El triduo comienza el Jueves Santo con la misa vespertina de la
cena del Señor, alcanza su cima el viernes con la celebración de la Pasión de Cristo y cierra con las vísperas del domingo de pascua (Vigilia Pascual en sábado). Esta unificación de la celebración pascual es más acorde con el espíritu del Nuevo Testamento y con la tradición cristiana primitiva. El mismo Cristo, cuando aludía a su pasión y muerte, nunca las disociaba de su resurrección. En el evangelio del miércoles de la segunda semana de cuaresma (Mt 20,17-28) habla de ellas en conjunto: "Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, y al tercer día resucitará". Mc 14,1-15,47. Llevaron a Jesús al Gólgota y lo crucificaron. Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El Jueves Santo Es el día de los tres grandes mandatos: “Tomad y comed este es mi cuerpo”, institución de la Eucaristía; “haced esto en memoria mía”, institución del orden sacerdotal, “amaos los unos a los otros”, mandamiento del amor fraterno. Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también lo ofreciesen. Viernes Santo La cruz, la eterna pregunta por el sentido del sufrimiento, el dolor, la muerte. Dios no permanece impasible, Dios no guarda silencio: el crucificado (la Palabra definitiva) es su respuesta. Celebración de la Pasión del Señor Esta celebración está estructurada en cinco partes: Rito de entrada: procesión en silencio y oración. Liturgia de la Palabra: con especial atención a la proclamación de la Pasión y la oración universal o solemne. Adoración de la cruz: triunfo de la donación y amor de Jesús. Rito de comunión: configuración sacramental con Cristo, muerto y resucitado. Rito de conclusión con la recitación de oraciones para que la asamblea reunida, una vez dispersa, viva el misterio que ha celebrado. Sábado Santo de la sepultura del Señor Traslado de Jesús al Sepulcro. Todo se ha consumado: el cuerpo de Jesús está ya en el sepulcro, acompañamos a María, la Madre, en su Soledad. Durante este día ni se celebrará la Eucaristía, ni se distribuye la sagrada Comunión, a no ser en caso de viático, quedando desnudo el altar hasta la celebración de la Vigilia con que se inaugura el Tiempo Pascual. Domingo de Resurrección: ¡Cristo, el crucificado, ha Resucitado!, las promesas se han cumplido. Es el tiempo de lo nuevo. La Vigilia Pascual Según la tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las santas Vigilias» (San Agustín). Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12,35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa. Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (Pregón pascual). Desde su comienzo la Iglesia ha celebrado con una solemne vigilia nocturna la Pascua anual, solemnidad de las solemnidades. La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza, y por medio del Bautismo y de la Confirmación somos injertados en el misterio pascual de Cristo, morimos con él, somos sepultados con él y resucitamos con él, para reinar con él para siempre. Partes de la Celebración: 1. Lucernario: Bendición del fuego, procesión y pregón pascual. 2. Vigilia: La Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios ha hecho con su pueblo. Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, entresacadas de la Ley y de los Profetas, y dos del Nuevo Testamento: de la lectura del Apóstol y Evangelio. 3. Liturgia bautismal: Por los sacramentos de iniciación cristiana los nuevos discípulos de Cristo se comprometen a seguirle con fidelidad. La comunidad cristiana renueva su compromiso bautismal. 4. Liturgia eucarística. Es la Eucaristía más importante de todo el Año litúrgico.