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1. CLASIFICACIÓN
Los principios del proceso son susceptibles de ser enmarcados en alguna de las siguientes
categorías: 1) Principios inherentes a la estructura del proceso; 2) Principios relativos a la
acción y al derecho subjehvo material subyacente; 3) Principios referentes a la formación del
material fáctico, y 4) Relativos a la valoración de la prueba.
En el juicio ordinario (demandas de más de 3.000 euros), cuyo precedente más inmediato es el
antiguo «juicio de menor cuantía», debido a que la reforma parcial de 1984 introdujo la
comparecencia previa, hoy «audiencia previa» al juicio principal y, con ella, la obligación que
el Juez tiene de «salvar la falta de algún presupuesto o requisito del proceso que se haya
aducido por las partes o se aprecie de oficio por el Juez» (art. 693.30 LEO 1881), se planteaba
la duda, consistente en determinar qué presupuestos procesales pueden de oficio ser
examinados en esta fase procesal.
Aun cuando no exista unanimidad jurisprudencial para dar una respuesta adecuada a esta
pregunta, nosotros, siguiendo a FASCHING (no cabe olvidar que la comparecencia previa
española es una copia de la «audiencia preliminar» austriaca) y a FAIREN, sugerimos el
examen de oficio de los siguientes presupuestos procesales: jurisdicción, competencia
objetiva y funcional, procedimiento aplicable, litispendencia, defecto en el modo de
proponer la demanda, litisconsorcio, cosa juzgada, capacidad para ser parte y procesal,
representación y postulación procesal.
En la actual regulación de la comparecencia previa (art. 416) se han recogido todos estos
presupuestos procesales con la única excepción de la competencia objetiva y territorial, que
también son examinables de oficio con anterioridad a dicho acto (arts. 49 y 58). Debido a la
circunstancia de que la legitimación es un requisito de la fundamentación de la pretensión
(FAIRÉN) y no un auténtico presupuesto procesal no parece que pueda examinarse «a limine
litis» en esta comparecencia, si bien no falta algún autor (MONTERO) que mantenga la tesis
contraria.
Por el contrario, en los demás procedimientos civiles es muy escaso el grado de «examen de
oficio» por el Juez de los presupuestos procesales. Dicho examen queda reducido a
determinados defectos formales de la demanda, así como a la propia jurisdicción y
competencia objetiva y territorial del órgano jurisdiccional (cf r.: art. 49 sobre la objetiva y, en
cuanto a la territorial, vide el art. 58 LEO) y a la capacidad de las partes (art. 9) y a
determinados defectos de la demanda en procedimientos especiales (art. 439), siendo la regía
general, en cuanto a su tratamiento procedimental, la de que han de ser evidenciados por las
propias partes, por la vía de las excepciones y, la mayoría de las veces, resueltos por el Juez
en la Sentencia definitiva.
A) Fundamento
El sistema de la prueba legal responde, en sus primitivos orígenes, a un pensamiento mitico o
supersticioso del antiguo Derecho germánico, con arreglo al cual determinados medios
probatorios, realizados ante una supuesta intervención divina, debían causar «prueba plena»
Dicho sistema permaneció vigente a lo largo de toda la Edad Media, siendo potenciado en el
proceso penal hasta límites de inhumanidad durante la hegemonía del absolutismo (5. XV-
XVIII). Se caracterizaba, de un lado, por la existencia de medios de prueba claramente
privilegiados, cuyo resultado debía el Juez apreciar en cualquier caso (éste era el caso de la
confesión, que era la «regina probatorum»), y, de otro, por la discriminación que debía
realizar el Juez con los testimonios de quienes habían de prestarlos en función de su status
social (el del noble hacia «prueba plena», el del ciudadano libre «semi píena
probatio» y el siervo estaba incapacitado para deponer como testigo, debiéndolo hacer por él
«su señor»). Si a este sistema se le añade la circunstancia de que el «inquisidor» estaba
legitimado para recurrir a la tortura con el fin de obtener aquel medio probatorio privilegiado
(la «confesión con cargos»), de que se estimulaba la delación con premios económicos (1/3
del patrimonio del reo era para el delator, el otro tercio para el inquisidor y el último para el
Estado), con lo cual se estimulaba la denuncia y acusación calumniosa y de que el Juez no
tenía obligación alguna de motivar su sentencia (TOMAS Y VALIENTE), no resulta
exagerado afirmar que el sistema de la prueba legal, aplicado al proceso penal, causó
verdaderos estragos hasta bien entrado el 5. XIX.
Frente a dicho sistema, y como una conquista del pensamiento liberal, surgió, hacia finales
del 5. XVIII y principios del 5. XIX, el de la «libre valoración de la prueba». Su aparición
aparece en la historia íntimamente ligada a la del Jurado. Como quiera que, con la
participación popular en la administración penal de la justicia, no se podía exigir al pueblo el
conocimiento de todas aquellas «científicas» y complejas reglas de valoración de la prueba
tasada, que, desde la legislación de Partidas hasta la Novísima Recopilación, se habían
mantenido, tanto en el proceso civil como en el penal, decidieron lOS autores de la Ilustración
que el Jurado presenciara el juicio oral y emitiera su veredicto exclusivamente con arreglo a
su «íntima convicción». Surge, así, el sistema de valoración «en conciencia» o de «libre
valoración de la prueba», el cual, aun apareciendo de una manera intuitiva y obligada por
aquella necesidad, pronto se reveló como un sistema de valoración mucho más perfecto que el
que ocupaba a los tratadistas o «prácticos» del Antiguo Régimen. En efecto, al valorar
exclusivamente el Jurado las pruebas, que, ante él en el juicio oral se habían practicado
(inmediación) y, al desconocer, por lo tanto, los actos de investigación, que, con anterioridad a
él (esto es, en la fase instructora) podía el Juez haber realizado, decayó en la práctica la
importancia del «sumario», fortaleciéndose el acusatorio en el juicio oral, al obligar a las
partes a ser exhaustivas con la aportación del material de hecho y su prueba en el juicio, re-
produciéndose, en definitiva, la verdad histórica con toda su amplitud en el juicio, de tal
suerte que el juicio oral dejó de ser un mero apéndice de la fase instructora para convertirse en
el auténtico proceso; por otra parte, al valorar los hechos el Juzgado con arreglo a su
conciencia o íntima convicción, se dio entrada a las reglas de la lógica, experiencia o «sana
crítica» en la apreciación de la prueba, que, hasta ese momento, no podían estar presentes, al
estar vinculado el Juez por aquellas reglas de valoración, con lo que el sistema de libre
valoración, al permitir el descubrimiento de la relación jurídica material, posibilitó la
búsqueda de la «verdad histórica», frente a la «formal», que era consubstancial al sistema de
la prueba tasada.
El principio de «libre valoración de la prueba» se instauró, en primer lugar, en el proceso
penal, para pasar, tras la reforma de KLEIN a la ZPO austríaca de 1895, a constituir también
el sistema hegemónico en el proceso civil contemporáneo.
B) Concepto
Estriba, pues, el sistema de la prueba legal en una sustitución del Juez por el legislador, en el
que éste le establece a aquél, de un lado, la existencia de un «numerus clausus» de medios
probatorios, con arreglo a los cuales deben las partes convencerlo y, de otro y sobre todo, la
de un conjunto de reglas para la valoración del resultado de la prueba, conforme al cual
existirá una hipervaloración, de determinados medios probatorios, en detrimento de otros
manifiestamente hipovalorados.
En el momento actual y en el derecho comparado, el único medio de prueba hipervalorado es
la documental pública (y no toda ella de su contenido, sino tan sólo determinados documentos
públicos, tales como las sentencias o los testamentos), cuyo fundamento no puede encontrarse
en el que hemos expuesto del Derecho histórico, sino en la certeza o seguridad del tráfico
jurídico, en la existencia de actos o negocios jurídicos, que, por haber sido intervenidos por un
fedatario público, han de gozar de un determinado valor probatorio privilegiado y
preconstituido.
Por el contrario, el principio de libre valoración de la prueba significa que el Juez o el
Tribunal, a la hora de formar su íntima convicción, no ha de tener otro límite que los hechos
probados en el juicio, los cuales ha de apreciar y fundamentar en el fallo con arreglo a las
normas de la experiencia y de la lógica.
Por tanto, «apreciación en conciencia» no significa «libre arbitrio». El órgano
jurisdiccional ha de basar su Sentencia exclusivamente sobre los hechos, objeto de prueba
en el juicio, sin que se pueda dar entrada en la sentencia a la «ciencia privada del Juez». Es
más, la Sentencia habrá de contener el razonamiento de la prueba (es decir, se habrán de
describir las operaciones lógicas que, partiendo de los hechos declarados como probados,
permitan inferir la conclusión probatoria), que ha seguido el juzgador para obtener su
convicción.
Tampoco se opone a la libre valoración de la prueba la denominada prueba de valoración
prohibida o ilícita, expresamente proscrita por los art 5. 11.1 LOPJ y 287 LEO, o existencia de
reglas de prohibición de valoración (Beweisver’vertungsverbot) de determinados hechos, que
hayan podido ser introducidos en el proceso con manifiesta infracción de las normas
constitucionales (vgr el derecho a la intimidad o a la inviolabilidad del domicilio del art. 18
OE), a través de medios, que no gozan de valor probatorio alguno (vgr un atestado que tan
sólo tiene el valor de denuncia, por lo que precisa de una ulterior actividad probatoria) o que
han sido obtenido0s a través de medios que la ley en modo alguno autoriza (por ejemplo, la
confesión arrancada con coacciones, torturas o «sueros de la verdad»).
C) El ordenamiento procesal
Nuestro ordenamiento procesal ha experimentado una profunda mutación, pasando de la
hegemonía de la prueba tasada, vigente en la derogada LEO de 1881, a la del principio de
libre valoración, introducido por la Ley 1/2000 en la nueva LEO.
a) La LEO de 1 881 se encontraba teóricamente regida por un claro predominio del
principio de la prueba tasada. Dicha hegemonía se manifestaba, tanto en el establecimiento
por el legislador de un sistema cerrado de medios probatorios a utilizar por las partes, como
fundamentalmente en la existencia de normas admonitivas e imperativas a tener en cuenta en
la valoración de la prueba por el juzgador.
b) Por el contrario, el sistema de «libre valoración de la prueba» ha sido el consagrado
por la nueva LEO de 2000, el cual se demuestra, tanto en la libertad de las partes a la hora
de proponer los distintos medios de prueba, como en la valoración de su resultado por el
juzgador.
De este modo, en materia de proposición de medios probatorios, no obstante la redacción
del art. 299.1, conforme al cual parece que se establezca un «númerus clausus», su número
segundo permite la introducción de «medios de reproducción de la palabra, sonido e
imagen», así como los instrumentos que permitan archivarías y su número tercero, en
realidad, viene a establecer un «númerus apertus» de proposición de medios de prueba.
En cuanto al sistema de valoración, la LEO tan solo conoce como prueba tasada la
documental pública, que hará «prueba plena del hecho, acto o estado de cosas que
documenten», salvo que versen sobre materia de usura, en cuyo caso rige la libre valoración
(art. 319.3). La antigua prueba de «confesión», denominada en la actualidad como
«interrogatorio de las partes»ha sufrido una importante transformación: de un lado, se ha
suprimido cualquier forma de juramento y, de otro, es una prueba de libre valoración, ya que,
si bien es cierto que el Juez habrá de tener como ciertos los hechos reconocidos y que sean
perjudiciales para las partes, tampoco lo es menos que dicho valor privilegiado queda
condicionado a que no lo contradiga «el resultado de las demás pruebas» (art. 3 16), lo que
convierte a dicho interrogatorio en una prueba de valoración conjunta. Las demás pruebas han
de ser valoradas con arreglo a las normas de la «sana crítica», es decir, según las máximas de
la experiencia y de la lógica o, lo que es lo mismo, con arreglo al sistema de libre valoración;
de este modo están sometidos a dicho criterio de las reglas de la sana crítica: los documentos
privados (art. 334.1), el dictamen de peritos (art. 348), la prueba de testigos (art. 376) y las
reproducciones de la palabra, imagen y sonido (art. 382.3).
A) Concentración y preclusión
Pues bien, una de las medidas para obtener dicha «aceleración» puede consistir en
concentrar sus actividades en un espacio corto de tiempo, reuniendo en la menor cantidad
posible de tratamiento todo el contenido del proceso. Así aparece, señala FAIREN, el
principio de concentración, principio de política legislativa.
La concentración del procedimiento puede obtenerse a través de todo un conjunto de
medidas, de entre las que cabe señalar las siguientes: a) reducción de plazos y términos,
conforme a las necesidades sociales del momento presente; b) mayor inmediación en los
actos de comunicación; c) estimulo de la autocomposición intraprocesal; d) prohibición
de incidentes suspensivos; e) tratamiento preliminar de los presupuestos procesales; f)
establecimiento de una fase «elástica» de alegaciones y otra «preclusiva» de prueba, y g)
instauración plena de la oralidad en la fase probatoria.
Pues bien, la mayoría de tales medidas fueron iniciadas por la «reforma parcial» de 1984 y
culminadas por la efectuada mediante la «reforma total» operada por la Ley 1/2000.
De este modo, aquella reforma parcial estableció el principio de «improrrogabilidad» de los
plazos, hoy sancionado por el art. 134, reduciendo el de todos aquellos que estaban fijados en
función del estado de las comunicaciones de la sociedad decimonónica y sancionando su
incumplimiento con medidas procesales (la «preclusión» del acto o pérdida de la posibilidad o
carga procesal inutilizada, art. 136).
También incrementó la «reforma parcial» la inmediación de los actos de comunicación,
introduciendo nuevos medios de comunicación, tales como el «correo certificado», telégrafo y
«cualquier otro medio de comunicación». Por su parte, la reforma total de 2000 permitirá
nuevas tecnologías, tales como la utilización de «lntemet» (véase el art. 135.5 que permite la
utilización de «medios técnicos que permitan el envío y la normal recepción de escritos y
documentos» y el art. 162 que permite los actos de comunicación mediante medios
electrónicos, telemáticos e infotelecomunicaciones). En cuanto al auxilio judicial lo simplificó
notablemente, reduciéndolo al «exhorto», a la vez que introdujo en él también aquellos
medios más rápidos de comunicación,
que la reforma efectuada por la LEO 2000 ha extendido al «sistema informático judicial».
Asimismo realizó una profunda reforma de la conciliación, convirtiéndola, de un lado y en
consonancia con la generalidad de los ordenamientos europeos, en «intraprocesal» (esto es,
dentro de la comparecencia previa), cuya carácter mantiene la reforma «total» (art.
415>. Precisamente a fin de obtener en la práctica dicha conciliación, la nueva LEO obliga a
la comparecencia personal de las partes materiales o al otorgamiento de un poder especial
«para renunciar, allanarse o transigir» (art. 414.2).
Otra de las novedades, tendentes a incrementar y a concentrar el procedimiento, que
inauguró la reforma del 84 y mantiene la de 2000, estriba en prohibir la impugnación
suspensiva de las resoluciones interlocutorias, la cual se estableció por una doble vía:
indirecta, a través de la supresión de las «providencias de no mera tramitación» y, con ella, la
prohibición de que dichas re-soluciones puedan ser impugnadas mediante un recurso
devolutivo y directa, disponiendo que la apelación de los autos se realizará «en un solo efecto,
resolviéndose conjuntamente con la apelación principal» (art. 381 de la LEO de 1881); en la
actualidad, la nueva LEO tan sólo permite la apelación de los autos definitivos (art. 455.1),
regla que, unida a la abolición del «incidente de nulidad de actuaciones» (art. 742 de la LEO
de 1881), contribuyó notable-mente a la concentración del procedimiento y a
descongestionarlo de incidentes previos y suspensivos. Aquí, sin embargo, la vigente LEO
2000 ha sido regresiva, toda vez que pretende la reintroducción de dicho incidente de nulidad
de actuaciones (art. 228), que tan graves efectos puede ocasionar a la seguridad jurídica y al
derecho a un proceso «sin dilaciones indebidas».
B) Publicidad
En íntima conexión con el principio de oralidad, surge el de publicidad del
procedimiento en la historia de las instituciones procesales. Pero, a diferencia del de
concentración, que posee un marcado carácter técnico, el de publicidad presenta una notable
connotación política al haberse manifestado, tal y como hoy lo conocemos, como una
conquista del pensamiento liberal.
En efecto, frente al proceso escrito de la época del absolutismo, el movimiento liberal
opuso, en primer lugar, la publicidad del procedimiento como seguridad en contraposición a
la justicia «de gabinete», en tanto que garantía frente a las manipulaciones gubernamentales y,
en un momento posterior, como medio para el fortalecimiento de la confianza del pueblo en
sus Juzgados y Tribunales y como instrumento de control popular de la justicia.
Como consecuencia de tales postulados ideológicos, el derecho a ser juzgado mediante un
proceso público y ante un Tribunal imparcial pasó a incorporarse a la parte dogmática de las
Constituciones europeas, siendo la primera, en nuestra historia, la de Cádiz de 1812 (art. 302>
y la última, la vigente (arts. 24.2 y 120.1 y 3>. Asimismo, dicho principio aparece consagrado
en el artículo 6.1 del Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos.
Aun cuando sean varios y distintos los conceptos y clasificaciones doctrinales del referido
principio, conjugando todas ellas se puede extraer la conclusión de que, aunque
excepcionalmente determinadas fases del procedimiento pudieran permanecer secretas, para
una buena administración de la justicia (vgr la fase instructora del proceso penal), la
publicidad en el proceso contemporáneo ha de serlo, tanto frente a las partes (publicidad
relativa), como frente a la sociedad o terceros (publicidad absoluta). El ordenamiento procesal
ha de autorizar la posibilidad de la participación inmediata del público en el desarrollo del
juicio, el cual ha de acceder voluntariamente al mismo (publicidad activa), aunque
excepcionalmente pueda darse cuenta, con posterioridad a él, de determinadas actuaciones
procesales (publicidad pasiva).
En nuestro proceso civil, debido a la vigencia del principio de la oralidad, el principio de
publicidad absoluta se encuentra recogido allí donde las actuaciones sean verbales y, de modo
especial en la fase probatoria. Dispone a tal efecto el art. 138.1 que «las actuaciones de
prueba, las vistas y las comparecencias, cuyo objeto sea oír a las partes antes de dictar una
resolución se practicarán en audiencia pública», prescripción que reitera el art. 289.1, en
cuya virtud «las pruebas se pn-cticarún contradictoriamente en vista pública o con
publicidad» y que hay que entender también vigente en la vista del juicio verbal (art. 443), en
la apelación, si hubiere práctica de prueba (art. 464) y en el recurso de casación (art. 486).
Pero el principio de publicidad absoluto puede ser restringido por el Tribunal «cuando
sea necesario para la protección del orden público o de la seguridad nacional en una
sociedad democrática, o cuando los intereses de los menores o la protección de la vida
privada de las partes y de otros derechos y libertades lo exijan» (art. 138.2). Las demás
actuaciones procesales están presididas por el principio de publicidad relativa, conforme al
cual tan sólo las partes interesadas están legitimadas para el conocimiento de las actuaciones.
LECCIÓN 2. LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DEL ÓRGANO
JURISDICCIONAL
1.LOS PRESUPUESTOS PROCESALES: CONCEPTO Y CLASES
En la Lección 18 (epígrafe 3) de nuestra «Introducción al Derecho Procesal» decíamos
que, para que se pueda constituir válidamente un determinado proceso y el Juez pueda dictar
una Sentencia de fondo que resuelva definitivamente el conducto, es necesario que el actor
cumpla con los presupuestos procesales que, como su nombre indica, son requisitos previos
al proceso, sin cuyo cumplimiento no puede válidamente instaurarse el proceso, ni, por lo
tanto, puede el Juez entrar en el examen jurídico material de la pretensión, es decir, no puede
satisfacer materialmente la pretensión.
Estos requisitos formales, de obligada observancia en el momento de la interposición de la
demanda, condicionan, pues, la admisibilidad de la pretensión. Sin su concurrencia el Juez no
puede entrar a examinar la pretensión o relación jurídica material debatida, la cual ha de
quedar imprejuzgada.
Los presupuestos procesales son, pues, requisitos que deben observar los sujetos
procesales en el momento del ejercicio del derecho de acción y cuya ausencia, bien impedirá
la admisión de la demanda, bien el examen del fondo de la pretensión, debiendo, bien
pronunciar un Auto de inadmisión de la demanda, bien de archivo o sobreseimiento del
proceso, bien una «Sentencia absolutoria en la instancia», resoluciones todas ellas que, por
carecer de los efectos materiales de la cosa juzgada, posibilitan el ejercicio de la acción e
interposición de la misma pretensión en un ulterior proceso declarativo.
Los presupuestos procesales condicionan, pues, la admisibilidad de la demanda y, en
cualquier caso, la de la Sentencia de fondo. Los primeros de ellos ocasionan el rechazo de la
demanda «ex» art. 503 y vienen determinados por la falta de jurisdicción, ausencia de
competencia objetiva, funcional y territorial indisponible, falta de capacidad para ser parte, de
postulación y de conducción procesal y presupuestos especiales del objeto procesal (la
autocomposición, la reclamación previa, las cauciones y requerimientos), presupuestos todos
ellos que deben ser examinados de oficio en el momento de la admisión de la demanda, en
tanto que, si la ausencia de dichos presupuestos procesales y la de todos los demás es
denunciada por el demandado, bien, como cuestión previa, en la declinatoria, bien, como
excepción, en la contestación a la demanda o en la audiencia preliminar, provocarán una
Sentencia procesal absolutoria en la instancia.
Los presupuestos procesales pueden sistematizarse en:
A) del órgano junsdiccional: la jurisdicción y competencia objetiva, territorial y funcional.
B) de las partes: la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la postulación procesal,
la capacidad de conducción procesal y el litisconsorcio necesario.
C) del objeto procesal:
a) generales: la caducidad de la acción, la litispendencia y la cosa juzgada, el arbitraje y el
pendiente compromiso y la existencia de actos de disposición del derecho subjetivo material;
1. CONCEPTO
Se entiende por «Jurisdicción» el otorgamiento por el ordenamiento jurídico a un
determinado Tribunal de la potestad de «juzgar y hacer ejecutar lo juzgado», contenida
en el art. 118.3 CE.
Desde un punto de vista funcional dicha potestad constituye un auténtico presupuesto
procesal, pues es «improrrogable» (art. 9.6 LOPJ), es decir, se tiene o no se tiene, de manera
que las normas que la disciplinan son de orden público, sin que las partes, ni el propio Juez
puedan decidir cuando ostentan la Jurisdicción. De aquí que este presupuesto procesal sea
apreciable de oficio (arts. 9.6 LOPJ y 37 LEC) y que su infracción acarree una nulidad de
pleno derecho (art. 238. LOPJ), la cual puede ser examinada en cualquier estadio del
procedimiento (art. 240.2 LOPJ).
Para que dicho Tribunal ostente legítimamente la potestad jurisdiccional sobre un
determinado objeto procesal es necesario que el ordenamiento le atribuya expresamente esta
facultad, para lo cual es preciso conjugar dos criterios, externo e interno. De conformidad con
el primero, el conocimiento de esa materia u objeto procesal, no puede estar exento del
conocimiento de los Tribunales españoles, bien por la existencia de una inviolabilidad o
inmunidad, bien por pertenecer dicho conocimiento a otro Tribunal de un Estado extranjero
(falta de competencia internacional); en virtud del segundo, y admitida la Jurisdicción del
Estado español, tampoco puede estar atribuido el conocimiento de dicho objeto a otra
Jurisdicción especial (la Militar, que es la única que legitima el art. 117.5 de la Constitución),
a otro Tribunal especial (al Constitucional, de Cuentas o a los Tribunales consuetudinarios y
tradicionales) o a otro orden jurisdiccional, distinto al civil (es decir, a los Tribunales penales,
contencioso-administrativos o laborales).
2. TRATAMIENTO PROCESAL
Debido a que la Jurisdicción es un auténtico presupuesto procesal, su concurrencia debe
ser examinada de oficio por el propio órgano jurisdiccional, sin perjuicio de que, en cualquier
otro caso, pueda ser denunciada, vía excepción, por el demandado.
A) Examen de oficio
Disponen los arts. 36.2 y 37 LEO que los Tribunales civiles «se abstendrán de conocer»
cuando carecieran de Jurisdicción, bien por pertenecer la potestad jurisdiccional para el
conocimiento de un determinado asunto a un Tribunal de otro Estado, distinto al español, bien
por estar atribuida a un órgano de otro orden jurisdiccional, distinto al civil.
En tal caso, dispone el art. 38, habrá el Juez de oír a las partes y al Ministerio Fiscal «tan
pronto como sea advertida la falta de competencia internacional o la falta de jurisdicción por
pertenecer el asunto a otro orden jurisdiccional», es decir, a fin de evitar las injustas
sentencias absolutorias en la instancia, «a limine litis», mediante auto de inadmisión de la
demanda. En dicha resolución, habrá el Juez de ilustrar a la parte del orden jurisdiccional que
estima competente (arts. 9.3 LOPJ y 65.3 LEO).
Mas, podría ocurrir que, planteada la pretensión ante el orden jurisdiccional que el
Tribunal civil ha estimado como competente, tampoco este Tribunal reputara que ostenta
Jurisdicción para el conocimiento del asunto determinado. En tal supuesto, surgirá un
conflicto negativo de competencia que habrá de dirimirse por la Sala Especial del TS,
contemplada en el art. 42 LOPJ y a través del procedimiento que regulan los arts. 43 a 50.
Si el conflicto negativo surgiera entre un Tribunal del orden jurisdiccional civil y la
Administración o la jurisdicción contable, habrá que plantear un «conflicto jurisdiccional» de
los contemplados en los arts. 38-41 LOPJ y LO 2/1987, de Oonflictos Jurisdiccionales [véase
la Lección 1 l.3.A) de mi «Introducción... »J.
B) A instancia de parte
Como todo presupuesto procesal, si el órgano jurisdiccional no lo examina de oficio, tiene el
demandado la carga procesal de denunciar su incumplimiento por la vía de las excepciones y
en el trámite de contestación a la demanda (art. 405), pudiéndose, como regla general,
plantear en la audiencia previa del juicio ordinario.
Pero esta regla parece tener una excepción en el caso de la falta de Jurisdicción, , pues el art.
416.2 establece que «el demandado no podrá impugnarla falta de jurisdicción de
competencia del tribunal, que hubo de proponer en forma de declinatoria.
Así, pues, en virtud de lo dispuesto en el art. 39 LEO (el demandado podrá denunciar
mediante declinatoria la falta de competencia internacional o la falta de jurisdicción por
pertenecer el asunto a otro orden jurisdiccional o por haberse sometido a arbitraje la
controversia), debe en principio, el demandado interponer, como cuestión previa a la
contestación de la demanda, la declinatoria, y para ser más precisos, hay que proponerla
«dentro de los diez primeros días de plazo para contestar a la demanda”abriéndose, en tal
caso, un incidente suspensivo, que ha de resolverse con arreglo a lo dispuesto en los arts.
Ahora bien, sin perjuicio del tenor literal del art. 416.2 LEO, no creemos que dicho plazo
esté sometido a una preclusión rígida. Si, por las razones que fuera, el demandado no hiciere
uso de la declinatoria, también podrá proponer dicha excepción en la audiencia previa, pues,
tratándose la competencia internacional y la de los distintos órdenes jurisdiccionales de un
auténtico presupuesto procesal. sobre el cual subsiste la obligación judicial dc examen de
oficio, por lo que su infracción acarrea una nulidad de pleno Derecho (art. 238.1 LOPJ),
puede el demandado, al amparo de lo dispuesto en el art. 240.2 LOPJ, suscitar la falta de
Jurisdicción en cualquier estadio del proceso.
2. CRITERIOS DETERMINANTES
Con la sola excepción de las prerrogativas de determinadas Autoridades, que permanecen
aforadas a órganos jurisdiccionales superiores (así, la responsabilidad civil de las Autoridades,
contempladas en el art. 56.2 LOPJ, ha de dilucidarse ante la Sala de lo Civil del TS y la
prevista en el art. 73.2.a y b a la Sala de lo Civil del TSJ), los criterios determinantes de la
competencia objetiva civil son dos: por razón de la cuantía y por razón de la materia.
A) Por razón de la cuantía
El criterio más relevante para distribuir la competencia entre los Juzgados de Paz y los de
ía Instancia es el de la cuantía. Si el valor del bien litigioso no excediera de 90 euros y no se
tratara de ninguna de las materias que han de dilucidarse a través de alguno de los juicios
verbales especiales contemplados en el art. 250.1, serán objetivamente competentes los
Juzgados de Paz, en tanto que, si dicho valor excediera de la expresada cifra de 90 euros,
serán siempre competentes los Jugados de Primera Instancia (art. 47 LEO).
Como podrá comprobar el lector, la competencia objetiva de los Juzgados de Paz es
meramente insignificante y además residual, por cuanto el art. 45 LEO atribuye «a los
Juzgados de Primera Instancia el conocimiento, en primera instancia, de todos los asuntos
civiles que por disposición legal expresa no se hallen atribuidos a otros Tribunales», es decir,
les confiere «vis atractiva» de todas las materias no comprendidas en el art. 47 LEO.
B) Por razón de la materia: los «Juzgados especializados»
Corresponde a los Juzgados de Primera Instancia los actos de Jurisdicción voluntaria, la
ejecución de sentencias y demás resoluciones judiciales y arbitrales extranjeras (art. 85.2 y 5
LOPJ— y la gestión del Registro Oivil (art. 86). Pero, con independencia de este criterio
genérico de atribución de la competencia objetiva por razón de la materia, la LOPJ ha creado
los «Juzgados especializados» con carácter permanente o meramente coyuntural.
a) Con carácter permanente: los Juzgados de lo Mercantil
Tal y como se ha puesto de relieve en la Lección 9.5 de nuestra «Introducción», la LO
8/2003 ha adicionado a la LOPJ los arts. 86 bis y ter, en cuya virtud se instauran en las
capitales de Provincia y en aquellos núcleos industriales o mercantiles, cuya actividad
económica así lo aconseje, los Juzgados de lo Mercantil que circunscriben su competencia a
las materias de Derecho Concursal, Estatuto de la Propiedad Industrial, Transportes, Derecho
Marítimo, condiciones generales de la contratación, recursos contra las resoluciones de la
Dirección gen eral de los Registros y del Notariado sobre calificaciones del Registrador
Mercantil, legislación comunitaria en materia de libre competencia (arts. 81 y 82 del Tratado
de la Comunidad Europea) y arbitraje.
b) Con carácter coyuntural
Asimismo, el art. 98 LOPJ faculta al OGPJ, previo informe de la Sala de Gobierno del TSJ,
a crear Juzgados de ja Instancia especializados en determinadas materias (así, los Juzgados
de familia: STS de 8 de julio de 1999-1999\4763-, 29 de noviembre de 1999 - 1999\8969) en
aquellas ciudades donde exista una pluralidad de dichos Juzgados. Su competencia se
extiende, tanto a la fase declarativa, como a la de ejecución y el Acuerdo del OGPJ ha de
publicarse en el BOE.
Aunque la predeterminación del órgano cubre el núcleo esencial del derecho al Juez legal,
a diferencia de los Juzgados de lo Mercantil, que están previstos en la LOPJ, estos Juzgados
infringen el principio de reserva de Ley Orgánica del Poder Judicial (art 23.2 en relación con
el art. 121 de la OE), razón por la cual nos adherimos a la tesis de DE LA OLIVA, conforme a
la cual la creación de tales Juzgados especializados genera serias dudas de
inconstitucionalidad.
Estos Juzgados especializados y a diferencia también de los Juzgados de lo Mercantil, que
conocen de materias conexas, carecen de «vis atractiva», por cuanto el art. 46 LEO establece
que «Los Juzgados de Primera Instancia a los que, de acuerdo con- lo establecido en el
artículo 98 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se les haya atribuido el conocimiento
especifico de determinados asuntos, extenderán su competencia, exclusivamente, a los
procesos en que se ventilen aquéllos, debiendo inhibirse a favor de los demás tribunales
competentes, cuando el proceso verse sobre materias diferentes. Si se
plan tea ra cuestión por esta causa, se sustanciará como las cuestiones de competencia».
3. TRATAMIENTO PROCESAL
El régimen procesal de la competencia objetiva es idéntico al de la jurisdicción. Tratándose
ambos requisitos de unos presupuestos procesales, deben ser examinados de oficio por el Juez
o pueden ser alegados por la parte interesada.
A) De oficio
Dispone el art. 48.1 LEC que «la falta de competencia objetiva se apreciará de oficio, tan
pranto como se advierta, por el tribunal que esté conociendo del asunto». Establece, pues la
norma la obligación del Juez de examinar de oficio su propia competencia «tan pronto como
se advierta», lo cual ha de suceder en el momento de la admisión de la demanda, en la que el
actor ha de determinar el valor del objeto litigioso (art. 253.1) al efecto de determinar el
procedimiento adecuado y, por tanto, dispone el art. 404 que el Tribunal examinará de oficio
su propia competencia objetiva con anterioridad a la admisión de la demanda. Pero, en tal
supuesto, no puede el Juez, sin más, inadmitir la demanda, sino que habrá de oir previamente
a las partes y la Ministerio Fiscal en el plazo de diez días; una vez transcurrido dicho plazo,
dictará auto en el que, declarando la nulidad de todo lo actuado, apreciará su falta de
competencia e indicará, en su resolución, el órgano jurisdiccional que estima procedente.
Mas, podría suceder que, como consecuencia de una calificación defectuosa del bien
litigioso, el Tribunal tomara conocimiento de su falta de competencia en un estadio posterior.
Ello es lo que podría suceder en el caso de que, con ocasión del incidente de fijación de la
cuantía al efecto de determinar la adecuación del procedimiento (arts. 251- 255), resultara que
el valor del objeto litigioso no supera los 90 euros. En tal caso, la solución no será la del art.
254 (providencia de reconversión de las actuaciones al procedimiento adecuado con
conservación de las actuaciones), sino la del art. 48: el Tribunal dictará auto declarando su
incompetencia y la nulidad de lo actuado.
Excepcionalmente también podría ocurrir que dicho examen de oficio lo efectuara el
Tribunal de la segunda instancia. El art. 48.2 consagra la misma solución: declaración
absolutoria en la instancia de incompetencia con nulidad total de las actuaciones e
ilustración a las partes del juzgado objetivamente competente.
B) A instancia de parte
Al igual que sucede con el tratamiento procesal del presupuesto de la Jurisdicción, si el
Tribunal no apreciara de oficio su falta de competencia, el demandado tiene la carga procesal
de aducir, como cuestión previa, dentro de los primeros diez días de los veinte que la LEC
otorga para la contestación (art. 64), la excepción de falta de competencia objetiva, a través
del procedimiento de la declinatoria (art. 49); pero también puede la parte interesada
denunciar su violación en cualquier estadio del procedimiento anterior al momento de dictar
Sentencia (art. 240.2 LOPJ).
C) La fase de ejecución
De la ejecución de las Sentencias han de conocer los órganos jurisdiccionales que
hubieren conocido del objeto litigioso en la primera instancia y hubieren, por tanto, dictado la
Sentencia, cuya ejecución se pretende (arts. 61 y 545.1 LEO).
Pero el art. 98.1 LOPJ permite que, como Juzgados especializados, puedan instaurarse, como
así ha ocurrido en las grandes capitales, «Juzgados de ejecutorias», los cuales conocen de la
ejecución de todas las Sentencias dictadas por los demás Juzgados de su circunscripción.
3. TRATAMIENTO PROCESAL
A) De oficio
La competencia funcional, en tanto que presupuesto procesal, es vigilable de oficio a lo
largo de todo el procedimiento, ya que, al igual que la jurisdicción o la competencia objetiva,
la infracción de las normas que la disciplinan acarrea una nulidad radical (art. 238.1 LOPJ)
(STS de 21 de diciembre de 2001 -2001\1 0052-).
B) A instancia de parte
Pero, también pueden las partes denunciar su incumplimiento, por la vía de la declinatoria,
la cual es reclamable para denunciar «la falta de competencia de todo tipo» (art. 63.1.2) e
incluso, habida cuenta de su naturaleza de orden público, puede también ser discutida en la
comparecencia previa del juicio ordinario, no obstante la aparente prohibición del art. 416.2.
Asimismo, la parte interesada puede denunciar su violación en cualquier estadio del
procedimiento anterior al momento de dictar Sentencia (art. 240.2
Si se interpusiera un recurso ante un órgano jurisdiccional funcionalmente inéompetente,
previa audiencia de las partes, inadmitirá el recurso, con información del órgano competente.
La parte gravada dispondrá de un plazo de diez días para interponer el recurso ante el Tribunal
competente (art. 62).
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Se entiende por «reparto de los asuntos» la actividad procesal de los Jueces Decanos o
Presidentes de los Tribunales y Audiencias, consistente en asignar a un órgano jurisdiccional
el conocimiento de una demanda o recuso determinado.
Una vez determinada la competencia objetiva, funcional y territorial de la fase declarativa
o de impugnación, si el órgano jurisdiccional, que ha de conocer de un asunto, estuviera
integrado por una pluralidad de Juzgados o de Secciones, será necesario asignar, con arreglo a
unas bases objetivas que distribuyan equitativamente la carga de trabajo y que, sobre todo, no
infrinjan el derecho al Juez legal, el conocimiento de la demanda o recurso determinado.
Tradicionalmente el fundamento del reparto de los asuntos residía en obtener una distribución
equitativa de la carga de trabajo entre los Juzgados y Tribunales de un mismo orden y órgano
jurisdiccional a fin de evitar entre ellos los agravios comparativos. Por ello, la naturaleza de
esta actividad se consideraba meramente gubemativa, sin incidencia alguna en la esfera del
proceso. De esta concepción participa, como veremos, todavía nuestra LOPJ.
Pero la consagración, al nivel constitucional, del derecho fundamental «al Juez ordinario
predeterminado por la Ley» (art. 24.2 CE) ha ocasionado un cambio esencial en su
fundamento y naturaleza, si se repara en que, de sustentar esa naturaleza meramente
gubernativa, bien podría el actor manipular sobre el reparto de los asuntos a fin de que
conociera de su demanda o recurso un determinado Juzgado que, por razones técnicas (v.gr.:
una homogénea línea jurisprudencial de una determinada Sección) o incluso ideológicas
(procedimientos de desahucio), fuera proclive a su pretensión. En tal caso, se vulneraria dicho
derecho fundamental al Juez legal, el cual no puede ser otro, sino el independiente y sometido
al imperio de la Ley (art. 118.1 CE).
Por esta razón, la finalidad del reparto estriba hoy en obtener una distribución objetiva de
los asuntos entre los distintos Juzgados y Tribunales que asegure su independiente
constitución, antes que asegurar el reparto equitativo de los asuntos, y, por la misma, la
naturaleza del reparto, tal y como efectúa la LEO 1/2000, ha de considerarse como procesal,
susceptible incluso, cuando se atente al derecho al Juez legal, de fundar un recurso de amparo
contra actos del Poder Judicial.
2. REQUISITOS
El reparto tan sólo es procedente cuando el ejercicio del derecho de acción o la
interposición de un recurso haya de efectuarse ante un órgano jurisdiccional plural. Así se
encarga de señalarlo el art. 68.1 LEO: «Todos los asuntos civiles serán repartidos entre los
Juzgados de Primera instancia cuando haya más de uno en el partido. La misma regla se
aplicará a los asuntos de los que deban entenderlas Audiencias Provinciales cuando estén
divididas en Secciones.»
Si se tratara de la interposición de una demanda, el órgano jurisdiccional competente para
decidir su reparto es el Juez Decano, auxiliado por su Secretario, y el Presidente de una
Audiencia o del TS, cuando se haya interpuesto un recurso (arts. 160.9 y 167.2 y 168.2.a
LOPJ).
Tal y como examinamos en la Lección 3.3.A de nuestra «Introducción», corresponde a las
Salas de Gobierno de los TSJ, aprobar las normas de reparto de su circunscripción. Tales
normas o bases de reparto contienen criterios objetivos de distribución de los asuntos (por ej.
el orden de entrada que asigna mecánicamente los asuntos entre los Juzgados, la procedencia
de los recursos por demarcaciones de los Juzgados y su asignación permanente a
determinadas Secciones, su especialización, el régimen de sorteo, etc.), con arreglo a los
cuales hay que asignar su conocimiento a los distintos Juzgados o Secciones.
Pues, bien, la actividad del reparto, efectuada por los Jueces Decanos o Presidentes de los
Tribunales, ante la presentación de un nuevo asunto, consiste en limitarse a la aplicación de
tales criterios, contenidos en dichas bases de reparto—a todos y cada uno de los asuntos
ingresados en uno o dos días, de tal suerte que sean objetivamente distribuidos entre los
distintos Juzgados o Tribunales que integran el órgano jurisdiccional. El Juez Decano
extenderá, a tal efecto, una «diligencia de reparto» sobre el escrito de iniciación del proceso
competente; si faltare esta diligencia y sólo por esa causa, el Tribunal rechazará de plano la
tramitación de la solicitud (art. 68.2 LEO).
3. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
Cuando el reparto de los asuntos infringiera las normas de reparto o, lo que es peor, el
derecho al Juez legal (véase la Lección 6a de mi «Introducción»), la parte gravada debe
reaccionar inmediatamente contra dicha vulneración, habiéndose de distinguir dos supuestos
diferenciados: a) si el demandante conoce de dicha infracción en el momento de la
presentación del escrito o solicitud de incoación de las actuaciones, el art. 68.3 LEO le
prohibe la utilización de la declinatoria, pero permite su impugnación, remitiéndose
tácitamente al recurso «gubernativo» (expresión, que constituye todavía una reminiscencia de
dicha naturaleza gubernativa del reparto) contemplado en el art. 168.2.a LOPJ, precepto que
faculta al Juez Decano a decidir de tales impugnaciones contra las propuestas de reparto
efectuadas por su Secretario; b) si la parte interesada (es decir, tanto el demandante, como el
demandado) conociera de dicha infracción posteriormente, cuando el asunto se encuentra ya
asignado a un determinado Juzgado o Sección que reputara incompetente, el art. 68.4 LEO
autoriza a la parte a instar su nulidad «en el trámite procesal mediatamente posterior al
momento en que la parte hubiera tenido conocimiento de la infracción de las normas de
reparto», siempre y cuando «dicha infracción no se hubiere corregido con fonne a lo previsto
en el apartado anterior»
En este último supuesto, la nulidad habrá de fundarse en la falta de competencia funcional
contemplada en el art. 238.1 LOPJ. El Juzgado o Sección habrá de oír a la contraparte (art.
240.2) y dictar auto, en el que, si apreciara este motivo de nulidad, así lo declarará e informará
a la parte de su derecho de volver a someter su asunto a reparto, debiendo finalizar los efectos
de la litispendencia.
Si la vulneración de las normas de reparto tuviera por objeto atentar a la independencia
judicial a fin de mediatizar el contenido de la Sentencia en un sentido determinado y no se
restableciera el derecho al Juez legal, podrá la parte gravada, previa la oportuna protesta y el
agotamiento de los recursos, interponer en su día el recurso constitucional de amparo
(SSTC 65\1 994, 303\1 993, l0l\1 984...).
LECCIÓN 3. LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DEL ÓRGANO
JURISDICCIONAL (II)
1. LA COMPETENCIA TERRITORIAL
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Se entiende por competencia territorial las normas procesales que, en atención a la
demarcación judicial, asignan el conocimiento en primera instancia de 105 objetos litigiosos
entre los distintos Juzgados de un mismo grado (es decir, entre 105 Juzgados de Paz o de
Primera Instancia de todo el territono nacional).
Tradicionalmente la competencia territorial respondía al principio de la autonomía de la
voluntad de las partes, de tal suerte que si ellas habían pactado su sumisión a los Juzgados de
una determinada demarcación (normalmente a través de cláusulas lormularias plasmadas al
término de los contratos), devenían «ex lege» dichos Juzgados en territorialmente
competentes.
La LEC 1/2000, si bien formalmente admite, en su art. 54.1, estos negocios juridico-
procesales ”Las reglas legales atributivas de la competencia territorial sólo se aplicarán en
defecto de sumisión expresa o tácita de las partes a los tribunales de una determinado
circunscripción»), es tan extenso el catálogo de excepciones a dicha regla, que permite
sustentar la afirmación contraria: la de que la regla hoy general es la de que la competencia
territorial, al igual que la objetiva y la funcional, es inderogable y se rige también por
normas imperativas.
En este cambio de política legislativa en el régimen de la competencia territorial han
intervenido diversos factores: en primer lugar, la consagración, en el art. 24.2 CE, del derecho
al «Juez predeterminado por la Ley» que se compadece mal con los pactos de sumisión de
las partes; en segundo, la necesidad de proteger los intereses de la parte más débil en la
contratación, lo que ya había llevado al TS a declarar la nulidad de las cláusulas de sumisión
en los contratos de adhesión (cfr. STS de 22 de noviembre de 2002 - 2002\10365-, 14 de
octubre de 2002 -2002\9983-, de 19 de mayo de 1999 -1999\4048-, 24 de noviembre de 2000
-2000\9241-), razón por la cual el art. 542 prohíbe «la sumisión expresa contenida en
contratos de adhesión, o que contengan condiciones generales impuestas por una de las
partes, o que se hayan celebrado con consumidores o usuarios»; finalmente también han
influido, en este cambio de criterio del legislador, razones de economía procesal, pues el
reconocimiento jurídico de los fueros convencionales se suele transformar, en la esfera
del proceso, en una fuente de conflictos procesales, dirigidos a negar su validez y a reclamar
la aplicación de los fueros comunes, con las consiguientes dilaciones procesales.
4. TRATAMIENTO PROCESAL
En el tratamiento procesal de la competencia territorial se hace obligado distinguir el de los
fueros imperativos, del de los convencionales.
A) Fueros imperativos
Si, por la naturaleza del objeto litigioso, nos encontráramos ante un fuero imperativo de los
exceptuados por el art. 54 de la sumisión expresa o tácita de las partes, el Tribunal examinará
siempre de oficio su propia competencia. Esto es lo que viene a señalar el art. 58, conforme al
cual «cuando ki competen cia territonal ven go fijada por reglas imperativas, el tribunal
examinará de oficio su competencia territorial inmediatamente después de presentada la
demanda y, previa audiencia del Ministerio Fiscal y de las partes personadas, si entiende que
carece de competencia territorial para conocer del asunto, lo declarará así mediante auto,
remitiendo las actuaciones al tribunal que considere territorio Imen te competente.»
Así, pues, ante la inexistencia de competencia territorial, no debe el Juez admitir la demanda,
ya que, en tal supuesto, se produciría la «perpetuatio jurisdictionis», que es uno de los efectos
esenciales de la litispendencia o de los efectos de la admisión de la demanda (arts. 41 0-411).
Mas, podría ocurrir que dicho defecto pasara inadvertido para el Juez, en cuyo caso ningún
obstáculo existe para que examine de oficio su falta de competencia territorial en la
comparecencia previa, pues, dada su naturaleza de presupuesto procesal, el art. 416.2 tan sólo
prohíbe dicho examen de las manifestaciones de la competencia que hayan de hacerse valer
exclusivamente a través de la declinatoria, lo que, en el caso de los fueros imperativos, no es
de aplicación, en virtud de lo dispuesto por el art. 58.
En todo caso, la falta de oficio de la competencia territorial ha de realizar-se siempre previa
audiencia de las partes, y ello, no sólo porque asilo disponga el art. 58, sino también, porque,
si se respetara esta exigencia, el Tribunal al que se inhibiera el incompetente no podrá
declararse, a su vez, territorial-mente incompetente (art. 60.1).
B) Fueros convencionales
Tratándose de objetos litigiosos, sobre los que resultan procedentes los pactos de sumisión,
dispone el art. 59 que «fuera de los casos en que la competencia territorial venga fijada por
la ley en virtud de reglas imperativas, la falta de competencia territorial solamente podrá ser
apreciada cuando el demandado o quienes puedan ser parte legítima en eljuicio propusieren
en tiempo y formo lo declinatoria.»
Por consiguiente, habrá el demandado de interponer la declinatoria, que aquí opera como
una auténtica «excepción» procesal, ya que, si no la plantea expresamente, se producirá una
sumisión tácita (art. 56.2), que impedirá su examen de oficio (STS de junio de 2003
-2003\4305-), pues las normas que disciplinan la competencia territorial en los fueros
convencionales no la convierten en un auténtico presupuesto procesal.)
1. CONCEPTO Y CLASES
Partes no son todos los sujetos, que intervienen en el proceso, sino únicamente quienes
interponen la pretensión y se oponen a ella. En efecto, el proceso sirve para obtener la
tutela judicial de las pretensiones declarativas, constitutivas o de condena (art. 5.1 LEO), que
decida interponer el demandante ante el Tribunal competente «y frente a los sujetos o
quienes hayo de afectar lo resolución preteudido» (art. 5-2).
De dicha definición legal se desprende que el concepto de parte presupone una titularidad
o cierta situación con respecto a la relación jurídico-material debatida (art. 1 0) y se determina
en función de las expectativas de declaración, realización o transformación, por la Sentencia,
de dicha relación material o, lo que es lo mismo, por los efectos materiales de la cosa juzgada.
Son, pues, partes en un proceso, quienes han de verse expuestos a los ferencia claramente del
de tercero, quien puede intervenir también en el proceso (por ejemplo, en calidad de testigo o
de peritos, pero quien, a diferencia de las partes, ni es titular de derecho subjetivo, ni ha de
cumplir obligación alguna derivada de la relación jurídico-material, ni ostenta interés legítimo
derivado de dicha relación, ni ha de soportar, en su esfera patrimonial o moral, los efectos
ulteriores de la sentencia.
Así, pues, las partes son, quienes, por ostentar o la titularidad de los derechos y
obligaciones o algún interés legítimo en una determinada relación jurídica discutida,
interponen, a través de la demanda (actor o demandante), su pretensión o se oponen a ella,
mediante el escrito de contestación (el demandado). Pero, junto a estas partes iniciales, tal y
como examinaremos en la Lección 7, pueden aparecer o intervenir otras en el curso del
proceso que ostenten dicha titularidad de la relación jurídica o incluso, sin serlo, mantengan
un interés con respecto al objeto procesal, que les permita comparecer, en calidad de parte
principal o subordinada, dentro del proceso
El concepto y el estatus jurídico de las partes vienen, pues, determinados por la
legitimación, de la que nos ocuparemos en la Lección 6°. Sea suficiente adelantar aquí que,
atendiendo a la relación jurídico-material que vincula a las partes con el objeto principal, cabe
distinguir las partes principales, de las subordinadas.
Son partes principales, quienes, por ser titulares de la relación jurídico-material
debatida y por verse expuestos a los futuros efectos directos de la Sentencia, están
legitimadas para deducir la pretensión u oponerse a ella, delimitan el objeto del proceso y
generan la obligación del Juez de congruencia en la Sentencia, contra la que pueden recurrir
con independencia; si dicha relación jurídica es además disponible, podrán provocar la
finalización anormal del proceso a través de los actos de disposición de la pretensión
(desistimiento, renuncia, allanamiento, etc.) Las partes subordinados (los intervinientes
adhesivos o coadyuvantes) se encuentran en una relación jurídica dependiente de otra
principal, que es la que se debate en el proceso y de la que son titulares las partes principales,
por lo que tan sólo han de sufrir los efectos reflejos o indirectos de la Sentencia; por ello, ni
delimitan el objeto del proceso, ni pueden transigir sobre el mismo, ni pueden impugnar la
Sentencia con independencia, simplemente coadyuvan con sus actos de postulación al éxito de
la pretensión o defensa de la parte principal.
2. DETERMINACION
Los presupuestos procesales de las partes vienen determinados: a) en la fase declarativa,
por la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la representación y postulación
procesal, la aptitud de conducción procesal y el litisconsorcio necesario y b) en la
impugnación, por los comunes del gravamen y la conducción procesal y los especiales,
consistentes en la suma de gravamen y la caución para recurrir.
Aun cuando algún autor incluya dentro de los presupuestos procesales a la legitimación, al
venir este requisito, como veremos, determinado por una relación jurídico material que
vincula a las partes con el bien o interés litigioso, es claro que se erige en un elemento de la
fundamentación de la pretensión, por lo que no puede ser examinada dentro de los
presupuestos procesales, sino en el del objeto procesal (véase Lección 6).
4. DETERMINACIÓN
Al igual que ocurre con la capacidad parar ser parte, también el art. 7 LEC distingue la
capacidad procesal de las personas físicas, la de las jurídicas, la de las masas patrimoniales y
la de las entidades sin personalidad jurídica. No contempla, sin embargo, la capacidad de
actuación del MF, porque, debido a su personalidad jurídico pública única (arts. 2 y 22
EOMF), el MF está habilitado «ex lege» para «intervenir en los procesos civiles que
determine la ley cuando esté comprometido el interés social o cuando puedan afectar a
persa-nos menores, incapaces o desvalidas en tanto se provee de los mecanismos ordinarios
de representación» (art. 3.7 EOMF).
A) Las personas físicas
Tal y como se ha avanzado, dispone el art. 7 LEC que «1. Sólo podrán comparecer en
juicio los que estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles» y que «2. Las personas ft-
icas que no se hallen en el caso del apartado anterior habrán de comparecer mediante la
representación o con la asistencia, la autorización, lo habilitación o el defensor exigidos por
la ley.»
En virtud de dicha norma en blanco, la capacidad procesal de las personas tísicas ha de
integrarse con las correspondientes prescripciones del CC relativas a la capacidad de obrar,
con lo que resulta obligado distinguir:
a) Personas físicas con plena capacidad procesal
Son las que ostentan plena capacidad de obrar, es decir, las mayores de edadode
l8años(arts 12 CE, 315y322 CC).
Los mayores de edad son civilmente plenamente capaces (art. 322) y, por tanto, pueden
comparecer siempre válidamente en juicio (art. 7.1 LEO).
b) Personas físicas con capacidad procesal limitada
Quienes tienen la capacidad de obrar limitada, la tienen también para comparecer en juicio.
A esta categoría pertenecen los menores de edad emancipados, quienes, aun cuando tengan
plena capacidad de obrar, no pueden, sin embargo, tomar dinero a préstamo, ni gravar o
enajenar sus bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales o de extraordinario
valor, sin el consentimiento de su legal representante (art. 321.1 00).
El menor emancipado puede. pues. comparecer válidamente en juicio (art. 323.2 00). Pero.
para realizar aquellos negocios jurídicos exceptuados de su capacidad de administración,
necesita el consentimiento de su legal representante; luego, para comparecer en un proceso en
relación con una pretensión relacionada con dichos negocios (por ej., para realizar una
transacción sobre un inmueble de su propiedad), necesita suplir su incapacidad con la
representación de su padre o curador (art. 323.1 00) o, a falta de ambos, habrá que acudirse a
la integración de su incapacidad procesal en la forma dispuesta en el art. 8 LEO:
«el Tribunal le nombrará, mediante providencia, un defensor judicial, que asumirá su
representación y defensa hasta que se designe a aquella persona».
c) Incapaces
Son incapaces las personas así declaradas mediante Sentencia judicial por estar incursos en
alguna de las causas expresamente previstas en la Ley (art. 199 00) y a través de un proceso
de incapacitación de los contemplados en el art. 756 y 55. LEO, en el que han de respetarse
todas las garantías de audiencia del interesado y de los parientes más próximos (requisito de
orden público, que hade ser vigilado de oficio: STS 4 de marzo de 2000
2000\1 342-).
La incapacidad no se presume nunca, sino que exige siempre prueba en contrario de la
plena capacidad de la persona física (SSTS 20 de mayo de 1994 -1994\3723--). La base
fáctica de la incapacitación, las causas fijadas en la ley, como dice el articulo 199 00, son las
enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impiden a la
persona gobernarse por sí misma, tal y como precisa el articulo 200 00 y como matiza la
jurisprudencia del TS: es la decisión judicial de carecer de aptitud para autogobernarse (SSTS
de 31 diciembre 1991 -1991\9483--, 3— octubre 1994 1994\8004-), por lo que la enfermedad
o deficiencia ha de ser constante, entendida como permanencia hacia el futuro (STS de 19 de
mayo de 1998 -1998\3378-19 febrero 1996-1996\1413)
Como regla general, la incapacidad ha de declararse, tras un proceso especial de
incapacitación, en la pertinente Sentencia, en la que el Juez determinará la extensión y límites
de la incapacidad, el régimen de tutela o guarda del incapacitado y nombrará a la persona o
personas que hayan de asistir o representar al incapaz (art. 760.1 y 2 LEO), es decir, a los
tutores (art. 222.2 00) o, en su caso, los curadores (art. 287), quienes suplirán la incapacidad
del menor en todos o en los procesos que el Juez determine. También la curatela puede llegar
a restringir la totalidad de la capacidad procesal (STS 16 de marzo de 2.001 -2001\6635 ).
No siempre es necesaria la declaración judicial de incapacidad para que el representante
pueda válidamente suplir la incapacidad material. No lo es, desde luego, en el caso de los
menores, con respecto a los cuales, su incapacidad procesal la suplen permanentemente, y sin
necesidad de dicha declaración, sus legales representantes (SSTS, de 10 de marzo de 1998
-1998\1283-, 28 de septiembre de 1989 -1989\6385, 3 de julio de 1988 -1988\473--). Pero
también en los demás supuestos de incapacidad material, puede siempre el guardador de
hecho accionar en nombre del incapaz, aunque no haya sido declarado judicialmente, siempre
y cuando dicho ejercicio de la acción lo sea en el exclusivo y propio beneficio del incapaz
(STS 8 de febrero de 1994-1 994\834-).
d) La suplencia e integración de la capacidad procesal
Las personas físicas, que carezcan o tengan limitada su capacidad procesal, necesitan
actuar en el proceso a través de otra persona que supla dicha incapacidad. El grado o
intensidad de integración de dicha incapacidad se encuentra en función de la índole o
naturaleza de la incapacidad: si ésta fuera absoluta, se acude a la técnica de la
representación, en tanto que si es limitada, hay que recurrir a la asistencia, a la autorización
o a la habilitación judicial con nombramiento de un defensor judicial (art. 7.2).
a!) Lo representación
Por los menores de edad no emancipados, como se ha dicho, han de comparecer en el
proceso sus legales representantes, esto es, «los padres que ostenten la patria potestad» (art.
162 CC; STS de 24 de febrero de 2004). Pero, si, en un proceso determinado, existiera un
conflicto de intereses entre el menor y su legal representante, el Juez le nombrará a aquél
un «defensor judicial» (art. 163 CC), representándole, hasta dicho nombramiento, el
Ministerio Fiscal (art. 8.2 LEO).
El «nasciturus» también será representado en juicio «por las personas que legítimamente
les representarían si ya hubieren nacido» (art. 7.3 LEO, que reproduce la misma fórmula
contenida en el art. 627 00), es decir, por quienes ostentarían la patria potestad.
Los declarados judicialmente incapaces serán representados, como se ha dicho, por el tutor o
curador que el Juez designe en la Sentencia de incapacitación.
b’) La asistencia
Tratándose de una limitación de la capacidad de obrar, tanto la LEO, como el 00 recurren a
la técnica de la asistencia, en la que se autoriza a la persona física a comparecer válidamente
en el proceso, st es asistido por un curador en los términos que determine la Sentencia. Tales
supuestos son los siguientes: a) cuando así lo establezca la Sentencia de incapacitación en
atención a la menguada incapacidad del declarado incapaz (arts. 760.1 LEO, 288-290 00); b)
en la declaración de prodigalidad, en la que se determinarán los actos o procesos en los que el
pródigo necesita de la asistencia de su curador (art. 760.3 LEO).
c’) La autorización
También, en supuestos de incapacidades relativas, determinadas comparecencias en
juicio requieren la autorización del legal representante o del Juez, así:
a) cuando los menores emancipados pretendan enajenar inmuebles, comercios, industrias o
bienes val iosos (art. 323.1 00); b) en los actos de disposición o de no mera
administración del menor de edad, pero mayor de 16 años (art. 164.3 CC), y c) el tutor
necesita autorización judicial para interponer una demanda en nombre de su pupilo, pero no
para defenderlo como demandado (art. 271.6 CC).
En todos estos supuestos de autorización de quienes ostentan la patria potestad o judicial,
dicha autorización opera como un presupuesto de la integración de la capacidad procesal,
cumplido el cual, bien el menor, bien el tutor gozarán de plena capacidad procesal y podrán,
por tanto, comparecer en el proceso y realizar válidamente los actos procesales.
d’) La habilitación y el nombramiento de defensor judicial
Los arts. 1994-2001 de la LECI1881, que la Disposición Derogatoria Unica. 1.1 declara
vigentes hasta tanto se promulgue la nueva Lev de la jurisdicción voluntaria, prevén la
habilitación judicial para comparecer en juicio de los menores no emancipados, cuando no
estén autorizados por la Ley o por el padre o la madre que ejerzan la patria potestad (art.
1994) y habiendo sido demandados o siguiéndoles gran perjuicio de no promover la demanda,
se encuentren ausentes sus padres sin motivo racional para creer en su próximo regreso o se
nieguen a representar a su hijo en juicio (art. 1995). El expediente, en el que se oirá siempre al
MF, finalizará con un auto de nombramiento de defensor judicial, quien suplirá la incapacidad
procesal del menor hasta que comparezcan en el proceso quienes ostenten su patria potestad
(art. 2001).
Siempre que el menor no pueda obtener la integración de su capacidad procesal a través de
sus padres o exista un conflicto de intereses entre ellos y el menor (art. 163 CC), el Tribunal,
mediante providencia, le proveerá de un defensor judicial (arts. 8, 758 y 783.4 LEO y 163,
215 y 299-302 00), cuyo nombramiento se inscribirá en el Registro Oivil. Hasta tanto recaiga
dicho nombramiento, asumirá su defensa el MF.
El defensor judicial, designado en el expediente de jurisdicción voluntaria al que nos
acabamos de referir o en el curso de un procedimiento determinado, no es un representante
del menor para la defensa y administración de su patrimonio (STS de 10 de marzo de 1994),
sino un mandatario provisional de la Autoridad Judicial a quien ésta le confía suplir su
incapacidad en un proceso o acto determinado (así, para la división judicial de la herencia: art.
783.4 LEO). Su capacidad procesal ha de circunscribirse, pues, a los términos y duración de
dicho mandato judicial, dentro de los cuales ha de ejercitar, en el interés del menor, su
derecho a la tutela judicial o de defensa; dicho mandato finaliza, no sólo por conclusión de
dicho encargo, sino también cuando, en los casos de ausencia, comparezcan sus progenitores a
suplir su incapacidad procesal.
B) Las personas jurídicas
De conformidad con lo dispuesto en el art. 7.4 LEO la capacidad de actuación procesal de
las personas jurídicas la ostenta su legal representante. Pero dicho representante no viene a
integrar una supuesta incapacidad de la persona jurídica, la que, por el solo hecho de haberse
válidamente constituido ostenta la capacidad para ser parte y de actuación procesal. Lo que
sucede es que, al igual como acontece con la capacidad civil de obligarse, la cual la ostenta el
legal representante de la persona jurídica, tampoco puede comparecer en el proceso y realizar
válidamente actos procesales cualquier miembro de dicha persona jurídica, sino tan sólo su
órgano legal de representación.
Para determinar la capacidad procesal de la persona jurídica habrá de acudirse siempre,
pues, a confrontar la escritura de representación procesal con los estatutos (art. 37 00) o carta
fundacional de la persona jurídica a fin de ello con independencia de lo que diga el
encabezamiento del escrito de demanda, que podría contener un defecto, en cualquier caso
sanable (STS del8 de marzo de 1993 -1993\2027-).
a) Privadas
Para dilucidar quien sea el legal representante de una sociedad y, por tanto, quien ostenta la
capacidad procesal, hay que determinar, en primer lugar, su naturaleza y, en segundo,
examinar su carta fundacional a fin de averiguar quien ejercita su representación. Tratándose
de sociedades civiles, hay que acudir a su documento de constitución y a lo dispuesto en los
arts. 1692-1695 CC; si fuera una sociedad mercantil, hay que examinar sus estatutos, que
habrán de plasmarse en escritura pública e inscribirse en el Registro Mercantil (art. 119 C. de
Com.); en el caso de las Sociedades Anónimas o de Responsabilidad Limitada las representan
sus administradores, de conformidad con lo dispuesto en los estatutos (arts. 128 LSA y 62.1
LRL), que asimismo habrán sido elevados a escritura pública e inscritos en el R.M. (arts. 7
LSA y 11.1 LRL); tratándose de Cooperativas, las representa su Consejo Rector (art. 32.1 i-
C); el Patronato es el órgano de representación de la Fundación (art. 14 Ley 50 /2002),etc.
Si quien, en el momento de la interposición de la demanda o de su contestación, interviene en
el proceso, es el representante legal de la sociedad, se habrá cumplido este presupuesto
procesal a lo largo del procedimiento y de toda- sus instancias, y ello, aun cuando la persona
jurídica revoque dicho nombramiento y conceda la representación a otro administrador (art.
30.2 LEC).
El órgano de administración de la sociedad es, pues, su representante legal a lo largo de toda
su vida social, la cual no se extingue por el solo hecho de haber iniciado un procedimiento
concursal. La pérdida de la capacidad para ser parte y de actuación procesal se produce por la
disolución de la sociedad y no, por su declaración de concurso (SSTS 16 de julio de 2003
-2003\5140- y 26 de marzo de 1996 1996\2444). Por tanto, la sociedad en liquidación
conserva toda su personalidad y capacidad procesal (STS 10 de marzo de 2001
-2001 \596).
b) Públicas
Si quien hubiera de demandar o ser demandada fuera una persona jurídico pública, hay que
acudir a su correspondiente Ley orgánica administrativa (cfr.: arts. 3.4 LRJPAC, Ley 30/1992,
2.1 y42.1 LOFAGE, Ley6/1997, 11.1 31.1 y44.2 LBRL, Ley7/1985, 63.1 LGSS, RDLeg 1/1
994..) en donde se suele otorgar la capacidad procesal a su órgano de gobierno, si perjuicio de
que, a través de la delegación, se confiera también a los distintos departamentos.
Pero, sobre todo, con la Administración institucional, se hace obligado dilucidar si, en primer
lugar, tiene o no personalidad jurídica (así, la STS 28 dc octubre de 1987 - 1987\7479- negó
capacidad para ser parte y procesal a los pueblos y parroquias, ya que no son siquiera
Entidades Locales menores) y, en segundo, si goza o no de personalidad propia, pues, en este
último caso, la capacidad procesal no le corresponde a la persona jurídico pública, sino al
Departamento o Consejería de la que dependen (de este modo, la STS 26 de febrero de 1998
-1998\l 169- negó capacidad procesal a un Servicio de Salud catalán y se la reconoció a la
Conseería de Sanidad). Lo mismo ocurría con las Fundaciones, sometidas a la dependencia de
un determinado Ministerio, del cual requerían autorización para comparecer en juicio (SSTS
23 de marzo de 1988 -1988\2421-, 10 de julio de 1985 -1985\4135-, pero no las Cajas de
Ahorro, que, en su calidad de entidades financieras, ostentan su propia capacidad para ser
parte y procesal: STS 8 de mayo de 1999 -1999\3369-), si bien la Ley 50/2002 de
Fundaciones no reconoce idéntica facultad a las Fundaciones del sector público estatal (art.
44), por lo que habrá de distinguirse las acciones que, por su naturaleza, correspondan al
Protectorado, las cuales seguirán requiriendo la autorización ministerial (art. 46.2), de las
demás, que corresponderán al Patronato.
La representación y defensa de la Administración Pública estatal corresponde a los Abogados
del Estado y la de la Administración Autonómica y Local, a los Letrados que presten en ellas
sus servicios, salvo que contraten a un Abogado determinado (arts. 551 LOPJ, 1 Ley 52/1997
y legislación autonómica específica, que puede consultarse en mi «,introducción», Lec.
15.6.B.).
C) Las masas patrimoniales
Las masas patrimoniales, señala el art. 7.5, «comparecerán en juicio por medio de quienes,
conforme a la Ley las administren».
En el supuesto de una comunidad de bienes, la jurisprudencia exige que las represente en
juicio, quien así hubiere sido designado mediante el pertinente acuerdo de la Junta (STS 10
abril 2001 -2001\6675-).
Constituye una pacífica doctrina legal, la de que las comunidades de propietarios,
constituidas en régimen de propiedad horizontal y reguladas por la Ley 49/1 960 (modificada
por Ley 8/1999), no tienen personalidad jurídica, pero sí capacidad procesal (SSTS de 4 de
octubre de 1999 -1999\7851-, 28 de julio de 1999 -1999\6102-, 17 de noviembre de 1997 -
1997\7897-, 30 de mayo de 1997 - 1 997\4329-, 14 de mayo de 1992 - 1 992\4 120-, 9 de
febrero de 1991 -1991\l 160-, 15 de julio de 1992 -1992\6077-), por lo que pueden demandar
y ser demandada, a través de su Presidente, quien tiene la representación orgánica de la misma
(SSTS de 22 de mayo de 2003 -2003\7147-, 9
Tratándose de una herencia yacente, la capacidad procesal la ostenta el administrador de la
herencia (art. 798 LEC), quien podría ser el albacea por designación del testador (art. 901
CC> o, en cualquier otro caso, los herederos que no hayan renunciado a la sucesión (STS 13
de febrero de 2003, 2003\1017, 12 de marzo de 1987...).
En caso de que se promueva un procedimiento concursal, la capacidad procesal la ostentan
la administración concursal «para el ejercicio de acciones de índole no personal» (art. 54.1
LC, Ley 22/2003), es decir, dicha administración concursal ostenta la capacidad procesal para
la interposición de acciones o defensa del patrimonio de la sociedad en proceso de liquidación
(cfr.: SSTS de 19 de diciembre de 2001 -2001\9485 y STS de 4 de mayo de 1988 1988/3897-
que conferían la capacidad procesal al depositario o a los síndicos, pero no al quebrado), en
tanto que el concursado sí tiene capacidad procesal para la defensa de sus bienes personales
que no afecten a la sociedad objeto de una ejecución universal (SSTS 25 de marzo de 2003
-2003\2926-, 7 de febrero de 1994 -1994\914-, 5 de marzo de 1991 -1991\2030 9 de abril de
1985 -1985\1 686, 30 de junio de 1978 -1978\2629-).
D) Entes sin personalidad jurídica
Con respecto a los entes sin personalidad jurídica, hay que distinguir aquellos con respecto
a los cuales la Ley les confiera capacidad para ser parte, de los ignorados por la Ley. En el
primer supuesto, y de conformidad con lo dispuesto en el art. 7.6 habría que acudir a su
normativa específica y determinar a qué personas la Ley les otorga la representación en juicio.
Sucede, sin embargo, que, tal y como hemos tenido ocasión de examinar en la capacidad para
ser parte (supro. ll.2.D), la procesal de tales entes no suele venir reconocida por la Ley, sino
por la jurisprudencia, que ahora ha de aplicar lo dispuesto en el art. 7.7: «comparecerán en
juicio las personas que, de hecho o en virtud de pactos de la entidad, actúen en su nombre
fren te a terceros».
Por consiguiente, tras la LEO 1/2000, ya no puede afirmarse que una sociedad mercantil
irregular carece de capacidad para ser parte (tal y como desafortunadamente adujo la STS 28
de junio 1999 -1999\4568- con respecto a una Sociedad Anónima Laboral no inscrita en el
Registro Mercantil), sino que hay que acudir al criterio del administrador convencional (en
cuyo caso resulta aconsejable solicitar previamente la práctica de la diligencia preliminar
contemplada en el art. 256.1.10 o 40) o de hecho, instaurado por el art. 7.7 LEO.
Téngase en cuenta además la conveniencia de demandar también, en las personas de sus
legales representantes, a los socios individuales o gestores de tales entidades (art. 6.2), las que
suelen regirse por el régimen de responsabilidad de las sociedades colectivas, tal y como se ha
examinado más arriba.
En cuanto a los grupos de consumidores o usuarios afectados por un hecho dañoso su
capacidad procesal ha de limitarse a la de la parte demandante, pues no parece que un
perjudicado pueda ser demandado (LOPEZ FRAGOSO). En tal supuesto, y con
independencia del ejercicio individual de la acción, debieran otorgar a una persona
determinada su representación procesal.
5. TRATAMIENTO PROCESAL
Aun cuando el art. 9 LEO someta a un mismo régimen procesal la capacidad para ser parte
y la procesal, conviene distinguir ambos p
resupuestos procesales, ya que su naturaleza es muy distinta.
A) De la capacidad para ser parte
La ausencia de capacidad para ser parte impide, en cualquier caso, una Sentencia de
fondo, pues, si se tiene en cuenta que los efectos materiales de la cosa juzgada han de
transcurrir entre las partes materiales (art. 222.3 LEO), el Tribunal no puede someter a tales
efectos a quien no reúne los requisitos necesarios para soportarlo. De lo contrario se frustraría
la ejecución de la Sentencia (art. 538) y la excepción de cosa juzgada (art. 222).
Por esta razón la falta de capacidad originaria para ser parte constituye un presupuesto
procesal de orden público y, en cuanto tal, vigilable de oficio (STS de 23 de marzo de 1988 -
1988\2421-) en cualquier estadio del procedimiento y, de modo especial, en la audiencia
previa al juicio, en cuyo caso provocará un auto de absolución en la instancia (art. 418.2). Si
se apreciara con posterioridad a dicha audiencia, habrá de suscitarse el correspondiente
incidente de previo pronunciamiento (art. 391.1).
De la anterior regla general cabe exceptuar, ello no obstante, los supuestos de entes sin
personalidad jurídica que, atentando al principio de que «nadie puede ir contra sus propios
actos», se hubieran reconocido previamente la capacidad para ser parte que posteriormente
pretenden negar (SSTS 6 de abril de 2001 -2001\4785-, 23 de enero de 1996 1996\636, II de
mayo de 1987 -1987\339--, 2de abril de 1986 -1986\1789-, 23 de junio de 1977 - 1977\30.
Asimismo, si la incapacidad para ser parte fuere sobrevenida, como consecuencia de la
extinción de su personalidad por muerte de la persona física o disolución de la sociedad, la
sucesora tiene la carga procesal de poner el hecho en conocimiento del Tribunal a fin de
posibilitar la sucesión contemplada en el art. 16. Si no lo hiciera, se expone a una condena en
rebeldía, si fuere demandado, o a un auto de desistimiento o renuncia a la acción, si fuere la
parte demandante (art. 16.3). En tal caso, los efectos materiales de la sentencia podrán
extenderse a los sucesores materiales (STS 5 de junio de 1998 -1998\4276-, de 23 de octubre
de 1995 -1995\7102-, 22 de septiembre de 197 1...), sin perjuicio de la imposición de una
sanción económica por infracción de la buena fe procesal (art. 247.1).
B) De la capacidad procesal
Tanto el actor, como el demandado tienen la carga procesal de acreditar su capacidad
procesal. El art. 264.2 establece que a la demanda y contestación se incorporarán «los
documentos que acrediten la representación que el litigante se atribuya. Dicha
representación abarca, no sólo la material entre mandante y mandatario, sino también la
procesal dimanante de una incapacidad y la representación procesal de las personas jurídicas,
sin que, desde luego, sea reclamable a las personas físicas mayores de edad, pues, como se ha
dicho, su capacidad se presume siempre.
El demandante tiene, pues, la carga de comparecer válidamente en el proceso y, si es un
incapaz o persona jurídica, de acreditar su capacidad procesal. Si no lo hace, al igual que
ocurre con la falta de capacidad para ser parte, se expone a que el demandado aduzca, como
excepción, su falta de capacidad procesal, que, si es estimada, provocará una resolución
absolutoria en la instancia.
Pero su tratamiento es distinto, pues, si bien la capacidad para ser parte es
insubsanable, la procesal, al poder ser convalidada por quien efectivamente la ostente, de
conformidad con el principio de conservación de los actos procesales anulables (art. 243
LOPJ), permite su sanación bien en la comparecencia previa (art. 148.1), bien en la vista
del juicio verbal (art. 443) y posteriormente, como incidente de previo pronunciamiento (art.
391.1). Por lo tanto, la preclusión rígida en la aportación de documentos, establecida por los
arts. 269 a 272, no es aplicable al documento justificativo de la representación procesal que
acredite la capacidad de actuación procesal, el cual, si, por las razones que fuere, no fuera
aportado en los escritos de alegaciones, puede ser incorporado en las actuaciones procesales
anteriormente referidas.
Si el incapaz adquiriera su capacidad de obrar en el curso del proceso, recobrará toda su
capacidad procesal y podrá reclamar el cese de la actividad procesal de su representante o
defensor judicial en su labor de asistencia procesal (cfr. art. 2.001 LECII88I), si bien, caso de
no ejercitar dicho derecho, serán válidos, en virtud del principio de la «perpetuatio
legitimationis», los actos procesales realizados por quien siga indebidamente supliendo su
incapacidad (SSTS 22 de marzo de 1999 -1999\1 663- y 15 de marzo de 1991 1991\2223-).
Sólo el demandado puede aducir la falta de capacidad procesal del demandante y nunca al
revés, pues el actor que ha dirigido su demanda contra una persona determinada tiene la carga
de determinar su capacidad e iría contra sus propios actos, si posteriormente la impugnara.
Tan sólo podría el demandante, a través de un recurso de reposición contra la providencia de
admisión como parte demandada o un incidente del art. 391.1, denunciar la incapacidad de
algún intervi niente codemandado.
Tampoco puede el demandado «autoplantearse» una excepción de falta de capacidad
procesal, sino que tiene la carga de integrar su capacidad. A tal efecto, el Juez podrá
requerirle, en la comparecencia previa o en la vista del juicio verbal, su subsanación y, si no lo
hiciera, será declarado en rebeldía (art. 418.3). Tratándose de una persona jurídica, la
remoción material de un representante también convierte en carga procesal de la sociedad su
comunicación al Tribunal a fin de que no se produzcan los referidos efectos.
LECCIÓN 5. LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES (II)
L LA CAPACIDAD DE POSTULACIÓN
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Se entiende por capacidad de postulación a la exigencia legal de que las partes formales o
con capacidad procesal comparezcan representadas por un Procurador y defendidas por un
Abogado (salvo las tasadas excepciones de la LEC) a fin de poder realizar válidamente los
actos procesales.
A la capacidad de postulación se refiere el Capítulo V° del Título l- del Libro l- (arts. 23 a
35) y en él se contemplan las prescripciones relativas a este presupuesto procesal, cuya regla
general es la de que han de comparecer representadas por Procurador y asistidas de Letrado,
siendo la excepción la de que puedan comparecer personalmente para ejercitar su defensa
privada o autodelensa.
El fundamento de este requisito estriba, en último término y en lo que a la intervención
necesaria del Ahogado se refiere, en la exigencia constitucional de que la tutela judicial
que han de dispensar los Tribunales ha de ser «efectiva sin que en ningún caso se
produzca indefensión» (art. 24.1 CE), por lo que, debido a la complejidad actual, tanto del
Derecho material, como del Procesal, se le ocasionaría una indefensión materialal ciudadano,
a la vez que se infringiría el principio de «igualdad de armas», si se le permitiera acceder a un
proceso personalmente, pudiéndolo hacer, provisto de Abogado, la contra-parte.
En el caso de la intervención obligatoria del Procurador su fundamento es distinto:
obedece a una reminiscencia histórica, consistente en representar a la parte material en las
instancias superiores. Hoy su fundamento hay que encontrarlo, de un lado, en las exigencias
de «seguridad jurídica» (art. 9.3 CE), que aconsejan la representación procesal a fin de que,
como consecuencia del contrato de mandato suscrito entre la parte material y su Procurador,
le vinculen a aquélla y no puedan por ella ser negados los efectos materiales adversos de la
Sentencia y, de otro, en la eficacia, en la medida en que el Procurador es también un órgano
de comunicación entre el Abogado y el órgano jurisdiccional, lo que contribuye a una
descarga del trabajo profesional del Abogado.
Como quiera que la intervención de estos profesionales exige el pago de sus servicios
(«honorarios», en caso de los Abogados y «derechos de arancel y de actuaciones materiales de
indefensión, el art. 119 de la CE establece la gratuidad de la justicia «en todo caso, respecto
de quienes carezcan de recursos económicos para litigar», razón por la cual, en desarrollo de
esta norma constitucional, el art. 33 LEC prevé la asistencia jundica gratuita (que se rige
por la Ley 1/1996, de Asistencia Jurídica Gratuita) de quien carezca de dichos recursos
económicos, en cuyo caso se le designará un Abogado y Procurador del turno de oficio.
3. EXCEPCIONES
Las excepciones a la intervención necesaria del Procurador y del Abogado se contemplan
en los arts. 23.2 y 31.2, de cuyo régimen podemos distinguir las comunes a ambos
profesionales, de las excepciones específicas o relativas exclusivamente al Procurador.
La no exigencia de la intervención de Procurador y de Abogado en determinados procesos
o actos procesales significa que la parte material con la capacidad procesal necesaria ostenta,
ella misma, la capacidad de postulación y, por tanto, puede ejercitar válidamente los actos
procesales sin la intervención de dichos profesionales. Pero ello no entraña ningún género de
prohibición, sino la conversión de la regla general de postulación obligatoria en un derecho
potestativo: la parte material será dueña de contratar los servicios de estos profesionales o
ejercitar personalmente su defensa privada. Pero, al no ser dicha intervención obligatoria, no
podrá, como se ha dicho, caso de una eventual condena en costas, incluir en ellas las partidas
de las retribuciones de es-tos profesionales (art. 32.5).
A) Comunes
Las excepciones comunes a la intervención necesaria del Abogado y del Procurador se
prevén en los arts. 23.2.1 y 31.2.1, que contemplan la capacidad de postulación en los juicios
verbales y en los monitorios, así como la solicitud de medidas urgentes con anterioridad al
ejercicio del derecho de acción.
4. TRATAMIENTO PROCESAL
Con respecto al tratamiento procesal de la capacidad de postulación hemos de advertir que,
como regla general y de conformidad con la doctrina antiformalista del derecho a la tutela
judicial que consagra el art. 1.1 LOPJ y el principio de conservación de los actos procesales
sustentado en el art. 243 salvo que integre un defecto que infrinja el orden público o genere
indefensión material a la contraparte, deben los tribunales permitir su subsanación (cfr.: STS
20 de junio de 2000 -2000\465&- y 22 de diciembre de 1998 -1998\1 0806-).
Con todo, hemos de distinguir entre los vicios o defectos de la representación procesal, de los
de la defensa técnica, cuando ambas sean obligatorias.
A) La representación procesal
Tal y como se ha avanzado, y salvedad hecha de la representación de oficio, la
representación procesal se suele acreditar mediante la escritura de poder, que ha de
incorporarse «al primer escrito que el procurador presente o, en su caso, al realizar la
primera actuación; y el otorgamiento apud acta de-bern’ ser efectuado al mismo tiempo que
la presentación del primer escrito o, en su caso, antes de la primera actuación».
Dicho primer escrito suele ser el de demanda o el de contestación, a los que el art. 264.10
exige que se adjunte «el poder nota rial conferido al procurador siempre que éste intervenga
y la representación no se otorgue apud acta. »
Mas podría suceder que existiera una omisión o insuficiencia de poder en un acto preparatorio
del proceso o aseguratorio, como pudiera ser una petición de práctica de diligencia preliminar,
de aseguramiento o de práctica de prueba anticipada o solicitud de adopción de medida
cautelar. En tal caso, y debido a la circunstancia de que, como hemos visto, ante tales
diligencias urgentes no es necesaria la intervención preceptiva del Procurador (art. 23.2.3),
cualquier irregularidad procesal en el poder podrá subsanarse en el escrito de demanda.
Si dicha omisión o defecto del poder se apreciara en la declinatoria, que, como cuestión
previa, puede el demandado promover con anterioridad a la contestación de la demanda,
debe el Tribunal sugerir su subsanación al amparo de lo dispuesto en los arts. 11.1 y 243
LOPJ. Si no los subsanara, tendrá por no planteada válidamente la declinatoria y aplicará,
bien, en su caso, el fuero imperativo, bien, en cualquier otro, tendrá al demandado por
sometido tácitamente a su jurisdicción (art. 56.2).
Tratándose de los defectos del poder incorporado a los escritos de alegaciones, ha de
tenerse en cuenta que tales irregularidades pueden atañer a la capacidad para ser parte,
procesal o a la representación procesal «strictu sensu», pues es en el poder en donde se
determinan todos estos presupuestos procesales. Si se refirieran a los dos presupuestos
procesales en primer lugar enunciados, ha de recordarse que, en tanto que los defectos de la
capacidad para ser parte son, como regla general. insubsanables. permiten. al contrario. su
sanación los relativos a la capacidad procesal (véase Lección 4.
Tratándose de defecto en la representación procesal la parte contraria tiene la carga
procesal de la denuncia de su incumplimiento: el demandado en su escrito de contestación
(arts. 405.3 y 418.1) y el actor, mediante recurso de reposición contra la providencia por la
que el Juez admite como parte al demandado, a través de alegación complementaria (art.
426.1) u oralmente al inicio de la audiencia previa o de la vista del juicio verbal. El Juez
permitirá su subsanación en el acto, mediante el otorgamiento de poder «apud acta» (art.
24.2), o conferirá a las partes un plazo no superior a diez días para su subsanación (art.
418.1).
Pero, si, una vez efectuada la advertencia verbal del incumplimiento de uno de los
mencionados requisitos, la parte interesada incumpliera el requerimiento del Juez o no
subsanara el defecto en el referido plazo de diez días, los números segundo y tercero del art.
418 distinguen implícitamente entre el demandante y el demandado: si la omisión fuere
imputable al actor, dictará auto de sobreseimiento; pero, si fuere el demandado quien no
subsanara dicho requisito «se le declarará en rebeldía, sin que de las actuaciones que
hubiese llevado a cabo quede constancia en autos» (art. 418.3).
Aquí la norma establece una sanción quizá desproporcionada, tal y como se observa de la
mera puesta en relación del precepto con lo dispuesto en el art. 414.3. De esta manera, si el
demandado no comparece a la audiencia previa, establece esta última norma que la audiencia
«se entenderá con el actor», es decir, no existe declaración de rebeldía, ni nulidad de la
comparecencia y contestación del demandado. Pero, si el demandado comparece y no suple el
defecto de capacidad o de representación advertido, se le ha de declarar en rebeldía y se le ha
de devolver su escrito de contestación a la demanda fr...sin que de las actuaciones que
hubiese llevado a cabo quede constancia en autos»), lo que significa que el tema de la prueba
queda delimitado exclusivamente por el escrito de demanda, por lo que, si el actor prueba los
hechos constitutivos de su pretensión, aunque el demandado los haya negado en su
contestación, que, al ser devuelta, no queda de ella constancia en el proceso, el Juez habrá de
dictar Sentencia favorable a la pretensión. Como puede observarse, los efectos del
incumplimiento del demandado de su deber de subsanación aparecen desproporcionados y
pueden ocasionar una indefensión material proscrita por el art. 24 CE.
Finalmente, si los defectos en la representación procesal se advirtieran después de la
audiencia previa, podrá plantearse la cuestión incidental de previo pronunciamiento, prevista
en el art. 391.1. Si fuere sobrevenida, se planteará por el cauce del art. 391.2.
B) La defensa técnica
Tratándose de la ausencia de la intervención del Abogado en los procesos «no podrá
proveerse a ninguna solicitud que ho lleve la.firma del Abogado». Pero, si no obstante dicha
prohibición, se diera curso a la solicitud, ¿habrá de declarar el Juez la nulidad de las
actuaciones practicadas o podrá subsanarse el defecto. Por una respuesta positiva abonará una
interpretación gramatical del art. con arreglo a su nueva redacción operada por la LO 19/2003,
conforme a la cual «los actos procesales será nulos de pleno derecho cuando se realicen sin
intervención de abogado, en los casos en que la ley establezca como preceptiva.»
No somos nosotros, sin embargo, partidarios de tan drástica solución, pues, la subsanación
debiera ser posible siempre que la negligencia del Abogado no causara un perjuicio a la
contraparte y pudiera ocasionarlo a su cliente. De conformidad. pues. con la doctrina
antiformalista del derecho a la tutela más arriba mencionada y los arts. 11.3 y 243 LOPJ,
debiera ponerse en relación el art. 284.4 con lo dispuesto en los arts. 240.1 y 241.1, en cuya
virtud, para que se decrete la nulidad de un acto por defectos de forma, es necesario que se
ocasione indefensión a la contraria y dicha indefensión material difícilmente puede
justificarse, si la omisión de la firma del Abogado obedece a un mero descuido u olvido y
reconoce la paternidad del acto.
Cuestión distinta sucedería, si un tercero o la parte contraria pretendiera suplantar la
personalidad del Abogado ante un escrito determinado, en cuyo caso el acto procesal sí se
haría acreedor de su nulidad por infracción del derecho fundamental a la defensa del art. 24
CE (art. 240.1 LOPJ).
2. LITISCONSORCIO.
Se da por razones de mera conveniencia de la parte actora en los supuestos permitidos por
la ley. Es una acumulación de pretensiones por la que el demandante quiere llamar a varias
personas a la posición de parte pasiva, o por la que varios sujetos quieren litigar unidos
presentando conjuntamente una demanda.
El término litisconsorcio debería reservarse exclusivamente para los supuestos regulados
en el art. 12. 2, pero dado que la L.E.C. engloba bajo un mismo título a esos dos supuestos,
podemos, a los meros efectos didácticos entender que existe litisconsorcio voluntario y
litisconsorcio necesario.
A) LITISCONSORCIO VOLUNTARIO.
El art. 12. 1 determina que podrán comparecer enjuicio varias personas como demandantes
o como demandados, cuando las acciones que se ejerciten provengan de un mismo título o
causa de pedir. El llamado litisconsorcio voluntario no es más que una acumulación subjetiva
de acciones, la ley exige, no obstante, que exista un mismo título o causa de pedir.
Así podrán acumularse, ejercitándose simultáneamente las acciones que uno tenga contra
varios sujetos o varios contra uno, siempre que entre esas acciones exista un nexo por razón
del título o causa de pedir.
El litisconsorcio voluntario será imposible cuando las acciones se acumulen se excluyan
entre sí, de suerte que la elección de una excluya la aceptación de la otra. De igual forma, es
imposible el litisconsorcio voluntario cuando signifique el ejercicio de acciones que no se
puedan transmitir en el mismo proceso y ante el mismo juez, por razones de competencia.
Como efectos derivados del mismo, todas las actuaciones se sustanciarán conjuntamente, se
discutirán en un sólo juicio y se decidirán en una sola sentencia. La actuación de cada uno de
dichos sujetos es de plena autonomía, así cada uno de ellos podrá mantener defensas distintas.
B) LITISCONSORCIO NECESARIO
El art. 12. 2 L.E.C. establece que “cuando por razón de lo que sea objeto de juicio la
tutelajurisdiccional solicitada sólo puede hablarse efectiva frente a varios sujetos
conjuntamente considerados, todos ellos habrán de ser demandados como litis consortes,
salvo que la ley disponqa expresamente otra cosa.”
La necesidad de que todos estén en el proceso viene impuesta por la configuración
plurisubjetiva del derecho material que se pone en juego, de donde es innegable que existe
litisconsorcio necesario activo y litisconsorcio necesario pasivo.
Existe litisconsorcio necesario en los supuestos de comunidad de bienes y de comunidad
hereditaria en depende los derechos son de todos y se tienen frente a todos en común y no
por cuotas, por lo que la demanda ha de ser entablada por todos los comuneros o contra todos
ellos.
También se produce en el caso de los derechos y obligaciones indivisibles (Art. 1139
C.C.), perjudicando al derecho de los acreedores sólo los actos conjuntos de todos ellos, y
debiendo demandarse conjuntamente a todos los deudores para hacer efectiva la deuda. Otros
supuestos de litisconsorcio necesario se dan en el ejercicio de algunas acciones de estado,
como en el de la nulidad del matrimonio pedida por un interesado o por el Ministerio Fiscal
(art. 74 C.C.), o en los procesos que pretendan la nulidad de un negocio jurídico en el que
estén vinculadas varias personas.
Ante la pregunta ¿Por qué seguir un proceso si desde el principio sabemos que la sentencia
será absolutoria, puesto que el derecho ha sido ejercitado por quien no es titular o frente a
quien no está obligado?
Nuestra ley ha solucionado el problema por una vía equivocada y parcial, pues se le da a la
cuestión de fondo un tratamiento de forma y sólo se soluciona el problema del litisconsorcio
pasivo necesario. Así cuando el actor no dirige su demanda contra las demás litisconsortes, se
procede al archivo de las actuaciones y se da fin al proceso mediante una resolución en la
forma, que como tal no produce los efectos de cosa juzgada y, por tanto, no impide que
posteriormente se presente una demanda cumpliendo con el litisconsorcio necesario. La LEC
da un tratamiento formal a algo que no lo es y además confunde la institución del
litisconsorcio necesario con el tratamiento procesal de la falta de litisconsorcio necesario y al
confundirlos llega a la conclusión errónea de que no existe litisconsorcio activo necesario. En
estos casos la solución no puede ser otra que anticipar la resolución de fondo aspecto no
tenido en cuenta por el legislador.
2. LA INTERVENCIÓN.
En los artículos 13, 14 y 15 L.E.C. se regulan distintos supuestos de una figura admitido
por la doctrina y por lajurisprudencia. Con la intervención se permite la entrada en el proceso
de un sujeto que hasta entonces ostentaba la condición de tercero, bien como actor bien como
demandado, para defender derechos e intereses legítimos propios, que son coincidentes con el
derecho ejercitado por el actor o con los intereses defendidos por el demandado. La Ley
regula dos supuestos de intervención: La intervención voluntaria (art. 13) y la provocada.
A. LA INTERVENCIÓN VOLUNTARIA.
Dicha intervención siempre es litisconsorcial pues, dado que el interviniente actúa en la
posición de demandante o demandado, podría haber sido demandante o demandado desde
el principio del proceso. La ley se refiere a supuestos concretos que pueden ser incluidos bien
dentro del litisconsorcio voluntario, bien en el litisconsorcio cuasi necesario. En el primer
caso, entraría el supuesto de los acreedores y deudores solidarios. El derecho y las
obligaciones solidarias según el C.C. no da lugar a litisconsorcio necesario, pero si que cabe
la posibilidad de litisconsorcio voluntario y así, la posibilidad de intervención, tanto en la
posición de demandante como de demandado, en el pleito que se haya iniciado anteriormente
por alguno de los acreedores solidarios o contra alguno de los deudores solidarios.
También es un caso de intervención voluntaria la efectuada por los consumidores o usuarios,
o afectados por cláusulas o condiciones generales de la contratación abusiva o nulas, para
intervenir en los procesos que se hayan iniciado por las entidades legalmente reconocidas para
la defensa de intereses, aunque estas intervenciones también pueden ser denominadas, como
provocadas.
2. EL LITISCONSORCIO NECESARIO
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Se entiende por litisconsorcio necesario la exigencia legal o convencional que tiene el
actor de demandar en el proceso a todos los partícipes de una relación jurídico material
inescindible, de tal suerte que, si no lo hiciera, a todos ellos les podrían afectar por igual los
efectos materiales de la Sentencia.
Presupuesto ineludible del litisconsorcio necesario es que todos los codemandados hayan
participado en una relación jurídica material insecindible. Existe una legitimación pasiva
originaria determinada por la existencia previa de una relación jurídica plurisubjetiva e
inescindible.
Como supuestos encontramos: obligaciones mancomunadas, sociedad de gananciales.
También como fundamento del litisconsorcio necesario hay que encontrarlo en la
preservación del derecho a la tutela judicial del art. 24.1 CE.
2. RÉGIMEN PROCESAL
A) El estatus de parte. Los liticonsortes tienen todo el estatus de parte principal. Puede
litigar unidos o por separado.
En el litisconsorcio pasivo necesario rige la regla de que los liticonsortes activos o
diligentes en el proceso benefician a los inactivos, ya que produce efectos frente a los demás
sólo para beneficio.
B) Examen de oficio. Para preservar la tutela judicial se establece la obligación de examen
de oficio de ésta. Al producirse indefensión material a los liticonsortes no emplazados al
proceso, se ocasionaría la nulidad.
C) La comparecencia previa. Si faltara el debido litisconsorcio, se faculta al demandante
para que pueda ampliar su demanda ya interpuesta contra todos los litisconsortes. En
cualquier caso, la falta de litisconsorcio podrá ser discutida en la comparecencia previa.
a) Conformidad del actor. Si el demandado ha opuesto la excepción de “debido
litisconsorcio”, el actor puede manifestar su conformidad u oposición. Si está conforme puede
volver a redactar la demanda y presentarla en la comparecencia.
b) Oposición del actor. Si el demandante no estuviere de acuerdo con la excepción de
litisconsorcio necesario, debe el Juez oír a ambas partes en la audiencia preliminar.
c) La integración de oficio del litisconsorcio. El litisconsorcio también puede ser
planteado de oficio por el Tribunal. En tal caso, el Juez debe oír a ambas partes en la
comparecencia previa y dictar resolución. Si es favorable hacia el litisconsorcio, se dará al
actor un plazo no inferior a diez días para presentar nuevas demandas contra todos los
litisconsortes. Si no presentara en plazo la documentación, el Tribunal dictará auto de
sobreseimiento del proceso. En cualquier caso, la apreciación del litisconsorcio ocasiona la
nulidad de las actuaciones practicadas con retroacción al momento del emplazamiento de los
demandados.
PII –2- (67-134)
TEMA 8: LOS PRESUPUESTOS DEL OBJETO PROCESAL
2. LA LITISPENDENCIA.
A) Concepto, naturaleza y fundamento. El efecto negativo de la litispendencia intenta
preservar los efectos de la cosa juzgada. Es un verdadero presupuesto procesal como
oposición a que sobre una misma pretensión pueda conocer otro órgano jurisdiccional. Así
participa de la naturaleza de cosa juzgada.
B) Presupuestos. a) Identidades subjetivas: Han de concurrir tanto en el orden
jurisdiccional como en las partes: a’) jurisdicción y competencia: la litispendencia
internacional. Para que pueda existir litispendencia es necesario que el órgano judicial asuma
su jurisdicción y competencia objetiva y territorial indisponible. Si constatara la ausencia de
alguno de estos presupuestos ha de inadmitir la demanda. Pero puede ocurrir que, admitida la
demanda, se haya deducido, con anterioridad, otra demanda con el mismo objeto y entre las
mismas partes ante otro órgano jurisdiccional perteneciente a un Estado extranjero. En ese
caso se debe plantear la excepción de “litispendencia internacional”.
b’) identidad o comunidad de orden jurisdiccional: Es necesario que
ambos Tribunales pertenezcan a un mismo orden jurisdiccional (civil, penal, etc.).
c’) identidad entre las partes: También debe existir identidad entre las
“personas de los litigantes y la calidad con que lo fueron”. Es decir, que sean los mismos
sujetos quienes hayan de sufrir los efectos materiales de la cosa juzgada en las Sentencias
recaídas en ambos procesos.
b) Identidad objetiva: La identidad también ha de darse entre los objetos
procesales. Como dice la LEC, “ la cosa juzgada excluirá un ulterior proceso cuyo objeto
sea idéntico al del proceso en que aquélla se produjo”. a’) propia: Existe identidad
objetiva propia cuando los objetos procesales de ambos procesos son estrictamente idénticos,
es decir, las pretensiones aducidas. b’) impropia o prejudicial: “lo resuelto con fuerza de
cosa juzgada vinculará a un tribunal de un proceso posterior cuando en éste aparezca como
antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los litigantes de ambos procesos sean
los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición legal” (si se insta declaración
de nulidad de testamento en un proceso, no se puede en otro solicitar el reconocimiento de un
legado).
C) Requisitos. a) Necesidad de interposición de demandas y no meros actos preparatorios:
El art. 410 LEC vincula los efectos procesales de la litispendencia a la admisión de la
demanda. Así, lo primero que ha de determinar el órgano judicial del segundo proceso es si
existe o no una auténtica admisión de la demanda en el primer procedimiento a fin de
estimar cumplida la excepción de la litispendencia. b) Necesidad de que no exista una
resolución inadmisoria o firme de la primera pretensión: Cuando se estime la excepción de
litispendencia ha de estar vigente el primer procedimiento, es decir, no haberse ocasionado
la inadmisión de la primera pretensión ni haberse declarado la firmeza del primer proceso. Y
ello es así porque, como su nombre indica, la litispendencia requiere la pendencia de la litis y
porque, en tal supuesto, lo procedente es oponer la excepción de cosa juzgada. c) Necesidad
de que el primer procedimiento haya de finalizar con una sentencia con plenos efectos de la
cosa juzgada: Es así, pues, estando la litispendencia dirigida a preservar la cosa juzgada, es
natural que no deba estimarse cuando el primer proceso no la amenace o sea indiferente para
garantizar los efectos de la Sentencia que haya de dictarse en el segundo. Al no producir en
tales procedimientos efectos materiales de cosa juzgada, las resoluciones que en ellos recaigan
en nada han de afectar a la “santidad” de cosa juzgada en el segundo proceso.
7. EL PROCEDIMIENTO ADECUADO
A) Concepto y regulación. Se entiende por procedimiento adecuado el presupuesto
procesal que impone la carga procesal al actor de solicitar, en su escrito de demanda, que su
pretensión se dilucide a través del procedimiento, ordinario o especial, previsto en la LEC; al
demandado la de denunciar su incumplimiento en su escrito de contestación; y al Juez la
obligación de examinar de oficio si el procedimiento incoado resulta ser el efectivamente
aplicable, reconduciendo, caso contrario, las actuaciones al adecuado. Las normas que lo
regulan se encuentran en los arts. 249 y 250 LEC y en la regulación de los procesos especiales
de LEC.
B) Los procesos declarativos ordinarios. Son dos: el “juicio ordinario” y el ”juicio
verbal”.
C) Ámbito de aplicación del “juicio ordinario”. a) Concepto y naturaleza: El art. 249 LEC
contempla el ámbito de aplicación o procedimiento adecuado del juicio ordinario. Éste es un
auténtico presupuesto procesal y examinable por el Tribunal, sin perjuicio de que al
demandado le asista también la carga de alegar y evidenciar su incumplimiento por el cauce
de las excepciones procesales a aducir en su escrito de contestación. b)Criterios: Son dos:
a’) Cualitativo: El criterio utilizado por el legislador para encuadrar las relaciones jurídicas
materiales en el juicio ordinario es doble: su relevancia y su complejidad. b’) Cuantitativo:
Si el objeto litigioso no permitiera ser encuadrado en las anteriores relaciones jurídicas
materiales se acudiría al criterio del valor o cuantía del bien litigioso: si fuera superior a
3.000 euros o valor inestimable el procedimiento adecuado será el juicio ordinario; si fuera
igual o inferior a esa cifra, será de aplicación el juicio verbal. Estas cifras han de reflejarse en
los escritos de demanda y de contestación.
D) Ámbito de aplicación del juicio verbal. a) Cualitativo: Las demandas de escasa
relevancia o complejidad se dilucidarán siempre a través de las normas del juicio verbal. b)
Cuantitativo: Si la cuantía del bien litigioso fuera igual o inferior a 3.000 euros será de
aplicación el juicio verbal; en cualquier otro caso el ordinario.
E) Tratamiento procesal. A pesar de la determinación del procedimiento a seguir en la
demanda es el Tribunal el decide el procedimiento adecuado con independencia del que
solicite el demandante, indicando al actor el defecto advertido para que en un plazo de diez
días lo subsane. El demandado tiene la carga procesal de alegar la excepción de
procedimiento ordinario en el escrito de contestación del juicio ordinario. No puede
silenciarla para aducirla extemporáneamente, ya que no prosperará dicha excepción.
1. LA AUTOCOMPOSICIÓN.
La autocomposición es la categoría genérica en la que se enmarca a la conciliación, que
la LEC2000 ha suprimido su carácter de presupuesto procesal y obligatorio. Pero hay
supuestos en los que deviene obligatoria y en los que los Jueces pueden repeler, incluso de
oficio, una demanda por no haber sometido previamente el conflicto a la autocomposición
entre las partes
Esos supuestos son:
La reclamación administrativa previa. Quien desee interponer una demanda contra
cualesquiera Administraciones Públicas, que actúen sometidas al Dº Privado, ha de plantear
una reclamación previa en la vía administrativa, todo ello con la sanción procesal de ver, en
caso contrario, inadmitida de plano su demanda por la omisión de este presupuesto. Este
requisito es de carácter antiformalista permitiendo su subsanación.
La reclamación previa y el agotamiento de los recursos en las demandas de responsabilidad
civil contra Jueces y Magistrados. La LEC dispone que “cuando se interponga demanda de
responsabilidad civil contra Jueces y Magistrados” habrán de acompañarse a la demanda “ las
certificaciones y testimonios que acrediten haber terminado el proceso y haberse en él
reclamado o recurrido” y que no se admitirán estas demandas “mientras no sea firme la
resolución que ponga fin al proceso en que se suponga causado el agravio”. También se
permite la subsanación.
El acto de conciliación en las demandas relativas a invenciones laborales. La Ley de
Patentes dispone que ninguna demanda surgida en relación con una invención laboral será
admitida sin promover previamente una conciliación ante el Rº de la Propiedad Industrial, la
cual ha de regirse por la LEC. Ésta dispone que ningún Juez podrá admitir una demanda sobre
Propiedad Industrial que no vaya acompañada de una certificación de haberse realizado el
acto de conciliación sin avenencia. Pero también subsanación.
2. CAUCIONES
No existen depósitos o cauciones (requisitos económicos) que haya de satisfacer el actor
con anterioridad a la interposición de una demanda, salvo la demanda de retracto, que exige la
consignación del precio.
En el caso del demandado permanece vigente la exigencia de caución en el proceso para
la protección de los derechos reales inscritos en el Rº de la Propiedad, con carácter previo al
acto de la oposición a la demanda. Pero dicha caución no podrá requerirse a quien le asista el
beneficio de la justicia gratuita.
3. REQUERIMIENTOS
El requerimiento de pago al deudor en el proceso espacial relativo a contratos inscritos en
el Rº de Ventas a Plazos de Bienes Muebles.El requerimiento de rectificación en este
procedimiento especial de tutela del derecho al honor, cuyo incumplimiento faculta la Juez a
repeler “a limine” la demanda. El requerimiento de cesación, que ha de efectuar el Presidente
de una Comunidad de Propietarios, al presunto autor de una actividad prohibida a propietarios
y ocupantes como presupuesto previo a la interposición de la demanda.
TEMA 9: EL OBJETO PROCESAL
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
El objeto del proceso es la pretensión, que es la declaración de voluntad del actor
deducida ante el juez y dirigida contra el demandado, por la que se solicita al órgano
jurisdiccional una sentencia que, en relación con un derecho, bien o situación jurídica, declare
o niegue la existencia, cree, modifique o extinga una determinada situación o relación
jurídica, o que condene al demandado al cumplimiento de una determinada prestación (art. 5.
1. L.E.C.). Partiendo de un concepto abstracto del derecho de acción, el objeto del proceso no
lo constituye la acción entendida como derecho de libre acceso a la jurisdicción para obtener
una resolución fundada, motivada y congruente, que se erige en motor del proceso.
La nueva L.E.C. se ha inclinado por la teoría concreta del derecho de acción que, al concebir
dicho derecho como la pretensión de tutela del derecho subjetivo (art. 24. 1 C.E.) viene a
involucrar dos conceptos distintos, que son la acción y la pretensión.
El objeto del proceso es la pretensión procesal o petición que formula el demandante al
Juez de una resolución que, con autoridad de la cosajuzgada, pongan fin de una manera
definitiva e iffevocable al litigio por él entablado..
La determinación del objeto del proceso en el escrito de demanda tiene consecuencias
importantes en distintos aspectos: en orden a la congruencia de la sentencia, que debe
ceñirse a la pretensión del actor (art. 216 y 218); en cuanto a la producción de los efectos de
la litispendencia, impidiendo que se plantee un nuevo proceso con el mismo objeto (art. 40);
para fijar los límites de la cosajuzgada (art. 222); su naturaleza permite analizar la
adecuación del procedimiento (art. 248), y su compatibilidad con otras pretensiones para
autorizar o no la denominada acumulación de acciones (arts. 7 1-73); finalmente, su
determinación permitirá delimitar si ha existido una ampliación de la pretensión o una
reconvención por parte del demandado.
2. REQUISITOS
A) FORMALES
Condicionan la admisibilidad de la pretensión. Sin su concurrencia el juez no puede entrar
a examinar la pretensión o relación jurídica material debatida, la cual ha de quedar
imprejuzgada. Estos son:
1°) Los presupuestos procesales, que deben ser observados por las partes al ejercer el
derecho de acción, ya que su ausencia implica la obligación del juez de dictar una sentencia
absolutoria en la instancia, no pudiendo entrar a conocer sobre el fondo del asunto. Pueden
sistematizarse así:
- del órgano jurisdiccional : jurisdicción y competencia objetiva, teifitorial y funcional.
- de las partes: capacidad para ser parte y para actuar enjuicio, representación y postulación
procesal y el derecho de conducción procesal.
- de la actividad: procedimiento adecuado, litispendencia y cosajuzgada.
- otros presupuestos especiales que pueden concurrir, como la reclamación previa ante el
Estado, la caución de los extranjeros o la caducidad en el ejercicio de determinadas
acciones constitutivas.
Los presupuestos procesales deben ser observados por el actor al interponer la demanda, y si
no lo hace el demandado tiene la carga de denunciar su ausencia en su escrito de
contestación mediante la interposición de la pertinente excepción (dilatoria en la arcaica
concepción de la L.E.C. del año 1.881 que la vigente ha suprimido). Sin embargo, en los
últimos tiempos se ha acentuado el examen de oficio por el juez en la comparecencia previa.
2°) Los requisitos procesales que rigen la admisión de los recursos, y que caso de
incumplirse suponen que no pueda examinarse la pretensión en la segunda instancia, pueden
dividirse en:
- comunes: el gravamen o perjuicio que ha de haber sufrido el recuifente como
consecuencia de la resolución que impugna, y la conducción procesal o requisito de haber
sido parte del proceso en primera instancia.
- especiales o que deben concurrir al ejercer medios de impugnación extraordinarios,
como la exigencia de prestar un depósito para interponer de recurso.
B)DE FONDO
Son inherentes a la pretensión, por lo que su incumplimiento ha de suponer una
sentencia de fondo absolutoria para el demandado. Pueden clasificarse en subjetivos y
objetivos:
A) Los requisitos subjetivos se determinan por la legitimación de las partes, que es un
elemento de la fundamentación de la pretensión. El actor es el que ha de ostentar la titularidad
de una relación jurídico material o del objeto litigioso (art. 10), o al menos, ha de ostentar un
interés directo y legítimo o difuso (art. 13), El demandado está facultado no sólo para
contestar la demanda, sino también para formular una nueva e independiente pretensión
contra el actor bajo la denominación de reconvención (arts. 406-407) que determinará su
condición como demandante respecto a dicha reconvención.
La ausencia de la legitimación supone una sentencia de fondo absolutoria para el demandado,
pues es un elemento de la fundamentación de la pretensión que no puede ser examinada de
oficio por el juez ni es susceptible de sanación en la comparecencia.
B) Los requisitos objetivos de la pretensión vienen integrados por la petición, y por la
fundamentación fáctica y jurídica:
La petición es la declaración de voluntad, plasmada en el suplico de la demanda, que
integra el contenido de la pretensión, determinando los límites cuantitativos y cualitativos del
deber de congruencia de la sentencia (art. 299. 1 y 5). La petición permite determinar si se han
planteado una o más pretensiones, así como la naturaleza de ésta (declarativa, constitutiva o
de condena).
Puede distinguirse en la petición un objeto inmediato, constituido por la petición stríctu
sensu, debiendo ser clara y precisa; y un objeto mediato determinado por el derecho subjetivo,
bien o interés jurídico al que se refiere la petición, que debe ser cierto, lícito y determinado o
susceptible de determinación con affeglo a ciertas bases en el incidente de liquidación de
sentencias, si bien la nueva L.E.C. prohibe, como regla general las sentencias a reserva de
liquidación (arts. 209. 4° - 219).
En el proceso civil la pretensión está sometida al principio dispositivo, por lo que el juez
está obligado a ser congruente con la petición formulada, y pueden las partes poner fin al
procedimiento en cualquier momento por los medios anómalos de finalización del proceso.
Así es la petición, junto con la causa de pedir, la que individualiza el objeto procesal,
determinando los límites objetivos y subjetivos, tanto de la litispendiencia, como de los
futuros efectos de la cosajuzgada de la sentencia que haya de dar respuesta a la pretensión.
La fundamentación o causa de pedir es también un elemento de la pretensión, que
determina sus límites. Pero dentro de la causa de pedir se distingue la alegación de los hechos
de la fundamentación jurídica, dando la doctrina distintas respuestas a si ambos fundamentos
o uno sólo son elementos determinantes del objeto procesal.
En la doctrina alemana surgieron dos posiciones contrarias: la de la individualización, para
la que lo fundamental es la calificación jurídica que se da a determinados hechos, y la teoría
de la substanciación, que considera que el objeto procesal viene conformado por los hechos
que fundamentan la pretensión.
En España rige esta última teoría, que entiende que el fundamento de la pretensión son los
hechos a los que las normas asocian unos determinados efectos pretendidos en la petición (y
no todos los hechos afirmados en la demanda). Por lo tanto, el objeto del proceso lo
constituye aquellos hechos que constituyen el fundamento de la pretensión por su
significación jurídica, debiendo el juez aplicar en su momento las normas, invocadas o no por
las partes, aplicables a los hechos que conforman la petición.
3.CLASES
Existen tantas clases de pretensiones como de procesos, y puedan clasificarse, según
Fairen, en pretensiones de cognición, de ejecución y cautelares.
A) PRETENSIONES DE COGNICIÓN
Se plantean en un proceso de declaración, y tienen por objeto obtener del juez un
pronunciamiento de mera declaración, de condena o constitutivo.
Están sometidas a los principios de contradicción e igualdad de acciones, y regidas por el
principio de aportación, por lo que el juez debe pronunciarse ciñéndose a los hechos alegados
y probados por las partes.
La pretensión de cognición puede plantearse en la fase declarativa del proceso o
reproducirse en la segunda instancia o en la casación, pero ello sin sufrir variaciones.
Según el contenido de la pretensión, se dividen en:
A) Pretensiones de mera declaración: Tienen por objeto obtener del juez una declaración
de existencia (positivas) o de inexistencia (negativas) de un determinado derecho subjetivo o
una relación jurídica; en este último destacan las declarativas de nulidad de negocios
jurídicos.
La legitimación activa la ostenta como regla general el titular del derecho o relación
jurídica, pero es suficiente para interponer una pretensión declarativa tener un interés legítimo
en el reconocimiento judicial de ese derecho subjetivo o relación jurídica, bastando en este
sentido que la relación jurídica origine incertidumbre o un temor fundado de futuro perjuicio.
Como supuesto de pretensión declarativa cabe citar la acción de jactancia, recogida en las
Partidas y reconocida por la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que es una acción
declarativa contra quien se vanagloria de poseer un derecho causando inseguridad o perjuicio
al autor. Supuestos similares a ésta se hallan en el art. 41 LH.
La relación jurídica ha de ser preexistente, no pudiéndose solicitar del juez el
reconocimiento de futuras relaciones jurídicas.
Las sentencias que resuelven sobre una pretensión declarativa no son ejecutables,
pero producen efectos erga omnes, y en algunos casos son susceptibles de ser inscritas en los
Registros.
B) Pretensiones de condena: Se solicita al juez que condene al demandado al cumplimiento
de alguna de las prestaciones del art. 1088 C.C.: dar, hacer (positivas) o no hacer (negativas)
alguna cosa.
En realidad, contienen una petición declarativa, para que el juez reconozca la existencia de un
derecho, y una petición de condena.
La legitimación activa consiste siempre en la titularidad del derecho subjetivo, no en un
simple interés jurídico.
Las sentencias que estiman estas pretensiones son ejecutables, y permiten la apertura del
proceso de ejecución de la LEC o ejecución forzosa de la L.E.C..
Es un presupuesto material de estas pretensiones la existencia de una obligación vencida y
exigible, pues si su exigibilidad depende del cumplimiento de una condición o plazo la regla
general es que no puede el acreedor pretender su cumplimiento, estando a lo sumo legitimado
para solicitar medidas cautelares o de aseguramiento. Pero en determinados supuestos se
admite por nuestro ordenamiento estimar pretensiones de condena de futuro, por ejemplo las
condenas al pago futuro de cuotas que obedezcan a una pretensión de prestaciones periódicas,
como alimentos, rentas,...
2. CLASES
A) Heterogéneas y homogéneas. Son heterogéneas las que han de decidirse con arreglo a
normas distintas del Dº Civil. Se rige por el principio “el proceso penal suspende el civil”.
Son homogéneas las cuestiones prejudiciales que han de ser valoradas con arreglo a las
normas del Dº Civil.
B) Devolutivas e incidentales. a) Devolutivas: Son las cuestiones prejudiciales que, con
suspensión del proceso civil, han de remitirse o plantearse, para su solución definitiva,
ante el tribunal del orden jurisdiccional competente. Aunque no siempre lo penal tiene a lo
civil en suspenso, ya que existen supuestos en los que se produce la excepción inversa: debe
el Tribunal deferir el conocimiento de la cuestión al Tribunal civil con suspensión del proceso
penal; b) Incidentales: Son las que puede conocer “incidenter tantum” el Tribunal civil
competente para el enjuiciamiento de la pretensión principal, si que haya de deferirse su
conocimiento a otro Tribunal. Pueden delimitarse por criterio negativo: son cuestiones
incidentales todas las que no constituyen cuestiones devolutivas. El art. 42.1 LEC dispone que
“a los solos efectos prejudiciales, los Tribunales civiles podrán conocer de asuntos que estén
atribuidos a los tribunales de los órdenes contencioso-administrativo y social”. Así son
cuestiones prejudiciales incidentales todas las administrativas o sociales que no sean
devolutivas. Pero el precepto no comprende a las penales por ser siempre devolutivas.
TEMA 10 LAS ACUMULACIONES DE ACCIONES Y DE PROCESOS
AMPLIACIÓN DEL OBJETO PROCESAL.
Además de la ampliación del objeto del proceso por el demandado o reconvención, la LEC
contempla tres supuestos:
1. ACUMULACIÓN DE ACCIONES
A) CONCEPTO
(Arts.71-73 LEC). Es una acumulación de pretensiones originaria formulada por el actor
en su demanda. Se produce la acumulación objetiva de pretensiones, dentro de la misma
demanda y contra el mismo demandado y que deben tramitarse en un único procedimiento, a
pesar ser varios los obj etos procesales. Debe examinarse el suplico de la demanda y ver si se
contienen en él una pluralidad de peticiones de cognición.
B) REQUISITOS
A) Subjetivos.
De las partes: En la acumulación ha de existir identidad entre las partes, siendo el
demandante y el demandado los mismos (art. 71. 2 LEC). Si existiera una pluralidad de
sujetos, en realidad nos encontraríamos ante una acumulación subjetiva o fenómeno de
pluralidad de parte en el proceso, que podría revestir el carácter de mixta, objetivo y subjetiva,
si además se acumularan diversas pretensiones, como faculta el art. 72.
Del órgano jurisdiccional: El juez ha de ser objetiva y territorialmente competente. En
cuanto ala competencia objetiva, el art. 73. 1 prohibe la acumulación de pretensiones que
excedieran de la competencia objetiva del juez; y en relación con la competencia territorial, el
art. 53 determina que será, en primer lugar, competente el del lugar correspondiente a la
pretensión que sea fundamento de las demás; en su defecto aquel que deban conocer del
mayor número de las pretensiones acumuladas y, en último término, el del lugar que
conesponda a la pretensión más importante cuantitativamente.
B) Objetivos: Procedimiento adecuado y la compatibilidad de pretensiones.
Procedimiento adecuado: el art. 73. 1. 2° establece que no podrán acumularse las pretensiones
que por razón de su materia deban ventilarse en juicios de diferente tipo. El art. 77 determina
que procedimientos son susceptibles de acumulación, siendo la regla general la de que han de
ostentar la misma naturaleza o no provoquen pérdidas de derechos procesales. Así la L.E.C.
permite acumular pretensiones que puedan decidirse a través de los procesos declarativos
ordinarios, o entre los sumarios con el mismo objeto procesal, o determinadas pretensiones
que pueden dilucidarse en un proceso sumarios se pueden acumular a un ordinario, pero no
pueden acumularse las pretensiones que deban ventilarse en un proceso especial a un
ordinario, ni a la inversa, o la de los dos procesos especiales entre sí.
Compatibilidad de pretensiones. El art. 71. 2 establece que no podrán acumularse acciones
que sean incompatibles entre sí, entendiendo por tales “cuando se excluyan mutuamente o
sean contrarias entre sí, de suerte que la elección de una impida o haga ineficaz el ejercicio de
la otra u otras’. Pero las pretensiones incompatibles pueden plantearse de manera sucesiva
(art. 399. 5).
C)CLASES
- Acumulación simple: Se da cuando en un mismo petitum se deducen diversas peticiones
yuxtapuestas. Puede ocurrir tanto en los casos en que se pretende producir diversos efectos
jurídicos en base a una relación jurídica (art. 72 LEC), o cuando se acumulen acciones
basadas en diversas relaciones jurídicas, que no resulten incompatibles entre sí (art. 71. 2
LEC).
- Acumulación alternativa: Sólo procede si se trata de exigir el cumplimiento de las
obligaciones alternativas, y debe inadmitirse la demanda en los demás casos por falta de
concreción en el petituni.
- Acumulación eventual: Se produce cuando el actor interpone una pretensión principal, y
otra subsidiaria para el caso de que la primera sea rechazada por improcedente o infundada.
D) RÉGIMEN PROCESAL
La LEC de 1.881 silenciaba el tratamiento procesal de la acumulación de pretensiones.
Aspecto que se ha regulado por la L.E.C., así como la posibilidad que el demandado tiene de
alegar sobre su procedencia (arts. 405, 419 y 443)
En cuanto su admisibilidad la nueva L.E.C. potencia su examen en aquellos procesos que así
lo permiten, así en el juicio verbal el art. 443. 2 faculta al demandado a oponerse a la
alegación al inicio de la vista.
La acumulación de acciones no puede plantearse con posterioridad a la contestación de la
demanda. Al plantearse la acumulación se han de tratar de forma común, tanto las
alegaciones, como la prueba y la resolución de las pretensiones. Pese a dicha acumulación,
conservan su independencia: el examen de los presupuestos procesales la sentencia contendrá
tantos fallos o partes dispositivas como pretensiones deban satisfacerse, pero, si la
acumulación fuera eventual, la pretensión supletoria sólo puede concederse si se desestima la
principal y, si se estima la principal, ha de desaparecer la litispendencia de la eventual.
2. AMPLIACIÓN DE LA DEMANDA
A)CONCEPTO
Consiste en la modificación del objeto procesal realizada fuera del momento preclusivo
preestablecido para ello.
B) PRECLUSIÓN
Dicho trámite preclusivo se produce con la contestación a la demanda, así el art. 40. 1
establece que no se permitirá la acumulación de acciones después de contestada la demanda.
No obstante con anterioridad a la contestación, el art. 40.2 permite dicha ampliación, en cuyo
caso el plazo para contestar a la demanda se volverá a contar desde el traslado de la
ampliación de la demanda. PRIETO CASTRO señala que este no es un supuesto de
ampliación de la demanda, sino de acumulación de pretensiones. La ampliación de la
demanda sucede en actos posteriores a la contestación a la demanda: audiencia previa
enjuicio, los escritos de conclusiones o informes y las alegaciones en el recurso de apelación.
C) LÍMITES
La ampliación de la demanda supone una modificación del objeto procesal, bien por la
adición de una nueva pretensión procesal o por la mutación esencial de la pretensión
originaria.
Ambas posibilidades se encuentran expresamente prohibidas por el artículo 412. 1, en cuya
virtud establecido lo que sea objeto del proceso en la demanda, en la contestación y, en su
caso, en la reconvención, las partes no podrán alterarlo posteriormente. No obstante, el mismo
precepto permite, la formulación de alegaciones complementarias, debiéndose entender por
tales las alegaciones de hecho o de derecho que no conlleven una mutación esencial de la
pretensión.
Se produce una mutación esencial de la pretensión por la alteración del petitum, o por la
alteración de la causa petendi. Se produce una modificación del fundamento de la pretensión
cuando se introduce un acontecer histórico distinto al mantenido en la demanda. Cuando se
trate de modificaciones de punto de vista jurídicos, de aportación de nuevos hechos o de
viejos ignorados o, incluso, de alegaciones complementarias o rectificaciones de los
fundamentos de hechos, no se habrá producido una legítima ampliación de la demanda,
siempre y cuando no se haya producido una alteración de la petición ni de sus fundamentos.
De igual modo, existe una ampliación de la demanda cuando se modifique la petición. No
cabe dicha ampliación cuando se produce una reducción cuantitativa de la pretensión de
condena, ni ampliación de pretensiones derivadas de obligaciones de tracto sucesivo.
3. ACUMULACIÓN DE AUTOS
La LEC regula ampliamente esta cuestión (arts. 74-98).
A) CONCEPTO
Se entiende por acumulación de autos la reunión en un mismo procedimiento de distintas
pretensiones, deducidas en diferentes procedimientos declarativos, por razones de economía
procesal y de seguridad jurídica (para que no se produzcan sentencias contradictorias.
B)PRESUPUESTOS
La procedencia de la acumulación queda condicionada al cumplimiento de determinados
requisitos que pueden catalogarse como; positivos (artículos 76, 77. 1 y 4 LEC) y, negativos
(artículos 77.2 y 3 y 78).
a) Positivos:
Procederá la acumulación cuando, existiendo conexión entre dos objetos procesales, si se
tramitaran por separado podrían dictarse sentencias con pronunciamientos o fundamentos
contradictorios incompatibles o mutuamente excluyentes. Se requiere que las pretensiones
estén conexas, subjetiva y objetivamente, existiendo un nexo en el objeto litigioso y en la
causa de pedir, de igual modo, dichas pretensiones si se tramitaran por separado podrían dar
lugar a pronunciamientos distintos.
La nueva L.E.C. ha adoptado otra causa de acumulación, el que la sentencia que haya de
recaer en alguno de los procesos “pueda producir efectos prejudiciales en el otro”. La
acumulación sólo procede en fase declarativa y, dentro de ella, el art. 77.4 establece como
momento preclusivo para la entrada de nuevas pretensiones que en ninguno de los procesos
“haya finalizado el juicio a que se refiere el art. 433’, prescripción que ha de entenderse como
que no se haya dictado sentencia en ninguno de los procedimientos. En apelación y en
casación no cabe la acumulación de procesos. En fase de ejecución se permite siempre y
cuando exista identidad entre ejecutante y ejecutado. De igual forma, los procedimientos a
acumular han de ostentar similar naturaleza.
b) Negativos:
Para que sea procedente la acumulación se han de cumplir, además, una serie de requisitos
negativos. Así; se ha de tratar de una auténtica acumulación de dos o más pretensiones. Es
necesario que el primer órgano jurisdiccional ostente competencia objetiva y que el segundo
no ostente competencia territorial por alguna norma indeformable o de ius cogens, por
último, tampoco debe obtenerse idéntico resultado a la acumulación de procesos si se pudo
efectuar la acumulación de acciones, la ampliación de la demanda o la reconvención. Pero de
esta regla general hay que exceptuar las pretensiones que versan sobre intereses difusos
relativas a la protección de los consumidores si la incoacción de los distintos procedimientos
no se hubiera podido evitar mediante la acumulación de acciones o la llamada a los
demandantes establecida por el art. 15 (art. 78. 4); en dicho supuesto, a fin de garantizar la
inmutabilidad de la cosajuzgada, el art. 78.4 obliga al Juez a decretar incluso la acumulación
de oficio.
C) PROCEDIMIENTO
La regla general es que la acumulación se inicie a instancia de parte (art. 75), a excepción
de la acumulación de pretensiones relativas a la protección de los consumidores en las que
cabe la acumulación de oficio.
El procedimiento se inicia mediante un escrito en el que se han de indicar los procesos
cuya acumulación se pretende, las razones que lo justifican y el estado procesal en que se
encuentran, con determinación de los distintos juzgados ante los que pendan.
El proceso varía según se encuentren los procedimientos en el mismo o distinto tribunal.
a) Acumulación ante el mismo tribunal.
En este caso el juez examinará la petición y si la estima improcedente por
incumplimiento de los requisitos que impiden la acumulación, podrá rechazarla de plano (art.
82), lo que habrá de suceder cuando la solicitud posea un mero carácter dilatorio. Si la
estimara procedente, lo notificará a las partes para que efectúen alegaciones en un plazo de
diez días, transcurrido el cual, resolverá el incidente, debiendo acceder a la acumulación
cuando todas las partes se manifiesten conformes.
El art. 80. 1 exceptúa la petición de acumulación de procedimientos tramitados ante el
mismo Juzgado, la cual podrá formularse por escrito en fase de alegaciones o verbalmente en
el acto de la vista. Se podrán acumular aquellos procedimientos que se encuentren en la
misma fase, sin que el incidente de acumulación produzca efectos suspensivos. Cuando se
encuentren en distintas fases, se ordenará la suspensión del que se encontrara más avanzado,
hasta que los otros se hallen en el mismo o similar estado.
Cuando el juez deniegue la acumulación, se tramitarán los procedimientos por separado y
condenará en el pago de las costas causadas a la parte que hubiera promovido el incidente.
ontra el auto que decide la acumulación sólo cabe recurso de reposición, nunca el de
apelación.
b) Acumulación ante distintos tribunales.
La acumulación se efectuará al tribunal que conozca del procedimiento más antiguo y
ante el que se efectuará la solicitud. Dicho tribunal requerirá a los demás órganos judiciales
para que se abstengan de dictar sentencia y se de traslado a las partes para que aleguen lo que
tengan por conveniente. El juez podrá denegar dicha acumulación. En el supuesto de que la
admita requerirá a los otros tribunales la remisión de los procedimientos y emplazará a las
partes para que en el plazo de diez días comparezcan ante el tribunal requirente.
Cuando no acepte el requerimiento de acumulación, lo comunicará al tribunal requirente y
plantearán este incidente ante el tribunal superior común, que resolverá dicho incidente sin
que se pueda recurrir en ningún modo. Esta resolución produce efectos materiales de cosas
juzgada, por lo que la parte no podrá volver a suscitar el incidente de acumulación.
La acumulación también puede formularse (con las limitaciones de los créditos
privilegiados) de procedimientos singulares a los de ejecución universal y sucesorios (art.
98).
TEMA 11: LOS ACTOS DE DISPOSICIÓN DEL OBJETO PROCESAL
2. LA TRANSACCIÓN
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
El Código la define como “un contrato por el cual las partes, dando, prometiendo o
reteniendo cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término al que
habían comenzado”. Del precepto se extrae como conclusión que hay dos clases de
transacciones: la extrajudicial o preprocesal (sigue reglas generales de contratación) y la que
aparece con posterioridad a la interposición de la demanda (necesario reconocer por Tribunal)
2. REQUISITOS
Subjetivos: capacidad de las partes y titularidad del derecho.
Objetivos: ha de ser posible, moral, disponible y no atentar al orden o interés público.
Formales: se exige “mandato expreso”.
3. TRATAMIENTO PROCESAL
Puede realizarse en cualquier estadio del proceso, pero en la fase declarativa ha de suceder
antes que haya concluido para Sentencia. Pero el Juez de oficio tan sólo puede instar la
conciliación intraprocesal dentro de la primera instancia y en la comparecencia previa.
Para que surta los efectos que le son propios precisa ser homologada por el Juez.
4. EFECTOS
El acuerdo que implique la desaparición de la controversia deberá ser homologado por el
Juez o Tribunal mediante auto. Si lo denegara, habrá de continuar el procedimiento hasta
Sentencia. Pero si se homologara el acuerdo, el art. 1.816 LEC dispone que “tiene para las
partes la autoridad de la cosa juzgada; pero no procederá la vía de apremio sino tratándose
del cumplimiento de la transacción judicial”.
El efecto excluyente de la transacción podrá hacerse valer, en ulterior proceso declarativo
y de ejecución al amparo de la excepción prevista en la LEC, siempre y cuando conste en
documento público.
Toda transacción provoca el nacimiento de nuevos vínculos u obligaciones, en
sustitución de los extinguidos, o la modificación de éstos.
3. LA RENUNCIA
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
La renuncia, como medio de finalización del proceso, tiene por objeto el derecho subjetivo
material que fundamenta la pretensión y la pretensión misma. Por ello puede conceptuarse
como un acto unilateral del demandante por el que decide abandonar su derecho
subjetivo o derecho a pretender y, por tanto, la pretensión, provocando la finalización
anormal del proceso mediante la emisión de una resolución jurisdiccional que ha de
gozar de todos los efectos de la cosa juzgada.
2. NATURALEZA
La renuncia es una institución perteneciente al ámbito del derecho material. Su
fundamento habrá que encontrarlo en la “renuncia de derechos” (art. 6.2 CC), que sólo será
válida cuando no contraríe el interés o el orden público y no perjudique a terceros.
3. REQUISITOS
La renuncia ha de ser personal, clara, concluyente e inequívoca, consciente o previsible,
expresa. Ha de formularse mediante Procurador con poder especial o mediante ratificación
“apud acta”.
Si la renuncia fuera admisible el Juez dictará Sentencia en la que absolverá en el fondo al
demandado.
4. EL DESISTIMIENTO
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
El desistimiento es una declaración de voluntad, efectuada por el actor o el recurrente con
la conformidad del demandado, mediante la cual manifiesta su deseo de abandonar la
pretensión que ejercitó en el proceso o recurso por él interpuesto. Su objeto se contrae a un
abandono o dejación de ejercicio de la pretensión y, por tanto, del procedimiento, sin que
dicha dejación suponga una disposición del dº subjetivo material que permanece intacto. Sólo
desiste de la litispendencia. Por ello el desistimiento no genera efectos materiales de cosa
juzgada. Así el tribunal “dictará auto de sobreseimiento y el actor podrá promover
nuevo juicio sobre el mismo objeto”.
3. REQUISITOS
Puede plantearse en cualquier estadio del procedimiento con anterioridad al momento de la
emisión de la Sentencia.
Como requisitos formales, el desistimiento ha de ser expreso, debiéndose ratificar la parte
material o que le Procurado esté autorizado para ello. Se contempla el desistimiento tácito
ante la ausencia del demandante o de su Abogado a la comparecencia previa o a la vista del
juicio verbal.
4. PROCEDIMIENTO
Una vez formulado el desistimiento, debe darse traslado de él al demandado por plazo de
diez días mediante suspensión del procedimiento. El demandado puede oponerse (Juez
reanuda procedimiento), allanarse o no contestar (auto de sobreseimiento).
5. EFECTOS
Los efectos del desistimiento se ciñen, en su dimensión objetiva, al procedimiento o
recurso instado, y en su dimensión subjetiva, a las partes materiales principales que realmente
lo efectuaron, de tal suerte que no afecta a los demás demandantes que no decidieron
suscribirlo, con respecto a los cuales ha de seguir para ellos el procedimiento.
Si el desistimiento no es consentido por el demandado entonces el demandante correrá con
el pago de la totalidad de las costas. Si es consentido no existirá condena en costas.
5. EL ALLANAMIENTO
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
Es un acto del demandado, por el que, manifestando su conformidad con la pretensión
formulada por el demandante, pone fin al proceso, provocando la emisión de una resolución
con todos los efectos de la cosa juzgada.
Es un acto unilateral exclusivamente del demandado. El objeto del allanamiento es la
pretensión. Y así la actividad decisoria del Tribunal otorgará, ante la falta de resistencia
del demandado, todo lo solicitado por el actor.
Se exige la plena disponibilidad por el demandado del derecho o interés material que se
discute en el proceso y que dicho acto de disposición no contravenga el orden jurídico.
2. CLASES
Puede ser total (cuando el demandado reconoce todas las pretensiones, declarativas y de
condena, del actor y manifiesta su disposición a cumplir voluntariamente con todas las
pretensiones) o parcial (cuando dicho reconocimiento se limita a determinadas pretensiones).
Tan sólo el allanamiento total produce el fin anormal del proceso.
3. REQUISITOS
Ha de ser personal, claro, concluyente e inequívoco, expreso, consciente y previsible y
efectuado sin condicionamiento alguno.
En cuanto a los requisitos formales, requiere ratificación “apud acta” o autorización
expresa y demás requisitos formales del desistimiento.
Puede efectuarse en cualquiera de las fases del proceso.
4. EFECTOS
Tan sólo el allanamiento total produce la finalización anormal del proceso. Si fuere parcial,
“el Tribunal, a instancia del demandante, podrá dictar de inmediato auto acogiendo las
pretensiones que hayan sido objeto de dicho allanamiento”. Pero es necesario que “no
prejuzgue las restantes cuestiones no allanadas”. El procedimiento seguirá adelante con
respecto a las pretensiones no allanadas.
El allanamiento tan sólo afecta a las partes principales que lo hubieren efectuado.
En materia de costas, en el allanamiento efectuado con anterioridad a la contestación de la
demanda no procederá la imposición de costas. En el efectuado con posterioridad la norma se
ha inclinado por el vencimiento.
2. PROCEDIMIENTO
Puede suceder en cualquier estadio del proceso. Y dicha satisfacción del actor hay que
ponerla en conocimiento del Tribunal, por cualquiera de las partes. El Tribunal, sin efectuar
condena en costas, dictará auto de terminación del procedimiento, que tendrá los mismos
efectos que una Sentencia absolutoria firme, es decir, plenos efectos materiales de cosa
juzgada y liberatorios para el demandado.
La oposición a la adopción del auto de terminación la formulará el actor “negando
motivadamente que se haya dado satisfacción extraprocesal a sus pretensiones o con otros
argumentos”. Entonces el Juez citará a las partes a una comparecencia en el plazo de diez días
y si las partes, aun reconociendo la no existencia de la satisfacción, estuvieran dispuestas a un
acuerdo, el Juez debe procurar la reconciliación. Tras la comparecencia, el Tribunal decidirá,
mediante auto y dentro de los diez días siguientes, sobre la continuación o no del proceso.
2. CLASES
La suspensión del proceso puede suceder “de oficio” o “a instancia de parte”. La
suspensión de oficio se ocasiona cuando surge un evento al que la norma procesal asocia la
paralización del curso de los autos (incomparecencia del abogado del demandante,
interposición de incidentes suspensivos).
3. LA SUSPENSIÓN COMO ACTO INSTRUMENTAL DE LOS ACTOS DE
FINALIZACIÓN DEL PROCESO
La finalidad de la suspensión consiste en iniciar una gestión amistosa que pueda culminar
en alguna de las formas de finalización anormal. Pero no es procedente la suspensión cuando
pueda perjudicar el interés público o a tercero.
Como requisitos formales es necesaria la petición de todas las partes litigantes por escrito.
El escrito de suspensión puede plantearse mediante comparecencia “apud acta”, poder
especial o general para pleitos.
El proceso finalizará en el estadio que se encontrara si las partes llegan a una solución
autocompositiva y le ponen fin al mismo. En caso contrario, denunciada al Tribunal por
alguna de las partes, la reanudación del procedimiento, volverá a correr el cómputo del plazo
a partir del día en que fue interrumpido, prosiguiéndose el curso del proceso de oficio.
1. EL SISTEMA PROCESAL
A) LOS PROCESOS ORDINARIOS.
Son dos: el juicio ordinario y el juicio verbal. El ámbito de aplicación se determina a
través de dos criterios: a) cuantitativo, todos los objetos litigiosos con valor superior a 3.000
euros se dilucidarán por juicio ordinario. Los de cuantía inferior o igual por juicio verbal;
b) cualitativo o por razón de la materia, los litigios que versen sobre relaciones jurídicas
materiales contenidos en los números 1 a 8 art. 249 (demandas sobre derechos honoríficos y
fundamentales, de impugnación de acuerdos sociales, competencia desleal, etc.) tramitarse en
juicio ordinario. Los previstos en los números 1 a 12 art. 150 (procesos de desahucio por falta
de pago, interdictos, tutela de dº reales inscritos, etc.) enjuiciarse en juicio verbal.
Los procesos ordinarios se caracterizan por su amplitud en la fase de alegaciones, prueba
e impugnación. El procedimiento que reviste mayores garantías es el juicio ordinario, siendo
el más común. Se caracteriza por una fase escrita de alegaciones, una subfase oral de
complementación de tales alegaciones y de depuración de los presupuestos procesales,
denominada “audiencia previa”, una vista principal oral con práctica de prueba y conclusiones
y la fase de sentencia. Estas disposiciones son de aplicación supletoria en todos los procesos.
El juicio verbal está informado por los principios de oralidad, rapidez y sencillez en su
tramitación. Ya que las legaciones son orales, se concentran, junto con la práctica de la
prueba, en el acto de la vista oral.
B) LOS PROCESOS ESPECIALES.
Responden a razones materiales que aconsejan una tramitación diferente o con
determinadas especialidades en los juicios ordinarios. Existen dos tipos: a) los típicos, que
son los procesos de familia y de estado civil, los de división de la herencia, y el monitorio y
cambiario; b) los atípicos o procesos ordinarios con especialidades, que se enuncian en los
art. 249 y 250.
C) LOS PROCESOS SUMARIOS.
Son en los que el legislador pretende obtener la rapidez a costa de la mengua de garantías
procesales. Poseen una cognición limitada a determinados aspectos de la relación jurídico-
material debatida, limitados también los medios de ataque y de defensa y las Sentencias que
en ellos recaen no producen la totalidad de los efectos de cosa juzgada. Son procesos
sumarios los juicios posesorios, el proceso para la protección de los derechos reales inscritos,
el monitorio, ejecutivo y cambiario, etc.
2. SUPUESTOS:
El artículo 256 L.E.C. diferencia diversos supuestos aunque éstos se pueden agrupar
esencialmente en dos tipos de diligencias preliminares: La petición de declaración y la
exhibición de objetos y documentos, así como una especial para identificar a los
integrantes de los grupos de afectados.
Respecto a las diligencias preliminares consistentes en la exhibición de una cosa o de un
documento se incluyen en las mismas, muy diferentes actuaciones, no sólo por el tipo de
documento que se pretende tener a la vista, sino por la persona frente a la que la exhibición se
insta, que puede ser el propio futuro demandado, o un tercero, competido entonces en las
diligencias preliminares a mostrar un documento en un proceso que se va a seguir entre otros
sujetos.
Las diligencias enumeradas por la L.E.C. suponen un numerus clausus, es decir, éstas se
han de reducir de forma estricta a los supuestos descritos por la norma. Estos son (art. 256):
a) Declaración bajo juramento o promesa de decir la verdad efectuada por la persona
contra la que se va a dirigir la demanda, a petición del futuro denunciante, sobre algún hecho
relativo a su capacidad, representación o legitimación, cuyo conocimiento sea necesario para
el proceso.
b) Exhibición de documentos, en poder del futuro demandado en los que conste su
capacidad, legitimación o representación.
c) Exhibición de documentos, en poder del futuro demandado o de terceros, necesarios
para litigar. Las diligencias preliminares están subordinadas a un proceso principal de modo
que si posteriormente el proceso no se inicia el promovente responderá de todos los gastos y
perjuicios. En este supuesto se distinguen:
- Exhibición del acto de última voluntad del causante de la herencia o legado.
- Exhibición de documentos y cuentas de una sociedad o comunidad en poder de un socio
o comunero
- Exhibición del contrato de seguro por parte de quien lo tenga en su poder.
d) Exhibición, por e/futuro demandado, de la cosa que tenga en su poner y a la que se
haya de referir el juicio.
e) Concretar los integrantes de un grupo de afectados, cuando estos sin estar
determinados, sean fácilmente determinables.
f) Petición de actuaciones o averiguaciones para la protección de determinados
derechos, previstas en leyes especiales (ejemplo: Ley de patentes, Ley de competencia
desleal).
3. PROCEDIMIENTO:
A) COMPETENCIA:
La competencia se atribuye al Juez de Primera Instancia cualquiera que sea el objeto del
proceso y, por razón del territorio, al del domicilio de la persona a la que se va a solicitar la
actuación, excepto, cuando se trate de un grupo de consumidores afectados, en cuyo caso la
competencia se atribuye al tribunal competente para conocer del proceso ulterior (art. 257.
Dicha competencia ha de ser apreciada de oficio, de modo, que el Juez deberá de
abstenerse de conocer cuando entienda que carece de competencia, remitiendo al solicitante al
Juzgado competente. Cuando este último Juzgado también se inhiba se producirá una cuestión
de competencia negativa a resolver por el superiorjerárquico común de ambos. No obstante, la
L.E.C. no admite un posible planteamiento de declinatoria, de modo, que el solicitado no
tendrá un cauce formalizado para denunciar la falta de competencia (art. 257. 2).
B) SOLICITUD:
Se inician mediante una solicitud de la parte a quien interese su práctica, expresando los
fundamentos de la petición y ofreciendo caución para responder de los gastos, daños y
perjuicios que se pudieran causar (art. 256. 2).
Para determinar la obligatoriedad de la postulación técnica para solicitar e intervenir en
las diligencias preliminares se han de combinar dos criterios: la urgencia de la solicitud y la
obligatoriedad de la postulación técnica en el asunto principal. Así, el art. 23.2., apartados
2° y 3°, excluyen respectivamente la representación preceptiva de procurador y de abogado,
por razones de urgencia o necesidad. De este modo, sólo cuando las diligencias preliminares
revistan efectiva urgencia, aunque para el desaifollo del proceso fuera obligatoria la
postulación por profesionales, podrían éstas solicitarse sin la concurrencia de los mismos.
C) RESOLUCIÓN JUDICIAL:
El Juez de Primera Instancia, una vez recibida la papeleta y apreciada su competencia,
debe de determinar si la diligencia es adecuada a la finalidad que persigue y si existe una
causa o interés legítimo para practicar dicha diligencia. En caso afirmativo, accederá a
dicha petición por medio de un auto que se dictará en los cinco días siguientes a la
presentación de la solicitud, contra el que no cabe recurso alguno. En este caso, deberá de
fijar la caución que deba de prestarse al objeto de hacer frente a los gastos que produzca la
práctica de la diligencia y los daños y perjuicios que se pudieran ocasionar, la cual se deberá
de prestar en los tres días siguientes a haberse dictado el auto. La falta de caución determinará
el archivo de las diligencias.
Si el Juez entiende que no se dan los requisitos exigidos para practicar dicha diligencia
preliminar, rechazará la petición, frente a la cual se podrá interponer recurso de
apelación.
D) PRÁCTICA:
En el propio auto que admita la práctica de dicha diligencia se citará a los interesados
para que, en un plazo de diez días, la misma se practique, en la sede del Juzgado o en lugar y
modo en que se consideren convenientes (art. 259. 1).
Cuando sean diligencia de exhibición y examen de documentos o títulos, a petición del
solicitante y a su costa, la práctica de dicha diligencia puede efectuarse ante un experto en la
materia.
Si la diligencia supone la determinación de los integrantes de un grupo de afectados, el
juez adoptará las medidas que considere convenientes incluyendo el requerimiento al futuro
demandado, al objeto de que pueda facilitar datos (art. 256. 1. 6° LE.C.).
Después de haber sido practicada la diligencia, o en su caso, después de haber sido denegada,
el Juez dictará auto en los cinco días siguientes donde resolverá sobre la aplicación de la
caución, con audiencia del solicitante, a la petición de indemnización y de la justificación de
gastos que se le hubiere presentado. En el caso de que hubiera alguna cantidad sobrante, ésta
no se devolverá al solicitante hasta que presente la demanda, en cualquier caso, si no la
presenta en el plazo de un mes, dicha cantidad se entregará al obligado a la práctica de la
diligencia. El auto que decida sobre la aplicación de la caución será apelable, sin que ello
suspenda su cumplimiento (art. 262).
E) OPOSICIÓN A LA PRÁCTICA DE LA DILIGENCIA:
El receptor de la práctica de la diligencia preliminar podrá oponerse a la misma en le plazo
de cinco días, a contar desde el día siguiente al de la recepción de la citación. Ello determinará
la celebración de una vista entre las partes de acuerdo a lo establecido para los juicios
verbales. Tras ella, el juez mediante auto determinará si la oposición es justificada, en cuyo
caso se podrán plantear recurso de apelación. En caso contrario, es decir, cuando no la admite,
condenará en costas al requerido sin posibilidad de recurso.
F) NEGATIVA A REALIZAR LA DILIGENCIA:
Cuando la diligencia preliminar no se puede practicar debido, a que el obligado a ello no
atiende al requerimiento ni tampoco formula oposición, el Juez acordará las siguientes
medidas:
a) Ante la negativa de prestar declaración relativos a la capacidad, representación o
legitimación, se considerarán contestadas de forma afirmativa las preguntas que
pretendió efectuar el solicitante. De igual modo, los hechos a que se refieran se considerarán
admitidos en el juicio posterior (art. 261.10).
b) La negativa a la exhibición de títulos o documentos, cuando el Juez entienda que existen
indicios suficientes de que se pudieran encontrar en un lugar determinado, ordenará la
entrada y registro de dicho lugar procediendo a la ocupación de dichos documentos.
c) De igual modo, cuando existieran indicios del lugar donde se encuentra una cosa,
respecto a la cual ha existido negativa de exhibición, el Juez acordará la entrada, registro en el
lugar y su ocupación para presentarla al solicitante, que podrá pedir su depósito o medida de
garantía para su conservación.
d) Respecto a la negativa de exhibición de documentos contables, en el juicio posterior se
tendrán en cuenta los datos y cuentas que aporte el solicitante.
e) Frente a la negativa a colaborar en la determinación de los integrantes de un grupo de
afectados, el Juez adoptará las medidas que considere necesarias, incluida la entrada y registro
para encontrar datos, sin perjuicio de la responsabilidad penal en la que se puede incurrir por
desobediencia.
4. LA CONCILIACIÓN PREVIA
En la reforma de la LEC/2000 permanece la figura de la conciliación previa pero con
carácter facultativo, para evitar la iniciación del pleito. No hay que satisfacer los honorarios
del Notario, ni los del Abogado, ni los aranceles del Procurador ya que su intervención no es
obligatoria.
El procedimiento es:
El Tribunal competente es el de Primera Instancia del domicilio del futuro demandado
El futuro demandante ha de presentar un escrito (papeleta), con sus copias, ante el Tribunal,
identificando a todas las partes y la pretensión.
Admitida a trámite, el Tribunal cita a las partes a una comparecencia oral. No obligatoria la
comparecencia.
La comparecencia será ante al Oficial judicial, quien intentará que se alcance el acuerdo. El
Secretario extenderá acta sucinta firmada por todos los comparecientes. Si se alcanzara
acuerdo y el Tribunal competente fuera el de Primera Instancia, podrá instarse la ejecución
forzosa del mismo.
Cualquier sujeto interviniente en la conciliación podrá instar su nulidad en el plazo de quince
días.
TEMA 13: LA DEMANDA
2. OBJETO
Esta fase procesal finalidad introducir el objeto procesal con todos sus elementos
esenciales. Dicho objeto está integrado por la “pretensión”. Así los actos de alegación
pueden configurarse como actos de postulación en los que se introducen la pretensión y
sus hechos que la fundamentan y que si son controvertidos, se erigen en el tema de la
prueba. Las partes introducir los hechos que sustancian sus pretensiones y proponer la prueba
pertinente; así actos de alegación “actos instructorios”, ya que sirven para introducir los
hechos al proceso.
2. EL ESCRITO DE DEMANDA
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
Se entiende por demanda el acto procesal escrito de postulación del demandante por el que
se ejercita, ante el órgano jurisdiccional competente, el derecho de acción y se interpone,
frente al demandado, la pretensión.
Contenido: a) Ejercicio del derecho de acción. A través de este acto procesal se posibilita
el libre derecho de acceso a los Tribunales. Pero en los casos de caducidad de la acción, la
reclamación previa, el título en los alimentos legales, etc., el demandante puede exigir el
cumplimiento de los presupuestos procesales; b) Acto de interposición de la pretensión. En
el proceso civil tanto la acción como la pretensión se ejercen simultáneamente en el escrito de
demanda. Pero la nueva LEC permite una instrucción civil pre-procesal, previa a la
demanda, que el futuro demandante puede instar a fin de poder fundamentar su pretensión, se
acomete mediante las diligencias preliminares y los actos de anticipación y aseguramiento de
la prueba.
Requisitos subjetivos: a) El órgano jurisdiccional: examen de oficio. La demanda ha de
interponerse ante el órgano jurisdiccional, objetiva y territorialmente competente. Todos estos
requisitos son examinables de oficio. También, en el escrito de demanda se ha de determinar
el procedimiento adecuado. Por ello el actor debe reflejar la cuantía del bien litigioso (saber si
proceso ordinario o verbal)
b) Las partes: examen de oficio y a instancia de parte. En el
escrito de demanda se consignarán “los datos y circunstancias de identificación del actor y del
demandado y domicilio o residencia en que pueden ser emplazados”. Todo ello para que el
órgano judicial pueda comunicarse con ellos y así darles la ocasión de de ejercitar sus
derechos de defensa. El actor tiene la carga de determinar el domicilio pero si no pudiera
averiguarlo, puede requerir la ayuda del Tribunal. En ambas partes deben concurrir los
presupuestos de: a’) capacidad: la capacidad para ser parte puede ser apreciada de oficio, si
bien lo puede denunciar el demandado en su escrito de contestación a la demanda. Ambas
partes pueden formular idéntica denuncia en la comparecencia previa y en la vista del juicio
verbal, en la que el Juez subsanará; b’) legitimación: activa (demandante) y pasiva
(demandado). La legitimación ha de vincular a las partes con el objeto litigioso; c’)
postulación procesal: en el juicio ordinario (valor bien litigioso superar 3.000 euros) es
necesario interponer la demanda mediante Procurador con poder suficiente y asistido de
Letrado. Por ello, en la demanda se ha de indicar el nombre y apellidos del Procurador y del
Abogado. La postulación procesal también es vigilable de oficio en la comparecencia previa.
Estructura de la demanda
Forma: La demanda siempre adopta la forma escrita, incluso en aquellos procesos,
como el verbal. La “papeleta de demanda” es escrita y encierra lo esencial del acto de
demanda (art. 720 LEC).
Invocación: La demanda se inicia con una invocación genérica del órgano judicial que
la ha de tramitar y conocer. Esa invocación sólo se concreta en cuanto hay que señalar si se
dirige a un órgano unipersonal (al Juzgado) o colegiado (a la Sala).
Encabezamiento: Se hará constar los datos que identifiquen al actor y al demandado, y
los datos que hagan localizables a ambas partes (domicilio o residencia). En el caso de
que alguna de las partes estén representadas, también debe contener todos los datos relativos a
los representantes.
Hechos, fundamentos de derecho y “petitum”: En la demanda se expondrán
sucintamente y numerados los hechos y los fundamentos de derecho y “se fijará con
claridad y precisión lo que se pida” (art. 524 LEC).
Es fundamental la identificación de la forma más precisa y clara posible porque:
- El objeto debe quedar inalterado durante la tramitación del proceso (prohibición de la
mutatio libellis).
- La litispendencia determinará la imposibilidad de conocer sobre el mismo asunto en
otro proceso.
- El órgano judicial no podrá resolver sobre nada distinto a lo propuesto por el actor
(congruencia de la sentencia).
No obstante, no es suficiente con que el actor concrete lógicamente su petición y que la
fundamente razonablemente, también debe identificar su acción para que sea posible la
aplicación estricta de los principios constitucionales que rigen en el proceso, como el de
defensa y el de contradicción.
Determinación del valor: La Ley utiliza el criterio de la cuantía o valor de la pretensión
para determinar la clase de juicio por donde ha de sustanciarse la demanda, por lo que
su fijación en ella resulta imprescindible.
En ciertos casos la determinación de la cuantía no reviste complicación alguna, como
cuando se reclama una determinada cantidad de dinero; para otros supuestos el legislador se
ha visto obligado a establecer una serie de reglas tendentes a calcular el valor de las demandas
(ver art. 489 LEC y págs. 162 y 163 de libro de texto).
Identificación de la acción: No hay duda del significado que debe tener la expresión de
“lo que se pide” del art. 524 LEC, que es claramente identificable con el petitum de la
acción y que integra el suplico de la demanda, sin embargo no existe la misma claridad
cuando se habla de hechos y de fundamentos de derecho.
La causa petendi de la acción procesal no sólo está integrada por hechos, sino que lo está por
todo aquello que es fundamentación de lo que se pide en la demanda.
Lo que la ley llama fundamentos de derecho no son las alegaciones jurídicas, sino
fundamentos legales, es decir, expresión de la norma concreta jurídica en la que encuentran
apoyo legal las peticiones efectuadas según la fundamentación jurídica y fáctica expuesta. Si
el actor quiere obtener la tutela jurídica concretada en la petición efectuada en la sentencia,
debe aportar al proceso los fundamentos jurídicos y fácticos en los que apoya tal petición.
La doctrina ha perfilado dos posibles soluciones a la necesidad de identificación del objeto del
proceso:
Teoría de la sustanciación: Basta para identificar la acción la expresión de todos y cada
uno de los hechos que fundamentan la petición sin que sea necesario hacerlo así con la
relación jurídica.
Teoría de la individualización: Basta expresar con concreción la relación jurídica de
donde nace el derecho que se pide para que la demanda esté bien fundamentada e
identificada.
Ninguna de estas dos teorías es válida porque hace una separación tajante y artificial entre
hecho y relación jurídica.
La dificultad de una solución unitaria ha hecho que la doctrina haya buscado la solución
caso a caso, intentando buscar la fundamentación esencial de la acción para distinguirla de
aquello que es simple prueba de ella. En este sentido, se distingue:
En las acciones de condena relativas a los derechos absolutos, basta la alegación de la
relación jurídica para que la acción quede suficientemente identificada.
En las acciones de condena nacidas de derechos de obligaciones no se consigue
identificar perfectamente a la acción con la sola alegación de la relación jurídica; habrá que
indicar el hecho jurídico del que ha nacido la relación jurídica, pues esa es la única manera de
distinguir a relaciones jurídicas de la misma naturaleza.
En las acciones declarativas basadas en derechos reales o derechos de obligaciones, la
identificación hay que hacerla utilizando los mismos criterios anteriormente expuestos en
relación con las acciones de condena.
En las acciones constitutivas, la identificación debe hacerse alegando no sólo el efecto
jurídico que se pretende, sino también el hecho de que es remedio o sanción. Y ello porque
existen tantas acciones de nulidad, o tantos derechos al cambio jurídico, como causas.
EFECTOS DE LA DEMANDA
EFECTOS PROCESALES: El efecto directo que produce la demanda es la iniciación del
proceso. Puesto que el juez está obligado, una vez que así se le pide, a dictar sentencia, ésta
no puede alcanzarse sino con la utilización del mecanismo que llamamos proceso; la
demanda pone en marcha ese mecanismo, y todo el conjunto de efectos jurídicos que se
producen como consecuencia de la intervención de las partes y del juez es lo que se denomina
litispendencia.
Uno de los efectos fundamentales que se producen una vez establecida la litispendencia, es
la llamada perpetuatio jurisdictionis. Esto significa que las condiciones personales, objetivas
y territoriales del objeto procesal determinan la jurisdicción del órgano, inicialmente
competente, hasta el momento de dictar sentencia, aun cuando en el transcurso del
procedimiento aquéllas puedan cambiar.
La litispendencia determina la prohibición de modificar el contenido de la demanda
durante la tramitación procesal. La prohibición de la mutatio libellis viene impuesta por
razones exclusivamente constitucionales. Hay una imposibilidad, por supuesto constitucional,
de cambiar la demanda en lo que es el contenido esencial de la misma. Sin embargo, a lo largo
del debate las partes pueden, siempre con el objeto de concretar y de especificar los términos
exactos del mismo, modificar, ampliar y rectificar lo que es meramente accidental o colateral
de ese objeto de debate (arts. 548 y 693).
Sólo una correcta identificación de las acciones ejercitadas en el proceso nos permitirá, de
acuerdo con determinados criterios, fijar con exactitud qué es lo esencial frente a lo
accidental, con lo que sabremos qué es lo que queda inmutable como consecuencia de la
litispendencia y qué podemos modificar a lo largo del procedimiento.
El efecto general de litispendencia produce lo que se denomina litispendencia en sentido
estricto (art. 533 LEC), es decir, la imposibilidad legal de tramitar otro procedimiento entre
los mismos sujetos con el mismo objeto del que está pendiente; la justificación de este efecto
es la necesidad de evitar la inseguridad jurídica que se produciría por el hecho de que un
mismo objeto procesal pudiera ser resuelto por sentencias jurídicamente contradictorias.
EFECTOS MATERIALES: Los efectos materiales son los siguientes: el deudor se constituye
en mora (art. 1.100 CC); debe pagar intereses, aunque no hayan sido pactados (art. 1.109 CC);
la litispendencia determina el carácter litigioso de los bienes con los efectos que se
contemplan en los arts. 1.291 y 1.535 CC; se interrumpe la prescripción (art. 1.973 CC).
Todos estos efectos, declarados en la sentencia, se retrotraen al momento de la demanda.
TEMA 14: LA LITISPENDENCIA
1. LA LITISPENDENCIA
1. CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO
Por esta institución se entiende el conjunto de efectos que produce la admisión de la
demanda. Y aunque éstos pueden ser materiales, nos vamos a centrar en los procesales, el
fundamental de los cuales es la “perpetuatio iurisdictionis”, en sus dos manifestaciones: a)
positiva, de un lado traba al órgano judicial y le crea la obligación de resolver el objeto
procesal y, de otro, otorga a las partes todo el conjunto de posibilidades, cargas y obligaciones
procesales que se derivan del procedimiento incoado; b) negativa o imposibilidad de que
sobre ese mismo objeto procesal pueda conocer otro órgano judicial.
El fundamento y la naturaleza de la litispendencia descansa en la obligación constitucional
de permitir el libre acceso de los ciudadanos a los Tribunales así como participa de la misma
naturaleza que la cosa juzgada.
2. PRESUPUESTOS Y REQUISITOS
Los mismos que en el tema 8.
3. CÓMPUTO
De acuerdo al art. 410 “ la litispendencia se produce desde la interposición de la demanda,
si después es admitida”, es decir, desde la admisión de la demanda y retrotrayendo sus efectos
al día de su presentación.
4. EFECTOS
A) Materiales. Son la interrupción de la prescripción, la constitución en mora del deudor y la
obligación de pago de intereses legales y el otorgamiento a la pretensión mediata del carácter
de “bien litigioso”. a) La interrupción de la prescripción: a’) adquisitiva: el art. 1945 CC
dispone que “ la interrupción civil se produce por la citación judicial hecha al poseedor,
aunque sea por mandato de Juez incompetente”; b’) extintiva: art. 1973 CC dispone que “ la
prescripción de las acciones se interrumpe por su ejercicio ante los Tribunales, por
reclamación extrajudicial del acreedor y por cualquier otro acto de reconocimiento de la
deuda por el deudor”. b) Constitución en mora del deudor y devengo de intereses legales:
“incurren en mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el acreedor les
exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación”. Los efectos de la mora
del deudor consisten en poder ser condenado al pago de la indemnización de daños y
perjuicios y al de los intereses legales. Pero estos últimos nacen desde que son judicialmente
reclamados. c) El surgimiento de los “bienes litigiosos”: la litispendencia ocasiona que el
bien o interés que se discute en el proceso, adquiera el carácter de “bien litigioso”. Para que
sea reclamable frente a terceros, es necesario que se adopte la oportuna medida cautelar de
inscripción en el Rº de la Propiedad.
B) Procesales. a) Positivos: trabar la competencia de un determinado órgano jurisdiccional
para que conozca de un determinado objeto procesal:
a’) en el órgano judicial: una vez examinada por el Juez su propia jurisdicción y competencia y
admitida la demanda, surge en el órgano judicial la obligación de solucionar el litigio u
objeto procesal que se le ha trabado;
b’) en el objeto procesal: a’’) la prohibición de la mutatio libelli. Como consecuencia de la
admisión de la demanda queda fijado definitivamente para el actor el objeto procesal. Ya no le
es dado modificar su pretensión. Todo ello para que el demandado pueda conservar su
derecho a contestar la demanda en los términos en los que le ha sido trasladada. Pero esto no
excluye que el demandante pueda efectuar “alegaciones complementarias” siempre que se
circunscriben a la pretensión ya deducida. Tampoco queda excluida la ampliación del objeto
por el demandado; b’’) la preclusión en la entrada de nuevos hechos y causas de pedir. El
demandante está obligado a la exhaustividad en la incorporación de hechos y de causas de
pedir a la demanda por seguridad jurídica y economía procesal. El actor está obligado a
acumular en la demanda todas las causas de pedir. No así en los procesos sumarios, en los que
gozan de una cognición limitada a determinados aspectos de la relación jurídico-material
debatida. Pero esta exigencia de exhaustividad no puede extenderse indistintamente a los
hechos y a las alegaciones jurídicas, dada la prohibición de introducir nuevos hechos (“ius
novorum”). Aunque sí es posible las alegaciones complementarias.
b) Negativos. La litispendencia faculta al demandado a plantear, en el
segundo proceso incoado, la excepción de litispendencia. Para que se admitida tiene que haber
identidad del objeto procesal (partes, peticiones y causas de pedir), así como otros requisitos
vistos en el tema 8.
TEMA 15: LA CONTESTACIÓN A LA DEMANDA
2. LA CONTESTACIÓN A LA DEMANDA
Puede proceder el demandado a negar determinados hechos de la demanda y alegar otros
que desvirtúen la fundamentación de la pretensión. Para ello ha de articular el correspondiente
escrito de contestación de la demanda.
Concepto y fundamento. Contestación a la demanda es el acto de postulación del
demandado por el que se reconocen o se niegan los hechos de la demanda, se determina el
tema de la prueba y se solicita del órgano jurisdiccional la inadmisión y/o la desestimación,
total o parcial de la pretensión. Se fundamenta en el derecho de defensa y los principios
constitucionales de “contradicción” e “igualdad de armas”.
Requisitos. · Subjetivos: Es un acto de postulación del demandado, que se dirige contra el
demandante y se presenta verbalmente ante el Juez para su absolución. Pero no podrá hacer
valer el conjunto de excepciones procesales si no lo efectúa dentro de los primeros diez días
del plazo para contestar a la demanda. · Objetivos: a) Fundamentación. Consta de dos
partes: 1. La alegación fáctica: Es la parte más importante de este acto de postulación
ya que se cierra definitivamente el objeto procesal y se determina el tema de la prueba. 1.a)
Contestación y objeto procesal. La contestación de la demanda impide al demandado la
introducción posterior de nuevos hechos que puedan individualizar excepciones no alegadas
en su escrito de contestación a la vez que marca los límites de la congruencia de la Sentencia.
1.b) Contestación y tema de la prueba. Por el escrito de contestación el demandante sabrá
las excepciones que utilizará el demandado y sobre qué hechos (negados por el demandado)
ha de recaer su actividad probatoria. El escrito de contestación ha de guardar una forma
correlativa con los hechos de la demanda e impugnando, en su caso, los documentos
aportados por el actor. También habrá de aportar todos los documentos acreditativos del
cumplimiento de sus presupuestos procesales y de los que funden sus excepciones. Si el
demandado negara o contradijera determinados hechos de la demanda, queda fijado el tema
de la prueba. 1.c) Las excepciones. Los hechos que ha de alegar el demandado en su escrito
de contestación son los que integran las excepciones, que son siempre actos de aportación de
hechos. Estos hechos pueden poner de manifiesto el incumplimiento del actor de
determinados presupuestos procesales o requisitos de la demanda, en cuyo caso instará la
inadmisión de la pretensión o la desestimación. 1.c.1) Excepciones procesales. Éstas son
denuncias de incumplimiento por el actor de presupuestos procesales y de ciertos requisitos de
la demanda. También pueden ser apreciadas de oficio por el Tribunal. La apreciación, bien en
la comparecencia previa, bien al término del proceso, ocasionará un auto o Sentencia
“absolutoria en la instancia”, es decir, sin efectos materiales de cosa juzgada, por lo que el
actor podrá poner nueva demanda sobre mismo objeto procesal subsanado el defecto. 1.c.2)
Excepciones materiales y reconvencionales. Las primeras son aquellos hechos aducidos por
el demandado que impiden, extinguen o excluyen el derecho subjetivo del actor y cuya
apreciación por el órgano judicial dará lugar a una Sentencia “absolutoria en el fondo” con
todos los efectos de cosa juzgada. En este caso, incumbe al demandado la carga exclusiva de
su alegación en su escrito de contestación. Las excepciones materiales se dividen en: · hechos
impeditivos: son los que obstaculizan el nacimiento de la relación jurídica en la que el actor
sustenta sus hechos constitutivos no pudiendo surgir los efectos jurídicos previstos por el
demandante. Así, niegan la existencia o la validez del hecho, acto o negocio jurídico base de
la pretensión o la legitimación de las partes; · hechos extintivos: Parten del válido
nacimiento del derecho de crédito del actor pero niegan su exigibilidad por haber fenecido
después dicho derecho de crédito por alguna de las causas que extinguen el derecho subjetivo
(pago, pérdida de la cosa, etc.); · hechos excluyentes: presuponen la existencia y validez de un
título del que dimana el cumplimiento de una obligación, reputada vigente, si no fuera por la
circunstancia de que el ordenamiento material impide su exigibilidad por causas concretas y
determinadas. Es el caso de la prescripción. Si no son aducidos expresamente por el
demandado, no puede el Juez estimarlas en la Sentencia.
2. La alegación jurídica. Tras exponer las alegaciones de hecho el
demandado debe efectuar las de Derecho o fundamentos jurídicos. Y ello para persuadir al
órgano judicial y facilitarle su labor en orden a la individualización de los preceptos
materiales y procesales. Rige la máxima “iura novit Curia”.
b) El “petitum”. En el “suplico” o “solicito” del escrito de contestación el demandado
pedirá del Tribunal que se le absuelva de la demanda y se condene al demandante al pago de
las costas procesales. El “petitum” de la contestación, si ha alegado excepciones procesales,
se instará la inadmisión. Y si el demandado ha efectuado una mera defensa negativa o ha
aducido excepciones materiales, solicitará su desestimación.
3. LA “RECONVENCIÓN”
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Es una nueva pretensión del demandado, yuxtapuesta a su escrito de contestación, que crea
en el actor la carga de ejercitar, frente a la misma, su derecho de defensa, asumiendo el “rol”
de demandado.
2. REQUISITOS
A) Objetivos. Consiste en la introducción de una nueva pretensión en el escrito de
contestación a la demanda. Es necesario: 1. Conexión de pretensiones: “sólo se admitirá
reconvención si existiere conexión entre sus pretensiones y las que sean objeto de la demanda
principal”. Siempre se dirigirá contra el actor originario y nunca contra terceros. Y aunque
debe haber un nexo de afinidad entre las pretensiones pueden provenir de diferentes títulos. 2.
La competencia objetiva: “no será procedente la reconvención cuando el Juzgado carezca de
competencia objetiva por razón de la materia o de la cuantía”. 3. El procedimiento
adecuado: No se admitirá la reconvención “cuando la acción que se ejercite deba ventilarse
en juicio de diferente tipo o naturaleza”. Cabe en el caso de los procedimientos ordinarios (de
verbal a ordinario o viceversa) pero no de procedimientos sumarios a ordinarios o especiales a
ordinarios o viceversa.
B) Subjetivos. La reconvención exige una identidad subjetiva entre demandante y
demandado. Pero puede ocurrir que exista una pluralidad de partes materiales o formales en
la posición actora o demanda. 1. Litisconsorcio activo: “la reconvención podrá dirigirse
también contra sujetos no demandantes, siempre que puedan considerarse litisconsortes
voluntarios o necesarios del actor reconvenido del actor reconvenido por su relación con el
objeto de la demanda reconvencional”. Así se permite la entrada a litisconsortes necesarios y
voluntarios que podrán ejercitar su derecho de defensa, extendiéndose sobre ellos los límites
subjetivos de la cosa juzgada. Pero no es posible dirigir la pretensión contra otros
codemandados que pudieran ser, al mismo tiempo, litisconsortes del actor. 2. Litisconsorcio
pasivo: Los litisconsortes pasivos necesarios pueden interponer la reconvención, pues todos
ellos son demandados en el proceso y a todos ellos se extenderán los efectos de cosa juzgada.
C) Formales. Se encuentran en el art. 406.3. Se ha de yuxtaponer al escrito de contestación.
La forma de la reconvención ha de ser la misma que la de la demanda. Se ha de determinar la
pretensión, es decir, la concreta tutela judicial que se pretende obtener.
Una vez presentada, el Tribunal dará traslado de ella al actor y demás litisconsortes para
que la contesten en plazo de veinte días. La contestación a la reconvención tendrá la misma
forma que el escrito de contestación a la demanda y el actor asumirá la carga de negar y
contradecir los hechos. Si no lo hiciera serán estimados como admitidos.
3. LA ESTIMACIÓN DE LA RECONVENCIÓN
La Sentencia que resuelva la reconvención ha de ser explícita y resolver tanto las
pretensiones de la demanda como las de la reconvención, ofreciendo tantos pronunciamientos
como pretensiones aducidas por el actor y el demandado.
TEMA 16: LA AUDIENCIA PREVIA (I). LA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL
2. CONCEPTO.
La comparecencia previa es la audiencia preliminar o previa a la vista principal, que ha de
practicarse en todo juicio ordinario, una vez contestada la demanda y, en su caso, la
reconvención, con el objeto de que, bajo la inmediación del Juez, se pueda obtener una
conciliación entre las partes y, en cualquier otro caso, se resuelvan los presupuestos y
excepciones procesales, se complementen y fijen los hechos controvertidos y su material
probatorio y se decida sobre la proposición y admisión de la prueba.
3. PRESUPUESTOS.
Ha de ser siempre obligatoria y exige la conclusión total de la fase de alegaciones.
4. REQUISITOS.
A) Subjetivos. 1. El Juez: la obligación de inmediación judicial y el incremento del
principio de investigación. La nueva LEC/2000 reforma comparecencia. “Las vistas y
comparecencias que tengan por objeto oír a las partes antes de dictar una resolución se
celebrarán siempre ante el Juez o los Magistrados. Esta obligación de inmediación judicial se
acrecienta por el principio de investigación y de examen de oficio de los presupuestos
procesales (capacidad de las partes, jurisdicción, litisconsorcio, etc.). Además ha de intervenir
personalmente el Juez para intentar una concilliación, obtener la fijación de los hechos
controvertidos, etc.
2. La comparecencia de las partes materiales y formales:
La genérica obligación de comparecencia. La nueva LEC/2000 ha estimulado la
comparecencia de las partes mediante el establecimiento de determinadas sanciones
procesales a su incomparecencia. El art. 414.2 indica: “las partes habrán de comparecer en la
audiencia asistidas de Abogado”.
La comparecencia del Procurador y de la parte material. La Ley permite la incomparecencia
de la parte material siempre y cuando otorgue a su Procurador “poder para renunciar, allanarse
o transigir”. Pero por dicho poder no cabe entender el poder general para pleitos. El poder del
Procurador habrá de ser especialísimo, posterior al nacimiento del litigio, y en él se debe
facultar expresamente al Procurador para poder transigir sobre la petición mediata, sobre el
derecho, bien o interés litigioso que se discute en el proceso. Así, pues, a la audiencia
preliminar ha de comparecer, bien la parte material, bien el representante procesal con
poder especialísimo. Los resultados de la incomparecencia son: · el Juez dictará auto de
sobreseimiento y el archivo de las actuaciones; · si incomparece la parte demandante se
decretará sobreseimiento, a salvo que el demandado acredite “interés legítimo”; · si
incomparece la parte demandada, el Juez dispondrá la audiencia exclusivamente con el actor
(inaudita parte) pero no el resto del procedimiento.
La comparecencia del Abogado. Si faltara el Abogado del actor “se sobreseerá el proceso,
salvo que el demandado alegare interés legítimo en la continuación del procedimiento para
que se dicte sentencia sobre el fondo”. Si no compareciera el Abogado del demandado “ la
audiencia se seguirá con el demandadnte en lo que resultare procedente”.
B) Formales. La comparecencia previa está presididda por los principios de oralidad,
inmediación, publicidad y preclusión elástica. El art. 147.I dispone que “ las actuaciones
orales en vista y comparecencias se registrarán en soporte apto para la grabación y
reproducción del sonido y de la imagen”.
2. LA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL
1. LA PRIMERA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL
Una vez comparecidas las partes, el art. 415.1 dispone que “el Tribunal declarará abierto el
acto y comprobará si subsiste el litigio entre ellas”. El Juez preguntará si las partes han
llegado a algún acuerdo, en cuyo caso podrán desistir del proceso o solicitar del Tribunal que
homologue lo acordado.
La autocomposición voluntaria: los actos de disposición. Abierta la comparecencia el
Juez debe comprobar si las partes han podido finalizar el litigio por alguno de los medios
previstos. Si la respuesta fuera positiva examinará sus presupuestos y homologará dicho
acuerdo.
La autocomposición obligada. Si las partes, aun no habiendo obtenido acuerdo, comunican al
Juez que se encuentran en negociaciones para un próximo acuerdo, puede el Juez sugerir
oralmente a las partes que insten la suspensión de la comparecencia previa o admitir
directamente esta solicitud “apud acta” para que concluyan tales negociaciones amistosas en
el plazo máximo de sesenta días. Puede acontecer que aun no existiendo voluntad de las
partes para obtener un acuerdo, de las alegaciones de las partes, haya el Juez de inferir la
conclusión de que el conflicto tiene fácil solución mediante la pública reflexión de
determinados extremos de las alegaciones de las partes, de las que las partes pueden llegar a
efectuar concesiones en orden a la obtención del acuerdo. El Juez debe con toda prudencia y
cuidado posible, pero sin sugerir soluciones, manifestar tales reflexiones.
Efectos. Las partes pueden alcanzar una transacción judicial. Pero la comparecencia
previa puede finalizar por cualquiera de los medios previstos en los art. 19 y ss. Si no existiera
acuerdo, ni posibilidad racional de alcanzarlo, “la audiencia continuará según lo previsto en
los artículos siguientes”, que contemplan el examen de los presupuestos y excepciones
procesales.
Procedimiento
A) Prelación de examen
Una vez acabados los intentos de conciliación, lo normal es que el Juez conceda al
demandado la palabra, para que este alegue lo que estime conveniente. Después concederá la
palabra al actor, para que alegue sobre los presupuestos y requisitos cuya inobservancia ha
denunciado el demandado.
Pero hoy el propio Juez, ante la obligación de examen de oficio, puede sugerir a ambas
partes que le informen de tales presupuestos. Lo que la Ley busca es un”Juez a pie de obra”,
que de verdad conozca el proceso, desde el mismo comienzo de la presentación de la
demanda y no en la Sentencia, ni siquiera en la comparecencia previa. Ante la dificultad de
eso en la practica, si no se han dilucidado antes, el examen se hará por el siguiente orden:
El Juez examina los presupuestos del órgano jurisdiccional: jurisdicción y competencia.
Resolución
Por su importancia debe revestir forma de Auto, y ser especialmente motivado, ya que
puede poner fin al proceso. Si se trata de subsanar los presupuestos procesales, puede ser
oral. Si es para poner fin al proceso, debe ser escrita, por el principio de proporcionalidad
(auto motivado de sobreseimiento).
El procedimiento inadecuado
Relevancia
Se siguen dos procedimientos par determinar el procedimiento adecuado: “ratione
materiae” y “ratione cuantia”. Según el primero, algunas cuestiones han de llevarse en juicio
ordinario o en juicio verbal. Según el segundo, si la demanda excede de 3000 Euros, se sigue
juicio ordinario y si no, enjuicio verbal. Para admitir un recurso de casación, el valor del bien
litigioso debe superar los 150.000 Euros.
Naturaleza
En la comparecencia previa se puede alegar procedimiento inadecuado “por razón de la
cuantia o de la materia”. Pero hoy se acepta al procedimiento inadecuado como un autentico
presupuesto procesal, y como tal, puede ser examinado de oficio por el Juez antes de admitir
la demanda, o a instancia de parte mas tarde. Si así ocurre, el Juez escuchara a las partes y
resolverá en el acto lo que proceda.
Procedimiento
Si el demandado impugna en su escrito de contestación, el Juez oirá a las partes en la
audiencia. Si la discrepancia estriba en el valor de la cosa litigiosa, se busca la conformidad
de las partes. Pero si estriba en “racione materiae”, “el tribunal podrá decidir motivadamente
en el acto lo que estime procedente”, es decir, no sirve un acuerdo entre las partes.
Resolución
Puede tener una de estas tres soluciones: confirmación del juicio ordinario (en ese caso,
“la audiencia proseguirá para sus restantes finalidades”), remisión al juicio verbal (citara a
las partes para la vista de dicho juicio) o remisión al procedimiento especial correspondiente
(citara a las partes para la vista de dicho juicio). Pero también puede el Juez dictar el
sobreseimiento, de manera excepcional.
Ya sea estimatoria o desestimatoria, el Juez puede dictar su resolución de forma oral,
aunque puede optar por escrita según la complejidad del caso.
La demanda defectuosa
Naturaleza y fundamento
El objeto procesal es doble: reflejar con claridad la pretensión del demandante para que el
demandado ejerza su derecho de defensa, y clarificar los hechos al Tribunal, para que este
tome una decisión motivada y congruente con la pretensión.
Por eso, el “defecto en el modo de proponer la demanda” se convierte en un requisito
procesal que participa, tanto de la naturaleza de las “excepciones”, como de los
“presupuestos procesales”.
Objeto
El articulo aplicable solo repara en el deber del actor de fijar la “claridad y precisión en la
determinación de las partes o en las pretensiones deducidas”. Si no estuviera claro, el Juez
solo dictara el sobreseimiento en caso de que “no fuese en absoluto posible determinar en que
consisten las pretensiones del actor o del demandado”.
Es decir, la demanda defectuosa solo ocasionara un auto absolutorio en la instancia, si el
demandante no delimita con claridad los elementos esenciales de la pretensión (determinar
las partes materiales, la petición y los hechos).
Procedimiento
Si se manifiesta el incumplimiento de requisitos de forma, el Tribunal “admitirá en el acto
de la audiencia las aclaraciones o precisiones oportunas ”. Se pretende posibilitar la
subsanación exclusivamente de los requisitos formales de la demanda, o en su caso, de la
reconvención (una nueva demanda que lanza el demandado contra el actor, proporcionando
una inversión de roles.) No cabe la subsanación de otros defectos en este momento.
2. LA IMPUGNACIÓN DE DOCUMENTOS
1. CONCEPTO
Se entiende por impuganción de documentos la negación de su autenticidad. Y es que
las partes no están obligadas a presentar los documentos originales, pudiendo presentar copias
simples. La negación puede ser por motivos de índole material (dudas acerca de su contenido
intrínseco) o de índole formal (dudas en cuanto a la paternidad o autoría del documento).
Si la parte interesada muestra su conformidad o no impugna expresamente el documento,
el Tribunal habrá de estimar su validez formal y extender su valoración probatoria.
2. CLASES
A) Documentos públicos. Si son impugandos, la parte que ha aportado el documento tiene la
carga de traer, si fuere posible, el original, copia o certificación del documento con los
requisitos necesarios para que surta sus efectos probatorios. Pero si lo que se ha impugando es
la copia autenticada, el demandante habrá de indicar la oficina o protocolo donde se encuentre
el original a fin de cotejar o comprobar los documentos. Quien lo impugna ha de “proponer
prueba acerca de su autenticidad”. Si tras el cotejo se manifiesta la exactitud del documento,
la parte que lo ha impugnado habrá de satisfacer las costas, gastos y derechos de este
incidente, además de una posible sanción.
B) Documentos privados. Deben aportarse los originales. Las copias sólo se presentarán
cuando el original no obre en poder de la parte interesada. Si se produce la impugnación,
quien ha presentado el documento tiene la carga de instar al Tribunal la diligencia de “cotejo
pericial de letras o cualquier otro medio de prueba” para acreditar la autenticidad material y
formal del documento privado. Si se prueba la autenticidad, se procede como caso de público.
3. LA SENTENCIA INMEDIATA
Si las partes no hubieran alcanzado acuerdo, pero hubieran manifestado su conformidad
con los hechos y su discrepancia fuera meramente jurídica, (art. 428.3) “el Tribunal dictará
sentencia dentro de veinte días a partir del siguiente al de la terminación de la audiencia”. Así,
si hay plena conformidad no existe tema de la prueba. Por ello la Ley permite al Tribunal
obviar una innecesaria audiencia principal y dictar, sin más trámites y en el indicado plazo,
una sentencia en la que aplicará el Derecho pertinente, de conformidad con el aforismo
romano “iura novit Curia”.
TEMA 19: LA PRUEBA (I): CONCEPTO, CARACTERES, REGULACIÓN LEGAL Y
OBJETO
1. CONCEPTO
Generalmente se la define como “actividad procesal que desarrollan las partes con el
Tribunal para llevar al Juez a la convicción de la verdad de una afrimación o para fijarla a los
efectos del proceso”. De la prueba practicada en la Sentencia dependerá que el Juez obtenga
la evidencia de los hechos controvertidos, que condiciona la aplicación de la norma cuya
consecuencia jurídica las partes invocan.
2. CARACTERES
1. LA PRUEBA COMO ACTIVIDAD PROCESAL
El conceto expuesto de la prueba descubre la naturaleza procesal de la misma.
3. REGULACIÓN LEGAL
La LEC regula las disposiciones generales y los medios de prueba en los capítulos V y VI
del Libro II. Pero también encontramos otras normas probatorias a lo largo de la Ley.
4. OBJETO
1. CONCEPTO
Se identifica el objeto o tema de la prueba con las afirmaciones realizadas por las partes
sobre los hechos controvertidos y, excepcionalmente, sobre normas jurídicas, que deben
verificarse.
II VALORACIÓN DE LA PRUEBA.
1.1. VALORACIÓN DE LA PRUEBA COMO ACTIVIDAD JUDICIAL.
Para que el juez fije en la sentencia unos hechos como existentes en la realidad, se requiere
que esos hechos hayan sido probados por las partes y que el juez se haya convencido de su
veracidad. La valoración de la prueba es esta actividad del juez que consigue dicho
convencimiento o lo rechaza, la cual es desarrollada en la sentencia (arts. 218. 2). La
valoración de la prueba concreta el último paso del juicio lógico que realiza el juez en su
sentencia y es la conclusión positiva o negativa sobre la existencia de los hechos alegados en
el proceso.
La sentencia dictada en un proceso supone la realización por el juzgador de un juicio
lógico que podemos reducir a las siguientes operaciones intelectuales:
- Determinar la existencia o no de la norma invocada en el proceso.
- Debe determinar si los hechos alegados por las partes entran dentro del supuesto de
hecho contemplado por la norma invocada.
- Examinar si la consecuencia jurídica pretendida se corresponde con la consecuencia jurídica
de la norma invocada.
- Valorar si los hechos alegados en el proceso se han producido en la realidad.
Sólo cuando la prueba ha sido interpretada puede ser valorada, puede el juez determinar la
veracidad del juicio de hecho. El juez deberá determinar, entre los distintos juicios resultado
de la prueba, que posiblemente sean contradictorios entre sí, cuál de ellos se corresponde con
la verdad de lo ocurrido.
III. ADMISIÓN.
III.!. ACTO JUDICIAL.
La admisión es un acto exclusivamente judicial. Como así se deriva del art. 285. 1 L.E.C.,
se permite por el tribunal la práctica de todos o algunos de los medios de prueba que han sido
previamente propuestos por las partes. Cuando no se admita un medio o acto de prueba
se podrá interponer recurso de reposición que, excepcionalmente, será resuelto en el acto,
pudiendo la parte que vea rechazada su pretensión formular la correspondiente protesta para,
en su caso, hacer valer sus derechos en segunda instancia (art. 285. 2). Contra al admisión de
un medio o de un acto de prueba no cabe recurso alguno
II. NATURALEZA
La nueva L.E.C. no ha terminado con las pruebas de confesión que regulaba la anterior
L.E.C., del año 1.881, y el Código Civil. En cambio, ha regulado un interrogatorio de partes
muy similar a la confesión, aunque la eficacia probatoria no es exactamente la misma.
- De lo expuesto en los arts. 301 y siguientes, y en el art. 316. 1 L.E.C. se deduce que el
interrogatorio es una declaración que la parte efectúa en el proceso, no con la finalidad de
darlos a conocer al juez, sino para fijarlos, en la manera en que son declarados, en la
sentencia. Así el art. 3 16. 1 determina que en la sentencia se considerarán ciertos los hechos
que una parte haya reconocido como tales si en ellos intervino personalmente y su fijación
como ciertos le es enteramente perjudicial. En base a ello, la parte declara ante el juez en el
interrogatorio no para que éste tenga conocimiento de una serie de hechos, sino, más bien el
interrogatorio supone una declaración de voluntad, pues el objetivo de la misma es fijar en la
sentencia unos hechos como ciertos o verdaderos.
Se está ante un negocio jurídico procesal ya que el efecto jurídico directo se produce en la
sentencia al fijarse en ella determinados hechos declarados por voluntad del confesante. Ello
no impide que la declaración derivada del interrogatorio produzca eficacia juridica influyendo
en el contenido de la sentencia, de ahí, que el interrogatorio nunca pueda recaer sobre
aspectos o derechos que no estén bajo el poder de disposición de las partes.
- No obstante, el art. 316 determina que serán valorados según las reglas de la sana crítica,
aquellos supuestos en los que una parte admita como ciertos hechos que no le son
perjudiciales. Con la anterior ley, a diferencia de ello, la declaración favorable no era, en
ningún caso, objeto de valoración probatoria.. De este modo, la nueva L.E.C. permite que el
juez valore, atendiendo a las reglas de la sana crítica, aquellas declaraciones, no ya de
voluntad, sino de ciencia y de conocimiento, la cuales podrán tener una gran importancia en la
valoración total de todos los medios de prueba.
- En función de lo expuesto, se puede afirmar que las normas de la nueva L.E.C. relativas
al interrogatorio, encierran dos medios de prueba con una eficacia distinta. Así, por un
lado, se puede habla de interrogatorio al estilo de la confesión de la legislación derogada, cuya
naturaleza es la de un negocio procesal, que fija hechos en la sentencia y que produce una
eficacia probatoria plena. Por otro, el interrogatorio supone una declaración de ciencia o de
conocimiento, valorada según las reglas de la sana crítica, con una función
complementadora de la valoración de los demás medios de prueba.
Por último, debemos de diferenciar la admisión de hechos del interrogatorio. Con la admisión
de hechos se consolida la pretensión propia, determinando, la exoneración de la carga de la
prueba, en el sentido de que no es posible realizar prueba sobre hechos admitidos, en cambio,
el interrogatorio es un medio para cumplir con la carga de la prueba, produciendo el resultado
de consolidar la pretensión contraria.
1. EL TESTIGO.
El testigo es siempre un tercero al proceso. Es aquel que no es parte o no representa a la
parte en el proceso, por tanto los coadyuvantes, el sustituido o el litisconsorte (que son partes
en su proceso) pueden ser testigos en relación con los hechos que no son de su propio pleito,
(art. 301 y 306 L.E.C.). De este modo, cualquier declaración con finalidad probatoria que no
sea efectuada por las partes o por las personas indicadas en los arts. 301, 308 y 3 09.2 L.E.C.,
es declaración de testigos.
Como se ha referido anteriormente, las preguntas generales (art. 36 L.E.C.), que siempre
serán efectuadas por el juez, tratan de verificar la parcialidad o imparcialidad del testigo y son
esenciales para valorar la tacha que en su momento se pueda producir. El resto de preguntas
estarán dirigidas a probar la veracidad de los hechos objeto de debate. Todas ellas serán objeto
de valoración judicial.
El juez podrá rechazar aquellas preguntas que considere inútiles, impertinentes o que no
guarden relación con el objeto de litigio. Dicho rechazo podrá ser impugnado en el mismo
acto de práctica de prueba, en este sentido, la parte disconforme podrá hacer constar su
protesta en el acto (arts. 368 y 369 L.E.C.).
Se levantará acta de las declaraciones testificales, así como, de lo acontecido durante la
práctica de la prueba de testigos (art. 146 L.E.C.)
PII –3- (134-196)
TEMA 23 LA DOCUMENTACIÓN PÚBLICA Y PRIVADA
1. LA PRUEBA DOCUMENTAL.
1.1. CONCEPTO
Desde el punto de vista procesal, documento es sólo y exclusivamente la representación de
un documento escrito en papel. El requisito de escritura en papel se deriva, de forma clara, de
los siguientes preceptos (arts. 317 y ss.; y 324 y ss. L.E.C. y arts. 1.216-1.230 C.C., excepto
art. 1.226). De este modo, cualquier otra manifestación de pensamiento reflejada en otro
soporte no puede ser objeto de prueba de documentos, ni tendrá así la eficacia jurídica
probatoria de la prueba documental. En todo caso, será objeto de prueba de reconocimiento
judicial. Lo expuesto tiene importancia, pues la utilización cada vez más frecuente de cintas
magnéticas, videomagnéticas, y otros medios reproductivos, impone la necesidad de revisar el
antiguo concepto procesal de documento o ampliar y crear nuevos procedi mientos que
permitan el uso de estos medios como prueba.
La nueva L.E.C. no ha sido ajena a esta preocupación y situación de cambio, así los
artículos 382 a 384 L.E.C tratan sobre dichos medios probatorios. No obstante, como así
establece de forma unánime la doctrina dicha regulación deja mucho que desear.
(Dichos medios de prueba se estudiarán con mayor profundidad en el tema 18 Otros medios
de prueba, al que nos remitimos)
1.3. LA AUTENTICIDAD.
No todo documento escrito es válido a efectos probatorios. La L.E.C. y el C.C. exigen que
los documentos sean auténticos, lo que implica que debe coincidir la persona que aparece
formalmente como autor del documento y el verdadero autor material. Al respecto, ha de
destacarse lo siguiente:
- Los documentos públicos gozan de la presunción de autenticidad, en cuanto provienen de un
funcionario a quien el Estado confia la fe pública. Tendrán por lo tanto plena eficacia
probatoria.
- Respecto a los documentos privados es necesario que hayan sido reconocidos como
auténticos por los que lo hubiesen suscrito o sus causahabientes, o que no hayan sido
impugnados en su autenticidad por aquellos a quienes perjudican (arts. 1225 y arts. 319 y
326 L.E.C.).
De este modo, la parte frente a la que se oponga el documento privado tiene la carga
de reconocer o negar su autenticidad (art. 326), ello determina que el incumplimiento de
dicha carga debe de ser valorado por el órgano judicial como admisión de su autenticidad.
Cuando se niegue la autenticidad de un documento, la L.E.C. prevé el denominado ‘cotejo
pericial de letras”, que consiste en una prueba de peritos, aunque de forma lógica se admite
cualquier otro medio de prueba que resulte útil y pertinente, (art. 326 .2)
De este modo, la L.E.C. impone la carga de la prueba de la autenticidad del documento a la
parte que lo aporta, de modo, que estará exento de dicha carga la parte que opone su falta de
autenticidad.
Cuando de la práctica de la prueba se acredite que el documento es auténtico, a la parte que
hubiera negado su autenticidad se le impondrá la condena de pagar las costas que origine el
cotejo o comprobación (art. 320.3) o, incluso la sanción, de 20.000 a 100.000 pesetas, que el
juez puede imponer al impugnante si se entiende que su actitud ha sido temeraria o de mala
fe.
7. PROCEDIMIENTO:
A) LA CARGA DE APORTAR LOS DOCUMENTOS: TIEMPO Y FORMA
El art. 265 L.E.C. establece que el documento en que la parte interesada funde su derecho
deberá de acompañarse a toda demanda (tanto en el proceso ordinario como en el verbal) o, en
la contestación a la misma (si el proceso es ordinario) o en el acto de vista cuando se trata de
los documentos que fundan la excepción del demandado si el proceso es verbal (art. 265. 4).
La ley establece la carga de presentación de los documentos en un momento determinado, de
este modo, el art. 272 establece la imposibilidad de admitir cualquier documento que se
presente fuera del momento establecido, debiendo el juez rechazar de oficio, o a instancia de
parte, la citada aportación.
Cuando la ley obliga a aportar los documentos junto con la demanda o su contestación, es
con la finalidad de que las partes conozcan desde el inicio del proceso cuales son las armas
con las que cuenta el adversario, posibilitando la posible impugnación de la autenticidad.
Si no se dispone del documento, se deberá de designar el archivo, registro o lugar donde se
encuentren los originales y del que se pretende obtener la certificación que se propone aportar
al proceso (art. 265. 2). No se admite dicha designación, cuando la propia parte puede obtener
de dicho archivo o registro copias fehacientes de dicho documento, no siendo, en este caso,
suficiente para cumplir la carga la simple designación del lugar donde éste se encuentre.
Hasta la citación para sentencia (art. 270. 1), es decir tras la demanda y la contestación o
de la vista en el juicio oral, las partes sólo podrán aportar los documentos, medios o
instrumentos relativos al fondo, cuando se dé alguno de los siguientes supuestos:
1 - Ser de fecha posterior a la demanda o a la contestación o, en su caso, a la audiencia
previa al juicio, siempre que no se hubieran podido confeccionar ni obtener con anterioridad
a dichos momentos procesales.
2- Tratarse de documentos, medios o instrumentos anteriores a la demanda o contestación o,
en su caso, a la audiencia previa al juicio, cuando la parte que los presente justifique no
haber tenido antes conocimiento de su existencia.
3- No haber sido posible obtener con anterioridad los documentos, medios o instrumentos,
por causas no imputables a la parte, siempre que haya efectuado la designación referida en el
art. 265. 2 o, en su caso, el anuncio, del art. 265.4. 1.4° LE.C..
En cuanto al primer supuesto señalado es lógica la admisión de dicha documentación, pues
la sentencia declara o niega el derecho respecto a la situación existente en el momento de
dictarse la misma y no en el momento de la demanda o su contestación.
Respecto al segundo caso, ha de señalarse que éste ha sido un modo habitual para
introducir, con posterioridad, documentos conocidos por la parte pero que inicialmente no
fueron aportados, bien, por considerar que no eran relevantes o, en su caso, para evitar
presentarlos hasta que no se conociera la postura de la contraparte. Por ello, es fundamental el
trámite señalado en el art. 270.2 L.E.C. por el que, al darse traslado del documento a la parte
contraria, se le permite manifestarse sobre la autenticidad e idoneidad del documento aportado
para ser objeto de prueba y sobre la existencia de alguno de los supuestos excepcionales
indicados en el art. 270.1 L.E.C. (vistos anteriormente) que permiten aportar documentos con
posterioridad a la demanda o contestación. El juez una vez oídas las partes, resolverá dicha
cuestión en el acto, pudiendo sancionar o multar a la parte que aportó dicho documento
cuando consideré que ésta actuó con mala fe o con la intención de retrasar la tramitación del
proceso.
No obstante, lo expuesto, el art. 265. 3 L.E.C. permite que el actor pueda presentar en la
audiencia previa al juicio aquellos documentos, medios, instrumentos, dictámenes e informes,
relativos al fondo del asunto, cuyo interés o relevancia sólo se ponga de manifiesto a
consecuencia de alegaciones efectuadas por el demandado en la contestación a la demanda.
Cuando hayan de presentarse documentos públicos, estos podrán presentarse por copia simple
o mediante certificaciones expedidas por personas autorizadas que requerirán cotejarse con
los documentos originales (art. 267 L.E.C.)
Respecto a documentos privados, el art. 2168 L.E.C. determina que éstos se han de
presentar en original o mediante copia autenticada por el fedatario público competente.
Cuando no se disponga del documento original se podrá presentar copia simple del mismo,
siempre que ésta no sea impugnada por las demás partes. Se permite, de igual modo, la
presentación del documento privado mediante copia reprográfica, aunque ésta deberá de ser
cotejada con el original cuando se impugne la exactitud de dicha reproducción.
De todos los escritos y documentos que se aporten al proceso se deberán de acompañar
tantas copias literales cuantas sean las otras partes (art. 273 L.E.C.). Cuando no se presente el
número de copias exigido, ello no impedirá la admisión de dichos escritos o documentos,
dándose un plazo de cinco días para subsanar dicha omisión. Si la misma no se subsana en
dicho plazo, el Secretario Judicial expedirá dichas copias a costa de la parte que dejó de
presentarlas, salvo cuando se trate de los escritos de la demanda, contestación o escritos que
deban acompañarles, pues, en dichos supuestos se tendrán por no presentada, a todos los
efectos, ni la demanda ni, en su caso, la contestación.
Los documentos para que tengan eficacia probatoria deben de expresarse en idioma oficial
o, en caso contrario, deben de ir acompañados de la correspondiente traducción. Respecto a
los documentos redactados en lenguas extranjeras, el art. 231 L.O.P.J. determina que estos han
de venir acompañados con la traducción del mismo. Dicha traducción puede ser privada o
pública, (efectuada por la oficina de interpretación de lenguas del Ministerio de Asuntos
Exteriores), cuando la parte contraria manifieste que la traducción privada no es correcta.
Respecto a los documentos redactados en idiomas españoles no castellanos, el art. 231. 4
L.O.P.J. determina que las actuaciones judiciales efectuadas y los documentos presentados en
el idioma oficial de una Comunidad Autónoma tendrán, sin necesidad de traducción, plena
validez y eficacia. En el supuesto de que dicho documento deba de surtir efectos fuera de
dicha Comunidad Autónoma se procederá, de oficio, a su traducción, salvo si es una
Comunidad Autónoma con lengua oficial coincidente, o por mandato del juez o a instancia de
parte que alegue indefensión. Al respecto, ha de indicarse que la S.T.C. de 26 de junio de
1.986 ha declarado que no es inconstitucional el art.9. 1 de la Ley vasca 10/1982 por la que se
reconoce el derecho en el País Vasco a usar la lengua oficial de su elección en sus relaciones
con la Administración de Justicia, sin que se le pueda exigir traducción alguna, por lo que, en
base a la misma, parece de dudosa constitucionalidad el referido artículo 231. 4 L.O.P.J..
2. NATURALEZA.
El dictamen pericial aporta al proceso conocimientos necesarios para dictar sentencia, pero
de carácter complementario. Ello ha llevado a la doctrina a plantearse si realmente es un
medio probatorio o, por contra, el perito es un auxiliar del juez pues le ayuda a valorar la
prueba y a dictar sentencia.
En este sentido, cabe decir que un medio de prueba es un mecanismo que permite al juez
adquirir una serie de conocimientos sobre los hechos objeto de debate, a través de los cuales,
le permite valorarlos, interpretarlos y fijarlos, siendo así necesarios para dictar sentencia. No
obstante, en el caso de la prueba pericial, dichos conocimientos son necesarios pero
‘complementarios”, pues estos derivan de las máximas de experiencia.
En base a ello, la prueba de peritos es un verdadero medio de prueba, por cuanto sirve
para que el juez obtenga el conocimiento suficiente sobre elementos del supuesto de hecho de
la norma que no son hechos propiamente dichos ni actos, sino máximas de experiencia.
Por otro lado, como se ha referido, los peritos judiciales pueden ser recusados cuando
incurran en algunas de los supuestos referidos en el art. 124 L.E.C., estos son:
- Haber dado anteriormente sobre el mismo asunto dictamen contrario a la parte recusante, ya
sea dentro o fuera del proceso.
- Haber prestado servicios como tal perito al litigante contrario o ser dependiente o socio del
mismo.
- Tener participación en sociedad, establecimiento o empresa que sea parte del proceso.
Se establece un plazo de dos días (a contar desde la notificación de la designación) para
presentar, por escrito, la recusación (art. 125.1). Si la causa de recusación fuera posterior,
dicho escrito podrá presentarse, como máximo, hasta el día anterior al día señalado para el
juicio o al señalado para la vista.
De igual modo, el art. 125.3 permite, cuando la causa de recusación sea posterior a la
emisión del dictamen o conocida con posterioridad a la emisión de éste, que ésta sea
interpuesta en cualquier momento antes de dictar sentencia.
Una vez presentada recusación se dará traslado a la parte contraria y al perito afectado, el
cual se tendrá por recusado cuando admita como verdadera la causa de recusación alegada, lo
que determinara su sustitución por el suplente. Cuando, en cambio, el perito no admita la
causa de recusación se producirá una comparecencia de las partes, en la que deberán de
aportar las pruebas que consideren pertinentes. La parte recusante tendrá la obligación de
comparecer pues, en caso contrario, se le tendrá por desistida de la recusación planteada (art.
127.1 y .2). Una vez propuestas y admitidas, se practicaran dichas pruebas; posteriormente se
dictará auto resolviendo sobre la recusación. Frente a dicho auto no se podrá interponer
recurso alguno, no obstante, se podrá plantear de nuevo la cuestión en la instancia superior
(art. 127.3 y .4).
De lo expuesto, podría deducirse que esta prueba es complementaria a los demás medios
probatorios, practicándose en aquellos casos en que estos medios no permitan esclarecer y
apreciar los hechos objeto del debate. Pero el Juez no tiene facultades para practicar de oficio
las pruebas que estime necesarias, por lo que el reconocimiento judicial no tiene este carácter
complementario. Las partes solicitarán esta prueba cuando estimen que es el medio que
convencerá mejor al juez de la realidad de los hechos alegados.
En la práctica, a causa de la resistencia judicial a practicar reconocimientos judiciales (algo
común con la anterior L.E.C. derogada y que continuará sucediendo con la nueva), se ha
venido produciendo la sustitución de dicho reconocimiento judicial por la prueba documental
preconstituida (por ejemplo, actas notariales acompañadas de fotografias). Dicha practica,
derivada como consecuencia de la negativa del juez a efectuar dichos reconocimientos,
supone el peligro de convertir en prueba tasada lo que sólo es una prueba de libre valoración,
pudiendo producir además indefensión al obtenerse unos resultados probatorios en los que no
ha podido intervenir la contraparte.
Aunque del contenido del art. 353 LEC se pudiera interpretar que este reconocimiento es
sólo ocular, ha de tenerse en cuenta que lógicamente el juez efectuará dicho reconocimiento a
través de todos los sentidos (ejemplo: apreciará malos olores, ruidos, etc.).
La prueba de reconocimiento judicial podrá practicarse fuera de la sede judicial y también,
cuando sea posible, dentro de ésta, siempre que la cosa o persona objeto de reconocimiento
pueda trasladarse o ser trasladada a dicha sede (por ejemplo, en los procesos de
incapacitación, el juez puede examinar al presunto incapaz en la sede judicial).
2. LA PROPOSICIÓN DE PRUEBA
Cuando el Tribunal, a la vista de la proposición de los medios de prueba efectuada por las
partes por un lado y del tema de la prueba por otro lado, considere que existe algún hecho
controvertido con un vacío probatorio, lo indicará a las partes, señalando incluso el medio de
prueba que considera pertinente.
A) Las obligaciones de esclarecimiento y de indicación. Cuando a la vista de las
alegaciones de las partes y las solicitudes, que, en la comparecencia previa, han de efectuar de
la práctica de los distintos medios probatorios, considere el Tribunal que algún hecho
controvertido y relevante para fundar el fallo, no resultará, en la audiencia principal,
debidamente probado, indicará a la parte interesada el medio de prueba que debiera ejecutarse
en dicha audiencia. Así, de esta obligación de esclarecimiento surge la obligación de formular
indicaciones para el descubrimiento de la verdad material.
Hay que señalar que la iniciativa de la proposición de la prueba corresponde siempre a las
partes, que lo harán al término de la comparecencia previa, bien oralmente o por escrito. La
actividad del Tribunal en este sentido ha de ser supletoria o complementaria.
B) El principio de compensación y requisitos de la obligación de indicación. El principio
de compensación tiende a reequilibrar la desigualdad material de las partes en la esfera del
proceso (una de las partes adinerada buen Abogado). Parte en situación de relativa
indefensión ayudada por Tribunal, indicando a dicha parte el medio probatorio. Pero el
Tribunal ha de hacer simepre un uso moderado y prudente de esta facultad.
C) La negativa de parte y proposición de oficio. Tras señalar a la parte interesada el medio
de prueba cuya práctica considera oportuna y necesaria el Tribunal, dicha parte no está
obligada a secundarla. Pero aun “el Tribunal podrá acordar de oficio que se practiquen
determinadas pruebas”.
5. NUEVO SEÑALAMIENTO
Si cualquiera de los que hubieren de acudir al acto del juicio no pudieran asistir a éste por
causa de fuerza mayor u otro motivo de análoga entidad podrá solicitar nuevo señalamiento
a juicio. Esta facultad es para todos los intervinientes en la prueba y no sólo las partes.
2. LA AUDIENCIA PRINCIPAL
1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
Se entiende por audiencia principal o juicio la fase del juicio ordinario, informada por los
principios de oralidad, inmediación, publicidad y concentración de la prueba, en la que las
partes ejecutan los distintos medios probatorios, que han sido previamnete admitidos por el
Tribunal, y formulan oralmente sus conclusiones.
La finalidad de dicha audiencia, legalmente denominada juicio, es, por un lado, mediante
la práctica de los distintos medios de prueba, adverar los fundamentos de hecho de la
pretensión, y por otro, a través del trámite de conclusiones, las partes ponen de manifiesto al
Tribunal el resultado probatorio y a evidenciarle acerca de la fundamentación de sus
respectivas pretensiones y defensas.
3. LA PRÁCTICA DE LA PRUEBA
En la ejecución de la prueba se ha tener en cuenta lo dispuesto en la LEC. En la audiencia
principal habrán de practicarse todos y cada uno de los medios de prueba previstos
(declaración de las partes, testifical, informe oral pericial, reconocimiento judicial y
reproducción de palabra, imagen y sonido).
Aunque en la ejecución de la prueba rija el principio de aportación de las partes, el
Tribunal tiene la obligación de obtener la complitud del material probatorio a fin de descubrir
la verdad material, por lo que las facultades de investigación son notables.
El orden de práctica de tales medios de prueba es: 1. interrogatorio de las partes; 2. el de
los testigos; 3. las declaraciones de peritos cuando proceda; 4. reconocimiento judicial; 5.
reproducción de imagen y sonido.
A) Prueba documental. Generalmente la prueba documental ha de aportarse junto con la
demanda y la contestación. Pero hay que excluir los documentos contemplados en el art. 270
(documentos nuevos, desconocidos o de imposible obtención) que pueden aportarse a la vista,
si bien el Tribunal ha de conceder la palabra a la parte contraria para que se pronuncie.
B) Declaración de las partes. La audiencia principal deberá empezar con el interrogatorio de
las partes. Para ello las preguntas se formularán, sobre los hechos controvertidos, en sentido
afirmativo, con claridad, precisión y sin contener juicios de valor. Las respuestas serán
afirmativas, pero la parte podrá efectuar las aclaraciones que estime pertinentes. Finalizado el
interrogatorio de la parte que propuso la declaración, la parte contraria formulará el suyo.
C) Interrogatorio de testigos. Se llevará a cabo a continuación. Tras prestar juramento, el
Tribunal formulará al testigo las “preguntas generales de la Ley” y después se dará paso al
interrogatorio por la parte que hubiere propuesto este medio y posteriormente por la contraria.
Puede el Tribunal disponer un careo o confrontación de declaraciones entre testigos y partes.
D) Dictamen oral de peritos. Tras la prueba testifical, ha de realizarse la pericial judicial en
los supuestos excepcionales que contempla la LEC. Los peritos desigandos por el Tribunal
emiten su dictamen por escrito, pero si es solicitada alguna aclaración la harán verbalmente en
la audiencia principal.
E) El reconocimiento judicial. El art. 309.4 condiciona la práctica de este medio probatorio
a que “no se haya de llevar a cabo fuera de la sede del Tribunal”. Por ello, el objeto de dicho
reconocimiento ha de reconducirse al de las cosas muebles que puedan trasladarse a la sala de
la audiencia o al “reconocimiento de personas”. Su resultado habrá de documentarse mediante
acta del Secretario y grabación en DVD.
F) La reproducción de la imagen y el sonido. El art.431 autoriza a las partes a practicar el
medio probatorio consistente en la “reproducción de palabras, imágenes y sonidos”, mediante
instrumentos de grabación, filmación y semejantes, levantando el Secretario la pertinente acta.
2. CONCEPTO
Art. 435: “Sólo a instancia de parte podrá el Tribunal acordar, mediante auto, como
diligencias finales, la práctica de actuaciones de prueba”. También, excepcionalmente, puede
el órgano judicial acordar, de oficio, diligencias de prueba, durante la fase de sentencia en el
juicio ordinario.
4. FINALIDAD
1. DILIGENCIAS FINALES A INSTANCIA DE PARTE
Tienen un triple propósito: 1. practicar aquellos medios de prueba que no llegaron a
realizarse durante el procedimeinto probatorio; 2. permitir al órgano jurisdiccional un
mejor conocimiento sobre la verdad de los hechos nuevos cuya realidad es discutida por la
contraparte; 3. permitir la repetición de los medios de prueba practicados por las partes “si los
actos de prueba anteriores no hubieran resultado conducentes a causa de circunstancias ya
desaparecidas e independientes de la voluntad y diligencia de las partes”.
5. CARACTERES
1. LAS DILIGENCIAS FINALES COMO POSIBILIDAD PROCESAL O COMO
DERECHO DE LAS PARTES
Las diligencias finales, al versar sobre medios de prueba no practicados por causas ajenas a
la parte que los hubiese propuesto o sobre hechos nuevos controvertidos y, por tanto, sobre
nuevas cuestiones probatorias que pueden resultar fundamentales para la suerte del litigio,
afectan al “derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa”, teniendo,
pues, naturaleza de “derecho procesal” de rango fundamental de las partes. Dado el caracter
de derecho procesal a la prueba, el órgano jurisdiccional viene obligado a acordar su práctica
siempre que las partes las soliciten y siendo recurrible en reposición el auto dictado.
6. PROCEDIMIENTO
1. SOLICITUD
Las partes sólo pueden solicitar las diligencias finales dentro del plazo para dictar
sentencia en el juicio ordinario, es decir, en los veinte días siguientes a la terminación del
juicio oral. El contenido del escrito deberá amoldarse a lo dispuesto en el art. 435 LEC,
recordando la prohibición de solicitar diligencias finales respecto de pruebas que no se han
propuesto en tiempo y forma por culpa de la parte interesada.
2. RESOLUCIÓN
Las diligencias finales se acuerdan mediante auto. Por ello, son siempre motivadas y
“contendrán los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho en los que se base la
subsiguiente parte dispositiva”. Si el órgano judicial incumple su obligación de motivar el
auto de forma detallada, adolecerá de un defecto de forma y podrá ser recurrido en reposición
por la parte que se considere agraviada.
3. PRÁCTICA
El art. 436 dispone, por un lado, que las diligencias finales se practicarán “en la forma
establecida en esta ley para las pruebas de su clase”, y, por otro, fija el plazo preclusivo para
su práctica en 20 días.
Una vez practicados los medios de prueba admitidos por el juez, o precluido el citado
plazo, las partes todavía disponen de cinco días para presentar un “escrito en que resuman y
valoren el resultado”. Tras ello, el Tribunal dictará sentencia en el plazo de veinte días.
TEMA 27: LA SENTENCIA
1. LAS CLASES
La sentencia es un acto del Juez que supone una declaración de voluntad del Estado, en
que se afirma existente o inexistente el efecto jurídico pedido en la demanda. Es así un
mecanismo de aplicación del Derecho.
La sentencia es un acto de voluntad, pero a la vez es un acto de pensamiento que proviene
del propio juez. De este modo, cualquier estudio que se desee efectuar de la sentencia ha de
enfrentarse con esta dualidad, es decir, el que la sentencia sea un acto de voluntad e
igualmente de pensamiento.
En relación con ello, la doctrina tradicional se ha venido planteando si el mandato de la
sentencia responde a la voluntad del Estado manifestada en aquélla, o si se refiere a la
voluntad de la ley. Cuando se afirma que la única orden de validez proviene de la ley se está
afirmando que ésta es la única sujeción del juez o que la ley es precisamente el producto o
efecto de la sentencia, se está acertando en lo dicho, pero también es cierto que ni la ley ni la
sentencia no tendrían validez sino no fueran un acto del Estado, derivándose por tanto de él la
fuerza y la voluntad de aplicación correcta. En cualquier caso, la característica que diferencia
la sentencia de cualquier otro acto u operación es la fuerza de cosajuzgada, y la fuerza
ejecutiva, que determinan claramente el ámbito jurisdiccional de los poderes estatales.
3. CLASES.
Los arts. 207 LEC y 245 LOPJ distinguen entre:
- Sentencias definitivas, que resuelven las cuestiones planteadas en la instancia o en el
recurso, siendo definitivas porque cierran específicamente la cuestión en la instancia o en
el recurso;
- Sentencias firmes, contra las que no cabe recurso alguno, ya sea porque no está previsto
en la ley o porque, aun estando previsto, el mismo no se ha interpuesto en el tiempo adecuado.
Sentencia firme, para la ley, es así similar a preclusión de los medios normales o
extraordinarios de impugnación o recurso. Desde otro punto de vista, sentencia firme es
aquella que pasa en autoridad de cosajuzgada.
Según sea la finalidad de la función jurisdiccional (art. 117 C.E) se distingue entre:
- Sentencias declarativas, que consiguen por sí mismas la certeza y seguridad. En ella
sólo existe un juicio lógico.
- Sentencias de condena, que son aquellas que contienen además una conminatoria a
realizar una determinada actividad que permite posteriormente la ejecución. Es decir,
además del juicio lógico se añade el apercibimiento de realización de una determinada
actividad. En función de dicha diferencia, el art. 219 L.E.C. obliga al juez a fijar en la
sentencia la cantidad que ha de ser satisfecha en el caso de condena, o, en su caso, a que
determine las bases con las que, en fase de ejecución y mediante simples operaciones
aritméticas, se pueda obtener la determinación de dicha cuantía. Ello determina que toda
sentencia de condena ha de incluir en el fallo la cantidad de dinero o cosas que, de forma
voluntaria o en trámite de ejecución, ha de satisfacer el condenado.
El art. 220 L.E.C., precepto regulador de las Condenas de futuro, permite que. cuando se
reclame el pago de intereses o de prestaciones periódicas, se pueda incluir en la sentencia la
condena a satisfacer aquellos intereses o prestaciones que se devenguen con posterioridad al
momento en que la misma se dicte.
En función del tipo de acción estimada, puede hablarse de sentencias declarativas o
constitutivas, o ejecutivas o cautelares.
Como así se deriva de los arts. 120. 3 C.E. y 2 18.2 L.E.C., los jueces tienen la obligación de
motivar las sentencias pues lo contrario supondría indefensión siendo, además, fundamental
el principio del sometimiento del Juez a la ley (art. 117. 3 C.E.), lo que determina que cuando
el juez juzga se efectúa un acto de pensamiento previo que es un juicio lógico jurídico.
En este sentido, el Tribunal constitucional ha considerado que el derecho a obtener una
sentencia de fondo fundada en derecho es una parte integrante del derecho a la tutela judicial,
de modo, que las sentencias arbitrarias, irrazonables o irrazonadas vulneran ese derecho.
Esta postura ha sido contestada por el movimiento jurídico realista norteamericano, que no
considera que la sentencia sea un silogismo, sino que entienden que la misma responde a una
corazonada o presentimiento del Juez.
La sentencia es aplicación del derecho, lo que determina que se haya de subsumir un hecho
en la norma jurídica correspondiente, de manera que se produzca una determinada
consecuencia jurídica.
En primer lugar, el Juez debe determinar si en el ordenamiento jurídico existe una norma
que permita la consecuencia jurídica solicitada en el proceso, dado un supuesto de hecho
concreto.
La norma jurídica siempre está compuesta de un supuesto de hecho y de una consecuencia
jurídica, y se trata de determinar si la norma alegada en el proceso (entendida como supuesto
de hecho más consecuenciajurídica) existe como exigida en la realidad, lo que supondrá una
doble operación mental de averiguación. Así, por ejemplo, si el actor pide la prisión por
deudas civiles, el juez no ha de empezar a averiguar la existencia de los hechos sino que
previamente ha de determinar si en el ordenamiento jurídico existe una norma que, dado ese
supuesto de hecho, permite esa consecuencia jurídica. Como indica la doctrina el
razonamiento lógico del juez no puede empezar por el hecho, lo que determina que el juez
esté condicionado en un doble sentido:
- No podrá desligar la consecuencia jurídica pedida del supuesto de hecho que la produce, ya
que el juez sólo puede aplicar el derecho que se le pide no aquel que tiene por conveniente
(principio de acción o de rogación).
- El juez queda, de igual forma, limitado por el propio campo de su jurisdicción (principio
iura novit curia), de modo que si el derecho que se pide no pertenece a su ámbito
jurisdiccional el juez no tiene la obligación de conocerlo, debiendo, para ello de efectuar una
operación lógica (de manera similar a como determina la existencia de los hechos).
En otros supuestos, el efecto jurídico solicitado no se deriva de una norma sino que el
mismo viene determinado por la voluntad de las partes en un negocio jurídico (por ejemplo en
un contrato, testamento,...). En este caso, el juez deberá de interpretar la voluntad de las
partes, determinar aquello que los particulares quisieron decir y averiguar, al mismo tiempo, si
ese efecto jurídico es contrario o no al Ordenamiento jurídico.
En otras ocasiones la norma aplicable al supuesto de hecho no contempla un efecto jurídico
determinado, de modo, que será el juez quien deba de fijarlo atendiendo abs criterios de
equidad, conveniencia y oportunidad. Para ello, efectuará un razonamiento complementario
por el que determinará si el efecto jurídico solicitado se ajusta a dichos criterios.
Determinada la existencia de la norma jurídica que contiene como consecuenciajurídica lo
pedido en la demanda, el Juez deberá de establecer si los hechos concretos que se le presentan
se ajustan al supuesto de hecho descrito por la normajurídica de aplicación. Es por ello, por lo
que se afirma que el juez no puede desligar la consecuenciajurídica solicitada del supuesto de
hecho que la produce, el cual ha de coincidir necesariamente con los hechos que se aportan al
proceso.
La vigencia del principio de aportación de parte en el proceso civil implica que estos
hechos que se concretan sólo pueden ser aquéllos que han sido aportados por las partes. Ello
determina que el juez venga limitado, no solo, por la consecuencia jundica pedida, sino por
los hechos aportados por las partes.
Como se ha indicado, el Juez subsume los hechos concretos en el supuesto de hecho de la
norma que aplica. No obstante, dicha subsunción no es una tarea fácil pues en muchos casos
el supuesto de hecho de la norma está compuesto también por conceptos jurídicos, lo que
supondrá que el Juez haya de realizar operaciones lógicas para determinar si el concepto
jurídico existe en la alegación, aun cuando sea ésta una operación que irá muy ligada a la
averiguación de si en realidad se ha dado el supuesto de hecho.
En muchas ocasiones, el supuesto de hecho tiene como complemento una relación jurídica,
siendo entonces necesario que el Juez, mediante operaciones lógicas, determine si la misma
existe y aparece en las alegaciones de las partes. Dicha operación es siempre anterior a la
valoración de la prueba.
En nuestra ley, la sentencia no se configura como una corazonada o una premonición,
sino como un juicio lógico que se obtiene por el Juez aplicando criterios lógicos racionales y
estando fundada en las normas jurídicas de acuerdo con las peticiones de las partes.
2. LA CONGRUENCIA
A) Concepto y fundamento. La sentencia ha de adecuarse a las pretensiones de las partes,
sin que pueda el Tribunal otorgar más de lo pedido por el actor, menos de lo resisitido por el
demandante, ni fundar la Sentencia en causas de pedir distintas la las que se han erigido en el
objeto del proceso.
La congruencia es una obligación constitucional que surge como consecuencia del
ejercicio del derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE. Pero también encuentra su
fundamento en la manifestación del principio dispositivo o prohibición de que “ne eat iudex
ultra petita partium”. Las partes son dueñas, no sólo de acudir o no al proceso, sino también
les asiste el derecho a recibir, en la Sentencia, una respuesta congruente con sus pretensiones.
B) Clases.
“Ultra petitum”. La incongruencia “ultra petita partium” surge cuando la Sentencia otorga
más cuantitativamente de lo pedido por el actor o el demandado reconviniente.
“Infra” o “citra petitum”. La incongruencia “infra petitum” sucede cuando la Sentencia
otroga menos de lo resistido por el demandado. No hay incongruencia cuando el demandado
niega la totalidad de la pretensión y el Tribunal otorga menos de lo solicitado por el actor.
“Extra petitum”. Existe incongruencia “extra petitum” cuando el Tribunal otorga cosa
distinta a la solicitada por las partes, es decir, resuelve algo que no se coresponde con las
pretensiones deducidas por las partes.
La incongruencia omisiva y la obligación de exhaustividad de las Sentencias. La primera
puede ocurrir cuando la sentencia omita alguna petición o algún elemento esencial de la
pretensión. Pero realmente no se trata de un supuesto de incongruencia, sino de
incumplimiento de la obligación de exhaustividad de la Sentencia. Para considerar que ha
tenido lugar una respuesta tácita a las pretensiones deducidas en juicio, y no una omisión, es
necesario que del conjunto de los razonamientos contenidos en la resolución judicial quepa
deducir razonablemente no sólo que el órgano jurisdiccional ha valorado la pretensión
formulada, sino también la “ratio decidendi” o la razón que se erige en causa de la respuesta
tácita.
C) Requisitos.
Subjetivos. Para que prospere la alegación de la incongruencia en casación es necesario que
el recurrente ostente, de un lado, legitimación y, de otro, que haya dado ocasión, mediante la
oportuna protesta, al órgano judicial de instancia a resatblecer dicho vicio de la sentencia.
Objetivos. Ocasiona el vicio de incongruencia la omisión de respuesta a las peticiones
contenidas en el suplico de la demanda y la contestación, pues la congruencia ha de
entenderse como correlación, de un lado, entre el “petitum” de la pretensión y, de otro, el
fallo.
2. VICIOS INTERNOS
La vía aclaratoria es inadecuada para anular y sustituir una resolución judicial por otra de
fallo contrario, salvo que el error material consista en “un mero desajuste o contradicción
patente e independiente de cualquier juicio valorativo, entre la doctrina establecida en los
fundamentos jurídicos y el fallo de la resolución judicial”.
Por la vía de aclaración no se puede, ni modificar el “petitum”, ni su “causa petendi”, es
decir, los hechos probados y los Fundamentos Jurídicos que lo fundamentan, sin perjuicio de
que pueda subsanarse la incongruencia omisiva, no causante de indefensión, y adicionar o
modificar aquellos elementos de la Sentencia que, sin afectar a su “ratio decidendi”, no
entrañen una mutación del fallo.
Si no fuera procedente el recurso de aclaración, podrá el recurrente acudir a la vía de los
recursos, como el de casación, a través de la modalidad de “infracción procesal”.
TEMA 28 LA COSA JUZGADA
La cosa juzgada
La cosa juzgada formal y material
COSA JUZGADA FORMAL = Sería mejor llamarla preclusión, pues indica la imposibilidad de
recurrir o impugnar una sentencia cuando han transcurrido los plazos establecidos en la ley
para ello; el efecto típico de la preclusión es la firmeza.
COSA JUZGADA MATERIAL = Es el efecto procesal de las sentencias que determina la
invariabilidad de la misma y su permanencia en el tiempo (en adelante, cosa juzgada).
La unión que existe entre ambas “cosas juzgadas” se reduce a que sólo las sentencias que son
firmes producen la eficacia de cosa juzgada.
Entendida la cosa juzgada como la permanencia en el tiempo de la eficacia procesal de
la decisión judicial, deviene lógicamente un mecanismo principal de obtención de la
seguridad y certeza jurídicas. Se alcanza una declaración judicial que no podrá ser atacada ni
contradicha en posteriores decisiones de órganos judiciales.
En el Derecho moderno, la cosa juzgada es entendida como el efecto característico
procesal de las resoluciones judiciales. La cosa juzgada sólo se produce cuando la sentencia
decide la pretensión hecha valer en la demanda, es decir, cuando resuelve la cuestión
planteada por las partes.
Ese efecto se concreta en la vigencia del principio non bis in idem (imposibilidad de
juzgar dos veces la misma cuestión). Esta imposibilidad se manifiesta de forma negativa en
cuanto que será imposible plantear la misma cuestión debatida por las partes en un anterior
proceso y obtener una nueva decisión; y de forma positiva, en cuanto que el juez posterior
deberá partir necesariamente de la decisión anterior cuando esté juzgando y decidiendo sobre
una pretensión de la que sea elemento prejudicial lo ya juzgado.
La cosa juzgada tiene naturaleza exclusivamente procesal; se trata de una vinculación
que va directamente referida al juez.
Tratamiento procesal
El tratamiento procesal es diferente según se trate de los efectos positivos o
prejudiciales o de los negativos o excluyentes. En el primer caso el Tribunal tendrá en cuenta
la primera Sentencia a la hora de dictar la Sentencia en el segundo proceso. En el segundo
caso, la existencia de cosa juzgada puede ser denunciada por el demandado en su escrito de
contestación a la demanda y dilucidada en la comparecencia previa o ser examinada de oficio
por el propio Tribunal en la audiencia preliminar.
LECCION 29. LOS RECURSOS (I) DISPOSICIONES GENERALES
I. DISPOSICIONES GENERALES
1. Concepto y fundamento
Recursos son el conjunto de actos de postulación, a través de los cuales la parte
perjudicada por una resolución judicial, impugnable que no ha adquirido firmeza,
puede obtener su revisión, por el mismo órgano que la dicto o por otro superior.
El TC ha afirmado el “derecho fundamental a los recursos”, que se tipifica en la CE como
un derecho de configuración legal, en el sentido de que el Poder Legislativo decide el
numero e índole de recursos.
2. Clases
Remedios y recursos
Según el carácter devolutivo o no del medio de impugnación, se habla de remedios (ante
el mismo órgano que la dicto para que “remedie” anomalías procesales: recursos de
reposición, queja y extraordinario de nulidad) y recursos (ante otro superior para anular
una resolución que se considera injusta).
Recursos y medios de rescisión de la cosa juzgada
Se habla de recursos cuando se interponen contra resoluciones que no posean los efectos
de la cosa juzgada, y medios de rescisión cuando tiene los efectos de cosa juzgada (recursos
de revisión, audiencia al rebelde y nulidad de la Sentencia).
Ordinarios y extraordinarios
Ordinarios se pueden interponer ante cualquier resolución impugnable y por cualquier
motivo (reposición, apelación y queja), y extraordinarios los que se pueden oponer solo
frente a determinadas resoluciones y por determinados y concretos motivos (casación,
infracción procesal y constitucional de queja). Los ordinarios posibilitan una plena revisión
del objeto procesal, mientras que los extraordinarios no pueden cambiar los hechos probados
ni su valoración, sino solo la interpretación y aplicación de la Ley.
Devolutivos y no devolutivos
Devolutivos (o verticales) los que se conocen en un órgano superior distinto al que dicto
sentencia (recursos de reposición y nulidad), y no devolutivos (u horizontales) los que conoce
el mismo (los demás).
Plenos y limitados
Según la amplitud de conocimiento del órgano “ad quem”, es decir, los recursos ordinarios,
y limitados los extraordinarios.
3. Notas esenciales
a) Solo la parte perjudicada por la resolución ostente la legitimación para recurrirla,
la parte que soporta el gravamen de la resolución.
b) La interposiciones un recurso no afecta a la subsistencia de los efectos procesales de la
litis. Pero si el recurso es devolutivo, el nuevo Tribunal recibe la jurisdicción y puede
mantener o no las medidas provisionales.
c) Ambas partes pueden apelar, siempre que experimenten el gravamen de la sentencia.
d) A través de los recursos no se puede alterar los elementos esenciales del objeto procesal.
e) Los recursos han de ser interpuestos en los plazos y con las formalidades establecidos
por la Ley.
4. Presupuestos procesales
Comunes
El gravamen.- 1) La legitimación para recurrir se identifica con el gravamen o perjuicio. La
ley dice que “les afecte desfavorablemente”, porque no les otorgue la tutela de sus derecho o
no en la medida solicitada. La misma necesidad de gravamen para poder interponer recursos
la tienen los codemandados o los litisconsortes. 2) Para atender a la existencia de gravamen
como presupuesto habilitante para recurrir, se ha de recurrir a la parte dispositiva de la
resolución y no a su fundamentación.
El derecho de conducción procesal.- Una segunda exigencia es la del “derecho de
conducción procesal”. Así, solo las partes personadas en el proceso pueden recurrir. Incluso
podrán recurrir los codemandados o litisconsortes, aun si no estuvieron presentes como parte
formal en el proceso.
Especiales
En algunos casos se exigen requisitos especiales, como el del pago de la caución suficiente
para garantizar rentas vencidas en los procesos de desahucio o las indemnizaciones derivadas
de los contratos de seguro. La caución no se exige de quienes tienen derecho a la justicia
gratuita. Tampoco en la fase declarativa del proceso, pero si en las demás, para garantizar su
seriedad y evitar recursos con meros fines dilatorios.
5. Resoluciones recurribles
Todas las que, por razones de economía procesal y por no causar indefensión de las partes,
no son declaradas por la LEC como inapelables. Si una resolución no contiene una
disposición del a LEC prohibiendo su impugnación, es recurrible. El propio Tribunal debe
hacer saber a las partes si la resolución es firme o cabe impugnación,. En ese caso, indicara el
órgano ante quien apelar y el plazo, así como el recurso ordinario o extraordinario que cabe.
C) Limites subjetivos
Cuando existan varios recurrentes y sólo alguno o algunos de ellos desistan, sólo respecto
a estos últimos se tendrán por abandonadas las pretensiones manteniéndose, en cambio,
respecto al resto de recurrentes
II. PLAZO
Cinco días, referido a la interposición, según las disposiciones generales de los recursos. Si
no se interpone recurso en el plazo, la resolución es firme, salvo que se interponga recurso de
aclaración, en cuyo caso, su computo se iniciara a partir de dicha aclaración.
V. FINALIDAD
Es la revocación del auto o Sentencia a que se refiere, a través de un nuevo examen de las
actuaciones ya realizadas por el Tribunal de primera instancia, no un nuevo juicio, sino una
“revisio pioris instantiae”. Aunque el efecto suspensivo se produce con el recurso de
apelación, la Ley atribuye a veces un efecto no suspensivo.
VI. LA PREPARACIÓN DEL RECURSO
Transcurre ante el Tribunal que ha dictado la resolución (ante la Secretaria del Juzgado),
cuya impugnación se pretende. La parte que soporta el gravamen, presenta en cinco días el
escrito de preparación del recurso de apelación.
3. Admisión
Si se admite, se emplaza a la parte por 20 días para que lo interponga ante el mismo
Tribunal “a quo”. Si el órgano “a quo” inadmite el recurso, el recurrente puede interponer
recurso de queja.
X. PRACTICA DE LA PRUEBA
Se trata de una fase contingente, pues su apertura depende de que se haya solicitado por
algunas de las partes y el Tribunal de apelación así lo acuerde, en plazo de 10 días. Si se
deniega, cabe solo recurso de reposición.
XI. LA VISTA
Será preceptiva en los supuestos de admisión de documentos o de prueba. El Tribunal ha
de resolver sobre el recurso de apelaciones plazo de diez días. En los casos en que no es
preceptiva, el Tribunal puede acordarla de oficio o a instancia de parte.
En la practica forense (salvo donde es obligatorio) ha desaparecido la oralidad de la
segunda instancia. Los que supone una merma de garantías en unas Audiencias Provinciales
saturadas de recursos, en las que pudieran primar criterios de efectividad frente a los de
inmediación y deliberación conjunta de la Sentencia.
El objeto de la vista ha de contraerse a una información oral de las alegaciones escritas, sin
que se pueda ampliar el objeto procesal.
XII. LA DECISION
La sentencia que resuelva el recurso de apelación de deberá de dictan en un plazo de diez
días desde la celebración de la vista. Cuando no se hubiera celebrado vista, la sentencia se
dictará en el plazo de un mes desde la recepción de los autos (art. 465 L.E.C.), siendo su
forma la común a este tipo de resoluciones (arts. 208 y 209 L.E.C.).
Cuando la infracción procesal alegada se hubiera cometido al dictar sentencia en la
primera instancia, el tribunal de apelación, tras revocar la sentencia apelada resolverá la
cuestión o cuestiones que fueran objeto del proceso. Es decir, no se permite su declaración de
nulidad y el consiguiente reenvío al juez de instancia para que dicte otra en su lugar como
parece que sería lo más correcto técnicamente. Con dicha solución, se evitará el reenvío no
siendo necesario devolver el asunto al juez inferior, no obstante, ello puede determinar que
sobre el fondo del asunto, o sobre alguna cuestión en concreto, sólo exista una decisión y no
un doble pronunciamiento.
Cuando la infracción procesal se produjo durante la tramitación de la primera instancia, el
art. 465. 3 L.E.C. trata de conservar la validez de lo actuado y de evitar la declaración de
nulidad, reservándola a aquellos supuestos en que sea imprescindible para evitar la
indefensión, por tratarse de vicios que ocasionan nulidad radical. En dicho supuesto se
declarará dicha nulidad por providencia, mandando al juez inferior retraer las actuaciones al
estado en el que las mismas se hallaban cuando se cometió la infracción. No obstante, la
nulidad se debería de declarar siempre mediante resolución motivada y no por simple
providencia.
No se declarará la nulidad de actuaciones (ni se producirá, así, el reenvío de actuaciones),
cuando el vicio o defecto procesal pudiera ser subsanado en la segunda instancia, para ello el
tribunal concederá un plazo no superior a diez días, salvo que el vicio se pusiera de manifiesto
en la vista y fuera subsanable en el acto. Efectuada la subsanación y, en su caso, oídas las
partes y practicada la prueba admisible, el tribunal de apelación dictará sentencia sobre la
cuestión o cuestiones objeto del pleito.
A la sentencia que se dicte en apelación le son también de aplicación el principio
dispositivo y las exigencias de exhaustividad y congruencia (art. 218 L.E.C.), de este modo,
se deberá de pronunciar exclusivamente sobre los puntos y cuestiones planteados en el recurso
y, en su caso, en los escritos de oposición o impugnación del apelado. Ello significa que la
congruencia en la sentencia de segunda instancia se proyectará sólo sobre los extremos objeto
del proceso de apelación (planteados tanto por el apelante o por el recurrido) con exclusión de
aquellos que fueron aceptados por ambas partes y que quedaron firmes al no ser impugnados.
La sentencia no podrá perjudicar al apelante, salvo que el perjuicio provenga de estimar la
impugnación de la resolución formulada por la otra parte, inicialmente apelada.
1. COMPETENCIA FUNCIONAL
Él recurso extraordinario por infracción procesal persigue esencialmente reparar los
quebrantamientos de normas y garantías procesales. Mientras no se modifique la L.O.P.J.
dicho recurso no rige, de modo, que el régimen transitorio atribuye el conocimiento de ambos
recursos a la Sala de los Civil del T.S. y, por tanto, la tramitación se hace conjuntamente.
2. RESOLUCIONES RECURRIBLES
Se interpondrá contra todas las resoluciones de segunda instancia dictadas por la
Audiencias, sin excepción, de modo que la depuración de las infracciones procesales se trata
ante un tribunal por la vía de una impugnación extraordinaria, en la medida en que sólo cabe
por motivos tasados, con el único fin de corregir estas infracciones.
.
3. MOTIVOS.
A) Motivos comunes.
Son motivos comunes a ambos recursos de casación, material y procesal, los que se
contemplan en el art. 477.2: la infracción de un dº fundamental, el cumplimiento de la
suma de gravamen o la existencia de interés casacional.
a) Infracción del art. 24 CE:
Sólo procederá el recurso extraordinario por infracción procesal cuando, de ser posible, ésta o
la vulneración del art. 24 C.E. se hayan denunciado en la instancia y cuando, de haberse
producido en la primera, la denuncia se haya reproducido en la segunda instancia. Además, si
la violación de derecho fundamental hubiere producido falta o defecto subsanable, deberá
haberse pedido la subsanación en la instancia o instancias oportunas.
B) Motivos específicos.
Dichos motivos acogen los siguientes supuestos:
a) - Infracción de las normas sobre jurisdicción y competencia objetiva o funcional. Por
dicha vía se pueden denunciar los vicios relativos a la jurisdicción bien porque los tribunales
españoles civiles conocen de asuntos sobre los que no tienen competencia (por exceso), o
bien, por que se inhiben de conocimiento de un proceso (se inhiben). Ello podrá apreciarse en
cuatro órdenes: Tanto en relación con los tribunales extranjeros; como en relación con la
cuestiones reservadas a la Administración; como respecto a órganos jurisdiccionales de
distinto orden; como finalmente en relación con la válida existencia de un sometimiento de la
cuestión litigiosa al arbitraje. De igual modo, comprende las vulneraciones de las normas que
fijan la competencia objetiva o funcional, pero no la territorial.
b) - Infracción de las normas procesales reguladoras de la sentencia. Se requiere para
plantear dicho recurso que haya existido una infracción de las normas reguladoras de la
sentencia. Dentro de éstas han de incluirse no sólo las contenidas en la L.E.C. (art. 218), sino
también las que la Constitución (arts. 24 y 120.3) y la L.O.P.J. (arts. 247 y 248. 2) establecen
y, además, dicha infracción debe de tener un carácter relevante, pues mediante dicho recurso
no se pueden plantear defectos que hagan referencia a la vulneración de formas accesorias.
Será la práctica jurisprudencial la que irá perfilando que supuestos deben de ser considerados
esenciales y cuales accidentales. No obstante, se podrá interponer dicho recurso en los
supuestos de falta de claridad y precisión de la sentencias (art. 218.1); en los casos de
incongruencia (art. 24 C.E); la omisión de pronunciamiento (arts. 219) así como la ausencia
de motivación o su insuficiencia manifiesta (arts. 120 C.E.; 247 y 248 L.O.P.J.). En contra no
se comprenderán los supuestos de incumplimiento de forma externa de la sentencia cuando no
implique falta de motivación.
c) - Infracción de las normas legales que rigen los actos y garantías del proceso
cuando la infracción determinare la nulidad conforme a la ley o hubiere podido producir
indefensión. Se requiere que se haya producido un quebrantamiento de las normas legales
que rigen los actos y garantías procesales que determinara la nulidad o produjera indefensión.
En este amplio supuesto se comprenden todos los motivos de infracción procesal grave. En
este sentido el legislado anterior a 1984 comprendía: la falta de emplazamiento; falta de
personalidad en las partes o procurador; falta de recibimiento a prueba; denegación de
diligencia probatoria admisible; falta de citación; defectos en la constitución del órgano
judicial.
d)- Vulneración, en el proceso civil, de derechos fundamentales reconocidos en el art.
24 C.E. Nuestra Constitución reconoce derechos procesales fundamentales (art. 24) que han
de ser respetados y cuya infracción permite el acceso a la casación (art. 5.4.L.O.P.J.), precepto
que sigue en vigor, y que podría provocar una contradicción con lo que esta norma establece,
al regular un recurso por infracción procesal. Ha de tratarse de infracción de derechos
constitucionales que no sean subsumibles en otros motivos de infracción procesal, porque con
esta norma lo que se pretende es cerrar el círculo de protección de los derechos fundamentales
en la jurisdicción ordinaria.
4. PROCEDIMIENTO
Para la viabilidad de este recurso extraordinario por infracción procesal relativo a faltas en
la actividad procesal, se requiere formular la correspondiente denuncia en la instancia donde
se hubiere producido y se reproduzca la denuncia en la segunda si se cometió en la primera.
Se requiere, además, si la violación de dicho derecho hubiera producido una falta o defecto
subsanable, haber solicitado la subsanación de la falta o transgresión cometida y que, de
haberse cometido, en la primera instancia se reproduzca en la segunda, con la salvedad, en
cuanto a las faltas cometidas en segunda instancia, de que fuere ya imposible la reclamación
(art. 469.2).
A) La subordinación de la casación procesal a la material en la fase de admisión.- En
caso de acumulación de ambos recursos, “la Sala examinará primero si la resolución
recurrida es susceptible de recurso de casación, y si no fuere así, acordará la inadmisión del
recurso por infracción procesal”. Se hace así por razones de economía y justicia material.
Este mismo carácter accesorio del recurso extraordinario se observa también en el tratamiento
del “interés casacional” en cuya virtud, “si se acordare la inadmisión del recurso de
casación, se inadmitirá, sin más trámites, el recurso por infracción procesal”. Es decir, si la
Sala no aprecia dicho interés casacional material, no puede entrar a conocer el procesal.
B) La subordinación de la casación material a la procesal en la fase de estimación.- Esta
prioridad de la casación material sobre la procesal en la admisión cambia en la fase de
estimación. Se establece que “admitidos los recursos… se resolverá siempre en primer lugar
el recurso extraordinario por infracción procesal y, sólo cuando éste se desestime, se
examinará el recurso de casación ”. Parece lógica esta situación, aunque no para quien litiga.
Puede que después de tres instancias y pleitos, habiéndolos ganados todos, (cerca de diez
años), el TS pueda dictar una sentencia absolutoria por haber incumplido un requisito en la
parte procesal… y vuelta a empezar.
TEMA 32 EL RECURSO DE CASACIÓN
1. CONCEPTO Y CARACTERES DEL RECURSO DE CASACIÓN
Como en la mayoría de los países europeos, en España se importa el recurso de casación
francés (que procedía por infracción expresa del texto de la ley), aunque pronto la casación
española se apartó de su regulación en aspectos fundamentales. De este modo, el TS español
ha estado siempre incardinado en el ámbito judicial sin que tenga el carácter político del
Tribunal de casación francés. En Francia, la casación tenía un carácter puramente negativo, de
modo, que dicho recurso se reducía sólo a la rescisión de la sentencia; en España, en cambio,
su sentido fue positivo al actuar tanto en la vía de retractación (reenvío al tribunal de
instancia) como de reforma (dictando una resolución sobre el fondo). Además, en nuestro país
se admitió la casación por infracción de la jurisprudencia junto a la casación por infracción de
la ley, a diferencia de la casación francesa donde solo se admitía la infracción de ley.
El recurso de casación español tiene su antecedente en el recurso de nulidad de la
Constitución de 1812, que evolucionó hasta su regulación en la LEC como recurso de
casación.
La nueva L.E.C. de 2.000 ha roto en buena medida la evolución de dicho recurso de
casación, puesto que vuelve a diferenciar la infracción de la ley y el quebrantamiento de
forma y, sobre todo, porque desaparece como motivo autónomo de casación la infracción de
la jurisprudencia, que había estado siempre vigente en nuestra tradición jurídica.
De este modo, siempre se requerirá invocar la infracción de ley, con lo que la
jurisprudencia creadora carecerá de reconocimiento para fundamentar un recurso de casación.
Con la anterior ley el recurso se podía fundar en la infracción de la jurisprudencia, constituida
por la doctrina que de modo reiterado hubiera establecido el Tribunal Supremo (o Tribunales
Superiores de Justicia en materia foral, cuando conozcan del recurso de casación) al
interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los principios generales del derecho.
La nueva L.E.C. mantiene la prohibición de la denuncia y el examen de los hechos en este
extraordinario recurso, desapareciendo el tradicional motivo de casación por error de
hecho, con lo que la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo se limitará a una función
meramente revisora de la aplicación de la ley efectuada por los tribunales de instancia,
evitando que este recurso se convierta como en la practica se había tratado de utilizar, en una
tercera instancia.
Como notas esenciales del recurso de casación han de indicarse las siguientes:
- Es un recurso jurisdiccional’, es decir, en su resolución se utilizarán criterios
estrictamente jurídicos (en ningún caso políticos) y los magistrados serán miembros de la
carrera judicial.
- Es un recurso ‘extraordinario’, que sólo cabe contra determinadas resoluciones y por
motivos tasados, estando regido por un gran formalismo.
- “No constituye una tercera instancia’, ni una segunda apelación, ya que no se enjuicia
sobre las pretensiones de las partes sino sobre el error del Tribunal de instancia que se
denuncia en el recurso; además, no es posible introducir nuevos hechos en casación.
Tradicionalmente se atribuye a la casación una finalidad de defensa del ius constitutionis,
del ordenamiento jurídico, a través de dos vías: la protección o salvaguarda de la norma
(función nomofiláctica) y la función de uniformar la jurisprudencia en la interpretación y
aplicación del Derecho objetivo para lograr la unidad del ordenamiento jurídico (función
uniformadora), El recurso de casación español cumple también la función de defensa del ius
litigatorís (tutela de los derechos de los litigantes), suprimiendo el reenvío al tribunal de
instancia para que éste resolviera de nuevo ajustándose a lo ordenado en la sentencia de
casación, lo que supondría dilaciones y gastos para los litigantes. De modo, que el propio
órgano de casación decidirá sobre el fondo, declarando lo que definitivamente lo que en
derecho proceda cuando se trate de un error en el juicio.
2 . COMPETENCIA.
Mientras laL.O.P.J. no sea modificada, el órgano competente para conocer tanto del
recurso de casación (salvo cuando se atribuya a los T.S.J.) como del recurso extraordinario
por infracción procesal es la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo.
De igual modo, en ciertos supuestos el conocimiento de la casación y asi, de la infracción
procesal, corresponde a las Salas de lo Civil y Penal de los Tribunales Superiores de Justicia
(disp. final 16’L.E.C.).
Cuando así se establezca en el Estatuto de Autonomía de la C.A., el Tribunal Superior de
Justicia conocerá de los recursos de casación que procedieran contra resoluciones de órganos
jurisdiccionales del orden civil con sede en dicha Comunidad, siempre que el recurso se funde
en infracción de normas de Derecho Civil, Foral o Especial propio de la Comunidad, sea de
forma exclusiva o conjuntamente con la infracción de normas de Derecho civil común. No
obstante, si el recurso de casación se fundamentara también en la infracción de un
precepto constitucional, la competencia corresponderá a la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo.
La atribución a dichos Tribunales Superiores de Justicia puede determinar la existencia de una
doble doctrina jurisprudencial de casación en materia foral: la del Tribunal Superior de
Justicia correspondiente y la del Tribunal Supremo, porque la sujeción al Derecho Civil
común o al Especial o Foral se determina por la vecindad civil (art. 14C.C.).
Ha de indicarse que mientras no se modifique la L.O.P.J. está vigente su art. 5.4 que
encomienda al T. 5. el conocimiento de cualquier recurso de casación que se fundamente en
infracción de precepto constitucional. Esta excepción no se contiene en el art. 478 L.E.C., ni
en la disposición final 16k’, pero según dicho art. 5.4 L.O.P.J. siempre que la casación se
funde en infracción de precepto constitucional es preciso sustanciarlo ante el T.S., aunque se
alegue también la infracción del Derecho foral o especial propio de la C.A. donde se siga el
pleito.
El procedimiento en el recurso de casación se divide en dos fases:
- La primera que se sustancia ante la Audiencia que dictó la resolución recurrida.
- La segunda ante el tribunal de casación (ya sea el T.S.J. o el T.S.). Ante la Audiencia se ha
de preparar el recurso extraordinario e interponerlo. Una vez remitidos los autos, el órgano de
casación deberá decidir sobre la admisión, conocerá de la oposición que se pueda formular al
recurso y, previa celebración de vista o sin ella, dictará sentencia resolviendo lo que proceda.
3. MOTIVOS DE CASACIÓN.
El recurso de casación sólo puede fundarse en motivos tasados en la ley, que además
supongan un error trascendente que determine la modificación del fallo. El motivo no es así
otro que la infracción de las normas aplicables para resolver las cuestiones objeto del proceso.
El primer motivo que se estableció fue la infracción expresa de la ley, la cual se fue
ampliando progresivamente hasta llegar a la denuncia de infracciones de normas jurídicas.
Hasta el año 1.984, el ordenamiento español diferenciaba diversos conceptos de infracción
(violación, interpretación errónea o aplicación indebida) con un rígido y excesivo carácter
formalista. Dicha distinción ha desaparecido siendo de esperar que queda olvidada
definitivamente.
Las normas cuya infracción pueden denunciarse son, en primer término, los preceptos
constitucionales que han merecido especial tratamiento en laL.O.P.J. (art. 5.4, con
repercusiones en la competencia funcional para conocer del recurso). Con dicho recurso se
pretende unificar la interpretación y la aplicación de las leyes por los tribunales ordinarios, de
acuerdo, con los principios constitucionales. Cuando el T.S. no pudiera resolver el recurso al
no poder acomodar la norma al ordenamiento constitucional deberá de plantear entonces
cuestión de inconstitucionalidad (art. 5 L.O.P.J.).
De igual modo, podrá denunciarse en casación la infracción (en cualquier concepto y sin
necesidad de indicarlo en el escrito de interposición) de las leyes o normas jurídicas del
mismo rango, entre las que se han de incluir las dictadas por los órganos legislativos de las
Comunidades Autónomas, al igual que las normas extranjeras que hayan de aplicarse en
España. La jurisprudencia viene exigiendo que se trate de la infracción de normas civiles
rechazando que pudieran ser normas de otro orden, como las fiscales (S.S.T.S. 7 diciembre
1.993; 20 marzo 1.992; 26 diciembre 1.986, ó 10 octubre 1.984).
4. RESOLUCIONES RECURRIBLES.
Como así determina el art. 477.2 L.E.C., el recurso de casación se deberá de fundar, como
motivo único, en la infracción de normas aplicables para resolver las cuestiones objetos del
proceso.
Serán recurribles en casación la sentencias pronunciadas en segunda instancia por las
Audiencias Provinciales en los siguientes supuestos:
1) Cuando se dictaran para la tutela judicial civil de derechos fundamentales, excepto los
que reconoce el art. 24 C.E.
2) Cuando la cuantía del asunto excediere de veinticinco millones de pesetas.
3) Cuando la resolución del recurso presente interés casacional.
Analizando dichos supuestos ha de destacarse lo siguiente:
1) Cuando se dictaran para la tutela judicial civil de derechos fundamentales, excepto los que
reconoce el art. 24 C.E: Al existir la vía del recurso extraordinario por infracción procesal
para denunciar las infracciones procesales de los derechos constitucionalizados en el art. 24
C.E., deben estos quedar excluidos del recurso de casación, mientras que tendrán acceso a
esta impugnación extraordinaria las infracciones a otros derechos constitucionales, así por
ejemplo: honor, intimidad, imagen, libertad de expresión, etc.
2) Cuando la cuantía del asunto excediere de veinticinco millones de pesetas (150.000 euros).
No parece muy lógico dicho límite cuantitativo con las finalidades señaladas para dicho
recurso: función de protección de la norma y uniformadora de la jurisprudencia. Además, no
hay ninguna razón empírica para haber elegido dicha cantidad, por lo que perfectamente
podría haber sido otra.
3) Cuando la resolución del recurso presente interés casacional. Se considera que existe
dicho interés en tres casos:
- Cuando la sentencia recurrida se oponga a doctrina jurisprudencial del T.S.
- Cuando resuelva puntos y cuestiones sobre los que exista jurisprudencia contradictoria de las
Audiencias Provinciales.
- Cuando aplique normas que no lleven más de cinco años en vigor, siempre que, en este
último caso, no existiese doctrina jurisprudencial del T.S. relativa a normas anteriores de igual
o similar contenido (art. 477.3).
Cuando se trate de recursos de casación de los que deba conocer un Tribunal Superior de
Justicia, se entenderá que también existe interés casacional cuando la sentencia recurrida se
oponga a doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo sobre normas de Derecho especial de
la Comunidad Autónoma correspondiente, o dicha doctrina no exista.
479. 3).
- Si se pretende recurrir alegando interés casacional, el escrito de preparación deberá de
expresar, además de la infracción legal, las sentencias que pongan de manifiesto la
doctrina jurisprudencial o jurisprudencia contradictoria en que se funde el interés
casacional que se alegue (art. 479.4).
Cuando el escrito de preparación cumpla los requisitos exigidos y la resolución sea
recurrible en casación, la Audiencia dictará providencia teniéndolo por preparado, contra
la que no cabe recurso alguno, aunque la parte contraria podrá oponerse a la admisión del
recurso al comparecer ante el tribunal de casación (art. 480).
Si el escrito de preparación no cumple los requisitos o la resolución no es recurrible en
casación, se dictará auto rechazando el recurso, contra el que solamente podrá interponerse
recurso de queja (art. 480. 1).
2. INTERPOSICIÓN.
Tanto el recurso de casación como el de infracción procesal han de interponerse
mediante un escrito ante la Audiencia Provincial (órgano a quo), en el plazo de los veinte
días siguientes al que se tuviera por preparado el recurso o recursos (art. 481. 1), pasado el
cual sin hacerlo, se declarará desierto el recurso y se impondrán las costas al recurrente (art.
481. 4).
En el escrito de interposición se indicarán, sus fundamentos, razonando los motivos que se
aleguen, argumentando sobre las vulneraciones cometidas, el motivo o motivos en que se base
y las razones jurídicas por las que deba ser estimado, aduciendo las normas legales que se
hubieran podido infringir, y acompañando certificación de la sentencia impugnada (arts. 471 y
481).
5. FASE DE ADMISIÓN.
Cuando el Tribunal de casación reciba los autos, pasará las actuaciones al ponente para que se
instruya y someta a la deliberación de la Sala lo que haya de resolverse sobre la admisión o
inadmisión de los recursos extraordinarios que se hubieran interpuesto. Si se ha interpuesto
contra una misma sentencia recurso por infracción procesal y recurso de casación, que se
tramitan conjuntamente (por ahora), la Sala examinará si la resolución recurrida es susceptible
de recurso de casación. Cuando no lo fuera, inadmitirá ambos recursos. Cuando considere que
existe una causa de inadmisión, antes de resolver, la pondrá en conocimiento a las partes para
que, en e plazo de diez días, aleguen lo que tuvieran por conveniente (arts. 473. 2 y 483.3).
Procede la inadmisión del recurso por infracción procesal cuando se aprecie por el
tribunal que contra la misma sentencia se había estimado con anterioridad otro recurso por
infracción procesal y el posterior se funda en las mismas causas. De igual modo, cuando no se
funde en los motivos legales establecidos o no se haya denunciado la infracción en el
momento procesal oportuno. También se inadmitirá el recurso cuando careciere
manifiestamente de fundamento (art. 473. 2).
Procede la inadmisión del recurso de casación cuando éste fuera improcedente por no
ser recurrible la sentencia o por cualquier defecto de forma no subsanable en que se hubiera
incurrido en su preparación. De igual forma, se inadmitirá:
- Cuando el escrito de interposición no cumpla los requisitos exigidos.
- Cuando el asunto no alcance la cuantía requerida o no hubiere interés casacional por
inexistencia de oposición a la doctrina jurisprudencial.
- Por falta de jurisprudencia contradictoria.
- Cuando la norma que se pretende infringida llevase vigente más de cinco años, o cuando,
con una vigencia inferior, ajuicio de la Sala, existiese doctrina jurisprudencial del Tribunal
Supremo sobre dicha norma o sobre otra anterior de contenido igual o similar.
- Cuando deba de conocer un Tribunal Superior de Justicia, cuando éste considere que ha
sentado doctrina sobre la norma discutida o sobre otra anterior de contenido igual o similar,
(art. 483. 2.)
Cuando la sala considerase que se da alguna de las causas de inadmisión dictará auto
declarándolo así, y la firmeza de la resolución recurrida. Si la causa de inadmisión no afecta
más que a alguna de las infracciones alegadas, resolverá también mediante auto la admisión
del recurso respecto de las demás que el recurso denuncie (art. 473. 2 y 483. 4).
6. EL ESCRITO DE OPOSICIÓN.
Cuando se admita el recurso, se dará traslado del escrito de interposición, con los
documentos que se hayan presentado, a la parte o partes recurridas y personadas, para que
formalicen por escrito su oposición en el plazo común de veinte días. En dicho escrito podrán
impugnar los fundamentos del recurso, postulando su desestimación, así como alegar las
causas de inadmisibilidad que se consideren existentes y no se hayan eliminado antes (art.
485), puesto que debe tenerse en cuenta que éste es el momento procesal en que la partes
recurridas tienen oportunidad de pronunciarse sobre la impugnación.
7. VISTA
Transcurrido dicho plazo, se haya o no presentado escrito de oposición, se señalará, dentro
de los treinta días siguientes, día y hora para la celebración de vista o, en su caso, para la
votación y el fallo (art. 486.1).
Dicho recurso se podrá decidir con o sin vista. La vista se efectuará cuando lo pidan todas
las partes en sus escritos de interposición y de impugnación, o cuando la Sala lo estime
conveniente.
En la vista informará en primer lugar el abogado del recurrente y después el del recurrido.
Cuando fueran varios los recurrentes deberá de estarse al orden de interposición de los
recursos y, siendo varios los recurridos, por el orden de las comparecencias.
Cuando en el recurso extraordinario por infracción procesal se hubiera pedido admitido la
práctica de alguna prueba o si la Sala, de oficio o a instancia de parte, lo considerase oportuno
para la mejor impartición de la justicia, se acordará que se celebre vista (art. 475. 2).
8. LA SENTENCIA
A) PLAZO.- La decisión del recurso se resolverá mediante sentencia dentro de los veinte
días siguientes al de terminación de la vista, o si no se celebró, al día señalado para la
votación y fallo (arts. 476 y487. 1).
a) El deber de congruencia.- La sentencia debe ser congruente con la pretensión de
impugnación. Es decir, el Tribunal de casación debe adecuar su actividad de control jurídico
a lo pedido por la parte recurrente –el petitum- y a los hechos en que éste fundamenta su
petición –la causa petendi-. Exige extender la fiscalización judicial de la casación
exclusivamente al pronunciamiento de la sentencia que fue expresamente solicitado por la
parte recurrente. El resto de pronunciamientos de la Sentencia tiene el consentimiento de las
partes.
b) El deber de motivación.- Según el TC, el derecho a la tutela efectiva exige que las
Sentencias siempre estén motivadas. Este esfuerzo de motivación debe ser, si cabe, aún más
fuerte en las sentencias de casación, pues se supone que la interpretación del Tribunal de
casación es la “más correcta”, la “más justa”.
B) CONTENIDO Y EFECTOS
Cuando se hubieran admitido contra la misma sentencia un recurso por infracción procesal
y un recurso de casación, el tribunal deberá resolver previamente el primero y, sólo cuando
éste se desestime, se examinará y resolverá el de casación (disp. final 16a 16a)
Si el recurso se estima por todos o algunos de los motivos, la Sala de casación deberá
decidir con los siguientes efectos.:
- Cuando el recurso extraordinario por infracción procesal se hubiera fundado en la infracción
de las normas sobre jurisdicción o competencia objetiva o funcional, se decidirá dicho motivo
en primer lugar. Cuando se estime el recurso, la Sala casará la resolución impugnada,
quedando a salvo el derecho de las partes a ejercitar las pretensiones ante quien
correspondiere.
- Si el recurso extraordinario por infracción procesal se hubiera interpuesto contra sentencia
que confirmaba o declaraba la falta de jurisdicción o de competencia y la Sala lo estimara, tras
casar la sentencia, ordenará al tribunal que inicie o prosiga el conocimiento del asunto, salvo
que la falta de jurisdicción se hubiera estimado erróneamente, en cuyo caso se ordenará al
tribunal de que se trate que resuelva sobre el fondo del asunto.
- En los demás supuestos de estimarse el recurso extraordinario por infracción procesal por
todas o algunas de las infracciones o vulneraciones alegadas, la Sala anulará la resolución
recurrida y ordenará que se repongan las actuaciones al estado y momento en que se hubiere
incurrido en la infracción o vulneración.
3. LEGITIMACIÓN
Están legitimados para interponerlo el Ministerio Fiscal, el Defensor del Pueblo y las
personas jurídicas de Derecho público que acrediten interés legitimo en la unidad
jurisprudencial sobre esas cuestiones (art. 491). No ostenta, pues, legitimación alguna la parte
gravada por la Sentencia del TJS porque este recurso no tutela el “ius litigatoris” sino el “ius
constitutionis”.
4. PROCEDIMIENTO
Dichos recursos se pueden interponer directamente ante la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo, sin necesidad de preparación, en el plazo de un año desde que se dictó la sentencia
más moderna (art. 492.1), acompañando copia certificada o testimonio de las resoluciones que
pongan de manifiesto la discrepancia que se alegue, así como certificación expedida por el
Tribunal Constitucional, que acredite que, transcurrido el plazo para recurrir en amparo, no se
ha interpuesto dicho recurso contra ninguna de las sentencias alegadas (art. 492.2). De dicho
escrito de interposición se dará traslado a quienes se hubieran personado como parte en los
procesos en que se dictaron las sentencias contradictorias, para que, si lo tienen por
conveniente, formulen alegaciones expresando los criterios jurídicos que consideren más
fundados (art. 492. 3).
5. SENTENCIA
Las situaciones jurídicas particulares que se derivan de las sentencias alegadas deberán de
ser respetadas por las sentencias que se dicten en estos recursos y, cuando fueren estimatorias,
fijarán en el fallo la doctrina jurisprudencial. En dicho caso, se publicarán en el B.O.E. y, a
partir de su publicación, completarán el ordenamiento jurídico, vinculando en tal concepto a
todos los jueces y tribunales del orden jurisdiccional civil diferentes al Tribunal Supremo.
Por la articulación del Estado de Autonomías, se atribuye a los TSJ competencia para
conocer del recurso de revisión que establezca la ley contra sentencias dictadas por órganos
jurisdiccionales del orden civil con sede en la Comunidad Autónoma, en materia de Derecho
Civil Foral o Especial propio de la Comunidad. De este modo, como así determina el art.
73.1.b) L.O.P.J., ‘la Sala de lo Civil de este tribunal (T.S.J.) conocerá del ‘recurso
extraordinario de revisión que establezca la ley contra sentencias dictadas por órganos
jurisdiccionales del orden civil con sede en la Comunidad Autónoma, en materia de Derecho
Civil, Foral o Especial propio de la Comunidad Autónoma, si el correspondiente Estatuto de
Autonomía ha previsto esta atribución”. En este sentido, el art. 509 L.E.C. se remite a dicho
precepto de la L.O.P.J., suprimiendo toda especificación al respecto.
Ha de tenerse en consideración que dicha atribución es impracticable, ya que no puede
existir revisión por motivos forales sino sólo por los motivos de falsedad que recogen los arts.
510 LEC, los cuales no tienen en cuenta el Derecho aplicable o aplicado. Además, ello
determinaría la necesidad de un enjuiciamiento previo para determinar si el objeto del litigio
es materia foral y pasar luego al examen de si se han recuperado los documentos decisivos, y
si la sentencia se dictó en virtud de documentos falsos o de falsas declaraciones testificales, o
si medió “fraude”.
E) PLAZO
El proceso de revisión deberá de tener en cuenta el cumplimiento de dos plazos:
Un plazo, de caducidad según el art. 5 14.4 L.E.C.), que es de cinco años a contar desde la
publicación de la sentencia que la motiva (en realidad, debiera ser desde la notificación de la
sentencia). Pasado ese plazo la revisión se rechazará de plano (art. 5 12.1 LEC).
El segundo plazo referido es de tres meses, a contar desde el día en que se descubrieron los
documentos decisivos, el cohecho, la violencia o el fraude, o desde el día del reconocimiento
o declaración de falsedad (art. 5 12.2), dentro del cual ha de presentarse la demanda de
revisión. No obstante, ha de indicarse que ese momento inicial indeterminado presenta el
problema de su prueba, el de la acreditación del desconocimiento hasta un cierto momento).
F) DEMANDA
a) Fundamentación:
Procede en cuatro supuestos enumerados taxativamente en el art. 510 LEC e
interpretados restrictivamente por la jurisprudencia, por haberse conocido hechos que tengan
carácter decisivo en la resolución firme y resulten suficientemente probados o acreditados en
el proceso de revisión.
1) Si después de pronunciada la sentencia firme se recobraren u obtuvieren documentos
decisivos, de los que no se hubiera podido disponer por fuerza mayor, o por obra de la parte
en cuyo favor se hubiere dictado.
Ha sido modificado el anterior sistema de revisión, pues no se queda solamente en recobrar
o recuperar documentos (es decir, aquellos que se conocieron o tuvieron), sino que además la
revisión se extiende al supuesto de obtención de documentos, es decir, cuando se esté ante
documentos que se descubren o conocen después de la firmeza de la sentencia. Estaríamos así
ante una revisión ‘propter nova’, que estaba admitida en el proceso penal (art. 954.4
L.E.Crim.) pero no en el civil hasta la actual L.E.C. de 2.000 que sí que la permite,
(anteriormente sólo se concebía la revisión “propter falsa o ex capite falsi”.
Han de ser documentos decisivos para la viabilidad de la pretensión de la actora o la
oposición del demandado que debieran influir en la sentencia, de este modo, para decidir
sobre la revisión el tribunal ha de entrar en el fondo. De igual modo, los documentos deberían
haber sido indisponibles por causa de fuerza mayor (causas insalvables, ajenas a la voluntad
de las partes) o de la obra de la otra parte: no se admite si medió culpa, negligencia o descuido
del que solicita la revisión.
2) Si hubiera recaído sentencia en virtud de documentos que al tiempo de dictarse
ignoraba una de las partes haber sido reconocidos o declarados falsos en un proceso
penal o cuya falsedad se declarare después penalmente. En este punto se ha de tener por
reproducido la exigencia vista anteriormente, es decir, el carácter decisivo de los documentos.
No obstante dicha exigencia plantea importantes dificultades pues en el supuesto de que la
falsedad se declare antes de la sentencia, ignorándolo la parte, el demandante de revisión
tendrá la carga de probar un hecho negativo: su desconocimiento. Por otro lado la L.E.C. ha
acogido la exigencia jurisprudencial de que para revisar la sentencia firme haya precedido una
declaración de falsedad del documento en un proceso penal.
3) Si hubiera recaído la sentencia en virtud de prueba testifical o pericial, y los
testigos o peritos hubieren sido condenados por falso testimonio dado en las declaraciones
que sirvieron de fundamento a la sentencia.
Se exige también una previa sentencia penal de condena por falso testimonio prestado en el
proceso civil. Además, la sentencia ha revisar se ha debido de dictar en virtud de ese falso
testimonio. Dicha circunstancia exigiría que la sentencia hubiera deslindado con claridad la
influencia de cada medio probatorio en el sentido del fallo. No obstante, dicho motivo es
utilizado muy poco.
De este modo, la revisión sólo procede por la falsedad de la prueba documental y en las
declaraciones de los testigos y peritos. El olvido de los restantes medios de prueba podría ser
debido: por la influencia histórica derivada de las Partidas o, en su caso, por la posibilidad de
subsumir los otros supuestos en las maquinaciones fraudulentas del motivo
4) Si la sentencia se hubiera ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia u
otra maquinación fraudulenta.
Las conductas ilícitas pueden provenir del Juez (cohecho), del litigante contrario o de un
tercero a iniciativa de aquél (violencia, sea sobre el juez o sobre la parte contraria y
maquinaciones fraudulentas), pero en todo caso han de ser determinantes de la sentencia, pues
en el supuesto de que no lo fueran la sentencia no podrá rescindirse.
Dicha conductas han de determinar que se haya ganado injustamente la sentencia, por ello
que el órgano de revisión debe rescindir la sentencia sin entrar a valorar su justicia material,
de modo que nada obsta para que la sentencia que se dicte en el juicio rescisorio vuelva a
resolver en el mismo sentido que la rescindida.
El motivo más utilizado para la revisión civil es el de las “maquinaciones fraudulentas’,
que exige la existencia de un anirnus laedendi y el resultado pretendido por la parte que urdió
la maquinación.
Los casos más denunciados por este motivo se refieren a las maniobras del actor que
impiden al demandado conocer la existencia de un proceso que se está siguiendo contra él,
colocándolo en una situación de indefensión (por ejemplo, ocultar el domicilio del demandado
para que el proceso se siga en rebeldía).
b) Depósito
La demanda se redactará en la forma ordinaria y se acompañará del documento
justificativo de haberse depositado la cantidad de 300 euros en el establecimiento destinado al
efecto (Cuenta de Depósitos y Consignaciones). La falta de dicho depósito determinará que la
demanda sea rechazada, salvo que el defecto se llegue a subsanar (art. 513).
G) PROCEDIMIENTO
La Sala de lo Civil del Tribunal Supremo (o del Tribunal Superior de Justicia, en su caso)
solicitará que se le remitan todas las actuaciones del pleito cuya sentencia se impugne y
requerirá a los litigantes, o a sus causahabientes, para que en un plazo de veinte días den
contestación a la demanda, alegando lo que tengan por conveniente. Contestada la demanda o
transcurrido el plazo sin que la contestación se hubiera efectuado, se dará a las actuaciones la
tramitación establecida para los juicios verbales, con audiencia del Ministerio Fiscal.
El proceso de revisión se interrumpe por prejudicialidad penal de acuerdo con las normas
generales (art. 40 L.E.C.’) si, en cualquiera de sus trámites, se suscitasen cuestiones cuya
decisión, determinante de la procedencia de la revisión, competa a los tribunales del orden
penal, hasta que el proceso penal finalice (art. 514,4).
H) SENTENCIA
Contra la sentencia que recaiga en el juicio rescindente, no cabe recurso alguno. Dicha
sentencia podrá desestimar la revisión, lo que implicará la pérdida del depósito y la
imposición de las costas al actor (art. 5 16.2).
Cuando la sentencia estime la concurrencia del motivo de revisión alegado, lo declarará así