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Este salmo pertenece al primero de los cinco libros en que artificialmente se dividió el
Salterio o Libro de los Salmos. Todo parece indicar que fue escrito para que oficiara de
introducción. Según su carácter literario, es un canto de sabiduría, en la medida que tiene una
intención didáctica, o sea, dan normas sobre la conducta, sobre la vida moral. Generalmente
este tipo de composiciones contienen consejos o reflexiones sobre la Ley (la Ley de Dios
expuesta en el Pentateuco o Tora que comprende los primeros cinco libros de la Biblia), sobre
las ventajas de conocerlas, cumplirlas, meditar sobre ella o sobre las ventajas de confiar en
Dios, de temerlo, obedecer sus preceptos.
Este salmo primero no se ocupa estrictamente de la Ley de Dios sino del pío y del
impío, es decir, del que teme y obedece por ende a Dios y del que no teme y por tanto peca. Al
mostrar los efectos negativos y positivos de las respectivas conductas está indicando cuáles
son las normas morales, religiosas y de conducta que se deben seguir, de ahí su carácter
didáctico.
Este salmo posee una estructura muy simple: las dos primeras estrofas muestra cuál
es la suerte del justo, del piadoso; en la tercera la suerte del impío y en los dos versos finales
se contraponen ambas suertes sintetizando la idea del cántico.
Los dos versos que siguen son antitéticos con respecto a los tres anteriores; ahora se
dice lo positivo, lo que sí hace el justo: se complace en la Ley de Yahveh, medita en su ley día y
noche. La senda y el banco son metáforas de uso corriente, es decir, no tienen una intención
literaria especial.
En la estrofa siguiente, que es la segunda parte del salmo, desde el primer verso se
plantea la antítesis con lo dicho acerca del hombre piadoso. En el segundo verso comienza una
comparación también antitética de la otra, cuyo elemento comparante viene de la naturaleza o
quizás de la vida cotidiana. A aquel árbol firme, arraigado, se contraponen basuritas, pajitas,
polvo que arrastra el viento del pecado, de las pasiones o del amal. Aquél es fructífero, estos
son estériles. Se puede vincular con el salmo 35: “Sean como el tamo delante del viento.
Vienen a ser como hojarasca delante del viento, o como el tamo que arrebata el
torbellino ”.
Como vemos Jahveh aparece solo al final del salmo ejerciendo justicia. Se dice en los
versos finales de forma explícita lo que antes estaba sobreentendido, puesto que había castigo
o recompensa para unos y otros.
No se dirigen a Jahveh ruegos ni reproches, de modo que, sin que ello esté afirmado de
forma expresa, resulta evidente la perfección de un Dios que solo aparece actuando con la más
indiscutible justicia.