Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
ÓRGANO-DINÁMICO de HENRI EY
Dr.Humberto Casarotti1
1
Presentado em el X Congreso Mundial de Psiquiatría, Madrid, 1996.
RESUMEN
En esta presentación se usa el término “psicosis” como lo hacen los utilizado en los
sistemas internacionales de diagnóstico. Se consideran algunas etapas en relación al
diagnóstico y se destacan aspectos positivos de esta evolución.Se analiza luego la
evolución en relación con las formas “psicóticas transitorias” señalando
limitaciones de los sistemas. Luego se presenta la hipótesis de trabajo psiquiátrica
de Henri Ey que posibilita la resolución de esas limitaciones. Se concluye
considerando los conceptos de “delirio” en esa hipótesis y su significado en el
diagnóstico de psicosis.
SUMMARY
Introducción.
Los significados tan diferentes que ha adquirido el término “psicosis”
imposibilitan una definición única (34 p.187) Sin embargo es utilizado en el
quehacer cotidiano, y los sistemas diagnósticos actuales lo proponen como un
término descriptivo y generalmente adjetivo (3) (46). Reduciendo el “síntoma
psicótico” a la presencia de ideas delirantes, de alucinaciones o de comportamientos
desorganizados, este “síntoma” aparece en diversas categorías diagnósticas.
Simplificado de ese modo, es muy difícil saber qué relación guarda con conceptos
intrincados y elaborados dificultosamente a lo largo de la evolución de la
psiquiatría, como los de psicosis agudas y crónicas, esquizofrenia, delirio, etc.
Sólo a fines de este siglo y después de una larga evolución, los psiquiatras
han acordado, conceptuar a la enfermedad mental como caracterizada por ser un
fenómeno “mental” y también un fenómeno “patológico”.
Dentro de la etapa actual de esa evolución puede destacarse (8) (47) (48): a)
el haberse reconocido definitivamente que el diagnóstico es, en psiquiatría, una
necesidad al igual que en el resto de la medicina; b) la distinción conceptual y
práctica entre el diagnóstico de síndromes psíquicos (psicopatológicos) y el de los
factores causales (“constructos de enfermedad”); c) el reconocimiento de la
necesidad de una semiología fenomenológica para el diagnóstico de los tipos
psicopatológicos; d) la propuesta de criterios y reglas diagnósticas que permitiendo
aprehender los fenómenos en su “realidad psíquica”, aumentan el acuerdo entre los
técnicos; e) el operar con “constructos” de enfermedad mental que exigen ser
validados reiteradamente; f) el establecimiento de una codificación multiaxial (43)
que posibilitando una evaluación más global del paciente, abre a la psiquiatría al
tratamiento diferencial.
Esta etapa es el resultado de una evolución aún en curso, cuyos momentos
más significativos pueden resumirse del siguiente modo.
(5) Esquizofrenia.
De esta cuestión, siempre en el centro de los intereses especulativos y
prácticos de Ey (15, 18, 20, 31) y desde su óptica se hacen reflexiones sobre la
esquizofrenia en los sistemas actuales.
a) Del DSM-III al IV se observa un pasar de “síntomas psicóticos positivos” a
referirse progresivamente a los síntomas “negativos”. Síntomas que formando parte
fundamental de los períodos prodrómicos y residuales constituyen de hecho la
semiología más “sólida” para el diagnóstico de esquizofrenia (especialmente si se
tiene en cuenta el carácter secundario y la tratabilidad de los síntomas llamados
“positivos”). Esta evolución dirigida a reconocer el fondo deficitario de esta
enfermedad constituye un esbozo de los desarrollos de Ey respecto a la relación
síntomas primarios/síntomas secundarios en esta enfermedad. Un esbozo de lo que
debieran ser, si se operase desde un modelo psicopatológico adecuado, los análisis
psicológicos de estas formas de patología crónica. El reconocimiento de esta
exigencia de una semiología estructural parece vislumbrarse en la posibilidad que se
ofrece de utilizar “descriptores dimensionales alternativos” (3 p.710) para establecer
los subtipos clínicos de esquizofrenia.
b) Con una noción de esquizofrenia como la que Ey presenta en su obra (31, 33) y
si se procediera según el análisis clínico y lógico de esta unidad patológica (que
presentó en el II Congreso Mundial de Psiquiatría en Zürich (20), esta enfermedad
no sería dividida en su diversidad como sucede en el DSM-IV. Codificada la
esquizofrenia en el eje I, sin embargo las formas “esquizotípicas” le son retiradas y
ubicadas en el eje II, valoradas como “trastornos de la personalidad”.
c) Sin embargo el considerar a los trastornos esquizofrénicos esquizotípicos como
trastornos de personalidad es interesante desde el modelo de Ey ya que puede ser el
inicio de una reordenación global del sistema. Reordenación que reconociendo a la
la esquizofrenia como una desorganización del sistema de la personalidad al modo
que lo entiende Ey, se convierta progresivamente en una clasificación más natural.
Clasificación que se desarrolle en la línea de percibir las dos dimensiones psíquicas
que distingue el modelo órgano-dinámico, donde las desorganizaciones “de la
personalidad” integran otras “especies patológicas”, además de los trastornos de
personalidad de los sistemas actuales.
d) Por otro lado, el DSM-IV abre la posibilidad de volver a reconocer las formas de
esquizofrenia simple (3 p.713), fundamento último de la síntesis kraepeliniana, y
que habían desaparecido de hecho de los sistemas de clasificación. Es decir que
también, por la vía de este trastorno “deteriorante simple”, aceptado como un
“cambio evidente de personalidad” puede ser considerada la enfermedad
esquizofrénica como una desorganización del sistema de la personalidad.
(6) Psicosis/neurosis.
Dos son las razones de incluír esta referencia sobre las neurosis en relación a
la cuestión delirio/psicosis.
En primer lugar porque Ey reitera a lo largo de su obra que siendo el
problema diagnóstico fundamental diferenciar la vida psíquica normal de la
patológica, la distinción neurosis/psicosis es, en consecuencia, secundaria, ya que
ambos trastornos son “especies” de un mismo género patológico (28, 30). Al
profundizar los estudios psicopatológicos y los intentos terapéuticos se desdibuja la
diferencia establecida tradicionalmente entre neurosis/psicosis “imponiéndose
naturalmente la idea de una forma menor de enfermedad mental”, la neurótica. Lo
que significa afirmar que entre salud mental y neurosis hay una diferencia mayor
(porque es una diferencia cualitativa) que la diferencia que hay entre una estructura
neurótica y una psicosis (donde la diferencia sólo es de grado de alteración). Por eso
“la neurosis no es una defensa sana contra la psicosis, porque ya es un primer grado
de caída en la psicosis” (28). Procediendo de este modo Ey insiste (14, 17, 26b,
32), que entre las diversas formas de enfermedades mentales, especialmente entre
neurosis y psicosis, la experiencia clínica evidencia la existencia de anastomosis
variadas que hablan de una continuidad evolutiva. Este reconocimiento que rechaza
las clasificaciones simplistas, no significa un retorno a la idea de “monopsicosis”,
sino que apunta a la necesidad de analizar la evolución estructural típica de formas y
de niveles.
En segundo lugar, porque la psiquiatría actual que distingue bien entre las
variaciones psíquicas normales y las patológicas y que reconoce el carácter severo
de los trastornos “neuróticos” (de somatización, obsesivo-compulsivo, fóbicos), sin
embargo no se interesa mayormente por los análisis psicológicos. El desarrollo
actual de una psiquiatría “a-psicológica” junto a la no utilización del término ni de
los conceptos tradicionales de neurosis parece reflejar el temor a retornar a modelos
parciales de enfermedad mental (como el psicoanalítico por ej.). Esta tendencia
evolutiva, podría ser reorientada por modelos que como el órgano-dinámico, al
posibilitar corregir los excesos de dichos modelos hegemónicos hace posible no
perder la riqueza que sus desarrollos han aportado al saber y a la praxis psiquiátrica.
Bibliografía