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Contrastando con él, en cambio, sor- asiduos del sexo. ¿Olvida Roudinesco
prenden los juicios de valor que Roudi- que a veces la práctica sexual no es li-
nesco espolvorea a lo largo de toda la beradora en sí misma, sino que puede
obra, como si quisiera sacudirse la ima- comportar, de acuerdo al concepto de
gen de devota discípula que pudiese dar, Marcuse, una «desublimación repre-
para lo que se entrega a valoraciones no siva»? ¿O prefiere seguir la creencia
sé si presuntamente desmitificadoras, boba, pero políticamente correcta, de
pero sí en todo caso distorsionantes, que el sexo, convertido en nuestra so-
cuando no abiertamente disparatadas. ciedad en asunto de consumo, no es-
Las coloca sobre todo en los resúmenes conde represión (lo cual es una forma
que siguen a un desarrollo y que suele de confirmarla, escamoteando la pasión
abrir con los términos: «En otras pala- y la subjetividad en el mismo acto que
bras», «dicho brevemente» y similares, parece afirmarlas)? ¿Le habría parecido
hasta el punto de que, cuando como más adecuado a Mme. Roudinesco que
lector llegaba a ellos, me echaba a tem- Freud se hubiera dedicado a frecuentar
blar por lo que se le hubiera ocurrido los burdeles y a tener amoríos con mu-
entonces a Mme. Roudinesco. Para no jeres casadas, por recurrir a los ejem-
hacer este comentario demasiado pro- plos que ella misma pone? No contenta
lijo, me limitaré a un par de ejemplos. con todo lo anterior –adornado pro-
Sabido es que Freud renunció tempra- fusamente a lo largo de su estudio con
namente a mantener relaciones sexuales afirmaciones de similar tenor– y por si
incluso con su esposa y tuvo en conjun- se nos olvidara, allá por la página 244
to una práctica sexual muy moderada. todavía se le ocurre hacernos la siguien-
Su gran capacidad de sublimación le te confesión: «La imaginación erótica
permitió enfocar sus energías por otros de Freud era tan lujuriosa como pobre
medios. Pero, para Roudinesco, sin su práctica sexual».
que fundamente su juicio de ningún Quizá el psicoanálisis no sea la in-
modo, esto resultó fatal para el propio vención de un hombre de depravada
Freud. Frente a muchos varones, que conducta (en eso Roudinesco le de-
«frecuentaban los burdeles o tenían fiende), pero ahora aparece como el
amoríos con mujeres casadas, Freud producto de un hombre devastado por
escogió la abstinencia, las drogas, la su abstinencia sexual y de imaginación
exaltación romántica y la sublimación» lujuriosa. Mientras tanto, todo lo que
(p.31). Y tal abstinencia provocó en él cupiera decir sobre el porqué de la
«efectos devastadores» (p.34). ¡Devas- insistencia freudiana en la sexualidad
tadores! ¡Menuda devastación, una vida (como se ha debatido tanto tiempo,
con multitud de relaciones en diversos sobre todo en la confrontación con
ámbitos y con una capacidad producti- el marxismo) queda escamoteado. Me
va fuera de lo común! Ya quisieran tal temo que para la teoría no se ha gana-
devastación para sí muchos practicantes do mucho con el cambio.