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Libro Primero[editar]

Empieza con el triunvirato que formaron tres españoles para ganar el imperio de los incas, a
quienes la historia los conoce como los tres socios de la conquista: Francisco zarro, ego de
Amargo y Henado de Luqu. Se relatan las duras faenas que sufrieron durante los viajes de
exploración por las costas tropicales, el episodio célebre de los Trece de la Famaen la isla del Gallo,
la llegada a la ciudad de Tumbes del artillero Pedro de Candía, donde protagonizó el milagro de
amansar a un león (puma) que los indios le arrojaron. Luego se produce el viaje de Francisco Pizarro
a España para entrevistarse con el emperador Carlos V, donde acuerda la capitulación de Toledo,
retornando a América para emprender su tercer viaje hacia el Perú. Se despliegan enseguida todos
los episodios importantes de los inicios de la conquista: el combate contra los naturales de la isla de
la Puná, el desembarco en Tumbes, la fundación de San Miguel de Piura y la marcha
hacia Cajamarca, en cuyo trayecto se encuentran con una embajada del inca Atahualpa.
Luego Hernando Pizarro y a Hernando de Soto se entrevistan con el mismo inca en los baños
cercanos a Cajamarca. Siguiendo lo acordado allí, el inca y su séquito entran a la plaza de
Cajamarca, donde le sale el encuentro el cura Vicente de Valverde y el intérprete Felipillo. Citando
la obra (perdida) del padre Blas Valera, Garcilaso intenta desmentir las versiones tradicionales de
este episodio. El Inca nunca arrojó la Biblia al suelo durante el requerimiento ni vociferó contra los
españoles, sino que insistió en que le dieran razones para someterse al emperador Carlos V y
convertirse a la fe cristiana, pero por no lograrse una cabal traducción surgió el malentendido. Los
españoles atacan desatando una masacre de indios. Atahualpa es capturado y tomado prisionero;
en tal situación ofrece un crecido rescate para lograr su libertad. Hernando Pizarro viaja
a Pachacámac a fin de apresurar el envío del oro. El inca Huáscar, cautivo en manos de los
atahualpistas, se encuentra en un camino andino con dos exploradores españoles, a quienes pide
infructuosamente que lo liberen; poco después los españoles se enteran de su muerte,
presumiblemente realizada por orden de Atahualpa, a fin de que no se entendiera con ellos.
Almagro llega a Cajamarca y apoya la eliminación del inca Atahualpa. Los españoles apresuran el
reparto del rescate, a pesar de no haberse reunido la cantidad prometida. Se inicia un inicuo
proceso contra Atahualpa, a quien se le acusa, entre otros cargos, de polígamo, idólatra, incestuoso
y asesino de su hermano, así como de tramar un ataque de indios contra los españoles. Se le
condena a muerte, siendo estrangulado en la plaza de Cajamarca. Finaliza el libro destacándose la
lealtad inquebrantable que algunos indios tuvieron hacia los españoles, en agradecimiento de
favores recibidos.
Libro Segundo[editar]
Empieza con el arribo al Perú del adelantado Pedro de Alvarado, quien desde Quito pretende
participar en la conquista del imperio inca. Con él viene el capitán Sebastián Garcilaso de la
Vega que luego se unirá a una princesa inca, Isabel Chimpu Ocllo, de cuya unión nacerá el Inca
Garcilaso. Se mencionan las crueldades del general quiteño Rumiñahui, antiguo lugarteniente de
Atahualpa, y la resistencia del maese de campo Quízquiz, otro lugarteniente del mismo, quien atacó
a la retaguardia española que iba camino al Cuzco, y apresó a un grupo de soldados españoles,
entre los que estaban Francisco de Chaves y el escribano Sancho de Cuellar; este último fue
estrangulado en Cajamarca, en una parodia que hicieron los indios de la muerte de Atahualpa.
Chaves hizo un tratado o pacto de amistad con Tito Atauchi, hermano de Manco Inca, pero este
acuerdo no fue respetado por Pizarro. Los españoles continúan su marcha al Cuzco, a la que
someten al saqueo. Almagro y Alvarado se entrevistan en Quito y llegan a un acuerdo, por el cual el
segundo, a cambio de una crecida suma, cede su ejército al primero. Es fundada la Ciudad de los
Reyes o Lima, situada en la costa central del Perú y designada para ser la capital de la gobernación
de Pizarro. Se funda también Trujillo, en la costa norte del Perú. Se relata la muerte de Alvarado en
México, así como la de Quízquiz, a manos de sus propios subordinados. Almagro emprende
la expedición a Chile pero tras una penosa marcha a través del desierto retorna al Perú.
Simultáneamente se produce el levantamiento de Manco Inca y el cerco del Cuzco, donde unos 200
españoles auxiliados por miles de indios cañaris y chachapoyas resisten animosamente. Se
mencionan los milagros que supuestamente Dios obró en favor de los cristianos. El autor cita a
testigos que vieron aparecer a Santiago Apóstol y a la Virgen María, alentando a los hispánicos y
desmoralizando a los indios. Se relata también el duelo singular entre un guerrero inca y un indio
cañari: este último logra el triunfo y corta la cabeza a su rival, que convierte en trofeo. La Ciudad de
los Reyes es también sitiada por las tropas incaicas, pero logra resistir. Finaliza también el cerco del
Cuzco y Manco Inca se retira voluntariamente hacia Vilcabamba. Se relata el origen de las guerras
civiles entre los conquistadores, explicada por la disputa entre almagristas y pizarristas por la
posesión del Cuzco. Pizarro envía refuerzos al Cuzco al mando de Alonso de Alvarado, quien es
derrotado por Almagro en la batalla del río de Abancay. Se producen nuevos acuerdos y
desacuerdos entre Pizarro y Almagro. Se reanuda la guerra que culmina con la derrota de los
almagristas en la sangrienta batalla de las Salinas. Almagro es tomado prisionero y ejecutado. El
almagrista Diego de Alvarado parte hacia España, donde denuncia a los Pizarro por la muerte de
Almagro. Hernando Pizarro arriba también a España y sufre allí una larga prisión, en el castillo de La
Mota, a consecuencia de la denuncia de Alvarado.
Libro Tercero[editar]
Empieza con la conquista de los Charcas, en la actual Bolivia. Luego, se narra la partida de Gonzalo
Pizarro a la conquista del país de la Canela y las grandes penalidades que pasó, así como la traición
de su lugarteniente Francisco de Orellana quien abandona a Gonzalo y descubre el río Amazonas.
Los almagristas se conjuran contra el marqués Francisco Pizarro, a quien asesinan en su palacio de
Lima. Diego de Almagro el Mozo es proclamado gobernador del Perú. Llega al Perú el
licenciado Cristóbal Vaca de Castro, representante del rey, con el encargo de asumir la gobernación
y apaciguar al país. Se desata la segunda guerra civil entre los conquistadores. Se hacen largas
descripciones de los movimientos de ambos ejércitos. Los capitanes García de Alvarado y Cristóbal
de Sotelo se disputan el mando del ejército almagrista; finalmente Almagro se hace del mando
total. Se libra la batalla de Chupas, cerca de Huamanga, donde Vaca de Castro vence a Almagro. Allí
muere el artillero Pedro de Candía, a manos del mismo Almagro, quien lo acusa de traidor. Gonzalo
Pizarro vuelve a Quito. Almagro el Mozo es capturado y ejecutado. En la corte de España se dan
las Leyes Nuevas para los dos imperios hispanoamericanos, México y Perú, las mismas que disponen
la derogación de las encomiendas, lo que naturalmente causa rechazo entre los conquistadores.
Pero mientras que en México por la prudencia y buen juicio de su visitador se suspende el
cumplimiento de dichas leyes, en el Perú la intransigencia del virrey Blasco Núñez Vela desatará la
rebelión de los encomenderos.
Libro Cuarto[editar]
Comienza con la llegada del virrey Blasco Núñez Vela, quien desde Panamá se embarca al Perú,
demostrando desde un comienzo su propósito inquebrantable de hacer cumplir de manera estricta
las Leyes Nuevas. Es recibido en Lima, donde instala la primera Real Audiencia de Lima, presidida
por el mismo e integrada por cuatro oidores. Se inician las disputas entre el virrey y los oidores. Por
esa misma época muere el príncipe Manco Inca en las ásperas montañas de Vilcabamba, a manos
de unos almagristas a los que había dado refugio. Gonzalo Pizarro es elegido por los encomenderos
procurador general y desde el Cuzco marcha hacia Lima. Por su parte, el virrey reúne gente de
guerra, elige capitanes y prende a Vaca de Castro, su antecesor en el gobierno. El descrédito del
virrey llega a su cumbre cuando asesina con sus propias manos al factor Illán Suárez de Carbajal, a
quien acusó sin pruebas de traición. Los oidores se complotan a favor de Gonzalo y apresan al
virrey, a quien embarcan de regreso a España. Pizarro ingresa a Lima y es proclamado gobernador
del Perú. El oidor Diego Vásquez de Cepeda se convierte en su más fanático partidario. En su
comitiva figura el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, padre del inca historiador, a decir de éste
obligado a la fuerza a sumarse a la rebelión luego de permanecer escondido de la furia de Francisco
de Carvajal. En alta mar, el virrey se libra de sus custodios y desembarca en Tumbes, marchando a
Quito para levantar fuerzas. Estalla la guerra entre los partidarios del virrey (realistas) y los de
Gonzalo (rebeldes, gonzalistas o pizarristas). Se relatan las marchas y contramarchas de la campaña
de Quito. El lugarteniente de Gonzalo, Francisco de Carvajal, es enviado al sur para combatir al
capitán realista Diego Centeno a quien pone en fuga y lo obliga a esconderse en una cueva en las
serranías. Las historias crueles y los dichos sarcásticos de Carvajal, conocido como el “Demonio de
los Andes”, conforman nutridas páginas a lo largo de este libro y del siguiente. Por su parte Gonzalo
derrota al virrey en la batalla de Quito. El virrey queda malherido en el campo de batalla, y es
decapitado por un esclavo negro a órdenes del licenciado Benito Suárez de Carbajal, quien venga
así la muerte de su hermano Illán.
Libro Quinto[editar]
Empieza con la elección del licenciado Pedro de la Gasca para que se encargase de la pacificación
del Perú, quien parte de España sin llevar ejércitos, sino solo poderes extensos que le dio el mismo
emperador para castigar y perdonar. Las leyes nuevas fueron derogadas y se ofreció el perdón a los
rebeldes a cambio de volver a la fidelidad hacia la Corona. Gasca llega a Tierra Firme, y luego de
pasar por Santa Marta y Nombre de Dios, llega a Panamá sin mayor contratiempo. Es conocido con
el título de Presidente. Su primer éxito es lograr la deserción de la armada de Gonzalo Pizarro al
mando del almirante Pedro de Hinojosa. Luego se embarca al Perú. Diego Centeno sale de su
refugio y toma la ciudad del Cuzco. Gasca envía a Lorenzo de Aldana con cuatro navíos a la Ciudad
de los Reyes a Lima. Muchos hombres de Gonzalo desertan de su causa y se suman a Gasca, quien
instala su campamento en Jauja. Gonzalo se retira a Arequipa y junto con Carvajal abre campaña
contra Centeno en el altiplano, cerca del lago Titicaca. Diego Centeno le sale al encuentro y se libra
la batalla de Huarina. Gracias a la arcabucería hábilmente dirigida por Carvajal, Gonzalo logra un
triunfo espléndido e inesperado. En esa batalla el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega cedió su
caballo Salinillas a un herido y fugitivo Gonzalo, que hasta ese momento se consideraba en derrota,
ayuda que aparentemente trastocó el resultado de la batalla, pero el inca Garcilaso se encarga de
refutar esa aseveración. Pese a este triunfo, las fuerzas de Gonzalo continúan mermando y
finalmente se encuentran con Gasca y su ejército en la batalla de Sacsahuana, librada cerca del
Cuzco. No hubo allí en realidad batalla sino un desbande de las fuerzas de Gonzalo que se pasaron a
las de Gasca; a la cabeza de los desertores iba el padre de Garcilaso, quien se rehabilita de esa
manera, aunque se le apodará desde entonces como “el leal de tres horas”. Gonzalo, Carvajal y
otros capitanes rebeldes son capturados, procesados y ejecutados. Las cabezas de Gonzalo y
Carvajal son expuestas en la plaza de armas de Lima, mientras que los miembros descuartizados de
Carvajal se colocan a lo largo de los caminos del Cuzco, los cuales los ve Garcilaso, entonces niño de
10 años, quien cuenta que uno de sus compañeros de escuela tocó una de las piernas de Carvajal,
hasta hundir en ella todo el dedo, a raíz de lo cual este se le infectó. El niño enfermó gravemente,
ennegreciéndosele todo el brazo, pero logró sanar al cabo de unos meses.
Libro Sexto[editar]
Empieza con los castigos aplicados a los partidarios de Gonzalo Pizarro; unos fueron azotados y
arrastrados por el campo tirados por llamas, ante el escándalo de los indios que no imaginaban que
entre españoles se dieran esas humillaciones; otros fueron desterrados y enviados a galeras. El
presidente Gasca hizo un reparto general de encomiendas de los indios, pero no contentó a nadie
pues unos reclamaron por recibir poco, mientras que otros no recibieron nada. Se relata la muerte
desgraciada de Diego Centeno y la paciencia de Gasca con los soldados insolentes, uno de los cuales
se burla de su bonete de eclesiástico; así como una risueña historia de unos galeotes que fueron
llevados a España bajo custodia de Rodrigo Niño, pero que se escaparon todos en el camino, a
excepción de uno, que no se quiso desprender de su custodio. A España es enviado también el
oidor Cepeda, para responder ante la justicia por su apoyo a Gonzalo, pero resulta envenenado en
prisión por sus propios familiares para evitar que manchara el apellido con la deshonrosa sentencia
de traidor. Gasca emprende el retorno a España y llega a Panamá custodiando un fabuloso
cargamento de más de un millón y medio de oro y plata para la Corona. Se produce por entonces la
rebelión de los hermanos Contreras en Centroamérica, los cuales se apoderan de aquel tesoro, el
mismo que es felizmente recuperado. Gasca continúa su viaje a España, donde es premiado con un
obispado. En el Perú, donde la Real Audiencia asume el gobierno, se produce la primera rebelión
de Francisco Hernández Girón en el Cuzco, que es debelada rápidamente. Poco después llega el
nuevo virrey, Antonio de Mendoza, ya anciano y que muere al poco tiempo. El descontento de los
encomenderos, esta vez por la noticia de que se aboliría el servicio personal de los indios, se
manifiesta violentamente en alzamientos sucedidos en el Cuzco y en Charcas, esta última zona
donde ya se explotan los ricos yacimientos argentíferos de Potosí. Se produce la rebelión
de Sebastián de Castilla en la villa de La Plata, cuyo corregidor, el general Pedro de Hinojosa, es
asesinado por lo alzados. Desde el Cuzco, Alonso de Alvarado marcha a debelar esta sublevación;
poco después el mismo Sebastián muere a manos de los suyos. Alvarado logra pacificar finalmente
toda la región.
Libro Séptimo[editar]
Este libro trata íntegramente sobre la gran rebelión de Francisco Hernández Girón, que fue la
segunda gran rebelión de los encomenderos, que enfrentaron esta vez al gobierno de la Real
Audiencia de Lima. El alzamiento se produjo en el Cuzco, durante las bodas de Alfonso de Loayza
(reunión que había congregado a los vecinos importantes del Cuzco, entre ellos el padre de
Garcilaso). Girón, a la cabeza de los suyos, entró en la mansión, desatando el pánico. Garcilaso,
entonces un adolescente, fue testigo de este episodio y ayudó a su padre a huir por los tejados de
la casa (13 de noviembre de 1553). Pronto los rebeldes controlaron la ciudad y persiguieron a los
principales vecinos que no quisieron apoyarlos. Girón se proclama Procurador General y Capitán
General del Perú, nombra a capitanes de guerra y baja a la costa, donde vence al ejército de la
Audiencia en Villacurí (cerca de Ica). El mariscal Alonso de Alvarado, leal a la Corona, parte con
ejército en busca de Girón. Ambos se enfrentan en la batalla de Chuquinca, que el mariscal perdió,
por lo que entró en una profunda melancolía que lo llevó a la muerte tiempo después. Girón envía a
sus lugartenientes a saquear a diversos lugares del Perú. Los oidores salen a perseguir a los
rebeldes y dan el mando de su ejército al general Pablo de Meneses. Girón se traslada hacia
el altiplano andino y obliga a los indios a trasladar las piezas de artillería en hombros. Llega
a Pucará donde se atrinchera en una vieja fortaleza. Se libra la batalla de Pucará. Girón es derrotado
y huye, pero es capturado y llevado a Lima, donde lo ejecutan. Su cabeza es puesta en una jaula en
la picota de la plaza principal, junto a las calaveras de Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal.
Tiempo después los tres cráneos serían robados.
Libro Octavo[editar]
Empieza con la descripción de una celebración de la fiesta del Santísimo Sacramento en la ciudad
del Cuzco donde participan indios y españoles. En ella se produce un incidente protagonizado por
unos nobles cuzqueños, quienes se abalanzan contra Francisco Chillchi Cañari, un antiguo guerrero
cañari aliado de los españoles, quien provocadoramente exhibía la cabeza reducida de un guerrero
inca al que había vencido en duelo singular durante el cerco de Cuzco de 1536. Las autoridades
españolas intervienen y obligan al cañari a guardar su trofeo. Luego se relata “un caso admirable”
que ocurrió durante esas mismas festividades, acerca de un toro que entró en una iglesia y que sin
ocasionar ningún daño, empujó hacia la calle a un español, que después se supo había sufrido la
descomunión, y por lo tanto no podía entrar al recinto sagrado. Llega al Perú como nuevo virrey el
marqués de Cañete don Andrés Hurtado de Mendoza quien impone el respeto a la autoridad:
ajusticia a los españoles más revoltosos y manda de vuelta a España a 37 cabecillas descontentos. El
príncipe inca Sayri Túpac es convencido para salir de su refugio de Vilcabamba y viaja a Lima, donde
se entrevista con el virrey y el arzobispo. Luego pasa al Cuzco donde instala su corte, pero fallece
poco después. Los desterrados que llegan a España logran que el rey les restituya sus encomiendas
de indios. Pedro de Ursúa encabeza una expedición a la Amazonía, en la que se produce la rebelión
de uno de sus subordinados, el famoso Lope de Aguirre. El Conde de Nieva es elegido nuevo virrey
del Perú, pero fallece unos años después en un oscuro incidente que Garcilaso prefiere no detallar,
para no comprometer honras. El licenciado Lope de Castro es elegido Gobernador del Perú, y luego
de una aceptable administración es sucedido por el virrey Francisco de Toledo. Este gobernante se
propuso capturar al joven príncipe Túpac Amaru, último heredero de la realeza imperial inca que
aun resistía en Vilcabamba. Un ejército español, capitaneado por Martín García de Loyola marcha a
Vilcabamba donde acaba con los últimos restos de la resistencia inca y apresa a Túpac Amaru, quien
es trasladado al Cuzco con su familia. El joven inca es condenado a muerte y degollado en la plaza
del Cuzco, ante el dolor de la multitud. Toledo también persigue a los indios nobles y a los mestizos.
Terminado su período virreinal, retorna a España, donde es fríamente recibido por el rey Felipe II,
quien le reprocha la muerte de Túpac Amaru, pues había sido enviado al Perú no para matar reyes
sino para servirlos. Desengañado por creer que no se le reconocían sus servicios, Toledo fallece
poco después. Por su parte, el capitán Martín García de Loyola, que se casó con una princesa inca,
es nombrado gobernador de Chile, donde muere a manos de los araucanos. Así termina la obra.
La Segunda parte de los Comentarios Reales, más conocida como Historia General del Perú, es un
libro histórico-literario escrito por el Inca Garcilaso de la Vega, el primer mestizo peruano e
hispanoamericano de renombre intelectual. Fue publicada en 1617, en Córdoba, España, un año
después de la muerte de su autor y estaba dedicada a la Virgen María. Es la continuación de
los Comentarios Reales de los Incas y abarca un crucial período de la historia del Perú, que empieza
con la llegada de los españoles y termina con la ejecución del último inca de Vilcabamba, Túpac
Amaru I, en 1572. Al margen de su intención histórica, el autor se propuso en esta obra enaltecer su
herencia hispánica (su padre era un conquistador español), como ya la había hecho con su
ascendencia indígena en la primera parte (su madre era una princesa inca).

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