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EL CULTO CRISTIANO.

El culto de las primeras comunidades cristianas.

Bases del culto cristiano: La palabra y la mesa.

El culto cristiano en el primer siglo.

Los primeros cristianos eran de origen judío y amaban la sinagoga y


sus costumbres. Era de esperarse que cuando fueran expulsados
de ellas, su nuevo culto siguiera líneas similares y contuviera
muchos elementos del culto de la sinagoga. En cambio, el culto del
Templo dejó pocas huellas sobre el culto cristiano por tres razones:

1. La gran mayoría de los judíos de la Diáspora nunca vieron el


culto del Templo. En realidad, en tiempos de Jesús, el verdadero
hogar del culto judío estaba en las sinagogas.
2. Para los cristianos conversos del paganismo, el culto del Templo
no tenían ninguna relevancia.
3. Cuarenta años después de la muerte y resurrección del Señor el
Templo fue destruido para siempre, sin embargo las sinagogas
permanecieron.

El NT ya había sido redactado antes que el culto cristiano alcanzara


su pleno desarrollo, pero no nos deja sin un testimonio claro
respecto a la sinagoga. Los Hechos y el Apocalipsis dan una clara
idea de la vida de la iglesia primitiva. Cuatro cosas sobresalen:

1. Por algún tiempo los discípulos sus seguidores continuaron


participando en los cultos del Templo y la sinagoga.
2. Compartían frecuentemente una comida o ágape (fiesta del
amor).
3. Al finalizar el ágape tenían una celebración de acción de
gracias (eucaristía) en obediencia al mandamiento del Señor en la
última cena.
4. Esta acción era seguida a menudo de profecías y discursos
en lenguas con lo que Pablo advierte tener discernimiento y
cuidado.
Aunque los primeros cristianos siguieron asistiendo al Templo
mientras lo hubo ( Hch 3:1), el culto que prevaleció en la naciente
comunidad fue el de la sinagoga (Hch 9:18). Este culto sinagogal y
las costumbres de las reuniones domésticas (Hch 2:46; 20:7-12),
conformaron las bases de lo que sería el culto cristiano.

La liturgia cristiana del primer siglo bebió de dos fuentes


originarias: el culto de la sinagoga y las reuniones en los hogares
(domus eclesiae) que conmemoraba la experiencia del Aposento
Alto.

Pero el culto cristiano tenía un énfasis en contenidos nuevos de


acuerdo con la nueva revelación y para expresar el nuevo espíritu.

ASPECTOS FUNDAMENTALES DEL CULTO CRISTIANO.

La reunión: La reunión era del todo fraternal. Quienes dirigían no


asumían carácter clerical ni sacerdotal, sino que se tenían a sí
mismos como encargados por el Espíritu Santo para exhortar y
enseñar la doctrina de Jesucristo. Todos tomaban libremente parte
en el culto, ya dirigiendo la palabra, ya orando, ya indicando algún
canto para ser entonado por todos. El que presidía el culto no lo
monopolizaba, sino que estaba ahí para cuidar del buen orden del
mismo.

La Cena del Señor: El NT había sido ya redactado antes de que el


culto cristiano alcanzara su pleno desarrollo, pero no nos deja sin
un testimonio claro respecto al mismo. Los Hechos y el Apocalipsis
nos retratan claramente la vida de la iglesia primitiva. Sobresalen
cuatro aspectos:

1. Por algún tiempo los cristianos conversos del judaísmo


continuaron participando del culto del Templo y de las
sinagogas.
2. Compartían con frecuencia una comida común conocida como
o ágape o fiesta del amor.
3. Al finalizar el ágape o aparte del mismo, celebraban una
acción de gracias o eucaristía, obedeciendo al mandamiento
del Señor en la última Cena.
4. Esta acción era seguida de profecías o discursos en lenguas.

El culto cristiano añade un elemento derivado directamente del


Señor Jesús: la perpetuación en oración y comunión de la
experiencia del Aposento alto. La experiencia estaba cargada con el
poder de la resurrección y pronto se hizo costumbre en el primer día
de la semana, al rayar el alba, la hora en que El se les revelara
después de resucitar. De manera que el día del Señor no sería el
viernes, día de su muerte, sino el domingo, día de su resurrección.

No tendrían ninguna teoría o dogma de la presencia del Señor en el


pan y el vino, como las que vendrían a dividir la iglesia luego, pero
la conocían como un hecho de la experiencia espiritual, como una
realidad vivida.

El culto cristiano nace así de la fusión de la sinagoga y el Aposento


Alto: Palabra y Mesa, así fundidos, cada uno completando al otro,
se convirtieron en la norma del culto cristiano.

4. Las Escrituras: La lectura y exposición de las Escrituras, en un


ambiente de alabanza y oración ha constituido desde el principio
uno de los elementos esenciales del culto cristiano. Esta es una
herencia de la sinagoga.

El centro de interés pasó de la Torá a los Libros Proféticos. Luego


las escrituras cristianas comenzaron a tomar forma y a ocupar su
espacio en el culto, asignándosele un lugar de preeminencia a los
evangelios 1 . A menudo se leían libros enteros en una sola reunión,
más si se trataba de una carta (epístola). El Antiguo Testamento era
recibido como divinamente inspirado. No existía lo que hoy
llamamos Canon del Nuevo Testamento. Cada libro o documento
era una obra completa en sí, y se aceptaban por la validez de su
contenido y no por autoridad externa.

La Predicación: Después de la lectura seguía la predicación, que


era una explicación práctica de la porción leída, al estilo de la que
se hacía en las sinagogas judías. Durante la persecución la
predicación se usaba para dar ánimo a los hermanos a fin de que
en la hora de la prueba se hallasen firmes. En épocas, señaladas la
predicación por objeto recordar los sufrimientos y valor de los

1
Orígenes describió como la corona de toda la Escritura.
mártires y confesores y se exhortaba a imitar las virtudes de los que
habían sido fieles hasta la muerte.

Existían los sermones apologéticos, que eran aquellos que tenían


por objeto enseñar a los catecúmenos las verdades de la fe que
iban a profesar públicamente y que tendrían que defender ante los
ataques del paganismo helenista, pero esta clase de sermones no
era frecuente.

El canto: Comenzó a utilizarse en las reuniones litúrgicas de las


casas como parte de los nuevos ritos, o de las relecturas que se
hacían de los antiguos ritos. Mas que acompañar o servir de puente
entre ellos, los cantos manifestaban la esencia del rito y su
mensaje, por lo cual fueron uno de los recursos litúrgicos que más
ayudaron a propagar la fe y a transmitirla de una generación a otra.

Los Salmos se recitaban. No hay evidencias suficientes que


permitan asegurar que los Salmos se cantaran en las reuniones
litúrgicas de los dos primeros siglos. Es posible que esto fuera el
resultado de querer establecer una diferencia con el culto sinagogal,
donde habían sido incorporados como canto tras la destrucción del
Templo.

En los textos del NT aparecen un conjunto de palabras referido al


canto litúrgico: yalmoi`", u{mnoi", y wj/dai`"
pneumatikai`", que se ha traducido al castellano como salmos,
himnos y cánticos espirituales (Lc 20:42; 24:44; Hch 1:20; 13:33;
1Co 14:26; Ef 5:19; Col 3:16; Ap 5:9; 14:3; 15:3) Como veremos
adelante, estas palabras no están separadas claramente desde el
punto de vista terminológico.
En la Epístola a los Colosenses 3:16 encontramos que este
conjunto de palabras corresponde a una amplia expresión que
incluye a los Salmos del Antiguo Testamento, himnos litúrgicos
antiguos, y a canciones cristianas espontáneas2. Por yalmoi`"
(salmós) se designa de igual manera una música instrumental
como a su texto vocal, siendo su significado general canto de
alabanza. En los textos no lucanos, psalmós se refiere a un canto
espiritual, o de efectos espirituales (1Co 14:26; Ef 5:19; Col 3:16). El
autor del evangelio de Lucas lo utiliza en sus escritos aludiendo a
los cantos de alabanza (Lc 20:42; 24:44; Hch 1:20; 13:33).

Algunos escritos del NT atestiguan la existencia de los nuevos


salmos que expresaban la fe en Cristo, pero compuestos al estilo de
los salmos judíos: Ef 1:3-14; Fil 2:6-11; Col 1:15-20. Estas
composiciones hallaron resistencia entre cristianos prosélitos del
judaísmo a los que les era difícil abandonar sus antiguos salmos.
Las comunidades cristianas de procedencia gentil los aceptaron y
los incorporaron a su liturgia sin dificultad. Es muy posible que
textos como el de Ef 5:19-21 y Col 3:16, estén referidos a este tipo
de salmos.

Una nueva composición que no se ceñía a los cánones de los


salmos judíos vino a enriquecer el canto litúrgico cristiano: el himno
(u{mnoi" himnois). A diferencia de los salmos, los antiguos
himnos eran poemas métricos divididos en estrofas por lo que
resultaba fácil aprenderlos y entonarlos. En el 112 d.C. Plinio el
Joven informaba en una carta al emperador Trajano sobre las

2 Carson, D.A.; France, R.T.; Motyer, J.A.; Wenham, G.J., Nuevo Comentario Biblico: Siglo Veintiuno,
(El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones) 2000, c1999.
costumbre de la nueva fe: se reúnen antes del amanecer para
cantar un himno a Cristo, como a un dios3.

En su carta a los filipenses, Pablo hace uso de lo que se considera


fuera un himno de uso común en el culto cristiano de la época (Fil
2:6-11). La primera carta a Timoteo contiene también unas líneas
de otro antiguo himno cristiano (1 Tm 3:16b). Estos ejemplos ponen
de manifiesto la profundidad del contenido teológico y doctrinal de
los cantos litúrgicos, lo cual los colocaron entre los recursos más
útiles de los escritores del Nuevo Testamento y de la iglesia en
general.

Los odais pneumaticais (wj/dai`" pneumatikai`"), traducido


como cantos espirituales, eran considerados por la iglesia primitiva
palabra de Cristo revelada en el culto (Col 3:16), y es en este
sentido, eran idóneos para instruir y alimentar la fe de la
comunidad. Pablo, al aconsejar a los corintios sobre los carismas en
el culto, afirma que el Espíritu también se manifiesta al cantar
(psalló yavllw). (1Cor 14:15, 26).

Los documentos bíblicos y extrabíblicos del siglo I testifican que los


nuevos convertidos eran instruidos en la fe en Cristo a través del
culto. Se pone de manifiesto de esta manera la gran importancia del
contenido del canto litúrgico. Cantando, la comunidad se instruía y
se amonestaba mutuamente.
3
Plinio el Joven, (Cayo Plinio Cecilio Segundo) (62-113), escritor y político romano, cuyas cartas
proporcionan una descripción valiosa de la vida en el siglo I d.C.gobernador de Bithynia y Ponto siglo II-
III d.C. Publicó nueve libros de Epistolae (cartas), y un décimo libro, que contiene su correspondencia
oficial como gobernador de Bitinia con el emperador Trajano. Las más interesantes van dirigidas a dos de
sus amigos, el historiador Publio Cornelio Tácito, comentando la erupción del Vesubio, y otra dirigida al
emperador romano Trajano, sobre la política necesaria con los cristianos. Biblioteca de Consulta
Microsoft ® Encarta ® 2005.
La odé es concebido en el Apocalipsis como un proceso
escatológico donde también se hace referencia a un ode kain
(wj/dh;n kainh;n) que la VRV traduce como una canción nueva
(Ap 5:9; 14:3; 15:3).

Hasta el siglo IV la liturgia cristiana tuvo carácter doméstico y se


desarrollo en su totalidad a través del canto, considerando que, aun
la proclamación de la Palabra tenia lugar melódicamente a través
del recitativo. No se usaban instrumentos musicales en los cultos de
los primeros siglos. El canto era del todo sencillo, tanto en la música
como en la letra.

Las persecuciones tuvieron como música de fondo el canto de los


hombres y mujeres de fe que enfrentaron sus momentos de
peligros, torturas y hasta la misma muerte, entonando los himnos de
sus reuniones litúrgicas, testificando así de su fe (Hch 16: 25)

La oración. Era una de las partes esenciales del culto. Los


cristianos se reunían no tanto para oír hablar de Dios, como para
hablar con Dios. El lenguaje de la oración era austero evitándose
toda retórica innecesaria. Las oraciones estaban llenas del lenguaje
de las Escrituras, especialmente de los Salmos y Profetas; no eran
largas, evitándose toda vana repetición. La oración pertenecía a
toda la asamblea y era dicha en una lengua inteligible.

En todo culto, antes de distribuirse el pan y el vino de la comunión,


todos se daban el beso de paz; los hombres a los hombres y las
mujeres a las mujeres. Basta recordar esta costumbre piadosa para
formarse una idea del amor que unía a todos los que eran
hermanos en Jesucristo.

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