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VEHÍCULOS A MOTOR.
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I. INTRODUCCIÓN
Por este motivo, presente trabajo pretende ofrecer un análisis general sobre la
responsabilidad civil derivada de los accidentes de tráfico, tratando a su vez de hacer
incidencia en las principales novedades introducidas tras las últimas reformas. Para ello, la
obra ha sido dividida en tres bloques: En el primero se realizaré una breve introducción al
marco normativo interno y comunitario. En el segundo bloque se estudiará la incidencia de la
última reforma del código penal en la materia objeto de estudio, siendo analizadas
posteriormente las principales particularidades sobre la responsabilidad civil derivada del
delito. En último término, trataré de mostrar las principales novedades introducidas por la la
Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de los daños y
perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación, haciendo especial mención a
la reclamación extraprocesal de la indemnización.
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II. MARCO NORMATIVO.
El derecho de la Unión Europea sobre esta materia está constituido principalmente por
cinco Directivas:
La derogación del Libro III del Código Penal mediante la reforma de 2015, llevó
aparejada la despenalización de muchas conductas penalmente consideradas hasta ahora faltas
penales, pero no todas de esas conductas han quedado despenalizadas. El Código Penal
reformado establece ahora una clasificación tripartita de las infracciones penales
distinguiendo, en función de la gravedad de la pena, entre los delitos graves, los delitos menos
graves y los delitos leves. Dentro de los delitos leves ha tipificado algunas conductas
penalizadas hasta ahora como faltas, considerándolas merecedoras de reproche punitivo. Esta
reconsideración como delito, aunque sea leve, ha implicado en algunos casos una agravación
de las penas actualmente aplicables a antiguas faltas y las consecuencias adicionales derivadas
de su condición de delito a efectos de antecedentes penales, prescripción y otros, pero no a
efectos de la reincidencia (art. 22 CP).
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absorben gran parte de los medios materiales y personales disponibles en la justicia penal. Se
considera que «no toda actuación culposa de la que se deriva un resultado dañoso debe dar
lugar a responsabilidad penal, sino que el principio de intervención mínima y la consideración
del sistema punitivo como última ratio, determinan que en la esfera penal deban incardinarse
exclusivamente los supuestos graves de imprudencia, reconduciendo otro tipo de conductas
culposas a la vía civil». Por ello se ha reservado la sanción penal a imprudencias de especial
gravedad en su causación al margen de su resultado, que puede ser notoriamente grave,
incluso la muerte 1.
Por tanto, las anteriores faltas de homicidio y lesiones por imprudencia leve se remiten
a la vía civil, resultando además que con esta modificación sólo serán constitutivos de delito
el homicidio y las lesiones graves por imprudencia grave (arts. 142.1 y 152.1 CP), así como
el delito de homicidio y lesiones graves por imprudencia menos grave2, que entrarán a
formar parte del catálogo de delitos leves (arts. 142.2 y 152.2 CP).
En estas lesiones por imprudencia menos grave la especial gravedad de las secuelas
producidas por el accidente de tráfico es la que determinará la penalización de la conducta.
Las lesiones de menor gravedad, en función de las secuelas generadas producidas en la
conducción de vehículos a motor, concurriendo imprudencia menos grave quedan así
despenalizadas. Ello implicará la despenalización de la mayor parte de las lesiones generadas
en el uso de vehículos a motor derivadas de imprudencias no graves o, en su caso, leves. De
manera que la mayoría de los accidentes de tráfico han pasado a la jurisdicción civil.
A este respecto establece el artículo 116 del Código Penal que: «Toda persona
criminalmente responsable de un delito lo es también civilmente si del hecho se derivaren
daños o perjuicios. Si son dos o más los responsables de un delito los jueces o tribunales
señalarán la cuota de que deba responder cada uno». En relación con esto, el artículo 108 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal establece: «La acción civil ha de entablarse juntamente
con la penal por el Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular; pero si el
ofendido renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o indemnización, el
Ministerio Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables».
Continúa el art. 116 de este último texto legal: «La extinción de la acción penal no lleva
consigo la de la civil, a no ser que la extinción proceda de haberse declarado por sentencia
firme que no existió el hecho de que la civil hubiese podido nacer. En los demás casos, la
persona a quien corresponda la acción civil podrá ejercitarla, ante la jurisdicción y por la
vía de lo civil que proceda, contra quien estuviere obligado a la restitución de la cosa,
reparación del daño o indemnización del perjuicio sufrido».
3 En el caso de autos, como consecuencia de la conducción ebria de una conductora que se saltó una señal de
ceda el paso se produjo la colisión con otro vehículo y con una farola del alumbrado público. Respecto a este
impacto se ocasionaron unos daños, atípicos penalmente, tasados en 1.605'89 euros por los que el Ayuntamiento
propietario de la misma reclamó, pero que tanto en la sentencia del Juzgado de lo Penal como en la de apelación
de la Audiencia Provincial no se efectuó pronunciamiento de indemnización de tales daños en interpretación del
art. 382 CP.
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del artículo 379.2 del CP, sin que sea obstáculo para ello el artículo 382 CP que regula los
supuestos de concurso con otros delitos de resultado4.
Señala el Tribunal que el precepto define un delito de peligro abstracto que se consuma
sin necesidad de que se produzca un resultado lesivo, pero ello no significa que la acción
llevada a cabo por el autor condenado no pueda causar un perjuicio económico a un tercero.
Lo relevante es determinar las consecuencias lesivas que genera el hecho de la conducción,
debiendo la jurisdicción penal efectuar un pronunciamiento resarcitorio al ser consecuencia
directa de la acción delictiva.
Por todo lo expuesto, los efectos de la sentencia en la jurisdicción penal serán distintos,
en virtud de si han sido reservadas las acciones civiles o no, y dependiendo del sentido en que
resuelva la misma. A continuación me limitaré a exponer someramente las distintas
situaciones posibles:
- Sentencia penal condenatoria con reserva de acciones civiles. En este supuesto solo
queda vinculado el juez civil por la descripción del hecho y el resultado calificados como
4 En relación con el art. 382 CP, en él se establece una norma concursal cuando junto con el delito de riesgo
abstracto, concurra otro delito de resultado. En tal caso, y por el juego de tal norma solo se sanciona el más
gravemente penado, pero en todo caso deben satisfacerse los perjuicios causados, de suerte que si el delito más
grave es el de resultado, se sancionará este último, con los pronunciamientos civiles a que hubiese lugar, pero si
el más grave de los delitos siguiera siendo el de riesgo abstracto, solo se sancionará este, pero además se
indemnizarán en todo caso los perjuicio causados.
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delito y la declaración de su antijuridicidad y la culpabilidad del reo. Sin embargo, el juez
civil puede cuantificar los daños, incluso si lo hubiera hecho el juez penal, y desde luego
señalar otros responsables civiles. De ahí que el reclamante en vía civil solo quede exento,
merced a la sentencia penal, de probar el hecho origen del daño pero no su existencia y su
extensión.
Con la citada reforma se ha introducido un nuevo sistema para la valoración del daño
personal derivado de accidentes de circulación que viene a sustituir al conocido como
“baremo de indemnizaciones” recogido como Anexo en el Texto Refundido de la Ley sobre
Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor, aprobado por el Real
Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre.
Además de un nuevo sistema de valoración del daño corporal, La Ley 35/2015 modifica
el régimen de responsabilidad por riesgo recogido en el art. 1 de la LRC introduciendo un
tratamiento privilegiado para las víctimas lesionadas menores de catorce años o que sufran
un menoscabo físico, intelectual, sensorial u orgánico que les prive de capacidad de culpa
civil, de manera que en estos casos la culpa exclusiva o concurrente de la víctima no suprime
ni reduce la indemnización.
5 El auto se convertirá en el título mediante el cual el perjudicado podrá amparar su demanda ejecutiva,
presentada en plazo oportuno, y ante el Tribunal competente, y abrirá la vía de ejecución dineraria, y
especialmente la fase de oposición.
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En el marco procedimental, la Ley 35/2015 modifica el trámite para reclamar
directamente la indemnización a la aseguradora, contemplado en el art. 7 LRC, procedimiento
que adquiere tras la reforma carácter preceptivo para poder acudir a la vía jurisdiccional.
Entre las novedades previstas destaca la posibilidad de que los Institutos de Medicina Legal
emitan dictámenes sobre valoración del daño corporal a instancia de parte extramuros del
proceso penal, y la posibilidad de dirimir las discrepancias en un proceso de mediación con
las pautas establecidas en el nuevo art. 14 de la LRC.
a) Cuando el conductor pruebe que los daños fueron debidos únicamente a la conducta
o la negligencia del perjudicado.
b) Cuando el conductor pruebe que el accidente fue debido a fuerza mayor extraña a la
conducción o al funcionamiento del vehículo, sin que constituyan fuerza mayor los
defectos del vehículo ni la rotura o fallo de alguna de sus piezas o mecanismo.
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En caso de que la culpa de la víctima no sea exclusiva pero si concurrente con la
negligencia del conductor, procede la equitativa moderación de la responsabilidad en atención
a la respectiva entidad de las culpas concurrentes.
En segundo lugar, establece el Texto Refundido que los daños en los bienes están
sometidos al régimen general de responsabilidad por culpa, esto es, el del art. 1902 CC.
De modo que, resulta paradójico por contradictorio que establezca como regla general la
responsabilidad por riesgo como título de imputación de la responsabilidad por los daños
causados a las personas y a los bienes y, seguidamente, de un lado, matice que en el caso de
daños a las personas pueden concurrir determinadas causas de exoneración de responsabilidad
y; en el caso de los daños en los bienes se remita al sistema de responsabilidad subjetiva
previsto en el artículo 1.902 C.c.
Continúa el autor exponiendo que este precepto incurre en un serio error técnico al
referirse con carácter general al “riesgo creado” sin caer en la cuenta de que, como se ha
dicho, la propia ley mantiene un diferente régimen de responsabilidad según la naturaleza de
los daños, habiendo establecido un sistema de responsabilidad por culpa para los daños
puramente materiales, cuyo fundamento no reside en la idea del riesgo. De manera que, al
mantenerse la imputación subjetiva por daños materiales, la referencia al “riesgo creado”
debería haberse reservado exclusivamente para los daños a las personas.
Por último, resulta preciso realizar una breve mención en relación con los supuestos de
colisión recíproca de vehículos con incertidumbre causal, el criterio más acorde con el
principio de responsabilidad objetiva del agente por el riesgo creado y con la presunción de
causalidad respecto de los daños característicos correspondientes a la actividad de riesgo,
debe conducir a la conclusión de que cada conductor, y por tanto, cada vehículo, es
responsable del 100% de los daños causados a los ocupantes del otro vehículo interviniente en
la colisión.
«Hecho de la circulación» y «vehículo a motor» son los dos conceptos en torno a los
cuales gira el sistema de responsabilidad civil regulado en la Ley sobre Responsabilidad Civil
y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor 8/2004, de 29 de octubre, al ser los que van a
delimitar el ámbito material de aplicación de la Ley.7 Dicha delimitación determinará, entre
otros, los siguientes extremos:
- Los supuestos en que son aplicables las normas de la LECiv/2000 referidas a las
acciones de reclamación de daños derivadas de este tipo de accidentes .
- Los casos en que entran en juego las previsiones en materia de intereses moratorios
del art. 9 LRCSCVM.
Por último, aunque reúnan las características objetivas para serlo, no se consideran
vehículos a motor: a) Los ferrocarriles, tranvías y otros vehículos que circulen por vías que le
sean propias. b) Los vehículos a motor eléctricos que por concepción, destino o finalidad
tengan la consideración de juguetes y c)Tampoco las sillas de ruedas.
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d) Los desplazamientos de vehículos a motor por vías o terrenos en los que no sea de
aplicación la legislación señalada en el artículo 1, tales como los recintos de puertos o
aeropuertos.
a) Cuando el conductor pruebe que los daños fueron debidos únicamente a la conducta
o la negligencia del perjudicado.
b) Cuando el conductor pruebe que le accidente fue debido a fuerza mayor extraña a la
conducción o al funcionamiento del vehículo, sin que constituyan fuerza mayor los
defectos del vehículo ni la rotura o fallo de alguna de sus piezas o mecanismos.
En este sentido, la reforma operada por la Ley 35/2015, avanzó un paso más y modificó
dicho artículo introduciendo importantes matices en la primera de las causas de exoneración
distinguiendo dos supuestos en función del tipo de víctima:
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«Sin perjuicio de que pueda existir culpa exclusiva de acuerdo con el apartado 1,
cuando la víctima capaz de culpa civil sólo contribuya a la producción del daño se reducirán
todas las indemnizaciones, incluidas las relativas a los gastos en que se haya incurrido en los
supuestos de muerte, secuelas y lesiones temporales, en atención a la culpa concurrente hasta
un máximo del setenta y cinco por ciento. Se entiende que existe dicha contribución si la
víctima, por falta de uso o por uso inadecuado de cinturones, casco u otros elementos
protectores, incumple la normativa de seguridad y provoca la agravación del daño».
De manera que la víctima que actúa con plena capacidad de sus facultades volitivas e
intelectivas puede ser causante en exclusiva de un accidente de circulación, o bien contribuir
al resultado con su comportamiento, junto con la negligencia del conductor. Pudiendo ser
reducida la indemnización hasta un 75% en el último supuesto.
c) La víctima lesionada debe ser un menor de catorce años o una persona que padezca
un menoscabo físico, intelectual, sensorial u orgánico que les prive de capacidad de
culpa civil.
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VI. LA RECLAMACIÓN EXTRAPROCESAL DE LA INDEMNIZACIÓN
El perjudicado o sus herederos tienen acción directa frente al asegurador para reclamar
los daños sufridos (art. 7 LRCSCVM), sin necesidad, por tanto de demandar al asegurado. De
manera que con independencia de la existencia o no de un proceso penal en curso para
investigar las circunsatncias en las que se ha producido un accidente de circulación y la
eventual responsabilidad penal que pudiera derivarse del mismo, las víctimas tienen derecho a
reclamar directamente a la aseguradora la indemnización que les corresponde y de la que debe
hacerse cargo el seguro obligatorio. La reclamación a la aseguradora se canaliza a través del
procedimiento denominado de “oferta y respuesta motivada”.
El plazo para exigir al asegurador la satisfacción de los referidos daños prescribirá por
el transcurso de un año. Sin embargo, la reclamación interrumpirá el cómputo del plazo de
prescripción desde el momento en que se presente al asegurador obligado a satisfacer el
importe de los daños sufridos al perjudicado. Tal interrupción se prolongará hasta la
notificación fehaciente al perjudicado de la oferta o respuesta motivada definitiva.
Para que sea válida la oferta motivada deberá cumplir los requisitos recogidos en el
apartado 3º del art. 7:
a) Contendrá una propuesta de indemnización por los daños en las personas y en los
bienes que pudieran haberse derivado del siniestro. En caso de que concurran daños a
las personas y en los bienes figurará de forma separada la valoración y la
indemnización ofertada para unos y otros.
b) Los daños y perjuicios causados a las personas se calcularán según los criterios e
importes que se recogen en el Título IV y el Anexo de la Ley.
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d) Se hará constar que el pago del importe que se ofrece no se condiciona a la renuncia
por el perjudicado del ejercicio de futuras acciones en el caso de que la indemnización
percibida fuera inferior a la que en derecho pueda corresponderle.
Una vez presentada la reclamación, en el plazo de tres meses, tanto si se trata de daños
personales como en los bienes, el asegurador deberá presentar una oferta motivada de
indemnización si entendiera acreditada la responsabilidad y cuantificado el daño. En caso
contrario, o si la reclamación hubiera sido rechazada, dará una respuesta motivada.
Transcurridos tres meses sin que la aseguradora haya presentado una oferta motivada de
indemnización por una causa no justificada o que le fuera imputable al asegurador, se
devengarán intereses de demora, de acuerdo con lo previsto en el artículo 9 de esta Ley8 .
Estos mismos intereses de demora se devengarán en el caso de que, habiendo sido aceptada la
oferta por el perjudicado, ésta no sea satisfecha en el plazo de cinco días, o no se consigne
para pago la cantidad ofrecida.
8No obstante, no se devengarán intereses de demora de aquellas cantidad que haya sido ofertada y satisfecha o
consignada.
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3. Finalmente el perjudicado podrá, en caso de disconformidad con la aseguradora,
acudir a la vía jurisdiccional oportuna para la reclamación de los daños y perjuicios
correspondientes.
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BIBLIOGRAFÍA.
FERNÁNDEZ LAGO, B. M.: «El hecho de la circulación». Diario la Ley, nº 8018, 2013.
PÉREZ FERRER, F.: El régimen especial aplicable a los daños derivados de la circulación de
vehículos a motor. La duplicidad de regulaciones civil y penal sobre imputación y reparación
de daños. En MORILLAS CUEVA, L.: Delincuencia en materia de tráfico y seguridad vial:
(aspectos penales, civiles y procesales). Dykinson, 2007. págs. 507-528.
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