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Presentado por:

Eliza Stephanny Reyes Castro

Estudiante:

Licenciatura Educación Preesc.

8 Semestre

Lenguaje Y Comunicación

Docente: Diana Mena

Universidad san Buenaventura, bello Antioquia

Agosto 2017
Primeramente, este video iniciaba afirmando que de todos los seres vivos
solo uno tiene la capacidad de comunicarse mediante la palabra, y ese es
“el bebé humano”. De ahí que se diga que todos los seres humanos nacen
para hablar.

Acto seguido, grandes estudios que se han venido realizando arrojan que
los dos primeros años del bebe son un viaje lleno de exploración y alegría,
pero incluso antes de poder pronunciar una palabra, el bebé ya se
entretiene a través de la experimentación que lleva a cabo con su
comunicación, mediante ruidos, balbuceos, gestos... Es decir, escuchar e
imitar hasta que por fin domine la capacidad de articular palabras
completas.

Así mismo, el proceso de aprendizaje de la adquisición del habla comienza


mucho antes de que el bebé llegue al mundo. Estos, consideran que el feto
experimenta todo tipo de sensaciones en el útero de la madre bajo un
entorno idóneo en el cual desarrolla el sentido del oído. Así que esto le
permite estar en contacto con la lengua a pesar de aún no estar en el
mundo y por supuesto de no dominarla. A las 24 semanas el oído interno
del feto se ha desarrollado y ya puede oír sonidos, como por ejemplo el
sonido del latido del corazón de la madre y los sonidos del mundo exterior,
incluso el más fuerte de todos y hasta la voz de la madre.

En los meses siguientes el feto se familiariza con las voces de ambos


progenitores y esto es el principio
de una comunicación constante
entre el bebé y el mundo exterior.
El bebé llega al mundo preparado
para comunicarse por lo que, al
principio la mejor forma es llorar, y
con ello obtiene una respuesta
inmediata. Según los análisis Llorar
es un acto involuntario que
muestra angustia. El bebé todavía
no puede emitir otros sonidos
debido al tamaño tan pequeño de
su boca, la lengua grande y a esta
edad su laringe está muy arriba
para evitar que se ahogue, pero
aunque los lloros son involuntarios su madre responde. Es la primera forma
para los bebés de saber que los sonidos que emiten son un medio de
comunicación y que cuando lloran alguien les escucha. He aquí, la
importancia de la voz de la madre ya que es la única que los tranquiliza de
inmediato.

La investigación muestra que desde los primeros días de vida los bebés
prefieren la voz humana a cualquier otro sonido, pero lo sorprendente es lo
habituados que están al lenguaje.

Allí se realizan varios experimentos a cargo de Darwin Muir el primero era


llamado “cara inmóvil” en el que la madre se sienta frente a su hijo y le
habla. El bebé atiende y sonríe pero cuando la madre deja su cara inmóvil
el bebé emite todos los sonidos posibles en busca de comunicarse con la
madre y cuando ve que no obtiene respuesta se siente frustrado. Se
concluyó que la razón por la que el bebé se disgustaba era porque la
madre había roto el canal de comunicación sin avisar.

El segundo “cara al revés” en el cual el bebé se sienta delante de una


televisión en la cual se proyecta la imagen de la madre. Mientras ésta
mantiene comunicación con el bebé, éste sonríe, pero de repente la
imagen se da la vuelta y queda boca abajo la cara de la madre, lo que
provoca en el bebé que deje de sonreír y se impacienta, porque ya no
reconoce la cara de la madre.

El tercer experimento realizado


se denominaba “cara alegre-
triste” y consiste en poner al
bebé junto al televisor y
proyectar una imagen alegre
con voz alegre, lo que hace que
el bebé sonría, después la cara
que ve en la pantalla cambia y
pasa a ser triste con una voz
triste también, lo que hace al
bebé dejar de sonreír.

Aquí mismo, la cara que ve


muestra alegría pero intentan
acompañándola esta vez por
una voz triste, lo cual desconcierta al bebé. Concluyendo así que a una
edad muy temprana las emociones se expresan con la cara y la voz y que
ambas deben mostrar el mismo estado de ánimo.

El último experimento se llamaba “mirada fija”, el cual consistia en


mantener la mirada fija con el bebé, pero después cambia la mirada
únicamente. El bebé hace todo por llamar la atención de la madre pero al
ver que no es así se enfada. Lo cual demuestra que algo tan pequeño
como los ojos juega un papel fundamental.

Hay que tener en cuenta que el bebé tiene una capacidad innata
asombrosa para aprender cualquier idioma, de hecho se convierten en
especialistas en un idioma vinculado a una cultura concreta. Para conocer
el motivo de ello, se llevó a cabo un experimento con un bebé de 6 meses
a manos de Janet Werken denominado “ba-dá”. Consistia en colocar al
bebé delante de un juguete colorido para llamar su atención mientras de
fondo se escucha dos sonidos en una cinta, uno es “ba” y el otro es “da”.
Cuando suena el segundo, aparece un conejito iluminado y cuando suena
el primero desaparece. Posteriormente cuando vuelve a sonar el segundo,
incluso antes de que se ilumine el conejito, el bebé ya gira la mirada hacia
donde está situado. Esto significa que empieza a asociar los sonidos con
los objetos que le rodean y a distinguirlos, de ahí que se diga que a esta
edad de 6 meses sea un oyente universal.

Igualmente, este mismo


experimento se realiza con un
bebé de 10 meses el cual nunca
ha oído hablar en el idioma que
ponen los sonidos “ba-da”. De ahí
que al escucharlos muestre más
interés por el juguete que por ellos.
Esto llevó a la conclusión de que a
los 10 meses el bebé deja de ser el
oyente universal y ya no diferencia
todos los sonidos que se le
muestran.

No es que pierda su capacidad de


distinguir sonidos de otro idioma,
sino que el cerebro va clasificando
el caótico mundo de los sonidos y selecciona los de su idioma, comienza a
filtrar sonidos que el bebé no escucha en su entorno. Esto hace que el
bebé sea incapaz de distinguir sonidos de otros idiomas.

Ahora, según un experimento que realizo Patricia Kuhl llamado “exposición


al mandarín”, se leen a niños entre 9 y 10 meses cuentos en Mandarín, y
aunque nunca haya escuchado este idioma, se mantiene atento sin
perder detalle. Unas sesiones después realiza de nuevo el experimento y
permite ver que al haber escuchado Mandarín durante el período sensible
del bebé, que es cuando la mayoría de los cerebros de los niños empieza
a filtrar sonidos que forman parte de su lengua materna, por lo tanto ellos
afirman que un niño que crece con más de un idioma puede aprender los
sonidos de ambas lenguas, pero es la capacidad para producir sonidos lo
que estimula la siguiente etapa hasta llegar al habla.

Se habló también sobre la manera y tono que tenemos los adultos para
comunicarnos con los bebés. Esto es lo que se conoce como “habla infantil
o idioma infantil”. Se caracteriza fundamentalmente por el uso de un tono
cantarín, la voz más aguda y también por el uso de oraciones reducidas a
frases cortas.

Sobre esto, encontramos que cuando la madre exageraba en las palabras


alargando las vocales, el bebé de 5 meses iba haciéndose un mapa
acústico de su idioma materno y, repitiendo las palabras, su madre ayuda
al bebé a aprenderlas enfatizando las más importantes que tienen
significado. A los 9 meses se
produce el balbuceo, en el
cual tiene lugar la asociación
de sonidos y boca, que es
cuando la madre pronuncia
su nombre y el bebé escucha
y comprende. La imitación y la
repetición son la clave para
aprender un idioma. Señalar
representa un gran paso
mental para el bebé, y sobre
todo para los niños con
problemas de audición, el
acto de señalar va
estrechamente unido a la comunicación. Esto se conoce como “lenguaje
de signos”.

A los 12 meses han aprendido a interpretar expresiones faciales y gestos. Y


después del año se lleva a cabo la pronunciación de palabras completas.
Alrededor de los 18 meses el niño cuenta con un vocabulario activo entre
50 y 100 palabras pero entienden mucho más de lo que saben decir.
Según lo que arrojan algunas pruebas o experimentos realizados a niños
han demostrado que casi el 70% de las palabras son nombres de cosas
que conocen de su vida diaria. Asocian sonidos con palabras y luego con
significados. Después tiene lugar la explosión del lenguaje, que es la forma
decisiva para aprender los nombres que tienen las cosas. Luego,
mencionan mini frases de dos palabras aisladas. La imaginación florece
cuando el lenguaje llega a los juegos, su mundo interior se vuelve visible.

Ya a los 24 meses suelen usar unas 300 palabras aproximadamente y


entienden unas 1000. Se da el momento crítico para aprender un idioma y
a la hora de acostarse es cuando los niños ponen en práctica lo aprendido
durante el día repitiéndolo antes de dormir. Procesa una avalancha de
nuevas palabras y conceptos. Aquí se da la relación Sonido –Balbucear
silabas –Articular palabras aprende que puede jugar con el lenguaje.

Finalmente, después de ver este video me queda claro que el lenguaje es


la base de la comunicación del ser humano. El lenguaje empieza su
desarrollo desde el primer instante de vida cuando el bebé nos escucha
hablar y observa cómo nos comunicamos. Desde esos primeros momentos
el bebé aprende formas de
expresarse y entenderse con los
demás. Estamos creando el
vínculo de la comunicación, el
bebé puede percibir que le
hablas, que le miras, que
interactúas con él.

Las personas más cercanas a los


niños tienen una función de gran
importancia en el desarrollo del
lenguaje, la estimulación que
reciban los más pequeños va a
determinar la aparición y el ritmo del lenguaje.

Por lo tanto, es fundamental que los pequeños escuchen hablar a los que
les rodean desde el principio, antes incluso de que puedan entender el
sentido y significado de las palabras.

Vemos, que los niños que no son estimulados lingüísticamente presentan


mayor dificultad para adquirir el lenguaje.

El desarrollo del lenguaje está enmarcado dentro del proceso de desarrollo


evolutivo de las personas. Por lo tanto está dentro de unas etapas que
caracterizan los periodos evolutivos y presentan, con las lógicas
variaciones individuales, unas características generales.

Es importante que procuremos estimular las capacidades lingüísticas, de


expresión y comunicación de nuestros niños así no se verán enfrentados a
posibles retrasos o problemas en su normal desarrollo de lenguaje.

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