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CODEPENDENCIA

La dependencia controladora
La dependencia sumisa
Dorothy May

CODEPENDENCIA

La dependencia controladora
La dependencia sumisa

Desclée De Brouwer
Título de la edición original:
Codependency: Powerloss Soulloss
© 1994, Whales’ Tales Press & Paulist Press, U.S.A.

Traducción: Francisco Campillo Ruiz

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los
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© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2000


Henao, 6 - 48009 BILBAO

www.edesclee.com
info@edesclee.com

Diseño de colección: Luis Alonso

Printed in Spain
ISBN: 84-330-1518-4
Depósito Legal:
Impresión: Publidisa, S.A. - Sevilla
Índice

Reconocimientos ................................................................................................. 19

Introducción......................................................................................................... 21

Antes de empezar: mensaje personal de la autora ........................................ 25

PRIMERA PARTE ............................................................................................... 29


La pérdida del alma: la desautorrealización personal............................ 31
Raíces familiares .................................................................................................... 35
Pregunta 1: No sé qué es eso de sentir poder dentro de mí... Necesito
entender por qué me avergüenzo tanto de mí mismo.......................... 35
Pregunta 2: ¿Qué quiere decir ‘basado en la vergüenza’? ..................... 36
Pregunta 3: ¿Qué es la ‘adicción a la vergüenza’?................................... 38
Pregunta 4: No entiendo qué es la ‘vergüenza’.... ¿Cómo funciona? ... 39
Pregunta 5: Mi familia no era así. No nos ridiculizábamos ni tenía-
mos reglas rígidas... ¿Soy una persona anclada en la vergüenza? ... 41
Pregunta 6: ¿Qué quieres decir con ‘internalizadas’? ............................. 42
Pregunta 7: Creo que toda mi vida he tenido miedo de que no me
quisieran..................................................................................................... 43
Pregunta 8: Vengo de una familia que creía que era bastante normal...
A pesar de ello, me parece que tengo todos los síntomas de la co-
dependencia .............................................................................................. 44
Pregunta 9: ¿Cómo podría reconocer los signos de la codependencia
larvada?...................................................................................................... 45
Pregunta 10: Mi marido se muestra sarcástico conmigo delante de los
niños... Me digo a mí misma que la próxima vez cambiará, pero
nunca lo hace............................................................................................. 47
C o d e p e n d e n c i a

Puntos clave........................................................................................................... 49
Pregunta 11: ¿Qué es un ‘punto clave’? .................................................... 49
La negación ............................................................................................................ 51
Pregunta 12: ¿Qué es la ‘negación’?........................................................... 51
Pregunta 13: ¿La negación es siempre contraproducente? .................... 52
A quién le afecta .................................................................................................... 55
Pregunta 14: ¿La codependencia es distinta en los hombres y en las
mujeres? ..................................................................................................... 55
Pregunta 15: ¿Cómo se manifiesta la codependencia en las relaciones
homosexuales? .......................................................................................... 56
Pregunta 16: ¿Puede darse la codependencia en las relaciones no se-
xuales entre personas del mismo sexo? ................................................ 57
Pregunta 17: No quiero que eso me pase a mí. ¿Qué indicios son los
que se supone que debo vigilar?............................................................ 58
Cómo nos afecta ..................................................................................................... 61
Pregunta 18: Oigo la voz de mi padre cada vez que fracaso en algo...
No creía que tuviera síntomas de codependencia. Pero ahora me
lo pregunto ................................................................................................ 61
Pregunta 19: ¿Qué quieres decir con “utilizar a mi padre como un ‘re-
ferente’”?.................................................................................................... 62
Pregunta 20: Mi padre lleva diez años en Alcohólicos Anónimos... No
ha cambiado...¿Es que Alcohólicos Anónimos no funciona?............. 64
Pregunta 21: Mi madre está enfadada conmigo otra vez. No quiere
hablarme. Esto ocurre muy a menudo.................................................. 65
Pregunta 22: En mi familia nadie se ocupa de sus propios asuntos...
¿De qué va todo esto, si se puede saber?.............................................. 68
Pregunta 23: Cuando iba al instituto, recuerdo que sacaba buenas
notas... Ahora me da miedo hacer cualquier cosa................................ 69
Pregunta 24: ¿Qué es un ‘doble vínculo’?................................................. 71
Pregunta 25: ¿Quieres decir que el doble vínculo de mi niñez sigue
actuando en el presente? ......................................................................... 73
Pregunta 26: ¿Qué tengo que hacer para salir de un doble vínculo? ... 74
Pregunta 27: ¿Cómo puedo hacer eso? No sé ni por dónde empezar . 75
Pregunta 28: No me siento conectado a mi familia en absoluto... ¿Qué
es lo que me pasa?.................................................................................... 78
Pregunta 29: Me siento muy vinculada a mi novio, aunque sé que no
me conviene............................................................................................... 80

8 MAIOR
Í n d i c e

Características de la codependencia....................................................................... 81
Pregunta 30: He oído que los codependientes se responsabilizan de
otras personas demasiado a menudo. Yo no soy así en absoluto...
¿Puedo ser codependiente a pesar de todo? ........................................ 81
Pregunta 31: Otra de las cosas que he oído acerca de los codependien-
tes es que nos dan miedo las figuras de autoridad... ¿A qué se debe
esto? ............................................................................................................ 82
Pregunta 32: Tengo la impresión de que me odio a mí mismo... ¿Todos
los codependientes tienen una baja autoestima?................................. 83
SEGUNDA PARTE.............................................................................................. 87
Procesos psicológicos. .................................................................................. 89
El niño interno ...................................................................................................... 91
Pregunta 33: ¿Cuáles serían algunos de los signos de la codependen-
cia, algunos de los síntomas de un niño interno maltratado?........... 91
Pregunta 34: Lo que no entiendo es por qué parezco un adulto, pero
me siento como un niño todo el tiempo ............................................... 92
Pregunta 35: No estoy segura de si estoy viviendo en los extremos...
¿Cómo podría reconocer cuándo estoy siendo codependiente? ....... 93
Pregunta 36: ¿Qué es el ‘niño interno’?..................................................... 94
Pregunta 37: Pero yo no me siento “divino” en absoluto. Me siento
herido y enfadado ¿Qué es lo que me pasa?........................................ 95
Los procesos ........................................................................................................... 97
Pregunta 38: Soy una profesional en el campo de la dependencia de
sustancias químicas. Hace poco impartí un seminario a otros pro-
fesionales. Fue una experiencia desastrosa para mí... ¿Puedes ex-
plicar lo que sucedió? .............................................................................. 97
Pregunta 39: ¿Qué entiendes por ‘humillación encubierta’? ................. 99
Pregunta 40: He dejado de ir a misa... Siento también como si hubiese
perdido el contacto con Dios ................................................................. 100
Pregunta 41: ¿Por qué busco siempre rodearme de personas negati-
vas que no hacen más que humillarme?............................................... 101
Pregunta 42: ¿Cómo puedo cambiar las pautas mnémicas inconscien-
tes que me impulsan a buscar y aceptar a personas y experiencias
negativas? .................................................................................................. 103
Pregunta 43: Nunca me había dado cuenta de hasta qué punto mi pa-
sado ha influido en mi vida actual. ¿Me pondré bien alguna vez? .... 104
Pregunta 44: Mis oscilaciones en mi estado de ánimo hacen que me
sienta como si viviese en el filo de una navaja... ¿Soy esquizofrénico? 105

MAIOR 9
C o d e p e n d e n c i a

Pregunta 45: ¿Qué quiere decir ‘reaccionar de una forma excesiva’? .. 107
Pregunta 46: De acuerdo, pero, ¿qué hago con los fuertes sentimien-
tos que me provocan ciertas cosas? ....................................................... 108
Pregunta 47: Me han dicho que suprimo mis emociones. ¿Eso es lo
mismo que reprimirlas?........................................................................... 109
Pregunta 48: ¿Cómo puedo saber si estoy suprimiendo mis sentimien-
tos? ¿No existe algo así como un autocontrol sano?........................... 110
Pregunta 49: ¿Por qué siento como si estuviera siendo castigado cada
vez que algo me va mal? ......................................................................... 111
Pregunta 50: ¿Qué quiere decir ‘carenciado emocionalmente’?............ 112
Pregunta 51: Además de tener problemas con mis sentimientos, tam-
bién me parece que enfermo físicamente con más facilidad que
otras personas ........................................................................................... 113
Pregunta 52: Desde que me he vuelto más asertiva y digo lo que sien-
to... me encuentro peor... ¿Qué me está pasando? .............................. 114
Pregunta 53: Ya no sé si quiero de verdad ni a mi marido, ni a mis
hijos, ni a mí misma... Me siento más como una prostituta que
como una esposa....................................................................................... 116
Pregunta 54: ¿Existe alguna relación entre la codependencia y los
“ataques de pánico”? ............................................................................... 118
Pregunta 55: ¿Qué es la ‘indefensión aprendida’? .................................. 119
Pregunta 56: ¿Puedes explicar lo que significa ‘pasivo-agresivo’? ....... 120
Pregunta 57: Mi amiga dice que proyecto mi rabia sobre ella. No sé
qué es lo que quiere decir con eso. ....................................................... 122
Pregunta 58: ¿Qué es el ‘concepto especular’? ........................................ 123

TERCERA PARTE ............................................................................................... 125


Adicciones...................................................................................................... 125
Adicciones personales y sociales: el ciclo adictivo................................................. 127
Pregunta 59: ¿Qué es el ‘ciclo adictivo’? ................................................... 128
Pregunta 60: Puedo entender que alguien sea alcohólico o drogadicto.
Pero ¿es cierto que se puede ser adicto a actividades normales
como correr o ver la televisión? ............................................................. 129
Pregunta 61: ¿Existe alguna relación entre la codependencia y el estar
físicamente en forma? .............................................................................. 129

10 MAIOR
Í n d i c e

Pregunta 62: Soy un alcohólico en recuperación... Mi mujer me dice


que mis hábitos de lectura nos están creando problemas... ¿Qué
tiene eso de malo? .................................................................................... 130
Pregunta 63: Veo que estoy ganando cada vez más peso. A veces como
aunque no tenga hambre. ¿Qué es lo que me pasa? ........................... 133
Pregunta 64: Creo que entiendo lo que quieres decir, pero no estoy
seguro. ¿Podrías decirme algo más sobre ese agujero dentro? ......... 134
Pregunta 65: ¿La codependencia afecta a nuestro pensamiento? Tengo
la impresión de que últimamente me desoriento con facilidad........ 135
Pregunta 66: ¿Qué es el ‘pensamiento rumiativo’? ................................. 136
Pregunta 67: Una forma de medir el éxito consiste... Creo que me preo-
cupo constantemente por las mismas cosas. ¿Puedes hablar sobre
las preocupaciones?.................................................................................. 138
Pregunta 68: Creo que soy adicta a contratar a gente a mi servicio que
me trate de una forma tan abusiva como lo hacía mi madre conmi-
go................................................................................................................. 140
Pregunta 69: Sé que soy una persona compulsiva. Gasto tanto que
siempre estoy bajo mínimos, en dinero y en espíritu ......................... 140
Pregunta 70: ¿Por qué soy tan perfeccionista? Me causa tantos proble-
mas... sin embargo no creo que pueda aceptar nada si es menos
que perfecto ............................................................................................... 141
Pregunta 71: La reacción de mi madre al alcoholismo de mi padre con-
sistió en deprimirse mucho... ¿No crees que podría haberle hecho
frente a la situación de otra manera? .................................................... 143
Las relaciones adictivas ......................................................................................... 145
Pregunta 72: Quiero a mi novio un montón y hago todo lo que está
en mi mano para hacerle feliz. Pero una gran parte de mí parece
estar como entumecida y... sin energías................................................ 145
Pregunta 73: Cuando mi novio me trata mal me deprimo. Pero tiene
un corazón de oro... ¿Qué podría hacer para que mostrase su lado
bueno más a menudo?............................................................................. 147
Pregunta 74: ¿Crees que la solución a la codependencia consiste en
deshacerse de la persona causante de la codependencia? ................. 148
Pregunta 75: No me atraen los alcohólicos. Entonces, ¿por qué mis
amigas piensan que soy codependiente en mis relaciones con los
hombres?.................................................................................................... 151

MAIOR 11
C o d e p e n d e n c i a

Pregunta 76: Da la impresión de que mi marido y yo nunca seremos


felices. Cada vez que alguno de los dos tiene algún éxito, el otro
no se alegra de ello................................................................................... 152
Pregunta 77: Mi padre... era una persona muy dominante y manipula-
dora... Mi marido... tiene la misma actitud y la misma personali-
dad... ¿lo elegí acaso debido a mi propia codependencia?................. 152
Las ayudas adictivas .............................................................................................. 155
Pregunta 78: ¿Cuál es la diferencia entre ‘codependencia’ y ‘compasión’? 155
Pregunta 79: A mí me gusta ayudar a la gente sin más... Mi hermano
me dice que deje de “salvarlo”... ¿Qué significa ‘salvar’? ................. 156
Pregunta 80: ¿Significa eso que no debo ayudar nunca a mi familia? . 157
Pregunta 81: Me resulta difícil separar mi propio dolor del de mi hija
de nueve años, por lo que se refiere a... sus relaciones con sus iguales 158
Pregunta 82: Tengo una hija de dieciocho años que está casada... Des-
de que se casó me lo cuenta todo... ¿Cómo podría separarme de
estas preocupaciones de ella? ................................................................. 158
Pregunta 83: Tengo la impresión de que vivo pendiente de las perso-
nas de mi familia que abusan del alcohol o de las drogas. ¿Cómo
puedo centrarme en mí mismo?............................................................. 160
Pregunta 84: ¿Llegan alguna vez los codependientes a “desprenderse”
de la necesidad... de arreglar a otras personas? .................................. 160
Pregunta 85: Hago todo lo que está en mi mano por complacer a mi
familia. Ellos lo son todo para mí. Estoy aislada en mi propia casa.
¿Cómo puedo escapar?.............................................................................. 161
Pregunta 86: Mi madre de ochenta y tres años vive con mi marido y
conmigo... Queremos llevarla a una residencia de ancianos... No
sabemos cómo decírselo .......................................................................... 162
Pregunta 87: Mi marido está furioso conmigo porque trabajo mucho
para nuestra parroquia... Dice que lo tengo abandonado... Pero...
no quiero ser una egoista ........................................................................ 163
Pregunta 88: Estoy haciendo grandes progresos en mi propia labor
de recuperación... Pero mi familia de origen está sufriendo tanto
que me siento mal por ellos .................................................................... 164
Pregunta 89: Mi vida es un caos total... Sin embargo... recuerdo que
tenía una relación muy estrecha con mi madre... Todavía la tengo,
aunque mis amigos dicen que se porta mal conmigo ........................ 165
Pregunta 90: Tengo problemas con los estados de ánimo de mi mujer.
Tan pronto como entra en la habitación, le miro a la cara y sé que
algo va mal...¿Qué relación tiene esto con la codependencia?.......... 166

12 MAIOR
Í n d i c e

CUARTA PARTE ................................................................................................. 169


Abuso sexual ................................................................................................. 171
Síntomas ................................................................................................................ 171
Pregunta 91: Sé lo que quieres decir cuando hablas de las ‘partes per-
didas’... ¿Puedes decirme cuáles son algunos de los síntomas del
abuso sexual? ............................................................................................ 171
Disociación............................................................................................................. 172
Pregunta 92: A veces siento casi como si estuviese fuera de mi propio
cuerpo... Me pregunto si estaré bajo los efectos de una experiencia
incestuosa................................................................................................... 172
Incesto .................................................................................................................... 174
Pregunta 93: Estoy en recuperación desde hace tres años. Desde el
último año de terapia me estoy enfrentando a cuestiones relaciona-
das con el incesto...................................................................................... 174

QUINTA PARTE.................................................................................................. 177


La vuelta del alma: la autorrealización personal a través de la recupe-
ración .......................................................................................................... 179
Dolor y duelo ......................................................................................................... 181
Pregunta 94: Acabo de perder a mi madre. ¿Qué pasos incluye el pro-
ceso de duelo normal? ............................................................................. 181
Pregunta 95: Cuando mi padre murió... no sentí ningún dolor... Al cabo
de dos años empecé a llorar... ¿Qué es lo que pasó? .......................... 183
Pregunta 96: No estoy seguro de que alguna vez pueda perdonar a
mis padres por la horrible niñez que me hicieron pasar. Eso no es
justo, ¿verdad? .......................................................................................... 184
Pregunta 97: Pero en el fondo me da miedo perdonar. ¿Y si perdono
y vuelve a ocurrir lo mismo?................................................................. 185
La recuperación...................................................................................................... 187
Pregunta 98: Supongo que durante treinta y tantos años siempre he
confiado en algún otro o en la opinión ajena para cualquier cosa
y para todo ................................................................................................ 187
Pregunta 99: Hablas de codependencia y recuperación. ¿Cómo puedo
recuperarme? ¿Cuáles son los pasos?.................................................... 188
Pregunta 100: ¿Qué es un ‘programa en doce pasos’?............................ 189
Pregunta 101: ¿Es posible recuperarse sin un programa en doce pasos? 190

MAIOR 13
C o d e p e n d e n c i a

Pregunta 102: Explica cómo funciona el programa en doce pasos en


el proceso de recuperación...................................................................... 190
Pregunta 103: ¿Realmente puedo llegar a alcanzar un equilibrio en
mi vida?...................................................................................................... 192
Pregunta 104: ¿Cómo puedo recuperarme de la codependencia sin
tener que dejar a todos mis amigos y a mi familia? ........................... 193
Pregunta 105: ¿Por qué no puedo salir de una relación que sé que no
me conviene? Me voy y a los cuatro días el dolor me hace volver a
las mismas de nuevo................................................................................ 194
Pregunta 106: Tengo un problema con una ruptura sentimental re-
ciente... ¿Cómo... puedo dejar de seguir aferrada a algo que proba-
blemente se ha ido para siempre?.......................................................... 195
Pregunta 107: Después de cuatro años del divorcio, me veo que sigo
siendo tan codependiente de mi ex marido como lo era cuando es-
tábamos casados... ¿Cómo puedo parar esto? ..................................... 196
Pregunta 108: ¿Cómo podría decirle claramente lo que siento a al-
guien que no está aquí físicamente?...................................................... 197
Pregunta 109: Parece como si no tuviera espacio para mí, quienquiera
que yo sea, dentro de mí mismo. En el fondo no sé quién soy yo ... 198
Pregunta 110: ¿Cómo podría lograr sacarme de la cabeza la voz de
mi padre?... Quiero ser capaz de escuchar sólo mi propia voz......... 200
Pregunta 111: Una vez que haya encontrado a mi propio niño interno,
¿cómo puedo cuidar de él? ..................................................................... 201
Pregunta 112: ¿Qué es un ‘hogar sano’?.................................................... 201
Pregunta 113: ¿Qué entiendes por un ‘lugar seguro’? Nunca he sabido
lo que es la seguridad en toda mi vida ................................................. 203
Pregunta 114: Estoy recuperándome del alcohol... Mi marido se sumó
a mí... Ha tenido tropiezos... ¿Qué podría hacer para no entrometer-
me sin dejar de cuidar de él? .................................................................. 204
Pregunta 115: Alcohólicos Anónimos me dice que me despegue con
amor. No sé qué quiere decir eso. ¿Qué es el ‘desapego’?................. 204
Pregunta 116: No entiendo qué quiere decir ‘desprenderse’. ¿Despren-
derse de qué?............................................................................................. 205
Pregunta 117: Dado que he sido un codependiente la mayor parte de
mi vida... ¿Cómo puedo saber cuándo una relación es sana y cuándo
no lo es?...................................................................................................... 207
Pregunta 118: ¿Se puede llegar a ser completamente independiente?...
¿Cómo hay que actuar cuando estamos comprometidos en una re-
lación seria? ............................................................................................... 208

14 MAIOR
Í n d i c e

Pregunta 119: Antes hablaste del pensamiento rumiativo. ¿Existe al-


guna recuperación para este tipo de problema?.................................. 209
Pregunta 120: ¿Cuál es el estado normal una vez que hemos logrado
superar la codependencia?...................................................................... 210
Pregunta 121: ¿Cómo es que estoy en recuperación y todavía me sien-
to mal? ........................................................................................................ 211
Pregunta 122: ¿Cuánto se tarda en recuperarse totalmente de la code-
pendencia? ................................................................................................. 214
Pregunta 123: ¿Qué es un ‘ataque de codependencia’? .......................... 215

Antes de terminar: mensaje personal de la autora ........................................ 219


Apéndice A: Definiciones de codependencia ................................................. 225
Apéndice B: Síntomas-sentimientos de pérdida del alma............................ 227
Apéndice C: Características de la codependencia sumisa ........................... 229
Apéndice D: Características de la codependencia controladora ................. 231
Apéndice E: Afirmaciones positivas ................................................................ 233
Apéndice F: Adónde acudir para más información ...................................... 235

MAIOR 15
Dedico este libro a
Mi madre — su madre — su madre...
Mi padre — su padre — su padre...
Mis hermanos Tony, Hob, June...
y las generaciones sucesivas...

A mi marido Don...
y a nuestros hijos
Michael, Cyndi y Steven...
y a las generaciones sucesivas...
Reconocimientos

Me ha llevado mucho tiempo escribir este libro. A través de él he logrado


encontrar y expresar la voz de mi propia alma. Durante el trayecto ha habi-
do otras voces que no han dejado de estimular y apoyar mis esfuerzos. Con
mi más sentida gratitud, mi agradecimiento corresponde a:
La Doctora Kathleen Whalen FitzGerald, cuyos sabios consejos, además
de su apoyo cariñoso y permanente, me proporcionaron la confianza que
necesitaba para concretar mi experiencia profesional y personal. De no haber
sido por ella, este libro no habría visto la luz.
Dick Sparks y Don Brophy, de “Ediciones Paulinas”, cuya paciente y com-
pasiva comprensión no permitió que mi creatividad me abandonase. Les
estoy eternamente agradecida.
Mis amigos, pacientes y estudiantes, que me ofrecieron su experiencia y
me abrieron sus corazones.
Mis lectores y críticos, Gail D., Janet M., Jim H., Julie B., Kathy S., Mary
Ann C., Terry M. y Sara H., además de un lector anónimo, todos los cuales
hicieron que este libro me pareciera una realidad, y no cesaron de apoyarme
en mis momentos de desaliento con el proceso de corrección.
Chris Harnesk, mi diseñador, cuya imparable y afectuosa energía me
mantuvo absorta en la tarea.
La hermana Kathleen O´Connell, mi editora, cuya competencia y amabili-
dad me permitieron redactar las últimas páginas dentro de una paz relativa.

MAIOR 19
Introducción

La codependencia es una idea que está de moda, una afección de nuestro


tiempo. Se ha llegado a popularizar y a generalizar hasta el punto de con-
vertirse en un término casi sin sentido.
Ahora bien, un concepto dentro de cuyo espectro ha quedado encerrada,
encapsulada y solidificada la experiencia de tantos seres humanos, merece
ser estudiado e incorporado a nuestra herencia literaria, además de registra-
do como parte integrante de la experiencia humana. Esto es lo que trata de
hacer este libro.
La psicología y los términos psicológicos se han venido aceptando cada
vez más ampliamente, pero la codependencia es más que un término y un
proceso psicológicos. Los conceptos relacionados con la codependencia tie-
nen que ver con la profunda necesidad de transcendencia y con la necesidad
de establecer unas relaciones y unos límites más profundos, más nítidos y
mejor definidos con Dios, con los demás y con nosotros mismos1.
Al definir la codependencia, no podemos perder de vista que se trata de
un concepto multifacético y de largo alcance. Cuestiones tales como la sepa-
ración y el apego son fundamentales en cualquier definición de codependen-
cia. El modo como enseñamos a nuestros hijos a separarse del grupo, es decir,
a individuarse, empezando por la propia familia, supone permitirles pensar
por sí mismos y tomar decisiones eficaces en un mundo ávido de líderes
1. Al margen de las evidentes connotaciones espirituales, la autora utiliza frecuentemente
los términos “Dios” y “alma” desde una religiosidad abierta. Así, se referirá a menudo a Dios
«tal y como cada uno de nosotros Lo entendamos», consciente de que la relación con Él es
«muy personal, muy subjetiva y exclusivamente entre los dos», si bien subrayando que cons-
tituye un poder más fuerte que el nuestro, incompatible con la creencia primitiva en la propia
omnipotencia. Y hablará del alma como de «la esencia más profunda de nosotros mismos», lo
que incluye, ante todo, la parte moral y emocional del psiquismo, por oposición a la mera-
mente intelectual, en la línea de las expresiones coloquiales en las que afirmamos que algo
“nos salió del alma” o “nos llegó al alma” (N. del T.).

MAIOR 21
C o d e p e n d e n c i a

innovadores y competentes. El modo como les enseñamos a relacionarse con


los demás supone ayudarles a sentirse a salvo y seguros dentro de sí mismos,
en un mundo en el que la gente se siente en peligro e insegura. Los niños que
se hacen adultos sintiéndose física, emocional o espiritualmente inseguros,
desprotegidos o desnutridos, no pueden devolver a cambio a la sociedad un
alimento que no han recibido. Sólo cuando las personas se sienten relaciona-
das con su sociedad, además de parte integrante y un elemento vital de la
misma, pueden participar plenamente en las tareas de dicha sociedad.
La codependencia constituye un fracaso social a gran escala en la tarea de
enseñar a los niños el desarrollo de sí mismos y la autorrealización personal2
que ello conlleva, con el fin de que dirijan sus vidas con sentido. Las perso-
nas que desarrollan un poder interior tienen la capacidad de aventurar cam-
bios y de influir en sus propias vidas, así como en las vidas de los demás. Al
quitarles a nuestros hijos el poder que les es propio, les robamos una fuerza
vital esencial. Les robamos, en consecuencia, el mundo de su alma.
Si nos quedamos sin alma, perdemos nuestro poder y nos transformamos
en muertos vivientes. El poder es una fuerza dinámica y vivificante dentro de
nosotros, responsable de nuestra vitalidad. El poder suministra la energía
que impulsa a nuestra alma en el mundo. El poder del alma se transforma en
un poder personal cuando genera energía al servicio de la vitalidad3. El mal
uso y el abuso del poder en las familias y en los individuos conduce a la
desautorrealización personal. En este libro hemos traducido esta serie de
ideas en términos de aspectos prácticos del dilema de la codependencia.
La codependencia afecta a las personas en todos los aspectos de sus vidas:
trabajo, relaciones, matrimonio, hijos... La codependencia es el resultado final
de una sociedad adquisitiva en la que más significa «mejor y más rápido»
constituye la norma y nada es nunca suficiente.
La codependencia, bajo su forma extrema, se manifiesta en lo que llama-
mos adicción. Utilizamos nuestras adicciones para pretender que no tenemos
elección y que, por tanto, no somos responsables de nuestras propias vidas.
Utilizamos nuestras adicciones para distanciarnos social y emocionalmente
2. “Autorrealización” y “desautorrealización” personales son las traducciones correspon-
dientes de los términos ingleses empowerment y disempowerment. El Diccionario Webster define
el primero de ellos como «el acto de promover la autorrealización» (lo que se ha venido apli-
cando tradicionalmente en sociología sobre todo a los movimientos de liberación de la mujer),
mientras que el segundo debe entenderse como su contrario (N. del T.).
3. El “poder” entendido de este modo, no es sino un sinónimo de la energía y la vitalidad
emocionales al servicio de la autorrealización personal y de un vivir una vida con sentido. La
insistencia en estos conceptos deriva del título de la edición original, Codependencia. La pér-
dida del poder y del alma (N. del T.).

22 MAIOR
I n t r o d u c c i ó n

de los demás y de nosotros mismos y en última instancia de Dios. La code-


pendencia es el fundamento de toda adicción y la adicción fundamental a
todo, una suerte de desautorrealización personal que conduce finalmente a la
alienación respecto de todo lo que da sentido a la vida.
La educación constituye el primer paso hacia el autoconocimiento, la auto-
dirección y la autorrealización personal. Cuando dejemos de estar alienados,
nuestras almas volverán a nosotros. Este libro trata de responder a algunas de
las muchas preguntas que se les plantean a personas que andan buscando sus
propias almas, su propia verdad, y que están dispuestas a descubrir nuevos
caminos. Todas las preguntas que figuran en este libro son preguntas reales
formuladas por personas reales, como tú. El material básico procede de dos
fuentes. Una de ellas consiste en los dos años de seminarios sobre cuestiones
relacionadas con la codependencia, que fueron patrocinados por el Instituto
para la Recuperación de Deerfield, en Illinois (Estados Unidos). Cerca de dos
mil personas han participado en estos seminarios.
Una segunda fuente del material se basa en mi propia experiencia duran-
te los últimos ocho años. Como psicóloga en ejercicio he tenido ocasión de
ver alrededor de unas mil personas que presentaban un comportamiento
codependiente o que vivían un estilo de vida codependiente. Son gente de
toda condición y abarca todos los estratos sociales. Algunos proceden de
familias de alcohólicos. Otros no. Pero todos son codependientes que sufren
y todos son niños perdidos que necesitan consuelo. Todos quieren enfrentar-
se a la vida de una forma menos estresante, más libre y más sana.
Espero, lector, que te unas a mí y a otras innumerables personas en el
camino hacia el descubrimiento de la libertad, la esperanza y el poder.

«El verdadero viaje hacia el descubrimiento consiste no tanto en buscar nuevos


paisajes, cuanto en tener otros ojos»
–Marcel Proust

* Una observación acerca del estilo. A lo largo del libro nos referiremos a los codependien-
tes indistintamente como “ella” o “él”. La codependencia no conoce géneros.

MAIOR 23
Antes de empezar
Mensaje personal de la autora

¿Has notado que cada vez que te compras un libro el estómago empieza a
darte vueltas y se te forma un nudo en la garganta? Empiezas a emocionarte
cada vez más a medida que devoras ávidamente los contenidos de tu nueva
adquisición.
En lo más profundo de tu mente, sabes que en él encontrarás la respuesta.
Yo me he pasado toda la vida buscando la respuesta hasta que me di cuenta
de que no hay una sola respuesta. Antes bien, hay varias. Te ofrezco algunas
de ellas para abrirte el apetito. Son solamente mis respuestas. Tú tienes tu
propia verdad. Espero que este libro te ayude a encontrar tu verdad.
Este libro es tuyo. Puedes hacer con él lo que quieras. Te invito a que tomes
posesión de él. Escribe tu nombre –pon tu nombre en él por todas partes– para
celebrarlo. Una forma de hacer este libro plenamente tuyo consiste en llevar un
“diario” personal. Si existe una técnica terapéutica sencilla que ha demostrado
ser útil una y otra vez, ésta es sin duda la de hacer registros diarios.
Hay muchas y buenas guías para ello, pero te sugiero una forma de empe-
zar. Cómprate una buena agenda: un libro de páginas en blanco que sea de tu
agrado, del color y del tamaño adecuados y del papel que más te guste. Utiliza
el texto del libro como punto de partida y escribe en la agenda tus pensa-
mientos, reflexiones, sentimientos, dibujos, garabatos4 y cualquier otra cosa
que se te ocurra. Llévalos contigo adonde quiera que vayas. Escribir la verdad
es sumamente curativo. Llévate el libro y tus registros diarios a tus sesiones
de psicoterapia; pasa algún tiempo a solas en tu habitación con ellos; llévate-
los al parque cuando quieras estar un rato en paz; y reflexiona sobre ellos en
tus momentos de tranquilidad.

4. El primero en utilizar el “juego de los garabatos” como una modalidad de comunicación


e incluso como una técnica proyectiva fue D. W. WINNICOTT (véase su libro Clínica
Psicoanalítica Infantil en Editorial Paidós, de Buenos Aires) (N. del T.).

MAIOR 25
C o d e p e n d e n c i a

Te animo a que explores las ideas que figuran en él. Te invito a que expe-
rimentes con distintos medios de comunicación: lenguaje, dibujo, pintura,
colores, utiliza fotografías, esculpe con arcilla, escucha música, estira el cuer-
po, baila a tu manera en relación con el material del libro. De principio a fin,
te invito a que amplíes tu repertorio de experiencias, a que te abras a nuevas
ideas, a que respondas con firmeza, a que te formes tus propias opiniones, a
que compruebes la temperatura del agua, a que sientas tus pies en contacto
con un nuevo suelo. Deja que el niño creativo, espontáneo, natural, que lle-
vas dentro de ti salga afuera a jugar. Acepta la pura realidad que está próxi-
ma a llegar.
Hablando de jugar, he observado que ninguna de las muchas preguntas
que hizo la gente incluye la idea de juego. Si bien es cierto que hay codepen-
dientes que saben jugar de verdad, la mayoría nos limitamos a considerarlo
una actividad impropia de adultos. Solemos considerar el juego como una
cosa de niños, una actividad que se hace porque sí, sin ningún propósito
específico. Parece algo bueno, sin más. Me gustaría que pensaras también en
el juego como una forma de explorar y de experimentar. En el juego como
una actitud, una orientación, como una apertura de la mente y del corazón5.
Los escritos sobre la codependencia ponen mucho énfasis en el dolor, las
heridas y los conflictos. Da la impresión de que dejamos poco espacio para
los sentimientos positivos de goce, placer, libertad, deleite, entusiasmo y
emoción. Te invito a que experimentes tus pensamientos, sentimientos y
acciones en toda su extensión. El espectro entero de tu vida. La plenitud de
tu propia alma original.
Después de cada pregunta, encontrarás un espacio para que lleves a cabo
tus propias aplicaciones personales del material. He incluido algunas pregun-
tas para ti, pero no estás obligado a utilizarlas. Algunas preguntas no inclui-
rán ninguna pregunta adicional por mi parte. Siéntete absolutamente libre de
utilizar, de cambiar o de desechar a voluntad estas preguntas adicionales.
Puede que haya preguntas adicionales que te parezca que no tienen nin-
gún sentido para ti en este momento. Tal vez su pertinencia se haga patente
más adelante. Es una buena idea olvidarse de un libro –de cualquier libro–
durante un período de tres a seis meses, o incluso de un año. Cuando lo vuel-
vas a leer, te resultarán evidentes cosas en las que no habías reparado ante-
riormente.

5. También fue D. W. Winnicott el pionero de esta concepción del “juego” como actividad
creadora y de búsqueda de la persona (véase su libro Realidad y Juego en Editorial Gedisa, de
Barcelona) (N. del T.).

26 MAIOR
A n t e s d e e m p e z a r

Puede que encuentres también algunas “cuestiones candentes”. Observa


en qué parte del libro no puedes seguir leyendo y necesitas dejarlo. Estas
cuestiones candentes son importantes para tu crecimiento. Lleva un registro
de ellas a medida que haces tuyo este libro. Diviértete con él. Digiérelo.
No prestes ninguna atención a las voces dentro de tu cabeza que te digan:
«¿Y tú qué sabes? ¿Acaso eres un experto?». El único experto que cuenta eres
tú. Si oyes: «No escribas en los libros», no escuches. Lo cierto es que a los que
escribimos nos encanta la interacción con los lectores.
No hay prisa. Tienes todo el tiempo que necesites. A veces puede que
necesites volver a leer una sección. Coloca un clip en la parte superior de la
página o un trozo de papel en el lugar que elijas. Tienes mi permiso para
mostrarte en desacuerdo y para formarte tus propias opiniones. Olvida todas
las viejas reglas que aprendiste respecto de no cometer errores. Aprender
supone estar dispuesto a equivocarse. Inventa tus propias reglas a medida
que avances. A fin de cuentas, alguien tuvo que inventar las reglas origina-
les. ¿Y quién dice que no podemos cambiarlas? De vez en cuando me dirigi-
ré a ti en un estilo narrativo. Reconocerás mi voz por mi firma D, como al
final de este párrafo. Me gustaría oír tu voz también, así que escríbeme per-
sonalmente con tus preguntas, respuestas comentarios; de la forma que quie-
ras. Responderé a tus comunicaciones. La información sobre cómo ponerse
en contacto conmigo está en la página 236.

MAIOR 27
Primera parte
La pérdida del alma:
la desautorrealización personal

Raíces familiares
Puntos clave
La negación
A quién le afecta
Cómo nos afecta
Características de la codependencia
La pérdida del alma:
la desautorrealización personal

Te invito a que me acompañes en nuestro viaje a la autorrealización y la


libertad. Cierra tus ojos internos e imagina que estamos sentados, en compa-
ñía de un pequeño grupo formado por otros viajeros. Recorro nuestro círcu-
lo con la mirada y te doy la bienvenida a las páginas de nuestra clase. Juntos
habremos de explorar el continente, oscuro y desconocido, de la codepen-
dencia.
Dudas, pero también sientes curiosidad. De alguna manera intuyes que lo
que estás a punto de empezar te conducirá a una mayor libertad.
Eso esperas... pero no tienes la certeza. Tu avidez está teñida de ansiedad.
La avidez y la ansiedad irán juntas a lo largo del viaje allí donde tu alma te
aguarda. Es un lugar en lo profundo de tu ser cognosciente. Es el lugar donde
reside tu poder... que habita en tu alma y alienta tu vida.
Dedica unos momentos a respirar hondo unas cuantas veces. Sujeta
suavemente un lápiz en tu mano dominante. Cierra los ojos y piensa en la
palabra:

PODER

Poco después, abre los ojos y escribe tantas palabras, frases y oraciones
como te vengan a la mente cuando piensas en la palabra “poder”.
Algunas de las mías son:
poder sobre habilidad grandeza
influencia capacidad autoridad
dominar agresividad control
ordenar potente energía
permitir dinámico

MAIOR 31
C o d e p e n d e n c i a

Cuando hayas terminado, observa qué es lo que asocias con el poder.


¿Qué te dice acerca de ti mismo?
La autorrealización personal es el resultado de estar internamente lleno de
poder. Estar lleno de poder significa no tanto tener “poder sobre” otro, sino
estar lleno de energía. Detentar la autoridad sobre el poder que nos es propio
genera una aptitud o una capacidad para actuar eficazmente e influir activa-
mente en nuestro mundo. Ralph Waldo Emerson escribió: «El poder que resi-
de en el individuo no es en rigor novedoso, y nadie, salvo él mismo, sabe qué
es lo que es capaz de hacer, ni tan siquiera él mismo lo sabe hasta que no lo
haya intentado».
La codependencia parece transmitirse por el aire como un virus, o pasar
de unas personas a otras a través de una especie de ósmosis psicológica. Tal
vez podamos también transmitir de unos a otros nuestra propia autorreali-
zación personal. Si bastantes de nosotros recobrásemos el poder que nos es
propio, la sociedad cambiaría a mejor. «Como le vaya al individuo, así le irá
a la nación» (Roosevelt).
La codependencia es una condición en la que la pérdida del poder condu-
ce a la consiguiente alienación de nosotros mismos, de los demás y, en última
instancia, de Dios. Nos desconectamos de nuestra propia experiencia y de
nuestro propio conocimiento interior. Nos sentimos atrapados, pegados,
encadenados a nuestra indefensión. Nos limitamos a desempeñar el papel de
víctimas.
La desconexión a la que me refiero tiene lugar primeramente en nuestra
niñez, dentro del crisol de la familia. Una advertencia a este respecto: No se
trata en modo alguno de culpar, sino tan sólo de comprender a las familias de origen
de las que hablaremos aquí 6. La familia es el contexto del cual procedemos.
Las personas reales que resultaron ser nuestros padres, hermanos y demás
parientes se limitaron a obrar de acuerdo con lo que ellos mismos habían
aprendido.
Cuando hablamos de los padres, hermanos y demás parientes nos referi-
mos al significado simbólico que revisten para el niño en desarrollo. Lo que
entendemos por “recursos” dentro de una familia son cosas tales como: amor,
atención, dinero, comida, tiempo, espacio y energía. Dentro de un sistema
familiar, los adultos poseen el poder de distribuir estos recursos entre los

6. No obstante, como se verá a lo largo de todo el material, el acento está puesto en las
fallas traumáticas, las frustraciones graves y los fracasos pasados por parte de las personas sig-
nificativas de la niñez, lo que habría producido una detención en el desarrollo. El principal
representante de este enfoque es H. Kohut, que no ha dejado de ser contestado por otros auto-
res a cuya cabeza se situaría O. Kernberg (N. del T.).

32 MAIOR
L a p é r d i d a d e l a l m a

niños. Quienes tienen los recursos, tienen el poder: el poder de dar o retener
lo que el niño necesita. El modo como se distribuye el poder dentro de una
familia determina en gran medida su salud. En algunas familias los recursos
son dispensados con sumo cuidado e incluso “racionados” siguiendo las
líneas de un plan más general del que nadie es plenamente consciente. El
modo en que se usa, se hace un mal uso o se abusa del poder genera auto-
rrealización o desautorrealización personal. Cada uno de nosotros procede-
mos de familias diferentes, pero existe toda una serie de hilos comunes entre
ellas. Estos hilos comunes se entretejen en la fábrica a la que llamamos “code-
pendencia”.

MAIOR 33
Raíces familiares

PREGUNTA UNO

No sé qué es eso de sentir poder dentro de mí. Sé muy bien lo que es la


indefensión. También sé lo que es sentirse pequeño y despreciable. Pero
necesito entender por qué me avergüenzo tanto de mí mismo. Me siento
así en todo lo que hago.

Puede que procedas de un ambiente familiar nocivo en el que te quitaron


el poder a trozos, sucesivamente. A medida que te iban quitando el poder, tu
alma perdía también un trozo cada vez. Los hogares nocivos se suelen carac-
terizar por un mal uso y un abuso del poder. Ello tiene su origen en una per-
sona dominante que siempre tiene razón y una persona sumisa que siempre
está equivocada, junto con la circunstancia de que existen pocos adultos alre-
dedor a los que el niño pueda imitar.
En este tipo de familias la gente se sirve del ridículo como un medio de
control social. Sus miembros se ríen de los demás, y en especial de quienes
son diferentes o tienen problemas.
En un principio el niño cree que su familia tiene un gran sentido del
humor. Al parecer, los demás están equivocados y su familia está en lo cier-
to. Ahora bien, pronto advierte que su familia también se ríe de él cada vez
que se siente herido. Empieza a agachar la cabeza y no suele mirar a la gente
a los ojos. Sigue con la sonrisa en los labios, al margen de cómo se sienta. Está
aprendiendo la vergüenza. Está perdiendo su alma.
La mentalidad nosotros-ellos habla alto y claro: «Si quieres pertenecer a
nuestra familia, entonces debes hacer lo que pensamos que es correcto.
Sabemos lo que es correcto y los que no son de los nuestros están todos equi-
vocados».

MAIOR 35
C o d e p e n d e n c i a

Visto desde esta perspectiva la gente sólo puede ganar o perder. Los gana-
dores se pavonean triunfantes; los perdedores lloran avergonzados. El
mundo más allá de la familia es un lugar peligroso y engañoso. Debemos
permanecer dentro de la órbita de protección de nuestro mundo familiar. Los
padres suelen decir cosas como: «No encontrarás a nadie que te apoye como
nosotros, tienes que estar de nuestro lado o de lo contrario...».
Esta modalidad de control social mantiene atados y amordazados eficaz-
mente a los miembros de la familia, conserva el status quo y no admite nin-
gún cambio. ¡Bien por los de arriba! A la cabeza de este tipo de familias suele
encontrarse un “gran dictador”, que es quien establece el conjunto de reglas
rígidas. Reglas que a su vez son ratificadas por el “potestativo principal”, de
ordinario la esposa. Los hijos aprenden desde muy pronto que ¡nadie debe con-
trariar al Rey! Este es un sistema familiar basado en la vergüenza.

Piensa en...

¿Quién era el Rey en tu familia?

¿Quién hacía de esta persona el Rey?

¿Cuáles eran dos de los mensajes, procedentes de tu familia, que expresaban la men-
talidad nosotros-ellos?

PREGUNTA DOS

¿Qué quiere decir ‘basado en la vergüenza’?

Los niños acaban por familiarizarse con el sentimiento de vergüenza, aun-


que al principio no sean capaces de etiquetarlo o de darle ese nombre.
Pueden tener sentimientos de inutilidad, de vacío en la boca del estómago
o de empequeñecimiento. Pueden sentirse como un caracol o una babosa, o

36 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

como si se encogiesen y mirasen a los demás desde un plano inferior. Pueden


tener terror a exponerse y experimentar un sentimiento de vulnerabilidad
extrema, cual si fuesen desnudos por la calle.
Este sentimiento, generado en la niñez, se asienta en lo más profundo de
nosotros. Es el sentimiento que más nos aterra y haremos todo lo que esté en
nuestra mano para protegernos de él y evitarlo.
Inconscientemente, y ya de adultos, cuando las personas ancladas en la
vergüenza tienen experiencias positivas y que pueden confirmarles su pro-
pio valor, no son capaces de reconocerlas como tales. No existen asociaciones
o “asideros” con los que poder relacionar estos sentimientos positivos. De
modo que siguen buscando.
También hacen cosas que saben que son contraproducentes como, de
niños, coger dinero del bolso de mamá; de mayores, tomar drogas o tal vez
mentir para no desvelar su verdadero ser. Así es como provocan ellos mismos
la vergüenza.
Nadie haría algo así conscientemente. La vergüenza es un sentimiento tan
profundo, tan familiar y constante que acaba por transformarse en una suerte
de adicción. La vergüenza genera mariposas en el estómago, opresiones en el
pecho y nudos en la garganta. Las personas ancladas en la vergüenza ansían y
buscan estas sensaciones y no son capaces de reconocer los sentimientos posi-
tivos de valor personal que también se dan. De modo que siguen arrastrándo-
se, sin saber que se arrastran o suplican. Y el alma empieza a cerrar los ojos.

Piensa en...

¿Cómo te mantienes a ti mismo avergonzado?

¿Cuándo empezó tu alma a cerrar los ojos por primera vez?

¿Qué ocurrió?

¿Qué edad tenías?

MAIOR 37
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA TRES

¿Qué es la ‘adicción a la vergüenza’?

La adicción a la vergüenza se produce de una forma gradual. Gastar más


de la cuenta para rodearnos de cosas hermosas que no dan placer puede aca-
bar en vergüenza. Cuando vencen las facturas y nos encontramos con una
montaña de deudas, sentimos vergüenza. Aunque nos sentíamos muy bien
cuando llenábamos los carros de la compra, nuestra incapacidad de contro-
lar nuestros gastos activa nuestra vergüenza. La conducta del bebedor es el
ejemplo más claro de este proceso. Se trata de un ciclo. Empezamos por tener
miedo. El miedo nos lleva a agradar a los demás. Agradar a los demás pro-
voca rabia. La rabia se traduce en rebeldía y agresividad. Cuando nos pone-
mos agresivos, nos sentimos culpables. Cuando nos sentimos culpables,
ensalzamos a los demás o nos degradamos a nosotros mismos. Siempre tiene
que haber un ganador y un perdedor.
Cada vez que hacemos esto, nuestra vergüenza nuclear básica se activa.
Estamos tan familiarizados con los sentimientos asociados a la vergüenza
que éstos se activan con una facilidad extraordinaria. Pero la vergüenza sigue
una espiral descendente hasta que acabamos por sentirnos fatal, entonces es
cuando toma el relevo la adicción. En el caso de la adicción al alcohol, nos
sentimos tan atemorizados y avergonzados que bebemos... nos avergonza-
mos por el hecho de beber... y el ciclo comienza de nuevo.

Piensa en...

Recuerda un incidente en el que el miedo te llevó a agradar a los demás.

¿Recorriste el ciclo completo en esa ocasión?

¿Qué ocurrió?

¿Sentiste rabia?

38 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

¿Reconociste la rabia?

¿Expresaste la rabia?

¿Cómo?

PREGUNTA CUATRO

No entiendo qué es la ‘vergüenza’. ¿Es lo mismo que la culpa? ¿Cómo fun-


ciona?

La vergüenza ocuparía un estrato inferior a la culpa. La vergüenza está


relacionada con sentimientos de inutilidad, mientras que la culpa está relacio-
nada con la conducta. La vergüenza y la culpa están relacionadas a través del
miedo.
La vergüenza y el miedo son emociones humanas biológicas, fundamen-
tales. La culpa es una capa añadida de mandatos sociales (reglas y leyes). La
vergüenza y el miedo no se enseñan: aparecen cada vez que nos sentimos
amenazados, emocional o físicamente. Por su parte, la culpa surge como
resultado de romper las normas que nos han enseñado que son las correctas.
Funciona de un modo similar a esto:
Una persona empieza por tener miedo, junto con vergüenza subyacente.
Para ocultar el miedo, empieza a desplegar una conducta complaciente para
con los demás. Cuando la conducta complaciente no consigue eliminar el
miedo, entonces se pone furioso: «No hay forma de complacerte, haga lo que
haga, nunca es lo bastante bueno para ti». La rabia genera provocación, agre-
sividad y rebeldía. Esto a su vez genera culpa: «No debería enfadarme tanto.
Eso no está bien». El hecho de enfadarse rompe una de las normas.
Su conflicto interior le conduce finalmente a decirse a sí mismo, con razón:
«¿Por qué debería de sentirme culpable?» A esta declaración de rabia le sigue
nuevamente el miedo: «Haga lo que haga, voy a meterme en problemas». Y
después: «Debo de ser un canalla por sentir lo que siento. A nadie más que a
mí se le ocurriría sentir algo semejante...» «¿Por qué me enfadé tanto? ¡Dios

MAIOR 39
C o d e p e n d e n c i a

mío, tengo que superarlo como sea!» Estas son declaraciones que provocan
que se avergüence de sí mismo. Toda esta serie de sentimientos y de pensa-
mientos desemboca en su vergüenza nuclear básica. Puede probar a com-
portarse de otra manera para ocultar la vergüenza, pero una vez que la ver-
güenza nuclear se ha activado, seguirá siempre una espiral descendente.

Rabia

Rebeldía, Sigue
Provocación Asustado

Conducta
Culpa
Complaciente

Empieza aquí
Más Rabia con Miedo

Miedo

Vergüenza

Vergüenza/Culpabilización
Ganador/Perdedor
Activación de la(s)
Adicción(es)
Conducta Generadora de
Vergüenza
Más Conducta Generadora de
etc. Vergüenza para Ocultar
etc.
etc.
etc.
etc.

40 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

PREGUNTA CINCO

Mi familia no era así. No nos ridiculizábamos ni teníamos reglas rígidas.


Pero siempre había alguien pegando gritos. Y ahora tengo la impresión de
que no soy capaz de llevar una vida normal sin que el miedo me esté ace-
chando a cada paso. ¿Soy una persona anclada en la vergüenza?

No, ese no parece tu caso. Puede que procedas de una familia basada en
la rabia, lo que supone otra forma de desautorrealización personal. En estas
familias, la gente está furiosa o asustada. Rasca la superficie de una persona
enfadada y encontrarás miedo. En este tipo de sistema familiar los senti-
mientos no se expresan. Antes bien, se los comprime en el fondo del propio
interior. Sus miembros no son conscientes de sus sentimientos.
Cuando no somos conscientes de nuestros sentimientos, los exterioriza-
mos impulsivamente para aliviar la tensión y el dolor. Cuando la gente tiene
miedo, exterioriza enfado. Por ejemplo: Juana establece unas normas poco
realistas e innecesariamente severas para asegurarse de que su hija de dieci-
siete años, por lo demás muy bien educada, se recoja temprano. Si la adoles-
cente vuelve a casa aunque sólo sea diez minutos tarde, Juana grita y chilla,
y castiga a su hija a no salir durante tres semanas. Juana está exteriorizando
su propio miedo: A) a no ser una buena madre, B) a que su hija se descon-
trole, o C) a que se aprovechen de ella si no es absolutamente consecuente.
En las familias basadas en la rabia, los mensajes no expresados dicen algo
así como: «La única emoción aceptable es el miedo, siempre que lo manten-
gas en secreto. La única emoción cuya exteriorización es aceptable es el enfa-
do, con tal de dominar a los demás. No se te ocurra nunca exteriorizar el
miedo. Es un signo de debilidad».
Este mal uso del poder emocional dentro de una familia no hace sino debi-
litar al niño y acaba por dar lugar a que todas las reacciones emocionales sean
internalizadas.

Piensa en...

Recuerda la última vez que te mostraste enfadado.

¿De qué tenías miedo, en el fondo?

MAIOR 41
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA SEIS

¿Qué quieres decir con ‘internalizadas’?

Las emociones que no expresamos y que a menudo desconocemos las


llevamos con nosotros a través de un proceso llamado internalización.
Cuando internalizamos algo, lo llevamos dentro y lo hacemos nuestro.
Internalizamos sobre todo el ridículo, la crítica y la rigidez. Si abusan de
nosotros, nos creemos que es por nuestra culpa. Si nos critican, estamos
convencidos de que tenemos algún defecto secreto que hace que los demás
nos desprecien a medida que nos conocen. Si nuestro padre era muy duro,
autoritario, rígido y controlador y nos tenía atemorizados con su rabia y su
sarcasmo, creemos que la rigidez y la rabia son la única forma de reaccio-
nar. No olvidemos que el sarcasmo queda indeleblemente grabado en la
tierna carne de un niño.
Si nos ofenden y pensamos que no es justo, entonces nos enfadamos y
queremos repartir golpes a diestro y siniestro. Pero si nos da miedo enfadar-
nos con los que abusan de nosotros o con los que tienen autoridad sobre
nosotros, entonces nos comemos nuestra rabia. Tenemos miedo de que nos
castiguen. Puede que hayamos oído cosas tales como: «¡Si crees que no es
justo, espérate a la próxima y verás lo que es bueno!». O podemos pensar que
somos malos por el hecho de enfadarnos con nuestros padres. Volvemos la
rabia hacia dentro y nos enfadamos con nosotros mismos. En algunas perso-
nas esto conduce a la depresión.
Lo cierto es que un padre o una madre que exterioriza impulsivamente
sus sentimientos, en vez de expresarlos dentro de un clima de calidez y de
preocupación, habitualmente está lleno de miedo y de rabia. Además, secre-
tamente se avergüenza de su comportamiento. De niños, nos tragamos lo
que no podemos expresar y nos creemos que los sentimientos que están en
juego son nuestros y de nadie más. Nos creemos todo lo que nos dicen: que
somos perversos, inútiles, malos, estúpidos y bobos. Nuestro poder acaba
cabiendo en un puño, del tamaño aproximado del puño de nuestros padres.
Necesitamos apartar de nosotros estos sentimientos de miedo, rabia y ver-
güenza y devolvérselos a nuestros padres. A veces, el solo hecho de recono-
cer esto puede ayudarnos a separar los problemas de nuestros padres de
nuestros propios problemas.

42 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

Piensa en...

¿Qué vergüenza arrastras contigo a causa de tus padres?

¿De qué te avergüenzas o te avergonzabas?

¿Qué tienes que hacer para redirigirla hacia ellos?

PREGUNTA SIETE

Creo que toda mi vida he tenido miedo de que no me quisieran. ¿Qué pudo
ocurrir en mi familia para hacerme sentir semejante miedo?

Puede que procedas de una familia basada en el miedo, en la que había celos
por todas partes. Las familias basadas en el miedo están infectadas por una
“mentalidad de escasez”. La mentalidad de escasez tiene lugar cuando no
hay lo bastante para satisfacer las necesidades de todos, ya se trate de amor,
atención o motivos de orgullo. El dinero y la forma de administrarlo la sim-
bolizan muy bien.
Los niños de hogares regidos por una mentalidad de escasez sienten que
más les vale aferrarse a cualquier forma de amor o atención que reciban, por-
que puede que no vuelva a darse nunca. Al hacerse adultos parecen estar
reclamando amor y atención, y nunca tienen bastante. De más jóvenes reci-
bieron el claro mensaje de que no alcanza para todos. Puede haber o no en
realidad suficiente dinero, comida y cobijo, pero lo que un niño demanda real-
mente, y mucho, es amor y atención, aprecio y motivos de orgullo. Además,
tanto el amor como la atención pueden retirarse sin previo aviso, si el niño no
agrada a los padres o no “cumple”, esto es, no se comporta de la manera que
los padres juzgan aceptable. Los niños pueden sentir para sí: «Nunca me
aceptarán o me querrán si no hago... o digo... lo que ellos quieren».
Este tipo de familias puede generar personas que se sienten cual víctimas
indefensas, además de verse deprimidas. Quienes se recuperan lo hacen
desde la abundancia, no desde la escasez.

MAIOR 43
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Cómo actuaba la mentalidad de escasez en tu casa?

¿Cómo la mantienes todavía hoy en día?

¿A quién le racionas tu atención y tus cuidados actualmente?

¿Cómo podrías expresar la mentalidad de abundancia actualmente?

PREGUNTA OCHO

Vengo de una familia que creía que era bastante normal. Mis padres no
bebían y ni siquiera se peleaban. A pesar de ello, me parece que tengo
todos los síntomas de la codependencia.

Solemos pasar por alto o racionalizar fácilmente la codependencia larvada.


Los hilos de la codependencia son como los espaguetis: son difíciles de sepa-
rar e identificar. Los síntomas de este tipo de codependencia pueden ser:
depresión, enfermedad física crónica, una concepción demasiado estricta de
la religión, adicción al trabajo o incluso a la televisión. Los problemas tienen
lugar cada vez que sacrificamos nuestros sentimientos por algo que en reali-
dad no aprobamos o en lo que en realidad no creemos.
Ello puede ocurrir cuando se dan una o más de estas condiciones:
1. Cuando el sistema (la familia, el gobierno, el lugar de trabajo, la iglesia,
etc.) se vuelve más importante que la gente que estaba destinado a ser-
vir.
2. Cuando el sistema es rígido y pretende tener un acabado definitivo.
3. Cuando hay algún secreto que guardar.
4. Cuando la comunicación está bloqueada, es poco clara, ambigua o indi-
recta.

44 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

5. Cuando existe un sistema jerárquico con una única persona en el lide-


razgo y unas reglas estrictas e impuestas al margen del bienestar de
todos y cada uno de sus miembros.
6. Cuando el interés está focalizado en algo distinto del amor, la atención,
la intimidad y el crecimiento entre los miembros del grupo.
7. Cuando las normas del grupo las determinan los caprichos o los estados
de ánimo de una sola persona y no el bienestar de todos.
8. Cuando el objetivo del grupo está poco claro o es impredecible y cam-
bia caprichosamente.
Cuando perdemos nuestro poder, aunque sea de una forma sutil, la code-
pendencia se activa y la gente se infecta. Estamos profundamente heridos.
Perdemos el alma.

Piensa en...

¿Cómo perdiste tu poder?

¿Qué ocurrió?

¿Qué sentiste?

¿Fue un sistema familiar rígido u otro tipo de grupo lo que te robó el alma?

¿Cuánto tardaste en reconocer que algo no iba bien?

PREGUNTA NUEVE

¿Cómo podría reconocer los signos de la codependencia larvada?

Puedes hacerte una serie de preguntas para determinar si estás afectado:


¿Cómo controlo mi mundo? ¿Internamente, en base a la retracción y el aisla-
miento? ¿Manipulando a los demás (por su propio bien, por supuesto)?

MAIOR 45
C o d e p e n d e n c i a

¿Cómo veo a los demás? A veces nos las damos de optimistas incurables
y vemos únicamente el potencial bueno de los demás. A veces intentamos
forzar a los demás a que se adapten a lo que nosotros creemos que es su
potencial. A menudo padecemos el “síndrome del punto ciego”, esto es,
vemos a los demás únicamente desde su mejor ángulo. Lo cierto es que cuan-
do vemos defectos en los demás, tendemos a rechazarlos porque no sabemos
negociar nuestro amor.
¿Sé cuáles son mis opiniones? ¿Estoy tan centrado en arreglar las vidas de
los demás que no soy consciente de mis propias opiniones? ¿Me he tomado
el tiempo y la energía o he asumido la responsabilidad de formarme mis pro-
pias opiniones? Las opiniones no son hechos.
¿Reconozco y respeto mis sentimientos? ¿Desconecto mis propios senti-
mientos en un esfuerzo por mostrarme de buen humor y tranquilo a la vista
de los demás? ¿Creo, pues, que tengo una autoestima muy alta cuando en
realidad lo que hago es limitarme a ignorar mis propios sentimientos?
¿Soy capaz de hacer lo que me propongo? ¿De seguir mi propio corazón?
¿O no tengo ánimos para conseguir lo que quiero y necesito? ¿Sé acaso lo que
quiero y necesito?
¿Veo el mundo en unos términos polarizados? Al tratar de encontrar solu-
ciones a los problemas, las personas sanas consideran muchas opciones y
elecciones posibles. Por su parte, los codependientes pueden abusar de pala-
bras tales como siempre y nunca.
El gris es una mezcla de blanco y negro, pero hay un espectro entero de
colores en el arco iris.

Piensa en...

En el caso de que estés afectado de codependencia larvada, ¿cómo se manifiesta?

Dibuja tus sentimientos.

46 MAIOR
R a í c e s f a m i l i a r e s

PREGUNTA DIEZ

Mi marido se muestra sarcástico conmigo delante de los niños. Ahora bien,


me da todo lo que quiero, materialmente. Tenemos una casa preciosa, via-
jes y hasta una barca. Yo sólo trato de hacerle feliz y de ser una buena
esposa. Me digo a mí misma que la próxima vez cambiará, pero nunca lo
hace. ¿Puedes ayudarme?

Esta es la codependencia clásica: un codependiente sumiso y un codepen-


diente controlador. En ambos casos se trata de una cuestión de superviven-
cia emocional.
Los dos estáis en un sube y baja. Hay personas que no pueden acercarse a
otras, sino que deben poner una distancia emocional de por medio. Puede
que tu marido esté furioso por sus sentimientos de dependencia hacia ti y
que exprese la rabia a través del sarcasmo. Puede que tenga miedo de confiar
demasiado en ti y de ser “devorado”. Justo cuando te sientes más cerca, él se
aparta bruscamente.
Tú, en el otro extremo del sube y baja, tratas de agradarle todavía más,
porque tienes miedo de que no te quiera y de que te abandone. Intentas enga-
tusarlo para que te quiera. Cuanto más lo intentas, más se distancia. Cuanto
más se distancia, más lo intentas. Subiendo y bajando, mantenéis el equili-
brio, a la par que el miedo, la rabia y la culpabilización.
La gente que está en este sube y baja necesita pararse, poner los pies en tie-
rra firme y negociar los objetivos de su relación emocional. Es evidente que
ninguno de los miembros de la pareja es feliz. Las habilidades de relación
pueden aprenderse, una vez que dejemos de abusar de la negación. Hay
esperanzas.

Piensa en...

¿Qué aspecto estás dispuesto a cambiar para mejorar tu relación?

¿Qué aspecto sientes que no puedes –o no debes– cambiar en tu esfuerzo por mejorar
la relación?

MAIOR 47
Puntos clave

PREGUNTA ONCE

¿Qué es un ‘punto clave’?

Los puntos clave son áreas sensibles respecto de las cuales nos mostramos
extremadamente susceptibles. Son como profundas “magulladuras” en el
alma. Si nos tocan una de esas áreas, reaccionaremos con intensidad, tal vez
de forma desproporcionada.
Cada uno de nosotros tenemos un “motivo” general que subyace a lo que
pensamos y a lo que sentimos. Un motivo se compone de varios temas domi-
nantes y recurrentes. Nos volvemos conscientes de nuestros temas cuando
empezamos a decir: «Creo que, en este caso, estoy repitiendo un patrón de
conducta. Todos los hombres de los que me enamoro son inaccesibles, en un
sentido o en otro. O están casados, o viven muy lejos o no responden a mis
necesidades emocionales».
Otro de los motivos podría decir algo así como: «Me estoy tirando piedras
a mi propio tejado una y otra vez. El último trabajo que tuve lo dejé poco
antes de que otro recibiera el ascenso que yo estaba esperando». Otra perso-
na puede escucharse a sí misma decir: «Tengo la impresión de que no soy
capaz de terminar nada. Dejé los estudios superiores cuando me faltaba sólo
un semestre para licenciarme».
A veces los motivos se condensan en “lemas” tales como: «Si él no me
quiere, ¿quién me querrá entonces? Me conozco y sé que no soy lo bastante
buena como para gustarle a nadie». Yo misma suelo escuchar a mi madre
decir: «Si algo no lo puedes hacer bien, ni lo intentes siquiera». ¡Así que no es
de extrañar que sea tan perfeccionista!

MAIOR 49
C o d e p e n d e n c i a

La mayor parte de nuestra conducta gira en torno a un motivo o un patrón


específico aprendido hace mucho tiempo. En psicología los llamamos puntos
terapéuticos o puntos clave. Se trata de cuestiones emocionales, más que espi-
rituales.
Las leyes que rigen la espiritualidad son amplias, abstractas, difusas y
transcendentes. Para la mayoría de nosotros, las experiencias místicas trans-
cienden pero no llegan a eliminar las necesidades corporales, incluidas las
necesidades emocionales. A veces no diferenciamos estas necesidades, que
están relacionadas pero son diferentes.
Las leyes que rigen las emociones son específicas y están localizadas y vin-
culadas al cuerpo. Podemos meditar o rezar a propósito de algo y sabemos que
espiritualmente vamos por el buen camino. Pero entonces nuestro cuerpo, con
su sabiduría innata, nos dice que nos queda todavía una cuestión emocional
por tratar. Si ignoramos nuestro cuerpo y sus mensajes, podemos acabar con-
fundidos y desalentados. Nuestra alma puede quedar atrapada en nuestras
trampas emocionales. Nuestra alma yacería debajo de la trampa. Tenemos que
apartar nuestros escombros emocionales para liberarla. Entonces nuestra esen-
cia quedará libre y abierta para recibir al Espíritu o a Dios.
El corazón de una manzana es lo que la mantiene unida y compacta. Si el
corazón es blando o está podrido, se llenará de material en descomposición
y finalmente la manzana dejará ver magulladuras. El trabajo de recuperación
consiste en desenterrar y curar estos puntos clave, estas cuestiones nucleares,
para que podamos tener una manzana redonda, en su punto de maduración
y de un sabor exquisito.

Piensa en...

En una oración o una frase, escribe tu motivo general y sus correspondientes temas
que te impiden obtener lo que quieres en la vida.

Cita dos ejemplos de tu propia experiencia en los que tu cuerpo te decía que había una
cuestión emocional a la que tenías que hacer frente.

50 MAIOR
La negación

PREGUNTA DOCE

¿Qué es la ‘negación’?

La negación es una «respuesta humana natural a situaciones a las que no


podemos hacer frente o que no podemos permitirnos sentir». Se origina en la
niñez, dentro de un ambiente familiar malsano. Es nuestra forma de prote-
gernos. Es un proceso inconsciente necesario para la supervivencia en deter-
minadas circunstancias. Por ejemplo: si, de niños, dependemos de nuestra
madre para sobrevivir, pero ella nos hiere, entonces tenemos que negar esta
realidad. Tenemos que negar que nos sentimos asustados, enfadados o heri-
dos. El problema es que la negación no acaba en la niñez. De adultos, segui-
mos “representando” nuestra niñez hasta que nos adaptamos a nuestro
dolor. La situación en sí puede ser diferente, pero la calidad de nuestra vida
emocional sigue siendo la misma.
Yo tuve una vez un pez globo de muchos colores, precioso. Lo puse en la
pecera y se comió entero al otro pez. Seguía siendo muy hermoso, nadando
absolutamente solo en la pecera vacía. Echaba de menos al otro pez.
La negación, como el pez globo, es un superviviente muy fuerte. Las pau-
tas de la codependencia parece que están activas durante períodos muy lar-
gos. Pero lo que en realidad puede que esté actuando es la negación. La nega-
ción aparece cuando tenemos demasiado que perder si miramos debajo de la
superficie.
Todo parece estar bien visto desde el exterior, pero si existe alguna som-
bra acechando bajo la superficie, tenemos que sacarla a la luz.
Cuando afirmo que la negación es un mecanismo muy fuerte, me refiero
a que su fuerza procede del hecho de que es inconsciente. Es como un muro

MAIOR 51
C o d e p e n d e n c i a

que no podemos derribar, o ni siquiera mellar, hasta que no lo hagamos cons-


ciente. La consciencia nos abre los ojos. Entonces vemos lo que no podíamos
permitirnos ver anteriormente. Sentimos lo que no podíamos permitirnos
sentir. Somos capaces de decir la verdad.
Decir la verdad significa «enfrentar las consecuencias de nuestros actos».
Significa «abandonar una actividad o una actitud negativa que puede estar
reportándonos algún tipo de beneficio». Significa «aventurar la iniciativa de
crear nuevos “actos” para sustituir a los antiguos». Esto parece entrañar
mucho riesgo.
Construimos muros para defendernos de los demás, en vez de puentes
para llegar a ellos. La negación tiene muchas caras. Muchas de ellas están
ocultas en el individuo y en la sociedad. La negación hace posible lo imposi-
ble y creíble lo increíble.

Piensa en...

¿Cómo podrías estar utilizando actualmente la negación para protegerte a ti mismo?

¿Qué es lo que arriesgarías, si dejases de utilizar la negación en este preciso momento?

PREGUNTA TRECE

¿La negación es siempre contraproducente?

La negación no siempre es contraproducente en sí misma. Existe una


negación positiva que nos permite actuar de una forma excepcional y negar
hechos que no podemos controlar. Un ejemplo de negación positiva lo encon-
tramos en enfermos terminales, que han luchado y han ganado en la batalla
por la vida porque creían que podían hacerlo. Ocurre en cada uno de noso-
tros cuando vivimos día a día como si no fuésemos a morirnos jamás. De
acuerdo con las leyes de la aeronáutica, el abejorro no puede volar. Su cuerpo

52 MAIOR
L a n e g a c i ó n

es demasiado pesado para unas alas tan pequeñas y ligeras. Pero el abejorro
no lo sabe, de modo que, a pesar de todo, vuela. Y lo mismo hacemos noso-
tros a menudo.

Piensa en...

¿Puedes poner un ejemplo actual de cómo utilizas la negación positiva en tu vida?

MAIOR 53
A quién le afecta

PREGUNTA CATORCE

¿La codependencia es distinta en los hombres y en las mujeres?

Existen importantes diferencias genéricas que deben ser reconocidas y tra-


bajadas. La codependencia se manifestará en las mujeres de forma distinta a
como lo hará en los hombres.
En una relación codependiente no complicada por el alcohol, puede que
la mujer haga más por el hombre, para demostrarle que lo quiere, que él por
ella; de modo que puede dar la impresión de que ella es más codependiente.
Toda su atención se centra en él, en el bienestar y en los deseos de él. Puede
que sacrifique sus amistades y actividades por él, y por las amistades y acti-
vidades de él. Puede decir cosas por el estilo de: «Quiero complacerte en
todo, porque te quiero».
A ella le da igual lo que hagan, con tal de que estén juntos. Puede que le
envíe tiernas postales y que le deje notas. Expresa abiertamente sus senti-
mientos y trata de favorecer la intimidad para evitar el abandono.
Ahora bien, un hombre en la misma situación puede, inconscientemente,
dar poder a una mujer de otra manera. Puede que tenga miedo al rechazo. Si
bien puede que no haga tanto por ella, ya sea emocionalmente o por su bie-
nestar físico, se preocupa en exceso por la opinión que ella tenga de él.
Necesita su aprobación desesperadamente. Puesto que lo han condicionado
para que no exteriorice sus emociones, puede que no exprese sus sentimien-
tos hacia ella. Es más, puede que se vaya al extremo opuesto y que niegue
dichos sentimientos.
Al mismo tiempo, puede que sea manifiestamente sensible a las críticas de
ella y puede incluso percibir una actitud crítica allí donde no la hay.

MAIOR 55
C o d e p e n d e n c i a

Así, ella manifiesta abiertamente su dependencia y su focalización respec-


to de él; y él oculta la suya. En el fondo ambos temen lo mismo, llámese aban-
dono o rechazo. Los dos son codependientes.

Piensa en...

¿Cómo te ha afectado la codependencia en tu relación hombre-mujer actual o más


reciente?

PREGUNTA QUINCE

¿Cómo se manifiesta la codependencia en las relaciones homosexuales?


Tengo miedo de comprometerme en una relación amorosa, aunque por otra
parte lo deseo desesperadamente.

No es la preferencia sexual lo que origina los problemas en este tipo de


relaciones. Es la desigualdad respecto del poder y del control de los recursos
vitales tales como el amor, el sexo y el dinero lo que genera la codependen-
cia. Da lo mismo si la desigualdad es real o si el individuo lo percibe así.
Incluso si lo siente así, ello sienta igualmente las bases para las reacciones
codependientes.
Una persona puede haber aprendido el papel de indefensa, mientras que
el compañero hace de salvador, toma las decisiones y, en consecuencia, acaba
por sentirse desbordado. El indefenso se mantiene avergonzado porque no
experimenta ningún poder o control propios sobre su vida. A medida que se
desarrolle una codependencia mutua, aumentará el resentimiento entre ellos.
Esto no difiere de la dinámica de la codependencia en una relación heterose-
xual.
Homosexuales o heterosexuales, a veces los codependientes toman la
decisión, desde muy temprano, de no entablar ninguna relación amorosa con
nadie, creyendo que ello les mantendrá fuera de peligro. El no implicarse es
otra de las caras de la codependencia. Es el miedo a la intimidad lo que nos
mantiene aislados a unos de otros.

56 MAIOR
A q u i é n l e a f e c t a

Tenemos que aprender la danza de la intimidad, acercarnos el uno al otro


en el contexto de una relación amorosa armoniosa, y después separarnos
cuando ello sea preciso. Aprender a equilibrar la necesidad de intimidad,
proximidad y relación con la necesidad, igualmente fuerte e igualmente váli-
da, de ser autónomo, de pensar por uno mismo y de disponer de un tiempo
para estar solo, constituye uno de los cometidos principales de la recupera-
ción y de la vida. Las garras del miedo no pueden mantenernos próximos, ni
mantener vivo nuestro afecto, ni dar albergue a nuestro corazón.

Piensa en...

Cuando oyes la palabra ‘intimidad’, ¿cómo te sientes?

¿Qué imagen te viene a la cabeza?

¿En qué aspectos dirías que tu relación es desigual?

Cuando empiezas a sentirte cerca de alguien o a intimar con alguien, ¿qué haces?

Cuando piensas en la palabra ‘intimidad’, ¿qué imagen te viene a la cabeza?

PREGUNTA DIECISÉIS

¿Puede darse la codependencia en las relaciones no sexuales entre perso-


nas del mismo sexo?

Sí. El germen de la codependencia comienza con una relación desigual, en


la que una persona tiene más poder que la otra. Existe un desequilibrio de
poder desde el comienzo mismo de la relación.

MAIOR 57
C o d e p e n d e n c i a

Relaciones desiguales de entrada serían las de maestro-aprendiz, profe-


sor-estudiante, supervisor-supervisado, o promotor-promocionado. Lo que
comienza siendo un esfuerzo sincero por ayudar y enseñar y una sincera dis-
posición y receptividad a aprender, puede acabar en una pesadilla de code-
pendencia.
Puede ocurrir igualmente entre compañeros de habitación. Podemos verlo
en algunas series de televisión, como La extraña pareja. Uno de ellos puede ser
el que ha firmado el contrato de alquiler, mientras que el otro no asume nin-
guna responsabilidad legal. Uno de los dos puede estar deseando discutir
acerca de los problemas, mientras que el otro se calla como un muerto. Uno
de los dos paga las facturas puntualmente y el otro no. Uno hace su parte en
las labores domésticas, mientras que el otro lo deja para otro día una y otra
vez. Entonces es cuando empiezan las peleas.
Puede ocurrir también entre amigos, cuando uno de ellos “siempre” acude
al otro en busca de ayuda y consejo, y el otro “siempre” escucha. La codepen-
dencia transforma la responsabilidad en miedo y la preocupación en rabia.

Piensa en...

¿Cuáles, de entre las relaciones no sexuales que mantienes actualmente con personas
del mismo sexo, son desiguales en cuanto al poder?

¿Cómo se manifiesta la codependencia en dichas relaciones?

Cuando piensas en romper una relación codependiente, ¿qué es lo que puedes perder?

PREGUNTA DIECISIETE

No quiero que eso me pase a mí. ¿Qué indicios son los que se supone que
debo vigilar?

La codependencia comienza por una atracción mutua. Pero lo hace de


forma desigual, con una persona que da más que la otra y otra que toma más

58 MAIOR
A q u i é n l e a f e c t a

que la una. Lo normal es que no se trate de dos personas que dan, sino de una
que da y otra que toma. La relación puede funcionar muy bien mientras que
la persona necesitada tenga problemas y pida o reciba ayuda y la persona con
más estatus permanezca en esa posición, o el estudiante siga siendo un estu-
diante y no se licencie o aventaje al profesor. Recordad que el origen es la desi-
gualdad de poder, en ausencia de mecanismos para equilibrar dicho poder.
Allí donde las expectativas entre los dos no estén claras o sean ambiguas
y haya una falta de comunicación eficaz respecto de la relación, existe la posi-
bilidad de que surjan problemas. Allí donde una o ambas personas teman
secretamente el abandono y necesiten depender o manipular en vez de nego-
ciar, habrá seguramente un problema. Ya sea que se haga el tonto o el ino-
cente, la persona que se niega a asumir su parte de responsabilidad, que
culpa de lo que ocurre en la relación a quien tiene el poder y que alterna la
sumisión con explosiones de rabia, sienta unas bases seguras para las reac-
ciones codependientes. Unos límites claros y bien definidos son esenciales
para cualquier relación. Allí donde una o ambas personas tengan unos lími-
tes pobres e indefinidos, o rígidos, estos límites se sobrepasarán, cuando
deberían haber sido definidos. Es preciso establecer un mecanismo para
manejar el conflicto potencial.
Una vez que el paciente mejora, que el estudiante se licencia o que el
aprendiz recibe un ascenso, la relación debería cambiar drásticamente. El
equilibrio de poder y autoridad debería ser igualado por ambas partes. Esto
es difícil de llevar a cabo una vez que se han consolidado unos hábitos de
relación. Ambos están cómodos con esa dinámica, porque les resulta familiar.
Confundimos familiaridad con comodidad. Estamos acostumbrados a tratar
con el desequilibrio de poder que hemos visto en el modelo sumiso/contro-
lador de nuestras familias de procedencia.

Piensa en...

¿Tienes alguno de estos tipos de relaciones profesionales codependientes?

Si es así, ¿cómo empezó?

¿En qué estado se encuentra ahora?

MAIOR 59
Cómo nos afecta

PREGUNTA DIECIOCHO

Oigo la voz de mi padre cada vez que fracaso en algo, especialmente en asun-
tos de negocios. Mi padre era muy crítico e inflexible, pero hace ya mucho
tiempo que está muerto. Yo no era consciente de esto hasta que mi mujer me
señaló que cada vez que voy a emprender algún negocio que me reportará
algún éxito, parece que me saboteo a mí mismo y freno el éxito. Estuvimos
hablando de ello y fue después cuando identifiqué lo que mi padre me decía
acerca de mí, del mundo y de sí mismo. Empecé a escuchar claramente la con-
versación que tiene lugar dentro de mi cabeza: «Esa gente no deja escapar
una». «¡Eso no es para los que son como tú, hijo!» «¿Quién te has creído que
eres, un filigranas?» «Ni siquiera sabes lanzar la pelota. Pareces una chica».
Por lo demás, tampoco tengo amigos y tiendo a ser un solitario. No creía que
tuviera síntomas de codependencia. Pero ahora me lo pregunto.

La codependencia es un estado ciertamente singular. Sigue su curso den-


tro de nosotros de igual modo que en nuestra conducta manifiesta. Puedes
ser codependiente respecto de tu padre, al margen de que esté muerto. Parece
que utilizas a tu padre como un referente para cualquier situación (de nego-
cios) y para medirte con él, o con sus valores o con sus juicios.
Recuerda que la codependencia consiste en estar totalmente centrado en
una persona, un lugar o en algo fuera de nosotros mismos. Esto funciona exac-
tamente igual aunque la persona en cuestión esté muerta, o la representación
exista únicamente dentro de nosotros o en nuestro recuerdo.
También dijiste que estás aislado y que no tienes amigos. Es posible que
no hayas aprendido a relacionarte con otras personas de forma significativa.
El aislamiento es uno de los rasgos principales de la codependencia. De

MAIOR 61
C o d e p e n d e n c i a

hecho, es como una luz roja o una señal. Podemos estar seguros de que esta-
mos desarrollando un ataque de codependencia cuando empezamos a sepa-
rarnos, ya sea de hecho o mentalmente, de los amigos, de la familia e incluso
de nuestras actividades habituales. Podemos racionalizarlo y decir cosas
como: «Simplemente no me apetece salir». «De verdad, no tengo ganas de ver
a nadie». «Parece como si hubiese un muro de cristal entre los demás y yo.
Puedo verlos, pero no puedo tocarlos». «No hay nada que me conmueva real-
mente por dentro».
Cuando esto nos suceda, podemos estar seguros de que tenemos un pro-
blema de codependencia. Si utilizas la voz de tu padre para decidir o juzgar
lo que piensas y lo que haces, tu padre se convierte entonces para ti en un
“puesto de control”. Si los mensajes que te mandaba eran críticos, inflexibles
o de algún otro modo negativos, volverás a sentir a ese padre, aunque la per-
sona en cuestión esté muerta. Recuerda los versos de Nunca le canté a mi padre,
que dicen: «La muerte pone fin a una vida, pero no a una relación, que con-
tinúa luchando, en la mente del que sobrevive, en pos de una resolución
final, de un significado cierto...».

Piensa en...

¿Qué lecciones te enseñó tu padre?

¿Cuáles eran sus dichos preferidos?

¿Qué efecto ha tenido ello sobre tu sistema de valores?

PREGUNTA DIECINUEVE

¿Qué quieres decir con “utilizar a mi padre como un ‘referente’”?

Todos guardamos en nuestro recuerdo, seamos o no conscientes de ello, la


imagen de ciertas personas que han influido enormemente en nuestras vidas,

62 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

ya sea en nuestra forma de pensar, de sentir o de actuar. Nos remitimos a


ellas para orientarnos, como un mapa interior de carreteras. Son los padres,
abuelos, hermanos y hermanas, otros parientes, amigos, amigos de amigos,
padres de amigos, profesores, sacerdotes y demás. De toda esta gente, sólo
algunos nos han dejado una impresión duradera. Todos tenemos esos:
«Nunca olvidaré... cuando en sexto de EGB...» (También tenemos esos: «¡Ojalá
pudiera olvidarlo!»).
De niños, si vivimos en un entorno sano, utilizamos a esas personas que
tienen algo que nosotros queremos, aunque podamos no ser conscientes de
este proceso. Puede ser la sonrisa amable de uno, la curiosidad intelectual de
otro, o la tenacidad de la tía Esther (que siempre conseguía lo que se propo-
nía, según decía la gente).
Aprendemos de los libros, las revistas, la televisión y los periódicos,
así como de las ideas características de ciertos períodos históricos. Algunos
recordaremos la mentalidad propia de la guerra civil de nuestros padres o
abuelos. Parece que nunca hubieran superado su experiencia.
Inconscientemente, agrupamos a todas estas personas, ideas y cualidades
para construirnos un mapa interno. Este grupo de referencia entra a formar
parte de los criterios o de los estándares de nuestra conducta, porque nos
remitimos a ellos constantemente. A lo largo de toda nuestra vida, utilizamos
estos estándares para medir nuestras acciones e incluso nuestros pensamien-
tos. A menudo verbalizamos cosas como: «Mi padre siempre decía...» o «La
mamá decía...»
También utilizamos “raseros” que son en gran parte inconscientes. Esto
sucede cuando nos sorprendemos pensando o actuando como alguno de
nuestros padres. Si pudiéramos verbalizar lo que ocurrió, podríamos decir:
«Mi madre pensaba...», como si supiésemos lo que nuestra madre pensaba o
sentía.
Uno de los problemas, en los hogares insanos y restringidos, es que nues-
tra capacidad natural para el crecimiento en base a relacionarnos con otras
personas y a imitarlas no se ve favorecida. Y nuestra habilidad para incorpo-
rar cualidades sanas se ve frustrada, inhibida o pervertida.
Si utilizas la “voz de tu padre” para decidir o evaluar lo que piensas y lo
que haces, tu padre es quien está dirigiendo tu vida. Si “oyes” voces conflic-
tivas que proceden de distintos referentes, puede que estés batallando sin
cesar dentro de ti mismo y que no sepas en realidad quién eres tú.

MAIOR 63
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Quiénes son las personas que más han influido en tu vida?

¿Cómo contribuyeron a formar tu sistema de valores?

Señala dos aspectos de tu vida en los que con más frecuencia oyes la voz de un refe-
rente.

PREGUNTA VEINTE

Mi padre lleva diez años en Alcohólicos Anónimos. A pesar de que ya no


bebe, todavía parece poco razonable y rígido. Sigue tratando de controlar
mi vida y de decirme lo que tengo que hacer. No ha cambiado. ¿A qué se
debe esto? ¿Es que Alcohólicos Anónimos no funciona?

Alcohólicos Anónimos hace lo que se supone que tiene que hacer. Evita
que una persona beba. Pero existe un fenómeno llamado embriaguez seca, que
sucede cuando una persona ya no bebe alcohol, pero no ha recibido trata-
miento para los problemas de codependencia subyacentes.
La embriaguez seca significa que «una persona no bebe alcohol ni utiliza
otras drogas, pero los tejidos necesitan periódicamente producir toxinas en el
cuerpo y la persona actúa como si estuviera bebida o hubiese bebido».
El alcohólico parece estar enfermo de rabia, tanto si la codependencia
concomitante ha sido tratada como si no. La rabia no resuelta puede asen-
tarse en los tejidos y en las células del individuo durante años, hasta que es
liberada por una reacción química de algún tipo y explota bajo la forma de
una rabieta antológica. Cuando una persona se ha vuelto adicta al alcohol,
el cuerpo recuerda la rabia a un nivel celular y recuerda la liberación de la
rabia a través del alcohol. Aunque se haya dejado de beber, la reacción per-
manece.

64 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

Piensa en...

Cuando oyes la expresión “el alcoholismo como una enfermedad” dentro de uno,
¿cómo te sientes?

¿Por qué?

PREGUNTA VEINTIUNA

Mi madre está enfadada conmigo otra vez. No quiere hablarme. Esto ocu-
rre muy a menudo. Es porque hablé con mi hermana y le dije lo que pen-
saba de lo que mamá nos había hecho cuando éramos niñas. Le dije a mi
hermana que no comentara nada, pero ella tuvo que ir a contárselo a mamá
y ahora mamá no quiere hablar conmigo. ¿Puedes ayudarme?

Esta es una norma común en las familias conflictivas. Tiene que ver con
una carencia fundamental en algunas familias: un déficit en habilidades de
comunicación que tiene por consecuencia una triangulación. Un buen ejemplo
podría ser éste: Papá le dice a mamá: «David, tu hijo, es un vago redomado.
Dile que por qué no hace algo por aquí, para variar. ¡Tengo yo que hacerlo
todo! No hago más que trabajar durante todo el día y no hay forma de que se
haga nada en esta casa». Se ha formado un triángulo: papá, mamá y David.
Papá puede decirle a mamá pestes de David, pero no le hablará a David
directamente. Lo que se ha conseguido en este caso es que papá evite un
encuentro directo con David. Ha descargado la responsabilidad sobre mamá.
Mamá está permitiéndolo y, si le habla a David, se habrá interpuesto ella
misma entre dos personas a las que quiere. David ha evitado un encuentro
directo o una confrontación con su padre y puede que culpe a su padre y lo
vea como un ogro, siempre dando órdenes.
El sistema familiar sigue y sigue. Puede que David, de hecho, nunca
saque la basura. Y aprende a crear un caos para evadir responsabilidades. Si

MAIOR 65
C o d e p e n d e n c i a

realmente saca la basura, puede despotricar amargamente contra ello y con-


tra su padre, y a menudo le echará las culpas también a su madre. Aprende
a culpar y a avergonzar a los demás por su parte de responsabilidad para
con la familia.
En el guión mencionado más arriba, todos los miembros de la familia se
hacen daño y acaban sintiéndose mal, avergonzados y culpables. El padre se
siente mal porque le gritó a su mujer por algo que no era culpa de ella.
También puede sentirse avergonzado por no ir directamente a su hijo con el
problema. La madre se siente mal porque el padre la gritó y ahora tiene que
comunicarle a su hijo un mensaje desagradable. También se siente avergon-
zada porque no puede decirle al padre: «¿Por qué no le dices directamente a
David cómo te sientes, Juan?» y dar media vuelta. El hijo se siente mal por-
que no tiene la oportunidad de hablar directamente con su padre, que es
quien da las órdenes, y no tiene tampoco la oportunidad de exponerle sus
argumentos o de negociar. Esto es lo que sucede habitualmente:
La primera comunicación es de papá a mamá: «Dile a David...» Ahora es
mamá quien tiene la pelota. Papá, efectivamente, le dice a mamá que está car-
gado de trabajo, le echa las culpas a David, critica a David, evita un encuen-
tro directo con su hijo, emite un mensaje poco claro por lo que se refiere a la
tarea específica que quiere que se haga y delega en mamá para que le comu-
nique todo esto al hijo. Con todo ello, papá ha logrado salir del atolladero.

Ausencia de comunicación
Papá David

Comunicación Comunicaciones
en una sola de papá y a papá
dirección indirectamente

Mamá

La segunda comunicación es de mamá a David. Mamá está entre papá y


David. Ahora David evita el contacto directo con su padre, se siente culpable
porque su madre está implicada, no sabe exactamente qué tiene que hacer y
cuándo, se avergüenza porque su padre trabaja tanto, de algún modo siente
que es por su culpa (de David) y acaba resentido tanto con su padre como
con su madre.

66 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

La tercera comunicación es de David a mamá. David le dice finalmente a


mamá lo que piensa exactamente de su padre. Ahora mamá se siente mal
debido a la mala relación que existe entre dos personas a las que quiere.
¡No se ha resuelto nada!
Los triángulos están para persuadir a otra persona para que cambie. Están
para desviar la atención de nuestra conducta. Están para mandar mensajes
indirectos y poco claros a otras personas y luego hacer que se sientan culpa-
bles por no haberlos comprendido. Están para evitar nuestra parte de res-
ponsabilidad en nuestras relaciones familiares.
La función de los triángulos es la de mantener el status quo dentro del sis-
tema familiar insano, la de evitar que se resuelvan los problemas. Al igual
que ocurre con otras formas de chismorreo, nos hacemos pasar por buenos
en base a echarles las culpas y avergonzar a otras personas.
Tomar conciencia de los triángulos es decisivo para la recuperación.

Piensa en...

¿Cómo funcionan los triángulos dentro de tu familia?

¿En tu lugar de trabajo?

¿Con tus amigos?

¿Qué haces para mantenerlos?

Escribe tus propios nombres en el triángulo.

MAIOR 67
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA VEINTIDÓS

En mi familia nadie se ocupa de sus propios asuntos. Si tengo un proble-


ma en el trabajo, como hay Dios que antes de mañana ya lo sabe toda mi
familia. ¿De qué va todo esto, si se puede saber?

Dentro de una familia actúan diferentes fuerzas para mantener el sistema


en funcionamiento y a la gente dentro del mismo. Una de estas fuerzas es lo
que llamamos límites. Estos se distribuyen a lo largo de un continuo que va
de la ausencia de límites a los límites rígidos.
La materialización de estos límites en la realidad se traduce en una pauta
que podría ser algo así como:

Absorción Flexibilidad Aislamiento


Emocional Emocional Emocional

Los límites son «configuraciones físicas, emocionales, sociales, intelectuales


y espirituales que preservan nuestra integridad». Impiden que nuestras vidas
sean absorbidas por los demás. También impiden que absorbamos a los demás.
Impiden que nuestras almas desaparezcan cuando nuestro poder se desvane-
ce. Los límites no son muy distintos de las fronteras de los países, en definitiva.
Cuando hemos tenido unos padres impredecibles, que nos amaban o
rechazaban según sus estado de ánimo, y sin que hubiera forma de averiguar
con qué nos iban a sorprender, nuestros límites se desdibujan, entremezclan
o deshacen. El abuso físico, emocional o sexual supone una violación de
nuestros límites. Se entromete en nuestro espacio interior y nos deja heridas
y cicatrices. Supone abusar de nuestras almas. A menudo estas heridas se
infligen en el falso nombre del amor. Y nuestro amor queda menoscabado.
De adultos puede que nos acerquemos a otra persona, nos asustemos por
la vulnerabilidad inherente a la proximidad y, en consecuencia, demos media
vuelta. También podemos sobrecompensar este temor. O puede que llegue-
mos a implicarnos de tal modo en los asuntos de otras personas que ya no
quede un espacio separado entre nosotros.
Los límites pueden ser internos o externos. Los límites internos nos permi-
ten tomar buenas decisiones, para nuestro mejor beneficio propio. Si dispo-
nemos de unos límites internos adecuados, entonces podemos asumir la res-
ponsabilidad de nuestras propias acciones y “oponer” unos límites razona-
bles a las acciones de los demás.

68 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

Los límites externos nos permiten elegir las distancias más apropiadas y
realistas respecto de los demás, en base, nuevamente, a nuestro mejor bene-
ficio propio. Unos límites externos adecuados nos mantienen emocional-
mente cerca de los demás, sin dejar de sentirnos seguros y cómodos.
Parece que en tu familia predomina la absorción emocional. Puede que
necesites ayuda externa para solucionar esto.

Piensa en...

Un ejemplo, sacado de tu propia vida, de límites físicos...

...de límites emocionales

...de límites sociales

...de límites mentales

PREGUNTA VEINTITRÉS

Cuando iba al instituto, recuerdo que sacaba buenas notas tanto en las
asignaturas académicas como en educación física. Una noche estaba
haciendo los deberes en mi habitación y entró mi madre. Me dijo: «¿Qué
haces todavía estudiando? Una chica joven como tú debería estar fuera, con
chicos y divirtiéndose». Yo trataba de ser una buena hija y de complacer a
mi madre.
Así que al año siguiente me lo pasé muy bien. Mis notas bajaron a
“bien” (nunca a “suficiente”) y salí un montón con mis amigos. Entonces,
una noche que llegué a mi casa a las doce y cuarto en vez de a las doce, mi
madre salió a abrirme la puerta y me dijo: «Deberías avergonzarte de ti
misma. ¡No estás sacando buenas notas en el instituto y mírate, yendo de

MAIOR 69
C o d e p e n d e n c i a

aquí para allá toda la noche con Dios sabe quién! ¡Deberías estar estu-
diando!». Si hago algo, malo, y si no lo hago también. Ahora, de adulta, me
resulta difícil, cuando no imposible, tomar decisiones. Haga lo que haga,
siempre tengo la impresión de que debería haber hecho otra cosa. Me com-
porte como me comporte, me avergüenzo de mí misma y me siento fatal.
Ahora me da miedo hacer cualquier cosa.

Les enseñamos a nuestros hijos a no tener confianza en sí mismos, a no


saber tomar decisiones y a depender de la aprobación de otras personas. El
concepto que una niña tiene de sí misma se basa en la aprobación de los
padres. Si la niña es criticada por el hecho de hacer lo que ella cree que los
padres esperan de ella, entonces la crítica la dejará desconcertada. Cuando la
niña, entonces, cambie de actitud y siga sin complacer a sus padres, se que-
dará todavía más desconcertada. El problema que describes es la clásica situa-
ción de doble vínculo7. Esto significa que te plantean únicamente dos opciones
y que ninguna de las dos es viable. Tome la decisión que tome, la niña no
puede ganarse la aprobación. Por tanto, se siente impotente y acaba por ser
incapaz de moverse en ninguna dirección. Se quedó atrapada en el torno de
un banco de carpintero8, que se aprieta más y más a cada palabra que dice:
No estudies tanto. Diviértete más.
De acuerdo, saldré más.
No, eso no está bien.
¿Quieres que me quede más tiempo en casa?
No. Intenta adivinarlo otra vez.
Dime qué es lo que quieres que haga.
¡A estas alturas deberías saber lo que espero de ti!
Trato de ser una buena hija. Pero no estoy segura de qué es lo que quieres esta vez.
¿Por qué me lo pones siempre tan difícil?
Trato de hacerte feliz. ¿Es eso lo que quieres?
¡Me has vuelto a decepcionar! Nunca lo coges, ni lo cogerás.
Haga lo que haga, está mal. Me siento pequeña, indefensa, incapaz de moverme.
¡Oh, por el amor de Dios, hija! ¿Por qué nunca puedes decidirte por nada?
Me siento avergonzada, inútil, paralizada.
7. Este término es una expresión consagrada en psicopatología, pero el original inglés
“double bind” hace más bien referencia a una doble “atadura”, en el sentido de constricción u
obligación (N. del T.).
8. El torno o tornillo de banco es un instrumento usado en carpintería, compuesto de dos
brazos paralelos unidos por una barra con tuerca que, al girar, los aprieta. La relación con el
“doble mensaje” coercitivo es absolutamente evidente (N. del T.).

70 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

La niña no tiene elección, salvo sentir indecisión, vergüenza, culpa, miedo


y rabia. Y las dudas respecto de uno mismo se instalan definitivamente.
Si nos quedamos en casa a estudiar, no nos quieren porque no estamos
fuera jugando. Ahora bien, si salimos a jugar, no nos quieren porque no estu-
diamos. El mensaje no expresado por la madre sería: «¡Hagas no que hagas,
no eres lo bastante buena para mí!».
Lo cierto, en realidad, es que a la madre le asusta el futuro y está llena de
conflictos. Proyecta, así, su miedo sobre la hija. El alma de la niña se estre-
mece y cierra los ojos.

Piensa en...

¿Cuál es tu doble vínculo actualmente?

¿Cuál era de niño?

Dibuja tu propio “torno de banco”.

PREGUNTA VEINTICUATRO

¿Qué es un ‘doble vínculo’?

Un doble vínculo es una «situación en la cual, hagas lo que hagas o tomes


el camino que tomes, pierdes». Es un tinglado. En el mejor de los casos, ten-
drás problemas. En el peor, lo perderás todo. A la persona se le suelen pre-
sentar dos opciones, ninguna de las cuales va a ser aceptada. Esto sucede a
menudo respecto de cuestiones aparentemente insignificantes. Te toca pre-
parar la cena. Si preparas un filete, el mensaje es: «¿Es que no sabes que los
filetes no me sientan bien?». Y si preparas un plato de verduras: «Estoy harto
de tanta verdura insípida. ¡Preferiría un buen filete!». Estás atrapada en un
torno de banco.

MAIOR 71
C o d e p e n d e n c i a

Pero los dobles mensajes se generan también dentro de una familia cuan-
do recibimos el mensaje, claro pero no expresado, que dice algo así como:

«Ahora escúchame. Quiero que hagas algo. Es la tarea más importante


de tu vida. De hecho, es algo que salvará o destruirá a la familia y a mí.
Pero no voy a decirte en qué consiste exactamente. Tendrás que limi-
tarte a adivinar de qué se trata a partir de lo que yo haga y de las pis-
tas no verbales que te dé. No sólo eso, sino que tampoco voy a darte
ninguna de las herramientas que necesitas para hacer esa tarea.
Recuerda que es algo sumamente importante y vital y que sólo tú pue-
des hacerlo. Pero tienes que hacerlo absolutamente bien, o lo estropea-
rás todo. ¡No me hagas ninguna pregunta!».
«Además, ¡escúchame! Si no puedes hacerlo absolutamente bien y fraca-
sas, entonces algo terrible, algo horrible sucederá y tú tendrás toda la
culpa. Pero no voy a decirte qué es lo que sucederá. Ahora date prisa y
ponte manos a la obra, porque el tiempo se acaba enseguida».

Cuando, de niños, nos ponen en una situación semejante, no importa lo


que hagamos. No nos permitirán salvar la situación aunque se supone que
nos han programado para hacerlo, porque de lo que se trata aquí es de una
familia conflictiva, codependiente (y tal vez alcohólica, pero no siempre) que
advierte que está en una crisis constante y que necesita un arreglo con urgen-
cia. Pero ninguno de los adultos está dispuesto a hacer ningún cambio. De
modo que el caos y la crisis siguen y siguen, haga el niño lo que haga.
Y el mensaje se repite en nuestro inconsciente durante años y años.

Piensa en...

¿Quién te metió en el doble vínculo?

¿Qué haces para mantenerte en él?

Dibuja tus dobles vínculos.

72 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

PREGUNTA VEINTICINCO

¿Quieres decir que el doble vínculo de mi niñez sigue actuando en el pre-


sente?

Sí, a menos que lo cambiemos. Cuando crecemos nos sentimos atraídos


cual imanes por personas y situaciones necesitadas y conflictivas. El niño,
ahora ya adulto, repite las pautas aprendidas en casa. Algo marcha fatal. Las
crisis se suceden una tras otra y me corresponde a mí arreglarlo todo, o suce-
derá algo terrible y yo tendré toda la culpa. En semejante situación no es posi-
ble pensar. Sólo podemos reaccionar, como el niño que éramos. Incluso pode-
mos volvernos adictos al drama inherente a este estado de cosas, aunque por
debajo del supuesto entusiasmo esté la desesperación.
Un ejemplo extraído del mundo laboral nos muestra una oficina con
muchísimo ajetreo y en donde cada persona tiene un enorme montón de tra-
bajo que hacer. La compañía sigue la política de tener en plantilla a un
empleado menos de los que harían falta para sacar adelante el trabajo. El
resultado es que cada persona, además de hacer su propio trabajo, tiene que
hacerse cargo de algunas tareas extras procedentes del trabajo para el que no
hay asignado nadie. En cualquier grupo de personas, siempre habrá gente
que se limitará exclusivamente a hacer el trabajo que le corresponde, y otra
gente que no hará ni siquiera el trabajo que le corresponde. De modo que la
desidia recaerá sobre el niño-ahora-un-adulto-codependiente, quien ha
aprendido a hacerse cargo de todo. El codependiente lo arreglará por todo el
grupo, cueste lo que cueste.
Como niños-adultos codependientes, hacemos horas y más horas extras
por un salario ínfimo, no recibimos ninguna prima y nos sometemos a las
máximas tensiones, todo para obtener unos resultados más bien pobres. Nos
han enseñado a no acudir a la autoridad en busca de ayuda, de modo que no
decimos nada. Esto es lo que sucede: nos sentimos cual basura, avergonza-
dos, disminuidos, incapaces. Estamos desconcertados e intentamos que no se
note. Nos sentimos molestos por estar desconcertados, porque el desconcier-
to no es productivo. De modo que nos enfadamos cada vez más, hasta que
explotamos y nos vamos sin decir nada, o nos volvemos pasivo-agresivos y
faltamos un montón de días al trabajo. Enfermamos físicamente o nos entu-
mecemos hasta el punto de funcionar como si fuésemos robots. No tenemos
energía para nada en la vida, salvo para trabajar. Nos consumimos, y ni una
sola persona siquiera se da cuenta de que nos estamos muriendo. Exactamente
como cuando éramos niños.

MAIOR 73
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Te encuentras en un doble vínculo actualmente?

Explícalo o dibújalo.

PREGUNTA VEINTISÉIS

¿Qué tengo que hacer para salir de un doble vínculo?

Un niño no puede salir de un doble vínculo. Un niño no tiene autoridad,


ni movilidad, ni elección.
Para que los adultos podamos salir de un doble vínculo, tenemos que
estar dispuestos a correr un riesgo emocional. Tenemos que estar dispuestos
a enfrentarnos a las consecuencias de nuestros actos. Tenemos que estar dis-
puestos a ir a por todas. Tenemos que renunciar a la aprobación de los demás,
incluso a la aprobación de nosotros mismos al principio.
No asumimos tareas imposibles de realizar y no nos movemos en los
extremos. No respondemos a los mensajes que no estén claros. Clarificamos
nuestra propia posición y solicitamos directrices claras y simples.
Preguntamos cuáles van a ser los criterios para evaluar objetivamente nues-
tro rendimiento. Renunciamos a la autoridad de otras personas y nos vale-
mos de nuestra propia autoridad. Recuperamos el poder que nos es propio.
Hacemos que nuestras almas vuelvan a nosotros.

Piensa en...

¿Cómo te sientes cuando estás metido en un doble vínculo?

¿Qué podrías hacer para salir de él?

74 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

PREGUNTA VEINTISIETE

¿Cómo puedo hacer eso? No sé ni por dónde empezar.

Empieza por hacer una lista de tus “deberías” y examinarlos uno por uno.
Algunos de tus “deberías” son buenos y puede que quieras conservarlos:
«Debería hacer más ejercicio». Otros son perjudiciales: «Siempre serás una
nulidad. Deberías avergonzarte de ti mismo». Tienes que abandonar los que
decidas que no te reportan el mayor beneficio propio.
Al mismo tiempo, haz afirmaciones todos los días, tres veces al día. Los
“deberías” y las afirmaciones son diferentes. Los “deberías” son de origen
externo. Son las prescripciones (reglas y reglamentos: qué hacer) y proscrip-
ciones (prohibiciones y juicios: qué no hacer) de otras personas. A través de
instituciones como la familia, la iglesia, las escuelas y los lugares de trabajo,
nuestra sociedad prescribe y proscribe ya no sólo la conducta, sino las acti-
tudes, las creencias y los valores. Una prescripción actitudinal nos dice que
toda autoridad debe ser respetada. Una prescripción respecto de las creencias
sostiene que debemos ir a la iglesia todos los domingos. Una proscripción res-
pecto de los valores nos dice que nunca debemos oponernos a lo que nuestra
familia cree que es lo correcto.
Por sentido común (y porque es necesario para que una sociedad salga
adelante), tenemos ya no sólo el derecho, sino la obligación de cambiar lo que
no funcione. De modo que podemos y debemos cambiar nuestros “deberías”.
La decisión respecto de cuáles son las normas y las prohibiciones que tene-
mos que cambiar se basará en nuestras prioridades individuales.
Algunos “deberías” son utilizados por nuestras instituciones como un
medio de control social y otros se emplean como un medio de adquirir poder
sobre otras personas. Es sano cuestionar las leyes que nos han dictado, cuan-
do parece que no concuerdan con nuestra experiencia. Esto es lo que preten-
de la presión política, en definitiva.
En el aspecto personal, es sano cuestionar las prescripciones y proscrip-
ciones que nos han dictado nuestras familias. Nuestros “deberías” son una
forma de adiestrar y regular lo que hacemos, pensamos y sentimos. Nuestros
“deberías” se convierten en nuestro “programa” interior. A menudo nos cre-
emos que no somos más que nuestros “deberías”, pero un programa dañino
se puede y se debe cambiar.
Por otra parte, las afirmaciones las crea una persona sana como un medio
de cambiar una programación social o institucional que ha dejado de ser

MAIOR 75
C o d e p e n d e n c i a

apropiada o realista, o de tener sentido. Las afirmaciones deberían reflejar


cómo elegimos actuar, pensar o sentir. Constituyen una parte esencial de la
curación. Son un medio verbal de vendar nuestras heridas y aliviar nuestro
dolor. Sustituyen la enfermedad por la salud y la desesperación por la espe-
ranza. Cuando creamos y utilizamos afirmaciones en el proceso de curación,
defendemos que algo es cierto. Confirmamos nuestras propias decisiones.
Nos convertimos en adultos independientes, determinados por nosotros
mismos.
Las afirmaciones deben hacerse de una en una, utilizando frases u oracio-
nes breves y sencillas. Hay muchos libros recomendables sobre afirmaciones.
Puedes elegir dos o tres que se adapten a ti y a tu situación, o inventarte las
tuyas propias.
Conviene empezar con tu cuerpo-mente-alma en un estado muy relaja-
do. Hay que repetir los nuevos pensamientos muchas veces. Conforme
apartemos de nuestro camino las viejas voces, empezaremos a oír la ver-
dad. Empezaremos a decirnos la verdad a nosotros mismos. Comenzare-
mos la historia de nuestras propias vidas. Y entonaremos nuestras propias
canciones.

Piensa en...

Una de mis afirmaciones preferidas es la siguiente: «A medida que yo crezco, todos


crecen». Escribe tres afirmaciones para ti mismo. Practícalas a diario mientras te
encuentres relajado.

1.

2.

3.

76 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

PREGUNTA VEINTIOCHO

No me siento conectado a mi familia en absoluto. Es sólo que no tengo la


impresión de sentirme cerca de ellos. Nunca la tuve. ¿Qué es lo que me pasa?

Uno de los procesos que reducen el poder de un niño dentro de una fami-
lia tiene que ver con una vinculación defectuosa9.
En los seres humanos existe una relación simbiótica natural entre la madre
y el infante. Durante el período que precede al nacimiento, ambos comparten
la misma vida a través del cordón umbilical. Cuando el niño nace, madre e
infante se enamoran y se vinculan. La vinculación del nacimiento es necesa-
ria para la salud psicológica y el bienestar físico de los dos, además de ase-
gurar la supervivencia.
En un contexto saludable, madre e hijo tienen las suficientes experiencias
en común como para sentirse seguros el uno con el otro. A medida que el niño
crece, interviene un proceso de separación espontáneo y natural que forma
parte del desarrollo tanto de la madre como del hijo. Tiene lugar una disolu-
ción natural de la vida común de los dos. Cuando se desarrolla de una forma
saludable, este proceso les permite llegar a ser dos personas íntegras y totales.

EL PROCESO DE VINCULACIÓN

Antes del nacimiento madre e hijo tienen una vida común y están entrela-
zados en un proceso biológico denominado simbiosis.

Madre e hijo Simbiosis: la misma vida


antes del nacimiento

Cuando el niño nace, existe una dependencia natural de cada uno de los
dos respecto del otro. La madre necesita al niño para vaciar los pechos y
devolver el útero a la situación anterior al embarazo. El niño necesita a la
madre para sobrevivir. El niño no experimenta ninguna separación, sólo uni-
dad y conexión.

9. Todos los conceptos vertidos en esta sección están tomados de J. BOWLBY (véase su
libro El vínculo afectivo, en Editorial Paidós, de Buenos Aires) y M. MAHLER (véase su libro
Simbiosis e Individuación: El Nacimiento Psicológico del Infante Humano, en Editorial Marymar, de
Buenos Aires) (N. del T.).

MAIOR 77
C o d e p e n d e n c i a

Nace el niño Interdependencia natural


entre la madre y el hijo

A medida que el niño crece tiene lugar un desprendimiento natural, un


proceso de separación que se desarrolla a lo largo de una serie de etapas
ordenadas y regulares. Conforme el niño se hace mayor, este proceso se vuel-
ve tanto psicológico como biológico.

Progresión del
Desarrollo del niño crecimiento biológico
y la separación psicológica

Finalmente los dos son individuos únicos y separados, con sus propias
vidas. Pueden permanecer cerca o no, pero al margen de lo que suceda con
la madre de origen, cuando el niño se transforma en un adulto transfiere sus
experiencias a otra persona significativa. Si sus experiencias tempranas han
sido básicamente positivas, entonces entablará relaciones sanas. De lo con-
trario, se vuelve codependiente, o algo peor.

Cercanía
Individuación
Independencia

Interdependencia

En la edad adulta, la vinculación tiene lugar dentro de cualquier relación


significativa que nos conmueva profundamente. Nos sentimos vinculados a
nuestros padres, hermanos, hermanas, amigos y amantes.
Un vínculo es algo que mantiene a dos seres unidos y les compromete a
preocuparse el uno del otro. Los vínculos se crean a través del contacto o la
“conexión”. Puede ser un vínculo físico, como el de la madre y el hijo, o un vín-
culo sexual, como el que existe entre dos amantes. Una vinculación fuerte es
necesaria para la supervivencia y el crecimiento emocionales. Cuando aparece
una situación peligrosa o potencialmente peligrosa, un proceso de vinculación
saludable genera una zona de seguridad física, emocional o psicológica.
Para que se dé la vinculación, debe haber un intercambio mutuo de ener-
gía a un nivel significativo: físico, emocional, sexual o espiritual. El inter-

78 MAIOR
C ó m o n o s a f e c t a

cambio de energía genera el “pegamento” para la vinculación. Cuantos más


niveles estén implicados, más profundos serán los vínculos.
En la vinculación defectuosa existe una tendencia al aislamiento o la
absorción. El aislamiento emocional tiene lugar cuando al bebé no se le per-
mite vincularse de una forma natural. Si una madre o su sustituto no puede
acercarse o no puede permanecer cerca del niño, si la separación ocurre
demasiado pronto, si al bebé no lo han estimulado táctilmente lo suficiente,
o lo han estimulado de una forma brutal, el niño no se sentirá lo bastante
seguro como para vincularse. Si cuando un niño se acerca –ya sea física o
emocionalmente– le hacen daño, entonces se aislará cada vez más.
La absorción emocional tiene lugar cuando al bebé no se le permite sepa-
rarse en el momento oportuno. Si una madre o su sustituto es sobreprotecto-
ra y no acaba de “desprenderse” y de aflojar los lazos para permitir que el
niño se convierta en una persona independiente, entonces el niño no se vin-
culará adecuadamente y tratará de apartarse.
Lo que sucede más a menudo es una maternidad incongruente, en la que
se da una dinámica de atracción/repulsión en la relación madre-hijo. Un
niño vinculado de este modo se apartará bruscamente cada vez que se sien-
ta demasiado cerca y atraerá cerca de sí a la otra persona cuando se sienta
demasiado lejos, sin tener en cuenta en absoluto las necesidades de la otra
persona. No sabe cómo bailar la danza de la intimidad.

Piensa en...

¿Cómo se desarrolla la vinculación en tus relaciones actuales?

¿Cuándo te sientes más cerca?

¿Cuándo te sientes más lejos?

¿Cómo evitas la proximidad?

¿Tuviste una vinculación defectuosa o incompleta de niño?

¿Cómo ocurrió?

MAIOR 79
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA VEINTINUEVE

Me siento muy vinculada a mi novio, aunque sé que no me conviene. ¿Qué


puedo hacer?

Existe una vinculación sana basada en el placer, el amor y el goce en una


atmósfera de seguridad, compromiso y solicitud. Existe una vinculación insa-
na que se basa en el dolor, el miedo y la rabia en una atmósfera de abuso,
inaccesibilidad y posesividad.
La vinculación sana proporciona una sensación de seguridad. La vincula-
ción insana transmite una sensación de peligro.
Necesitas determinar con precisión si tus sentimientos internos incluyen
dolor, miedo y rabia, o seguridad, compromiso y solicitud. Tienes que escu-
char a tu cuerpo cuando no estés con él, a fin de que puedas discriminar entre
los sentimientos puramente sexuales y los de seguridad, compromiso y soli-
citud. Los sentimientos sexuales son muy fuertes y tienden a arrastrarnos
tras de sí con su fuerza. Pero bajo los sentimientos sexuales a menudo yace
un niño pequeño, asustado.
Un niño que no puede vincularse o separarse se siente desconcertado ante
las relaciones íntimas. De adulto, este niño aprenderá a ignorar, desatender,
maltratar y abusar de cualquier otra forma de su “niño interno”. En conse-
cuencia, le resultará muy difícil elegir gente sana con la que relacionarse. El
niño interno es un concepto que representa nuestras emociones y nuestros
recuerdos de la niñez. Consulta la pregunta treinta y seis para un desarrollo
más amplio de esta idea. Si te parece que todo esto encaja contigo, puede que
necesites ayuda para resolver tus sentimientos.

Piensa en...

¿Cuál podría ser un ejemplo de vinculación insana en tu vida?

¿A qué te recuerda de tu niñez?

80 MAIOR
Características de los
codependientes

PREGUNTA TREINTA

He oído que los codependientes se responsabilizan de otras personas


demasiado a menudo. Yo no soy así en absoluto. Antes bien, suelo ser el
último en ofrecerme a ayudar a los demás. ¿Puedo ser codependiente a
pesar de todo?

Sí. La falta de responsabilidad es el polo opuesto del exceso de responsa-


bilidad. Forma parte de la codependencia. Esto significa que la responsabili-
dad tiene dos extremos y que los codependientes tienden a situarse en uno o
en otro. En sus relaciones, a menudo manifestarán tanto un exceso como una
falta de responsabilidad, oscilando de un extremo al otro. Dependiendo de la
relación, los codependientes pueden igualmente asumir el papel opuesto de
otra persona significativa y llenar de este modo la percepción de un vacío
emocional.
Por el contario puede que no se impliquen en absoluto, creyendo que el
hecho de no implicarse constituye una garantía de seguridad emocional.
La recuperación se basa en el equilibrio entre cuidar de nosotros mismos
y servir a los demás. Tanto si estamos en el Polo Norte como en el Polo Sur,
en cualquiera de los dos casos nos congelaremos y moriremos.

Piensa en...

¿En qué aspectos de tu vida eres más extremista?

¿Recuerdas alguna ocasión u ocasiones en que te responsabilizaste demasiado?

MAIOR 81
C o d e p e n d e n c i a

¿Cómo te sentías?

¿Recuerdas alguna ocasión u ocasiones en que te responsabilizaste demasiado poco?

¿Cómo te sentías?

PREGUNTA TREINTA Y UNA

Otra de las cosas que he oído acerca de los codependientes es que nos dan
miedo las figuras de autoridad. ¿Se refiere a los policías, profesores, sacer-
dotes y demás personas que tengan algún tipo de poder, legal o moral,
sobre nosotros? También tengo la impresión de que soy bastante tímido o
de que me siento muy inhibido con los empleados de los comercios y los
compañeros de trabajo. ¿A qué se debe esto?

Cuando decimos que a los codependientes les dan miedo las figuras de
autoridad, lo que queremos decir es que, cuando sufrimos los síntomas de la
codependencia, nos volvemos a comportar como niños.
La codependencia se ha definido como un «defecto en la realización de
algunos de los cometidos más importantes del desarrollo». Con demasiada
frecuencia no llegamos a desarrollar nuestros propios valores, actitudes y
creencias en tanto que adultos en un mundo de adultos. Nos limitamos a escri-
bir a máquina, cuando lo que necesitamos es aprender a escribir. Como dice
San Pablo: «Cuando era niño, pensaba como un niño, sentía como un niño...».
Un niño hará una u otra de estas dos cosas: seguirá las normas de sus
padres o se rebelará contra ellas. Reaccionará en vez de actuar por sí mismo. Si
nuestro niño interno es inseguro e indeciso, de adultos puede que nos bus-
quemos otros padres. Nos buscamos a otras personas para que nos digan lo
que tenemos que hacer o para rebelarnos contra ellas.
Para un “niño adulto” la autoridad es un creador, una figura poderosa, a
la manera de un dios. Una autoridad tiene el poder de establecer y de hacer
cumplir normas y el poder de determinar o de juzgar conductas. Cuando nos
hacemos adultos, reevaluamos lo que hemos aprendido de niños. Pero a los

82 MAIOR
C a r a c t e r í s t i c a s d e l o s c o d e p e n d i e n t e s

codependientes nos llaman “niños adultos” porque parecemos adultos, pero


sentimos como niños. En este estado de cosas, cualquiera es más poderoso que
nosotros. Cualquiera es el experto. Cualquiera es el padre, el Dios. Y continua-
mos siendo unos niños hasta que decidimos ser nuestros propios padres,
nuestra propia autoridad. Entonces nos permitimos crear nuestra propia
experiencia. Somos capaces de hacernos cargo de nuestra propia vida en la
medida que nos hagamos cargo de nuestro propio niño interno.

Piensa en...

¿Quiénes son tus figuras de autoridad?

¿Cómo podrías empezar a dejar de delegar en los demás tu propio poder?

¿A quién le confieres el poder de juzgar lo que haces?

PREGUNTA TREINTA Y DOS

Tengo la impresión de que me odio a mí mismo y, haga lo que haga, nunca


estoy satisfecho o contento conmigo mismo. ¿Todos los codependientes tie-
nen una baja autoestima?

Habitualmente, pero no siempre. Cuando nos han educado de una forma


que anula nuestra autorrealización, a menudo nos sentimos indefensos e
incapaces de cambiar. Podemos cosechar toda suerte de éxitos externos, pero
por dentro, emocionalmente, somos como niños pequeños. La mayoría de las
veces, lo que sentimos por dentro no se corresponde con lo que mostramos
por fuera. Aprendemos a ocultar nuestros sentimientos a los demás y, por
encima de todo, a nosotros mismos. Nos quedamos vacíos emocionalmente.
Nos sentimos desvalidos y hambrientos. Entonces la pagamos con nosotros
mismos, a menudo a través de nuestros síntomas físicos o psicológicos.

MAIOR 83
C o d e p e n d e n c i a

La autoestima puede ser diferente en distintos aspectos de nuestras vidas.


Puede que estemos muy seguros de nuestra capacidad para resolver proble-
mas. Podemos estar extraordinariamente satisfechos de nosotros mismos en
este aspecto. Ahora bien, en las situaciones emocionales podemos sentirnos
totalmente incompetentes. No tenemos experiencia con las emociones.
En términos generales, tener a una persona en gran estima significa «valo-
rarla mucho, respetarla, apreciarla». Para nosotros, la recuperación consiste
en enamorarnos de nosotros mismos, no de una forma egocéntrica o en el
sentido de quedarnos absortos en nosotros, sino de la forma más simple:
como un niño.
De forma natural, un niño recurre a los demás para alimentar su autoesti-
ma. Nuestra autoestima crece en proporción directa con el respeto y el apre-
cio que nuestros padres ponen en nosotros. El aprecio y el respeto que nues-
tros padres se tienen a sí mismos y el que se tienen mutuamente constituye
el punto de partida de la cuestión. Si nuestros padres nos consideran una
carga, entonces seremos una carga para nosotros mismos. Si emplearon la
culpa y la vergüenza como medios para controlarnos, entonces nos sentire-
mos culpables y acabaremos por avergonzarnos de nosotros mismos.
Sumemos a esto nuestra capacidad innata para tomar la vergüenza, la
culpa y los miedos de los demás y hacerlos nuestros. Nos convertimos en un
niño con una baja autoestima, un niño que “se odia a sí mismo, haga lo que
haga”. La seguridad en uno mismo procede de la autoestima.
Nos vemos reflejados en el espejo del rostro de nuestros padres10. Lo que
vemos en él es aquello en lo que nos convertiremos. Si el espejo parental
refleja envidia, desagrado, rabia o miedo, los internalizaremos como nuestros.
Ahora bien, si miramos a los ojos de los padres y vemos aprobación, ánimos,
amor y respeto auténticos, los internalizaremos igualmente como nuestros.
Además, experimentamos nuestros sentimientos como parte de nuestro yo,
aunque no podamos darles un nombre.
De niños, vivimos totalmente inmersos en nuestra propia experiencia. Es
todo lo que tenemos. Vivimos continuamente en el presente. Hasta que no
adquirimos cierta madurez física, intelectual y emocional, nos limitamos a
absorber y reflejar lo que nos rodea. Vemos nuestra propia imagen en los ros-
tros de los padres que nos miran. Una mirada puede asestar una puñalada en
el alma. Un abrazo puede aliviar una herida y el alma puede volver.

10. También fue D. W. Winnicott el primero en señalar el papel de espejo de la madre y la


familia en el desarrollo del niño, y en calificar el rostro de la madre en particular como pre-
cursor del espejo en el desarrollo emocional individual (véase de nuevo su libro Realidad y
Juego en Editorial Gedisa, de Barcelona) (N. del T.).

84 MAIOR
C a r a c t e r í s t i c a s d e l o s c o d e p e n d i e n t e s

Piensa en...

¿En qué áreas específicas te sientes falto de autoestima?

¿La autoestima es diferente, para ti, de la seguridad en ti mismo?

¿En qué áreas específicas te sientes seguro de ti mismo?

¿Cómo se formó tu autoestima?

MAIOR 85
Segunda parte
Procesos psicológicos

El niño interno
Los procesos
Procesos psicológicos

En la primera parte hemos examinado algunas de las formas de perder


nuestro poder dentro del sistema familiar. Ello genera una desautorrealiza-
ción personal que conduce a una suerte de devastación interna. Somos inca-
paces de cambiar nuestro mundo o nuestro destino. No sentimos nuestra
fuerza interior, ni nos consideramos potentes en modo alguno. Dado que nos
sentimos impotentes, rara vez desarrollamos nuestro potencial. Podemos
cosechar todo tipo de éxitos externos, pero internamente, emocionalmente,
nos sentimos tan impotentes e indefensos como un niño. El sinónimo “niños
adultos” procede de esta dicotomía.
Las más de las veces nuestro interior no se corresponde con nuestro exte-
rior. Aprendemos distintas formas de ocultar nuestra indefensión a los
demás y, muy especialmente, a nosotros mismos. Nuestra vergüenza queda
sepultada en lo más hondo. El niño que una vez fuimos, nuestro “niño inter-
no”, yace oculto en las profundidades de nuestro ser. Nos quedamos vacíos
emocionalmente. Nos sentimos desvalidos y hambrientos. Por mucho que
comamos, nunca estamos llenos. Hemos perdido el alma.
Luego de un tiempo, tenemos la vaga sensación de que nos limitamos a
representar una y otra vez el drama emocional de nuestra niñez. Declamamos
los viejos guiones de nuestras vidas. A medida que nos colocamos las másca-
ras de la insinceridad, el secreto y la apatía para ocultar nuestra vergüenza y
nuestra indefensión, cada vez somos menos nosotros mismos.
A medida que nuestros espejos nos devuelven el reflejo de nuestras falsas
imágenes, nos sentimos cada vez más aterrados y aislados por debajo de nues-
tras máscaras y cada vez estamos menos vivos. Nuestro propio drama toma
forma y se despliega en las luchas de poder de nuestras vidas. Experimentamos
y expresamos nuestra desautorrealización personal a través de una serie de
procesos psicológicos constantes a los que llamamos codependencia.

MAIOR 89
El niño interno

PREGUNTA TREINTA Y TRES

¿Cuáles serían algunos de los signos de la codependencia, algunos de los


síntomas de un niño interno maltratado?

Los signos y síntomas de la codependencia se ponen de manifiesto cuan-


do empezamos a reaccionar de una forma rígida, extrema. Experimentamos
una suerte de “aluvión” emocional o una parálisis emocional.
Si estamos desbordados emocionalmente, los sentimientos nos inundan.
Estamos enfadados y asustados permanentemente. Nuestras energías son
escasas y no toleramos los errores, ya sean nuestros o de los demás. Tenemos
la impresión de que hemos perdido las riendas. Nos sentimos estresados y
angustiados y no podemos dormir porque estamos tensos. No podemos cam-
biar nada, por muy rápido que vayamos. Nos estamos dejando la vida y sin
embargo no podemos parar.
Si estamos paralizados emocionalmente, tenemos la impresión de que no
podemos sentir nada o sentirnos de ningún modo, excepto deprimidos,
tristes, sin fuerzas. Todos los días amanecen cubiertos por un nubarrón gris.
A veces sentimos el bloqueo en la garganta, el pecho o el estómago. No pode-
mos tolerar ninguna frustración y el más mínimo problema excede nuestra
capacidad de hacerle frente. Somos incapaces de tomar decisiones. Nos sen-
timos atrapados en nuestras relaciones y aferrados a determinadas formas de
actuar.
No hay alma en lo que hacemos o en lo que sentimos. La pérdida del alma
ha absorbido nuestra vida y nuestro poder y ha dejado únicamente un capa-
razón rígido de la persona que éramos antes de desangrarnos.

MAIOR 91
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Te has sentido alguna vez desbordado emocionalmente? ¿Qué ocurrió?

¿Cómo te sentiste?

¿Cómo es tu experiencia de la parálisis emocional?

¿Cómo te sentiste?

PREGUNTA TREINTA Y CUATRO

Lo que no entiendo es por qué parezco un adulto, pero me siento como un


niño todo el tiempo. ¡Ayúdame!

La codependencia es un «fracaso en el proceso de individuación, en el pro-


ceso de convertirnos en un individuo aparte de nuestra familia». Para un
niño pequeño, el apego y la seguridad son una misma cosa y la separación es
lo mismo que la pérdida de la seguridad. En un hogar sano en el que reina
una atmósfera de seguridad, estabilidad y respeto, un niño puede, de forma
natural, apartarse de los padres para convertirse en un individuo y en una
persona con su propia identidad. De este modo aprende cosas nuevas que a
menudo sus padres no pueden enseñarle. Cuando se asusta porque se ha ale-
jado demasiado, puede volver a acercarse y sabe que será plenamente acep-
tado en ambos casos. Está aprendiendo la danza del desarrollo.
En los hogares en los que no hay seguridad ni estabilidad y el abuso sus-
tituye al respeto, llegado el momento natural, al niño le aterrará separarse, o
no será capaz de vincularse en absoluto. Empieza a vivir en los extremos.
Aprende a estar extremadamente cerca, hasta el punto de quedar absorbido,
o a rechazar y apartarse bruscamente de lo que más quiere.
Te has desarrollado intelectualmente como un adulto competente, pero
tus sentimientos se han quedado atrás, en la niñez. Has dejado atrás una
parte de tu alma.

92 MAIOR
E l n i ñ o i n t e r n o

Piensa en...

¿Dónde te sientes seguro?

¿Cómo podrías recuperar esa parte de tu alma que dejaste atrás?

PREGUNTA TREINTA Y CINCO

No estoy segura de si estoy viviendo en los extremos, pero sí estoy segura


de que me siento desbordada la mayor parte del tiempo. ¿Cómo podría
reconocer cuándo estoy siendo codependiente?

La codependencia tiene lugar cuando un acontecimiento de nuestra vida


actual desencadena una respuesta interna o una reacción excesiva que supo-
ne un eco del pasado. Cuando esto sucede, reexperimentamos de nuevo la
vivencia traumática. Si estás metida en una situación contraproducente que
constituye una repetición del pasado, si confiaste en alguien y ese alguien
traicionó tu confianza, o si tu marido te critica de la misma forma que lo hacía
tu madre y te retira su amor, podrías acabar sintiéndote abandonada y regre-
sar de golpe a tu pasado. Cada vez que te sientas fuera de control emocio-
nalmente, ello sentará las bases para una reacción codependiente. Tal vez
necesites trabajar el niño interno.

Piensa en...

Recuerda cuando eras un niño, por ejemplo, de unos cinco años. Trata de verte a ti
mismo: qué llevas puesto, dónde estás, qué estás haciendo. Trata de recordar cualquier
sonido u olor especial de aquella época. Imagina cómo te debías sentir cuando eras un
niño tan joven.

Coloca tu cuerpo en una posición que represente de la manera más fiel posible esta
imagen mental. Observa cómo te sientes.

MAIOR 93
C o d e p e n d e n c i a

Escribe después una carta breve, dirigida a ti mismo cuando tenías cinco años, dicién-
dole a ese niño, tu niño, lo que necesitabas oír por encima de todo.

PREGUNTA TREINTA Y SEIS

¿Qué es el ‘niño interno’?

El niño interno es un concepto sencillo pero profundo, que interviene en el


proceso de curación. Representa las emociones, imágenes, recuerdos y pau-
tas cerebrales que experimentamos de niños y que todavía conservamos de
adultos. El niño interno es una parte compleja de nuestro sistema emocional
y de supervivencia. Difiere de nuestro intelecto, tanto en su naturaleza como
en sus funciones. Es una parte profunda de nuestra herencia humana que se
deriva de nuestra naturaleza divina. El alma tiene muchas dimensiones
incluye al niño interno, pero no se limita al mismo. El niño interno es la parte
más precoz, más primitiva y más profunda del desarrollo del alma.
El psicólogo Carl Jung lo llamó un arquetipo. El “niño divino”, junto con la
“madre”, el “padre” y demás, aparece en todas las culturas y en todas las
épocas. El “niño” es natural, espontáneo y creativo. El “niño” es un símbolo
de una nueva vida, de energía y de curación. Cuando nuestro niño interno
recupera su integridad a través del proceso de curación, podemos volver a
empezar con un sentido de admiración y de novedad ante el mundo. Es
como si hubiésemos vuelto a nacer. Hemos recuperado el alma de nuestro
niño interno.

Piensa en...

Escoge un objeto que simbolice tu niño interno y consérvalo cerca de ti. Puede ser
una muñeca, un animal disecado, un juguete, una foto. ¿Por qué simboliza este obje-
to tu niño interno?

¿Qué sentimientos te evoca?

94 MAIOR
E l n i ñ o i n t e r n o

PREGUNTA TREINTA Y SIETE

Pero yo no me siento “divino” en absoluto. Me siento herido y enfadado.


¿Qué es lo que me pasa?

Cuando no nos sentimos divinos, es porque nuestro niño interno ha sido


lastimado. Cada uno de nosotros lleva dentro de sí muchos y diferentes niños
internos. Son como las antiguas “muñecas nido” procedentes de Rusia, con
las que juegan nuestros hijos. Tenemos una muñeca grande, pintada con
bellos colores, y cuando la giramos se abre para mostrar otra muñeca más
pequeña que, a su vez, contiene otra muñeca más pequeña, y así sucesiva-
mente hasta que llegamos a la muñeca más pequeña de todas: el “niño divi-
no”. Es como si nuestra energía hubiese quedado atrapada en pequeños
compartimentos de sentimientos, imágenes y recuerdos que tuvieron lugar
en diferentes épocas.
Si examinamos nuestro propio mundo interno, tal vez encontremos a un
niño feliz de dos años, al típico niño de cuatro años, pero también a un niño
de siete años que está pasando por toda una serie de experiencias horribles y
dañinas que ocurrieron «cuando nos mudamos de casa». El adolescente de
trece, dieciséis o dieciocho años pudo también resultar lastimado por otros
distintos motivos.
Los compartimentos de energía son como fantasmas del pasado. Todos
estos fantasmas están atrapados dentro de nuestro cuerpo-mente-alma y
necesitan ser liberados durante la recuperación.
Necesitamos estar en un lugar seguro y curativo cuando “abramos” nues-
tras distintas muñecas. Entonces podremos tranquilizar, calmar, aliviar y
confortar a todos nuestros niños internos. Podremos enseñarlos y fortalecer-
los a todos. Tenemos que susurrarles antiguas canciones de cuna a nuestros
niños internos, hasta que nos durmamos en la perfecta tranquilidad y la ino-
cente confianza que constituye nuestro derecho a nacer, concedido por Dios.

Piensa en...

Cierra los ojos y piensa detenidamente en los diferentes niños pequeños que una
vez fuiste, tratando de identificar edades y lugares. Cuando abras los ojos, dibuja lo
que experimentaste.

MAIOR 95
Los procesos

PREGUNTA TREINTA Y OCHO

Soy una profesional en el campo de la dependencia de sustancias quími-


cas. Hace poco impartí un seminario a otros profesionales. Les hablé acer-
ca de la vergüenza y de la importancia de reconocerla en nosotros mismos
antes de que podamos reconocerla en nuestros pacientes. Les hice “experi-
mentar la vergüenza” en base a que dibujaran sus propios sentimientos de
vergüenza o acerca de la vergüenza.
La respuesta que recibí de ellos fue que me pusieron en ridículo, se enfa-
daron conmigo y me criticaron. Fue una experiencia desastrosa para mí y
tardé semanas en recuperarme. ¿Puedes explicar lo que sucedió?

Es como si en lo profundo de nuestro cuerpo-mente-espíritu hubiera


un campo minado de vergüenza y otras personas fuesen los detonantes. El
campo de minas lo creó el hecho de que nos culparan y avergonzaran duran-
te la niñez. Otras personas lo activan a través del mecanismo de las expecta-
tivas, cada vez que se produce una situación similar o elementos similares de
la situación original.
Por ejemplo, si participo en un seminario y se espera de mí que extraiga
algo de él que pueda aplicar luego a mi profesión, entonces no puedo impli-
carme demasiado personalmente. Se espera de mí que haga las dos cosas,
especialmente en el caso de las profesiones humanitarias. Ahora bien, cuan-
do mi vergüenza se activa porque me piden que vuelva a experimentarla, me
veo implicada personalmente de hecho.
Para defenderme, cambio de registro: me vuelvo de lo más reflexiva y de
lo más crítica y me pongo a culpar a la persona que está al frente del semi-

MAIOR 97
C o d e p e n d e n c i a

nario. Digo cosas del tipo de: «Todos los que estamos aquí somos auténticos
profesionales. ¿No parece eso demasiado elemental?» «Ese material no es
apropiado para el nivel de inteligencia de su audiencia», o «En nuestro cen-
tro no nos gusta trabajar experimentando nada».
A través de este proceso consistente en culpar y en juzgar, lo que hacemos
es reducir nuestra propia vergüenza y transferirla a otra persona, esto es, a
la persona que está al frente del seminario o a cualquier otra figura de auto-
ridad.
Detengámonos ahora en lo que experimenta la persona que está al frente
del seminario. Presenta abiertamente el material relativo a la vergüenza y
espera que la comprendan. Cuando advierte que los participantes la culpa-
bilizan, entonces asume la vergüenza de ellos, exactamente igual que asumía
la vergüenza de sus padres cuando era una niña. Se siente más pequeña.
Recuerda...
«Si fuese más buena, papá no bebería. Entonces mamá no se sentiría
tan mal. ¿Por qué seré tan mala...?»
Y a un nivel todavía más profundo, inconscientemente...
Papá se siente mal consigo mismo. Se siente culpable y se avergüenza
por beber, pero no lo dice. La culpa de que beba la tienen, según él, su jefe,
su mujer, el estrés... Ahora bien, la niña excesivamente sensible, a la que no
le comunican nunca nada abiertamente, recibe la vergüenza de él como pro-
pia. Al ser tan pequeña está muy abierta. A edades tempranas, los niños reco-
gen información sobre el mundo a través de sus sentidos. Ven el lenguaje
corporal, la conducta asociada a la embriaguez, lágrimas, miradas en los
ojos de los padres. Oyen las declaraciones culpabilizadoras y humillantes
(«si no fuera por los niños... si me prestaras más atención... no tendría que
beber»). Sienten la tensión... ¿y ahora qué va a pasar? No pueden darle un
nombre a esas sensaciones, de modo que internalizan los sentimientos como
suyos, exactamente igual que internalizan los valores, la moral y las cos-
tumbres de su entorno. Esto sucede una y otra vez y al poco tiempo la niña
desarrolla en lo profundo de sí misma huecos o agujeros, que experimenta
como un nudo en el estómago o una opresión en el corazón. Y la niña apren-
de que la mejor manera de transferir vergüenza es culpar.
«Soy una mala persona y me avergüenzo de estar aquí en medio
estorbando. Voy a pegarle a mi amiguita o a mi muñeca y así me senti-
ré mejor».
A veces el proceso tiene lugar a través de la humillación encubierta. Véase
la siguiente pregunta sobre este tema.

98 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Piensa en...

Haz una lista de las situaciones en que te sentías avergonzado. Trata de identificar en
qué centrabas tu atención durante tus “ataques de vergüenza”.

PREGUNTA TREINTA Y NUEVE

¿Qué entiendes por ‘humillación encubierta’?

La humillación encubierta empieza con las mejores intenciones. Un “niño


adulto” está preocupado porque las cosas no le van bien en el trabajo. Acude
a su madre en busca de apoyo emocional acerca de este problema. La madre
advierte el dolor del hijo y se pone a la defensiva por él. Dice cosas tales como:
«No se merecen a una persona tan brillante como tú. Eres demasiado bueno
como para trabajar para esa gente, se mire como se mire» y, a medida que se
acalora sigue la cuestión: «¿Qué hace alguien tan bueno como tú, alguien con
tu capacidad intelectual y con tu don de gentes, prestando sus servicios en un
empleo de tan bajo nivel como ese? ¡Tú eres mejor que todo eso!». Esta es una
declaración sutilmente despectiva, disfrazada de cumplido.
El hijo empieza por enfadarse con la empresa que le ha tratado tan mal.
Está culpando. Dado que la madre trata de “consolarlo”, aunque con buena
intención, comienza a sentirse mal consigo mismo. Está de acuerdo con ella.
Sí, es una porquería de trabajo y él es mejor que todo eso. Secretamente, se
avergüenza de sí mismo porque necesita y le preocupa la opinión de otra per-
sona y porque no es lo bastante bueno.
De forma encubierta, la madre le está transfiriendo su vergüenza al hijo.
Se avergüenza de sí misma por haber educado a un hijo que no vive con arre-
glo a su potencial. Ve que él se siente muy triste: la cabeza baja, los hombros
encogidos, el gesto torcido. Se siente fatal por él y culpable por ella. De modo
que empieza a soltar su discurso de “aliento”: «Cuando yo tenía tu edad,
etc...» Ella cree que le está suministrando un modelo, pero en realidad lo está
avergonzando, le está diciendo que no es lo bastante bueno, que es menos
que ella. Sin darse cuenta, está compitiendo con él. Así es como se transfiere
la vergüenza de forma encubierta y sutil. El niño dentro de él recibe el viejo
mensaje materno.

MAIOR 99
C o d e p e n d e n c i a

El hijo se marcha sintiéndose inútil y avergonzado; entonces se enfada


mucho con su madre, pero no sabe por qué. De modo que se avergüenza toda-
vía más de sí mismo por estar enfadado con su madre. Ella sólo trataba de ayu-
darle. Debería estar contento de tener a alguien a quien acudir... alguien que le
escuchará... (Dado que no puede confiar nunca en sí mismo).
Qué diferente podría haber sido este guión si la madre hubiese estado al
tanto de sus propios sentimientos. Podría haberse limitado a escuchar a su hijo
en vez de identificarse con él hasta el punto de convertirlo en un reflejo de ella
misma y sus necesidades... exactamente como hacía cuando él era un niño.
Qué diferente podría haber sido esta escena si el hijo hubiese estado en
recuperación y hubiese sido capaz de reconocer cuándo estaba sintiendo la
vergüenza de ella. Si hubiese sido capaz de reconocer la vergüenza de ella, ade-
más de la suya, podría haberse sentido de otro modo. Podría haberlo discu-
tido con ella. Y ella podría haber respondido con la verdad.
Qué diferente podría haber sido este encuentro, para los dos, desde la
recuperación, desde la verdad. Pero la vergüenza nos quita gradualmente el
poder que nos es propio y nos deja sin nada, salvo una cabeza baja, unos
hombros encogidos y una expresión dolorida.

Piensa en...

Dibuja las sensaciones que te provoca la vergüenza.

PREGUNTA CUARENTA

He dejado de ir a misa. Desde que mi marido tuvo el accidente de tráfico


(por conducir en estado de embriaguez) en el que resultó muerta una per-
sona, estoy tan avergonzada que no me atrevo a mirar a nadie a la cara.
Siento también como si hubiese perdido el contacto con Dios, como si Dios
ya no estuviese ahí.

El ir a misa y el amar a Dios tienen distintas dimensiones. Una de estas


dimensiones es la espiritual. Se trata de mi relación con Dios tal y como yo Lo
entiendo. Mi relación con Dios es muy personal, muy subjetiva y nos con-

100 MAIOR
L o s p r o c e s o s

cierne exclusivamente a los dos. La forma como yo lleve adelante dicha rela-
ción constituirá una elección absolutamente personal. A veces me enfado con
Dios y se lo digo. A veces me siento agradecida y también se lo digo. A veces
Dios y yo dialogamos, pero su voz es difícil de oír. Sólo en el silencio de la
meditación profunda puedo vislumbrar la voz de Dios.
Otra de las dimensiones es la emocional. Se trata de mis sentimientos para
con Dios, la iglesia, la gente, mis problemas... Este nivel reside en mi cuerpo.
A veces confundo a Dios con mis padres. Mis sentimientos son válidos y rea-
les y unas veces los dirijo a Dios, pero otras veces los dirijo a otras personas.
Me relaciono con los demás sobre una base emocional. Siento emociones, al
margen de lo que haga. Suelo pensar en mis emociones como una especie de
barómetro que me permite diferenciar entre mi relación con Dios y mi rela-
ción con otras personas.
La última de las dimensiones tiene que ver con la organización social que
constituye la iglesia de mi elección. Se trata de las personas, clérigos y segla-
res con quienes me relaciono cuando voy a misa o asisto a algún aconteci-
miento patrocinado por la iglesia. Mi vergüenza corresponde a este nivel.
Aquí es donde puedo sentir vergüenza ante la gente. Pero no confundo a la
iglesia con Dios. De modo que la vergüenza no tiene cabida en mi relación
con Dios. Él es demasiado especial, demasiado grande, demasiado excelso
como para prestarse a algo así.

Piensa en...

Escríbele una carta a Dios explicándole cómo te sientes.

PREGUNTA CUARENTA Y UNA

¿Por qué busco siempre rodearme de personas negativas que no hacen


más que humillarme?

Las experiencias de la niñez generan unas pautas mnémicas inconscientes


en lo profundo de nuestro cuerpo-mente-alma. Imaginemos que nuestra vida
interior es como la superficie de la tierra. Tenemos montañas, ríos, océanos,

MAIOR 101
C o d e p e n d e n c i a

lagos, llanuras y desiertos dentro de nosotros. Hemos pisado el mismo terre-


no muchas veces, a lo largo de nuestra niñez y de nuestra adultez.
Pero ahora vemos que hay algunos indicadores. Hay también algunas
señales en las montañas, océanos y desiertos de nuestra vida interior. Cada
señal corresponde a un sentimiento diferente: vergüenza, miedo, rabia,
decepción, culpa, tristeza... De niños, cada una de las diferentes personas,
situaciones y acontecimientos de nuestras vidas fue a parar a un “montón”
diferente que yace debajo de nuestro indicador. Cuando éramos niños, no
podíamos nombrar ni comprender esos sentimientos. Pero hemos acabado
por familiarizarnos con los indicadores. Nos los hemos tropezado muchas
veces. Los reconocemos. Los conocemos muy bien.
Después nos hacemos mayores. Las personas, situaciones y acontecimien-
tos se suceden. Sólo algunas de ellas nos son familiares. Cuando experimen-
tamos ese sentimiento familiar, podemos llegar a creer que nos sentimos
cómodos con lo que está ocurriendo.
Familiaridad y comodidad son sentimientos diferentes. Cada vez que
entremos en contacto con nuestros sentimientos, podemos mirar qué hay
debajo de lo que nos es familiar, para comprobar si verdaderamente nos
sentimos cómodos. Cómodo significa «tranquilo, en paz y a gusto». La como-
didad se acompaña de una sensación de bienestar. La familiaridad no inclu-
ye esa sensación de bienestar, sino tan sólo la sensación de que algo nos es
conocido.
Por ejemplo, cuando alguien nos hace un cumplido o un comentario
valioso, si no disponemos de una señal que nos indique un sentimiento
familiar con que asociarlo, tendemos a dejarlo escapar y la memoria a corto
plazo no llega a registrarlo. Sin embargo, si alguien nos critica, y reconoce-
mos internamente las señales de la humillación o de la culpabilización que
desembocan en el sentimiento familiar de la vergüenza en lo profundo de
nosotros mismos, entonces decimos que nuestra vergüenza se ha activado.
Es exactamente como el polen, que desencadena el estornudo en una perso-
na alérgica. Estamos sensibilizados a determinadas cosas. No necesaria-
mente nos sentimos cómodos con ellas. Habitualmente no somos conscien-
tes de este proceso, de modo que se repite una y otra vez a lo largo de la
adultez.
A una persona que observe nuestras vidas desde fuera, puede parecerle
que buscamos rodearnos exclusivamente de personas negativas, críticas.
Para nosotros, por muy doloroso que pueda ser, estas son las únicas señales
que nos son familiares. No confundamos familiaridad y comodidad.

102 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Piensa en...

¿Quién es la persona más negativa de tu vida?

Trata de identificar cuándo te sientes más cómodo, utilizando nuestra definición.

PREGUNTA CUARENTA Y DOS

¿Cómo puedo cambiar las pautas mnémicas inconscientes que me impul-


san a buscar y aceptar a personas y experiencias negativas y a rechazar a
personas y experiencias positivas? No se me da bien recibir cumplidos.

La solución consiste en hacernos conscientes de las pautas. Dale un nom-


bre a las señales e intenta reconocer y admitir los sentimientos. Si el hecho de
que una persona a la que quiero levante la voz, actúa en mí como un desen-
cadenante del miedo, lo que tengo que hacer es pararme en ese preciso
momento y sentir mi miedo cada vez que aparezca. Acepta los sentimientos
de miedo o de rabia, en lugar de rechazarlos.
Elige una imagen para el miedo como, por ejemplo, un color violáceo o un
monstruo de negro. No repitas ninguna de las palabras hirientes que oigas.
Cada vez que oigamos, veamos o experimentemos algo positivo en nuestras
vidas como, por ejemplo, una persona que nos dice que estamos muy gua-
pos, podemos intentar trasladar en imágenes lo que nos dicen, a saber: «yo
con un vestido azul». Después, obliguémonos a parecernos guapos en la ima-
gen en cuestión, aunque al principio no nos lo creamos. Repite el cumplido
tres veces seguidas y respira hondo al mismo tiempo. Respirar hondo nos
ayuda a relajarnos y a aceptar los sentimientos.
Solemos repetir sólo lo negativo, como: «y entonces me dijo: ¡a ver si te
callas de una vez!», en vez de: «y entonces me dijo: estás muy guapa con ese
vestido».
Aunque podamos tener la impresión de que las cosas buenas no nos lle-
gan a lo más hondo, hemos de darle tiempo al tiempo. Aprender requiere
práctica. ¿Os acordáis de cuando aprendíamos a montar en bicicleta? Cuando
nos caíamos, nos volvíamos a levantar y lo intentábamos de nuevo. Trata de

MAIOR 103
C o d e p e n d e n c i a

imaginarte que te “tragas” las cosas buenas. Acabará formándose una nueva
y pequeña reserva de sentimientos con la entrada de cosas positivas.
Empezaremos a reconocer los diferentes signos y señales de los nuevos sen-
timientos. Cuando empezamos a sentirnos bien con nosotros mismos, pode-
mos oír cantar a nuestros corazones, suavemente. Permaneced a la escucha.
Pronto, otras personas oirán cantar a vuestro corazón y vendrán a escu-
char también.

Piensa en...

¿Qué te dijiste a ti mismo la última vez que te hicieron un cumplido?

PREGUNTA CUARENTA Y TRES

Nunca me había dado cuenta de hasta qué punto mi pasado ha influido en


mi vida actual. ¿Me pondré bien alguna vez?

¡Sí, la recuperación es efectiva! Cuando nos damos cuenta de cuán profun-


damente nos han herido, no hay nada que hacer, salvo pasar al otro lado atra-
vesando las heridas de parte a parte. A veces, necesitamos que nos cojan de la
mano mientras que atravesamos el túnel del dolor y abrimos con lanceta11
nuestras propias infecciones. Coge a tu niño interno de la mano y guíale a tra-
vés, camino de la libertad y de la paz. Dale de comer y alimenta a tu niño inter-
no, porque fue abandonado, apuñalado y mutilado. Podemos reconocer que
nuestro niño interno se muere de hambre cuando alguien se muestra tierno
con nosotros, o también cuando oímos que alguien ha hecho algo bueno por
otra persona y entonces nos quedamos sin habla y sentimos ganas de llorar.
Podemos sentir nuestra garganta oprimida y nuestro corazón roto. La
soledad interna es inanición. Nuestro niño interno necesita desesperadamen-
te atención, consuelo y ánimo para mostrarse a nosotros.

11. La ‘lanceta’ (dim. de lanza) es un útil de cirugía que consiste en un instrumento de


acero, de corte en ambos lados y punta agudísima, que se usa para sangrar, abrir tumores, etc.
(N. del T.).

104 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Tendemos a tratarnos a nosotros mismos como nos trataron a nosotros.


Cuando empezamos a tratarnos a nosotros mismos como no nos trataron a
nosotros y empezamos a alimentarnos y a aceptarnos, comienza la curación.
Hay esperanzas.

Piensa en...

¿Cómo podrías alimentar y dar de comer a tu niño interno?

Nombra algunas de las formas mediante las cuales puedes ser más espontáneo.

¿Cómo podrías mostrar más compasión hacia esa tierna y joven parte de ti mismo?

PREGUNTA CUARENTA Y CUATRO

Mis oscilaciones en mi estado de ánimo hacen que me sienta como si vivie-


se en el filo de una navaja. Me siento dividido en trozos. ¿Soy esquizofré-
nico?

En cada uno de nosotros existe un núcleo sólido de integridad. Hemos


nacido con un alma que tiene la capacidad de experimentar el espectro ente-
ro de la vida. Esta capacidad innata se expresa a través de la imaginación y
recrea el mundo de nuevo cada día. No tenemos más que ver a un niño muy
pequeño para constatarlo.
Nuestra integridad es dividida con el hacha del abuso. El alma queda
aplastada, hecha pedazos y exprimida cuando se produce la escisión básica.
Una grieta casi imperceptible aparece en el alma de un niño la primera vez
que lo ignoran en vez de alimentarlo. La grieta se ensancha, sin excepción,
cada vez que su alma es engañada, maltratada o humillada.
Al poco tiempo hemos perdido muchas partes de nuestra alma original.
Ya no somos imaginativos, ni creativos, ni los autores de nuestras propias
vidas. Ahora, en lugar de experimentar la vida en toda su plenitud, nuestras

MAIOR 105
C o d e p e n d e n c i a

vidas se deforman en una suerte de caricatura, a medida que buscamos emo-


ciones cada vez más fuertes o adormecemos nuestras almas en el olvido.
No sabemos que estamos haciendo el duelo por la pérdida de partes de
nuestra alma y nos preguntamos por qué nuestra creatividad parece evapo-
rarse por entre los agujeros de nuestras vidas de adultos.
Es cierto, estamos fragmentados, estamos divididos en dos. Por un lado,
somos el rebelde airado, el adicto seductor que suspira por algo que nunca
tuvo, ávido de emociones fuertes, mientras que, al mismo tiempo, oculta, se
mueve furtivamente, miente y vive en el filo de la navaja.
Por otro, somos el codependiente sumiso, el complaciente que sonríe, que
representa una farsa y que lleva puesta la falsa máscara de la codependencia,
al tiempo que se pregunta qué es lo que falla.
Cuanto más manifiesta una persona su lado adicto y rebelde, más se aver-
güenza y más se culpa a sí mismo o a los demás. Sin embargo, cuando obra
de acuerdo con su lado complaciente, se enfurece cada vez más, hasta que
estalla y vuelve a drogarse, enferma físicamente o mata a alguien.
Tú no eres esquizofrénico; eres codependiente. Por favor, busca ayuda.
Tus oscilaciones emocionales no tienen por qué hacerte pedazos. Los conflic-
tos pueden resolverse. Tú eres algo más que tus sentimientos. Tú eres algo
más que tus estados de ánimo. Tú eres algo más que tus conflictos. Deja que
tu alma natural, espontánea, emerja del caos y podrás volver a tener un lugar
en el sol, como persona íntegra y que está experimentando, sin miedo a vol-
verte loco. Ya no reaccionarás de una forma excesiva, debido a la esencia de
tu miedo. Empezarás a reaccionar de una forma más moderada, debido a la
esencia de tu propia alma original.

Piensa en...

¿Cómo se manifiesta tu lado adicto en tu vida cotidiana?

¿Cómo actúa tu lado complaciente hoy día?

106 MAIOR
L o s p r o c e s o s

PREGUNTA CUARENTA Y CINCO

¿Qué quiere decir ‘reaccionar de una forma excesiva’?

Dado que los sentimientos se almacenan en el cuerpo, podemos llegar a


sentirnos desbordados por recuerdos de emociones que constituyen residuos
de experiencias pasadas. Aunque nuestra mente consciente no recuerde los
acontecimientos, nuestros cuerpos son muy sabios y sí los recuerdan.
Cuando estos recuerdos se activan, los sentimientos nos inundan.
Por ejemplo, Juan no llama a Alicia el día que dijo que lo haría, pero llama
al día siguiente. Alicia se siente presa del pánico y está segura de que Juan ya
no la quiere. Está segura de que Juan ha encontrado a alguien mejor que ella.
Cuando él llama, Alicia está muy enfadada, no es capaz de razonar y no
hablará de ello. Se limita a guardárselo en su “bolsillo” o compartimento
interior para sacarlo más adelante.
Alicia ha tenido una reacción desmesurada. Lo que Alicia no recuerda
conscientemente es que, cuando era niña, su padre solía prometerle que la
llevaría a ver el fútbol. Ella preparaba para salir hasta el último detalle.
Esperaba... y esperaba... y esperaba. Su padre nunca pasaba por casa. Ni
siquiera llamaba por teléfono. Lo había olvidado. Estaba borracho.
Ahora, Alicia reacciona ante Juan como si su padre hubiese olvidado una
vez más su promesa. Se ve desbordada por sentimientos residuales del pasa-
do. Parte de su alma se desvanece cada vez que su padre la decepciona y
juega con su confianza.

Piensa en...

¿Cuándo fue la última vez que reaccionaste de una forma excesiva?

¿Cómo sabías que estabas reaccionando de una forma excesiva?

¿Cómo podrías empezar a actuar por ti mismo, en vez de reaccionar de una forma
excesiva con sentimientos residuales del pasado?

MAIOR 107
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CUARENTA Y SEIS

De acuerdo, pero ¿qué hago con los fuertes sentimientos que me provocan
ciertas cosas, sobre todo cuando la gente no me llama cuando habían dicho
que lo harían? ¿No es para volver loco a cualquiera?

Tener alguna reacción es natural, pero la persona codependiente exteriori-


zará impulsivamente esos fuertes sentimientos y se transformará en “una
persona furiosa” que explota a la mínima de cambio, como si llevase dentro
una bomba de relojería. También puede acumular la rabia y explotar perió-
dicamente con una rabieta antológica que la deja exhausta, vacía y avergon-
zada. O puede evitar de forma sistemática cualquier situación cargada emo-
cionalmente. Puede encontrar un trabajo que sea enteramente lógico y sin
ninguna implicación emocional. Puede también entumecer sus sentimientos
con una sustancia química, nicotina, comida, etc., o con una actividad como
ir de tiendas, gastar dinero, jugar o la actividad sexual.
Cuando exteriorizamos nuestros sentimientos de una forma improducti-
va, las emociones originales permanecen almacenadas y parecen estar
“incrustadas”, cual si yacieran en una masa compacta de residuos tóxicos
radiactivos.
El torrente de fuertes emociones como el que tú estás experimentando
puede ser extremadamente alarmante. Llamar a los sentimientos por su
nombre y hablar de ellos desactiva su poder. La terapia es como una brigada
de artificieros desmantelando y desactivando la sustancia tóxica.

Piensa en...

¿Sientes que llevas dentro una bomba de relojería?

¿Cómo reaccionas de una forma excesiva?

¿Cuándo te pasa esto?

108 MAIOR
L o s p r o c e s o s

PREGUNTA CUARENTA Y SIETE

Me han dicho que suprimo mis emociones. ¿Eso es lo mismo que repri-
mirlas?

No. En la represión presionamos nuestros sentimientos hacia atrás, los


empujamos hacia el fondo. En el fondo, dentro de nuestro cuerpo y lejos de
nuestra conciencia, los sentimientos reprimidos quedan incrustados. ¿Habéis
visto alguna vez un fósil? La forma del animal queda impresa en la corteza
de la tierra. En la represión nos quedamos imperceptiblemente fosilizados.
No somos conscientes de la huella que nuestra historia ha dejado sobre nues-
tra alma.
En la supresión somos conscientes de lo que estamos sintiendo, pero elegi-
mos no expresarlo. Sin embargo, los sentimientos que nos guardamos dentro,
aunque sean provocados por acontecimientos actuales, al parecer se adhieren
al núcleo fosilizado. Se produce una enorme acumulación y una consiguien-
te carga emocional de estos sentimientos. Sabemos que hemos tocado un
punto clave cuando los sentimientos suprimidos salen a la superficie y reac-
cionamos de una forma excesiva. Esto se traduce en una pérdida del poder,
dado que perdemos trozos de nuestras almas.
La represión puede ser la causa de que enfermemos físicamente. En la
medida en que ocultemos nuestras emociones y no expresemos lo que senti-
mos, seguiremos enfermando y expresando, como sucede a menudo, nues-
tras emociones reprimidas a través de nuestros cuerpos. Llevaremos una
vida repleta de reacciones codependientes. Existen numerosas correlaciones
entre una determinada actitud emocional hacia los problemas de la vida y los
tipos de enfermedades que padecemos. Una persona que reprima la rabia,
por ejemplo, puede encontrarse padeciendo dolores de cabeza de origen des-
conocido.
La represión es más dañina que la supresión, pero si suprimimos nuestros
sentimientos legítimos, nuestras vidas estarán también repletas de reacciones
codependientes. La codependencia es como un enfisema: crónica, debilitante
y terminal. Es un proceso que sigue un curso conocido y cuya evolución tiene
un desenlace previsible.
Sin tratamiento no podemos superarla (no es algo que se cure con el tiem-
po) y no ganamos en sabiduría ni en tranquilidad. Nos limitamos a empeo-
rar, sin más. Nuestra única esperanza estriba en el compromiso con la recu-
peración.

MAIOR 109
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Qué emociones específicas crees que llevas dentro de tu cuerpo?

¿En qué parte de tu cuerpo crees que las llevas?

¿Cómo podrías aprender a reconocer y a expresar más tus sentimientos?

Dibuja tu cuerpo y tus sentimientos dentro de él.

PREGUNTA CUARENTA Y OCHO

¿Cómo puedo saber si estoy suprimiendo mis sentimientos? ¿No existe


algo así como un autocontrol sano?

La diferencia entre el autocontrol sano y la supresión emocional está en la


elección. No tenemos elección cuando nuestra respuesta habitual a determi-
nadas situaciones o a determinadas personas es siempre la misma. No somos
libres cuando tenemos un sentimiento principal que aparece en respuesta a
casi todo. Este sentimiento puede ser la rabia, el miedo o la depresión. Dicho
sentimiento es como un nubarrón gris que se lleva por delante todos los colo-
res de nuestras vidas y es siempre la misma respuesta.
Cuando somos libres emocionalmente, estamos abiertos a distintas opcio-
nes. Vemos las muchas oportunidades de elección que están a nuestra dispo-
sición. Nos sentimos bien con nosotros mismos y asumimos la responsabilidad
de nuestras elecciones. La salud emocional consiste en «expresar libremente sen-
timientos apropiados». La libertad interna es una energía emocional que fluye
libremente. La energía emocional libre es el mayor recurso natural de que
disponemos. Una respuesta emocional bloqueada es como un montón de puertas
y ventanas cerradas a cal y canto, con los cierres oxidados o tapados por la
pintura y cubiertas de telarañas en habitaciones ocultas de nuestra casa. Por
mucho que lo intentemos, no podemos acercarnos a esas habitaciones.

110 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Una respuesta emocional libre significa que estamos dispuestos a buscar hasta
descubrir y somos capaces de abrir cualquiera de las puertas y ventanas de nues-
tra casa, o todas, cuando así lo elijamos. La luz del sol y una brisa cálida fluyen
por todas partes. Nuestra casa huele bien, somos libres y estamos vivos.

Piensa en...

¿Cuándo fue la última vez que te controlaste?

¿A qué te condujo?

Piensa en un incidente en el que creías que estabas controlándote.

¿Podría haberse tratado más bien de una supresión?

PREGUNTA CUARENTA Y NUEVE

¿Por qué siento como si estuviera siendo castigado cada vez que algo me va
mal, sobre todo cuando se trata de alguna cuestión emocional?

Recuerda que, en las familias perturbadas, a los sentimientos no sólo se les


concede poca importancia, sino que la expresión misma de las emociones es
severamente castigada. Si nos asustamos o nos enfadamos, no podemos
expresar estos sentimientos, tenemos que “disecarlos” en lo profundo de
nosotros mismos. Los sentimientos empujados, disecados o empaquetados
dentro estallan de diferentes maneras.
Puedes estar enfadado inconscientemente, pero tener miedo de expresar
tu rabia, de modo que vuelves tu rabia hacia dentro. El autocastigo puede
asumir diferentes formas: comer en exceso o matarnos de hambre (anorexia)
de forma compulsiva, derrochar el dinero o privarnos innecesariamente al no
permitirnos unas vacaciones... Tal vez hayas sido un niño carenciado emo-
cionalmente.

MAIOR 111
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Cómo te castigas a ti mismo en tu vida actual?

¿Comiendo en exceso?

¿Gastando en exceso?

¿Ocultando tus emociones?

PREGUNTA CINCUENTA

¿Qué quiere decir ‘carenciado emocionalmente’?

La mejor descripción de la carencia emocional es la que hace Javier, que


nos cuenta su historia: «Visto desde fuera, nuestro hogar parecía maravillo-
so. No había alcohol ni malos tratos físicos. Ni siquiera nadie criticaba dema-
siado. Durante mucho tiempo me eché la culpa de mi depresión a mí mismo.
Pero durante la recuperación vi que lo que estaba padeciendo era real.
No había alcohol ni malos tratos físicos, pero nadie se preocupaba lo bas-
tante por los demás como para darte un grito. Mi padre estaba deprimido.
Nunca descendió a mi nivel cuando era un niño. Todo giraba en torno a lo
que él quería. Sus necesidades eran siempre más importantes que las nues-
tras. Creo que tenía miedo de sus propios hijos. Él mismo no era más que un
niño. Estaba celoso de sus hijos.
No es exagerado decir que me sentía como si no tuviese ningún derecho a
vivir, ningún derecho a tener mis propias necesidades en absoluto. Morí de
una muerte espiritual cuando niño, debido a la carencia emocional de cual-
quier cuidado o atención reales, negativos o positivos.
Me ha llevado años encontrar el poder que me es propio, porque me lo
quitaron por medio de una desatención emocional grave».

112 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Piensa en...

¿Encaja esta historia contigo?

¿Dónde encaja y dónde no encaja?

PREGUNTA CINCUENTA Y UNA

Además de tener problemas con mis sentimientos, también me parece que


enfermo físicamente con más facilidad que otras personas. ¿Es posible que
nuestros sentimientos se manifiesten a través de la enfermedad? Los sen-
timientos son una cosa, mi cuerpo es otra. Por favor, ayúdame.

Las emociones que no son reconocidas ni expresadas se almacenan en


diferentes tejidos y órganos de nuestro cuerpo: llevamos nuestros sentimien-
tos en nuestro cuerpo. Las emociones reprimidas son un síntoma de code-
pendencia. La codependencia puede ser un estado peligroso e incluso en la
recuperación podemos experimentar distintos síntomas y sensaciones corpo-
rales. Podemos tener dolores intermitentes en los brazos y en las piernas, difi-
cultad en respirar y en tragar, opresión en el pecho, etc. que pueden ser sin-
tomáticos de sentimientos no expresados. Nudos en el estómago, problemas
dentales y de mandíbula, e incluso dolores artríticos en los grupos muscula-
res más internos pueden ser síntomas de codependencia oculta.
Muchos expertos están de acuerdo en que las úlceras, colitis, asma, dolo-
res de cabeza de origen desconocido, enfermedades coronarias y ciertos tipos
de cáncer están a menudo inducidos o complicados por el estrés de nuestra
vida. El cuerpo-mente-alma constituye una unidad. Lo que no es expresado,
es reprimido; lo que se reprime se expresa a través del cuerpo. Si tienes algu-
na de estas condiciones, por favor, ve a ver a un médico, pero no descartes la
posibilidad de que tu cuerpo esté señalándote que algo va mal. Una de las
esperanzas de nuestro tiempo es que no tengamos que dar lugar a enfermar
físicamente por el hecho de no reconocer ni expresar nuestros sentimientos,
para recibir ayuda en última instancia.

MAIOR 113
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Qué síntomas corporales tienes que podrían ser una codependencia oculta?

¿Erupciones cutáneas?

¿Colitis?

¿Dolores de cabeza?

¿Problemas de espalda?

Dibuja tu cuerpo con sus molestias, dolores y sufrimientos.

PREGUNTA CINCUENTA Y DOS

Desde que me he vuelto más asertiva y digo lo que siento, por ejemplo, que
estoy enfadada con mi marido, me encuentro peor. Todo mi cuerpo parece
que está reaccionando. Mis dolores de cabeza han empeorado y me están
saliendo granos en la piel. Apenas puedo respirar. ¿Qué me está pasando?

Lo que está pasando es que las emociones largo tiempo reprimidas están
aflorando ahora a la superficie. Cuando eras una niña y sentías una emoción,
sobre todo rabia o miedo, tal vez tuvieses miedo de expresarla. Te guardabas
ese sentimiento dentro de ti.
Al igual que otros animales jóvenes, los niños son extraordinariamente
sensibles a las señales procedentes de los padres, y especialmente a las seña-
les de peligro. Dependemos de nuestros padres para nuestra supervivencia
básica. Debido a esto, si vemos miedo en alguno de nuestros padres, senti-
mos su miedo como si fuera nuestro. El mundo es un lugar inseguro.

114 MAIOR
L o s p r o c e s o s

A diferencia de otros animales, nos comunicamos con palabras, y a menu-


do las palabras no tienen sentido o son falsas. Si nuestros padres nos dicen
que el dentista no va a hacernos ningún daño, o si nos dicen: «No seas un
crío» o «Te voy a dar un motivo de verdad para que llores», nuestros padres
no se están enfrentando a la verdad.
Entonces dudamos de nuestra propia realidad. Aprendemos a no sentir
las emociones apropiadas. Tenemos miedo de mostrar lo que sentimos.
Sonreímos, cuando en realidad tenemos ganas de llorar.
Juanita miraba la cara de su madre. Algo le pasaba a mamá. Mamá le
metía prisa y la agarraba con brutalidad. Su boca era una línea recta. Mamá
solía tener esa expresión divertida en su rostro todo el tiempo. Pero cuando
Juanita preguntaba: «¿Mamá, qué te pasa?», su madre se limitaba a poner la
boca tensa y a decir: «¡Cállate. No me pongas nerviosa!».
Juanita se sentía fatal del estómago, pero se lo tragaba y trataba de ayudar
a mamá. Le dolía la garganta. Juanita se lo callaba también. Su boca se ponía
tensa. Más tarde había olvidado el incidente doloroso, pero los sentimientos
terribles permanecían.
Ahora que Juanita es una mujer adulta y la gente la llama Juana, advierte
que cada vez que hay un cambio de planes inesperado o repentino, reaccio-
na de forma excesiva y se siente perpleja, aterrada o con náuseas. Se aver-
güenza de sentirse así y se siente desconcertada por su reacción. No recuer-
da cuando tenía seis años. Esto puede ser lo que tú estás sintiendo ahora.
Háblalo con alguien de tu confianza. Recupera tu poder. Haz que tu alma
vuelva al lugar que le es propio.

Piensa en...

Escribe acerca de la última vez que te sentiste perplejo, aterrado o con náuseas.

¿Qué ocurrió?

¿Quién estaba implicado?

¿A qué te recuerda?

MAIOR 115
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CINCUENTA Y TRES

Ya no sé si quiero de verdad ni a mi marido, ni a mis hijos, ni a mí misma.


Como consecuencia de ello, me siento más como una prostituta que como
una esposa, lo que no beneficia en nada a mi autoestima. No quiero divor-
ciarme. Sentaría un mal ejemplo para mis hijos y ya he visto lo que les pasa
a otras familias. No sé qué hacer. Por favor, ayúdame.

Hay dos partes en esta pregunta. Una es cómo encontrar una salida a una
situación aparentemente imposible. La otra es pensar en el amor de una
manera diferente.
Cuando hemos probado a hacer todo lo que sabemos y nada de ello ha
dado resultado y sin embargo seguimos intentándolo una vez y otra vez,
entonces agotamos nuestros recursos y nos quedamos exhaustos. No se nos
ocurre nada más que probar y nos sentimos vacíos de “energía para probar”.
Nos movemos en círculos, como si estuviésemos en un laberinto de jardín,
sin flores, sin colores y sin indicadores que nos muestren la salida.
La única salida del laberinto parece ser la de aceptar alguna de las solu-
ciones inaceptables que aparecen a nuestra vista. Lo único que podemos
hacer es cambiar la situación, cambiarnos a nosotros mismos o largarnos. Se
trata de un doble vínculo12. Durante la recuperación puede que aparezca
alguna solución intermedia que no habíamos sido capaces de ver antes. Tal
vez no sea necesario aceptar o el divorcio o la situación tal cual.
Cuando estamos en un laberinto, resulta útil dejar de tratar de salir por
unos momentos. Siéntate en medio del laberinto. Respira hondo unas cuan-
tas veces. Llevas ya mucho tiempo en él. Esto no es una situación crítica en
absoluto. Hay todo un mundo fuera del laberinto. Lo único que sucede es que
no podemos verlo, oírlo, olerlo o tocarlo en este preciso momento. Trata de
recibir ayuda para solucionar esto.
Cuando nos damos cuenta de que hemos sido unos adictos en vez de
amar, nos preguntamos qué es el amor realmente. El amor es una conexión,
una relación. Si estamos totalmente conectados, entonces lo que le sucede a
uno de nosotros les sucede a los dos. Y cuando amamos sentimos esa cone-
xión. El amor empieza por dejar conectados a nuestro propio ser y a nuestro
ser-Dios. El amor es mutualidad, es un dar y un recibir del Espíritu que sen-
timos dentro de nosotros. Debemos empezar por nuestra propia curación.

12. Véanse las preguntas 23, 24, 25, 26 y 27, páginas 69-76 (N. del T.).

116 MAIOR
L o s p r o c e s o s

Piensa en...

Escribe abajo todos los pros y los contras de quedarte como estás y de salir de la situa-
ción. Después, trata de generar otras opciones.

Quedarte Irte

Otras Opciones

MAIOR 117
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CINCUENTA Y CUATRO

¿Existe alguna relación entre la codependencia y los “ataques de pánico”?

Sí, existe una relación. Los ataques de pánico13 son un «síntoma de code-
pendencia». La ansiedad es un «término general para referirnos al miedo». El
miedo tiene un objetivo. Tenemos miedo de algo, algo concreto y específico.
El miedo es una respuesta a la amenaza de un peligro real. Podemos obrar de
acuerdo con dicha realidad.
Un ataque de pánico es una respuesta psicológica y emocional a una ame-
naza percibida como tal. Nuestro cuerpo reacciona como si estuviésemos en un
peligro terrible: la tasa cardíaca aumenta, sobreviene la sudoración, la adre-
nalina y otras sustancias químicas circulan a toda velocidad por nuestro
cuerpo, preparándonos para la lucha o para la huida. Si no podemos hacer
ninguna de las dos cosas, nos quedamos inmovilizados. Esta es la clásica res-
puesta al estrés.
En una relación codependiente, nos apartamos de lo que más queremos y
necesitamos y al mismo tiempo nos sentimos aterrados por el propio hecho
de separarnos. Esto genera una situación de doble vínculo que parece cons-
tituir una amenaza para la personalidad. En los ataques de pánico, sentimos
como si no pudiésemos respirar y como si nos fuesen a matar o fuésemos a
morirnos de miedo.
Si pudiésemos hablar durante uno de los ataques, podríamos decir algo
así como: «no quiero morir, pero no sé cómo vivir». Los ataques de pánico
surgen a causa de la indefensión. Es la indefensión aprendida del niño desaten-
dido o maltratado.

Piensa en...

Dibuja tu último ataque de pánico.

13. Los ‘ataques de pánico’ o ‘crisis de angustia’ forman parte de los trastornos de ansie-
dad y consisten en la aparición transitoria y aislada de miedo o malestar intensos, acompaña-
da de síntomas vegetativos característicos como: palpitaciones, sudoración, temblores, sensa-
ción de ahogo, opresión torácica, náuseas, mareo, miedo a perder el control, volverse loco o
morir, etc. (N. del T.).

118 MAIOR
L o s p r o c e s o s

¿Qué le ocurrió a tu cuerpo?

¿De qué color es tu ataque de pánico?

PREGUNTA CINCUENTA Y CINCO

¿Qué es la ‘indefensión aprendida’?

Si hemos estado en un ambiente tóxico, entonces hemos estado en peligro.


Si no hemos tenido otra opción y no ha habido allí nadie que nos proteja y si
el miedo nos ha acompañado constantemente, entonces hemos aprendido
algo. Si todo esto nos ha ocurrido durante nuestra niñez, cuando nuestros
cuerpos, nuestras mentes y nuestras almas estaban completamente abiertas y
eran totalmente vulnerables a nuestro entorno, entonces hemos aprendido
que no tenemos poder alguno. Hemos aprendido que somos incapaces de
cambiar la situación o nuestras respuestas. Hemos aprendido la “indefen-
sión” como una respuesta al miedo y creemos que se trata de una reacción
normal.
Nuestro niño interno ha incorporado sentimientos de indefensión, impo-
tencia y rabia. Dado que el niño interno cree que sus sentimientos y él son
una misma cosa, se vuelve ineficaz. Se siente inútil. Algunos le llaman a este
estado depresión. En realidad, es una pérdida del alma. Nuestro niño interno
ha aprendido a sentarse en una esquina y a llorar en silencio: «¡Puede que
ahora me vean y me oigan! Me quedaré aquí hasta que alguien venga a res-
catarme y me saque de este infierno. No tengo ningún poder para cambiar
nada en absoluto». ¡Pero no viene nadie!
Hemos aprendido la indefensión como la forma principal de responder a
nuestro mundo. Podemos aprender otra forma de estar en el mundo. Pode-
mos aprender a sustituir la impotencia por la autorrealización personal.
Podemos aprender a recuperar nuestra alma.

MAIOR 119
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Cómo aprendiste la indefensión en los primeros años de tu vida?

¿Cuáles serían algunos de los procedimientos específicos mediante los cuales podrías
favorecer ahora tu autorrealización personal?

PREGUNTA CINCUENTA Y SEIS

¿Puedes explicar lo que significa ‘pasivo-agresivo’?

La conducta pasivo-agresiva es rabia expresada de forma indirecta. El sar-


casmo, la terquedad no verbal y la comunicación verbal indirecta a través de
otras personas son formas de conducta pasivo-agresiva. Esta conducta tiene
su origen en el hecho de haber sido victimizados y avergonzados durante la
niñez. Dado que de adultos nos sentimos impotentes, delegamos en otras
personas el poder de dirigir nuestras vidas. ¡Pero entonces, a causa de ello,
experimentamos un fuerte resentimiento contra esas mismas personas!
La conducta pasivo-agresiva es la manera que tiene un niño de desquitar-
se de la injusticia que encuentra a su alrededor. Procede de una falta de cla-
ridad y de apertura y del miedo a la confrontación. Es un negarse a asumir la
responsabilidad de cambiar una situación, porque nunca hemos tenido la
posibilidad de sentirnos eficaces.
Algunos ejemplos relacionados con el mundo laboral incluyen una em-
pleada que está resentida con su trabajo y que constantemente llega tarde o
sale pronto; una persona que acude a una reunión de empresa, se sienta de
brazos cruzados y no está dispuesta a participar porque se siente obligada a
asistir, y un jefe que no quiere discutir un rendimiento específico con su
empleado, pero que le concede una baja evaluación sin previo aviso.
Ejemplos extraídos del ámbito familiar serían: una hermana que se olvida
de darle los mensajes telefónicos a su hermano más popular, un hermano que
derrama una bebida en los deberes del hermano que «¡siempre saca buenas
notas, sólo porque es un borde!» y un marido que aplaza una y otra vez un
proyecto de reparación en la casa, porque «haga lo que haga, ella nunca está
satisfecha», en vez de decir que no quiere hacerlo.
Los mensajes no expresados pueden ser estos:

120 MAIOR
L o s p r o c e s o s

«Si le digo a mi jefe lo que siento, probablemente me despedirá. No soy


lo bastante buena como para encontrar otro trabajo».
«Pueden obligarme a estar aquí, pero les haré saber que no estoy con-
tenta. Puede que entonces me presten atención».
«No estoy a gusto con mi empleado, pero no quiero tener que dar razo-
nes o explicar el por qué. Podría estar equivocado y entonces me toma-
rían por un ogro».
«Nunca seré tan bueno como él. Él lo tiene todo y yo no tengo nada».
«Si le digo que no, entonces me dejará».
«Si ella supiese cómo soy en realidad, entonces no me querría».
La conducta pasivo-agresiva es una conducta de ocultación. Es una forma
de encubrir la baja autoestima, la incapacidad y el miedo. En el fondo, la con-
ducta pasivo-agresiva es la marca característica de una persona anclada en la
vergüenza y que culpa a los demás para encubrir su propia vergüenza.
A un nivel todavía más profundo, esta conducta oculta el terror al aban-
dono. El diálogo interno dice así: «No soy bueno, no valgo nada y de todas
formas nadie me querría. No importa lo que haga. Tarde o temprano, todos
me dejarán».
La persona pasivo-agresiva continuamente se escoge a sí misma como víc-
tima para demostrar que tiene razón. Tarde o temprano, los demás se cansan
de la rabia encubierta o de ese jugar al “pobre de mí” y se largan. La pérdida
del poder provoca desesperación, abatimiento y la desespiritualización de un
alma perdida.

Piensa en...

¿Con quién estás más enfadado?

¿Cómo manifiestas tu enfado?

¿De forma pasiva?

¿Agresiva?

MAIOR 121
C o d e p e n d e n c i a

¿Pasivo-agresiva?

¿Cómo podrías ser más asertivo?

PREGUNTA CINCUENTA Y SIETE

Mi amiga dice que proyecto mi rabia sobre ella. No sé qué es lo que quie-
re decir con eso. ¿Puedes decirme qué es lo que le pasa?

La proyección está relacionada con el ciclo vergüenza/culpabilización. Es


un mecanismo de defensa que nos ayuda a enfrentarnos a nuestras emocio-
nes abrumadoras mediante su externalización. Proyectar significa «empujar o
arrojar fuera». Atribuimos a otras personas emociones que estamos sintiendo
nosotros. Vemos en otros lo que está dentro de nosotros mismos. Tomamos la
energía emocional invertida en un sentimiento y actuamos como si el mismo
perteneciese a otra persona en vez de a nosotros mismos. Actuamos como si
otro fuese el causante de nuestro dolor.
Para superar esta defensa podemos utilizar el concepto especular, del que se
hablará en la próxima pregunta.

Piensa en...

¿Cuándo fue la última vez que proyectaste tus sentimientos sobre otra persona?

¿Sobre quién?

¿Cómo lo hiciste?

¿Cómo reaccionó la otra persona?

122 MAIOR
L o s p r o c e s o s

PREGUNTA CINCUENTA Y OCHO

¿Qué es el ‘concepto especular’?14

Consiste en «vernos a nosotros mismos en las actitudes, la conducta y los


sentimientos de otras personas». Nos relacionamos con otras personas a tra-
vés de los sentimientos y podemos vernos reflejados en la conducta de otras
personas. Por ejemplo, Carolina observa que su amiga se ruboriza cada vez
que hablan de algo personal. Se siente azorada por la reacción de su amiga y
quiere ayudarla. Pero, de todas las conductas de su amiga, ¿por qué Carolina
sólo se fija en ésta en particular? ¿Podría tratarse de algo dentro de la propia
Carolina? La ruborización está relacionada con el azoramiento, y el azora-
miento es vergüenza. Posiblemente Carolina tiene vergüenza escondida den-
tro de sí misma.
Puede ser útil darnos cuenta de cuándo observamos algo en otra persona
y preguntarnos: «¿Esto es algo que yo siento dentro de mí mismo? ¿Estoy
expresando yo también este aspecto en mi propia vida? ¿Es algo que yo no
puedo expresar? ¿Qué es lo que tengo miedo de ver en mí mismo?».
Utilizamos inconscientemente a otras personas para reflejar fuera de no-
sotros nuestra propia conducta, pero, en última instancia, debemos tener
nuestros propios sentimientos, pensamientos y conductas. Cuando tenemos
algo, asumimos la responsabilidad de ello y sólo entonces podemos cam-
biarlo.

Piensa en...

¿Quién, ahora mismo en tu vida, es tu espejo más útil?

¿Crees que hay algo de verdad en el refrán: «Lo que menos nos gusta de los demás es
algo que tenemos en nosotros mismos»?

¿Puedes encontrar algunos ejemplos de esto en tu propia experiencia?

14. El ‘concepto especular’, como se verá, supone una prolongación de la cuestión de la pro-
yección. La proyección, en efecto, al transformar las percepciones internas en percepciones exter-
nas, impide la comunicación, con nosotros mismos y con los demás. Bajo su impacto, asimilamos
el “otro” a una extensión de nosotros mismos; las relaciones ya no son de yo a tú, cuanto (incons-
cientemente y de hecho) de yo a yo, de donde se deriva la metáfora del “espejo”. (N. del T.).

MAIOR 123
Tercera parte
Adicciones

Adiccciones personales y sociales


Las relaciones adictivas
Las ayudas adictivas
Adicciones personales y sociales:
El ciclo adictivo

Hemos estado hablando de algunas de las formas de perder el poder y la


energía que nos son propios a través de las experiencias traumáticas y de los
malos tratos. Sin poder, no podemos aventurar ningún cambio ni dirigir nues-
tras propias vidas con sentido. Nuestra esencia más profunda, el centro de
nuestro cuerpo-mente, queda eclipsado. Nos desconectamos de nuestras
almas, la “columna vertebral” de la estabilidad de nuestras vidas. Fuerzas
externas a nosotros nos llevan de acá para allá. El viento brama a través de los
agujeros de nuestro interior. No tenemos lastre y vamos dando bandazos de
un lado para otro, tratando, sin base alguna, de encontrar una posición esta-
ble en un mundo abrumador. La desconexión es total y absoluta.
Nos debatimos buscando una solución. Necesitamos desesperadamente
centrarnos en algo que nos tranquilice, algo en lo que podamos focalizar toda
nuestra atención. Necesitamos poder y energía. ¿Cómo saldremos de esta
situación? ¡¡Ah!! ¡Encontramos una adicción! Sentimos de inmediato una sen-
sación de bienestar, de liberación momentánea del vacío. Un alivio del dolor.
Sentimos una sensación falsa de poder cuando recurrimos a nuestra adicción.
Nuestra percepción de la indefensión se modifica y nos dejamos engañar
durante algún tiempo.
Por dentro nos sentimos vacíos, aislados y desamparados. Nos ocultamos
de nosotros mismos y nos presentamos ante el mundo con una máscara falsa.
Sabemos en todo momento que nuestras vidas carecen de equilibrio.
Entramos en el ciclo adictivo.

MAIOR 127
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CINCUENTA Y NUEVE

¿Qué es el ‘ciclo adictivo’?

Una persona entra en el ciclo adictivo a través del miedo, la rabia, el dolor,
la vergüenza. Se siente indefenso y fuera de control. No quiere sentirse así de
ningún modo. Sabe qué es lo que puede ayudarle. Su vieja adicción, sea la
que sea.
Empieza a pensárselo y a desarrollar el propósito de utilizar su adicción. La
adicción funciona muy bien al principio. Siente cierto control y mucha activa-
ción o mucha tranquilidad (dependiendo del tipo de adicción que utilice). Tiene
puestas muchas esperanzas en que, por esta vez, el resultado será diferente.
Recorre paulatinamente el ciclo en sentido ascendente hasta alcanzar el
punto culminante –de activación o de tranquilidad– y ¡Bum! ¡Es demasiado
tarde! La adicción toma posesión de él y pierde el control, la activación y la
esperanza.
La intervención, ya sea profesional o a título personal, debe tener lugar
antes de que la persona alcance el punto más alto del ciclo.

EL CICLO ADICTIVO

Alcanza el punto culminante:


Metido de lleno en la adicción.
La sustancia adictiva está actuando.

Todavía cierto control, comienza la adicción.

Indefensión:
El poder personal ha desaparecido

Sensación de activación, esperanza.

Se precipita rápidamente hacia el fondo. Empieza el horror.


Está otra vez en miedo-rabia-dolor-vergüenza. Ha aprendido
la lección. No volverá a hacerlo jamás –hasta la próxima vez.

Empieza aquí con miedo-rabia-dolor-vergüenza.

128 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

PREGUNTA SESENTA

Puedo entender que alguien sea alcohólico o drogadicto. Pero ¿es cierto
que se puede ser adicto a actividades normales como correr, ver la televi-
sión o... es cierto que puedo ser un adicto al trabajo?

No es el uso del alcohol lo que crea el alcoholismo es el abuso del alcohol.


Nos centramos en el alcohol para evitar nuestras relaciones. Del mismo
modo, no es el uso del trabajo o el hecho mismo de concederle mucha impor-
tancia lo que crea la adicción al trabajo. Cuando usamos el trabajo y las acti-
vidades relacionadas con el trabajo para evitar la intimidad y la proximidad
con otras personas, especialmente con los miembros de nuestra familia, debe-
mos averiguar cuál puede ser nuestra verdadera motivación.
Existen actividades que, en sí mismas y de por sí, nos provocan determina-
dos estados emocionales. El correr y ciertas otras formas de ejercicio generan
estados cuerpo-mente-alma que difieren notablemente de un estado neutral o
de reposo, sin que a menudo tengamos conciencia de ello. La adaptación al
“subidón” del trabajo se produce a un nivel celular, como la adicción al alcohol.
Entonces es cuando sospechamos de la existencia de una adicción al trabajo.

Piensa en...

¿Cómo utilizas emocionalmente tu trabajo?

¿Cómo te sientes cuando dispones de un tiempo no estructurado como, por ejemplo,


los fines de semana?

PREGUNTA SESENTA Y UNA

¿Existe alguna relación entre la codependencia y el estar físicamente en


forma?

Sí. Las personas codependientes vivimos en los extremos. Tenemos senti-


mientos extremos respecto de nuestro cuerpo. Uno de los extremos es cuan-

MAIOR 129
C o d e p e n d e n c i a

do nos dedicamos a hacer ejercicio de forma compulsiva hasta acabar exte-


nuados, exageramos defectos como las canas, las pantorrillas gruesas o la
papada en nuestra ansia de ser perfectos, y nos podemos quedar excesiva-
mente delgados.
El otro extremo es cuando no prestamos atención a la salud, ni a los nive-
les de colesterol ni a tener una alimentación adecuada. Tenemos la idea exa-
gerada de que no nos merecemos sentirnos bien, tener buen aspecto o estar
sanos, y nos podemos convertir en unos comedores compulsivos.
Cualquier conducta exagerada puede ser señal de adicción. La conducta
adictiva ocurre con demasiada frecuencia, demasiado rápido, y nos queda-
mos enganchados a la “dosis” instantánea. Ahora bien, una persona que le
conceda mucha importancia a mantenerse en forma también puede ser un
adicto. Presta atención a la motivación.

Piensa en...

¿Cuáles son tus conductas exageradas?

¿Cómo te sientes cuando tienes estas conductas?

¿Cómo te sientes cuando no las tienes?

¿Has intentando alguna vez cambiar alguna de estas conductas?

¿Qué ocurrió?

PREGUNTA SESENTA Y DOS

Soy un alcohólico en recuperación y no he probado el alcohol desde hace


diez años. Mi mujer, que es codependiente y también está en recuperación,
me dice que mis hábitos de lectura nos están creando problemas. Dice que

130 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

nunca tengo tiempo para ella. Me gusta leer y escuchar música. ¿Qué tiene
eso de malo?

Utilizamos nuestras adicciones como una forma privilegiada de regular


nuestra conducta. Las adicciones tienen el efecto de mantener nuestros siste-
mas en equilibrio. También utilizamos las adicciones para evitar enfrentarnos
con nuestra vida interior y nuestras relaciones. Las utilizamos para llenarnos
a nosotros mismos por completo.
Existen básicamente dos tipos de adicciones, tanto si tienen una base quí-
mica, física o emocional. En un extremo están las adicciones de activación, a
través de las cuales buscamos potencia, energía y estimulación. En el otro
están las adicciones de saciación, a través de las cuales buscamos permanen-
cia, predictibilidad y satisfacción.
Hay ciertas actividades en nuestra cultura que son socialmente aceptables,
incluso socialmente deseables, que producen estados de euforia, un aumento
de la conciencia, de la sensibilidad, de los niveles de adrenalina, etc. Algunas
de estas actividades son el trabajo, el sexo, ir de compras y hacer ejercicio.
Otras actividades estimulan la segregación de sustancias químicas que
interactúan recíprocamente dentro de nuestro cuerpo para producir un esta-
do uniforme y de quietud. Se puede decir incluso que “apagan” nuestros
estados de ánimo, nos calman y nos dan serenidad. Algunas de estas activi-
dades son la meditación, leer, ver la televisión y comer cierto tipo de comidas
de una forma ritual. Tal vez hayas observado que tus reuniones de
Alcohólicos Anónimos tienen espiritualmente este tipo de efecto.
Ninguna de estas actividades es perjudicial en sí misma. Todas ellas son
útiles y necesarias. Lo que genera la adicción no es una actividad en particu-
lar, sino que lo que crea el problema es la manera en que la usamos y en que,
a veces, abusamos de ella. Cuando una adicción nos crea problemas, lo que
solemos hacer es cambiarla por otra. Así evitamos enfrentarnos con los pro-
blemas subyacentes. Recorremos una y otra vez el ciclo adictivo completo y
mantenemos el autoengaño.
Podemos tener varias adicciones funcionando al mismo tiempo.
Cambiamos de una a otra de nuestras adicciones de activación (Grupo A)
para conseguir el aumento de estimulación que nuestra mente-cuerpo nece-
sita en un determinado momento
o
podemos cambiar de una a otra de nuestras adicciones de saciación
(Grupo B) para lograr el alivio y el bienestar que necesitamos en otro deter-
minado momento

MAIOR 131
C o d e p e n d e n c i a

o
cambiamos de adicciones, del Grupo A al Grupo B y viceversa. De este
modo regulamos nuestra conducta y nos engañamos a nosotros mismos al
creer/sentir que estamos bien y controlamos nuestras vidas. El proceso se
puede representar de este modo:

ADICCIONES CAMBIANTES

SUBIDA

GRUPO A:
Gastar en exceso, salir de compras, jugar
Trabajo
Sexo
Ejercicio
Alcohol
Cafeína
Azúcar Saciación
Cocaína y otras drogas “duras” (Interna)

Activación RELACIÓN ADICTIVA


(Externa)
GRUPO B:
Televisión
Leer
Religión
Preocupación
Depresión
Marihuana
Nicotina
Comida

BAJADA

Todas las actividades que figuran más arriba son normales, necesarias y
satisfactorias, si las utilizamos para equilibrar y enriquecer nuestras vidas.
Algunas empiezan con una “subida” y acaban en una “bajada”, especial-
mente las relaciones adictivas. Algunas ofrecen un alivio pasajero de las
ansiedades y tensiones internas, otras son reconfortantes y sosegadas y otras
nos pueden parecer una fuente de fuerza. Lo único que necesitamos para per-

132 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

manecer centrados y equilibrados es darnos cuenta de cuáles son nuestras


motivaciones y nuestros excesos.

La regulación de nuestras vidas mediante actividades adictivas se puede


representar de este modo:

Gastar Sexo
en exceso y actividades sexuales Cafeína

Estado Ver televisión Comida


de reposo o leer Nicotina

Depresión

Podemos tener o no una relación adictiva funcionando al mismo tiempo.


Si utilizamos nuestras actividades como un medio de evitar la responsa-
bilidad respecto de nuestras relaciones íntimas o si nos permitimos caer en el
desequilibrio mediante el abuso de estas actividades normales, entonces es
cuando podemos decir que nos hemos convertido en adictos.

PREGUNTA SESENTA Y TRES

Veo que estoy ganando cada vez más peso. A veces como aunque no tenga
hambre. ¿Qué es lo que me pasa?

Los trastornos de la alimentación forman parte de la codependencia. Si no


nos cuidaron de niños, no aprendemos a cuidar de nosotros mismos.
Comemos compulsivamente para calmar el dolor de una niñez en la que fui-
mos desatendidos o abandonados. Cuando comemos en exceso nuestros
estómagos se dilatan y al poco tiempo no reconocemos si estamos físicamen-
te hambrientos o emocionalmente hambrientos.
En el otro extremo, comer menos de lo normal puede ser una forma de
autocastigo. Es natural que nos guste la comida y cocinar puede ser todo un

MAIOR 133
C o d e p e n d e n c i a

arte creativo. Lo que no es natural es atiborrarse o hacer pasar hambre a


nuestros cuerpos, ya que a menudo es el resultado de sentir un “agujero den-
tro” que no acaba de llenarse nunca. Es el agujero de un alma privada de sus
necesidades más elementales y vitales.

Piensa en...

¿Cuáles son tus comidas preferidas?

¿Cómo utilizas la comida?

¿Como una cosa agradable sin más?

Cuando comes, ¿te sientes drogado?

¿Utilizas la comida para entumecerte o insensibilizarte?

¿Para apaciguar la rabia?

¿Para evitar qué?

PREGUNTA SESENTA Y CUATRO

Creo que entiendo lo que quieres decir, pero no estoy seguro. ¿Podrías
decirme algo más sobre ese ‘agujero dentro’?

Todos los codependientes crecemos con agujeros dentro. Es la sensación


de vacío en la boca del estómago. Son los dolores de estómago, las malas
digestiones, las úlceras, la colitis, etc. Es el agujero de un alma perdida.

134 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

Los codependientes ponen toda su atención en algo fuera de sí mismos y


de su propia experiencia de pérdida, con el fin de llenar ese agujero. Pero el
agujero puede y necesita, de hecho, llenarse contigo.
Ensaya esta imagen: llena el agujero con tierra negra y fértil. Siembra la
semilla que lleva tu nombre. Dale la luz del amor a ti mismo, el agua del
amor de Dios y arranca implacablemente de raíz la mala hierba de cualquier
duda acerca de ti mismo.
Saldrá un retoño verde y minúsculo. Crecerá a su manera, a su propio
ritmo. No puedes darle prisa. No lo desentierres para ver si está creciendo
“adecuadamente”.
Dentro de tu semilla está la obra de Dios, el regalo de Dios al mundo. El
trabajo de la recuperación, de sembrar y cuidar la semilla, de amarla, hon-
rarla y quererla, es tuyo. Será tu propio regalo al mundo. Quiere a la semilla
que lleva tu nombre y aliméntala, a fin de que madure.

Piensa en...

¿Cómo te sentiste cuando hiciste el ejercicio propuesto?

Dibuja tu semilla.

¿Qué cosas específicas podrías hacer para alimentar tu semilla?

PREGUNTA SESENTA Y CINCO

¿La codependencia afecta a nuestro pensamiento? Tengo la impresión de


que últimamente me desoriento con facilidad.

Sí, la codependencia afecta a nuestro pensamiento. Uno de los procesos


que podemos reconocer cada vez que se activa la codependencia es que sen-
timos que nuestras cabezas están llenas a rebosar. Los pensamientos y las
preocupaciones parecen estar unos justo al lado de otros, en hileras, como los
granos de maíz en la mazorca. Los pensamientos y preocupaciones están
entrelazados unos con otros y el resultado es que experimentamos una opre-

MAIOR 135
C o d e p e n d e n c i a

sión cada vez que tratamos de comprender algo. Nuestras cabezas están lle-
nas de engranajes o de piezas entrelazadas de un puzzle gigante que no
somos capaces de resolver. Las piezas se niegan a encajar. Si se desprende
una preocupación, alargamos la mano para encontrar otra que ocupe su
lugar. Necesitamos que nuestras cabezas estén totalmente llenas.
Si nuestras cabezas no están llenas de engranajes entrelazados, entonces
puede que nos sintamos como si estuviésemos mentalmente en una habita-
ción circular. Tenemos un pensamiento, un sentimiento o una impresión y
corremos con él hacia el otro extremo de la habitación, como el “mono borra-
cho” del proverbio. Una vez allí, rebotamos contra la pared y vamos a parar
a otro lugar dentro de la misma habitación. Entonces tenemos otro pensa-
miento o sentimiento y corremos con él hacia el otro extremo de la habita-
ción, donde rebotamos de nuevo contra la pared y vamos a parar a otro lugar
dentro de la misma habitación. Entonces tenemos otro pensamiento o senti-
miento y corremos con él... ¡hasta que de repente nos damos cuenta de que
estamos siempre en la misma habitación! A esto se le llama pensamiento rumia-
tivo o circunstancial.

Piensa en...

¿A qué le estás dando vueltas y más vueltas ahora mismo?

Si no le estuvieras dando tantas vueltas, ¿qué estarías haciendo?

...¿qué estarías sintiendo?

PREGUNTA SESENTA Y SEIS

¿Qué es el ‘pensamiento rumiativo’?

El pensamiento rumiativo es un «patrón mental obsesivo en el que una per-


sona oscila entre los distintos aspectos de una cuestión, pasando de un pen-
samiento a otro».

136 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

Es un «patrón de pensamiento en el que las irrelevancias y los pensa-


mientos de escasa prioridad se entremezclan con ideas y soluciones impor-
tantes. Todo es importante y nada es importante al mismo tiempo. Es un pen-
samiento circular que no conoce prioridades»:

«Me pregunto qué estará haciendo Pepe ahora que no estamos


juntos... siempre estaré sola... voy a tomarme otro
café... probablemente habrá encontrado a alguien mejor que yo... tengo
que perder peso... debería ir al gimnasio... allí
en el gimnasio hay chicas muy guapas... yo no soy guapa... estoy
demasiado gorda... quizás debería llamar a Pepe... debería ir a Weight
Watchers15... creo que voy a llamar a Pepe... no, esperaré a perder
peso y entonces lo lamentará... ni siquiera le dirigiré la
palabra... quizás fuera por esto por lo que papá engañaba a mamá... ella
no estaba tan gorda... o al menos, a mí no me lo parecía... me pregunto
qué estará haciendo Pepe ahora que no estamos juntos... siempre
estaré sola... voy a dejar el café para siempre desde ya... ahora mismo
voy a comprarme un helado con frutas y nueces y cubierto de almíbar...».

El pensamiento rumiativo evoluciona en espirales tocando todos los


aspectos de un problema simultáneamente, en vez de hacerlo en un orden
lógico o prioritario. Excluye cualquier solución de problemas. Es una reac-
ción de pánico. No existen límites entre los distintos pensamientos. Es como
vivir en medio de un torbellino que nos traga y nos arroja de un lado para
otro. Sin control... dando vueltas... y vueltas... y más vueltas...
El objetivo del pensamiento rumiativo es el mismo que el de todas las
adicciones. Nos impide sentir algo. Nos impide actuar en ningún sentido
para resolver un problema. Lo utilizamos para “desconectar” nuestros senti-
mientos y crear la ilusión de una solución de problemas. Es una forma de
permitirnos no sentir, pensar, actuar o recuperarnos.

Piensa en...

Cuando empieces a sentirte abrumado por un problema, coge un bolígrafo y un bloc


y siéntate. Escribe todo seguido y sin parar durante diez minutos. Cuando hayas aca-
bado, observa el modo en que evitaste tus sentimientos saltando de una cosa a otra o
volviendo sobre la misma cosa una y otra vez.

15. Nombre genérico de una red de clínicas de adelgazamiento de alcance internacional.


(N. del T.).

MAIOR 137
C o d e p e n d e n c i a

(P.S. Una manera de cambiar esta conducta es exponer el problema principal en una
frase u oración y a continuación escribir un párrafo acerca de tus sentimientos sobre
el problema en cuestión).

PREGUNTA SESENTA Y SIETE

Una forma de medir el éxito consiste no tanto en ver si tienes un problema,


cuanto en si es el mismo problema que tenías el año pasado. Creo que me
preocupo constantemente por las mismas cosas. ¿Puedes hablar sobre las
preocupaciones?

Las preocupaciones pueden dividirse en dos clases: destructivas y cons-


tructivas. Los codependientes tendemos a preocuparnos mucho. Da la impre-
sión de que nos llenamos la cabeza de preocupaciones, hasta que apenas
queda sitio para nada más. La preocupación puede ser una adicción, pero
también constituye un déficit de habilidades de solución de problemas.
La preocupación destructiva es obsesiva. Revisamos los elementos del
problema, revisamos los elementos del problema una vez y otra vez y otra
vez. No queremos aceptar ninguna de las posibles soluciones. Nos llenamos
la cabeza con el problema y nuestro corazón se siente apesadumbrado. Nos
despertamos por la noche preocupados por el problema y preocupados por
el problema y preocupados por el problema, como un perro con un hueso.
Esto quiere decir que hay algo de lo que no hemos logrado desprendernos.
Tal vez no hemos logrado desprendernos de nuestro orgullo, ya que no
queremos introducir ningún cambio. Es posible que seamos demasiado orgu-
llosos como para aceptar algo que necesitamos aceptar. O tal vez seamos
demasiado arrogantes, puesto que nos creemos que podemos hacerlo todo
nosotros solos, o que somos una especie de dios. Podemos pensar que nos
corresponde totalmente a nosotros hacer que las cosas sucedan como quere-
mos que sucedan. Los codependientes solemos sentir la necesidad de con-
trolar nosotros mismos los resultados, o pensamos supersticiosamente que, si
nos preocupamos lo bastante, entonces no sucederá nada malo.
En la base de la preocupación destructiva se encuentra una “condición”
que no parece necesaria en absoluto. La preocupación destructiva se extien-
de a todas las áreas de la vida. A la persona que se preocupa le parece que

138 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

todo el problema podría evitarse si por lo menos la otra persona... simple-


mente con que... de modo que tenemos que preocuparnos. Pero ¿tenemos
realmente que preocuparnos?
La preocupación destructiva viene a menudo precedida de ciertas expre-
siones clave, como: «Si (al menos, por lo menos)...» y «No está en mi mano
(no dependen de mí)...»
Otras expresiones indican rabia oculta respecto de la situación. Algunas
de estas expresiones son:
«No puedo entender (no me explico) por qué él...», «¿Cómo pudo ella...»
y «No puedo...» o «No quiero...»
Cada vez que nos oigamos mentalmente utilizar estas expresiones, ha lle-
gado el momento de que transijamos.
Por su parte, la preocupación constructiva se puede representar de este
modo: examinamos los distintos elementos de un problema y en principio no
vemos más que dos soluciones: sí o no. Pero puede que existan otras opcio-
nes que no hayamos visto. En ese caso, lo que tenemos que hacer es conside-
rar el asunto como un problema que hay que resolver, en vez de como una
tragedia que tenemos que sufrir y rumiar. Tal vez lo único que necesitamos
es sentirnos enfadados, tristes o simplemente mal. Tal vez tengamos que
vivir sin más con el problema o tal vez tengamos que salir de la situación. O
puede que tengamos que buscar ayuda externa.
Una pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos podría ser: «¿Qué
es lo que estoy evitando en mí mismo por centrar toda mi atención en el pro-
blema de esta otra persona?» Preocuparnos destructiva o constructivamente
constituye una elección que hacemos todos y cada uno de los días. Elegir bien
forma parte de nuestra recuperación y nuestra curación. Nos corresponde a
nosotros reconocer nuestros propios puntos clave y darles una solución.

Piensa en...

¿Cuál es tu mayor preocupación en este momento de tu vida?

¿Cuál era tu mayor preocupación hace tres meses?

¿Hace seis meses?

¿Cómo podrías “desprenderte” más y preocuparte menos?

MAIOR 139
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA SESENTA Y OCHO

Creo que soy adicta a contratar a gente a mi servicio que me trate de una
forma tan abusiva como lo hacía mi madre conmigo. Sé que al final consi-
go establecer mis límites con cada una de ellas y acabo despidiéndolas,
pero necesito saber cómo puedo salir de este círculo. Es algo que está aca-
bando conmigo.

Puede que seas adicta al abuso. Ciertamente, el hecho de revivir viejas heri-
das es agotador. Saber identificar las señales de una relación o de una perso-
na potencialmente abusiva desde el punto de vista emocional es muy impor-
tante. Trátate con amabilidad. No te tortures por repetir un patrón que apren-
diste tan bien. La niña dentro de ti todavía está buscando el amor de una
madre y todavía confunde el abuso con una atención positiva. Aprende a esta-
blecer límites desde un principio en una relación. Te remito a la pregunta vein-
tidós (pág. 68) acerca de los límites. Define los límites del trabajo que ha de
desarrollar la gente a tu servicio y trata de darte cuenta de qué conductas, ver-
bales o no verbales, cruzan la línea fronteriza, es decir, se pasan de la raya.
La cuestión de fondo es: despide a tu madre. Esto no se debe tomar como
una declaración absurda ni hiriente. Si nuestro padre o nuestra madre abusa
emocionalmente de nosotros, tenemos derecho a despedirlo, a separarnos de
él, a dejarlo emocionalmente y físicamente si es preciso. Tenemos derecho a
vivir en el mundo libres de abusos y pudiendo recibir el apoyo de otras per-
sonas constructivas.

Piensa en...

Escríbele una carta de despedida a tu madre. No la eches al correo.

PREGUNTA SESENTA Y NUEVE

Sé que soy una persona compulsiva. Gasto tanto que siempre estoy bajo
mínimos, en dinero y en espíritu. Hay veces que entro al ropero para ro-

140 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

dearme de mi ropa. Llego incluso a estrechar mis ropas contra mi cuerpo


hambriento emocionalmente, para intentar sentirme bien conmigo misma.
Pero no funciona. ¿Qué es lo que me pasa?

Puede que seas una adicta a gastar. Las personas de estas características, si
disponen de algún dinero, no tienen otra opción que gastarlo. Después tenemos
que hacer malabarismos con las cuentas y tenemos que estar siempre preocupa-
dos por si tenemos bastante dinero, aunque nuestros ingresos sean ade-
cuados. Recuerda que el dinero, al igual que el sexo, es un símbolo de poder.
Traducimos la falta de amor y atención en la niñez en falta de dinero en la
adultez. Sólo que ahora somos nosotros mismos los que nos aseguramos de que
nunca haya bastante para cubrir las necesidades. Esta adicción tiene trata-
miento exactamente igual que otras adicciones. Trabaja el niño interno y date
el amor y la atención que no tuviste. Se llevará su tiempo, pero funcionará.

Piensa en...

¿Controlas tus gastos?

¿Gastar dinero te hace sentir bien?

Después de haber gastado en exceso, ¿te preocupas?

¿Te sientes culpable?

PREGUNTA SETENTA

¿Por qué soy tan perfeccionista? Me causa tantos problemas... sin embargo
no creo que pueda aceptar nada si es menos que perfecto.

El perfeccionismo es realmente otra adicción. Nos mantiene eficazmente


al margen de nuestros sentimientos y nos proporciona algo en lo que cen-
trarnos que no sea la raíz de nuestro problema.

MAIOR 141
C o d e p e n d e n c i a

El perfeccionismo es un claro ejemplo del síndrome “si-entonces” llevado


al extremo. En efecto, nos decimos: «Si no soy perfecto, entonces soy un fra-
casado», «Si no saco un sobresaliente, entonces estoy suspenso».
Esto viene como resultado de haber vivido en un hogar con unos padres
alcohólicos o conflictivos, haber tratado desesperadamente de hacer que el
padre o la madre dejaran de beber o fuesen felices y haber fracasado en el
intento una y otra vez. Los resultados eran inmediatos. Si la madre o el padre
todavía seguían bebiendo o seguían sin ser felices, entonces era evidente que
habíamos fracasado.
El perfeccionismo es también el resultado del miedo a cometer errores. Si
todo lo que hagamos ha de ser perfecto, eso significa que no podemos per-
mitirnos el lujo de experimentar. No podemos intentarlo. No podemos explo-
rar y no aprendemos. Y si no lo intentamos, es evidente que no podemos fra-
casar.
El perfeccionismo es también una evasión de la responsabilidad. «Si algo
no lo puedes hacer bien, ni lo intentes siquiera». Esto es el resultado de una
mentalidad de blanco o negro en un hogar insano. No hay término medio.
Siempre tiene que haber un ganador y un perdedor. De modo que continua-
mos aplazando nuestras decisiones, porque no vamos a ser capaces de hacer-
lo perfecto, así que nunca empezamos, o bien le amargamos la existencia a
todo el mundo en nuestra ansia de ser perfectos y tampoco toleramos los
errores de los demás.
Esforzarse en ser perfecto equivale a matar el amor, porque la imperfec-
ción no reconoce la naturaleza imperfecta de la humanidad. No reconoce
nuestra esencia, no contempla nuestra alma y no reconoce el término medio.
Pero nosotros somos algo más que nuestro perfeccionismo.

Piensa en...

¿Qué te ha impedido hacer tu necesidad de ser mejor que los demás, de destacar?

¿Cómo te ha limitado en otros aspectos?

¿Cómo se manifiesta tu perfeccionismo en tus relaciones personales?

142 MAIOR
A d i c c i o n e s p e r s o n a l e s y s o c i a l e s

PREGUNTA SETENTA Y UNA

La reacción de mi madre al alcoholismo de mi padre consistió en deprimir-


se mucho. La mayoría de los días ni siquiera levantaba las persianas, sino
que dejaba la casa siempre a oscuras. Oscura y fría: así es como recuerdo mi
niñez. Me parece que mi madre estaba más enferma que mi padre. ¿No
crees que podría haberle hecho frente a la situación de otra manera?

Esto es difícil de responder, porque no sabemos todo a lo que tu madre


tenía que hacerle frente. Tu madre pudo haber sido codependiente. La depre-
sión suele ser un síntoma de codependencia. Los malos tratos, los abusos
sexuales emocionales en los antecedentes de muchas personas, en especial
mujeres, no se han tomado en serio hasta ahora.
En otro tiempo encadenábamos a los barrotes de la cama a lo que se cali-
ficaba cruelmente de lunáticos, o los escondíamos en el ático. Hasta hace muy
pocos años, los psicólogos y los psiquiatras solían medicar rutinariamente y
hospitalizar por sistema a las víctimas de la depresión, la ansiedad y otros
trastornos del estado de ánimo, siempre que dieran muestras de una altera-
ción clínicamente significativa, pasando por alto la enfermedad principal: la
codependencia.
La depresión es algo tanto bioquímico como aprendido. Esto no quiere
decir que la medicación no deba usarse nunca para tratar la depresión, ni
tampoco que la medicación deba usarse siempre, sino únicamente que cada
caso debe ser evaluado cuidadosamente y que todos los factores deben ser
tomados en cuenta. Algunas personas responden tanto a la medicación como
a la psicoterapia. Los síntomas pueden ser muy variables también y a veces
hay que hospitalizar al paciente.
Cada individuo debe ser evaluado cuidadosamente por un profesional
con una formación y experiencia previa en adicciones y en codependencia,
así como en los procedimientos tradicionales. Debemos observar cuidadosa-
mente el efecto de cualquier medicación, rastreando especialmente la pre-
sencia de cualquier potencial adictivo.
La depresión es el resultado de la indefensión y la desesperanza, de seguir
siendo unas víctimas de las circunstancias de nuestras vidas. Cuando hemos
sido unas víctimas durante mucho tiempo y nada ha cambiado, nos volve-
mos adictos a nuestra depresión. Hemos aprendido a reaccionar ante cual-
quier situación o dificultad deprimiéndonos. De forma inconsciente, encon-
tramos diversas maneras de alimentar nuestra depresión.

MAIOR 143
C o d e p e n d e n c i a

Si recordamos que tenemos distintas elecciones respecto de lo que nos


pasa y de cómo reaccionamos a lo que nos pasa, entonces saldremos de la
oscuridad de la depresión y de la desesperación, hacia la luz de la elección y
de la libertad.

Piensa en...

¿Cómo te mantienes a ti mismo en el papel de víctima?

¿Cómo es tu ‘cuarto oscuro’?

144 MAIOR
Las relaciones adictivas

PREGUNTA SETENTA Y DOS

Quiero a mi novio un montón y hago todo lo que está en mi mano para


hacerle feliz. Pero una gran parte de mí parece estar como entumecida y la
mayoría de las veces me siento sin energías. ¿Puedes explicar qué es lo que
está pasando?

Las emociones o los sentimientos son respuestas naturales de nuestro


cuerpo al placer, al dolor o al peligro. Si nos hieren, es natural que nos sinta-
mos furiosos y queramos obrar de acuerdo con ese sentimiento y hasta qui-
zás devolver el golpe.
En las familias perturbadas no se concede ninguna importancia a los sen-
timientos y cualquier expresión de las emociones es castigada. Así, si de
niños nos sentimos trastornados por las condiciones que imperan en nuestros
hogares y angustiados por las reacciones de nuestro cuerpo, tenemos tres
opciones:

• Podemos expresar nuestra rabia y correr el riesgo de ser aniquilados.


• Huir, escaparnos.
• Entumecer, insensibilizar, anestesiar nuestros sentimientos.

En un hogar insano la expresión de sentimientos, especialmente la rabia,


es demasiado peligrosa. Huir o escaparse es imposible para un niño. De
modo que, ¿qué nos queda? No sentir nada, ya sea bueno o malo.
Las emociones son sustancias químicas fabricadas y distribuidas por el
cuerpo. Cuando las emociones no se expresan y, por consiguiente, no son
liberadas, se almacenan en el fondo de las células y los tejidos corporales y
en el fondo de las tripas del niño.

MAIOR 145
C o d e p e n d e n c i a

Necesitamos tener libre acceso a los sentimientos porque nuestra motiva-


ción se basa en nuestras respuestas emocionales. Las emociones suministran
la pasión, que está al servicio de lo que es mejor para nosotros. Si de niños
hemos aprendido a no percibir los sentimientos, sino a insensibilizarnos,
somos esencialmente almas muertas. La motivación y la pasión son la conse-
cuencia natural de liberar nuestra energía emocional.
En una relación, la energía emocional sale a raudales de nosotros mismos
hacia el interior de la otra persona. Cuando damos nuestra energía emocio-
nal, inundamos a la otra persona con nuestra preocupación, nuestros pensa-
mientos, nuestro esfuerzo y nuestro amor, sin pensar en nuestras propias
necesidades en absoluto. Al comienzo de una relación amorosa esto funciona
bastante bien. Al principio recibimos tanto como damos: recibimos el mara-
villoso y elevado sentimiento de “enamorarnos” y recibimos “captura”, el
sentimiento de ser alcanzados y arrebatados. Así es como debería ser. Ahora
bien, pasado el primer arrebato, algo cambia.
En una relación a largo plazo, que por naturaleza debe ser mutua, como el
matrimonio, la vida amorosa en común o la amistad, esperamos de forma
natural que la otra persona invierta su energía emocional en nosotros cuan-
do así lo necesitemos. Esperamos de forma natural que piensen en nosotros,
que se interesen por nosotros y, ocasionalmente, que se preocupen por noso-
tros. En eso consiste la mutualidad. Eso es la reciprocidad.
Por otro lado, si mantenemos una relación con una persona que no es
capaz de darnos, o no está dispuesta a ello, ni de preocuparse de lo que
es mejor para nosotros, como nosotros hacemos con ella, más tarde o más
temprano acabaremos por sentirnos insatisfechos. Cualquiera que continúe
dando sin recibir nada a cambio y que se vacíe sin llenarse acumulará rabia,
resentimiento y amargura. La Madre Teresa es el epítome del dar sin recibir,
pero ella se colma con Dios.
Podemos aprender a establecer unos límites y unas expectativas razona-
bles respecto de nosotros mismos y de los demás. Despegarse no significa «no
amar». Tienes más información sobre el “desapego” en otra pregunta (pág.
204). Para nuestro propósito, el desapego significa «no dar lo que no puedes
dar y no hacer lo que no puedes hacer». Significa «recobrar nuestra alma».

Piensa en...

¿Cuál fue, de niño, tu reacción principal a la situación imposible en la que te encon-


trabas?

146 MAIOR
L a s r e l a c i o n e s a d i c t i v a s

Una parte del Programa en Doce Pasos para los codependientes nos dice que debe-
mos admitir que no tenemos ningún poder sobre nuestras emociones y que, a con-
secuencia de ello, nuestras vidas se han vuelto inmanejables. Escribe un párrafo
acerca de cómo no tienes ningún poder sobre tus emociones en tu relación actual y
haz una lista de diez aspectos en los que tu vida se ha vuelto inmanejable a conse-
cuencia de ello.

PREGUNTA SETENTA Y TRES

Cuando mi novio me trata mal, me deprimo. Pero tiene un corazón de oro.


Sé exactamente cómo es él en el fondo, de modo que sigo con él aunque me
hiera un montón. ¿Qué podría hacer para que mostrase su lado bueno más
a menudo?

Todo el mundo tiene defectos. Nadie es perfecto, pero puede que seas una
adicta al potencial. Puede que estés enamorada de la persona que él podría
ser, en lugar de la persona que él es. Suena a algo así como si estuvieses
jugando a una máquina tragaperras: un solo intento más y ganaré el bote.
Cuando actuamos así, vivimos en el futuro en vez de en el presente. El futu-
ro parece prometedor, mientras que el presente está lleno de incertidumbre.
Ha llegado la hora de que seas absolutamente sincera contigo misma.
Cuando yo era más joven, conocí a un hombre que tenía “un gran potencial”.
Todo el mundo decía de él que podría llegar a ser lo que quisiera. Han pasa-
do 20 años y no ha cambiado en absoluto: no ha realizado su potencial de la
juventud.
La energía potencial no es energía real. Si quieres saber cómo es realmen-
te una persona, observa cómo se comporta.

Piensa en...

Dibuja tu potencial.

MAIOR 147
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA SETENTA Y CUATRO

¿Crees que la solución a la codependencia consiste en deshacerse de la per-


sona causante de la codependencia?

No. Eso no es asumir nuestra responsabilidad , sino culpar. La otra perso-


na no es la “causante” de la codependencia, sino que es la interacción entre
dos personas la que genera una vulnerabilidad que saca a colación los senti-
mientos codependientes.
La culpabilización genera vergüenza... la vergüenza genera culpa... la
culpa genera rabia... la rabia genera vergüenza... y entonces culpamos para
deshacernos de la vergüenza... y nos quedamos atrapados en el ciclo culpa-
bilización/vergüenza.

EL CICLO CULPABILIZACIÓN/VERGÜENZA

Al principio la persona A se siente pequeña, inútil y avergonzada. Con


cada golpe que asesta a la persona B, su ego se agranda hasta tapar su ver-
güenza y se siente más grande.
A la inversa, con cada golpe que la persona B recibe, su ego se encoge
hasta alcanzar su propia vergüenza nuclear básica, con la que está harto
familiarizado.
Entonces los papeles se ha invertido, ya sea a través de la acción agresiva
o de la no la acción pasivo-agresiva.

PERSONA A (CULPABILIZADOR) PERSONA B (CULPADO/


AVERGONZADO)
Primer golpe:
«¿No te has dado cuenta Parece abatido,
de todas las cosas que están pero se siente bien
todavía por hacer?». O — Parece grande
O — Se siente pequeño

Segundo golpe:
«Pues yo no puedo hacerlo todo. «Se me olvidó».
Al menos podrías sacar la basura». Se siente menos que bien
O — Se siente mejor O — Parece más pequeño

148 MAIOR
L a s r e l a c i o n e s a d i c t i v a s

Tercer golpe:
«¡Con que se te olvidó! «Ya lo sé».
¿Qué pasaría si fuera yo el que Se siente peor
se olvidase a cada paso? O — Parece todavía más pequeño
¡Sabes que me paso
el día entero trabajando!».
O — Se siente más grande

Cuarto golpe:
«¡Tú tenías que ser! «De acuerdo. Lo siento».
¿Por qué no lo haces ahora O — Se siente y parece diminuto

mismo, ya que no puedes y avergonzado


recordar nada durante más
de cinco minutos?».
O — Se siente el más grande de los dos

Esta invectiva puede seguir y seguir y seguir, todo el tiempo que sea nece-
sario hasta que la persona A se sienta mejor y la persona B se sienta aver-
gonzada.
Por golpe me refiero aquí a «cualquier crítica, frase despectiva, comentario
culpabilizador o humillante, invectiva, sermón o maltrato».
Al final de la transacción, la persona A ha logrado transferir con éxito su
vergüenza a la persona B, que ha recibido con éxito la vergüenza con la que
se siente harto familiarizado.
La interacción ha tenido lugar entre dos “egos” codependientes, falsos16,
en lugar de entre dos personas reales y sanas.
Una persona aprende a culpar y a avergonzar porque de niño fue culpa-
do y avergonzado. Supongamos que Roberto es la persona que tiene el
poder. Puede ser el padre, la madre, el marido, la mujer, el amante, la aman-
te, el hijo, la hija, el hermano o la hermana. Roberto parte de sus sentimien-
tos residuales de vergüenza procedentes de la niñez. Está ya en el principio
del ciclo. Tan pronto como siente su vergüenza, la transfiere a la única per-
sona que está a su alcance, la otra persona significativa o importante para él.
La persona frente a la cual se siente más vulnerable. Dentro de su sistema,
vulnerabilidad y vergüenza son la misma cosa y la transferirá de un modo
parecido a esto:

16. La calificación de “falso” obedecería al hecho de que la codependencia es un desarro-


llo mórbido a expensas de nuestra “verdadera” esencia (N. del T.).

MAIOR 149
C o d e p e n d e n c i a

Roberto, en su vergüenza, se siente diminuto e insignificante. Mira a su


alrededor en busca de alguna razón, de algo a lo que echarle el muerto. Ve
que no han sacado la basura, que el coche está sin gasolina, que no encuen-
tra sus zapatos y que todo está “manga por hombro”. Cuando encuentra la
causa externa, empieza a regañar, a despreciar y a ridiculizar a Josefina. La
contribución de Josefina en este asunto es que le ha dado a Roberto su poder,
el poder de invadirla emocionalmente. De modo que ella “asumirá la ver-
güenza de él” gradualmente.
Con cada ataque verbal o físico, cada golpe, puñetazo o pellizco, Roberto
le transfiere más y más vergüenza. Como consecuencia de ello, su ego se infla
cada vez más y ella se siente cada vez más pequeña, hasta acabar por sentir
que no tiene ningún poder en absoluto. Esto continúa hasta que la rabia de él
conecta con los miedos más profundos de ella, a saber, que ella es realmente
una inútil y se merece que no la quieran y la dejen que se muera.
Cuando esto sucede, una persona codependiente reaccionará largándose
bruscamente o quedándose y sintiendo cada vez más y más miedo y más
rabia. Los sentimientos de indefensión e impotencia son signos de codepen-
dencia. Una persona sana considerará las opciones de que dispone para
modificar su propio comportamiento. Si esto no funciona y todavía se siente
desdichada, entonces se irá, pero no antes de haber comprobado todas las
opciones disponibles.
Romper el ciclo requiere un cambio de la vergüenza al amor. Cada una de
las personas implicadas debe asumir amorosamente la responsabilidad de su
propia vergüenza exclusivamente, en lugar de la del otro. No es una tarea
fácil, pero puede llevarse a cabo.
Una de las formas de hacer que vuelva nuestra propia alma es mediante
la ruptura de este círculo vicioso.

Piensa en...

¿Cómo entras en el ciclo culpabilización-vergüenza?

¿Te sirve de algo?

150 MAIOR
L a s r e l a c i o n e s a d i c t i v a s

PREGUNTA SETENTA Y CINCO

No me atraen los alcohólicos. Entonces, ¿por qué mis amigas piensan que
soy codependiente en mis relaciones con los hombres?

La codependencia adopta muchas formas. Tal vez no nos atraigan los


hombres que abusan del alcohol, pero podemos elegir hombres que tengan
otro tipo de hábitos que pueden volverse adictivos e impedirles estar emo-
cionalmente a nuestra disposición. Ello interfiere con la proximidad que
esperamos de la otra persona en el contexto de una relación íntima. No reci-
bimos lo que necesitamos. La adicción puede ser al poder, al éxito o al golf.
Es probable que esté ahí, en alguna parte.
¿Se parecen de algún modo unos a otros los hombres que elegimos?
¿Trabajan muchas horas y están muy cansados, demasiado cansados como
para dedicar un tiempo razonable a salir fuera? ¿Están demasiado cansados
o distraídos como para hablar, o hablan sólamente de su trabajo y de cómo
les ha ido el día? ¿O se ocultan detrás del periódico, de un programa de tele-
visión, de los acontecimientos deportivos o de un libro, de manera que la
interacción se ve a menudo precedida de un: «Sss, ahora viene una parte muy
interesante» o «¿No ves que estoy viendo esto?».
Sus adicciones pueden estar ocultas. La adicción al juego se oculta a menu-
do tras el hecho de invertir en bolsa, en opciones de compra o en mercancías de
una forma excesiva. La clave es el exceso. Se puede comerciar con dinero que
se necesita para otras cosas en vez de con cantidades prudentes o razonables.
La adicción a gastar se oculta a menudo tras la “generosidad” de un esti-
lo de vida elevado. Puede que nos guste mucho esta parte de él, hasta que
vemos que hace malabarismos con las cuentas y manipula las fechas de ven-
cimiento o los impagos, o nos oculta dinero extra para su propio placer. La
depresión también puede ser una adicción y tú puedes ser una “contra-adic-
ta” a darle ánimos. Analiza el modo en que les regalas a los hombres el
poder que te es propio.

Piensa en...

¿Estás preocupado por la presencia de alguna adicción oculta en ti mismo?

¿Cómo es eso?

¿De qué indicios dispones?

MAIOR 151
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA SETENTA Y SEIS

Da la impresión de que mi marido y yo nunca seremos felices. Cada vez


que alguno de los dos tiene algún éxito, el otro no se alegra de ello. Parece
que no podamos ser felices los dos al mismo tiempo. No podemos sentir-
nos bien por la otra persona, jamás. ¿Qué podemos hacer?

Lo que puede estar pasando es que los dos estéis bailando la danza de la
competición, en vez de la danza de la intimidad. Cuando los niños adultos
nos casamos, a menudo no nos damos cuenta de que el matrimonio es una
asociación que requiere un trabajo en equipo. Lo que beneficia al uno, bene-
ficiará igualmente al otro, porque los dos tenéis una vida en común.
Reaccionamos el uno con el otro como lo hacíamos con nuestros hermanos en
nuestros hogares insanos. Necesitas analizar este asunto con un tercero
imparcial y objetivo.

Piensa en...

¿Hay escasez de buenos sentimientos para alguno de los dos o de ambos en vuestra
relación?

¿En qué se traduce esto en vuestra relación?

PREGUNTA SETENTA Y SIETE

Mi padre, que era alcohólico, era una persona muy dominante y manipu-
ladora. Mi marido, que no es alcohólico, tiene la misma actitud y la misma
personalidad. ¿Lo elegí acaso debido a mi propia codependencia?

Probablemente sí. Como codependientes, nos atrae la familiaridad y que-


remos lo que no podemos obtener. El alcoholismo no es lo que nos atrae, lo
que nos atrae es la personalidad o el “lado bueno”. En nuestra necesidad, dis-

152 MAIOR
L a s r e l a c i o n e s a d i c t i v a s

culpamos la inaccesibilidad de la otra persona o la disfrazamos de una apa-


riencia engañosamente atractiva. Cuando una relación nos resulte muy fami-
liar, tenemos que analizar nuestros propios diálogos internos. «Ah, claro que
sí, esto lo conozco», puede que nos digamos. Después añadimos: «pero esta
vez será distinto». Y nunca lo es.
Una vez que hayas reconocido e identificado las similitudes entre tu mari-
do y tu padre, debes reconocer y admitir tus propias pautas de respuesta.
Empieza por comparar y contrastar las dos relaciones, desde un punto de
vista emocional. Tal vez necesites ayuda para llevar esto a cabo.

Piensa en...

¿Qué te estás diciendo para mantenerte a ti misma dentro de esta relación?

¿Cuáles son las similitudes entre tu marido, tu padre y tú?... No tanto a nivel de per-
sonalidad, cuanto en la forma en que él te trata y tú lo tratas a él.

¿Cuáles son las diferencias?

MAIOR 153
Las ayudas adictivas

PREGUNTA SETENTA Y OCHO

¿Cuál es la diferencia entre ‘codependencia’ y ‘compasión’?

Com significa ‘poner en común’, y pasión es un «entusiasmo profunda-


mente sentido hacia algo o hacia alguien». La compasión es una «fuerte incli-
nación a compartir en profundidad con un otro y a darle apoyo y ayuda». La
compasión está motivada por la comprensión intuitiva de la situación y los
sentimientos de un otro. Cuando vemos a otro sufrir, sentimos una fuerte ten-
dencia natural a ayudar. Salvo en los casos de extrema emergencia en los que
se debe actuar con rapidez, sentimos también compasión por nosotros y por
nuestros propios sentimientos. Normalmente nos tenemos en cuenta a noso-
tros mismos cuando apoyamos a un otro. Nuestros motivos son ciertamente
ayudar a otro a salir de una situación apurada y después de ello volver a
nuestras propias vidas.
Cuando la codependencia se dispara, sentimos también una fuerte incli-
nación a compartir, comprender y ayudar. A ello se debe el que se confundan
fácilmente. Ahora bien, en el caso de una persona codependiente, esta incli-
nación se parece más a una compulsión. No tenemos en cuenta nuestras pro-
pias necesidades en absoluto y solemos ayudar a expensas de nosotros mis-
mos. Después nos enfadamos porque las cosas no suceden como habíamos
planeado. Nuestro motivo oculto y más profundo suele ser una necesidad de
controlar más que de ayudar. La codependencia es compasión sacada de quicio.
La compasión ofrece un paño frío para enjugar una frente febril, en el caso
de que alguien no pueda ayudarse a sí mismo.
La codependencia pasa a la fuerza un paño por una frente que no está
febril en absoluto e insiste en enjugar la frente de alguien que tiene sus dos
buenas manos.

MAIOR 155
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Cuándo fue la última vez que fuiste compasivo, en vez de codependiente?

PREGUNTA SETENTA Y NUEVE

A mí me gusta ayudar a la gente sin más. Y de hecho lo hago. Mi hermano


me dice que deje de “salvarlo”, pero a mí simplemente me encanta ayu-
darlo. Me hace sentirme bien. ¿Qué significa ‘salvar’?

Salvar a la gente, en el lenguaje de los programas de recuperación en doce


pasos, significa «ayudar a otras personas sin su consentimiento o sin que lo
deseen». Sucede cuando tú, la persona que ayuda, decides que se necesita
ayuda. Observa lo que ocurre cuando intentas darle de comer a un niño que
ya es capaz de comer por sí solo. Se pelea contigo por la cuchara. Necesita y
quiere desesperadamente comer por sí solo. Comer por sí solo forma parte de
su derecho a nacer.
El que recibe la ayuda puede no necesitar ni querer verdaderamente que le
ayuden, o el tipo de ayuda que nosotros le ofrecemos. Pero el que ayuda nece-
sita ayudar de todos modos, sin tener en cuenta en absoluto las verdaderas
necesidades o los verdaderos deseos del otro. Ayudar a la gente puede ser
una adicción cuando la necesidad de ayudar se vuelve más importante que la per-
sona en aprietos. Revisa la pregunta sobre la diferencia entre codependencia y
compasión (pregunta anterior, pág. 155).

Piensa en...

¿A quién estás tratando de salvar actualmente?

¿Qué relación tiene eso con a quién tratabas de salvar cuando eras un niño?

¿A quién acudes cuando tienes un problema real?

156 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

PREGUNTA OCHENTA

¿Significa eso que no debo ayudar nunca a mi familia?

No. Existe una delgada línea divisoria entre ayudar y controlar. Cuando
necesitamos ayuda, lanzamos mensajes no verbales o encubiertos, o la pedi-
mos abiertamente. Una persona sana que ve que alguien a quien quiere no
sabe qué hacer o está hecho un lío, responde de una de estas dos maneras.
Una de ellas se expresa no verbalmente, con una mano alargada en señal de
amistad y de amor, una mirada amable, un tono de voz y a través del len-
guaje corporal, en definitiva. Un comentario de apoyo, una llamada de telé-
fono o una pregunta: «¿Puedo ayudarte en algo?» muestran verbalmente
nuestra preocupación.
Para que nuestra ayuda sea compasiva y amable, en vez de codependien-
tes, necesitamos analizar en primer lugar si somos capaces de ayudar en esta
situación. Debemos estar seguros de que disponemos de la energía para ayu-
dar en este momento en concreto. Después esperamos la respuesta del otro, en
lugar de tomar las riendas y arreglar el problema. Cuando actuamos de esta
última forma, hacemos que la otra persona se sienta indefensa y sin ningún
control. No debemos tratar el problema de la otra persona como si fuera nues-
tro, ni aún en el caso de que se trate de una persona cercana o íntima, cuyos
problemas pueden a veces deslizarse dentro de nuestro propio espacio.
Lo más importante de todo: debemos mantener unos límites claramente
definidos respecto de nosotros mismos, de la otra persona y de la situación y
no debemos cruzar las líneas fronterizas.

Piensa en...

Piensa en alguien cuya forma de actuar quieres cambiar. Sigue los pasos mencionados.

Identifica dónde estás tú y dónde está la otra persona.

¿Puedes identificar la línea fronteriza?

¿Cómo sabes cuándo estás cruzando la línea fronteriza?

MAIOR 157
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA OCHENTA Y UNA

Me resulta difícil separar mi propio dolor del de mi hija de nueve años, por
lo que se refiere a sus peleas, su sufrimiento y su rechazo en las relaciones
con sus iguales. Por favor, ayúdame.

El dolor que sentimos por nuestros hijos es el dolor más profundo que
existe. Lo sentimos al nivel del útero. En el útero no existe ninguna separa-
ción entre madre e hijo. El dolor de nuestro hijo es nuestro dolor. Este es uno
de los niveles del dolor.
Otro de los niveles corresponde a nuestro propio niño interno, de nueve
años, que está herido. Cuando nuestro hijo llega a la edad en que más nos
hirieron a nosotros, debemos traspasar nuestro velo interno y “exprimir”
nuestro propio dolor.
Un tercer nivel de dolor es la empatía. La empatía puede crear un puente.
Pero cuando sentimos lástima por otra persona, en realidad estamos mos-
trando una falta de respeto por esa persona. No respetamos a nuestros hijos
cuando les transmitimos el mensaje materno de que son dignos de lástima,
en vez de dignos de amor. Esto los debilita, en lugar de cimentar sus propias
fuerzas.
Solemos creer que todo nuestro dolor tiene su origen en nuestros padres y
hermanos, pero lo cierto es que una gran parte de nuestro dolor original pro-
cede de las relaciones con nuestros iguales. Si, de niños, fuimos ridiculizados,
humillados y objeto de burlas, tendremos también que enfrentarnos a ese
dolor durante la recuperación.
En el terreno de las relaciones con los iguales, sólo un igual puede ayudar.
La competencia de un padre está fuera del grupo de iguales del hijo. Solicita
ayuda del personal de la escuela para esta parte del problema.

PREGUNTA OCHENTA Y DOS

Tengo una hija de dieciocho años que está casada. Mi problema es que,
desde que se casó, me implica en todas sus decisiones y preocupaciones.
Me lo cuenta todo, más de lo que yo quisiera saber. ¿Cómo podría separar-
me de estas preocupaciones de ella?

158 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

Esto es una típica violación de las fronteras o los límites. Permítele que
experimente las consecuencias de sus propios actos. Aunque está tomando
sus propias decisiones, todavía quiere tu aprobación. Durante tres veces con-
secutivas, trata de no responder a lo que te diga y observa qué ocurre.
Cuando nos estamos separando de nuestras madres, cuya aprobación
necesitamos y deseamos, a menudo queremos compartir nuestras vidas, pero
sin pedir consejo. Lo que, como madres, tenemos que poner en práctica en
este momento es el “desapego”17.
Cuando alguien a quien queremos nos habla de su dolor, de forma natu-
ral nos sentimos implicados emocionalmente. Aquí el truco consiste en
expresar tus sentimientos y tu apoyo respecto de sus esfuerzos, pero sin dar
consejos. Los adultos jóvenes cambian radicalmente cuando llegan a la vein-
tena. Ella en realidad no te está pidiendo consejo. Ella te está pidiendo que la
trates como a una mujer adulta que es capaz de tomar sus propias decisiones
(¡Y las decisiones no tienen por qué ser siempre correctas!).
Si, después de que hayas intentado despegarte y permitirle que experi-
mente las consecuencias de sus propias decisiones, todavía te sientes atrapa-
da, prueba a concertar unas cuatro o seis sesiones de asesoramiento con un
terapeuta formado específicamente en habilidades de comunicación.

Piensa en...

Cuando escuches a otros, observa con qué frecuencia te rebelas secretamente.

¿Dices lo que quieres decir y quieres decir lo que dices?

¿Eres capaz de escuchar y apoyar y, sin embargo, abstenerte de dar consejos u ofre-
cer soluciones?

¿Sabes utilizar tus propios recursos?

17. El “desapego”, junto con el “apego” y el “proceso de vinculación”, son conceptos fun-
damentales de la psicología evolutiva, desarrollados particularmente por J. BOWLBY y R. A.
SPITZ (véase de nuevo, por ejemplo, el libro de BOWLBY El vínculo afectivo, en Editorial
Paidós, de Buenos Aires) (N. del T.).

MAIOR 159
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA OCHENTA Y TRES

Tengo la impresión de que vivo pendiente de las personas de mi familia que


abusan del alcohol o de las drogas. ¿Cómo puedo centrarme en mí mismo?

La codependencia consiste en «estar centrado en otro u otros». Cuando


somos adictos a las relaciones, nuestra droga son los otros. Al focalizar toda
nuestra atención en otras personas nos alejamos de nuestra responsabilidad
para con nosotros mismos. Debemos tratar nuestra obsesión hacia nuestras
personas queridas como la adicción que es, ni más ni menos.
En la adicción a las relaciones, nos volvemos adictos al drama de la vida y
los problemas de otra persona. Un buen programa de Alcohólicos Anónimos
es la mejor manera que conozco de aprender a separarse, en el sentido de
“despegarse”. Como codependientes, nos olvidamos de que también somos
personas. ¿Quién está en mejores condiciones de ayudarnos que nosotros mis-
mos? Por favor, empieza a tratarte a ti mismo tan bien como tratas a los
demás. El mandamiento cristiano nos dice que amemos a nuestro prójimo
como a nosotros mismos, no en lugar de a nosotros mismos. No olvides que las
adicciones son un sucedáneo de los verdaderos sentimientos, incluidos los de
amor, paz y alegría. Todos nosotros nos merecemos estos sentimientos.

Piensa en...

¿Quién es tu principal foco de atención la mayor parte del tiempo?

¿Cómo te estás privando a ti mismo de la atención que necesitas?

¿Cómo podrías prestarte más atención a ti mismo hoy, sin ir más lejos?

PREGUNTA OCHENTA Y CUATRO

¿Llegan alguna vez los codependientes a “desprenderse” de la necesidad


de hacerlo todo perfecto? ¿De arreglar a otras personas?

160 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

Sí. Ello forma parte de aprender a respetarte a ti mismo y respetar a los


demás. Cuando tratamos de arreglar a la gente, organizamos, establecemos,
perfeccionamos y decidimos lo que es mejor para otros seres humanos.
Cuando arreglamos a otra persona, damos por sentadas ciertas suposiciones:

1. La persona está “rota”.


2. Tenemos el poder de arreglar las partes rotas.
3. La persona en cuestión no tiene el poder ni el derecho de resolver sus
problemas a su manera y a su propio ritmo.
4. Dios no tiene cabida en este estado de cosas.

Podemos estar seguros de que nos meteremos en líos cada vez que trate-
mos de arreglarle la vida a otra persona. Puede que en nuestro corazón alber-
guemos las mejores intenciones, pero al final, nuestro propio corazón puede
resultar roto. Necesitamos ocuparnos de arreglar nuestras propias cosas. No
olvidemos la Ley Fundamental del Universo:

1. Existe un Dios.
2. Y no eres tú.

Piensa en...

¿A quién estás tratando de arreglar?

¿Con algún éxito?

¿Qué necesidad, en ti mismo, estás evitando por tratar de “arreglar”?

PREGUNTA OCHENTA Y CINCO

Hago todo lo que está en mi mano por complacer a mi familia. Ellos lo son
todo para mí. Estoy aislada en mi propia casa. ¿Cómo puedo escapar? El
mundo exterior me da tanto miedo...

MAIOR 161
C o d e p e n d e n c i a

Los codependientes experimentamos a menudo una fuerte sensación de


aislamiento interno. Nos sentimos separados y apartados de los demás, como
si nos hubiesen puesto en cuarentena.
Esta sensación se debe en parte a una vinculación defectuosa18, pero su
fuente principal es el modo en que hemos sido profundamente avergonza-
dos. Nuestra vergüenza interna crea un muro de aislamiento. Nos aterra salir
a la luz, donde podemos ser vistos.
Cuando externalizamos esta sensación, a eso se le llama agorafobia. La ago-
rafobia es un miedo «irracional a los espacios abiertos, miedo a salir de nues-
tras casas». Uno de los profesionales que trabajan bien con esta fobia es el
psicólogo de orientación conductista. Empieza por una llamada de teléfono.
Otra manera de enfocar este problema es a través de la psicoterapia. La
causa subyacente incluye uno de nuestros miedos más profundos: una vul-
nerabilidad que dejaría al descubierto nuestra vergüenza. No hay ninguna
necesidad de seguir sufriendo por esto. Tienes un derecho a la vida, concedi-
do por Dios y te mereces librarte de tu vergüenza. La vergüenza profunda
puede curarse. Sal a la luz y baila con tu alma.

Piensa en...

Establece un contrato contigo mismo para dar el primer paso para curarte de tu ver-
güenza.

PREGUNTA OCHENTA Y SEIS

Mi madre de ochenta y tres años vive con mi marido y conmigo. Soy hija
única y no tenemos más parientes. Es una persona muy depresiva y la con-
vivencia con ella es muy difícil. Queremos llevarla a una residencia de
ancianos, donde por lo menos tendría algunos amigos y actividades. Tengo
unos sentimientos de culpa tremendos, aunque he decidido que éste es el
curso que debo tomar. Está en una lista de espera. Mi marido y yo no sabe-
mos cómo decírselo. Necesito ayuda.

18. Véanse las preguntas 28 y 29, páginas 77-80 (N. del T.).

162 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

Espera hasta que esté próximo el turno de ser aceptada en la residencia.


Visita al menos cuatro o cinco residencias, para que puedas comparar y así te
sientas más cómoda con la decisión que adoptes finalmente. Si es posible, llé-
vala a visitar la que hayas elegido. Señala los aspectos positivos, pero no te
muestres demasiado optimista. A las personas nos resulta difícil cambiar de
estilo de vida. Sigue queriendo a tu madre. Adopta el enfoque de que se trata
únicamente de un cambio de lugar de residencia y de que ella todavía tiene
algo que decir acerca de lo que le ocurra. Sé amable y natural, no altiva o des-
deñosa. Lo mejor que puedes hacer es tratar de recibir asesoramiento prácti-
co y concreto de algún organismo local que se dedique a la tercera edad.
Utiliza este recurso comunitario para ayudarte a decírselo a tu madre.
Haz todo lo que puedas por tu madre y después vive tu propia vida.
Nuestros padres nos dieron la vida y tenemos la obligación de vivirla plena-
mente.

PREGUNTA OCHENTA Y SIETE

Mi marido está furioso conmigo porque trabajo mucho para nuestra parro-
quia. Dice que me estoy abandonando y que a él también lo tengo aban-
donado. Me duele mucho la espalda, pero no le presto ninguna atención.
No quiero ser una egoísta.

El mandamiento dice: «Ama a tu prójimo como a ti mismo», no en lugar


de a ti mismo. No hagas algo por alguien, si sólo lo haces para llenar el vacío
de tu corazón.
Los corazones pueden crecer para dar cabida a otros muchos corazones.
Un corazón lleno es un corazón que da; un corazón vacío está hambriento y
nunca se acaba de llenar, ni siquiera mediante la ayuda que prestemos a los
demás. No hagas algo por alguien si no lo puedes hacer. Si, legítimamente, no
podemos dejar a nuestros hijos, a nuestro marido o nuestras obligaciones para
llevar a alguien en coche a alguna parte, lo que tienen que hacer en ese caso
es buscarse otra manera de llegar a donde quieren ir. Nuestro amigo o com-
pañero de parroquia necesita analizar sus propios recursos en primer lugar.
Eso es exactamente lo que haría una persona sana. A menudo, es la persona
codependiente e insana la que reclama el tiempo y la energía de los demás y
se siente resentida cuando alguien verdaderamente no puede ayudarla.

MAIOR 163
C o d e p e n d e n c i a

Es de sabios y caritativo permitir que otras personas se turnen para ayu-


dar dentro de una organización, en vez de ser siempre el primero en ofrecer-
se voluntario. A los demás también les gusta dar.

Piensa en...

Analiza la palabra “egoísta” y sus aplicaciones a tu propia vida.

PREGUNTA OCHENTA Y OCHO

Estoy haciendo grandes progresos en mi propia labor de recuperación.


Ahora me siento incluso feliz la mayoría de las veces. Pero mi familia de ori-
gen está sufriendo tanto que me siento mal por ellos. Me siento tan culpable
que a veces noto que me interfiere en mi propia labor. ¿Puedes ayudarme?

Cuando todos los miembros de una familia han sufrido el dolor y el terror
juntos, se produce un vínculo. Es el vínculo del superviviente, un vínculo a
través del dolor. Si uno de los miembros logra huir hacia la recuperación, es
natural que nos sintamos preocupados por el bienestar de los que no pudie-
ron escaparse. Nos decimos: «¿Por qué tengo que ser yo el único en librarse
del dolor y recibir ayuda, cuando los demás están sufriendo tanto?» Nos sen-
timos como si hubiésemos abandonado a nuestras personas más queridas.
A esto se le llama “la culpa del superviviente”. La culpa procede de la
ansiedad porque ya no comparto el mismo enemigo común con mi familia.
Los he abandonado a su suerte sin tratar de ayudarlos. Al mismo tiempo, lo
que más temo es que pueda tener una recaída y vuelva a parar una vez más
a la oscuridad y la desesperación de la enfermedad familiar.

Piensa en...

¿Alguna vez te has sentido culpable porque lograste recuperarte y otro no?

¿Qué ocurrió?

164 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

Escríbele una carta a esa persona que todavía es un adicto o un codependiente en acti-
vo. No la eches al correo.

PREGUNTA OCHENTA Y NUEVE

Mi vida es un caos total. Ya voy por mi cuarto matrimonio, mis hijos se


emparejan y desemparejan como si fueran puertas giratorias y, lo que es
por mi parte, no me llevo nada bien con ellos. Mi miedo es constante. Sin
embargo, cuando miro atrás y pienso en mi niñez, recuerdo que tenía una
relación muy estrecha con mi madre. Todavía la tengo, aunque mis amigos
dicen que se porta mal conmigo. A mí no me lo parece. Algo por dentro me
dice que algo va muy mal. ¿Puedes ayudarme?

La evidencia de tu vida pone de manifiesto que tu codependencia te está


causando mucho daño. Los niños que han sido maltratados por la persona
que estaba a su cargo suelen formar un vínculo fantaseado con los que los
maltratan. El niño necesita desesperadamente que lo quieran y que lo valo-
ren. Ve lo que necesita ver y evita el dolor de la realidad. El niño crea una ilu-
sión de conexión allí donde puede que no haya ninguna conexión en absolu-
to. Cuando el vínculo es un vínculo de dolor, el niño suprime el dolor y pone
amor en su lugar. No reconoce su necesidad de amor real, porque puede que
nunca haya conocido lo que es el amor en absoluto.
Luego, en la adultez, nos parece que no podemos desprendernos de una
relación en la que nuestras necesidades no son nunca satisfechas. Nos decimos
a nosotros mismos que la persona que nos maltrata en realidad nos quiere y
que, si nos castiga o nos desatiende, lo hace por nuestro propio bien, para
enseñarnos cómo debemos comportarnos. Idealizamos a la persona y a la
relación porque necesitamos tan profundamente vincularnos a alguien, que
creamos toda una fantasía en torno a ello.

Piensa en...

Describe tu relación con tu progenitor preferido. ¿Cabe la posibilidad de que lo que


os una sea un vínculo fantaseado?

MAIOR 165
C o d e p e n d e n c i a

¿O es real?

¿Qué recuerdas de tu niñez que te garantice que eras valorado por tu progenitor (tus
progenitores)?

¿Cuáles eran, de niño, tus fuentes de infelicidad?

PREGUNTA NOVENTA

Tengo problemas con los estados de ánimo de mi mujer. Tan pronto como
entra en la habitación, le miro a la cara y sé que algo va mal. Tengo esa sen-
sación en la boca del estómago, siento que los hombros me pesan y me
asusto, exactamente como me ocurría de niño. ¿Qué relación tiene esto con
la codependencia? No me crié en una familia de alcohólicos.

Uno de los posibles desencadenantes de una reacción codependiente es


ciertamente la cara de una persona, especialmente si se trata de una persona
a la que le has dado mucho poder emocional. La cara es la parte más expre-
siva de nosotros mismos. Los estados de ánimo son sentimientos no resuel-
tos. Un desencadenante significa que «un estímulo exterior ha hecho estallar
sentimientos dentro de nosotros». El origen de estos sentimientos reside
habitualmente en la niñez. Los sentimientos están ahí ya, dentro, como una
reserva profunda de rabia, miedo, decepción, vergüenza, culpa...
Los niños procedentes de hogares insanos suelen tener una inteligencia
visual y no verbal muy desarrollada y acaban por ser muy hábiles en detec-
tar las señales no verbales de peligro: el lenguaje corporal. Son como cier-
vos hambrientos que permanecen quietos y en silencio, con la cabeza levan-
tada, el cuerpo alerta, escuchando, oliendo y en busca de señales de peligro
en la maleza y en los árboles de alrededor. Esto es debido a que, en estas
familias, los mensajes verbales, que son los que utilizamos los seres huma-
nos preferentemente, no son claros. También se debe a que los mensajes
suelen ser confusos.

166 MAIOR
L a s a y u d a s a d i c t i v a s

Si un niño consulta a sus padres y pide información, puede decir: «¿Estás


enfadado conmigo?» La respuesta puede ser: «No, no seas tonto», «No, son
imaginaciones tuyas», «¿Qué te pasa? Eres demasiado sensible».
De modo que el niño aprende a no decir nada verbalmente, sino, en su
lugar, a observar cuidadosamente, como un ciervo, para detectar el estado de
ánimo o los cambios de humor del padre o la madre. Las caras son las seña-
les más fáciles de detectar. Un cambio sutil en un músculo del ojo, en la boca
y demás señales comunican algo al niño: «Ten cuidado. Peligro. Borracho.
Enfadado. Deprimido». De modo que cuando ese niño crece y se hace adul-
to, aprende a observar con muchísimo cuidado, sin que ni siquiera se dé
cuenta de ello, en busca de cualquier señal, ya sea de tensión o de un cambio
de humor, en cualquiera que sea importante para él.
Ese niño ha aprendido también a no pedir información, sino a adivinar
qué es lo que está ocurriendo. En nuestra vida adulta actual, la suposición es
a veces errónea o la persona malinterpreta lo que está ocurriendo y así es
como empiezan las dificultades. A veces también el niño adulto está en lo
cierto en su “lectura” de las emociones de otra persona, pero la otra persona
las desconoce o bien no quiere enfrentarse a ellas en ese preciso momento. De
modo que tenemos la misma reacción que teníamos en nuestra niñez. Y
aprendemos a “disecar” nuestras reacciones emocionales, como si fuesen tro-
feos, y a vivir en el miedo.
Si te sorprendes a ti mismo observando y reaccionando a los cambios
faciales o los cambios de humor de otra persona que se manifiesten a través
del lenguaje corporal, háblalo con la otra persona y créete lo que te diga. Dale
un valor facial, sin más. Si algo va mal, volverá a aparecer. Recuerda que ya
no eres un niño y que tu pareja no tiene el poder de tus padres del pasado.
Simplemente, pregúntale a tu mujer si quiere compartir sus pensamientos
o sus sentimientos contigo. Dile lo que estás sintiendo. No cuestiones lo que
te diga ni trates de leerle el pensamiento. Discútelo con ella. Si ella dice que no
pasa nada, entonces créela y piensa en otra cosa. No le des más vueltas. No te
obsesiones con ello. Si se trata de algo importante, volverá a aparecer. Como
adulto que eres, tienes la capacidad de enfrentarte a cualquier cosa que sobre-
venga.

Piensa en...

¿Cuándo fue la última vez que trataste de leerle el pensamiento a otra persona?

MAIOR 167
Cuarta parte
Abuso Sexual

Síntomas
Disociación
Incesto
Abuso sexual

Una de las formas más graves, tal vez la más grave, de perder el alma es
el abuso sexual. El abuso sexual de cualquier tipo es, a su vez, la forma más
grave de violación de los límites. El abuso sexual no tiene que ver con el sexo
o la sexualidad, sino con el abuso de poder. Tiene que ver con la violencia y
con infligir dolor. Tiene que ver con el poder sobre un niño indefenso e ino-
cente. Tiene que ver con la humillación y el terror. La experiencia deja unos
agujeros enormes y abiertos en el alma de un niño.

PREGUNTA NOVENTA Y UNA

Sé lo que quieres decir cuando hablas de las ‘partes perdidas’. Me pregun-


to qué trauma he podido tener, porque me siento exactamente así, incom-
pleta. ¿Puedes decirme cuáles son algunos de los síntomas del abuso
sexual?

ALGUNOS DE LOS SÍNTOMAS DEL ABUSO SEXUAL INCLUYEN:

• Grandes lagunas, incluso de años, en los recuerdos de la niñez.


• Perturbaciones en los patrones del sueño.
• Trastornos de la alimentación y otras conductas excesivamente com-
pulsivas.
• Reacciones de extrema vergüenza.
• Delusiones (creencias falsas) que no parecen tener ninguna base real.

MAIOR 171
C o d e p e n d e n c i a

• Terrores nocturnos.
• Dormir con un cuchillo o una porra cerca de la cama, de niños o de
adultos.
• Disfunciones sexuales.
• Ausencia de relajación después de las relaciones sexuales.
• Conductas de violación sexual en la adultez.
• Un patrón de relaciones conflictivas o de ausencia total de relaciones.
• Rabia constante.
• Sensación de obstrucción en la garganta, excesiva sequedad de boca.
• Dolores u opresiones intermitentes en diferentes partes del cuerpo.
• Conductas de automutilación.
• Ideas o intentos de suicidio, incluido el suicidio pasivo, esto es, com-
portamientos destructivos, que suponen una amenaza para la vida.

Si has estado en psicoterapia con un buen terapeuta durante dos años o


más y todavía tienes la impresión de que algo sigue perdido, de que todavía
hay más debajo de la superficie y de que aún no has acabado, entonces el
abuso sexual podría estar menoscabando tus progresos.
Es muy importante recordar que ninguno de estos síntomas, por sí solo, significa
abuso sexual o incesto con toda seguridad.

PREGUNTA NOVENTA Y DOS

A veces siento casi como si estuviese fuera de mi propio cuerpo, observán-


dome y escuchándome a mí misma. Visto desde fuera, puede dar la impre-
sión de que estuviese con alguien. Sin embargo, me doy cuenta de que
quiero gritar: «¡Para!» y decirle a la otra persona lo que realmente pienso.
También, cuando alguien me viene por detrás, para abrazarme o tocarme,
me encojo de miedo. He tenido estas sensaciones durante casi toda mi vida.
Me pregunto si estaré bajo los efectos de una experiencia incestuosa.

La «sensación de estar fuera de nuestro cuerpo» se llama disociación. La


disociación, en sí misma y por sí misma, no es nada que haya que temer. Es
un proceso natural y lo experimentamos cada día. Observa cuando conduces

172 MAIOR
A b u s o s e x u a l

un coche y de repente te “despiertas” y te sorprendes a ti misma en el lugar


al que querías ir sin que puedas recordar en absoluto cómo llegaste allí. La
disociación bajo control consciente es una forma de entrar en un estado alte-
rado de conciencia. Esto sucede durante la meditación profunda.
La disociación que tiene lugar de diferentes formas en la vida diaria de
muchos hogares no es del tipo sano. Donde reinan el caos, el desorden, la
desorganización, la rabia y el miedo, los traumas leves o graves se suceden.
El niño, incapaz de enfrentarse eficaz y eficientemente con el entorno de su
hogar, se “distanciará”. Los padres suelen entonces recibir informes de que
sus hijos tienen “ensoñaciones diurnas” en la escuela. Esta puede ser una
explicación.
La disociación involuntaria como respuesta al trauma provoca una esci-
sión básica entre la mente y el cuerpo. Esto no es la enfermedad mental
esquizofrénica, si bien algunos de los supervivientes del incesto han sido
diagnosticados erróneamente. El proceso inconsciente consiste en un desco-
nocimiento básico, una invalidación de la propia experiencia privada.
Desconocer parte de la propia experiencia supone crear un “niño desconoci-
do”. Nos negamos a reivindicar o aceptar como nuestra una parte de nuestro
niño interno. Los acontecimientos y su significado emocional son borrados
de la memoria, como en la amnesia alcohólica, y reprimidos a un nivel
inconsciente.
Vas bien encaminada. La disociación es uno de los indicadores de abuso
sexual. Algo nos ocurrió de niños que fue demasiado terrorífico y doloroso
como para hacerle frente y no podíamos escapar de la situación. No podía-
mos ofrecer resistencia ni huir. De modo que recurrimos a la única forma de
escapar que teníamos a nuestro alcance: arrancamos nuestras almas de nues-
tro cuerpo para que no puedan seguir hiriéndonos.
El incesto es el uso de un menor de edad para satisfacer las necesidades
sexuales o emocionales de una persona cuya autoridad se deriva de una vin-
culación emocional continua con ese menor. Puede ser el padre, el padrastro, un
sacerdote, una canguro, un hermano o hermana, el novio de la madre, un
maestro o el médico de cabecera.
Si, de niños, hemos pasado por acontecimientos traumáticos, puede que
hayamos estado en perpetuo estado de trance. Si cuando se produjeron los
acontecimientos estábamos aturdidos, el espejo de nuestra memoria estará
borroso y a menudo totalmente en blanco. Es de suma importancia llegar al
fondo de estos hechos.
Necesitas ayuda profesional, si sospechas que has sido objeto de abuso
sexual. También necesitarás consultar a otros miembros de tu familia cuando

MAIOR 173
C o d e p e n d e n c i a

te sea posible, para que te ayuden a recobrar tus recuerdos. Lleva un registro
de todo lo que recuerdes con exactitud: qué ocurrió, quién estaba implicado,
qué edad tenías, cómo te sentías entonces y cómo te sientes ahora. No te pre-
ocupes si tus recuerdos aparecen solamente a la manera de flashes o de forma
fragmentaria. Observa fotos tuyas de cuando eras niña. Pueden desencade-
nar posibles asociaciones, especialmente si no sientes nada en absoluto. Fíjate
en quién podría haber sacado la foto.
Habla de todo ello con una persona de tu confianza y trata de sacar a relu-
cir más detalles, hasta que lo que ocurrió se vuelva real y absolutamente con-
creto.

PREGUNTA NOVENTA Y TRES

Estoy en recuperación desde hace tres años. Desde el último año de terapia
me estoy enfrentando a cuestiones relacionadas con el incesto. Hace dieci-
séis meses que dejé a mi marido y no consigo “desprenderme” de la rela-
ción. ¿Cómo podría encontrar mi propia identidad a mis cincuenta y cua-
tro años? Supongo que probablemente me llevará el tiempo que sea nece-
sario. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para recuperarme de este
horrible trauma.

Una de las cosas más difíciles de afrontar es el descubrimiento de infor-


mación preocupante en esta etapa de la vida. Aún siendo difícil, cuando los
recuerdos emergen a la superficie, se trata de nuestro niño interno pidiendo
validación y confirmación. Nuestro niño interno nos pide que hagamos del
pasado algo real, verdadero y creíble. Después de todo, ahí fue donde empe-
zó su vida.
Cuando recibimos información en etapas avanzadas de nuestra vida,
necesitamos llorar la pérdida de los años en que sabíamos que algo no iba
bien, pero no sabíamos identificar qué era. En el caso del abuso sexual, nece-
sitamos también llorar la inocencia perdida de nuestra niñez.
Para nosotras las mujeres, el hecho de encontrar nuestra propia identidad
al margen de los maridos, el matrimonio y los hijos, nos libera como ningu-
na otra cosa puede hacerlo. Por ahora, lo mejor es ir paso a paso. Cuando des-

174 MAIOR
A b u s o s e x u a l

cubrimos el abuso sexual por primera vez, nos parece que perdemos la fe en
todo, en nosotros mismos, en los demás y especialmente en Dios. El niño
maltratado confunde a Dios con la persona que lo maltrata y se extravía.
Sigue como hasta ahora y encontrarás el camino de vuelta a ti misma.
Me alegra mucho escuchar que estás «dispuesta a hacer cualquier cosa por
recuperarte». Mi experiencia es que quienes son capaces de decir esto con
franqueza y determinación auténticas, han logrado liberarse de la prisión del
pasado. Cuando vemos la luz del día y sentimos la calidez del sol y de la llu-
via, entonces el túnel del pasado se estrecha cada vez más hasta cerrarse por
completo y al fin somos libres de movernos de nuevo.

Piensa en...

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar en tu propia recuperación?

MAIOR 175
Quinta parte
La vuelta del alma:
la autorrealización personal
a través de la recuperación

Duelo y perdón
La recuperación y el después
La vuelta del alma:
la autorrealización personal
a través de la recuperación

Recuperarse significa «equilibrar nuestras vidas», significa «hacer que nues-


tras almas vuelvan al lugar que les es propio», significa «favorecer nuestra
autorrealización personal y revitalizarnos». Durante la recuperación utilizare-
mos nuestra energía y el poder de nuestra alma para hacer lo que hay que
hacer. Favorecemos nuestra propia autorrealización personal cada vez que:

1. Decimos “no” a los que abusan de nosotros y a los abusos, ya sea de


nosotros mismos o de cualquier otro ser vivo, incluida la Madre tierra.
2. Dejamos de herirnos, de abandonarnos o de abusar de nosotros mis-
mos y empezamos a incluirnos entre las personas que nos importan.

La labor de recuperación no es fácil y está llena de paradojas. La manera


de empezar es llevando a cabo un compromiso con nosotros mismos.
Cualquier persona, lugar o cosa que aparezca en nuestras vidas debe ser exa-
minada para comprobar si encaja dentro de nuestro programa personal. Nos
podemos hacer la siguiente pregunta: «¿Esto me hace avanzar en mi objetivo
de recuperarme?». Tenemos que estar dispuestos a abandonar viejas ideas y
viejas maneras y a movernos con los vientos del cambio.
A menudo nos comprometemos en un programa de recuperación sin
haber afrontado previamente las cuestiones emocionales que subyacen a
nuestras adicciones. Nos “desprendemos de” antes de averiguar de qué nos
desprendemos. Y nuestro desprendimiento se vuelve un gesto vacío.
Sin nuestra alma, nuestro regalo es estéril. Nuestras vidas son un regalo y
si hemos de ponernos a nosotros mismos y a nuestras vidas al cuidado de
Dios, tal como entendamos a Dios, tenemos que conocer el valor de nuestra
donación.
La labor emocional debe correr pareja con nuestra labor espiritual. Las dos
se complementan mutuamente. Cuando nos movemos hacia el objetivo de

MAIOR 179
C o d e p e n d e n c i a

crear un ser sano que darle a Dios, podemos correr ligeros a través del vien-
to cálido y sentir la lluvia fresca sobre nuestra cara. Podemos bailar con Dios.
Somos libres de saborear el regalo de la vida misma. Sonreímos al darle la
bienvenida a nuestras almas.
Cuando llegas allí donde desaparece toda la luz que te es familiar y
estás a punto de adentrarte en la oscuridad de lo desconocido, tener Fe
consiste en saber que ocurrirá una de estas dos cosas: habrá algo firme
y sólido en lo que apoyarse... o ¡aprenderás a volar!

180 MAIOR
Dolor y duelo

PREGUNTA NOVENTA Y CUATRO

Acabo de perder a mi madre. ¿Qué pasos incluye el proceso de duelo nor-


mal?

El duelo es un «proceso a través del cual aceptamos la propia muerte y ele-


gimos volver a nacer; es un desprenderse de lo viejo, un cortar partes de
nosotros mismos, una desinversión de energía19 y una disposición final a
decir sí a la vida una vez más y a invertir en un futuro nuevo y lleno de espe-
ranza».
Durante el proceso de duelo nos volvemos partícipes de buen grado y no
tenemos ningún miedo, una vez conocidos los pasos implicados. Es doloro-
so, pero no nos aterramos. El primer paso consiste en responder a la pre-
gunta de a quién hemos perdido. «He perdido a mi madre. Mi madre está
muerta». La siguiente pregunta es: «¿Qué significa tu madre para ti?». Po-
dríamos responder: «He perdido a la persona que era mi madre biológica.
Junto con ella, he perdido mi niñez. Todos los pensamientos y sentimientos
que ella y yo habíamos intercambiado se han ido también para siempre. He
perdido lo que había en la relación entre nosotras. Y he perdido lo que no
había entre nosotras».

19. Los conceptos de “inversión” y “desinversión” (también denominados “investimiento”


y “desinvestimiento”) están tomados del modelo psicoanalítico de “economía” psíquica. Se
trata de “colocar” o de “retirar” energía psíquica respecto de una representación, una parte del
cuerpo, un objeto, etc. (como, por ejemplo, a propósito del texto, lo “viejo” o un futuro nuevo)
de una forma absolutamente similar a su sentido en el lenguaje financiero (N. del T.).

MAIOR 181
C o d e p e n d e n c i a

La siguiente fase consiste en reconocer en qué medida mi madre ha con-


tribuido a enriquecer mi vida y en qué medida la ha empobrecido. Necesi-
tamos reconocer, además, que no volverá a haber un “nosotras”, ella y yo,
jamás. Ya no habrá ocasión de rectificar ningún error, suyo o nuestro. Nece-
sitamos llorar la pérdida de la oportunidad perdida, el empobrecimiento de
nuestras vidas, y lenta y gradualmente llenar el vacío que sólo ella podía
ocupar. Las limitaciones de nuestra madre mueren con ella. Nunca tendrá la
oportunidad de compensarnos. Debemos perdonarla.
Podemos conservar algunas de las partes más valiosas y recordar todo lo
que había de bueno entre nosotras. Tenemos derecho a seguir viviendo, al
margen de que esa persona haya muerto. Lo mismo da si ha muerto física-
mente o está muerta emocionalmente para nosotros. Tenemos derecho a ser
mejores que nuestros padres.
El último paso consiste en reestructurar nuestra personalidad sin esa per-
sona. Rehacemos nuestra vida sin ella. Entonces y sólo entonces podemos
celebrar la vida de nuestra madre, de igual modo que lloramos su muerte.
Lloramos por nosotros mismos a lo largo de este proceso. También nos
perdonamos a nosotros mismos. Se tarda de uno a cinco años en hacer el
duelo de una pérdida significativa por muerte física y bastante más en hacer
el duelo de una pérdida por disfunción o muerte emocional.
Finalmente, dejamos que nuestro duelo nos “bañe”, como las olas del océ-
ano bañan la orilla y la transforman. Cuando las olas dejan la orilla, la ori-
lla ya no es la misma, aunque su esencia sigue intacta. La arena ha pasado de
vivir de las olas a tener una vida que le es propia. La arena ha aceptado su
propia vida. El proceso de duelo es una afirmación de la vida.

Piensa en...

¿Cuál ha sido la pérdida más significativa de tu vida?

¿Cómo lo has venido llevando? (No te limites a decir «bien» o «mal»)

182 MAIOR
D o l o r y d u e l o

PREGUNTA NOVENTA Y CINCO

Cuando mi padre murió hace cinco años, no sentí ningún dolor y no solté
ni una lágrima. Al cabo de dos años empecé a llorar, pero creo más bien
que era por mí mismo. ¿Qué es lo que pasó?

Suele ser bastante común tener una reacción de dolor retardada, especial-
mente si vienes de un hogar conflictivo. Puede que estuvieras enfadado con
tu padre y que algunas cuestiones no resueltas se interpusieran en tu dolor
absolutamente natural.
Perder forma parte de la vida. Perdemos y ganamos. Tenemos que apren-
der a llorar nuestras pérdidas sin sentir un miedo paralizador. A lo largo del
proceso de duelo nos “vaciamos” del apego que sentimos hacia lo que hemos
perdido. Cuando lloramos la pérdida de nuestro padre, lloramos la pérdida
del padre idealizado, del padre que nunca tuvimos, así como la del padre que
tan desesperadamente necesitábamos.
Lloramos la pérdida del hombre absolutamente humano que resultó ser
nuestro padre biológico. Puede que no nos gustara la persona que nos cayó
en suerte como progenitor y necesitamos aceptar ese hecho. Lloramos al
padre que necesitamos ahora, de adultos. Lloramos la pérdida de nuestra
familia y lloramos la pérdida de nuestra niñez.
Todas las heridas y todo el dolor, el miedo y la rabia que invertimos en la
relación con nuestro padre entran en juego en el proceso de duelo. Da lo
mismo si la relación fue sana o insana.
Cuando un padre muere, nos quedamos solos en la isla de la vida. Esto
resulta evidente a medida que permitimos que el proceso de duelo se desa-
rrolle de forma normal y natural. Si estamos insensibilizados, si estamos
demasiado enfadados, si no nos permitimos expresar nuestras emociones
plenamente, entonces el dolor sigue un curso subterráneo y tenemos una
reacción de dolor demorada. Entonces el duelo no encuentra jamás su expre-
sión. Permanece dentro de nosotros como una reserva profunda de dolor. A
esa reserva se añaden todas las demás pérdidas de nuestra vida.
Cuando lloramos una pérdida actual, también lloramos todas las pérdidas
que en otro tiempo sufrimos. Tratamos de llenar todos los vacíos dentro de
nosotros. Nos sentimos como un niño desconsolado, desvalido, un niño
abandonado, huérfano...
La recuperación implica llorar viejas lágrimas y llegar al fondo del pozo
insondable del dolor. La recuperación implica recuperar nuestro ser natural
a lo largo del proceso. Entonces podemos finalmente hablar con nuestra pro-
pia voz, oír con nuestros propios oídos y ver con nuestros propios ojos.

MAIOR 183
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿De quién estás llorando la pérdida actualmente?

PREGUNTA NOVENTA Y SEIS

No estoy seguro de que alguna vez pueda perdonar a mis padres por la
horrible niñez que me hicieron pasar. Eso no es justo, ¿verdad?

No es justo, pero es real. Recuerda que el perdón es un proceso. Requiere


tiempo y requiere transigir. Esto quiere decir que no sucede de golpe y des-
pués se acabó. Existen muchos elementos dentro del proceso.
Perdonar significa «dejar de compadecerse por o dejar de sentir resenti-
miento contra y absolver del pago de». No hay forma de compensar el pasa-
do. No hay una ley que oponga restricciones a la paternidad o la materni-
dad, porque las manos de nuestros padres se alargan hasta bien adentrado
el futuro.
La recuperación significa que «estamos dispuestos a responsabilizarnos de
aquello de lo que no fuimos responsables». Puede que nuestra horrible niñez
sea la causante de nuestras heridas, pero somos nosotros quienes ahora debe-
mos vivir nuestras propias vidas.
Durante la recuperación vemos que aunque nuestros padres lo hicieron lo
mejor que pudieron, ello no fue suficiente para nosotros. Ahora le quitamos
a nuestros padres del pasado el poder de influir en nuestras vidas.
Renunciamos a los padres limitados que fueron y nos aceptamos a nosotros
mismos como nuestro propio y mejor padre. Nos damos el poder sobre los
recursos en nuestras propias vidas. Nos hacemos cargo de nuestra propia
vida. Tomamos nuestra vida en nuestros brazos y la abrazamos en su pleni-
tud. Nos ponemos nuevamente en camino. No perdonamos a nuestros
padres en atención a ellos, sino en atención a nosotros mismos.

Piensa en...

¿A quién no perdonarás jamás?

184 MAIOR
D o l o r y d u e l o

¿Quién es la persona a la que más quieres perdonar?

PREGUNTA NOVENTA Y SIETE

Pero en el fondo me da miedo perdonar. ¿Y si perdono y vuelve a ocurrir lo


mismo?

No podemos olvidar lo que nos hicieron, pero nuestros recuerdos cambian


a medida que cambian nuestras percepciones. Perdonar a otro no significa
«permitirle que vuelva a abusar de nosotros», sino únicamente «desprender-
nos de la tensión cuerpo-mente que genera en nosotros el “aferrarnos”».
Para perdonar, lo que necesitamos ante todo es un mecanismo de auto-
protección. Este mecanismo se llama límites. En tanto que niños adultos o
codependientes, no disponemos de este mecanismo. Fuimos privados del
desarrollo de la autoprotección por nuestros sistemas familiares insanos.
Para más información, ved la pregunta veintidós acerca de los límites.
Hay cosas que son imperdonables, pero cuando perdonamos a otros por
haber sido injustos con nosotros o por dejar que su rabia se derramase sobre
nuestras vidas, debemos también negarles el derecho a volverlo a hacer. Ya
no les permitimos que abusen de nosotros, que nos desatiendan o que nos
ignoren. De lo que nos desprendemos es de la tensión que experimentamos.
Lo que ganamos es la capacidad de seguir adelante con nuestras propias
vidas. Cuanto más éxito interno tengamos en nuestras propias vidas, más
fácil nos será desprendernos del pasado.

Piensa en...

Anota todas las heridas de tu niñez, de modo que no las olvides.

Después ponte a trabajar sobre el perdón, a tu manera y a tu propio ritmo.

Menciona dos o tres pasos específicos que podrías dar mientras trabajas sobre el perdón.

MAIOR 185
La recuperación

PREGUNTA NOVENTA Y OCHO

Supongo que durante treinta y tantos años siempre he confiado en algún


otro o en la opinión ajena para cualquier cosa y para todo. A estas alturas
de mi vida, a veces tengo la impresión de que me estuviera volviendo loco,
me siento como una hoja al viento o como una persona anormal. ¿Puedes
ayudarme?

La clave de tu pregunta está en que has “confiado” en otros para “cual-


quier cosa y para todo”. Al comienzo de la recuperación necesitamos consul-
tar las opiniones de otros, porque no hemos sabido confiar en nosotros mis-
mos. La prueba de ello es que nuestras vidas se han vuelto inmanejables
debido a nuestra enfermedad. Una vez que hemos logrado quitarnos de enci-
ma cualquier rastro de locura o insensatez en nuestra forma de pensar, sen-
tir y actuar, empezamos a confiar en nosotros mismos y en nuestra propia
intuición. Llegados a este punto, podemos pedir la opinión de otras perso-
nas, pero la decisión final la tomamos nosotros y no cuestionamos nuestras
decisiones. Sentirse fuera de control constituye el primer paso hacia el Primer
Paso: «No tengo ningún poder sobre... mis sentimientos».
Acude a reuniones, sobre todo de Adultos Hijos de Alcohólicos20, y empie-
za a aprender los doce pasos para la recuperación.
A medida que te vayas curando, empezarán a crecerte tus propias hojas y
podrás extraer alimento de tu propio suelo.

20. Se trata de una institución norteamericana con filiales en los distintos estados y, hasta
donde nosotros sabemos, sin equivalente en nuestro país. Tal vez el programa de atención a
las familias de Alcohólicos Anónimos cubra este aspecto (N. del T.).

MAIOR 187
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA NOVENTA Y NUEVE

Hablas de codependencia y recuperación. ¿Cómo puedo recuperarme?


¿Cuáles son los pasos?

Hay distintas formas de recuperarse. Un primer paso sería incorporarse a


un programa en doce pasos. Dado que la codependencia es un sistema basa-
do en mentiras y tapaderas, un paso importante consiste en dejar de negar y
decir la verdad. ¡Alivia tanto decir la verdad!
Nuestro sistema de negación es muy fuerte y muy resistente. Nos ha pro-
tegido muy bien, durante años, del dolor asociado al descubrimiento. «Por
el descubrimiento hacia la recuperación» es una frase que oirás varias veces.
Recuperarse significa «descubrir tu propia alma, original, incontaminada, la
cual te pertenece por derecho, por tu derecho a nacer21». La persona que tú
eras antes de establecerse la codependencia está esperando. Puedes devol-
ver tu alma al lugar que le es propio dentro de ti. Recuerda lo que a veces se
dice: «Lo que no nos destruye, nos hace más fuertes». Utiliza esa fortaleza
como base.

Piensa en...

Di la verdad sobre tu codependencia.

21. Este concepto, que se repite a lo largo del material, se refiere ante todo al nacimiento
“psicológico”. «El nacimiento biológico del infante humano y el nacimiento psicológico del
individuo no coinciden en el tiempo. El primero es un acontecimiento dramático, observable
y bien circunscrito; el segundo es un proceso intrapsíquico que se desarrolla lentamente»
(MAHLER, M.: El Nacimiento Psicológico del Infante Humano, Editorial Marymar, Buenos Aires).
«El nacimiento es un acto continuo durante toda la vida, el acto de desprenderse de los lazos
de la madre y de la naturaleza para llegar a ser un hombre independiente. Lo trágico de la vida
es que la mayoría de nosotros morimos antes de haber nacido plenamente» (FROMM, E.:
Espíritu y Sociedad, Editorial Paidós, Buenos Aires). (N. del T.).

188 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

PREGUNTA CIEN

¿Qué es un ‘programa en doce pasos’?

Los programas en doce pasos son esencialmente de naturaleza espiritual.


Desde que Alcohólicos Anónimos empezaron hace unos cincuenta años, se
han formado otros muchos grupos. A medida que más y más gente se fue
dando cuenta de que existe en nuestra sociedad, de hecho, todo un proceso
adictivo en funcionamiento, empezaron a buscar ayuda mediante una fór-
mula que ya había demostrado ser viable. Existen literalmente cientos de
programas basados en los “doce pasos” de Alcohólicos Anónimos. La recu-
peración puede centrarse en un punto o en otro, según el tipo de compulsio-
nes o adicciones implicadas. ¡Pero todos funcionan!
Una forma de empezar consiste en asumir el compromiso de asistir al
menos a unas seis reuniones de Adultos Hijos de Familias Conflictivas o
Adultos Hijos de Alcohólicos. Codependientes Anónimos también puede
servir22. Prueba distintos programas hasta encontrar uno en que te sientas
cómodo.
En el supuesto de que no seas un drogadicto ni un adicto a la comida y de
que, aunque no sepas qué es lo que te pasa, estés seguro de que necesitas algo
más de lo que tu vida te ha dado hasta ahora, simplemente ve allí y escucha.
Los doce pasos incluyen todos los principios básicos inherentes a un estilo
de vida sano y viable. El principal elemento curativo dentro de estos grupos es
el conocimiento y la aceptación internos de que por ti solo eres incapaz de recu-
perarte totalmente. La ayuda que necesitas procede de Dios, tal como tú Lo
entiendas. Es emocional, psicológica y espiritualmente sano aprender a depen-
der de un poder más grande que el nuestro para que nos ayude a curarnos.
También es saludable y curativo que seas capaz, una vez avanzado el pro-
grama, de devolver al grupo lo que éste te ha dado. Esta función está inclui-
da en el programa a través de las tutorías23. Un buen grupo de doce pasos en
el que encajes puede ser una estupenda nueva familia de elección. Pero un
grupo de doce pasos no es un tratamiento en sí mismo, no es un curso de psi-
coterapia, es un grupo de autoayuda diseñado para ayudarte a ayudarte a ti
mismo.

22. Se trata nuevamente de instituciones norteamericanas sin equivalente en nuestro país,


al margen de Alcohólicos Anónimos (N. del T.).
23. A los pacientes en recuperación se les asigna un tutor que es un alcohólico “recupera-
do” (N. del T.).

MAIOR 189
C o d e p e n d e n c i a

Piensa en...

¿Con qué grupo de doce pasos empezarás?

¿Por qué?

PREGUNTA CIENTO UNO

¿Es posible recuperarse sin un programa en doce pasos?

Posible, sí.
Satisfactorio, tal vez.
Un goce, no.

PREGUNTA CIENTO DOS

Explica cómo funciona el programa en doce pasos en el proceso de recupe-


ración.

Los programas en doce pasos incluyen todos los elementos necesarios


para recuperarse de la codependencia. El programa es esencialmente un pro-
grama espiritual por medio del cual nos volvemos conscientes del modo en
que nuestro esfuerzo por solucionar nuestros problemas de una forma desa-
daptativa ha generado a su vez nuevos problemas. Aprendemos a confiar en
Dios, tal y como nosotros Lo entendamos, y en nuestro grupo de doce pasos,
como nunca fuimos capaces de hacerlo con nuestros propios padres. El valor
terapéutico del programa, en sí mismo y por sí mismo, es enorme. Si se lleva
conjuntamente con una psicoterapia individual, el valor se incrementa.

190 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

La gente se recupera básicamente de tres formas con los programas en


doce pasos:

1. Mediante la educación y la información compartidas.


2. Mediante el reconocimiento personal y la expresión personal de
sentimientos.
3. Mediante la transformación espiritual.

Por el hecho de acudir a nuestra primera reunión, ya estamos empezan-


do a:

1. Dejar de negar, dejar de culpar a los demás y asumir la responsabi-


lidad de nuestra propia conducta.
2. Satisfacer la necesidad de un testigo humano para nuestra verdad
y nuestro dolor.
3. Nuestra historia se vuelve real a medida que la contamos.
4. A medida que nuestra historia se vuelve real, comenzamos a
enfrentarnos a nuestro pasado.
5. A otras personas les puede impresionar o pueden tener alguna
reacción hacia nuestra historia de codependencia, de manera que
podemos conectar nuestra propia experiencia con la de otras per-
sonas. Revelamos nuestros secretos.
6. Normalizamos nuestra propia experiencia escuchando las historias
de otras personas.
7. Cuando la gente nos escucha, concediéndonos importancia al mar-
gen de lo que digamos, ello nos da crédito y confianza, a nosotros
mismos y a nuestra historia. Esta vez nadie nos dice que nos sente-
mos y que nos callemos, que los adultos son más importantes que
los niños y que ahora no tienen tiempo para nosotros. Hay tiempo.
8. Somos aceptados exactamente tal como nos presentamos a nosotros
mismos y exactamente por lo que somos en ese momento.
9. Cuando aceptamos y empezamos a “basarnos en” los pasos pro-
piamente dichos, éstos nos proporcionan una guía extraordinaria-
mente firme para trabajar sobre nosotros mismos, para la autoa-
ceptación y para la autoconfianza.
10. A medida que reflexionamos sobre esta nueva serie de principios y
de directrices, puede que sea la primera vez en toda nuestra vida
que podamos elegir cómo hemos de vivir.
11. Otra costumbre saludable es la tradición de rotar al líder de las
reuniones. No existe ninguna autoridad, sólo iguales. Cada vez que

MAIOR 191
C o d e p e n d e n c i a

hablamos delante de los demás, nos oímos a nosotros mismos.


Reaccionamos emocionalmente al material y recibimos apoyo de las
reacciones de otras personas del grupo.
12. Estamos siendo escuchados, además de tomados en consideración.
Nos estamos defendiendo a nosotros mismos en nuestra propia
situación vital.

Todas las reuniones empiezan y acaban siempre de la misma forma y el


formato es siempre el mismo. Esto suministra un contexto predecible a los
miembros del grupo. El programa ofrece un lenguaje común para todos, a
diferencia del sistema familiar conflictivo. Al compartir un mismo lenguaje,
las personas se vinculan unas con otras. Hay siempre una contribución
espontánea por parte de los miembros, al margen de la presencia o no de
algún observador externo. Esto proporciona validación y confirmación a los
miembros del grupo. Podemos contrastar la realidad externa con otras per-
sonas dentro de un contexto amable, pero realista.
Uno de los principios fundamentales del programa es que yo, personal-
mente, soy responsable de mis propios actos. Las posibles causas de mi enfer-
medad no importan en la realidad de hoy día. Al margen de todo ello, la
gente se siente segura en estas reuniones, debido a las normas de confiden-
cialidad y de anonimato.
Finalmente, al ceder poder externo a Dios y a nuestro grupo, ganamos
poder interno para efectuar cambios en nuestras propias vidas. Esta continúa
siendo una de las paradojas del programa.

PREGUNTA CIENTO TRES

¿Realmente puedo llegar a alcanzar un equilibrio en mi vida?

Recuperarse significa «no depender de las crisis para sentirnos vivos». De


niños, nos acostumbramos de tal modo a vivir en una crisis tras otra que, de
adultos, solemos crear nosotros mismos el caos para no sentirnos aburridos.
Nos volvemos adictos a las corrientes de adrenalina que acompañan a las

192 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

situaciones críticas y nos sentimos como peces en el agua en medio de las


tormentas.
El equilibrio no supone un estado estático; antes bien, «consiste en dirigir
nuestras vidas y sopesar alternativas». La estabilidad implica movernos
libremente entre pensar, sentir y actuar. Es posible, de hecho, alcanzar un
equilibrio, una vez que hayamos afrontado nuestro miedo al equilibrio.
Cuando sólo hemos conocido el caos, debemos aprender que el equilibrio no
significa «aburrimiento» y que la libertad no es espantosa. Dejamos de llorar
a solas en la oscuridad del armario ropero y aprendemos a regocijarnos y a
bailar a la luz del día.

Piensa en...

¿Cómo utilizas las crisis para sentirte vivo?

Cuando no hay ninguna crisis a la vista, ni actual ni pendiente, ¿te sientes ansioso...
incompleto... temeroso?

PREGUNTA CIENTO CUATRO

¿Cómo puedo recuperarme de la codependencia sin tener que dejar a todos


mis amigos y a mi familia, aunque sean ellos los que me hacen ser code-
pendiente? ¡Me moriría si nadie me quisiera!

No necesariamente tenemos que dejar a todos nuestros amigos y nuestra


familia cuando nos recuperamos. Podemos separar cuidadosamente nuestras
relaciones unas de otras y analizar cuáles son codependientes y en qué senti-
do lo son. Si expulsamos de nuestras vidas a todas las personas conflictivas,
puede que nos lleguemos a ver solos en la cima de una montaña.
Todos queremos y necesitamos que nos quieran. Ahora bien, es el precio
que estamos dispuestos a pagar porque nos quieran lo que origina el proble-
ma. Es natural y es sano querer agradar a aquellos a los que queremos, pero

MAIOR 193
C o d e p e n d e n c i a

los codependientes tendemos a abandonarnos a nosotros mismos en favor de


otros. Agradar a otras personas a nuestras expensas es resultado de la code-
pendencia. Una relación es sana si existen unas negociaciones claras, de
modo que los dos puedan sentirse satisfechos.
No hay nada malo en querer gustarle a la gente; ahora bien, es el añadido
implícito de a cualquier precio lo que nos mantiene codependientes. Cuando
empezamos a enfadarnos con aquellos a los que queremos, entonces senti-
mos que estamos perdidos y nos aterramos porque nos creemos que nos
vamos a morir. La línea de partida en este caso es la siguiente: recuperarse de
la codependencia supone estar dispuesto a abandonar y a ser abandonado, si
eso es lo que hace falta.

Piensa en...

¿Cuándo vas a cruzar la línea de partida?

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar?

PREGUNTA CIENTO CINCO

¿Por qué no puedo salir de una relación que sé que no me conviene? Me


voy y a los cuatro días el dolor me hace volver a las mismas de nuevo. Esto
me sucedió después de dejar de beber, es decir, estando sobrio. Cuando
bebía sí era capaz de cortar las relaciones.

La sobriedad es algo más que «no beber». La sobriedad nos permite ver lo
que habíamos eliminado, oír lo que habíamos taponado. Lo que vemos y
oímos es nuestra propia alma luchando por nacer, esforzándose por vivir.
Queremos desesperadamente expresar la esencia de nosotros mismos. Una
vez que desaparece la drogodependencia, nos solemos quedar con la “otro-
dependencia”. Debemos atravesar el túnel negro y silencioso de la soledad
para nacer libres, puede que por primera vez.

194 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

¿Alguna vez has salido a la naturaleza y has sentido la libertad, la soledad,


que se convertía en unidad, en la sensación de ser uno? Esto es una muestra
de lo que significa renacer. Debemos caminar, nadar y gatear a través del
“túnel del abandono” para ver, oír y conocer nuestro propio espíritu.

Piensa en...

Observa la sensación de unidad la próxima vez que salgas a la naturaleza.

¿Cómo podrías trasladar esa sensación a tu vida diaria?

PREGUNTA CIENTO SEIS

Tengo un problema espantoso con una ruptura sentimental reciente.


¿Cómo puedo vencer este apego horrible y dejar de seguir aferrada a algo
que probablemente se ha ido para siempre?

Para parar tienes que cortar tu relación interna, mental y emocional, con esa
persona. La forma mediante la cual continuamos relacionándonos con una per-
sona que ya no está con nosotros consiste en imaginarnos cómo se sentiría, qué
diría y qué haría cada vez que nos sucede algo en nuestras vidas. Entonces,
basándonos en la supuesta respuesta de esa persona, nos creamos toda una
obra de teatro. Concebimos guiones y los repetimos una vez y otra vez y otra
vez. Nosotros le llamamos a esto: “La obra sigue en cartel”. Nos obsesionamos
con el diálogo imaginario y nos obsesionamos con los sentimientos asociados.
A veces llegamos al punto de volvernos adictos a esos sentimientos y los bus-
camos fuera. Si encontramos otro compañero, podemos repetir la misma his-
toria. La obra sigue en cartel, sólo que los actores varían.
La representamos en otras muchas áreas de nuestra vida. Si nos invitan a
salir, decimos: «Ah, no, no quiero ir sola», lo que significa: «Iría, si Roberto
estuviera aquí y pudiera venir conmigo».
Si la obsesión continúa durante demasiado tiempo y es demasiado inten-
sa, puede que estemos experimentando sentimientos residuales procedentes
de abandonos pasados.

MAIOR 195
C o d e p e n d e n c i a

Cuando otra persona no quiere relacionarse con nosotros, es evidente que


somos rechazados. Sentimos muy fuertemente ese viejo agujero en la boca
del estómago. Tenemos un espacio vacío, negro, que se llena únicamente con
oscuridad, frialdad y dolor. Un hueco. No hay nadie ahí. De modo que nos
volvemos a sentir como el niño que éramos cuando nos abandonaron por pri-
mera vez. Si el abandono tuvo lugar a los tres años, entonces nos sentiremos
como si tuviésemos tres años, en vez de la edad cronológica que marca nues-
tra experiencia vital. Cuando sentimos el agujero del abandono, sabemos que
estamos cerca de nuestro niño interno. Empezar a trabajar el niño interno
constituye un buen punto de partida.

Piensa en...

¿Cómo estás repitiendo la misma historia una y otra vez en tus relaciones?

¿Quiénes son los actores y qué papeles desempeñan?

¿Cuál es el guión?

PREGUNTA CIENTO SIETE

Después de cuatro años del divorcio, me veo que sigo siendo tan codepen-
diente de mi ex marido como lo era cuando estábamos casados. ¿Cómo
puedo parar esto?

Logrando divorciarte emocionalmente. Empieza poco a poco, haciendo


cosas por ti misma en vez de pedirle a él que te ayude.
Un divorcio implica muchos niveles de recuperación. Está la cuestión de
la separación física, los aspectos legales y financieros, el cuidado de los hijos,
las pérdidas sociales como la familia y los amigos, y el dolor emocional del
abandono y el rechazo.

196 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

Cuando nos casamos no esperábamos encontrarnos en la situación de ver-


nos forzados a desprendernos de nuestro sueño de amor y de compromiso.
No esperábamos vernos en una situación de profundo pesar. Si no hacemos
el duelo, seguiremos aferrándonos. El duelo y el desprenderse van seguidos
de una reestructuración de nuestras vidas y de un llegar a conocernos a noso-
tros mismos. Tras el duelo viene la curación.

Piensa en...

¿Cómo puedes lograr divorciarte emocionalmente de una persona a la que quieres?

PREGUNTA CIENTO OCHO

¿Cómo podría decirle claramente lo que siento a alguien que no está aquí
físicamente? Mi ex novio vive en otra provincia, pero siento algunas cosas
que aparecieron después de que terminara la relación.

A esto se le llama asunto no resuelto. Escribe cuatro cartas, no para echarlas


al correo sino para guardarlas y trabajar sobre ellas.
La primera debería ser para descargar todos los sentimientos que te ven-
gan a la cabeza. Trata de ser tan injusta como te sea posible. No te pongas en
su lugar en absoluto.
La segunda debería ser para ti misma. Trata de experimentar todo lo que
verdaderamente sientes respecto de lo que ocurrió. Incluye tu rabia para con-
tigo misma por permitir que ocurrieran ciertas cosas, tus heridas, tus remor-
dimientos. Todo.
La tercera carta debería ser para perdonarte. Perdónate por haberte heri-
do a ti misma y comprende que actuaste y sentiste de acuerdo con tus nece-
sidades del momento.
La última carta debería ser para despedirte de él y perdonarle. Dile toda
la verdad, la tuya y la suya. Dile qué es lo que has aprendido de la relación.
Finalmente, dile adiós. Y después haz algo por ti misma que te sea verdade-
ramente agradable.

MAIOR 197
C o d e p e n d e n c i a

No eches las cartas al correo. Son para utilizarlas como un espejo de ti


misma. Puede llevarte hasta un año terminar las cartas. Si necesitas escribir
una carta para mandársela a él, hazlo desde una posición de fuerza, después
de que hayas logrado resolver los sentimientos a tu entera satisfacción.
Cuando termines, sentirás una sensación de libertad y de alegría y serás
capaz de desplegar tus alas y de elevarte por encima de tu dolor.

Piensa en...

Nombra a las personas de tu vida que necesitan cartas como las propuestas.

Escribe tus propias series de cartas. ¿A quién le escribirás primero?

PREGUNTA CIENTO NUEVE

Parece como si no tuviera espacio para mí, quienquiera que yo sea, dentro
de mí mismo. En el fondo no sé quién soy yo. Lo único que me sigue
viniendo a la cabeza, cuando pienso en ello, es la expresión de mis padres:
«¡No hagas eso! ¡Haz lo otro!» y «¡Te vas a enterar de quién manda aquí!»
¿Puedes ayudarme?

Este es el típico caso de un niño adulto enfrascado en una lucha intermi-


nable con sus padres dentro de sí mismo. Nadie gana y no hay posibilidad de
llegar a saber algo más sobre nosotros mismos y sobre cómo nos sentiríamos,
pensaríamos y actuaríamos, si no llevásemos dentro a nuestros padres.
Existen formas de utilizar las voces internas que creemos oír para focali-
zar nuestra atención y dirigir nuestras energías. Resulta de utilidad separar
cuidadosamente estas voces, unas de otras. Son como cintas de cassette que
reproducen mensajes para nuestros oídos internos y nos mantienen “pega-
dos” al pasado. Las voces proceden de recuerdos, fantasías y la imagina-
ción. Algunas se refieren al pasado, otras organizan nuestra vida actual y

198 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

otras dirigen nuestras acciones futuras. Trata de identificar cada una de las
voces.
Está “la voz de nuestra madre”: cosas que nuestra madre decía o daba a
entender a través de lo que hacía... e incluso lo que nuestra madre quería
decir o habría dicho si...
Está “la voz de nuestro padre”: cosas que nuestro padre decía o daba a
entender a través de lo que hacía... y también lo que nuestro padre quería
decir o habría dicho si... Están las voces de nuestros hermanos, hermanas,
tías, tíos, sacerdotes, maestros, amigos, padres de amigos, etc. Hay tantas
voces que nos resulta difícil distinguir unas de otras.
Una forma de empezar a trabajar con este diálogo interno consiste en
hacerse con unas cuantas hojas de papel y un bolígrafo. Empieza escribiendo
los pensamientos que te vengan a la cabeza, tantos y tan rápido como pue-
das. No pasa nada si te dejas algunos.
Una vez que hayas llenado tres hojas con frases, oraciones y palabras, trata
de identificar quién podría haber dicho qué.
Oír las voces puede provocarte cierta vergüenza y culpa, pero hazlo de
todos modos. Ha llegado el momento de que les respondas a esas voces.
Deja que salgan tus sentimientos y anótalos también. Trabaja con las voces
escribiendo las que hayas logrado separar e identificar en tarjetas de 3x5
cm. Puedes barajarlas y ponerlas después en el orden que quieras. Empieza
por descartar aquellas en las que no crees, las que ya no necesitas y las
que ya no te sirven en tu vida de adulto. Puedes romperlas, quemarlas o
tacharlas garabateándolas por encima con un rotulador negro. Hazlo con
sentimiento.
Cuando las voces de los demás hayan sido identificadas y clasificadas,
empieza a crear las tuyas propias. Para ello necesitas estar tranquilo. Utiliza
una vela o cualquier otro recurso para focalizar la atención. Tranquilízate res-
pirando hondo. Cuando te sientas calmado y relajado, escucha. Simple-
mente, vacíate y escucha. La voz diminuta, humilde y tranquila que oyes es
la tuya. Empieza a escuchar atentamente esa voz cuando te susurre. Te susu-
rrará en sueños, en ensoñaciones diurnas, siempre que estés tranquilo, en
silencio y receptivo.
Reconocerás esta voz como tuya por su tono tranquilo. Las demás voces
son escandalosas, estridentes y exigentes. Empieza a sentirte agradecido por
tu propia voz y a respetarla. Tu voz es una parte vital de lo que tú eres.
Celébralo.

MAIOR 199
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CIENTO DIEZ

¿Cómo podría lograr sacarme de la cabeza la voz de mi padre? Sigo con la


misma vieja historia con él una y otra vez, aunque está muerto. Quiero ser
capaz de escuchar sólo mi propia voz.

Prueba con un diálogo dramatizado. Siéntate en un lugar tranquilo donde


no te molesten. Siéntate tranquilamente durante aproximadamente unos
quince minutos. Mira a tu padre sentado frente a ti, o puedes visualizarlo en
cualquier postura que te sea familiar. Puedes utilizar fotografías de él para
focalizar tu atención. Recuerda exactamente qué es lo que te dice tu padre.
Escucha su voz de nuevo. A diferencia de lo que ocurrió realmente en el pasa-
do, esta vez tienes que responderle en tu lenguaje de hoy día.
Tienes permiso para gritar, llorar, patalear y agitar los brazos a medida
que te sientas movido a ello. Sobre todo, tienes permiso para responderle
a tu padre y para decirle lo que nunca te permitieron decir de niño. Deja que
tu padre te responda, si así lo deseas. Continúa con el proceso.
Esta vez tienes tú el control de la situación. Puedes hacer que tu padre
haga todo lo que tú quieras, incluso pedirte disculpas por haberte hecho
daño.
Cuando tu padre y tú hayáis acabado de discutir, piensa en un final apro-
piado para la situación.

Puedes decir:
«Hemos acabado por ahora. Pero volveré cuando lo necesite».

«Aún no he acabado contigo. Todavía siento (rabia, miedo, resen-


timiento) hacia ti. Volveremos a vernos. Soy yo quien pone las condi-
ciones».

«Hemos terminado para siempre. Necesito decirte adiós y te deseo


lo mejor».

«Hemos terminado. Nunca te perdonaré lo que me hiciste. Adiós


para siempre».

«Te perdono. Me perdono. Te quiero. Me quiero. Amen».

200 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

PREGUNTA CIENTO ONCE

Una vez que haya encontrado a mi propio niño interno, ¿cómo puedo cui-
dar de él? ¿Cómo puedo volverme mi propio padre y favorecer mi auto-
rrealización personal?

Para favorecer nuestra autorrealización personal necesitamos reconocer,


admitir y curar las heridas de la niñez. Debemos examinar las reglas y los
principios en base a los cuales hemos vivido hasta ahora, para decidir si toda-
vía nos sirven, de adultos, y después podemos optar por una serie de princi-
pios, valores y creencias a los cuales habremos de atenernos. Date cuenta de
que esto significa que nos transformamos en nuestra propia autoridad y asu-
mimos toda la responsabilidad de nuestras decisiones.
Es una tarea ímproba, pero gran parte de la esencia de la recuperación se
basa en este aspecto. Vale la pena el dolor y el esfuerzo de ser libre e inde-
pendiente. Si queremos ir en una dirección, pero vamos en un tren que se
dirige hacia la dirección contraria, ¡más vale que nos bajemos cuanto antes!
Para llegar a ser nuestro propio y mejor padre, necesitamos crear un hogar
sano para nuestros seres adultos y un lugar seguro donde vivir.

Piensa en...

¿Cuáles son las reglas contraproducentes con las cuales te acostumbraste a vivir?

¿Cómo podrías cambiarlas ahora?

PREGUNTA CIENTO DOCE

¿Qué es un ‘hogar sano’?

Un niño es como una planta. Si hemos recibido mentiras en lugar de amor


y un mal trato en lugar de atención, nos quedamos debilitados y enfermos.

MAIOR 201
C o d e p e n d e n c i a

Con la cantidad adecuada de luz y de agua, florecemos. Las personas somos


más adaptables y resistentes que las plantas y tratamos de extender nuestras
raíces lejos del horror y del dolor de las toxinas de la niñez. A menudo, sin
embargo, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, absorbemos esas toxinas y
nos ponemos enfermos.
En los hogares sanos, los niños reciben todo el amor y la atención que
necesitan. Puede que no reciban todo el que quieren, pero se establecen unos
límites apropiados. Estos niños no están bajo los efectos de ninguna priva-
ción y existe suficiente alimento y orientación como para satisfacer todas las
necesidades. Se supone que las personas que viven en hogares sanos son
honestas, abiertas al cambio y flexibles. Los cuerpos son alimentados con
comida sana. Las mentes son sembradas de pensamientos abiertos y positi-
vos. Aliento y ánimo son proporcionados con generosidad. Una energía posi-
tiva fluye libremente a lo largo de toda la familia. La propia casa es un lugar
seguro para crecer, explorar y experimentar en el mundo.
Hoy día, de adultos, podemos crear un hogar de estas características para
nosotros mismos. Para ello tenemos que aprender a tratarnos a nosotros
mismos como si fuéramos nuestro propio hijo natural. A medida que apren-
demos, no nos criticamos, ni nos ridiculizamos ni nos castigamos. No tene-
mos que ser perfectos. Si nos alentamos en nuestros esfuerzos y dejamos que
nuestro amor se lea en nuestros ojos cuando nos miramos al espejo, veremos
a una persona sana, en desarrollo.

Piensa en...

¿Cómo podrías hacerte con un hogar sano para ti mismo, físicamente?

¿Socialmente?

¿Emocionalmente?

¿Espiritualmente?

¿Qué cambios tienes que hacer para lograr esto?

202 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

PREGUNTA CIENTO TRECE

¿Qué entiendes por un ‘lugar seguro’? Nunca he sabido lo que es la segu-


ridad en toda mi vida.

La seguridad es una necesidad emocional básica. No podemos sobrevivir


emocionalmente sin sentirnos seguros. Cuando estamos en peligro, una parte
de nuestra alma se aleja de nuestro cuerpo. Nuestra alma sabe que no pode-
mos crecer en una atmósfera de peligro velado, con personas que no tienen
el conocimiento ni las habilidades para vivir una vida llena de emoción.
La seguridad está relacionada con la confianza. Si no podemos confiar en
nuestro entorno, es decir, en las personas que nos rodean, entonces no pode-
mos hacer nada salvo observar, escuchar y acechar cualquier señal de per-
turbación.
Si, de niños, hemos vivido en la cresta de un volcán, con amenazas cons-
tantes a nuestro desarrollo físico, emocional o sexual, nuestro cuerpo-mente-
alma ha quedado condicionado al peligro. Nuestro cuerpo-mente-alma reac-
ciona de forma automática como si el peligro estuviese todavía presente. Nos
volvemos hiperalertas a nuestro entorno e hipersensibles a otras personas.
Estamos a la defensiva y necesitamos protección. No somos emprendedores
ni creativos.
Esta es la razón de que tu alma se alejara. La enviaste al exilio porque la
realidad era demasiado dolorosa para ti. Ahora necesitas buscarla, recobrar-
la y darle una buena acogida a su vuelta.
Como adultos en recuperación, primero hemos de crear un lugar seguro
en nuestras mentes y después rodearnos de gente amable, sana, que se inte-
rese por nuestro bienestar. En un lugar curativo, nos curamos. Bajamos de la
cresta del volcán y caminamos por la orilla del mar. Las gaviotas juguetean y
las olas bañan nuestros pies. Nos reímos con el sol de la mañana. Nuestra
alma está a salvo.

Piensa en...

¿Dónde te sientes más seguro, ahora, en tu vida de adulto?

¿Dónde, si es que había realmente algún lugar, te sentías más seguro de niño?

MAIOR 203
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CIENTO CATORCE

Estoy recuperándome del alcohol y la adicción a las drogas desde hace cua-
tro años. La semana pasada hizo tres años que mi marido se sumó a mi ini-
ciativa. Aunque lleva tres años sin beber, en los últimos meses ha tenido
dos tropiezos, las dos veces en fines de semana. Mi pregunta es: ¿Qué
podría hacer para no entrometerme en su programa sin dejar de cuidar de
él? Me resulta difícil equilibrar esta situación.

Este es un problema bastante común en las parejas en recuperación. La


recuperación modifica el equilibrio de una pareja. Cada miembro de la pare-
ja debe centrarse en sus propios objetivos de recuperación. Debemos ser
pacientes con nosotros mismos, al igual que con nuestras parejas. Es duro ver
sufrir a alguien a quien queremos. A veces no hacer nada es la lección más
dura de aprender. Pero tienes razón: es una cuestión de equilibrio.
Sin entrometerte en su programa, podrías decir algo así como: «Me he
dado cuenta de que en los últimos fines de semana has tenido algún que otro
tropiezo. Estoy preocupada por ti, porque te quiero. Me sentiría mejor si lo
hablaras con tu tutor». Y después, ¡olvídalo! y ve a tus propias reuniones.
Dedícate a tus propios asuntos.

Piensa en...

¿En qué paso estás trabajando actualmente?

PREGUNTA CIENTO QUINCE

Alcohólicos Anónimos me dice que me despegue con amor. No sé qué


quiere decir eso. ¿Qué es el ‘desapego’?24

Alcohólicos Anónimos ha hecho realmente una gran labor al enseñar el


concepto de desapego. Despegarse de alguien no significa «dejar de cuidarlo»

24. Véase la nota 17, página 159 (N. del T.).

204 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

o «dejar de quererlo». Despegarse significa «separar lo que es la persona de lo


que es su conducta». En el fondo es un gesto de amabilidad por el que deja-
mos a la otra persona libre de seguir su propio camino. Es dejar a la otra per-
sona que cometa sus propios errores, sin que intervengas.
Una segunda parte consiste en centrarte menos en los sentimientos y la
conducta de la otra persona. Lo que los otros hacen, dicen, piensan o sienten
está realmente separado de nuestra propia experiencia. No somos responsa-
bles de sus actos. La gente no necesariamente siente exactamente lo mismo,
ni siquiera en situaciones similares. Despegarse es «admitir que el resultado
no está en nuestras manos». Dejar libre es «no juzgar», sino «conceder a otro
ser humano su propia alma».
Es «temer menos y amar más».

Piensa en...

¿Puedes identificar a alguien en tu vida a quien necesites dejar en libertad?

Haz una lista de qué es lo que haces que no te permite despegarte de esa persona.

¿De qué tienes miedo en el fondo?

PREGUNTA CIENTO DIECISÉIS

No entiendo qué quiere decir ‘desprenderse’. ¿Desprenderse de qué?, pre-


gunto.

Se produce un daño significativo cada vez que nos aferramos a personas,


lugares o ideas que creemos que nos arreglarán la vida o a personas cuyas
vidas nos sentimos impelidos a arreglar. Parece que nos gusta aferrarnos a
nuestras ilusiones y delusiones25, a las palabras hirientes que nos han dicho,

25. ‘Delusión’ viene a ser lo mismo que “ilusión”, pero mientras ésta tiene un matiz de
“ensoñación”, la delusión tiene que ver con una convicción engañosa e ilusoria (N. del T.).

MAIOR 205
C o d e p e n d e n c i a

a esas cosas que creemos que nunca nos abandonarán ni nos traicionarán, y
sin embargo nos traicionan una y otra vez. ¿Cuántas “próxima vez” puede
haber?
Necesitamos desprendernos de muchas cosas, incluida la tensión de
nuestros cuerpos, las ilusiones (imágenes mentales) románticas o de unos
padres perfectos y las delusiones (creencias falsas) de que la vida siempre
será justa y de que nada malo puede ocurrirnos si cumplimos con nuestro
deber.
Desprenderse, soltarse, es «lo contrario de aferrarse». Es una mano abierta
en vez de un puño cerrado. Es alisar un ceño fruncido, para sustituirlo por
una actitud serena. Es una confianza profunda, permanente, en un poder
más grande que el nuestro. Es un convencimiento profundo, seguro, de que
no tenemos por qué hacerlo todo nosotros mismos, y es permitir que otras
personas tengan también su parte en los acontecimientos de nuestras vidas.
Desprenderse significa «que Dios, tal y como nosotros Lo entendamos, dirige
el mundo y que ciertas cosas no son asunto nuestro».
Desprenderse significa «liberarnos de la inversión26 en nuestro propio yo,
de la idea de que somos omnipotentes». Yo, el importantísimo su Majestad el
Bebé, el narcisista dentro de nosotros mismos, no dirige realmente el espec-
táculo. Desprenderse es «dejar libres todos los aspectos de nuestras vidas que
no podemos realmente controlar de ningún modo». De lo contrario, no hace-
mos sino engañarnos a nosotros mismos. Desprenderse significa «asumir la
responsabilidad únicamente de la parte, en realidad pequeña, que nos corres-
ponde en un orden más amplio de cosas y en nuestras relaciones». Significa
«saber que no siempre tenemos que hacer algo personalmente, sino que úni-
camente tenemos que ser algo: un ser humano».
Desprenderse significa «saber que ser humano es ser “falible y a veces
débil” y ser lo bastante humildes como para admitir esto y decir un simple:
“Lo siento”». También significa «conocer nuestras propias fuerzas y no olvi-
dar nunca nuestra dignidad y nuestro propio valor como seres humanos».
Cuando nos desprendemos, no renunciamos a nuestra responsabilidad,
sino que reconocemos que no podemos controlar el resultado de todas las
situaciones. Cuando nos subimos a un coche, es imposible predecir el resul-
tado de nuestro trayecto. Podemos tener o no un accidente. La parte que nos
corresponde, en este caso, se limita a conducir de la forma más competente y
hábil que podamos y a permanecer alerta. Una vez que hacemos esto, con-
fiamos en Dios para que decida el resultado de nuestro viaje.

26. Véase la nota 19, página 181 (N. del T.).

206 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

Esperamos que no ocurra nada malo y confiamos en que, si ocurre, podre-


mos manejarlo.
Desprenderse significa «pedalear nuestra propia bicicleta y dejar nuestro
destino en manos de Dios». Desprenderse significa «poner nuestra energía en
conseguir recuperarnos, en lugar de acumular rabia». De hacer esto, lograre-
mos aceptarnos a nosotros mismos en vez de abusar de nosotros, y paz en
vez de perfeccionismo. ¡Alivia tanto!

Piensa en...

¿De qué necesitas desprenderte en tu vida actual?

¿Cómo te desprenderás?

PREGUNTA CIENTO DIECISIETE

Dado que he sido un codependiente la mayor parte de mi vida, no estoy


seguro de si soy capaz de reconocer una relación sana. ¿Cómo puedo saber
cuándo una relación es sana y cuándo no lo es?

Una relación es sana y favorece el desarrollo cuando es fácil amar y las


exigencias son pocas. Cuando impresiona como buena y natural, no como
demasiado intensa o ardiente, y cuando es divertida, entonces es sana. Una
relación permite madurar cuando el sentimiento existente entre los dos
transmite solidez y seguridad, y cuando tu pareja es al mismo tiempo tu
mejor amigo. Cuando los dos podéis pelearos sin encarnizaros y amaros sin
aferraros. Cuando el amor no hace llorar y los dos asumís la responsabilidad
de vosotros mismos así como la del otro, y cuando el vínculo amoroso se tra-
duce en placer en lugar de en dolor, entonces vas por buen camino. Puedes
estar tranquilo si lo mejor de ti mismo sale ganando con la otra persona, en
vez de sin ella.
Una relación sana transmite una impresión de sosiego, supone un respeto
mutuo y hace honor al amor que existe entre vosotros. Si podéis pasear jun-

MAIOR 207
C o d e p e n d e n c i a

tos, hombro con hombro, cogidos del brazo, los corazones al mismo son, con
vuestras caras resplandecientes mirando hacia el futuro, entonces podéis
estar seguros de que los dos sois sanos y de que los dos estáis creciendo.

Piensa...

¿Cuáles de los elementos más arriba mencionados están presentes en tu relación


actual?

¿Cuáles podrían, y necesitan de hecho, mejorarse?

PREGUNTA CIENTO DIECIOCHO

¿Se puede llegar a ser completamente independiente? Creo que las rela-
ciones más sanas tienen que ser autónomas y a la vez íntimas. Pero me
parece algo contradictorio. ¿Cómo hay que actuar cuando estamos compro-
metidos en una relación seria?

Todos somos interdependientes. Dependemos unos de otros y de nues-


tra tierra para sustentarnos. La intimidad no es un estado al que llegar y en
el que quedarse, sin más, sino antes bien una danza que hay que aprender.
Bailar con una pareja significa «dar pasos hacia adelante y hacia atrás, acer-
carse y alejarse, en respuesta a tus propios ritmos internos y a las señales de
tu pareja». Necesitáis aprender los mismos pasos de baile, de modo que
podáis sincronizaros.
Esta es una de las muchas paradojas inherentes a la vida, al vivir y a la
recuperación. Una paradoja es un «choque de fuerzas opuestas y en aparien-
cia mutuamente excluyentes: autonomía e intimidad, por ejemplo». El hecho
de que estemos dispuestos a movernos con la música de la danza y a correr
el riesgo de que aparezcan conflictos, es lo que genera un cambio real y dura-
dero. El proceso es doloroso, arduo y peligroso. Los codependientes lo
encuentran fácil de hacer externamente, pero difícil de hacer emocionalmente.

208 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

Cuando decidimos responder al desafío como éste se merece, descubri-


mos que la danza es divertida. Cuando hemos luchado y vencido, ya no pen-
samos en términos rígidos, de blanco y negro. Hemos introducido diversos
colores en nuestras vidas y nuevos pasos para un viejo baile.

Piensa en...

Habla con tu pareja de los pasos de baile que los dos estáis dando actualmente.

¿Cómo podríais mejorar vuestra “danza”?

PREGUNTA CIENTO DIECINUEVE

Antes hablaste del pensamiento rumiativo. ¿Existe alguna recuperación


para este tipo de problema?

Sí. La recuperación supone estar dispuesto a enfrentarte con tus senti-


mientos. Una de las técnicas consiste en desfocalizar temporalmente la aten-
ción del problema y, en su lugar, focalizarla en tus sentimientos respecto de
lo que está sucediendo. En lugar de enfrentarnos a nuestros sentimientos
como parte del problema, cuando somos unos adictos a rumiar empezamos
a debatirnos de forma obsesiva. Nos han enseñado que es peligroso sentir o
reconocer nuestros sentimientos, cuanto menos expresarlos. Cuando le co-
municamos lo que sentimos a una persona digna de confianza, hemos empe-
zado a dar el siguiente paso, que consiste en encontrar o generar soluciones
para el problema de base.
Una forma de empezar es, en primer lugar, saber que estamos rumiando.
Para ello tienes que reconocer tus diálogos internos. Lo siguiente que tienes
que hacer es dejarlo todo. Respira hondo unas cuantas veces. Bebe un vaso
de agua. Dedícate a pensar en cualquier otra cosa durante unos minutos.
Cuando estés listo, anota el problema básico en una o dos oraciones o fra-
ses. Si tienes más de un problema, anota cada uno de ellos por separado.

MAIOR 209
C o d e p e n d e n c i a

Después siéntate tranquilamente durante un momento y deja que tus senti-


mientos afloren a la superficie. Anota todos tus sentimientos, a medida que
vayan apareciendo, tengan o no sentido desde el punto de vista lógico. No
censures ni suprimas tus reacciones. Siéntate tranquilamente. En el caso de
que los pensamientos rumiativos empezaran a reaparecer, vuelve a respirar
hondo. Bebe un poco de agua.
No trates de solucionar el problema todavía. Habla con tu terapeuta o con
un amigo íntimo. Abstente de discutir el problema real. Atente en primer
lugar a tus sentimientos respecto del problema. No hay prisa. Has vivido con
el problema durante mucho tiempo. Algunos problemas no tienen solución y
no hay más remedio que aceptarlo. Trata de diferenciarlos utilizando la “ora-
ción de la serenidad”: «Dios, concédeme la serenidad de aceptar lo que no
puedo cambiar, el valor de cambiar lo que se puede cambiar y (lo más impor-
tante de todo) concédeme la sabiduría de saber diferenciar lo uno de lo otro».
Algunas soluciones te vendrán una vez que hayas afrontado tus sentimien-
tos acerca de ello.
Siempre que empieces a “darle vueltas”, sigue los pasos mencionados más
arriba hasta que rompas el hábito y puedas volver a pensar.

PREGUNTA CIENTO VEINTE

¿Cuál es el estado normal una vez que hemos logrado superar la codepen-
dencia? ¿Cómo podemos decir si hemos llegado a ese estado normal y ya
no estamos enfermos?

Si estamos convencidos de haber superado la codependencia, lo más pro-


bable es que no la hayamos superado. Al margen de esto, uno de los criterios
de salud es la capacidad de establecer un objetivo realista, razonable –inclui-
dos los objetivos emocionales– basado en nuestros propios intereses vitales, y
de sentirnos estupendamente con nosotros mismos y nuestros logros cuando
alcanzamos ese objetivo. Otra posible indicación es que no cuestionamos nues-
tras decisiones ni a nosotros mismos y no seguimos revisando una y otra vez
el mismo problema, una vez que hemos llegado a una solución. Sabemos que
estamos sanando y madurando cuando somos capaces de contemplar nuestras

210 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

vidas de una forma realista y, sin embargo, positiva. Tenemos nuestras propias
vidas y no les damos a otras personas nuestro poder interno. Cuando lloramos
todas nuestras lágrimas, nos reímos de nosotros mismos y le damos alegre-
mente al mundo “con un palmo en las narices”, entonces sabemos que estamos
viviendo la vida como se supone que había que vivirla.
Pensemos en nosotros mismos y en nuestras vidas como un círculo. Nuestro
centro es Dios y nuestra alma o nuestra esencia personal, la cual nos pone en
movimiento. Alrededor del centro hay diferentes radios. Cada uno de los
radios es un aspecto de nuestra vida: espiritual, emocional, físico, económico,
trabajo, familia, nuestra relación principal, hijos, amigos, etc. Tendemos a olvi-
dar o a colocar en último lugar los radios emocional y espiritual. Cuando algu-
nos de los radios desaparecen, la rueda vacila y perdemos el equilibrio.
Cada día nos vamos a dormir, nos despertamos, nos duchamos, pagamos
nuestras facturas, hacemos afirmaciones y mantenemos una conversación
tranquila con nuestra fuerza anímica interior. Después salimos a ganarnos la
vida. Ninguna de estas cosas es más importante que cualquiera de las otras. La
clave está en el equilibrio. Y alcanzar el equilibrio supone un proceso continuo.

Piensa en...

¿Qué cosa en concreto puedes hacer hoy mismo para comprometerte a recuperarte?

Dibuja el círculo de tu propia vida y trata de identificar cada uno de los radios.

¿Qué radios es más probable que estés descuidando y dejando que se vengan abajo?

PREGUNTA CIENTO VEINTIUNA

¿Cómo es que estoy en recuperación y todavía me siento mal? ¿A qué se


debe esto?

Podemos ver la recuperación como un proceso en tres etapas. Trata de

MAIOR 211
C o d e p e n d e n c i a

identificar en qué etapa estás ahora.


ETAPA INICIAL

Esta es la primera fase y la más dolorosa. En esta etapa estamos despren-


diéndonos y liberándonos de todo lo que hemos aprendido, incluido el esti-
lo de vida que hemos desarrollado en torno a nuestras adicciones. El dolor es
nuestra constante compañía durante esta parte del proceso.
Nos enfrentamos a nuestras adicciones por capas, de una en una. Lo pri-
mero que tiene que desaparecer son las adicciones químicas: alcohol u otras
drogas, eventualmente la nicotina. Pero otras adicciones salen a la superficie
para llenar el hueco: comer, relaciones, gastar... Durante esta etapa, la adicción
es como un monstruo haciendo un último esfuerzo por aferrarse a nosotros.
Al mismo tiempo, sentimos en el fondo de nosotros mismos la pequeña
voz de nuestro lado sano tratando de hacerse oír. Las batallas se suceden den-
tro de nuestros cuerpos, mentes y almas. El adicto dentro de nosotros sigue
tratando de seducirnos e intimidarnos y conquistarnos. Hacemos una espe-
cie de trato y avanzamos a rastras, pero a menudo nos sentimos desvalidos.
La vida parece que apenas vale la pena de ser vivida.
Hay cambios químicos reales que tienen lugar a medida que nos vaciamos
de las toxinas producidas por nuestras adicciones de superficie.

ETAPA CENTRAL

Avanzamos cojeando por la etapa central. Aquí es donde reconocemos las


cuestiones relacionadas con nuestra familia de origen. Nos damos cuenta de
que realmente tenemos elecciones, pero no sabemos cómo hacerlas. Vivimos
en la niebla del caos y nuestro ser natural está todavía entre sombras. El pro-
blema es que las consecuencias de estas elecciones nos conducirán de vuelta
a nosotros mismos de una forma a menudo dolorosa. No podemos reconocer
nuestros seres naturales. Somos impredecibles para nosotros mismos.
Tenemos que aprender un estilo de vida completamente nuevo y basado en
nuevos principios. Elegir significa «renunciar para ganar». Debemos renun-
ciar a lo que ya no nos sirve y hacer nuevas elecciones cada día. La barra de
equilibrios es difícil de atravesar.27
27. La ‘barra de equilibrios’ es un conocido aparato gimnástico. Se refiere a la concepción
del alma como la columna vertebral de la estabilidad de nuestras propias vidas y, tal vez, a la
afirmación de Tagore respecto de que el camino que conduce a la salvación es largo y fino,
como el filo de una navaja (N. del T.).

212 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

ETAPA FINAL

La lucha continúa hasta que llegamos a la etapa final de la recuperación,


en la que experimentamos verdaderamente nuestro ser real28 y empezamos a
confiar en ese ser. Sentimos la libertad que nuestras elecciones diarias nos
proporcionan. Sentimos la alegría real de devolver a otras personas lo que
hemos recibido. Los fantasmas que vagan por la noche han dejado de asus-
tarnos. Les hacemos frente a todos.
Ya no decimos: «Y si me pasa algo, ¿quién me ayudará?» Ahora decimos:
«Cuando me pase algo, mi Mayor Poder y yo seremos capaces de manejar-
lo».
Hemos cedido. Cuando dudamos de nosotros mismos y de nuestras per-
cepciones, recurrimos a nuestras fuerzas internas y a nuestros recursos exter-
nos en forma de amigos y otras personas que pueden y están dispuestas a
ayudarnos. Nuestro programa de recuperación se ha convertido en una parte
vital de nuestra personalidad y los principios con los cuales vivimos son
nuestros.
Hemos cambiado el ciclo de la adicción por un sistema con final abierto.
Ya no vagamos en derredor nuestro, sino que estamos centrados en nosotros
mismos.

Piensa en...

¿En qué etapa de la recuperación te encuentras ahora?

¿Cómo lo sabes?

¿Cuál es la parte más difícil para ti de esta etapa?

¿Qué es lo que, dentro de esta etapa, te hace sentirte bien contigo mismo?

28. El concepto de ser (self) real o verdadero, por contraposición al falso ser, está tomado
una vez más de D. W. WINNICOTT (véase su libro El Proceso de Maduración y el Entorno
Facilitador, en Editorial Paidós, de Buenos Aires) (N. del T.).

MAIOR 213
C o d e p e n d e n c i a

PREGUNTA CIENTO VEINTIDÓS

¿Cuánto se tarda en recuperarse totalmente de la codependencia?

La recuperación es un proceso que dura toda la vida. Tenemos todo el


tiempo que necesitemos. Disponemos del resto de nuestras vidas. No hay por
qué apresurarse ni por qué hacernos ningún problema. La recuperación
incluye un proceso de rectificación, un proceso terapéutico, un proceso de
curación y un proceso de restablecimiento. Observa que utilizamos la pala-
bra proceso. La recuperación es continua.
Durante el proceso de rectificación, ahondamos en nuestro pasado para
reexperimentar traumas pretéritos con el propósito de generar un resultado
diferente y más sano.
En la parte terapéutica, aprendemos qué medidas tomar para llevar a cabo
la labor de curación. Durante el proceso de curación, nos permitimos mejo-
rar sin la interferencia del juez crítico que hay dentro de nosotros.
El último proceso es el de restablecimiento, durante el cual ponemos
orden en nuestras vidas y recogemos los “añicos”. El proceso entero dura de
dieciocho meses a cuatro años. No toda la labor tiene por qué hacerse dentro
del contexto de una psicoterapia propiamente dicha, pero la psicoterapia es
sumamente útil y a menudo necesaria.
Es importante que dispongamos de algunas directrices para recuperarnos,
pero no hay necesidad de que nos agobiemos. Seamos pacientes, amables y
comprensivos. Tenemos todo el tiempo que necesitemos.

Piensa en...

¿Estás dispuesto a pasar por todos los procesos de recuperación?

Si ya has pasado por uno o más de estos procesos, describe tus reacciones al mismo o
a los mismos.

214 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

PREGUNTA CIENTO VEINTITRÉS

¿Qué es un ‘ataque de codependencia’?

Cuando decidimos recuperarnos, dejamos de vivir un estilo de vida code-


pendiente. Dejamos de enfermar físicamente y de hundirnos en la tristeza y
en la depresión. No vivimos tanto en los extremos y nos procuramos emoción
de una forma constructiva. Pero existen recaídas, de hecho.
Un ataque de codependencia es una recaída emocional. La recaída en la
dependencia química está clara: tomamos el primer trago y algo cambia en
nuestro interior. La recaída en la codependencia se caracteriza también por
un cambio.
Se produce una reaparición de los sentimientos, pensamientos o conduc-
tas que teníamos cuando llevábamos el estilo de vida anterior. Los senti-
mientos y pensamientos anteriores pueden seguir actuando de una forma
sutil y nos damos cuenta de que estamos patinando sobre una capa de hielo
muy frágil, o puede que nos hundamos de repente en las heladas aguas de
las reacciones codependientes.
No tenemos por qué recuperarnos a la perfección; antes bien, cada uno
tenemos un área vital donde nuestra codependencia se pone de relieve. Po-
demos verla en el trabajo, en nuestras relaciones y otras áreas en que somos
vulnerables. Juana puede obsesionarse de nuevo con un hombre dominante
al que acaba de conocer y sentirse deprimida. María puede volver a pensar a
la vieja usanza, como: «Es materialmente imposible que pueda terminar todo
el trabajo. ¿Para qué me han contratado, entonces?». Jaime se da cuenta de
que está empezando a volver a comer en exceso.
Podemos sentir la opresión en el pecho, la respiración superficial y corta y
el nudo en el estómago, como en los viejos tiempos. Estamos padeciendo un
“aluvión” emocional29. Cuando nuestros cuerpos se entumecen y tenemos la
cabeza en otra parte, es que estamos al borde de la parálisis emocional.
Cualquiera de estos estados es peligroso.
Hay veces en que necesitamos estar alerta para detectar las señales de un
posible tropiezo. Los momentos en que tenemos que vigilar las señales de
una posible recaída son momentos en los que algo está cambiando30. Cuando

29. Para los conceptos de “desbordamiento” y “parálisis emocional”, véase la pregunta 33,
p. 91 (N. del T.).
30. En el sentido de una “reactivación” de los factores de vulnerabilidad (N. del T.).

MAIOR 215
C o d e p e n d e n c i a

advertimos que estamos descompensados o agotados, ya sea física o emocio-


nalmente, tenemos que analizar nuestro ambiente interior. Tenemos que vigi-
lar los momentos en que nos sentimos perdidos, frágiles o débiles; y cuando
nuestros límites empiezan a hacerse borrosos, hay que estar alerta.
Al principio de la recuperación, sobre todo durante el primer año, tienen
lugar momentos de vulnerabilidad. Cuando nuestra experiencia vital genera
incertidumbre y miedo, hay que tener cuidado. Cuando sufrimos una pérdi-
da importante, como un despido laboral, un divorcio o una muerte, cuando
nos sentimos fracasados, sentimos rabia, desesperación, o tenemos una reac-
ción emocional más fuerte de lo normal, necesitamos pararnos y reconside-
rar nuestro programa de recuperación y nuestro compromiso. Si nos vemos
en una situación abusiva que reactiva la experiencia previa, o vemos que
estamos evitando, negando o aferrándonos a la realidad, es que algo está
cambiando dentro de nosotros. En esos momentos estamos más abiertos a
una recaída y es más probable que tengamos un tropiezo y nos salgamos del
camino que hemos elegido.
Ciertas personas, acontecimientos y situaciones pueden provocar un ata-
que de codependencia. La gente que nos resulta familiar en tanto nos recuer-
da emocionalmente a los padres, hermanos u otras personas de nuestro pasa-
do insano, es potencialmente peligrosa. Las personas críticas, pegajosas, alco-
hólicas, dignas de lástima o inaccesibles es seguro que desencadenarán un
cambio interno.
Los acontecimientos vitales que suponen un cambio drástico, tales como
enamorarse o el nacimiento de un nuevo hijo, son situaciones a vigilar.
También hemos de estar alerta ante las situaciones que nos resultan emocio-
nalmente familiares desde la perspectiva de nuestro anterior estilo de vida, y
en las cuales empezamos a advertir que nos estamos descuidando, nos senti-
mos agotados o tensos, no nos sentimos bien con nosotros mismos o nos sen-
timos como si nos fuésemos a volver locos, descontrolados o anestesiados.
Es fácil advertir que cuanto más descontrolados nos sentimos, más trata-
mos de controlar nuestro mundo externo. Esta es otra de las señales de que
la codependencia se ha vuelto a activar. Cuando recibamos aunque sólo sea
una sola de estas señales, tenemos que pararnos y ser bondadosos, amables
y delicados con nuestros nuevos seres, como lo haríamos con un buen amigo
que tuviese algún problema. Cuando las almas regresan, necesitan que se les
dé una buena acogida.
La recuperación no es un proceso lineal, sino que evoluciona en espiral. La
recuperación es un mosaico de vidrios de colores. Es un “mandala” de amor.

216 MAIOR
L a r e c u p e r a c i ó n

A medida que mejoramos, los ataques son cada vez más cortos y menos
intensos. Nos volvemos capaces de reconocer las señales de la codependen-
cia mucho más rápidamente. Lo que solía ser una enfermedad grave se trans-
forma en una gripe de veinticuatro horas.

MAIOR 217
Antes de terminar
Mensaje personal de la autora

Hemos acabado nuestro trabajo juntos y ha llegado el momento de cerrar


el libro por ahora. Te he hablado de la esencia más profunda de ti mismo, lo
que yo llamo el alma. El alma se pierde a trozos a lo largo del curso de la vida,
a causa de la privación, la enfermedad y el trauma. Esto suele comenzar muy
al principio de la vida. Cuando hemos mantenido una relación con alguien
muy significativo para nosotros y hemos sido devastados y traicionados
emocionalmente, nos retiramos de la realidad consciente. Estamos esencial-
mente muertos para el mundo. Más adelante, los apegos emocionales insa-
nos producen el mismo efecto en nuestro ser. Las intervenciones quirúrgicas,
los accidentes y demás conmociones de nuestro sistema nos dejan sintiéndo-
nos fuera de sí y distanciados.
Mi propia pérdida del alma tuvo lugar hace ya muchos años, en una época
que apenas puedo recordar. Sabía que algo no iba bien, porque me sentía
incómoda, disociada y con una sensación difusa dentro de mí misma a la que
sólo podía darle el nombre de confusión. Por fuera, seguí adelante con mi vida
y dejé atrás mis experiencias tempranas, pero sentía un entumecimiento pro-
longado y la sensación extraña de que una parte de mí misma había desapa-
recido. Había desaparecido desde que tuvo lugar... el acontecimiento. En mi
caso, los conflictos dentro de mi familia se intensificaron con el matrimonio (el
acontecimiento) de mi hermano mayor, cuando yo tenía nueve años. Cuando
se casó, la “pelota” pasó a mí. Entonces empecé a morir un poco. Un trozo de
mi alma se fue para no volver hasta que no tuve alrededor de treinta años. La
pelota era mi madre y sus necesidades conflictivas, además de mi padre dis-
tante. Yo era una prisionera de guerra en las batallas matrimoniales de mis
padres. La pelota me resultada pesada, pero me las arreglé para llevarla con-
migo hasta bien entrada la adultez.
La pérdida del alma tiene lugar de una forma progresiva. De niños, la pri-
mera vez que fuimos dejados de lado, humillados, traicionados, descuida-

MAIOR 219
C o d e p e n d e n c i a

dos, privados, abandonados, criticados o maltratados, empezamos a perder


un trozo de nuestra esencia más profunda, de nuestra alma. Con las enfer-
medades o los accidentes, perdemos un poco más.
Comenzamos a internalizar los sentimientos y la autoimagen resultantes
de las cicatrices emocionales. Entonces empezamos a transformarnos en un
falso ser codependiente con el propósito de adaptarnos a nuestro entorno.
Desarrollamos una tolerancia al abuso y al dolor. Bloques de hielo empiezan
a formarse dentro de nuestro sistema interno. Los bloques de hielo cubren la
llama de la pasión y ésta empieza a arder con menos intensidad. A veces, lle-
gada la adultez, no es más que un rescoldo.
Reconocemos la pérdida del alma en nosotros mismos no basándonos
en los acontecimientos por los que hemos pasado, sino en relación con los
síntomas-sentimientos. Una lista parcial de estos síntomas-sentimientos apa-
rece en el Apéndice B.
Una vez que hemos reconocido la pérdida del alma, podemos iniciar el
proceso de hacer que nuestras almas vuelvan a nosotros. Para hacer que vuel-
va nuestra alma, tenemos que tomarnos en serio nuestra curación... hacer de
nuestra recuperación lo más importante. La curación no es un remedio ins-
tantáneo, sino una reintegración de nosotros mismos a través de un proceso
continuo al que llamamos vivir nuestras vidas. ¡Reintegrarnos ES vivir!

HACER QUE VUELVA NUESTRA ALMA

Me gustaría compartir contigo algunas de las técnicas curativas que ya han


sido probadas con éxito en mí misma y con otras personas. Al igual que con
todo el material de este libro, tienes todo mi permiso para coger lo que necesi-
tes y descartar lo que no te funcione. Pero cabría hacer una advertencia a este
respecto. Si algo no funciona en un determinado momento, puede hacerlo más
adelante, en un período más avanzado de la recuperación.
La primera condición para esta labor de recuperación es la seguridad.
Necesitamos crear un lugar relativamente seguro para nosotros mismos. Un
testigo, ya sea un amigo o la pareja, ayuda, pero no es necesario para que
vuelvan todas las partes de nuestra alma. A menudo experimentamos una
vuelta espontánea. Cuando nuestras condiciones de vida se vuelven más
seguras –interna y externamente– el alma, de forma natural, querrá volver a
nosotros y a menudo lo hará por propia iniciativa. No tienes que hacer nada
en este caso, salvo mantener cualquier forma de abuso fuera de tu vida.

220 MAIOR
A n t e s d e t e r m i n a r

Incluso los actos más pequeños de autoconfirmación pueden formar parte


del proceso de vuelta del alma. Una mujer que permitió que su marido la
obligara a asociarse en un negocio contra su voluntad, se limitó a encargar
otras tarjetas de visita. Quitó las palabras “y asociados”. Dado que esas pala-
bras simbolizaban para ella la asociación no deseada, ello constituyó un acto
de liberación. Quemó las viejas tarjetas en un fuego ritual y rezó por la libe-
ración y el perdón de ella y de su marido.
Otra mujer, que había tenido una niñez llena de privaciones, se compró los
juguetes que sus padres le habían negado de pequeña. Sentía una gran satis-
facción con cada uno de los juguetes, sobre todo cuando reconocía que sus
regalos eran para su niño interno.
Podemos hacer que nuestras almas vuelvan a nosotros de muchas formas:
psicoterapia tradicional, talleres y seminarios, leyendo, imaginando (viéndo-
nos a nosotros mismos de una forma positiva) y siendo honestos emocional-
mente en nuestras relaciones. Una relación curativa suele servir de ayuda en
el proceso.
Cuando nos sentidos atascados en un momento dado, una de las formas
más efectivas de invitar a nuestra alma a que vuelva a nosotros consiste en
desplazarse físicamente al lugar de origen y utilizar el poder del lugar en un
ritual de curación.
Un hombre joven volvió a su ciudad natal y, a medida que recorría las
calles, empezó a revivir algo de su propia historia. Esta es su historia, tal
como él la cuenta:

«A pesar de que está muerto, podía ver a mi padre dando zancadas


junto a mí. Era igual que la última vez que paseamos juntos. Me pre-
guntó: “¿A qué distancia crees que está esa casa? ¿Crees que podríamos
darla con esta piedra? ¿A qué velocidad tendría que ir la piedra para
alcanzar la casa en cinco minutos?”.

Le dije: “No, papá. Eso no es lo que yo quiero oír. Lo que quiero pre-
guntarte es esto: ‘¿Cómo puedo seguir confiando en ti cuando has trai-
cionado mi confianza? ¿Qué hago después con mi rabia? ¿De verdad
me quieres? ¿Soy realmente todo lo que querías que fuera?’”.

Me di cuenta de que estaba allí para recuperar mi alma. Fui al lugar


donde me había sentido más cerca de mi padre. Había llevado conmigo
una regla de cálculo que mi padre me había regalado, porque él quería
que fuese ingeniero (en realidad soy un artista). Le hablé de las cosas que
más me perturbaban. Enterré la regla de cálculo en aquel lugar.

MAIOR 221
C o d e p e n d e n c i a

Le devolví su regla de cálculo y decidí no vivir su vida ni realizar sus


sueños. Recé una oración por él y por mí mientras la enterraba. Cuando
acabé, me sentí menos vacío y más completo que nunca. Me sentí más
calmado, pero también con la sensación de no haber liquidado el asun-
to definitivamente. Supongo que tendré que volver cada vez que lo
necesite, hasta que haya logrado recuperar toda mi alma».

Existen también otras muchas prácticas curativas que podemos incorpo-


rar a nuestra vida diaria. Aquí tienes algunas que yo he aprendido:

1. Prueba a crear un “lugar sagrado” en una habitación o un rincón de


tu casa. Reúne unos cuantos objetos, tales como estatuillas, fotos y
similares, cosas que puedes haber comprado y que simbolizan
algo especial para ti. O utiliza objetos tales como plumas, piedras,
trozos de árboles u hojas que puedes haber recogido de la natura-
leza. Después, siéntate en tu lugar sagrado todos los días mientras
meditas.
2. Lleva un cuaderno de palabras, frases y afirmaciones que resuenan
en tu corazón y en tu alma. Añade unas y quita otras que ya no te
sirvan.
3. Visualiza de forma concreta, con palabras o imágenes, tus pequeños
logros. Físicos: «Hoy he aprendido a jugar al golf». Emocionales:
«He conectado con mi tristeza». Sociales: «He aprendido a decir
“no”». Económicos: «Me distribuyo el dinero mejor que antes».
4. Acuérdate de darle las gracias a Dios diariamente por esto: la comi-
da, el agua, la casa, una sonrisa, una preciosa luna de otoño, la llu-
via...
5. Regala algo que ya no utilices a alguien que conozcas. O envuélve-
lo en papel de regalo y dáselo a una organización de caridad. No lo
utilices para deducir impuestos. No le digas a nadie que lo has
hecho.
6. Cuando te asalte la melancolía o el malhumor, pon música que te
guste especialmente y baila.
7. Aprende a ser padre observando niños. ¿Tratarías a un niño peque-
ño de la forma que te tratas a ti mismo? ¿Le dirías a un niño peque-
ño las cosas que te dices a ti mismo?
8. Cada vez que cuides tu cuerpo, tómate tiempo para disfrutar del
cuidado que te das a ti mismo.

222 MAIOR
A n t e s d e t e r m i n a r

9. Aprende técnicas de relajación mental como meditación, yoga o


algunas artes marciales (Tai Chi Chuan).
10. Sal a pasear a la naturaleza. Toma conciencia de lo que ves, oyes o
hueles.
11. Sin ninguna razón aparente, haz cualquiera de las siguientes cosas
que te hagan sentirte bien:

Ve al parque. Escucha la música que más te guste. Ríete. Siéntate al sol sin
moverte durante cinco o diez minutos. Canta a grito pelado. Grita a pleno
pulmón cuando te sientas tenso.
Hazte un nuevo corte de pelo. Abraza a un niño. Manténte en contacto
consciente con tu ser emocional y tu ser espiritual. Desarrolla una relación
constante con Dios, tal como tú Lo entiendas. Si te concentras en sentirte bien,
se te pueden ocurrir muchas más cosas que puedes hacer por ti mismo.
Los “rituales” para hacer que vuelva nuestra alma son muy simples. Hay
que hacerlos todos los días. No hay ningún remedio mágico, pero estas dis-
tintas maneras de cuidar de ti mismo y de cuidar de tu alma son una forma
concreta y real de hacer la labor de recuperación.
A través de nuestro trabajo juntos en este libro, hemos descubierto y com-
partido una parte importante de la vida y de la recuperación. Ahora debemos
separarnos. Me siento triste llegado el momento de nuestra partida, aunque
sé que volveremos a vernos. ¿Qué puedo darte en este momento?
¿una lágrima?
¿una broma?
¿una mirada de ternura?
¿un trozo de mí misma para que lo lleves contigo?

Que la Luz te bese

MAIOR 223
Apéndice A
Definiciones de codependencia

La codependencia es un «defecto en la realización de dos de los cometidos


más importantes de la niñez: la autonomía y la intimidad».

Tiene que ver con la falta de habilidades de solución de problemas.

Es depender profundamente de otras personas.

Es regirse por una serie de normas rígidas.

Tiene que ver con la necesidad de confirmación procedente de fuentes


externas.

Tiene que ver con la negación de nosotros mismos para sentirnos más
cerca de otras personas.

Es un intento de controlar basado en la propia fuerza de voluntad.

Es una confusión de identidades, un identificarse demasiado y demasiado


a fondo con otra persona.

Tiene que ver con la actitud infantil de dominio sobre el entorno: Su


Majestad el Bebé.

Tiene que ver con un proceso de adicción en la sociedad, entre las perso-
nas y dentro de una persona.

El codependiente ha dejado que la conducta de otra persona le afecte y


está obsesionado con controlar la conducta de esa persona.

MAIOR 225
C o d e p e n d e n c i a

Es estar centrado en alguien o en algo fuera de nosotros mismos.

Es una respuesta normal a personas anormales.

La codependencia se manifiesta a través de dificultades en los límites.

La codependencia es vivir en los extremos. Es una conducta despropor-


cionada.

La codependencia es el fundamento de toda adicción y la adicción funda-


mental a todo, una desautorrealización personal que conduce finalmente a la
alienación de todo lo que da sentido a la vida.

Tiene que ver con una separación y una vinculación defectuosas, un defec-
to en la individuación.

Es un proceso que sigue un curso conocido y cuya evolución tiene un


desenlace previsible.

Constituye un fracaso social a gran escala en la tarea de enseñar a los


niños el desarrollo de sí mismos y la autorrealización personal que ello con-
lleva, con el fin de que dirijan sus vidas con sentido.

Recuperarse de la codependencia es «estar dispuesto a abandonar y a ser


abandonado».

Recuperarse de la codependencia es crear una nueva conciencia.

226 MAIOR
Apéndice B
Síntomas-sentimientos de
pérdida del alma

Los síntomas-sentimientos incluyen:

«Un agujero negro que me sigue a todas partes y reaparece una y otra vez».

«Sean cuales fueren mis logros, me siento vacío».

«Haga lo que haga, me siento obsesionado, intranquilo, incompleto...».

«No me siento yo mismo».

«No sé quién soy yo».

«No puedo conectarme con otras personas.»

«Me pego excesivamente a otras personas».

«Pienso que soy malo, defectuoso y estoy lleno de vergüenza y culpa».

«Tengo poca energía y me siento apático, aburrido y embotado».

«Estoy asustado, enfadado o como anestesiado la mayor parte del tiempo».

«Estoy desalentado y descorazonado».

MAIOR 227
Apéndice C
Características de la
codependencia sumisa

«Mis mejores sentimientos respecto de mí mismo proceden del hecho de


gustarte».

«Mis mejores sentimientos respecto de mí mismo proceden del hecho de


recibir tu aprobación».

«Tus conflictos perturban mi serenidad. Toda mi atención mental está cen-


trada en solucionarte tus problemas».

«Toda mi atención mental está centrada en darte gusto».

«Toda mi atención mental está centrada en protegerte».

«Toda mi atención mental está centrada en manipularte».

«Mi autoestima se ve reforzada por el hecho de solucionarte tus proble-


mas».

«Mi autoestima se ve reforzada por el hecho de aliviar tus sufrimientos».

«Mis propias aficiones e intereses están al margen. Empleo mi tiempo en


compartir tus intereses y tus aficiones».

«Tu forma de vestir y tu apariencia personal tienen para mí la máxima


prioridad, dado que siento que eres un reflejo de mí mismo. Tus deseos dic-
tan mi conducta».

«No soy consciente de cómo me siento. Soy consciente de cómo te sientes».

MAIOR 229
C o d e p e n d e n c i a

«No soy consciente de qué es lo que quiero. Te pregunto a ti qué es lo que


quieres».

«Mis ilusiones respecto de mi futuro están estrechamente ligadas a ti».

«Mi miedo al rechazo determina lo que digo o lo que hago».

«Mi miedo al abandono determina lo que digo o lo que hago».

«Mi miedo a que te enfades determina lo que digo o lo que hago».

«Utilizo el dar como una forma de sentirme seguro en nuestra relación».

«Utilizo el dar como un medio de controlarte».

«Mi círculo social disminuye a medida que me implico cada vez más en
nuestra relación».

«Dejo mis propios valores a un lado con el fin de estar más cerca de ti».

«Valoro tu opinión y tu forma de hacer las cosas más que la mía».

«Mi calidad de vida está en relación con tu calidad de vida».

–De Grupos de Autoayuda de Codependientes Anónimos

230 MAIOR
Apéndice D
Características de la
codependencia controladora

«Toda mi atención mental está centrada en darme gusto y evadirme (con


sustancias químicas, el trabajo, la televisión, etc.)».

«Toda mi atención mental está centrada en controlarte. Si no te controlo,


entonces creo que te perderé».

«Toda mi atención mental está centrada en manipularte, en forzarte a


hacer las cosas a mi manera... habitualmente valiéndome de mi humor, de la
lógica o del dinero».

«Mi autoestima se ve reforzada por el hecho de solucionarte tus proble-


mas. Si no me pides mi opinión, entonces me siento excluido».

«Quiero emplear todo mi tiempo contigo y quiero que tú hagas lo mismo.


Sin embargo, insistiré en que no te necesito».

«No soy consciente de cómo te sientes. No soy consciente de cómo me


siento».

«No soy consciente de qué es lo que quieres. No soy consciente de qué es


lo que quiero».

«Mis ilusiones respecto de mi futuro están estrechamente ligadas a ti».

«Mi miedo al rechazo determina lo que digo o lo que hago. Pero lo oculto
bajo la rabia, la fanfarronería, la soberbia o la actitud dominante».

«Utilizo el hecho de enfadarme como un medio de controlar a los demás


y de mantenerte a distancia».

MAIOR 231
C o d e p e n d e n c i a

«Utilizo el dar (habitualmente cosas materiales) como una forma de sen-


tirme seguro y de controlarte. Si te controlo, entonces no me dejarás».

«Mi círculo social disminuye a medida que me implico cada vez más en
mis válvulas de escape (sustancias químicas, televisión, trabajo, etc.)».

«Me siento vulnerable cuando te me acercas demasiado. Pero no te vayas.»

«Valoro mis propias opiniones y mi forma de hacer las cosas más que las
tuyas».

«Tengo pocas aficiones e intereses al margen de mis válvulas de escape».

«Mis deseos dictan tu conducta, dado que siento que eres un reflejo de mí
mismo».

«Doy por supuesto que sé lo que quieres y lo que te conviene. Sé lo que es


mejor para ti».

«Doy por supuesto que los demás piensan y sienten lo mismo que yo y no
puedo comprender ni aceptar las diferencias».

«Soy demasiado orgulloso como para pedirte ayuda. No estoy dispuesto


a depender nunca de ti. Nunca te diré que te necesito».

«Tuve una niñez muy difícil y logré sobrevivir. En un mundo duro, la gente
tiene que ser dura. Si eres blando, lo tomaré como un signo de debilidad».

«Si me comentas algo sobre qué es lo que te pasa emocionalmente, lo


tomaré como un reproche hacia mí. Mantén la boca cerrada».

–Dorothy May, psicóloga

232 MAIOR
Apéndice E
Afirmaciones positivas

«Por una vez voy a respetar mis propios límites y los de los demás».

«Por una vez voy a ser vulnerable con alguien en quien confío».

«Por una vez voy a aceptar un cumplido y a conservarlo en mi corazón


más allá de un mero instante fugaz. Respiraré hondo y dejaré que el cumpli-
do me haga bien».

«Por una vez voy a actuar de una forma que admiraría si viniese de otra
persona».

«Soy un hijo de Dios».

«Soy una persona valiosa».

«Soy una persona que merece la pena».

«Soy hermoso por dentro y por fuera».

«Me quiero a mí mismo incondicionalmente».

«Me puedo permitir disfrutar de bastante tiempo libre sin sentirme cul-
pable».

«Merezco ser amado por mí mismo y por los demás».

«Soy querido porque merezco que me quieran».

MAIOR 233
C o d e p e n d e n c i a

«Me merezco amor, paz, prosperidad y serenidad».

«Me perdono por herirme a mí mismo y a los demás».

«Me perdono por aceptar tener relaciones sexuales cuando lo que quería
era amor».

«Estoy dispuesto a aceptar que me quieran».

«No estoy solo. Soy uno con Dios y el universo».

«Soy íntegro y bueno».

«Soy capaz de cambiar».

«El dolor que podría sentir por el hecho de recordar no puede ser peor que
el que siento por el hecho de saber y no querer recordar».

–Codependientes Anónimos, 1988

234 MAIOR
Apéndice F
Adónde acudir para
más información

ADÓNDE ACUDIR PARA MÁS INFORMACIÓN

• Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Tel.: 900 16 15 15.


• Asociación de Enfermos de Anorexia y Bulimia (Adaner). Tel.: 91 577 02 61.
• Asociación de Jugadores en rehabilitación (Amajer). Tel.: 91 327 06 04.
• Alcohólicos Anónimos. Tel.: 91 341 82 82.
• Asociación de Ayuda a Familiares de Alcohólicos. Tel.: 91 402 98 53.
• Coordinadora de ONG sobre Drogodependencias. Tel.: 91 593 09 08.

MÁS SOBRE EL TEMA

• MACIÁ ANTÓN, D., Las drogas: conocer y educar para prevenir. Ed. Pirámide.
• MELODY, B., Libérate de la dependencia. Ed. Sirio.
• SCHAEFFER, B., Es amor o es adicción. Ed. Apóstrofe.

SI QUIERES CONTACTAR CON NOSOTROS:

Dorothy May, PhD Institute for Recovery


Whales´Tales Press 420 Lake Cook Rd.
160 Wildwood Suite 107
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(708) 680-2336

MAIOR 235
DIRECTOR: CARLOS ALEMANY
1. Relatos para el crecimiento personal. CARLOS ALEMANY (ED.), RAMIRO ÁLVAREZ, JOSÉ VICENTE BONET,
IOSU CABODEVLLLA, EDUARDO CHAMORRO, CARLOS DOMINGUEZ, JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE, ANA
GIMENO-BAYÓN, MAITE MELENDO, ALEJANDRO ROCAMORA. PRÓLOGO DE JOSÉ LUIS PINLLLOS. (6ª ed.)
2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. OLGA CASTANYER. (20ª ed.)
3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad.
ANA GIMENO-BAYÓN COBOS. (5ª ed.)
4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.)
5. ¿Qué es el narcisismo? JOSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.)
6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.)
7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EDS.)
8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO PAROLINI. (5ª ed.)
9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad. FERNANDO JIMÉNEZ
HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. JEAN SARKISSOFF. (2ª ed.)
11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. LUIS LÓPEZ-YARTO ELIZALDE. (5ª ed.)
12. El eneagrama de nuestras relaciones. MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIDHARDT. (5ª ed.)
13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa. LUIS
ZABALEGUI. (3ª ed.)
14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff.
BRUNO GIORDANI. PRÓLOGO DE M. MARROQUÍN. (2ª ed.)
15. La fantasía como terapia de la personalidad.
FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVIER GAFO (ED.). JAVIER GAFO, CARLOS
DOMÍNGUEZ, JUAN-RAMÓN LACADENA, ANA GIMENO BAYÓN, JOSÉ LUIS TRECHERA. (3ª ed.)
17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO.
PRÓLOGO DE J. MARTÍN VELASCO. (3ª ed.)
18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. DON RICHARD RISO. (5ª ed.)
19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. THOMAS HART.
20. Treinta palabras para la madurez. JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (8ª ed.)
21. Terapia Zen. DAVID BRAZIER. PRÓLOGO DE ANA MARÍA SCHLÜTER RODÉS. (2ª ed.)
22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental.
GERALD MAY. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.
23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. JUAN MASIÁ CLAVEL.
24. Pensamientos del caminante. M. SCOTT PECK. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.
25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico.
RAMIRO J. ÁLVAREZ. (2ª ed.)
26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la Integración Psicológica y Espiritual. DAVID RICHO. (2ª
ed.)
27. El acompañante desconocido. De cómo lo masculino y lo femenino que hay en
cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. JOHN A. SANFORD.
28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JUAN MANUEL G. LLAGOSTERA.
29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia.
ASCENSIÓN BELART - MARÍA FERRER. PRÓLOGO DE LUIS ROJAS MARCOS. (2ª ed.)
30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías.
MIGUEL ÁNGEL CONESA FERRER.
31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Guía práctica para sobrevivir a los exámenes. KEVIN
FLANAGAN. PRÓLOGO DE JOAQUÍN Mª. GARCÍA DE DIOS.
32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico.
VERENA KAST. PRÓLOGO DE GABRIELA WASSERZIEHR.
33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3ª ed.)
34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad.WILKIE AU - NOREEN CANNON.
35. Vivir y morir conscientemente. IOSU CABODEVILLA. PRÓLOGO DE CELEDONIO CASTANEDO. (3ª ed.)
36. Para comprender la adicción al juego.MARÍA PRIETO URSÚA. PRÓLOGO DE LUIS LLAVONA.
37. Psicoterapia psicodramática individual. TEODORO HERRANZ CASTILLO.
38. El comer emocional. EDWARD ABRAMSON.
39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.
JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH.
40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
41. Valórate por la felicidad que alcances. XAVIER MORENO LARA.
42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ.
PRÓLOGO DE JOSÉ KLINGBEIL.
43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno mismo. CHARLES L.
WHITFIELD. PRÓLOGO DE JOHN AMODEO.
44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO.
45. Para que la vida te sorprenda. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.)
46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y la pasión. DAVID
BRAZIER.
47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.
PRÓLOGO DE LUIS LÓPEZ-YARTO.
48. Palabras para una vida con sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS.
49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. PHILIP SHELDRAKE.
50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo.
LUIS CENCILLO. PRÓLOGO DE ANTONIO BLANCH. (2ª ed.)
51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG.
PRÓLOGO DE CARMEN MATEU. (2ª ed.)
52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
53. Desarrollo de la armonía interior. JUAN ANTONIO BERNAD.
54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE y ELISA LÓPEZ BARBERÁ Y COLS.
PRÓLOGO DE JOSÉ A. GARCÍA-MOGE.
55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO.
56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL. PRÓLOGO DE JAVIER ORTIGOSA.
57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares. GIULIANA PRATA;
MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH.
59. Amor y traición. JOHN AMODEO. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY.
60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JAIME GUILLÉN DE ENRÍQUEZ.
61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía. KEVIN FLANAGAN.
62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta.
FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal.
IOSU CABODEVILLA ERASO. PRÓLOGO DE RAMÓN MARTÍN RODRIGO.
64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA.
65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.)
66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ.
67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO. PRÓLOGO DE DAVID H.
BARLOW, PH.D. (3ª ed.)
68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. KATHLEEN R. FISCHER y THOMAS N. HART.
69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS.
70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad mediante los cuen-
tos. JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU.
71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET.
73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser. JEAN SARKISSOFF.
74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la
longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO.
75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO CARRERO.
76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. JESÚS DE LA GÁNDARA
MARTÍN.
77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. DRA. CLAUDE IMBERT.
78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES VILLAGRÁ.
79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ.
80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? RAMÓN ROSAL CORTÉS.
81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO.
82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica. DAVE MEARNS
y BRIAN THORNE. PRÓLOGO DE MANUEL MARROQUÍN PÉREZ.
83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psicoterapéuti-
co. FRED FRIEDBERG. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR RAMIRO J. ÁLVAREZ
84. No seas tu peor enemigo...¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! ANN-MARIE MCMAHON.
85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA.
86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. CON LA COLABORACIÓN DE ITZIAR
BARRENENGOA
87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA MÉNDEZ.
88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. BARTOMEU BARCELÓ.
89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. ALEJANDRO BELLO
GÓMEZ, ANTONIO CREGO DÍAZ.
90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. NICK OWEN.
90. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU.
92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéutica.
AGNETA SCHREURS.
Serie MAIOR
1. Anatomía Emocional. STANLEY KELEMAN. (4ª ed.)
2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)
3. Psicoanálisis y Análisis Corporal de la Relación. ANDRÉ LAPIERRE.
4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.
PRÓLOGO DE JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (2ª ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.), ANTONIO GARCÍA RUBIO, JOSÉ A.
GARCÍA-MONGE, CARLOS R. CABARRÚS, LUIS CENCILLO, JOSÉ M. DÍEZ-ALEGRÍA, OLGA CASTANYER, IOSU
CABODEVILLA, JUAN MASIÁ, DOLORES ALEIXANDRE, MIGUEL DE GUZMÁN, JESÚS BURGALETA, Mª. JOSÉ
CARRASCO, ANA GIMENO. (8ª ed.)
6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. PRÓLOGO DE LUIS PELAYO. EPÍLOGO DE
ANTONIO NÚÑEZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo.Taller de crecimiento personal.
CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY. (7ª ed.)
8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico. CAROLYN J.
BRADDOCK.
9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL
10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)
11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY.
12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. CARLOS RAFAEL
CABARRÚS. (3ª ed.)
13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en
pareja y una convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ.
14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal.
JOSÉ MARÍA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones.
CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO.
16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas
psicosensoriales, cognitivos y emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.
17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN.
PRÓLOGO DE CARLOS R. CABARRÚS.
18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.
19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (2ª ed.)
20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C.
21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR.
22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo. Pistas para su liberación. BRUCE M. HYMAN Y
CHERRY PEDRICK

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