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La novela policial ha nacido al mar gen de la literatura sobre las “cau sas célebres”. A
ésta se liga, por otro lado, la novela del tipo de El Conde de Montecristo; ¿no se trata
también aquí de “causas célebres” noveladas, coloreadas con la ideología popular en
torno a la administración de la justicia, especialmente si se entrelaza con ella la pasión
política? ¿Rodin en El Judío errante no es un tipo de or ganizador de “i ntrigas malvadas”
que no se detiene ante cualquier delito o asesinato y por el contrario, el príncipe Rodolfo
no es el “amigo del pueblo” que descubre las intrigas y los delitos? El pasaje de este tipo
de novela a las novelas de pura aventura está señalado por un proceso de
esquematización de la intriga pura, depurada de todo elemento de ideología democrática
y pequeño-burguesa. Ya no más la lucha entre el pueblo bueno, sim ple y generoso y las
fuerzas oscuras de la tiranía (jesuitas, policía secreta ligada a la razón de Estado o a la
ambición de cada uno de los príncipes, etc.), sino únicamente la lucha entre la
delincuencia profesional o especializada y las fuerzas del orden legal, privadas o
públicas, sobre la base de la ley escrita.
En esta literatura policial han existido siempre dos corrientes: una mecánica, de intriga,
la otra artística. Chesterton es hoy el mayor representante del aspecto “artístico”, como lo
fue en su tiempo Poe. Balzac con V autrin, se ocupa del delincuente pero no es,
“técnicamente”, un escritor de novelas policiales.
http://www.gramsci.org.ar/TOMO5/94_novela_policial.htm 1/2
2018-3-28 15
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