condiciones clínicas lo permiten. El tratamiento de elección inicial para el
rechazo celular agudo son los corticoides. Si no responden a esteroides se debe
administrar timoglobulina. Para el tratamiento del rechazo agudo mediado por
anticuerpos se debe administrar alguna de las siguientes: inmunoglobulinas intravenosas,
anticurpos anti-CD20 (Rituximab®), recambios plasmáticos o timoglobulina
3. Individualización y/o minimización de la inmunosupresión: Es recomendable la
combinación de inmusopresores acorde a las caracteristicas del paciente para optimizar
la supervivencia del injerto renal. Si no ha habido rechazos previos, reducir la
inmunosupresión puede ayudar a mejorar el perfil individual de riesgo cardiovascular.
La retirada de esteroides mejora las cifras de tensión arterial, la glucemia y los
parámetros lipídicos, con un riesgo bajo de rechazo agudo (10%) si los enfermos reciben
tacrolimus y micofenolato. Esto contribuye a mejorar la supervivencia. La sustitución de
los inhibidores de la calcineurina (ICN) por fármacos anti-mTOR disminuye la tensión
arterial y puede mejorar la función renal a través de frenar la progresión de las lesiones
crónicas de la DCI. Sin embargo, esta estrategia puede favorecer la aparición de
anticuerpos específicos anti-HLA contra el donante. Con todo, no se sabe exactamente
en qué momento de la evolución se debe realizar esta conversión. Los fármacos
antimetabolitos como el ácido micofenólico pueden prevenir la progresión de la DCI.
4. Control estricto de factores de riesgo cardiovascular: HTA e hiperlipidemia: El
control estricto de las cifras tensionales (<130/90 mmHg), especialmente en pacientes
con proteinuria, puede minimizar la comorbilidad cardiovascular post-TX. El bloqueo
farmacológico del eje renina-angiotensina disminuye la proteinuria, la tensión arterial y
la masa ventricular izquierda, al mismo tiempo que puede disminuir la mortalidad [40].
Mantener unas cifras de LDL-colesterol
5. Prevención y manejo adecuado de la diabetes postrasplante: El control de los factores
de riesgo involucrados en el síndrome metabólico puede evitar o minimizar las
consecuencias de esta alteración. El seguimiento de las alteraciones prediabéticas y
evitar la administración de tacrolimus en pacientes de riesgo (obesos, virus C,
antecedentes de diabetes, etc.) en los tres primeros meses post-Tx puede contribuir a
disminuir el riesgo de aparición de la misma.
6. Monitorización estrecha de la función renal y diagnosticar precozmente la DCI: El
seguimiento estrecho de la función renal y la cuantificación de la proteinuria constituyen
herramientas clínicas muy útiles para predecir la supervivencia del injerto y del paciente.
Ante cualquier disfunción renal mantenida o la aparición de proteinuria leve (< 1g/día)
debe realizarse precozmente una biopsia renal para constatar la causa de dichas
alteraciones. Esto ayudará a establecer las medidas terapéuticas oportunas.
7. Manejo adecuado de la disfunción crónica del injerto renal: Esta alteración es una
forma más de insuficiencia renal crónica que pude progresar hasta la entrada en diálisis.
Por ello, debe ser monitorizada y tratada acorde a las guías de práctica clínica para la
misma.
8. Vigilancia de la recurrencia enfermedad renal: Es recomendable monitorizar
estrechamente la posible recurrencia de la enfermedad renal primaria, especialmente en
los casos de glomerulosclerosis focal y segmentaria y de síndrome urémico-hemolítico
atípico.
9. Cribado del cáncer y prevención de la infección: La incidencia de cáncer, incluyendo
las neoplasias cutáneas y los trastornos linfoproliferativos, es más alta que en la
población general (Ver Neoplasias en trasplante renal). La estrecha vigilancia post-TX
de las neoplasias más frecuentes (cáncer de piel, mama, pulmón, próstata y linfomas)
puede prevenir las consecuencias de estos tumores. En ocasiones, la sustitución del ICN
por fármacos anti-mTOR puede contribuir a la regresión de algunas neoplasias,
principalmente las cutáneas como el sarcoma de Kaposi.
En resumen, los resultados del TX han mejorado en los últimos 15 años, pero queda por
establecer la estrategia inmunosupresora idónea que prolongue las tasas de supervivencia
del injerto y del paciente a más largo plazo. La individualización de la inmunosupresión,
el manejo de la disfunción crónica del injerto y la proteinuria, la prevención del rechazo
mediado por anticuerpos, el bloqueo del sistema renina-angiotensina, la prevención de
las complicaciones infecciosas y tumorales, así como el adecuado tratamiento de las
complicaciones metabólicas, sin duda contribuirán a este objetivo. Adicionalmente,
alcanzar la tolerancia inmunológica pudiera contribuir a mejorar las tasas de
supervivencia.
Infección activa
Enfermedad Coronaria
Enfermedad Vascular Periférica severa
Enfermedad Cerebrovascular
Hepatitis en actividad
Úlcera Péptica activa
No adherencia al tratamiento demostrada
Infección VIH si no cumpliese una serie de requisitos básicos relacionados con la carga
viral e inmunidad.
La edad del receptor no debe considerarse una contraindicación para el trasplante. Sin
embargo, muchas de las contraindicaciones relativas, en especial las cardiovasculares,
son más prevalentes en la población añosa. Por ello, en general se acepta que la mayoría
de los receptores menores de 50 años, sin enfermedad cardiovascular previa, sin diabetes,
sin excesiva fragilidad física, con un tiempo en diálisis menor de 2 años y sin
antecedentes familiares de patología cardiovascular pueden tener acceso libre al
trasplante, mientras que los de edad superior o con comorbilidades adicionales.
PATOLOGÍA CARDIOVASCULAR
El análisis inicial requiere una evaluación clínica cuidadosa y una valoración de los
factores de riesgo y los propios inherentes a la uremia (tiempo en diálisis, catéter central,
etc). Una ecocardiografía convencional (modo M- y 2D) puede ser útil en la valoración
preliminar. Se analizará la presencia o no de las siguientes alteraciones:
Los enfermos no diabéticos menores de 50 años sin alteraciones en estos dos niveles, y
que no tengan fragilidad física manifiesta pueden trasplantarse directamente tras la
constatación de una radiografía de tórax normal y de un EKG o una ecocardiografía
transtorácica convencional (modo M y 2-D) también dentro de la normalidad. Los que
no cumplan estos criterios deben ser sometidos a una ecocardiografía convencional más
una prueba de tolerancia máxima al ejercicio. Las alteraciones ecocardiográficas
sugerentes de cardiopatía isquémica incluyen: fracción de eyección <45% y defectos
segmentarios de contractilidad de la pared miocárdica. En aquellos pacientes que por sus
condiciones físicas no pudieran realizar un test de tolerancia al ejercicio o su resultado
no sea concluyente, serán sometidos a una prueba de stress más específica como un talio
de esfuerzo o un ecocardiograma de stress con dobutamina. Los que muestren un test
positivo deberán ser sometidos a una coronariografía, así como quienes tengan clínica
actual o previa de enfermedad arterial coronaria. Si se demuestra aterosclerosis coronaria
significativa, se llevará a cabo una revascularización miocárdica (Angioplastia
Transluminal Percutánea (ATP) o by-pass coronario), antes de su inclusión en lista de
espera.
En los enfermos añosos (>60 años) con factores de riesgo vascular (hipertensión
arterial, tabaco y Dislipidemia) debe de investigarse la presencia de estenosis
carotidea. Los pacientes en diálisis con antecedentes de ACV isquémico deben
esperar al menos 6 meses antes de incluirlos en lista de espera. Durante ese
tiempo debemos prescribir tratamiento antiagregante y corregir los factores de
riesgo. Los pacientes con historia de isquemia cerebral transitoria deben ser
evaluados con ecografía doppler carotidea con el fin de descartar la presencia de
estenosis significativa. Si la cirugía o angioplastia están indicadas deben
realizarse electivamente antes del trasplante. Los enfermos con poliquistosis
renal, con antecedentes familiares de aneurismas intracraneales o personales de
hemorragia subaracnoidea, deben investigarse antes del trasplante mediante TAC
de alta resolución.
INFECCIONES
Inmunización
Otras vacunas:
- Vacunación anual de la gripe estacionaria
- Revacunación frente al Neumococo cada 5 años
- Revacunación cada 10 años del Tétanos-Difteria
- Hepatitis A: 1 dosis basal y 6º mes si no está inmunizado.
- Revacunación hepatitis B (igual que pauta previa) si no respondedor.
- Vacunación antivaricela: 1 dosis basal y a los 2 meses en pacientes IgG
negativo, especialmente en población pediátrica.
- Triple vírica: 1 dosis en pacientes con Rubéola IgG negativo.
- Fiebre amarilla: en los procedentes de área endémica que puedan volver. Una
dosis cada 10 años. Enviar a Sanidad Exterior.
VIH
La infección por VIH tratada con los nuevos antiretrovirales no se considera una
contraindicación absoluta para el trasplante renal siempre que los pacientes
reúnan los siguientes requisitos: correcto seguimiento del tratamiento retroviral
(terapia HAART); RNA del virus indetectable durante al menos 3 meses; un
recuento de CD4 mayor de 200/uL; ausencia de infecciones oportunistas en los 6
meses previos; y ausencia de leucoencefalopatía multifica, linfoma o
criptospordiosis crónica intestinal. En estos casos, se podrían incluir, si no hay
otra contraindicación, en lista de espera para trasplante renal ya que los resultados
obtenidos son favorables .
Tuberculosis
Los pacientes con infección activa deben recibir tratamiento completo antes de
incluirlos en lista de espera. A todos los candidatos a trasplante se les debe
realizar una radiografía de tórax y eventualmente un PPD (Mantoux) en caso de
sospecha de la enfermedad. La quimioprofilaxis con isoniacida durante 6-9 meses
(5 mg/Kg/día sin sobrepasar los 300 mg/día) debe realizarse en pacientes con: a)
historia previa de infección activa no tratada, b) anomalías radiológicas
sugerentes, c) PPD (+) ó d) procedencia de áreas de alto riesgo. La profilaxis se
puede hacer pre o postrasplante, aunque es más frecuente que se lleve a cabo en
el postrasplante. En cualquier caso, sólo se realiza una vez. En general, antes de
iniciar el tratamiento profiláctico se debe descartar infección activa mediante
cultivo y PCR para micobacterias en sangre, esputo y orina
Rechazo hiperagudo
Es una causa infrecuente de FRR, se debe a la existencia de anticuerpos preformados
donante-específicos o incompatibilidad de grupos sanguíneos ABO, que se evita con la
realización de la prueba cruzada pre-trasplante. Otra causa es la presencia de anticuerpos
antiendotelio monocíticodel receptor frente al donante. Suele diagnosticarse en el
quirófano en el momento del desclampaje al observar un injerto cianótico y blando o a
tensión. A veces se manifiesta más tarde, requiriendo diagnóstico diferencial con otras
causas de FRR.
Hipovolemia
Puede ser de cualquier etiología, habiéndose relacionado con la diálisis pretrasplante y
una reposición inadecuada de volumen en la cirugía y el posoperatorio inmediato. Otras
causas son hemorragias y vasoconstricción de origen farmacológico. La vasodilatación,
inducida por anestésicos o por la liberación de citoquinas cuando se usan anticuerpos del
tipo OKT3, ATG y alemtuzumab, es frecuente. Pasado este periodo, se debe considerar
la hipovolemia (real o efectiva) como posible causa de disfunción aguda del injerto, que
se presenta como una insuficiencia renal aguda pre-renal.
Toxicidad por anticalcineurínicos
Riñón no viable
A pesar del mayor uso de donantes marginales, si se excluyen los casos con trombosis
vascular o rechazo menos del 0,5% de los injertos no son viables. Habitualmente se trata
de riñones procedentes de donantes añosos, con afectación cardiovascular y/o isquemias
frías prolongadas agravadas por la exposición a anticalcineurínicos. Aunque la
recuperación parcial de la función renal es posible, el pronóstico del injerto a corto-medio
plazo es pobre.
Infecciones
Tanto las pielonefritis agudas como la infección por CMV y BK virus pueden cursar con
disfunción aguda precoz del injerto.