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sujeto o persona
frente al hombre
como objeto o
medio para otra
cosa
INSTITUTO DE ESPIRITUALIDAD
SANTA TERESA DEL NIÑO JESUS
PRIMER NIVEL
Unidad 1, Tema 2
2. OBJETIVOS
2.1. GENERAL
Elaborar un trabajo conciso sobre el hombre como sujeto o persona frente al hombre
como objeto o medio para otra cosa.
2.2. ESPECÍFICOS
Definir al hombre como sujeto y al hombre como objeto.
Converger las ideas definidas del hombre como sujeto y objeto.
3. CONTENIDO TRABAJO
3.1. El hombre como sujeto o persona
Desde la filosofía, el sujeto es definido como a un ser que es “actor de sus actos”, en función
de que su conducta o comportamiento no son solo “reactivas” sino que aporta un valor
agregado de originalidad que responde a lo que entendemos como voluntad o decisión. El
Individuo es el Sujeto que asume su centralidad en el Mundo. La perspectiva individualista es
aquella que entiende que todo lo que lo existe tiene que ver con el Individuo, pasa por él y
debe ser operado por él. Incluso entiende que las cosas son sólo desde su entendimiento, el
Individuo hace el mundo a través de su Mente/Razón. El Individuo se registra
fundamentalmente como voluntad. La idea pura del yo quiero, del yo tomo (Conde, 2010).
Este concepto surgido desde la filosofía de la época moderna considera al hombre autónomo
gracias a la capacidad de discernimiento a través del pensamiento crítico. Esta expresión
filosófica se concibió desde el cartesianismo al racionalismo europeo de los siglos XVII y XVII.
Antes de la corriente moderna, San Agustín expresó que la relación que liga al ser de lo creado
con el ser divino, es de participación, pero el hombre no es un ente más entre las cosas
creadas: no participa de la idea, sino que es imagen. El haber sido hecho a imagen y semejanza
de Dios implica que, a diferencia de las demás creaturas, existe en él una presencia efectiva de
la divinidad –sin que haya identificación entre Dios y el hombre, como una ‘deificación’
humana-. El recorrido descripto por Agustín en el que descubre la presencia de lo trascedente
en el interior de su alma, fue un aporte fundamental en la construcción del sujeto. (Solas,
Oller, & Ferrari, 2013). Descartes, con el cogito lo que aparece ante el sujeto que reflexiona es
que hay algo – su propia existencia- que no sólo parece evidente y cierto sino que es evidente
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y cierto, dándole al sujeto una idea totalmente antropocéntrica iniciando el racionalismo hasta
llegar a corriente como el materialismo dialéctico. Frente a esto, Hume considera que todo
aspecto de la vida humana es explicable de modo naturalista entrando en conflicto con la
concepción tradicional de un sujeto racional separado. Kant con el Idealismo Trascendental se
propone descubrir cuáles son las condiciones para que el objeto sea cognoscible y esas
condiciones no las podrá tener el objeto en sí y por sí sino que pertenecen al sujeto. Aparece
así una correlación indisoluble entre el sujeto y el objeto de conocimiento.
Ello tiene consecuencias en lo que refiere a Dios como Origen y con respecto a lo que nos
rodea. Aquél que se considera Sujeto entiende que el Mundo pasa por su Entendimiento hasta
el punto de que si no lo hace, ese Mundo no existe. O en otras palabras, las condiciones de
posibilidad del Mundo pasan por mi Razón.
El proceso de transformación del hombre (del sujeto o del individuo humano) en persona (en
sociedad de personas) se desenvuelve en dos planos diferentes aunque interferidos. Los
individuos humanos evolucionan hacia su condición personal, siempre en tanto que esa
evolución individual esté dada a través de la evolución global de la sociedad de la que forman
parte. En este sentido, cabe afirmar que el proceso de transformación del hombre como
individuo en persona no es un proceso que haya tenido lugar en un momento más o menos
preciso del tiempo histórico, sino que una vez comenzado con el propio inicio del tiempo
histórico (si se quiere, en un «tiempo eje») es un proceso que se renueva una y otra vez en
cada época histórica y en cada generación. (García, 2000).
La idea de Persona reconoce nuestra complejidad, pero también nuestra finitud. La idea de
Persona es mucho más humana que la de Sujeto o la de Individuo. Tomando la diferenciación
que el Sujeto Racionalista hace entre si-mismo y las cosas, la noción de Persona salva la
cosificación que el Individualismo hace de los otros, de aquellos otros individuos a los que
indefectiblemente mete en el saco de lo Ente. La Persona lo es para otras, y lo es gracias a
otras. Ello conlleva, lógicamente, la empatía con los demás. La comprensión no como mero
acto de generosidad, sino como camino de entendimiento de nosotros mismos y de
acercamiento a la Unidad.
Desde las escuelas helénicas se planteaba al objeto como realidad del pensamiento y no de los
sentidos, Aristóteles parte de la realidad misma, es decir, de los objetos tal y como lo vemos
componiendo a la realidad en tres elementos: sustancia, esencia y accidente, por tanto el
objeto dada la percepción y la sensación, no puede ser objeto de conocimiento por su
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materialidad sino por su forma, su esencia. Porfirio, comenta sobre la lógica aristotélica y
plantea el problema de las ideas bajo la cuestión de si el objeto es antes de la cosa o después
de la cosa, dio de otro modo, si las ideas o esencias existen separados de los individuos u
objetos, o si residen en los individuos u objetos y por la mente son abstraídos o si se etiquetan
posteriormente en los individuos o cosas. Estas ideas se retoman bajo el impulso de santo
Tomás de Aquino.
La obra tomista se enmarca en el debate duélico de razón y fe, el cual se presenta de modo
epistémico. La fe y la razón eran consideradas como formas de conocimiento, en la fe se
revelan enunciados de verdades divinas, en la razón se revela una verdad objetiva. De tal
modo que la “fe busca comprenderse” o bien “la razón va en busca de la fe, y la fe en busca de
la razón”. Posteriormente Occam negará la validez de los concepto de santo Tomás de Aquino,
y propone que lo Universal es un símbolo que expresa un conjunto de objetos o individuos
particulares con características semejantes. (Picardo, 2001). Por tanto el hombre fue
concebido como objeto o medio para otra “cosa” nominando por “cosa” al conocimiento y
hasta la misma existencia de Dios, sujetándolo por tanto a receptar una verdad objetiva, desde
un punto de vista exterior al ser humano. Luego de la llegada de la modernidad y con la
influencia del materialismo dialéctico, el hombre se “cosificó” ya que paso a ser el medio que
impulsaba el desarrollo tanto científico como político, pasando a los planos actuales de la
economía, por tanto, esto exigía que desde el punto de vista de la ciencia (único conocimiento
sistematizado válido para sustentar el modus vivendis que las revoluciones implicaba) el
hombre se convirtiera en “objeto” de investigación en todos los ámbitos.
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naturaleza. Desde su punto de vista, por el contrario, la subjetividad representaba el grado
más alto de organización y desarrollo del absoluto. De allí la demanda que Hegel hacía al
planteo de Spinoza, tal como hemos podido comprobar en el apartado anterior: la demanda
de pensar al todo no sólo como sustancia, sino como algo vivo, más específicamente como
sujeto o espíritu.
Todo el problema de la filosofía ha consistido en que el hombre reconozca su esencia (que está
ahí desde siempre) y viva según ella. Pero sabemos desde Kant y su “sujeto trascendental” que
la “mera” percepción no es absolutamente receptiva, hay una actividad del sujeto (por más
espontánea que sea) que constituye los objetos (Picardo, 2001).
Edith Stein, filósofa y religiosa, encuentra en la fenomenología el método para disipar sus
dudas existenciales a través del uso de la experiencia. Ella concluye, a través de un recorrido
filosófico crítico y aplicativo, el punto de convergencia del ser humano como sujeto y objeto: el
cuerpo vivo nunca está separado del alma y permite el acceso a la conciencia. El camino para
llegar a esa conciencia son las vivencias de las sensaciones las cuales incluyen aspectos
orgánicos, emocionales, y espirituales ligados a los actos de percepción, el juicio y la voluntad,
en la sensación el sujeto no está separado ni del objeto ni de sí mismo. Hay un lugar interno de
convergencia y unificación de las sensaciones en la unidad del cuerpo vivo. La vida espiritual es
el campo propio de la libertad, pues la persona realmente puede generar acciones y productos
a partir de sí mismo, como algo auténtico. (González, 2005).
Cabe destacar que Edith Stein hizo hincapié en abordar la temática de la dignidad humana. Si
ya hay un punto de inflexión entre los dos grandes conceptos de sujeto y objeto, aún más con
la trascendencia de Dios que implica concebir al hombre como algo integral en donde Él está
presente en nosotros y nosotros en Él, sin duda es preciso no cosificar al ser humano como
objeto de investigación para comprender y generar la realidad objetiva que a diario es sujeto
de nuestra observación y análisis, reduciéndonos a entes materiales y por tanto perdiendo la
dignidad y el concepto de libertad.
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4. CONCLUSIÓN
El trabajo realizado contrapuso a las dos grandes ideas del hombre como sujeto y
objeto a través de una exhaustiva revisión bibliográfica para unir varios puntos de
vista, cuya visión aproximadamente integral concluyó que ambas ideas no son
separadas, sino más bien incluyentes entre sí.
El hombre como sujeto fue definido como aquél que considera que mediante el uso de
su razón genera la realidad del mundo, pero si se lo considera a nivel de persona, éste
reduce su cosificación por que llega a considerar su finitud y el valor de la empatía con
los demás. El hombre como objeto es el considerado parte de lo que le rodea,
conteniendo en sí un conocimiento intelectual, pero a partir del desarrollo de la
humanidad, éste pasa a ser objeto de estudio como medio para llegar al conocimiento
lo cual contempla al ser humano como algo meramente material sujeto a percepciones
y demás.
Con el desarrollo filosófico, antropológico y social del hombre y a través del uso de
métodos como la fenomenología, se rescató la dignidad del ser humano como hijo de
Dios convergiendo la idea del sujeto y objeto: el aspecto corpóreo no está separado
del alma y tiene acceso a la conciencia, por tanto no se puede convertir al hombre en
un sujeto totalmente antropocéntrico dueño y generador del conocimiento de su ser
en sí, pero tampoco se puede cosificar como medio para llegar al conocimiento de sí:
somos hechos a semejanza de Dios (premisa principal) y nuestra trascendencia va
mucho más allá de ideas opuestas que reducen nuestra condición, por tanto es de
gran valor reconocer la limitación y tratar de comprender nuestra relación con Dios
para llegar a la empatía con los otros seres humanos, viendo en ellos también esta
dignidad trascendental.
5. RECOMENDACIÓN
Profundizar sobre estos temas para mejorar la comprensión del ser humano y Dios a
través de charlas magistrales.
BIBLIOGRAFÍA
Conde, M. (20 de Enero de 2010).
Picardo, O. (2001). Educación y Realidad: Introducción a la filosofía del aprendizaje. Costa Rica:
Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana.
Solas, S., Oller, C., & Ferrari, L. (2013). Introducción a la filosofía, Argumentación filosófica,
Lectura académica. La Plata: Editorial de la Universidad de la Plata.