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La osteomielitis es una infección del tejido oso que involucra todas las estructuras
del hueso provocada por microorganismos. El cuadro clínico se caracteriza
generalmente por la presencia de fistulas de drenaje, dolor intenso, inflamación,
movilidad de los dientes involucrados en la zona afectada, fiebre y edema.
La osteomielitis se define como la inflación extensa del hueso implicando a toda la
porción esponjosa, medular, cortical, periostio, vasos sanguíneos, nervios y epífisis.
La inflamación puede ser aguda, subaguda, crónica y presenta un desarrollo clínico
diferente según su naturaleza.
En el caso de los maxilares se considera la infección odontógena como la causa
más frecuente de osteomielitis. Se puede presentar a cualquier edad con un
predominio entre los hombres. Afecta principalmente el maxilar inferior; en el maxilar
superior es más raro debido a una mayor vascularización.
Como resultado de una infección odontógena, la osteomielitis puede generarse en
el maxilar o la mandíbula por vía directa o indirecta.
Vía directa: dientes y tejidos periodontales.
Vía indirecta: hemática y linfática.
En el maxilar superior suele ser de aspecto laminar, está más vascularizado y
existen zonas en que la esponja es más abundante. Así ocurre al nivel del alveolo,
por detrás de la tuberosidad y a veces también en la región incisal. Debido a esa
mayor vascularización, serían las osteomielitis en el maxilar menos frecuentes que
en la mandíbula. En la región incisal, la vascularización seria de tipo yuxtaterminal,
lo que favorece la formación de grandes secuestros, como a veces ocurre con todo
proceso incisal, aunque actual mente es un hecho rarísimo. En este caso, la región
de los incisivos puede llegar a necrosarse y se establece una comunicación
buconasal o bucosinusal debido a esta vascularización, la OM en el maxilar es
mucho menos frecuente que en mandíbula, se podría decir que existe una razón de
1 a 10 a favor de esta última. Así mismo por esta causa, las OM suelen ser en gran
parte, de los casos, de tipo parcelar, sobre todo cuando se localiza en la parte más
posterior y dan lugar a las partes llamadas retromaxilitis.
Por lo contrario en la mandíbula, existe el tejido óseo y compacto, con una cortical
muy densa, que hace que los agentes externos a partir de los tejidos blandos
invadan con dificultad el hueso. Ahora bien, cuando la invasión se produce, las
defensas son mucho menores y el drenaje se dificulta, sobre todo al nivel de los
dientes, como en el caso del primero y segundo premolar, situados en el cuerpo
mandibular, equidistantes entre la lámina externa e interna. La cortical mandibular,
sobre todo al nivel vestibular posterior, es mucho más densa y gruesa y en general,
esta cortical rodea en forma de hamaca el hueso esponjoso mandibular. En cambio,
en los dientes anteriores, más cerca de la lámina externa, y en los segundos y
terceros molares, más cerca de la lámina interna, esto no sucede. De aquí que la
mayor parte de las osteomielitis de causa local se localicen generalmente a nivel
del primer premolar.
Los procesos alveolares tienen en su estructura escaso tejido óseo esponjoso
limitado por dos corticales, externa e interna, así como la lámina dura que rodea la
raíz; de manera que cuando exista un hecho osteomielítico a nivel alveolar, se dan
con frecuencia y facilidad secuestros y la regeneración ósea es a este nivel
extremadamente difícil.
Etiología: es variada pero se puede citar algunos factores tales como las infecciones
bacterianas producidas por gérmenes piógenos, fundamentalmente estafilococos y
en algunas ocasiones por estreptococos, neumococos y enterobacterias, hongos
como actinomicetos, blastomicetos,coccidiodes y criptococcus neoformans,
traumatismos, agresiones químicas, electrocoagulación, irradiación, enfermedad
periodontal, exodoncias, situaciones patológicas como caries y granulomas.
Algunas condiciones predispuestas también favorecen la instalación de estas
infecciones como: diabetes, anemia, leucemia, malnutrición, osteoporosis,
enfermedad de Paget, displasias cemento-óseas, disosteoesclerosis, osteopetrosis,
fluorosis y alcoholismo.
La osteomielitis se clasifica en tres tipos:
Osteomielitis supurativa (aguda y crónica).
Osteomielitis esclerosante crónica (difusa y focal).
Osteomielitis periostitis proliferativa.
No obstante, en otras literaturas consultadas, la mayoría de los autores, consideran
que existen dos tipos básicos: aguda o crónica que dependen de las características
del ataque, síntomas y curso