DOÑA LAMBRA Y EL CONFLICTO
FAMILIAR EN LA LEYENDA DE LOS
SIETE INFANTES DE LARA EN LAS
CRÓNICAS Y EN LOS ROMANCES VIEJOS
Roslyn M. Frank y Joseph Szertics
University of Iowa
A diferencia de doña Jimena que, en el Cantar
de Mío Cid, representa una especie de mujer
ideal, prudente, sumisa y muy respetuosa de su
marido, cuyas decisiones aprueba sin ser
consultada, doña Lambra aparece como una
mujer indiscreta, orgullosa, desvergonzada y
vengativa en la leyenda de los Siete Infantes de Lara
tanto en las crónicas como en los romances viejos.
Por otra parte, mientras doña Jimena desempeña
un papel complementario al de su marido, doña
Lambra influye decisivamente en los sucesos en
la primera parte de la leyenda. Y de tal manera
que John J. Denevy llega a afirmar que ella
constituye la principal fuerza propulsora en el
relato.1 Tal afirmación resulta acertada sólo en
parte, puesto que Gonzalo González, el menor de
los Infantes, desempeña asimismo una función
importante en la creación del conflicto entre las
dos familias.
Dicho conflicto se inicia - según la Primera
Crónica General- en la boda de doña Lambra con
don Rodrigo de Lara, llamado también Ruy
Velázquez, durante las cuales Alvar Sánchez,
primo hermano de la dama, triunfa en el juego
del tablado.2 Doña Lambra muy contenta de su
éxito, declara delante de los siete Infantes y su
madre, que su pariente cercano vale más que
todos por haber sido sólo él capaz de dar en el
tablado.3 Al oírlo, los Infantes y su madre se
echan a reír, no obstante Gonzalo González, el
menor de ellos, toma muy a pecho las alabanzas
exageradas e imprudentes de doña Lambra. Acto
seguido coge una vara y con una tirada bien
19
lograda consigue quebrantar la tabla central del
castillete, cosa que regocija a los suyos, pero
apesadumbra a doña Lambra. A continuación se
produce un altercado entre Gonzalo González y
Alvar Sánchez sobre las tiradas y la admiración
de las damas, en el curso del cual Gonzalo,
irritado por la jactancia de su rival, lo mata de un
puñetazo. Doña Lambra, considerándose muy
deshonrada, prorrumpe en quejas amargas.4 Sus
lamentos hacen que Ruy Velásquez se acerque a
los Infantes y que golpee a Gonzalo González
con su lanza, primero en la cabeza y luego en el
hombro. El joven, hallándose sin armas, coge su
azor de su escudero y da con él en el rostro de su
tío que, al verse malherido, llama a las armas. Los
Infantes y los suyos se disponen igualmente para
la pelea. Sin embargo, se evita una contienda
armada entre los dos bandos gracias a la
intervención del conde Garcí Fernández y de
Gonzalo Gustioz, el padre de los Infantes (II,
432-433).
Después de la reconciliación, al parecer,
sincera, doña Sancha y sus hijos acompañan a
doña Lambra a Barbadillo. A fin de complacerla,
los Infantes cazan muchas aves Arlanza arriba y
se las entregan a ella. A continuación entran en
una huerta, donde Gonzalo González se pone en
paños menores para bañar su azor cerca del
palacio en que se aloja doña Lambra. Ella, al verlo
en paños de lino, se ofende mucho creyendo que
lo hace adrede para que ella y sus dueñas se
enamoren de él. Como no se considera todavía
vindicada de los ocurrido en sus bodas, encarga a
 un vasallo suyo, al que asegura su protección, que
llene un cohombro de sangre y que dé con él en el
pecho de Gonzalo González a fin de vengar de este
modo la muerte de su primo, Alvar Sánchez (II,
433). El criado ejecuta lo mandado por su ama
dejando el pecho del joven ensangrentado. Como
sus hermanos, al verlo así, empiezan a reír
mecánicamente, Gonzalo los reprende y acaba
por convencerlos de que el incidente repulsivo
puede constituir una deshonra grave para todos
ellos. Acto seguido se deciden a poner a prueba
al criado acercándose a él con las espadas
escondidas bajo sus mantos. Si los espera sin
temerlos, lo dejarán libre por tratarse de una
broma. Si, en cambio, corre a doña Lambra y ella
lo acoge, entonces se trata de un agravio serio
mandado por ella. En este caso van a matarlo,
aunque sea protegido de ella.
Al verlos venir, el criado corre a doña Lambra y
ella lo acoge bajo su manto. Llegados allí, los
Infantes le piden que se lo entregue por haberlos
deshonrado. Ella se niega a hacerlo por ser
vasallo suyo y promete castigarlo, si ha hecho algo
que no debiera. Entonces los Infantes lo sacan
por fuerza de debajo del manto de su tía y lo
matan allí' mismo salpicando con su sangre las
tocas y el vestido de ella.5 A continuación se
marchan a Salas llevando a su madre, doña
Sancha, consigo. Doña Lambra hace gran llanto
durante tres días y a la llegada de su marido se
postra ante él toda rasgada y llorosa, rogándole
que se duela mucho de la deshonra que ella ha
sufrido por parte de sus sobrinos y que por Dios
se digne de darle venganza de ellos. Ruy
Velázquez, ya enterado de lo ocurrido, le promete
una venganza bien sonada. A partir de este
momento, doña Lambra desaparece
prácticamente de la historia por haber cumplido
su función de empujar a su marido a la venganza y
a la traición. Sólo reaparece al final del relato
cuando recibe su castigo bien merecido que
difiere según las versiones de la leyenda.
En vista de lo expuesto cabe decir que en la
Primera Crónica General es el elogio
imprudente de doña Lambra a favor de Alvar
Sánchez el que da inicio al conflicto familiar. Tal
elogio, declarando la superioridad de su primo
hermano sobre los otros caballeros, incluso los
Infantes: "et mas ualio alli el solo que todos los
otros." (II, 432), constituye una especie de
acusación de
20
menos valer que impulsa a Gonzalo González a
desmentir la declaración de su tía mediante la
acción.6 Aunque su tiro exitoso al tablado
apesadumbra a doña Lambra, es la muerte brutal y
vergonzosa de Alvar Sánchez a sus manos que
crea el primer conflicto verdadero que culmina
en la confrontación sangrienta entre tío y
sobrino. En cuanto al segundo conflicto aún más
grave que el primero, éste es iniciado sin querer
por Gonzalo González con el baño de azor en
paños menores, por no averiguar si doña Lambra y
sus dueñas pueden verlo desde el palacio cercano
en que se alojan. Por otra parte, es la rencorosa
doña Lambra, ofendida por el comportamiento
del joven, que crea el conflicto fatídico, cuando
decide vengar la muerte de su primo hermano con
el acto ofensivo del cohombro con sangre a pesar
de la reconciliación previa entre las dos familias.
No obstante, Gonzalo González contribuye
igualmente a la creación del conflicto familiar
decisivo, cuando convence a sus hermanos de
que el incidente del cohombro es tan deshonroso
para todos ellos que debe ser vengando en el
acto, cota que conduce a la muerte del criado de
doña Lambra, a las quejas de ésta ante su marido
y, finalmente, a la traición del último.
La Segunda Crónica General de 1344
reproduce con poca alteración el texto de la
Primera Crónica General hasta la muerte de los
siete Infantes y su ayo.7 No obstante, el cronista
modifica aquí el elogio tributado por doña
Lambra a Alvar Sánchez trasladándolo a plano
amoroso-sexual:
"Doña Llambra cuando lo ovo, e supo que
su cormano Aluar Sánchez lancara tan
bien, plogol mucho, e con gran plaser que
ende ouo dixo aquellos que seyan con ella
que non vedaría su amor a orne tan de
pro sy no fuese pariente tan llegado: e
por esto que doña Llambra dixo se siguió
después mucho mal, así como vos lo la
estoria contara adelante (251). (La cursiva
es nuestra)
De esta suerte, el elogio que ella hace de su
primo hermano se convierte en un pintoresco
ofrecimiento amoroso hipotético que contribuye
a degradarla, pues habla como una mujer
impúdica que se olvida de su condición de
dama recién casada. Además, el cronista abulta
notablemente la influencia de su alabanza en
 el desarrollo del conflicto familiar a fin de
aumentar su responsabilidad en la traición y en la
muerte de los Infantes. Al mismo tiempo trata de
disminuir la imprudencia de Gonzalo González
en el incidente del baño del azor añadiendo
que el joven creía que doña Lambra y sus
dueñas no podían verlo por estar él muy alejado
del palacio donde ellas se encontraban." Esta
crónica alarga igualmente el relato de la venganza
llevada a cabo por el Infante Mudarra, medio
hermano de los Infantes, y amplifica el castigo
final de doña Lambra. Mientras que la Primera
Crónica General hace constar simplemente
que Mudarra hizo quemar a doña Lambra
después de la muerte del conde Garcí Fernández,
la de 1344 añade que, al enterarse de la muerte de
su marido, ella acude al conde y le pide
protección contra Madurra. El conde, sin
embargo, se niega a defenderla llamándola
mentirosa, alevosa y causante de la traición y
desgracia familiar. Por añadidura le dice que
mandará a Mudarra que la queme viva. Ella
entonces se aparta de allí" acompañada
únicamente de una manceba. Mientras vive el
conde, Mudarra no le hace daño, pero a su
fallecimiento "mandóle dar tal muerte como dio
Ruy Vasques" (314).
Otra crónica importante que narra la leyenda,
la Refundición Toledana de la Crónica general de
España de 1344 contribuye a acrecentar aún más
la culpabilidad de doña Lambra en la tragedia
familiar, haciendo que Ruy Velázquez, a
diferencia de las crónicas anteriores, se muestre
reacio a vengarse de sus sobrinos.9 Por esta razón
ella se ve obligada a importunarlo y engatusarlo
hasta que le jura emprender la venganza. Aparte
de esto, el cronista hace hincapié en la alevosía de
doña Lambra revelándola inmediatamente
después de la reconciliación entre las dos familias
y camino de Barbadillo.10 Además, ella se ve
retratada como irresponsable con su criado al que
no promete protección ninguna cuando le
encarga perpetrar el insulto del cohombro con
sangre. Por último, el cronista le echa la culpa no
sólo por la muerte de los Infantes, sino también
por la perdición de Ruy Velázquez e incluso por la
de Castilla.
Los romances viejos, derivados de las crónicas
y de los cantares de gesta perdidos, narran la
historia de los siete Infantes de Lara en forma
abreviada y fragmentaria, y se desinteresan del
21
castigo final de doña Lambra y de su alevosía.
Por otra parte acentúan su agresividad aún más
que las crónicas. Así, en el romance iniciado con
el verso "Calatrava la vieja" doña Lambra elogia
exageradamente la buena tirada al tablado de un
caballero cordobés que reemplaza aquí a Alvar
Sánchez:12
Amad, señoras, amad -cada una en su lugar,
que mas vale un caballero- de los de
Córdoba la llana, que no veinte ni treinta de
los de la casa de Lara. (19-11 1)
En otro romance que empieza con el verso "Ya
se salen de Castilla" es el mismo caballero
cordobés que, después de tirar exitosamente,
declara la superioridad de los caballeros de
Córdoba sobre los de la casa de Lara (21-119).
Doña Lambra, al oírlo hablar así, se pone muy
contenta y, dirigiéndose a las damas, hace una
declaración desvergonzada a favor del caballero
cordobés:
¡Oh, maldita sea la dama – que su cuerpo te
negaba! que si yo casada no fuera, – el mío
yo te entregara.- (25-119)
En estos romances los Infantes no oyen la
declaración ofensiva de la mujer de su tío, puesto
que su madre, doña Sancha, les ha prohibido
salir a la plaza. De este modo, es sólo ella que la
escucha y que le responde recordándole su
imprudencia: "No digáis eso señora,-no digáis tal
palabra/porque aun hoy os desposaron-con don
Rodrigo de Lara," (19-111). Doña Lambra, muy
furiosa, le contesta con una alusión ofensiva y
ultrajante al nacimiento de sus siete hijos:
-Mas calláis vos, doña Sancha, – que no
debéis ser escuchada, que siete hijos
pariste – como puerca encenegada.
(19-111)
Gonzalo González, al enterarse de lo ocurrido
por boca de su ayo, Ñuño Gustioz, se presenta
en la plaza y, después de un tiro bien logrado se
dirige a "putas" en "A Calatrava la vieja" y a
"lindas damas" en "Ya se salen", y declara
rotundamente la superioridad de los caballeros de
su propia familia:
 -Amade, putas, amad - cada una en su
lugar, que mas vale un caballero- de los de
la casa de Lara, que cuarenta ni
cincuenta-de los de Córdoba la llana.
(19-111)
Doña Lambra muy ofendida, se queja a Ruy
Velázquez alegando que los Infantes la han
deshonrado con amenazas injuriosas:
Los hijos de doña Sancha- mal amenazado
me han que me cortarían las faldas- por
vergonzoso lugar, y cebarían sus
halcones-dentro de mi palomar, y me
forzarían mis damas - casadas y por casar.
Matáronme un cocinero - so faldas de mi
brial:- (19-111)
Sólo en este pasaje, derivado de "A Calatrava",
se menciona al criado de doña Lambra muerto
bajo las faldas de su brial. Es de notar asimismo
que ella, además de quejarse a su marido de
haber sido tratada como una mujer ligera por los
sobrinos de él, lo amenaza de tornarse mora, si,
él no está dispuesto a vengarla: "Si de esto no me
vengáis,- yo mora me iré a tornar." (19-111). Ruy
Velázquez, a su vez, no se hace rogar mucho y le
promete una venganza ejemplar:
-Calledes, la mi señora,- vos no digades
atal. De los infantes de Salas- yo vos
pienso de vengar, telilla les tengo ordida,
bien gela cuido tramar, que nacidos y por
nacer- de ello tengan que contar. (19-112)
En el romance "Ay, Dios que buen caballero"
es el mismo Gonzalo González que oye las
palabras injuriosas lanzadas por doña Lambra
contra su madre, y es el que la amenaza con
tratarla como a una prostituta: "yo te cortaré las
faldas-por vergonzoso lugar/ por cima de las
rodillas – un palmo y mucho más," (20-113).12
Doña Lambra prorrumpe en llanto, y oyéndola
llorar, su marido le promete venganza, pues una
dueña como ella debería ser tratada con respeto:
"porque a dueña tal cual vos - todos la deben
honrar." (20-113).
Como se ve, los romances viejos omiten
algunos sucesos que son importantes en las
crónicas para el desarrollo y creación del
conflicto familiar. Así, suprimen la muerte de
Alvar Sánchez a manos de Gonzalo González y
las subsiguientes quejas de doña Lambra.
Omiten igualmente la pelea sangrienta ente tío y
sobrino, la reconciliación entre los dos bandos,
22
El episodio del baño del azor y del cohombro con
sangre. Por otra parte reemplazan el altercado
entre Alvar Sánchez y Gonzalo González por otro
más pintoresco entre doña Lambra y doña
Sancha que nos trae a colación Los Nibelungos.13
En vista de esto, los romances tienen que
establecer el conflicto familiar desde el principio
haciendo que doña Lambra ofenda abiertamente a
los Infantes e injurie brutalmente a su madre,
doña Sancha, e incluso amenace a su propio
marido con volverse mora en caso de no querer
vengarse de sus sobrinos. Todo ello contribuye a
que ella aparezca aquí más visiblemente causante
de la tragedia familiar que en las crónicas. En
cuanto a Gonzalo González, éste se vuelve
también más abiertamente ofensivo en los
romances, porque además de responder a las
palabras ultrajantes de su tía con la acción de
derribar el tablado, la ofende verbalmente
incluyéndola entre "putas" en "Ya se salen" y la
amenaza con tratarla como a una mujer ligera en
"Ay Dios." Cabe añadir asimismo que los
romances acentúan, aun más que las crónicas, la
desvergüenza y la falta de pudor de doña Lambra,
no sólo porque ella habla como una mujer
desvergonzada, sino también porque los Infantes
la tratan como si realmente lo fuera. Por fin, se
puede observar que, mientras los romances
establecen el conflicto familiar en forma
dramática y casi inmediata, las crónicas lo
engendran en forma gradual y psicológicamente
matizada.
Aunque el conflicto entre doña Lambra y
Gonzalo González se explica satisfactoriamente
por la honra y el orgullo familiares, en dos
artículos recientes se ofrece una sugestiva
explicación de tipo amoroso-sexual. En el
primero, Carolyne Bluestine opina que, al
parecer, existe una relación amorosa ente
Gonzalo González y doña Lambra, pues el joven
se porta como un amante celoso, cuando mata a
Alvar Sánchez de un puñetazo y, cuando da con
el azor en la cara de Ruy Velázquez.14 Hace notar
igualmente que la sugerencia de relaciones
amorosas entre los dos se corrobora en la escena
de la huerta, donde doña Lambra cree que
Gonzalo se ha puesto en paños de lino para
despertar sentimientos amorosos tanto en ella
como en sus dueñas. Finalmente estima que el
cohombro con sangre representa un símbolo
fálico con el cual doña Lambra desea ofender al
joven en su virilidad.
 En otro artículo, J. R. Burt opina, en cambio,
que es doña Lambra la que arde en deseos
amorosos por Gonzalo González." Sostiene
igualmente que con su elogio exagerado a favor de
Alvar Sánchez, ella trata de incitarlo a la acción.
Este crítico llega incluso a equiparar el
comportamiento de doña Lambra con el de la
mujer de Putifar hacia José en la Biblia. Cree
asimismo que ella sólo pretende estar deshonrada
al enterarse de la muerte de Alvar Sánchez, y que
para sus adentros está rendida a la subyugadora
masculinidad de Gonzalo. Finalmente apunta que
el cohombro con sangre lanzado sobre el pecho
desnudo de Gonzalo González por el criado de
doña Lambra, supone un mensaje sexual por su
parte, invitando al joven a la cópula a pesar de
que está teniendo su período. Por último, opina
que doña Lambra sólo cobra odio a Gonzalo y a
sus hermanos después de que habían dado
muerte a su criado protegido bajo su manto.
Entre los dos puntos de vista, el de Bluestine
nos parece más convincente, puesto que el elogio
desvergonzado de doña Lambra tributado a Alvar
Sánchez en la crónica de 1344, además de ser
ofensivo, constituye una especie de ofrecimiento
amoroso hipotético que podría impulsar al joven
Gonzalo González a probar su suerte en el juego
del tablado para merecer el elogio y tal vez el
amor de doña Lambra. Del mismo modo es
posible afirmar que" la muerte brutal de Alvar
Sánchez a manos de Gonzalo González se debe a
los celos y a la envidia que le cobra, cuando aquél
se jacta de ser más merecedor de la admiración de
las dueñas que cualquier otro caballero (II, 432).
Por otra parte, el aserto de que el joven desgarra
con su azor la cara de su tío por estar celoso de él
no es creíble, ya que lo hace claramente para
defender su vida, después de haber recibido dos
tremendos golpes con el palo de la lanza."
Aunque la escena de la huerta no prueba la
existencia de relaciones amorosas entre Gonzalo
González y doña Lambra, confirma que ésta cree
que el joven tiene interés amoroso por ella y sus
dueñas. No es extraño que lo piense, pues
Gonzalo tiene fama de galán admirado de las
damas y el azor que tiene en la mano puede
connotar virilidad y agresividad sexual."
Finalmente, en cuanto al incidente del cohombro
con sangre, creemos que Bluestine tiene razón
23
de considerarlo como un insulto, mediante el
cual doña Lambra intenta ofender la hombría del
más joven de los Infantes.
La tesis de Burt nos parece menos
convincente, ya que resulta difícil probar a base
del texto que doña Lambra arda en deseos
amorosos por Gonzalo González, y aún menos
que su comportamiento hacia él sea similar al de
la mujer de Putifar en la Biblia. Mientras que
ésta revela abiertamente sus deseos amorosos
para con José y se ofrece a él, doña Lambra no
hace nada semejante ni en las crónicas ni en los
romances viejos. Por otro lado, es probable que la
admiración que profesa por Alvar Sánchez, a
quien considera superior a otros caballeros en la
Primera Crónica General y a quien entregaría
su cuerpo si no fuera su pariente cercano en la
Crónica de 1344, no se debe únicamente al orgullo
familiar, sino también a una posible atracción
amoroso-sexual por parte de ella.
Aun cuando estamos de acuerdo con Burt en
que doña Lambra parece incitar a Gonzalo
González a la acción con el elogio exagerado de
Alvar Sánchez, no creemos que lo hace para que
salga bien en la empresa, dado que se aflige con la
tirada exitosa del joven según el narrador. De
igual modo, nos parece poco creíble que doña
Lambra sólo se finja deshonrada y adolorida por
la muerte de su primo hermano, puesto que ésta
es la afrenta que no perdona nunca y la que trata
de vengar con el incidente del cohombro con
sangre. Tal incidente, además, lejos de representar
una invitación a la cópula como afirma Burt,
constituye un claro acto de venganza en las
propias palabras de la dama: "Et assi tomare y
uenganca de la punnada et de la muerte de mió
primo Aluar Sánchez, ca esta joglería a muchos
empeeçra." (II, 433). De este modo, la
contención de Burt, según la cual doña Lambra
empieza a odiar a Gonzalo González y a sus
hermanos sólo después de la muerte del criado
de ella, no es sostenible, ya que el mismo
cronista declara, poco antes que el incidente del
pepino con sangre se efectuase, que los odia a
muerte: "ca ella los desamaua mortal miente que
mas non podia." (Crónica de 1344, pág. 256).
En cuanto al incidente del pepino con sangre,
es difícil apreciar su alcance para los personajes
de la obra y para el público contemporáneo.
Méndez Pidal, por ejemplo, lo considera como
 una afrenta singular y muy rara." El padre Mariana
en su Historia de España lo tiene por: "grave injuria
y ultraje conforme la costumbre de España."'19 A.
Duran, a su vez, lo juzga por: "Una increpación
emblemática de un acto impuro," al comentar el
incidente ofensivo del cohombro con sangre
narrado en un romance artificioso de Sepúlveda.20
Rafael Lapesa señala asimismo que el acto de
ensuciar "con huevo, o cogombro o pepinillo" era
considerado como un ultraje importante y
castigado con una multa pecuniaria en los Fueros
de Cuenca y Teruel.21 A nuestro juicio el insulto
narrado en la leyenda de los Siete Infantes de Lara
es más grave que el registrado en los Fueros por
el hecho de que el cohombro está lleno de sangre
y que es arrojado sobre el pecho desnudo de
Gonzalo González. 22 J. R. Burt piensa
igualmente que el acto es ofensivo para Gonzalo
por violar dos tabús, esto es, sería adúltero y
resultaría impuro por la menstruación de la
dama.23 Con todo, conviene subrayar que el
incidente sólo constituye un agravio serio para
los Infantes si ha sido instigado por doña Lambra
con intención de hacer daño.24 Por otro lado, si
procede del criado de ella, entonces sería una
burla pesada, pero perdonable.
Como doña Lambra trata de vengar con el
pepino con sangre la muerte de su primo
hermano, el acto ofensivo podría significar que la
sangre de Gonzalo González debería ser
derramada como fue la de Alvar Sánchez. Según
esto, doña Lambra intentaría darle muerte
simbólica y no real como pretende Lucy Sponsler
que no parece leer bien el texto.25 Por otra parte,
siendo el pepino una especie de símbolo fálico, el
acto ultrajante podría representar una castración
simbólica ofendiendo la virilidad de Gonzalo
González. Sea lo que fuere, los Infantes se
consideran deshonrados por el acto insultante, y
de tal manera que no les importa agraviar una
segunda vez a su tía dando muerte a su criado. No
obstante, en la Primera Crónica General, antes de
ejecutar su plan le ruegan que se lo entregue para
ser castigado por ellos ya que les había ofendido.
Sólo cuando ella se niega a hacerlo, proclamando
sus derechos sobre él, pasan a efectuar lo
anteriormente decidido. Al parecer, los Infantes
obran de esta forma para poder justificarse ante su
tío, creyendo que podrán arreglársela con él
como con el motivo de la muerte de Alvar San-
24
chez. Esta confianza infundada, que ellos y su
padre tienen en Ruy Velázquez, es la que le
permitirá engañarlos y traicionarlos tan
fácilmente.
En cuanto a la deshonra infligida a doña
Lambra, ésta es gravísima. Puesto que los
Infantes han violado su jurisdicción y, además, han
manchado su vestido y sus tocas con la sangre del
criado protegido bajo su manto.26 Richard E.
Chandler, por ejemplo, considera la deshonra de
doña Lambra y de Ruy Velázques mayor que la de
Ganelón en la Chanson de Roland, y sostiene que
tal afrenta requería venganza según las
costumbres medievales.27 El Propio Ruy Velázquez
debe pensar así, cuando en su carta dirigida a
Almanzor justifica su proyectada traición
observando: "que me deshonraron a mi et a mi
mugier;" (II, 435). Después se vale de razones
semejantes, cuando rechaza la demanda de
Diego González de socorrerles contra un ejército
moro muy superior: "Amigo, yd a buena uentura:
¿Cuidedes que oluidada auia yo la deshonrra que
me fezistes en Burgos quando matastes a Aluar
Sánchez, y la que fiziestes a mi mugier donna
Llambla quando le sacaste el omne de so el
manto et ge le matastes delante e le
ensangren-tastes los pannos et las tocas de la
sangre del" (II, 249).
Aunque doña Lambra aparece negativamente
retratada en la Primera Crónica General, su
verdadera degradación se efectúa en la Crónica
del 1344, donde se la convierte en una mujer
desvergonzada y se exagera mucho su
responsabilidad en la tragedia familiar.28 Esta
tendencia envilecedora culmina en la Refundición
Toledana en que el cronista, además de hacer
hincapié en la alevosía de la dama, le echa la culpa
no sólo por la muerte de los Infantes, sino también
por la perdición de su marido e incluso por la de
Castilla. Los romances viejos, por su parte,
insisten sobretodo en la agresividad y en la
desvergüenza de la mujer de Ruy Velázquez.
Así, el progresivo envilecimiento de doña
Lambra se debe, en parte, a los elementos
amoroso-sexuales introducidos en la Crónica de
1344 y en los romances viejos.29 Además se debe
también a una virulenta actitud misógina por
parte de los cronistas que parecen insinuar que la
mujer es traicionera y vengativa y, no siendo
capaz de controlar sus pasiones es causante de
 grandes desgracias e infortunios. Es curioso
observar que ni siquiera doña Sancha, mujer
virtuosa y ejemplar en la Primera Crónica General,
escapa de esta tendencia degradadora a partir de la
Crónica de 1344, donde se ve convertida en una
mujer muy vengativa. No sólo asiste a Mudarra
González en su venganza, sino además intenta
beber la sangre de Ruy Velázquez malherido a fin
de cumplir un sueño premonitorio y, finalmente,
ordena que su hermano muera alanceado, hecho
un tablado vivo.30 Cabe notar también que la
Crónica de 1344 interrumpe la historia de los Siete
Infantes de Lara a fin de interpolar en ella la parte
inicial de la leyenda de La Condesa Traidora que en
la Primera Crónica General precede a la de los
Infantes. En esta forma, nos parece que el
cronista procura asociar a doña Lambra con una
traidora notoria que, después de facilitar la
muerte de su padre y madrastra, ocasiona la de su
marido, el conde Garcí Fernández, y trata de
envenenar a su propio hijo para poder casarse
con el rey moro Almanzor.
Ahora bien, la degradación de doña Lambra no
disminuye la responsabilidad de Gonzalo
González en la creación del conflicto y de la
tragedia familiar que se produce en gran parte por
la interacción entre la dama orgullosa y vengativa
y el no menos orgulloso e impetuoso infante. La
función de ella está en iniciar el conflicto y
hacerlo irreparable empujando a su marido a la
venganza, mientras que la de Gonzalo consiste
en agravarlo ofendiendo a su tía tanto en las
crónicas como en los romances viejos. La
confrontación entre ellos no se explica
únicamente por razones de la honra y orgullo
familiares, ya que elementos amoroso-sexuales
entran también en él, conviniéndolo en uno de
los conflictos más interesantes y pintorescos de
las leyendas épicas españolas.
No tas
1
John J. Denevy, Women in Poema De Mió Cid
and in el Cantar de los Infantes de Lara. Crónica
(1977), 12; y Eugene Forfman, The Nárreme in
the Medieval Romance Epic (University of Tbronto
Press, 1969), págs. 31-33.
2
Primera Crónica General. Que mandó componer
25
Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en
1289, ed., Menéndez Pidal (Madrid: Gredos,
1955), II, págs. 431-438. En las citas
subsiguientes de esta crónica vamos a utilizar el
numero romano II, seguido del número de la
página.
3
Según A. de Morales, Crónica, libro XVI, c.
46: "se hacia un tablado como un castillejo ó asi.
puesto en alto, con la juntura de las tablas fácil,
asi quien con buena fuerza y maña alcancase á en
el dar algún gran golpe, lo derribaría. Tiraban,
pues los caballeros a' este tablado sus varas, que
llamaban bohordos, y era la honra de la fiesta
aquel, que hiriendo en el tablado con destreza y
con gran fuerza la hacia caer desbaratado," citado
por Méndez Pidal en La leyenda de los Infantes de
Lara (Madrid, 1896), pág. 5, nota 1.
4
Deshonrar la novia en sus bodas fue
considerado como una afrenta grave en los
Fueros. Véase Menéndez Pidal, La leyenda de los
Infantes de Lara, pág. 6, nota 1; y R. Sierra Ruiz,
Honor, honra e injuria en el derecho medieval
español (Murcia, 1969), pág. 264.
5
El manto de la dama "según el derecho
germánico era un signo de protección.",
Menéndez Pidal, Leyenda, pág. 6, nota 4.
6
Conrado Guardiola Alcover, Cantares de Gesta
(Zaragoza, 1971), pág. 47.
7
E1 texto de la leyenda según esta crónica se
halla reimpreso en la Leyenda de los Infantes de
Lara, págs. 249-314.
8
E1 único texto en que Gonzalo González se
desnuda a fin de ofender a doña Lambra es Libro
de las bienandanzas y fortuna, "que andaua en
cueros nadando, en manera de escarnio;". La
leyenda, pág. 348.
9
The Refundición Toledana Versión of the Legend of
the Siete Infantes de Lara, ed. Thomas Latrop
(Chapel Hills, 1971), págs. 93-169.
10
En la Primera Crónica General y en La Crónica
de 1344 su alevosía no se revela hasta el episodio
del cohombro lleno de sangre, (II, 433 y 256).
11
Las citas de los romances proceden de la
Primavera y Flor de romances de Wolf y Hofman
(Berlín, 1856), reimpreso en el tomo VIII de la
Antología de poetas líricos de Menéndez y Pelayo
(Madrid, 1945). En las citas el primer número se
refiere al del romance y el segundo al de la
página. La sustitución de Alvar Sánchez por el
caballero cordobés según Menéndez Pidal: "se
explica simplemente como un nombre arbitrario
debido a que las leyendas épicas, en el rodar de la
tradición, se van continuamente desarraigando
del terreno en que nacieron y olvidando los
nombres primitivos de los personajes."
Romancero Tradicional, II, pág. 113.
l2
"La amenaza de cortar las faldas 'por vergonzoso
lugar' corresponde a la costumbre de la Edad
Media de imponer este castigo infamante a las
rameras." Romancero Tradicional, II, pág. 125. l3 En ensucia y le golpea la parte descubierta de su
13
Los Niebelungos, el conflicto familiar se produce cuerpo: su pecho desnudo e incluso su cara.
por la disputa entre dos reinas, Crimilda y
Brunilda. Véase Das Nibelungenlied (Hanau,
1982), págs. 133-142.
14
Carolyn Bluestine, "The Power of Blood in the
Siete Infantes de Lara." HR, (1982), 201-217.
15
John R. Burt, The Bloody Cucumber and
Related Matters in the Siete Infantes de Lara" HR
(1982), 345-352.
16
Después de recibir el primer astillazo que le
rompe la cara en cinco lugares, Gonzalo advierte a
su tío que no le golpee más, porque va a defenderse. además manchadas de sangre. Véase Sierra Ruiz,
A pesar de ello, Ruy Velázquez le asesta otro
golpe en el hombro, y sólo entonces es cuando el
joven le da con su azor en la cara (II, 432).
17
La fama de Gonzalo González como galán es
corroborada en el llanto que su padre hace sobre su
cabeza en la Crónica de 1344 (p. 283) y en el
romance iniciado con el verso "Pártese el moro
Alicante" (24-118). Véase también Manuel Alvar,
Cantares de Gesta Medievales (México, 1982), pág.
39. Para el simbolismo del azor véase E. Michael
Gerli, "Calisto's Hawk and Images of Medieval
Tradition." Romanía, 104 (1983), 95; y J.C. Cirlot, A Castilla. Para el significado de "guisa", véase
Dictionary of Symbols (New York, 1977), págs
240-241.
18
La Leyenda de los Infantes de Lara, pág. 6, nota 3.
19
Padre Juan Mariana, Historia General de España
(Madrid, 1733), I, pág. 299.
20
Agustín Duran, Romancero General, BAE 10
(Madrid, 1859), I, pág. 44, escribe: "El dar en el
rostro a un caballero con un cohombro o pepino
ensangrentado, era el mayor insulto que pudiera
hacérsele, por una increpación emblemática de
26
un acto impuro." Es curioso notar que sólo en un
texto Variantes de la Crónica de 1344 se precisa que la
sangre es de carnero. La leyenda de los Infantes de Lara,
pág. 335.
21
Rafael Lapesa, "El cohombro arrojado como
afrenta" en De la Edad Media a nuestros días (Madrid,
1967), págs. 32-33.
22
El agravio de Gonzalo se hace más grande por
el hecho de que el cohombro lleno de sangre le
Véase Sierra Ruiz, op. cit., pág. 350.
23
R. Burt, Art. cit., pág. 350.
24
Thomas Lathrop, op. cit., pág. 32.
25
Lucy A. Sponsler, Women in Medieval Spanish Epic
and Lyric Tradition (Lexington, 1975), pág. 14,
escribe: "However, when she orders a vassal to
slay González, she is foiled."
26
La injuria de doña Lambra se refuerza también
porque la matanza tiene lugar ante una dama
casada y 'dona de paraje' cuyas tocas quedan
op. cit., págs. 59 y 260; y Menéndez Pidal, La
leyenda, pág. 6. nota 4.
27
Richard E. Chandler, Study of Treason in the
Spanish Ballads (University of Missouri, 1940),
pág. 218 (Unpublishcd dissertation).
28
Sponsler, op. cit., basándose en el sintagma
"una duenna de muy grand guisa", opina que
doña Lambra es presentada como una mujer
astuta desde el principio. No obstante, la palabra
"guisa", lejos de referir "to her guile and
cunning", alude a la gran cualidad del Conde de
Covarrubias, pág. 670.
29
Véase Sponsler, op. cit., págs. 36-37.
30
Alan Deyermond, "El ciclo épico de los condes
de Castilla: motivos y personajes." en Historia
crítica de la literatura española. Edad Media.
(Barcelona, 1980), págs. 121-122, afirma que
doña Sancha se hace tan vengativa en la segunda
parte de la leyenda como doña Lambra en la
primera. Aunque esto sea así, creemos que doña
Sancha facilita una venganza poética justa para
que Ruy Velázquez pague por fin su traición
ignominiosa contra su propia sangre.