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Las cartas de mujeres exteriorizan los sentimientos que les genera este tipo de
violencia; las estrategias a las que recurren para evadir a los acosadores y sus
demandas para enfrentar la violencia en espacios públicos.
Los testimonios señalan que las mujeres son acosadas desde los 11 años1 cuando el
cuerpo empieza a desarrollarse sexualmente y comienzan a desplazarse solas para
realizar algún mandado. El acoso perdura toda la vida adulta y se concentra con mayor
fuerza en la etapa reproductiva.
Las formas acosadoras que no incluyen un contacto físico enfatizan el derecho que
los hombres se otorgan para evaluar y humillar en voz alta y de manera pública el
aspecto físico de las mujeres. En las cartas no existen recuerdos que pudieran ser
catalogados como “piropos” o expresiones de galantería, por el contrario son
elocuentes los testimonios de las palabras, gestos y miradas de connotación sexual
que representan una violación simbólica por la intención de abuso que conllevan.
Las prácticas acosadoras con contacto físico son la expresión más clara de la
violencia erótica o violencia sexual directa. Las cartas develan que el manoseo, el
frotamiento y la persecución son soportados generalmente por niñas, adolescentes
y mujeres jóvenes.
Las cartas de las mujeres confirman la connotación sexual del acoso callejero,
como una de sus primordiales características y demuestran que las relaciones de
poder entre géneros también tienen un componente de edad: cuanto más joven, es
mayor la probabilidad de que las mujeres sean acosadas.
Los testimonios dan cuenta de que los espacios o lugares son diversos y precisan
que el acoso sexual callejero se realiza generalmente en horas del día. Sin embargo
distinguen a los acosadores y los lugares según las formas de acoso, de tal forma
que algunas prácticas están más asociadas a unas circunstancias que a otras. Los
tocamientos y manoseos suelen suceder más en eventos y lugares repletos de
gente y/o en buses, micros y minibuses donde además los cuerpos de las mujeres
son apretados y frotados contra los genitales de los hombres.
A decir de las mujeres, los hombres jóvenes acosan con más atrevimiento cuando están en
grupo; acosadores resguardados detrás de automóviles, se sienten más poderosos
persiguiendo para aterrorizar y acorralar a sus víctimas, asimismo refieren que
hombres mayores persiguen y tocan a las niñas y adolescentes; al respecto, llaman la
atención recuerdos de mujeres cuando eran niñas y vivieron las primeras
experiencias de acoso estando en compañía de la madre o el padre.
Los sentimientos que genera el acoso son vividos de manera íntima y personal,
en las cartas se encuentra que las mujeres sienten principalmente miedo e
inseguridad. También son relevantes la culpa y la vergüenza, pues piensan que
provocaron esos comportamientos porque hicieron o dejaron de hacer lo que se
espera de ellas en espacios públicos.
Las diferentes formas del acoso sexual callejero invaden el espacio personal de las
mujeres, limitando su capacidad para controlar la interacción social y el sentido de
autonomía, la incertidumbre invade sus pensamientos pues no saben lo que puede
suceder, por ello las cartas explicitan que cuando las mujeres son acosadas,
inmediatamente piensan si van a ser violadas.
Habida cuenta de lo anterior, resulta claro que en el espacio público se
presentan relaciones de subordinación de género que entre otras cosas,
obstaculizan la construcción de una ciudadanía protagónica.
Los testimonios expresan que cuando las mujeres son acosadas no reaccionan por
miedo a sufrir una agresión mayor; el miedo y la incertidumbre se sobrepone a la
indignación que les provoca el acoso, por lo cual son exiguos los testimonios donde
las mujeres enfrentan a los acosadores y éstas son relatadas por mujeres después
de varias experiencias e incluso luego de años de acoso.
Para concluir, las demandas por demás sustentadas en las cartas de mujeres,
interpelan a las autoridades de instancias públicas para la formulación de políticas
públicas.
Los testimonios realzan la voz de las mujeres demostrando la necesidad de una ley
específica que sancione el acoso sexual callejero como violencia de género.
Violencia que ubica el cuerpo de las mujeres como el objeto del acoso sexual y que
la agresión que se ejerce constituye un acto de violencia de género, es decir, por
ser mujeres, los hombres sienten el derecho de cosificar los cuerpos de las mujeres
y ejercer todo tipo de conductas agresivas.
Sin embargo, advierten que la norma por si sola es insuficiente, por lo que también
corresponde emprender estrategias sociales, educativas y de prevención para
detener esta forma de violencia aceptada e incluso inducida con consecuencias
devastadoras en la vida de las mujeres y de hecho en el desarrollo social del país.