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"Los científicos, especialmente cuando actúan fuera del campo particular en el cual
se han especializado, son personas tan ordinarias, necias e irracionales como los
demás, y su excepcional inteligencia sólo sirve para hacer más peligrosos sus
prejuicios."
Eysenck
INTRODUCCIÓN
Las llamadas "curas por la fe" han sido asimiladas por la costumbre desde las
medicinas más primitivas. Se practicaron también en los templos egipcios de Isis y
Serapis, en los templos de Apolo, Palas, Artemisa o Asclepios de griegos y romanos.
Estas técnicas curativas fueron adoptadas posteriormente por los santos mediante
la imposición de manos o la unción con saliva, práctica muy antigua pues por
instinto el ser humano se toca o acaricia la parte afectada igual que los animales se
lamen las heridas.
TIPOS DE CURANDEROS
Briones propone una tipología de curanderos, según distintos criterios, entre ellos el
tipo de dolencias que tratan, si bien él mismo previene de que "toda tipología es
discutible e incompleta":
En general, los curanderos clasifican las enfermedades en dos grandes grupos: las
naturales y las sobrenaturales o mágicas; aunque los tratamientos de unas y otras
suelen tener cierta especificidad, la realidad es que suelen darse combinados, por lo
que encontramos mezcladas las hierbas medicinales y los masajes con los conjuros,
oraciones, bálsamos y las técnicas rituales.
Las creencias son ideas que somos, no ideas que tenemos. Son formas
interpretativas de la realidad que hace el individuo, son su realidad. Se adquieren
generalmente en el proceso de socialización y no siempre se someten a verificación
empírica. La creencia es pues una estructura interpretativa que nos permite
responder ante un evento, como en el caso de las curaciones por la fe. Tiene un
componente cognitivo (recordar que lo cognitivo es lo pensado, aprendido,
recordado o percibido), del que se hace una valoración afectiva (componente
emocional) y que se encuentra inserto en estructuras somáticas o corporales
(registros neurales). Así, una cognición tendrá una repercusión afectiva, fisiológica y
conductual. Este proceso es bidireccional, es decir, puede funcionar en orden
inverso, un acontecimiento corporal moviliza componentes afectivos, cognitivos y
conductuales, es decir, activaría una red neuronal que se constituiría por ejemplo en
una certeza de enfermedad y el individuo enfermaría. La creencia en la curación
desactivaría la red neuronal responsable del proceso enfermizo y se daría la
curación inmediata.
Para que la terapia del curandero sanador llegue a buen término se considera
fundamental la creencia del que sufre en el sistema curativo al que accede, pero
diversos investigadores también han considerado indispensable que el terapeuta
esté convencido de su propia fuerza y de la bondad de su técnica, así como de su
destreza y capacidad de transmitir tal convicción a quien acude a solicitar su ayuda.
Esto nos recuerda la importancia que tiene para la medicina académica, demostrada
en muchísimas ocasiones, el llamado "rapport médico-paciente" o el simple "poder
contactar" con el paciente. El curandero quizá lo tiene más fácil, pues suele
relacionarse con su paciente con los mismos códigos comunicativos utilizando un
lenguaje sencillo fácil de comprender, mientras que el médico suele mantener un
nivel relacional diferente al usar expresiones llenas de tecnicismos, o palabras
tomadas del griego y del latín, y que el enfermo interpreta como una falta de
transparencia en su diagnóstico y tratamiento.
Existen otras diferencias significativas entre los médicos y los curanderos dignas de
recordar. El curandero suprime una importante barrera física en la relación enfermo-
sanador como es la mesa de oficina, además, no hace tantas preguntas como el
médico, no hace una historia patológica del enfermo ni mantiene ningún tipo de
documentación sobre el proceso; el diagnóstico suele ser rápido e inmediato y no
queda pendiente de resultados de análisis o radiografías. Además, la consulta
implica habitualmente un bajo coste económico, cobrando la llamada "voluntad",
muy similar en casi toda la tipología curanderil.
Por otra parte, la imagen de la consulta de un curandero suele ser menos "fría" que
la del médico y tiene un ambiente que podríamos llamar "especial" del que suele
adolecer la consulta típica del médico. Las copiosas bibliotecas de libros
especializados son sustituidas por una amalgama de elementos mágicos, naturistas
o religiosos; las clásicas orlas de facultad y los títulos de licenciatura o doctorado,
asistencia a simposiums o cursos master, son sustituidos la mayoría de las veces
por fotografías y figuras de vírgenes, cristos o santos sanadores, dando a entender
que la importancia de la ayuda para la sanación se encuentra a un nivel que sólo los
místicos pueden alcanzar; en otras ocasiones, multitud de velas encendidas crean
una atmósfera de religiosidad llena de calma y quietud que evocan sentimientos de
seguridad y protección, incitando a la necesidad de penitencia y perdón.
El ritual del curandero es uno de los factores más importantes para desencadenar
los efectos sugestivos. La mayoría de los curanderos estudiados tanto en nuestra
cultura como en culturas exóticas por mí o los estudiados por mis alumnos en el
curso de estas encuestas, se rodeaban de un ambiente que ellos consideran
propicio para sus técnicas terapéuticas.
Unos parecen más conscientes del valor de este ambiente, mientras otros no lo son
tanto y la hacen más intuitivamente. Imágenes, altares, vestimenta del curandero,
instrumental de sanación, plantas, líquidos, libros sagrados, velas encendidas,
inciensos encendidos, aromas, colores seleccionados, ofrendas florales, símbolos,
oraciones y meditaciones escritas, suelen ser las formas de propiciar el ambiente
mágico-religioso que convence al enfermo de los poderes curativos del curandero.
Todo contribuye a crear el ambiente adecuado para sus fines. A todo esto se añade
la propia técnica ritualística usada por el curandero: exploración, imposición de
manos, masaje, contacto de persona a persona, el sentarse junto al enfermo para
escuchar su confesión al oído delante de otros que esperan, el recibir a grupos de
enfermos para bendecir el agua que llevarán como remedio, el comer a medias una
galleta compartida por curandero y enfermo, el orar antes de recetar y luego las
variadísimas técnicas, a veces absurdas, que ha de seguir el enfermo en su casa
para que el tratamiento sea eficaz. Y también contribuye a desviar la atención del
enfermo de su enfermedad para fijarla en unos elementos diversos, a veces
complicados, a veces sencillos, que actúan como derivativo. Y todo combinado con
el efecto sugestivo del pensamiento y el acto mágico, que relaciona íntimamente el
curanderismo con el chamanismo, no diferenciándose muchas veces uno de otro
más que por el anecdotario, propio de cada cultura o la vestimenta.
El principio de analogía enuncia que dos elementos iguales gozan de las mismas
propiedades, así consumir nueces sería bueno para las afecciones cerebrales en
función de su parecido morfológico, o enviar el humo de una fogata al cielo
equivaldría a fabricar nubes que desencadenarían la lluvia. Las curaciones por
exhortos y conjuros se basan en este principio utilizando para la creación de
relaciones de analogía valiéndose la figura lingüística denominada metáfora.
Para ilustrar ésto analizaremos un ritual que consta únicamente de palabras para
curar la Espinilla o mal de la Paletilla, que según la creencia popular en algunos
países está causada por el desalojo de unos huesecillos que están en el estómago y
al desplazarse de su lugar natural provocan dolor de estómago, tristeza grave, falta
de apetito y otros síntomas difusos de origen desconocido, el conjuro dice así:
Espinilla y paletilla
vuelve a tu lugar
y el obispo a su altar.
y de la Virgen María
un padrenuestro
y un avemaría.
La espinilla se apropia de los atributos del triple símil y se llega a la creencia (fe) en
la vuelta a su lugar. Los huesecillos regresarían al estómago y se daría la sanación.
En este caso el placebo sería el conjuro y su lógica metafórica, nótese que además
se apela a la intervención divina con lo que se refuerza la creencia, además los
rezos generan una atmósfera sugestiva que produce desviación de la atención.
Otra figura lingüística es la metonimia utilizado por la magia por contacto que se
basa en la asociación de ideas por contigüidad: Dos cosas que están en contacto
comparten sus propiedades y atributos y una parte al separarse del todo mantiene
las propiedades del primero y además continúan influenciándose.
El toque real del que hablamos anteriormente, la imposición de manos, las reliquias,
el aliento o la saliva del curandero, el manto de la Virgen, en suma todos los objetos
que han mantenido contacto con entidades especiales, adquieren sus propiedades y
atributos.
Es verdad que hay visionarios y falsos místicos que son simplemente histéricos,
embaucadores o personas trastornadas y que viven fugadas en la fantasía de lo que
consideran la realidad cuando simplemente están proyectando su realidad psicótica
distorsionando su percepción y autoengañándose. Podemos aun admitir que una
persona sea, al mismo tiempo, “mística e histérica”. Pero no podemos aceptar que
se considere a la histeria como causa de todos los fenómenos místicos, o que se
pretenda erigir a la Parapsicología en juez capacitado para dictar sobre éstos su
sentencia inapelable. Nuevamente aquí la ciencia debe reconocer sus limitaciones.
La ciencia positiva es conocimiento de los fenómenos, hay causas de los mismos
que escapan a su competencia y cuando pretende dictaminar sobre ellas cae en
lamentables extrapolaciones. La rigidez del cuerpo acompañada de insensibilidad,
por ejemplo, puede ser causada por la histeria, pero también por el éxtasis de un
alma cautivada por la contemplación de su Creador. La misma levitación puede
tener su origen en esta tensión del espíritu y es inútil querer encerrarla en
explicaciones parapsicológicas. El conocimiento de las conciencias, tal como se
daba en el Cura de Ars, en Don Bosco o en el Padre Pío, podría interpretarse como
un fenómeno de telepatía. Pero, ¿se trata sólo de telepatía? ¿No estamos más bien
tocando la acción misteriosa del Espíritu, que distribuye libremente sus carismas,
ordinarios o extraordinarios, aunque éstos funcionen respetando el orden de las
causas segundas?
En ocasiones, los curanderos pueden aliviar parte del dolor y la ansiedad, u otros
síntomas, de enfermedades más graves, aunque sin detener el progreso de la
enfermedad. Pero este beneficio no es poco. La fe y la oración pueden conseguir
aliviar algunos síntomas de la enfermedad y su tratamiento, mitigar el sufrimiento de
los afligidos e incluso prolongar un poco sus vidas.
Las curaciones por fe, es decir, las que se realizan por medio de rezos, sin fármacos
y sin control médico alguno, no son algo nuevo en nuestro medio. Hace tiempo que
existen en el Perú grupos religiosos, como es el caso de los pentecostales
evangélicos y los carismáticos católicos, que practican no sólo la «sanación» del
alma sino también la del cuerpo por medio de la imposición de manos sobre
-generalmente- la cabeza del creyente (práctica también antiquísima registrada, por
ejemplo, en los escritos bíblicos). En esta clase de curaciones -que van desde un
simple dolor de cabezaa a la desaparición de tumores- al ser invocada la Divinidad
se habla de «milagros».Además hay una gran difusión de las llamadas curaciones
«energéticas» practicadas por el grupo ufológico Rama, la religión mahikari o la
iglesia mesiánica mundial y los practicantes de las técnicas orientales seicho-noi-ei,
reiky, qi-fong y tai-chi (también se está enseñando el feng-shui que es una práctica
para canalizar la «energía» a nivel espacial o arquitectónico). Pero no solamente
están esos grupos relativamente institucionalizados. Al margen de lo convencional y
paralelamente a la medicina oficial, occidental y ortodoxa están los llamados
curanderos, médico-brujos, hombres-medicina o chamanes y también los «cirujanos
psíquicos». Muchos de ellos tienen éxito en sus tratamientos -donde invocan a
fuerzas «superiores»- debido a su conocimiento tradicional de las funciones
curativas de diversas plantas aborígenes y sobre todo a la fe que depositan en ellos
sus pacientes que generalmente pertenecen a su mismo contexto cultural, y que por
la incapacidad de pagar los altos tratamientos occidentales -que no siempre son
acertados- requieren de sus servicios. Claro está, algunos son simples charlatanes,
farsantes o embaucadores que se aprovechan de la buena fe, ignorancia y
desesperación de la gente que ha sido deshauciada por los médicos. Gente capaz
de hacer cualquier cosa puesto que su vida está en peligro. En realidad, la fe, la
creencia en algo o en alguien está muy arraigada en las acciones de la conducta
humana diaria. Luego, cuanto más creamos que algo (un medicamento o algo que
funcione como tal, un talismán, un conjuro, una oración, una imagen, un fetiche, una
técnica de superación, etcétera) o alguien (un sacerdote, gurú, una divinidad o
alguno de sus enviados, un mago, un brujo, un psicólogo o médico, nuestros padres
o amigos, o alguna autoridad, etcétera) que tenga poder sobre el mal que nos
aqueja, tendremos una mayor predisposición a creer que se dará el resultado
esperado, esto es, la sanación, la cura o el “milagro”. Entonces también tiene fe el
paciente aquejado de algún dolor que va a visitar a un cierto médico de quien ha
oído -de amigos o parientes- que es un buen profesional o que ha tenido éxito con
otros pacientes con males semejantes al suyo. Y así hay una muy buena
predisposición psicológica. No obstante este caso es diferente pues una cosa es
afirmar que la cura es de origen sobrenatural o divino y otra que la cura es debida
simplemente al poder de la ciencia. No cabe duda que la autoridad influencía
poderosamente en el proceso de cura -y en las relaciones sociales-. Pero eso es
hasta cierto límite, nadie se cura del cáncer simplemente porque un renombrado
médico, chamán o sacerdote se lo dice (así tampoco no todos los atractivos
físicamente o bien vestidos son honrados). La autoridad curativa puede proporcionar
cierto aliento y esperanza así como relajación y un estado de bienestar mental,
condicionar psicológicamente y hacer sentir «aliviados» temporalmente pero la
enfermedad persiste y el peligro de la supuesta cura radica en que el paciente se
siente curado y seguro de ya no necesitar más tratamiento o terapia médica. Así
puede empeorar e incluso morir.
La fe, una de las tres virtudes teologales, se definiría como una virtud sobrenatural e
infusa por la que se opera en el hombre la justificación, es un asentimiento
intelectual de conocimiento por razones no lógicas que se encuentran por encima de
la razón. Sería en pocas palabras, una creencia más allá del conocimiento y que no
precisa reflexión.
Pero ¿tales curaciones lo son en realidad? ¿No serán acaso curaciones aparentes
inducidas por meras sugestiones? Y, en ese caso, ¿las tales no producen secuelas
posteriores peores a las que se querían aliviar? Sabemos que somos una unidad
bio-psico-socio-espiritual y que por ende nuestro estado emocional y mental
influencia en nuestra salud corporal y viceversa. De hecho, por ejemplo, un simple
resfriado nos puede producir desánimo y apatía aparte de molestias físicas
-cansancio corporal, dolor de cabeza, etcétera.-. Pero ¿qué de enfermedades más
graves como la invalidez? Así como hay distintas circunstancias que pueden ayudar
al padecimiento de un resfriado (la exposición a cambios bruscos de temperatura,
una disminución de las defensas inmunitarias por mala alimentación, etc.) también
hay más de una clase de invalidez. Tenemos por un lado una invalidez por causas
meramente psicológicas (histeria) y por el otro a la poliomelitis que daña
(irreversiblemente) los nervios. El primer caso puede ser aliviado al mismo nivel
-psicológicamente- por medio de la sugestión: un individuo que padezca una
pseudo-invalidez puede creer muy sinceramente que alguien puede devolverle la
movilidad con sólo tocarle el miembro afectado o por simples conjuros o rezos. Y así
en efecto sucederá pero no por fuerzas externas a él sino por el mero poder de su fe
la que finalmente es una expresión de su mente, mejor dicho, de su sistema
nervioso central (cerebro). En ese sentido, las llamadas curaciones psíquicas -por fe
(o sugestión), «milagrosas» o por la imposición de manos- en su mayoría no son
tales sino más bien sucesos naturales, regresiones de enfermedades de tipo psico-
somático, es decir, de origen emocional. O, en el peor de los casos, simples
embustes creados para venderse a la gente desesperada y desahuciada dispuesta
a creer en cualquier cosa para curarse y escapar del dolor y la muerte. Por supuesto
que además se presentan casos de ciertas mejoras de perturbaciones somáticas
notorias (tumores, cáncer, y hasta sida). Nuestro cuerpo, como sistema biológico,
tiende a buscar equilibrio -recordemos las endorfinas generadas por el propio
cuerpo para soportar el dolor extremo súbito o el agotamiento en la práctica
deportiva o cualquier ejercicio físico intenso. No todos los cuerpos están
programados genéticamente por igual para resistir los diversos males que existen. Y
así muchos enfermos del mismo cáncer al pulmón pueden morir rápidamente, y
otros mucho después. Ante la infección de una misma enfermedad, como por
ejemplo el terrible e implacable ébola, muchísimos pueden morir al poco tiempo y
otros resistirla de manera extraordinaria.También se sabe de la cercana relación
entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario (por ej. las heridas demoran en
cicatrizar en situaciones de gran estrés) y la naturaleza electro-bioquímica del
pensamiento.
PLACEBOS
Cuando se hace creer a pacientes con los ojos vendados que se les está tocando
con una hoja de hiedra o roble venenoso, generan una desagradable dermatitis de
contacto roja. La curación por la fe puede ayudar en enfermedades placebo o
mediatizadas por la mente: un malestar en espalda y rodillas, dolores de cabeza,
tartamudeo, úlceras, estrés, fiebre del heno, asma, parálisis histérica y ceguera, y
falso embarazo con cese de periodos menstruales e hinchazón abdominal. Hay
enfermedades en las que el estado mental puede jugar un papel clave. La mayoría
de las curaciones de finales del Medievo que se asocian con apariciones de la
Virgen María eran parálisis súbitas, de poco tiempo, parciales o de todo el cuerpo.
Además, se mantenía en general que sólo se podían curar de este modo los
creyentes devotos. No es sorprendente que la apelación a un estado mental llamado
fe pueda aliviar síntomas causados, al menos en parte, por otro estado mental quizá
no muy diferente.
Hay también un “efecto nocebo”, lo contrario del placebo. Dos tercios de entre los
sujetos a quienes en una experiencia de laboratorio se había administrado una
sustancia inactiva diciéndoles que les produciría dolor de cabeza, tuvieron
efectivamente dolor de cabeza.
SUGESTIÓN Y CURACIONES
No todo es estafa, sin embargo. El curandero sabe provocar en sus clientes una
confianza ciega e ilimitada, o desatar los mecanismos de la histeria. La sugestión es
entonces una poderosa —y por lo general peligrosa— fuerza curativa, capaz de
producir aparentes milagros. Muchos curanderos unen a su poder sugestivo o
hipnótico conocimientos rudimentarios de medicina, o remedios conocidos por
tradición en la medicina popular. En algunos casos el curandero es sujeto de
facultades paranormales, capaz de producir algún influjo energético al que los
parapsicólogos llaman “telergia”, como los que curan “de palabra” animales o
personas. Pero estas fuerzas poco conocidas son espontáneas, irregulares. La
conclusión positiva se refiere a la necesidad de que la medicina tenga en cuenta al
hombre en su totalidad: La actual Medicina psicosomática viene a corroborar el
concepto escolástico del hombre. El hombre se compone de dos realidades: cuerpo
y alma, pero esas realidades están unidas formando una persona integral, hasta tal
punto, que todas sus reacciones, sean de naturaleza psíquica, sean de naturaleza
física, son reacciones de toda la persona. Es de lamentar que durante tanto tiempo
la Medicina se mantuviera completamente ajena a la sana filosofía.
Casi nunca son los curanderos quienes revelan el fraude y error en la curación por
la fe. Ciertamente es sorprendente la resistencia de las Iglesias y sinagogas a
condenar el engaño demostrable entre sus filas. Cuando fracasa la medicina
convencional, cuando tenemos que enfrentarnos al dolor y a la muerte, desde luego
estamos abiertos a otras perspectivas de esperanza.
Después de oír hablar a sus pacientes de supuestas curaciones por la fe, un médico
de Minnesota llamado William Nolen pasó un año y medio intentando analizar los
casos más asombrosos. ¿Había alguna prueba médica de que la enfermedad
estuviera realmente presente antes de la “curación”? Si era así, ¿había
desaparecido realmente después de la curación, o era sólo lo que decían el
curandero o el paciente? Descubrió muchos casos de fraude, incluyendo la primera
revelación de “cirugía psíquica” de América. Pero no encontró ningún ejemplo de
curación de ninguna enfermedad orgánica seria (no psicogénica). No había casos
de curación, por ejemplo, de cálculos biliares o artritis reumatoide, mucho menos de
cáncer o enfermedades cardiovasculares. Cuando se rompe el bazo de un niño,
apuntaba Nolen, la recuperación es completa sometiéndole a una sencilla operación
quirúrgica. Pero si se lleva al niño a un curandero muere en un día. La conclusión
del doctor Nolen: Cuando los curanderos tratan enfermedades orgánicas graves son
responsables de una angustia e infelicidad inauditas. Los curanderos se convierten
entonces en asesinos.
En general, los astrólogos, los cartománticos (que “leen” las barajas), los
quirománticos (que “leen” la mano), así como los lectores del I-Ching, de piedras,
huevos, entrañas de animales u hojas de plantas pueden hacer un excelente papel o
no como consejeros puesto que muchos de sus clientes los buscan debido a sus
problemas ya sean económicos o sentimentales (muchos de ellos curanderos o
charlatanes y en estos casos pueden causar daño, enfermedad, envenenamiento y
muerte). En un país con una población mayoritaria normalmente ignorante de los
diversos avances científicos la explicación más fácil de los comportamientos fuera
de lo ordinario connota un origen sobrenatural, diabólico o divino.
Menos útil aún "para fomentar nuevas opiniones," en especial en aquellos que
nunca han oído sobre el caso de los “cirujanos psíquicos filipinos”. Si al menos
Rivka Bertisch y el Dr. Naúm Kliksberg se hubieran preocupado en proporcionar
mayores detalles de sus observaciones, tal vez hubiera tal título. Pero, ¿cuántas
observaciones realizaron? ¿A qué distancia hicieron las observaciones? ¿Qué
características tiene el lugar (espacio, luminosidad, etc.) de las observaclones? ¿En
qué condiciones trabajaba el curandero (ayudantes vestimenta accesorios, ritos,
desplazamientos, gestos, etc.) ¿Qué tiempo dedicaba a cada paciente? ¿Cómo y
dónde ubicaba al paciente para el tratamiento? ¿Cuántos pacientes atendía en cada
sesión? ¿Qué tipo de dolencias presentaban si eran atendidas de la misma forma?
¿Tuvieron la oportunidad de hablar con los pacientes antes o después? ¿Qué
sensaciones percibieron en los pacientes durante el tratamiento? Y muchos
pormenores más que cualquiera que se jacte de investigador debería informar.
No menos ilusos son cuando piensan que hubieran descubierto una trampa si les
hubieran permitido filmar el dedo láser en acción. Esto es un prejuicio que ostentan
muchos científicos, las filmaciones no son garantía en absoluto para desvelar un
fraude, tan solo son una herramienta más con la que cuenta un investigador, pero si
el truco no es burdo, solamente un mago experto podría hacer inferencias correctas
sobre las imágenes fílmicas. Recordando las críticas que le hacían al Padre
Quevedo por afirmar con tanta vehemencia que las operaciones de los curanderos
Filipinos eran truco cuando él en realidad nunca había estado en Filipinas. Ni
necesidad que tenía, puesto que sólo ver las películas que exhibían sus defensores,
basta y sobra para cualquier conocedor de las técnicas de la prestidigitación deducir
la sutil (a veces no tanto) trampa. Y ateniéndonos también a que el tiempo no se
equivoca y pone a cada quién en su lugar, tanto a los tramposos como a los
curanderos auténticos.
Una enfermedad del espíritu es una alteración del alma o del espíritu. Una fuerza
espiritual externa (por ejemplo, un fantasma) penetra en un cuerpo, una parte del
alma del paciente se pierde o es robada (susto) o la enfermedad es el justo castigo
al quebranto de un tabú, de manera que se traumatiza de forma grave el alma del
individuo, lo que produce la enfermedad. Las enfermedades del espíritu son
bastante comunes en África, Asia, Latinoamérica y en los grupos indígenas de
Norteamérica. Entre los síntomas biomédicos típicos se incluyen convulsiones,
estados de trance, fiebre, letargia y malestar. Los síntomas populares son miedo,
indolencia y desventura. Con frecuencia no puede encontrarse una explicación
biomédica a estas alteraciones, que se muestran refractarias a los tratamientos
biomédicos estándares. El tratamiento popular consiste en determinar el tipo de la
enfermedad del espíritu, sus "agentes causales y operativos" y los pasos apropiados
para restablecer el equilibrio social y religioso adecuado.
En otro ejemplo de "susto", una persona puede ser víctima de un proyectil mágico
(una intromisión invisible e imaginaria hacia el interior del cuerpo, que puede
ocasionar reacciones locales, sistémicas o ambas). Una llaga que supura se puede
imputar a tal proyectil. Un tratamiento antibacteriano producirá la remisión, pero la
infección recidivará hasta que el objeto ofensor sea "sacado" por un hechicero. La
escisión quirúrgica no es la solución.
¿Por qué es tan fácil que nos engañen adivinos, videntes psíquicos, quirománticos,
lectores de hojas de té, del tarot y seres de esta índole? Desde luego, captan
nuestra postura, nuestras expresiones faciales, la manera de vestir y las respuestas
a preguntas aparentemente inocentes. Algunos de ellos lo hacen con brillantez, y
ésas son cosas de las que muchos científicos no parecen ser conscientes. También
hay una red informática a la que se suscriben los psíquicos profesionales, con la que
pueden disponer de detalles de la vida de los pacientes de sus colegas en un
instante. Una herramienta clave es la llamada “lectura fría”, una declaración de
predisposiciones opuestas con un equilibrio tan tenue que cualquiera podría
reconocer algo de verdad en ella. Ahí va un ejemplo:
“A veces eres extrovertido, afable, sociable, mientras otras veces eres introvertido,
cauto y reservado. Has descubierto que es poco inteligente revelarte a los demás
con demasiada honestidad. Prefieres un poco de cambio y variedad, y te produce
insatisfacción verte rodeado de restricciones y limitaciones. Disciplinado y
controlado por fuera, tiendes a ser aprensivo e inseguro por dentro. Aunque tu
personalidad tiene puntos flacos, sueles ser capaz de compensarlos. Tienes muchas
capacidades sin aprovechar, que no has convertido en ventajas para ti. Tienes
tendencia a ser crítico contigo mismo. Tienes una gran necesidad de gustar a los
demás y de sentirte admirado”.
A continuación se describirán brevemente sólo cinco teorías –de las muchas que
existen- que intentan explicar el por qué o el cómo de las curaciones asombrosas.
A final de cuentas somos seres cuánticos y las cosas están hechas de elementos
cuánticos, de ondas, esas estructuras primarias que apenas está desentrañando la
Física. Y ahí está la clave de las curaciones asombrosas: la genial capacidad
autocurativa del ser humano que es facilitada por espíritus, guías humanos,
terapeutas o cualquier tipo de canal, actuando a nivel cuántico para modificar los
cimientos de la dualidad mente-cuerpo.
4.-EL ESPIRITISMO
Por así habérmelo pedido sus integrantes –todas ellas mujeres, excepto este autor-
las mencionaré con nombres ficticios.
Violeta y Zeferina son las personas que fungen como médiums principales, siendo
elegidas por los espíritus guías como fundadoras del grupo y coordinadoras de las
demás ayudantes (Verónica, María y Consuelo). Estas últimas se incorporaron
meses después de la apertura del grupo y realizan labores de “limpias” corporales,
ayuda en operaciones espirituales, preparado de hierbas, etcétera, teniendo a veces
la habilidad de observar o sentir algunos fenómenos espiritistas propios de las
curaciones hechas.
Lo que observé fue una genuina convicción por ayudar a los demás. Sin afán de
lucro, sin detalles de fraude ni engaño. Quedé gratamente sorprendido por lo
acontecido con cada persona. Me tocó ver sanar total o parcialmente a personas
que acudieron con las siguientes enfermedades o situaciones: fibromialgia,
lumbalgias, cuadros dermatológicos, traumas con personas fallecidas, mala suerte
en un negocio, problemas amorosos, problemas de comunicación interpersonal,
etcétera.
De los espíritus que se comunicaban para curar a los pacientes había ángeles (por
ejemplo, el “Hermano Estrella”), espíritus desencarnados (“Pachita”, “Edward”,
“Psicóloga Blanca”, entre otros) que se comunicaban y hablaban a través de
algunas de las médiums.
¿Cómo explico las curaciones que ví? Creo que no exitió fraude, sin embargo, creo
que el éxito en las curaciones se debió a varios factores, entre estos: el uso de
elementos sugestivos, la personalidad sugestionable de los pacientes,
intervenciones de espíritus a través de médiums y uso inconciente de placebos.
En una sesión típica con este grupo espiritista se seguían los pasos rituales
siguientes:
1.- Preparación del material que se usará durante la sesión (inciensos, velas, sillas,
plantas, líquidos, anafre con carbón, imágenes religiosas, etcétera).
2.-Un ayudante o un médium procede a proteger el lugar de sanación, usando para
ello varios inciensos e invocando protección, haciendo esta acción en espejos
puertas abiertas, ventanas y esquinas de las paredes.
3.-Médiums y ayudantes se colocan bálsamo protector en todo el cuerpo, además
de ponerse un talismán o un rosario colgado en el pecho.
4.-Los médiums y sus ayudantes rezan –como rutina- a Dios, a los ángeles y a los
espíritus que normalmente toman posesión de las médiums y les piden que todo
salga bien ese día.
5.-Se invita al paciente que esté primero en la lista previamente ordenada. Y se
procede a realizarle una limpia de energías negativas.
6.-Se le pide al paciente que cuente su problema de forma breve.
7.-El médium entra en trance durante o después de que el paciente cuenta su
problema. Y cuando se detecta que está entrando en trance es entonces cuando los
ayudantes aportan “energía de luz” dirigiendo sus manos frotadas hacia el médium.
8.-Se pregunta qué espíritu está presente y se le saluda.
9.-El espíritu, a través del médium, aconseja, diagnostica u opera al paciente,
pidiendo la ayuda de los ayudantes, a los que les pide traer plantas, líquidos, usar
“instrumental” invisible y realizar algunas acciones “espirituales” como inyectar,
extraer órganos, etcétera.
10.-Por último, se le plantea una tarea al paciente, consistente con realizar algunas
acciones, respetar cierta dieta alimenticia, prohibirle ciertas actividades –muchas
veces referente a consumo de drogas-.
5.-PSICOMAGIA
Agrega Jodorowsky “Yo les hacía pasearse a través de su árbol genealógico para
mostrarles el origen antiguo de algunos de sus malestares. Sin embargo, me di
cuenta enseguida de que no podía haber ninguna curación verdadera si no se
llegaba a una acción concreta. Para que la consulta tuviera un efecto terapéutico,
tenía que desembocar en una acción creativa llevada a cabo en el ámbito real, o
sea, en un acto psicomágico. La persona y yo teníamos que, de común acuerdo y
con plena conciencia, fijar un programa de acción muy preciso. Así es como llegué a
practicar la psicomagia”.
En la psicomagia, tengas o no tengas fe, debes ser lo bastante honesto como para
seguir al pie de la letra las instrucciones recibidas. Si acudes a un médico y al salir
de su consulta no te molestas en comprar ni tomar los medicamentos que te ha
recetado, ¿cómo podrás pronunciarte después sobre la eficacia de su tratamiento?
Este acuerdo mutuo tiene mucha importancia. En primer lugar, la persona se
compromete a realizar el acto psicomágico tal y como yo se lo prescribo, sin cambiar
nada en absoluto. Siempre en esa línea, y para evitar deformaciones debidas a
fallos de la memoria, la persona debe tomar nota inmediatamente del acto y del
procedimiento a seguir. Una vez realizado el acto, debe enviarme una carta en la
que, en primer lugar, transcribe las instrucciones recibidas de mí; en segundo lugar,
me cuenta con todo detalle la forma en que las ha ejecutado y las circunstancias e
incidentes ocurridos durante el proceso; y en tercer lugar, describe los resultados
obtenidos. El envío de esta carta constituye mis únicos honorarios por la
prescripción del acto.
Cada acto se prescribe «a medida» del paciente, después de una atenta escucha y,
como he explicado, de un contacto espontáneo con el propio inconsciente, lo cual
sólo es posible merced a una disociación del yo, que a su vez es fruto de un largo
trabajo espiritual. Recomiendo no prescribir el mismo acto a todo un grupo, o sin
escuchar a la persona y sin un amor verdadero. Yo prescribo un acto aparentemente
agresivo sólo cuando tengo la certeza de que las consecuencias serán positivas.
Siempre se trata de actos esencialmente creativos.
PSICOTERAPIA Y CURANDERISMO
Por lo efectivos que resultan dichos elementos en ambos campos de trabajo, tendría
que haber una actitud de humilde cooperación y aprendizaje entre estas dos
visiones. De hecho, existe ya en algunos psicoterapeutas y chamanes, aunque
todavía hay algunos que se resisten a aprender de los curanderos por considerarlos
rivales incómodos. Opino que psicólogos y psicoterapeutas podemos aprenderles
mucho y adaptarlo a nuestras técnicas para enriquecerlas.
CONCLUSIONES
Por ello, los métodos curativos que han aplicado las diversas culturas primitivas nos
indican, en realidad, la existencia de una práctica médica empírica y racional que ha
sido capaz de estimular y desarrollar el pensamiento humano. La magia imitativa, la
magia simpática, la magia de la impregnación, la transferencia de los males, los
rituales, conjuros, hechizos, sortilegios, ensalmos y oraciones, los amuletos, fetiches
y talismanes, la higiene, el uso de las aguas, los vegetales y los productos de origen
animal... todo esto, junto con una acción psicoterapéutica, crea una relación médico-
enfermo que se triangula con otro factor importante, la sociedad, de tal forma que el
hechicero no sólo establece un sentimiento de salud y recuperación, sino que
además integra al enfermo en la comunidad, dándole un sentimiento de protección
que ayuda a su supervivencia como grupo.
Pongamos, mejor todavía para aclarar esta cuestión, un sencillo ejemplo que nos
ofrece casi a diario la vida cotidiana.Un niño corre por la casa sin parar, sube y baja
las escaleras, pisotea los juguetes esparcidos por el suelo, tropieza, cae, se golpea
la rodilla, grita, hipa, rabia, llora... Se aproximan sus amigos, le ayudan los mayores
a levantarse del suelo, acude el amigo médico de la familia, pero el niño sigue
quejándose y llorando desconsolado. Entonces se acerca su madre, lo coge entre
sus brazos, le estrecha contra su pecho, le pasa la mano sobre la zona dolorida, le
humede con saliva la zona que enrojece por momentos, le lanza un conjuro "sana,
sana, colita de rana...". Y, de forma casi milagrosa, el niño se calma, le pasa el dolor,
de nuevo le sonríe el rostro... ¿Es eso curanderismo?.
Situaciones como estas nos obligan a revisar la validez real de cualquier tipo de acto
terapéutico, y de esta forma podremos, no sólo comprender, sino también asimilar el
problema del curanderismo.
La anterior cita está tomada del libro “Curanderismo y curaciones por la fe”, de
Salvador Freixedo. Quien, por cierto, al hacer un juicio sobre este tema señala 15
puntos como conclusión después de varios años de estudiar el tema y vivir
experiencias con curanderos:
2.-Indudablemente hay personas que tienen esa capacidad de curar en mayor grado
que otras, y algunas nacen ya con esa capacidad muy desarrollada.
5.-Estas curaciones no pueden ser enjuiciadas por las normas que rigen en la
medicina ya que están hechas conforme a leyes totalmente diferentes
(desconocidas por la medicina universitaria y desconocidas incluso por los mismos
que la practican).
10.-Hay que admitir la existencia de muchos curanderos cuyo móvil principal –si no
único- es el dinero.
14.-Hay una gran cantidad de personas, ante cuyas dolencias la medicina oficial no
había podido hacer nada y hasta las había desahuciado, que han recobrado
totalmente la salud o se han mejorado notablemente debido a la intervención de un
curandero.
15.-En todas las religiones y en todas las sectas –por absurdas que sean sus
creencias- se han dado y se siguen dando curaciones paranormales que desafían
toda explicación médica. Por supuesto, los fieles de cada religión o secta las
atribuyen a diferentes causas y personajes sagrados, de acuerdo con sus creencias.
Pero la causa profunda es la misma que actúa en los curanderos no religiosos y que
cobran.
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