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UNIDAD 5 – ENNEN, E.

: LOS DIFERENTES TIPOS DE FORMACIÓN DE LAS


CIUDADES EUROPEAS

El desarrollo de las ciudades medievales se vio influído por la fusión de dos culturas: una romana
antigua y otra germánica. Al contrario de lo que se pensaba, la caída de la civilización antigua no
fue un hecho catastrófico y súbito provocado por las “invasiones bárbaras”, sino que se dio una
transición progresiva de Roma a la Edad Media. Entonces encontramos tres tipos de ciudades en
Europa, en lo que se relaciona a la continuidad de la civilización antigua: el espacio germánico
septentrional (a la derecha del Rhin y Escandinavia), que no estuvo influído por la cultura
mediterránea; Francia del norte y las regiones renanas y danubianas, donde las supervivencias
urbanas romanas desaparecieron en gran medida, pero algunas subsistieron; y las regiones
meridionales, en donde las tradiciones urbanas romanas subsisten en cuanto a la ocupación del
suelo, el hábitat y el género de vida.
En la región central se presentan variaciones entre las que la desaparición municipal es pronunciada,
y las que conservan mejor la herencia urbana antigua. La ciudad dejó de ser un órgano escencial de
la vida pública, al tiempo que crecia la importancia politica del campo. En epoca carolingia estas no
fueron mas que residencias de soberanos o funcionarios. La organización industrial romana
desaparecio de las ciudades.
El peso que la iglesia cristiana tenía en el oeste alemán a fines de la antigüedad, y que sobrevivió a
las llegadas de los germanos, dio como resultado que las ciudades continuaran siendo centros
culturales donde residían los grupos del clero. En época carolingia esto cambió, formándose en el
área rural abadías e iglesias independientes de los centros cristianos urbanos, y nuevas formas de
difusión cultural.
El hecho de que las organizaciones episcopales residieran allí confirió para las ciudades gran
importancia, incluso mayor que en las aglomeraciones dominicales. En la zona germánica
septentrional se asentaban los “wiks”, mercados próximos a los castillos.
En la relación de fuerza entre ciudades y wiks, a medida que nos movemos al norte vemos que la
importancia de las primeras cae en tanto aumenta la de los segundos. Las organizaciones
mercantiles que manejan estos espacios son las que crearon los centros religiosos y determinaban la
vida religiosa. Al contrario vemos que en Europa Occidental las iglesias son mucho más antiguas.
Los mercaderes ambulantes se establecieron así en estos wiks, a los que amurallaron al igual que los
castillos, y de los que saldrían las futuras ciudades, que en Europa del noroeste serán producto de un
proceso de fusión y penetración.
Mientras que, en el continente, las ciudades son organismos extraños a la economía dominical que
los rodea, en Inglaterra el Estado y el dominio se orientan muy pronto hacia una economía-dinero.
La limitación sistemática de la justicia señorial por los reyes y la desaparición de las entradas que
resulta de ello para los barones, incita a estos a orientar su actividad hacia las empresas económicas.
El papel de la renta en el régimen dominical inglés conduce al arrendamiento. Así la tierra se
transforrma en mercadería. En Inglaterra la noción de comercio no reposa sobre una base estrecha
limitada territorialmente a la ciudad. La nobleza inglesa no se cierra a la burguesía urbana.
La ciudad mediterránea se distingue de la ciudad del NO de Europa. En Italia la ciudad siempre
existió. Las ciudades allí son a la vez comunidades de habitantes de carácter económico antes que
nada agrícola y embriones de mercados regionales. No se conocen distinciones rigurosas
fundamentadas en el nacimiento. La nobleza emigra (voluntariamente o no) a la ciudad. Al
nacimiento de las ciudades-estado italianas, emerge una clase social de hombres ricos en las cuales
las diferencias debidas al nacimiento se borran. Si en el norte los mercaderes intinerantes se
transforman en ciudadanos, en el sur son los propietarios territoriales urbanos quienes se
transforman en mercaderes.
De la zona mediterránea llegan influencias significativas para la historia constitucional de las
ciudades: la transformación del lazo personal que unía a los mercaderes en una autoridad comunal
de carácter territorial y organizada corporativamente, provienen de las comunidades urbanas
meridionales, que desde el comienzo conocieron un derecho urbano de naturaleza territorial. La
ciudad es concebida como un territorio liberado.
La extensión del consulado se extendió a partir de Italia. La constitución de la ciudad medieval debe
su sello a la asociación, común a toda Europa, de naturaleza germánica. La ciudad medieval se
caracteriza, desde el punto de vista económico, por la importancia primordial que en ella
adquirieron el comercio y la industria, desde el punto de vista institucional por una vida pública
totalmente organizada bajo el signo de la asociación. La ciudad de la Edad Media, unidad en la
multiplicidad de los tipos sociales, se distingue de la ciudad antigua que la precede, pues esta última
que estuvo regida por una aristocracia burguesa, fue siempre, antes que nada, un centro político,
militar y religioso.
La ciudad, en tanto que región jurídicamente autónoma, se distinguió favorablemente del campo, en
donde existía una situación jurídica complicada debido al enmañaramiento de los derechos
señoriales. La creación de un centro urbano atrajo a las poblaciones.
En la Edad Media podemos distinguir ciudades pequeñas, medianas y grandes. Lo que caracteriza a
las últimas (10.000 habitantes) es la interdependencia en la estructura económica de su comercio
exterior y de la industria de exportación. La estructura económica de una ciudad influyó sobre su
estructura social en el sentido que hizo nacer un poderoso patriciado que poseyó la dirección
política de la ciudad. Las ciudades “medianas” no tuvieron sino un radio de acción económica más
limitado; su significación económica se fundó sobre un mercado regional y sobre el artesanado.

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