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Lectura de uno de los siguientes libros, haciendo una reflexión, poniendo en común la
propuesta del autor con la de la asignatura. Posibles lecturas:
González, Antonio, Reinado de Dios e imperio, Sal Terrae, Santander 2003.
González de Cardedal, Olegario, Ciudadanía y cristianía. Una lectura de nuestro tiempo,
Encuentro, Madrid 2016.
Izuzquiza, Daniel, Enraizados en Jesucristo. Ensayo de eclesiología radical, Sal Terrae,
Santander 2008.
Villagrán, Gonzalo, Teología pública. Una voz para la Iglesia en sociedades plurales, PPC,
Madrid 2016.
Después de la primera sesión de clase del profesor Gonzalo Villagrán me decanté por la lectura
del libro Ciudadanía y cristianía. Una lectura de nuestro tiempo, de Olegario González de
Cardedal. Y esto fue por dos motivos principales: el primero, que me pareció interesante poder
hacer la lectura de algún libro de lo más actual y centrado en nuestro contexto, por lo que las
dos propuestas del año 2016 ya me eran válidas. El segundo: el título, en el que se ponen en
paralelo ciudadanía y cristianía1. Más de una vez he reflexionado sobre mi propia realidad
personal, y aun teniendo claro que lo primero que soy es persona, ser humano, criatura hijo de
Dios, sé que además soy hijo, marido, hermano, tío, amigo, compañero…; barcelonés del barrio
de la Sagrada Familia, catalán, español, europeo, enamorado de África, ciudadano del mundo…
licenciado en informática, master en gestión de ONGD, master en liderazgo de ONGD, casi
graduado en ciencias religiosas; profesor de matemáticas, de informática, de ética y ciudadanía,
tutor, acompañante y también alumno…; trabajador por cuenta ajena, boyscout, socio y
voluntario en diversas asociaciones, homosexual, vecino, presidente de comunidad de vecins…,
curioso, soñador, iluso, trabajador, comprometido, blogger, laico, marista, cristiano…¿Son
todas estas descripciones compatibles? Claramente sí, puesto que esta es mi realidad, aquella
que me ha venido dada inicialmente por el Creador y configurada por mi pasado y presente.
Pero la pregunta clave es… ¿son compatibles las condiciones de ciudadanía y de cristianía? El
propio autor afirma que cabe evitar la separación de ambas realidades 2, lo que iría en
consonancia con las enseñanzas de los primeros tiempos (“Id, pues, y haced mis discípulos a
todos los habitantes del mundo” (Mt 28,19), “Id por todo el mundo y anunciad a todos, la
buena noticia” (Mc 16,15)), evitando la propia Iglesia pensarse como un poder ante el mundo,
1
Por cristianía “se designa la configuración personal de un hombre por las realidades cristianas
asumidas en conciencia explícita, decidida voluntad y realismo de vida; es decir, la existencia cristiana
en su despliegue histórico” (O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Ciudadanía y cristianía. Una lectura
de nuestro tiempo, Encuentro, Madrid, 2016, p. 16.)
2
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Ciudadanía y cristianía. Una lectura de nuestro tiempo,
Encuentro, Madrid, 2016, p. 40.
Cristianos en la Vida Pública,
Alumno: Sergi Bernabeu
Trabajo
Me parece bueno comparar el índice del profesor Villagrán para la asignatura de 2017 con el
del libro de González de Cardedal. A grandes rasgos, la asignatura estaba planteada desde una
primera definición del contexto socio-político del momento, el planteamiento de la teología
pública y finalmente el reto del diálogo interreligioso en temas sociales. Por otro lado, el libro
se divide en dos grandes partes: la primera, en la que el autor reflexiona sobre la ciudadanía a
partir de lo que él llama sus subsuelos nutricios, aquellos grandes ámbitos desde los que ésta ha
acabado conformándose como lo que es: la cultura, la religión, la ética y la política. Una vez
presentados cada uno de ellos de forma genérica, se concreta para cada uno de ellos, la visión y
aportación específicas de la Iglesia. En la segunda parte del libro se proponen las situaciones y
las exigencias actuales de la cristianía con relación al mundo.
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Cristianos en la Vida Pública,
Alumno: Sergi Bernabeu
La visión de la Iglesia es que el ser humano, para su plena realización en la vida –en el más
acá–, necesita integrar los horizontes del absoluto, dar un sentido a las grandes preguntas del
más allá que están y han estado presentes por los siglos en la vida de las personas y de las
colectividades. Aunque las sociedades opulentas, como el caso de la europea, parezcan
pretender olvidarlas, la llegada de la muerte o de ciertas calamidades naturales o humanas que
periódicamente nos visitan, se encargaran de recordárnoslas. Es por eso, que en sociedades tan
secularizadas como la española, cada vez más humanista y menos religiosa –cada vez más
deshumanizada–, el papel de las personas cristianas –cada vez menos en número– deberá ser de
mayor calidad, mayor compromiso y mayor profundidad teológica, para así ser capaces de dar
razón de la propia fe desde la razón, promoviendo el diálogo entre ambas realidades, en la
propia persona –ciudadana y cristiana a la vez– pero también en el ámbito social, humano y
cristiano. Y esto último recae no sólo en los presbíteros ni tampoco solamente en aquellos
cristianos que se involucran directamente en el sistema parlamentario y de partidos de las
democracias si no, en todo el pueblo de Dios, en los cristianos en sociedad5.
Sobre la cultura6, el autor evidencia la importancia de ésta en la creación de la conciencia
personal y ciudadana. Y parece que las nuevas generaciones han ido olvidando, sino dando la
espalda a los dos pueblos de cuyas culturas descendemos y que nos ha configurado, el pueblo
griego y el pueblo judío, quienes cultivaron todos los órdenes del saber, incluso el de la
teología. Es de necios olvidar el pasado del que se puede aprender tanto.
Sobre la religión7, el hecho fundamental de la actual sociedad europea –la excepción europea
en el mundo en este sentido–, es la pérdida de la dimensión sagrada del mundo y de la historia,
realidad que tenderá a agudizarse en el futuro ante el descenso de influencia de la Iglesia en la
sociedad y el abandono de las familias de la acción catequética que habían desarrollado hasta
hace pocas décadas. Este aspecto, en el ámbito español se detecta a partir de los estudios sobre
juventud y religión de la Fundación Santa María. Lo mismo que pude detectar en la encuesta 8
realizada como trabajo para la materia de Sociología de la Religión, entre el alumnado del
colegio religioso donde desarrollo mi misión. Y el problema es que conceptos como cristiandad
(la fe de la sociedad englobante), cristianismo (la fe de las personas concretas), cristianía,
secularización, laicidad, descristianización, ecumenismo y las relaciones de los creyentes con el
ateísmo, la cultura, la moral, la sociedad requieren de un estudio y acercamiento desde el
respeto y la conciencia clara de que son importantes para una convivencia ciudadana en paz. El
desconocerlos, confundirlos, darles la espalda, negarlos o atacarlos no puede traer nada bueno.
También en este ámbito de la religión reflexiona el autor sobre los diversos niveles de relación
entre la Iglesia y la sociedad en España. Él identifica tres: el de las ciudades, pueblos y aldeas
de a pie, el de las relaciones entre el Estado y la Iglesia representada en el Sumo Pontífice y el
de cada uno de los partidos políticos con la Conferencia episcopal y la diferentes Comisiones
5
G. VILLAGRÁN, SJ, Cristianos en la Vida Pública, Facultad de Teología de Granada, curso 2016-17,
Introducción, p. 3.
6
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 41-78.
7
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 79-127.
8
S. BERNABEU, Joves. Així veuen a Déu, (en línea Bloc Tunajifunza), Barcelona, 2017,
tunajifunza.blogspot.com.es/2017/03/joves-aixi-veuen-deu.html.
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de esta9. Y aquí me parece que es donde se da un ámbito de confusión, puesto que a menudo
parecen no coincidir las Escrituras, el Magisterio, los actos (cfr. Mt 7,17-20) y manifestaciones
concretas (cfr. Mt 12,34-35) de la jerarquía eclesial a nivel general, español, diocesano i
parroquial. Y cabe afirmar que los grandes cambios habidos en tan pocas décadas todavía
parecen no haber sido asumidos por ninguna de las partes, la creyente, la cristiana y la no
creyente. Las reflexiones «Diversitat religiosa i laïcitat» de Montserrat Coll i Calaf, antigua
Directora General d’Afers Religiosos de la Generalitat de Catalunya, sobre todos estos ámbitos
son dignos de ser tenidos en cuenta10.
Es tan denso este apartado dedicado a la religión que el autor tiene tiempo de repasar también
la relación, que no elección de ninguno de los dos, con los modelos políticos de socialismo y
del capitalismo –poniendo como ejemplo la polémica entre los jesuitas M. Menéndez Ureña y
J. I. González Faus–; también la relación con los ateísmos teóricos, que en España solamente
parece influir en las clases dirigentes, que no en el pueblo –el antiguo, duro y radical venido de
la filosofía y el nuevo, basado en la ciencia, la biología y el darwinismo–; así como con el
actual ateísmo práctico –el de la pereza a pensar, la comodidad de seguir a la mayoría…–, con
el ateísmo dramático –el de aquellos que no han recibido la fe de niños, pero que en el fondo sí
desean conocer a Dios pero no les es posible 11–; el monoteísmo –con sus problemas histórico y
teórico–, los politeísmos junto con la idea de la libertad compleja de las personas cristianas; el
proceso de implantación del cristianismo –cristiandad (ss. V-XIV), modernidad (ss. XIV-XX) y
ultramodernidad (ss. XX-XXI)–.
Sobre la ética12, el autor basa su aportación en la constante conciencia católica que siempre ha
tenido la ética en España ya desde el concilio de Toledo (589), aún con los tres grandes
momentos de fuerte conmoción y reconfiguración de las conciencias individuales y de la
colectiva que vinieron de la mano de la Reforma protestante –con Lutero, en el s. XVI,
pretendiendo reformar/superar la Iglesia–, de la Revolución francesa –con Napoleón, en el s.
XVIII, pretendiendo anular la libertad y la dignidad nacional– y de la revolución socialista-
marxista –con Marx, en el s. XX, pretendiendo una forma de liberación a partir de un sistema
político concreto–. Este campo de la ética es uno en el que la sociedad española parece estar
fallando en la actualidad. Con el final de la dictadura de Franco y la aprobación de la
Constitución de 1978, la sociedad dio la espalda a todo lo que pudiera estar relacionado con el
antiguo régimen y así pasó con la religión –la Constitución en su artículo 16 dispone que
ninguna confesión tendrá carácter estatal13–y la moral social. El intento de formar a las nuevas
generaciones a partir de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos
Humanos14 de 2006, pese a la buena idea que suponía, falló estrepitosamente al no ser acordada
mayoritariamente por todo el arco parlamentario. Y hablando de la política, en relación a la
9
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., p. 102.
10
J. LL. CAROD-ROVIRA (ed.), Les religions a Catalunya, Pagès Editors, Lleida, 2015, pp. 175-207.
11
El joven Juan Bautista Montagne (+1816) bien pudiera ser uno de estos casos. Afortunadamente fue
asistido, moribundo, por San Marcelino Champagnat y tuvo la oportunidad de conocer a Dios. Este
hecho, del 28 de octubre de 1816, fue el signo que provocó la fundación del Instituto Marista (fms).
12
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 128-167.
13
Constitución española de 1978, art. 16.
14
Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos (Epc), contenida en la Ley Orgánica 2/2006,
de 3 de mayo, de Educación del gobierno Zapatero.
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ética, es también preocupante la decepción generalizada de los últimos años con el afloramiento
de casos de corrupción y moral poco ejemplar, no solamente en los partidos políticos como
afirma el autor, sino también en otros múltiples ámbitos de la sociedad: Jefatura del Estado,
Casa Real, ejércitos, judicatura, gobierno central, autonómico y local, empresariado, medios de
comunicación, organizaciones del Tercer sector, deporte…y aunque siendo seguro que no son
casos mayoritarios, si lo son en cuantía económica y en calidad ética.
Queda claro que algún tipo de educación ética habría que proponer para la sociedad en general,
pero también, desde la escuela para dotar a las nuevas generaciones de un aprecio por lo moral
como fuente un mejor vivir. Desde el punto de vista eclesial, el autor, así como también el
profesor, proponen que la Iglesia y la cristianía tienen un papel importante a realizar como
ejemplos vivos del evangelio de Cristo15.
En el apartado de política16, antes de nada, constatar que me sorprende el poco espacio –no más
de 2 páginas (pp.168-169)– que el autor dedica a la explicación general del ámbito, en
comparación con lo que hace en los otros tres substratos, para pasar ya directamente a
relacionarla con la fe cristiana. Dicho esto, queda claro que, desde el punto de vista de la
Iglesia, la fe cristiana, que busca orientar al hombre en su vida, no puede ser ajena a la política,
como tampoco a ninguno de los ámbitos en los que se mueva la persona. En el caso de España,
pesan todavía mucho los siglos de unión entre Iglesia y Estado. Si bien es cierto que fruto del
CVII y la Constitución de 1978 se ha realizado la teórica separación entra ambos, aun cuesta
llevarla a la práctica. Las aportaciones de Habermas, a las que González 17 y Villagrán18 dedican
amplios apartados, son bien interesantes como la del «uso público de la razón» con una misma
exigencia reflexiva y universalizable para cualquier propuesta que se haga, independientemente
del ámbito –creyente o no– del que provenga. Según él, filosofía y religión deben acercarse y
aceptar el reto de la necesaria colaboración. Lo que Habermas llama el «filtro institucional» es
su propuesta de traducción del lenguaje secular y el religioso a uno que sea común, universal y
significante a cada momento histórico, es decir atentos a los signos de los tiempos.
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Cristianos en la Vida Pública,
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20
G. VILLAGRÁN, SJ, Óp. cit., El contexto, pp. 1-10.
21
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., p. 216.
22
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 219-266.
23
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., p. 227.
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24
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 270-306.
25
Añadiría yo, dejando también de marginar a determinados grupos (y por inclusión a sus miembros).
26
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 272-274.
27
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., pp. 308-340.
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Como punto final de todo lo anterior me parece bueno poder poner por escrito algunas
reflexiones finales, sobre lo manifestado por González de Cardedal, por el profesor Villagrán
pero también personales en relación con mi misión como cristiano en mi contexto:
Entiendo que el trabajo encargado era un trámite para el aprovechamiento de la materia e
introducirnos en el importante tema de la propia cristianía. Si ya en el número de páginas
totales me ha sido imposible poder abarcar el tema, en las 4-5 solicitadas inicialmente
hubiera sido más imposible todavía.
Me han quedado ganas de profundizar en otros temas, de los cuales tomo nota para
próximas Entradas de mi Bloc personal en la Red. Estos serían, por ejemplo: «España, ¿qué
nos está pasando?», «Cristiandad vs cristianía», «Ciudadanía y cristianía», «Ateísmo
teórico, práctico y dramático», «La compleja libertad cristiana»…
En diversos puntos del libro me ha parecido intuir una ligera difuminación de la realidad
eclesial por parte del autor, intentando quitar parte de culpa a la jerarquía respecto al papel
jugado por la Iglesia a lo largo de la historia. Un ejemplo lo sería “Al haberse identificado
el régimen de Franco con el catolicismo y al haberle conferido a la Iglesia legitimidad
moral, el rechazo y final del dictador se convertían para muchos en el rechazo y final de
los valores y criterios cristianos vigentes anteriormente.”28 . Si bien es cierto lo afirmado,
yo no hubiera usado el catolicismo y la Iglesia como objetos directos de la frase, sino más
bien jerarquía eclesial española como sujeto, junto al régimen de Franco.
Si bien participo de la idea del autor que la Iglesia y la cristianía tienen un papel importante
que realizar en la sociedad pluralista en la que vivimos, el autor parece obviar que en gran
parte de la historia la Iglesia no ha sido todo lo evangélica que hubiera debido, con lo que el
papel que podemos jugar, como institución y como cristianos en la vida pública, debe
“luchar” para superar los prejuicios de la sociedad.
En el libro han ido apareciendo citas de las Escrituras, de la misma forma que le profesor
propone tres a título de intuiciones sobre los cristianos en la vida pública, no tanto del poder
eclesial. Me han parecido sumamente interesante al poner el foco en la propia persona
cristiana, «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13-16), las relaciones con el Estado, «el
tributo debido al Cesar» (Mt 22,15-22) o «Deberes de la vida cristiana» desde una visión
intra (Rm 12,9-21; 13,8-14) y en relación al poder terrenal (Rm 13,1-7).
Sobre mi papel como persona, ser humano, criatura hijo de Dios (añadir aquí todos los
adjetivos contenidos en Motivación y puntos previos) en el mundo me quedan abiertas
muchas reflexiones desde un punto de vista personal, las cuales deberé ir madurando con el
tiempo, la oración y la vida en comunidad.
Ya para acabar, quiero tomar el artículo 3 «Al servicio del hombre» de la Gaudium et Spes
(1965) como colofón de lo que entiendo yo que debe ser el papel de la Iglesia y de la cristianía
en relación con el mundo y el prójimo. Aun así, desde mi visión crítica y con un talante
28
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Óp. cit., p. 129.
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Alumno: Sergi Bernabeu
Bibliografía
J. LL. CAROD-ROVIRA (ed.), Les religions a Catalunya, Pagès Editors, Lleida, 2015.
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Ciudadanía y cristianía. Una lectura de nuestro
tiempo, Encuentro, Madrid 2016.
G. VILLAGRÁN, SJ, Cristianos en la Vida Pública, Facultad de Teología de Granada,
curso 2016-17.
Sergi Bernabeu
Barcelona, 8 de agosto de 2017
Pág. 9