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Sagrada Escritura | Josep Boia El epilogo del cuarto evangelio Cuando leemos los dos tltimos versiculos del capitulo 20 del Evangelio de San Juan, nos quedariamos satis- fechos si ese fuera su fin: “Muchos otros signos, que no, estén en este libro, hizo Jesus a la vista de sus discipu- los...". De hecho, el evangalista ha narrado siete signos, inimero muy recurrente a lo largo de todo el texto: siete también son los viajes que Jestis hace por Palestina, hay siete desplazamientos en Judea, son siete los que dan testimonio de Jests, y también siete son las veces que Jestis die la frase “Yo soy” sequida de un sustantivo. Sin embargo, después de esa aparente conolusidn (Jn 20, 80-31), la narracién continua con el capitulo 21, en el que vemos a Jestis resucitado que acude en ayuda de sus discipulos y realiza un octavo milagro: la pesca milagrosa de ciento cinouenta y tres peces. Después de que Jestis confirme a Pedro el primado, el capitulo y el Evangelio concluyen con otro final: ‘Muchas otras cosas hizo Jesus. Si se escnbieran una por una. ste tdoble final” del cuarto hojasdel original ode lasp Eyangelio ha,sido objeto de meras copias, Prestigiosos diversos.estiidios por lo que _biblistas (Schnackenbu respecta al momento de su Bernard, Bultmann) hacen composicin y a su autoria, sus respectivos comentarios Entre las hipétesis sobre sual cuarto Evangelio segiin un autoria hay quien prefie- orden distinto. re apostar por un antiguo redactor que lo aiadié ala UNIDAD DE JUAN obra primitiva; o que fue el mismo evangelista quien Pero geémo demostrar ese lo aftadié después de una orden? “;Cémo explicar que primera redaccién. Pos- nadie supiera ordenar las ho teriormente, algdn autor jas trastocadas? g¥ cémo no ha anénimo de la escuela jod- “quedado el mas minimo vest nica habria aftadido 1a se- gio de tal dislocacin en la tra- gunda conclusién a todo el dicién manuscrita? De hecho, evangelio (21, 24-25). Tam los modernos descubrimientos bién se ha dicho que este de papiros nos acercan mucho ‘apéndice” se escribié para al tiempo del autor, pero ni en desmentir la falsa interpre- ellos ni en las eédices mds an- tacién de la longevidad del _tiguos existe el menor indicio rre con el capitulo 21. No protestante Charles Harold autor (cfr. 21,23) de tales trasposiciones” (J. tenemos ningtin testimonio Dodd, importante comenta- Este “conflictivo” capitu- Chapa). Hay que destacar de un manuscrito del cuarto dor del Evangelio de Juan, lo, que afectarfa ala unidad Ia gran fidelidad con que Evangelio sin este “apéndi- el cual, con tono abierto y del texto, se une a otras di- se ha transmitido el cuarto ce”. Por lo tanto, no existe dialogante, concluye que ficultades parecidas: cam- Evangelio. “Las diferencias tal problema de unidad. “ninguna de ls hipstesis logra bios bruscos en la narracién entre os diversos manuscritos. Por eso, aceptando pru- explicar cémo se ha legado al que sorprenden al lector (la son mthimas.La seguridad que dentemente la teor‘a de un orden actual del cuarto evan- sucesién de los cap. 5-7; la ofrece el texto griego de Juan redactor final muy cercano gelio, por lo que lo més pru- soldadura de los cap, 14-15). ya la quisieran para si tantos al evangelista que hiciera dente es dejarlo tal como esta Ante estas “aporias”, algu- textas de la Antigiiedad que algunos afiadidos (frases, _y asumir al menos como una nos han supuesto que hubo se consideran segurisimos ¢ ideas), parece sensato acep- provisional hipstesis de trabajo una dislocacién casual de las incancusos”.¥ lo mismo tar la’ premisa del biblista que el presente orden del cuar- Pietro Perngino detalle central del “Triptico Galitzin” (1481) 70| Palabra, Novertre 2019 to Evangelio no es for deliberadamente concel door alguien incluso aceptando que puidieraser lo mejor que pu le su trabajo LY que esa persona en cuestion (sielautor to disefio en la mente y otro) tiene un cier no era necesariamente irresponsable co ignorante EL“EPILOGO” Pero centremos _ nuestra atencién en el epflogo del Evangelio. Tenemos, al final del cap. 20, las siguientes ps labras a modo de conclusion: ‘Muchos otros signos, que no creas que Jest Hijo de Dis, y para que, creyen: deo, tengdis vida en su nom- bre” (In 20, 30-31). A conti- nuacién tenemos el cap. 21, que narra la aparicién de Je” stis junto al lago de Tiberia- des, compuesta por dos epi: sodios: la pesca milagrosa de 153 peces y la concesién del primado a Pedro (junto con Ta suerte del discipulo ama- do). Al final, se afiade una “segunda’” y definitiva con- clusién del Evangelio: “Este es eldiscipulo que da testimoniode todo estoy lo ha escrito; y noso- tres sabemes que su testimonio es verdadero, Muchas otras co sas hizo Jess. Si se escribieran tuna por una, pienso que ni el ‘mundo entero podria contener Ios libros que habria que escri- bir” in 21, 24-25) Junto la teoria del re dactor final que, entre otras, cosas, afiadiria el cap. 21 a modo de “apéndice”, hay también quien defiende la total insercin y pertenen cia del cap. 21 al resto del texto original, Es més, Bauc- kham argumenta que el Evangelio fue originalmen- te diseftado para ser acaba do justo donde termina en la versién que nosotros te- hemos, y que nunca existié sin la afirmacién que hace 21, 24 sobre su autoria: “Este es el discpulo que da testimo nio de todo esto-ylo ha escrita’ Este biblista que la estructura de la y te conclusiva del Evangelio es bastante coherente: un epilogo narrativo (21, 1-23) enmarcado por una concl sion dividida en dos etapas cuidadosamente disefiadas (20, 30-3: 5). {Po qué dividir la conclusién en dos partes? Estas servirian para separar la narracién del cap. 21 de la narracién principal del Evangelio, indicando asi su. estatus como un epflogo, que no es mo que un apéndice jamente afiadido. En ida en que es situa- io mis la mi do deliberadamente aparte del resto de la narracién, un epflogo deberia ser parte del Hans Burgkonair San Juan U retablo, madera, 1518) entero disefio del trabajo Enel caso de este Evangelio, 20 esta en equilibrio respecto al prélogo (1, 1-18). Este bosqueja la prehistoria de la historia del Evangelio, mientras que aquél antici pa, predice su post-histo ria, Igual que el prdlogo atrés en el tiempo hasta la reacién, el epilogo prevé la futura misién de los dis- cipulos, simbolizada por la milage focaliza especialmente los diferentes roles que Pedro y el discipulo amado van a jt gar en esa misién, El tiempo proyectado en el epflogo lle- hasta la parusfa de Jest Sus uiltimas palabras, en v. 23, son “hasta que yo vuelva que corresponden a las pri meras palabras del prélogo: ‘nel principio” (1, 1), VERSICULOS CONECTADOS La parte quizé més intere sante de la teorfa de Bauc- kham es la conexién que se aprecia entre el versiculo que muestra al discipulo estigo de la muerte de Je siis (19, 35), los versiculos que presentan al discipulo amado del que se rumorea ba que no moriria (wv. 21, 0.23) y los dos finales (20, 0-31 y 2 ). Para po der valorar esta reflexin, conviene centrarse en el texto, dejando por ahora entre paréntesis la tradicio- nal creencia de que es Juan, el discfpulo amado, quien esté junto a Maria y quien ve la muerte de Jestis y la lanzada en su costado, De este modo, avanza el dislo- go exegético. Aunque pare2- caclara la identidad entre el discfpulo que recibe a Maria (19, 26-27) y el que ve la lan- zada (19, 35),en este tiltimo ersiculo, el texto deja ocul ta la identidad del testigo: El que lo vio da testimonia y su testimonio es verdadero, y €l sabe que dice verdad, para gue también vosotros cred’ Tampoco se dice aqui que al testigo escribe su testi moni. Sin embargo, es facil apreciar la semejanza de la ultima parte de este versfcu lo ue también vosotros credis”) con el primero de los dos finales (“para que creais que Jesiis es el Cristo...” Y sobre todo, la semejanza de la primera parte (“el que bb vio da testimamio y su test- monio es verdadero") con ta segunda conclusién (“este es el discipulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio ‘es verdadero"). Y el adjetivo demastrativo “este” (hates) es importante, pues indica que se est4 hablando pre- cisamente del que se habla pocos versiculos més arriba, al que amaba Jess” (v. 20), del que se rumoreaba que no iba a morir (fr. v.23). COMPOSICION NUMERICA Podriamos también aducir un argumento que apoya la insercién del cap. 21 den- tro del entero Evangelio, proveniente del campo de Ja ret6rica, en particular con el anilisis del. mime- ro de silabas y palabras. Es evidente en otras. partes de los Evangelios el uso del significado simbélico de los nimeros para transmitir un determinado mensaje: por ejemplo, el mimero 7 en el cuarto Evangelio; o el 14, valor numérico de la pala- bra “David” en la genealo- gia de Jesucristo presente en el primer Evangelio; y también en este el uso del 5, presente en los cinco dis- cursos del Seftor que esca- onan el relato, seguidos de cinco secciones narrativas, esquema que podria evocar los cinco libros de la Ley, el Pentateuco, et. Ahora se trata de un uso algo mas sofisticado: el nii- mero de sflabas o palabras como medio para conectar frases o fragmentos, o tam- bign para destacar el sen- tido de una frase. Hay que tener en cuenta que los tex- tos biblicos participan del modo en que los antiguos estructuraban sus obras ‘Antiguos autores dan indi- caciones acerca del niime- ro de sflabas y de palabras de modo que mantenian el libro seguro de posteriores corrupciones en sucesivas copias: esto se encuentra en libros hebreos del AT (ma- sor numérica) costumbre que debié de preceder am- pliamente la segunda mited del siglo Il d.c. Pero también ese conteo de sflabas y palabras tenia tuna finalidad formal: en concreto se procuraba que Jos textos tuviesen una ade- cuada “medida” (kairts) y una adecuada “proporcién” (mmetria). Del mundo greco-romano _conocemios 72| Palabra, Novembre 2013 Aree ns el fendmeno de la esticome- tria, es decir, de la medida de los textos en base a lineas (stijo) estandar, con igual riimero de sflabas. El nime- 10 de stijo! era mencionado en los manuscritos y servia también como medida para determinar el precio del manuscrito, Desde el mo- mento que los stijoi tenfan tun igual niimero de sflabas, la sflaba era la unidad basica de conteo en este sistema. Prueba del uso de la estico- ‘metria en textos de prosa se encuentra desde el s. IV a hasta entrado el s. 1M dc. (isécrates Dionisio Halicar naso, Filén de Alejandria, Flavio Josefo, muchos pa- pros, algunos de ellos ma- nuscritos biblicos griegos y fen listas de libros canéni- cos). Fenémeno parecido es el isocolon (una frase u ora- ién, o una combinacién de frases u oraciones que esta formado por iguales cola 0 miembros), atestiguado por Aristételes, Tucidides, Isé- crates. Més tardiamente (50 a.C.) tenemos la indicacién de que componer isocola sir- ve para desarrollar una sen- sibilidad. Aunque queda por hacer una descripcién teérica de esta cuestién de la antigua retérica, parece atestigua- do el recurso a modelos de cierta sofisticacién basados en el niimero de silabas y palabras para la composi- Cidn de textos antiguos en rosa. EL PROLOGO Y EL EPILOGO EI biblista Rauckham, de acuerdo con un estudio bastante detenido realiza- do por algunos estudiosos (Menken, Sibinga, ete.), con- cluye que el ntimero de sfla- bas y/o palabras fue tenido en cuenta en la composicién de obras literarias, y que esto fue pudo ser utilizado fen varios medios culturales (semitico, helenista..), tam- a bign en obras biblicas. En concreto, argumen- ta que el autor del cuarto Evangelio pudo conectar el prélogo 1,1-18 con el cap, 21 no solo por medio de la se~ mejanza de temas tratados, sino también a través del nimero de sflabas y del ni- mero de palabras, respect vamente, EI prélogo tiene 496 sk labas, cifra que equivale al nimero triangular de 31 (la suuma de todos los ntimeros del 1 al 31) y es al mismo tiempo un nimero perfec- to (sus divisores suman ese mismo niimero). Es ademés el valor numérico de la pa- labra griega monagenés, pre~ sente en 1,14 1,18:m (40) + 0 (70) + (50) +0(70) +9 (3)~ €(5)+1 (60) +88) +s (200) = 496. La teoria de Bauckham se debilita un poco cuando propone que el evangelista asocia el prélogo al epilogo, componiendo este ltimo con 296 palabras. Pero este dato esti poco contrastado en su estudio. Un ulterior argumento que aporta este autor a favor de la conexién del capitulo 21 conel cap. 20 estaria en el hecho de que cada una de los dos fases de la conclusién del Evangelio (20, 30-31 y 21, 24-25), que encuadran el epiflogo, tiene 43 palabras, Esto aporta una inicial indicacién de que ambas deberfan ser lefdas Jjuntas y en paralelo. Aungue nos puedan pa- recer extrafas estas consi- deraciones, en el. periodo del Nuevo Testamento exis- tia una fascinacién por de- terminados tipos especiales de mimeros, incluyendo los riimeros triangulares y per fectos (estudiados por Pitd- goras), y eran usados para expresar el valor numérico de las palabras, que era fi- cilmente calculable porque todas las letras del alfabeto gtiego eran también usa- das como numerales. Esta tendencia era algo también usual en el medievo. Resul- ta interesante leer el co- mentario de Santo Tomds de Aquino al mimero 153, los peces de la pesca mila- grosa del fragmento objeto de nuestro estudio: el Aqui- nate recuerda que 153 es el niimero triangular de 17, que es a su vez la suma de 10 (el Decdlogo) més 7 (el don septenario del Espiritu Santo). PARALELISMOS Hay otros elementos -si guiendo a Bauckham- que conectan ambas conchi- siones y los hacen textos paralelos: en la primera se habla de los “signos” que hizo Jestis; en la. segunda, mas en general, de los “he- chos’, En la primera, los “discipulas” son los testigos de los signas; en la segun- da, es el “discfpulo amado” quien se hace garante de todo. En la primera se dice impersonalmente que los signos “fueron escrites", de- jando voluntariamente ve- Tada al autoria del escrito; cen la segunda se especifica que fue el disefpulo amado quien los “ha escrito”, desve~ Jando asf cual era la misién gue Jesis habia asignado al discipulo al que amaba: permanecer vivo “hasta que ‘yo [Jesis} vuelva” (v. 22) a través del escrito que narra su testimonio para todas las generaciones. En fin, dejando abierta la discusién sobre si el cap. 21 del Evangelio de Juan fue un apéndice afiadido © un epilogo compuesto desde el principio, queda clara la plena insercién del fragmento dentro del en tero Evangelio, como una pructa mas de la consis- tente unidad y canonicidad de todo el Evangelio, que fue recibido en la primiti- va Iglesia en el orden y en la extensién en que hoy lo conocemos. i

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