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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 44, enero-junio, 2011, 203-216
ISSN: 1130-2097

Inquietud y pensamiento
Uneasiness and Thought
FACUNDO CASULLO
Universidad de Buenos Aires/UNLP, Argentina

RESUMEN. Este trabajo busca caracterizar los ABSTRACT. This paper aims to characterize the
vínculos que en la historia del pensamiento links that have accompanied in the history of
moderno han acompañado la noción, cada modern though a notion that appears to have a
vez más relevante, de inquietud. Para esto, growing relevancy in the present: the notion
veremos cómo funciona la inquietud en tres of «uneasiness». In order to do this, we will
autores modernos muy distintos entre sí como examine how the uneasiness functions in three
son Locke, Hegel (leído a través Hyppolite) y modern thinkers, very different amongst them
Foucault. Este recorrido nos permitirá ubicar such as Locke, Hegel (through Hyppolite’s
la inquietud en el cruce de las relaciones entre work) and Foucault. This path will allow us to
pensamiento, deseo, poder y la libertad. locate the uneasiness in the space opened by
the relationships between thought, desire,
power and freedom.
Palabras clave: Inquietud, Locke, Hegel, Key words: Uneasiness, Locke, Hegel,
Hyppolite, Foucault, pensamiento, deseo, as- Hyppolite, Foucault, thought, desire, asceti-
cesis. cism.

Introducción oposición inquietud-ansiedad, que en-


frenta la primera noción a un diagnóstico
En el número 41 de esta revista, D. Ver- de la modernidad realizado por W. H.
nazza publicó un artículo sobre la inquie- Auden en términos de ansiedad 3. En teo-
tud en Leibniz y Montesquieu. La filoso- ría política y social, el artículo de Vernaz-
fía contemporánea da varios ejemplos de za marca un sendero que deberá sin duda
coincidencias que no pueden ser pensa- continuarse, pero que tiene al menos un
das en términos de influencia 1. Se ha su- antecedente relevante en la teoría social.
gerido para esto la noción de confluencia, En efecto, el libro de E. Castelli Gattina-
mejor para dar cuenta del cruce «casual» ra, Les inquiétudes de la raison 4 señala
entre diversas líneas de pensamiento. Sin la relevancia de la inquietud para la com-
embargo, aunque algo del orden de la prensión de la contemporaneidad en ám-
confluencia pueda considerarse, no pode- bitos como la historia y la epistemología.
mos ignorar el hecho de que la noción de La filosofía no está exenta de este avan-
inquietud se está presentando en diversos ce: J.-L. Nancy y M. Potte-Bonneville
campos del pensamiento francés contem- tratan el tema en dos autores que aquí re-
poráneo. En la Antropología, D. Fassin cuperamos desde otra perspectiva 5. En
enmarca uno de sus estudios 2 en una función de esto, lo mínimo que puede de-

[Recibido: Jun. 10 / Aceptado: Feb. 11] 203


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cirse es que la inquietud aparece cada vez tienen lugar gracias a la propia elección,
más como una noción capaz de alumbrar la mente considera la posibilidad de efec-
el pensamiento francés contemporáneo, tuar cambios en el devenir. El poder es
sin duda en detrimento de otras, como la aquí una relación; y más específicamen-
ansiedad, la angustia o la contradicción, te, relación con el cambio. Es a partir del
que ya no parecen tener la fuerza que al- cambio y del movimiento que la refle-
guna vez las caracterizó. xión sobre el poder tendrá lugar. De allí
En lo que sigue nos proponemos que la mente conciba un poder con dos
mostrar las relaciones que han caracteri- caras: una pasiva, en relación al movi-
zado a esta noción de inquietud en la his- miento sensible y a la percepción, y otra
toria del pensamiento moderno a través activa, que da cuenta del poder que en-
de tres autores muy diferentes entre sí. En contramos en nosotros mismos de «co-
primer lugar, veremos cómo surge en menzar o impedir, continuar o terminar
Locke una idea de inquietud que tendrá varias acciones de nuestras mentes, y
un eco importante en el pensamiento ale-
movimientos de nuestros cuerpos» 7. La
mán y que luego llegará a Francia. En se-
facultad de la mente a considerar en este
gundo lugar, veremos a través de la lectu-
ra que Hyppolite realiza de Hegel, cómo punto será, por supuesto, la voluntad
funciona la inquietud en un pensamiento (Will), puesto que si una acción se realiza
que ya no concibe la subjetividad en tér- sin que haya una elección de la mente
minos cartesianos sino que la sitúa en un esta acción resulta involuntaria.
conocimiento del absoluto. Finalmente, Ahora bien, este poder de comenzar,
la figura de Hyppolite nos permitirá el continuar o terminar diversas acciones en
pasaje a un pensamiento de la inquietud nuestra mente o movimientos de nuestro
en el que ni la totalidad ni la subjetividad cuerpo por propia elección plantea el
tienen un papel relevante, como es el problema de la libertad y de la necesidad.
caso de Foucault. Así, sostiene Locke «mientras el hombre
tiene el poder de pensar, o no pensar; mo-
Locke: «El deseo es inquietud» ver, o no mover, de acuerdo a la preferen-
cia o dirección de su propia mente; el
1. Poder, Libertad y Pensamiento hombre es libre» 8. La libertad consiste
así en la posesión de un poder efectivo
En Ensayo concerniente al entendimien- para realizar la voluntad. Un hombre que
to humano vemos emerger la inquietud cae de una torre puede sin dudas tener la
como una noción central en el espacio voluntad de no caer, sin embargo, «no es-
abierto por los vínculos entre poder, ne- tando en su poder el impedimento de este
cesidad y libertad 6. Locke explica allí movimiento» 9, este hombre no es libre
cómo tienen lugar la necesidad, propio de dejar de caer. Por este motivo, Locke
del movimiento de lo sensible, y la liber- sostiene la «libertad no puede estar donde
tad, capaz de caracterizar el movimiento no hay pensamiento, ni volición, ni vo-
del pensamiento. La idea del poder es ad- luntad; pero puede haber pensamiento,
quirida por la mente gracias a la percep- puede haber voluntad, puede haber voli-
ción que ésta tiene del devenir de sus pro- ción, donde no hay libertad» 10. El hom-
pias ideas y de las cosas. Observando por bre que cae de una torre está, con respec-
una parte cómo algunas cosas comienzan to a su caída, en un estado de necesidad,
a existir y otras sufren todo tipo de altera- ya que carece del poder de modificar di-
ciones o cesan de existir, y, por otra parte, cho movimiento a partir del pensamiento.
el hecho de que mucho de estos cambios Se establece así un vínculo estrecho entre

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libertad, pensamiento y cambio. Sólo hay demos decir que es también esta misma
libertad en la medida en que se tiene el inquietud que Foucault transformará en
poder de efectuar un cambio a partir del el punto clave de su relación con el de-
pensamiento. Puede haber pensamiento seo. Más allá de las traducciones esta no-
sin libertad, así como puede incluso ción se halla siempre ligada a un campo
haber voluntad sin libertad: la libertad semántico que refiere a una falta de quie-
implica un poder extra, que no se da ne- tud, de reposo, de comodidad o de tran-
cesariamente con el pensamiento y la vo- quilidad por causas que pueden ir desde
luntad (aunque no pueda darse sin ellos). una mínima preocupación, agitación,
inestabilidad, o incertidumbre hasta lle-
2. Inquietud y Deseo gar a lo espantoso y a lo tormentoso. La
inquietud comporta diversos grados, de
En este marco, la pregunta por la libertad modo que tiene un valor ambiguo: positi-
de la voluntad no tiene sentido. Tanto la vo en la medida en que nos induce a la ac-
libertad como la voluntad son poderes, y ción, negativo en la medida que es aque-
los poderes pertenecen a agentes, no a llo que toda acción pretende anular al ins-
otros poderes. Podemos preguntarnos si taurar un estado de satisfacción.
un hombre es libre o no lo es, pero no si
la voluntad de un hombre es libre. El Esta relación, o mejor dicho no-rela-
hombre, como agente, es libre si tiene el ción entre satisfacción e inquietud (puesto
poder de hacer efectiva su voluntad 11. que nunca coexisten, nunca pueden darse
Sin embargo, el hombre no es libre con simultáneamente), lleva a Locke a soste-
respecto a su voluntad, es decir que no es ner: «tanto como haya deseo, tanto hay de
libre de preferir la existencia o inexisten- inquietud» 16. La inquietud implica siem-
cia de una acción (aunque no pueda reali- pre un deseo (de escapar a un estado o de
zarla) que su voluntad manda. Nos en- alcanzar otro); más aún, si existe algún de-
contramos en este punto con una distin- seo en el hombre es porque tiene lugar en
ción central para nuestro análisis. Con él cierta inquietud 17. Del mismo modo, la
respecto a la acción de la voluntad, el inquietud es deseo; la inquietud causada
hombre está bajo necesidad. Lo que nos por la ausencia de un bien o la presencia
plantea la siguiente pregunta: ¿Qué es lo de un mal siempre es al mismo tiempo el
que determina la voluntad? 12 Si la liber- deseo de alcanzar el bien ausente o de li-
tad consiste en poder hacer efectivo lo brarse del mal presente. Sin embargo, no
que la voluntad manda, el problema onto- todo bien propuesto al hombre implica ne-
lógico de la determinación de la voluntad cesariamente el deseo de alcanzarlo y por
deviene un problema ético de la mayor lo tanto tampoco implica necesariamente
importancia. La respuesta de Locke es algún grado de inquietud. Así, la expecta-
clara: «Y a esto respondo, el motivo para tiva de una eterna vida de felicidad tras la
continuar en el mismo estado o acción, es muerte, bien con el cual ningún otro puede
sólo la satisfacción presente en él; el mo- compararse, sólo mueve una pequeña can-
tivo para cambiar, es siempre alguna in- tidad de hombres a perseguirla. Para Loc-
quietud» 13. ke, que la ausencia de un bien no implique
Aunque esta noción de uneasiness ha la inquietud, como lo hace la presencia del
sido traducida al español como males- mal, permite explicar al hombre que se
tar 14, veremos que corresponde a lo que dice: video meliora, proboque, deteriora
Hegel llamará Unruhe y que Jean Hyppo- sequor 18. Sólo en tanto hay inquietud el
lite volverá a volcar al francés como in- hombre está determinado a actuar para
quiétude 15. Adelantándonos un poco po- modificar su estado.

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3. Juicio y Libertad tanto más cerca estamos de la miseria y la


esclavitud» 22.
Hemos dicho que la libertad consiste en El deseo es siempre movido por la
el poder de efectuar o no la voluntad se- felicidad, pero la felicidad no siempre es
gún el pensamiento; pero, al mismo tiem- considerada detenida y adecuadamente.
po, hemos visto que no es posible atribuir Por esto, el juicio aparece como aquello
libertad a la voluntad. En este sentido, la que permitirá determinar la verdadera fe-
voluntad está sometida, a través de la in- licidad. De este modo, Locke puede pre-
quietud, a la necesidad. Pero aparece sentar una relación entre necesidad, feli-
ahora un aspecto distinto de la libertad. cidad verdadera y libertad: «La necesidad
Durante el transcurso del capítulo encon- de perseguir la verdadera felicidad, el
tramos que la oposición libertad-necesi- fundamento de toda libertad» 23. El juicio
dad es remplazada por la oposición liber- nos impone la necesidad de la verdadera
tad-esclavitud. Un hombre que cae de felicidad (no de la imaginaria, es decir, la
una torre no es libre de modificar esa si- que no ha sido debidamente considerada)
tuación. Su estado se desarrollará bajo la como fundamento de la libertad.
más clara necesidad y su caída no se de- El problema que surge entonces es el
tendrá hasta el momento en que su cuer- siguiente: ¿cómo ocurre que se tenga un
po encuentre, dolorosamente, un apoyo. juicio equivocado sobre el bien y el mal
¿Ocurre lo mismo con la inquietud? de una acción determinada? Si el nombre
¿Nuestros deseos nos someten a la misma que damos a lo que nos produce placer no
necesidad que una caída? Se abre aquí la es otro que el de bien, y del mismo modo
dimensión ética del asunto. llamamos mal a aquello que nos produce
Existe un caso en el que un hombre dolor. ¿Cómo es posible que juzguemos
puede ser libre con respecto a su volun- mal en torno al placer y al dolor que ex-
tad: se trata de la suspensión de la acción perimentamos? La respuesta de Locke es
en función de la consideración de las interesante: el juicio sobre el bien y el
consecuencias en función de un bienestar mal se da en un doble sentido: por un
futuro 19. Puesto que el deseo es siempre lado, en torno al placer y al dolor presen-
deseo de alcanzar un bien ausente o libe- tes; por otro lado en torno al placer y al
rarse de un mal presente, Locke puede ar- dolor que las consecuencias futuras de
gumentar que el deseo, finalmente, es de- los deseos presentes puedan traer consi-
seo de felicidad: «Si se nos pregunta más go 24. Si consideramos los deseos desde
aún, ¿qué mueve al deseo? Yo respondo, el punto de vista de la vida eterna, resulta
la felicidad, y sólo eso» 20. Y puesto que claro que la virtud debe ser preferida al
la felicidad es definida como «el mayor vicio. De este modo: «Podemos cambiar
placer del que somos capaces» 21, y pues- el carácter agradable o desagradable en
to que, como dijimos, no puede haber las cosas [...] Una correcta consideración
mayor bien futuro que la eterna felicidad alcanzará en algunos casos; y práctica,
prometida por Dios a los piadosos, tene- aplicación y costumbre en la mayoría» 25.
mos ahora un criterio para la intervención Así, si bien no podemos atribuir li-
del juicio (judgment). La posibilidad de bertad a nuestra voluntad, puesto que está
la propia determinación a través del jui- determinada por la inquietud, resulta que
cio permite el pasaje de la oposición li- el juicio abre la posibilidad de una sus-
bertad-necesidad a la oposición liber- pensión para considerar las consecuen-
tad-esclavitud: «cuanto más somos aleja- cias de nuestros deseos. Sin embargo, el
dos de esta determinación [del juicio], juicio aparece sólo como una primera

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instancia (suficiente en algunos casos). los nuestros [...] es él quien los estableció
Pero la mayoría de las veces, el juicio de- para nosotros» 29. Foucault asume como
berá dar lugar a prácticas, aplicación y problema principal de la obra de Hyppo-
hábitos que permitirán la modificación lite el de la finitud filosófica 30. Y en
de los deseos. De suerte que, para contes- efecto, la conciencia desgraciada, tema
tar la pregunta planteada al comienzo del central según Hyppolite, es la expresión
parágrafo, nuestros deseos no nos some- de toda conciencia que se encuentre ante
ten a la misma necesidad de una caída, el límite y la escisión: «La conciencia
sino en todo caso a cierta esclavitud de la desgraciada es la subjetividad que aspira
cual el hombre puede liberarse a través al descanso de la unidad» 31. El Dios más
del juicio y la ascesis 26. A través de un allá, los otros hombres cuyos puntos de
trabajo aplicado sobre nuestros hábitos y vista difieren del propio, la internaliza-
prácticas, el pensamiento podría llegar al ción de la escisión por parte de la auto-
dominio de los propios deseos. conciencia, son los límites con los que la
conciencia desgraciada tiene que lidiar en
Hegel a través de Hyppolite: su búsqueda de la unidad. Pero en un sen-
«Esta inquietud es el sí mismo» tido más general, la finitud filosófica sig-
nifica la ineludible obligación por parte
1. Filosofía y límite del filósofo a dar cuenta de la historici-
dad del pensamiento de lo universal. La
La inquietud juega un rol importante en conciencia de pensar la totalidad en y
la filosofía de Hegel. Particularmente in- desde la historia, que la Fenomenología
teresante resulta, desde esta perspectiva, pretendía explicar, es así para Foucault la
la lectura de Jean Hyppolite. En efecto, necesaria suspensión de dicha totalidad,
no sólo su influencia en la recepción y la clara imposibilidad de la objetividad.
francesa de Hegel es fundamental 27, sino
que además Hyppolite puso de relieve 2. Inquietud, deseo y conciencia
esta noción de inquietud. Su aproxima-
ción a este problema nos permitirá mos- La inquietud es tratada por Hyppolite en
trar diferencias y similitudes importantes el comentario de la parte B de la Fenome-
con el planteo de Locke, y que a su vez nología, «Autoconciencia». Las tres par-
nos permitirán llegar a un problema de la tes que componen este capítulo tienen
filosofía contemporánea: el del humanis- como temas, respectivamente, la vida y el
mo y el misticismo. deseo, la lucha entre el amo y el esclavo,
Por otra parte, en la medida en y la conciencia desgraciada, resultado
que nuestro recorrido apunta a la obra esta última de la dialéctica completa de la
de Foucault, la figura de Hyppolite es autoconciencia. La autoconciencia es,
inevitable. Profesor de Foucault en el ante todo, deseo: «La autoconciencia es
khâgne 28 (y director tanto de su primer deseo, pero lo que desea, sin saberlo to-
trabajo universitario sobre Hegel, como davía explícitamente, es ella misma [...]
de su tesis menor de doctorado sobre la Tal es el deseo que se busca a sí mismo en
antropología desde el punto de vista lo otro, el deseo del reconocimiento del
pragmático en Kant), su lectura antihu- hombre por el hombre» 32.
manista de Hegel tendrá una influencia Ahora bien, el deseo (Begierde) tiene
fundamental sobre su alumno, quien al un sentido amplio. En primer lugar da
sucederlo en el Collège de France, ins- cuenta del apetito, sensación que com-
cribiría su propio trabajo en la línea de su partimos con los animales. Sin embargo,
profesor: «todos los problemas que son de lo que se trata aquí es de otra cosa: el

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deseo de sí mismo, el deseo del reconoci- como resultado, y como principio, la con-
miento del otro, no puede definirse como ciencia desgraciada. ¿Puede la concien-
simple apetito natural: «No hay que olvi- cia liberarse de esta finitud y de la
dar que este ser no es el ser de la naturale- inquietud que la acompaña?
za, es el ser del deseo, la inquietud del sí
mismo, y que, por consiguiente, lo que 3. Ascesis y misticismo 36
debemos encontrar en el ser o actualizar
en él es el modo de ser propio de la auto- La dialéctica de la autoconciencia nos
conciencia» 33. Esta distinción entre el presenta así el camino de una autocon-
apetito (natural) y el deseo (espiritual) es ciencia singular que no logra escapar a su
fundamental para comprender la noción finitud y deviene conciencia desgraciada.
de inquietud: Pero esta conciencia desgraciada tiene to-
davía un camino que recorrer y que le
«El ser de la vida no es la sustancia, sino permitirá alcanzar la universalidad, des-
más bien la inquietud del sí mismo. Según un hacerse de su determinación propia, de su
reciente comentarista de la filosofía hegelia- finitud. Este camino, si bien otorga al tra-
na, la intuición fundamental que dio origen a
la filosofía hegeliana sería la movilidad de la
bajo una función importante, quedará
vida. Nos parece que eso no es suficiente. El signado por el momento de la ascesis 37:
epíteto que más se repite en la dialéctica hege- «La negación debe ir hasta la negación de
liana es el de unruhig. La vida es inquietud, sí misma —la negación de la negación—
inquietud del sí mismo que se ha perdido y en el ascetismo y la alineación y, así, res-
vuelve a encontrase en su alteridad [...] El ser taurar lo universal.» 38 Esta negación de
del hombre “no es nunca lo que es, siempre es sí es llevada adelante por el asceta 39 a
lo que no es”» 34. través de la obediencia y de la renuncia,
que trabaja alienando su propia voluntad.
Se trata de un deseo que caracteriza Su trabajo no aparece entonces como una
sólo al hombre, y que, en tanto tal, puede realización propia sino como la realiza-
ser caracterizado como inquietud. La ción de otro a través del asceta, puesto
vida natural, aun con su constante movi- que éste ha renunciado a sí, a su voluntad
lidad, carece de inquietud. El devenir de y a su goce: «El hombre cree obrar, pero
culturas y pueblos no se explica suficien- es Dios quien le conduce. [...] El recono-
temente si tomamos la movilidad de la cimiento de Dios como el único que obra
vida natural como modelo. Es necesario es la acción esencial del hombre» 40.
partir de la vida humana y de la inquietud En el caso de Locke, la reflexión so-
que implica toda subjetividad en la medi- bre la inquietud establecía el problema
da en que experimenta la finitud, el límite ético de la libertad. El hombre podía po-
que le impone ya sea un objeto cuya ver- ner en suspenso sus deseos para exami-
dad quiere alcanzar, ya sea el resto de los narlos a través del juicio en función de la
hombres, cuyo reconocimiento requiere. felicidad futura. Esta posibilidad de ha-
La inquietud, en su relación con el cer intervenir el juicio entre deseos y ac-
deseo, tiene aquí la función de dar cuenta tos abría el espacio de un trabajo, una
de ese movimiento constante que el hom- práctica, un hábito, a través de los cuales
bre, en tanto ser finito, realiza a lo largo el hombre podía llegar a determinar sus
de la historia con el fin de trascender todo deseos. Ese trabajo constituía una suerte
límite: «lo determinado no tiene en tanto de ascesis, cuya finalidad es el gobierno
tal ninguna otra esencia que esta inquie- de los deseos por parte de la conciencia.
tud absoluta de no ser lo que es» 35. Y el Aquí, como vemos, las características del
movimiento de esta inquietud tendrá asceta son completamente distintas: no se

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trata ya del gobierno de los deseos sino tropología y ontología ¿reduce la inquie-
de la renuncia a todo deseo, a toda volun- tud a los hombres individuales mientras
tad propia. El asceta que abre el camino a que la marcha de Dios transcurre en ab-
la universalidad de la razón, tiene como soluta serenidad? La respuesta es clara:
única acción la negación de sí a través «Lo infinito no es menos inquieto que lo
de la renuncia y la alienación de su vo- finito» 44. Allí radica por otra parte la sin-
luntad. gularidad de la dialéctica hegeliana: lo
Ahora bien, el pasaje a la universali- infinito, lo absoluto, «esta unidad es “el
dad que efectúa el asceta es un momento acto de trascender, no la trascenden-
en un movimiento más amplio y que cia”» 45. Lo finito no se opone a lo infini-
constituye toda la Fenomenología 41. En to como lo mutable a lo inmutable, a lo
este sentido, la ascesis caracteriza, según eterno inmóvil. Lo infinito no es trascen-
Hyppolite, el movimiento completo que dencia, sino el acto mismo de trascender.
describe la totalidad del texto. En el ca- La inquietud no sólo está presente tanto
mino de la conciencia hasta el saber ab- en el hombre singular como en el Espíritu
soluto, la existencia completa de dicha universal, sino que además explica el
conciencia será transformada, y, desde movimiento de ambos. Dicho de otro
esta perspectiva, se trata de una «ascesis modo, la inquietud caracteriza propia-
necesaria de la conciencia para llegar al mente el nivel del pensamiento, de lo es-
verdadero saber filosófico, ascesis que es piritual, del concepto: «esta pura inquie-
toda la Fenomenología» 42. tud del concepto» 46, puede decir enton-
La negación de sí que efectúa el as- ces Hyppolite. Si desde la perspectiva del
ceta, la acción a través de la cual se niega hombre finito, de la antropología, la in-
en su finitud para alcanzar la universali- quietud corresponde al deseo de sí, desde
dad de la razón, nos enfrenta al problema el punto de vista de la ontología, la in-
del misticismo. Este problema atraviesa quietud corresponde al concepto.
la obra de Hyppolite por completo y su Como en Locke, la Unruhe hegelia-
comentario de la Fenomenología no lo na se vincula, prima facie, al deseo. Sin
resuelve: ¿se trata allí de un humanismo embargo, la inquietud sólo caracteriza en
o un misticismo? La Fenomenología Hegel el deseo en la medida en que es de-
puede dar cuenta del modo en que los seo de reconocimiento. Esencialmente, la
hombres hacen la historia, pero puede al inquietud es del orden de lo espiritual, de
mismo tiempo dar cuenta del modo en modo que no sólo lo finito sino también
que lo absoluto se realiza en la historia a lo infinito están implicados por aquélla.
través de los hombres: «¿Pueden reconci- En el extremo, la inquietud puede carac-
liarse esos dos aspectos? ¿No plantea el terizar al concepto mismo. Y, del mismo
problema fundamental de la teología he- modo, si ambos autores señalan la nece-
geliana? ¿Cómo se concilian el punto de sidad de una ascesis para la consecución
vista del espíritu finito, el del hombre, y de su objetivo, como vimos, las caracte-
el punto de vista del espíritu infinito, el rísticas de esta ascesis son diametralmen-
de Dios?» 43. te diferentes en ambos casos, mientras
Así, la Fenomenología parece no lo- que Locke nos induce hacia el gobierno
grar resolver la unidad entre lo finito y lo de los propios deseos por parte de la con-
infinito. Ahora bien, ¿qué lugar queda ciencia, en Hegel el momento del ascetis-
para la inquietud en esta filosofía si adop- mo se basa en la renuncia y en la aliena-
tamos el punto de vista de la infinitud? La ción de propio deseo. Por supuesto, la
dificultad que plantea el dilema entre an- conciencia no es comprendida por Locke

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y por Hegel del mismo modo. Mientras el lado, el pensamiento es a su vez «la liber-
primero mantiene al respecto una con- tad con respecto a lo que hacemos». Des-
cepción cartesiana, el segundo introduce de este punto de vista, el pensamiento es
la intersubjetividad en la formación mis- la posibilidad de tomar distancia con res-
ma de la conciencia de sí. Esto dará como pecto a nuestro êthos y de convertirlo en
resultado el problema del misticismo, es objeto para su transformación. El primer
decir, la interrogación acerca del estatuto punto de vista apunta a una ontología
mismo del sujeto. Ya no estamos seguros (que Foucault llamará «ontología del pre-
de que el hombre sea agente, como en sente»); el segundo, a una crítica.
Locke, o medio para una subjetividad que
lo supera ampliamente: Ser, Dios, Espíri- De modo que la ambigüedad que ha-
tu o Logos: «si podemos todavía hablar llamos en Hegel tendrá su eco en la obra
de subjetividad, será como de una subje- de Foucault en la noción de pensamiento.
tividad que es el Ser mismo, lo que quiere Ésta indica a la vez un plano presubjetivo
decir Hegel cuando dice que toda su filo- a partir del cual los sujetos serán forma-
sofía se resume en esta frase «lo absoluto dos, y un plano subjetivo en el que la re-
es sujeto, y no sustancia» 47. Pero puesto flexividad permite una actividad trans-
que lo infinito no es menos inquieto que formadora y crítica 49. Ahora bien, la in-
lo finito, la inquietud misma queda intac- quietud tiene un lugar en ambos planos,
ta frente a este dilema. aunque no del mismo modo. En el plano
del pensamiento como forma presubjeti-
Foucault: «La inquietud del suelo» va y constituyente, la inquietud, en la me-
dida en que no pertenece ya a ningún su-
1. Problematización, pensamiento jeto, se encuentra desligada del deseo. La
e inquietud inquietud no pertenece aquí a sujeto algu-
no, sino más bien al «suelo» sobre el cual
El problema que nos deja Hegel en torno el sujeto se levanta: «es a nuestro suelo
al misticismo constituye para nosotros el silencioso e ingenuamente inmóvil al que
punto de partida para comprender el devolvemos sus rupturas, su inestabili-
modo en que la inquietud funciona en la dad, sus fallas; y es él quién se inquieta
obra de Foucault. En efecto, también para de nuevo bajo nuestros pasos» 50.
Foucault la inquietud está ligada al plano El establecimiento de un plano de in-
del pensamiento 48, pero el estatuto del quietud desligado del deseo no sólo
mismo es doble. Por un lado, el pensa- apunta a eliminar la teleología de la his-
miento es un êthos, esto es, una forma de toria, sino que tiene además la pretensión
ser, de actuar, de hablar y de pensar. Des- de hacer una historia del pensamiento en
de este punto de vista, el pensamiento es términos problemáticos, ya que los con-
la racionalidad que organiza en cada caso juntos prácticos serán respuestas a esas
las prácticas a partir de las cuales tienen inquietudes propias de nuestro «suelo».
lugar los procesos de subjetivación y ob- En la «Introducción» de El uso de los
jetivación de los hombres. Para Foucault, placeres, Foucault sostiene que la histo-
sujetos y objetos no preexisten a las prác- ria del pensamiento analiza «las proble-
ticas en las que intervienen, sino que son matizaciones a través de la cuales el ser
un efecto de las mismas. Una historia del se da como pudiendo y debiendo ser pen-
pensamiento será así una historia de con- sado» 51. El hecho de que el suelo se in-
juntos prácticos inteligibles de los que se quiete, es decir, el hecho de que el ser se
desprenderán modalidades singulares de nos de bajo una modalidad problemática,
subjetividad y objetividad. Pero por otro no permite suponer en dicho suelo, o en

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el ser, ni un deseo y, por lo tanto, un esta- envuelto por ella y transportado más allá
dio libre de inquietud, ni una teleología. de todo comienzo posible» 53. Y a este
En El uso de los placeres Foucault pone deseo, la institución da una respuesta:
de manifiesto el hecho de que tanto la «No tienes que temer el comenzar, todos
cultura contemporánea como la antigua, estamos aquí para mostrarte que el dis-
pasando por el cristianismo, pero tam- curso está en el orden de las leyes» 54. Lo
bién la cultura china, han enfrentado una que en el plano del pensamiento en tanto
inquietud similar en torno a la actividad êthos se presentaba como inquietud fun-
sexual 52. damental dándose a los hombres como
Así, la inquietud no puede tampoco problema, en el plano subjetivo del pen-
aquí ser considerada como algo anterior o samiento da lugar a deseos y respuestas.
exterior al pensamiento. Aun cuando la El deseo de Foucault y la respuesta de la
inquietud pertenezca al ser, o al suelo, se institución, son así
trata siempre de un plano del pensamien-
«réplicas opuestas a una misma inquietud: in-
to, por lo que la denominada «ontología quietud con respecto a lo que es el discurso en
del presente», podrá a su vez llamarse su realidad material de cosa pronunciada o es-
«ontología histórica de nosotros mis- crita; inquietud con respecto a esta existencia
mos». Podemos entonces apreciar la for- transitoria destinada a borrarse sin duda, pero
ma que toma ahora el dilema que Hyppo- según una duración que no nos pertenece; in-
lite encontraba en Hegel: no hay inquie- quietud de sentir bajo esta actividad, sin em-
tud sino en el ámbito del pensamiento y, bargo cotidiana y gris, poderes y peligros que
desde este punto de vista, la inquietud es imaginamos con dificultad; inquietud de sos-
pechar la existencia de luchas, victorias, heri-
una inquietud humana, aunque, curiosa-
das, dominaciones, servidumbres, a través de
mente, este pensamiento no sea pensa- tantas palabras cuyo uso, después de tanto
miento de una conciencia. Hyppolite nos tiempo, ha reducido las asperezas» 55.
recordaba que si para Hegel todo hombre
es conciencia de sí, la fórmula no puede Los deseos y respuestas ante las in-
invertirse para decir que toda conciencia quietudes de nuestro suelo, se encuentran
de sí sea un hombre. Foucault opera una enmarcadas por los modos de problema-
inversión de otro tipo: si bien toda con- tización que encontramos en cada época,
ciencia de sí se da en un hombre, no todo y en cada lugar 56. Ahora bien, si con
lo humano es conciencia de sí; el pensa- Locke vimos que la ausencia de un bien
miento como suelo, como elemento cons- no necesariamente implica la inquietud
tituyente de lo humano, no es una con- que nos llevará a perseguirlo, mientras
ciencia de sí. que la presencia de un mal nos imponía el
deseo de librarnos de él, Foucault seguirá
2. Inquiétude y deseo este principio para intervenir en el ámbito
de las relaciones de poder 57. En la frase
Ahora bien, si la inquietud se desliga del de Las palabras y las cosas citada más
deseo en el plano del pensamiento que arriba, vimos que se trataba de devolver
caracteriza nuestro êthos, en el plano al suelo su inquietud. La noción de lo in-
subjetivo del pensamiento, inquietud y tolerable se encargará de esta tarea a la
deseo se reencuentran en un espacio vez histórica y política.
abierto de relaciones de poder. En El or- Lo intolerable juega un papel impor-
den del discurso, conferencia inaugural tante en la obra de Foucault. Sin ser un
en el Collège de France, Foucault co- concepto stricto sensu, encontramos ele-
mienza expresando un deseo: «Más que mentos que pueden servir a su conceptua-
tomar la palabra, habría preferido verme lización. En primer lugar, lo intolerable

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reclama un trabajo a la vez histórico y po- Sin embargo, no por ello debemos supo-
lítico. Desde el punto de vista histórico, ner que las respuestas sean una solución a
supondríamos que lo intolerable no hace lo problemático. Foucault rechaza la idea
más que dar cuenta de la «sensibilidad» de una sociedad sin inquietudes ni con-
de una sociedad en un período determina- flictos 60, así como la idea de una finali-
do; se constituye así como una suerte de dad en la historia por la cual habría que
«índice» que podría ayudar a medir un tolerar y atravesar los mecanismos de po-
progreso moral en la humanidad. Desde der actuales. Si, por un lado, nunca se
el punto de vista político, supondríamos sale de la inquietud ni de la problematici-
que aquello que nuestra sensibilidad esta- dad, por otro, no hay legitimidad intrín-
blece como intolerable constituye una seca para ninguna relación de poder 61.
suerte de límite al poder: por definición, Dicho de otro modo, la inquietud es ine-
lo intolerable no es tolerado. Para Fou- vitable, pero ningún conjunto práctico es-
cault, en cambio, lo intolerable implica a tablecido como respuesta es necesario.
la política en la medida en que se trata Por esto, el principio de una inquietud
también de un asunto «de resistencia, de permanente propia de lo humano no tiene
capacidad de rechazo y de voluntad de por qué implicar resignación o acepta-
combate» 58. Así, la perspectiva histórica ción del estado de cosas. Tomar la perma-
debe fundirse con el análisis político para
nencia de la inquietud como una suerte
introducir el espacio en el tiempo, de
de factum, o como diagnóstico, no debe
modo que a la sucesión diacrónica de las
sensibilidades se agregue el análisis sin- hacernos olvidar el carácter frágil y polé-
crónico de los conflictos y prácticas de mico del presente: «Ocurre que la gente
los que lo intolerable es resultado. En el toma este esfuerzo de reproblematización
plano histórico, la introducción del espa- como un “antirreformismo” que reposa-
cio político no nos dará como resultado ría sobre un pesimismo del tipo “nada
una «sensibilidad» epocal, sino el regis- cambiará”. Es todo lo contrario» 62.
tro y la memoria de las luchas frente a las Frente a la inquietud constante Fou-
cuales algunas cosas se vuelven intolera- cault no da lugar a una «liberación» que
bles y otras tolerables. En el plano crítico nos garantizaría la serenidad, sino más
del pensamiento, historia y política se bien a una ascesis 63 y a lo que Foucault
funden en una estrategia que tiene por llamará prácticas de libertad. En efecto,
objetivo modificar las relaciones de po- sus últimos trabajos están enmarcados
der presentes 59 devolviendo la inquietud por las prácticas de sí, es decir, por las
allí donde «el hábito y la falta de análi- prácticas a través de la cuales los indivi-
sis» habían vuelto invisible lo problemá- duos se constituyen a sí mismos como su-
tico, y aumentar la intolerancia frente a jetos. Las formas a través de las cuales
los efectos de poder ejercidas a través de los hombres han buscado transformarse a
prácticas cotidianas. sí mismos son múltiples. Sin embargo, a
partir de sus análisis de la antigüedad,
3. Inquietud y ascesis Foucault toma dos modelos: Eros y
Askesis 64. En este par, que podemos tra-
Hemos visto que lo que se presenta como ducir por «amor» y «trabajo», se juega la
inquietud bajo una determinada modali- estrategia para enfrentar la inquietud del
dad problemática en cada momento y lu- pensamiento. El Eros, por su parte, pone
gar en el plano asubjetivo y ontológico en juego una conversión (conversion) de
del pensamiento, da lugar a deseos y res- la que la revolución moderna será here-
puestas en el plano subjetivo y crítico. dera. Ya Hegel había considerado al amor

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Inquietud y pensamiento

como una posibilidad de enfrentar la es- estos principios sólo podrían surgir de
cisión de la conciencia desgraciada, pero nuestro modo actual de ser, de modo que
finalmente optó, como sabemos, por el resultarían guías dudosos para el intento
trabajo de lo negativo a través de la de «pensar de otro modo» 69. La ascesis
renuncia del asceta 65. Foucault, cuyas que nos sugiere Foucault apunta al traba-
dudas acerca de la revolución no son me- jo de una actitud:
nores a las de Hegel, también elegirá el «[...] exigente, prudente, “experimental”; en
trabajo como práctica ascética de trans- necesario a cada instante, paso a paso, con-
formación de sí a través de prácticas de frontar lo que pensamos y lo que decimos a lo
libertad 66. Esta ascesis no tomará ni la que hacemos y a lo que somos [...] Si yo man-
forma de una renuncia de sí, como en He- tuve esta “práctica”, no es para “aplicar”
gel, ni de un trabajo con la pretensión ideas, sino para ponerlas a prueba y modifi-
de alcanzar la maîtrise de soi, como en carlas» 70.
Locke, o como encontramos en las filo- Así, esta práctica ascética es situada
sofías de la antigüedad sobre las que Fou- en el eje mismo de un trabajo filosófico
cault trabajará en el final de su vida. De cuya finalidad es adquirir un nuevo modo
hecho, no es posible dar una definición de pensamiento para responder a las in-
de esta ascesis que pueda servir como cri- quietudes del suelo sin someterse a prác-
terio normativo o programático. Los ele- ticas cuyos efectos de poder se perciben
mentos con los que contamos para carac- como necesarios. El trabajo histórico-po-
terizar la forma que la ascesis cobra en la lítico permitirá así poner en evidencia la
obra del francés, dan cuenta de la imposi- no-necesidad de estos efectos y hará po-
bilidad para determinarla de modo defi- sible percibirlos como intolerables.
nitivo: son las nociones de ensayo y de
experimentación. Conclusión
Tanto en el caso del ensayo como en
el de la experimentación, la filosofía se Cuando nos referimos a la inquietud, si
encontrará en el centro del planteo. El bien damos cuenta a una falta de quietud,
primer caso lo encontramos en la «Intro- comodidad o tranquilidad por cuestiones
ducción» de El uso de los placeres, don- que pueden ir desde cierta preocupación
de la filosofía es presentada como una as- hasta la desgracia de la conciencia, lo que
cesis cuyo cuerpo sería, precisamente, el se impone como denominador común es
ensayo: «El “ensayo” —que hay que en- el hecho de que la situamos en el plano
tender como prueba modificadora de sí del pensamiento. La inquietud no perte-
mismo en el juego de la verdad [...]— es nece ni a las cosas ni a la naturaleza, sino
el cuerpo vivo de la filosofía, al menos si al ámbito de lo humano.
ésta es lo que fue antes, es decir una asce- Es innegable que, históricamente,
sis, un ejercicio de sí, en el pensamien- esta noción ha estado ligada al deseo.
to» 67. El segundo caso, lo encontramos Para Locke, la uneasiness y el deseo se
en el êthos filosófico que caracteriza la implican mutuamente. Para Hegel la con-
actitud de la modernidad en el ya célebre ciencia de sí, la autoconciencia, es a la
opúsculo «¿Qué es la Ilustración?»: «Me vez deseo de sí e inquietud. Pero la forma
parece que esta actitud histórico-crítica en que Foucault concibe la inquietud del
debe ser también una actitud experimen- «suelo» nos muestra que el vínculo con el
tal» 68. Esta actitud deberá apoyarse más deseo no es necesario. Esto podría verse
una voluntad de experimentación y ensa- ya en el problema del misticismo que
yo que en principios a seguir. En efecto, Hyppolite reconoce en la filosofía hege-

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liana, si no fuera porque lo absoluto, para En este sentido, hemos visto que hay
el alemán, es concebido como un sujeto. otro elemento que no deja de presentarse
Así, incluso el plano lógico del concepto en estos autores y que puede considerarse
puede ser caracterizado de inquieto. Pero como correlativo a la inquietud del pensa-
con Foucault, hemos visto que el plano miento: la ascesis. Las formas que esta
del pensamiento, que corresponde a las toma en cada autor se deben, en gran me-
prácticas intersubjetivas de las cuales los dida, a la concepción de la subjetividad y
sujetos individuales son efecto, no tiene del estatuto del pensamiento: dominio de
por qué ser concebido como una concien- sí en la conciencia cartesiana de Locke,
cia de sí cuya voluntad persiga un fin de- renuncia al yo singular que habilita el pen-
terminado. Es cierto que aún en Foucault samiento de lo universal en Hegel; y tra-
la inquietud puede habilitar un deseo por bajo experimental, que busca escapar tan-
parte del individuo, pero ese deseo es to a un sujeto soberano como a una resig-
más bien una respuesta, nunca perfecta, nada renuncia al sujeto, que nos permita
frente a lo que inquieta y se presenta lidiar con una inquietud permanente. Este
como problemático. De suerte que si para vínculo con la ascesis no puede extrañar.
Locke o Hegel la inquietud es la fuente A diferencia de la noción de angustia, li-
humana de un movimiento cuyo fin es gada al problema del sentido, o de la de
terminar con la inquietud misma, en Fou- contradicción ligada a la lógica del ser,
cault es más una herramienta para el hemos visto que, en cada uno de los auto-
diagnóstico del presente y la transforma- res tratados, la inquietud se sitúa frente al
ción de sí. problema del poder y de la libertad.

NOTAS

1 Los trabajos de Wittgenstein y de Foucault en 10 Ibíd., § 8.


torno a la noción de juego constituyen un caso de este 11 «For how can we think any one freer, than to
tipo. have the power to do what he will?», ibíd., § 21.
2 D. Fassin, Quand les corps se souviennent, 12 Cf. Ibíd., § 29.

Expériences et politiques du sida en Afrique du Sud, 13 Ídem.

Paris, Éditions La Découverte, 2006. 14 Cf. John Locke, Ensayo sobre el entendimiento
3 W. H. Auden, The Age of Anxiety: A Baroque humano, traducción de Edmundo O’Gorman, México,
Eclogue, New York, 1947. Fondo de Cultura Económica, 1956, pp. 232-268.
4 E. Castelli Gattinara, Les inquiétudes de la rai- 15 Diego Vernazza ha mostrado que Leibniz intro-

son. Epistémologie et histoire en France dans duce esta noción al pensamiento alemán a partir de la
l’entre-deux-guerres, Paris, Vrin EHESS, 1998. traducción francesa de la uneasiness lockeana como
5 J.-L. Nancy, Hegel: L’inquiétude du négatif, inquiétude.
XXX, Hachette, 1997; y M. Potte-Bonneville, Michel 16 John Locke, An essay concerning human un-

Foucault: L’inquiétude de l’histoire, Paris, PUF, derstanding, Book II, Chapter XXI, § 31.
2004. 17 En efecto, el § 32 lleva como título Desire is
6 Esto tiene lugar en el Libro II (Of Ideas), cuyo Uneasiness.
capítulo más extenso, el XXI, lleva como título «Del 18 «Veo lo mejor, lo apruebo y sigo lo peor». Loc-

poder» (Of Power), aunque su tema sea de hecho la ke cita aquí a Ovidio (Metamorph., lib. VII, v. 20-21),
libertad. La noción de inquietud (uneasiness) es pre- ibíd., § 35.
sentada en el capítulo XX, «De los modos de placer y 19 Ibíd., § 56.

dolor» (Of Modes of Pleasure and Pain). Las traduc- 20 Ibíd., § 41.

ciones son nuestras, a no ser que se indique lo contra- 21 Ibíd., § 42.

rio. 22 Ibíd., § 48.


7 Ibíd., § 5. 23 Ibíd., § 51.
8 Ibíd., § 8. 24 Cf. ibíd., § 61.
9 Ibíd., § 9. 25 Ibíd., § 69.

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Inquietud y pensamiento

26 Utilizamos la noción de ascesis en el sentido analizar aquí la forma con que el trabajo aparece en la
amplio que le dará Foucault, como «ejercicio de sí so- Fenomenología. Es sabido que para el marxismo éste
bre sí por el cual se trata de elaborarse, de transfor- será uno de los pilares de la inversión del esquema he-
marse y de acceder a un cierto modo de ser», Cf. geliano. Sin embargo, nos limitamos aquí a señalar
«L’éthique du souci de soi comme pratique de la liber- dos cuestiones: 1) el trabajo al que se refiere Hegel no
té», en Dits et Ecrits vol. IV, Paris, Gallimard, 2001, es «formador» para la conciencia sino en la medida en
p. 709. En adelante se citará DE y el número de volu- que surge de la angustia y alcanza la realización de un
men en números romanos. producto capaz de permanecer en términos espiritua-
27 La traducción de Hyppolite de la Fenomenolo- les (es decir que está más cerca del arte que de la pro-
gía del espíritu constituyó sin dudas un acontecimien- ducción industrial por parte de un proletariado); y
to singular en Francia; al respecto, Althusser declara: 2) no se puede olvidar el hecho de que al momento del
«Nous avons une très grande dette à l’égard de M. trabajo y transformación del mundo por parte del es-
Hyppolite [...] Nous lui devons de connaître Hegel», clavo debe seguir el acto de renuncia por el cual éste
J. Hyppolite (comp.), Hegel et la pensée moderne, Pa- reconoce que sólo Dios es quien obra.
ris, PUF, 1970, p. 85. Para más detalles sobre la recep- 39 «Si la verdad de la conciencia esclava era la

ción de Hegel en Francia, cf. Bernard Bourgeois, «He- conciencia estoica, la verdad de la conciencia desgra-
gel en France», en Olivier Tinland (dir.), Lectures de ciada será la conciencia del asceta, del santo que se
Hegel, Paris Cedex, 2005, pp. 36-59. propone anular su propia singularidad para devenir así
28 Al respecto, Foucault dirá más tarde: «Escuchá- una autoconciencia más profunda». Ibíd., p. 192.
bamos algo de la voz de Hegel, y quizá, más aún, la 40 Ibíd., pp. 190-191.

voz de la filosofía misma». M. Foucault, DE I, p. 807. 41 Hyppolite resume, desde este punto de vista, la
29 DE I, p. 813. Para más detalles sobre la relación Fenomenología como el camino transformador «del
de Foucault con Hyppolite puede verse Eribon D., Mi- yo al nosotros», ibíd., p. 345.
chel Foucault, Paris, Flammarion, 2008, especialmen- 42 Ibíd., p. 15. (La cursiva es nuestra).
te el capítulo «La voix de Hegel». 43 Ibid., p. 490. Hyppolite mantiene la tensión que
30 Cf., M. Foucault, L’ordre du discours, Paris,
encuentra en Hegel sin dar una respuesta definitiva:
Flammarion, 1971, pp. 79-82. «Podemos prolongar la filosofía hegeliana en dos di-
31 J. Hyppolite, Génesis y estructura de la Feno-
recciones diferentes: una filosofía que termina en un
menología del espíritu, Traducción de Francisco Fer- humanismo, en el sentido de Feuerbach o de Marx, o
nández Buey, Barcelona, Península, 1998, p. 176. una filosofía del saber absoluto: pero en este último
32 Ibíd., p. 145. caso, ¿qué significa todavía la historia de la humani-
33 Ibíd., p. 151. La cursiva es nuestra. dad?»; «Ruse de la raison et histoire chez Hegel», en
34 Ibíd., pp. 136-137. El «comentador reciente» al J. Hyppolite, Figures de la pensée philosophique,
que se refiere Hyppolite es H. Marcuse y su tesis He- tome I, Paris, PUF, 1971, p. 150.
44 J. Hyppolite, Génesis y estructura de la Feno-
gels Ontologie und die Grundleung einer Theorie der
Geschichlichkeit (1932). menología del espíritu, p. 138.
35 «Vie et prise de conscience de la vie dans la phi- 45 «Vie et prise de conscience de la vie dans la phi-

losophie hégélienne d’Iéna», en J. Hyppolite, Études losophie hégélienne d’Iéna», en J. Hyppolite, Etudes
Sur Marx et Hegel, Paris, Librairie Marcel Rivière et Sur Marx et Hegel, Paris, Librairie Marcel Rivière et
Cie., 1955, p. 18. Cie., 1955, p. 18.
36 Tomamos la noción de misticismo en el sentido 46 «Situation de l’homme dans la phénoménologie

que le otorga el helenista Pierre Hadot en función de hégélienne», en J. Hyppolite, Études sur Marx et He-
Lalande: «Creencia en la posibilidad de una unión ín- gel, Paris, Librairie Marcel Rivière et Cie., 1955,
tima y directa del espíritu humano con el principio p. 178.
fundamental del ser, unión que constituye a la vez un 47 «Essai sur la “Logique” de Hegel», en J. Hyppo-

modo de existencia y un modo de conocimiento extra- lite, Figures de la pensée philosophique tome I, Paris,
ños y superiores a la existencia y al conocimiento nor- PUF, 1971, p. 163.
males». Cf. P. Hadot, «Les niveaux de conscience 48 Es mérito de M. Potte-Bonneville el haber pues-
dans les états mystiques selon Plotin», en Journal de to de relieve la importancia de la inquietud en la obra
psychologie n.º 2-3, 1980, pp. 243-244. de Foucault; y en ese sentido, este trabajo explora una
37 Por cuestiones de espacio no corresponde aquí
línea abierta por él, aunque la perspectiva no sea idén-
desarrollar todos los momentos por los que pasa la tica. Cf. M. Potte-Bonneville, Michel Foucault, L’in-
autoconciencia del esclavo hasta devenir razón. Nos quiétude de l’histoire, Paris, PUF, 2004. Potte-Bonne-
centramos simplemente en lo principal del último mo- ville utiliza esta noción poniendo el acento en un as-
mento de la dialéctica, que dará lugar a la razón uni- pecto biográfico-subjetivo del propio Foucault para
versal y de este modo escapará a la finitud de la singu- ubicarlo en el panorama filosófico del siglo XX y, en
laridad. particular, para marcar sus diferencias con las obras de
38 J. Hyppolite, Génesis y estructura de la Feno- Heidegger y de Sartre, para quienes la angustia pasa a
menología del espíritu, p. 189. Sin duda habría que ocupar el lugar privilegiado.

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49 Puesto que nuestro interés se centra en la noción sistema hospitalario, de la práctica psiquiátrica, etc.»
de inquietud, no evaluaremos aquí la consistencia del DE II, p. 176.
planteo de Foucault en este punto. Para esto cf. 60 «Una sociedad “sin relaciones de poder” no
B. Han, L’ontologie manquée de Michel Foucault, puede ser sino una abstracción». DE IV, p. 239.
Grenoble, Editions Jerome Millon, 1998. 61 Ídem.
50 M. Foucault, Les mots et les choses, Paris, Ga- 62 «À propos de la généalogie de l’éthique: un
llimard, 1966, p. 16. aperçu du travail en cours», en Dits et Ecrits II,
51 M. Foucault, Histoire de la sexualité II: L’usage
p. 1431.
des plaisirs, Paris, Gallimard, 1984, p. 17. En adelante 63 «Es lo que se podría llamar una práctica ascéti-
se citará UP. ca, dando al ascetismo un sentido muy general, es de-
52 Cf. ibíd., pp. 153-156.
53 M. Foucault, L’ordre du discours, Paris, Galli-
cir no el sentido de una moral de la renuncia, sino el
de un ejercicio de sí por sí por el cual se intenta elabo-
mard, 1971, p. 7. rarse, transformarse y acceder a un cierto modo de
54 Ibíd., p. 9.
55 Ibíd., pp. 9-10.
ser». «L’éthique du souci de soi comme pratique de la
56 Señalamos más arriba la inquietud que diversas
liberté», en DE IV, p. 709.
64 Cf. M. Foucault, Herméneutique du sujet, Paris,
culturas encontraron en la actividad sexual. Sin em- Seuil/Gallimard, 2001, p. 17.
bargo, sus respuestas han sido distintas en función del 65 J. Hyppolite, Génesis y estructura de la Feno-
modo en que esta inquietud podía y debía pensarse en
menología del espíritu, p. 149.
cada caso. Mientras que los griegos habrían elaborado 66 Cf. ibíd., pp. 709-712.
una estética de la existencia, el cristianismo habría 67 UP, p. 15. Esta concepción de la filosofía como
respondido a través de una codificación jurídico-moral
alrededor de la noción de carne (chair), la modernidad práctica ascética es tomada del helenista Pierre Hadot.
lo habría hecho a través del dispositivo de sexualidad, Cf. de este autor Exercices spirituels et philosophie
y la cultura china habría elaborado como respuesta antique, Paris, Institut d’Études Augustiniennes, 1993,
todo un arte erótica (ars erotica). Cf. UP, p. 156. y Qu’est que la philosophie antique?, Paris, Galli-
57 Desde este punto de vista, cabe recordar que la mard, 1995.
obra de Foucault tiene intenciones políticas expresas. Cf. M. Foucault, Herméneutique du sujet, Paris,
Baste recordar la figura del intelectual específico y la Seuil/Gallimard, 2001, p. 17.
68 DE IV, p. 574.
imagen de la caja de herramientas.
58 DE IV, p. 35. 69 «Pero ¿qué es la filosofía hoy —quiero decir la
59 Ante una pregunta por la investigación que Fou- actividad filosófica— si no es el trabajo crítico del
cault lleva adelante con el Grupo de Información so- pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste, en lu-
bre las Prisiones (GIP), el filósofo respondía: «Nues- gar de legitimar lo que ya sabemos, en emprender la
tra investigación no se hace para acumular conoci- tarea de saber cómo y hasta qué punto sería posible
mientos, sino para aumentar nuestra intolerancia y pensar de otro modo?».
hacer de ella una intolerancia activa. Devengamos in- 70 «Politique et éthique: une interview», en DE IV,

tolerantes en relación a las prisiones, a la justicia, al p. 535.

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