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I. Introducción 2
II. Línea del tiempo 4
III. Turbulencia política
1. Crisis del dominio islámico y expansión cristiana después de 1212 6
IV. Desarrollo cultural 13
1. Ibn al-ʿArabī (1165–1240) 14
2. Alfonso X el Sabio (1221–1284) 18
1. Cantigas de Santa María 20
2. Calila e Dimna 21
3. Sendebar 22
3. Ramón Llull (1232/1233–1316) 24
V. Conclusiones 28
VI. Bibliografía 30
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I. Introducción
El siglo XIII en la península ibérica fue uno de quiebre. Por un lado, el gobierno islámico
que, con varias conformaciones, había dominado la Hispania desde el siglo VIII perdió
casi la totalidad de su territorio y fue confinado por los reinos cristianos al rincón
meridional que constituyó el Reino Nazarí de Granada. Por otro, la unión definitiva que
se dio, después de dos intentos previos, entre los reinos de León y Castilla en el año
1230 y que resultó en la creación de la Corona de Castilla consolidó una fuerza política
que fue dominando progresivamente la península durante los siglos siguientes: primero
con la unión de la Corona de Castilla y el Reino de Aragón en 1479 con el matrimonio
de los Reyes Católicos y la creación del Imperio Español; y luego con la conquista de
Granada entre 1482 y 1492.
Además de estas vicisitudes políticas, los alrededores del siglo XIII vieron la
aparición y florecimiento de personajes y fenómenos culturales de gran importancia.
Así, por ejemplo, el filósofo místico Ibn al-ʿArabī (1165–1240), llamado por sus
seguidores ‘el maestro más grande’, cuyo pensamiento tendría un impacto
inconmensurable en el pensamiento sufí posterior, vivió la mitad de su vida en este
siglo, el cual también vio nacer a Ramón Llull (1232/1233–1316), el primer gran autor
en romance catalán (mallorquín, más específicamente), a quien se atribuyen más de
dos centenares de obras escritas, además de en aquella lengua, en latín e incluso en
árabe. Aun más, este siglo vio nacer y morir a Alfonso X de Castilla (1221–1284),
llamado ‘el Sabio’, personaje fundamental para la consolidación jurídica y cultural de la
Corona de Castilla.
El trabajo que presentamos a continuación tiene dos objetivos. El primero es
repasar los hechos políticos más relevantes acaecidos durante este siglo en la esfera
cristiana y en la esfera islámica: la consolidación de la Corona de Castilla, establecida
en 1230; y el fin del gobierno de los almohades sobre la península y la reducción del
gobierno islámico restante al Reino Nazarí de Granada, creado en 1238. El segundo
objetivo es describir a grandes rasgos la actividad cultural desarrollada alrededor del
siglo XIII por medio de tres ejemplos: la actividad de Ibn ʿArabī (1165–1240), la de
2
Ramón Llull (1232/1233–1316) y la desarrollada alrededor de la corte de Alfonso X
(1221–1284). De acuerdo con estos objetivos el trabajo está dividido en dos partes: un
capítulo dedicado al análisis de las circunstancias políticas recién mencionadas y otro
que describe la actividad cultural de Ibn ʿArabī, Ramón Llull y Alfonso X. Estos
capítulos van acompañados de una breve línea del tiempo introductoria, que resalta los
acontecimientos más relevantes de este período, y una sección de conclusiones.
3
II. Línea del tiempo
1217 — Ascensión de Fernando III el Santo como rey de Castilla; muerte de Ibn Ŷubayr
1236 — Ibn Hūd pacta con Fernando III la rendición de la ciudad de Córdoba;
Muḥammad bin Yūsuf se rebela y conquista Almería, Málaga y Granada
1238 — Fundación del Reino Nazarí de Granada por Muḥammad bin Yūsuf bin Naṣr;
muerte de Ibn Hūd; conquista cristiana de Valencia
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1243 — Conquista cristiana de Murcia
5
III. Turbulencia política
1. Crisis del dominio islámico y
expansión cristiana después de 1212
Para comienzos del siglo XIII prácticamente la mitad meridional de la península ibérica
se encontraba bajo el endeble dominio de la dinastía almohade, a la sazón gobernada
por su cuarto califa, Muḥammad al-Nāṣir bin al-Manṣūr (r. 1199–1213). La dinastía
almohade, como es bien sabido, fue el último de los grandes gobiernos islámicos en la
península ibérica antes de que su dominio se viera reducido al Reino Nazarí de
Granada en 1238. El desmembramiento de la unidad política islámica, sin embargo, no
era un fenómeno nuevo, sino que en realidad dicha unidad se vio minada desde la
llamada Fitna de al-Ándalus (1009–1031) y la caída y desaparición del Califato de
Córdoba en el 1031. Una vez que desapareció el Califato de Córdoba se conformaron
unidades políticas independientes conocidas como los Primeros Reinos de Taifas (ar.
ṭāʾifa, pl. ṭawāʾif, ‘grupo’, ‘facción’) los cuales, a pesar de haber sido parcialmente
dominados tanto por almorávides como por almohades, nunca desaparecieron del todo,
sino que revivieron en los períodos intermedios entre la caída del gobierno almorávide
y el establecimiento del gobierno almohade —con los llamados Segundos Reinos de
Taifas— y entre la caída del gobierno almohade y el establecimiento del Reino Nazarí
de Córdoba —con los Terceros Reinos de Taifas—. El constante resurgimiento de los
Reinos de Taifas durante las épocas de transición es evidencia clara de que estas
entidades políticas menores nunca desaparecieron del todo. De esta manera, el control
que mantuvo el Califato de Córdoba sobre estas regiones nunca fue recuperado de
manera cabal y finalmente estos reinos fueron cayendo en manos cristianas uno detrás
de otro.
Hacia las primeras décadas del siglo XIII la dinastía almohade cumplía ya más de
cincuenta años de haber dominado la mitad meridional de la península ibérica entre los
años de 1147 y 1148.1 El poderío de los almohades no era escaso, sino que para las
6
últimas décadas del siglo XII (1183) incluso la recién fundada dinastía ayubí en Egipto
temía una invasión de los almohades. 2 No obstante, el control almohade se limitaba
casi completamente al norte de África, pues en al-Ándalus la oposición cristiana era
severa y el dominio almohade tenue.3 Además, los almohades continuamente tuvieron
que enfrentarse a continuas rebeliones en el Magreb como la de los Banū Gāniya, una
dinastía beréber de almorávides, quienes se unieron en 1186 al gobernador de Trípoli,
Qarāqūš, un armenio que había con un ejército de turcomanos a la Ifrīqiya en 1172, y
se hicieron con el control de al-Ŷarīd, una región semidesértica en la parte occidental
de lo que hoy es Túnez.4 Después de una breve contraofensiva almohade en 1187 que
consiguió asentarse en Túnez, el gobernante de los Banū Gāniya, Yaḥyā bin Gāniya,
recuperó muchas de las posesiones almohades en al-Ŷarīd y luchó contra ellos cerca
de cincuenta años.5
Precisamente de esta situación se derivó el establecimiento de uno de los
poderes norafricanos que habrían de sustituir a los almohades en la región: el gobierno
de la dinastía háfsida (r. 1229–1574). Cuando el califa almohade al-Nāṣir tomó el
pueblo de Mahdiyya de los Banū Gāniya en enero de 602/1206, dejó como su
representante en Ifrīqiya al šayj Abū Muḥammad ʿAbd al-Wāḥid bin Abī Ḥafṣ al-Hintātī
(r. 1207–1221), hijo del compañero de Ibn Tūmart Abū Ḥafṣ ʿUmar Īntī. Abū
Muḥammad, a cambio de disfrutar de un alto grado de autonomía, ocupó el cargo y
logró oponerse a Yaḥyā bin Gāniya consiguiendo diez años de paz en la zona. Después
de ciertas dificultades con la transmisión del poder, el suceso definitivo de Abū
Muḥammad, Abū Zakariyyāʾ Yaḥyā (r. 1228–1249) consiguió someter a las tribus
2 FROMHERZ, Allen J., The Almohads. The Rise of an Islamic Empire, Londres/
Nueva York, I. B. Tauris, p. 69.
3 FIERRO, Maribel, “The Almohads (524–668/1130–1269) and the Ḥafṣids (627–
932/1229–1526)”, en Maribel Fierro (ed.), The New Cambridge History of Islam. Volume 2. The
Western Islamic World Eleventh to Eighteenth Centuries, Cambridge, Cambridge University
Press, 2011, pp. 74-75.
4 FIERRO, Maribel, “The Almohads”, p.76.
5 FISHER, H. J., “The eastern Maghrib and the central Sudan”, en Roland Oliver
(ed.), The Cambridge History of Africa. Volume 3. From c. 1050 to c. 1600, 7ª reimp.,
Cambridge, Cambridge University Press, 2007, pp. 247-248.
7
árabes de la Ifrīqiya, así como a las tribus beréberes y al estado hamadí. El deseo de
independencia de Abū Zakariyyāʾ sólo aumentó y en el año de 1229 el nombre de califa
almohade dejó de mencionarse en la oración del viernes y desde 1236 comenzó a
mencionarse el de Abū Zakariyyāʾ, quedando así establecida la dinastía háfsida en la
región de lo que hoy en día son los países de Túnez y Argelia.6
Una situación similar se vivió con el establecimiento del Reino Ziyánida de
Tlemecén (r. ca. 1235/1240–1556). A inicios del siglo XIII los Banū ʿAbd al-Wād,
beréberes Zanāta del Magreb central relacionados de cerca con los merínidas,
gobernaban Tlemcén a nombre de los califas almohades, pero cuando el imperio
almohade comenzó a derrumbarse, Yagmurasān ibn Zayyān, líder de los Banū ʿAbd al-
Wād procedente de la tribu de los Banū Zayyān, proclamó la fundación de un estado
independiente durante la segunda mitad de la década de los 1230 en la región
intermedia entre los dominios de los hafsíes y los de los almohades, donde
actualmente se encuentra Argelia. Hay que notar que a pesar de que los ziyánidas
consiguieron un desarrollo artístico y cultural notable, desde el comienzo de su
gobierno vivieron disputas interminables, primero con los almohades y con los hafsíes,
y posteriormente con los merínidas, que sustituirían a los almohades como
gobernantes en el Magreb.7
Los merínidas, o Banū Marīn, al igual que los Banū ʿAbd al-Wād, eran un grupo
relacionado con los beréberes Zanāta. El primero encuentro entre los Banū Marīn y los
almohades tendría lugar en 1216 cuando ʿAbd al-Ḥaqq, un merínida de tendencias
ascetas, atacó al califa Abū Yaʿqūb Yūsuf al-Mustanṣir (r. 1213–1224), hijo de
Muḥammad al-Nāṣir, en la batalla del río Nakkūr. Al año siguiente los merínidas de ʿAbd
al-Ḥaqq atacaron a los merínidas de los Banū ʿAskar y a los árabes Riyāḥ y, a pesar de
que ʿAbd al-Ḥaqq murió en la batalla, su hijo, Abū Saʿīd ʿUṯmān logró establecer el
poder merínida en el norte del Magreb —que a la sazón vivía un período grave de
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hambruna y de expansión demográfica—, de manera que para 1223 los merínidas
recibían tributo de los árabes Riyāḥ, del área del Rīf y de las ciudades de Fez, Taza y
Meknes. Después de la súbita muerte del califa al-Saʿīd en 1248 los merínidas tomaron
Fez, Taza, Rabat y Salé, con lo que la única ciudad de importancia que quedó para los
almohades fue su capital, Marrakech, que por último cayó en manos de los merínidas
en 1269.8
Así pues, el período de las primeras décadas del siglo XIII, como se puede ver,
presentó graves dificultades para el gobierno almohade: por un lado luchaban contra
sus opositores como Yaḥyā bin Gāniya en el área de al-Ŷarīd, pero también con las
tendencias separatistas de miembros de su propio partido, como las de Yagmurasān
bin Zayyān y de Abū Zakariyyāʾ, quienes finalmente lograrían consolidar sus propios
gobiernos, de modo que hasta los siglos XV y XVI el norte de África estaría repartido en
tres poderes —de occidente a oriente los merínidas, los ziyánidas y los hafsíes—,
prefigurando, de alguna manera, lo que actualmente son las naciones de Marruecos,
Argelia y Túnez.9
Estas dificultades, como es evidente, no se limitaron al área del norte de África,
sino que en la península ibérica debían soportar los embates de las fuerzas cristianas,
así como el separatismo de los gobiernos islámicos locales, que habrían de revivir en el
tercer y último período de los Reinos de Taifas. El evento que a comienzos del siglo XIII
marcó el inicio de la decadencia para los almohades en Hispania fue que el 16 de julio
de 1212 una coalición extraordinaria de fuerzas navarras, aragonesas (hay que
recordar que el papel fundamental que Pedro II de Aragón (1178–1213) desempeñó en
Las Navas le ganó el favor del papa Inocencio III10) y portuguesas, liderada por Alfonso
VIII de Castilla (1155–1214)11 y acompañada de los prelados Rodrigo de Toledo, Tello
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de Palencia, Rodrigo de Sigüenza, Melendo de Osma, Domingo de Plasencia y Pedro
de Ávila,12 se reunió en contra del ejército de Muḥammad al-Nāṣir en lo que se conoció
como la Batalla de las Navas de Tolosa (ar. Maʿrakat al-ʿiqāb, ‘la batalla de la cuesta’).
El califa almohade Muḥammad al-Nāṣir había entrado en campaña militar a al-Ándalus
desde el 1211 con relativo éxito,13 no obstante la derrota almohade en Las Navas
parece haber sido aplastante al punto de que se dice que Muḥammad al-Nāṣir apenas
salió con vida.14
A pesar del valor simbólico de Las Navas, el avance cristiano no fue inmediato,
sino que los dos principales artífices de la victoria, Pedro II de Aragón y Alfonso VIII,
murieron muy poco tiempo después de la batalla, Pedro en 1213 y Alfonso en 1214,
dejando herederos —Enrique I de Castilla (1204–1217) y Jaime I de Aragón (1208–
1276)— demasiado jóvenes como para continuar con la campaña. Esto ofreció a los
almohades un período para recuperar cierto control en al-Ándalus bajo el gobierno de
Abū Yaʿqūb Yūsuf al-Mustanṣir (r. 1213–1224).15 Los años posteriores a la muerte de
Yūsuf al-Mustanṣir vieron el derrumbamiento del gobierno almohade en la península y
el surgimiento y caída de los llamados Terceros Reinos de Taifas en el sur de la
península: Arjona (1232–1244; conquistada por Castilla); Baeza (1224–1226;
conquistada por Castilla); Ceuta (1233–1236; conquistada por los almohades y
posteriormente, entre 1249 y 1305, conquistada por los merínidas); Denia (1224–1227;
probablemente conquistada por los almohades); Lorca (1240–1265; conquistada por
Castilla); Menorca (1228–1287; conquistada por Aragón); Murcia (1228–1266;
conquistada por Castilla); Niebla (1234–1262; conquistada por Castilla); Orihuela
(1239/1240–1249/1250; conquistada por Castilla); Valencia (1228/1229–1238;
conquistada por Aragón). Como se puede ver, sólo con la muerte de Yūsuf al-Mustanṣir
12 MACKAY, Angus, Spain in the Middle Ages: from Frontier to Empire, 1000–1500,
Hampshire/Londres, MacMillan, 1977, p. 33.
13 FIERRO, Maribel, “The Almohads”, p. 77.
14 BRETT, Michael, “The Maghrib”, en David Abulafia (ed.), The New Cambridge
Medieval History. Volume V: c. 1198–c. 1300, Cambridge, Cambridge University Press, 1999, p.
626.
15 FIERRO, Maribel, “The Almohads”, p. 77.
10
pudieron los cristianos hacer avances mayores y cayeron en sus manos algunas de las
ciudades que históricamente habían sido más importantes para los musulmanes en al-
Ándalus: así, por ejemplo, Córdoba cayó, primero ante Muḥammad bin Yūsuf bin Hūd,
de quien hablaremos a continuación, y después ante la Corona de Castilla en 1236;
Sevilla en 1248 y Murcia en 1266; además de que las Baleares fueron tomadas por la
Corona de Aragón en 1229, como también Valencia en 1238. Con estas conquistas
buen parte de la población musulmana permaneció en dominios cristianos, de manera
que el número de mudéjares aumentó considerablemente.16
Además de los embates cristianos al gobierno almohade, o más bien de forma
paralela, un descendiente de los Banū Hūd (una tribu de yemeníes que habían llegado
a la península con el ejército del ŷund desde el siglo VIII y que habían gobernado la taifa
de Zaragoza entre 1039 y 1110), Muḥammad bin Yūsuf bin Hūd (m. 1238), que
gobernaba sobre la taifa de Murcia, comenzó a expandir su poder por los reinos de las
terceras taifas de manera que se dice que, al menos entre los años de 1228 y 1238,
prácticamente la totalidad de los territorios de al-Ándalus fuera del control cristiano
entraron a su dominio: para 1229 Ibn Hūd controlaba Granada, Almería, Jaén, Córdoba,
Málaga y Sevilla.17 Uno de los principales opositores de Ibn Hūd sería Muḥammad bin
Yūsuf bin Naṣr (1194–1273), llamado al-Gālib bi-llāh (‘El que vence por Dios’) y también
Ibn al-Aḥmar (‘El hijo del rojo’). Para 1232 Muḥammad bin Yūsuf se encontraba a cargo
de la taifa de Arjona y se involucró en las disputas sobre la ciudad de Córdoba.
Posteriormente, cuando en 1236 Ibn Hūd pactó la entrega de Córdoba a Fernando III
(1199/1201-1252), Muḥammad bin Yūsuf se movilizó hasta conquistar Almería y
Málaga, para finalmente proclamarse rey de Granada entre 1237 y 1238, evento con el
cual quedaría fundado el Reino Nazarí de Granada.18 Un evento fundamental para la
11
expansión de Fernando III, que resultaría en el repliegue islámico hacia Granada, fue el
surgimiento de la Corona de Castilla, fundada con la tercera y definitiva unión entre los
reinos de León y de Castilla (las dos ocasiones anteriores se habían dado en 1037–
1065 y 1072–1157), una vez que Fernando III, rey de Castilla desde 1217, se convirtió
también en rey de León en 1230.19 Así pues, con la creación de la Corona de Castilla y
la del Reino Nazarí de Granada, la península ibérica quedó dividida básicamente en
cinco entidades administrativas: el Reino de Navarra (establecido en 824), el Reino de
Portugal (1139), la Corona de Aragón (1164), la Corona de Castilla (1230) y el Reino
Nazarí de Granada (1238).
12
IV. Desarrollo cultural
El siglo XIII, con todo y la turbulencia política que experimentó, fue uno que vio, tanto en
la esfera islámica como en la cristiana, una expansión cultural sin precedentes. Durante
buena parte de este siglo, por ejemplo, vivió Ibn al-ʿArabī (Murcia, 1165–Damasco,
1240), considerado por algunos sufíes como ‘el mayor de los maestros’, cuya filosofía
mística de la “unicidad de la existencia” (ar. waḥdat al-wuŷūd) habría de influir
grandemente en el pensamiento sufí posterior a lo largo y ancho de la islamidad. Es
cierto que Ibn al-ʿArabī salió de al-Ándalus en las vísperas del siglo XIII, no obstante hay
que considerar que, dado que permaneció en la península al menos treinta años, la
actividad en ella lo marcó definitivamente en sus años de formación y en su adultez
temprana. Este siglo vio también el nacimiento y muerte de Alfonso X el Sabio (1221–
1284), hijo de Fernando III y segundo rey de la Corona de Castilla, ilustre por su
prolífica actividad administrativa y cultural pues bajo su auspicio se redactaron el Fuero
real y el Livro de las legies, también conocido como las Siete partidas, textos que se
convertirían en las dos fuentes fundamentales del derecho castellano posterior.
Asimismo durante su gobierno se compusieron las Cantigas de Santa María, el Livro
del axedrez, dados e tablas y las llamadas Tablas alfonsíes, además de que se
realizaron las traducciones del Sendebar, Calila e Dimna y del Libro complido en los
judizios de las estrellas, libro inscrito en la popular tradición de la astrología judicial.
Durante la mayor parte de este siglo también desarrolló su actividad Ramón Llull
(1232/1233–1316), teólogo, filósofo, místico, poeta y autor de más de doscientas obras
y considerado por algunos el padre de la literatura culta en catalán.
Así pues, en esta sección analizaremos brevemente la actividad de estos tres
personajes —Ibn al-ʿArabī, Alfonso X y Ramón Llull— para dar una perspectiva del
desarrollo cultural que tuvo lugar en siglo XIII alrededor de la península ibérica.
13
1. Ibn al-ʿArabī (1165–1240)
Abū ʿAbd Allāh Muḥammad bin ʿAlī bin Muḥammad al-Ḥātimī al-Ṭāʾī, llamado Muḥī al-
Dīn (‘El revivificador de la religión’), Ibn al-ʿArabī (‘El hijo del árabe’), nació en Murcia
en 1165 de madre beréber y de padre murciano. “Todas las biografías insisten además
en los antecedentes sufíes que había en la familia del gran maestro”.20 Su padre
aparentemente trabajó hasta 1172 al servicio de Abū ʿAbd Allāh Muḥammad bin Saʿd
bin Mardanīš (1124/1125—1172), gobernante de la taifa de Murcia durante los
Segundos Reinos de Taifas, cuando la región fue conquistada por la dinastía almohade,
momento a partir del cual se trasladó con su familia a Sevilla para continuar al servicio
del gobernador local. Allí Ibn al-ʿArabī fue educado en un ambiente cortesano y parece
haber recibido instrucción militar, además de que eventualmente entró, como su padre,
al servicio del gobernador de Sevilla. Allí tendría sus primeras visiones místicas, según
él mismo reporta, y entonces habría entrado en compañía de los sufíes, a pesar de que
su educación religiosa en la niñez no parece haber sido particularmente estricta. En
esta época habría ocurrido, a instancias de su padre, el encuentro de Ibn al-ʿArabī con
Averroes, que aquel relata en sus Futūḥāt al-Makkiyya,21 donde, según su versión, el
filósofo se habría quedado perplejo ante la iluminación de Ibn al-ʿArabī. A los treinta
años se trasladó a Túnez y en 1200 se dirigió al oriente e hizo la peregrinación a Meca
en 1202. Posteriormente viajó por muchas ciudades y regiones del Medio Oriente:
estuvo en Anatolia, Mosul, Bagdad, Alepo, Cairo y finalmente se asentó en Damasco en
1223 donde permaneció hasta su muerte en 1240.22
14
De las al menos setecientas obras que desde época medieval se atribuyen a Ibn
al-ʿArabī, de las cuales se conservan unas cuatrocientas, tres son las fundamentales
para comprender su pensamiento:23
15
La característica más particular del pensamiento de Ibn al-ʿArabī es su
desarrollo del concepto de waḥdat al-wuŷūd, es decir, ‘la unicidad de la existencia’:
Podría interpretársela [sc. la frase de waḥdat al-wuŷūd] como indicativa de que no existe nada
excepto Dios, y todo el resto es irreal o parte de Dios. Pero también cabía interpretarla como una
referencia a la distinción, común para los filósofos, entre Ser Necesario y el Contingente: sólo
Dios es el Ser Necesario, el que existe por Su propia naturaleza; todos los restantes seres deben
su existencia a un acto de creación o a un proceso de emanación. También podía aludir a esas
experiencias momentáneas de visión en que el buscador pierde conciencia de sí mismo en el
conocimiento de la manifestación de Dios: está presente en Dios o Dios está presente en él, y
reemplaza momentáneamente sus atributos humanos por los de Dios.28
16
Ibn al-ʿArabī tenía en gran estima la tradición profética según la cual Muḥammad habría
reportado las siguientes palabras de Dios mismo: “Era un tesoro oculto que no era
conocido, entonces quise [lit. ‘amé’, ‘me gustó’] ser conocido, de manera que cree la
creación…”.31 Este ḥadīṯ fue constantemente citado por los sufíes de época clásica
como un argumento de que la razón de la creación fue, en última instancia, el amor. Ibn
al-ʿArabī no se detiene ahí, sino que en este fragmento de su oda llega al punto de
identificar a Dios con el amor, idea bastante impopular entre los sectores islámicos más
ortodoxos.
La doctrina de Ibn al-ʿArabī, quien gozó de gran fama en vida, se extendió por
todos los terrenos de la islamidad y, puesto que su principal aportación filosófica fue la
idea de waḥdat al-wuŷūd, sus seguidores comenzaron a ser llamados wuŷūdíes. Ante
esta popular interpretación surgió el punto de vista de ʿAlāʾ al-Dawla (1261–1336),
conocido por su gentilicio, Simnānī, es decir de Semnan, ciudad no alejada de la
esquina sureste del mar Caspio, nacido en el Iljanato en los últimos años de vida de
Hulagu Khan (ca. 1218–1265). La interpretación de Simnānī se resume en el sintagma
waḥdat al-šuhūd (‘unicidad de la percepción’). De acuerdo con esta idea, la unicidad no
sería como tal una de la existencia, en tanto que el Creador y la Creación no pueden
ser iguales, sino una de la percepción, en tanto que dicha unicidad solamente
aparecería como tal ante los ojos del creyente.32
El mote de Ibn al-ʿArabī de ‘el maestro más grande’, el šayj al-Akbar, da cuenta
de la importancia de su pensamiento para el misticismo islámico posterior y, a pesar de
que desarrolló la actividad por la cual se recuerda fuera de la península ibérica, debe
considerarse que pasó allí bastantes más que sólo sus años de formación y es
enteramente cierto que fue en primera instancia el ambiente en la península el que
permitió el surgimiento de un pensador de este calibre.
17
2. Alfonso X el Sabio (1221–1284)
Y este es el reynado del señor Rey don Alonso que sobrepujo en saber. seso y entendimiento.
ley. bondad. piedad e noblesa a todos los reyes sabios. E por esto tovimos por bien de poner por
comienço de hera el año en que començo a reynar este noble rey por cabsa que se use y
manifieste esta hera ansi como se usaron y manifestaron las otras heras antes della porque dure
et quede la nombradia desde noble rey para siempre. E posimos el començamiento deste año
sobredicho por comienço desta hera. e posimosle nombre la hera alfonsi […] E este año en que
se hisieron estas tablas fue año de mill y dozientos y noventa de la hera de Çesar e acaesçio este
dia sobre que son puestas las rayses en estas tablas.
18
De acuerdo con la documentación, Alfonso X nació el martes 23 de noviembre
de 1221 en Toledo durante la fiesta de San Clemente.34 Probablemente habría recibido
su educación más temprana entre los años 1231 y 1234 e incluso antes.35 En cuanto a
su labor militar y expansión política hay que decir que la década de 1240 Alfonso X vio
una de sus conquistas más notables cuando en el año de 1248 tomó la ciudad de
Sevilla después de dos años de asedio. Esta captura ha sido descrita como “el episodio
más importante de la reconquista desde la captura de Toledo en 1085 por Alfonso VI”.36
Se señala que la década después de que Alfonso X asumió el trono en 1258 (1258–
1269) fue un período de relativa calma en donde el rey pudo sumergirse por primera
vez en el desarrollo de su actividad cultural personal. Alrededor de esta época serían
completados el Libro de las cruzes, el Libro de la Alcora, los Cuatro libros de las
estrellas fijas, las Tablas alfonsíes, la Estoria de España, las traducciones del Calila e
Dimna y del Sendebar, y las redacciones del Ordenamiento de las Extremaduras, y las
Siete partidas.37 Hacia las últimas dos décadas de su vida Alfonso X desarrolló una
serie de enfermedades físicas y psicológicas que propiciaron en su corte el deseo de
deponerlo. Estas enfermedades habrían sido propiciadas, según interpretaciones
modernas, por un carcinoma que Alfonso X habría desarrollado en el craneo.38 Su
muerte acaeció un 4 de abril de 1284 a los 63 años de edad y el rey fue enterrado en la
catedral de Sevilla.
Antes de pasar a un breve análisis de algunas de las obras intelectuales más
notables que dejó el desarrollo cultural alcanzado durante esta época, es preciso añadir
acerca que, a pesar de que se ha insistido que Alfonso X fue el gran impulsor de la
escritura oficial en lengua vernácula, desde enero de 1214 se había ordenado que esta
19
lengua sería usada en la cancillería real de Castilla. Además, el Forum judicum visigodo
había sido traducido al castellano en 1241.39
Como ya mencionamos, las únicas dos obras en las que Alfonso X parece haber
participado como autor son las Cantigas de Santa María y el Setenario. En cuanto a las
primeras, si bien no se descarta que haya podido ser autor de alguna cantiga de las
más de 400 que transmiten los códices, se ha señalado que la disparidad estilística
entre las composiciones revela que habrían sido compuestas por diversos autores.40
Por otro lado, aunque el Setenario Alfonso X ha sido llamado por su editor “la más
personal de todas las obras atribuidas a Alfonso el Sabio” e igualmente no se descarta
una participación del rey, el mismo editor señala que “no hay prueba concluyente del
grado exacto en que él intervino”.41
Independientemente de la cuestión acerca de su autoría, “las Cantigas de Santa
María —dice Martínez—, que contienen 420 composiciones y 2400 miniaturas,
constituyen el más rico libro mariano de canciones de toda la Edad Media y ‘el
repertorio musical más importante de la poesía lírica medieval Europea’”.42 Las
Cantigas son transmitidas por cuatro códices: el codex To, con 100 composiciones y sin
miniaturas, antiguamente conservado en la catedral de Toledo y hoy en la Biblioteca
Nacional en Madrid (MS 10069); el codex E, conservado en El Escorial (MS j.b.2), con
401 composiciones y 41 miniaturas; el codex T de El Escorial (MS T.j.1), con 1257
39 SMITH, Colin, “The Vernacular”, en David Abulafia (ed.), The New Cambridge
Medieval History. Volume V: c. 1198–c. 1300, Cambridge, Cambridge University Press, 1999, p.
81.
40 MARTÍNEZ, Alfonso X, the Learned, pp. 222-223.
41 ALFONSO EL SABIO, Setenario, ed. e introd. de Kenneth H. Vanderford, Buenos
Aires, Instituto de Filología, 1945, p. XL.
42 MARTÍNEZ, Alfonso X, the Learned, p. 217.
20
miniaturas, siendo el más rico en este sentido; y el codex F de la Biblioteca Nacional en
Florencia (MS Banco Rari, 20).43
A pesar de que las Cantigas de Santa María cuentan con la fama de ser una de
las primeras muestras de la consolidación de la cultura romance por estar escritas en
lengua galaico-portuguesa, sin duda son también una expresión de la fusión de las
culturas islámica y cristiana. Así, por ejemplo, en la miniatura que se encuentra en la
cantiga 120 del codex E de El Escorial (MS j.b.2) es posible contemplar dos figuras
interpretando un cordófono pulsado: una corresponde a un moro, identificable por el
color de su piel y por el turbante en su cabeza, y la otra corresponde a un cristiano que
presuntamente se podría identificar con Alfonso X en razón de la corona que usa. 44
Las Cantigas se pueden considerar también como un indicio de la expansión del
culto mariano en la península. Como evidencia de esto se pueden encontrar otros
textos con este mismo tema, probablemente escritos también a instancias de Alfonso X:
el Officium almiflue virginis, el Liber Mariæ y el Liber de miraculis almiflue virginis.45
21
insistido en que la versión probablemente habría sido directamente del árabe al
romance.47
El Calila e Dimna se inscribe en el género de los llamados espejos para
príncipes, “colecciones de literatura didáctica y sapiencial que consistían de fábulas y
apología en forma de diálogo entre un maestro y un alumno. Enseñaban muchas
normas de conducta, sabiduría práctica para ayudar al futuro rey a resolver asuntos del
día a día en el reino”.48
Tanto el Sendebar, del que hablaremos a continuación, como el Calila e Dimna
se pueden considerar ejemplos, por un lado de un segundo período en las traducciones
del árabe en la península ibérica en el cual la lengua de llegada era el castellano, y por
otro lado de una mayor difusión del romance castellano como lengua de cultura cada
vez más por encima del latín.
3.3 Sendebar
habría sido traducida al persa medio cerca de 570 y finalmente pasaría al árabe en el
siglo VIII.50 Se trata de una obra en la que “un joven príncipe que suscita el interés
22
lascivo de su madrastra. Al verse rechazada por el joven, lo acusa de intento de
violación y provoca la reacción airada del rey, quien manda matar a su hijo”. Los
consejeros del rey intentan convencerlo de que no mate a su hijo por medio de cuentos
que funcionan a modo de exempla. “Temáticamente, estas narraciones se centran, por
un lado, en la crítica a la actuación irreflexiva y en la prevención contra la supuesta
naturaleza perversa de las mujeres, y, por otro, en los peligros que se siguen de la
excesiva confianza en los malos consejeros”.51 Esta aproximación a la figura de las
mujeres ha propiciada una justificada interpretación de esta obra como una muestra
patente de misoginia literaria.
51 ORAZI, Sendebar, p. 7.
23
4. Ramón Llull (1232/1233–1316)
Ramón Llull (lat. Raymundus Lullus o Lull; ar. ول## # # # # # ون ل## # # # # # رام, ‘Rāmūn Lūl’; cast. Raimundo
Lulio) es, sin duda alguna, el primer gran pensador en haber escrito, al menos parte de
su obra, en el dialecto mallorquín de la lengua catalana, además de haber escrito en
árabe y en latín. Ramón Llull nació en Mallorca pocos años después de que Jaime I de
Aragón la arrebatara, en 1229, de manos de Abū Yaḥyā (m. 1230), el gobernador
almohade a cargo de la isla. A este hecho se atribuye el contacto temprano de Ramón
Llull con judíos y musulmanes y su interés por refutarlos y convertirlos al cristianismo.52
La fuente principal para la biografía de Ramón Llull es la Vita beati Raimundi Lulli,
también conocida como Vita coetanea, dictada por él mismo a su alumno Thomas Le
Myésier (m. 1336) alrededor del año 1311. La Vita comienza con la conversión de
Ramón a una vida penitente a los treinta años en 1263.53 Antes de esto, para 1257,
Ramón aparece “ya como senescal en la corte del infante Jaime —futuro Jaime II de
Mallorca— y casado con Blanca Picany, la madre de sus dos hijos —un chico y una
chica—.”54
“A la edad de treinta, después de una crianza disoluta, típicamente aristocrática,
durante la cual se casó y tuvo dos hijos, Ramón Llull tuvo visiones del Cristo sacrificado
las cuales consideró un signo de que debería dedicar su vida a su servicio”.55 Llull
manifestaría esta conversión penitente a modo de un proyecto en tres partes: “(1)
dedicar su vida a la conversión de los infieles, particularmente musulmanes (aceptando
la posibilidad del martirio), (2) escribir el mejor libro contra los errores de los infieles, y
52 BONNER, Anthony, The Art and Logic of Ramon Llull, Leiden/Boston, Brill, 2007,
p. 1.
53 R UIZ S IMÓN , Josep María, “Ramon Llull”, en Henrik Lagerlund (ed.),
Encyclopedia of Medieval Philosophy. Philosophy between 500 and 1500, Dordrecht, Springer
Science, 2011, p. 1104.
54 AUSEJO, Elena, “La cuestión de la obra científico-matemática de Ramón Llull”, en
Actas VIII. Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, La
Rioja, Universidad de La Rioja, 2004, p. 21.
55 BONNER, The Art and Logic, p. 1.
24
(3) intentar convencer al Papa, a reyes y príncipes de fundar monasterios para
entrenamiento de misioneros”.56 Estas misiones (a excepción de la primera) se
traducirían en eventos concretos en la vida de Llull: en cuanto a la segunda, ésta
resultaría en la redacción de sus cuatro Artes, en particular del Ars compendiosa
inveniendi veritatem o Ars magna et maior compuesta entre 1273 y 1275; en cuanto a
la fundación de monasterios, “lo conseguirá una única vez, cuando en 1276 Jaime II de
Mallorca funde el monasterio lulista de Miramar (Mallorca), donde 13 franciscanos
estudiarán árabe y el Arte”.57
En 1265 Ramón Llull adquiere un esclavo árabe para aprender su lengua y
permanece nueve años estudiando con él hasta que, en 1274, éste se suicidó en
prisión después de haber querido asesinar a Llull. Alrededor de esta época, Ramón
Llull habría comenzado su amplio itinerario de viajes: “viajará como un activista político
a lo largo y ancho del Mediterráneo hasta Chipre, Armenia y Jerusalén (1301–1302),
visitará a los Papas (1287 Honorio IV, 1292 Nicolás IV, 1294–95 Celestino V y Bonifacio
VIII, 1305 Clemente V) y a los reyes de Aragón (1275, 1305), de Sicilia (1313–14), de
Francia (1287–89, 1309–11), asistirá al Concilio de Viena (1311–12). Intentará también
el apostolado directo en Túnez (1293, 1314–15) y en Bujía (1306), pero, sobre todo,
conseguirá hacer triunfar su magisterio en la Universidad de París”.58 Esta tercera y
última visita de Ramón Llull a París hacia la segunda década del siglo XIV (1309–1311)
resultó memorable pues recibiría la atención de numerosos estudiantes, así como la
aprobación del rey, el canciller de la universidad y de cuarenta otros maestros. Durante
este tiempo también fue que Ramón Llull dictó la Vita coetanea a Thomas Le Myésier.
Hacia el final de su vida volvió a su natal Mallorca donde pasó el año de 1312 a
1313. Posteriormente viajó a Sicilia y permaneció en Mesina un año más. De allí viajó
una vez más a Túnez. “Sus últimos trabajos están fechados ahí en diciembre de 1315 y
25
sólo podemos suponer que habría muerto entre aquel momento y marzo de 1316 en
Túnez, en el barco de regreso o al llegar a Mallorca”.59
En cuanto a las circunstancias políticas que habrían propiciado el desarrollo
cultural en la región de las Baleares, del cual sin duda fue parte Ramón Llull, dice Colin
Smith: “El crecimiento de la corona de Aragón con la conquista de Valencia en 1238 y
de Sicilia en 1282, así como la prosperidad comercial de Barcelona, impulsó el
florecimiento de la escritura en catalán en ese mismo período”.60
El pensamiento filosófico de Ramón Llull está centrado en una idea principal: la
conversión al cristianismo de los infieles. El Llibre de contemplació, una de las obras
más tempranas de Llull, compuesta entre 1273 y 1274, es un ejemplo claro de la
centralizad de esta idea en su pensamiento. Aquí se muestra “en particular el esfuerzo
de Llull por encontrar métodos (‘arts e maneres’) que hagan posible a los misioneros
cumplir de manera eficiente sus objetivos. […] los últimos capítulos tratan acerca de la
enseñanza de cómo disputar y convertir a los que están en el error, uno de los
autoproclamados usos del libro, y abren la posibilidad de hacerlo con un método único,
una sola Arte que contenga todos los principios y las reglas”. De estas ideas surge su
Ars magna o, más adecuadamente llamada, su Ars compendiosa inveniendi veritatem,
‘Arte compilada para encontrar la verdad’, compuesta entre estas mismas fechas
(1273–1275), pero posterior al Llibre de contemplació. Llull diseñó su obra como “un
arte para encontrar la verdad, con el propósito de solucionar quæstiones (alternativas o
preguntas de sí y no) mediante la formación de argumentos basados en tópicos o loci.
Llull los llama ‘universales’, es decir, principios generales que verificarían o refutarían
proposiciones afirmativas o negativas (los ‘particulares’) que pudieran responder a esas
preguntas”.61
A pesar de que Ramón Llull centró su método en desarrollar la capacidad de
convertir a judíos y musulmanes al cristianismo, su pensamiento no estuvo exento de
26
recibir la influencia de ambas tradiciones. “Podemos ver, por ejemplo, a partir del Libro
del gentil y los tres sabios”, que aparte de haber aprendido la lengua, también aprendió
algo de Islam, así como de judaísmo”.62 La prueba más clara de la influencia del
pensamiento islámico en Ramón Llull, sin embargo, es la del Llibre d’amic e amat. Esta
obra, que constituye el capítulo 99 del Romanç d’Evast e Blaquerna, ‘Novela de Evasto
y Blanquerna’, es una colección de 357 prosas poéticas, el objetivo de cada una de las
cuales es “contemplar todo un día a Dios”.63 El nombre del libro basta para que
cualquiera que conozca un poco de la estética poética sufí relacione este libro con
dichas ideas, no obstante el autor mismo no deja en secreto su inspiración: “Dementre
considerava en esta manera Blaquerna, ell remembrà com una vegada, com era
apostoli, li recontà un sarraí que los sarraïns han alcuns hòmens religiosos, e enfre los
altres e aquells qui són més preats enfre ells, són unes gents qui han nom ‘sufies’, e
aquells han paraules d’amor e exemplis abreujats e qui donen a home gran devoció […]
On, con Blanquerna hac haüda aquesta consideració, ell preposà a fer lo libre segons
la manera damunt dita […] ell en breu de temps li trametria per lo diaca Llibre d’amic e
Amat…”.64 Con todo y el ambiente ficticio en el que se desarrolla esta narración, en
este fragmento Ramón Llull, representado por Blaquerna, se propone explícitamente
escribir el Llibre d’amic e Amat con inspiración en la poesía sufí.
27
V. Conclusiones
28
cristianismo, no obstante fue capaz de desarrollar un pensamiento que integró las tres
tradiciones culturales.
El siglo XIII en la península ibérica fue uno de contrastes. En tanto que las
primeras décadas vieron una fuerte convulsión política que resultó en la caída de la
dinastía almohade y la creación de la Corona de Castilla y del Reino Nazarí de
Granada, la segunda mitad vio un florecimiento cultural manifestado primero en
territorios cristianos en ejemplos como la cultura cortesana de Alfonso X y la obra
Ramón Llull y posteriormente en el alto grado de desarrollo que se alcanzó dentro del
Reino Nazarí de Granada.
29
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