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Ferrán Adriá es considerado por los especialistas el mejor cocinero del mundo en la
actualidad, llamado a veces «el alquimista de la cocina». La revista norteamericana Time lo
incluyó en la lista de los 10 personajes más innovadores del mundo en el año 2004. Al año
siguiente se constituye la Cátedra Ferrán Adrià de Cultura Gastronómica y Ciencias de la
Alimentación, en la Universidad Camilo José Cela de Madrid. La Comunidad de Madrid apoya
financieramente la Cátedra a través de un convenio y a pesar de su reciente puesta en marcha,
ya ha recibido el I Premio Madrid de Gastronomía. Puede afirmarse que el catalán Ferrán Adrià
ha entrado con todos los honores en el centralismo madrileño. El día 17 de diciembre de 2007,
a propuesta del catedrático Claudi Mans, la Facultad de Química de la Universidad de
Barcelona concede a Ferran Adrià el doctorado Honoris Causa. En 2008 la Universidad de
Abeerden, en Escocia, a propuesta del profesor Christopher Fynsk, del Centro de Pensamiento
Moderno de esta institución, le distingue con el mismo título en Humanidades, comparándolo,
por su influencia, con Picasso y Miró.
Nada de todo esto es casual. Recordemos que fue el pasado mes de enero cuando RTVE
nombró a Ferrán Adrià ‘valedor-patrono’ del Canal Cultura, hace apenas cinco meses.
Televisión Española ha firmado un acuerdo con el cocinero por el cual el propietario del
restaurante El Bulli será uno de los embajadores del nuevo «Canal Cultura» que la cadena
pública pondrá en marcha en el 2010.
Ferran Adrià iniciará una gira por todo el mundo para promocionar el canal y
protagonizará un catálogo audiovisual de ocho capítulos en donde se narrará la historia del
restaurante «El Bulli» desde su nacimiento, en el año 1961, hasta la actualidad. Adriá ha
explicado que el objetivo de este acuerdo es formar parte de un «Comité de veladores«,
formado por diferentes personalidades de la Cultura, el Arte y la Ciencia, aportando a este
equipo de trabajo su «filosofía», contactos e imagen para contar a todo el mundo «que existe el
Canal Cultura» y la Cultura española.
Parte de este material es el que estamos viendo ya durante esta primavera, dentro de una
semana dedicada a la cultura y la gastronomía como expresión cultural, coincidiendo con la
promoción del Canal Cultura. También se celebrarán mesas redondas, entrevistas y un ciclo de
cine. En el mes de abril, con los materiales disponibles, se presentará el proyecto en el
MIPCOM de Cannes. En estos ochos audiovisuales participarán Alber Adrià y el co-propietario
del restaurante El Bulli, Juli Soler. La obra completa podrá verse en el Canal Cultura tras su
lanzamiento a nivel internacional.
Como vemos, el fenómeno de El Bulli y el mismo Ferrán Adriá definen un campo que
excede con mucho lo gastronómico y lo empresarial. En torno a este eje de acumulación se ha
aglutinado una masa nada despreciable de Ideas arracimadas, apiñadas, conformando
Doctrinas donde el agregado eidético se entrevera con Mitos y hasta con Conceptos extraídos
de los campos categoriales más diversos, tales como la Economía Política, la Dietética, la
Física, la Topología, el Arte, &c. Consideremos a continuación estas Ideas mediante el análisis
de la crítica filosófica.
Adriá suele repetir el lema: «búsqueda de nuevas técnicas, nuevas filosofías, nuevos
conceptos». Nada tenemos que objetar a esta alusión a la técnica dado que su oficio es el de
un artesano experto, pero creemos que donde dice: «Conceptos» debería emplear: «Ideas» y
advertimos que esta Filosofía nueva propuesta por el gran cocinero es la de un mal filósofo:
una filosofía indocta, vulgar y muy estúpida, que pasamos a analizar en sus principales
elementos.
Esta «nueva Filosofía» o «búsqueda filosófica» está hecha a partir de despojos, pecios de
viejos materiales que se han recombinado dando lugar a ese fenómeno que denominaremos
genéricamente como «Fenómeno Adriá» (a partir de ahora: FA) que supera con mucho al
individuo Ferrán Adriá Acosta nacido el 14 de mayo de 1962 en Hospitalet de Llobregat,
Barcelona. Esta symploké material que es el FA surge de los siguientes saberes de primer
grado:
1. Saberes Políticos
Estamos en la España de las autonomías posterior a la caída del Muro de Berlín (1989),
integrada en la CEE durante el mítico período de la Europa de los 12, donde se da una
apertura de fronteras intracomunitaria. Este elemento facilitador explicaría parcialmente los
viajes iniciáticos de Adriá a Francia para conocer la Alta Cocina in situ y sus principales
fautores. El Fenómeno Adriá (FA) se va gestando en el seno de la euforia de la Expo 92 en
Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona, la apoteosis del régimen Socialdemócrata del PSOE y su
modelo de sociedad del Bienestar: una España que mira a Europa con envidia y hasta
desprecio de sí, como Alfonso VI miraba al Cid. Las Hemerotecas están ahí para dar cuenta de
esta época de envidia europeísta. Esta exaltación de lo foráneo a costa de menoscabar lo
propio brota, como decimos, del «complejo de inferioridad» del español que se avergüenza de
serlo, gestado durante la transición y fomentado por la propia ideología «sociata» y «progre»,
que con estos triunfos pro-europeístas se exaltaba más a sí misma como proyecto ideológico
que como gobierno al servicio de la patria, o a la patria misma, a la que negaba el pan y la sal.
Era la época del felipismo donde no se podía estar orgulloso de ser patriota o sentirse español
sin ser mirado como un facha o un indeseable, y donde se decía: «este país» como eufemismo
del exabrupto: «España».
«Si no te gusta algo, pues no lo comas», dijo Adriá, para dar por cerrada esta polémica,
durante la presentación de los contenidos gastronómicos que incluirá el Canal Cultura, y que
empezará su emisión en el 2010, dentro de los canales de la Televisión Digital Terrestre (TDT).
«La cocina supera lo global y entra en lo multicultural» (sic!).
El FA cristaliza entre dos cotas: antes de la época de ZP, gracias a su aislamiento casi
autista durante la época felipista, que lo preserva del nepotismo sociata, y la época de Aznar
caracterizada por la pujanza económica y el liberalismo político de Estado Mínimo propugnado
por el PP del cual se benefició como institución empresarial El Bulli gracias al crecimiento
económico general y el no intervencionismo experimentado en España durante este período.
La tortilla de Adriá no se come ni se parte con un tenedor: se bebe con ayuda de una
cuchara que el refinado gourmet introducirá para coger un poquito de cada cosa: una patata
gallega, un huevo catalán, una cebolla vasca, aceite extremeño y una pizca de sal andaluza,
para darle un poco de gracia al asunto. La tortilla española (quintaesencia de la gastronomía
patria, salvavidas de excursiones colegiales, recuerdo inolvidable del recreo, entre pan y pan)
se convierte en un bebestible portátil, en zumo, en un yogur estratificado capaz de llevarse en
una cantimplora y de transportarse a Europa, a la ONU o a donde haga falta.
2. Saberes religiosos
Esta mala yerba irracionalista crece a través de las junturas de las baldosas fragmentadas
y hasta arruinadas a causa de la crisis de las doctrinas teológicas de la Iglesia Católica. Esta
maleza se hace hegemónica al no encontrar la tradicional limitación eclesial; asistimos al
neochamanismo psicodélico, el resurgir de las sectas tribales, las comunidades étnicas y
religiosas prepolíticas, la proliferación de la figura del gurú, la «hochiminnización» de los líderes
mediáticos como semihéroes o héroes enteros (Elvis, Morrison...), creencia en las religiones
mistéricas y herméticas, en el fenómeno de la Iluminación, Mito posmoderno del moderno Mito
del Ilustrado o del premoderno Mito del Alumbrado, y otras irracionalidades que cunden cuando
se rompe la represa racional de esa barrera social antimítica que era la Inquisición, junto al
desmoronamiento de la Iglesia católica y su influencia en la sociedad mediante el culto, la
homilética, la catequética y la formación permanente, en estructuras comunitarias
jerárquicamente definidas mediante normas públicas en relación dialéctica, no armonista, con
los Estados realmente existentes. La extensión de los mercados en los años 60, como germen
del mercado globalizado, fomenta el orientalismo y las supersticiones pre-teológicas asiáticas,
que son asimiladas ampliamente por la sociedad del mercado global, del ocio posindustrial y su
mercadotecnia religiosa, a través de las Terapias Psicológicas de diferente jaez.
3. Saberes artísticos
Adriá y su entorno emplean «Concepto» como herramienta teórica desde esta perspectiva
propia de la Izquierda Indefinida canalizada a través de la actividad artística. Los antecedentes
dramatúrgicos de El Bulli como modelo estético hay que rastrearlos en el Ready-made, las
Instalaciones, el Action painting, la Performance, el Happening, el Eat, Body o Pop art, tal como
se han «popularizado» como tópicos en el cuerpo social.
En el FA se reversionan una vez más Mitos dependientes del Mito de la Cultura, tales
como el Mito de la «Obra Absoluta» o «la Educación Estética del Pueblo», «la Escultura
Social», «el Concepto de Arte ampliado» o la «Obra de arte total», que pretendería la
transformación de la sociedad aunando economía, política y arte no mediante la «ingeniería
social» tecnocrática de Veblen o el «constructivismo soviético» de Tatlin sino mediante una
«plástica social» emotivista o liberaloide, ideología iniciada en el Romanticismo y llevada a su
máxima expresión por el dramaturgo Schiller, el músico Wagner y de forma más completa por
el pintor Adolf Hitler y su equipo base (el ideólogo Joseph Goebbels, los arquitectos Albert
Speer, Rudolf Wolters o Hermann Giesler, el taller de escultores de Arno Breker, los
empresarios del Ruhr o la cineasta Leni Riefenstahl y un larguísimo etcétera). Dados estos
antecedentes históricos, el Mito del «Arte redentor» sólo sería recuperado medio siglo después
en el régimen socialdemócrata de la Izquierda Indefinida por autores como Joseph Beuys,
influido precisamente por el krausismo teosófico de Rudolf Steiner, y hoy por Ferrán Adriá
durante el Régimen de ZP (formando equipo con el Canal Cultura de la TDT de RTVE, la
Cámara de Comercio, el ICEX, &c.).
Adrià comparó su cocina de vanguardia con una «representación» o con «ir a la ópera»
en donde 60 empleados trabajan para 50 comensales. «Los platos que yo creo, fuera de El
Bulli, no son nada, o son otra cosa, por eso, hay que sentir la experiencia completa», advirtió
Adriá{3}.
Para el artista Richard Hamilton, cliente de El Bulli desde el año 1963 y autor del prólogo
del libro Comer para Pensar, Pensar para Comer, la cocina de Adriá se asemeja a «pequeñas
piezas de arte» en donde la comida adquiere «calidad poética». «Comer allí es tan un acto tan
exquisito como una buena lectura», confesó.
A este respecto, Adriá participó en la 12 Documenta de Kassell, 2007, los Juegos
Olímpicos del arte de vanguardia. Su intervención consistió en convertir El Bulli en el pabellón
G de la Documenta, lo que constituye una respuesta a la contextualización del mundo de la
cocina de vanguardia en el mundo del arte. La Documenta es la cuna del arte neoconceptual
más exacerbado, que hace pasar la transvanguardia de Benito Oliva por hiperconservadora. En
las intervenciones de Adriá justificando su presencia en la Documenta resonaban tópicos
artísticos del tipo: «Todo hombre es un artista» (Beuys) o «Arte es lo que el artista dice que es
arte. Lo que el artista escupe es arte si el artista así lo decide» (Schwitters). Adriá se defendía
de las críticas diciendo: «no soy Picasso ni lo pretendo, pero ¿qué es arte en estos tiempos?»,
comenta. «Mucha gente se dirige a mí como si tuviera que excusarme por participar en la
Documenta. Pues no. No me excuso.» Este «voluntarismo irracionalista misológico» que
renuncia a reflexionar críticamente sobre el arte se basa en el descanso de los artistas en la
mercantilización del arte y la especulación financiera en torno a la obra que circula entre los
galeristas y sus productores. Este fideísmo descansa en la renuncia a pensar por parte de
aquellos que se benefician de ese sector económico que es la industria y especulación
artísticas. «Tengo el ego cubierto, aconsejo a 15 multinacionales, tengo dinero, pero no deseo
signos externos de riqueza. Comprendo que haya gente que se moleste. Sé que es duro que
inviten a un cocinero a la Documenta. Pero, ¿qué es arte? No lo sé. Si a esto que hago quieren
llamarlo arte, muy bien. Si no, también. Eso no depende de mí. De mí depende reflexionar,
profundizar en lo que hago y exponerme a nuevas experiencias, como ésta.» El «creador
insipiente» se limita a crear sin pensar en el sector de coleccionistas, marchantes, galeristas,
especuladores, gestores de museos estatales o privados, que le alimenta o incluso enriquece,
lo mismo que el fanático religioso no piensa sino que delega esta tarea en los «Teólogos que
tiene la Iglesia» volcándose de lleno a practicar la caridad o el comunista militante que delega
la reflexión en la cúpula del partido consagrando todo el tiempo disponible a la tarea de
propiciar el advenimiento de la sociedad comunista sin clases. Adriá advirtió numerosas veces
que él no era el cocinero de la Documenta (el encargado del buffet o cattering), cosa que no
dijo cuando «creó artísticamente», junto a Juan Mari Arzak, el menú de cena de gala ofrecida a
las familias reales del mundo, la noche anterior al enlace del Príncipe Felipe y Doña Letizia. El
genial innovador de la cocina ha incidido en el debate universal acerca de si lo suyo es arte o
no: «al final, el visitante decide qué es arte y qué no lo es.» La cuestión ha quedado saldada
hace tiempo: «La pregunta de qué es arte y qué no lo es dejó de tener importancia hace
tiempo.»
4. Saberes científicos
Debemos consignar en este apartado el desarrollo de las ciencias cognitivas, y ciertos
tópicos surgidos de ellas in media res y en confluencia con otros saberes (fundamentalmente
religiosos, filosóficos y artísticos), que conforman una «Filosofía flotante» que confluye con las
áreas doctrinales y mitológicas de estos otros saberes y sus Ideas aureolares. Son, a saber, los
siguientes: El «Insight» o «Einsicht» (conocimiento subitáneo) de la psicología gestaltista para
explicar el aprendizaje de los simios como simios pre-artistas a fin de evitar el neolamarkismo
al introducir el conocimiento en la teoría de la evolución desde una perspectiva estrictamente
darwinista (como el Mito de los memes de Dawkins), aunque tal vez no heterodoxa, como sí lo
será el «Efecto Baldwin». En la misma línea, la «Abducción» de Peirce, como instinto creativo
(el Mito de la chispa prometeica en la mente creadora), como una mala reversión de la Doctrina
del Intelecto Agente astral y cuasi-divino que incide sobre el intelecto paciente sublunar
netamente humano. En esta interpretación mítica influyó, sin duda, la rehabilitación de la
Verdad como «Aletheia» en la versión ofrecida por Hölderling o Heidegger, influida también por
la teoría de la intuición de ese teórico de la Evolución que fue Bergson. Esta «Filosofía
Flotante» se mezcla con Ideas venidas de saberes artísticos y empresariales tales como el Mito
del genio creativo, subordinado al Mito de la Cultura (Kant, Schopenhauer, Románticos, Schiller
de manera eminente), donde el artista aparece como «ungido» por la Verdad mediante el
numen inspirador que se manifiesta a través suyo en un neomanismo posmoderno (vates,
profetas, sibilas en trance, oráculos, mediums). Los eslabones de este Mito se encadenan a su
vez con los eslabones de ese Mito tangencial que se da en el FA, dado su aspecto técnico: el
Mito alquímico (la búsqueda demiúrgica de la piedra filosofal en el taller por parte del genio
marginado, incomprendido, extravagante y loco) como Mito explicativo de ese período de
incubación antecedente del «Insight» gestaltista. Esta Iluminación atemática convierte al artista
en una «antena receptora» y hay que asimilarla al sentimentalismo pietista (emotivismo
individualista, hedonismo, sensismo, o egoísmo estético) de Schleiermacher (y su organo
teoreceptor), los Alumbrados, la mística salvaje, asilvestrada, como campo todavía no roturado
ni cultivado todavía por la cultura racional Teológica de las religiones terciarias. Aunque sea
extenso merece la pena leer un texto del propio Adriá:
«La Idea del plato: a menudo me han preguntado de dónde proceden mis ideas. Mi equipo y yo
solemos perseguirlas de dos modos distintos. En primer lugar podemos optar por buscar una
nueva idea leyendo, estudiando, hablando de temas relacionados con la cocina, etc. Se trata de
un ejercicio mental mediante el cual pretendemos que las nuevas ideas vayan fluyendo. Como
todo ejercicio, parece difícil al principio, pero una vez más el entrenamiento es básico para
agilizar el proceso; por otro lado, el sistema de asociación que desarrollamos hace siete años
(ver mi libro El sabor del Mediterráneo) constituye una ayuda inestimable. Al iniciar esta
explicación he utilizado la expresión «perseguir una idea». El otro método por el que se obtienen
las ideas me hace pensar que en ocasiones son ellas las que nos persiguen. Efectivamente, a
veces sucede que en un momento de inspiración, de suerte, mientras se está contemplando algo
completamente distinto, o se piensa en otra cosa, o se habla distendidamente, la idea aparece
como por arte de magia, y uno la reconoce al instante. Existen dos categorías de ideas. Una de
ellas merece este sustantivo con todas las de la ley: es lo que podríamos denominar la idea
principal, la que nos permite empezar un plato. Posteriormente aparecen las ideas que
contribuyen al desarrollo y acabado de la creación, que en algunos casos están preconcebidas y
en otros van surgiendo a medida que se avanza en el proceso. Para el resultado final, unas y
otras son igualmente importantes. En definitiva, no importa cómo se hayan producido, pero si
uno está siempre alerta y con los cinco sentidos concentrados en lo que hace, es decir,
trabajando, las posibilidades de dar con algo que merezca la pena se multiplican.
La chispa: Hasta este punto hemos hablado de creatividad como algo frío y casi científico, es
decir, como si todo lo relacionado con la creación humana pudiera expresarse mediante las
palabras. Sin embargo, existe un elemento que no se aprende en ninguna institución del mundo.
Es intangible, etéreo, inexplicable; es la magia, la chispa, la sensibilidad que pone en práctica el
cocinero para desarrollar la idea de un plato.
Aunque podamos establecer que existe una técnica que el creador utiliza a la hora de crear,
nada explica ese factor que se produce en los momentos mágicos y que nos indica en qué punto
preciso debemos detenernos o qué producto concreto utilizaremos. Estos instantes se producen
cuando toda la sensibilidad del cocinero se encuentra concentrada en lo que hace. Pero, como
suelo decir a las personas que acuden a mis cursos, no es necesario extenderse en este tema,
pues en cocina se puede enseñar todo menos la chispa.»
5. Saberes filosóficos
Esta deconstrucción es una metábasis que lleva al límite el reísmo clásico y moderno y
desustancializa la noción de cosa. 1994 es para El Bulli el año de las «espumas» (durante un
tiempo se le conoció como «el cocinero del sifón»), las técnicas degustativas del «buñuelo de
humo», que es comer literalmente aire (la receta: «ostras con aire de zanahoria»), los platos
deconstruidos, &c.{4}
«Adrià es comparado muchas veces con los grandes artistas españoles del siglo XX: Picasso,
por ejemplo, o Dalí. Esas alabanzas son oportunas, dada la creatividad extraordinariamente
lúdica que ha mostrado en su método de cocina deconstructiva. El calificativo de genio
artístico debe emplearse en su plena acepción si queremos atenernos a la verdad porque la obra
de Ferrán Adrià representa todo un acontecimiento ya que altera los parámetros incluso del
dominio del arte. La palabra 'deconstrucción' procede de la filosofía, y esta Universidad, al
premiar los logros de Ferrán Adrià, no tiene ningún reparo en reconocer que se trata de un
acontecimiento excepcional para el pensamiento moderno. En todo lo que ha emprendido como
artista, como científico, como empresario, y también como chef, Ferrán Adrià siempre ha ejercido
la más brillante reflexión crítica. Adrià nos ha invitado, con su legendaria hospitalidad, a
replantearnos nuestras formas de vida desde la base de los ingredientes más elementales de
nuestra comida. Ha llevado el significado mismo de creatividad a nuevos niveles y ha invitado al
mundo académico a actuar en reciprocidad. Una respuesta adecuada sería establecer nuevos
vínculos entre la humanidades, las artes y las ciencias.»
Esperemos que esta profecía quede sólo en eso.
Conclusión
Repetimos que este artículo es un análisis del FA, no del individuo Adriá, en cuanto aquel
trasciende a éste. Incluso reiteramos que nuestro juicio axiológico del individuo Adriá es muy
favorable. En muchos aspectos valoramos su persona como honorable. Como empresario ha
demostrado ser excepcional. Como artesano cocinero no podemos formarnos un juicio
valorativo sobre él, dado que no sabemos casi nada de gastronomía. Sin embargo, hacía falta
examinar los presupuestos de este fenómeno que supera al hombre y al empresario, aunque
dicho fenómeno haya sido secretado parcialmente junto a estas instancias concomitantes, y
muchas otras.
Este FA, surgido del núcleo de El Bulli se está convirtiendo en una fuerza social influyente.
Se le hace embajador de la Cultura en TV, y según el lema de la Televisión formal, si «todo lo
que hay en la televisión es todo lo que hay en la realidad», significa que la plataforma del FA
encaja con la plataforma ideológica actual que controla el Ente Público, que no es otra que la
ideología de ZP (Pensamiento Alicia, Felicidad Canalla, Pedagogismo posmoderno). Todo este
movimiento social, este agasajo de las Facultades, las Cátedras, el doctorado Honoris Causa,
es parte del marketing de la «nueva España molona de la ceja», un caso de autobombo, el
pedestal que la nueva ideología se levanta a sí misma. El FA es publicidad y escaparate de la
neoespaña de la Izquierda Indefinida y la Nueva derecha europea (Gallardon, el Rajoy posterior
a 2008...).
Siguiendo la Teoría de las capas de una institución, la publicidad dada a Adriá para que
Adriá dé publicidad a España, nos hace pensar que esa reconstrucción de la capa basal
mediante el actual «Plan E(ñe)» del gobierno de ZP tras el estallido de la burbuja inmobiliaria
busca una salida a la crisis del ladrillo y del sector de la construcción, mediante el imperio
comercial de la hostelería, que va en la misma trayectoria de la especialización asignada a
España en el reparto de competencias de la CEE desde hace décadas. Porque, en efecto, a los
españoles se nos ha asignado en el mercado común europeo el privilegio de ser los camareros
de Europa. En el EEES caemos frente al poderoso eje francés y alemán. Si fuera cierta nuestra
hipótesis, España estaría asumiendo un papel de vagón y no de locomotora. Los actuales
planes de estudio se orientan a masificar carreras como ADE, se abren por doquier facultades
de hostelería, enología, &c. Decae en el bachillerato la presencia de las ciencias
experimentales. Asistimos a una pérdida alarmante de competitividad en investigación y en las
ingenierías. El prestigio de nuestras universidades politécnicas se pone en entredicho y pierden
relevancia en el conjunto de la universidad por la existencia de los «cursos 0» o las notas de
corte situadas al mínimo, &c. Todo esto nos hace vulnerables dada la incapacidad de competir
con los alemanes y franceses en el concurso de la obra pública internacional. Frente a esta
impotencia española de la ingeniería pesada, se invierte en la ingeniería liviana de «energías
renovables», que es como jugar en tercera división dentro del panorama actual de la Economía
Política.
Todo esto nos hace pensar en el FA, vendido a bombo y platillo a los españoles para
luego vendérselo a los extranjeros, como un posible intento del programa económico de ZP, de
reconstruir la capa basal de España mediante el sector terciario o de servicios, para convertir
aún más España en lugar de retiro de los jubilados extranjeros, o mega-parque de atracciones
(la España de los San Fermines) para los universitarios americanos y europeos de alto poder
adquisitivo, el turismo de lujo... El FA se agregaría a otros fenómenos mediáticos similares
(Almodovar, Amenábar, Pé, Jesús Calleja, Gasol, Nadal, espero no dejarme a nadie), pero
dentro de un programa más ambicioso: el «Made in Spain» o «By Spain»: colonizar el mundo
con bares de Tapas de Alta cocina, dar imagen internacional con las cafeterías de los
aeropuertos, y otras genialidades. El FA sería el buque insignia de ese ambicioso programa
regeneracionista de la economía española que es el «Plan E(ñe)». Sin embargo, sustituir la
industria de la construcción ya agotada por la industria de la hostelería como motor económico
del país, sería hipotecar todavía más el futuro de España, dando otro paso hacia esa condena
de convertirnos en las chachas y las chicas de servir de los grandes imperios europeos y
norteamericano. Alemania, Francia, EEUU nos elogian como los Condes elogiaban a Sancho
Panza cuando creía gobernar con arte su Ínsula Barataria. ¿Qué Quijote nos librará de esta
despreciable Altisidora? Ciertamente, no va a ser este «Fénix de los ingenios» llamado Ferrán
Adriá quien lo haga. Que Dios nos pille confesados si alguien lo cree así.
Notas
{1} El presente examen crítico arranca de esta miniserie de tres episodios que se puede ver en:
http://www.esebertus.com/blog/tag/el-bulli/
{2} Jorge Casesmeiro Roger, «Sobre la deconstrucción española, (una aproximación
gastronómico-sentimental)», El Catoblepas, número 27, mayo 2004, pág. 16.
http://nodulo.org/ec/2004/n027p16.htm
{3} Para su concepción litúrgica de la gastronomía leer sus propios escritos en:
http://www.delbuencomer.com.ar/index_archivos/ferranadriareflexiones.htm
{4} Interesante para la relación entre Filosofía posmoderna y el FA resulta leer el artículo de
Antonio Martínez, Ferrán Adriá, ¿artista o farsante?, en El Manifiesto.com, 5 de junio de
2008.
http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2303