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curso-taller
Sanando las enfermedades espirituales
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Contenido
Contenido
La salud original y el origen de las
enfermedades. Premisas antropológicas.
Aplicación de la terapéutica.
La salud recobrada.
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Metodología
Metodología
El maestro expondrá la sabiduría de los Padres
de la Iglesia de Oriente con respecto a la vida
espiritual cristiana; posteriormente, el
participante en el curso-taller aplicará en su
vida personal dichas enseñanzas con el
propósito de cambiar los pensamientos,
actitudes y conductas enfermizas.
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Bibliografía
Bibliografía
Jean Claude
Larchet. (2014).
Terapéutica de
las enfermedades
espirituales.
Salamanca:
Sígueme. 734 p.
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Bibliografía
José Luis Illanes. (2011). Tratado de
teología espiritual. Navarra: Eunsa.
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• ¿Cuál es tu mayor temor*?
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El pecado original y la
concupiscencia
“Si alguien ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo cuanto
hay en el mundo –la concupiscencia de
la carne, la concupiscencia de los ojos y
la jactancia de las riquezas– no viene del
Padre, sino del mundo. El mundo y sus
concupiscencias pasan; pero quien
cumple la voluntad de Dios vivirá para
siempre” (1 Jn 2, 15-17)
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El pecado original y la
concupiscencia
“Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de
carne, vendido al poder del pecado. Realmente, no
comprendo mi proceder, pues no hago lo que quiero, sino lo
que aborrezco (…) Descubro, pues, esta ley: que, aunque
quiera hacer el bien, es el mal el que me sale al encuentro.
Por una parte, me complazco en la ley de Dios, como es
propio del hombre interior; pero, a la vez, advierto otra ley
en mi cuerpo que lucha contra la ley de mi razón y me
esclaviza a la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Pobre
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la
muerte? (…) Así pues, soy yo mismo quien, con la razón,
sirvo a la ley de Dios, y, con la carne, a la ley del
pecado” (Rm 7, 14-25)
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Catálogo de pecados
“¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán
el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los
impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los homosexuales, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino
de Dios. Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero
habéis sido lavados, habéis sido santificados,
habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor
6, 9-11).
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Catálogo de pecados
“Ahora bien, las obras de la carne son
conocidas: fornicación, impureza,
libertinaje, idolatría, hechicería, odios,
discordia, celos, iras, rencillas, divisiones,
disensiones, envidias, embriagueces,
orgías y cosas semejantes, sobre las cuales
os prevengo, como ya os previne, que
quienes hacen tales cosas no heredarán el
Reino de Dios” (Gál 5, 19-21).
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Salvación,
justificación,
sanación
Jesús es el Mesías
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Jesús es el Mesías
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Jesús es el Médico
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Jesús es el Médico
“Entró de nuevo en Cafarnaún, y al poco
tiempo corrió la voz de que estaba en
casa. Se agolparon tantos que ni siquiera
ante la puerta había ya sitio, mientras él
les anunciaba la palabra. Entonces
vinieron a traerle a un paralítico, llevado
entre cuatro. Al no poder presentárselo a
causa de la multitud, abrieron el techo
encima de donde él estaba y, a través de
la abertura practicada, descolgaron la
camilla donde yacía el paralítico.
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Jesús es el Médico
“Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al
paralítico: Hijo, tus pecados te son
perdonados. Estaban allí sentados algunos
escribas, que pensaban para sus adentros:
¿Por qué éste habla así? Está blasfemando.
¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios
sólo? Pero, al instante, conociendo Jesús en
su espíritu lo que ellos pensaban en su
interior, les dijo: ¿Por qué pensáis así en
vuestro interior? ¿Qué es más fácil, decir al
paralítico “Tus pecados te son perdonados o
decirle Levántate, toma tu camilla y anda”?
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Jesús es el Médico
“Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene en la tierra poder de
perdonar pecados –dice al paralítico–:
“A ti te digo, levántate, toma tu camilla y
vete a tu casa”. Se levantó y, tomando la
camilla, salió al instante a la vista de
todos, de modo que quedaron
asombrados y alababan a Dios diciendo:
“Jamás vimos cosa parecida” (Mc 2,
1-11).
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Sanación a través
de la Gracia y las
virtudes
Salvación-Sanación
Jesús nos ha salvado y curado en la Cruz
y resurrección, el ser humano recibe la
salvación y la curación en el bautismo,
confirmación y en cada sacramento.
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Sanación-deificación
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Sanación-deificación
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Vida nueva,
Vida eterna
“Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de
beber”, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» Le dice la mujer: «Señor,
no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es
que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus
hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener
sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo
le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer:
«Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»”
(Jn 4, 10-15).
P. Royo Marín
P. Royo Marín
“La santidad consiste en vivir de una manera
cada vez más plena el misterio inefable de la
inhabitación trinitaria en nuestras almas.
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P. Royo Marín
“La inhabitación de la Santísima Trinidad en el
alma del justo es una de las verdades más
claramente manifiestas en el Nuevo Testamento:
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P. Royo Marín
“Naturaleza. La inhabitación consiste
formalmente en una unión física y
amistosa entre Dios y el hombre
realizada por la gracia, en virtud de la
cual Dios, uno y trino, se da al alma y
está personal y substancialmente
presente en ella, haciéndola participante
de su vida divina” (Teología de la
perfección cristiana, p. 56).
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P. Royo Marín
“Finalidad. La inhabitación trinitaria en nuestras almas
tiene una finalidad altísima, como no podía menos de ser
así.
Es el gran don de Dios, el primero y el mayor de todos los
dones posibles, puesto que nos da la posesión real y
verdadera del mismo Ser infinito de Dios.
La misma gracia santificante, con ser un don de valor
inapreciable, vale infinitamente menos que la divina
inhabitación.
Esta última recibe en teología el nombre de gracia
increada, a diferencia de la gracia habitual o santificante”
(Teología de la perfección cristiana, pp. 59-60).
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P. Royo Marín
“Finalidad. Dos son las principales finalidades de la
divina inhabitación en nuestras almas:
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P. Royo Marín
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P. Royo Marín
“La Santísima Trinidad inhabita en nuestras
almas para darnos la plena posesión de Dios y
el goce fruitivo de las divinas personas”
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P. Royo Marín
“No se dice que poseamos sino aquello de que
libremente podemos usar y disfrutar. Ahora bien, sólo
por la gracia santificante tenemos la potestad de disfrutar
de la persona divina. Por el don de la gracia santificante
es perfeccionada la criatura racional, no sólo para usar
libremente de aquel don creado, sino para gozar de la
misma persona divina” (STh I 43, 3 c et ad. 1).
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P. Royo Marín
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Santa Teresa de Jesús
https://www.youtube.com/watch?
v=qS8yolWQJrw&t=625s
https://dadun.unav.edu/handle/
10171/13360
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