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Los colores que presentan los vegetales son debidos a unos compuestos químicos llamados
pigmentos. El color que presenta un determinado órgano vegetal depende generalmente del
predominio de uno u otro pigmento o la combinación de ellos. Además, algunos de los pigmentos
que condicionan el color están estrechamente ligados a las actividades fisiológicas del propio
vegetal.

Cuando se observa la naturaleza, el color es una de las características que se destaca por la gran
diversidad que presenta. En la naturaleza, el color cumple funciones importantes, entre ellas la
capacidad fotosintética de los vegetales, ya que la principal molécula involucrada en la absorción
de energía lumínica es la clorofila, uno de los pigmentos predominantes en la naturaleza (ver
Cuadernos nº 106, 107).
El color de las plantas también influye sobre el potencial de una planta para reproducirse. En
particular, el color de las flores (ver Cuaderno nº 72) atrae a los polinizadores que transportan el
polen y facilitan la fecundación, mientras que la pigmentación de frutas y semillas atrae a los
animales consumidores que luego dispersan las semillas y la especie hacia nuevos espacios.

El color y los pigmentos

En biología, un pigmento es cualquier molécula que produce color en las células animales,
vegetales, bacterias y hongos. Muchas estructuras biológicas, como la piel, los ojos y el pelo en
mamíferos contienen pigmentos —como la melanina— localizados en células especializadas
llamadas cromatóforos. En mamíferos, se denominan específicamente Melanocitos. Si bien todos
los cromatóforos contienen pigmentos, no todas las celulas que presentan pigmentos
son cromatóforos: el grupo hemo por ejemplo es responsable del color rojo de la sangre y se
encuentra en los eritrocitos. Esta denominación diferencial está asociada al origen embrionario de
cada tipo de célula. Dentro de los cromatóforos, los pigmentos se localizan en vacuolas o
vesículas. En los vegetales, los pigmentos pueden localizarse en diferentes organelas
denominadas plástidos. Estas moléculas son capaces de absorber ciertas longitudes de onda y
reflejar otras, de acuerdo a su estructura química. Las longitudes que se reflejan son aquellas que
los ojos reciben y que el cerebro interpreta como “color”.
La luz blanca es una mezcla del espectro visible de luz. Cuando esta luz se encuentra con un
pigmento, algunas ondas son absorbidas por los pigmentos, mientras otras son reflejadas. El
espectro de luz reflejado se percibe como color. Por ejemplo, un pigmento azul marino refleja la
luz azul y absorbe los demás colores. Por reflejar las longitudes de onda en la gama del azul, el
cerebro recibe y decodifica esa información.

La clorofila y otros pigmentos


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En general, el color que presenta un determinado tejido u órgano vegetal, depende del predominio de un
pigmento o de la combinación de varios de ellos. A simple vista el color verde es el mayoritario en las especies
vegetales. Esta coloración es debida a la presencia de dos de los principales pigmentos vegetales, laclorofila a y
la clorofila b, que se encuentran en prácticamente todas las plantas con semillas, los helechos, musgos y algas. La
síntesis de la clorofila depende de la presencia de la luz, por lo tanto, aunque podría fabricarse en diferentes
órganos de las plantas, su expresión dependerá de la exposición de cada tejido a la luz. Otros pigmentos también
están presentes en las plantas verdes, pero enmascarados por la clorofila. La síntesis, el tipo de pigmento y su
concentración en una planta pueden ir variando ya que responden a factores externos como las condiciones
climáticas o al estrés originado por el ataque de algún patógeno. Esto explica la variación de color en especies
forestales a lo largo de las estaciones del año. En el otoño cuando la energía lumínica se reduce, disminuye
también la producción de clorofila, por lo cual se manifiestan los pigmentos naranja, morado y amarillo que
estaban enmascarados por la clorofila, ahora ausente.

Los pigmentos en los vegetales

Los pigmentos se localizan en diferentes organelas según el tipo de molécula y su función. La clorofila se
encuentra específicamente en las organelas vegetales llamadas cloroplastos, en las membranas internas
o tilacoides(Ver cuaderno nº 106). Asociados con la clorofila, existen también en los cloroplastos otra clase de
pigmentos denominados “accesorios” que forman parte del complejo antena de la fotosíntesis, de color amarillo
y amarillo-anaranjado, denominados xantófilas y carotenoides, respectivamente. Estos pigmentos se alojan
además en otros plástidos, dando el color característico de las flores o frutos. Otros pigmentos son las
antocianinas. Son pigmentos hidrosolubles que se hallan en las vacuolas de las células vegetales y que otorgan el
color rojo, púrpura o azul, dependiendo del pH vacuolar, a hojas, flores y frutas. Desde el punto de vista químico,
las antocianinas pertenecen a un grupo denominado flavonoides y se encuentran ampliamente distribuidos entre
las plantas.

Las funciones de las antocianinas en las plantas son múltiples, desde la protección de la radiación ultravioleta
hasta la atracción de insectos polinizadores. Las antocianinas se encuentran en muchas frutas oscuras (como la
frambuesa, zarzamora, cereza, mora y uva) y muchas verduras. Hasta ahora fueron reconocidas 19 diferentes
antocianinas, y presentan un abanico inmenso de colores que varían entre el púrpura, azul, rojo-violeta, rojo-
salmón, entre otros. Un factor que contribuye a la variedad de colores en flores, hojas y frutas es la coexistencia
de varias antocianinas en un mismo tejido, por ejemplo en las flores de la malva real se puede
encontrar malvidina y delfinidina.
El color está dado por los grupos hidroxilos de los anillos fenólicos y el benzopirilio, de modo tal que en medio
ácido (pH menor a 5) toma coloraciones rojizas, mientras que en un medio alcalino (pH mayor a 7) adquiere
coloración púrpura. En algunos árboles, como el arce rojo Americano (Acer rubrum) o el roble escarlata (Quercus
coccinea), los flavonoles se convierten en antocianinas rojas cuando la clorofila de sus hojas se degrada en otoño.
Esta transformación química que consiste en la pérdida de un átomo de oxígeno es la responsable de la percepción
de los colores del otoño. Las antocianinas que aparecen en el otoño probablemente son las que protegen a las
hojas del efecto de los rayos UV del sol.

Los carotenoides

El otro gran grupo de pigmentos son los carotenoides, que dan color rojo-anaranjado o amarillo a las flores, hojas,
frutos y semillas, y se diferencian de las antocianinas por su estructura química y su localización celular. Los
carotenoides no son solubles en agua, sino que se encuentran unidos a las proteínas de la membrana tilacoidal de
los cloroplastos o asociados a proteínas o en forma de cristales en otro tipo de plástidos. El β-caroteno es el
carotenoide más abundante en la naturaleza y el más importante para la dieta humana. Al ser ingerido, el β-
caroteno es transformado en Vitamina A en la mucosa del intestino delgado, y ésta es almacenada principalmente
en el hígado en forma de retinol. La vitamina A es esencial para la visión nocturna y mantener saludable la piel y
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los tejidos superficiales. Es necesaria para el crecimiento y la diferenciación del tejido epitelial, y se requiere en
el crecimiento del hueso, la reproducción y el desarrollo embrionario. Junto con algunos carotenoides, la vitamina
A refuerza el sistema inmune. El β-caroteno también puede ser absorbido y almacenado en el tejido graso sin ser
modificado, produciendo una coloración ligeramente amarilla o anaranjada en las palmas de las manos y las
plantas de los pies, debido a un exceso en el consumo de β-caroteno denominado pseudoictericia

Los pigmentos fotosintéticos principales son las clorofilas, las cuales imparten el color verde a la
mayoría de las plantas. Las clorofilas usualmente ocultan otros pigmentos que pueden estar
presentes. La clorofila a exhibe un color que fluctúa entre verde intenso y azul verdoso y la
clorofila b tiene un color que fluctúa entre amarillo y verde oliva. El color observado es en realidad
el que refleja el pigmento al absorberse otros colores, particularmente el rojo y el azul. Además de
la clorofila, muchas plantas verdes pueden contener otros pigmentos tales como los carotenos,
xantófilas y antocianinas.

¿Qué pigmentos principales podemos encontrar en las plantas y cuál es su función?

En las plantas, las moléculas responsables de la captación de energía son unos compuestos
orgánicos que constituyen lo que se denomina pigmentos fotosintéticos. Éstos se encuentran en
los cloroplastos, unos orgánulos que se encuentran en las células vegetales. Estos pigmentos dan
color a las hojas de las plantas pero cumplen una misión muy importante: Captar la energía
luminosa y transferirla a otras moléculas en la fotosíntesis, proceso que describiremos después.

¿Dónde están los pigmentos?

Estos pigmentos se encuentran en el interior de la células vegetales


específicamente en una organela llamada cloroplasto . Los cloroplastos son
simplemente plástidos que contienen pigmentos clorofílicos. Los compuestos
clorofílicos están ligados químicamente con las estructuras internas del
cloroplasto (membrana tilacoides) y se hallan retenidos en estado coloidal.
Asociados con las clorofilas, existen también en los cloroplastos dos clases de
pigmentos amarillos y amarillo-anaranjados que son
los xantofilas y carotenides.
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Lentamente el verde se va esfumando para dar paso a los amarillos, los ocres, los
rojos y los naranjas. Y para cuando llegue el inverno, la mayoría de los árboles ya
habrán perdido sus hojas.

¿Pero a qué se debe el cambio de coloración? ¿Y por qué algunos árboles siguen
manteniéndose verdes?
Son varios los factores que influyen en estos cambios pero el fundamental es la
menor disponibilidad de luz solar.

Un pigmento que desaparece y otros que se dejan


ver
La mayoría de las hojas son de color verde por la presencia de clorofila, un
pigmento que participa en el proceso de fotosíntesis.

Gracias a la clorofila, las hojas convierten la luz solar, el dióxido de carbono y el


agua en azúcares que viajan por el interior de las ramas y las raíces para
alimentar al árbol.

Image captionCuando la clorofila desaparece,


los pigmentos naranjas y amarillos se dejan ver.

Para que haya producción de clorofila hace falta temperaturas cálidas y luz solar.

Por esta razón, es durante la primavera y el verano que la clorofila se descompone


y se vuelve a formar.
Pero cuando los días se van acortando y las noches haciendo más largas, la producción
de clorofila se va deteniendo hasta que la planta ya no la produce más, y
eventualmente se queda sin clorofila.

Esto se traduce en la desaparición del color verde.Y una vez que este pigmento ya
no está, lo que se ven son los otros pigmentos que siempre han estado allí y que
le dan a la hoja una tonalidad amarilla o naranja.

Antes no los veíamos porque estaban "enmascarados" por la clorofila.


Lea: La mágica belleza de los árboles más antiguos del planeta
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Según explica Mark Fischetti, editor de la revista Scientific American, los colores
rojizos tienen otra explicación: a medida que se cierran las venas de las hojas con
el comienzo del otoño, los azúcares quedan atrapados dentro de las hojas.

Cuando estos reaccionan con otras sustancias químicas en el interior de la planta,


se forman los pigmentos rojos.

La clorofila

Es el pigmento fundamental que al captar la luz permite la fotosíntesis: esa reacción tan perfectamente
complementaria e inversa a nuestra respiración por la que las plantas captan (nuestro) dióxido de
carbono y junto con un poco de agua lo transforman en (nuestro) oxígeno y en los azúcares que les
sirven de alimento.

La clorofila tiene todo su sentido en verano, en las épocas de mayor luz solar. Por una parte porque es
cuando ejerce mejor su función. Por otra porque ella misma necesita de la luz para poder ser
fabricada. Y por eso, porque están cargadas de ella, las hojas de los árboles son verdes en verano.

¿Pero por qué es verde la clorofila?


Lo que vemos es el resultado de lo que no se nos esconde: de todo el espectro de la luz solar, la clorofila
absorbe fundamentalmente la zona del rojo y el azul, pero refleja el verde, que es lo que llega hasta
nuestros ojos.

¿Y por qué las hojas no siguen verdes en otoño?


Por una cuestión de adaptación y supervivencia. La clorofila es muy inestable, muy frágil, y tiene que
estar continuamente sintetizándose para sustituir a la que se destruye. En otoño la luz solar es mucho
menor, por lo que apenas puede ejercer su función. Por eso la planta decide disminuir la savia que
llega a las hojas y ralentizar su producción, ahorrar costes. Pero además sucede que las hojas
transpiran mientras realizan la fotosíntesis, sueltan agua que se distribuye por su superficie. En épocas
frías esto aumenta el riesgo de congelación, de ahí que interese deshacerse del pigmento verde (las hojas
de árboles perennes, sin embargo, resisten mucho mejor las bajas temperaturas: a la presencia de un
anticongelante natural suman su forma de espinas, lo que minimiza su exposición).

Y de ahí a los carotenoides, los amarillos escondidos.


Los carotenoides

Los carotenoides son un conjunto de numerosos pigmentos entre los que se encuentra, por ejemplo, la
vitamina A. Aunque varían de color, muchos de ellos absorben la luz azul y azul-verdosa, de forma que
reflejan (no esconden) el amarillo.

Se los conoce también como “absorbedores accesorios”. Son mucho más estables que la débil clorofila,
y la protegen en parte del exceso de luz solar, colaborando a su vez con ella en la fotosíntesis.

Pero, ¿cómo aparece el amarillo?

En verano los carotenoides se encuentran ocultos por la presencia verde de la clorofila. Sin
embargo, en otoño, esta se deteriora mucho más rápido que ellos, de forma que su desaparición los va
descubriendo progresivamente. Llevaban meses allí, pero escondidos bajo un manto verde.
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¿Y el resto de colores posibles? ¿Los marrones, los rojos, los ocres? Ahí entran en juego las
antocianinas.
Las antocianinas

Son una serie de pigmentos que se producen fundamentalmente, estos sí, en otoño. Para ello necesitan
algo de luz y, sobre todo, precisan de los depósitos de azúcar que las hojas fabrican y que en este
momento del año acumulan. No se conoce muy bien su función, y no todos los árboles las elaboran, pero
se barruntan papeles tan diversos como la protección frente a la luz solar (aunque vaya disminuyendo
en otoño la planta se vuelve más sensible al ir perdiendo el resto de pigmentos), ser repelentes de
insectos, funcionar como antioxidantes o incluso como anticongelantes contra el frío que se va
instalando.

Su estructura absorbe (esconde) el azul y el verde, de forma que reflejan el color rojo (aunque hay
variantes que extienden la paleta hacia el púrpura). Este será tanto más brillante cuanto más luminoso y
seco sea el otoño, ya que ambas condiciones estimulan la producción de azúcares y antocianinas. Y de su
combinación con el resto de pigmentos restantes surgen varios de los colores otoñales: su presencia con
la clorofila resulta en marrón (aunque este también procede de la oxidación de los taninos,
sustancias de desecho que la planta acumula), y con los carotenoides en naranja.

Sin embargo, con el tiempo y la cercanía del invierno, las reservas de azúcar disminuyen y las
antocianinas dejan también de fabricarse. Se cierra definitivamente el paso de savia hacia las hojas y
estas terminan por secarse y caer.

De alguna forma los árboles también hibernan, concentrando sus recursos en mantener vivas las
raíces que les permitirán resurgir: la vida estoica, ya se sabe.

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