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Este desigual ejercicio de asignación y derechos ha sido favorecido por el marco jurídico
establecido en el Código de Aguas, que define simultáneamente al agua como un bien
nacional de uso público y como bien económico, lo que faculta su gestión según las
pautas y códigos de la propiedad privada, resguardada constitucionalmente. Esta
definición promueve la regulación del uso y acceso a los recursos hídricos principalmente
a través del “mercado del agua”, donde prima la dinámica de la oferta y la demanda, por
encima de la satisfacción de las necesidades de la población y los debidos resguardos
ambientales que se requieren para asegurar la existencia de un recurso vital y escaso
como el agua.
Los derechos de agua en Chile, luego de ser concedidos por los privados, son
concedidos gratuitamente y a perpetuidad, existiendo gratuidad en el mantenimiento,
tenencia y uso del recurso. No existen cobros diferenciados por el uso del agua, ni
impuestos específicos, ni pagos por descargas de aguas servidas, salvo en sectores
1
Este documento recoge la información de las publicaciones: “Agua: Dónde está y de quién es”, Programa
Chile Sustentable, 2003; y “Recursos Hídricos en Chile: Desafíos para la Sustentabilidad”, Programa Chile
Sustentable, 2004.
1
urbanos e integrados a la red de alcantarillado. El pago por “no uso” de los derechos de
agua que se estableció recientemente en la reforma del Código de Aguas, pretende sólo
desincentivar su acumulación ociosa; por tanto si bien motivara a que se utilicen los
derechos de agua acumulados en pocas manos, también multiplicara los proyectos en
base a recursos hídricos para librarse del pago y acelerara las transacciones del mercado
del agua, generándose una presión aun mas intensa sobre las cuencas, parte importante
de las cuales no sólo ha perdido su caudal ecológico, sino muchas de ellas están en
franco colapso por contaminación o secamiento.
A ello se agregan los problemas derivados de una institucionalidad dispersa, que dificulta
una gestión integrada de los recursos hídricos y una adecuada fiscalización frente a los
conflictos de interés por el acceso al recurso, a la contaminación y descargas de residuos,
sobreexplotación y a la concentración de la propiedad, entre otros problemas.
Las políticas públicas en materia de recursos hídricos favorecen la gestión del recurso en
base a criterios de mercado, si bien la legislación y las condiciones político-económicas
que favorecieron esta situación fueron instaladas por el propio Estado, durante el gobierno
militar, a través –entre otras medidas- de la creación del Código de Aguas en 1981.
Por su parte, los derechos no consuntivos se refieren a aquellos que se solicitan para
utilizar el agua sin consumirla, como es el caso de los proyectos hidroeléctricos. Estos
derechos conminan a devolver las aguas a los ríos, sin perjudicar a los usuarios
existentes aguas abajo. Sin embargo, la normativa es débil para fiscalizar la existencia de
perjuicios a los usuarios de las partes bajas de las cuencas; y las políticas públicas han
favorecido la aprobación de emprendimientos energéticos aun cuando en el caso de las
represas existen daños evidentes a la comunidad y al medio ambiente3.
En segundo lugar, el Código de Aguas define el recurso como “bien nacional de uso
público” y “bien económico”, al mismo tiempo; y autoriza la privatización del Agua a través
de la concesión de derechos de uso gratuitamente y a perpetuidad. El derecho de uso se
2
Art. 13 y Art. 14. Código de Aguas.
3
Tal fue el caso de la construcción de la Central Ralco al sur de Chile, que violó flagrantemente la Ley
Indígena nacional y las disposiciones internacionales relacionadas con los derechos de los pueblos,
arrasando con tierras ancestrales, cementerios y otros recursos propios del patrimonio natural y cultural del
pueblo mapuche. El gobierno chileno priorizó la Ley eléctrica nacional y los intereses de la empresa
involucrada (Endesa España), en el marco de una política energética también carente de elementos de
sustentabilidad ambiental, social y política.
2
otorga a los particulares según las disposiciones establecidas en el Artículo 5 del mismo
Código. En la legislación chilena, dicho derecho es un bien jurídico definido como un
derecho real; es decir, un derecho que recae sobre las aguas y consiste en el uso y goce
de ellas por parte del titular, con los requisitos y en conformidad a las reglas que prescribe
el Código de Aguas. (Art. 6)
El titular que obtiene el derecho de aguas, según la legislación chilena, debe declarar
donde y cuando usará el agua, sea para los fines primeros para los cuales solicitó los
derechos de aprovechamiento o para usos alternativos posteriores, pudiendo mantener en
forma indefinida dicho derecho sin utilizarlo. Desde la reforma del Código de Aguas existe
un pago por la no utilización de este derecho, pero: el Código descartó el sistema de
gravámenes a los derechos de agua y no impuso otros costos o tarifas para la
concesión de nuevos derechos ni para su goce en el tiempo.
Los derechos concedidos por el Estado están amparados por las garantías
constitucionales respecto del derecho de propiedad. En el artículo 24 de la Constitución
Política de Chile se declara que “Los derechos de los particulares sobre las aguas,
reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad
sobre ellos”.
Junto con ello, el Código de Aguas separa la propiedad del agua del dominio de la tierra,
permitiendo la libre compra y venta, sin proteger a las comunidades del despojo de los
recursos hídricos en su territorio.
En definitiva, puede decirse que el país permite la concesión gratuita de los derechos de
agua, sin costos por su mantenimiento o tenencia del recurso, en su uso, y sin exigir
compensaciones por la generación de efectos externos. El Código de Aguas desde 2005
exige acreditar el uso de los derechos de agua concedidos; pero no retira el derecho por
no uso de los recursos; sino que exige el pago de una patente si se acumulan derechos
de agua, y estos no son utilizados.
La mayor parte de los derechos de agua para uso consuntivo están en manos del sector
exportador, principalmente agricultura, industria de commodities y minería. El siguiente
cuadro ilustra los promedios nacionales del consumo de agua.
3
Gráfico 1: Demanda de Uso Consuntivo de aguas en Chile, según sectores
Industria Minería
6,5% 4,5%
Agua potable
4,4%
Agricultura
84,6%
Fuente: Taller Nacional “Hacia un plan nacional de gestión integrada de los recursos hídricos en Chile”.
CEPAL, Diciembre 2003.
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
I II III IV V R.M . VI VII VIII IX X XI XII
Fuente: Dirección General de Aguas (DGA) 1999. Citado por Matus, Nancy, “Recursos Hídricos en Chile:
Desafíos para la Sustentabilidad”. Programa Chile Sustentable, 2004.
4
Cabe destacar que el consumo de agua en los distintos sectores productivos ha
experimentado un crecimiento importante, cercano al 100% entre 1990 y 1999, y al 160%
entre 1990 y 2002. Estos valores demuestran el nivel de presión a que están sometidas
las cuencas hidrográficas. Aún cuando es difícil predecir la evolución del consumo de
agua, todo hace presumir que aumentará notablemente.
El sector minero, por ejemplo, desarrolla sus actividades en las áridas regiones del norte
del país, donde existen severos problemas de stress hídrico. El 75% de la producción
minera está en manos de privados, la mayor parte de ellos empresas trasnacionales, por
lo que reportan escasos ingresos para el país. La minería a principios de la década
consumía 3,5 millones de mt3 de agua año, lo que ha continuado en aumento, agravando
también severos impactos ambientales, tales como secamiento de humedales, salares,
lagunas y caudales deterioro ecosistemas y biodiversidad, desertificación. Afectando a las
comunidades locales e indígenas, destruyendo su agricultura local, su ganadería y sus
economías por despojo de sus aguas y contaminación), produciendo un aumento de la
migración hacia las ciudades4. También el consumo de aguas de las mineras ha sido una
fuente de conflictos fronterizos con Bolivia, como en los casos de Silala y Potosí.
Por su parte, el sector agrícola, que consume casi el 85% del agua para uso consuntivo,
representa el 18,5% de las exportaciones chilenas y de ellas, la mayor parte
corresponden a uvas y manzanas con destino a países de Europa y Estados Unidos. Las
empresas exportadoras de frutas son en su totalidad privadas, y los impactos del
monocultivo de estos productos son largos de enumerar: presión sobre los recursos
hídricos y concentración de la propiedad; contaminación por uso intensivo de pesticidas,
herbicidas y fertilizantes; destrucción de las economías locales y las agriculturas
familiares o comunitarias; daños a la salud de los y las trabajadoras de la agroindustria
(mayoritariamente mujeres, contratadas por temporada)5; etc. Además, el riego agrícola
es ineficiente: alrededor del 70% a 80% del importante volumen de agua utilizada con
este fin se pierde, lo que conlleva problemas de anegamientos, salinidad de los suelos,
pérdida de capa arable, contaminación de los ríos y de las aguas subterráneas, etc.
4
Las actividades mineras incluso han causado el retroceso del mar , debido al depósito sostenido de
relaves mineros sin tratamiento adecuado, como ha ocurrido en la ciudad de Chañaral, III Región de Chile
(www.desastreecologico.cl).
5
La zona central agrícola tiene un índice de malformaciones congénitas superiores en más de 3 veces al
promedio nacional, debido principalmente a la exposición de los padres a los agrotóxicos usados en la
agricultura intensiva.
5
Gráfico 3: Volúmenes exportados de fruta fresca, período 2001-2002.
2 .0 0 0
1 .8 0 0
1 .8 0 0
1 .6 0 0
Miles de Toneladas
1 .4 0 0
1 .2 0 0
1 .0 0 0
800 651
561
600
454
400
132
200
-
Uva de M a n za n a s P e ra s O tro s T o ta l
Mesa F r u t a le s F r u t a le s
Este proceso privatizador comenzó en Chile a fines de los ’80, con la reforma al sistema
de empresas sanitarias, y en seguimiento de la receta liberalizadora de organismos
financieros internacionales como el BID y el Banco Mundial. Los principios que orientaron
dicha reforma fueron dos (a) que los problemas de acceso y cobertura del agua se
enfrentarán mejor si se traspasan las empresas sanitarias públicas a manos privadas, las
que asegurarían una gestión más adecuada y eficiente; y (b) que para ello es necesario
favorecer la competitividad y por ende, desregular el sector y eliminar las barreras de
ingreso a las empresas transnacionales.
La nueva legislación de las sanitarias garantizó a las empresas, entre otros elementos,
una rentabilidad del 10,3% de sus utilidades6. Esta garantía pretendía asegurar la
inversión y permanencia de las empresas privadas en el sector servicios de aguas.
Así, entre fines de los ’80 y principios de los ’90 se creó un sistema de 13 empresas
operadoras independientes -una por cada región- con carácter mercantil y
6
Maturana, Hugo: “Defensa del servicio del agua: una postura sindical”. En: El Derecho al Agua en el Sur
de las Américas, Alianza Chilena por un Comercio Justo, Etico y Responsable (ACJR). Santiago de Chile,
2002. Citado por Bravo, Patricia, en “Agua: Dónde está y de quién es”. Programa Chile Sustentable, 2003.
6
mayoritariamente públicas. Mediante un régimen de concesión atendían las necesidades
de agua potable y alcantarillado del 92% de la población del país7.
Región Empresa
I ESSAT
II ESSAN
III EMSSAT
IV ESSCO
V ESVAL
VI ESSEL
VII ESSAM
VIII ESSBÍO
IX ESSAR
X ESSAL
XI EMSSA
XII ESMAG
Metropolitana EMOS
Fuente: Bravo, Patricia, en “Agua: Dónde está y de quién es”. Programa Chile Sustentable, 2003.
Este cuadro varió en forma sustancial a partir de 1998, durante el gobierno de Frei Ruiz-
Tagle, con la venta del 40% de ESVAL a un consorcio integrado por Anglian Water
(Reino Unido) y Endesa España por US$410 millones. Posteriormente, la primera de
estas transnacionales le compró su parte a Endesa España y hoy posee el 50% de las
acciones.
En 1999 se transfirió el 43% de EMOS al consorcio formado por Suez Lyonnaise Deaux
(Francia) -y Aguas Barcelona, filial de la anterior-, que hoy tiene el 55% del patrimonio. Se
creó así una nueva empresa: Aguas Andinas. Ese mismo año se vendió el 51% de
ESSAL a Iberdrola (España) y el 2000 fue entregado, como concesión, el 42% de
ESSBÍO a Thames Water (Reino Unido), que actualmente posee el 51% del derecho de
explotación de las aguas de la compañía.
Con la privatización de esas cuatro empresas, el 73% del sistema de agua potable y
alcantarillado del país quedó en manos de transnacionales. Posteriormente, el 51% de las
acciones de Essel (VI Región) fue adquirido por Thames Water.
7
Matus, Nancy: “La privatización y mercantilización de las aguas: normas y regulaciones que rigen al sector
Sanitario. Dificultades y desafíos”. En: El Derecho al Agua en el Sur de las Américas, Alianza Chilena por un
Comercio Justo, Etico y Responsable (ACJR), 2002.
7
Los procesos de privatización se desarrollaron sin consulta a la ciudadanía y
desconociendo pronunciamientos masivos, como el que hubo en la VIII Región, donde el
99,09% de 136.783 usuarios de ESSBÍO se pronunciaron en contra de su privatización.
En 2002, ya en el gobierno de Ricardo Lagos, las empresas Essam (VII región) y Essar
(IX región) también estaban en proceso de privatización bajo la figura de concesiones a
30 ó 35 años prorrogables. Pero la licitación de Essam fracasó porque sólo concurrió
Thames Water (dueña de Essbío y Essel): y la licitación de Essar fue declarada desierta9.
Gráfico 4: Propiedad de los derechos de agua en Chile para consumo humano 1995-
2002
83%
100,00%
80,00% 50,1% 49,9%
60,00%
17%
40,00%
20,00%
0,00%
1995 2002
Fiscal Privados
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Matus, Nancy (1998) y Gebauer, Dante (2002).
8
Gebauer, Dante: “La transformación del Estado: del modelo social al liberalismo”. En: El Derecho al Agua
en el Sur de las Américas, Alianza Chilena por un Comercio Justo, Etico y Responsable (ACJR). Santiago
de Chile, 2002.
9
Carmona, Ernesto: Los Dueños de Chile. Ediciones La Huella. Santiago, Chile. 2002.
8
Tabla 2: Principales beneficiarios por la privatización de las empresas sanitarias
Fuente: Programa Chile Sustentable, en base a datos de las empresas respectivas en sus sitios web;
reportajes del Diario Financiero (www.estrategia.cl) e información recopilada por Matus, Nancy, en
“Recursos Hídricos en Chile: desafíos para la sustentabilidad”, según datos de CEPAL, 2000.
En el caso de los derechos de agua para uso no consuntivo de aguas, los que se orientan
principalmente para la generación de electricidad, la propiedad se ha concentrado en una
sola gran empresa transnacional española. De acuerdo a la Dirección General de Aguas-a
(DGA 1999), la empresa ENDESA es la mayor poseedora de derechos de aguas para
uso no consuntivo. Dispone de un caudal de 6.256 mt3/seg, equivalente al 80,4 % del total
de derechos de aprovechamiento para uso no consuntivo.
9
Tabla 3: Propiedad de los derechos de agua para uso no consuntivo
En 1993, según cifras de la DGA, el país sólo estaba haciendo uso de aproximadamente
70 derechos de aprovechamiento no consuntivo, aunque se habían concedido otros 120,
que estaban sin utilización, y 240 derechos se encontraban en trámite. En el área de la
generación hidroeléctrica, las plantas de Endesa equivalen al ........% de la capacidad
instalada que sostiene el Sistema Interconectado Central (SIC), que abastece de energía
eléctrica al 92,4% de la población del país desde Taltal (III Región) hasta la Isla Grande
de Chiloé (X Región). Evidentemente, esto constituye una forma de monopolio del sector,
en lo que a generación de hidroelectricidad se refiere, y que equivale a más del 50% de la
generación de electricidad en el país.
10
Gráfico 5: Estimaciones de las alzas en las tarifas del agua en Chile (en % mínimos
y máximos), período 1999-2000
200%
200%
100%
150%
100% 30%
24%
50%
0%
Cifras Gobierno Cifras ODECU
Fuente: Programa Chile Sustentable, “Agua: Dónde está y de quién es”, Programa Chile Sustentable, 2003.
Gráfico 6: Reducción del consumo de agua potable (en m3), período 1999-2002
30
25
25 m3
20
15 17 m3
10
0
1999 2002
Fuente: Bravo, Patricia, en “Agua: Dónde está y de quién es”. Programa Chile Sustentable, 2003.
11
usuarios pagan además, el 100% del costo del tratamiento de aguas cloacales, lo que
constituye una fuente de ingresos permanentes adicionales para las empresas, muy
superiores a la inversión inicial.
Para resolver el problema de acceso a los servicios sanitarios en los sectores de menores
ingresos, el Estado otorga un subsidio directo a las familias para el pago de estos
servicios, lo que constituye una forma de subvención indirecta para las empresas.
A ello se agrega la pérdida de empleos del sector, como lo vemos en el siguiente gráfico:
Gráfico 7: Aumento del desempleo en las empresas sanitarias (en % estimado 1999-
2002)
70
60
50 60%
40
30
30%
20
10
0
1999 2002
Fuente: Bravo, Patricia, en “Agua: Dónde está y de quién es”. Programa Chile Sustentable, 2003.
12
El Estado subsidia a las empresas sanitarias, al asegurarles un 10,3% de
rentabilidad y a través de subsidios a los hogares de menores ingresos para cubrir
el pago de tarifas.
Se ha producido una paulatina pérdida de derechos en la mayoría de la población y
despojo de campesinos, agricultores e indígenas
Pérdida de control público y gobernabilidad
Aumento de conflictos locales, nacionales y transfronterizos.
Estas, entre otras consideraciones, permitirán avanzar hacia una gestión del agua que
valore el recurso en su calidad de bien colectivo, básico para la vida de las personas y los
ecosistemas, y al mismo tiempo estructurar formas de gestión integral, democrática y
ambientalmente sustentable de las cuencas y sus recursos hídricos.
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y saneamiento en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio y
particularmente fuera de las negociaciones sobre servicios (conocidas como General
Agreements on Trade on Services (GATS), donde una de las principales aspiraciones es
incluir los servicios sanitarios, redes de alcantarillado y tratamiento de aguas, como objeto
de mercado, con el fin de masificar el acceso del capital privado a este sensible sector y
su privatización en los países miembros.
A comienzos del siglo XXI ya se perfiló el agua como un relevante factor de disputas
locales e internacionales, a causa de la escasez hídrica; los crecientes problemas de
accesibilidad para poblaciones pobres; la desnacionalización y transnacionalización de la
propiedad y la gestión de este recurso; la intervención de instituciones financieras
internacionales en los marcos regulatorios para la privatización del agua, y finalmente, la
inclusión de este vital recurso en las negociaciones internacionales de comercio e
inversiones, a través del área de los servicios en la Organización Mundial del Comercio
(OMC, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y algunos pactos bilaterales
como el reciente, entre Chile y EE.UU. o entre Chile y la Unión Europea; Chile y Sur
Corea.
El tránsito desde la concepción del agua como un derecho esencial de las personas y un
bien social, hacia un concepto de ‘bien económico’ y mercancía que puede ser comprada
o vendida, está consignado en varios documentos del sector financiero. Esta visión fue
conocida en el escenario político en la Conferencia de Dublín sobre Agua y medio
Ambiente, en 2002, y en esa ocasión se estableció que el manejo de los recursos hídricos
requiere la formalización y clarificación de la propiedad por parte de los Estados; la
implementación del costo total de los servicios de aguas para mejorar la eficiencia del
servicio y la generación de recursos para la re-inversión. También se consideró entre
estos ítems la inclusión del valor económico del agua en las políticas nacionales,
estableciendo a partir de 2005 mecanismos de fijación de precios en base al costo total
para el año 2025.
Teniendo esto como referencia, y a pesar de los fracasos de la fórmula en muchos países
en desarrollo, el Banco Mundial prosigue en su defensa de que la privatización y la fijación
de tarifas en base a costos totales son la vía para expandir el acceso al agua limpia y al
saneamiento para toda la población. Sin embargo el Banco no incluye los factores de
lucro del sector privado como una limitante para el logro del acceso universal al agua y al
saneamiento.
14
1. Contrato a empresas privadas para el manejo de los servicios de agua potable y
saneamiento bajo un pago de administración. Esta modalidad se da en muchos países y
particularmente en el Reino Unido.
2. Concesiones de muy largo plazo que han privatizado los servicios de agua y la
acumulación de las ganancias. Esta modalidad se ha aplicado en países como Francia y
se ha masificado en todo el orbe.
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riesgo”, también reportan “grandes servicios”, si se atiende al agua como recurso
renovable y como mecanismo de desarrollo limpio. Este argumento omite de las graves
consecuencias ambientales y sociales que provocan la construcción de mega-represas.
Los objetivos del Milenio, ratificados por todos los países convocados en la Cumbre del
Milenio de Naciones Unidas en 2000, implican dar acceso al agua potable a 280 mil
personas por día y servicios de saneamiento a 384 mil por día durante los próximos 15
años, la mayoría de ellos en sectores rurales y pobres de grandes ciudades.
Según este informe, los proyectos a gran escala y la participación de privados son las
principales herramientas para resolver los problemas del sector.
Sin embargo, la reiterada promoción del sector privado como actor fundamental para las
inversiones en servicios de agua no tiene sustento si se observan las cifras. En contraste
con los 3 mil millones de dólares destinados por la Cooperación al Desarrollo, el
empresariado aporta apenas un 5% del flujo mundial de fondos de inversión en la materia.
Aun cuando el sector público sigue siendo la principal fuente de financiamiento en materia
de recursos hídricos, los instrumentos internacionales de ayuda al sector están orientados
a fomentar la participación del sector privado y no para mejorar los suministros públicos.
En paralelo, apenas el 12 por ciento de los fondos destinados a enfrentar el problema del
acceso a recursos hídricos fueron destinados a países con menos del 60 por ciento de
cobertura del agua en la población. La ayuda internacional se ha restringido
crecientemente para enfrentar estos desafíos, hasta tal punto que actualmente 2/3 de la
cooperación se ha concentrado sólo en unos 10 países.
Los países más activos en la discusión internacional sobre recursos hídricos reconocen
que los principales desafíos para la humanidad en esta materia son fundamentalmente
tres:
16
2. Los problemas de acceso: 1.100 millones de personas no tienen acceso al agua
potable; otros 2.500 millones carecen de sanidad; y anualmente, 5 millones de
personas mueren por enfermedades asociadas a las aguas contaminadas. En el
trasfondo de la creciente privatización y concentración de la propiedad de las
aguas y servicios relacionados (con el subsecuente encarecimiento de los mismos)
este problema podría agravarse.
3. Los problemas de conservación: A causa de la contaminación y uso ineficiente de
los recursos hídricos enfrentamos la degradación generalizada de los ecosistemas
terrestres y de los sistemas hidrológicos, como también crecientes procesos de
desertificación, todo lo cual reduce significativamente la disponibilidad de las aguas
a nivel planetario en el corto, mediano y largo plazo.
Al año 2000, en todos los ámbitos de discusión política sobre estos temas ha existido una
fuerte confrontación entre las entidades financieras y empresariales y la sociedad civil.
Frente al proceso del Foro Mundial del Agua , excesivamente influido por el sector privado
por ejemplo, se ha establecido el Foro Alternativo del Agua, y frente a las negociaciones
sobre servicios en el contexto de la OMC, se ha establecido una articulada campaña
contra la liberalización de los servicios de agua.
El Foro Mundial del Agua está liderado por el Consejo Mundial del Agua (World Water
Council) creado en 1996 para intercambiar visiones, ideas y experiencias sobre los
recursos hídricos. En este foro participan varias organizaciones financieras
internacionales a través de la Asociación Global del Agua, para apoyar un “manejo
integrado de recursos hídricos” con mayor participación del sector privado en los países
en desarrollo, y responder a las prioridades de instituciones como el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional .
17
2. El agua es un bien esencial para el mantenimiento de la vida y por tanto constituye
un derecho humano. Por ello es preciso que se proteja su calidad y disponibilidad
para las comunidades humanas y para la conservación de los ecosistemas.
3. El agua no es una mercancía, sino un bien de uso y servicio público; por tanto no
debe ser privatizada, ni dejada al arbitrio de especulaciones del mercado, o los
afanes de lucro.
4. El agua debe ser excluida como objeto del sector de bienes, servicios e inversiones
de la OMC o de los acuerdos de comercio e inversión.
En base a estos postulados, el Foro Alternativo critica la “Visión Mundial del Agua” pues
ésta sostiene: a) un modelo de propiedad y manejo que cede el control de los recursos
hídricos al sector empresarial y al mercado; b) prioriza el uso industrial y productivo en
desmedro de los derechos de subsistencia de las comunidades locales y la preservación
de los ecosistemas; c) promueve modelos tecnológicos que concentran poder y control
sobre la seguridad alimentaria, tales como la expansión de la agroindustria transgénica
como vía para el uso eficiente de los recursos hídricos.
Esta confrontación entre la perspectiva del Foro Alternativo y la visión del Foro Mundial
del Agua en Kyoto y las posteriores reuniones en Sao Paulo, New York y Delhi
consolidaron un plan de acción ciudadano internacional centrado en:
La declaración de San Salvador establece que las políticas privatizadoras de los recursos
hídricos iniciadas por diversos países como Chile "tienen profundas implicaciones y
efectos negativos sobre el medio ambiente, la salud, la soberanía, la economía y la
dignidad de nuestros pueblos”. Por tal motivo, demandan una gestión de los recursos
hídricos basada en principios democráticos fundamentales, como la justicia social, la
sustentabilidad y la universalidad”.
18
DECLARACION DE SAN SALVADOR 2003 (extracto)
19
En el ámbito nacional en la región, el movimiento ciudadano ha registrado grandes
avances en esta agenda logrando desacelerar el proceso de mercantilización de los
recursos hídricos, y mas aun en algunos países revertir los procesos de privatización.
Entre estas experiencias cabe destaca el caso de Bolivia, donde a partir del Movimiento
por el Agua y la Vida de Cochabamba, se logró iniciar un proceso de cuestionamiento de
la eficiencia privada en los servicios de agua, y finalmente una recuperación de la
soberanía sobre los recursos hídricos. En el caso de Argentina, el inicio de un proceso de
recreación del sistema público de los servicios de agua desarrollado por el gobierno de
Kirchner, y el proceso plebiscitario y la recuperación del estatus legal del agua como un
derecho y bien común a nivel constitucional en Uruguay.
En el caso particular de nuestro país, el movimiento ciudadano por los derechos al agua
estuvo inicialmente desarrollado por las organizaciones indígenas, despojadas de sus
derechos a la tierra y el agua, y por las organizaciones ambientalistas, durante los 90. Sin
embargo, en la presente década estos sectores han sido reforzados por un masivo
movimiento ciudadano constituido por organizaciones de consumidores; comunidades
locales afectadas por proyectos energéticos, mineros y plantas de tratamiento;
organizaciones de agricultores que desean mantener la calidad y disponibilidad de las
aguas en las cuencas; y organizaciones de agua potable rural que se niegan a que sus
asociaciones de agua sean privatizadas. Conflictos como los de la central Ralco y el
megaproyecto hidroeléctrico de Aysén, propiedad del principal monopolio de los derechos
de agua en Chile; la contaminación de las aguas del río Cruces y del Santuario de la
Naturaleza Carlos Andwanter por la empresa Celco, una de las mas grandes del sector
celulosa a nivel mundial, y su insistencia en desarrollar con la misma tecnología un
complejo similar en el valle del rio Itata; y finalmente la amenaza a los glaciares y aguas
del valle del Huasco por la trasnacional minera Barrick Gold, constituyen hitos que han
reagrupado a los movimientos ciudadanos a nivel nacional y local y generado un nuevo
impulso a la agenda de demandas por el agua.
Algunos de las demandas hacia la política pública sobre los recursos hídricos,
largamente expresadas por la ciudadanía en Chile desde inicios de los 90 consideran:
20
7. Información pública sobre el estado actual y la disponibilidad de las aguas
superficiales y subterráneas.
8. Formalizar y crear espacios de información y participación pública en las
decisiones sobre el agua.
9. Implementar una política de manejo integrado de cuencas.
10. Crear mecanismos de evaluación participativa sobre los impactos ambientales,
sociales y económicos de planes, políticas y programas de manejo del agua.
11. Fiscalizar el uso y tenencia de los derechos de aguas, con criterios de
sustentabilidad ambiental, equidad en el acceso y eficiencia en el uso.
Actualmente en Chile, luego de una reforma parcial y meramente correctiva del Código
de Aguas que permitió introducir la obligación de justificar las nuevas solicitudes de
derechos de agua; introducir el mecanismo de "pago por no uso", que desincentiva el
acaparamiento, pero que es insuficiente para recuperar la renta de los bienes públicos;
y establecer "caudales ecológicos"; el gobierno enfrenta nuevos conflictos. Estos
expresan claros desafíos para la gobernabilidad democrática relacionada a este
recurso, lo cual ha llevado a incluir en el programa del nuevo gobierno el diseño de
una Estrategia Integral de Cuencas, con el objetivo de permitir un equilibrio y equidad
en el acceso; los usos múltiples del agua; la conservación de las cuencas; y la
provisión de servicios sociales, económicos y ambientales.
Con esta propuesta el Estado llega retrasado a un escenario donde los niveles de
conflictividad no sólo confrontan a las comunidades y las empresas, y a los ecologistas
frente a los agentes que lucran de la destrucción las cuencas; sino que está
enfrentando a los sectores económicos entre sí por el uso del agua y los servicios
ambientales de las cuencas. Sin embargo, si en este proceso logra poner una
plataforma de ordenamiento territorial estratégico y de equidad en el uso del territorio y
los recursos, sin duda podrá construir, no sin dificultades, un camino de restauración
de la crisis de gobernabilidad ambiental y política en que se encuentra la gestión del
agua en Chile.
21