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El derecho a una vivienda adecuada a la luz del derecho internacional de los derechos humanos

 por DUBINSKY KARINA A., ISAÍAS LOSADA REVOL


 21 de octubre de 2011

 www.infojus.gov.ar. 21/10/2011

 Id Infojus: DACF110176

I. INTRODUCCIÓN

La posibilidad efectiva de gozar de una vivienda adecuada constituye una necesidad básica para todos los seres
humanos, pues ésta se erige como el espacio imprescindible para el desarrollo de todas las personas, tanto en su
aspecto personal, familiar y social como comunitario.

Si bien el derecho a una vivienda adecuada se encuentra reconocido en múltiples instrumentos internacionales de
derechos humanos, su efectiva realización dista de ser real ya que millones de personas en el mundo no cuentan con
una vivienda de conformidad con los estándares y parámetros del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Tal cifra demuestra una preocupante y gravísima realidad, en la medida que revela no sólo la imposibilidad de acceder
a una vivienda digna, sino también el déficit existente para garantizar el goce de un nivel de vida digno. Asimismo, un
rasgo distintivo del estudio sobre el derecho a la vivienda consiste en que los principales perjudicados en el acceso a
este derecho son los sectores que se encuentran en condiciones más vulnerables, condicionándolos de este modo en el
desarrollo de sus respectivos proyectos de vida.

El presente trabajo tiene por objeto analizar a la luz del Derecho Internacional de los Derechos Humanos aquellas
obligaciones internacionales contraídas por los estados frente a la comunidad internacional pero, especialmente, frente
a todas las personas que se encuentran bajo su jurisdicción, en su calidad de principales destinatarias de los
compromisos asumidos.

Así, en primer lugar se describirá el marco normativo que consagra el derecho a una vivienda adecuada. En segundo
lugar, se explicará qué se entiende por "vivienda adecuada", al tiempo que se revelará su contenido y alcance. En
tercer lugar, se esbozarán algunas pautas sobre el modo en que los Estados deben garantizar, en la práctica, el acceso
real a una vivienda adecuada respecto de todos los individuos que se hallan bajo su jurisdicción. Finalmente, se
pondrán de resalto los antecedentes jurisprudenciales existentes en la materia, tanto en el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos como en el marco de algunos derechos locales.

II. MARCO NORMATIVO De conformidad con lo dispuesto por el artículo 25 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos (3), " toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios...". Asimismo, el acceso a la vivienda ha sido consagrado en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (4) (en adelante, "PIDESC") y en otros instrumentos internacionales,
tanto universales (5) como regionales (6), los que en mayor o menor medida reconocen el derecho en sí mismo o
algunos de sus elementos conexos. Debe resaltarse que el derecho a una vivienda adecuada está estrictamente
vinculado a otros derechos humanos afines (7), tales como "los derechos a la alimentación, el agua, la salud, el trabajo,
la tierra, los medios de vida, la propiedad y la seguridad de la persona, así como a la protección contra el trato
inhumano y degradante, la no discriminación y la igualdad entre los géneros" (8).

El Derecho Internacional Humanitario también le ha prestado atención a este derecho fundamental durante el
transcurso de conflictos armados internacionales (9) y no internacionales (10), tal como lo señaló el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante, el "Comité DESC") en su Observación General Nro. 7 (11).
Por su parte, el Derecho Internacional Penal, a través del Estatuto de Roma (12) que creó la Corte Penal Internacional,
tipifica como crimen de lesa humanidad el traslado forzoso de la población (artículo 7.1.d) y como crimen de guerra la
destrucción de bienes y su apropiación injustificada por necesidades militares, a gran escala, ilícita y arbitrariamente
(artículo 8.2.d).

Finalmente, el deber de los estados de garantizar una vivienda adecuada ha adquirido el carácter de norma
consuetudinaria, no sólo por la cantidad de instrumentos internacionales jurídicamente vinculantes que imponen dicha
obligación, sino también por las distintas declaraciones, principios y directrices que la cristalizan. Entre estos últimos
documentos -que brindan valiosas pautas acerca de cómo los estados deben aplicar dicho derecho y cómo deben
actuar para garantizarlo-, se pueden mencionar, entre otros: (a) la Recomendación Nro. 115 de la Organización
Internacional del Trabajo; (b) la Declaración sobre el Progreso y el Desarrollo en lo Social; (c) la Declaración de
Vancouver sobre los Asentamientos Humanos; y (d) los Principios Básicos y Directrices sobre los Desalojos y el
Desplazamiento generados por el Desarrollo.

II. CONCEPTO, ALCANCE Y CONTENIDO DEL DERECHO A UNA VIVIENDA ADECUADA

Según el Comité DESC, el derecho humano a la vivienda adecuada es mucho más que tener un lugar en donde vivir.
En efecto, señaló categóricamente que el derecho bajo análisis no debe ser interpretado de manera restrictiva, de modo
tal que se lo equipare al cobijo que resulta del mero hecho de "tener un tejado por encima de la cabeza" o se lo
considere simplemente como una comodidad (13). Contrariamente a ello, debe considerarse como el derecho a vivir
en seguridad, paz y dignidad en alguna parte (14). Por la íntima vinculación que el derecho a la vivienda posee con
otros derechos humanos y con los principios fundamentales que sirven de premisa al PIDESC, "la dignidad inherente a
la persona humana (...) exige que el término vivienda se interprete en un sentido que tenga en cuenta otras diversas
consideraciones, y principalmente que el derecho a la vivienda se debe garantizar a todos, sean cuales fueren sus
ingresos o su acceso a recursos económicos" (15). En efecto, el derecho a una vivienda adecuada implica "disponer de
un lugar donde poderse aislar si se desea, espacio adecuado, seguridad adecuada, iluminación y ventilación adecuadas,
una infraestructura básica adecuada y una situación adecuada en relación con el trabajo y los servicios básicos, todo
ello a un costo razonable" (16).

Así las cosas, lo fundamental es establecer cuáles son los criterios o estándares que delimitan la adecuación de la
vivienda.

En este sentido, el Comité refirió que, aún cuando la adecuación se encuentra determinada en parte por factores
sociales, económicos, culturales, climatológicos, ecológicos y de otra índole, uno de los criterios que debe tenerse
presente es la seguridad jurídica de la tenencia, la cual adopta varias formas, como ser, "el alquiler (público y privado),
la vivienda en cooperativa, el arriendo, la ocupación por el propietario, la vivienda en emergencia y los asentamientos
informales, incluida la ocupación de tierra o propiedad" (17). Cualquiera sea la forma de la tenencia, todas las
personas deben gozar de cierto nivel de seguridad que les garantice una protección legal contra el desahucio, el
hostigamiento u otras amenazas (18). Asimismo, toda vivienda adecuada requiere disponer ciertos servicios
indispensables para la salud, la seguridad, la comodidad y nutrición, de modo tal que sus beneficiarios posean acceso
permanente a recursos naturales y comunes, a agua potable, a instalaciones sanitarias y de aseo, de eliminación de
desechos de drenaje y a servicios de emergencias, entre otros (19). En esta misma línea, debe ser habitable en el
sentido de "ofrecer espacio adecuado a sus ocupantes y de protegerlos del frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento
u otras amenazas para la salud, de riesgos estructurales y de vectores de enfermedad" (20).

Por su parte, el Comité Europeo de Derechos Sociales sostuvo que cada Estado debe definir en su derecho interno qué
entiende por vivienda adecuada. Sin embargo, para alcanzar tales fines, enfatizó que la vivienda tiene que: (a) ser
segura, tanto desde lo estructural como desde lo sanitario; (b) estar libre de hacinamiento; y (c) su tenencia debe estar
protegida por las leyes locales (21). Asimismo, señaló que las personas sin hogar (homeless) son aquellas que no
acceden a una vivienda adecuada de conformidad con los términos previstos por ley (22). Desde esta óptica, que se les
brinde un refugio adecuado a las personas sin hogar no puede significar que hayan accedido a un hogar digno. Los
estados deben auxiliar a las personas para que puedan solventar los costos necesarios para acceder a una morada y
pagar su renta actual y gastos de servicios y mantenimiento a largo plazo (23).

En íntima relación con ello, una consideración primordial merecen los grupos en situación de vulnerabilidad social o,
en otros términos, aquellos que se encuentran en palmaria desventaja respecto del acceso pleno y sostenible a los
recursos adecuados para adquirir una vivienda. Frente a este contexto, los estados deben asignar una atención
prioritaria en la esfera de la vivienda a los grupos desfavorecidos como lo son, a título ejemplificativo, las personas de
avanzada edad, los niños, las mujeres, los pueblos indígenas, las minorías étnicas y las personas sujetas a
enfermedades terminales e incapacidades físicas y/o mentales (24). Así, estos grupos deberían ser el centro del
objetivo de las políticas de los estados en materia de vivienda, debiendo "asumir obligaciones apreciables destinadas a
apoyar el derecho de todos a un lugar seguro para vivir en paz y dignidad, incluido el acceso a la tierra como derecho"
(25). En palabras del propio Comité DESC, "los Estados deben otorgar la debida prioridad a los grupos sociales que
viven en condiciones desfavorables concediéndoles una atención especial (...) y aún cuando factores externos puedan
afectar al derecho a una continua mejora de las condiciones de vida (...), a pesar de los problemas causados
externamente, las obligaciones dimanantes del Pacto continúan aplicándose y son quizá más pertinentes durante
tiempos de contracción económica" (26).
Teniendo presente que actualmente los recursos de los estados se dirigen raramente a satisfacer las exigencias de
vivienda que demandan los grupos en situación desventajosa, los estados "deberían asegurar que una proporción
sustancial de la financiación se consagre a crear condiciones que conduzcan a un número mayor de personas que
adquieren vivienda adecuada" (27), considerando al efecto tanto las necesidades como opiniones de los propios grupos
afectados.

Empero no debe entenderse que el derecho a una vivienda adecuada obliga a los estados a otorgar hogares a toda la
población en forma automática. Los estados deberán adoptar medidas administrativas, legislativas o judiciales para
prevenir la carencia de viviendas, prohibir y evitar los desalojos forzosos, proteger a los grupos vulnerables y
garantizar la seguridad de la tenencia. Sin perjuicio de ello, en determinadas situaciones excepcionales, los estados
pueden verse obligados a adoptar medidas de carácter positivo que incluyan el otorgamiento de una vivienda adecuada
como, por ejemplo, frente a desastres naturales o en relación con los grupos más vulnerables de la sociedad.

Un elemento clave y esencial que no debe desmerecerse en su atención cuando se reflexiona sobre el derecho a una
vivienda adecuada es la protección contra los desalojos forzados, que se encuentra íntimamente vinculada con la
seguridad jurídica en la tenencia. En este sentido, el Comité definió al desalojo forzado como "el hecho de hacer salir
a personas, familias y/o comunidades de los hogares y/o tierras que ocupan, en forma permanente o provisional, sin
ofrecerles medios de protección legal o de otra índole ni permitirles su acceso a ellos" (28). Si bien los desalojos se
llevan a cabo en diversas circunstancias y por diferentes motivos, lo cierto es que existe un patrón común en cuanto a
que suelen presentarse de manera violenta, afectando a grupos especialmente vulnerables y en contravención no sólo
del derecho a una vivienda adecuada sino también de otros derechos humanos fundamentales -como ser, el derecho a
la vida, a la seguridad personal y a la no injerencia en la vida privada y familiar-.

Esto último no implica aseverar que todo desalojo sea contrario al PIDESC y, en general, a las obligaciones
internacionalmente asumidas por los estados. Para que un desalojo se encuentre justificado se debe llevar a cabo con
estricto cumplimiento de las normas internacionales de derechos humanos y respetando los principios generales de
razonabilidad y proporcionalidad. Así, entre las garantías procesales que deben resguardarse, se encuentran: (a) una
auténtica oportunidad de consultar a las personas afectadas; (b) un plazo razonable y suficiente de notificación a todas
las personas afectadas con antelación a la fecha del desalojo; (c) facilitar a todos los interesados, en un plazo
razonable, información relativa a los desalojos previstos y, en su caso, a los fines a que destinarán las viviendas o
tierras; (d) la presencia de funcionarios del gobierno o sus representantes en el desalojo, especialmente cuando éste
afecte a grupos de personas; (e) una identificación exacta de todas las personas que efectúen el desalojo; (f) no realizar
desalojos cuando las condiciones climáticas sean desfavorables, salvo que las personas afectadas presten su
consentimiento; (g) ofrecer recursos judiciales contra el desalojo; y (h) brindar asistencia jurídica siempre que sea
posible a las personas que necesiten solicitar algún tipo de reparación ante los tribunales internos (29). En cualquier
caso, lo que debe garantizarse es que los desalojos no den lugar a que existan personas que, a causa de ellos,
permanezcan sin vivienda o expuestas a violaciones a otros derecho humanos (30).

Por ello, cuando los afectados por el desalojo no dispongan de recursos los estados "deberán adoptar todas las medidas
necesarias, en la mayor medida que permitan sus recursos, para que se proporcione otra vivienda, reasentamiento o
acceso a tierras productivas, según proceda"(31).

III. OBLIGACIONES CONTRAÍDAS POR LOS ESTADOS FRENTE AL DERECHO A UNA VIVIENDA
ADECUADA

La verdadera comprensión de los desafíos que reclama el derecho a una vivienda adecuada sólo es posible si se la
enmarca dentro de la dimensión de la pobreza y su relación con los derechos humanos. En este sentido, la pobreza no
es simplemente la insuficiencia de recursos para adquirir una cesta mínima de bienes y servicios sino que implica la
falta de capacidad básica para vivir en dignidad (32). La pobreza posee así diversas manifestaciones, entre las cuales
cabe destacar la falta de capacidad necesaria de todos los individuos de gozar de los derechos económicos, sociales y
culturales y, entre ellos, adquiere especial atención la carencia de vivienda o de vivienda adecuada.

Este enfoque multidimensional de la pobreza, esclarece aún más las obligaciones que tienen a su cargo los estados y
exige que éstos y las organizaciones internacionales den cuenta de su conducta en relación con las normas
internacionales de derechos humanos (33).

Si bien los derechos consagrados en el PIDESC se rigen por el principio de progresividad al estar sujetos a la
disponibilidad de los recursos estatales, lo cierto es que los Estados Partes asumen una obligación mínima inderogable
destinada a asegurar la satisfacción de, por lo menos, ciertos niveles esenciales de cada uno de los derechos allí
previstos, pues sin esta obligación mínima dicho instrumento carece de su razón de ser (34).
En atención a ello, el derecho a una vivienda adecuada reclama que los estados planifiquen políticas públicas
nacionales e internacionales de desarrollo, las que deben conducir a avanzar lo más prontamente posible hacia la plena
realización de este derecho fundamental.

Así, los Estados deben adoptar medidas legislativas, administrativas, judiciales, económicas, sociales y educativas que
tengan verdaderamente en cuenta a los sectores más desfavorecidos, pues son ellos, precisamente, los que encuentran
cada vez más ilusorio el acceso a una vivienda adecuada.

Aún cuando los recursos de los estados resulten escasos o insuficientes, éstos deben hacer sus máximos esfuerzos para
garantizar su más amplio disfrute, adoptando programas específicos en la materia y previendo su adecuada ejecución.
Asimismo, deben implementar una vigilancia eficaz de la situación real de la vivienda en su jurisdicción. Para ello,
deben efectuar un relevamiento del estado actual del problema, incluyendo la medición de los sectores que se
encuentran en situación de vulnerabilidad, de aquellos grupos familiares que no tienen hogar, de aquellas personas que
fueron desalojadas en contravención con los estándares internacionales de derechos humanos en la materia, de quienes
tienen una vivienda inadecuada y de las personas que residen en asentamientos ilegales, entre otras cuestiones.

V. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES

V.1. Antecedentes en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos: La referida interrelación que guarda el
derecho a una vivienda adecuada con otros derechos humanos fundamentales se encuentra plasmada en la actividad de
los distintos "órganos de vigilancia" que supervisan la aplicación de los principales tratados universales de derechos
humanos.

A título ejemplificativo, es posible mencionar la Comunicación No. 4/1991 (35) del Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial en la que se determinó la responsabilidad internacional de los Países Bajos por no haber
adoptado medidas de ningún tipo ante las reacciones xenófobas y violentas que se habían producido como
consecuencia de la llegada de un ciudadano marroquí a un departamento de la ciudad de Utrecht. Por otra parte, en la
Comunicación No. 31/2003 (36), el mismo Comité debió decidir acerca de la responsabilidad de Eslovaquia sobre la
base de una resolución adoptada por el Consejo Municipal de Dobsiná que dejaba sin efecto otra resolución que
disponía la ejecución de un plan de viviendas sociales destinadas a grupos gitanos que vivían en deplorables
condiciones. El Comité concluyó que las resoluciones del Consejo Municipal atentaron contra el reconocimiento o
ejercicio, en condiciones de igualdad, del derecho humano a una vivienda adecuada, protegido por el artículo 5 (c) de
la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y por el artículo 11 del PIDESC
(37).

Por su parte, el Comité contra la Tortura ha determinado que, en ciertas circunstancias, los desalojos forzosos pueden
asimilarse a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes, tal como lo hizo en la Comunicación No. 161/2000 (38)
atinente a la responsabilidad por omisión de Serbia y Montenegro al no haber evitado los incendios de viviendas que
se realizaron durante una manifestación. Asimismo, en sus Observaciones Finales de 2001 sobre Israel (39), concluyó
que las políticas de demolición de casas en los territorios palestinos ocupados representaban, en muchos casos, un
trato o una pena cruel, inhumana o degradante (40).

En relación con los instrumentos regionales de protección de derechos humanos (41), debe mencionarse que ninguno
de ellos ha consagrado en forma expresa el derecho a una vivienda adecuada. La omisión, a nuestro juicio, no es
casual ya que dichos instrumentos estuvieron desde sus inicios dirigidos, principalmente, a resguardar derechos civiles
y políticos. Sin perjuicio de ello, se ha garantizado su protección mediante interpretaciones doctrinarias (42) y,
fundamentalmente, a través de la jurisprudencia de los órganos de supervisión de dichos tratados que acudieron a otros
instrumentos y derechos conexos para salvaguardar su efectiva realización y protección.

En el caso The Social and Economic Rights Action Center for Economic and Social Rights Vs. Nigeria, la Comisión
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos sostuvo que el derecho a una vivienda adecuada está consagrado en
la Carta Africana en forma implícita. Así, señaló que: "Aunque el derecho a la vivienda o refugio no está
explícitamente previsto en la Carta Africana, el corolario de la combinación de las disposiciones que protegen el
derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental (citado en el artículo 16), el derecho de
propiedad y la protección otorgada a la familia, prohíben la destrucción injustificada de la vivienda porque cuando ello
sucede, la propiedad, la salud y la vida familiar se ven afectados negativamente. Por lo tanto, del efecto combinado de
los artículos 14, 16 y 18 se desprende que en la Carta está incluido el derecho a la vivienda o refugio, que el Gobierno
de Nigeria parece haber violado" (43).
En el continente americano, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostuvo en Ivanildo Amaro Da Silva y
Otros Vs. Brasil que era competente ratione materiae para examinar las supuestas violaciones de todos los derechos
humanos reconocidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, incluso los contenidos en el artículo 26
del Pacto (44). En tal sentido, entendió que el derecho a una vivienda adecuada no sólo "está amparado" por el artículo
26 de la Convención, sino que, a su vez, se encuentra incluido dentro las normas económicas, sociales, educativas,
científicas y culturales consagradas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos (45).

Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, la "Corte IDH") el acceso a una vivienda adecuada
resulta imprescindible. En el Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, determinó que el Estado violó el
artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en perjuicio de los miembros de dicha comunidad
al no reconocerles la propiedad de sus territorios ancestrales (46). Asimismo, sostuvo que Paraguay vulneró el derecho
a la vida digna consagrado en el artículo 4.1 de aquél instrumento internacional, puesto que no adoptó las medidas
positivas necesarias para asegurarles a los miembros de la comunidad las condiciones de vida compatibles con su
dignidad a través del acceso a sus medios de subsistencia tradicionales, lo que los colocó en una situación de miseria
extrema. En tal sentido, la Corte IDH concluyó que "en este asentamiento los miembros de la Comunidad Yakye Axa
ven imposibilitado el acceso a una vivienda adecuada dotada de los servicios básicos mínimos, así como a agua limpia
y servicios sanitarios" (47).

En el Caso de Las Masacres de Ituango Vs. Colombia (48) grupos paramilitares con aquiescencia estatal cometieron
una serie de homicidios y, antes de marcharse, destruyeron e incendiaron casi la totalidad de las viviendas a fin de
causar terror y el desplazamiento forzado de la población. Reconociendo los avances en materia de protección a las
injerencias arbitrarias o abusivas en la vida privada de las personas, la Corte IDH consideró que la destrucción de los
domicilios y de las posesiones de los habitantes, además de ser una violación del derecho al uso y disfrute de los
bienes-artículo 21-, constituye una grave, injustificada y abusiva injerencia en su vida privada y domicilio (49). A
efectos de reparar las violaciones cometidas, dicho tribunal dispuso que el Estado debía implementar un programa
habitacional mediante el cual se provea de vivienda adecuada a aquellas víctimas sobrevivientes que perdieron sus
casas (50).

El sistema europeo de protección de los derechos humanos no reconoce este derecho en profundidad (51). Así, el
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales únicamente
consagra en su artículo 8 (52) el derecho de toda persona a no sufrir injerencias en su domicilio, mientras que el
artículo 1 (53) del Protocolo Adicional Nro. 1 al referido instrumento protege el derecho de propiedad.

En este contexto, en un caso relativo a una persona perteneciente a un grupo de gitanos, el Tribunal Europeo pareció
negar el reconocimiento del derecho a la vivienda adecuada al sostener que: "Es importante recordar que el artículo 8
no reconoce el derecho a ser provisto de una vivienda. Tampoco la jurisprudencia de la Corte reconoce tal derecho. Si
bien es muy deseable que todos los seres humanos tengan un lugar donde vivir con dignidad y que puedan llamarlo
"casa", hay, por desgracia, en los Estados Contratantes muchas personas que no tienen hogar. Si el Estado proporciona
fondos para que todos puedan tener un hogar, ello constituye una cuestión sujeta a decisión política, no judicial"(54).

Sin embargo, la decisión no fue mayoritaria. Los jueces disidentes cuestionaron el párrafo transcripto (55) sobre la
base de la jurisprudencia del Tribunal en el caso Marzari Vs. Italia, donde había afirmado que: "Si bien el artículo 8 no
garantiza el derecho a recibir soluciones a problemas de vivienda por parte de las autoridades, en ciertas circunstancias
la negativa a brindar asistencia a un individuo que padece una enfermedad grave plantea una cuestión que cae bajo el
artículo 8 del Convenio debido al impacto que dicha negativa puede producir en su vida privada. La Corte recuerda
que, aun cuando el objeto esencial del artículo 8 es proteger al individuo contra las injerencias arbitrarias de los
poderes públicos, esta disposición no se limita a obligar al Estado a abstenerse de tales injerencias, además de esta
obligación negativa, pueden existir obligaciones positivas inherentes al respeto efectivo de la vida privada. El Estado
tiene obligaciones de este tipo cuando hay una relación directa e inmediata entre las medidas pretendidas por el
solicitante y su vida privada"(56).

En dicho proceso, el señor Marzari había solicitado a las autoridades un alojamiento apropiado para la grave
discapacidad que padecía. El Tribunal declaró inadmisible la petición por entender que el Estado había adoptado las
obligaciones positivas que requerían la particular situación del peticionario, toda vez que se le había brindado la
posibilidad de acceder a un departamento. Además, consideró que dichas obligaciones positivas no suponían el deber
estatal de otorgarle un lugar específico tal como lo solicitaba el peticionario, quien entendía que el departamento que
habitaba con anterioridad -respecto del cual había sido desalojado- era más adecuado para su enfermedad.

El Tribunal Europeo también se ha referido a dichas obligaciones positivas en relación con lo dispuesto por el artículo
8 (57) para proteger la vida privada en casos relacionados con la protección contra olores y molestias producidas por
una planta de tratamiento de residuos (58), a las emisiones tóxicas emanadas de una fábrica de productos químicos
(59), a la contaminación ambiental originada por una planta de acero (60) y a ruidos molestos provenientes de bares y
discotecas (61). Sin embargo, sostuvo que ciertas injerencias en la vida privada pueden justificarse si ellas fueron
necesarias en una sociedad democrática, proporcionadas al objetivo perseguido y realizadas de conformidad con las
disposiciones legales (62).

En el caso Akdivar and Others Vs. Turquía, el tribunal fue concluyente al determinar la responsabilidad internacional
del Estado por los incendios causados por sus fuerzas de seguridad sobre los hogares de las víctimas del caso, pues
entendió que la quema deliberada de viviendas constituyó una seria injerencia en la vida privada y familiar de las
víctimas, como así también sobre sus domicilios y posesiones (63).

Del referido análisis jurisprudencial, es posible concluir que el Tribunal Europeo le ha otorgado una interpretación
amplia a las disposiciones contenidas en el referido artículo 8, garantizando así el derecho a gozar de una vivienda
adecuada. Asimismo, ha dejado abierta la posibilidad de que los estados, ante circunstancias excepcionalísimas y
frente a grupos vulnerables, deba proveer de una vivienda a las personas sujetas bajo su jurisdicción (64).

V.2. Algunos antecedentes relevantes en los derechos internos Hoy en día, sin vacilaciones, puede afirmarse que los
derechos económicos, sociales y culturales pueden ser reclamados ante los tribunales locales y, por ende, resultan
exigibles (65). El ex magistrado de la Corte IDH, Antonio A. Cançado Trindade, señaló que "todos los derechos
humanos, inclusive los derechos económicos, sociales y culturales, son pronta e inmediatamente exigibles y
justiciables, una vez que la interrelación e indivisibilidad de todos los derechos humanos se afirman en los planos no
sólo doctrinal sino también operativo, o sea, tanto en la doctrina como en la hermenéutica y la aplicación de los
derechos humanos" (66).

El famoso caso Grootboom (67) de la Corte Constitucional de Sudáfrica es, tal vez, el ejemplo más cabal en cuanto a
la protección del derecho a la vivienda adecuada en los tribunales internos de los estados. En dicha oportunidad, la
señora Grootboom y un grupo personas -que incluía niños- comenzaron a ocupar ilegalmente lotes de propiedad
privada, agobiados ya de esperar durante años las viviendas que, a bajo precio, les había prometido el municipio de
Oostenberg, en la provincia de Western Cape. Grootboom y el resto del grupo fueron desalojados, debiendo marcharse
a un campo de deportes.

Sobre la base de dos disposiciones constitucionales que prevén el deber del Estado de adoptar medidas de carácter
legislativo para alcanzar la realización progresiva del derecho a una vivienda adecuada (sección 26) y del derecho de
los niños de acceder a un refugio (sección 28), el caso llegó a conocimiento de la Corte Constitucional.

El tribunal condenó el modo en que se llevó a cabo el desalojo, al tiempo que concluyó que el Estado debía crear las
condiciones para asegurar el acceso a una vivienda adecuada, entendiendo que las políticas de vivienda adoptadas por
el gobierno habían resultado inútiles, pues no contemplaban medidas a corto plazo para paliar la situación de los
grupos más vulnerables. En tal sentido, ordenó al Estado que brindara ayuda inmediata a los damnificados, debiendo,
a su vez, revisar la política habitacional que venía implementando.

Entre los valiosos párrafos que es posible extraer de la sentencia, especial mención merece aquella referida a la
razonabilidad de las medidas y políticas implementadas por el poder público para dar respuesta a la crítica situación en
materia de vivienda. Así, la Corte Constitucional indicó que: "El derecho de acceso a una vivienda adecuada ya se
encuentra arraigado, pues valoramos a los seres humanos y queremos asegurarnos de que se atiendan sus necesidades
básicas. Una sociedad debe tratar de garantizar que las necesidades esenciales de sus integrantes sean satisfechas para
constituir una sociedad basada en la dignidad humana, la libertad y la igualdad. Para ser razonables, las medidas deben
considerar el grado y alcance de la denegación del derecho que pretenden realizar. Aquellos cuyas necesidades son
más urgentes y cuya capacidad para disfrutar de todos los derechos corre mayor peligro, no deben ser ignorados por
las medidas destinadas a lograr la realización del derecho. (...) Si las medidas, aunque exitosas en términos
estadísticos, no responden a las necesidades de los más desesperados, posiblemente no pasen la prueba de
razonabilidad"(68).

En otro orden de ideas, nuestro ordenamiento jurídico nacional otorga raigambre constitucional al derecho a una
vivienda adecuada no sólo a través de la incorporación con jerarquía constitucional de los instrumentos
internacionales de derechos humanos -artículo 75, inciso 22-, sino también por medio del artículo 14 bis de la Carta
Magna, que establece que "El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial, la ley establecerá: ... el acceso a una vivienda digna..." (69).
Bajo este marco normativo es posible encontrar numerosos precedentes jurisprudenciales en materia de vivienda en
diferentes tribunales provinciales (70) y, en especial, en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (71).

En el caso "Alba Quintana, Pablo Vs. GCBA s/ amparo" (72), fallo que fue duramente criticado (73), el Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha tenido la oportunidad de esbozar una interpretación
del derecho a la vivienda en función de lo dispuesto por el artículo 31 de la Constitución porteña, que prescribe que la
Ciudad "reconoce el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado. Para ello: 1) resuelve progresivamente el
déficit habitacional, de infraestructura y servicios, dando prioridad a las personas de los sectores de pobreza crítica y
con necesidades especiales de escasos recursos...".

En dicha ocasión, el amparista reclamaba al Gobierno de la Ciudad que lo incorporara a un programa habitacional y, a
su vez, que si se le otorgaba un subsidio habitacional, se estableciera un monto que le permitiera asumir íntegramente
los costos del lugar en el cual se aloje, de conformidad con los valores actuales de alquiler de habitaciones de hoteles,
pensiones, inquilinatos y/o similares.

El voto mayoritario de los jueces Conde, Lozano y Casás sostiene que el derecho bajo análisis no implicaba la
existencia de un derecho inmediato e irrestricto para reclamar y obtener una vivienda por parte del Estado. Así,
señalaron que las obligaciones del Estado no son de resultados sino de medios, lo que se fundamenta en la misma
decisión del convencional constituyente de haber establecido prioridades en el texto constitucional -artículo 31- y, en
atención a ello, el Poder Legislativo debe reglamentar el derecho de acuerdo a las preferencias allí previstas.

Para la mayoría de los magistrados, los "recursos disponibles limitan aun la progresividad en el cumplimiento pleno
de los compromisos emergentes del PIDESC"74 por lo que a fin de dar cumplimiento al derecho en cuestión se deben
adoptar progresivamente programas que faciliten el acceso a la vivienda mediante el máximo aprovechamiento de sus
recursos presupuestarios. En consecuencia, el Estado debe dar respuesta al déficit habitacional con todos los medios
disponibles a su alcance, invirtiendo también en infraestructura y servicios.

Al referirse a los subsidios, indicaron que éstos no constituyen el único medio para dar respuesta a las necesidades
habitacionales, señalando, a su vez, que su carácter infraconstitucional conlleva a que únicamente puedan exigirlos
quienes cumplan con los requisitos establecidos por la reglamentación. En tal sentido, los subsidios por un período de
tiempo determinado no resultan inconstitucionales, aún si su monto no es suficiente para pagar una vivienda digna. La
inconstitucionalidad quedará verificada sólo si la distribución del subsidio no cumple con las prioridades establecidas
en el artículo 31.

Sin perjuicio de ello, cabe señalar que el voto mayoritario, si bien entendió que los subsidios otorgados por las
autoridades constituyen medios paliativos cuya vigencia debe mantenerse si la persona se encuentra frente a una
necesidad que debe ser satisfecha, existe una obligación estatal de brindar, al menos, un techo a quien no lo posea
cuando sobre el mismo Estado recae un deber de asistencia que obligatoriamente debe cumplir (75).

Por su parte, y sobre la base de los compromisos internacionales asumidos, la Dra. Ruiz, en su voto disidente,
confirmó la sentencia apelada que ordenaba al Gobierno porteño a continuar con la prestación del subsidio
habitacional hasta tanto se acredite que la necesidad de la actora se hubiera extinguido.

VI. A MODO DE CONCLUSIÓN

El derecho a una vivienda adecuada constituye un auténtico derecho humano justiciable y exigible que, como tal,
demanda una seria y responsable observancia por parte de los estados.

En su carácter de derecho social posee la particularidad especial de encontrar a los grupos más vulnerables como los
principales necesitados de atención y protección. Su verdadera efectividad depende de la implementación de políticas
públicas activas que atiendan a los millones de personas que hoy en día no encuentran un sitio donde desarrollar sus
proyectos de vida en un clima de dignidad y seguridad.

Por ello, cobra especial relevancia la necesidad de que los estados asuman sus responsabilidades en la materia y
adopten políticas específicas dirigidas a contemplar y resguardar a aquellas personas o grupos que se encuentran con
mayor índice de marginalidad, a través de acciones afirmativas que tiendan a su inclusión social. Sólo partiendo de
esta premisa, los estados se acercarán al cumplimiento de las obligaciones internacionalmente asumidas y a los
estándares que rigen esta temática.
Notas al pie:

1) Abogada cum laude (UBA). Auxiliar docente de Derechos Humanos y Garantías (UBA). Maestranda en Derecho
Internacional de los Derechos Humanos (UBA). Se desempeña profesionalmente en la Comisión para la Asistencia
Integral y Protección del Refugiado y Peticionante de Refugio de la Defensoría General de la Nación.

2) Abogado (UBA). Auxiliar docente de Derechos Humanos y Garantías y Derecho Internacional Público (UBA).
Investigador de apoyo en proyecto UBACyT (2010-2012).

3) Adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General 217 A (III) del 10 de diciembre de 1948. El
artículo 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre contiene una cláusula similar que
dispone: "Toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la
alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos
públicos y los de la comunidad".

4) Adoptado el 16 de diciembre de 1966 y entrada en vigencia el 3 de enero de 1976.

5) Ver, entre otros, Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, artículo 21; Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, artículo 17; Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial, artículo 5.e) iii); Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer,
artículos. 14.2.h) y 15.4); Convención sobre los Derechos del Niño, artículos 16.1) y 27.3); Convenio Nº 117 de la
Organización Internacional del Trabajo sobre política social (normas y objetivos básicos), artículo 5.2), y Convenio Nº
169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, artículos 14, 16 y 17.

6) Carta de la Organización de Estados Americanos, artículo 34 k); Carta Social Europea revisada, artículo 3;
Convenio Europeo relativo al Estatuto del Trabajador Migrante, artículo 13, y Carta Africana sobre los Derechos y el
Bienestar del Niño Africano, artículo 20.

7) Cf. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 4, El derecho a una vivienda
adecuada (párrafo 1 del artículo 11 del Pacto), E/1992/23, 13 de diciembre de 1991, párr. 7; Observación General Nº
14, El derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud, ??E/C.12/2000/4, 11 de agosto de 2000, párr. 11, y
Observación General Nº 15, El derecho al agua, ??E/C.12/2002/11, 20 de enero de 2003, párr. 3.

8) ONU, Consejo de Derechos Humanos, Informe de la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada como
elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el derecho de no discriminación a este respecto,
Sra. Raquel Rolnik, A/63/275, 13 de agosto de 2008, párr. 25.

9) Cuarto Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra, artículo 53,
y Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internacionales, artículo 69.

10) Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las víctimas de los conflictos
armados sin carácter internacional, artículo 17.

11) Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 7, El derecho a una vivienda
adecuada (párrafo 1 del artículo 11 del Pacto): los desalojos forzosos, E/1999/22, 20 de mayo de 1997, párr. 12.

12) Adoptado el 17 de julio de 1998 y entrada en vigencia el 1 de julio de 2002.

13) Cf. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 4, supra nota nº 5, párr. 7.

14) Ibíd.

15) Ibíd.

16) Ibíd.

17) Ibíd., párr. 8.


18) Ibíd., párr. 8.a).

19) Ibíd., párr. 8.b).

20) Ibíd., párr. 8.d).

21) Cf. Comité Europeo de Derechos Sociales, Conclusiones 2003 Vol. 1 (Bulgaria, Francia, Italia), pág. 221.

22) Ibíd., pág. 225.

23) Ibíd., pág. 348.

24) Cf. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 4, supra nota nº 5, párr. 8.e).

25) Ibíd.

26) Ibíd., párr. 11.

27) Ibíd., párr. 19.

28) Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 7, supra nota nº 9, párr. 3.

29) Ibíd., párr. 15.

30) Ibíd., párr. 16.

31) Ibíd.

32) Cf. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Cuestiones sustantivas que se plantean en la
aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: La Pobreza y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, E/C.12/2001/10, 10 de mayo de 2001, párr. 7.

33) Ibíd., párr. 14.

34) Cf. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observación General Nº 3, La naturaleza de las
obligaciones de los Estados partes (artículo 2, párr. 1 del Pacto), E/1991/23, 14 de diciembre de 1990, párr. 10.

35) Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, L.K. Vs. Países Bajos, Comunicación No. 4/1991
(16/03/2003).

36) Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, Ms. L. R. y Otros Vs. Eslovaquia, Comunicación No.
31/2003 (10/03/2005).

37) Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, Ms. L. R. y Otros Vs. Eslovaquia, Comunicación No.
31/2003 (10/03/2005), párr. 10.7.

38) Comité contra la Tortura, Hajrizi Dzemajl y Otros Vs. Serbia y Montenegro, Comunicación No. 161/2000
(21/11/2001).

39) Comité contra la Tortura, Observaciones finales del Comité contra la Tortura: Israel, A/57/44 (25/09/2002).

40) "j) Las políticas israelíes de demolición de viviendas pueden, en algunos casos, equivaler a tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes (artículo 16 de la Convención)".

41) Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales; Convención
Americana sobre Derechos Humanos y Carta Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos.
42) En el ámbito interamericano, ver, por ejemplo, Melish, Tara, La Protección de los Derechos Económicos, Sociales
y Culturales en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Manual para la presentación de casos. Orville H.
Shell, Jr. Center for International Human Rights Yale Law School (New Haven, USA). Centro de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (CDES), 2003, págs. 363-370.

43) ACHPR, The Social and Economic Rights Action Center for Economic and Social Rights Vs. Nigeria,
Comunicación No. 155/96 (2001), párr. 63 (la traducción es propia).

44) El artículo 26 dispone: "Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como
mediante la cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la plena
efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura,
contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en
la medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados".

45) CIDH. Ivanildo Amaro Da Silva y Otros Vs. Brasil. Admisibilidad. Informe Nº 38/10 - Petición Nº 1.198/05, 17
de marzo de 2010, párrs. 26, 41 y 42.

46) El artículo 21 dispone: "1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso
y goce al interés social.

2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización justa, por razones de
utilidad pública o de interés social y en los casos y según las formas establecidas por la ley.

3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre, deben ser prohibidas por la
ley".

47) Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia 17 de
junio de 2005. Serie C No. 125, párr. 164.

48) Corte IDH. Caso de las Masacres de Ituango Vs. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 1 de julio de 2006 Serie C No. 148.

49) Ibíd., párr. 197.

50) Ibíd., párr. 407. Ver también, Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 31 de enero de 2006. Serie C No. 140, párr. 276, y Caso Masacre Plan de Sánchez Vs. Guatemala.
Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de noviembre 2004. Serie C No. 116, párr. 105.

51) Para un análisis más profundo, ver Koch, Ida E., Human Rights as Indivisible Rights - The Protection of Socio-
Economic Demands under the European Convention on Human rights, Martinus Nijhoff Publishers, 2009, Chapter 6.

52) El artículo 8 establece: "Toda persona física o moral tiene derecho al respeto de sus bienes. Nadie podrá ser
privado de su propiedad más que por causa de utilidad pública y en las condiciones previstas por la Ley y los
principios generales del derecho internacional".

53) El artículo 1 reza: "Toda persona física o moral tiene derecho al respeto de sus bienes. Nadie podrá ser privado de
su propiedad más que por causa de utilidad pública y en las condiciones previstas por la Ley y los principios generales
del derecho internacional".

54) ECHR, Grand Chamber. Case of Chapman Vs. The United Kingdom. Application No. 27238/95. Judgment
(18/01//2001), párr. 99 (la traducción es propia).

55) Ibíd., Joint Dissenting Opinion of Judges Pastor Ridruejo, Bonello, Tulkens, Stráznická, Lorenzen, Fischbach and
Casadevall, párr. 7.

56) ECHR, Second Section (Chamber). Case of Marzari Vs. Italy. Application No. 36448/97. Decision as to the
admissibility. Judgment (04/05//1999), 179-180 (la traducción es propia).

57) Kenna, Padraic, Globalization and Housing Rights, 15 Ind. J. Global Legal Stud. 397, 448.
58) ECHR, Court Chamber. Case of Lopez-Ostra Vs. Spain. Application No. 16798/90. Judgment (09/12/1994).

59) ECHR, Grand Chamber. Case of Guerra and other Vs. Italy. Application No. 14967/89. Judgment (19/02/1998).

60) ECHR, Former First Section. Case of Fadeyeva Vs. Russia. Application No. 55723/00. Judgment (09/06/2005).

61) ECHR, Fourth Section. Case of Moreno-Gomez Vs. Spain. Application No. 4143/02. Judgment (16/11/2004).

62) ECHR, Grand Chamber. Case of Chapman Vs. The United Kingdom, cit.

63) ECHR, Grand Chamber. Akdivar and Others Vs. Turkey. Application No. 21893/93. Judgment (16/09/1996), párr.
88.

64) Mowbray, Alastair R., The Development of Positive Obligations under the European Convention on Human
Rights by the European Court of Human Rights, Hart Publishing, 2004, pág. 150.

65) En este sentido, ver Abramovich V. y Courtis, C., Hacia la exigibilidad de los Derechos Económicos Sociales y
Culturales. Estándares internacionales y criterios de aplicación ante los tribunales locales, en Abregú, M., y Courtis,
C., en "La aplicación de los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos por los tribunales locales", Del
Puerto/CELS (1997), págs. 283-350.

66) Cançadro Trindade, A.A., La Protección Internacional de los DESC en el Final del Siglo, en "El Derecho
Internacional en un Mundo en Transformación" - Liber Amicorum en Homenaje al Prof. Jiménez de Aréchaga, vol. I,
Fund. de Cultura Universitaria (1994), págs. 345-363; En el mismo sentido, Corte IDH. Caso Cinco Pensionistas Vs.
Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, del voto razonado del Juez
A.A. Cançadro Trindade, párr. 7.

67) Corte Constitucional de Sudáfrica, Government of the Republic of South Africa and Others Vs. Grootboom and
Others, CCT 11/00, 4/10/2000.

68) Ibíd., párr. 44 (la traducción es propia).

69) Para un mayor análisis, ver Tedeschi, Sebastián, El derecho a la vivienda a diez años de la reforma de la
Constitución, en "La aplicación de los tratados de derechos humanos en el ámbito local. La experiencia de una década
(1994-2005)". Víctor Abramovich, Alberto Bovino y Christian Courtis (compiladores), Editores del Puerto/CELS,
Buenos Aires, 2007.

70) Ver, entre otros, Juz. en lo Cont. Adm. Nº 1 de La Plata, S. V. S. y Otros c/ Provincia de Buenos Aires y Otros s/
Incidente de Ejecución de la Sentencia de L. G., 29/12/2010; Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, P., C. I. y
otro c. Provincia de Buenos Aires, 14/06/2010; Juz. de Prim. Inst. de Familia N° 3 de Rawson, Asesora de Familia e
Incapaces s/ Amparo, 6/02/2008, y CCiv. Neuquén, Defensor de Derechos del Niño y Adolescente c/ Provincia de
Neuquén, 3/09/02.

71) Ver, entre otros, Tribunal Superior de Justicia de la CABA, B., M. y otros c/ GCBA s/amparo (art. 14 CCABA),
25/04/2007; Moravito, Pilar Rosa c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA) s/ recurso de inconstitucionalidad concedido,
11/12/2007. Cám. de Ap. en lo Cont. Adm. y Trib. de la CABA, Sala 2, Sotelo, Valeria Mariana C/ Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires s/ Amparo (artículo 14 CCABA), 19/09/2008, Cám. de Ap. en lo Cont. Adm. y
Trib. de la CABA, Sala 1, Panza, Angel Rafael c/ GCBA s/ amparo, 25/02/2005.

72) Tribunal Superior de Justicia de la CABA, Alba Quintana, Pablo Vs. GCBA y otros s/ amparo (art. 14 CCABA) s/
recurso de inconstitucionalidad concedido, 12/05/2010.

73) Algunos autores han cuestionado fuertemente la sentencia; al respecto ver: Constante, Liliana B., Sobre el derecho
humano a la vivienda a propósito del lamentable fallo del TSJ en el caso "Alba Quintana", en Revista Institucional de
la Defensa Pública de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Año 1, número 1, págs.. 75-103, disponible en:
http://www.defensoria.jusbaires.gov.ar/attachments/article/2341/Revista%20Institucional%20MPD%20CABA.pdf

74) Ibíd., 5.2.


75) En palabras del Tribunal, "el estado debe brindar al menos un techo a quien esté dentro del universo de individuos
al que le toca asistir y no lo tenga".

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