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UNIDAD XOCHIMILCO
ENSAYO:
mente que ha sido condicionada, pero es una idea de consumo tergiversada la que se ha vuelto una
carga innecesaria, ya como el cubrir necesidades básicas, ya como el deseo y anhelo de objetos
que satisfacen necesidades un tanto banales y triviales y que giran en torno al propósito mismo de
espacios de felicidad garantizada que se transforman en una serie de ideas glorificadas en la mente
del consumidor.
producción puramente de objetos sino también de emociones y deseos, la tan llamada “fábrica de
sueños” ya no sólo se relega hacia los medios audiovisuales del cine y la televisión, ahora más que
nunca mucho del deseo se puede percibir deliberadamente en las pantallas de los irónicamente
mundo actual.
Como menciona Baumann, “los adolescentes equipados con confesionarios electrónicos
portátiles no son otra cosa que aprendices entrenados en las artes de una sociedad confesional –
una sociedad que se destaca por haber borrado los límites que separaban lo privado de lo público,
por haber convertido en virtudes las obligaciones publicas el hecho de exponer abiertamente lo
privado” (Bauman, 2007:14). Se pueden citar textos que hablan de consumismo a partir de los
años setenta y ochenta pero es en esta época cuando los requerimientos de producción van dirigidos
a una sociedad —necesitada—, encadenada al universo virtual, apelando a las tendencias, a las
cargas emocionales y a los deseos más primitivos junto con el ingreso de las nuevas tecnologías y
Esta generación llamada “generación global, millenial o simplemente generacion Y”, está
basada en el ideal del individuo moderno que puede comunicarle a un grupo indeterminado de
personas cuestiones de diversa índole, como sociales, políticas e incluso mayormente personales,
ésta generación es la nacida entre los años 90 y 2000, poseen el conocimiento del pasado y el
cambio tecnológico que se atravesó durante esa década, es una generación de transición, por ello
costeable y por lo tanto vendible, se pasea por la red ofreciendo su mejor mercancía, es decir su
propia imagen mientras es constantemente bombardeado por publicidad, compras y ventas de todo
tipo. Hoy uno puede conseguir con un click lo que desee, una sonrisa, una palabra de afecto,
compras en línea, una relación… etcétera. Todos ellos se convierten en bienes inmediatos,
cualquier época histórica posee virtudes y defectos, en la que se observa una extensión de la
información y un acceso al confort pero sobre todo al consumo. Al ser parte de una sociedad
globalizada, personalmente la llamaría estandarizada, como dice Noam Chomsky “ellos
entendieron que era más sencillo crear consumidores que someter a esclavos”, se observa que
todos los grandes monopolios funcionan como una gigantesca máquina si se está constantemente
“fabricando consumidores” (Veblen, 1899). Con el régimen capitalista reducido a una serie de
premios de aceptación, el sostén del capitalismo implica que haya un demandante y un ofertante,
pero que el valor de la transacción sea lo suficientemente atractivo como para ser completado.
Aquí es donde resulta interesante estudiar las motivaciones de los consumidores y el cambio social.
En este caso el mismo sujeto del que se habla se convierte en un bien vendible y
sostiene que “al igual que el fetichismo de la mercancía, el fetichismo de la subjetividad, también
está basado en una mentira y por las mismas razones, por más que dos variantes del fetichismo
Ambas variantes tropiezan y caen frente al mismo obstáculo: la obstinación del sujeto humano,
Hay una tendencia a reemplazar, a deshechar con la esperanza de volver a obtener el mismo
resultado, esta vez sin la promesa de un eterno retorno. En la búsqueda de la felicidad no existe
precio que no se pueda pagar ni deseo que no se pueda cumplir. Ya no queda espacio para la
nostálgia del acumulamiento y el almacén, “lo pequeño, lo liviano, lo más portable significa ahora
mejora y "progreso". Viajar liviano, en vez de aferrarse a cosas consideradas confiables y sólidas
—por su gran peso, solidez e inflexible capacidad de resistencia—, es ahora el mayor bien y
símbolo de poder.” (Bauman, 2003:19) Ahora el continuo malestar reside en la urgente necesidad
de poseer y de ser necesitado, de tener para poder ser. Y aún más “el valor característico de una
sociedad de consumidores, el valor supremo frente al cual todos los demás deben justificar su peso,
es una vida feliz. Y más la sociedad de consumidores es quizás la única en la historia humana que
promete felicidad en la vida terrenal, felicidad aquí y ahora y en todos los ahoras siguientes es
decir felicidad instantánea y perpetua” (Bauman, 2007:67). Esto concuerda con aquel epigrama
que rezaba Goethe sobre elegir —ser el yunque o el martillo—, en tanto que “el consumidor no
sólo no encuentra la felicidad añorada sino que se somete a un “yugo hedonista” (ibid:69).
Nadie quiere convertirse en un objeto obsoleto que deja de ser atractivo para los demás,
empieza uno a querer venderse como mercancía útil, fresca y deseable. El uso de las redes sociales
actividad. El éxito de las empresas generadoras de las diversas redes recae en la idea de poder
que no todo lo que se oferta en la red debe ser un bien inmanejable y superfluo. El hecho de no
poder satanizar a la tecnología, como –poder inanimado que destruye a los hombres y los aleja del
bien común- parte de la idea de que dicho poder no reside sino en las manos de quien busca obtener
su propio beneficio.
suceptibles para los usuarios promedio, mientras ellos se ofrecen como mercancías de valores
diminutos existen otros que perciben en magnitudes a gran escala la generación de ganancias en
los círculos que rodean a los individuos que poseen un mayor nivel de aceptación. Las estrellas
del pop, los representantes de los movimientos actuales generan mayores ingresos actualmente a
través de la publicidad en redes frente a otro tipo de negocios, incluso frente a su verdadero valor
de la vida en un mundo donde los verbos —ser y estar— se han confundido, si todos estamos
siendo cómplices del mismo sistema que nos sojuzga, vivimos en la sociedad del espectáculo, que
necesita estar expuesta para ser vendible como en la vitrina de algún aparador en un enorme
almacén, y ahora incluso por comparación, limitado a una compra online, en la que basta con sólo
una imagen en una pantalla, porque aunque pareciera que todo está expuesto, como una base de
con los demás, "los consumidores suelen compartir los espacios físicos de consumo como salas de
donde “las mismas cualidades plásticas que hacen que la gran ciudad sea liberadora de a identidad
(Harvey, 90:19). Y toda ésta plasticidad es aplicable no sólo a la ciudad sino también a la
consistencia matérica de algo tan poco sólido como una red social virtual. Partimos del mismo
lugar donde la misma fugacidad que pregonan los llamados posmodernos no da paso a pensar en
los efectos cíclicos de las cosas ni de las personas y donde todo lo que sucede es reducido a historia
hecha polvo, ya no hay una creencia generalizada en un futuro en conjunto, ahora es donde no se
tiene la certeza de nada, pero es quizás ésta misma frugalidad de las cosas que nos rodean, la que
nos hace repensar nuestra posición ya no en la sociedad, ni el mundo sino en un nivel más alto de
cuestión del —viajar ligero— dentro de los límites de peso y levedad “el mito del eterno retorno
viene a decir, per negatio-nem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no
retorna es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella,
elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan” (Kundera, 1984).
Existe una lógica por deducción, al decir que, se puede tomar significado de algo que es
Es bastante obvio para quien le resulte incómodo el estar rodeados de objetos inanimados,
rodeados de máquinas, saber que el consumidor que ha sido programado cual autómata no es una
máquina más, daría paso a la posibilidad de una revolución a niveles más sutiles, al observar lo
que ya está solucionado en nivel de necesidades, el pensamiento del hombre buscaría resurgir
como principio generador de ideas más nobles y no de necesidades creadas, que al final son deseos,
y que son simplemente meros reflejos de la sociedad en la que se proyectan. Aquí es donde se da
la inclinación a imitar a las clases sociales superiores y produce el efecto en masa. Siendo objetivos
cualquier objeto que se desee está al alcance de cualquier persona que tenga la capacidad de pagar,
Ya los objetos dejan de ser exclusivos por pertenecer a un sector que no permitía su
consumo, por el viejo modelo aristocrático, sino que se da una supuesta “apertura” por demás falsa
y maliciosa. Aunque con esto se da paso abierto a un gobierno autónomo de sí mismo, a la toma
de consciencia en las múltiples decisiones en los que impere el ser un individuo dentro de una
sociedad sin un discurso totalizante, sino más bien integrador (ya que la mayoría no siempre sabe
lo que es en esencia correcto), y si bien es cierto que no se puede dejar de consumir, pero sí percibir
los efectos de lo que se consume y que estos pueden elegirse y controlarse, “el tipo de gastos
aceptado en la comunidad o en la clase a que pertenece una persona determina en parte cuál ha de
ser su nivel de vida” (Veblen,1899:117), ya que al existir una diferenciación valorativa del sujeto,
habría que señalar una diferencia entre aquello que privilegia el individuo, el ocio o el consumo,
Existe la teoría de que el consumo es originado por la mente como vía de escape, visto
desde un punto psicológico, como una fuga de la realidad, y es que nos hemos convertido en
esclavos de nuestra imagen al estar inmersos en unas realidades tan deterioradas, que es por esto
que, —volviendo al origen de este ensayo—, se crean nuevas plataformas donde la realidad está
distorsionada, de por sí que es curioso que las redes sociales se llamen redes, bien lo decía Bauman
en palabras proféticas “Las redes sociales son una trampa” una suerte de sistema de máquinas
vivas que manejan a otras máquinas que ni siquiera son personas, ya que como se sabe “no
podemos librarnos de las máquinas, por la sencilla razón de que el proceso de la liberación nos
forzaría a librarnos de esa mitad de la raza humana cuya existencia en el planeta sólo es posible
debido a la existencia de las máquinas. (...) la producción mecánica no puede abolirse; está
definitivamente establecida. La cuestión estriba en saber si está establecida para que sea un
o trampas que se han ilusoriamente tejido en el universo virtual pudieran ocuparse para una visión
más o menos fantástica, al puro estilo de un final de ciencia ficción, en la que un simple error de
Bauman, Zygmunt (2003) Modernidad líquida. Trad. de Mirta Rosemberg y Jaime Arrambide.
Harvey, David. (1990) La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del
Huxley, Aldous (1939) El fin y los medios: una encuesta acerca de la naturaleza de los ideales y
Kundera, Milan (1984) La insoportable levedad del ser. España: Trusquets Editores.
Uusitalo, Liisa (1998) "Consumprion in posmodernity", en: Marina Bianchi (comp.), Tlte Active