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CCCF –SALA I
CFP 8578/2016/8/CA3
“B, R y otro s/ procesamiento con
prisión preventiva”
Juzgado N° 9 – Secretaría N° 18
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Frente al tenor de dicho pronunciamiento se alzan
los cuestionamientos deslizados por los impugnantes, quienes
procuraron socavar, aunque desde perspectivas diversas, los
argumentos brindados por el Juez en ocasión de motivar su postura
incriminatoria.
a- Al expresar sus discrepancias, la defensa de RB
adujo que las pruebas recolectadas durante la instrucción se exhiben
insuficientes, aun a la luz del juicio de probabilidad que caracteriza a
la etapa procesal que se transita, para adoptar un temperamento como
el previsto en el artículo 306 del C.P.P.N.
Bajo esta óptica, y luego de sostener que los dichos
vertidos por el encausado en su declaración indagatoria no han sido
rebatidos a lo largo de la investigación, el letrado orientó sus reparos
hacia las escuchas telefónicas que el Juez de grado valoró como
elemento de cargo en la formulación del decisorio atacado.
Lejos de detenerse allí, el Dr. Valente afirmó que
este presunto problema de subsunción, a raíz de las falencias
probatorias antes apuntadas, también trasluce sus implicancias al
momento de analizar la concurrencia del elemento subjetivo que
reclama la figura prevista y reprimida en el artículo 5° inc. “c” de la
ley 23.737.
Fue asumiendo un perfil crítico similar al anterior
que el impugnante intentó desvirtuar, según surge de la presentación
analizada, el otro hecho que integra el concurso de delitos ideado por
el a quo; vale decir, la tenencia ilegítima de un arma de fuego que
halló su encuadre legal en el precepto contenido en el artículo 189
apartado segundo del Código Penal.
De ahí que el recurrente acuda ante esta instancia
de revisión pregonando que la conducta de tenencia endilgada a RB
deviene atípica, en tanto el arma hallada bajo su esfera de custodia,
por sus cualidades inmanentes, no resultaría idónea para afectar al
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las medidas precautorias dispuestas por el Magistrado instructor en el
desenlace de su resolutorio.
Así las cosas, frente al encierro preventivo que
actualmente padece el imputado, el Dr. Valente profirió que en el caso
de marras se encuentran ausentes los recaudos que el Código de rito
exige, por fuera de la penalidad que en abstracto es conminada a cierta
maniobra delictiva, como preludio necesario de la cautela personal.
En lo tocante al embargo trabado entendió, por
último, que el monto dinerario estipulado a tal efecto luce excesivo de
acuerdo a las pautas estatuidas a nivel legal para su fijación.
III. Sobre la figura prevista en el artículo 5° inc.
“c” de la ley 23.737:
Llegado el momento de brindar una solución a la
cuestión que suscita la intervención del Tribunal, estimamos
pertinente destacar que en estos actuados se imputó en primer término
a RPLK y a RB el haber participado conjuntamente, a partir de las
fechas indicadas en sus declaraciones indagatorias, en maniobras de
comercialización de estupefacientes (ver en este sentido fs. 4502/6 y
4512/6 del expediente principal).
Conviene señalar, asimismo, que el a quo en las
intimaciones cursadas detalló ciertas particularidades atinentes a los
hechos cuya dilucidación persigue esta encuesta, entre las que se
destacan la enumeración de los abonados telefónicos de los cuales se
valieron los imputados para concretar sus designios y el recuento de
los elementos de interés secuestrados durante los allanamientos
materializados en la causa (cfr fs. citadas ut supra).
Para arribar a un estadio en que puedan entablarse
los debates instados por las defensas, sin embargo, hemos de recordar
que estos autos encuentran su origen en la información brindada por
un imputado que buscó acogerse, en el marco de una investigación
desarrollada en el fuero Penal Económico, al régimen consagrado en
el artículo 29 ter de la ley 23.737.
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Es que el propio desenvolvimiento de la pesquisa,
a medida que el caudal probatorio iba en aumento, hizo que ésta
extendiera sus influjos sobre RPLK, a quien desde el abonado
inicialmente intervenido se le propone un “negocio (…) en el que hay
trescientas unidades” (ver fs. 1140 del expediente principal).
Si bien la cuestión relativa a las probanzas que
corroborarían la actuación de las personas investigadas fue una
materia de agravio que quedará terminantemente abordada más
adelante, a la vez, no es menos cierto que para comenzar a desandar
ese camino es preciso tener en cuenta que esta conexión criminal fue
una de las tantas que trazó, y con razón, el Magistrado a cargo de la
investigación.
Tal es así que se aprecia, a fs. 1714 de los autos
principales, una nueva conversación mantenida entre RPLK y RB en la
que manifiestan su intención de enviar “producto” a distintos puntos
del interior del país y el extranjero.
Puesto a evaluar el escenario que le era ofrecido
por el sub examine, fue criterio del Magistrado que previno que la
causa debía pasar a estudio de este fuero de excepción, en tanto los
extremos por él contrastados dejaban traslucir, en todo caso, una
plataforma que encontraría su adecuada respuesta jurisdiccional
dentro del catálogo de delitos receptado por la ley 23.737. Pese a la
reticencia demostrada desde un principio por el inferior jerárquico al
rechazar esa asignación, el correspondiente Tribunal de Alzada se
inclinó por confirmar la declinatoria controvertida, abriendo paso de
este modo a la actividad investigativa que sería llevada a cabo por el
titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional y Federal
N° 9 (según surge de fs. 50/3, 56/8, 64/5 y 74/5 del legajo de
identidad reservada).
En esta secuela, y habiendo dispuesto el a quo la
prórroga de las intervenciones telefónicas practicadas, se apreciaron
diálogos de RB en los cuales continuó exteriorizando sus quehaceres
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hacia las líneas originalmente intervenidas en las que personal de una
entidad bancaria y de una Defensoría Oficial, respectivamente,
solicitaban comunicarse con las personas identificadas como RPLK y
RB.
Ahora bien, no es posible perder de vista que fue la
coyuntura antes delineada la encargada de conducir al Juez de grado a
ordenar, a fs. 4225/9 del expediente principal, el allanamiento de los
domicilios atribuidos a los imputados.
Entre otros elementos, en el inmueble
perteneciente a RB se secuestraron 54 tubos, una bolsa y un necessaire
que contenían, todos ellos, clorhidrato de cocaína en sendas
cantidades de 129, 13 y 287 gramos (cfr. fs. 4383/415 y 4598 de los
autos principales).
A su vez, fruto del registro materializado en la
morada de RPLK se dio con el hallazgo de 2,84 gramos de cocaína que
se encontraban en un contenedor de plástico de color transparente, un
cuchillo y un cutter que evidenciaban restos de esa misma sustancia,
dos balanzas, dos cucharas descartables y cinco paquetes de bolsas
herméticas de plástico (ver fs.4297/317 y 4598 del expediente
principal).
Como se verá, el cúmulo de pruebas descripto
durante el trascurso de la resolución basta para desvirtuar los
argumentos brindados por ambas defensas en punto a la errónea
exégesis que habría precedido a la lectura jurídica otorgada, mediante
el necesario juicio de tipicidad objetiva, a los hechos materia de
estudio. Resta a los suscriptos, por tanto, dar respuesta al manto de
interrogantes que recae sobre la concurrencia del elemento subjetivo
exigido para el perfeccionamiento de la figura tratada en el presente
acápite.
Y es aquí donde las intervenciones encomendadas
con el correr de la instrucción, aunadas a la especial forma en que se
hallaban dispuestas las sustancias psicotrópicas incautadas, nos
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Tal como se dijera, el concurso de delitos
hilvanado para abarcar los comportamientos reprochados en autos a
RB vincula, de manera real, a los delitos de comercialización de
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Si bien no escapa a los suscriptos que cierto
armamento se encontraba registrado bajo la órbita del RENAR a
nombre de quien habría sido el abuelo del encartado –y aun cuando
este extremo de por sí no configure autorización suficiente-, a la vez,
no es menos cierto que deviene falsa la afirmación que pugna por
incluir en tal condición a todos los elementos incautados durante la
pesquisa. Ocurre que acudiendo al informe remitido a fs. 4619 por la
mentada dependencia se contempla, con suma claridad, que ocho de
las armas descubiertas no satisfacen los requisitos legales que nuestro
ordenamiento impone para quien pretenda ejercer su debida tenencia.
Seguidamente hemos de indicar, en lo relativo al
segundo punto de agravio, que en nada obstan a la imputación
formulada las consideraciones volcadas por el Dr. Tezanos en su
escrito impugnativo.
Una vez más, la pauta que dirime la controversia
planteada está dada por la ineludible potencialidad dañosa que
conlleva la tenencia ilegítima de objetos como los que fueran
reseñados y que el legislador, precisamente, procuró conjurar a través
de la concepción de la figura examinada.
Por ende, siguiendo esta línea argumentativa nos
encontramos en condiciones de afirmar que el riesgo al que aquí se
hace referencia no puede ser desechado por la sola circunstancia de
que tanto las municiones como las armas, que se encontraban a
disposición del imputado y resultaban aptas para producir disparos –
cfr. fs.4601/2 de los autos principales-, se hallaban resguardadas en
muebles presuntamente cerrados con llave dentro de su domicilio.
VI. Sobre la prisión preventiva de RPLK:
De la lectura de las críticas recursivas que sirvieron
para estimular la jurisdicción de este Tribunal, se desprende que la
única en que se objetó la adopción de la citada medida precautoria es
en aquella formulada por el Dr. Tezanos. Atento a ello, y en virtud de
los contornos que nuestro ordenamiento ritual fija a las atribuciones
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presagios descriptos por el a quo, de momento, no pueden ser
conjurados por medios menos lesivos que el encierro preventivo.
Al margen de las consideraciones efectuadas,
tampoco puede dejar de evaluarse el pronóstico negativo que arroja el
secuestro de armas de fuego atribuidas al encartado. Este criterio,
estipulado por la Excma. Cámara Federal de Casación Penal y
cobijado por este Tribunal en el marco de diversas causas, también
nos conduce descartar la posibilidad de que el encartado transite esta
etapa del proceso en libertad. (cf. CN° 12.013 “Alegría, Wilber
Román s/ casación reg. n° 14.709, rta. el 09/10/09 de la Sala I de la
C.N.C.P.y de esta Sala CN° 45.822 “Ramírez Benito s/ excarcelación”
reg. 793 ,rta. el 14/07/11, entre otras).
Así las cosas, resta indicar que aparecen
manifiestos en el sub examine los requisitos que demanda la
aplicación de esta medida cautelar, como son la proporcionalidad que
ha de guardar frente a la pena en expectativa que se cierne sobre la
persona sometida a persecución estatal, y a la vez, la presencia de un
grado de convicción bastante acerca de la materialización del objeto
procesal ventilado en las actuaciones.
En virtud de lo expuesto, consideramos que el
escenario señalado por el Juez de la anterior instancia, frente al
acotado margen de este incidente de excarcelación, resulta suficiente
para acreditar los riesgos que la cautela personal está llamada a
neutralizar.
VII. Sobre el embargo:
A este respecto se advierte, nuevamente, que la
medida trabada por el Juez de grado no fue objeto de agravio para la
defensa de RB.
Por lo tanto, puestos a revisar el remanente
embargo, resulta menester recordar que la citada medida cautelar está
orientada a garantizar la posibilidad de una futura responsabilidad
pecuniaria a las costas del proceso y el aseguramiento de las
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FDO: Dr. Jorge L. Ballestero
Dr. Eduardo Freiler
Ante mí: Darío Pozzi - Secretario
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