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Talking Back

Contestar
Janet Kamien

El Boston Children´s Museum no fue probablemente el primer museo en entablar


métodos organizados de conversación directa con los visitantes, pero sí fuimos de los
primeros en incursionar en ese campo.

Era un paso obvio. Creíamos en la necesidad de poner el foco en los clientes, así que
encontrar aquello que el cliente necesitaba, quería o pensaba del museo era importante
para nosotros. Esto era a finales de la década 60, o principios de los 70. Los estudios
de público, como lo entendemos ahora, casi no existían.

Al principio de nuestros usos de esas “contestaciones”, como las llamamos,


simplemente fuimos al punto y les preguntamos a los visitantes qué pensaban del
Children´s Museum. Publicamos muchos de estos comentarios, tanto los buenos como
los malos, y las sugerencias para mejorar o para nuevas exposiciones y programas para
que los otros visitantes pudieran verlos.

Eventualmente, empezamos a incorporar estas “contestaciones” en exposiciones


específicas. Uno de las primeras fue un proyecto llamado Lito the Shoeshine Boy (Lito
el niño limpiabotas). Esta exposición de 1974 estaba inspirada en un libro para niños de
tipo fotografía-documental sobre un día en la vida de un niño pobre y abandonado que
vivía en la calle en Guatemala. Un espacio tipo laberinto, salas con escenografías,
fotografías grandes de blanco y negro, y pedazos del texto del libro sugerían el entorno
y las actividades de la vida cotidiana de Lito, mientras él sobrevivía más o menos sólo,
sin mucha ayuda de adultos o de una escuela.

Les pedimos a los visitantes que pensaran en esta historia y que nos escribieran sobre
ella en una hoja de papel que sería luego pegada en un pizarrón. Ellos escribieron y
mucho; sobre la tristeza que sintieron por este chico, dándonos gracias por contar su
historia; o consternados porque contábamos una historia tan triste en un lugar
“divertido”. También había opiniones políticas sobre cómo los Litos del mundo habían
sido formados—¡un escritor le echó la culpa a United Fruit Company e incluso hizo una
sugerencia insidiosa sobre nuestra posible conexión con esos sinvergüenzas!

Nuestros intenciones eran, quizás, poco transparentes. Sabíamos que esta exposición
sería escandalizante, y queríamos respuestas sobre ella de parte de nuestros visitantes.
Sospechabamos que los visitantes que se opusieran a esta exposición por cualquier
razón, nos “perdonarían” más fácilmente si tuvieran abierta la posibilidad de decirnos su
opinión en público. Pensábamos también que los visitantes que se habían emocionados
con la exposición estarían agradecidos de tener un lugar dónde pudieran revelar sus
sentimientos.

Así nació la idea de las “contestaciones” en el Boston Children´s Museum, como un


recurso que podía hacer tres cosas:
Informarnos, a los realizadores, de si nuestros productos estaban siendo
considerados útiles y agradables para el público para quien los habíamos creado
Crear un lugar en que personas pudieran descargarse y expresar lo que
pensaron o sintieron de la exposición
Mitigar la controversia evocada por algunos de nuestros proyectos más
riesgosos al proveer un foro público para discutirlos.

Experimentaciones posteriores probarían la utilidad de estas tres suposiciones y


añadirían, eventualmente, otras dos:
proveer un lugar en que visitantes pueden hablar entre ellos mismos
proveer una manera por la que los visitantes puedan volverse parte de la
exposición al añadir continuamente a su contenido.

Si hubo una exposición que definitivamente necesitaba estas “contestaciones” por todos
esos propósitos, fue Endings: An Exhibit about Death and Loss (Fines: Una exposición
sobre la muerte y la pérdida) de 1986. Diseñamos tres espacios de “contestaciones” en
el espacio de 5,000 pies cuadrados. (Como diseñadora de la exposición, debería
haberme dado cuenta que necesitábamos cuatro… pero voy a hablar más de esto más
tarde.)

En el primer espacio se le preguntaba a los visitantes si les habían puesto su nombre en


honor a alguien. Esperamos una respuesta liviana, citando mayormente a abuelos y
tíos. La respuesta sí fue liviana, pero nos sorprendió la cantidad de niños que habían
sido nombrados en honor a soldados—familiares o amigos—muertos en la guerra de
Vietnam. Esto era fascinante tanto para nosotros como para los visitantes.

En el segundo espacio se les pedía opiniones sobre la vida después de la muerte.


Después de describir una variedad de creencias (independientes de religiones
especificas), incluyendo la idea que no hay vida en el más allá, les preguntábamos a los
visitantes, “¿qué creen vos y tu familia?”. Dos de mis respuestas favoritas fueron “Mi
familia cree en el cielo, pero yo no estoy seguro”, y “Nuestras tierras vuelan hasta el
cielo”.

El tercer espacio debería haber sido dos espacios separados. Les pedíamos a los
visitantes que nos dijeran qué opinaban de la exposición, o que compartieran una
experiencia que hayan tenido con la muerte. Pienso que algunos visitantes estaban
confundidos con esta pregunta doble, aunque la mayoría escogió responder a una u a la
otra. Los visitantes que escogieron la primera dieron respuestas muy variadas, a veces
respondiendo a los comentarios ya colgados por otras personas. Algunos pensaron que
la exposición era brillante; otros opinaron que era inapropiada para un museo para
niños, o que debíamos leer el Nuevo Testamento—así sabríamos que no hay tal cosa
como la muerte! Algunos visitantes más jóvenes nos dijeron que el material era apto
para ellos (niños de 9 o 10 años), pero que temían que fuera inadecuada para visitantes
“más jóvenes”.

Las respuestas a la segunda pregunta eran conmovedoras, graciosas, y a veces tan


personales que no podíamos colgarlos. La mayoría fueron escritas por adultos. Muchas
eran muy largas y sentidas. Muchas veces sentíamos que algunos de esos visitantes
habían estado hace mucho tiempo buscando una manera de expresar estos
sentimientos a alguien. De muchas maneras, lo que escribieron nuestros visitantes fue
tan movilizante y captó tanto interés como la exposición en sí misma.

Estos pizarrones de “contestaciones” fueron usados con el mismo nivel de sinceridad y


precisión en una exposición llamada Families (Familias), que trataba sobre el amor y el
compromiso entre los miembros de familias no tradicionales. Aquí también, nosotros,
junto con nuestros visitantes, escuchamos cuan agradecidos los niños estaban al ver
representada su propio tipo de familia, aún cuando a algunos adultos les molestó la
presencia de una pareja homosexual en un museo para niños.

A mediados de la década 1980, Michael Spock y yo llevamos con nosotros esos


amados métodos de “contestaciones” al Field Museum of Natural History en Chicago.
Uno de sus primeros usos allí fue ayudarnos a nosotros y a nuestros visitantes a
enfocarnos en un viejo diorama en miniatura llamado “Morning Star” (Estrella de la
mañana), en la sala sobre pueblos originarios americanos. En él, unos hombres
sacrificaban a una joven mujer. El texto a su lado explicaba que se trataba de un evento
anual que se realizaba para complacer a los dioses. Aunque este diorama había estado
allí por más de 30 años sin muchos comentarios, una visitante feminista se había
sentido tan indignada que nos envió una carta mordaz. Consultamos una anciana
Pawnee, y ella también nos envió una carta diciendo que eso sí había ocurrido, y que
aunque no estaban orgullosos de ello, no había ninguna razón por la que no hablar de
ello. Pusimos esas dos cartas en un pizarrón público como una “contestación”, en la
cual otros visitantes pudieron dar también sus opiniones. Les preguntamos: ¿Debemos
deshacernos de esta exposición o dejarla? Mientras tanto, otra investigación nos reveló
muchos errores en la presentación de la exposición y en los textos de la misma.
Basándonos en los comentarios de visitantes durante un período de tiempo extenso,
decidimos guardar el diorama y corregirlo. Devino en una presentación menos
escabrosa y más fiel a la realidad—por ejemplo, mostraba como todo el pueblo había
participado en esa ceremonia, no sólo un grupo de hombres sobrexcitados.

Usamos otras “contestaciones”, especialmente en Life Over Time (La vida a través del
tiempo), la gran exposición del Field Museum sobre la evolución y la historia de la vida
en la Tierra. Estas “contestaciones” se enfocaban en cuestiones difíciles que parecían
tener, para algunas personas, implicaciones religiosas. Una preguntaba (en el contexto
del experimiento Urey-Miller [NOTE 1] de los 1950s y un libro de historias de creación
de todo el mundo) qué opinaban los visitantes sobre cómo empezó la vida en la Tierra.
Las respuestas varían entre “debemos matar a todos los médicos que hacen el aborto”
a “Darwin es Dios” a “la evolución es un guante en la mano de Dios.” Ninguno de estos,
claramente, respondía a nuestra pregunta, pero mostraron que los visitantes de todas
las creencias querían expresar sus opiniones y mostrar de qué lado estaban, o, como la
última respuesta aquí, que podían ver los dos lados.

Una lección importante aprendida en el Field Museum fue en Animal Kingdom (El reino
animal). Una “contestación” temprana en esta exposición orientada a la conservación
preguntaba, “¿Qué podés hacer vos para ayudar el medio ambiente?”, y daba algunas
surgerencias, como reciclar, o ahorrar gas o electricidad. A esta pregunta, visitantes
respondieron con observaciones como “Charlie ama a Sally” y una variedad de malas
palabras. ¿Y por qué? Porque sabían que les hicimos una cama. No les preguntamos
en realidad que pensaban; estábamos queriendo que nos respondieran algo
predeterminado, y ellos se negaron a hacerlo.

Ahora, unas pocas palabras sobre la técnica. Los lectores deberán haber notado que en
cada ejemplo aquí se usó papel y lápiz, y no computadoras. La innovación más
importante aquí parece ser el Post-It. (Y me alegro mucho de ello—¡no tengo que
ocuparme ahora de niños con chinches!). Aunque consideramos usar computadoras en
el Field Museum, eventualmente decidimos usar la vieja técnica por algunas razones.
Una es que es mucho más fácil así (y más fácil para muchas personas en un mismo
momento) echar un vistazo a los comentarios de otras personas y añadir sus propios
comentarios. Otra razón es que la gente puede poner sus comentarios en relación con
otros, o con dibujos que apoyen una idea.

Eso no significa que las computadoras no tengan ningún uso en ninguna institución.
Además de tener un cierto atractivo para algunos visitantes, las computadoras también
ofrecen una manera fácil y sencilla de guardar todos los comentarios (en vez de tener
cajas de zapatos repletas de post-its dando vueltas por ahí). Pero también es
importante recordar que, no obstante cuán consistentes o científicos seamos al
recolectar esas contestaciones, éstas no remplazan los estudios de público reales, y no
nos darán un base de datos cuantitativos a analizar.

En el Field Museum, también experimentamos con el uso de un “libro de comentarios” al


fin de Daniel´s Story (La historia de Daniel), una exposición itinerante sobre el
holocausto. Esto es una manera buena para recolectar los comentarios de los
visitantes. Pero aún usando papel y lápiz, esto comparte rasgos con el feedback en
computadoras: sólo una persona a su vez puede usarlo, y es más difícil para los otros
visitantes examinar lo que otros escribieron, o responder de manera directa a los
comentarios de otros.

Es por todas estas razones que concluí que la “contestación” de una sola pregunta me
parece el formato más útil. Es una herramienta para tantear, un mecanismo para
descargar, un potenciador de diálogos, y una parte integral del contenido de la
exposición. Al fin y al cabo, por su carácter participativo, las “contestaciones” ayudan a
hacer de cada exposición un lugar de cambios cotidianos y dinámicos, y por eso mismo,
cambian el ambiente de cada exposición para mejor.

[bio]
Janet A. Kamien trabajó en el Boston Children´s Museum de 1972-1986 y en el Field
Museum de 1986-1996. Es consultora de museos independiente y miembro del
Museum Group.

[reprint credit]
Adaptado de un artículo que apareció en el Journal of Museum Education, Volume 28,
Number 3 (Fall 2003). Reimpreso con el permiso de Museum Education Roundtable.
(www.mer-online.org). Copyright 2003. All rights reserved.

NOTE
1. En este experimento sensacional, la combinación de agua, hidrógeno, metano,
amohína y un chispa eléctrica causó la creación de tres ácidos aminos esenciales por la
vida en una semana, sugiriendo que la vida en la Tierra podía ocurrir en una
combinación accidental de materiales comunes.

La autora le agredece a Elaine Heumann Gurian y Michael Spock por sus revisiones.

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