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El articulo 126 y 127 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tratan
aspectos relacionados al Presupuesto anual, haciendo hincapié que es facultad de la
Cámara de Diputados la aprobación de dicho Presupuesto así como la prohibición de
realizar pagos que no estén comprendidos en un Presupuesto vigente.
Artículo 126. No podrá hacerse pago alguno que no esté comprendido en el Presupuesto o
determinado por la ley posterior.
En México existen tres órdenes políticos: el federal, el estatal y el municipal, a los que
corresponden tres órdenes fiscales, respectivamente.
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Este principio rige para los tres sistemas y, desde luego, es obligatorio para el Poder
Ejecutivo Federal prever los gastos originados por el mantenimiento de todos los servicios
que están a cargo de un Estado moderno como es el nuestro. Por lo tanto, es necesaria la
cuidadosa programación del presupuesto federal de ingresos, para planear las inversiones
de nuevas obras y servicios, mantener los ya establecidos y calcular el gasto regular de la
administración pública.
En virtud de que el manejo de los dineros públicos no puede estar sujeto a la libre voluntad
de los funcionarios, se establece el requisito de que cualquier pago que haga la Federación
debe estar previsto en el presupuesto de gastos (egresos), o fijado por una ley posterior.
Artículo 127. Los servidores públicos de la Federación, de los Estados, del Distrito
Federal y de los Municipios, de sus entidades y dependencias, así como de sus
administraciones paraestatales y paramunicipales, fideicomisos públicos, instituciones y
organismos autónomos, y cualquier otro ente público, recibirán una remuneración
adecuada e irrenunciable por el desempeño de su función, empleo, cargo o comisión, que
deberá ser proporcional a sus responsabilidades.
Dicha remuneración será determinada anual y equitativamente en los presupuestos de
egresos correspondientes, bajo las siguientes bases:
I. Se considera remuneración o retribución toda percepción en efectivo o en especie,
incluyendo dietas, aguinaldos, gratificaciones, premios, recompensas, bonos, estímulos,
comisiones, compensaciones y cualquier otra, con excepción de los apoyos y los gastos
sujetos a comprobación que sean propios del desarrollo del trabajo y los gastos de viaje en
actividades oficiales.
II. Ningún servidor público podrá recibir remuneración, en términos de la fracción
anterior, por el desempeño de su función, empleo, cargo o comisión, mayor a la
establecida para el Presidente de la República en el presupuesto correspondiente.
III. Ningún servidor público podrá tener una remuneración igual o mayor que su superior
jerárquico; salvo que el excedente sea consecuencia del desempeño de varios empleos
públicos, que su remuneración sea producto de las condiciones generales de trabajo,
derivado de un trabajo técnico calificado o por especialización en su función, la suma de
dichas retribuciones no deberá exceder la mitad de la remuneración establecida para el
Presidente de la República en el presupuesto correspondiente.
IV. No se concederán ni cubrirán jubilaciones, pensiones o haberes de retiro, ni
liquidaciones por servicios prestados, como tampoco préstamos o créditos, sin que éstas se
encuentren asignadas por la ley, decreto legislativo, contrato colectivo o condiciones
generales de trabajo. Estos conceptos no formarán parte de la remuneración. Quedan
excluidos los servicios de seguridad que requieran los servidores públicos por razón del
cargo desempeñado.
V. Las remuneraciones y sus tabuladores serán públicos, y deberán especificar y
diferenciar la totalidad de sus elementos fijos y variables tanto en efectivo como en
especie.
VI. El Congreso de la Unión, las Legislaturas de los Estados y la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal, en el ámbito de sus competencias, expedirán las leyes para hacer efectivo
el contenido del presente artículo y las disposiciones constitucionales relativas, y para
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El art. 127 constitucional comprende a todos los servidores públicos, de cualquier rango o
jerarquía, es decir, los que laboran en cualquiera de las tres ramas de la Federación. Su
remuneración será adecuada e irrenunciable, esto es, deberá ser justa y proporcionada al
trabajo recibido y nunca podrán prestarse servicios a la Federación de manera gratuita.
México es un Estado de derecho, lo que significa, entre otras cosas, que los encargados del
poder público deben actuar con estricto apego al orden jurídico y, dentro de éste, a su base
o ley fundamental: la Constitución. De aquí que el primer mandatario haga, al tomar
posesión de su cargo, pública y solemne protesta de que cumplirá y hará cumplir las
disposiciones constitucionales y todas las leyes en vigor. Es de tal importancia esta
declaración que en el texto del artículo aparece la fórmula exacta con que se debe hacer.
Artículo 128. Todo funcionario público, sin excepción alguna, antes de tomar posesión de
su encargo, prestará la protesta de guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen.
El funcionario público sólo puede actuar apoyándose en una disposición legal, ya que tiene
limitada su acción por las reglas jurídicas, a las que debe singular obediencia. De ahí, que al
tomar posesión de sus cargos todos los funcionarios del Estado tienen el deber de protestar
guardar la constitución y las demás disposiciones que de ella emanen. Este acto, del más
alto contenido cívico, sustituyó a la ceremonia del juramento, la cual tenía como base
fórmulas de tipo religioso que aún fueron utilizadas en México en la jura de la Constitución
de 1857.
Artículo 129. En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones
que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá
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Debe relacionarse el texto de este artículo, que señala límites al ejercicio de la autoridad
militar, con la garantía individual consignada en el art. 16 último párrafo, que señala:
“En tiempo de paz ningún miembro del Ejército podrá alojarse en casa particular contra
la voluntad del dueño, ni imponer prestación alguna. En tiempo de guerra los militares
podrán exigir alojamiento, bagajes, alimentos y otras prestaciones, en los términos que
establezca la ley marcial correspondiente”.
Ambos preceptos, tienden a evitar que los miembros de los diversos cuerpos armados, con
fuerza material a su disposición, la usen más allá de las facultades especialmente
establecidas en las leyes, las cuales señalan los fines propios a la naturaleza misma de la
institución militar: guardar el orden y la paz en el interior de la República y defenderla de
cualquier agresión extranjera.
Es pertinente recordar que, en México, el poder militar está sometido al civil, pues su jefe
supremo es el Presidente de la República y compete reglamentar su funcionamiento al
Congreso de la Unión.
Artículo 132. Los fuertes, los cuarteles, almacenes de depósito y demás bienes inmuebles
destinados por el Gobierno de la Unión al servicio público o al uso común, estarán sujetos
a la jurisdicción de los Poderes Federales en los términos que establezca la ley que
expedirá el Congreso de la Unión; mas para que lo estén igualmente los que en lo sucesivo
adquiera dentro del territorio de algún Estado, será necesario el consentimiento de la
legislatura respectiva.
Art. 131, 2° párrafo Constitucional. “…El Ejecutivo podrá ser facultado por el Congreso
de la Unión para aumentar, disminuir o suprimir las cuotas de las tarifas de exportación e
importación, expedidas por el propio Congreso, y para crear otras; así como para
restringir y para prohibir las importaciones, las exportaciones y el tránsito de productos,
artículos y efectos, cuando lo estime urgente, a fin de regular el comercio exterior, la
economía del país, la estabilidad de la producción nacional, o de realizar cualquiera otro
propósito, en beneficio del país. El propio Ejecutivo al enviar al Congreso el Presupuesto
Fiscal de cada año, someterá a su aprobación el uso que hubiese hecho de la facultad
concedida.
Artículo 134. Los recursos económicos de que dispongan la Federación, los estados, los
municipios, el Distrito Federal y los órganos político-administrativos de sus
demarcaciones territoriales, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía,
transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados.
Los resultados del ejercicio de dichos recursos serán evaluados por las instancias técnicas
que establezcan, respectivamente, la Federación, los estados y el Distrito Federal, con el
objeto de propiciar que los recursos económicos se asignen en los respectivos presupuestos
en los términos del párrafo anterior.
Cuando las licitaciones a que hace referencia el párrafo anterior no sean idóneas para
asegurar dichas condiciones, las leyes establecerán las bases, procedimientos, reglas,
requisitos y demás elementos para acreditar la economía, eficacia, eficiencia,
imparcialidad y honradez que aseguren las mejores condiciones para el Estado.
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El manejo de recursos económicos federales por parte de los estados, los municipios, el
Distrito Federal y los órganos político-administrativos de sus demarcaciones territoriales,
se sujetará a las bases de este artículo y a las leyes reglamentarias. La evaluación sobre el
ejercicio de dichos recursos se realizará por las instancias técnicas de las entidades
federativas a que se refiere el párrafo segundo de este artículo.
Los servidores públicos serán responsables del cumplimiento de estas bases en los
términos del Título Cuarto de la Constitución. (De las responsabilidades de los servidores
públicos).
Los servidores públicos de la Federación, los Estados y los municipios, así como del
Distrito Federal y sus delegaciones, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con
imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la
equidad de la competencia entre los partidos políticos.
El Gobierno Federal, el del Distrito Federal y las entidades paraestatales disponen de vastos
recursos económicos y realizan permanentemente enormes erogaciones en obras,
adquisiciones, arrendamientos y prestación de servicios públicos. Este caudal, que proviene
de ingresos recaudados a todo el pueblo, debe ser manejado con probidad, eficiencia y a la
luz pública. Por ello se acude a las licitaciones públicas, o sea, el ofrecimiento de precios
por el bien o el servicio que se va a prestar u obtener en una subasta o almoneda ante todos.
Este artículo establece una doble protección: el interés público, sobre todo, y el de los que
pretenden la obtención de un contrato de obra o de servicio, o la adquisición de un bien
federal, para que concursen en limpia y abierta competencia.