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38- 18 — C - 158 zan en seguida hacia los diálogos oficiales realizados por las
NATURALEZA DEL DIALOGO
(Ecuménico e Interreligioso)
S..«:t.
Hno. David Carroll
A medida que nos acercamos al nuevo milenio, la sabidu-
ría de los padres del Vaticano II se aprecia con más claridad.
En un esfuerzo por afrontar las numerosas y complejas cues-
tiones que dividen a la humanidad en nombre del Dios único,
los padres llamaron al diálogo, tanto el ecuménico como el
interconfesional. Este diálogo requiere superar la mera tole-
rancia de las otras confesiones o creencias, y tiene como ob-
jetivo conocer y aceptar a las otras comunidades religiosas,
tal como gustan llamarse. Sin diálogo, las sociedades llegan,
a menudo por miedo, a generalizar unas de otras, o incluso a
considerarse mutuamente como diabólicas. Esta demoniza-
ción, ilustrada con situaciones como las de Bosnia, Ruanda y
Sudán, conducen, con frecuencia a la anarquía, a la violencia
ya la muerte.
El proceso del diálogo debe establecerse en cuatro niveles.
El diálogo del corazón nos permite compartir la Creación de
Dios como compañeros. El diálogo de la vida cotidiana nos
llama a promover los valores humanos que compartimos, te-
niendo a Dios como garante. El diálogo de la palabra nos in-
vita a hablar del Señor y dejar de lado nuestras distracciones
del poder, de las riquezas y de todo cuanto no es esencial a
Dios y al género humano. Y el diálogo del silencio nos pide
escuchar, para que Dios puede hablar con nosotros, mover
nuestros corazones e inspiramos para actuar y hablar como
siervos de Dios.
El objetivo del diálogo ecuménico es la reunificación de
las iglesias Cristianas. El Consejo Pontificio para la Promo-
ción de la Unidad de los Cristianos ofrece a los católicos un
foro donde pueden comprometerse en el diálogo con miem-
bros de iglesias cristianas no católicas.
Dentro del Consejo se ha creado una comisión especial
para mantener las relaciones religiosas con los representates
de la comunidad Judía.
El objetivo que promueve el Consejo Pontificio para el
Diálogo Interreligioso es un acercamiento sustancial entre
los no cristianos y los católicos. Una Comisión especial de
este mismo Consejo asegura las relaciones religiosas con los
Musulmanes.
Aunque sean estas organizaciones oficiales las que guían
el proceso del diálogo, éste lo realizan de hecho las personas
de fe. Muchos intercambios tienen lugar a nivel local, donde
se pueden aplicar mejor los cuatro niveles del diálogo. Y los
acuerdos conseguidos en los intercambios locales se canali-
- LASALLIANA N. 38- Ficha 18- Materia C: Educación / Pedagogía (158) - Fratelli delle Scuole Cristiane - Via Aurelia, 476- 00100 Roma.
Iglesias, para ser revisados.
El proceso del diálogo es complejo, pero algunos elemen-
tos son esenciales. El Papa Juan Pablo E, en su encíclica "Ut
Unum Sint", dedica varios párrafos a la naturaleza del diálo-
go. El Santo Padre señala que la caridad, el perdón, la humil-
dad y la reconciliación son indispensables si se desea que
quienes discuten traten con objetividad los factores cultural,
sicológico, social y teológico que han contribuido a la divi-
sion de la humanidad; lo que el Papa llama el "pecado de la
separación".
En diálogo sincero, hemos de escuchar la historia de nues-
tros colegas. El diálogo del corazón exige que atendamos las
heridas que pudieron ser inflingidas por nuestros anteceso-
res, y que respondamos a ellas con sinceridad. También de-
bemos esforzamos por comprender la verdad de la fe que
está contenida en un contexto cultural, en un lenguaje y en
una visión del mundo que pueden diferir de los nuestros.
Esta verdad, aunque presentada de forma diferente, ¿es váli-
da, o es absolutamente falsa?
La eliminación de cualquier forma de reduccionismo o de
preocupación por las "etiquetas", es parte integrante del diá-
logo. Las cuestiones importantes deben ser resueltas con cla-
ridad y sinceridad. En este proceso es crucial que nos
esforcemos por superar las polémicas y por descubrir que a
menudo hablamos de interpretaciones distintas de la misma
realidad.
Como participante activo en el diálogo entre la la Iglesia
Católica Romana y la Iglesia Siria del Este, he sido testigo
durante los cinco últimos años de intensos y fraternales inter-
cambios, y de una humildad que es don del Espíritu. En el
pasado mes de noviembre las discusiones de los grupos loca-
les dieron fruto: el Papa y el Patriarca-"catholicos" de la Igle-
sia Asiria firmaron un acuerdo Cristológico, que subsanaba
un viejo desacuerdo de 1500 años sobre la naturaleza de Je-
sucristo. Aunque aún no se ha alcanzado la plena comunión,
las iglesias Asiria y Católica han profesado su fe común en el
Redentor, aun escogiendo expresar esa fe en formulaciones y
tradiciones diferentes.
La sólida creencia y el buen conocimiento de los propios
escritos sagrados y de las propias tradiciones son elementos
esenciales para el diálogo. Como co-presidente del diálogo
Islámico-Católico Romano de la Archidiócesis de Nueva
York, he llegado a conocer las muchas creencias compartidas
por los católicos y los musulmanes. Sin embargo, difereri-
mos en un punto fundamental: los católicos creen que Jesu-
cristo es el Mesías, el Hijo de Dios. Los musulmanes
veneran a Jesús como un profeta exaltado por el Dios único.
Aunque no es nuestro propósito convertirnos mutuamente
a nuestras creencias sobre la naturaleza de Jesús, sin embar-
go debemos exponer claramente nuestras posiciones propias;
un participante desinformado es un obstáculo en el diálogo.
Para cualquier participante en estos intercambios, el ser ca-
paz de presentar sofisticados pensamientos y fórmulas arrai-
gadas en otros tiempos y culturas, se convierte en un test de
su propia fe y de su saber.
También hay que ser cautos al afrontar las complejidades
y tensiones generadas por las injusticias del pasado. Aunque
las Cruzadas y los imperios coloniales enriquecieran a la Eu- les. Debe quedar claro que el diálogo interreligioso es confe-
ropa Occidental, muchas veces sembraron semillas de dis- sional, y que cada participante habla desde la experiencia de
cordia en Europa del Este, en Oriente Medio y en Africa. su propia tradición de fe Esto exige la escucha atenta y aco-
gedora. Sin embargo, es un proceso interactivo y jamás debe
Así, los razonamientos teológicos pueden convertirse en reducirse a un intercambio de monólogos.
trampas, a causa de los agravios históricos.
La esencia misma del diálogo tiene su raíz en la persona y
El diálogo puede también asumir diferentes cataracterísti- en la dignidad de esa persona:
cas, según las circunstancias o urgencia de la situación. El
"El diálogo es una etapa indispensable del proceso hacia la
diálogo oficial, con sus documentos y discusiónes, va con
realización de sí mismo; autorealización tanto de cada indivi-
frecuencia precedido por la oracion compartida o por la lec-
duo como de cada comunidad", dice Juan Pablo II en "Ut
tura de la Escritura. Ocasionalmente se puede tener un diálo-
Unum sint".
go como respuesta a una urgencia que afecta a una de las
"Aunque el concepto de diálogo pueda parecer que da
partes del diálogo. Algunas sesiones especiales de nuestro
prioridad a la dimensión cognoscitiva," continúa el Papa,
diálogo Musulmán-Católico se han convocado para preparar
"todo diálogo implica una dimensión existencial global".
declaraciones sobre Bosnia y Sudán, países donde cada gru-
po de fe ha sufrido injusticias. Para que un diálogo sea auténtico se necesita: exponer cla-
ramente las posturas, buscar lo que es verdadero en el patri-
Otra forma de diálogo es el cultural; los participantes com-
monio común de los participantes, rechazar proselitismos y
parten en un encuentro. Una vez más, nuestro diálogo Mu-
asumir la fe expresada en la propia tradición y en las propias
sulmán-Católico ha sido muy activo. Católicos han asistido a
Escrituras. El diálogo debe proporcionar a cada uno la opor-
la celebración del Día Mundial Musulmán, y musulmanes
tunidad de renovar y profundizar la propia fe. Igualmente,
asistieron en octubre a la presentación del Mensaje del Papa
los participantes en un diálogo deben encarar su nueva com-
para la Jornada Mundial de la Paz, en la Catedral de San Pa-
prensión de las religiones en términos de valores religiosos
tricio de Nueva York. En tales actividades está implícito el
auténticos, no sólo como accidentes históricos, culturales o
profundo respeto y el aprecio desinteresado de todos los par-
ticipantes en el diálogo. políticos. Finalmente, los participantes deben comprometerse
a permitir que los otros vean el diálogo como un instrumento
"Nostra Aetate", Declaración sobre las Relaciones de la para captar lo que es verdadero en todas las formas de fe, y
Iglesia con las Religiones no cristianas, ha demostrado ser lo que se puede compartir y celebrar.
muy orientadora, como efecto, a largo término, del Vaticano
El camino del diálogo ofrece la oportunidad de escuchar,
II sobre el diálogo interreligioso. La declaración afronta las
no la de dar conferencias. En un mundo a menudo desfigura-
relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, pero
do por el egoismo y la avaricia, el instrumento del diálogo
especialmente con la comunidad Judía.
pone a cada individuo en contacto con las verdades y las re-
Igual que el diálogo con las comunidades no católicas y alidades que los otros viven. Iluminados por el Espíritu San-
musulmanas, mi experiencia en el diálogo Católico-Judío en to, marchamos por un camino que nos ayuda a ver en unos y
la Archidiócesis de Nueva York lo puedo clasificar en ofi- otros nuestra diversidad y nuestra humanidad.
cial, ocasional y cultural. A menudo, las seculares heridas
Para un Católico, ciertamente, la universalidad del diálogo
que han tenido efectos devastadores en la comunidad Judía
es una llamada del Espíritu Santo para romper los clichés,
se han centrado en un sólo asunto, la falta de relaciones di-
rechazar los puntos muertos y la resignación, abrir nuestros
plomáticas entre el Estado de Israel y la Santa Sede. Ocasio-
propios corazones, convertir nuestras mentes y movemos a
nalmente tales imperativos geopolíticos han casi aplastado el
dar pasos concretos y seguros para conseguir "que todos sea-
diálogo religioso encontrado en las experiencias del mismo mos uno". •
Dios.

En cada proceso de diálogo se han de discutir abiertamente

las dificultades históricas. El proselitismo, con todas las im-
plicaciones que conlleva de presión económica, psicológica o
espiritual sobre los no cristianos, debe ser reemplazado por
la nueva actitud de diálogo, según la cual las partes partici-
pantes deben aceptarse recíprocamente como miembros igua-
(Este artículo fue publicado en la Revista "Catholic Near
East", de diciembre de 1995. El Hno. David es Secretado
General de CNEWA).

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