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RESEÑA

Sigmund Freud: en su tiempo y en el nuestro


Elisabeth Roudinesco
Debate, Barcelona, 2015
Sigmund Freud: en son temps et dans le nôtre
Seuil, París, 2014

Conocíamos (conocía) a Elisabeth ción del psicoanálisis [Sigmund Freud.


Roudinesco (París, 1944) quizá ante L’invention de la psychanalyse] (Rou-
todo por su historia del psicoanálisis dinesco y Kapnist, 2013) o Jacques
en Francia (Roudinesco, 1988). Tam- Lacan. El psicoanálisis reinventado
bién por su biografía de Lacan (Rou- [Jacques Lacan. La psychanalyse réin-
dinesco, 1995) y su Diccionario de psi- ventée] (Roudinesco y Kapnist, 2002).
coanálisis (Roudinesco y Plon, 1998). Esas obras me habían resultado de
Pero asimismo por haber terciado en interés, si bien me habían decepcio-
las polémicas originadas en Francia nado en cierto modo: es el caso de al-
por diversas publicaciones, como El gunas entradas del Diccionario o los
libro negro del psicoanálisis (Meyer, pasajes más teóricos de la biografía de
2005),1 al que Roudinesco respondió Lacan, pues si bien una biografía no
en ¿Por qué tanto odio? [Pourquoi tant permite quizá desarrollar tales elemen-
de haine?] (también Jacques-Alain Mi- tos con la precisión que merecen, el es-
ller escribió al respecto su Anti libro pacio a ellos dedicado podría haberse
negro del psicoanálisis [L’Anti-Livre aprovechado mejor. Pero la biografía
noir de la psychanalyse]), o la obra de de Lacan contaba, en cualquier caso,
Michel Onfray, Freud: el crepúsculo con la ventaja de que no se disponía
de un ídolo, a la que Roudinesco qui- de otra de similar envergadura cuando
so responder con Pero ¿por qué tanto Roudinesco publicó la suya. Con estos
odio? [Mais pourquoi tant de haine?] antecedentes me dispuse a leer la de
(Roudinesco, 2010). En fin, sin preten- Freud con cierta ilusión.
der ahora un catálogo, quizá puedan Tal ilusión no se ha visto confirmada
resultar de interés asimismo sus do- por la lectura, que, antes al contrario,
cumentos Sigmund Freud. La inven- me ha causado una profunda decep-
ción. En primer lugar, y por empezar
quizá por lo más significativo, la bio-
1. En la obra dirigida por C. Meyer
colaboran, entre otros, M. Borch-Jacobsen, J.
grafía de Roudinesco no aporta ningu-
Cottraux, D. Pleux y J. van Rillaer. na novedad de importancia. Todos los

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acontecimientos y conflictos a los que pero, en la medida en que figuran, no


hace referencia (el episodio de la cocaí- tanto al hilo de lo tratado, sino como
na, la relación con Minna Bernays, las complemento, tales complementos a
disputas con sus discípulos, el análisis mí me han resultado un tanto postizos.
de Ana Freud…) estaban ya suficiente Más, con independencia de los gus-
y abundantemente bien tratados y do- tos al respecto, lo que me parece más
cumentados. El haber podido acceder grave en el estudio de Roudinesco es
a los documentos abiertos al público la pobreza de las explicaciones teóri-
en 2010 y que se encuentran en la Bi- cas (aquí se repite lo que sucedía en la
blioteca del Congreso de Washington biografía de Lacan) y sobre todo quizá
no parece haberle aportado nada rele- la línea interpretativa seguida. En rea-
vante (documentos que, por otra parte, lidad, Roudinesco da la impresión de
se encuentran fácilmente accesibles en adoptar una doble estrategia: por un
la página web de la Biblioteca del Con- lado, defender a Freud de las acusacio-
greso de Washington).2 nes contra él vertidas, incluyendo ahí lo
Siendo esto así, cabría esperar quizá que a su conducta personal se refiere.
que el mérito de la investigación se ba- Por citar un solo caso, pero sobre el que
sara en la disposición de los materiales Roudinesco vuelve varias veces, pode-
o en su interpretación. En vano se bus- mos referirnos a las presuntas relacio-
cará en uno u otro sentido. Antes bien, nes sexuales que Freud pudo mantener
y por lo que a la primera cuestión se con su cuñada Minna Bernays. Como
refiere, me ha sorprendido el orden de es sabido, el origen de tales acusaciones
esta biografía, en la que se agrupan en se encuentra en C. G. Jung, mujeriego
ocasiones acontecimientos distantes y él mismo y amigo, como muchos de
se escinden otros, sin que el carácter de ellos, de atribuir a los demás sus pro-
la obra, que no es sistemático, permi- pias inclinaciones. Roudinesco defien-
tiera prever tales decisiones. Lo cual, de con fuerza que no hay ninguna base
a mi entender, provoca ciertas confu- documental seria que nos permita dar
siones, que no se ven aligeradas, sino crédito a tales rumores. Y yo creo que
al contrario, por las abundantes digre- esto es así, efectivamente. Aunque se
siones a las que Roudinesco se entrega me ocurren dos objeciones a tan ardien-
(por ejemplo, al comienzo del capítulo te defensa: en primer lugar, que no sé si
1 de la segunda parte, «Una época tan merece la pena el esfuerzo. Y no es que
bella», p.81 y sigs., o del capítulo 2 de sea partidario del adulterio, que estimo
la cuarta parte, «Frente a Hitler», p.275 condenable sobre todo por el engaño
y sigs.). No sé si tales digresiones se- que supone. Como Aristóteles señaló
rán atractivas para algún tipo de lector, en el libro VII de su Ética a Nicómaco,
hay actos que no tienen un término me-
dio virtuoso: si en el caso del vino, por
2. http://lcweb2.loc.gov/service/mss/eadx
mlmss/eadpdfmss/2004/ms004017.pdf ejemplo, entre el orgullo del abstemio,

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que se jacta de no probarlo nunca, y la segundo ejemplo de la Psicopatología de


incontinencia del borracho, incapaz de 1905 es del autor. Freud se refiere a «un
refrenar una pasión frecuentemente sa- joven de extensa cultura» (y él, no sé ya
ciada, lo adecuado es beber «en el mo- si joven, pero de extensa cultura indu-
mento oportuno, en la cantidad oportu- dablemente lo era) que protesta por «la
na, del modo que es oportuno» y todas situación que padecen los judíos» y cie-
las demás categorías aristotélicas del ser, rra su perorata citando de memoria un
esto no es aplicable al adulterio, pues verso de La Eneida de Virgilio, cosa que
nadie podría decir con justicia que «fui no está al alcance de cualquiera, pero sí
adúltero en el momento oportuno, con de Freud, que había encabezado por lo
la mujer oportuna, cuantas veces fue demás su Traumdeutung con un motto
oportuno, del modo que fue oportuno» de Virgilio precisamente. Por otra parte,
y demás categorías aristotélicas. Pero, la forma de asociar a partir del término
fuera de ello lo que fuere, no lo estimo olvidado («lo primero que se me ocurre
suficientemente relevante como para es disociar la palabra en “a” y “liquis”»)
emplear demasiadas energías en la cues- recuerda mucho a las asociaciones de
tión. Cuestión que, por lo demás, y si Freud en otros casos (recuérdese, por
entramos por un momento en ella, dista ejemplo, lo relativo a Autodidasker).
de encontrarse resuelta, pues, aunque Con lo cual el temor a que una mujer
ningún documento la puede acreditar, con la que se han mantenido relaciones
sí hay fundados motivos para sospechar sexuales haya quedado embarazada es
que pudo darse tal relación. El testimo- posible que pertenezca al propio Freud
nio o el indicio más elocuente en este (bien es verdad, que, como en toda for-
sentido lo encontramos en el segundo mación del inconsciente, contrarres-
de los ejemplos ofrecido por Freud en tado por el deseo contrario, siendo el
su Psicopatología de la vida cotidiana, acto fallido el resultado de ese juego de
el que se refiere al olvido de la palabra fuerzas, pues no podemos olvidar que
latina aliquis. Sabido es que Freud, que lo que el verso citado decía era: «Deja
se vio obligado a contar muchas cosas que de entre mis huesos surja alguien
sobre él mismo en La interpretación de vengador»). Con todo, aun cuando el
los sueños (pero la cosa cambiará con la olvido correspondiese al propio Freud,
publicación en 1905 de los Tres ensayos esto no nos permite asegurar que la mu-
para una teoría sexual, a partir de la cual jer a la que se refiere fuera Minna, pues
el hombre Freud viene a desaparecer en bien podría tratarse de su propia mu-
su obra), atribuyó en ocasiones a per- jer, Martha, dada la preocupación que
sonajes imaginarios sucesos de su pro- sus sucesivos embarazos le causaban a
pia vida. El caso quizá más relevante lo Freud, como el sueño de la inyección de
tenemos en Los recuerdos encubridores. Irma manifiesta. Y, a fin de cuentas, se
Pues bien, creo que hay muchas razones tratase o no de Minna, ya digo que el
para pensar que el olvido de aliquis en el tema no merecería quizá tanto énfasis.

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Contrastando con él, en cambio, sor- asiduos del sexo. ¿Olvida Roudinesco
prenden los juicios de valor que Roudi- que a veces la práctica sexual no es li-
nesco espolvorea a lo largo de toda la beradora en sí misma, sino que puede
obra, como si quisiera sacudirse la ima- comportar, de acuerdo al concepto de
gen de devota discípula que pudiese dar, Marcuse, una «desublimación repre-
para lo que se entrega a valoraciones no siva»? ¿O prefiere seguir la creencia
sé si presuntamente desmitificadoras, boba, pero políticamente correcta, de
pero sí en todo caso distorsionantes, que el sexo, convertido en nuestra so-
cuando no abiertamente disparatadas. ciedad en asunto de consumo, no es-
Las coloca sobre todo en los resúmenes conde represión (lo cual es una forma
que siguen a un desarrollo y que suele de confirmarla, escamoteando la pasión
abrir con los términos: «En otras pala- y la subjetividad en el mismo acto que
bras», «dicho brevemente» y similares, parece afirmarlas)? ¿Le habría parecido
hasta el punto de que, cuando como más adecuado a Mme. Roudinesco que
lector llegaba a ellos, me echaba a tem- Freud se hubiera dedicado a frecuentar
blar por lo que se le hubiera ocurrido los burdeles y a tener amoríos con mu-
entonces a Mme. Roudinesco. Para no jeres casadas, por recurrir a los ejem-
hacer este comentario demasiado pro- plos que ella misma pone? No contenta
lijo, me limitaré a un par de ejemplos. con todo lo anterior –adornado pro-
Sabido es que Freud renunció tempra- fusamente a lo largo de su estudio con
namente a mantener relaciones sexuales afirmaciones de similar tenor– y por si
incluso con su esposa y tuvo en conjun- se nos olvidara, allá por la página 244
to una práctica sexual muy moderada. todavía se le ocurre hacernos la siguien-
Su gran capacidad de sublimación le te confesión: «La imaginación erótica
permitió enfocar sus energías por otros de Freud era tan lujuriosa como pobre
medios. Pero, para Roudinesco, sin su práctica sexual».
que fundamente su juicio de ningún Quizá el psicoanálisis no sea la in-
modo, esto resultó fatal para el propio vención de un hombre de depravada
Freud. Frente a muchos varones, que conducta (en eso Roudinesco le de-
«frecuentaban los burdeles o tenían fiende), pero ahora aparece como el
amoríos con mujeres casadas, Freud producto de un hombre devastado por
escogió la abstinencia, las drogas, la su abstinencia sexual y de imaginación
exaltación romántica y la sublimación» lujuriosa. Mientras tanto, todo lo que
(p.31). Y tal abstinencia provocó en él cupiera decir sobre el porqué de la
«efectos devastadores» (p.34). ¡Devas- insistencia freudiana en la sexualidad
tadores! ¡Menuda devastación, una vida (como se ha debatido tanto tiempo,
con multitud de relaciones en diversos sobre todo en la confrontación con
ámbitos y con una capacidad producti- el marxismo) queda escamoteado. Me
va fuera de lo común! Ya quisieran tal temo que para la teoría no se ha gana-
devastación para sí muchos practicantes do mucho con el cambio.

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Pero no conviene desabrocharse el co manifiesta, quizá aquí la autora se


cinturón, porque aún no hemos acaba- ha dejado llevar por el prejuicio bipolar
do de aterrizar y al lector le acechan a que durante tanto tiempo ha aquejado
cada paso nuevos motivos de pasmo. a la opinión pública francesa, de modo
Si de la vida sexual de Freud pasamos que quien no haga el elogio decidido y
a sus opiniones políticas, muy pronto sin fisuras de la «epopeya revolucio-
nos encontramos con que, ahí es nada, naria», como Roudinesco la califica, es
Freud era un hombre «apegado a los antirrevolucionario. Desde un tiempo y
ideales de las dinastías reales… que coordenadas muy diferentes, algo así ha
adoptó el discurso de la contrarrevo- señalado el gran historiador Tony Judt,
lución y la anti-Ilustración» (p.39). El al hablar del atractivo que la violencia
motivo para afirmaciones tan extrava- ejerció, en determinados momentos de
gantes es el comentario que, al llegar a la historia reciente de Francia, en mu-
París, Freud le hizo a su novia Martha. chos de sus intelectuales. Quizá con-
Carl E. Schorske (1996), que recoge la venga recordar el pasaje, inserto en un
misma cita (como muchos otros auto- comentario a los problemas de Francia
res, ya digo que poco nuevo… excep- en la postguerra: «En Francia, el atracti-
to en los juicios) dentro de un ensayo vo de las soluciones violentas constituía
mucho más ponderado y equilibrado, algo más que una mera proyección de la
se refiere a la relación de Freud con al- experiencia reciente. Era también el eco
gunas grandes ciudades (Roma, Viena, de una herencia anterior. Las acusacio-
París, Londres) y confirma la mirada, nes de colaboración, delación, traición,
un tanto provinciana y temerosa, con la reivindicación del castigo y la lla-
que Freud se acercó a París, de donde mada a empezar de nuevo no comen-
extraería sin embargo tan grandes ense- zaron con la liberación [de las fuerzas
ñanzas, por lo que parece que ese temor de ocupación nazis]. Se remontaban a
inicial ni le paralizó ni le impidió abrir- una venerable tradición francesa. Des-
se a sus aportaciones. Y la cita dice así: de 1792, los extremos revolucionarios y
«Es como si las personas pertenecieran contrarrevolucionarios de la vida públi-
a especies distintas de la nuestra, como ca francesa ejemplificaban y reforzaban
si estuvieran poseídas por mil demo- la división del país: a favor y en contra
nios… Son gente dada a las epidemias de la monarquía, a favor y en contra de
psíquicas y las convulsiones históricas la Revolución, a favor y en contra de
de masas, y no han cambiado desde que Robespierre, a favor y en contra de las
Víctor Hugo escribió Notre-Dame» Constituciones de 1830 y 1848, a favor
¿Es ello suficiente para hacer de Freud, y en contra de la Comuna. Ningún otro
frente a numerosos testimonios en país contaba con una experiencia tan
contra, un partidario de la monarquía? extensa y continuada de política bipo-
Aparte de la arbitrariedad en sus juicios larizada, subrayada por la historiogra-
que, como estamos viendo, Roudines- fía convencional del mito revoluciona-

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rio inculcado a los escolares franceses cuestionamiento que Roudinesco hace


durante muchas décadas» (Judt, 2012, de la traducción de las obras de Freud
p.1164-5). Un juicio no tan lejano, al francés, dirigida por Jean Laplanche,
como se ve, al del joven Freud. Pero, sea asegurando que ha sido muy debatida,
de Judt y de las polaridades francesas lo pero sin decir por quién.
que sea, lo cierto es que Freud fue toda Sin perseguir más esas cuestiones,
su vida partidario del liberalismo, a ve- la obra de Roudinesco se titula, como
ces más conservador, en otras más so- hemos indicado, Freud: en su tiempo y
cialdemócrata, pero siempre anticlerical en el nuestro. Es claro por lo que he ve-
y antiaristocrático, y por ende solo con nido diciendo que el título me parece
una grave distorsión se le puede hacer injusto por partida doble: ni me parece
partidario de los ideales monárquicos, que restituya una imagen adecuada y
que condensan los del estamento nobi- ponderada de Freud «en su tiempo»,
liario. ¿Recuerdan el análisis del sueño ni creo que las concesiones a las vi-
del conde Thun, cuando este llega apre- gencias sociales del presente (a alguna
surado a la estación de Viena y Freud, de las cuales he apuntado) potencien
pese a que la música no era una de sus a Freud para «el nuestro». La función
artes favoritas, se burla de él rememo- del psicoanálisis no es convalidar, de
rando un pasaje de Le nozze di Figaro un modo u otro, tales vigencias ni lo
de Mozart –una obra antiaristocrática que, en un momento determinado, re-
par excellence–, aquel que empieza «Se sulte políticamente correcto.
vuol ballare signor Contino…»? El libro ha recibido en Francia el
Pero como no podemos detenernos premio literario Décembre, aunque
en todos los puntos de tanto extravío, he apuntado determinados motivos
solo quisiera apuntar finalmente un por los que estoy muy lejos de com-
par de observaciones: en primer lugar, partir tal admiración. Quizá algunos
Roudinesco censura, aquí creo que franceses tienen la tendencia, a poco
con razón, los excesos psicologistas que uno se descuide, de convertir a
en los que en muchas ocasiones in- sus «intelectuales» en monumento
currieron los psicoanalistas. Solo que nacional y parece que ese va siendo
estos no se conjuran, como la autora el caso de Elisabeth Roudinesco, que
hace, suplantando tal reduccionismo también presentó su libro en Madrid
por otro de corte sociologista, según el con gran eco en los medios y entre
cual parece que las modificaciones en grandes alharacas. Historiadora y psi-
la teoría psicoanalítica siguen muy de coanalista, esta obra de Roudinesco
cerca las modificaciones sociales, incu- no me ha resultado adecuada ni desde
rriendo así en un sociologismo vulgar el punto de vista del psicoanálisis ni
y perezoso, que parece diluir el marco desde el del historiador (ahí estaría de
de validez en el contexto de descubri- acuerdo con la advertencia, ya anti-
miento. Segundo, resulta discutible el gua, que hizo en 1993 André Green en

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Magazine Littéraire: Roudinesco se Roudinesco E (1988). La batalla de los


proclama historiadora y psicoanalista, cien años. Historia del psicoanáli-
pero temo que no sea ni lo uno ni lo sis en Francia. Barcelona: Funda-
otro). No sería, desde luego, la que yo mentos, 1993.
recomendaría para quien quiera acer- Roudinesco E (1995). Jacques Lacan.
carse a la vida de Freud, que cuenta Esbozo de una vida, historia de
con estudios mucho más rigurosos y un sistema de pensamiento. Bar-
solventes, como, para no ir muy lejos, celona: Anagrama, 1995.
el de Peter Gay. Sin que sea una excu- Roudinesco E (2005). Pourquoi tant de
sa para sus graves deficiencias, el que haine? Anatomie du Livre noir de
la autora indique, en la presentación la psychanalyse. París: Navarin.
que ella misma hace de su obra en un Roudinesco E (2010). Mais pourquoi
vídeo (Roudinesco, 2014), que había tant de haine? París: Seuil.
intentado escribirlo «como una nove- Roudinesco E (2014). Élisabeth
la, a medio camino entre Stefan Zweig Roudinesco-Sigmund Freud en
y Thomas Man». Se queda lejísimos son temps et dans le notre [vídeo].
de ellos, pero, como se ve, no es auto- YouTube. Disponible en: https://
estima lo que le falta. www.youtube.com/watch?v=
fLUDObqQnCw
CARLOS GÓMEZ SÁNCHEZ Roudinesco E, Kapnist E (2002). La-
can, el psicoanálisis reinventado.
Conferencia dictada en la Aso-
BIBLIOGRAFÍA ciación Escuela Argentina de Psi-
coanálisis.
Judt T (2012). Postguerra. Una historia Roudinesco E, Kapnist E (2013). Sig-
de Europa desde 1945. Madrid: mund Freud. La invención del psi-
Taurus. coanálisis [documental]. YouTube.
Meyer C (2005) (dir.). Le livre noir de Disponible en: https://www.you-
la psychanalyse: vivre, penser et tube.com/watch?v=uoSrvxnF7qY
aller mieux sans Freud. París: Les Roudinesco E, Plon M (1998). Diccio-
Arènes. nario de psicoanálisis. Barcelona:
Miller JA (2006). L’Anti-Livre noir de Paidós.
la psychanalyse. París: Seuil. Schorske CE (1996). Freud: la psicoar-
Onfray M (2010). Le Crépuscule d’une queología de las civilizaciones.
idole. L’affabulation freudienne. En: Neu J (ed.). Guía de Freud.
París: Grasset. Freud: el crepúsculo Cambridge: University Press:
de un ídolo. Madrid: Taurus, 2011. 9-28.

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