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Catequesis Juveniles de Semana Santa

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

La vida del hombre está sobrecargada de tareas. Pero no siempre está llena de una
conciencia de misión. Y cuando tal conciencia existe, con dificultad somos capaces de llevar
esta misión hasta sus últimas consecuencias éticas, morales y religiosas. Consentimos con la
misión en el triunfo, en el bienestar, el dinero y el poder. Pero se nos hace insoportable la
misión en el fracaso, la indigencia, el dolor y la cruz, la entrega gratuita... No somos capaces
de beber el sorbo amargo de la vida, de asumir la misión hasta el final, porque no somos
capaces de renunciar al propio egoísmo para abrazarnos al amor. «La vida no fracasa
cuando se da por los demás». Sólo subiendo a la ciudad, y sintiendo el grito sencillo de los
niños y de los pobres, y mirando con los ojos de la fe y el corazón al que viene sobre un
borriquillo, podremos comprender la grandeza de la misión.

Acontecimiento: Triunfo amargo

La entrada histórica de Jesús en Jerusalén, la entienden los evangelistas (Mt 21,1-11; Mc


11,1-11; Lc 19,28-38; In 12,12-16) como una presentación pública, que Jesús hace de sí mismo
como Mesías, dispuesto a asumir su misión hasta el final aceptando la entrega y la misma
muerte de cruz. Es una entrada de rostro triunfal y corazón amargo, donde unos (los sencillos) lo
aclaman y acogen, mientras otros (jefes del Sanedrín) lo rechazan y condenan.

Él viene como Rey y Mesías original: no en poder y gloria como vengador de enemigos y
salvador de amigos; sino en humildad y sencillez, como salvador de pobres y oprimidos. Este
Mesías no responde a las expectativas políticas de la tradición. Pero él sabe que sólo
aceptando la misión sin engaño salvará a los que esperan.

El triunfo está sellado con el dolor. Sólo por la cruz se llegará a la gloria. La subida de
Jesús a Jerusalén es un peregrinar hacia la Pascua, para cumplir hasta el fondo la misión. Sobre
el pollino va ya la cruz de la esperanza nueva. Por eso Jesús no puede reprender a los que
gritan y aclaman, pues «les digo que si éstos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40).

Celebración: Configuración litúrgica

El domingo de Ramos es el comienzo de la Semana Santa, en la que se sitúa el «Triduo


Santo pascual de la pasión y resurrección del Señor». Hay que considerar, pues, a este domingo
como un preludio, como un pórtico pascual, que anuncia la gran celebración del Triduo, en
una mezcla de elementos triunfales (procesión, entrada) y elementos dolorosos (pasión).

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El origen de esta liturgia hay que situarlo hacia el siglo IV. Egeria, que escribe su «Itinerario»
en esta época, relata cómo en Jerusalén se reproducía del modo más preciso la entrada de
Jesús, yendo del monte de los olivos a la ciudad santa. Esta procesión se extendió pronto,
teniendo una gran aceptación popular, sobre todo en Oriente y en España. En cambio, en
Roma se ponía de relieve en este domingo no la procesión, sino la pasión (cf. Sermones del
Papa León Magno). Por eso se le llamará «domingo de pasión». Este será en Roma el tema
predominante hasta el siglo X, en que se le comenzará a llamar «domingo de Ramos» (cf.
Pontifical Romano-Germánico).

Según el Misal de Pío V (s. XVII) la celebración quedó así configurada: Misa, distribución
personal a clero y pueblo de ramos y palmas, procesión fuera de la Iglesia, entrada a la iglesia
después que el diácono golpeaba las puertas con el astil de la cruz, y éstas se abrían para dar
paso al cortejo. Pío XII reformó esta celebración, destacando con nitidez las dos partes:
procesión en honor de Cristo Rey, y Misa de Pasión, que suponía cambio de vestiduras y de tono
(las vestiduras rojas se cambiaban por las moradas).

Dos momentos destacados de la Celebración: la Procesión con las Palmas y la Pasión.

La procesión con las palmas:

Es una formación mimética-representativa de recordar los siguientes hechos: la entrada


triunfal de Jesús en Jerusalén, la acogida gozosa con ramas y palmas de los sencillos, el
peregrinar al centro del cumplimiento de su misión. La repetición litúrgica del hecho supone la
actualización y coimplicación de la comunidad en el acontecimiento. También hoy somos
llamados a reconocer al Mesías, a unirnos a los gritos de los sencillos, a asumir la misión.

La lectura de la pasión:

El que en este día se proclame la pasión, indica claramente la intención de unir desde el
principio las dos caras del misterio pascual: fracaso y triunfo, muerte y resurrección, dolor y
alegría... Sólo que el orden en que se nos presenta en este domingo es original: primero el triunfo
(procesión), y luego el fracaso (pasión). Es la forma de la Iglesia de actualizar el misterio sin
divisiones, invitándonos desde el principio a seguir a Cristo hasta la cruz, para participar también
de su resurrección.

Sugerencias para la Celebración de Ramos con jóvenes:

 Procura que verdaderamente sí haya Procesión desde un lugar significativo de la


comunidad al Templo o lugar de la celebración.
 Que todos los acólitos y participantes de los diversos servicios, sean jóvenes. Para la lectura
de la Pasión de Cristo, los jóvenes que la lean junto con el sacerdote, se preparen muy
bien.
 Adorna los ciriales y la Cruz alta con palma y listones rojos.
 No olvides tener palmas para todos los jóvenes, tanto del grupo, como los que asisten a la
celebración. Pueden ser ramos tradicionales o más sencillos, e incluso palmas grandes y
banderas blancas y rojas.
 Con ellos puedes hacer una valla que camine con toda la procesión.
 También puedes organizar procesión de la Palaba y adornarla con palmas (recuerda que
la primera parte es una celebración festiva)
 Recuerda preparar moniciones, peticiones y en las ofrendas el pan y el vino, nunca deben
faltar y siempre deben ir primero. Usa tu creatividad y adórnalos de cuerdo al día.
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La Palabra de Dios y la voz de la Iglesia en el Concilio

Queremos invitarlos a repasar un poco la doctrina del Concilio Vaticano II sobre esta
realidad del Misterio Pascual de Cristo, el Señor. Aunque sea un poco difícil, nos parece muy
importante escuchar nítida esta voz tan fuerte de nuestra querida Iglesia, la cual tiene toda su
base en la Sagrada Escritura.

Por eso pondremos algunos textos íntegros del Concilio para ser reflexionados, dejar que
penetren en nuestro corazón y luego los podamos compartir.

¿Qué es el Misterio Pascual?

“« Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad (1 Tim 2,4), habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes
maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Heb 1,1), cuando llegó la plenitud de los
tiempos, envió a su Hijo, el Verbo hecho carne ungido por el Espíritu Santo, para evangelizar a
los pobres y curar a los contritos de corazón, como <“médico corporal y espiritual”> mediador
entre Dios y los hombres. En efecto su humanidad unida a la persona del Verbo, fue instrumento
de nuestra salvación. Por esto en Cristo <“se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos
dio la plenitud del culto divino”>.

Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por


las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo el Señor la realizó
principalmente por el Misterio Pascual de su bienaventurada Pasión, Resurrección de entre los
muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio <con su Muerte destruyó nuestra muerte y con su
Resurrección restauró nuestra vida>. Pues del costado de Cristo dormido en la Cruz nació el
sacramento admirable de la Iglesia entera”» (SC 5).

 Nos parece muy importante que como jóvenes entablemos un diálogo que nos lleve a
dejar muy en claro lo qué es el “Misterio Pascual de Cristo”

 Segundo insistir con mucha claridad que la invitación a la Pascua es precisamente para
vivir con intensidad este Misterio.

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El Misterio Pascual debe ocupar el centro de la vida Cristiana

El Concilio sigue diciendo:

“Por el bautismo los hombres son injertados en el misterio pascual de Jesucristo: mueren con
Él, son sepultados con Él y resucitan con Él.; reciben el espíritu de adopción de hijos, por el que
clamamos: ¡Abba! ¡Padre! (Rm 8,15). Asimismo cuantas veces comen la cena del Señor, proclaman
su muerte hasta que vuelva. Por eso el mismo día de Pentecostés, en que la Iglesia se manifestó al
mundo, los que recibieron la palabra de Pedro fueron bautizados. Y con perseverancia escucharon
la enseñanza de los apóstoles, se reunían en la fracción del pan y en la oración…, alababan a Dios
gozando de la estima general del pueblo (Hch 2,41,42.47) desde entonces la Iglesia nunca ha
dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual: leyendo cuanto a Él se refiere en toda la
Escritura (Lc 24,27), celebrando la Eucaristía, en la cual, “se hacen de nuevo presentes la victoria y el
triunfo de su muerte y dando gracias al mismo tiempo a Dios por el don inefable en Cristo Jesús, para
alabar su gloria por la fuerza del Espíritu Santo”. (SC 6)

Por tanto, este es el Misterio Maravilloso de nuestra Salvación por la Muerte y Resurrección del
Señor Jesucristo y debe ocupar el centro de toda la vida del cristiano. Y, así hemos de entenderlo y
vivirlo todos los creyentes en Cristo.

Entendemos, también, que es en la Celebración Eucarística en donde de manera


eminentísima se actualiza el misterio Pascual de Cristo el Señor y, de ahí su centralidad, en nuestra
vida.

El Misterio Pascual, es, también, fuente y cumbre de la vida cristiana

Es la cumbre, pues hacia allá tiende todo, es decir, todos los trabajos apostólicos de la Iglesia
tienen por finalidad que todos los hombres “una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, se
reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor”.
(SC 10)

Al mismo tiempo es una Fuente de gracia, de impulso para el cristiano, pues la celebración
del Misterio Pascual, especialmente en la Eucaristía, enciende y arrastra a los fieles a la apremiante
caridad de Cristo, es decir, mana, derrama hacia nosotros la gracia como una fuente de
abundantes aguas (Cfr. SC 10)

 Insistimos que: Esta es la doctrina del Concilio, pero es muy importante que quien va a
compartir esta reflexión la haga suya, para que pueda compartirla haciendo una sencilla
aplicación a la vida.

En resumen:

Tal vez "misterio" lo relacionamos espontáneamente con lo oculto, lo que no sabemos;


pero en el lenguaje bíblico y patrístico (los padres de la Iglesia), el Misterio es el mismo Dios que
en Cristo se revela y se da. Así, misterio pascual es la comunicación por parte de Dios y su
revelación. Dios que se revela comunicándonos la vida divina por la Pascua de Jesucristo su
hijo, hecho hombre.

También lo llamamos “TRIDUO PASCUAL” a este respecto podemos decir que la palabra
triduo en la práctica devocional católica nos hace pensar en una preparación. A veces nos
preparamos para la fiesta de un santo con tres días de oración en su honor, o bien pedimos una
gracia especial mediante un triduo de plegarias de intercesión.

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El Triduo Pascual se consideraba como tres días de preparación a la fiesta de Pascua;


comprendía el jueves, el viernes y el sábado de la semana santa. Era un triduo de la pasión. En el
nuevo calendario y en las normas litúrgicas para la semana santa, el enfoque es diferente. El triduo se
presenta no como un tiempo de preparación, sino como una sola cosa con la pascua. Es un triduo
de la pasión y resurrección, que abarca la totalidad del misterio pascual.

El Triduo comienza con la misa vespertina de la cena del Señor el Jueves Santo y alcanza su
cima en la Vigilia Pascual y se cierra con las vísperas del domingo de pascua

Trabajo en grupos:

Se trabaja en pequeños grupos estas afirmaciones y preguntas al mismo tiempo:


 ¡Mi vida Cristiana tiene un centro! ¿verdad? ¿cuál es?
 ¿Mi vida Cristiana ¿tiene una fuente de donde se alimenta?
 ¡Mi vida toda, como cristiano, tiene una cumbre, un horizonte!…! ¿verdad? ¿cuál es?
 Estarías dispuesto encontrarte o renovar en esta Pascua tu encuentro personal con Jesucristo

Al terminar de compartir cada joven elaborará una Cruz, signo de la disposición que tenemos
por renovar nuestro encuentro con Jesucristo en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Lo que necesitas preparar:


 Una Cruz de madera de treinta centímetros de alto para joven participante. La Cruz puede ser
de triplay grueso, mediano o delgado, de aglomerado, etc.
 Pinturas vinílicas de diferentes colores, o de otro tipo.
 Recipientes para adelgazar un poco la pintura, recipientes para poner las pinturas de
diferentes colores, pinceles de diferentes grosores, recipientes con agua para limpiar los
pinceles.
 Resistol 850, tijeras, etc.
 Semillas pequeñitas de diferentes tipos, revistas católicas, servilletas decoradas, aserrín de
colores pintado.
 Alguna laca que al final reafirme lo pintado o pegado y no se despegue y le dé brillo (puede
ser algo muy rústico como resistol adelgazado con agua o espray para el cabello)

Es importante que se pongan todos estos materiales y algunos otros que se te ocurran a
disposición de los jóvenes y cuenten con tiempo suficiente para que las decoren con calma.

Motivación para elaborar la CRUZ

La cruz es algo más grande y misterioso de lo que puede parecer a primera vista. Indudablemente, es
un instrumento de tortura, de sufrimiento y derrota, pero al mismo tiempo muestra la completa
transformación, la victoria definitiva sobre estos males, y esto la convierte en el símbolo más
elocuente de la esperanza que el mundo haya visto jamás. Habla a todos los que sufren -los
oprimidos, los enfermos, los pobres, los marginados, las víctimas de la violencia- y les ofrece la
esperanza de que Dios puede convertir su dolor en alegría, su aislamiento en comunión, su muerte en
vida. Ofrece esperanza ilimitada a nuestro mundo caído.

Por eso, el mundo necesita la cruz. No es simplemente un símbolo privado de devoción, no es un


distintivo de pertenencia a un grupo dentro de la sociedad, y su significado más profundo no tiene
nada que ver con la imposición forzada de un credo o de una filosofía. Habla de esperanza, habla
de amor, habla de la victoria de la no violencia sobre la opresión, habla de Dios que ensalza a los
humildes, da fuerza a los débiles, logra superar las divisiones y vencer el odio con el amor. (Benedicto
XVI, 5 de junio de 2010).

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Si se tienen los medios proponemos ver este video:


¿Qué celebra la Iglesia el Jueves Santo?
http://www.youtube.com/watch?v=D3D2s1-lBsU

La Misa Crismal
La Misa Crismal es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del
obispo, que ha de ser tenido como el gran sacerdote de su grey, y como signo de la unión estrecha
de los presbíteros con él. En dicha misa se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los
catecúmenos y de los enfermos. Esta solemne liturgia se ha convertido en ocasión para reunir a todo
el presbiterio alrededor de su obispo y hacer de la celebración una fiesta del sacerdocio.

La palabra crisma proviene de latín unctionem, que significa “unción”. Así se llama ahora al
aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagra en esta misa. Con esos óleos serán ungidos los
nuevos bautizados y se signará a los que reciben el sacramento de la Confirmación. También son
ungidos los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental. Así pues, el Santo
Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus
carismas el día de nuestro bautismo y de nuestra confirmación y en la ordenación de los sacerdotes
y obispos.

El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia las dolencias de
alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir
el perdón de los pecados. El aceite simboliza el vigor y la fuerza del Espíritu Santo. Con este óleo el
Espíritu Santo vivifica y transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte en sacrificio salvador como
el de Jesús.

La materia apta para el sacramento debe ser aceite de oliva u otro aceite sacado de
plantas. El crisma se hace con óleo y aromas o materia olorosa. Su consagración es competencia
exclusiva del obispo. Es conveniente recordar que no es lo mismo el Santo Crisma (que se utiliza en el
Bautismo y en la Confirmación y es consagrado) que el óleo de los catecúmenos y de los enfermos
(que sólo es bendecido y puede serlo por otros ministros en algunos casos).

El rito de esta misa, que debe ser siempre concelebrada, incluye la renovación de las
promesas sacerdotales, tras la homilía. No se dice el Credo. Tras la renovación de las promesas
sacerdotales se llevan en procesión los óleos al altar donde el obispo los puede preparar, si no lo
están ya. En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un presbítero. Tras ellos
se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el agua para la eucaristía. Mientras avanza la
procesión se entona un canto apropiado. El obispo recibe los óleos. La misa prosigue como una misa
concelebrada normal.

Tras el sanctus se bendicen el óleo de los enfermos y tras la oración después de la comunión
se bendice el óleo de los catecúmenos y se consagra el Santo Crisma. También todos estos ritos se
pueden hacer después de la oración de los fieles.

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La Eucaristía Vespertina
El Jueves Santo inaugura ya la celebración de la Pascua
del Señor. En ella Iglesia conmemora aquella última Cena en la
cual el Señor Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía como
anticipo y memorial de su entrega en la cruz.

Tres elementos litúrgicos marcan la peculiaridad de esa


celebración:

1º. La misma celebración de la Eucaristía como memorial de la Pascua de Jesús

Para comprender el significado de la celebración del Jueves Santo es muy importante


destacar el significado que Jesús quiso dar a aquella última Cena con sus discípulos.

Según los evangelios, aquella última cena que Jesús celebró con sus discípulos fue la cena
Pascual judía. Todos los años, el pueblo de Israel se reunía, el 14 del mes de nisán, para celebrar la
Pascua. Es decir, el “paso” del Señor, que les liberó de la esclavitud de Egipto y les hizo atravesar el
Mar Rojo, por medio de las aguas, para llevarlos a la tierra prometida. La celebración consistía en
una cena ritual en la que se cantaban salmos, se bendecía a Dios al comer el pan sin fermentar y al
beber el vino, y se comía el cordero pascual sacrificado en el templo.

En aquella Cena, Jesús va a realizar una serie de gestos en los que va a cambiar para siempre
el sentido de la Pascua. Los cristianos ya no celebrarán la Pascua judía, recuerdo de la liberación de
la esclavitud de Egipto, sino la Pascua universal, memorial de la liberación de la esclavitud del
pecado y de la muerte, a la que está sometida la humanidad, y de la que el Hijo de Dios hecho
hombre nos libera por medio de su muerte y resurrección.

La segunda lectura del día, tomada del capítulo 11 de la primera carta del apóstol Pablo a
los cristianos de Corinto, nos resume los gestos y las palabras de Jesús en aquella última cena. Pablo
trasmite a los corintios la misma tradición que él había recibido de los discípulos de Jesús.

Jesús, sintiendo cercana la hora de pasar de este mundo al Padre, tomó un pan y,
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes”.

 El cuerpo en el mundo judío es expresión de toda la persona, en su realidad integral. Decir “ésto
es mi cuerpo” equivale a decir “ésta es mi persona”, “este pan soy yo”, que se entrega por
ustedes.
 Con ese gesto, Jesús resume su vida: ha sido como un pan repartido para sustento de la vida
de todos.
 Y también anticipa su muerte: no le arrebatan la vida, él la entrega voluntariamente a favor de
la vida de todos.
 Para Jesús, aquella última cena fue como el prólogo sacramental de su entrega en la cruz. Fue
una profecía, un sacramento que anticipaba lo que sucedería después en el Calvario. Aquél
que se entregó en la Eucaristía del Jueves es el mismo Cordero que el Viernes se inmoló en la
cruz.

Y lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar. “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre”.

 Moisés había sellado la Antigua Alianza de Dios con Israel rociando con sangre de animales el
altar (signo de Dios) y al pueblo. Pero aquello era sólo una imagen, una sombra, una profecía
de la verdadera y definitiva Alianza que Dios iba a sellar con la humanidad entera por medio
de su Hijo.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

 La sangre de Cristo sí es el sello de una Alianza Nueva y Eterna. Porque es la sangre de Dios. De
un Dios que se ha hecho hombre por amor a los hombres, y que ha asumido las mayores
humillaciones por nuestra salvación. Y es la sangre del hombre nuevo, fiel a Dios hasta las
últimas consecuencias. Por eso, la sangre derramada de Jesús es el sello de una Alianza nueva
y eterna, que nos ha reconciliado con Dios para siempre.

Y Jesús nos dice: “Haced esto en memoria mía”.


 Cada vez que partimos el pan y bebemos del cáliz, proclamamos la muerte del Señor hasta
que vuelva.

 El sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor es memorial que actualiza su entrega.
Cada vez que celebramos la Eucaristía se hace realmente presente, aunque en forma
sacramental, el sacrificio de Cristo en la cruz, para que todos podamos unirnos a él, y
ofrecernos, junto con Cristo, al Padre, por la salvación del mundo. La Eucaristía es el memorial
incruento del sacrificio cruento de Cristo en la cruz.
 Cada vez que celebramos la Eucaristía hacemos memoria del amor de Cristo, de su entrega
por nosotros; hacemos realmente presente su sacrificio redentor; y nos unimos a esa misma
ofrenda de Cristo por la salvación del mundo.
 La invitación y la posibilidad real de unir nuestra entrega a la de Jesús constituye una
permanente invitación a cambiar radicalmente nuestras vidas. Quien está invitado a unir su
entrega a la de Cristo, y recibe en cada comunión Eucarística las gracias necesarias para
poder hacerlo, queda comprometido a vivir como Jesús vivió.

Nuestra participación en la Eucaristía de este día quedará realzada con la comunión bajo las
dos especies.

2º. El lavatorio de los pies

Es un rito que al principio se hacía aparte de la Misa vespertina. Hasta las reformas de Pío XII
no se incorporó dentro de la celebración de la Eucaristía.

Se trata de un gesto simbólico que Jesús realizó con sus discípulos y


que la Iglesia repitió desde antiguo. Precisamente este es el pasaje de la vida
del Señor que recoge el Evangelio que se proclama en la celebración.

Cuando el ministro que preside la Eucaristía lava los pies a un grupo


representativo de los miembros de su comunidad imita lo que Jesús hizo en la
última Cena cuando se quitó el manto, se ciñó la toalla, echó agua en la
jofaina y lavó los pies de sus apóstoles a pesar de las protestas de Pedro, que
no acababa de entender la humillación de su Maestro.

Cristo quiso darles una lección plástica de la actitud de servicio que


deben tener los cristianos, y sobre todo los que ejercen la autoridad,
constituidos en representantes de Aquél que dijo que no había venido a ser servido sino a servir.
Jesús se lo había enseñado por medio de infinidad de palabras y hechos. En la última Cena quiso
recordarlo, una vez más, con un gesto que resultase sumamente expresivo e inolvidable: el lavatorio
de los pies, acompañado de un solemne mandato: “Si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los
pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros”.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

El evangelista Juan ve en este gesto la inauguración del camino pascual de Cristo. En


efecto, Aquél que manifestó su condición de siervo lavando los pies de sus discípulos, manifestó
máximamente su espíritu de servicio cuando entregó su vida en la cruz. Al lavar los pies de los
suyos, se despojó del manto; en la cruz se despojó hasta de su propia vida. El lavatorio de los
pies Jesús anticipó en símbolo la entrega que luego consumó en la cruz.

Quizás por eso, el evangelista Juan, que nos relata el gesto del lavatorio de los pies, no
encuentra necesario narrar la institución de la Eucaristía, pues con la institución del sacramento
eucarístico y con el lavatorio de los pies, Jesús ha pretendido una misma cosa:

 Resumir el sentido de su vida,


 Anticipar el gesto de su entrega en la cruz
 Y dejar señalado el camino de amor, de entrega y de servicio que habrán de recorrer
todos los que quieran ser sus discípulos. “Ámense unos a otros como yo los he amado. En
eso conocerán que son mis discípulos”. Ése es el mandamiento nuevo que, junto a la
institución de la Eucaristía -como memorial de su entrega- y el gesto del lavatorio de los
pies –como mandato de servicio fraterno- nos dejó Jesús en aquella memorable cena.

3º. La solemne reserva de la Eucaristía.

Terminada la oración después de la comunión,


se traslada procesionalmente el Santísimo
Sacramento, hasta el lugar de la reserva habitual.

De ordinario reservamos en el Sagrario el


Cuerpo del Señor, pensando en los enfermos y
moribundos, y en la adoración de los fieles. La costumbre de reservar la Eucaristía después de la
Misa del Jueves Santo surgió para facilitar la comunión de los fieles el Viernes Santo, día en que
no hay celebración de la Eucaristía.

La Capilla del Reservado se debe adornar de modo que invite a la oración y la


meditación, pero evitando una ostentación que distraiga más que ayude al recogimiento y que
contradiga la austeridad y sobriedad propias de la Semana Santa.

Esta solemne reserva del Jueves Santo debe convertirse en una ocasión propicia para
que la comunidad cristiana contemple y adore a su Señor, que ha querido hacerse, para
nosotros, Pan de Vida, y que nos ha dejado el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre como
presencia permanente entre nosotros.

Por eso, durante las últimas horas del Jueves Santo, hasta la medianoche, es muy
conveniente tener algún momento para la adoración personal y comunitaria ante Jesús
Sacramentado.

A partir de la medianoche, la liturgia pasa a centrarse en la contemplación y adoración


de la cruz del Señor. Por eso, el Misal manda que se apaguen las luces extraordinarias y se
retiren los signos festivos de la reserva, limitándose a lo que normalmente existe en el Sagrario. El
Viernes Santo, la celebración litúrgica de la muerte del Señor reclama un clima de mayor
sobriedad.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

El Viernes Santo celebramos cómo el verdadero amor se sacrifica y se entrega hasta la muerte.

Muchos piensan que es una tontería si te destruyes o te disminuyes a ti mismo por hacer algo
en favor de los demás. Según muchos, lo que por los demás haces, siempre tendría que traer alguna
ventaja en este mundo.

En la mentalidad de muchos todo lo que te hace inclinar la cabeza humillándote ante los
demás, todo lo que te desgasta la salud, todo lo que te acorta la vida, todo lo que te hace perder
tus bienes o tu comodidad, todo lo que te lleva a la cárcel es irracional y es fanatismo.

Para el cristiano en cambio, no es así.

El Cristiano sabe que estamos hechos “a imagen y semejanza de Dios” (Gen 1,27) y Dios es
Amor (1 Jn. 4, 8) y entonces lo que realmente importa es Amar.

El Viernes Santo nos muestra con hechos “en qué consiste verdaderamente el amor: en que
Cristo Jesús dio su vida por nosotros” (Jn 3, 16).

Para el cristiano la vida en este mundo no lo es todo, sino que el principal valor es el amor.
Para el cristiano el que amó en la vida, “ya la hizo”, como dicen los chavos, por eso a los cristianos se
nos insiste: “vivan en el amor, como Cristo, que nos amó entregándose por nosotros como ofrenda y
como un sacrificio de suave aroma” (Ef 5,2).

Hoy, Viernes Santo, resuena la voz de Jesús “ámense como yo los he amado” (Jn. 13,34), y la
medida del amor de Jesús es amar sin medida, es gastar la vida y las energías por los demás, hasta
morir por ellos.

“Se Humilló a sí mismo, se hizo “Nada por nosotros”

El Viernes Santo debemos tener presente el ejemplo de humildad de Jesús, ejemplo que,
según la Escritura, debemos imitar: “Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual
primeramente, siendo Dios, se despojó de sí mismo…y luego, haciéndose hombre se humilló (se hizo
nada) hasta la muerte y una muerte de cruz” ( Fil. 2,5 ss).

Jesús ya había exigido claramente: “El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo,
tome su cruz de cada día y me siga” (Lc. 9,23).

Ahora bien, si Jesús pide que nos neguemos a nosotros mismos, significa que no estamos
hechos para quedarnos en nosotros mismos, sino para darnos a los demás; nuestro ser es un ser para
el otro; nuestros pensamientos y preocupaciones tienen que estar puestos en los demás más que en
nosotros mismos. Negarse a sí mismo y ser humildes son sinónimos. El cristiano sabe que para realizarse
a sí mismo debe salir de asimismo hacia los demás.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

Jesús fue siempre el Hombre que se despojó de sí mismo; que vivió siempre para su
Padre y para los demás: “He venido a hacer no mi voluntad, sino la Voluntad de mi Padre” (Jn.
6,38).

La Cruz
El por qué de la Crucifixión

Antes de ver en la Cruz una señal del amor de Dios, signo


de bendición, prueba de que Cristo es nuestro mejor amigo, señal
de la misericordia de Dios, etc. Deberíamos considerar ¿qué es
realmente la cruz?, ¿a quiénes se colgaba en la cruz?...

La cruz era un instrumento de tormento. Jesús, al ser


colgado en ella fue considerado un maldito de Dios pues en el
Deuteronomio se decía: “un colgado es una maldición de Dios” (Dt. 21,13).

Los romanos consideraban la religión del crucificado como una locura y los judíos como
una blasfemia en contra de Dios (I Cor. 1,23). El pensar en Dios crucificado es, para los que no
son cristianos, lo más contradictorio y lo más repelente.

Motivos de la Crucifixión de Jesús

¿Qué motivos tuvieron Poncio Pilato y los romanos para clavar a Jesús?
 Ellos dijeron que tuvieron razones políticas: Jesús era un hombre que podía ser
peligroso políticamente, sea porque muchos querían hacerlo rey (Jn 6,15;12,13 ;18,37),
sea porque podían aprovechar las circunstancia para levantar al pueblo en contra de
Roma.
 Jesús era un hombre que socialmente causaba dificultades: Muchos estaban a favor
de Él y muchos en contra; esto podía ser un peligro para la paz de la región (Lc. 23,5;
Mt. 10, 35).

Los sacerdotes y los jefes del pueblo judío ¿por qué lo condenaron?
 Ellos afirmaron que por razones predominantemente religiosas: ejemplo: ir contra la ley
divina del Sábado (Mt 12,10), relativizar el templo (Mt 12,6), hacerse igual a Dios
perdonando los pecados (Mt. 9,6), llamándose “Hijo de Dios” (Jn. 19,7).

Motivos de Jesús para dejarse crucificar:


 Hay que tener en claro, por encima de todo, que si Jesús murió en la Cruz, fue porque
Él lo quiso voluntariamente habiéndolo previsto varias veces antes y pudiéndose
escapar de sus enemigos. Jesús “se buscó la muerte”: Hubiera podido liberarse a
tiempo actuando de modo distinto de cómo lo estaba haciendo.

¿Qué era lo que Jesús quería lograr con lo que hacía?


 Cumplir la voluntad de su Padre Dios (Jn. 5,30; 6.38).
 Predicar su Amor, ser señal de su Amor para nosotros…llevar la liberación a los
oprimidos…el perdón de los pecados…la misericordia…la sinceridad…curar enfermos…
 La cruz es en Cristo y para Cristo señal de cumplimiento de la Voluntad de Dios sin tener
en cuenta, o mejor dicho, aceptando y pesando las consecuencias de sus actos.
 La cruz es la consecuencia humana de hacer lo que Dios quiere de nosotros dentro de
un mundo opuesto a Dios y lleno de pecado.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

Relación entre Voluntad de Dios y Cruz


 Jesús quiere que sus discípulos, para seguirlo, se nieguen a sí mismos tomando su cruz de cada
día (Lc. 9,23). Según lo que acabamos de decir, tomar la cruz al estilo de Cristo es cumplir la
voluntad de Dios cueste lo que cueste.

Ejemplo: Dios te pide como estudiante estudiar y preparar tus tareas, capacitarse de veras
para una profesión: la cruz es hacer eso aunque tengas que desvelarte, aunque tengas que sufrir
burlas de tus cuates, o tengas que renunciar de momento a otras cosas (juegos, fiestas, pláticas,
etc.).

Relación entre amor y Cruz


¿Se debe buscar la cruz?, ¿Se debe buscar tener sufrimientos?
 Cristo nos salvó, no porque cargó la cruz, sino porque amó y al amar tuvo que cargar la cruz:
cruz de privaciones, de cansancio por predicar, de tener que poner mala cara cuando es
más fácil no enemistarse con nadie, de desvelarse por tener un momento de oración, de no
comer por atender a la gente, etc.
 Al cristiano no le debe gustar el sufrimiento, al cristiano le gusta amar, hacer el bien, pero
amar cuesta “una cruz”.
 El Cristiano, como Jesús, quisiera no sufrir: “Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero no se
haga mi voluntad” (Mt 26,39); incluso como Jesús, tiene miedo al sufrimiento (Mt. 14, 33 ss),
pero no por eso deja de hacer la Voluntad de Dios (Mc. 14, 33 ss; Jn. 12,27).

El Silencio de Dios
 El Amor deja hablar
 El viernes Santo vemos con escándalo de muchos cómo Dios guarda silencio.
 Dios calla por amor, porque el amor quiere conquistar amor, quiere hacer amantes y no
esclavos.
 Dios deja sentir su presencia, pero siempre manteniéndose a distancia, siempre haciéndose el
huidizo, por eso para los antiguos el símbolo de la presencia de Dios era una nube.
 En Cristo Jesús Dios guardó silencio para hacer hablar al amor.

Las Celebraciones de este día:

Todas las celebraciones de este día deben estar dirigidas no sólo a recordar los sufrimientos de
Jesús y despertar con nuestros sentimientos una especie de compasión hacia Él, sino a mover nuestra
voluntad en el seguimiento de Cristo llevando nuestra cruz de cada día.

Este día viviremos el Vía Crucis, la Celebración de la Pasión del Señor, y la Procesión del Silencio.

Dentro de la Celebración de la Pasión del Señor se viven momentos muy significativos:


 La postración que hace el sacerdote – El postrarse por tierra es una postura de suma
humillación que nos recuerda la humillación del Hijo de Dios.
 Las lecturas bíblicas y en especial de la Pasión del Señor según San Juan
 Las oraciones solemnes de intercesiónpor toda la humanidad – La Iglesia quiere hacer suyas
las intenciones de Cristo que, con los brazos extendidos en la Cruz, estuvo ofreciendo su vida
y orando por todas las necesidades de sus hermanos los hombres.
 La adoración de la Cruz – No podemos pensar en Cristo sin la Cruz ni en la cruz sin Él, por eso
decimos que vamos a adorar la Cruz; porque ahí está Jesús colgado en ella, en la máxima
prueba de su amor.
 La comunión – Comulgamos para pedirle a Cristo la fuerza para cargar la Cruz que el amor
al prójimo nos echa a cuestas cada día.

Este día no se celebra propiamente la misa, porque se da la Comunión con la reserva del Jueves Santo.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

Sin Resurrección simplemente no hay cristianismo

Creer en la Resurrección de Cristo es lo principal de la fe cristiana. Lo primero que hacen


los discípulos cuando salen de su escondite, es anunciar la resurrección, no comienzan a
hablar del amor, ni de la vida eterna, ni de los sacramentos, de la Iglesia.

El día de Pentecostés San Pedro dice sin rodeos: “Israelitas, ¡Escuchen¡ A Jesús el
Nazareno ... al que ustedes mataron clavándolo en la cruz ... Dios lo resucitó... y nosotros
somos testigos de ello” (Hech. 2,22ss; 3,14ss; 10ss; 5,31ss; 10,39ss; 13,28ss; 17,31ss; 26,65ss).
La Resurrección de Jesús es la fuerza que echó a andar todo; es como el momento en que la
semilla se rompe y comienza a aparecer la planta, sin esa explosión de la semilla, no hay árbol,
ni flores ni frutos.

Los cristianos al proclamar nuestra fe decimos: “Creo en Jesucristo que padeció, murió y
al tercer día resucitó”

Por la Resurrección de Cristo los poderes de la muerte no han prevalecido contra su


Iglesia. (Mt. 16,18b). Creer en la resurrección es creer en el hecho mismo y que los apóstoles lo
captaron como un acontecimiento plenamente real: “realmente el Señor ha resucitado y se
ha aparecido a Simón” (Lc. 24,34) San Pablo dice expresamente: “Se apareció a Pedro y más
tarde a los doce; luego a más de quinientos hermanos a la vez, la mayor parte de los cuales
viven todavía, aunque algunos han muerto. Después se le apareció a Santiago y por último se
me apareció también a mi” (1Cor. 15, 32).

Resurrección corporal gloriosa

Creer en la Resurrección de Jesús es creer que Cristo Jesús, después de haber muerto
ha vuelto a la vida plenamente humana, pero al mismo tiempo gloriosa, es decir diversa a la
que llevamos actualmente en esta tierra. Es creer que Jesús no es ahora un ángel ni un mero
espíritu o alma liberada del cuerpo, sino que es un verdadero ser humano vivo para siempre,
aunque liberado de las limitaciones que tenemos nosotros en el tiempo presente. La
Resurrección de Jesús no es un simple retorno a la vida, como la resurrección de Lázaro (Jn. 11,
1ss), no es una simple reanimación del cadáver; sino un modo nuevo y definitivo de ser
hombre, más perfecto que el tenemos los seres humanos en esta historia y que no puede ser
superado por ningún otros ni tampoco se puede perder. (Cfr. Rom. 6,9; Act. 13, 37; Ap. 1, 18)

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

El Resucitado es Jesús de Nazaret

Creer en la Resurrección de Cristo es creer que Jesús de Nazaret, el hijo de María, el maestro
de Galilea, el mismo que los apóstoles habían tratado, el que fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato y no otro, es el que está ahora vivo y glorioso después que había muerto y lo habían
enterrado. Creer en la Resurrección de Jesús es afirmar que Jesús en persona está vivo, no es
simplemente, como se dice, en forma poética, de los héroes: “murió pero vive en el alma de la
Patria”; sino que aquí se afirma que Jesús vive y vive gloriosos aunque no nos acordemos de El. No
somos nosotros los que hacemos que Jesús perdure y no se muera; antes al contrario, podemos
decir que Jesús Resucitado y presente en su Iglesia es el que nos hace que no nos olvidemos de Él
y Él mismo es el que trabaja para que su Iglesia y su obra no acaben.

Resurrección ilumina y es iluminada por la vida y obra entera de Cristo

La Resurrección es la clave para interpretar todo lo que dijo e hizo Jesús, de tal manera que
quien no ve toda la vida de Jesús a la luz de su Resurrección, no la puede comprender en su
sentido exacto y en toda su plenitud.

Los evangelistas nos cuentan cómo varias veces Jesús les decía algo a sus discípulos y ellos
no entendían (Jn. 6,60ss; 13,12; 16,19) y esto principalmente sucedía cuando les hablaba se su
pasión y muerte (Mc. 9,32; Lc. 9,45; Mt. 16,22; Jn. 16, 29-32).

Pero por otra parte, cuando llegaron a verlo resucitado, no podían reconocerlo más que
cuando, creyendo en la resurrección, lograban comprender el por qué de su muerte. Mucha veces
no se puede entender el desenlace de una película o su por qué, si no se ha visto la película
entera, y , al mismo tiempo, hasta que uno ve el final es cuando entiende mejor lo que en realidad
estaba pasando en los distintos momentos anteriores.

Pues así pasa con la vida de Jesús: su Resurrección no se entiende más que viendo su vida
anterior y su muerte, y todo, es decir su vida anterior y su muerte no tienen su pleno significado
más que vistos a la luz de su Resurrección.

Sólo con la Resurrección se entiende que Jesús no fue un “masoquista” es decir alguien que
se sacrifica porque le gusta sufrir, ni un “kamizake” japonés, es decir, alguien que se suicida por
acabar con el enemigo, sino que tras la cruz que le iban a cargar vio la Resurrección: “el Hijo del
hombre será entregado a los paganos, lo crucificarán pero al tercer día resucitará” (Mt. 20, 19).

Por esos cuando Jesús habla de que llegó “su hora”, habla de “ser entregado y de ser glorificado”.

Vivir en continuidad de la Pascua

¿Y cómo debía ser este compromiso de salvación?

Como dijimos antes no podemos entender la resurrección desconectando este hecho


maravilloso de la vida de Jesús , así para comprender la tarea a la que somos enviados como
Iglesia hay que atender a lo que Jesús dijo e hizo, tal como hicieron los apóstoles. A la luz de la
Resurrección entendemos que tiene sentido desgastarse por los demás. Sólo entonces es posible
atender a los menesterosos y enfermos, es posible poner la otra mejilla, tiene sentido perdonar
setenta veces siete, es posible dejar nuestras riquezas y seguirlo a él, entonces hay razón para
acoger y recibir los “niños de la calle”, a los pobres y menos afortunados, a los ancianos, y aún a
los enemigos.

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Catequesis Juveniles de Semana Santa

Con la Resurrección de Cristo nace para nosotros un nueva aurora, se enciende para
nosotros un fuego nuevo, que nos dice que el amor es más fuerte que la muerte.

Estamos siendo llamados a ser compañeros en el camino, como el Resucitado camino


de Emaús, a compartir el pan, a perdonar, a ser vínculo de unidad entre los hermanos, a ayudar
a creer como Él hizo con Tomás a cumplir la misión de evangelizar, de comunicar este don a
todos.

Las Celebraciones de este día:

La celebramos la Resurrección de Cristo, no es un simple volver a esta vida, sino el inicio


de la vida eterna plenamente gloriosa.

El Sábado Santo desde el atardecer y el domingo, son para el cristiano “el día” de la
celebración de la Fiesta de fiestas. La celebración de la “Noche Santa” del Sábado se llama
“Vigilia Pascual”, pero este nombre despista a muchos haciéndoles pensar que el domingo se
celebra algo distinto; pero no es así ya que a partir de esta celebración comienza la más
grande Fiesta de los cristianos que se extiende durante ocho días, a lo que le llamamos la
Octava de Pascua, pues es tan grande este día, que lo celebramos como si fuera uno sólo.

Dentro de la celebración de la Vigilia Pascual se viven momentos muy significativos:

 La celebración del Fuego Nuevo – Representa la energía y el calor de la Resurrección


que inició la transformación de nuestro mundo de pecado y de muerte.
 La bendición del Cirio Pascual y la procesión – Bendecido en forma solemnísima y
honrado tan grandemente por la Iglesia en el canto llamado “Pregón Pascual” en sus
principales celebraciones litúrgicas representa a Cristo que con su resurrección da luz y
nuevo colorido a toda la realidad humana y cósmica.
 La Palabra de Dios nos va narrando a través de las lecturas la Historia de la Salvación –
Todas las Lecturas Bíblicas leídas a la luz de la Resurrección adquieren su nuevo sentido y
su plena realización
 La bendición del agua y la renovación de las promesas del bautismo o incluso con la
celebración de bautizos - Es en donde se inicia la vida de unión con Cristo Resucitado.
 La celebración de una Misa lo más solemne posible

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