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El grupo que huyó de La Grandeza por temor a la llegada del Ejército era de
aproximadamente setenta personas, de las cuales cerca de 27 eran hombres,
jóvenes y ancianos, y las más de 40 restantes eran mujeres y niños. Tales
personas, vestidas de civil, salieron con tal premura que no pudieron llevar
alimentos y debieron dormir a la intemperie. Entre ellos, se encontraba la familia
del señor Jiménez Hernández, quienes buscaron refugio en un cerro ubicado entre
el ejido Patziwuitz del Municipio de Ocosingo y el ejido La Grandeza del Municipio
de Altamirano, junto con varias otras familias del ejido. Pasaron la noche del 19 de
febrero de 1995 en ese lugar.
Dado que no encontraron a gran parte de los miembros del ejido, cerca de las 8:00
horas del 20 de febrero de 1995, salieron “patrullas de reconocimiento” del
Ejército, en dos secciones compuestas por veintisiete elementos cada una.
Paralelamente, los ejidatarios que se encontraban refugiados en la montaña
enviaron a uno de ellos, de nombre Sebastián Mena López, a averiguar lo que
estaba pasando en el poblado y llevarles comida. Sin embargo, siendo
aproximadamente las 9:00 horas, fue encontrado y detenido por una patrulla
militar a orillas del ejido La Grandeza. Según declaraciones de Sebastián Mena,
los agentes del Ejército le preguntaron “donde se encontraban sus otros
compañeros, contestándoles que no sabía dónde estaban, presionándolo los
soldados y golpeándolo en tres ocasiones en el costado de su cuerpo a la altura
de la cintura y en la parte de la nuca”. Debido a ello, “les indicó donde se
encontraban sus demás compañeros, conduciéndolos hasta la cima de una
montaña que se encuentra aproximadamente a tres kilómetros de distancia del
ejido.
Según la declaración ministerial del soldado Abner García, éste avanzó junto con
tres soldados más hacia la parte alta de un cerro donde escuchó “el murmullo de
unas voces en dialecto procediendo a adelantarse a sus tres compañeros unos
tres pasos […] y observó a una persona hablando por medio de un radio CB sin
entender lo que decía por estarse comunicando en dialecto”. Indicó que se
encontraban otras ocho personas más, “algunos de ellos portando armas largas y
algunos que no traían armas”. Señaló que al advertir su presencia, emprendieron
la huida cerro abajo, por lo cual les marcó el alto gritándoles “alto deténganse”. El
soldado García Torres describió los hechos posteriores indicando que:
La persona que corría en la parte de atrás de los demás se detuvo y volteó hacia
el declarante realizando unos disparos, sin poder precisar el número, que también
escuchó detrás de él varias detonaciones pensando hasta ahora que eran de
apoyo, procediendo a cubrirse y repeler la agresión realizando como tres disparos
en dirección al sujeto mencionado cayendo al suelo éste, motivo por el cual otras
personas que huían se detuvieron, quedando tendidos en el suelo porque así se
los ordenaba el declarante al advertir que más abajo había mujeres y niños que
también procedían a escapar[…] que cuando se realizaron los disparos entre la
víctima y el emitente se encontraba aproximadamente a quince metros, que
desconoce la región de entrada de la bala pero que sí observó que el cuerpo
presenta un orificio de salida en la parte trasera de la cabeza, que la posición en la
que quedó el cuerpo fue boca abajo con los pies de frente al declarante y la
cabeza al lado contrario, que tal postura final se debió a que el sujeto se
encontraba en posición de tirador de la denominada de tres cuartos de manera de
que al recibir el impacto giró hacia su lado derecho y cayó en la posición en que se
ha mencionado.
Los tres soldados que se encontraban junto con Abner García Torres declararon
ante el Ministerio Público que éste realizó varios disparos al aire y seguidamente
escucharon disparos de arma de menor calibre que las usadas por el Ejército, por
lo que el soldado Abner García disparó 3 o 4 veces más para repeler el
ataque676869. Asimismo, los tres coincidieron en señalar que no efectuaron
disparo alguno en el momento y lugar de los hechos. Uno de ellos declaró que tras
los disparos, “escucharon también ruidos de mujeres y niños por lo que su
escuadra se abstuvo de disparar”.