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ROCKY FLORES

Autor: Bruno Montt


CAERSE

1… 2… 3... Contaba ovejas y no lograba dormir. Todavía mantenía la adrenalina

previa al viaje, lo cual evitaba que lograra conciliar el sueño. Nunca había salido

de la ciudad de Mendoza, por lo que un viaje al extranjero ya eran palabras

mayores. El ruido del vagón y el frío que calaba la madera del mismo, se

confabulaban para evitar que el sueño ganara en medio de la noche cordillerana.

Las locomotoras no son capaces de subir fácilmente la montaña debido a la

pronunciada pendiente, ni tampoco frenar sobre los rieles cubiertos de hielo

durante la bajada, es por eso que se instaló un sistema de cremalleras a lo largo

de la vía férrea que cruza la cordillera de Los Andes. Gracias esto, la problemática

se logra solventar de buena forma. Con el correr de los minutos, los oídos se

tapan producto de la altura y se acostumbran al constante ruido del choque del

metal contra metal. El viaje sería más llevadero si el vagón fuese insonorizado,

cosa difícil en un vagón de madera, con rendijas que dejan entrar el frío, y con un

evidente desgaste producto del uso y el tiempo.

Una vez pisado el territorio chileno, el frío, el ruido y la adrenalina cayeron

derrotados por el sueño. Rocky Flores, ciertamente, espera que sea lo único que

logre vencerlo en Chile.

- Señor despierte, debe descender del tren. Señaló un tipo tras su frondoso bigote

y una aceitosa cabellera, mientras Rocky Flores caía sentado al suelo asustado

sin saber dónde estaba.


Rocky Flores volvió del anestésico sueño, con el rostro de un empleado de

Ferrocarriles del Estado frente a su cara y con la poca claridad de no saber aún

donde estaba y hacia dónde se dirigía.

Puede ser Valparaíso, próspero puerto chileno donde el boxeo es furor o también

puede ser Santiago, ciudad capital mucho más grande, más poblada y con más

oportunidades. Su natal Mendoza claramente es un pueblo provinciano al lado de

estas dos urbes.

Mirando la inmensidad de las montañas nevadas, parado con un par de maletas

en el andén de la estación de Los Andes, se tomó el tiempo para despacharse un

Nescafé con un sándwich de jamón, tiempo suficiente para decidir que su camino

sigue rumbo a Santiago.

Luego de ganar la pelea contra el gran boxeador argentino Hugo Pastor Corro,

Rodrigo “Rocky” Flores se sintió con la autoridad y la confianza de seguir su

carrera en el exterior. La ciudad de Mendoza le quedó chica y ya era hora de

internacionalizarse.

Llegando a la estación de trenes de Santiago, Rocky Flores se encontró con una

construcción imponente que lo encandiló inmediatamente. Los silbatos, los

vendedores ambulantes, el sonido ambiente y los llamados por altavoz avisando la

salida o llegada de los trenes, lo golpearon duramente considerando su origen

provinciano, pero aun así, le gustó mucho.


Esa mañana, la estación Mapocho recibió dos trenes trasnochados que dibujaban

sonrisas en los niños que los veían llegar, y transportaban diferentes sueños de

triunfo a la ciudad capital.

Logró averiguar con algunos verduleros de la Vega Central que todo lo que un

hombre requiere está en el barrio Estación Central. Cantinas, puteríos y hoteles.

Lo que más le gustó fue que la plaza ubicada frente a la Estación Central de

ferrocarriles se llama Plaza Argentina. Se sentiría como en casa si vivía en ese

lugar, pero lamentablemente no encontró sitio donde quedarse y terminó viviendo

en una hospedería en el barrio Matadero, barrio bohemio y que contaba con el

club deportivo Matadero-Franklin donde se practica boxeo y donde lo recibieron

con los brazos abiertos. Ahí, entre matarifes, huasos buenos para el ala, y

mapuches avecindados en Santiago, comenzó a entrenar. Rocky Flores era el

primer extranjero que participaba en el club y por lo mismo lo trataron

increíblemente bien a su llegada. Fueron todos muy gentiles y acogedores, al

menos el primer día que se presentó.


SOBREVIVIR

4… 5… A la hora que fuera Rocky Flores se levantaba a entrenar. Tenía claro en

su mente que, a través del esfuerzo y del dolor se logra aprender de verdad. Nadie

ha logrado nada relevante desde la zona de confort. La hospedería, que compartía

con una serie de borrachos que también vivían en el lugar, quedaba cerca del club

Matadero-Franklin, el cual permanecía disponible para Rocky Flores las 24 horas,

ya que no podían darse el lujo de perder a una estrella internacional que se

incorporaba a las filas del club.

Los matarifes que entrenaban en el club vieron a Rocky Flores como carne fresca

para molerla en el cuadrilátero, pero no contaban con la calidad pugilística del

trasandino. Los demás púgiles del club eran buenísimos y varias veces, en los

entrenamientos, Rocky Flores recibió golpes que realmente lo tuvieron por las

cuerdas. Hernán “Cabezón” Nilo era uno de ellos, que incluso le ofreció trabajo a

Flores en el Matadero como cargador.

Durante su trayectoria como pugilista, Rocky Flores ya había sufrido una fractura

al metacarpiano de la mano derecha producto de la fuerza con que golpeaba y su

nariz estaba deformada por los golpes recibidos. El “Cabezón” Nilo comenzó a

llevarlo temprano al Matadero a beber sangre de toro con agua ardiente, para

mantenerlo en forma y así evitar más lesiones.

Todas esas lesiones te han pasado porque no te alimentas bien –decía el

“Cabezón” Nilo–
Esta era una práctica habitual entre varios pugilistas que, de madrugada, llegaban

al Matadero a beber la sangre de los toros recién muertos.

Rocky Flores se desempeñaba en el Matadero para ganarse la vida aunque el olor

a sangre que de ahí emanaba, le golpeaba duramente la nariz, pero aun así,

seguía estoico únicamente por el objetivo que lo llevó a Chile.


LEVANTARSE

6… 7… O incluso más veces tuvo que ir a la Vega Centra en búsqueda de hierba

mate. La que venden en Chile no era la que habitualmente tomaba y nunca logró

encontrar alguna que fuera de su completo agrado. A pesar de las veces que iba a

la Vega Central, igualmente en algunas ocasiones se desorientaba y perdía el

rumbo. Extrañaba mucho tomar con regularidad un mate de buena calidad y sus

desorientaciones en las calles, aparentemente tenían relación con esto. Pero lo

que más añoraba eran los parajes cercanos a la ciudad de Mendoza, donde él

creció.

El trabajo de cargador en el matadero era muy agotador. Levantar en sus

espaldas medio vacuno y trasladarlo a los frigoríficos era una faena agotadora

para un hombre poco acostumbrado a tal esfuerzo físico. El entrenamiento de un

púgil igualmente es duro, pero combinado con el trabajo de cargador del Matadero

era una brutalidad, dejando a Rocky Flores en reiteradas ocasiones a punto de

perder la respiración, casi al borde de tirar la toalla, pero el solo hecho de recordar

su tierra natal, su niñez llena de privaciones y el sueño de internacionalizar su

carrera, lo mantenían con la ilusión de seguir adelante aunque por momentos era

prácticamente imposible. Seguramente beber sangre de toro con agua ardiente ha

surtido efecto y le ha entregado la energía necesaria que la hierba mate no le ha

dado. Para los matarifes ésta es una pócima infalible que los vuelve inmunes a

cualquier enfermedad.
Todas las mañanas, el frío se veía incrementado al ver las calles sembradas de

hojas sobre los adoquines cubiertos de hielo que acompañan a Rocky Flores

rumbo al club. La cordillera cubierta de nieve, que simulaba un gran muro blanco

que separa Chile de Argentina, se hace parte de esta escenografía que colabora

de sobremanera para que el frío matinal se apodere de Rocky Flores.


KNOCKOUT

8… 9… y 10... ¡Knockout! Gritó a viva voz el árbitro tras su frondoso bigote y una

aceitosa cabellera, cruzando reiteradas veces sus manos en el aire, mientras

Rocky Flores yacía tendido en el suelo, con escalofríos, encandilado aún producto

de los golpes y desorientado sin saber dónde estaba. Los duros golpes recibidos

le hicieron sentir como el encéfalo se desprendía de su tronco. Las conexiones se

fueron perdiendo y sus miembros comenzaron a independizarse moviéndose a su

propio antojo.

Un hombre pasa de la certeza a la duda o de la confianza al miedo cuando

descubre la verdad, y la verdad es que el frío recorrió su espina dorsal y se

apoderó de la totalidad de su cuerpo. Las convulsiones no se hicieron esperar y la

niñez empobrecida junto a los parajes cercanos a Mendoza se reveló latente, de

un momento a otro, ante sus ojos cerrados.

Hugo Pastor Corro, ofreció una pelea que nunca se olvidará en la ciudad de

Mendoza, porque fue la primera vez que esa ciudad vio morir un púgil en el

cuadrilátero.

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