Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
20160969
Para la doctrina, los partidos políticos se definen como entidades de interés público que
buscan garantizar la participación de los ciudadanos al ejercicio del activismo democrático,
contribuyen al fortalecimiento del sistema de representación nacional y comparten entre sus
miembros intereses, visiones, ideas y perspectivas comunes que irán a implementar una vez
alcancen la administración del Estado. De la anterior definición se deduce que los partidos
políticos, como organizaciones sociales, conservan dos objetivos fundamentales: garantizar
la participación de los ciudadanos en la actividad política y concretar sus ideas desde la
administración pública.
La importancia de esta Ley es que regula las pre-campañas electorales, que es donde se
gastan más recursos económicos; así como, acortar el tiempo en el cual deben iniciarse las
labores proselitistas hasta las elecciones generales. Los candidatos a los diferentes cargos
electivos existentes, durante la duración de la campaña tendrán que mantener un respeto
mutuo entre ellos y no como sucede en la actualidad, que se tiran las cajas y los cajones, lo
cual ha desembocado en varias ocasiones, en reyertas que han traído desasosiego en las
masas participantes y hasta luto cuando se desbordan las pasiones.
Los partidos políticos por falta u ausencia de democracia interna y por jerarquías vitalicias-
monopolizadoras, se viven despedazándose.
Eso hay que tocarlo y mejorarlo, nadie trabaja para faraones que no agradecen nada.
En los años no electorales, el 0.25% de los ingresos generales de la Nación deben ser
entregados en base a votación, pero ¿cómo se debe repartir internamente dentro del partido?
Él prorrateo es la forma en que se contabilizan, registran y acreditan los gastos de campaña,
respecto a aquello eventos o mensajes que realizan de manera conjunta, dos o más
candidatos a cargos de elección popular de un mismo partido, con fines promocionales
durante el período de campaña electoral.
Cada quien debe conocer de forma más clara las reglas del juego, lo cual permite que el
ciudadano confíe más en dichos procesos. Además, ningún partido político debe recibir
anualmente aportaciones, en dinero o en especie, de afiliados y simpatizantes por una
cantidad superior al diez por ciento del monto establecido como tope de gastos para la
campaña presidencial inmediata anterior. Asimismo, para el caso de aportaciones de
candidatos, así como de simpatizantes durante los procesos electorales, éstos podrán
financiar las campañas de sus candidatos hasta el equivalente del 10% del tope de gasto
para la elección presidencial inmediata anterior.
Naturalmente, no es que los partidos políticos hayan estado operando en nuestro país sin
ningún tipo de reglamentación. No es así. La actual ley electoral, la número 275-97, dedica
dos títulos y 37 de sus artículos al régimen de partidos políticos, desde el 41 hasta el 78.
En el artículo 216 de nuestra Carta Magna se consigna que en nuestro país la organización
de partidos, agrupaciones y movimientos políticos es libre; y que su conformación y
funcionamiento solo dependen de que sean de conformidad con la ley.
Más aún, según la propia Constitución, los fines esenciales de los partidos políticos son,
entre otros, garantizar la participación de los ciudadanos en los procesos políticos que
contribuyan al fortalecimiento de la democracia; respetar el pluralismo político mediante la
propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular; y servir al interés nacional, al
bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana.
Para lograr esos objetivos es que en estos momentos se reclama, con carácter de urgencia,
la aprobación de una ley de partidos políticos, ya que resulta esencial para el adecuado
funcionamiento de la democracia.
Debido a que la Comisión Mixta ya ha aprobado más de la mitad de los artículos que
contiene el proyecto de ley, ahora, como han dicho sus voceros, se proponen examinar los
temas más complejos y peliagudos.
Entre esos temas se encuentran el del reconocimiento a los partidos con el dos por ciento de
los votos válidos emitidos en las últimas elecciones generales; el de las causas para la
pérdida de la personería jurídica del partido o de la agrupación política; el de la cuestión de
género o cuota de la mujer; el del porcentaje de candidaturas para la alta dirección de los
partidos; el del financiamiento público y privado; y el de la organización de las primarias y
uso del padrón electoral para la selección de candidatos para puestos de elección popular.
En conclusión, La sociedad dominicana está despertando y cada día que pasa asiste con
decepción a la traición de la confianza depositada en los partidos políticos tradicionales, lo
que debe llamar a una profunda reflexión a los diversos dirigentes políticos que aun
presiden nuestras organizaciones partidarias; pues de mantenerse el actual estado de cosas
el colapso del sistema de partidos será una realidad, y en la tragedia, venida más temprano
que tarde, desaparecerán por igual aquellos dirigentes partidarios.
.