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Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
A Carlos Fonseca, héroe nacional
Principal fundador y forjador del FSLN
Jefe de la Revolución Popular Sandinista
VII

La grandeza de Carlos Fonseca


Una bala en la selva de Zinica

Víctor Manuel Urbina

Víctor Manuel Urbina Sevilla nace el 10 de marzo del año 1952 en Kuskawás,
Zelaya Central, en el seno de un núcleo campesino. Se integra al Frente
Sandinista con su papá y varios miembros de su familia a finales de los años
sesenta. Entonces tiene aproximadamente dieciocho años. Al integrarse a las
unidades guerrilleras de principios de los setenta, realiza funciones de baqueano
en las escuadras de Víctor Tirado y Carlos Agüero, en Kuskawás. Aprende a leer y
escribir en la guerrilla.
Víctor Manuel formó parte del grupo de guerrilleros que compartió con Carlos
Fonseca Amador su estadía en la montaña después que llega ahí en marzo del
año 1976, procedente de Managua. Víctor se despide de Carlos el 6 de noviembre
de 1976 –dos días antes de la caída en combate del máximo dirigente del Frente
Sandinista de Liberación Nacional– para cumplir misiones que el mismo Carlos le
encomendara.
Después de la caída de Carlos Fonseca Amador, Víctor sale de la montaña con
Francisco Rivera “El Zorro” y se une a la Tendencia Tercerista del FSLN. Participa
en la acciones de octubre de 1977, en el norte de Nicaragua y posteriormente en
el Frente Sur. Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, queda
incorporado como soldado del Ejército Popular Sandinista, y a la fecha, sobrevive
de un pequeño negocio familiar.

Carlos Fonseca ingresa al país en noviembre del año 1975, en momentos en que la
represión de la Guardia se encontraba al rojo vivo. Ya se habían producido las
expulsiones de Jaime Wheelock, Roberto Huembes y Luis Carrión, dando lugar a la
primera fractura en las filas del FSLN, que posteriormente se conoce como Tendencia
Proletaria.

Las diferencias que desde hacía años se venían arrastrando entre la conducción que
operaba dentro del país y los dirigentes en el exterior, habían llegado al extremo de
plantear que no se reconocía el mando de los que estaban afuera, en tanto no se
hicieran presentes en el país.

Tal situación venía forzando la entrada de Carlos Fonseca al territorio nacional. A su


ingreso, Carlos mantuvo comunicación especialmente con Pedro Aráuz, Tomás Borge
y Carlos Agüero, quien tenía la representación de la montaña. Carlos Fonseca sabe de
las diferencias entre distintos miembros de la Dirección Nacional y, de hecho, se
alinea con el grupo que encabeza Pedro Aráuz y del que forman parte Tomás Borge
Martínez, Carlos Agüero y Henry Ruiz, quien se mantiene alejado en la profundidad de
la montaña. Es en este núcleo que se toman las decisiones de ese período y, por
tanto, las de su ingreso a la montaña.

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Carlos impartió una escuela a varios guerrilleros que se preparaban para incorporarse
a la Brigada Pablo Úbeda, entre ellos William Ramírez, Roberto y Manuel Calderón, y
en la que también son instructores Juan de Dios Muñoz, Carlos Agüero y Pedro Aráuz.
Hugo Torres recuerda que estando en una casa de seguridad que quedaba detrás del
Hospital Ocón, en la que estaban Charlotte Baltodano, Carlos Agüero, Rufo Marín,
Leticia Herrera, Sabino Aguilar, Tomás Borge y otros, llegaron Pedro Aráuz y Carlos
Fonseca.

Carlos Fonseca pasó la Navidad y el año nuevo con Carlos Agüero, Claudia Chamorro,
Pedro Aráuz y Luz Marina Acosta, mientras en esos días sube a la montaña un selecto
grupo de combatientes, algunos de ellos ya con cierto fogueo en la vida clandestina.

A principios del año 1976, Somoza lanza una ofensiva brutal sobre la montaña que
incluye la operación militar Águila VI, en la que participan militares de otros ejércitos
centroamericanos, y oficiales norteamericanos funcionan como asesores. Después de
bajar de la montaña, es capturado Roberto “Tito” Chamorro, quien brinda a los
agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), detalles de lugares donde operan
los grupos guerrilleros que hasta entonces se habían logrado asentar en la zona norte
de Matagalpa. La represión a las bases campesinas de apoyo a la guerrilla y la
persecución a los grupos guerrilleros, se va a recrudecer brutalmente en todo ese año
1976.

En marzo de 1976 inicia su ingreso a la montaña Carlos Fonseca, acompañado de


Carlos Agüero, Claudia Chamorro, Rosa Argentina Ortiz y Juan de Dios Muñoz, entre
otros.

En junio de 1976 se produjo una reunión en la que participan Humberto Ortega,


Daniel Ortega, Germán Pomares, Leticia Herrera, Eduardo Contreras y Camilo Ortega,
en la comunidad de El Coyolar, San Caralampio, faldas del Volcán Mombacho. Ahí
deciden constituirse como grupo autónomo, dando lugar a la Tendencia Tercerista del
FSLN. (Ortega, Humberto: pp. 292).

Carlos avanza hacia el Iyas, buscando el punto donde supuestamente se produciría


una reunión con todos los líderes del FSLN, tanto los de la montaña: Carlos Agüero,
Víctor Tirado, Edgard “La Gata” Munguía, como los de la ciudad y los del exterior.
Muchas interrogantes surgieron respecto a la racionalidad de esta subida a la
montaña de Carlos. La mayoría considera que no era lógico que, para hacer una
reunión, tuviera que subir hasta esa zona intrincada de la geografía nacional. Además
de ser miope casi hasta la ceguera, Carlos era un hombre mayor que no estaba en
condiciones físicas, pues aunque tenía toda la voluntad, estaba fuera de
entrenamiento desde hacía mucho tiempo.

Carlos Agüero bajó en repetidas ocasiones a reuniones en la ciudad, lo hizo también


Juan de Dios Muñoz en misiones de correo, también David Blanco buscando
contactos. Víctor Tirado y Henry Ruiz ya habían estado en la reunión de Las Jagüitas
en 1974, y luego éste último bajó en búsqueda de la unidad en 1978. Así que, de ser
necesaria una reunión con los líderes de la montaña y la ciudad, más bien éstos
pudieron bajar a cualquiera de las ciudades. Para esas fechas ya había condiciones en
Estelí o en León, por ejemplo.

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En conversación con Henry Ruiz, comparte plenamente este criterio, y afirma que
jamás fue citado a bajar a la ciudad para sostener alguna de estas reuniones. ¿Bajo
qué criterio aceptó Carlos que él debía subir a la montaña? Víctor Tirado afirma que
tal vez Carlos buscaba fortalecer su liderazgo, cuestionado por otros jefes, pasando
un tiempo las duras condiciones de la montaña. Es probable.

Lo cierto es que Carlos no escatimó ningún esfuerzo para tratar de limar las
asperezas entre los protagonistas principales de la división del FSLN, y en su estancia
en la ciudad escribió “Notas sobre algunos problemas de hoy”. Mientras en la propia
montaña escribió “Notas sobre la montaña y algunos otros temas”. Algunas partes de
su texto fueron reproducidas después de su muerte, aunque el conocimiento pleno de
los escritos de Carlos no se hizo sino hasta después del triunfo de la Revolución
Popular Sandinista.

Los detalles de los últimos momentos de Carlos Fonseca no se han establecido con
absoluta claridad. En el libro de Sergio Ramírez, La marca del Zorro, hazañas de
Francisco Rivera Quintero “El Zorro”, se explican los últimos movimientos que Carlos
realiza en la montaña, de quien él se despidió horas antes de su muerte. Pero en ese
libro quedan planteadas también una serie de dudas sobre el tema, en particular
sobre el interés real de los otros miembros de la Dirección Nacional, de realizar una
reunión que Carlos Fonseca consideraba vital para el futuro del FSLN.

Los miembros de la Brigada Pablo Úbeda, René Vivas y David Blanco, son enfáticos en
señalar que, orientados por Henry Ruiz, bajaron durante tres meses a un punto donde
supuestamente llegaría Carlos, y nunca lo encontraron. En una de estas ocasiones,
bajaron también Hugo Torres y Roberto Calderón 1. Nueve de septiembre, nueve de
octubre y nueve de noviembre eran las fechas supuestamente acordadas, pero no
encontraron ninguna señal de que Carlos asistiera al punto.

Quisimos hablar con alguien que hubiese acompañado a Carlos Fonseca en los
últimos días de su vida; no con la pretensión de que nos despejara estas dudas, pues
no está en sus posibilidades, sino para saber de los últimos movimientos de quien es,
sin lugar a dudas, el principal artífice de la organización del FSLN, de su lucha y de
sus victorias.

No fue fácil esta conversación porque “Juancito” Víctor Manuel es parco. No es muy
dado a los detalles, ni a la plática larga. Tuvimos que cucharearlo, ya que él tiende a
reducir su relato a unas pocas palabras, y a hablar de varios años como si se tratara
del mismo instante. Pero sin duda alguna, es claro que Víctor Manuel Urbina Sevilla
mantiene vívidos recuerdos sobre Carlos Fonseca, sobre su sencillez y fraterna
manera de relacionarse con sus compañeros. No puede olvidar el empeño de Carlos
para que él aprendiera a leer, encargándole esta misión a Claudia Chamorro.

Mónica: ¿Por qué te decían “el humilde campesino”2?, ¿quién te puso ese nombre?

Víctor Manuel: Este nombre me lo pusieron en el Frente Sur. Antes, no me decían


así. Edén Pastora fue quien me empezó a decir así, “el humilde campesino”.

Mónica: ¿Tu seudónimo en la guerrilla siempre fue “Juancito”?

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Víctor Manuel: No, es que usted sabe que los guerrilleros no van a tener en todos
los lugares el mismo seudónimo, hay que cambiárselo; y cuando nosotros estábamos
en una comarca, teníamos un seudónimo; y si estábamos en otra comarca, era otro.

Mónica: ¿Pero el más común fue “Juancito”?

Víctor Manuel: Ya ése de “Juancito” fue después, cuando estuve en Panamá. Quien
me bautizó con ese nombre fue Chuchú Martínez, el escritor, el que trabajaba con el
General Omar Torrijos. Cuando llegamos después de estar presos con Germán
Pomares en Honduras, entonces ahí Chuchú me dijo: –“Juancito” te vas a llamar,
“Juan Alberto”; y vos, le dijo a Pomares, vas a ser “Mateo”.

Mónica: Después de la muerte de Carlos Fonseca, saliste de la montaña, te


integraste al Frente Norte y luego te mandaron para el Frente Sur. ¿Dónde estabas al
final, en la insurrección?

Víctor Manuel: Entré por el Frente Sur Benjamín Zeledón, con Edén Pastora.

Mónica: Ahora que sabemos dónde combatiste en la Insurrección Final, comencemos


por el principio, “Juancito”: ¿Cómo te incorporaste a la guerrilla? ¿Quiénes fueron tus
primeros contactos?

Víctor Manuel: Me incorporé a la lucha guerrillera cuando hice contacto con el


Comandante Víctor Tirado López, con Filemón Rivera y Jacinto Hernández. Nos
conocimos por medio de Acción Católica (AC), porque el presidente de la Comarca de
Kuskawás, don Máximo Martínez3, era opositor al régimen, era del Partido
Conservador.

Cuando llegaron los compañeros –como mi papá también era del Partido
Conservador– lo contactaron y miramos, pues, que no era una mala organización,
porque ahí andaba el Presidente de AC. Dijimos, ésta es una buena lucha para uno. Mi
papá incluso era vocal de la directiva de AC y mi hermana era catequista.

Nosotros éramos seis hermanos y nos invitaron a que nos integráramos a la lucha
guerrillera, porque no había otra manera de acabar con el régimen de Somoza.
Entonces empezamos a colaborar un poco, pero como la zona ya estaba colorada,
éramos perseguidos por la Guardia; entonces me integré de lleno y con un sobrino,
“Vidal”, Marlon Urbina, nos fuimos a la clandestinidad. Ahí me integré a la lucha
guerrillera.

Mónica: Según me he informado, vos realizabas la tarea de baqueano en la guerrilla.


¿Cómo desarrollaste esta capacidad?

Víctor Manuel: Bueno, usted sabe, toda persona tiene su sector, como decir, usted
nació en León y conoce todo León. Como fui criado en la comarca de Kuskawás, me
conocía toda la comarca. Como uno se acostumbra en el campo a la oscuridad, me
orientaba bien en la noche.

Mónica: ¿De tu familia murieron algunos?

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Víctor Manuel: A mi papá lo mató la Guardia en la misma matanza que hubo
cuando murió Carlos Fonseca. Otro hermano, Aquiles Urbina, murió en Kuskawás.
Pedro Urbina, lo agarró la Guardia y lo mató por San Dionisio, Matagalpa. Otro sobrino
mío que se llamaba Fabio Urbina, también lo mataron en Kuskawás.

Después que me integro de lleno, anduve con Filemón Rivera, Jacinto Hernández,
Víctor Tirado López y después con Francisco Rivera, conquistando al campesino,
organizando al campesinado. Íbamos de un lado a otro por la noche, y también por la
misma línea buscando a los opositores del régimen, a los del Partido Conservador.
Entonces nos movilizamos en Kuskawás, El Corozo, Los Chiles, Yaosca, Waslala y Las
Vallas.

Ahí se hizo una emboscada, en Kuskawás4, donde cayó Jacinto Hernández. Y unos
días después, en la retirada, cae Filemón, en el Cerro Grande. Cuando nos íbamos a
retirar todos, se perdió, y en la retirada lo mataron. Después de ahí, hubo una
masacre en Kuskawás, donde fueron perseguidos todos los colaboradores. Mi mamá y
toda la familia tuvieron que salirse de ahí porque nos quemaron las casas. Yo ya no
tenía casa a donde ir.

Fue por 19765 que Francisco Rivera me dijo: –Nos vamos a encontrar con un señor de
edad y hay que cuidarlo, acaba de bajar de la ciudad, no te voy a decir quién es por
medidas de seguridad. Pero por fin me dijo su nombre, porque él confiaba mucho en
mí. Entonces así fue que conocí al Comandante Fonseca, en Las Vallas, ahí estaba
acampamentando.

Cuando hacíamos un campamento, sólo nos quedábamos dos o tres días para que no
nos detectara el enemigo. Entonces miré que en el campamento había mucha bulla:
cocinaban, cortaban leña con hacha; y entonces, una vez le dije al Comandante
Carlos: –Mire, ¿no es peligroso? Porque aquí tienen como seis meses. Y me dice: –No,
porque tenemos necesidad de estar aquí, porque así tenemos contacto con la gente
que tiene que venir de la ciudad y debemos esperar, aguantar. Como a los quince
días nos cayó la Guardia, hubo un tiroteo en el campamento y nos retiramos 6.

Mónica: En ese combate es donde le pegan un charnelazo en una pierna a Carlos,


¿verdad?

Víctor Manuel: Sí, lo hirieron en una pierna. Él no sintió sino hasta después, en la
noche, que le dijo a la Claudia Chamorro, porque la Claudia era la de los primeros
auxilios. A ella le dice: –Siento un dolor en la pierna, entonces la Claudia le miró qué
era y es que le habían pegado un charnelazo en la pierna, pero era leve. Y después
de ahí, estuvimos en otro campamentito, cuando llegó “El Zorro”. Y ahí estuvimos
varios días.

Mónica: Tengo entendido que a ese nuevo campamento le pusieron “Cola de Mico”.
¿Sabés por qué razón lo bautizaron con ese nombre?

Víctor Manuel: Cola de Mico era una planta que se comía. El Comandante Carlos
nos enseñó a cocer y a comer esa planta.

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Mónica: “El Zorro” dice que ni los campesinos sabían que esa planta se podía comer
y que Carlos les enseñó cómo hacerlo, y comentó que había descubierto esa planta
en la guerrilla de Pancasán. Por eso le llamaron así al campamento, ya que es lo que
comían para no alertar a la Guardia buscando provisiones en los alrededores. Frijoles
sin sal y cola de mico. Era todo lo que teníamos para matar el hambre en el
campamento del Jefe de la Revolución. (Ramírez, Sergio: 1989: pp.117).

Víctor Manuel: Sí, es que estuvimos como refugiados. Ahí la Guardia andaba detrás,
no teníamos comida. Ese palo es espinudo; pero cuando está tierno, el cogollo es
grueso, entonces lo cortábamos, lo pelábamos y lo cocíamos. Tiene un sabor como el
del quequisque.

Mónica: ¿Después qué pasó?

Víctor Manuel: Después de ahí, llegaron otros compañeros y salimos para el Cerro El
Varillal con el Comandante Carlos. Me asignaron para el lado de Jinotega para hacer
contactos con el lado de Honduras. Iba “Pedrito”, Inés Hernández.

Mónica: ¿Quiénes eran los otros que andaban en el grupo con Carlos Fonseca en los
últimos días?

Víctor Manuel: Eran Claudia Chamorro, Facundo Picado, la “Mayra” Celestina López,
Francisco Rivera “Rubén” o “El Zorro”, Inés Hernández “Pedrito”, el “114” Benito
Carvajal, Silvio “116”. El Comandante Carlos Fonseca nos da la misión para que
vayamos a hacer los contactos con los otros compañeros que están al lado de
Honduras. Me manda a mí con “Pedrito”.

Mónica: Dice Francisco Rivera que quería que ustedes hicieran una ruta para que las
armas entraran directo de Honduras, y no tuvieran que dar la vuelta por Managua.

Víctor Manuel: Ajá. Entonces, así fue que me despedí de él una noche. Nos
quedamos cerca porque no llevábamos provisión, para buscar qué comprar al
campesinado. Compramos un chancho, y cierta noche lo destazamos en la montaña.
Como a las siete de la noche se dio el tiroteo del combate de la Guardia. Yo creía que
era donde había quedado él, donde nos habíamos despedido; pero él ya había salido
en marcha y ya iba por Boca de Piedra, sólo con el campesino Crescencio Aguilar y el
“114” Benito Carvajal, y muere en el combate.

Oyente: Marvin Marenco. Tengo una inquietud. En los primeros meses de la


Revolución, tuve el privilegio de trabajar con un compañero que lo conocíamos como
“Juancito”. Recuerdo mucho a ese campesino que trabajó con nosotros en los
primeros meses. Él nos platicaba del Comandante Carlos Fonseca, a quien nombraba
con el seudónimo “Agatón”, nos decía que le enseñó las primeras letras. En ese
tiempo él me conoció como “Marcos”, porque todavía no nos quitábamos los
seudónimos de la guerrilla. Me gustaría saber si es él para saludarlo, porque tengo
muchos años de no verlo, de no saber de él y me alegra mucho que esté ahí en el
programa.

Víctor Manuel: Si, mucho gusto, yo soy; y claro que me acuerdo de vos, “Marcos”.

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Mónica: Víctor Manuel, ¿cómo es eso que Carlos Fonseca te enseñó a leer?

Víctor Manuel: Carlos Fonseca me explicaba que teníamos que aprender a leer y
escribir, porque decía: –Cuando tomemos el poder, el enemigo nos va a arrebatar el
poder porque no vamos a saber cómo vamos a ir a ocupar el poder; entonces hay que
aprender. Entonces, yo le decía: –Pero mire “Agatón”, yo creo que me van a matar.
Entonces, ¿cuándo voy a llegar al poder? ¡No, no! –me decía– no hay que pensar en la
muerte. Hay que pensar en que vamos a triunfar.

Entonces le dijo a la “Luisa”, que era Claudia Chamorro: –Vos me le enseñás las
primeras letras del abecedario. Entonces me estuvo enseñando la compañera
“Luisa”. Ella me enseñaba el A B C. Un día Carlos Fonseca la escuchó que me estaba
dando la clase, entonces la llamó y le dijo: –No es así como vos le estás explicando
las letras, no se pronuncia así. Entonces la “Luisa” le dijo: – ¿Cómo le voy a explicar?
Explíqueme usted. Y Carlos le dijo: –La letra B no se pronuncia así, sino que sólo así: b
(imita sonido).

Mónica: Él usaba el método fonético. Me imagino que lo había aprendido en Cuba.

Víctor Manuel: Peor vergüenza me daba a mí estar haciendo como el mudo. No,
más vergüenza me daba. Pero me decía “Luisa”: –Es que “Agatón” me está diciendo
que te enseñe así a leer las letras. Y más pena me daba.

Mónica: ¿Cómo se relacionaba Carlos con ustedes?

Víctor Manuel: Quiero contarle cómo era él: nosotros hacíamos pozol, molíamos el
maíz cocido en una maquinita. Una vez yo repartí las pelotitas y le doy a él primero,
entonces me dice: –No me des a mí primero, dale al posta que está vigilándonos a
nosotros; después, por último, a mí.

Mónica: ¿Qué otra anécdota recordás de Carlos?

Víctor Manuel: Me acuerdo que una vez que salí con él, iba a dejarlo a un lugar de
El Varillal. Iba también Claudia Chamorro. Entonces me dice: –No llevamos nada, sólo
maíz cocido para comer. Yo puedo ir a comprar –le digo– porque aquí nomás en la
cabecera hay una venta. Bueno, andate –me dice.

Lo dejé en la montaña. Compré dulce y cuajada y me regresé. Pero al llegar a una


casita, entré y vi unas cabezas de banano maduras; entonces le digo al campesino: –
¿Me podés vender una cabeza de banano de ésas que tenés ahí? Dame un peso –me
dijo. Y me llevé la cabeza de banano montaña adentro; pero antes de llegar adonde
está el grupo, escondí la cabeza de banano.

Entonces, cuando llegué, me dice Carlos: – ¡Qué alegre me siento porque ya viniste!
Cometí un error de haberte mandado, cualquier cosa que te hubiera pasado, ¿cómo
quedábamos nosotros aquí sin baqueano? ¿Qué encontraste? Pues este dulce –le
contesté. Entonces caminamos hasta donde había dejado la cabeza de banano y le
dije: – ¿Quiere bananos? ¡Ah, también trajiste banano! Entonces les dice Carlos a los
demás: – ¿Cuánto quieren de dulce ustedes? La Claudia dice: –Una tapa cada uno.
Entonces dijo Carlos: – ¡Qué hambrienta es esta mujer!

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En la noche caminamos a la montaña. Bueno –me dice, qué decís, ¿comemos? Le
digo: –Usted es el que manda. No, vos sos el que mandás, porque sos el baqueano –
me respondió. Él no podía decir que él mandaba, sino: –Vos sos el que mandás,
porque sos el que conoces la situación.

Mónica: ¿Y él cargaba su mochila y el papelero que dicen que andaba? Víctor


Manuel: Sí, su mochila, sus papeles y su radio.

Mónica: ¿Y en los descansos, escribía? Porque él escribió desde las montañas sus
“Notas sobre la montaña y algunos problemas actuales”, uno de sus escritos más
importantes.

Víctor Manuel: Sí, porque le gustaba estar escribiendo.

Mónica: En el libro que escribe Sergio Ramírez, en base al testimonio del “Zorro”,
afirma que cuando se encuentra con Carlos Fonseca en el campamento de San José
de Las Vallas:

Carlos nos reunió un día a Juan de Dios Muñoz, a Facundo Picado y a mí, para
explicarnos las razones de su presencia en la montaña. Nos informó que su
intención era buscar a “Modesto” para celebrar una reunión de la Dirección
Nacional, que tenía una enorme importancia para el futuro del Frente
Sandinista. Esa reunión, de acuerdo a los planes que andaba en la cabeza,
debía celebrarse en la vega del Río Iyas el 15 de noviembre de 1976. Ahí se iba
a tratar el asunto de la estrategia, era necesario –según sus palabras– redefinir
la estrategia de lucha, aquí estamos mal, vamos mal, nos están matando uno
por uno y nosotros nada estamos haciendo, esta cosa no es así nos dijo,
tenemos que hacer una reunión con “Modesto”, con los compañeros de la
Dirección Nacional, con otros cuadros de importancia y vamos a analizar estos
problemas, la situación interna del FSLN y la situación política y militar del
momento. (Ibídem: pp.114).

Y en el libro, “El Zorro” también dice que durante todo ese tiempo no lograron tener
comunicación con “El Viejo” Tirado ni con la “Gata” Munguía, y se suponía que ellos
iban a asistir a la reunión. Estos compañeros estaban en otros sectores de la
montaña, más cerca de los poblados. No está claro si tenía comunicación con
“Modesto”, porque dice que a finales de septiembre de 1976 le ordenó al “Zorro”
acompañar hasta el Río Iyas a Carlos Agüero, que llevaba instrucciones suyas de
hablar con “Modesto” para que saliera de la profundidad de la selva y fuera
acercándose al sitio de la reunión. Francisco Rivera dice que esa misión le llevó
catorce días, siete de ida y siete de regreso. Estamos hablando de finales de
septiembre.

Y dice “El Zorro” que él –y vos debes estar informado– sabía que había puntos de
contacto donde ustedes iban periódicamente a buscar correspondencia o a buscar si
había las señas que habían convenido para hacer los contactos. ¿Te acordás de eso?

Víctor Manuel: Sí, sí. Una vez, cuando casi terminaron al grupo que había quedado
con “El Zorro” en Las Vallas. Así fue que dimos con él, porque quedó solo. La última
que le matan fue a Claudia Chamorro. Los agarraron en un cañaveralito, comiendo

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caña, cuando les salió la Guardia. Ahí los emboscaron. Entonces, por medio de un
contacto, lo encontramos a él, porque había quedado solo. Un campesino colaborador
lo tenía escondido. Esperamos la noche y para sacar el buzoncito que estaba
enterrado, miramos el escrito que había hecho “El Zorro”. Decía que estaba solo:
estoy en tal casa, y daba las señas. Así fue que fuimos a buscar al “Zorro”.

Mónica: Eso que referís es después de la muerte de Carlos Fonseca. Contanos lo que
pasó antes. Porque el comandante David Blanco explica que la gente que estaba en
la Columna Pablo Úbeda (entre ellos Hugo Torres, Roberto Calderón, David Blanco y
René Vivas) se fue en diferentes fechas en busca del comandante Carlos, pero que no
se pudo concretar el contacto. La primera fecha fue 9 y 10 de septiembre, la segunda
9 y 10 de octubre y la tercera 9 y 10 de noviembre. Parece que habían acordado que
era cada mes, ir dos días.

René Vivas explicó que había un palencón donde debían dejarse unas señas y que
ellos nunca encontraron nada. La pregunta es: ¿Por qué no pudieron hacer contacto
ambos grupos, si los dos lo andaban buscando? ¿No sabía el grupo de Carlos el lugar
donde iban a encontrarse? El punto establecido para el contacto es el que une al río
El Garrobo, que cae en el río Iyas, en Zelaya Norte. En la ribera de este último se iba
a realizar la reunión de la Dirección Nacional, y no se pudo llevar a cabo.

Nosotros habíamos invitado al comandante David Blanco a venir a este programa,


pero tuvo problemas, así que vamos a escucharlo por teléfono. Adelante, David.

David: El comandante Fonseca cae en Boca de Piedra, como se sabe. Entonces yo fui
designado por el comandante Henry Ruiz para llevarlo las fechas nueve de cada mes.
Yo anduve septiembre, octubre y noviembre. El contacto era nueve y diez. Yo tenía
que estar ahí con anticipación, es decir, un día antes, y me retiraba de ahí el once de
cada mes. A esos contactos fuimos en una oportunidad con Hugo Torres, con Roberto
Calderón y con otro compañero campesino de ahí. Nosotros íbamos a llevar al
comandante Fonseca a una distancia de dos días más, para el centro montañoso,
donde se iba a dar una reunión importante de los principales dirigentes del Frente
Sandinista.

Es así que en el libro, Francisco Rivera “El Zorro” habla de un error grave, que el
comandante Fonseca haya destacado a los mejores baqueanos para salir de ahí, y no
para encaminarlo a él un poco más. Estos baqueanos eran “Pedrito” Inés Hernández,
y Facundo Picado; este último cayó en una de las insurrecciones de Estelí. Eran
baqueanos experimentados y fueron destacados para ir a traer a los otros dirigentes:
Daniel Ortega, Humberto Ortega, Bayardo, Víctor Tirado. En el lugar donde se iba a
realizar la reunión, ya estaban Henry Ruiz y Carlos Agüero, era en el macizo del
Kiawás.

El que toma esa decisión es el propio comandante Carlos, porque ya habían pasado
toda el área más peligrosa; el único lugar que faltaba era la ermita de Boca de Piedra,
que es un gancho de abra, un abra que viene de sur a norte de Yaosca arriba, y el
abra que va de oeste a este, que es donde iban ellos. Esa es un abra que habíamos
usado de años, pero que la dejábamos enfriar por épocas. La Guardia se emboscaba
esporádicamente.

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Mónica: David, nos habías relatado en otra ocasión que en 1979 fuiste parte del
equipo que se formó para ir a recoger los restos del Comandante a Boca de Piedra.
¿Podrías contarnos esa experiencia?

David: A mí me designó la Dirección Nacional del FSLN para ir a traer los restos de
Carlos Fonseca a Waslala, donde ya los habían trasladado. Entre los compañeros que
fuimos iba Irving Dávila. Había otro grupo de compañeros que lo habían ido a traer a
Dipina, una comarca al este de Boca de Piedra, a unos quince minutos en helicóptero,
que fue donde la Guardia sepultó al Comandante.

Mónica: ¿O sea que la Guardia movió a Carlos, ya muerto, a otro sitio no muy lejano?

David: Sí, ya muerto se lo llevaron a esa comarca a enterrarlo. Entonces a él le


cortaron las manos. Ahí en Boca de Piedra, donde yo había estado mucho antes,
habían reclutado a un campesino de apellido López 7, quien fue al que obligó la
Guardia a cortarle las manos, las dos manos.

Mónica: ¿Cuál es el sentido de cortarle las dos manos?

David: Me imagino que para constatar su identidad con las huellas digitales. Pude
ver con posterioridad Novedades, donde aparece un gran titular en la fecha de la
muerte de él. Dice el gran titular: “Descabezado el FSLN”, y la cabeza de él; es decir,
el cuello del Comandante Fonseca quedó en un trozo de madera, dejando la cabeza
levantada, y la foto la tomaron sólo del cuello. Entonces pensábamos que era algo
maquiavélico de la Guardia de Somoza, cortarle la cabeza, porque decía:
“Descabezado el FSLN” y la foto aparentaba eso. Después del triunfo de la
Revolución,

al campesino López lo echaron preso, y yo fui a hablar por él, porque prácticamente
lo que hizo fue porque la Guardia lo obligó. Carlos Fonseca para mí fue lo más grande,
el más extraordinario revolucionario; es decir, un hombre dedicado toda la vida a la
causa, que tuvo su tiempo para luchar por la libertad de Nicaragua. Fue un hombre
muy correcto. Fue incuestionable su moral, su honradez.

Carlos Fonseca es prácticamente quien mantiene la unidad en el FSLN. Sin un Carlos


Fonseca, el Frente Sandinista se hubiera dividido mucho tiempo antes de 1975. La
división se da cuando ya hay un grado de desarrollo y él es partícipe, pero en gran
medida, cuando él entró a la montaña, ya no fue protagonista de algunos
acontecimientos. Él insistía en cómo se tenía que dar la victoria.

Carlos es como una especie de raíz de un árbol, que de una u otra forma influyó en la
educación de todos los dirigentes del Frente y eso es fundamental. Las concepciones
de Carlos Fonseca son fundamentales para el triunfo del sandinismo, pueden dar fe
de ello los dirigentes que están vivos.

Mónica: Gracias, David, por tus aportes y reflexiones.

Siempre en base al testimonio de “El Zorro”, parece que el grupo de los once
compañeros que estaban con Carlos, fue dividido por él, y les dio misiones. El grupo
uno, compuesto por Inés Hernández y Víctor Manuel Urbina, iban a abrir la ruta a

10
Honduras; el grupo dos, integrado por Facundo Picado, Silvio “116” y “Mayra”, cuya
misión era ir a El Bote a esperar a los dirigentes que vendrían del Pacífico a la
reunión; y el grupo tres, formado por “El Zorro”, Claudia Chamorro, Leonel “112” y el
“113”, que debía quedarse en Kusulí, para garantizar el traslado hacia Iyas de los
dirigentes que venían del Pacífico. Y Carlos se quedó sólo con Benito Carvajal “114” y
Crescencio Aguilar “Danilo”.

En su relato, “El Zorro” dice que él y Facundo Picado se opusieron desde el primer
momento a la decisión de Carlos Fonseca, porque significaba que él iba a aventurarse
por una ruta que era desconocida, con dos inexpertos: “Danilo”, un chavalo
campesino de dieciséis años, reclutado el año anterior, y Benito Carvajal “114”, otro
chavalo todavía más nuevo, que había llegado de la ciudad apenas seis meses antes.
Carlos se marchó con ellos el 7 de noviembre por la noche hacia su cita con la
muerte.

Creo que la manera como muere Carlos Fonseca, el hecho que haya organizado esos
tres grupos, a mi juicio no expresa una irresponsabilidad, sino un profundo
desprendimiento en aras de los objetivos. Y el objetivo principal, como lo hemos
relatado aquí, era lograr una buena reunión que permitiera resolver las diferencias
entre los dirigentes sandinistas, relanzar la estrategia y avanzar más rápidamente
hacia la victoria.

Oyente: Julio López. A mí me parece que es de mucha importancia ese detalle que
vos acabás de dar, que dice mucho del comandante Fonseca. Él le daba tanta
importancia a esa reunión para redefinir la estrategia, que decide desprenderse de
sus mejores hombres, de sus mejores cuadros, de sus mejores baqueanos, y se queda
totalmente desprotegido, para ir a buscar a los otros compañeros, para poder hacer
la reunión; y Carlos prácticamente se queda solito, se queda sin chan, se queda sin
nada, sacrificándose incluso para hacer posible ese encuentro que debería conducir a
un viraje estratégico. Yo creo que toda la vida de Carlos está llena de esos pequeños
detalles que muestran su grandeza.

Mónica: Quiero leerles este testimonio de Francisco Rivera (Ibídem: pp.122-123):

El siete de noviembre a las siete de la noche, mientras caía un gran aguacero, inició
Carlos Fonseca su marcha postrera acompañado de los dos muchachos que se había
obstinado en elegir, dejándome a mí con los otros tres, Claudia Chamorro, entre ellos.
Antes de partir me ordenó entregarle a “Danilo”, el campesinito, los papeles que me
había confiado la primera vez, en junio, y que yo anduve todo ese tiempo bajo la
camisa metidos en un envoltorio de plástico y así mismo le acomodé al chavalo el
envoltorio debajo de su camisa. Me abrazó y fue un abrazo para siempre.

Y ahora que reflexiono en mis recuerdos sobre aquel momento tan cargado de
tristeza, encuentro que era extraño: siete compañeros se despiden a las siete de la
noche de un siete de noviembre y la lluvia que caía sin clemencia. Y tampoco olvido
su estampa al irse, la barba de meses poco desarrollada, su gruesos lentes que le
eran tan necesarios por la miopía, su uniforme verde olivo, sus botas altas, su
escopeta automática calibre 12, su pistola Browning nueve milímetros de 14 tiros y
una granada de fragmentación al cinto.

11
Salía de noche porque a pesar del problema de la vista que le dificultaba la marcha
en la oscuridad, el primer trecho había que hacerlo por un camino transitado, antes
de penetrar al monte por un abra. Así fue que cayó en Boca de Piedra, Comarca de
Zinica, esa misma noche del siete de noviembre del 76, sorprendido por una patrulla
de guardias a pocas horas de marcha de El Varillal, donde nos habíamos despedido
sin que yo lograra oír los tiros, debido al ruido del aguacero que siguió cayendo al
amanecer. Combatió en desventaja, el “114” cayó con él y “Danilo” pudo escaparse,
pero fue emboscado y muerto posteriormente.

Fue directo a su muerte, Carlos Fonseca, obsesionado por esa idea de una reunión
para la unidad, medio ciego, guiado por un niño bajo la lluvia en la noche cerrada de
la montaña y cercado de los peores presagios: patrullas asesinas, helicópteros, perros
de presa; las comarcas sembradas de muertos, los ranchos y las milpas quemadas,
los caminos vigilados palmo a palmo, la guardia acampando en las capillas y en las
ermitas, y cuando todo el mundo nos denunciaba por miedo y eran pocos los que se
atrevían a colaborar.

Víctor Manuel: El Comandante Carlos, como dicen, siempre vive en el pensamiento


de los hermanos sandinistas. El mensaje es que siempre sigamos su ejemplo, de
nunca doblegarse hasta la muerte.

Mónica: Y seguir luchando hasta que Nicaragua sea a como él la quiso, una
Nicaragua para todos.

Himno a Carlos Fonseca de Carlos Mejía Godoy

Poseídas por el Dios de la furia y el demonio de la vidas como una gigante bomba de
ternura. Salen de la cárcel mis palabras hacia la contacto. Desbordante de amor hacia
lluvia. Y sediento de luz te nombro hermano en mis los hombres, trinitaria roja tu pecho
horas de aislamiento, vienes derribando los muros desnudo, tus ojos azules generosos
de la noche nítido, inmenso. apuntando firmes hacia el futuro.

Comandante Carlos, Carlos Fonseca, tayacán Comandante Carlos...


vencedor de la muerte, novio de la patria rojinegra
Nicaragua entera te grita: ¡Presente!
Cuando los afiches del tirano sean
insepultas huellas de la escoria; cuando
Cuando apareciste llegaste a nosotros con tus ojos los traidores y cobardes sean
miopes, azules, intensos, fuiste desde entonces el referencias de una vieja historia. Las
hermano terco, indeclinable, sempiterno. Fuiste generaciones venideras de la Nicaragua
mecanógrafo, hormiga, martillo y al día siguiente libre y luminosa van a recordarte
de nuestro encuentro vimos tus letreros eternamente con tu carabina
subversivos en todos los muros de nuestro pueblo. disparando aurora.

Comandante Carlos... Comandante Carlos, Carlos Fonseca,


tayacán vencedor de la muerte, novio
de la patria rojinegra Nicaragua entera
Una bala en la selva de Zinica penetró en tu recio te grita: ¡Presente!
corazón de santo y estalló tu sangre en nuestras

6 de noviembre de 1999
12
Notas

13
1 Detalles de la búsqueda de este contacto están en la entrevista a Hugo Torres sobre la
Montaña.

2 En el libro de Sergio Ramírez, “El Zorro” se refiere a Víctor Urbina como “Juancito” y a Inés
Hernández como “Pedrito” o “El humilde campesino”, lo que se ha prestado a confusión.

3 Don Máximo Martínez es reconocido entre los guerrilleros como “El Patriarca de Kuskawás”,
por su liderazgo entre los campesinos y su firme apoyo a la guerrilla.

4 La emboscada de San Antonio de Kuskawás se realiza el 9 de septiembre de 1975. Participan


Filemón Rivera, Jacinto Hernández, Chico Ramírez, Facundo Picado, Alvarito Hernández, Serafín
García, Crescencio Rosales, Fidel Aguilar. Es uno de los más importantes golpes de la guerrilla
en ese período, pues caen 13 guardias.

5 Carlos entra a la montaña en marzo de 1976, pero Francisco Rivera se conecta con él hasta
junio, en el campamento de Las Vallas. Cuando Rivera llega a este campamento, encuentra ahí
a Carlos con un grupo de compañeros, entre ellos, cuatro campesinos: Inés Hernández,
Facundo Picado, Víctor Manuel Urbina y Vidal Urbina, hermano de Víctor.

6 La Guardia atacó el campamento de Las Vallas a finales de septiembre de 1976. Facundo


Picado organizó la retirada.

7 Se refiere a Matías López, cuya casa quedaba a 200 metros de la Capilla de Cristo Rey, sobre
el Río Boca de Piedra.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VII

La grandeza de Carlos Fonseca


Estudiar a Carlos Fonseca
Aldo Díaz Lacayo

Aldo Díaz Lacayo nace en 1936. Sale a estudiar a México y desde ahí
se involucra, entre 1957 y 1958, como combatiente de la guerrilla de
Ramón Raudales. En 1959 participa en la guerrilla de El Chaparral, y
después de la captura de los guerrilleros por parte del Ejército de
Honduras, sale a La Habana. Luego regresa a México y concluye sus
estudios en Relaciones Industriales en 1963. En 1967 se traslada a El
Salvador. En ese país constituye la organización “Nicaragüenses en el
exilio”. El 21 de julio de 1979 se toma la Embajada de Nicaragua en El
Salvador. Regresa a Nicaragua a principios de 1980.
Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, cumple
funciones en el servicio exterior del gobierno revolucionario. Fue
Embajador de Nicaragua en El Salvador, México y Venezuela, así como
Embajador Itinerante para América Latina. Es analista político y
académico. Recientemente fue admitido como miembro de la
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua. A la fecha está
dedicado a actividades intelectuales. Atiende su librería Rigoberto
López Pérez en el Centro Comercial Managua.

Para los luchadores sandinistas, desde finales de los años cincuenta la


figura de Carlos Fonseca se convirtió en un ícono, un ejemplo, un ideal.
Carlos es respetado por su agudeza intelectual, su constancia en el estudio
y la lucha, su terquedad y su manera fraternal de relacionarse con los
combatientes. Su consecuencia es reconocida por todos los que le
conocieron, incluyendo los enemigos.

Pero Carlos es sobre todo el estratega y constructor de una fuerza, de un


contingente revolucionario que fue capaz de luchar de manera sostenida
hasta conseguir la masiva incorporación del pueblo a la lucha y el triunfo
revolucionario. Carlos es el líder indiscutible de la Revolución. Los
problemas que se generaron por las contradicciones propias de una lucha
compleja, no empañaron para nada su liderazgo indiscutible en todas las
generaciones de militantes sandinistas.

Todos queríamos conocer a Carlos, todos soñábamos con trabajar con él. Y
cuantos le conocieron relatan cosas positivas, detalles que siempre abonan
a engrandecerlo. Lo definen como humilde, comunicativo, preocupado por
los problemas de los demás, cuidadosos de los valores y del respeto a los
seres humanos, incapaz de permitir privilegios para sí e intolerante con

1
vicios que empañaban la conducta del militante. De alguna manera era un
asceta, un místico.

A lo largo de nuestro programa radial Entre todos, nunca hemos dejado de


preguntar a los participantes si conocieron a Carlos y qué pensaban de él.
Les pedimos que nos contaran anécdotas. Por eso el nombre del Padre de la
Revolución aparece prácticamente en todas las entrevistas, y de ellas se
puede extraer fragmentos de lo que significaba para cada uno de nosotros.

Carlos tuvo la lucidez de colocar tempranamente a Sandino como parte


sustantiva de la nueva etapa de lucha que se abrió después del
ajusticiamiento del tirano y del triunfo de la Revolución Cubana. Su
paciencia y terquedad para estudiar la propia historia, analizar las
experiencias de otros pueblos y desmenuzar las características de la
sociedad nicaragüense y del régimen económico social que queríamos
transformar, le permitieron apuntar con gran certeza en la dirección
correcta.

Él es el principal autor del “Programa Histórico del FSLN”, pero también


profundizó sobre la vía armada como método fundamental de lucha, sobre
los actores fundamentales, el papel de los jóvenes, de los estudiantes e
intelectuales, de los campesinos y de los obreros. Teorizó sobre el papel de
la montaña, del campo, de la ciudad y de las organizaciones intermedias.
Se ocupó de la importancia del programa revolucionario, de la formación de
los cuadros, de las definiciones ideológicas. No hubo un tema que Carlos no
estudiara y sobre los cuales, con una gran visión, no hiciera propuestas que
apuntaran en la dirección correcta. Y el desenlace de la historia los confirmó
casi en detalle, ya cuando él no estaba para ver realizados sus sueños.

Con el paso de los años, su figura, en vez de disminuir para los


revolucionarios nicaragüenses, más bien se agiganta. Muchos tenemos la
certeza de que si Carlos no hubiera muerto en el año 1976, otro sería el
destino de la Revolución y del Frente Sandinista. De su muerte se dicen
muchas cosas; lo más común, que Carlos jamás debió haber entrado a la
montaña cuando la represión estaba en lo fino, porque él era casi ciego,
porque ya era un hombre de más de cuarenta años, sin el entrenamiento
necesario.

Su terquedad e insistencia en subir a la montaña es tal vez de los pocos


reproches que le podemos hacer, un error que él expió con su preciosa vida.
Es lo que el común del pensamiento reclama. Pero nadie podría asegurar
que si no hubiera sido por ese viaje, hoy estaría vivo. El mismo día de su
muerte cayeron en Managua Eduardo Contreras y Carlos Roberto Huembes;

2
y un hombre como Pedro Aráuz, maestro de la conspiración y de las
medidas de seguridad, cayó como un niño frente a la acción de los
infiltrados que seguramente estuvieron detrás de su muerte.

Estábamos en una guerra a muerte, y ninguno, ni siquiera los que siempre


se escondieron del combate, tenían asegurada la vida. Entonces lo único
que podemos hacer frente a la realidad de su temprana partida, es estudiar
su pensamiento, su vida, sus enseñanzas, y hacerlas nuestras estrellas
luminosas que alumbren el camino en medio de la oscura noche.

El intelectual e historiador Aldo Díaz Lacayo, quien conoció a Carlos Fonseca


desde la jornada de El Chaparral, ha dedicado parte de su labor intelectual
a estudiar a Carlos Fonseca, en particular su pensamiento y su labor
paciente y terca para conducir al pueblo nicaragüense a la victoria.

En esta conversación, Aldo Díaz Lacayo se detiene en un pequeño trozo de


la vida de Carlos después de El Chaparral, sus reflexiones en ese momento
y su afán por el rescate de Sandino.

Mónica: ¿Cómo conociste a Carlos Fonseca y qué recordás de él y de su


pensamiento en esa etapa de su vida?

Aldo: Carlos Fonseca y yo somos contemporáneos, ambos nacimos en


1936. Nos conocimos cuando nos encontrábamos en El Chaparral. Aunque
antes no nos conocíamos personalmente, cada quién sabía del otro. Ambos
teníamos tres o cuatro años en la lucha: él comenzó en el año 1953 y yo en
1952; nada más que yo me retiré en 1956, y él continuó y nunca se retiró.
La principal característica de Carlos fue su constancia, su permanencia, por
eso dicen que era terco.

Nos conocimos en una circunstancia muy difícil, porque El Chaparral es una


hondonada tremenda como de cincuenta metros, por la que pasa un
riachuelo. En la ribera del río estaba el Estado Mayor y alguna gente
importante, inclusive Carlos. Yo ya tenía experiencia, entonces me fui a las
faldas de la montaña, de manera que salí bien librado en el combate.
Carlos, como sabemos, era tremendamente miope. Rafael Somarriba, quien
era el que comandaba la fuerza militar insurgente, era casi matagalpino –
eso es algo que casi nadie sabe– y conocía a Carlos desde muy niño, porque
Somarriba había sido el Teniente, creo que el Jefe del Cuartel de Matagalpa.
Estamos hablando de 1945 ó 1946, cuando Carlos podía tener unos diez
años.

3
En el movimiento de El Chaparral participaron además, Manuel Baldizón,
Klaus Küll y Enrique Morales Palacios 1, todos matagalpinos. Había una
relación particular entre ellos porque los matagalpinos eran una raza
especial dentro de El Chaparral. Dice Rafael Somarriba en su libro 2, que le
impresionó tanto la miopía de Carlos, que puso en duda que él pudiera
aguantar en la montaña. De todas maneras, Carlos era un hombre
preocupado, estudioso. Después de un par de días, como sabía quién era
yo, mandó a Rodolfo Romero –a quien le decíamos Romerito– a
preguntarme qué opinaba. Entonces le mandé a decir que nos iban a
atacar, porque en dos ocasiones anteriores, con el general Ramón
Raudales, nos habían atacado. Y así fue, finalmente nos atacaron y nos
desbarataron.

Mónica: ¿Ahí es donde Carlos Fonseca recibe un balazo en el pulmón?

Aldo: Un balazo en el pulmón derecho. Él estaba exactamente en una


hondonada. Después del combate quedan divididas las fuerzas entre la
gente ilesa, los heridos y los muertos. Entre los heridos, el más grave
probablemente era Carlos...

Mónica: ¿Se le dio por muerto?

Aldo: Sí, afuera se anunció su muerte, pero lo peor es que la gente que lo
llevaba cargando, creía que estaba muerto, y lo querían tirar. Entonces, él
oía lo que decían y hacía alguna cosa especial, algún esfuerzo, para que
supieran que todavía estaba vivo. Tengo la carta que él escribe a doña
Estela de Morales, en Guatemala, explicándole todo eso y una fotocopia
que me regaló doña Estela. Y finalmente, logra quedar vivo. Cuento todo
esto porque es muy importante que se sepa que él no había asistido a la
formación del movimiento que termina en El Chaparral, y no estuvo en la
preparación en Cuba, pues Carlos nunca había ido a Cuba.

Como queda hospitalizado durante quince días, tres semanas antes de


viajar a Cuba es víctima de la visita de toda la gente que hasta entonces
había sido la abanderada de la revolución nicaragüense; y había de todo,
desde aquéllos que se habían apoltronado y que habían hecho de la
revolución una industria, hasta gente decente, gente muy honrada, pero
gente mayor que ya no iba a visitar la montaña. Entonces, ellos trataron de
poner a Carlos en contra de la dirigencia de El Chaparral, y le decían una y
otra vez que eran traidores y cosas por el estilo. En esas circunstancias, él
llega a Cuba por primera vez. Ahí nos conocimos mejor, tuvimos un
encuentro muy fugaz pero profundo, tal vez unas dos o tres veces nos
reunimos, discutimos muy amplia y seriamente, como era Carlos. Él era un

4
hombre muy serio. Nosotros le decíamos Carlitos.

Mónica: ¡Pero era un hombrón de seis pies…!

Aldo: Enorme, era muy delgado, pero le decíamos Carlitos. ¿Por qué?, no
me preguntés. Toda la gente le decía Carlitos. Discutimos ampliamente
sobre el trabajo y a mí me dio la impresión de que no lo pude convencer, de
que él siempre se quedó con la idea de que en El Chaparral había habido un
manejo traicionero.

Pasado el tiempo, encontré una carta de Carlos del 21 ó 22 de junio 1960.


Estamos hablando exactamente un año después, una carta para el profesor
Edelberto Torres. Es la carta que más me ha impresionado, porque es un
análisis exacto, no de la situación circunstancial de El Chaparral, sino de las
causas del fracaso. El profesor Torres mantenía una posición intransigente,
cerrada, obcecada en cuanto a Somarriba. Carlos le explica en esa carta
que el fracaso es producto del desarrollo de las fuerzas políticas
nicaragüenses. Y le dice: –Bueno, no podía haber sido de otra manera, no
tenemos una fuerza desarrollada lo suficiente como para actuar de una
manera distinta.

A partir de entonces, me preocupo por examinar a Carlos desde una


perspectiva histórica. Empiezo a estudiar su pensamiento y llego a la
siguiente conclusión: El Chaparral marca un hito en el desarrollo personal
de Carlos Fonseca. Creo que hay dos Carlos Fonseca: antes y después de El
Chaparral. Este movimiento le da la motivación suficiente para reflexionar
sobre la revolución nicaragüense.

Mónica: Tiene dos escritos muy grandes en los primeros años de la década
del sesenta, en los cuales analiza toda la fuerza de la dictadura, la situación
de la oposición y argumenta por qué hay que crear un destacamento
revolucionario.

Aldo: Exactamente. Entonces, el fracaso de El Chaparral lo obliga a


replantear su enfoque y el estudio del proceso revolucionario nicaragüense.
En este sentido, los hallazgos que he hecho son:

En primer lugar, Carlos Fonseca es el primer dirigente revolucionario, no


sólo de Nicaragua, sino también en el llamado Tercer Mundo –aunque esto
último no lo puedo comprobar, pero lo he estado investigando y no he
encontrado más que a él–, que “nacionaliza” la revolución. Es una
contradicción, porque el movimiento revolucionario no puede ser sólo

5
nacionalista, pero en fin, eso es parte también del poco desarrollo político
de las fuerzas políticas del sur, somos pueblos muy subdesarrollados
políticamente hablando.

¿Qué quiero decir con nacionalizar el proceso revolucionario? Hasta


entonces todos los movimientos, inclusive los movimientos de liberación
nacional que no se identificaban plenamente como marxistas leninistas –los
movimientos de África principalmente–, siempre se habían presentado
como marxistas pero nunca como nacionalistas, sino como
internacionalistas.

Carlos Fonseca es el primero que, en esa búsqueda, encuentra a un


personaje nacional importantísimo como Sandino, su guerra y su
pensamiento, para adecuarlo al pensamiento revolucionario. Y no es que
Sandino sea un desconocido para todos los revolucionarios nicaragüenses
anteriores a Carlos Fonseca. Basta decir que desde 1934, hasta 1948, la
mayoría de los movimientos revolucionarios nicaragüenses fueron
sandinistas, dirigidos por viejos sandinistas, pero nunca habían usado el
nombre de Sandino. Si bien es cierto que en La Habana se discutía qué
nombre había que ponerle al movimiento, mucha gente habló de Sandino.
Todo mundo lo citaba como una referencia histórica, pero no como un
pensamiento revolucionario, que son dos cosas completamente distintas.*

Cuando se discutía si calificar al movimiento de sandinistas o de Sandino,


se llegó a la conclusión que eso sería provocativo; de manera que el
nombre oficial del movimiento de El Chaparral, que tampoco nadie lo sabe,
es Movimiento “21 de septiembre”, Columna Rigoberto López Pérez, esa fue
la conclusión. Era más atractivo dentro de la mercadotecnia política, hablar
de un Movimiento 21 de septiembre, Columna Rigoberto López Pérez, que
hablar de un Movimiento “21 de febrero” 3.

Mónica: Era como más subversivo hacer referencia a Sandino,


confrontativo con los Estados Unidos, me imagino.

Aldo: ¡Claro! La referencia entonces era el anti-imperialismo nada más,


porque en ese momento no se conocía el pensamiento de Sandino. Es decir,
ya se había publicado el primer volumen de Gregorio Selser Sandino,
general de Hombres Libres, en el año 1955 ó 1956, ya se tenía un
conocimiento más amplio de la lucha de Sandino, pero aun así, en La
Habana no se le conocía a plenitud. Creo que Carlos es el primero que
nacionaliza la lucha.

6
Mucha gente me dice que el movimiento de los cubanos es martiano, y no
es cierto, porque en la primera etapa de la Revolución Cubana, de 1959 a
1961, cuando se declara socialista, hubo una tremenda contradicción entre
el Movimiento 26 de Julio y el Partido Popular Socialista. Había luchas
brutales. De manera que en esa etapa, nunca se habló de una revolución
martiana, y ya después que se declara socialista, Martí viene a ser parte de
la revolución porque José Martí es cubano, pero no por ser un objetivo
estratégico de la Revolución Cubana declararse martiana.

Mónica: Porque no es Martí el que inspira la lucha. Martí no aparece


inspirando la toma del Cuartel Moncada, ni nada de eso. En cambio aquí sí
se incorpora plenamente a Sandino, como estandarte.

Aldo: Sí, desde el principio Carlos lo incorpora plenamente, y no sólo eso,


sino que lo empieza a estudiar, busca papeles, se interesa e interesa al
profesor Edelberto Torres Rivas, a todo el mundo, para que recojan papeles.
Inclusive el libro que recopila Sergio Ramírez Mercado, El Pensamiento Vivo
de Sandino, en parte se debe a Carlos Fonseca, porque es Carlos quien
insiste en recopilar el pensamiento de Sandino.

Mónica: En 1964 Carlos escribió: “Debemos profundizar en el estudio de la


experiencia sandinista y de los documentos del gran héroe, lo cual servirá
para guiarnos más certeramente en la lucha patriótica”.

Aldo: Es increíble su insistencia. Éste es el primer hallazgo que encuentro.


El segundo, que es vital, es que hasta el año 1959, con el fracaso de El
Chaparral, todos los revolucionarios en Nicaragua, y creo que del Tercer
Mundo, tenían un concepto invasionista de la revolución.

Es decir, la gente estaba en el exilio, obteníamos apoyo casi oficial,


conseguíamos plata, rifles; entonces nos preparábamos, invadíamos y nos
desbarataban por supuesto, porque aquí nadie sabía que estábamos ahí.
Entonces, él se da cuenta con El Chaparral que invadir no funciona, que es
un error, que hay que venirse a Nicaragua y constituirse y luchar aquí
adentro.

Mónica: Carlos dice que entre 1956 y 1960 se dieron unos treinta y cuatro
intentos de grupos invasionistas. Todavía los movimientos de Bocay y Río
Coco están influidos por esa tesis invasionista.

7
Aldo: Hubo una gran cantidad de movimientos, y yo pasé inmerso en casi
todos ellos, pero todos con esa mentalidad de que íbamos a invadir, y que
una vez invadido el país, se nos iba a sumar una gran cantidad de gente.

Recuerdo una noche, estando en Nicaragua después de siete días o algo así
de estar en la montaña, llegamos al pueblo minero del General Ramón
Raudales, y era muy tarde, serían como las nueve de la noche, porque,
como vos sabés, esa hora en la montaña es como las cuatro de la mañana
en la ciudad, entonces el General Raudales me dice: –Hijo, háblele a los
muchachos, refiriéndose a los vecinos. Ya los habíamos despertado, la
gente había salido de sus ranchos, de sus casas y yo les eché un discurso y
los invité a continuar con nosotros. Nadie quiso moverse. Entonces le digo a
Raudales: –Mire, General, yo creo que Virgilio debe hablar. Me dice que sí;
entonces yo lo anuncié y Virgilio Godoy se tira otro chagüite, y no se movió
nadie. ¡Nadie se movió! Bueno, en parte por miedo, porque daba pavor
alzarse contra la dictadura.

¡Claro! No se podía decir que el concepto invasionista no servía para nada.


Pero es Carlos Fonseca el que lo descubre. Nosotros nos metimos al país
quién sabe cuántas veces y siempre con la ilusión de hacer algo. Entonces,
como tú bien dices, las acciones de Raití y Bocay, aunque ya se organizan
en parte aquí y en parte afuera, todavía tienen ese matiz invasionista, y
creo que también el movimiento guerrillero de Pancasán.

Mónica: En Pancasán ya hay más trabajo de base en el interior. En 1964,


cuando Carlos cae preso con Víctor Tirado, durante el interrogatorio que le
hacen los de la Oficina de Seguridad Nacional de la dictadura, él reflexiona
también sobre el fracaso de Raití-Bocay y enfatiza en la necesidad de la
creación de redes de apoyo campesinas. Decía que había que hacer
primero un trabajo de organización, y la guerrilla tenía que ser el resultado
de esa acumulación de fuerzas.

Aldo: El tercer hallazgo que yo encuentro, es que este proceso de reflexión,


producto del fracaso en El Chaparral, lo lleva a replantear la estrategia y la
táctica revolucionarias. Creo que es Carlos el primero en replantearlas. Él
llega a una conclusión muy sencilla: para hacer la Revolución hay que ser
revolucionario; eso es elemental, pero la gente no lo entiende. La necesidad
de tener un concepto ideológico claro. Carlos Fonseca no tenía ninguna
duda al respecto, primero se debía tener un concepto ideológico
revolucionario clarísimo.

Mónica: Y distingue entre oposición y hacer la revolución.

8
Aldo: Sí, sí. Precisamente cuando tú mencionabas a compañeros de origen
conservador que son del Frente Sandinista, él mismo lo decía: no hay que
despreciar a los conservadores, porque en el pueblo es donde está la
unidad. Porque sabía que el semillero conservador era muy fuerte en el
campo. Él decía ser revolucionario, pero… ahí estaba el gran pero, esta
revolución es para aquí, para Nicaragua, no para cualquier parte del
mundo, no es una entelequia, no es la revolución teórica, es la revolución
en la práctica.

Desarrolla a partir de ese principio tan sencillo: Somos marxistas, pero


también somos como el Che, estamos con Camilo Torres, y empieza a darle
un contenido, primero latinoamericano y después nicaragüense a ese
pensamiento revolucionario. Esto se deriva en tres o cuatro principios
políticos sencillos que él los desarrolla mucho. El primero es la unidad,
después habla del sectarismo, luego de los vicios, tanto de la izquierda, de
los revolucionarios, como de la derecha.

El problema está en que esos principios revolucionarios tan claros de Carlos


y las categorías políticas que él utiliza para lograr los objetivos ideológicos,
son de una amplitud tal, que permite la existencia de las tendencias en el
FSLN (la Guerra Popular Prolongada o GPP, los Terceristas y los Proletarios) y
la existencia de cualquier otra corriente, porque él es muy amplio. El
pensamiento y los escritos de Carlos dan para todos.

Mónica: También es importante señalar que Carlos, en sus escritos de


1960 a 1964 y después en 1968, va diseñando la estrategia de la lucha.

Aldo: Y siempre con una ideología muy clara.

Mónica: En esa estrategia de lucha, él habla que el campo es un espacio


privilegiado para el desarrollo de la lucha, pero dice que “no es suficiente,
es necesaria la ciudad”.

Aldo: Él ahí da pie a los GPP y a los Terceristas, ahí los tenés.

Mónica: Después él habla, y está bien claro en los escritos de 1960, que no
se trata únicamente de la lucha armada, que eso sería una aberración. Hay
que combinarla con luchas políticas, y es más, hay que combinarlas con
luchas reivindicativas, si podemos. “Si conseguimos cosas para la gente, la
gente nos va a creer” –decía. Esto me llama la atención. Es decir, él habla
de una lucha sindical, de luchas reivindicativas en los barrios, y al
combinarlas, les da un gran papel a la juventud y a los estudiantes, y en

9
general a los aliados.

Aldo: Cuando él habla del sectarismo dice: hay que ver la más mínima
coincidencia, hay que aprovecharla.

Mónica: Así es, por eso él condena la fraseología revolucionaria.

Aldo: Dice que es el pecado izquierdista de la revolución.

Mónica: Pero también defiende el poder de explicar transparentemente los


objetivos, porque hubo quienes pensaban que no había que decirlos y
tenerlos como ocultos.

Aldo: Ocultarlos es el vicio de la derecha, es una práctica de la derecha.

Mónica: Así es. Habla de la articulación de todas las formas de lucha y


llega hasta a mencionar la insurrección de las ciudades. Habla de huelga
nacional. Todo lo que se hizo en 1977, 78 y 79, cuando él ya está muerto,
está clarísimo en sus escritos. Por eso yo sostengo que aquí lo que se
realizó fue, en la práctica, la estrategia de Carlos Fonseca. En su último
aliento, parte de su misión en la montaña era resolver las diferencias. Sabía
que se podía, porque todos eran parte de una estrategia.

Oyente: María Haydee Sequeira. ¿Qué hay de cierto en la afirmación que el


Che Guevara había participado en la Columna Rigoberto López Pérez? Otra
inquietud es conocer sobre las contradicciones que se manejaron con Noel
Guerrero Santiago sobre el nombre, a raíz de la fundación del Frente
Sandinista de Liberación Nacional.

Aldo: La segunda pregunta no puedo responderla, porque yo no participé


de las reuniones que se dan en 1960 en Tegucigalpa con Noel Guerrero
Santiago, y no me atrevería a responder en base a referencias que otros me
han hecho.

En cuanto a la primera, no es cierto que el Che participó en la Columna


Rigoberto López Pérez, pero sí es cierto que ésta se organiza por el Che.
Con el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, Cuba se convirtió
en una especie de meca revolucionaria adonde llegan todos los
movimientos revolucionarios del mundo. No estoy hablando sólo de grupos
del Tercer Mundo nada más, sino también del mundo desarrollado.

10
Aquello era como una Torre de Babel porque los movimientos
revolucionarios estaban divididos, no sólo los nicaragüenses. De Nicaragua
habíamos cuatro grupos: uno que dirigían los conservadores, encabezados
por José Figueres; andaba también Pedro Joaquín Chamorro 4. Ahí rompe y se
viene Pedro Joaquín y toda esa gente para Costa Rica. El otro movimiento
muy fuerte era el de los exiliados dispersos en América Latina. Eran
muchos.

El tercero era el movimiento de los ex-miembros de la Guardia Nacional,


que dirige Manuel Gómez y que andaban apoyados por Peter Vivas. Y había
otro movimiento de nicaragüenses que venían de los Estados Unidos. Pero
bueno, ¿qué es lo que pasa? Se tardan por lo menos dos meses en
discusiones, y el Gobierno Revolucionario de Cuba asigna a una persona
para atender al movimiento nicaragüense, y escoge al Che Guevara.

Es el Che quien se encarga, quien pone el orden, porque era un desorden


espantoso. Un día de tantos dijo: –Bueno, ya no quiero oír a nadie más, se
terminó todo esto, y vamos a hacer la revolución, porque la vamos a hacer.
Tan sencillo como eso. Entonces no es cierto que participa, pero sí es cierto
que él la inspira5. De manera que el movimiento de El Chaparral gira
alrededor del Che. Todos los que estuvimos en La Habana tuvimos la
oportunidad de conocer al Che, de conversar con él y hasta de pelearnos
con el Che. Yo me peleé tres veces con el Che.

Sigamos con Carlos. Como todo líder fundamental, su pensamiento da para


todos, para cualquier afirmación, y a su vez, la afirmación contraria. Porque
si tú lees el pensamiento de Carlos parcialmente, si lo ves desde el punto
de vista de la montaña, te convierte en un montañés, si ése es tu prejuicio
en la lectura. Si tu prejuicio es en la ciudad, te convertís en un
insurreccional. Hay que leerlo integralmente.

Mónica: Sin embargo, yo creo que Carlos vinculaba todos los teatros de la
acción revolucionaria y todas las formas de lucha. Si te fijas en la parte final
de su vida, desde 1975, cuando ya está en Nicaragua, y en las
conversaciones con Francisco Rivera, en sus últimos días, Carlos señala que
su idea era que había que desatar la ofensiva en la montaña y en las
ciudades.

Aldo: Pero la gente no lo veía así. Porque no te olvidés que esos


documentos eran internos del Frente y se conocieron muchísimo después. O
sea que la gente que estaba participando no tuvo la oportunidad ni la
posibilidad de conocer esos escritos.

11
Mónica: Es cierto que no los conocíamos. Incluso hay uno de sus escritos
de 1960 que lo conocemos hasta 1979, porque estaba en la Oficina de la
Seguridad Nacional.

Aldo: Uno de ellos era importantísimo. Yo se lo recomendaría a los jóvenes,


porque los viejos ya los leímos y los seguimos leyendo. Creo que los jóvenes
tienen que leer la primera parte del volumen que se llama Análisis Histórico
Político, que son seis distintos documentos y que termina con “Notas sobre
la montaña”, que son brillantes. De la página 96 a la página 194 6, estamos
hablando de cien páginas, son una maravilla. Hay que reeditarlas y
distribuirlas esas páginas. Después vienen las cartas y las declaraciones
que son muy importantes. En estas páginas está el pensamiento histórico
de Carlos, que daba y sigue dando para todos en el proceso revolucionario,
incluso en estos momentos.

Si tú te quieres atrincherar en una parte del pensamiento, lo puedes hacer;


pero el problema es cómo captar integralmente el pensamiento de Carlos,
ése es el verdadero reto. Nosotros los viejos tenemos la obligación de
iluminar esta realidad, porque de lo contrario puede que volvamos a caer
otra vez en la tentación de fraccionar el pensamiento de Carlos y
confrontarnos entre nosotros desde un pensamiento fraccionado. Ésa es mi
gran preocupación.

Mónica: Es cierto que se corre el riesgo de fraccionarlo o tergiversarlo de


manera utilitaria. Por eso creo que es importantísimo estudiarlo
integralmente, como dijo en un discurso el Comandante Víctor Tirado...

Aldo: Quien fue compañero inseparable de Carlos desde los años sesenta.

Mónica: Sí, creo que una de las personas más cercanas a Carlos, y que
más lo entendió, fue el Comandante Víctor Tirado. Él dice que Carlos expuso
en una ocasión, que Sandino había avanzado todo lo que era posible en el
medio histórico social en que le correspondió rebelarse; un medio cuyo
pasado precedente, debido a distintas causas, había sido impermeable a las
ideas sociales modernas, y Carlos lo ubica en el contexto histórico.

Aldo: Eso es auténtico, pero es que la formación política de Sandino se da


en el contexto de la Revolución Mexicana. Pero si tú te acuerdas, cuando
Sandino vive en Cerro Azul, Veracruz, en 1925 ó 1926, la gran lucha de los
mexicanos era defenderse de la agresión externa, con la institucionalidad
de la Constitución de 1917. De manera que Sandino, sin saberlo, era un

12
constitucionalista de primera, porque él defendía la Constitución a capa y
espada. Entonces, esa formación de Sandino era muy limitada, pero al
mismo tiempo demasiado avanzada para su época.

Mónica: Así como Carlos toma a Sandino como un referente obligado para
la Revolución, creo que, cuando ya han transcurrido veintitrés años de la
muerte de Carlos, en las actuales circunstancias, para encontrar los nuevos
caminos, las nuevas tácticas que tenemos que usar nosotros los
sandinistas, tenemos que seguir estudiando a Sandino, pero tenemos que
estudiar profundamente el pensamiento de Carlos Fonseca.

Aldo: Estoy totalmente de acuerdo contigo, porque ya Carlos supera al


pensamiento de Sandino; no porque Sandino sea menor, sino porque son
dos épocas distintas. Es decir, a nosotros nos toca actuar ya con la
revolución socialista triunfante en el mundo, a Sandino le corresponde
actuar en una época de una fragilidad e incomunicación tremendas.

Nosotros actuamos a partir del año 1959, cuando el poder socialista era ya
un poder inconmovible; pero, caído el socialismo, se da la necesidad de
reestructurar la ideología socialista, de reestructurar la oferta política de la
ideología, y nos obliga a estudiar a Carlos Fonseca, porque él es la fuente
de esa posible reestructuración a nivel nacional y centroamericano, porque
el pensamiento de Carlos es muy lúcido.

Mónica: Sólo para ejemplificar sobre la certeza de sus planteamientos,


Carlos dice:

Las fuerzas políticas populares se convertirán en los dirigentes de la


lucha, cuando logren asestarles golpes contundentes a la dictadura.
Eso provocará la admiración y simpatía del pueblo, y terminará por
darle poca importancia a las fuerzas que lleguen al entendimiento
con la dinastía.

Este es un escrito de 1960 y él se está refiriendo a la lucha


opositora dominada por fuerzas derechistas. Esto es exactamente
lo que pasó, o sea que el Frente Sandinista, a través de sus golpes
contundentes a la dictadura, ganó la simpatía de los masas, y se
dieron cuenta que los grupos opositores tradicionales no estaban
realmente interesados en la transformación de este país.

Aldo: Lo que pasa es que ahora hay que tomar este pensamiento y
trasladarlo a esta situación de reflujo revolucionario, porque él escribe en

13
un momento de ascenso.

Ahora el desafío es cómo este pensamiento, que es estratégicamente


correcto, cómo debe aplicarse a esta coyuntura de reflujo.

Mónica: En las actuales circunstancias, no está hecha esa redefinición, por


eso es que hay tantas discusiones estériles.

Aldo: No está hecha, estoy de acuerdo contigo. Claro, si nosotros tomamos


este libro y lo releemos sin parcializar el pensamiento de Carlos, tendríamos
la base para redefinir nuestra estrategia, que es lo que no tenemos. Por eso
nos estamos peleando por razones políticas, porque la parte estratégica, la
parte ideológica, no está precisada.

Mónica: Está difusa; porque después del terremoto que significó la derrota
electoral, no se logró hacer una reflexión que nos permitiera trabajar desde
el punto de vista del diseño estratégico, preservando los objetivos
clarísimos que define Carlos: “Mi objetivo no es derrotar a la dictadura, mi
objetivo es construir una sociedad para las mayorías”.

Aldo: Pero no hay que olvidar que nosotros sufrimos dos derrotas: la
derrota propia y la derrota del socialismo. Por eso es que en Nicaragua está
potenciada la derrota. Si te vas a otro país que no tuvo revolución, la
izquierda no está derrotada, no solamente en cuanto al marco institucional,
sino que tampoco no está derrotada internamente o no lo está tanto.

Mónica: O no lo estuvo, porque si te fijás, a escala mundial se empieza a


sentir un cierto recambio, una etapa donde el neoliberalismo se ha
desnudado como incapaz. Y en Europa y sobre todo en América Latina, se
observan éxitos de la izquierda, hay un nuevo ascenso. El mismo éxito de
Chávez en Venezuela podría indicar que está comenzando una etapa de
flujo progresista.

Aldo: Estoy de acuerdo con vos. Nosotros en América Latina estamos en


una etapa difícil, porque si bien es cierto que hay una luz de esperanza, hay
indicios de revertir este flujo. También es cierto que la contraparte, es decir
la parte imperial, lo percibe y se apresta para evitarlo. Pero éste sería otro
tema

Pero estoy de acuerdo contigo en que el más grande homenaje que se le


puede rendir a Carlos Fonseca, es rescatar su pensamiento, estudiarlo y

14
sacar de él la inspiración, si cabe la expresión, para reformular la nueva
estrategia del Frente Sandinista. Eso es lo correcto. Finalmente, a mí me
gustaría insistir en los tres elementos que hablábamos al principio: la
unidad, la lucha contra el sectarismo y la declaración abierta de la
convicción revolucionaria.

6 de noviembre de 1999

NOTAS

15
1 Hermano de Luis Morales Palacios, que cae en El Chaparral, y sobrino de Conchita Palacios.

2 Se refiere al libro inédito de Rafael Somarriba, Memorias de mi vida revolucionaria.

3 21 de septiembre es la fecha del ajusticiamiento de Somoza, y Rigoberto López Pérez es el


héroe de la acción. 21 de febrero es la fecha del asesinato de Sandino.

4 Pedro Joaquín Chamorro Cardenal relata en su libro Estirpe Sangrienta que el grupo de los
conservadores llega con Figueres, porque éste tenía los contactos y era más conocido. Iban en
busca de apoyo para la acción de Olama y Mollejones. Pero no logran apoyo de Cuba, porque
ésta ya tenía compromiso con otros grupos.

5 Sobre el tema de los grupos de nicaragüenses que llegan a Cuba a buscar apoyo de la
Revolución y la guerrilla de El Chaparral, se puede leer el libro Carlos Fonseca Amador y la
Revolución Nicaragüense, de Matilde Zimmermann, 1ra edición, PAVSA, Managua, 2003.

También hay vasta información en la obra de Jesús Miguel Blandón: Entre Sandino y Fonseca,
2da edición, Segovia Ediciones Latinoamericanas, Managua, 2008.

6 Aldo se refiere a las obras de Carlos Fonseca, Primer volumen, Bajo la bandera del
Sandinismo. Editorial Nueva Nicaragua, 1982.

COMENTARIOS DE LOS LECTORES

• Onofre Guevara: A propósito, se debe recordar que la generación estudiantil del 44


también rescató la iconografía de Sandino en su periódico “El Universitario”, lo cual fue
arriesgado, novedoso e importante para la época, cuando hasta tener fotos de Sandino era
un delito. Además, Sandino era desconocido para la mayoría por la censura que impuso la
dictadura somocista.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


Las Segovias de Sandino:
Conspiración, represión y luchas

Mónica Baltodano

Los departamentos de Nueva Segovia, Madriz y Estelí, fueron escenario de


importantes pasajes de la lucha contra la dictadura somocista. Como la
concepción de la lucha desde la fundación del Frente Sandinista de
Liberación Nacional le daba un rol preeminente a las zonas rurales, durante
muchos años el trabajo de la ciudad giraba en torno al fortalecimiento de
las unidades guerrilleras que se iban estructurando en la montaña y en el
campo.

La región de Las Segovias, por su importante papel en la lucha de Sandino,


pero también por estar geográficamente ubicada en la frontera con zonas
rurales de Honduras, fue escenario de los esfuerzos organizativos político
militares desde la década de los años cincuenta. Varios de los movimientos
guerrilleros antes de la fundación del FSLN, tuvieron sus asentamientos en
esta región, por ejemplo: la Columna 15 de septiembre, de Julio Alonso
Leclaire; el Frente Revolucionario Sandino (FRS); la guerrilla de Manuel Díaz
y Sotelo y el Frente de Liberación Nacional (FLN), y la misma guerrilla de El
Chaparral, que tenía como propósito ingresar al país en esa dirección. Todos
escogieron a Las Segovias como primer espacio de sus actuaciones
combativas y patrióticas.

En los primeros momentos del proceso de formación del FSLN, Carlos


Fonseca (1961), Jorge Navarro (1961-1963), José Benito Escobar (1964),
Oscar Turcios, René Núñez y Germán Pomares, fueron personalmente a
impulsar los grupos de militantes que realizaban las más variadas tareas
orientadas al desarrollo de la lucha. Así, encontramos a segovianos
integrados en todos los esfuerzos guerrilleros, como Faustino Ruiz “El Cuje”,
Heriberto Rodríguez, Bayardo Altamirano, Adrián Gutiérrez, Ramoncito
Raudales, en Raití-Bocay; Fausto Heriberto García, Filemón Rivera desde
Pancasán, ya no digamos en la montaña desde 1970. Una nueva
generación de segovianos integra distintas columnas de la montaña, el
campo y la guerrilla urbana, donde destaca como faro luminoso el poeta
Leonel Rugama. Muchos colaboradores estuvieron presentes en todos los
momentos cruciales de los preparativos guerrilleros hasta la victoria de la
revolución en 1979.

Al final de la lucha, Estelí particularmente se destacó en los esfuerzos


urbanos con tres insurrecciones, recibiendo por ello fuerte castigo y
acciones genocidas del dictador Somoza. Las bases para las insurrecciones

1
fueron construidas –como la historia misma del FSLN– durante muchos años
de trabajo organizativo, con sus flujos y reflujos provocados por las oleadas
brutales de represión que desmontaban todo lo construido y que, muchas
veces, exigían volver a comenzar casi desde cero.

Al conversar con distintos compañeros sobre las luchas libradas en Las


Segovias, no puedo evitar introducir mis propias reflexiones, pues fui
partícipe directa de esta historia. A mediados del año 1975, siendo
clandestina, me trasladaron a Nueva Segovia. Bayardo Arce –quien en ese
entonces era mi compañero– había sido trasladado a esta región desde
mediados de 1974 con la misión de abrir la Ruta Sandino. Él llegó en
sustitución de Germán Pomares “El Danto”, quien debía ir a Managua para
integrar el Comando Juan José Quezada, que realizaría lo que luego se
conoció como la Operación Diciembre Victorioso. Carlos Manuel Morales
“Pelota”, también conocido en el norte como “Abel”, era el responsable del
Regional del norte desde 1974.

Mi trabajo en Ocotal era la organización de bases y el reclutamiento de


colaboradores, para ampliar las estructuras que nos habían entregado:
Rosario Antúnez, la familia de Lucío Martínez, el doctor Saúl López con su
mamá y sus tías; otras familias claves eran la formada por el doctor Antonio
Jarquín y Luisa Molina, don Toño Marín y su esposa Eva Sofía y su hijo; don
Teófilo Alfaro y Alejandro Cáceres; Don José Mateo Olivas y su esposa María
Elsa Paz; los Agurcia, los Alfaro, eran parte de la organización en esa
ciudad. El armero de la Guardia Nacional, Don Joaquín Matute y toda su
familia; la familia de Faustino Ruiz nos brindaba refugio. En estas regiones,
cuando la gente se incorporaba a la causa sandinista, normalmente lo
hacían con casi toda la familia, pues era imposible tenernos en sus casas
sin la complicidad de los parientes.

Los jóvenes comenzaron a organizarse en las células clandestinas 1. Fueron


fundamentales en esta etapa, Carlos Manuel Jarquín, caído en Veracruz,
León, en 1978; y Leonardo Matute, asesinado cruelmente por la Guardia en
1977. Más tarde, analizamos que las redes crecieron con gran rapidez, sin
darnos tiempo para su consolidación conspirativa, debilidad que se
manifestó a la hora de la represión que desató el régimen somocista en
todo el país, después del asalto a la casa de José María “Chema” Castillo, en
diciembre de 1974. Esta operación generó una respuesta represiva brutal,
que incluyó la suspensión de garantías constitucionales, la imposición de un
Estado de Sitio y Ley Marcial y procesos sumarios contra decenas de
“sospechosos”.

Dentro de los planes de fortalecimiento político militar en esta región del


país, se había instalado desde finales de julio de 1975 una escuela de
entrenamiento guerrillero en el cerro El Copetudo, en Macuelizo. Uno de los
instructores era Omar Cabezas, quien había bajado de la montaña. En esa

2
escuela guerrillera se concentraron para recibir entrenamiento decenas de
compañeros provenientes de distintas partes del país.

La Guardia logró detectar la escuela de El Copetudo y realizó una


desproporcionada operación contrainsurgente que incluyó aviones,
helicópteros y centenares de soldados. Mientras caen varios de los
combatientes de la Escuela, cientos de colaboradores son capturados y
sometidos a crueles torturas; algunos fueron asesinados en las cárceles,
como fue el caso del somoteño Tino Maldonado.

Los que estábamos clandestinos nos replegábamos hacia el sur, a medida


que íbamos quedándonos sin casas de seguridad. De Macuelizo a Ocotal,
luego a Totogalpa, después hacia Somoto y Condega, hasta detenernos
finalmente en Estelí. Cuando el enemigo capturaba y torturaba a nuestros
colaboradores, algunos daban información que producía nuevas redadas.
De esta manera, la Guardia lograba que nuestras estructuras se
desplomaran como un castillo de naipes.

En el año1975, en el municipio de Condega había una red de trabajo


conformada también por familias: los Centeno, los González, los Corrales,
entre otras. Los jóvenes se incorporaron a las células a realizar distintas
tareas, y muchos de ellos pasaron luego a la clandestinidad. De ahí salieron
Santiago Baldovinos y Julio C. Ríos, ambos caídos posteriormente. Durante
varios meses sostuvimos el trabajo en Condega, pero ahí también cayó la
represión, y a mediados de 1975 capturaron a Thelma y Vilma Corrales, y
luego a Amanda y Luisa Centeno.

El 7 de diciembre de 1975, la casa de seguridad del matrimonio conformado


por Alicia Centeno y Juan Ramón Espinoza, donde nos encontrábamos, fue
rodeada por patrullas de la Guardia Nacional. Saltando cercos de piñuela,
nos tuvimos que replegar a otra casa de seguridad, para luego salir hacia
Estelí.
Por esos días ya se habían producido los conflictos que dieron lugar al
surgimiento de la Tendencia Proletaria del FSLN, y Carlos Manuel Morales,
quien era muy amigo de Jaime Wheelock, compartió sus puntos de vista, y
prefirió salir hacia Honduras. Bayardo Arce asumió totalmente la jefatura
del Regional Norte, y luego de Matagalpa y Jinotega, hasta que asumió
responsabilidades nacionales, después de la muerte de Pedro Aráuz
Palacios.

En Estelí, me designaron como responsable del trabajo organizativo en ese


departamento, y continuamos desarrollando la organización de redes, el
reclutamiento de jóvenes y el apoyo a las unidades guerrilleras que se
fueron formando en el campo y en la montaña.

3
Estelí era uno de los departamentos donde el FSLN había mantenido un
constante trabajo de base desde su fundación en el año 1961. Carlos
Fonseca habló personalmente con un grupo de jóvenes, varios de ellos
organizados en la Federación Sindical. Una buena parte eran los zapateros,
con los que trabajaba Filemón Rivera en el Taller “El Zapatón”. Son ellos:
Filemón Rivera, Adriancito Gutiérrez, Froylán Cruz, Filemón Moncada,
Donoso Picado, Ricardo Rodríguez, Ramberto Zeledón, Luis Pérez, Oscar
Benavides y Salvador Loza Talavera. Filemón Rivera había sido jefe del
regional varios años, antes de caer preso en 1969.

Filemón se destacó por su responsabilidad, su mística, su disciplina y


entrega absoluta a la lucha. En 1965 pasó a la vida clandestina y participó
en la jornada heroica de Pancasán. En 1969 cayó preso, y salió libre en
diciembre de 1970. De inmediato se reincorpora a las tareas y luego pasa a
la montaña, en donde se mantuvo hasta su muerte en combate en la
unidad que dirigía Víctor Tirado López. De Filemón Rivera sólo hemos
escuchado cosas buenas, y su trabajo, en su natal Estelí, dejó huellas
profundas, y a su hermano Francisco Rivera “El Zorro”, quien fue, tal vez, su
mejor alumno.

Denis Enrique Romero Zamorán fue nombrado Responsable Regional del


Norte en 1971. Él era un extraordinario compañero de militancia socialista
que había estudiado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)
y de ahí se incorporó al FSLN. Había sido entrenado por Al Fatah, en
Palestina, y cuando regresa a Nicaragua le encargan la ciudad de Estelí,
donde trabajó junto a Filemón Rivera en el reclutamiento y la organización
de las redes.

Romero fue capturado en noviembre de 1971 y le aplicaron la Ley Fuga 2. La


Guardia Nacional afirmó que mientras lo trasladaban de Estelí a Managua,
él se había tirado del jeep que iba a ochenta kilómetros por hora. Su familia
desmintió la falsedad, mostrando las terribles señales de las torturas a que
fue sometido. Después de Denis Enrique, René Núñez estuvo un corto
tiempo al frente del trabajo en ese departamento. Algunos colaboradores
nos hablaban de ellos cuando los volvíamos a contactar.

Viejos colaboradores que recuerdo, eran el papá del “Zorro”, Marcos Rivera,
así como Paulina Alonso, quien contaba que a su casa llegó también Carlos
Fonseca. Venancio Alonso “El Trompañero” había incorporado a la lucha a
casi toda su familia, su mamá Paulina, su hermano Denis, su tía y su prima
Auxiliadora Cruz. Todos ellos volvieron a ser incorporados después de un
período de receso debido a la represión. Volvimos a incorporar a los
zapateros con los que había trabajado Filemón Rivera, entonces en la
montaña. Otros colaboradores eran Filemón Moncada y Fanis Traña,
conocido como “Denis”, a cuya humilde casa llegaron casi todos los
clandestinos de entonces. También colaboró con firmeza Pacífico Arévalo

4
“Silvestre”.

Una base estratégica para nosotros fue la casa de Rosario Altamirano,


hermana de Bayardo, ambos hijos de don Ramón Altamirano, precisamente
el dueño del Taller “El Zapatón”, quien había participado en el Frente
Revolucionario Sandino a finales de los años cincuenta. El doctor Alejandro
Dávila Bolaños, desde sus convicciones comunistas, venía trabajando en el
impulso de las ideas revolucionarias desde los años cincuenta. Impartía
charlas a los trabajadores y artesanos, explicando las raíces de la pobreza y
la explotación.

Por su parte, las Comunidades Eclesiales de Base, desde su fe, se


comprometieron a fondo, impulsadas por el mensaje de la Teología de la
Liberación, a la que estaban vinculados los sacerdotes Julio López y Ernesto
Bravo, en Estelí; y en Condega, los sacerdotes Francisco Luis Espinoza, y
uno de apellido Webster, quienes luego fueron asesinados.

Entre los seglares teníamos también a doña Dolores Arróliga y a toda su


familia, quienes visitaban las comunidades El Despoblado, Santa Cruz, El
Regadío, Tomabú y La Montañita, entre otras, donde después se
establecieron unidades guerrilleras. De igual forma lo hicieron la familia
Úbeda, Juan Alberto Blandón, América y don Ramón Rodríguez, firmes y
tiernos, en particular con las mujeres clandestinas; igual los esposos Felipe
y Mary Barreda, cursillistas cristianos que dedicaron su tiempo, su dinero y
su casa, en donde hacían reuniones en un gran ranchón, demostrando con
la Biblia en la mano, que Jesucristo quería que el pueblo se alzara contra la
opresión. Todos sus hijos, en particular Felipe quien fue capturado y
torturado en 1976, así como nueras y yernos se incorporaron a distintas
tareas.

El doctor Munguía siempre puso a nuestra disposición su clínica para apoyar


a los guerrilleros, y ahí parí a mi hijo Pancasán. Sus hijos Cristhian y Martha,
también se incorporaron a la lucha. La nueva camada de jóvenes militantes
de Estelí estaba representada en Aldo Briones, Luis Alberto González,
Martha Marina González, Raúl Valdivia, Juno Génova Rodríguez, Auxiliadora
Cruz, los hermanos Mauricio y Urania Zelaya Úbeda, Antonio Castillo y Noel
Gámez, en cuyas casas tuve que pasar a veces como novia de ellos, pues
su mamás no entendían qué llegaba a hacer una mujer joven a buscar a sus
muchachos. Todo el trabajo realizado perseguía reactivar la beligerancia
popular que había declinado luego de las represiones que acontecieron
entre los años 1969 y 1971.

Observábamos que la tendencia de los estilianos era pasar directamente a


las operaciones armadas. Mientras llegábamos a plantearles la necesidad
de la organización y la cooperación, ellos pedían directamente armas y
misiones de combate, considerando el trabajo organizativo y movilizativo

5
como algo innecesario, que podría traerles represión sin resultados
tangibles. Nosotros teníamos como antecedentes las luchas en León, el
trabajo en los barrios, la movilización estudiantil, formas que multiplicaba la
militancia y que permitía consolidar las estructuras.

Por su parte, Bayardo Arce tenía sus propias estructuras clandestinas en el


norte. Hacía énfasis en la organización de las unidades de combate de las
zonas rurales. Una de sus misiones era el impulso de la Ruta Sandino, para
enlazar las ciudades con la montaña a través del establecimiento de
unidades guerrilleras en zonas intermedias. La zona norte era también ruta
de abastecimiento para los compañeros que estaban en la montaña.

Teníamos la tarea de conseguir vehículos, vituallas, medicinas y dinero para


enviar a las unidades guerrilleras que ya se habían establecido como parte
de este esfuerzo. Omar Cabezas estaba estableciendo la Bonifacio Montoya,
mientras el profesor César Augusto Salinas Pinell y Fabio Martínez,
procedentes de Matagalpa, trabajaban en el inicio de lo que posteriormente
fue la Unidad guerrillera César Augusto Salinas (CAS).

A finales del año 1975, llegó Venancio Alonso a Estelí; después de trabajar
como enlace entre la montaña y la ciudad (1969-1971), él había salido en
1972 para Cuba a entrenarse. Regresó a Nicaragua poco antes que Carlos
Fonseca, y fue enviado a la montaña, pero por diferentes problemas perdió
contacto y bajaba a Estelí a restablecerlos.
Bayardo asistió poco tiempo después a una reunión con Carlos Fonseca y
Pedro Aráuz en Managua, ahí se acordó que Venancio quedaría en Estelí y le
dieron la misión de organizar la Unidad guerrillera General Pedro
Altamirano (GPA). Ese trabajo se desarrolló en 1976 en Santa Cruz, La
Almaciguera, La Laguna, el despoblado San Roque, El Guaylo, Limay, Pueblo
Nuevo, Tomabú y La Trinidad. Entonces se cosecharon los frutos del trabajo
organizativo realizado en esas comunidades, se reclutaron a combatientes
como Oscar Lanuza, Ismael Lanuza “Charralito”, José del Carmen Aráuz “El
Segoviano”, que luego pasó a ser el Segundo de Omar Cabezas en la
Unidad Bonifacio Montoya, hasta que se incorporó a la Tendencia Tercerista
en 1978.

Los principales colaboradores fueron: Domingo Velázquez y su familia


(Chico, Donaldo y Eduardo); Los Urbina, familia de Sebastián Calderón
Urbina; Los Aráuz, el papá, la mamá, y los hermanos del “Segoviano”. En el
Guaylo, los Huete, los Peralta; en Limay, Genaro Cruz, Carmen Castellón y
los Rosales; y en Pueblo Nuevo, Leoncio Rodríguez.

También fueron reclutados Justo Pastor Cruz “Matías”, conocido como


Antolín, Marlene Chavarría “Yaoska”, incorporada a los quince años a la
GPA; Roberto Laguna, quien después del triunfo fue presidente de la Unión
Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG); Agenor Gutiérrez, Leo Aráuz,

6
quien después se fue a combatir con el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN), en El Salvador, y Santiago Baldovinos, quien
venía de Condega. Con este grupo, se creó la primera fase de la Unidad
General Pedro Altamirano.

En el año 1976 pusieron bajo mi responsabilidad a Sonia Uriarte y


posteriormente a Socorro Sirias, ambas de León. Nos habían orientado
volver a contactar las estructuras de todos los municipios anteriormente
desarticulados por la represión: Pueblo Nuevo, Condega, Somoto y Ocotal.
Sonia provenía de los movimientos cristianos y también tenía experiencia
organizativa. Socorro había estado más bien en tareas de apoyo. Mientras
Socorro viajaba a recontactar Somoto, Sonia atendía las comunidades
rurales. Posteriormente, ella fue incorporada a la recién creada GPA. Me
asignaron atender también Matagalpa, en donde ya se encontraba
clandestino otro condegueño Mario González “Erick”.

Para el año 1977, Pedro Aráuz y Bayardo Arce nos comunicaron la decisión
de pasar a la ofensiva militar en las ciudades. Los preparativos para ello
fueron seriamente diseñados. Se nos explicó que las acciones implicarían
mayor represión, y que todos aquellos cuadros clandestinos que no se
sintieran capaces de soportar la presión, podrían plantearlo y se les sacaría
del país por veredas, sin ningún tipo de acción disciplinaria, para que
siguieran trabajando en misiones de apoyo desde el exterior. “Erick” solicitó
salir y junto con Quincho Ibarra fueron sacados por veredas hacia
Honduras. Los militantes clandestinos que decidimos quedarnos fuimos
nuevamente juramentados.

Como parte de los preparativos se organizó una escuela guerrillera en


Honduras, y para allá salió a entrenarse un grupo selecto de compañeros de
distintas partes del país, entre ellos: Mauricio Valenzuela, Felipe Escobar,
Luis Alberto González, Reynaldo Díaz, Arnoldo Quant, el Pelón Rostrán y
Glauco Robelo. Los instructores fueron Juan de Dios Muñoz, Charlotte
Baltodano y Pedro Aráuz Palacios. Después de eso, trasladan a Felipe
Escobar a Estelí, con la misión de organizar las unidades militares en la
ciudad. La Unidad General Pedro Altamirano estaba para entonces bajo la
responsabilidad de Ismael Lanuza “Arcadio GPA” 3. La GPA había sido
desarticulada después que caen Santiago Baldovinos y Abraham Zapata y
por desacuerdos se va Venancio Alonso con Sonia Uriarte, su compañera,
asilándose en la Embajada de México.

La mayor parte de los entrenados participaron en la operación ofensiva


“Ródrigo no ha muerto”, realizada el 4 de mayo de 1977 en Managua y
Estelí, y posteriormente en León. La operación en Estelí fue la más exitosa.
Se atacó una patrulla de la Brigada Especial contra Actividades Terroristas
(BECAT), en la propia ciudad, aniquilándola por completo. Ismael Lanuza y
Felipe Escobar habían realizado la emboscada que generó una gran

7
expectativa entre nuestros militantes y la población.

Como ya dije, en Estelí la gente tenía la memoria de las luchas del General
Sandino; por eso, si no había armas y acción militar, les parecía una pérdida
de tiempo. Una muestra de estas concepciones se expresa en las
dificultades que tuvimos cuando realizamos en todo el país la jornada “Si
Tomás muere…”, que perseguía poner fin al aislamiento de Tomás Borge,
quien estaba en huelga de hambre en la prisión. Esta jornada incluyó la
toma de iglesias y diversas movilizaciones. Me acuerdo que en Estelí, los
jóvenes consideraban demasiado pacíficas estas acciones.

Tuvimos que involucrar directamente al responsable militar del


departamento, Felipe Escobar, en la toma de la Catedral. Él tuvo que
dirigirla personalmente, poniéndose al frente de jóvenes estudiantes que
después se mostraron entusiasmados. Las tomas de la Catedral y de los
colegios de parte de estudiantes de secundaria, generaron una jornada
movilizativa exitosa en toda la ciudad, creándose así una masiva
efervescencia. Por primera vez, la gente se movilizó en las calles, hicieron
pintas, fogatas y desafiaron políticamente a la Guardia, lo que fue
fundamental como entrenamiento para las jornadas insurreccionales.

En medio de esa jornada, en junio de 1977, Bayardo Arce y yo nos


movilizábamos a una reunión en Matagalpa en el carro del doctor Moisés
González. Un traidor, Marvin, informó a la Guardia y nos entregó. Oficiales
de la Oficina de la Seguridad nos montaron una celada en la carretera
Sébaco-Matagalpa, que iniciaron con el ametrallamiento del automóvil, mi
posterior captura y la del doctor González, mientras que Bayardo logró
romper el cerco y llegó a pie hasta Matagalpa. Después de mi captura,
Felipe Escobar es nombrado Responsable de Estelí. Mientras lo que queda
de la GPA, bajo el mando de Ismael Lanuza, es reforzada con Mauricio
Valenzuela.

Todas las estructuras de Estelí estaban controladas por la Tendencia Guerra


Popular Prolongada (GPP). En octubre de 1977, la Tendencia Tercerista
orienta los ataques a los poblados en la línea de empujar las insurrecciones;
se organiza el Frente Norte, el cual incursiona desde Honduras montando la
emboscada de San Fabián y tomándose luego otros pueblos segovianos.
Julio Ramos llega a Estelí en 1977, mientras que Francisco Rivera “El Zorro”
y Elías Noguera, llegan en junio de 1978, a organizar la insurrección de
septiembre de ese año. En las próximas páginas conversamos con hombres
y mujeres protagonistas de estas luchas en Las Segovias. Con ellos
rememoramos los principales hechos de esta etapa, deteniéndonos en
particular en la insurrección de Matagalpa, en agosto de 1978, y en las tres
insurrecciones de Estelí.

NOTAS

8
1 La organización básica del FSLN era la célula, una estructura pequeña que incorporaba a
varios miembros para estudiar materiales de formación política, de medidas de seguridad, y
para la acción revolucionaria. Había células que se especializaban en tareas de propaganda,
impresión de materiales de comunicación o de trabajo barrial.

2 Ley Fuga se denominó al método que usaba el régimen somocista de asesinar a los
prisioneros, argumentando que habían tenido que dispararles mientras trataban de escapar.

3 Le decíamos “Arcadio GPA”, de la General Pedro Altamirano, para diferenciarlo de “Arcadio”,


el de la montaña, que era David Blanco.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


En Somoto floreció el sandinismo de verdad
Manuel Maldonado y José Gregorio Olivas

Manuel de Jesús Maldonado Lovo nace en Somoto, departamento de


Madriz, el 11 de junio de 1941, hijo de Esther Maldonado, trabajadora
doméstica. Su padre, de oficio albañil, muere cuando Manuel tiene
cinco años de edad, quedando con sus siete hermanos en extrema
pobreza. Con muchas dificultades logra terminar estudios de primaria.
Aprende el oficio de telegrafista y luego se hace zapatero; tras una
serie de interrupciones, logra bachillerase en el año1977.
En su niñez, Manuel sufre de poliomielitis, lo que le produjo una
deformación severa en la columna vertebral. En 1970 se integra al
Frente Sandinista de Liberación Nacional. Realiza diferentes tareas en
la lucha revolucionaria. Durante el gobierno sandinista es delegado del
Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (TELCOR) y en
1996 es electo Alcalde de Somoto.

**

José Gregorio Olivas Páramo nace en 1918 en el municipio de


Totogalpa, de una familia conservadora despojada de su tierra en los
primeros años de Somoza, lo que los dejó en extrema pobreza. Emigra
a Honduras, Guatemala, Panamá, Colombia y Costa Rica, trabajando
en todos esos países como obrero de la bananera United Fruit
Company. En Costa Rica entra en contacto con las ideas socialistas que
impulsa el Partido Vanguardia Popular, que respalda al entonces
Presidente Teodoro Picado. En el año 1944 se incorpora al intento anti-
somocista que lidera el nicaragüense General Alfredo Noguera Gómez.
Luego se involucra en algunas acciones de la Legión del Caribe.
Retorna al país y participa como colaborador de las luchas del FSLN
desde 1963. Sufre cárcel y torturas en 1975, durante la represión a la
escuela militar del Frente en el cerro de El Copetudo, y luego siguió
apoyando en el traslado de combatientes del Frente Norte. Durante la
Revolución trabaja en la alcaldía de Totogalpa y, a la fecha de la
entrevista, con 81 años, sobrevive en condiciones de pobreza1.

El departamento de Madriz es uno de los territorios más abandonados de


nuestro país. Con suelos de vocación forestal de trópico seco, es una región
muy árida, y además, empobrecida por malas prácticas agrícolas de los
minifundistas. Es parte de los territorios donde combatió Sandino y donde
nació el Coronel Santos López, uno de los principales lugartenientes del
General de Hombres Libres.

1
La mayoría de la población del departamento de Madriz se ubica bajo la
línea de la pobreza, lo cual favoreció la incorporación de los campesinos a
la Guardia Nacional que buscaban una salida a su precaria vida. Se decía
que de este departamento salió la mayor parte de los soldados del Batallón
Somoza y, por tanto, que era un bastión del somocismo. Dos
personalidades de indudable autoridad moral, nos hablan de la otra cara de
la moneda: de la incorporación de los campesinos a la lucha revolucionaria,
desde los tiempos de Sandino.

Mónica: A Manuel, casi todo mundo le dice Manuelito, por cariño, pero
también porque tiene apenas un poco más de un metro de alto. Afectado
por la poliomielitis sufre de grandes dolores en su cuerpo por las
afectaciones en su columna vertebral. Es un compañero excepcional en su
compromiso revolucionario y en su capacidad política, pero también por su
calidad humana. Manuelito, ¿cómo te integraste a la lucha?

Manuel: Hice mis primeros contactos en el año 1964, porque mi hermano


Constantino Maldonado, Tino, el mayor de nosotros, zapatero, trabajó ese
oficio en Estelí, donde conoce a los compañeros Filemón Rivera, Fausto
Heriberto García y al Chelito Adrián Gutiérrez. En un taller de zapatería
empezaron a hablar de la lucha del Frente Sandinista. Al regresar a Somoto,
instaló su propio taller, donde entré como aprendiz. Yo era telegrafista, pero
tenía problemas en las oficinas con el jefe del telégrafo. Entonces tuve que
aprender zapatería.

Ahí escuchaba a Adrián y a Fausto Heriberto hablar de la situación de


Nicaragua, de cómo los pobres no podían ni siquiera ir a los hospitales.
Entonces fuimos reflexionando poco a poco, y mirábamos que nuestra
situación de pobreza y necesidad, no era culpa ni de nuestros padres ni de
nosotros, sino del sistema. Luego nos hablaron ya directamente sobre la
lucha armada, me invitaron a una reunión, y empecé a participar en un
grupo del Frente Sandinista.

Una de nuestras tareas era detectar gente afín, por medio de sus pláticas.
Había liberales independientes, conservadores, que hablaban mal de
Somoza. Un día escuchamos al profesor Augusto Salinas Pinell hablando en
una esquina. Entonces lo llamamos. Mirá, vos estás hablando de Somoza,
pero hay gente que quiere derrocar verdaderamente al sistema; si querés,
te contactamos con una persona. Le interesó, y después habló con Adrián
sobre la lucha y se incorporó al Frente Sandinista.

Después hicimos un recorrido en el campo, que era peligroso, porque en el


departamento la mayor parte de los campesinos tenía familiares en la
Guardia, ya que el Batallón Somoza estaba compuesto casi en su mayoría
por gente de Madriz. El que no tenía un hijo en la Guardia, tenía un primo o

2
un cuñado. Había que tener mucho cuidado.

Mónica: ¿Cómo explican ustedes esta enorme composición de guardias


entre la población de Madriz?

Manuel: El problema es que la gente no tiene tierra para trabajar, no hay


empresas, no hay grandes propiedades, no hay grandes fincas donde poder
trabajar; entonces el único recurso que tenía el campesino, era enrolarse en
la Guardia, donde le proporcionaban comida, ropa, zapatos y hasta pasta de
dientes, que nunca la habían conocido. Eso hacía que la mayor parte de la
gente ingresara a la Guardia. Sin embargo, empezamos a buscar contactos
en el campo y hallamos a algunos que no eran somocistas, sino
conservadores y liberales independientes, y con ellos empezamos a
trabajar.

Mónica: ¿Toda tu familia estuvo vinculada al Frente Sandinista?

Manuel: No todos. Somos seis hermanos, tres vinculados al Frente


Sandinista; los otros no, porque eran muy borrachos, entonces no les
quisimos dar participación. Nuestra mamá sí participó en la lucha. Ella
murió en el año 1973. Apoyaba a los guerrilleros, porque en la casa de
nosotros era donde ellos se iban a refrescar, de la montaña pasaban
directamente a la casa a descansar.

Por ejemplo, después de Raití y Bocay, llegaron Filemón Rivera y Fausto


Heriberto García. Otras veces llegaron compañeros de Estelí a descansar,
como Igor Úbeda y Mauricio Hernández Baldizón, quienes andaban con lepra
de montaña. Por medio de una enfermera somocista, les conseguíamos
medicamentos. Ella no sospechó nunca para quiénes eran las medicinas.

Igual pasó cuando operaron a Omar Cabezas en Somoto, fue el médico Dago
Bermúdez, quien ahora es candidato a la Alcaldía por los liberales, pero no se
dio cuenta a quién estaba operando. Hasta después le contamos, cuando
ganamos nosotros, y le dábamos bromas. Vos colaboraste con el Frente, le
decíamos. A la casa de mi mamá, Esther Maldonado, también llegó en varias
ocasiones José Benito Escobar.

Mónica: Contanos las circunstancias en que cae tu hermano Constantino


Maldonado.

Manuel: Él se fue clandestino en el año1974, y en 1975 después del asalto a


la casa de Chema Castillo hay una gran represión en toda Nicaragua, matan a
mucha gente. En Las Segovias se había instalado una escuela de
entrenamiento guerrillero en El Copetudo, y cuando la GN tiende un cerco,
buena parte de los guerrilleros sale cada cual por su lado. Mi hermano rompe el
cerco y sale buscando para Honduras, pero un Juez de Mesta lo vende, lo

3
agarran en la frontera y lo pasan para Ocotal. Eulogio Hernández también
estaba preso, miró que mi hermano estaba vivo, y vio cuando lo degollaron.
Eulogio se escapó de la cárcel aprovechando que los guardias estaban bolos y
nos contó posteriormente cómo fue que asesinaron a mi hermano.

En Cusmapa también mataron a dos de los hermanos Alvarado, los


“desaparecieron”. También cayó una gente de León en El Copetudo, que no
supimos quiénes eran y desaparecieron en esa redada.

Mónica: De tu pueblo, además de tu hermano Constantino, son muy


reconocidos en Madriz, el profesor Augusto Salinas Pinell, quien cae
combatiendo el 30 de abril de 1976, y Mauricio Cajina…

Manuel: Sí. También Julio César Maldonado, mi sobrino, cae en 1976 cerca de
Somoto, en un lugar que se llama Santa Rosa. Ahí la Guardia los rodea. Venían
varios, capturan a Marcio Jaen, y caen dos peleando contra los guardias, uno de
El Viejo de apellido Ríos 2, y mi sobrino. Mauricio cayó en 1978 en El Tablón,
cruzando la frontera con Honduras, en una emboscada en la mera guardarraya,
y también capturan nuevamente a Doris Tijerino.

Mónica: Vamos a conversar con este compañero de pelo canoso y ojos


pícaros, Gregorio Olivas. Cuéntenos sobre su participación.

Gregorio: Tengo amargas experiencias desde muy joven, porque con el


somocismo, mi papá fue destruido. Era terrateniente con una hacienda en
El Porvenir, cerca de donde vivía “Bacho”, Bonifacio Montoya. Su casa fue
destruida. Él tenía su tierrita, pero como era conservador, quedamos como
estoy aquí.

Lo que hice fue emigrar, mi vida fue andar de un lado a otro. Estuve en la
costa norte de Honduras, pero también tuve que salir de ahí porque creo
que fue en el año 1937 que hubo una revuelta. Estaba de Presidente
Tiburcio Carías Andino3. Fue algo contra la gente costeña. Eso fue amargo,
porque ahí vi que la vida no valía nada. Entonces decían que iba a haber
una guerra contra los nicaragüenses de afuera y de adentro. Lo que querían
era que nos saliéramos. Entonces, lo que hice fue quedarme más cerca de
la frontera norte y después me crucé a Guatemala para no perder la vida;
llegué a Puerto Barrios, y de ahí me trasladé a Costa Rica.

Mónica: ¿En qué trabajabas en esos lugares?

Gregorio: En las bananeras. Trabajé en la United Fruit Company. Estuve en


El Limón y después en el pacífico sur, siempre en la United. Estuve en
Panamá, y hasta en Colombia trabajé; pero donde más me gustó fue en
Costa Rica, porque ahí conocí la democracia.

4
Manuel: ¡La democracia entre comillas! (Manuel se ríe).

Mónica: Manuelito se ríe, parece que no le cree. ¿Por qué te reís,


Manuelito, no creés en la democracia tica?

Gregorio: No, ahí sí era la verdadera democracia, y espere, ya va a creer


después de lo que le voy a contar. En ese tiempo, en Costa Rica no había un
ejército; el gobierno usaba camisas así como nosotros, visitaba las
bananeras. Aunque ese gobierno no era socialista, estaba apoyando las
ideas de Manuel Mora Valverde 4, quien trabajaba en la Corte Suprema de
Justicia con ideas rusas, progresistas, con ideas socialistas, porque él tenía
un partido que se llamaba Vanguardia Popular. Tenían diputados en el
Congreso como Carlos Luis Fallas5, quien recogía a la gente del
campamento de la United Fruit Company, porque esta bananera tenía como
un millón de trabajadores en toda la Costa Atlántica.

Como mi familia fue afectada directamente, quedamos pelados, y yo no


hallaba qué hacer; era acérrimo anti-somocista, estaba dispuesto a
vincularme con quien fuera para hacerle la guerra a Somoza, con el partido
que fuera. Pero ahí vi cómo Manuel Mora Valverde defendía a la clase
proletaria, vi el fruto del socialismo. Ahí teníamos todas las prestaciones
sociales como preaviso, vacaciones y treceavo mes. Al yanqui, a la
compañía, no le gustaba eso, pero el trabajador tenía fortaleza, un
mandador no lo podía correr porque decía ese diputado, Carlos Luis Fallas: –
Hay que correr a cualquier mandador, aunque sea gringo.

Ése era un hombre valeroso y apoyaba a los trabajadores; por eso digo que
había una gran democracia. El gobierno llegaba a vernos al campamento y a
las bananeras, sin resguardo. Yo conocí la casa presidencial de Costa Rica,
estuve ahí cuando gobernaba aquel Presidente que después nos jugó sucio,
Teodoro Picado6, que era compadre de Somoza.

Entonces estaba un general, Alfredo Noguera Gómez y me decían, vamos a


hacer Nicaragua igual a Costa Rica. Y entonces me apunté ahí, porque decían,
vamos a sacar a Somoza, y vamos a elegir un gobierno democrático. Yo le
decía que no traía partido. Vamos a ir al asalto y a la montaña, decían ellos.

Pero Somoza estaba agarrando la información, porque quería matar a Alfredo


Noguera Gómez y a Chacón. Entonces el Presidente Teodoro Picado les dio
hasta armas, les dio apoyo de frontera, y entonces a Noguera Gómez se confió.
Y en esa revolución ya veníamos armados hacia la frontera, pero Teodoro
Picado le avisó a Somoza. ¡Por eso digo que nos jugó sucio!

Somoza nos esperó adentro de Costa Rica. Nosotros estábamos


completamente descuidados y nos dice Alfredo Noguera Gómez: –Bañémonos
aquí, en un río bastante fronteras adentro. ¿Y qué? Ya estaba la Guardia

5
tendida y nos agarró desnudos, y así murió Alfredo Noguera Gómez, con una
ametralladora en la mano. Entonces salimos en desbandada. Volví otra vez a
las bananeras7.

Después pasó también que el gringo quiso quitar ese gobierno y poner otro
sistema, que era el de Figueres, que después fue del Partido de Liberación
Nacional, un partido más a la derecha; porque era un partido algo
izquierdista ése que había ahí en la presidencia entonces.

Figueres metió guerra porque ya existía la Legión del Caribe, que tenía su
cuartel general en Guatemala, donde estaba de Presidente José Arévalo. La
Legión se había propuesto quitar a todos los dictadores de este continente:
Somoza, Trujillo, Gómez, de Venezuela, Batista de Cuba, Haití y todos esos. La
Legión tenía armamento y gente y generales de todo el continente.

Julio López Masegossa era administrador de guerra y fue a comprar aviones


bombarderos, pero la primera entrada que se hizo fue a la República
Dominicana, contra los Trujillo. Primero trataron de organizarlo en Cayo
Confites y luego por el puerto de Luperón.

Le metieron dieciocho lanchas, era una guerra abierta con doce aviones
bombarderos, pero fracasó. Trujillo hundió las lanchas. Perdió la Legión del
Caribe, y se dirigió a Guatemala. Trujillo les dijo: –Si sus aviones tiran una
bomba en territorio dominicano, quemo la capital, porque tengo elementos
suficientes para hacerlo. Entonces hasta ahí llegó 8. Entonces empezó la OEA, y
buscaron de otro modo.

Mónica: Entonces, ¿usted participó en la Legión del Caribe?

Gregorio: Sí, yo era enemigo acérrimo de todas estas dictaduras, porque era
pobre y trabajador, y quería llegar a General; y nunca lo tuve ni lo voy a tener,
pero me di gusto porque tenía valor para hacerlo. Participé en varias
operaciones y me di cuenta de todo.

Después de algunos fracasos, buscaron de otro modo: era matar a los


gobiernos. Mataron a Remón, el de Panamá 9, tirado; mataron a Trujillo, también
lo balearon; y a Somoza, también se le llegó, pero yo ya estaba aquí en
Nicaragua. Ésa era la política que llevaban para quitar a las dictaduras, porque
una guerra de guerrillas ya no se podía desarrollar porque estos hombres –los
dictadores– estaban bien armados y vinculados.

Mónica: Lo que pasa es que en ese entonces, la táctica se basaba en armar


grupos desde afuera de la frontera y provocar invasiones armadas, que
supuestamente iban a contar con el alzamiento de algunas unidades del
Ejército –porque a veces había militares involucrados– o esperaban el
levantamiento de las masas. El problema es que a pesar del odio del pueblo a

6
los dictadores, esos levantamientos casi nunca se producen de manera
espontánea, había que organizarlos, cuestión que aún no estaba en sus
mentes.

Gregorio: Somoza quebraba todas las acciones que se levantaban.

Mónica: La mayor parte de estos movimientos eran de la misma oligarquía,


nada más que eran los opositores; en nuestro caso, los conservadores. Es la
diferencia con el movimiento sandinista, que hace otros planteamientos e
incorpora la participación organizada y consciente del pueblo, como parte
sustancial de la estrategia.

Gregorio: A mí siempre me ha gustado la Revolución. Cuando Fidel Castro


estaba en Sierra Maestra, me acuerdo que miraba las fotografías, y decía
yo, tal vez llego a eso, porque tenía mi corazón como comunista
directamente. Entonces miraba en La Prensa, que era la opositora, aquí con
Pedro Joaquín, una vez que salió Fidel retratado con un fusil 30-06. Estaba
serio el hombre. Entonces yo decía, quién sabe si yo llego a esto. Decía
Fidel: –Los guerrilleros tenemos las carreteras de frente y a la espalda el
mar. Entonces decía yo: –Chocho, los van a exterminar, está fregado esto.
Pero luego decía Fidel: –Para que nos saquen de la Sierra Maestra, Batista
tiene que decidirse a tener de cuatro, a cinco mil bajas. Y yo decía: –Esto no
es jugando. Luego fue creciendo y a Batista le dio vuelta, bueno, entró Fidel
a La Habana, y yo pensaba, ahí tenemos un apoyo.

Mónica: ¿Entonces usted siempre vivía esperanzado y al pie del cañón?

Gregorio: Sí, esperanzado y al pie del cañón, entonces yo decía, cualquier


día de éstos. Y efectivamente empezaron a pasar los Comandantes para
México y seguramente iban a Cuba. Entonces Joaquín Ponce contrató a
Pastor Montoya. Yo tenía mi casita en Totogalpa, pero vivía interesado en
saber de cualquier revuelta para ver de qué manera participaba; y entonces
llamaron a Pastor, porque él conocía bien la frontera por Mata de Plátano,
por Aguas Calientes, donde vivía don Bacho.

Mónica: ¿Y de qué vivía usted en Totogalpa?

Gregorio: Vivía amargamente, en penurias, y ultimadamente me fui a


trabajar a la Yodeco10, en el aserradero, trabajaba en el cepillo. En una de
esas pasaba Pastor Montoya para Honduras, y me dice: – ¿Vamos a Mata de
Plátano? Sí, hombre –le digo yo. Pastor tenía sueldo y le pagaban, pero yo
iba por política, aunque no tenía reales. Pasamos por donde don Bacho y de
ahí nos fuimos hasta llegar a Mata de Plátano, donde nos entrevistamos con
Heriberto Rodríguez. Venía también Moncho Raudales, el hijo de Ramón.

7
Mónica: Entonces usted tuvo una vinculación con la guerrilla de Río Coco y
ayudó a los guerrilleros. ¿Conoció a Santos López?

Gregorio: Sí, llevé gente a esa guerrilla de El Patuca, que tenía al frente a
Santos López. De aquí llevamos mucha gente. Ahí estaba Tomás. Pero en
esa guerrilla fracasaron.

Mónica: Como decía Manuelito, algunos de los que participaron en esa


guerrilla pasaron refrescándose por Las Segovias, y hubo quienes incluso
dejaron armas enterradas allá por Wiwilí. “Eulalio”, el guerrillero histórico de
Pancasán, explicaba que las fueron a desenterrar y se las llevaron
supuestamente para la guerrilla de Pancasán, pero ya estaban hechas
añicos, todas sarrosas.

Manuel: Después de Pancasán, nosotros sacamos gente para otro intento


guerrillero, uno que fue un poco posterior a Zinica. En Cacaulí, comarca de
Somoto, teníamos como colaborador a Pastor Mendoza y a una tía mía que
se llamaba Elena Maldonado. Ahí en la casa de mi tía, se planeó esa
guerrilla. Yo llegué a esa casa y estaban varios guerrilleros ahí, recuerdo a
Germán Pomares, quien me enseñó un rifle Garand. Y me dice: –Mirá,
compañero, ahora sí ganamos la guerra.

Nosotros movimos a varios de los guerrilleros de nuestro departamento, a


Miguel Zeledón, uno de los zapateros de Somoto, y a Rudy Selva. También a
un compañero que le decían “Corinto”, nos tocó trasladarlo por San Juan de
Río Coco; él iba a la montaña.

Ese intento guerrillero fue detectado, no sabemos cómo, pero primero cayó
Efrén Ortega “El Callado”, en Jinotega, quien estaba vinculado a este
esfuerzo. También estaba en esa casa un compañero de Somoto. Luego la
Guardia montó un cerco sobre la guerrilla, algunos decían que hasta habían
bombardeado, pero no sé si fue cierto. Cuando nos damos cuenta,
mandamos un enlace a San Juan de Río Coco a que buscara cómo sacar a
toda la gente que habíamos metido.
Miguel Zeledón sacó a los de Somoto porque él conocía el territorio. Cuando
se dan los combates, él se perdió, pero tres pudieron romper el cordón que
tenía la Guardia por Wiwilí. Todo estaba lleno de guardias. De los tres que
sacamos, uno era de León, pero no supimos su nombre. Otra gente se
perdió y desapareció, nunca más supimos de ellos.

Gregorio: Continuando con lo que hablábamos de la guerrilla de El Patuca,


el jefe que venía representando al Frente Sandinista era Noel Guerrero, al
que le decían “Teodorico”, ése era el que recibía la plata. Y los traicionó, se
fue a México. El correo que pasaba por la casa de nosotros era Marvin
Guerrero Robleto “Felipe”; ése iba a Tegucigalpa, pasaba por Corinto,
Matagalpa y llegaba hasta El Patuca, por aquí. Después pasó Carlos

8
Fonseca, quien estuvo ahí en mi casa, y lo pasamos a Managua; él venía a
recibir la Dirección, y cayó preso. Luego cayó “Felipe” 11 en Chinandega.
Entonces se cortó el hilo que nosotros tuvimos de don Bacho a Mata de
Plátano.

Mónica: Carlos tenía diferencias con Noel Guerrero y por eso no pudo
participar en las incursiones de El Patuca al Río Coco, Bocay y Raití. Carlos
sale después, y entra de nuevo a Nicaragua para asumir la responsabilidad
de la resistencia urbana.

Queremos hablar un poquito de Bonifacio, ¿lo conoció usted?

Gregorio: Yo conocí perfectamente a Bacho. Nosotros llegábamos a la casa


de él. Omar Cabezas estuvo en el año 1975 y usted también estuvo en
Totogalpa, le decíamos “Ruth”. Yo los conozco a todos ustedes.

Mónica: Si. “Ruth” fue mi seudónimo en Nueva Segovia. Don Bonifacio


Montoya fue uno de los primeros baqueanos del FSLN. A su ranchito llegaba
Carlos Fonseca. Su esposa fue también una colaboradora muy valiente.
¿Cómo se llamaba, Gregorio?

Gregorio: Juana María.

Mónica: Don Bacho estuvo vinculado a la lucha de Sandino, y en los años


setenta llegó a buscarlo Cesar Augusto Salinas Pinell, el profesor de quien
hablaba Manuelito.

Después que lo vuelven a contactar, don Bacho estuvo en tareas de apoyo


a la escuela de El Copetudo; cuando la Guardia monta el cerco a esa
escuela, recibió a muchos de los muchachos que venían huyendo de ahí, y
organizó su salida hacia otros lugares. Omar Cabezas relata todo este
trabajo que fue vital para el FSLN. Bacho fue fundamental para evacuar
poco a poco a toda esa gente, en grupos pequeños que llevaba a la
Carretera Panamericana, y ahí los despachaba para Honduras.

A don Bonifacio lo matan por culpa de un tipo que desertó y fue capturado,
echando para delante a don Bacho. La Guardia llegó en la mañanita a la
casa de don Bonifacio, de forma violenta, insultando. Su esposa estaba
hirviendo agua para hacer café negro. Cuando el Teniente GN le dijo: –Vieja,
hija de tal, sálgase para afuera; la viejita le contestó: –Salga usted,
miserable. Y agarró la jarra de agua caliente y se la aventó, quemándole el
pecho y el cuerpo. Los amarraron a un árbol y ahí los golpearon y torturaron
a los dos viejitos. Les quemaron el rancho y todos sus enseres, y finalmente
los asesinaron a golpes, a don Bacho, a su esposa Juana María, y a…

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Gregorio: Y también a Sebastián, el hijo de ellos.

Mónica: Sobrevivió un pequeño hijo de Sebastián que tenía tres meses, y a


quien invitamos para que viniera el día de hoy, pero no pudo hacerse
presente. No queremos dejar de hacer un reconocimiento especial a esta
ejemplar familia, a Juana María y don Bonifacio, y a su hijo Sebastián.
Habiendo sido colaborador de Sandino, don Bacho logra contactarse con
gente de El Patuca, después trabaja con Carlos Fonseca y José Benito
Escobar, apoyó los esfuerzos guerrilleros posteriores, vuelve a trabajar con
los compañeros en 1974 y 1975, y muere asesinado en 1976.

Yo sé que don Gregorio podría pasar horas hablando de todo ese período.
Manuel nos comentaba que hubo gente de Somoto que estuvo vinculada a
las diferentes guerrillas. Queremos que Gregorio haga referencia a su
participación en los años setenta. ¿Cómo se vuelve a poner en contacto?

Gregorio: Como habíamos perdido el hilo de la comunicación y estábamos


en paz, viene Carlos Manuel Morales, quien era el responsable de Ocotal, y
me comuniqué con él y todos los que estaban con él, la Chayo Antúnez y
otros.

Como yo tenía algunos contactos en la empresa maderera Yodeco, porque


trabajaba ahí, hice un contacto en Dipilto con uno de apellido Belli 12, y
empezamos a realizar el trabajo. Digo comenzamos, porque creía que el
Frente se había perdido, porque no había habido acción, y ahora ahí se
miraba más gente. Porque antes de eso, sólo era uno, y no teníamos
esperanza en que podíamos derrocar al gobierno. Después la gente se fue
agrupando y se fue armando la escuela de El Copetudo. En Ocotal estaban
Guillermo Cáceres Bank y Jesús Olivas. Ya había gente y había
entrenamientos.

Entonces me dice Carlos Manuel: – ¿Podés tener a un hombre en la casa


todo el tiempo? Sí –le digo. Ése era el Responsable, que se llamaba Leonor
Linarte. No me acuerdo cuál era su seudónimo. Él estuvo trabajando hacia
El Copetudo13, y de ahí viajaba. Después se cambió y tuvimos en la casa a
otro que se llamaba Rolando, que también trabajaba para El Copetudo.

El trabajo iba bien, pero en 1975 cae la primera célula, y echan preso a los
Alfaro y otros. Hombré, pero todos los que trabajaban con nosotros, por
ejemplo, don Guillermo Cáceres Bank, no dijeron nada en la cárcel, y
entonces nos orientaron que había que seguir trabajando.

Mónica: Cayeron prisioneras como unas trescientas personas y varios


fueron asesinadas. Hemos analizado que después del asalto a la casa de
Chema Castillo, hubo mucho entusiasmo de algunos en organizarse, pero el
crecimiento rápido no permitió que se profundizara en las medidas de

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seguridad. No había mucha compartimentación. Algunos presos terminaron
mencionando nombres y se hizo una cadena interminable de detenidos,
algunos de los cuales fueron asesinados en la cárcel.

Gregorio: Sí, fue cuando Eliseo Guillén los mató en Ocotal. Después de eso
quedaba “Abel”, pero él sólo asomaba las orejas, pues ni modo, seguíamos
trabajando14.

Un día llega “Abel” y me dice: – ¿Podés pasarme un hombre? Claro, que sí.
Yo lo esperé en el beneficio, a las siete de la noche; cuando llega, dice la
consigna: – ¿Es verde esa hoja o es blanca? Y ¿quién era? Bayardo Arce a
las siete de la noche. Lo llevé para mi casa. Le había quitado un rifle Garand
a un Guardia, y entonces ya lo pasé por el monte.

Mónica: Ese pasaje es interesante porque Bayardo iba tratando de salir de


Ocotal con Carlos Manuel Antúnez, quien iba a pasar a la clandestinidad.
Iban en el jeep de un colaborador. Era alguien que acabábamos de reclutar
y tenía un jeep viejito. Al llegar al puente de Ocotal, había un retén de la
Guardia que los detuvo y los obligó a bajarse para revisar el vehículo,
porque había un registro feroz por todos lados; pero el muchacho se puso
nervioso y comenzó a correr.

Ellos iban a pasar el retén sin problemas, pero cuando la Guardia mira que
el otro se corre, entonces quiere capturar a Bayardo, pero éste, en un gesto
osado, le arrebató el rifle Garand y salió en carrera, se tiró a un crique,
rodando varios metros. Estuvo ahí escondido, la Guardia lo buscó, pero no
lo encontró, porque además estaban temerosos, sabiendo que él portaba el
Garand. Antes del amanecer, Bayardo salió y llegó a la casa donde
estábamos, de don Toño Marín y doña Eva Sofía Olivas, quien era un
colaborador muy querido. Bayardo llegó inflamado por los golpes de la
caída. El Garand lo dejó metido en un monte, donde después lo fueron a
recuperar. Bayardo estuvo unos días ahí y después llegó donde usted.

Gregorio: Sí, él pasó ahí y desde entonces ya no lo volví a ver. Y luego cae
la segunda célula, cae Alejandro, Lencho, Bautista, que era la casa que
teníamos en Santo Domingo. Entonces Alejandro me menciona, y me
buscan, pero no me dejo agarrar en ese momento, me vine a Managua a
ver si agarraba algún conecte para Masaya; pero al venir aquí no había
nada, no hallaba para dónde agarrar. Entonces me fui otra vez a la casa, y
de ahí a Jalapa. Allá me estuve un mes, pero me enfermé; entonces me vine
y dije, que me agarren. La Guardia ya tenía la lista para buscarme.
Llegando ahí, me dice mi mujer: –Mejor ándate. ¿Para dónde? –le digo yo.
Pero ahí nomás me capturaron y me despacharon para Somoto.

Mónica: ¿Qué le hicieron?

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Gregorio: Ya estaba en manos de la Oficina de la Seguridad Nacional. La
Guardia sólo me preguntaba qué había hecho, hasta que llegó el informe.
Me metieron a una cárcel grande donde estaban los reos comunes, y dije,
yo aquí voy a estar bien, porque había camarotes, pero es que ellos aún no
habían visto la remisión. Me preguntaban los reos: – ¿A cuántos has
matado? No sé, no sé –les decía yo. ¿Ya se te olvidó? ¡Sí, hombre! Estaba en
eso, cuando miran la remisión. Entonces ¡pra, pra, para! ¡Pasá para allá,
caminá para allá!, y me meten a una cárcel donde sólo de pie podía estar.
Pasaba un guardita y me decía: –Hombre, y a vos ¿por qué te tienen? –Por
cosas políticas. –Decí la verdad, y ya vas a salir. –Sí, sí, hombre, ya voy a
decir la verdad, ya voy a salir. Eso era día y noche. La Seguridad no había
entrado todavía, andaba quién sabe dónde.

Pasaron tres días y, hombré ¡yo ya no aguantaba! Resulta que me quedé


medio dormido y ni los zapatos me saqué. Entonces entran los de la
Seguridad a las doce de la noche y comienzan pra, pra, pra, ¡te vamos a
matar, hijueputa! ¡Salí, hijueputa, de ahí! Y la sangre se me hacía así, viera
eso, qué doloroso, no quisiera recordarlo. Y yo no decía nada. – ¡Quisiera
matarte, hijueputa, decí lo que sabés! Esperate –le digo. –Esperate qué,
hijueputa.

Era media noche, ya estaba desnudo, porque me quitaron la camisa y me


llevaron a un torreón que estaba ahí, pero yo iba vendado, desnudo. –
¡Caminá, hijueputa!, y el jodido de la Seguridad se paraba encima de mí y
me dejó señas, eso no se me borra. Entonces me dice: – ¡Te voy a
masacrar! Entonces le digo: –Hombré, si estoy en tus manos, si sos justo,
hacé justicia.

Entonces me vas a decir todo –me dijo. Toda la vida –le digo yo. –Entonces,
¿vas a decir la verdad? –Toda la verdad te puedo decir, lo que sea verdad lo
voy a decir. –No permitás que te masacre. –Vos sabés que estoy en tus
manos. Y en vez de darme nervios, me dio cólera. Hombré –me dice, ¿vos
tuviste a un hombre en tu casa? Esto me lo pregunta porque ya eso se lo
había dicho Alejandro. Sí –le digo, sí lo tuve. –Y ¿quién te lo trajo? –Hombré,
él sólo vino, y se le dio alojo; él pidió posada y se la dimos, porque, como
dice la Biblia “dad posada al peregrino y dad de comer al hambriento”, eso
es, así como pudieras llegar vos o quien sea, dimos posada.

Entonces el jodido se va bajando y me dice: – ¿Y qué clase de hombre es? –


Es un hombre chaparro. – ¿Y andaba armado ese hombre? –Yo no sé. –Debe
de haber andado armado. –Él andaba un bulto, pero, ¿qué lo iba a registrar?
– ¿Y para dónde agarró ese hombre? –Se fue por la carretera. Entonces me
dice: – ¿Cuándo vuelve ese hombre? –Dentro de nueve días. – ¿Por qué no
informaste? –Sólo era un hombre, ¿yo qué voy a saber si ese hombre era un
peligro para un ejército como ustedes?

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Estuve poco tiempo preso; pero si me hubieran condenado, tal vez no salgo,
porque las condiciones eran difíciles, pero yo me supe salvar.

Mónica: A ver, Manuelito, ¿dónde estabas en ese tiempo?

Manuel: En el año 1975, estaba en Somoto trabajando para la escuela


guerrillera de El Copetudo, ya que había que buscar cómo trasladar gente.
Habíamos pasado gente de Cusmapa y de Pueblo Nuevo. Buscábamos
apoyo logístico. La represión corta toda comunicación, tanto con la
Dirección, como con los otros contactos.

Mis hermanos Francisco y Constantino estaban en el entrenamiento. A uno,


Constantino, lo degüellan como ya conté, y Francisco estaba preso. Me di
cuenta hasta los tres meses. Creíamos que los dos habían desaparecido. A
los tres meses, llamó un contacto y me dijo que mi hermano estaba en la
cárcel Modelo; lo visité y me contó cómo había sido todo. Para esa fecha, él
tampoco sabía que a mi hermano lo habían matado.

Había una esperanza para nosotros, pensábamos que tal vez había cogido
para Honduras, pero luego nos dimos cuenta por una compañera, que lo
habían matado. Ella lo conocía muy bien, también estuvo presa, y vio
cuando un guardia lo llevaba muerto en una carretilla. Mi hermano andaba
con un suéter negro, miró que era él. Tu hermano murió –me dice, yo miré
cuando lo sacaron en la madrugada. Entonces le avisé a Chico en la cárcel:
–Mirá, a Tino lo mataron.

Recuerdo cuando Carlos Fonseca nos decía: –Miren, Somoza es la joya más
preciosa que tenemos. Se estaba hablando de que había que ajusticiar a
Somoza, y Carlos dice: –Esa es la joya más preciosa que tenemos porque
encierra todas las contradicciones.

Mónica: O sea que era quien permitía cohesionarnos.

Manuel: Correcto, esa represión sirvió para fortalecernos y buscar nuevos


métodos de trabajo y, desde ese momento, considero que el Frente
Sandinista dio un salto cualitativo. Yo había estado cinco días por el lado de
El Viejo, antes que cayeran Jonathán González y Juan José Quezada, antes
de 1973. Para entonces ya habíamos superado un montón de debilidades.
Por ejemplo, a veces agarraban a los compañeros, algunos hablaban, y la
Guardia hacía grandes listados de gente. Para esa época ya eso se había
superado. De 1975 para acá, se superó otro montón de cosas, es decir, que
eso sirvió para que nosotros pudiéramos avanzar.

A pesar de la represión, avanzamos más hacia el norte, buscamos nueva


gente, nuevos métodos de trabajo. Recuerdo que desde ese momento, a mi

13
familia nos pusieron frente a mi casa a dos guardias que dormían ahí cerca.
Sin embargo, pudimos meter gente, aunque estaba la Guardia enfrente.
Nosotros metíamos gente clandestina, delante del guardia, mujeres y
varones; como era una zapatería, se disimulaba eso. Entonces ampliamos
las redes desde Tegucigalpa, Choluteca y San Marcos; desde Cusmapa
hasta Jalapa, redes bien organizadas, lo que permitió movernos mejor.

Mónica: Sí, eso fue fundamental para cuando se inicia la etapa


insurreccional. Porque yo recuerdo que después de esa represión, pasamos
un tiempo sin que los Jefes clandestinos hiciéramos contacto. Iniciamos con
Condega a contactar a la gente a través de Santiago Baldovinos, quien
tenía como seudónimo “Pire”, y después abrimos Pueblo Nuevo; pasamos
luego a Madriz y volvimos a contactar a Manuelito, y después de nuevo a
Ocotal; es decir, toda la red empezando con la gente que se había portado
más firme, que no había hablado en la cárcel, porque era tan masiva la
represión, que unos hablaron en la cárcel.

Gregorio: Hablaron más de la cuenta, mucho más de la cuenta. Yo quería


terminar mi relato. En la cárcel me fichan y me fotografían. Me agregan a
aquellos enormes libros de fotos donde estaban todos, ahí estaba usted
también, porque me preguntaron: – ¿Conoces a ésta? Y yo les dije: –No, no
la conozco. ¿Y éste?, insistía. –No, yo no los conozco; no conozco a nadie de
éstos. Pero ahí quedé fichado. Salí y me mandaron aquí a Managua, a la
Corte, a declarar.

Mónica: Es que eran unos grandes juicios donde los indiciados entraban en
filas, en ristra. Los llevaban a los tribunales en bus, de tantos que eran.

Gregorio: Sí, es verdad, ahí veníamos cuatro, el mandador de Samarkanda


y otros dos de ahí de San Juan de Somoto. Veníamos enchachados,
mancuernas de dos en dos; yo venía con el mandador; ése venía
arrepentido y decía: –A lo que me metí. Fui el primero en declarar,
repitiendo lo que dije allá. –Diga la verdad, todo lo que sabe. Repetí lo que
dije allá. Entonces me dijeron: –La Corte los va a liberar. ¡Ah, bueno! –les
dije. A otros también les dijeron lo mismo; a tres nos liberaron, pero no a un
compañero de apellido Monzón.

Monzón va a la cárcel Modelo porque era Juez de Mesta y colaborador. Ahí


afuera nos dijeron: –Les vamos a dar su carta de libertad. Pero después
pensaron que mejor no, y nos dijeron: –Váyanse y digan que la Corte los
liberó. –Bueno, está bien. – ¿Tienen los pasajes? No, no tenemos –
respondimos nosotros. Aquél estaba que quería correrse, y le dije: –
Espérese, hombre.

Nos dieron cincuenta y dos córdobas, nos despacharon y nos venimos a la


COTRÁN15. Ahí nos tomamos una cerveza y nos fuimos a Estelí, de donde

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ellos agarraron para San Juan y yo para Totogalpa. Al llegar a Totogalpa, la
gente admirada, decía: –Ve, éste ya está aquí, y los tontos allá, y teniendo
lo mismo, ¡miren, ya salió! Pero eso no era un elogio, más bien me echaba
tierra, porque decían que yo tenía la misma culpa.

Yo quedo ahí fregado, jalando leña, porque estaba arruinado, no tenía nada,
ni un peso; pero como estaban reorganizándose luego en El Paraíso,
Honduras, entonces vino un correo. Como sabían que yo había salido de la
cárcel, me dicen: –Mañana lo espero en la COTRÁN de San Marcos, a las
once de la mañana. Sí –le dije yo, entonces, yo dije para mis adentros, ¡no
jodás! Bueno, no le hice caso, no fui.

A los seis días vino otro correo y me dice: –Mire, a las once lo esperan en la
COTRÁN, ahí va a estar un hombre esperándolo. Sí hombre, bueno, como no
–le dije yo. Tampoco fui, estaba jodido. A los pocos días, vino otro y me dice:
–Lo esperan en El Paraíso urgentemente a las once de la mañana, lo va a
estar esperando un hombre. Y me entregó veinte lempiras. Yo preguntaba,
¿quiénes serán? No les quería decir lo que necesitaba, pero ya con veinte
lempiras yo me traslado. Okey –les digo, como no.

Mónica: O sea que lo mandaban a llamar a Honduras, no le mandaron ni


cinco bollos y usted estaba palmado y por eso usted no podía asistir.

Gregorio: Y mire, ¿cómo sabían que había salido de la cárcel? Vea qué
clase de contactos tenían, eso es lo que yo no entendía. Bueno, pues jalo,
pero le digo a aquél: –Mejor dame un mapa una dirección a donde pueda
llegar. Yo pensaba, ¡qué voy a llegar a las once de la mañana, quién sabe
cómo va a estar el camino! Me entregó el mapa y me lo eché a la bolsa.

Mónica: ¿Cuántos años tenía entonces?

Gregorio: Unos sesenta. Así salgo de mañana para Ocotal, ahí tomo un bus
para Las Manos, ahí me bajo, y agarro la montaña por La Picona 16 hasta
salir a la otra carretera. Ahí espero el bus que me lleva a San Marcos. Era
como la una de la tarde. Pasó el bus, y me llevó hasta El Paraíso, llego a la
COTRÁN, me apeo y no había nadie.

Sí, no había nadie. Me comí un sorbete, disimulando, y dije yo, aquí me van
agarrar, porque como era desconocido; me van a echar preso, jueputa,
decía yo. Mejor me voy. Entonces agarré el mapa y me fui. Observando, vi
una casa de bloques: Ésta es, dije yo, pero estaba cerrada. Entonces voy a
tocar, voy a pedir agua, es que ésta es la casa. Toqué y salió Pastor
Montoya, quien era el que me estaba esperando, y me dice: – ¡Mire qué
clase de hombre!, allá lo estuve esperando. – ¿Qué acaso yo tenía un
helicóptero para venir? Ya no le dije nada.

15
Después tomamos un bus a Danlí, ahí era donde estaban todos. Ahí estaban
Pomares, Víctor Tirado y Joaquín Cuadra y toda la dirigencia. ¿No vendría
usted ahí? Era el Frente Norte. Ahí estaba Heriberto Rodríguez y me fui para
donde estaba Pomares; y Víctor Tirado me dice: –Su trabajo va a ser traer
información de allá, traer gente, porque tenemos un entrenamiento en La
Lodosa. Entonces ése era mi trabajo, de informar, y siempre pasaba por
esos lugares. Así sacaba a la gente para el Frente Norte, que es ahí donde
estaba “El Zorro”, en el campamento de La Lodosa.

Pasé la primera vez y dije yo, a quién le digo. Tenía que decirles a los que
habían trabajado en el año 1975, decirle a la gente que yo podía hablarle;
porque pueden decirme que sí, y se pueden ir como infiltrados, y van a
acabarnos con todo esto, que tanto cuesta, como dijo Pomares.

Yo me emocionaba con las armas que vi. Si hubiéramos tenido estas


armitas, no nos hubieran derrotado; entonces yo conquistaba a los que
habían salido de la cárcel para que se fueran a agarrar su arma.

Mónica: Las jornadas insurreccionales tienen conexión con todo lo que


hicieron luchadores como usted, Gregorio, y como Manuelito, ambos de
larga y combativa trayectoria. Todo esto es un proceso, un acumulado. Por
ejemplo, en la represión del año setenta y cinco, nosotros sacamos a
Carlitos Jarquín, que era uno de los chavalos estudiantes de las células, lo
pasamos a la clandestinidad. Cuando se dan los ataques en el norte y se
forma el Frente Norte, Carlos Jarquín era uno de los que conocía Ocotal.
Otro fue Heriberto Rodríguez. Ellos contactan a la gente de Ocotal que
había colaborado, algunos desde tiempos de Sandino. Carlos Jarquín se
convirtió en un jefe guerrillero del Frente Occidental y cayó después en la
masacre de Veracruz, León.

Gregorio: Yo conquisté a Leonardo Matute.

Mónica: Ahí está otro ejemplo. Durante la represión del año 1975,
Leonardo se quedó en Ocotal. Toda su familia era sandinista. Nosotros
llegábamos y dormíamos ahí, su papá era armero y, como tal, su casa vivía
llena de guardias por las armas que llegaban a reparar. Muchas veces
estuvimos en un pequeño cuartito, piso de tierra, y varios guardias ahí. Les
escuchábamos las voces.

Y aquí un paréntesis: me contaron que don Joaquín está muy mal de salud,
está muy viejito y ya tiene como cincuenta años de trabajar como armero; y
no lo van a creer, pues, con esa experiencia, se le fue un tiro desarmando
una pistola, y se hirió. Su hijo Leonardo Matute era de los mejores cuadritos
que nosotros teníamos; trabajaba en el movimiento cristiano de Ocotal, y es
de la gente que se quedó después que todos los clandestinos salimos,

16
debido al desmantelamiento de las estructuras. Salió a Honduras y de allá
lo mandan de nuevo clandestino para reabrir el trabajo y lo captura la
Guardia; lo asesinaron de una manera atroz.

Gregorio: Lo arrastraron para que los otros tuvieran miedo.

Mónica: Sí, lo amarraron a un jeep, lo arrastraron por toda la calle, y murió


arrastrado en las calles, completamente despellejado, supuestamente como
una lección para todos los demás.

Era un chavalo lindísimo, de aquéllos que recuerdo como si los estuviera


viendo hoy: sus ojos verdes en un rostro moreno, su mística, su pureza, su
convicción, su ejemplo que nos grita todos los días. En Ocotal lo querían
muchísimo.

Gregorio: ¡Ay, hombre! Yo lo llevé por Mata de Plátano, y después pasé al


de Masaya, a Beto. Y le dije a la Rosario Antúnez: –Consígame otro. Me
consiguió a otros y yo los pasé, porque ya no hallaba gente. Y de ahí me
vine al final de la guerra. Ahí me contacto con Marvin Corrales que ¡casi me
lleva!, mire..., porque con él hay una cosa oscura.

Mónica: ¡Nada de cosa oscura! Es una cosa súper clara. En esas redadas
de 1975, Marvin Corrales cayó preso. Le ofrecieron dejarlo libre a cambio de
que se convirtiera en informante. Hombre débil, aceptó; es decir, fue
reclutado por la OSN, por la Seguridad de Somoza. Cuando él sale de la
cárcel, ya está trabajando para una unidad especial que se llama Servicio
Anti-comunista (SAC), que dirigía Enrique Canales. Marvin informaba de
todos nuestros movimientos, en particular de los dirigentes del FSLN. Él
pasó la información que permitió el quiebre en el que caemos presos el
doctor Moisés González y yo, en junio de 1977. En esa ocasión, el objetivo
era matar a Bayardo Arce.

Luego informa que iba a entrar José Benito Escobar, en un viaje en que
finalmente él no entra; pero le caen y capturan y asesinan a Juan de Dios
Muñoz y al ingeniero Raúl González, en agosto de 1977; y luego es
directamente responsable de la muerte de José Benito Escobar el 15 de julio
de 1978, pues él lo señaló, lo entregó para que lo ametrallaran.

Gregorio: Y de la muerte de Cajina también.

Mónica: ¡Claro! Es que Marvin era el chan, cuando entran con Doris
Tijerino. Y ahí sí realmente entró José Benito, quien era el objetivo, pero
logró escapar en el tiroteo. Ahí matan a Mauricio Cajina, en abril de 1977.
La SAC operaba sólo contra la Dirección Nacional.

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Gregorio: Para descabezar.

Mónica: Exactamente, de manera que incluso yo dormí varias veces en su


casa con Socorro Sirias, quien estuvo trabajando un tiempo en Somoto, y no
nos quiebran a nosotras porque ellos andaban buscando a la Dirección
Nacional. Cuando matan a Juan de Dios Muñoz, supuestamente también
venía Daniel Ortega y José Benito Escobar. El SAC pensaba que ahí venían
dos. La emboscada era para ellos.

Gregorio: Pues a mí casi me lleva porque me contacto con Marvin Corrales,


y él me dice: – ¿Cuál es tu trabajo? –Mi trabajo es llevar gente. Entonces,
me dice: –Yo tengo dos campesinos que no te van a dar problema, te los
voy a traer ahí al mercado de los salvadoreños a las ocho. Ahí tenémelos,
que ahí voy a llegar –le digo. Llego a buscarlos y ahí estaba el tal Marvin. –
Ajá, amigo, como está, ¿quiere una gaseosa? Seguramente para estarme
investigando, pero me la bebo toda y entonces me pongo con cara de
pendejo. Yo lo estaba semblanteando y me decía, este jodido puede hacer
una tontera. Él pensaba que yo era baboso y que me podía sacar todo,
entonces para un tonto un vivo.

Entonces, me dice: –Hombré, fijate que no vinieron, porque uno debe


seiscientos pesos y el otro también está enjaranado. Como quien dice, yo
andaba comprando gente. Bueno, pensé, ¿y este jodido? No le dije nada y
entonces me dice: –Hombré, ¿quién es el responsable ahí? Ya está, pensé
de nuevo, ¡qué jodido!

Yo no era que desconfiara, pero en ese momento lo agarré. Fue trabajo de


un ratito. – ¿Quién es el jefe? –Hombré, yo no sé. Entonces me dice: – ¿Ya
viene el penqueo? Entonces le digo: –No, hombre, sólo hay un
entrenamiento. – ¿Y quién es el instructor ahí? –Fijate que yo no sé quién es.

Entonces se me raja y me dice: –Hombré, la verdad es que no puedo poner


gente en manos irresponsables. Así me dijo. ¡Ah sí!, entonces está bien –le
dije. Hombré, si esta babosada ni yo la conozco, si yo no soy nada. Y fue
cuando le pedí a Manuelito que le dijera a Marvin que yo ya no trabajaba.
Pero en el instante detecté que el hombre no servía.

Mónica: Cuando triunfó la Revolución, Bayardo me entregó todas las


pruebas de que Marvin era un agente de la SAC. No tuvieron ni la
creatividad para escoger el seudónimo, que era “Macoi” (Marvin Corrales
Irías). Nosotros ya sospechábamos, y se le había separado de la GPP.
Cuando veo todos los papeles, todos los informes que él pasaba, todas las
pruebas irrefutables, detalles que sólo nosotros conocíamos, de común
acuerdo con algunos mandos, me fui a capturarlo.

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Todavía estaba bajo mi responsabilidad el Batallón Rolando Orozco, en la
Escuela Carlos Agüero. Escogí a un pelotón de compañeros de confianza,
les expliqué la misión y nos fuimos a capturarlo a Somoto en dos vehículos
y una chata de las de la Guardia. Los compañeros me recomendaron no
fusilarlo, porque siendo de la SAC, podía darnos información valiosa sobre
otros infiltrados. Recuerdo a un asesor cubano que me decía: – ¡Coño,
chica, este tipo debe de tener información, no vayas a matarlo, tienes que
traerlo vivo!

Marvin estaba entonces como miembro de la Junta de Gobierno de Somoto.


¡Vean qué experto en el engaño!, y por eso su captura no era sencilla.
Decidí que no le explicaría, sino que me lo traería con ardides, diciéndole
que quería que se encargara de unos equipos de refrigeración, en los que él
era experto. Y así fue. Pero desde que me vio, empalideció, se puso verde,
morado, empezó a sudar. Me pidió ir a su casa a explicarle a su mujer, pero
yo no lo dejé.

Yo sólo le expliqué de qué se trataba, al jefe militar de Somoto, y así me lo


traje. Durante el trayecto, comenzó a tratar de justificarse. Estaba
completamente claro de por qué yo había ido a buscarlo, sin haberle
mencionado aún una sola palabra. Todavía nos detuvimos en Estelí, a almorzar
donde los Barreda, que para mí eran como mis padres. Lo dejé montado en el
vehículo y no pude evitar confiarle a doña Mary: –Ahí llevo capturado al traidor
Marvin, el responsable de la muerte de José Benito. Doña Mary entonces me
dijo que aunque era cristiana, no tenía hígado para darle de comer.

Entre Sébaco y Ciudad Darío, estuve a punto de detener los vehículos y


ordenar su fusilamiento. Yo no le había dicho nada, pero trataba de explicarse,
y eso me daba más rabia. Cuando lo puse en manos de los interrogadores, le
dije: –Estás detenido, por esto y esto y esto; pero lo único que le reclamé
enfáticamente, fue por la muerte de Juan de Dios.

Cuando Marvin conoció a Juan de Dios Muñoz, después que éste perdió su ojo
en un combate en la montaña, me decía que “Juancito” era un santo. Porque
Juan de Dios había dormido en su casa varias veces. Marvin se emborrachaba y
le pegaba a la mujer, y Juan de Dios lo recriminaba. Le decía que un
revolucionario no golpea a su mujer. Lo hacía de tal manera que a Marvin le
daba pena, y algunas veces me dijo: –Juan de Dios es realmente el hombre
nuevo que dice el Che. Entonces yo lo único que le dije fue: – ¿Cómo pudiste
entregar a Juan de Dios?, después de tenerlo en tu casa, de conocerlo, de
saber cómo era. Sos un cerdo, el ser más despreciable que puede haber sobre
la tierra, sólo de verte me dan ganas de vomitar.

Ya no lo vi más. No quise ser parte del proceso, y en los interrogatorios


solamente aceptó el asesinato de José Benito. Lo condenaron a treinta años de
cárcel y salió indultado por gestiones de Monseñor Miguel Obando y Bravo.
Entonces yo pensé que mejor lo hubiéramos fusilado como se merecía.

19
Cambiemos de tema don Gregorio, ¿cómo está viviendo usted ahora, de qué
vive, le dieron tierra, tiene casa?

Gregorio: Yo vivo de la nada. No conseguí tierra ni nada. Por la misma mística


que traía es que no tengo nada; la mística fue la que me fregó, porque tuve la
oportunidad no sólo de agarrar una casa, tal vez más.

Mónica: ¿Está viviendo en Totogalpa, tiene su casita?

Gregorio: Sí, sólo mi familia. Mis hijos no me pueden ayudar porque hay
mucha dificultad, estoy de brazos cruzados.

Durante los primeros años de la Revolución yo estuve de coordinador de la


Alcaldía, pero a mí no me apoyó el Frente Sandinista, y tuve que dejar la
Alcaldía. Tuve una casa que le habían confiscado a la última alcaldesa
somocista. Esa casa me condenó, porque se la devolvieron. Yo creía que los
procuradores eran nuestros, y eran somocistas, y por eso se cagaron en mí. Me
hicieron un trabajo ordinario, me echaron de enemiga a esa mujer, y ahora es
enemiga mía esa mujer.

Mónica: Ustedes que han sido dos hombres ejemplares, don Gregorio un
fornido roble, Manuelito un consecuente dirigente popular, hoy Alcalde de
Somoto, ¿qué mensaje les darían a los jóvenes?

Gregorio: Yo les daría el mensaje de que sigan los ideales de Sandino, porque
no hay otra lucha, pues nuestra lucha es una lucha de clases y es el único
camino; por eso tenemos que luchar por él, no hay otra alternativa para
nosotros los pobres.

Manuel: Hay que seguir dentro del Frente Sandinista, hay que retomar el
programa histórico del Frente Sandinista. Ahí estoy basado. Pase lo que pase
aquí, pleitos que pasen, yo estoy cumpliendo con el programa histórico del
Frente Sandinista, que es el único. Nosotros nos basamos en el programa
histórico, el que apenas comenzamos, pero no lo hemos llevado a cabo.

Mónica: Eso significa que hay que luchar contra este gobierno de manera
cotidiana.

Manuel: Sí, claro, contundente la lucha y no como lo estamos haciendo


ahorita. A la gente no le gusta ese acercamiento con este gobierno, porque nos
volvemos cómplices de sus acciones. Sí, y este gobierno ha traído más millones
de dólares que cualquier otro gobierno, y ha sido repartido entre poca gente, y
nuestra gente está sufriendo, está padeciendo.

Entonces, a veces la Dirección debe reflexionar en ese sentido, porque han


venido haciendo diálogos, se han sentado en las mesas de negociación. He
estado participando en todas esas tomas que hizo el Frente Sandinista después
de la derrota electoral, donde se sacrificaron un montón de cosas para poder

20
enderezar el comportamiento de estos gobiernos. Y no se ha logrado nada.

Llegamos a la mesa de negociación y ahí te convencen; pero luego


quedamos en la misma situación. Quisiera preguntar de los acuerdos que se
han dado a través de la lucha después de 1990. ¿Cuáles son los que han
cumplido? Ninguno.

Entonces no se ha luchado verdaderamente. ¿Dónde están los resultados


de esas negociaciones que ha habido? Estoy seguro de que todo eso que ha
pasado, no van a cumplir, es mentira; aquí se viola la ley a cada momento,
la violan los de arriba, pero si la violan los de abajo, te aprietan. Entonces
yo creo que hay que volver de nuevo a lo que era el Frente Sandinista.
Si usted se fija, el departamento de Madriz ha sido pobre, pero hoy está
súper empobrecido, y yo decía anteayer, aun con el neoliberalismo, con el
ESAF17 en Nicaragua, el Frente Sandinista puede transformar el país aun con
esas medidas que ponen los organismos multilaterales. La muestra es
Somoto.

Hay que retomar el Programa Histórico del Frente Sandinista. Considero que
los mejores tiempos del sandinismo fueron los de la clandestinidad, donde
verdaderamente éramos hermanos, donde compartíamos todo. Recuerdo
que me apeaba de mi cama, porque era la única que tenía, para dársela a
los guerrilleros, y me tiraba al suelo, y compartíamos los mismos frijoles
que teníamos, los compartíamos juntos.

Tenemos que volver a esa mística revolucionaria, no a estar miserables,


porque no estamos aquí señalando a nadie, porque las revoluciones se
hacen para transformar, para cambiar. Hombre, el que tiene su finca, el que
tiene su casa, bienvenido sea, pero sigamos luchando para que todos
tengamos esas mismas oportunidades. Y ahí está la cosa.

Ya está el norte, el norte se llama el Programa del Frente Sandinista; lo que


hay que hacer es ser consecuentes con ese Programa; por ese Programa
hay miles de muertos, hay miles de lisiados de guerra, hay miles de madres
que están abandonadas; entonces ese Programa sigue vigente, no hay que
cambiarlo, hay que hacerlo una realidad tomando el poder político, de otra
forma no se puede. Entonces allí está esa oportunidad que no hay que
perderla.

30 de octubre de 1999

NOTAS

21
1 Gregorio Olivas muere en su pueblo en el año 2007.

2 Se refiere a Alberto Ríos, quien fue parte del Comando Juan José Quezada, que asaltó la casa
del Ministro somocista José María Castillo.

3 Suponemos que Gregorio Olivas se refiere a la masacre contra los garífunas, durante la
dictadura de Tiburcio Carías Andino (1932-1945). En San Juan, contiguo al Puerto de Tela,
Honduras, el 19 de junio de 1937, el Ejército masacra a la mayoría de la población masculina
adulta. Con la ayuda de un Capitán de marina, las mujeres y los niños escapan a Belice y
fundan la aldea de Hopkins.

4 Manuel Mora Valverde (1909-1994), político de importante trayectoria en las década de los
30 y 40, en la República de Costa Rica. Promotor intelectual de las Garantías Sociales y el
Código de Trabajo. Conocido político de tendencia comunista, fundador del Partido Vanguardia
Popular y luego del Partido del Pueblo Costarricense, y uno de los personajes más importantes
dentro de la Revolución de 1948. (Fuente: Wikipedia).

5 Fallas fue uno de los líderes más visibles del Partido Comunista. Impulsó la gran huelga
bananera del Atlántico en el año 1934, que llegó a movilizar a más de quince mil trabajadores,
y que conmovió al país entero. Fue electo por los obreros regidor municipal en 1942 y diputado
del Congreso Nacional en 1944. Además, participó como jefe militar de batallones comunistas
en la Guerra Civil de 1948. (Fuente: Wikipedia).

6 Teodoro Picado fue Presidente de Costa Rica en el período 1944-1948, representando una
Alianza integrada por el Partido Vanguardia Popular (Comunista)y el Partido Republicano
Nacional, jefeado por Rafael Ángel Calderón.

7 Efectivamente, en Costa Rica se organizó un grupo jefeado por el General Alfredo Noguera
Gómez, que planificó una nueva acción contra el régimen de Somoza. Al grupo le llamaron “Los
Osados”.
El 7 de octubre del año 1944, se encontraban en San Jorge, a orillas del Río Sabogal,
dentro de Costa Rica, y fueron atacados por un fuerte grupo de la Guardia de Somoza. En el
combate murieron el General Rivera Gómez, Gerardo Guillén Largaespada, Simón y Gilberto
Santos, Guillermo Flores y su esposa Ángela, y fue herido Chéster Lacayo. La oposición al
gobierno costarricense acusaba a Teodoro Picado de haber avisado a Somoza y de permitirle a
la GN de Nicaragua entrar a territorio tico a atacar a los insurgentes. (Tomado de internet, del
libro La Guerra de Figueres, de Guillermo Villegas Hoffmeister).

8 Don Gregorio se refiere, con sus recuerdos un poco confundidos, a la intentona contra
Leónidas Trujillo que se organiza en 1945-47 desde Cayo Confites. Ésta fracasa al enterarse el
tirano, quien amenaza: “Desde que el primer invasor pise tierra dominicana, comenzaremos a
bombardear la ciudad de La Habana”.
Dos años después, y con parte de las armas de Cayo Confites, el 19 de junio de 1949, se
realiza otro intento contra Trujillo. De tres aviones que van en esta expedición, sólo llega el
hidroavión Catalina; logran desembarcar en las costas de Luperón quince expedicionarios
comandados por Horacio Julio Ornes, pero el hidroavión fue atacado por un guardacostas
dominicano que lo incendia en el acto, y mueren carbonizados algunos de sus ocupantes. De
los quince expedicionarios, diez murieron en el curso de la operación y cinco sobrevivieron.

9 Se refiera a José Antonio Remón Cantera, Presidente de Panamá que fue matado en el
Hipódromo Juan Franco, en la capital de ese país, el 2 de enero de 1955.

10 Empresa maderera Yodeco.

11 A Marvin Guerrero “Felipe” lo menciona Carlos Fonseca en sus declaraciones, como enlace
entre Nicaragua y Honduras. Es asesinado en Chinandega, después de ser torturado, en 1966.

12 Este apellido no se escucha muy bien en la grabación.

13 Se refiere al fortalecimiento de la escuela de entrenamiento guerrillero, que se organizó en


el cerro El Copetudo, Macuelizo.

14 Se refiere a Carlos Manuel Morales.

15 Terminal de buses de la Compañía de Transporte del Norte, COTRÁN, para el transporte


de pasajeros.

16 Se refiere al cerro La Picona, cerca de Danlí, Honduras.

17 Enhanced Structural Adjustment Facility (ESAF). Programas de ajuste estructural, acordados


entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


Estelí: Indomable guerrillera
Elías Noguera y Julio Ramos

Julio César Ramos Argüello nace el 31 de agosto de 1955 en Managua.


Estudia en el Colegio Pedagógico de la capital, y desde la secundaria
participa en el Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR). En el año
1973 inicia estudios universitarios de Medicina en la ciudad de León.
Ahí se integra de manera formal en el Frente Sandinista de Liberación
Nacional, a través de Oscar Pérezcassar.
Se incorpora a la lucha guerrillera y pasa a la clandestinidad en 1976.
En el año 1977 asume la jefatura de la Columna General Pedro
Altamirano en Estelí. Forma parte del Estado Mayor del Frente Norte
por parte de la Tendencia Guerra Popular Prolongada y, en esa
condición, participa en las insurrecciones de Estelí y la toma de los
poblados aledaños.
Recibe el grado de honor de Comandante Guerrillero y luego del triunfo
de la Revolución Popular Sandinista forma parte del Ejército Popular
Sandinista (EPS), hasta su retiro de las fuerzas armadas con el grado
de General de Brigada, en marzo de 1999. A la fecha de esta
entrevista, trabaja en su profesión.

**

Elías Noguera nace en Boaco el 18 de diciembre de 1954. Realiza


estudios en su ciudad, hasta que sale a Méjico donde estudia
agricultura. Siendo adolescente se incorpora en las organizaciones
estudiantiles de su ciudad, y en 1971 al FSLN. Con el seudónimo de
“René”, es el segundo de Francisco Rivera “El Zorro” en el Frente
Norte en el año 1977, así como en las insurrecciones de Estelí en 1978
y 1979.
Combate en Jinotega al lado del héroe de la Revolución, Germán
Pomares “El Danto”. En la fase final de la insurrección conduce la toma
de su pueblo natal, Boaco. Después del 19 de julio recibe el grado
honorífico de Comandante Guerrillero y posteriormente queda
incorporado al EPS, donde obtuvo el grado de Coronel. Sale a retiro en
el año 1990 y, a partir de entonces, se dedica a la producción de café y
a la organización de la Federación de Oficiales en Retiro.

En octubre de 1977, una columna guerrillera, entrenada y organizada en


Honduras por el Frente Sandinista Insurreccional (Tercerista), penetró
clandestinamente cerca del puesto fronterizo de Las Manos, para atacar Ocotal,
cabecera del departamento de Nueva Segovia. Debido a distintos factores, no
realizaron el plan, y tuvieron que emboscar a una patrulla de la Guardia en San
Fabián. Mientras, otra columna ataca el Cuartel de San Carlos, otras
operaciones simultáneas fallaron y lo que se pensaba sería la Ofensiva Final, se
convirtió en una jornada insurreccional que dejó importantes lecciones pero,
sobre todo, un camino trazado para los meses posteriores.

Desde esa columna guerrillera del Norte, se organizaron distintas operaciones


sobre pequeños poblados, y de ahí fueron destacados en distintas direcciones
hombres y mujeres que luego constituyeron los mandos Terceristas de los
distintos frentes insurreccionales. Uno de esos guerrilleros era Elías Noguera.

En esos mismos días, Julio Ramos acababa de recibir el mando de la Columna


General Pedro Altamirano, que operaba en los alrededores de Estelí, y que
había realizado su primera operación en mayo de ese año, atacando un jeep
BECAT de la Guardia, en el bulevar de la ciudad: la patrulla es aniquilada
completamente.

Con Julio Ramos (GPP) y Elías Noguera (Tercerista) conversamos para recordar
detalles de la jornada insurreccional del año 1978, en la cual por primera vez
se articularon esfuerzos de las tendencias para hacer más eficaces los golpes
al enemigo. También iniciamos el relato de la Insurrección Final de 1979, con
sus hermosas páginas de heroísmo y en cuyas letras no puede faltar Francisco
Rivera, “Rubén” o “El Zorro”.

Mónica: La primera pregunta para ambos es ¿cómo se incorporaron a la


lucha?

Elías: Mirá, de Boaco poco se ha hablado, pero ahí hubo organización


revolucionaria desde finales de los años sesenta. En 1971 le correspondió a
Alfonso García Zeledón, que es un boaqueño y era presidente del Centro
Estudiantil Universitario de la Universidad Centroamericana (CEUCA), realizar
un trabajo organizativo muy fino en esa ciudad. Él ya era del FSLN, y la
Dirección Nacional le orientó en esos años hacer un trabajo en la ciudad de
Boaco, junto con Roberto Sánchez.

Nosotros estábamos trabajando en el Movimiento Estudiantil de Secundaria


(MES) y en los barrios. Yo estaba en tercer año de secundaria; y como Boaco
era una ciudad muy pequeña, imaginate en el año 1971, llevamos a cabo
todo un trabajo organizativo, sobre todo en el sector estudiantil, en los
barrios, con las enfermeras, también con los maestro. A partir de ahí, se
conformó una célula del Frente Sandinista que dirigía Alfonso García. Los
seminarios los impartía Roberto Sánchez. Ahí estaban unos obreros y unos
estudiantes que eran integrantes de esa célula.

Julio: Por mi parte, quiero decir que en mi familia, mi padre Luis Ramos
López, siempre fue una persona anti-somocista, y se ligó al movimiento
anti-somocista desde muy temprano. Formó parte del movimiento agüerista
en su debido momento, y eso marcó en mi familia y en mí una posición
patriótica en contra de la dictadura.

Luego, mi incorporación al Movimiento Cristiano, cuando estudiaba en


secundaria, me permitió profundizar más sobre la problemática social y
participar en un conjunto de actividades sociales. Entonces vislumbramos
de manera más clara, la urgente necesidad de realizar el cambio político en
Nicaragua. Creo que son dos grandes corrientes: la de mi familia y la del
Movimiento Cristiano, las que me condujeron a adoptar la posición
sandinista que asumí en ese momento.

Participé en la toma de las iglesias en 1970-1971. Yo estudiaba en el


Colegio Calasanz, en Managua; recuerdo toda esa jornada, la huelga de la
leche y el pan que se desarrolló en la Avenida Roosevelt, también en 1971.
Me bachillero en el año 1972, un mes antes del terremoto, y me traslado a
la ciudad de León a estudiar medicina.

Estudiando medicina allá, me contacto con “El Gordo Pin”, Oscar


Pérezcassar, con vos, con otras compañeras como Martha Cranshaw, y
colaboramos con el FSLN. Participo también en el Movimiento Cristiano de
León y en 1973 me integro de manera formal al Frente Sandinista, a través
de Pérezcassar. Contaba con 18 años de edad, estaba recién bachillerado y
a partir de ahí inicia mi participación de forma activa en el Frente Sandinista
de Liberación Nacional.

Mónica: Creo que es común en nuestros dos invitados de esta mañana, su


incorporación muy jóvenes: Elías tiene 44 años y Julio 43. Julio ha sido uno
de los más jóvenes en cada promoción del Ejército, incluso cuando ascendió
al grado de General de Brigada. ¿Cuántos años tenías Julio?

Julio: El ascenso a General fue hace dos años y tenía 41 años. Lo que pasa
es que en los rimeros ascensos de 1980, yo fui ascendido a Comandante de
Brigada, junto al actual General Joaquín Cuadra, con el Comandante Edén
Pastora, Leopoldo Rivas y el Comandante Hugo Torres. Ésa es la primera
promoción, en julio del año 1980. Cuatro compañeros fuimos ascendidos a
Comandante de Brigada. Yo era el más joven, tenía entonces 24 años.

Mónica: Elías nos ha comentado que en 1975 fue a México, de donde


saldría a entrenarse a Cuba; y por los problemas de la división en el FSLN,
se quedó dos años en el trabajo de solidaridad en México; después pasó a
Honduras, donde se entrenó para incorporarse al Frente Norte. Aunque
quisiéramos que nos contaran más de sus vidas, como hemos definido que
el tema es las insurrecciones de Estelí, vamos a irnos directamente a esas
fechas. ¿Dónde estaban y que hacían ustedes cuando se inicia la etapa
insurreccional de la lucha contra la dictadura?

Elías: En 1977, yo estaba en territorio hondureño y ahí comenzamos a


preparar a los primeros grupos, dirigidos por Daniel Ortega, Germán
Pomares, Víctor Tirado López, Oscar Benavides y Francisco Rivera “El
Zorro”. Unos estábamos en la ciudad de Tegucigalpa y otros en el campo,
en una finca de entrenamiento político-militar. Ya estaba claramente
marcada la división del Frente Sandinista en tres tendencias, y en esos
grupos habíamos puros Terceristas.
Después del entrenamiento militar que duró varios meses, entramos a
Nicaragua de acuerdo con la tesis insurreccional de atacar las ciudades.
Íbamos a atacar Ocotal en coordinación con operaciones en otras ciudades
del país, como los ataques a San Carlos, a Masaya y a Chinandega,
cuestiones que se descoordinaron. El mismo ataque a Ocotal no se dio, pero
hicimos la emboscada de San Fabián.

Después, una parte de esa columna nos quedamos como una agrupación
guerrillera en Macuelizo, trabajando ya concretamente en Ocotal; y para
marzo de 1978, tenemos ahí un destacamento pequeño dirigido por Joaquín
Cuadra, Facundo Picado y otros compañeros. Nos ubicamos en Macuelizo
para preparar la toma Ocotal e incidir también sobre Estelí.

Julio: Cuando me integro a la zona norte, en 1977, vos acababas de caer


presa, y Felipe Escobar era el Responsable de la ciudad de Estelí. La
guerrilla rural no existía y había un esfuerzo reciente, aproximadamente de
dos o tres años, de la Columna General Pedro Altamirano (GPA), pero que
había sido desmantelada por la Guardia Nacional.

A inicios de 1977, se reactiva el proyecto de una columna del campo. Había


un pequeño equipo inicial de dos compañeros de origen campesino,
posteriormente se integran otros de la ciudad. Al frente estaba Ismael
Lanuza “10”, originario de la zona de Tres Esquinas. Mauricio Valenzuela es
incorporado después, así como otros compañeros que venían de la ciudad.
Me integro a inicios de septiembre de 1977 y nos ubicamos en la zona sur
de la ciudad de Estelí. Y así fue que conformamos el núcleo inicial, de
manera permanente, de la Columna General Pedro Altamirano.

Esa unidad de combate se convierte en columna. Para entonces teníamos


pequeñas unidades guerrilleras en otros municipios del departamento de
Estelí. Había algunos contactos y colaboradores en la zona de Limay, en
Achuapa y en el sur de la ciudad de Estelí.

Estas unidades guerrilleras eran un reflejo de la estrategia que el Frente


Sandinista, Tendencia GPP, había diseñado para esa zona: el fortalecimiento
de las columnas denominadas de campo. El concepto era crear columnas
de campo. La más cercana a la ciudad iba a ser la General Pedro
Altamirano, pues estaba básicamente a la orilla de Estelí, donde teníamos
cerca los campamentos.

También se formó la Columna César Augusto Salinas Pinell (CAS), que


dirigía el Comandante “Isauro” en la zona noreste de Estelí, buscando
Jinotega, en la zona de Condega y Yalí, que abarcaba básicamente desde
Condega hasta aproximadamente la zona de Zompopera y Pantasma; y más
al norte operaba la Bonifacio Montoya, que partía de la zona de Quilalí y
cruzaba Kilambé, hasta pegar al centro de la montaña.
Mónica: Ése era el viejo sueño de “La Ruta Sandino”. Esa serie de
columnas que pegaban Honduras con la Cordillera Isabelia. Era la idea de
tener una ruta de abastecimiento militar a la montaña.

Julio: Esa era la estrategia en función de la montaña; pero, por el desarrollo


mismo de la lucha, a las columnas de campo, bajo la conducción de
Bayardo Arce, se les empieza a dar orientaciones para actuar sobre las
ciudades, como efectivamente lo demostraron. Es decir, se ajustó el
concepto de columna no solamente en razón de la montaña, sino también
en función de sí misma y de la ciudad.

Desde que llegué a Estelí en septiembre de 1977, pasamos un año


movilizándonos de la zona de Achuapa a la de Limay, y hacíamos escuelas
militares. Nosotros habíamos preparado, si mal no recuerdo, a más de
sesenta militantes y colaboradores campesinos. Todo ese año ampliamos la
base social, de manera que para septiembre de 1978, nosotros ya tenemos
una unidad militar muy bien entrenada y consolidada.

Los principales Jefes entre los años 1977 y 1978 eran: Ismael Lanuza “10”;
Mauricio Valenzuela “11”; Roberto Laguna “Mauricio” o “12”; yo era el “13”;
Felipe Sáenz “Ramiro” o “14”; Pedro Pablo, un campesino de La Estanzuela, el
“15”; y Oscar Lanuza “16”.

Ismael Lanuza sale para la montaña a los pocos días que yo llego, y quedo al
mando de la Columna Pedro Altamirano. Posteriormente se integra otro
compañero, el “9”, un muchacho de Estelí; el “8”, era Antenor Rosales; y el
“7”, un muchacho de Chinandega. Ése era el núcleo que durante un año
empezamos a desarrollar las clínicas militares y a preparar las condiciones de
acumulación.

Oyente: Mi nombre es Dominga Rivera y en la guerrilla era “Arlen”. Yo estuve


en la columna con el compañero Julio Ramos y es muy emocionante para mí
revivir esos momentos. Felicito a la compañera Mónica por este programa.

Julio: Yo también quiero saludar a los compañeros colaboradores y habitantes


que participaron con nosotros en los barrios de la ciudad de Estelí, con los que
estuvimos hombro a hombro en las jornadas combativas; de igual manera en
las zonas del campo que participaron, que es donde me desarrollé durante
bastante tiempo, como El Despoblado, Tres Esquinas, Santa Cruz, un conjunto
de lagunas, un conjunto de comarcas, en donde también campesinos de la
zona participaron de forma combativa con nosotros. Para todos ellos, para los
estilianos que históricamente han demostrado su combatividad en su esfuerzo
y su desarrollo por salir adelante en las causas históricas.

Mónica: ¿Cuáles eran las condiciones que prevalecen en Estelí y que permiten
la insurrección del año 1978?

Julio: Para septiembre de 1978, se produce la primera insurrección de Estelí.


La gran capacidad combativa y heroica que demostró la ciudad, surge por la
activación de los grupos insurreccionales, tanto de las fuerzas de la GPP como
de las Terceristas comandadas por Francisco Rivera. Pero también es resultado
de una acumulación que se venía realizando desde muchos años antes, del
trabajo clandestino en las zonas urbanas de Estelí, que tenía años de estarse
realizando.

El lanzamiento insurreccional en la ciudad de Estelí se da precisamente gracias


a un esfuerzo histórico de muchísimos compañeros, héroes y mártires que
ofrendaron sus vidas desde la década de los sesenta en todo el departamento,
en la ciudad y en el campo, en donde hubo campesinos que participaron de
forma combativa.

Estelí ha sido cuna histórica del movimiento sandinista, tanto en su versión


original a inicios del siglo veinte, como en la versión del Frente Sandinista, a
partir de los años sesenta; y ojalá que siempre sea destacada por producir a
excelentes compañeros de gran visión y de gran capacidad.

Elías: En efecto, la actividad insurreccional en Estelí en 1978, fue producto de


un trabajo organizativo histórico del Frente Sandinista desde hace muchos
años, pero considero que para septiembre de 1978, las condiciones subjetivas
y objetivas están dadas para el brote insurreccional; porque la gente ya no
quería oír, organicémonos para que nos tomemos una iglesia, organicemos
para presionar al Comandante de la Guardia que tenía preso a un dirigente
estudiantil u obrero, sino que decían: –Denme las armas.

Además, la Guardia le había respondido al pueblo con fuego y plomo. Había


una represión indiscriminada en el campo y en la ciudad. Habían matado a
aquel niño de apellido Valenzuela, lo que desató toda una movilización de furia
del pueblo; donde incluso fueron asaltados algunos supermercados, se tomaron
las calles, fueron al comando a increpar a la Guardia, presionaban a la Iglesia
Católica para que tuviera una posición más firme. Entonces, ya había una
efervescencia de la población.

Esto es el acumulado de un trabajo organizativo donde la gente dice, no nos


queda otra alternativa que la lucha armada; y esto, en parte, es motivado por
toda la actividad que se había dado anteriormente en Estelí y Nueva Segovia. Y
con el Frente Norte, se había desarrollado una serie de actividades militares en
todo el transcurso de los años 1976 y 1977.

Mónica: Y ya también había ocurrido la insurrección de Monimbó, en febrero.


Había una imagen de qué es lo que había que hacer.

Julio: Poco a poco la gente iba perdiendo el miedo. La misma gente se iba
preparando en términos militares, y ya salía más a la calle.

Mónica: Tal vez habría que recordar, Elías, que había un Plan Nacional
elaborado por la Tendencia Tercerista. ¿Vos estabas en Estelí para empujar ese
plan?
Elías: Claro, por supuesto. Viajé de Ocotal a Estelí. Estábamos en Ocotal con la
Columna Jorge Sinforoso Bravo, en la cual Facundo Picado era el jefe y yo, el
segundo jefe. En junio de 1978, llega “El Zorro” a Estelí, procedente de
Managua, donde se reunió con Joaquín Cuadra, y lleva consigo el plan integral
insurreccional. “El Zorro” nos manda a llamar a Facundo Picado, a Pedro, “El
Segoviano” y a mí. Somos cuatro los que conformamos un pequeñito Estado
Mayor insurreccional en Estelí y comenzamos a trabajar desde cero.

Recuerdo que “El Zorro” sólo se vino con el pasaje, y le digo: – ¿Tampoco te
mandó plata Joaquín Cuadra? –Sólo me dio para el pasaje. ¿Y vos cuánto
tenés? –me pregunta. –Yo tampoco tengo; un colaborador me dio el pasaje
para Estelí. ¿Y qué armas tenés? –preguntamos. Y dice: –Tengo una 45, ¿y
ustedes qué tienen? –Una Browning. Ésas eran las armas del Estado Mayor,
¡imagínense! Eso era todo lo que teníamos para impulsar la insurrección.

Entonces le dije al “Zorro”: –Hagamos algo y busquemos reales. Como yo


tenía un trabajo en Ocotal, que había hecho con Facundo Picado hacía
meses, le dije: –Hagámosle un “préstamo” al Banco Nacional de Desarrollo
(BND). ¿Quién va a ir? –pregunta Facundo. Y yo me apunté con Prudencio
Serrano, otro muchacho hondureño y una compañera de seudónimo
“María”. Pero a última hora Facundo observó algo, y me dijo: –Fijate que yo
miro a los compañeros un poco nerviosos. Sí –le digo, sucede que estos
compañeros se acaban de preparar militarmente, tienen un mes de
preparados. Y entonces decide acompañarme.

Íbamos los dos jefes del destacamento militar Jorge Sinforoso Bravo y yo. Te
estoy hablando de 1978. Teníamos un colaborador, un hermano de Carlos
Fonseca que vivía detrás del BND, donde nos tenía preparada alguna
escapatoria, por si fuera necesaria.

Cuando estábamos por entrar al banco, vino un guardia sobre la calle, y


nosotros pensamos dos cosas: o se filtró la información o nos detectaron. Le
hice seña a Facundo, y decidimos no entrar en ese momento. Uno de los
compañeros tenía como quince años de edad, era hondureño, y se le
ocurrió comprar bananos en el mercadito que está frente al banco; pero de
los nervios, comienza a comérselo con la cáscara. Yo no fumo, pero también
me puse nervioso, entonces compré un chelín de cigarros y fósforos, y me
puse a encender el cigarro para disimular, ¡pero veo que lo encendí al
revés!

Finalmente penetramos al Banco y resulta que el muchacho, en vez de


sacar la pistola, sacó otro banano: –Manos arriba, manos arriba. La gente
del banco se puso a reír y dijeron: –Ese maje está loco; hasta que le grito
que sacara la pistola, y de los nervios ni la encontraba. Yo tenía información
que en el banco había como doscientos mil córdobas y como cincuenta mil
dólares, pero al final recuperamos setenta mil córdobas, y los trajimos en
bus a Managua, para entregarle cuentas a Joaquín Cuadra.
Quedamos de reunirnos en Managua con Joaquín, y resulta que yo me
vengo en un microbús con Facundo, y cuando llegamos al municipio de La
Trinidad, sobre la Carretera Panamericana, volví a ver hacia atrás, y en el
último asiento estaba “El Zorro” con otro compañero. ¡Todo el Estado Mayor
venía en ese mismo microbús hacia Managua!

Le entregamos a Joaquín los setenta mil córdobas. Me están dando una


salvada, ¿sabés cuánto tenía? –me dice. – ¿Cuánto? ¡Tenía 300 pesos aquí
en Managua! ¡Así eran las cosas!

Oyente: La compañera que participó en el asalto al Banco junto con Elías


se llama Violeta Jiménez.

Elías: Claro, ésta es una excelente compañera de Jalapa.

Julio: Cuando ustedes llegaron en junio, nosotros empezamos a reforzar


desde el campo el trabajo de la ciudad de Estelí. Trasladamos a Antenor
Rosales porque estaba enfermo, y se le dejó reforzando el trabajo en la
ciudad que estaba bajo la responsabilidad de Felipe Sáenz, pues Felipe
Escobar había caído preso.

Cuando llegó el grupo de ustedes, yo me acuerdo que a mí me lo reportan


los colaboradores, porque ustedes empezaron a reclutarlos, e incluso
algunas veces utilizamos las mismas casas de seguridad. Me acuerdo que
una noche, estando en una casa, me dijo el colaborador: –Hermano, allí hay
unos cheles raros que dicen que son sandinistas. –Esperate, dejame verlos
por si son de otra tendencia; y yo asomándome allí en la madrugada a
través de una rejilla, así fue que conocí a “Rubén”, “El Zorro”.

Efectivamente, los terceristas le imprimen un nuevo curso al movimiento


armado, a través de la táctica insurreccional. Logran asentar el trabajo
organizativo a través de los contactos del mismo Francisco Rivera, así como
de José del Carmen Aráuz “El Segoviano”, quien anduvo varios años en la
Bonifacio Montoya, los dos originarios de Estelí. Se restablecen una serie de
contactos, y todo eso facilita el montaje de la insurrección en septiembre de
1978. A finales de agosto de ese año, se había dado la insurrección de
Matagalpa, una insurrección espontánea que comenzó con una
manifestación y terminó en unas barricadas.

Mónica: Estaba reciente el asalto del Palacio Nacional, el 22 de agosto, y había


efervescencia entre los estudiantes organizados en la Asociación de
Estudiantes de Secundaria (AES), que en Matagalpa era muy beligerante. Es la
insurrección de los muchachos, en la que los protagonistas son prácticamente
unos niños y niñas.

Elías: También fue detonante en Estelí, el asesinato de José Benito Escobar el


15 de julio. En esa ocasión se dio una manifestación gigantesca en la ciudad.
Mónica: Para la insurrección de 1978, ¿cómo se articulan las fuerzas de las
Tendencias GPP e Insurreccional?

Julio: Cuando se da la insurrección de 1978, yo estaba en la zona de La


Estanzuela. Bajo con treinta compañeros, todos preparados militarmente y con
unas veintiuna armas largas, que nosotros habíamos venido acumulando.
Como teníamos enlace directo con Honduras, nos abastecíamos de ahí, y
después con el dinero que habíamos “recuperado” en un asalto a un banco de
La Trinidad. A inicios de 1978 me autorizaron a comprar armas directamente en
Honduras.

Elías: Los Terceristas nos dividimos en cuatro grupos guerrilleros: el primero se


ubicó en Carretera Norte, dirigido por Facundo Picado, que era del Estado
Mayor del Frente Norte, para contener a la Guardia que viniera de Ocotal, de
Madriz y de Condega; el segundo, en el sur, por Santa Cruz, por donde estaba
Julio Ramos. Allí estaba de jefe “El Segoviano”, con instrucciones de
insurreccionar a esos pueblos y caerle a La Trinidad, para que sirviera de
contención de la Guardia que viniera de Matagalpa o de Managua.

El tercer grupo fue dirigido por “El Zorro”, con cinco hombres, atacó la parte
frontal del comando GN de Estelí; y el cuarto éramos yo con cuatro hombres en
la retaguardia. En total, con 25 hombres con armas, combatientes, y otros
grupos de jóvenes, de chavalos que se habían entrenado, mujeres, etcétera,
que estaban en el casco urbano de la ciudad. Por eso es que afirmo que las
condiciones subjetivas y objetivas de Estelí ya estaban dadas, porque la gente
responde incorporándose masiva y activamente.

Julio Ramos estaba hacia el sur y entra por el barrio El Zapote. Ahí nomás se
integró sin mayores discusiones. Fijate que yo recuerdo que a Julio le vi la cara
hasta tres días después de la insurrección de septiembre, por el fragor del
combate. Yo estaba en un sector de Estelí, por el puente de hierro, y Julio
estaba con “El Zorro” por el barrio El Zapote.
Julio: Efectivamente, yo entro por el sur y hablé con “Rubén”, y entonces le
pegunté si vamos a la cuestión. Yo primero me informo con los
Responsables urbanos de la GPP, y luego platico con “Rubén”, ya sabiendo
cómo estaban nuestras fuerzas:

–Hombré, ¿cómo está la cosa? Hombré, nosotros tenemos tanta gente –me
dijo, y estamos en tal sector. Bueno, dividámonos la ciudad –le dije. Fue así
que yo agarré el sector sur y establecimos la Comandancia con “Rubén”.

Me acuerdo que un día martes en la tarde, la Guardia nos reculó casi hasta
arriba, y “Rubén” andaba un fusil FAL y yo un G-3, y hablamos: –Mirá, y
¿cómo paramos esta chochada? Yo andaba una granada. Nos fuimos por
dentro y la colocamos debajo de la tanqueta. Ahí logramos atemorizar a la
Guardia, y la tanqueta se fue en retroceso. Te estoy hablando de cuatro y
media a cinco de la tarde, ya oscureciendo. Cuando los empezamos a
corretear, no logramos capturar la tanqueta; pero encontramos dos
patrullas, aniquilamos a una patrulla y “recuperamos” seis rifles Garand.
Mónica: Recuerdo, Julio, que después de la insurrección de septiembre de
1978 de Estelí, vos viniste a una reunión en Managua y nos contaste cómo
se había ido en la retirada de Estelí cientos de jóvenes. Recuerdo a chavalas
entre catorce y quince años, algunas de ellas las pasamos a la ciudad a dar
cobertura a las casas de seguridad.

Vos nos contaste que era tanta la gente que estaba en los campamentos,
que hasta llegaban los vendedores de helados, de paletas. Me parecía
inverosímil que hubiera campamentos guerrilleros donde llegaban los
vendedores ambulantes. Contanos, ¿cómo fue eso?

Julio: Después de la insurrección de septiembre de 1978 en Estelí, la gente


salió en dos direcciones: hacia el sur y hacia el oeste. Efectivamente, en el
campamento de Elías, cuando yo pasé visitándolos días después, buscando
una gente que se me había perdido, y estaban con él. Ahí andaban los
vendedores de chicles y de agua helada, que bajaban de San Roque en La
Montañita. El grupo que llevabas vos, Elías, hacia el lado de San Roque, y el
grupo que nos llevamos hacia el sur, hacia el lado de La Estanzuela, la zona
de El Despoblado, y nos bajamos todavía más al sur de San Nicolás de
Cantagallo, ya buscando hacia el lado de Sisle y Sasle.

Mónica: ¿Y la Guardia no se atrevía a entrar?

Julio: La Guardia no se atrevía, porque la verdad es que era un gran volumen


de combatientes. En el primer campamento que tuvimos en el sur de Estelí,
éramos aproximadamente ciento ochenta, incluyendo muchas mujeres.

Obviamente, teníamos otras estructuras más compartimentadas. A los heridos,


por ejemplo, los manejé en una estructura aparte, muy cerca de la ciudad, y yo
los atendía personalmente.

El resto de los campamentos eran masivos. Era necesario matar una res cada
tres días para darle de comer a la gente. También comprábamos arroz, pero no
en libras, sino en quintales. El campamento de Elías funcionaba de esta misma
manera.

Por eso es que la Guardia estaba asustada después de la insurrección. Hicieron


un par de incursiones en La Estanzuela, con unos treinta o cincuenta soldados.
Nos enfrentamos a ellos y matamos al jefe de la patrulla. Se resistían a
meterse. Patrullaban los caminos en camiones. Posteriormente entraron no
menos de cuatro veces en la zona de El Despoblado, Estelí y Tres Esquinas.

Nosotros estábamos en campamentos distintos, pero nos poníamos de acuerdo


para ciertas cuestiones, nos reuníamos y platicábamos. “Rubén” me decía: –
Hombré, apoyame, dame cobertura, que voy a recibir un cargamento de
armas, y yo bajaba como con cincuenta hombres.

Mónica: ¿Ahí se fue dando la unidad en la acción?


Julio: Sí, pero se dio primero en el combate. En la insurrección se dio la
principal unidad y después, cuando nos retiramos. En los campamentos habían
compañeros de ambas Tendencias, pero como estábamos en la misma misión,
incluso hasta nos prestábamos las armas. Yo me acuerdo de la segunda
insurrección, en abril de 1979. Pasa Fredman Torres y van cuatro compañeros
heridos. “Rubén” me dijo: –Ve, cuidame a los heridos. Y pues, ni modo, me los
mandó desarmados, y la columna Tercerista que los iba a traer, también
desarmada, entonces yo le presté mi carabina y le conseguí tres armas, y me
quedo solamente con la pistola. Es un detalle que muestra que había una
relación fluida.

Ya para la segunda insurrección, en abril de 1979, el grupo nuestro de la GPP


participó en forma limitada, porque yo había perdido la comunicación con el
mando central. La Dirección Nacional nuestra tenía una reunión en Honduras y
los sistemas de correo no estaban tan eficientes.

Recuerdo que estaba con “El Zorro” y escuché una conversación entre “Rubén”
y Víctor Tirado, hablando en clave: –Que la hacienda, que el ganado va, que el
lunes, que no sé qué. Creo que fue una Semana Santa, si mal no recuerdo. Era
evidente que hablaban de nuevas operaciones sobre Estelí. Entonces, le dije: –
Bueno, “Rubén”, pongámonos de acuerdo. Te voy a dar veinte hombres
armados con armas de guerra para la ciudad, y te voy a cubrir la espalda por
fuera. Entonces yo atajé la entrada de la Guardia por Achuapa, El Sauce, el sur
de Estelí y Santa Cruz. Me puse de acuerdo con “Isauro”, presionándolo un
poco para la entrada de Condega, porque él tampoco tenía orientaciones.

La unidad sandinista se dio en la práctica, y yo creo que hay que reconocer la


posición y espíritu unitario de Francisco Rivera “El Zorro”. Ya en la etapa final,
nosotros conversábamos sobre algunas posiciones del Frente Sur, y de igual
manera yo hacía comentarios a “Rubén” acerca de la situación que estaba
pasando con el grupo GPP.

Recordá que a partir de la insurrección de septiembre de 1978, la GPP tiene


que reconsiderar el asunto de la montaña, y todavía había resistencia en
algunos mandos para modificar el proyecto originario. Omar Cabezas era uno
de ellos, y yo ejercía presión para cambiar esa línea.

Omar estaba en el cerro Kilambé, al lado de Quilalí y de Wiwilí, por San Bartolo.
Nosotros, desde la Columna General Pedro Altamirano, presionamos ante la
Dirección Nacional y ante las otras columnas de campo, para reorientar el
proyecto en función de la ciudad, para preparar condiciones y apurar el
proceso combativo. La GPP estaba en un proceso de enrumbar nuevamente el
proyecto de la montaña con el proyecto del campo.

Mónica: Con Antenor Rosales, vamos a hablar de la insurrección del abril de


1979. Así que hablemos ahora de la tercera, la Insurrección Final. ¿Ustedes
entran el 9 de junio de 1979 a Estelí?
Elías: Yo entré el 9 de junio a la toma de Estelí. “El Zorro” me dijo,
simplemente: –Ve, hombre, vas para Estelí. Y entonces le dije: – ¿En broma o
en serio? Para esas fechas, estábamos enfrascados en preparar la toma de
Estelí. Estamos hablando de junio y había que consolidar y fortalecer las
fuerzas guerrilleras; aún más, en medio del combate, porque ya habíamos
liberado Condega y también La Trinidad.

Mónica: ¿Cuál de las ciudades fue liberada primero? Los condegueños dicen
que fueron ellos.

Elías: Se habló que Condega fue el primer municipio liberado, pero realmente,
en honor a la historia, el primer municipio que se libera fue La Trinidad, la que
fue tomada con fuerzas del Frente Norte al mando de Antenor Rosales y
“Pedrito El Hondureño”.

Para el mes de junio, nosotros ya estábamos combatiendo en Estelí. Las


primeras columnas entraron el nueve de junio y después se fueron
incorporando otras. Había otras fuerzas, otras columnas que se disponían a
avanzar hacia Matagalpa. Recuerdo también que en Matagalpa ya había
incursionado la fuerza guerrillera, ya estaba Álvaro adentro de la ciudad con
una columna, estaba Samuelito con otra columna, y otras fuerzas.

Julio: En la última insurrección de Estelí, teníamos la Comandancia en conjunto


con “Rubén”, y Bayardo Arce como coordinador de todas las columnas. Era el 9
de junio de 1979. Estábamos en un campamento ubicado entre Estelí y
Matagalpa, esperando la famosa reconcentración de las fuerzas en la Columna
Santos López. Entonces iban a bajar Omar Cabezas con la Columna Bonifacio
Montoya y Christian Pichardo “Isauro” con la Columna César Augusto Salinas,
pero ellos decidieron reunirse entre Yalí y Quilalí, por eso no bajaron el día
acordado, y el encuentro se atrasa.

Mónica: ¿Todos estaban claros que iban a la Insurrección Final?

Julio: Sí, pero la Columna Bonifacio Montoya no tenía la experiencia de


caminar por las carreteras. Todavía tenían el concepto de la guerrilla, de
caminar de noche. No entendían que había que agarrar vehículos. Nuestro caso
era diferente: mandábamos una columna a explorar y nos movilizamos en
vehículos. Igual nos pasó en San Juan de Limay con Víctor Hugo Tinoco.
Tratamos de romper esos esquemas de movilizarse a pie, y creo que eso fue lo
que sucedió con la Columna Bonifacio Montoya.

Al darse ese atraso de concentración, comienza la insurrección primero en


Matagalpa; entonces el Comandante Arce decide irse con la Columna General
Pedro Altamirano, compuesta por ciento veinte hombres armados con fusiles
de guerra, a combatir a Matagalpa. Allá estaba Álvaro Baltodano. Como
Segundo al mando, me quedé con veintiséis hombres y veintiuna armas de
guerra.

Con esa fuerza nos tomamos La Concordia, luego nos fuimos a San Rafael del
Norte y ahí me emboscó la Guardia, y terminé encontrándome con “Isauro” y
Omar Cabezas. Les pedí que se apuraran, y dos días después estábamos
combatiendo en Yalí. Cuando salimos de Yalí rumbo a Estelí, íbamos en
veintisiete camiones que recogimos en todos los alrededores; éramos
trescientos cuarenta hombres, doscientas sesenta armas de guerra y unas
cincuenta mochilas. Esto ocurrió en la segunda o tercera semana de junio 1.

Elías: Yo lo tomo como referencia, porque fue unos días antes que cayera
mi compañera, Fátima Pavón. Julio la conoció muy bien, su seudónimo era
“Johana”. Murió allí en el combate de la Catedral de Estelí. Ella estaba
embarazada.

Julio: Cuando ella cayó, creo que el 22 de junio, que fue el combate más
encarnizado, vos estabas comandando la fuerza. Nosotros habíamos llegado
con bastante gente y armas porque en todos los lugares recuperamos
armas y se iba sumando gente de La Concordia, San Rafael del Norte y Yalí,
y con todos estos grupos me trasladé a Estelí. Ya con la integración de la
Columna Bonifacio Montoya y la Columna César Augusto Salinas, jefeada
por “Isauro”, llegamos y establecemos la Comandancia.

Con Elías Noguera, “René”, empezamos a hacer la toma de Limay, Achuapa


y El Sauce, bajamos a San Isidro y a Sébaco. Yo estaba con Francisco Rivera
“Rubén” en la Coordinación Regional, supervisando las acciones en la
ciudad, y si mal no recuerdo, la contraparte nuestra era Omar Halleslevens,
“Pedrito”, y posteriormente mandamos a Omar Cabezas a reforzar el
trabajo de León. Además de los compañeros mencionados, había otros que
también jugaron papeles fundamentales. Manuel Rivas Vallecillo “Alí”, por
ejemplo, era el armero. A él le subordiné alrededor de noventa hombres con
los que se tomó El Sauce.

También tenemos a Víctor Hugo Tinoco, a quien me lo habían enviado como


subordinado. Yo lo mandé a la zona oeste de Estelí y a Achuapa;
posteriormente se tomó esta última y luego fue trasladado a Matagalpa, a
solicitud de Bayardo Arce.

Todos esos lugares se fueron liberando poco a poco. Incluso hubo algunos
fenómenos, como la toma de Achuapa, que hizo Víctor Hugo por medio de
negociaciones en el centro del parque; en mero combate negociaron la
rendición. En el caso de El Sauce, yo había estado negociando con el
Comandante de la GN de ahí, quien estaba dispuesto a rendirse, pero un
oficial que tenía, lo amenazó; entonces se echó para atrás, y comenzó un
combate que duró treinta y seis horas ininterrumpidas.

Mónica: ¿Fue ése un cuartel de los más duros en rendirse?

Julio: Sí, ellos se reforzaron con una compañía de noventa y cuatro


soldados de la Guardia. Nosotros teníamos noventa hombres al mando del
Negro “Alí”, Manuel Rivas Vallecillo, y lo reforzamos con una gente de Víctor
Hugo; así que llegamos a ciento cuarenta hombres, estábamos taco a taco,
y logramos la rendición de la GN, pero a punta de bala.

Aun así, le cumplí la palabra al señor. A pesar de que no se había rendido, lo


despachamos para Honduras, e incluso tuvimos que escoltarlo, porque
había fuerzas nuestras que no estaban contentas con la decisión que yo
había tomado.

Te decía que en la Insurrección Final había una Comandancia Regional y


después las diversas fuerzas; obviamente que la fuerza más importante era
la de la ciudad de Estelí, y los combates más encarnizados fueron en la
famosa toma del centro de la ciudad, que duraron día y medio; fueron
violentos, violentos, la toma del parque, de la Catedral, de un edificio de
tres pisos que queda de la Alcaldía media cuadra al norte, fue sumamente
violento.

Oyente: Yo quería saber, ¿por qué no ajusticiaron a René Molina, que era
responsable de tantos crímenes?

Elías: Mirá, son cosas de la vida. Unos dos meses antes de la insurrección
de 1978 de Estelí, comentando los operativos que habíamos desarrollado,
hicimos una lista de los esbirros, de los orejas, de los somocistas, y en una
de esas listas aparece René Molina. En el cuartelito, estábamos reunidos
con “El Zorro” y Facundo Picado, y dije: –Aquí está un René Molina. Y
hablamos sobre quién se apuntaba a un operativo contra René Molina,
porque ése era un golpe contundente, era un somocista reconocido, odiado
por el pueblo de Estelí.

Entonces me dice “El Zorro”: –Hacelo vos, porque a mí se me dificulta


recoger la información y montar el operativo, porque como soy estiliano,
me conocen; Facundo es campesino de la montaña, y no conoce Estelí; “El
Segoviano” también es estiliano, pero de Santa Cruz, no de la ciudad;
entonces, vos tenés que hacer ese trabajito. Entonces le digo: –Va pues. Yo
con orgullo lo hago, además que es una orden, y la voy a cumplir. Comencé
a recoger toda la información del señor ese y comienzo a trabajar los
lugares que él visitaba, su finca, sus hábitos que él tenía, sus viajes a
Managua, etcétera.

En un inicio pensé hacerlo en Managua, por la represión en Estelí, pero


después decidimos hacerlo en Estelí. Estaba en una casa de seguridad de
un colaborador de Víctor Tirado López desde las décadas del 60 y 70. En la
montaña, Tirado me había dado el nombre de un colaborador que tenía
desde los años 60 y 70, para recontactarlo. Era Alejandro Guillén, al que le
decíamos “El Macho”. Por eso fue que lo conocí, en Estelí. Este señor estaba
quemado en Estelí como guardiero, porque sólo vivía metido en el Comando
de la Guardia, adonde iba a jugar naipes; gritaba, se echaba sus tragos con
el Comandante, incluso alguna gente quería pasarle la cuenta a Alejandro
Guillén, y les dije que no, no, a ése no lo toquen, ha sido colaborador, y
además, yo vivía en su casa.
Yo estaba súper protegido viviendo en su casa porque nadie podía
sospechar, porque hasta llegaba la Guardia a la casa de él. Resulta que
Alejandro Guillén se la huele, porque él me movilizaba en un vehículo. Ya
teníamos preparada la escuadra para el ajusticiamiento de René Molina, le
habíamos explicado la misión, ya teníamos ubicados los taxis, que eran de
taxistas colaboradores del Frente. Teníamos un plan bien diseñado.

Estamos cenando con Alejandro Guillén y me dice: –Ve, Elías, te quiero pedir
algo hermanó, no hagás lo que pensás hacer. ¿Y yo qué voy a hacer? –le
digo. –No, hacelo por mí, porque la verdad es que este hombre es amigo
mío; es un somocista y todo, pero tanto que les veo las caras, y por eso
estoy colorado como oreja; tanto que lo veo todos los días, que ya le tengo
cariño de tanto verlo. La cosa es que nosotros ya íbamos sobre ese señor, y
suspendimos el operativo por una cuestión de respeto, de consideración, de
escucharle a este Alejandro.

Mónica: ¿Y qué se hizo Alejandro?

Elías: Está allá en Estelí siempre. Es un amigo mío, es uno de mis amigos.

Mónica: O sea que René Molina le debe mucho a Alejandro Guillén. Dicen
que a Lorenzo Guerrero le pasó algo parecido, que Chichí Fernández,
Francisco de Asís, abogó por él. Esas son parte de las anécdotas de la vida.

Además, nosotros no éramos muy dados a las pasadas de cuentas. A pesar


de la dureza de la lucha y de tanto muerto, y con las posibilidades que los
grupos guerrilleros tuvieron de ajusticiar a gente que realmente le había
hecho mucho daño al pueblo, no se hizo; por eso, ahora ahí andan libres.
Realmente, el Frente Sandinista tuvo una política sumamente generosa, no
estábamos llenos de odio ni de revanchismo. Creo que ésa fue una ruptura
con la cultura de otros grupos guerrilleros que llegaron hasta actos
terroristas, pues realmente el Frente nunca fue terrorista, hay que decirlo.

Julio: Incidentes de ese tipo nos pasaron a nosotros. Me acuerdo de un coto


famoso, esbirro. Organizamos el operativo al que iban “Ramiro” “14” y
Lanuza, pero resulta que ellos llegan y el señor está sentado. Es un
connotado oreja, tenía una red de informantes de la Seguridad Nacional.
Estaba sentado en la mecedora de su casa. Llevaban una pistola 45
automática, disparaba en ráfaga. Iba camuflada en una bolsa de pan
Aurora. Recuerdo que me contaron todo esto, porque yo no estaba en el
operativo. Entonces hablan con el señor a menos de dos metros, quitan la
bolsa de pan y, cuando van a disparar, se traba el gatillo en la bolsa del
pan. El operativo no se realiza.

El resultado de eso es que “El Coto” después nos manda a decir que él ya
no se va a meter en nada, que le perdonemos la vida, porque él sabía que
íbamos a volver a intentarlo. Entonces dijimos: –Hombré, ya no vale la
pena, la señal fue dada. Tampoco es ensañarse con la persona. Él ya estaba
claro de que lo teníamos bajo nuestro control, y a partir de eso, cambió.
Después nos mandó un mensaje de que iba a cambiar, pero que tampoco
se quería ir de Estelí, porque él era estiliano.

Siguiendo con el relato de la insurrección, después de la toma del centro de


la ciudad de Estelí, nos preparamos para el asalto final sobre el Comando,
que fue el 16 de julio, pero iba a ser el 15. Artillamos un avión, hicimos en
un taller en San Isidro cuatro bombas de contacto de sesenta kilos de
dinamita cada una.

El avión lo conseguimos en los arrozales de San Isidro y de Sébaco.


Nosotros hicimos prácticas de pilotos, y entonces le pusimos en cada ala
dos bombas que hicimos de metal y que activaríamos con bombas de
contacto. Eso era sumamente peligroso para ese tipo de artefactos.

Yo rescato para la historia de la gesta revolucionaria, que la aviación


sandinista que dio lugar posteriormente a la Fuerza Aérea Sandinista, no
solamente tuvo el componente del sur, de los aviones que venían a dejar
armas, cuyos pilotos eran heroicos; sino que también hubo una aviación
guerrillera en Estelí, que fue este avión que participó en un ataque aéreo,
dejando caer cuatro bombas al Comando, una de ellas cayó en la cocina.
Fue un ataque militar con doscientas cuarenta libras de dinamita.

Mónica: ¿Dónde consiguieron la dinamita?

Julio: Nosotros habíamos hecho un cambalache con Dora María Téllez, ella
nos dio como una tonelada de dinamita. Aunque más bien fue una
negociación cruzada con el Comandante Wheelock. Él quería que lo
reforzáramos en la zona de Villanueva. Hombré, Jaime –le dije, pero todavía
no hemos terminado la toma de Estelí. Hombré, aguantate, después te
vamos a meter una mano. Mirá, que esto es estratégico –decía. Y cada
quien defendía su posición, pero él realmente estaba bien prensado.

Entonces yo le mandé cincuenta hombres a cargo de “Ramiro”, Felipe


Sáenz, aunque al final no lograron empatarse porque cuando éstos llegaron,
estaba abandonado el pueblo. Entonces “Ramiro” se quedó combatiendo
con la Guardia y no logró hacer el contacto; pero le dije a Jaime: –Bueno,
reforzame para que terminemos. Nos dieron un cañón sin retroceso y la
dinamita.

Elías: Pero acordarte que lo del avión primero falló, porque supuestamente
el día 15 era que le íbamos a tirar la bomba al Comando de la Guardia, pero
falló la coordinación abajo. El piloto estaba claro que íbamos a quemar unas
llantas en círculo para que él calculara que allí estaba el Comando. Él iba a
entrar de madrugada. Los compañeros cumplieron el objetivo de poner
unas llantas cerca del Comando, una en cada esquina, para que el piloto se
guiara, y en el centro dejara caer las bombas; pero sucedió que la gente
comenzó a hacer fogatas por todo Estelí. Recuerdo las palabras de él: –
¿Adónde tiro la bomba? Entonces él se retiró.

Julio: Pero oíme, lo que pasó fue esto: él pasó y vio las fogatas; como no
logró identificar el punto, ya que habían tantas fogatas, él decide esperar a
que aclarara, porque él conoce el pueblo y con luz sabría dónde tirar las
bombas. Cuando finalmente amaneció, había sobre Estelí una neblina
tremenda. Nuevamente el piloto tuvo que esperar a que se aclarara y,
encima de eso, la brújula no funcionaba, y se extravió, hasta que se dio
cuenta que estaba volando sobre Honduras. Tuvimos que posponer el plan
para el día siguiente.

Elías: Fue para el 15. Después nos preparamos para el asalto final, que fue
el 16 de julio.

Mónica: Cuando triunfó la Revolución, éramos muy jóvenes. Julio tenía 23


años, Elías y yo 24. Estábamos llenos de coraje, de energía, de mística,
llenos de ganas de transformar Nicaragua. En los diez años de gobierno
revolucionario se hicieron muchísimas cosas, pero después de lo que ha
pasado en los últimos diez años, ¿ustedes creen que valió la pena?

He visto a Elías de una u otra manera mantenerse activo en algunas


organizaciones, y mantengo una amistad muy cercana con Julio Ramos. Yo
le dije cuando recibió el grado de General, se lo dije también cuando
celebramos su retiro del Ejército, que tengo una gran confianza en que
todos los que luchamos, aunque algunos como Julio estén un poco
apartados y no se quieren meter en los enredos actuales del FSLN, que
seguimos siendo revolucionarios y seguiremos luchando, y que vamos a
hacer cosas para reorientar esta parte de la historia tan difícil que nos ha
tocado vivir.

¿Qué quieren decirle ustedes a esos oyentes que han llamado expresando,
bueno, eso que hicieron fue lindo, fue heroico?, ¿pero ahora qué?

Elías: Considero que valió la pena luchar; la vida es una lucha diaria, una
lucha permanente. Esa vocación transformadora, revolucionaria, se
desarrolló en nosotros a partir de la toma de conciencia de la realidad que
vivimos durante la dictadura somocista. Fue también una etapa del pueblo
de Nicaragua.

Logramos derrocar a la dictadura, cumplimos los objetivos en ese momento


con firmeza y dedicación, y lo decimos con orgullo, pero el principal
protagonista de toda esa actividad política, por su propia conciencia, fue
nuestro pueblo. Ésa es la realidad; y que nosotros junto a él, logramos ese
objetivo principal.

Con el triunfo de la Revolución, se continuó otra etapa de nuestra vida y de


nuestra lucha. Ahora estamos en otra fase muy distinta a las anteriores, y
tenemos otros retos muy importantes y decisivos. Con la situación mundial,
Nicaragua sigue como uno de los más pobres de América Latina, en la cola
del desarrollo, con una gran desigualdad social, una injusticia que, en
resumen, cada día hay más pobres y cada día son menos los que
concentran toda la riqueza.

O sea, cuando la injusticia se viene incrementando, la democracia es frágil.


Nosotros luchamos por la educación y la salud para todos; pero ahora hay
falta de oportunidades para la gente desposeída. Luchamos contra esa
injusticia que todavía se vive en el campo, por los problemas de vivienda:
hay dos millones de personas que viven en asentamientos insalubres. O
sea, ahí están los objetivos de nuestra lucha como revolucionarios, como
sandinistas, que no debemos olvidarlos jamás, nunca. Porque por eso fue
que luchamos junto al pueblo, que siempre debe ser el artífice de todas
esas transformaciones sociales que son tan necesarias en Nicaragua y en
muchas partes del mundo.

Y me parece que ese espíritu de firmeza, de decisión y de lucha, el pueblo


no lo debe perder. Este sistema neoliberal, impuesto en Nicaragua y en
otras partes del mundo, reprime a nuestra población, no como antes,
cuando el somocismo mataba a balazos, pero ahora mata de hambre a la
gente. Esa injusticia no es democracia. Cuando la gente no puede ir a clase,
cuando hay deserción estudiantil de los chavalos porque no tienen zapatos,
porque no tienen vestuario, entonces yo creo que, como revolucionarios,
ahí están nuestros objetivos de lucha hoy. Y creo que con firmeza, debemos
continuar con esa decisión de luchar permanentemente.

Julio: Yo solamente quería agregar que efectivamente para mí fue una


honra y un orgullo haber participado en esa gesta en la que me inicié hace
26 años, y haber dedicado mi vida tanto a la guerrilla para botar a la
dictadura de Somoza, como posteriormente a la formación del Ejército de
Nicaragua, en el que participé durante casi veinte años. Fui fundador del
Estado Mayor, ocupé diversas responsabilidades, fundé el Centro Superior
de Estudios Militares, conocido como La Academia, y creo que hemos hecho
un esfuerzo, en el caso personal, en la institucionalización del Ejército, que
significa también fortalecer la democracia.

Obviamente, los retos siguen planteados. Es evidente que a pesar de que


aquí se ha avanzado en el aspecto de la democracia política, en el
fortalecimiento de las instituciones como el Ejército, la Corte Suprema de
Justicia, el Consejo Supremo Electoral, el mismo Parlamento, en donde
hemos logrado la sociedad nicaragüense avances importantes, todavía
cojeamos por el aspecto de la situación de pobreza, del deterioro
económico y social de la sociedad nicaragüense. Al fin de cuentas es al
pueblo de Nicaragua al que se deben los políticos, al que se deben las
personas que laboran en la actividad pública.
Creo que tenemos un gran reto y grandes oportunidades. Quisiera ser un
poco optimista por la ayuda externa que recientemente se ha contratado;
no va a resolver el problema, pero con la participación ciudadana puede ser
manejada de forma transparente, adecuada, estableciendo un plan de
reconstrucción nacional, ampliando el empleo, mejorando la red vial, ya sea
desde el gobierno central o los municipios. Parte de la ayuda internacional
puede ser dirigida de manera directa a través de la gestión comunal, propia
en los barrios y en las comarcas.

Creo que se nos presenta una opción de poder restablecer los índices
económicos y sociales, en una situación bastante crítica que actualmente
vive el pueblo, y dar alguna esperanza a todos de que las cosas van a
mejorar.

Y estar claro de que continuaré participando de una u otra manera en este


esfuerzo, por el cual me inicié en el año 1969 a la edad de catorce años,
participando en los movimientos sociales. Vamos a continuar participando
en este esfuerzo de reconstrucción, que logre el bienestar para el pueblo
nicaragüense.

19 de junio de 1999

Notas
1 Estas fuerzas entran a Estelí el 20 de junio.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


De seminarista a militante revolucionario
Víctor Hugo Tinoco

Víctor Hugo Tinoco nace en León el 10 de julio de 1952. Estudia


primaria en la Escuela Enmanuel Mongalo y Rubio, y la secundaria en
el Seminario Nacional, al que ingresa desde los doce años de edad. Ahí
se bachillera e inicia estudios de Filosofía. Involucrado como
seminarista en actividades comunitarias, también tiene sus primeros
vínculos con el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Se integra formalmente al Frente Sandinista en 1973, mientras estudia
en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) Managua.
Se traslada a León y asume de manera ininterrumpida distintas
responsabilidades en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Llega a
ser dirigente del Centro Universitario de la Universidad Nacional, del
FER y coordina a nivel nacional el trabajo de la Asociación de
Estudiantes de Secundaria (AES).
En 1978 es impulsor del Movimiento Pueblo Unido (MPU) y a fines de
este mismo año, pasa a la clandestinidad, siendo trasladado al norte
del país, a la Columna General Pedro Altamirano. Como parte de la GPA
participa en distintas acciones ofensivas, en la toma de Achuapa en
abril de 1978 y, en la insurrección final, en las tomas de Achuapa y El
Sauce.
Luego del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es nombrado
embajador de Nicaragua en las Naciones Unidas; posteriormente, vice-
canciller del gobierno de Nicaragua. En esa condición forma parte de
los procesos de negociación de Contadora (1983-1985), Manzanillo
(1983), Esquipulas (19871988), y con la contra-revolución (1989).
Es licenciado en Sociología con postgrado en Gerencia Empresarial, en
la Universidad Centroamericana. Después del año 1990 fue secretario
político de Managua y miembro de la Dirección Nacional del FSLN. A la
fecha de la entrevista, es diputado por el Frente, pero mantiene
posiciones críticas a la línea de pactos de la actual conducción
sandinista.

Este diálogo con el compañero Víctor Hugo Tinoco, es un recorrido de


remembranzas de la lucha del FSLN contra la dictadura, desde el tránsito por él
vivido en los lugares en los que asumió tareas y desarrolló su liderazgo. Es un
aporte a la reconstrucción de la memoria histórica de la lucha estudiantil del
FER en León y Managua, y también a nivel nacional; y de la lucha guerrillera
desde la Columna General Pedro Altamirano y sus secciones en Estelí y
occidente. Además, es un testimonio de las tomas de pueblos durante los días
de la insurrección final, como Limay y Achuapa.

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Víctor Hugo, un joven seminarista que luego se convierte en estudiante de
Medicina, carrera que le sirvió de fachada para realizar diversas tareas
organizativas y políticas que consumieron su tiempo de militancia
revolucionaria con el FSLN, para culminar integrándose como clandestino en la
labor político-militar en la zona noroccidental del país.

El triunfo de la Revolución lo encuentra al frente de una columna guerrillera


que iba de Matagalpa a la toma de Jinotega, para luego, tan sólo una semana
después, verse designado como embajador de Nicaragua, tierra libre de
dictadura, ante las Naciones Unidas.

Mónica: ¿Cómo fue que te metiste al Frente Sandinista?

Víctor: Desde muy pequeño vivía en el barrio Altagracia, en Managua. Ahí ha


vivido mi familia todo el tiempo, creo que desde el año 1965. Antes habíamos
vivido en la Calle Colón, frente a donde estuvo el Cine Alameda. Ahí mi mamá
tenía un cafetín que se llamaba “El Café Bien”. De ahí hubo mudanza a
Altagracia para hacer una casa; en ese tiempo, este barrio estaba en la
periferia de Managua, no existía el bypass de la Resistencia que pasa por la
Racachaca, ni Plaza España, nada de eso. Entonces nos mudamos y
prácticamente ahí crecí.

Estudié en el colegio de Altagracia, el único que había en esa época, que era la
Escuela Enmanuel Mongalo y Rubio. Quedaba a una cuadra de mi casa y ahí
estudiamos la primaria todos mis hermanos. Después de la primaria, a la edad
de doce años o un poquito más, entro al seminario, o sea, entro chatel,
chavalo.

Mónica: Pero, ¿fue por idea tuya o de tus padres?

Víctor: Influyen mucho los padres, obviamente, sobre todo mi mamá. Yo tenía
mucha relación con las monjas de Altagracia, de la María Mazarello, con Sor
Emilia específicamente, a quien le tengo mucho cariño desde la época de
chavalo. Sor Emilia era líder con los chavalos, les daba alojamiento, apoyo para
jugar, etcétera. Hacía labor social, pues. La influencia de las hermanas de
Madre María Mazarello, y por la influencia de mi mamá, es que a mí me atraía
la idea de ser seminarista; pero estaba chavalo, ¡imaginate! El criterio uno no
puede tenerlo muy claro a los doce años.

Entonces yo estoy en el seminario prácticamente de los doce a los veinte años,


casi durante ocho años. Hago ahí toda mi secundaria y tres años de Filosofía,
interno en el Seminario Nacional, que quedaba antes por Monseñor Lezcano,
hasta que lo destruyó el terremoto. Me bachillero en el año 1970 y continúo
con la Filosofía, de 1971 en adelante. En ese tiempo, el Seminario estaba
dirigido por unos curas progresistas canadienses.

Mónica: ¿Es el mismo Seminario donde estuvo Leonel Rugama?

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Víctor: Es correcto, nada más que Leonel había salido uno o dos años antes
que yo llegara. No conocí a Leonel en el Seminario, pero sí al padre Toñito
Castro, quien me llevaba cinco o seis años adelante en los estudios. Él ya
estaba en Filosofía cuando entré a la secundaria. Ahí estaban Bayardo
Salmerón, Luis Enrique Figueroa, Ricardo Péters –quien fue embajador nuestro
en El Vaticano–, Bosco Vivas, Leopoldo Brenes. Ellos eran más o menos de la
misma generación.

En 1971 se flexibiliza la cosa, y ya puedo salir a trabajar a mi barrio en labor


social. Eran gente progresista los curas canadienses. La influencia del
nacionalismo francés y las ideas del Concilio Vaticano II, hacían que estos
sacerdotes fueran bastante progresistas. Recuerdo que en los cuartos del
seminario teníamos unos enormes afiches del Che Guevara y cosas por el
estilo. Ellos te lo permitían, para que te des una idea del margen de madurez
que tenían estos sacerdotes que regían el Seminario.

Entonces ahí es cuando, en el año 1971, estando todavía en el Seminario, me


empiezo a vincular con el FSLN; ya algunos compañeros tenían vínculos con el
Frente en León. Me acuerdo de ese compañero, no sé si vos lo conociste,
Antonio Espinoza.

Mónica: Sí, perfectamente, era de mi primera célula. Era de origen muy


humilde y muy exigente en cuanto a la disciplina. Impulsor del trabajo con el
movimiento cristiano en León. Después se casó con una compañera del
movimiento cristiano llamada Ivania.

Víctor: Antonio era un hombre bien preparado, estaba en el Seminario y


empezó a llevar ideas revolucionarias. Aquí en Managua, salgo en 1971 a
organizar un Club de Jóvenes con varias gentes. Por la vía de ese Club me
vinculo con José López Huelva, “Chepe” López, hermano de la Rosi López
Huelva y una hija de ella, Jovanna. Todos, junto con una hermana mía,
entramos a formar el movimiento juvenil. En esa época, Chepe ya está
conectado con el Frente. Desde que se forma ese Club Juvenil, ya estábamos
vinculados con gente que está pegada al sandinismo, y después llegan Miguel
“El Mono” Bonilla y Vivian Torres. Entonces el Club Juvenil empieza a ser un
grupo de labor social, pero también para la cuestión política. Ya andamos
manejando los documentos del V Congreso Estudiantil que, en la práctica, son
las líneas del Frente.

Salgo del Seminario a mediados del año 1973, y entro en Managua a la


Universidad para hacer el Año Básico, porque no me reconocen los estudios de
Filosofía. Ahí es donde me vinculo orgánicamente al Frente Sandinista a través
del compañero Sergio Mendoza, quien llegó a ser Comandante Guerrillero, y
murió después del triunfo de la Revolución en un accidente de tránsito. Es el
primer vínculo formalmente orgánico que tengo.

Después de hacer un semestre aquí en Managua, me voy a León a terminar el


Básico. En 1974, ya voy vinculado por la relación con Chepe López y con otros

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compañeros del CUUN de Managua. Ya llego a León prácticamente a ser
dirigente estudiantil. Entro en 1974 y el mismo año, soy presidente del Básico.

Mónica: Tu principal tarea, como miembro del Frente, es el trabajo en el


movimiento estudiantil. Como miembro del FER, tenías que empujar las luchas
estudiantiles.

Víctor: Así es. Ya desde aquí, en Managua, nos metemos a la primera huelga
de esa época, la huelga de la Facultad de Ingeniería. No me acuerdo qué
problema era, pero nos metemos los del Básico a apoyar.

Llego a León en 1974 y soy presidente de la Facultad de Ciencias y Letras, o


sea el Básico. En 1975, soy presidente de la Asociación de Estudiantes de
Medicina, porque entro a estudiar esa carrera. En 1975 se divide el Frente en
tres tendencias. En 1976, una de las tendencias, la Guerra Popular Prolongada,
me prepone como presidente del CUUN, por la Facultad de Medicina, pero la
Tendencia Proletaria propone al compañero Larry Valladares, quien me gana
por un voto. Eso impide que yo pueda, como había sido decidido por los
dirigentes del Frente en la clandestinidad, ser postulado, y tenemos que
presentar como candidato a Irving Dávila quien resultó electo como presidente
del CUUN y yo quedo como vice-presidente.

Efectivamente, mi responsabilidad en ese período fue básicamente


organizativa, estudiantil; pero acordate que en esa época, desde la universidad
se hacía buena parte del trabajo político y social en los barrios. Se iba a los
barrios, se trabajaba con los sindicatos y una serie de sectores.

Mónica: El Frente Estudiantil Revolucionario fue durante toda la lucha, la


organización intermedia más importante del FSLN. Esto quiere decir que sus
dirigentes eran del FSLN, pero aparecían como dirigentes estudiantiles; y los
militantes del FER actuaban en cumplimiento de las líneas del Frente
Sandinista, en una situación como de pre-militancia. Durante mucho tiempo fue
el vehículo para la organización de buena parte del trabajo, sobre todo en las
ciudades más estudiantiles, como Managua y León, por las universidades; y un
poco en Matagalpa, Estelí, Carazo y Rivas, donde se dio cierto trabajo
estudiantil de secundaria. Esto era producto de la debilidad del movimiento
sindical y otras formas organizativas de clase.

¿Cómo se da tu incorporación a la vida clandestina? Recuerdo que cuando salí


de la cárcel, te encontré aquí en Managua, y estabas de responsable de tareas
políticas. Estabas semi-clandestino, pero con un cierto régimen público, en el
sentido de que todavía ibas a la universidad.

Víctor: Me traslado a León, y me integro totalmente. Estamos en el trabajo


estudiantil en su proyección hacia los territorios, los barrios de León. Lo que
sucede es que en esa época, el trabajo del FSLN en el FER, en el movimiento
estudiantil, es más fuerte en León que en Managua. En la capital, no sé
exactamente por qué razones, es más disperso y un poco débil; y la cantera de

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cuadros en León es mucho más fuerte.

Entonces, a raíz de la división del Frente, y aún antes, una buena parte de la
atención del trabajo político en Managua se hacía desde León. Hubo una época
en que estuve de responsable de todo el FER, a nivel nacional. Siendo dirigente
estudiantil, me movía de León hacia Managua, y aquí me reunía con los
compañeros dirigentes y ayudábamos a la conducción del movimiento
estudiantil.

Más o menos desde 1976, empiezo a venir constantemente a Managua,


aunque estoy estudiando en León. Acordate que estoy estudiando Medicina,
voy aprobando mis años, pero la verdad es que voy aprendiendo poco, porque
realmente el estudio de Medicina era una cobertura, ya al final se va
convirtiendo en una cobertura contra la represión.

Mónica: ¿Y por qué te dicen doctor?

Víctor: Porque soy egresado de la Facultad de Medicina. Termino los estudios


teóricos de la Facultad, pero nunca hice el internado ni ejercí en los hospitales.
Además, como un gesto de solidaridad, los compañeros, cuando se hace la
promoción de egresados, me meten ahí como parte de la promoción. Entonces,
sí soy egresado de la Facultad de Medicina en León, aunque nunca obtengo el
título porque para ello necesitás hacer tu internado y tu servicio social.

Entonces me muevo hacia Managua constantemente. En esa época me asignan


la responsabilidad de atender al FER a nivel nacional, y estoy atendiendo, a ese
mismo nivel, a la AES, que se forma a raíz de la división del Frente, pues lo que
era el Movimiento Estudiantil de Secundaria, queda bajo control de la
Tendencia Proletaria.

Entonces se forma la AES, empieza a crecer y adquiere mucha fuerza, y logra


organizar las únicas huelgas de carácter nacional que se dieron en este país en
la lucha contra la dictadura somocista, que fueron las huelgas estudiantiles.
Todas las coordinábamos y las organizábamos con los estudiantes de
secundaria, dirigidos por nosotros desde la universidad.

La toma de los colegios y todas las luchas que tenían expresiones en el


Pacífico, en el centro, Matagalpa, Jinotega, hasta en la Costa Atlántica, las
coordinábamos nosotros. Inclusive había compañeros de Bluefields que eran
parte de la red que teníamos establecida en secundaria. Y se pudieron hacer
las protestas de mayor impacto nacional o de carácter nacional, porque todos
los otros movimientos sociales o gremiales estaban fragmentados, producto de
la represión, que era terrible. No había mucho espacio para organizarse y
desarrollarse. Pero como los estudiantes tenían un estatus especial, la
dictadura era un poco más temerosa o tenía más cuidado, aunque siempre te
mataban al final, ¿cuántos estudiantes no mataron, no?, pero había un poco
más de cuidado.

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Todo mundo sabía que yo era del Frente Sandinista. Era de los sandinistas de
esa época con carné, todo mundo sabía, pero no te echaban preso porque
tenías la cobertura de dirigente estudiantil, y la universidad te daba cierta
protección. Esa es la verdad. Eso me permitió prolongar el tiempo de
permanencia en la legalidad. Me manejo donde estoy, semi-clandestino, pues,
o sea, ya no vivo en una casa, y ya no puedo ir a la casa de mi familia, sino que
básicamente vivo en la universidad; y cuando me voy de ahí, nadie sabe a
dónde voy. Me sostengo con ese régimen hasta más o menos cerca de la toma
del Palacio Nacional, en agosto de 1978; y ahí sí, ya se me hace imposible
continuar en la legalidad, y entro totalmente a la clandestinidad en Managua y
después en la zona noroccidental del país.

Mónica: Cuando el Frente Sandinista empieza a organizar el MPU, ya hay más


trabajo barrial, hay ciertas expresiones barriales de organización popular, de
organización sindical; incluso el MPU además de incorporar a las
organizaciones socialistas y de otras fuerzas, fue un espacio en donde
confluyeron las diferentes tendencias del propio FSLN. Al final estaban ahí,
prácticamente, la GPP y los Proletarios, que éramos los que teníamos trabajo
político; porque el Tercerismo siempre tuvo más énfasis en lo militar.

En el Movimiento Pueblo Unido se integraron todas las formas organizativas del


movimiento popular: las organizaciones estudiantiles de las dos tendencias, un
FER GPP y otro FER Proletario; igual en la secundaria los proles tenían los
Comités Obreros Revolucionarios (COR) y nosotros el Movimiento Sindical
Pueblo Trabajador (MSPT); pero también organizaciones de fuerzas aliadas,
como el Partido Socialista Nicaragüense (PSN), la Asociación de Mujeres
Nicaragüenses ante la Problemática Nacional (AMPRONAC), organizaciones de
profesores progresistas, la Asociación Nicaragüense de Educadores de
Nicaragua (ANDEN), creada a principios del 79. En fin, confluyeron ahí como
una forma de expresión política. Víctor Hugo estuvo un tiempo encargado del
impulso de esta articulación.

Contanos sobre tu experiencia cuando pasás a la vida guerrillera durante el


último año de lucha contra la dictadura. Recuerdo que pasás al norte, a la
Columna General Pedro Altamirano (GPA), que luego evolucionó y se dividió en
dos unidades.

Víctor: Así es. A finales de 1978, cuando paso a la clandestinidad en Managua,


me envían a la zona de la Columna General Pedro Altamirano, que operaba en
Estelí, Pueblo Nuevo, Limay, El Sauce y Achuapa, esa era la zona de operación.

La Columna Pedro Altamirano se divide en dos partes: lo que se llamaba la


Sección de Estelí, que la dirigía Julio Ramos, y la sección occidental.

A mí me envían a la sección occidental. De hecho eran dos columnas


guerrilleras, la que operaba en la dirección sur, en los límites de El
Sauce, y la que operaba hacia el norte, pasando Achuapa y Limay hasta
Pueblo Nuevo.

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Mónica: Ahí estuvo “El Capi” un tiempo y después se fue a los Terceristas,
¿verdad?

Víctor: “El Capi” estuvo un poco antes que yo llegara. Cuando yo llegué, ya
no estaba, ya se había ido para Honduras. No sé qué contactos había hecho
ahí, pero había ocurrido ese cambio.

Llego a esa zona en ese período y me integro, pero era prácticamente un


cuadro sin experiencia militar real, sólo tenía los entrenamientos de la
clandestinidad. Entonces llego bajo la responsabilidad de un gran
combatiente, un gran estratega militar, el compañero Oscar Lanuza, quien
no sabía leer, y estaba al mando de una columna muy fuerte.

Oscar estuvo después en el Ejército, pero ya se salió. Es un gran estratega


militar, con una gran experiencia. Fue el que después de dirigir toda la zona
guerrillera, lo mandaron a la zona de la Bonifacio “Bacho” Montoya;
después entró al ataque de Matagalpa, y en los años 80 fue el que dirigió
los Batallones de Lucha Irregular (BLI), los Simón Bolívar, por ejemplo.

Lo admiro mucho a Oscar, es un compañero con una gran capacidad y


sentido común, con una gran habilidad de estratega militar, te resumía las
cosas. Para decírtelo en una forma de broma, cuando él le hablaba a los
compañeros que estábamos en la columna, para decir que había que tener
cuidado, pero tampoco exagerar las cosas, decía: –Hay que estar chiva,
pero no tan chiva.

Oyente: Buenos días. Estoy llamando de Batahola Norte. A mí me gustaría


que Víctor Hugo hablara sobre un compañero que cayó en el sector del
norte, Pablo Corea, compañero del FER que estuvo por Estelí. Por otro lado,
me llena de satisfacción escuchar las palabras de Víctor sobre los
compañeros que fueron estrategas, y que a pesar de su analfabetismo
supieron dirigir las acciones guerrilleras.

Víctor: Al compañero Pablo Corea no lo recuerdo, porque para comenzar,


no manejábamos los nombres reales de la gente. Nuestro movimiento era
totalmente en el campo, en la zona rural; nunca vivimos en una casa, toda
la vida fue en el monte. En el monte, digo, porque no era montaña. Los que
conocen El Sauce y Achuapa saben que ahí no hay montaña, lo que hay son
unos charrales tremendos; pero el Frente Sandinista y la guerrilla ahí tenían
el apoyo absoluto de la población, y eso permitía que nosotros
estuviéramos a diez minutos de los pueblos, viviendo cien o ciento veinte
guerrilleros, sin que hubiera mayor problema.

Mónica: Julio Ramos nos relataba que después de la primera insurrección


de Estelí, se fueron cientos de chavalos con la guerrilla. Nos contaba que

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era tanta la gente que hasta andaban vendedores ambulantes vendiendo
chicles y caramelos a los guerrilleros. O sea que era una situación
particular, que tenía que ver también, como vos decís, con el nivel de
apoyo que se logró de los campesinos y la población en general.

Víctor: Mirá, ahí en la sección occidental operábamos unos cien


guerrilleros. Yo estaba con el “16”, Oscar Lanuza; en la etapa final,
acercándose la insurrección, se fue, y yo me quedé al frente de la columna.
Era una actividad de vínculo constante con la población, que nos llegaba a
ver, a dejarnos tortillas y otras cosas.

Además, algo muy interesante, era una de las columnas guerrillera más
activa de todo el sandinismo. En un período corto desde finales de 1978, se
hicieron por lo menos diez ataques a pueblos. ¿Vos te acordás? En aquel
período, a cada rato había unos comunicados del Frente, anunciando: la
GPA hizo tal ataque. Se atacó por lo menos dos o tres veces Limay; dos o
tres veces Achuapa; dos veces El Sauce, varias emboscadas. Era una
actividad constante que la guerrilla tenía en ese momento.

Y esa sección occidental de la Columna GPA es la que protagonizó un


ataque para Semana Santa del año 19791, antes de la insurrección, en
donde se dio aquel famoso ataque de unos aviones y que “El Zorro”, desde
El Tular, allá arriba donde estaba, empezó a pelearse con los guardias por la
radio. Ya había vinculación, ya se trabaja conjuntamente, porque a nosotros
nos orientaron respaldarlo.

Entonces, estábamos allá abajo, en la zona de Achuapa, y dos columnas


estábamos trabajando articuladas: la que estaba bajo mi dirección y la que
dirigía el compañero de seudónimo “Damián”, que está todavía en Estelí.
Fredman2, creo que se llama el compañero, no recuerdo el apellido en estos
momentos. Y esta columna es la que hizo esos ataques a Achuapa, El Sauce
y Limay. Pusimos una emboscada y entonces la Guardia mandó los aviones
Push and Pull y los T-33, e incendió toda la zona. Ese episodio sale narrado
en varios libros. “El Zorro” empieza a pelear desde arriba, diciendo, por qué
los estás atacando, una cosa de ese estilo, pues.

Era una columna guerrillera muy intensa, con una vida militar muy
constante, y esa intensidad tenía que ver con la visión que la GPP tenía de
esa columna y con las características militares del compañero Lanuza.

Mónica: Entiendo que Omar Cabezas no estaba por ahí, sino que en la
Bacho, más al norte; pero después baja y se pega con la Columna GPA, se
articulan y conforman un Frente Norte Conjunto.

Víctor: Claro. Es que en la zona donde estaba Omar, que le decíamos “La
Nueva”, por San Sebastián de Yalí, el “16” se va con una parte de la

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columna y yo me quedo con la otra. Era una columna periférica en términos
que no estaba en Estelí o Matagalpa, sino en pueblos más pequeños, pero
que tenía mucha fuerza militar por dos razones: en primer lugar, porque
había mucho apoyo de la población, y en segundo lugar, porque era zona
de entrada.

Había planes de que por ahí iba a entrar Henry Ruiz “Modesto” y otra gente.
Por ahí entraban los envíos de armamento que venían de Honduras, y se
dirigían hacia La Nueva y hacia Estelí. Esa fue, digamos, un poco la historia
militar intensa en ese período, en los últimos ocho meses antes del triunfo
de la Revolución.

Mónica: Para la insurrección final se dio todo el movimiento de tomas de


los pueblos. Fueron ustedes tomándolos y liberándolos, por así decirlo. En
este caso, no eran ataques a los cuarteles sino, literalmente, la liberación
de todos esos pueblos hasta pegar con León. Todo eso fue quedando
liberado y esta columna fue fundamental para ello. ¿Dónde estabas para el
19 de julio?

Víctor: Un mes antes del 19 de julio, cuando comienza la insurrección, yo


estoy con esa columna, subido en una montaña cerca de Cusmapa.
Empezamos a bajar y le caemos a Limay, que ya lo habíamos atacado dos
veces antes; pero en esta ocasión, en Limay no hay combates, porque la
Guardia sabe que vamos bajando y se retira 3. Entonces entramos al pueblo
de Limay y después caemos a Achuapa con casi trescientos hombres.

Mónica: Y mujeres, porque en esa columna había bastantes mujeres.

Víctor: Perdón, sí, y mujeres. Por cierto que yo quiero reivindicar eso, los
hombres por machismo decimos que las mujeres son más emocionales;
pero son mejores combatientes, más aguerridas que los hombres. Te digo, a
mí me dejaban asustado muchas mujeres ahí, cómo eran capaces de
enfrentarse a la Guardia. Había muchas mujeres, sobre todo compañeras
estilianas que habían emigrado al campo, a raíz de que ya no se podía vivir
en Estelí por la represión.

Nos tomamos Achuapa en un combate de tres días, donde hay una mezcla
de combate y negociación. Nosotros negociamos con la Guardia para que
se rindieran, y después de tres días de sitio, que teníamos tomado el pueblo
y ellos estaban reducidos a los cuarteles, se rindieron. Fue la primera
recuperación importante de armas.

Mónica: ¿En esa columna iba Ana Julia Guido?

Víctor: En esa columna iba Ana Julia, originalmente. Lo que pasa es que
después se fue hacia la zona de la Bacho, junto a Oscar Lanuza.

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Ahí en Achuapa, se dio una recuperación de armas por la presión militar que
le sostuvimos durante tres días a la Guardia. Fue la primera recuperación
militar fuerte en el norte. Recuperamos treinta rifles Garand que mandamos
inmediatamente a Estelí y a Matagalpa, donde estaba la Dirección Nacional.
En Matagalpa ya estaban “Modesto” y Bayardo. Recuperamos ahí diez mil
tiros de fusiles M-16. Parece que querían dotar a la Guardia de M-16, pero
no se los habían entregado todavía; además, dos fusiles ametralladoras
Browning, que eran terribles, porque nos hicieron muchísimas bajas. Tenían
capacidad de penetrar cualquier pared. El fusil Browning ametralladora es
un Garand con ráfaga, en pocas palabras.

Y después preparamos la toma de El Sauce, ya ahí vamos bajando más


hacia León. Un día antes de la toma de El Sauce, ya todo planificado, a mí
me mandan razón con Omar Cabezas de que la Dirección me llama a
Matagalpa. Entonces nos montamos en un jeep con Omar y nos fuimos por
todos esos caminos, subimos Limay y Pueblo Nuevo.

Mónica: ¿Ya todo eso estaba bajo control?

Víctor: Ya estaba bajo control, aunque era peligroso porque andaban


montones de guardias dispersos. Llegamos a Estelí y, en La Trinidad, a
Omar le avisan que había muerto su hermano Raúl Cabezas, en León 4,
mientras atacaban El Fortín de Acosasco. Entonces Omar se regresa para
León y yo sigo para Matagalpa.

El 17 de julio, cuando se va Somoza, estoy en Matagalpa, donde me pongo


al frente para apoyar la columna que había salido de la zona nuestra y se
había ido a la Bacho Montoya, a la zona de La Nueva a San Sebastián de
Yalí, y que después bajó a Matagalpa. Entonces me los encuentro de nuevo
en Matagalpa. Ese día se reúne la Dirección que está ahí y los cuadros
intermedios. Me acuerdo que se mandó a llamar a todo mundo para esa
reunión, y se decide que alguien, no recuerdo quien, vaya para apuntalar la
zona de Chontales; otros avanzan hacia Managua, y creo que también
Bayardo sale hacia Managua.

Mónica: Sí, parece ser que estaba ahí Elías Noguera, porque lo mandan a
Boaco. Aunque ya a Boaco habían llegado otros compañeros como Cristóbal
Vanegas, Agurcia y creo que Javier “Cuqui” Carrión.

Víctor: Es correcto, y a mí me mandan más para el norte, a Jinotega.


Entonces, mientras unos avanzan hacia Managua, otros van hacia Boaco, y
yo me voy hacia Jinotega al frente de una columna.

Mónica: ¿Jinotega no estaba tomada?

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Víctor: No, no estaba tomada. Matagalpa es la que estaba tomada y la
Guardia estaba sólo en los cerros de los alrededores, después que se habían
salido de los lugares que tenían en la ciudad. Entonces me mandan hacia
Jinotega y ahí me encuentro con la columna campesina de un compañero
que le decíamos “Chico Chiquito”. Era una columna campesina pura,
sandinista, pero sin control orgánico, era una columna natural, digamos.

Mónica: Sí, “El Zorro” explica que “Chico Chiquito” había sido sandinista,
pero siempre un poco anárquico, con un sentimiento clasista muy profundo,
pero mal canalizado porque realizó actos delincuenciales, y él organizó esa
columna casi espontáneamente. No le respondían muy directamente al
Frente, aunque respetaban a algunas personas, como al “Zorro”. Después
del triunfo se dio un levantamiento de esta columna, y “El Zorro” cuenta
que tuvieron que fusilar a “Chico Chiquito”.

Víctor: Sí, así es.


Entonces el 17 salgo de Matagalpa hacia Jinotega y el triunfo de la
Revolución ya me agarra en esta ciudad, adonde entramos con la columna
de “Chico Chiquito”. Ahí la Guardia se rinde, están detenidos unos
seiscientos cincuenta miembros de la Guardia y estamos negociando con la
Cruz Roja qué se va a hacer con ellos.

Casi cinco días después del triunfo de la Revolución, yo no he venido a


Managua todavía, entonces me manda a llamar la Dirección Nacional. Me
acuerdo de El Chipote, donde se estaban reuniendo, y me preguntan qué
me parece irme de embajador para Naciones Unidas, en Nueva York.
Entonces les digo que es cosa de ellos: –En primer lugar, no tengo ni idea
qué es eso; pero si ustedes piensan que yo puedo hacer ese trabajo, pues
no hay problemas.

Nunca supe cómo salió mi nombramiento, porque cuando lo decidieron,


estaba en Jinotega. No me consultaron antes, sino que lo decidieron y me
nombraron. Me imagino que influyó mucho el hecho de haber sido dirigente
estudiantil en esa época, cuando mucha gente de los sectores populares
estaba en el Frente Sandinista; haber sido dirigente estudiantil, haber
tenido un trabajo político intenso, de relaciones, se consideró como base
para poder ser embajador en las Naciones Unidas, porque experiencia
internacional no tenía, nunca había salido de Nicaragua. No sabía inglés.
Entonces, efectivamente, ya desde la segunda semana después del triunfo
de la Revolución, salí para Nueva York, y antes de Nueva York pasamos por
La Habana, donde en el mes de octubre participamos en la reunión de los
Países No Alineados.

5 de febrero de 2000

11
NOTAS

12
1 En abril de 1979, se dio la segunda insurrección de Estelí. En esa ocasión, también actuaron
fuerzas de la GPP, en dos direcciones: en Condega, la Columna César Augusto Salinas Pinell,
comandada por “Isauro”; y la General Pedro Altamirano, sección occidental, a la que se refiere
Víctor Hugo.

2 Se refiere a Fredman Torres, quien comandaba la unidad que posteriormente pasó a ser la
Columna Donoso Zeledón.

3 Según conversación con José Ángel Vindell, un grupo de cuarenta compañeros procedentes
de Honduras, se tomaron Limay el 14 de junio, y cuando llegó Víctor Hugo, ya no había
guardias.

4 De los hermanos de Omar, Emir Cabezas cayó en la montaña en 1977; Javier, en la


insurrección de septiembre de 1978 en León; y Raúl, un poco después de la toma del Fortín de
Acosasco, en julio de 1979.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


La difícil insurrección de abril
Antenor Rosales

Antenor Rosales nace el 11 de octubre de 1955 en León. Estudia


primaria y secundaria en el Colegio La Salle de esta ciudad. Se vincula
al Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1967, a través de
Marina Morales, realizando diversas tareas conspirativas. Participa en
los movimientos estudiantiles de secundaria, incluyendo la toma de
colegios. Al entrar a la universidad se incorpora a actividades públicas
dentro del movimiento estudiantil, como cuadro visible del Frente
Estudiantil Revolucionario.
Fue Presidente de la Asociación Nacional de Estudiantes de Ingeniería.
Pasa a la clandestinidad en 1978, incorporándose a la Columna
General Pedro Altamirano de la Tendencia Guerra Popular Prolongada.
Después de la primera insurrección de Estelí, se traslada a la Tendencia
Tercerista o Insurreccional, quedando como miembro de la Comisión
Política Militar del Frente Norte, y participa en la insurrección de abril y
en la Ofensiva Final de 1979.
Al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, se integra al Ejército
Popular Sandinista, hasta su retiro con el grado de Coronel en 1990.
Concluye estudios de Licenciatura como Abogado y Notario Público y
una Maestría en Derecho Bancario. A la fecha, es Catedrático de la
Universidad Centroamericana.

Después de las insurrecciones de septiembre del año 1978, las distintas


tendencias del FSLN analizaron las experiencias de esa jornada, en las que
se avanzó significativamente en la unidad en la acción.

La insurrección de septiembre permitió un cambio de calidad y cantidad en


todas las fuerzas. Había más combatientes, más armas, más experiencia
combativa, más espíritu de victoria. El flujo de armas se incrementó, la
Tendencia Tercerista habilitó cada Frente con radiocomunicaciones; y todas
las tendencias generalizaron el entrenamiento a los combatientes, y
aumentaron las acciones ofensivas de todo tipo y tamaño. Y fue creciendo
el intercambio de información y el actuar conjuntamente.

El 8 de marzo de 1979, se anunció públicamente la unidad de las tres


tendencias. En esos mismos días regresa a Estelí Francisco Rivera, después
de permanecer varios meses en el exterior, en distintas reuniones
organizadas por la Tendencia Insurreccional. Para esas fechas, Antenor
Rosales decidió cambiar de tendencia y fue incorporado en la Comisión
Político Militar del Frente Norte. Al frente de la misma estaba Germán
Pomares “El Danto”.

1
En correspondencia con el plan de ofensiva ininterrumpida y asedio a la
Guardia, “El Danto” se toma el Jícaro el 26 de marzo. El 8 de abril, unidades
combinadas de las Columnas Facundo Picado (Insurreccional) y César
Augusto Salinas Pinell (GPP) atacan Condega; igual ocurre con El Sauce,
donde actúan fuerzas de la General Pedro Altamirano y unidades
Terceristas, que atacan Achuapa, Limay, Pueblo Nuevo y San Rafael del
Norte.

Una de las fuerzas Terceristas, la que debía emboscarse en la Carretera


Panamericana, en su retirada pasa por Estelí; las unidades urbanas,
deseosas de acción entran en combate, y se produce, sin que estuviera en
los planes, la segunda insurrección de Estelí.

Conversamos con Antenor Rosales, conocido como “El Capi”, sobre estos
acontecimientos.

Mónica: ¿Cómo y cuándo te integraste al Frente Sandinista?

Antenor: Puedo decirte que, en gran medida, vos y yo somos de la misma


época, de la misma camada, con la particularidad que en tu caso fue a
través de los movimientos cristianos que iniciaste tu acercamiento al Frente
Sandinista, mientras que yo tuve la oportunidad de pegarme directamente,
en aquel entonces, con camaradas del FSLN, en el año 1967 ó 1968.
Ambos, sin embargo, como parte del movimiento estudiantil, participamos
en las huelgas y en las tomas de los colegios de los años setenta.

Tuve el privilegio de estudiar en el Colegio La Salle y de tener la influencia


bastante marcada en mi vida de hombres como Edwin Maradiaga, Rodrigo
Páez Montalván y Aníbal Nuevo, tres hermanos cristianos con ideas muy
avanzadas en términos sociales. Mis primeras actividades políticas fueron
en 1967, cuando apenas tenía doce años.

En el colegio teníamos compañeros muy cercanos a estas inquietudes


revolucionarias, preocupados por las injusticias, que tenían una concepción
del papel que los cristianos debían jugar para transformar la sociedad; no
puedo dejar de mencionar a Oscar Danilo Pérezcassar Pereira, con quien
éramos compañeros desde primaria y a Róger Antonio Baldizón Ibarra
Rojas. A partir de esas inquietudes juveniles, fui poco a poco
aproximándome a compañeros que estaban ligados al Frente Sandinista.

Además de las actividades como estudiante de secundaria en el Colegio La


Salle, desarrollaba una actividad, digamos semi-conspirativa, porque Róger
Baldizón y Oscar Pérezcassar, Mónica y Emilia del Carmen, ese grupo que
éramos amigos, no conocían que yo me acerqué al Frente por la vía de
Marina Morales, quien era una joven que estudiaba en la universidad y

2
después se fue a Panamá, y fue compañera sentimental de Chuchú
Martínez.

También tuve vínculos con Leonel Rugama y con Antonio Cuadra, un amigo
estudiante que mantenía posiciones de izquierda, ideológicamente distintas
a ustedes, que eran cristianos; él era ateo. Esa amistad con él permitió
encontrarme con Marina, quien me presentó a algunos compañeros que
estaban ligados al Frente Sandinista.

La primera actividad conspirativa de la que formé parte fue hacer una


manta en una casa muy cercana a la tuya, otra coincidencia ¿no?, la casa
de Agustín Lara, quien fue mi primer responsable orgánico en el seno del
FSLN. Después todo evolucionó de manera natural, y al llegar a la
universidad, me incorporo plenamente al FER.

Mónica: Vos tuviste una participación destacada como dirigente en el


movimiento estudiantil de la universidad en 1976 y 1977. Mucha gente te
recuerda como alguien brillante en la defensa de las posiciones, en la
defensa de los puntos de vista y en los debates que se sostenían en el seno
de la universidad.

Antenor: Entré en 1972 a la universidad y para entonces desarrollé mi


actividad política de manera abierta. Existían algunos compañeros que los
llamábamos los cuadros públicos del FER. Mucha gente sabía que fulano era
del FER, que zutano era del FER, pero existían los cuadros públicos del FER;
entonces, yo comencé a desarrollar mi actividad a partir de 1973, en medio
de algunas contradicciones que existían en esa época allí en el movimiento
estudiantil, relacionadas con las elecciones de Rector y esas cosas.

Yo comencé con Mario Blandino, que era el presidente de la Asociación


Nacional de Estudiantes de Ingeniería y carreras afines. Del Centro
Universitario de la Universidad Nacional propiamente, nunca fui miembro.
Llegué a ser presidente de esa asociación y además, obviamente, llegué a
ser coordinador del Comité Ejecutivo del FER, en una determinada época en
Managua.

Mónica: Ahora hablemos de tu paso a la clandestinidad. ¿Cómo ocurre?


¿Cuáles fueron tus primeros trabajos, en qué lugares estuviste en la
clandestinidad?

Antenor: Mi ingreso a la clandestinidad estaba planteado desde el setenta


y cinco; pero después de unas reuniones con “Agatón”, Carlos Fonseca,
antes que Carlos se fuera a la montaña, y Tomás Borge, consideraron que
era más conveniente que tratara de impulsar la línea política del Frente
Sandinista que ellos dirigían, dentro de la universidad. Y ahí estuve hasta
que caí preso y ya no pude sostenerme en esa condición.

3
Comentario de la autora: Al producirse las expulsiones de Luis Carrión,
Jaime Wheelock y Roberto Huembes, a finales de 1975, la Tendencia Guerra
Popular Prolongada sufre un serio debilitamiento en Managua. En la
universidad, se crean dos tendencias en el movimiento estudiantil que
terminan en la constitución del FER-GPP y FER-ML (Marxista-Leninista)
Proletario.

Antenor Rosales era un dirigente estudiantil con una gran capacidad


oratoria y fuerza dentro de los estudiantes, y representaba a la Tendencia
GPP.

Antenor: Caigo preso en enero de 1977. Este hecho motivó que ya no


pudiese, bajo ninguna forma, seguir públicamente. Después de mi salida de
la cárcel, me orientan que pase a la clandestinidad. Pero ocurrió algo
curioso, el Comandante de la Revolución Bayardo Arce me llamó a la
clandestinidad y me fui a una casa donde estaba él y Auxiliadora Cruz, y él
decía que era la más segura de Managua; pero cuando el ataque del FSLN
al Cuartel de Masaya (17 de octubre de 1977), como estuvo sobrevolando
sobre esa zona una avioneta, y además no habíamos podido hablar con
Carlos Arroyo, Bayardo envió a la “Chilito” Auxiliadora Cruz, a la colonia
Unidad de Propósitos, a la casa de seguridad de Carlos Arroyo, y nunca
regresó.

Entonces me dijo Bayardo: –Hombré, busquemos donde irnos, es peligroso,


porque no ha regresado la Auxiliadora; yo me voy a quedar todavía, porque
tengo que quemar unos papeles; vos andate, pero te vas a buscar a un
familiar o alguien, porque aquí no tenemos a dónde ir. Esta casa es súper
segura, pero a la Chilito, tal vez le pasó algo, y es mejor prevenir. Saliendo
yo a la puerta de esa casa, los trabajadores de un taller que queda
enfrente, comenzaron a gritarnos: – ¡Ajá, sandinistas, van a ver ahora! ¡Ahí
viene la Guardia! O sea que de segura tenía muy poco. Después de eso,
como no tenía dónde vivir clandestino, esa es la verdad, trato de regresar a
la universidad. Me voy a las oficinas del CUUN.

Siempre había tenido algunos compañeros como Julio López Campos, que
me sacaban de apuros. El profesor tenía una camioneta, que en aquella
época era signo de que era un hombre importante. Recuerdo que en la
mañana del 28 de diciembre de 1974, después del golpe a la casa de
Chema Castillo, fue a la única persona que se nos ocurrió llamar, para ver
cómo podía ayudar para salir de donde estábamos. En esa ocasión Julio
llegó en su vehículo y nos sacó a varios de la universidad.

4
Pero ya en ese momento, tres años después, prácticamente me fue muy
difícil moverme a otro lado, y entonces me refugié en las oficina del CUUN.
Llegué una noche con la idea de salir por la mañana y andar públicamente
para que me vieran. Pero llegaron a avisarme que en un radio periódico
estaban saliendo declaraciones de alguien del Frente Sandinista que habían
capturado, de que yo era el contacto para esto y para lo otro. Esa persona
creía que yo estaba clandestino, es decir, hizo esas declaraciones porque
ella se había dado cuenta de que iba para la clandestinidad, y creía que yo
estaba clandestino, pero en realidad no lo estaba. Esto motivó que me
enviaran a Estelí, mi otra ciudad, porque yo soy leonés, pero también
estiliano.

Mónica: ¿Quién fue tu primer contacto en Estelí?

Antenor: Me llevaron a una casa de seguridad, donde llegó Felipe Escobar.


Ya “La China”, Socorro Sirias, estaba embarazada creo; entonces la habían
apermisado, por así decirlo. Felipe me llegó a visitar para prepararme para
el viaje al monte.

Mónica: “El Capi” Antenor Rosales se incorpora a la Columna General


Pedro Altamirano, le ponen el número “8” y trabaja en esa unidad bajo el
mando de Julio Ramos, el “13”. En esa condición, participa en la
insurrección de septiembre de 1978. Nos podrías contar muchas cosas de
ese período pero, como este programa está centrado en abril de 1979,
¡vamos al grano!

El 21 de febrero, en conmemoración a Sandino, se habían realizado algunos


operativos en Estelí, y la gente creía que era la insurrección y salió a las
calles, les dio café a los guerrilleros quienes tuvieron que hacer un esfuerzo
para que la gente entendiera que todavía no era el momento, que tenía que
esperar. Eso indica que esa ciudad, como muchas del país, ya estaban
como decimos popularmente, de veme y no me toqués. La gente quería
acabar pronto con la dictadura.

Parece que eso fue lo que pasó en abril. No había una decisión de ir a la
insurrección, sino que fue la gente, entusiasmada, la que se tiró a la calle.
Eso había pasado en agosto de 1978 en Matagalpa, nos pasó a nosotros en
Managua, donde la gente se lanzó entusiasmada por unos operativos que
estábamos realizando.

¿Cómo se desencadenó esa insurrección?

Antenor: Me gustaría hacer algunas precisiones. En primer lugar, yo tuve


el inmenso honor de participar en las tres insurrecciones de Estelí, al lado
del Comandante José Francisco Rivera Quintero “El Zorro”.

5
Sobre la insurrección de 1978, no quiero extenderme mucho, porque es
conocida. Sobre la jornada insurreccional de abril, lo primero que quisiera
decir, por honor a la verdad histórica, es que nosotros, “El Zorro” y yo,
vinimos a Nicaragua unos cinco días antes de la insurrección.
“El Zorro” había viajado a Panamá y ahí había rayado el cuadro con
Humberto Ortega, y se había formado el Estado Mayor del Frente Norte, o
más bien una recomposición del Estado Mayor del Frente Norte de la
Tendencia Insurreccional.

Yo había viajado a Honduras a inicios de año para hacerme un trabajo


odontológico en varias piezas dentales, que estando en el campo se me
habían deteriorado. Tenía que ir a un médico, entonces me fui a Honduras y
estando allá, antes de la insurrección de abril, manteniendo contacto con
las fuerzas de las columnas que estaban alrededor de Estelí, teníamos el
pulso clarísimo del sentir de las condiciones políticas de los estilianos de la
ciudad, pero también, yo me atrevería a decir, de todo el departamento.
Esto es muy importante.

En el caso concreto de Estelí, las fuerzas guerrilleras y la población que se


había agrupado alrededor de las fuerzas y de las columnas guerrilleras, se
mantenían, no en la ciudad, pero sí en los alrededores, a una distancia muy
corta, digamos prácticamente como una extensión de la ciudad. Desde el
punto de vista militar, eso era de lo más conveniente.

Sabíamos claramente que había unas condiciones políticas dentro de la


ciudad, que exigía que hiciéramos algo de lo que cuenta “El Zorro”.

Mónica: ¿En qué fecha da inicio la insurrección de abril?

Antenor: El 8 de abril. Nosotros debíamos venir el primero de abril. Nos


vino a dejar a la frontera “El Topo” Enrique Argüello. Entramos por la misma
ruta donde habían capturado a Doris Tijerino, un famoso portón ahí por la
frontera de El Espino, en Somoto.

Nos bajamos como a unas mil varas de la frontera, nos metimos a la


izquierda, cruzamos la guardarraya y nuevamente volvimos a la carretera,
ahí nos estaba esperando un colaborador, que después creo que murió en
El Salvador. Dormimos en su casa, que quedaba como a unas cien o
doscientas varas de la carretera. En la mañana, de día, nos fuimos en una
camioneta, desde las afuera de Somoto, a un lugar que se llamaba Los
Araditos.

En el camino pasamos como cuatro retenes de la Guardia y en los cuatro


nos detuvieron. Pusimos nuestra mejor cara. En la tina de atrás, íbamos “El
Zorro”, otro compañero y yo; adelante iba el que manejaba y la “Flor”, una
muchacha muy joven. Tuvimos que pasar por Estelí para llegar a Los

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Araditos.

Entramos a la ciudad de Estelí al medio día y agarramos el camino a El


Sauce; nos bajamos en la finca de un colaborador al que le decíamos “El
Abuelo”, y ahí encontramos a nuestros compañeros: era la Columna
Filemón Rivera. Traje algunas fotos de ese grupo.

Oyente: Rolando López. Creo que “Flor” es una compañera que se llama
Enoé Valenzuela, una compañera chaparrita que trabajaba en la Policía.

Antenor: Sí, puede ser ella. Lo que sentimos al llegar, es que los
compañeros estaban que rascaban. Ni siquiera nos saludaron. Lo que nos
preguntaron fue: ¿A qué horas nos vamos? Para entonces, tal como ves en
esta foto, ya estaban bien armados, distinto de septiembre, ¿verdad?, ya
existían fusiles.

Mónica: Por lo menos ahí se ven en esa foto unos quince fusiles, tal vez
podés identificar a algunos de los compañeros que están aquí.

Antenor: Napoleón Molina “La Chiva”; Ricardo, quien vive en Canadá; un


pintor que se llamaba Antonio Rodríguez “Toño Tarzán”, murió; Arturito, un
muchacho de Chinandega; están cuatro hondureños en esta foto, el Indio
Emilio, Guandique, “Froilán” o Juan Alberto Blandón, que murió en El
Lamento, creo que así se llama el lugar, donde murió; Víctor Manuel
Gallegos y yo.

De los cuarenta que aparecen aquí por lo menos, unos quince son
compañeros caídos. Cuando veo esta fotografía, me entristece, porque ellos
ya no están con nosotros, ¿verdad?, y me siento agradecido de estar vivo. Y
por eso cuando yo las veo, sé que mi conciencia no puede ser comprada y
que hasta el día de mi muerte seguiré al lado del sandinismo, al lado de la
Revolución, en las condiciones del hoy del siglo XXI.

Mónica: Había un plan de hacer acciones ofensivas, pero no incluía una


nueva insurrección en Estelí. En la realización de un plan de fuerzas
combinadas, Elías Noguera y Cristhian Pichardo (Insurreccionales y GPP)
atacaron Condega, donde hieren a Elías Noguera en una pierna.

La columna de Salvador Loza debía emboscarse entre Estelí y Condega para


contener los refuerzos de la Guardia. Ahí los guerrilleros bajan dos aviones,
pero en la retirada combaten prácticamente en los barrios de Estelí. Por
otro lado, la emboscada que tenían planeado ubicar en la Carretera
Panamericana, antes de Estelí, no se puede montar. Prácticamente fracasa.

Por su parte, otras fuerzas combinadas atacan El Sauce, donde derribaron


otro avión; además, se atacó Achuapa, Río Grande, San Rafael del Norte,

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Pueblo Nuevo y Limay, acciones todas, exitosas. La gente de “Froilán”
estaba entre Estelí y El Sauce, y es la fuerza con la que vos te encontrás
buscando Los Araditos, es toda la gente que está en la foto.

¿Por qué deciden irse para Estelí, si ése no era el plan?

Antenor: Nosotros analizamos la situación geográficamente y concluimos


que la posibilidad en donde las fuerzas de la dictadura somocista pudieran
incidir militarmente, era viniendo de Managua por la Carretera
Panamericana; de allí que uno de los lugares de mayor interés nuestro era
el control de la carretera que conduce hacia Estelí. Es decir, de La Trinidad
hacia Estelí.

Eso tiene una gran importancia desde el punto de vista militar, y tiene una
expresión política interesante, que incluso vos dominás tanto como yo, y es
que era muy grande la influencia del Frente Sandinista en ese sector sur de
Estelí. Estoy hablando de El Despoblado, Santa Cruz, Tierra Blanca,
etcétera. Son lugares donde había habido escuelas del Frente, con redes de
colaboradores por todos lados.

Entonces, nosotros dábamos por sentado que esa emboscada en el sur de


Estelí, era la que nos iba a dar mayor seguridad para poder cumplir el otro
plan, que era caerle a El Sauce, caerle a Condega, caer al lado de San
Rafael del Norte y caerle a Estelí.

A veces reflexiono si verdaderamente en ese momento rompimos el


esquema del libro, porque la vanguardia se dejó llevar por las masas. La
situación era que las masas exigían que realizáramos dentro de la ciudad
una acción que trascendiera acciones aisladas y, en esa perspectiva, es que
se produce la jornada insurreccional de abril.

Nosotros entramos por donde siempre habíamos entrado a Estelí, y por una
explicación, que no es estrictamente militar, sino de naturaleza política: la
entrada de El Zapote era la que nos vinculaba a la población más pobre de
Estelí, en donde “El Zorro” y el sandinismo en general se movían como pez
en el agua. Entramos a mediodía a Estelí y tuvimos un inconveniente
militar, inexistente en la insurrección de septiembre.

En septiembre, la Guardia y el grueso de sus fuerzas estaba concentrada en


el cuartel central; en este caso, ya la Guardia había aprendido y tenía
distribuida varias unidades en toda la ciudad. De manera que en sólo la
entrada, nos encontramos con resistencia del aparato militar de la
dictadura, y ya no fue posible entrar directamente en ofensiva sobre el
cuartel, sino que desde las primeras casas del pueblo, tuvimos que tratar
de forzar la entrada a Estelí. Ése fue el ingreso.

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Mónica: Recordamos que ésa fue una insurrección muy difícil, se realizó en
condiciones desiguales y con ciertos factores totalmente adversos, como
era el que no se controlaba la Carretera Panamericana, y por tanto estaba
libre para que la Guardia metiera sus refuerzos. Esa insurrección, además,
estaba descoordinada con otras fuerzas que no se quisieron involucrar. Dice
“El Zorro” que la Columna Filemón Rivera, se hallaba dispersa, unos
estaban en San Rafael del Norte, otros en San Sebastián de Yalí, en El
Sauce, San Juan de Limay; entonces, había que concentrarlos y su idea era
concentrarlos, pero que eso fue casi imposible.

Antenor: Bueno, en la práctica fue imposible. La operatividad misma


impidió que se pudiera concentrar el grueso de nuestra fuerza en la ciudad
de Estelí. Había una fuerza entre Estelí y El Sauce con el propósito de evitar
que entraran refuerzos por esa carretera. Elías tenía la misión de hostigar,
emboscar la carretera que conduce de Estelí hacia Condega, para evitar
que las fuerzas de Somoto, Ocotal o de cualquier otro lado avanzaran hacia
Estelí desde el norte, por así decirlo.

Otra parte de la columna estaba móvil entre Estelí, La Concordia y San


Rafael, sobre esa carretera, y esperábamos que en la carretera que
conduce a Estelí desde La Trinidad, poder tener un control absoluto. De
forma que en la práctica, cuando vimos, estábamos absolutamente solos,
con el sol del verano de ese abril. Verdaderamente, la situación no fue tan
parecida a lo que había ocurrido en septiembre en Estelí.

Digo que no fue tan parecida, primero porque la población de la ciudad


había descendido notablemente. Sin embargo, nosotros nos fuimos el
viernes por la noche, en el momento en que realizó el Comandante Pomares
la operación sobre Wiwilí. Pero el número de personas de la ciudad, que nos
retiramos en esa noche, fue inmenso. No puedo precisar, pero grande,
absolutamente grande.

Mónica: La Guardia estaba en el Colegio El Rosario, la Catedral, el Banco


Nacional y TELCOR. Tal como previeron, sin la emboscada sobre la
Panamericana, la Guardia comenzó a penetrar por ahí desde el día doce, y
los fueron haciendo recular tramo por tramo.

Antenor: La verdad es que sí, ésa es la verdad. El último día, estábamos en


una calle; cuando digo una calle, me refiero a una cuadra, es decir, en toda
una cuadra. Era lo único que nosotros teníamos para operar, el control de la
guardia era absoluto en la ciudad.

Mónica: Sí. Dice “El Zorro” que hubo un momento en que desembarcan
tropas aerotransportadas en los alrededores y en todos los accesos a la
ciudad establecieron posiciones con nidos de ametralladoras para dejarnos
encerrados, una trampa mortal sin salida posible.

9
El Comandante Pomares intenta atacar Wiwilí, en una lógica de
descompresión, porque el mando sabía lo que estaba pasando en Estelí; y
le decían al “Zorro” que se saliera pero “El Zorro” tenía aún la convicción de
que no podía salirse así nomás.

Antenor: No podía salirse por dos cosas: uno, el compromiso con Estelí,
con la gente que nos había pedido que entráramos y que hiciéramos algo,
porque eso debemos asociarlo no solamente a las inquietudes y
aspiraciones revolucionarias de una etapa insurreccional en que las masas
quieren derrotar al enemigo, sino que también ligada a la intensidad de la
represión de la Guardia en Estelí que, por haber sido la última ciudad por
abandonarse en septiembre, hubo una especie de saña sobre ella.

Entonces la población quería la presencia del Frente Sandinista, en tanto


que necesitaba también como población oxígeno, necesitaba respirar en
ese marco de represión que existía. Esa era la primera; y la segunda es que
militarmente era difícil también esa salida, ¿verdad? Estaba compleja la
posibilidad de salir.

Mónica: ¿Cómo solucionan entonces la situación?

Antenor: En esa situación sostuvimos una reunión, para decidir qué hacer,
y allí llegamos a la conclusión de que la única salida que nos quedaba, era
buscar cómo romper el cerco.

“Froilán” no puede estar en la reunión porque había caído. Y “Rubén”, muy


serenamente, pues en realidad yo debo decir que, en todos los momentos
en que estuve con él, jamás lo vi perder la serenidad, en ningún momento,
en ninguno, absolutamente en ninguno; muy serenamente hizo un resumen
de la situación y nos planteó la necesidad de organizar la salida de todo el
contingente y de la población que se nos iba a pegar, que estábamos
seguros. Porque debo hacerte una mención, la Guardia estaba dispersa en
Estelí, pero se concentraba en las noches en cinco o seis lugares, y como
había ido tendiendo un cerco dentro de la ciudad, esa noche se agrupó en
varios lugares que mencionaste: La Escuela El Rosario, Telcor, etcétera.

Nosotros sabíamos que la gente de todo ese sector de Estelí, que se ubica
desde la carretera hacia El Zapote, se iba a ir con nosotros, estábamos
absolutamente seguros, y obviamente, no podíamos dejarla, ni decirle que
no se fuera con nosotros.

“El Zorro” mandó a hacer unas exploraciones y determinamos que, en el


sector sur paralelo a la carretera, pero totalmente pegado a El Zapote, por
ahí íbamos a romper, y efectivamente por ahí salimos. La salida fue
larguísima. Para que tengamos una idea de eso, antes de oscurecer se tomó

10
esa decisión. “El Zorro” decidió salir y nosotros procedimos a organizarnos
para la salida, divididos en la clásica forma: una vanguardia, la más
fuertemente armada; en el grupo del centro, los heridos, los enfermos y los
viejitos; y una retaguardia.

Nomás oscureció, comenzó la salida; la salida de la ciudad que fue


alrededor de las nueve de la noche. Para que tengamos todos una idea de
la dimensión de esa columna, a las seis de la mañana, nosotros, la parte
final de la columna estaba, lo más, a un kilómetro de Estelí. De manera que
el grueso de nosotros durmió en los alrededores de la ciudad de Estelí.

Mónica: Parecido al Repliegue de Managua. Iban los heridos, niños, viejitos,


familias enteras. ¿Cómo de cuánta gente estás hablando, “Capi”?

Antenor: Muchísimas, familias enteras, completas. Yo me acuerdo que


cuando era estudiante, leía un libro en donde había unas famosas historias
de guerrillas que decían que no debería cargarse con la población, porque
eso era un obstáculo para la movilidad y la posibilidad de hacer alguna
operatividad militar. Pero era imposible que el Frente Sandinista dejara
abandonado al pueblo estiliano. De manera que nosotros dormimos en los
alrededores de la ciudad.

Debo decirte que los helicópteros de la guardia somocista sobrevolaron


toda la mañana sobre nosotros, estando acostados; es más, como no
habíamos dormido ocho noches ni ocho días, noches continuas, nosotros
nos despertamos; digo nosotros, los que teníamos cerca, que eran “Rubén”,
la seguridad de “Rubén” y el grupo nuestro, como a las once de la mañana
de ese día, y nos despertamos porque un helicóptero está encima de
nosotros.

Prácticamente, en la salida no tuvimos ninguna baja. Donde sí se


produjeron bajas fuertes, fue a los dos días. En la tarde del día siguiente, la
Guardia nos atacó en Tomabú y nos hizo varias bajas ahí, pero ya habíamos
logrado muchas cosas, entre ellas sacar a los heridos; eso lo organizó y lo
ejecutó un amigo que conocemos todos: Orlando Benavides, “Pancracio”.

Mónica: Dice “El Zorro”: “Salimos, aunque atrás quedaban “Froilán”,


quedaba el doctor Dávila Bolaños, capturado dentro del hospital y
asesinado a balazos... Quedaba mi tía Concepción Rivera, asesinada en su
casita del Barrio El Zapotal, por pura venganza contra mí”.
El doctor Dávila Bolaños no quiso dejar ahí a los heridos, fue asesinado por
guardias de la EEBI bajo las órdenes del Chigüín. Para cerrar, ¿qué mensaje
quisieras mandarle a la gente, en especial a las nuevas generaciones?

Antenor: Yo quisiera recordar lo difícil que fueron esas situaciones y


recordar que el empeño, la decisión del Frente Sandinista y esa voluntad del

11
pueblo estiliano, fue imprescindible, fue necesaria, fue fundamental para el
derrocamiento de la dictadura, como estoy seguro que el empeño, la
decisión y el esfuerzo del Frente Sandinista y el empeño, la decisión y la
voluntad del pueblo nicaragüense, es lo que nos hará que salgamos
victoriosos en estos combates que tenemos, en esta nueva situación.

Me refiero a la pobreza enorme que existe en el territorio nacional, me


refiero al desempleo que galopa abiertamente en toda Nicaragua, me
refiero a la corrupción, ¿verdad? Únicamente con el esfuerzo de todos,
verdaderamente de todos, estoy seguro que vamos a lograrlo, como
logramos esa victoria que se produjo en abril de hace veintiún años.

1 de abril de 2000

12
Francisco Rivera entró a Estelí para no salir nunca más
Myriam Pérez, José Ángel Vindell y Elías Noguera
Myriam del Socorro Pérez Amador, “María Libertad”, nace en Estelí el 24 de
julio de 1958. Se bachillera en la Escuela Normal de Estelí. Ingresa al Frente
Sandinista de Liberación Nacional en mayo de 1977 y participa en la toma de
Catedral y en las movilizaciones de ese año; luego, en las tres insurrecciones
de Estelí. En los años ochenta trabaja como profesora en el puesto fronterizo
de Las Manos, y luego ingresa al Ejército Popular Sandinista, donde permanece
de1983 hasta 1990. Después de ese año estudia Derecho y a la fecha trabaja
en su profesión de abogada.
**
José Ángel Vindell Acuña, “Roque”, nace en San Juan de Limay el 27 enero
1954. Estudia primaria en su pueblo y luego se traslada a Managua. Ingresa al
FSLN en 1977. Regresa al norte para integrarse a la lucha en 1978. Se incorpora
al EPS en 1980, en donde permanece hasta 1992. A la fecha vive en Managua.
En enero de 1979, se realizó en Panamá un “congresillo” de la Tendencia
Tercerista, en donde se diseñaron los planes, de la insurrección general.
Conforme a esos planes, se organizaron las comunicaciones y se desarrollaron
acciones ofensivas como el ataque a El Jícaro, por la Columna Oscar Turcios al
mando de Germán Pomares Ordóñez “El Danto”, y luego se produjeron
emboscadas en la Carretera Panamericana, que dieron lugar a la segunda
insurrección de Estelí en abril de ese año.

“El Danto” había entrado por Jalapa, y fue recibido en La Sotana por una
unidad encabezada por Antonio Castillo. Francisco Rivera “El Zorro” se reunió
con “El Danto” el 13 de mayo en el Cerro Las Cuchillas, bautizado Cerro Cuba,
desde que ahí llegaron los guerrilleros de la Bonifacio Montoya en 1975. En
esa reunión, terminaron de afinar los planes que habían diseñado sobre la
ofensiva final en el norte. “El Danto” comunica su decisión de participar
personalmente en la toma de Jinotega.
Después de la segunda insurrección de Estelí en abril de 1979, las fuerzas de
las distintas unidades de combate del Frente Norte mantuvieron la ofensiva
con distintas operaciones militares. Para el 22 de mayo, una fuerza de la
Columna Facundo Picado, comandada por Luis Emilio Gámez “Dimas”, monta
una exitosa emboscada en la cuesta de Cucamonga, donde le causaron unas
veinticinco bajas al enemigo.

Todas las unidades al mando de Francisco Rivera, como las de la GPP, realizan
intensas actividades de abastecimiento de armas y municiones.
A principios de junio, ya en marcha los planes nacionales insurreccionales, “El
Zorro”, orientó a Elías Noguera iniciar la ofensiva del norte con el ataque a
Estelí.
Elías Noguera “René”; Myriam del Socorro Pérez Amador “María Libertad” y
José Francisco Vindell Acuña “Roque”, protagonistas de la insurrección final en
Estelí, rememoran cómo se planificó cada operación militar en la lucha contra
la Guardia somocista, que pese a su superioridad en hombres y pertrechos, fue
derrotada por todo un pueblo organizado y dispuesto a ir hasta el final.
Mónica: ¿Cómo comenzó la insurrección final en Estelí?
Elías: El Comandante Francisco Rivera “El Zorro” dirigió las tres insurrecciones.
Tuvimos una reunión, creo que como el dos de junio, donde conversamos
sobre nuestras fuerzas, la distribución de las columnas; y me informó que
había recibido una carta de Julio Ramos, por orientaciones de Bayardo Arce,
para concentrar las fuerzas de la Tendencia GPP, en la Brigada Coronel Santos
López.
La estrategia que planteaba Julio Ramos era concentrar las fuerzas, y caerle a
pequeños poblados y después a Estelí. “El Zorro” me dice que él no estaba de
acuerdo con esa propuesta. Él era un estratega militar muy lúcido, a pesar de
su humildad y su bajo nivel educativo. Decía que ya no había tiempo y que,
además, ya todas las fuerzas estaban prácticamente distribuidas en dirección
a Estelí, y otras que iban hacia Matagalpa.
Comentario de la autora: Para la insurrección final en el Frente Norte se
involucraron doce columnas entre Terceristas y GPP, algunas de ellas
compuestas de varias escuadras o grupos de combate. Cada uno con su
respectiva jefatura.

Las más grandes eran: Columna Facundo Picado: Jefe, Elías Noguera y como
segundo Emilio Gámez “Dimas”; Columna Carlos Agüero: Jefes, Héctor Flores
y Ramón Prudencio Serrano; Columna César Augusto Salinas Pinell, bajo el
mando de Cristhian Pichardo; Columna Bonifacio Montoya: Jefe: Omar
Cabezas; Columna Oscar Turcios: a la caída de Germán Pomares, queda bajo el
mando de Javier Carrión; La General Pedro Altamirano, bajo la responsabilidad
de Julio Ramos; Columna Jorge Sinforoso Bravo: Jefe: Jaime Agurcia.

En Matagalpa operaban además la Unidad de Combate Crescencio Rosales, al


mando de Álvaro Baltodano, y la Unidad Salvador Amador, al mando de José
González y “Payín”.

Unidades más pequeñas eran: Donoso Zeledón Úbeda, bajo la responsabilidad


de Salvador Loza y Fredman Torres; La Filemón Rivera bajo la responsabilidad
de Víctor Manuel Gallegos “Pedrito El Hondureño” y Antenor Rosales; y la
Columna Juan Alberto Blandón, dirigida por Mauricio Zelaya Úbeda.

Para la ofensiva final de junio-julio de 1979, estas columnas se dislocaron o


concentraron según las necesidades y operaron sobre las ciudades de Estelí,
Matagalpa, Ocotal, Condega, Pueblo Nuevo, Limay, Yalí, La Concordia, San
Rafael, La Trinidad, Achuapa, El Sauce, San Isidro, Sébaco y demás municipios
cercanos. Algunas de estas fuerzas llegaron hasta Villanueva.
Elías: El 5 de junio, yo tengo una avanzada de mi columna, la Facundo Picado,
a unos cuantos kilómetros de Estelí. “El Zorro” ya tiene su columna por Santa
Cruz, cerca de La Trinidad, la que estaba al mando de “Pedrito El Hondureño”.
Ahí iba “El Capi” Rosales, quien era el político. Otras columnas, como la Donoso
Zeledón, también estaban cerca de Estelí.

La otra parte de mi columna, dirigida por Raúl Monzón, estaba cerca de


Condega. Agurcia, que jefeaba la Sinforoso Bravo, iba en dirección a Ocotal. O
sea, había un plan y prácticamente, desde el punto de vista militar, ya
estábamos echando a andar la estrategia de caerles a los pueblos, pero
simultáneamente con Estelí. “El Zorro” me dice: –Leé la carta para ver si estás
de acuerdo. Era su respuesta a Julio Ramos y a Bayardo Arce, y a mí me pareció
impresionante. Tenía como ocho páginas, donde les explicaba detalladamente
lo que se estaba haciendo; pero no decía que no daba tiempo, y que no estaba
de acuerdo con la concentración de las fuerzas.

Les decía en la carta: –A mi gente la mandé para Matagalpa. Ya Javier Carrión


va en camino a reunirse con otras fuerzas que estaban en la ciudad de
Matagalpa. Álvaro Baltodano por la GPP y Carlos Rojas, “El Doctorcito”, por los
Terceristas. Entonces me explica la distribución de nuestras fuerzas, cuál es el
objetivo militar, lo que se ha hecho sobre las vías de comunicación y otras
actividades militares. La cosa es que yo veo el documento, lo leo varias veces
y le digo que está muy bien. Esa fue la carta que mandó y al final ese fue el
documento aprobado. Es increíble la visión de “El Zorro”, todo un estratega
militar.

Mónica: Sí, él se inclinaba por operar con unidades más pequeñas en distintas
ciudades, en vez de concentrarlas.

Elías: Sí, y tenía una lógica de caer primero en los pueblos donde el enemigo
tenía pequeñas guarniciones, como Pueblo Nuevo y Condega, donde habían
entre cuarenta y cien guardias y, además, darles el golpe militar a esos
pequeños comandos, atacar los movimientos sobre las vías de comunicación y
recuperar armas.
Y lo otro, que era lo más importante, era la integración del pueblo al combate.
Como íbamos de viaje, como decía “El Zorro”, es la ofensiva final, entonces,
decía: –Van a ir todos los colaboradores que estaban clandestinos, tenían que
salir a combatir ya, todo mundo, todos, las mujeres, los jóvenes, ya era la final,
pues. En síntesis, le decía a Bayardo, no me da tiempo de concentrar fuerzas,
ya voy de viaje.
Era como el seis de junio, y me dice, hay que tomarse Estelí. Pero yo había sido
herido en la rodilla durante la insurrección de abril en Condega, en donde, por
cierto, derribamos dos aviones.

En ese momento, del Estado Mayor Tercerista del Frente Norte, sólo
estábamos los dos, porque Pomares, que era el Jefe, ya había caído, y Javier
Carrión, que era el Segundo, andaba en misión en Matagalpa.

Hay que irse para Estelí –me dice. Lo hablaba en plural. Bueno pues –digo yo.
Entonces, al rato me dice: –Alistate, que voy para Estelí. Entonces, como
éramos amigos, además de compañeros, hermanos prácticamente, cuando
me dice ¡alistate!, yo creo que es broma, porque ando en muleta. Él planteaba
caerle primero a Estelí, y que esa fuera la campanada.

Si no puedo caminar, ando con una muleta y un bordón –le digo. Es en serio –
me dice, ahí está un caballo. Y veo un caballón fuerte, medio pesado, aunque
había otro todo flaco, feo; pero él insistía en que me fuera en el grande.
Entonces, le digo: –No, no, yo no puedo montar porque ando herido, ese
jodido me puede botar porque ando herido.

Y así fue. Agarré el cholenco porque el otro era muy brioso, muy fuerte. La cosa
es que me fui con cinco hombres, baqueanos, y llegamos de noche a La
Montañita. Ahí estaba la Columna Facundo Picado, al mando de Emilio Gámez
“Dimas”, un buen combatiente. Le expliqué el plan de la toma de Estelí, y
también del papel de las otras columnas en el Frente Norte y su incorporación
a Estelí.

Mónica: Hay que recordar que para entonces ya había un llamado a la Huelga
General. ¿Cuál era el ambiente en Estelí? ¿Había respondido a ese llamado?

Elías: Estelí se sumó a la huelga general, el cuatro. Hay que tomar en cuenta
que Estelí quedó prácticamente devastado por la represión del somocismo,
después de la insurrección de abril. Prácticamente no había jóvenes.

Mónica: Así es porque en la insurrección de abril, hubo mucho más


bombardeos que en la de 1978. En abril, la Guardia tiró con todo y
prácticamente destruyó la ciudad.

Elías: Sí, con todos los fierros. La colaboración interna estaba golpeada por la
represión; sin embargo, la gente estaba con la esperanza de que las columnas
llegaran a Estelí y era como un ¡sálvennos!, porque la Guardia seguía
reprimiendo. En el campo había una efervescencia total del campesinado, una
gran colaboración. El campo ya prácticamente estaba, como decía Pomares,
liberado. Uno ya andaba a caballo en el campo, porque la Guardia estaba
reconcentrada en los cuarteles. Era la táctica que utilizó la Guardia al final, la
concentración de sus fuerzas en los cuarteles, no salían a patrullar por miedo
a las emboscadas.

Oyente: Habla Sergio Maradiaga. Quería hacer mi aporte también, porque fui
combatiente del Frente Norte Carlos Fonseca Amador; pertenecía a la
Tendencia GPP, y estaba ubicado en Canta Gallos, con Cristhian Pichardo
“Isauro”, pero la decisión que se había tomado era reunirnos en una hacienda
que se llama Darailí, al norte. Cuando ya se estaba calentando la cosa en la
montaña, nosotros nos movimos, porque la orientación era reconcentrarnos
en esa hacienda todas las unidades de combate de la columna, a la cual yo
pertenecía; y de ahí partimos hacia San Sebastián de Yalí junto con otras
fuerzas que se agregaron, que eran del campamento Cuba, y otras unidades
de combate que estaban alrededor de ahí.

Nosotros entramos a Estelí, y ya estaban los compañeros de la Tendencia


Tercerista, disgregados en la parte al lado del barrio El Rosario, creo yo que se
llamaba. Entonces, quería hacer el aporte. Incluso, ese día que nosotros
llegamos ahí, la Guardia nos hizo varias bajas, porque nos morterearon, nos
detectaron; estábamos en la Escuela de El Rosario, ahí murió un compañero al
que le decían “El Torito”, no recuerdo muy bien.

Myriam: Mirá, respecto a lo que decía el compañero Maradiaga, no fue en


junio que murió “El Toro”, que es Noel Gámez, hermano de “Dimas”; si no que
fue en abril, en la segunda insurrección.

Elías: Entramos a Estelí el nueve de junio a las seis de la mañana por el barrio
El Zapote, pero deposité el mando en Emilio Gámez. Los combates desde la
entrada fueron fuertísimos, ya que la táctica militar que la Guardia utilizó fue
ubicar pequeñas guarniciones en lugares claves de la ciudad de Estelí.
Entonces decidimos tomarnos comando por comando.

Mónica: Esa fue la táctica de la Guardia en todas las ciudades. Así nos pasó en
Jinotepe y en Granada. La Guardia se salió del cuartel central y armó varios
cuarteles en toda la ciudad.

Elías: Exactamente. El día nueve, que entramos, me encontré a don Marcos, el


papá del “Zorro”, quien creía que su hijo había muerto; se alegró cuando le
dije que venía detrás.
Nomás entramos, la Guardia nos hizo ocho bajas. Fue un enfrentamiento
directo con la Guardia y hubo un montón de heridos. Como a las once de la
mañana entró la Columna Donoso Zeledón, que la comandaba Fredman
Torres. Ahí venía la compañera Myriam, y para nosotros fue un alivio. Entonces
nos vinimos ubicando sobre la calle principal de Estelí, la calle de los bancos.
Después fueron entrando otras columnas guerrilleras y se iban incorporando
al combate.

Myriam: Elías, recuerdo que cuando entramos, ustedes tenían tomadas las dos
primeras calles, después del puente Panamá Soberana, y no se podía mover
uno de la calle de los bancos. Entonces tuvimos que entrar por El Zapote,
exactamente por donde vivía la familia de “Rubén”. El río estaba súper crecido,
y recuerdo que nos pasaron con mecates. No podíamos entrar por el puente,
porque estaban los francotiradores en los bancos, que desde ahí tenían línea
de tiro directo al puente. Entonces tuvimos que buscar otra vía, y ésa fue la
entrada de todititas las columnas.

Elías: Lo que pasó es que la Guardia estaba ubicada estratégicamente; estaba


distribuida en los edificios más altos de Estelí: en los bancos, en las casa
comerciales, en Telcor, en Catedral y en los colegios, y el poder de fuego de la
Guardia era altísimo, y estaba reforzada por artillería, un tanque Sherman y
dos tanquetas.

Como tres horas después que entramos nosotros, entró la Columna Donoso
Zeledón. Después, como el doce de junio, entró Salvador Loza, con un grupo
de diez o quince compañeros, y el trece entró la Columna Filemón Rivera,
comandada por “Pedrito El Hondureño”. Ellos venían de la toma de La Trinidad
y Santa Cruz, que ya estaban bajo el control de la guerrilla.

Eso nos daba control sobre el hospital de La Trinidad, y comenzamos a llevar


ahí a nuestros heridos. Teníamos un hospitalito militar en Estelí, con médicos
colaboradores y otros médicos que vinieron de Honduras. Ahí daban los
primeros auxilios, pero a los más graves los mandábamos para La Trinidad.

Estas Columnas, Donoso Zeledón y Filemón Rivera, fueron un gran alivio; se


ubicaron por el Puente de Hierro y al noroeste de Estelí, buscando el comando.
Para entonces, nosotros ya teníamos el control de la calle de los bancos, donde
los combates fueron sangrientos.

Mónica: Vamos a hablar con José Ángel Vindell Acuña, conocido como
“Roque”. ¿Naciste en San José de Limay?

José: Sí. Mi mamá se llamaba Julia Acuña, y mi papá, Gustavo Vindell. Él era
agricultor y mi mamá comerciante. Me inicio en 1977 en Managua, con
bombitas de contacto en las Américas Uno. Le dimos vuelta a un jeep de la
Brigada Especial Contra Actos Terroristas, protegíamos las manifestaciones y
participamos en la huelga de brazos caídos.

Fui a Managua a estudiar, y después de la muerte de Pedro Joaquín Chamorro,


a mí ya no me gustó la actividad con bombas de contacto porque era de mucho
riesgo; entonces, con aspiraciones de integrarme de una mejor manera a la
guerrilla, me fui al norte y me incorporé a la insurrección de septiembre. Ya no
quería bombas de contacto, porque varias veces me escaparon de explotar en
las manos. Yo soñaba con tener una carabina en la mano, para desquitarme de
todas las barbaridades de la Guardia.

Mónica: ¿Y en qué año te fuiste?

José: Desde 1978, en la insurrección; después nos retiramos hacia Honduras y


recibí un curso de guerra de guerrillas, que duró tres meses. En diciembre,
entramos de nuevo a Nicaragua y ahí se cumplieron mis sueños: me dieron un
fusil FAL y la situación era mucho mejor. Comencé en la Columna Filemón
Rivera, en El Tular; después pasé a la Columna Facundo Picado con el
Comandante Noguera.

Participé también en la insurrec-ción de abril en Condega. Quiero aprovechar


para recordar a seis compañeros que cayeron combatiendo ferozmente,
durante una emboscada de contención que tendimos a un convoy de la
Guardia, que llegaba de refuerzo a Condega, ya bajo control de la guerrilla.
Habíamos derribado el avión en el que iban unos catorce guardias, y el convoy
iba a reforzar desde Estelí. Entre los caídos, estaban Herminio Maldonado, de
San Juan de Limay; otros compañeros de seudónimos “Walter” y “El Chimbo”,
quien era bien conocido por todos los estilianos.

Mónica: ¿No te acordás de los nombres?

José: “Huevo Chimbo”, le decían, era de apellido Valenzuela. Un compañero


de voz ronca, conocido en casi todas las columnas por su popular forma de ser.
Recuerdo también al compañero “Felino” de apellido Rodríguez, al que la
Guardia torturó salvajemente: le abrieron los talones, antes de asesinarlo.

Myriam: Hermano de Thelma Rodríguez, conocida como “Yaoska”.

José: Después de la insurrección de abril, viajé dos veces a Honduras, pues


conocía muy bien la frontera por el sector de Limay. Me envió el Comandante
Noguera, con “La Culebra” y Miguelito, que era de la familia Morazán, de
Somoto, un compañero muy bueno que luego cayó. Después también fui a
traer armamento y contingentes para reforzar las columnas. Luego entramos
cuando la insurrección final. Entramos el propio 14 de junio.
Partimos de El Pino, donde se encontraba el mejor estratega del norte,
Francisco Rivera “El Zorro”. Él era una escuela de la que todo mundo aprendió.
Tenía mucho carisma y todos podían opinar. Era un guerrillero que yo sólo
comparo con el Che Guevara.

Mónica: O sea que al “Zorro” no sólo hay que verlo como alguien que tenía
una intuición natural para diseñar los planes militares, sino que tal vez, lo más
importante es que tenía la capacidad de mover a los demás; tenía un liderazgo
natural para mover a los demás en la dirección que él consideraba correcta, y
salía victorioso.

Elías: Él era participativo, tenía apertura, te dejaba que vos hablaras, que
participaras en discusiones; es interesante, porque uno va aprendiendo de esa
manera. Por eso los jóvenes lo recuerdan mucho, porque era un maestro, y
era un libro abierto también para la vida.

Myriam: Yo le preguntaba por qué hablaba tan bajo, y él me decía que lo había
aprendido en la montaña. A pesar de eso, inspiraba autoridad y respeto. Yo lo
quise como a un hermano, como a un padre, y su muerte para mí fue una gran
pérdida.

Oyente: Habla Aldo Briones1.

Mónica: Aldo, ¿cómo está tu salud?

Aldo: Estoy viviendo con una máquina; el único riñón que tuve de naturaleza
se me paralizó, entonces estoy con máquina ahora.
Estoy oyendo las historias de Estelí de boca de esos compañeros, Elías y
“Roque”, que tuvimos alguna relación, aunque fuera indirecta.

Mónica: Y también con la compañera Myriam, porque ella se incorpora


después de la toma de las iglesias, y yo recuerdo que vos participaste en esa
toma en 1977.

Quiero explicarle a la gente que Aldo Briones era un chavalo a finales de 1975,
cuando llegué a Estelí como responsable clandestina. Fue uno de los primeros
jóvenes que se incorporaron en esa época, uno de los compañeros que
hicieron ese trabajo de hormiga, tal vez el más difícil: el trabajo político-
organizativo, que permitió que años después la gente se alzara masivamente
en armas.

La insurrección no fue obra de la noche a la mañana, ni de la mente lúcida de


una sola persona. Fue el resultado de un trabajo político-organizativo, de
concientización, de movilización sostenida de casi veinte años. Como decían
los vietnamitas: despertar al pueblo dormido, organizar al pueblo despierto,
armar al pueblo organizado y conducirlo a la victoria; y esa estrategia se aplicó
en el Frente Sandinista. Y Aldo fue uno de los impulsores de ese trabajo de
hormiga, invisible, que permitió que después se pudiera desarrollar la
insurrección. ¿Nos querías contar algo, Aldo?

Aldo: Sólo quería confirmar lo que manifestó Sergio Maradiaga sobre “El
Torito”. Estuvo con nosotros en la CAS (Columna César Augusto Salinas) con
Cristhian Pichardo, y se llamaba Ronaldo Aráuz; vivía ahí en lo que se llama
ahora el Barrio Juno Rodríguez fue vecino, precisamente, de la Juno Rodríguez,
quien cayó en Managua el 17 de octubre de 1977.
Otra cosa que quería decir es que yo me di el lujo de trabajar con José Benito
Escobar, en la César Augusto Salinas. Estuvo un tiempo con nosotros y tengo
unos escritos de él, que le mandaba a Bayardo. Tal vez podamos comparar
algunos datos y algunas cosas que han venido saliendo ahí que, por dicha de
la historia, he tenido la oportunidad de estar inmerso en ella.

Mónica: Aldo, ¿vos estabas en Estelí cuando murió José Benito?

Aldo: Estuvo con nosotros tres meses en la Columna César Augusto Salinas. Él
bajó a la ciudad y a los tres días lo mataron. Estábamos de Condega hacia
Kilambé.

Estuvo con nosotros tres meses. ¡Hablar de José Benito requiere mucho
tiempo! Era un hombre capaz, con mucha inteligencia; le enseñaba a uno todo
lo que podía, hasta lo mínimo. Nos enseñó a caminar en el campo, nos contaba
la historia de lo que había pasado. Era un educador increíble, con una gran
capacidad. Nosotros le decíamos “El Viejo”, porque era el de más edad de la
columna, pero nunca lo vimos cansado, siempre estaba con entusiasmo,
pensando para adelante, nada para atrás; y nos decía que siempre hiciéramos
el mayor esfuerzo para seguir adelante. Tengo escritos que son de su puño y
letra, algunos de ellos; algún día, podríamos compartirlos, tal vez.

Myriam: Recuerdo cuando murió José Benito Escobar, fue una noticia que se
regó como pólvora en la ciudad. La mayoría de los estudiantes ya éramos del
FER y nos dirigimos al barrio San Antonio. Recuerdo que la Guardia no quería
entregar el cadáver y los estudiantes les hicimos la guerra.

Mónica: ¿Cómo es que no querían entregar el cadáver?


Myriam: No lo querían entregar porque era un militante del Frente Sandinista;
entonces, no sé si era que estaban manipulando la muerte o lo querían no sé
para qué. La cuestión es que nos organizamos y le hicimos la guerra a la
Guardia; inclusive, los estudiantes de La Normal y del Instituto San Francisco,
nos tomamos El Palacio. Ahí platicamos con un teniente de apellido Mercado,
quien decía que la Guardia era profesional y que su rol era matar guerrilleros.

Oyente: Habla Alfonso Narváez, “Poncho”, alcalde de El Sauce. Cuando


nosotros entramos por Somotillo con la Columna Oscar Turcios, venían
compañeros que yo no conocía, y quiero preguntar si alguno de ustedes sabe
qué fue de ellos. A uno le decían “Plutón”, el otro era Rodrigo. Él y otros siete
compañeros estuvieron heridos en la casa de mi padre, al que le llamaban “el
colaborador histórico de El Chaparral”.

Como usted insiste en recopilar los nombres de los caídos, quiero decir que
cuando la toma de Somotillo y Villanueva, estuvimos ahí en el Cerco de Piedra,
ahí por Israel. Yo tenía unos diecisiete años, andaba de ayudante de una
compañera que se llamaba Melina Carolina Osejo, que cayó en Somotillo.
También murió un chavalito que se llamaba Félix Pedro Osorio. Hoy hasta le
quitaron su nombre a la escuela que así la había bautizado.

Mónica: Oíme Alfonso, ahora que se anda en campaña por las municipales,
creo que además del compromiso de hacer una gestión local, debe
diferenciarse de manera radical de la gestión de la derecha; por ejemplo, una
verdadera democracia participativa, compromiso con el medio ambiente,
lucha contra la discriminación de la mujer; creo que deberíamos incorporar la
investigación y la recopilación de la historia de lucha contra la dictadura en
cada municipio. Por ejemplo, en El Sauce se podría reconstruir la lista de todos
los sauceños que cayeron ahí y en otros frentes, documentar quiénes eran,
entrevistar a sus familiares, formar comités ciudadanos; entonces, con la lista
de todos los nombres, hacer un monumento por municipio y reconstruir
realmente todo el memorial de esa gente que no debe de quedar en el olvido.
Sería una buena cosa.

Oyente: Mi nombre es Danilo Martínez, soy de San Rafael del Norte. Estoy
oyendo hablar de la insurrección de Estelí y no han dicho nada de un
compañero de seudónimo “Sebastián”, que fue hecho prisionero y torturado
muy joven. ¡Era un compañero increíble! Su papá es don Francisco Zelaya,
hermano de Urania Zelaya. No estoy seguro, pero creo que fue en la cárcel que
perdió un ojo. Si él está oyendo, le mando un abrazo. También había un
compañero de seudónimo “Máximo”, que se metió al Comando con una pala
mecánica. Increíble, ¿verdad?

Myriam: Él se llama Mauricio Zelaya, hermano de Urania Zelaya. Primero


estuvo al lado de El Tular y después fue para Yalí, por El Zacatón. Vamos a
hablar de los compañeros de las palas mecánicas y los vamos a mencionar, lo
que pasa es que las llamadas no nos han permitido avanzar mucho en el relato.

Oyente: Yo quiero preguntar cuál fue la participación de René Molina


Valenzuela en la muerte de José Benito Escobar y en la masacre de la juventud
estiliana. También quiero saber quién y cómo se nombraba el grado de
Comandante Guerrillero. También les pregunto por qué no hubo una
Comandante Guerrillera en el Frente Norte y en el Frente Sur. Muchas gracias.

Myriam: René Molina Valenzuela era un esbirro somocista, delegado de


Somoza en Estelí. Creo que tuvo participación en la muerte del niño Wilfredo
Valenzuela, porque fue muy cerca de su casa, y fue él que llamó a la Guardia.
Y el grado de Comandante Guerrillero se lo ganaban a través del tiempo y a
través de sus combates.
Elías: Ese grado se ganó por la participación, la trayectoria, la capacidad de
dirección en la lucha guerrillera.

Mónica: Después del triunfo de la Revolución Sandinista, la Dirección Nacional


Conjunta del Frente quedó integrada por tres miembros de cada tendencia, de
manera igualitaria para ayudar a la unidad. Ellos quedaron con el grado de
Comandantes de la Revolución. Esos nueve hicieron la selección de los
hombres y mujeres que en cada tendencia habían tenido mando de tropas en
la etapa insurreccional, pero que además, tuvieran trayectoria, varios años de
haberse incorporado y dirigido el trabajo político militar. En esa primera
selección, privó el rol en la insurrección, pero también un cierto equilibrio de
tendencias, lo que derivó en vacíos y hasta injusticias. Fuimos un total de
veinte los seleccionados, a quienes nos reconocieron en agosto de 1979, en un
acto realizado frente al Palacio Nacional.

Comentario de la autora: Lista de Comandantes guerrilleros de acuerdo con la


publicación en el Diario Barricada, el 3 de septiembre de 1979:

1. Joaquín Cuadra Lacayo, Jefe Estado Mayor del Frente Interno. 2. William
Ramírez, Jefe Estado Mayor del Frente Interno. 3. Francisco Rivera Quintero,
Jefe Estado Mayor del Frente Norte. 4. Edén Pastora, Jefe Estado Mayor del
Frente Sur. 5. Dora María Téllez, Jefe Estado Mayor Frente Occidental
Rigoberto López Pérez. 6. Hilario Sánchez, miembro Estado Mayor Frente Sur
Occidental. 7. José Valdivia, Jefe Estado Mayor Frente Sur. 8. Omar Cabezas,
miembro Estado Mayor del Frente Norte. 9. Marcos Somarriba, Jefe Batallón
César Augusto Silva. 10. Hugo Torres. 11. David Blanco, Jefe Brigada Pablo
Úbeda. 12. Mónica Baltodano, Jefe Estado Mayor Central Managua. 13. Javier
Carrión, Jefe Estado Mayor Frente Norte. 14. Julio Ramos, Jefe Estado Mayor
Frente Norte. 15. Sergio Mendoza, miembro Estado Mayor Frente Occidental.
16. Walter Ferreti, Jefe Columna Móvil Oscar Pérezcassar. 17. Leopoldo Rivas
Alfaro, miembro Estado Mayor Frente Occidental. 18. Mauricio Valenzuela,
Jefe Estado Mayor Frente Occidental. 19. Elías Noguera, miembro Estado
Mayor Frente Norte. 20. Manuel Salvatierra, miembro Estado Mayor Frente
Sur.

Cuando íbamos a celebrar el primer aniversario de la Revolución en el año


1980, ya estaban organizados los Ministerios, y entonces se decidió ampliar la
lista y se incluyó a otros compañeros que habían estado al mando de fuerzas
en la insurrección y que habían quedado fuera; y adicionalmente, a quienes
sin haber podido estar en los frentes insurreccionales tenían una historia de
lucha y calidades indiscutibles. Pero aún esa lista se quedó muy corta, porque
debieron entrar otras mujeres.

El 17 de julio de 1980, se realizó un acto en la Escuela Carlos Agüero, donde se


entregaron los grados honoríficos de comandante guerrillero a treinta y siete
compañeros y compañeras. Es decir, 17 adicionales, que son:

1. Alonso Porras Díaz, Chinandega. 2. Álvaro Diroy Méndez, Rivas. 3. Cristhian


Pichardo Ramírez, Frente Norte. 4. Francisco Ramírez. 5. Javier Pichardo,
Frente Sur. 6. Juan José Úbeda, Frente Sur. 7. Lenin Cerna Juárez. 8. Leticia
Herrera, Frente Occidental. 9. Lumberto Campbell, Brigada Pablo Úbeda (BPU).
10. Manuel Calderón Chévez, BPU. 11. Manuel Rivas Vallecillo, Frente Norte.
12. Omar Halleslevens Acevedo, Frente Norte. 13. Osvaldo Lacayo Gabuardi,
Frente Central. 14. Ramón Cabrales, Frente Central. 15. Raúl Venerio, Frente
Central. 16. René Vivas Lugo, BPU. 17. Richard Lugo, Frente Sur.

En total, de los 37 comandantes guerrilleros, 17 provenían de la Tendencia


Tercerista; 15 de la Tendencia GPP; y 5 de la Tendencia Proletaria. Treinta y
cuatro hombres, y solo tres mujeres. Por eso digo que, en relación a las
mujeres hubo criterios machistas. Habían muchas más mujeres que merecían
ese grado honorífico.

Elías: Fijate, la Doris.

Mónica: Yo hubiera otorgado grados de Comandante de la Revolución a Doris


Tijerino y Gladys Báez, y de comandante guerrillera a Olga Avilés y Ana Julia
Guido, entre las que conozco directamente. Seguramente hay muchas más…

Sobre René Molina, quien es responsable de tantos crímenes, hay que


recordar que ahora es delegado de Arnoldo Alemán y Ministro de Turismo. Las
llamadas es cierto que interrumpen, pero lo que pasa es que el programa es
participativo. Vamos a dar espacio a que desarrollen su relato los invitados.

Estábamos en 20 de junio, ¿qué pasó después?

Myriam: En la toma de las dos primeras calles, se dieron combates súper


sangrientos. Nos íbamos por los patios baldíos, hacíamos hoyos en las paredes
de las casas para desplazarnos, primero muy lentamente, hasta que fueron
entrando “Martín” Salvador Loza, “Pedrito El Hondureño”, con su Escuadra
Filemón Rivera. El 14 de junio entró “Rubén” con su escuadrita que él siempre
movilizaba y así llegamos al veinte, en combates sangrientos. Nos llegamos a
tomar las dos primeras vías, las dos primeras calles.

Elías: Cuando entra “El Zorro” el 14 de junio, inmediatamente hicimos un


balance de la situación, que era la siguiente: del sur para el norte, sobre la calle
de los bancos, está “Roque” con un grupo como de cuarenta compañeros.
Después está Fredman Torres, con la Columna Donoso Zeledón; después está
Emilio Gámez “Dimas”, con la Facundo Picado; está “Pedrito El Hondureño” a
continuación, hasta llegar al noreste del cuartel. Había un semicírculo.
La Guardia tiene tomado los bancos, Telcor, el Almacén Karín, el parque, el
Palacio, el hospital San Juan de Dios, el Instituto Nacional, el Instituto San
Francisco y, por supuesto, que la fuerza principal está en el Comando. También
tiene la pista de aterrizaje y tiene controlada toda la Carretera Panamericana.
Ese es el balance de la fuerza.

Entonces decidimos fortalecer ese semicírculo, porque está definida


claramente la línea de fuego.

Mónica: ¿Cómo cuántos combatientes eran los que estaban en ese


semicírculo? ¿Cuántas armas de guerra?

Elías: Había más o menos trescientos guerrilleros, y aproximadamente, un


veinticinco por ciento de todas las armas eran de guerra, la mayoría eran
escopetas y armas cortas. El 20 de junio entra la columna que comandaba Julio
Ramos, ahí venía Omar Cabezas. Ese mismo día entra la Brigada Coronel Santos
López, jefeada por Omar Halleslevens “Isaac” y Cristhian Pichardo.

Sí, y con ellos, los que estamos adentro, conformamos un Estado Mayor
Conjunto de las tendencias. Se nombra a Francisco Rivera como jefe de todo
el Frente Norte. En el Estado Mayor Conjunto están, por parte de los
Terceristas, Salvador Loza “El Viejo Martín”, estoy yo, está Fredman Torres, “El
Capi” Antenor Rosales y “Pedrito El Hondureño”. Entonces ensayamos un
nuevo replanteamiento de la lucha, de la guerra. Reforzamos todos los frentes
definidos anteriormente y comenzamos a atacar pequeñas guarniciones.

Fueron combates fuertes, por supuesto. Las guarniciones iban cayendo una a
una, pero para el dos de julio logramos liberar la ciudad de Estelí; toda la
Guardia se mete al Comando, a un costado de la ciudad, todo el resto lo
tenemos tomado.

Myriam: El 24 de junio, en el combate del Parque Central, cae Fátima Pavón


“Johana”, quien era la compañera de “René”. Ella era muy osada. Ese día, la
Guardia no había salido del sector de la iglesia. Entonces le pegaron una ráfaga;
así, herida, la llevamos al Hospital de La Trinidad, y ahí murió. Era una
compañera muy singular: fuerte, morena, pelo largo y muy enamorada de
“René”. Estaba embarazada.

Mónica: Muy hermosa; he visto fotos del Frente Norte, donde está ella, con un
pelo ondulado, muy guapa. Eso debió haber sido muy duro para vos, Elías.

Elías: Por supuesto, a cualquiera lo golpea.

Mónica: Cuéntenme un poco de Fátima Pavón “Johana”.

José: Fátima, era una compañera, algo medio machona. Le gustaba estar a la
par de los hombres y le gustaba entrenar. Era muy dura. Les decía: –Párese
como hombre jodido. Pelear a la par de ella era cosa seria, ¡no era jugando
pues!

En una ocasión un compañero estaba temblando, entonces ella lo agarró del


cuello de la camisa y le dijo: –Te voy a pegar tu culatazo para que echés huevo.
Y así le hablaba a los compañeros.

Elías: Era originaria de Niquinohomo. El papá era capitán y los dos hermanos
de ella eran tenientes de la Guardia.
José: Tal vez por eso ella tenía un temple militar. Pero era extraño, porque a
pesar de eso, la quería todo el mundo, la protegían, la cuidaban, y ella todo lo
compartía. Irradiaba algo, porque toda la columna tenía que ver con ella. Tal
vez porque era una compañera seria en el aspecto militar, en el combate, pero
muy fraterna.

Mónica: ¿Y cómo murió?

José: Cuando a ella la matan, fue en un acto de arrojo. Se fue a la línea de fuego
y dijo: –El que tenga huevos que me siga, porque voy de viaje hasta el
Comando. Y todo el mundo decía: –No, Elías, que no se meta, que no se meta.
Pero se fue volando bala y bang, bang, bang, la agarró la tanqueta ahí cerquita
a la media cuadra. En el momento que a ella la matan, todos queríamos ir a
tomarnos el Comando, estábamos como locos, se nos pelaron los cables en
toda la columna y todo mundo con sed de venganza y de furia por la muerte
de ella. Esa era la Fátima.

Mónica: ¿Y cuándo se había incorporado ella al Frente Norte?

Elías: Ella se fue a estudiar a Estelí porque su tía era estiliana, de La Trinidad,
está viva todavía, y se integró al Frente Estudiantil Revolucionario. Ella sacó la
secundaria en Estelí, se vinculó al FER. La agarra en Estelí la insurrección de
septiembre de 1978 y ahí se va con los del Frente Norte, se incorpora
orgánicamente. Hay un grupo de muchachos, de jóvenes, que se incorporaron
así.

José: Pero no era la mujer que iba a estar escondidita. No. Si había que cocinar,
iba a cocinar; si había que ir al entrenamiento, iba al entrenamiento; a
combatir, era la primera. Era una mujer que tenía mando y era respetada,
todos los compañeros la respetábamos, la quería todo el mundo porque ella
se daba a querer. Hablaba así: –A ver, te voy a componer ese uniforme, te voy
a componer ese equipo que lo andás todo caído, esto se amarra como soldado,
como hombre. Y agarraba a los compañeros, ra, ra, ra...

Mónica: ¿Y ella ya sabía que estaba embarazada?

Elías: Sí ya sabía. Es que era hiperactiva.

Mónica: ¿Cómo cuántos años tenía?

Elías: Veintidós años.

José: En la insurrección había mujeres bravas como Martha Úbeda, la mujer de


“Pedrito El Hondureño”. Estuvimos en Cerro Cubas, en El Tular, en los
combates de la insurrección final también. Era muy valiente, era un hombre
combatiendo con los fusiles FAL.

Elías: Decir “como un hombre”, es machista, porque vos sabés que las mujeres
son muy valientes, tal vez más que nosotros.

Oyente: María Haydee Sequeira. Quiero preguntar por Víctor Hugo, él estuvo
al frente de una columna en ese sector.

Elías: Correcto, lo que pasa es que por el tiempo y el tema, nos tocaba hablar
concretamente sobre Estelí. Él estaba en El Sauce, pero José es el que estaba
cerca de él.
José: Nosotros nos tomamos Limay el 14 de junio con un contingente de
cuarenta compañeros a mi cargo, con los que entré desde Honduras. Después
pasamos a El Pino. Víctor Hugo entró nuevamente a Limay pero ya no había
guardias, y entonces ellos partieron hacia Achuapa y El Sauce, y los tomaron,
y se mantuvieron hasta después de la liberación.

Myriam: Sobre Víctor Hugo. Es que nosotros en conjunto, los Terceristas, la


Donoso Zeledón, que todavía no era la Donoso Zeledón, porque no había
caído, entramos con Víctor Hugo a El Sauce. Eso fue en abril de 1979.

Elías: Lo que pasa es que las fuerzas nos dividimos: unos caímos directamente
sobre Estelí, pero otras columnas se tomaron los poblados, los municipios;
entonces Víctor Hugo jugó ese papel, y algunos llegan a Estelí a reforzar, y
entre ellos creo que llega Víctor Hugo. Igual pasó con las fuerzas que se toman
Condega, ahí se detuvo una fuerza de la Guardia.

Myriam: Una vez que liberamos la ciudad de Estelí, procedimos con más
fortaleza a organizar los Comités de Defensa Civil. Ya había gobierno civil, con
autoridades civiles, y como algunos comandos repletos de guardias se habían
entregado, más otros que habíamos capturado, entonces ya les estaban
haciendo sus respectivos juicios.

Elías: A partir del dos, dirigimos la toma de Sébaco y de San Isidro. Ya las
fuerzas van unidas. Chicho González fue el que se tiró para Sébaco, muy audaz,
muy valiente, un viejo ejemplar. La Trinidad ya estaba liberada. De esa manera
tuvimos abierta la ruta hacia León.

A los días, “El Zorro”, Julio Ramos, Omar Cabezas y “El Capi” Rosales fueron a
una reunión en León. Ahí estaba la Dora María, Mauricio Valenzuela y
Guadalupe Moreno. A los días, yo fui también a reunirme con los compañeros.
Fueron dos reuniones importantísimas en la que se amarró lo de un cañón de
75 milímetros con Jaime Wheelock, de los Proletarios, comenzando así el
intercambio comercial, por decirlo de alguna manera.

Nosotros llevábamos ganado y frijoles, y ellos nos daban azúcar, porque tenían
todos los ingenios. Eso lo distribuíamos entre los Comités de Defensa Civil que
estaban funcionando en la ciudad de Estelí bajo el fuego de los bombardeos,
porque la Guardia se dedicó al bombardeo aéreo con las famosas bombas de
quinientas libras y los ataques desde los aviones Push and Pull, así como con
los morteros, que diezmaban a la población.

Ellos bombardeando y nosotros trabajando en los refugios, organizando a la


población civil, y a quitar todo el tendido de alambres eléctricos que estaban
en la calle. Luego estaba pendiente sólo la toma del cuartel. Estamos ya en una
misma estructura organizativa. Como jefes de operaciones quedamos Omar
Halleslevens “Pedrito” y yo, de las dos tendencias.

Myriam: Excelente compañero. “Pedrito” estuvo siempre en la primera línea


de fuego.

Elías: El 3 de julio, iniciamos el sitio al Comando de Estelí; pero después


pasamos doce días, como dice “El Zorro”, discutiendo mientras se daban los
combates. La Guardia estaba concentrada, atrincherada, y aunque mantenían
un corredor entre el Comando y la pista de aterrizaje, les hacía falta
avituallamiento de todo tipo. Los bombardeos eran incesantes, desde las seis
de la mañana hasta las cinco de la tarde. Hubo un ínterin largo ahí. En el
Comando de la Guardia estaba de comandante “La Sombra”, el tal Vicente
Zúñiga. En una ocasión, “El Capi” habló por teléfono con Zúñiga; hablaron,
verdad, y “La Sombra” le dijo que sí, que se iba a rendir.
Entonces Somoza llamó a Zúñiga y lo enganchó. Le dijo: –Mirá, ahí te van más
refuerzos; que nunca llegaron.

Mónica: Y eso fue su muerte, porque después murió.

Elías: Sí, murió, porque él, ya para la toma del Comando, que fue el 16, él quiso
escapar y se fue a refugiar en las Aldeas SOS; y entonces ahí cayó en una
emboscada que le tendió “El Ronco”.

Myriam: “El Ronco”, Jaime Agurcia.

Elías: Pero, ¿qué sucede? Estamos doce días presionando y el Comando no


caía, y el bombardeo era incesante. Entonces “El Zorro” ya estaba sofocado,
desesperado, y ¿qué hacemos? ¿Qué hacemos? Y ahí los combates. Entonces,
de repente, a alguien se le ocurrió lo de la artillería.

Myriam: Recuerdo que un compañero, creo que su nombre es Germán, que


había sido tractorista, dio la idea de montar unas palas mecánicas y estrellarlas
contra el Comando, y usar un cañón de 75 milímetros que llevó un compañero
de la Tendencia Proletaria, de origen alemán, llamado Róger Reichmann. Ese
operativo en el que participé personalmente, lo planificamos para el 15 de julio
en conmemoración a José Benito y a Julio Buitrago, y armamos una escuadrita
de artillería.

Después buscamos a un compañero de apellido Larios, que era piloto


fumigador; lo encontramos ahí en Sébaco, y entonces él dijo que se aventaba
a tirarle bombas al Comando. Y Dionisio, un especialista en explosivos, bien
capacitado en Honduras, preparó cuatro bombas con TNT. La idea era hacer
fogatas y bulla con pitos y pailas alrededor del Comando; pero resulta que ese
día, las fogatas se extendieron por toda la ciudad, y entonces el piloto no pudo
localizar el blanco.

Comentario de la autora: Germán Gutiérrez es el compañero que trabajaba


como tractorista en las plantaciones de tabaco, era responsable de rutas de
abastecimiento de la Tendencia GPP y pertenecía a la Columna César Augusto
Salinas Pinell. Esta operación se combinaría con el uso de un avión de
fumigación requisado en Sébaco, desde el cual se dejarían caer unas bombas
caseras rellenas de dinamita. El piloto fue un compañero de apellido Larios.
Las fogatas permitirían al aviador saber dónde estaba el Comando, y la bulla
trataría de apagar el ruido del motor, para que la Guardia no se enterara del
vuelo. (Ramírez, Sergio: pp. 269).

Elías: Entonces, el 15 de julio era una conmemoración, por la muerte de José


Benito Escobar y Julio Buitrago. Ese mismo día 15, “El Zorro” se fue para
Matagalpa con Julio Ramos y “El Capi”, a una reunión de coordinación donde
estaban Bayardo Arce, Henry Ruiz “Modesto” y Javier Carrión.

Entonces, ¿qué sucedió? Lo que había hablado la compañera, no pudieron tirar


las bombas; se regresó a la pista de aterrizaje que estaba en Sébaco. “El Zorro”
le había dicho: –Mirá, si no funciona, por si acaso, verdad, una emergencia, tirá
esas bombas en un lugar despoblado; pues era difícil aterrizar con todo y
bombas.

Miryam: Como no se pudo hacer el operativo porque había fogatas por todos
lados, Larios se regresó a Sébaco, pero no le hizo caso al “Zorro”; aterrizó con
todo y las bombas abordo.
Elías: Cuando regresó “El Zorro”, después de la reunión de coordinación en
Matagalpa, pasó por Sébaco, buscando al hombre, y el hombre llorando,
porque no había podido tirar las bombas. ¿Y dónde tiraste las bombas? –le
dice “El Zorro”. No, si ahí están en el avión –dice.

Un hombre lleno de coraje, fijate, valiente, que aterrizó con todo y las bombas.
Planificamos un nuevo operativo para el día siguiente 16 de julio, y todo salió
bien, fue exitoso.

El avión dejó caer las bombas y, de las cuatro, dos cayeron en el propio
Comando. Mientras, el cañón de 75 milímetros, colocado sobre los muebles
de una casa, primero hizo estragos en la vivienda, pero una vez afinado el tiro,
impactó en el torreón sur del Comando. Se llevaron la pieza en vilo y, desde
otra posición, volvieron a acertar. Hicieron siete disparos en total, incluyendo
uno contra una tanqueta. Cada tiro acertado abrió enormes boquetes en los
costados del Comando. Igualmente funcionaron las palas mecánicas puestas
en movimiento y a gran velocidad, los tractoristas se lanzaron antes que las
máquinas pegaran contra los muros de ladrillo cuarterón. Por todos esos
huecos penetraron los combatientes en posición de infantería.

Miryam: ¡Fue una alegría! Nos parecía mentira que ya teníamos izada la
bandera roja y negra en el Comando. Me acuerdo de Antenor Rosales, que
salió en un jeep pelón. Parecía un sueño. La pesadilla había terminado y la
gente estaba feliz. Mucha de la población que había emigrado para el campo,
estaba regresando, porque ya todos los municipios estaban liberados. Los
combatientes nos abrazábamos, nos besábamos, no hallábamos ni qué hacer.

La liberación de Estelí fue el 16 de julio, antes del mediodía, e inmediatamente


organizamos el viaje a Managua. “El Zorro” no vino a Managua. Él prefirió
quedarse organizando todo. Así era él, dedicado y disciplinado.
1 de abril y 15 de julio de 2000
NOTA
1 Aldo Briones murió el 4 de febrero del 2006, a consecuencia de
complicaciones relacionadas con un trasplante de riñón. Antes de morir,
escribió un pequeño testimonio titulado Y no dejo de luchar, donde relata su
lucha contra la dictadura y su lucha contra la enfermedad que padecía. Aldo
no pudo acudir a nuestro espacio para brindar su testimonio; por eso,
incluimos toda su intervención en este programa.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


La insurrección de los niños en Matagalpa
Isabel Castillo y Marcos Largaespada

Isabel Castillo, conocida como “Venancia”, nació en Matagalpa en


1962. Se incorpora a la Asociación de Estudiantes de Secundaria y al
Frente Estudiantil Revolucionario en 1977, hasta que la expulsan del
Instituto Nacional Eliseo Picado. Se integra de lleno a la organización
barrial y a las tareas conspirativas en el Frente Sandinista de
Liberación Nacional.
Participa en Matagalpa en la insurrección de los niños y jóvenes en
agosto de 1978 y en la insurrección de septiembre 78 en Estelí. En
1979 participa en Managua, y en las tomas de Jinotepe y Granada.
Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, quedó en las
estructuras partidarias y de masas, y a la fecha es dirigente del Comité
Nacional Feminista.

**

Marcos Largaespada Prado nació el 20 de noviembre de 1957. Se


integra formalmente al FSLN en 1974, y trabaja en la organización
estudiantil y en los barrios. En 1977 forma parte del Comité Regional
clandestino del Frente en Matagalpa, bajo la responsabilidad de
Crescencio Rosales y como tal participa en la insurrección de los niños
y jóvenes.
Dirige un grupo de matagalpinos en la insurrección de Estelí y luego se
integra a la Columna General Pedro Altamirano. Trasladado a Managua
en 1979, Marcos Largaespada forma parte de las estructuras militares
de la Tendencia Guerra Popular Prolongada y participa en la resistencia
en los barrios orientales, en el repliegue táctico a Masaya, y en las
tomas de Jinotepe y Granada. En los años ochenta queda en el Ejército
Popular Sandinista y participa activamente en las tareas de la defensa.
En los años noventa pasa a retiro con el grado de Mayor.

Matagalpa, cabecera de un departamento principalmente montañoso, vio


tempranamente la incorporación de sus mejores jóvenes a las luchas
revolucionarias, desde antes de la fundación del FSLN. Ahí nacieron Julio
Alonso Leclaire, Carlos Fonseca, Tomás Borge, Doris Tijerino y tantos
jóvenes llenos de inquietudes y desafíos. Obreros y campesinos,
organizados inicialmente en el Sindicato de Oficios Varios, impulsado por el
Partido Socialista Nicaragüense, pasan a las estructuras guerrilleras y viven
flujos y reflujos del movimiento, surcados por las olas de represión
sangrienta de la Guardia. Los jóvenes estudiantes de la ciudad,
tempranamente se rebelaron por reivindicaciones sociales y políticas.

1
A finales de los años setenta, esos largos períodos de trabajo tuvieron sus
frutos en la organización de barrios, en los colegios y en las unidades
militares que se estructuran para la insurrección. En 1976 se organizan la
AES y el FER en Matagalpa. Sus tres primeros integrantes fueron Fanor
Rodríguez, Arnoldo Moreno y Felipe Sáenz. Erick Blandón los atendía al
principio, por el FER de Managua1.

Con dos de los principales protagonistas, conversamos sobre la insurrección


de agosto del 1978. La gran ausente de este reencuentro es Sadie Rivas, la
intrépida adolescente que nunca perdió su cara de niña. Por cosas del
destino, su participación en nuestro programa se había pospuesto en dos
ocasiones. Pero para la tercera, fue la muerte la que impidió su presencia.
Un accidente automovilístico en el tramo de Managua a Darío acabó con su
preciosa vida, tres días antes de la fecha prevista para nuestro encuentro
en esta radioemisora.

Mónica: Marcos, quisiéramos que nos contaras ¿cómo entraste al Frente


Sandinista?

Marcos: Inicié mis contactos desde los años 1973 y 1974 en la montaña,
en la finca de mi tío Alberto Prado. Él, su esposa y toda la familia de su
esposa, Pepe Rivas y familia, así como los Castro, colaboraban con la
guerrilla en la zona de Guabule, que era donde operaba el Comandante
Víctor Tirado López. Mi tío ya había caído preso en una ocasión.

Con mi tío, halábamos la comida para la guerrilla. Me acuerdo que se


paraba en una quebrada, empezaba a bajar comida y me decía: –
¡Ayudame!, y dejábamos la comida a la orilla del río. Y yo le decía: –Y, ¿por
qué bota la comida usted? Entonces él me decía: –Ahí dejala, ahí dejala.

Mi tío también movilizaba a Tirado López, y en muchas oportunidades miré


al comandante vestido como negociante de chanchos, todo sucio y con
unos lazos colgados. Y yo preguntaba: – ¿Quién es ese señor? Es un señor
que compra chanchos –me decía mi tío. Incluso los paraba la Guardia, pero
tenía amistad con ellos, les daba reales a los guardias, y ahí iba Tirado
López al lado de él. ¿Quién se iba a imaginar que ese hombre sucio que iba
allí todo mal vestido, sería un comandante de la revolución?

Luego, en la ciudad, me recluta Julio Pérez, en 1976-1977. Posteriormente,


me asignaron al trabajo estudiantil.

Mónica: ¡Ah!, Julio Pérez. Yo lo conocí en 1976, cuando comencé a llegar a


Matagalpa; era correo de muchísima confianza, de una estructura súper
selecta. Ahora vamos a conocer sobre Isabel Castillo “Venancia”.

2
Isabel: Mi incorporación a la lucha fue como a los quince años. Empecé con
el movimiento estudiantil en el Instituto Eliseo Picado, donde estudió Carlos
Fonseca. Toda esa historia pasada, revolucionaria, fue como un incentivo
para nosotros como jóvenes.

Recuerdo cuando llegué al Instituto a primer año, había un revuelo que no


entendía. Un grupo de muchachos de los últimos años hizo un mitin, y
varios de ellos hablaron de la justicia y de la dictadura. Tenía catorce años y
con ese mitin pude entender un poco lo que pasaba. A partir de ahí, me
incorporo directamente a la AES, que era la organización de secundaria
estudiantil, y luego al FER, y después a una célula del Frente Sandinista; o
sea, fui escalón por escalón.

Mónica: Y rápidamente, ¿verdad? No había mucho tiempo que perder.

Isabel: Exacto, no había mucho tiempo que perder. Pero, además, vivíamos
en una ciudad particular, donde había toda una historia, un movimiento
revolucionario en la montaña que se sentía en los comentarios de la gente,
en los muertos que aparecían, la Guardia que llevaba gente a los campos
de concentración en Waslala, en la montaña. Todo eso era parte de nuestro
entorno cotidiano.

También una ciudad de contrastes. Una burguesía empoderada por la


prosperidad del café, se sentía una división de clases terrible, que yo la
sentía por mi propia extracción de clase pobre. Había dos cementerios, uno
de los pobres y uno de los ricos y de los extranjeros, todas esas familias, de
alemanes, gringos, e ingleses que llegaron con el boom del café.
Obviamente, existían todas unas condiciones que, como jóvenes, como
generación de ese momento, nos tocó vivir y tomamos la responsabilidad
histórica de hacer los cambios de todo lo que era injusticia y represión de la
dictadura.

Mónica: ¿Quién te reclutó de manera específica?

Isabel: Fijate que yo no me acuerdo quién me reclutó, porque era tan


alborotada, que yo me fui metiendo. Mis compañeros eran Chepe González
y Antonieta Gutiérrez, del Instituto; y Sadie Rivas, del Colegio San José. A
ella la recuerdo con sus blue jeans, que los usábamos campana en aquel
entonces, con su huelga de hambre, que fue una de la manifestaciones
públicas que hizo protestando contra el aislamiento de Tomás Borge y
Marcio Jáenz.

Mónica: He estudiado las cronologías y he estado indagando en el Instituto


de Historia sobre la insurrección de 1978 en Matagalpa. No hay muchos
detalles. Aparece enredada con las insurrecciones de septiembre, pero

3
realmente esta insurrección fue en agosto y tiene sus propias
particularidades y dinámica. La jornada insurreccional de septiembre fue
planificada y decidida por el mando; la de Matagalpa tiene un fuerte sesgo
de espontaneidad e improvisación. Es muy importante que ustedes den
todos los detalles, porque nos va a permitir completar la pintura general de
la Revolución y de sus luchas.

Marcos: Es importante hacer un poco de historia de Matagalpa. Los


indígenas matagalpinos libraron batallas memorables en contra del
colonialismo español, eran valientes y aguerridos. Incluso cuando el
General José Dolores Estrada combatió contra William Walker en San
Jacinto, ahí había indígenas y otros pobladores de Matagalpa combatiendo
con el General Estrada. Estas jornadas han pasado desapercibidas, igual
pasó con agosto de 1978. Es cierto que el 22 de agosto se da el asalto al
Palacio Nacional y que había una gran efervescencia, pero creo que la
insurrección es la síntesis del trabajo de los años anteriores por parte del
FSLN.

Cuando le enseñás al estudiante que él puede cambiar junto con el pueblo,


los destinos de este país; cuando le enseñás al pueblo, que organizado es
más fuerte; y luego enseñás a hacer bombas de contacto, a manejar fusiles,
a manejar armas; cuando el pueblo empieza a perderle el miedo a la
Guardia, yo creo que allí nace esta insurrección y la derrota del somocismo.

La insurrección de agosto realmente fue un acto espontáneo, pero esto a la


vez es relativo, porque el Frente ya venía preparando las condiciones para
eso. En los últimos meses, todos los días hablábamos de prepararnos para
la insurrección.

Mónica: ¿De qué manera se venía preparando? ¿Cuáles eran las tareas y
las misiones, las actividades principales que realizaban?

Marcos: Nosotros empezamos a estructurar escuadras en la ciudad y a


preparar a chavalos del FER y a hacer células clandestinas; a hacer un
trabajo conspirativo, preparando al pueblo, a la gente, para una guerra. Lo
que sucedió es que en ese momento fue tanta la euforia, la efervescencia,
que la gente no se pudo controlar, y tuvimos que ponernos a la cabeza de
las masas, del pueblo. Pero, realmente eso ya estaba contemplado,
nosotros íbamos hacia allí. Los estudiantes emboscábamos a los BECAT con
bombas de contacto, nos volábamos bala con la Guardia en Matagalpa.

Isabel: Pero también había un movimiento estudiantil fuerte, que daba la


cara pública y que había venido desarrollando un trabajo organizativo, de
protesta, que se confrontaba sin ambigüedades. Porque la misma situación
de represión nos creaba la disyuntiva: o te escondías o luchabas.

4
Habíamos desarrollado todo un movimiento estudiantil en el norte, que
surgió desde Matagalpa como huelgas locales que llegaron a ser
nacionales, a nivel de secundaria. Huelgas que tenían que ver no solamente
con reivindicaciones estudiantiles, sino también con demandas en el ámbito
político: hablábamos de derechos humanos, de cese a la represión, de abajo
la dictadura. Por todas estas actividades, en 1977 casi treinta estudiantes
fuimos expulsados de todo el sistema educativo nacional. O sea, nos
condenaron a no estudiar para siempre. Entonces, toda esa gente nos
metimos a trabajar a tiempo completo con el Frente Sandinista, incluso en
tareas clandestinas

Mónica: ¿Vos fuiste expulsada sin ninguna posibilidad de estudiar en


ningún colegio?

Isabel: Sí, fuimos expulsados veinticinco compañeros del Instituto y de


otros colegios por la huelga que habíamos desarrollado, y que además la
habíamos ganado en toda la negociación que hicimos, porque fue una
huelga pacífica, en 1977. Comenzó a nivel local, como Instituto, pero se
solidarizaron todos los otros colegios de Matagalpa y del norte, de Estelí,
Boaco...

Mónica: ¿Y cuáles eran las banderas, las reivindicaciones?

Isabel: Demandábamos la expulsión de varios profesores y supervisores,


que eran guardias. Los habían trasladado para controlar a los estudiantes,
fortaleciendo el sistema de represión que había en el Instituto. También
queríamos participación estudiantil dentro del centro.

Eso generaba y mantenía en efervescencia a la juventud de Matagalpa, y


efectivamente, como dice Marcos, ya estaban todas las condiciones. Había
escuadras, mucha gente preparada para la guerra que se avecinaba. En
estas circunstancias, la Guardia mata a un compañero nuestro que
estudiaba en la noche y que era parte de la AES, aparece muerto.

Marcos: Se llamaba Alberto Chavarría. Pero insisto en que una de las cosas
que tuvieron que ver con la insurrección de Matagalpa, analizándolo
detenidamente veinte años después, es que logramos involucrar a la
población en el trabajo conspirativo. Porque en la insurrección de agosto, no
solamente andaban los estudiantes, también obreros. El pueblo nos daba
comida, información, las casas para dormir. No fue una actividad
meramente estudiantil, sino de toda la población, y por eso es que agosto
no es solamente de los estudiantes, es una efeméride de Matagalpa.

Mónica: En la biografía breve que me envió Sadie Rivas, decía que parte
de las tareas que ella asumió cuando se metió al Frente, fue trabajar en los
barrios. Y en sus biografías, Walter Mendoza y Margine Gutiérrez relatan

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que iban al barrio La Chispa, incluso hicieron un periodiquito, creo que se
llamaba Los de arriba2, elaborado en mimeógrafo, donde abordaban los
problemas del agua, trabajaban el tema de las casas de cartón que habían
ahí. Es la estrategia de vinculación entre el trabajo estudiantil y el trabajo
en las barriadas, que es fundamental para el desarrollo de esa alianza o de
ese vínculo entre estudiantes revolucionarios y sectores populares.

Marcos: Quiero poner un ejemplo del trabajo que hacíamos en los barrios.
Crescencio Rosales, Felipe Sáenz, Chepe González y yo, éramos los del
Comité Regional de allí de Matagalpa, para esas fechas. Entonces le digo al
responsable: –Crescencio fijate que en el barrio El Chorizo, la gente tiene las
casas pero no dónde hacer las letrinas. Sin embargo, ahí pegado está un
solar grande, yo digo que lo podemos tomar, ¿qué decís vos? Entonces me
dice Crescencio: –Miralo bien, con calma, porque eso va a significar
represión de la Guardia… Miralo, pues, y te metés a ese rollo. Toda esa
gente que vivía ahí era obrera y algunos de ellos eran militantes del PSN,
que se unieron conmigo y un día amanecimos tomándonos ese pedazo del
barrio.

El Frente nace en Matagalpa también con vocación de barrio, de clase


obrera, con una vinculación muy estrecha con ellos, si bien es cierto que los
estudiantes fueron el motor. Por las características propias del obrero,
cumplían otras funciones; eran casas de seguridad, por ejemplo. Pero
siempre hubo en el casco urbano de Matagalpa una vinculación con el
obrero, con el trabajador; e insisto que, en la insurrección de agosto, allí
estaban los resultados de ese trabajo, si no, no hubiera sido posible la
participación obrera, y sin ellos, nosotros no hubiéramos estado ni un día.

Isabel: Claro, no puede haber resistencia si no hay toda una retaguardia


que te apoya, te cuida, hace la posta con vos. La insurrección y la
resistencia sólo fueron posibles precisamente por todo ese apoyo. Además,
no teníamos armas, teníamos pistolitas y unas escopetas. Y esa
insurrección es histórica porque precisamente las pistolitas se enfrentaron
con tanquetas; porque llegaron tanquetas y aviones a bombardear y atacar
esa insurrección que, prácticamente, le llamaron la insurrección de los
niños, porque estábamos allí en las barricadas niños y niñas de catorce o
quince años, por supuesto, con todo el apoyo de la población.

Mónica: Quisiera recordar el tendido clandestino en las distintas etapas de


la lucha en Matagalpa. En esa época estaba ya Crescencio, pero en ese
tendido clandestino habíamos estado distintos compañeros. Antes estuvo
René Núñez Téllez, hasta su captura en diciembre de 1974. Cuando atendí
Matagalpa entre 1976 y 1977, el responsable directo era Mario González,
quien se va en abril de 1977 al exterior. Cuando llegué, Mario, cuyo
seudónimo era “Erick”, había realizado unos operativos de propaganda que
habían impactado en Matagalpa. Se subieron al cerro El Apante y pintaron

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con cal un gran rótulo que decía FSLN. Eso fue un gran impacto en la
población. Felipe Escobar estuvo a cargo del trabajo, cuando caigo presa, y
luego nombran a Crescencio Rosales, quien venía con fogueo de dos años
en la montaña.

“Venancia”, ¿qué fue propiamente lo que hicieron? ¿Cuántos días estuvieron


en la calle y cómo fueron los combates, las bajas de uno y otro lado?

Isabel: Aproximadamente estuvimos cuatro días y los sentí como una


eternidad, toda una vida. Es una cosa que nunca la olvidás. En esos días
nos reuníamos mucho con Crescencio. A mí ya me habían dado mi arma, al
igual que a toda la célula. Crescencio decía que sentía que eso iba a
explotar y nos decía: –Cuidadito, porque tenemos que esperar; porque
supuestamente íbamos a coordinar la insurrección, pues eso se estaba
platicado con Estelí y León.

Pero realmente ya era como aquella chimbomba que estaba inflada a punto
de explotar con cualquier cosa. Cada noche había manifestaciones, mítines,
y a veces ni siquiera estábamos allí. Era la gente sola entonces. Teníamos
que salir en carrera a ponernos a la cabeza. A veces estábamos todo el
Comité Central reunido y la manifestación pasaba en la calle, ¡ideay! No
sabemos qué pasó ni sabemos de dónde surgió. Era una cosa incontrolable
el nivel de efervescencia política de la gente. Entonces, la mañana en que
apareció el cadáver de este compañero que había sido asesinado, Alberto
Chavarría, me levanté y fui a ver qué pasaba. Venía un montón de gente
con el compañero en los brazos, y la gente enfurecida no se detenía y
empezaron a hacer las barricadas. Lo que hicimos muchos de nosotros fue
meternos también con la gente.

No teníamos un plano de la ciudad para decir aquí va a haber una barricada


y aquí otra. Fue una cosa tan espontánea, que no se podía detener. Y yo
entendí, por fin, toda aquella teoría de cómo se desarrollan las condiciones
de un pueblo y cómo es la insurrección.

La efervescencia explota allí, toda la rabia contenida; allí pude entender


realmente ese tipo de fenómeno.

Marcos: Las trincheras no las hicimos por primera vez ese día, ya antes
habíamos hecho trincheras, ya la gente sabía hacer esas cosas. Cuando se
da la muerte de Alberto es el 28, estamos en paro; el golpe del Palacio
había sido el 22 y se van el 25, después de un triunfo completo.

Cuando la gente se lanza a las calles y hacen algunas barricadas, de una


forma desesperada empiezan a recuperar pistolas, fusiles, escopetas, en las
casas particulares, a los cuidadores. No había otra que meterse con ellos y
dirigir el movimiento. Entonces hacemos las trincheras, salimos armados y

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nos tomamos prácticamente toda Matagalpa: El Centro, Guanuca, Palo Alto.
Toda Matagalpa estaba tomada, todas las entradas, o sea, Matagalpa
estaba alzada en armas.

Empezaron los combates, la Guardia comenzó a desplegarse. Los combates


más fuertes fueron en la Calle Central, donde estábamos nosotros con
Ernesto Cabrera “Cabrerita”, Sadie Rivas, Pancho López y otros
compañeros.

La Guardia luchaba por desalojarnos de las dos vías centrales. Allí se da


también la masacre del Hotel Soza. Después que la Guardia nos desaloja, se
toma el Hotel Soza y mata casi a una familia completa, a un ingeniero, a
unos niños, creo que a una señora. En ese combate prácticamente
estábamos cercados varios compañeros, pero logramos salir y le hicimos
como ocho bajas a la Guardia. Nosotros los vimos.

Una de las cosas impresionantes es que nosotros éramos unos chavalos,


pero ése no era el problema, sino que éramos inexpertos desde el punto de
vista militar. Nos enfrentábamos a treinta varas con la Guardia con pistolas,
con escopetas, y ellos estaban con fusiles de guerra y nos podían disparar
de largo; entonces nosotros, en medio de nuestra inexperiencia, los
dejábamos acercarse, y hasta que estuvieran cerca, les volábamos balas.
¡Era pura temeridad!

Isabel: Prácticamente los emboscábamos.

Mónica: Joaquín González, informó que otros participantes de la


insurrección fueron Aníbal Rodríguez, Ulises Siles “La Vaca Chota”,
Cabrerita, Efraín Castillo “Payín” “Pata de Palo”, y la Chilo, una compañera a
la que le decíamos “La Caballona”.

Marcos: Yo estuve con un compañero de apellido Zeledón, y le decía: –


Nosotros estamos aquí abajo. Vos te subís sobre el tejado con una escopeta
y para abajo les das. ¡Sí, así combatíamos! Entonces era una forma
temeraria de atacar a la Guardia, en medio de nuestro desconocimiento. En
ese combate le hicimos ocho bajas, más o menos unas cuarenta bajas
vistas, de la Guardia, en esos cuatro días. Más no pude ver porque no podía
estar en toda la ciudad. Visitaba más que todo Guanuca, Palo Alto, la Calle
Central, el sector del Cementerio. La Guardia entró con todos los fierros,
con armamento pesado, con ametralladoras, con tanques, con tanquetas y
con aviación.

Mónica: ¿Cómo hicieron con las tanquetas?

Isabel: Destruimos una tanqueta, en el parque de abajo quedó, ¿recordás?

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Marcos: No era propiamente una tanqueta, creo que eso era lo que ahora
le podemos llamar un transportador blindado; es parecido a una tanqueta
pero tenía llantas de hule. Una tanqueta era difícil destruirla con los medios
que teníamos, pero ese vehículo lo averiamos y hasta allí nomás llegó.

Isabel: Estalló como bomba de contacto.

Mónica: ¿Cómo se dio el repliegue, la retirada?

Marcos: Una vez que nosotros estamos instalados, en el segundo día,


hablo con Sadie y con Ernesto, que era a los que tenía más cerca.
Crescencio me mandaba la información de lo que íbamos a hacer. Él me
mandó a regañar fuertemente por eso, me responsabilizó y me dijo que me
iba a pasar la cuenta. En esos días me reunía con Sadie y Cabrerita y les
decía: –Mirá, hermanito, la cosa está así, así, así, ¿cómo la ven ustedes? Los
tres teníamos una vinculación más estrecha allí, porque los otros
compañeros estaban regados en las cuadras, atendiendo a la gente. Así
tomábamos algunas decisiones.

Entonces, cuando llevamos dos días, les decía: –Miren, hermanitos, aquí no
hay municiones, hay que prepararse para irnos. ¿Cómo nos vamos a ir?
¿Cómo vamos a dejar a la gente? –me dice la Sadie. Siempre la Sadie con
ese gran corazón. Ella pensando que si nos íbamos, la gente iba a quedar
desprotegida. Bueno –le digo, la verdad es que aquí hay que ser sensatos,
tenemos que irnos. Ernesto también decía: –No, no nos podemos ir porque a
la gente la van a reprimir. Me costó convencerlos. El último día, ellos
estaban de acuerdo, y les dije: –Bueno, nos vamos a las cuatro, y avisen de
la cuestión porque esto no aguanta más; váyanse ustedes adelante. Nos
salimos por Apante, me quedé atrás viendo la salida.

Isabel: Nos dijeron: –Allí va a estar una escuadra guerrillera esperando. Y


¡no había nadie!

Marcos: Lo que acordamos era que Sadie se fuera adelante con Ernesto,
que halaran a Chepe González que estaba por el lado del Cementerio, que
se fueran adelante, y que yo iba detrás para que no se quedara nadie. Nos
quedamos con la Alexa, pero en el último momento también la despaché, y
me quedé con dos compañeros que están muertos, que son Neney y Cacho
Lugo, hermano de la Alexa Lugo 3. Así se dio la retirada. Una columna
grande salimos a las cuatro de la tarde, con la idea de internarnos en la
Cordillera de Apante, y desde allí comenzar a dispersarnos y volver a la
ciudad. Realmente no había bases para hacer una guerrilla sostenible allí.

Hay un dato importante que no se nos puede quedar fuera. Al segundo día,
llega una comisión negociadora del Gobierno; entonces hablo con Sadie y le
digo: –Mirá, yo creo que no es conveniente hablar con esta gente. No, no –

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me dice Sadie, hablemos. Que venga Monseñor, y empieza a
argumentarme. No, porque podemos dar síntomas de debilidad –le digo. Al
final, se formó una comisión y se habló con el Obispo Miguel Obando, y vino
otra gente allí. Yo no quise entrar porque no miré muy conveniente hablar
en ese momento.

Isabel: Formé parte de esa comisión. Era del sentimiento, junto con Sadie,
de que no nos podíamos ir. No porque quisiéramos inmolarnos allí;
conocíamos el carácter asesino de la Guardia y cuáles serían las
repercusiones posteriores sobre la población que nos había apoyado y que
iba a quedarse.

Por una de esas casualidades de la vida, yo estoy por la zona de Palo Alto,
por donde se definió la casa donde se realizaría la negociación. Estábamos
allí Cabrerita, el Gordo Sócrates y yo, que en ese momento éramos los
líderes de ese lugar, porque no encontrábamos a los otros, o estaban en
otro sector. Nos metimos a la negociación, por supuesto, sin estar
autorizados.

Una de las cosas que nos dijeron fue que nos rindiéramos toditos, que
entregáramos las armas, que nos reconcentráramos en determinado lugar.

Nosotros decíamos: –Somos de aquí de Matagalpa, somos estudiantes


matagalpinos, aquí no hay fuerza guerrillera. O sea, queríamos explicar que
era un pueblo que estaba ahí, no era que habían entrado los guerrilleros de
allá y que habían hecho toda una insurrección. Explicábamos que había
toda una justificación a la violencia.

Y queríamos saber ¿por qué nos vamos a rendir? Si nosotros hacemos eso,
si nos rendimos, habrá más violencia contra nosotros –les decíamos. Ya es
hora que la violencia se acabe, hay demasiados asesinatos aquí por parte
de la Guardia. Buscábamos garantizar que no reprimieran a la población y
aprovechamos a los periodistas que llegaron, para denunciar que la Guardia
venía asesinando a la gente y que el pueblo quedaba desamparado.

Por supuesto que no hicimos ninguna negociación ni nos rendimos. Al día


siguiente fue la retirada.

Marcos: Después que se fue el Arzobispo de Managua, la ofensiva de la


Guardia se hizo más fuerte.

Isabel: Sí, ellos sentían que estábamos debilitados, y venían peinando


sector por sector y matando a la gente que encontraban.

Mónica: ¿Fue sigiloso ese repliegue, como el que se hizo aquí en Managua?
¿La Guardia fue sorprendida por la retirada?

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Marcos: No se lo esperaban, y se hace sigilosamente. Nos fuimos de
noche, de las cuatro de la tarde empezamos a acercarnos al punto de
partida, que es el barrio Palo Alto. Recojamos a la gente para Palo Alto –les
digo, y de aquí nos vamos yendo sobre la parte alta, a caer al cerro Apante.
Si la Guardia se hubiera percatado, nos habría salido adelante, porque
realmente supimos enmascarar el movimiento de esa gran cantidad de
gente que subió.

Mónica: ¿Cómo cuánta gente se replegó?

Marcos: Es un cálculo, porque no te puedo decir un número exacto, pero


andaba entre ochocientas y un mil personas.

Isabel: Como no me quería ir, me retiré como a las cinco. Salí con Alexa,
Ileana y otra gente; sentimos las balas en los pies, porque ya la Guardia
estaba por todos lados. La gran decepción mía es que nos habían dicho que
por Apante, por un determinado sitio, nos replegáramos y que ahí iba a
estar una escuadra guerrillera esperándonos. Cuando llegamos al sitio,
esperamos toda la noche, esperamos el día siguiente, y nada. Y decíamos: –
¿Qué hacemos nosotros perdidos en este monte, además, para dónde
agarrábamos? Mucha gente se quedó en Matagalpa en casas de seguridad,
y otros nos tuvimos que ir, porque ya no podíamos regresar a la ciudad.
Salimos hacia Estelí, caminando, sorteando a la Guardia.

Mónica: ¿Entonces el repliegue fue en varios grupos o en bloques


diferentes?

Isabel: Sí, nosotros éramos diez compañeros.

Mónica: Lo que me parece claro es que el repliegue fue desordenado, y no


propiamente una operación de retirada. ¿Qué pasó después?

Marcos: Después de agosto de 1978, los matagalpinos nos dispersamos.


Algunos se fueron para la Cordillera Apante, otros volvieron a sus casas, y
otros se quedaron en el cercano poblado de San Ramón. Hubo quienes se
fueron a León, Managua y Estelí, porque ya no nos podíamos quedar como
unidades de combate.

Cuando me quedo en la retaguardia de la retirada, de repente me doy


cuenta que estamos solos, con Cacho Lugo y Naney. Ya no podemos
retirarnos porque la Guardia había tendido un cerco y no lo podíamos pasar.
Nos metimos a la casa de un señor, quien me prestó una ropa que me
quedaba enorme. Dejé a Cacho y a Naney ahí, y yo me fui para donde un
tío mío que vivía en las cercanías. Al día siguiente, nos sacaron mis tíos Tito
y Marlene Prado, quien trabajaba con el Partido Liberal, y nos fuimos en una

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camioneta de ella. Como ella iba manejando y era amiga de la Guardia,
pasé tranquilo hasta Estelí.

Isabel: A mí me costó seis días llegar a Estelí.

Marcos: Caí a Estelí y me contacté directamente con el Frente, con una


compañera chelita llamada Miriam Corea. Ahí nomás me integré al Frente
Sandinista y reventó la insurrección de septiembre.

Fueron como quince días y nuevamente nos tocó volar tiros. Recogí a los
matagalpinos y nos ubicamos donde la Beneranda Quiroz. Ahí estaban
conmigo Isabel Castillo, Ileana Morazán, la Chilona, Alexa Lugo, Ajax
González, “El Torito”. Los “Toritos” eran de apellido Gámez, de Estelí. Tenía
un grupo como de treinta compañeros que combatimos en Estelí. Fue de
una manera práctica, recogimos a la gente, yo soy el jefe y punto, y
estábamos volando balas; después, en la retirada, nos juntamos con “El
Zorro” y Julio Ramos.

Mónica: Había unidad.

Marcos: Era bonito y se trabajaba bien. “El Zorro” era un hombre que tenía
un carisma increíble para unir voluntades; era un hombre muy maduro,
muy compañero, con unos valores que pocas veces se miran. Entonces,
había una unidad en la acción tremenda, un respeto entre los compañeros,
entre Julio Ramos, “El Zorro” y Elías Noguera. Así que nos coordinamos y
nos integramos a la guerrilla, a la Columna General Pedro Altamirano.
Estuvimos como siete meses.

Una cosa que quiero recordar es la siguiente. Se me aparece un día el


Comandante Arce y me dice: –“Will”, ¿vos padecés de úlcera? No sé –le digo
yo. –Es que nos llegó un informe de que no te podes ir a la montaña. Iba
para la montaña, supuestamente. Yo dije, qué pijudo, voy para arriba.
Entonces me dice: – ¡Ah!, es que nos mandaron un informe de que vos
tenés úlcera. No me doy cuenta –le digo yo. Después, me di cuenta que me
estaba probando. Que si yo le decía que sí…

Mónica: Era que te querías rajar.

Marcos: Sí, era la tranca. Entonces, al contrario, en vez de pasar para la


Columna Pablo Úbeda, me llegó a traer Luis Enrique Figueroa; bajamos con
Julio Ramos los dos, y caímos aquí a Managua, a una casa de seguridad. Me
acuerdo de Luis Enrique Figueroa y lo estimo mucho, porque yo venía con
los pies rajados de la montaña, y ese compañero compró una pomada y
tenía la fraternidad de curarme los pies.

12
Puestos aquí en Managua, me pasan a trabajar con usted, y participo en los
combates en la insurrección, en el repliegue a Masaya, Granada y todo eso.

Mónica: Cuando vino “Will” a Managua, nosotros estábamos organizando


la estructura militar, las unidades de combate. Estuviste entrenando a
compañeros en San Francisco Libre. Ahí había una escuela. Y después
hicimos escuelas en la propia ciudad, porque ustedes habían recibido cierto
entrenamiento en Estelí.

Marcos: Por nada me matan aquí nomás en Linda Vista en una escuela,
¿no te acordás? Hacíamos escuela en una casa. Una compañera por nada
me mata con una escopeta. Cuando yo te notifiqué, me dijiste: –Te llego a
traer inmediatamente; y me llegaste a sacar, y desarmamos la escuela.

Mónica: Sí, es que nosotros hacíamos escuelas aquí en las casas.


Metíamos grupos de siete a diez compañeros. Recuerdo una casa que
alquilamos en Altamira. Para poderles enseñar arrastre en medio del lodo,
poníamos todo el día una manguera abierta en el jardín, al que le habíamos
arrancado la grama. Levantábamos a los compañeros a las dos de la
mañana y los hacíamos arrastrarse en ese lodazal, como parte del
entrenamiento, simulando las condiciones más duras.

Marcos: Mónica, te voy a recordar una anécdota. Yo monté una casa de


seguridad frente a una cantina y vos me regañaste. Vos me regañaste y me
dijiste: – ¡Cómo es posible que montés una casa de seguridad frente a una
cantina, ahí viene la Guardia, nos van a quebrar, sos un irresponsable! Y yo
te dije: –No, con mucha más razón, porque la Guardia no va a pensar que
somos guerrilleros. Ahí montamos una escuela con el comandante Alí
Vallecillo. Yo era el jefe de la escuela.

Mónica: Había una disciplina consciente, no era una disciplina de borrego,


porque él me convenció que era el mejor lugar, y ahí se quedó la escuela, y
se entrenaron bastantes compañeros.

Isabel: Después de Matagalpa, yo seguí esa misma ruta de “Will”.


Habíamos oído que la insurrección de Estelí se avecinaba; pudimos llegar y
buscar a gente que conocíamos. Nos fuimos por decisión propia. Ahí me
encontré a toda la gente que había estado en la insurrección de Matagalpa,
me encontré con Marcos; estuvimos en la guerrilla por casi ocho meses;
luego me trasladan a Managua a la casa de seguridad donde estábamos
con Mónica, ¿te acordás?

Mónica: Tenía una casa de seguridad formada por Francis Araica y Ernesto,
un compañero que murió dos días después del triunfo de la Revolución. Fue
terrible. Ya habíamos ganado y se le fue la bala a un compañero y lo mató.

13
Isabel: Usted me encomendó una misión en la mera insurrección de
Managua. Ya habíamos pasado la casa de seguridad que teníamos en Santa
Clara, al Comando Central de Managua, y usted me mandó a traer a unos
compañeros que estaban en la Carretera Sur. Debía manejar un microbús,
pasar por el Centro Cívico donde estaba toda la Guardia, y ¡yo ni siquiera
podía manejar!

Mónica: Esa era una gente que acababa de hacer una emboscada cerca de
El Crucero y teníamos que retirarla.

Isabel: Cuando llego, ahí estaba Marcos, ¡otra vez! Marcos con toda esa
gente.

Marcos: Ahí emboscamos a la Guardia y le hicimos varias bajas, éramos


diez.

Mónica: Por cierto que hicieron una labor no muy ambientalista, que
digamos: se volaron unos grandes árboles para cruzarlos sobre la carretera
y la Guardia cayó en la emboscada, porque se pararon donde vieron los
árboles caídos, y ahí se dio esa emboscada.

Marcos: Ahí aprendí a manejar motosierra. Estuve a cargo de ese sector


que se llamaba la Media Luna.

Mónica: ¡Cierto! Tuvimos una guerrillita ahí, en las faldas de El Crucero.


Teníamos una escuela en medio de los cafetales, y ahí entrenábamos a
campesinos.

Marcos: Teníamos trabajo con el campesino.

Isabel: Y ellos se tenían que integrar a la insurrección de Managua, en los


barrios orientales. Cuando vengo con ellos, se me apagó el microbús en el
semáforo del Centro Cívico; cuando quise arrancar, no pude. Y la Guardia
enfrente y toda esta gente armada en el microbús. No sabía manejar, pero
al hombre que le tocaba, no quiso ir, el hombre se echó para atrás, y ¡va la
“Venancia” para allá! Yo me fui y así, cancaneando, trajimos a Marcos y su
unidad. Estuvimos en toda la insurrección de Managua, en el repliegue, en
la toma de Jinotepe, en la toma de Granada, bueno, hemos recorrido juntos
muchas cosas. Me encanta estar con él aquí, otra vez compartiendo.

Mónica: “Venancia” fue muy destacada en la lucha guerrillera aquí en


Managua, estuvo bajo nuestra responsabilidad, y también en la toma de
esos cuarteles, muy valiente, como la valentía de Sadie, era de la gente
que iba siempre adelante.

14
Isabel: Mi mensaje a esta generación es que vivan su momento histórico.
No hay dos momentos históricos para la juventud, y éste es el momento de
retomar un poco la historia de su pueblo, la historia de Nicaragua, que ha
sido una historia de lucha, de resistencia, por reencontrar su propia cultura,
sus propios valores. A las mujeres quiero decirles que tenemos un lugar en
esa historia y tenemos mucho que aportar.

Mónica: Y como hoy es 9 de octubre, vamos a despedirnos con una


canción al Che y con esta hermosa frase de Frei Betto: “Desde donde estés
Che, bendice a los que seguimos luchando por la causa por la que moriste”.

9 de octubre de 2000

NOTAS

15
1 La Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES) funcionaba bajo la conducción de la
Tendencia GPP; cuando se dio la división en el Frente Sandinista, hubo una disputa por su
control con la Tendencia Proletaria. Carlos Arroyo, Antenor Rosales y Erick Blandón estuvieron
involucrados en la organización de los estudiantes de secundaria por la Tendencia GPP.
(Conversación electrónica de la autora con Erick Blandón en junio del año 2009).

2 Parafraseando la obra de Mariano Azuela Los de Abajo. En Matagalpa, la gente pobre habita
en condiciones muy precarias, en las partes altas de las faldas de los cerros que rodean la
ciudad; por eso, le pusieron el nombre Los de Arriba.

3 “Neney”, se llamaba Leonel Galeano. Después del triunfo de la Revolución, trabajaba con
Luis Guzmán Luna “El Chiri”. Apareció muerto misteriosamente a principios de los años
ochenta.
“Cacho” era el apodo de Oscar Ernesto Lugo Guevara, con que lo llamaban en la familia.
Murió en el año 1982, en un accidente automovilístico frente a la empresa Julio Martínez.
Trabajaba también con “El Chiri” Guzmán. (Datos brindado por Erick Blandón, hermano de
Alexa y Oscar Ernesto).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


El precio elevado de la libertad
José González y Sandra López

José Mercedes González Picado “Ernesto” nace el 24 septiembre de


1959. Estudia en el Colegio San Luis y en la Escuela María Cerna Vega,
y se bachillera en el Instituto Eliseo Picado de Matagalpa. Se incorpora
al FSLN en 1974, a través del Partido Socialista.
Participa en las tareas de organización de la AES y de todas las huelgas
estudiantiles que se llevaron a cabo en esa época. En agosto de 1978
combate en la “insurrección de los niños”. En 1979 participa en varias
operaciones ofensivas del FSLN y en la ofensiva final de junio del 79.
Es fundador del Ejército y de la Policía Sandinista. En 1980, viajó a
Cuba a estudiar en la Escuela Superior de Guerra General Máximo
Gómez. En 1981, funge como delegado del Ministerio del Interior en la
Costa Atlántica; en 1988, es delegado del MINT en León. Se gradúa
como licenciado en Derecho. En 1990 asume funciones como
Secretario Político del FSLN en Matagalpa. En 1997, es electo por los
matagalpinos como diputado por el FSLN.

**

Sandra Lorena López Fernández “Amalia” nace en Matagalpa, el 12 de


septiembre de 1963. Estudia primaria en la Escuela María Cerna Vega e
inicia sus estudios de secundaria en el Colegio de Monjas San José de
Matagalpa y los finaliza en el Instituto Colón de Puerto Cabezas,
después del triunfo de la Revolución. La reclutan en el año 1976, y
participa en tareas organizativas, en el teatro estudiantil y en la
insurrección final en la casa del Estado Mayor de la GPP. Después del
19 de julio, fue Secretaria Política en San Ramón, San Isidro, Sébaco,
Waslala, Coordinadora de AMLAE en Matagalpa, y luego en el Comité
Zonal de Puerto Cabezas.
Después del 90 trabajó con Tomás Borge en la Fundación Verde
Sonrisa, luego en el Movimiento de Mujeres Matagalpa. A la fecha
trabaja en la Fundación Denis Ernesto González, en memoria de su hijo
que murió trágicamente.

Mónica: ¿Cómo son tus primeros pasos, José?

José: Soy hijo de una familia anti-somocista. Mi padre, Julio César González,
era ganadero de Kuskawás y Tejerina. Mi mamá es Irma Picado viuda de
González. Mis hermanos, en su mayoría, lucharon y se entregaron jóvenes a

1
la lucha y uno de ellos, Guillermo González, que en paz descanse, fue
asesinado por la contra en 1982 en el río Wamblán, Jinotega.

Por allá en el 74-75, fundamos la AES en Matagalpa, junto con Ernesto


Cabrera “Cabrerita”, con Sadie Rivas, Rodolfo Castillo conocido como
“Payín”, Ródrigo González, Marcos Largaespada, Néstor López, Víctor
Guevara, Sócrates Baldizón, y mi hermana Mayra González, quien fue
después una de las dirigentes del Movimiento Sindical Pueblo Trabajador.
También estaban ahí Aarón Montenegro, Felipe Sáenz y Douglas Praslin.

En el 76, levantamos a los estudiantes en la mayor huelga en la historia de


secundaria de Nicaragua. Nos enfrentamos a las autoridades somocistas de
entonces: Alba Rivera, Emilio Sobalvarro y el actual Vice-Ministro del MED,
Chavarría. No sólo levantamos a los estudiantes del Instituto Eliseo Picado,
sino que también nos movilizábamos hacia Boaco, Estelí, Jinotega a difundir
las ideas revolucionarias, porque realmente Matagalpa era un semillero
revolucionario.

También fui organizador del FER Francisco Moreno, junto con Francisco
Jarquín “Chico Plomo”, Ernesto Cabrera, Sadie Rivas, Antonieta Gutiérrez,
José Santos Sobalvarro e Isabel Castillo, quien luego combatió también en
Managua.

En el 76 fui contactado por Mario González “Erick”, quien estaba como


responsable de Matagalpa. Entiendo que vos eras su responsable. En el año
77, participamos en todas las jornadas de lucha a favor de Tomás Borge y
Marcio Jáenz.

Cuando la insurrección de agosto de 1978, que se llamó la “insurrección de


los muchachos”, ésta fue en realidad un desborde de presión popular que
terminó siendo una sublevación, porque nosotros no teníamos orientaciones
de lanzarnos.

Estaba a cargo del Regional Faustino Ruiz “El Cuje”, el compañero


Crescencio Rosales Cabrera, quien había llegado de la montaña y tenía
algunos padecimientos médicos. A veces en reuniones cuando pasábamos
varios días de desvelo por el trabajo, le daban como cuadros de epilepsia.
Seguro el desvelo, el cansancio, la mala alimentación.

Era un compañero de unas cualidades increíbles y una firmeza


revolucionaria. Estuvimos en contacto con él.

Después de la insurrección de agosto del 78, hay un operativo en el cual


participan dos compañeros destacados de Matagalpa, Sócrates Baldizón y
José Adrián Castillo, conocido como “Cuchumbeco”. Ellos hacen una
operación en un jeep Toyota PJ-40 color rojo, similar al que usaba Salvador

2
Amador, quien movía usualmente a Crescencio. El operativo era súper
simple, era recuperar un mimeógrafo del Colegio Monseñor Carrillo, para las
tareas de propaganda. Los compañeros incluso anuncian que el operativo
es del Frente Sandinista; la Guardia recibe la denuncia y comienzan a
buscar un jeep Toyota rojo. Y se le pegan al de Salvador que, en ese
momento, se movía ajeno a todo lo que pasaba. Como ellos se dan cuenta
que los van siguiendo, todavía Crescencio puede desprenderse de unos
papeles que andaba, y luego logra hacer unos disparos. A Salvador lo
capturan y asesinan dándolo como muerto en combate.

Pero también es verdad que a Crescencio lo tenían penetrado, porque


después del triunfo de la Revolución, tuve acceso a los archivos de la OSN y
de la Sección del Servicio Anticomunista (SAC) y pude ver que una de las
personas donde llegaba Crescencio, tenía carnet del SAC. Además, había
una serie de informes de nosotros, que sólo podían ser elaborados por
alguien que estaba dentro. A Crescencio, ellos no lo querían quebrar sino
seguir, porque a ellos no les interesaba un cuadro por aquí o por allá, sino
las redadas y los quiebres de los principales cuadros.

Además, en los interrogatorios que hizo la OSN cuando capturaron a Néstor


López y a Ramón Arnesto Soza –yo tuve en mis manos sus expedientes–
todas las preguntas versaban sobre nosotros, porque ellos tenían bastante
información operativa de la estructura.

Un caso interesante es que los papeles de los que Crescencio se desprendió


antes de caer, los dejó en la casa de un señor de apellido Lara. Por cierto,
era allegado al régimen, pero tuvo la decencia de hacérnoslos llegar a
través de mi hermana Lucy y de Maritza Travers. Nosotros recuperamos por
esa vía los papeles que Crescencio andaba.

Después de esa insurrección, yo me quedé clandestino en Matagalpa.


Cuando cayeron Crescencio Rosales y Salvador Amador 1, organizamos la
Unidad de Combate Crescencio Rosales y yo fui el responsable político
militar de esa unidad. Hicimos muchas operaciones.

En la propia ciudad, hicimos una operación comando contra tres BECAT que
se desplazaban sobre la calle de los bancos, exactamente frente al antiguo
Hospital Monserrat, frente a la casa de don Mario Amador. El Comando
estaba integrado por Rodolfo Castillo, José Santos Sobalvarro y yo. Fue un
golpe espectacular, sobre todo porque la Guardia se desplegó por todo
Matagalpa. Todos nos replegamos a la casa de Ana Julia Gutiérrez.

Otra operación fue el ataque y la toma del cuartel de la Guardia Nacional en


San Ramón. Para la organización de ese ataque, estaban en Matagalpa Julio
Ramos y Álvaro Baltodano. Nos reunimos en la casa de Martha Julia Lugo de
Quintero, pero quien dirigió la toma fui yo. Éramos aproximadamente

3
cuarenta combatientes. Atacamos el cuartel, desarmamos a los guardias
que quedaron vivos y tuvimos el control del pueblo durante varias horas.
Esa operación fue casi simultánea con la masacre de Nueva Guinea, porque
una de las razones que nos dieron fue que había que quitarle presión a esa
columna.

Mónica: Esa unidad de combate también realizó el ataque a San Dionisio el


9 de mayo de 1979, causándole ocho bajas a la Guardia Nacional y otras
operaciones como el ajusticiamiento de uno de los asesinos de Sandino 2.

Vamos a pasarle la guitarra a Sandra López “Amalia”. Contanos un poco de


tu vida.

Sandra: Mi papá es Adán López y mi mamá Norma Fernández, propietarios


de la panadería Matagalpa, muy conocida en esa ciudad. Soy la octava de
una familia de nueve hijos. Mi mamá se involucró en la lucha, fue fundadora
de AMPRONAC y colaboradora del FSLN. Mis hermanos mayores también se
comprometieron desde 1974, principalmente Néstor Guillermo López y
Norma Zeneida, ambos integrados al Ejército Popular Sandinista, hoy
Ejército Nacional.

Yo estaba muy pequeña para esas fechas, pero en algunas cosas


participaba desde los trece, junto a mi hermano menor José Luis López,
fundador también del Ejército Sandinista. Yo pertenecía a las Guías Scout de
Matagalpa, y mis primeros contactos fueron Felipe Sáenz e Ileana Morazán.

Fui representante de la AES en el Colegio San José y en la Escuela de


Comercio Niña Aminta Rivera, y en el 76 participé en las tomas de los
colegios, en las tomas de las Iglesias, en las campañas contra el
aislamiento de Tomás Borge y Marcio Jáenz. En el 78, trabajé en el grupo
que organizaba los barrios de Matagalpa, y mi responsable era Víctor
Manuel Guevara. Ya Ramón Cabrales había sido enviado a Matagalpa,
después que cae Crescencio Rosales.

En el 78, me vinculé al Movimiento de Estudiantes Universitarios cuyo


responsable era Ródrigo González, y un grupo de estudiantes: Absalón
Gutiérrez, Víctor Guevara, Néstor López, Deglis Tinoco, Eleodoro Montoya, y
como miembro de un grupo de teatro dirigido por Ciro Molina. En el 79,
participé en la insurrección final en el Puesto de Mando Central, a cargo del
Comandante Bayardo Arce, donde también estaban Álvaro Baltodano,
Henry Ruiz y Carlos Argüello Pravia.

Mónica: Y les faltó decir que ustedes se conocieron en la lucha, se casaron,


han sorteado las dificultades de todo matrimonio y ya tienen 19 años
juntos. ¡Una vida!

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Después de haber participado en la insurrección de agosto, que fue una
insurrección no planificada, casi sin armas, ¿cuáles son sus vivencias más
importantes de la insurrección final?

José: Yo siempre recalco que los antecedentes de estas insurrecciones, no


sólo de Matagalpa, sino las de Nicaragua, fueron todo un trabajo de
hormiga que hicieron compañeros, muchos de ellos caídos. En el norte, era
muy importante el trabajo que hacía la Columna Pablo Úbeda que dirigían
el Comandante Henry Ruiz, René Vivas, Lumberto Campbell; el trabajo que
habían hecho ahí el Comandante Carlos Agüero, Francisco Rivera “El Zorro”
y su hermano Filemón Rivera.

Todos estos compañeros hicieron una labor de hormigas. El mismo Juan de


Dios Muñoz, que había trabajado en la ciudad de Matagalpa, igual que el
compañero René Núñez. Es interesante, porque en Matagalpa hay una gran
cantidad de compañeros y compañeras que habían colaborado y que siguen
en el anonimato. Creo que vos estás haciendo un aporte extraordinario, que
en su momento habrá que ir publicando las historias no contadas. Porque la
historia que se ha contado es el enfoque, la óptica de algunos dirigentes,
pero muchas veces se ha excluido la participación popular. Entonces ahí se
cometen errores.

Yo quiero hoy, humildemente, señalar algunos nombres. Por ejemplo había


casas de seguridad como la de Corsinia y Ramón Morazán, donde toda su
familia estaba integrada a la guerrilla: Ileana, Ivania, Patricia, Martha.
Teníamos el caso de Uriel Aráuz, que tenía el seudónimo de “Dalton”, y era
la casa de seguridad de “Nacho” Cabrales quien estuvo un tiempito allá en
Matagalpa, así como vos. “Nacho” fue capturado con Uriel Aráuz. Y lo saco
a colación, porque yo estaba en su casa cuando los capturan. Ellos no
hablaron nada, pero me tocó sacar dos millones y medio de córdobas que
habíamos recuperado en una operación para comprar armas.

Mónica: Fue lo “recuperado” en el asalto al Calley Dagnal 3.

José: Exactamente. Entonces, esa plata se la enviamos al Regional Central


Julio Buitrago, que creo lo dirigía Bayardo, y del que formaban parte William
Ramírez y vos. Recuerdo nada más las cartas que cruzábamos. Yo no sabía
quién era “Webster”, después me entero que era “Chepe León” Bayardo
Arce. William Ramírez también nos enviaba comunicación.

En Matagalpa había un sinnúmero de compañeros que estaban muy


integrados, como la familia Vargas: Wilfredo y Salvador; doña Elsa y Alfonso
Alemán Montoya, padres de Martina Alemán Chavarría, que luego cae
heroicamente en León. También estaba integrado Marvin Alemán, su
hermano.

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La Familia Muñoz, cuyo padre trabajaba en el Sistema Nacional de
Erradicación de la Malaria4, pero colaboraban Lourdes y su hermano Luis.
También Chepita Rodríguez, cuyo hijo cae aquí en Managua con Walter
Mendoza: José Rodríguez, ése es Chepito; Danilo Rivera y Hugo Rodríguez.
Doña Ileana Quintero, su hijo Robertito Sacasa fue acribillado por la guardia
somocista.

Otra gran colaboradora fue Ernestina Aráuz, la casa de seguridad que


llamábamos “La Hormiguita”. Ahí teníamos una especie de cuartel, y
recuerdo que pasada la insurrección del 78, nosotros vimos llegar ahí a una
persona muy distinguida con lentes Ray Ban oscuros, chele, e
inmediatamente lo asociábamos a agente de la CIA o de la OSN. Lo
teníamos con mampuesta y casi disparamos, pero nos dice Álvaro
Baltodano “Pablo”: –Espérense, que ése es Quincho.

Casi jodemos a Joaquín Cuadra. Llegaba a coordinar con los matagalpinos la


cuestión insurreccional. Aunque nosotros éramos de la Tendencia GPP,
teníamos una relación muy importante. Y en eso jugó un papel muy bueno
Álvaro Baltodano. Otro que estuvo en los preparativos fue Julio César Ríos,
cariñosamente conocido como “Pan Dulce”, que luego cayó en combate en
Yalí.

Mónica: Antes que yo cayera presa, lo mandamos a reabrir Jinotega, el


departamental “El Callado”; le pusimos así en honor a Efrén Ortega, que
había sido asesinado allí. Julio César era de Condega, flaquísimo y de
facciones finas. Sus papás tenían una panadería. Ahí me comí unos ricos
picos condegueños. Por eso a Julio César le decían “Pan Dulce”.

José: Sí, hay un recuerdo muy bonito y es que él era el único clandestino
que podía salir a las calles, jugar jambol, andar en bicicleta, porque era un
chavalo bien delgadito, entonces se ponía los uniformes del Instituto Eliseo
Picado y se confundía entre los estudiantes, pero él era un tremendo
organizador, Julio César Ríos.

A propósito de tu carceleada, en 1977 cuando juzgaron a Mónica Baltodano,


los matagalpinos nos desbordamos e hicimos un cerco sobre el lugar en que
se hacía el juicio, donde es actualmente el Comité Municipal.

Vos estabas ahí arriba rindiendo declaración y había una orden de un


operativo para rescatarte y después lo cambiaron. Nosotros estábamos
armados, pero teníamos un cordón de unas cinco mil personas rodeando el
lugar y gritando consignas. “Si a Mónica la condenan, el pueblo rompe las
cadenas”, “Y si el jurado no la absuelve, el pueblo lo resuelve”. El doctor
Cristóbal Genie era tu abogado.

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Mónica: El jurado me absolvió. Me firmaron orden de libertad. Pero el 13 de
octubre del 77, que se iba a hacer efectiva, se dieron los ataques a San
Carlos y en el Frente Norte. Entonces me hicieron el “pisa y corre”. Me
quedé seis meses más.

José: Siguiendo con la lista de los que participaron, estaba la casa de


Angelita Cruz, su hijo cayó, se llamaba Fanor Cruz, compañero guerrillero
destacado, sus hermanas colaboraban también. También, Mamá Becha, de
la familia Büschinting5.

Combatientes desde la primera insurrección fueron Antonieta y Salvador


Gutiérrez; Salvador ahora está en las estructuras del Ejército Nacional. En
su casa conocimos a Francisco Jarquín “Chico Plomo”, que era de Jinotega,
un destacado e incansable compañero; fue asesinado en Waslala, hace
poco.

Toda la familia de Ródrigo González estaba conspirando contra Somoza: su


mamá es doña Petronila García, una extraordinaria compañera donde
nosotros llegábamos. Eran las casas de seguridad de los estudiantes.
Amanda Torres, yo creo que vos pasaste por donde la Amandita, igual que
el compañero René Núñez. Nosotros fuimos como la parte, diríamos juvenil,
que le tocó llegar a esas casas de seguridad; los pioneros habían abierto en
esa zona.

También la familia de don Eustaquio Cruz, justamente vivían frente a doña


Amandita Torres. Tres hermanos de la familia Cruz cayeron en esta lucha,
fueron asesinados.

Oyente: Julio César Miranda Aguilar. Tengo aquí un poema que escribió José
Benito Escobar Pérez, desde la Cárcel Modelo y que Inocente Escobar Pérez,
uno de los primeros militantes del Frente hizo público cuando le impusieron
la Orden José Benito Escobar de la CST, para que se conociera lo que José
Benito Escobar sentía por el pueblo.

Él me contó que este poema sale de la Cárcel Modelo a través de doña


Irene Escobar, la mamá de ellos; lo fueron sacando en papelitos de
envolturas de cigarrillos, pedacitos de papel, y después lo fueron
transcribiendo poquito a poco hasta que le dieron forma, y después ya con
el triunfo lo hicieron público.

José: A propósito, tuve el honor de conocer a José Benito Escobar. Llegó en


una ocasión a una casa que queda frente al estadio de Matagalpa y que es
de la familia de Alejandro Castillo. Los señores vendían miel de abeja y en
esa casa se editaba Trinchera, la voz del Frente Sandinista en la
clandestinidad. Estaban editando Trinchera y José Benito llegó a hacer una
supervisión del periódico. Era un hombre de una personalidad muy recia, e

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inmediatamente pensé que era algún dirigente muy importante, porque
irradiaba su autoridad moral.

Mónica: José Benito era una persona realmente especial, con una gran
humildad, pero también con una gran viveza, una inteligencia, una gran
capacidad de dirigente netamente obrero.

José: No quiero que nos olvidemos de “Juan Diego”, un compañero que ha


permanecido en el anonimato y es de los primeros dirigentes obreros
sindicalistas quien, por las razones económicas de la época y la represión,
se dedicaba a destazar. Él salía de una casita muy humilde a hacer destace,
salía muy de madrugada y pasaba todo el día trabajando.

Mónica: Nunca me olvidaré del viejito Ricardo Castro, “Juan Diego”,


nombre muy bien puesto, porque se parecía al indio que aparece en las
estampas de la Virgen de Guadalupe. Supe que tuvo una muerte atroz, a
pesar de ser un anciano.

José: Fue torturado, Mónica, fue torturado y masacrado por la Guardia.

Mónica: Don Ricardo Castro vivía con su viejecita, María Méndez. Entonces
él tenía un tallercito de carpintería en su casa, humildísimo. La casa era con
piso de tierra. Era un correo de alto nivel. Viajaba a Managua, León y Estelí
y movía correspondencia para la Dirección Nacional: Pedro Aráuz, Bayardo
Arce, José Benito Escobar. Era de una firmeza infinita y de una inteligencia
natural, desarrollada por el estudio con los socialistas.

Entonces andaba con una niñita de siete años y se movía con ella por todos
lados; yo le decía: –Pero, ¿por qué anda con esa niña? ¡Es que quién va a
sospechar de alguien, un viejo como yo, que ande además con su nieta! –
dice. Él hacía la labor de comunicación con mucho amor. ¡Contá a los
oyentes cómo murió, Chepe!

José: Toda la estructura que históricamente hizo el Frente Sandinista estaba


intacta y fortalecida y, como es lógico, se activa con la insurrección del 78.

Estos compañeros como “Juan Diego”, que habían mantenido una gran
secretividad, un trabajo clandestino, por debajo, en el anonimato, se
activan. Entonces ellos, con esa gran conciencia revolucionaria y esa
firmeza, apoyan directamente a las unidades de combate que se forman en
la insurrección del 78.

Recuerdo que estábamos en la calle Sadie Rivas, “La Chela” María


Antonieta Gutiérrez, Marcos Largaespada, Alexa Lugo, Néstor López, Víctor
Guevara, Rodolfo Castillo “Payín”, Isabel Castillo, Maritza Trávers, las
hermanas Tijerino, María Mercedes, Sarita, los hermanos Matus, etcétera.

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Es decir, todo mundo organizado se activa.

Como no teníamos suficientes municiones, después de varios días nos toca


replegarnos y cogemos una montaña natural, que es testigo mudo de las
historias de la resistencia indígena y de las insurrecciones de Matagalpa,
como la Cordillera de Apante y nosotros organizamos una resistencia.
Después, muchos de los compañeros que aparecen combatiendo en
Managua, en Estelí o en León, salen de la insurrección de Matagalpa:
Marcos Largaespada “Will”, Isabel Castillo, Rolando Orozco “El Manchado”
es de Guanuca, y combatió en esa insurrección.

Don Ricardo Castro pega con una escuadra de muchachos y los protege.
Los andaban acribillando en las casas; entonces él protege a unos
muchachos y embuzona armas en su casa. Pero un soplón –recordá que los
soplones eran terribles, más criminales que la Guardia y más cobardes–
denuncia que en la casa de “Juan Diego” hay armas; y la Guardia llega, lo
saca y hacen una redada enorme. Habrían unos trescientos matagalpinos
presos después de la insurrección del 78: a unos los asesinan y los tiran en
los callejones; y a otros los tienen ahí en el Cuartel, porque consideran que
ellos son clave para que entreguen las redes de sandinistas. Entre los que
capturan están Guy Ruth Smith, un joven que es asesinado y torturado por
Flores Lovo directamente. A Ricardo Castro “Juan Diego”, le sacan las uñas,
lo torturan; él les escupe la cara en la tortura y lo matan degollándolo.

Tenía setenta años, era un viejito con una firmeza increíble. Él nunca dijo
dónde estaba el buzón, al grado que después que a él lo asesinan, a mí me
contactan los hermanos Matus, Hermes y Noel, y me cuentan que el buzón
está en la casa. La Guardia no obtuvo ninguna información ni dio nunca con
nadie a través de “Juan Diego”. Las armas después fueron sacadas y
utilizadas en la ofensiva final. ¡Ése es “Juan Diego”, don Ricardo Castro!

Nosotros estuvimos ahí en su casa con “El Chele” José Sobalvarro, el


“Comanche Adrián”, con “Chico Plomo”, y Sócrates Baldizón, que luego se
va a la Columna Pablo Úbeda con Lumberto Campbell a la montaña. Y ahí
en esa casa, cuando la Guardia estaba patrullando, yo recuerdo que
nosotros nos tirábamos al suelo porque había unas rendijas enormes, casi
de una cuarta de ancho, ¡era tan humilde su casa!

Mónica: Su casa era de ripios de talalate, por eso tenía tantas rendijas.
Cuando me quedé a dormir, me prestaron su tijera y nos moríamos de frío.
“Juan Diego” es de esas figuras que debemos rescatar como ejemplo de las
nuevas generaciones. Ana Julia Gutiérrez, quien fue una gran colaboradora
y dirigente sindical de los trabajadores de la salud, también apoyó como
enfermera.

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Ella cuenta que a la nieta de don Ricardo la hirieron también, mientras
estaba en el patio haciendo sus necesidades, y la Guardia le disparó. Ana
Julia la atendió en un hospitalito clandestino y dice que llegó en estado
grave y casi se muere. Después del triunfo, visité varias veces a la viejita y
su nieta, quien conocía todos los metederos de “Juan Diego” porque él la
anduvo desde los siete años como cobertura.

Oyente: Josué Campos, ciudadano del barrio El Edén. Quiero dar testimonio
sobre una combatiente histórica y, todavía, veintiún años después, puedo
ver señas en su pierna de los ácidos que derramaban sobre ella, en su piel;
no tiene uñas, producto de que en los momentos de tortura fueron
quitadas; sin embargo, hace muchos años ella ha sido abandonada a su
propia suerte.

Sandra: Es triste que mucha gente que dio todo, no reciba solidaridad
cuando más lo necesitan. Yo quiero contar de los preparativos de la
insurrección del 79.

Cuando llegó Ramón Cabrales, que era un compañero con una gran
capacidad organizativa, insistía en el trabajo de organización en los barrios,
en los Comités de Acción Popular, y que había que fortalecer toda la red.
Siempre andaba con él, pues estaba muy chavala. Aprendimos mucho del
trabajo de organización. “Nacho” era muy tranquilo, andaba legal por las
calles de Matagalpa. La Guardia, cuando lo quiebra, no sabe ni quién era.

Mónica: Eso nos permitió sacarlo, les pagamos una mordida y lo sacaron,
porque lo soltaron y todavía no sabían quién era.

Sandra: Entonces me decía él, vamos a hacer unos mandados, pero


cuando ya llegábamos al parque me decía, aquí dejame. Regresate a tu
casa; pero claro, me imagino que con mi compañía él disimulaba muchas
cosas. Pero un día, de curiosa, me quedé esperando para ver hasta donde
cogía, y se fue para donde la mamá de Margine Gutiérrez, donde él llegaba
mucho. Las hermanas Gutiérrez colaboraron mucho, Flor e Ivania, quien era
de las más jóvenes en ese tiempo. Además, en Matagalpa se dio un
fenómeno de que la participación fue bien heterogénea: ahí encontrabas
obreros, estudiantes universitarios, clase media y alta. La familia de los
Tijerino eran cafetaleros; igual Leonel Quintero, su esposa Martha Julia, y
Salvador Amador.

José: Leonel Quintero fue un fuerte cafetalero. De su finca San Martín


sacaba 8000 quintales de café oro de exportación, para que te des una
idea. También está la familia de Salvador Amador Lanzas. Salvador Amador
es un compañero de origen acomodado, de mucho dinero en la ciudad de
Matagalpa. Él transportó las armas y aportaba dinero para la Columna
Pablo Úbeda. Es una persona que vivía frente al Comando de la 17

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Compañía de la Guardia Somocista, y él transportaba dinero y armas
personalmente a la guerrilla; las entregaba en Wiwilí.

Mónica: De la familia de Rafael Tijerino, otro gran caficultor, recuerdo


mucho a su primera esposa Norita, una valiente compañera. Otra familia
que cooperó fueron los Arnesto: Raúl y Ramón Arnesto. A éste le hicimos un
“auto-asalto”, fingimos que lo asaltamos y lo dejamos amarrado en un
monte, quitándole el dinero que llevaba para la planilla. En ese operativo
participó Aldo Briones, de Estelí.

José: ¡Correcto!, conocido cariñosamente como “El Indio Ernesto”.

Mónica: También fueron grandes colaboradores Diógenes Martínez,


hermano de Fabio Martínez, caído en Jalapa con Augusto César Salinas, y su
esposa Elietta Matus. “Praxisteles” y “Cayetana” eran sus seudónimos, que
le puso Mario González.

José: La familia de doña Olga Larios Frech y su mamá, doña María López,
una señora que todavía vos llegás a visitarla y te saca los libros que se han
escrito sobre Sandino y nos habla precisamente del proyecto de Sandino. Y
ahí encontramos a Jairo Larios, a Néstor López, a Olguita, a Martha, a
Magaly, Pablo López, que en paz descanse, a todas estas familias muy
integradas todavía y que están pensando en un programa para orientar y
rescatar el programa del Frente Sandinista.

También la familia de Oscar Danilo Canizales “Picho”, quien fue herido en


combate. Este muchacho se salvó de puro milagro. Recuerdo a Moisés
González y Ana Julia Illescas. Moisés había estado incorporado desde
Pancasán, él era muy amigo del doctor Oscar Danilo Rosales. También la
familia Zeledón. Víctor Zeledón, muere después en un ataque de rocket que
lanza la Guardia en la insurrección. A su hermano le decíamos “El Coloso
Zeledón”. La familia de Silvio Soza y la de Juan Rodríguez Albuquerque,
quien tenía un laboratorio. Clarence Silva y su esposa Lolita Montoya, ellos
y sus dos hijos participaron en la insurrección del 78. Edwin Silva fue herido,
le desbarataron el estómago y tuvieron que reconstruírselo con partes
plásticas en Cuba; Clarence Silva fue parte del comando que se preparó
para caer en las Minas en un aterrizaje de avión, el 28 de mayo 1979,
operación que no se pudo realizar por mal tiempo. Roberto Alfaro, le
decíamos cariñosamente “El Yanqui”. También fue un gran colaborador
Jorge Adrián Rodríguez.

Mónica: Recuerdo que la primera vez que llegué a buscar a Jorge Adrián,
dueño de la Ferretería El Sol, en 1976, no estaba y lo esperé. Ya la esposa
estaba celosa. Cuando llegó, le pregunta: – ¿Quién es “esa mujer”?
Después me quedé varios días ahí. Cuando supo que yo era guerrillera, nos
reíamos después de sus celos. Tenían una quinta con una piscina en

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Chagüitillo, y fueron muy importantes como base de apoyo, y siguen firmes,
con sus principios revolucionarios intactos.

José: También había una red de taxistas, que la dirigía “El Chele” Erving
Cárdenas. Estaban los hermanos Aldana, uno moreno, otro chele; uno de
ellos cayó, Máximo Sáenz, y un compañero que le decíamos el “Boaqueño”,
no recuerdo el nombre. Todos estos taxistas movían la red de clandestinos.
Erving te movió a vos y a Bayardo varias veces, y una vez te fue a traer a
Estelí.

Mónica: Un gran militante fue Julio Pérez “Lucio”. Le pusimos así por Lucio
Cabañas, el guerrillero mexicano.

José: Interesante también el hecho que Monseñor Benedicto Herrera tuvo


una participación; él era como un ángel para nosotros los estudiantes, que
éramos medio estudiantes y medio guerrilleros. Trabajaba directamente con
Carlos Arroyo Pineda.

También hizo su parte el Padre Frenzel. No sé si vos recordás de aquellas


denuncias de la masacre en las montañas. Denunciar eso, ya era un acto de
desafío a la represión somocista. La Iglesia denuncia aquellas grandes
masacres de Waslala, de Iyás, de Sofana, de El Varillal, donde mueren
centenares de campesinos. Nadie sabía de eso y estos padres, Benedicto
Herrera, el Padre Frenzel, sacaban esas publicaciones en las oficinas de la
Curia, del Colegio San Luis de Matagalpa. También se hablaba del
movimiento guerrillero y lógicamente Henry Ruiz “Modesto”, con su
columna, era un símbolo que inspiraba a la lucha.

Sandra: A nosotros siempre nos tocó el trabajo organizativo en los barrios,


los Comités de Acción Popular, que eran los que se preparaban para la
insurrección. Siempre estuve en el trabajo del territorio, en el trabajo de los
colegios. Siempre estuve legal, eso me permitió aportar mucho más. Porque
muchos de los compañeros del 76, Chepe, Sadie, se habían ido para otros
lugares, estaban clandestinos. Nos correspondió a un grupo de chavalos
impulsar este trabajo, activar a toda la red de colaboradores, porque gran
parte de nuestros compañeros ya estaban en la montaña.

Entonces nos decía Álvaro Baltodano –quien era para entonces el


responsable de Matagalpa por la GPP– que teníamos que quedarnos los
menos quemados para impulsar el trabajo organizativo. Entonces nos
dedicamos a toda la preparación, a preparar la insurrección, a definir los
lugares donde iban a ser las diferentes unidades de combate.

En Matagalpa realmente hubo muchos núcleos que participaron, por


ejemplo los matagalpinos universitarios, llegaban los fines de semana a
trabajar. Entonces ellos se agruparon en la Asociación de Estudiantes

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Universitarios Fabián Rodríguez en honor a un obrero caído. Estos
muchachos llegaban el fin de semana a trabajar con nosotros, con los
estudiantes de la AES.

Hacíamos hasta obras de teatro, para tratar de manifestar lo que nosotros


queríamos que la población de los barrios entendiera; y recuerdo que la
Ministro de Educación, Porras, no recuerdo su nombre 6, había corrido a un
montón de maestros y estudiantes. Entonces yo me vestía de señora
ministro en los barrios, me ponía unos grandes tacones, unas faldas de mis
hermanas y hacía todas las muecas de la Ministra Porras. Era el teatro bufo
de la calle. Recuerdo que actuaba “La Pulga” Herrera, hacía de Guardia con
el casco y el uniforme –yo no sé de dónde lo había conseguido– y pateaba a
los maestros.

Una vez, la Guardia nos comenzó a tirar balas desde el Banco Nacional de
Desarrollo. Nosotros estábamos en el barrio Yaguare y comenzaron a tirar,
querían matarnos. Yo recuerdo que salí por el barrio de Las Pilas, hoy
Germán Pomares, y me crucé; había ahí una quebrada y fui a parar a la
casa de la familia Téllez Miranda, doña Haydecita Téllez Miranda, tal vez
recordás, Mónica, es la mamá del Ingeniero Harold Miranda, que muere en
la masacre del Hotel Soza en 1978. Yo era compañera de estudio de Xóchitl
Miranda, una de sus hijas menores. Ahí pasé toda la noche y la Haydecita
me sacó hasta en la mañana, porque iba con los tacones de disfraz de la
Ministra Porras en la mano, pasándome la quebrada. No podía llegar a la
casa porque la Guardia estaba por todas partes.

Yo era la menor de cuatro mujeres, entonces mi mamá extremaba la


protección hacia mí. Pero yo siempre andaba detrás de ella en las
manifestaciones. ¡Realmente hicimos de todo en la lucha de Matagalpa!
Hasta manifestaciones culturales, ¡de todo!

Después de la insurrección del 78, formamos un grupo de teatro, y nosotras


creidísimas. Yo me acuerdo que nos presentamos con una obra teatral en el
Auditorio Ruiz Ayestas de León, estaba llenísimo de estudiantes. Yo me vestí
de monja. Cuando salimos, los estudiantes nos abrazaban, nos protegían,
porque estaba toda la Guardia afuera, y nos alojaron en la Residencia
Universitaria de los estudiantes; pero en la noche la Guardia llegó a tocar el
portón, entonces nos sacaron y nos llevaron donde la mamá de Jorge López,
frente a la Facultad de Derecho.

Ahí yo conocí al “Chele” Aguilera, porque nosotros estábamos a la orilla de


la puerta con Alexa Lugo, hermana de Erick Blandón, y pasó el “Chele”
queriéndonos dar con un chilillo. Entonces nosotros hicimos la masancuepa
y nos metimos para que no nos lograra dar…

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Mónica: A grandes rasgos, ¿cuáles son los principales momentos de la
insurrección final?

José: Antes de la insurrección, por los Terceristas estaba en Matagalpa


Carlos Rojas “Julio Primero”, había sido GPP y se fue con los terceristas. Por
la GPP estaban Álvaro Baltodano “Pablo”, y Francisco Jarquín “Camilo”,
originario de León, quien estaba a nivel urbano en Matagalpa.

Las unidades de combate de la GPP eran la Crescencio Rosales, la Salvador


Amador que dirigía “Payín”, y la Carlos Arroyo Pineda. Estaban en los
entornos de Matagalpa.

Para la insurrección llega Bayardo Arce, quien integra estas unidades en la


Brigada Coronel Santos López, complementándola con fuerzas de la
General Pedro Altamirano, que operaba en Estelí.

Javier Carrión “Roberto”, Héctor Flores “Casimiro”, originario de Estelí, y


Ramón Prudencio Serrano, originario de Ocotal, y los demás guerrilleros
llegaron después de la muerte de Pomares a Matagalpa. Pero estas
columnas, después de combatir en Jinotega, tienen los primeros combates
junto con la Crescencio Rosales a la altura de un lugar que se llama Puertas
Viejas, entre Selva Negra, Santa Emilia, la parte de Santa María de Ostuma
por Aranjuez; esa zona se convierte en un infierno donde se combate casi
cuatro días.

Los primeros choques fueron con la Columna Crescencio Rosales. Estaban


en esa columna: Tito, un compañero de Estelí que ya murió, Luis Alfredo
Lazo Valenzuela “Samuel” y otro muchacho Valenzuela. Todos eran
guerrilleros integrados, revolucionarios. Tito dice: –Los compañeros de la
Columna Oscar Turcios del Comandante “Pancho”, vienen en este momento.
Pero lo que venía era una tropa de la Guardia que traía banderas rojinegras.

Traían vehículos y una tanqueta y nosotros bajamos, creyendo


efectivamente que se trataba de una columna sandinista. Pero ellos se
precipitan y disparan. Traían una tanqueta y comienzan a disparar, y nos
hacen un ataque aéreo también con aviones Push and Pull, ataques de
artillería, un armamento pesado. Pudieron habernos masacrado, pero se
precipitaron.

Entonces Javier Carrión, que estaba a escasos quinientos metros de donde


estábamos nosotros, se embosca y prácticamente hay una combinación
entre el ataque nuestro; ponen alerta al grueso de la Columna Héroes y
Mártires de Veracruz e inmediatamente, pues, esa Guardia es emboscada y
se produce uno de los aniquilamientos tácticos militares más importante
que fue vital, porque si esa Guardia que estaba compuesta por unos
trescientos efectivos logra entrar a Matagalpa, hubiera hecho una gran

14
masacre. Porque acordate que nosotros no andábamos armados, teníamos
unas cuantas armas de guerra, pero el grueso de nuestras columnas
estaban con escopetas, riflitos, pistolas, fusiles 30-30. Y las armas que
íbamos ocupándole al enemigo eran las que pasaban a conformar, pues, el
grueso de la fusilería.

Después ya pudimos reunirnos todos: Javier Carrión, Prudencio Serrano,


Héctor Flores, Bayardo Arce, Álvaro Baltodano, y llegaron Francisco Rivera
Quintero, Omar Cabezas, Julio Ramos y Henry Ruiz.

Mónica: Casi no nos da tiempo de hablar de la insurrección. Contamos de


cómo logra salvarse Rodolfo Castillo “Payín”, es un caso indicativo del
temple sandinista.

José: Para empezar, “Payín” es de una familia comprometida: su hermano


que en paz descanse, Guillermo Castillo; su mamá, doña Vilma; su abuelita;
su hermana, Cora Castillo, y Rodolfo “Payín”. Nos integramos casi juntos a
la lucha, llegó a ser de los comandantes más jóvenes del Ministerio, no
habíamos cumplido los 19 años al triunfo de la Revolución.

“Payín” fue herido en un combate en las colinas del cerro La Virgen.


Nosotros participábamos por orientaciones de Bayardo Arce, Henry Ruiz y
Javier Carrión en lo que eran los ataques guerrilleros a las posiciones que la
Guardia somocista había tomado. Si vos observás, Matagalpa es un pueblo
con unas características muy particulares, rodeado totalmente de cerros.
Ellos habían tomado la Catedral y sus torreones, el Instituto Eliseo Picado,
que queda en una parte alta, el cerro de La Virgen, e incluso lanzan una
ofensiva por un sector del cerro de Apante. Es decir, tratan de golpear a la
fuerza insurgente que en la propia ciudad dirigían Carlos Rojas “Julio
Primero”, Francisco Jarquín “Camilo”, combatiente originario de Sutiava,
León, Luis Alfredo Valenzuela, todos coordinados por Javier Carrión y
Bayardo Arce.

Las Unidades de Combate de la GPP (Crescencio Rosales, Salvador Amador


y Carlos Arroyo Pineda), una parte eran de Matagalpa pero estaban
reforzadas con estilianos que habían llegado con la Columna General Pedro
Altamirano. También estaba la Oscar Turcios y la Escuadra Héroes y
Mártires de Veracruz, la mayoría eran de otros lugares. Entonces los
matagalpinos teníamos más conocimientos que el resto de los compañeros
sobre las características de esa zona y nos ordenan hacer unas incursiones
a ese lugar. Nosotros llegamos muy cerca de donde los guardias estaban.
Eso es en esos días, precisamente, cuando se está dando el repliegue aquí
en Managua, están los encarnizados combates.

En esos ataques al cerro El Calvario, el cerro La Virgen, ¿qué pasa?,


nosotros logramos llegar muy cerca de las trincheras de la Guardia y nos

15
matan a varios compañeros y hieren a Evenor Gutiérrez, originario de San
Isidro, y también gravemente a Rodolfo Castillo. Como el combate es por la
noche, no vimos a “Payín”, y entonces él se arrastra durante varios días. Lo
dábamos por muerto porque fuimos con Baltodano “Pablo”, con “Damián”
Marcelino Guido, a buscarlo y no lo encontramos.

Marcelino y Ana Julia Guido lucharon en la montaña y habían sido


capturados en la zona de Siuna en la famosa operación Águila VI. Entonces
después se reintegran en Matagalpa, porque Crescencio Rosales me envía a
contactar a Marcelino Guido “Damián”, y Ana Julia. Los compañeros tenían
Leishmaniasis, lepra de montaña, esa era una marca de todos los
compañeros que salían de la montaña.

Como te decía, fuimos a buscar a “Payín” con “Damián” y no lo


encontramos. El combate se produjo pegado a las trincheras de la Guardia,
una ametralladora lo pega pero, lo que más lo afecta es la forma en que él
se desplaza, sin dejar su fusil, verdad. Moviéndose a rastras hacia la ciudad,
varios kilómetros, y perdió la pierna…

Sandra: Yo recuerdo, Mónica, que subieron no una vez a buscarlo. Todas las
noches se hacían caminatas con Pablo, Chepe, a buscarlo y no lo
encontraron, porque él se arrastró y se movió del lugar donde lo habían
dejado. Nosotros estábamos en la unidad militar cuando lo encontraron, y
tenía la pierna llena de gusanos. Cuando pasó la camilla, lo vi y no lo
reconocía, pues estaba totalmente demacrado. Tuvo una gran fuerza para
sobrevivir. Las Colinas tenían una situación militar bien difícil, porque Flores
Lovo no se movió nunca; ése se mantuvo firme ahí, como un verdadero
Guardia. Él es el responsable de muchas muertes que hubo en julio del 79
en Matagalpa. Él fue uno de los mayores responsables, porque él se
mantuvo con la Guardia en Las Colinas y con sus francotiradores.

Recuerdo que “Modesto”, en medio de la insurrección, de la guerra, él no


perdía momento para decirnos que nosotros nos teníamos que formar
políticamente. Recuerdo que en breves espacios de descanso me decía: –
Vamos a estudiar “Qué es un cuadro” del Che. En medio de todo, un ratito
que nos quedábamos, nos sentaba a estudiar. Yo tengo un libro que me lo
autografió y que se lo di a guardar a una colaboradora, yo sé que ella lo
tiene, lo guarda.

En la insurrección final en Matagalpa, también participaron los hijos de


Gladys Báez, Yaomir e Irasema Miranda, “June” era su seudónimo. Eran del
grupo de la AES. Otros chavalos que también hicieron historia fueron
Martha Mairena “La Chela”, que fue novia de Salvador Amador. También
Azucena Mejía “Luisa”, primera esposa de Bony Rivas; Thelma Blandón
Altamirano, estudiante del colegio Santa Teresita; la mama de Sadie y sus
hermanos Bony y Aníbal, también participaron.

16
José: Es que no hay que olvidar que Matagalpa es cuna de Carlos Fonseca,
de Tomás Borge, de Doris Tijerino, de Carlos Arroyo, de Dora Téllez.

Mónica: La historia indígena de Matagalpa es de una grandeza enorme,


sublevaciones constantes frente a la dominación española y sus adláteres y
representantes. Precisamente el libro de Dora María Muera la Gobierna, es
sobre los alzamientos indígenas, de los Matagalpa. También tiene toda una
historia de movimientos campesinos y sindicatos de obreros agrícolas. De
ahí es Bernardino Díaz Ochoa.

José: Rafael Tijerino, un fuerte productor, hermano de Doris, con méritos


propios, ya era un gran colaborador y, para la insurrección final, introdujo
armas a Estelí. Esas armas las tuvimos en San Isidro, en casa de la familia
Valdivia. Ahí había un compañero que ahora recuerdo su seudónimo, “Saúl”,
de apellido Larios, que era piloto y que participa con su avioneta, en el
bombardeo al Comando de Estelí. Precisamente en las propiedades de
Samuel Amador, se artilla la avioneta que llevaba las siglas CRC, por
Crescencio Rosales Cabrera, nunca se me va a olvidar eso.

A “Saúl” lo recluta Crescencio y luego yo lo atendí. Llegaron “Rubén” “El


Zorro” y Julio Ramos a supervisar la preparación de ese ataque en el que
piloteaba “Saúl”, bombardeo que fue fundamental para la toma de Estelí.
Así que cuando se habla del heroísmo de los de la fuerza aérea, de
compañeros como Modesto Rojas y otros que bombardearon el Búnker en
Managua, no se puede olvidar a este compañero Larios, que bombardeó el
Comando de Estelí. La hermana de “Saúl”, Chilo Larios, fue otra excelente
combatiente.

Quiero mencionar a Lilí Montoya, que tenía prácticamente un Cuartel de la


Unidad de Combate Crescencio Rosales, en el barrio de Palo Alto. Y ese
barrio fue un símbolo de lucha. Yo te digo que sería mentir, mencionarte
dos, tres personas, porque ahí eran centenares, un bastión.

Para el 78, ahí nos batíamos con cuatro pistolitas y unos cuantos fusiles,
pero la Guardia no podía trepar, porque la gente le caía con piedras, de
todos los cercos de piedra que hay ahí, ¡era enorme eso!
Y no quiero concluir sin mencionar los nombres de compañeros de las
unidades de combate: Erving Cárdenas, Porcho Portobanco, Cristóbal
González, el Chele Adrián, que le decíamos “El Comanche”, que ese era de
los matadores en las escuelas guerrilleras; Rodolfo Castillo, que era Jefe de
Unidad de Combate, “Payín”; Luis López López, el Chaparro Frank que luego
fue jefe de las Tropas Especiales del Ejército de Nicaragua, (PUFES),
participante de las famosas Operaciones Danto y fue de la Unidad de
Combate Crescencio Rosales.

17
Jaime López, “Lucio”, Guillermo González “Juan”, que en paz descanse, fue
asesinado; eran jefes de escuadra; los hermanos Aráuz, Otoniel, que cayó
en la Bonifacio Montoya y otros que combatieron en La Virgen; y además
tres hermanos Cruz, todos cayeron, hijos de don Eustaquio Cruz; Abilio
Flores, ahora esposo de Margine Gutiérrez, él era jefe de escuadra de la
Unidad de Combate Crescencio Rosales. El Chele Harry, Allan Vivas,
Salvador Gutiérrez que cae en la insurrección del 79 víctima de un
francotirador en la esquina del Teatro Matagalpa, y Azucena Castillo, que
mencionó Sandra.

Otros combatientes fueron Juan José Moreno “Tito”, Deglis Tinoco, César
Altamirano, hoy Comisionado de la Policía, conocido cariñosamente como
“Tochita”; Néstor López Fernández, llegó a General del Ejército; Víctor
Guevara, actual miembro del Ejército; Lucy González y Luis Alfredo Lazo
Valenzuela, que estuvo con la columna nuestra; Salvador Gutiérrez
Büschinting, actualmente oficial del Ejército.

“Julio Primero”, el compañero Carlos Rojas, es alguien que no se menciona


mucho, pero jugó un gran papel. Fue un compañero muy humilde, muy
buen compañero, fraterno y respetuoso de la historia, la cultura, la
idiosincrasia de Matagalpa. Hizo una gran labor y fue muy valiente.

También en la insurrección final conocimos a Víctor Hugo y nos vinculamos


con Irving Dávila, Antenor Rosales. Antenor era muy bueno en los auditorios
de la UNAN, también era un excelente orador. No tanto como Carlos Arroyo
Pineda, quien según me han dicho, ha sido el mejor orador que dio la UNAN.
Te traje la lista completa de la Columna Crescencio Rosales.

Compañeros caídos:
1. Luis Alfredo Lazo Valenzuela “Samuel” 2. Sergio Cruz “Félix” 3.
Salvador Gutiérrez “Marcelo” 4. Hedí Rodríguez “Vidal” 5. Yuri
Castillo 6. Juan José Moreno “Tito” 7. Enrique Fley “Noel” 8. Luis
Loáisiga “Moño de Pelo” 9. Guillermo Arana “La Sirena”
10. Brígido Navas “Navas”.

Combatientes actualmente vivos:


Pedro Matus “Josué” 2. Abilio Flores “Rubén” 3. Omar Montoya
“Narciso” 4. Asunción Benito “Maitre” 5. Julio Pérez “Lucio” 6. Chele
Harris 7. Luis López Lopez “Chaparro Frank” 8. Leonardo Castro
“Simón” 9. José González Picado “Ernesto”10. Beatriz Montoya 11.
Elena “Chaparra Elena” 12. Carmen 13. Azucena Mejía “Luisa” 14.
Lucy González Picado “Marielo” 15. Maritza Travers “Picha Traver”
16. Gloria 17. Carlos Quintero “La Araña” 18. Pedro Quintero “Pilín”
19. Cristóbal Méndez 20. Ernesto Mendoza “Damián” 21. Rogelio
Álvarez “El Indio” 22. Freddy Aráuz “Pedro” 23. Cayetano Rodríguez
“Jonathan” 24. Rommel Valenzuela “David” 25. Armando Castañeda
“La Picona” 26. Esteban 27. Mateo 28. Robin 29. Juan Pablo 30.

18
Rigoberto Castro Bravo “Jonathan” 31. Rodolfo Castillo “Payín” 32.
Marcos Stulzer Picado 33. Román Martínez 34. Carlos Martínez
“Roberto Segundo” 35. Sergio Cruz “Rito” 36. Antonio Cárdenas 37.
César Altamirano 38. Bartolo 39. Jorge Fley “Catalino” 40. Enrique
Rodríguez “Enrique” 41. Daniel Castellón 42. Rubén “Pilín” 43.
Rogelio J. Gómez Martínez “Nacho” 44. Álvaro Baltodano “Paulo”
45. Aníbal Rodríguez 46. Wilfredo Vargas “Culillo” 47. Cristóbal
González “El Negro” 48. Elijar “Israel” 49. “Macho de Agua” 50.
Néstor López “Catalã” 51. Javier Castillo 52. Jaime López “Pancho”
53. Salvador Bisling 54. Allan Vivas.

Mónica: ¿Un mensaje final para los oyentes?

José: Un pensamiento de Carlos Fonseca: “La Victoria tiene un precio


elevado y triste. La alegría total, por eso mismo, es patrimonio de las
generaciones futuras”.

Sandra: Yo creo que la juventud de hoy, aunque no haya vivido esos años
de lucha, debe retomar una actitud de mayor preocupación por las cosas
que pasan en nuestro país y seguir siendo el ejemplo, como fuimos los
jóvenes en aquellos tiempos. Yo creo que ellos son el futuro en este país y
tienen que echar para adelante para reconstruirlo y para cambiar las cosas.

24 de junio de 2000

NOTAS

19
1 Caen el 2 de noviembre de 1978.

2 El 20 de febrero de 1979, en conmemoración del asesinato del General Sandino, una


escuadra de la unidad de combate Crescencio Rosales ajusticia al General Federico Davidson
Blanco, quien fue uno de los participantes directos del asesinato de Sandino. Davidson Blanco
se ufanaba de haber participado en el asesinato. A sus exequias llegó el propio Somoza, le
rindieron honores de héroe, y dispararon 21 balas de salva.

3 El asalto al Banco Calley Dagnal fue dirigido por Ramón Cabrales.

4 El Sistema Nacional contra la Erradicación de la Malaria (SNEM) era utilizado por la Oficina de
la Seguridad Nacional para vigilar a las familias. Los que trabajaban ahí eran considerados
como empleados públicos, es decir, ligados al régimen.

5 Rosa Emilia Büschinting es “Mamá Becha”.

6 Se refiere a la Ministra de Educación María Helena de Porras.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VIII

Las Segovias de Sandino


La bala descarriada que al Danto atrapó
Antonio Castillo Gámez, Rolando López y Armando Acuña

Edgard Antonio Castillo Gámez, conocido como “Igor”, nace el 13 de


junio de 1959 en Estelí. Estudia su primaria en la Escuela Sotero
Rodríguez y su secundaria en el Instituto Sebastián Pinell Vílchez, en su
ciudad natal. Se incorpora al Frente Sandinista de Liberación Nacional
en 1975, y en el año 1976 se integra a los esfuerzos iniciales para
formar la Unidad de Combate Bonifacio Montoya, en donde recibe
entrenamiento.
En diciembre de ese año retorna a tareas organizativas en la ciudad.
Participa en la primera insurrección de Estelí y se incorpora a la
Tendencia Tercerista. Opera con una unidad en el sector de Quilalí,
participa en la toma de Jinotega y en la insurrección final en
Matagalpa. Para el triunfo de la Revolución, se incorpora al Ejército
Popular Sandinista y se retira en el año 1990 con el grado de Teniente
Coronel. Hace estudios de Administración de Empresas y Postgrado en
Mercadeo en la UCA. Actualmente trabaja por cuenta propia.

**

Francisco Rolando López Gámez “Marcos”, nace en Jalapa, Nueva


Segovia, el 24 de septiembre de 1962. Estudia primaria en la Escuela
Rubén Darío, de Jalapa. Cuando ingresó a FSLN en 1977 cursaba tercer
año de secundaria en el Instituto de Estelí. Participa en la organización
de la Columna Blas Real Espinal; después se integra en la Columna
Oscar Turcios, dirigida por “El Danto”, y participa en acciones ofensivas
en Pasmata, Jalapa, El Jícaro, Wiwilí, y en la toma de Jinotega.
Tras ser herido de bala, sale hacia Honduras, y ahí es capturado. Al
triunfo de la Revolución, se incorpora al Ejército Popular Sandinista y es
retirado en 1991 con el grado de Capitán. Concluye su bachillerato en
el Instituto Experimental México, en Managua, en 1993; luego estudia
Derecho, graduándose en 1997 en la Universidad Centroamericana. A
la fecha ejerce la profesión de abogado.
**

Armando Acuña nace en Jalapa el 15 de noviembre de 1951. Su


incorporación al FSLN se dio a mediados de 1968, reclutado por
Salvador Loza. Fue capturado a finales de 1969. En 1975 fue
reintegrado al Frente, y al año siguiente vuelve a caer preso.

1
En abril de 1979 se incorpora a la Columna Facundo Picado, que dirige
Elías Noguera, participando en la ofensiva final de Estelí. Durante el
gobierno sandinista, fue miembro del Ministerio del Interior. A la fecha,
trabaja en una ferretería como conductor y vendedor hacia los
departamentos.

La noticia de que “El Danto” había muerto era de tal importancia, y


causaría tal impacto en la tropa, que los mandos guerrilleros decidieron
ocultarla por un tiempo. Sabían que era inmenso el cariño que “El Viejo
Pancho” había cultivado entre los combatientes, y que la noticia podría
tener un impacto negativo en la moral combativa de los hombres y las
mujeres que luchaban en la ofensiva final de la guerra revolucionaria.

Era el 22 de mayo de 1979 cuando la “bala descarriada” que Germán


Pomares había mencionado premonitoriamente en sus anotaciones tiempo
atrás, le perforó un costado, afectándole órganos vitales. El 24 en la
madrugada falleció.

Quienes tuvieron la suerte de conocer a Germán Pomares, admiran su


agudeza política y militar, su liderazgo, carisma y su don de mando. Pocos
hablan del “Danto” como el obrero agrícola que desarrolló al mismo tiempo
que su coraje anti-somocista, su conciencia clasista, adquirida entre la
constatación directa de los inhumanos tratos de los explotadores
capitalistas, y los cambios que propuso y realizó la Revolución Socialista de
Cuba.

Tres compañeros luchadores, uno desde los primeros tiempos del Frente,
obrero de Jalapa, que conoció de las torturas de la Guardia; y dos jóvenes
estudiantes, nos cuentan de sus vidas revolucionarias, de sus peripecias y
combates, para centrarnos en la parte fundamental de este diálogo, en los
últimos meses de “El Danto”.

Antonio Castillo “Igor” y Rolando López “Marcos”, dos compañeros que se


integraron casi niños a la lucha, tuvieron la dicha de conocerlo, de luchar
junto a él, y de recibir sus entrenamientos, sus orientaciones, su guía, su
ejemplo y su moral combativa. Ellos recuerdan situaciones y vivencias
memorables al lado del legendario guerrillero que insistió en la unidad, en
el estudio, en entregarles tierra a los campesinos y en el amor a la Patria.
Germán Pomares no quería ser Ministro, aspiraba a trabajar en la reforma
agraria para repartir tierra a los campesinos. Toda su vida transcurrió en
lucha, y la muerte lo atrapó a escasas semanas de ver el triunfo
revolucionario por el que tanto se esforzó.

Mónica: Armando, en los años 1970-1971, una oleada represiva en todo el


país desarticuló las estructuras urbanas y rurales. Mucha gente quedó sin
contactos. Vos habías caído preso en 1969 y te vuelven a recontactar en el

2
año 1975. Contanos, ¿cómo fue eso?

Armando: En el año 1968, organizamos una célula sandinista en Jalapa.


Quien me reclutó fue Salvador Loza. En ese tiempo, vino alguna vez José
Benito Escobar y otros del Frente. Aquí hicimos una escuela de
entrenamiento, pero como siempre, nos infiltraban gente o se acobardaban
y nos denunciaban. Luego nos capturan y nos trasladan a Managua y
estuvimos presos seis meses en 1969.

Es hasta en 1974, que me vuelven a contactar. Lo hacen Juan Ramón


Espinoza y Antonio Centeno, ambos de Condega. Yo vivía entonces en
Ocotal, y conocía a un hermano de Juan Ramón, llamado Armando.
Empezamos de nuevo a trabajar.

En una de las represiones, se asilan en la Embajada de México, Juan Ramón


Espinoza, Toñito Centeno –quien posteriormente fue asesinado en ese país–,
el profesor Gómez, Mauro Monzón y Amanda Centeno. Entonces perdemos
contacto. Felipe Barrera nos recontacta a Leopoldo Rodríguez y a mí, a
través de una misiva que me envía el Comandante Bayardo Arce.

Mónica: Ésa era la dinámica para recontactar gente. Cuando habían caído
los contactos, te daban los nombres y teníamos que buscar a alguien que
les fuera a hablar nuevamente. Así, Felipe te buscó en Jalapa. ¿Cómo es que
te vuelven a capturar?

Armando: Esta segunda carceleada es el resultado de un quiebre que hace


la Guardia en Condega. Ya habían caído unos compañeros junto con el
profesor Augusto Salinas Pinell, quien era nuestro contacto. Un familiar de
él, un primo que se llamaba Jorge Vílchez, fue el que vendió al profesor
Salinas Pinell. El papá de Jorge, Modesto Vílchez, fue contactado por el
profesor Pinell; Jorge se dio cuenta y fue a poner la denuncia. Después se
fue para Honduras y no volvió.

El Comandante Arce se reunió con nosotros el 3 de mayo del 1976, ahí nos
dijo la fecha en que el profesor Pinell iba a llegar a Jalapa, y el punto donde
nos íbamos a encontrar. Nos reunimos con el profesor Pinell, pero ahí vivía
cerca el primo de él, quién lo va a denunciar.

Cuando pasamos bajo la responsabilidad de Augusto, nos dice que vamos a


organizar una escuela de entrenamiento, y yo comencé a reclutar
colaboradores y compañeros. La idea era establecerse en esta zona.

Caen, además del profesor César Augusto Salinas Pinell, Emilio Avilés
“Nicolás” y Fabio Martínez “Polo”. “Nicolás” era altote, chele; y Fabio, bajito,
morenito y un poco pelón. Ellos caen combatiendo a finales de junio, y a
nosotros nos echan presos el 3 de julio de 1976.

3
Comentario de la autora: El profesor Augusto César Salinas Pinell trabaja
con el FSLN desde los años sesenta, reclutado por el grupo de los zapateros
de Somoto. A la zapatería de Constantino Maldonado llegaban Fausto
Heriberto Rodríguez y Adrián Gutiérrez, y de hecho forman una célula que
recluta al profesor Pinell. En 1974 forma parte de las estructuras que
recontacta Germán Pomares “El Danto” y que luego asumen Carlos Manuel
Morales y Bayardo Arce. En el año 1975 forma parte de la escuela de El
Copetudo, y después de la represión, se integra a la Escuadra que él mismo
bautiza como Bonifacio Montoya, que llegará a ser la Columna del mismo
nombre, al mando de Omar Cabezas.

A principios de 1976, la escuadra se divide en dos, una de ellas con la


misión de abrir una ruta por San Juan de Río Coco, Murra y Jalapa, hasta
llegar a Honduras, a fin de introducir armas desde ese país. Pinell está a
cargo de ese esfuerzo junto a Fabio Martínez “Polo”, quien ya había
trabajado en Ocotal con el seudónimo de “Abdul”. Hacen contacto con
viejos colaboradores del Frente en Jalapa, así como con Armando Acuña. No
está muy claro para mí la manera cómo es abatido Salinas Pinell, un
profesor muy respetado en Somoto, y que según quienes le conocieron, era
excepcionalmente fraterno, de trato suave, pedagógico, y profundamente
convencido de la necesidad de luchar de forma total contra la dictadura.

Según las cronologías oficiales, la muerte del profesor Salinas Pinell se


produjo el 30 de abril de 1976; pero según familiares de él y de Emilio
Avilés y Fabio Martínez, ellos caen en El Carbón, Jalapa, el 15 de junio de
1976. (Conversación con Diógenes Martínez, hermano de Fabio).

Armando: Capturan a Noel González y se van a la clandestinidad Mario


González y Santiago Baldovinos –quien después moriría–. Dos días después
de la captura de Noel González, contacté a Felipe, y le dije que Noel había
sido apresado; me dijo que me aguantara, le dije que tratara de hablar con
“Chepe León”, que era el Comandante Bayardo Arce. Felipe se fue a Estelí,
regresó de inmediato y la respuesta que me dio fue que me aguantara.
Debido a torturas de agentes de la Oficina de Seguridad Nacional a Noel,
éste dijo algunas cosas que en cierta medida nos comprometieron a
nosotros. Polo, Leopoldo Rodríguez y yo trabajábamos en el aserrío de los
González y allí nos fueron a capturar.

Mónica: ¿Qué te hicieron en la cárcel?

Armando: De inicio me ataron de pies y manos y comenzaron a ponerme


las picanas, los chuzos eléctricos en los pies, en la cintura, en los órganos
sexuales, en la espalda, la nuca y en la barriga, y así nos tuvieron, además
de los golpes que nos daban: patadas y puñetazos. Nos pasaron torturando
tres días, se nos paraban en el pecho también, me desencajaron dos

4
costillas; no nos daban ni agua, ni de comer, y así pasaron tres días
poniéndonos los chuzos para que habláramos, porque ellos querían saber el
contacto que había habido con el profesor Salinas. Nosotros tratamos de no
arrojar eso, porque ya habían caído tres compañeros con él, más un
guardia. En la refriega, ellos lograron matar a un guardia. Y posiblemente,
como nos decía el Comandante Arce: –Si hablás, te joden; y si no hablás, lo
mismo. Entonces tratábamos de no hablar, de no decir nada.

Mónica: ¿Cuándo decís tratamos, de qué otros compañeros te estás


acordando?

Armando: De Felipe Barreda, Nelson Flores, Noel González y Leopoldo


Rodríguez. Éramos cinco los que estábamos allí.

Mónica: A mí me decían que algunos de ustedes, cuando salieron, tenían


los dedos pegados porque el tipo de tortura les había pelado los dedos de
los pies; que éstos cicatrizaron en una sola masa y que tuvieron que
operarlos después. ¿Así fue?

Armando: Sí. Debido a los choques eléctricos con los chuzos, parte de los
huesos de los dedos de los pies se nos quemaron; entonces, cuando
salimos de la cárcel, tuvieron que hacernos una cirugía reconstructiva, en
mi caso fue en los dos pies. A los tres días de estar en Jalapa, nos
trasladaron para Ocotal, a Felipe, Leopoldo y a mí, y ahí agarramos gusanos
en los pies.

Como no nos daban de comer, ni agua ni nada, y teníamos sangrado en las


quemaduras, agarramos gusanos en los pies. Un guardia le dijo al Coronel
Orlando Gutiérrez: –Coronel, esos hombres están engusanados. No te
preocupés –le dice, mandá a traer un galón de gasolina. Y eso fue lo que
nos echó en los pies. –Así quieren esos tales por cuales, porque solamente
haciéndoles esto, se van a dar cuenta que la Guardia los trata con dureza;
porque el día que ellos lleguen a mandar, ahí van a ver lo que nos van
hacer estos jodidos a nosotros. Ésa era la respuesta que daba el Coronel.

Mónica: Hablamos ahora con este estiliano conocido como “Igor”, Antonio
Castillo.

Antonio: Es la primera vez que participo en una actividad de éstas y me


parece realmente hermoso. Me transporta a aquellos momentos en que me
inicié en el Frente, desde que te conocí; incluso recuerdo que en una
ocasión nos reunimos en mi casa, y mi mamá te corrió. Yo te hice pasar por
una profesora y nos corrieron.

Mónica: Ella olfateó algo peligroso. Vos tendrías entonces diecisiete años.

5
Antonio: Lo que pasa es que comenzamos hablando en secreto y a ella no
le pareció. Y yo le había dicho a mi mamá que era una profesora que
llegaba a darme clase ¡y qué va! Al final nos corrió. Estas remembranzas
nos trasladan a los pensamientos, a las obras de nuestros principales
líderes en la guerrilla; nos recuerdan la verdadera razón por la que se inició
el Frente Sandinista y por la cual actualmente continúan haciéndose
esfuerzos por lograr la unidad. Yo aprendí muchas cosas, porque entré de
muy niño, creo que vos fuiste mi primera responsable.

Me reclutó Filemón Moncada y después los contactos se sucedieron en la


misma zapatería donde él trabajaba. Una de las cosas que más me ha
hecho sentir realizado en mi vida, es haber estado participando en un
movimiento grande, serio, y cuya causa sigue siendo justa.

En mi familia éramos ocho hermanos. Yo era el tercero. En ese año, en


1975-1976, que estaba terminando mi bachillerato, se recrudeció la
represión de la Guardia Nacional y las matanzas. Recuerdo que el director
del Instituto mandó mi carné y el de otros compañeros a la OSN. Era una
cacería horrorosa: sitiaban las casas, asesinaban por todos lados.

En una ocasión, un guardia asesinó a un niño ahí por la Pensión Juárez. Nos
rebelamos contra eso y participamos de las revueltas estudiantiles en el
Frente Estudiantil Revolucionario. Así me inicié y fue en ese momento
cuando me llamaron, y creo que caminamos como un kilómetro, mientras
vos me explicabas que debía incorporarme a una escuela guerrillera; eso
fue en el año 1976. Entonces subí, y esa fue mi primera experiencia militar
con Omar Cabezas y cinco compañeros más, quienes recibimos esa escuela
ahí en el Cerro Cuba. Estaban en ese momento, Ricardo Pérez, de Estelí,
que ahora vive en Estados Unidos; Noel Gámez, que luego cayó en la
segunda insurrección de Estelí; y participó “El Humilde Campesino”, Víctor
Manuel Urbina.

En ese momento, Omar Cabezas realizaba los trabajos de lo que sería la


Columna Bonifacio Montoya. En diciembre de 1976 llegó a recogernos el
Comandante Arce, después de la Escuela. Debíamos volver a subir en
marzo, pero en ese momento quebraron al colaborador de Canta Gallo y se
replegaron para Cerro Helado.

Mónica: ¿Desde cuándo le llamaron Cerro Cuba? Dicen que fue Elías
Noguera el que lo bautizó, pero creo que ya le habíamos puesto ese nombre
antes, porque en todos esos sectores ya había bases de trabajo desde
1975.

Antonio: El Cerro Cuba era conocido con ese nombre desde que Omar
llegó, aunque el verdadero nombre es Cerro Las Cuchillas. Ése era el
seudónimo desde que Omar llegó ahí. No fue Elías quien lo bautizó. Incluso

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cuando llegué ahí, después de la primera insurrección de Estelí en 1978, ahí
estaba Elías y yo le conté: –Hombré, en este cerro recibí mi primer
entrenamiento en 1976. Aquí estuve con Omar Cabezas y Víctor Manuel
Urbina; y le decíamos Cerro Cuba, le comenté. Él se sorprendió, y recuerdo
que después llegaron unos periodistas e hicieron un reportaje diciendo ese
nombre, Cerro Cuba. Recuerdo bien ese campamento porque después de la
insurrección llegamos muertos de hambre y estábamos cociendo agua para
hacer un café debajo de un chilamatón, y se hizo una humareda; entonces
cayó un zorro en la porra de agua, y ahí nomás lo pelamos y nos lo
comimos en cuestión de segundos, del hambre que teníamos.

Como te iba diciendo, cuando me bajan a la ciudad, ya me quedé ahí, y


seguí trabajando bajo la responsabilidad de Socorro Sirias “La China”, a lo
interno en la ciudad. Participo posteriormente en la insurrección de
septiembre de 1978 en Estelí, integrándome a los Terceristas. Tanta gente
se retiró con las columnas guerrilleras, que había necesidad de dislocarlos
en grupos operacionales, y de nombrar otros jefes de esos grupos.

A mí me dijeron, hacete cargo de un pelotón, que eran treinta o treinta y


cinco hombres; yo tenía diecinueve años, y había viejos, había gente
madura a mi mando. Todavía me sorprendo un poco, porque desde muy
jóvenes nos tocó abandonar la vida cómoda, la vida suave, sedentaria,
estudiando, ¿verdad?, porque realmente las circunstancias políticas,
económicas y sociales en general obligaron a todo un pueblo a levantarse
en armas.

Además, ustedes nos daban preparación política, las primeras


orientaciones, dirección, lo que fortaleció nuestra conciencia revolucionaria
y la decisión de incorporarnos a la guerrilla en armas y de hacer diferentes
acciones a lo interno en la ciudad.

Mónica: A Rolando López le decían “El Nene” porque, cuando triunfó la


Revolución, aún no cumplía diecisiete años y se incorporó antes de cumplir
quince años, junto a Donoso Zeledón, Fernando Úbeda, Iván González y
Ulises Castillo. Contanos sobre tus primeros pasos en la lucha.

Rolando: Lo que pasa es que toda la familia de mi papá, es sandinista. Mi


papá anduvo con Sandino y nos contaba de los combates. Él se llamaba
Eugenio López Moreno, y era originario de Estelí. Hombré, como es una
tradición de las familias y de los viejos contar su historia a todos los hijos,
entonces nos fue quedando eso del sandinismo.

Las primeras nociones que yo tengo de Orlando Pineda López, mi hermano


por parte de padre, es cuando él cae preso en el año 1967, con José Benito
Escobar. Cuando los agarran, traían un armamento de Costa Rica en un
vehículo del hijo de un diputado del Congreso de Somoza, que colaboraba

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con el Frente. Era un vehículo Mercedes Benz; de eso sí me acuerdo porque
a Orlando lo han entrevistado y han publicado varios reportajes sobre su
historia.

Entonces, Orlando salió de la cárcel también, igual que Armando, con los
pies unidos de tanta tortura, y se fue a vivir a Jalapa. Orlando había sido de
los organizadores de los sindicatos de zapateros, de la construcción y
trabaja con Carlos Fonseca antes de 1960. Por eso, cuando él muere en
1994, Daniel Ortega le hizo el reconocimiento de fundador del Frente
Sandinista, hasta entonces, porque es de los primeros con Carlos, con Silvio
Mayorga y otra cantidad de gente. Filemón Rivera es posterior, incluso.

Mónica: Pinedita estaba incorporado a la lucha desde antes que existiera el


FSLN. Cuando se fue a vivir a Jalapa, vivió legal con otro nombre. Doña
Mary y Don Felipe Barreda nos hablaban bastante de él, porque además
eran socios en asuntos de relojería y joyería. Hay que recordar que Orlando
Pineda, conocido popularmente como Pinedita, fue representante desde
que se funda el Consejo de Estado de la Revolución, y luego fue para la
Asamblea Nacional Constituyente de 1984-1990, y finalmente para la
Asamblea Nacional durante el período 1990-1996. Muere en una operación
de vesícula en 1994, y le dan la Orden Carlos Fonseca.

Pinedita es una de las personas más queridas en Estelí, porque ya siendo


diputado, recorría las calles de su pueblo en bicicleta, y era todo corazón,
donaba prácticamente todos sus recursos a la gente; un poco como “El
Zorro”, que a pesar de ser comandante guerrillero, vivió y murió
modestamente. Pinedita era un hombre realmente ejemplar. ¿Y vos sos de
los hermanos menores?

Rolando: Yo soy el penúltimo de doce hermanos. En 1978, murió uno en la


guerra, después de la insurrección de Estelí, Rodolfo López Gámez. Cuando
mi hermano Orlando llegaba a Estelí, él llevaba mucha literatura
revolucionaria. Me acuerdo que una vez, a principios del setenta, me puso a
leerle El Diario del Che. A él en Jalapa lo conocían como don “Venancio”, ese
fue el seudónimo que él usó allá.

Por ahí comenzaron mis primeras inquietudes sobre el Frente, y es hasta


1976, que me traslado de Jalapa a Estelí a estudiar al Instituto Nacional,
que se llama Francisco Luis Espinoza, en honor al sacerdote que mataron
tropas de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), en la
Escuela de Agricultura, para la primera insurrección.

A mí me pasó lo contrario de lo que a muchos compañeros. No me


contactaron, yo busqué el contacto. Les preguntaba a los compañeros de
clase: –Hombré, ¿vos estás en el FER o estás en el Frente? Hasta que di con
alguien que me dijo que sí, Donoso Zeledón Úbeda, un excelente

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compañero; me dio un gran pesar cuando cayó. Sí, hombre –me dice, ¿qué
querés? Hombré, quiero integrarme pues, quiero meterme de lleno –le dije.
De inmediato me integró: –Vení para acá. Yo soy el responsable del FER aquí
en el Instituto, rempujémosla pues.

Mónica: ¿Pero cómo vas a dar a Jalapa?

Rolando: Yo nací en Jalapa, porque mi mamá se traslada para allá; pero


todos, mi papá y toda mi familia, son de Estelí. Entonces vengo a Estelí a
estudiar; pero José Benito, que para entonces ya estaba como responsable
de la GPP nos reúne y, cuando sabe que soy de Jalapa, me dice que me
mueva para allá a formar una columna. Efectivamente, ahí formamos la
columna que luego se llamó Blas Real Espinal, y al final termino en Jinotega
con Germán Pomares, que es lo que voy a relatar. De esa manera yo no
estuve en ninguna de las insurrecciones de Estelí.

Mónica: Contanos de la formación de la Columna Blas Real, ¿cómo se dio


eso?

Rolando: Para finales de 1977, un compañero enviado por José Benito me


orienta: –Dice el hombre que te vayás, y me entregó una pistola 45 con
treinta tiros. En Jalapa, la estructura había quedado desbaratada a partir de
los quiebres de 1976, que relató Armando. Me dijeron: –Allá te vas a ir a
encontrar con un compañero que se llama “Polín”, en la tumba de un fulano
de tal que se llama David Calero. Ahí va a estar él; vos no vas a saber quién
es él, él sí sabe quién sos vos. Yo llegué a la hora, a las doce de la noche, al
cementerio. Ajá, hombré, ya nos saludamos.

Mónica: ¡Clase de contacto ése, a las doce de la noche en el cementerio!

Rolando: Eso fue a finales del año 1977. Y me dice: –Hombré, nos vemos
mañana en el parque. Está bien –le dije. Ya lo miré al “Polín” famoso, su
nombre era Ramón Beltrán, todo el mundo en Jalapa se chiviaba de él,
porque decían que era oreja, que era de la Seguridad.

“Polín” era un compañero que después supe que es hermano de padre de


Armando Acuña, y viejo sindicalista del Sindicato de Carpinteros, Albañiles,
Armadores y Similares (SCAAS). Después, platicando con él, me había dicho
que aquí en Managua, el Frente lo había mandado a infiltrar a la Seguridad.
Un valioso compañero que demostró a Germán Pomares y a toda la gente, y
después, cuando formamos la columna, que realmente estaba de lleno en
el Frente Sandinista.

Me quedé ahí con él, ayudándole a organizar a la gente. Entramos en


contacto con Leticia Herrera, quien había mandado a decir que había que
organizar rápido una columna que comenzara a funcionar por el lado de

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Jalapa. Entonces sólo estábamos tres o cuatro compañeros: “Polín”, Luis
Ruiz, Frank Paguaga y yo. De ahí sacamos una buena cantera como de
cuarenta compañeros que los armamos y los subimos a la montaña de
Pasmata, donde instalamos el campamento. En una reunión, Leticia nos dio
como responsable a Iván Tercero Loáisiga “El Vigilingo”, nacido en El Viejo,
y “Colling”, del lado de Tonalá, cuyo nombre no recuerdo; estuvo en la
Inteligencia del Ejército, y hace poco murió en un accidente.
Llegó Javier Carrión a dejarnos cinco fusiles FAL; y después tuvimos un
fuerte combate con la EEBI, ahí mismo en Pasmata. Los fusiles fueron
fundamentales para salir bien librados de ese combate, pues antes sólo
teníamos carabinas y fusiles 22. Eso fue como el 10 de febrero de 1979.
Nosotros le mandamos un informe a Leticia, que era la que estaba
atendiendo el Regional en ese momento. Germán Pomares decidió llegar ahí
con unos sesenta compañeros, muchos de ellos de vasta experiencia como
Santana Plata, conocido como “Manuelito”, que estaba desde la
organización del Frente Norte, en 1977; Taholamba, “El Recluta” Santos, un
compañero de Estelí, Cristóbal Vanegas, Pedro Agurcia, y, como segundo al
mando de la columna, venía Walter Ferreti “Chombo”.

Mónica: ¿Esta es la Columna Blas Real Espinal?

Rolando: Inicialmente se llamó Blas Real Espinal, porque “El Vigilingo”


conocía a Blas, le puso su nombre en su honor. Cuando llegó Germán y se
fusionan las dos columnas, él dice que se va a llamar Oscar Turcios
Chavarría, porque le tenía un aprecio inmenso, decía que Oscar Turcios y
Ricardo Morales Avilés, eran realmente los refundadores del Frente, porque
para esa etapa, de los años 1970 a 1973, aquí en Nicaragua no había nadie
de la Dirección Nacional, más que ellos dos. También se formaron los
pelotones Jonathan González y Juan José Quezada.

Mónica: Para la segunda insurrección de Estelí, ¿dónde estabas y que te


tocó hacer para esa jornada?

Armando: Bueno, para ese entonces, yo estaba bajo el mando de Elías


Noguera; nuestra columna era la Facundo Picado. Hicimos un hostigamiento
en Condega, y fue algo enconada la lucha.

Mónica: Ahí ustedes derribaron unos aviones, ¿te acordás vos de eso?

Armando: Los compañeros que bajaron esos aviones eran de la misma


columna, pero yo me encontraba en otra escuadra, en la ciudad de
Condega. Derribaron esos aviones con FAL y Máuser, porque los aviones
volaban un poco bajo. Es que ellos se confiaban, creían que nosotros no
andábamos armas de largo alcance, y la confianza a veces es muy
peligrosa. Nuestra función era una toma rápida; habíamos tomado
Condega, pero no la íbamos a retener; nosotros teníamos que replegarnos

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nuevamente.

Antonio: Para la segunda insurrección, yo llegué casi el final. Había


recibido órdenes del comandante Rivera de irme para Peñas Blancas,
Jinotega, porque tenía información de que “Chico Chiquito” tenía como
cuatrocientos hombres y que había que conectarlos. Me dio la orden que los
buscara, los reagrupara y que luego se los pasara dejando al “Danto”. Y así
fue. Yo contacté a “Chico Chiquito”, lo armamos, hice varios viajes al Cerro
Cuba para recoger armas.

En realidad, tenía unos ochenta hombres. Estaban arriba de El Tuma, donde


unos colaboradores del Frente, uno de ellos es Hernán Molina. Estaba en la
Hacienda El Cielo, en la parte de abajo. Me contacté con “El Apache”, Ulises
Rodríguez, que después estuvo en la UNAG; él nos daba, en parte, el
suministro de alimentos en Estelí. Le di preparación combativa a toda esa
columna. “Chico Chiquito” era muy trozado, recetaba muerte a diestra y
siniestra. En una ocasión, tuve que pararlo, porque quería matar a un
profesor, arribita de Jinotega.

En el grupo de “Chico Chiquito” andaba Norwing Altamirano, y después que


formo la unidad, “Chico Chiquito” era el jefe de Estado Mayor y Norwing el
político. Éste me contactó con un turco muy bueno, Amín Halúm, que fue
herido, y tratamos de salvarlo llevándolo a Jinotega, pero a medio camino
expiró y lo enterramos frente a la Cooperativa Ernesto Acuña, donde Hernán
Molina, arriba del puente El Tuma. Ya cuando el ataque de Wiwilí, nosotros
estábamos en San Roque, Guaylo, San Antonio, combatiendo con “El Zorro”.

Rolando: En mi caso, tal como expliqué, pertenecía a la Columna Oscar


Turcios, que dirigía “El Danto”. Antes de la insurrección de Estelí, nuestra
columna, al mando ya de Germán Pomares, nos tomamos El Jícaro. Para
entonces, además de ser el jefe de la columna, “El Danto” era el jefe del
Frente Norte. Esa toma de El Jícaro, que se hizo el 26 de marzo de 1979, fue
en celebración a la unidad orgánica de las tres tendencias del Frente
Sandinista.

Nos retiramos después de la toma de El Jícaro al Zúngano, a una propiedad


de Jaime Úbeda, un señor acaudalado que andaba allí en la columna con su
fusil. Ahí en el Zúngano cayeron dos o tres compañeros y uno de ellos era
Marcelo, un salvadoreño del FMLN, Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional. Yo sé dónde está enterrado ese compañero ahí en
Jalapa. Javier Carrión lo conocía bien, porque vino con ellos de Honduras.

Cuando se da la insurrección de abril en Estelí, Pomares decide entrar a


apoyar a “Rubén”, tomándonos Wiwilí. Nosotros intentamos entrar
exactamente el viernes Santo, un 13 de abril, como a las diez de la noche.
Wiwilí fue un revés desde el punto de vista militar, porque nos mataron a

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doce o catorce compañeros, porque tropas de la EEBI habían sido
trasladadas en helicóptero a Wiwilí, nos estaban esperando.

La toma era un operativo en conjunto con una columna que había en un


lugar que le llamaban Jinoteguita, que es al otro lado de Wiwilí, y que
estaba al mando de un hermano de Pedro Aráuz Palacios, “Alí”. A Edwin
Barahona Colindres, que era el segundo jefe de esa columna, lo capturó la
Guardia, y le agarraron todos los planes de la toma; entonces la EEBI ya nos
estaba esperando ahí.

Por un asunto circunstancial, no caímos directamente a la hora que nos


esperaba la Guardia. Resulta que al hombre que llevaba el RPG-2, Pomares
le prestó una pistola que se la había regalado Fidel Castro; y como se le
cayó la pistola al muchacho, nos entretuvimos dos horas buscándola. La
Guardia pensó que no habíamos llegado y empezó a levantar la
emboscada.

El plan era entrar a las ocho y entramos a las diez. Tuvimos un


enfrentamiento en el campo de fútbol de Wiwilí. Aquí se dio un hecho que
me demuestra a mí la importancia de cumplir las órdenes del mando.
Después del enfrentamiento nos replegamos al Río Coco, a orillas del
pueblo. Pomares ordenó poner una emboscada y le dice a Cristóbal Vanegas
que se quede a cargo de la columna que iba a ponerle una emboscada a la
Guardia. “El Indio”, así le decíamos a Vanegas, le dice: –No, no me quedo.
Dónde vas vos, voy yo.

Yo estaba ahí, detrás de Vanegas. “Marcos” –me dice “El Danto”, quedate
vos con la emboscada. Yo obedecí y nos colocamos para emboscamos, pero
ya la Guardia nos tenía rodeados y por eso nos matan a doce compañeros.
Ahí estaba también Juan de Dios Portillo, que había combatido en la primera
insurrección de Estelí y salió vivo; pero a la que era compañera de Vanegas,
Laura Sofía Olivas “Segovia”, le pegaron un balazo en el estómago y cayó
junto con varios compañeros de Jalapa, entre los que recuerdo a Abraham
Sosa. En ese revés, también dejamos todas las mochilas y el radio de
comunicaciones, y nos quedamos incomunicados. A mí no me pareció bien
que Vanegas no cumpliera la orden, y fue una enseñanza, porque realmente
ahí no se ejerció el mando.

Después de ese revés realizamos una serie de acciones, ya que


prácticamente la Columna Oscar Turcios fue una fuerza móvil. Nos
quedamos entre Wiwilí, Quilalí, El Zúngano y San Bartolo, en esa zona,
hasta que entramos a la ciudad de Jinotega.

Comentario de la autora: Este intento de ataque a Wiwilí no está


registrado en ninguna cronología de las que pude estudiar; en cambio se
registran acciones en una fecha cercana en el municipio de Quilalí. Después

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del triunfo, los padres de Eva Sofía Olivas fueron a recuperar sus restos a La
Polvosa, Wiwilí. La fecha de su muerte es 15 de abril de 1979.

Mónica: Cuando el ataque a Wiwilí y esas otras operaciones, vos apenas


tenías dieciséis años. No sé si les pasa a ustedes, pero tengo hijos de
dieciséis años, y el mayor, de veintitrés, yo lo veo un chigüín; y entonces
me pongo a pensar viéndolos a ellos, ¿cómo podíamos nosotros a esa edad
dirigir operaciones militares? ¿Cómo se forjó esa decisión que nos llevó a
enfrentar desafíos tan complejos?

Rolando: Sí, yo también he reflexionado sobre esto. Tengo una hija que va
a cumplir dieciséis años. A veces, cuando ella me dice que no puede frente
a algunas responsabilidades propias de la casa, le digo: –Pero hija, a tu
edad, yo ya era jefe de una escuadra en la guerrilla; tenía compañeros
mayores subordinados a mí.

Claro, que en ese momento el factor común que nos impelía y unía a todos,
era derrotar al somocismo, a la dictadura y además, el sandinismo
transmitido por mi padre, por parte de mis tres hermanos, también
integrados al Frente desde hacía muchos años. Uno de ellos, Rodolfo, que te
mencionaba antes, cayó en Limay junto a Alejandro Cárcamo. Fue el 24 de
septiembre de 1978, el día de mis quince años. Alejandro iba herido, mi
hermano lo llevaba.

Comentario de la autora: Antenor Rosales explicó en otro programa: –El


hermano de Rolando pasó por donde yo estaba, y le advertimos que no
caminara hacia Honduras. Yo tenía control de esa zona y sabía que la
Guardia tenía un dispositivo más adelante. Nosotros nos dirigimos hacia un
lugar que se llama Buena Vista, donde un colaborador viejísimo del Frente,
que era dueño de esa propiedad. Los Cárcamo y el hermano de Rolando, no
se quisieron quedar. Ellos siguieron, y al amanecer los mataron.

Rolando: El jefe de la patrulla de la Guardia que los capturó en una casa,


había estudiado con mi hermano. Por cierto, ahorita está en Nicaragua
ocupando un puesto en el gobierno de Alemán. Hay testigos de que este
tipo los capturó y asesinó a sangre fría a Alejandro, que iba herido, y a mi
hermano. A Alejandro lo encontró su familia porque ahí mismo lo dejaron, a
la orilla de la carretera; y a mi hermano, hasta el día de hoy no hemos
encontrado sus restos. Mi mamá murió con el pesar de no haberlo
enterrado. Yo estoy empeñado en saber dónde está.

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Te voy a contar algo que a mí me llenó de valor, a mi poca edad, para
meterme al Frente. Nosotros teníamos un perro, pasó un guardia y como el
perro ladró, le voló un tiro; de pura suerte no lo mató. Pero todos estos
hechos nos hicieron crecer con rechazo a la Guardia y todo lo que ella
significaba. Porque ya a esa edad entendés lo que es bueno y lo que es
malo. Eso le recuerdo a mi hija: –A tu edad, yo ya estaba con un fusil; a tu
edad yo ya cocinaba. Porque vos sabés que en las columnas a todo el
mundo le tocaba un turno de cocina. Maduramos con carburo, como
maduran el banano y el plátano.

Mónica: Vamos a detenernos en el tema por el que les invitamos: los


últimos momentos del “Danto”. Ustedes conocieron al “Danto” en el último
año de su vida, de una vida entregada a la lucha, que discurrió en medio de
dificultades.

Vamos a contar un poco de esa vida: “El Danto” había nacido en El Viejo,
municipio semillero de revolucionarios, el 17 de agosto de1937. Cuando
murió, tenía 42 años. Hijo de los campesinos Ángel Ordóñez y Cecilia
Pomares, vivió en carne propia la explotación y la injusticia que sufrían los
obreros agrícolas y supo del despojo de tierras a los campesinos, sobre el
que se edificó la explotación capitalista en occidente. De esas comunidades
occidentales, cientos de campesinos fueron empujados a emigrar a la zona
central de Nicaragua, para que los capitalistas pudieran erigir los latifundios
de la explotación algodonera, bananera y cañera de occidente. Pomares
apenas llegó a tercer grado de primaria, pero tuvo la sabiduría de escribir
sus memorias, que no pudo concluir. Pomares comienza así su pequeña
biografía:

“Mi nombre completo: Germán Ordóñez Pomares. Ángel Ordóñez,


mi padre, al nacer me reconoce y por eso soy Ordóñez Pomares. Mi
infancia es muy pobre porque mi padre abandona a mi madre. Mi
padre de crianza es mi abuelo, quien es el jefe de la casa. A los
siete años me matriculan en una escuela pública, la única que
existe en aquel entonces en El Viejo. Mi primera maestra fue la
Rosa Virginia Trejos Somarriba, no titulada.

Hago mi primero y segundo grado y después me tienen que sacar


porque no tengo ropa para ir a la escuela. Me acuerdo que mi
mamá lloró porque si yo no podía ir más a la escuela no podía ser
carpintero para hacerle otra casa, porque en la que vivíamos era de
palma. Ese año el chapulín le come el maíz a mi abuelo y no
tenemos que comer. Habían días en que sólo almorzábamos con
chilotes cocidos, otros lo hacíamos con guineo tierno que
llevábamos de una finca llamada La Palomera, y que todavía existe.
Al salir de ese verano me voy a trabajar con mi mamá a una
hacienda de Humberto Mántica, a cortar arroz y ajonjolí para llevar
más dinero a la casa y que mi abuelo tuviera qué comer, ya que

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estaba poniéndose más viejo.

Sin pensar mucho, un día me voy a ver a mi padre a su finca y me


dice que me quede con él pues está solo. Se le había muerto la
esposa y tiene un niño varón y una mujercita. Yo ya tengo doce
años. Me quedo dos años con él que me sirven mucho en mi
formación de hombre del campo.

A los 14 me voy de donde él porque no aguanto la vida que me da y


comienzo a vivir al lado de mi mamá, pero ya no es igual porque
ella se casó con otro hombre a quien yo no quiero. Vivo en las
haciendas donde consigo trabajo, me sirve mucho porque me forjo
como un verdadero hombre”.

Germán Pomares ha relatado que su familia era conservadora anti-


somocista. Sus primeras acciones contra el régimen las hace desde la
juventud conservadora. De su pueblo recuerda a Victoriano Arteaga, un
hombre que reunía a los jóvenes opositores, y es al primero que escucha
hablar de ir a la guerra contra Somoza, en el año 1958. Para las acciones de
Olama y Mollejones, Pomares viajó a Managua a una casa que quedaba del
Cine Salazar media cuadra arriba, junto a unos diez jóvenes reclutas
chinandeganos de origen humilde. Entre los que “El Danto” recuerda están
Dolores Díaz, Manuel Guevara, Leonardo Tercero, Raúl Sandoval y Narciso
Zepeda, todos coordinados por Luis Venerio Plazaola.

Germán Pomares escuchó a Luis Venerio Plazaola, quien era el líder


departamental de los conservadores, discutir con los líderes en Managua. Al
llegar Luis con todos ellos, le preguntaron que de dónde procedían. Luis les
replicó que eran luchadores anti-somocistas que querían combatir. Y los
líderes de la capital le contestaron que no era cualquier gente la que iba a
meterse a Olama. Luis Venerio les dio entonces veinte córdobas para que se
regresaran. Así se regresaron a su pueblo, y siguieron buscando cómo
luchar. Germán recuerda: “Claro, en esa incursión sólo iban chicos bien” 1.

También estuvo dispuesto Germán Pomares a participar en el Movimiento


11 de Noviembre, y después hace contactos con estudiantes universitarios,
entre los que recuerda a Jaime Fajardo. Para estar listos, se entrenaron con
un viejo rifle Garand y un Máuser, y luego, con Cristóbal Guido y Narciso
Zepeda, enseñaron a otros jóvenes a manejarlos. Este núcleo fue el primero
en declarase fidelista, dice Germán.

De la existencia de este grupo de Pomares, se dio cuenta Jorge Navarro, a


quien conoció en la misa de aniversario de la masacre del 23 de julio.
Navarro se constituyó en su contacto y fue quien le propuso en 1961 viajar
a Cuba a él y a Cristóbal Guido, para la conmemoración del ataque al
Cuartel Moncada, el 26 de julio. Pasó varios meses trabajando duramente
para recoger dinero. Para realizar este viaje pasó por Honduras, donde

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conoció a Silvio Mayorga, Carlos Fonseca y Francisco Buitrago. Después los
volverá a ver en La Habana, en donde comparte con el Coronel Santos
López, quien le explica la lucha de Sandino, y entonces adquiere conciencia
del anti-imperialismo del héroe. A su regreso trae literatura sobre Sandino:
El pequeño Ejército Loco y Sandino, General de Hombres Libres, entre otros.

En realidad “El Danto” ya sabía leer, pues llegó hasta tercer grado. No es
que aprendió en El Patuca, como se ha afirmado en algunas biografías.
Unos meses después lo echaron preso, y fue interrogado y torturado en
Managua por el esbirro Rafael Lola.

En 1962 se destacó en la escuela de entrenamiento militar en el Río Patuca.


En 1963, participó en la guerrilla de Río Coco y Bocay; en 1967, en el
movimiento armado de Pancasán; en 1969, en un fallido intento de rescate
de Carlos Fonseca de las cárceles de Costa Rica; en 1970, es hecho
prisionero y liberado por presión de las masas; en 1974, es responsable
militar del Comando Juan José Quezada en la toma de la casa de Chema
Castillo.

En todas esas actividades, Pomares se distinguió por su heroísmo. Por


ejemplo, en el asalto a la casa de Chema Castillo, según los demás
miembros del comando, Germán se quedó afuera, cubriendo, hasta que
entró el último miembro del comando; también, al descubrir a un
francotirador que hirió a Róger Deshón, se regresó para aniquilarlo. Son dos
hechos que reflejan no sólo su calidad moral, sino el coraje del que estaba
hecho este hombre.

En 1976, Pomares fue trasladado a formar una columna guerrillera que da


origen al Frente Norte Carlos Fonseca. En 1977, estuvo dedicado a la
preparación militar de los combatientes que integraron los comandos de
asalto de los operativos de octubre, y en la ofensiva final es responsable
político-militar del Frente Norte.

Al frente de la Columna Oscar Turcios, dirige la exitosa toma de El Jícaro;


luego, el intento de toma de Wiwilí, que fue un revés militar, y finalmente,
en mayo de 1979, la toma de Jinotega, donde cae. ¡Una ejemplar
trayectoria!

Ahora hablemos de sus experiencias con Pomares, ¿cómo era él? ¿Cuáles
son las principales enseñanzas que dejó en sus vidas y que son una
herencia para todos los luchadores y luchadoras nicaragüenses? ¿En qué
circunstancia conocen al “Danto”?

Armando: Lo conocí en el Cerro Cuba, estando ahí bajo las órdenes de


Elías Noguera. Llegó “El Danto” y estuvo un día y una noche ahí, antes de
salir para la toma de Jinotega. Me impresionó su gran mística

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revolucionaria, con el pantalón todo parchado y un sombrerito de los que
usaba la EEBI. Nos dio una impresión como si él fuera Carlos Fonseca. Llegó
sólo a la reunión con “El Zorro”. Nos reunió a toda la columna y nos puso a
cantar el Himno ¡Luchar, Luchar, Luchar!

Nos habló con una gran sencillez y modestia, pero se miraba que tenía
dominio de la estrategia militar. Nos dijo que habían entrado unos
compañeros por Nueva Guinea, que la Guardia les había echado toda la
fuerza, que los estaban diezmando y que no quedaba otra alternativa que ir
a la ofensiva final, que él iba para el lado de Jinotega.

Rolando: Conozco a Germán Pomares cuando llega a Jalapa y las dos


columnas se fusionan para constituir la Oscar Turcios. Desde que él llega,
se preocupa por tratar de dar una escuela de historia, para que
entendiéramos las raíces de la lucha revolucionaria. La historia desde la
colonización, la Independencia, la lucha de Sandino, hasta la fundación del
Frente Sandinista, y nos lleva hasta el momento en que estábamos. Eso era
religioso a las seis de la tarde, todos los días, hubiera o no hubiera
combate, ahí estaba esa charla.

Y lo hacía él, personalmente. También exponía cuáles eran los planes


futuros del Frente Sandinista, qué es lo que íbamos a hacer una vez que
triunfara la revolución, cuáles eran los ejes principales, qué es lo que a él le
gustaría hacer cuando ganáramos.

Mónica: ¿Qué quería hacer Germán cuando triunfara la revolución?

Rolando: Dijo que no podría ser un Ministro porque llegó hasta tercer
grado de primaria, pero que le gustaría quedarse en algo que tuviera que
ver con la reforma agraria para distribuirle tierras a toditos los campesinos
de Nicaragua, o quedarse en el Ejército.

Mónica: ¡Claro, es un hombre que nació y vivió vinculado al campo!


En una parte de su biografía Germán dice:

“De los 15 a los 17 años estoy de campisto en una hacienda de


Juancho Menicucci. Ahí aguanto toda humillación, no me pagan
como mozo completo en las tareas del machete y todos los demás
deberes, pues dicen que todavía soy cipote. Por un pleito me voy de
ahí, me duele porque me parece que no voy a conseguir trabajo en
otro lugar; pero un amigo de mi mamá, que es su compadre, me
ocupa trabajando con él en una carreta. Ahora él es un colaborador
del Frente Sandinista”.

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Rolando: Otra cosa que me llamó mucho la atención, reflexionando ahora,
es que él iba siguiendo la ruta de Sandino. En febrero estábamos en Jalapa
y tenemos un combate con la Guardia, donde les hacemos muchas bajas.
Después decide atacar El Jícaro, el 26 de marzo de 1979, para celebrar la
unidad del Frente Sandinista. De El Jícaro nos trasladamos a El Zúngano, y
nos llevó a toda la columna al campamento “Luz y Sombra”, uno de los
primeros campamentos donde estuvo el General Sandino, y ahí nos contó
toda la historia alrededor de la lucha del General.

Luego, en abril, en plena Semana Santa atacamos Wiwilí, para ayudar a la


toma de Estelí, que encabezaba “El Zorro”. Una vez que salimos de Wiwilí,
nos explica que vamos a ir a un campamento donde están unos
compañeros. Estando en un lugar que se llama Cerro El Perro, entre Wiwilí y
Quilalí, Humberto Ortega llama al Comandante Pomares para decirle que él
decida cuándo y dónde se inicia la insurrección final. Lo aseguro porque yo
estaba cerca del radio y escuché todo, y Pomares le dice que todavía no.
Eso lo recuerdo exactamente, que Pomares le dice que no, que todavía no
vamos a hacer la insurrección, y que esperemos que caigan las primeras
aguas de mayo, le dijo, para que rompamos los fuegos.

Mónica: Se le sale el campesino, pero también lo de estratega militar. Una


de las cosas que señala “El Zorro” es que en la segunda toma de Estelí, se
sentía solo, en medio de los brutales calores de Semana Santa. Las lluvias
siempre nos ayudaron a los guerrilleros. La aviación, por ejemplo, no
operaba igual. En el repliegue a Masaya, cuando nos bombardearon
brutalmente, se vino un riendazo de agua y eso paró de inmediato el
ataque de los Push and Pull.

Rolando: Alguien le preguntó a Pomares por qué decía eso de las aguas de
mayo, y explicó: –Es que cuando caen las primeras lluvias, los montes
comienzan a crecer; entonces nos podemos camuflar mejor. Tiene su lógica,
¿no?

Yo era jefe de escuadra, cuando llega Pomares a la columna. Me sentía


como que estaba con un blindado. Con Germán Pomares logré hacer una
relación, porque como era uno de los más chavalos de toda la columna, y
además en el combate anterior, a la llegada de Pomares, recuperé unos
cargadores de M-16 y él era el único con un fusil de ese tipo, yo le entregué
los cargadores y los tiros. Se identificó conmigo, incluso me hizo una sesión
como de treinta fotos. El compañero Walter Ferreti, que era el segundo de la
columna, se llevó los rollos de fotos para Honduras, cuando fue herido en
Jalapa. No supe qué se hicieron esas fotos.

Mónica: ¿A dónde hirieron a “Chombito”?

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Rolando: En Jalapa, en El Carbón; fue herido en la pierna, en un accidente,
cuando en una sesión de entrenamiento a un compañero se le fue un
balazo de FAL, y lo hirió. Ahí es que entra como segundo al mando Javier
Carrión, su seudónimo era “Roberto”.

Hombré, Pomares era como un padre para todos, con una resistencia física
increíble. Nos estaba preparando para el ataque al Jícaro. Él se paseaba en
toda la columna de adelante hacia atrás, animándonos a todos, para que no
nos cansáramos, para que no nos detuviéramos y llegáramos al objetivo,
porque él se había comprometido con Humberto Ortega a hacer ese ataque
en celebración de la unidad del Frente Sandinista.

Mónica: Es la formación, y tal vez en esto vamos a coincidir todos: una


parte fundamental de la formación que se nos daba, desde que entrábamos
al Frente Sandinista, era en el conocimiento de la historia. Me acuerdo que
nos explicaban quién era Benjamín Zeledón, Sandino, los fundadores. Yo me
aprendía de memoria los nombres de quiénes cayeron en Raití, en
Pancasán, qué significó esa gesta, y eso te nutría el compromiso.

Rolando: Sí, Germán era bien profundo en eso, y realmente eso te iba
llenando, y vos llegabas a un momento en que no pensabas nada en el
combate, más que buscar cómo matar a los guardias y que no te mataran a
vos. Eran las cosas que sucedían y ver cómo salir adelante y cumplir con las
misiones que te establecían.

Antonio: Mis primeros contactos con “El Danto” fueron a través de


“Rubén”, Francisco Rivera “El Zorro”. Nunca me enteré de que él era “El
Danto”. Ya después tuve la ocasión, cuando hubo una reunión del pequeño
Estado Mayor2 que nosotros teníamos en ese momento en el Cerro Cuba, y
se cuadró más o menos un ataque generalizado. Yo estaba en La Sotana,
queda entre el poblado de Yalí y el volcán del mismo nombre, un poco hacía
el noreste. Son unos cerros montañosos, una zona bien bonita, unos
cafetales, que era propio para operar.

Nosotros ya estábamos asentados prácticamente desde 1978, que fue


cuando nos mandó “Rubén” a crear condiciones operativas, y cuando se
hablaba de la necesidad imperiosa de ir proyectándote hacia la ciudad,
hacia los alrededores; entonces fue cuando nosotros le caímos a Yalí 3, con
unos sesenta y cinco combatientes, y quemamos el Comando de la Guardia.
La población salió a celebrar, y al final, se fueron con nosotros unos
cuarenta muchachos. Así conocí a la que luego sería mi compañera y madre
de mis hijos, Nereida Sánchez “Soraya”.

Cuando conocí al “Danto”, me llamó poderosamente la atención. Yo sólo


conocía a “Rubén” como el hombre con una humildad increíble, sólo
comparable con la humildad de “El Viejo Pancho” o “Prefecto”, que fue su

19
último seudónimo, porque “El Danto” se cambiaba el seudónimo cuando
cambiaba de lugar. Decía que era por seguridad. Pomares tenía un lenguaje
campesino, combinado con sentido de conspiración. Como a mí me tocaba
ir a traer ahí donde “René”, Elías Noguera, el armamento que venía de
Honduras, recuerdo que en las cartas que recibíamos de “El Viejo”, a como
le decíamos cariñosamente a Pomares, él decía: –Miren, muchachos, ya la
gente está lista para la siembra. Así que ahí les mando los implementos.
Miren, ahí van los clavos; se refería a los proyectiles...

Rolando: Cuando se escribió la historia de la Sección Quinta del Ejército,


que era donde se hacían las tablas de conversación codificada y se
descifraban, se decía quiénes habían sido los primeros jefes guerrilleros que
habían utilizado cifrados, y salía Pomares como uno de los iniciadores del
cifrado en las comunicaciones militares. Me acuerdo cuando estábamos en
Wiwilí y decía: –Ve, ahí te mando tantos campistos para que lo agarrés en la
hacienda tal. Ahí te llegan los clavos para que pongás a repostear. Hacete la
ronda antes que quemés; se refería a antes del ataque, pues. Era un
lenguaje cifrado entendible para nosotros, pero indescifrable para la
Guardia.

Antonio: Te hablaba tan bien, que veías clarita la película de la


preparación, del teatro de operaciones. Siempre me llamó poderosamente
la atención el sentido de planificación de la operación, la responsabilidad, el
planteamiento de misiones, distribución, aseguramiento de logística,
tiempo, coordinación. Yo decía, y este hombre que es campesino, que es
poco para hablar, ¿de dónde saca tanta cosa?
Mónica: ¿Era poco para hablar?

Antonio: Poco para hablar, pero comunicando lo necesario: –A ver, búscate


a alguien ahí que haga el plano, veamos más o menos por dónde vamos a
entrar; y ubicándose, y dirigiendo él perfectamente las operaciones.

Rolando: Otra cosa que recuerdo de Germán, es que todos los días iba
escribiendo lo que iba sucediendo en el día. Ese diario estuvo mucho
tiempo en el Museo de los Héroes y Mártires, estaba junto con el M-16 y el
magazín con un balazo, el mismo que impacto al “Danto”, y por ahí está el
diario de Germán Pomares. Javier Carrión me dijo que le llevara el Diario, el
uniforme, la mochila y todo a Francisco Rivera, y se los entregué 4.

Hablar de Pomares es hablar de alguien que creo que nació guerrillero; fue
un guerrillero innato, que sólo necesitó, qué sé yo, una pequeña pulida,
para ser el jefe que fue, porque recordemos que él era el jefe de todo el
Frente Norte, y la capacidad de coordinación que él tenía con todo el resto
de las columnas, era asombrosa.

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Además “El Danto” era un compañero jocoso, le gustaba mucho contar
chistes y era una persona muy humana. Estando ahí en el campamento de
La Sotana, cumplía años un compañero, no recuerdo quién era, y dice: –Ya
vamos para la última, celebremos el cumpleaños del compañero; y mandó a
traer unas latas de cususa.

Entonces mandamos a un muchacho de ahí, que se había incorporado, en


una mula, y el muchacho se emborrachó y se quedó dormido sobre la mula;
pero como la mula conocía el campamento, llegó solita con el muchacho
dormido.

Me acuerdo que fue una fiesta muy alegre en el campamento. Estaba


Danilo Torres “El Poeta”, muy bueno a cantar; estaba Taholamba, que era
un vocalista del grupo de La Trinidad, Los Mokuanes. Este compañero cayó
en la toma de Jinotega.

Antonio: Pedro Agurcia “Maceo” era también bárbaro a tocar la guitarra.


Con ellos cantamos canciones revolucionarias, rancheras, todas esas cosas;
celebramos el cumpleaños del compañero, y además la despedida del
campamento, porque llegó casi toda la gente de Yalí.

Mónica: ¿Y cantaba Pomares, también?

Rolando: Hombré, fijate que le hacía.

Antonio: ¿Vos sabés que Germán fue el primero que a nosotros nos enseñó
el Himno del Frente, que ahora es el del Ejército?

Rolando y Antonio: ¡Luchar, luchar, luchar, es nuestro grito de guerra,


vencer, vencer, vencer, es nuestro ideal, y al grito de Patria Libre o Morir
marcharemos al triunfo de la Revolución!

Antonio: Diario lo cantábamos e izábamos la bandera en los campamentos


del “Danto”. Que, por cierto, nosotros no lo hacíamos en la montaña por
cuestiones de seguridad. ¿Vos sabés? Recuerdo que la primera vez algunos
pensábamos, este hombre nos vino a corromper porque ahora hay música,
hay fiesta.

Sí, nosotros nos cuidábamos mucho y no volábamos ni un disparo; y ese


hombre probaba las ametralladoras, probaba todo. Una vez “Macaco”
Colindres agarró una Thompson, una ametralladora que andaba y comenzó
a probarla, y brincaba de la alegría y “El Viejo” no le decía nada, y yo
pensaba, ¡qué barbaridad, violando todas las normas de seguridad!
Estábamos en la montaña, la Guardia estaba lejos, pero fijate que, ahora
que me acuerdo, fue una época en que comenzaban las lluvias, los truenos
y todas esas cosas; entonces él nos hablaba mucho de que, a veces en la

21
ciudad, incluso, en algunos lugares cerca de la ciudad, él aprovechaba para
hacer sus entrenamientos de verdad, al amparo de los truenos; entonces yo
fui cogiendo la onda.

También con él comíamos muchas vacas. No limitaba en eso, había un


ánimo increíble. Creo que fue el repunte completo, resultado de la unidad
del Frente. Porque ese ánimo era producto de la visión de Pomares, de su
orientación, su dirección, del carisma que tenía como jefe, de sus
cualidades de mando increíble; pero era también porque el espíritu de
unidad rondaba en cada uno de los corazones de nuestra gente. Todo
mundo, en lo único que pensaba era en ganar, y estábamos ya totalmente
claros y convencidos de la victoria.

Rolando: Pomares era un hombre aglutinador. Este “Chico Chiquito”,


también conocido como “Macondo”5, era un compañero insubordinado a la
autoridad del Frente, un hombre muy difícil. Ahí estábamos en el
campamento de La Sotana, otros le dicen La Pavona, ahí en La Rica. Vino
Pomares, lo agarró y lo paró en treinta: – ¡Aquí vas a hacer lo que yo diga y
te vas a subordinar a mí! Y lo llevó y participó en la toma de Jinotega, y lo
hizo que hiciera caso.

Antonio: “El Danto” nos enseñó mucho, nos hablaba mucho. Se sentó una
noche, nos comimos una vaca, y toda la noche hablamos de la necesidad
de incorporar a los campesinos, de la seguridad increíble que tenía de
obtener el triunfo antes que terminaran las primeras lluvias, y fue
efectivamente así, como lo dijo “El Danto”, que se logró obtener la victoria.

Mónica: Nos llama otro compañero que no quiso salir al aire, y dice que
Vicente Padilla, el lanzador de las Grandes Ligas, es sobrino de Germán
Pomares, es hijo de una hermana del Comandante Pomares. Por eso es
Vicente Padilla Pomares. Dice que a Germán le fascinaba el béisbol. Por eso
también se le puso al equipo del Ejército Popular Sandinista Los Dantos,
porque se sabía que a Germán también le gustaba, como a muchos
nicaragüenses, el béisbol6.

¿Cómo se dio el ataque a Jinotega?

Rolando: Cuando nosotros llegamos a La Sotana, están de jefes Antonio


Castillo, Héctor Flores y Mario Bolaños. Hacemos una sola columna y ya
éramos casi trescientos. De nuestro recorrido desde El Jícaro, ya veníamos
más de cien, porque la columna nuestra viene recogiendo a un sinnúmero
de combatientes que hay a lo largo del camino; Prudencio Serrano, por
ejemplo, estaba en El Zúngano. Nosotros atacamos El Jícaro y nos fuimos
donde Prudencio. Y se iba sumando un sinnúmero de campesinos, se iban
integrando compañeras, hubo una participación grande de compañeras. Ahí
se sumó Thelma Rodríguez, “Yaoska”, esposa del chino Quant. Entonces

22
cuando nosotros llegamos a La Sotana, ya la columna es grande,
trescientos y tantos hombres con FAL, con Thompson.

Antonio: Recuerdo que en esa ocasión, para tomar Jinotega nos sentamos
ahí todos los jefes, estaba “El Danto”, Roberto, Vanegas; el único de los que
estábamos ahí que realmente conocía la ciudad era Norwing Altamirano
“Calixto”, ese era el Político de la columna que yo estaba mandando en ese
momento. Agarramos un cartón viejo, e hicimos el croquis de Jinotega.

Rolando: Para la toma de Jinotega, salimos de La Sotana hacia la finca de


café Santa Fe; ahí nos juntamos, agarramos las camionetas de esa hacienda
y nos acercamos a Jinotega siguiendo el camino que pasa por Asturias, San
Pedro de Bucuimay, bordeando el Lago de Apanás.

Antonio: Según el croquis que hicimos con Pomares, Prudencio Serrano


“Oscar” iba a entrar por el costado oeste. Nos bajamos de los vehículos
unos cuatro kilómetros antes de Jinotega, y entramos por la parte norte.
Avanzamos a pie. Nosotros entramos el propio día 18 de mayo, iba conmigo
Héctor Flores “Casimiro”, quien cayó posteriormente. Íbamos en la
vanguardia, por el centro de la ciudad. Nosotros entramos desde la primera
noche, aunque se nos quedaron unos grupos en las colinas, porque la
Guardia estaba emboscada. La verdad es que nosotros pasamos por un
lado de la Guardia y ésta no se percató. Las columnas que entraron en la
madrugada sí entablaron combate, algunas incluso la misma noche.

Entramos al combate y avanzamos, logrando llegar una cuadra antes del


Comando, logramos arrinconar a la Guardia, y comenzaron a entrar con
facilidad el resto de las columnas que no habían entrado; se armó un
formidable combate, hicimos numerosas bajas. En el camino, en todos los
prostíbulos encontramos muchos guardias, porque esa era su conducta,
andar drogados en los prostíbulos. Ahí recuperamos armas de muchos
guardias que fueron quedando en el camino; algunos quisieron enfrentarse
y no pudieron, pues realmente era una cantidad enorme de compañeros los
que estábamos bajando. Todo se combinaba, los ánimos de entrarle al
asunto, la planificación como inicialmente la orientó “El Danto”. Fue
increíble porque pudimos entrar con facilidad, se hizo una distribución. Yo
no sé si este hombre había recibido algún curso militar, probablemente sí,
alguna orientación, en Cuba o en otro lado.

Mónica: Sí, recibió varios entrenamientos, incluyendo el del Coronel Santos


López7 del EDSNN. Y sí, parece que “El Danto”, según dicen los profesores
en Cuba, fue uno de los hombres que más se destacó, por sus reflejos, su
astucia de estratega militar, a pesar de haber llegado sólo hasta tercer
grado. Tenía eso que Clausewitz llama el olfato, el instinto de estratega.

23
Antonio: No sé cómo hacía él, era un hombre parco para hablar; pero
cuando se sentaba, sus orientaciones nos daban certeza, una seguridad
increíble de que las operaciones iban a ser efectivas, que el triunfo se iba a
lograr.

Rolando: Cuando nos tomamos los vehículos en Santa Fe, para ir hacia
Jinotega, en la vanguardia va Javier Carrión, que es el que entra primero a
Jinotega; Pomares queda de último en las columnas de las camionetas, y da
la casualidad que yo voy en la camioneta con él, entonces le digo: –Viejo,
andate adelante. Va manejando “Chano”, Alberto Irías. Entonces me dice: –
No, váyase usted adelante, yo me voy a ir atrás. Él se fue atrás en la tina,
como un compañero más, y yo adelante con “Chano”, y con un baqueano
que nos iba dirigiendo a la carretera. Cuando llegamos a la entrada donde
estaba el retén de la Guardia, ya había pasado el resto de la tropa, nos
ataca a nosotros; él viene en la camioneta, ahí viene Vanegas. Nos bajamos
de la camioneta, rodeamos el puesto que había ahí de la Guardia, donde
había dos o tres guardias, les tiramos unos cuantos tiros y se corrieron.

Y aquí ocurre una anécdota de la que aún hoy nos reímos. Después de esa
escaramuza, nos toca irnos a pie; adelante de nosotros iba el pelotón de
“Maceo”, de Pedro Agurcia; como ellos escucharon la balacera, se
emboscaron. Me mandan con el baqueano adelante. El santo y seña que
habíamos puesto era “caballo-reloj”; entonces cuando yo voy adelante, no
me dicen: – ¿Quién vive?, sino que directamente nos vuelan tiros.
Entonces, Vanegas, quien estaba como a doscientos metros de distancia,
llega en carrera y me pregunta: – ¿Qué pasa? Nos están volando tiros –le
digo. Entonces él grita: – ¡Idiay, ¿quién vive?! ¡Caballo! –contestan. Vanegas
era un tipo furioso, de mal carácter, y se levanta con el FAL, diciendo: –
¡Caballo, caballo sos vos jodido, no ves que somos de los mismos! Todos
nos echamos a reír. Nos pusimos de acuerdo con Pedro Agurcia y nos
juntamos. Nuestro grupo, en el que iba Pomares, esa noche no entramos a
la ciudad de Jinotega, pues ya nos habíamos quedado rezagados, y nos
subimos un poco a un cerro. Pomares dijo: –Esperemos, vamos a entrar en
la madrugada. Nosotros nos quedamos en la orilla, debajo del cerro La Cruz.

Antonio: Enfrente, a la izquierda.

Rolando: Enfrente exactamente. Y ahí pasó otra anécdota. Se había


acabado el agua, y pasamos una quebrada y nos inclinamos a beber agua.
Entonces dice Pomares: – ¡Pish, pish, pish, esperen!, espérense, puede ser
que el agua esté envenenada, que la Guardia haya envenenado las fuentes
de agua para acabarnos. Cállense. Y se queda escuchando. De repente, oye
croac, croac, unas ranas, y dice: – ¡Okey!, ahora sí beban, hay sapos vivos,
no está envenenada. Entonces bebemos y comenzamos todos a llenar las
cantimploras. Cuando amanece, llegamos a donde está toda la gente, nos
preguntan: – ¿De dónde bebieron agua ustedes? –Allí en la quebrada. –Pero

24
que bárbaros, si ahí es donde caen las aguas negras de Jinotega. En ese
momento se enfermó un montón de gente a la que, si no le hubieran dicho
eso, no le pasa nada. ¡Es cuestión psicológica!

Antonio: “El Danto” se enfermó con esa agua, le dio una diarrea terrible; le
dieron una medicina, ahí nomás se sanó, gracias a Dios. A mí no me pasó
nada, tenía un estómago de piedra.

En la tarde del 22 de mayo, después de duros combates, la Guardia nos ha


reculado hasta un lugar donde quedaban las bodegas de INVIERNO, al otro
lado, casi a la orilla de un guindo, hasta donde nos llevó en su arremetida.
Ahí estábamos con “Roberto”, Javier Carrión, y estaba “Oscar” Prudencio
Serrano, y Salvador Vanegas. En un lugar donde estaba disparando la
Guardia, Javier Carrión se cruzó la calle primero, y no pasó nada. Después
se cruzó “El Danto”, y ahí le dieron un balazo. Recuerdo que él cayó
pegado, incluso muchos compañeros recuerdan eso, que él dijo: –Quiero ver
cómo está el asunto, y entonces él se puso a...

Mónica: ¿Dónde fue el balazo?

Antonio: Fue en el costado izquierdo, en la parte baja, lo cruzó. Cuando él


dijo: –Hombré, dejame revisar. Él hizo pipí, entonces salió sangre, y dijo: –
Estoy listo. Sabía que le habían dado en algún órgano vital. Ahí expresó que
nos olvidáramos de él, porque nosotros hicimos intento de meterlo al
hospital.

Ahí estaba “Maceo” Agurcia, Prudencio Serrano, Nelson Castillo, Salvador


Vanegas. Estaban los principales jefes de pelotones y se analizó también la
posibilidad de sacarlo a Honduras, pero realmente no se pudo. Ocurrió otra
situación inesperada. A la Guardia le entró un refuerzo de Managua que
quiso entrar por Matagalpa. Parte de una unidad que dirigía Nelson Castillo
se emboscó en Selva Negra, ahí quedó una tanqueta de la Guardia, ahí está
todavía en la entrada de ese hotel. Pero entonces, no podíamos sacar al
“Viejo” por esa ruta.

Otro factor que nos afectó es que estábamos hablando en función de un


operativo conjunto a nivel nacional, y creo que las otras unidades en el
resto del país no entraron, no tuvieron la oportunidad de entrar de manera
coordinada, y entonces tuvimos que hacer ese repliegue, ya con “El Danto”
herido; bastante tortuosa la retirada porque salimos por el lado del
panteón, por el costado noreste del panteón; subimos el cerro con “El Viejo”
que se nos iba muriendo. Recuerdo que iba montado en un caballo, iba
quejándose horriblemente del dolor en la herida.

Cuando ya estábamos en el borde, en la orilla del Río, en una bajura ahí,


con el Comandante Pomares herido, un grupo en el que estaba Prudencio

25
Serrano, “Casimiro” y otra gente, le tiraron varios tiros a la Guardia;
creyendo que nosotros la teníamos rodeada, salió en estampida. Eso fue los
que nos permitió salir a nosotros.

Rolando: Se suponía que Álvaro Baltodano y Bayardo Arce iban a atacar en


Matagalpa para impedir los refuerzos, pero eso no se dio. Mauricio Zelaya,
que estaba por el lado de San Rafael, iba a atacar ahí, también para que no
entrara la Guardia. Esos ataques no se dieron, y quedamos aislados, e
incluso nos metieron los tanques.

Antonio: De la muerte del “Danto” no se comentó con los combatientes;


por eso la mayoría de los compañeros no se dieron cuenta. Incluso todas las
cosas pasaron muy rápidamente. Se enterró ahí, en el cerro La Cruz, y nos
retiramos.

La retirada por cierto fue tortuosa, porque tuvimos que dar la vuelta por el
sector donde vivía el famoso curandero Nando. Ahí le quitamos un buey
viejo, lo comimos cocido con sal y, como bastimento, mango verde. Fue
terrible ese asunto. No había alimentos ni nada, porque por parte de la
población civil de Jinotega la cooperación fue muy pobre, sólo se sumó en la
medida que se iba incrementando el combate.

Sí hubo alguna incorporación al final, porque cuando se hizo la repartición


de armas y de algún dinero que todavía le había quedado a “Roberto”, a mi
grupo nos dieron unos treinta fusiles más; porque cuando entramos,
nosotros éramos unos cuarenta y cinco combatientes, entre los que iba el
grupo de “Chico Chiquito”. Me tocó lidiar con él porque era un viejo
bastante rebelde, irredento, realmente un delincuente. Así que a los
cuarenta y cinco, se nos sumaron unos treinta. El último día se sumó
Alejandro Espinales, ya Norwing Altamirano iba con nosotros. “Roberto”,
Javier Carrión, me orientó: –Mirá, regrésate para tu zona de operaciones,
que era la Hacienda El Cielo, ya prácticamente en la profundidad de las
montañas de Jinotega, y me tocaba caminar más o menos, unos tres días y
unas tres noches.

Entonces nos distribuimos la plata y nos retiramos, buscando regresar a mi


zona de operaciones, el sector de Quilalí. La gente iba bien golpeada, con
pocas municiones, pero con un ánimo increíble. Nos detuvimos a descansar
en los alrededores de la pista de aterrizaje de Jinotega, por donde fue la
escuela militar en los años ochenta, y nos llegó un correo con la orden de
que nos tiráramos inmediatamente a Matagalpa. Carrión ya se había
dispersado con los jefes de pelotones que ellos tenían, con los Agurcia,
Salvador Vanegas, con Manuelito, Santana Plata.

Nosotros nos fuimos de cruzada y caímos directamente donde era aquel


hospital para enfermos de los pulmones: Aranjuez. Recuerdo que una

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monjita se puso a despiojarme, porque andaba cundido. Ahí nos reunimos,
nos reabastecimos un poco, nos llegó munición. Ya nos estaban llegando los
primeros vuelos aéreos de municiones, ya teníamos los FAL nuestros, y fue
entonces que caímos posteriormente a Matagalpa: sin “El Danto”, pero ya
con una experiencia organizativa-militar, con las orientaciones que nos
había dado “El Danto”.

Ahí, en la insurrección final de Matagalpa, estuve en todos los combates.


Me hirieron tres veces. Uno fue el 16 de julio, porque aún el 19, estábamos
volándonos tiros con la Guardia. En la quema del cuartel, me dieron un
balazo en la nalga; después, un refilón en cada pierna, y el último fue en la
mandíbula. Todos sin importancia. Entonces, ahí me dijo “El Zorro”: –Mirá
“Igor”, no te sigás fajando, que ya esto lo tenemos en la bolsa. Me cambió
un fusil, me dio un FAL y andaba ahí pajareando por órdenes de él.

Rolando: Carrión nos dividió en dos grupos. En la toma de Jinotega, me


habían herido en los dedos de la mano izquierda, con los que tomaba el
guardamano del fusil, y luego unos charneles de un tanquetazo, pues la
Guardia nos entró a tanquetazos. La compañera Nereida Sánchez salió
herida en un ojo, por los charneles de un disparo de la tanqueta que estalló
en una barricada.

Yo salí para el Cerro Cuba, donde estaba Elías Noguera. En el camino, nos
emboscó la Guardia, como a diez kilómetros del cerro La Cruz, buscando la
presa de Apanás, por El Cacao, y nos mató a la mayor parte de los
compañeros, incluso al baqueano, su seudónimo era “Nacho”, también a
uno que le llamábamos “José”. Yo salí con dos compañeros, uno que se
llama Ronaldo Tapia Cordero “El Toro”, que es de Diriamba, y Luis Corea
Pino, activo del Ejército. Salimos para Honduras, porque los tres íbamos
heridos, y allá caí preso. En Honduras estaba, cuando el triunfo de la
revolución el 19 de julio.

Comentario de la autora: En nuestro programa radial, recibimos una


carta de una compañera, quien afirmó que después de la salida de Jinotega,
se produjo un combate desigual entre uno de los grupos de combatientes
que se retiraban, en Asturias, propiamente el 11 de junio. Parte del relato
dice lo siguiente:

“También quiero que me haga mención de un tío, Francisco Zeledón


Herrera, murió junto con otros ocho compañeros en Asturias. Mi tío,
que fue capturado por la GN y luego torturado y matado en la
cárcel, fue hecho pedazos, y echado en un saco y tirado en un
canal del Lago de Apanás el once de junio. Al siguiente día fue
capturado un hijo de él, de diez años de edad. Le ponían chuzos
eléctricos en el ano, queriendo sacarle información sobre la familia.
Otros fueron capturados heridos y uno de ellos fue asesinado en el

27
quirófano de Matagalpa por el doctor y Coronel GN Augusto Flores
Lovo”.

Compañeros de Jinotega me confirman esta matanza en Asturias el 11 de


junio de 1979, en donde cayó también Ivania Gutiérrez Rizo, Francisco
Zeledón “Chelona”, también cayeron Mauricio Altamirano Blandón y Omar
García Úbeda “El Pichón”. Este último era un futbolista extraordinario.

Sobre la muerte del “Danto”, Javier Carrión, el Comandante Guerrillero


segundo al mando de Germán Pomares, hace este relato:

“Pomares era un hombre que tenía mucho fogueo en la guerrilla, se


sabía cuidar y conocía muy bien al enemigo; su misión era más bien
dirigirnos a nosotros, los jóvenes y menos expertos. Después de
estar dos días en Jinotega, como no se pudo coordinar el ataque
simultáneo a las otras ciudades, la Guardia estaba enviando fuertes
contingentes a reforzar Jinotega. Ante eso, desde el mediodía del
tercer día, sostuvimos una reunión de mando para decidir la
retirada. Estábamos Pomares, el compañero Héctor Flores, Cristóbal
Vanegas y yo. Estamos en un bajo, entre una falda y el río,
esperando información de las escuadras que tenemos dentro de la
ciudad, cuando se produce una ráfaga que es dirigida a nuestro
grupo, pero que sólo hiere al Comandante Pomares. En ese
momento, la Guardia está lanzando una contraofensiva contra los
flancos de nuestras posiciones. Nosotros logramos observar los
movimientos de la Guardia y posicionamos nuestras fuerzas con
intención de contener el contraataque. Después del triunfo, yo logré
averiguar que un francotirador, en una parte alta de la ciudad,
había detectado cuatro guerrilleros juntos, y había lanzado la ráfaga
contra ellos. Los cuatro guerrilleros éramos los jefes de la
operación. Uno de los proyectiles de la ráfaga le penetró a Pomares
en el abdomen.

Es una herida muy peligrosa y él lo sabe. Se requiere una operación


en un hospital con condiciones adecuadas de higiene y buen
instrumental. Él cae herido, pero sigue dirigiendo. Ordena mantener
las posiciones hasta que venga la noche y efectuar el repliegue.
Nosotros contemplamos dos opciones, una era retomar una parte
de la ciudad para operarlo con los médicos de Jinotega, y la otra era
apartarnos de la ciudad para ver si lo podíamos evacuar después a
Matagalpa.

Yo nombro a Cristóbal Vanegas, jefe de la escuadra que lo va a


proteger a él y a evacuarlo de la ciudad, con la intención de buscar
después una atención médica superior. Estábamos en ese intento,
habíamos evacuado la ciudad en la tardecita y la noche del día en
que fue herido, pero desgraciadamente, el Comandante Germán
Pomares “El Danto”, falleció esa madrugada. No resistió,

28
posiblemente, la hemorragia interna que sufría. En los primeros
momentos después del tiro, él quedó semi-desmayado, pero al rato
se recupera y ordena la defensa momentánea del lugar, para luego
hacer una retirada total de la ciudad.

Él comentó: – ¡Me mataron! Después siguió dirigiendo. Él sabía del


peligro de la peritonitis, y por eso a ratos se levantaba y caminaba,
estaba consciente de que se moría; ¡fue muy valiente en su heroico
final!” (Carrión Montoya, Luis: pp. 157-158).

Mónica: De la cronología publicada por la Universidad Nacional Autónoma


de Nicaragua, tomo este relato que parece hizo un médico jinotegano al
que fueron a buscar y que le asistió en sus últimos momentos. Dice:

“Fue herido el martes 22 de mayo entre las tres y cinco de la tarde


y murió el jueves a las tres de la mañana, un 24 de mayo. Había un
compa que se llamaba “Nicolás”, y le decían el doctor. El jueves por
la madrugada me despertó para que le pusiera una inyección, pero
cuando me acerqué estaba muerto. Entonces me dijo que no dijera
nada y formamos un cordón para que no se dieran cuenta y que no
se les bajara la moral a los compañeros. Entonces me sugirió que le
pusiera una inyección y suero ya muerto. Le decían “El Danto”,
porque por lo general este es un animal que se caracteriza siempre
por ir adelante.
Estábamos sólo dos jinoteganos, una muchacha de nombre Mara, y
yo. Cuando enterramos al Comandante Germán Pomares, marqué el
punto donde quedó. Era a media hora de Jinotega”...

Rolando: “Nicolás” no era médico, sino el sanitario; creo que el nombre era
Amadeo o Amado Ruiz. Era un compañero que le habían enseñado los
primeros auxilios, venía con nosotros desde el inicio y fue el que asistió a
Pomares cuando fue herido. Pero en Jinotega se buscó a un médico, que fue
quien lo atendió en sus últimos momentos. A Germán se le quiso poner
suero, pero él dijo que no. Como decía Antonio, él dijo: –Hombre, si vuelvo a
orinar en la mañana, sigan haciendo el esfuerzo para sacarme; si no orino,
es que estoy listo. Todo mundo buscando que orinara el hombre. Mara creo
que era la compañera de “Nicolás”, quien cayó después del triunfo en un
Batallón de Lucha Irregular, en la lucha contra bandas
contrarrevolucionarias.

Mónica: Germán Pomares participó en el asalto a la casa de Chema


Castillo. Después estuvo en Cuba y fue allá, a lo largo de 1975, donde de
puño y letra escribió unas notas que son las que nos han quedado como
testimonio escrito de su vida. Las últimas palabras de ese escrito son las
siguientes:

29
“Después de la acción para sacar a los compañeros... (Se refiere a
la acción de la casa de Chema Castillo)... Habían pasado cinco
meses desde que salí de mi casa para no regresar nunca hasta el
día de la victoria o hasta el día en que me encuentre una bala
descarriada, aunque es en lo que menos pienso. El regreso a Cuba
me alegra, la Revolución está más avanzada. En todo este tiempo
dentro del movimiento he tenido días de gran satisfacción como
revolucionario, parece que el nuevo militante es más consciente,
últimamente a los compañeros de la clase más preparada, los
estudiantes, que vivían bien, ya no se les ve la pedantería, aunque
veo de vez en cuando cositas, pero ya no es igual. En lo personal yo
no tengo quejas de ninguno. Espero que los compañeros de
dirección ayuden mucho en esto”.

Antes de concluir, como es costumbre y tradición del programa, les


pedimos a nuestros invitados que dirijan un mensaje a nuestros oyentes, y
en particular a los jóvenes y a toda esa audiencia que nos escucha cada
sábado con mucha esperanza y entusiasmo. Le vamos a pedir primero a
Armando que tome la palabra, ¿qué querés decirle a la gente?

Armando: Bueno, yo quiero manifestarles lo siguiente: que nuestra lucha


continúa, que no hemos terminado todavía, que seguimos librando batallas
y seguimos luchando, porque tenemos que conquistar algunas cosas que
nosotros habíamos ganado y que las hemos ido perdiendo; y que esto sea
una motivación para todo el pueblo sandinista, que es la mayoría del
pueblo de Nicaragua, que apoyemos a nuestra organización que siempre
será y responderá por los intereses de los proletarios, de los humildes, de
los pobres, de los campesinos y de los estudiantes; que siempre ha sido el
Frente Sandinista de Liberación Nacional. Eso es lo que me resta decir
modestamente.

Antonio: Mi mensaje es que no hace falta otra guerra, nadie la quiere.


Tenemos la experiencia de hacer las cosas por amor al pueblo y con el
corazón, porque nos dimos con mucho cariño, todos estuvimos dispuestos a
que nos mataran. Muchos dieron sus vidas. Hay una cantidad increíble de
compañeros que no están con nosotros, valiosísimos, que aprendimos de
ellos.

Tenemos la oportunidad de enfrentar nuevos horizontes, de asumir nuevas


responsabilidades. Ya nos enseñaron que la unidad es un factor
indestructible en cualquier situación, circunstancia o momento. Ya nos
enseñaron esas cosas, creo que habrá que sumar y no restar, creo que es la
hora de estar más unidos, siempre con la visión de Pomares, de que el
campesino tenga su tierra, que tenga su producto.

30
Rolando: Más que todo, quiero hacer un llamado a todas las fuerzas
sandinistas, en aras de la unidad. Yo quisiera ver una unidad del
sandinismo. Acordémonos de nuestros héroes, de nuestros mártires, de los
compañeros que cayeron en abril, los que cayeron a lo largo de toda la
lucha como Prudencio Serrano “Oscar”, Héctor Flores “Casimiro”, Cristóbal
Vanegas, Germán Pomares y otros tantos compañeros que cayeron al lado
nuestro, que dieron su sangre para ver a este país libre, en democracia, sin
pobreza, sin miseria, sin corrupción, que es lo que estamos viviendo hoy, y
que vamos a seguir luchando por esos ideales.

Creo que Germán Pomares, como dijo Bertolt Brecht, fue de los
imprescindibles, de los que luchan toda la vida, un hombre que desde la
niñez luchó por superar a su familia, y lo vemos desde muy joven meterse
en actividades revolucionarias desde que se fundara el Frente Sandinista,
es uno de los luchadores más grandes que ha tenido el FSLN.

Mónica: Gerardo Barreto Sequeira fue miembro del BLI Germán Pomares.
Cayó el 8 de mayo de 1986 haciendo su servicio militar. Tenía entonces 19
años de edad. Había sido Secretario de la Juventud Sandinista en el Instituto
Maestro Gabriel, fue alfabetizador, y después miembro del Batallón 30-62.
Un extraordinario muchacho, hijo de un contador público. A Gerardo le
gustaba escribir e imaginar. Si hubiera sobrevivido, tal vez hoy sería
escritor. Entonces, él dice que cuando estaba combatiendo, él se imaginaba
qué estaba pasando en el otro lado de las filas, y qué estaba pasando a
este lado de las filas.

Voy a leer un trozo de una de las bellas cosas que envió en una carta que
escribió este compañero antes de morir:

“De repente, por la izquierda del borde delantero enemigo, veo que
sale El Macho Negro, a su lado El Chele Aguilera, más para allá está
Alesio, Vulcano y Bravo, y ahora todo se ve más claramente en la
profundidad, detrás de los guardias está un bacanal, una orgía con
un montón de prostitutas escandalosas de todos los colores, formas
y tamaños.
Y a la par de sus risotadas se oyen gritos desgarradores de
torturados, una gran nebulosa de oscurantismo e ignorancia divaga
detrás de la línea enemiga y de los virus de la polio, de la tifoidea,
de la sífilis y muchos otros producidos en millones de meses danzan
detrás de los guardias. Puedo percibir los gritos de las campesinas
violadas y torturadas que nos llegan de ese lado.
Un grupo de muchachos fuma marihuana y a la par de ellos, unos
niños con diarrea se arrastran por el suelo. La Guardia nos sigue
disparando muerte, me quisieron matar pero no pueden, me doy
cuenta que paradójicamente me quieren matar a mí, porque no les
doy ángulo de tiro para dispararle a la multitud que está detrás,
pero no pueden matarme porque precisamente tenemos a un

31
ejército, a un pueblo, detrás.
Un ejército que a una orden se desplaza y por especialidad
empiezan a ocupar posiciones. Unos vacunando, otros enseñando,
otros produciendo y así iban todos y cada uno ocupando posiciones
y aquel chigüinero sin que les ordenen corren a jugar, a estudiar y a
crecer. Yo no sé qué pasa aquí, pero lo que sea, es precioso.

Oigo un disparo raro, seco, y después de cada disparo un


manipulador. Me fijo y es un campesino casi en harapos que dispara
un Springfield. Por mi derecha se aparecen un montón de flacos,
barbones, con boinas y armas heterogéneas. Dicen que subieron
desde el Frente Sur, un compa que se tapa la cara con una máscara
tipo Güegüense al grito de “Viva Monimbó” neutralizada la
ametralladora enemiga con una bomba de contacto.
No puedo seguir viendo mucho porque un corito de silbidos me
pasa por encima de la cabeza, ahora se oye la voz del Jefe, nunca
he oído esa voz, lo busco y, ¡pero si es el mismo Danto! con su
sombrerito y barbudo”.

8 de abril y 27 de mayo de 2000

NOTAS

32
1 Tengo en mi poder la grabación de una entrevista que Germán Pomares brindó en 1976, en
Costa Rica, al compañero socialista Roger Vázquez. Germán relata en dos horas su lucha hasta
el año 1970. Es un valioso material que contiene detalles sin publicar sobre la dureza de su
vida como obrero, sus primeros pasos en la lucha, su viaje a Cuba y su visión sobre las
guerrillas de Raití-Bocay y Pancasán.

2 El 13 de mayo, Francisco Rivera llegó al Cerro Las Cuchillas, conocido como Cerro Cuba. Ahí
se reunieron Germán Pomares, Elías Noguera, Javier Carrión, Cristóbal Vanegas y Pedro
Agurcia. La Columna Oscar Turcios estaba acampada en La Sotana, cerca de San Sebastián de
Yalí. El grupo que recibió al “Danto” estaba encabezado por Antonio Castillo, Héctor Flores y
Prudencio Serrano. (Sergio Ramírez: La marca del Zorro: pp. 241-242).

3 Según las cronologías oficiales, este ataque a Yalí se produjo el 9 de abril de 1978.

4 En 1979, Elías Noguera me entregó el Diario de Germán Pomares, el que entregué a René
Núñez para su resguardo por la Dirección Nacional. De ahí pasó al Museo de la Revolución, que
durante muchos años estuvo en el Complejo Eduardo Contreras del Mercado Roberto Huembes.

5 “Macondo” o “Chico Chiquito”, eran seudónimos de Denis Ortega.

6 Consultamos con el compañero Narciso Salazar, ex-alcalde de El Viejo, y confirma la


información de este oyente. Luego German Pomares Herrera, hijo del héroe nos reafirmó:
“Vicente Padilla es sobrino de El Danto, es hijo de una hermana de padre de mi abuelo Ángel
Ordoñez”.

7 Según la entrevista que brindó Pomares en 1976, y cuya grabación tengo en mi poder, en la
guerrilla de Raití y Bocay, él se le pegó al Coronel Santos López, fue de los pocos que
compartieron su propuesta de plan y permanecieron disciplinadamente al lado del Coronel,
cuando ya en plena incursión una parte de la columna se indisciplinó a su mando.
Según “El Danto”, el Coronel Santos López no estaba de acuerdo con el plan de
Guerrero y anticipó el fracaso de la incursión por el Río Coco. Incluso el Coronel no quería
continuar en la misma, pero decidió sumarse para no afectar la moral del grupo.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
Nuestra generación lo dio todo
Ramón Cabrales y Luis Gaitán

Ramón Cabrales “Nacho”, nace en Managua el 12 de octubre de 1954.


Estudiaba Economía en la Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua, cuando se casó y fue reclutado por su esposa para el Frente
Sandinista de Liberación Nacional. Se integra al trabajo clandestino a
finales del año 1977. Llegó a ser responsable de las unidades militares
de la Tendencia Guerra Popular Prolongada en la capital. Es uno de los
jefes militares en la insurrección de Managua y en las tomas de
Jinotepe y Granada. Recibió el grado honorífico de Comandante
Guerrillero en 1980, y durante los años ochenta fue Ministro de
Comercio Interior y Ministro Delegado de la Presidencia en la IV Región.
A la fecha trabaja en su profesión y sigue vinculado al FSLN.

**

Luis Antonio Gaitán Rodríguez “Esteban”, nace el 31 de agosto de 1955


en La Paz Centro, León. Estudia secundaria en los institutos Nacional
Ramírez Goyena y Modesto Armijo, de Managua, y se bachillera en su
pueblo después que tiene que regresar por el terremoto que destruyó
la capital. Es reclutado para el FSLN en 1974 y pasa a la clandestinidad
en octubre de 1977, mientras estudiaba Economía, incorporándose a la
organización de redes clandestinas en San Judas y Ciudad Sandino.
Asume responsabilidades en las acciones insurreccionales de 1978 en
Ciudad Sandino, y en los barrios occidentales en junio de 1979.
En los años ochenta hasta la fecha de esta entrevista, es parte de las
estructuras políticas del FSLN en el departamento de León.

En octubre de 1975, Luis Carrión y Roberto Huembes son expulsados del


FSLN por decisión de la Dirección Nacional en el país, entonces integrada de
hecho por Pedro Aráuz, Tomás Borge, Carlos Agüero y Henry Ruiz –quien
estaba en la montaña–. Roberto Huembes era el responsable del FSLN en
Managua y Luis Carrión era una figura muy reconocida en los movimientos
cristianos que tenían fuerte presencia en los colegios, universidades e
incluso en los barrios.

La expulsión generó el alineamiento de una serie de militantes que habían


trabajado con todos ellos, e inició el proceso de formación de la Tendencia
Proletaria. El FSLN en Managua sufre un proceso de desarticulación. En el
transcurso, la mayor parte de los militantes y activistas terminaron
alineándose, no sin cierta angustia en algunos casos, de acuerdo con la
amistad, el conocimiento personal, a quien lo había reclutado; y en menor

1
medida, por los planteamientos políticos e ideológicos de cada una de las
agrupaciones. En las bases populares, los alineamientos se correspondían
de acuerdo con quien te contactaba o reclutaba, pues a la mayor parte lo
que le interesaba y le motivaba, era luchar para acabar pronto con la
dictadura, menos, los detalles o énfasis de las tendencias 1.

En Managua, la disputa por conseguir una mayor parte de las estructuras


en ese alineamiento, fue bastante fuerte. Se expresó con gran vigor en las
universidades, los colegios y los barrios. La división golpeó seriamente el
trabajo organizativo del FSLN-GPP. La labor de reorganización de los barrios
populares es descrita por dos de sus actores participantes en esos años,
Ramón Cabrales y Luis Gaitán.

Mónica: A todos mis invitados siempre les hago inicialmente la misma


pregunta: ¿Cómo te integrás a la lucha y al Frente Sandinista?

Luis: Mi familia es de origen proletario. Mi papá, nacido en San Judas, era


un fumigador del SNEM, Sistema Nacional de Erradicación de la Malaria. Mi
mamá era una ama de casa de La Paz Centro. Después que aprobé la
primaria en La Paz Centro, me vine a estudiar al Instituto Ramírez Goyena
en 1969, precisamente el año en que cae Julio Buitrago, ex-alumno de este
Instituto. Sus estudiantes tenían tradición combativa, participaban en
huelgas y marchas de protesta. En 1970, se dio aquella famosa huelga de
los maestros, y las protestas por el incremento del precio de la leche.
Estaba en segundo año, y participé en esa huelga.

Mónica: Explicá a nuestros oyentes qué es eso de la huelga de la leche.

Luis: Le iban a subir 0.10 centavos al litro de leche. Valía unos 0.50
centavos y el gobierno pretendía, con las empresas, subirlo a 0.60
centavos; entonces se realizaron manifestaciones de protesta, que
coinciden con la huelga de los maestros y expresiones de solidaridad de los
estudiantes. En Managua, fueron muy fuertes las protestas en los institutos
Maestro Gabriel y Ramírez Goyena.

Respondieron con represión. La famosa Nicolasa Sevilla con el AMROCS,


Asociación de Militares Retirados, Oficiales, Clases y Soldados, dirigiendo la
represión en contra de la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua
(FSMN) y de los estudiantes del CERG, Centro Estudiantil Ramírez Goyena,
que era donde yo estaba, que era como el brazo legal del Frente Estudiantil
Revolucionario. En ese FER estaba Valdivia y otros compañeros con
experiencia. Ese año fui expulsado del Ramírez Goyena por el famoso Juan
Doña y por “El Gato” Núñez, y me tuve que ir a estudiar al Modesto Armijo.

2
Me expulsaron del Goyena porque había participado en estas dos protestas
y estábamos colorados. Había un Director que había sustituido a Reinaldo
Núñez, y Juan Doña, un connotado oreja del somocismo, junto con Víctor
Canales. Estudié ahí hasta el año 1972. Por el terremoto, me tuve que ir de
nuevo a La Paz Centro a concluir mi bachillerato.

En La Paz Centro, fui destacado como el mejor alumno del colegio. He


notado que el Frente se nutrió por lo general, en aquellos años, de los
mejores estudiantes. Es claro el ejemplo de Julio Buitrago. Eran compañeros
con calidad estudiantil. Así se fijaron en mí, y en 1974, fui reclutado por
Bayardo Linarte, quien en ese momento era un estudiante universitario en
León. Me integré en una célula con este compañero que está vivo, con el
compañero César Jiménez, quien está fuera del país, y con Martha Angélica
Quezada, caída en 1977.

Entiendo que en ese momento existían otras células; pero como había
compartimentación, yo no podía saber, ni me imaginaba quiénes eran los
otros compañeros. Siempre en un pueblo la gente se conoce; yo estaba en
un comité pro-deporte que era progresista, y era como una cantera.
Después comprendí lo que significaba para el Frente el trabajo legal dentro
de las masas.

Mónica: Recuerdo que recluté a Martha Angélica en León, pues ella llegó a
estudiar al Colegio La Pureza y era compañera de una de mis hermanas. Me
imagino que le dieron luego trabajo en su propio pueblo. Ahora contanos,
“Nacho”, ¿cómo entraste a esta cosa?

Ramón: Realmente, mi integración al Frente es un proceso bastante


distinto a los que otros compañeros han contado. Entro al Frente siendo un
estudiante universitario. Es más, cuando el Frente me planteó que era
necesario que me fuera clandestino, era estudiante de quinto año de
Economía, me hacían falta cuatro clases para graduarme en la universidad.

Esto lo digo porque mucha gente piensa que nosotros éramos muchachos
estudiantes o gente que no teníamos ninguna preparación. Pero muchos
tomamos la decisión de integrarnos a la lucha, teniendo ya niveles
universitarios o incluso siendo profesionales.

Provengo de un barrio más o menos humilde que es el San Luis, en


Managua. Ahí nací y crecí. Mi familia tenía una pulpería que era manejada
por mi madre. Mi padre era, primero, oficinista en el Ferrocarril del Pacífico
de Nicaragua, pero después se transformó en vendedor ambulante. Todos
los días recorría las calles de Managua con su venta ambulante en su
inseparable motocicleta. Así, con los aportes modestos de ambos, nosotros
tuvimos estudios en los colegios públicos del barrio y después en los
institutos René Schick y Ramírez Goyena.

3
Por supuesto, en todo este período de estudiante uno va adquiriendo
conciencia e inquietudes revolucionarias; pero pese a que yo fui Presidente
de sección en el Ramírez Goyena, realmente no tuve una vinculación
directa con el Frente ni con ningún organismo, en secundaria.

Posteriormente entré a la universidad. Por el terremoto tuve que


abandonarla, me dediqué a trabajar y comencé a tener contacto con la
gente de los barrios orientales, en particular de la Colonia Nicarao. Fui
miembro de la Selección Nacional y capitán de la Selección Nacional de
Voleibol, y al tener que convivir en esos barrios, entro en contacto con el
Movimiento Juvenil de la Nicarao, donde había un montón de compañeros
que ya estaban vinculados con el FSLN. Después de la toma de la casa de
Chema Castillo, ya de vuelta en la universidad, comienzo a jalar con Aura
Ortiz, nos casamos, y es ella la persona que me recluta para el Frente
Sandinista.

Algo anecdótico es que ella no me quería reclutar, porque creía que yo era
del MAP-ML, Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista, que eran
trotskistas. Ella creía que yo era trotskista por mis expresiones, por mi
radicalismo, e incluso me decía que estaba convencida de que si yo me
metía al Frente Sandinista, iba a ser capaz de llegar hasta las últimas
consecuencias. Ella tenía temor de que yo pasara a esa etapa.

Cuando fui reclutado, trabajaba en la empresa ENACAL, como jefe de


contabilidad de costos. Comencé a realizar trabajo político en la empresa.
En ella conocí, precisamente, a un hermano de Martha Angélica Quezada.
Nos hicimos muy buenos amigos y a la muerte de Martha Angélica el 17 de
octubre de 1977, tuve la oportunidad de incorporarlo, más o menos, como
un colaborador del Frente Sandinista.

El Frente Sandinista estaba dividido en tendencias y me tocó reconstruir,


junto a tres compañeros, el trabajo de organización popular en los barrios
de Managua. No tuve experiencia en el trabajo estudiantil, sino que pasé
directamente al trabajo en los barrios.

Luis: Quiero recordar algo que se me había escapado, es importante. Decía


que mi papá era un trabajador del SNEM; ahí era chiva, porque era
empleado del gobierno. El SNEM andaba dando pastillas, se introducían a
las casas fumigando contra la malaria. Aparte de hacer el trabajo contra el
paludismo, eran como agentes especializados ad-honórem del somocismo.
Era bien seleccionada la gente que iba a trabajar ahí, tenían que pedir
cartas de recomendación. Mi papá manejaba un montón de revistas
Bohemia de los años 1959-19622, y yo no sé cómo hacía para andar con
esas revistas, porque nosotros alquilábamos casa y nos movíamos
frecuentemente de La Paz Centro a Managua, de San Judas a Altagracia.

4
Cuando matan al Che, mi papá siempre andaba un radio y escuchaba Radio
Rebelde, en la onda corta. Le gustaba escuchar a Fidel, al Che; por eso fue
que yo me di cuenta a temprana edad cuando mataron al Che, pues él
estaba apesarado. Teníamos también otros familiares que habían sido
opositores a Somoza, eran conservadores, mi tío, mi tía, mi abuela. En
1967, cuando la masacre del 22 de enero en la Avenida Roosevelt, a dos
cuadras de los Mercados Central y San Miguel, yo estaba pequeño; pero mis
tías y mis tíos eran comerciantes de estos mercados y vivieron eso.

En la Paz Centro pasé desde 1974 hasta 1977 en una célula, estudiando,
entrenándonos en las cañadas, haciendo tiro al blanco con fusiles 22, con
pistolitas. Recuerdo una anécdota del 76. Habíamos estado unos días antes,
en una cañada con Bayardo, con César y Martha, y cuando ya veníamos de
vuelta, me mandan adelante para que no venga oyendo lo que platican
ellos. Me habían pedido que revisara el fusil a ver si no había quedado
ningún tirito 22. No lo revisé, se me olvidó, se me pasó por alto, pero ellos
se fijaron; y allá cuando faltaba un kilómetro para llegar al pueblo, vino uno
de ellos, César, me agarró el fusil y lo disparó, y ¡bang!, salió el balazo. Me
llamó la atención porque tenía que ser disciplinado, que eso era peligroso,
que podía haber matado a alguien en cualquier momento, que me había
ganado una sanción y que me iban a decir cuál era mi sanción.

Pasó un mes y yo pensé que se les había olvidado el asunto y me alegré;


pero allá un día llegan los dos a levantarme para que nos fuéramos de La
Paz Centro al Momotombo, en trote, corriendo a las cinco de la mañana.
¡Juepúchica! Cuando me llegaron a levantar, yo me puse ahuevado, me
tuve que ir con ellos corriendo; cuando ya íbamos como a ocho kilómetros,
ya no aguantaba, iba cansado y sin beber agua, nada de eso, así llegamos
hasta el Momotombo. Son diecisiete kilómetros.

Cuando ya venía de vuelta, pedí cacao, y les dije: –Miren, yo ya no aguanto;


si no me dan agua, yo no sigo porque, ¡ideay!, no aguanto, me voy a morir
aquí. Nada, tenés que aguantar. Y me hicieron caminar como un kilómetro
más. Cuando ya veníamos casi a la mitad de vuelta, parece que se
compadecieron, se les ablandó el corazón, y me hicieron beber un guacal
de agua de pozo que hay en La Paz.

Lo que te quiero decir es la disciplina, la rigidez con que nos formaron en


esos años, previos a que nos fuéramos a la clandestinidad. De los años
1974 a 1977, pasé tres años en células, estudiando Y las casas quedaron
llenas de humo3 y todo lo que había que estudiar, como marxismo-
leninismo, entrenando, haciendo ejercicio y toda esa cuestión.

Mónica: ¿Martha Angélica llegaba a La Paz Centro los fines de semana?


¿Ella estaba en la universidad?

5
Luis: Sí, ella primero estudió en La Pureza, en León, y después en la
universidad; con nosotros estuvo hasta en 1976, y se nos desapareció. Ahí
no se podía preguntar nada, vos sabés; nos dijeron que la compañera pasó
a la clandestinidad y ya está, nada más. La compartimentación era tan
fuerte, que no podías andar preguntando mucho. Cuando Martha Angélica
cae, el primero que la ve en la televisión soy yo, esa noche del 17 de
octubre. Eso me impactó mucho. Yo la quería mucho porque habíamos sido
del Comité muy jóvenes, desde diecisiete o dieciocho años, y me impactó
verla en la televisión. Yo la reconocí aun cuando andaba con el pelo afro.

A los dos días la llevaron, no la velaron, sólo la llevaron para enterrarla, y yo


estaba bien conmocionado. Escondido se me salieron las lágrimas y mi
mamá sospechó entonces que yo era del Frente. Esa noche que me miró en
el patio bien acongojado, me dijo: –Mirá, yo creo que vos sos del Frente
Sandinista. Cuidado te van a matar como mataron a la Martha Angélica,
salite de eso si es que andás metido.

Yo estaba en tercer año de Economía en la universidad, y como a los cinco u


ocho días que a ella la matan, me dice mi jefe que el Regional había
decidido que mi persona era la que iba a sustituir a la compañera en la
clandestinidad; no porque fuera de La Paz, sino porque era el compañero
que más o menos tenía ciertas características para eso.

Yo prácticamente vivía aquí en Managua porque estudiaba, y sólo viajaba


los fines de semana para La Paz; entonces me dejan aquí en Managua, me
prohíben volver a llegar, me dicen que me despida de mi familia al suave,
nada más de mi mujer y de mi mamá, cero comentarios, y que voy para
San Judas, semi-legal todavía.

Me mandan a que haga una contraseña para que me contacten. Yo mismo


la elaboré. Iba a estar con un pantalón verde y una camisa blanca manga
larga, un disco de Palo de Mayo en una mano y con un periódico La Prensa
debajo del brazo. Entonces se me iba a acercar alguien a preguntar: –
¿Tenés la Quinta Sinfonía de Beethoven? Y entonces le iba a decir yo: –No,
sólo el Palo de Mayo.

Me mandaron a fines de octubre y yo me pongo en la esquina a las seis de


la tarde cuando los obreros están saliendo. Entonces, pasa el primer
miércoles, porque eran cinco minutos los que tenía que estar ahí, de 6 a
6:05, y yo, a todo el que miraba venir, varón, mujer, obrero, estudiante,
pensaba que ése era mi contacto. Pasó el primer miércoles y nada. Pasa el
segundo miércoles, tampoco. Al tercer miércoles, cuando ya pensé que
nadie me iba a contactar, se me apareció un flaquito, blanquito, como de
unos dieciocho o diecinueve años y me preguntó: – ¿Tenés la Quinta
sinfonía de Beethoven? –No, sólo el Palo de Mayo. –Caminá. Y ya comencé a

6
caminar. Ese flaquito era el compañero Walter Mendoza “René”, el
compañero “101” en la vida militar. Con él comenzamos a desarrollar un
trabajo desde octubre hasta el mes de mayo de 1978, clandestino;
comencé a atender las estructuras de San Judas, ahí se comenzaron a
formar los CAP, Comité de Acción Popular.

Mónica: De eso vamos a hablar después; queremos que le prestés la


guitarra a “Nacho”, porque es el que menos quiere hablar.

Luis: Y en la clandestinidad era bien tímido, poco hablaba. Era hombre de


pocas palabras.

Ramón: Y de mucho accionar. Estaba recordando a Walter Mendoza


“René”, quien fue un personaje que marcó mucho mi vida, incluso uno de
mis hijos se llama Walter René.

Efectivamente, después de mi reclutamiento para el Frente, como pareja


con Auri, vivíamos en una casa en el barrio María Auxiliadora, y no sé por
qué razón, de repente llegaron de inquilinos, Margine Gutiérrez y Walter
Mendoza. Ellos eran parte de otros equipos de trabajo, ambos trabajaban
en la universidad. Aunque todos sabíamos que éramos sandinistas, en la
casa no hablábamos de eso, todo el mundo tenía un trabajo
compartimentado. Era una situación risible: dentro de la casa comíamos,
cada quien lavaba sus platos, pero nadie hablaba ni de lo que hacía, ni de
cómo estaban las cosas, ni nada por el estilo.

Mónica: ¿Quién fue exactamente tu responsable después que te recluta


Aura?

Ramón: Se llamaba Carlos, pero no conozco el apellido. Su seudónimo era


“Antonio”, quien llegó a ser mayor o teniente coronel en el Ejército. Estaba
casado con una sobrina de Irma Guerrero, de Chinandega, era de esos
lados. El compañero pasa a la clandestinidad porque a alguien le
encontraron unas fotos, creo que en una casa de la Colonia Centroamérica,
también una bandera del FSLN que lo comprometían.

Comentario de la autora: Margine Gutiérrez nos explicó que desde


finales de 1976 vivieron en una casa de la Colonia Centroamérica, Noel
Escobar, Zenobia García, Carlos Herrera y ella. Eran el Comité Ejecutivo del
FER y hacían también otras tareas. Por ejemplo, Margine, además del FER,
atendía Nagarote por el Frente. En marzo de 1977 llega Charlotte Baltodano
a esa casita, porque en mayo, que es cuando la capturan, se iniciarían
acciones de la guerrilla urbana con aquel operativo famoso “Ródrigo no ha
muerto”.

7
A los días de haber llegado ella, una veintena de jeeps BECAT, de la
Guardia, se ubicó en la parte delantera de la casa, y los ocupantes tuvieron
que escaparse por techos y patios traseros, hasta salir a la otra cuadra.
Margine tuvo que sacar un enorme saco de tiros por una tapia. No me
puedo imaginar a la Margine, tan flaca entonces, en esa misión; aunque
como dice ella, “con la Guardia detrás, todo eso era posible”. Se especuló
que la casa había sido detectada porque vieron a Charlotte en la puerta de
entrada, o que la casa estaba quemada desde antes que ellos la habitaran.

Margine explica que no es ahí donde encuentran las fotos, sino en poder de
Carlos Herrera, quien también tuvo que pasar a la clandestinidad, y fue
enviado a la montaña, de donde se bajó casi de inmediato, por lo que fue
considerado un desertor. En este tiempo es que también sale el otro
compañero del mismo nombre que era procedente de Chinandega.

Carlos Herrera es hijo de don Rafael Herrera, a quien yo recluté en el Barrio


Laborío, cuando hacia labores de vendedor de hilos. Don Rafael fue un
extraordinario compañero, muy convencido de la lucha, estudioso y
analítico. Después del triunfo trabajó en la Seguridad del Estado.

Ramón: Los otros miembros de mi célula eran Napoleón Loáisiga y


Guillermo Arce. Al irse Antonio, Quincho y Carlos Arroyo deciden hacer una
reorganización; me hacen responsable del trabajo popular, y
posteriormente reubican a Guillermo y a Napoleón en otras tareas.

En ese tiempo parecía que se habían desaparecido los responsables 4. Había


un compañero que habían herido o matado. Era alguien que se había
bachillerado en el Goyena y estudiaba en León, creo que era Iván
Montenegro. Después quedó Egda Vélez, y luego Quincho Ibarra 5.

Mónica: A principios de 1977, cuando Pedro Aráuz plantea que viene una
jornada ofensiva y que el que quiera salir del país se puede ir, sin sanciones
ni consecuencias, Quincho Ibarra, quien convivía con Rosario Murillo que
estaba embarazada de él, plantea que quiere salir del país y ambos se van.

Ahí vuelven a juramentar a todos los que nos quedamos. Me di cuenta


porque desde nuestras estructuras en el norte tuvimos que organizar el
operativo para que salieran por puntos ciegos, Quincho y otros compañeros
que luego se integraron al trabajo internacional.

Ramón: Después que se va “Quincho” Ibarra al exterior, el primer


clandestino con quien hacemos contacto es con Carlos Arroyo. Pero
entonces éste decide que Walter y yo reconstruyamos un nuevo equipo de

8
trabajo en los barrios. Lo que dice “Esteban” Luis Gaitán es correcto; había
un crecimiento mínimo en el Frente Sandinista, entonces.

Mónica: Es importante que la gente sepa que realmente el salto a la


masividad en el FSLN se da realmente en 1978. Después de 1974 la
represión golpea las ciudades, las redes se destruían, y tenía que volverse a
empezar el trabajo de base y a recontactar a la gente.

Ramón: Yo me percato de que somos realmente un grupo pequeño, cuando


hacemos la campaña para liberar del aislamiento a Tomás y Marcio. Me
acuerdo que nos da la orden Carlos Arroyo de que todas las unidades y
todas las células de los sectores populares y todo el Frente Sandinista en
Managua, va a colocar banderas en la capital para demostrar la fortaleza
del Frente y exigir que cese el aislamiento de Tomás y de Marcio. Entonces,
el equipo nuestro que es de cuatro, decidimos colocar banderas en
Ticuantepe, en el Estadio, en la Nicarao, en un montón de sitios.
Posteriormente sale un comunicado del Frente donde decía que las células
sandinistas habían operado en todo Managua colocando banderas y
mencionaba todos los sitios donde nosotros habíamos andado. Me percato
de que efectivamente esos éramos todos los que estábamos en el trabajo
popular.

Bayardo Arce andaba por aquí, habían sustituido a Quincho Ibarra. Deciden
entonces hacer un nuevo equipo para los sectores populares, en el cual
integran a Walter. Nosotros decidimos dividir Managua para el trabajo de
reclutamiento en dos partes: los sectores orientales y los occidentales. Él se
va a Ciudad Sandino que era el Open 3, San Judas y todos esos barrios, y yo
agarro para el lado de Las Américas.

Mónica: También él trabajaba en Monseñor Lezcano y Altagracia.

Ramón: Ésa era una parte donde él tenía que reclutar. Nosotros dijimos
que era como nuestra Ruta Sandino 6. Él iba a arrancar desde el Open y
venir hacia el centro; y yo arrancaba desde Las Américas y la Carretera
Norte, hasta que posteriormente nos encontráramos con un ejército de
gente, que realmente al final eso fue lo que pasó.

Entonces, en esta reorganización de Managua, me percato que la única


forma de hacer ese trabajo que nos habían puesto, era dejar una de las
cosas que hacía. En Managua, yo creo que después de la división y las
Tendencias, a la GPP nos habían quedado muy pocas estructuras, y además
los que nos quedaban estaban indecisos, porque de repente comenzó la
idea de que la gente podía estar en una tendencia o en otra. Yo llegué a la
conclusión que la única forma de poder trabajar para la revolución era dejar
de estudiar, entonces estaba en quinto año de la universidad, me faltaban
cuatro clases para graduarme de economista y decidí dedicar por completo

9
el tiempo que me quedaba después de la jornada laboral. No podía
renunciar al trabajo porque requería la plata para mantenerme, y además la
vivienda que yo alquilaba era casa de seguridad para Carlos Arroyo.

Comencé a trabajar para el lado del Reparto Schick, donde conocí gente
que era de las Comunidades Cristianas de Base, y con la gente que yo
había conocido en mis andanzas en la Nicarao, comencé a reclutar
estudiantes que estaban trabajando con estas comunidades cristianas, y
ahí comenzamos a abrir todo un camino.

Mónica: En estas jornadas reclutan a Harry Chávez en San Judas y a


Manzanares.

Ramón: Sí, a Harry Chávez lo reclutan en San Judas. A Oswaldo


Manzanares, lo recluto yo. Es decir, depende de dónde venga el personaje o
el compañero, prácticamente así estaba definido quién lo pudo haber
reclutado.

Mónica: Tal vez habría que explicar que lo que se hacía era formar células
y que cada una, a la vez, tenía que ir reclutando a más y a más y a más,
como una multiplicación.

Ramón: En el primer momento nosotros dábamos el visto bueno y nos


entrevistábamos con cada persona. Posteriormente eso fue más masivo. Ni
conocías quiénes eran los compañeros que estaban abajo, ni ellos tampoco,
hasta que llega la represión de octubre7.

Después del Barrio María Auxiliadora, yo viví en Ciudad Xolotlán. En mi casa


estuvo la “Genoveva”, Juno Rodríguez, de Estelí, que también murió con
Martha Angélica. Juno atendía el sector estudiantil.

Con esa represión de 1977 quedamos sin contactos, porque además no


conocíamos exactamente que Carlos Arroyo había muerto, hasta que,
reconstruyendo las fotografías que habían salido en el periódico, donde
aparecía alguien con el rostro totalmente desfigurado, entonces nos
percatamos de que era él. Con Walter, buscamos nuevamente el contacto,
a ver qué es lo que estaba pasando, y de esa manera llegamos hasta Noel
Escobar, que sale del movimiento estudiantil y lo pasan como responsable
de Managua. Nosotros ya lo conocíamos y nos pareció una temeridad
haberlo dejado en ese instante a cargo de Managua, porque era un
personaje sumamente reconocido. Cuando vemos a Noel, el clandestino,
que viene, Walter y yo nos tiramos la carcajada. Lo conocíamos, estaba
súper quemado y todo lo demás. Después ya viniste vos, Mónica, a
encargarte de Managua.

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Así, de esta manera, Walter y yo comenzamos a formar el movimiento
popular. Nos nutrimos con cuadros buenos, llegaron Luis Gaitán “Esteban”,
Harry Chávez, Eduardo Cuadra, Danilo Norori, y otros compañeros que eran
una camada de gente que estaba en el FER, en el movimiento estudiantil o
vinculados ahí, y que nunca los soltaban para pasar al trabajo de barrios.

Eso que contaba “Esteban” de la forma cómo lo contactaron, era típica. A


mí me tocó con Eduardo Cuadra. Me acuerdo que lo pusieron sobre la calle
principal de Las Américas. Él tenía el seudónimo de “Julio”, por Julio
Buitrago, y entonces estaba el chele flaco, narizón, y cuando lo vi, le digo la
contraseña, pero estaba de una manera tan cómica, parado ahí, en un sitio
peligroso –no sé quién le había dado la idea de pararse ahí– que cuando le
digo la contraseña y él me contesta algo, me pongo a reír y le digo: –
Vámonos de aquí, que te van a matar. Entonces nos metimos a las calles de
Las Américas, y lo dejé en ese sector. Ya con Eduardo y José Ángel
Benavides, comenzamos a consolidar el trabajo en los barrios.
Mónica: ¿Te acordás de la compañera de Estelí que muere en Monseñor
Lezcano, Urania Zelaya Úbeda? Cuando yo salgo de la cárcel, ella ya está
clandestina. ¿Te acordás cómo vino ella? ¿Tenés datos de cómo vino ella
aquí a Managua?

Ramón: Urania tenía como dieciséis años, era estudiante de secundaria y


aparece aquí a hacerse cargo de la Asociación de Estudiantes de
Secundaria, del movimiento estudiantil que teníamos nosotros. Era un
muchacha blanquita, pelo amarillo, pecosa, que además hizo una escuela
militar conmigo, con Walter Mendoza y con Noel Escobar en marzo-abril de
1978.

Mónica: ¿Quién se las impartió?

Ramón: El hoy gordito William Ramírez, que estaba más o menos atlético,
y el hoy General Glauco Robelo, fueron mis dos instructores. Además, yo
me gané el premio de William Ramírez para ser el oficial permanente.
Posteriormente a nosotros nos dieron la tarea de reproducir las escuelas.
Después se llamaron “clínicas”, porque eran más cortas, se impartían en un
día. Con toda esa gente entrenada realizábamos las acciones.

Gente de los barrios Schick, Valentín Barrios, por ejemplo, la misma Urania
Zelaya Úbeda, quienes luego caen con Manuel Olivares, Marcos Sequeira y
todo el Comité Ejecutivo de la AES, mueren en Monseñor Lezcano 8. Eso
impacta de una manera tremenda en la vida de todos estos muchachos del
movimiento estudiantil y me parece que permitió la consolidación de la
mayoría de ellos; fue algo muy fuerte pasar de la bomba de contacto y
todas esas cosas, a un combate violento con la Guardia, que le costó la vida
a muchos de ellos.

11
Mónica: A propósito de esta época, quiero contar la historia de Mario Elvir
Maldonado (1954), un compañero que formaba parte de las estructuras
legales en los momentos más difíciles de la reorganización de la Tendencia
GPP en Managua. En julio de 1977 había participado en un operativo en
Radio Mundial junto a Carlos Arroyo, Noel Escobar, Margine Gutiérrez y
Glauco Robelo9. Después estuvo incorporado a un equipo que atendía el
trabajo en el sector obrero, él impulsó el Movimiento Sindical Pueblo
Trabajador. Silvio Ramírez “Donaldo”, Sergio Hernández “Paco” y María
Teresa Fernández “Xiomara”, hacían el trabajo abierto; y Mario el
conspirativo. Posteriormente el equipo fue fortalecido con Guillermo
Avendaño “Oliverio”, Manuel Loredo Rugama y el obrero Manuel Lezcano.

En junio de 1978, después de visitar a varios obreros del barrio Acahualinca


y de entregarles comunicados y materiales del FSLN, Mario Elvir iba
saliendo del barrio, ya cayendo la noche, cuando dos agentes de la OSN
montados en una motocicleta, lo detuvieron, le quitaron sus documentos
personales, lo vapulearon brutalmente y quisieron llevárselo del lugar.
Temiendo que lo llevaran a asesinar, Mario prefirió resistirse confiando en
que los pobladores, que se fueron acercando al lugar, lo auxiliaran. Mario
los embistió a patadas, sorprendiéndolos. Los agentes desistieron de su
captura debido a que la población asumió una posición amenazante hacia
ellos. Incluso, algunos niños les lanzaron piedras demandando que no
siguieran golpeando al muchacho. Mario salió de Acahualinca hacia Las
Américas No. 2, en donde unos colaboradores, don Julio Bordas Lacayo y su
esposa Adayna Sanders Escobar, lo curaron.

A pesar de insistir que lo pasaran a la clandestinidad, pues sus documentos


habían quedado en manos de la OSN, Mario debió seguir realizando su
trabajo semi-legal y, mes y medio después, en julio de 1978, cerca del
Parque de Villa Esperanza y Reconstrucción fue violentamente detenido
mientras se movilizaba junto a dos obreros de la Coca Cola, Agenor
Guerrero y Durman Carranza.

Detenidos los tres, fueron llevados a la Loma de Tiscapa y sometidos a


torturas. Cuando los esbirros de Somoza identificaron que uno de ellos,
Mario, era el muchacho que había recientemente pateado a dos de sus
miembros en Acahualinca, se enfurecieron y arreciaron sus golpes contra él,
fracturándole dos costillas. Veinticuatro horas después de detenidos, en un
momento de desorden, Mario fue dejado en calzoncillos, sin esposas y
completamente solo. Observó que la puerta de la celda de tortura estaba
entreabierta. Estaba muy entrada la noche y pronto amanecería, entonces
decidió jugársela.

Salió de la celda de tortura sin que nadie lo viera, se lanzó hacia las laderas
de la Laguna de Tiscapa rodando, y emprendió el cruce de la Laguna hasta
que, minutos después, notó que se acercaron varios guardias en su

12
búsqueda. Audazmente renunció al cruce y nadó hacia una de las orillas
donde se enterró entre hojas y tierra. Ya amaneciendo y una vez que los
guardias desistieron de su búsqueda, concluyó que sólo tendría chance de
escapar de noche, entonces se mantuvo semienterrado, sin moverse,
durante todo el día. Al caer la noche, salió por el lado donde hoy queda el
Restaurante Tiscapa, y logró escapar en un taxi que lo llevó a casa de un
amigo en Bello Horizonte. Su relato, escrito a máquina poco después de los
sucesos en 1978, me fue entregado recién el triunfo de la revolución, y
ahora quiero incorporarlo en estos testimonios como un detalle de la
audacia y la calidad de la que estaban construidos los jóvenes sandinistas.

Como habrán observado, las historias de “Nacho” y “Esteban” se cruzan


aquí en Managua, en el trabajo de los barrios por parte de la Tendencia GPP.
Cabrales explicó la división del trabajo que hizo con Walter Mendoza, ahora
es importante que “Esteban” explique el trabajo de base en San Judas.
¿Cuáles eran tus tareas principales? ¿Dónde estabas durante la
insurrección?

Luis: Contacto con Walter en el momento en que, como decía “Nacho”,


estábamos impulsando a nivel nacional la campaña por la libertad de
Marcio y Tomás. Entonces ya había en San Judas, no un trabajo organizado,
pero sí bastante efervescencia; de tal manera que recuerdo que desde
octubre de 1977 hasta mayo de 1978, pasando por la muerte de Pedro
Joaquín Chamorro y toda esa jornada de “Navidad 1977 sin reos políticos”,
todo ese tiempo vivíamos en San Judas, y ya había un buen trabajo
alrededor de los CAP.

San Judas fue, y creo que sigue siendo, un bastión revolucionario. Era un
hormiguero de sandinistas, de tal manera que reclutábamos familias
enteras. Cuando me dijeron que era el último día que iba a estar en San
Judas y que iba a pasar al Open 3, que hoy se llama Ciudad Sandino,
hicimos un acto espectacular en la Iglesia católica de San Judas. Casi más
de mil personas, el 30 de mayo de 1978. Ya los CAP tenían bastante
desarrollo. Era envidiable el trabajo que había en San Judas. Ya para
entonces vos, Mónica, estabas como responsable de Managua.

Me trasladan a Ciudad Sandino precisamente porque tenía características


propias de un barrio obrero. “René” me llevó a las casas de seguridad, una
era de la compañera Rosa Taleno, mamá de varios militantes del Frente,
quien murió de una enfermedad natural después del triunfo de la
Revolución. Uno de sus hijos se llamaba Edgard Taleno “Colocho”, y
dormíamos en una litera; él dormía en la camita de arriba y yo en la de
abajo.
Taleno era Tercerista y yo era el Jefe de la GPP, pero nosotros, sin romper la
compartimentación, nos sentimos identificados y conversábamos mucho.
No estuvimos mucho tiempo junto, él se desapareció un mes después.

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Participó en el asalto al Palacio Nacional del 22 de agosto, fue a Cuba,
volvió a ingresar por el lado de Chinandega, y cayó en la insurrección final
de 1979 en esa ciudad.

Ustedes dos –Cabrales y Mónica– me encomendaron ser el jefe de la


insurrección de Ciudad Sandino el 9 de septiembre. La hicimos con gente
que apenas había pasado una clínica de un día, a veces de medio día; pero
era un barrio muy combativo, compuesto sustancialmente por gente
obrera. El Estado Mayor eran obreros como Miguel y Francisco.

Mónica: Nosotros orientamos hacer acciones como fuera y sumarnos a la


insurrección.

Luis: Me recuerdo, Mónica, que nosotros fuimos con “René”, con vos, con
Danilo Norori y con “Nacho”, a una reunión a Bello Horizonte, como unos
tres o cuatro días antes, que supuestamente ya el Comandante Henry, los
Terceristas y todo el mundo iban a la insurrección final, para nosotros era la
final.

Después de esta reunión en que leímos una carta de “Modesto”, vos me


dijiste que Ramón iba a llegar con unas armas y yo me fui alegre. Me monté
en un camión de aquéllos en los que se pagaba un peso. Iba alegre por
Dios, fijate que yo iba soñando que dentro de dos o tres días ya éramos
libres, y que íbamos a entrar así como cuando entró Fidel a La Habana y
todo eso. Yo me soñaba eso y llegué alegrísimo allá, y reuní a mi Estado
Mayor; me dicen que me van a mandar a un compañero militar y que ese
compañero viene capacitado para desarrollar clínica todo el día, y noche y
día, completo.

Vos sabés que Ciudad Sandino es un barrio obrero; entonces, cuando me


mandan al cuadro militar clandestino, yo me esperaba un compañero
campesino así como yo, con características de chapiollo; y me encuentro a
un hombre alto, más alto que lo que es, lo vi yo, chele, pecoso, pelo rojo.
Era “Maynor”, Julio César Avilés.

Mónica: Como vikingo lo viste.

Luis: Como vikingo, con una camiseta pull over, de esas que estaban de
moda y con una chochada como capucha. Entonces digo yo, a la gran puta,
ahora me van a matar, a mí y a todo el Estado Mayor, porque me mandan a
un clandestino que no tiene pinta de ser de Ciudad Sandino, pero ni por
pasada, y en una casa humilde, un chele ahí. Entonces le digo: –Mirá, chelé,
me vas a hacer un volado, aquí vos te vas a meter y no vas a asomar la
cabeza para nada, porque si alguien te mira así pecoso, chele y esto, vamos
a despertar sospecha y nos van a venir a quebrar. Después, cuando llegó
“Nacho” a dejarme las armas, casi al mismo tiempo, al día siguiente, le

14
digo: –No jodás, ese maje que me mandaste lo tengo que tener allá en el
último cuarto dando las clases militares y si lo saco, lo saco después de las
diez de la noche, para que se me vaya a otra escuela.

Es decir, estuvimos tres o cuatro días que el Chele anduvo dando clínica,
escuela a diestra y siniestra. Recuerdo que nosotros teníamos ahí esta
experiencia de Ciudad Sandino, y yo quería recordar esto porque ahí hubo
compañeros que cayeron en esta insurrección, compañeros valiosos a los
cuales hay que rendirles un homenaje desde aquí, a estos compañeros que
dieron su vida en esta primera insurrección, en este barrio heroico.

Mónica: El espacio en estas entrevistas se hace corto para tantas cosas


vividas. “Nacho” nos ha contado de sus experiencias en el trabajo político,
pero no ha dicho que fue nuestro principal cuadro militar en los últimos dos
años en Managua. También es importante señalar que su esposa Auri, Aura
Ortiz Padilla, cae en acciones insurreccionales. Y debemos recordar que
Cabrales fue uno de los jefes principales de la insurrección de Managua,
donde destacan Marcos Somarriba, Walter Ferreti “Chombo”, entre otros.

También Cabrales participó en una operación conjunta de las tres


tendencias, en marzo de 1979. Se necesitaba divulgar los acuerdos de
unidad sandinista y rechazar un intento de golpe de Estado que significaba
un somocismo sin Somoza. Para garantizar que tuviera repercusión, se
debía hacer con un golpe espectacular, así que se decidió realizar un
secuestro de un local donde serían reconcentrados periodistas que fuesen
corresponsales extranjeros, y para que un representante de cada una de las
tres tendencias del Frente Interno pudiera brindarles una conferencia de
prensa. Ahí intervinieron Carlos Núñez (TP), Joaquín Cuadra (TT) y Mauricio
Valenzuela (TGPP).

Pero además, “Nacho” mostró una serenidad y capacidad extraordinarias


para la realización de operativos de todo tipo. Si vemos la historia que nos
ha contado, no es de los que tuvo entrenamiento en Cuba o con los
fedayines en Palestina. Tampoco estuvo en la escuela de la montaña. Su
entrenamiento se lo dan William Ramírez y Glauco Robelo; sin embargo,
tenía un don para lo militar y las operaciones especiales como los asaltos
de bancos. Él hizo los principales asaltos de bancos en los últimos años de
la lucha, con su maletín, con su corbatín. Entraba con una serenidad a
realizar operaciones muy complicadas.

Ramón: Yo te había pedido que de eso no comentáramos mucho. La


escuela que recibí fue con William Ramírez y Bayardo Arce. Nosotros
multiplicamos las clínicas, y una de las cosas que se enseñaban a los
muchachos era “el golpe de mano”. Era explicarles a ellos y hacerles
ensayos de cómo podían organizar un operativo para recuperar fondos o
cosas por el estilo; es decir, una forma un poco sistemática para que no

15
fuera una cuestión de salir a ver qué hacían en la calle, sino que
planificaran el asalto, planificaran la recuperación, que observaran el
objetivo, que actuaran con un cierto método lógico de cómo hacer las
cosas.

Me preguntabas sobre los bancos. Yo creo que nosotros reiniciamos la etapa


de recuperaciones económicas con Walter Mendoza, Cecilia Toruño y su
hermano Frank Toruño, quien cayó en El Coyotepe. La otra persona fue
Glauco Robelo y un compañero que ya murió, que fue de la Policía, de
apellido Cordero. Fuimos los que reiniciamos estas actividades. Entramos a
una sucursal del Banco Nacional aquí en Managua, cerca del Parque Las
Madres, posteriormente hicimos otros operativos en el BANIC y los demás. Y
cuando estuve en Matagalpa realmente ayudé también en esas actividades.

Mónica: Cuando cae Crescencio Rosales, trasladamos a “Nacho” a


Matagalpa, con tan mala suerte, que cayó preso, y lo trajeron para
Managua; pero parece que la Guardia no tenía mucho en su expediente y
pronto pudo salir libre.

Ramón: Sí, en realidad, las cosas que me quitaron, una cadena de oro y el
arma que me hallaron, nunca aparecieron. Cuando me trasladaron a
Managua ni siquiera sabían por qué me habían capturado. Me tuvieron un
mes y me sacaron con dinero, con una fianza.

Sobre la insurrección, como decía “Esteban”, nos dijeron tantas veces que
nos íbamos para la insurrección final. Por ejemplo, cuando se da la toma del
Palacio Nacional, yo estaba dando una escuela militar en San Francisco
Libre, con Glauco Robelo y “Maynor”. Estábamos entrenando gente para la
insurrección y, cuando los compañeros se toman el Palacio Nacional,
nosotros nos quedamos atrapados en San Francisco Libre, porque no
podíamos entrar a Managua con las armas y, con todo lo demás. A mí me
habían comentado que se iba a dar esta actividad en conjunto, las tres
tendencias, que marcaba el inicio de actividades conjuntas, y que iban a
seleccionar a compañeros de la tendencia nuestra para lograr hacer un
comando conjunto, pero nos quedamos oliendo el dedo.

Oyente: Le habla una vieja de sesenta y dos años 10… (Llora)

Inicié mi carrera en el Frente Sandinista, con Enrique Lorente, José Ángel


Benavides, Álvaro Centeno, con todos aquellos chavalos de la Colonia
Nicarao; con Patricio Lorente Ruiz, que todavía está vivo.

Recuerdo, Comandante, aquellos chavalos de la Nicarao. No sé si ustedes


saben de eso: hay un callejón que se llama “El Callejón del Desconocido”.
Pues en ese callejón yo tuve cinco hijos, una mujer y cuatro varones. Todos
mis hijos pertenecían a la lucha, eran estudiantes del Instituto Ramírez

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Goyena, y entonces, cuando estábamos en la lucha con Carlos Matamoros,
otro chavalo invencible, cuando estábamos en aquella gran ofensiva de la
Guardia en la Colonia Nicarao, que andaban aquellos salvadoreños del
CONDECA, Consejo de Defensa Centroamericano, ahí chaparreamos a uno.

Cuando la Guardia iba a tomarse la Nicarao, entonces nosotros caminamos


al fondo, hacia la avenida Río Seco, y ahí nos paramos; venía un chavalo
como de unos diez años con un tarro en las manos y un billete, no recuerdo
el billete, pero todavía existen los pedacitos de ese billete; entonces, a ese
chavalo lo agarró la Guardia, y yo estaba con mis hijos y ocho chavalos
más, escondidos en unos matorrales de aquella flor blanca que huele, que
mucho le ponen a los muertos, no me acuerdo cómo se llama.

Y entonces fíjese que a ese muchachito lo agarró la Guardia, le arrancó el


pescuezo, las piernas, lo mataron con una bayoneta, cómo tiraba aquel
esófago, cómo se disparaba la sangre de aquella criatura, y nosotros viendo
y nosotros sabíamos que íbamos a morir también, porque eran unas
bestias. Pero yo no sé qué hubo atrás de ellos, que ellos regresan a agarrar
aquí para el lado de Rubenia, y nosotros pudimos correr más adelante y
capearnos.

Después regresamos, recogimos a ese niño en un saco, hicimos un hoyo, y


ahí lo enterramos, y desde ese entonces se llama “Callejón del
Desconocido”. Ese niño ahí quedó, nunca se supo quién fue, ¡jamás!

Y yo poco oigo esas anécdotas, aquellos chavalos, aquel José Ángel


Benavides, cuando cubría la retirada allá en Rubenia y la tanqueta lo
desbarató y salieron tucos de brazos por todos lados, la cabeza. Todos ésos
son héroes, todos esos chavalos que tanto sufrieron, en esa Colonia
Nicarao, las torturas de la Guardia.

Yo me acuerdo del “Macho Negro”, cómo les daba en la rabadilla a los


chavalos con la culata de un arma, y ahí los dejaba inválidos, tirados,
arrastrándose aquellos chavalos. Eso era terrible, toda esa gente que sufrió
cuando el repliegue: Ronald y aquel Carlos Matamoros, que lo llevaron
guindado con las tripas de fuera, de a rastras hasta el hospital de Masaya, y
miles de chavalos.

Oyente: Doña Ana López. Le llamo recordando a los chavalos que cayeron
en la insurrección.11 Aquí tenemos tres compañeros que la Guardia los
venía siguiendo y se metieron a un manjol, los pobrecitos, para poder
sobrevivir; pero el pastor evangélico los denunció y, allí debajo del puente,
la Guardia los asesinó. La estoy llamando para hacerle ese recuerdito, pues,
que aquí en Villa José Benito Escobar cayeron tres compañeros. El 11 de
junio del 1979, Jimmy González, José Gregorio Alemán, y otro no le sabemos
el apellido, porque no vivía aquí en Las Américas 2, como se llamaba antes.

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Comentario de la autora: La ciudad de Ticuantepe fue atacada varias
veces por los revolucionarios. Su ubicación geográfica la convirtió en un
importante objetivo para impedir que la Guardia desplazara refuerzos en
dirección a Masaya.

El 11 de abril de 1979, miércoles santo, a las siete de la noche, mientras en


Estelí combatía Francisco Rivera “El Zorro”, en Ticuantepe se realizó un
importante operativo jefeado por Ramón Cabrales. Los jefes de escuadra
eran Eduardo Cuadra y Marcos Largaespada.

Se decidió que el operativo lo realizaran combatientes del mismo municipio,


aunque también participaron varios combatientes de Managua, entre ellos
Alí Tinoco Fonseca, quien había sido responsable de la Tendencia GPP en
Nagarote. Pedimos a Henry Gutiérrez, uno de los participantes, que nos
relatara la acción y aquí tenemos su testimonio:

Henry: Entre los participantes del municipio de Ticuantepe estaban:


Dámaso Vargas, Rosario Martínez, Salvador Ampié, Antonio Marín, Pedro
Joaquín Artola, Ramón Gutiérrez, Héctor Pérez, Roberto Reynosa, Trinidad
Flores, Alberto Escobar, Denis Larios, Eduardo Reynosa y quien les habla,
Henry Gutiérrez.

En el kilómetro 13 de la Carretera a Masaya, un kilómetro al sur, vivía María


Elena Espinoza, quien era casa de seguridad de Nidia Escobar, y a la que
llegaban Walter Mendoza, Luis Gaitán y después “Emilio”. En esa casa se
discutieron detalles del ataque al cuartel, estando yo presente, ya que
conocía bien la zona. Se acordó que las escuadras de Managua llegarían
como pasajeros en los buses de Ticuantepe, y los combatientes del
municipio, por nuestros propios medios. Nos reuniríamos por separado en
distintos puntos, no muy lejos del Comando de la Guardia. Las armas
llegarían en vehículos a los puntos previamente definidos.

El ataque al cuartel no fue masivo, es decir, con todas las fuerzas


participantes, sino que éstas se dividieron: las más experimentadas, las
escuadras de Managua, llevaron el ataque principal y directo contra el
cuartel, y los combatientes del municipio levantaron una barricada a la
entrada del pueblo, para contener posibles refuerzos. Otro grupo estaba
apostado en la entrada este y otro más arengaba y cerraban las cantinas
del pueblo que estaban atestadas de gente.

El ataque fue exitoso, resultando varios guardias heridos. Se tomó todo el


pueblo de Ticuantepe, y por parte nuestra resultó herido el compañero
Antonio Marín, quien posterior al triunfo llegó a ser Alcalde de este

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municipio. La respuesta de la Guardia fue rápida, por lo que tuvimos que
abandonar el pueblo.

La retirada, ya planificada, fue en dirección a Las Cuchillas, quedándose


escondida una parte de los combatientes en la Finca San José, propiedad de
Roberto Reynosa, y otra en la casa de seguridad del kilómetro 13 de la
Carretera a Masaya, por lo que tuvieron que caminar cerca de seis
kilómetros, sin mayores contratiempos.

Antes del amanecer, como a las 4:30 de la mañana, se apareció Ramón


Cabrales en la casa de seguridad diciéndome que teníamos que regresar a
Ticuantepe a buscar a un compañero herido que había sido dejado en una
casa, ya que la Guardia lo podía encontrar. Regresamos con Cabrales a pie,
por montes, y a ratos en caminos, acercándonos a Ticuantepe. Los jeep con
tropas de la BECAT ya patrullaban el lugar. Faltando unas cuatrocientas
varas de la casa donde habían dejado al compañero herido, escuchamos el
ruido de varios vehículos que llegaban en dirección nuestra. Corrimos al
divisar una casita de varillas y paja encima de un barranco, y sin saber
cómo, subimos el barranco y entramos sin pedir permiso. El dueño de la
casita nos vio asustado, pero se quedó callado mientras los dos jeep BECAT
pasaban a la orilla de su casa.

Recuperados del susto, salimos del aposento de la casa donde habíamos


entrado, y pedimos disculpas. Cuál fue nuestra sorpresa de ver que el
dueño de la casita era Memo Cura, ayudante de los buses de Ticuantepe,
amigo de mi papá, Hermógenes Gutiérrez, quien también había sido busero
cubriendo la ruta Ticuantepe-Managua. Sonriendo entonces, y
comprendiéndolo todo, sin explicar nada nos despedimos.

No había que perder tiempo, teníamos que continuar hacia la casa donde
estaba el compañero herido, ya el peligro había pasado. No habíamos
caminado ni doscientos metros cuando otros vehículos bajaban y se
acercaban. Ya no hubo dónde meterse, en un segundo otros dos jeep BECAT
nos rodeaban y los guardias nos apuntaban con sus armas, se acercaron,
nos empujaron contra el paredón del camino y nos registraron. Con las
manos arriba, nosotros temblábamos, pensé que hasta ahí no más llegaba.

Los guardias preguntaban de dónde veníamos, qué hacíamos ahí, hacia


dónde íbamos y todo lo que suelen preguntar en estos trances, y por
supuesto, yo era el que respondía, porque yo conocía a la gente del pueblo.
Medio convencidos, los guardias le preguntaron a Cabrales por qué estaba
pálido. Ramón contestó: – ¿No ves que estoy desnutridito? La Guardia nos
dejó ir con la condición de que nos retiráramos y que nos fuéramos a
nuestras casas, y no a ningún otro lugar.

19
Después supimos que los dueños de la casa donde quedó el compañero
Marín, eran somocistas, y habían avisado a la Guardia, quienes le hicieron
dos disparos de revólver 38 al compañero herido, y dándolo por muerto lo
dejaron en el lugar. Los dueños de la casa avisaron a los familiares, quienes
al llegar, se dieron cuenta que todavía vivía, y lo llevaron al hospital donde
fue curado. Posteriormente al triunfo fue Alcalde de Ticuantepe, muriendo
tiempo después de enfermedad natural.

Mónica: Para la insurrección final Cabrales fue encargado de operar en


conjunto con las otras tendencias, ¿cómo se desarrollaron las acciones que
desataron la insurrección de Managua?

Ramón: Nosotros teníamos una serie de coordinaciones, nos habíamos


estado reuniendo con Marcos Somarriba en una casa en la Colonia Luis
Somoza. Ahí conocí a Oswaldo Lacayo, a “Payo” Gabriel Cardenal y a otros
compañeros Terceristas. Primero había una coordinación política, y después
nos pusieron a los militares a hablar. Nos volvimos a ver en la casa de
Altamira y después me mandaron a hacer un reconocimiento para Bello
Horizonte y esos lados. Y ahí me percaté que la gente ya estaba en la calle,
mientras que nosotros seguíamos dándole vuelta a la insurrección. Ahí
conocí a un compañero que estaba haciendo las últimas coordinaciones con
Marcos Somarriba y conmigo, creo que era de apellido Guzmán. Lo matan
frente a la fábrica de tejidos El Porvenir, hoy INPASA. Estaba conmigo en
Bello Horizonte, vi que la cosa estaba complicada, y le dije: –Hombré, no te
vayás, quedate aquí en una casa de seguridad. Decidió ir a ver a sus
compañeros que estaban en El Dorado, y la Guardia lo asesinó ahí, como a
las seis de la tarde. Ahí no estaban perdonando a nadie a esa hora.

Mónica: Doña Elba Chávez nos escribió pidiéndonos recordar a su hijo


Harry Vado Chávez, y al combatiente Carlos Escobar Benítez “Carlos Lico”:

Pertenecían a la Unidad Móvil Oscar Pérezcassar y cayeron el 24 de


junio en Residencial El Dorado, pero sus cuerpos nunca fueron
encontrados. A mis setenta años tengo la seguridad de que ustedes no
se han olvidado de los mártires.

Este es un resumen de la biografía que nos entregó:

Nace el 15 de abril de 1959 en el Barrio Meneses, Managua. Desde


temprana edad comienza a sentir los golpes rudos de la vida
cuando pierde a su padre en manos de un industrial somocista. En
vez de detenerlo, un juez le ordenó ayudar económicamente a la
familia doliente, pero él burló la orden judicial y jamás ayudó a los
huérfanos de su víctima, cinco niños que quedaron en el
desamparo.

20
La pobreza y la miseria desde su infancia encallecieron las frágiles
manos de este niño que tuvo que trabajar para ayudar a su madre.
No tuvo Harry Vado la oportunidad de soñar que jugaba con
juguetes en las noches navideñas de diciembre.

En 1977 ingresa al Frente Sandinista de Liberación Nacional,


haciendo trabajos organizativos en los barrios orientales y en las
fábricas. Para la insurrección de septiembre, participa en
hostigamientos y en acciones de propaganda armada. En la
insurrección final, se destaca en los combates de Las Américas, por
lo que es llamado a integrar la Columna Oscar Pérezcassar en los
días más duros de la guerra, y un 24 de junio cae heroicamente.

Oyente: Yo pertenecí a la columna y recuerdo perfectamente cuando cayó


Douglas Duarte, quien era el segundo jefe de los “Caza Perros”. Días
después Harry Vado y otros compañeros cayeron fuera de la línea de
barricadas, mientras operábamos, y después que mueren, la Guardia
quemó sus cadáveres, por eso nunca se encontraron.

Mónica: Como ven, entre todos estamos reconstruyendo datos que son
importantes para la historia. Contanos “Nacho”, ¿cómo te diste cuenta de la
muerte de Walter Mendoza y de tu compañera Auri?

Ramón: Cuando nos vamos en el famoso repliegue. Este episodio es una


decisión que dicen que históricamente salió bien. Nosotros decimos que fue
una de las cosas más costosas, porque se trató de arrancarnos de algo que
nos habían dicho además, que iba a durar tres días, que era la insurrección
en Managua. Cuando se nos da la orden, cumplimos; pero a Walter se le
orienta quedarse en Managua para reconstruir el trabajo clandestino.
Posteriormente recibe la orden para irse a Masaya.

Nosotros estábamos marchando para la toma de Jinotepe, después se da la


toma de Granada, y Walter no aparecía. Una vez, después del triunfo de la
revolución, yo estaba de guardia en el Hotel Intercontinental, pues nosotros
constituimos la primera fuerza de seguridad personal de la Junta de
Gobierno; cuando llega la familia de Walter y me dice que estaba muerto.
Yo creía que estaba en cualquier otro sitio y, de esa forma, nos enteramos
de la muerte de él y de Frank Toruño, iban con Ismael Castillo.

De la muerte de Auri sólo tengo la versión que me da William Ramírez,


porque es cierto que nosotros éramos compañeros casados y teníamos un
hijo; pero en 1977, nos tenemos que ir a la clandestinidad, ella por un lado
y yo por el otro.

Mónica: A ella la mandaron a Chinandega.

21
Ramón: Estuvo de responsable en Corinto, y después la mandaron a
Jinotepe; de eso me entero posteriormente. En ese período, sólo la vi dos o
tres veces. ¿Qué es lo que William me dice? Me encuentra en Masaya, me
llama aparte y me dice que tiene que darme una noticia, que Auri había
muerto; y me cuenta que fue en un combate en la torre de los bomberos. Al
día siguiente, además, me dan otra noticia dramática, y es que el hermano
de ella, que era mi correo en la insurrección, también había muerto en el
repliegue. Entonces, a mí me toca mandar a avisar a la mamá y a la familia
de Auri, que han muerto los dos hijos que andan en la insurrección, Auri y
Róger, que es el otro compañero que muere ahí.

Mónica: Tenemos que ir cerrando, ¡su mensaje final!

Luis: Para el pueblo en general, y para los jóvenes en particular, mi


mensaje es que deben estar prestos a luchar. Que tengamos claro que la
lucha no solamente es de un día o es de un mes, la lucha es permanente
contra todas las actitudes neoliberales de este gobierno y del sistema; creo
que ahí tenemos que estar todo el pueblo, los jóvenes y toda la gente que
crea que hay algo por qué luchar.

Ramón: Quiero terminar este relato diciendo que creo que la generación
nuestra, como vos, Mónica, tenemos hijos que ya han asumido
responsabilidades civiles. Creo que la primera batalla que estamos librando
ahorita es la batalla porque nuestros hijos vean que las acciones nuestras,
fueron realmente las acciones que eran necesarias en ese instante para
defender al país, para sacar adelante a nuestro país; y me parece a mí que
esta generación, que son nuestros hijos, está ahora en la incertidumbre de
la pérdida de valores, de la pérdida de motivaciones.

Nosotros lo notamos con los resultados, por ejemplo, académicos. Es decir,


hay muchachos a quienes les da igual salir como salen, o sea, no tienen
orgullo, como el orgullo que sentía aquella generación de sandinistas que
se incorporaban al Frente Sandinista como los mejores estudiantes, porque
creíamos que la culminación de nuestro mejor esfuerzo académico era
servir a la Patria. Ahora es problema común en los jóvenes la falta de
interés por sacar adelante al país; esto es realmente alarmante.

Nosotros nos lanzamos a una huelga y a una jornada de lucha porque el


gobierno pretendía aumentarle diez centavos al litro de leche y logramos
parar el incremento. Ahora las alzas de los alimentos básicos es cuestión de
todos los días y ni el mismo movimiento estudiantil protesta. No tiene
aquella fortaleza que teníamos nosotros de lanzarnos a la calle de trece,
catorce años, y asumir responsabilidades que personas más adultas no las
asumieron. Es decir, nuestro ejemplo y nuestra actitud permanente, creo
que para algo debe servir, como parámetro. Aquella generación de Walter,
de Auri, de Urania, de Marta Angélica, de Idania Fernández, y de tantos

22
otros que tenían una visión, un compromiso, que lo dieron todo por algo
que creían que era justo, que era correcto y fueron consecuentes hasta las
últimas responsabilidades en este asunto.

Me parece, que para el futuro esta es la tarea de la juventud, que realmente


tiene que asumirla, igual que nosotros asumimos el reto de la Revolución de
1979.

25 de septiembre de 1999

NOTAS

23
1 En algunos departamentos, los Proletarios nunca pudieron organizar estructuras de su
tendencia, pero en el Pacífico lograron hacer presencia, sobre todo en Chinandega, Managua y
Carazo, de donde salieron los Comandantes guerrilleros de esa tendencia del FSLN.

2 Bohemia era la revista oficial del gobierno de Cuba.

3 Se refiere al libro de Carlos Guadamuz en el que relata la muerte de Julio Buitrago. Fue
publicado por el Centro Universitario de la Universidad Nacional en esos años.

4 Es una época en que la división golpea fuertemente las estructuras de la Tendencia GPP,
pues la Tendencia Proletaria tenía mucho mayor control de las estructuras de Managua.

5 Bayardo Arce explica que después que se da la división, Pedro Aráuz le pidió apoyo para re-
contactar estructuras. Bayardo conocía mucha gente de su período 70-74. Carlos Vicente
Ibarra, “Quincho”, estaba en Honduras y pasó a atender Managua. Bayardo se comunicó con
Rosario Murillo, y le solicitó alojar a Quincho.

6 La Ruta Sandino en el norte arrancaba de Las Segovias, mientras desde la Cordillera Isabelia
bajaban los contactos de la guerrilla, para encontrarse en el centro montañoso.

7 Caen Pedro Aráuz Palacios, Carlos Arroyo Pineda, Róger Langrand, Martha Angélica Quezada
y Juno Genoveva Rodríguez; son capturadas Margine Gutiérrez, Rosa Argentina Ortiz, Gloria
Campos y Auxiliadora Cruz.

8 En septiembre de 1978, dimos la instrucción de realizar acciones ofensivas. Urania Zelaya


era la responsable del equipo de jóvenes que dirigía la AES, y se fue con ellos a montar una
emboscada a la Guardia. Se tomaron una casa en Las Palmas, pero el dueño resultó ser un
oreja; así que los denunció, y de inmediato llegó una gran cantidad de guardias.
Los jóvenes se enfrentaron pero en el desigual combate cayeron René Herrera, Manuel
Olivares, Urania Zelaya, Rolando López, Valentín Barrios, Marcos Sequeira y Mariano Sediles.

9 Según Margine Gutiérrez, esa operación fue el 11 de julio de 1977 para exigir el cese del
aislamiento de Tomás Borge y Marcio Jáenz. Carlos Arroyo informó a los participantes que el
comunicado fue grabado por Pedro Aráuz. En las cronologías del IES en 23 años de lucha
sandinista no aparece este operativo. En cambio, se afirma que en abril de ese año dos
escuadras sandinistas se tomaron la Radio Mundial, en Managua y Radio Centro, en León.

10 Esta compañera intervino el 15 de julio de 2000, cuando entrevistábamos a Elías Noguera;


pero por la temática y los nombres relacionados con los barrios de Managua, la ubicamos aquí.

11 Llamada que hizo al programa del 17 de junio de 2000.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
La niña intrépida de la Carretera Norte
América Libertad Vidaurre

América Libertad Vidaurre “Beatriz”, nace el 3 de marzo de 1962 en


Managua. Inicia estudios secundarios en el Instituto Modesto Armijo. Se
incorpora al Frente Sandinista de Liberación Nacional, en 1976. Forma
parte del Movimiento Estudiantil de Secundaria, de los Comités de
Obreros Revolucionarios (COR) y de las Brigadas de Combate, como
parte de la Tendencia Proletaria del FSLN. Después del triunfo de la
Revolución, concluye estudios de bachillerato en el Instituto Filemón
Rivera, en Managua. Trabaja en la Dirección General de la Seguridad
del Estado (DGSE) hasta 1994 y labora hasta la fecha en las
estructuras territoriales del Frente Sandinista.

El somocismo fue enfrentado con las armas en un proceso que fue de lo


simple a lo complejo y de menor a mayor. En los primeros años, la
incorporación era de grupos muy pequeños; pero cuando se profundiza la
labor organizativa y militar, la respuesta del régimen se extrema en
represión: la incorporación de los jóvenes se masifica y se radicaliza.

Después de los ataques sandinistas de 1977, todas las tendencias tensaron


fuerzas para pasar a las acciones ofensivas, y cada una transitó, de acuerdo
con sus propias experiencias, hacia formas organizativas militares con
distinto nivel de preparación y formas operativas. El trabajo en los barrios,
centros de trabajo, colegios y universidades, tenía expresiones legales,
vinculadas a las reivindicaciones sociales; pero también se expresaba
militarmente.

La población se organizaba masivamente en sus barrios a través de los


Comités de Defensa Civil (CDS). En las escuelas se organizaban a través del
MES, de la Tendencia Proletaria, o en la Asociación de Estudiantes de
Secundaria (AES) de la Tendencia Guerra Popular Prolongada. En las
Universidades en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER-GPP) y FER-ML
(Marxista-Leninista-TP). En el movimiento sindical, además de las
organizaciones tradicionales ligadas al Partido Socialista Nicaragüense, el
FSLN tenía al Movimiento Sindical Pueblo Trabajador de la GPP y los Comités
de Obreros Revolucionarios, de los Proletarios.

Militarmente, todas las tendencias organizaron unidades de acción que


incorporaban de manera flexible a los muchachos, para que defendieran su
territorio. En la GPP se llamaron CAP, Comité de Acción Popular; en la TP,
Brigadas Populares (BP); y en la Tendencia Tercerista, Milicias Populares
(MP).

1
Las unidades de acción militar más estructuradas y con armas de combate,
se llamaron Comandos Revolucionarios (CR) entre los Proletarios; Unidades
de Combate (UC) en la GPP; y Unidades Tácticas de Combate (UTC), entre
los Terceristas.

El testimonio que nos brinda América Libertad Vidaurre es representativo


del sentir y accionar de miles de jóvenes que se incorporan en esos años
finales, en un proceso masivo cargado de improvisación, creatividad, coraje
y osadía, que fue determinante para la victoria, porque era la expresión de
la incorporación audaz de todo el pueblo, superando, de alguna manera, a
la vanguardia.

Mónica: América Libertad es un bonito nombre, es como si tus padres


hubieran sabido que vos aportarías tu granito de arena en la lucha por la
libertad de Nicaragua. ¿Cuándo te integraste, qué edad tenías y qué te
motivó?

América: Tenía catorce años, cuando me integré al Frente Sandinista. Mi


motivación es herencia de mi padre, quien me puso mi nombre en honor a
la Revolución Cubana. Mi padre decía “América libre”, y mi hermana, por
ejemplo, se llama Patria; así, entre las dos, hacíamos la consigna de
Sandino: Patria y Libertad. Cuando se da el ajusticiamiento del tirano en
1956, mi papá fue capturado y salvajemente torturado por la Guardia
Nacional de Somoza.

Mónica: ¿Está vivo tu papá, cómo se llama?

América: No, murió en 1984 en Cuba, de un cáncer. Se llamaba Julio César


Vidaurre Cerda, era de Rivas, del Partido Conservador. Fue diputado
suplente, pero con lo del Kupia Kumi 1 se retiró de todo eso y se vinculó al
Frente Sandinista.

Mónica: Parece que algunos conservadores anti-somocistas simpatizaban


con la Revolución Cubana, como en el caso de tu padre.

América: Si, él amaba la Revolución Cubana. Dentro de los conservadores,


él tenía posiciones muy avanzadas. Estuvo con el grupo de los tres Julio:
Julio Alonso Leclaire, Julio Molina y Julio Velásquez.

Mi papá colaboró política y económicamente con la guerrilla de Julio Alonso.


Quien me contó esto fue Julio Velásquez, pues por coincidencias de la vida,
compartimos cárcel. Él cayó herido en el año 1979, no sé en qué
circunstancias. Tenía una herida en la nalga. Estuvimos presos en el
Hospital Militar, en la sección de los presos políticos heridos. También
estaba Franklin Hogdson. Él me contaba, pues se alegró mucho de saber
que yo era hija de Julio Vidaurre. Me contó que mi papá participó en toda la

2
organización de la sacada para Honduras de Blanquita Sandino, la hija del
General Sandino. Mi mamá me cuenta ahora que ella misma viajaba por
veredas para llevar comida, que mi papa mandaba a los insurgentes.

Nuestra casa fue casa de propaganda de la Unión Nacional Opositora con el


doctor Pedro Joaquín Chamorro. Era un viejo luchador antisomocista. En
contraste, yo me crié con mi padrastro, un empedernido somocista y, como
todo padrastro, nos dio una mala vida.

Mónica: No, no, como todos, no, hay excelentes padrastros.

América: El mío fue malísimo, nos dio una vida de perros. Mi integración
también fue expresión de la rebeldía interna que había en mí. A los catorce
años, conocí a Donald Guevara, un estudiante universitario organizado con
Chico Meza. Me dijeron que cayó, nunca lo volví a ver. También trabajamos
con Douglas López Niño, Enrique Flores y la compañera Martha Roque,
todos de la Tendencia Proletaria. Hicimos trabajo a nivel estudiantil,
después nos orientaron integrarnos a los COR.

Mónica: ¿Qué eran los COR?

América: Eran los Comités Obreros Revolucionarios. El objetivo del Frente


con ellos era nutrir de obreros las células de los Comandos Revolucionarios
del Pueblo (CRP). Gabriel Cardenal “Payo” fue de los principales
constructores de los comandos.
En 1978 caí presa porque ¡me pegué una quemada! 2 ¿Te imaginás?, era una
chavala con el pelo largo y muy llamativa.

Mónica: América Libertad es blanca, de rasgos finos, pelo castaño claro y


muy hermosa. Me recuerda mucho a Sadie Rivas, de Matagalpa. Sus rasgos
no son comunes en la Nicaragua cobriza.

América: La cosa es que me agarraron presa la primera vez, y usted sabe


que uno queda metido más de lleno, cuando el enemigo te empieza a
golpear. En este año me conectaron directamente con “Payo”. Yo pertenecía
a los COR, pero también actuaba en las Brigadas Populares.

Mónica: Hablanos un poco de “Payo”.

América: Gabriel Cardenal Caldera era su nombre y su seudónimo, “Payo”.


Era un compañero de extracción burguesa que lo dejó todo por integrarse
de lleno a la lucha revolucionaria. “Payo” es de esos héroes de la revolución
que todavía están ocultos. Le llaman El Ángel de San Judas. Fue capturado y
cruelmente asesinado el 4 de julio de 1979, faltando unos días para el
triunfo de la revolución.

3
Mónica: ¿Qué eran las Brigadas Populares, qué tipo de trabajo hacían y
qué hacían los Comandos?

América: Yo estaba en los COR por orientaciones de “Payo”. Era del MES,
pero nosotros actuábamos más como Brigadas Populares: nosotros
hacíamos como cincuenta bombas de contacto, salíamos a la calle,
atacábamos los jeeps BECAT, los volcábamos y recuperábamos las armas.

Mónica: La labor de los jóvenes en los barrios fue fundamental. Vos eras
una niña, eras parte de esos muchachos y muchachas que, sin armas,
hacían que la Guardia sintiera miedo cuando entraba a los barrios. Ese era
el trabajo que realizaba mi hermana Alma Nubia. Perdió sus manos a la
edad de quince años, preparando las bombas para esos operativos que
realizaban al caer la noche.

América: El que nos hacía las bombas de contacto a nosotros era Douglas
López Niño, que después se quedó como Douglas “El Manco”, porque ¡era
tan bravo a hacer las bombas de contacto, y las hacía tan grandes!
Desgraciadamente, primero perdió la mano y después la vida, porque cayó
en la Colonia Nicarao, según me cuentan, ya que para esa época de nuevo
yo estaba presa.

Volviendo a lo de las Brigadas, nosotros llevábamos todos los materiales,


andábamos rebuscándolos, al Instituto Modesto Armijo, hoy Enrique Flores.
El doctor Guerrero, que es el papá de “El Cuervo” Jorge Guerrero, nos
ayudaba a conseguir los componentes.

En ese Instituto me matriculé en primer año de secundaria, pero no iba a


clases. Yo ya voy empeñada en consolidar el movimiento estudiantil. Ahí
estaba entonces “Luis Combativo”, le pusimos así porque era un joven
súper aguerrido, se llamaba Luis Antonio Vidal Herrera, y cae en un cruce
que hubo con un paramilitar, cuando hacían una recuperación económica
en julio de 1978. Y lo recuerdo porque su entierro fue también un problema.
La Guardia no nos quería dar pase, incluso nos reprimieron, y las mujeres
nos tuvimos que quedar con el ataúd en medio de la Carretera Norte,
porque la Guardia dio la orden de enterrarlo inmediatamente. Por esos días,
estábamos en varias organizaciones a la vez: éramos estudiantes,
hacíamos trabajo de brigada y de comando, y pertenecíamos a la Juventud
Revolucionaria Nicaragüense, dirigida por Martha Roque.

Mónica: ¿Los Proletarios promovieron la creación de Juventud


Revolucionaria? No tenía esa información.

América: Sí, JRN. Incluso me exigieron una carta donde pido mi militancia
en la JRN, sin saber yo qué chochada era. Me acuerdo que cuando conozco
a “Payo”, me enseña la carta y me dice, “vergona”, porque Payo usaba

4
mucho esa palabra, “vergón”, y “güevón”, tenía ese lenguaje. En síntesis,
hacíamos de todo. Después del trabajo de comando, todos nos
replegábamos al Instituto; incluso nos tomamos un aula y ahí teníamos
hasta pistolas, siendo estudiantes de secundaria.

Comenzamos a tener una proyección increíble en el sector de la Carretera


Norte. Se nos aglutinaban jóvenes, algunos espontáneos, unos que se
llamaban Movimiento de Ovejas Negras, eran buenísimos, pero súper
desorganizados. Eso viene siendo como la antesala de las Brigadas
Populares. Hacían asaltos, se repartían los reales, algunos los ocupaban
para propaganda; si moría alguien, entonces ellos llegaban, le dejaban una
parte a la familia y la otra les quedaba a ellos, para sus tareas.

Mónica: Eran como pandillas con conciencia anti-somocista.

América: Pero buenísimos los chavalos, buenísimos. Ellos venían, se


metían al fondo de Las Américas, le daban vuelta a un jeep BECAT, y
mataban a los guardias.

Mónica: Los BECAT eran unidades de la Guardia que se movían en jeep


dentro de los barrios, armados hasta los dientes. En cada BECAT andaban
cuatro guardias, el que manejaba, uno a su lado y luego dos guardias
sentados viendo para atrás, con las piernas colgadas del vehículo, listos
para tirarse. En muchas ocasiones entraban juntos varios BECAT. También
les decían “cara volteada”.

América: Eran unos jipitos famosos, primero eran azules, y después


estaban los del “Paquete España”, los anaranjados. Las bombas de contacto
eran las que nos salvaban para hacerles los ataques. En una ocasión, la
Guardia mató a una niña que tenía como trece años, mientras participaba
en un atentado de esos que organizábamos. Entonces cierta gente se puso
en contra de lo que había en el Instituto, porque esa oficina que teníamos
ahí la convertimos prácticamente en una casa de seguridad. Ahí nadie
entraba, y hacíamos posta para cuidar lo que teníamos. Tuvimos problemas
por la muerte de esa niña; la familia se puso en contra de nosotros porque
decían que armábamos mucho alboroto. Estamos hablando de la Unidad de
Propósitos, que es un barrio que, en ese tiempo, era como nido del
somocismo, y que me disculpen los compañeros que viven ahí, pero la
verdad es que históricamente fue así.

Así que después de ese problema, se nos orienta formar las Brigadas
Populares, que es donde entra Berta Díaz, Mauricio Lara De Trinidad y una
serie de compañeros que caen por donde cae Chico Meza. Eran compañeros
élites, porque eran rápidos; pero se podría decir que eran desorganizados,
porque no tenían una conducción tan normada como la de los Comandos.
Cuando nos integrábamos a los Comandos, nos enseñaban chequeo, contra

5
chequeo y una serie de cosas que nosotros no dominábamos en las
Brigadas.

En los Comandos nos enseñaban manejo de armas y también cómo


tenderse, cómo arrastrarse, prepararse psicológicamente, cuál debería ser
tu reacción en el momento en que viniera el enemigo. En las Brigadas
nosotros tuvimos pérdidas increíbles, incluso ahí tenemos un cementerio en
Waspán, la mayoría de la gente eran de las Brigadas; están enterrados allí
Monchito y Pin, gente de los barrios de Waspán Sur, José Dolores Estrada y
otros. La verdad, eran muchos los jóvenes estudiantes que pertenecían a
las Brigadas.

Mónica: Las acciones de estos organismos eran decididas con mucha


autonomía. Cada Brigada decidía lo que iba a hacer y después sólo te
informaban qué era lo que habían hecho; no eran una estructura muy
dependiente o vertical de los mandos. Igual ocurría en la GPP con los CAP.

América: No se sabía ni quién las dirigía. Las Brigadas eran autónomas.


Salían a operar y hacían barbaridades a la Guardia y los obligaban a
replegarse; pero sufrían también bastantes bajas. Mientras los comandos
con la dirección de “Payo” Gabriel Cardenal era otra cosa. Nos
reconcentraba cuando íbamos a hacer un operativo, ya no lo hacíamos a la
loca, aquello de salir en carrera, no debíamos dejar botadas las armas,
etcétera. Aquello era más metódico: estudiábamos el objetivo, definíamos
las armas que íbamos a usar, entrenábamos, a veces hasta quince días.

Mónica: Contanos las operaciones más importantes que recordás como


parte de los comandos, y ¿cómo fue que caés herida y presa?

América: Cuando paso a los Comandos Revolucionarios, nos mandan a una


escuela militar donde conocí a Javier Guerra, que era el jefe de balística;
estaba Róger Mayorga, al que le decíamos “El Pollo”, porque era todo ronco,
y “Payo”.

Después del entrenamiento, “Payo” forma un comando que iba a operar


como fuerza élite en toda Managua. No éramos de aquellos comandos que
estaban destinados para ciertas zonas. Escogen supuestamente a los
mejores, a la gente más vergona, como decía “Payo”, los más aguerridos. Y
la verdad era que, lo que nos mandaran a hacer, nosotros lo hacíamos, no
como animalitos, sino con aquella convicción de destruir al enemigo, de
salir adelante, convencidos de que el triunfo estaba cerca.

En principio, nos asignan la misión de quemar la Radio Estación X, y otra


operación que no pudimos realizar era la de secuestrar a unos miembros de
la Organización de Estados Americanos, que venían a apoyar a Somoza.
Estas operaciones se nos cayeron porque nos detectaron. Nosotros

6
alquilamos una casa, “El Chaparro” Sergio Gómez, era como la pareja que
yo tenía en esa casa, era la pantalla que teníamos. Pero metimos a toda la
gente a entrenar y comienza a llamar la atención la cantidad de basura de
alimentos que nosotros sacábamos a diario.

Enfrente vivía un miembro de la OSN y nosotros no nos dábamos cuenta. Se


entendía que sólo vivíamos una pareja ahí, y sacábamos barriles de basura
de comida; claro, era llamativo todo ese montón de hombres ingiriendo
alimentos en aquella casa. Entonces detectamos que un individuo en la
casa de enfrente está con unos binoculares observando la nuestra. Eso nos
sirvió de alerta, y aunque en la madrugada nos cercó la Guardia, como que
no se atrevieron a entrar, pudimos abandonar el lugar, pero se cayó el
operativo de la OEA y el de la Estación X. Creo que se los asignaron a otros
compañeros.

Luego nos orientan el ajusticiamiento de Chéster Escobar, que era el jefe de


la “Mano Blanca”3. Entonces comenzamos durante veintiún días a seguir a
aquel hombre, a ver dónde entraba, dónde se metía; yo hasta me fui a
vender ahí, en frente de su casa, con un pequeño delantal, vendiendo y
haciendo posta para levantar la situación operativa, para conocer todos los
pormenores, dónde se movía, y caerle.

Teníamos listas las armas y los uniformes, los comandos teníamos uniforme:
era un pantalón azul, una camisa negrita y unas gorritas todas raritas, que
“Payo” nos había conseguido.

Nosotros teníamos un problema y es que sólo nos sacaban a operar y nos


volvían a replegar. Salíamos, operábamos y nos replegábamos. En mi caso,
yo tenía terminantemente prohibido andar en la calle; los muchachos me
decían: –Es que “Payo” mucho te cuida a vos; pero no era eso, sino que yo
llamaba mucho la atención. No porque fuera una diva, sino por mis
características, que soy bien hablantina. Ellos decían que yo llamaba
demasiado la atención y que por eso nadie quería andar conmigo. “Payo”,
quitame a la “Beatriz”, es que la “Beatriz” es un problema –decían. “Payo”
hasta me mandó a cortar el pelo, porque yo lo usaba larguísimo.

Hay un testimonio en el libro El Ángel de San Judas, sobre “la cabellera


dorada de la Libertad”. William Agudelo la hace muy grande, ¡se le pasó la
mano a William con el lápiz!4 Es que me dijo “Payo”: –O te cortás el pelo o
te vas a la verga, “Beatriz”. Así, con esas palabras, porque “Payo” era duro,
pero a la misma vez, como lo describía el compañero Agudelo, contábamos
con él en todo momento de dolor, estaba siempre cuando lo
necesitábamos. Si nosotros no teníamos zapatos, decía: –Ve, ya no andás
zapatos, te voy a conseguir unos, y se aparecía con ropa y zapatos. Parece
que se iba por todas las casas de la burguesía a quitar ropa y nos
garantizaba todo.

7
Volviendo al tema, nos reconcentraron en una casa de seguridad; como
nosotros teníamos veintiún días de estar metidos en esa casa, después de
una serie de operativos que ya habíamos realizado –no voy a decirlos por
seguridad, pero éramos especialistas en ajusticiamiento de orejas 5 en los
barrios– estábamos entonces deseosos de salir, ya teníamos demasiado
tiempo de estar reconcentrados y teníamos toda la información. El 21 de
enero llega “Payo” y le decimos: –Qué pasa que no salimos a operar.
Éramos cuatro compañeros hastiados de estar metidos ahí. Entonces dice: –
Es una orden que se queden aquí, y ustedes van a cumplirla. Él siempre
recto.

Enrique Flores era el jefe del comando, es el que estaba encargado de toda
la operación. Ya teníamos todo montado, sólo de salir a ajusticiar al hombre.
“Patria Libre o Morir”, no importaba quién cayera allí, porque era pegarle un
golpe de envergadura tremenda a la dictadura, golpearla donde más le
dolía, ¡el jefe de la Mano Blanca! El objetivo era el hombre, y a mí me
tocaba darle al blanco. Con el “Chele Guerra” habíamos estudiado los
pormenores y ya teníamos las armas.

El 25 de enero de 1979 nos dice Enrique: –Hombré, “Payo” se está


retrasando mucho y todos nosotros ya estamos aburridos de estar aquí. Y
todos compartíamos la misma percepción: –Sí, ya estamos aburridos de
estar aquí, nosotros ya no queremos estar aquí, esto y lo otro. Entonces
dice Enrique: –Vamos a salir a hacer un operativo relámpago, ahí después le
damos el informe a “Payo”. O sea que viene siendo un libretazo. Como
quien da la orden es Enrique, que es el jefe, entonces todos a hacerle caso
a Enrique, pero más que todo estábamos ansiosos por salir. Él dice: –Vamos,
vamos a salir a hacer un ajusticiamiento.

Bayardo Guevara Montano “Eduardo” y yo, recuperamos un vehículo, pero


nos dice el dueño: –Este vehículo me lo acaban de devolver de otro
operativo. Supuestamente una gente de la GPP lo había utilizado y se lo
acaban de devolver. No le creímos porque pensamos, el hombre se nos
quiere zafar.

Mónica: O sea, era el dueño pero lo acababa de recobrar, ¡estaba


premiado el hombre!

América: Sí, pero en ningún momento le creímos. El vehículo ya estaba


chequeado. Entonces pasamos por el objetivo, pero no estaba, y cuando
venimos de regreso miramos un BECAT patrullando los barrios orientales,
exactamente por el puente del Riguero. Dice Enrique: –Bueno, no
hicimos nada, ¿qué les parece si le caemos a esas gallinas? Entonces
decidimos dar la vuelta para caerles de frente, en sentido contrario. Nos
metemos al barrio y, cuando venimos saliendo, resulta que las gallinas

8
somos nosotros, porque la Guardia, cuando nos ve pasar, se prepara.
Nosotros no entendíamos que ellos ya nos andaban buscando.

Mónica: El carro estaba chequeado.

América: Claro, estaba circulado. Ése fue un error garrafal nuestro, que
“Payo” hasta su último día no lo pudo entender, porque no pudo hablar con
ninguno de nosotros para preguntarnos qué era lo que había pasado. Para
“Payo”, fue una pérdida increíble, porque perdió a sus mejores gentes.

Mónica: ¿O sea, se entabló combate ahí?

América: No, no fue un combate, fue una masacre. Fue una masacre
porque nos agarró desprevenidos. Cuando nosotros salimos al bypass,
exactamente en el puente El Paraisito, el BECAT está detenido, y nos dicen:
– ¡Bájense “yeicos” hijos de la gran puta de ese carro, todos con las manos
en alto! Y ¡ay!, aquel alboroto nos dejó quietos. Entonces yo pregunto: –
Enrique, ¿qué hacemos? ¡Arrancá! –dice. Fueron las últimas palabras de
Enrique. No las voy a olvidar nunca. Enrique saca una granada, la tira, y cae
en los pies de los guardias, pero no explota, porque parece que era una de
esas granadas viejas.

Mónica: ¡De la Segunda Guerra Mundial!

América: ¡Por cuenta! Eran unas que tenían unos como prensa-ropa.
Supuestamente, ésa era de las legítimas, pero no explota. Vamos a abrir
fuego, pero no andábamos preparados en ese momento, porque nos
agarraron de sorpresa.

Mónica: El factor sorpresa actuó a favor de la Guardia.

América: Exactamente, porque ellos estaban listos, sólo para disparar.


Eran sólo cuatro guardias, toditos con su Garand sobre nosotros. No se oyó
ni un pujido, nadie gritó, nadie lloró, aquello fue terrible; al primero que le
dieron en la cabeza fue al chofer, que era Bayardo Guevara, y el carro se
fue sin dirección.

Eduardo, que va detrás, me dice: –No hay falla “Beatriz”, si nos agarran, vos
sos mi novia, y me echa el brazo. Ese compañero quedó completamente
destrozado a la orilla mía, y yo soy herida en mi pierna derecha, y un balazo
o charnel me dejó imposibilitada la mitad de la mano. El carro choca y se
detiene. La pierna la tengo completamente desbaratada. La Guardia no se
acerca, se queda lejos de nosotros; yo me tiro del vehículo y, en un pie,
comienzo a gritar y a brincar. Como hay un billar ahí cerca, sale el montón
de gente a la calle, cuando oyen las balas y el alboroto; el carro está metido
en un taller, donde se estrelló sin conducción. Cuando me ven, en un

9
segundo no había nadie, la gente desapareció.

Siempre que recuerdo, ironizo que después del 19 de julio, cuando salgo de
la cárcel, lo primero que hago es ir a llorar a mis muertos a ese lugar, a
recordarlos; estaba una señora que me conocía, y me dice: –Yo te llamé en
ese momento y vos no me hiciste caso, seguiste de frente. Y yo digo: – ¡Lo
que es la vida! Todo el mundo cerró las puertas. Los que estaban en el billar
desaparecieron y en cinco minutos no sé cuántos jipones de la Guardia nos
habían rodeado, y eran tan cobardes, que no se querían acercar al carro
porque creían que alguna granada iba a explotar, cuando los muchachos ya
estaban muertos. Murieron los tres compañeros de ese comando.

Mónica: ¿Ahí mismo te capturan herida?

América: Me capturan y me llevan supuestamente a rematarme; pero tuve


la suerte de que alguien agarró las comunicaciones de la Guardia y grabó
una cinta que salió mucho en La Prensa: “Aquí tigre… no sé qué...”, donde
ellos dan la orden de rematarme, entonces eso comenzó a salir en la radio,
se proyectó bastante. Me parece que detuvo a los guardias un poco para
que no me mataran. Estuve presa hasta el 19 de julio. A la una del día
logramos romper los barrotes, salir de aquellas cárceles nefastas. Esa falla
me costó meses de cárcel, torturas, vejámenes, la pérdida de mis
compañeros. Toda la guerra la pasé detenida ahí, en la cárcel.

Mónica: El tiempo se ha agotado. Te pedimos Libertad, que nos des un


mensaje final para nuestros oyentes.

América: Quiero decirle a los jóvenes que luchen por lo que consideran
que es justo, que no se dejen arrebatar lo que consideran que debe ser. Y
quería aprovechar el momento más que todo para hacer un llamado a los
barrios Camilo Chamorro, Bertha Díaz y Oscar Lino Paz Cubas, ya que
mañana se van a dar las votaciones internas del FSLN en nuestro territorio 6.
Entonces, les quiero solicitar el voto para los compañeros que van en
nuestra plancha electoral, que nosotros decimos que es la última del
mileno.

Mónica: Una plancha para luchar con el espíritu de América Libertad.

25 de septiembre de 1999

NOTAS

10
1 Pacto entre Somoza y Agüero en el año 1971.

2 “Quemarse”: expresión que denota que, debido a las actividades públicas, se es reconocido
como militante o colaborador. Los dirigentes estudiantiles se quemaban porque debían hablar
en público y defender posiciones. Si, además, había características de notoriedad, como las
señaladas por América Libertad, la persona se volvía fácilmente detectable por el enemigo.

3 Grupos de civiles somocistas organizados, que realizaban asesinatos amparados en el


anonimato.

4 Se refiere a la forma como William Agudelo cuenta este pasaje sobre la orden que dio Payo a
Libertad, para que se cortara su hermosa cabellera.

5 “Soplones”: Civiles que vigilaban a los ciudadanos y pasaban informes a la Oficina de


Seguridad Nacional, sobre cualquier movimiento extraño.

6 Se refiere al proceso de elección de autoridades del FSLN en el territorio, realizadas ese año
1999.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
Unidad construida en la acción
William Ramírez*

* Los datos biográficos de William Ramírez aparecen en “Llegar a la montaña


era la ilusión” en el Tomo I.

Dentro de los planes insurreccionales, Managua debía realizar operaciones


sobre las vías, para afectar los desplazamientos de la Guardia hacia los
otros frentes de guerra, y solamente cuando los otros frentes hubiesen
dominado totalmente la situación, nos correspondía insurreccionar la
capital, para permitirle a los demás frentes avanzar. Se calculaba que
deberíamos resistir tres días, para que todas las fuerzas avanzaran al asalto
final.

Para el 9 de junio de 1979, los demás frentes aún no dominaban, ni mucho


menos, sus lugares. El Cuartel de Estelí cayó hasta el 16 de julio; Matagalpa
desalojó el último punto, la Catedral, el propio 19 de julio; León aún tenía
fuertes contingentes de guardias en el Fortín de Acosasco, de donde los
desalojaron hasta el 7 de julio; Masaya tenía de frente un fuerte dispositivo
de guardias en El Coyotepe, el cual incluso disparó morteros el 18 de julio
por la noche; las fuerzas principales del Frente Sur no pudieron entrar a
Rivas hasta después del 19 de julio; y ciudades importantes no se
insurreccionaron porque las fuerzas militares insurgentes no pudieron
operar exitosamente.

Así que cuando entramos a los barrios orientales, la consigna de resistir tres
días ya no era viable; aunque pensamos que en un poco más de tiempo, los
otros frentes estarían en condiciones de hacer lo suyo. La verdad es que
resistimos diecisiete días. La distancia entre nuestras posiciones y la Loma
de Tiscapa, donde se encontraba Somoza y las reservas del Alto Mando, en
línea recta era menos de dos kilómetros. Esa resistencia pudo ser posible no
sólo por los ciento veinticinco fusiles que pudimos reunir entre las tres
tendencias, sino por el respaldo sin discusiones de los pobladores de todos
los barrios populares de Managua, aun de aquellos que no estaban en la
zona de operaciones, y por las acciones que dentro de los barrios y otros
puntos de la capital desarrollaban las fuerzas organizadas de los
combatientes populares.

Para el 27 de junio ya estábamos desabastecidos de municiones y comida,


pues muchas familias ya habían salido de los barrios, impelidos por el terror
a perder sus vidas, pues la Guardia utilizaba la aviación lanzando rocket,
bombas de quinientas libras, y también morteros y todo tipo de
armamento, buscando como ablandarnos.

1
El Estado Mayor del Frente Interno, integrado por Joaquín Cuadra, William
Ramírez y Carlos Núñez, y el Estado Mayor de Managua, conformado por
Raúl Venerio, Oswaldo Lacayo y Mónica Baltodano, en consulta con los
principales jefes militares, decidimos realizar el repliegue táctico hacia
Masaya. La decisión era muy dura, pues significaba aceptar que ya no
teníamos capacidad de resistencia en la capital, significaba que no
habíamos llegado al triunfo en la propia ciudad en que nos había tocado
combatir, y lo más duro, que tendríamos que dejar en sus hogares a mucha
población que corría un gran riesgo.

Sobre los preparativos de Managua para la insurrección final y el repliegue


táctico a Masaya, conversamos con William Ramírez, uno de los partícipes
de esta gesta.

Mónica: Cuando pasé a la clandestinidad, recibí entrenamiento en Telica;


después me trasladan a Managua, donde debía participar en un operativo
junto con Edgard Lang, Tito Chamorro –luego traidor– y Charlotte Baltodano.
En espera de ese operativo, viví clandestinamente en la casa de Manuel
Eugarrios. Ahí te conocí, cuando todavía trabajabas legal.

William: Luego nos volvimos a ver cuando saliste de la cárcel, creo que en
abril de 1978. Yo te recibí cuando saliste de la cárcel. Me dice Bayardo: –
Mirá, va a venir la Mónica; encargate y garantizame que todo salga bien;
entonces yo organicé toda tu recepción. Te trasladamos donde Adán
Morales “Paco”, casado entonces con Rosalinda Cuadra. Bayardo ya era de
la Dirección Nacional. Cuando muere “El Ronco”, asume “Federico”; cuando
muere “Federico”, asume Bayardo; y a mí me encarga las escuelas militares
y se va ampliando mi trabajo. Después me hago cargo de Managua,
Masaya, Granada, Carazo y Rivas. Todavía en Rivas hicimos una escuelita
militar.

Cuando salís de la cárcel, llegás a reforzar el trabajo. Estuviste un tiempo


en Carazo, donde estaba Ana Isabel Morales con Cristhian Pérez Leiva, “El
Inca”, que fue quien elaboró los planos de la insurrección de Managua, y
luego te encargás de la capital. Desde Managua, yo estaba coordinando
varios departamentos; entonces Bayardo me dice que haga las pláticas con
los compañeros de las otras tendencias, Carlos Núñez por los Proletarios, y
Joaquín Cuadra, por los Terceristas.

Mónica: Carlos Núñez ha explicado que había un plan general de la


insurrección nacional, diseñado desde el Frente Interno. Ese plan
contemplaba hacer primero las operaciones del norte para descongestionar
o dispersar a las tropas especializadas de la Escuela de Entrenamiento
Básico de Infantería (EEBI), que eran las fuerzas selectas de la Guardia
Nacional; y después, que entrara a operar el Frente Sur.

2
El plan incluía, una vez que entraran el Frente Norte y el Frente Sur, iniciar
operaciones en el Frente Occidental, Chinandega y León y luego el lado
Oriental, es decir, Masaya, Diriamba y Jinotepe. Por último entraba
Managua. Es decir, él habla de todo un esquema de desarrollo de la
insurrección en el cual trabajaste vos, Carlos Núñez y Joaquín Cuadra. ¿Qué
es lo que vos considerás importante resaltar sobre estos preparativos en
esa etapa?

William: He estado reflexionando sobre todo esto, y antes quiero enfatizar


que el estudio de la historia es muy importante para todos los
nicaragüenses, para toda persona que quiera analizar el presente, tener
alguna perspectiva del futuro y una idea de lo que ocurrió, por qué ocurrió y
quiénes fueron los protagonistas de los hechos, de los sucesos históricos,
las circunstancias que rodearon esos sucesos, para poder interpretar
correctamente la historia.

Muchos de nosotros decimos muy claramente, si las condiciones fueran las


mismas, lo volveríamos a hacer. Eso es lo que queremos decir cuando
nosotros optamos por analizar la historia y las circunstancias. Si vemos los
hechos históricos aislados de las circunstancias, estamos haciendo un mal
análisis. El somocismo fue un sistema. No fue Somoza, no fue una figura, no
fueron las personas, sino un sistema. Es en tiempos del somocismo que la
economía nacional alcanzó los niveles económicos más altos de
rendimiento, llegó a su punto culminante en la historia de Nicaragua en
1977; sin embargo, teníamos una dictadura feroz, una represión tremenda y
una inconformidad muy acentuada, que se fue profundizando en 1978 y en
1979. En 1977, los compañeros de la Tendencia Tercerista comenzaron a
operar, tratando de forzar, de crear las condiciones para una insurrección.

Los que estábamos en la Tendencia GPP decíamos que la preparación


principal era fortalecer la montaña para culminar en una insurrección,
siempre se planteó eso.

No obstante, las condiciones en la montaña eran muy difíciles, porque la


Guardia se movía con bastante soltura, puesto que no había en otros
frentes de lucha, la actividad revolucionaria suficiente que permitiera
dispersar a la Guardia en el territorio y mantenerla ocupada. Realmente, en
la montaña estábamos solos, la represión estaba acentuada, el
abastecimiento estaba bastante limitado y controlado, y la Guardia ahí
tenía concentrados todos sus esfuerzos.

Estados Unidos e Israel seguían abasteciendo a Somoza de municiones, de


fusiles Galil y M-16. Tenía todo el avituallamiento militar, el abastecimiento
estaba fluido. Somoza no tenía grandes problemas. Tenía una economía
bastante fuerte, pero ya comenzaban las tensiones con el sector privado.
Las primeras contradicciones se habían dado después del terremoto de

3
1972, pero no salieron a flote sino hasta años después.

“El Chigüín”, Anastasio Somoza Portocarrero, estaba haciendo mucho


dinero, compitiendo deslealmente con la empresa privada a través de las
empresas constructoras después del terremoto. La ayuda de España,
conocida como el famoso “Paquete España”, que fue una corrupción de
primera por parte del gobierno, todo eso fue centralizado por “El Chigüín”,
“el demócrata” que hace poco dio declaraciones en La Prensa.1

Mónica: Sí, es increíble cómo se olvida la historia y precisamente para eso


es este tipo de programa; porque de pronto sale “El Chigüín”, casi como el
más demócrata de los demócratas, el más bueno de los buenos, cuando fue
el jefe de las fuerzas más represivas de la guardia, la EEBI.

William: ¡Dándonos lecciones de democracia! Por eso es la importancia de


recordar. No olvidamos la consigna de los EEBI, cuyo jefe era “El Chigüín”.
Cuando los entrenaban, les gritaban: – ¿Qué son ustedes? ¡Somos tigres,
somos tigres! –respondían. – ¿Y los tigres qué beben? – ¡Sangre, beben
sangre! Sangre del pueblo.

Esas cosas no debemos olvidarlas. En esas condiciones, ser joven era


absolutamente prohibido. No se podía salir a la calle después de las siete o
las ocho de la noche.

Muchos de nuestros compañeros fueron asesinados; pero también muchas


personas que no tenían ningún vínculo orgánico con el Frente Sandinista, ni
a ninguna de nuestras organizaciones, ni los Comandos, ni a los Comités de
Acción Popular, nada, ¡simplemente eran jóvenes! Les preguntaban qué
andaban haciendo, los capturaban, y si no daban una repuesta
satisfactoria, los encarcelaban o los asesinaban.

En esas condiciones, fue que se dieron los intentos insurreccionales de


1977, y luego las insurrecciones de 1978. Estas ofensivas permitieron abrir
negociaciones con otros sectores políticos y económicos del país; y cuando
las negociaciones, iniciadas y desarrolladas por los compañeros Terceristas,
tuvieron éxito, los políticos locales criollos ya estaban apoyando lo que sería
una ofensiva final.

Tal vez no tenía ese nombre, pero había la idea central de derrocar a
Somoza, de quitar a Somoza, de acabar con Somoza. Cuando digo que
todos esos planes ya estaban marchando, con sus altibajos por supuesto, el
Frente Sandinista con un plan estratégico y los políticos locales con sus
planes tácticos, coincidíamos mucho, y el punto básico de coincidencia de
todo el pueblo nicaragüense fue: ¡No más Somoza!

4
Mónica: Precisamente en estas circunstancias es que surge el Grupo de los
Doce, como iniciativa de la Tendencia Tercerista o Insurreccional. Este grupo
se forma en el año setenta y siete, con la idea de que ahí surgiría una junta
de gobierno revolucionario. Cuando la ofensiva de 1977 se pasma, ellos se
convierten en el Grupo de los Doce y pasan a jugar un importante papel
político, en particular en el campo nacional e internacional, especialmente
después del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en enero de 1978.

También es importante recordar que, en la medida en que se arreciaban las


acciones armadas, la burguesía y los grupos políticos de derecha se dan
cuenta de la posibilidad de una victoria sandinista, y tratan de convencer a
los norteamericanos de que es preferible que quiten a Somoza y queden
ellos, a que lleguen los comunistas, que así nos decían a nosotros. A finales
del año setenta y siete, Somoza hizo hasta un diálogo con la oposición.

En la medida que Somoza se aferra al poder, el embajador norteamericano,


Mauricio Solaún, llegó a considerar la posibilidad de un Golpe de Estado a
Somoza, en complicidad con cierto sector de la oposición. Hablan y hacen
planes, que nos llegaron a nosotros, en los que Estados Unidos aparece
maniobrando para quitar a Somoza e instalar un gobierno provisional.

En esta coyuntura, ustedes como Estado Mayor Insurreccional del Frente


Interno, Carlos Núñez, Joaquín y vos, creo, no sé si todavía estaba Bayardo
aquí en la ciudad, deciden lanzar un comunicado que decía “Golpe de
Estado No, Insurrección Sí”, precisamente porque, como se miraba que el
movimiento popular iba en ascenso, entonces los Estados Unidos trataron
de maniobrar. ¿Podrías exponernos un poco sobre eso?

William: La información así es. Pero no hallábamos cómo hacer, cuál sería
el canal para divulgar nuestro comunicado. Entonces me acordé de un
profesor de la Escuela de Periodismo, Leonardo Lacayo Ocampo, que era
corresponsal de la Agencia UPI (United Press International), un señor muy
respetado, que en ese momento ya estaba muy viejo, pero con mucho
prestigio, seguía trabajando como periodista. No participé en eso porque
me conocían, éramos colegas; entonces participaron otros compañeros, y
creo que fueron Joaquín Cuadra y Carlos Núñez. Fue un comunicado.

Comentario de la autora: Los que recibieron la denuncia fueron Oscar


Leonardo Montalván, Filadelfo Alemán y Filadelfo Martínez. Leonardo Lacayo
Ocampo, por una casualidad no se encontraba en Managua. Por la
Tendencia GPP participó Mauricio Valenzuela, a William se le dispensó por
su condición de periodista.

5
William: Ampliando sobre este tema de las circunstancias y por qué nos
decidimos por la lucha armada, sintetizo: porque ya no había posibilidades
de otras formas de lucha para alcanzar la democracia.

Desde 1934, con el asesinato de Sandino, y desde antes, siempre las


elecciones las ganaban los conservadores o los liberales, no había ninguna
otra alternativa en el poder; había interrupciones en las elecciones, golpes
de estado y pactos.
Desde entonces había componendas, el país estaba repartido entre
liberales y conservadores, y no ofrecía mayores esperanzas de cambio. La
represión institucionalizada, es decir, oficial, se mantenía a sangre y fuego,
sofocando los intentos por derrocar a la dictadura desde 1947, con el golpe
de la mina La India; en 1954, la rebelión del 4 de abril y en 1956 se da el
magnicidio, cuando Rigoberto López Pérez decide que el mal es el viejo
Somoza y toma la decisión de ofrendar su vida y acabar con la del dictador.

En 1958, 1959 y 1960 se dan diversos movimientos, incluyendo los de


Ramón Raudales; Chale Haslam; el de Manuel Díaz y Sotelo, el periodista
que es asesinado en Estelí junto a otros compañeros; y el movimiento
armado de El Chaparral.

Los del 4 de abril no eran sandinistas; Rigoberto López Pérez no era


sandinista, más bien era del Partido Liberal Independiente. Pero bueno, la
gente honrada tenía una gran conciencia por tratar de salir adelante,
tampoco era sandinista el Movimiento de Chale Haslam. De todos estos
movimientos, sólo el de Raudales era de la gente de Sandino. Tampoco lo
eran los de El Chaparral ni el de 1960, conocido como Movimiento 11 de
noviembre, en Jinotepe y Diriamba.

Después sigue 1961, ya comienza el Frente Sandinista, también el


movimiento de Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN). En ese momento
había un periódico muy importante que se llamó Impacto, cuando Ignacio
“Nacho” Briones era opositor a la dictadura de Somoza; ahora es aliado de
Arnoldo Alemán. Y luego aparece 1963 con Raití y Bocay, la primera gran
experiencia del Frente Sandinista.

Fijate desde hace cuánto tiempo: desde la muerte de Sandino, la gente ha


venido peleando, organizándose. En 1963 se da la primera gran expedición,
ahí está Tomás Borge, están todos los fundadores del Frente Sandinista,
compañeros nuestros, amigos, hermanos muy queridos; muere gente
valiosísima, gente de buena calidad, como decía Martiniano Aguilar, cuando
le preguntábamos: – ¿Cómo se siente, compa? ¡Calidad! –decía. Expresión
de lo mejor, ¿verdad? ¡Increíble Martiniano!

Entonces, después de 1964 se dan expresiones de lucha urbana, asaltos a


bancos en 1965 y 1966, hasta que en 1967 se da el otro gran movimiento:

6
Fila Grande y Pancasán, y además mueren otros compañeros valiosísimos
en la ciudad: Casimiro Sotelo, Hugo Medina.

Entre 1969 y 1970 la cosa no es fácil, y en ese padecer llegamos hasta


1979. Durante esa época la gente sufrió mucho, y ¿por qué sufría mucho?
Porque vivía muy mal, porque no tenía salud, porque no tenía educación,
porque había mucha represión.

La Guardia, los amigos de Somoza, acaparaban la tierra. Me acuerdo de


Victorino Lara, el Coronel ayudante de Somoza, quemaba los ranchos de la
gente, les quemaba las cosechas y que la gente se fuera más adentro, para
apropiarse de las tierras.

Nos encontramos en la montaña con compañeros colaboradores del Frente,


a quienes les preguntábamos: –Compá, ¿y qué anda haciendo aquí?, ¿por
qué está aquí? Entonces nos comenzaba a contar la historia de dos quemas
de casas, ¡dos quemas! Después de una quema, se habían internado en la
montaña; y donde los encontraban, les volvían a quemar las tierras. ¡Qué
increíble! Entonces esa clase de represión en el área urbana, en el área
rural, fue la que a nosotros nos formó, nos forjó, nos hizo honrados, y nos
hace no perder ese sello de gente buena, de luchadores sociales.

Para 1977, la montaña sigue aislada, sigue sola, hasta que se comienzan a
dar los operativos de 1977 y 1978, que logran descompresionar la
montaña, y es cuando se hace el plan de la insurrección final, que en el
caso de Managua, se nos adelanta.

Mónica: ¿Cómo se articuló el plan insurreccional aquí adentro, entre las


tres tendencias del FSLN?

William: Hicimos las pláticas, las conversaciones y toda la historia que ya


se conoce de que nos peleábamos, de que discutíamos, que los acuerdos,
que la desconfianza. Al final cuando comenzamos a golpear a la Guardia,
fue la guerra la que nos unió, el combate, la acción, nada de discursos ni de
politiquería ni de discutideras.

Creo que ésa es una lección que todos los sandinistas debemos aprender:
es trabajando que se une la gente ante las dificultades. Porque me acuerdo
que cuando me hirieron a uno de los muchachos en la emboscada de la Olla
de Barro2, en donde murió el jefe, que era Bermúdez, entonces le dije a
Joaquín que me prestara una casa de seguridad, y Joaquín me la prestó; y
ellos me pidieron dos rifles Garand, y yo se los presté, y con municiones.

Mónica: O sea, es en la dinámica del combate y de la lucha, que realmente


se fue dando la unidad, y lo que se firmó en marzo fue como la parte
protocolaria; pero la unidad ya se venía haciendo en base al enfrentamiento

7
a la Guardia de manera conjunta, colectiva y hermanada.

William: Cuando comenzamos las pláticas, a finales de 1978, vos ya estás


a cargo de Managua. Yo quedo a cargo del Frente Interno y Bayardo se va al
campo, al norte. De la Dirección Nacional los únicos que estaban aquí en
Nicaragua eran: Bayardo Arce, Carlos Núñez y Luis Carrión. Henry Ruiz
estaba en Honduras con Jaime Wheelock. Después Henry entra y llega a
Matagalpa, se reúne con Bayardo; y Jaime entra por Chinandega y llega
hasta León; el resto de los compañeros estaba en Costa Rica: Tomás, Tirado
López, Daniel y Humberto. El puesto de mando “Palo Alto” era allá, en Costa
Rica.

En esas condiciones, Mónica, fue que se elaboró ese plan que culminaría
con una insurrección en Managua. Se había visto la ofensiva del Frente
Norte, que inicia desde mayo; se interrumpió un poco por la muerte de
Germán Pomares en Jinotega, pero después las columnas guerrilleras
estaban preparándose para la insurrección.

Se diseñó esa estrategia pensando que en el Frente Sur, que era donde se
suponía iba a estar el mejor abastecimiento y el grueso de los
combatientes, podía jugar un papel determinante. El Frente Nororiental, que
era la gente de la montaña, iba a entrar a contactarse con Matagalpa. El
Comandante Luis Carrión, que es de los pocos miembros de la Dirección
Nacional que estaba en el país durante la ofensiva final, iba a estar con la
Columna Oriental, al lado de Juigalpa, Chontales. La gente de León, donde
estaba Dora María, Mauricio Valenzuela, Leticia Herrera y Leopoldo “Polo”
Rivas, que llegó al final.

Entonces, todos esos frentes iban a actuar sobre Managua, y los comandos
del Frente Interno en los departamentos, iban a estar esperando en Carazo,
Granada y Masaya. Nosotros íbamos a estar por tres días en Managua. Esa
fue la locura más grande que nos dijeron.

Mónica: Hablemos de la insurrección de Managua. Yo, originalmente


coordino acciones con Rafael Solís, Tercerista, y Gabriel Cardenal “Payo” de
los Proletarios. Gabriel era muy lindo, fraterno, de lo mejor como
compañero. Pero cuando se acerca la insurrección, cambiaron los
representantes. Aparece Raúl Venerio, por los Terces, y Oswaldo Lacayo, por
los Proles. Juntos éramos el Estado Mayor de Managua.

Aun no teníamos las fechas de la insurrección, pero sí los planes generales


y los planos. En la masacre de Xiloá, la Guardia Nacional asesina a los
compañeros Cristhian Pérez Leiva, Omar Hassan y Ricardo Orúe y también
captura los planes de la insurrección de Managua.

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En estos planes, el teatro principal de la insurrección estaba en los barrios
occidentales, mientras los barrios orientales serían el teatro secundario. Al
caer los planos, la EEBI se acuartela en el Estadio Nacional e inicia unos
patrullajes salvajes en ese sector. Decidimos voltear los planes, y el teatro
principal estaría en los barrios orientales; por ello iniciamos el traslado de
armas y combatientes que estaban en casas y buzones de los barrios
occidentales. Era una carrera de locos, porque era trasladar armas en
medio del despliegue de la Guardia, en carros, carretones y yo me acuerdo
que decidimos trasladar toda una unidad que teníamos en Altagracia en
medio de retenes y el guardierío patrullando.

William: En el plano que había hecho Pérez Leiva “El Inca”, los cauces que
bajan hacia el lago eran utilizados como fortificación. Esos cauces tienen
puentes, eran los puntos principales a defender, para que no pudieran
entrar los tanques.

Mónica: A principios de junio, como aún no era el momento de tomarnos


los barrios, decidimos hacer varios operativos contra la Guardia para
empantanarla e impedir que desplegara su apoyo a los otros frentes.
Además, necesitábamos mantener en acción a nuestra gente. Nosotros
teníamos unidades de combate encerradas en cuartos y se estaban
desesperando.

Planificamos un ataque en el reparto Las Brisas, pues la Guardia usaba


mucho la Cuesta del Plomo para movilizarse a occidente. Me acuerdo que
habíamos orientado que no se tiraran cohetes por el peligro de que
estallara la Refinería. Otra operación se realizaría en la Carretera Sur. Por
parte nuestra estaba “Willy”, Marcos Largaespada. Desde hacía meses
habíamos abierto trabajo en las faldas de El Crucero, cerca de La Casa
Embrujada. Ahí entrenamos gente y teníamos un campamento a cargo de
“Willy”. En la Carretera Norte, por la empresa de transportes Rocargo,
estaba Marcos Somarriba, de los Proletarios. Por el aserrío de Carlos Morales
Orozco, estaba Ramón Cabrales “Nacho”. El grupo de El Crucero cortó la
carretera derribando grandes árboles y ahí montó una emboscada exitosa
contra la Guardia.

Por esos días, le doy al Estado Mayor una casa de seguridad donde nos
reconcentramos y empezamos a operar como un solo mando. Quedaba de
La Vicky, como siete cuadras al lago y una cuadra arriba. Ahí instalamos los
radios de comunicaciones, los planos, y teníamos reconcentradas a las que
serían luego las unidades de apoyo y respaldo del Estado Mayor. Me llevé a
“Venancia” Isabel Castillo, Francis Araica y a “Ernesto”.

Había una gran efervescencia, hasta el punto que, con cualquier acción,
mucha gente pensaba que ya era la insurrección. Cuando se dan estos
ataques el nueve de junio, la gente se lanza a las calles creyendo que ya es

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la insurrección, y empiezan a hacer barricadas. Cabrales me manda a decir
que el asunto es incontenible, ya la gente comienza a hacer barricadas,
aunque algunos les decían que se retirara. Igual cosa le reporta Marcos
Somarriba a Oswaldo Lacayo. Así comenzó la insurrección de Managua.
Todavía no habíamos terminado de trasladar las armas que estaban en los
barrios occidentales.

Entonces decidimos meternos al teatro de la insurrección el día 10 de junio


por la tarde. Vos pasaste buscándome en un vehículo de tu estructura, ahí
metimos fusiles y sub-ametralladoras del Estado Mayor; pero casi no
pudimos usarlo, porque ahí no más ya no se podía pasar. Estaba lleno de
barricadas con gente desarmada. El compañero tuvo que dejar su vehículo,
y luego la Guardia se lo quemó.

Cargamos todas las armas, los radios y lo que llevábamos, y entramos a pie
atravesando el Barrio Riguero; cruzamos el cauce por un puente peatonal,
llegamos a la Pista El Dorado y entramos a ese reparto. La gente se puso
eufórica cuando nos vio llegar, vestidos de verde olivo, con nuestros
pañuelos rojinegro en el rostro y con buenas armas. La Carreta Norte era
más complicada, porque era asfaltada, no de adoquines, teníamos que
trasladarlos. El Edificio de Armando Guido fue un punto donde se apostó la
Guardia con francotiradores, y desde ahí nos pasó martirizando un buen
tiempo.

William: Lo que nos habían dicho era que teníamos que resistir tres días,
para impedir que le EEBI avanzara hacia el Frente Sur y hacia el Frente
Norte; mientras, en Estelí, costó muchísimo tomarse el cuartel, lo cual sólo
ocurrió hasta el 16 de julio. León también nos atrasaba.

Mónica: La toma de los cuarteles no era cosa fácil; vos podías tener
controlado todo el territorio, pero ellos se acuartelaban. El ataque a una
posición es siempre muy complicado, te puede llevar meses rendir una
posición.

William: Siempre y cuando tengan abastecimiento, municiones y una


fortificación adecuada.

Mónica: Todas las tendencias del FSLN teníamos tres tipos de organización:
pública, legal y política. Hacíamos la coordinación de las organizaciones
públicas por medio del MPU, el Movimiento Pueblo Unido. Se coordinaba la
acción sindical, las organizaciones de mujeres, de maestros, etcétera. Ahí
estaba la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional.

William: En el Frente político estaba Julio López Campos, Glenda


Monterrey, Moisés Hassan, Lea Guido, así como el profesor Pedro Ortiz y
Lucío Jiménez.

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Mónica: Después estaban formas de organización militar amplias, del
pueblo. En el caso nuestro eran los CAP, Comités de Acción Popular; los
Proles les llamaban Brigadas Populares, y los Terces, Milicias Populares. Las
tres eran modalidades para permitir la participación más amplia de los
jóvenes. Éstos tenían autonomía operativa, y podían accionar muy pegado
al territorio, al barrio.

Entonces se combinaba todo tipo de acciones con un solo objetivo:


desgastar al enemigo, fortalecer la lucha militar y prepararnos para las
sucesivas insurrecciones que dieron realmente al traste con la dictadura.

Después, a lo interno, teníamos las unidades militares. En la GPP se les


llamaron Unidades Tácticas de Combate (UTC), en Managua el responsable
era Ramón Cabrales “Nacho”. Los Terces les llamaban Escuadras, y los
Proles, Comandos Revolucionarios. Estas unidades tenían un poco más de
entrenamiento y armas de guerra, como rifles Garand, carabinas, algunos
fusiles FAL y sub-ametralladoras.

Nuestra tendencia entró más o menos con unos cuarenta fusiles, los Proles
un poco menos, y los Terces como con setenta, pero tenían RPG-2 y
ametralladoras. Me acuerdo de Carmen “La Chilena” corriendo en La Liebre
con el cohete. Una mujer heroica. En total no pasamos de ciento veinticinco
armas orgánicas, como les decíamos. Lo que la GPP tenía era bastantes
combatientes, pero nunca nos llegaron las armas.

William: Nosotros teníamos en Masaya la Unidad de Combate Rufo Marín, y


había una escuadra con el nombre de otro mártir. En Granada teníamos dos
escuadras pequeñitas que hicieron algunas acciones, pero no gran cosa. En
Jinotepe había cuatro escuadras guerrilleras: dos en la ciudad y dos en el
campo.

Cuando nosotros nos metemos a los barrios orientales, se levantan también


los occidentales: Altagracia, Monseñor Lezcano, San Judas, siempre fueron
combativos.

Mónica: Es que en esos barrios todos los combatientes populares tenían la


orientación de levantarse, en cuanto sonaran las primeras acciones. Y ellos
hacen un levantamiento en esos barrios, pero no tenían suficientes armas.
En Altagracia, estaba de responsable Perla María Norori, que muere
precisamente en esos días, y no sé cómo, nunca he podido aclararme.

William: Que era la compañera de Lumberto Campbell.

Mónica: Metemos una unidad de combate a El Dorado, en la casa de Jaime


Ocón, y los Prole, igual; y otra unidad en Bello Horizonte. Los Terces

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también tenían sus unidades en esos sectores. Los barrios occidentales se
levantan y no pueden resistir. Los compañeros con más experiencia militar
orientan realizar un repliegue, pero durante el mismo se produce la
masacre de Batahola el 15 de junio. Hubo más de cien muertos. Buscaban ir
hacia el sur, para llegar a Diriamba.

Recuerdo que en plena insurrección, me encontré con “Payo” Gabriel


Cardenal, y me abrazó levantándome en el aire, eufórico: – ¡Lo hicimos,
“Isabel”! Es como que lo esté viendo, cuando lo recuerdo con su enorme
sonrisa. Le pregunté dónde estaba, pues no lo había visto; y me respondió
que en San Judas y todavía andaba metiendo armas.

William: La gente del barrio El Riguero fue increíble cómo nos recibió;
cuando nosotros entramos, éramos Joaquín, Carlos Núñez y yo, después
estabas vos, Oswaldo y Raúl, que íbamos juntos todos, los pasamos
llevando, más otro compañero que andaba con nosotros, en total éramos
unas diez o doce personas que llegamos, que éramos los jefes de la
insurrección. Y entonces la gente se entusiasmó, comenzó a levantar
barricadas, y de allí nosotros seguimos organizando a la gente en
escuadras, la gente comenzó a buscar medicamentos, y los muchachos
comenzaron a entusiasmarse y a organizarse, son como las primeras
escuelitas. En los Repuestos La 15, se hizo una gran barricada.

Comentario de la autora: William tuvo una confusión que ya no pudimos


aclarar, porque el Estado Mayor del Frente Interno entró un día después que
el Estado Mayor de Managua. No recuerdo si “Aureliano” entró con nosotros
o con Carlos Núñez. Recuerdo bien que el Estado Mayor de Managua
entramos el 10, porque todavía no había caído Sierra 13, la sección de
Policía que estaba por el Mercado Periférico, frente al Cementerio Oriental,
y esa noche estuvimos volándole tiros como parte del acoso a esa unidad.
Al día siguiente, nos encontramos con Carlos Núñez y Joaquín Cuadra, en El
Dorado.

Mónica: Mi actual suegro, Virgilio López, en ese entonces como de setenta


y cinco años, tenía una pistolita 22, y se la dio a los compañeros que
levantaban barricadas en los Repuestos la 15, y ahí estuvo el viejito
ayudando a llevar piedras para hacer la gran barricada que la gente
levantó. Realmente, el apoyo de toda la población de estos barrios fue
fundamental, toda esta gente se movilizó.

La primera noche, nosotros nos vamos a la calle central de Ducualí; en la


Sagrada Familia, ahí nos organizamos un poco. Recuerdo que ya estaba
sitiada la Sierra 13, fatídica Unidad de la GN desde donde operaba el
“Macho Negro”. Se dieron fuertes combates hasta que logramos

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desalojarlos totalmente. La Guardia resistió el acoso de nuestras fuerzas
hasta el día siguiente. Incluso, la Guardia metió un fuerte grupo de
infantería y un tanque por la Carretera Norte, sobre la calle principal de la
Colonia Salvadorita, para sacar los pocos guardias vivos que quedaban.
Fueron feroces los combates de los milicianos y nuestras fuerzas sobre esa
calle.

La gran aspiración de la gente era encontrarse al “Macho Negro” tendido;


encontraron otros cadáveres, pues la Guardia sólo se llevó el cadáver del
oficial, un teniente Gaitán. Cuando fui a ver lo que fue la temible Sierra 13,
ya casi en la noche, encontramos cadáveres quemándose y el cuartel con el
techo prácticamente inexistente, pues los milicianos lanzaron bombas al
por mayor. El comando no cayó porque tenía fuertes paredes de concreto.
Dejaron algunas armas, lo que nos llenó de alegría. Eso fue el 11 por la
tardecita. Es mismo día entró el Estado Mayor del Frente Interno.

Al día siguiente, prácticamente todos esos barrios estaban liberados,


conforme el plan. Nuestras fuerzas pudieron organizarse mejor. Orientamos
el reforzamiento de barricadas en los puntos convenidos e hicimos la
distribución de las unidades militares. En buena medida, los puntos se
distribuyeron por tendencias, pero en realidad eso quedó a nivel de
mandos, porque después cada punto tenía combatientes procedentes de las
tres tendencias. Lo que hicimos fue definir los mandos de acuerdo con las
calidades y el entrenamiento; en algunos casos, el mando se definió en el
propio terreno, pues surgieron muchos buenos combatientes populares con
un gran liderazgo.

Recuerdo el caso de Jorge Roustan “Norman”, que se me presentó con un


lindo fusil 22 con mira telescópica, explicándome que era experto tirador. Y
fue clave contra los francotiradores. Él comandaba un grupo de milicianos y
llegó a ser un gran jefe. Los puntos claves eran los puentes sobre las pistas
La Resistencia y El Dorado, y luego, Transportes Modernos, o sea Rubenia, y
los puntos de entronque con la carretera Norte, como IMPASA.

Los barrios exteriores eran como un anillo, donde operaron varios días
unidades de milicianos: Riguero, El Paraisito, Tenderí, Larreynaga y San Luis,
por el lado Occidental. Por el lado Oriental: Villa Progreso, Xolotlán, lo que
es hoy Georgino Andrade, Rubenia. Por el Sur: 14 de Septiembre y Santa
Bárbara. De manera que la Guardia sólo pudo acercarse a la línea de
defensa principal varios días después, cuando desplegó todo su plan de
acoso.

Oyente: Dos preguntitas rápidas; una, al Comandante Ramírez, ¿qué


posición o qué función tuvo la famosa Columna Walter Ferreti?, creo que le
llamaban la Columna Móvil, en los barrios orientales.

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Y una pregunta, para ambos: ¿No creen ustedes, Comandantes, que a veces
se crea en el ambiente que hay sandinistas buenos y sandinistas malos?,
¿cómo que unos pelearon y otros no pelearon? Yo considero que, como
parte de la unidad, hay que resaltar las virtudes de todos, porque todos
pusieron algo en la lucha.

William: Bueno, yo quería decirle que cuando estábamos posesionados del


teatro de operaciones, cuando estábamos en Ducualí, nosotros organizamos
varias unidades a iniciativa del Comandante Walter Ferreti. Primero fue una
unidad móvil, que los mismos combatientes le pusieron los “Caza Perros” o
“La Liebre”, por su agilidad, que se infiltraban en las filas enemigas, es
decir, fuera del área de operaciones nuestras, e iban a emboscar a los
guardias que andaban patrullando cerca de nosotros. Esa era como nuestra
primera línea de defensa móvil.

Era lo que se llama militarmente hablando, una defensa activa. Es decir,


vos tenías unidades móviles defensivas que andaban en ofensiva táctica y
en una defensiva estratégica. Eso es lo que podríamos decir así, en
términos militares.

Y después se formó otra unidad, más grande, estructurada con unos


cuarenta compañeros valiosísimos, algunos de ellos me los he encontrado,
como Armando Martínez, por ejemplo, que es una persona que llama a este
programa, y llama también a la 580, a mis programas.

Mónica: Esta Unidad se llamó Oscar Pérezcassar y fue la que nos permitió
resistir tantos días, porque la Guardia se desconcertó. Nosotros no
estábamos defendiendo los puentes y otros puntos nada más. Ellos no
podían saber por dónde, fuera de nuestras líneas de defensa, les atacarían.
Esta unidad, cuyo Responsable era Walter Ferreti, “Chombo”, salió a hacer
operaciones súper arriesgadas. “Chombito” me contaba que en una ocasión
salieron a lanzarle morteros a la Loma de Tiscapa, a la propia Casa
Presidencial. Todo perseguía llenar de zozobra a la Guardia. Fue una
operación de un pequeño grupo. Llegan, instalan el mortero, le lanzan tres
descargas y se van a todo gas.

William: Yo quería referirme al señalamiento de que podemos estar siendo


injustos sobre si unos participaron y otros no. Cuando estamos hablando de
los papeles históricos en los tiempos, tenemos que ubicar quién es quién.
Cuando se da la ofensiva final, hay compañeros de la dirigencia del Frente
Sandinista que están en el país y otros que no están. Eso es objetivo, eso
pasó en ese momento. Hay compañeros valiosísimos dentro del Frente
Sandinista, que no participaron de la ofensiva final, porque estaban presos
o haciendo tareas en el exterior, de solidaridad.

14
Por las circunstancias históricas que se dieron en ese momento, había
gente que nosotros teníamos en Honduras, por ejemplo, y que después nos
reclamó por qué no le habíamos autorizado el ingreso al país.

¿Quiénes estaban dentro en ese momento? Estaban Bayardo, Luis Carrión y


Carlos Núñez; sólo ellos, el resto, no. Henry estaba en Honduras y se había
ido para Costa Rica, estuvo en Panamá, fue a Cuba, regresó cuando la
insurrección final, él entró por Honduras, llegó hasta Matagalpa y ahí se
unió a Bayardo. Jaime Wheelock entró por Chinandega. Esos son los
compañeros de la Dirección Nacional que participaron, algunos plenamente,
otros no.

Ahora, ¿eso le quita mérito a Daniel, a Tomás, por su trayectoria


revolucionaria? Para nada. Nadie va a dudar, ni de la trayectoria de Daniel
ni de la de Tomás, ni de la los otros compañeros como Víctor Tirado. Lo que
pasa es que en ese momento no estaban, ahí los agarró la historia. A unos
dentro y a otros fuera, pero no estamos diciendo, ni que son buenos ni que
son malos; ni que son mejores, ni que no son mejores, no. Para nada.
Estamos relatando lo que ocurrió. Es como una fotografía, ahí está, esos son
los que estaban a la hora de la foto; el que no está, no está, no salió. Eso lo
queremos decir, para que no se mal interprete; ni queremos en lo absoluto
tratar de ser tendenciosos y decir que unos sí y otros no; para nada, no es
ésa la intención.

Mónica: El compañero también dijo que queremos dar a entender que hay
sandinistas buenos y sandinistas malos. Aparte que eso de calificar de
buenos y malos no es nuestro estilo, yo debo enfatizar que lo importante no
es lo que se hizo en el pasado. Como William dice, tenemos que presentar
una fotografía y sus circunstancias. Fulano estaba ahí en ese momento y en
esas circunstancias, y por eso sale en esa fotografía. Muchas veces he
reflexionado en este programa sobre el hecho de que nos haya tocado a
nosotros estar en los momentos gloriosos de la insurrección final y del
triunfo de la revolución, de alguna manera es circunstancial. Lo
fundamental no es eso, sino lo que uno está dispuesto y sigue haciendo en
el presente, lo que hizo después y lo que se mantiene haciendo ahora. Y en
eso sí, yo quiero decir que hay compañeros que han abandonado la lucha, y
que ya no están en la lucha. Eso es verdad. Otros, porque tienen otras
concepciones.

Creo que la historia es la que al final de cuentas y seguramente no ahorita,


sino más adelante, va a decir quiénes se mantuvieron firmes en los
objetivos históricos hasta el final y quiénes no; quiénes se desviaron hacia
otro tipo de concepciones, hacia otro tipo de opciones, incluso de carácter
personal. Porque alguien puede decir, hombré, yo ya di, me retiro, me voy a
dedicar a mis negocios. Y eso ha ocurrido.

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Entonces, no se le puede negar que históricamente participó en la
insurrección; pero tampoco se puede creer, que porque lo hizo, la condición
de revolucionario se mantiene eternamente. Creo que la condición de
revolucionario se confirma todos los días en la acción, y obviamente que
eso no se puede medir en lapsos de tiempo muy cortos. No podés
descalificar a alguien, porque se retiró un año, dos, no; puede ser que por
problemas personales, que sé yo, no tuvo un gran protagonismo en tal o
cual circunstancia; pero si su vida sigue consagrada desde distintos tipos de
escenarios, porque también eso ocurre, a unos les toca ser periodistas, a
otros les tocó estar en la lucha política, y a otros estar en la lucha social,
por ejemplo.

Hay muchos compañeros que están en organismos no gubernamentales,


que están luchando contra la pobreza, que están luchando por la
organización popular, en el movimiento comunal, los que están en los
sindicatos, están en distintas trincheras, pero al final están con el mismo
objetivo. Creo que tiene que haber capacidad histórica de medir esa
consecuencia en un período de tiempo mucho más amplio.

Oyente: Julio César Miranda Aguilar. Recordemos que mañana es cuatro de


junio: es cuando realmente se inicia la huelga a nivel nacional que jugó un
papel fundamental, ese día se paralizó este país.

Algunos andábamos en diversas tareas de apoyo, organizando a los


trabajadores. Me acuerdo que yo estaba en ese tiempo en el Movimiento
Sindical Pueblo Trabajador, que jugó un papel importante en el tramo de la
Carretera Norte, entre los kilómetros cuatro y siete. Recuerdo que el que
atendía ahí era Chico Meza Rojas y lo asesinaron por la Kativo. Estaba
organizado el Frente Patriótico Nicaragüense, el Movimiento Pueblo Unido y
otras ramificaciones organizativas que atendía el Frente Sandinista.
Entonces, yo quería aportar que un día cuatro de junio se paralizó
totalmente este país; ahí está el comunicado de la Dirección Nacional
Conjunta de esa época, que hacía el llamado a todas las fuerzas
progresistas de esa época, porque ahí participó la empresa privada, los
sectores más progresistas y algunos otros partidos que estaban en contra
de la dictadura, porque ése era el enemigo que estaba identificado
plenamente, el enemigo principal: la dictadura somocista.

William: Efectivamente, hubo un gran movimiento nacional para centrar


todos los esfuerzos y derrocar a Somoza. Había preparativos y no eran
únicamente militares, eran políticos también, con las fuerzas de los políticos
nacionales respaldando con una grande e intensísima solidaridad
internacional, fabulosa.

En Nicaragua, el esfuerzo que se hacía con los demás sectores se expresó a


través del Frente Patriótico Nicaragüense. Esa gran unidad nacional fue

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determinante para terminar con la dictadura. Igualmente fue determinante
el que varios países del mundo, y países de América Latina, le retiran el
apoyo a Somoza, cuando la OEA en su famosísima reunión resuelve que
Somoza tenía que renunciar. Le mandaron un emisario, y después la tarea
nos tocó a nosotros, empujar hasta el final. Incluso, hasta los Estados
Unidos le quitaron el apoyo que lo había sostenido durante los cuarenta
años que duró esa dictadura.

Mónica: Ahora reflexionemos, William. ¿Cómo resistimos ahí diecisiete


días? ¿Por qué hacemos el repliegue?

William: Nosotros ya no teníamos municiones. De Costa Rica nos


informaron que ya no nos iban a mandar más, que el próximo era el último
envío. Nosotros no hacíamos nada estando en los barrios orientales sin
tener municiones, y la Guardia se había mantenido contra nosotros sin
poder entrar. Pero, si muy poco íbamos a hacer, sería un sacrificio inútil
para toda la población que estaba allí.

Nos reunimos y hablamos con la gente que estaba en Costa Rica. Nos
dijeron que pensáramos en la posibilidad de irnos para León, para que nos
encontráramos con el Frente Occidental Rigoberto López Pérez. Pero ir a
León, atravesando noventa kilómetros en despoblado, no nos parecía. Les
planteamos ir a Masaya, que era más corto, que conocíamos la ruta, y que
no iríamos en despoblado. Nos dijeron que la decisión la tomáramos
nosotros, que éramos los que estábamos en el terreno.

El único que se opuso fue “Chombo”, quien lloró; se opuso porque decía que
cómo nos íbamos a ir sin la gente, que no podía ser que sólo los
combatientes. Y fue ahí que nosotros dijimos que el que se quería ir con
nosotros, que se fuera: Y se fueron como seis mil personas. Una cosa
extraordinaria para un movimiento militar.

La población civil junto con guerrilleros, avanzando bajo un bombardeo


salvaje, incesante, inclemente, combinado los ataques de los push and pull
y los T-33. También había un carguero DC-10, que apodamos “El Dundo
Eulalio”, y que hoy nos da risa. Así tomamos la decisión y nos distribuimos
las responsabilidades. Yo iba adelante con Joaquín Cuadra, en medio iba
Carlos Núñez, y atrás estabas vos con Raúl Venerio.

Mónica: La larga columna la cerrábamos nosotros “El Manchado”, Rolando


Orozco. Recuerdo que fuimos los últimos en salir del puente El Edén, donde
se había decidido que nos íbamos a volar ese puente con una carga de
dinamita que instaló Federico López, quien era explosivista; pero al final no
supe por qué no explotaron las tales cargas. Creo que fue mejor, porque tal
vez con la explosión hubiéramos alertado al enemigo.

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Realmente lo más importante fue, que a pesar de que fue una marcha de
seis mil personas, fue absolutamente secreta. La Guardia no se da cuenta
de que nos habíamos ido de ahí. Dejamos las barricadas, y en algunas de
ellas, pusimos muñecos con gorras y con palos, para que pareciera que
estábamos allí. La Guardia se da cuenta después del ataque que hacemos
al día siguiente a una patrulla en Veracruz, cuando recuperamos una
ametralladora 50.

Entonces comienzan a reportar a través de la radio comunicación: –Van


miles de piricuacos, van miles de yeicos. No entendían qué pasaba. Hasta el
mediodía, es que ellos se dan cuenta que esa gente que va ahí, somos los
que estábamos en Managua, y entonces comienzan a bombardear con los
push and pull. Después que recuperamos la ametralladora 50 en Veracruz,
cada vez que pasaba un avión, algunos compañeros le disparaban ¡y nunca
le dieron!

William: Un asunto positivo fue el hecho de llegar a Masaya con


municiones, porque cuando nos vino el último cargamento, fue el día antes;
eso nos permitió llegar a Masaya, donde los compañeros estaban en
situaciones delicadas. Los guardias de El Coyotepe estaban dándole duro a
los compañeros que combatían en La Barranca. Entonces, nosotros
llegamos a fortalecer realmente, no llegamos a ser un problema, sino una
ayuda.

Mónica: Porque además, con las fuerzas que nosotros llevábamos de


Managua, se organiza la toma de Jinotepe, después los demás pueblos y la
toma de Granada. Es decir, que esa fuerza se convirtió en una fuerza móvil
que permitía que, mientras los compañeros del lugar defendían sus
posiciones, nosotros ayudábamos a la liberación de más pueblos.

En la toma de Jinotepe caen Martín Castellón Ayón, Erick Castellón, Rufino


Garay, “Vikdar”, de la columna de “Chombito” y Rolando Orozco “El
Manchado”, en cuyo honor conformamos el Batallón Rolando Orozco, que
durante varios días pasamos entrenándolo en las calles de Jinotepe. Con
este batallón fuimos a la toma de Granada.

William: Con Oswaldo Lacayo y vos. Carlos Núñez y yo nos quedamos en


Jinotepe.

Mónica: Sí, pero Oswaldo y Raúl Venerio se quedaron en Masaya; del


Estado Mayor de Managua, sólo yo voy con el Batallón. Me incorporo al
pelotón de Claudio Picasso, a quien le correspondía atacar las unidades de
la Guardia que estaban en el centro de Granada, el Palacio de
Comunicaciones y los campanarios de Catedral.

18
Cada pelotón tenía su objetivo de ataque. Todos los objetivos fueron
cumpliéndose el primer día, pero no pudimos tomarnos el Comando de La
Pólvora. Nosotros cercamos el Comando el día 17, pero los guardias se
acuartelan. En Jinotepe nos costó dos días tomarnos el edificio de
Comunicaciones. Allí es donde mueren nuestros compañeros, en el caso de
Jinotepe, en ese punto, porque del comando salió Rafael Lola el mismo día
5. No aguantó nada.

William: Nosotros, Joaquín y creo que Carlos Núñez también, interrogamos


al Coronel Ruiz; pero ante quien se rindió la Guardia, fue ante vos. ¿Qué fue
lo que pasó? Yo no me acuerdo de eso porque no estaba allí.

Mónica: En el caso de La Pólvora, había como trescientos guardias. Toda la


tarde y la noche habíamos estado disparándoles. En la mañana del 18, los
tenemos totalmente rodeados. Nosotros estamos muy cerca del comando,
comienzo a conminarlos a que se rindan; ellos contestan, y yo
argumentándoles que no tiene sentido más derramamiento de sangre, que
se rindan; les decimos que ya se fue Somoza. Ellos tenían un parlante y
nosotros contestábamos a gritos.

Finalmente sale el Comandante, envuelto en una bandera de Nicaragua y


con una bandera blanca. Se acerca y dice: –Vengo a negociar las
condiciones de rendición, quiero hablar con el jefe. Entonces le digo: –Yo
soy la jefa. Y dice indignado: – ¡Ah, no!, ante una mujer yo no me rindo.
Entonces, le dice “Chombito”, quien se había acercado adonde nosotros: –
Pues te vas a tener que rendir, porque ella es la jefa. Y no tuvo más
remedio, aunque andaba muy empurrado.

Y nos retiramos unos metros a hacer la negociación. Yo les mandé un


mensaje a ustedes para que se encargaran del asunto, porque la situación
militar no estaba resuelta. Todavía quedaban unos guardias en el mercado,
que no querían dejar de disparar. Aquí ocurrió algo curioso. Me llevo al
Comandante a una casa donde ustedes llegaron, como a una cuadra de La
Pólvora, y luego me regreso al comando. Ya “Chombito” había conseguido
que muchos guardias le dieran los fusiles; pero cuando llego sale del cuartel
un militar, un hombre joven, me dice que es teniente, de hablar culto, y me
empieza a hablar como grandes amigos, como si simpatizara con nosotros.
El teniente me dice que quiere entregarme su arma. Y me da una sub-
ametralladora checa, lindísima, pequeñita. Yo no sabía que era checa. Y
cuando me llegan a decir que había un grupo de guardias que no dejaban
de disparar en el mercado, le pido a él que vaya conmigo a convencer a los
guardias para que se entreguen, que todo acabó, que no tiene sentido
seguir derramando sangre. Y acepta y me voy con él y con un grupo, y ahí
estuvo convenciéndoles a gritos, diciéndoles quien era él. Nunca supe quién
era ni me lo volví a encontrar.

19
William: Por su parte, el Comandante propuso que quería salir fuera de
Nicaragua y lo sacamos hacia la frontera con Costa Rica; los otros guardias
pasaron a la Cruz Roja. Cuando lo iban sacando, la Guardia de El Coyotepe
mortereó al convoy. ¡Pero éste es otro tema!

En la insurrección de Managua se destacan gente como Claudia Picado,


como Ramón Cabrales que era el jefe, como Walter Ferreti “Chombo”.

Mónica: William y yo hemos reconstruido una lista, muy incompleta, de los


que ya no están con nosotros. No podemos olvidar a Carlos Núñez, hecho
de un material especial, siempre muy fraterno y persuasivo; un Marcos
Somarriba valiente; Walter Ferreti, muerto después del triunfo, “Chombito”
era excepcional, dulce, tierno, de hablar suave pero muy combativo,
sensible con su tropa, se dio a querer y le obedecían con respeto. William
Duarte fue segundo de la Oscar Pérezcassar y cayó en uno de los primeros
combates en los barrios orientales.

El Comandante “Julio”, Oscar Lino Paz Cubas, tenía su cuartel en unos


billares; arrojado y con liderazgo natural evidente, se movía con sus
milicianos como pez en el agua. “El Sobrino”, Carlos Sánchez, jefeaba un
grupo y andaba con una ametralladora 30 porque era un hombre grandote.
Lo hirieron en una pierna y así anduvo hasta que ya no podía caminar.
Quedó herido en un hospital y parece que allí lo asesinaron. Aristeo
Benavides, creo que había andado en la primera insurrección de Estelí.
Murió en un operativo en La Pedrera, en Veracruz, cuando íbamos
replegándonos, fulminado por una ametralladora cincuenta.

De los que cayeron en Piedra Quemada recuerdo a Martha Lucía Corea,


pero tengo una lista oficial de casi cincuenta compañeros, entre ellos seis
mujeres.

Justo Rufino Garay cayó dentro de la Catedral de Jinotepe; había formado


parte de grupos de teatro, era fuerte y cetrino y formaba parte del grupo
selecto que acompañaba a William Ramírez. Erick Castellón, otro
extraordinario combatiente, cayó en el primer asalto a Telcor. Rolando
Orozco era un combatiente ejemplar. También se ganaba el cariño de los
compañeros porque mandaba con voz calma pero firme. Había sido
despachador de un supermercado. No lo había conocido antes, era
Tercerista y nos hicimos grandes amigos y andábamos juntos de arriba
abajo. Cuando lo mataron, no sé porque circunstancias no estábamos
juntos. Por eso no podía creer cuando me dijeron que en uno de los intentos
de toma del edificio de Telcor, una bala lo mató instantáneamente. Después
pensamos que nos empeñamos demasiado en ese jodido edificio que, de
todos modos, estaba condenado a caer.

20
De Managua también salió el obrero César Augusto Silva, caído en Masaya.
Con las fuerzas que quedaron ahí, se constituyó otro Batallón, que se
bautizó con su nombre. Alguien especial era Martín Castellón Ayón “Paco”,
quien había combatido en el Frente Norte y en la insurrección de 1978 en
Estelí. Perteneció a la unidad Liebre o Caza Perros, y luego a la Oscar
Pérezcassar. Nunca me voy a olvidar de él en el repliegue. Como
recordarás, William, pretendimos que el repliegue fuera ordenado, pero no
fue tan así. “Nacho”, quien iba a la retaguardia, llegó de primerito; y
nosotros, que también éramos de la retaguardia, nos juntamos en Veracruz
con parte de la vanguardia.

Caminamos toda la noche, íbamos súper cansados, y yo escuchaba en el


camino a alguien contando chistes, y todos nos reíamos. Cuando comenzó a
amanecer, él seguía contando chistes, pero ahora ya lo podía hacer con
gestos, con mímicas. En un momento dado, se puso a imitar a un renco. Y
en medio de las dificultades y la tensión, nos mantuvo alegres. Ese era
“Paco”, Martín Castellón. Para la toma de Jinotepe, participó con gran coraje
y valentía, y fue herido en uno de los primeros combates. Me conmovió
verlo herido en el estómago. Lo trasladamos al Hospital de Jinotepe y peleó
duramente contra la muerte. Lo iba a ver y me daba cuenta que se estaba
deteriorando. Se le sacó en un avión a Costa Rica, y no pudo llegar con
vida. “Paco” se distinguía por su compañerismo, su coraje, su convicción en
la victoria y por su alegría.

De los que sobrevivimos: Joaquín Cuadra Lacayo, Oswaldo Lacayo, Raúl


Venerio, Ramón Cabrales Aráuz, Walter Ferreti, Marcos Largaespada, Róger
Cabezas, Eduardo Cuadra Ferrey, Marcos Somarriba. La Comisión Política:
Moisés Hassan Morales, Julio López Campos, Glenda Monterrey Vásquez,
Lea Guido y Marcos Valle. Jefes de pelotón: Isabel Castillo “Venancia”, Javier
López Lowery, el “99”, el misterioso “JC”, Edgard Guerrero, José Ángel
Nicaragua, William Antonio Pascasio, Claudio Picasso, Harry Chávez, Jorge
Roustan “Norman”, Francisco Guzmán, Chico “Garand”, Iván García, Danilo
Norori y Rafael Solís. Combatientes en las primeras líneas de combate:
“Huesito” Mairena, Elizabeth Pinell, Ibis Hernández “La Negra”, “La
chaparrita” chilena, la del RPG, “Carmen”; Mayra González, y también Pablo
Emilio Barreto, Margarita Montealegre disparando sus cámaras. Estos son
los nombres que recordamos ¡porque fueron cientos!

Y no podemos olvidar a Walter Mendoza, quien fue el que le puso el nombre


al periódico Barricada, porque cuando estábamos en Masaya, él nos llevó
un periodiquito que tenía ese nombre.

William: Walter era un muchacho flaco con unas grandes cualidades, como
casi todos los revolucionarios. Cuando llegué a Managua, él estaba bajo la
responsabilidad de Noel Escobar. Walter atendía parte del sector estudiantil
y parte del trabajo de los barrios occidentales. Había participado en varias

21
acciones militares. Cuando se da esta situación del repliegue, lo
responsabilizamos de que garantice que la gente de los barrios occidentales
pueda buscar cómo protegerse y evitar pérdidas humanas, que deje las
indicaciones para que todo mundo pueda cusuquiar. Habíamos dicho en
aquella oportunidad que era volver a la clandestinidad, no quedar abierto, y
que nos alcanzara en Masaya.

Walter Mendoza efectivamente deja organizados los barrios occidentales


con las orientaciones que habíamos dado, y se va para Masaya; en la
entrada de El Coyotepe, lo capturan con Frank Toruño e Ismael Castillo. Los
matan y los entierran allí mismo, al pie de El Coyotepe.

Mónica: Varios oyentes nos han pedido hablar de algunos caídos, como
Idania Fernández y Araceli Pérez. Vamos a dejar pendiente ese tema porque
cayeron en Veracruz, León, junto a Oscar Pérezcassar.

William: Sobre Araceli quería comentar que era mexicana. Yo le voy a dejar
flores a dos personas: a Araceli y a “Chombo”. Ahorita, Día del Padre, le
pasé dejando un ramo de flores a “Chombo”. Siempre voy a León a que le
limpien la tumba a Araceli Pérez y a dejarle unas flores, porque su hermano
trabajó conmigo aquí, el mexicano César Pérez Darias. Tengo comunicación
con ellos vía internet.

Mónica: El tiempo se ha agotado. Tus reflexiones finales William.

William: Quiero que lo que contamos sobre una parte de la organización


pre-insurreccional, la insurrección y el repliegue, les sirva para que
investiguen, para que pregunten, para que sepan cómo fue.

Seguramente no lo dijimos todo, ni lo dijimos bien; así que pregunten a


otros, que les cuenten parte de lo que nosotros dijimos, que les completen,
que les complementen. Busquen libros, busquen archivos, para que sepan
qué fue lo que pasó para llegar al derrocamiento de Somoza.

Que les cuenten cuáles eran las condiciones económicas en que vivía la
gente, cómo estaban organizados los bancos, cómo era que la gente hacía
para tener sus casas; cómo era la Policía de entonces, cómo era la Guardia
Nacional, que si era distinta o si era la misma; pregunten quién abastecía a
Somoza, quién era el que lo mantenía, que si era bueno o si era malo. Todo
eso pueden preguntar los chavalos. Es importante que los padres de familia
cuenten lo que saben. Es importante que hagan comparaciones, que
expliquen las causas didácticamente, pedagógicamente, con calma,
diciéndole a cada niño, a cada estudiante por qué esto, por qué lo otro. Que
los padres de familia se den su tiempo para explicar, no les va a llevar
mucho. ¿Por qué? Porque los niños no preguntan todo de una sola vez, ahí
van preguntando poco a poco. Entonces cada vez que les pregunten, deben

22
tener la paciencia para agotar el tema que les toca. No agoten todos los
temas; si le preguntan sobre una cosa, sólo contesten sobre esa cosa. Ahí
les van a preguntar otro día sobre otra cosa.

En los colegios, en la medida en que pasan las materias o los grados, los
niños y jóvenes van aprendiendo temas distintos y esos se van
relacionando. Otra cosa es sobre la actualidad. Creo que hay que reflexionar
sobre cómo se dio el proceso de unidad en el Frente Sandinista durante la
guerra de liberación; y la tolerancia y el derecho que tenemos todos los
sandinistas a expresar nuestros puntos de vista y a fortalecernos.

Creo que la única manera de hacer la unidad del Frente Sandinista es


trabajando: menos discursos y más acción.

26 de junio de 1999 y 3 de junio de 2000

Notas

23
1En marzo del 2000, el Diputado Liberal Enrique Quiñónez declaró a La Prensa que Anastasio
Somoza Portocarrero, El Chigüín, retornaría a Nicaragua. Frente a la reacción que desató esta
afirmación, el hijo del último dictador Somoza que dirigió la EEBI y personalmente cometió
muchos crímenes contra patriotas nicaragüenses, escribió una carta que se reprodujo en
algunos medios de comunicación. En dicha carta, se atrevió a emitir juicios sobre la
democracia y el estado de derecho en Nicaragua.

2 La emboscada en la Olla de Barro fue el 17 de abril de 1979. La unidad de combate Rufo


Marín, provocó diecisiete bajas a la Guardia. Cayeron los combatientes Henry Bermúdez y
Aníbal Galán. Ese mismo día, se produjo un ataque al Comando GN de Catarina por una
columna de cincuenta guerrilleros. En esa acción cayeron Emiliano Alarcón y Carlos
Espinoza.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
Olvidar sería traicionar la sangre derramada
Amílcar Ocampo Elvir

Amílcar Ocampo Elvir nace en Managua el 14 de julio de 1960. Cursa


secundaria en el Instituto Maestro Gabriel. En 1973 forma parte del
Movimiento Estudiantil de Secundaria y posteriormente del Frente
Estudiantil Revolucionario (FER) de la Tendencia Guerra Popular
Prolongada. A partir de 1977 se integra a una célula del FSLN, bajo la
responsabilidad de Bayardo Arce. En 1978 Amílcar Ocampo es
responsable de los Comités de Acción Popular (CAP) del Barrio
Monseñor Lezcano, y luego de la zona noroccidental, integrándose a la
vez a una escuadra de combate.

Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, forma parte


del equipo coordinador de la Juventud Sandinista 19 de Julio en
Managua, y luego labora en los Tribunales Populares Anti-somocistas
(TPA) y en el Ministerio del Interior. En los años noventa concluye
estudios de Derecho. A la fecha trabaja en su profesión y está
incorporado a las estructuras del FSLN.

El lunes 4 de junio, inicia la huelga general. La Dirección Nacional del FSLN


llama en un mismo comunicado, a la huelga general y a todas las fuerzas
militares sandinistas en todo el territorio nacional, a actuar en distintos
operativos y desencadenar la insurrección final.

En todos los rincones del país, las estructuras políticas organizativas de


todas las tendencias habíamos pasado meses preparando a la gente para la
ofensiva final, realizando centenares de sesiones de entrenamiento militar.
Los jóvenes en los barrios, organizados en Comités de Acción Popular,
Brigadas y Milicias, habían realizado muchísimos operativos pequeños,
lanzado bombas de contacto, recuperado armas, hostigado y ajusticiado
orejas, volcando jeeps de la Brigada Especial Contra Acciones Terroristas,
enfrentándose masivamente a las operaciones limpieza.

Las consignas: “¡Haz Patria: mata un guardia!”; “¡Cada casa, un cuartel


sandinista!”; “¡Guardia visto, Guardia muerto!”; “¡Todos a la insurrección
popular sandinista!”, venían siendo coreadas en cada mitin, en cada
comunicado, en cada mosca, en las reuniones, en el trabajo casa por casa.
Los jóvenes sabían que la orden de combate estaría asociada a la huelga
general.

Las estructuras del MPU habían realizado centenares de asambleas en


barrios, colegios y universidades, donde se explicaban los preparativos para
la insurrección, la importancia de los refugios, de preparar reservas de agua
y de alimentos, de tener información de donde se podría recoger armas y

1
donde estaban los enemigos a controlar.

Cuando se dice que la gente se insurreccionó espontáneamente, no se dice


una verdad histórica. La insurrección popular sandinista no fue un estallido
espontáneo de las masas populares, fue una acción animada y dirigida por
grupos organizados de jóvenes que respondían a las orientaciones del FSLN.
La organización de la juventud, aun bajo formas amplias, flexibles,
autónomas, fue resultado de un largo proceso que requirió muchos años de
concientización y de entrenamiento a través de la acción misma.

Fueron los muchachos con cierta organización y previo trabajo político,


psicológico, de masas, los que recorrían los barrios armados de pequeñas
pistolitas, bombas de contacto, con pañuelos rojinegros en sus caras, los
que llamaban al pueblo a armar barricadas, a salirse a las calles, a resistir y
a contribuir a la obra que pondría fin a la cruel dictadura que nos oprimía.
No fue que la gente salió por su propia cuenta. Una insurrección popular
como la que nos tocó protagonizar o presenciar a miles de nicaragüenses,
fue resultado de un inmenso trabajo de organización popular durante
muchos años. Ese llamado se articulaba con la presencia militar, aunque
fuese de un mínimo contingente armado, que les daba confianza a los
vecinos de que ahí estaba el FSLN con una orientación precisa y un plan de
victoria.

La prueba más evidente es que no todas las ciudades se insurreccionaron,


y, aunque pocos, hubo lugares en donde la gente no había sido
previamente concientizada y organizada, que ni siquiera salió a las calles
como se necesitaba.

La insurrección final en Managua había sido concebida para que se realizara


en los barrios occidentales, dadas las características de estos: calles más
angostas, casas contiguas, facilidad para moverse entre viviendas,
etcétera. Al caer el plan en manos del enemigo, se modificó la idea inicial, y
los barrios occidentales debían realizar sólo acciones de distracción y
hostigamiento.

Los muchachos de estos barrios llamaron a la gente a las acciones de


autodefensa, a la construcción de barricadas que impidieran desplazarse a
la Guardia, y así pudieran librar contra ella combates heroicos en
condiciones verdaderamente desiguales. Creyendo que éste era el
escenario principal de la lucha, la Guardia entró con todas sus fuerzas en
estos barrios. Los jóvenes y combatientes de estos barrios resistieron casi
quince días, y sus acciones permitieron que la insurrección de los barrios
orientales fuera más exitosa.

Amílcar Ocampo Elvir, uno de los organizadores y protagonistas de la


resistencia sandinista en los barrios occidentales, cuenta detalles de la

2
insurrección de estos sectores, las circunstancias en que se tomó la
decisión de replegarse hacia San Judas y el asesinato masivo de cientos de
jóvenes en distintos puntos, incluyendo el lugar conocido como Batahola,
donde la Guardia perpetró una verdadera masacre.

Mónica: Nos costó mucho encontrar a una persona que testimoniara aquel
día terrible cuando la Guardia masacró a los muchachos en Batahola.
Patricia Méndez Arriaza tampoco quería hablar, porque dice que no puede
contar eso sin llorar. Por eso no quiso venir al programa; pero accedió a que
la grabáramos, con la condición de no pasar su voz quebrantada todavía
por el horror. Así que transcribimos, y leemos lo que nos dijo:

Como a las doce del día del 15 de junio de 1979, mi abuelo nos dijo
que poco a poco estaban pasando “los muchachos”. No le creímos;
pero a la media hora, se empezó a oír un tiroteo cerrado. Nosotros
teníamos hasta un refugio en el patio de la casa, pero ni nos dio
tiempo de entrar en él. Nos tiramos al suelo y no podíamos ni
levantar la cabeza.

Como a las dos, dos y media, salimos de las casas. Vimos que los
campos de béisbol hasta verdeaban de guardias de la EEBI. Era una
cantidad increíble de guardias, que duplicaba o triplicaba el número
de “los muchachos” que iban en retirada. Prácticamente, no les
dieron tiempo de defenderse.

La Guardia revisaba uno a uno a los caídos. Al que encontraban


vivo lo remataban y lo despojaban de sus pertenencias. Uno de los
muchachos logró entrar a una de las casas, pero a la dueña le dio
tanto miedo, que lo denunció. Inmediatamente, la Guardia mató al
muchacho. Le hundió una bayoneta en el pecho y en el cauce lo
terminó de matar delante de algunos vecinos. Sus sesos quedaron
en el pavimento.

A una muchacha del caserío, llamada Martha Olivia, la mataron


frente a su hermana gemela. Ellas venían de saquear con unos
carretones. En ese tiempo, mucha gente iba a saquear las tiendas,
y estas dos gemelas venían con unos carretones llenos. No tenían
nada que ver con los muchachos, pero la Guardia violó y crucificó a
Martha Olivia. Le clavaron unas estacas en ambas manos. Todavía
está la cruz que pusimos los vecinos.

A eso de las cinco de la tarde, llevaron dos palas mecánicas con las
que recogieron los cadáveres. Los echaban en unos camiones
amarillos. Si la Guardia encontraba a alguno vivo, lo remataba, por
lo que de vez en cuando oíamos balazos. Algunos cadáveres fueron
recuperados por los mismos compañeros que sobrevivieron a la
masacre, pero a la mayoría se los llevaron en los camiones.

3
Algunos de los cadáveres los llevaron detrás del Hospital Vélez Páiz
y los incineraron. Otra parte, según dicen, los llevaron a fosas
comunes. No sabemos dónde están. Dicen que fue uno de los
cuidadores del Plantel de Carreteras el que denunció que los
muchachos estaban pasando por ese lugar, y la Guardia los
emboscó.

Del Colegio Lumen Cristhi hacia arriba, donde hoy día es el Reparto España,
estaba la terminal de buses de occidente, que era un campo pelado. Los
muchacho avanzaron desde Monseñor Lezcano y por dentro de Miraflores,
sobre la calle del Colegio Lumen Cristhi; pasaron lo que es ahora el Reparto
España, después se desviaron a Miraflores, cruzaron por la calle que
conduce al seminario y avanzaron por la avenida que pasa por Gallo y Villa,
donde está ahora el Instituto de Vivienda, hasta salir a la Carretera Sur, al
este de la embajada de los Estados Unidos.

En el lugar donde ahora se erigen los barrios Batahola Norte y Sur, eran
predios montosos. Desde la Carretera Sur, cerca de la embajada
norteamericana, comenzaba un camino de tierra que llegaba hasta el
Plantel de Carreteras y terminaba donde hoy es el Mercado Israel Lewites.
Al frente de ese camino, por la embajada, estaban varias empresas, entre
ellas la Cementera y la Komatsu. Entre una y otra había varios cuadros o
patios que servían de campos de béisbol.

Antes de llegar al Plantel de Carreteras, había un caserío, y enfrente, una


finca conocida como Santa Ana. En ese caserío vivía Patricia junto a sus
abuelos, sus padres y dos hermanitos, parte de las decenas de personas
que quedaron marcadas para el resto de sus vidas por la horrenda matanza.
Los guardias se emboscaron en distintos puntos y masacraron a los
muchachos cuando cruzaban sobre esos predios montosos.

Vamos a conversar con Amílcar, contanos, ¿cómo te iniciaste en la lucha?

Amílcar: He vivido siempre en los barrios occidentales. Nuestra niñez se


desarrolló en el Barrio San Antonio, en la vieja Managua. Después pasamos
a Monseñor Lezcano, donde vivimos casi toda nuestra juventud, hasta la
fecha.

Inicialmente, mi participación fue en el MES, cuando estudiaba en el


Instituto Maestro Gabriel. Después, cuando inicié la universidad, participé
en el FER. Ahí se organizaba la cantera de los cuadros que iban a pasar a
los barrios, a las estructuras del Frente Sandinista, a las escuadras de
combate.

Después de cumplir varias tareas como correo del comandante Bayardo


Arce, pasé por necesidad a sustituir al compañero Pedro Meza, cuyo

4
seudónimo era “Henry”, en la coordinación del Barrio Monseñor Lezcano y
de los CAP de los barrios noroccidentales, bajo el mando de Eduardo Cuadra
“Ismael”.

En aquel tiempo se hacían operativos de propaganda armada, pintas en las


paredes, recuperaciones, fogatas, quemas de llantas; era una multiplicidad
de formas organizativas que permitían participar a la gente.

Normalmente, en el barrio siempre había personas que colaboraban,


aportaban dinero al Frente, o se organizaban para dar primeros auxilios y
atender a enfermos y heridos, así como para ayudar a familiares de los
caídos. Definíamos las casas donde se podía hacer pequeños hospitales y
buscábamos equipos de curaciones médicas, como para entablillar a un
herido. Estábamos preparados para atender personas histéricas, porque en
la insurrección siempre se dan compañeros que se ponen nerviosos.

Mónica: ¿Cómo ocurrieron los levantamientos de los barrios


noroccidentales?

Amílcar: En los primeros días de junio de 1979, todo el país estaba


paralizado por la huelga nacional, y Somoza había decretado nuevamente
Estado de Sitio. Decidimos hacer una reconcentración de todas las fuerzas
de la zona, en el Barrio Santa Ana. Ahí habíamos alrededor de sesenta
compañeros. Nos reconcentramos de la Iglesia Santa Ana, tres cuadras
hacia abajo, en la casa de un compañero que le decíamos “Arturo”, era una
especie de bodega de madera. En ese momento nos dimos cuenta que
prácticamente no teníamos armas, no teníamos municiones, habían como
cinco revólveres, unas seis escopetas, unos ciento y pico de cartuchos,
prácticamente nada.

Por la misma secretividad de la acción, nosotros debíamos tener sólo gente


organizada bajo nuestra responsabilidad o compañeros subordinados en
nuestras escuadras, pues era una estructura vertical en ese tiempo. Ahí
estaban Pedro Meza “Henry”, Nidia Escobar, Julio Zepeda, Chino Braulio,
que eran coordinadores de CAP en otros barrios occidentales.

Entre los que nos reconcentramos, recuerdo a los hermanos Camacho,


Reynaldo Escobar, Silvio Escobar, Efraín Téllez “Arturo”, Manuel Sándigo,
Alejandro “El Marciano”, y Zulema Baltodano, que pertenecía a mi
escuadra, y muchos compañeros que ya son caídos.

Ya reconcentrados, trazamos un plan que consistía en tomarnos la Tercera y


la Cuarta Sección de Policía, que eran las más cercanas a Monseñor
Lezcano. La Tercera ya no existe, quedaba de la Foto Lumington tres
cuadras al lago; y la Cuarta estaba aquí, por donde queda El Arbolito.

5
La Tercera Sección de Policía estaba bien custodiada por un convoy de la
Guardia, había bastante gente armada y con buenas armas, sólo ahí había
una calibre treinta, una cincuenta montada y había bastantes guardias con
sus respectivas dotaciones de municiones, granadas y todo.

Nos dimos cuenta que estas acciones no las podíamos realizar con las
armas que andábamos; entonces, al día siguiente, decidimos tomarnos el
barrio, golpear las puertas de las casas, para recuperar armas. Mucha gente
salió con revólveres, escopetas, nos dieron municiones, y así logramos ir
recogiendo poco a poco armas que nos podían servir. En las farmacias
recogimos material para hacer bombas de contacto.

Empezamos a hacer trincheras por todo el barrio para lograr que la Guardia
encontrara retenes y que le costara la entrada al barrio, porque cada retén
era una barricada, un obstáculo. Hicimos barricadas con adoquines, pero
como en Monseñor Lezcano había muchas calles de tierra, entonces
sacamos vehículos descompuestos, cruzamos buses y todo lo que podía
servir para impedir el paso de la Guardia. Incluso la gente sacaba de sus
casas todo lo que no ocupaba: los muebles viejos, las cocinas, trozos de
hierro; eso era para que la Guardia en cada esquina tuviera que ir con
miedo. La gente también abrió zanjas. Comenzamos en Santa Ana, después
nos fuimos a tomar el Barrio Monseñor Lezcano, se rodeó todo el barrio,
entramos a la Colonia Morazán y al reparto Las Brisas, y la gente respondió,
lo mismo que en Acahualinca.

Inicialmente nosotros teníamos instrucciones de hacer sólo una pequeña


resistencia en el barrio, pero la verdad es que la gente respondió bien, y al
mirar que toda la gente estaba sumada y que quería participar contra la
Guardia, entonces nosotros le teníamos que hacer fuerza para que nos
ayudaran a resistir. Porque aunque el frente principal estaba en los barrios
orientales y sabíamos que los compañeros iban a hacer una gran
resistencia, entre más dividiéramos a la Guardia, era mejor.

También pensamos que cuando la Guardia mirara que había una


participación masiva de parte de todo el pueblo, se iba a desanimar y a
desestabilizar emocional y psicológicamente, por eso hicimos la resistencia
en los primeros días de junio. No teníamos intenciones de tomarnos el
barrio, pero nos tomamos toda la zona, incluyendo San Judas, donde yo era
el enlace, y donde no había intenciones, en principio, de levantarse.

Mónica: Nos llamó un oyente para recordar que también se levantó la


Colonia Centroamérica. Ahí atacaron el comando y los guardias tuvieron
que salir huyendo. Esto tampoco formaba parte del plan. Hubo una
insurrección en la Centroamérica, y ahí murieron William Orozco y Osman
Chamorro Lee. También salieron los combatientes populares organizados y
levantaron al pueblo de Ciudad Sandino, después se replegaron para el

6
monte por el sur y fueron a parar a León, avanzando por la carretera vieja.

Según el monitoreo de las comunicaciones de la Guardia que realizó


Hermógenes Balladares, la Décima Sección de Policía ubicada en la
segunda entrada de la Colonia Centroamérica, fue atacada el día 9 de junio
a las 8:20 de la noche. El 10 de junio por la mañana una avioneta provista
de parlantes sobrevoló los barrios occidentales advirtiendo a la población
que iban a bombardear y que debían abandonar la zona.

Amílcar: Aquí el problema era de tiempo, sabíamos que en la medida que


la resistencia durara más tiempo, lograríamos mejores propósitos; íbamos a
lograr cumplir nuestra misión, nuestro objetivo.

Mónica: ¿Cómo cuántos andaban en esas tomas?

Amílcar: Éramos miles, mucha gente estaba participando, mucha gente en


las barricadas, éramos bastantes. Nosotros estábamos en Monseñor
Lezcano, La Morazán, Las Brisas, Santa Ana, Acahualinca, Miraflores, todos
esos barrios estaban levantados. Durante dos días, la Guardia intentó
meterse por Monseñor Lezcano y finalmente lo consiguió, y empezó a
limpiar las calles.

Ellos comienzan a atacar desde la Ferretería Lang hacia el lago, hasta llegar
a La Ceibita, como diez cuadras. Ellos avanzan y en ese trayecto van
combatiendo con la gente nuestra, nos hacen heridos y no teníamos cómo
atenderlos; los metimos en casas particulares; o en otros casos donde su
familia.

Después, la Guardia logra meterse por el sector de la estatua de Monseñor


Lezcano, empieza a limpiar toda la gente que teníamos. Choca con una
avanzada y en una trinchera cae Reynaldo Escobar y otro compañero
llamado “Israel”, Silvio Porras1. Llega un momento en que la Guardia
empieza a avanzar, y logra tomarse la parte este de Monseñor Lezcano, y
llega hasta el Colegio San Martín.

La Guardia tenía municiones más fuertes, nos disparaban con


ametralladoras calibre treinta y cincuenta. Pegaban y salían los pedazos de
bloques de los muros; ahí se dio una guerra desigual completamente por el
tipo de arma, por el tipo de calibre.

Prácticamente, se da un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, hay compañeros


que están con fusiles 22, la Guardia viene entrando y a veces los teníamos
prácticamente detrás del muro. Ahí caen compañeros en el Colegio San
Martín y entonces la Guardia poco a poco nos va replegando hacia La
Ceibita.

7
Después nos hacen retroceder hasta Acahualinca, donde teníamos
alrededor de dos mil compañeros. Había gente de todos los barrios
noroccidentales (Monseñor Lezcano, Santa Anta, La Morazán, Las Brisas,
Barrio Cuba) de Managua y de todas las tendencias del FSLN, todos con
diferentes tipos de armas. Pero no sabemos qué hacer en ese momento
porque ya llevábamos muchos días de lucha, estábamos desgastados
psicológicamente. Hubo un momento en que las distintas tendencias
tuvimos contradicciones sobre qué hacer en ese momento, si enfrentar a la
Guardia militarmente, hacer trincheras en todo el barrio, o retirarnos.

Oyente: Julio López Campos. Sin lugar a dudas, hubo cierta espontaneidad
en la gente, pero no hay que olvidar el trabajo político que el Frente
Sandinista venía haciendo durante muchos meses, preparando la
insurrección; la gente, la población, fue adiestrada de manera minuciosa
para el lanzamiento de la insurrección. La población fue avisada que la
señal que indicaba el inicio de la insurrección era la huelga general. Es eso
lo que explica por qué la gente inmediatamente comienza a levantarse,
porque nosotros trabajamos sobre una lógica: huelga general-insurrección.
Una vez que se diese la huelga general, todo el pueblo debía estar listo
para pasar a la insurrección y dar su respaldo a las acciones de los
comandos armados del Frente Sandinista.

Mónica: Efectivamente, teníamos varios años de preparación, y ya en la


etapa final era un trabajo de todos los días.

Oyente: María Haydee Sequeira. Honor y gloria a esos héroes jóvenes que
fueron masacrados en Batahola; honor y gloria a Zulema; honor y gloria a
Jorge Corea, que fue amigo mío en el Instituto Ramírez Goyena, y fue
masacrado también.
Recuerdo a todos mis ex-alumnos del Goyena, valientes, tomaron el fusil en
el momento que la Patria los necesitó. Recuerdo a Ruth del Carmen
Palacios, quien fue masacrada en La Cuesta del Plomo, hoy se llama Cuesta
de los Héroes y Mártires. Le cortaron sus pechitos, la masacraron junto a su
hermano, también joven goyenista, todo porque no denunciaron al otro
hermano de ellos, que era maestro del Goyena, y que con orgullo se fue a la
lucha también.

Vaya para todos ustedes un abrazo muy sentido y una invitación a que
sigamos adelante, a no olvidarnos de las ignominias que hemos sufrido, sin
rencores pero no confundiendo lo que es bueno para la Patria y lo que ha
sido malo y podrido, y que no lo podemos seguir permitiendo.

Oyente: Me llamo Martín López. Llamo porque omitieron que en el


encuentro que se tuvo con la Guardia en La Ceibita, que queda de la
Estatua Monseñor Lezcano hacia el lago, en el cruce de la calle que pasa
por el Puente León, fue posterior a una emboscada de aniquilamiento

8
donde se recuperaron algunas armas. Ahí combatieron fuerzas combinadas
de Acahualinca y La Morazán, porque se pensaba caerle a Gadala María,
que era un bastión de la Guardia. El combate duró desde la mañana hasta
principios de la tarde y al final los perros se fueron.

Amílcar: Efectivamente, ahí en La Ceibita combatimos fuerte, hasta


quedarnos sin tiros. A esas alturas, lo que avanzaba eran tropas del
CONDECA, porque nosotros capturamos a un salvadoreño y a un coreano
que era francotirador, al que se le derribó de un palo. Se les miraba los
rasgos característicos, incluso, no sabían hablar español.

Aquí ocurrió algo cómico. Como no teníamos tiros y la Guardia venía


avanzando, un señor sacó una carga cerrada de tiquitracas y la tiró en la
barricada para que la Guardia creyera que estábamos disparando. Y luego,
tiró bombas de esas de La Purísima, que eran unas bombas grandes y
hacían bulla, y la Guardia creía que teníamos municiones, pero realmente
nosotros ya no teníamos. Levantábamos muchos palos o varillas de
construcción para que creyeran que eran un montón de fusiles.

Como decía, en Acahualinca, nos reconcentramos después combatientes de


todos los barrios y de todas las tendencias. Entonces la Guardia comenzó a
lanzarnos morteros. No a nosotros, sino a las casas del barrio.
Escuchábamos los quejidos de la gente, los gritos, era la gente civil la que
estaba pereciendo ahí. Y ellos disparaban no sé de dónde, pues nosotros
sólo oíamos la detonación y mirábamos a dónde caían. Nosotros estábamos
metidos entre las tucas en un aserrío de Acahualinca.

Ahí nos juntamos con una escuadra Tercerista. Un compañero que andaba
con un RPG-2 estaba dormido de la Iglesia Santa Ana media cuadra al sur.
Imaginate, nosotros con unas armas caseras y él con un RPG-2. Ideay,
brother, ¿viniste a dormir a la guerra? –le dije. No te me despegués. Todos
juntos hicimos una ofensiva y logramos volver al Barrio Monseñor Lezcano y
nos tomamos la Tercera Sección de Policía, que le servía como bastión a la
Guardia. Ahora ya no existe, es una vivienda, pero quedaba de la Foto
Lumington, tres cuadras al lago.

En la Tercera Sección le plantamos uno de los cohetes de RPG-2 en la mera


puerta y explotó perfecto; pero esa Sección tenía comunicación con una
casa vecina donde vivía Vidal Ruiz, que eran gente de la Guardia que
abastecía a la Tercera. Cuando entramos, los compañeros tenían miedo de
que estuviera minado el lugar, yo me meto con tres compañeros más:
“Machigüe”, su nombre es Javier Sánchez, Pedro Paz y Pedro Uriarte.

Revisamos todo lo que era un pequeño almacén donde guardaban armas, y


sacamos bombas lacrimógenas, de mostaza y granadas. Nos metemos a la
casa de Vidal Ruiz y encontramos a tres hombres en calzoncillos, entre

9
ellos, un hombre gordo, de bigotes. Como los encontramos en esa casa, nos
parecieron sospechosos. Los tomamos de rehenes, los combatientes ahí
nomás los querían matar. Resulta que un señor de bigotes se llamaba
Roberto Sánchez y supuestamente era oreja, pero la familia lo reclamó
diciendo que él andaba pidiendo leche para los niños, no le creímos, pero
finalmente lo dejamos libre; a los otros dos, “Pedrón” les pasó la cuenta. En
toda esa lucha también anduvo Elías Zapata.

Comentario de la autora: De acuerdo a conversación con Pedro Meza


“Henry”, en esa toma se le hacen cerca de siete bajas a la Guardia y se
recuperan varios fusiles Garand y todas las municiones que estaban ahí. El
RPG-2 lo manejaba un muchacho que había sido vago, vendedor de
marihuana de Santa Ana, y era Tercerista, conocido como “Cumba”.

Amílcar: La Cuarta Sección de Policía era una casa prefabricada que estaba
del Cine Darío, dos cuadras y media arriba. Se la tomó Gonzalo, el famoso
“Carne Asada”, con su gente. Ya tomadas la Tercera y la Cuarta, nos
unificamos para sumar fuerzas; pero entonces la Guardia la echa toda con
nuevas fuerzas. A nuestro juicio, incluso viene gente del CONDECA.

Los combates se incrementaron y nuevamente nos íbamos quedando sin


municiones. Además, existía el factor del debilitamiento: no podíamos ni
dormir, y ya llevábamos casi quince días de acción. Nos sentíamos
desgastados.

Empezamos a pensar en irnos. Unos proponían ir hacia León, bordeando el


lago. Otros creíamos que podíamos ir a San Judas, sabíamos que teníamos
compañeros ahí que estaban combatiendo, porque sumarnos a los barrios
orientales era más difícil ya que teníamos que atravesar toda Managua, y la
Guardia estaba en todos lados.

Luis Gaitán llegó al Barrio Monseñor Lezcano hasta ese momento, y nos
dijo: –Ve, qué están haciendo, váyanse para allá; y nos dijo que nos
fuéramos para San Judas. Mandé una escuadra para ver si se podía pasar
para San Judas, y regresaron dos compañeros heridos. Uno de estos
compañeros se llama Pedro y ahora vive en los Estados Unidos. Él venía con
una pierna herida y me dijo: –Mirá, ahí la Guardia está tendida y nos
balearon.

Después que esta avanzada reportó la situación, vimos que todo estaba
ocupado, militarizado, y que mejor podíamos agarrar para León.

Entonces ahí fue cuando nos dividimos. Pedro Meza “Henry” y el compa
Tercerista que le decían “El Cumba”, de la Colonia Morazán, salieron

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buscando San Judas; y yo salí en un grupo como de doscientos, mezclados
de todas las tendencias, que nos fuimos por Los Martínez, buscando la
carretera hacia León, en varios grupos dispersos.

Pedro, herido, aun así se fue en el grupo que intentaba llegar a San Judas.
Me dijeron que al llegar a la carretera, un grupo como de unos veinte logró
pasar. No sé si la Guardia estaba distraída o si los dejaron pasar para que el
resto se confiara.

La mayoría de la gente decidió irse a San Judas, y fue precisamente a la que


emboscó la Guardia en Batahola. Ese grupo fue dirigido por Pedro Meza y
“El Cumba”. Eran como trescientos compañeros de Acahualinca, La
Morazán, Las Brisas, Miraflores y Monseñor Lezcano.

Era gente que sabía que si caía en manos de la Guardia estaba muerta,
estaba liquidada. Al pasar por Batahola, fueron masacrados. Muchos
lograron llegar a San Judas; pero los compañeros de este barrio, al
comienzo, pensaban que eran guardias disfrazados de combatientes
populares, y por poco les vuelan balas. Luego que los reconocieron, les
dieron de comer, les facilitaron ropa y solidaridad.

Después la Guardia se metió a San Judas y los compas se replegaron en dos


grupos a El Vapor: uno que iba hacia El Crucero directamente, que está
cerca de ahí; y otros se fueron hacia la Carretera a Masaya, y fueron a parar
a aquella ciudad.

Mónica: Cuando nosotros llegamos a Masaya, en el repliegue, había gente


de Managua, de esos barrios que se habían ido por veredas. Igualmente se
encontraban combatientes de estos barrios en León, Chinandega y otras
partes del país.

Como se puede apreciar, la insurrección de Managua revistió de cierta


complejidad; por un lado, porque aquí estaba la sede de los poderes,
Somoza y sus tropas élites; por el otro lado, la configuración de la capital,
extensa, dispersa, y conectada por bypasses.

Quiero dar algunos datos acerca de mi hermana: Zulema de los Ángeles


Baltodano Marcenaro, conocida como “Claudia”, nace el 28 de septiembre
de 1961 en León; estudia primaria en el Colegio Pureza de esa ciudad y
realiza estudios de bachillerato en el Colegio San José, de Managua, que
ahora lleva su nombre. Se integra al FSLN en 1977, participando en la
organización de los barrios noroccidentales.

Forma parte de los CAP y de Escuadras de Combate de Monseñor Lezcano,


bajo la responsabilidad de Martha Kraudy, Pedro Meza y luego de Amílcar
Ocampo. En 1979 cae presa, mientras realizaba un viaje a Matagalpa. Al

11
salir de la cárcel, participa en la insurrección de junio en los barrios
noroccidentales de Managua. Combate valientemente en esos operativos.

Según Pedro Meza “Henry”, Zulema no cayó propiamente en Batahola, sino


dos días antes en la esquina del Banco de Monseñor Lezcano, abatida por el
disparo de un francotirador, el 13 de junio.

Según mi hermana Amparo, ella habló con Zulema el día 15 de junio por la
mañana. Zulema le decía que se fuera en el repliegue hacia San Judas. Dice
mi hermana: “Yo no me fui porque Eduardo Cuadra nos había dicho a
nosotros que teníamos que hostigar y luego mantenernos en casas de
confianza, o sea quedarnos.

Ese día por la tarde, una señora que colaboraba con Zulema, la dueña del
restaurante que se llamaba El Gitano, que quedaba por Monseñor Lezcano,
me llegó a decir: –Ahí está la “Claudia”, que era como ella la conocía, en el
lugar de la masacre. Nosotros quisimos entrar, pero ya había un cordón de
la Guardia. Entonces en la mañanita, yo me fui con nuestra prima Gloria
Elena a buscarla, pero ya no la encontramos. Rebuscando entre toda esa
masa y los restos humanos, encontramos los anteojos y parte de la cotona
que ella usaba ese día. Su cadáver propiamente yo no lo vi, pero varias
gentes que estuvieron ahí, me dijeron: –Ahí quedó “Claudia”. Yo le llevé los
anteojos a mi mamá, en la embajada de Venezuela. La imagen de aquel
campo era una cosa dantesca”.

La lista parcial de los que ahí cayeron que se ha podido reconstruir por
medio de familiares y combatientes sobrevivientes es la siguiente:

1. Alba Luz Portocarrero, de seudónimo “Martha” 2. Allan Álvarez


“Sherman” 3. Antenor Aguilar 4. Arnoldo Real Espinal “Ernesto” 5.
Carlos Mendoza “El Pequeño” 6. Denis Argeñal “El Peludo” 7. Elías
Alfredo Pérez 8. Eddy Meléndez Morales 9. Enrique Gutiérrez
“Róger” 10. René Gutiérrez 11. Samuel Antonio Medal Ramírez 12.
Silvio Porras García “Israel” 13. Soraya Hassan Flores “Flor” 14.
Eduardo José Argüello Bojorge 15. Víctor Manuel Centeno Bobadilla
16. Wilfredo Rodríguez 17. Jazmina Bustamante Peña “Violeta” 18.
Zulema Baltodano “Claudia” 19. José David Rocha “Pedro” 20. José
Enrique Bermúdez “Francisco” 21. José Peña Gutiérrez 22. Juan
Rafael Bermúdez “Marvin” 23. Luis Montano 24. Linda Barreto 25.
Mauricio Alegría 26. Manuel Espinoza Cabrera “Nelo” 27. Miguel
José Matus “Samuel” 28. Mary José Sáenz “Silvia” 29. Pedro Antonio
Tückler 30. Raúl López Flores 31. Róger Benito Martínez 32. Róger
Martínez Abarca 33. Roberto Díaz “Luis” 34. Rafael Bermúdez 35.
Reina Carballo “Dora” 36. Enrique Bermúdez 37. Ernesto Cedeño
“Franklin” 38. Francisco Hernández 39. Francisco Rodríguez
“Leonel” 40. Gustavo González 41. Horacio José Lorío “Raúl” 42.
Ignacio Varela 43. José Domingo Romero 44. José Ramón Rayo

12
Suárez 45. Julio Loáisiga “Pancho” 46. José Esquivel Acevedo
“Roberto” 47. Napoleón Lara 48. Nelson Barrios Parras 49. Oscar
Antonio Gutiérrez Serrano 50. Francisco Gutiérrez Janson.

En esta lista están entremezclados algunos nombres de compañeros que


cayeron en otros sectores en la resistencia de los barrios noroccidentales y
en la masacre de Batahola. La lista completa de los mártires de Batahola
nunca se ha podido reconstruir.

En el año 1989, cuando se construía el Centro de Convenciones Olof Palme,


fueron encontradas unas ochenta osamentas y restos de los caídos,
exactamente donde estaban las instalaciones de la Academia Militar que,
para el año 1979, era un campo baldío. Estos restos fueron trasladados
hacia la entrada de ese centro de convenciones y enterrados en una tumba
colectiva donde se erigió un monumento en el que fueron colocadas
pequeñas placas con los nombres de los caídos. De los otros cuerpos se
sabe que algunos fueron quemados, y otros, rescatados por sus familiares.

En el año 1992, cuando el entonces Alcalde de Managua Arnoldo Alemán,


en un acto de provocación mandó a poner una bomba en el Mausoleo de
Carlos Fonseca, al mismo tiempo fueron arrancadas esas placas de la
tumba colectiva de los Mártires de Batahola. Las acciones concitaron una
sublevación de un importante sector del sandinismo que se manifestó
frente al mausoleo de Carlos, incendió varios equipos de la Alcaldía y llegó
hasta pegar fuego a las oficinas de Alemán en la municipalidad de
Managua.

A partir de eso, Alemán renunció a su propósito de sacar los restos de


Carlos Fonseca y del Coronel de Sandino, Santos López, de su tumba en el
histórico Parque Central de Managua. Las placas de Batahola nunca fueron
reinstaladas.

En base a diálogos con Pedro Meza y Amparo Baltodano, he podido


reconstruir lo siguiente:

Los compañeros que se replegaron hacia San Judas iban en tres bloques. El
primer bloque pasó hasta San Judas; el segundo, compuesto de unos
doscientos milicianos, fue masacrado; y el tercero se dispersó en todos los
barrios buscando cómo salvarse cada quien por su cuenta. El asunto era
cómo sobrevivir.

Una vez que se produjo la masacre, la Guardia entró en control de todos los
barrios occidentales y empezó a peinar casa por casa, cateando y
capturando gente. Esta labor era apoyada por orejas e infiltrados que
señalaban a quienes habían participado en los movimientos. Las tanquetas
se movían por los barrios, atemorizando a la gente. Amparo Baltodano,

13
Marcia González y Germán Ruiz, pasaron la odisea de buscar dónde
refugiarse. Había un gran temor de la gente para dar refugio. Llegaron a la
casa de Miguel Bonilla, pero no había condiciones, para quedarse y días
después Miguel fue brutalmente asesinado.

William Díaz, uno de los principales dirigentes de los CAP de los barrios
noroccidentales, estaba entre los combatientes que habían combatido en
San Judas, pero se regresó a Monseñor Lezcano. Se encontró con Amparo
Baltodano en ese barrio, y le dijo que, antes de volver a San Judas, visitaría
a su mamá doña Dalia, porque ella era muy nerviosa.

Estando ahí donde su mamá llegó una patrulla de la Guardia a capturarlo.


La hermana de William, Janette Díaz, se asomó a través de una ventana, y
pudo ver a Henry Espinoza llevando a la patrulla a la casa para que
capturaran a William. Henry Espinoza era vecino de ellos, vivía en el Barrio
La Veloz, también participaba del sindicato de trabajadores de la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

En los archivos de la OSN fue encontrado el expediente de los informes que


pasaba este infiltrado. Todas las evidencias apuntan a que Henry denunció
a Guillermo Avendaño, William Díaz y Miguel Bonilla, entre otros. Él se hizo
pasar por sandinista y andaba entre los milicianos, pero después del triunfo
de la revolución fue denunciado por la mamá de William, doña Dalia.
Entonces se asiló en la Embajada de Guatemala. Parece que ahora trabaja
tranquilamente en Nicaragua en un negocio de fiestas.

Después de capturado, William Díaz fue llevado con otros compañeros,


entre los que se encontraba Gabriel Cardenal, y fueron asesinados en el
camino de San Isidro de la Cruz Verde. Uno de los del grupo, herido logró
escapar de la matanza y le avisó a doña Dalia dónde se encontraban los
restos de los asesinados, y los fueron a desenterrar después del triunfo de
la revolución, confirmándose el asesinato a sangre fría de William.

Marcia González y Amparo, tratando de llegar a la embajada de Venezuela,


fueron capturadas, llevadas a las mazmorras de la seguridad, torturadas y
vejadas. Salieron libres el 19 de julio.

Los muchachos de los barrios noroccidentales que se replegaron se juntaron


con los combatientes populares de San Judas y organizaron el repliegue
hacia las montañas de El Crucero. Algunos salieron por el kilómetro 8 de la
Carretera Sur y ahí se registró otra masacre. Otros lograron llegar a la
Hacienda El Vapor.

A nuestro programa llamó una señora para recordar que en el repliegue a El


Vapor cayó, a la edad de 14 años, Gioconda Guevara Delgado, y también
los compañeros Policarpo Gutiérrez y Tomás Padilla Machado.

14
Hay algunos que recomiendan olvidar y hablan de reconciliación como
sinónimo de olvido. Creo que hay que trabajar por la reconciliación, pero
eso no significa olvidar, porque hacerlo sería traicionar la sangre
derramada. No se puede olvidar la historia, no se puede fingir como que no
pasó. Algunos hasta insinúan que ese inmoral olvido puede cubrir a
Anastasio Somoza Portocarrero, jefe de la EEBI.

Las autoridades de la revolución cometieron el error de no procesar


adecuadamente a los Somoza, y por eso muchos de ellos hasta andan
reclamando bienes. Pero estos crímenes no prescriben. Somoza
Portocarrero es responsable directo, personal, de estas masacres. Porque
una cosa es morir en el combate, con las responsabilidades de disparar y
luchar; y otra, el asesinato frío que cometían contra nuestros compañeros y
ciudadanos. Nosotros no reclamamos por los muertos en combate, pero
reclamamos por los masacrados indefensos, por los jóvenes que ya heridos
fueron rematados de manera vil y cruel, por las mujeres que violaron, por
los torturados y por los ciudadanos indefensos que bombardearon.

10 de junio de 2000

Notas

15
1 Pedro Meza “Henry” explica que Silvio Porras “Israel” inició la caminata y fue herido en la
acera de la Foto Lumington el mismo día del repliegue hacia San Judas. El compañero Fanor
Gaitán se ofreció a sacarlo para que lo atendieran, pero la Guardia los capturó y asesinó a
ambos en la cuesta de Las Piedrecitas el 15 de junio.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
¡Que se rinda tu madre!
César Sediles y Alma Nubia Baltodano

César Augusto Sediles Largaespada nace en Managua el 16 de agosto


de 1961. Estudia hasta tercer año de secundaria en el Instituto Miguel
Ramírez Goyena. Participa en la Asociación de Estudiantes de
Secundaria y en los Comités de Acción Popular del Frente Sandinista de
Liberación Nacional en el año 1977. Participa en un intento de
emboscada en el Reparto Las Palmas, el 18 de septiembre de 1978.
Sediles recibe entrenamiento militar en Cuba y luego es incorporado a
la Unidad de Combate Juan de Dios Muñoz, y combate en la
insurrección final en los barrios orientales de Managua. Participa en el
repliegue a Masaya y queda asignado al reforzamiento de los
contingentes en esa ciudad. Después del triunfo de la revolución,
alfabetiza en el Kilambé, en el Cuá, Jinotega. Trabaja luego en la
Dirección General de la Seguridad del Estado (DGSE) hasta 1986, y en
Telcor hasta 1990. A partir de entonces labora por cuenta propia.

**

Alma Nubia Baltodano Marcenaro “Sylvia” nace el 17 de diciembre de


1962, en León. Se integra al FSLN en 1978. El 12 de abril de 1979, a
los 16 años de edad, pierde sus manos fabricando bombas de contacto
en una célula del Frente en el Barrio Monseñor Lezcano. En los años
ochenta participa en la Cruzada Nacional de Alfabetización en La Rica,
San Sebastián de Yalí. También participa en los Batallones Estudiantiles
de la Producción (BEP) y es electa presidente nacional de la Federación
de Estudiantes de Secundaria (FES). A la fecha es dirigente de una de
las organizaciones de lisiados de Nicaragua.

Recordar con detalle la larga lucha contra la dictadura somocista, es traer a


la memoria a decenas y miles de jóvenes nicaragüenses que dieron todo: su
sudor, su tiempo y hasta su vida para conseguir el sueño de ver al pueblo
libre de la represión y la opresión de uno de los regímenes militares más
sangrientos de América Latina.

Y es que recordar implica traer al presente los entretelones de las luchas


político-organizativas que miles y miles de jóvenes desarrollaron a lo largo y
ancho del país, organizados en la AES y en el Movimiento Estudiantil de
Secundaria (MES), en su salto a estadios superiores de la lucha en el plano
militar, y su sacrificio en los distintos frentes de lucha durante la
insurrección final.

1
El 18 de septiembre de 1978, un grupo de estudiantes, organizados como
Unidad de Combate Oscar Turcios, decide realizar una emboscada a un jeep
BECAT de la Guardia Nacional. El operativo sale mal y son masacrados en
una casa en el Reparto Las Palmas.

Los que cayeron fueron casi la totalidad del Ejecutivo de la AES de


Managua: Marcos Sequeira, Mariano Sediles, Manuel Olivares y Rolando
López. Con ellos también fue masacrada Urania Zelaya Úbeda, originaria de
Estelí, la única clandestina del grupo, y coordinadora del equipo y de la
operación de ese día. También, Valentín Barrios, un obrero de los Repartos
Schick, y René Herrera, estudiante de la Colonia 14 de Septiembre, que
provenían de las estructuras militares de los barrios. César Sediles,
hermano de uno de los caídos en esta acción y sobreviviente de la misma, y
Alma Nubia Baltodano organizada en esos barrios nos dieron su testimonio
vivo sobre la grandeza de su generación.

Ambos son representativos de esos corajudos jóvenes que desde las aulas
de secundaria hicieron de todo: realizaban círculos de estudio, dirigían el
movimiento estudiantil, participaban en organizaciones sociales de su
barrio, dirigían huelgas, participaban en las marchas, hacían fogatas,
arengaban a la población, hacían operaciones relámpago de propaganda no
armada y armada en sus comunidades, elaboraban y regaban papeletas,
recuperaban materiales para fabricar bombas de contacto, luego las iban a
tirar, disparaban solitarios contra casas de orejas, buscaban medicinas,
organizaban la defensa civil, y se incorporaban a las unidades de combate
para la lucha frontal contra la Guardia.

Y todo esto muchas veces sin abandonar los estudios, destacándose con
notas sobresalientes, y a la vez bailando y alegrándose, como corresponde
a cualquier generación de jóvenes. Esta generación de muchachos del
setenta labró en oro su historia.

Mónica: César, contanos un poco de tu familia y de tus motivaciones para


la lucha.

César: Somos una familia de trece hermanos, hijos de Esperanza


Largaespada y de Joaquín Sediles. Mi padre trabajaba en el Plantel de
Carreteras. Mariano era el octavo de esta ristra. A mí me integra a las
luchas estudiantiles mi hermano Mariano, en 1975. Él era un año mayor que
yo y estaba estudiando en el Instituto Miguel Ramírez Goyena. Él estaba
muy comprometido en las luchas. Posteriormente nos expulsan del Instituto
y nos pasamos al Miguel de Cervantes, en el turno de la noche. Fue en
tiempos de Juan Doña, que era un director somocista muy represivo.

2
Nosotros pertenecíamos a la AES, y en el Instituto Miguel de Cervantes
continuamos en nuestra actividad. Mariano pasa a la universidad y yo
quedo en el Instituto.

Mónica: ¿Qué actividades realizaba la AES?

César: En ese entonces impulsábamos las campañas por los presos


políticos, recuerdo la campaña “A Marcio y Tomás que no los aíslen más”.
Guillermo Avendaño, del que tengo un grato recuerdo, y otros dos
compañeros, se toman la iglesia de Altagracia, y nosotros nos encargamos
de llevar a los estudiantes y a los vecinos en manifestaciones hasta la
Iglesia ocupada.

Encendíamos fogatas y nos movilizábamos alrededor del barrio para


involucrar a los pobladores en la actividad, en apoyo a los compañeros que
tenían tomada la iglesia de Altagracia, en solidaridad con los presos que
estaban en huelga de hambre. Hacíamos volantes, y me acuerdo que uno
de los líderes era el hoy Comandante Eduardo Cuadra Ferrey; y también
estaban Marcos Sequeira y mi hermano Mariano.

Yo era menor que ellos, pero iba aprendiendo lo que me enseñaban. Para
abril-mayo de 1978, se dio la huelga de hambre de doña Albertina Serrano,
la mamá de Marcio Jaen. Entonces nos orientan tomarnos los colegios.

Mariano se toma el Instituto Miguel de Cervantes, y nosotros íbamos a


asambleas de coordinación que se realizaban en la UNAN. Ahí conocimos a
un montón de gente como Paúl González, quien después cayó en Masaya; a
Walter Mendoza, William Grigsby, Javier López, Guillermo Avendaño,
Germán Ruiz. Es decir, nosotros nos vinculamos con el sector estudiantil en
la lucha contra el somocismo.

Mónica: Mis hermanas Alma Nubia, Amparo y Zulema Baltodano son de


esa camada de luchadores. Almita, contanos un poco sobre esta
participación.

Alma Nubia: Nosotras estudiábamos en un colegio privado, pequeño, allá


en Santa Ana, contiguo a Las Delicias del Volga, que se llamaba Colegio San
José. Como andábamos ya con las inquietudes revolucionarias, en la huelga
de junio de 19781 nos tomamos ese colegio y nos expulsaron.

El siguiente año, nos negaron la matrícula. El Director del San José no nos
aceptó porque a diario hacíamos pintas; luego las limpiaba y nosotros las
volvíamos a poner; dijo que ya no nos aguantaba. Expulsadas
definitivamente, nos tuvimos que ir al Alfonso Cortez, por Linda Vista.

3
En esa época, como explicaba César, las acciones del movimiento
estudiantil eran más de cara a los barrios; siempre se hacían cosas en los
colegios, eran labores políticas y de reclutamiento; pero en la noche
participábamos en la propaganda de los barrios, las fogatas, las pintas;
éramos organizados en los CAP y en los Comités de Defensa Civil (CDC).

Todos los días en los barrios, a partir de las seis de la tarde, lanzábamos
bombas de contacto, y ya en 1979 eso era como un ritual. No era sólo
tirársela a los jeep BECAT, sino a los esbirros, o simplemente lanzarlas a la
calle. Era una manera de decir, aquí estamos. Y después de eso, a las
cuatro de la mañana, pintas. Aunque la Guardia las borraba al día siguiente,
nosotros reiterábamos en pintarlas. Las hacíamos por escuadras. Dos
vigilando y dos pintando.

César: Tirábamos bombas en la puerta de la casa de los esbirros, sólo


como un señalamiento: Te conocemos, sabemos que estás en la Guardia.

Mónica: En esos movimientos participa Mauricio Almendárez. Él se


distinguió en una acción temeraria frente a Somoza. Es bueno que la
cuenten.

César: En los tiempos de la dictadura, durante los desfiles patrios, Somoza


estaba en el Palacio Nacional. Él se asomaba a una ventana y los
estudiantes de cada colegio lo pasaban saludando con la bandera nacional
acompañada de la bandera del colegio. Mauricio Almendárez, que estudiaba
en el Colegio Cristóbal Colón, sacó la bandera roja y negra, y con ella saludó
a Somoza. ¡Ni quiera Dios!, al ratito le cayó encima toda la seguridad
somocista y la Guardia lo capturó. Nosotros quisimos cubrirlo, pero no
pudimos, porque nos reprimieron. Mauricio estuvo preso varios meses y lo
torturaron. Lo torturaron y tiene las señas todavía, pues yo lo sigo viendo.
Fue un acto valeroso, no cualquiera se le ponía de frente a Somoza con la
bandera roja y negra.

Alma Nubia: Ahora parece sencillo, pero eso fue en septiembre del año
1978. Luego de varias insurrecciones en el país, después que Somoza ha
bombardeado Estelí, y de la toma del Palacio Nacional. O sea, este
compañero fue realmente valiente. Tendría lo más unos dieciséis años,
cuando hizo eso.

César: Cuando doña Albertina se va a huelga de hambre en La Cruz Roja,


se da la toma de los colegios, se paralizan las clases y la huelga se
generaliza en todo el país2. Todos los del sector estudiantil nos dirigimos a
los barrios, al sector popular, con la orientación de hostigar a la Guardia.

4
Alma Nubia: Yo participé también en la huelga de hambre de doña
Albertina. De los barrios mandábamos representaciones para hacer uno o
dos días de ayuno en solidaridad. A mí me tocó ir por Altagracia.

Acabo de recibir una llamada de Estelita Soto reclamándome porque no he


mencionado la participación de los padres de familia del Colegio San José,
quienes apoyaron este movimiento. En realidad, Estelita es alguien muy
querida por mí; es la madre de una compañera de clase, Jacqueline, quien
colaboró fuertemente. Era la esposa de Alfredo Sánchez, quien participó en
el asalto al Cuartel de Masaya en 1977. Y también nos apoyó mucho Freddy
Blanco. Una persona muy amiga de Zulema fue Claudia Morgan, quien
escribió una canción que musicalizaron Martha Baltodano y María Eugenia
Baltodano, que no son parientes nuestros, pero llegaron a estudiar a ese
colegio posteriormente y lucharon porque se le pusiera Zulema Baltodano.

César: El núcleo direccional estudiantil lo integraban Manuel Olivares,


Marcos Sequeira, Eddy Rodríguez, Mariano Sediles y yo, y decidimos irnos a
los barrios para movilizarlos alrededor del cese del aislamiento de Marcio
Jáenz y Tomás Borge, y por el fin de la dictadura. Las actividades se vienen
incrementando y, cuando llegamos a septiembre, en el marco de la
insurrección que se desata en los departamentos, se planifica la acción en
que nos involucramos todos.

Lógicamente, en Managua no se puede desarrollar una insurrección amplia


porque aquí está el Cuartel General de la Guardia y la sede de la Oficina de
Seguridad Nacional. Fue así que el sector estudiantil pasó a los barrios, y en
ese contexto se prepara la emboscada a la Guardia en Bolonia. Se planifica
en Altagracia, salimos de ahí hacia Las Palmas, que fue donde pusimos la
emboscada, y como bien vos lo decías, se revirtió en una masacre.

Mónica: Ustedes realizan esta acción como parte de las acciones ofensivas
que el Frente Sandinista desarrollaba en todo el país. Recuerdo que Ramón
Cabrales habló con Urania y se planificó la operación; pero a la hora de
ejecutarse, se realizó con cierta precipitación; una falla fue la falta de
información. ¿Cómo diseñaron la operación?

César: Se trataba de emboscar a las patrullas que se movilizaban en los


jeep BECAT y recuperarle las armas. Haríamos esto en conmemoración de
la caída de los Comandantes Ricardo Morales, Oscar Turcios, Juan José
Quezada y Jonathan González, caídos en Nandaime en 1973. Incluso, la
Brigada se llamaba Héroes y Mártires de Nandaime, pero desgraciadamente
todo se nos revirtió. Se toman la casa y ahí pecamos de inocentes. La
Urania dejó ir a todos los de la casa, y entonces fueron a poner la denuncia
de que había una escuadra sandinista.

Mónica: El dueño, Hugo Espinoza Rodríguez, ¿era somocista?

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César: Era somocista. Era el dueño del restaurante King, que estaba frente
a la UCA. Después yo supe que los compañeros fueron a quemar ese
negocio3. Debido a esta denuncia, en vez de BECAT, llegaron como tres
camiones llenos de guardias, una tanqueta y armamento pesado. Hicieron
un cerco de doble anillo en toda la manzana para que no nos escapáramos.
En frente estaba la tanqueta bombardeando la casa, y un guardia con un
lanza granadas M-69.

Mónica: ¿Ustedes lograron disparar?

César: Sí. El responsable militar de la escuadra, Valentín Barrios, estaba


arriba del techo con un rifle Garand, ésa era el arma más pesada que
teníamos; Manuel Olivares tenía un arma corta, Marcos Sequeira un rifle 22
y la Urania con su Browning y dos granadas; ésa era la escuadra militar y
estaban dentro de la casa.

Eddy Rodríguez, Guillermo Romero y yo actuamos como milicianos de


apoyo, teníamos bombas de contacto y un revólver calibre 22, y estábamos
en un patio vacío contiguo a la casa.

Mariano Sediles estaba enfrente, donde ahora es Las Malvinas y antes era
predio vacío. A Rolando Herrera no lo conocíamos ni estoy claro en qué
posición estaba. No sé si era un colaborador que cae en la operación. Él
llegó con la Urania.

Cuando nos comenzaron a rodear, le avisamos a la Urania que los guardias


venían parapetados en las paredes, igualito como avanzaban en la
insurrección. Eran como tres camiones de guardias.

Mónica: Y ellos, ¿no los conminaron a entregarse, a rendirse, o fueron


directo a asesinar?

César: Fueron directo a masacrar. Todo estaba desolado porque en el país


había un Estado de Sitio y nadie podía andar en la calle después de las diez
de la noche. La masacre fue a las once y media de la noche. En realidad ese
fue otro factor negativo, creo que esperamos mucho tiempo. Cuando
miramos que la Guardia venía, avisamos, y la orden fue retirarse. Ellos
también se hubieran retirado, pero no lo hicieron 4. De la unidad sólo salimos
vivos Eddy Rodríguez, Guillermo Romero y yo, porque estábamos en el
predio vacío, es decir, no estábamos propiamente en la casa.

Mónica: ¿Vos viste a la Urania cuando te retiraste? ¿Lograste verla?

César: Sí, a ella le dije que nos retiráramos, pero no sé por qué no quiso
salir.

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Luego de todo esto y después que matan a Mariano, nos reunimos con el
compañero Víctor Hugo Tinoco, y él nos dice: –Se van a Cuba porque
ustedes están quemados en el barrio, ya no pueden hacer nada. Se van. Y
nos fuimos Eddy y yo. Eddy cayó después en Matagalpa, en el asalto al
Bodegón, un lugar donde se había posicionado la Guardia, en junio de 1979,
a sólo un mes del triunfo de la revolución.

Alma Nubia: Yo conocí prácticamente a todos los caídos en Las Palmas,


porque nuestra hermana Amparo Baltodano trabajaba con ellos. Me acuerdo
que escuchamos el gran tiroteo aquella noche de septiembre y nosotros nos
metimos debajo de la cama; pero no sabíamos que estaban matando a los
compañeros, hasta el día siguiente que llegó a contarnos uno de los
sobrevivientes, Eddy, al que le decían “El Ojón”. Mi hermana lloró
muchísimo porque trabajaba con todos ellos.

Mónica: Éstos eran jóvenes valiosísimos, excelentes alumnos, hijos


ejemplares; fue como una especie de macolla de altísima calidad la que
cayó ahí.

César: Manuel Olivares era un cuadro con buen nivel de desarrollo.


Analítico, bien detallista, bien estudioso. Urania era una muchacha muy
valiente, y tenía un carácter bien fuerte, ¡brava, brava! Ella era la única
clandestina dentro de la escuadra. Y Ángel Valentín Barrios llegó después
como instructor militar, para ese operativo; era un obrero del Reparto
Schick.

Mónica: Marcos Sequeira era hermano de Carlos Sequeira, quien estuvo


preso en la Central de Policía. Conocí muy bien a la mamá, a la heroica
mamá Gilma.

César: A Carlos, hermano de Marcos en un intento de ajusticiamiento de


Alesio Gutiérrez, lo capturaron en el Barrio Santa Ana. Doña Gilma Molina
era intelectual y el papá de Marcos fue uno de los pioneros del cuento
nicaragüense. Él escribió un cuento que se llama ¡Cuidado te jode el cerro!
Hablaba sobre las dificultades de los mineros allá en Juigalpa, en las minas
de Chontales. Toda la familia era muy comprometida con la causa.

Alma Nubia: Vamos a leer un resumen biográfico de los compañeros que


cayeron.

Urania Zelaya Úbeda nace en 1959. Estudia primaria en San Rafael del
Norte, departamento de Jinotega, donde se destaca como la mejor alumna.
Interesada en los fenómenos sociales que acontecían en esa época, entra a
la Escuela Normal de Estelí, destacándose por su rendimiento académico.

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En 1976 se bachillera, y se integra a la lucha. A inicios de 1977 forma parte
del Comité Ejecutivo del FER en la ciudad de Estelí.

Al multiplicarse el trabajo de propaganda en Estelí, se desata la represión


contra el Ejecutivo del FER. Urania tiene que pasar a la clandestinidad. Es
trasladada a Managua, y en 1978 la nombran responsable departamental
del trabajo con los sectores estudiantiles de secundaria.

Marcos Antonio Sequeira Molina nace en Matagalpa el 2 de enero de


1959, o sea tenía 18 años cuando murió. Sus padres fueron Agustín
Sequeira Argüello y Gilma Molina Campos. Estudió su primaria en el Colegio
Bautista y su secundaria en el Ramírez Goyena y luego en el Miguel de
Cervantes.

Se inicia en 1975 en el MES, que después de la división pasó a llamarse


AES; en 1976 se integra al Comité Coordinador Leonel Rugama, que era
parte del FER de secundaria. El 4 de mayo de 1977, en una reunión con el
compañero Carlos Arroyo Pineda, fue nombrado responsable de los jóvenes
de secundaria de Managua. A principios de abril de 1978 es capturado
cuando desarrollaba una labor de agitación política en los buses urbanos, y
permanece prisionero cuatro meses. Al salir de la prisión es reintegrado a
su misma responsabilidad en el comité coordinador.

En los levantamientos insurreccionales de septiembre de 1978, se le ubicó


en el barrio Acahualinca para que orientara el trabajo político, y también
que participara en operativos militares de recuperación de armas y otras
actividades. Cae valientemente el 18 de septiembre de 1978 participando
en el operativo “Héroes y Mártires de Nandaime”. Sus restos yacen en la
ciudad de Juigalpa, departamento de Chontales.

Mariano Sediles nace el 9 de enero de 1960. Su primaria la hizo en el


Centro Escolar Simón Bolívar. Fue un alumno sobresaliente toda la primaria.
Inicia secundaria en el Maestro Gabriel y luego en el Instituto Ramírez
Goyena, de donde es expulsado por sus actividades políticas, y finalmente
en el Miguel de Cervantes. Mientras estudia, también empaca y vende
carbón en las pulperías del barrio para ayudar a los ingresos de la familia.
Se incorpora al FER y después al trabajo de barrios.

Forma parte de una célula con William Díaz y Eddy Monterrey, que dirige el
Movimiento Juvenil de Altagracia (MJA), desde el cual impulsan tareas
comunitarias. También forma parte del equipo de dirección de la AES en el
que estaban Marcos Sequeira, Manuel Olivares, Guillermo Romero 5, Eddy
Rodríguez y César Sediles. Participando en acciones de hostigamiento
contra a la Guardia, pierde un dedo y sufre deformidad en una mano, al
estallarle una bomba de contacto.

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Quienes lo conocieron lo recuerdan por su interés en la formación política y
realizando círculos de estudio aun en medio de las tomas de colegios y
actividades militares. Decía que había que estudiar y llegaba a altas horas
de la noche impartiendo charlas.

Manuel Olivares nace el 18 de abril de 1958. Fue el primer presidente de


la AES en Managua. Estudió en el Instituto Nacional de Comercio la carrera
de Contabilidad. Ingresa al FSLN en 1977, y participa en muchas
actividades de la organización estudiantil. En agosto de 1977 es apresado,
mientras realizaba acciones de agitación. Fue sometido a torturas en la
Central de Policía. Se distinguía por su capacidad de dirección y análisis.

Eddy Rodríguez “Vidal” nace en La Trinidad, Estelí, en 1959. Sus padres,


Pablo Rodríguez y Flora Rivera de Rodríguez. Estudió en la Escuela Salomón
de la Selva, en el Instituto Ramírez Goyena y después en el Instituto de
Comercio que hoy lleva el nombre de Manuel Olivares.

Se inició a la edad de doce años en huelgas y protestas estudiantiles.


Colaboraba con Carlos Arroyo Pineda, trabajando en las organizaciones
estudiantiles. Organizó la huelga para el cambio de Director de la entonces
Escuela Nacional de Comercio, el señor Carlos Reyes, y en esta lucha fue
capturado por primera vez.

En diciembre de 1977 participa en la campaña “Navidad sin reos políticos”


y es capturado por segunda vez. En 1978 coordina en Managua la huelga
nacional6 promovida por la AES. En los inicios de la insurrección de 1978
forma parte de la Escuadra Benjamín Zeledón. Después de la masacre de
Las Palmas, en la que logra salir vivo, parte hacia Cuba en octubre a recibir
un curso político militar.

Regresa a Nicaragua en abril de 1979 y se integra en Matagalpa a la


Columna Crescencio Rosales, como instructor militar. Con esta columna
entra a Matagalpa el 10 de junio para la insurrección final. Cae herido en las
acciones contra el Comando de la Guardia somocista en Matagalpa y muere
poco después, el día 27 de junio de 1979, en el Restaurante La Jicarita. Su
cadáver fue trasladado al comando sandinista, donde se le hizo un
homenaje póstumo con asistencia de sus compañeros de lucha y vecinos
del sector. Sus restos yacen al lado del que fue su compañero de lucha y
responsable, Carlos Arroyo Pineda, en Matagalpa.

Comentario de la autora: Rolando López estudiaba Administración de


Empresas en la UNAN, era hijo único de Olga Gutiérrez de López. (Barricada,
21 de septiembre de 1979).

Ángel Valentín Barrios era un obrero de la construcción que vivía en el


Reparto Schick. A la zona en que él vivía, se le puso después su nombre.

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Valentín fue enviado para reforzar este operativo porque pertenecía a una
unidad de combate; había recibido entrenamiento en una escuela en San
Francisco Libre, que impartieron Ramón Cabrales y Julio César Avilés.

René Herrera era un estudiante de la Colonia 14 de septiembre que había


movilizado en varias ocasiones a dirigentes clandestinos; en su vehículo
trasladó las armas y movilizó a Urania y a Valentín Barrios.

Mónica: Leonel Sediles estaba muy pequeño cuando murió su hermano


Mariano. ¿Cuántos años tenías? ¿Qué recordás de todo esto?

Leonel: Tendría once años, y no se me olvida nunca, y en memoria de él,


me fui al Servicio Militar antes de cumplir la edad reglamentaria, incluso
escondido de mi mamá, me fui a los catorce años.

Mónica: Después de la muerte de Urania Zelaya se bautizó con su nombre


un taller de impresiones donde laboraban Mercedes Borgen y Carlos
Amaya. Carlos cayó en León. Sacábamos unos hermosísimos comunicados.
El taller eran dos mimeógrafos y, lo máximo en avance tecnológico, un
quemador de esténciles que nos permitía que las cosas salieran más
bonitas. Ahí publicábamos cinco mil ejemplares de un comunicado que iba a
ser repartido por ustedes. Pero además ustedes hacían sus propias
impresiones en los barrios. Cuenten cómo hacían esas impresiones en los
barrios.

César: Los hacíamos con mimeógrafos de madera. Era una tabla sólida y
un marco de madera, unidos ambos por unas bisagras. Sobre el marco
tensábamos una telilla, muy tensa, y sobre ella prensábamos el esténcil
picado con los textos de lo que queríamos comunicar. Echábamos la tinta y
la distribuíamos uniformemente con una espátula. Pasábamos encima una
varillita de madera cuadrada del ancho del esténcil, con un borde de hule,
como de llanta. Lo corríamos hacia abajo, como si fueran los tricos de un
carro. Eso lo pasábamos encima del esténcil y la telilla, y así la tinta pasaba
hacia cada hoja de papel blanco, y quedaban muy bien hechas las
impresiones. Una a una, cada página. Eran nuestros elegantes
comunicados. En secundaria, la AES aprendió a hacer eso.

Mónica: ¡El mimeógrafo de madera! Lo podías hacer uno por cada barrio.
Lo importante era que te llegara el comunicado, que la gente supiera las
orientaciones y se informara de la lucha que estábamos realizando.

César: Lo importante era que el comunicado lo vieras bien y lo


entendieras.

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Mónica: Y ahora todo es, ¡no hay recursos! ¡Es que no se puede! ¡Es que
no sé qué!

César: Y ahora es más fácil, porque antes teníamos a la Guardia y a la OSN


detrás.

Mónica: La lucha genera creatividad y mística. ¿César cómo es que se van


ustedes a Cuba?

César: Con la masacre de Las Palmas, de hecho todas nuestras actividades


quedan al descubierto. Nosotros éramos semi-clandestinos, la única
clandestina era Urania. Yo ya no vivía ni llegaba a mi casa. Entonces las
estructuras superiores del Frente Sandinista deciden trasladarnos a Cuba.

Antes del viaje nos pasaron muchas cosas, por ejemplo, Eddy me dice que
vayamos a Matagalpa, que se va a despedir de su familia; pero estando allá
nos metimos a una hacienda y en lo oscuro caímos en unos lodazales
terribles. Cuando logramos salir, estábamos todos lodosos, con un foco, una
bolsa con crema y cuajada y una chaqueta en las manos.

Cuando llegamos a Matagalpa, Eddy me dice que lo espere en el parque y


se va a despedir de sus tías y, cuando vuelvo a ver, un guardia de la EEBI
con un fusil Galil me pega con el cañón en las costillas y me dice: –Venite. Y
me echaron preso. Cuando voy entrando al Comando, había una tanqueta,
unas ametralladoras 50, sacos de arena. Y yo dije, ¡de aquí ya no salgo!

Mónica: ¿Y cómo te salvaste?

César: Me ayudó mi familia y Martha Moreno Menocal, que era una de las
Responsables del barrio. Llegaron a verme, lloraron e intercedieron 7. Nos
fuimos a Cuba en octubre de 1978. Otra gente fue a Panamá, otros a
Venezuela y otro grupo a Costa Rica. En Cuba nos impartieron un curso en
donde estaban como en refrescamiento parte de los presos que acababan
de ser liberados en el asalto al Palacio Nacional y otros ya experimentados.
Álvaro Baltodano, Tomás Borge, Yadira Baltodano, Margine Gutiérrez, Doris
Tijerino, Roberto Calderón, Juan José Úbeda, René Núñez y otros
compañeros. El curso fue de mes y medio e incluyó entrenamiento militar,
tácticas de guerra de guerrillas y explosivos. Volvimos en abril de 1979,
precisamente cuando estaba la insurrección de Estelí.

En el curso participamos como ochenta personas; luego nos dividieron en


grupos para entrar a Nicaragua. Viajamos de Cuba a Panamá, luego a
Honduras y entramos a pie por Somotillo. Fue una odisea porque nos
metimos a media noche, bajo un aguacero torrencial, y tuvimos que
quedarnos en calzoncillos para no mojar la ropa, ya que al día siguiente
teníamos que agarrar el bus de Somotillo a Chinandega. Gracias a Dios que

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sólo veníamos hombres. Veníamos desnudos en medio de los breñales, así
que cuando logramos vernos en la mañana, parecíamos como que nos
había salido el diablo, todos arañados por los zarzales, llenos de espinas. Ya
en Managua, nos disgregaron.

Mónica: Alma Nubia, por las mismas fechas en que César regresa del
entrenamiento en Cuba, vos sufrís el accidente en que perdés tus manos.
Contanos un poco de eso.

Alma Nubia: En marzo de 1979, echan presa a Zulema. El FER hizo una
galería de héroes y mártires, y por eso nosotras estuvimos recogiendo
información de distintos caídos. Ella había ido a buscar unos documentos a
Matagalpa. Me acuerdo perfectamente que la capturaron cuando viajaba
para regresar los documentos a la familia de Salvador Amador. Entrando a
Matagalpa, la Guardia revisó el bus y la capturaron. Estuvo casi un mes
presa, sólo por llevar fotos de un caído.

Los jefes de los CAP generalmente participaban en las escuadras y


unidades de combate. A veces ni se conocían entre ellos. Lo asignaban a
uno a la unidad de combate, eran distintos operativos militares y había
veces que ni nos conocíamos. Los que entrábamos a las unidades, éramos
los que ellos miraban más firmes y decididos. En la unidad de combate a la
que yo pertenecía, estaba Javier Cuadra. Yo participé en dos operativos con
Javier y él me ayudó mucho cuando perdí mis manos. Después cayó con
otros compañeros por el puente El Edén, en mayo de 1979.

Independientemente de que ya participaba en otras acciones, también


hacía bombas de contacto. Recibíamos ya hecha la combinación de la
pólvora para las bombas; nosotros sólo las armábamos, colocando la piedra
o el trozo de hierro que permitía el estallido al contacto, y las envolvíamos
con papel periódico y masking tape.

Días antes habíamos notado que la pólvora tenía una composición que no
era adecuada. Javier Cuadra tenía una parte debajo de su cama y notó que
se le había quemado. Era muy fuerte la mezcla de la pólvora con clorato de
potasio que recibimos.

El día que estábamos haciendo las bombas, yo escuché un sonido, algo así
como crujir, sentí completamente la fricción, todavía tuve tiempo y
comenté: –Oí, esto está malo, no me gusta, y ¡puuum!, estalló. Cuando vi,
mis manos estaban totalmente pulverizadas, y en una de mis piernas tenía
una herida profunda, un hoyo muy grande.

El accidente fue el jueves 12 de abril, en plena Semana Santa. Para


entonces Zulema estaba presa y te imaginás mi pobre madre, vos
clandestina, Zulema presa, Amparo semi-clandestina y yo herida, y ella

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teniendo que cuidar a tu hijo Pancasán.

Me llevaron primero a la Clínica Santa Mónica, en Bolonia; pero dijeron que


ahí no podían hacerse cargo por lo complicado del caso. Tuve que ir al
Hospital Bertha Calderón, y ahí me operó el doctor Wilson. Las personas
que me trasladaron fueron César Emes y Javier Cuadra. En el Hospital me
cambié de nombre, y cuando me llegó a buscar mi mama con mi nombre
propio, los médicos se pusieron peor, completamente temerosos, porque
desde que llegué sospecharon de qué se trataba.

El médico que me operó es el doctor Wilson, por dicha tenía una amiga
común con César Emes, y se portó con sensibilidad. Después tuve que salir
porque la Guardia iba a llegar, salí de nuevo a Santa Mónica con la bolsa de
suero, debido a la emergencia. El CPF le dijo a mi hermana que no podía
dejarme salir, que yo debía firmar, mi hermana Amparo le dijo: – ¡Y cómo va
a firmar, no ves que no tiene manos!

Luego de dos días de recuperación en la Clínica, me trasladaron a una casa


del INCAE, porque la hermana de César Emes era casada con un profesor de
ahí; andaban de vacaciones y habían dejado la casa al cuidado de su
cuñado. Su susto fue encontrarme ahí cuando regresaron, pero me
aceptaron.

El que llegaba diariamente a curarme y me hizo los injertos en las piernas,


fue el doctor Sergio Prado “Chito”. Los hizo en la propia casa. Siempre se
portó firme y consciente. Llegaba vestido de cura.

Fijate el caos de mi mamá: después que sale de la cárcel, Zulema se mete


en la insurrección, y nosotros tuvimos que asilarnos. Estando asilados, le
dijeron que Zulema había caído, mientras nuestra otra hermana, Amparo,
fue capturada, y salió hasta la victoria de la revolución. Y nosotros en la
Embajada de Venezuela en condiciones realmente terribles, hacinados y
mezclados con todo tipo de gente, porque había hasta delincuentes, gente
que realmente no eran asilados políticos.

Después, Mercedes Borgen, Frank Toruño y Walter Mendoza, nos llevaron a


Masaya a mí y a Ofilio, un compañero de León que también había perdido
sus dos manos. Tuvimos que pasar varios retenes de la Guardia con los
muñones escondidos.

En el cuartel de la Unidad de Combate Rufo Marín, estuvimos


“hospedados”. William Ramírez personalmente nos recibió, y Glauco Robelo
se portó súper solidario con nosotros. Todos los días la Guardia lanzaba
morteros contra Masaya y teníamos que correr a meternos en el refugio,
incluyendo a tu hijo Pancasán, que no había cumplido tres años. Unos días
antes del triunfo de la revolución, nos trasladaron a Costa Rica en una de

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las avionetas que venían con armas y tiros y llevaban heridos, que
aterrizaban en la carretera de Diriamba a La Boquita. Después nos
mandaron a Cuba y ahí nos hicieron las prótesis.

César: Después que regresamos de Cuba, a los dos o tres días, antes de
que nos disgregaran, llamé a mi mamá y le dije que estaba donde mi tía en
Miraflores. Se puso muy feliz porque días antes había salido en el periódico
la foto de un guerrillero muerto, y como yo nunca le escribí, pensaba que
era yo; pero cuando mis padres me vieron, no lo podían creer.

Luego nos disgregaron y yo quedé en Managua, en los barrios orientales.


Me llegó a traer Claudio Picasso y me llevó al Barrio La Fuente, donde el jefe
era Ramón Cabrales. Entre los que estaban recuerdo a Harry Chávez
“Helio”, era una casa por el Cine Ideal.

La casa de Rosa Álvarez fue mi casa de seguridad en los días de la


insurrección, pero había otras viviendas donde estaban ubicados los
combatientes de la Unidad de Combate Juan de Dios Muñoz. Salíamos a
plena luz del día a hostigar a los jeep BECAT que escoltaban los buses del
Colegio Primero de Febrero, que era donde estudiaban los hijos de los
guardias. Hostigábamos y después nos replegábamos a las casas de
seguridad. Cuando reventó la insurrección, nos fuimos a Villa Progreso, se
estableció un cuartel central cerca de Bello Horizonte.

Mónica: ¿Quién era la jefatura?

César: Ramón Cabrales “Nacho” era un cuadro militar, un excelente jefe,


no era emotivo, él meditaba, analizaba y planeaba. Era súper exigente y
creativo.

Mónica: Cabrales todo lo hacía con una gran serenidad, y también siempre
era muy práctico. Cuando se inicia la insurrección en los barrios orientales,
todo mundo andaba haciendo zanjas anti-tanques con palas y un gran
desgaste de energía. Él mandó a recuperar una pala mecánica y abrió una
semerenda zanja en la entrada sur de Bello Horizonte. En el repliegue, en
vez de llevar a toda la gente caminando como hicieron las otras unidades,
él se fue a la Carretera Masaya, capturó unos buses, y llegó tranquilo a
Masaya. Parece contradictorio porque él era la punta de la retaguardia.
Cuando él miró que el centro se había convertido en un inmenso tapón, que
no dejaba avanzar al resto decidió salir con su gente.

César: En el repliegue fuimos en la retaguardia, y por eso decíamos: –


¡Vanguardia en el combate y retaguardia en el repliegue!, porque nosotros
hicimos aquella emboscada a la Guardia por el aeropuerto, donde les
causamos muchas bajas, fue por donde ahora es la Shell de Waspán Norte.
Agarramos a unos guardias que iban en dirección al aeropuerto. Nosotros

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tuvimos un triunfo rotundo, y el repliegue fue a los diez días.

Recuerdo que los mandos nos dicen que tenemos que irnos a Masaya, y yo
digo: – ¿Cómo nos vamos a ir si acabábamos de pegarles fuerte? Pero
supongo que los cuadros tenían otro nivel de conocimiento, de información.
Nos fuimos al repliegue y yo me quedé en Masaya reforzando, porque esa
ciudad era clave en la lucha. Había un hostigamiento constante de la
Guardia desde El Coyotepe.

Mónica: ¿Y cuándo regresás a Managua?

César: El propio 19 de julio. Llegó desde El Coyotepe el traidor de Róger


Miranda “Faustino”, al que en ese tiempo le decían “Pescuezo de Ganso”, y
me dice que me haga cargo de distribuir no sé qué cosa; pero de repente
miro las caravanas del Frente Sur que venían para Managua…

Mónica: No era el Frente Sur, éramos nosotros, que veníamos de Granada.

César: Y yo digo, ¿qué me voy a quedar haciendo aquí? Me voy para


Managua. Me libretié, y ya en Managua busqué a mi gente, y encontré a la
Columna de Cabrales en el Hotel Intercontinental, sirviendo de escolta al
Comandante Tomás Borge.

Oyente: Aquí habla César Cardoza. Cuando la insurrección, yo tenía nueve


años, ya soy un hombre de casi treinta años, quiero saber por qué fue
traidor ese señor Miranda.

César: Róger Miranda fue guerrillero en la insurrección. Después del triunfo


de la revolución pasó a ser ayudante del comandante Humberto Ortega en
el Estado Mayor; y en plena guerra impulsada y financiada por Estados
Unidos, él se fue a los Estados Unidos llevándose muchos secretos militares.
Por eso, para mí es un traidor.

Mónica: No sólo para vos. Constitucionalmente es un traidor a la Patria,


porque en medio de la guerra en la que los Estados Unidos estaban
financiando a la contra, la CIA estaba involucrada y todo el escándalo de los
fondos estatales comprometidos en la lucha contra Nicaragua, él se fue y le
entregó al enemigo información militar.

César, llamó un oyente que quiere que contés sobre la embocada días
antes del repliegue…

César: La emboscada se planificó con un alto grado de secretividad; es


más, ni nosotros sabíamos dónde íbamos. Cuando llegamos al punto,
dijeron que nos apostáramos en tres sectores, y así esperamos el convoy de
la Guardia a la altura de la Shell de Waspán. Nosotros caminamos desde

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Villa Progreso y salimos casi a la Carretera Norte. Éramos casi ochenta
combatientes. Ya teníamos RPG-7, minas Claymore, fusiles Galil y hasta un
fusil AR-15.

Mónica: En la montaña, al AR-15 le decían “El ausente”, por la canción: “Ya


llegó el que andaba ausente y ese no consiente nada”. Esa operación
respondía a la orientación de realizar acciones fuera de las líneas de
defensa. Volver invisibles las líneas de defensa, decíamos. Sorprender a la
Guardia que pensaba que nosotros estábamos atrincherados. Salirse de las
trincheras y sorprender al enemigo. Se adoptó cuando ya no teníamos
municiones y la Guardia arreciaba los bombardeos.

Comentario de la autora: En conversación posterior con Ramón Cabrales,


éste explica que en esa operación usaron una mina vietnamita. La única
que hicimos explotar en toda la insurrección. Explica que la había fabricado
un compañero hondureño que luego fue capturado y muerto en el barrio
San José Oriental. Las unidades al mando de Cabrales habían intentado otra
operación en Las Américas, al mando de Róger Cabezas, pero no tuvieron
éxito.

Esta emboscada, realizada entre lo que hoy son las oficinas de Cisa Agro y
la Shell Waspán, fue todo un éxito; se aniquiló el convoy, se recuperaron
armas y municiones, y los combatientes se retiraron sin ninguna baja.
Explica Cabrales que los que salieron levemente afectados fueron los
mismos compañeros que pusieron la mina, pues aunque estaban a buena
distancia de ella, los golpeó la onda expansiva. Era una mina poderosa –
recuerda. La columna que realizó la emboscada se llamaba José Ángel
Benavides. La operación estuvo al mando de Cabrales.

César: Ellos tenían un cuartel en la fábrica La Chontal. El convoy salió del


Aeropuerto a abastecer a La Chontal. A esa gente fue a la que
emboscamos. De hecho, nosotros no tuvimos ninguna baja. Ahí participaron
Wilfredo Figueroa, Orlando Paz “Lucas”, quien fue de la Policía. También
Cristóbal, “El Negro Mario”.

José Ángel Benavides era un extraordinario cuadro, organizador y


combativo. Era el compañero de Francis Sevilla. Había caído unos días
antes, cuando al tratar de proteger a una viejita, lo alcanzó la bala de un
francotirador en el cruce de Rubenia. Esa emboscada de la Carretera Norte
nos moralizó a todos. Tengo presentes algunas escenas medio cómicas. Me
acuerdo de un guardia que estaba herido, estaba rodeado y decía: –
¡Ríndanse, les vamos a perdonar la vida! Estaba totalmente derrotado, y
diciendo: –Ríndanse, que les vamos a perdonar la vida. ¡Estaba loco,
desorbitado! Son anécdotas que se quedan grabadas.

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No tuvimos ningún muerto, y es por eso que me asusto cuando, después, a
los pocos días, nos dicen que nos replegamos a Masaya. Yo no entendía,
pero después me di cuenta que ya no había municiones, que los que nos
venían a apertrechar no podían hacerlo...

Mónica: Había un desgaste, la gente se iba saliendo, ya casi no había


comida, y en la medida que la población civil salía, era mucho más posible
una operación de tierra arrasada, de la Guardia que comprometiera las
fuerzas que habíamos acumulado.

Tenemos que cerrar el programa y vamos a pedir un mensaje a los que han
compartido aquí sus testimonios. Aquí tenemos a Leonel, quien tenía once
años cuando matan a su hermano. Ha estado participando sentado en
silencio, validando todas las cosas que ha contado su hermano y las
vivencias de toda esta generación valiosísima de jóvenes de los años
setenta. ¿Qué mensajes les mandás a los jóvenes de hoy?

Leonel: Quisiera que fueran como mi hermano, como Mariano, dedicado,


un buen compañero, preocupado; él se preocupaba por lo que pasaba con
uno, que si tenías zapatos, si tenía dos, él le regalaba uno, era sumamente
generoso. Que fueran así, que no caigan en las drogas y decirles que hay
que trabajar y estudiar, como lo hizo mi hermano.

Alma Nubia: Que se comprometan en las nuevas luchas por una Nicaragua
en la que todos tengamos acceso a derechos fundamentales. Un país que
no excluya a los que tenemos discapacidad, ya sea por efectos de la guerra
o por otras causas, accidentes, problemas genéticos, etcétera. Que
nosotros somos de una generación que lo dio todo por la libertad de
Nicaragua y por la justicia.

César: Solamente que releven la actitud de las generaciones anteriores,


que promuevan siempre el desarrollo, que siempre miren para adelante y
que apoyemos siempre las causas nobles, como lo hizo la generación de
Mariano y los compañeros que cayeron con él. Como lo hizo nuestra
generación, que ayuden a empujar la rueda de la historia hacia adelante.

Hay que seguir adelante, siempre va a haber piedras en el camino, pero


sólo el que no camina no se tropieza. El que camina es el que tropieza, y el
que tiene fuerza de voluntad es el que sigue adelante.

9 de septiembre de 2000

NOTAS

17
1 Esta huelga que inició el 29 de junio logró que se paralizaran casi todos los colegios de
Nicaragua, exigiendo el cese de la represión.

2 En marzo los familiares de presos realizan una huelga de hambre y en mayo de 1978, se
realiza otra huelga de hambre de familiares de reos políticos, encabezada por Tomás Borge y
Marcio Jaen. Doña Albertina Serrano se incorpora a esta huelga.

3 Según el Diario Novedades de la época, el dueño de la casa donde llegó la Unidad de


Combate era el doctor Hugo Espinoza Rodríguez, médico psiquiatra.

4 Hay informaciones que indican que, parte de los compañeros fueron capturados heridos o
ilesos. Sin embargo, todos ellos tenían un tiro de gracia en el ojo u otras partes de la cabeza.
En las fotos publicadas en Novedades, todos los rostros están cubiertos de sangre.

5 Guillermo Romero participó en la operación de Las Palmas, y luego lo mataron en Managua;


lo levantaron, se lo llevaron. Algunos afirman que fue llevado a la Cárcel Modelo; y otros, que
fue asesinado en la Cuesta del Plomo. Su cuerpo nunca apareció.

6 En el año 1978, se realizan tres grandes movimientos huelguísticos de los estudiantes de


secundaria. En mayo, en conjunto con la huelga de Albertina Serrano; el 29 de junio, en acción
simultánea en todos los departamentos, se llegan a parar treinta mil estudiantes; y en
septiembre, conforme al llamado a la huelga general y a la insurrección.

7 En los años finales de la lucha, la Guardia también traficó con la libertad de los presos. Hay
datos que demuestran que capturaban masivamente y se aprovechaban de la angustia de los
familiares, quienes pagaban lo que fuera para liberar a sus seres queridos. En el libro
testimonial La Ruta del Comandante Pancho, don Luis Carrión explica este tráfico de presos, y
afirma que a su hijo Carlos Carrión no pudo sacarlo porque estaba en una lista especial.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IX

Managua
En este corrido se los cuento yo1
Edén Pastora

Edén Pastora Gómez nace en ciudad Darío, Matagalpa, el 22 de enero


de 1936. Hijo de Pánfilo Pastora2, campesino asesinado por la guardia
somocista, y Elsi Gómez. Estudia primaria en Matagalpa y secundaria
en el Colegio Centroamérica, de Granada, regentado por los jesuitas.
En 1957 se bachillera y viaja a México e ingresa a la Universidad
Autónoma de Guadalajara, donde cursa parcialmente la carrera de
Medicina. En 1959 se integra a la lucha contra la dictadura, junto a
Alejandro y Harold Martínez, en el Frente Revolucionario Sandino (FRS),
que realiza acciones en la frontera norte de Nicaragua. Los combates
más importantes fueron el ataque a Las Trojes, El Dorado y Capire, en
donde resulta detenido con otros combatientes.
En 1963, Edén participa en el intento de unificación del FRS y el Frente
de Liberación Nacional (FLN), recién fundado, y se encuentra con
Carlos Fonseca en El Patuca; pero no participa de la guerrilla de El
Bocay. En 1963 el Presidente René Schick da una amnistía general para
los luchadores anti-somocistas, de la cual se beneficia, reintegrándose
a la lucha política bajo la dirección del conservador Fernando Agüero.
Después de participar en la marcha del 22 de enero de 1967, fue
capturado con treinta y un opositores más, y es liberado en marzo de
ese año3. Se va de nuevo a Guadalajara, México.
En 1971 ingresa al país a trabajar por primera vez de manera orgánica
con el Frente Sandinista de Liberación Nacional; es enviado con Tomás
Borge a la montaña, donde permanece por corto período, porque entra
en conflictos con el mando. Se retira totalmente de la lucha, y se
dedica a trabajar en la pesca de tiburón en Costa Rica. Cinco años
después, en 1977, el FSLN Tercerista lo contacta a través de Sergio
Ramírez Mercado. Así se reintegra al FSLN, asumiendo luego tareas de
conducción y propaganda del Frente Sur Benjamín Zeledón en sus
distintos momentos ofensivos. En 1978 le asignan la jefatura de la
“Operación Chanchera”, el asalto al Palacio Nacional. Para la ofensiva
final, el Frente Sur juega un papel fundamental en el empantanamiento
de las tropas élites de la guardia somocista, y libra combates con
características de guerra regular.
Posterior al triunfo de la revolución, ocupa el cargo de Viceministro del
Interior y luego Vice-ministro de Defensa y Jefe Nacional de las Milicias
Populares Sandinistas (MPS). En julio de 1981 renuncia a sus cargos y
sale para Panamá, expresando críticas a la conducción revolucionaria.
En abril de 1982, se manifiesta abiertamente en contra de la
Revolución Popular Sandinista, y realiza contactos con la CIA de los
Estados Unidos, que desde 1981 impulsaba movimientos armados en
contra de la revolución.

1
Como parte de los planes contrarrevolucionarios, Edén Pastora
organiza ARDE, Alianza Revolucionaria Democrática, que abre un
frente sur en la lucha contra la Revolución Popular Sandinista.
La CIA intentó durante varios años que los grupos
contrarrevolucionarios Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), donde
estaban los principales líderes somocistas, y la Alianza Revolucionaria
Democrática, de Edén Pastora, se coordinaran; pero éste se resistió.
En abril de 1984, Edén Pastora proclamó la República Libre de San Juan
del Norte, pero casi de inmediato fue desalojado por el Ejército Popular
Sandinista. El 30 de mayo de 1984, sufrió un atentado al estallar una
bomba de alto poder en La Penca, Costa Rica, donde Edén se
aprestaba a brindar una conferencia de prensa en la que,
supuestamente, denunciaría presiones que recibía de la CIA para
unificar la lucha armada.
En 1986 anunció su retiro de ARDE y pidió asilo en Costa Rica, donde
se dedicó nuevamente a su pequeña empresa pesquera en la localidad
de Samara, Sanjuanillo, en el Golfo de Nicoya.
En mayo de 1987, Edén Pastora reconoció públicamente que la CIA le
había suministrado material de guerra y acusó al teniente Coronel
Oliver North, directamente implicado en el escándalo Irán-Contras, de
estar detrás del atentado que sufrió en La Penca en 1984.
En 1989 regresa a Nicaragua para apoyar al Partido Social Cristiano
(PSC) en la campaña electoral de 1990. En 1992, organiza el
Movimiento de Acción Democrática; luego se postula como candidato a
la presidencia por esa organización, en 1996, pero no puede participar
por ser inhibido por el Consejo Supremo Electoral, que alegó que él
tenía doble nacionalidad (nicaragüense y costarricense). En el año
2000, se postula como candidato a la Alcaldía de Managua y a la fecha
se mantiene en la vida política a través de los medios de
comunicación.

La Tendencia Tercerista del FSLN, organizada a mediados de 1976, se


propuso desarrollar las insurrecciones en las ciudades aprovechando la
acumulación de trabajo realizado en los años precedentes. Para ello se
requería una audaz política de alianzas, una ofensiva política internacional
que permitiera conseguir recursos materiales, armas y pertrechos militares,
lo mismo que el aislamiento externo al régimen somocista.

El desarrollo de acciones ofensivas era vital, además, para incrementar la


confianza en la victoria, tanto del pueblo como de los aliados nacionales e
internacionales. Sumar la opinión pública internacional requería también de
acciones visibles y espectaculares.

Dentro de esta política, la dirigencia Tercerista flexibilizó las rígidas


consideraciones para la incorporación de nuevos miembros al FSLN,

2
desencadenó con audacia las acciones militares en las ciudades, y
desarrolló una política de información y publicidad que favoreció la gestión
internacional de recursos.

Cierto es que para entonces había un acumulado de conciencia y


organización en todo el país. Pero también hay que reconocer que, parte de
la comunidad internacional tenía temor de la orientación ideológica de las
fuerzas guerrilleras. El somocismo se había encargado de calificar al
movimiento sandinista como comunista, y las declaraciones oficiales de
nuestra organización tenían también un énfasis de clase, sobre todo
porque, en general, la burguesía había sido aliada incondicional del régimen
somocista, y sus pretensiones llegaron hasta la remoción del tirano pero
dejando integro el andamiaje de exclusión e injusticia implantado por la
dictadura.

La conducción Tercerista juzgó importante ampliar la imagen del FSLN con


la incorporación visible de figuras anti-somocistas, pero de reconocida
filiación conservadora, de extracción burguesa, y algunos declarados anti-
comunistas. En este panorama, la figura de Edén Pastora era ideal para el
movimiento Tercerista. No sólo por su reconocida historia conservadora y
anti-comunista, sino porque su personalidad, su don de gente y su facilidad
de manejo con la prensa, favorecerían la proyección que el FSLN necesitaba
en momentos en que ya estaban creadas las condiciones insurreccionales
en el país. Ya había un pueblo dispuesto a decir ¡hasta aquí nomás! ¡Ya no
podemos seguir aguantando, mejor morir luchando que seguir soportando
tanta humillación e ignominia!

Después del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, de la insurrección de


Monimbó, y las huelgas del 78, una acción audaz como el asalto al Palacio
Nacional, tuvo una enorme repercusión en el ánimo de las masas, y
permitió liberar de las cárceles a un contingente fundamental de cuadros
para las jornadas de la insurrección final. La toma del Palacio consiguió
encender con ánimos de victoria al pueblo y despertó el interés
internacional por la lucha del FSLN, que por aquellos días necesitaba
dotarse, con urgencia, de un nuevo impulso combativo que permitiera
oxigenar todas las formas y los frentes de lucha que ya estaban
desplegados, poner al Frente Sandinista a la ofensiva y en condiciones de
relanzarse en el camino del triunfo popular.

La acción del Comando Rigoberto López Pérez estuvo dirigida por Edén
Pastora Gómez, lo que constituye un hecho imborrable de la historia.
Madres de caídos nos reclamaron, días después de esta entrevista, por
haber llevado a Edén a nuestro programa. Una de ellas recordó a su hijo
que pasó varios días debajo del Barco Bremen, hasta salir con los pies
engusanados, después de un ataque de ARDE que, además de provocar
varios muertos y heridos, destruyó el barco donado por los hermanamientos

3
alemanes.

Efectivamente ARDE actuó militarmente contra la revolución, sus fuerzas


armadas, su juventud y pueblo organizados, y acabó con preciosas vidas de
quienes sólo estaban buscando un proyecto alternativo, construido
colectivamente; y ése es también un hecho histórico, que Edén nunca va a
poder eludir.

Tan sólo para documentar algunas de sus acciones, reproducimos un


párrafo de un reportaje presentado por la Revista Envío, sobre el inicio de
las operaciones de esta fuerza contrarrevolucionaria.

“Pastora anunció que su lucha armada por la liberación de


Nicaragua se iniciaría con toda su fuerza el 1 de mayo de 1982; y
ese día, ARDE secuestró y degolló a 10 campesinos –promotores de
educación de adultos, líderes de la UNAG, Delegados de la Palabra
–, emboscó y mató a otros 32 cuando se dirigían a la celebración
del Día del Trabajo y emboscó y mató a dos miembros del Ministerio
del Interior en Río San Juan. La “guerra de liberación” tan anunciada
tuvo así un comienzo muy cuestionable.

Durante la última semana de mayo hubo manifestaciones en San


Carlos cuando llegaron a la ciudad los cadáveres de los reservistas
muertos en combate contra el grupo de Pastora. Los reservistas
sandinistas son jóvenes comprometidos, a menudo líderes en sus
centros de estudio. Así era Marlon Zelaya, estudiante de
arquitectura de 24 años y coordinador político en la Universidad
Nacional, caído en la frontera sur. “Pero, ¿cómo dice Pastora que
lucha por el pueblo cuando está matando a la gente del pueblo?”
son los comentarios de Judith Ríos, Responsable de la juventud en
San Carlos”. (Revista Envío: Número 24: Junio de 1983).

ARDE actuó militarmente durante dos años en los que muchos jóvenes
reservistas y voluntarios fueron víctimas de las balas disparadas por esta
organización contrarrevolucionaria.

Edén Pastora Gómez cuenta en este diálogo sobre la “Operación


Chanchera”, su versión del origen de este operativo, su insistencia para
realizarlo, las posibilidades de que fuese realizado conjuntamente como un
acto unitario de las tendencias del FSLN, las vanidades humanas y el
sectarismo político que lo impidieron; pero sobre todo, la victoria sandinista
sobre el adversario, nuevamente humillado y obligado a ceder, lo que
constituyó en menos de setenta y dos horas una victoria política completa.

Prácticamente sin bajas, se logró el objetivo de sacar de la cárcel a más de


cincuenta presos políticos, y el pago de medio millón de dólares para
continuar la lucha.

4
Mónica: ¿Cuál es el valor histórico del asalto al Palacio Nacional? ¿Cuáles
fueron los entretelones de la organización y el desarrollo de esa acción?

Edén: Después de saludarte con todo el cariño de hermano sandinista,


quiero saludar al pueblo de Nicaragua. Quiero que este testimonio de la
historia sea un homenaje, igual que a los caídos, a los vivos que
participaron en ese operativo, héroes de este pueblo todos ellos. Cuando ya
estemos muertos todos, la historia va a hablar de “antes del Palacio” y
“después del Palacio”.

Después del operativo del Palacio, el pueblo le perdió el miedo a la Guardia,


el instrumento represivo del somocismo. Este pueblo, ya cuando vio que los
sandinistas nos habíamos metido a la cocina de la casa de Somoza, se tiró a
la calle a luchar hombro con hombro con lo que era la vanguardia histórica
del pueblo de Nicaragua, el FSLN.

Antes se habían dado hechos heroicos, históricos, como Octubre Victorioso,


la guerrilla de Zinica y la de Pancasán, la guerrilla del FLN, del Movimiento
Nueva Nicaragua (MNM) que después fue el FLN, los combates en Piedra
Quemada, el ataque a San Carlos, a Masaya, etcétera. Todas estas acciones
que prendieron la pradera, a la que la muerte de Pedro Joaquín Chamorro
dio más viento. Pero fue luego del operativo del Palacio Nacional, cuando ya
bosques, praderas, montañas y ciudades, empezaron a arder.

Haciendo remembranza, estábamos en León, en 1970; se acababan de dar


los pactos Agüero-Somoza. Recuerdo que estábamos frente a un televisor
blanco y negro, en el barrio de Sutiava, en una casa de seguridad muy
famosa e histórica, la de los Bervis, del matrimonio de Magnus y Santos,
por donde pasó todo el Frente Sandinista, desde el más humilde
combatiente de base, hasta Carlos Fonseca Amador.

Estábamos Oscar Turcios, Pedro Aráuz y yo, sentados en unas bancas frente
a un televisor, cuando Somoza firmó el pacto y luego le dio el lápiz a
Agüero, y firmó. Oscar se disparó, se puso de pie, juntó las manos, se las
agitó, cerró los puños y dijo: –Ahora sí, quedamos solos. Este pueblo nos
tiene que apoyar. Se terminaron las paralelas históricas. Nueve años
después estábamos en el poder.

En esa ocasión, no teníamos ni con qué comer, ni con qué fumarnos un


cigarro. Los Bervis iban a cazar tortuga, garrobos o a pescar, para darnos de
comer. Una vez se enfermaron, y no tuvimos quién nos diera de comer;
teníamos tres, cuatro, cinco días en que por desayuno, almuerzo y cena,
tomábamos café negro en un vaso ochavado y unas pupusas, unos picos, o
un pan.

5
Una noche de ésas yo me acosté, después de tomarme el café negro, ya sin
pan, pensando en la locura nuestra de tumbar un gobierno, de tomar el
poder, y desde el poder hacer una revolución sandinista, democrática, que
resolviera los problemas de las inmensas mayorías de este pueblo de
obreros y campesinos que nos estábamos muriendo de hambre. Es
demasiado idealismo, es demasiado amor, esto parece de locos, decía en
mi pensamiento; pero estamos en el macho y tenemos que jinetearlo, no
podemos echar pie atrás. ¿Y qué hacer? Hay que buscar el dinero para
luchar. Pero el dinero lo tienen los ricos. Pues hay que quitárselos, lo que en
ese momento se reconocía como acto de recuperación económica.

Entonces yo pensé, bueno, vamos a quitarle dinero a un rico, pero ¿qué


rico? Tenía que ser un hombre con dinero y desacreditado ante el pueblo. ¿Y
quién? Un somocista. ¿Y qué somocista?, yo me decía.

Después de recorrer varios somocistas, llegué a la conclusión que el más


desacreditado era aquél que llamaba “el ciclón de la paz” o “el huracán de
la paz” a Somoza, que era un diputado somocista que había reprimido a
campesinos por quitarles tierra: Francisco Argeñal Papi.

Mónica: El “Zapatero Ingeniero”, le decían, porque era zapatero y le habían


regalado el título de ingeniero.

Edén: El “Zapatero Ingeniero” Argeñal Papi. Entonces yo dije, bueno, hay


que secuestrar a este hombre y quitarles los reales para comprar armas,
movernos, etcétera. Pero, ¿cómo? Hay que hacer un estudio de sus hábitos,
de sus costumbres y hay que seguirlo. ¿Dónde es más fácil localizarlo? En la
Cámara de Diputados. Hay que seguirlo después de una sesión de
diputados. ¿Una sesión de diputados en el Congreso?, dije yo pensando esa
noche que no dormí, tal vez porque la cafeína no me dejaba dormir o tal vez
el concierto de tripas que me hacían bumbumbum en el estómago, no se
acomodaban aquellos intestinos vacíos.

Hay que seguirlo al Congreso. ¿Y por qué no al Congreso? ¿Y por qué no a


todos ellos y ahí adentro? ¡En todo el edificio! ¿Y cómo? ¿Y con cuántos?
Entonces dije yo, hay que capturarlos a todos, hay que secuestrarlos a
todos ahí en el Congreso. ¡Hay que tomar el Congreso! Y esa noche, ocho
años antes, ideé lo que el 22 de agosto de 1978 conoció el pueblo de
Nicaragua y el mundo.

Muy a las cuatro de la mañana estaba despertando a Oscar Turcios y a


Pedro Aráuz. Les toqué los pies: – ¡Despierten, despierten, despierten! ¿Qué
pasó? ¿Qué pasó? –me dice “El Ronco” Oscar Turcios ya con el arma en la
mano. Entonces le digo: –Tengo un plan genial. ¿Cuántos millones de
dólares querés? Cuando les digo aquello, me quedan viendo como que yo
estaba loco. Y esa mañana y esa noche, y el otro día, y el otro día, fue

6
conversar sólo sobre el plan del operativo al Palacio Nacional. Se reunieron
los cuadros de mando ese año y se llegó a la conclusión que no se podía
hacer porque no podíamos capitalizar los efectos políticos que iba a generar
ese operativo, porque la organización no se había desarrollado en número y
en calidad.

Después subí a la montaña y se lo platiqué a Henry Ruiz y a Tomás Borge: –


Nos estamos muriendo aquí de tontos, nos mata el paludismo, nos mata
una barba amarilla, nos mata el hambre, la Guardia, la anemia, los
zancudos, los tábanos, las garrapatas, ¡vamos a tomarnos el Palacio!, eso
va a prender esta cuestión. Siempre se llegó, en los ocho años, a la
conclusión de que no teníamos la capacidad para capitalizar los efectos
políticos que iba a generar, y que eso lo iban a capitalizar los conservadores
o cualquier otro partido u organización.

Luego se dio la división del Frente, las tres tendencias. Los de la opción
insurreccional habíamos atacado San Carlos, estaba la guerrilla a la
ofensiva con el Frente Norte Carlos Fonseca Amador, donde estaban Daniel
Ortega, Víctor Tirado López, Joaquín Cuadra y Dora María Téllez; por otro
lado, estábamos nosotros aquí en el sur; se dio el ajusticiamiento de “El
Perro Pérez”4, los combates de Piedra Quemada; se dio una porción de
hechos que provocaron que toda acción de cualquiera de las tres
tendencias, hubiera perdido interés político.

Una vez me llaman a San José, a una reunión urgente, y me encuentro


reunidos a Humberto Ortega, Daniel Ortega, Tirado López, Herty Lewites y
Carlos Coronel. La reunión consistía en analizar qué hacer con veinticinco
mil dólares para seguir desarrollando la lucha, porque todas las acciones
nuestras ya aparecían en las páginas interiores de los periódicos.

Mónica: Edén, pero antes, en 1974, se dio el asalto a la casa de Chema


Castillo, que fue un secuestro masivo de somocistas, y a través de ello se
consiguió la liberación de todos los presos de ese entonces, y también una
cantidad sustantiva de dinero. Ése fue un golpe muy importante. El
Comando estaba integrado por un grupo selecto de militantes y también
constituyó un duro golpe a la dictadura. Claro que no estaban las mismas
condiciones.

Edén: No era tan grande o tan importante como el Palacio. Lo que pasó es
que el Frente, en ese momento, no había alcanzado el desarrollo orgánico a
nivel nacional e internacional para capitalizar los efectos, y entonces el
operativo a la casa de Chema Castillo quedó como un grito en el desierto,
como una tempestad en un vaso de agua. No se le pudo dar seguimiento
por la falta de desarrollo de la organización; que si el Frente hubiera tenido
en 1974 el desarrollo que teníamos en 1978, ese operativo hubiera sido, en
el papel histórico, lo que fue el del Palacio.

7
Definitivamente, las dos acciones son comparables, son heroicas, y yo
acostumbro a reconocer el mérito de los otros compañeros; por ejemplo,
Hugo Torres tuvo la dicha de participar en los dos operativos, es el único,
tiene ese mérito histórico. Reconozco definitivamente que el operativo a la
casa de Chema Castillo ¡fue un bombazo político!, un golpe igual al del
Palacio.

Mónica: Claro, pero en otras condiciones, como vos señalas. En el año


1978, ya había un crecimiento insurreccional y de las formas organizativas,
ya había ocurrido la muerte de Pedro Joaquín Chamorro, que también fue
otra bomba.

Edén: En definitiva, ya estaba un estado pre-insurreccional, estaba el


Grupo de los Doce, que muchos compañeros no entendían el papel de Los
Doce, que nos permitió un trabajo internacional y que aisláramos a Somoza
en el exterior. Entonces, estaba el caldo positivo para que se diera ese
operativo del Palacio.

A mí me llaman a esa reunión y me incorporo con mis jodederas, como


siempre, bromeando, vacilando en el lenguaje mío, el modo que dicen que
es folclórico; nada de folclórico, campechano digo yo, mi modo de ser pues.
Entonces vienen y me dicen: –No, hombre, oíme, es que estamos
preocupados; ya todas las acciones que hacemos de aquí en adelante,
después de las que han pasado, después de la toma de la casa de Chema
Castillo en 1974 y las acciones heroicas de toda naturaleza, muertes
heroicas, que han ocupado las primeras planas en los periódicos, etcétera,
ya ahora lo que hacemos aparece en las últimas páginas interiores, en
letras chiquitas. ¿Qué hacemos? Entonces fue cuando les dije: –Llegó la
hora de que hagamos la “Operación Chanchera”.

Mónica: ¿Desde cuándo le llamabas así?

Edén: Desde 1970, 1971 ó 1972, “Operación Chanchera” 5. Aquello era un


atajo de cerdos metidos ahí, haciéndole el juego a la sucesión dinástica, a la
dictadura. Entonces, cuando yo dije eso, Herty, con su modo también
campechano, me dice: – ¡Qué jodés vos con esa locura, Edén! ¡Vos lo que
querés es que ese loco los asesine a todos ahí metidos! Herty no se
acordaba de haberme dicho eso; una vez se lo pregunté a Humberto en una
plática hace dos años, Herty estaba ahí, y le dice Humberto: –Es cierto, vos
dijiste eso.

Lo discutimos toda esa tarde porque les dije: –Dame diez mil dólares de
esos veinticinco mil, y vas a ver que tumbamos a Somoza. Vamos a crear
condiciones, ¡aquí no queda otra! Lo discutimos, lo sometimos a votación y
quedamos empatados porque Daniel, Humberto y Herty dijeron que ¡no!;

8
Tirado López, Carlos Coronel y yo dijimos que ¡sí! Hasta el otro día fue que
Daniel desempató la cosa. Dijo Daniel, volteándose hacia Humberto: –
Démosle los diez mil dólares, hombre, que lo vaya a hacer.

Lo más importante no eran los diez mil dólares, sino tener el permiso, que
me quitaran la luz roja, no pasar por la amarilla y ¡pas!, me ponen la luz
verde. Entonces se empezaron a montar las condiciones del operativo. Salí
para Panamá disfrazado de gentleman, con un saco exclusivo, un pantalón
y una camisa exclusiva, y zapatos florsheim. Ya en Honduras, me incorporé
a las estructuras de ahí; estaban Araceli, la compañera de Joaquín Cuadra,
y su hermana Lucía; y estaban los que acababan de salir de la guerrilla por
Wiwilí, El Coco, El Patuca, y se habían escapado de morir de hambre: Hugo
Torres y “El Zorrito” Francisco Rivera.

Costó que me pasaran de Honduras a Nicaragua, y ya estando, aquí, me


castigaron; me tuvieron quince días viviendo en un gallinero, ahí en
Chinandega, por el color de socialdemócrata o de burgués; en el Frente
Interno no me veían muy bien.

Mónica: En el FSLN, en todas las tendencias, siempre hubo ciertos


conflictos y cuestionamiento entre las estructuras interna y la externa; pero
sobre vos, también había reservas ideológicas. ¿Supiste vos de esos recelos
que se manifestaron de parte de Dora María, Oscar Pérezcassar “El Gordo
Pin” y Joaquín?

Edén: Sí, es cierto; los de adentro cuestionaban a los de afuera; los de


afuera cuestionaban a los de adentro; y yo estaba en medio del combate,
en fuego cruzado, porque yo reconocía el mérito y el trabajo interno, verbo
y gracia, cuando regresé del operativo del Palacio Nacional y le explicaba al
Frente Sur la organización que había en el Frente Interno. Los del Frente Sur
se reían de mí, y me decían que era que me habían engañado, que yo era
tonto, idiota, que era fácil que me impresionaran.

Entonces les dije que si no hubiera habido esa organización, habría sido
imposible montar ese operativo del Palacio Nacional. Para el Frente Sur, yo
era mal visto porque defendía a los del Frente Interno, y para los del Frente
Interno era mal visto porque pertenecía al Frente Sur. Era tremendo. Y sí, yo
no era bien visto por Dora María, Hugo Torres, Oscar Pérezcassar, a tal
extremo que después del triunfo de la revolución, presionaron a la Dirección
Nacional para que me dejaran fuera, y me dejaron fuera. Me querían freír
en aceite, y yo era consciente de toda esa problemática. Yo era el burgués
porque en mí veían el Pastora de la burguesía agropecuaria y de extracción
conservadora. Ese color, ese estigma, lo llevé dentro del Frente desde
siempre.

9
Recuerdo que en 1967 no me dejaron ir a Cuba porque, aunque era honesto
y valiente, decían, era conservador, agüerista, chamorrista. Así fue cómo yo
fui el único comandante que nunca fue a Cuba, sino hasta después del
triunfo de la revolución.

Mónica: Bueno, varios comandantes no viajaron nunca a Cuba, sino hasta


después del triunfo de la revolución. Yo nunca estuve en Cuba, Bayardo
Arce tampoco, y otros más, pero ése es otro asunto. Seguí contando, decías
que estabas en Chinandega, castigado en un gallinero.

Edén: Hugo Torres cuenta esa anécdota como castigo al socialdemócrata.


Entonces después me llevaron a Chichigalpa, a la casa de la familia de
Carlitos Rojas. Ahí estuve escondido. Después ya pasamos a Managua, y en
Managua se puso en práctica un acuerdo que se había tomado en Panamá,
en uno de los intentos de unidad de las tres tendencias del FSLN. Ahí
estaban Jaime Wheelock, Henry Ruiz, Humberto, Daniel y Tirado, y se
acordó que la unidad partiera desde el operativo del Palacio, porque lo
íbamos a hacer las tres tendencias. Cada uno de ellos iba a poner quince
combatientes, y con cuarenta y cinco iba a ser más efectiva y segura la
defensa.

Resulta que en Managua se estuvo esperando una, dos y tres semanas, a


que los compañeros de la GPP coordinaran la acción con los Terceristas. Ya
la tendencia Proletaria se había retirado porque dijo que era un
aventurerismo, que era putchismo, que era esto, que era lo otro, y muy
apegados a las letras del marxismo-leninismo. Estábamos esperando la
coordinación o la orden que la GPP recibiera de su jefe, de sus dirigentes, y
pasaba el tiempo y nada.

Una vez me reuní con Oscar Pérezcassar, con “Pin” como le decíamos, con
Hugo Torres y Joaquín Cuadra. Estos son hechos que no se registran en la
historia. Yo le dije a “Pin”: – ¿Vos sabés?, la GPP va a hacer el golpe ellos
solos. Entonces me dice “Pin”: – ¿Vos creés? Yo, de GPP, lo haría solo, y con
ese golpe tomo la delantera en la lucha anti-somocista y me llevo las
palmas. Era aquella lucha que había entre Terceristas y GPP.

Ve –me dice– tenemos un acuerdo con la GPP, de no hacer ninguna acción si


no nos avisamos, para tomar medidas de seguridad. Voy a ir a hablar con
ellos. Y se fue “Pin”. Se reunió con William Ramírez, supongo yo que era el
jefe de la Tendencia GPP aquí adentro, y le dijo: –Miren, cumpliendo tal
acuerdo, vengo a participarles que vamos a hacer un operativo
importantísimo, para que ustedes tomen medidas de seguridad. Y le dice
William: –Nosotros vamos a hacer otro, importantísimo, ¿cuál van a hacer
ustedes? Entonces “Pin”, ¡que era maldito!, se las sabía todas y con la cara
de panadero que ponía, de bonachón, parecía que no quebraba un plato, no
mataba una mosca, entonces le dice: –No, no, no te lo puedo decir.

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Decímelo vos, vos primero. Vos primero –le dice el otro. Y entonces
acordaron que sí, los dos se iban a sincerar, pero que dijera primero “Pin”.
Entonces le dice “Pin”: –Vamos a secuestrar al Chigüín. Luego le dice
William: – ¡No!, la de nosotros es más importante, nos vamos a tomar el
Palacio, vamos a secuestrar la Asamblea y lo vamos a hacer con quince y
lilá-lilá, le echa todo el cuento. Y platican cómo va a ser la cosa. Llega “Pin”,
pálido, berrejo donde mí, y me dice: –Edén, tenías razón, van sobre el
Palacio.

Levantamos el teléfono y en aquel lenguaje clandestino, se habla con


Humberto: Y que la vieja Chinta… la fiesta de la muchacha de quince
años… y que la otra vecina no quiere hacer la fiesta juntas y que no sé
qué… y que las dos viejas van a hacer las dos fiestas distintas, y que
parapapá… y que la otra vieja, que la niña y que los músicos.

Mónica: Ustedes le dijeron: –Si querés repartimos los caramelos antes.

Edén: Repartimos, los gofios y los caramelos. Y se le informa a Humberto y


a Daniel que la Tendencia GPP va de viaje a hacer el operativo sola.
¡Hombre!, entonces –dice aquél– prepárense, tírense ustedes solos. Y en
siete días, Mónica, a acopiar armas, a limpiarlas, armarlas, a reunir a los
compañeros, entrenarlos, y estamos sin uniformes.

Empiezan Joaquín Cuadra, Oscar Pérezcassar y Dora María Téllez, a


presionarme; dada la premura, las condiciones exigían que el operativo lo
hiciéramos sin uniformes. Entonces yo les decía que no, que sin uniformes
no se podía, que fracasaba el operativo; entramos sin uniformes y desde la
primera puerta disparamos el primer tiro, o nos disparan el primer tiro,
llegamos al segundo piso y se pierde el factor sorpresa. Esas eran
discusiones de todo un día, de dos días discutiendo eso, y en un momento
les dije: –Bueno, hagamos una cosa, no me den las armas, pero denme el
uniforme, que yo con un garrote y un canasto de piedras me tomo el Palacio
y lo defiendo con las armas que están adentro. Y “Pin” Oscar Pérezcassar y
los del Frente Interno, llamaron a Humberto y a Daniel, y les dijeron que yo
tenía miedo, que no quería entrarle al Palacio.

Humberto, Daniel y Tirado, muy preocupados, llamaron a Carlos Coronel, y


le dijeron: –Hombré, qué pifia; Edén tiene miedo, no quiere entrarle al
Palacio. Entonces Carlos les dijo: – ¿Edén, miedo? No jodan, ustedes no
conocen a ese indio; ese indio es tan orgulloso que se deja matar, se mata
él solo por no enseñar miedo. Algo está pasando ahí. Estoy yo donde
Poveda6, cuando suena el teléfono, lo levanto, y es Humberto el que me
sale al teléfono, y le contesto: – ¿Jacinto? ¿La Vieja Chinta? –Sí, la Vieja
Chinta. – ¡Idiay!, ¿qué pasó? –Que quiero hacer la fiesta, pero no quieren
que la niña vaya con el vestido de quinceañera, y quieren que las damas no
lleven el vestido porque no hay dinero, porque estamos pobres. Y entonces

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quieren que la fiesta sólo sea con chicheros, pero sin vestido. Sin vestido y
con los chicheros, ¡idiay! por más música que tengamos, se va deslucir la
fiesta. ¿Cómo? –me dice, deciles que les mandamos los vestidos. Y de Costa
Rica nos mandaron los uniformes.

Mónica: ¿Así es la cosa?, qué detalles que no se conocen. Y es que era


importantísimo lo de los “vestidos”, porque ustedes iban a hacerse pasar
por la EEBI; si no tenían los uniformes, ¿cómo iban a entrar ahí?

Edén: ¡Era imposible entrar! Y así fue cómo llegaron los uniformes de Costa
Rica, y en siete días estábamos en capacidad de hacer el operativo.

Mónica: A propósito de lo que decías del otro operativo –el de la GPP–


estuvo con nosotros en el programa David Blanco y confirmó que estando
Bayardo de responsable del Frente Interno GPP, William Ramírez había sido
encargado de las comunicaciones con las otras tendencias, y además iba a
comandar el operativo, pero no podía ir antes porque como periodista era
conocido ahí. David Blanco visitó varias veces el Palacio con un compañero
que se llamaba Frank, y cuenta que hicieron una maqueta, un croquis del
Palacio y que habían estimado la necesidad de veinticinco hombres bien
entrenados militar y sicológicamente.

Entre los candidatos a integrar el Comando estaban: William Ramírez,


Mauricio Valenzuela, Oscar Lanuza, Ismael Lanuza, la compañera Carmen
Bravo, una hija de doña Luz, y que con ellos iban conformando la unidad
con la que se iba a realizar el asalto. Inicialmente David iba a ser el jefe del
comando; luego se definió que sería William. Cuando efectivamente
ustedes hicieron el asalto, ellos fueron sorprendidos en medio de sus
preparativos.

Por otro lado, Hugo relata que para ustedes fue verdaderamente dramática
la preparación. Hubo un momento en que les dijeron que era dentro de
veinticuatro horas y que después los desmovilizaron y les dieron una
semana más, pero que prácticamente la gente no fue muy entrenada.
Contanos sobre eso.

Edén: Realmente, todo fue a la carrera. Los muchachos no estaban muy


entrenados. Yo creo que los que teníamos preparación militar ahí eran Hugo
Torres, Dora María Téllez, Walter Ferreti, un ex guardia de León que murió en
uno de los ataques del Frente Sur7, y yo.

Mónica: En una entrevista el año pasado, Hugo Torres nos dio la lista de los
compañeros participantes:

1) Edén Pastora “Cero”; 2) Hugo Torres “Uno”; 3) Dora María


Téllez “Dos”; 4)Walter Ferreti; 5) Emilio Mena Alba “Chacalote”; 6)

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José Hermógenes Hernández “La Tunga”; 7) Israel Ramírez “El
Pendejo”; 8) José Santiago Pupiro Nicaragua “Carmen”; 9) Salvador
Monge López “El Chirizo”; 10) Porfirio Jalima Sánchez “Hugo”; 11)
Eddy Olivares Hernández “El Pelado”; 12) Eddy Chavarría
“Chambón”; 13) Iván Bendaña Sequeira “Malicia”; 14) Lorenzo
Hernández “Nicanor”, que es el que sale herido en las dos nalgas;
15) Carlos José Salgado López “Reverendo”; 16) Belli Ramírez
López “Saltamontes”; 17) Rutilio Miranda “El Chelito”; 18) José
Méndez; y 19) Donald Herrera Pantoja.

Y los caídos en distintos lugares de la lucha son:

20) Sergio Campos Vásquez “Aldo”, quien había sido guardia,


persiguió a los compañeros en las montañas de Matagalpa, pero
luego se incorporó al Frente y murió en La Florcita, en la Ofensiva
Final; 21) Gustavo Morales Amaya “Montacargas”; 22) José
Francisco Gaitán Muñoz, también conocido como Marvin Gaitán
Nicaragua “Marco”, que cayó entre el 16 y 17 de diciembre de 1978
en El Naranjo, cerca de la población de Los Mojones, Rivas; 22)
David Martínez Santamaría, hermano de Mauricio, uno de los caídos
del 23 de julio en León. Cayó en la comarca San Benito el primero
de noviembre de 1978, junto con Blas Real Espinal y otros
compañeros; 24) Edgard López Taleno; y 25) Wilberto Cano Gaitán.

En relación con la preparación de combate de los participantes, según


explica Hugo Torres, algunos no sabían ni usar el rifle Garand.

Edén: Ahí les enseñamos en seco. En la primera reunión, nos llevaron a una
casa de las hermanas Maltez Huezo, una finca ahí por Las Filas; inclusive
nos hicimos pasar por cursillistas, porque había trabajadores, el mandador y
el capataz, quienes no sabían nada de nosotros. Yo era el cura, el sacerdote.
Había un cursillista que sí hacía muy bien el papel, porque cantaba y rezaba
en latín. Al mandador de la finca se le ocurrió que a fuerza tenía que
bautizarle el niño, y se lo tuve que bautizar. –Yo te bautizo in nomine patris,
et filis… de parapapá, te bautizo con el nombre de fulano de tal. Le eché el
agua y todo. Después consultamos y ese bautizo es válido, el niño quedó
bautizado como cristiano.

Mónica: Dice Hugo que dejaron pendiente dos bautizos para el día
siguiente, que ya los tenían amarrados.

Edén: Es cierto. Y hay otra anécdota chistosa: el encargado de la logística


era Raúl Venerio, y tenía que comprar las dos camionetas. Como no
teníamos dinero, se compraban al crédito, con una prima; y se había
amarrado cada una de las camionetas en dos mil quinientos dólares, cinco
mil dólares en total, y se iba a dar un mil dólares de prima.

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Entonces, cuando Raúl fue donde el de las camionetas a comprárselas al
crédito, el tipo se las subió a siete mil dólares, siempre con los mil dólares
de prima. Raúl, indignado, se peleó con él, y regresó donde nosotros
diciendo que ese día no iba a comprar las camionetas porque el condenado,
el tal por cual, se había aprovechado de la necesidad, y que les subió el
precio. Le digo: – ¿Siete mil dólares al crédito, Raúl? ¿Y la prima es siempre
la misma? Sí –me dice. –Ahí dejá que te las venda en diez mil, no seas
baboso, qué te está pasando, andá agarralas y que las vaya a recoger a las
puertas del Palacio. ¡Hombré, que estoy de baboso! –dice Raúl, y se fue a
comprarlas. El hombre perdió las dos camionetas; todavía después del
triunfo, nos las andaba pidiendo.

Teníamos un mapa a dos colores que hicieron Carlos Schultze y Nicho


Marenco. Yo había ido antes dos veces al Palacio Nacional; había entrado
cuando niño de la mano de mi mamá, cuando iba a pagar unos impuestos.
Del Palacio tenía un recuerdo del edificio monstruoso. Pero ya grande fui
otra vez, y sobre el plano revisamos, planificamos, entrenamos y todo en
seco.

En lo único que fallamos en todo el operativo, fue que no habíamos


coordinado, planificado, cómo íbamos a entrar después de bajar del
vehículo. Ahí fue que en la parte oeste entra Hugo Torres y su segundo que
era “Chombito” Walter Ferreti; ellos bajan del vehículo, y Hugo los pone en
formación militar. Dora María iba conmigo, de segunda en el grupo.

Mónica: ¿Eso fue un invento de Hugo, ahí mismito?

Edén: Eso fue un invento de Hugo en el momentito. Esa acción no la


habíamos planificado, y entonces los formó militarmente y marchando
“uno, dos, uno, dos”; los hizo subir las gradas, tiempo que yo gané, porque
yo no formé militarmente. Bajando de la camioneta, les digo: –Cada quien a
su posición, cada quien ¡adentro!, ¡adentro!, ¡adentro!

Mónica: O sea que ustedes entraron por dos puntos.

Edén: Por dos puertas, la puerta este y la puerta oeste. La puerta sur
estaba clausurada. Entonces sólo quedaba la puerta de la Plaza de la
República, o de la Plaza de la Revolución, como la llamamos después, la
principal.

El guardia que estaba en la puerta, con un pie en la pared, recostado con


una mano en el guardamano y la otra en el portador del fusil, me está
viendo que estoy dando órdenes y desplazando una tropa adentro del
Palacio. Las camionetas iban pintadas de verde olivo, con una tolda y un
alambre soldado en la cabina, simulando una antena. Entonces el guardia
me está viendo, y está viendo pasar a los soldados a la par de él. Uno de los

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compañeros que yo había entrenado va enfrente portando arma bala en
boca y sin seguro, con los ojos puestos en los ojos del guardia, porque yo le
había dicho: –En la mirada ves la intención del guardia; si él hace cualquier
movimiento, vos lo encañonás y le decís ¡no se mueva! Y si se mueve,
disparás.

Pero no, el guardia tranquilo nos veía pasar, el otro, el otro, el otro, y me
quedó viendo y me pregunta: –Señor, ¿qué pasa? Entonces fue cuando le
dije: – ¡Viene el Jefe! Usted no puede estar armado, ¡entregue el arma! Sí,
señor –me dijo. Me entregó el fusil, el gran chopo, el Garand que tenía.
Subo al piso de arriba, estaba otro guardia viendo pasar a todos y cuando
me ve que yo soy el que mando, me dice: –Oficial, ¿qué pasa? ¡Viene el
Jefe!, pase el arma. Sí, señor –me dice, y me entregó el arma. En dos
minutos y medio nos tomamos el Palacio.

Mónica: Si algo debemos reconocer es que sos excelente artista.

Edén: ¡Ah, no! Si hubiera fracasado en la política, me habría metido de


actor. Ahora no sé si en la política he fracasado o no, pero sí se han logrado
avances.

Mónica: ¿Llevaban medios de comunicación entre ustedes, walkie talkie?

Edén: Dentro del Palacio no teníamos walkie talkie, sólo yo llevaba uno
para comunicarme con los del Frente Interno; pero ellos no le tenían fe y no
quisieron comunicarse, no contestaron, no los usamos; sólo se comunicaron
una vez, pero no tenían el hábito de la comunicación, de la cual yo siempre
fui asiduo partidario, no hay triunfo sin comunicación.

Dora María se fue al bar porque sabíamos que siempre había diputados
tomando ahí o que estaban ya picados, pasados de tragos. Yo entro en la
sala, doy siete, ocho pasos, porque tenía que dar tiempo a que detrás de mí
entraran cuatro compañeros; dos se volteaban a mano derecha y dos a
mano izquierda, porque en las bancas de atrás estaban escoltas armados
de los diputados. Ahí se recuperaron como cincuenta pistolas 9 milímetros
de escoltas, y muchos carnés de seguridad.

Ahí es cuando realizo mi sueño de ocho años, imaginate qué sabroso habré
sentido. Entonces pego un grito: – ¡La Guardia Nacional! ¡Todo mundo
cuerpo a tierra!, y dejo ir una ráfaga sobre la cabeza de ellos, bararararán.
Mónica, es la orden mejor cumplida: Se tiraron bajo los escritorios, no se
veía un diputado. Por la otra puerta, la de atrás, donde se recaudaban los
fondos, donde estaba La Renta, va entrando Hugo Torres con el resto del
comando. Ya han ajusticiado y dejado fuera de combate a los escoltas de
Antonio Mora Rostrán, el Ministro de Gobernación, y lo traen preso. Era el
hombre que siempre quedaba reponiendo a Somoza cuando salía al

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extranjero.

Hugo en ese momento que entra, nos ve a nosotros pero a ni un sólo


diputado, porque están debajo de los escritorios. Entonces lo veo que pasa
vista y no ve el Congreso, y da un paso de lado, pero voltea donde mí, con
la Uzi en una mano y con la otra me hace señas, y me pregunta: – ¿Qué
pasa? ¿Qué pasa? Entonces le digo: –Ahí están, debajo de los escritorios,
¡velos! Entonces me voy a la mesa principal, están todos, la Directiva del
Congreso, debajo de la mesa, atrás.

Mónica: ¿Todavía no se habían puesto los pañuelos?

Edén: No, no nos los habíamos puesto. Dejo ir la ráfaga y me voy directo a
la mesa, y entonces veo que Luis Pallais me pregunta con serenidad, y te
hago énfasis en la serenidad porque la mantuvo todo el tiempo, me dice: –
Oficial, ¿qué pasa? Ya vas a ver –le digo, lo que pasa. Esperate un
momento. Entonces pongo la culata del G-3 en la mesa ¡bangán!, y pego un
grito: – ¡Éste es el Ejército del Pueblo, el Frente Sandinista de Liberación
Nacional!, ¡hijos de puta!

Mirá, Mónica, aquello parecía brujería: todos los escritorios temblaban,


tttrrrrrrr. Toda aquella sala se estremecía, ¡era impactante! ¡Lo que es el
pánico, lo que es el miedo! Y en ese momento, como dice Amparo Ochoa en
el canto, nos pusimos el pañuelo rojinegro al cuello. No nos lo pusimos en la
cara, sino que lo tuvimos todo el tiempo en el cuello, el pañuelo rojinegro 8.

– ¡Manos arriba! El que se mueva, se muere, parapapá, hijos de p...,


palabras soeces. Nosotros teníamos miedo de una estampida, un pánico
colectivo y que no lo pudiéramos controlar. Entonces usamos las malas
palabras, los gritos, las amenazas y todo eso, para que se inmovilizaran
mientras los amarrábamos y controlábamos la situación. Afuera estaban
cinco hombres cuidando la puerta principal, entre ellos “Chacalote”, y
adentro estábamos veinte hombres controlando a los diputados. Ya cuando
estaban controlados, recuerdo perfectamente bien que les pedí disculpas a
los diputados, principalmente a las damas, por las malas palabras, que era
todo con la intención de evitar una estampida, y que tuviéramos que tomar
medidas extremas que lamentar.

En ese momento del operativo, suenan disparos afuera: la Guardia, los


vigilantes de la puerta principal, están queriendo entrar. Me llaman y voy,
me arrastro y fue cuando solté la granada, una que me había dado don
Pepe Figueres, en Costa Rica, diciéndome: –Estas cosas no nos sirven a
nosotros los ticos, les sirven a ustedes los nicas, que todavía se están
matando. Aquí ya no nos matamos. Y don Pepe Figueres, de sus manos, que
en paz descanse el viejo, jugó muy buen papel, me entregó esa granada
que soltamos en el Palacio. Dejamos fuera de acción a esta Guardia que

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estaba resistiendo en la puerta principal. Se bajó el “Chacalote”, cerró la
puerta y la encadenó.

Mónica: ¿Entonces, la puerta principal quedó abierta durante un tiempo,


no la cerraron de inmediato?

Edén: Sí, es que entramos por las puertas laterales, al este y al oeste; el
último en cada una de éstas llevaba una cadena y un candado del tamaño
de un sapo de montaña y encadenó estas puertas laterales. Fue hasta que
dejamos fuera de acción a estos guardias, que cerramos la puerta principal.
Si no me equivoco en esa acción muere un hermano de Wilfredo Navarro, y
por cuenta de ahí nace una animadversión que tiene Wilfredo conmigo. Él
cree que yo soy culpable de la muerte de su hermano y no, yo no soy
culpable, son las circunstancias históricas del momento. Yo soy un número
más en la lucha por Nicaragua.

Entonces se cierra la puerta, tomamos el control e inmediatamente, ya


controlado el Congreso, mando cuatro hombres por cada costado del
Palacio a tomar posiciones y a prepararnos para la defensa.

Mónica: Había más gente, además de los diputados, porque era un día
normal, y ahí se movían muchas personas. En realidad, ¿cuántos estuvieron
metidos ahí adentro, controlados por ustedes?

Edén: Mirá, ahí quedaron encerrados, secuestrados, como quieran llamarle,


por accidente, entre dos y dos mil quinientas personas. Como lo llama
García Márquez, “era un mercado burocrático” aquello. Ahí estaba La Renta,
los ministerios de Hacienda y de Gobernación, los cómputos nacionales en
los sótanos, la Cámara de Diputados y el Senado. Todos esos quedaron
encerrados. Para nosotros fue un problema tener que controlar a toda esa
masa de gente. Por los sótanos se salieron, quitaron un aire acondicionado;
a mí me informaron y dejé que se fueran, porque para nosotros, entre
menos gente, era mejor. Y posteriormente comenzamos a dejarlos ir
ordenadamente.

Con la Guardia ya habíamos peleado veinte minutos, porque llegaron unos


comandos que Michael Echannis9 iba a entrenar y que iban pasando
casualmente cerca del Palacio. Nos rodearon doscientos ochenta comandos
y con esos peleamos como veinte minutos. Dice Echannis en unas
grabaciones que dejó para que se publicaran después de su muerte: –Yo
tuve que retirar a mi capitán, fulano de tal, mortalmente herido. Además,
dijo que el tirano no sabía de la gran impopularidad de que gozaba, y que si
él hubiera nacido de una familia campesina, estuviera peleando en el FSLN.
Todo eso dijo el Echannis, el mercenario de quien la revista Fortune había
sacado una foto en la portada y en primera plana, como el hombre más
peligroso en las calles de Nueva York. Un hombre que te mataba a

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veinticinco metros, sin un puñal, sin una pistola; daba un salto, te caía
encima y con un golpe de karate te hundía el vómer en la base del cráneo,
y te mataba. Con dos sud vietnamitas, era el ídolo de las muchachas de
Managua, y nunca me perdonó el operativo del Palacio. Un indio de Darío lo
humilló sin tantas payasadas10. Entonces llegó con estos comandos y ahí
resistimos, el miedo nuestro era que a esta gente, al salir, les hicieran algo,
y que después dijeran que éramos nosotros.

Mónica: Seguramente era el ídolo de las muchachas, pero de las


somocistas. Edén, ¿por qué no iban más mujeres en el comando? En el
golpe del 27 de diciembre fueron tres, más o menos el treinta por ciento.

Edén: Sólo iba Dora María Téllez. Yo hubiera querido que hubieran ido más,
inclusive le pedí al Frente Interno que incluyéramos mujeres, yo quería que
fuera Araceli Pérez, la mexicana. En Tegucigalpa, le dije a ella: –Araceli, voy
a pedir que te incluyan en un operativo que voy a hacer, y les pedí que
entrara, lo que hubiera sido altamente positivo, una mexicana ¡imaginate!,
hubiéramos conmocionado al pueblo mexicano, sumamente político hubiera
sido eso. Los compañeros no me entendieron y no aceptaron. Dicen que ella
hasta lloró, cuando se enteró de que no la habían incluido en el operativo.

Mónica: Dora María, según sé, fue integrada ya en la última fase, cuando
se miró la importancia de que ella estuviera en toda la negociación. No
estaba incluida desde un principio, sino hasta en la segunda semana, una
semana antes. ¿Así es?

Edén: Así es. A última hora la incluyeron a Dora María, como responsable
de las negociaciones, porque el Frente Interno vio que el proyecto original
era muy duro. Entonces el Frente Interno incluyó e impuso las
negociaciones, porque el operativo original no las contemplaba.

Mónica: ¿Y qué es lo que se iba a hacer originalmente?

Edén: Mirá, te voy a contar, es durísimo, pero te lo voy a contar como un


testimonio de lucha. Yo he dado testimonio, y los que no han participado en
la guerra, me condenan y no saben que las guerras no las hacen los
ángeles, las hacemos los hombres, con nuestras debilidades, con nuestros
defectos y nuestras virtudes; y que la guerra es cruel, es espantosa, es
destrucción, es muerte, es llanto. Sólo un loco, o uno que no conoce la
guerra, puede desear la guerra; y estas acciones son acciones de guerra,
donde debe desaparecer todo vestigio de sentimiento humano y convertirse
uno en una máquina fría de matar en la acción. Antes y después de la
acción, es otra cosa, se contemplan medidas y hechos, se analizan y se
toman decisiones. Pero en la acción, hay que ir frío y si no ¡ideay! le pasa lo
de Cerpa en el Perú, o lo del M-19, en Colombia11.

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A los que hemos tenido principios, doctrinas, pensamientos que defender,
por los qué luchar, aquellos que no han tenido el valor ni los principios por
qué luchar, pues ¡ideay! fácilmente nos critican tomándose un café caliente
o moviendo el hielo en un vaso de whisky, y nos ven como bárbaros, como
locos, como animales.

El operativo inicial, el concebido en la casa de los Bervis, en Sutiava, el que


contemplé ocho años antes, consistía en que, una vez tomado el Palacio,
exigirle al gobierno una representación diplomática, que llegaran tres o
cuatro embajadores, como de hecho realmente llegaron, y que se llamara al
Arzobispo, con tres o cuatro obispos más, como realmente llegaron. Una
vez todos adentro, exigir la presencia de un general o un coronel de la
Guardia, yo iba a pedir al Coronel Levy Sánchez, un viejo amigo mío que
había sido por muchos años comandante en mi pueblo, Darío, y que ahí
dejó muy buena impresión.

Y estando ahí todos reunidos, les iba a decir: –Señores, éste es un operativo
del FSLN contra la dictadura y la sucesión dinástica de Somoza, para tomar
el poder y hacer la revolución, y este operativo no tiene ningún plan de
emergencia. Este operativo consiste en que usted, Coronel Levy Sánchez, le
va a llevar este legajo de exigencias a Somoza: diez millones de dólares, la
liberación de los compañeros tales y tales, y la publicación de estos
documentos en el término de doce horas. Esa es una orden. Y como prueba
de nuestra determinación de Patria Libre o Morir, no hay negociaciones; y
esto es una orden, se va a llevar una prueba: Tráiganme a un diputado,
párenmelo aquí; y ahí, sacarme la pistola, ¡bang! y pegarle un tiro en la
cabeza. Échenle este hombre encima, en los hombros a Levy Sánchez;
sálgase, vaya y lléveselo donde Somoza. Tiene doce horas para que cumpla
las órdenes, los diplomáticos se quedan con nosotros aquí como garantía, y
el Arzobispo y los Obispos también se quedan.

Mónica: O sea, ¿vos no estabas de acuerdo con que hubiera propuestas y


contrapropuestas, como ocurrió en el asalto de la casa de Chema Castillo?

Edén: En el caso de la casa de Chema Castillo sí se negoció; en el nuestro


no iba a haber negociación, pero al final sí hubo. Ahí el Frente Interno dijo: –
Es muy duro, podés echar a perder el operativo, hay que entrar en
negociaciones; entonces me pusieron a Dora María como responsable de las
negociaciones, y Hugo y yo íbamos a participar también.

Mónica: Pero Dora María le dio un realce importante al operativo, tanto por
su presencia como mujer, como por su calidad política y militar.

Edén: ¡Definitivamente!, de esto yo estaba claro, tan claro, que yo pedía


tres mujeres en el operativo. Ahí hubieras ido vos, Mónica.

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Mónica: Pero yo era GPP, ¡jodido!, tal vez hubiera ido en el otro operativo.
¡Se nos fueron arriba ustedes!

Edén: Pero si hubiéramos ido unidos, hubieras ido. Se te fueron arriba los
que no hicieron la unidad.

Mónica: Fijate qué casualidad, mi hijo Pancasán cumplía dos años ese 22
de agosto y lo mandé a buscar con una colaboradora para que estuviera
dos días conmigo en una casa clandestina. Clandestino mi bebé. Yo estaba
en mi casa de seguridad y los oí pasar a ustedes por la Carretera Norte,
cerca del Café Soluble. ¿Exactamente, cuántas horas estuvieron ahí?

Edén: Cuarenta y ocho horas y dos noches. La toma es el 22 y el 24


salimos. En una de las noches, la primera noche, se dio un temblor, y me
dicen: –Comandante, Comandante, está temblando. – ¿Cómo que está
temblando? ¿Hasta ahora te das cuenta que está temblando?, estás
temblando desde mediodía. Y recuerdo también que inmediatamente
después del operativo, suena el teléfono ¡piririring! Levanto el teléfono: –
Palacio Nacional, territorio libre de Nicaragua, habla el FSLN. Y oigo en el
auricular: – ¡En la montaña enterraremos el corazón del enemigo! Era un
GPP que estaba esperando el golpe de la GPP. Entonces le digo: – ¡Qué
maravilla que la GPP celebra este operativo! ¿Cómo? –me dice, ¿y no es la
GPP? –No, somos los Terceristas. ¡¿Qué?!, y puso el teléfono.

Mónica: ¿Y qué pidieron?

Edén: Pedíamos la liberación de los presos, y Dora María cedió que no


estuviera Antolín en la lista, a quien lo habían capturado hacía cuatro días.
Yo le decía: –Dora María, Dora María, exigí a Antolín. Salió con el operativo,
pero después te voy a contar cómo: llegó morado como caimito de la
torturada que le habían pegado. Entonces, se baja de los diez millones a
siete, a cinco, a tres, a dos, a uno. Entonces, cuando se baja Dora María y le
digo: –Mejor no pidamos nada, ¡ideay! Dora María no entendía la necesidad
del dinero; sin dinero no se hacen las guerras revolucionarias, ningún tipo
de guerra entonces ella no le daba la importancia que yo le daba al dinero.

Somoza apuntaba al cansancio nuestro, porque nosotros ya entramos


cansados. Como te digo, siete días trabajando día y noche en los
preparativos; y cuando se va a ese tipo de operativos, las últimas cuarenta
y ocho horas se debe dormir bien, comer bien, para ir totalmente
descansado, con todas las energías de reserva, y nosotros llegamos
agotados. El siguiente día empezamos a sentir los síntomas de cansancio, y
Somoza apuntaba al cansancio, y nos iba dando largas y nos amenazaba, y
que estábamos en una situación difícil, nos decía, y también él estaba en
una situación difícil.

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Mónica: Del lado del FSLN negociaban Dora María, Hugo y vos. Y en el otro
lado, ¿quiénes negociaban?

Edén: Llegaba el intermediario, Monseñor Obando y Bravo, a quien


entonces le decía Somoza “el Comandante Miguel”. Estamos en el
operativo, nos vamos cansando, y yo me doy cuenta de eso.

Mónica: El papel que juegan ustedes presionando a los propios senadores


y diputados que estaban ahí, ¿fue importante para lograr que Somoza
finalmente cediera? ¿Hay comunicación entre Pallais y Somoza, y con los
más allegados que estaban de rehenes ahí?

Edén: Nosotros los tratamos muy bien, les enseñamos que nosotros no
éramos bestias. Yo les dije en determinado momento: –Los vamos a tratar
como nosotros quisiéramos que nos trataran. Y los tratamos a tal extremo
que, todos ellos no guardan rencor para con nosotros, como Luis Pallais,
Panchito Argeñal, Fernando “El Diablo” Zelaya, Eduardo Chamorro Coronel.
Creo que el único que no me perdonó nunca fue éste de León, Cuco
Sánchez, el que se murió. Siempre me vio con unos ojos que, si hubieran
sido balas, me balea. Todos ellos entendieron y recuerdan el buen trato
dentro de lo difícil de la situación.

Ellos tuvieron comunicación con su familia, con Somoza, el teléfono estaba


a la orden todo el tiempo. Creo que ellos fueron los que le informaron que el
jefe del operativo era yo, porque hubo un momento que Somoza llama al
Coronel Levy Sánchez, y le dice: –Mire, el jefe del operativo es un hombre
de Darío que desde hace tiempo nos viene dando problemas, Edén Pastora,
¿usted lo conoce? Sí –le dijo Levy, lo conozco muy bien. –Es que él dice que
si nosotros no cedemos, empieza a matar a los diputados, ¿usted cree que
los mate? Entonces Levy le contestó con otra pregunta: – ¿Edén dice que
los mata? Sí –le dice Somoza. –Ah pues sí; si él dice que los mata, los mata.
Y es que Levy me conoce ciertas jugaditas, me conoce ciertas cosas, y
entonces Somoza le dijo: – ¡Ah, no!, entonces negociemos, aceptemos lo
que el loco dice.

Hay un momento en las idas y venidas de Monseñor, hoy Cardenal, en que


ya a los diputados los tenemos en distintas mezanines, hemos tomado
medidas de seguridad, ya que la noche anterior querían hacer un asalto.
Echannis se había metido al sótano. Yo había bajado ahí y lo veo en la
oscuridad como a veinte metros. Yo estoy detrás de una columna, no sé qué
es Echannis, creo que es algún civil que viene a traer algo que ha olvidado,
lo veo que se regresa. Si Echannis hubiera seguido avanzando, se hubiera
topado con el cañón del G3 y fijate que sin darme cuenta, hubiera matado a
Echannis.

21
Hay un momento en que Hugo me dice: –Edén, a un compañero le ha
agarrado un ataque de histeria, como de cansancio, agotamiento, ha bajado
la defensa. Por el cansancio, Walter Ferreti había descuidado la defensa por
estar dando unas entrevistas a los periodistas de la prensa parlamentaria,
yo le llamé la atención en ese momento. Hugo me dice además: –Edén,
siento como que pasan tranvías por las azoteas del Palacio, oigo un
ferrocarril. Entonces le digo: –Estás cansado, arrecostate en esa mesa,
descansá un poco, cinco minutos que durmás, pero te reponés. Me quedo
platicando con Dora María, no está Monseñor, y Dora está sentada con la
carabina, la M-2, entre las piernas, y hablándome, no es oyéndome, ella
estaba hablando y se va quedando dormida. Vuelve en sí cuando la
carabinita se le va chorreando entre las piernas, ella agarra la carabina y se
despierta, yo me asusto, y le digo: – ¡Dora María, estás cansada, acostate
en esa banca!

Lo grave es que cuando me doy cuenta que estamos cansados, que Hugo y
Dora María están cansados, yo tomo la decisión de tomar el mando político-
militar, porque llevaba esa instrucción: en cualquier momento difícil, vos
tomás el mando político-militar de la acción y parás las conversaciones,
hacés lo que vos querrás. Llevaba esa instrucción de mi Comandante de la
Revolución, Humberto Ortega. ¿No es así, Humberto? En ese momento
estoy decidiéndome a parar las negociaciones, cuando va entrando
Monseñor. Bueno, voy a parar esto, voy a ordenar esto y esto, una salida
que el tirano acepte.

Y empiezo a repasar el plan desde el inicio hasta el final, y en la repasada


no ubico en qué lugar de Managua está el Palacio. Lo busco por el Distrito,
lo busco por el Ministerio de la Construcción, y no lo encuentro; lo busco por
Tiscapa, detrás y delante de Tiscapa, y no lo encuentro. ¿Y dónde está? No
encuentro en qué lugar de Managua estamos nosotros en el Palacio. Y me
doy cuenta que yo también estoy agotado; entonces mi reacción fue
enojarme, me puse bravo. Ya Dora María y Hugo estaban sentados,
platicando y negociando con el Embajador de Panamá y Monseñor, cuando
bravo, violento, me vengo a la mesa y doy una palmada ¡bangán! ¡A parar
las negociaciones!

Cuando doy la palmada, Hugo y Dora María me vuelven a ver con unos ojos,
seguro que se imaginaron que yo ya me había vuelto loco. Monseñor me
vuelve a ver lo mismo, y ¡cómo estoy de fundido que se lo digo en francés:
–C´est moi qui comand ici (soy yo el que mando aquí). Se lo digo en francés
Mónica, y cuando se lo digo, por supuesto que me vieron más loco. Se
paran las negociaciones, me volteo hacia donde Hugo y Dora María, y les
digo: –Hugo, Dora, estamos cansados, Somoza nos va a agarrar como
pajaritos, se paran las negociaciones. Entonces Hugo Torres ahí está vivo,
se pone de pie y me dice: – ¿Ésa es la orden militar comandante? –Ésa es la
orden militar. Hugo se cuadra todo elegante, serio y ceremonioso y me dice:

22
–Comandante, va a ser cumplida la orden. Y ordena a Dora María que pare
las negociaciones.

Me volteo, agarro a los diputados y los meto en un cuarto. –Vos tomá un


ángulo de tiro, el otro, otro ángulo de tiro, tomen las granadas, que nadie se
salga aquí, estos siete aquí, ban, ban, ban; este hijo de tal nos va a
respetar, cree que somos inútiles. Empiezo a hablar barbaridades,
bascosidades, malas palabras y toda chochada. Y Monseñor me dice: –
¡Comandante Cero, mantenga por favor la calma; usted ha sido un hombre
bien calmo! ¡Por favor! –Monseñor, ¿cómo cree que tenga calma después
de cuarenta y cinco años de prostitución, explotación, asesinatos, torturas,
muertes, espanto, dolor y llanto de este pueblo, y el tirano jugando con
nosotros?

–A ver, métanlos ahí y, Dora María, escriba hasta dónde vamos. Y Dora
María empieza a escribir: No hay negaciones y hasta aquí, tiene el tirano
tantos minutos para que conteste positivamente. Yo me voy mientras, Dora
María está escribiendo hasta dónde llegamos, las exigencias, todo, que no
hay negociaciones. Monseñor se va a la puerta donde están metidos los
diputados con unas caras largas, pálidas, y les dice: –En estos momentos
difíciles, de peligro, de muerte, hagamos un acto de contrición perfecto,
pidamos perdón a nuestro Señor y oremos, Padre nuestro que estás en el
cielo... Y dicen los diputados: –Padre nuestro que estás en el cielo… Yo te
absuelvo de tus pecados. Y Monseñor les da la absolución masiva.

Mónica: Entre los secuestrados estaba un diputado conservador, Cristóbal


Genie, que me había defendido a mí cuando me capturaron.

Edén: Llevábamos las instrucciones de que si teníamos que llegar a


extremos de eliminar a los diputados, que dejáramos por último a tres de
ellos, que eran, Cristóbal Genie por haber defendido valientemente a
Mónica Baltodano; el doctor René Sandino, cancerólogo de Granada, que
había operado de cáncer en las glándulas mamarias a la mamá de Doris
Tijerino, y que cuando se dio cuenta que era la mamá de Doris, no le cobró;
y a Julio Molina, quien fue un guerrillero en la década de los sesenta, del
Movimiento de los tres Julios12.

La cosa es que Dora María me entrega el papel, se lo entrego a Monseñor y


le digo: –Monseñor, dígale a Somoza que en treinta minutos, si no contesta,
empiezo a matar cada media hora un diputado. Y entonces me dice
Monseñor: –Comandante Cero, en treinta minutos no me da tiempo de ir y
volver. No es necesario que regrese, de allá usted me llama por teléfono. Le
entrego el papel, y le pongo la mano en la espalda, guardando el respeto a
la personalidad ¿verdad?, y le hice una cierta presioncita en la espalda
como para que entendiera que era rápida la cosa. Y le digo: –Y vaya, vaya
rápido porque ya el reloj está marcando los treinta minutos. Y sale aquel

23
Monseñor que la sotana le hacía cla, cla, cla, cla con el viento.

Yo me quedo con los diputados: –Van a saber ustedes si Somoza los quiere,
los aprecia. Ahí fue donde sí tuvieron presión para llamarlo; Luis Pallais
llama por teléfono a Somoza y le dice: –Señor Presidente, creemos que son
momentos para no jugar con la vida de los diputados. Por favor, salve usted
el Congreso, creemos que hay que aceptar lo que los señores del Frente
Sandinista le exigen.

Les quedan quince minutos, les quedan cinco minutos, les quedan tres
minutos y cuando quedan dos minutos, llamo a Hugo y le digo: –Hugo
llevate al periodista Luis Manual Martínez, andá ahorcalo, porque si suena
un tiro, va a haber un pánico colectivo. Te lo llevás y lo tirás a la calle. Y
entonces Hugo, con su Uzi en la mano, se va y le dice a Luis: –

Acompañame. Luis Manuel Martínez se va levantando y pasa frente


a mí con Hugo y su pañuelo rojinegro en el cuello, cuando suena el
teléfono, ringg. Tomo el teléfono: –Palacio Nacional, territorio libre
de Nicaragua, habla el FSLN. Y en el otro teléfono oigo la voz de
Monseñor: –Comandante, el Señor Presidente ha aceptado todas las
condiciones. Hugo ya va por la puerta, y le digo: –Hugo, parate.
Entonces, me vuelvo donde los diputados y les digo: –El Tirano
aceptó, se salvaron. Y empiezan a llorar. ¡La habían visto como
nosotros la vimos muchas veces! ¡La pelona cerca!

Mónica: Somoza acepta el 23 y salen el 24, yo recuerdo que se anunció.

Edén: Querían que saliéramos ese día y en la noche; entonces, no, no, no.
Salimos de día, en la mañana, y con todas las de ley, pues Somoza ya se
comprometió en ese momento.

Mónica: ¿Y cómo salió Antolín? Dijiste que nos ibas a contar eso, porque no
estaba en la lista.

Edén: Antolín, de Masaya, es el segundo nombre de Hilario Sánchez, lo


habían capturado y Somoza decía que no lo hallaba. Ahí yo le dije al
Cardenal: –Mire, me trae a Antolín, vivo, muerto, en una bolsa plástica, ya
pudriéndose, ya podrido, pero me lo trae.

Mónica: Y liberaron también a los de Río San Juan y a Fernando “El Negro”
Chamorro. La lista de los que salieron es larga.

Edén: Por curiosidad, quise ver la lista porque a la inmensa mayoría de


ellos no los conocía. Eran muchachos que habían entrado después de los
años setenta, y yo me había peleado con Tomás y Henry Ruiz en 1973, y me
había ido. No conocía a una porción de ellos y ellos no me conocían, no

24
sabían que yo me había vuelto a reincorporar en 1977. Estuve cuatro años
prácticamente fuera del Frente, que fue cuando me fui a pescar a Barra del
Colorado, y mis comandantes de la revolución, Humberto Ortega y Daniel,
me mandaron a traer con Sergio Ramírez Mercado y con Carlos Coronel.

En ese operativo salió el comandante Tomás Borge, René Núñez, Javier


Carrión.

Mónica: Salieron también:

Roberto Calderón; Leopoldo Rivas, ¡por fin!; Marcio Jáenz; Roberto


Montenegro; Luis Guzmán “El Chiri”; Iván Montenegro; Jorge
Guerrero “El Cuervo”; Javier Pichardo; Carlos Sequeira; Francisco
Cuadra; Francisco Mercado; Domingo Robleto; Edgard Lang; Juan
José Úbeda; Francisco Guzmán; Álvaro González Cerrato “Antolín”;
Martha Cranshaw; Rosa Argentina Ortiz; Gloria Campos; Misael
Brenes; Isidoro Alfaro; Julio Gómez; los hermanos Rodríguez, que
habían sido capturados en Masaya; Charlotte Baltodano; Felipe
Peña, a quien lo habían capturado en octubre en la toma de San
Carlos; Margine Gutiérrez; Gustavo Moreno; Yadira Baltodano; Víctor
Moreno; Félix Pedro Meneses; Auxiliadora Cruz; Eloy López;
Apolonio Martínez; Eddy González; Rodolfo Amador; Lucas Cortés;
Guillermo Cáceres Bank; Maximiliano Martínez; Roberto Mckewans;
Amílcar Lorente; Miguel Galeano; Róger Urey; Doris Tijerino; y
Fernando “El Negro” Chamorro;

Estos otros compañeros que están en esta lista, no sé si realmente se


fueron o se quedaron, porque el comando pidió a algunos que no
aparecieron: Epifanio Cruz Torres; Catalino Guzmán; Gertrudis Molina; y
Alfredo Talavera.

Edén: Hermoso lote.

Mónica: Hermoso lote, y además, te digo, bastantes compañeros que


después ocuparon altas responsabilidades en la jefatura insurreccional.

Comentario de la autora: Según reseña Hugo Torres, la comisión Pro-


Defensa de los Derechos Humanos había pasado una lista de compañeros
que habían sido capturados en distintos lugares del país desde hacía
meses. Lo que se buscaba poniéndolos en la lista, era que si estaban vivos,
los entregaran, o que quedara en evidencia su carácter asesino: Donald
Guevara, Elvis Chavarría, Pedro Antonio Jiménez, Antonio Silva Rocha, Róger
García Molina, Cándido Ruiz Talavera, Donald Gaitán, Marcos Silva Molina,
Francisco Tijerino, Gregorio Montoya “Don Goyo”, José Jarquín, Azucena
Suárez Meza, Antonio Mairena Lagos, Santiago Lagos, José Cruz Sandoval y
Germán Sandoval.

25
Edén: Es una lástima que el FSLN hace rato que no celebra este día. Este
es un testimonio para la historia de Nicaragua, que debemos contarlo claro
y llanamente, para que muchos sepan cómo fue la guerra de liberación, lo
que costó, lo que se sufrió, los sustos y todas esas cosas, pues. Como digo,
el operativo salió bastante limpio, no hubo que lamentar muchas cosas. Sí
se murieron dos o tres personas ahí, pero porque un helicóptero de la
Guardia, piloteado por Pedro Guillén, llegó e indiscriminadamente ametralló
el Palacio, y eso fue lo que ocasionó más bajas en heridos y en muertos.
Militarmente todo sucedió como lo habíamos planeado. Políticamente se
nos quedaron diez compañeros que no incluyeron en la lista por una falta
del Frente Interno de no dominar debidamente las listas de todos los presos
políticos. De ahí, todo sucedió a la perfección.

Mónica: Se quedaron Luis Alberto González, Lourdes Guzmán y otros más


que no pusieron en la lista. ¿Cómo hirieron al compañero del comando, el
único que salió herido?

Edén: Estaba resistiendo el ataque, ya habían llegado los doscientos


ochenta guardias y un Batallón de Combate, habían rodeado el Palacio,
habían estado tiroteando, queriendo entrar, se resistió de los cuatro flancos
del Palacio. Una bala del helicóptero este que ametralló, hirió a varios
civiles y mató dos o tres civiles ahí, ése fue el que hirió al compañero.

Mónica: Cuando salieron hubo una manifestación espontánea del pueblo.


Fue significativa: eso mostró el grado de pérdida de temor de la gente,
cómo salían a las calles a agitar banderas y a decirles adiós a ustedes.

Edén: Ese mismo día toda la Carretera Norte se llenó, era un mar de gente.
Recuerdo que íbamos en el bus, todavía con la cara descubierta porque
pasamos en el operativo con la cara descubierta y quiero aclarar esto por la
historia...

Mónica: Porque se ha dicho que eras un gran vanidoso y que no pudiste


evadir la tentación de demostrar que eras vos.

Edén: Pero no es cierto. Todos habíamos estado con la cara descubierta,


todos habíamos estado identificados, en el bus íbamos con la cara
descubierta. Yo ya no llevaba el pañuelo en el cuello porque me lo había
pedido alguien en el Congreso, como souvenir.

Entonces ya vamos en la caravana para el aeropuerto, son hechos que me


impresionaron en esa marcha: la expresión espontánea del pueblo, todo el
pueblo en la calle, saludándonos, y entre aquella multitud, me dice Hugo
Torres: –Mirá los irresponsables, dónde están aquellos jodidos, y me indica
una esquina, y veo que están “Pin”, Raúl Venerio, Joaquín Cuadra y otros

26
más, como Pedro por su casa, diciéndonos adiós. Llegamos al aeropuerto,
íbamos a Panamá; llego al avión, un Hércules venezolano, y a pasar la lista
donde están los presos.

Mónica: O sea, ¿ellos ya estaban arriba, en el avión?

Edén: Ya están en el avión, ése era el acuerdo. Cuando llega Hugo, se


abraza con “Cuqui” Javier Carrión, ¡imaginate!, el otro del operativo de la
casa de Chema Castillo, cómo se han de haber visto, pero un abrazo
rebosante de alegría, con una efusividad que yo nunca he visto.

Yo iba con mi G-3 y tiros por todas partes. Te veías como un comando
invencible –me decían después los compañeros. Ellos no me conocen, y
entonces yo les dije muy serio: –Compañeros, por favor contesten presente
al que vaya mencionando, porque tenemos que salir rápido. ¿Comandante
Tomás Borge Martínez? y no me contesta. Comandante Tomás Borge
Martínez?, y lo vuelvo a ver y me está viendo Tomás, entonces dije yo: –
Tomasito Borge, ¡el mismo Tomasito, de siempre! ¿Fulano de tal? –Presente.
¿Fulano de tal? –Presente. Cuando termino de pasar la lista les digo: –
Bueno, allá en Panamá la celebramos.

Doy la vuelta y cuando he dado dos pasos, oigo que todo mundo se voltea
donde Tomás y le preguntan: – ¿Quién es? –Edén Pastora, Tercerista. ¡Ay,
qué maravilla, Tomás estaba bravo, yo no sé por qué! Después, en Panamá,
hablamos y Doris Tijerino le dijo: –Comandante, por qué se enoja con Edén,
si él no tiene culpa, él cumplió órdenes. Porque yo le decía a Tomás: Andá
arreglá esa mierda a la Dirección Nacional. Conmigo no tenés que sudar
calentura de por qué fue que se hizo el operativo.

Bueno, todo eso es historia. Llegamos a Panamá, y ya el resto es conocido


ampliamente. Pero lo cierto es que fue un hito en la historia de Nicaragua,
el comienzo del fin, el fin de una lucha en que estuvimos a la defensiva, y
de ahí pasamos a la ofensiva. Porque un movimiento revolucionario a la
defensiva está en peligro. Cuando el movimiento revolucionario pasa a la
ofensiva, es peligroso para los otros, para los contrarrevolucionarios. Y once
meses después, estábamos en el poder.

Mónica: Ya estamos cerrando este programa con el dirigente del Palacio y


del Frente Sur. ¿Qué hace ahora Edén Pastora?

Edén: Todo el pueblo de Nicaragua sabe, me ha oído hasta el cansancio en


los tres últimos años decir que era vital la reunificación, la reconciliación de
la familia sandinista. Desgraciadamente el partido sandinista no hizo nada y
primero se entendió con Azucena Ferrey y con Steadman Fagoth que con los
disidentes; y hubo problemas serios con otros críticos dentro del partido,
entre los que estás vos. No me hicieron caso. Primero se dio la

27
convergencia con otros, antes que la reunificación de la familia sandinista.
Yo creo en un sandinismo pero en libertad y en democracia. Un sandinismo
como lo soñó Sandino, como lo soñaron los héroes y mártires, donde haya
un partido en que se practique la democracia sandinista, la democracia
partidaria, para garantizar la democracia nacional.

Yo quiero saber qué piensa de esto el Comandante Tomás Borge, qué piensa
de esto Doris Tijerino, la Gladys Báez, René Núñez, Bayardo Arce, a ver qué
dicen los dirigentes del partido. Mónica, todos los que dirigieron el Frente
Interno, el Frente Oriental, el Frente Occidental, el Grupo de los Doce, la
primera Junta de Gobierno, no estamos en el partido. Miles de cuadros no
estamos en el Partido.

18 de agosto de 2001

NOTAS

28
1 “22 de agosto del setenta y ocho, en este corrido se los cuento yo”, es una estrofa de
canción al asalto al Palacio, escrita por Carlos Mejía Godoy y cantada por Amparo Ochoa.

2 Camilo González, uno de los asesinos del General Sandino y hombre cercano a Somoza,
mandó a asesinar a don Pánfilo Pastora, molesto porque éste le ganó un juicio por una
propiedad ganadera llamada Las Mesas. Los ejecutores materiales, Lázaro Flores y Antenor
Sánchez, fueron a su vez matoneados, supuestamente por hombres contratados por la viuda,
doña Elsi Gómez, madre de Edén. (Blandón, Chuno: 2008: pp. 500).

3 Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Herty Lewites, Carlos Guadamuz Portillo, Samuel Santos
López, los hermanos Sergio y Danilo Aguirre Solís, Edén Pastora y otros veintitrés líderes de la
UNO (Unión Nacional Opositora) fueron detenidos y hechos prisioneros en la cárcel El
Hormiguero. Los presos, incluido Pastora, fueron liberados por una amnistía del Congreso
Nacional, el 4 de marzo de 1967.

4 Operación ejecutada por la guerrillera sandinista Nora Astorga contra el General Reynaldo
Pérez Vega, uno de los principales oficiales de la Guardia Nacional, de Somoza.

5 Según el Comandante Henry Ruiz, la idea de la toma del Palacio Nacional con todos los
diputados dentro, fue concebida a finales de los años sesenta, entre quienes se encontraban
entonces en La Habana. Desde entonces, el operativo se denominaba “Los Micrófonos”, en
alusión a los escaños de los diputados. Con ese mismo nombre lo estaba organizando la
Tendencia GPP en 1978. (Ver entrevistas a Henry Ruiz y David Blanco, quien anduvo
levantando la información en el Palacio).

6 Se refiere a Leonel Poveda “El Comanche”.

7 Se refiere a Sergio Campos Vásquez, quien murió en La Florcita, en la Ofensiva Final.

8 En la mayoría de las fotografías, el resto del Comando, incluyendo a Dora María, aparece con
el rostro cubierto por el pañuelo.

9 Michael Echannis, mercenario de las tropas élites de Somoza, fue contratado como instructor
de la EEBI por Anastasio Somoza Portocarrero.

10 Cuando Anastasio Somoza Portocarrero, estudiante en la Escuela de guerra sicológica y de


guerra especial de Fort Bragg, conoció a Michael Echannis y a Charles Chuck Sander, ex-
combatientes de Vietnam y expertos en lucha antiguerrillera, los contrató inmediatamente. En
julio de 1977, aparecieron en Nicaragua como instructores especiales de los comandos anti-
guerrilleros. (Basado en el libro La Agonía de una dictadura, Oleg Ignatiev y Guendh Borovikc,
pp. 41, tomado de artículo escrito por Edwin Sánchez: EEBI: escuela de lealtades al “ungido” IV
Parte. El Nuevo Diario, 24-02-2008).

11 Se refiere a Néstor Cerpa, Jefe guerrillero del MRTA, Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru, quien realizó un secuestro en la Embajada de Japón, el cual culminó con el asesinato de
todos los guerrilleros, en un operativo dirigido por el propio presidente Fujimori.
12 Julio Alonso Leclaire, Julio Velásquez y Julio Molina, del Movimiento Guerrillero 15 de
Septiembre, 1959-1960.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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León
Tener ideales y luchar por ellos
Dora María Téllez

Dora María Téllez nace en Matagalpa el 21 de noviembre de 1955. Se


bachillera en Matagalpa y luego se traslada a León a estudiar Medicina.
La recluta Ana Isabel Morales en 1974, y en 1975 viaja a Cuba a recibir
un curso de Medicina de Campaña. Ingresa al país en 1977 formando
parte del Frente Norte que protagoniza las acciones de octubre de
1977 en el norte del país. Trabaja un tiempo en Managua como parte
de la Comisión de Formación Ideológica, junto a Oscar Pérezcassar “El
Gordo Pin”.
En agosto de 1978 es la responsable política del Comando Rigoberto
López Pérez que se toma el Palacio Nacional. Durante la ofensiva final
es jefa del Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez,
integrado por las tres tendencias del FSLN, y después del triunfo de la
revolución es distinguida con el grado honorífico de Comandante
Guerrillera.
En los años ochenta es fue vicepresidente el Consejo de Estado, electa
miembro para la Asamblea Nacional Constituyente de 1984-1990 y
después en el período 1990-1996, escaño que no asumió pues fue
varios años Ministra de Salud. En 1990 es nuevamente electa
diputada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional; en 1995 se
separa del FSLN y organiza el Partido Movimiento Renovador
Sandinista (MRS), del que a la fecha es presidenta.

Dora María Téllez es una de las mujeres más destacadas en la lucha contra
la dictadura, especialmente en su fase insurreccional. Es parte del almácigo
del Frente Norte Carlos Fonseca (1977), de donde se desprendieron cuadros
fogueados para trabajar en la preparación de la insurrección final del pueblo
contra la dictadura.

Como responsable política del comando en el asalto al Palacio Nacional en


agosto de 1978, y como dirigente de la Tendencia Tercerista, su agudo
análisis permite entender las contradicciones que dieron lugar a la división
del FSLN en tres tendencias, y a la vez las propias contradicciones
existentes dentro de las mismas, en particular en la tendencia liderada por
Humberto Ortega.

En nuestra conversación, pudimos rescatar importantes datos de la vida


militante de Dora María y también sus reflexiones sobre hechos, algunos
desconocidos, en los que le tocó ser protagonista. No pudimos hablar
mucho de la insurrección de León, en la que jugó un rol articulador de las
fuerzas organizadas en las distintas tendencias del FSLN; pero sus vivencias

1
expresan las duras batallas que tuvieron que librar para poder sacar a la
Guardia de todos los puntos cardinales de esa combativa ciudad.

Dora María quiso detenerse en exaltar los grandes valores e ideales de los
que eran portadores hombres de origen humilde como Cristóbal Vanegas,
Alvarito Hernández y otros tantos caídos en la lucha.

Mónica: Recuerdo cuando llegaste a la universidad allá por el año 1973,


1974; eras medio hippie, tenías imagen casi de poeta. ¿Cómo te metiste a
este rollo de la lucha revolucionaria?

Dora María: Entré al Frente y a la lucha revolucionaria por varias razones:


la dictadura tenía características que eran intolerables para gente con
cierta sensibilidad: la represión política, la corrupción, la coerción a todo
intento de organización y movilización social, la concentración de poder
político, el nepotismo y una pobreza tremenda; fueron las causas por las
cuales yo entré a la lucha revolucionaria. En realidad, me inicié en la lucha
estudiantil.

Sigo teniendo las mismas características de entonces. Antes se decía un


poco hippie y ahora un poco vaga; es decir, un poco fresca. También era la
moda, ahora no se ve gente de caites. Creo que uno de los problemas es
tomarse demasiado en serio. La gente que se toma demasiado en serio, por
lo general son personas insoportables, porque no tienen mucho sentido de
la vida.

Éramos una generación más dispuesta a la ruptura, más dispuesta al


debate, más dispuesta a retar, más dispuesta a buscar cosas nuevas. Hoy
veo una generación de jóvenes buscando otra cosa, tiene otra onda, más
de la sociedad de consumo y demasiado apego a instituciones
conservadoras, arcaicas. Nosotros teníamos una ventaja: tener un gran
ideal, grandes ideales; yo siento que hoy los jóvenes tienen un gran
escepticismo. Es una generación distinta a la que nosotros pertenecimos.

Mónica: ¿Quién te reclutó, Dora?

Dora María: Para el Frente Sandinista me reclutó Ana Isabel Morales. Yo


participaba en las luchas estudiantiles, pero no en el Frente Estudiantil
Revolucionario.

A partir de ahí empecé a trabajar directamente con el Frente y a seguir mi


actividad en el movimiento estudiantil, hasta que pasamos a la
clandestinidad. Como estudiante de Medicina, me enviaron a un curso de
Medicina de Guerra en Cuba. Ahí estaban Luis Chávez, Enoc Flores, Edgard
Vílchez y otros compañeros. También participó Carlos Argüello, quien estaba
en Cuba, pues había sido liberado en la operación Diciembre Victorioso, en

2
1974.

Era un curso bastante intenso, en el que rotamos en varios hospitales de La


Habana. Teníamos otras identidades y aprendimos cantidades de cosas que
nos permitían atender heridos en el campo de batalla, ver enfermedades
comunes o enfermedades tropicales, así como emergencias de guerra,
heridos de bala, etcétera. Se pretendía que nos permitiera insertarnos en la
guerrilla de montaña para funcionar con esa operatividad, con ese perfil.
También recibimos entrenamiento militar durante cuatro meses.

Mónica: ¿En Cuba te encontraste con Carlos Fonseca?

Dora María: No, Carlos Fonseca justamente en la época en la que nosotros


salíamos, él estaba entrando a Nicaragua, o sea, fue simultáneo. José
Benito Escobar era el responsable de la misión en Cuba. El grupo era
grande: Jacinto Suárez, “El Chiri” Luis Guzmán, Carlos Guadamuz, quien
pasó muchos años ahí; estaba Omar Halleslevens, quien había llegado con
el comando del 27 de diciembre; Manuel Rivas Vallecillo, liberado por el
comando. Había mucha gente.

Mónica: ¿Cómo te decidiste por la Tendencia Tercerista, cuándo se dio la


división del Frente?

Dora María: Cuando yo salí del país, ya se había producido la primera


fractura entre el grupo que encabezaban Jaime Wheelock, Luis Carrión,
Roberto Huembes y Carlos Núñez, que después configuró la Tendencia
Proletaria. Habían metido a Jaime Wheelock, a Luis Carrión y a Carlos Núñez
en la embajada de Venezuela.

Mónica: A punta de pistola.

Dora María: Cordialmente invitados a pasar a la embajada, y después


alguna gente de Managua se había separado de lo que después fue la
Tendencia Guerra Popular Prolongada. En esas circunstancias fue que
salimos nosotros a Cuba, y nos despide “Federico” Pedro Aráuz. Había un
gran debate, por lo menos en la célula de León, sobre la llegada de Carlos
Fonseca al país.

Mónica: ¿Cuál era la esencia de ese debate?

Dora María: Alguna gente decía que Carlos había estado demasiado
tiempo, siete años, fuera del país, como para venir a encabezar el Frente.
Creo que en el fondo había una disputa de liderazgo entre “Federico” y tal
vez, Tomás Borge, respecto a la posibilidad que Carlos llegara y se pusiera a
la cabeza; porque en el fondo, nadie sabía qué pensaba Carlos de lo que
estaba pasando. Creo que el propio Carlos no tenía la idea completamente

3
clara, y tampoco logró hacerlo porque ni siquiera logró ver a “Modesto”.

Es decir, había ahí una disputa de liderazgo entre los líderes del interior del
país y los de afuera. Creo que había poca sintonía entre el pensamiento
político de una parte de adentro y de una parte de afuera, que no era
exactamente el mismo grupo de Jaime Wheelock, pero que tampoco era
exactamente lo que fue después la GPP.

Cuando pasamos por México, hablamos con Eduardo Contreras. Estaban


Joaquín Cuadra y Martha Lucía Cuadra. Eduardo nos dijo que él estaba
trabajando con un grupo para encontrar una especie de intermediación,
para lograr juntar los pedazos en que se estaba dividiendo el Frente.
Cuando llegamos a La Habana, el tema de la división se paró, porque José
Benito Escobar nos dijo que la división se había resuelto, que no había
ningún problema y que ya se habían juntado todos los pedazos. Pasamos
año y medio en La Habana con esa consideración.

Yo me di cuenta en 1977. Resulta que José Benito tuvo que salir de Cuba
hacia Nicaragua, y me escogen como su acompañante, como parte de su
enmascaramiento. Hicimos todo el viaje por Europa: Moscú-Praga, Praga-
Bélgica, Bélgica-Madrid, Madrid-México. Era una vuelta obligada, porque
había prohibición de viajar a Cuba.

En Checoslovaquia hacían cambio de pasaportes con identidad falsa, yo


todavía conservo mi pasaporte con identidad ecuatoriana. Y para ello, tuve
que aprenderme el nombre de todas las calles de Guayaquil, los cines, los
monumentos públicos, la historia y la geografía de Ecuador.

En México nos recibió Thelma Navas en el aeropuerto. Inmediatamente


llegamos a una casa donde José Benito se reunió a solas con Ramiro
Contreras, y yo me quedé en la sala con Saúl Lewites, el hermano de Herty,
que de entrada me pregunta: – ¿Qué pensás de la división? En mis
adentros, pensé: ¿qué división? Pero para no pasar por desinformada, opté
por contra preguntar: –Hombré, ¿y vos qué pensás? Y comenzó a hablar y
me doy cuenta no sólo de que había división, sino que hay tres fracciones,
que cada fracción funciona como una organización distinta, con estructuras
distintas y conservaban el mismo nombre y distinto apellido.

Estuve viajando con José Benito a Honduras y Panamá, hasta que


regresamos a Honduras, y entro en contacto con los dirigentes del
Tercerismo: estaban Daniel Ortega y Víctor Tirado. Germán Pomares “El
Danto” estaba entrenando a uno de los grupos que participarían en la
ofensiva de octubre, y mientras José Benito hacía lo suyo, me pusieron a
apoyar el entrenamiento.

4
Llegó el momento de regresar a Cuba, yo tenía que regresarme, José Benito
había asumido el compromiso con los cubanos de no involucrarnos en la
división. José Benito me explicó que la ofensiva de octubre era un asunto de
vida o muerte: –Si no hay una ofensiva ahora contra la dictadura, el
sandinismo se muere y la dictadura se consolida de por vida, me dijo. Bajo
esa consideración, le rogué que me dejara quedarme, porque en el grupo
que iba a combatir, que era como de cuarenta hombres, no había ningún
sanitario. Le insistí y le insistí hasta que José Benito aceptó. En el grupo que
se entrenaba, estaban Francisco Rivera…

Mónica: Te voy a leer una lista de los que estaban ahí, que “El Zorro”
presenta en su libro:

Juan Ramos “El Indio Emilio”; Estanislao García; Chico Ramírez;


Alvarito Hernández; Guandique; Víctor Manuel Urbina “Juancito”;
Leticia Herrera; Araceli Pérez; Joaquín Cuadra; Eugenia Monroy;
“Rosita”; Ramona Campos “Normita” campesina de San Antonio de
Kuskawás; la Esmeraldita; Heriberto Rodríguez; Ulises Tapia Roa;
Cristóbal Vanegas; Luis Rivera Lagos “Santo”; Carlos Manuel
Jarquín; Róger Deshón; El Cuervo Guerrero; estaba el hermano de
Jorge Sinforoso Bravo “Edwin”; Oscar Benavides; Émerson
Velásquez, así como Carlitos Suárez, hermano de Nelson Suárez.

Dora María: Daniel Ortega y Víctor Tirado estaban en Tegucigalpa. Rosita


era una obrera de Chinandega, La Esmeraldita, que en ese entonces era
compañera de “Rubén”, tuvo varios hijos con “Rubén”. Cristóbal Vanegas
después murió con Alvarito Hernández en un helicóptero, en la lucha contra
bandas.

Araceli Pérez también estaba en Tegucigalpa, pero ella participó en el Frente


Norte. Nosotros gozábamos con Araceli, quien era, tal vez, el personaje
predilecto en ese grupo. Acababa de llegar de México y no le entraba la
comida: cuajada, frijoles. Vos sabes que ella fue criada en un hogar de ricos
en México, no era una mujer acostumbrada a estar comiendo cuajada, una
tortilla dura horrible y unos arroces… Nosotros gozábamos con ella porque,
como dejaba la comida, siempre había alguien al lado de ella esperando
turno para comérsele la ración. Le tenía horror a las arañas, entonces la
vivíamos matizando.

Era un grupo de cuarenta y es difícil guardar en la memoria tantos


nombres, pero todos eran muy decididos y heroicos.

Mónica: Me encontré ayer con un compañero que entonces era casi un


niño y andaba con “El Danto”, Rolando López. Me pidió que contaras la
anécdota del sargento que pusiste a bailar en San Fernando. ¿De qué se
trata?

5
Dora María: Es de un sargento de la Guardia. Mirá, de esa casi no me
acuerdo. Pero sí me acuerdo de otras. “El Danto” era divertido, él era un
hombre muy audaz y tenía otra manera de ver las cosas. En los días que
atacamos San Fernando, atacamos también Santa Clara, y ahí nos pasó una
cosa divertidísima1. Como “El Danto” no planeaba los ataques, a la entrada
del pueblo preguntamos dónde quedaba el Comando. Nos dieron la
dirección y lo rodeamos. Ulises Tapia se mete por detrás y, no me acuerdo
quién, entra por el frente. Logran abrir las puertas y, al final, no hay nada.
Ulises sale por el frente y dice: –Qué raro, aquí lo único que hay son cosas
de medicinas, sillas, como consultorio.

Y es que nos habíamos metido al Centro de Salud. El Comando GN quedaba


como a cuatro cuadras; y a esa hora, pegamos carrera a atacar el
Comando. Cuando llegamos, la Guardia ya sabía que nosotros habíamos
atacado el Centro de Salud. Era típico del “Danto”. Él tenía un plan
particular de ataque en su cabeza y después uno tenía que agarrar la seña
y ajustarse, y así terminamos atacando el Cuartel de Santa Clara, después
de habernos tomado el Centro de Salud; exitosamente, pero a la pura
brava.

Después del ataque de San Fabián, el Frente Norte se dividió en columnas.


Nuestra columna anduvo en toda la cordillera de Dipilto y Jalapa, casi hasta
Teotecacinte. Nos tomamos Mozonte, Santa Clara, El Limón, San Fernando;
las haciendas El Volcán y Mi Ilusión, que eran del ranger, Orlando Gutiérrez 2.

La segunda parte del Frente Norte anduvo de Teotecacinte para adelante,


buscando el lado de Macuelizo, más bien donde anduvo Joaquín Cuadra con
Elías Noguera y otros compañeros. Nosotros nos quedamos con “El Viejo”
Víctor Tirado, en el lado de Dipilto.

En febrero de 1978 prácticamente bajamos todos. Sólo quedó un grupo en


Macuelizo, conectado con los Agurcia y toda la gente de Ocotal.

Mónica: Es decir, el Frente Norte fue como un almácigo de donde salieron


varios grupos.

Dora María: Exactamente, varios grupos que fueron disgregados a


distintos lugares para trabajar en la preparación de la insurrección. Fue el
Frente Norte el que tuvo la virtud de crear cohesión. Esa gente ya tenía más
experiencia, fogueo y otra filosofía de lucha en la cabeza. Después yo pasé
a Managua a hacer varias cosas, como parte de la Comisión de Formación
Ideológica con el “Gordo Pin” Oscar Pérezcassar y Rafael Solís. Después
trabajé en la organización de Managua, en lo que fue la Juventud
Democrática Sandinista.

6
Mónica: ¿Juventud Democrática Sandinista? Nunca oí hablar de ella.

Dora María: Juventud Democrática Sandinista, ¿sabes quién estaba ahí?


Carlos Bendaña, que está ahora en Relaciones Públicas de la Policía;
también el chino Antonio Sujo. Era una forma organizativa para trabajar en
las universidades.

Mónica: Recientemente Humberto Ortega dio una entrevista a La Prensa,


como jefe de la Tendencia Tercerista; en otra ocasión escuché también a
Daniel Ortega, y coinciden en afirmar que, antes del asalto al Palacio, vos,
Oscar Pérezcassar y Joaquín Cuadra, expresaron ciertas contradicciones por
la decisión de dar la jefatura del asalto a Edén. Pero antes que me
contestés, vamos a dar paso a un oyente.

Oyente: Ramiro Lorío. Quería que la comandante Dora María me platique


todo el papel del Indio Vanegas “Cristóbal”. Yo lo conocí, trabajé con él un
tiempo, igual que con Alvarito Hernández, que cayeron en el helicóptero.
Me gustaría saber algo sobre Vanegas, ya que le guardo mucho aprecio,
mucho cariño; a pesar que no existe, siempre lo tengo presente. Me
gustaría que Dora María me platique algo sobre Vanegas. Eso quería saber,
gracias.

Dora María: Vamos a retomar el hilo que llevábamos y a abordar esa


pregunta después.
En realidad, en la Tendencia Tercerista había grandes contradicciones; pero
creo que había una ventaja, y era la posibilidad de establecer un debate
serio, difícil, no exento de tensiones, pero, al fin de cuentas, un debate de
nivel, entre autoridades de la organización que buscaba estructurar una
política común.

Eso permitía que hubiera, en medio de esas contradicciones y la diversidad


de personalidades y grupos que formaban el Tercerismo, un cierto
equilibrio. Después se perdió, porque se anuló el debate entre lo que
después se llamó Dirección Nacional y los llamados cuadros intermedios. El
poder que nosotros teníamos como Terceristas era mucho mayor que el que
tuvieron los llamados cuadros intermedios en la historia del Frente
posterior, creo yo.

Creo que uno de los grandes problemas que tuvimos en los años ochenta
fue haber entregado todo el poder de decisión y de debate a la Dirección
Nacional, siendo un asunto de naturaleza estrictamente histórica, y no
simplemente un asunto de voluntades por la convergencia de las
tendencias.

En aquel entonces era evidente que el Frente Interno –así se llamaba a la


gente que estaba en el país– tenía diferencias en la apreciación de cosas

7
con Humberto Ortega. Sobre la jefatura del operativo al Palacio Nacional,
naturalmente teníamos diferencias, y recuerdo que en algún momento el
propio Humberto mandó a intervenir el núcleo de trabajo del Tercerismo en
el interior. El otro día estábamos haciendo chistes con unos compañeros
involucrados en eso, de cómo fueron regresados al mismo lugar de donde
habían venido, los compañeros que llegaron de parte de Humberto, y que
llegaron diciendo: –Yo vengo a hacerme cargo del Frente Interno.

En el Frente Interno habíamos desarrollado la práctica de elegir a los


miembros del núcleo de dirección. Es decir, Joaquín Cuadra, el “Gordo Pin”
Oscar Pérezcassar e Hilario Sánchez, fueron electos como los dirigentes por
su autoridad, por su responsabilidad. Hubo una riesgosísima reunión, creo
que en la casa de Nicho Marenco, en Serranías, de todos los cuadros del
Tercerismo dentro del país; por eso el núcleo tenía toda la autoridad y toda
la fuerza, devenida de una elección totalmente inédita en un órgano
clandestino en aquella época.

Humberto, particularmente, tenía la tendencia de tratar de imponer su


visión desde afuera. Él ha sido muy brillante en análisis estratégico, pero
nunca ha tenido balance en sus consideraciones. Él pasó de querer
convertir el Ejército en una plataforma para ser candidato, a decir que
ninguno que salga del Ejército puede ser candidato. Es bien extremista y
eso es lo que siempre deteriora su capacidad de análisis. Pasó de ofrecer
postes de luz a la burguesía, a convertirse en uno de ellos. Es una cosa
completamente contradictoria.

Con lo del Palacio, insistieron en mandar a Edén al frente. Inicialmente, el


designado era Germán Pomares “El Danto”. Edén es una persona con
mucha audacia, muy valiente, pero tiene un estilo distinto, tiene una
manera distinta de ser. Venía de afuera y eso causaba prejuicio sobre su
participación.

Mónica: Es histriónico.

Dora María: Sí, y yo creo que esa es su virtud, aunque fue un defecto en
algún momento en el Palacio; pero en términos generales, la virtud de Edén
es estar en la cancha. Él tiene una habilidad, una vocación para eso, y
además, es una persona muy agradable conversando. Buen líder de grupo.
Tuvimos contradicciones entre el grupo del Palacio, Joaquín y “Pin”, pero
eran cosas naturales.

Esa entrevista que dio Humberto el 19 de julio a un diario local, donde se


coloca en el centro de la historia, creo que es un abuso y una soberbia.
Humberto corre el riesgo de que todo el mundo le diga que no. Si solamente
existiera su versión, no habría problema, pero existe también el resto de
versiones, lo que demuestra que tiene una visión muy parcial y muy

8
personal de las cosas.

A mí me llamó mucho la atención en todo el discurso de esa primera parte


de Humberto, que nunca mencionó a Daniel. Es bien divertido, ¿verdad?,
porque él aparece completamente en el centro, pero Daniel no aparece
absolutamente. Aparecí yo, apareció Joaquín Cuadra, “El Gordo Pin”, pero
nunca mencionó a Daniel. Yo no sé si deliberadamente o
inconscientemente, pero borró a Daniel del protagonismo de esa historia.

En realidad, Daniel tenía consenso en el Tercerismo, porque tenía otra


personalidad; es decir, Daniel tenía la virtud de escuchar. Después se
convirtió en uno que no escuchaba, pero en aquel entonces contribuía a
unificar criterios. Ahora Daniel tiene una personalidad que contribuye a
crear contradicciones; pero bueno, así cambian las personalidades en la
historia, o sea en la realidad. Si la historia fuese tan exacta como fue
contada por Humberto, él hubiera sido el Coordinador de la Junta de
Gobierno, no Daniel, ¿verdad?

Mónica: Comparto tu opinión Dora María. Para Humberto, la historia la hizo


el Tercerismo, y dentro de él, su persona. Desconoce todo el inmenso
trabajo de organización que se hizo desde los inicios, el trabajo de creación
de redes y, por supuesto, la labor de todas las unidades y frentes de
trabajo. No hay que olvidar que de todos los miembros de la Dirección
Nacional, él no volvió a estar en Nicaragua ni conocía a los cuadros
intermedios. Salvo dos breves entradas, la reunión que se realiza en
Nandaime en 1973, y otra en 1976, antes de la muerte de Carlos Fonseca,
con quien no tuvo comunicación entonces, él no vino a Nicaragua.

Volviendo a la entrevista, aunque nuestro tema de hoy no es la toma del


Palacio, quisiera preguntarte si vos estabas enterada de que esa acción se
iba a realizar en conjunto con las tres tendencias del FSLN. Edén afirma que
la acción se apresuró, porque se dieron cuenta de que la GPP se estaba
preparando para hacerla. David Blanco afirma que él estaba al frente de
ese comando de la GPP, en donde habían seleccionado a veinticinco
compañeros.

Dora María: Esta era una acción que ya estaba decidida como una acción
conjunta de las tres tendencias. Dentro del Tercerismo, se consideraba que
lo del Palacio Nacional era de inmediato, era urgente. Y en la GPP y
Proletarios, todavía estaban discutiendo sobre la preparación. El Tercerismo
tenía una virtud, creo yo: eran demasiado audaces. Lo del Palacio fue
realizado con gente con poco entrenamiento, y todo era una audacia
enorme; pero se hizo como una acción unilateral, después que se había
planeado como una acción conjunta.

9
Más que detenerme en eso, quisiera referirme a la pregunta que hizo
Ramiro Lorío sobre Cristóbal Vanegas, porque realmente, yo puedo hablar
de mi vida con más tiempo y Cristóbal Vanegas no puede hablar de la suya.

Para mí Cristóbal Vanegas es de los personajes paradigmáticos. Éste era un


hombre de Monimbó, muy humilde. Creo que había sido zapatero. Allá en el
Frente Norte, él era una persona superior a nosotros en la adaptación a la
montaña, su adaptación al medio, en no perderse; algunos de nosotros nos
perdíamos hasta para ir a la letrina. El hermano de Sinforoso Bravo se
perdía en lo liso. Cristóbal Vanegas era un jodido tremendo.

Digamos que por impactos del combate y una contraofensiva que montó la
Guardia con la Operación Águila VI del CONDECA, y después de la muerte
de un compañero ahí en Santa María, Cristóbal Vanegas entró en proceso
de afligimiento como le digo yo, de aflicción, y llegó un momento en que él
habló conmigo. Entonces yo estaba de jefe de campamento; por miles de
circunstancias, habló conmigo planteando que él se sentía acobardado,
estaba con miedo; que no podía ir a combatir, que tampoco se quería ir
porque él tenía muchos compromisos con su gente, porque pensaba en los
pobres, en las prostitutas y él quería quedarse en el campamento; pero
quería que lo dejara de cocinero, que no lo mandara a combatir.

Ya habíamos tenido dos problemas con él; en uno de ellos, Carlos Manuel
Jarquín lo había tenido que cachetear a la orilla de un combate, cuando él
entró en crisis; entonces decidimos dejarlo en la cocina. Por suerte no se
fusilaba a nadie, ni tampoco decidimos tratarlo como cobarde. Le dijimos: –
¡Hombre, quedate en la cocina!, pues era un hombre sincero. Ahí quedó.
Cuando salimos del Frente Norte, lo perdí de vista.

Cuando estábamos en la insurrección de León y yo estaba de jefe de la


insurrección, apareció Cristóbal Vanegas en un jeep, mandado por Javier
Carrión, de Matagalpa. –Idiay ¿qué andas haciendo aquí, “Javier”? (era su
seudónimo). Contame, ¿cómo te ha ido? Mirá –me dice, ¿te acordás cómo
me acobardé y todo? Sí, hombre, me acuerdo, y ¿cómo saliste de eso? –le
respondí. Mira, yo estaba en Tegucigalpa, entonces llegó “El Danto” y él me
dijo: –Hombre, venite. Y yo le expliqué lo que me pasaba, que no podía
combatir, que estaba ahuevado. Entonces me dijo: –Venite así como estás,
ahí vamos a ir.

De manera que cuando muere “El Danto”, él queda como segundo al


mando de Javier Carrión. O sea, Cristóbal Vanegas había logrado superar su
miedo, había logrado reincorporarse y ya era entonces un héroe, él me
contó esa parte, ahí en León.

Después fue oficial militar y se convirtió en el principal jefe de lucha contra


bandas en esa época; cuando murió, tenía de segundo al mando a Alvarito

10
Hernández3. Entonces digo yo que para mí era una personalidad
paradigmática, porque te evidencia hasta dónde puede llegar la gente y
dónde puede salir; es decir, las capacidades y potencialidades humanas son
mucho más profundas de lo que a veces pensamos. Es decir, uno siempre
puede dar; si nosotros hubiéramos dicho, este hombre es un cobarde, lo
vamos a fusilar aquí, ideay, y llegó a ser extraordinario.

Oyente: Al compañero Vanegas lo conocí trabajando en la lucha contra


bandas. La Comandante decía que el compañero Vanegas en una ocasión le
dijo que lo dejaran en la cocina, pero yo tengo otra percepción del
comandante Vanegas. Por aquellos años de 1983, que él estaba en la lucha
contra bandas, era un hombre audaz en el combate; y yo creo que esos
hombres ahora no existen, tampoco como el comandante Francisco Rivera
que, dicho sea de paso, fue mi jefe.

Dora María: Sí, lo que decía este último compañero, es lo mismo que te
decía; para mí Vanegas sigue siendo un ejemplo de que uno puede tener
problemas y puede resolver su problema. Yo te digo, después, cuando
Cristóbal era segundo jefe de la columna que había sido del “Danto”, y
después en la lucha contra bandas, como dice el compañero, era una
personalidad extraordinaria. Por eso, para mí Vanegas sigue siendo una de
las personas más importantes de mi vida, por la humildad con la que pudo
enfrentar su realidad; es muy difícil decir “poneme en la cocina”, ése es un
acto de humildad tremendo; otro, mejor hubiera huido. Es decir, ése era un
acto de humildad, de vergüenza y compromiso.

Mónica: Hubiera huido o inventado excusas…

Dora María: Cualquier cosa. Hubiera escrito un libro para justificar una
cobardía. No. Vanegas tuvo la humildad, la entereza y la consecuencia de
decir: –Yo aquí me quedo porque tengo compromiso con mi pueblo, aunque
me quede en la cocina, aunque me quede lavando platos, aunque me
quede lavando trastes. Yo creo que estar en la cocina en ese momento no
era lo más heroico, pero el heroísmo no siempre es la acción más relevante;
también digamos la extraordinaria honradez, honestidad consigo mismo y
con nosotros, que Vanegas tuvo. Por eso, para mí siempre ha sido un
ejemplo del enfrentamiento de las debilidades, por eso es lo que él fue. Al
fin de cuentas, en la parte final de la lucha contra la dictadura, en la toma
de El Jícaro y todo esto, un héroe, y lo fue después en la lucha contra
bandas.

Yo siempre he creído que él es una de las grandes pérdidas que ha tenido el


país y el sandinismo mismo. Como Alvarito Hernández, todos los hermanitos
de Alvarito combatieron conmigo en León, “Los Pepescas”.

11
Mónica: Entre los años 1970 y 1973, a mí me tocó trabajar en El Laborío,
barrio en el que viví desde los siete años. Y tuve la dicha de reclutar a
Alvarito, él era obrero de la Tenería Bataán. Era un obrero humilde, pero
siempre andaba limpio y bien planchado, y era de extraordinaria calidad.
De lo más grande que he conocido es Álvaro Hernández. Estuvo en la
guerrilla de la montaña y había participado en la emboscada de Kuskawás.

Dora María: La mamá era una mujer súper valiente, yo le decía “mamá
compañera”. Todo el pepesquerío, eran “Los Pepescas”; pescado grande,
pescado chiquito, pepesca; todos tenían un nombre con pescado ahí. Y la
mamá era una mujer muy valiente, yo la conocí en León.

Mónica: Los oyentes han estado preguntando de tus tareas al mando del
Frente Occidental Rigoberto López Pérez. Hablanos, pues, un poco de la
insurrección de León.

Dora María: En el Estado Mayor de León habíamos bastantes mujeres:


María Lourdes Jirón, Ana Isabel Morales, Leticia Herrera y yo, o sea cuatro
mujeres junto a tres hombres: Mauricio Valenzuela, Leopoldo Rivas y Fanor
Urroz; formamos el directorio y contábamos con combatientes
extraordinarios, de primera calidad.

Veníamos de distintas tendencias, pero en términos generales creo que


tuvimos menos problemas que los que pudimos haber tenido. Valenzuela es
un hombre con una enorme virtud, su sentido práctico de las cosas que
tiene que hacer; de manera que, por ejemplo, Sergio Lira, Ródrigo González
y Umanzor, es decir, todos los compañeros que estaban al mando de la
columna que entonces era de la Tendencia GPP, todos hicieron un excelente
papel. Sin duda, en León, los combatientes y los jefes de columna eran
formidables.

“La China” Lourdes Jirón jugó un papel muy bueno. En la defensa civil
también estaba Ana Isabel Morales, estaba Leticia Herrera, y había entrado
Leopoldo “Polo” Rivas. Después llegó Martha Cranshaw, y después Jaime
Wheelock, pero éste se negó a asumir el mando de León. Se quedó con una
su tropa que tenía del lado de La Mina Limón, una que había entrado de la
frontera.

Sergio Mendoza entró del lado de Chinandega; estaban Alonso Porras,


Carlos Zamora, Pablo Coca; gente que había quedado, una vez, que
mataron a Lenín Fonseca, a Merceditas, María Ángeles. Los mataron el
propio 2 de junio.

Comentario de la autora: Esta masacre se dio cuando el mando de la


insurrección buscaba la reconcentración para iniciar los levantamientos, los
cuales tendrían el refuerzo de dos columnas, una que entraría de Honduras,

12
al mando de Alonso Porras y Sergio Mendoza y otra columna Tercerista que
entraría por El Viejo. El día 3 de julio de 1979, asesinan también a Lucrecia
Lindo y otros compañeros. (Ver entrevistas a Quxabel Cárdenas y Alonso
Porras).

Dora María: El 3 de junio comenzaría la insurrección de León y


Chinandega, y el 2 la Guardia mató al mando Tercerista de Chinandega.
Entonces, todos ellos, la gente de la GPP, de los Terceristas y una parte de
los Prole, se fueron a los cerros, al Chonco, cerca del Casita, a todos estos
volcanes, a alojarse, esperando cómo entrar a Chinandega. Ellos
combatieron ahí también.

La ciudad de León queda despejada desde el 20 de junio, pero quedaba


tomado por la Guardia el Fortín de Acosasco4. Tal vez por eso es que se
considera que León no fue la primera ciudad liberada en todo el país, sino
Diriamba5.

La plaza de León tenía al frente a un oficial llamado Gonzalo Evertz


“Vulcano”. Sacarlo fue bastante difícil. Nos tardamos diecisiete días para
sacarlo del Fortín, entre el 20 de junio y el 7 de julio. Usamos la tanqueta
Araceli, en honor a Araceli Pérez Darias.

Antes que la Guardia abandonara el comando, ahí hicimos una operación


extraordinaria, jefeada por Oscar Cortés “El Chele Marcos” e integrada por
otros cuatro compañeros, entre ellos dos mujeres. La operación consistía en
entrar al comando, mientras la Guardia estaba ahí, y constatar que la
Guardia había enterrado todas las armas del comando debajo de varios
cadáveres. Sacamos casi seiscientas armas. Ana Isabel estuvo a cargo de la
logística. Fue una cosa tremenda, porque los muchachos tuvieron que
escarbar a mano.

Ellos entraron por la parte trasera del comando, durante la noche, siguiendo
la dirección que dieron unos guardias que habíamos apresado.
Desenterraron con las manos, encontraron los cadáveres en estado de
putrefacción. Eran guardias que habían caído en el sector 6.

Eso fue el primer día. Al día siguiente, volvieron para cerrar todo, y
entonces preparamos toda la operación. Al tercer día entraron nuevamente,
los cinco, pero ya teníamos una cadena de gente, persona por persona, que
iba pasando un arma tras otra, hasta que llegaba a una casa, donde otro
equipo de gente las lavaba. Pero era terrible el tufo a muerto impregnado
en las armas. Así fue que armamos a la mayor parte de nuestros
combatientes.

13
Eran armas de guerra norteamericanas. Había Fal, Garand, ametralladoras
30, 50 y RPG-7 con sus cohetes.

Mónica: Fue un cambio radical en la correlación.

Dora María: Completamente.

Mónica: Tus palabras de cierre Dora María.

Dora María: En primer lugar, quisiera agradecer a todos los compañeros


que llamaron expresando su respeto y admiración por mí. Naturalmente,
uno no tiene por qué estar en el cien por ciento de todo lo que la gente
hace o dice; yo creo que ésa es una cosa normal. No lo está ni con su
madre, ni con su padre, ni con su familia, ni con sus hermanos, ni con sus
hijos; pero sí, para mí es importante que estos compañeros hayan
expresado su admiración y su respeto.

Tengo una reflexión ahora, que tiene que ver con los jóvenes. El país está
entrando a unas condiciones distintas a las que nosotros teníamos cuando
éramos jóvenes. Nosotros encontramos un país con el 85 por ciento de
pobreza, casi la mitad de la población gana un dólar y medio por día, hay
entre ochocientos mil y un millón de nicaragüenses trabajando fuera de
Nicaragua. Estamos en un país que tiene como una característica principal
negarles oportunidades a los jóvenes, es decir, ¿qué es lo que le queda a un
joven que termina la primaria si no encuentra trabajo? No halla dónde
meterse, participa en redes delictivas o se desespera.

Y es a esto a lo que exactamente me quiero referir: nosotros hemos


aportado o tratado de hacer lo que creemos conveniente para ir
enrumbando a este país por un cauce distinto al que tiene ahora;
desdichadamente, el cauce político pareciera que es como una ruleta que
gira hacia atrás y está buscando de nuevo el montaje de una dictadura; y
desde el punto de vista económico, la pobreza es ahora completamente
intolerable.

Creo que los jóvenes, más ahora que nunca, en conjunto con nosotros
mismos, estamos obligados a crear las condiciones para que el país preste
las condiciones para la juventud, es decir, que los jóvenes mismos tienen
que luchar por sus oportunidades.

Este modelo político que tenemos ahora, y el que estamos en curso de


tener con las reformas constitucionales y la Ley Electoral, es un modelo
político de concentración del poder en manos del Presidente de la
República, que tiene el control del Sistema Judicial, tiene control de todo. La
concentración de poder lleva a la intolerancia, a la represión política, aleja
la participación ciudadana. Creo que los jóvenes y nosotros mismos

14
debemos estar demandando, no niveles de participación ciudadana, sino
toma de decisión ciudadana en los asuntos claves del país, no nada más en
términos de la representatividad, sino directamente como participación.

Creo que ésta es, igual que como nos tocó a nosotros hace años, una
coyuntura de llamado de atención a los jóvenes. La juventud está en una
disyuntiva fundamental, tiene que actuar ahora, tiene que movilizarse,
defender los espacios democráticos; porque si no, entonces vamos a tener
que recurrir a un expediente que ya es difícil, es decir, cuando se cierran los
espacios democráticos; el expediente de la lucha armada se vuelve a abrir.
Y yo creo que nosotros que participamos en la lucha armada, lo último que
quisiéramos es que se abra nuevamente; porque la guerra truncó o desvió o
hizo para otro cauce, la vida normal de nosotros como jóvenes, una parte
de la juventud que no vivimos.

13 de noviembre de 1999

NOTAS

15
1 San Fernando y Santa Clara, municipios del departamento de Nueva Segovia.

2 De los soldados conocidos como boinas verdes de la Marina Norteamericana.

3 Cristóbal Vanegas y Alvarito Hernández, responsables de los Batallones de Lucha Contra


Bandas Contra-revolucionarias (LCBC), cayeron juntos cuando la Contra derribó el
helicóptero en el que se dirigían hacia las regiones de combate.

4 El Fortín de Acosasco era una fortaleza construida en tiempos de la Colonia, ubicada en un


cerro, a unos doce kilómetros del centro, desde el cual se divisa toda la ciudad. Era un
lugar de tortura donde llevaban a los presos. La Guardia se replegó a esta fortaleza
después que fue desalojada de todas las posiciones en León, incluyendo el Comando
Central de la Guardia. El Fortín de Acosasco fue tomado el 7 de julio.

5 La verdad es que varios municipios quedaron libres de la presencia de la Guardia mucho


antes, debido a la acción de grupos que atacaban desde fuera. En el norte, el municipio de
La Trinidad fue totalmente liberado el 11 de junio; Condega, el 14 de junio; Yalí, el 16 de
junio; y Diriamba en Carazo, el 22 de junio. Pero la primera plaza estratégica en que se
sacó a la Guardia del Comando fue León.

6 El libro De León al Búnker de Guillermo Cortés Domínguez, recoge detalles de esta


operación y de los combates más importantes.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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León
La masacre de los héroes de Veracruz
Ana Isabel Morales

Ana Isabel Morales nace el 20 de febrero de 1956 en Managua, en el


seno de una familia acomodada. Se bachillera en la capital y se
traslada a León para realizar estudios universitarios. En esa ciudad la
reclutan para el Frente Sandinista de Liberación Nacional y se
incorpora a tareas estudiantiles y como apoyo en tareas clandestinas.
En 1977 pasa a la clandestinidad y de ahí asume tareas de
organización en Carazo. Forma parte de las estructuras de dirección de
la Tendencia Tercerista en León, hasta el triunfo revolucionario.
Durante la Revolución fue segunda responsable de la Dirección de
Migración y Extranjería. Concluye estudios de Derecho y a la fecha
trabaja en la Corte Suprema de Justicia.

El 16 de abril de 1979 son asesinados por la Guardia somocista, en el


Reparto Veracruz, seis compañeros que formaban parte del Estado Mayor
del Frente Occidental Tercerista. Su muerte conmovió a todo el país, que
para entonces ya vivía un ambiente insurreccional. Para esos días se había
orientado una nueva ofensiva en varios frentes y se produjo la segunda
insurrección de Estelí. Algunos de ellos tenían poco tiempo de haber sido
trasladados a León para fortalecer el trabajo de la Tendencia Tercerista. La
muerte de estos formidables compañeros afectó los planes del FSLN en
León, pero no detuvo la marcha incontenible de los acontecimientos
históricos que desembocaron en la victoria aplastante sobre la dictadura.

Edgard Lang Sacasa “Aurelio”, nace en Managua el 21 de julio de 1955 en


una familia de extracción burguesa. Estudia primaria y secundaria en el
Instituto Pedagógico de Managua. Sale a estudiar Agricultura en California y
a los dos años regresa para integrarse al Frente Sandinista de Liberación
Nacional. En 1974, y en 1975 pasa a la clandestinidad. Me voy para la
montaña –decía a sus padres en una carta de despedida – porque en ella
están los patriotas, los hombres honestos, los que todo lo están sacrificando
por su pueblo.

Edgar ya había participado en algunos operativos como la toma de Radio


Corporación, donde se transmite una proclama con motivo de los combates
de El Sauce, en 1975. En noviembre de 1977, cuando bajaba de la montaña
enfermo y con una herida en una mano, fue capturado. Logra recuperar la
libertad con el operativo del asalto al Palacio Nacional; luego vuelve a
entrar al país y forma parte del Estado Mayor del Frente Occidental,
condición que ostenta cuando es capturado y asesinado.

1
Idania Fernández “Angelita”, nace en Managua el 23 de julio de 1952.
Concluye estudios secundarios en el Colegio Francés el Sagrado Corazón,
en Managua.

Después del terremoto de 1972 se traslada con su familia a Panamá. Se


casa en 1975 y da a luz a su hija Claudia. En 1977 trabaja en el Comité
Panameño de Solidaridad con Nicaragua. En 1978 decide renunciar a sus
estudios y dejar a su pequeña hija para integrarse a la lucha revolucionaria.
Se incorpora al Frente Sur, donde se destacó como morterista. En Peñas
Blancas sufrió un accidente en una operación de hostigamiento a la
Guardia, cuando intentaba usar el mortero con disparos tipo vietnamita
(usando el mortero sin placa). Ahí casi pierde la mano, por lo que pasa a
rehabilitación. En 1979 se integra al Comité Regional de Occidente, a los
preparativos de la insurrección final.

Oscar Pérezcassar “El Gordo Pin”, nace el 13 de noviembre 1953 en León.


Se bachillera en el Colegio La Salle y es fundador del Movimiento Cristiano
Revolucionario de León. Participa en los movimientos de finales del sesenta,
toma de colegios, huelgas, tomas de iglesias. Se incorpora al FSLN en el
año 1972, trabajando en los barrios populares de su ciudad. En 1975 pasa a
la clandestinidad y tiene algunos problemas con la conducción de la GPP.

Viaja a Costa Rica y estudia Sociología e Historia. Se pone en contacto con


la Tendencia Tercerista en 1977. Reingresa al país en 1978, como
responsable del Frente Interno e impulsa la insurrección de septiembre. Es
capturado en noviembre y liberado mediante una amnistía que se vio
obligado a promulgar el dictador en medio de presiones políticas.
Compañero con gran experiencia política, “Pin” era acucioso y muy crítico.
No aceptaba las órdenes sin razones; por eso siempre tenía choques con
algunos jefes. A principios de 1978 es enviado a León para hacerse cargo
del Regional de Occidente.

Róger Deshón Argüello “Rogelio” o “El Chele”, originario de Managua,


nace en el año 1940. Involucrado en actividades anti-somocistas desde
finales de los años cincuenta, en las incursiones de Indalecio Pastora.
Posteriormente viajó a Moscú a realizar estudios universitarios, y en 1967
forma parte del grupo que abandona los libros en la capital soviética, para
dedicarse a la lucha armada dentro del Frente Sandinista. Viaja a Cuba y
recibe un largo entrenamiento en el grupo que entonces integraba Henry
Ruiz. En 1971 regresa clandestinamente a Nicaragua y atiende distintas
tareas, primero en Estelí y luego en Chinandega.

Es escogido para formar parte del Comando Juan José Quezada que asalta
la casa de José María Castillo. Es el único que recibe una herida de bala en

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esa victoriosa acción. En 1975 regresa a Nicaragua y entra a la montaña a
la Brigada Pablo Úbeda. Forma parte del grupo que sale de la montaña
hacia Honduras con Hugo Torres, y se integra a la Tendencia Tercerista. Le
asignan la responsabilidad de trabajo organizativo en Chinandega. Participa
en la insurrección de septiembre de 1978 en León.

Araceli Pérez Darias “Tere”, “Argentina”, “Pilar”, “Martha”. De Araceli se


sabía poco, pero recientemente en México se publicó un libro de Emma
Yáñez Rizo del que extraemos estos datos: Nacida en España en 1945
nacionalizada mexicana. Era psicóloga con alta experiencia en ese ramo.
Inicia su colaboración con el FSLN a través del Comité Mexicano de
Solidaridad que se había formado en 1975, bajo la coordinación de la
poetisa Thelma Navas. Araceli ofrece su departamento como casa de
seguridad y se hospedan en la misma importantes cuadros de esa
organización…

Con el seudónimo de “Argentina”, se traslada inicialmente a Honduras, a


finales de 1976. Ahí recibe preparación militar, se encarga del trabajo con
colaboradores del FSLN, maneja casas de seguridad, es correo con Costa
Rica y Panamá, y se responsabiliza de la educación política de
colaboradores y cuadros del Frente. Posteriormente Araceli ingresa a
Nicaragua por la montaña para incorporarse a lo que se conoció como la
ofensiva de octubre como miembro del Frente Norte, y participó en acciones
militares como la emboscada de San Fabián y la toma del poblado de
Dipilto.

A principios de 1978 se le encarga el trabajo clandestino en la ciudad de


León y Chinandega con miras a la insurrección final. A principios de 1979
forma parte del Estado Mayor del Frente Occidental, función que cumplía
cuando es asesinada en Veracruz.

Carlos Manuel Jarquín “Jacinto” o “Chinto” nace el 2 de junio de 1956 en


el barrio La Joya, en Ocotal. Su familia se traslada a Quilalí, donde concluye
estudios primarios y estudia tres años de secundaria en el Instituto de
Ocotal y en el de Condega. Se vincula a los movimientos cristianos del
norte y luego ingresa al FSLN en 1975. Debido a la represión de ese año en
Las Segovias, pasa a la clandestinidad. Realiza tareas organizativas en
Masaya y de ahí pasa a Honduras a las escuelas de entrenamiento militar
creadas en 1977. Participa en las primeras operaciones de la columna que
entró por Dipilto y que realizó importantes operativos ofensivos entre los
meses de octubre y diciembre como Frente Norte. A mediados de 1978 es
enviado a trabajar en el Frente Occidental.

Ana Isabel Morales, la única sobreviviente de esa masacre, cuenta los


últimos minutos de la vida de estos compañeros y compañeras que fueron

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capturados e inmediatamente asesinados a sangre fría. Ninguno estaba
armado al momento de la masacre, lo que constituye un descuido que
pagaron con su preciosa vida. El asesinato mostró nuevamente el carácter
sanguinario de la Guardia, su irrespeto y desprecio por la vida, los derechos
humanos y las normas internacionales que deben respetar las fuerzas en
conflicto.

Mónica: Ana Isabel, ¿cómo ingresás al Frente Sandinista?

Ana Isabel: Soy de Managua y estudié en el Colegio Pureza de María toda


la primaria y la secundaria. Mi interés social comienza a partir de una
película que nos lleva a ver Joaquín Cuadra Lacayo, hoy General del
Ejército, porque desde el colegio soy muy amiga de su hermana Cristina. La
película era la historia de Sacco y Vanzetti 1. Para mí fue una sacudida moral
increíble. Después de la película, ya en la casa de los Cuadra, Joaquín nos
sienta y nos da toda una charla política. Él ya estaba en el Movimiento
Cristiano y su propósito era comprometernos. Era más o menos el año
1972-1973.

A raíz de eso, Cristina, yo y varios compañeros, nos organizamos en un


grupo del movimiento cristiano, donde nuestro responsable era Carlos
Carrión; y la que nos daba orientación cristiana y de compromiso social era
la monja Luz Beatriz Arellano.

Con Fernando Cardenal asistíamos a los retiros en la casa de los papás de


Vanessa Castro, en El Crucero. Era un lugar clásico de retiro, reflexión
cristiana y compromiso. Así es que comienza toda mi integración. Recuerdo
que Luz Beatriz, cuando nosotros nos bachilleramos, nos dijo: –Ahora que
ustedes entran a la universidad, hay dos opciones: seguir dentro del
compromiso en el Movimiento Cristiano Revolucionario o integrarse al
Frente Estudiantil Revolucionario. Ustedes van a decidir qué línea van a
seguir. En realidad, es una sola opción, seguir comprometidos.

Llego a León en 1973 y casi inmediatamente comencé a trabajar con el


FER. Me recluta Carlos Roberto Huembes.

Mónica: ¿Y cuáles fueron tus primeras actividades como militante del FER?

Ana Isabel: Uno de mis profesores en la universidad fue Iván Montenegro,


militante del Frente. Así comienza mi trabajo, como apoyo y colaboradora.
Por ejemplo, Iván me decía que necesitaban urgentemente un vehículo y yo
se lo aseguraba. Recuerdo que en el grupo de amigos que estudiaban en
León, estaba el hoy General del Ejército Javier Carrión, a quien le dije un día
que me prestara el carro. ¿Para qué? –me dice. No me preguntés para qué,
pipito, pero prestámelo, es urgente –le dije. Pero para desgracia, la primera

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vez que me lo presta, Iván Montenegro me lo devuelve chocado. Varias
veces me prestó “Cuqui” Javier Carrión su carro, hasta que lo reclutaron
directamente y pasó a trabajar con Pedro Aráuz.

Mónica: Contanos lo del auto-asalto en el Banco de América. ¿Quién te dio


la orientación y quiénes participaron?

Ana Isabel: Bueno, yo trabajaba como cajera en el Banco de América. Este


operativo se da en el marco de recuperaciones económicas que se hicieron
hasta la insurrección final. Para entonces, la situación de la montaña era
muy difícil, y los compañeros tenían mucha urgencia de abastecimiento de
comida, medicinas, armas, municiones y otras cosas.

Inicialmente, se había planificado que iba a ser una escuadra la que iba a
llegar al banco. Les hago el croquis del banco, de cómo podían hacer la
entrada, la salida, en qué lugares las ubicaciones y todo. Se trabaja en eso,
pero de repente, ya acercándonos a finales de agosto de 1977, el
compañero “Wilfredo”, que era Bayardo Arce, nos dijo que era urgente que
le enviáramos dinero a los que estaban en la montaña porque se estaban
muriendo de hambre.

También “Federico”, Pedro Aráuz Palacios, insistía y urgía en la necesidad


del dinero. Me dijo que ideara la manera de garantizar eso y, además, que
tenía que hacerlo sola. En eso estoy cuando se da la casualidad que la jefa
de caja, que era una gran compañera y también colaboradora del Frente,
salió de permiso para tener un hijo. Para no comprometerla y que quedara
siempre la estructura de colaboración en el banco, decidí que había que
aprovechar esos días.

Escojo el día de pago de planilla para el operativo, para justificar la salida


de bastante dinero de la bóveda. Tomé unas bolsas del supermercado que
estaba pegado al Banco de América en Plaza España. En ese tiempo era
muy común que las mujeres hicieran sus compras en el súper y dejaran las
bolsas, unas kraft grandes, en el banco, y después las mandaban a retirar
con sus choferes o sus maridos.

Comienzo a echar dinero en una bolsa. Lleno una, después lleno la otra y al
medio día, cinco minutos antes que terminara mi hora laboral, ya había
quedado que Carlos Arroyo iba a llegar sin lentes, y con el que le estaba
chofereando, que era Róger Langrand. Carlos tenía una miopía profunda,
pero como ya había salido fotografiado en los periódicos, decide quitarse
los anteojos para que nadie lo reconociera. Ya me había advertido: –Mirá,
pipita, cuidado te quitás del lugar donde me dijiste, porque yo ya sé que
vas a estar ahí, por la sombra; y si llego y no está la sombra, no sé qué voy
a hacer.

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Carlos llegó solo y con unos sobres, pero segundos antes me llaman y tengo
que salir; regreso en el preciso momento que Carlos llega y no ve la sombra
en el lugar donde debería estar. Le veo los ojos desorbitados y la intención
de retirarse, y en la desesperación le llamo: –Ingeniero, aquí dejó sus cosas,
para que por la voz me reconociera y poderle entregar los paquetes. Así
fue, le entregué las bolsas; pero cuando va saliendo, yo voy un poco más
atrás con aflicción, porque decía, a qué hora se cae y se le cae todo el
dinero. Porque va sin ver y además, va con unas bolsas grandes, hermosas,
y así sale. Nos encontramos diez minutos después en una ventecita, tal
como habíamos acordado. De inmediato pasé a la clandestinidad.

Después eran los chiles porque, además, nos bromeábamos mucho entre
los compañeros clandestinos o no clandestinos. Me decía Carlos: – ¿Y
cuánto sacaste? – ¡Qué voy a saber yo, si no los estaba contando! –Si no
llegan a cien mil, te devuelvo.

Mónica: Y bueno, no te devolvió.

Ana Isabel: No, fueron ciento diez mil córdobas los que se recuperaron.
Desgraciadamente, parte de ese dinero lo capturó la Guardia en la casa
donde cayó “Federico”, porque ahí estaba el dinero.

Mónica: Recuerdo que en el año 1978 te encuentro, Ana Isabel, trabajando


en Carazo con Cristian Pérez Leiva, a quien llamábamos “El Inca”. Después
te asilás y pasás a la Tendencia Tercerista. ¿Cómo fuiste incorporada en este
trabajo?

Ana Isabel: En enero de 1979, estando en Panamá, Hugo Torres me dijo: –


Te vas, te vas conmigo para Honduras. Vas a entrar por Honduras, nos
vamos mañana. Fue de un día para el otro. Ellos ya habían arreglado todos
los documentos. Entonces quedo con Hugo que, en el avión, nosotros nos
sentamos en diferentes lugares. Vamos viajando con pasaportes
panameños, yo nacida en Chiriquí, según el pasaporte. Me tenía que
aprender toda esa leyenda que llevaba, todo mi personaje clarito.

Entonces, recuerdo que las autoridades hondureñas, como en otros países


en esa época, pedían a la hora de ingresar al país, aparte del pasaporte,
que presentaras dinero; si no, no te dejaban entrar. Era para poder justificar
tu permanencia en el país. Entonces habíamos quedado en que Hugo me
iba a dar el dinero que yo tenía que presentar a la hora de entrada. El
asunto es que entre una y otra cosa, se me olvida pedirle el dinero a Hugo.
Llegamos a Tegucigalpa, Honduras, y no ando ni un centavo.

Mónica: ¡Típico, siempre andábamos palmados! A mí me daban un billete


de cincuenta córdobas que siempre debía andar doblado, por cualquier
emergencia. El billete se ponía planchadito de tanto andarlo en una

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pequeña billetera, al lado de la cartuchera de la pistola, pero no lo
usábamos para nada.

Ana Isabel: Todo el tiempo andábamos palmados. Yo recuerdo que, para


colmo, nos ubicamos en filas distintas. Porque además, ya estamos
hablando de 1979, los hondureños le caían a uno y eran redadas de nicas
que capturaban.

Entonces pasa Hugo por Migración. Yo veo que Hugo va largo, y cuando ya
estoy frente al oficial de Migración, le enseño el pasaporte y comienzo, ¿qué
hago?, si no tengo ni un centavo. Bueno no hay de otra que utilizar ciertas
mañas como mujer, y entonces comienzo a sonreírle al hombre, a hacerle
ojitos. Por supuesto, el oficial se olvidó de todo y no me pidió dinero. Al final
me salió dando su tarjeta. De allí nace mi vinculación y amor al tema
migratorio, años después.

Llegamos a Honduras a finales de febrero. Recuerdo que el 21 de febrero


entró Joaquín con Javier Carrión y otros compañeros, y una semana después
entramos nosotros con otro grupo, a la casa de seguridad de Hugo Torres en
Tegucigalpa. Hugo Torres era el que manejaba todo y el que organizaba
todas las entradas.

Mónica: ¿En qué circunstancias ocurre la brutal masacre de Veracruz?

Ana Isabel: En abril se lanza “El Zorro” a otra insurrección en Estelí, la


segunda. Nos orientan hacer algo para poder distraer a la Guardia y quitarle
la presión militar que hay sobre Estelí. Entonces planificamos operaciones
insurreccionales en León.

Esa planificación se hace con los integrantes del Estado Mayor del Frente
Occidental: Róger Deshón, Edgard Lang Sacasa, Carlos Manuel Jarquín,
Idania Fernández, Araceli Pérez Darias –mexicana que era la compañera de
Joaquín– y Oscar Pérezcassar, el inolvidable “Pin”. Con ellos se elaboran los
planes de la insurrección en León.

En esos días estábamos entonces en constante comunicación. Los


compañeros que tuvieron experiencia de clandestinidad sabían que era
prohibido que nos juntáramos dos o más clandestinos en una misma casa.
Pero el día 15 de abril, por la noche, por circunstancias de la vida,
decidimos juntarnos. Primero Idania y yo en la casa de una colaboradora en
el barrio El Laborío. Después llegaron Carlos Manuel y Edgard, y por último
Róger Deshón, que era como la gallina: Llamaba todas las noches para
saber dónde estábamos todos los pollitos. Él no descansaba hasta saber
dónde estaba cada uno de nosotros y si estábamos bien.

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Recuerdo que tuvimos una noche amena y linda. Llegó también Leticia
Herrera. Idania cantó y tocó la guitarra. Fue una noche en la que
compartimos como nunca en toda mi vida. Fue como una premonición. Una
noche bellísima. Pasamos toda la noche contándonos de nuestros hijos, de
nuestros amores, de nuestras experiencias, nuestras amarguras,
sinsabores, alegrías, esperanzas, compartiendo, cantando canciones
revolucionarias.

Estábamos en un cuarto con aire acondicionado que tenía doble piso; era
de una compañera cuyo marido era Guardia, pero trabajaba en Chinandega.
Ella nos dejaba una seña en la casa, cuando estaba y no estaba el guardia.
La casa era súper segura, una seguridad absoluta.

Al día siguiente, por la tarde, yo estaba en Sutiava, cuando me llega a decir


Carlos Manuel Jarquín que “Pin” estaba convocando a una reunión urgente
en Veracruz, a las cuatro de la tarde.

Mónica: ¿“Pin” no estuvo esa noche?

Ana Isabel: No, en la noche maravillosa no estuvo “Pin” porque estaba en


Veracruz. Ese domingo sí estuvo Dora María y al día siguiente por la
mañana, ella había estado en Veracruz; por eso la Guardia cree que una de
las compañeras muertas es Dora María, pero Dora María se regresó a
Managua.

Entonces “Pin” cita a una reunión urgente y comenzamos en el carro a


recoger a los compañeros. Andábamos Edgard Lang, Carlos Manuel Jarquín,
Idania y yo, dando vueltas, esperando que llegara la hora de la reunión.
Idania tenía un gran dolor de cabeza; le dijimos que se quedara pero no
quiso. Llegamos a Veracruz, ya está Róger Deshón, está “Pin” Oscar
Pérezcassar. Después llega Araceli, quien vivía en esa casa que era de
Francisco Quiñónez.

El chofer de Edgard Lang salió a buscar a Leticia Herrera, cuando en eso


llamó Fanor Urroz2, otro de los compañeros del Estado Mayor de León. “Pin”
levantó el teléfono, y Fanor le dijo que estaba saliendo de su casa para ir a
la reunión; pero que acababa de ver pasar un convoy de la Guardia con una
tanqueta adelante.

“Pin” dice: –Fanor avisa que viene la Guardia. Recuerdo clarísimo. Son cosas
que no se te olvidan nunca en la vida. Abrimos la cortina de la sala y vimos
que, efectivamente, una tanqueta va en dirección a la casa. Un jeep BECAT
de donde ya se están bajando unos guardias, y vienen pegados a la casa de
Quiñónez.

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Hay que recordar, porque es importante, que después de la insurrección de
1978, en el día vos te movías tranquilamente en la ciudad, sin armas. Eran
dos situaciones completamente distintas. En el momento de esa reunión,
que no estaba planificada, y por eso no había una escuadra de apoyo, no
andamos con armas.

Contiguo a la casa de Chico Quiñónez había otra casa de seguridad, y ahí sí


había armas del Frente. “Pin” le dice a Araceli que salgamos para el otro
extremo, y que ellos, con Róger Deshón, van a buscar las armas. Salen en
dirección a la casa de al lado, y Araceli nos saca a nosotros hacia las otras
casas.

En esa época, las casas de León se comunicaban con huecos entre cada
casa para no salir por la calle. Entonces, pasamos por una piscina donde
están unos niños y ya la Guardia está haciendo el cerco, y comienza a
disparar al aire, una cuestión psicológica para sembrar el terror, mientras
están terminando el cerco. Nosotros pasamos y detrás de nosotros van
todos los niños con las empleadas.

Llegamos a la última casa del tope, donde ya no hay salidas, y en lo que


nosotros entramos por la parte posterior, la Guardia está rompiendo el
portón del frente y diciéndole a la gente que salgan con las manos arriba.

Una de las cosas que nos decían, cuando pasabas a la clandestinidad, era
que en un momento de tensión, lo que había que hacer era confundirte con
la gente, es la única alternativa de salvación. Entonces les digo a los
muchachos: –Confundámonos con las empleadas. Agarro a una niña que
está gritando histérica porque ya la Guardia está con una balacera terrible.
La niña, de los nervios, obviamente me agarra y me abraza, y todos salimos
a la calle, menos los muchachos porque se metieron en un cuarto. Estoy
hablando de Edgard, de “Chinto” Carlos Manuel Jarquín, Idania y Araceli. La
Guardia se mete al cuarto y los saca, pero los ponen como a unos quince
metros de distancia más o menos de donde estábamos nosotros.

Yo estoy con los niños, pero para ese entonces las empleadas no usaban
lentes, yo atraje su atención, entonces un Guardia me pregunta quién era, y
yo contestaba que era empleada. Las compañeras que estaban trabajando
de niñeras, todas sabían que nosotros éramos sandinistas. Ellas eran
colaboradoras del Frente y una me pregunta calladita mi seudónimo. “Julia”,
le digo yo, y entonces les decía a los niños: –Es la tía Julia, la tía Julia.
Entonces los niños decían: –Mi tía Julia, mi tía Julia. Como la Guardia no
estaba convencida de que yo era empleada, entonces ellas decían que era
familiar de los dueños de esa casa.

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Todo el mundo está arrodillado, los niños también, y con las manos sobre la
cabeza, mientras la Guardia disparaba. Era una situación terrible, y en eso
llega la dueña de la casa y ve su casa inundada de guardias, a sus hijos
arrodillados, amenazados por la Guardia. Mira a cuatro jóvenes que en su
vida ha visto, otra que dice ser su familiar, a la que un guardia la tiene
agarrada del pelo. A ella la bajan del pelo también y le preguntan que quién
soy yo. La señora con la mirada de terror porque en su vida me había visto,
cuando va a hablar y decir que no me conoce, se le desgaja la quijada.

Mónica: No podía hablar. Se le desgajó la quijada del terror, de ver a los


guardias en su casa. El poder de Somoza también se basaba el terror
psicológico que representaba la Guardia Nacional.

Ana Isabel: Además es horroroso ver a una persona que se le desgaja la


quijada hasta el pecho, es un impacto horroroso. El guardia y todo mundo
se quedaron impactados. Ella se estaba ahogando en su propia saliva, y le
gritamos al guardia que con el casco le echara un poquito de agua para que
no se ahogara, para tratar de encajarle la mandíbula, pero al final el guardia
desistió.

Para entonces, todavía estoy viendo vivos a los cuatro compañeros: a


Idania, Araceli, Edgard y Carlos Manuel. A ellos los regresó la Guardia por el
mismo lugar por donde pasamos, y ésa es la última vez que los veo.
Después sólo escucho una gran balacera. Después a esa casa entran unas
camionetas de tina, y posteriormente, en las investigaciones que hacemos,
se determina que allí iban los cadáveres de los muchachos. Nosotros no
logramos ver a los compañeros, lo que sabemos es que los asesinaron a
sangre fría.

Unos cinco minutos después que la Guardia se fue, llegó una columna del
Frente Sandinista. Eso fue una cosa muy linda y da una idea del impacto
que esa masacre tuvo en la gente de León, porque cuando la población se
da cuenta que le están cayendo a Veracruz y que en la casa está la gente
del Estado Mayor, sin ninguna orden de nadie, las columnas de León, las
escuadras de combatientes, empezaron a sacar las armas, se organizaron
delante de todo el mundo. Así fue en Sutiava, en las calles públicamente
salieron para Veracruz; pero cuando llegaron, la Guardia ya se ha ido.

Cuando me preguntan por los muchachos, yo sólo sabía que Róger y “Pin”
se habían ido para la otra casa, y que a los otros muchachos se los habían
llevado presos.

Mónica: ¿A ellos también los asesinaron allí?

Ana Isabel: A ellos los asesinaron en la piscina de esa casa. Cuando ellos
están entrando a la otra casa, ya la Guardia había entrado, porque nosotros

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encontramos en la piscina, en el jardín, en el césped, los anteojos y la
cartera de “Pin”, varias cosas y documentos de ellos. Nosotros pensábamos
que estaban vivos.

Mónica: Vos te salvaste por un pelito.

Ana Isabel: Realmente fue gracias a los niños y a la señora que se le


desgajó la quijada. Leticia se salva también porque no llega a tiempo a la
reunión, y Fanor porque va tarde a la reunión, y es el que nos avisa que va
la Guardia.

Por eso es que cuando se da la insurrección, el mismo plan que habían


diseñado los “Héroes de Veracruz”, nosotros lo implementamos; con la
única salvedad que, para abril de 1979, la Guardia no estaba en el Banco
Central, pero ya para la insurrección sí. Eso lo hacen a raíz de una
emboscada que hace “El Chele Marcos” Oscar Cortés, con Luis Manuel
Toruño, el famoso “Charrasca” de León. La famosa emboscada Pedro Aráuz
Palacios.

Mónica: Decía Hugo Torres que “Charrasca”, más que valiente, era
temerario. Que “Charrasca” persiguió a balazos por los patios de León al
esbirro “Chele Aguilera”. Él se salvó de muchas situaciones peligrosas y
balazos que le pegaron.

Ana Isabel: Audaces, increíble la audacia. Ellos eran de la zona de San


Felipe y yo trabajaba en Sutiava y El Laborío, y hacíamos competencias en
emboscadas. Nosotros hicimos una emboscada en San Pedro, ellos hicieron
la Pedro Aráuz. Era una competencia de barrio a barrio.

En la insurrección, a la primera tanqueta que se recupera en León se le


pone el nombre de Araceli y al primer tanque Sherman se le puso Róger. A
un cañoncito de 57 milímetros que se recuperó en un jeep BECAT, el 19 de
junio cuando se toma el Comando y se controla ya todo León, se bautizó
como “Chinto”, que era el seudónimo de Carlos Manuel. Todo relacionado
con los compañeros de Veracruz.

Ustedes saben que El Fortín de Acosasco es como un cerro todo pelado, y


nos costó muchísimo entrarle, sobre todo porque la Guardia estaba bien
atrincherada. Leticia Herrera, quien es experta explosivista, llegó en una
avioneta con unos tanques de gas con explosivos; pero el piloto tenía tan
mala puntería, que cayeron en otro lado y no en El Fortín. Entonces
decidimos usar el famoso cañoncito “Chinto”. Recuerdo que estábamos en
una casa por el Cementerio General Guadalupe, de León, frente al Fortín.
Era la casa de un colaborador y estábamos estrenando el “Chinto”. Con el
disparo del primer morterazo del cañoncito, comienza a caer polvito de la
casa, con el segundo más polvo, y con el tercero, se desplomó toda la casa.

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Mónica: O sea que la onda expansiva del cañoncito afectó la casita.

Ana Isabel: Afectó toda la casa y se desplomó por completo; después nos
ahogábamos en polvo.

Mónica: Lamentablemente, tenemos que despedirnos, Ana, pero como


siempre pedimos un mensaje para nuestros oyentes.

Ana Isabel: El mensaje que le daría a los jóvenes es que uno tiene que
comprometerse en la vida desde sus diferentes niveles, ya sea como
estudiante de secundaria, comprometerse a ser responsables. Nosotros
vemos que a veinte años, las condiciones siguen siendo las mismas. Hay
acciones que se pueden hacer como cristianos, como revolucionario
cristiano o no cristiano. Puede uno tener una acción social de ayuda. Hay
que rescatar los valores de la solidaridad, del verdadero valor de la amistad,
de la hermandad, el compañerismo que nosotros vivimos y que se ha
perdido en las generaciones. Con tristeza lo digo, y hay que rescatarlo,
vivirlo, porque la vivencia es lo que te permite darle esa continuidad, el
mantenimiento de esos valores enormes que tenemos.

10 de julio de 1999

NOTAS

12
1 Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, inmigrantes italianos, zapatero y vendedor de pescado,
respectivamente, fueron dos luchadores anarquistas acusados injustamente de un crimen, y
ejecutados en la silla eléctrica, en la ciudad de Boston, Estados Unidos. Se convirtieron en
símbolos de la lucha por la justicia.

2 Fanor Urroz cayó el 18 de julio en Nagarote, después de la toma de ese poblado.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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León
Firmeza y dignidad de la mujer sandinista

Vilma Núñez de Escorcia

Vilma Núñez de Escorcia nace el 25 de noviembre de 1938 en Acoyapa,


Chontales. Hija de Humberto Núñez, dirigente del Partido Conservador,
opositor a Somoza, y de Tomasa Ruiz. Estudia su primaria en Acoyapa y
secundaria en el Colegio Divina Pastora, en Managua.
En 1958 se incorpora al movimiento estudiantil en la Universidad de
León, donde estudia la carrera de Derecho. Forma parte del Comité por
la Libertad de los Presos Políticos a partir de ese año. Es sobreviviente
de la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959. Como militante de
base del Partido Conservador y abogada especialista en Derecho Penal
y Derechos Humanos, se vincula con el Frente Sandinista de Liberación
Nacional desde las acciones estudiantiles de protesta, y es
formalmente reclutada en 1975.
En 1979, cuatro meses antes del triunfo de la Revolución Popular
Sandinista, es encarcelada, torturada y procesada ante un tribunal
militar, por la presunta comisión de un delito de tráfico de armas que
jamás había cometido, condenada a diez años de prisión y al pago de
una multa millonaria; es excarcelada antes del triunfo, mediante
fianza.
Al triunfo de la revolución es nombrada magistrada de la Corte
Suprema de Justicia y vicepresidenta de la misma (1979-1987). Entre
1987 y 1990 se hace cargo de la Comisión Nacional para los Derechos
Humanos y Asuntos Humanitarios. Luego de la derrota electoral del
FSLN en 1990, funda el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos
(CENIDH), organismo no gubernamental del cual es presidenta y
directora hasta la fecha.

El enfrentamiento de la dictadura no sólo fue con las armas en la mano.


Mientras la organización guerrillera se desarrollaba, a veces con altibajos y
lentitud, la lucha avanzaba también en los campos de la reivindicación
social, a través las movilizaciones, denuncias y el enfrentamiento político
del sistema opresivo. Los luchadores eran perseguidos, capturados,
torturados y, muchas veces, asesinados en las propias cárceles.

La lucha por la defensa de los derechos civiles y políticos fue una trinchera
fundamental en la que batallaron honrados abogados, que desafiando
abiertamente al régimen, defendían a los presos políticos, se sumaban a las
manifestaciones y además, muchos de ellos cumplían misiones clandestinas
como colaboradores. Aquiles Centeno Pérez, por ejemplo, defendió desde la
primera carceleada a Doris Tijerino; el doctor Roberto Argüello Hurtado,

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también; Mario Mejía, quien después sería acusado por la dictadura y tuvo
que salir al exilio; Yadira Centeno hizo una vibrante defensa de Rosa
Argentina Ortiz; y los doctores Diego Manuel Robles y Cristóbal Genie, en
Matagalpa, también cumplieron ese rol. Todos ellos se involucraban a riesgo
de sus propias vidas en esta preciosa e importante tarea de la defensa de
los derechos civiles de los perseguidos por el régimen somocista. Vilma
Núñez de Escorcia formó parte de este conjunto, por cierto no muy
numeroso de juristas, que con la ley en la mano libraron batallas
estratégicas en este campo.

Dos días antes de este diálogo con Vilma, se había conmemorado un


aniversario del 4 de mayo, que Sandino bautizó como “Día de la Dignidad
Nacional”, y que lo es porque en 1927 nuestro héroe nacional lo convirtió
en ocasión para la dignificación de Nicaragua, porque “todos menos uno”,
aceptaron la onerosa rendición con el Pacto del Espino Negro.
En las palabras del General Sandino:

El 4 de mayo debe ser efectivamente día de fiesta nacional, no


porque en ese día Moncada haya vendido al ejército liberal, del cual
era General en Jefe, como a una partida de bestias, debe ser fiesta
nacional porque ese es el día en que Nicaragua probó ante el
mundo, que su honor nacional no se humilla; que le quedan todavía
hijos que ofrendarían su sangre para lavar las manchas que sobre
ella puedan echar los traidores.

En medio de referencias al significado de la gesta sandinista, compartimos


reflexiones con Vilma Núñez, una de las mujeres más respetables de
nuestro país, hija de Sandino, que con dignidad, coraje, valentía,
perseverancia, dulzura, fuerza y sensibilidad, ha sido una incansable
luchadora contra las injusticias y defensora de las utopías y las causas
nobles.

Es conocida en toda la geografía nacional, no sólo porque en esas luchas su


nombre aparece en las páginas de los periódicos, en la radio y la televisión,
sino, sobre todo, porque es alguien que está en el terreno con la gente, en
los lugares donde se producen las violaciones a los derechos humanos,
siempre al lado de los afectados por los poderosos.

Conversamos con ella sobre cómo su compromiso con los derechos de los
oprimidos le permitió identificar la injusticia con el somocismo. De ahí que
la propia vida de esta gran mujer, esté marcada por el compás de la lucha
sandinista en Nicaragua.

Mónica: ¿Cómo estás, Vilma?

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Vilma: Mónica, ¿cómo estoy? Un poco emocionada, pero también cohibida,
sinceramente. Quizás parezca mentira, pero me inhibo bastante, cuando
delante de mí, hablan de mi persona, y más cuando se magnifican actitudes
que en ese momento fueron las responsabilidades normales y comunes que
se tenían que asumir frente a una situación determinada. Sin embargo, no
puedo dejar de agradecerles profundamente que en este programa se esté
recordando todo esto, en este momento en que se quiere olvidar que esta
revolución, que debemos buscar cómo rescatar y cómo volver a fortalecer e
impulsar, la hicimos muchas gentes, unos aportando más, otros aportando
menos, pero que es la obra más colectiva del pueblo de Nicaragua.

Oyente: Pedro Pablo Martínez Téllez. Como fue el 4 de mayo, Día de la


Dignidad Nacional, quiero decirles que Sandino también es patrimonio de
todos los nicaragüenses. Como héroe nacional de la patria, es el símbolo de
la lucha popular clasista y anti-imperialista y, por tanto, es un patrimonio de
los sandinistas revolucionarios y de todo el pueblo nicaragüense.

Oyente: Alfonso Sálomon. Quería saludar a doña Vilma, quien tiene en la


política nacional una posición bien definida; su prioridad no es ser
candidata a nada, sino esa vocación infinita de servir. Esa es la conclusión
que yo he sacado de esta ejemplar mujer nicaragüense de la cual nos
sentimos todos orgullosos. Eso demuestra que uno puede ser
revolucionario, sin necesariamente pertenecer a un partido; porque la
actitud de doña Vilma es verdadera y revolucionaria, de la cual deberíamos
tomar ejemplo los nicaragüenses; porque al que hay que servir es al país, a
la nación, al pueblo de Nicaragua, no a un partido.

Oyente: Aura Violeta Aldana. Qué mejor manera para recordar el Día de la
Dignidad Nacional, que teniendo a doña Vilma Núñez de Escorcia allí en la
radio. Una de las mujeres más respetables, fundamentalmente por sus
principios. Doña Vilma va a pasar a la historia como un referente de
dignidad, como paradigma histórico del género femenino.

Mónica: Yo quería, doña Vilma, que nos contara de sus raíces: ¿Cómo es
que a su padre lo llegaba a capturar la Guardia? ¿Y cómo es que ello le
marcó para involucrarse con el FSLN?

Vilma: Efectivamente, yo conocí desde muy pequeña lo que es la injusticia,


la cara del somocismo y el accionar del somocismo.

Soy originaria de Acoyapa, un pueblo súper conservador, en todo sentido,


pues era la cuna de Emiliano Chamorro. Mi padre era de origen
conservador, fue diputado dos veces en aquellos tiempos, no me acuerdo ni
cuándo, en los años 40, por ahí. Siempre fue como el dirigente principal del
Partido Conservador, o sea, del partido que histórica y tradicionalmente
hacía la oposición a Somoza.

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Recuerdo que cada vez que había algo en contra de Somoza, a mi padre lo
echaban preso. Entonces, aunque mi padre no vivía en mi casa, porque, te
quiero decir, soy hija fuera de matrimonio; y ésa es otra de las facetas de
mi vida, que marcó para siempre mi condición de clase, llegaba la Guardia
en la noche a golpear a patadas las puertas de mi casa.

Después, recuerdo aquel caminar en una calle pedregosa de Acoyapa, de


mi casa al lugar donde lo tenían preso, a suplicarle a los guardias que nos
dejaran ver a mi papá, que por cierto tenía presión alta o algo así. Lo
encarcelaban en una bartolina, y a veces lo sacaban en una hamaca al
corredor. Es algo que tengo presente, y que no se me olvida. Entonces, yo
desde muy niña tomé conciencia, tenía para entonces unos siete u ocho
años, y tomé una posición y una actitud frente al somocismo. Por lo tanto,
soy anti-somocista desde muy pequeña.

Te quiero hablar de eso que mencioné de mi conciencia de clase. Por ser


hija fuera de matrimonio, quizás del hombre más importante del pueblo con
una familia formal y muy influyente, a veces recibíamos algunas reacciones
adversas de las amistades de la familia formal de mi padre. Hasta cierto
punto, nosotros éramos como los hijos preferidos de mi padre, porque él
nos quería muchísimo a los tres hermanos que éramos.

Algo que yo recuerdo siempre, fue la reacción de la Directora de la escuela


pública donde yo estudiaba. Recuerdo que íbamos a hacer la primera
comunión, en el acto de toda la escuela; y el día anterior, la Directora me
llama y me dice: –Dígale a su mamá que en la lista de primera comunión
mañana, usted no va a aparecer como Vilma Núñez, sino como Vilma Ruiz,
que era el apellido de mi mamá, porque Dios no entiende de
reconocimientos.

En ese momento no comprendía la dimensión de todas esas cosas;


entonces voy donde mi mamá tranquilamente con la razón, y es lógico, mi
mamá reacciona indignada. Una gran frustración sentí yo, cuando ella
impide que nosotros demos la primera comunión con el grupo.

Mónica: Su mamá era bastante fuerte, porque prefirió que no dieran la


primera comunión allí, a tener que doblegarse.

Vilma: Exactamente, y entonces nos saca del grupo. Todo esto lo recuerdo
perfectamente; lo viví quizás más como la frustración de no dar la primera
comunión ese día, con el grupo de las compañeras porque era escuela de
mujeres. Entonces el padre de la iglesia, que era Fernando Villanueva,
reaccionó indignado, y en la misa del siguiente domingo, hicimos la primera
comunión.

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Mi mamá nos súper protegía, y entonces yo me sentía hasta cierto punto un
poco presa. Me iba escondida a los ríos con mis amigas y amigos, y no
entendía por qué tanta protección. Después, más mayor, fui asimilando por
qué ella tanto nos protegía; pero al mismo tiempo, desarrolló en nosotros
aquello de la autoestima: –Ustedes tienen que ser los mejores, ustedes
valen. Los mejores siempre, en aquello de la competencia en las escuelas,
influyó tanto en nosotros que he tenido una autoestima muy grande.

Pero toda esta situación de la discriminación, la interioricé cuando me tocó


salir de la escuela pública de Acoyapa, para entrar en secundaria. Yo quería
entrar al Colegio de La Asunción, donde estaban mis amigas del pueblo, y
no pude, porque era hija ilegítima. Después las monjas cambiaron todo eso,
y vos debés saber que fue uno de los pilares que ayudaron a la lucha
revolucionaria. Después me tocó estudiar en el Colegio Divina Pastora, me
mandaron a Managua interna porque en Acoyapa no había secundaria. Todo
eso me forja desde muy pequeña y llego después a la universidad.

Mónica: ¿Y tus padres?

Vilma: Mi papá murió, desde que estaba muy pequeña. Ese fue otro factor
muy desafortunado para nosotros, que también nos marcó, porque nos tocó
lidiar con una serie de limitaciones económicas. Mi padre nos dejó capital,
pero no en manos de mi madre, sino de un guardador; éste nos robó todo.
Me acuerdo que había complicidad de los jueces, porque éstos tenían que
autorizar la venta de bienes de los menores y lo habían hecho de manera
arbitraria. De allí es de donde nace mi interés de estudiar Derecho.
Nosotros tuvimos que estudiar con grandes limitaciones. Mi mamá también
murió, en 1975, y ya no pudo ver la revolución.

Mónica: ¿Ella entendió su lucha? Sé que uno de sus hermanos de padre y


madre, León Núñez, dice que nunca ha sido sandinista, y que más bien es
del Partido Liberal; es decir, en la familia no eran todos de la misma línea.
Cuéntenos un poco de eso.

Vilma: Sí, León Núñez es mi hermano y le tengo lógicamente un cariño filial


muy grande. No compartimos puntos de vista en muchísimas cosas; los dos
enfrentamos esas mismas situaciones que expresé, pero las personas,
aunque sean hermanas, reaccionan de diferente manera. Pero además, él
tuvo otras oportunidades, por ese esfuerzo de mi madre de sacarnos
adelante, estudió diez años en las mejores universidades de España, lo que
le dio un bagaje de formación profesional muy grande; pero reaccionamos
de manera distinta frente a toda esta discriminación.

En cuanto a cómo me vínculo con el Frente, fijate que cuando termino de


estudiar secundaria, llego a la universidad cuando se iniciaba la lucha,
después de adquirir la autonomía universitaria. La primera cosa que

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nosotros hicimos al llegar a la universidad, fue vincularnos con el
movimiento estudiantil, y te digo que habíamos pocas mujeres. Fui parte
del primer Comité Pro-Libertad de Reos Políticos Universitarios. Estaban
presos Emilio Borge, el doctor Alonso Castellón, quienes eran profesores, y
el Comandante Tomás Borge Martínez, quien era estudiante de la
universidad. Estaban presos porque se les involucraba en el ajusticiamiento
de Somoza García, y yo encabecé ese Comité, incluso tuvimos varias
entrevistas con Luis Somoza.

Mónica: Estaban presos también Edwin Castro y los acusados de participar


en el movimiento de abril del 54.

Vilma: Sí, exactamente, estaban presos todavía. Pero resulta que el Comité
se organiza con carácter universitario, sólo en función de los estudiantes y
los profesores presos. Luchábamos por el respeto a la autonomía
universitaria recién conquistada. Luego se dan las acciones de El Chaparral
y la respuesta estudiantil con el famoso “Desfile de los Pelones” y la
masacre estudiantil del 23 de julio de 1959.

Yo iba en esa marcha, y por suerte estoy viva; soy una de las sobrevivientes
de esa masacre estudiantil. Siempre las mujeres que participamos en eso,
íbamos adelante y tuve esa suerte de salir con vida. Pertenezco a la
generación del 23 de julio, y ese día para mí es sagrado; nunca dejo de ir al
acto de la Universidad allá en León, salvo cuando por cuestiones de trabajo
no estoy en el país.

Siempre mantuve una lucha dentro del movimiento estudiantil; era muy
activa y muy beligerante. Recuerdo que no ocupé nunca un cargo de
dirección dentro de las estructuras del Centro Universitario de la
Universidad Nacional, que era la dirigencia estudiantil; y ahora me doy
cuenta que era precisamente por la famosa discriminación en contra de las
mujeres. Las mujeres éramos las que hacíamos de todo, cerrábamos los
mercados, buscábamos los apoyos cuando los muchachos se ponían en
huelga de hambre en la universidad, éramos las que pasábamos la comida.
Me acuerdo que por la Iglesia La Merced nos subíamos las tapias para
pasarles la comida a la universidad, pero nunca nos elegían; y ahora ya me
doy cuenta del por qué.

Cuando ya estoy en la universidad, los amigos de mi padre me buscan


porque me destacaba por mi lucha política, y además, porque no
abandonaba mis estudios, era excelente alumna. Bueno, por cierto,
compañera de estudio de Iván Escobar1, y había hasta cierto punto una
competencia entre nosotros porque él siempre iba detrás de mí, nunca
logró ganarme; y siempre teníamos esa competencia por el primer puesto,
por el segundo puesto. Los amigos de mi padre me buscan porque me veían
como un prospecto para que me vincule al Partido Conservador.

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Te digo que me vinculo con el Partido Conservador, más por razones
afectivas que por una identificación ideológica. Incluso creo que en ese
tiempo, en los partidos tradicionales como el Partido Conservador, no se
hacía mucho énfasis, ni se cuidaban de estudiar qué cosa era el liberalismo,
conservadurismo, ni socialismo, ni nada; sino que era una lucha
completamente anti-somocista.

Sin embargo, mi experiencia y participación fue así como de base en el


Partido Conservador. Me permitió abrir un poco los ojos y darme cuenta que
la solución de los problemas de Nicaragua no estaba en las paralelas
históricas, y que había que ir mucho más allá, y entonces recordaba que
tenía razón Fernando Gordillo. Fue un compañero entrañable, muy amigo
mío, quien me empezaba a hablar de las luchas que había que emprender
de otra forma.

Mónica: Parece que Fernando Gordillo fue un faro en ese período. Varias
mujeres, como Michele Najlis, me han hablado de él como un educador,
como un ser que guiaba a la gente de la universidad para comprometerse
en otro tipo de lucha.

Vilma: Quería decirte que yo me vinculo con el Frente Sandinista, cuando


todavía estoy en el Partido Conservador. Mi primera vinculación con el
Frente fue sin saber que estaba participando en una acción del FSLN. Fue
cuando las luchas por las tierras en las comunidades indígenas de Sutiava,
en la toma de las Lomas del Panecillo, donde incluso hubo muertos. A mí
me tocó manejar la defensa de todos los involucrados, y yo no sabía que
era una acción del Frente Sandinista; sin embargo, los que ya andaban
directamente en él, analizaron cuál era mi actitud, mi comportamiento, mis
inclinaciones y comenzaron a buscarme.

Salvador Pérez, de allá de la comunidad indígena, me habló en nombre del


Frente Sandinista pidiendo colaboración económica, y así me empecé a
vincular. Después, prácticamente era como la defensora oficial de todos los
presos que caían en las luchas pre-insurreccionales.

Me comencé a vincular ya más directamente como en 1975, pero quien me


recluta, para usar esa palabra que siempre se usaba, directamente y me
propone integrarme al Frente Sandinista, es el compañero Blas Real Espinal.
Fue quien me habló directamente del por qué yo ya era del Frente 2.

Mónica: Blas es de una familia de El Viejo, y su hermano Leonardo Real


Espinal, cayó en la montaña en 1976.

Vilma: ¡Exactamente! Entonces, yo me acuerdo del gran susto que me di


cuando matan a Blas Real Espinal, porque él me llevaba gente que estaba o

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que caía presa para que la defendiera, incluso cuando ya mi casa es casa
de seguridad del Frente Occidental Rigoberto López Pérez.

Blas me llevó a una compañera como empleada para buscar que fuese
alguien de confianza política, por las tareas que realizaba. Me acuerdo mi
gran susto y mi gran tristeza, cuando en la televisión veo la cara de Blas
Real Espinal muerto. Apareció asesinado en San Benito, por Rancherías, en
Chinandega, después de haber estado preso algunos días. Lo asesinan junto
a otros compañeros y un hermano de la empleada que él me había llevado 3.

Después trabajé directamente con el Estado Mayor del Frente Occidental


Rigoberto López Pérez, desde antes de la insurrección de septiembre. Mi
responsable, para usar la terminología de entonces, y con quien trabajaba
más directamente, fue Róger Deshón. Pero quien me forjó mucho el
pensamiento y me ayudó incluso a que saliera viva después de cinco días
de torturas, fue Oscar Pérezcassar. La Guardia no logró que yo revelara ni
un sólo dato de toda la logística que había quedado en mi poder, después
que mataron a los muchachos, los héroes de Veracruz.

Mónica: ¿Entonces a usted la capturan después de la masacre de los


Héroes de Veracruz?

Vilma: ¡Exactamente! A Oscar Pérezcassar yo lo transportaba muchísimo, y


él no perdía un solo momento en estarme explicando el porqué de las cosas
y estarme diciendo cómo tenía que actuar si me capturaban. Él me preparó
para eso. A los muchachos los matan en Veracruz porque un estrecho
colaborador del Frente, que se llama Pedro Bustillo, quien está viviendo creo
en Honduras, dueño de una desmotadora, los denunció. Él nunca pudo
asimilar cómo, siendo él colaborador del Frente Occidental, se había
tomado la decisión de hacer un operativo para quemar las desmotadoras
como una forma de presión económica y él era dueño de una
desmotadora4.

Él fue quien denunció a los compañeros y por eso los matan. Yo estaba
fuera del país, haciendo unas gestiones, cuando eso ocurre. Otto, mi
marido, comienza a llamar y me dice: –”Ródrigo” dice que te vengás
inmediatamente; y él tenía una gran preocupación porque había dos
compañeros que tenían el pseudónimo de “Ródrigo”. El que Otto conocía,
era Chico Quiñónez, que vivía contiguo a la casa donde mataron a los
compañeros de Veracruz. Entonces a él le preocupaba que este “Ródrigo”
me estuviera llamando así. Pero cuando él me da la razón por teléfono, me
doy cuenta que el “Ródrigo” que me está llamando es Joaquín Cuadra.

Yo era chofer de Joaquín Cuadra. Entendí después por qué Róger Deshón se
empeñaba en que siempre fuera yo quien lo llevara y lo trajera.
Lógicamente, para que no mucha gente lo conociera. Después me di cuenta

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de la importancia de Joaquín Cuadra; yo no sabía quién era, ni sabía que
era del Frente Interno por la Tendencia Tercerista. Se empeñaba en que
fuera yo quien lo condujera, y a veces incluso ya casi de nochecita, lo que
me causaba algunos niveles de tensión en la casa porque a Otto le daba
temor, y le decía yo: –No se preocupen que voy a ir con la Julia. Julia era la
empleada, esa que me llevó Blas. Ella era incapaz de saber por dónde nos
andábamos moviendo en Managua, y era cómico que yo venía a dejar a
Joaquín, a veces con la empleada, por lo que ya era de noche. De día no
había problemas. Entonces por la cobertura de que yo era miembro del
Partido Conservador, jamás les hacía pensar que estaba trabajando con el
Frente Sandinista.

Después, cuando matan a los muchachos de Veracruz, precisamente es a


mi casa donde llega Joaquín Cuadra a hacer la reunión para reestructurar lo
que es el Frente Occidental. Me acuerdo que entro del aeropuerto en la
mañanita a mi casa, y encuentro sentadas en la sala a Ana Isabel Morales –
ahora sé quiénes son– y Leticia Herrera, dos personas que nunca las había
visto; y entonces, después Joaquín me explica de qué se trata todo. Deciden
que Leticia es la que va a asumir las funciones que tenía Róger, que ella va
a ser mi responsable, y que además va a vivir en mi casa, porque quien
vivía en mi casa de manera permanente era Róger.

Entonces recuerdo que después, con Leticia, conocí a Dora María. Dora
estaba ese día refugiada en la casa de las monjas de La Asunción, y cuando
Leticia va a reunirse con ella, me ve la cara y me dice: – ¿Por qué te
asustaste? ¿La reconociste? Entonces yo le digo: – ¡Claro, esos ojos son
inconfundibles! Los ojos de la Dora María con el rostro debajo del pañuelo,
en el asalto al Palacio. Inmediatamente me di cuenta de quién era.

Son vivencias que recuerdo con una fuerza increíble; por ejemplo, a mí me
tocaban cosas como ir a recoger a Leopoldo, Polo Rivas, quien entra de
Honduras e ir a buscarle casa de seguridad en León. Siempre se buscaba
una casa que no provocara sospecha. Me acuerdo que le busqué la casa de
unos compañeros que colaboraban con el Frente, de origen burgués, y él no
se sintió bien, y me decía: –Vení sacame de aquí, porque me hacen muchas
preguntas, me quieren estar hablando mucho, y darme muchas opiniones.
Él estaba como muy impaciente. Me correspondió compartir de cerca esta
situación con muchos compañeros y compañeras.

Leticia también me explicó muchísimas cosas, y Pedro Bustillo, la persona


que denunció a los muchachos de Veracruz y por el cual los mataron, fue
también la persona que me denunció a mí. Nos denunció a nosotros. O sea,
este hombre sabía dónde estaba la información concentrada y quería
quebrar completamente al Frente Occidental.

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¿Por qué me doy cuenta de esto, cómo supe esto? En ese momento no
sabía. Cuando triunfa la revolución, Ana Isabel Morales me contó que
habían encontrado todo mi expediente cuando llegaron al Búnker, y allí es
cómo ellos también se dan cuenta de que el que nos había denunciado
había sido Pedro Bustillo.

Cuando me capturaron, de mi casa se llevaron unas armas que el día


anterior un colaborador había sacado de su casa nervioso y ya no tuve
tiempo de ubicarlas en otro lugar; porque la orientación que tenía era que
en mi casa no debía haber armas, porque allí llegaban muchos compañeros.

Mónica: ¡Claro! Muchos jefes llegaban allí.

Vilma: ¡Exactamente! Como había caído todo el Estado Mayor de León,


había que recontactar las estructuras. Recuerdo que Joaquín me dijo: –Tratá
de recordar quiénes son los colaboradores, dónde están los buzones, quién
puede tener tal cosa y quién tal otra; y tratamos de hacer una
reconstrucción. Pero Leticia puso en clave toda la lista de los colaboradores.
Me imagino que eso mismo se hizo con muchos otros de los colaboradores;
los que estaban en mi casa, era una lista muy importante, que si la han
encontrado con nombres y apellidos hubiera sido un quiebre fatal.

Sin embargo, no me lograron hacer hablar, y una cosa que me quitaron, y


que me hubiera gustado después haberla conservado, fue la ametralladora
personal de Oscar Pérezcassar. Era una de esas que se doblan, lindísima, yo
nunca la toqué, nunca en mi vida he tocado un arma, les tengo miedo; y
entonces me acuerdo que cuando caí presa, con esa campaña de
desprestigio que trataron de montar los de la Guardia, decían que ésa era
un arma propia para mujeres y era la de Oscar Pérezcassar.

Mónica: ¿Doña Vilma, cómo la interrogaron?

Vilma: Fijate que a mi esposo y a mí nos capturaron como a las cuatro de la


mañana. Rodearon toda la casa en un operativo como que éramos la gente
más criminal del mundo. Incluso doña María Lacayo, hermana de Manuel
Ignacio Lacayo, una linda gente de allí de León, siempre me dice cuando
me ve: –Me debés un rosario de oro; porque la Guardia se metió hasta su
cuarto y se le robaron un rosario de oro.

O sea que se tomaron prácticamente toda la manzana. Nos sacaron de la


casa, me vendaron los ojos con la camiseta de Otto, se la quitaron a él, y
nos llevaron a El Fortín; por el movimiento del vehículo, yo sentí que nos
llevaron ahí. Nos tuvieron hasta como a eso de las diez u once de la
mañana; pusieron el radio bien alto, a Otto lo pusieron aparte y a mí aparte,
para que yo oyera lo que la Guardia estaba diciendo: –Como no, ella está
capturada, pero nosotros no hemos capturado a su marido.

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Había ya la presión universitaria, la presión de la gente en las calles, las
mujeres del mercado. Los amigos de mi esposo Otto llevaron a mi hija, que
tenía nueve años y que quedó en manos de la empleada y en poder de la
Guardia en mi casa. No quisieron que la vecina la sacara. Eso me
angustiaba tremendamente, y yo la escuchaba en la radio que le decía a la
Guardia: –Devuélvame a mi papá, si a mi papá se lo llevaron con la
mamá. Era una forma de irme ablandando, para que yo creyera que a Otto
lo iban a matar.

Casi todo el día sólo me tuvieron metida allí en un cuarto inmundo en El


Fortín, y es hasta en la tarde que ya me sacan vendada, me llevan a un
cuarto donde me van a interrogar y me quitan toda la ropa. Sólo tenía una
capucha y estaba completamente desnuda; eso es lo más destructivo que
te podés imaginar, y a esa edad yo no sé si ahorita me preocuparía pero a
esa edad, bueno, hace veinte y tantos años. Resulta que no me torturaron
los torturadores tradicionales de León, Pablo Espinales y un “Chele
Aguilera”, porque como yo los conocía por el trabajo diario allí sacando
presos y todo, les iba a identificar la voz, y fueron agentes de la Oficina de
Seguridad Nacional de Managua, a la que le tenía horror.

Me acuerdo cuando vos estuviste presa, me acordaba de la Doris Tijerino,


sólo me imaginaba eso, y entonces quien dirigió el interrogatorio fue
Franklin Montenegro, durante cuatro o cinco días. Pasaba como cinco horas
interrogándome, así desnuda casi siempre. Tiraron agua en el piso, me
pusieron chuzos con electricidad y así.

Primero me trataron de convencer para que colaborara, que no querían


hacerme nada. Allí ya no podía negar, no podía negar. ¡Si habían
encontrado una serie de cosas en mi casa! Entonces yo dije siempre que
todo eso me lo había dejado “Lencho”, el que dirigió los operativos de las
desmotadoras; pero que yo sabía que ya a “Lencho” 5 lo habían despachado
para Honduras, después que lo saqué de la cárcel mediante un
sobreseimiento, ya no había a nadie que afectar. Bueno, eso fue como cinco
días torturándome, desnuda, interrogándome, pero no lograron hacerme
hablar.

Mónica: Creo que todo esto es muy importante para entender cómo se
forjó una, y de dónde viene una para ser como es hoy, y por qué la firmeza
y la fidelidad a los ideales por los que nos comprometimos, por los cuales
sufrimos muchos, tienen que seguir vivos; porque mientras no se realicen,
¿por qué vamos a dejar de luchar?

Oyente: María Haydee Sequeira. Realmente todo lo que ha expuesto la


compañera Vilma Núñez es algo digno y valiosísimo que nos debe hacer
reflexionar a cada hombre y mujer nicaragüense, independientemente del

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credo político o de cualquier creencia.

Quiero decir que la mujer nicaragüense ha sido valiente, sufrida y de


vanguardia. Recordamos a Doris Tijerino, cuando fue masacrada, sus
piernas moradas en una primera plana de La Prensa de aquellos años, y fue
cuando León se volcó: mujeres, hombres, sacerdotes, religiosas, no quedó
nadie en sus casas, protestamos y nos congregamos en el parque San Juan
de Dios. De allí vimos salir a los políticos que les temblaban las piernas.
Teníamos el cuerpo entero lleno de ira, de dignidad, y primera vez que yo
tomo la palabra con casos concretos y un mensaje político del ideario de
Sandino, de seguir luchando con la mente, con la cabeza en alto y sin
arrodillarnos como esclavos ante lo que estábamos viviendo y el atropello
que representaba para nosotros la violencia contra la compañera Doris
Tijerino.

Lo que dice la compañera Vilma me recuerda que aquí no estamos nosotros


para estar criticando qué es lo que vos fuiste, sino lo que fuiste capaz de
hacer, y lo que estás haciendo y que estás dispuesta a seguirlo haciendo.
Recordamos a un Chico Ramírez que perteneció a la Guardia de Somoza y
que tuvo la valentía de entregar su fusil, junto a Efraín Nortalwalton, un
profesor salvadoreño; estuvieron presos, y nosotros nos movimos en el
movimiento estudiantil revolucionario en León; muchas personas de la
sociedad leonesa colaboraron con dinero para recoger el costo del fusil y
para que los sacaran de la cárcel.

Recordemos a los hermanos Tejada Peralta ¿qué les pasó?, ¿de dónde
venían y cómo tuvieron la valentía de rebelarse ante el conjunto de
injusticias que vivía el pueblo nicaragüense? Recordemos a los que venían
de los movimientos cristianos, de la juventud, los hermanos Carrión que
dejaron todas sus comodidades. La Juventud Socialista, el Movimiento
Social Cristiano tuvo elementos como Hugo Mejía, quien se dio cuenta de la
realidad y pasó a la Presidencia del CUUN, Moncho Centeno y las células
que se organizaban donde las mujeres siempre estaban presentes.

Las mujeres usábamos unas redes de lucha en las que nos exponíamos
hasta en nuestro prestigio como mujer, porque se nos tildaba con muchos
epítetos que afectaban nuestra reputación, y no nos importaba, porque
sabíamos que más adelante iba a estar el triunfo, incluso a favor de ésas y
ésos que nos criticaban como mujeres desviadas, porque nos encerrábamos
en los cuartos del CUUN. ¿A qué?, simplemente a hacer en los mimeógrafos
manuales, panfletos de lucha que iban a ser distribuidos al día siguiente en
la universidad y en la ciudad.

Recuerdo que vi cómo golpeaban a Orlando Castillo, lo estaban masacrando


dos verdugos que le daban en la cabeza con la cacha de una pistola, frente
a la Facultad de Odontología. Le quebraron sus anteojos y fue llevado preso

12
en un carro Mazda anaranjado, cuya placa tomé; y entonces me movilicé
hacia donde Omar Cabezas, y todo el movimiento estudiantil se dirigió a la
casa del compañero Carlos Tünnermann. Le pusieron una capucha, lo
estaban interrogando, y dimos veinticuatro horas de plazo para que lo
liberaran; de lo contrario, nos levantábamos los estudiantes. Hicimos las
gestiones y fue liberado.

En fin, el rol de las mujeres ha sido tan delicado, tan difícil y tan importante,
que yo merezco saludar a todas mis hermanas y a la compañera Vilma; mis
respetos por esa trayectoria de lucha a la par de todas, las que aún hoy día
son nuevas, se están integrando, pero también valen mucho. ¡Adelante,
pues! Y no desfallezcamos, que Nicaragua tiene que salir adelante.

Mónica: Hemos recibido muchas llamadas sobre la coyuntura política, los


problemas internos del Frente Sandinista, pero quisimos centrarnos en el
testimonio histórico. Doña Vilma, ¡sus reflexiones finales!

Vilma: Vos sabés que hemos compartido diferentes momentos, tratando de


encontrar respuesta a estas situaciones tan complejas y tan difíciles. Creo
que mi Partido, el FSLN, está viviendo la peor crisis que nos podamos
imaginar. Sinceramente, siento que el Frente Sandinista es rehén de una
dirigencia que lo tiene cautivo, y que no permite la posibilidad de
participación real de toda la membresía y de toda la militancia, para buscar
cómo darle otro rumbo.

Yo siempre reclamo mi derecho a que se me respete mi militancia política y


con todo orgullo, porque es una militancia que me la he ganado. Digo soy
militante del Frente Sandinista. Sin embargo, ya mucha gente me dice: –
¿Para qué seguís diciendo que sos militante del Frente Sandinista?

Mónica: ¿Usted cree, Vilma, que la militancia es exclusivamente estar en


un organismo? Porque la militancia sandinista, la militancia de esos ideales
de Sandino, la podés realizar aunque no estés en el cotidiano bregar de las
tareas de un Partido llamado Frente Sandinista.

Vilma: Eso es precisamente lo que yo les contesto: la militancia hay que


verla desde diferentes ángulos. Por qué yo voy a renunciar a una militancia
que no se reduce a pertenecer o estar en un comité de base, o estar en la
Asamblea Sandinista o estar obedeciendo las órdenes de una dirigencia, en
la cual ya no creés; porque definitivamente ya no creo en ellos y no estoy
de acuerdo con la forma como se está conduciendo al Partido.

Yo creo que nosotros, desde esa militancia real, no formal, de pertenecer a


un órgano partidario, sino la real, que consiste en la consecuencia con los
principios, una consecuencia con la lucha desde cualquier espacio. En eso
estoy totalmente de acuerdo con vos; se puede seguir aportando a buscar

13
cómo rescatar al Frente Sandinista, y yo no quiero perder la confianza de
que algún día podamos rescatarlo.

Sin embargo Mónica, yo pienso que uno de los problemas que ha existido
aquí, es la falta de coherencia que a veces hay entre el discurso y la
práctica. Y creo que uno tiene que buscar cómo lograr esa coherencia. Allí
es donde se plantea lo difícil, se plantea la disyuntiva de qué hacer de la
práctica.

O nos vamos a mantener sólo con el discurso de oposición, buscando cómo


desarrollar conciencia en la gente y que otros hagan las acciones, o vamos
a buscar también cómo impulsar acciones para que respalden ese discurso
que mantenemos. Sinceramente creo que de este sandinismo que está
buscando cómo encontrar una opción diferente de la impuesta a nuestro
Frente Sandinista por la cúpula, podría salir esa opción, esa opción que en
un momento determinado puede rescatar al FSLN.

Yo quisiera que buscáramos cómo encontrar que todos estos grupos


valiosos con inquietudes, pudiéramos anteponer actitudes, anteponer
aspiraciones, saber ceder en un momento determinado y saber cómo
fortalecer esa verdadera unidad, que no es la unidad del sometimiento, que
es la que nos proponen por el otro lado.

6 de mayo de 2000

NOTAS

14
1 En el momento de la entrevista, era diputado del Partido Liberal Constitucionalista y
Presidente de la Asamblea Nacional.

2 Blas Real Espinal cayó el 31 de octubre de 1978, junto a David Martínez, María del Pilar
Gutiérrez y José Benito Centeno, entre otros. (Cronología, 23 años de lucha sandinista, IES).

3 En conversación posterior con la doctora Vilma Núñez, pude enterarme de que la compañera
que trabajó como empleada doméstica y que era colaboradora, se llama Julia Munguía; y que
su hermano, caído junto a Blas Real Espinal, era Francisco Méndez Munguía. Como se puede
ver en la cita anterior, su nombre no está recogido en las cronologías oficiales.

4 En un comunicado del Frente Occidental Rigoberto López Pérez, se informó que el 7 de marzo
de 1979, la unidad de combate Julio César Chávez atacó la desmotadora San José, en la Paz
Centro, destruyendo maquinaria y una gran cantidad de algodón almacenado. (Gaceta
Sandinista, No 4. pp. 32).

5 El nombre de “Lencho” es Lorenzo García; él vive actualmente fuera de Nicaragua.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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León
La masacre de El Calvario

Sergio Lira y José Miguel Torres*

Sergio Lira “Zacarías”, nace en Chinandega el 8 de septiembre de


1954. Estudia primaria en el Colegio Miguel Larreynaga, de
Chinandega; secundaria en el Instituto Nacional Joaquín Sansón Escoto,
y Derecho en la UNAN de León. A finales de 1976, cuando ingresa al
Frente Sandinista de Liberación Nacional, asume responsabilidades en
la guerrilla urbana en León, y Chinandega en el año 1977. Fue uno de
los jefes de columna en la insurrección de septiembre de 1978 y la
insurrección final de León en 1979.
Después del triunfo de la Revolución, fue el primer Jefe de la Policía en
León; recibe un curso de Policía en Cuba durante un año. Fue Segundo
Jefe de Procesamiento de Auxilio Judicial Nacional, Jefe de la II Región
de Policía (Matagalpa) y Jefe de Reeducación Penal del Sistema
Penitenciario Nacional. Sale del Ministerio de Interior, cuando asume el
gobierno de Violeta Barrios en 1990. Se incorpora como abogado y
notario, trabajando hasta hoy en su profesión.

* Los datos biográficos de José Miguel Torres aparecen en “Ser


cristianos y revolucionarios” en el Tomo I.

Penetrar a la iglesia, decirle a los sacerdotes, “esta iglesia está tomada”,


cerrar las pesadas puertas, poner una gran manta con el lema de la lucha,
tocar las campanas, instalar si es posible un parlante, avisar a los
periodistas para que den la noticia, organizar la llegada de los grupos de
solidaridad al atrio, demandar solidaridad para los que están en la toma:
comida, dinero. Se trataba de convertir el templo en una tribuna de
denuncia contra la injusticia, por la libertad de los presos, para demandar
reivindicaciones al poder y demostrar solidaridad. La toma de las iglesias o
templos católicos fue un mecanismo novedoso de lucha, utilizado por el
pueblo en la Nicaragua torturada por una dictadura de más de cuatro
décadas.

La primera toma de iglesia ocurrió en el año 1970. Los estudiantes y


profesores de la Universidad Centroamericana se tomaron la Catedral de
Managua, que antes quedaba frente al Parque Central. Al año siguiente la
toma de la Catedral se repetiría, esta vez generalizándose a múltiples
templos en todo el territorio nacional. Se establece así, como un
mecanismo recurrente de lucha en coyunturas especiales.

1
Era una forma pacífica de lucha que se combinaba con la resistencia
armada de los guerrilleros. Estas luchas permitieron conseguir importantes
victorias como la liberación de presos y presas políticos, y reivindicaciones
estudiantiles y sociales.

El 15 de febrero de 1979 se organiza una toma de iglesias en León. Por


primera vez, la Guardia penetra a uno de los templos, El Calvario, y asesina
en su interior a cinco jóvenes indefensos. Fue un hecho histórico que
evidenció la atrocidad y desesperación del órgano represor frente a las
protestas y denuncias populares. Esta matanza fue seguida de una
desenfrenada persecución a jóvenes leoneses con saldos incontables de
presos, heridos y desaparecidos.

Sergio Lira relata las experiencias vividas junto a otros miles de jóvenes de
todo el país, que se unieron a las luchas cívicas desde los Comités de
Acción Popular (CAP) y el Movimiento Pueblo Unido (MPU), hasta su
integración en las unidades de combate, como formas de rebelión ante las
arbitrariedades, abusos y crímenes del régimen.

Con el Reverendo José Miguel Torres analizamos cómo el fenómeno de las


tomas de iglesias se entrelaza con el desarrollo propio de la conciencia
social de los cristianos y su incorporación a la lucha, influidos por el Concilio
Vaticano II, los documentos de Medellín y por personajes como Camilo
Torres, quien cayó exactamente trece años antes de la masacre de El
Calvario, el 15 de febrero de 1966.

En este diálogo también incluimos algunas aclaraciones y acotaciones que


nos brindaron Ricardo Baltodano y Danelia Lanzas en conversación
posterior.

Mónica: Sergio, ¿cuándo te integrás al FSLN?

Sergio: Estudiando en León mi último año de Derecho, me integro al Frente


Sandinista. Ya había cumplido unos 22 ó 23 años cuando me integro
clandestino a la guerrilla urbana. Me acuerdo de vos, Mónica, que estuviste
en el Movimiento Cristiano; andabas mucho con un muchacho que se
llamaba Walter Pentzke, que fue mi responsable en Chinandega, y
responsable también de que yo acelerara mi paso a la clandestinidad. A él
lo asesinan una madrugada del 16 de marzo de 1977, en un puente que
está en la salida hacia El Viejo, Chinandega.

Walter vivía en la casa de seguridad donde yo estaba, junto a Quxabel


Cárdenas y la compañera María Lourdes Jirón “La China”, quienes eran las
encargadas del Regional. Cuando cae Walter, me bajan la orientación de
dejar la ciudad. Yo andaba semi-clandestino y aterrizo en León, donde había
estudiado; allí me asignan los barrios La Providencia, El Laborío y el

2
combativo Sutiava. Tuve el gusto de estar con la familia Bervis, que en ese
tiempo fue un bastión para la lucha insurreccional y el sandinismo.

Mónica: ¿Qué trabajo hacías en esos barrios?

Sergio: Había muchos jóvenes que estaban deseosos de integrarse al


Frente Sandinista, y había que organizarlos porque la represión de la
dictadura se estaba recrudeciendo. El pueblo mismo decía que era
prohibido ser joven, pues todo joven era sospechoso de ser guerrillero o
miembro del Frente Sandinista. En ese momento era insostenible andar
tranquilo en las calles, y los muchachos, incluso los de secundaria, se
integraban a la lucha política y armada de manera casi masiva.

Yo me encargué de organizar a algunos jóvenes, y se crearon en León los


Comité de Acción Popular, que se encargaban de distribuir propaganda anti-
somocista, hacer manifestaciones, etcétera.

Quienes formaban los CAP era gente de secundaria y de la universidad.


Existía una especie de ascenso, pues de los CAP pasabas hacia las unidades
de combate, gente destacada que estaba dispuesta y con más experiencia
en la lucha política; y también había una especie de descenso de las
unidades a los CAP, cuando así se debía.

La masacre del 15 de febrero de 1979 en la Iglesia El Calvario fue contra


jóvenes miembros de los CAP, cuyos responsables eran tu hermano Ricardo
Baltodano, quien estaba a cargo del núcleo de los CAP, y Denis Tenorio,
quien murió en la insurrección de 1979.

Mónica: Al respecto, Ricardo Baltodano acotó lo siguiente.

Ricardo: Los CAP eran unidades del FSLN, aunque les dábamos un carácter
político público. Incluso organizamos una Federación de CAP, la FECAP, pero
en realidad no funcionaba como una coordinación de los CAP; lo hicimos
para tener un espacio más en el Comité Ejecutivo del MPU. Denis Tenorio
Belanger era el Presidente de la FECAP y yo era el de Propaganda. Nos
eligieron en una asamblea en el auditorio Ruiz Ayestas, llegaron de todos
los barrios y se leyó un comunicado que redactó Lourdes Jirón “La China”.

Denis Tenorio era un estudiante de Medicina, era el novio de Benita


Cabrera, prima mía, y cayó en la gasolinera de la Texaco de León. En la
lucha siempre había descuidos. A él no le tocaba estar en ese punto, pero
se fue a asomar ahí, en el puente de Guadalupe, donde está un cañón del
tiempo de la Colonia, y el 12 de junio lo agarró un francotirador.

Los CAP llegaron a ser unidades operativas que hacían de todo. Y había sus
libreteros también. Por cierto, a nuestro papá le pusieron una bomba y por

3
nadita lo matan. Cuando el Frente orientó que todos los magistrados y el
personal ligado al régimen renunciaran, mi papá era Magistrado del Tribunal
de Apelaciones, por los conservadores. Él no renunció, y en la mitología que
se teje sobre estas cosas, supuestamente alegó que a vos te había
consultado. Y entonces le pusieron una bomba que botó la puerta de la casa
y quedó desbaratada la silla donde él siempre trabajaba. Un tipo
charrasqueado le tiró una bomba. Por eso es que mi papá se va huyendo a
Nagarote.

Sergio: Cuando se da la masacre en El Calvario, León ya había sido testigo


de eventos importantes. La gente se había incorporado masivamente a la
insurrección de 1978, que fue una verdadera guerra. Allí nos penqueó la
Guardia porque no estábamos bien armados. En el repliegue de esas
fuerzas, se dio la brutal masacre de La Arrocera.

También en León hubo emboscadas, por ejemplo las de La Barranca y San


Pedro, que fueron bien sonadas. Hubo la toma del Comando de El Polvón,
donde participaron alrededor de treinta compañeros y que no se le dio
mucha publicidad. Y así como hubo esa masacre en El Calvario, también ya
se habían producido constantes asesinatos de jóvenes en distintos barrios
de la ciudad.

¿Por qué me refiero tanto a la juventud? Porque yo tenía 23 años y era uno
de los responsables. ¿Te imaginás cuántos años tenían los que estaban bajo
el mando?

Era tan desesperante la situación para la Guardia, que, aunque nosotros no


andábamos bien armados –para el año 1978 sólo teníamos fusiles 22, que
no son armas de guerra sino de cacería–, andaban con sus chalecos
antibalas y cascos, por lo que fácilmente podían protegerse mejor, estaban
en ventaja numérica y armamentística en el aspecto meramente militar.

Esta etapa de la lucha fue muy importante para el pueblo de Nicaragua. Las
acciones que realizaron los jóvenes con la toma de colegios e iglesias en
León, Chinandega y todo el país, marcaron un hito, pues nunca antes la
Guardia había entrado a una iglesia a matar a alguien. Era tanta la
desesperación de la Guardia, que ya estaba profanando los templos
matando a los jóvenes; tan es así, que en algunas iglesias tomadas, los
muchachos tuvieron que salirse. Ricardo, por ejemplo, estaba en la Iglesia
de Zaragoza, y tuvo que salir porque le llegaron a avisar que estaban
matando a los chavalos. Todo el mundo se salió porque verdaderamente
esa gente no estaba armada.

Mónica: La edición del 16 de febrero de 1979 del Diario Novedades, que


era de la familia Somoza, tituló: “Extremistas murieron disparando en el
templo”.

4
En la crónica se dijo:

Cinco jóvenes leoneses murieron el 15 de febrero en las primeras


horas de la mañana, después de intentar tomarse la iglesia El
Calvario. Esta ciudad presenta un aspecto calmo, con sus
actividades desarrollándose normalmente tras los sucesos bélicos
que se desarrollaron en horas de la mañana y que dejaron el saldo
de cinco extremistas muertos, después de entablar combates con
patrullas de la Guardia Nacional.
En el lugar del combate se escuchaban detonaciones de balazos
que eran disparados desde la torre de la iglesia. Los disparos
parecían ser de rifle 22 y de revólveres del mismo calibre, y ante lo
nutrido del fuego, una de las patrullas optó por rodear la manzana
de la iglesia y penetrar, a riesgo de sus vidas, por una de las
puertas laterales del templo. El nutrido intercambio de balazos
cesó, al ser abatidos cinco de los atacantes, mientras otros tres
individuos, que no pudieron ser identificados, se dieron a la fuga
aprovechándose de la confusión del momento.
Junto a los cadáveres de los elementos subversivos, fueron
encontrados tres rifles calibre 22, un rifle calibre 2-50, un revólver
22 y regular cantidad de municiones para estas armas. Los
informes proporcionados por el Coronel Simón González,
Comandante Departamental GN de esta ciudad, revelan que ningún
miembro de las patrullas que participaron en esta acción resultó
lesionado. Las autoridades encargadas de esta investigación
presumen que se preparaba una acción en gran escala, cuya
secuela se inició con la toma de varios templos y manifestaciones
callejeras desde la tarde del miércoles 14.

Sergio: Arrecha esa noticia. Si yo la hubiera leído en ese momento, me


habría molestado mucho, porque verdaderamente los muchachos que se
tomaban las iglesias no andaban armados porque no teníamos armas que
darles; con costo, los responsables de las unidades de combate andábamos
con pistolas. No es cierto que anduvieran armados los muchachos.

Mónica: ¿Cuál fue el motivo por el que los jóvenes del Movimiento Pueblo
Unido se tomaron las iglesias en febrero de 1979?

Sergio: La toma de las iglesias era un tipo de lucha que el pueblo


desarrolló a través de los jóvenes, porque detrás de cada toma de iglesias
había un barrio, la gente les pasaba comida, fresco y los animaba a que
siguieran allí. Ante la impotencia de hacer algo, porque no había otra
manera, y menos con la censura de prensa; en ese tiempo los chavalos se
tomaban una iglesia para protestar. En ese momento, la toma era una
manera de divulgar una situación anómala que se estaba dando.

5
En este caso del 79, la toma de iglesias fue en función de la huelga de
hambre hospitalaria que se estaba llevando a cabo y que era muy
respetada. Era una manera de demostrarle al régimen que la gente estaba
inconforme con todo lo que estaba pasando.

Mónica: El 15 de enero comenzó una huelga de hambre de dieciocho


trabajadores organizados en la Federación de Trabajadores de la Salud
exigiendo el reintegro de dos mil compañeros injustamente despedidos.
También en esos días el MPU impulsaba una jornada nacional contra la
represión. En la lucha de los trabajadores hospitalarios, participó Silvia
Ferrufino, una enfermera que luego murió por las secuelas de esa
prolongada huelga de hambre. También participó una enfermera, gran
luchadora, de apellido Chinchilla, que todavía está viva.

Ricardo: Nosotros estábamos en la iglesia Zaragoza. Los guardias habían


pasado unos minutos antes amenazándonos, siempre hacían eso, fue a las
siete de la mañana. Pero después llegaron unos vecinos y no dijeron: –
Sálganse que acaban de matar a los muchachos en El Calvario. Nosotros
nos salimos con calma, y a los cinco minutos estaban ahí los guardias. Yo
estaba todavía en los alrededores y miré el despliegue. Para este tiempo
todos los estudiantes de las universidades ya estaban dislocados en los
barrios. Desde los primeros meses del setenta y ocho, todas nuestras
fuerzas de la universidad se concentraron en el trabajo barrial, y se produjo
un salto importante en la organización.

Mónica: El mismo 15, en la tarde, La Prensa relata en su crónica:

... el mismo párroco de la iglesia informó que los jóvenes se habían


tomado pacíficamente el templo y que no iban a causar ningún
daño a la iglesia, que sólo la ocuparían por doce horas.

Los vecinos dijeron que escucharon gritos pidiendo clemencia: ¡Por


favor no nos maten! Varias veces gritaron los jóvenes y luego se
oyeron las descargas. Los jóvenes no estaban disparando, si a la
toma de iglesias iban armados de mantas. Lo que se llevaban eran
unas pichingas de agua, crayones para poner los anuncios, algún
megáfono y ni siquiera comida, ya que después se esperaba que la
gente la llevara porque era parte de la dinámica de una toma de
iglesia, la solidaridad del vecindario. Las mantas sí eran
indispensables porque a través de ella se indicaba: Esta Iglesia está
tomada… y el objetivo de la toma.

Mauricio Díaz Müller de 25 años, habitante del Barrio El Calvarito;


Julio César Ayerdis, habitante del Barrio El Sagrario; Frank Rubí de
19 años, habitante del Barrio San Sebastián; Oswaldo Lanzas de 14
años, del Barrio El Coyolar; Benito Jirón Herrera, del Barrio El
Calvario; fueron los jóvenes que después de dos horas de haberse

6
tomado la iglesia, previa conversación con el párroco Haroldo
Machado, a las nueve y treinta de la mañana del día 15 de febrero,
fueron asesinados.

Ese mismo día, patrullas de la Guardia Nacional, supuestamente en


persecución de guerrilleros, penetraron en el local del Colegio La
Salle disparando de manera indiscriminada e hiriendo al hermano
lasallista Benito Agustín Díaz. Ambos hechos generaron una ola de
repudio en toda Nicaragua, particularmente del Clero de León y de
un número importante de sacerdotes de todo el país.
Prácticamente, todos los partidos políticos y organizaciones
populares se pronunciaron, repudiando estos hechos.

La Curia Eclesiástica y el Clero de León, elevan ante ustedes su más


enérgica protesta por el brutal asesinato de cinco jóvenes
indefensos en el interior de la Parroquia de El Calvario, realizado por
miembros de la Guardia Nacional. Dios se ve ofendido cuando en
nuestra Patria se menosprecia la vida de sus hijos y cuando se
siega brutalmente la vida de jóvenes que llenos de indignación no
se resignan a ver con indiferencia cómo se ahogan las aspiraciones
profundas de un pueblo y su libertad en todas sus manifestaciones,
planteaba el pronunciamiento firmado entre otros por Monseñor
Marcelino Áreas y Poveda, Vicario General y Gobernador de la
Diócesis de León; los presbíteros Róger Urcuyo, Haroldo Machado,
de la Iglesia El Calvario; Benito Pentzke Torres y Ricardo Juárez.

La masacre de El Calvario, se inscribió en la espiral de violencia y


persecución a la que se vio sometida la juventud leonesa y universitaria.
Sólo en la ciudad de León, en los días previos, inmediatos y posteriores a
este hecho, más de veinte jóvenes fueron asesinados por la Guardia
Nacional, después de ser capturados circulando por las calles leonesas,
algunos de ellos cuando regresaban del balneario de Poneloya de pasear.

¡Ser joven es un delito!, exclamaban aterradas las madres de familia y los


grupos sociales, políticos y religiosos que denunciaban la desesperación de
la dictadura somocista y de su instrumento de represión la Guardia
Nacional.

Danelia Lanzas Solís desde los 16 años participaba en la organización del


trabajo en su barrio El Coyolar. Pertenecía a los CAP del FSLN y nos brindó,
en conversación posterior, su testimonio sobre el asesinato de su hermano
Oswaldo Lanzas en febrero de 1979.

Danelia: En los años de la insurrección, a los jóvenes nos integraban


primero en los CAP, que eran organizaciones públicas. Nosotros andábamos
dando la cara, mientras ustedes, la estructura militar, operaban
clandestinamente.

7
Mónica: La masacre de El Calvario fue la primera de su género, donde la
Guardia entró a la iglesia y asesinó a los jóvenes. Fue una acción contra
niños desarmados. Uno de tus hermanos fue asesinado ahí. Me gustaría que
me hablaras un poco de tu hermano, ¿qué supieron ustedes, cómo se había
involucrado él?

Danelia: Mi hermano estaba organizado en los CAP, que era el organismo


que aglutinaba estudiantes, y los muchachos que iban a fogueo a tirar
bombas, a poner pintas en las calles en distintos lugares, para manifestarse
en repudio a la dictadura somocista.

La toma de la iglesia fue dirigida por la GPP. Tuvieron una reunión con
Mauricio Valenzuela y se habló que se iba a dar una acción conjunta en
todas las iglesias, en las que participarían ciento y pico de muchachos. El
Calvario fue la primera iglesia en la que cayó la Guardia, en coordinación
con el cura que en ese momento era el responsable de esa iglesia. Fue él
quien abrió la puerta principal que queda frente al parque, y efectivamente
fue quien bombeó a los compañeros, y entró la Guardia Nacional. El Jefe de
la plaza que ordenó eso no lo recuerdo en este momento, no sé si ya había
llegado Gonzalo Evertz a la ciudad.

El Jefe de la plaza llegó junto a varios orejas, entre ellos “El Chele Aguilera”,
uno que se llamaba Ariel Pineda, que era de la OSN. Entraron, capturaron y
torturaron a los muchachos. Eran cinco muchachos, entre ellos, Mauricio
Díaz Müller, Oswaldo Lanzas y otros compañeros. Mauricio era el mayor de
ellos, estudiaba cuarto año de Farmacia. Mi hermano Oswaldo Lanzas tenía
apenas catorce.

Cuando se oyó el tiroteo, eso fue una bomba en el barrio. Todo el mundo
empezó a decir que era en la Iglesia de El Calvario. Mi hermano mayor y yo
sabíamos que Oswaldo iba la toma de las iglesias, y en ese momento fueron
las correderas de un lado a otro. La Guardia se los llevó a todos ellos a la
morgue del Hospital San Vicente de León, y de ahí cada quien tuvo que ir a
sacar a su muerto; no nos dejaron velarlos ni nada, simplemente fueron
rodeadas toditas las casas de nosotros por la Guardia. Había un jeep BECAT
detrás de nosotros, y así nos llevaron hasta enterrarlos con una caja que
nos consiguieron, y así fuimos a enterrarlos por separado. Ninguno fue
velado.

Pero aun así, se dieron unas manifestaciones bastante duras en ese


momento; incluso, esa misma noche cayeron dos muchachos más porque
se fueron a quemar la casa de este Ariel Pineda de la OSN. La Guardia los
agarró y los asesinó esa misma noche. Después de eso, todos los días eran
masacres en León; todos los días, de dos a cinco muchachos, diez
muchachos, todos los días hasta la guerra final de 1979.

8
Mónica: ¿Y había señales de torturas en los muchachos?

Danelia: ¡Ah, sí! Sí, a todos ellos les quebraron sus piernas, que fue lo que
nosotros notamos cuando nos vimos las familias en distintos momentos, las
piernas, los brazos, incluso a cuatro de ellos les quitaron los testículos, los
caparon, y el último tiro fue en la mandíbula. Mi mamá ni lo quiso ver. Mis
hermanos Octavio, Mercedes y yo lo fuimos a sacar de la morgue. Mi mama
no pudo. Después de torturarlos, fueron asesinados en el propio
campanario de la Iglesia. A sangre fría. Los cinco estaban en las mismas
condiciones.

Mónica: Mi hermano Ricardo dice que ellos se habían tomado otra iglesia y
que les llegaron a avisar que se salieran, y a los pocos minutos llegaron
también los genocidas.

Danelia: Exacto, Ricardo estaba en Zaragoza, en esa zona. Las iglesias de


León estaban tomadas todas; pero como ese tiroteo fue monstruoso, se
corrió la voz de que en ese momento los guardias estaban masacrando a
los muchachos, y todos los que estaban en las otras iglesias, las
abandonaron, no las pudieron mantener, hubieran sido asesinados también.

Después hubo protestas masivas todos los días, exponiéndonos


abiertamente. En las casas donde las mamás o los hermanos no se
sumaban, se fueron sumando, precisamente por todo lo que estaba
pasando, pues esos abusos eran intolerables. En cada casa que había un
muerto, se sumaba toda la familia; eso es lo que hace realmente que
derroquemos a Somoza, la suma de todos, que ya no aguantábamos.

Mi hermano, siendo un niño, estaba totalmente comprometido. Había


estado incluso en una escuela de entrenamiento que dio Mauricio
Valenzuela. Estaba tan entusiasmado, que mi mamá lo mandó para
Matagalpa, donde vivían unas tías, supuestamente para que no se
involucrara; pero cuando las tomas del Instituto Eliseo Picado de Matagalpa,
vimos las fotos de la huelgas, y ahí Oswaldo estaba participando, en
primera plana salió; entonces mi mamá se lo trajo para León. Estudiaba en
el Colegio San Ramón.

Mónica: José Miguel, para contextualizar esta masacre terrible que se dio
en El Calvario, contale a la audiencia el alcance y significado que tenían las
tomas de iglesias anteriores, por ejemplo, la del 23 de diciembre de 1972,
año del terremoto.

José Miguel: Las tomas de las iglesias tuvieron indudablemente un


carácter de denuncia y de protesta frente a hechos indignos, violatorios de
la vida. Por ejemplo, el hecho que en el contexto del terremoto de 1972,

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Plasmaféresis comprara la sangre del pueblo y que la gente, para pasar su
Navidad feliz, tuviera que hacer filas, por centenares y miles de personas,
para vender su sangre; aquello realmente era una contradicción. ¿Cómo era
posible que para celebrar una festividad espiritual religiosa, como es la
encarnación de Jesucristo, alguien tuviera que vender la vida, vender su
sangre? Esto lo que reflejaba era la indignidad del sistema en que vivíamos.

Además de eso, se movía en el escenario político, la prisión de muchos


cuadros del Frente Sandinista a quienes les habían aplicado el “pisa y
corre”. Es decir, una vez que habían cumplido sus condenas, los dejaban en
libertad y, a la cuadra, los capturaban con la acusación de que iban con un
arma en la mano.

Entonces, la toma de la Catedral de 1972 en ese contexto fue más que una
huelga, un ayuno público de los movimientos cristianos de León, Managua y
Carazo. Nos organizamos y decidimos pasar tres días en un ayuno, una
especie de huelga de hambre, para decirle al pueblo que la celebración de
la Navidad no tenía que ser consumista, no tenía que ser como el sistema
enseñaba a celebrarla. La toma se da para denunciar esta situación y,
particularmente, abogando por los prisioneros políticos que luchaban por
cambiar esta situación de corrupción que vivíamos en Nicaragua.

Oyente: Miguel Castañeda. La primera toma de iglesia fue en 1970, en la


Catedral de Managua, luego del Congreso de la UCA en el que estaba
participando Edgard “La Gata” Munguía, recién electo Presidente del CUUN.

En dicho Congreso estábamos con el compañero Edgard Murguía y otros, de


invitados del CEUCA, Centro Estudiantil Universitario de la Universidad
Centroamericana. En la madrugada, a eso de las cuatro de la mañana más
o menos, se tomó una decisión espontánea, porque el Movimiento Cristiano
estaba teniendo, como dice José Miguel Torres, gran incidencia en el
movimiento revolucionario, donde había cuadros del Frente Sandinista,
había sectores cristianos de la UCA y de la UNAN, que eran dirigentes
estudiantiles, y que calladamente eran colaboradores o miembros del
Frente Sandinista.

Se tomó la decisión de irse a tomar la Catedral para denunciar dos cosas:


una, el problema que estaban viviendo en la UCA con el Padre Pallais 1; y
dos, la exhibición personal de los presos políticos, pues habían caído presos
diecisiete compañeros del Frente Sandinista, entre ellos José Benito
Escobar. Eso se hizo en la madrugada, no recuerdo en qué fecha de
septiembre.

La segunda toma de iglesias fue al año siguiente, en 1971, estando Octavio


Rivas de Presidente del CUUN y el suscrito de Vicepresidente; con
compañeros del Frente Estudiantil Revolucionario en Managua, se

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programaron actividades en apoyo al CEUCA, pues la UCA había expulsado
a una gran cantidad de estudiantes. Además, seguía la lucha por los presos
políticos. José Benito Escobar, Daniel Ortega y otros que estaban en la
cárcel, mandaron una carta a los dirigentes del FER, diciendo que se iban a
una huelga de hambre y que si se morían, nosotros íbamos a ser los
culpables.

Entonces programamos la huelga de hambre de las madres de los


expulsados en la UCA y huelga de hambre de las madres de los presos
políticos. A los dos o tres días, comenzó la Guardia a reprimirlas, y fue
cuando nos comenzamos a tomar en cadena las iglesias, primero la
Catedral de León y Managua, y después el pueblo por su cuenta se fue
tomando no sé cuántas más en todos los departamentos del país.

Se generalizó una lucha de veintiséis días durante los cuales se tomaron


iglesias, colegios, se organizaron manifestaciones, etcétera. Recuerdo que
comenzó el 19 de abril y terminó como el 9 de mayo, pero se obtuvo la
libertad de diecisiete presos políticos, entre ellos Doris Tijerino, Germán
Pomares y Catalino Flores. Los únicos que no pudieron salir de la cárcel
fueron los que tenían ya aplicadas las sentencias de los tribunales de
justicia; pero todos los pisa y corre, los que habían cumplido, lograron salir
por una huelga de toma de iglesias y colegios.

Lo anterior lo digo, para dar a conocer sobre el inicio de la toma de iglesias.


Ahora, contribuyendo a lo que decía el compañero Sergio Lira, hay que
recordar que el trabajo de las comunidades en los barrios de León, comenzó
en 1970 en Sutiava, La Providencia y El Recreo, con campañas de
alfabetización y salud. Eso se fue expandiendo de 1970 a 1977-1978. Ya
eran siete años de trabajo. Había más de veinte barrios en los cuales se
trabajaba en la periferia de León: San Felipe, San Carlos, El Laborío y El
Coyolar.

Mónica: ¿Te acordás, Miguel, que Allan Bolt incluso se fue a vivir a La
Providencia, después del terremoto? La Providencia se expandió con los
terremoteados, y ahí reclutamos a un montón de gente.

Miguel: Exacto, se le dio la instrucción que se fuera allí para montar los
guiones del Teatro Popular y para trabajar directamente con la gente. Yo
daba consultas médicas en siete barrios, me distribuía día de por medio,
una hora en uno, dos horas en otro. En Sutiava abrimos cuatro dispensarios,
el doctor René Meléndez prestaba su nombre porque íbamos estudiantes de
último año o que ya estábamos egresando y atendíamos. Llegamos a poner
cuatro consultorios en Sutiava, La Providencia, San Carlos, El Recreo y San
Felipe.

11
Mónica: Y también en el Barrio El Laborío hicimos un consultorio médico
después del terremoto, y llegaba un médico flaquito, no recuerdo su
nombre. En el Comité del Dispensario estaban Merceditas Avendaño y su
hermano Julio Avendaño, los dos caídos. También estuvo ahí Alvarito
Hernández, que trabajaba en la Tenería Bataán, un viejo súper
comprometido, don Rafael Herrera; y el poeta Guillermo Ramos y su
hermano, quien era comunista.

Miguel: Recuerdo a un compañero, de quien no he vuelto a saber nada,


José Benito Quintana; era uno de los que nos ayudaba a abrir brecha en
otros barrios; también, Emir Cabezas Lacayo.

Este movimiento incluía iglesias, el movimiento comunal, con el teatro, con


la educación, con la salud, y desde 1973, desde antes de la muerte de
Ricardo Morales, se hizo un análisis de la experiencia de los tres años de
trabajo de las comunidades. Ricardo nos pegó una puteada porque no
habíamos escrito nada y él escribió un informe de cuarenta y ocho páginas
de lo que íbamos relatando, porque nosotros entregábamos informes de
tres o cuatro páginas. Nos agarró una noche entera desde las siete de la
noche hasta las siete de la mañana; él preguntaba y nosotros íbamos
relatando y nos hacía preguntas y él anotaba y anotaba, entonces nos dijo:
–Escriban, escriban; y nunca hemos escrito eso.

Me siento culpable porque a mí, varios compañeros como Carlos y Ricardo


me decían que escribiera sobre el Movimiento Estudiantil; y escribí sobre la
historia del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y sobre el movimiento de
masas, pero muchas veces la actividad lo impedía, o aquellos debates y la
cuestión intensa que llevaba uno en la vida revolucionaria; además, que a
veces no tenemos la habilidad o capacidad para escribir.

Mónica: Es un compromiso de los revolucionarios escribir sobre estas


experiencias, porque eso les va a servir a otras generaciones de
luchadores. No debemos guardar eso en nuestras cabezas porque no sirve
para nada; debemos dejar escritas nuestras experiencias. Para que no
vengan otros a hacer interpretaciones, tergiversaciones que no se pueden
desmentir porque no hemos dejado nuestro testimonio. Así que no es tarde
Miguel. Agarrá una grabadora si no te gusta escribir y grabalo, y que
alguien te lo transcriba.

Oyente: Carlos Sáenz. Quiero aportar haciendo algunas precisiones


históricas. En 1968 ó 1969, yo estaba en el movimiento estudiantil de la
Universidad Centroamericana, y en 1970 era Vice-secretario General del
CEUCA. Teníamos casi un mes de estar preparando el Congreso, y los que
estábamos vinculados a los movimientos cristianos, teníamos un mes de
estar planificando la toma de la Catedral. El problema es que eso tenía que
ser totalmente compartimentado, porque si se daban cuenta, nos caían.

12
Teníamos totalmente planificada la toma de la Catedral de Managua, y
definitivamente, el primer objetivo era sacar a los compañeros del Frente
Sandinista de la cárcel. A última hora, nosotros despegamos casi a las tres
de la mañana para hacer la propuesta de la toma de las iglesias, cuando ya
un grupo de nosotros iba de avanzada a la Catedral de Managua. Recuerdo
que ésta fue la primera toma que salió en los periódicos de todo el mundo;
teníamos recortes de periódicos de Italia, Francia, Estados Unidos.

Al año siguiente nos echaron presos a todos, después de la toma de la UCA,


de donde nos expulsaron, y de allí surgió la segunda toma de iglesias, para
tratar de sacarnos a nosotros de la cárcel. Ahora nos hemos estado
reuniendo para celebrar los treinta años de la expulsión de más de ochenta
estudiantes de la Universidad Centroamericana.

Mónica: En la UCA estudiaron Julio Buitrago y Casimiro Sotelo, ustedes


tenían sus ejemplos, ¿verdad?

Carlos: Claro, Julio andaba en cosas mucho más serias. Nosotros teníamos
vinculación con Julio, pero definitivamente nos trascendía a todos, igual que
Carlos Agüero y este muchacho que tiraron al volcán, David Tejada Peralta.

Entre los expulsados están Iván García Cortez, Fernando “El Pollito”
Martínez, María del Pilar Hüpper. Nos hemos reunido para rememorar esas
jornadas que marcan definitivamente un momento histórico a nivel
centroamericano, en lo que significa el Movimiento Cristiano y el
involucramiento de los cristianos con la revolución desde ese tiempo.

Mónica: Gracias por los datos de los oyentes que nos ayudan a redondear
este tema de las primeras tomas de iglesias, pues tiene que ver con la
incorporación activa de los cristianos; porque realmente no se podían tomar
las iglesias gente que no fuera cristiana. Porque la toma tenía también un
efecto simbólico de incorporación de la iglesia en general a la lucha.

Hemos hablado de la masacre del 15 de febrero de 1979 en la Iglesia El


Calvario de León; y el 15 de febrero de 1966, trece años antes, fue
asesinado el padre Camilo Torres. ¿Qué significó para los cristianos el
ejemplo de Camilo Torres?

José Miguel: En la década de los sesenta hay un proceso de aceleración de


la historia. En términos religiosos, eso va a significar el Concilio Vaticano II,
es decir, una gran puesta al día de la Iglesia, una gran preocupación de la
Iglesia por asumir su rol y su responsabilidad a nivel mundial, con relación a
las grandes mayorías pobres, sufridas, explotadas y oprimidas,
especialmente en los países del Tercer Mundo.

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Como resultado de este Concilio, en Medellín se reúnen las jerarquías de la
Iglesia Católica de toda América Latina, y acuerdan que hay que respaldar y
promover el cambio de estructuras y la causa de los derechos del oprimido,
que es en cierto sentido lo que estaban planteando los nacientes grupos
guerrilleros que surgen después de la Revolución Cubana. Son los conocidos
documentos de Medellín, del CELAM, Conferencia Episcopal
Latinoamericana.

Por otro lado, el fenómeno de la radicalidad y de los movimientos


guerrilleros golpeó fuertemente la conciencia de los cristianos en general.
En Nicaragua, todos los días mirábamos en la primera página de La Prensa
a un joven guerrillero que había sido capturado vivo en las montañas y
luego en el camino, después de torturársele, había sido asesinado y
entregado el cadáver a su familia con cincuenta balazos en el cuerpo. La
sociedad nicaragüense lógicamente era sacudida por estos hechos, y más
la conciencia cristiana.

De alguna manera la teología de la Iglesia estaba hablando de donar la vida


propia por la causa del pobre, del prójimo; pero en la práctica, quienes
estaban haciendo esto era un grupo de jóvenes soñadores e idealistas que
estaban allí en la montaña dando su vida por cambiar las cosas en
Nicaragua, por terminar con esa dictadura oprobiosa. Incluso el Concilio
Vaticano II estaba hablando de la necesidad de la lucha armada y de apoyar
la violencia en caso de evidente dictadura y tiranía prolongada; pero en la
práctica, quienes estaban haciendo eso eran otros.

Cuando los obispos en Medellín asumen a nivel conceptual teológico


respaldar la causa de la transformación de los pueblos, ya el clero joven y la
juventud más sensible, que en este caso era la juventud universitaria y
estudiantil –por ejemplo, Mónica era miembro de la Juventud Estudiantil
Católica, “La Gata” Munguía y otros jóvenes eran de la Juventud
Universitaria Católica–, iban a la vanguardia asumiendo una responsabilidad
mayor. Eran una especie de conducción pionera de las grandes masas
cristianas que con los documentos de Medellín comenzaban a sensibilizarse
y a preocuparse por participar de alguna manera en la gran causa del
movimiento popular.

Es en ese contexto que este sacerdote, Camilo Torres, va a tener su


significado en Nicaragua y América Latina, tanto por su testimonio como
por su pensamiento. Él, analizando el Evangelio, llega a la conclusión que
no puede presentarse ante el altar para ofrecer allí la celebración del
cuerpo de Jesucristo, si no se ha reconciliado con su hermano que tiene
algo contra él. El Evangelio dice: “Cuando trajeres tu ofrenda al altar y allí
te acordares que tu hermano tiene algo contra ti, ve y reconcíliate primero
con tu hermano y después ofrece tu ofrenda”.

14
Entonces Camilo Torres, como sacerdote y teólogo, llega a la conclusión que
su pueblo, su hermano, ese pueblo que está allí, víctima de la violencia de
siglos en Colombia, de la dominación y de la explotación de las clases
dominantes, terratenientes, etcétera, sí tiene algo contra él; precisamente
porque Camilo es de esas ricas familias de los Torres Restrepo de Colombia.
Por su condición de sacerdote y profesor universitario, siente que su pueblo
tiene algo contra él, y decide entonces dejar allí su ofrenda en el altar y
reconciliarse con la causa popular, a través de las organizaciones del
pueblo. Él ilumina esa práctica, esa experiencia y esa decisión. Ése es el
gran aporte de Camilo Torres para todos nosotros, combinando el análisis
teológico y el análisis sociológico, en una práctica concreta.

Mónica: Los instrumentos que le proporciona la sociología para el análisis


de la realidad y su análisis teológico lo llevan a afirmar:

Al analizar la sociedad colombiana, me he dado cuenta de la


necesidad de una revolución, para poder dar de comer al
hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y realizar el
bienestar de las mayorías del pueblo... estimo que la lucha
revolucionaria es una lucha cristiana y sacerdotal. Creo que mi
compromiso con mis semejantes de realizar eficazmente el
precepto de amar al prójimo, me impone este sacrificio. La suprema
medida de las decisiones humanas debe ser la caridad. Correré con
todos los riesgos que esta medida me exija.

Esto fue determinante para que los cristianos de los años 1968 y
1969 dijéramos, este es el camino, porque siempre quedaba la
duda de si un cristiano debería comprometerse a tal punto en la
lucha, de estar dispuesto a usar el fusil si fuera necesario.

Oyente: Flavio Tijerino. Quiero recordar dos acontecimientos: uno, laico,


que fue la revolución estudiantil de 1968, que también influye, porque era
una especie de ambiente revolucionario mundial, acentuado en
Latinoamérica; y dos, que le llamo acontecimiento aunque aparentemente
es una persona: Pablo Freire y su movimiento de educación liberadora. La
tesis de Freire era el descubrimiento mediante la propia reflexión, aprender
a leer los acontecimientos.

Sergio: Recuerdo que cuando comencé a dar mis primeros pasos en el


Frente Sandinista, salió una canción que se llama No basta rezar. Creo que
esa canción fue como un grito de combate de los chavalos.

Lo bueno de esto es cómo Camilo Torres se incorpora a una guerrilla, y


cómo hace para adecuar ese cristianismo que es una filosofía distinta a
como se practica actualmente y como se ha practicado a través de la
historia de la Iglesia Católica, cómo hace Camilo para reivindicar la misma
religión, utilizar los mismos principios del cristianismo y de la Biblia, para

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materializarlos en una acción práctica. Verdaderamente creo que eso fue un
ejemplo para los movimientos cristianos de Latinoamérica.

Me gustaría preguntarte, Mónica, ¿cómo te incorporaste a un movimiento


cristiano? ¿Te sirvió esto de Camilo para tu incorporación o para la acción
que desarrollaste como dirigente del Frente Sandinista en el movimiento
cristiano y en la universidad?

Mónica: A inicios de los años sesenta, la expresión política de los cristianos


en Nicaragua era la Democracia Cristiana, que resultó, en el contexto
concreto de aquellos años, como una opción que no contribuía realmente a
las formas de luchas que exigía el grado de dominación de la dictadura. La
Democracia Cristiana no cuestionaba –como decía Carlos Fonseca – “el
conjunto y modelo del régimen”.

La diferencia fundamental es que el Frente Sandinista llega a la conclusión


que la única forma de acabar con el régimen es la lucha armada
revolucionaria. Recuerdo un escrito de Carlos Fonseca en el año 1963,
diciendo: “La única manera de derrocar a la dictadura, es sumando todos
los esfuerzos”. Y habla muy bien de lo que puede aportar la Democracia
Cristiana, lo que pueden aportar incluso sectores conservadores y
sindicalistas, decía Carlos: “Sólo uniendo a estos esfuerzos es que vamos a
lograr construir una sociedad democrática y acabar con el régimen
somocista”.

Como la Democracia Cristiana seguía apostando a la lucha electoral, en


momentos en que nosotros considerábamos que no era por la vía de las
elecciones, se crean otros movimientos cristianos que llegaron a la
conclusión que sólo sumando nuestros esfuerzos a la entonces vanguardia
de lucha político militar, era que podíamos acabar con el régimen. Pero,
¿cómo dar ese paso?, porque la mayoría de los movimientos de alguna
manera fueron tutelados en una época por la Democracia Cristiana. Esa
ruptura nos la permite la reflexión y el análisis de las condiciones concretas
del momento, y ejemplos como el de Camilo Torres.

El movimiento cristiano da ese paso y dice, ahorita, en las circunstancias


actuales, la única manera de cumplir el precepto de amar al prójimo, es
luchando con las armas en la mano; aunque pareciera una contradicción, es
ésa la conclusión a la que llegan en nuestro país Ernesto y Fernando
Cardenal y reverendos de las Iglesias Protestantes que se suman con
distintas modalidades a la lucha.

Ahora les pregunto a ustedes, ¿creen que valió la pena el ejemplo de


Camilo Torres? ¿Valió la pena la vida de Mauricio Díaz Müller, Julio César
Ayerdis, Frank Rubí, Oswaldo Lanzas y Benito Jirón, jóvenes leoneses
asesinados a sangre fría por la Guardia? ¿Qué hacer con estos ejemplos?

16
¿Qué hacer con todo este legado en las actuales circunstancias que
vivimos?

José Miguel: La pregunta que nos has colocado sobre el tapete, con
relación a los frutos de esta larga lucha, en términos de lo que estamos
viviendo hoy en Nicaragua, en América Central y América Latina, exige
recordar, en primer lugar, que la lucha por la paz, la vida y la justicia es un
proceso verdaderamente largo, aunque muchas veces nuestro espíritu no
está preparado para pensar en términos de largo plazo.

Fidel Castro, precisamente hace unos dos años, hacía un análisis de la


realidad latinoamericana y decía que la situación de extrema miseria,
pobreza, sufrimiento, ausencia de salud, etcétera, de hoy, estaba peor que
la que se daba en los años sesenta, que fue la que generó la lucha de la
radicalidad en toda América Latina y en donde se visualizó la necesidad de
crear dos o tres y muchos Vietnam, en respuesta a semejante situación de
opresión inaguantable.

Sin embargo, evidentemente hay un nuevo panorama en Nicaragua y en


América Latina. Por ejemplo, recuerdo a Ricardo Morales Avilés hablándonos
precisamente un día antes de su muerte, a los cien cristianos de Nicaragua
y Centroamérica que nos reunimos con él, en el Tepeyac, en un evento
ecuménico: “Si en Nicaragua hubiera un espacio para hacer una lucha
parlamentaria, para impulsar otras formas de lucha, de no violencia, de
resistencia pacífica, no habría necesidad de asumir la lucha radical de la
lucha armada”.

Pienso que hoy vivimos una situación tal vez de extrema miseria, injusticia,
acumulación de deudas, ganancias y otras cosas iguales, pero no tiene el
agravante de haber fuerzas policiales y el Ejército represivo de aquella
época, que es lo que hacía inaguantable la situación, y por lo tanto, se
justificaba a todas luces la lucha armada. Además, hay que decir que
cuando los cristianos llegamos a la conclusión que la única alternativa era
la lucha armada que proponía el Frente Sandinista, fue después de todo un
proceso de experiencia de no violencia, de tomas de iglesias, huelgas,
movilizaciones, concientización. La decisión se toma después de todos esos
grandes esfuerzos y viendo el fracaso en cuanto a las respuestas del
régimen a la lucha popular.

Nadie puede negar que se reeditan situaciones peores que las que se
vivieron en el somocismo; sin embargo, creo que por lo menos, en cuanto a
las formas de lucha, todavía hay espacios.

Sergio: Esa pregunta me la hago casi a diario. Creo que sí valió la pena y
que no debemos arrepentirnos de todo lo que hicimos, porque hicimos
cosas buenas. Fuimos impulsados por un sentimiento que todavía lo

17
llevamos, quizás un poco amainado, pero en ese momento hicimos lo que
teníamos que hacer, los que nos sentíamos revolucionarios. Creo que
cumplimos con un deber como jóvenes, como personas de esta sociedad.

Estoy satisfecho con lo que hice, pero no con los frutos, porque al ver cada
día cuando andamos en la calle, las diferencias sociales, que fue por lo que
verdaderamente luchamos y muchos ofrendaron su sangre, en eso no estoy
satisfecho. Si me preguntás cómo cambiar eso, se me hace difícil
contestarte.

Mónica: Una amiga me decía: – ¿Por qué es que se dieron esos enormes
ejemplos de heroicidad en esos años, si las condiciones sociales ahora tal
vez son hasta peores? Yo le decía que la gente no lucha por el estómago,
lucha por ideas. Uno es capaz de aguantar hambre, pero cuando se tienen
ideas de libertad, ideas de realización, eso te mueve. Vos podés tener
hambre, pero si no tenés un ideal que te diga que no es justo que tus hijos
tengan hambre, entonces vos decís, me vale o me aguanto, pero no ves en
el no comer, en el no tener una educación, una injusticia. Tenés que
convertir el asunto material en banderas y éstas tienen que ver con cosas
espirituales y no materiales estrictamente.

¿Por qué tanto sacrificio y tanto amor que había, ahora se ha perdido?
Porque prevalecen los intereses de sectores, incluso dentro del Frente
Sandinista, por encima de los valores y los ideales que nos heredaron, y por
los que lucharon todos estos compañeros y compañeras.

La semana pasada reflexionamos con otros compañeros y decíamos que no


tenemos la respuesta; nadie tiene la respuesta total, pero tenemos que
darnos cuenta de que si no reflexionamos, y si no hacemos el análisis de las
condiciones objetivas del hoy, no vamos a cumplir nuestra misión. Ahorita
no nos corresponde tomar el fusil, la función es la de buscar una salida a
esta situación si queremos seguir siendo consecuentes con los ideales.

José Miguel: Yo añadiría el hecho que realmente somos víctimas directas


o indirectamente de la corrupción del sistema y la degradación moral que
vivimos. Hay una especie de bancarrota espiritual, cuando somos
indiferentes. Creo que realmente la corrupción nos abarca a todos, como
partidos y organizaciones, en la medida en que traicionamos lo más
profundo de nuestro ser, de nuestras vocaciones más íntimas, las grandes
causas que nos formaron. Eso lo vemos en el Frente Sandinista, en el
Partido de gobierno, en los conservadores, en todas las instancias e
iniciativas que conocemos, en la Iglesia Católica, Evangélica, es una
corrupción generalizada.

Mónica: También lo somos, si somos pasivos, si nos mantenemos como


decía la canción de Víctor Jara “ni chicha ni limonada”; si no nos

18
comprometemos en nada, de alguna manera somos cómplices.

José Miguel: Exactamente, hay un elemento de complicidad.

Sergio: Yo creo que sí es valedero lo hecho, nada más que ahora con otra
visión y en otra etapa de la historia de Nicaragua. Creo que en estos
momentos hay que seguir luchando por darle al pueblo los elementos que
necesita para defenderse. Todos podemos aportar algo. El pueblo ha
aprendido mucho en estos últimos veinte años, lo que pasa es que le faltan
elementos para hacerlo, y nosotros como sandinistas perdimos mucha
autoridad moral; creo que a eso se refería José Miguel.

A veces hay dirigentes que no tienen autoridad para enfrentar la


corrupción. ¿Por qué?, porque sencillamente no pueden hacerlo, ya
perdieron la mística, son menos revolucionarios o a lo mejor ya no son nada
revolucionarios.

La salida aquí no son los partidos políticos, no son los dirigentes, la salida
es que todos le demos enseñanza al pueblo a diario para que se defienda,
que no le suban a la luz, al agua, que no le cobren en el colegio, que no siga
subiendo el índice de analfabetas, que baje la cantidad de desocupados.
Aquí el Estado busca cómo aniquilar, desde el punto de vista económico, al
pobre.

Es una tarea difícil y si alguien lo va a hacer, serán nuestros nietos, será


otra generación, las generaciones venideras, pero no nosotros, porque
hemos perdido esa mística, esa autoridad moral y lo más importante –que
decía Mónica–, hemos perdido las ideas. Nosotros luchamos por un ideal y
éste se perdió. ¿Recuperarlo?, no sé cómo, recuperarlo es difícil.

Mónica: Yo difiero de vos en eso. No es que nosotros estemos llamados a


hacer una gran misión, pero sí creo que cada generación tiene que hacer
algo y todavía nosotros tenemos que hacer más. Hay que seguir luchando e
ir encontrando en cada momento lo que nos toca hacer; pero no es que ya
luchamos y ahora colgamos los tenis, los guantes y que sigan otros. Eso
resulta de alguna manera en el acomodamiento.

Es cierto que los jóvenes son los más desprendidos y generosos, y que ellos
fundamentalmente serán los que deban asumir estas luchas; pero no es
que nosotros ya no tengamos nada más que hacer. Hay muchas cosas que
se pueden hacer este año, el próximo y el siguiente, aportando desde
nuestras posibilidades para seguir buscando esa sociedad de justicia,
humanidad, amor y bienestar para las mayorías, no sólo en lo material, sino
también en lo espiritual, que tanto se necesita.

17 de febrero de 2001

19
NOTAS

20
1 El Padre León Pallais era el Rector de la UCA. Tenía una mentalidad reaccionaria y no
aceptaba las demandas que entonces impulsaba el movimiento estudiantil por una mayor
participación en las decisiones de la universidad, mayor apertura al diálogo, y mayor
compromiso con las causas sociales. Por estas demandas se había producido la toma de la UCA
en agosto de ese año, que concluyó el primero de septiembre.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
X

León
Había que entrenar, armar y ponerle mando a la
gente

Mauricio Valenzuela y Danelia Lanzas

Mauricio Valenzuela “Emilio” nace el 20 de agosto de 1955 en


Managua. Estudia primaria y secundaria en el Instituto Pedagógico La
Salle e inicia estudios de Arquitectura en la Universidad Nacional
Autónoma de Nicaragua. Se incorpora como colaborador del Frente
Sandinista de Liberación Nacional en 1972, y como militante, en 1974.
En el año 1977 pasa a la clandestinidad, incorporándose como
guerrillero urbano. Participa en la primera escuela de formación de
unidades de combate urbanas y después es integrado a la Unidad de
Combate General Pedro Altamirano, en Estelí.
Desde 1978 es responsable militar de la Tendencia GPP en el Regional
de Occidente, y como tal integra el Estado Mayor General de las
insurrecciones de 1978 y 1979 en Chinandega y León. Después del
triunfo de la revolución, recibe el grado honorífico de Comandante
Guerrillero.
Fue Ministro Delegado de la Presidencia en Occidente y luego Ministro
de Construcción y Transporte. En 1990 resultó electo diputado ante la
Asamblea Nacional para el período 19901996. En 1995 forma parte de
los organizadores del Partido Movimiento Renovador Sandinista. A la
fecha está dedicado a actividades privadas.

**

Danelia Lanzas Solís nace el 16 de diciembre de 1959 en León. Estudia


en el Colegio San Ramón, y se bachillera en el Instituto Nacional de
Occidente. Se incorpora a la lucha en su barrio El Coyolar, trabajando
en los Comités de Acción Popular. Después del triunfo revolucionario
laboró en la Secretaría de Masas, en León, bajo la responsabilidad de
Leticia Herrera. Es licenciada en Sociología.

León Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad de Nicaragua, ha sido


importante en la construcción de la intelectualidad de Nicaragua. Ahí se
funda la primera universidad, en 1813, que luego sería Universidad
Nacional de Nicaragua. También fue escenario de importantes luchas por el
predominio de las ideas liberales y, luego, escenario de importantes
movilizaciones por la autonomía universitaria y las reivindicaciones
libertarias.

1
En 1956, León presenció uno de los acontecimientos más importantes, el
llamado “Principio del fin de la dictadura somocista”, el ajusticiamiento del
tirano Somoza García, que realiza Rigoberto López Pérez. Esta acción fue
seguida de la captura de muchos ciudadanos leoneses, y luego las
demandas por su libertad.

León fue también escenario de la masacre estudiantil del 23 de julio de


1959, y sede importante de la actividad conspirativa y organizativa del
Frente Sandinista, acogiendo a Oscar Turcios, Pedro Aráuz y Carlos Fonseca.
León además prestaba condiciones para lo que fueron los primeros pasos
del trabajo político organizativo en los barrios, en particular en Sutiava. Fue
así que León se dio a conocer en la vida y en la lucha política, como una
ciudad verdaderamente rebelde.

En 1978 se firmó el primer intento de unidad. La GPP recibió la orientación


de sumarse a los esfuerzos insurreccionales de la Tendencia Tercerista. En
León se sumaron las unidades de combate GPP y toda la estructura política
barrial, que entonces ya había alcanzado un buen desarrollo. La
insurrección de septiembre, aunque terminó como en todo el país, con el
repliegue de las fuerzas guerrilleras para esperar mejores momentos, dejó
grandes enseñanzas; pero sobre todo, generó confianza en las posibilidades
de victoria.

Después de la insurrección de 1978, las distintas unidades de combate


reciben órdenes de mantener la ofensiva. Las Unidades Milicianas, los CAP y
las Brigadas Populares, se mantienen permanentemente en pie de lucha.
Fue tanta la acción popular, que había barrios en donde la Guardia ya no
podía penetrar, a riesgo de ser sometida a aniquilamiento con bombas de
contacto y fuego de fusilería.

Tres grandes emboscadas se realizaron en ese período: la de la Avenida


Debayle, hoy Pedro Aráuz, la de La Barranca, hacia Las Peñitas, el 28 de
abril de 1979, y la de San Pedro, en mayo del mismo año. En ellas se usaron
RP-G2 y minas Claymore. Fueron verdaderamente espectaculares, aunque
no las mencionan las cronologías oficiales. Más recientemente, en la obra
de Guillermo Cortez De León al Búnker, dos de estas emboscadas son
narradas minuciosamente.

El Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez, coordinado


por Dora María Téllez, estaba integrado por Mauricio Valenzuela, Alfonso
García “El Prole”, Leticia Herrera, Leopoldo Rivas, Lourdes Jirón, Ana Isabel
Morales y Fanor Urroz.

Los principales jefes después del Estado Mayor eran: Guadalupe Moreno
“Abel”; Oscar Cortés “El Chele Marcos”; Sergio Lira “Zacarías”; Emilio Muñoz
Lumbí “Emiliano Pancasán”; Ródrigo González “Argelio”; Eddy Reyes

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Baldizón “Umanzor”; Félix Pedro Carrillo; Carlos Amaya Talamante “Lucas”;
Carlos “Chele” Nájar; Carlos Soza “Jeremías”; Lenín Valle “Felipe” y Juan de
Dios Midence. También se distinguieron en el combate un conjunto de
combatientes populares, entre los que destaca Luis Manuel Toruño
“Charrasca”.

Conversamos con Mauricio Valenzuela, miembro del Estado Mayor del


Frente Occidental Rigoberto López Pérez, sobre su trayectoria en la lucha
guerrillera y sus vivencias en el equipo de conducción de este importante
frente de lucha, enfatizando en las condiciones que hicieron posible la
avasalladora participación del pueblo leonés en las jornadas
insurreccionales. Danelia da sus propias vivencias desde su accionar como
joven incorporada en las unidades milicianas de base, que fueron claves en
el impulso de la lucha.

Mónica: Mauricio, ¿cómo fueron tus primeros contactos con el Frente?

Mauricio: Inicié colaborando con gente como Ana Isabel Morales, antes
que ella se fuera a estudiar a León. Más o menos entre 1972 y 1974, yo le
pasaba medicinas para la montaña. Después, cuando todavía no estaban
las tendencias, movía a la Egda Vélez. Luego ella se fue a meter a una
embajada, y al poco tiempo me contactó Carlos Arroyo, y quedé
colaborando como chofer de él, carro de seguridad, correo y durante un
tiempo anduve moviéndolo a él y a Quincho Ibarra, que fue quien quedó
después de la Egda.

En esa época me dijeron que no me involucrara con el movimiento


estudiantil. Andaba con Antenor Rosales “El Capi”, pero mi función era más
bien mantenerme al margen de la política y funcionar como apoyo para los
clandestinos. No les convenía que yo tuviera una vida política en las
organizaciones estudiantiles. En 1976, Carlos Arroyo me propuso irme a la
montaña.

Le dije que yo no estaba quemado, que por qué me iba a ir a la montaña.


Porque en aquella época los que se iban a la montaña eran los que ya
estaban quemados en el movimiento estudiantil. Entonces me respondió: –
El problema es que no tenemos gente. Al final le respondí que sí, que
estaba dispuesto a irme, y entonces me orientó que sacara pasaporte y visa
para Honduras. Me acuerdo que le repliqué: – ¡Pero la montaña no queda en
Honduras! No te preocupés –me dijo.

Nos mandaron para Tegucigalpa, donde nos recibió el poeta Rafael Mairena;
él nos llevó a una casa grande, como las de Las Colinas, en una zona
residencial. Ahí nos dieron un entrenamiento a un grupo de diez, en el que
estaba “El Chele” Glauco Robelo, Arnoldo Quant “El Chino”, quien murió en
Los Sabogales, Felipe Escobar, y otros que no recuerdo.

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El que nos dio el entrenamiento fue Pedro Aráuz, y fueron instructores
Charlotte Baltodano y Juan de Dios Muñoz. El punto es que nos entrenaron
con un concepto para guerrilla urbana; el concepto no era mandarnos a la
guerrilla rural o a la montaña, sino que era empezar a hacer acciones
militares y organizar las fuerzas militares del Frente Sandinista a nivel
urbano. Éramos como unos diez. La escuela fue como de unos cuarenta
días, y después nos trasladaron por parejas a los regionales urbanos.

A mí me dejaron con Arnoldo Quant, en occidente. Al “Chele” Glauco lo


mandaron a Managua, donde hace una operación en que capturan a
Charlotte. El operativo era ¡Ródrigo no ha muerto!

Nos distribuyeron en distintas zonas de la ciudad, con la función de formar


organizaciones militares a nivel urbano; Unidades de Combate les
empezábamos a llamar en ese momento, porque lo que había era trabajo
político en las ciudades. Es lo que yo encontré, por ejemplo, en León y
Chinandega, donde estaba de jefe, Lumberto Campbell.

Manejaban estructuras políticas de organización de masas, y sobre todo las


vinculadas con el movimiento estudiantil. La organización de base del
Frente era la célula. Había un gran semillero de gente, pero ninguna
organización desde el punto de vista militar. Se necesitaba agarrar a la
gente, entrenarla, armarla, ponerle un mando, y crear una estructura de
ese tipo. Entonces el concepto que nos plantearon fue empezar a crear esas
unidades militares.

En ese entonces Campbell, era el jefe de León y Chinandega, y yo estaba


subordinado a él como responsable de crear esas estructuras político-
militares. A mí me asignaron un conjunto de recursos como gente que me
mueve de un lado para otro, casas de seguridad, alguna red de información,
etcétera. A partir de las organizaciones de masas, se iban reclutando las
gentes para pasarlas a las pequeñas escuelas.

Pero lo primero que hicimos cuando vinimos a Nicaragua, fue buscar cómo
foguearnos a los que veníamos sin ninguna experiencia, más que una
escuela teórica. Entonces, lo primero fue mandarnos a hacer algunas
acciones a nosotros mismos. En León hicimos algunas acciones. La primera
fue tomar una radio. Pusimos unas bombas de simulación para que la
Guardia no se acercara, y transmitimos un pronunciamiento. No recuerdo
en qué jornada por la vida de Tomás fue eso, creo que en una radio donde
trabajaba Chuno Blandón. Fue más bien una acción de propaganda política.
El riesgo era menor.

Posterior a eso, nos dan la misión de hacer otra actividad más de carácter
militar, de atacar unidades militares. Se iban a realizar de manera

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coordinada para el Día de la Dignidad Nacional, el 4 de mayo, que fue
cuando capturaron a la Charlotte, quien iba con el “Chele” Glauco por el
Centro Cívico.

Campbell y yo nos fuimos a emboscar en el Parque San Juan, cada uno a un


lado de la calle, y los dos íbamos a atacar un jeep BECAT, de la Brigada
Especial Contra Actividades Terroristas. Esos eran todos los combatientes
que andábamos, y “El Ratón” Noel Zepeda, que era quien nos llevaba, y nos
bajaba y nos subía de un lado para otro, pues buscamos varios lugares y
nunca llegó la Guardia. Eso fue durante varios días. Hasta que en una
ocasión, desilusionados nos sentamos en el Parque de La Merced, porque
no habíamos podido hacer nada, y entonces llegó un jeep BECAT. Campbell
se hizo el renco, se acercó a la patrulla, le tiró una granada, corrió, y
disparamos. Se armó la balacera y cayeron los guardias. Fue una acción de
éxito porque logramos el objetivo.

Mónica: ¿Qué arma andabas?

Mauricio: Yo andaba con una sub-ametralladora Madzen, y “El Negro” iba


con una granada y una Browning. “El Negro” hizo la mueca de que iba
renco y les dejó caer la granada, yo le cubrí la retirada, y salimos en guinda
al ratito. Fue una acción que tuvo éxito y un gran impacto, ¡para qué! Un
impacto tremendo. Y hay una cosa curiosa e histórica ahí, que el único
guardia que sobrevivió en esa emboscada, después, en el período
insurreccional, se integró al Frente Sandinista y murió combatiendo. René
Pulido se llamaba.

La cuestión es que después de eso, nos dan la tarea de ajusticiar al “Chele


Aguilera”. Empezamos a hacer los intentos y realmente fracasamos, porque
el hombre tenía una movilidad tremenda, nunca se paraba en los rojos de
los semáforos, nunca tenía rutina, tenía como cinco casas distintas, era
complicadísimo. Hasta que un día llegó Pedro Aráuz.

Por cuenta Pedro Aráuz creía que teníamos miedo, y entonces se fue con
nosotros. Hicimos el intento nuevamente, y la verdad es que tampoco con
él lo logramos. Ya se fue más tranquilo, más confiado. Creo que él estaba
desconfiado de que nosotros no estábamos actuando bien. Después de eso,
a Lumberto lo trasladaron para la montaña, y a mí me dejaron de
responsable de León y Chinandega por la GPP.

Siempre se siguió desarrollando el trabajo, y en la ciudad íbamos haciendo


pequeñas unidades de combate. Hacíamos unas escuelas donde reuníamos
a ocho o diez muchachos. Yo les daba el entrenamiento político militar y
luego ya los dejábamos listos para ir a accionar.

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Una de las escuelas la impartimos a los líderes estudiantiles. Me acuerdo de
Víctor Hugo Tinoco y de Irving Dávila. Entre el centro de León y El Coyolar,
en una casa, hicimos la escuela de diez días. Me da risa recordarlos
haciendo sentadillas.

Las acciones realmente se empiezan a dar con fuerza desde septiembre de


1978 en adelante; antes era un poco más de acumulación, de ir creando las
unidades, las fuerzas, porque la GPP como tal, teníamos gente organizada y
preparada en unidades de combate, pero muy pocas armas.

La manera cómo operábamos era que una vez que preparábamos una
unidad de combate, uno los llevaba a foguearse en una acción, que era
como el bautismo, y después quedaban operando con sus jefes. Ya no era
necesario que uno fuera a todas las actividades. Eso empieza a darse con
más fuerza un poco antes de la insurrección de 1978 en adelante.

Hay un período intermedio en el que me sacan de León y me mandan a


Estelí, a la Columna General Pedro Altamirano (GPA), en los alrededores de
Estelí, en Santa Cruz, donde estaba el “Charralito” Ismael Lanuza, quien era
mi responsable. Estuve ahí como ocho meses. Cuando llegué sólo estaban
Ismael y otro campesino, Rigo el “15”, era gato y un poco mayor que
nosotros1. Primero aterricé a la orilla del hospital, en la casa de un zapatero
colaborador2. Ahí me manda Pedro Aráuz una carta, diciéndome que hay
que hacer que se recupere la confianza en los hombres de la ciudad, porque
todos los de la ciudad, que habían llegado últimamente a esa zona, se
habían rajado en la GPA.

En la noche me llegó a traer un compañero, caminamos por monte y


llegamos a la zona como a las doce de la noche. – ¿Dónde están los
demás?, sale Lanuza. –Estos somos todos. ¿Cómo? En esa época tenía la
idealización de que en el campo y en la guerrilla rural había un montón de
gente luchando, y lo único que había eran dos, el que me llegó a traer y el
que me recibía.

Empezamos a entrenar a campesinos, a darles clases en escuelas; como a


los cuatro o cinco meses de estar ahí, llegaron Julio Ramos, Antenor Rosales
“El Capi” y un chaparro, “Ramiro 14”, Felipe Sáenz, que venía de
Matagalpa, medio poeta. Cuando llegó esa pandilla, a mí me sacaron, y me
regresaron a occidente3.

Ahí en El Despoblado estuve donde una viejita que se llamaba Rosario. En


una ocasión, creo que fue cuando mataron a José Benito Escobar, a un
pelón que anduvo con nosotros en Honduras, se le fue un tiro que me entró
en una pierna. No me pudieron sacar porque habían matado a José Benito, y
había muchos guardias. Entonces me trasladaron a la casa de esa viejita
que me cuidó, y luego donde otro señor que se llama Benedicto, quien me

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dejaba en una burra de monte. Lo único que tenían para leer, era una
Biblia, y entonces me aprendí la Biblia, me la leí de cabo a rabo.

Mónica: O sea que se cumplió el objetivo de que los campesinos


recuperaran la confianza…

Mauricio: Yo creo que sí, porque cuando yo salí, ya eran diez, era un
batallón ¿verdad?, porque cuando yo llegué, éramos tres; y cuando yo salí,
había más de la ciudad, y había gente campesina integrada. Fue una unidad
que estuvo operando durante todos esos años desde Estelí, Santa Cruz
hacia Limay, haciendo la ruta a Honduras.

El trabajo era andar, crear base social y ruta para logística y buzones. Para
mí, esa fue la base del respaldo que tuvo la insurrección de septiembre en
Estelí. Cuando “El Zorro” llegó, de alguna manera cosechó todo un trabajo
que se había hecho en toda la ruta que viene desde Limay, pegando hasta
el sur de Estelí, que es Santa Cruz. Toda esa ruta la operaba Lanuza, y
después quedaron Julio Ramos y “El Capi”.

Ya a cargo en occidente, hicimos una unidad de combate en Chinandega,


otra en Chichigalpa, y dos o tres en León. La primera acción de la unidad de
combate de Chinandega fue un día antes que se desatara la insurrección de
septiembre, porque nosotros, para foguear a la gente de las unidades,
hacíamos operaciones, aunque parecieran pequeñas.

Cuando se iba a desatar la insurrección de septiembre, me entrevisté con


Ernesto Castillo, quien estaba en León por los Terceristas, y me dijo que
iban a desatar la insurrección. ¡Cálmense un poco! No, vamos de viaje –dijo
Tito. Entonces orientamos a Sergio Lira y las unidades de combate de León:
–Ustedes operen aquí, y yo voy a ir avisar a Chinandega.

Me fui a Chinandega y agarré a la unidad de combate que ya la habíamos


entrenado como unos días antes, y fuimos a poner una emboscada por el
bypass, donde era antes el Hotel Cosigüina. La noche anterior a que se
desatara la insurrección, en septiembre de 1978 en Chinandega, ahí
pusimos una emboscada militar que casi fue de aniquilamiento, fue una
emboscada bien fuerte.

En León quedaron operando Sergio Lira y Lourdes Jirón. Ahí la GPP teníamos
más gente, mucha más organización y más gente preparada militarmente.

En la insurrección de septiembre de 1978, ya nos coordinamos con los


Terceristas y con los Proletarios; entre estos últimos me encontré a Carlos
Zamora y Alonso Porras. En la propia insurrección fue la primera vez que los
vi, y a través de ellos, hicimos contacto con uno de los Terceristas que no
me acuerdo quién era, y estuvimos coordinando las actividades que

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hacíamos. Después todos ellos salieron para Honduras.

En esa insurrección sitiamos el Comando GN de Chinandega, se levantó la


población, se consiguieron armas de cacería. Los Terceristas andaban
bastantes armas, fusiles FAL y buenas armas, ellos tenían algunas unidades
de combate también. Asediamos el Comando, pero llegó un momento en
que ya no se pudo sostener el sitio, y nos retiramos.

Entonces los Terceristas se fueron todos para Honduras, y los GPP y los
Proletarios nos retiramos a Chichigalpa y al Ingenio San Antonio. ¿Por qué?
Porque los Proletarios tenían bases de apoyo bastante grandes en el
Ingenio, por el trabajo que hacían con los obreros; y nosotros como GPP
teníamos base social en Chichigalpa, organización, casas de seguridad y
colaboradores. Tomamos la decisión de retirarnos de Chinandega, nos
fuimos por la falda de los volcanes a caer a Chichigalpa, y terminamos
refugiados en las colonias obreras entre Chichigalpa y el Ingenio; ahí
pasamos los primeros días, recién la insurrección.

La ruta la montamos nosotros, porque teníamos base social en el campo,


pequeñas fincas, y ahí nos dieron mucho más apoyo. Íbamos bastante
gente y nos logramos acomodar entre Chichigalpa y Chinandega. Ahí nos
pasamos un refrescamiento de unos días, esperando que se volviera a
reactivar todo. Esas zonas de refrescamiento en el campo, que también las
teníamos en el Frente Norte, eran producto del trabajo de organización de
varios años, y permitían cierta seguridad, correos, logística y control sobre
los orejas.

Danelia: En León, nosotros nos organizamos en los Comités de Acción


Popular, la organización de base de la Tendencia GPP. El Coyolar era un
barrio muy combativo y organizado. Éramos grupos que andábamos
haciendo actividades diferentes: regar papeletas, hacer pintas, y luego
también nos involucramos en acciones armadas. Nuestra responsable era
Bertha Argüello.

Mónica: Al finalizar la insurrección de 1978, se dio una masacre en León.


La Guardia asesina a veintidós personas en el Barrio Nuevo de Guadalupe, y
luego los entierra en una fosa común en La Arrocera. ¿Cómo fue que se dio
esa masacre?

Danelia: La masacre de la Arrocera se produce en la retirada de la


insurrección, cuando se van para Chácara Seca. La Guardia los embosca y
aniquila. Un muchacho de los que participaron, que era el que andaba con
mi hermano en ese momento, es Patricio, y está vivo.

Mauricio: En mi caso, después de ese período en el campo, en


Chinandega, una vez que salimos de ahí, volvimos a operar. En esa época

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ya empezábamos a operar regionalmente, y nos reuníamos las tres
Tendencias. Antes que mataran a los muchachos de Veracruz, nos
reuníamos de manera periódica en León. Yo llegaba por la GPP, Carlos
Zamora o Alonso Porras, por los Proletarios, “El Chele” y otro de ellos, por
los Terceristas. “El Chele” Róger Deshón era de mentalidad bastante
unitaria y nos coordinábamos para ir impulsando el trabajo y las
actividades.

Mónica: ¿Ya vos estabas ubicado en León?

Mauricio: Estaba ubicado en León, pero siempre tenía bajo mi


responsabilidad Chinandega, Chichigalpa y Corinto. Quxabel atendía todo
eso, aunque al final Filiberto Morales se encargó de Chichigalpa. Filiberto
cae en Posoltega, en la insurrección final. El concepto era el mismo, además
de la base social, ir formando unidades de combate e irlas a foguear en
pequeñas o grandes actividades militares. A veces se podían juntar varias
unidades de combate, según la misión.

Cuando me movía a Chinandega tenía mis propias casas de seguridad.


Lumberto Campbell, al trasladarme las responsabilidades, me entrega
algunas casas que él ocupaba, que eran parte de su red clandestina.

Después de la insurrección de 1978, en Chinandega hacíamos actividades


coordinadas entre Terceristas, Proletarios y GPP. ¿Cuál era la correlación?
Los Terceristas tenían armas, les sobraban; la GPP teníamos mucha gente y
pocas armas, y los Proletarios también tenían más gente que armas, porque
ellos tenían cierta base social; sin embargo, la fuerza más grande de los
Proletarios era en la zona obrera del Ingenio.

En León, los Proletarios tenían presencia, pero no eran muy fuertes.


Realmente en León la mayor fuerza, desde el punto de vista de la
organización de los barrios, de los sectores estudiantiles, era la GPP. Cuando
llegaron los Terceristas, ellos se expandieron porque nosotros no teníamos
armas, y a esas alturas los muchachos lo que querían era combatir. Los que
se fueron con los Terceristas no lo hicieron por cuestiones políticas ni
ideológicas, sino porque querían combatir, y alguna gente hasta se sentía
frustrada de querer hacerlo y no poder, porque no teníamos la logística.

Después de septiembre de 1978, el modo de operación fue complicado,


porque la represión fue violentísima. No había noche que no hubiera
combates en los barrios. La Guardia entrando a los barrios a querer joder a
la gente, y siempre había combate, ya sea por defensa, o al ataque.
Operábamos por defendernos de los cateos o porque preparábamos algo.
Eso era casi todas las noches, y todo era muy inestable, no podías
permanecer en un punto, tenías que andar con una movilidad tremenda
para no caer.

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A los compañeros que matan en Veracruz, nosotros les dijimos como un
mes antes que tuvieran cuidado, porque el mando de los Terceristas en
León andaba con todas las medidas de seguridad sueltas. Como que ya
faltaban cinco días para triunfar, y que ya no importaba nada, y relajaron
muchas medidas de seguridad. Hasta llegamos a tener discusiones, porque
estábamos en una casa en reuniones de coordinación, y entraba y salía un
jodido, entraba y salía otro. ¡No jodás, nos van a matar y nos van a matar a
todos! Realmente se los veníamos planteando, que eso no debía ser así, y
al final recibieron un golpe fuertísimo, en parte por eso; aunque yo tengo
entendido que ahí también hubo un jodido que delató, aquel viejo que era
dueño de una desmotadora.

Nosotros los GPP fuimos más cuidadosos. Pedro Aráuz nos había formado en
la disciplina de las medidas de seguridad. Leticia también era muy
cuidadosa. Una vez, estando donde “El Chavo” Meléndez, en una reunión de
coordinación con Polo Rivas y “El Chele” Deshón, la Guardia nos empezó a
cercar en la Colonia Guadalupe, y la casa donde estábamos no estaba
quemada para nada, pero era porque nos andaban cotoneando de cerca los
aparatos del somocismo.

Logramos salir de ese cerco esa vez, porque nos tiramos por el lado del Río
Chiquito, buscando Sutiava, y logramos irnos. Pero realmente, en parte la
masacre de Veracruz fue por esa mentalidad insurreccional de que había
que acelerar todo; rompieron muchas medidas de seguridad, y eso les costó
caro.

Después llegó Dora María a hacerse cargo de las estructuras junto a otra
gente del Tercerismo, y siempre quedó Polo Rivas, que había llegado antes;
por lo menos yo lo vi en esa reunión de coordinación que te conté que casi
nos quiebran.

Mónica: Dentro del accionar de las unidades de combate, rescatamos un


testimonio sobre el ataque a El Polvón, que nos brinda Sergio Lira.

Sergio: La toma del Comando de El Polvón fue después de la insurrección


de 1978, con la participación de dos unidades de combate. Los jefes
éramos, su servidor Sergio Lira “Zacarías” y Félix Pedro Carrillo; y como
política, Berta Argüello.

El Polvón es una comunidad que queda en el camino de tierra que va de


León, entrando por el lado de Sutiava, hacia el Ingenio San Antonio.
Tomamos dos vehículos para acercarnos al lugar. Una característica de este
ataque fue que nos disfrazamos de campesinos cortadores de caña, pues
en esa época ya estaban quemando los cañales. Nos embadurnamos de
tizne y metimos las armas en unos sacos manchados de carbón y betún.

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Y a propósito de nuestros disfraces, nos ocurrió una anécdota. En la entrada
al caserío, se ponían algunas prostitutas esperando a los cortadores; y
cuando ya nosotros vamos a entrarle al cuartel, nos dicen algunas de ellas:
–Denle duro a esos hijueputas. Nos dio una risa, y a la vez nervios, porque
pensamos que íbamos tan mal disfrazados, que nos descubrieron. Pero el
ataque fue un éxito total, porque entramos sorpresivamente, disparando
casi dentro del cuartel, así que no tuvieron tiempo para reaccionar y
recuperamos unas doce armas. A los guardias que no cayeron, les quitamos
las botas, la ropa, y les dimos una gran arenga sobre nuestros objetivos.
Nos retiramos sin ninguna baja, y contentos.

Mónica: Antes de la insurrección final, se montaron importantes


emboscadas en distintos puntos de la ciudad. Según mis investigaciones, la
emboscada de La Barranca en Sutiava fue el 27 de abril, once días después
de la masacre de Veracruz; y la emboscada de San Pedro, el 18 de mayo.
Creo que estas operaciones son importantes porque fue de las pocas veces
que se pusieron emboscadas grandes en la ciudad. Contanos eso.

Mauricio: Aunque las tendencias nos coordinábamos, operábamos de


manera independiente. Nos informábamos entre los mandos para evitar
cruzarnos o tener problemas entre nosotros mismos; para eso eran las
reuniones de coordinación. Pero, en esa etapa pre-insurreccional,
prácticamente no hicimos ninguna acción conjunta.

Me acuerdo de la emboscada de La Barranca porque ésa la organizamos


nosotros, la Tendencia GPP. Ahí participaron, si la memoria no me falla, tres
o cuatro unidades de combate. La emboscada fue por el Colegio Calasanz,
en una zona alta, hasta se hicieron trincheras a plena luz del día, con la
colaboración de la población. Se llegaron a poner sacos de arena para hacer
una emboscada fortificada; pusimos minas vietnamitas hechas por nosotros
en ANSCA, a través de un colaborador; y había una unidad de combate al
centro, a la entrada, una a la salida y había otra unidad de combate que
atacó el Aeropuerto Godoy, para atraer a la Guardia. Porque el concepto era
que al atacar el Godoy, la Guardia iba a moverse de la cárcel de La 21 hacia
el oeste, por la carretera a Las Peñitas, a defender el Godoy, y entonces,
cuando ellos fueran en la ruta, caerían en la emboscada.

Una unidad de combate ataca el Godoy, mientras otras tres esperan


emboscadas. Sergio Lira “Zacarías” y “El Chele” Carlos Nájar iban en la
unidad de combate que va al centro de la propia emboscada, y las otras dos
unidades, a los costados.

El punto es que, en vez de que la Guardia salga de este a oeste, viene en


sentido contrario, sale del propio Aeropuerto Godoy. Se viene al revés;
entonces, al entrar al lado inverso, se produjo cierta confusión, se adelantó

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el fuego, no entró el convoy completo de la Guardia a la emboscada, quedó
fuera un jeep con una ametralladora 50. Todos los que quedaron ahí en
medio, cayeron, pero no pudimos aniquilar ciento por ciento al convoy, que
era muy grande.

Nosotros no tuvimos bajas en La Barranca, pero debido a ese jeep que


quedó fuera, no pudimos recuperar el armamento, y nuestra ansiedad era
recuperar las armas; pero se cumplió el objetivo de desmoralizar y dar un
vergazo duro a la Guardia. Fue tremendo porque murió un montón de
guardias.

El Comandante GN de la plaza de León, Mayor General Gonzalo Evertz


“Vulcano”, llegó al día siguiente a inspeccionar la emboscada, y quedó
asustado de la vergueada, porque las minas vietnamitas trabajaron de una
manera bestial. Y cuando vio la fortificación, se dio cuenta que todo ese
barrio había conspirado contra ellos, porque no hay manera de llegar en la
noche a hacer semejantes trincheras, sin que la gente del vecindario se
diera cuenta. Y realmente eso se hizo desde un día antes, porque la
población apoyaba totalmente y conspiraba con las unidades. Esa fue de las
acciones más fuertes que hicimos dentro de la ciudad de León.

Comentario de la autora: En esta acción participan también, Ródrigo


González “Argelio”, Eddy Reyes Baldizón “Umanzor”, Carlos Soza “Jeremías”
y Lourdes Jirón “Esperanza”. Según Eddy Reyes Baldizón, en esta
emboscada sólo sobrevivió uno de los treinta y dos guardias del convoy. En
el libro De León al Búnker pp. 174, se ofrecen detalles de la misma.

Mónica: Al respecto, Ricardo Baltodano, acotó lo siguiente.

Ricardo: Iván Vílchez, mi jefe inmediato, quien también participa de esta


famosa emboscada de La Barranca, muere al día siguiente. Sergio Lira,
quien nos mandaba a todos los de los barrios Sutiava, Zaragoza y La
Providencia, lo incorpora a la unidad de combate. Iván rápidamente asumió
responsabilidades porque era ordenado, con mucha capacidad, y un
hombre fuerte; podría ser el segundo o tercero de la unidad. Pero cometió
una gran imprudencia, cuando terminó el combate: se fue a su casa; entró
a las cinco y media de la mañana buscando los mimos de su mama; comió
y se acostó. A los minutos llegó la Guardia, porque un oreja lo denunció. Lo
llevaron en calzoncillos, lo torturaron y luego lo fueron a botar al puente
sobre el Río Chiquito, que queda del Comando de la cárcel de La 21, dos
cuadras abajo y una y media al sur. Ahí hay un monumento en su honor.

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Mónica: También se realizaron otras dos emboscadas poderosas en la
ciudad. La de San Pedro fue el 18 de mayo, día del nacimiento y casamiento
de Sandino.

Mauricio: La de la Avenida Pedro Aráuz, que era antes Avenida Debayle,


creo que fue la gente de “Charrasca”, la que montó ese vergueo 4.

La emboscada de San Pedro, en la calle paralela a la de La Barranca, la


hicieron los Terces. Esa fue una emboscada violenta, dos semanas después
de la nuestra. Los cadáveres quedaron regados y la Guardia no se atrevía a
llegar, así que se los comenzaron a comer los chanchos. Las minas
vietnamitas eran salvajes. A nosotros nos enseñaron a hacerlas en una
escuela en Honduras. Llevaban un montón de varillas de hierro cortadas en
tucos, eran los charneles. La Guardia se escondía debajo de los camiones
para tratar de protegerse.

En este mismo período, también fuimos a atacar el Comando de Posoltega


con dos o tres unidades de combate. Durante la insurrección final de
Chinandega, volvieron a atacar Posoltega, que es donde cae Filiberto.

En León llegamos a tener seis unidades de combate debidamente


organizadas con sus mandos y con todas sus estructuras, con gente bien
preparada y con una organización clara y definida; de tal manera que
cuando se inicia la insurrección final, nosotros contamos con esas unidades
de combate organizadas, fogueadas y disciplinadas.

Mónica: Luis Alberto González Lorente, con el seudónimo “Pavel”, fue de


los jóvenes cristianos que se incorporaron en Estelí, al influjo de la Teología
de la Liberación. Inició sus actividades en el movimiento estudiantil, y en
1975 ya era un cuadro fundamental dentro de los jóvenes, reclutando a
compañeros como Aldo Briones, Jairo Gámez, a Juno Genoveva Rodríguez y
Martha Marina González. Pasó a la clandestinidad en 1976. No recuerdo
dónde fue capturado, pero me lo encontré en la cárcel en octubre de 1977.
En agosto de 1978, cuando la operación del Palacio, el Comando no lo
incluyó en la lista por aquellos desórdenes que se dieron, debido a la
urgencia de los Terceristas de hacer el operativo antes que la GPP.

Después del operativo del Palacio, la Guardia se portó muy flexible con
todos los que se quedaron, que fueron unas decenas; a algunos les dio
amnistía y a otros los entregaron a sus padres de familia, sacándoles
dinero. Después que logra su libertad, es trasladado clandestino a León, a
donde llega en las primeras semanas de 1979. Mauricio, me dijeron que vos
lo habías casado por las armas y que su compañera Ivette Olivas tuvo una
niña de Luis. ¿Cuándo y en qué circunstancias cae Luis Alberto?

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Mauricio: Yo no preciso la fecha, pero Luis muere precisamente la noche
que casi nos agarran a nosotros en Guadalupe, antes de la insurrección
final. Venía del campo, y entrando a León, en Posada El Sol, nosotros
teníamos un colaborador, Javier Dávila “El Fumón”, era una de mis casas de
seguridad. Entonces, cuando salgo huyendo esa noche de aquí, del
encuentro que tuvimos en Guadalupe con los Terce, y me voy a refugiar a
Posada El Sol, oí la balacera en la madrugada, cuando mataron a este
muchacho, a Luis.

Danelia: Luis Alberto González era nuestro responsable, jefe de la unidad


de combate y de la zona cuatro, que comprendía El Coyolar, Villa 11 de
julio, El Calvario y San Isidro. Él se encargaba de organizar a la gente a nivel
de base. Dentro de esa unidad de combate, estaban Martina Alemán y Nidia
Espinal.

Mi casa fue casa de seguridad de Martina Alemán, quien era de Matagalpa.


Fue una joven muy destacada en la lucha de León. Ella cae en la Plaza de
los bancos, cuando iban a recuperar armas.

Mauricio: Te voy a contar cómo pasó lo de los bancos: Reynaldo Díaz,


quien había estado entrenándose con nosotros en Honduras, en la escuela
que nos dieron Pedro Aráuz y Juan de Dios Muñoz, primero se desertó de la
GPA que operaba en los alrededores de Estelí, cuando estaba de
responsable “Charralito” Ismael Lanuza. Luego llega a León, a la zona de El
Coyolar, y nos dice que él se quiere integrar al Frente. Entonces le doy una
oportunidad, y lo mando a hacer una acción militar donde están los cuatro
bancos en León. Era una escuadra donde está Martina Alemán, otro
compañero, y este Reynaldo. Los tres iban a actuar simultáneamente sobre
los guardias para quitarles los Garand; era una acción relativamente
sencilla.

Martina socó y cumplió, el otro compañero también; pero Reynaldo se raja,


y el guardia que le tocaba desarmar, pum, pum, plomeó a la Martina, quien
murió instantáneamente.

Danelia: De mi casa se fue ella. A las doce en punto, cuando sonara el pito
de los bomberos, que vos sabés que se oye en todo León, iban a hacer la
acción. No había manera de confundirse. Ella nos dijo antes de partir: –Si no
regreso, es que me mataron. En sus zapatos había escrito sus iniciales: M.
A. Martina Alemán. Si me dan, me van a reconocer por el zapato. Y
efectivamente muere en esa acción.

Comentario de la autora: Martina Alemán nace el 5 de noviembre de


1957 en Matagalpa, siendo sus padres Elsa y Alfonso Alemán Montoya. Se
había bachillerado en el Instituto Eliseo Picado, donde se involucró en las
luchas estudiantiles. Fue fundadora de la Asociación de Estudiantes de

14
Secundaria y participó en la insurrección de los niños, en agosto de 1978,
en Matagalpa. Se fue a León con otras de las muchachas de Matagalpa, que
se replegaron después de esa insurrección.

Lourdes Jirón recuerda a Martina como parte del grupo de muchachas


integrado por María Antonieta Gutiérrez, Jeannette Castillo y Azucena Mejía,
quienes llegaron como refuerzos. Martina se matriculó en la Facultad de
Medicina, pues como dicen sus padres, le gustaba el estudio; pero ya
estaba comprometida en la lucha y hacía vida semiclandestina, incorporada
en la Unidad de Combate Benito Castillo, Escuadra Otto Casco.

El 29 de marzo de 1979, participaba en el operativo llamado ¡Viva la Unidad


Sandinista!, cuando fue abatida por el disparo de un guardia, en las
inmediaciones de la esquina de los bancos, en León. Su responsable era
Luis Alberto González, quien también caería en León en mayo de1979.

Sus padres relatan que tuvieron la dicha de poder velar y enterrar los restos
de Martina en su ciudad natal, Matagalpa, pues sus compañeros les
avisaron inmediatamente de su caída. Todos los hermanos de Martina se
involucraron en la lucha: Salvador, Nery y Marvin Alemán; éste último,
actualmente Comisionado Mayor de la Policía en Bluefields. (Noviembre de
2009).

Mónica: ¿Y la otra compañera de la unidad de combate, Nidia Espinal,


quedó viva?

Danelia: No, Nidia muere con Luis Alberto González. Era de El Viejo.
Filiberto Morales, el que cayó en Posoltega, también era del barrio, pero era
mayor que nosotros; su hermano, Oscar Morales, es el que era
contemporáneo nuestro y todavía está en el Ejército. Ambos eran de El
Coyolar, pero se integran por medio de la universidad, no por el barrio.
También “Charrasca” Luis Manuel Toruño fue de nuestro grupo, pero luego
se fue a los Terceristas.

Entrar a los Terceristas era una expresión de rebeldía, porque inicialmente


sólo nos mandaban a hacer los operativos con bombas de contacto, y eso
era ¡sálvese quien pueda! Los Terceristas lograban tener armas, entonces,
era una manera de defenderte. Nosotros queríamos estar donde hubiera
armas, y por eso muchos se fueron donde los Terces. No querían andar con
bombas de contacto, sino empuñar un fusil. En cambio, a nosotros nos
daban pistolitas 25, y sin tiros ¡no jodás, a veces ni bulla hacían!

15
Mauricio: Las bombas de contacto que hicieron mucho daño, como le pasó
a Ofilito… bueno, tu hermana también… perdieron sus brazos por las
famosas bombas de contacto.

Danelia: Los mondongueros son muy famosos en León; uno de los


hermanos de ellos, igualito; salió por aires haciendo bombas, pero ése no
quedó vivo. Ésa era el arma de nosotros, pues.

Después trataron de mejorar el armamento, y Mario Iglesias nos llevó un


saco de armas de esas pistolitas 25, que te digo. Lo mató la Guardia ahí por
mayo de 1979, lo entregó uno que le decíamos “Ojo de Águila”, quien había
andado con nosotros, pero después se volteó. El maje andaba de soplón, se
montaba en los jeep BECAT y andaba enseñando las casas de todos
nosotros. Un día lo vimos a las diez de la mañana. “Charrasca”, que
entonces era GPP, dijo: –Ese hijueputa no nos va a vender, cuando se
venga a hacer el loco, lo vamos a matar. En la poza El Aguacate quedó.

Mauricio: ¿Te acordás la consigna? “Haga patria, mate a un oreja”.

Danelia: Esa era la manera como me inicié siendo una chavala. Me decían
que anotara los número de las placas de los taxistas que miraba que se
movían a orejear, por eso soy bárbara a los números. Me decían, no anotés
en papel, porque eso te puede quemar; entonces, era de memoria. Todos
éramos cipotes, pero de esa manera contribuíamos.

Mauricio: Estas gentes eran cipotes. Ahora ves a tus hijos a los diecisiete
años y vos decís ¡qué barbaridad!

Danelia: Eso era difícil en los barrios: o matabas o te mataban a vos,


denunciado por esos orejas. Eso pasaba con “El Ojo de Águila”, quien se
reunía con nosotros y después andaba con la Guardia. “Charrasca” decía: –
A este hijueputa lo vamos a ajusticiar, ¡para lo que vale un tiro! Nosotros,
chavalos, admirábamos a “Charrasca”, quien luego sufrió un proceso de
descomposición, es otro tema, ¡pero que tenía huevos, los tenía!

Mauricio: Sí, es que en toda guerra tiene que haber gente así. En León
abundaron gentes que se lanzaban al asalto sin ningún temor. En Zaragoza
tuvimos a Ofilio Delgadillo, quien era un niño, y también a alguien de
seudónimo “Alfredo”.

Danelia: La adrenalina era tremenda. Ese “Charrasca”, yo me acuerdo que


se tiraba sus churros, y decía: –Ahí van a ver qué les va a pasar esos
hijueputas en el BECAT. ¡Déjenmelos a mí! Y se lanzaba sin asco, y se los
volaba; y si alguno lograba escaparse, montaba otra vez el arma y le
disparaba.

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Mónica: Parece que Oscar Cortés “El Chele Marcos” en realidad fue
también muy audaz, casi temerario también.

Danelia: Pero la mayoría de la gente no lo logró conocer, porque él


prácticamente llegó a la insurrección final. Algunos lo recuerdan después de
la insurrección, montado en un jeep, con su boina. Pero los líderes de León
eran otros, la gente que trabajaba en el barrio. Porque al final de la lucha,
ustedes fueron los cuadros y nosotros sólo los marcos. Ni nos mencionaron.
Fuimos los que nos turqueamos, y nunca nos dieron ningún crédito;
hacíamos el trabajo de hormiga, de diario, trabajábamos sin descanso. Eso
fue lo que pasó con muchos Terceristas: ellos se llevaron los laureles por
unas semanas, del trabajo que otros hicimos durante muchos años.

Mónica: ¿Cómo fue el plan de la insurrección de León y dónde se ubicaban


las fuerzas de la GPP?

Mauricio: Nosotros teníamos seis unidades de combate. En la coordinación


con el Tercerismo, lo que se planteó fue que nosotros poníamos una unidad
de combate en la Desmotadora Quezalguaque, otra en La Cartonera y una
en Pancorva, o sea, el anillo de contención; dos unidades de combate van
en las fuerzas que deben atacar la cárcel de La 21 y el Comando, y una
unidad de combate se la doy a “Polo” Rivas.

La unidad de combate que pongo en Quezalguaque, en la Desmotadora,


que es una pedrera, estaba al mando de Sergio Lira. En ese punto se dieron
fuertes combates y murieron unos muchachos de Sutiava, y Verónica
Lacayo, una muchacha leonesa muy combativa. Se pone una emboscada
ahí para evitar que pase la Guardia que viniera del lado de Chinandega, o
del norte, hacia León.

Se pone otra emboscada en La Cartonera. El Jefe era Carlos Amaya “Lucas”,


a quien vos enviaste de Managua y lo habíamos puesto de jefe de una
unidad de combate. Ahí los combates fueron durísimos. Cae Carlos Amaya y
lo enterramos ahí mismo.

Otra emboscada que nos tocó a nosotros se puso en Pancorva, adelante del
puente La Leona, para evitar los refuerzos que vienen de Managua. No me
acuerdo quién era el jefe, pero también era del grupo nuestro de la GPP. Era
Eddy Reyes “Umanzor”.

Cuando hablamos con la Dora y coordinamos el trabajo, acordamos que la


GPP ponía las emboscadas alrededor de la ciudad, y le dábamos una unidad
de combate jefeada por Ródrigo González, que quedara a la orden de Polo
Rivas, para garantizar la recepción de las armas que venían por avión.

17
Entonces Polo operaba con Ródrigo, iban a la carretera, bajaban las armas.
De alguna manera, esta unidad funcionó también como móvil. Otras dos
unidades de combate de la GPP quedaron para atacar el Comando Central y
La 21, con las fuerzas de los Terceristas que se concentran sobre todo en
estas misiones.

Sobre la insurrección propiamente dicha, ya se sabe que primero cayó La


21, y después el Comando. Luego se concentraron todas las fuerzas para
caerle a El Fortín de Acosasco. Las unidades de combate siempre estuvieron
reteniendo a la Guardia en los accesos de la ciudad. Esa fue, digamos, la
estrategia que se montó, y sobre esa base se operó.

Mónica: ¿Cómo fue la operatividad en los puntos de contención?

Mauricio: A la Cartonera llegó una brigada de la Guardia bien fuerte, y una


parte logró penetrar la emboscada de contención, porque venía con fuerzas
superiores. Pero además de las unidades de combate nuestras, había otras,
y muchos milicianos de los CAP, gente de apoyo que se tiraba con bombas
de contacto y cocteles molotov.

Porque el concepto general de la insurrección en cada lugar, era que había


unidades militares, más los refuerzos milicianos. Y en el casco urbano, se
trataba además de insurreccionar a todo mundo, y en León eso era
bastante masivo.

Mónica: Contanos de la emboscada de La Leona, ¿tuvo sus complicaciones


también?

Mauricio: Bueno, sí; ahí murieron varios muchachos, pero se logró


contener a la Guardia. El objetivo de que no pasaran, se logró, porque no
pudo recibir refuerzos la Guardia en León. Esa fue la realidad. En las
embestidas que hicieron, no pudieron entrar a reforzar el Comando, que era
su misión. Las emboscadas de contención no tienen como propósito
aniquilar. Generalmente, las fuerzas que se mueven son siempre superiores
a las que emboscan.

Esa gente operaba en lo que era Pancorva, no en La Leona. La Leona es un


puente donde hay una presa; más adelante hay unas piedras blancas,
donde hay ahora una estación de telefonía celular. Actualmente hay una
cruz que se ve desde la carretera. Ése es el punto de la emboscada, que era
la única zona medio alta que hay ahí, porque todo lo demás es un llano.

Pero ese punto pega a Los Arcos, una zona donde había base campesina
que Julio Ramos había organizado. Toda esa gente andaba involucrada.
Cuando yo llegué, Julio Ramos estaba clandestino en Los Arcos, donde se
había impulsado todo un movimiento campesino de tomas de las tierras de

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los Sutiava, ahí en Los Arcos y en Lomas de Panecillo. Los muchachos que
estaban en la emboscada eran de León.

Mónica: ¿Cómo fue esa operación donde encuentran unas armas


enterradas debajo de cadáveres?

Mauricio: Esas armas se desenterraron hasta que se rindieron los últimos


guardias. Primero los guardias salieron en guinda, se les dio duro cuando
iban en la corrida. En la huida, usaron un escudo humano, agarraron a las
mujeres, y a los niños de los guardias, y las pusieron adelante. Yo estuve
precisamente cuando se dio ese vergueo ahí, en la salida del Comando
hacia El Fortín. Les disparamos duro. Ahí estuvimos en el asedio, bum, bum,
bum. Ellos lograron romper el cerco y pasar para allá, pero muchos
quedaron en el camino. Después terminaron de caer los que estaban
adentro, aunque eso fue como dos o tres días después5.

Inmediatamente se empezaron a buscar las armas, pero no se hallaban; se


escarbaba y sólo se hallaba a los muertos. Hasta que después, a un guardia
se le comenzó a preguntar, y dijo que las armas estaban debajo de los
muertos. Hasta entonces fue que se tuvo que sacar a los muertos: debajo
estaban todas las armas. Para poder meterte a sacar los muertos: todo, no
vas a estar con los guardias encima. Eso sólo pudo hacerse cuando ya
tenías controlado el lugar totalmente.

Cuando se desenterró ese montón de armas ahí, fueron las turqueaderas


peleándonos por los rifles y las armas. Ahí había de todos los grupos, hasta
andaba “El Prole”, que ellos también tenían su grupo, pero eran más
pequeños en León. La pelea por las armas era porque en la medida en que
los Terceristas tenían más logística, tenían más capacidad de organizar más
unidades.

Y la pelea por las armas fue desde el principio. La distribución era desigual:
Nosotros les pusimos a “Ródrigo” para esa tarea, y les asegurábamos la
logística. Llegaban las avionetas que llevaban sus cuatro rifles, pero aunque
la logística para recibirlas era unitaria, la distribución no lo era. Cuando
venían las armas, las dislocaban para ellos, y no nos daban ni verga a
nosotros. Era una turqueadera ese pleito de las armas.

Después que la Guardia sale del Comando, sólo quedó El Fortín de


Acosasco, hasta que cayó solito, pues, al final.

Mónica: El 7 de julio sale la Guardia de El Fortín. ¿Qué pasó con todos esos
guardias, para dónde agarraron?

19
Mauricio: El Fortín lo teníamos asediado, rodeado militarmente, no había
manera de salir. Cuando estábamos atacando El Fortín, fue la vez en que
me sentí más cerca de la muerte. Me fui a Sutiava para ver cómo estaban
los muchachos tendidos que íbamos empujando hacia arriba de El Fortín.
Llego a un punto, y de repente siento que se me levanta la tierra a un lado;
me muevo, y ¡plas!, se levanta un polvito por el otro lado. Era un
francotirador hijuelagranputa. Yo no sabía de dónde venía, y pensé: ¡Ah,
aquí estoy listo!

Mónica: Te tenía triangulado, seguro con mira telescópica.

Mauricio: Ahí sí me cagué, porque no oís el balazo, sólo ves que se levanta
el vergazo o que pasa cerquita. Este hijueputa me mamó, dije yo. No sé
cómo, de la cagazón me moví rápido para otro lado, y ya no me logró
agarrar. Pero es la vez que yo me sentí con el mayor nivel de peligro en
toda la guerra. ¡De aquí ya no salí de este hueco hijueputa!, pensé. Y logré
salir.

Estábamos apenas en las faldas de El Fortín. Los combatientes estaban


abajo y se parapetaban en zanjas, en pequeños cauces y declives
naturales. Ahí no había protección. Por eso, como ellos estaban arriba, era
difícil avanzar. Pero no me acuerdo cómo fue que se desencadenó el final. A
“Vulcano”, de seguro, se lo llevaron en helicóptero, porque por tierra ahí no
hubo manera de salir, y la Guardia se dispersó. Llegó un momento en que
quedó un grupito, y se dispersó.

Pero yo no me acuerdo que hayan roto el cerco. Ellos sí rompieron cerco


cuando salieron del Comando hacia El Fortín, lo tengo bien claro. Pero que
hayan roto ellos un cerco de ahí para otro lado, nada. Hay un camino que
va a dar a los esteros, que es bien malo, casi no se ocupa; pero yo no me
acuerdo de eso realmente, de cómo se desencadenó ya la parte final.

Hay un camino que va de El Fortín hacia el mar, pero no hay manera cómo
irte por otro camino, y salirles adelante, sólo que vayás por veredas; o sea
que, geográficamente, no hay otro acceso, hay un solo camino que va de El
Fortín hacia esa zona, que es el que vos cogés del cementerio y te vas por
ahí, hacia el mar.

Cuando ya nosotros controlamos la operación de El Fortín, inmediatamente


lo que se hace es avanzar para Managua. Se forman dos grupos, una
columna que es donde viene “El Chele Marcos” Oscar Cortés, con la gente
nuestra que agarra la zona de La Paz Centro; vienen por la calle de La Paz
Centro y creo que tuvieron alguna resistencia antes de llegar a Managua; y
otro grupo que yo me traje por la Carretera Vieja a León, y que me fui a
meter a Montelimar.

20
Cuando llego a Montelimar, ahí estaba desierto; pero cuando llego a la casa
de Somoza en Montelimar, estaba su archivo completo, todas sus cosas
completas.

Mónica: ¿Cuándo llegaste vos?

Mauricio: Llego en la misma fecha en que va “El Chele Marcos” caminando


a Managua; y entonces, cuando “El Chele” entra a Managua; yo entro por la
otra calle, tal vez seis horas después, porque me desvié a Montelimar, ya
que la idea era que como ahí estaba el Ingenio y ésa era una zona de
Somoza, podía haber guardias; sin embargo, cuando nosotros llegamos a la
casa de Somoza en Montelimar, no hubo resistencia. Y me acuerdo que me
llevé un montón de archivos de la casa de Somoza, porque todavía no
habían saqueado la casa.

Nosotros íbamos en camiones, en jeeps; la caravana grande iba sobre la


Carretera Nueva a León, con “El Chele Marcos” y Polo Rivas, ahí iba la
caravana grande. Yo me llevé un grupo pequeño, y cuando llegué a
Managua, ellos habían llegado.

Una anécdota interesante es que “El Chele Aguilera” huye, y lo capturan en


la frontera con Honduras. Y me lo llevan. Todavía estábamos en el vergueo.
Entonces me lo llevo a la casa de seguridad donde había conocido a Perla
Norori, quien ya había caído.

Cuando llegué a León, Perla Norori, quien era la mujer de Lumberto


Campbell, ya había parido a Iyas, el hijo de ambos. Ella tenía una casa
donde estaba uno de los Figueroa, el renco, y ahí teníamos un cuarto de
doble fondo, con una pared falsa, y detrás de ésta, la imprenta regional
donde se hacían todos los comunicados. Cuando me llevan al “Chele
Aguilera”6, lo fui a esconder, porque si lo ponía en la plaza pública, lo
despellejaban vivo.

Me acuerdo que llegó un guardia guatemalteco que lo capturamos en la


Ermita de Dolores, era del CONDECA, y ese pobre guardia terminó en un
pozo, porque lo agarró la gente enfurecida. Entonces me llevé a Aguilera y
lo escondí en esa casa donde estaba la imprenta. Mandé a llamar al “Chele”
Najar, y entonces le digo: – ¡Mirá, “Chele”, a quién tengo aquí! Porque ese
hijueputa había torturado y había matado al papa del “Chele” Najar 7. Yo soy
Pastor, yo creo en Dios, yo soy Pastor –decía el hijuelagranputa “Chele
Aguilera”. Total, triunfó la Revolución, y yo lo mandé a Managua. En León no
lo supieron. Si he soltado al “Chele Aguilera” a la gente, lo hubieran
despellejado totalmente.

21
La otra cosa interesante que te quería contar es que, cuando realizamos la
emboscada de La Merced, todos fueron aniquilados. Uno quedó vivo y
estuvo en el hospital. En la insurrección de septiembre de 1978, me dicen: –
Hay un hombre que dice que él estuvo en esta emboscada, así, así, así. Los
únicos que podíamos saber eso éramos Campbell y yo. Hombré, me voy a ir
a entrevistar con él. Entonces, ya se presenta: –Soy René Pulido, me quiero
integrar. – ¿Y por qué? Después de esa emboscada –dice, me agarraron y
me mandaron a El Sauce, me pegaron una gran pijeada.

O sea, lo trataron pésimo al hombre, la misma Guardia desconfió de él. Lo


mandaron a los lugares más jodidos; por último, él se molestó con la
Guardia y se integró al Frente. Lo pusimos a trabajar en la zona de El
Coyolar, toda esa zona donde Luis Alberto González y la Danelia Lanzas, y
todo este grupo operaba. Ahí quedó este Pulido, ahí lo integramos.

Después lo agarran y se lo llevan preso a El Fortín; el hombre se logra


escapar, tal vez por alguna amistad con otro guardia, lo que sea; el punto
es que llegó con el pecho sangrante a Sutiava. Yo me quedé con cierto
temor de que, a lo mejor, era infiltrado; pero no, siguió luchando. Después
de la insurrección de septiembre de 1978, la Guardia lo agarró en una calle;
como era conocido, lo identificaron con facilidad, y lo mataron ahí por El
Barcito. Ésa es la historia de René Pulido.

Mónica: Una de las cosas que me ha parecido interesante en toda la


investigación que he hecho, es que creo que León fue la única ciudad donde
realmente lograron mantener sus unidades de combate y sus fuerzas
dentro de la ciudad, después de las insurrección del 78.

Mauricio: Todo el tiempo. En septiembre, aquí hicieron como nosotros en


Chinandega: salir al entorno, reordenarse para volverse a meter. Fue lo que
hicimos al salir de Chinandega, irnos a meter a Chichigalpa, y después
volver a acomodarnos en las ciudades. Esto fue así porque la participación
en León era masiva en todos los barrios. Nosotros teníamos los CAP, y cada
CAP era un comando; y vos tenías en cada barrio comandos y comandos y
comandos de gente que estaban ahí.

Tiraban bombas, era gente organizada y andaban prácticamente


desarmados; o sea, que eran como las pre-unidades de combate. Entonces,
los que más se destacaban de los CAP, los pasábamos a las escuelitas
donde los formábamos luego en unidades de combate. Pero, esas unidades
¿quién las alimentaba?, todos esos CAP, que eran los muchachos jóvenes,
ya no pasivamente, sino activos, dispuestos a dar la vida; porque ¿no está
dispuesto a dar la vida, alguien que va a ir a tirar una bomba o va a ir a
hacer una pinta sin armas y sin ni mierda? Es más riesgoso que ir a hacer
algo armados, ¿verdad?

22
Mónica: Cuando operabas en unidades de combate, organizabas tu
retirada y tenías vehículos, casas donde irte a esconder…

Mauricio: Y las hacíamos bien organizadas, planificadas y teníamos


logística, íbamos con armas, con tiros; pero los otros no, los otros son la
participación masiva, popular. ¿Pero qué pasa? En León, yo creo que entre
1978 y 1979, no sé si hay algún registro en algún lado, pero no había noche
que no hubiera muchachos muertos. La Guardia te caía en un barrio y te
iban barriendo el barrio; ahí se armaban las turqueaderas, balaceras todas
las noches. Fue un período de una tensión de la gran puta. De modo que, si
vos todos los días estás matando a uno o dos chavalos, se va arrechando
esa población, y a la vez generaba, entonces, un apoyo masivo al Frente.

Antes de las insurrecciones, hacíamos limpieza, aunque generalmente a los


combatientes no les gusta hablar de esto. Es complicado por los familiares
de los muertos de uno y otro lado. Además, en general, ya cuando la
insurrección, aunque hubo casos de fusilados, en general se respetó la vida
de los guardias.

Nuestra política con la Guardia fue que, al que se rendía o lo agarrábamos,


no le hacíamos nada; y la verdad así fue por lo general, no era política
matarlos fuera de combate. No joderlos, para desmoralizarlos y que se
rindieran. Y en general funcionó.

28 de octubre de 2009

Notas

23
1 El “15”, según Julio Ramos, se llama Pedro Pablo, y era un campesino originario de La
Estanzuela.

2 Se refiere a Fanis Traña, un zapatero que tenía el seudónimo de “Denis” y fue gran
colaborador de la guerrilla.

3 Julio Ramos llega a la Columna General Pedro Altamirano en julio de 1977; Antenor Rosales,
después de la muerte de Pedro Aráuz, en octubre de 1977, tal como lo confirman en las
conversaciones registradas en este libro.
4 Esta emboscada también está narrada con detalles en la obra de Guillermo Cortés
Domínguez De León al Búnker. (Pp. 169-173).

5 La salida de “Vulcano” se produjo el 17 de junio. En esa salida, quedaron regados a lo largo


de toda la huida unos cincuenta cadáveres, y un grupo de quince guardias tuvo que
regresarse al Comando. Luego fueron finalmente vencidos el 20 de junio.

6 “El Chele Aguilera” fue capturado en El Sauce por la unidad que jefeaba Ana Julia Guido.
Según Lourdes Jirón, andaba disfrazado de Pastor evangélico, vestido totalmente de blanco
y cargando una Biblia en la mano.

7 Carlos, “El Chele” Nájar, es hijo de Carlos Nájar, quien anduvo con Julio Alonso Leclaire. En
su última batalla, en Río Guano, con Julio Alonso caen otros guerrilleros de la Columna 15
de septiembre, entre los que se encuentran el poeta José Jesús López, Ángel Moteli, Antonio
López, Juan Castillo, Rolando Caldera, Enrique Montoya y el destacado Gustavo Vílchez. A
este movimiento sobreviven Carlos Nájar, asesinado en León en 1962; el periodista César
Cortés Téllez; Julio Velásquez; Julio Molina; el salvadoreño Mauricio Abner y Lenin Frixione,
quien junto a la cubana Teresa Banderas, trasegaron armas desde San Francisco, EE UU, en
apoyo a esta incursión guerrillera. (Fuente: www. sandinismo.info-la historia del
sandinismo).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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León
León, ¡nunca vencido!
Edmundo Icaza

Edmundo Icaza, leonés, nace el 9 de septiembre de 1945. Se bachillera


en el Instituto de Comercio Mariano Fiallos Gil, y desde muy pronto
inicia su trabajo radial. Estudia tres años de Derecho, pero lo suyo era
la radio; así que en los años sesenta participa en el noticiero
Orientación Popular, que dirigía “El Tigrillo” Madriz. Luego funda y
dirige Tribuna Libre, así como Sucesos del Mediodía, este último hasta
el año 1979. En los días finales de la dictadura, funda y dirige la radio
revista informativa Nueva Nicaragua.
En 1979, el FSLN le encomienda, junto a un grupo de periodistas,
poner en funcionamiento una radioemisora como su voz oficial, y sale
al aire Radio Venceremos. Luego del triunfo de la Revolución, funge
brevemente como Director de prensa de la misma, y luego pasa a
ocupar la Dirección General de la emisora, hasta la fecha.

El 6 de junio de 1977, después de intentar infructuosamente de emboscar a


una patrulla de la Guardia, Lumberto Campbell y Mauricio Valenzuela se
sentaron en una banca del Parque La Merced. En eso pasó una patrulla y los
conminó a acercarse. Los guerrilleros intercambiaron algunas palabras;
luego Lumberto Campbell se levantó, caminando con dificultad y
fingiéndose renco. La Guardia se confió. Lumberto le quito la espoleta a una
granada de fragmentación y la lanzó certeramente dentro del jeep BECAT y
corrió a parapetarse detrás de un árbol, mientras los guardias se lanzaban
fuera del vehículo. Con una sub-ametralladora Madzen, Mauricio abatió a
los guardias, y Lumberto disparaba con una pistola semi-automática de 9
milímetros. La operación se llamaba “Ródrigo no ha muerto”. Con ello se
inició una etapa ofensiva en la ciudad de León, que dinamizaron después
los contingentes Terceristas.

El plan de la ofensiva final fue diseñado conjuntamente con el Estado Mayor


Tercerista que cayó abatido casi en su totalidad en la masacre de Veracruz,
y no fue alterado, salvo por la existencia de un nuevo punto de
concentración de la Guardia después de la masacre, en el edificio del Banco
Central. Dora María Téllez fue enviada a dirigir el nuevo Estado Mayor, en
tanto fueron trasladados del Frente Sur, Oscar Cortés “El Chele Marcos” y
Emilio Muñoz Lumbí “Emiliano Pancasán”, para reforzar el trabajo militar de
la Tendencia Insurreccional.

El plan de la ofensiva final era similar al de las demás ciudades, pues en


todas la Guardia había desconcentrado sus fuerzas y construido una
especie de anillo sobre la ciudad. El plan consistía en atacar esos puntos

1
simultáneamente y luego reforzar a las unidades encargadas del ataque a
la guarnición principal, casi siempre el Comando. Al mismo, tiempo,
contener los posibles refuerzos con emboscadas en los accesos principales.
En León, la Guardia estaba en el Aeropuerto Godoy, en el Banco Central, en
La 21 y en El Comando. Las emboscadas se colocarían para impedir
refuerzos de Managua, de Chinandega y de El Fortín.

Conversamos con Edmundo Icaza quien, por estar encargado de la difusión


del avance de la lucha a través de la radio, debía recorrer todos los puntos
de la acción guerrillera, y tiene, por tanto, una visión panorámica de la
lucha.

El 7 de julio del 2001 se presentó espontáneamente a nuestro programa el


compañero José Villegas Flores, quien quería dar su testimonio sobre la
toma de El Fortín de Acosasco. José es originario del barrio San Felipe y se
integró desde 1973 a las luchas estudiantiles. Tenía diecinueve años cuando
estalló el proceso insurreccional y participó en las jornadas combativas que
se realizaron en los barrios leoneses y en las dos insurrecciones de León.

Nos auxiliamos también de conversaciones con Ricardo Baltodano “Lucas”,


Sergio Lira “Zacarías” y Lourdes Jirón “Esperanza”.

Mónica: Edmundo, quiero comenzar este programa leyéndote un extracto


de un editorial que escribe Gilberto Ruiz1 sobre vos:

Mundo Icaza es más leonés que las cuajadas con chile, que El
Coyolar y La Gigantona juntos; es leonés hasta la cacha de la
pistola, aunque nunca ha hecho la leonesa, dice él. Las tremendas
cuadras de León son testigos del trabajo radial del periodista
Edmundo Icaza. En 1963, era un joven estudiante de Comercio
cuando fue invitado a participar en el noticiero Orientación Popular.
Desde entonces se quedó atrapado en el fascinante mundo de la
radiodifusión. Mientras estudiaba en el Instituto Mariano Fiallos Gil,
repartía su tiempo con el trabajo de reportero. Además, colaboraba
con otros noticieros: Tribuna Libre, Sucesos del Mediodía y la radio
revista informativa Nueva Nicaragua.
Edmundo ha emitido sus noticias e informaciones desde casi todas
las cabinas de las emisoras de León: Ondas Populares, Radio
Circuito, Radio Atenas, Radio El Progreso y Radio Darío. Los
noticieros eran de corte progresista, muy crítico de la dictadura de
Somoza. Dice Mundo: –Eso me valió pasar momentos difíciles, me
pusieron el bozal, me llevaron al cuartel con todos los papeles en
que tenía las noticias para esa tarde, y me sometieron a los
famosos interrogatorios que hacía la Guardia somocista.

2
Luego de esta presentación, decinos, Mundo, ¿qué te parece este esfuerzo
de recuperación de la memoria histórica a través de un programa radial?

Edmundo: Creo que es necesario que se vaya recopilando toda esta


historia que está esparcida, y sobre todo la de León, grandiosa historia, por
cierto. Nosotros allá estamos haciendo un esfuerzo de recopilar la historia
de esta insurrección y, en ese esfuerzo, hay que reconocer a José Antonio
Villegas “Pescado Lucio” y al papá de “El Chele Marcos”, Oscar Cortés
Cordero. Pero también hay otros capítulos desde que llega “El Chele
Marcos” y se arman las acciones populares de San Felipe, El Coyolar, de la
Ermita de Dolores, del Laborío, de Sutiava etcétera., tantos barrios y tantos
muchachos, que no se les menciona, no se les recuerda.

Mónica: Creo que hay que tratar de recopilar la historia, pero desde más
atrás. Desde los esfuerzos organizativos de todos aquellos héroes del
trabajo de concientización, de organización y de movilización, que hicieron
posible un acumulado que permitió la insurrección victoriosa de 1979.
Rescatar la historia de todos aquellos que se incorporaron con la conciencia
muy clara de lo que querían transformar. Contanos, Edmundo, sobre tus
vivencias.

Edmundo: Una reseña rápida, verdad, que me emociona mucho cuando


recuerdo. Era el 3 de junio de 1979, llovía copiosamente sobre el caliente
León, y estaba a punto de comenzar el singular fenómeno de una
insurrección popular masiva y armada.

Las columnas estaban diseminadas por toda la ciudad. Y de la Renta, dos


cuadras al sur, estábamos ubicados nosotros, en el Barrio El Laborío, en el
sector de Las Pilas, por la curtiembre Guardián. Ahí nos llegó la orientación
del Estado Mayor del Frente Occidental Rigoberto López Pérez, de que
debíamos integrar un grupo de periodistas y sacar al aire una radio que
fuera la voz oficial del Frente Occidental. Para esa tarea llegaron los colegas
Bernardo Hernández, Francisco Rojas y Alfredo Torres Pérez. Nos pusieron
en comunicación con Emilio Muñoz Lumbí “Pancasán” y con Guadalupe
Moreno “Abel”, muy querido en la ciudad de León.

Con Guadalupe Moreno nos trasladamos hacia donde iba a funcionar la


radio, y debajo de un aguacero y de la lluvia de balas que estaban cayendo
sobre León, hicimos la primera reunión con el Estado Mayor, que estaba
integrado por Dora María Téllez, Fanor Urroz, Mauricio Valenzuela, Leticia
Herrera, Ana Isabel Morales y Lourdes Jirón “La China”. Estaba ahí también
Luis Manuel Toruño “Charrasca”. Inmediatamente fuimos a cumplir con esa
misión periodística, conforme a un plan estratégico, y apoyados por las
unidades tácticas de combate o las escuadras. A esta tarea periodística
también se incorporaron Hugo Noel Olivas y Gustavo Zapata.

3
De acuerdo al avance, a la lucha y a la toma de posiciones de nuestras
columnas, se logra el 9 de junio salir al aire con Radio Venceremos; pero el
bombardeo de un Push and Pull prácticamente nos saca del aire, porque
botó la antena. Tuvimos que ser trasladados rápidamente por los
compañeros combatientes y nuevamente hacer el esfuerzo para sacar la
radio al aire. La Venceremos salió nuevamente el 12 de junio, para no
volver a callarse.

Mónica: José Villegas Flores es conocido como “Pescado Lucio”. José, ¿ése
es un nombre de guerra o es un apodo desde chiquito?

José: Pues sí, es un apodo desde pequeño, viene del colegio en la primaria.
Éramos un grupo que de repente no entrábamos a clases, nos íbamos a los
ríos a comer pepesquitas, de allí salió.

Sobre la lucha en León me gustaría hacer énfasis en una cita del libro La
Nicaragua traicionada de Somoza. Somoza en su oportunidad decía, en una
parte de su libro refiriéndose a León: “en mi opinión la caída de León marcó
el principio del desmoronamiento de nuestra situación militar”. Eso nos
indica que León jugó un papel importante, determinante y fue la
organización militar y política que tenía el pueblo de León la que permitió
ser un bastión de la revolución.

Desde inicios de la Insurrección, se enviaron escuadras de contención a las


faldas del Fortín. Para los que no lo conocen, les digo que es una fortaleza
con características parecidas a El Coyotepe en Masaya. El Fortín de
Acosasco fue construido a comienzos del siglo XVIII.

Nosotros teníamos las escuadras de contención a cargo de la Comandante


Leticia Herrera “Miriam”, Oscar Emilio Muñoz Lumbí que era “Emiliano
Pancasán”, Sergio Lira “Zacarías” y Carlos Sosa que era “Jeremías”. Esas
emboscadas eran para impedir que las fuerzas insurgentes que estaban
combatiendo en el casco urbano de León, fuesen atacadas por la
retaguardia, la guardia intentaba entrar por diferentes lugares con tropas
de refuerzo.

Un contingente del Consejo de Defensa Centroamericana que venía del


Guasaule, hizo averías a lo largo de su desplazamiento desde que ingresó a
territorio nicaragüense, pero fueron diezmados en la medida en que iban
avanzando. En los combates de La Pedrera, cayó la compañera Verónica
Lacayo Peñalba y los detuvimos en La Cartonera donde el contingente fue
aniquilado.

Mónica: ¿Cómo se desarrolla el plan en los primeros días de combate?

4
Edmundo: La ciudadanía de León definitivamente es heroica, y sus
combatientes desarrollaron acciones militares a través de las columnas
guerrilleras del Frente Occidental Rigoberto López Pérez y las unidades
tácticas de combate ocuparon lugares donde se golpeó fuertemente a la
Guardia.

De acuerdo al plan de guerra, los objetivos principales de León eran: el


Comando, la cárcel conocida como La 21, el Banco Central y el Aeropuerto
Godoy, puntos en los que había por lo menos unos seiscientos efectivos de
la Guardia Nacional. Además, contaban con la posibilidad de obtener
refuerzos que pudieran llegar desde el cercano Fortín de Acosasco, donde
estaban unos ciento cincuenta guardias que bombardeaban y mortereaban
toda la ciudad de León; y por las tres carreteras, la de San Isidro-Telica, la
de Chinandega y la que venía de Managua. Con el objetivo de contener a la
Guardia y evitar que pasaran los refuerzos, se ubicaron contingentes
guerrilleros en lugares estratégicos, para la neutralización de los probables
refuerzos.

En todos estos puntos se encontraba la Guardia, además del antiguo


Seguro Social, donde había francotiradores, en el Teatro González, en Telcor,
en el Colegio La Asunción y en la Catedral. Desde esas posiciones,
verdaderamente diezmaban a los compañeros que avanzaban. En esos
puntos se libraban los combates y, poco a poco, se daba el avance de las
columnas guerrilleras, las unidades tácticas de combate o las escuadras,
que iban liberando punto por punto. A la par de ellas, avanzábamos
nosotros como Radio Venceremos, para ir difundiendo todo.

La guerra en León fue verdaderamente heroica, igual que en todo el país; y


hay que nombrar a hombres y mujeres que lucharon, que murieron y
también a los que sobresalieron en esta gran empresa, como fue la ofensiva
final y la liberación de León el 20 de junio. Quiero recordar, por ejemplo, a
Lucía Fuentes, la Comandante “Flor”; a Lucía Ramos “Segoviana”; a Lucina
Centeno Caballero y a todas las mujeres heroicas que combatieron en
diferentes puntos.

Al “Chele Marcos”, que era un hombre que parecía cadejo, porque tenía una
movilidad tremenda por todos los frentes, lo encontrábamos en San Felipe,
El Coyolar, Sutiava, San Sebastián, se aparecía por cualquier lado, era
verdaderamente extraordinario. Ildefonso Chavarría “Alonso”, Zayda Silva
Alina; la compañera Verónica Lacayo, que cayó en La Pedrera, cuando
retuvo el refuerzo que venía de Chinandega, mientras los otros compañeros
se replegaban y ocupaban mejores posiciones; a Isidro Ramiro Soza “Piscis”,
que todavía vive, extraordinario combatiente; Antonio Obando Toruño “Toño
Huevo”, a Marvin Saavedra Ramírez “Chivo Pando”; a José Antonio Villegas
“Pescado Lucio”; a Ofilio Delgadillo, que perdió sus dos manos 2. Algunos de
ellos todavía están vivos.

5
Comentario de la autora: El tres de junio que inician las acciones, los
guerrilleros se enfrentan en condiciones desiguales a la Guardia, que
responde moviendo la infantería, resguardada con tanquetas y tanques. El
segundo día, los combatientes detienen una tanqueta y afectan un tanque
en distintos puntos de la ciudad. La tanqueta venía de El Fortín sobre la
calle principal de Guadalupe. El tanque iba en dirección a La Renta. En
ambos casos, las averías sufridas obligan a la Guardia a replegarse. Los
guerrilleros logran avanzar temporalmente, pero son repelidos con
ametralladoras de grueso calibre.

En la noche del 4 de junio, los combatientes apostados en el puente La


Leona, que eran una Unidad de la GPP, Eddy Reyes “Umanzor” y Cristóbal
Espinoza Pérez “José Luis”, con una unidad Tercerista al mando de Emilio
Muñoz Lumbí “Emiliano Pancasán”, combaten fieramente durante la noche,
y aunque hacen algunas bajas a la Guardia, incluyendo a un Teniente,
algunos refuerzos entran hacia El Fortín. La mayoría se tiene que regresar a
una estación que tenían sobre el Rio El Tamarindo.

La Guardia envió refuerzos por Telica el 7 de junio. Algunos dicen que


venían de Chinandega, otros creen que de San Isidro. Lo cierto es que
excedían a las escuadras apostadas en la emboscada, pues también traían
tanquetas. En la primera emboscada de contención en Quezalguaque “La
Pedrera”, al mando de Sergio Lira, cae Verónica Lacayo y otros
combatientes, y una parte de la Guardia logra pasar. La Guardia responde
con tiros de tanqueta, nutrida fusilería y aviones. Se mueve una unidad de
refuerzo hacia esa dirección, y los detiene a la altura de La Cartonera.

En los combates muere el jefe de una unidad de combate GPP, Carlos


Amaya Talamante, cuyo cadáver sólo pudo recuperarse dos días después, y
fue enterrado en el mismo lugar. Los bazucazos de los guerrilleros no
impactan en la tanqueta, pero la Guardia no puede penetrar a León.
Finalmente se repliega dentro del edificio de La Cartonera. Los guerrilleros
montan un asedio en condiciones difíciles pues el lugar es bastante pelado.
Durante cinco días sostienen el asedio, debilitando física y moralmente a
los guardias, quienes unos días después huyen dejando la tanqueta intacta,
aunque el cañón no tiene la aguja percutora. Esa tanqueta entra triunfante
a León, bautizada con el nombre de Araceli, en honor a Araceli Pérez Darias,
asesinada en Veracruz.© Es vital para terminar de tomarse el comando el 20
de junio, días después de recuperada.

En este contingente de la Guardia, perece el Teniente Rodríguez Prado de la


Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería. Era hermano de Carmen
Azucena, mujer policía que recluté en mi período de encarcelamiento en
Matagalpa.

6

Edmundo: El 12 de junio cae José Gilberto Orozco Iglesias, hermano de la
Flavia Orozco. Él era el fusilero de la brigada incendiaria y cayó en el asalto
al Cuartel La 21. En ese asalto le tendimos un cerco a las partes laterales
del Comando, abrimos los túneles, los pasadizos en las paredes de las
casas, y poco a poco avanzamos hasta que se cercó el Comando.

El asedio a La 21 y al Comando fue brutal, y como dice la canción, de tanto


penqueo, de tanto vergueo, “Vulcano” ya no aguantó y se zafó. Se fue
llevando como rehenes a muchos vecinos, enfermos del hospital, niños y
mujeres. Él iba en medio y así llegó hasta El Fortín.

José: El día 16 de junio del año 1979 “Vulcano”, junto con sus fuerzas, sale
del Comando hacia El Fortín. La Guardia organiza una fuga prácticamente
suicida, con un escudo humano de civiles, enfermos y niños que sustrajeron
del Hospital del Seguro Social que hoy es el Hospital Oscar Danilo Rosales
Argüello. También llevaban población civil que vivía en los alrededores de
esa guarnición. La Guardia iba desmoralizada, tenían días de estar sin
avituallamientos y se sentían perdidos. Hubo un momento que la Guardia
comenzó a cambiar su ropa militar por ropa civil.

Lo que hicimos fue un trabajo de cacería, nuestras unidades de combate,


las escuadras tácticas de combate, comenzaron a seguir a la guardia hasta
darle alcance. Eso fue el 16 de junio, pero hasta cuatro días después se da
la toma del Comando, porque ahí se quedó un reducto de trece guardias.

Ya habíamos capturado a varios guardias en el sector de Las Brisas del


Pochote. Teníamos una cárcel que habíamos improvisado, donde teníamos a
los prisioneros, con todo el respeto que la revolución nos enseñó y nos
estableció, pero en un momento de ese asedio se da la muerte de
Guadalupe Ignacio Moreno Mendoza “Abel”, a quien los combatientes
populares de León le teníamos mucho cariño, y entonces la ira nos llevó a
cometer el gran error de fusilar a esos prisioneros. Si mal no recuerdo
fueron veintisiete.

Edmundo: Las columnas guerrilleras también seguían avanzando, hasta


que lograron liberar definitivamente León, el 20 de junio.

Nosotros estuvimos en los operativos de asedio al Comando y a La 21.Ahí


cayeron Guadalupe Moreno “Abel” y Jorge Vicente Patiño. Éste, hacía
apenas unos días que había perdido varios dedos de una mano, tratando de
disparar la tanqueta Araceli.© Cayeron también muchos compañeros.
Recuerdo que la muerte de “Abel” golpeó mucho a los compañeros, dijeron,
ya hay que tomarse ese Comando. Y ese día, prácticamente se prepararon
para el asalto final, que comenzó a eso de las cinco de la mañana.

7
El ataque final comenzó con un disparo de la tanqueta Araceli. Se llevó a
una posición adecuada y se logró hacerla disparar con un martillo y un
cincel, porque se habían llevado el percutor. El estruendo que hizo la
tanqueta y el impacto, fue la gota que rebasó el vaso de la ya caída moral
combativa del grupo de quince guardias que había dejado “Vulcano”,
porque él se zafó, como ya habíamos dicho.

Comentario de la autora: El asedio sobre La 21 y el Comando fue feroz.


En este asedio cayeron valiosos compañeros, entre ellos el presidente de la
Federación de Comités de Acción Popular, Denis Tenorio.

La salida de “Vulcano” del Comando, a diferencia de Masaya, fue realizada


a plena luz del día, lo que favoreció el accionar de los guerrilleros que
descargaron lo que permitía la escasez de municiones, sobre la columna
que se replegaba. No obstante, “Vulcano” logró salir rápidamente en la
parte de atrás de una camioneta de tina. Los guardias sometidos a fuego
guerrillero se escudaban en mujeres y niños, y por eso perecieron algunos
civiles.

El General Ariel Argüello Valle era del grupo que se quedó en el Cuartel.
Algunos dicen que iba en la columna, pero se vio obligado a regresar,
debido al intenso fuego. El 18 de junio fue reincorporado a servicio y
nombrado jefe de la plaza de León, en un comunicado emitido por Somoza.
Los guerrilleros continuaron el asedio buscando mejores posiciones,
rompiendo las paredes de las casas. En esos encuentros tuvieron valiosas
pérdidas, muchas de las cuales no se recogen en las cronologías; además
de Guadalupe Moreno “Abel”, mueren ahí Jorge Argüello y Jorge Vicente
Patiño.

Edmundo: Cuando entramos, detrás iba Radio Venceremos. Encontramos


cadáveres y armas regados, era horrible. Estaban los quince guardias
temblando, que se rindieron, y el hedor era tal, que no se podía ni respirar.
Estaban los cadáveres de dos estudiantes universitarias, de Sandra Ríos y
la farmacéutica Rosa Balladares. Esta última había sido novia de Enoc
Flores3. También había cadáveres de muchos guardias que habían caído en
los combates y que los habían llevado al Comando. Los quince guardias que
salieron, verdaderamente daban lástima, porque temblaban, unos hasta
estaban mudos, habían perdido el habla.

La entrada al Comando fue alegrísima. Todo el pueblo celebraba el fin de la


Guardia somocista en León. No importaba que tuvieran cercano el reducto
de El Fortín. Radio Venceremos hizo la cobertura. Recuerdo que sonaron las
campanas de la Catedral y de todas las iglesias de León, anunciando la
liberación. Pegábamos gritos en la radio anunciando el triunfo. “Alonso”

8
Idelfonso Chavarría sostiene que el asalto final al Comando fue planificado
desde el Colegio La Salle hacia el sur, en una reunión entre “El Chele
Marcos”, Alfonso García “El Prole”, Lenin Valle “Felipe”, Ródrigo González
“Argelio” y Eddy Reyes Baldizón “Umanzor”.

En ese ataque estaban todas las tendencias venidas de todos los puntos.
Estaban Juan de Dios Midence, “El Chele” Nájar y un guardia apodado “El
Bojazo”, quien después de su captura prácticamente se había integrado a
las filas guerrilleras. Según Alonso, “El Bojazo” diseñó una lanza granadas
artesanal, y fabricó un explosivo con niple y pólvora de granada de
fragmentación4.

Mónica: Me imagino que “El Bojazo” se impresionó de ver que, en vez de


matar a los heridos, les dábamos asistencia. O sea, nosotros cumplíamos
las normas de la Convención de Ginebra, en relación con los prisioneros de
guerra; no como ellos, que asesinaban a los compañeros heridos, los
remataban.

Sobre la toma del Comando nos hizo algunos comentarios Ricardo


Baltodano “Lucas”, que consideramos importante insertarlos.

Ricardo: El General Argüello Valle estaba en su casa, retirado, cuando


comenzó la guerra. Él y su hijo se meten al Comando para proteger su vida.
Cuando se va “Vulcano” y él se queda, lo reactivan y lo nombran el último
General del Comando de León. Yo tengo el nombramiento que salió
publicado en el diario Novedades.

Cuando cae el Comando, yo andaba en una camionetona Ford que había


recuperado para hacer misiones. Estaba en la gasolinera que queda ahí
cerquita, y Lourdes Jirón “La China”, me llama y me dice: –Metete con la
camioneta. Me mandan a desenterrar armas, porque ya estaba el pleito por
las armas. Ahí estaban Leticia, Ana Isabel Morales, Lourdes Jirón y Mauricio.

El que dijo dónde estaban las armas fue el hijo del General. Por cierto, hay
una foto histórica de él ahí. Cuando entré al Comando, ni diez minutos
después, era el único guardia que estaba cerca de la fosa. Él estaba
enseñando dónde estaban las armas y estaba también Ponce, quien
manejaba un jeep Gurgel5, muy parecido al del “Chele Marcos”. Él comenzó
a desenterrar las armas. Las armas no se desenterraron antes. Yo entré en
ese momento, el 20, y ahí mismo comenzamos.

Los guardias habían hecho un hoyo en la pared del Comando, por cierto se
las fui a enseñar a mis estudiantes de historia un día de éstos, y en la casa
de al lado estaba la fosa, donde enterraron las armas y encima les pusieron
los cadáveres. Cuando nosotros llegamos, ya estaban en descomposición;
en ese momento estaban engusanados. A mí hasta me dio hepatitis por

9
haber manipulado esos muertos.

Las armas estaban amarradas en moños. Yo puse los primeros moños en la


camioneta y los Terceristas me los quitaban, y se dio un forcejeo entre la
Dora María, “La China” y Mauricio. Yo me llevé unas ochenta armas. Me las
llevé a donde un colaborador de Zaragoza y delegué a un combatiente de la
Unidad de Combate Carlos Agüero, quien pasó varios días limpiándolas y
armándolas. Luego me dieron la orientación de cómo se iban a repartir. El
hedor no se les pegó tanto, porque estaban bastante engrasadas.

Ése fue el lote de la GPP, pues los Terceristas querían quedarse con todo.
Sobre el propio lugar se dividen las armas. La China me las manda a dejar. Y
luego regreso y me llevo a los guardias.

Comentario de la autora: Dora María Téllez, en entrevista que aparece en


este libro, afirma sobre una operación clandestina, extraordinaria, realizada
antes de la toma del Comando, en condiciones sumamente difíciles, apenas
a unos metros de la GN, para recuperar un gran alijo de armas de una fosa
donde estaban los cadáveres de varios guardias, muertos días antes.

En el libro De León al Búnker (pp. 195-200), se afirma que la información


fue suministrada por el guardia prisionero llamado “El Bojazo”, quien guió
hacia el lugar a un comando sandinista jefeado por Oscar Cortés “El Chele
Marcos”. Según este relato, entraron por la casa de los Taleno, los guardias
hacían su ronda nocturna en los torreones del Comando. Las armas fueron
sacadas en la noche, mediante una cadena humana, durante cuatro horas.
Fueron más de 300 armas recuperadas. La fosa con los cadáveres
descompuestos y las armas estaba en un patio al costado norte del
Comando, detrás del estanco y refresquería de la familia Taleno, que era
informadora de la GN.

También hice esta pregunta a Mauricio Valenzuela, quien afirma que esa
operación no pudo realizarse antes de la toma del Comando. Que las armas
enterradas debajo de cadáveres fueron sacadas hasta el mismo día de la
toma del Comando y que efectivamente, cuando llegaron y no vieron
armas, empezaron a interrogar y uno de los militares dio la información que
permitió ubicarlas.

Mónica: ¿Esas armas no fueron sacadas unos días antes?

Ricardo: Eso fue el día de la toma, nada que fue antes. A las 7 de la
mañana, tal vez antes, me estaba desayunando esa porquería. Como te
digo, a mí me dio hepatitis, y los doctores me dijeron que fue por ese
desentierro. Esas armas fueron sacadas el mismo día que cayó el Comando.

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Y yo saqué una parte en el vehículo Ford de un Gurdián que usé toda la
guerra, porque después me ordenaron devolvérselo.

Luego me dicen que me lleve a los presos a la cárcel, y fuimos directo a la


Colonia Argüello, donde había una cárcel de la GPP. Había varias cárceles.
Una por el Chinchunte, que la controlaban los Terceristas. Nosotros nos
vamos con los presos y ahí iba el General Ariel Argüello Valle; recuerdo que
iban también los Taleno, que eran colaboradores de la Guardia. Va Carlos
Nájar, resguardándolos atrás. Cuando se iban bajando, el general Arguello
Valle, que era el último, se pone de pie, pues estaba acurrucado en la
esquina de la camioneta, y se lanza sobre “El Chele” Nájar, le quiere quitar
el arma. “El Chele” forcejea y el General cae al suelo. Cuando cae, “La
China” le dispara al General con una pistola, y como cuarenta chavalos que
estaban viendo la operación, le dispararon también. En algún libro leí que
había sido fusilado, no es cierto. Él murió en ese forcejeo, intentando fregar
al “Chele” Nájar. Lo más impresionante fue ver el chavalero que estaba al
lado, acribillándolo.

Mónica: ¿Que armas andaba “La China”?

Ricardo: Ella andaba con una sub-ametralladora; pero la que desenfundó


para dispararle, fue la pistola.

Después de verlo muerto, le quité las botas y me las puse, porque andaba
unos zapatos malos y el número de sus botas era idéntico a mi pie. Me
quedaron a la perfección y anduve con ellos el resto de la guerra. Después
me las traje a Managua y una vez que fui a ver a mi mamá, las deje ahí; y
mi mamá se las regaló a uno de nuestros primos que iba a alfabetizar. Le
reclamé a mi mamá, porque eran mis botas históricas.

Mónica: Mundo, contanos cómo se libera El Fortín, que era el último


reducto de la Guardia en la ciudad.

Edmundo: Después de la toma del Comando y que las campanas de todas


las iglesias anuncian la victoria, el avance de las columnas hacia El Fortín
fue muy dificultoso porque la aviación hizo un corredor aéreo con los Push
and Pull, los T-33 y el avión que le decíamos “El Dundo Eulalio”; pero aun
así, iban avanzando todas las columnas.

La de Emiliano Muñoz Lumbí “Emiliano Pancasán”, la de Carlos Soza


“Jeremías”, Sergio Lira “Zacarías”, Eddy Reyes Baldizón “Umanzor”, las de
todos pues, avanzaban hacia El Fortín. Muchos compañeros cayeron porque
El Fortín era una fortaleza casi inaccesible y ahí estaba concentrada la
Guardia. Era el último reducto somocista y los muchachos avanzaban con
una heroicidad increíble, a pesar de los muertos y los heridos.

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Ricardo: Eddy Rizo cayó en la línea de fuego en los intentos de toma de El
Fortín, junto con un matagalpino. Recuerdo que lo recuperamos ya con la
piel seca, porque como no podíamos llegar donde estaba el cadáver,
estuvieron uno o dos días en el sol. Todos fueron enterrados en la iglesia
Zaragoza y estuvieron ahí casi un año, hasta que los sacamos.

Mónica: ¿Y qué pasó con “Vulcano”?

Edmundo: A “Vulcano” se lo llevaron antes en un helicóptero, cuando vio


que la cosa ya estaba perdida. Dicen que salió en avión directamente para
Miami. Entonces, el 7 de julio se libera León de manera total, ya sin la
presencia de la Guardia en El Fortín, y desde ese tiempo estamos forjando
la historia.

José: “Vulcano” se fue del Comando el 16 y el día 17 lo evacuaron por


helicóptero. Pero la primera orden que da “Vulcano” a sus tropas, que
estaban allí acantonadas en El Fortín de Acosasco, es de diezmar a la
población civil, con ataques de morteros, con obuses y rocket. Aquello era
incesante, y era la población la que estaba sufriendo los embates de esa
contra ofensiva de la guardia desde El Fortín.

Nosotros fuimos sitiando El Fortín de Acosasco pulgada a pulgada, milímetro


a milímetro, pero la verdad es que tomarse esa fortaleza era algo difícil. En
todos los intentos fuimos teniendo gran cantidad de bajas, incluyendo a ex-
EEBI que se incorporaron a través del combate a la lucha revolucionaria. Un
ejemplo fue Modesto, ex-guardia que andaba con una ametralladora 50
junto con “El Prole”, que era de la Tendencia Proletaria en León. Otro fue
Bienvenido, otro guardia que fue capturado en el sector de La Cartonera y
se nos sumó, cayendo en la toma de El Fortín.

Cuando ya estábamos muy cerca de la fortaleza, nuevamente realizan una


huida suicida de la Guardia, como la que habían hecho el 16. Nosotros
captamos sus comunicaciones a través de radiorreceptores que les
capturamos y nos dimos cuenta de que ellos preparaban las condiciones de
su retirada lanzándonos ataques con una batería aérea.

Mientras nos ametrallaban desde el aire, comenzaron a salir, a eso de las


seis de mañana del día 7 de julio.

Como ya teníamos una posible ruta de salida que era por el camino de
tierra hacia la Comarca del Chagüe, que está distante aproximadamente
entre tres o cuatro kilómetros a la parte sureste del Fortín de Acosasco,
entonces preparamos unas emboscadas. Ellos salieron por allí e hicieron
una gran matancina, como siempre, de la población campesina de ese
sector, adentrándose unos cuatro o cinco kilómetros y marchando
paralelamente a la carrera que conduce hacia Managua. Iban abriendo

12
brecha con todo y su equipo, pero fueron cayendo en nuestras emboscadas.

Mónica: Si uno analiza militarmente la ubicación de El Fortín, nos podemos


dar cuenta de que la batalla fue realmente heroica. El Fortín está en una
elevación tal, que se puede ver desde todos los puntos de la ciudad. Si uno
viene por la carretera, desde Managua, divisa perfectamente El Fortín.
Atacar El Fortín con pura infantería era verdaderamente difícil. El Comando
de Estelí no tenía las condiciones tan privilegiadas, y sin embargo resistió
hasta el 16 de julio, y nadie duda de la heroicidad de los que ahí
combatieron.

Ana Isabel Morales nos comentaba que hicieron uso de un cañoncito de 57


milímetros que se recuperó a un BECAT el 20 de junio, cuando se toma el
Comando y ya se controla toda la ciudad de León. Se bautizó como
“Chinto”, que era el seudónimo de Carlos Manuel Jarquín, caído en
Veracruz. Aun así, haber logrado eso el 7 de julio sólo fue posible porque
era todo el pueblo en pie de lucha, y los guardias se dieron cuenta de que
no había manera de sobrevivir. El hecho que al frente estuviera “Vulcano”,
que era un General, también favoreció, porque a él no le podían obligar a
que se quedara al final y muriera, como ocurrió con el Comandante de
Estelí, que fue pasado por las armas.

Contános José y ¿qué pasó cuando la población se dio cuenta de que


ustedes se habían tomado El Fortín?, ¿qué hizo la población?

José: Lo común, lo que nos pasó al llegar aquí al Búnker de Somoza. Entre
la población había tal algarabía, que la dirigencia del Frente Occidental
Rigoberto López Pérez y nosotros como combatientes de las diferentes
unidades tácticas de combate, perdimos el control sobre la población, quien
andaba buscando cómo hacer justicia por su propia cuenta. Entonces había
una gran algarabía, la gente comenzó a invadir El Fortín, algunos buscaban
a los presos sandinista pero ¡ah! los presos ya no existían, eran cadáveres,
los asesinaron antes de marcharse.

Hoy que se cumplen 22 años de aquella gesta heroica, debemos recordar a


muchos compañeros que abonaron con sus vidas, con su sangre, la patria
liberada. Hoy lastimosamente hemos perdido algunos valores que se
conquistaron con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

Edmundo: Un equipo de Radio Venceremos, en un Land Rover, con Róger


Pineda, acompañaba a las columnas guerrilleras y esta voz que te está
hablando ahorita, que era la voz oficial del Frente Occidental, narraba: –En
estos momentos, estamos a tantos metros de El Fortín de Acosasco, las
columnas avanzan... Ya estamos a tantos metros y vamos penetrando,
penetran las columnas al Fortín de Acosasco; y la Guardia huye, los
contingentes guerrilleros los persiguen por El Chagüe 6.

13
Y cuando la radio dice: –Las columnas guerrilleras están pasando en estos
momentos el portón de El Fortín de Acosasco; por todo León comenzaron a
sonar de nuevo las campanas de las iglesias. Y sonó la campana más
grande que hay en la Catedral y se oyó en todo León y toda la ciudad.
Nosotros siempre transmitiendo desde El Fortín, claro que nos decían: –
Tengan cuidado porque puede haber minas, puede haber cosas.

Una vez que penetramos a El Fortín, izamos la bandera rojinegra del Frente
Sandinista de Liberación Nacional, y cuando dijo Radio Venceremos: – ¡Se
libera León!, todo el pueblo salió de sus casas, y comenzó la romería hacia
El Fortín de Acosasco.

Claro, el dominio temprano de la ciudad favoreció que la Junta de Gobierno


llegara a León y ahí se juramenta el 18 de julio de 1979, y León es la capital
de la Revolución, porque es donde se juramenta el Gobierno producto de la
Revolución.

17 de junio de 2000

Notas

14
1 Gilberto Ruiz, profesor de Radio en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la
Universidad Centroamericana.

2 Ofilio Delgadillo fue trasladado a Masaya con mi familia: mi madre Zulema, mi hermana Alma
Nubia y mi hijo Pancasán. Estuvieron varios días ahí, y luego fueron llevados a Costa Rica en
una avioneta de la naciente aviación sandinista. Alma Nubia y Ofilio habían perdido sus dos
manos por bombas de contacto. Después fueron a Cuba a terminar de sanar sus heridas.

©Onofre Guevara: Quien se hizo responsable de la tanqueta Aracely, por órdenes de Dora
María Téllez se llama Carlos Cuadra Montalván. Él es leonés, y después del triunfo quedó en el
EPS como responsable del Primer Batallón Blindado Ulises Tapia Roa, hasta su retiro. Ha escrito
un pequeño libro sobre la historia de su participación en la liberación de León y su papel en la
tanqueta Araceli.

©Onofre Guevara: Según versión de Cuadra Montalván, Jorge Vicente Patiño, era
ecuatoriano, y nunca estuvo en la tanqueta Arceli, por lo cual tampoco es cierto que allí perdió
los dedos. Quien perdió los dedos en la operación descrita en la página fue Mario Moya,
guardia salvadoreño prisionero, quien se prestó a servir en la tanqueta como artillero. Del
conductor de la Araceli sólo recuerda su seudónimo “Beto”; el conductor auxiliar fue el leonés
Fernando Guadalupe Vallejo López

3 Enoc Flores formó parte del grupo de estudiantes de Medicina que se fueron, en 1976, a
estudiar Medicina de Guerra en Cuba.

4 Para su relato, Mundo se auxilia del borrador que luego será el libro de Guillermo Cortes
Domínguez De León al Búnker.

5 Vehículo todo terreno de fabricación brasileña, cuyo nombre era el mismo del fundador de la
empresa, João Augusto Conrado do Amaral Gurgel. La empresa fue fundada en 1969 y se
especializó en vehículos todo terreno.

6 El Chagüe es una comunidad rural que queda al sureste del Fortín de Acosasco. Se previó
que por ahí saldrían huyendo los guardias, cuando no soportaran el asedio a que estaba
sometida la guarnición del Fortín.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO II

El crisol de las insurrecciones:


Las Segovias, Managua y León
N
920
B197 Baltodano, Mónica Salvadora
El crisol de las insurrecciones : Las Segovias,
Managua y León / Mónica Salvadora Baltodano. -
1a ed. – Managua : Mónica Baltodano, 2011.
t.2

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL-FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 2: El crisol de las insurrecciones: Las Segovias, Managua y León

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-089-6 (t.2)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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