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ARCHIVO BLANDO DE ARTE Y TECNOLOGÍA
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Claudia Kozak (ed.)
Tecnopoéticas argentinas : archivo blando de arte y tecnología
- 1a ed. - Buenos Aires : Caja Negra, 2012.
288 p. ; 20x14 cm.

ISBN 978-987-1622-16-0

1. Arte Argentino. 2. Estética. I. Título.


CDD 701.17 TECNOPOÉTICAS ARGENTINAS
ARCHIVO BLANDO DE ARTE Y TECNOLOGÍA

Claudia Kozak (ed.)

Escriben

Esteban Castromán (EC)

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Flavia Costa (FC)

ja
Carmen Crouzeilles (CC)

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Charly Gradin (ChG)
Alelí Jait (AJ)

gr
El presente libro es resultado del trabajo de investigación realizado en el marco Claudia Kozak (CK)

a
del proyecto “Poéticas/políticas tecnológicas en la Argentina (1910-2010)”,
financiado por la Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Inés Laitano (IL)

ed
Germani, Facultad de Ciencias Sociales. Mariel Leibovich (ML)
Laura Novoa (LN)

ito
© 2012, Caja Negra Editora
© Claudia Kozak (Ed.) Lila Pagola (LP)

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© E. Castromán, F. Costa, C. Crouzeilles, C. Gradin, A. Jait, C. Kozak, I. María Fernanda Pinta (MFP)
Laitano, M. Leibovich, L. Novoa, L. Pagola, M.F. Pinta, M. Rocha, L. Stubrin,
A. Torres Margarita Rocha (MR)
Lucía Stubrin (LS)
Caja Negra Editora Alejandra Torres (AT)
Buenos Aires / Argentina
cajanegra@cajanegraeditora.com.ar
www.cajanegraeditora.com.ar

Dirección editorial: Diego Esteras / Ezequiel A. Fanego

Diseño: Juan Marcos Ventura

Producción: Malena Rey

Impreso en Argentina / Printed in Argentina


INTRODUCCIÓN

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Esto no es un archivo, así como la de Magritte no era una pipa. 7

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Esto es un libro, en las manos de quien lee. Un libro que en su

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subtítulo dice ser un archivo y en su introducción dice que no lo

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es. Si lo incompleto es figura necesaria de todo archivo –siempre
habrá en alguna parte ese resto que le niega al archivo sus ínfulas

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de totalidad–, un archivo blando es incompleto por decisión.

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Organizado alfabéticamente cual diccionario, a partir de térmi-
nos que permiten dar cuenta del campo de cruce entre arte y tec-
nología, es sin embargo errático y sesgado. Blando.
Por otra parte, no hay aquí documentos archivados sino lec-
turas. Máquina blanda de lectura. La referencia a William
Burroughs se impone, pero también se trajina: domicilio proviso-
rio de modos de mirar tecnopoéticas, desparramadas por un te-
rritorio algo incierto y siempre móvil; máquina blanda que sueña
nuestras felicidades y pesadillas en la era de la revolución electró-
nica, ahora, digital.
Si como proponía Burroughs nuestro cuerpo es una máquina
blanda atravesada por el control, un archivo blando de arte y tec-
nología se hace también a la medida de esas afecciones. Cuerpos blema, ya que la novedad con su lógica del reemplazo constante
de artistas, de obras y de lecturas. Afectados por las potencias tec- tiende a obturar la capacidad de lo nuevo para la creación de otras
nológicas, que son siempre, en nuestro mundo, formas de con- formas de estar en el mundo.
trol; muchos de esos cuerpos se filtran, sin embargo, hacia un mapa Aun así, nos dedicamos a mapear la escena de las tecnopoéti-
que figura los relieves de una imaginación tecnológica desviada. cas argentinas porque esa versión del mapa nos ayuda a ver las ma-
Algunos, por cierto, también se rinden ante el control que toma neras en que las prácticas artísticas asumen el carácter político de
cuerpo bajo la forma de la novedad tecnológica. la tecnología, es decir, hoy, casi de la vida entera. Son tecnopoéti-
Una preocupación recurrente: son tiempos de archivo, de fie- cas argentinas muchas veces contemporáneas pero en diálogo con
bre y de moda. Y los archivos de arte no son la excepción. Se cons- las de más allá, en el tiempo y en el espacio.
truyen así almacenes de documentos que permiten transitar de El tiempo es, en cuanto a estas tecnopoéticas argentinas, algo
mejor modo el presente, atesorar lo pasado para encontrar en él que podría comenzar con la publicación en marzo de 1909 de los
algunas imágenes posibles de nuestro futuro. Y aunque aquí no once puntos centrales de “Fundación y Manifiesto del Futurismo”
haya documentos, hay sí un forma posible de la reunión, en pre- en medio de un artículo bastante exaltatorio del escritor y crítico

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sente y pasado. Juan Mas y Pi en el Diario Español de Buenos Aires, a un mes y

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Lo que se ha reunido en escritura a varias voces son versio- poco de la publicación original que hace Marinetti en Le Figaro de
nes de las tecnopoéticas argentinas que atravesaron el siglo XX París y en su propia revista de Milán, Poesia. Pero ese momento ini-

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8 y llegan al presente. Obras, proyectos, no-obras, ideas, perso- cial no queda completo si no se recuerda que muy poco después, 9

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nas y programas artísticos, en fin, poéticas, que de variadas ma- el 5 de abril de 1909, Rubén Darío repite la operación esta vez en

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neras –incluso en formas políticas a veces irreconciliables– asu- un diario de mayor tirada, como corresponsal en París de La

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men en cada momento el entorno técnico del que son parte y Nación, y con un tono más irónico que exaltado. Así, la tensión
actúan en consecuencia. política, la toma de posición, se instala desde el comienzo en las

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Arte y tecnología siempre comparten mundo, puesto que tecnopoéticas argentinas –aunque no haya ningún argentino in-

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ambos pueden entenderse como regímenes de experimentación volucrado, si consideramos que las voces son las de un catalán
de lo sensible y potencias de creación; pero no todas las zonas del residente en la Argentina, un nicaragüense y un italiano.
arte ponen de relieve esa confluencia. Tecnopoéticas, arte tecno- En cuanto al espacio, las poéticas tecnológicas tienen vocación
lógico, poéticas tecnológicas son algunos de los nombres para las cosmopolita –occidental– porque acompañan, resisten, reciclan,
zonas del arte que sí lo hacen. celebran, denostan el desarrollo de la modernidad tecnológica. Por
En tanto las tecnopoéticas de todos los tiempos, y entre ellas eso, aunque hayamos querido retener la mirada hacia la Argentina,
las argentinas, han puesto el énfasis en los procesos de experimen- su desvío estrábico no nos importó demasiado a la hora de no
tación para arrojar el arte hacia nuevas variedades de mundo en poder dar al producto un acabado simétrico o equilibrado. No hay
diálogo con el fenómeno técnico/tecnológico, todo o al menos pues equilibrio histórico o geográfico. Incluso el afán de un fede-
gran parte de este libro puede aspirar a ser leído a través del pris- ralismo argentino se ve traicionado una y otra vez. Referirse a ar-
ma de lo experimental. A su vez, lo experimental se ha ligado siem- tistas de Córdoba, La Plata, Rosario o Mendoza nombrando sus
pre con lo nuevo y la tecnología con la novedad. He ahí un pro- filiaciones geográficas termina señalando el hecho de que la ma-
yoría de las y los artistas mencionados en el libro, si no son de esos INSTRUCCIONES DE USO
u otros lugares explícitamente nombrados, son de –o actúan en–
Buenos Aires.
Por último, otra referencia que se trajina: todo archivo es
también un mal de archivo. Archivo, arca o arcón –nos ha dicho
Derrida– es el espacio del orden impuesto por el arconte. Pero no
somos guardianes del archivo. El archivo blando se imagina en
cambio como arcón sin arconte. En él los sesgos, las miradas, las
versiones son producto de un modo de ver que hemos macerado
en el tiempo, colectivamente, a partir de una primera reunión, en
2003, bajo la forma de un proyecto de investigación universita-
>
rio. Más adelante, las primeras miradas dieron paso a una nueva
forma de la reunión, quizá más visible, en Internet: Ludión.

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Exploratorio argentino de poéticas/políticas tecnológicas, y cuyo marco

ja
siguió siendo, como desde el inicio, el Instituto Gino Germani de
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

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10 La mayoría de quienes han escrito el libro forma parte de Ludión; Aunque blando, el libro se organiza de algún modo. Las entradas se 11

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pero también han sido invitadas a participar otras personas, en ordenan alfabéticamente, de la B a la V y no de la A a la Z ya que

a
función de intercambios y encuentros sostenidos en torno a la te- la distribución es despareja: hay más de una entrada en ciertas le-

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mática que nos convoca. tras y ninguna en otras. Seguramente habría formas de encontrar
algo que decir en todas las letras, pero el mapa no es calco de un

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orden abstracto sino construcción de sentidos.

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Claudia Kozak
Las entradas, además, son de tres tipos.

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Por una parte, entradas extensas, que permiten identificar grandes
géneros o campos y que incluyen derivaciones y conexiones de dis-
tinto tipo. Gráficamente, estas entradas que denominamos BLO-
QUES, se reconocen por estar precedidas por el signo >

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Otro tipo de entradas son los >> SUBGÉNEROS, DESAGREGADOS Y
> PARTICULARISMOS, que dan cuenta en forma más específica de tér-
minos y conceptos que en un desarrollo más amplio, y en cone- •
xión con términos y conceptos afines, se tratan en los BLOQUES.

<< >> > Bloques: Basura, Bioarte, Ciberliteratura, Cibermuseo, Cine


En tercer lugar, los <<CONCEPTOS OPERATIVOS>> que resultan ne- Experimental, Cinético, Concreto, Cultura Libre, Digital,
cesarios para el mapeo, ya que dan cuenta de nociones que en gran Ecoarte, Electroacústica, Electrónico, Fotografía Experimental,
medida atraviesan todo el libro; de allí que se presenten en estas en- Instalación, Invencionismo, Madí, Net.art, Tecnoescena,
tradas desarrollos más breves sin focalizar demasiado en casos espe- Tecnologías Sociales, Tecnopoesía, Videoarte.
cíficos o dando solo algunos pocos ejemplos a modo orientador.
>> Subgéneros, desagregados y particularismos (entre paréntesis,
Y para que se puedan ver las líneas que atraviesan el mapa, un sis- los Bloques de los que dependen): correo (Tecnologías Sociales);
tema de referencias cruzadas permite leer recorridos que estallan glitch (Digital); guerrilla de la comunicación (Cultura Libre, Net.art);
el orden alfabético. Para identificar esas posibles líneas se resal- hacker, hardware y software libre, remix (Cultura Libre, Digital);

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tan, en negritas y subrayados, a modo de palabras clave, los nom- happening y performance (Tecnoescena, Tecnologías Sociales); ho-

ja
bres de las otras entradas del archivo hacia los que podría redi- lopoesía (Ciberliteratura, Instalación, Tecnopoesía, Videoarte); rela-
reccionarse la lectura pero solo la primera vez que aparecen (para

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cional (Instalación, Tecnologías sociales); ruidismo (Electroacústica,
12 no abundar). Es decir, los términos así resaltados funcionan a la Electrónico, Digital); spam de arte (Ciberliteratura, Cultura libre, 13

gr
manera de hipervínculos. Hay artistas, además, que aparecen re- Digital, Net.art, Tecnopoesía); videodanza (Videoarte, Tecnoescena),

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currentemente como fantasmas portadores del imaginario que videopoesía (Tecnopoesía, Videoarte).

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afecta a las tecnopoéticas en ciertos períodos fundacionales, muy
asociados a la modernización tecnológica; sus obras, por lo tanto, << Conceptos operativos>>: experimental, hipermedia, hipertexto,

ito
son comentadas en sucesivas oportunidades a lo largo de este ar- interactivo, intermedial, multimedia, nuevos medios, poéticas

ra
chivo. En cada uno de estos comentarios, se señalan entre cor- tecnológicas, técnica, tecnología, transmedial.
chetes los nombres de las otras entradas en las que aparecen.

Al final de cada entrada se consignan las iniciales de sus autores


cuyos nombres completos figuran en la portada y en el apartado
final “Acerca de los autores”.

Por último, un índice onomástico de artistas argentinos y colecti-


vos de arte que pueden localizarse a través del libro; una bibliogra-
fía que, si bien limitada solo a lo específicamente consultado, re-
sulta bastante amplia, y una breve reseña acerca de quienes escriben.
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ARCHIVO BLANDO

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> BASURA Durante el siglo XX el arte recurrió muchas veces a la ba-
sura. El surrealismo, y sobre todo dada, con su afición por los frag-
mentos y el reciclado de imágenes y objetos tomados de la vida dia-
ria, abrieron el camino. El mingitorio de Marcel Duchamp,
presentado en 1917 como una escultura en un concurso de arte en
una galería de Nueva York, sería recordado como el inicio de una era
en que las obras podrían componerse a partir de materiales preexis-
tentes, hechas de pedazos tomados de distintos ámbitos, diluidas las
fronteras entre obra y resto del mundo: la primera versión del min-
gitorio se perdió poco tiempo después de su aparición estelar, y la hi-

>
pótesis más difundida es que terminó arrojada a la basura.
Como otros de sus ready-mades, compuestos por una pala o la
funda de una máquina de escribir, el mingitorio provenía de un

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mercado de productos para la vida cotidiana, fabricado en serie,

ja
dotado de una funcionalidad precisa. Y aunque estrictamente no
se tratara de basura, eran objetos saturados de sentido, útiles pero

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reducidos a una vida improductiva. Expulsados de su lugar de ori- 17

gr
gen, recuperados por un artista, y exhibidos para un fin de todos

a
modos incierto, al que puede evocarse según las reflexiones de J.G.

ed
Ballard, quien una vez escribió que creía, entre muchas otras cosas,
“en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio

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de los estacionamientos de varios pisos, en la poesía de los hote-

ra
les abandonados”.
¿Qué hacer? Si esta pregunta signó los proyectos de transforma-
ción radical del mundo en el siglo XX, como el comunismo, fue
formulada en una versión más cotidiana pero no menos utópica
por el arte de vanguardia: ¿qué hacer con los objetos? Y, sobre todo,
¿qué hacer con la basura? Los experimentos de Duchamp fueron
seguidos por obras hechas de mezclas, remiendos y combinacio-
nes en torno a los desperdicios de las sociedades industriales, como
los ensamblajes del dadaísta Kurt Schwitters realizados con recor-
tes de periódicos, tickets de ómnibus, envoltorios, hilos y otros
objetos de la vida diaria con los que componía pequeñas y caóti-
cas antologías, aceleradas y sintéticas.
Desde entonces, muchos artistas recurrirían a los restos producidos llantas gastadas. Pero el tono lúgubre de estos restos aparece mati-
por las sociedades industriales en busca de materia prima para com- zado por capas de colores y texturas, latas y envases con la marca
poner sus obras. Y en sus piezas hechas de momentos desvanecidos de los productos, que les dan un aire carnavalesco. En el cielo, sobre
o proyectos truncos, como los que inspiraban a Ballard, surge un este panorama de ruinas de la sociedad de consumo, Juanito, el
arte de la precariedad tecnológica que da testimonio de sus limita- niño que protagoniza las escenas, puede ser testigo del vuelo de una
ciones e imposibilidades. Las máquinas rechinantes de Jean Tinguely, nave espacial o de un llameante hongo atómico. En uno de los cua-
por ejemplo, hechas de engranajes y mecanismos tomados de la dros, extiende el brazo para tocar una mariposa tan grande como él,
basura, puestas en movimiento sin una función discernible, enta- cuyas alas brillantes sobrevuelan un montículo de desperdicios. Y así,
blan un diálogo imaginario con los sueños de una industria y su los collages de Berni hacen de la basura una sustancia maleable en
horizonte de progreso indefinido. la que puede leerse el fracaso de un modelo de sociedad, pero tam-
Este arte hecho de basura se obliga a sí mismo a imaginar un fu- bién los anhelos y sueños, no necesariamente felices, pero sí de otro
turo a partir de los restos sobrevivientes de una catástrofe. Tal vez orden que pudieran surgir de ese cúmulo de derrotas; como si fue-
por eso también abundan las máquinas herrumbadas y las com- ran materiales disponibles para empezar a construir otro paisaje, o

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putadoras en mal estado en la ciencia ficción cyberpunk. Porque al menos imaginarlo. (Y de los montones de chatarra por los que

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llegado un punto, el género necesitó desprenderse de la ensoña- se pasea Juanito, puede pensarse que provienen los pedazos de má-
ción tecnológica para recrear un mundo más realista y, por ende, quinas, maderas, telas, muebles y demás retazos con los que Berni

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18 fallido, en donde los dispositivos deben reinventarse para seguir compone también por aquellos años sus series de esculturas de 19

gr
funcionando más allá de sus diseños originales. (En ese sentido, monstruos y robots, con sus figuras de pesadilla –batracios cubier-

a
el arte hecho de basura, acuciado por el problema epistemológi- tos de espinas, autómatas con aire de esfinges– y títulos sórdidos

ed
co de los desechos sin utilidad ni destino, es el reverso exacto de como La matanza de los inocentes o Conquistadores interplane-
la fantasía relatada en el final de la película Volver al futuro: el tarios colonizan a los terráqueos.)

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auto volador que abandonaba la nafta para empezar a impulsar- ¿Qué podrá hacer el arte con los desperdicios? Las encrucijadas de

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se con desperdicios introducidos en su motor, y que encarnaba Berni prefiguran las de los artistas que le seguirían en el arte del
el sueño del movimiento perpetuo, el anuncio de un mundo re- “reciclado”. Entre la utopía de un mundo que logra volver a la vida
conciliado consigo mismo en el que la basura dejaría de ser una las ruinas de la revolución industrial y la presencia imborrable de
amenaza para convertirse en una fuente de energía limpia, gra- estas, imposibles de disimular o convertir en algo más que despo-
tuita e inagotable.) Lejos de eso, el arte que recurre a la basura jos. En esa saga puede inscribirse al Grupo Escombros, formado
suele exhibir los desechos en medio de las tensiones y contradic- en la ciudad de La Plata a fines de los años ochenta cuyo manifies-
ciones de la sociedad que los produjo. to de presentación declaraba: “Como los ecologistas resucitan mares
En la década de los sesenta el pintor argentino Antonio Berni co- y ríos, reconstruimos lo roto, reparamos lo violado, devolvemos lo
menzó una serie de pinturas sobre personajes de villas y barrios po- saqueado. Construimos entre los deshechos, con los deshechos.
bres de Buenos Aires. Sus paisajes estaban compuestos por baldí- Somos artistas de lo que queda”. Una de sus primeras intervencio-
os, casas precarias y basureros, a los que daba forma mediante trozos nes en una calera semi-demolida en las afueras de La Plata consis-
de desechos tomados de aquellos lugares: chapas, hierros viejos, tió en el Centro Cultural Escombros, abierto durante un único día,
en el que se realizó un festival de artes plásticas, música, cine y po- dibujo desparramado en el suelo. (Poco después, otro robot se
esía, a la intemperie en medio de las montañas de ruinas; y en esa encargaba, a su vez, de barrerlo, para que el mecanismo volviera
decisión –que el grupo retomaría en otros espacios como un basu- a ponerse en marcha.) Por su parte, la instalación dislexiofonía de
ral o una fábrica abandonada a orillas del Riachuelo– reluce la idea Leonello Zambón fue definida por el artista como una “kermesse
de un arte que necesita recurrir a las ruinas y los desechos para ha- trash de desagregación tecnológica”: viejos televisores, grabadores
llar su lenguaje, para dar testimonio –como se lo propone– de las de cinta y tocadiscos a punto de agotar su vida útil, interconecta-
contradicciones y límites del orden social en que se halla inmerso. dos a través de circuitos de amplificación y redireccionamiento, y
¿Qué hacer con la basura, entonces? Imaginarle un destino. Leer puestos a disposición del público como una máquina mezcladora de
su historia dispersa en fragmentos. Adoptar –y adaptar– su imagi- imágenes y sonidos hecha con los rezagos de un mundo arruinado.
nario de abandono y proyectos fracasados. En estas alternativas La instalación multimedia El desierto crece que el artista Horacio
puede pensarse una poética de los desperdicios y la obsolescencia. Zabala –de larga trayectoria en el arte conceptual, integrante en los
¿Qué son las máquinas, las industrias y, en general, los frutos de la setenta del Grupo de los 13– presentó en la 6° Manifestation
modernización, vistos desde la mirada periférica de Juanito Laguna? Internationale Video et Art Electronique (Montreal, 2004), podría le-

ca
¿Y qué será del país interpelado por el Grupo Escombros desde las erse también en esa línea de discusión en torno de la obsolescencia

ja
ruinas abandonadas en los que montó sus primeras acciones? Si todo y precariedad tecnológica. Un viejo automóvil con las puertas abier-
dispositivo tiene, cada vez más, los días contados, condenado a fa- tas y el motor encendido en cuyo interior una montaña de arena des-

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20 llar y requerir un recambio o una actualización, también las obras borda hacia afuera, y que al paso de los visitantes activa una graba- 21

gr
de arte tecnológico se preparan de antemano para su ingreso en los ción que reproduce en francés palabras de Así habló Zaratustra: “El

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depósitos de chatarra. Por eso quizás valga la pena rescatar su cos- desierto crece, ay de quien alberga desiertos”. Los desiertos no solo

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tado efímero, su cercanía a los basureros, considerando, por ejem- son naturales sino también humanos y artificiales.
plo, la conocida tendencia de las obras de arte interactivas a descom- Esta dialéctica entre una tecnología y sus desperdicios, entre un es-

ito
ponerse y requerir un permanente recambio de sus piezas. La basura plendor posible y su degradación tuvo, finalmente, una de sus me-

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como una sombra que acecha a todo dispositivo tecnológico, y que jores expresiones en la propuesta del colectivo El Nuevo Municipio
por eso mismo podría constituir la materia más adecuada para un para Tecnópolis 2011. Este grupo de artistas y paisajistas tomó un
arte de tecnología hecho en la Argentina; signado, desde su origen, predio abandonado, cubierto de escombros y parcelas de vegetación
por la necesidad de reconstruirse desde la precariedad, volcado al salvaje, y lo convirtió en Antrópolis: un paseo hecho de desnive-
desarrollo en condiciones adversas. les y montículos repartidos entre piezas de maquinaria oxidada y
Estos rasgos están presentes en obras recientes como las instalaciones ambientados por antiguas grabaciones radiales. Al recorrerlo, los
de botellas de plástico y bolsas de nylon del Grupo Magma, ilu- visitantes se veían obligados a descifrar sus pintadas callejeras o el
minadas y alteradas por mecanismos que las inflan y desplazan, sentido de un cuidado jardín con sus juegos para niños, que con-
asemejándolas a organismos vivos y su respiración. O en Sobre la trastaba con las ruinas circundantes; invitados a dilucidar si se tra-
falta, la instalación del Grupo Biopus donde los espectadores po- taba de un sitio devastado por una catástrofe desconocida o de los
dían arrojarle basura a un robot, a su vez construido con piezas de primeros esbozos de un lugar en vías de surgimiento. Una propie-
descarte, que se dedicaba a acomodarla hasta darle la forma de un dad, tal vez, de todo arte tecnológico, la de instaurar una suerte de
limbo en el que el tiempo parece detenerse y se vuelve difícil pen- los “materiales biológicos” pre-corporales o infra-corporales –genes,
sar en términos de avances o retrocesos. Una poética que las rui- células, tejidos, sangre, grasa– como materia específica; una apro-
nas y la basura, puestas a contaminar las obras y desviar los dispo- ximación que es la que más habitualmente se menciona como
sitivos, no pueden sino agudizar aún más. ChG bioarte en sentido estricto. En esta primera serie, el foco princi-
pal es la posibilidad, para los artistas, de crear ya no solo “artefac-
• tos” inanimados sino piezas vivientes –híbridos de naturaleza y ar-
> BIOARTE En el transcurso de las últimas dos décadas, diversos ar- tificio– dotadas de capacidad de reproducirse, al menos por un
tistas orientaron sus trabajos hacia la exploración de las potencia- tiempo, y de plantear al mundo los dilemas que la intervención
lidades del sustrato biológico de lo viviente. En conexión con las biotecnológica emprendida principalmente por empresas orien-
nuevas capacidades científico-técnicas para manipular las estruc- tadas por el interés del capital deja de lado: el estatuto y la propie-
turas biológicas, y la consiguiente disponibilidad de nuevos “ma- dad de los seres transgénicos o clonados, los conceptos de norma-
teriales” (desde células cultivadas hasta genes que pueden ser in- lización y mejoramiento detrás de las terapias génicas, los criterios
tervenidos, alterados o recombinados, pasando por prótesis e de desarrollo de determinadas especies y formas de vida en detri-

ca
implantes que se introducen dentro del cuerpo para modificar su mento de otras, etcétera.

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forma o su funcionamiento), los (bio)artistas han desarrollado La segunda es la que toma los cuerpos humanos como objeto de
prácticas artísticas que no solamente se limitan a replicar concep- indagación: su carácter maquínico, operable o cyborg; su carácter

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22 tos o productos de las ciencias de la vida y las biotecnologías, sino inestable, capaz de ser portador de sentidos diversos; su cualidad 23

gr
que desnaturalizan su existencia, reflexionan acerca de sus usos so- singular e irrepetible, y al mismo tiempo, su ser “uno más”, un ser

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ciales, cuestionan sus orígenes y/o sus apropiaciones (guberna- “cualquiera” en el sentido que Giorgio Agamben le da a este tér-

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mentales, industriales, en el mercado de consumo) y les formulan mino en su libro La comunidad que viene. Las obras en esta línea
a los procedimientos preguntas diferentes de las que parecen estar han contribuido a géneros como el body art o incluso el “arte car-

ito
formulándoles sus desarrolladores y usuarios habituales. Estas prác- nal” de la artista francesa Orlan, quien desde 1965 realiza piezas

ra
ticas artísticas fueron denominadas “bioarte”, e implican distin- que tienen como eje su propio cuerpo. Sus primeros trabajos fue-
tos niveles de incorporación entre tecnología y organismo vivien- ron instalaciones, esculturas, performances y ejercicios de traves-
te, así como diferentes técnicas de experimentación, desde la tismo y striptease. Desde 1990 lleva adelante una provocativa cru-
intervención técnica del propio cuerpo hasta la creación de orga- zada por convertirse en una escultura maleable, una “obra de arte
nismos transgénicos pasando por el cultivo de tejidos vivos, las total”, empleando como soporte su propia carne y, como técnica,
transformaciones morfológicas o la creación de seres vivientes me- la cirugía plástica. Según dice, su intención es denunciar el peso
diante técnicas combinadas. represivo que los ideales de belleza femenina ejercen sobre las mu-
Desde el punto de vista de los materiales utilizados, y si se toma jeres. Su obra más conocida, con la que inauguró el género que
la escala del cuerpo humano como base, es posible diferenciar tres ella misma bautizó “arte carnal”, es la operación-performance La
grandes series de prácticas artísticas que pueden leerse, al menos reencarnación de santa Orlan, una obra en cinco tiempos que con-
en parte, como diálogos explícitos con la cuestión de la matriz bio- sistió en transformarse en un collage de rasgos célebres: entre 1990
tecno-política propia de nuestro tiempo. La primera es la que toma y 1995, los cirujanos fueron trasladando al rostro de la artista la
frente de la Gioconda, los ojos de la Psique de Gérome, la nariz nía un número de identificación. Según el crítico brasileño Arlindo
de una Diana de la escuela de Fontainebleau, la boca de la Europa Machado en su artículo “Por un arte transgénico”, el objetivo de esta
de Boucher y el mentón de la Venus de Boticelli. Cada operación obra era discutir “los cambios biológicos resultantes de la implanta-
fue difundida en directo; paciente y médicos llevaban trajes diseña- ción de memorias digitales y artificiales en nuestros cuerpos”, así como
dos por Paco Rabanne, Frank Sorbier, Issey Miyake y Lan Vu. las cuestiones de la transmisión y la identidad en esta época de inter-
Mientras duraba el procedimiento, Orlan leía en voz alta textos de venciones genéticas. A esta pieza le siguió, en mayo de 2000, la obra
Antonin Artaud y Julia Kristeva, entre otros. GFP Bunny con la presentación en sociedad de Alba, una coneja que,
La tercera serie toma en cuenta, ya como tema, ya como material iluminada con la luz correcta, resplandecía en un tono verde apenas
(habitualmente ambas cosas a la vez), el tipo de relación que se es- fosforescente. El efecto se producía porque la coneja había sido in-
tablece entre los cuerpos y el carácter tecno-político de esas relacio- tervenida con EGFP, la mutación sintetizada de un gen de una medu-
nes administradas por diversas máquinas de gestión y gobierno sa del Pacífico, la Aequorea Victoria. Si bien Kac se consideraba el
(desde la máquina institucional del arte hasta la megamáquina esta- autor de Alba porque había diseñado el proyecto, tras el anuncio del
tal, pasando por la maquinaria específica que el artista monta en y nacimiento de la coneja, el laboratorio francés que había llevado a

ca
con su obra): colaborativas, de sumisión-dominación, de participa- cabo el procedimiento científico-técnico se negó a entregársela, por-

ja
ción. El género que en los últimos años ha sido más habitualmen- que consideró que convertirla en mascota no era un uso apropiado
te vinculado a este proceso es el denominado por Nicolas Bourriaud del experimento.

ne
24 estética relacional [tecnologías sociales, instalación]; pero hay otras De todos modos, no se trataba de la primera manifestación del gé- 25

gr
prácticas artísticas (performances, instalaciones, happenings) en las nero. Ya en 1991 el artista británico Marc Quinn había sorprendi-

a
que se pone en cuestión el tipo de relación que el artista establece do con la pieza Self, una escultura de su propia cabeza realizada con

ed
con los cuerpos participantes en tanto “fuerza operativa”. cuatro litros y medio de sangre, que se extrajo a sí mismo durante
Sin omitir el vínculo entre los tres niveles de intervención y cre- un período de cinco meses, y que debe mantenerse siempre con-

ito
ación bio-tecno-política, resulta de interés detenerse más especí- gelada. A partir de ese momento, cada cinco años realizó una nueva

ra
ficamente al menos en algunas de las manifestaciones de las dos escultura de su cabeza mediante el mismo procedimiento. En una
primeras series. entrevista realizada en el año 2000, señaló que buscaba con esa obra
A punto de cumplir catorce años, contados desde la publicación en “documentar mi propia transformación y envejecimiento”.
1998 del artículo-manifiesto “El arte transgénico” del brasileño Desde entonces, el género siguió creciendo: hoy los interesados en
Eduardo Kac, en la influyente revista electrónica Leonardo, el bioar- bioarte expandieron su esfera de acción a métodos que desacoplan
te tiene ya una firme trayectoria. Como género emergió a la luz pú- el par cuerpo-vida –creando vida descorporizada sostenida artifi-
blica a fines de los años noventa gracias a una de sus ramas polémi- cialmente– y entran en relación directa con lo “interno” y con lo
cas: el “arte genético”, vinculado tanto al embeleso tecnoindustrial “otro” del cuerpo humano, animal y vegetal. Se suceden así obras-
como a los reparos suscitados en torno al Proyecto Genoma Humano. experimento a partir de cultivos de tejidos, células “inmortaliza-
Su figura más resonante sigue siendo, aun hoy, el pionero en este das”, combinaciones de biorrobótica y bioinformática, cría de hí-
campo, el propio Kac, quien ya en 1997, en la obra titulada Time bridos y transgénicos, y también casos más o menos sofisticados
Capsule, se había implantado en su cuerpo un microchip que conte- de auto-experimentación que se cruzan con el body-art. Un ejem-
plo argentino es la paradójica pieza Savon de corps, que la artis- yecto Cuero sin víctimas, que consistió en el desarrollo de una mini
ta plástica rosarina Nicola Costantino presentó en 2004 en el chaqueta de tejido vivo cultivado similar a la piel a partir de líne-
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). La obra as de células inmortalizadas –una mezcla de células de humanos
consistía en cien jabones con forma de espalda, cintura y cadera y de ratones– alimentadas por nutrientes a través de un tubo.
femenina, que contenían un 3 % de grasa del propio cuerpo de la “La intención no es proveer otro producto de consumo”, asegu-
artista, obtenida de una liposucción a la que se sometió para lle- ran Catts y Zurr, sino “enfrentar a las personas con las consecuen-
var adelante este proyecto –y de paso, para mejorar sus formas. La cias morales de utilizar partes de animales muertos por motivos
pieza estaba acompañada de una campaña comercial entre iróni- estéticos y de abrigo” y mostrar que “creando una nueva clase de
ca y literal que decía: “Prends ton bain avec moi (báñate conmi- semi-ser que depende de nosotros para sobrevivir, también esta-
go)”, junto a una imagen de Costantino en traje de baño a punto mos creando una nueva clase de explotación”.
de sumergirse en una pileta; al mismo tiempo, modelo de campa- Entre los antecedentes del bioarte en la Argentina cabría pensar
ña y materia prima del producto. “La mirada ácida de Costantino en la pieza Fitotrón de Luis Fernando Benedit, expuesta por pri-
sobre la industria del cuerpo –se puede leer en el sitio web de la mera vez en 1972 y que actualmente se exhibe de manera perma-

ca
artista– toma forma en un jabón con el que no compramos la ima- nente en el primer piso del MALBA. El Fitotrón es un vivero hidro-

ja
gen identificatoria del cuerpo de la modelo, sino que compramos pónico, donde las plantas que viven en su interior crecen sin tierra
‘el cuerpo de la modelo’, en una nueva concepción de consumo. ni luz solar: en su habitáculo de plexiglás y aluminio, son alimen-

ne
26 El eslogan es la clave donde reside el concepto del trabajo.” tadas por luz. Según el curador del MALBA, se trata de “una refle- 27

gr
Esta expansión del bioarte se desarrolló en paralelo a un declive y xión desde el arte de sistemas sobre la imitación de la vida, sobre

a
pronto resurgimiento por el interés científico y social en la clona- un futuro sin agua, sobre hombres sin alimentos, sobre ciudades

ed
ción y los transgénicos: en efecto, el interés, que había decaído en superpobladas”. Ya en 1967 Benedit había exhibido su primera
1997 cuando se supo que la famosa oveja Dolly había muerto rá- obra en la que introducía peces y, en 1970, representando a la

ito
pidamente porque sus células habían nacido “envejecidas”, rena- Argentina en la Bienal de Venecia, expuso su obra Biotrón que in-

ra
ció cuando tres años más tarde se supo que no era este el destino cluía cuatro mil abejas vivas que podían alimentarse tanto natu-
necesario de los seres clonados. Desde entonces, se han manteni- ral como artificialmente. En conjunto estas obras entran en corre-
do los motivos de asombro por las potencialidades y los riesgos de lación con lo que se podría denominar ecoarte.
la nueva experimentación tecnocientífica y de los discursos que Ya más cercano a nosotros, es posible incluir entre los precursores
circulan en torno a ella. del género al artista rosarino Mauro Machado, quien desde la dé-
Entre los representantes más reconocidos del bioarte en la escena cada del noventa produce piezas artístico-científicas centradas en
internacional se encuentran los artistas e investigadores Oron Catts el poder creador del azar. Influido por el premio nobel de Física
y Ionat Zurr en SymbioticA, laboratorio de investigación en arte y Ilya Prigogine, Machado pone a prueba el efecto azaroso del tiem-
ciencia de la universidad de Australia Occidental. Catts y Zurr tra- po sobre los procesos orgánicos de oxidación y cultivo celular.
bajan juntos en el proyecto Tissue Culture & Arts (Cultivo de Físico de formación, ha realizado una serie de autorretratos deno-
Tejidos y Arte), donde utilizan el cultivo de tejidos celulares como minados Retrato de mí. Azul; Retrato de mí. Amarillo y Retrato
medio de expresión. Uno de sus trabajos más recientes es el pro- de mí. Rojo (2001), que se exponen en museos y galerías como
fotografías de discos de Petri. La imagen dentro del disco es el re- Inmortalidad (una instalación a partir de células de corazón de viz-
sultado de distintas escupidas (del propio Machado y de sus ami- cacha cultivadas e “inmortalizadas”, con el objetivo de formar un
gos) sobre colonias de hongos teñidas con diferentes colores. La sistema viviente que pueda perdurar de manera indefinida),
imposibilidad de controlar y conservar el hecho artístico-orgáni- Incubaedro (una escultura geométrica interactiva donde habita una
co es una preocupación del artista que, en este caso, decide mos- “naturaleza construida” con orquídeas autóctonas reproducidas in-
trar el resultado a través de imágenes fijas. En este sentido, mu- vitro), Bio-Wear (prendas de vestir creadas a partir del cultivo de cé-
chas experimentaciones con colonias de bacterias han quedado en lulas humanas) y Jardín Remoto (jardín con diferentes clases de flo-
su estudio, ya que ha sido imposible plasmarlas en soportes “ex- res: naturales, transgénicas, robóticas, solares y cyborgs, en el que se
hibibles”. El trabajo de Machado problematiza, así, las tensiones ponen en relación dos realidades: una física y una virtual-electrónica).
entre la materia viva, el tiempo, el azar y la necesidad de conser- En el BIOLAB colabora el grupo Proyecto Untitled, cuyos integran-
vación que impone la institución-arte. tes pertenecen a la Escuela de Diseño y Comunicación Multimedial
La experiencia local más ambiciosa en este campo, no obstante, se de la misma universidad. Originado en el año 2006, el objetivo
consolidó en 2008 con la creación en la Universidad Maimónides de este colectivo artístico fue crear obras interactivas a partir de

ca
del BIOLAB, primer laboratorio argentino especializado en bioarte la exploración del vínculo entre arte y nuevas tecnologías. Desde

ja
–el séptimo de este tipo en el mundo–, cuyo director artístico es el el año 2008, comienza a interesarse por la relación entre arte y
ingeniero industrial, divulgador científico y artista Joaquín Fargas biología, y desarrolla piezas como la recién mencionada Incubaedro

ne
28 y cuyo director científico es el biólogo Alfredo Vitullo. El espacio e Invernadero Lúdico (2008). En ambos casos, el tema es la re- 29

gr
se propone crear un ámbito donde investigadores y artistas puedan producción in vitro de la orquídea selvática, propia de la selva mi-

a
“generar exploraciones basadas en la curiosidad, sin las demandas y sionera; las piezas en sí consisten en réplicas de laboratorio, donde

ed
restricciones asociadas a la actual cultura de la investigación cientí- el proceso vital de la planta se expone en pequeños frascos idén-
fica, pero sin perder de vista las cuestiones éticas”. En un intento ticos, lo que por momentos hace deslizar la obra en el terreno de

ito
por organizar esta rama del campo tecnoartístico, Fargas establece la estetización de los procedimientos científico-tecnológicos. Por

ra
una primera clasificación dentro del bioarte: las obras soft y las hard. otro lado, estas obras alientan cierto nivel de contacto o intercam-
Las primeras constituyen el conjunto, más abarcativo, de las piezas bio con el espectador a partir de la instalación de sensores que, en
que utilizan organismos vivientes. Podría incluirse en esta categoría el caso de Incubaedro, activan el movimiento del icosaedro me-
a la ya mencionada obra de Benedit o a la serie Analogías, de Víctor tálico que contiene las orquídeas; y en el caso de Invernadero
Grippo, creada entre 1971 y 1977, en la que el artista intentaba, a Lúdico, no solo el movimiento de los tubos estériles que se en-
través de la conexión eléctrica, extraer energía de alimentos natura- cuentran suspendidos desde el techo a distintas alturas, sino tam-
les como legumbres y cereales. Las integrantes del grupo hard son bién un mecanismo de lluvia y viento.
aquellas que incursionan en la producción, creación y transforma- En un nivel mucho más precario en cuanto a los medios y el con-
ción de “materiales biológicos” con técnicas de alta complejidad que texto involucrados en la experimentación, resulta de interés el
requieren necesariamente del laboratorio, como el cultivo tisular y Proyecto EXPVE presentado por el artista misionero Enzo Emanuel
los diferentes modos de intervención genética. Giménez en la edición 2008 de LIPAC (Laboratorio de Investigación
Entre los proyectos ya realizados por el BIOLAB se cuentan las obras en Prácticas Artísticas Contemporáneas) del Centro Cultural Ricardo
Rojas de la UBA. Residente en Puerto Esperanza, Giménez propo- el campo de la literatura: más allá de la muy extendida idea de ciber-
nía en ese año continuar en una particular indagación acerca de los cultura, hicieron su aparición los términos cibertexto, ciberliteratu-
cruces entre saberes de la biotecnología contemporánea y aquellos ra o ciberletras, ciberdrama, ciberpoesía; pero no cibermúsica, ni ci-
heredados del campo de la agricultura, al tomar la noción de “in- berpintura, por ejemplo. Tema aparte sería el caso más bien
jerto” como eje de la producción de obras de bioarte. En la descrip- tercermundista de los “cibercafés” o, al menos en la Argentina, de los
ción de obras anteriores, como por ejemplo su video Biodiagrama llamados directamente “cibers” –combinación de locutorios telefó-
(2007), sostenía que “el ritual y la magia comparten el mismo es- nicos y locales con computadoras que proliferaron en los noventa y
pacio junto a instrumentos quirúrgicos y científicos para crear vida comienzos de los dos mil debido al acceso restringido a Internet, y
a partir de diferentes elementos en sus correspondientes subdiagra- que comenzaron a decaer proporcionalmente al aumento de la banda
mas”. Este cruce de saberes residuales –los saberes de las curanderas ancha, el wifi, e Internet móvil para algunos sectores de la población.
y su “estética”, por ejemplo– con estudios informales en torno a En un comienzo, entonces, la inestabilidad de las nuevas formas
la ingeniería genética da lugar en la propuesta de Giménez a una de producción y consumo literarios se reprodujo en la inestabili-
recolocación del bioarte como práctica artística que interpela el dad de los nombres. Se habla hasta hoy de ciberliteratura, litera-

ca
modo de ser de los organismos vivos en contextos diversos. tura digital o de manera más amplia de literatura electrónica casi

ja
SymbioticA en Australia o el BIOLAB de la Universidad Maimónides como sinónimos aunque no lo sean en sentido estricto. Hay quie-
en Buenos Aires están lejos del garaje/cobertizo en el que trabajaba nes ensayaron nuevas especificaciones terminológicas aduciendo

ne
30 Giménez. Sus experimentaciones elementales con injertos o colo- la novedad misma del fenómeno respecto de la literatura de la era 31

gr
raciones vegetales dialogan tanto con los procesos industriales de la de la imprenta. Así Espen J. Aarseth en su libro Cybertext.

a
agricultura como con la “avanzada” del bioarte, poniendo de relie- Perspectives on Ergodic Literature (1997) desarrolló el concepto de

ed
ve lo milimétrica y expansiva que se ha vuelto hoy la cuestión de la “literatura ergódica” argumentando que se trata de una literatura
gestión política de la vida. FC/LS que, a diferencia de la del libro impreso, requiere del lector nue-

ito
vas competencias relativas al “trabajo” (en griego, ergon) del cuer-

ra
po para recorrer el “camino” (hodos) del texto.
> CIBERLITERATURA A partir de una vaga inspiración en la no- Como sea, lo cierto es que en la yuxtaposición entre una cultura
ción de cibernética desarrollada desde los años cuarenta del siglo letrada organizada alrededor del objeto libro y las bibliotecas a otra
XX, la novelas cyberpunks de William Gibson instalaron en el campo cultura electrónica organizada desde las últimas décadas alrededor
de la narrativa de ciencia ficción, en los ochenta, la palabra “ciberes- de pantallas, no solamente cambian los soportes sino más bien los
pacio”. Pocos años después, con el afianzamiento de Internet, se con- dispositivos con todo lo que esto implica en cuanto a nuevas for-
virtió en término corriente en los países con alto o mediano desarro- mas de cognición, organización social y relaciones de poder.
llo tecnológico, para identificar con cierta facilidad un lugar o mundo Al interior de esa nueva literatura se pueden percibir con mayor
presente/ausente, cotidiano pero intangible, que se ha convertido en o menor precisión algunos subgéneros. Así, siguiendo la clási-
la réplica fantasmática de nuestro mundo “primero”. Rápidamente ca partición entre géneros narrativos, líricos y dramáticos (y
también la palabra ciberespacio comenzó a engendrar una prole más quizá habría que preguntarse por qué seguir una partición tal
o menos aceptada por el uso que funcionó en el arte sobre todo para si justamente la literatura electrónica nos llevaría a otras regiones),
en un mágico cut and paste, y los deposita en marquesinas y mu- maño de su fuente que es absolutamente ilegible en el formato
rales callejeros, organizando así una transfusión de contenidos di- libro, tal como ha sido publicada. La posibilidad de la lectura del
gitales hacia el “viejo” mundo de la vida cotidiana. En ese caso, lo contenido del texto solo sería posible en formato digital, ya que
digital se convierte en un contexto, en el rumor que acompaña a fácilmente podría en tal caso ampliarse el tamaño de fuente, cosa
tantos fenómenos de la vida contemporánea, hechos de referen- que su autor ha “prohibido” explícitamente. ChG
cias a espacios virtuales, fuentes de información y, en general, la
trama de dispositivos y mensajes puestos a circular por Internet. •
Sería esa dimensión hecha de cálculos cada vez más impercepti- > ECOARTE Asociado a la tradición del land art, el ecoarte es un
bles, pero a la vez necesarios para sostener el mundo tal como lo movimiento que se crea a comienzos de los noventa. Como con-
conocemos. Y el arte digital estaría compuesto, entonces, por obras secuencia del giro conceptual ocurrido en la década del sesenta en
que dialogan con él. Reinventando sus lenguajes, traduciendo sus el mundo occidental, el land art estaba relacionado con la presen-
dispositivos, contaminándolo. Produciendo obras, en todo caso, tación de una obra efímera y aislada de los ámbitos de exhibición
que quizá no habrían podido ser imaginadas de no haber existido tradicionales, como el museo o la galería. Por esa razón, los artis-

ca
el entorno digital que les sirve de soporte. tas referentes de este movimiento –como Christo y Robert

ja
Un caso paradigmático en tal sentido se da en relación con la litera- Smithson– han realizado obras de gran escala tanto en el paisaje
tura digital, o en sentido más amplio, electrónica [ciberlitertura, hi- natural como en el paisaje urbano. Con todo, a diferencia del land

ne
82 pertexto, tecnopoesía]: en general quienes se dedican a estudiarla art, el ecoarte no posee necesariamente el sentido de lo monumen- 83

gr
tienden a no hacer entrar en sus límites todas aquellas obras que tal y tampoco de lo efímero, y además presenta la posibilidad de

a
pudieron haber sido producidas por medios no digitales y que luego interacción con actores sociales y público en general.

ed
han sido digitalizadas. Lo mismo que sucede en el caso de las artes Los artistas o grupos de artistas que se asocian con el ecoarte tienen
plásticas: un cuadro al óleo cuya reproducción se realiza por me- una impronta militante en defensa del medio ambiente y, en parti-

ito
dios digitales suele no entrar en la clasificación, básicamente por- cular, a favor de crear conciencia social sobre las consecuencias de la

ra
que si las obras digitalizadas fueran pensadas como obras digitales, industrialización en la vida humana y sobre el abuso de los recursos
prácticamente toda la producción simbólica occidental contempo- no renovables. La preocupación por la protección del planeta y el
ránea (ya sea porque se use un procesador de texto en el caso de la desarrollo de economías sustentables es un tema que se ha ido insta-
literatura, o métodos digitales para la recodificación y exhibición lando en la opinión pública a partir del impulso a nivel mundial de
en diversos soportes tanto para la literatura como para las artes plás- legislaciones que datan de finales de las década del ochenta –en 1987,
ticas) serían arte digital. Y en algún lugar hay que poner un límite la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU introduce el
si se pretende entender cierta especificidad de las prácticas. Aun concepto de “desarrollo sostenible”. En ese contexto, las obras de eco-
así, se dan interesantes casos liminares que justamente ponen a arte buscan, con frecuencia, vincularse con el espectador desde una
prueba la consistencia de nuestro mundo más allá de lo digital, perspectiva comunitaria, tratando de generar proyectos colaborati-
como la novela jibarizada digitalmente que publicó en nuestro vos. Para ello convocan al público a formar parte de la elaboración
país Pablo Katchadjian titulada Mucho trabajo: una novela escri- de la obra y establecen redes de trabajo entre artistas, científicos, or-
ta con procesador de texto y luego reducida a tal extremo en el ta- ganizaciones no gubernamentales, escuelas e interesados en general.
Para los ecoartistas, el arte es una herramienta de transformación, Otro grupo representativo dentro de la corriente ecoartística es
una praxis política. Se trata de un tipo de arte que discute con el Articultores. A diferencia de Ala Plástica, estos artistas trabajan
entorno técnico, al asumir tanto los postulados programáticos de especialmente en el ámbito urbano e incorporan la adaptación de
la ecología como sus mismas preguntas: así, por ejemplo, se inte- sus proyectos al formato de la galería de arte. A su vez, sus proyec-
rroga acerca de la sustentabilidad, de la relación entre la naturale- tos se producen a escala internacional. Como se lee en sitio el web
za y lo artificial y de los modos de intervención crítica al interior del grupo, su lema es promover los valores de la cultura libre, los
de la tecnociencia contemporánea. De allí que pueda pensarse desarrollos sostenibles, el libre tránsito de las personas y la inclusión.
como una tecnopoética. En 2010 realizaron una muestra en el Centro Cultural de España de
En la Argentina, el ecoarte está vinculado con la herencia del tipo Buenos Aires (CCEBA), que consistió en la exposición de una serie
de arte político que se inicia en los sesenta y de allí, reconfigurado de huertas de diferentes plantas controladas, algunas de ellas, por
quizá al interior de las nuevas “ecologías culturales”, tal como las software y hardware libre. A su vez, se podían apreciar videos que
conceptualiza Reinaldo Ladagga en Estética de la emergencia, se ali- proyectaban las actividades de GUERRILLAHUERTA! (una iniciativa
nea con las manifestaciones que desde los años noventa se vinculan del colectivo que consiste en bombardear con pequeñas esferas de

ca
con modos políticos posdisciplinarios. En tal sentido, estas nuevas tierra, barro y semillas, los espacios vacíos con tierra disponible de

ja
prácticas artísticas trascienden el ámbito específico de producción, la ciudad, para el crecimiento de alimentos orgánicos). Como parte
incorporan objetivos de la vida social a la función estética y se rela- de la exposición, también se podía apreciar una gigantografía del

ne
84 cionan con actores especializados en otras disciplinas o simplemen- mapa de la ciudad de Buenos Aires, donde estaban identificados 85

gr
te ciudadanos que se identifican con el proyecto propuesto. los lugares que ya habían sido “bombardeados” y los que todavía

a
Un caso paradigmático son los trabajos del grupo Ala Plástica. Este no. La acción puede leerse como marcada políticamente en varias

ed
colectivo, fundado en en el año 1991, se autodefine como una “or- dimensiones, ya que a la política ecológica manifiesta se le suman
ganización no gubernamental, artístico/ambiental”. Desde su crea- al menos otras dos vinculaciones con el arte político de las últimas

ito
ción es coordinado por Silvina Babich y Alejandro Meitín, quienes décadas: por un lado la vinculación con las prácticas de la guerri-

ra
trabajan con un grupo estable de cuarenta colaboradores provenien- lla de la comunicación y la guerrilla de arte (cargadas claro está del
tes de disciplinas diversas. El área de ejecución de sus obras partici- sentido del concepto de “guerrilla”), y por el otro, con las acciones
pativas y, en este caso sí a gran escala, es la desembocadura del estua- de colectivos como el GAC (Grupo de Arte Callejero) y Etcétera,
rio del Río de la Plata y su delta. De acuerdo al Catálogo Ala Plástica, quienes vinculados con la Mesa de Escrache de H.I.J.O.S, recurrían
su primera obra –Junco/Especies Emergentes (1995)– consistió en al “bombardeo” con bombitas de pintura roja como parte de sus
un ejercicio artístico de recuperación del ecosistema costero de Punta acciones de escrache y “señalización” de los domicilios de ex repre-
Lara, a partir de “nuevas plantaciones, técnicas de crecimiento indu- sores de la última dictadura militar. En esa línea, el GAC también
cido e instalaciones temporarias realizadas con fibras naturales”. recurrió al diseño de mapas de la ciudad para la visibilización de
Asimismo la obra se completó con un foro de debate sobre la rela- las localizaciones de esos domicilios.
ción humano/naturaleza, al que asistieron “pobladores, junqueros de El riesgo de las presentaciones en museos y galerías de este tipo de
la zona, artesanos cesteros, científicos, naturalistas, ambientalistas, re- colectivos artísticos, reside en la apreciación estética de la puesta
presentantes políticos y de empresas con impacto en la ribera del río”. que puede reducirse a una cuestión meramente paisajístico/deco-
rativa. Es por ello que, como declaran en la revista Gazpacho del La capacidad asociativa de los artistas también se manifiesta en
CCEBA cuyo primer número aparecido en 2010 estuvo dedicado a este tipo de obras que combinan el uso de la ciencia y la tecnolo-
la noción de sostenibilidad, los artistas de Articultores recomiendan gía, así como el compromiso con la comunidad para crear concien-
girar el foco para que su trabajo en la galería pueda “ser visto como cia sobre la velocidad con la que procede el cambio climático y la
inicio, plataforma para la diáspora agricultora: el traslado de la necesidad de estar en contacto para poder combatirlo. De acuer-
práctica ecológica a un interior expositivo como excusa para la do a la opinión de Fargas: “Sunflower se erige como símbolo, como
multiplicación de la acción”. Al igual que Ala Plástica, Articultores recordatorio de esta problemática (…) se busca así generar el acer-
busca establecer redes de trabajo entre diferentes personas y gru- camiento de las comunidades para mejorar la mutua compren-
pos, a nivel nacional e internacional, y realiza además de las ac- sión, a partir del conocimiento de la situación ambiental de los
ciones y proyectos artísticos, charlas, talleres, encuentros y deba- lugares que las flores custodian”.
tes sobre sus temas de interés, con el objetivo de sumar personas Otro caso especialmente relevante es el de la mirada que los artistas
con iniciativas de cambio social. comienzan a tener hacia la Antártida Argentina, en relación con las
Emparentado con el ecoarte se destaca también otro tipo de obras que consecuencias del cambio climático. En efecto, la Antártida, un lugar

ca
rozan lo biotecnológico. Así por ejemplo, la obra de Joaquín Fargas, privilegiado para las cuestiones de geopolítica, es el territorio nacio-

ja
artista vinculado de manera fuerte a las prácticas del bioarte. Una de nal por excelencia donde se estudian los fenómenos del Cambio
sus obras más emblemáticas es Sunflower, Centinela del Cambio Climático Global, las causas y consecuencias en los sistemas antár-

ne
86 Climático (2007), realizada en el marco de la 1° Bienal del Fin del ticos y el impacto sobre los sistemas productivos nacionales; en la 87

gr
Mundo. Se trata de una escultura tecnológica de gran tamaño em- Antártida los científicos producen conocimiento relacionado con la

a
plazada en el espacio público de la ciudad de Ushuaia, que es tam- conservación de los Recursos Naturales antárticos, así como también

ed
bién un sistema de control ambiental que permite conocer, día por se promueve el desarrollo de energías alternativas. Es en ese contex-
día, la polución del aire, la radiación UV y los cambios de tempera- to, que se lleva a cabo el cruce arte-ciencia-tecnología mediante el

ito
tura. La obra tiene forma de flor y sus pétalos eléctricos, cubiertos de Programa Antártico Argentino a cargo de la artista Andrea Juan.

ra
paneles solares, se abren al amanecer y realizan un seguimiento del Numerosos artistas de todo el mundo viajan al Continente Blanco,
sol, de donde extraen la energía para funcionar. Sunflower, a su vez, hacen allí una residencia y desarrollan sus obras. Desde su primer
tiene cámaras que registran imágenes del sol, imágenes del entorno viaje, y en casi todos sus trabajos, Andrea Juan nos recuerda la im-
ciudadano y una cámara externa que controla el desenvolvimiento portancia de los mares helados y sus especies para el ecosistema te-
de la “flor” que se ilumina por las noches. Además del soporte físico rrestre. En relación con esta preocupación, ya en 1997 la artista
posee también una plataforma virtual a la que se puede acceder a tra- comenzó a desarrollar trabajos que focalizaban en la precariedad
vés de Internet, y permite ver en vivo y en directo las imágenes que de toda existencia. Así, el Proyecto S.O.S se presentó en forma de
toman las cámaras. La obra despega geográficamente del lugar donde instalaciones elaboradas con impresiones corporales y fotograbados
está instalada no solo por el acceso virtual, sino también porque [fotoexperimentación] realizados sobre camisolines de algodón y de
forma parte de un proyecto global que prevé construir otras igua- plástico suspendidos en la sala de exhibición. Una serie de secuen-
les en distintas ciudades del mundo, de forma tal de poder comparar cias fotográficas registraba una ambulancia implicada en distintas si-
los niveles de contaminación y la evolución del cambio climático. tuaciones: circulando entre la nieve, las carreteras, la ciudad, hasta
llegar a un quirófano. Geting Over continúa con esta línea de pen- estimulada por las posibilidades materiales que ofreció, por un lado,
samiento por lo que se vuelve sobre el tema del accidente, la emer- el momento histórico de posguerra y, por el otro, las propias necesi-
gencia y la catástrofe en diferentes contextos. En esta obra, la artista dades de evolución histórica que el material, las técnicas y los proce-
intenta que el espectador sea activo y se implique. Por eso lo con- dimientos compositivos plantearon al compositor en la escena mu-
fronta con su propia destrucción que se desencadena por la acción sical de esos años. El surgimiento de la música electrónica se presenta,
violenta de gigantescas masas de hielo que se fracturan y volúmenes en parte, como una continuidad a algunos de los problemas que plan-
de aguas que se desbordan sin control; el espectador se ve en la pan- teaba el serialismo integral, esto es, el método de los doce sonidos
talla, su silueta se recorta entre los glaciares y se generan constante- desarrollado por Schöenberg y que, ampliado a todas las dimensio-
mente nuevas imágenes. Entre su vasta producción artística, resalta nes de la organización musical –altura, ritmo, dinámica, etcétera–
la performance Metano, registrada en fotografía y video digital, que por la generación de jóvenes de posguerra, llevó al paroxismo la ra-
resulta una metáfora de la emanación de gases y sus consecuencias, cionalización compositiva. En este escenario resultó inevitable para
basada en la investigación del doctor Rodolfo Valle y realizada los músicos redefinir la relación compositor-intérprete-audiencia.
sobre la meseta de la Base Marambio en la Antártida. El metano Aunque en distintos momentos de la historia de la humanidad el

ca
es una de las tres sustancias naturales más peligrosas –las otras son impacto del desarrollo tecnológico incidió en el lenguaje musical,

ja
el vapor de agua y el dióxido de carbono– que contribuye al efecto a comienzos del siglo XX puede empezar a verificarse una incipien-
invernadero en la atmósfera. Destaca también El Bosque Invisible te relación de la música con procesos artificiales. Hacia mediados

ne
88 donde la artista toma las investigaciones del Dr. Falkowski en relación del siglo, el impulso por experimentar y manipular el sonido se vio 89

gr
con el rol del fitoplancton marino para regular el clima en la tierra. facilitado por las posibilidades que ofrecían los nuevos medios de

a
Entre los numerosos artistas que han realizado obras en el cruce arte- generación sonora surgidos en medio del lanzamiento comercial

ed
ciencia-tecnología en la Antártida resulta también interesante la labor de los grabadores de cinta magnética. Eran tiempos en que la tra-
de videastas, pintores y fotógrafos como Marty St. James, Philipe dición recibida se ponía en duda y, como decía Pierre Schaeffer

ito
Samartzis, Werner Dafeldecker, Lawrence English, Alberto Morales, en su Tratado de los objetos musicales (1966), resultó una reacción

ra
Marcela Santantón, Marina Curci y Marcelo Gurruchaga. AT/LS natural volver la mirada hacia la ciencia y, en particular, hacia las
más prestigiosas del momento: las matemáticas y, más precisamen-
• te, las ciencias físicas.
> ELECTROACÚSTICA La necesidad de hacer audibles las oscilacio- Las nuevas búsquedas estéticas, en convergencia con ese espíritu
nes eléctricas tendió a sistematizarse dentro del campo musical a cientificista, llevaron a los compositores, en un momento en que
fines de la década de los cuarenta y con mayor intensidad a lo largo el número tenía particular prestigio, a adoptarlo como parámetro
de la década de los cincuenta y sesenta, cuando se buscó liberar al de exploración del fenómeno sonoro, y a través de él, a crear una
sonido de las estructuras formales tradicionales y convertirlo en ma- mayor sensibilidad hacia todas las dimensiones del sonido y así
terial compositivo. Los compositores encontraron en la tecnología indagar, entonces, en un nuevo tipo de expresividad.
las posibilidades técnicas necesarias para materializar sus nuevas in- La adopción del ideario cientificista revolucionó, sin duda, las con-
quietudes expresivas. cepciones alrededor del fenómeno sonoro: la materialidad básica
La aplicación de tecnología en el campo musical estuvo doblemente de la música pudo ser analizada y descompuesta en su microestruc-
quicios de la vida cotidiana y la economía, empezó a adquirir una intermediales. Sin interés en formar una escuela o corriente es-
forma reminiscente de sus predicciones cuando a mediados de los tética, la electrónica participó en casi todos los géneros artísti-
setenta se lanzaron los primeros modelos de computadoras persona- cos aportándoles una dosis de ese mesianismo tecnológico que
les, que empezaron a popularizar el acceso a herramientas de mani- impregnaba los análisis de McLuhan. Si en sus textos el nuevo
pulación de datos, y luego también de imágenes y sonidos, creados mundo se anunciaba bajo la forma de una comunicación amplia-
o editados íntegramente mediante software especializado. da y participativa, esa promesa late en cada obra o instalación do-
En correlación con ese estado de cosas, en Buenos Aires por ejem- tada de un dispositivo electrónico. La de un inminente salto cua-
plo, y al son de un imaginario de época autopercibido como mo- litativo en el procesamiento de la información, ya se trate de
derno, el CAYC (Centro de Arte y Comunicación) organizó en 1969 imágenes, sonidos o, en general, el mismo entorno humano cap-
la primera muestra de arte realizado con computadoras en la turado y reacondicionado mediante cámaras y sensores.
Argentina. Para la misma, fueron invitados los artistas e ingenie- En ocasiones el arte electrónico pudo ofrecer la imagen de una tec-
ros del grupo de arte japonés CTG (Computer Technique Group) nopoética gestada al margen de los intereses de la industria y el
que brindaron un taller de introducción en la Escuela ORT, del que mercado, y surgida del deseo y la imaginación de los artistas. Pero

ca
participaron artistas argentinos como Antonio Berni y Rogelio incluso allí pudo darse, casi como contracara en algunos casos, o

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Polesello. No sería hasta algunos años más tarde, con la populariza- como extensión, en otros, la opción de convertirse en una mera ex-
ción de las computadoras personales, que la idea de tecnología di- hibición de los últimos adelantos, campo de prueba o showroom

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104 gital empezaría a pensarse como una subespecie de la electrónica. para el acercamiento del público a los dispositivos de última ge- 105

gr
En esta muestra, titulada “Arte y cibernética” y exhibida en la Galería neración. Tal sería la paradoja del arte electrónico, su necesidad

a
Bonino, las obras aún estaban lejos de la fluidez interactiva que se de tomar distancia al mismo tiempo que intenta acercarse a los

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asociaría con el arte digital. Consistían en dibujos impresos me- lenguajes emergentes. Y en esa órbita intermedia se hallan sus me-
diante un plotter dirigido por coordenadas y requerían de la inter- jores obras, capaces de devolver una mirada extrañada a la mono-

ito
mediación de los especialistas encargados de poner las computa- tonía de la novedad y la expansión tecnológica tal como es relata-

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doras en funcionamiento. La obra de Berni, por ejemplo, consistía da habitualmente en los medios y la publicidad. ChG
en la silueta de una mujer que se convertía en una mariposa tras
varios pasos intermedios generados automáticamente. •
El arte electrónico seguiría desarrollándose en los años siguientes, << EXPERIMENTAL>> El concepto de arte experimental –tan traji-
con la expansión del videoarte en los años ochenta y noventa. Pero nado en nuestros días y también tan vaciado de sentido– ha sido
Internet y las cámaras digitales, así como los programas para edi- particularmente pregnante durante el siglo XX y lo que va del XXI,
ción de sonido, dejarían obsoletas las tecnologías analógicas. Las en un primer momento asociado a las vanguardias pero al mismo
placas Arduino, de bajo costo y creadas bajo el concepto de hard- tiempo desasido de ellas. Si como sostiene Adorno en su Teoría
ware libre, desde hace algunos años permiten a cualquier interesa- Estética lo experimental es propio de todo arte en que lo nuevo es
do en la electrónica empezar a montar sus propios dispositivos y vinculante, resulta apropiado establecer hasta dónde lo nuevo en el
programarlos para ser controlados desde cualquier computadora. arte es parte de una dinámica de reformulaciones al interior del pro-
Desde sus inicios, el arte electrónico se diluyó en intersticios pio campo artístico o permite, como quisieron algunas vanguardias,
borrar la idea misma de arte. De allí la diferenciación que planteó deductivo en las ciencias, en tanto modo canónico del conoci-
en su libro La definición del arte Umberto Eco entre experimenta- miento, plantea el experimento y la observación como aliados para
lismo y vanguardia: producción de lo nuevo dentro de los contor- obtener resultados. La observación –como verificación de los fe-
nos del arte o producción de lo nuevo para salirse del arte como ins- nómenos– está casi siempre vinculada a la realización de un expe-
titución y discutir así las formas de constitución de lo social. rimento –en tanto producción artificial de dichos fenómenos–, a
Por otro lado, cuando lo nuevo es vinculante puede convertirse excepción de los casos en los que existe una barrera física (no puedo
también en “novedad”, si cabe la diferencia para mostrar el modo tocar la luna), tecnológica (no puedo medir el cielo) o moral (no
en que lo nuevo se ata al mero reemplazo de una mercancía por otra. puedo experimentar con humanos). Pero lo experimental en las
Y los imaginarios de modernización tecnológica que vienen “ha- ciencias es también la manipulación de aparatos, muestras y un
ciendo mundo” desde inicios de la modernidad, acelerados en el instrumental concebido a propósito del fenómeno observable.
siglo XX, participan muchas veces de esa lógica de la novedad. Por Según Robert Blanché en su libro El método experimental y la filo-
esa vía se llega al debate que da cuenta del particular modo en que sofía de la física, la necesidad de introducir los instrumentos apro-
al interior del campo de las poéticas tecnológicas, la noción de piados para cada tipo de observación y experimentación es un rasgo

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experimentalismo retoma sus vinculaciones con las ciencias con esencial que permite explicar tanto el pasaje del antiguo al moder-

ja
recurso al experimento en su búsqueda de nuevas alternativas para no método en física, como dar cuenta de la emergencia de los la-
resolver problemas. De hecho, resulta significativa en este campo la boratorios. En la actualidad, la introducción de tecnología para la

ne
106 fuerte presencia de espacios de arte llamados “laboratorios”. No todo realización de las obras en el campo del arte muchas veces requiere 107

gr
arte experimental recurre a la tecnociencia para su elaboración ya que de la proyección del artista y la ejecución del técnico. Pero las raí-

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existe incluso arte experimental “artesanal”, “aleatorio” (en el que a ces de este trabajo conjunto las encontramos en el siglo XVII, mo-

ed
diferencia del experimentalismo científico no pueden preverse re- mento en el que científicos y artesanos impulsaron el desarrollo de
sultados) o “irracional”, pero es claro que en el campo de las poéti- la ciencia instrumental y la creación de los primeros laboratorios.

ito
cas tecnológicas el experimentalismo de los laboratorios científicos Luego, con la proliferación de los equipos y la ampliación de las ne-

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“contagia” al experimentalismo artístico aun a riesgo de que artis- cesidades que excederán los recursos económicos de los científicos
tas fascinados por las nuevas posibilidades del hacer de la tecnocien- aislados, nacerán los laboratorios comunales financiados por socie-
cia reduzcan su práctica artística a la manipulación de los materia- dades científicas oficiales, primero, y por universidades, después. La
les sin reflexión respecto de los instrumentos utilizados. colaboración entre científicos y artesanos en el pasado, y entre cien-
Sin embargo, y aquí es donde se produce una tensión productiva, tíficos y artistas en el presente, con todo, no implica una equivalen-
muchos artistas involucrados en laboratorios experimentales estable- cia de roles: en el pasado el artesano poseía el saber necesario para
cen miradas críticas respecto de las condiciones de posibilidad de sus que un laboratorio funcionara, pero era el científico quien proyec-
prácticas o respecto de la manipulación de sus propios instrumentos. taba (por supuesto, podía haber en ocasiones quienes cubrieran
El poder de anticipar nuevas situaciones culturales es la variable ambos roles); en la actualidad, y luego de siglos en los que el arte se
que condiciona las prácticas del arte llamado “experimental”. Es identificó justamente con el saber hacer, la colaboración en el campo
su fundamento. Y esta capacidad deriva de homologar el carácter de las tecnopoéticas experimentales “de laboratorio” implica mu-
experimental de las ciencias. El hegemónico método hipotético chas veces que el artista proyecte y el científico posea el saber técni-
co para la realización de la obra, a partir de unos instrumentos in- viejo o nuevo material para describir ordenamientos que subvier-
dustriales que tampoco él en general construye. tan lo esperado en cuanto a los principios y supuestos vinculados
Así, tanto en el caso del arte como en el terreno de las ciencias, a la composición. El artista experimental atenta contra el discur-
lo experimental se relaciona con la manipulación de “instrumen- so del arte al tergiversar las formas, gramáticas, estructuras, mor-
tos”, formas o conceptos para proyectar lo nuevo. Sin embargo, fologías y sintaxis habituales; y en esta tarea elabora un discurso
el arte experimental se aleja del parámetro, la norma, la ley, y, otro con el afán de articular un nuevo lenguaje.
principalmente, de las relaciones causales. A diferencia de lo que El orden de la legibilidad es alterado y este modo de actuar sobre
sucede con el método experimental en las ciencias, el arte expe- el mundo, que profiere el artista con su obra, implica la puesta en
rimental no se rige por la lógica de la verificación y, en general, tela de juicio de un sistema comunicativo que acarrea determina-
renuncia de antemano a cualquier tipo de control, entendido en da cosmovisión. En este punto es donde entra en juego el carác-
términos de la producción de regularidades constatadas que luego ter anticipador del arte experimental que propone un nuevo or-
serán convertidas en leyes. denamiento del mundo a través de la apertura a nuevas experiencias
En primer lugar, el carácter experimental del arte radica en una cognoscitivas, devenidas del trabajo sobre un material o una idea

ca
serie de operaciones desplegadas sobre diversos materiales e ideas, en la que se instaura una especie de desvío.

ja
cuyo fin es la mismísima manipulación y el ejercicio en vistas al Muchas veces el concepto de “arte experimental” se utiliza para
descubrimiento de nuevas posibilidades formales y conceptuales. designar expresiones menores, o aún sin terminar, por oposición

ne
108 No hay un paso posterior que hace necesaria la existencia de una a un arte más tradicional, clásico o clasificable. Para algunos, el 109

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etapa previa. El fenómeno se produce en el mismo instante de su arte experimental es un arte de transición, que no ha llegado a

a
concepción y de allí su valor intrínseco; por ende, la operación una maduración, debido a que el juego con los materiales, suma-

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se efectúa con independencia de los criterios que guían al méto- do a los procedimientos azarosos, lo transforman en una prácti-
do científico dado que el camino emprendido por el artista no ca empírica pasatista, no acabada. Otros lo definen por oposición

ito
contempla al éxito o fracaso. Ante todo, el experimento arroja un al término vanguardia. La imprecisión terminológica proviene de

ra
resultado que es desconocido. Por tanto, el núcleo de la diferen- la aplicación de un lenguaje normativo que se convierte en el pen-
cia se expresa en la indeterminación. samiento establecido a través de usos discursivos permitidos para
No obstante, la indeterminación está asociada a la exploración, a una época.
la búsqueda de nuevas experiencias que auspicien nuevas posibi- En muchos casos, el arte experimental convoca la presencia del pú-
lidades formales y conceptuales, lo que nos lleva a pensar que sien- blico, del receptor, generando un diálogo imprescindible para la
do esta tarea propia de toda inquietud artística, no habría a par- realización de la obra. Requiere de una activa participación, a dife-
tir de ella un rasgo típico que nos sitúe frente a un arte que no sea rencia del arte en que la obra se muestra, se exhibe y es contempla-
experimental. El arte experimental, con todo, si bien interroga las da de manera hasta cierto punto pasiva. Aun así, esto es más bien
posibilidades formales de los materiales al igual que todo arte, va una cuestión histórica: frente a un arte de recepción “pasiva” que
en contra de la tradición. He aquí el carácter novedoso de lo ex- fuera tradición durante buena parte de la historia del arte moder-
perimental. Así, buscar posibilidades desconocidas implica trazar no, un arte interactivo puede resultar experimental. ¿Pero qué su-
propios recorridos y eludir los caminos prefijados; servirse de un cederá cuando la interactividad se convierta en tradición? AJ/CK
ÍNDICE

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7 Introducción por Claudia Kozak

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a
11 Instrucciones de uso

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ito
ARCHIVO BLANDO

ra
17 > Basura
22 > Bioarte
30 > Ciberliteratura
34 > Cibermuseo
41 > Cine Experimental
46 > Cinético
52 > Concreto
58 >> Correo
64 > Cultura Libre
73 > Digital 193 >> Software Libre
83 > Ecoarte 197 >> Spam De Arte
88 > Electroacústica 199 <<Técnica>>
97 > Electrónico 200 > Tecnoescena
105 <<Experimental>> 211 <<Tecnología>>
110 > Fotografía Experimental 211 > Tecnologías sociales
114 >> Glitch 224 > Tecnopoesía
117 >> Guerrilla de la Comunicación 237 <<Transmedial>>
122 >> Hacker 239 > Videoarte
127 >> Happening 252 >> Videodanza
131 >> Hardware Libre 256 >> Videopoesía

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134 <<Hipermedia>>

ja
137 <<Hipertexto>> 259 Índice de artistas y

ne
139 >> Holopoesía colectivos de arte argentinos

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141 > Instalación

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153 <<Interactivo>> 265 Bibliografía

ed
157 <<Intermedial>>

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159 > Invencionismo 275 Acerca de los autores

ra
163 > Madí
167 <<Multimedia>>
169 > Net.Art
177 <<Nuevos Medios>>
180 >> Performance
182 <<Poéticas Tecnológicas>>
183 >> Relacional
186 >> Remix
190 >> Ruidismo >
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ja
ne
gr
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ed
ito
ra Esta edición se terminó
de imprimir y encuadernar
en septiembre de 2012
en Artes Gráficas Urano S.R.L., Castro 982
Ciudad de Buenos Aires / Argentina

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