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INTRODUCCIÓN
Una de las formas que se usan para ésta individualización es el empleo de ciertas
tecnologías, las cuales conforman éstas nuevas subjetividades. Esto es importante
tenerlo en consideración debido a que los cambios en los referentes personales y
contextuales avanzan tan rápido como las nuevas tecnologías, pensemos entonces
que la práctica clínica tendría que avanzar y evolucionar también. La psicología, y
específicamente el psicoanálisis ¿cómo intervienen ante ello?
Aristóteles definió a la techne como una acción que realiza el hombre para producir
una realidad que antes no existía. Se puede pensar entonces que la tecnología nace
como una necesidad de nuevas realidades con más y diferentes posibilidades, ya
que si bien antes era un dispositivo al que muy pocos tenían acceso a él (siendo
esta población de un nivel económico alto), hoy en día es tan indispensable para
toda la población siendo de su uso incluso a edades muy tempranas como lo puede
ser la primaria o el nivel preescolar. Así pues coincidimos con lo que Castoriadis,
menciona acerca de que las sociedades crean necesidades para sus nuevas
realidades. Siguiendo ésta lógica las realidades virtuales crean nuevas
necesidades, entonces cabría realizar las siguientes interrogantes ¿Qué lleva a los
sujetos a crear nuevas realidades virtuales? ¿Por qué la realidad de la vida cotidiana
deja de ser suficiente? ¿Se podría decir que las realidades virtuales se transforman
en nuevas realidades cotidianas de la vida virtual?
Así pues podríamos decir que el ser humano es por sí y para si en sociedad. Pero,
¿cómo es que esta se construye? Podemos partir del comienzo de la vida humana,
en cada tiempo, y cada forma, planteando que la situación recae en un marco socio
histórico, sin embargo Castoriadis nos menciona que “la historia no puede ser
pensada según el esquema determinista…porque es terreno de la creación”
(Castoriadis: 1989:72) es decir, se va formando a través del tiempo pero a su vez,
para que la sociedad pueda ir fungiendo y tomando forma es que se requieren de
ciertas pautas de “normatividad” mismas que se construyen a través de una
colectividad, no se da de forma natural, sino más bien “la sociedad inventa y define
para sí, tanto nuevos modos de responder a sus necesidades como nuevas
necesidades” (Castoriadis: 1989:186). Y con ello, crea sus formas de habitar en el
mundo, haciendo algo que podríamos llamarlo como una “realidad colectiva” en
tanto construyen significaciones que instituyen a dicho colectivo sin embargo como
lo puede mencionar Bourdieu (1972) , cada persona, aunque no lo sepa o quiera,
es productor y reproductor de un sentido, dado que sus acciones son el producto de
un modo de actuar específico, en donde él nos es productor inmediato, ni tiene un
dominio completo del mismo, sin embargo este autor menciona que “el individuo es
portador pasivo de tradiciones”.
Así pues podríamos mencionar que la realidad resulta ser un constructo del Yo en
lo social, no se puede dejar de lado el aspecto social ya que todo está impregnado
de ello. Una de las partes fundamentales de la subjetividad de cada individuo es
precisamente el aspecto social, por esta razón la realidad cotidiana es un constructo
social. “La vida cotidiana se presenta como una realidad interpretada por los
hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente”
(Berger & Luckmann, 2012, pág. 34).
A partir de ello, Castoriadis( , nos comenta que para tratar de especificar lo que la
sociedad es, nos encontramos con un entramado de significaciones imaginarias que
ésta misma sociedad crea, construye y organiza y que cobra razón de ser en tanto
inviste de sentido en un llamado “exterior” que da cuenta de un tiempo y un espacio
específico, es decir, en torno a un marco historicosocial, se podría analizar que la
realidad es algo que se va tejiendo con el devenir del tiempo mismo, en el que se
pueden seguir cosas ya establecidas o bien, establecer nuevas, mismas que
comentábamos anteriormente, pueden partir desde los mismos miembros de la
sociedad, que poco a poco se va instaurando, pasa a ser instituida, para ser
instituyente, “la sociedad, en tanto que siempre ya instituida, es auto-creación y
capacidad de auto-alteración, obra del imaginario radical como instituyente que se
autoconstituye como sociedad constituida e imaginario social cada vez
particularizado” ( Castoriadis, 1997:1), así pues nos encontramos que la los
individuos están hechos por la misma sociedad, que ellos a su vez la hacen y
dehacen e incluso, podríamos mencionar que el tiempo y el espacio también vienen
a ser construcciones mismas que poco se van vinculando a relaciones, o modos de
ser, de vivir, específicos, estos es lo que da cabida al ser-así del mundo, que este
mismo autor nos menciona, y que es precisamente considerado y sostenido desde
ciertas propiedades o características, en donde incluso se pueden ir adoptando
grupos específicos. ¿Pero cómo es que se van dando éstas? Uno de los
argumentos del que damos cuenta es respecto a la creación de nuevas
necesidades, en donde estas se establecen y van cobrando un lugar particular como
el dispositivo tecnológico.
Así pues “la sociedad en Red” como lo nombra Castells (2005a), se moldea como
una nueva forma de organización social en la cual González analiza que lo que
encontramos es una sociedad en la cual la identidad personal se “define a partir de
la conexión a una red, antes que por la ubicación dentro de una familia, clan, tribu
o estado” (González, 2005) ésta misma se va consolidando como una necesidad
de la cual hablamos anteriormente.
Las nuevas tecnologías no sólo nos dan una mejora en la vida humana, existen
también diversas funciones tecnológicas, una de ellas es la función simbólica que
lo único que aporta es estatus y poder, actúan de forma simbólica únicamente.
Aunque podría pensarse que ésta función simbólica dentro de lo tecnológico no
tiene espacio, la verdad es que si.
Lo tecnológico al formar parte de la cotidianeidad del ser humano pasa por lo real,
lo simbólico y lo imaginario. En referencia a lo simbólico, los recursos tecnológicos
se usan para adquirir un posicionamiento mayor dentro de lo social, y no es algo
que se dé sólo en lo actual, desde que se empezaron a crear recursos tecnológicos
el hombre peleo por ellos y quien lograba dominar mejor dicho recurso se ganaba
el respeto de los demás. En la actualidad las peleas por lo tecnológico van más en
torno a la adquisición, quién tenga mayor poder adquisitivo y posea más recursos
tecnológicos se gana el reconocimiento del otro.
Ahora bien, ¿qué pasa con el ser humanos con todos estos devenires tecnológicos?
Las tecnologías al ser algo tan normalizado en la vida cotidiana provocan cambios
en la vida del hombre al momento de evolucionar (por poner un ejemplo, ¿cuantas
personas sienten como necesidad el cambiar el teléfono celular cada vez que sale
un nuevo modelo? Estas personas cambian rutinas y se adecuan al devenir
tecnológico). Los cambios y evoluciones tecnológicas crean nuevas necesidades,
problemas, y estructuras.
Ahora bien ¿por qué el deseo jamás se cumple? Lacan dice que “el deseo es el
deseo del Otro”, pensándolo fríamente se puede pensar que cumpliendo la fantasía
del Otro cumpliríamos nuestro deseo, sin embargo el Otro también es un ser
deseante que se amolda, jamás permanecerá estático y por consiguiente nuestro
ideal jamás será alcanzado.
Así pues encontramos que el deseo choca con lo moral o lo social y las pulsiones
que de él se desprenden, a diversos caminos. ¿Cuál sería el camino del deseo de
una realidad virtual? ¿Qué se busca, o bien, qué se esconde?
Esto se podría ver como un continuo cambiar de máscaras, y sin embargo como
dice Zizek “existe más verdad en la máscara que adoptas que en tu yo real interior…
la verdad sale al exterior disfrazada de ficción”. Y que lo puede ilustrar Adrián
Barilari en su canción vida virtual “Una pantalla es hoy mi identidad” o Gioconda
Belli lo ilustra así:
Pensando en esto cada vez más personas optan por realidades alternas en las que
no sea tan complicado el cumplimiento del deseo. “Tengo conciencia de que el
mundo consiste en realidades múltiples. Cuando paso de una realidad a otra,
experimento por esa transición una especie de impacto. Este impacto ha de tomarse
como causado por el desplazamiento de la atención que implica dicha transición”
(Berger & Luckmann, 2012, pág. 36), y esto ¿qué efecto o impacto cómo podría
tener en las formas subjetivas?
Si bien han acontecido más cuestionantes que preguntas, creemos que hay una
fragmentación de la realidad en la vida cotidiana lo que nos lleva a preguntarnos
¿qué sucede entonces con la vida de realidades virtuales? Alrededor de este escrito
hemos podido elucidar que el “avatar” funge como un cuerpo imaginario, dando
de ésta manera una realidad virtual atemporal, que incluso distintos blogs o páginas
de internet pueden ofertarnos como algo que da un estatus y sobre todo un poder
de hacer y deshacer, pero esto lo vemos dentro del campo de lo imaginario, en
donde lo real queda suelto y deslindando de ésta, se ve más una construcción
simbólica pero tal parece estar carente de significantes que lo puedan consolidar,
podríamos estar ahora en estos tiempos, en vidas vacías, liquidas, carentes de
simbólicos para la propia subjetivación.
Podríamos concluir planteando el fin de la era simbólica, la vida virtual abre paso a
la nueva era, la era de lo imaginario y quizá después venga la era del real.
BIBLIOGRAFÍA
Colin, A. (2009). “ Del cuerpo, la ley y el lazo social en San Ildefonso Amealco, Qro. Presentado en
el 2º Congreso Regional de Estudios de Género “ Cuerpos, tráficos y poder”