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AMAR A UN SER HUMANO (Humberto maturana)

http://kuatro.wordpress.com/2006/11/08/amar-a-un-ser-humano-humberto-maturana/

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la


aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas,
contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus
esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza,
se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una
sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la
desarmonía y el caos en los que a veces vive, son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y
darte cuenta que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en
ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es
descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar
honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención,
interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle
un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de
abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el
derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle
descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera, apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni
reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus
expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tu desearías que fuera; es confiar en su
capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y
comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.

Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu
verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus
áreas vulnerables, permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes
prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin
esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de
que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al otro, sin pedirle
reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y
distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, “este soy, en este
momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto…si tú quieres
recibirlo”.

Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y


responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando de si
mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo
cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente
débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin
dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos,
sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.
Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin
representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te
dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su
presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada
día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si
fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan
intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo
cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada,


de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con
palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto
aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente
y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir
que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir
sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante
sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una
experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos
firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras
tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la
relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y
puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y
respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los
acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos
divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que
ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo
como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una
manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada “ser humano”, de la cual
tu formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana,
que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas
luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser
humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza
humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso
de ser una nota en la sinfonía de este mundo.

HUMBERTO MATURANA
http://www.ecovisiones.cl/metavisiones/Pensadores/MaturanaBio.htm

Conversaciones sobre biología sistémica Entrevista a Humberto Maturana


http://www.redsistemica.com.ar/maturana.htm

Las Contribuciones de Humberto Maturana a las Ciencias de la Complejidad y la Psicología


http://www.inteco.cl/articulos/005/doc_esp.htm
Introducción a la teoría de Humberto Maturana

Publicado por HORACIO OSCAR ANGULO en 16:29 4 comentarios:

EL SENTIDO DE LO HUMANO

El sentido de lo humano
Entrevista realizada a Humberto Maturana (*)
Por SIMA NISIS DE REZEPKA

Naturaleza, convivencia y sobrevivencia

S.N. -Si sabemos que sin naturaleza no podemos sobrevivir, ¿por qué
nuestras conductas no muestran esa conciencia?

H.M. -Porque no lo sabemos como parte de nuestro vivir. Lo que no hemos


incorporado a la vida cotidiana no lo sabemos, y si hablamos de ello, hacemos
literatura. El saber cotidiano requiere instrumentos de acción, y si no vivimos
en nuestro quehacer la presencia del mundo natural como parte de la estética
de nuestra mirada o como parte del acto que lo acoge porque vivimos en la
pobreza experiencial de una plaza de cemento o una ciudad polucionada, o en
la miseria del esfuerzo agotador de ganarse la vida, o en el aburrimiento y
pérdida de dignidad porque lo que hacemos no tiene sentido vital o no
tenemos un quehacer que lo tenga, no sabemos del mundo natural y este es
sólo literatura... y a veces mala literatura, porque no tendremos acciones que
lo constituyan.

S.N.-Se dice que la convivencia es difícil, ¿a qué lo atribuye usted?

H.M. -En nuestra cultura patriarcal vivimos centrados en las expectativas y las
apariencias. Valoramos una relación por sus consecuencias. Queremos que el
otro sea de una cierta manera que satisfaga nuestros deseos. En ese proceso
no le permitimos al otro ser sí mismo y le exigimos continuamente la
autonegación para satisfacer nuestras aspiraciones. Así no hay armonía
posible, no hay respeto por la legitimidad del otro ni confianza en ella. Pero si
no confiamos en el otro tampoco confiamos en nosotros mismos, y somos
hacia nosotros como hacia el otro: nos exigimos a satisfacer una apariencia y el
otro jamás tiene la oportunidad de vernos y menos de aceptarnos en nuestra
legitimidad. La confianza es el fundamento de la convivencia social, cualquiera
que sea el ámbito y la multidimensionalidad de ella. De hecho, no hay
substituto para la confianza en las relaciones humanas, y sin confianza no hay
fenómeno social.

S.N. -Si usted no elude que la convivencia es difícil ¿cómo comprender esa
red de relaciones que interconecta a los sujetos a la que alude Carl Jung?

H.M. -Carl Jung habla de sincronías para hacer referencia a coincidencias


experienciales, a fenómenos coincidentes imprevisibles desde el presente que
presumiblemente revelan una conectividad no aparente en la existencia. Lo
que ocurre y que explica este fenómeno de sincronía, es lo siguiente: todos los
seres vivos somos parte de un proceso integrado de transformaciones de la
corteza terrestre, de modo que todos los seres vivos están históricamente
interconectados en una red de relaciones que se va transformando en un
presente cambiante. Si miramos ese presente cambiante en cada instante, los
distintos elementos de ese presente aparecen desconectados, pero si los
miramos en su historia, vemos que se encuentran conectados en su origen. Es
como si tomásemos un árbol cortando horizontalmente todas las ramas a la
misma altura y mirásemos de frente a los tronquitos terminales de las ramas
cortadas. Vistos así, cada tronquito es completamente independiente del otro.
Pero si podemos bajar por cada tronquito veremos que se juntan de distintas
maneras en distintos momentos hasta llegar al tronco fundamental. El
presente histórico es siempre así, lo que pasa es que no siempre podemos
bajar por los tronquitos de los sucesos o fenómenos que distinguimos, y
solamente podemos intentar inventar un relato generativo que los conecte. Si
no logramos inventar tal conexión, veremos y viviremos los sucesos como
fenómenos totalmente independientes. En estas circunstancias el descubrir en
el presente relaciones no aparentes y no visibles desde nuestra construcción
histórica, nos sorprende y maravilla. Cuando esto pasa hablamos de sincronías.
De modo que las sincronías son congruencias de un presente entre fenómenos
que parecen ser inconexos y totalmente independientes, pero que son
interdependientes en su origen histórico que no vemos ni podemos imaginar.
Los fenómenos que constituyen la sincronía aparecen congruentes y lo son,
pero no lo son desde el presente sino que desde su origen, y nos sor- prenden
porque no vemos ese origen.

De la confianza a la desconfianza

S.N. -Creo que el hombre, gracias a la biología, está organizado para vivir en
armonía, y la armonía sería, a mi modo de ver, también una posibilidad de
vivir en el disfrute.

H.M. -Yo diría que la armonía biológica natural es lo que poéticamente


connotamos al hablar de la armonía de la existencia en el Reino de Dios. Sin
embargo, actual- mente no respetamos este orden natural, porque, inmersos
en la cultura patriarcal estamos centrados en la apropiación, en la dominación
y en la exigencia que lo viola y lo distorsiona continuamente. Pero cambiar la
cultura patriarcal no es una cosa fácil. Más fácil es buscar políticas inspira-
doras que lleven a la estabilización de la población. Si eso se logra, mejorará la
convivencia pues disminuirán las exigencias y aumentará el respeto por el otro
ya que habrá más espacio para las conversaciones de cooperación en la
creación responsable de un mundo común, y por lo tanto respetuoso del
ámbito natural. «, En la miseria que el exceso de población trae no hay

posibilidad de vivir en la armonía del Reino de Dios.

S.N. -Pero el vacío existencial no siempre es de carácter económico, parece


que al ser humano le costará encontrar los espacios de reflexión...

H.M. -El vacío existencial no depende de lo económico porque es de


naturaleza espiritual, pertenece a la angustia de la no-pertenencia, al vivir sin
sentido relacional en la comunidad humana a que se pertenece. En esta
cultura patriarcal hemos aprendido a desear sólo los resultados de nuestras
acciones hasta el punto de no ver cómo obtenemos esos resultados ni el
contexto humano en que se dan. El vacío existencial surge de la desarmonía en
el vivir que eso trae consigo. La armonía del vivir se da en un caminar que no
niega el lugar a que se llega. El fin no justifica los medios.

S.N.-Después de todo lo que ha dicho, parece que no es posible vivir con


confianza, ¿me equivoco?

H.M. -La posibilidad de vivir en confianza surge de aceptar la propia


legitimidad y la legitimidad del mundo en el que se vive que surge de vivir
como niño o niña en la aceptación total por la madre. La aceptación total del
niño trae la aceptación de sí y del otro que es el fundamento de lo social.

S.N. -Sin embargo, la tendencia humana es justamente a no tener confianza.

H.M. -No, no es una tendencia humana, es producto cultural porque vivimos


una cultura que es engañosa, que no está funcionando en la legitimidad del
presente, sino que está funcionando en la búsqueda de las apariencias, de la
manipulación, del uso del otro, del abuso y de la explotación. En todas estas
dimensiones se niega la legitimidad de la confianza, se niega la legitimidad de
lo social. y si hay limitación de confianza en la convivencia, se vive en la
hipocresía y en la mentira.

S.N. -Entonces, usted cree que es posible la transformación de esta manera de


vivir, y volver a un modo de vivir en respeto.

H.M. -Ciertamente. Además pienso que es una transformación que no exige


que cambie el ser humano, sino que cambie la cultura, y para ello tienen que
cambiar nuestros deseos. No es un ser humano nuevo el que necesitamos,
sino un cambio cultural. El cambio cultural pasa por el cambio del emocionar.
Yo creo que todos disponemos de los elementos para que esto suceda, ya que
estos tienen que ver con nuestra educación en el ámbito "matrístico" de la
relación del niño con la madre. Esta es una relación fundada en la confianza
recíproca; en las acciones de aceptación del otro como legítimo otro en la
convivencia. Lo que tenemos que hacer es recuperar ese modo de vivir como
aspecto legítimo de la vida adulta. Personalmente, pienso que la oportunidad
para eso está en la democracia. Una vez iniciada la vida democrática se
estabiliza con su propia realización. Cada vez que uno respeta al otro, obtiene
respeto; cada vez que acepta la legitimidad del otro, obtiene legitimidad. En
cambio, si uno empieza a manipular una situación, el otro ve inmediatamente
la falta de sinceridad y tiene la experiencia de ser negado. Lo que uno tiene
que hacer es vivir la democracia, lo que no es difícil si queremos hacerlo pues
todos hemos aprendido a vivir así en nuestra infancia "matrística".

Biología y Educación

S.N. -Usted ha reflexionado respecto de muchos temas entre los que se


cuenta uno muy importante para mí: la educación ¿Cómo se encontró usted
con la educación?

H.M. -Yo me he encontrado con la educación de muchas maneras. La primera


es por haber sido un educando en el sentido escolar, asistiendo a un colegio
dispuesto a ser educado y, en mi caso, educado en la aceptación de la
convivencia que mi colegio me ofrecía. Por alguna razón u otra, he vivido mi
educación como una experiencia maravillosa, me gustó mi vida de niño. Parece
que en alguna ocasión nos pidieron en el colegio que hiciésemos una
autobiografía. Mi madre me cuenta que la mandaron a llamar porque la mía
era rara, pues no me quejaba de la vida, era una autobiografía de un niño feliz.
Yo no tengo malos recuerdos del colegio, en verdad casi no tengo recuerdos
precisamente por eso. Esa fue mi primera relación con la educación. Mi
segunda relación con la educación fue, por supuesto, la historia educacional
con mis hijos. Naturalmente, como madre masculina yo fui un agente
educador y, claro, pienso que si uno mira hacia atrás, se da cuenta que hay
cosas que podría haber hecho de otra manera. Por ejemplo, podría haber
inventado más modos de permitirles a ellos ser ellos mismos en mi compañía
estando menos inmerso en mi trabajo. Aun así, yo escribí todos mis artículos
cuando eran pequeños, con ellos en la falda o en el cuello, contestando sus
preguntas sin rechazarlos jamás. En fin, me parece que cualquiera que haya
sido esta historia educativa con mis hijos, existe entre nosotros amor recíproco
total. De modo que también ese aspecto de mi experiencia en educación ha
sido, por lo menos, aceptable. La otra manera en que entré en contacto con la
educación tiene que ver con mi actividad docente como profesor universitario.
Ahí la cosa es más compleja porque he tenido alumnos que han sido felices, y
otros que no lo han sido. Algunos de ellos fueron alumnos de la década del 60,
otros fueron posteriores a 1973. Tuve tal vez relaciones más íntimas con
algunos alumnos de la década del 60, en particular con dos de ellos: Gabriela
Uribe, estudiante de Medicina de esa época y Francisco Varela, estudiante del
entonces Instituto de Ciencias. Pero hay otros alumnos que después de 1973
quedaron abandonados porque sus profesores se fueron o tuvieron que irse
de la universidad, y que yo recogí. En esa ocasión me apropié de un
laboratorio que había quedado desocupado, y que preparé con muebles que
saqué de otros que también habían quedado vacíos de profesores. Me
hicieron un sumario administrativo por eso. El hecho es que acogí y protegí a
estos alumnos, aunque ellos tenían intereses totalmente alejados de los míos,
ya que muchos de ellos eran estudiantes de botánica. Así creé para ellos un
espacio en el cual todo era posible y en el que ellos podían hacer lo que
querían. Su única obligación consistía en conversar conmigo acerca de lo que
querían hacer, y la mía era discutir con ellos los fundamentos de sus proyectos
y proporcionarles los medios para que los hicieran. Estos jóvenes son ahora
distinguidos científicos. Pero también ha habido otros estudiantes para
quienes el haber sido alumnos míos no fue cosa fácil. Particularmente algunos
estudiantes de neurobiología. Estos alumnos después de haber ido al
extranjero, se quejaron de que lo que les enseñé de neurobiología no era
coincidente con el pensar neurofisiológico que encontraron afuera. Pero aun
ellos descubrieron que lo que yo les enseñé era fundamental y que les
permitía una comprensión de lo neurobiológico con mayor amplitud de la que
encontraron en el extranjero. Sus quejas me hicieron reflexionar sobre el
educar.

En una cuarta circunstancia me encontré con lo educacional a través de Nolfa


Ibáñez. Ella se interesó en lo que yo enseñaba en mis seminarios e intentó
aplicarlo en el espacio de su práctica como pedagoga diferencial. N o todo lo
que ella ha desarrollado tiene que ver necesariamente conmigo, porque su
trabajo tiene una larga historia independiente de mí, pero ella puso en
práctica con éxito lo que aprendió de mí sobre el lenguaje y la biología del
amor, lo que despertó en mí un interés más directo en la educación. Pero hay
otra persona que ha ampliado mi interés en lo educacional: se trata de Sima
Nisis. Con ella he tenido muchas conversaciones sobre educación, ya través de
ella he aprendido mucho. He atendido a preguntas o temas que de otra
manera no habría considerado y que me han permitido ver que mi camino
reflexivo desde la biología coincide con el suyo desde la educación, por
ejemplo al coincidir en la afirmación de que lo fundamental en el fluir del vivir
es el emocionar. Por último, he aprendido sobre cómo los niños pequeños
adquieren su conciencia corporal, su respeto por sí mismos y por el otro, y
cómo generan sus espacios conceptuales y emocionales en su relación de
juego con sus madres, gracias a mi encuentro con la Dra. Verden-Zóller de
Alemania. En fin, quiero agregar una última reflexión. La historia de mis
reflexiones sobre la biología del conocer me ha llevado a entender que el
educar es convivir y, por lo tanto, un acceder a convivir en un espacio de
aceptación recíproca en el que se transforman el emocionar y el actuar de los
que conviven según las conversaciones que constituyan ese convivir. Por
último, también he llegado a entender que si el niño o la niña logra crecer
como un ser que entra en la vida adulta en dignidad, esto es con respeto por sí
mismo y por los otros, será un adulto socialmente responsable.

(*) Extraída del libro El sentido de lo Humano, DOLMEN EDICIONES, 1997.

Publicado por HORACIO OSCAR ANGULO en 16:02 1 comentario:

DEL SER AL HACER

http://www.scribd.com/doc/191912/Maturana-Romesin-Humberto-Porksen-Bernhard-Del-ser-al-
(SELECCIONAR,COPIAR Y PEGAR EN LA BARRA DE DIRECCION.-)

Publicado por HORACIO OSCAR ANGULO en 15:10 No hay comentarios:

QUIEN ES HUMBERTO MATURANA

http://blog.pucp.edu.pe/item/16911PARTE 1: ¿Quién es Humberto Maturana?

Humberto Maturana nació en Santiago de Chile el 14 de septiembre de 1928. Estudio educación


básica en el Liceo Manuel de Salas. La educación superior la inició en 1948 ingresando a la
Facultad de medicina en la Universidad de Chile. En 1954 gracias a una beca de la Fundación
Rockefeller se traslado a estudiar al University Collage London en Inglaterra (Porksen 2004: 76). En
una segunda oportunidad la Fundación Rockefeller concedió una segunda beca, lo cual le permito
a Maturana continuar sus estudios en la Universidad de Harvard. Al final de 1958 recibió el
doctorado en biología para lo cual sustento una tesis sobre la anatomía del nervio óptico y del
centro visual en el cerebro de la rana (Porksen 2004: 77).
Por invitación de Jerry Lettvin en 1958 llego a trabajar en el Massachussets Institute of Technology
(MIT) . En este instituto registro por primera vez la actividad de una célula direccional de un
órgano sensorial. A raíz de dicha investigación junto a Lettvin fueron postulados para el premio
Nóbel de medicina y fisiología, aunque no obtuvieron finalmente el galardón.
A fines de 1960 decide regresar a Chile. En relación a ello Maturana da algunas razones como :
“Chile estaba protegido de la competencia dura del quehacer científico [...] prefiero una forma de
existencia independiente que no limite la libertad de pensar” (Porksen 2004: 80).
Se incorpora como ayudante segundo en la cátedra de biología de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Chile. El 1965 participo en la fundación de la Facultad de Ciencias en la misma
universidad. Fue nombrado docente de esta facultad en la cual empezó a trabajar el tema de la
cognición (percepción de colores) utilizando palomas. Descubrió que no era posible establecer una
correlación univoca entre un color de cierta longitud de onda y la actividad de las células retínales
de las palomas .
En 1968 regresa a Estados Unidos a visitar al biofísico Heinz Von Foerster del Biological Computer
Laboratorium (BCL) de la universidad de Illinois. En el congreso organizado por la Wenner Gren
Foundatión presenta una síntesis de la comprensión que tenía sobre el sistema nervioso que luego
se corrigió y publico como Biology of cognitión.
Al lado de su alumno y colaborador Francisco Varela escriben el libro De Maquinas y seres vivos en
1972 y en 1984 el árbol del conocimiento. En el libro de Maquinas y seres vivos explicitan el
concepto clave de la teoría de la biología del conocimiento : La autopoiesis.
En 1999 Humberto Maturana reconoce que cuando Ximena Dávila psicóloga y colaboradora en su
quehacer científico le dice:
“ Doctor, he hecho un descubrimiento, el dolor por el que se pide ayuda en el ámbito relacional en
nuestro presente cultural, surge siempre de la negación sistemática y recursiva a que nos somete
la cultura patriarcal – matriarcal en que vivimos. Vivimos una cultura que esta centrada en las
relaciones de autoridad y sometimiento, desconfianza y control que, aun cuando actuemos
ubicados en una posición de autoridad, nos niega de manera recursiva y nos empuja a un vivir sin
respeto por nosotros mismos que eventualmente nos enferma. [...] al contestar mis preguntas, las
personas que la consultaban le mostraban desde su propio actuar y conservar la matriz relacional
cultural en que ellas, sin saberlo, se encontraban inmersas, [...] también [...] ellas mismas le
mostraban, nuevamente sin saberlo, el entrelazamiento dinámico de la biología del conocer y la
biología del amar que constituía la posibilidad de salir de esa trampa cultural” (Porksen 2004: 6).

Fuerón dichas reflexiones según Maturana lo que le permitió comprender que los seres humanos
como una clase de seres vivos somos primariamente amorosos. Las citadas reflexiones le
condujeron a la creación conceptual de la matriz biológica de la existencia humana y a la
conformación del Instituto Matriztico en el año 2001.
En el presente Maturana continua en su quehacer reflexivo en el Instituto Matriztico sobre la
arquitectura dinámica de los seres vivos y como consecuencia de cómo el mismo lo afirma : “ tome
la postura que el observador empieza a existir recién a partir de la distinción de sí mismo, vale
decir cuando hace del dominio de su quehacer cotidiano el punto de partida de sus reflexiones”
(Porksen 2004: 14). Agrega además que “Todo lo que es dicho es dicho por un observador” y lo
explica asumiendo que no existe método verificable para establecer un nexo entre las propias
afirmaciones y una realidad independiente del observador cuya existencia uno a lo mejor da por
sentada.

Publicado por HORACIO OSCAR ANGULO en 14:54 No hay comentarios:

EL ORIGEN DE LA BIOLOGIA DEL AMOR

http://blog.pucp.edu.pe/item/19703EL ORIGEN DE LA BIOLOGÍA DEL AMOR.


Biológicamente el amor es la emoción que constituye el dominio de las acciones en que el otro es
aceptado como él o ella en el presente, sin expectativas acerca de las consecuencias de la
convivencia aún cuando sea legítimo esperar algunas consecuencias de ella (Maturana 1995).

El amar como emoción que permite el acoplamiento entre sistemas vivos surge del proceso de
aceptación . Aceptación de si mismo y aceptación de los demás como legítimos otros en
convivencia con uno.

La biología del amor es la dinámica relacional que da origen a lo humano en el devenir de nuestro
linaje. Humberto Maturana al reflexionar sobre las condiciones en que son posibles las
interacciones recurrentes ( convivencia) se dio cuenta que la emoción que permite el encuentro
de dos o más sistemas autopiéticos y su recurrencia interactiva que genera una historia común,
es la emoción a la que cotidianamente la denominamos amor. Para Maturana el amor o el amar
lo define como “conducta en la que tratamos al otro como un legítimo otro en convivencia con
nosotros” (Maturana 1994: 36). En esta emoción, el otro u otra no tiene que disculparse por ser.
Uno lo acepta sin exigencias, ya que la exigencia lo niega no permitiendo la recurrencia
consensual. Igual pasa con las expectativas, con los debe ser, con lo deseable, atrapan al ser en el
hacer enajenado y de esa forma se estabiliza el cambio. El amor , promueve el cambio desde el
deseo, desde la preferencia y abre espacios multidimensionalidades a todo lo posible en el hacer.
El amor es una emoción, un modo de convivir, una clase de conductas relacionales entre seres
vivos. Como aspecto de la relaización del convivir es un fenómeno biológico. Se lo puede
caracterizar haciendo referencia a cuando hay amor: El amor ocurre en el fluir de las conductas
relacionales a través de las cuales la otra, el otro, o lo otro, surge como legítimo otro en
conviviencia con uno (Maturana 1997: 10).
La metáfora que utiliza Maturana para comprender las emociones y la emoción matriz que
denominamos amor es la relación que se establece entre la llave y la cerradura correspondiente.
Entre ellas al haber congruencia, en su acoplamiento surge la aceptación, la llave abre la cerradura
y eso genera una dinámica interactiva recurrente y creativa. Una llave diferente no podría abrir
una determinada cerradura como la anterior y por lo tanto habría rechazo y en este espacio
relacional no habría historia de interacciones recurrentes.
El amor como dinámica relacional que permite la colaboración, la solidaridad , hace responsable
al que actúa porque el hacer surge desde el querer, desde el desear. Bajo esta condición él o ella
acepta lo que vive y convive con el otro u otra en una historia común de interacciones que van
surgiendo momento a momento en el fluir del vivir. El amor es una característica de la especie
humana. Abre la posibilidad de reflexión y se funda en una forma de percepción que permite
visualizar al otro en su legitimidad, haciendo posible al cooperación.
De esta emoción fundamental surgen los valores: respeto honestidad, cooperación, lealtad,
generosidad, responsabilidad, justicia, etc como “ distinciones de configuraciones relacionales en
la convivencia” (Maturana 1994: 244). Son la expresión de la armonía social. El respeto se da en la
aceptación del otro como un legitimo otro en la convivencia. Los valores se viven o se niegan

Publicado por HORACIO OSCAR ANGULO en 14:49 No hay comentarios:

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LA NUEVA COMUNICACION

INSTITUTO MATRÍZTICO (1)


Las conversaciones liberadoras en la biología cultural (*)
Por Humberto Maturana (1) y Ximena Dávila (2)

Publicado en el número especial 94/5

Fragmento

Es posible acceder al entendimiento que generan el entrelazamiento de la biología del conocer y la


biología del amar desde el dolor que motiva una solicitud de ayuda, y desde ahí guiar la
conversación con quien consulta en un caminar reflexivo, que llamamos espejo dirigido, hacia la
aceptación de sí mismo mediante conversaciones liberadoras. Las conversaciones liberadoras para
quien consulta, resultan en un salir del dolor y sufrimiento que genera la continua negación del ser
que produce el vivir inmersos en la cultura patriarcal-matriarcal que vivimos. De este modo, estas
conversaciones tienen consecuencias que un observador distinguiría como terapéuticas porque
ponen en movimiento la dinámica reflexiva que libera del dolor y sufrimiento en el vivir cotidiano
a través del entendimiento de la dinámica biológica cultural que lo genera. Esta dinámica es la
expresión del operar de la Matriz Biológica Cultural de la Existencia Humana.

Esta matriz biológica cultural de la existencia humana hace referencia al mismo tiempo a la
condición de origen de lo humano en la biología del amar (matriz=útero) y a la trama relacional
(matriz=trama de relaciones) propia del entrejuego de la emoción y la razón que hace al vivir
humano en su devenir histórico un vivir que puede adoptar distintas formas culturales que surgen
en la realización de su ser, como un ser en su origen ontogénico primariamente amoroso.

Ximena Dávila Yáñez en su trabajo de orientación a través de lo que ella llama Conversaciones
Liberadoras del dolor y sufrimiento del que consulta, hace dos cosas fundamentales nuevas:

1º) Muestra que el tema central de las consultas que buscan ayuda en el ámbito del vivir relacional
es la negación del ser a que nuestra cultura patriarcal-matriarcal somete a todos sus miembros;
2º) Pone en movimiento la dinámica relacional reflexiva que es la esencia del entrelazamiento de
la biología del conocer y la biología del amar, y lo hace de una manera que resulta terapéutica en
el uso de lo que ella inventa y llama en este trabajo el espejo dirigido a través de las
conversaciones liberadoras.
La noción del espejo dirigido nació a partir de lo que un consultante le dice a Ximena Dávila:
"Usted es como un espejo para mí", al constatar que se veía a sí mismo en su emocionar (en el
fluir de sus emociones), al mirar su conducta relacional a través de nuestras conversaciones en las
que se le mostraba de manera indirecta en cual de los caminos explicativos de su vivir se
encontraba él en los distintos momentos según el relato que hacía de su historia. En este tipo de
conversaciones no se hace ninguna referencia a la Biología del Conocer. Ella queda revelada como
un entendimiento que opera de manera inconsciente en el fluir del conversar reflexivo con el o la
consultante. Por ello, una de las consecuencias más importantes de estas conversaciones para la
persona que consulta es que se le amplía el entendimiento de su dinámica conductual relacional,
en un proceso que lo puede llevar a un cambio emocional.

Y, este entendimiento ampliado, resulta ser una herramienta que la persona se lleva consigo en su
operar inconsciente y consciente manteniéndola en una postura reflexiva sobre su emocionar, y
permitiéndole entrar en un proceso transformador de su espacio psíquico desde sí, esto es, de su
espacio emocional y conductual cotidianos.

La dinámica relacional que llamamos espejo dirigido parece simple de realizar, pero no lo es. No se
trata de una técnica sino que de la realización de las conversaciones liberadoras desde la mirada
que ve y entiende lo humano en sus dimensiones biológicas y culturales desde el entendimiento
de la biología cultural. El valor de este entendimiento, como el valor de toda herramienta está en
como se vive. La verdadera dificultad de vivir este entendimiento, sin embargo, está en que
vivimos en la cultura patriarcal-matriarcal que, como una trampa psíquica, lo niega porque está
centrada en las relaciones de dominación y sometimiento. Por esto, es tarea de las conversaciones
liberadoras ampliar éste entendimiento hasta el punto en que el que consulta puede liberarse o
salirse de esta trampa desde sí.

Como resultado de lo anterior este trabajo crea una práctica de orientación relacional reflexiva
que consiste en conversaciones liberadoras del dolor y sufrimiento cultural porque ocurren en la
dinámica de la biología del amar. En esta práctica se pone en movimiento la dinámica propia de la
biología cultural en su operar de la matriz biológica cultural de la existencia humana. La realización
del espejo dirigido como parte del operar en la matriz biológica cultural de la existencia humana
no es una técnica sino que es parte de la dinámica operacional de la matriz que abre y realiza en
las conversaciones liberadoras la mirada reflexiva que rompe el apego a la existencia relacional
que genera el dolor por el que se solicita ayuda.

Estamos conscientes de que vivimos un presente en el que se habla frecuentemente de amor,


pero hasta ahora nadie había mostrado la dinámica operacional que el amar conlleva para el
suceder de las conversaciones liberadoras del dolor y el sufrimiento cultural. Ximena Dávila
inventa esta dinámica y la realiza.

Cabe sí destacar que estas conversaciones liberadoras en la biología cultural no pueden ser
realizadas con responsabilidad y ética, y por lo tanto con seriedad y efectividad, sino se adquiere
formación en el entendimiento y conocimiento de sus fundamentos, que es lo que de hecho abre
la mirada que hace esas conversaciones posibles. La Biología Cultural no es una teoría más, no es
una nueva epistemología aunque si implique una, es una mirada y un entendimiento que revela las
condiciones de constitución del observador y el observar, y que connota y revela todo nuestro
quehacer como seres humanos. La biología cultural es la condición constitutiva de nuestro ser
seres humanos Homo Sapiens Amans. Los seres humanos existimos en la realización de la biología
cultural, y es por esto que existimos en el operar de la matriz biológica cultural de la existencia
humana (aunque no nos demos cuenta que es así), y podemos crear el mundo que vivimos en
nuestro reflexionar sobre nuestro quehacer, soltando nuestras certidumbres en un proceso que
resulta liberador del dolor y el sufrimiento cultural. En cierta manera, no es un conocimiento
nuevo, pero sin duda es un nuevo entendimiento y la evocación de la acción que lo realiza.

Los seres humanos somos en el fundamento de nuestro ser biológico, seres amorosos, y el serlo es
la fuente de nuestra posibilidad de recuperar la alegría y el bien-estar en el vivir humano. Ya se ha
hablado de cultura matrística para hacer referencia a una cultura fundada en el amar desde
nuestro origen cultural amoroso anterior a la cultura patriarcal-matriarcal, en el intento de que se
entienda que no es lo masculino o lo femenino lo que está en juego, sino que una relación cultural.
Pero la expresión matrístico (con ese) no lo hace porque retiene la conexión con lo materno
femenino. La expresión matríztico (con zeta) sí lo hace, porque se refiere a matriz en su doble
significado de contenedor nutriente y trama relacional propia de la dinámica de convivencia que
nos da origen en el surgimiento de la familia ancestral hace más de tres millones de años atrás. De
modo que Ximena Dávila Yánez, al hablar de Orientación Matríztica, hace también algo
básicamente nuevo, connota que el efecto liberador de las conversaciones liberadoras se haya en
que devuelven al ser que pide ayuda la posibilidad de basar su emocionarse y su entendimiento en
los fundamentos mismos de su ser humano.

Una dimensión fundamental del hacer en este entendimiento es que a través de su dinámica en
un presente cambiante se reconocen todas y cada una de las personas que han sido parte de la
experiencia de vida de quien las realiza. Personas que han formado parte tanto de la historia como
de este presente cambiante. Y se hace ello desde una experiencia de vida cuyo curso es impulsado
por la reflexión desde el dolor cultural patriarcal-matriarcal que uno mismo realiza, lo que permite
darse cuenta que en todo el vivir y convivir nos hemos movido impulsados por la biología del amar
y el respeto por nosotros mismos. Este impulso amoroso que nos mueve en nuestro vivir y convivir
a buscar respuestas a los dolores existenciales, permite que surja un modo de relacionarse donde
se han conjugado la alegría de la libertad y el dolor de la soledad, invitando al mismo tiempo a no
caer en el círculo interminable del sufrimiento cultural patriarcal-matriarcal.

Es desde el amar que cualquier ser humano tiene la posibilidad de salir del dolor cultural patriarcal-
matriarcal que pueda estar viviendo. Amar que se manifiesta desde el momento en que venimos al
mundo (y venimos a este mundo causando un dolor físico a otro: nuestras madres). Si somos
acogidos en el amar, llegamos a un mundo "calentito" que prolonga nuestro útero materno. Y esta
llegada rodeada de amar disipa en nuestras madres ese dolor físico del parto al cual toda mujer
está naturalmente preparada y nos da la base amorosa y de confianza que permite que nos
podamos mover en el convivir en esta cultura patriarcal-matriarcal desde la biología del amar.

Una base amorosa que puede abrir la posibilidad de crecer en la confianza de un amar que resiste
cualquier transacción o traición. Y, por ello, será en este espacio psíquico que nos transformaremos
en persona-adulta y será desde este fundamento que surja este quehacer liberador.

Sabemos que un ser humano emerge como una persona adulta cuando en su conducta cotidiana
surge espontáneamente como un ser autónomo y ético, capaz de colaborar desde el respeto por sí
mismo y por los otros, pues no tiene miedo a desaparecer en la colaboración. Y sabemos que es la
convivencia en la aceptación de la cercanía e intimidad corporal en total confianza y ternura que
ocurren en la relación amorosa materno infantil y en el juego, lo que constituye el ámbito
relacional natural que genera en el curso del crecimiento de los niños su transformación
espontánea en personas autónomas, responsables y éticas, que no sienten miedo a desaparecer al
colaborar con otros en la co-creación de un mundo válido y acogedor para todos los seres
humanos, en particular, y todos seres vivos, en general.

También sabemos que la tragedia de las adicciones, de la criminalidad, y de la falta de sentido


social, que surge con tanto dolor en nuestro vivir cultural actual, proviene de que nos hemos
vuelto ciegos a cuatro aspectos básicos de nuestro vivir que son: uno, que el vivir humano emerge
como todo vivir de un modo inconsciente desde un fondo operacional inconsciente, aun cuando
en nosotros participen en su generación y evocación nuestro pensar y reflexionar racional; dos,
que lo que en la vida cotidiana llamamos valores, son abstracciones de nuestro operar como seres
amorosos; tres, que como seres amorosos nos enfermamos si negamos la biología del amar; y
cuatro, que lo central o más básico de la formación del vivir humano en general, y del vivir
humano adulto en particular, se constituye en el fluir relacional inconsciente del convivir materno
infantil.

Cuando ese vivir relacional adulto en el respeto por sí mismo y por los otros desde la autonomía y
libertad reflexiva que el respeto por sí mismo hace posible no surge de un modo inconsciente
desde una historia materno / infantil amorosa porque ese vivir ha sido negado, sólo puede surgir
desde un convivir amoroso semejante con otro adulto que viva con esa persona en un convivir
reflexivo que realice en ese convivir el ámbito de respeto por sí mismo, confianza y libertad
reflexiva que hace el amar.

Así, la potencia liberadora o sanadora de las conversaciones liberadoras radica en que éstas
operan en quien consulta a través de la realización del entendimiento de lo humano (esto es, de sí
mismo) que la biología cultural implica. Una biología cultural que guía el curso de nuestro vivir y
que nos permite, si entramos en una deriva patriarcal/matriarcal, salir de ella recuperando el
respeto por nosotros mismos y por los demás como el eje articulador de nuestro hacer cotidiano,
conservando la biología del amar como la dinámica relacional que guía nuestro vivir. Y es
importante ver que el amar ocurre en el vivir relacional como un fluir conductual espontáneo a
través del cual el otro o la otra o uno mismo, surge como legítimo otro en convivencia con uno, y
no en un discurso sobre lo que el amar implica, ni en la descripción de lo que se debería hacer para
que el otro o la otra se sienta amado. Es así como estas conversaciones liberadoras revelan en el
ámbito operacional de la consulta que solicita ayuda, la validez de la afirmación de que "La
mayoría de las enfermedades humanas si no todas, se originan en el desamar, y se curan cuando
se recupera el amar, tanto en el amarse a sí mismo, como en el amar a los otros". Y para hacerlo,
lo hace, como Ximena Dávila muestra, modulando la fisiología del bien-estar que el amar hace en
su operar en el ámbito relacional reflexivo.

* N. de R.: Aclaramos al lector que los autores del artículo, el Dr. Maturana y la Dra. Dávila,
escribieron este artículo en un estilo en el cual aluden a sí mismos por su nombre y apellido, o sea
en tercera persona.

1 Humberto Maturana Romesín: Co-fundador, del Instituto de Formación Matríztica. Doctor en


Biología de la Universidad de Harvard, Premio Nacional de Ciencias en 1994 y Creador de la noción
de Autopoiesis. Es autor entre otras obras de "Neurophysiology of Cognition", "Biology of
Language", "Ontología del conversar", "De la Biología a la Psicología", "Objetividad un argumento
para obligar" y "Del Ser al Hacer ". Actualmente trabaja junto con Ximena Dávila en el desarrollo
de la dinámica de la Matriz Biológica y Cultural de la Existencia Humana. El profesor Maturana ha
creado desde su estudio de la percepción el campo de la comprensión ontológica del fenómeno
del conocer, como un fenómeno biológico que denominamos biología del conocer y ha explorado
los orígenes de lo humano a través de la biología del amar. Actualmente realiza su quehacer desde
el entendimiento de la dinámica operacional que entrelaza la biología del conocer y la biología del
amar que ha surgido en colaboración con Ximena Dávila Yáñez como un ámbito reflexivo
operacional y que llaman Matriz Biológica y Cultural de la Existencia Humana.

2 Ximena Dávila Yánez: Co-fundadora, del Instituto de Formación Matríztica. Creadora de la visión
de la dinámica que entrelaza la Biología del Conocer y Biología del Amar, y luego con Humberto
Maturana Romesín de la síntesis del entendimiento de lo humano que en conjunto llaman Matriz
Biológica y Cultural de la Existencia Humana, como expansión de la biología del conocer y del
amar. Esta visión es también el fundamento de nuestra mirada a las organizaciones como
componentes de la biosfera que actualmente habitamos.

La profesora Dávila estudió Orientación en Relaciones Humanas y Familia con mención en


Relaciones Laborales en el IPCC. Desde su quehacer profesional ha creado el campo de la
comprensión del dolor y sufrimiento relacional como fenómenos humanos cuyo origen es cultural.
De la misma manera ha contribuido a profundizar el entendimiento de los fundamentos biológico-
culturales de lo humano a través de la práctica del conversar liberador. Es co-autora junto al Dr.
Humberto Maturana, de "El Tao o el Camino del Amar", y del "Árbol del Vivir, Fundamentos
Biológicos y Culturales de lo Humano" en prensa. Además es co-autora junto al mismo Humberto
Maturana y a Cristóbal Gaggero de Entendimiento Matríztico Organizacional EMO Una mirada
Humana a las Organizaciones desde la Matriz Biológica y Cultural de la Existencia Humana en
prensa.

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