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Contestar
Janet Kamien
Era un paso obvio. Creíamos en la necesidad de poner el foco en los clientes, así que
encontrar aquello que el cliente necesitaba, quería o pensaba del museo era importante
para nosotros. Esto era a finales de la década 60, o principios de los 70. Los estudios
de público, como lo entendemos ahora, casi no existían.
Les pedimos a los visitantes que pensaran en esta historia y que nos escribieran sobre
ella en una hoja de papel que sería luego pegada en un pizarrón. Ellos escribieron y
mucho; sobre la tristeza que sintieron por este chico, dándonos gracias por contar su
historia; o consternados porque contábamos una historia tan triste en un lugar
“divertido”. También había opiniones políticas sobre cómo los Litos del mundo habían
sido formados—¡un escritor le echó la culpa a United Fruit Company e incluso hizo una
sugerencia insidiosa sobre nuestra posible conexión con esos sinvergüenzas!
Nuestros intenciones eran, quizás, poco transparentes. Sabíamos que esta exposición
sería escandalizante, y queríamos respuestas sobre ella de parte de nuestros visitantes.
Sospechabamos que los visitantes que se opusieran a esta exposición por cualquier
razón, nos “perdonarían” más fácilmente si tuvieran abierta la posibilidad de decirnos su
opinión en público. Pensábamos también que los visitantes que se habían emocionados
con la exposición estarían agradecidos de tener un lugar dónde pudieran revelar sus
sentimientos.
Si hubo una exposición que definitivamente necesitaba estas “contestaciones” por todos
esos propósitos, fue Endings: An Exhibit about Death and Loss (Fines: Una exposición
sobre la muerte y la pérdida) de 1986. Diseñamos tres espacios de “contestaciones” en
el espacio de 5,000 pies cuadrados. (Como diseñadora de la exposición, debería
haberme dado cuenta que necesitábamos cuatro… pero voy a hablar más de esto más
tarde.)
El tercer espacio debería haber sido dos espacios separados. Les pedíamos a los
visitantes que nos dijeran qué opinaban de la exposición, o que compartieran una
experiencia que hayan tenido con la muerte. Pienso que algunos visitantes estaban
confundidos con esta pregunta doble, aunque la mayoría escogió responder a una u a la
otra. Los visitantes que escogieron la primera dieron respuestas muy variadas, a veces
respondiendo a los comentarios ya colgados por otras personas. Algunos pensaron que
la exposición era brillante; otros opinaron que era inapropiada para un museo para
niños, o que debíamos leer el Nuevo Testamento—así sabríamos que no hay tal cosa
como la muerte! Algunos visitantes más jóvenes nos dijeron que el material era apto
para ellos (niños de 9 o 10 años), pero que temían que fuera inadecuada para visitantes
“más jóvenes”.
Usamos otras “contestaciones”, especialmente en Life Over Time (La vida a través del
tiempo), la gran exposición del Field Museum sobre la evolución y la historia de la vida
en la Tierra. Estas “contestaciones” se enfocaban en cuestiones difíciles que parecían
tener, para algunas personas, implicaciones religiosas. Una preguntaba (en el contexto
del experimiento Urey-Miller [NOTE 1] de los 1950s y un libro de historias de creación
de todo el mundo) qué opinaban los visitantes sobre cómo empezó la vida en la Tierra.
Las respuestas varían entre “debemos matar a todos los médicos que hacen el aborto”
a “Darwin es Dios” a “la evolución es un guante en la mano de Dios.” Ninguno de estos,
claramente, respondía a nuestra pregunta, pero mostraron que los visitantes de todas
las creencias querían expresar sus opiniones y mostrar de qué lado estaban, o, como la
última respuesta aquí, que podían ver los dos lados.
Una lección importante aprendida en el Field Museum fue en Animal Kingdom (El reino
animal). Una “contestación” temprana en esta exposición orientada a la conservación
preguntaba, “¿Qué podés hacer vos para ayudar el medio ambiente?”, y daba algunas
surgerencias, como reciclar, o ahorrar gas o electricidad. A esta pregunta, visitantes
respondieron con observaciones como “Charlie ama a Sally” y una variedad de malas
palabras. ¿Y por qué? Porque sabían que les hicimos una cama. No les preguntamos
en realidad que pensaban; estábamos queriendo que nos respondieran algo
predeterminado, y ellos se negaron a hacerlo.
Ahora, unas pocas palabras sobre la técnica. Los lectores deberán haber notado que en
cada ejemplo aquí se usó papel y lápiz, y no computadoras. La innovación más
importante aquí parece ser el Post-It. (Y me alegro mucho de ello—¡no tengo que
ocuparme ahora de niños con chinches!). Aunque consideramos usar computadoras en
el Field Museum, eventualmente decidimos usar la vieja técnica por algunas razones.
Una es que es mucho más fácil así (y más fácil para muchas personas en un mismo
momento) echar un vistazo a los comentarios de otras personas y añadir sus propios
comentarios. Otra razón es que la gente puede poner sus comentarios en relación con
otros, o con dibujos que apoyen una idea.
Eso no significa que las computadoras no tengan ningún uso en ninguna institución.
Además de tener un cierto atractivo para algunos visitantes, las computadoras también
ofrecen una manera fácil y sencilla de guardar todos los comentarios (en vez de tener
cajas de zapatos repletas de post-its dando vueltas por ahí). Pero también es
importante recordar que, no obstante cuán consistentes o científicos seamos al
recolectar esas contestaciones, éstas no remplazan los estudios de público reales, y no
nos darán un base de datos cuantitativos a analizar.
Es por todas estas razones que concluí que la “contestación” de una sola pregunta me
parece el formato más útil. Es una herramienta para tantear, un mecanismo para
descargar, un potenciador de diálogos, y una parte integral del contenido de la
exposición. Al fin y al cabo, por su carácter participativo, las “contestaciones” ayudan a
hacer de cada exposición un lugar de cambios cotidianos y dinámicos, y por eso mismo,
cambian el ambiente de cada exposición para mejor.
[bio]
Janet A. Kamien trabajó en el Boston Children´s Museum de 1972-1986 y en el Field
Museum de 1986-1996. Es consultora de museos independiente y miembro del
Museum Group.
[reprint credit]
Adaptado de un artículo que apareció en el Journal of Museum Education, Volume 28,
Number 3 (Fall 2003). Reimpreso con el permiso de Museum Education Roundtable.
(www.mer-online.org). Copyright 2003. All rights reserved.
NOTE
1. En este experimento sensacional, la combinación de agua, hidrógeno, metano,
amohína y un chispa eléctrica causó la creación de tres ácidos aminos esenciales por la
vida en una semana, sugiriendo que la vida en la Tierra podía ocurrir en una
combinación accidental de materiales comunes.
La autora le agredece a Elaine Heumann Gurian y Michael Spock por sus revisiones.