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January 2011
* Ricky Mitchel Torres Benito. Abogado por la Universidad Peruana Los Andes, Huancayo, Perú. Jefe de
prácticas de Derecho civil en la misma Universidad. Miembro fundador de la Revista de Derecho Procesal
“QUAESTIO” y del Instituto de Investigación de Derecho Civil y Procesal Civil “INDECIPROC”. Miembro 1
principal de la Asociación Civil de Estudiantes de la UPLA “NUOVO DIRITTO”. (El presente es un artículo
monográfico, sugerimos al lector revisar las fuentes bibliográficas que se citan)
denominó “composición”, figura que en un principio fue voluntaria y se
transformo luego en legal. Luego abordaremos lo concerniente a su evolución, y
para ello será necesario remitirnos al análisis y estudio de los sistemas jurídicos
que a lo largo de la historia han ejerciendo influencia sobre otros ordenamientos.
Tal desarrollo será útil para ensayar una definición sobre esta medular institución
del Derecho, y a su vez hará posible que nos introduzcamos en el estudio de las
diversas funciones que se le atribuyen, entre las cuales encontramos a la función
“resarcitoria, restauradora, sancionadora, desincentivadora o disuasiva; distributiva
de pérdidas, individualizadora de costos, compensatoria, satisfactiva, de
equivalencia, preventiva, organizativa, entre otras”. Por último analizaremos
dichas funciones desde la óptica de la doctrina y la legislación peruana sobre la
materia, a fin de determinar cual o cuales son las que se aplican con mayor
incidencia en este entorno jurídico.
INTRODUCCIÓN
Por otro lado, no está de más recordar que las normas que regulan la responsabilidad
civil forman parte de la “Teoría General de la Responsabilidad”, por lo que pueden ser y de hecho
son aplicadas en forma supletoria a conflictos laborales, comerciales, contencioso
administrativos, etc., siempre que no exista norma especial de aplicación expresa5.
2 H. y L. MAZEAUD y A. TUNC, “Tratado Teórico y Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y Contractual”, Tomo
I, Volumen I, , Buenos Aires – Argentina, Ediciones Jurídicas Europa-América, 1961, 4
3 G. MARTÍNEZ RAVÉ, “Responsabilidad Civil Extracontractual”, Bogotá – Colombia, Editorial Temis, 1996, 10
4 Ibídem.
5 En ese sentido se ha expresado J. PEIRANO FACIO, en: “Responsabilidad Extracontractual”, Bogotá – Colombia,
Editorial Temis, 1979, 40. Señalando que: “Las normas del Código Civil constituyen principios generalizados de
la responsabilidad que tiene vigencia jurídica universal, con prescindencia de cualquier rama concreta del
derecho”. “(…) De lo que antecede se desprende, como conclusión general, que la responsabilidad civil 3
propiamente dicha sólo surge cuando se produce un ilícito en el ámbito de la legislación civil, aún cuando las
normas que inspiran su régimen positivo, por pertenecer en su mayor parte a la teoría general de la
responsabilidad jurídica, pueden ser aplicables a otras responsabilidades nacidas en otros campos del derecho”.
Pues bien, en el presente trabajo desarrollaremos el origen, la evolución y las diferentes
funciones que la doctrina comparada le atribuye a la Responsabilidad civil, con la finalidad de
coadyuvar a una mejor comprensión respecto de estos temas.
I. ORIGEN
Y continua, “debe anotarse, todavía, que aún en estas hipótesis, esa aplicación del régimen de responsabilidad
civil, no civiliza esas otras responsabilidades, las que siguen conservando su propia naturaleza comercial,
procesal, etc., como consecuencia de lo cual, la obligación de reparar que de ellas emerge también mantiene la
naturaleza propia al tipo de ordenamiento violado”.
6 F. OSTERLING PARODI y M. CASTILLO FREYRE, “Evolución histórica de la responsabilidad civil”, Perú,
Revista de la Facultad de Derecho de la Pontifica Universidad Católica del Perú, p. 195
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Es necesario añadir que el Talión fue tan importante que se dice que ha significado
para el mundo jurídico una sacudida no menos enérgica que la que supuso para la humanidad
el paso del paleolítico al neolítico y el descubrimiento de la agricultura. Detener la cadena de
daños, limitar la venganza a una pieza concreta del organismo social vulnerador, sustraída a la
elección del vengador, por cuanto está determinada por su acción, conlleva a reconocer una
madurez intelectual y una valoración transcendente del hombre.”7
Tiempo más tarde los hombres advirtieron que el sistema del Talión no era el mejor,
sobre todo porque a la víctima de nada le servía devolver el mismo mal al ofensor. Si alguien
había quedado ciego porque le habían vaciado su ojo, al vaciar el ojo del ofensor seguía
quedando tan ciego como antes. Se pensó entonces que en algunos casos debía permitirse la
indemnización por bienes equivalentes. Esta figura (indemnización), entendida como
“compensación”, en un primer momento fue voluntaria, fijada por acuerdo de partes9. Se
hacia cada vez mas visible, la necesidad de reemplazar esa forma de sancionar por una mas
civilizada, y esto a través de un ataque al patrimonio y no a la persona. Se pensó en la
posibilidad de que el ofendido renunciara a su derecho de venganza por el pago de una suma
de dinero, a lo que se denominó “composición”, figura que en un principio fue voluntaria y
que se transformo luego en una legal.
II. EVOLUCIÓN
7 Así por ejemplo el libro del Deuteronomio 24,16 dice: “No serán ejecutados los padres por las culpas de los
hijos ni los hijos por las culpas de los padres; cada uno será ejecutado por su propio pecado”.
8 En las culturas del Próximo Oriente Antiguo son los dioses quienes dictan las leyes a los hombres, por eso, las
leyes son sagradas. En este caso es el dios Samash, el dios sol, dios de la Justicia, quien entrega las leyes al rey
Hammurabi de Babilonia (1790-1750? a. C.), y así se representa en la imagen que figura sobre el conjunto
escrito de leyes.” El Código de Hammurabi contenía sanciones pecuniarias pero también sanciones dirigidas a
la integridad física del agente que ocasiono el daño, así por ejemplo: Ley 195: “Si un hijo golpeó al padre, se le
cortarán las manos. Ley 196: Si un hombre libre vació el ojo de un hijo de hombre libre, se vaciará su ojo”. Ley
197: “Si quebró un hueso de un hombre, se quebrará su hueso”. Ley 198: “Si vació el ojo un muskenun o roto
el hueso de un muskenun, pagará una mina de plata”, etc.
En la Biblia en el libro del Éxodo 21:37 tenemos otro ejemplo de estos daños múltiplos o talión: “Si un hombre
roba un buey o una oveja, y los mata o vende, pagará cinco bueyes por el buey, y cuatro ovejas por la oveja”.
Igualmente también se individualiza al autor del daño quien es responsable de la pena. Otros ejemplos los
encontramos en el libro Hindú de las Leyes de Manu, etc.
5
9 A. MARTÍNEZ SARRIÓN, “La evolución del derecho de daños”, 41. (Incluso durante un tiempo parte de esta
composición iba a parar a manos del municipio).
A. En el derecho romano:
Cuando la culpa ganó el terreno de la reparación del daño injusto, el termino “injuria”
no se refería en nada a la falta subjetiva, sino al hecho objetivo, al atentado contra el derecho,
a la usurpación del derecho ajeno.
No se hacia distingo entre el autor culpable y no culpable, ya que no solo era objetiva,
sino además colectiva, pues en determinadas circunstancias se extendía a los familiares del
autor, o al jefe del grupo a que aquél pertenecía, aunque estos fueran totalmente ajenos al
acto.11
Dentro de este contexto, anotan los autores que nada mas admirable tiene la historia
del derecho privado que el desarrollo del concepto de culpa y de las distinciones introducidas
en ésta, según la diversidad del medio en que debía apreciarse y evaluarse la injuria. Así, en los
orígenes de las concepciones jurídico-sociales, donde la razón individual da contenido a la
injuria, y medida a la reparación, en el derecho mas antiguo, aquella estaba constituida por el
10 ENCICLOPEDIA JURIDICA OMEBA, Tomo XXIV, Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina S.R.L.,
1995, 796
11 Colombo, citado por F. OSTERLING PARODI, M. CASTILLO FREYRE, en: “Evolución Histórica de la
Responsabilidad Civil”, 196
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solo daño injustamente ocasionado; y la garantía de la ofensa consistía en la pena, sin calcular
para nada la imputabilidad del daño y sin establecer proporción entre éste y el resarcimiento
impuesto.12
Debido a la relación que existía entre los conceptos de daño y ofensa, reparación y
pena, mal podía existir la distinción entre culpa contractual y extracontractual. Ello, según la
doctrina es el resultado del análisis en la tosca concepción antigua sobre injuria, culpa y
responsabilidad. Que el derecho derivase o no de contrato, el faltarle era ofenderlo, y el
ofendido inducia la pena. El concepto de delito intervenía dominante en las relaciones
contractuales, sobre todo cuando se apreciaba la existencia de una violación causada por el
obligado.
De este modo, la ofensa era la lesión del derecho. De ello se deriva la concepción
generalizada sobre reparación, en el sentido de dar a ésta el carácter de penalidad exagerada,
excesiva como el espíritu de venganza.
En este orden, con la aparición de la “Ley de las XII Tablas”13 se dispuso no sólo las
formas especiales de iniuria, sino también la obligación de resarcir el daño injustamente
acarreado: “rupitia sarcito”. En ella, quedan muchas y notables huellas de la concepción
antiquísima que atribuye carácter de delito a todo daño injustamente causado, y el de pena a la
sanción opuesta a la ofensa.
Frente a los delitos de injuria, castigados con pena, otros eran considerados por la ley
como suficientemente castigados con la obligación de reparar el daño en forma de noxia
(reparación ante el daño resultante de un delito), según la determinación del arbitro. Sin
importar el elemento subjetivo, asimismo que cuando el valor del resarcimiento no pudiera ser
establecido por el árbitro, la ley no establecía tampoco algún criterio. No obstante estas
imperfecciones, la distinción descrita según la gravedad de los hechos y el haber ordenado el
concepto de resarcimiento del modo que parecía corresponder mejor al daño injustamente
ocasionado se constituía en un gran aporte.
12 G.P. CHIRONI, “La culpa en el derecho civil moderno: culpa extracontractual”, Segunda Edición, Tomo I, Madrid-
España, Hijos de Reus Editores, 1904, 9
13 La ley de las XII tablas para los hermanos Mazeaud “representa una época de transición entre la fase de la
composición voluntaria y la de la composición legal obligatoria: la víctima de un delito privado está en libertad,
unas veces para satisfacerse mediante el ejercicio de la venganza personal o por la obtención de una suma de
dinero, cuyo importe fija libremente; y obligada, en otras a aceptar el pago de la suma fijada en la ley. Pero esa
suma sigue siendo esencialmente el precio de la venganza, una composición una poena; es una pena privada. El
derecho romano no llegará nunca a librarse completamente de esa idea, a hacer de la condena civil lo que es en
la actualidad: una indemnización.” (H y L. MAZEAUD y A. TUNC, “Tratado teórico práctico de la responsabilidad 7
civil delictual y contractual”, Tomo I, Traducción de Alcalá-Zamora y Castillo, Buenos Aires–Argentina, Ediciones
Jurídicas Europa-América, 1977, p. 39)
Posteriormente, aparece la Ley Aquilia14 (llei aquilia), considerada la gran unificadora de
todas las leyes que hablan del daño injusto, a tal punto que en cualquier manual de texto se
utiliza la expresión responsabilidad aquiliana como sinónimo de responsabilidad civil
extracontractual y que debe su nombre al tribuno Aquilio quien realizó el plebiscito, según
cuenta Ulpiano15.
Se trataba de una ley que sobre todo reglamentaba la revancha o venganza, consistente
en reconocer el derecho a causar al responsable los mismos daños económicos sufridos. Era
como lo dice un profesor europeo: “un talión económico”16, lo cual también era un gran avance.
Esta ley contenía innovaciones en materia de iniuria a la Ley de la XII Tablas, pues
cambió la pena, y con ello la iniuria originaba la obligación nacida de rumpere (de un contacto
cuerpo a cuerpo). En este contacto injustamente lesivo estaba la ofensa y la razón de la
responsabilidad. Las dos acciones que demuestran la extensión dada al concepto del daño
ilícito eran la “actio utilis Aquilia” (perjuicio ocasionado a la cosa sin ejercitar sobre ella un acto
físico: corpore) y la “actio factum Aquilia accomod” (sin que se ofendiese a su materialidad física:
corpori).
Entonces, el concepto del daño y de la figura de “damnum corpore corpori datum” (daño
material causado a un cuerpo u objeto) se pudo extender, como se hizo, y ampliar hasta
comprender el daño causado “corpore non corpori” y no “corpore corpori” sin que ello significara
que en la noción de la ofensa entraran todos los hechos que a la concepción integrada del
derecho y a la delicadeza del sentimiento jurídico progresivo debían parecer y parecían formas
14 Algunos de los casos en los que la Ley Aquiliana se debía aplicar eran los siguientes: Al impúber que causa
daño; al que se le acuse de administrar medicina a la fuerza, por persuasión o si la unta con veneno; al que lanza
una jabalina por diversión y mata a un esclavo; al que lanza jabalinas, aunque esté en un campo autorizado para
ello, si las lanza deliberadamente contra un esclavo; a los que arrojan una viga y matan a un esclavo, son todos
responsables; al esclavo si mata en lucha o pugilato libre, porque no puede buscar ni la gloria ni el valor; al hijo
de familia en lucha o pugilato libre, si hiere al que se está rindiendo o si mata a un esclavo en lucha privada; al
que precipita a otro por un puente; al que estrella a un niño contra una roca; al que opera con imperipecia a un
esclavo.
15 DIGESTO DE JUSTINIANO, 9.2.1
16 N. JANSEN, “Estructura de un derecho europeo de daños. Desarrollo histórico y dogmática moderna”, working paper N°
128, Barcelona, 2002 (en www.indret.com)
17 Op. Cit. G.P., CHIRONI, 11
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de lesión injusta, pues toda injuria objetiva, toda ofensa, era por si injuria, en el sentido de
hecho jurídico causante de responsabilidad, sin que exista huella de la culpa (injuria subjetiva)
como elemento esencial para la construcción de la relación obligatoria.
Luego, al inicio del periodo de la Edad Media19, hay una extrema declinación del
Derecho romano20. Aún no se ha explicado definitivamente el problema histórico21 de si
subsistieron (en Roma y Rávena) las escuelas jurídicas que, ocupándose de la ciencia del
18 J.J. LLAMBIAS, “Tratado de Derecho Civil - Obligaciones”, Tercera Edición, Tomo III, Buenos Aires-Argentina,
Editorial Abeledo Perrot, 1987, 519
19 Donde gobernaba la moral cristiana y el derecho es estudiado tomando como punto de partida una legislación
que gobierne la conducta de los seres humanos. Por lo tanto la idea de responsabilidad es entendida en la óptica
de la moral, y reemplaza así al viejo leitmotiv de la justicia. Sin duda el derecho ha sido considerado como una
prolongación de la moral. La regla de origen cristiano-estoico que reza que cada uno debe sostener sus
promesas, sirve de axioma al derecho de los contratos. Pero, es innegable también, la existencia de otra regla:
“cada uno de nosotros estaría obligado, si ha causado daños a su prójimo, a restituir, a poner las cosas en el estado anterior, a
reparar los daños cometidos por su culpa”. (Véase: M. VILLEY, “Esbozo Histórico de la Palabra Responsable”, en:
Cuadernos de derecho, año3, Nº 4, Lima-Perú, Revista del Centro de Investigación Jurídica de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Lima, 1994, 17)
20 La caída del imperio romano provoca el desuso del Corpus Juris Civilis: “Los invasores aplicaron a los
habitantes de la península italiana versiones del derecho romano que eran más burdas y menos refinadas. Los
invasores también llevaron consigo sus propias costumbres legales germánicas que era aplicadas a ellos mismos
pero no a sus conquistados, basados en su norma jurídica de que la nacionalidad de una persona le acompaña a
todas partes a donde vaya. A veces, a pesar de esto, comenzó a gestarse cierta fusión de leyes tribales
germánicas con instituciones jurídicas romanas en ciertas regiones de Italia, de sur de Francia y de la Península
Ibérica. Con el correr de los siglos, esta mezcla produjo lo que los europeos llaman todavía un Derecho romano
“vulgarizado” o “barbarizado”, y que aún tiene interés primordial para los historiadores del derecho. (Véase:
J.H. MERRYMAN, “La tradición jurídica romano-canónica”, México, Editorial FCE, 1980, 25 y 26)
9
21 K y W. ENNECERUS, “Tratado de derecho civil”, Tomo I, Traducción del alemán de Blas Pérez González y José
Alguer, Barcelona-España, Editorial Bosch, 1981, 65
derecho romano, marcasen siquiera un enlace débil, pero sin interrupción, a través de los
siglos VIII al X, entre Justiniano y los glosadores22.
Desarrollo del que, a modo de resumen, se puede sustraer cuatro aspectos relevantes:
a) la superación del carácter penal de los textos romanos sobre la Ley Aquilia, convirtiéndolos
en acción indemnizatoria; b) admisión de la responsabilidad directa del amo por los daños
causados por sus dependientes; c) atribución de un carácter general a la acción de la Ley
Aquilia; y d) la posibilidad de obtención de resarcimiento en naturaleza y no sólo pecuniario
24 El surgimiento de los estudios de derecho romano por la de los glosadores de la alta Edad Media, mientras por
una parte, contribuyó a un más amplio y profundo conocimiento del derecho romano justinianeo, hizo posible
a los comentaristas que les siguieron elaborar un derecho privado sobre bases romanas, con materiales
derivados del derecho canónico, consuetudinario, estatutario, germano, capaz de adaptarse a las relaciones
creadas por las nuevas condiciones históricas y de imponerse por su carácter de universalidad, como regla
común todo el mundo occidental (…) La formación de un derecho privado común sobre bases romanas,
preparó el camino a la unificación del derecho privado. Debía considerarse como un progreso notable el hecho
de que por encima de los derechos particulares se reconociese la autoridad de un derecho común que, sin
sustituirlos, los integraba y rectificaba cooperando en la solución de numerosos e inevitables conflictos de la
vida real. Por la causa de la unificación del derecho privado, impuesta por los tiempos y favorecida para fines
políticos por los príncipes, se encaminó hacia una decisiva solución sólo cuando se estrechó la alianza del
derecho romano resurgido en sus genuinas fuentes por obra de los juristas filólogos, con los principios
elaborados por la escuela del derecho natural” (G. SOLARI, “Filosofía del derecho privado”, Tomo I: La idea
individual, Buenos Aires – Argentina, De Palma Editores, 1946, 67)
25 La distinción de los glosadores entre la acción poenabilis y la acción poenalis había comenzado el agotamiento del
carácter penal de la acción concebida por la Ley Aquilia. Se distinguen como diversas consecuencias que
pueden derivar del delito, la pena y el resarcimiento, y se señala que es precisamente la segunda y no la primera,
la que se liga con la acción de la Ley Aquilia.
Se separan de la Ley Aquilia las acciones ex delicto, y se acentúa el carácter “reispersecutorio” de la acción de la Ley
Aquilia aproximándola mas a las acciones que nacen de las obligaciones contractuales.
El concepto de pena privada que se tenía en el derecho romano no fue recibido en Alemania, debido a que esta
idea pugnaba con el ordenamiento vigente. Esta es la razón por la cual dicho elemento característico de la
responsabilidad civil romana no encontró terreno favorable en el derecho común.
26 La aproximación de la acción aquiliana a las acciones que nacen de las obligaciones contractuales, abandonando
su carácter penal, produjo importantes consecuencias en el derecho común. En relación a los daños causados
por la muerte de una persona, dado el carácter penal o punitivo de la acción derivada de la Ley Aquilia en el
derecho romano, no era transmisible por vía hereditaria, pero al hacerse la separación del carácter penal, los
herederos adquieren derecho al resarcimiento de daños en contra del culpable:
Este derecho se reconocía especialmente, de una manera consuetudinaria, a los parientes y al cónyuge que
tuviera un derecho legal de alimentos contra el fallecido y que, por la muerte de éste, se viera privado del
sustento. Además, tenía derecho al resarcimiento el padre cuyo hijo que se prestara servicios, hubiera sido
culpable muerto. 11
También, en la práctica del derecho común, resulta procedente de la acción de indemnización cuando se
producen lesiones o la muerte de una persona libre, incluso en los casos en que la muerte no sea instantánea o
no existan gastos de curación. Como criterio de indemnización se considera el lucro cesante (operas illas quas
amisit), sobre todo si se ejercía alguna profesión como comerciante o abogado.
27 Como influencia probable de la moral de los teólogos con raíces en la patrística, se determina que la obligación
nacida del hecho ilícito no puede tener un contenido mayo que el del daño resarcible.
28 “La culpa como actio ilícito tiene siempre su especial razón de ser en la negligencia (negligentia, imprudencia,
ignavia) imputable al agente, que no ha tenido presente, según debía y podía hacerlo, la ofensa al derecho ajeno
inherente al acto mismo cumplido, o las consecuencias injuriosas de un acto lícito en sí, lo cual, por lo demás,
no implica confusión de los dos aspectos que puede revestir, porque la identidad del motivo no contradice en
ella la diversidad del modo de aparecer. El principio generador es uno; el factor de la culpa es idéntico, tanto en
la contractual como en la extracontractual; sin embargo, la existencia de la relación contractual, con respecto de
la que aquélla resulta, influye poderosamente sobre su carácter, haciéndola como un modo de manifestación, o
como una continuación de la misma, que obra, no solo sobre la prueba y sobre la estimación del daño, sino
también, y mucho, sobre la medida de la responsabilidad. La existencia del vínculo obligatorio respecto del cual
debe ser valuado el hecho culposo, influye muy especialmente para determinar el diverso grado de la diligencia
que se ha de observar, en la ejecución del mismo, de conformidad con la intención de las partes (…) La ley
romana da seguro testimonio de que la culpa contractual difiere de la aquiliana, por entrañar la falta de
diligencia debida respecto a una obligación, y porque, al contrario de lo que ocurre con la otra, tiene grados.
No importa investigar ahora cuales sean los principios en que tal graduación tiene su fundamento y medida:
refiriéndonos a una investigación próxima, bastará observar que éste es el concepto en que se informa la
mayoría de las modernas legislaciones (…) La ley civil italiana ha distinguido bien las dos formas ya descritas: de
un lado, declara que la diligencia que se ha de tener en la ejecución del contrato (o cuasi contrato) es la de un
buen padre de familia, salva las excepciones de supuestos expresamente determinados; del otro, dispone que
cualquier hecho del hombre que cause daño a otro, ocurra esto por hecho propio, o por propia negligencia o
imprudencia, obliga al agente que hubiera tenido la culpa de lo ocurrido, a resarcir el daño. El pensamiento del
legislador es que, en las relaciones contractuales, no habiéndose pactado otra regla, la negligencia que el
diligente padre de familia sabe evitar implique de ordinario la causa de una responsabilidad hacia el acreedor; y
fuera de las relaciones de esta especie, toda negligencia que produzca daño, no estando dispuesto otra cosa por
la ley, obliga a responsabilidad (…) Distinción ésta que se refiere, según las observaciones hechas, al grado dela
diligencia y de su contraria la negligencia, no al carácter jurídico del acto ilícito, a la culpa. E indagando y
determinando la función de la ley respecto a esta diversidad de graduación, se comprende fácilmente que en el
culpa contractual, dominada como está la relación por el contrato que todo lo penetra, la ley sólo sea supletoria
de la voluntad de las partes: es preceptiva allí donde el orden público prohíba a éstas salirse de ciertos límites
para graduar la diligencia. Consideración expuesta que aclara suficientemente cómo y por qué es preceptiva
siempre al regular la culpa extracontractual: en la culpa contractual es excepcionalmente preceptiva, por la
libertad de expansión que, de un modo necesario, se deja a la voluntad individual, en las relaciones de que es
ésta la inmediata razón de ser (…) 10. El desenvolvimiento que ha tenido la institución demuestra la exactitud
de cuanto se ha afirmado antes acerca de la diferencia de grado: en cuanto a la culpa contractual, las leyes
romanas enseñan que es preciso de ordinario responder, según a que sea lata o leves, y en cuanto a la aquiliana,
que se responde también de la culpa levísima; in lege Aquilia el levissima culpa venit. Sobre estos textos, la
interpretación, aunque entreviendo el concepto fundamental de la entidad jurídica de la culpa, idéntica en sus
varios aspectos, hubo de trabajar de modo vario hasta llegar así a consecuencias diversas; la escuela de los
glosadores, recogiendo las tres graduaciones enunciadas en los fragmentos, las refiere todas a la misma
institución, vislumbrando así el principio unitario, sin darse, por lo demás, cuenta de su razón suficiente. Y esta
teoría se hizo después tradicional; porque, aun cuando a partir del carácter de la diligencia para inferir que
graduaciones se podrían atribuir a la negligencia, y por tanto a la culpa, algunos la dividen en seis grados, la
proposición no fue admitida; y aun cuando deduciendo de las indagaciones exegéticas sobre las fuentes, otros
habían reducido estos grados a dos, la opinión común se atuvo siempre a las enseñanzas de la doctrina más
antigua. Autoridad ésta, por lo demás, que no impide el que, sometidos a nueva investigación los textos, no
resultase verdadera la teoría que atribuye a la culpa contractual sólo dos grados, excluyendo la levíssima; y si a
veces puede ocurrir que éste está en la culpa lata o en la levis, o que aparezca bajo una forma especial de
diligencia, la custodia, esto nada implica contra la exactitud de la regla general (…) 11. Sin embargo, aunque sea
reconocido a esta teoría una mayor correspondencia con las fuentes, no se puede acusar como absolutamente
errónea la doctrina que distingue en la culpa tres grados (lata, levis, levissima); pero es necesario indagar cuál sea la
parte de verdad en ella contenida; y si puede precisársela observando que, considerada la diligencia como
concepción abstracta, se debe tener en cuenta también la extrema (culpa levíssima)”. (Consúltese para una idea
más clara: G.P. CHIRONI, “La culpa en el derecho civil moderno. la culpa contractual”), Segunda edición, Traducción
de A. Posada, Madrid-España, Editorial Hijos de Reus, 1907, 43-51.
29 Recordemos que la acción aquiliana del derecho romano contemplaba solamente la destrucción de cosas o los
daños corporales (otros daños patrimoniales sólo se resarcen extracontractualmente en caso de dolo), en
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cambio, en la práctica del derecho común se admitió el resarcimiento de cualquier tipo de daño causado
culposamente, entre ellos, el llamado derecho al pretium doloris. En este sentido, como lo explica la doctrina
española, “(…) según Dernburg, existen huellas de este derecho, por lo menos desde el siglo XV, y la práctica
encontró un punto de apoyo en la Carolina (artículos 20 y 21), según la cual a la persona injustamente torturada
se le concedía el resarcimiento por el dolor. El resarcimiento se concedía también a la mujer que a causa del
daño veía disminuir la probabilidad de casarse. El pretium doloris no se consideraba pena, sino resarcimiento y
compensación por el dolor sufrido, por lo cual la obligación pasaba a los herederos del causante del daño”.
(Véase: Ob. Cit. L. DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, “Derecho de daños”, 75)
30 “La idea, casi nunca eclipsada en el curso de la historia, de que, además del derecho positivo y por encima de él,
existe un derecho que debe ser y que se basa en la Naturaleza o en el Orden divino, cobra desde la mitad del
siglo XVII y en e siglo XVIII una pujanza y una significación especialísima. Se intenta derivar el contenido de
este derecho inmutable, eterno, de la razón, de la naturaleza del hombre y, no rara vez, se pretendía para
semejante derecho natural la preferencia sobre el derecho positivo, mientras que otros, más modestamente, lo
consideraban como complemento del derecho positivo o como pauta para su desenvolvimiento (…) La
doctrinas iusnaturalistas han sido de enorma trascendencia para el desarrollo del derecho. En aquel tiempo era
una de las armas más eficaces de la lucha espiritual por la libertad. La abolición de las servidumbres y el
vasallaje, la liberación de la tierra de las cargas feudales, la libertad de conciencia y de cultos, la libertad de la
ciencia y de cátedra, la libertad de domicilio y la paulatina liberación de la industria, la supresión del tormento y
de los juicios de Dios y la mitigación de las penas demasiado severas, finalmente la formación y el
reconocimiento general de los principios del derecho internacional. (Ob. Cit. K. y W. ENNECERUS, “Tratado
de derecho civil”, 72 y 73)
31 “La importancia histórica de la escuela del derecho natural puede ser valorada por el grado en que los
principios por ella elaborados se han traducido en normas jurídicas positivas o en que han dado vida y
significados nuevos a las formas jurídicas tradicionales. A tal fin, hay que tener presente el estado en que se
encontraba la legislación positiva en el siglo XVIII, la crisis por que ésta atravesaba y las reformas invocadas
con creciente insistencia para adaptar dicha legislación a las nuevas condiciones económicas, a la nueva
conciencia jurídica (…) Durante el siglo XVIII, la falta de unidad en las leyes civiles no sólo en el mismo
Estado sino también en las diversas partes de un Estado, provocaban generalmente criticas y observaciones. El
particularismo había sido la característica del derecho privado en el Edad Media; favorecido por el
ordenamiento feudal, ese carácter era natural en una época en que los elementos más dispares se mantuvieron
largo tiempo en contacto sin fundirse, en una época en que la tradición romana y germana, el Estado y la
Iglesia, la Comuna y la corporación, coexistían sin destruirse constituyendo otras tantas fuentes de derecho
privado. Los inconvenientes de este particularismo jurídico no llamaban la atención general mientras la vida se
desenvolvía en forma simple, concentrada en pequeños centros, y mientras la iniciativa individual no tenía
posibilidades de desplegarse libre de los vínculos feudales y corporativos. Pero al intensificase las relaciones
sociales a raíz de las nuevas condiciones económicas y del desarrollo de las industrias y del comercio, al
constituirse los gobiernos absolutistas que pretendían centralizar en una unidad política y administrativa las
diferentes partes del Estado, se sintió cada vez mas viva la necesidad de remedir esa falta de unidad y
uniformidad en materia civil, la necesidad de eliminar las contradicciones y la incertidumbre en las normas 13
reguladoras de las relaciones privadas”. (G. SOLARI, “Filosofía del derecho privado”, Tomo I: La idea individual,
Buenos Aires–Argentina, De Palma Editores, 1946, 59 y 60)
Uno de los más grandes méritos de la escuela del derecho natural es haber dotado a la
responsabilidad civil extracontractual de una nueva base y de la configuración dogmática que
posteriormente aparecerá en el Código Civil de Napoleón.
Ahora bien, en este recuento de los hechos, se considera que la primera formalización
de esta construcción doctrinal fue dada por Grocio (en el libro II del titulo XVII, de “De iure
belli ac pracis”, publicada en 1625, bajo el nombre de: “De damno per iniuriam dato”) 32, que
contempla tres diversas fuentes de obligaciones (“pacta, maleficia, lex”), pero la “pactio” no es ya
el “contractus” romano, ni el “maleficium” es ya un simple denominador de delitos y cuasidelitos;
sino que, para esta nueva concepción, el maleficio es una figura autónoma caracterizada por
un único elemento común, que es la culpa “melificium his apellamus culpam omnem, sirve in faciendo,
sive en non faciendo, pugnantem cum eo quod aut homines communiter aut pro ratione certae qualitis facere
debent. Ex tali culpa obligatio naturaliter oritur si damnum datum est, ud id resarcitur”33.
Se ve aquí, por primera vez, el principio de que el hecho ilícito como tal, genera la
obligación de resarcimiento del daño causado (el hecho ilícito, como fuente extracontractual y
autónoma, creadora de obligaciones).
dentro de este rubro a las categorías que en derecho romano se contemplaban como
cuasidelitos (de efussius deiectis, de positis et suspensi y nautae caupone et stabulari)35.
B. En el derecho francés:
Es importante advertir que la obra de los iusnaturalistas hizo resurgir en los siglos
XVII y XVIII, más que al derecho romano justinianeo, al derecho romano clásico, pues era
éste el que servía mejor para la reforma, privado de las condiciones históricas de la época.
35 “La línea abierta por Grocio fue continuada no sólo por loas mas conocidos miembros de la Escuela del
Derecho Natural, como Puffendorf y Thomasio, sino por la mayor parte de la literatura jurídica del siglo XVIII
(Strick, Voet, Boehmer, Lauterpacht) hasta tal punto que puede hablarse de un usus hodiermus legis aquiliae, la
lapidaria frase de Christian Thomasius, cuando decía: actio nostra, qua utimur, ab actione legis Aquiliae magis differant,
quam auis a quadrupede. En ellos, el daño no se entiende ya con los restrictivos presupuestos que pretendían los
romanistas, sino como toda disminución de lo que se posee, usurpación de lo que se podía pretender u omisión
de lo que se podía hacer. Y el daño se resarce no sólo en virtud de las específicas disposiciones que lo
sancionen directamente con una pena de resarcimiento, sino siempre que concurran los requisitos de la ilicitud
y de la culpa”. (Ob. Cit. L. DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, “Derecho de daños”, 77 y 78)
36 Jean Domat, abogado en el presidial de Clermont, nació en esa ciudad en 1625; murió en París en 1696; fue
amigo de Pascal y de los Arnauld. Publico, en 1694, Les loix civiles dans leur ordre natural, libro célebre que lo
coloca en primera línea entre los que prepararon el camino hacia el código civil. Jurisconsulto, filósofo,
representante eminente del espíritu clásico, “dio, según las expresiones de Daguesseau, el plan más ordenado de
la sociedad civil que se haya publicado hasta hoy”; Boileau decía que: “era el restaurador de la razón en la
Jurisprudencia”. Pothier nació en Orléans en 1695, murió en 1772. A la vez consejero del Presidial de Orléans y
profesor de la universidad de la misma ciudad, dejo obras numerosas que forman (sin hablar de sus trabajos
sobre derecho romano) una clección completa del derecho civil, bajo la forma de tratados separados sobre
todas las materias. De aquí fue tomado el código civil en su mayor parte. Nutrido como Domat por el espíritu
clásico, Pothier fue jurisconsulto de un gran sentido, y sobre todo de una claridad que no se obscurece nunca;
pero le falta crítica y miras personales. Simplifica y clasifica toda la materia jurídica destinada a ser la sustancia
de nuestro código, pero permanece extraño al gran movimiento filosófico que lleno el siglo XVIII”. (M.
PLANIOL, y G. RIPERT, “Tratado elemental de derecho civil”, Tomo I, Traducción de José Ma. Cajica Jr., México,
Cárdenas Editor, 1981, 39 y 40)
37 A quienes, según Mazeaud-Tunc- se les atribuye el gran mérito de “haber separado casi por completo la
responsabilidad civil de la responsabilidad penal; y por lo tanto, haber estado en condiciones de establecer un
principio general de responsabilidad civil; con la ayuda de las teorías de los jurisconsultos romanos, más o
menos exactamente interpretados, consiguieron así un resultado que estos últimos no habían podido alcanzar.
La etapa decisiva estaba despejada en lo sucesivo: a partir de ese día, ha surgido la responsabilidad civil; posee
una existencia propia, y va a comprobarse toda la fecundidad del principio tan penosamente deducido y a
entreverse su campo de aplicación casi ilimitado.” (Véase: Ob. Cit. H. y L. MAZEAUD y A. TUNC André, 15
“Tratado Teórico y Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y Contractual”, 58)
38 Ob. Cit. L. DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, “Derecho de daños”, 75.
La primera categoría es extraña al campo del derecho civil y la segunda nos envía al
ámbito de estudio del derecho contractual. Mientras que, dentro de la tercera, es donde estudia
lo que para algunos romanistas eran los cuasidelitos, sin embargo Domat los integra en una
regla absolutamente general: “Todos los daños que puedan sobrevenir a alguna persona, sea
por imprudencia, ligereza o inocencia o por otras faltas semejantes por más leves que sean,
deben ser indemnizados por aquel cuya imprudencia o falta haya dado lugar a ellos, pues es un
mal que ha hecho aún cuando no hubiese intención de dañar”39.
Para explicar este concepto, formula como ejemplo; el caso en que un jugador de
barra, que practica el juego en un lugar peligroso para los transeúntes, hiere a alguien con la
barra. El jugador será responsable del mal que les haya ocasionado, en tanto que el daño es
atribuible a su culpa40.
Por su parte Pothier, al tratar las demás causas de las obligaciones, refiere a los
cuasicontratos, los delitos y los cuasidelitos. Considerando a los delitos como hechos por los
cuales una persona, por dolo o por malignidad, causa perjuicio o daño a otra; y a los
cuasidelitos como hechos por los cuales una persona, sin malignidad, sino por una
imprudencia que es excusable, causa daño a otro. Sin embargo, a pesar de esta distinción, cree
que en ambos casos (la comisión de un delito o cuasidelito) surge la obligación de reparar los
daños que se ha causado.
En relación con la responsabilidad contractual, establece que uno de los efectos del
incumplimiento es la obligación de indemnización de los daños y perjuicios ocasionados por
este incumplimiento.
39 Ídem, 78.
40 Ibídem.
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constituye una idea general aplicable a todo tipo de responsabilidad. Nos brinda igualmente la
idea de una cierta reducción del deber de indemnización fuera delos casos de dolo.
Este lugar preeminente que ocupa la culpa hasta nuestros días se justificó en ese
momento en dos hechos. En primer lugar la culpa es la expresión jurídica del principio
económico del “laissez faire”, y además cumple el mismo papel ideológico que desempeñan en
otros sectores del ordenamiento el dogma de la libertad contractual y de los omnímodos
poderes del propietario. En segundo lugar “el acogimiento, que con especial delectación ha
dispensado la sociedad a la culpa se ha debido a que ha constituido una noción arrebatada por
el derecho a la moral. Culpa significa en el ámbito social lo que traduce el pecado en el ámbito
moral (...) La culpa es, por consiguiente, un acto configurado como una mancha, que justifica
la sanción y crea una responsabilidad”42.
En esta línea, recordemos que Domat, distingue tres clases de culpa: “la que proviene
de un crimen o delito, la que se comete en el cumplimiento de los contratos y la que se
relaciona con las convenciones ni con los delitos o crímenes”; por lo que, tanto “si
sobreviniese algún daño consecuencia imprevista de un hecho inocente, sin que se le pueda
imputar culpa al autor de ese hecho, él no resultara obligado por esa derivación”43.
41 J. BUSTAMANTE ALSINA, “Teoría general de la responsabilidad civil”, Novena edición, Buenos Aires-Argentina,
Abeledo Perrot, 1997, 45. (Sin embargo el autor a renglón seguido nos dice que “(...) en el fondo la noción de
culpa se confunde con la de ilicitud, o sea que lo ilícito es culpable y lo culpable es ilícito. Ello resulta así
porque no cumplir el deber de comportarse con diligencia es a la vez culpa (falta de diligencia) e ilicitud
(violación de un deber legal)”.
42 Ob. Cit. MARTÍNEZ SARRIÓN, Angel, “La evolución del derecho de daños”, 64.
43 J, DOMAT, “Les Loix Civilis dans leur ordre natural”, Libro II, Titulo VIII, Nueva edición edición, al cuidado de
J. Remy, Tomo I Paris, 1835, 467. Hecho por el cual la doctrina considera que fue el primero en distinguir con
claridad los supuestos unificados por la culpa, de las demás figuras, en especial de las contravenciones y de los
delitos, en la medida en que estos últimos pertenecen a un sector del ordenamiento que no debe mezclarse con
las materias civiles. (Véase: G. ALPA, “Nuevo tratado de responsabilidad civil”, traducción de Leysser L. León,
17
Primera Edición, Lima-Perú, Jurista Editores EIRL, 2006, 79)
44 Ob. Cit. M. VILLEY, “Esbozo histórico de la palabra responsable”, 15.
C. En el derecho alemán:
El Código Civil Alemán siguió una evolución distinta frente al Código Civil francés
porque sus juristas, primero con la Escuela Histórica y luego con la Pandectística, discuten en
nombre de una rigurosa interpretación de los textos romanos y de un rechazo de las
deformaciones que en ellos había introducido el Derecho Común, la generalización de la
responsabilidad por culpa que el iusnaturalismo había llevado a sus consecuencias más
extremas45. Por la influencia que tuvo en la legislación de países europeos es comparable al
hito que significó el código civil francés.
Las notas más salientes del Código Civil alemán en lo tocante a la reparación de actos ilícitos
son:
1. No existe una cláusula general de responsabilidad por culpa como en el sistema francés. De
acuerdo al artículo 823º, se deben indemnizar aquellos daños causados en forma
antijurídica, con dolo o culpa, pero que afecten “la vida, el cuerpo, la salud, la libertad, la
propiedad o cualesquiera otro derecho de otra persona (...)” Es un sistema muy cercano a la
tipicidad (enumerations prinzip). Los derechos mencionados son los que se entienden como
absolutos.
Como vemos hay una gran restricción, a pesar de que jurisprudencialmente se haya
atenuado el rigor primitivo del Código.
2. Sí existe de acuerdo al artículo 826º un principio de responsabilidad general por dolo, tal
como ya habían descubierto los romanos: “Quien dolosamente causa a otro un daño de
forma que atente contra las buenas costumbres, está obligado para con él a la
indemnización del daño”. No sólo el daño debe ser doloso, sino además atentatorio contra
las buenas costumbres.
3. El daño moral también es muy limitado. Según el articulo 847º “En el caso de lesión en el
cuerpo o en la salud, así como en el caso de privación de libertad, el perjudicado puede
exigir también una indemnización equitativa en dinero a causa del daño que no sea daño
patrimonial. La pretensión no es trasmisible y no pasa a los herederos, a no ser que haya
sido reconocida por contrato o que se haya convertido ya en litis pendente”.
45 Ob. Cit. L. DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, “Derecho de daños”, 86. (Para el autor citado “Esta refacción
se apoyó en la interpretación que Savigny había atribuido a la acción de la Ley Aquilia. Se fundó, asimismo, en
el rechazo de la responsabilidad por culpa fuera de algunos casos concretos y en la admisión y en el carácter
estrictamente material y patrimonial del daño aquiliano y en la discusión o debate que algunos autores
mantuvieron sobre la admisibilidad de la responsabilidad por omisión”).
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D. En el commow low:
Los principales writs que se desarrollan allá por el Siglo XIII son dos: trespass y case. El
trespass, según Diez Picazo equivalía probablemente al concepto romano de injuria o iniuria. En
ambos casos se trataba de figuras netamente penales, porque se requería que la conducta fuese
directa e intencional; las conductas culposas todavía no tenían cabida en el sistema. Ambas
tenían por objeto restablecer la “paz del Rey”, impidiendo todo comportamiento que pudiera
provocar venganza. El trespass era el remedio para todos los daños directos, inmediatos y
causados por la fuerza a la víctima ya sea en su persona (trespass to persons, que luego se
subdivide en assault y battery) a su tierra (trespass to land) o a sus bienes (trespass to goods).
El trespass to persons como ya hemos dicho se subdividió en tres clases: 1. Battery: que era
el uso de la fuerza contra otra persona, cualquiera fuera el instrumento48. 2. Assault: consiste en
la acción destinada a cometer battery, figura muy parecida a la amenaza49. 3. False imprisonment:
46 Ídem, 88.
47 L. ENNECCERUS y H.C. NIPPERDEY, “Tratado de Derecho Civil. Parte General”. Tomo I, Segunda parte,
Traducido por De Perez González y Alguer, Barcelona-España, Editorial Bosch, 1981, 846. (Según los autores,
“Sólo así se explica, la edificación del derecho delictual sobre la violación de derechos subjetivos, y la ausencia
de una norma unitaria sobre el delito, pero también la estrechez de los distintos supuestos de hecho delictuales,
la antítesis demasiado tajante entre personalidad negocial y delictual y la exagerada preeminencia del principio
de la culpa”)
48 Battery consiste en tomar contacto en forma intencional con el cuerpo de otra persona de una manera dañina u
ofensiva. Constituye battery por ejemplo, escupir en la cara a otra persona, cortar el cabello, besar a una mujer.
(J. G. FLEMING, “The law of torts”, 9ª Edición, Sydney, LBC, 1998, 28)
19
49 Para que exista assault se debe crear en la otra persona el miedo de un inminente contacto dañoso u ofensivo. Si
la amenaza se lleva a cabo el tort se llama “assault and battery”. (Ídem, 31).
encuadran en esta figura cualquier situación por la que se priva de la libertad a una persona,
aunque sea temporariamente sin tener una causa válida50.
El case o trespass on the case, fue una figura que se desarrolló como un remedio para
aquellas situaciones que no entraran en la peyorativa categoría del trespass, pero que al haber
sufrido un daño debiera encontrarse una solución justa51. La primitiva distinción fue que
constituía trespass si el acto era consecuencia directa de la fuerza del demandado, y case si era el
resultado de una omisión o de un acto que no fuera la inmediata consecuencia del acto.
La principal distinción que existía entre las dos figuras era que el trespass no requería
prueba del daño porque éstos se presumían como consecuencia necesaria y directa del ilícito.
Era lo que se denomina un tort actionable per se52. En cambio para que procediera el case era
necesaria la prueba de los daños reales. Como veremos más adelante esta distinción existe en
algunos torts hasta nuestros días en el common law, por ejemplo en los daños por difamación. La
razón de esta no exigencia es el carácter penal del trespass, ya que se pensaba que la fuerza
aplicada en las intrusiones aunque no causaran un daño real o demostrable, sí podían generar
un resentimiento que era socialmente más conveniente evitar.
La segunda gran distinción, enseña Fleming, relacionada con el anterior párrafo es que
en el tresspass la intrusión o turbación se consideraba ilegítima, estando a cargo del demandado
probar una causa de justificación53, como podía ser la defensa propia o el estado de necesidad.
En otras palabras existía una presunción de ilegalidad que facilitaba las cosas al actor. El case,
en cambio, imponía al actor la prueba de la intención ilegal o la negligencia de parte del
demandado.
Más tarde tiene lugar un proceso de asociación de actos intencionales con el trespass y
actos negligentes con el case. También en un estadio posterior, y en virtud de un refinamiento
de la sensibilidad jurídica, según Mattei54, el common law comienza a distinguir entre tutela penal
50 El false imprisonment no se da solo cuando se encarcela a alguien, sino también cuando se le impide que se vaya
del lugar donde está. El tort se ha aplicado a muchas otras situaciones distintas de cuando fue creado, como ser
cuando el chofer de un ómnibus conduce a tal velocidad para impedir que un pasajero descienda. (Ídem, 33)
51 Ídem, 21.
52 La expresión actionable per se puede ser tomada como equivalente a la que utilizan los tribunales argentinos
cuando dicen que como consecuencia de determinadas conductas o daños experimentados el daño surge in re
ipsa. En el common law uno de los torts actionable per se es la difamación, es decir la mera expresión difamatoria
hace presumir que el destinatario de las injurias sufre daños al menos simbólicos o nominales. Este principio se
ha visto modificado por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados Unidos como veremos más adelante.
53 Idem, 22.
54 U. MATTEI, “Il Modello di common law”, Turín, Giappichelli Editore, 1996, 28.
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y civil. Cuando hacen su aparición las felonies (para delitos intencionales) y las misdemeanors (para
delitos menores y culposos), estas figuras netamente penales desplazan al trespass que se
convierte en un tort civil. Sin embargo la separación nunca fue total y como ya hemos señalado
aún hasta nuestros días algunos torts también subsisten como delitos penales como la
conspiración o el libelo. Y también hay torts que no siempre requieren prueba efectiva del
daño, como la difamación.
Tenemos entonces que al igual que en el civil law, en el common law derecho penal y
derecho civil no estuvieron separados al principio. El proceso de separación fue lento y en el
common law crea una rama, the law of torts, y en el civil law nace la responsabilidad civil o como lo
dice una expresión más moderna, el derecho de daños. Sin embargo y como lo señala
Ponzanelli55 la relación entre responsabilidad civil y penal, en una expresión que vale para
ambos sistemas jurídicos, era “casi edípica”, porque requería la comisión de un “hecho ilícito”
para que procediera la responsabilidad civil, que en un primer momento tenía la indisimulada
función de castigar a quien cometía un ilícito civil.
E. En el derecho peruano:
55 G. PONZANELLI, “La responsabilita civile. Profili di diritto comparato”, Bolonia, Il Mulino, 1992, 61
56 Art. 1263º.- Desde el día en que debe entregarse una cosa, corre de cuenta del que debe recibirla, aunque no se
haya entregado; pero si la persona obligada a darla, ha incurrido en mora, es de su responsabilidad, el
detrimento que sufra la cosa.
Art. 1265º.- El que celebra un contrato, no solo está obligado a cumplirlo, sino también a resarcir los daños que
resulten directamente de la inejecución o contravención, por culpa o dolo de la parte obligada.
Art. 1266º.- La culpa consiste en una acción u omisión perjudicial a otro, en que se incurre por ignorancia,
impericia o negligencia; pero sin propósito de dañar.
Art. 1267º.- La culpa es lata, leve o levísima; lata es la que consiste en la omisión de aquellas precauciones o
diligencias que están al alcance de los hombres menos cautos o avisados; leve, la omisión de las que un padre de
familia forma ordinariamente en sus negocios; y levísima, la omisión de aquellos cuidados que solo pueden
poner en sus asuntos los padres de familia mas exactos y diligentes.
Art. 1268º.- La culpa no se presume y debe ser probada.
Art. 1269º.- Los contratantes están obligados a evitar el dolo y la culpa lata, en todos los contratos, y a
responder por sus consecuencias.
Art. 1271º.- La culpa levísima se presta, por el que reporta la utilidad de los contratos unilaterales. El que sufre
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el gravamen o tiene la obligación, responde solamente por la culpa lata.
Art. 1272º.- Se entiende por daños, los menoscabos sufridos, y las ganancias que se han dejado de obtener.
intencionalmente contra la ley, mientras que los cuasidelitos son hechos ilícitos cometidos solo por culpa y sin
dolo”57.
El Código Civil de 1936 por su parte, durante la construcción teórica del tema de la
responsabilidad toma a la culpa como uno de los factores de los cuales se compone el
derecho (indemnizatorio), pues también entran en juego los derechos o intereses de la victima.
En este cuerpo normativo la responsabilidad civil se encontraba en el titulo IX de la sección
tercera del libro quinto del derecho de las obligaciones en los arts. 1318º a 1327º58. Mientras
que la responsabilidad civil delictual (extracontractual) se encontraba regulado como “acto
ilícito”, en los artículos 1136º a 1149º, y a diferencia del Código Civil de 1852, establecía que
“cualquiera que por sus hechos, descuido o imprudencia, causara daño a otro, estaba obligado a indemnizarlo”.
III. DEFINICIÓN:
Algunos autores señalan que otorgar una definición a la responsabilidad civil sin tener
en cuenta el espacio y el tiempo de una determinada sociedad, es atentar contra la evolución
de la misma población y del derecho que se aplica, porque cuando insertamos definiciones que
se esconden tras los barrotes del tiempo estático, éstos se convierten en ideas que no se
materializan y que proliferan en un espacio histórico que ya no pertenece al presente59.
59 A.G. HABICH SCARSI y D.R. TORRES ALTEZ, “La Responsabilidad Civil Extracontractual”, en: Revista de
Derecho Procesal “QUAESTIO”, Nº 1, Año I, Huancayo-Perú, Fondo Editorial QUAESTIO, 2008, 143.
60 L. DIEZ-PICAZO y A. GULLON, “Sistema de Derecho Civil”, Novena Edición, Segunda reimpresión, España,
Editorial Tecnos, 2001, 626.
61 J. ESPINOZA ESPINOZA, “Derecho de la Responsabilidad Civil”, Cuarta Edición, Lima-Perú, Gaceta Jurídica,
2006, 45
62 L.L. LEON, “Responsabilidad Extracontractual” (apuntes para una introducción al estudio del modelo jurídico
peruano), Lima, 6. 23
63 G. ALPA “Trattato di diritto civile”, IV, La responsabilità civile, Milán, Dott. A. Giuffrè Editore, 1999, 131-163
(Traducción, autorizada por el autor, al cuidado de Leysser L. León. Profesor de Derecho Civil en la Pontificia
encontramos: a) la función de reaccionar frente al hecho ilícito dañoso, con el fin de resarcir a
los sujetos que han sufrido el daño; correlativamente a ella, b) la función de restaurar el statu
quo ante, en el cual se encontraba el damnificado antes de padecer el perjuicio. También c) la
función de reafirmar el poder sancionador (o “punitivo”) del Estado; y al mismo tiempo, d) la
función “de desincentivación” (deterrence) contra todo aquel que pretenda realizar,
voluntariamente o culposamente, actos perjudiciales para los terceros.
Añadiendo otras funciones subsidiarias, que guardan conexión, más exactamente, con
los efectos económicos de la responsabilidad civil, como: e) la distribución de las “pérdidas”,
por un lado; y f) la asignación de los costos, por otro64; y además, aquellas que han sido
abordadas por sectores importantes de la doctrina comparada, algunas con planteamientos
aparentemente sólidos, otras con visibles falencias y otras con poca claridad en sus
planteamientos, dentro de estas podemos mencionar: g) la compensatoria; h) la satisfactiva; i)
de equivalencia; j) la preventiva; y k) la organizativa.
A. Resarcitoria:
De acuerdo a esta función, la responsabilidad civil implica una reacción frente al hecho
ilícito que genera un daño, y busca resarcir a los sujetos que han sido afectados. Sin embargo,
resulta visible –sobre todo en los países del “civil law”- que la idea de resarcimiento como
equivalente de sanción no ha hecho posible que se supere la idea de que en determinadas áreas
del daño resarcible (entiéndase como categorías), se puedan sustentar mejor la aplicación de
una función punitiva de la responsabilidad civil; conforme ocurre dentro del área del
Universidad Católica del Perú, Jefe de Prácticas de Responsabilidad Civil en la Pontificia Universidad Católica
del Perú y en la Universidad de Lima). Así mismo: PROSSER, “Handbook of the Law of Torts”, St. Paul-Minn.,
1964, 22 y sgtes.; J.G. FLEMING, “The Law of Torts”, Sydney-Australia, 1971, 7 y sgtes.; WRIGHT, “Introduction
to the Law of Torts”, en: C.L.J., Nº 8, 238 y sgtes; FRIEDMANN, “Law in a Changing Society”, London, 1972, 163
y sgtes,; DELL’AQUILA, “I principi generali della responsabilità civile nel diritto inglese”, Milán, 1989; STRAHL, “Tort
Liability and Insurance, en Scand. Stud. Law, Nº 3, 1959, 201 y sgtes.; HELLNER, “Social Insurance and Tort
Liability in Sweden”, en: Scand. Stud. Law, Nº 16, 1972, 187 y sgtes.; S. CASTIGNONE, “La macchina del diritto. Il
realismo giuridico in Svezia”, Milán, 1974, 114 y sgtes.
En el derecho francés: H. y L. MAZEAUD y A. TUNC, “Traité théorique et pratique de la responsabilité civile
delictuelle et contractuelle”, París, 1965, XIII y sgtes.; STARCK, “Essay d‟une théorie générale de la responsabilité civile
considéréé en sa double fonction de garantie et de peine privé (thèse)”, París, 1947.
En el derecho alemán: STOLL, “Penal Purposes in the Law of Tort”, en: 18 Am. J. Comp. L., 1970, 3 y sgtes.,
KUESTER, “Poena aut satisfactio”, en: Juristenzeitung, 1954, 1 y sgtes.
En el derecho italiano: COMPORTI, “Esposizione al pericolo e responsabilitá civile”, Nápoles, 1965; A. DE CUPIS,
“Problemi e tendenze attuali nella responsabilitá civile”, en: Rivista. Dir. Comm., 1970, I, 95 y sgtes.; G. VISINTINI,
“Il danno ingiusto”, en: Rivista Crit. Dir. Priv., 1987, 177 y sgtes.; y “Dottrine civilistiche della vicenda della responsabilitá
civile”, en: Contr. Impr., 1989, 137 y sgtes.; F.D. BUSNELLI, “La parabola della responsabilitá civile”, en Rivista
Crit. Dir. Priv., 1988, 643 y sgtes.; CASTRONOVO, “Le frontiere nobili della responsabilitá civile”, 1989, 539 y
sgtes.; P. CENDON, “La responsabilità civile”, Milán, 1989; SALVI, “La responsabilità civile”, Milán, 1989.
En el derecho español: CAVANILLAS MÚGICA, “Responsabilidad civil y protección del consumidor”, España, Palma
de Mallorca, 1985; R. DE ÁNGEL YÁGÜEZ, “La responsabilidad civil”, Bilbao-España, 1988; ALCOVER
GAZAN, “La responsabilidad civil del fabricante”, Madrid-España, 1990.
64 Véase: Ob. Cit. J.G. FLEMING, “The Law of Torts”, 7 y sgtes.; y P. TRIMARCHI, “Economia e diritto nel sistema
della responsabilità civile”, en; pol. Dir., 1971, 353 y sgtes.
D–1 © Copyrigth
resarcimiento del daño extrapatrimonial, donde la doctrina comparada65 señala que puede
atribuirse una función sancionatoria a las normas de responsabilidad civil, puesto que el rol de
la indemnización en esta área, no consiste en la reintegración de la esfera patrimonial afectada
por el daño. Así, la discusión sobre la función del resarcimiento del daño extrapatrimonial, se
enfoca diversamente en atribuirle, o una función punitiva; o una función reparatoria; o incluso
una función aflictivo-consolatoria.
No cabe duda que desde el punto de vista diádico se prioriza la función resarcitoria y el
principio solidarístico de la reparación integral, pero al verificarse la existencia de daños
irreparables; por la imposibilidad de poderse restablecer el “status quo” roto por la
intromisión del daño (un claro ejemplo: la muerte), no puede llevarnos a negar la tutela
resarcitoria a la víctima, quien, ante la imposibilidad de ser “reparada”, tendrá que
conformarse con una tutela aflictivo-consolatoria que, al no poder desenvolver una función
reparadora del daño, cumplirá una función atenuante del mismo. Esta limitación, impuesta por
los hechos (en sentido estricto y actos), se presenta también en áreas ajenas al daño
extrapatrimonial, como por ejemplo, en el área de protección de intereses lesionados por el
incumplimiento de una obligación, donde se constata la existencia de otra limitación cuando se
otorga al acreedor lesionado por el daño -como consecuencia de un incumplimiento- el
derecho potestativo a optar entre la ejecución forzada de la obligación o la tutela del daño
compensatorio, aun cuando aquél (sobre la base de su interés y la posibilidad de la prestación)
pudiera optar por la ejecución forzada y la tutela de su interés en el cumplimiento de la
obligación, a veces tendrá que conformarse con la tutela del resarcimiento del daño
compensatorio, cuando, por ejemplo, para obtener la tutela del interés creditorio hubiese que
ejercer violencia en la persona del deudor (verbigracia: en las obligaciones de hacer y de no
hacer). En este caso se trata también de la constatación de una limitación impuesta por la
naturaleza de los hechos, tan igual como la constatación de la limitación impuesta por la
existencia de ciertos daños de naturaleza irreparables, en el resarcimiento del daño
extrapatrimonial.
Estas son algunas de las razones que han llevado a afirmar que “(...) parece difícil
admitir la idea de que el resarcimiento del daño moral pueda constituir una modalidad del
restablecimiento de la situación anterior, alterada por el dolor o las turbaciones. Estos, bien
vistas las cosas, no pueden ser anulados; empero, a través del resarcimiento del daño, se
pueden crear condiciones alternativas, capaces de mitigar la lesión sufrida (...)”66.
65 Consúltese al respecto el excelente libro de M. FRANZONI, “Il Danno alla Persona”, Milano-Italia, Dott. A.
25
Giuffrè Editore S.p.A. 1995, 723 y sgtes.
66 M. FRANZONI, “Il Danno al Patrimonio”, Milano-Italia, Dott. A. Giuffrè Editore S.p.A. 1996, 726.
la responsabilidad civil, claro esta, desde una perspectiva diádica67, en detrimento de la
afirmación de una función reparatoria –conforme lo veremos-de aquél68.
B. Restauradora o reparadora:
Que consiste en retornar el status quo ante, en el cual la víctima se encontraba antes de
sufrir el daño69. Es decir, busca la restauración de la situación anterior a la producción del
evento dañoso y del mismo daño; sin embargo, esta función forma parte de un modelo
normativo del hecho ilícito que es abstractamente racional, pero que es difícil de aplicar en
concreto, y afirmamos esto porque concordamos con quien ha destacado –correctamente- que
el evento dañoso jamás puede, bajo ningún aspecto, ser colocado en la nada por un “retorno”
a la situación anterior, puesto que toda forma de resarcimiento provoca siempre el
empobrecimiento de un sujeto (a veces coincidente con el damnificado, si las pérdidas “se
dejan donde se han producido”, o con el dañador, si se transfiere a éste la pérdida) sin que se
pueda recuperar el valor destruido70.
C. Sancionadora:
Se encuentra ligada con la potestad punitiva del Estado, que castiga con sanciones
civiles la conducta que haya infringido en modo relevante las reglas de conciencia/convivencia
67 Véase el análisis de la perspectiva diádica de las funciones de la responsabilidad civil y, particularmente, del
desenvolvimiento de la denominada función satisfactoria de la responsabilidad realizado por el maestro
peruano G. FERNÁNDEZ CRUZ, “Responsabilidad Civil y Derecho de Daños”, en: El Jurista-Revista Peruana de
Derecho, Año I, Número 4, Lima-Perú, 1991. 88-92; y, también: G. FERNÁNDEZ CRUZ, “Los Supuestos
Dogmáticos de la Responsabilidad Contractual: La División de Sistemas y la Previsibilidad”, en: Derecho Civil Patrimonial
(Alfredo Bullard y Gastón Fernández, Editores), Numeral 6, Lima-Perú, Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. 1997, 267-276.
68 Aunque, en nuestro medio hayan acérrimos defensores de una posición contraria que propugna –sobre la base
de criterios ontológicos- una distinción entre “reparación” y “resarcimiento”, reservando el primer vocablo
para la indemnización del “daño a la persona”. Al respecto consúltese: C. FERNÁNDEZ SESSAREGO,
“Hacia una nueva Sistematización del Daño a la Persona”, en: Cuadernos de Derecho, Año 2. N° 3, Lima-Perú.
Fondo editorial de la Revista del Centro de Investigación de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad de Lima. 1993, 33.
69 G. ALPA, “Responsabilidad civil y daño. Lineamientos y cuestionamientos”, Traducción de Nélvar Carreteros Torres,
Dirigida por Juan Espinoza Espinoza, Miraflores-Perú, Editorial Gaceta Jurídica S.A., 2001, p. 69
70 Así lo destaca P. TRIMARCHI, “Rischio e responsabilità oggettiva”, 16. ( Donde precisa que “una vez verificado el
daño, no hay nada que se pueda hacer para que el mismo pase por no ocurrido. El daño no puede El cancelarse
de la Sociedad: con el resarcimiento no se lo anula; se lo transfiere, simplemente, desde aquel que lo ha sufrido
inmediatamente, a aquel que lo resarce”).
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social71 y que se ha reducido progresivamente en los tiempos modernos, sea por la afinación
de los instrumentos del derecho penal72, sea por la preeminencia, en el ámbito de las teorías
sobre la responsabilidad civil como institución, de la tendencia a resarcir el daño, y no a
castigar al dañador. Por otra parte, el significado moral de la responsabilidad, normalmente
invocado cada vez que se pretende reafirmar el aspecto sancionador73, parece anacrónico, por
lo demás, ante la presencia de fenómenos de declive de la responsabilidad individual, los
cuales parecen ser totalmente irreversibles74; a pesar que un sector de la doctrina aún sostenga
que esta función va más allá de la imposición de una sanción de índole económica porque se
constituye en un antecedente para evitar posteriores daños.
71 Un análisis más completo de las funciones de compensation, deterrence y punishment, la encontramos en: G.
PONZANELLI, “La responsabilità Civile”: Profili di diritto Comparato, 25-26
72 Véase: BRICOLA, “Teoria generale del reato”, en: Noviss. Dig. It., XIX, Turín-Italia, 1973, 43 y sgtes. Asimismo,
RODOTÀ, “Il problema della responsabilità civile”, Milán-Italia, 1964, 16 y sgtes.
73 ESMEIN, “La faut et sa place dans la responsabilité civile”, en: Rev. Trim. Dir. Civ., 1949, 481 y sgtes.; mas tajantes,
son las apreciaciones de G. RIPERT, “Le régime démocratique et le droit civil moderne”, París-Francia, 1948, 341
(Quien subraya: “les idées de réparation et d‟assistence se melent alors; ou, plus exactement, on voit nettement qu‟il ne s‟agit plus
d‟une véritable responsabilité mais seulement d‟une obligation légale dont le créancier est déterminé par la volonté du législateur sur
des considerations qui n‟ont plus aucun rapport avec l‟appréciation de la bonne conduit de l‟homme”). El significado moral de
la responsabilidad civil también es destacado por KELLY, “The Inner Nature of the Tort Action”, en Ir. Jur., 1967,
2, 279 (Donde se observa que “en los juicios de responsabilidad, los tribunales cumplen la función de analizar
los sentimientos de indignation y desire for retribution advertidos por el damnificado, y en vía subordinada, por los
jueces mismos”).
74 VINEY, “Le déclin de la responsabilité individuelle”, París-Francia, 1965.
75 Ob. Cit. M. FRANZONI, “Il Danno al Patrimonio”, 715. Y en el mismo sentido: A. KEMELMAJER DE
CARLUCCI, “¿Conviene la introducción de los llamados „daños punitivos‟ en el Derecho Argentino?”, en: Anales de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Segunda Época, N° 31. Argentina, 5 y
sgtes.
76 A veces se utiliza, en forma indistinta, las nociones de “resarcimiento”, “pena privada” y “sanción civil”. Para
una diferenciación de estos conceptos conviene revisar: Ob. Cit. M. FRANZONI, Massimo, “Il Danno al
Patrimonio”, 719-723. 27
77 Así: A. DE CUPIS, “El Daño. Teoría General de la Responsabilidad Civil”, Traducción de la 2ª edición italiana por
Ángel Martínez Sarrión, Barcelona- España, Editorial Bosch S.A. 1975, 580 y sgtes.
responsabilidad civil, que es más bien propia del Derecho Penal y del Derecho Administrativo
sancionador.
Los “daños punitivos” cumplen, pues, una primaria función sancionatoria, pues están
dirigidos a castigar al causante o responsable de un daño injusto y, por ende, cumplen una
verdadera función de “sanción civil”; y, una evidente función secundaria destinada a obtener
un efecto “deterrence”, pues, al castigar a los responsables que han infringido las reglas básicas
de convivencia pacífica (reglas de la conciencia social), se les disuade (a dichos culpables) de la
posible intención de reiterar en el futuro sus conductas y se les advierte, además, a los demás
integrantes de la comunidad que se sintieran tentados a imitar esas conductas, de sus graves
consecuencias, disuadiéndolos también de su realización en el futuro.
Sin embargo, la debilidad que se tiene es que “(...) Si se quiere castigar y se está
autorizado para castigar, no parece justo ni equitativo proporcionar a quien sufrió un daño
sumas que sean superiores a este daño, porque en tal caso se le está enriqueciendo. Si se
considera justo obtener del autor de un hecho ilícito exacciones, multas o cosa parecida, más
allá del importe del daño efectivamente causado, lo justo es que estas sumas vayan a parar a
manos del común o lo que es lo mismo al tesoro público (...)”79.
D. Desincentivadora/disuasiva (deterrence):
E. Distributiva de pérdidas:
80 G. FERNÁNDEZ CRUZ, “La Responsabilidad Civil del Gestor de Bases de Datos en la Informática Jurídica”, en: Ius et
Veritas - Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del
Perú. Año VIII. N° 15, Lima-Perú, 261.
81 J. ESPINOZA ESPINOZA, “Derecho de la Responsabilidad Civil”, 5ta. Edición, Lima-Perú, Editorial Gaceta
Jurídica. 2007, 54
82 Sobre el principio según el cual “the loss lies where it falls”, véase: ATIYAH, “Accidents. Compensation and the Law”, 29
Londres-Inglaterra, 1975, 51 y sgtes.; HAUSS, “Entwicklungslinien des deutschen Schadenseratzrechts”, en: VgVersW,
1967, 151 y sgtes.
F. Individualizadora de costos:
En este sentido, la distribución de los riesgos y las asignaciones de los costos son el
resultado de un proceso cultural que –desde la dimensión individualística centrada en el
83 Al respecto, conservan actualidad las referencias de G. ROTONDI, Dalla “lex Aquilia” all‟art. 1151 cod. civ.
Ricerche storico-dogmatiche”, en Riv. Dir. Comm., I, 1917, 256 y sgtes.
84 Términos empleados en la doctrina tradicional del common law y en la actualidad por las doctrinas de la mayoría
de los países.
85 Para una reseña de los juicios de valor fundados en razones de policy, que dependen de esta premisa, véase: R.
MORRIS, “Enterprise Liability and the Actuarial Process-The Insignificance of Foresight”, en: Yale L.J. 70, 1960-1961,
587 y sgtes.; BLUM y CALVEN, “Public Law Perspective on a Private Law Problem – Auto Compensation Plans”,
Boston-Toronto, 1965, 63 y sgtes.
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problema de reaccionar frente al daño provocado a un sujeto por parte de otro, para retomar
la famosa premisa de Holmes, según la cual: “civil liability, in its immediate working, is simply a
redistribution of an existing loss between two individuals86– se abre a una perspectiva, por decirlo así,
social, sin perjuicio del hecho de que la preocupación del legislador deja de ser (solamente) la
identificación del responsable, y el establecimiento de las condiciones bajo las cuales éste está
obligado a reparar el daño, pero deviene (también) la de instituir criterios de repartición de los
riesgos que permitan, al mismo tiempo, asegurar la más amplia tutela de los damnificados y
distribuir las pérdidas de la manera más económica87. El problema del daño –en sus reflejos
económicos– deviene, así, un problema de carácter social, y por ello se tiende a estudiar la
forma de contener también los efectos inducidos en el plano de los costos soportados por la
colectividad.
Sin embargo, con la afirmación de las teorías solidaristas, la categoría de los sujetos
interesados experimenta una ampliación, hasta llegar a abarcar no sólo a los sujetos
comúnmente identificados, sino a otros sujetos que pasan a ser tomados en consideración, con
carácter ocasional, ya sea porque han creado un “riesgo”, del cual se ha derivado el daño, ya
porque en cuanto sacan provecho de la actividad dañosa, se juzga que ellos también pueden
soportar las cargas de la misma, y hacerse cargo, por ende, del deber de resarcimiento. En
consecuencia, la atención se desvía, desde el autor del daño hacia el sujeto que ha creado el
riesgo, o que puede administrar (en mejores condiciones que otros) este último. De esta
Por otro lado, apreciado desde un punto de vista ajeno al proceso de modificación de
los sistemas de responsabilidad civil, este fenómeno puede inducir a creer, por tanto, que la
función actual del régimen sobre el hecho ilícito no consista tanto en “asignar los daños”, sino
más bien en “distribuir los costos conexos con los daños entre el número más amplio de
88 La apreciación es común, en el siglo XIX, sea entre los defensores de la teoría del riesgo, sea entre los
partidarios de la teoría de la culpa (cfr. por todos: MOSCA, Nuovi studi, cit., pág. 138, y GÉNY, Risques et
responsabilité, en Rev. trim. dr. civ., 1902, pág. 846).
89 MORRIS, “Enterprise Liability”, 590 y sgtes.
90 Ob. Cit. ATIYAH, “Accidents. Compensation and the Law”, 104 y sgtes.
91 Véase. Ob. Cit. J.G. FLEMING, “The Law of Torts”, 9 y sgtes.
92 Aún aquellos que no han cometido directamente el daño, pero sí contribuido a causarlo, con el desarrollo de
sus actividades.
93 G. CALABRESI y HIRSCHOFF, “Toward a Test for Strict Liability in Torts”, en: Yale L. J., 18, 1972, 1055 y sgtes.
Las “categorías” más directamente interesadas en este análisis de loss allocation son la de los conductores de
automóviles y de motocicletas, la de los peatones, y también la de los “consumidores”. Queda claro, sin
embargo, que la distinción en categorías es convencional desde distintos puntos de vista, de manera tal que los
componentes de las mismas pueden fluctuar entre una y otra (Confróntese con: Ob. Cit. ATIYAH, “Accidents.
Compensation and the Law”, 527 y sgtes.).
94 Esto ocurre cuando se instituyen sistemas de seguros sociales propiamente dichos, conforme lo señala:
DAHAN, “Securité sociale et responsabilité”, París-Francia, 1963, 183 y sgtes.
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sujetos”95. Sin embargo, la doctrina hace necesario una precisión: que esta forma de
socialización del daño implanta criterios que son aparentemente opuestos a los que se fundan
en la individualistic basis de los sistemas tradicionales de regulación de la responsabilidad civil.
No cabe duda, la “socialización” de los riesgos se realiza mediante mecanismos que (descritos
como instrumentos de la intervención del Estado en la economía, y como medios para hacer
extensivas, a todos los individuos, las ventajas de las sociedades opulentas) se encuentran en
absoluta conformidad con las directrices del mercado, y tienden, más que a la “internalización”
de los riesgos, a la “externalización” de los mismos. En cierto sentido, la transferencia del
riesgo desde la empresa hacia el público –concretizada mediante maniobras en los precios–
hace que la sociedad quede gravada con todos los costos (o con la mayor parte de ellos, por lo
menos) afrontados por la empresa.
En otras palabras, el individuo, que en el precio del producto o del servicio también
está pagando su cuota correspondiente del costo de un sistema de resarcimiento del daño más
amplio, no hace otra cosa que otorgar (si bien en un porcentaje mínimo) un “subsidio” a la
empresa96.
G. Compensatoria:
33
95 Ob. Cit. J.G. FLEMING, “The Law of Torts”, 9.
96 Ob. Cit. ATIYAH, “Accidents. Compensation and the Law”, 117 y sgtes.
factor inherente al comportamiento subjetivo del agente, porque el deber de resarcir el daño
surge por el mero hecho de que el agente ha desarrollado una actividad riesgosa, o bien en
razón de que el agente –sobre la base de una decisión de política del derecho– parece ser el
sujeto que puede afrontar la transferencia del daño en mejores condiciones que los demás.
En todas estas hipótesis, la responsabilidad civil está destinada a perder aquel efecto
desincentivador que siempre ha tenido. Mantiene dicho efecto, en cambio, sólo en aquellos
casos en los cuales el deber de resarcimiento incide en tal medida en el patrimonio del deudor
que induce a éste a no realizar el acto dañoso, o a desarrollar actividades que conlleven un
margen de riesgo más reducido. Sin embargo, y si se aprecia correctamente, en los últimos
casos citados no se percibe un ejercicio de actividades empresariales, sino más bien, de
actividades que –por decirlo de alguna manera– son “biológicas”, cotidianas, y que por estas
mismas razones, son absolutamente marginales97.
Sin embargo, lo que realmente ocurre cuando se propone una noción de specific
deterrence, entendida como un instrumento necesario para el ejercicio de un control sobre las
actividades empresariales excesivamente riesgosas, es que se identifica una noción de deterrence
del todo distinta de la noción tradicional. En efecto, con dicha expresión se busca denotar
cualquier tipo de control que se exprese en forma de una “prohibición” de las actividades
riesgosas, realizada mediante una regulación legislativa de las actividades industriales101. La
specific deterrence implica, por lo tanto, un juicio de valor (político) en torno de la utilidad de las
actividades riesgosas, el cual no se puede reducir, obviamente, a la aplicación de las reglas de la
responsabilidad civil, ni mucho menos, a la de reglas del derecho privado; este mecanismo
conlleva, en verdad, una intervención legislativa (y también del Poder Ejecutivo). Así las cosas,
con las vestiduras de la specific deterrence se introducen distintos juicios de valor que han dejado
de guardar relación con el desenvolvimiento de las reglas de la responsabilidad.
99 BUCHANAN. “In Defense of Caveat Emptor”, en: U. Chi. L. Rev., 38, 1970, 72.
35
100 G. CALABRESI, “The Cost of Accidents” (en particular las páginas 68-93 y 174-197)
101 Idem, 95 y sgtes.
actividad son más desventajosas que las ventajas que le puede significar la misma, se obtiene
un control “inducido” (y fundado en los mecanismos del mercado) de las actividades privadas.
102 Ob. Cit. ATIYAH, “Accidents. Compensation and the Law”, 569 y sgtes.
103 Ob. Cit. G. CALABRESI y HIRSCHOFF, “Toward a Test for Strict Liability in Torts”, 1055 y sgtes. (Quienes se
basan en el presupuesto de que el dañador siempre debe asumir, con carácter preliminar, el daño provocado a
los terceros, y que después puede transferirlo a éstos, sólo si se establece –a través de un cuidadoso cost-benefit
analysys– que los terceros habrían podido prevenir el daño de una forma menos costosa. Sin embargo, el riesgo
pasa a la empresa solamente en apariencia, porque el costo –a través del mecanismo de circulación que se ha
descrito– se refleja, en definitiva, en el público –de acuerdo con las consecuencias que propicia la aplicación de
las teorías de Calabresi– que puede soportar los costos de la prevención del daño (o de su resarcimiento)
pagando un módico precio adicional al precio normal de los productos difundidos en el mercado).
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sea, en fin, en materia de prevención del daño. En la sociedad moderna, el fin fundamental de
las reglas de responsabilidad se transforma, por consiguiente, en el aspecto resarcitorio.
H. Función satisfactiva:
Considerada como garantía de un adecuado resarcimiento a favor del sujeto que sufre
el daño. Así pues, en las relaciones jurídicas obligatorias normales y sin alteraciones se cumple
esta función, cuando se ejecuta la prestación, de no ser así habrá satisfacción cuando se
cumpla con la indemnización de los daños.
104 A veces, sin embargo, las causas de justificación, y también las incertidumbres a las cuales conduce la
aplicación de los principios tradicionales, transforman el sistema de resarcimiento en una auténtica forensic lottery.
Al respecto, son bastante persuasivas las opiniones de ISON, “The Forensic Lottery: A Critique on Tort Liability as a
37
System of Personal Injury Compensation”, Londia, 1967.
105 VEITCH y MIERS, “Assault on the Law of Tort”, en: Mod. L. Rev., 38, 1975, 152 y sgtes.
Esta función; desempeña un papel muy importante en esta institución jurídica, porque
al decirse satisfacer, es tener que, cumplir con la prestación y en su defecto, reconocer el
contenido del daño ocasionado, es decir reconocerle lo justo a la persona que a sufrido el
daño, para que se sienta satisfecho.
I. Función de equivalencia:
Que se encuentra enfocada al patrimonio del que debe desprenderse aquel que
ocasiono el daño con el afán de compensar y satisfacer a la victima. La equivalencia se
determina en base a lo que soporta el responsable y el monto de la indemnización, y busca
explicar el porque la responsabilidad civil representa siempre una afectación patrimonial,
donde alguien deberá siempre soportar las consecuencias económicas de la garantía asumida
para la satisfacción de intereses dignos de tutela. Presente el fenómeno exógeno del daño, se
deberá decidir si esta afectación patrimonial se deja allí donde se ha producido o, si por el
contrario, conviene trasladarla a otro sujeto.
Por otro lado, en caso de que no exista responsabilidad civil alguna en una relación
obligatoria, la equivalencia se encuentra en el contenido de la "obligación" y lo que egresa del
patrimonio del deudor, desde el punto de vista del sujeto pasivo y/o aquella que se verifica
entre el contenido patrimonial de las cargas y lo que egresa del patrimonio del acreedor desde
el enfoque del sujeto activo.
Pero recordemos que no sólo el deudor es quien ocasiona daños indemnizables, sino
que también se puede imputar los daños al acreedor106, sea por la falta de cooperación del
acreedor (por su actuación dolosa, culposa) o por el ejercicio de una actividad riesgosa.
J. Función preventiva:
106Véase por ejemplo lo regulado en el artículo 1338º.- "El acreedor incurre en mora cuando sin motivo legitimo se niega a
aceptar la prestación ofrecida o no cumple con practicar los actos necesarios para que se pueda ejecutar la obligación" y el articulo
1339º C.C. Peruano.- "El acreedor en mora queda obligado a indemnizar los daños y perjuicios derivados de su retraso" del
Código Civil Peruano de 1984
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K. Función organizativa:
Tales cambios no son ajenos en el Derecho peruano (Códigos civiles de 1852, 1936,
1984, leyes especiales, sentencias judiciales y doctrina) conforme lo veremos a continuación.
Con gran influencia del Código Civil francés de 1804, de corte individualista y
subjetivista, propias de la época108, denominó a las normas que regulan lo concerniente a la
107 P.G. MONATERI, “La responsabilità civile”, Napoli-Italy, Ute, 1998, 22.
108Recordemos que el Código Civil Francés de 1804 recibió una fuerte influencia de la ilustración que tuvo como
principales exponentes a Montesquieu, Denis Diderot, Voltaire y Rousseau quienes enaltecían los valores de la
razón, la libertad, y el respeto por los derechos de las personas de manera individual. Así mismo la influencia de
este cuerpo normativo es innegable no sólo en Europa (Bélgica, Holanda, Italia y España), sino también en
América, donde algunos Estados trasladaron literalmente el Código Francés a su ordenamiento, este es el caso
de Haití y República Dominicana (1826), y el Estado de Lousiana en Estados Unidos; por otro lado algunos
países como Bolivia (Código Civil de santa Cruz de 1836), Costa Rica (Código Civil de 1841), Perú (código 39
Civil de 1852), Chile (Código Civil de 1855), Nicaragua (1869), Ecuador, Colombia, y Venezuela (1873),
Guatemala (1877), Honduras y El Salvador (1880) tuvieron una gran influencia del Código Napoleónico.
responsabilidad civil “Obligaciones que nacen de delitos o de cuasidelitos”109, mientras el
Código Civil Francés ubicó a estas reglas dentro del Capítulo II “De los delitos y quasidelitos”,
inserto a su vez en el Título IV, llamado “De los compromisos que se hacen sin contrato”110.
Denotándose pues que en ambos sistemas era necesaria la existencia de la culpa para atribuirle
responsabilidad a un sujeto, de tal modo que un sujeto no era responsable si su actuar había
sido sin culpa.
Ahora bien, es necesario observar que en ambos códigos se pueden hallar algunos
artículos que podrían hacernos pensar que también nos encontramos frente a un sistema
objetivo de responsabilidad111; ya que se le imputaba responsabilidad a los padres por los
daños producidos por los incapaces a su cuidado, a los artesanos por los daños producidos
por sus aprendices, al dueño del edificio que causó daños por el mero hecho de ser el
propietario, etc. Sin embargo debemos tener en cuenta que, durante la vigencia de estos
códigos, y en particular del nuestro, la jurisprudencia y la doctrina nacional consideraron
109 Lo cual concuerda en gran medida con el Código Civil peruano de 1852 puesto que en su artículo 2191º
establecía que “Cualquiera que por sus hechos, descuido o imprudencia cause un perjuicio a otro, está obligado a
subsanarlo”(…), mientras que en el artículo 2210º establecía que “El que sin culpa alguna causa un daño, no está
obligado a la reparación.”
110Código Civil francés de 1804, artículo 1382º: “Cualquier acto del hombre que causa a otro un daño, obliga a aquel que lo
ha hecho a repararlo”, y artículo 1383º que consideraba que: “todos son responsables del perjuicio que han causado, no
solamente por una acción suya, sino también por su negligencia o imprudencia”.
Véase la postura que toman: DE CUPIS, Adriano. El daño. Traducción de la 2da. Ed. italiana. Barcelona: Bosh.
1970. P. 242. quien considera que el daño generalmente, “(…) para entrar en la órbita de los hechos jurídicos, debe ir
acompañado del factor psicológico de la culpa, más aún de una culpa de cierta entidad.” Así mismo G.P. CHIRONI (citado
en: M. BIANCA, “Dirito Civile”, T.V. Milano-italia, Giufrè, 1994, 535), observaba a la culpa como un
fundamento necesario de la responsabilidad civil y no como un requisito ocasional de ésta. Uno de los autores
franceses que exalta las ventajas de la culpa como criterio de imputación de la responsabilidad civil es Ph. LE
TOURNEAU, “La Responsabilidad civil”, 1ra. Edición en español, Traducción de Javier Tamayo Jaramillo,
Colombia, Editorial Legis, 2004, 28 y sgtes. (Quien considera que la adopción de la culpa tiene ventajas éticas,
fundadas en una visión humanista de la sociedad, también cuenta con ventajas económicas, fundadas en la
libertad, en la facilitación del espíritu de iniciativa que impulsa la acción, y por último señala ventajas prácticas
consistentes en la universalidad de las reglas aplicables a los supuestos específicos, y en la prevención de los
daños)
111 Así, en el Código Civil francés de 1804 ubicamos el artículo 1384º: “No solamente es uno responsable del daño que
causa por su propio acto, sino también por el que se hace efectuado por personas de quienes es responsable, o por cosas que están
bajo su garantía.- El padre y la madre, después de la muerte del esposo, son responsables de los daños causados por sus hijos
menores, viviendo con ello.- Los amos y comitentes, lo son del daño causado por sus criados y apoderados en las funciones en que
están empleados.- Los ayos y artesanos los son del causado por sus discípulos y aprendices, durante el tiempo que están bajo su
vigilancia.- la responsabilidad anteriormente expuesta, tiene lugar, a menos que el padre y la madre, los ayos y artesanos, no
prueben que les ha sido imposible el evitar el hecho que da lugar a la responsabilidad”; Artículo 1385º:“El dueño de un animal,
o el que se sirve de él, por el tiempo de su uso, es responsable del daño que ha causado aquel, bien sea que estuviese bajo su custodia,
o que se le hubiere separado o escapado.”; y el artículo 1386º.- “El dueño de un edifico es responsable del daño que cause su
ruina, cuando ha tenido lugar como consecuencia de culpa suya o por vicio en su construcción”.
Por su parte en el Código Civil Peruano de 1852 encontramos el artículo 2197º: “El que vive en una casa es
responsable de los daños que causen las cosas arrojadas de ésta; pero puede repetir contra el autor del daño”; Artículo 2191º:
(…) “El padre y a su falta la madre están igualmente obligados por los perjuicios que causen los hijos que tienen bajo su patria
potestad. El guardador, lo está por los perjuicios que causen sus menores o los incapaces que tiene a su cargo. El maestro, por los
que causen sus aprendices. Y en general el que tenga a otro bajo su cuidado, por los daños que este cause.”; Artículo 2192º.- “El
dueño de un animal, o el que lo tiene a su cuidado, debe reparar los daños que este cause; a no ser que se hubiese perdido o
extraviado sin culpa del dueño; y el Artículo 2196º.- “El dueño de un edificio es responsable de lo daños que origina su caída, si
esta ha provenido de falta de conservación o construcción”.
D–1 © Copyrigth
acérrimamente que tales disposiciones tenían una explicación subjetiva, que provenía de la
denominada culpa in vigilando; y de la culpa in diligendo.
Por otro lado, a pesar de asegurar que la principal función de la responsabilidad civil
fue sancionadora, ello no significaba la ausencia de las otras, como es el caso de la función
satisfactiva113 respecto de la cuantificación de la indemnización (considerándose el grado de los
daños causados) y la función distributiva del daño (que trasladaba los costos del daño de la
víctima hacia el sujeto responsable, teniendo en cuenta cuánto de culpa había tenido éste y
cuánto de culpa la víctima en la realización del daño). Explicación que se hace desde un
enfoque diádico (que observa los efectos de la responsabilidad civil en dos sujetos, el dañador
y la víctima); sin dejar de lado que a nivel colectivo -desde un enfoque sistémico- la
responsabilidad civil también ha jugado un papel importante114 disuadiendo a las personas no
realizar actos dañosos, y al mismo tiempo incentivando la producción, la creación de
industrias respetando la esfera jurídica ajena.
112 Recordemos pues que en los países en donde no existe una fuerte credibilidad en el Gobierno, es éste quien
tiene que fortalecer su poder, ¿cómo? pues imponiendo el respeto por las leyes mediante la conminación de
conductas conformes con el ordenamiento jurídico, tal es el deber del respeto y obediencia que, quien no las
cumple estará sujeto a una sanción.
113 Código Civil peruano de 1852, Artículo 2206º: “La acción civil en otras especies de cuasi-delitos, se gradúa también por
los daños causados y por las circunstancias del hecho”
114Código Civil peruano de 1852, Artículo 2191º: “Cualquiera que por sus hechos, descuido o imprudencia cause un perjuicio
a otro, está obligado a subsanarlo”
115 De esto nos habla S. RODOTÀ, “Il Problema Della responsabilità civile”, Milano-Italia, Giufrè. 1964, 20. Quien
narra que la culpa cumplió un rol preponderante en las sociedades en las que la técnica aún se encontraba
incipiente, donde el concepto de propiedad se encontraba sustancialmente ligado a una visión estática de los 41
bienes, que constituirían el objeto de protección del Derecho. Es decir el Derecho deja de proteger a la riqueza
y comienza a proteger al intercambio de la riqueza.
dos consecuencias de gran importancia: 1) la ruptura del esquema tradicional, seguido por
muchas décadas, que consideraba que sólo existía responsabilidad por hechos ilícitos, y 2) el
círculo de supuestos en los que los daños debían ser resarcibles se hizo cada vez mas grande,
debido a que estos nuevos actos (que causaban daños) se realizaban en muchos casos de
forma anónima, resultando –para la victima- muy difícil señalar y probar quién era el causante
del daño, o dicho en otros términos era casi imposible probar la relación o nexo causal entre el
evento dañoso (que dio origen al daño) y agente que lo generó.
Por otro lado, podemos decir que otro de los mecanismos que hizo posible la
ampliación del círculo de los daños resarcibles fue la evolución del concepto que se tenía sobre
la culpa; tan es así que de ser una culpa subjetiva (medida según la intención o imprudencia del
sujeto) pasó a ser una culpa objetiva (medida a través de una comparación entre la conducta
realizada por el dañador y el deber de diligencia preestablecido por el común de los sujetos).
Es tales circunstancias entra en vigencia el Código civil de 1936 que, no obstante las
necesidades surgidas, mantuvo la tendencia del anterior que fue de corte objetivista; ello
debido a que se mantenía viva y aún ferviente la influencia y oposición de la doctrina
116 Como la presunción e inversión de la carga de la prueba (Véase: Ob. Cit. M. FRANZONI, “La evolución de la
responsabilidad civil a través de sus funciones”, 195.; Quien señala que “Si existe una presunción, la carga se impone a la parte
que actúa, según los principios generales. Con todo, dicha carga se facilita, porque se da por probado el hecho constitutivo, en
ausencia de una prueba en contrario. Si existe inversión de la carga de la prueba, el actor debe demostrar un hecho que es productivo
de efectos, sin que se impida al demandado alegar circunstancias de impedimento.”), y en algunos casos la presunción iure et
de iure de culpa (Véase: F. DE TRAZEGNIES GRANDA, “La responsabilidad extracontractual en la historia”, en:
Responsabilidad Civil: Nuevas tendencias, unificación y reforma: veinte años después, Lima-Perú, Palestra
Editores, 2005, 25-26)
117 Esta respuesta por parte de los intérpretes, aún renuentes a abandonar el dogma de la culpa, a pesar de existir
nuevos supuestos en los que ésta aparecía como insuficiente, comenzó en Europa, en palabras de Savatier:
“Sobre el plano doctrinario la creciente insuficiencia de la responsabilidad por culpa para resolver adecuadamente los problemas de
la masificación de los daños no ha impedido a una parte de nuestra literatura jurídica el permanecer fiel a la concepción ética, che
fundamenta la responsabilidad extracontractual sobre el principio de la culpa subjetiva.” En: BIANCA, Massimo. Ob. Cit. P.
537.
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mayoritaria, que se resistía abandonar el principio: “no hay responsabilidad sin culpa”. Y esta
afirmación que se confirma en el Título IX, “De los actos ilícitos”, que contenía las normas
sobre responsabilidad civil. De igual forma mantuvo el texto del artículo 2191º del Código
Civil peruano de 1852 que había sido derogado, plasmado ahora en el artículo 1136º del
Código Civil peruano de 1936, que a la letra decía: “Cualquiera que por sus hechos, descuido o
imprudencia, cause un daño a otro, está obligado a indemnizarlo”.
Por otro lado. Algunas de las diferencias que se avizoran es que se derogó el artículo
2210º del código de 1852 que establecía que nadie se encontraba obligado a reparar un daño si
obró sin culpa; admitiendo de manera tácita que era posible la existencia de responsabilidad
civil basada en un criterio objetivo. Así mismo, se incorpora el artículo 1138º: “Cesa la
obligación de reparar el daño en cuanto la reparación privase al deudor de los recursos
necesarios para su subsistencia y para el cumplimiento de su obligación legal de suministrar
alimentos”; y el artículo 1140º: “En caso de daño causado por un incapaz privado de
discernimiento, si la víctima no ha podido obtener la reparación de la persona que lo tiene
bajo su guarda, el juez puede, en vista de la situación de las partes, condenar al mismo autor
del daño a una indemnización equitativa.”
118 Si se tomara a la función sancionadora como predominante, el monto indemnizatorio variaría en función de la
culpa del dañante, una clara manifestación de dicho criterio lo encontramos en los daños punitivos o punitive
damages, teoría aplicable en los ordenamientos del Common Law y que tiene por objeto sancionar al dañante
para que éste no vuelva a cometer tales actos culposos o dolosos, que en un primer momento le resultaron
beneficiosos. Un caso emblemático de la aplicación de esta doctrina la encontramos en el caso McDonald
donde la Corte de Alburqueue (Nuevo México. EEUU) ordenó el pago a la víctima la suma de $.2.7 millones
de dólares por concepto de daños punitivos. Si bien esta teoría se puede aplicar en países como los EEUU, en
el Perú y en general en los países que siguen el modelo del Civil Law esta doctrina no encuentra aplicación, ya
que en estos existe un principio que debe ser respetado, el de no enriquecimiento de la víctima a expensas de 43
los responsables, pues esto podría servir de incentivo para la producción de daños a las propias víctimas con la
finalidad de alcanzar un monto indemnizatorio mayor al daño sufrido.
orientadas a evitar eventos dañosos que produjeran daños; es decir, el dañador debía de
adoptar las medidas necesarias para evitar futuros daños porque de no hacerlo aumentaba las
posibilidades de generar otros daños que al final serían asumidos por él; mientras que la
víctima debía de ser más prudente en su actuar para evitar los daños, porque de no hacerlo así,
a pesar de que recibiría una indemnización el monto se vería reducido por su actuar.
De este modo se fue dejando –aunque con ciertas asperezas- de lado la atención
puesta en sujeto cuya conducta genero el evento dañoso que a su vez genero el daño, para
poner atención, ahora, en el sujeto que ha creado el riesgo119, dándole así gran relevancia a la
función distributiva, como necesidad ante los daños que se producían en el ámbito que
permitió el realce de esta función fue el ámbito de los accidentes de trabajo, y de los daños
producidos por los dependientes de una empresa a terceros120, observándose también en los
tribunales que, a pesar de contar con un código subjetivista, fueron de algún modo objetivistas
al utilizar estándares de culpa muy estrictos, estándares muy difíciles de satisfacer o,
simplemente, aplicando la teoría objetiva fundamentándose en la existencia de la palabra
“hechos” expresada en el artículo 1136º del Código de 1936121.
Como hemos podido advertir, cada vez se fue acentuando con más y más firmeza el
sistema objetivo de responsabilidad, sobretodo en la práctica, observándose con ello la
prevalencia de la función satisfactoria, quitándole protagonismo a la función sancionadora.
119 Ob. Cit. G. ALPA, “Nuevo tratado de la responsabilidad Civil”, 202-203. (Explica claramente cómo a partir de la
función de la distribución social del riesgo, se deja de lado la concepción de que “(…) el juicio de
responsabilidad no se extiende a nadie que no sean los sujetos inmediatamente interesados, es decir, al
damnificado y al dañador (en tanto autor del daño)”. Y se admite ahora que son todos los sujetos interesados
en la realización de la actividad potencialmente dañosa quienes deberán soportar sus cargas, y asumir por lo
tanto, la obligación del resarcimiento).
120A. BULLARD GONZÁLEZ, “Responsabilidad civil y subdesarrollo”, en: Derecho Civil Patrimonial, Lima-Perú,
Pontifica Universidad Católica del Perú, 1997, 248.
121 Durante aquella época, los profesores Olaechea y Calle consideraban que el Código de 1936 contenía -junto al
sistema subjetivo-, un sistema objetivo, basándose en el artículo 1136º de dicho código, que establecía que:
“Cualquiera que por sus hechos, descuido o imprudencia cause un perjuicio a otro, está obligado a
indemnizarlo”, es así como desdoblan este enunciado en tres supuestos de hecho: “el que por sus hechos cause
un perjuicio(…)”, “el que por descuido cause un perjuicio(…)”, y “el que por imprudencia cause un
perjuicio(…)”, el primero de estos supuestos –afirmaban estos autores- hacía referencia a daños causados por
meros hechos carentes de toda esencia subjetiva, porque el tenor del artículo no hacía referencia a hechos
ilícitos, sino sólo a hechos debiéndose entenderse como una manifestación de un sistema objetivo. Tal
interpretación no resulta del todo acertada, ya que olvida completar lo expresado en el artículo 1136 con todo el
ordenamiento jurídico, con la jurisprudencia y con la doctrina donde aún se encontraba muy arraigada la idea de
culpa como presupuesto de responsabilidad civil. Dicho análisis lo encontramos en: F. DE TRAZEGNIES
GRANDA, “La Responsabilidad Extracontractual”, 7ª edición, 1ª Reimpresión, Tomo 1, Lima-Perú, Fondo
Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú, 2003, 100-101.
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El Código Civil vigente regula el sistema subjetivo (artículos 1314º al 1331º, 1969º,
1978º, 1973º y 1982) y el sistema objetivo (artículos 1970º, 1972º, 1975º, 1976º, 1979º, 1980º y
1981º)122 de responsabilidad civil
En esta línea, al haber reconocido que nos encontramos frente a un modelo jurídico
que regula ambos sistemas de responsabilidad (subjetiva y objetiva), encontramos también
diversas funciones dependiendo del sistema adoptado para la resolución de un caso específico.
En cuanto al sistema basado en la culpa, esto es, el sistema subjetivo; se afirma que, desde una
óptica microsistémica, el papel preponderantemente asumido por la responsabilidad civil es el
rol satisfactorio y no sancionador, y desde una óptica macrosistémica se afirma que la
responsabilidad civil asume un papel disuasivo, conocido en el Derecho anglosajón bajo el
nombre de deterrence. Ello significa que, todo aquel que pretenda realizar un acto dañoso lo
tendría que pensar dos veces, puesto que sabrá que su actuar será sancionado por el derecho,
así mismo quien a pesar de no haber planeado provocar un daño a otro, lo hace de forma no
dolosa, deberá ser diligente en su actuar adoptando medidas mínimas de seguridad para que su
comportamiento no produzca daños a terceros.
Dentro del sistema objetivo, donde basta probar el daño y el nexo causal para imputar
responsabilidad, sin que para ello sea necesaria la presencia culpa del agente. El juez no
debería preguntarse por el nivel de diligencia del agente en su actuar para determinar si se debe
o no otorgar una indemnización, tampoco debería considerar a la culpa para determinar el
quantum a pagar, y a pesar de que debería basarse sólo en el daño efectivamente realizado a la
víctima para cuantificar el daño, ello en la práctica no sucede siempre.
122 Sistema objetivo que además se encuentra regulada en leyes especiales como la Ley de protección al
consumidor (por responsabilidad por productos defectuosos), Ley General de Transporte y tránsito terrestre 45
(por responsabilidad por accidentes de tránsito), el Reglamento Nacional de Administración de Transportes
(Decreto Supremo No. 040-2001-MTC), entre otras.
en los que se preferirá el perjuicio de algunos con tal de obtener beneficios para la mayoría en
ese momento o en un tiempo futuro123
123 En palabras del maestro Fernández Cruz, “El gran problema –ya lo hemos indicado- radica en la visión miope
de la responsabilidad civil que cree que el principio solidarístico que la sustenta se agota en la perspectiva
diádica de aquélla, (…) En realidad, el principio solidarístico de la responsabilidad civil, desde su perspectiva
sistémica, justifica –como excepción- el sacrificio de uno o más individuos en aras del bienestar social: a veces
y, sólo cuando es indispensable, el sacrificio de uno (víctima) puede llegar a significar el beneficio de todos,
evitando con ello la multiplicación de daños y la generación de nuevas víctimas en el futuro”. En: G.
FERNÁNDEZ CRUZ, “Las transformaciones funcionales en la responsabilidad civil: la óptica sistémica (análisis de las
funciones de incentivación o desincentivación y preventiva de la responsabilidad civil en los sistemas del civil law)”, en: Estudios
sobre la responsabilidad Civil. Traducción y edición al cuidado de Leysser L. León, Lima-Perú, Ara Editores,
2001, 255.
124 Un análisis más agudo lo realiza M. FRANZONI, “Fatti Illiciti”, A cura de Francesco Galgano, Bologna-Italia,
Zanichelli editore, 1993, 6 (Quien considera que la función de la responsabilidad civil es la de reaccionar ante
un ilícito che ve en el daño injusto el elemento dominante, mientras que la función de la responsabilidad penal
es la reaccionar contra un comportamiento contrario a la ley. La responsabilidad civil causa el resarcimiento del
daño la responsabilidad penal importa la condena a una pena criminal: el primero tiende a compensar a la
víctima por la pérdida calificada como daño resarcible; la segunda apunta a punir y reeducar al reo, y al mismo
tiempo, busca garantizar la tutela de la colectividad).